Cantar de Mio Cid Texto

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CANTAR DE MIO CID (versión de Pedro Salinas)

CANTAR DEL DESTIERRO

TEXTO 1: El Cid sale de Vivar para ir al destierro (comienzo del Poema)

Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando; Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos. de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados, Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos, cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
sin halcones de cazar y sin azores mudados. Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado: que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados".
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas. los de dentro no querían contestar una palabra.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra, Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda. el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza: pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
"¡Ánimo, Álvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella! "

La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:


Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
"Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
con severas prevenciones y fuertemente sellada.
a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
porque si no perderíamos los haberes y las casas,
Y de los labios de todos sale la misma razón:
perderíamos también los ojos de nuestras caras.
"¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!"
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.
Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas."
De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada, Bien claro ha visto Ruy Díaz que del rey no espere gracia.
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba: De allí se aparta, por Burgos a buen paso atravesaba,
sus haberes perdería, más los ojos de la cara, a Santa María llega, del caballo descabalga,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma. las rodillas hinca en tierra y de corazón rogaba.
[1-54]

TEXTO 2: La última noche que el Cid duerme en Castilla un ángel consuela al desterrado

En cuanto que fue de noche el Cid a dormir se echó, que nunca tan en buena hora ha cabalgado varón,
le cogió un sueño tan dulce que muy pronto se durmió. bien irán las cosas vuestras mientras vida os dé Dios."
El arcángel San Gabriel a él vino en una visión: Mío Cid al despertar la cara se santiguó.
"Cabalgad, Cid -le decía-, cabalgad, Campeador,

[404-415]

TEXTO 3: Descripción de la batalla de Alcocer, en la que el Cid vence a los moros

Embrazaron los escudos delante del corazón, Allí vierais tantas lanzas, todas subir y bajar,
las lanzas ponen en ristre envueltas con su pendón, allí vierais tanta adarga romper y agujerear,
todos inclinan las caras por encima del arzón las mallas de las lorigas allí vierais quebrantar
y arrancan contra los moros con muy bravo corazón. y tantos pendones blancos que rojos de sangre están
A grandes voces decía el que en buen hora nació: y tantos buenos caballos que sin sus jinetes van.
"¡Heridlos, mis caballeros, por amor del Creador, A Santiago y a Mahoma todo se vuelve invocar.
aquí está el Cid, don Rodrigo Díaz el Campeador!" Por aquel campo caídos, en un poco de lugar
Todos caen sobre el grupo donde Bermúdez entró. de moros muertos había unos mil trescientos ya.
Éranse trescientas lanzas, cada cual con su pendón.
Cada guerrero del Cid a un enemigo mató, [715-732]
al revolver para atrás otros tantos muertos son.
TEXTO 4: Después de la batalla el Cid envía una parte del botín al rey Alfonso

Gran gozo tiene Ruy Díaz, con él todos sus vasallos. para vos queráis cogedlo con vuestra mano.
Repartir manda el dinero y aquellos bienes ganados, Para que se sepa allí, quiero a Castilla mandaros
en su quinta parte al Cid tocáronle cien caballos. con nuevas de esta batalla que a moros hemos ganado.
¡Dios, y qué bien que pagó Mío Cid a su vasallos, Al rey don Alfonso, al rey que de Castilla me ha echado
a los que luchan a pie y a los que luchan montados! quiero hacerle donación de treinta buenos caballos,
Muy bien que lo arregla todo Mío Cid el bienhadado, cada uno con su silla, todos muy bien enfrenados,
los hombres que van con él satisfechos se quedaron. todos con sendas espadas de los arzones colgando".
"Oídme, Álvar Fáñez Minaya, vos que sois mi diestro brazo: Dijo Minaya Álvar Fáñez: "Yo lo haré de muy buen grado".
de todas esas riquezas que el Creador nos ha dado cuanto [803-819]

