Descubra El Plan de Dios para Su Vida - J Oswald Sanders

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J.

OSWALD SANDERS
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Cada vida es un plan de Dios. El elemento de misterio. Se necesita una


guía. ¿Dios realmente guía? Mitos acerca de Dios y la dirección. La
voluntad de Dios. ¿Dios tiene una voluntad individual?

2. La naturaleza de la dirección de Dios / / 39

Principios de dirección. La columna de nube. Poniendo un vellón. Luz


negativa sobre la dirección. El reclamo del deber. Las condiciones de la
dirección.

3. Elementos que contribuyen a la dirección, 1 / / 61

La roca impregnable de las Escrituras. Interpretar las Escrituras en su


contexto. El ministerio del Consejero. El lugar de la oración. La
participación del intelecto. La función de la conciencia. Una conciencia
condenatoria.

4. Elementos que contribuyen a la dirección, II / 81 /

El valor del consejo. ¿Qué papel juegan las circunstancias? ¿Dónde


encajan nuestros deseos? Evaluación de dones y capacidades. La
influencia del temperamento.

S. Sueños, visiones e impresiones / / 93

Guía sobrenatural y espectacular. Impresiones e intuición.

6. La dirección en la misión / / 103

La visión misionera de Pablo. El llamado misionero. ¿En casa o en el


extranjero? ¿Es necesario un llamado especial? ¿Qué es un llamado?
Ningún llamado especial. Procedimiento sugerido para los candidatos a
misioneros.

7. La horade la decisión / / 123

El momento crítico de la decisión. Cómo discernir la voluntad de Dios.


Cuando esté en duda, espere. La paz, guardiana del corazón.

8. Andar en sabiduría / / 141

Advertencias sobre la dirección.

Epílogo / 145 /

Notas / / 147
ensé que había escrito mi último libro! Pero me instaron desde varios
sitios para que escribiera sobre el tema de la dirección, en la que hay tanto
interés y aún una considerable confusión. Así que he tomado de nuevo mi
pluma.

Hace ochenta años ya que recibí a Cristo como mi Salvador. Es su gracia y


paciencia que me han permitido seguir. Los años subsiguientes de trabajo
cristiano alrededor del mundo me dieron una abundante oportunidad de poner
en práctica los principios que he incorporado en este breve libro y de
demostrar su validez.

El tema es complejo y en algunos puntos uno solo puede ser tentativo.


Como predicador y misionero, naturalmente me incliné a tratar el tema en esa
dirección, pero los principios son igualmente aplicables a aquellos cuya
esfera de acción son los negocios, la educación, la granja o el hogar.

Confío en que el Espíritu Santo pueda arrojar algunos rayos de luz sobre el
sendero de los que lean esta multitud de palabras.
Temas clave:

• Cada vida es un plan de Dios.

• El elemento de misterio

• Se necesita una guía

• ¿Dios realmente guía?

• Mitos acerca de Dios y la dirección

• La voluntad de Dios

• ¿Dios tiene una voluntad individual?

Vaya a Dios mismo, y pida el llamado de Dios; puesto que ti por cierto
tiene un plan o un llamado para usted. Él de alguna manera lo guiará
hacia él... Por su unión oculta con Dios o por la relación con Él
obtenemos una sabiduría o un discernimiento más profundos que lo que
nos conocemos a nosotros mismos; una compasión, una unidad con la
voluntad y amor divinos. Entramos en el propio plan de Dios para
nosotros y somos conducidos por Él, consintiendo, cooperando,
respondiendo a Él, y trabajando con la exactitud más bella a ese buen fin
por el cual su consejo invisible nos rodeó y nos envió al mundo. De esta
manera nunca podemos estar perdidos para encontrar nuestro camino
hacia el consejo y el plan de Dios.

Cada vida es un plan de Dios

Una de las selecciones del libro The World's Greatest Sermons [Los
mejores sermones del mundo] fue disertada por primera vez por el
sobresaliente predicador estadounidense Horacio Bushnell. Lleva el título:
"Cada vida es un plan de Dios". El concepto bíblico ha encontrado gran
aceptación entre los cristianos evangélicos de todo el mundo. Sin embargo,
en los años recientes, ha enfrentado un reto, probablemente debido a la forma
infeliz en que a veces se ha presentado el tema. ¿Dios tiene una voluntad y un
plan ideales y detallados para cada vida? ¿Es este un concepto válido o solo
es una opinión que se ha leído equivocadamente en las Escrituras? Si hay tal
plan, es sumamente importante que lleguemos a conocerlo. Si es solo un
mito, cuanto antes se lo ponga a descansar, mejor.

Por todos lados de este bello mundo en el que vivimos, hay evidencia de
un Dios que está obrando de acuerdo con un plan, mucho más allá de la
comprensión humana. Por esto cuando jesús instruía a sus discípulos expresó
esta asombrosa declaración: "¿No se venden dos pajarillos por un cuarto?
Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre... Así que, no temáis;
más valéis vosotros que muchos pajarillos" (Mt. 10:29-31, cursivas
añadidas).

En otra ocasión Él advirtió el valor de una única alma humana en estos


términos: "Porque ¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma?" (Mr. 8:36, cursivas añadidas).

Si nuestro majestuoso Dios incluye hasta el pajarillo insignificante en su


abarcador plan y benéfica voluntad, y si el alma del hombre supera en valor
todo lo que este mundo puede ofrecer, ¿es irracional llegar a la conclusión de
que Él tiene un plan individual y un propósito para cada vida humana? Cada
uno de nosotros somos la expresión de una idea divina única, y nuestro
propósito en la vida debe ser cooperar con nuestro Padre en que se lleve a
cabo esa idea. Cada uno de nosotros es único porque fuimos hechos a la
imagen de Dios. "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó" (Gn. 1:27).

Si hay un plan divino para nuestra vida, y yo creo que lo hay, no


deberíamos esperar que fuera como un plano de un arquitecto. O como el
itinerario de un agente de viajes, todo completo con fechas, lugares y horas.
¡No somos autómatas controlados por una computadora celestial! La
dirección divina concierne a personas que han sido dotadas con el increíble
poder del libre albedrío. Cada día debemos tomar decisiones y elegir cosas,
algunas de las cuales afectarán todo nuestro futuro. El hecho de que hemos
sido creados según la imagen divina agrega una dimensión eterna a estas
decisiones.

Las circunstancias que rodean nuestra vida no son accidentales, sino que
han sido ideadas por un Padre que es todo sabiduría y amor, quien sabe cómo
podemos glorificarlo mejor y al mismo tiempo lograr lo mejor para nosotros.
Cuando esto se convierte en una convicción, se cree y se lo acepta, entonces
cada parte de la vida se convierte en importante, y la vida misma se torna un
viaje de descubrimiento de Dios y de nuestro verdadero yo.

La dirección divina no es mecánica ni automática, ya que Dios no nos trata


como robots sino como seres inteligentes. Cuando Él guía, lo hace de manera
tal de conducirnos a una madurez completa y a una creciente semejanza a
Cristo. Todo el proceso de dirección se encuentra ideado para que se
incremente nuestro conocimiento de Dios mismo, no solo de su voluntad:
"Pero si se os deja sin disciplina... nos disciplinaban... pero éste para lo que
nos es provechoso, para que participemos de su santidad" (He. 12:8, 10,
cursivas añadidas).

Esto es lo que el Señor emprende:

Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová


Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el
camino que debes seguir.

Nuestro Guía celestial no trata con nosotros de manera masiva, sino de


manera personal e individual. Ya que cada uno de nosotros es único, Él usa
distintos métodos como existen con los suyos. Para describir la manera
peculiar en que el Padre tiene cuidado de sus hijos, jesús empleó una
llamativa figura del lenguaje: "Pues aun vuestros cabellos están todos
contados" (Mt. 10:30). Esto nos asegura que no hay detalle heredado, no hay
peculiaridad del temperamento, ni incapacidad que nos rodee que se escape
de la mirada compasiva de Dios. Con infinita sabiduría y compasiva
comprensión, Él hace planes a nuestro favor en amor.

Porque así dijo Jehová:... Porque yo sé los pensamientos [los planes]


que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos [planes] de
paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.

Dios no desea fotocopias

Muchos nuevos creyentes -y algunos con años como cristianosson


proclives a distraerse en vanos lamentos que ellos no son como alguien cuyos
dones y personalidad desean tener. Una cosa es admirar e imitar las mejores
cualidades de otra persona y otra muy distinta tratar de ser como esa persona,
casi negando que hay un plan de Dios para su propia vida. El propósito de
Dios no es que seamos fotocopias unos de otros, sino que desarrollemos y
maduremos como personalidades únicas que somos cada uno de sus hijos. Él
quiera que usted sea usted mismo, aunque claro, mucho mejor.
Mientras buscamos el plan de Dios para nuestras vidas, de ningún modo es
poco común encontrar muchos obstáculos en nuestro camino. Pero debemos
recordar que Dios nos está adiestrando para la eternidad. Estas obstrucciones
no son necesariamente un indicio de que estamos fuera de su voluntad, sino
que están en ese lugar para desarrollar nuestra fe y fortalecer nuestro carácter.
Así pasó con Arthur Davidson, un alumno de la Universidad Bíblica de
Nueva Zelanda durante mi época allí como director.

El plan desconocido

"¿Crees que podría ser el plan de Dios para ti que estudiaras en la


Universidad le preguntó un amigo. Arthur todavía no había considerado esta
posibilidad antes, así que obtuvo la información de la universidad.

"Enfrenté un serio problema al considerar el folleto", escribió. "El plan de


estudios estaba principalmente diseñado para aquellos llamados al servicio
misionero. En ese momento no tenía ni el llamado ni la condición física
necesarios para un servicio misionero en el extranjero. Además, dicho curso
de capacitación significaría que daría un paso hacia lo desconocido, porque
completarlo no garantizaba una esfera de servicio luego de la graduación. Tal
perspectiva me asustó, luego de la seguridad de varios años de empleo.

"Esa noche, al estudiar algunos de los materiales en mi escritorio, me topé


con un poema titulado `El plan desconocido'. Estaba basado en el llamado de
Abraham a una tierra desconocida, sin saber a dónde se dirigía. Al leerlo, las
palabras me impresionaron de tal forma que sabía que era la dirección de
Dios para mí tomar el sendero desconocido y presentar una solicitud a la
Universidad Bíblica.

