Bloque II-Lectura Obligatoria-Cantú

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Los desafíos de la globalización: reflexiones sobre la responsabilidad

empresarial en materia de derechos humanos


Humberto Cantú Rivera*

SUMARIO: I. Introducción. II. ¿De estándares voluntarios a normas imperativas? Sobre


la evolución y el status quo de la cuestión de la responsabilidad empresarial bajo el
derecho internacional de los derechos humanos. III. El impacto de los Principios Rectores
en el sistema universal de protección de los derechos humanos. IV. La implementación
de la responsabilidad empresarial de respetar: breves comentarios sobre su medición y
divulgación. V. ¿Un papel para el derecho internacional? Sobre el carácter y los efectos
jurídicos de los Principios Rectores. VI. Los retos para América Latina. A. Las industrias
extractivas. B. Las cadenas de suministro. C. La privatización de los servicios públicos.
VII. Los desafíos para el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. VIII. El final del
comienzo: presentación de la obra colectiva.

I. Introducción

La comunidad internacional actual, en la segunda década del siglo XXI, se encuentra inmersa en
una globalización1 en donde la interdependencia2 de los distintos países del mundo, así como de los
diferentes actores no estatales que intervienen en él, es una realidad inescapable. Esa interdependencia
ha generado flujos de capital, mano de obra y conocimiento técnico especializado entre los diferentes
países, facilitando la inversión extranjera y el acceso a bienes, servicios y materias a los diferentes

* Profesor titular en el Departamento de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey. Miembro del
Centro de Investigación sobre Derechos Humanos y Derecho Humanitario (CRDH) de la Universidad Panthéon-Assas
Paris II. Asesor Experto de la Delegación de México ante el Grupo de Trabajo intergubernamental para la elaboración
de un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre las empresas transnacionales y otras empresas con
respecto a los derechos humanos, y miembro del Grupo de Trabajo nacional para la elaboración de un Plan de Acción
Nacional sobre empresas y derechos humanos en México. Miembro del Grupo de Estudio sobre empresas y derechos
humanos de la International Law Association.
1 Bhagwati define a la globalización económica como la integración de las economías nacionales en la economía
internacional, a través del comercio, la inversión extranjera directa, flujos de capital a corto plazo, flujos internacionales
de trabajadores y de tecnología. Véase Bhagwati, Jagdish, In Defense of Globalization, Nueva York, Oxford University
Press, 2004, p. 3.
2 Ibíd., p. 227: “It is useful to remember that interdependence is a normatively attractive, soothing word, but when nations
are unequal, it also leads to dependence and hence to possibilities of perverse policy interventions and aggressively
imposed coordination of policies with outcomes that harm the social good and the welfare of the dependent nations
while advancing the interests of the powerful nations.”

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InstItuto InteramerIcano de derechos humanos

países del mundo, y a los actores en ellos presentes. De cierta forma, la globalización ha permitido
un acercamiento entre civilizaciones y sociedades, en un intercambio internacional que trasciende las
fronteras nacionales o incluso regionales, y que ha fomentado una integración hacia un modelo de libre
mercado a gran escala, con distintas consecuencias sociales, económicas y éticas.3 Desde luego, como
siempre se ha reconocido, esto ha permitido la creación de trabajos y la mejora en las condiciones de
vida en los países en vías de desarrollo, facilitando (en principio) el progreso socioeconómico como
resultado de la inversión.

Sin embargo, esa interacción global a nivel económico no se ha visto acompañada de una integración
holística (en particular con los componentes jurídicos necesarios), que permita “domar” los aspectos
negativos ocasionados por este fenómeno.4 En el ámbito jurídico, la interacción de diversos regímenes
del derecho internacional ha permitido que las empresas se consoliden como sujetos con importantes
derechos y prerrogativas, pero sin obligaciones mínimas de respeto a los derechos humanos o al medio
ambiente de las comunidades y sitios donde operan. La diferencia entre los estándares regulatorios en
sus países de origen y en los países donde invierten, la falta de verdaderos estándares globales aplicables
a las empresas, y en muchas ocasiones el conflicto entre la necesidad de atraer inversión extranjera y las
posibles limitaciones de los gobiernos para asegurar que dicha inversión sea responsable en términos
sociales, ambientales y de derechos humanos, han generado un importante desfase que ha repercutido
de forma significativa en la protección y respeto de los derechos individuales y colectivos. Ante
dicha realidad, y en aras de lograr un verdadero desarrollo sostenible, es necesario que las empresas
(independientemente del carácter local, nacional o transnacional de sus operaciones) y sus actividades
sean reguladas o administradas desde una perspectiva que ponga al ser humano y sus derechos como
el objetivo central.5

