Notas - de - Derecho - Mercantil - I - Colaboradores - Revisión 2022
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Facultad de Derecho
CAPÍTULO 2
COLABORADORES DEL EMPRESARIO
SUMARIO: I. PLANTEAMIENTO.— 46. Los colaboradores del empresario y sus clases.
II. LOS AUXILIARES DEL EMPRESARIO.— 47. Los auxiliares del empresario en
general. 48. Factor mercantil: noción. 49. Distinción de las figuras del factor y del
Prokurist germánico. 50. La asimilación doctrinal del factor al Prokurist. 51. La
“evolución implícita” del régimen legal del factor. 52. El contenido del poder del
factor. 53. El poder del factor: ejercicio, delegación y extinción. 54. Otros
dependientes del empresario. 55. Casos específicos. III. ALGUNOS
COLABORADORES INDEPENDIENTES.— 56. Noción. 57. Estatuto profesional de los
rematadores o martilleros. 58. Crítica constitucional del estatuto profesional del
martillero público. 59. Relación de los rematadores o martilleros con sus clientes.
60. Almacenes generales de depósito.
I. PLANTEAMIENTO
46. Los colaboradores del empresario y sus clases.
El empresario desarrolla su actividad con el auxilio de otras personas, a las que se
denomina genéricamente colaboradores del empresario1. Dentro de esta categoría
amplia se distingue entre:
a) los colaboradores dependientes (llamados también auxiliares del empresario), y
b) los independientes2.
En nuestro medio, hay quien hace una distinción, en parte diferente, entre las
“instituciones auxiliares del comercio” (más o menos equivalente a los colaboradores
no dependientes) y los “auxiliares del comerciante”3. Prefiero la terminología
tradicional, porque ni todos los colaboradores independientes son “instituciones”
(algunos son empresarios físicos), ni suelen ayudar al “comercio” en abstracto, sino
más bien lo normal es que colaboren con un empresario particular con ocasión de
algún contrato de colaboración empresarial.
A pesar de lo que acabo de decir, opino que la noción de “instituciones auxiliares del
comercio”, o mejor, de instituciones auxiliares de la empresa, puede ser útil para
distinguir, dentro de la categoría de los colaboradores independientes del
empresario, un grupo de entidades que, a diferencia de los demás colaboradores, no
1
MENÉNDEZ MENÉNDEZ, Aurelio; “Auxiliares del empresario”, en 72 RDM (1959), pp. 269-305 (p. 269);
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 204.
2
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., pp. 269-270; SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., ibid.
3
Vid. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, pp. 107-108 y ss. (nn. 63 y ss.). El autor (y ahora
también sus hijos y continuadores) parece que quería seguir en esto a GARRIGUES, Curso..., cit., t. I,
pp. 51-52 (Cap. II), pero olvidaba que en esa sección el Profesor español trata preferentemente de las
instituciones públicas que sirven al interés general del comercio, aclarando que es un tema más
propio del Derecho Administrativo, y que en cambio trata de los auxiliares y demás colaboradores a
que aquí haré referencia en los Caps. XIII y XIV de su obra (t. II). Vid. más detalles en GARRIGUES,
Tratado…, cit., t. I, vol. 1, pp. 68 y ss.
— 91 —
Versión de marzo de 2014
§47 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
4
Contra el proceder de MONTOYA, sin embargo, no considero que puedan ser considerados
“colaboradores del empresario” los organismos públicos relacionados con el mercado o con algún
sector específico, tema que, como él mismo reconoce, es más propio del Derecho Administrativo. No
los incluyo dentro de este tema porque, aunque de hecho y a la larga terminen haciéndolo, su función
no es auxiliar al empresario o colaborar con él, sino regular, fiscalizar, controlar sus actividades
(conceptos bastante distintos). Quizás los Registros Públicos, de los que trataré en su lugar, se
podrían considerar una excepción a esta última observación.
5
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 270.
6
Tratándose de materia propia del Derecho de sociedades, en cuyo contexto se le ha de dedicar
extensa y minuciosa atención.
7
MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., pp. 62-63 (Lección 3ª).
8
Cfr. MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., pp. 270-271.
92 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §47
La redacción de las normas sobre auxiliares de comercio del Código vigente ha dado
lugar a no pocas dificultades de interpretación, nacidas del intento del legislador de
refundir los distintos artículos del Código anterior, desdibujando en algunos casos el
sentido de los preceptos recogidos, sin que haya sido su intención modificar su
campo de aplicación9. Así, atendiendo al texto del CdC, pareciera que los auxiliares
del empresario pueden ser de tres tipos:
1) factores (arts. 275 a 285 CdC),
2) dependientes (art. 286 CdC), y
3) mancebos (arts. 287 y ss. CdC)10.
