Infecciones Urinarias

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INFECCIONES URINARIAS

La infección urinaria en el embarazo puede ser de diferentes grados


de gravedad dependiendo del sector del aparato urinario que esté
afectado, siendo el más grave cuando se afectan los riñones. 
El embarazo favorece la aparición de infecciones urinarias por los
cambios hormonales que se presentan. Se presenta con mucha
frecuencia
Etiología de la infección urinaria en el embarazo
 La disminución de la contracción de la vejiga
 El aumento de eliminación de glucosa en la orina
 La compresión de la vejiga
La mayor posibilidad de llegada de gérmenes desde otras partes del
organismo al riñón debido al aumento de la circulación sanguínea
general que se da en el embarazo.
Los síntomas varían desde ninguno en la bacteriuria asintomática (5 a
10% de las embarazadas), hasta fiebre y malestar generalizado con
chuchos en la pielonefritis, es decir en la pelvis renal (1 a 2%),
pasando por síntomas que se confunden con los propios del embarazo
en la cistitis.
2. Síntomas de la infección urinaria
- Dolor al orinar (disuria)
- Sangre en la orina (hematuria)
- Fiebre
- Gana constante de orinar
- Descarga uretral
- Mareos y vómitos
- Dolor lumbar
- Mal olor en la orina
- Desorientación y cambios del estado de consciencia
- Pérdida involuntaria de orina

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Se detecta mediante exámenes de orina que buscan los gérmenes
que la provocan, y también en sangre en casos de infecciones graves.
Tratamientos y complicaciones de la infección urinaria en el embarazo
El tratamiento es con antibióticos, muchos de los cuales no pueden
ser administrados en el embarazo y por lo tanto no te deberías
automedicar sino consultar a tu médico. Incluso en las infecciones
severas es necesario internar a la embarazada para mejor control de
ella y el feto.
Las complicaciones que pueden surgir en las infecciones graves son
la sepsis (infección generalizada con fallas en múltiples órganos), la
amenaza de parto pretérmino, el parto pretérmino, la alteración de la
función de los riñones, etc. La infección severa, pielonefritis, tiene un
25% de chances de volver a aparecer una vez tratada.
Para prevenir las infecciones severas se hacen estudios de orina de
las embarazadas para detectar infecciones sin síntomas y tratarlas
con antibióticos antes de que se conviertan en una infección grave.
Además, es útil mantener una dieta sana, evitar la constipación (que
favorece la infección urinaria) tomar abundante líquido y concurrir a
los controles de embarazo según te lo indica el equipo de salud.
Las mujeres son más propensas a sufrir una infección urinaria que los
hombres; si además la infección se produce durante el embarazo, puede
traer graves consecuencias para la madre y el hijo.
La infección urinaria está provocada por la invasión de microorganismos
en el sistema urinario (uretra, vejiga y riñón); es una de las patologías
más comunes en el embarazo, aunque no está del todo claro que exista
una relación directa entre estar embarazada y desarrollar una cistitis; sin
embargo, durante la gestación se producen una serie de cambios en el
organismo que pueden elevar el riesgo de padecer una infección renal o
pielonefritis:
 La segregación de la hormona progesterona durante el embarazo
relaja los músculos de los uréteres (las vías que conectan la vejiga y
los riñones) dilatándolos y provocando que el flujo de orina se haga

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más lento, por lo que tarda más tiempo en atravesar las vías
urinarias y eleva el riesgo de que las bacterias se reproduzcan y
actúen.
 La progesterona también provoca la relajación de los músculos de
la vejiga, con lo cual es más difícil vaciarla por completo y se eleva
el riesgo de reflujo de la orina, lo que puede provocar que la orina
vuelva a subir hacia los riñones.
 Durante el embarazo, el pH de la orina cambia, se vuelve menos
ácida y más propensa a contener glucosa, elevando así el riesgo de
proliferación de bacterias.
La pielonefritis constituye una de las complicaciones graves más
comunes durante el embarazo. Su riesgo reside en la posibilidad que
existe de que la infección se extienda a la corriente sanguínea, lo que
resultaría extremadamente peligroso tanto para la madre como para
el feto. Por esta razón, los análisis de orina son una de las pruebas más
frecuentes en los controles rutinarios prenatales.
El riesgo de padecer una infección en los riñones aumenta en las
embarazadas debido a que muchas de las mujeres que la padecen no
presentan síntomas. Esto se conoce como bacteriuria asintomática, y es
muy frecuente. Cuando no se está embarazada, esta situación no suele
causar problemas, ya que a menudo desaparece por sí sola; sin
embargo, durante un embarazo, si no se trata, eleva el riesgo de
desarrollar una pielonefritis.
Riesgos para el feto
La infección renal en embarazadas está muy relacionada con las
complicaciones que pueden aparecer tanto en el parto como en la propia
gestación del feto, ya que eleva el riesgo de tener un parto prematuro y
contracciones prematuras, puede retardar el crecimiento intrauterino,
eleva el riesgo de que se rompan las membranas del útero y, en algunas
ocasiones, se ha llegado a relacionar con casos de muerte fetal.
Además, eleva el riesgo de que el bebé nazca con bajo peso y con
anemia.