La comunidad internacional, representada equitativamente a nivel geográfico en el Consejo de


Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, dio un primer paso en esa dirección en
el 2011, al adoptar los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos,6 convirtiéndolos
en la primera plataforma global sobre la responsabilidad empresarial en el ámbito de los derechos
humanos. Este esfuerzo fue un importante paso al frente en esta cuestión –debatida desde la década de
1970 en la arena internacional–, que ha permitido avanzar hacia la construcción de un régimen global
de responsabilidad empresarial. El impacto de esta iniciativa es innegable, permitiendo a esta temática

3 Ibíd., pp. 51-134.


4 El término utilizado en inglés es governance gap, o “laguna de gobernanza”. Sobre esta cuestión, véase Ruggie, John
G., Just Business: Multinational Corporations and Human Rights, Nueva York, W.W. Norton, 2013, pp. xxiii-xxiv;
Simons, Penelope y Macklin, Audrey, The Governance Gap: Extractive industries, human rights, and the home state
advantage, Londres, Routledge, 2014, pp. 9-16; Bhagwati, Jagdish, op. cit., pp. 221-262.
5 Sobre esta cuestión, véase igualmente: Asamblea General, La globalización y sus consecuencias para el pleno disfrute
de todos los derechos humanos: Informe del Secretario General, A/71/271 (2 de agosto de 2016), §§42-47.
6 Representante Especial del Secretario General sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos: puesta en práctica
del marco de las Naciones Unidas para “proteger, respetar y remediar”, A/HRC/17/31 (21 de marzo de 2011).

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Derechos humanos y empresas: reflexiones DesDe américa latina

convertirse en un punto de discusión común en la sociedad internacional. Su rol y los efectos que han
generado comienzan a ser medidos a cinco años de distancia, y se puede apreciar que el tramo que
se ha avanzado es considerable: desde iniciativas regionales y nacionales, hasta esfuerzos estatales y
empresariales para establecer mecanismos (voluntarios aún en su mayoría) de regulación y control de
las actividades de las empresas.

Este capítulo introductorio pretende hacer un análisis de los avances y retos que existen en esta
temática, revisando los pros y los contras de una iniciativa global que tanto análisis y discusión ha
generado (particularmente en lengua inglesa). La segunda sección de este capítulo revisa el camino
recorrido por esta iniciativa de regulación de las empresas transnacionales, que ha pasado por la
Comisión sobre las empresas transnacionales, la Subcomisión para la promoción y protección de los
derechos humanos, y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (tanto a través de los Principios
Rectores y el Grupo de Trabajo encargado de su implementación, como de la iniciativa para desarrollar
un instrumento internacional vinculante en la materia). La tercera sección, por su parte, revisa la
influencia que este instrumento internacional no vinculante ha tenido en el sistema universal de
protección de los derechos humanos, antes de hacer un estudio breve en la cuarta sección sobre los
retos en la implementación de la responsabilidad empresarial de respetar los derechos humanos,
particularmente en torno a su medición y divulgación. Tras analizar la manera en que esta temática
se ha exteriorizado del dominio diplomático y jurídico, para entrar en otros ámbitos de la actividad
humana para permitir su medición, la sexta sección se cuestiona si el rol del derecho internacional
continúa siendo relevante. La respuesta es afirmativa, aunque se concentra –por razones de espacio,
particularmente– en el rol que esta rama jurídica puede jugar en determinar la calificación del
instrumento como una norma de derecho internacional general.

Las dos últimas secciones se concentran en los retos: por una parte, se estudian algunos desafíos
para América Latina en la cuestión de las empresas y los derechos humanos, enfatizando tres sectores
principales que son de marcada importancia, visto el contexto regional: las industrias extractivas, las
cadenas de suministro, y la privatización de los servicios públicos. A dicho análisis, en donde se remarca
la necesidad de la presencia activa del Estado para cumplir su rol de garante de los derechos humanos,
se añade una aproximación –breve, en vista de otras contribuciones a esta obra colectiva– sobre las
áreas de oportunidad para el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, y en particular para la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, que puede continuar su tendencia innovadora a través de
un empuje a los Principios Rectores por la vía jurisprudencial.

