Etkin - Cap 12 Los Elementos Del Orden Simbólico
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LOS ELEMENTOS
DEL ORDEN SIMBÓLICO
C. EL CONTRATO SIGNIFICANTE
dones que induyen esquemas rígidos como los prejuicios (“si es un compe
tidor, es un enemigo”).
En el marco de este contrato significante, cuando un integrante igno
ra (en forma intencional) el sentido de los códigos o signos, enfrenta a la or
ganización. Sin juzgar ahora sus motivos, ese integrante deja de cumplir un
acuerdo y trasgrede el orden simbólico. Por ejemplo, cuando ignora el sen
tido de un “rojo” en el balance o desconoce el significado de una adverten
cia hecha por el gerente de personal (“la autoridad”). La ignorancia de los
códigos es pensar en forma aislada en lugar de hacerlo desde la organización.
Es utilizar un lenguaje propio en relación con los demás pero al mismo tiem
po intentar ser comprendido y permanecer en la organización.
H ablar de un contrato significante también refiere a un acuerdo. Por
que el sistema de signos y símbolos en una organización voluntaria no es
una condena (autoritarismo), ni una definición de una vez y para siempre.
En la interacción cotidiana se confirman y refuerzan los significados, y m u
chos conceptos son aceptados en forma natural o “inmotivada” (R. Barthes,
1990). Por caso, los integrantes aprenden que en esa empresa una discusión
es tom ada como señal de enfrentamiento (no como un aporte), o que las
ideas del propietario siempre son verdades (no pueden ponerse en duda).
Este es uno de los procesos que explica el cierre (aislamiento) de la cul
tura organizacional. Porque el proceso de significación tiene elementos im
plícitos o inmotivados. Los integrantes aprenden a interpretar los hechos
“como corresponde”, en el contexto de los códigos, convenciones, imágenes
y prioridades establecidas en la organización. En este orden simbólico hay
elementos que surgen de la interacción y otros que son parte de una estra
tegia directiva.
Pero no todo es refuerzo y cierre. También ocurre un proceso de resig
nificación, como parte de los cambios en la cultura de la organización. La re
significación implica un cambio en profundidad, en lo que se da por supues
to, en lo obvio, en las presunciones que subyacen al razonamiento cotidiano.
Este cambio es posible que se produzca en los procesos de aprendizaje, pero
es más seguro que ocurra frente a sucesos que conmueven y llevan a la crisis
de los significados (a “no creer más en eso”). Por caso, frente al despido de
empleados capaces y leales en vistas a la reducción de los costos laborales.
Si bien la organización establece un contexto para la significación, tam
bién es cierto que los integrantes tienen su dinámica de cambio, no son au-
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tomatas. Por ejemplo, la imagen del líder y los símbolos de su poder llevan
a una relación de dependencia que es resistida. Los seguidores intentan cam
biar esa imagen, por lo que ella representa. En esta realidad es posible que
la dirección intente reforzar al líder, darle más símbolos de poder. No hay
un final predefinido, pero los seguidores resignifican en el sentido que en
tienden que esa figura está sostenida por la dirección.
Bajo esta visión, la cultura no es un libro ya escrito, sino más bien es
una construcción. Es “un producto de la interacción y las relaciones socia
les” (Allayre Y., 1988). La cultura tiene “un para”, la podemos ver como una
capacidad orientada, con sentido. Pero también contiene elementos contin
gentes, que surgen de la relación cotidiana, que no están determinados des
de afuera, ni tienen que ver con los propósitos. El saber .y los significados,
como elementos de la cultura, se construyen para pensar y hacer cosas jun
tos, para entender qué está pasando en la organización.
D. EL CONTEXTO DE LA SIGNIFICACIÓN
gerentes principales se alojan en una sola área abierta con pocos escritorios
individuales y grandes mesas circulares para concretar reuniones... La in
tención es im pedir que los ejecutivos se establezcan demasiado en las ofici
nas centrales. Im porta la proximidad de las mesas de reunión porque ello
hace a que los ejecutivos interactúen”. El diseño comunica las políticas de
la organización.
En ese contexto simbólico los integrantes interpretan la realidad, se en
tienden entre sí y reconocen el sentido de los mensajes de la dirección. Son
sentidos que los individuos le otorgan a los signos o que reconocen en los
mensajes. Esto incluye el plano de lo literal o visible, como pedirle al perso
nal que permanezca “por su propia voluntad” una hora más en el trabajo.
La significación del pedido implica ubicarlo en el mom ento en que se for
mula: una época de desocupación y de reducción de personal en la empre
sa. En este contexto, los participantes entienden, en toda su amplitud, qué
significa el pedido de colaboración.
La connotación se refiere al contenido que subyace en la comunicación,
es ir más allá de lo aparente e interpretar el mensaje implícito. En esta inter
pretación se percibe la presencia de la organización como un contexto o es
tructura de significación. Porque en la organización se van construyendo un
conjunto de significantes (expresiones) y significados (contenidos) que son
aceptados, reconocidos, compartidos. En ese sentido se habla de “mejorar”
las comunicaciones o el entendimiento entre las partes. No es avanzar sobre
los fines o el interés de las partes, sino saber qué está ocurriendo. La signifi
cación es una forma de construir la realidad.