Ahora bien, el mancebo de comercio fue introducido en el CdC de 1902 a expensas
del (único) “dependiente” del CdC de 1853 (arts. 132 al 138 ant. CdC) 11; si acaso,
como una suerte de especialización suya. Este proceso de formación explica la
errática terminología del CdC, que en sus disposiciones comunes a todos los
auxiliares a veces habla de “factores y mancebos” (silenciando a los dependientes:
arts. 290, 291 y 296 CdC); otras de “mancebos y dependientes” (art. 293 CdC); otras
sólo de los “mancebos” (arts. 288, 289, 292 CdC); y otras, en fin, sólo de los
“dependientes” (arts. 294 y 295 CdC). Pero ninguna de las normas en las que se
menciona al dependiente y no al mancebo, o viceversa, es concebible que quiera
realmente excluir de su ámbito de aplicación al auxiliar omitido. Es más, tal como los
retrata el art. 287 CdC, es prácticamente imposible distinguir al mancebo de
comercio del dependiente de la empresa12. Hay que concluir, pues, que en realidad
9
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., pp. 287 y ss., en nota n. 23.
10
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 273.
11
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 301. El autor en realidad se refiere a los Códigos
españoles de 1829 y 1885, adoptados con algunas modificaciones por el Perú, respectivamente, en
1853 y 1902. Los textos son prácticamente idénticos. De hecho, en lo referente a la materia que se
aborda en el texto la única diferencia, aparte de la numeración, es que el Código español de 1829
distinguía entre “factor” y “mancebo”, mientras que el peruano de 1853 lo hacía entre “factor” y
“dependiente”. Por lo demás, el “dependiente” peruano tenía exactamente el mismo contenido que el
“mancebo” español. En consecuencia, la doctrina del Profesor español puede aplicarse prácticamente
sin necesidad de precisión alguna. Otra disposición afectada por el problema que vengo comentando
es el actual art. 287 CdC, nueva redacción del art. 135 CdC ant. (art. 191 CdC es. de 1829), que era
mucho más preciso y útil. El art. 287 CdC parece extender a los mancebos únicamente lo poco que
dice el artículo anterior sobre los dependientes. El art. 135 CdC ant., en cambio, extendía a los
dependientes (incluidos los actuales mancebos) toda una serie de disposiciones sobre los factores.
Entre ellas mencionaba expresamente el art. 123 CdC ant. (art. 179 CdC es. de 1829), antecedente
del actual art. 281 CdC, y de redacción casi idéntica (cfr. MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit.,
p. 303, nota n. 35). De resultas de ello, una lectura poco cuidadosa de estas normas podría dar la
impresión de que el art. 281 CdC y sus normas sobre la actuación en nombre propio del factor no son
aplicables a los dependientes y mancebos, cuando la conclusión correcta es justo la contraria.
12
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 303 (en nota n. 35), critica precisamente ese artículo
(su número es el 293, en el CdC es.) porque de ese modo “desdibuja” la distinción entre
dependientes y mancebos. Creo que todo es mucho más sencillo si se entiende que no hay tal
distinción, sino que se trata sólo de la introducción de un nuevo término que, como sinónimo que es,
es intercambiable con el otro en cualquier posición, que es a grandes rasgos lo que vengo a proponer
en el texto.
FACULTAD DE DERECHO 93
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§48 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
13
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 205-206; BROSETA/ MARTÍNEZ, Manual…, cit., vol. I,
p. 120. Todo lo más, el “mancebo de comercio” podría representar una categoría específica de
“dependientes de empresa”, con facultades para vender y percibir el importe de las ventas en el
establecimiento, que es como lo pinta MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., pp. 302-303.
14
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 206-207. El autor se refiere al art. 283 CdC es.,
que tiene el mismo texto. Vid. también MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 282.
15
MENÉNDEZ, ibid.
16
MENÉNDEZ, ibid., atribuye el origen de esta expresión al alemán Thöl.
17
Cfr. MENÉNDEZ, ibid., por nota n. 16.
94 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §48
18
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 209-210.
19
Reproducido luego en el art. 179 LGS ant. (D.Leg. 311 del 13 de mayo de 1985), aplicable al
gerente de las sociedades anónimas y, por remisión (art. 264 LGS ant.), a los administradores de las
sociedades en comandita por acciones. Los gerentes de las sociedades comerciales de
responsabilidad limitada tenían un régimen muy similar (en mi opinión, debía interpretarse en los
mismos términos) establecido en el art. 278 LGS ant., que sin embargo no mencionaba para nada a
los factores del CdC.
20
Vid. § 156, en pp. 305 y ss., infra.
21
Así, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 206; BROSETA/ MARTÍNEZ, Manual…, cit., vol. 1,
p. 113; MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., pp. 64-65.
FACULTAD DE DERECHO 95
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§49 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
sacar consecuencias útiles en orden a determinar el contenido legal del poder del
factor, como veremos en los apartados siguientes.