"A la mañana siguiente, mientras estaba llenando el formulario de


inscripción, sonó el timbre de la puerta y me saludó un vendedor a quien
había conocido antes. Cuando le conté sobre mis planes, respondió:
"Hermano, cometerás un gran error si tomas el plan de estudios de la
Universidad Bíblica. Muchos ministros consideran que la capacitación es
muy inadecuada. Yo te recomendaría con firmeza que te inscribieras en otro
plan de capacitación.

"Fue una experiencia muy desconcertante. ¿Había entendido mal el


mensaje de la noche anterior?

"Al cabo de unos minutos de la partida del vendedor, mi amigo Jack, quien
me había sugerido que tomara el curso, vino a visitarme.

"Le conté sobre mi experiencia con el vendedor y rápidamente dijo: `¡No


te preocupes! Ese señor fue echado de la universidad por conducta impropia
cuando era estudiante. El diablo ha intentado usarlo para que te alejes del
plan del Señor'. Fueron palabras oportunas y aseguradoras para mí, y terminé
de preparar el formulario.

"Más tarde ese día recibí otro golpe. El médico local a quién visité para
realizar el examen médico requerido, luego de examinarme, me asombró al
decir: `Lo lamento, pero no puedo aprobarte para ese curso. Estás en mal
estado físico. Mi consejo es que vuelvas a pensar en tus planes'. Sus
comentarios abruptos me hicieron tambalear.

'Finalmente decidí enviar los papeles de inscripción con una nota breve
adjunta acerca de mi agotamiento, y indicando que tomaría el examen médico
de nuevo luego de unas vacaciones que pensaba tomar. Más adelante, cuando
tomé el examen, me dijeron que gozaba de muy buena salud".'

Arthur sirvió con distinción durante muchos años como director


australiano de una gran misión. Esto debería servir de aliento a otras personas
que encuentran leones en su camino mientras avanzan en la dirección que
consideran la voluntad de Dios para sus vidas.

El elemento de misterio

Cuando Moisés estaba dando su mensaje de despedida a la nación de


Israel, dijo lo siguiente:

Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las


revelaciones son para nosotros y para nuestros hijos para siempre,
para que cumplamos todas las palabras de esta ley.

Este versículo contiene tanto aliento como advertencia. Aliento, porque


nos asegura que nuestro Dios ha revelado en las Escrituras todo lo necesario
para permitirnos llevar vidas bondadosas y gozosas. Advertencias, para que
no nos volvamos presuntuosos e invadamos con arrogancia en áreas que son
privadas de Dios y que Él no le ha placido revelar.

Somos criaturas finitas y como tales, no debemos esperar comprender


todas las facetas de la sabiduría del infinito Dios creador quien nos instruyó:

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros


caminos mis caminos... Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.

Ya que esto es así, ¿deberíamos sorprendernos cuando a veces nos


encontramos desconcertados y confundidos por los tratamientos de Dios con
nosotros y el mundo? Hay "cosas secretas" que pertenecen solamente a Dios,
y tendremos que esperar hasta la eternidad para su explicación.
Cuando Jesús estaba preparando a sus discípulos para su inmediata partida,
les advirtió que serían confundidos y hasta tambalearían debido a algunas de
las experiencias que estaban por venir. Pero 11 prometió que en el momento
adecuado -su momento-, ellos podrían comprender el significado de esas
experiencias. Estas son sus palabras: "Lo que yo hago, tú no lo comprendes
ahora; mas lo entenderás después" (Jn. 13:7, cursivas añadidas). Dios no
siempre se explica a sí mismo. Desea que confíen en Él.

En una ocasión en la que enfrentaba una decisión importante, me topé con


este párrafo acertado de la pluma de Samuel Chadwick, el gran predicador
metodista. Tuvo un mensaje especial para mí.

Así que podemos esperar que a veces tengamos que contentarnos con
esperar la explicación futura del misterio de los asuntos de Dios.

Cuando Dios llamó a Abraham a los setenta y cinco años de edad para
dejar su cómodo hogar en Ur de los caldeos y embarcarse en una vida
nómada, él "obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y
salió sin saber a dónde iba" (He. 11:8). Esto es característico de la fe que está
dispuesta a moverse bajo órdenes secretas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el viaje por mar era un tema
precario debido a la cantidad de submarinos y minas, nuestro barco
zigzagueaba en su rumbo. Le pregunté al capitán el motivo. Me dijo que por
motivos de seguridad viajaba bajo órdenes secretas. Simplemente estaba
siguiendo el curso planeado por sus superiores en cuya sabiduría y
experiencia él tenía plena confianza. A veces nuestro Guía nos pide que
viajemos bajo órdenes secretas, solo confiando en su amor y sabiduría.
El incendio de Carey

William Carey y sus colegas en Serampore, India, enfrentaron un misterio


tan devastador como nadie podría imaginar. Un fuego azotó los edificios que
albergaban sus prensas de impresión, destruyendo diez años de trabajos de
traducción de las Escrituras. Se incendiaron diccionarios, libros de gramática
y manuscritos en varios idiomas, que ningún dinero podía comprar,
recopilados laboriosamente y con un gran costo. ¿Cómo podía el Señor
soberano permitir que sucediera tal cosa? ¡De hecho es un misterio!

¿Cuáles fueron las reacciones de los afectados por la tragedia?


Experimentaron la bendición de la que habló jesús a los discípulos de Juan el
Bautista cuando dijo: "y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí"
(Mt. 11:6).

El primer sermón de Carey luego del incendio tenía como texto: "Estad
quietos, y conoced que yo soy Dios" (Sal. 46:10). Tenía dos puntos:

1. Es el derecho de Dios disponer de nosotros como Él decida.

2. Es el deber del hombre conformarse con la voluntad de Dios.

Marshman, su colega, se refirió a la calamidad como "otra hoja de las


maneras de la Providencia, llamando al ejercicio de la fe en Él cuya palabra,
firme como las columnas del cielo, han decretado que `todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados' (Ro.
8:28). Por ende, fortalézcanse en el Señor".

La tragedia se volvió un triunfo. Fuller, quien era el amigo y representante


en Gran Bretaña de Carey, le escribió:

El incendio le ha dado a tu emprendimiento una celebridad que nada más,


parecería, podría, una celebridad que me hace temblar... La rapidez con la
que has podido reparar la pérdida y renovar tu impresión de las Escrituras es
extraordinaria como si hubiéramos reparado tu pérdida pecuniaria en una
semana.2
Se necesita una guía

Es una ilusión común que el hombre es competente para dirigir su propia


vida, para dominar su propio destino. Cada día las maravillas de la ciencia y
del ingenio humano nos dejan sin aliento, pero lamentablemente los avances
de la ciencia no han coincidido con los progresos de la moralidad. Los
horrores de la Guerra del Golfo que está librándose mientras escribo no son
una prueba convincente de la capacidad del hombre para controlar su destino
ya sea en forma individual o colectiva. Innumerables vidas arruinadas dan un
testimonio mudo, pero elocuente, de la incapacidad del hombre sin ayuda
para dar forma a su propio destino.

Escribiendo por inspiración, el profeta jeremías presentó la estimación


divina de la competencia del hombre: "Conozco, oh Jehová, que el hombre
no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos...
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?" (Jer. 10:23; 17:9, cursivas añadidas).

El hombre sabio agrega su exhortación: "Fíate de Jehová de todo tu


corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia" (Pr. 3:5, cursivas añadidas).

"Los cálculos mejor pensados y el discernimiento más agudo nunca pueden


ser adecuados para nuestra necesidad suprema, ni ser un sustituto del
conocimiento de la mente divina". Para el cristiano, la dirección diaria es una
necesidad indispensable. Pero la experiencia enseña que nadie que profese
buscar el plan de Dios para su vida está sinceramente comprometido con
hacer la voluntad de Dios si esta es revelada.

Un arquitecto una vez se quejaba de que muchos de sus clientes que le


pedían que le diseñara una casa luego revelaban que la habían diseñado por sí
mismos. Lo que realmente querían de él era su sanción del hogar que ellos
habían planificado y el agregado de los necesarios toques arquitectónicos
profesionales.

De alguna manera similar, muchos cristianos acuden al gran arquitecto de


vidas, no tanto para descubrir y aceptar su plan sino para buscar su
aprobación del propio. Están en realidad buscando consentimiento, no guía y
dirección.

Se requiere más que la sabiduría humana si es que vamos a lograr


decisiones correctas en las situaciones y relaciones complejas del mundo
actual. Nuestra propia sabiduría es demasiado limitada, y nuestra visión a
largo plazo, demasiado defectuosa.

Hay otro factor limitante. La disposición de los hechos no está en nuestras


manos, sino en las de Dios. Con frecuencia nos hallamos en circunstancias
sobre las que no tenemos control. No podemos pronosticar las acciones de los
demás ni regularlas. En una hora puede cambiar toda la semblanza de la vida:
Duelo, mala salud, despidos, caída del mercado bursátil, pueden cambiar todo
el panorama. En estos días de recesión económica mundial, muchos que
ahora gozan de un estilo de vida rico pueden repentinamente ser reducidos a
la pobreza. Las únicas certezas y realidades son las espirituales y las divinas,
así que regresamos a Dios.

En un lenguaje realista y contemporáneo, el apóstol Santiago vio una


situación tal como la que muchos enfrentan hoy día. "¡Vamos ahora! Los que
decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y
traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana" (Stg. 4:13-
14).

No somos inmunes a "las hondas y las flechas de la mala fortuna"


simplemente porque somos cristianos. La misma lluvia cae sobre el justo y el
injusto. El hecho de que Dios elogió a Job como un hombre "sin culpa y
recto", no lo salvó del trauma de ver derrumbarse todo su mundo ante sus
ojos. Pero debido a su confianza en la fidelidad y el amor de Dios nunca
vaciló durante todo el drama, surgió de la tragedia enriquecido y no
empobrecido.

Además, nos enfrentamos con un surgimiento masivo de fuerzas


demoníacas, respecto a las cuales demasiados cristianos son miserablemente
analfabetos. Cuando nos vamos acercando al final de la era, podemos esperar
ver el cumplimiento de Apocalipsis 12:12: "Por lo cual alegras, cielos, y los
que moráis en ellos... porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira,
sabiendo que tiene poco tiempo". No necesitamos mirar muy lejos para ver
ese cumplimiento.

