m2 3 Composicin
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Objetivo del Taller: Cantar al Señor un canto nuevo, porque ha hecho maravillas; (Salmo 98)
Aprender los elementos fundamentales para la composición de un canto y ponerlos en práctica
componiendo juntos un canto
Dinámica: Existen varios métodos para componer. Este método es mas “formal” que otros y
consta de los siguientes pasos:
1. Oramos
2. Escogemos un tema:
3. Estudiamos y oramos sobre el Texto y el Contexto:
4. Versificamos el Texto y Contexto
5. Pulimos el texto versificado
6. Le damos la Cadencia y Ritmo
7. Escogemos el modo musical
8. Ponemos la línea melódica
9. Oramos con el canto y lo compartimos con los hermanos
A. Explicar la dinámica
A.1 Entramos en oración: Señor, te pido que nos inspires para que llenemos tu santuario de
alabanzas, pon en nosotros un canto nuevo, que podamos expresarte el amor que te tenemos
por medio del canto. Que llevemos a otras personas al encuentro contigo por medio de los
cantos que hagamos. Por Jesucristo, nuestro Señor, Amen.
A.2 Escogemos un tema: Vamos cada quien a tomar una lectura bíblica para componer el canto.
A.3 Estudiamos y oramos sobre el Texto y el Contexto: En seguida buscamos cada quien otros
textos que se relacionen con la lectura, para ayudarnos a ampliar la comprensión del tema.
Ya que tenemos el texto y el contexto del cual vamos a componer, oramos concretamente para
que el Señor nos de la gracia para transmitir el mensaje de estas lecturas, que son Palabra de
Dios, y que por ello, son como una extensión del Verbo de Dios, Jesucristo!
Señor, inspíranos para transmitir con el canto lo que tú quieres transmitir por medio de tu
Palabra. No permitas que nuestro canto deje sin expresar lo que tú quieres expresar a tu pueblo
por medio de estas lecturas, antes bien, que la música sea un medio para que tu Palabra penetre
a los corazones como espada de dos filos!
Amen.
A.4 Versificamos el Texto y Contexto Algunos textos, como los salmos, ya están versificados. Si
nuestro texto no lo está, lo acomodamos en frases cortas, mas o menos del mismo número de
sílabas, y que tengan cadencia, ritmo y de ser posible, rima. Es válido cambiar algunas palabras
sin alterar el sentido. Acordémonos que estamos trabajando con la Palabra de Dios, tratémosla
con mucho respeto. Es válido “poetizar” la Palabra, usar un lenguaje místico-poético, hacer
parabolas, etc… pero siempre respetando y honrando el sentido de la Palabra.
El texto debe quedar mas o menos “versificado” y tener cierta cadencia natural. En algunas
partes necesita “pulirse”, que es lo que haremos en seguida.
A.5 Pulimos el texto versificado Sigue la difícil tarea de pulir el texto versificado, esto es,
agregar, cambiar o quitar palabras para que la versificación sea mas uniforme. Esto lo hacemos
contando sílabas, tratando que todos los versos sean mas o menos del mismo número de
silabas fonéticas.
A.6 Le damos la Cadencia y Ritmo Como un paso previo a ponerle la música, podemos leer en
voz alta nuestro texto versificado con diferentes cadencias o ritmos (como si estuviera haciendo
Rap), para saber si la música va a ser animada o tranquila. (otro modo de decir esto es si el
fraseo será en tiempo Allegro, andante, largo, etc…)
A.7 Escogemos el modo musical El siguiente paso es decidir si vamos a usar acordes mayores
o menores, y que modo musical es apropiado para nuestro texto (Cada quien haga lo mismo con
su texto).