49. Distinción de las figuras del factor y del Prokurist germánico.
El factor tiene siempre, necesariamente22, un poder general, sea expreso o tácito,
escrito u oral. Dentro de nuestro ordenamiento, la idea de apoderamiento general
está formulada en el art. 277 CdC23, cuando se refiere al gerente de una empresa o
establecimiento “autorizado para administrarlo, dirigirlo y contratar sobre las cosas
concernientes a él”. La norma destaca las notas que permiten la calificación como
factor, que principalmente consisten en el hecho de estar autorizado para:
a) dirigir el establecimiento, y
b) contratar sobre las cosas a él concercientes24.
La configuración del poder general mercantil y de sus especialidades respecto del
apoderamiento de Derecho Civil sigue dos modelos diferentes en la tradición jurídica
de origen romano-germánico:
1) uno es el “factor” de los ordenamientos jurídicos neolatinos (Italia, Francia y
España);
2) el otro es el “Prokurist” germánico, introducido en el s. XIX en las codificaciones
mercantiles de esa área cultural, tomándola al parecer de la práctica mercantil25.
En las legislaciones del ámbito latino de la tradición jurídica romano-germánica la
figura del factor se ha caracterizado por dos notas26, más o menos derivadas del
institor del Derecho Romano27:
22
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 207.
23
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 283 (en nota n. 16), refiriéndose al art. 283 CdC es.
24
Ibid.
25
Digo “al parecer”, porque aunque así lo asegura MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 284,
la impresión que queda al leer la literatura jurídica alemana que comenta el ADHGB de 1861 poco
después de su promulgación es que se trata de una invención completamente novedosa (quizás
acogiendo sugerencias doctrinales anteriores) de ese cuerpo legal. Así: LAUTENSCHLAGER, Carl; Das
Allgemeine deutsche Handelsgesetzbuch nebst dem württembergischen Einführungsgesetz vom 13.
August 1865, Kröner, Stuttgart, 1865, p. 34 (Com. al art. 41 ADHGB): “Gerade hierin liegt das
Characteristische der Prokura des Handelsgesetzbuches, verglichen mit dem bisherigen Recht,
wornach der Prokurist sachlich dem nunmehrigen Generalhandlungsbevollmächtigten gleichstand”
(“Justo aquí está lo característico de la Prokura del Código de comercio, en comparación con el
Derecho anterior, según el cual el Prokurist equivalía objetivamente al apoderado general de
comercio actual”). ENDEMANN, Wilhelm; Das deutsche Handelsrecht, Bangel & Schmitt, Heidelberg,
1865, p. 131: “Unter diesem Namen, welcher früher nur eine andere Bezeichnung für das
kaufmännische, seinem Umfange nach sehr wechselnde Mandat darstellte, wird jetzt diejenige
Befugniß zur Stellvertretung verstanden, welche nach außen hin, dem Publikum gegenüber,
unbeschränkt und unbeschränkbar ist” (“Bajo este nombre, que antes representaba sólo otra
designación para el mandato mercantil, sumamente variable desde el punto de vista de su contenido,
se entiende ahora aquel apoderamiento que, hacia fuera y de cara al público, es ilimitado e
ilimitable”).
26
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., pp. 283-284.
27
D.14.3.3: “Institor appellatus est ex eo, quod negotio gerendo instet: nec multum facit, tabernae sit
praepositus an cuilibet alii negotiationi”. Sobre el institor romano, vid. D’ORS, Álvaro; Derecho privado
romano, 10ª ed. rev., Eunsa, 2004, pp. 318-319 (§ 231). También el Derecho alemán recoge una
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Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §49
FACULTAD DE DERECHO 97
Versión de marzo de 2014
§50 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
aunque sea sin él, queda obligado el Señor y no el factor”35. “De lo cual se
sigue, que cuando el factor contrae, o hace contrato simplemente, sin hacer
mención del oficio, siendo sobre cosa perteneciente a él, es visto y se dice
contraer en lo tocante al oficio, y por su razón; mas contrayendo, o haciendo
contrato sobre cosa diversa, lo contrario se ha de decir (…). Y así, siendo el
factor nombrado, y puesto por el Señor para una sola manera de negociación,
o cosa, o por usarla en una parte solamente en ella, y no en otra, le puede
obligar”36.
La Prokura alemana37, en cambio (de la que recibe su nombre el Prokurist), lleva
hasta sus últimas consecuencias la abstracción del negocio de apoderamiento que
ya se advierte en la figura del factor. El apoderamiento del Prokurist es mucho más
extenso que el de aquél, pues alcanza no solamente al tráfico concreto de la
empresa encomendada, sino a cualquier otra actividad que el ejercicio de la
profesión mercantil lleve consigo 38. Además, el ámbito de este poder es ilimitado
(salvo por las reservas expresamente previstas en la propia ley) e ilimitable, en el
sentido de que cualquier limitación, incluso si llegase a constar en el Registro (cosa
que en principio no debe ocurrir, pues tales limitaciones no son inscribibles), es
inoponible a los terceros39, ni aunque éstos hayan conocido de hecho la limitación
(mala fe o falta de buena fe subjetiva), porque aun en ese caso tenían todo el
derecho de actuar sobre la base del contenido legal y típico del poder otorgado. La
única forma de impedir ese efecto pasaría por oponer con éxito la acción o la
excepción de dolo, y por lo tanto probar la deslealtad o mala fe objetiva del tercero
contratante en daño del representado (algo muy próximo, si no idéntico, a una
colusión dolosa del tercero con el Prokurist en fraude del principal). Todo ello
potenciado por la eficacia material de la publicidad registral40.
