La Fertirrigación en España

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La fertirrigación en España

Antonio L. Alarcón Vera


Dpto de Química Agrícola, Geología y Edafología. Universidad de Murcia.
Asesor Químico de Nutricontrol S.L.

Extra 15 Aniversario, 1997

La evolución tecnológica asociada al concepto de fertirrigación va encaminada al diseño y la


fabricación de sistemas y materiales que permitan sacar el máximo rendimiento de los cultivos
y aseguren la fiabilidad y eficacia del sistema

Fertirrigación significa literalmente aplicación simultánea del agua de riego y los fertilizantes.
Riego localizado es la aplicación del riego en zonas concretas en torno a las plantas,
normalmente bajo presión y a elevada frecuencia, humedeciendo solamente una parte del
volumen del suelo (bulbo húmedo) donde se ve fomentado el desarrollo radicular. Los sistemas
de riego localizado son fundamentalmente microaspersión, microtubo, cintas perforadas,
mangueras de doble cámara, escupido, barboteo, exudación y goteo, este último es el más
extendido y popular y va siempre unido al concepto de fertirrigación, por lo que se usa un
término u otro indistintamente para referirnos a una misma técnica de cultivo.

En el contexto económico actual, el objetivo de las explotaciones agrícolas es la obtención del


máximo rendimiento, incluyendo la búsqueda de sistemas de cultivo más racionales y eficaces
que los tradicionales. Son de sobra conocidas las ventajas que supone la fertirrigación
localizada, ahorros de agua, fertilizantes, mano de obra, labores culturales, a la vez que se
incrementa el rendimiento de los cultivos (mayor producción, calidad y precocidad de las
cosechas). Un adecuado manejo de estos sistemas incide en una plena disponibilidad para que
las raíces puedan obtener el agua y los nutrientes esenciales para un crecimiento óptimo y
armónico de acuerdo con el momento fenológico del cultivo.

Bajo las premisas anteriores la evolución tecnológica asociada al concepto de fertirrigación va


encaminada al diseño y fabricación de sistemas, materiales, automatismos, sensores y otros
elementos, que permiten sacarle el máximo rendimiento y que aseguren la fiabilidad y eficacia
del sistema.

Plantación fertirrigada de cítricos de primer año, con surcos entre líneas


para facilitar la lixiviación de las sales fuera
del bulbo húmedo de desarrollo radicular.

Evolución de la superfície cultivada bajo fertirrigación


El inicio de ensayos de riego localizado data de principios de siglo, con la utilización de
conductos subterráneos en EE.UU. y Alemania. Su evolución fue creciendo para pasar a
sistemas superficiales que son hoy día los más extendidos, es en la década de los 60,
coincidiendo con la aplicación de los plásticos en la agricultura, cuando el sistema se
perfecciona y empieza a extenderse en Israel y EEUU. A principios de los 70, se empieza a
implantar en zonas áridas y semiáridas del Mediterráneo, Méjico, Australia y Sudáfrica. En
España se inician los primeros ensayos en Campo Níjar (Almería), en 1968, extendiéndose a
partir de entonces por la mayor parte de las zonas de agricultura intensiva del país.

Según datos de 1991, la superficie mundial fertirrigada ocupaba una extensión aproximada de
1.800.000 ha, lo que representa un incremento superior al 300% respecto a 10 años atrás.
EE.UU es de largo, el país con mayor superficie fertirrigada, con una extensión que en la
actualidad debe estar cercana a las 900.000 ha, España es el segundo país con mayor
implantación de esta técnica, y cuenta en la actualidad con una extensión superior a las
200.000 ha de cultivo bajo fertirrigación. Países como Australia, Sudáfrica, Israel, Italia, Egipto
y Méjico, también rondan o superan las 100.000 ha con riego localizado. Israel es la nación con
un mayor porcentaje de riego localizado frente al total de superficie de regadío (más del 50%),
mientras que en nuestro país, este porcentaje alcanza un valor cercano al 6%.

Un ejemplo, Murcia, región eminentemente agrícola, en ella la evolución de la superficie


fertirrigada es espectacular.