Un reciente artículo periodístico contenía este párrafo:

Una ola de fascinación por lo oculto se advierte en todo el país.


Primero apareció hace años en el auge de la astrología. Pero hoy día
se extiende desde satanismo y brujería hasta la ciencia... Los grandes
casa editoriales han publicado decenas de libros sobre lo oculto y el
campo relacionado de la parapsicología durante el último año... Una
cantidad creciente de universidades en todo Estados Unidos están
ofreciendo cursos sobre aspectos de lo oculto.

Necesitamos una sabiduría y un poder infinitamente más grande que el que


tenemos para andar con seguridad a través de los campos minados que
nuestro adversario ladino ha plantado alrededor de nosotros. Pero gracias a
Dios, tenemos un Guía que ya las ha atravesado todas con seguridad, y nos ha
prometido conducirnos a través de ellas también.
¿Dios realmente guía?

Una de las señales seguras de la madurez espiritual en progreso es un


creciente deseo de conocer a Dios y después de esto, de llegar a conocer su
voluntad para nuestra vida. Esto resultó evidente en la experiencia del apóstol
Pablo. Una vez que conoció al Señor resucitado en el camino de Damasco y
se convenció de que Jesús era de hecho el Hijo de Dios y el Señor de todo, su
reacción inmediata fue preguntar: "¿Qué haré, Señor?" (Hch. 22:10),
sabiendo muy bien que la respuesta cambiaría por completo su vida. Fue su
pasión y deleite ser el esclavo voluntario de Cristo. Esperaba recibir dirección
y no quedó desilusionado.

Cuando al doctor E. Stanley Jones, eminente misionero de la India, le


preguntaron: "¿Dios realmente guía?", él respondió: "¡Sería extraño que no lo
hiciera! Él, que creó la lengua y nos dio el poder de comunicarnos entre
nosotros, ¿no hablará y se comunicará con nosotros?`

¿No sería raro que el que Jesús nos enseñó a llamar "Padre" no diera una
dirección detallada a sus hijos que se la pidieran? La implicación es inherente
a la propia idea de paternidad. Los que somos padres sabemos cuán contentos
estamos si nuestros hijos vienen a nosotros cuando están perplejos y cuán
felices estamos de darles una guía.

De entre muchos pasajes de las Escrituras que brindan una respuesta a la


pregunta, estos son algunos representativos:

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti


fijaré mis ojos. (Sal. 32:8)

Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos


guiará aun más allá de la muerte. (Sal. 48:14)

Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma. (Is.


58:11)

Bueno y recto es Jehová... Encaminará a los humildes por el juicio, y


enseñará a los mansos su carrera. (Sal. 25:8-9)

Cuando un escalador alpino desea escalar una montaña que no conoce,


contrata los servicios de un guía experimentado y competente. Una vez
contratado, el guía asume la responsabilidad del éxito y la seguridad del
alpinista. Aún así, la responsabilidad final de la dirección reside en Él quien
se convierte en nuestro Guía.

Es el pastor el que es responsable de conducir y proteger a las ovejas, no


las ovejas mismas. Dejadas a su libre albedrío, las ovejas se pierden y quedan
expuestas a los ataques de los depredadores. La parte de ellas es ser sensible
y responder al llamado del pastor, y luego seguirlo a dónde él las conduce.

Este es el mismo ejemplo que Jesús utilizó para ilustrar la relación que
existe entre Él y aquellos a los que llama "mis ovejas": "Yo soy el buen
pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (Jn. 10:11). "A éste abre el
portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las
saca... y las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Jn. 10:3-4).

¿Qué tipo de guía es Él?

Moisés tenía muchas ansias por conocer más íntimamente a Dios, conocer
sus "caminos" para que él pudiera seguirlos. En otras palabras, él quería la
dirección de Dios en las cosas más profundas de la vida. Así que oró: "Ahora,
pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu
camino" (Éx. 33:13, cursivas añadidas). ¡De qué manera Dios respondió a su
ruego! "Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho" (33:17).
No había renuencia de parte de Dios.

Esto envalentonó a Moisés a pedir algo todavía más maravilloso: "Te


ruego que me muestres tu gloria" (33:18, cursivas añadidas). Dios respondió
tan prontamente como antes, pero de una manera inesperada. No pudo a
funcionar un espectáculo pirotécnico, sino que hizo algo que Moisés nunca
olvidó. Dios le reveló su carácter esencial, porque la gloria de Dios es su
carácter.

Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el


nombre de Jehová... ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y
piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad; que
guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y
el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado.

¡Este es el tipo de Dios que tenemos como guía! Sin embargo, con
demasiada frecuencia es mal interpretado y mal concebido como un tipo de
ogro ascético, un aguafiestas celestial que se deleita en negarles a sus hijos lo
que desean cuando acuden a Él en busca de dirección.

En su clásico The Knowledge of the Holy [El conocimiento de lo santo],


A. W. Tozer subraya la importancia de una concepción correcta de Dios y el
peligro de tener falsas ideas sobre Él.

Una concepción correcta de Dios es básica, no solo para una teología


sistemática, sino para la vida práctica también... Creo que no hay casi
error en la doctrina o una falla en aplicar la ética cristiana que no
pueda rastrearse finalmente a los pensamientos imperfectos e innobles
de Diosa

Si bien en el sentido más amplio Dios es incomprensible, Él ha


condescendido de forma bondadosa a revelarse (en parte) en términos que
podemos comprender: En el universo creado, en su mundo santo, y
supremamente en la persona y obra de su Hijo.

1. En el universo creado
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la gloria de
sus manos. (Sal. 19:1)

2. En las Escrituras

Dios ha dado una revelación más completa de sí mismo en su Palabra, que


registra de manera comprensible todo lo que necesitamos saber acerca de su
naturaleza y ser. Puede que no sea, y por cierto no lo será, todo lo que nos
gustaría saber, pero es todo lo que necesitarnos saber para permitirnos llevar
vidas santas y gozosas. Además, Él ha enviado a su Espíritu que inspiró las
Escrituras para guiarnos "a toda la verdad" (Jn. 16:13).

3. En la persona de su Hijo

La revelación suprema de Dios está en la persona de su Hijo, que formuló


la asombrosa declaración: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn.
14:9). Si queremos con ansias saber cómo es Dios, todo lo que tenemos que
hacer es mirar a jesús. Él es la revelación perfecta del carácter de Dios y el
modelo perfecto para que lo imitemos.
Porque esto es así, toda dirección supuesta que no encaje con el carácter
revelado y la enseñanza de Cristo es inmediatamente sospechosa y debe
abandonarse. Josiah Conder expresó esta verdad en palabras nobles:

Con este cuadro patente de nuestro Guía celestial estamos en posición de


dejar nueve mitos que lo reflejan adversamente.

Mitos acerca de Dios y la dirección

La concepción anteriormente expuesta de Dios, nuestro Guía celestial, no


es la imagen que tienen todos los que acuden a 11 para su dirección en las
decisiones de la vida. Hay muchos mitos y concepciones erróneas sobre
nuestro Dios, que mantienen incluso personas sinceras, que aman la Biblia,
quede alguna manera aceptaron las difamaciones sutiles de Satanás sobre su
amor y bondad. Durante la Segunda Guerra Mundial, me afectó bastante
cuando una dama cristiana madura me dijo: "Me pregunto si después de todo
Dios es tan bueno como hemos pensado que es".

Estos son algunos de los mitos sin fundamento que deben rechazarse para
siempre:

1. Que si entregamos nuestra voluntad a Dios, Él nos pedirá que hagamos


alguna cosa difícil que no queremos hacer. Es cierto que Dios a veces le pide
a la gente que haga cosas difíciles, pero solo si Él ve que, a largo plazo,
demostrará haber sido para sus intereses más elevados, y Él sabe cuáles son
mejor que nosotros.

2. Que Dios nos pedirá que hagamos algo irracional de manera normal. Por
el contrario, el Dios que creó el pensamiento racional nunca nos pedirá que
actuemos irracionalmente. Debido a que sus pensamientos son infinitamente
más elevados que los nuestros, en raras ocasiones Él puede pedirle a alguien
que haga algo que pueda estar más allá de la razón (según la conocemos
nosotros), pero nada que sea contrario a la razón.

3. Que si hay algo que queremos hacer desesperadamente, la probabilidad


es que Dios no querrá que lo hagamos. Pero Dios lo ha dicho con mucha
claridad que Él cumplirá felizmente nuestros deseos, bajo una condición:

Si nos deleitamos en Él y en sus intereses, si como Pablo "procuramos


también... serle agradables" (2 Co. 5:9), nuestros deseos cada vez más se
convertirán en uno con los suyos. Los únicos deseos que el Señor desea
frustrar son los que Él considera que nos perjudicarán y no nos ayudarán.
¡Fijemos en nuestra mente de una vez y para siempre que Dios no es un
ascético que se deleita en decir que no!

4. Que si tomamos una decisión equivocada y no cumplimos con la


voluntad de Dios, estamos destinados a una vida inferior de ahí en adelante.
Conocí a un gran hombre de Dios que ya había cumplido más de noventa
años. Durante un período fue director de una universidad bíblica. Durante su
desempeño allí, mil hombres y mujeres jóvenes fueron capacitados e
ingresaron a la obra cristiana, muchos de los cuales siguen sirviendo en todo
el mundo. Sin embargo, tuvo un matrimonio infeliz y desafortunado, como
resultado de lo cual su propósito de ir al campo misionero se frustró. Al
hablarles a sus alumnos, a veces decía que debido a ello, experimentaba solo
una vida inferior de parte de Dios. ¿Pero tenía razón al decir esto? Nunca
podemos elegir una vida inferior de parte de Dios. Él no da vidas inferiores.

Pablo nos asegura que la voluntad de Dios es "agradable y perfecta" (Ro.


12:2). Eso significa que no puede ser superada. "Toda buena dádiva y todo
don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza" (Stg. 1:17). La dirección es un don de Dios, no puede ganarse.

Sin embargo, es posible que nosotros rechacemos su don de dirección,


cometamos un error costoso y más tarde pidamos y recibamos perdón (1 Jn.
1:8) y regresemos a Él en busca de dirección. ¿Entonces Dios nos da solo un
don de segunda clase?