50. La asimilación doctrinal del factor al Prokurist.
No cabe la menor duda acerca de que el régimen del poder originalmente delineado
en el CdC, por su historia legislativa, sus antecedentes, y el propio tenor de las
normas (aunque es cierto que éste no es todo lo claro que sería de desear), se
inserta en la gran tradición del “factor mercantil” de los ordenamientos neolatinos41, y
no en la innovación que supone la Prokura germánica. Ello no obstante, tales
normas han sido interpretadas por GARRIGUES —y más adelante por otros autores
que siguieron su parecer, arrastrados por su prestigio— en un sentido que las
35
Lab. 1.4.32.
36
Lab. 1.4.33.
37
CANARIS, Handelsrecht, cit., pp. 284-297; SCHMIDT, Derecho comercial, cit., pp. 480-502.
38
§ 49 HGB: “(1) Die Prokura ermächtigt zu allen Arten von gerichtlichen und außergerichtlichen
Geschäften und Rechtshandlungen, die der Betrieb eines Handelsgewerbes mit sich bringt” (“La
Prokura confiere poder para todo tipo de negocios y actos jurídicos judiciales y extrajudiciales que
trae consigo la explotación de una empresa comercial”). El párr. 2° de la norma precisa que sólo
comprenderá el poder para la enajenación o el gravamen de predios si así se declara especialmente.
39
Parr. 1° del § 50 HGB.
40
§ 53 HGB. El poder del apoderado general de comercio, en cambio, no puede acceder al Registro.
41
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 285.
98 UNIVERSIDAD DE PIURA
Notas de Derecho Mercantil (Parte General) §50
aproxima muchísimo, si no las identifica, con las que regulan esta segunda y más
novedosa figura42. Concretamente, según dicho autor:
“[L]a ley dota al poder del factor de una extensión fija (contenido típico), de
modo que todo tercero pueda saber, sin necesidad de particular indagación,
en qué medida queda obligado el comerciante por su factor (…). Al tercero
debe bastarle saber por el Registro que la persona con quien contrata, por ser
factor de un comerciante, está dotado de un poder general, para que, sin
temor a reproche de mala fe, pueda confiadamente cerrar con él todos los
contratos propios de la negociación de aquel establecimiento”43.
A la objeción de que el art. 277 CdC (art. 283 CdC es.) admite expresamente la
posibilidad de modular la amplitud del poder, “con más o menos facultades, según
haya tenido por conveniente el propietario”, opone GARRIGUES una peculiar
“interpretación sistemática” del CdC, especialmente de los arts. 280 y 281 CdC (arts.
286 y 287 CdC es.), que lo lleva a concluir que la limitación de las facultades del
factor sólo afecta a las relaciones internas entre el factor y el principal:
“Para las relaciones externas, en cambio, vale también en nuestro Derecho el
dogma de la ilimitabilidad del poder del factor, aunque no se haya formulado
expresamente en el C. de c.”44.
Según esta postura, el empresario puede, desde luego, poner al poder del factor
todas las limitaciones que estime convenientes. Éstas tendrán plena eficacia en la
relación interna, pero si afectan al contenido esencial de la calidad de factor serían
inoponibles a terceros45. Tal poder tendría, pues, un contenido mínimo: la facultad de
realizar todos los actos propios del giro, y los demás necesarios para administrar
adecuadamente la empresa o el establecimiento que se le ha encomendado (art.
280 del Código).
Lo cierto es que el tenor concreto de nuestras normas mercantiles se muestra ajeno
a la concepción delineada, prácticamente calcada de la Prokura alemana. La idea de
contenido mínimo del poder, ilimitable con efecto ante tercero, se construye a partir
del art. 280 CdC, que en realidad está exclusivamente referido al factor notorio. Tal
42
MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., p. 286.
43
GARRIGUES, Tratado…, cit., t. I, vol. 3, p. 1421.