Al referirse al diseño, L. Schvarstein (1998) dice que es un proceso en
el cual hay que identificar y resolver las contradicciones que están presentes
en la realidad organizacional. Estas oposiciones son derivadas de los m últi
ples criterios que coexisten en la organización, criterios complementarios y
antagónicos. Afirma que, en el diseño, “la elección de las opciones está mar
cada por el contexto de significación dado por la organización”. N o es lo
mismo diseñar un sistema de admisión de pacientes en un hospital público
que en un sanatorio privado. O un sistema de evaluación de conocimientos
para una escuela secundaria que para una universidad.
La empresa comunica no sólo en las ordenes o mensajes. La com uni
cación no es sólo “qué hay que hacer” sino también “qué hay que entender”.
Hay mensajes sobre la importancia de ciertos roles a través del tamaño y dis
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cuyos directivos afirman que lo más importante es la salud, pero también re
chazan a quienes no pagan por anticipado. O tro caso es una empresa en la cual
se sostiene que la comunicación es vital, pero se considera como ocio o tiem
po improductivo el intercambio de ideas. También el empleado deberá enten
der que para la empresa él es muy importante, pero que su trabajo tendrá una
baja remuneración.
Hay una significación compartida pero también hay paradoja y doble
mensaje. Por ejemplo, se enseña y motiva a los miembros para que luchen
afuera, pero también se les pide cooperación hacia dentro. Esto lleva a una
diversidad de interpretaciones, aún dentro del mismo contexto de significa
ción (los signos de la organización). Esto no implica que la organización no
pueda funcionar, pero tendrá mayores problemas de integración. La ambi
güedad en los valores (se pide sacrificio y no se da protección) hace que la
significación se realice en un marco de tensiones, y ansiedades.
De manera que el problem a de la significación no es la decisión sobre
“la” imagen a transm itir; el problem a es que los individuos la reciben en
una realidad contradictoria. La hipocresía o las decisiones injustas insta
lan dudas sobre los mensajes de la dirección. Entonces las palabras que
dan vacías, se produce una revisión de los sentidos, se reasignan los signi
ficados, mientras continúa el discurso oficial. La organización, vista como
una red de comunicaciones, pierde credibilidad para sus integrantes. Esta
duda y desconfianza no pueden resolverse en las aulas de la organización,
como si sólo fueran un tema de capacitación o de incorporación de flexi
bilidad en la comprensión.
Algunas instituciones son más sensibles que otras para enfrentar esta si
tuación de ambigüedad o paradoja (doble mensaje). Porque algunas tienen
la com unidad de ideas como sustento. Por caso, cuando la organización es
tá basada en una afinidad ideológica o de convicciones, en el ámbito de la
religión, la cultura, la política. En estos casos la coherencia o congruencia
expresiva y emocional, es vital porque se trata de una com unidad de creen
cias. Es im portante para todos saber que sus miembros mantienen sus con
vicciones y sus compromisos, no hay lugar para personalismos o posiciones
egoístas. Los ritos y ceremonias son esenciales.
En cambio, cuando las relaciones se establecen sólo para producir ob
jetos o son de carácter transitorio (impersonales, sustituibles) esta coheren
cia ideológica no es vital. Porque sólo valen los resultados visibles a través de
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sicos y respetados por sus integrantes. Esos valores no son sólo teoría o me
ro discurso, sino que operan como creencias que están presentes (se respe
tan) a la hora de tom ar decisiones. A priori no existen ideologías que sean
las mejores o las correctas, aunque como observadores podemos opinar so
bre ellas. En la realidad la organización construye y mantiene su propio cre
do y sus valores (en un contexto social).
En la construcción de la identidad y el proceso de mantener los rasgos
compartidos, encontramos las bases del concepto de auto-organización. En sus
acciones cotidianas los individuos y grupos tienen una racionalidad vinculada
con los fines, pero sus acciones también se orientan a mantener los elementos
que la cohesionan. Estos satisfacen las demandas de su medio ambiente, pro
ducen para los clientes y usuarios, pero al mismo tiempo también están auto-
produciendo sus condiciones de existencia. Respecto de los sistemas vivientes
Maturana y Varela (1995) identifican este proceso como la “autópoiesis” o el
modo de organización que se mantiene invariante. Los integrantes no van a ha
cer nada que destruya las ideas que los mantienen, que le dan sentido a “su” tra
bajo y a “sus” relaciones (no otras).
En la auto-organización importan los procesos recursivos, la reiteración
cotidiana de sus coherencias. Un diario se organiza para obtener y publicar
“ciertas” noticias que le permitirán a los periodistas seguir buscando y divul
gando “ciertas” noticias. Esto no es algo a lograr en el futuro (un objetivo):
es una condición que opera en el aquí y el ahora. En un club deportivo las
conductas de sus miembros son aquellas que, a través del tiempo y la con
firmación de los socios, definen la identidad del club como algo diferencia
do, y les permiten hablar de un “nosotros”. En el marco de este proceso re
cursivo, el mismo club va dejando afuera a quienes no reúnen las conductas
apropiadas, y confirmando como miembros a quienes las tengan.