El contexto latinoamericano actual es propicio para hacer un análisis a profundidad de los retos y
perspectivas que sus integrantes tienen para “domar” los efectos negativos de la globalización neoliberal.
Este capítulo, el primero de veinte, busca introducir al lector a las tensiones que esta temática genera,
y que se ven replicadas en distintos ámbitos y entre diferentes actores.

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InstItuto InteramerIcano de derechos humanos

II. ¿De estándares voluntarios a normas imperativas? Sobre la evolución y el


status quo de la cuestión de la responsabilidad empresarial bajo el derecho
internacional de los derechos humanos

La cuestión de la responsabilidad empresarial en el ámbito del derecho internacional no es una


cuestión que haya aparecido recientemente en el escenario global; por el contrario, es un tema que
durante cuarenta años se ha desarrollado en múltiples frentes y con distintos propósitos, desde el
establecimiento de un nuevo orden económico internacional hasta la consagración de estándares
laborales y de responsabilidad social empresarial. Algunos esfuerzos han tenido una perspectiva
sectorial, enfocándose por ejemplo en las prácticas comerciales restrictivas,7 en la transferencia de
tecnología8 o en otros aspectos concretos. Sin embargo, la doctrina a nivel mundial se ha concentrado
particularmente en el análisis de las iniciativas a mayor escala. Este no es el espacio apropiado para
entrar en detalles específicos sobre el desarrollo de esta temática: bastará, pues, mencionar que desde
1977 se buscó desarrollar un código de conducta para las empresas transnacionales9 que regulara los
diferentes aspectos y efectos de su actividad, dentro de cuyos estándares se encontraba una referencia
sobre la obligación de las empresas transnacionales de respetar los derechos humanos y las libertades
fundamentales de los países en que operen.10 Como el registro de las sesiones del grupo de trabajo a
cargo de esa tarea lo demuestran, la inclusión de dicha cláusula en el proyecto de código de conducta
no generó controversia alguna: se reconocía, pues, el derecho de las poblaciones de los lugares donde
tuvieran actividades las empresas de estar libres de toda violación a sus derechos humanos que resultare
de la actividad empresarial. Sin embargo, la polarización ideológica dificultó la adopción de dicho
proyecto de código de conducta durante los años ochenta, y el firme establecimiento del neoliberalismo
económico y de la globalización (con la respectiva competencia por atraer inversión extranjera directa,
particularmente entre los países en vías de desarrollo) a finales de los años ochenta y principios de los
noventa llevó al abandono de tal iniciativa.11

Una segunda iniciativa, ahora focalizada al ámbito de los derechos humanos, apareció en el
seno de la Subcomisión para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de las Naciones
Unidas en 1998, con el firme objetivo de desarrollar estándares normativos sobre las actividades de

7 Asamblea General, Prácticas comerciales restrictivas, A/RES/35/63 (5 de diciembre de 1980).


8 Asamblea General, Código internacional de conducta para la transferencia de tecnología, A/RES/40/184 (17 de
diciembre de 1985); Asamblea General, Código internacional de conducta para la transferencia de tecnología, A/
RES/45/204 (21 de diciembre de 1990).
9 Comisión de Empresas Transnacionales, Informe del Grupo de Trabajo intergubernamental sobre un Código de
Conducta, E/C.10/31 (4 de mayo de 1977).
10 Ibíd., §16.III.A.4.
11 A pesar de los esfuerzos de algunas delegaciones por resolver los puntos de tensión en el proyecto de Código de
Conducta, la posición respecto a la globalización y al neoliberalismo en que la gran mayoría de los países se apoyaba
llevó a que el Secretario General determinara prudente abandonar tal iniciativa. Asamblea General, Nota del Secretario
General, A/47/446 (15 de septiembre de 1992), Anexo.

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Derechos humanos y empresas: reflexiones DesDe américa latina