44
Ibid. Lo siguen en esto, por ejemplo, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 209 (texto y
nota n. 6, aparentemente el único manual importante que sigue suscribiendo hasta hoy la posición de
GARRIGUES); VICENT CHULIÁ, Compendio…, cit., t. I, vol. 1, p. 251 (con una fundamentación distinta y
más aceptable, basada en la responsabilidad por la apariencia, según la cual la apariencia concreta
basada en los hechos que acompañaron a la actuación representativa prevalece sobre la del
Registro); y LANGLE, Manual…, cit., t. I, p. 761. La posición de éste último, algo más moderada
(plantea la eficacia incluso contra terceros de las limitaciones inscritas en el Registro Mercantil,
siempre que no desnaturalicen la figura del factor), sirvió quizás de punto de partida al planteamiento
—iniciado por URÍA, Derecho Mercantil, cit., pp. 51-52 (p. 38 y ss. de la 1ª ed. de 1958), y sostenida
con éxito por MENÉNDEZ, “Auxiliares del empresario”, cit., en 1959— de la doctrina que siguen ahora
en España la mayoría de los autores: JIMÉNEZ/ ANGULO, Derecho Mercantil, vol. 2, p. 259; BROSETA/
MARTÍNEZ, Manual…, cit., pp. 113-114; MENÉNDEZ/ ROJO, Lecciones…, cit., pp. 67-69. Resume bien
las distintas tesis y sus adhesiones EIZAGUIRRE, José María DE; Derecho Mercantil, 4ª ed., Thomson –
Civitas, Cizur Menor, 2005, pp. 308-312. En el Perú siguió la tesis de GARRIGUES, aparentemente sin
reparo ni precisión alguna, MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 121 (n. 75).
45
MONTOYA, loc. cit.
FACULTAD DE DERECHO 99
Versión de marzo de 2014
§51 ÁLVARO ZEGARRA MULÁNOVICH
institución es, si se examina con cuidado, una clara y típica manifestación del
principio de protección de la confianza depositada razonablemente en una
apariencia jurídica generada de manera imputable por el responsable (en este caso
el principal)46. Según esto, dicha protección se tiene que detener necesariamente en
el límite de la buena fe (subjetiva) del tercero, es decir, en el efectivo
desconocimiento por éste de las restricciones impuestas al poder por el principal47.
Es más, de acuerdo con sus antecedentes históricos y la declarada intención del
legislador de no apartarse de ellos en lo fundamental48, en el texto original del CdC
se establece un contenido del poder del factor que ciertamente puede calificarse de
“mínimo”, pero sólo con carácter presuntivo: en condiciones normales, debía bastar
al principal probar la realidad de la limitación y su carácter previo a la actuación
representativa para que no se le pudiera imputar lo hecho por el factor. Las
limitaciones probadas al contenido presuntivo mínimo del poder resultaban
inoponibles al tercero (que hubiera actuado de buena fe, es decir, sin conocerlas de
hecho) únicamente para el caso especial del factor notorio.
En ese mismo contexto original, a su vez, el factor notorio se inscribe en los
parámetros tradicionales de nombramiento tácito y apariencia pública. Dichos
parámetros resultaban excluidos casi por definición (entre otros supuestos posibles)
si mediaba publicidad registral del poder y de sus limitaciones, a tenor del art. 29
CdC y demás preceptos que regulan los efectos de la publicidad material positiva49.
Este último rasgo viene a tener en los textos originales pertinentes un carácter
prácticamente absoluto, pues no hace ninguna distinción en cuanto a la aptitud de
los distintos destinatarios de la norma para tener efectivo conocimiento del contenido
de las inscripciones en el RM. Por eso mismo, pueden darse situaciones en las que,
desde el punto de vista del Derecho Mercantil más moderno, resulte dudosamente
razonable la presunción iuris et de iure de conocimiento de esas inscripciones, como
cuando el factor celebra con consumidores contratos ordinariamente comprendidos
en su factoría, pero para los cuales tiene restricciones explícitas en sus poderes
inscritos.
51. La “evolución implícita” del régimen legal del factor.
Ahora bien, no deja de ser cierto que la evolución legislativa posterior, influida en no
desdeñable medida precisamente por la doctrina de GARRIGUES, a la que me acabo
de referir, ha modificado de manera importante los parámetros iniciales dentro de los
cuales la ley mercantil delineaba el contenido del poder del factor.
46
EIZAGUIRRE, Derecho Mercantil, cit., p. 311.
47
Ibid.
48
EM, n. 19, ad loc.: “Al tratar de los derechos y obligaciones que nacen de los contratos, el nuevo
Código reproduce, en general, la doctrina anterior con algunas alteraciones; encaminadas a
simplificar las formalidades o requisitos necesarios para acreditar la existencia de estos contratos,
respecto de tercero, y a fijar la doctrina legal que ha de aplicarse en ciertos casos no previstos en el
Código derogado”. Aunque el tenor de este pasaje parece referirse a los contratos en general, se
trata del inicio del epígrafe de la EM sobre “Otras formas de mandato mercantil. – Factores,
dependientes y mancebos”.
49
EIZAGUIRRE, Derecho Mercantil, cit., pp. 311-312.
