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Frases y reflexiones Artículo revisado

25 poemas de Pablo
Neruda que te fascinarán
Una selección de las mejores piezas
de poesía creadas por este artista y
poeta chileno.
Juan Armando Corbin

Flickr

Ricardo Eliécer Ne!alí Reyes Basoalto, más


conocido como Pablo Neruda, fue un poeta que
nació el 12 de julio de 1904 en Parral (Chile) y
murió el 23 de septiembre de 1973 por causas que
todavía no se han esclarecido, pero que parece ser
que fue envenenado.

El talento poético de Neruda es indudable. En


1971 recibió el Premio Nobel de Literatura y ha
sido admirado y reconocido por su gran trabajo.

25 grandes poemas de Pablo Neruda


Desde muy joven ya dejaba claro su gran talento y
su interés por la la poesía y la literatura. A la edad
de 13 años ya trabajó en un diario local como
escritos. Es uno de los poetas de habla hispana
más conocidos y, a lo largo de su vida, dejó una
gran cantidad de poemas que transmiten
profundos sentimientos y emociones.

En este artículo hemos recogido 25 poemas de


Pablo Neruda para que puedas disfrutarlos.

1. Soneto 22
Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin
recuerdo,

sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,

en regiones contrarias, en un mediodía quemante:

eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una


copa

en Angola, a la luz de la luna de Junio,

o eras tú la cintura de aquella guitarra

que toqué en las tinieblas y sonó como el mar


desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu


memoria.

En las casas vacías entré con linterna a robar tu


retrato.

Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi


vida:

frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.

Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

Un poema que trata del recuerdo del amor,


un amor que, posiblemente, no sea
correspondido. Se puede seguir amando a
pesar del tiempo y la distancia, se puede
estar enamorado sin ver, sólo con los
recuerdos y la esperanza. Es la fuerza del
corazón.

2. Poema 1
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,

te pareces al mundo en tu actitud de entrega.

Mi cuerpo de labriego salvaje te socava

y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.

Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,

y en mí la noche entraba en su invasión poderosa.

Para sobrevivirme te forjé como un arma,

como una flecha en mi arco, como una piedra en


mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.

Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.

¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!

¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.

Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!

Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,

y la fatiga sigue y el dolor infinito.

Este poema de Pablo Neruda se encuentra


dentro del libro “Veinte poemas de amor y
una canción desesperada”. Un texto que deja
ver a un Neruda rebelde, en su adolescencia.
Este libro se considera doloroso, porque
Neruda sufre el amor, y lo anhela. Esta pieza
de poesía, concretamente, trata sobre la
sexualidad y el cuerpo de la mujer. Aunque
lo vive, no lo posee. Perderse en el cuerpo de
una mujer puede ser tanto una experiencia
física como espiritual. Neruda se encuentra
entre el deseo de tener a esa mujer y la
angustia de no estar junto a ella.

3. Si tú me olvidas
Quiero que sepas una cosa.

Tú sabes cómo es esto:

si miro la luna de cristal, la rama roja

del lento otoño en mi ventana,

si toco junto al fuego la impalpable ceniza

o el arrugado cuerpo de la leña,

todo me lleva a ti, como si todo lo que existe,

aromas, luz, metales, fueran pequeños barcos que


navegan

hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien, si poco a poco dejas de quererme

dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto me olvidas no me busques,

que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco

el viento de banderas que pasa por mi vida

y te decides a dejarme a la orilla

del corazón en que tengo raíces,

piensa que en ese día,

a esa hora levantaré los brazos

y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.

Pero si cada día,

cada hora sientes que a mí estás destinada

con dulzura implacable.

Si cada día sube

una flor a tus labios a buscarme,

ay amor mío, ay mía,

en mí todo ese fuego se repite,

en mí nada se apaga ni se olvida,

mi amor se nutre de tu amor, amada,

y mientras vivas estará en tus brazos

sin salir de los míos.

A veces, encuentras a esa persona que te da


un vuelco al corazón, que hace aflorar
emociones que pensabas que era imposible
sentir. Tu vida cambia por completo, y tu
vida se convierte en la vida de esa persona
que amas con locura, con auténtica locura.
Sabes que si esa persona vuelve, volverás a
sentir lo mismo, pero no es así y debes
aceptarlo.

4. Poema 12
Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.

Llegas como el rocío a las corolas.

Socavas el horizonte con tu ausencia.

Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento

como los pinos y como los mástiles.

Como ellos eres alta y taciturna.

Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.

Te pueblan ecos y voces nostálgicas.

Yo desperté y a veces emigran

y huyen pájaros que dormían en tu alma.

Estos versos pertenecen a la obra del autor


“Veinte poemas de amor y una canción
desesperada” que fue publicada en 1924. El
tema sobre el que gira este poema es la
ausencia del ser humano. La historia se
ubica en el mar chileno, pues el autor pasó
gran parte de su vida junto a las olas, los
mástiles y el viento.

5. Poema 4
Es la mañana llena de tempestad

en el corazón del verano.

Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,

el viento las sacude con sus viajeras manos.

Innumerable corazón del viento

latiendo sobre nuestro silencio enamorado.

Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,

como una lengua llena de guerras y de cantos.