las empresas transnacionales y otras empresas comerciales en el ámbito de los derechos humanos.12
El proyecto de la Subcomisión arrojó, tras cinco años de consultas y discusiones sobre el tema, las
Normas sobre la responsabilidad de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales en
la esfera de los derechos humanos,13 que fueron adoptadas por la Subcomisión en 2003. Las Normas
se caracterizaban por diferentes aspectos, de suma relevancia e innovación en el ámbito del derecho
internacional de los derechos humanos: para empezar, establecían un listado de los principales derechos
que las empresas podían afectar a través de sus actividades, y señalaban la conducta que las empresas
deberían observar en relación a esos derechos. Estaban fundamentadas en (aproximadamente) cincuenta
y seis instrumentos internacionales diferentes, entre los cuales se incluían tratados y convenciones
internacionales en materia de derechos humanos, instrumentos de soft law, instrumentos referentes a
derechos laborales, medio ambiente, lucha contra la corrupción y protección para el consumidor, entre
otros. Identificaban una necesidad para las víctimas de obtener (y una obligación para las empresas
de garantizar) la reparación del daño cuando sus derechos resultaran lesionados como resultado de
las actividades empresariales, así como distintos procedimientos que las empresas debían adoptar
para identificar y prevenir posibles impactos en los derechos humanos.14 Finalmente, siendo uno de
sus elementos más controversiales (y posiblemente el más polémico), las Normas establecían que las
empresas transnacionales tendrían las obligaciones de proteger, respetar y garantizar los derechos
humanos, de forma similar a las obligaciones de los Estados.15

Como se puede observar, se pasó de un consenso sobre una responsabilidad mínima (de respetar
los derechos humanos), a una potencial maximización de las responsabilidades correspondientes a las
empresas, lo cual sin duda conllevaba un riesgo implícito de rechazo ante la realidad del desarrollo del
derecho internacional, donde la lenta construcción y consolidación de estándares previo a su aceptación
como normas es la regla general. Desde luego, numerosos Estados y casi la totalidad del sector
empresarial internacional se opusieron a dicho proyecto. Tras la adopción de las Normas, la (entonces)
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas solicitó a la Oficina del Alto Comisionado para
los Derechos Humanos en 2004 la elaboración de un informe sobre las distintas iniciativas existentes
a nivel internacional en la materia,16 y decretó que las Normas no tenían ningún valor jurídico, y que
la Subcomisión no debería ejercer ninguna función de monitoreo o supervisión en torno a ellas.17 Tras

12 Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, Relación entre el disfrute de los
derechos económicos, sociales y culturales y el derecho al desarrollo, y los métodos de trabajo y las actividades de
las empresas transnacionales, E/CN.4/Sub.2/Res/1998/8 (20 de agosto de 1998), §4.
13 Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos, Normas sobre las responsabilidad de las empresas
transnacionales y otras empresas comerciales en la esfera de los derechos humanos, E/CN.4/Sub.2/2003/12/Rev.2
(26 de agosto de 2003).
14 Ibíd., §§15-16.
15 Ibíd., §1.
16 Comisión de Derechos Humanos, Responsabilidades de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales
en la esfera de los derechos humanos, E/CN.4/Dec/2004/116 (20 de abril de 2004), §(b).
17 Ibíd., §(c).

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InstItuto InteramerIcano de derechos humanos

la presentación del informe18 de la Alta Comisionada en el 2005, donde se identificaba la inexistencia


de un consenso a nivel internacional sobre la responsabilidad empresarial en materia de derechos
humanos, así como un sinnúmero de dudas respecto al alcance de las responsabilidades de las empresas
y la manera de desarrollarlas en la práctica, la Comisión de Derechos Humanos solicitó al Secretario
General el nombramiento de un Representante Especial para dilucidar la confusión existente.19 Como
es sabido, dicho mandato recayó en John Ruggie, Profesor de la Universidad de Harvard, quien también
fue un elemento clave en la construcción del Pacto Mundial y en el desarrollo de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio.

Su mandato, ampliamente documentado, fue dedicado a la identificación y delimitación de estándares


aceptables de acción que recayeran en los principales sujetos participantes en esta cuestión: por un lado,
subrayó la responsabilidad jurídica (o el deber) de los Estados de proteger los derechos humanos; por
otra parte, concluyó que en las empresas recae en todo momento una responsabilidad de respetar los
derechos humanos, proveniente de las expectativas sociales respecto a su actividad, que se desdobla
a través de la adopción de acciones positivas que incluyen el establecimiento de medidas de debida
diligencia, de evaluación de impacto, y de mecanismos de reclamación; finalmente, reconoció que las
víctimas de impactos a los derechos humanos como resultado de la actividad empresarial deben tener
acceso a mecanismos de reclamación y reparación, tanto de naturaleza estatal como no estatal, y que
los Estados y las empresas deben tomar medidas adecuadas para proveer dichos mecanismos de forma
accesible y eficaz.20