La necesidad de optimizar los escasos recursos hídricos, generalmente procedentes de


acuíferos subterráneos con agua de escasa calidad agronómica y frecuentemente
sobreexplotados, genera una rápida expansión del riego localizado a partir de la segunda mitad
de los años 70. En 1975 había 60 ha bajo fertirrigación, un 0.08% sobre el total de las zonas de
regadío, 10 años más tarde, en 1985, la superficie ya alcanzaba las 21.630 ha, lo que supone
un 21.2% sobre el total del regadío murciano. Los últimos datos disponibles, del año 1993,
reflejan una superficie de 42.305 ha con riego localizado en Murcia, un 27.7% del total de
tierras ocupadas bajo regadío, siendo los cultivos fertirrigados con mayor extensión
melocotonero (7.265 hectáreas), limonero (6.255 ha), naranjo (3.504 ha), albaricoquero (3.467
ha), almendro (3.456 ha), melón (3.027 ha), lechuga (2.396 ha) y tomate (2.327 ha).

En el contexto económico actual, el objetivo de las explotaciones agrícolas es obtener el


máximo rendimiento y sistemas de cultivo eficaces. Las ventajas de la fertirrigación
localizada son ahorros de agua, fertilizantes, mano de obra, labores culturales, e
incremento del rendimiento de los cultivos

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Desarrollo inicial y evolución técnica de la fertirrigación

El transcendental papel que juega el agua dentro de las relaciones suelo-planta-atmósfera,


hace que en las regiones áridas y semiáridas como el Levante español donde se concentra
gran parte de la agricultura intensiva del país, el riego sea la práctica cultural más determinante
para aumentar la productividad de los cultivos, mientras que otras prácticas agrícolas tales
como poda, laboreo, tratamientos, etc., aunque favorecen y aumentan la producción, no llegan
a tener un carácter absolutamente imprescindible. Hoy día, el riego pasa a ser una auténtica
tecnología cuyo objetivo es mantener la disponibilidad de agua en la zona radicular a nivel
óptimo para obtener un rendimiento lo más próximo posible a la máxima productividad potencial
del cultivo en un ambiente dado. La manera de alcanzar este nivel óptimo de humedad en la
zona radicular da lugar a los distintos sistemas de riego que han ido evolucionando a lo largo
del tiempo.
En los sistemas tradicionales de riego se realizan aplicaciones masivas de agua con el objeto
de tener una gran reserva en el suelo que los cultivos van extrayendo con el tiempo,
repitiéndose el riego de acuerdo con el agotamiento del agua almacenada, esto origina unos
enormes altibajos en la dinámica de absorción hídrica por parte del cultivo, en los que el
sistema radicular pasa de situaciones de asfixia por exceso de agua a otras de sequedad por
defecto de la misma (estrés hídrico). En las nuevas técnicas de riego bajo presión, el agua es
aplicada para satisfacer la demanda hídrica diaria del cultivo y no con el objeto de crear un
almacén de agua en el suelo, una adecuada dosis y frecuencia de riego elimina las situaciones
extremas antes mencionadas y mantiene el suelo a una humedad constante e idónea para que
la planta encuentre, no sólo el agua, sino también el oxígeno y los nutrientes precisos con el
mínimo esfuerzo por su parte; este ahorro energético a la hora de la absorción de agua y
nutrientes, lo puede invertir la planta en una mejora de su rendimiento. Simultáneamente, la
localización del riego posibilita el ahorro de recursos hídricos al reducir la superficie mojada y
las pérdidas de agua por evaporación, infiltración y escorrentía.

La implantación de las modernas técnicas de fertirrigación fue paralela al desarrollo científico y


tecnológico orientado a resolver problemas concretos de la nutrición hídrica y mineral de los
cultivos, tales como escasez de recursos hídricos, mala calidad y elevado precio de los mismos
o suelos poco recomendables para su puesta en cultivo (suelos pobres, sueltos, salinos,
pesados, etc.) pero situados en zonas de condiciones microclimáticas privilegiadas. En la
actualidad, una vez superada esta problemática inicial mediante los correctos cálculos
hidráulicos y diseños agronómicos de las instalaciones de fertirrigación, se persigue
fundamentalmente la obtención de los máximos rendimientos de cultivo y eficacia de sistemas,
manteniendo de forma constante a lo largo del tiempo, el sistema radicular del cultivo en unas
condiciones óptimas de nutrición hídrica y mineral y de aireación.