A.8 Ponemos la línea melódica Como ya tengo el modo, el ritmo, el texto, incluso una idea de
las relaciones de acordes, escojo un tono al azar y pruebo una línea melódica. Muchas veces la
línea melódica se construye “prueba y error”, pero una vez que tienes las 2 o 3 primeras frases
melódicas de la canción, las demás van saliendo por relación con la primera. Aquí es donde
influye nuestra cultura musical, nuestros gustos, nuestro ambiente, etc… pero también la gracia
e inspiración de Dios. Muchas veces yo lo que hago en este momento es comenzar a orar con el
texto delante, con mi instrumento (en mi caso una guitarra) y en este ambiente de oración
espontánea, le expreso a Dios lo que dice el texto, y lo voy cantando de diferentes maneras
(como el canto inspirado) hasta que sale una melodía que tiene la unción espiritual y que
expresa lo que dice la Palabra de Dios. Terminado de hacer esto, escribo las “pisadas” (es
decir los acordes) arriba del texto y si tengo una grabadora portátil, lo grabo para que no se me
olvide.
A.9 Oramos con el canto y lo compartimos con nuestros hermanos. Es importante aceptar los
comentarios de los hermanos y si es conveniente, hacer algunos cambios finales a nuestro canto
antes de darle mas difusión.
No todos los cantos que componemos son para darles difusión o que se implanten en nuestras
asambleas. Son primero que nada una expresión personal de nuestra relación con Dios, y
pueden permanecer así y ser algo muy íntimo entre el Señor y nosotros.
Materiales de apoyo
Fundamentos de Composición
La respuesta nos la da la Biblia: En el Salmo 98, 1 dice: Cantad a Yahveh un canto nuevo,
porque ha hecho maravillas; Así pues, cantamos cantos NUEVOS porque el Señor ha sido
bueno, y ha hecho maravillas con nosotros. El canto nuevo tiene un sentido de espontaneidad y
de frescura que toca nuestro corazón de manera especial.
Otro ejemplo de esta gratitud, gozo y espontaneidad la vemos en el Salmo 96, 1 -4:
“Cantad a Yahveh un canto nuevo,
cantad a Yahveh, toda la tierra,
cantad a Yahveh, su nombre bendecid!
Yahveh ha dado a conocer su salvación,
a los ojos de las naciones ha revelado su justicia;
se ha acordado de su amor y su lealtad
para con la casa de Israel.
Todos los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclamad a Yahveh, toda la tierra,
estallad, gritad de gozo y salmodiad!
Si están bien compuestos, los cantos nuevos nos impulsan a esta exaltación, A GRITAR DE
GOZO!
Cuentan que cuando se presentó por primera vez el “Mesias” de Hendel , el Rey estaba
presente, y al llegar al famoso “ALELUYA” que se ha convertido en el sello de la obra, fue tanta
la fuerza de este canto (nuevo para él), que se puso de pie emocionado. Desde entonces, se
volvió una tradición, que cuando se toca el “Mesias”, al llegar al “Aleluya” la gente se pone de
pie.
Para que un canto nuevo cause en nuestro corazón el impulso de alabar a Dios, debe tocarse
con rectitud, destreza y en oración, como nos enseña el Salmo 33, 1 a 3:
Gritad de júbilo, justos, por Yahveh!,
de los rectos es propia la alabanza;
¡dad gracias a Yahveh con la cítara,
salmodiad para él al arpa de diez cuerdas;
cantadle un cantar nuevo,
tocad la mejor música en la aclamación!
Un verdadero canto espiritual es fruto de un encuentro con Dios, fruto de la oración y del deseo
de expresarle a Dios nuestro amor: Como dice el Salmo 144, 9: “Oh Dios, quiero cantarte un
canto nuevo, salmodiar para ti al arpa de diez cuerdas” El corazón desea cantarle al Señor para
expresarle de manera especial su gratitud. Así pues, el componer un canto nuevo no es un fin
en si mismo, sino un medio para acercarnos a Dios. Por eso, a veces el canto no surge como un
ejercicio racional de composición, sino fruto de nuestros momentos de oración y reflexión.