Su propuesta de reducir el alcance de la responsabilidad de las empresas a un ámbito comúnmente


aceptado, como es el enfoque en el respeto de los derechos humanos, fue sin duda un artífice para lograr
la amplia aceptación que recibieron tanto su marco conceptual para proteger, respetar y remediar,21
como sus Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos.22 A pesar de que tal vez no
haya sido un objetivo, el énfasis en partir de un mínimo común denominador para luego desarrollar
progresivamente una plataforma de amplio alcance, debe ser señalado como un mérito que permitió a

18 Comisión de Derechos Humanos, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
sobre las responsabilidades de las empresas transnacionales y otras empresas comerciales en la esfera de los derechos
humanos, E/CN.4/2005/91 (15 de febrero de 2005).
19 Comisión de Derechos Humanos, Derechos humanos y empresas transnacionales y otras empresas comerciales, E/
CN.4/Res/2005/69 (20 de abril de 2005).
20 Representante Especial del Secretario General sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales
y otras empresas, Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos: puesta en práctica del marco de
las Naciones Unidas para “proteger, respetar y remediar”, A/HRC/17/31 (21 de marzo de 2011).
21 Representante Especial del Secretario General sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, Proteger, respetar y remediar: un marco para las actividades empresariales y los
derechos humanos, A/HRC/8/5 (7 de abril de 2008).
22 Representante Especial del Secretario General sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos: puesta en práctica
del marco de las Naciones Unidas para “proteger, respetar y remediar”, A/HRC/17/31 (21 de marzo de 2011).

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Derechos humanos y empresas: reflexiones DesDe américa latina

las partes involucradas avanzar en esta agenda. En efecto, la acogida y respaldo23 por el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU de los Principios Rectores en 2011, así como el establecimiento de un
mandato para dar seguimiento y difusión a la implementación de dichos postulados –a través de un
Grupo de Trabajo–, es una señal casi unánime sobre la convergencia de las opiniones de los Estados
en torno a la necesidad de construir progresivamente una responsabilidad empresarial bajo el derecho
internacional de los derechos humanos.

El Grupo de Trabajo sobre los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas
comerciales, a cinco años de su establecimiento, ha logrado incluir en su agenda para la promoción
y difusión de los Principios Rectores diversos elementos de naturaleza particularmente práctica o
funcional, sin hacer de forma específica análisis sustantivos sobre la temática de su mandato.24 Sus
distintos informes se han concentrado, por ejemplo, en analizar los elementos que deben contener los
Planes de Acción Nacional para la implementación de los Principios Rectores,25 en el rol específico de
las empresas públicas,26 en la necesidad y forma de medir su implementación por las empresas,27 en las
empresas que trabajan en el sector agroindustrial y los aspectos relevantes para mejorar la supervisión en
las cadenas de suministro respecto a sus impactos en los derechos humanos,28 y en forma generalizada
en identificar los obstáculos y problemáticas para la implementación de los principios.29 A pesar de que
ha cumplido cabalmente con su mandato, algunas cuestiones sustantivas o adjetivas relevantes en esta
temática, como la jerarquía de los derechos humanos en el orden jurídico internacional o la cuestión
de la extraterritorialidad, han sido hasta la fecha de escritura de este capítulo excluidos de su análisis.
Otros aspectos importantes, como el acceso a mecanismos de reclamación y reparación de naturaleza
tanto judicial como no judicial, han sido (o están siendo) explorados tanto por el Grupo de Trabajo como

23 Consejo de Derechos Humanos, Los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas, A/HRC/
RES/17/4 (16 de junio de 2011), §1.
24 Igualmente, el Grupo de trabajo decidió incluir como eje transversal la cuestión de los pueblos indígenas, a quienes
ha identificado como un grupo en especial situación de vulnerabilidad frente a la actividad empresarial. Debido a lo
anterior, su segundo informe a la Asamblea General fue dedicado precisamente a dicho grupo vulnerable.
25 Asamblea General, Informe del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, A/69/263 (5 de agosto de 2014).
26 Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas, Informe
del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas,
A/HRC/32/45 (4 de mayo de 2016).
27 Asamblea General, Informe del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, A/70/216 (30 de julio de 2015).
28 Asamblea General, Informe del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, A/71/291 (4 de agosto de 2016).
29 Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas, Informe
del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas,
A/HRC/23/32 (14 de marzo de 2013); Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas
transnacionales y otras empresas, Informe del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos humanos y las
empresas transnacionales y otras empresas, A/HRC/29/28 (28 de abril de 2015); Grupo de Trabajo sobre la cuestión
de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas, Informe del Grupo de Trabajo sobre la
cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas, A/HRC/26/25 (5 de mayo de
2014).