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¿Cómo saber si se tiene una infección urinaria?
Entre los síntomas más frecuentes de una infección urinaria se incluyen: 
 Dolor o sensación de ardor al orinar.
 Necesidad de orinar con más frecuencia de lo habitual e
imposibilidad de hacerlo aunque se tengan muchas ganas. Hay que
tener en cuenta que la incontinencia urinaria es muy frecuente
durante el embarazo sin necesidad de padecer una infección.
 Turbiedad, mal olor o presencia de sangre en la orina.
Si se presenta esta sintomatología, es necesario acudir al médico
para recibir un tratamiento con antibióticos que sea seguro tanto
para la madre como para el feto.
La mayoría de las infecciones urinarias se dan en mujeres. Esto se debe
a que la uretra, que es el conducto por el que pasa la orina desde la
vejiga hasta el exterior, es más corto en las mujeres que en los hombres,
lo que facilita que los gérmenes del exterior lleguen hasta el sistema
urinario e infecten la uretra, la vejiga o los riñones. Cuando la infección
se localiza en la vejiga se denomina cistitis.
Entre los síntomas más frecuentes de una infección urinaria se
incluyen: dolor o sensación de ardor al orinar; necesidad de orinar con
más frecuencia de lo habitual e imposibilidad de hacerlo aunque se
tengan muchas ganas; turbiedad, mal olor o presencia de sangre en la
orina. Si se presenta esta sintomatología es necesario acudir al médico
para recibir un tratamiento, ya que una infección no tratada puede
acarrear graves problemas de salud como una sepsis (infección en la
sangre).
La mayor parte de los casos de cistitis se curan mediante un tratamiento
con antibióticos que suele hacer desaparecer los síntomas en uno o dos
días. Sin embargo, la mejor manera de paliar las infecciones urinarias,
sobre todo si son recurrentes, es tratar de prevenirlas. La Sociedad
Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) establece una
serie de recomendaciones para prevenir la cistitis antes de que sean
necesarios los antibióticos:

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 Beber líquido de manera abundante: Esto favorecerá la diuresis
(producción de orina).
 No retener la orina: Ir al baño siempre que se tengan ganas,
aunque esto sea muy frecuente durante la cistitis.
 Orinar después de mantener relaciones sexuales.
 Tener precaución con algunos métodos anticonceptivos:
Algunos preservativos, cremas espermicidas o el diafragma, no son
recomendables para personas propensas a las infecciones urinarias.
En este caso, lo más aconsejable es acudir al especialista para
cambiar de método.
 Utilizar cremas lubricantes durante las relaciones sexuales: La
irritación vaginal postcoital es una causa muy frecuente de infección
en la vejiga, por lo que el uso de lubricantes es una de las mejores
formas de evitar el impacto del roce.
Además de todos estos consejos que ayudan a evitar posibles
infecciones, la SemFYC también recomienda acudir al especialista si se
dan las siguientes situaciones:
 Si, tras el tratamiento, los síntomas permanecen durante 48 horas
o más: Esto se puede deber a la resistencia de las bacterias o a que
se ha seguido de forma incompleta o irregular.
 Si, además de los síntomas comunes, se padece fiebre o dolor en
la parte baja de la espalda.
 Si las cistitis son frecuentes: Es un error pensar que esta situación
es normal.
 Si las infecciones urinarias se repiten muy pegadas en el tiempo,
es necesario acudir a un experto para solucionar el problema. 

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