50
Los énfasis son añadidos. Esta norma fue refundida en la LGS ant. de 1985, que la reprodujo en el
art. 344 LGS ant. De modo paralelo, el art. 298 LSM (reproducido en el art. 345 LGS ant.) exigía una
representación equivalente para la inscripción de una sucursal en el Perú de cualquier sociedad
constituida en el extranjero, aunque en ese caso la sanción a la existencia de limitaciones consistía
en la exclusión del Registro, no en la directa inoponibilidad de las mismas.
51
Cfr. nota n. 21, en p. 93, supra, y texto al que se refiere.
52
Art. 16 RRM, por remisión al art. 145 del Reglamento de las Inscripciones de 1936: “En el asiento
de inscripción de los mandatos se expresará: (…) las facultades que por el poder se conceden; (…) el
término de su duración y todos los datos para el conocimiento pleno de la extensión del poder”.
53
Inc. f del art. 25 RRM: “En la hoja correspondiente a cada sociedad se inscribirán: (…) [l]as
limitaciones a las facultades de los representantes de la sociedad”. Art. 75 RRM: “En el asiento en
que inscriba el mandato mercantil se dejará constancia de las facultades otorgadas, salvo que éstas,
consten del contrato, del estatuto o del Reglamento del Directorio que se hubiera inscrito; si son
varios los apoderados, debe indicarse si están facultados para actuar independientemente o en forma
conjunta o solidaria”. Vid. también el art. 74 RRM, para la inscripción de los poderes de los
encargados de cada sucursal.
54
Los únicos casos en el que claramente se usa para referirse a los administradores de sociedades
de otro tipo son: el inc. 4 del art. 299 LGS (Sociedades Civiles), 354 LGS (al administrador de
cualquier sociedad en trance de fusión) y 379 LGS (lo mismo para la escisión). Cuando la
designación de “gerente” aparece en otras normas aplicables en general a todos los tipos societarios,
integra expresiones como “el gerente o los administradores” (arts. 14 y 410 LGS), “cualquier socio,
director, o gerente” (art. 409 LGS) o “los directores, administradores, gerentes y representantes en
general” (art. 413 LGS).
55
Cfr. párr. 2° del art. 185 LGS. Vid. también los arts. 121, 129, 136 a 138, 158, 167, 188, 237, 245 y
247 LGS.
56
En todo caso, si la remisión fuera más bien al régimen del “gerente general” de, específicamente, la
sociedad anónima, lo que digo en el texto a continuación no perdería nada de su validez, porque
también al gerente de, específicamente, una sociedad anónima le son aplicables las normas, más
generales, a las que me refiero en el texto.
57
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 208.
58
Ibíd. Cfr. el texto del art. 423 LGS, primer párrafo, sobre las sociedades irregulares.
59
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 208.
60
Con lo cual no se aplica al factor la excepción de la última parte del art. 948 CC, sobre la
adquisición de bienes muebles a non domino, pues resulta ser un “depositario infiel”: el tercero que de
buena fe recibe el bien de parte del factor adquiere la propiedad.
61
En XIX Revista del Foro (1932), pp. 312 a 313. La sentencia recae sobre el juicio entre el Concejo
Municipal de Ancón y el Sr. Lizandro Proaño sobre la aprobación de las cuentas de la gestión
encargada por el primero al segundo para el cobro de la merced conductiva de los predios
arrendados a diversas personas. La controversia versaba sobre la inclusión o no, entre los adeudos
de Proaño, de una serie de sumas efectivamente cobradas por un empleado suyo habitualmente
encargado de eso, que, habiendo sido despedido por su patrón, aprovechó para embolsarse lo que
por cuenta de él había percibido de los inquilinos. La Corte, de acuerdo con el Dictamen Fiscal, aplicó
a este supuesto, que no es propiamente un factor, lo dispuesto por el art. 280 CdC.
62
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 210. También MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t.
I, p. 121 (n. 75). Este autor añade que, tratándose de una representación íntimamente vinculada al
establecimiento o a la empresa, más que a la persona del representado, tampoco se extingue por la
cesión del negocio (es decir, que en un caso tal el adquirente se sustituye en la posición del anterior
titular; vid. lo que se dice en el § 164, en p. 323, infra, sobre la transferencia del negocio y de sus
elementos, concretamente sobre la transferencia de los contratos de trabajo).
63
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 210-211.
64
Cfr. nota n. 11, en p. 91, supra, y texto al que se refiere.
65
La jurisprudencia española ha declarado que “los principios de seguridad jurídica y protección de
terceros de buena fe imponen que no se haya de perjudicar por limitaciones del poder de
representación que no hayan podido conocer, ni racionalmente prever”; STS del 22 de noviembre de
1989, [1989] RJ 4776, citada por SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, p. 211 (en nota n. 9).
Véase también la ES del 5 de agosto de 1932, citada supra en nota n. 61.
66
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 212-213.
67
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones…, cit., vol. 1, pp. 204-205.
68
Derecho Comercial, cit., t. I, p. 108 (n. 64), actitud similar a la que seguía SÁNCHEZ CALERO en
anteriores ediciones de su obra (en la última, ya no desarrolla el estatuto de ningún colaborador
independiente en esta sede, sino exclusivamente a propósito de los contratos de colaboración).