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InstItuto InteramerIcano de derechos humanos

por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos,30 con el objetivo de identificar retos
comunes y buenas prácticas que permitan un mejor entendimiento de las necesidades en esta área. En
forma general, a pesar de la rotación al interior del propio Grupo de trabajo,31 es posible considerar
que sus informes, actividades y métodos de trabajo han logrado una aceptable promoción y difusión
de los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos.

A pesar de estos desarrollos y de la consolidación internacional alrededor de los Principios Rectores


–como se analizará en la siguiente sección–, existe aún una importante suspicacia de una gran cantidad
de Estados, en particular de aquellos en vías de desarrollo.32 Esta sospecha está fundada no sólo en el
dilema que representa la disyuntiva entre atraer inversión extranjera directa (necesaria para la economía
y el desarrollo y progreso social y tecnológico de un país) y establecer estándares vinculantes de
respeto a los derechos humanos y el medio ambiente a nivel doméstico (y las posibles consecuencias
jurídicas y económicas como resultado de los tratados bilaterales para la protección de las inversiones),
sino también en el enfoque participativo y de cooperación que subyace al discurso de los Principios
Rectores y que se contrapone en cierta a medida a la lógica de la soberanía del Estado. A final de
cuentas, ¿por qué habría un Estado de buscar formar alianzas con las empresas y de establecer ámbitos
de cooperación con entes que política y jurídicamente no son sus pares,33 si en su territorio es aquel
quien tiene la potestad y capacidad de regular el comportamiento de las personas en su jurisdicción,
ya sean naturales o morales?

Esta disyuntiva está incluso presente en la idea de los Planes Nacionales de Acción sobre empresas
y derechos humanos, que se han presentado como la herramienta clave a desarrollar para que los
Estados implementen los Principios Rectores y detecten lagunas en su ámbito legislativo, regulatorio
o de políticas públicas y puedan actuar en consecuencia. Sin embargo, a pesar del llamado a la
acción, los diez países que los han desarrollado a la fecha de escritura de este capítulo no han hecho
propuestas concretas de modificaciones legislativas o reglamentarias que refuercen las lagunas o
áreas de oportunidad encontradas. Podría ser que ello se deba al enfoque particularmente centrado
en políticas públicas –que incluso, aparentemente tiene connotaciones distintas no sólo en razón del
idioma, sino también de las diferencias entre los distintos sistemas político-jurídicos–, en donde se

30 Consejo de Derechos Humanos, Mejorar la rendición de cuentas y el acceso a las reparaciones para las víctimas de
violaciones de los derechos humanos relacionadas con actividades empresariales: Informe del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, A/HRC/32/19 (10 de mayo de 2016); Consejo de Derechos Humanos,
Mejorar la rendición de cuentas y el acceso a las reparaciones para las víctimas de violaciones de los derechos
humanos relacionadas con actividades empresariales: notas explicativas sobre las orientaciones, A/HRC/32/19/
Add.1 (12 de mayo de 2016).
31 Debe señalarse que tres de los cinco miembros originales renunciaron al cargo durante el primer y segundo término
del mandato, con dos de ellos señalando ineficacias en el enfoque de trabajo adoptado por el Grupo.
32 Lo anterior se confirma por el pequeño número de países que se encuentran trabajando en la elaboración de un Plan
de Acción Nacional, que según informa el Grupo de Trabajo sobre las empresas y los derechos humanos, es de 37 en
total, lo que representa menos de una quinta parte de los Estados del mundo.
33 Cf. Arato, Julian, ‘Corporations as Lawmakers’, Harvard International Law Journal, Vol. 56(2), 2015, pp. 229-295,
quien señala que las empresas han adquirido el poder de formular sus propios derechos internacionales, en común
acuerdo con los Estados, además de los derechos sustantivos y procesales de los que ya gozan.

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Derechos humanos y empresas: reflexiones DesDe américa latina

ha dado prioridad a ese planteamiento sin enfatizar la necesaria complementariedad que representa la
modificación del andamiaje jurídico. En ese sentido, si bien las reformas legislativas o reglamentarias
no resuelven los problemas existentes –ya que su implementación en la práctica también dependen de
las políticas públicas para su ejecución–, a nuestro juicio la clave de la acción en los planes nacionales
yace justamente en la adaptación de leyes y reglamentos a nivel interno.34