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Aspectos técnicos y agronómicos de la fertirrigación

Para la realización de un adecuado diseño de una instalación de fertirrigación localizada,


resulta imprescindible el conocimiento del movimiento y la distribución del agua y los nutrientes
en el perfil del suelo. Mediante riego localizado, el agua y los nutrientes disueltos en ella,
penetran en el suelo en todas direcciones a partir del emisor, determinando una zona
humedecida (bulbo húmedo) y una zona seca no útil para el cultivo. La distribución de la
solución nutriente dependerá de múltiples factores tales como propiedades físicas del suelo
(textura, estructura, porosidad, conductividad hidráulica, capacidad de infiltración, grado inicial
de humedad, nivel de la capa freática, temperatura, etc.), caudal del emisor, distancia entre
emisores, dosis y frecuencia de riegos, coeficientes de absorción radicular del cultivo y de
evaporación del agua del suelo, etc.

En el perfil de humedad del bulbo húmedo se aprecian tres fases, una zona de transmisión,
encharcada y que interesa minimizar por los posibles problemas de asfixia radicular que pueda
plantear. Una zona de humedecimiento, donde el agua fluye en la dirección de mínima
resistencia y se mantiene la presencia de aire lo que favorece de desarrollo radicular, esta zona
debe tener unas dimensiones acordes con el tamaño y profundidad de enraizamiento
específicos del cultivo. Y en tercer lugar un frente de humectación donde se compensa la
humedad del bulbo con la humedad original del suelo antes del riego.

Se pretenden unas condiciones constantes de baja tensión del agua en el suelo, lo que se
consigue con una aplicación frecuente de agua a las dosis adecuadas. Para no producir un
déficit nutricional en la planta por lavado de nutrientes del perfil del suelo, se realiza una
aplicación simultánea de los nutrientes esenciales disueltos. Bajo estas condiciones, los
nutrientes presentan un grado de aprovechamiento muy superior al de sistemas tradicionales,
siempre que se suministren en la dosis y equilibrio adecuados, al mostrar mayor movilidad y
una distribución más homogénea en el entorno radicular.

La gran ventaja de la fertirrigación localizada, no es la posibilidad de usar aguas salinas, sino,


junto al ahorro de recursos hídricos, el poder llevar a cabo una fertilización día a día, en función
de las variables agroclimáticas disponibles, nutriendo al cultivo de una forma totalmente
controlada, de tal forma que el suelo pierde casi totalmente su función de reserva o almacén de
agua y pasa a tener el mismo comportamiento que un sustrato, siendo un mero transmisor
entre el emisor y la raíz del cultivo.

Los sistemas de riego localizado permiten el uso de aguas de riego que por su calidad serían
inutilizables bajo sistemas de riego convencionales, ahora bien, debe quedar claro que el uso
de aguas de riego de elevado contenido salino implica la necesidad de aportes adicionales que
eviten la acumulación progresiva de sales en el bulbo húmedo desplazándolas hacia el frente
de humectación y paralelamente se necesita un mayor suministro de nutrientes para
compensar las unidades fertilizantes desplazadas junto a las sales nocivas y para contrarrestar
los efectos fitotóxicos de ciertos iones (sodio y cloruros, principalmente).

La distribución de la solución nutriente dependerá de múltiples factores tales como


propiedades físicas del suelo, caudal del emisor, distancia entre emisores, dosis y
frecuencia de riegos, coeficientes de absorción radicular del cultivo y de evaporación
del agua del suelo, etc.

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Automatización del proceso de fertirrigación

La uniformidad en el riego lograda en este tipo de técnicas, al efectuarse una distribución


forzada, es decir, bajo presión, y con una cobertura total de la superficie de cultivo, junto a la
posibilidad de llevar a cabo otro tipo de labores como aplicación de fitosanitarios y otros
productos químicos (quimigación), la aparición a nivel comercial de sistemas de cultivo en los
que la fertirrigación resulta imprescindible (cultivos sin suelo) o las marcadas ventajas de índole
fisiológico que posibilitan un rendimiento económico más ventajoso del cultivo, han supuesto la
proliferación en el mercado de los nuevos equipos de fertirrigación, que automatizan y
controlan todos los procesos relativos a las redes de riego y al proceso de dosificación de
fertilizantes.