69
Por ejemplo, al abordar el Derecho bursátil se tratará del estatuto de las Bolsas de Valores y de
Productos y de las Sociedades Agentes de Bolsa; o si se trata del Derecho bancario, de las Cámaras
de Compensación.
70
SAMANAMÚ (Manual…, cit., pp. 110-113), Andrés LEÓN MONTALBÁN (Derecho Comercial Peruano, 2ª
ed., EJ, Lima, 1964, pp. 140-142), y MONTOYA MANFREDI (Derecho Comercial, cit., n. 73 de las
ediciones anteriores) comentaban las derogadas disposiciones del CdC y del Reglamento de 1914.
71
En la última ed. que he manejado de la obra de MONTOYA, sus hijos han intentado actualizar el
apartado según las nuevas normas (t. I, pp. 117-119), con resultados no del todo satisfactorios. Para
los remates judiciales en el Distrito Judicial de Lima rige también el Manual de Procedimiento de
Remates de Bienes Muebles e Inmuebles, aprobado por Res. Administrativa de la Corte Superior de
Justicia de Lima 167-2005-CED-CSJLI-PJ, del 24 de agosto (publicada el 27).
72
Cfr. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 117 (n. 73).
73
Cfr. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 117 (n. 73). La evaluación de los Martilleros Públicos
se rige por el Reglamento aprobado por Resolución Jefatural 1364-2006-SUNARP-Z.R.Nº IX-JEF, del
29 de diciembre (publicada el 7 de enero de 2007).
74
El Reglamento del Procedimiento Sancionador aplicable a Martilleros Públicos fue aprobado por
Res. 218-2007-SUNARP-SN, del 6 de agosto (publicada el 7 del mismo mes).
75
Vid. § 95, en pp. 183 y ss., infra.
76
MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, p. 118 (n. 73).
77
El inc. 2 del art. 6 LMP dice erróneamente “gozar plenamente de los derechos civiles” que, como es
algo que corresponde a toda persona por el mero hecho de serlo (art. 3 CC), no puede servir para
distinguir entre quienes pueden ejercer una actividad y quienes no. Es obvio que el legislador quiso
referirse a la “capacidad de ejercicio” (arts. 42 y ss. CC), y no a la de goce, como aclara el inc. 1 del
art. 10 LMP (“los que no pueden ejercer el comercio o disponer de sus bienes”).
78
La norma dice “domicilio real en el departamento o en uno de los departamentos de su
competencia”, pero desde que la L. 28371 alteró la redacción del art. 5 LMP a fin de que todo
martillero público tenga competencia nacional, el requisito se entiende como lo expreso en el texto.
12) que haya depositado un monto igual a 1.5 UIT a favor del Estado, en garantía de
que responderá de los daños y perjuicios que ocasione en ejercicio de sus
funciones (inc. 11 del art. 6 LMP).
58. Crítica constitucional del estatuto profesional del martillero público.
Los requisitos recogidos en los nn. 1) a 3), 5), 6), 9) y 10) de la enumeración
precedente, y especialmente los de los nn. 1), 2), 3) y 9), son en mi opinión
sumamente criticables desde una perspectiva constitucional. Ciertamente, antes de
exponer los términos de dicha crítica, conviene advertir la importancia que la propia
ley confiere a la participación de los martilleros en las subastas públicas. Para esto,
a su vez, y necesariamente, hay que distinguir con claridad los dos tipos de eventos
de cuya conducción se encarga el martillero:
i. los que se producen a instancias de una autoridad pública (judicial o
administrativa) y en un contexto asimismo jurídico-público, por un lado; y
ii. los que consisten en la ejecución de un encargo enteramente privado, por otro.
La primera de estas funciones, si no directamente de carácter público, es evidente
que está vinculada con las funciones propiamente públicas, con carácter auxiliar. En
esa medida, y para esos efectos, pueden resultar justificadas algunos de los
requisitos que exige la LMP para ejercer como martillero público; en concreto:
a) la nacionalidad peruana,
b) no hallarse en estado de quiebra dolosa o fraudulenta,
c) no haber sido condenado por delito doloso en los últimos 10 años, y
d) la exigencia de título profesional universitario.
Pero no ocurre lo mismo con todas ellas y, concretamente, con los extremos que no
acabo de mencionar de los nn. 1), 2), 9) y 3) de la enumeración precedente. Todas
ellas, en mi opinión, incluso desde el punto vista la regulación de una función
pública, son absolutamente irracionales y atentan directamente contra diversas
disposiciones constitucionales, en especial contra el derecho-principio de igualdad
(in. 2 del art. 2 Const.):
1) ¿A santo de qué hay que ser peruano de nacimiento para ser Martillero Público?
¿Es que acaso hay peruanos de segunda categoría, aunque sean sólo
naturalizados?