La parábola del alfarero y la arcilla da la respuesta (Jer. 18:1-5). Cuando el


recipiente al que le estaba dando forma el alfarero "se echó a perder en su
mano", presumiblemente debido a alguna falta de maleabilidad en la arcilla,
¿la arrojó a la basura? Para asombro del profeta, tomó el mismo trozo de
arcilla -indudablemente después de solucionar el defecto- e "hizo otra vasija".
¿Hizo una de segunda clase? ¡Por supuesto que no! "según le pareció mejor
hacerla" (cursivas añadidas). El Señor le dijo al recalcitrante Israel: "¿No
podré hacer yo de vosotros como este alfarero?" (18:6). ¡Dios no hace algo de
segunda clase!

Para el alma penitente, la voluntad presente de Dios para él o ella nunca es


de segunda clase, independientemente de las fallas del pasado. Por
arrepentimiento, confesión y entrega renovada, el pecado y la falla del pasado
son "lavados en la sangre", nunca es demasiado tarde para emprender un
nuevo comienzo. Una vez más es posible demostrar de nuevo "cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Ro. 12:2).

5. Que la modalidad normal y adecuada de dirección es mediante


impresiones hechas en la mente y el corazón por el Espíritu Santo con
sentimientos acompañantes adecuados. Esto se trata con mayor detalle en el
capítulo 3.
6. Que nuestras intuiciones son la voz directa de Dios. No hay fundamento
bíblico para este argumento. En todo caso, nuestras intuiciones no son más
confiables que la información importante que hemos recogido.

7 Que cada puerta abierta o coyuntura favorable de circunstancias


constituye un llamado de Dios y es garantía suficiente para seguir adelante.
Por supuesto que puede serlo, pero recuerde que Jonás encontró
circunstancias favorables: ¡Una puerta abierta dentro del gran pez! Sería
sabio verificarlo también con otros criterios.

8. Que una puerta cerrada es el fin del asunto. Nuevamente, puede que sea
así, pero puede ser que solo esté cerrada la puerta del frente. Puede haber una
puerta trasera abierta o una ventana. Esto generalmente ha sido así. Una
misión que servía en el sur de Sudán fue expulsada por el gobierno, pero sus
trabajadores no cesaron de orar porque se volviera a abrir la puerta. Diez años
más tarde fueron invitados de nuevo por el mismo gobierno que los echó. Así
que siga golpeando la puerta.

William Carey tuvo una embarazosa experiencia con una puerta cerrada,
que al final terminó bien. Dios lo había estado preparando desde hacía mucho
tiempo para que trabajara en la India. En 1793, acompañado por su amigo
Wood, trató de establecerse allí, pero la East India Company era tan celosa de
sus derechos en el país y tan temerosa de que algo pudiera interferir con sus
negocios que no permitía que ningún misionero se estableciera en su
territorio. Por lo tanto, antes de que Wood y Carey salieran del puerto, fueron
enviados de nuevo al mar.
Naturalmente, estaban terriblemente desilusionados. ¿Se habían
equivocado en la dirección de Dios? ¿Todos sus años de trabajo y labor
fueron en vano? Parecía que sí. Fueron a un restaurante a comer. Un mesero
les alcanzó un pedazo de papel que tenía la dirección de una compañía
naviera danesa, a la cual corrieron. Para su deleite encontraron que había un
barco que estaba por llegar pronto que los podía llevar a su destino.

La providencia divina estaba detrás de la desilusión. Previamente, la


señora Carey no había estado dispuesta a acompañar a su esposo a la India,
pero durante el tiempo de demora, fue persuadida de ir con él, llevando
también a sus hijos con ella.5

No debemos interpretar cada demora o puerta al parecer cerrada como el


fin del asunto. El Señor dice que Él es "el que abre y ninguno cierra, y cierra
y ninguno abre" (Ap. 3:7).

9. Que recibirnos dirección de Dios poniendo nuestras mentes en blanco, y


tomando los pensamientos que surgen como guía de Dios. Esta práctica fue
popularizada hace muchos años por Frank Buchman, fundador del Oxford
Group Movement (ahora Moral Rearmament). Esto es absolutamente
contrario a la enseñanza de las Escrituras. Jesús lo dijo de forma
dolorosamente clara que más que la voz de Dios puede oírse en el corazón
humano. "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias" (Mt. 15:19). Y como dijo J. 1. Packer: 'Los que suponen que
cualquier `visión' que llena el vacío es de Dios, no tienen defensa contra la
invasión de imaginaciones obsesivas, grandiosas, de servicio propio
reproducidas en abundancia por su propio orgullo".''

Al aconsejar a los cristianos colosenses, Pablo no les aconsejó que


pusieran sus mentes en blanco. En cambio, les dijo que él oraba porque Dios
las llenara "del conocimiento de su voluntad para toda sabiduría e inteligencia
espiritual" (Col. 1:9, cursivas añadidas). Este es solo uno de los muchos
pasajes que indican que en la dirección, y de hecho en toda la vida cristiana,
no debe desviarse el intelecto, sino que debe ser usado al máximo bajo el
control del Espíritu Santo.
La voluntad de Dios

...transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,


para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.

Eso suena muy atractivo y brinda seguridad. Pero no todos, incluso


cristianos, usarían las palabras "agradable y perfecta" para describir su
concepto e impresiones sobre la voluntad de Dios.

El diccionario define la voluntad como "la facultad mental por la cual una
persona decide sobre y controla sus propias acciones o las de los demás". Mi
voluntad es lo que planeo y tengo como propósito. La voluntad de Dios es lo
que Él planea y tiene como propósito. Pablo habla de "el designio de su
voluntad" (Ef. 1:11).

Como resultado de la caída de Adán y Eva en el Edén, la voluntad del


hombre está en contraposición con la voluntad de Dios. El ejercicio
independiente de la voluntad humana aparece en la temprana niñez, incluso
cuando son bebés. La pequeña hija de un amigo mío una vez le dijo: "Papá,
me gusta hacer lo que me gusta hacer". Inconscientemente, estaba expresando
la tendencia universal de la humanidad.

Nos encanta hacer "lo nuestro' aunque a veces es exactamente lo opuesto a


la voluntad de Dios. El profeta Isaías describió esta tendencia fatal hace
cientos de años, y no ha habido una mejora esencial en la conducta humana
desde entonces. "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino" (Is. 53:6).

Cuán diferente fue la voluntad del segundo Adán durante su vida en la


tierra. Estableció el noble ejemplo que debemos seguir. "Haya, pues, en
vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Fil. 2:5). Este es el
modelo:

Cuando su vida llegó a su fin, su oración agonizante en el Huerto de


Getsemaní reveló cuánto había cumplido con su palabra: "Padre mío, si es
posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú"
(Mt. 26:39, cursivas añadidas).

Con frecuencia oramos como el Señor le enseñó a sus discípulos -y a


nosotros-: "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra".
Ansiamos que no sea solo en el mundo, sino también en nuestros propios
corazones. Sin embargo, muchos de los que oran de este modo
periódicamente tienen una visión displicente de la voluntad de Dios. Suelen
asociarla con las experiencias indeseables y dolorosas de la vida. Para ellos es
la antítesis de "agradable y perfecta".

Aspectos de la voluntad de Dios

Al definir diferentes aspectos de la voluntad divina, los escritores y


predicadores utilizan términos diferentes. Algunos hacen una distinción entre
la voluntad directiva de Dios, lo que Él ordena; y la voluntad permisiva de
Dios, lo que Él permite. Esta visión comúnmente aceptada con frecuencia se
ve respaldada al citar la exigencia de Israel de tener un rey hecha a Samuel,
como las otras naciones (1 S. 8:6-9). Al hablar con Samuel, Dios interpretó
correctamente esta exigencia como un rechazo, no de Samuel, sino de Dios
mismo y de su reinado. ¿Cuál fue su respuesta? "Ahora, pues, oye su voz;
mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey
que reinará sobre ellos", fue su mandamiento a Samuel. Dios no lo ordenó,
pero lo permitió.

Sin embargo, esta visión crea un problema serio, que lo trata de forma muy
útil A. Morgan Derham en su libro The Mature Christian [El cristiano
maduro]. Me aventuro a citarlo en gran parte:

¿Qué significa realmente cuando decimos que Él permite pero no


envía algo? ¿De hecho no estamos diciendo que Él elige no
intervenir? No nos atrevemos a decir que Él no puede intervenir si Él
quisiera.

Toda la Biblia está en contra de esta idea. Si un niño le pregunta a


sus padres: "¿Puedo hacer esto?" y los padres responden: "Yo no te
detendré", ¿es responsabilidad de los padres tanto como si dijeran:
"Sí, hazlo por favor"? Solo un poco, pero no lo suficiente como para
excusarlo si algo resulta mal.

Finalmente debemos llegar al punto al que llegó el apóstol Pablo en


Romanos 9:19-21: "Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque
¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres
tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo
formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero
sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro
para deshonra?" A esta pregunta, las Escrituras le da una respuesta
satisfactoria. A algunas de nuestras preguntas sin respuesta,
deberemos respaldarnos en la pregunta afirmativa de Abraham: "El
Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es

La cruz del Calvario es la respuesta suficiente. "La cruz nos asegura la


intención de Dios. La creación nos asegura la suficiencia de su sabiduría y
capacidad".

Otros hablan de la voluntad general y la particular de Dios. Hay algunas


cosas que son para toda la humanidad y otras cosas que son su voluntad para
una nación, grupo o individuo en particular, y eso se extiende a los detalles
de la vida diaria.

Otros más realizan una diferenciación entre la voluntad soberana de Dios -


un plan predeterminado para todo lo que sucede en el universo- y su voluntad
moral: Sus mandamientos revelados en la Biblia que nos enseñan cómo
debemos creer y comportarnos. A estas se añade la voluntad individual de
Dios: El plan de vida detallado de Dios para el individuo.

Este último aspecto ha sido retado por algunos que no pueden considerar
tal cosa en las Escrituras. Sostienen que si en nuestra toma de decisiones nos
mantenemos dentro de la voluntad soberana y la voluntad moral de Dios,
queda una gran gama de opciones para la persona cuya dirección no se
requiere. Los asuntos personales pueden decidirse satisfactoriamente
sosteniendo y ejerciendo la sabiduría prometida en Santiago 1:5. ¿Pero existe
una voluntad y un plan individual de Dios para cada vida?
¿Dios tiene una voluntad individual?