Las principales ventajas que se consiguen mediante la automatización de estos procesos son:

-Mayor eficacia del riego: mejor aprovechamiento del agua al controlar dosis y frecuencia de
riego.

-Ahorro de mano de obra: si bien es cierto que se hace necesario un mayor nivel de
cualificación del personal, así como labores de control y vigilancia de equipos e instalaciones.

-Control de operaciones anexas al riego: tales como limpieza de filtros, quimigación...

-Reducción de costes de instalación y mantenimiento: un mayor grado de automatización


puede traducirse en reducciones de los requerimientos de las instalaciones, del mismo modo
se pueden minimizar costes energéticos de funcionamiento consumiendo electricidad en horas
de tarifa reducida.
-Flexibilidad total del sistema: se pueden controlar gran variedad de parámetros útiles a la hora
de programar el riego, como pH, conductividad eléctrica (C.E.), humedad del suelo,
evaporación, temperatura, radiación, velocidad y dirección del viento, precipitaciones, etc.

-Control de situaciones anormales: alarmas y detención o corrección de procesos ante


situaciones de emergencia como valores extremos de presión o caudal, averías en la red de
riego, etc.

-Facilita el registro de datos: con lo que se dispone de una completa y permanente información
de lo que acontece en la instalación y de los procesos ejecutados.

La Agrónica es la ciencia que estudia la aplicación de la electrónica, la informática y las


telecomunicaciones a la agricultura, y actualmente sufre una expansión espectacular lo que
queda reflejado en la implantación generalizada de equipos automáticos de fertirrigación,
controladores climáticos, etc. Estos equipos automáticos de fertirrigación constan de una serie
de elementos de regulación y manejo que, intercalados o no en la red de riego, aseguran un
control racional y exhaustivo del proceso de riego y fertilización. Su introducción generalizada
en España es relativamente reciente y sigue una progresión geométrica paralela a la evolución
del precio y la fiabilidad de los elementos electrónicos e hidráulicos que los componen. Las
posibilidades de manejo adaptables a las necesidades del usuario de los modernos equipos de
fertirrigación son enormes, a continuación se detallan las más importantes y de extensión más
generalizada, agrupadas según factores definitorios del proceso:

1. Según la dosis de riego:

A. Por tiempo: fijando la duración de los riegos en cada conexión.

B. Por volumen: determinando la cantidad aportada por riego.

2. Según la frecuencia de los riegos:

A. Tipo horario: fijando la hora de inicio y finalización de cada riego.

B. Por demanda: actúa de acuerdo con los procesos evapotranspirativos que sufre el cultivo,
siempre y cuando esté bien diseñado el proceso de riego y fertilización, presenta la gran
ventaja de que los riegos se efectúan cuando las necesidades fisiológicas del cultivo así lo
requieren, con lo que se asegura un óptimo estado de nutrición hídrica y mineral del cultivo,
uniforme a lo largo del tiempo y en cierta medida independiente de factores microclimáticos, a
la vez que se ahorra agua y fertilizantes. Dentro del riego por demanda encontramos distintos
sensores o controladores que lo gobiernan, los de uso más generalizado son:

B1. Tensiómetros: miden el potencial hídrico del suelo, accionan el inicio del riego por debajo
de un umbral de presión de succión (cb) preestablecido.

B2. Bandeja de lixiviación: de aplicación a cultivos sin suelo o hidropónicos, controlan el


drenaje del cultivo y accionan el riego mediante procesos de evapotranspiración y/o succión
directa de las raíces.

B3. Sondas de radiación: miden el nivel de radiación solar (W/m2) que resulta proporcional al
consumo hídrico del cultivo, accionan el riego a partir de umbrales prefijados de radiación
acumulada. Son aplicables tanto a cultivos en suelo como hidropónicos.

B4. Evaporímetros: miden los niveles de evaporación de cubetas con agua, accionando el riego
según la evapotranspiración que sufre el cultivo. Aplicables a cultivos en y sin suelo.

3. Según la dosificación de fertilizantes u otros productos químicos:


A. Dosificación volumen/ volumen: se realiza la solución nutritiva en base a la mezcla de
volúmenes prefijados de soluciones madre de los distintos fertilizantes con un determinado
volumen de agua de riego.