2) Y si uno adquiere la plenitud de derechos civiles a los 18 años (arts. 30 Const. y
42 CC), ¿quién es la LMP para impedir a los ciudadanos que todavía no han
cumplido 25 años el ejercicio del cargo de martillero o subastador?
3) La prohibición de ejercer tales funciones a los eclesiásticos es todavía más
problemática, y desde luego se puede considerar no sólo una discriminación
inconstitucional, sino una interferencia completamente inaceptable del Estado en
la organización interna de las confesiones religiosas. Además, ¿quién define lo
que es un “eclesiástico”? Aun en la Iglesia Católica, que tiene un ordenamiento
jurídico propio bastante completo y desarrollado, y un marco claro de
cooperación y coordinación con el Estado (Acuerdo celebrado entre la Santa
Sede y la República del Perú, ratificado por D.L. 23211), cabría dudar si entran
en la categoría, por ejemplo, los sacristanes, o los seminaristas. ¿Qué no ocurrirá
79
Así, CARPIO SARDÓN, Luis Andrés; La libertad religiosa en el Perú. Derecho eclesiástico del Estado,
Universidad de Piura, Piura, 1999, pp. 260-264, analiza el rechazo del Constituyente a una propuesta
dirigida a limitar la elegibilidad como Congresistas (actual art. 91 Const.) de “los miembros del clero y
de cargos jerárquicos de las confesiones religiosas”, por resultar incompatible con los derechos
fundamentales de igualdad y de libertad religiosa. Si esto fue determinante para no limitar a nivel
constitucional los derechos políticos de una persona en virtud de los cargos que ocupe en su
confesión religiosa, mucho menos puede aceptarse una limitación legal de derechos por esa misma
razón. El aspecto institucional que implica la libertad religiosa viene mencionado por el autor en las
pp. 194-195, “Este «ejercicio público de todas las confesiones» es concebido en la Constitución como
una realidad de carácter institucional, es decir, como «religión», «credo», «iglesia» o «confesión
religiosa»”. Apuntan en la misma línea las conclusiones que saca de la interrelación de los arts. 2
(incs. 2 y 3) y 50 Const. MOSQUERA MONELOS, Susana; La libertad de conciencia y religión en el
ordenamiento jurídico peruano, Palestra, Lima, 2005, p. 210: “[L]a colaboración, o apoyo, que el
Estado ofrece a lo religioso, no ha de (…) [sustituir] al propio aparato eclesiástico en la toma de
decisiones relevantes para el orden interno de la Iglesia católica, sino que ese enfoque
cooperacionista ha de garantizar una esfera de independencia y autonomía para ambas instituciones,
la esfera religiosa y la esfera pública o estatal han de colaborar sin interferirse mutuamente”. Y en la
p. 287 completa: “De la autonomía reconocida a las entidades religiosas se deriva un triple haz de
facultades, se trata de una capacidad genérica de organización interna de la entidad que implica a su
vez una facultad auto normativa, puesto que la persona jurídica creará sus propios estatutos y
regulación interna; una facultad de autogobierno, consecuencia de la anterior que implica una libertad
plena en la designación de los órganos de dirección de la entidad; y una facultad de autogestión y
administración”.
80
Cfr. la STC del 13 de julio de 2007, recaída en el caso Jorge Santistevan de Noriega y otros c.
Congreso de la República (art. 24 L. 28278, de Radio y Televisión), (2007) PI 13, donde se declaró
inconstitucional la limitación a un máximo del 40% de la participación de los extranjeros en el capital
social de las empresas de radio y televisión.
81
La LMP prefiere una terminología “procedimental” al regular la misma materia en su art. 24, único
contenido en el Capítulo I (“Procedimiento de Remate o Subasta Pública”) del Título IV
(“Procedimiento de Remate”). Cfr. MONTOYA, Derecho Comercial, cit., t. I, pp. 118-119 (n. 73).
82
LBS designa la Ley 26702, General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica
de la Superintendencia de Banca y Seguros, del 6 de diciembre de 1996. Aunque mucho más
fragmentarias e incompletas que las que vienen a sustituir, las normas que menciono en el texto son
las que rigen la materia tras la derogación por la LTV, con efecto desde el 17 de octubre de 2000, de
85
Cfr. las menciones que hacía el RAGD ant. a la coordinación del Ministerio de Hacienda (hoy
Ministerio de Economía y Finanzas) con las Superintendencias de Aduana y de Banca y Seguros.
Actualmente la supervisión de los almacenes generales de depósito está en la órbita de la SBS, en
calidad de “empresas de servicios complementarios y conexos” (art. 17 LBS). El art. 242.2 LTV aclara
el papel que compete a Aduanas respecto de los depósitos aduaneros autorizados.
86
Cfr. arts. 20 y 21 RAGD, en varios incisos de cada uno, así como en los Anexos 1 y 3; en su
versión original, la expresión aparecía también en el epígrafe del art. 10 RAGD.