En la sección anterior se hizo referencia a la visión de que Dios tiene una


voluntad soberana y una moral, pero que Él no tiene una voluntad individual
para cada persona. Los que proponen esta posición afirman que la mayoría de
los pasajes de las Escrituras que parecen enseñar que Dios sí tiene una
voluntad individual pueden comprenderse mejor como que describen la
voluntad moral de Dios.

En el poco espacio disponible, consideremos dos pasajes de ese tipo. Al


escribir a los cristianos efesios para establecer la verdad de que si bien las
buenas obras nunca pueden merecer la salvación, ellas sí son el resultado
inevitable de la fe genuina, Pablo escribió estas palabras: "Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef. 2:10).

En su comentario sobre este versículo, Francis Foulkes ha dicho:

Esto no quiere decir necesariamente que hay buenas obras en


particular que son el propósito de Dios para nosotros. No puede haber
objeción alguna a dicho concepto si se supone que la predestinación
de Dios todopoderoso y omnisciente no se opone a su don de libre
albedrío para los hombres. (cursivas añadidas)"

El obispo Handley Moule agrega este pensamiento:

La frase [las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos


en ellas] no declara sino que claramente implica que el arreglo previo
divino detalla, como si lo fuera, los deberes y los sufrimientos del
santo que su sabiduría más verdadera y su paz más profunda es "hacer
lo siguiente" en el camino diario, en la persuasión de que es parte de
un plan coherente."

Así que si bien el propósito principal de este versículo es no demostrar que


toda vida es un plan de Dios, el versículo es bastante coherente con esa
visión.
Otro pasaje que es coherente con que Dios tenga una voluntad individual
es el Salmo 32:8-9:

Las opiniones están divididas en cuanto a la identidad de quien habla en


esta parte del salmo. Es evidente que el Salmo 32 está relacionado con el
Salmo 51, ya que ambos se refieren al pecado de David con Betsabé. Debido
a su relación, se ha sugerido que David es quien habla en los versículos que
estos versículos son parte de su respuesta a su declaración en 51:13:
"Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos".

Esta interpretación es vagamente posible, pero requiere de un ingenio


considerable imaginarse de qué forma podría David cumplir las tareas de los
versículos.

En sus Favourite Psalms [Salmos favoritos], John Stott ve a Dios como


quien habla en Salmo 32:8-9:

La expresión de confianza de David en Dios en el versículo 7 es


respondida de inmediato por la promesa de Dios de dirección
personal, porque en su firme amor Él se preocupa no solo de perdonar
el pasado sino también de dirigir el futuro... Pero la dirección de Dios
no tiene la intención de salvarnos de la molestia de usar nuestra
propia inteligencia.'

De hecho, las promesas de quien habla son tan generales y completas que
podrían solo ser expresadas por Dios. Algunos ven en estos versículos la
imagen de una madre enseñándole a caminar a su hijo, con sus ojos puestos
constantemente en él. Esa por cierto es una dirección muy personal e
individual.

Hay una lección saludable para aprender del versículo 9, ya que este pasaje
es una promesa de dirección y una advertencia contra la obstinación y la
insensibilidad en cuanto concierne a la dirección de Dios.

Las opiniones están divididas en cuanto a si este pasaje puede considerarse


correctamente como la enseñanza de que Dios tiene un plan individual para
cada vida. Gary Friesen concluye: "Incluso si se ve a Dios como quien habla,
a Él se lo ve enseñando su camino de justicia. Este uso encaja con el
contexto, así que no se ve una voluntad individual de Dios"."

¿Es esta una deducción necesaria? Encaja en el contexto, pero ¿agota el


versículo? ¿La senda de justicia de Dios no incluye los detalles de la vida
cotidiana en la que Dios ha expresado tan claramente su interés?

Es de aceptación general que la versión Reina Valera: "Sobre ti fijaré mis


ojos", no es una traducción precisa. La Nueva Versión Internacional que dice:
"yo te daré consejos y velaré por ti" y La Biblia de las Américas que expresa:
"Te aconsejaré con inis ojos puestos en ti" (cursivas añadidas) son más
precisas. ¡Esto puede arruinar algunos buenos sermones!

La interpretación común de la última parte del versículo 8 recalca la


estrecha comunión con Dios que se requiere si es que vamos a recibir su
dirección personal. Si bien este no es el significado principal de este pasaje,
nada se pierde, porque la misma verdad se enseña en otra parte. En el Salmo
123:2 se describe al siervo o la sierva buscando la dirección de su amo o ama:
"He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y
como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran a
Jehová nuestro Dios". Junto con su promesa de consejo -una promesa muy
completa-, el Señor dice que posará su mirada sobre nosotros, asegurándonos
así su cuidado vigilante.

La metáfora del cabestro y el freno combina la idea de guía con restricción.


¡Uno no puede aconsejar a un caballo o a una mula! Cuando las personas no
responden a los métodos más amables del Señor, a veces Él debe tomar
medidas más fuertes para salvarlas de sí mismas. Así que envía pruebas,
problemas y a veces sufrimiento. El propósito del cabestro y el freno no es el
de evitar que el caballo se nos acerque, sino de acercarlo a nosotros. Este es
el propósito beneficioso de nuestro Padre cuando recurre al método del
cabestro y el freno. Las pruebas no tienen la intención de distanciarnos de Él,
sino de acercarnos más.

Creo que Dios tiene una voluntad individual para mi vida y para cada vida,
pero su realización depende de una verdadera entrega de ►ni voluntad y de
su voluntad hacia Él para el cumplimiento de su plan cómo y cuándo Él lo
considere mejor. Sin embargo, Él puede dar un considerable libre albedrío
dentro de su voluntad moral, y Él puede elegir invalidar nuestros errores
reconocidos para que encajen con su voluntad, como se ilustra en la parábola
del alfarero.

Resumen

Dios tiene un plan para cada vida. Nuestras circunstancias no son


accidentales sino planeadas por Él. Dios no apunta a producir facsímiles, sino
a desarrollar cada personalidad, así que nos trata, no como robots, sino como
hijos. A veces sus formas pueden parecer misteriosas en el momento, pero Él
ha prometido explicaciones futuras. Nuestra sabiduría y nuestra visión son
finitas, pero las suyas son infinitas. Debido a nuestras limitaciones siempre
habrá áreas que no comprendemos. Por este motivo, necesitamos un Guía
para el laberinto de la vida. "Conozco... que el hombre no es señor de su
camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos" es lo que dice la
Biblia. Necesitamos un Guía porque la disposición de los hechos no está en
nuestras manos. Y el resurgimiento de la actividad demoníaca en nuestros
días hace que su dirección sea aún más necesaria.

Dios ha dado muchas promesas de dirección personal. Si queremos


conocer qué tipo de guía es Él, debemos solo mirar a Cristo, quien ha
revelado al Padre como un Dios compasivo, bondadoso y que perdona, no
como un ogro ascético cuyo deleite es decir que no. Si tomamos una decisión
equivocada, no estamos destinados a una vida inferior o de segunda clase. Él
se deleita en darnos otra oportunidad.

La voluntad de Dios es su plan y su propósito, y esa voluntad es nuestro


mayor bien. Pablo la describe como "agradable y perfecta". No todos creen
que Dios tenga una voluntad individual y un plan para cada vida, pero eso es
lo que parece enseñar la Biblia. Tal plan no será como un plano de un
arquitecto o un itinerario detallado de un agente de viajes. Dios no trata con
cifras, lugares y horas sino con personas a las que ha dotado de libre albedrío,
y Él actúa en consecuencia.
Temas clave:

• Principios de dirección

• La columna de nube

• Poniendo un vellón

• Luz negativa sobre la dirección

• El reclamo del deber

• Las condiciones de la dirección

El rendirse a la voluntad de Dios no se demuestra por alguien en un tema


particular: en cambio, es haber tomado la voluntad de Dios como la regla
de la vida. Estar en la voluntad de Dios es simplemente estar dispuestos a
hacer su voluntad sin referencia a ninguna cosa en particular que ti pueda
escoger. Es elegir su voluntad para que sea final, aun antes de que
sepamos qué puede querer que hagamos.

Por lo tanto, no es una cuestión de estar dispuestos a hacer una cosa: Es


una cuestión de estar dispuestos a hacer todo, cuándo, dónde y cómo
parezca mejor en su corazón de amor. Es adoptar la posición normal y
natural de una confianza de niño que ya ha consentido a la voluntad del
Padre aun antes de que se revele algo de la obra de su voluntad.`

Principios de dirección
Es un hecho interesante que la palabra impersonal dirección, que con tanta
frecuencia está en nuestros pensamientos y en nuestros labios, no aparezca en
la Biblia. Pero se dice mucho sobre Dios como un Guía personal. En lugar de
tener una dirección impersonal, se nos promete la compañía personal de un
Guía experimentado que nos conduzca por el laberinto de la vida. Para un
viajero que pase por un territorio desconocido, ¡un guía bien calificado es
preferible a un mapa de ruta!

El método de dirección de Dios en el pasado varió con el grado de


desarrollo de las personas que Él estaba conduciendo. Para Israel, una horda
de esclavos que no había tenido experiencia de vivir en libertad, le
proporcionó una serie de reglas y normas. Pero más tarde, Jesús no propuso
una serie de leyes para que siguiera su pueblo. Les entregó grandes principios
morales y espirituales que debían poner en práctica ellos mismos a las
circunstancias de la vida. No los trató como alumnos jóvenes bajo un tutor,
sino como hijos adultos.

Uno de estos principios inmutables y fundacionales es que nuestro Guía


nunca se apartará de los preceptos de la Palabra de Dios. En sus páginas
encontraremos una guía infalible sobre todos los asuntos de importancia
espiritual, moral y ética. Cuando las Escrituras hablan con claridad, no debe
buscarse más dirección. Por ejemplo, en Efesios 4:25 se nos ordena: "Por lo
cual, desechando la mentira, hablad la verdad cada uno con su prójimo..."
Entonces todo lo que huele a mentira y falsedad queda fuera. Nuestro camino
es claro.