Volviendo a la cuestión de la disyuntiva de los países en vías de desarrollo, el carácter “suave” de


los Principios Rectores35 y lo que algunos autores llaman su insuficiencia en “casos duros”,36 han
llevado a que se plantee la necesidad de elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante
en la materia. Para tal efecto, se constituyó un Grupo de Trabajo intergubernamental de composición
abierta cuya misión es justamente la elaboración de un tratado o convención internacional sobre la
responsabilidad de las empresas en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, y cuyas
primeras dos sesiones se dedicaron al análisis del contenido, alcance, naturaleza y forma.37 Será hasta
la tercera sesión en 2017 que se empiece verdaderamente a analizar y discutir el proyecto de tratado
como tal por las delegaciones gubernamentales, lo cual sin duda tendrá un enfoque particularmente
distinto a los Principios Rectores, al no involucrar directamente a quienes serían los sujetos obligados
por este proyecto: las empresas.

Aunque no ahondaremos en esta temática en atención al excelente análisis realizado en otra parte en
esta obra, hay dos aspectos de suma importancia que deben tomarse en consideración, en particular al
acercarnos al comienzo de la discusión del tratado: el primero de ellos tiene que ver con la definición
del sujeto a regular, mientras que el segundo se orienta hacia el objeto de regulación. En relación a
la definición del sujeto a regular, la primera sesión del Grupo de Trabajo intergubernamental se vio

34 Lo mismo ha sido reconocido tanto por Órganos de Tratado como por el Alto Comisionado para los Derechos
Humanos; en particular en el primero de los casos, algunos Comités han subrayado la necesidad de establecer el marco
jurídico y reglamentario apropiado para que el Estado cumpla con su deber de protección de los derechos humanos.
Esta cuestión se aborda en la próxima sección. Para un análisis sobre esta temática, véase Cantú Rivera, Humberto,
‘Planes de acción nacional sobre empresas y derechos humanos: sobre la instrumentalización del derecho internacional
en el ámbito interno’, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, Vol. XVII, 2017.
35 A pesar de que el Grupo de Trabajo los considera como estándares “no voluntarios”, en particular para las empresas,
en realidad sólo constituyen una serie de recomendaciones de política pública emitidas a título individual bajo el
derecho internacional.
36 Deva, Surya, ‘The Human Rights Obligations of Business: Reimagining the Treaty Business’, p. 3, disponible en
https://business-humanrights.org/sites/default/files/media/documents/reimagine_int_law_for_bhr.pdf (visitado el 1
de septiembre de 2016).
37 La primera de ellas se llevó a cabo del 6 al 10 de julio de 2015, y la segunda del 24 al 28 de octubre de 2016. Consejo de
Derechos Humanos, Informe del primer período de sesiones del grupo de trabajo intergubernamental de composición
abierta sobre las empresas transnacionales y otras empresas con respecto a los derechos humanos, con el mandato
de elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante, A/HRC/31/50 (5 de febrero de 2016). Para un
análisis de la primera sesión, véase Cantú Rivera, Humberto, ‘¿Hacia un tratado internacional sobre la responsabilidad
de las empresas en el ámbito de los derechos humanos? Reflexiones sobre la primera sesión del Grupo de Trabajo
intergubernamental de composición abierta’, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, Vol. XVI, 2016; López,
Carlos y Shea, Ben, ‘Negotiating a Treaty on Business and Human Rights: A Review of the First Intergovernmental
Session’, Business and Human Rights Journal, Vol. 1(1), 2016, pp. 111-116; así como el capítulo de Carlos López en
esta obra.

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InstItuto InteramerIcano de derechos humanos

inmersa en una controversia debido a un polémico pie de página que se incluyó en la resolución que
creó el mandato,38 en donde se señala que:

El término “otras empresas” se refiere a todas las empresas cuyas actividades operacionales tienen
carácter transnacional y no se aplica a las empresas locales registradas con arreglo a la legislación
nacional pertinente.

La controversia se debió a la propuesta de la Unión Europea de modificar el programa de trabajo de la