La identidad no es un “a priori” u objetivo predefinido. Los rasgos se
construyen en el marco de la interacción social. Por ejemplo, la fe compar
tida, la oración, la mística y el respeto a los textos bíblicos son rasgos de iden
tidad que se desarrollan en un convento. Com o tales también son el susten
to de los procesos de autonom ía y de la idea de autoorganización. Los rasgos
mencionados (entre otros) son construidos por los propios religiosos en su
convivencia. No son abstracciones, operan sobre la realidad cotidiana. Por
que los rasgos de identidad tam bién condicionan la estructura, las pautas
culturales y las decisiones de gobierno en el convento. Proponer reformas
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sobre dichos rasgos compartidos también implica afectar las bases y la con
tinuidad de “esa” com unidad religiosa.
Decir de los rasgos de identidad que son fuertes o influyentes es una afir
mación de quienes analizan o conducen el convento. En la realidad esos ras
gos “son”, no existen para ser poderosos o imponerse. De igual manera, deci
mos (con una mirada autónoma) que la búsqueda de noticias actuales y
resonantes “es” el periódico, lo identifica. El propósito de informar es una ex
plicación que podemos dar con una visión externa (mirada heterónoma). En
la comunidad religiosa, la fe y las convicciones también permiten procesar (in
terpretar y dar sentido) a las presiones o cambios en el contexto. De manera
que el convento puede cambiar sus formas aparentes para adaptarse al contex
to, pero se mantiene igual a sí mismo, como “una” organización religiosa. En
términos de H. Maturana: “el devenir histórico de cualquier sociedad es siem
pre el resultado de estos dos procesos: conservación y variación”.
Nuestro concepto de identidad refiere a ideas construidas en la relación
cotidiana. O tra posibilidad es el diseño y la instalación de ideologías desde
la dirección. En este sentido, los estudios de J. Collins (1995) muestran que
muchas empresas que perduran tienen una ideología básica que opera como
“un culto”. En ellas se aplican procesos de selección, adoctrinamiento y eva
luación para lograr las lealtades. “Una de dos, o se está adentro o se está afue
ra. Parece q u e no hay término medio, es casi como un culto”. Esos valores
son propios o válidos para cada organización, no tiene sentido copiarlos, no
son iguales para diferentes empresas en distintos contextos.
Dicho autor habla de la existencia de “compañías visionarias” y no sola
mente duraderas. Quiere destacar que ellas se distinguen como un tipo selec
to de instituciones. Destaca que esas empresas han servido como modelo de
gestión y administración, de la cual otras organizaciones del medio han to
mado ejemplo. Representan o son vistas como lo mejor en sus respectivas in
dustrias y lo han sido durante decenios, no en forma accidental. Los estudios
sobre estas compañías intentan mostrar qué rasgos las diferencian de aquellas
que han tenido una existencia o un éxito transitorio. Las empresas visionarias
“quieren ser fabricantes del reloj (los mecanismos) y no los que dan la hora
(líderes carismáticos)”.
Estas empresas han aplicado un enfoque dialógico, es decir, han logra
do combinar esquema y flexibilidad. Perduran por su capacidad para inte
grar los valores básicos con “un poderoso impulso hacia el progreso, una fie-
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F. IMÁGENES DE LA ORGANIZACIÓN:
EL DISEÑO Y LA ILUSIÓN
Tanto los analistas como los directivos tienen una tendencia normal a
formarse y difundir imágenes y ellas se incorporan como metáfoías en sus
discursos. Por ejemplo, hablan de la organización “como si” fuera un siste
ma abierto, un organismo, un mecanismo, un teatro, una obra con actores
y libretos, un campo de fuerzas, una orquesta con su director e intérpretes,
un tejido o tram a de poder.
En las relaciones cotidianas hay imágenes que se construyen en el diá
logo y las interacciones, como la figura del líder en un grupo, las fantasías
asociadas a su persona. Otras son parte del proceso de las comunicaciones
en la organización. Se diseñan o se planean para ser difundidas como refe
rencia o modelo desde la dirección. Las imágenes se concretan en el discur
so, los mensajes, las marcas, emblemas y símbolos, las comunicaciones grá
ficas o visuales. Representan algo que existe o que constituye algo deseado
o buscado (por caso, cuando se recurre a la imagen de la justicia).
A través de estas imágenes, de las metáforas y símbolos, los directivos
o promotores, tratan de orientar la mirada, de marcar los aspectos críticos y
los procesos más importantes en el marco de la compleja realidad. Ellos in
tentan actuar sobre el imaginario de los integrantes de la organización (co
mo grupo social). Hablar de la telaraña burocrática significa destacar que
hay múltiples caminos que se tejen y se cruzan, y en esa tram a hay usuarios
o ciudadanos que terminan atrapados. Hablar de las fuerzas del mercado sig
nifica que existe una lucha competitiva, que pesan factores no controlables
además de la propia voluntad de los actores, y que los precios emergen de
una interacción de factores impersonales.
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