En el tema anterior “Canto Inspirado”, les comentaba lo siguiente: “Mas de la mitad de los cantos
que yo he compuesto son adaptaciones de cantos inspirados que el Señor me dio en la oración,
y creo que es el caso de muchos otros compositores. Sabemos que muchos de los cantos mas
hermosos que tenemos en nuestros libros de cantos surgieron como fruto de cantos inspirados.
Por eso suelen ser muy sencillos de letra y fáciles de aprender. Por eso, hay que promover el
canto inspirado!!”
Esto no quiere decir que solo los que hacemos “canto inspirado” podemos componer. Tampoco
significa que no necesitamos estudiar las técnicas de composición, el perfeccionamiento, las
fuentes, etc… De ningún modo!
En el caso de la obra “El Mesias” de Hendel, al que ya nos referimos, cuentan que Hendel tenia
la encomienda de componerlo en cierto plazo. Cierto día, estando en oración, tuvo una visión
del cielo, y quedó tan impactado e inspirado por lo que había visto y oído, que solo tardó una
semana en componer toda la obra. (Normalmente, una obra tan tremenda como esa hubiera
tomado MESES!!) Sin embargo, Hendel sabia escribir música, conocía las técnicas y modo de
tocar de todos los instrumentos de la orquesta, conocía de armonía y melodía, etc… la obra “El
Mesias” fue el fruto de la unión fecunda de ambas cosas: La inspiración de Dios y la formación y
destreza musical de Hendel.
Así pues, el primer paso para la composición de un canto nuevo es necesariamente la oración y
la intimidad con Dios. El es quien pone en nosotros el canto nuevo, como dice el Salmo 40, 4
“Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en
Yahveh tendrán confianza”. Pero este “primer paso” debe acompañarse del estudio de técnica
musical, formación doctrinal y conocimiento de las fuentes de composición, como se explica a
continuación.
Entre mas conozcamos y escudriñemos las escrituras, los salmos, los libros litúrgicos y los
escritos y poemas de los santos, mas nos impregnamos del espíritu de oración y gratitud de la
Iglesia, y enriquecemos nuestras fuentes, lo cual hace mas hermosa nuestra composición. A
veces, por flojera o por creernos muy “inspirados”, privilegiamos nuestra inspiración personal,
rechazando el estudio de las otras fuentes, y decimos cada barbaridad! Sin mala intención,
podemos estar diciendo cosas que contradicen la doctrina o la sana espiritualidad. Por ejemplo,
en cierto canto de ofertorio, el autor le ofrece a Dios, junto con el pan y el vino,
“El odio de los que mueren sin fe
cansados de tanto luchar”…
Obviamente, esto no puede estar en las ofrendas!!! Yo creo que es un error poner ese texto en
un canto de ofertorio. Un ejemplo mas burdo seria llamar a Cristo “Padre Cristo”, o decirle a
María “te adoramos, María”, etc… Pero hay ejemplos mas sutiles de mal gusto o de error
doctrinal o simplemente de falsa piedad:
“desde que voy junto a ti, no sé porque la gente llorará… andando de tu mano, que fácil es la
vida, andando de tu mano, el mundo es ideal”
Obviamente quien escribió esto no hablaba muy en serio, o no sabia de que hablaba, porque
habla de caminar sobre espuma y rosas, y de no comprender el sufrimiento de la gente, como si
no existiera la Cruz y la persecución al seguir a Cristo!
Debemos privilegiar las fuentes probadas (las 1 y 2 de arriba) y si hacemos un canto de nuestra
propia inspiración, debemos someter el texto a una revisión cuidadosa, haciendo ajustes de ser
necesario.
Anécdota: Recuerdo que mi hermano de Jésed, Miguel Martinez había compuesto “Los
Cantores”, y en la segunda estrofa decía:
“benditos los hijos de Levi, siervos del Señor, generación tras generación,
y de ellos, aun mas los cantores, con sus odas, himnos y oraciones”.