B. Dosificación según C.E. y pH: se adicionan soluciones madre de fertilizantes en porcentajes


predeterminados hasta alcanzar en la solución nutritiva final un valor de C.E. o un incremento
de la misma previamente fijado. De la misma manera se dosifica ácido (o una base en su caso)
hasta lograr el pH predeterminado en la solución nutriente final.

4. Otras posibilidades de los equipos automáticos de fertirrigación:

A. Registro y almacenamiento de la información relativa a cada uno de los procesos ejecutados


y en curso.

B. Mantenimiento y limpieza de la red de riego: autolimpieza de filtros, alarmas que paralizan la


actuación ante presiones o caudales anómalos, etc.

C. Avisos y alarmas de otros parámetros de control del proceso de fertirrigación como son
avisos y/o detención de la dosificación o del riego ante valores extremos previamente fijados de
pH o C.E., bajo nivel en tanques de fertilizantes o cubas de mezcla, etc.

El diseño y la fabricación de estos equipos modernos de fertirrigación requiere una serie de


elementos que posibilitan la automatización de los mismos, a continuación se detallan los más
significativos:

1. Elementos eléctricos:

A. Protecciones: interruptores térmicos, interruptores diferenciales.

B. De maniobras: contactores, relés, temporizadores, variadores de frecuencia, solenoides,


controladores de nivel.

C. De medida: voltímetros, amperímetros.

2. Elementos electrónicos: reloj horario, autómatas, microprocesadores, placas de


entradas-salidas (digitales y analógicas), ordenadores.

3. Elementos de regulación, control y medida:

A. De caudales y presiones:

A1. Caudalímetros o contadores volumétricos: tipo Woltmann (de hélice axial o de hélice
vertical), rotámetro o flotámetro, proporcional, electromagnético, por ultrasonidos.

A2. Limitadores o moduladores de caudal: de diafragma, de muelle.

A3. Manómetros y sondas de presión.

A4. Reguladores de presión (sostenedores y reductores de presión): válvulas de seguridad,


válvulas de retención, ventosas, purgadores, torres de carga, calderín.

A5. Válvulas multivías: de tres vías y de cinco vías.

A6. Válvula hidráulica y automatismos derivados: válvula hidráulica normalmente abierta,


válvula hidráulica normalmente cerrada, electroválvula, válvula volumétrica, controlador de
nivel.
B. De las necesidades hídricas y de fertilización:

B1. Dispositivos de control y medida de parámetros agroclimáticos: termómetro, pluviómetro,


evaporímetros, anemómetros, barómetros, higrómetros, termohigrógrafos, radiómetros.

B2. Dispositivos de control y medidas del potencial hídrico del suelo y planta: tensiómetros y
electrotensiómetros, lisímetros, sonda de neutrones, medidores electrónicos de humedad del
suelo, psicrómetros foliares, termómetros de infrarrojos, medidores de la microvariación del
grosor de órganos.

B3. Dispositivos de control y medida del nivel salino y la fertilización: sondas de succión, PH-
metros, conductímetros, electrodos selectivos de iones.

El controlador de riego es el elemento de automatización que centraliza todas las órdenes


encaminadas a un eficaz funcionamiento del sistema. Un controlador de fertirrigación completo
debe contemplar la puesta en marcha y el paro en el momento preciso de bombas, válvulas de
mando, agitadores y dosificadores de fertilizantes, dispositivos de control, medida, regulación
seguridad, emergencia, etc. Todo ello como respuesta tanto a programas prefijados como a
condicionantes, previsibles o fortuitos, en la instalación, suelo-sustrato, cultivo o ambiente.
Además el controlador de riego debe suministrar una información completa y permanente de lo
que acontece en la instalación, programas ejecutados y en curso, tiempo y/o volumen de agua
y fertilizantes aplicados, parámetros definitorios de la solución nutriente aplicada (conductividad
eléctrica, pH, temperatura, etc.), caudales, incidencias, alarmas, averías, etc.

El mercado ofrece una enorme cantidad de controladores de fertirriego, adaptables a cualquier


tipo de instalación en función del grado de automatización que se quiera conseguir y de la
relación prestación/precio de cada aparato. En función de los parámetros utilizados como base
de control y programación los podemos clasificar en tres grupos:

-Controlador basado en tiempos

-Controlador basado en volúmenes

-Controlador plurifactorial.