Estos son algunos otros principios de dirección:

1. En toda la Biblia se nos dan mandamientos y promesas, prohibiciones y


advertencias apropiadas a cualquier situación en la que nos encontremos. De
ahí la necesidad de leer y estudiar toda la voluntad de Dios como se
encuentra en toda la Palabra de Dios.

Siendo joven trabajé junto a un abogado que tenía como práctica leer uno
de los treinta y un capítulos del libro de Proverbios cada día del mes para
mantener la ética de su negocio en el camino recto y también para
favorecerse con la sabiduría de Salomón. Los que están en otras profesiones
también podrían encontrar provechosa esta práctica.

El Antiguo Testamento es tan importante y valioso para obtener una


comprensión de la voluntad de Dios como lo es el Nuevo. Es más probable
que encontremos luz sobre asuntos que requieran decisión en el curso de la
lectura diaria de las Escrituras que en una lectura al azar. No trataríamos a
cualquier otro libro de importancia de una manera casual.

2. Es en el lugar de oración que Dios nos impartirá su dirección. La


práctica de nuestro Señor es un ejemplo suficiente. Observemos un caso: Al
elegir a los doce apóstoles, Jesús tuvo que tomar una de las decisiones más
importantes de toda su carrera. Iba a seleccionar un grupo de hombre a los
cuales, después de adiestrarlos, les entregaría la responsabilidad de llevar
adelante su programa mundial por milenios. En ellos, en los días por venir,
recaería el fracaso o el éxito de toda la empresa. Entonces, ¿cuán importante
era que eligiera a los hombres correctos? ¿Cómo podía saber con certeza si
había elegido a los indicados?

En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.


Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos,
a los cuales también llamó apóstoles:

Fue en oración que 11 buscó y obtuvo la directiva de su Padre. Todas sus


oraciones fueron respondidas porque Él pidió solo cosas de acuerdo con la
voluntad y el propósito del Padre (Jn. 11:42).

También fue en el lugar de oración que Samuel Logan Brengle descubrió


la voluntad de Dios para su vida. Más tarde se convirtió en uno de los
hombres más utilizados por Dios en el Ejército de Salvación. Como
comisionado itinerante trajo avivamiento en cualquier lugar al que fuera del
mundo.

Brengle fue criado en un hogar metodista devoto, pero no tenía ambiciones


de ser predicador. Era ambicioso, pero su ambición iba en otra dirección. Con
el transcurso del tiempo ingresó a la universidad. "Su propósito al ingresar no
fue salvar almas, sino obtener fama. El medio que él había elegido para esto
fue la oratoria". Era una época de grandes oradores en Estados Unidos y la
fiebre lo había contagiado.

Obtuvo el primer premio en oratoria y se convirtió en el orador de la


universidad, representando a su alma mater en muchas ocasiones. Cuando
llegó el momento de elegir una vocación, si bien hubiera sido maravilloso
que fuera un predicador, quiso obtener fama, así que eligió en cambio
estudiar leyes y fue tras una carrera política.

A estas alturas la idea de predicar -"El que llama"- lo había seguido, pero
en 1882, "El que llama salió de la oscuridad, bloqueó su camino, exigió una
decisión". Debía dar un discurso importante en nombre de su universidad en
una convención de universidades donde se trataban temas vitales. Sentía un
peso muy grande y no podía encontrar descanso para su espíritu. Mientras
estaba de rodillas en su cuarto, solo y deprimido, el pensamiento de predicar
se presentó de repente en su mente. Siguió una tremenda batalla interna, pero
cuando finalmente clamó: "¡Ah, Dios, si me ayudas a ganar este caso, yo
predicaré!", todo el cuarto pareció iluminarse. Al día siguiente, dio su
discurso y para su gran sorpresa, obtuvo la victoria.

Cuando le dijo a su mejor amigo, este le respondió: "Sam, serías un tonto


si fueras al ministerio". Pero ya estaba decidido. Dios había cumplido parte
de su contrato; Brengle también cumpliría la suya.

Con el paso del tiempo, luego de más estudios teológicos, se le presentó un


llamado para una hermosa e influyente iglesia en Indiana. Pero él estaba
convencido de que su llamado era para el trabajo como evangelista.
Finalmente dejó a un lado la idea de ser pastor, se unió al Ejército de
Salvación (entonces una organización muy despreciada) y se convirtió en su
primer comisionado itinerante. Anduvo por el mundo y dondequiera que fue
lo seguía el renacimiento. No se había equivocado con la Luz que le sirvió
como guía.

Acerca del método de Dios para preparar al hombre para su servicio, el


biógrafo de Brengle escribió:
Cuando Él quiere un Moisés, le permite obtener su capacitación y
desarrollar su sentido en cuanto alas leyesen un tribunal mundano.
Cuando quiere un Pablo, dirige sus ambiciones por caminos que le
dan educación, cultura y hasta fariseísmo. Y cuando quiere un
Brengle, llena su alma con aspiraciones que, aunque al principio
apuntan a un fin egoísta y carnal, lo impulsan hacia delante hacia el
desarrollo de esos poderes que, transformados, harán de él lo que
Dios desea."

3. Fue mientras los líderes de la iglesia en Antioquia oraban y ayunaban


que el Espíritu Santo, el Administrador de la empresa misionera, les
comunicó su voluntad. "Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el
Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a los que los he
llamado" (Hch. 13:2).

4. Es en oración sumisa y expectante, que nuestro Guía celestial


impartesabiduríaydiscerni►nientoante losproblemas queenfrentamos. Fue
por esto que Pablo oró: "Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde
aun más y más en ciencia y en todo conocimiento" (Fil. 1:9, cursivas
añadidas). Cuando enfrentamos decisiones importantes, es de obvia sabiduría
dedicar tiempo específico a la oración.

5. Él nos guía mediante el consejo de amigos sabios y espiritualmente


experimentados (aunque sospechemos que pueden darnos consejos adversos).
Salomón da este consejo: "Escucha el consejo, y recibe la corrección, para
que seas sabio en tu vejez" (Pr. 19:20). El diálogo estimula el pensamiento y
amplía la visión.

6. En ocasiones Él guía creando deseos en nuestro corazón que están de


acuerdo con su propósito soberano y voluntad moral. "...porque Dios es el
que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad"
(Fil. 2:13). Debido a nuestra tendencia natural a inclinarse a favor de nuestra
propia visión, debemos escudriñar cuidadosamente nuestros deseos. Por
supuesto, pueden ser de Dios.

7. Él nos guía ejerciendo una limitación o freno internos, como lo hizo con
Pablo y sus compañeros en el camino a Macedonia (Hch. 16). Él ordena las
circunstancias para que faciliten o bien confirmen nuestros planes o los
obstruyan.

8. Él guía mediante dones y capacidades divinamente impartidos, tanto


naturales como espirituales. Nuestro camino generalmente coincidirá con
nuestros dones, pero hay excepciones. Es aquí que debemos tener en cuenta
los dones espirituales que ejercemos con la bendición de Dios.

9. Según se trata más detalladamente en otra parte, Él nos guía mediante


nuestra mente. Debemos ser cautelosos de cualquier dirección que subestime
o sobreestime el uso del intelecto. En respuesta a la oración de fe, el Señor
imparte sabiduría: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada" (Stg.
1:5).

10. Él guía a través de la revelación de Cristo en su vida y muerte. Jesús


vivió de acuerdo con principios universales, para que el espíritu de esos
principios pudieran vivirse en todas partes. Su dirección no es tan evidente
como para hacer que nuestra participación vital sea innecesaria. Dios
conduce, pero Él no invalida la voluntad del hombre. En la dirección siempre
habrá una necesidad de nuestro ejercicio mental y espiritual.

La columna de nube

En el proceso de conducir a su pueblo Israel fuera de Egipto hacia la Tierra


Prometida de Canaán, Dios usó un método que servía a esa etapa del
desarrollo de la nación. Debe recordarse que los israelitas habían recién
salido de cuatro siglos de esclavitud. No habían tenido experiencia de otro
tipo de vida y eran totalmente inexpertos, así que Dios empleó el método de
jardín de infantes de instrucción. Un elemento fue el de la dirección a través
del desierto por medio de una columna de nube durante el día, la que tomaba
la apariencia de fuego durante la noche.

El día que el tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el tabernáculo


sobre la tienda del testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo
como una apariencia de fuego, hasta la mañana. Así era
continuamente... Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos
de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban
los hijos de Israel.

Durante el día daba una sombra bienvenida del fuerte sol, como una gran
sombrilla. Durante la noche daba iluminación. Iba delante de ellos para
mostrarles el camino y los seguía por detrás como un guardián para
protegerlos. Pero sus movimientos irregulares no siempre eran del gusto de la
gente.

La columna de nube los guío en todo su largo recorrido de treinta y ocho


años, justo hasta el borde de la Tierra Prometida. Pero una vez que entraron a
Canaán, las manifestaciones externas de la presencia y la dirección de Dios
cesaron. El maná cesó, la nube se disipó y el fuego ya no brilló más. Dios
estaba conduciendo a la nación a una relación más madura con Él.

En su primera carta a los corintios, Pablo recalcó dos veces el hecho de


que las experiencias de Israel en este recorrido tenían importancia espiritual
para los cristianos de su época.

Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no
codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron... Y estas cosas les
acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.

En las primeras etapas de la vida cristiana, los creyentes pueden


experimentar evidencias más tangibles de la presencia y actividad de Dios. Al
crecer en madurez espiritual, estas pueden disminuir, mientras Dios nos
conduce más iluminando nuestro juicio espiritual. Jesús habló de la bendición
de "los que no vieron, y creyeron" (Jn. 20:29).
La dirección de Israel provino por medio de la columna sobrenatural de
nube y fuego; la nuestra proviene por la realidad de la cual la columna es solo
una imagen, un símbolo. La característica distintiva de la columna de nube
era que Dios estaba en ella, controlando su movimiento. Si bien no tenían
idea de qué les esperaba en el futuro, los israelitas siguieron las paradas y los
inicios de la nube con obediencia. Debían confiar en la habilidad e integridad
del Dios quien controlaba la nube. Siempre que fueran obedientes, su viaje
prosperaría. De este modo, Dios tuvo el propósito de que aprendieran la
lección de una dependencia completa de Él en cada paso del camino. No
tenían otra opción que vivir un día a la vez.