Me pasó la letra para revisarla y yo le pedí que cambiara lo de “y de ellos aun mas los cantores”,
porque se entiende que los cantores somos mas benditos que los levitas, cosa que no es
cierta… le cambió a “y de ellos también los cantores”. Siempre me divierte pensar que hubiera
opinado algún levita que hubiera escuchado la primera versión!!
Siempre es bueno leer y orar con la Biblia, la liturgia de las horas y leer los escritos de los
santos, para enriquecer nuestra visión de lo que vamos a componer. Muchos de los cantos de
Jésed están basados en textos de estas fuentes, y como la Palabra de Dios tiene poder, y “es
como espada de dos filos”, este poder espiritual toca y mueve los corazones.
III.2 La Música: También para la música existen “fuentes” o referencias que nos pueden ser de
gran utilidad al momento de componer. Ciertamente el canto inspirado surge con una “música
nueva”, pero es diferente si se acompaña con piano, con guitarra o con flautas, o si es “a
capella”. (Yo creo que el canto Gregoriano nació siendo canto inspirado a capella)
En cualquier caso, tanto en una composición sistemática y metódica como también en el canto
inspirado, el Señor inspira la música dentro del marco cultural de la persona, y pone en la música
el lenguaje cultural de la comunidad que usará el canto para acercarse a Dios. Por ejemplo: los
modos armónicos y melódicos en la India son muy diferentes que en Occidente. Cuando yo visité
la India y fui a misa, me llamó la atención que todos los cantos estaban compuestos en el
lenguaje musical de su cultura, así, quienes escuchaban y cantaban entraban en oración por
este medio. Así pues, es normal que nuestras composiciones tengan el sello y el sabor de
nuestro ambiente cultural, es decir, que estén inculturadas.
Algunos “cantos nuevos” que yo he compuesto se han quedado escondidos en mi corazón por
mucho tiempo, y los sigo usando solamente para mi oración personal. Son cantos “íntimos” que
solo Dios y yo conocemos. Otros, han dado frutos que yo no esperaba. Recuerdo que cuando
compuse el canto “Aquí hay un muchacho”, nos gustó tanto, que quisimos participar con él en el
Festival de la Canción Vocacional de Monterrey, México. El año que lo presentamos, hubo como
60 canciones, en 4 eliminatorias. De allí se escogerían 14 para la final. ¡No pasamos a la final, y
“perdimos” desde la eliminatoria! Al principio nos entristecimos, porque creímos que el canto
había “muerto”. Pero años después, el canto se volvió muy popular en muchas ciudades, y dio
los frutos que Dios quería de él, tocando muchos corazones.
Debemos ver nuestro “canto nuevo” como una flor que le ofrecemos al Señor, una serenata, un
canto de amor. En México se dice “echarle flores” cuando se alaba a una persona. Al Señor hay
que echarle flores, con nuestro canto y alabanza. (También Santa Teresita usaba esa expresión:
“arrojar flores”). No debemos preocuparnos de lo demás, sino solo ocuparnos de arrojarle flores
al Señor con un canto nuevo.
De cuando en cuando, alguna de esas flores recibe de Dios el misterio de una fecundidad
espiritual, y se trasforma en un fruto, que no solo adorna y glorifica a Dios, sino que alimenta al
pueblo, la Iglesia, y le nutre, transmitiéndole la vida de la gracia. Ciertos cantos adquieren esa
fecundidad espiritual, sin que nosotros los hayamos promovido, sino porque así lo quiere el
Señor.
Por eso, no debemos afanarnos por popularizar nuestros cantos, simplemente debemos
regalarlos a Dios y a nuestros hermanos. Dios se encargará del resto, y si él lo quiere, alguno de
nuestros cantos dará frutos especiales y tocará muchos corazones, además del nuestro