primera sesión para que se hiciera referencia a “todas las otras empresas” además de las transnacionales,
a lo que varias delegaciones respondieron con una negativa rotunda, mientras que otras –en particular
algunas de América Latina, como México– sostuvieron que no sería inapropiado considerar en el
espectro amplio del proyecto a todas las empresas. En realidad, el hecho de limitar el alcance del
proyecto sólo a aquellas consideradas como “transnacionales” partiría, en un primer plano, de una base
discriminatoria, además de errónea, puesto que el término de empresa “transnacional” es un concepto
económico que no se adapta fácilmente al ámbito jurídico. Afirmamos esto debido a que toda empresa
tiene una nacionalidad y un lugar donde se encuentra constituida conforme a las leyes nacionales
pertinentes, independientemente de la manera o espacio en que desarrolle sus operaciones. Así, una
empresa “transnacional” consta en realidad de numerosas entidades jurídicamente independientes una
de la otra, que trabajan sin embargo hacia un objetivo o fin común, a través de complejas relaciones
contractuales o de propiedad, y en donde una de esas unidades (la empresa matriz) usualmente incide
en las decisiones de las otras. Por lo tanto, el empezar un proyecto de tratado buscando regular a un
sujeto que jurídicamente no existe llevaría a discusiones terminológicas e ideológicas que no abonan
a la debida y adecuada protección de los derechos humanos.

Esta situación nos acerca al segundo punto, en relación al objeto de regulación, y nos lleva a
interrogarnos sobre lo que sería más adecuado para lograr tal protección. ¿No sería más prudente
orientar la actividad y objetivo del Grupo de Trabajo intergubernamental a la regulación de los actos
que pueden generar impactos negativos sobre los derechos humanos en el contexto de las actividades
empresariales, independientemente del carácter nacional o transnacional de las operaciones? Es nuestra
opinión, justamente, que un enfoque centrado en la regulación de las actividades (transnacionales o
locales) de una empresa sería más apropiado, en virtud de no estar creando nuevos derechos a través del
proyecto de tratado, sino de buscar colmar lagunas existentes para la protección de las víctimas reales
o potenciales con base en otros tratados internacionales de derechos humanos. En ese sentido, a pesar

38 Consejo de Derechos Humanos, Elaboración de un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre las
empresas transnacionales y otras empresas con respecto a los derechos humanos, A/HRC/RES/26/9 (26 de junio de
2014).

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Derechos humanos y empresas: reflexiones DesDe américa latina

de que la complejidad de las empresas con operaciones transnacionales y sus cadenas de suministro
llama a un renovado enfoque en torno a la necesidad de responsabilizar su actividad, el objetivo de este
proyecto debe centrarse en los hechos que causan un abuso en las prerrogativas de todas las personas
y grupos.39

Antes de terminar esta sección, cabe recordar cómo a lo largo de cuarenta años y a pesar de los
distintos intentos que se han hecho para responsabilizar a las empresas con operaciones transnacionales,
no se ha logrado concretar un proyecto de regulación internacional en el ámbito de los derechos
humanos. Ello no significa, sin embargo, que no han existido importantes avances, partiendo de la
identificación de los abusos a derechos humanos como resultado de la actividad de las empresas en la
década de los setenta y ochenta, hasta llegar a la identificación de metodologías que pueden ser usadas
tanto por los Estados como por las empresas para asegurar el respeto de los derechos humanos en los
procesos y operaciones de estas últimas. En ese sentido, el status quo ha evolucionado, para llegar a
un punto en el que, de haber más práctica estatal que confirme la opinión jurídica de los Estados y
otros actores, permitirá al nuevo intento de codificación internacional avanzar hacia buen puerto. Una
parte importante de este significativo avance se debe, justamente, a los Principios Rectores sobre las
empresas y los derechos humanos, cuyo impacto pasamos a analizar a continuación.

III. El impacto de los Principios Rectores en el sistema universal de


protección de los derechos humanos

El consenso sobre el respaldo unánime de los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos
humanos en el Consejo de Derechos Humanos en 2011, así como la renovación del mandato del Grupo
de Trabajo en 2014 son una muestra de la trascendencia e importancia que este tema tiene en el escenario
internacional, y del reconocimiento de la necesidad de que cada uno de los actores involucrados cumplan
con sus respectivas responsabilidades. Como ya mencionamos brevemente, los Principios Rectores por
sí solos no son más que un informe de un experto independiente, como lo son muchos otros que se
producen cada año y que se presentan cada sesión del Consejo de Derechos Humanos. Pero si por algo se
ha distinguido este informe es por el seguimiento que ha habido en torno a su implementación, no sólo
por los Estados miembros de las Naciones Unidas, sino también por múltiples otros actores, incluyendo

39 Es justamente en ese sentido que se han establecido diversos tratados internacionales de derechos humanos, como
es el caso de la tortura o la desaparición forzada: al ser instrumentos que buscan regular cierto tipo de conductas, se
enfocan en lo que los Estados deben hacer para prevenir tales conductas, como responsables primarios bajo el derecho
internacional.

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