Nosotros no contamos con una nube sobrenatural que nos guíe, ni la


necesitamos, porque tenemos un Guía sobrenatural aunque invisible que
conoce el camino y va delante de nosotros. David dijo: "Por Jehová son
ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino" (Sal. 37:23). Y
Jesús prometió: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas" (Jn. 8:12).

Siempre que los israelitas siguieran la nube, andarían en la voluntad de


Dios. Debían estar constantemente alertas, una útil lección para nosotros. Si
fijamos nuestra mente en un curso determinado, es fácil para nosotros, como
para el almirante británico Lord Nelson, colocar el telescopio en el ojo ciego,
para que no podamos ver la señal de advertencia que envía el Señor.

Podríamos preguntarnos cómo se las arreglaron Moisés y sus asistentes


para sincronizar los movimientos de un campamento tan vasto. La respuesta
es que sus movimientos estaban regulados por el sonar de trompetas de plata.
"Jehová habló a Moisés, diciendo: Hazte dos trompetas de plata; de obra de
martillo las harás, las cuales te servirán para convocar la congregación, y para
hacer mover los campamentos" (Nm. 10:1-2).

Era responsabilidad de los hijos de Aarón darse cuenta de los movimientos


de la nube y ordenar a las personas que siguieran su camino mediante el
sonar de las trompetas. Si no obedecían las convocatorias, perdían la
protección del Señor. No moverse cuando sonaba la trompeta era equivalente
a rebelarse contra el Señor. ¿Qué tiene esto que decirnos?

Hay una lección aquí para los que se encuentran en cargos de liderazgo.
Somos establecidos como vigilantes para dar a conocer la voluntad de Dios a
nuestra gente y a detectar y contrarrestar el acercamiento del enemigo.

Poniendo un vellón

Un incidente notable en la vida de Gedeón ha dado lugar a una práctica


contemporánea en la búsqueda de dirección. Se conoce como "poner un
vellón". Debido a su ocurrencia frecuente, es necesario realizar un estudio
cuidadoso de su validez.

Las repetidas invasiones por parte de los madianitas y los amalecitas


habían reducido a los israelitas a desesperados apuros. Tan grave era su
situación que habían recurrido a vivir en cavernas y en lugares montañosos.
En respuesta a su clamor de ayuda, Dios les envió un indiscutible campeón,
Gedeón, para que los liberara. Dios le ordenó que salvara a Israel de la mano
de los opresores.

Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel?


He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa
de mi padre. Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y
derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.

Un asombrado Gedeón reunió obedientemente un ejército de 32.000


soldados para luchar contra los enemigos que se habían reunido en el valle,
"como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la
arena que está a la ribera del mar en multitud" (7:12).
No se requiere una imaginación vívida para concebir el sentido de total
falta de adecuación que sintió el inexperto Gedeón al enfrentarse con tal
situación abrumadora. Uno puede tener simpatía con su deseo de una
seguridad más tangible que la palabra de un ángel del Señor. El estado mental
de Gedeón puede medirse por su respuesta a la garantía del Señor de su favor
y presencia prometida. Su respuesta contenía dos "si".

Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo
pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón
solamente, quedando seca toda la tierra, entonces entenderé que
salvarás a Israel por mi mano, corno lo has dicho. Y aconteció así.

Uno hubiera pensado que esta notable señal de intervención divina habría
sido suficiente para disipar los temores y estimular su confianza en Dios.
Pero no, la respuesta bondadosa de Dios no lo satisfizo. Necesitaba otra
señal. Así que, apologéticamente, ¡le pidió a Dios que invirtiera el curso de la
naturaleza por segunda vez!

No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare otra vez; solamente


probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón
quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios
así.

Sin embargo, el milagro no sirvió para estimular su fe o calmar sus


temores. Dios dispuso otra forma más de reforzar la fe miedosa de su siervo.
Le dijo que fuera al campamento madianita y escuchara lo que decían, y
entonces se sentiría alentado para atacar al enemigo.

Imagine el asombro de Gedeón cuando oyó aun soldado madianita contarle


a su compañero acerca de un sueño que había tenido en la noche y su
interpretación: "Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás,
varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el
campamento" (Jue. 7:14).

La triple respuesta compasiva del Señor a su tímido siervo arroja una


revelación que da seguridad del carácter de nuestro Dios. Pero también revela
el material no promisorio del cual formó un "varón esforzado y valiente".

Estos son los hechos. Pero ¿Dios está presentando a Gedeón como un
modelo a imitar? ¿Estamos justificados al tomar este incidente como ejemplo
al buscar dirección? Hay opiniones divergentes sobre la sabiduría o la
legitimidad de esta práctica.

Del lado positivo, sí revela la gracia de Dios de una manera específica.


Además, cualquiera fuera su motivación, Gedeón sí mostró un deseo
admirable de estar seguro de la voluntad de Dios. La respuesta positiva de
Dios demostró su reconocimiento de ese deseo. Pero no necesariamente
indicó su aprobación.

Del lado negativo, hay un punto de vista fuerte en contra de la práctica


contemporánea de "poner un vellón" o de pedirle a Dios que dé o confirme la
dirección por medio de alguna señal providencial o sobrenatural. Es cierto
que muchos han puesto sus vellones (el autor se encuentra entre ellos) y han
recibido una respuesta positiva de un Dios bondadoso. Indudablemente
muchos más harán lo mismo. Pero cuanto todo se toma en consideración, ¿no
fue la experiencia de Gedeón una respuesta del Dios compasivo a una duda
sin fundamento, en lugar de una respuesta a la fe de Gedeón? "Pero sin fe es
imposible agradar a Dios" (He. 11:6).

Al considerar la validez de adoptar este método para buscar dirección,


deben tomarse en cuenta los siguientes factores:

1. No hay algún paralelo en el Nuevo Testamento a la prueba del vellón de


Gedeón. Un paralelo secular de nuestra época sería arrojar una moneda al
aire. Fue una señal especial para Gedeón, pero no necesariamente para
nosotros.

2. En realidad, Gedeón no estaba buscando una guía en el estricto sentido


de la palabra. Él ya sabía cuál era la voluntad de Dios. La orden era clara e
inequívoca. Lo admitió al decir: "como has dicho" (6:36, 37). Cuando Dios
da una orden, no se necesita más dirección.

3. La respuesta bondadosa de Dios no disipó la desconfianza de Gedeón


sobre la palabra empeñada de Dios. Dios tuvo que darle una segunda señal
para incrementar su fe tambaleante (7:13-14). (Pudo haber pensado que
podría haber una explicación natural del fenómeno.) "Poner el vellón" no
imparte una seguridad y certeza finales. Como dijo alguien: "Si la Palabra de
Dios no es suficiente para ti, los vellones también te dejarán dudando".
Nuestra parte consiste en confiar y obedecer.

4. Algunos consideran que es una respuesta espectacular poner un vellón


como una evidencia de espiritualidad superior. Pero ¿no es en cambio una
bondadosa concesión a una fe frágil? Gedeón de hecho estaba diciendo a
Dios: "Tengo tu promesa, pero no estoy seguro de que pueda confiar en ella
sin alguna evidencia tangible". Por supuesto él no lo diría de este modo, pero
eso era lo que quería decir. Al exigir dirección en sus propios términos, jesús
le dijo a Satanás: "No tentarás al Señor tu Dios" (Mt. 4:7).

Así que al estudiar el incidente, parece haber poco respaldo para adoptar
esta práctica, si bien Dios en su amor y paciencia hacia nosotros, los que
aprendemos lentamente, puede tenernos compasión en nuestra trémula fe.
Jesús señaló la mejor manera: "bienaventurados los que no vieron, y
creyeron" (Jn. 20:29, cursivas añadidas).

Luz negativa sobre la dirección

Un incidente del Antiguo Testamento da instrucciones negativas sobre


nuestro tema. Concierne al rey Balac de Moab y al ambivalente profeta
Balaam.

Durante su viaje por el desierto, Dios le permitió a Israel que infligiera una
aplastante derrota sobre los crueles e idólatras amorreos (Nm. 21:25-26).
Cuando el rey Balac y su pueblo oyeron de esta victoria, entraron en un
estado de pánico.

campo. Y Moab tuvo gran temor a causa del pueblo, porque era
mucho; y se angustió Moab a causa de los hijos de Israel. Y dijo
Moab a los ancianos de Madián: Ahora lamerá esta gente todos
nuestros contornos, como lame el buey la grama del
Números
22:3-4

Balac había oído acerca de la fama del profeta Balaam, así que con temor
supersticioso lo mandó llamar para que maldijera a los israelitas y así
garantizar la derrota de ellos. Por supuesto, tendría una recompensa
adecuada.

Si hubiera sido un verdadero profeta de Jehová, Balaam hubiera desechado


del todo la propuesta y hubiera enviado a la delegación de regreso al rey. El
mandato de Dios era tan claro e inequívoco que no existían fundamentos para
posponer el hecho de darles una respuesta final. "No vayas con ellos, ni
maldigas al pueblo, porque bendito es" (22:12) fueron las palabras de Dios.

Sin embargo, Balaam jugó con la tentación, porque "amó el premio de la


maldad" (2 P. 2:15). Así que dejó la puerta abierta para otra proposición de
Balac. Parlamentar con la tentación está siempre cargado de peligro. Debe
matarse a la serpiente, no golpearla.

-1. Bright

Una orden tan categórica de Dios debía haber dado por terminado el asunto
para Balaam, pero cautivado por la codicia del dinero y estaba reacio a enviar
de vuelta la delegación al rey de forma firme y concluyente.

Balac, negándose a un no como respuesta, envió una delegación aún más


prestigiosa y prometió una recompensa aún más generosa. Balaam trató de
persuadir al Señor a que cambiara de opinión y le permitiera llegar a Balac.
Cuando Dios vio que él estaba decidido a garantizar la recompensa,
cualquiera fuera el costo, vino a él de noche y le dijo: "Si vinieron para
llamarte estos hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te
diga" (22:20). Fue entonces cuando estaba en su camino con los príncipes al
rey Balac que se cumplió el misterioso incidente de la asna que le habló.

¿Dios había cambiado de parecer? Ni un segundo. Puesto que Balaam se


negó a tomar un no por respuesta, Dios dijo de hecho: "Si no puedo evitar
que me desobedezcas, ve y cosecha las consecuencias". Hay un límite para la
paciencia divina con alguien que intenta obtener lo mejor de ambos mundos.