Los sistemas de riego localizado permiten el uso de aguas de riego que por su calidad
serían inutilizables bajo sistemas de riego convencionales

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Funcionamiento y descripción de un equipo

Según las características más generalizadas en el mercado, estos equipos constan de una
unidad dosificadora múltiple, con sistemas de inyección proporcionales, o sea con bombas
dosificadoras o inyectores venturi (sistema proporcional siempre que el caudal se mantenga
constante), sustituyendo al clásico tanque abonador (sistema no proporcional); normalmente
con 4 tanques para la separación de los fertilizantes, más uno para aporte de ácido (o base en
su caso), aunque pueden verse ampliados hasta 8 tanques más ácido.

Las distintas soluciones madre, convenientemente homogeneizadas mediante


electroagitadores programables, se inyectan a través de electroválvulas directamente a la red
en el caso de instalaciones con caudales instantáneos altos o a un tanque de mezcla donde los
fertilizantes se combinan con el agua de riego y se homogeiniza la mezcla generando la
solución nutritiva deseada. Se instalan sondas de pH, C. E. y temperatura, esta última para
corregir la lectura de C.E., dada su sensible variación en función de la temperatura de la
solución, en puntos de mezcla uniforme que permitan una rápida corrección de la mezcla en
elaboración. Estas sondas gobiernan, controlan y regulan la adición de los distintos fertilizantes
para mantener una C. E. final prefijada y el suministro de ácido para lograr el ajuste del pH al
valor requerido en función de la neutralización de los bicarbonatos presentes en el agua de
riego. La instalación de una sonda de C. E. de «agua clara» que mida en continuo el contenido
salino del agua de riego permite la fertirrigación por el incremento de C. E. ocasionado por el
aporte de abonos, con lo que mantenemos constante la dosificación de fertilizantes aunque
varíe la composición de la fuente de agua de riego disponible. La dosificación de los
fertilizantes se establece de modo porcentual (porcentajes de inyección de cada tanque de
solución madre) o por volúmenes de inyección de los mismos.

La programación del riego se establece en base a tiempo y parámetros de demanda


relacionados con los procesos evapotranspirativos (bandeja de lixiviación, sonda de radiación y
tensiómetros son los tres métodos generalmente ofrecidos por las distintas casas comerciales).
La mezcla homogénea, uniforme y con la composición requerida es distribuida a los cultivos de
los distintos sectores mediante impulsión de la bomba de riego; algunos equipos presentan una
bomba de recirculado a través del circuito de descarga de los fertilizantes y el tanque de
mezcla para lograr una mejor homogeneización de la solución nutritiva.

El equipo debe ser flexible para adaptarse a las características de cualquier explotación, más
aún, a cada parcela (sector de riego) que la componga. Debe tener la posibilidad de ejecutar
procesos paralelos de quimigación, realización de riegos sin aporte de fertilizantes y contemplar
un completo sistema de seguridad basado en una serie de alarmas de anomalías y dispositivos
antiaverías que paralicen o regulen determinados procesos, alarmas de alta y baja presión,
retardos de arranque y paro para evitar sobrepresiones y golpes de ariete, alarmas de C. E. y
pH mínimos y máximos, controladores de nivel, protecciones eléctricas, filtros de seguridad en
todas las líneas, etc. Además el equipo debe autocorregir las dosificaciones de fertilizantes y
ácidos para que el sistema sea preciso, fiable y en cierta medida autónomo.

Del mismo modo, estos equipos han de ser abiertos, es decir, capaces de incorporar cualquier
nuevo avance que se logre en su gama, para que no queden obsoletos en poco tiempo, dada la
enorme evolución que sufren en la actualidad los software de aplicación y los propios equipos.
Deben tener la posibilidad de actuar sobre un elevado número de sectores de riego, así como
registrar todo tipo de datos referentes al proceso de fertirrigación, caudales de riego y drenaje
(cultivos sin suelo), parámetros climáticos que nos permitan elaborar un correcto diseño del
fertirriego (temperatura, humedad relativa, radiación, velocidad y dirección del viento),
almacenamiento de datos relativos a cada conexión de riego (hora de inicio y fin, pH, C.E.,
temperatura) y al consumo de agua y fertilizantes, etc.