CANTAR DE LAS BODAS


TEXTO 5: El Cid recibe a su mujer y a sus hijas en Valencia
Al acabar la carrera ya Mío Cid descabalga, Allí la madre y las hijas las dos manos le besaban
y va adonde su mujer y sus dos hijas estaban. y en medio de grandes honras las tres en Valencia entraban.
Al verle doña Jimena a los pies se le arrojaba: Con Mío Cid al alcázar su esposa y sus hijas van,
"Merced, Cid, que en buen hora fuiste a ceñirte la espada. cuando llegaron las sube hasta el más alto lugar.
Sacado me habéis, oh Cid, de muchas vergüenzas malas: Vierais allí ojos tan bellos a todas partes mirar:
aquí me tenéis, señor, vuestras hijas me acompañan, a sus pies ven a Valencia, cómo yace la ciudad,
para Dios y para vos son buenas y bien criadas". y allá por el otro lado tienen a la vista el mar.
A la madre y a las hijas mucho el Cid las abrazaba Miran la huerta, tan grande y tan frondosa que está,
y del gozo que tenían todos los cuatro lloraban. y todas las otras cosas placenteras de mirar.
Esas mesnadas del Cid muy jubilosas estaban, Alzan entonces las manos, que a Dios querían rezar,
jugaban a juegos de armas y tablados derribaban. por lo bueno y por lo grande de aquella hermosa heredad.
Oíd lo que dijo Rodrigo, que en buen hora ciñó espada: Mío Cid y sus mesnadas todos contentos están.
"Vos, doña Jimena mía, querida mujer y honrada, El invierno ya se ha ido y marzo quería entrar.
y las dos hijas que son mi corazón y mi alma, Noticias os daré ahora del otro lado del mar
en la ciudad de Valencia conmigo haced vuestra entrada, y del rey moro Yusuf que allí en Marruecos está.
en esta hermosa heredad que para vos fue ganada". [1592-1621]

CANTAR DE LA AFRENTA DE CORPES


TEXTO 6: Los infantes de Carrión se vengan azotando y abandonando a sus esposas.
En el robledal de Corpes entraron los de Carrión, cogen en las manos cinchas que fuertes y duras son.
las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son Cuando esto vieron las damas así hablaba doña Sol:
y muchas bestias feroces rondaban alrededor. "Vos, don Diego y don Fernando, os lo rogamos por Dios,
Con una fuente se encuentran y un pradillo de verdor. sendas espadas tenéis de buen filo tajador,
Mandaron plantar las tiendas los infantes de Carrión de nombre las dos espadas, Colada y Tizona, son.
y esa noche en aquel sitio todo el mundo descansó. Cortadnos ya las cabezas, seamos mártires las dos,
Con sus mujeres en brazos señas les dieron de amor. así moros y cristianos siempre hablarán de esta acción,
¡Pero qué mal se lo cumplen en cuanto que sale el sol! que esto que hacéis con nosotras no lo merecemos, no.
Mandan cargar las acémilas con su rica cargazón, No hagáis esta mala hazaña, por Cristo nuestro Señor,
mandan plegar esa tienda que anoche los albergó. si nos ultrajáis caerá la vergüenza sobre vos,
Sigan todos adelante, que luego irán ellos dos: y en juicio o en corte han de pediros la razón."
esto es lo que mandaron los infantes de Carrión. Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió;
No se quede nadie atrás, sea mujer o varón, empezaron a azotarlas los infantes de Carrión,
menos las esposas de ellos, doña Elvira y doña Sol, con las cinchas corredizas les pegan sin compasión,
porque quieren solazarse con ellas a su sabor. hiérenlas con las espuelas donde sientan mas dolor,
Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó. y les rasgan las camisas y las carnes a las dos,
Tanta maldad meditaron los infantes de Carrión. sobre las telas de seda limpia la sangre asomó.
"Escuchadnos bien, esposas, doña Elvira y doña Sol: Las hijas del Cid lo sienten en lo hondo del corazón.
vais a ser escarnecidas en estos montes las dos, ¡Oh, qué ventura tan grande si quisiera el Creador
nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no que asomase por allí Mío Cid Campeador!
tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión. Desfallecidas se quedan, tan fuertes los golpes son,
Luego con estas noticias irán al Campeador los briales y camisas mucha sangre los cubrió.
y quedaremos vengados por aquello del león." Bien se hartaron de pegar los infantes de Carrión,
Allí los mantos y pieles les quitaron a las dos, esforzándose por ver quién les pegaba mejor.
sólo camisa y brial sobre el cuerpo les quedó. Ya no podían hablar doña Elvira y doña Sol.
Espuelas llevan calzadas los traidores de Carrión,
[2697-2748]

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