Viento que lleva en rápido robo la hojarasca

y desvía las flechas latientes de los pájaros.

Viento que la derriba en ola sin espuma

y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.

Se rompe y se sumerge su volumen de besos

combatido en la puerta del viento del verano.

El autor resalta el ambiente de verano en


que el viento es un factor importante, pues
éste, seguramente, afecte a su estado
anímico, dando paz y tranquilidad. Pero lo
llamativo es el primer verso, que en pleno
verano interrumpe la tempestad. Es decir,
una separación momentánea, seguramente
con alguien, con la que ha habido momentos
buenos y malos.

6. Amor
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte

la leche de los senos como de un manantial,

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte

en la risa de oro y la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos

y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,

porque tu ser pasara sin pena al lado mío

y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría

amarte, amarte como nadie supo jamás!

Morir y todavía amarte más.

Y todavía amarte más y más.

Este poema trata sobre la inmensidad del


amor, sobre lo fuerte y profundo que puede
ser este sentimiento. De nuevo, un amor no
consumado, en que el autor desea con todas
sus fuerzas poder perderse en el cuerpo y el
alma de esa persona que ha cambiado su
vida por completo

7. Poema 7
Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.

Llegas como el rocío a las corolas.

Socavas el horizonte con tu ausencia.

Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento

como los pinos y como los mástiles.

Este poema pertenece al libro “20 poemas


de amor y una canción desesperada”. El
texto versa en torno a la la presencia de una
mujer que, tras su partida, queda
eternamente viva en el recuerdo. Está escrito
con ilusión a pesar de los pensamientos
tristes de tener que alejarse.

8. Cien sonetos de amor


Desnuda eres tan simple como una de tus manos:

lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente.

Tienes líneas de luna, caminos de manzana.

Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba:

tienes enredaderas y estrellas en el pelo.

Desnuda eres redonda y amarilla

como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas:

curva, sutil, rosada hasta que nace el día

y te metes en el subterráneo del mundo

como en un largo túnel de trajes y trabajos:

tu claridad se apaga, se viste, se deshoja

y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.

Unos versos muy lindos que tratan sobre la


belleza de una mujer que le atrapa. Le
atrapa en su más pura intimidad, en el que
recorre su cuerpo la memoria. En cada
palabra describe con fineza las cualidades de
la persona que ama en los que cada verso
expresa sus sentimientos y pensamiento
sobre ella.

9. Era mi corazón un ala viva y


turbia…
Era mi corazón un ala viva y turbia...

un ala pavorosa llena de luz y anhelo.

Era la primavera sobre los campos verdes.

Azul era la altura y era esmeralda el suelo.

Ella -la que me amaba- se murió en primavera.

Recuerdo aún sus ojos de paloma en desvelo.

Ella -la que me amaba- cerró sus ojos... tarde.

Tarde de campo, azul. Tarde de alas y vuelos.

Ella -la que me amaba- se murió en primavera...

y se llevó la primavera al cielo.

Neruda nos brinda la oportunidad de


disfrutar de esta pieza, en la que el autor
habla del recuerdo de esa mujer que una vez
amó. Es la fuerza del alma, que invade cada
segundo de su pensamiento. Aunque hable
de que el amor está muerto, sigue vivo
como el primer día.

10. Amiga, no te mueras


Amiga, no te mueras.

Óyeme estas palabras que me salen ardiendo,

y que nadie diría si yo no las dijera.

Amiga, no te mueras.

Yo soy el que te espera en la estrellada noche.

El que bajo el sangriento sol poniente te espera.

Miro caer los frutos en la tierra sombría.

Miro bailar las gotas del rocío en las hierbas.

En la noche al espeso perfume de las rosas,

cuando danza la ronda de las sombras inmensas.

Bajo el cielo del Sur, el que te espera cuando

el aire de la tarde como una boca besa.

Amiga, no te mueras.

Yo soy el que cortó las guirnaldas rebeldes

para el lecho selvático fragante a sol y a selva.

El que trajo en los brazos jacintos amarillos.

Y rosas desgarradas. Y amapolas sangrientas.

El que cruzó los brazos por esperarte, ahora.

El que quebró sus arcos. El que dobló sus flechas.

Yo soy el que en los labios guarda sabor de uvas.

Racimos refregados. Mordeduras bermejas.

El que te llama desde las llanuras brotadas.

Yo soy el que en la hora del amor te desea.

El aire de la tarde cimbra las ramas altas.

Ebrio, mi corazón. bajo Dios, tambalea.

El río desatado rompe a llorar y a veces

se adelgaza su voz y se hace pura y trémula.

Retumba, atardecida, la queja azul del agua.

Amiga, no te mueras!

Yo soy el que te espera en la estrellada noche,

sobre las playas áureas, sobre las rubias eras.

El que cortó jacintos para tu lecho, y rosas.

Tendido entre las hierbas yo soy el que te espera!

Uno de los poemas más tristes de Pablo


Neruda, que trata sobre una amiga que está
luchando por si vida y es posible que no
sobreviva. Una pieza que llega al corazón y
que pide de forma desesperada que no se
vaya.

11. Sed de ti.


Sed de ti me acosa en las noches hambrientas.

Trémula mano roja que hasta su vida se alza.

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