Los procesos de un equipo automático de fertirrigación deben ser controlados mediante un


ordenador industrial, al menos 40486 y con 2 MB de memoria RAM. Claro está que todo esto
formaría parte de un equipo completo e integral y que en función de las características de la
explotación pueden instalarse sólo las funciones que sean verdaderamente prácticas y
económicamente ventajosas para un caso concreto. La posibilidad de que estos equipos sean
hasta cierto punto modulares posibilita la adaptabilidad y la fabricación a medida según la
demanda del comprador. También existen en el mercado una gama de equipos de tamaño
reducido, más o menos compactos, que basándose en el mismo modo de funcionamiento y
manejo de los equipos integrales, han suprimido gran parte de las funciones, conservando
aquellas imprescindibles para que el proceso de fertirrigación pueda llevarse a cabo de forma
perfectamente eficaz y segura y abaratando costes en el caso de explotaciones de reducido
tamaño o de inferiores requerimientos.

El mercado ofrece una enorme cantidad de controladores de fertirriego, adaptables a


cualquier tipo de instalación en función del grado de automatización que se quiera
conseguir y de la relación prestación/ precio de cada aparato
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Situación actual y perspectivas de futuro de la fertirrigación

En resumen se puede decir que para la elaboración de un programa eficaz de fertirrigación


deben conocerse con precisión las necesidades hídricas y nutritivas del cultivo, considerando
múltiples factores ambientales, del suelo o sustrato, del cultivo y de la propia instalación.

Una programación basada en todos estos factores sólo es posible mediante sofisticados
computadores de fertirriego que incorporan a las funciones ya mencionadas, la capacidad de
recibir señales de campo y de los diferentes dispositivos de la instalación, procesar y analizar
los datos y ejecutar el proceso de fertirrigación, reprogramándolo si fuese necesario.

El avance actual en la fabricación de componentes electrónicos e informáticos empuja a la


masiva instalación de equipos automáticos de fertirrigación; la implantación de técnicas de
cultivo en los que resultan imprescindibles (cultivos sin suelo, cultivo en mesas móviles, etc.), la
presencia de agricultores con cierto nivel de cualificación y el convencimiento paulatino de sus
ventajas provoca su uso cada vez más generalizado, sobre todo en hortícolas y ornamentales,
si bien es cierto que aún la inmensa mayoría de las explotaciones con riego localizado carecen
de ellos. La escasa predisposición por parte de los agricultores a modificar su modo de cultivo
si éste les resulta más o menos rentable, por diversos motivos como la inversión económica
inicial, la desconfianza en las nuevas tecnologías, el temor de no saber utilizarlo o de depender
de técnicos más o menos cualificados, etc., lleva a la tendencia de no instalarlos hasta que
quede demostrada su eficacia en fincas ajenas. De ahí que muchas fincas, sobre todo de
cítricos y frutales, vean limitados sus rendimientos por su escasa tecnificación, la instalación de
un simple y barato controlador de pH, con un tanque de ácido y una dosificadora, podría evitar
muchos problemas de obstrucción de emisores por precipitaciones calcáreas que luego
requieren un coste elevado en mano de obra, a la vez que mejorarían sensiblemente las
condiciones de absorción mineral en el bulbo húmedo al ajustarse el pH de la solución, con lo
que se paliarían determinados problemas carenciales.

Parte del futuro inmediato de los sistemas de fertirrigación pasa por este tipo de matices, es
decir, por el diseño de automatismos y equipos sencillos, adaptados a casos concretos y que
no resulten económicamente gravosos para el agricultor, para a partir de aquí ir mejorando la
instalación en base al convencimiento de que son sistemas económicamente ventajosos.

La planta mantiene mejor sus condiciones óptimas de nutrición hídrica y mineral, cuando se
fertirriga un mayor número de veces a tiempos cortos que pocas veces con elevados
volúmenes. En cultivos en suelo, el ideal sería utilizar el mismo como un sustrato hidropónico,
aportando siempre solución nutritiva (agua + fertilizantes), a pequeñas dosis y con elevada
frecuencia, incluso varias veces al día si se dispone de los equipos automáticos de fertirrigación
adecuados.

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