Aunque el Señor estaba enojado con él por su testarudez, en misericordia


Él intentó evitar que diera el paso fatal. El encuentro con el ángel y el inusual
comportamiento de la asna fueron una muestra más de parte de Dios para
salvarlo de su insensatez. Pero incluso ese suceso dramático no lo detuvo.

Renuentemente, Balaam finalmente confesó: "He pecado" (22:34), pero su


conducta subsiguiente le dio a estas palabras un sonido falso. Había tratado
con ligereza a su conciencia hasta que su voz se volvió muda y dejó de
transmitir advertencias fieles. El resultado final de la desobediencia
persistente de Balaam fue que, cuando no pudo hacer que Dios actuara de
acuerdo con su voluntad, se dedicó a defender la seducción del pueblo de
Dios. Pueden sacarse varias lecciones prácticas acerca de la dirección a partir
de esta historia:

1. Balaam es una señal de advertencia para cualquiera que formule sus


propios planes y luego intente que Dios firme al pie dando su aprobación.

2. Debemos evitar el error de equiparar el permiso de Dios con su expresa


voluntad. Balaam cometió ese error con trágicas consecuencias.

3. La motivación es un elemento importante en la dirección. Balaam se


desvió del claro sendero del deber por la codicia del dinero.

4. Cuando Dios ha indicado claramente su voluntad -y una gran parte está


expresada en las Escrituras-, sin embargo seguimos jugando con la tentación
de orar nuevamente con la esperanza de inducir a Dios a dar una respuesta
diferente, estamos en terrenos peligrosos.

5. Es un comportamiento infantil importunar a Dios con repetidas


peticiones con la esperanza de que Él cambie su parecer y apruebe nuestro
plan.

6. Debemos agradecer a Dios por su restrictiva providencia si Él coloca


obstáculos en nuestro camino cuando actuamos de forma contraria a su
voluntad.

7. Balaam deseo morir "la muerte de los rectos" (Nm. 23:10), pero su estilo
de vida contrario a esto y su amor por el dinero derivó en que fuera asesinado
por los israelitas a quienes había traicionado y seducido.

El reclamo del deber

Al considerar caminos a través de los cuales nos puede llegar la dirección,


no debemos pasar por alto los reclamos del simple deber. Thomas Carlyle dio
un consejo sabio en este contexto: "Haz el deber que esté más cerca de ti que
sepas que es tu deber. Tu segundo deber será más claro".

La vida terrenal de nuestro Señor estuvo marcada por un fuerte sentido del
deber. La palabra deber aparece pocas veces en el Nuevo Testamento, pero la
idea es muy frecuente. Incluso cuando Él tenía doce años de edad, jesús
estaba conciente de un imperativo divino en su vida. Cuando finalmente sus
padres lo encontraron después de una búsqueda de tres días por las calles de
Jerusalén (Lc. 2:41-50), Él estaba en el templo "sentado en medio de los
doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles".

"Hijo, ¿por qué nos has hecho así?", le preguntó su madre.

A su pregunta medio regañona, Jesús preguntó con sorpresa: "¿Por qué me


buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario
estar?" (cursivas añadidas).

A principios de su ministerio, en el pueblo de Capernaum le llevaron a los


que sufrían de todo tipo de enfermedades, Él "poniendo las manos sobre cada
uno de ellos, los sanaba" (Lc. 4:40). Viendo la posibilidad de que su ciudad
se tornara lucrativa y famosa por las sanidades solo si podían retener los
servicios de jesús, "le detenían para que no se fuera de ellos. Pero él les dijo:
Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de
Dios; porque para esto he sido enviado" (Lc. 4:42-43, cursivas añadidas). Se
negó a estar en un solo lugar, sino que se entregó ante los reclamos del deber.
Toda su vida fue un modelo de espléndida devoción al deber.

El mismo fuerte sentido del deber caracterizó a Pablo incluso antes de su


conversión y fue todavía más preeminente después de esta. Al defenderse
ante el rey Agripa dijo: "Yo ciertamente había creído ►ni deber hacer
►nuchas cosas contra el nombre de jesús de Nazaret" (Hch. 26:9, cursivas
añadidas).

La obediencia a los reclamos del deber hará mucho por aclarar la


confusión de pensamientos que con frecuencia es como nubes que impiden la
visión en el proceso de dirección. Como dijo Martín Lutero: "No debemos
buscar más allá de las responsabilidades obvias de nuestra vocación por la
dirección. Debemos suponer que sus detalles son un sermón cotidiano". Es
nuestro deber cumplir con nuestro deber. Ese simple hecho se ocupa de una
gran área de nuestra vida para la que no debe buscarse más dirección.

Cuando la obediencia del deber se vuelve un principio permanente de la


vida, ya se habrá hecho mucho para simplificar el proceso de tomar
decisiones. "Cumplió su deber como un caballo come avena", se dijo
jocosamente del duque de Wellington. Se descubrirá que el llamado al deber
genuino y la voz de Dios no están en conflicto.

Una vez que hemos decidido sobre o hemos tomado nuestra vocación u
otra área de compromiso bajo la dirección de Dios, descubriremos que Él por
lo general brinda una guía en el curso normal de ese compromiso. Si Él se
mueve fuera de esa área, podemos esperar que Él lo haga inequívocamente
claro. Así que cuando busquemos conocer la voluntad de Dios en cualquier
situación, una pregunta preliminar importante es: "¿Cuál es mi claro deber?"

El doctor R. A. Torrey relata que un hombre se acercó a él y le dijo que


Dios lo estaba conduciendo a casarse con cierta mujer. Él la describió como
una devota cristiana. Se habían sentido muy atraídos el uno al otro y sentía
que Dios lo estaba conduciendo a casarse con ella.
-Pero ya tienes una esposa -le dijo el evangelista.

-Sí -fue la respuesta-, pero nunca fuimos felices y no hemos vivido juntos
durante años.

-Pero eso no cambia las cosas -le contestó el evangelista-. Dios en su


Palabra nos ha dicho claramente cuál es el deber del esposo con la esposa, y
cuán equivocado es que el esposo se divorcie de su mujer y se case con otra,
salvo en el caso de adulterio.

-Sí -respondió el hombre-, pero el Espíritu Santo me está conduciendo a


otra mujer.

-El espíritu que te está conduciendo a casarte con otra mujer, no es el


Espíritu Santo, sino el espíritu del maligno. El Espíritu Santo nunca conduce
a alguien a desobedecer la Palabra de Dios.

Es un hecho asombroso que en los casos en los que Dios ha dado una
dirección sobrenatural, pocas veces se la han pedido. "En la mayoría de los
casos Dios interviene inesperadamente y le da dirección a una persona
incluso sin ser solicitada. En otras palabras, Dios "se sale de su manera de
actuar" para asegurarse que la persona tenga un conocimiento adecuado de su
voluntad a fin de hacerlo"."

Considere tres líderes sobresalientes de la historia de Israel: Moisés (Ex.


3), Saúl 16:1-13). En ninguna instancia tuvieron alguna indicación previa de
que iban a ser elegidos para liderar. La dirección llegó sin buscarla mientras
simplemente estaban cumpliendo con su deber en las actividades incidentales
de sus comunes vocaciones. Este patrón continúa hoy día.

Las condiciones de la dirección

Las Escrituras no prescriben ningún conjunto infalible e inflexible de


normas a seguir para calificar a fin de ser admitido en el misterio de la
voluntad de Dios. Pero hay una actitud de corazón y mente que son requisitos
previos a la dirección. "Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a
los mansos su carrera" (Sal. 25:9). Los "humildes" que califican son los que
no confían en sí mismos, los que desean recibir enseñanza y los que están
preparados para seguir la dirección divina cualquiera sea el costo. La actitud
básica es sumisión. No hay dirección divina para los que no desean seguir la
voluntad de Dios.

A los judíos que estaban asombrados por el conocimiento del carpintero de


Galilea, Jesús les expresó la condición para conocer la voluntad de Dios: "El
que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si
yo hablo por mi propia cuenta" (Jn. 7:17, cursivas añadidas).

La lección clara es que el conocimiento de la voluntad divina depende de


la actitud de la voluntad humana. La persona que ha optado básicamente por
hacer la voluntad de Dios en lugar de la suya estará en una posición de
demostrar la validez de las palabras y promesas de Cristo. La obediencia a la
voluntad de Dios, hasta donde se la conoce, le permitirá disfrutar de la
iluminación del Espíritu de la Palabra.

En una conferencia en Ben Lippen, Carolina del Sur, una joven mujer que
se dirigía al campo misionero fue invitada a dar su testimonio. Mientras lo
hacía, tomó una hoja de papel en blanco excepto por su firma en la parte
inferior. "Este es el plan para mi vida", dijo. "Lo he firmado en la parte
inferior, y le estoy dejando a Dios que llene los detalles".

Era un concepto sencillo, y ella tendría aún que trabajar en su camino


mediante el proceso de dirección. Al dirigirse para trabajar entre los no
evangelizados del mundo, estaba cumpliendo con la voluntad de Dios. Había
demostrado gráficamente su confianza en que Él la guiaría cuando tomara
decisiones futuras.

Una voluntad entregada implica que estamos dispuestos a que nuestros


planes sean vetados cuando tienen que ir ante nuestro Guía celestial. A esta
actitud no siempre se llega de inmediato. A veces solo vendrá después de
muchas oraciones y de mucho trabajo del alma. Pero las obligaciones divinas
siempre tienen que ir primero sobre las preferencias personales. Si hay un
conflicto de intereses, el veredicto siempre tiene que ir a favor del Señor.
Buscaremos la dirección en vano si ya hemos tomado una decisión.
Se cuenta la historia de un viejo escocés que fue a ver a su abogado para
pedirle consejo sobre determinado asunto. Luego de oír el problema, el
abogado dio su opinión. El viejo escocés dijo: "Gracias" y comenzó a partir.

-Espere un minuto -dijo el abogado-. ¡No me ha pagado mis honorarios!

-¿Sus honorarios? -preguntó el escocés.

-Sí, por mis consejos.

-¡Pero no los estoy tomando! -contestó el cliente.

Muchos buscan la dirección del Señor, pero en sus corazones no tienen


intención de seguirla si no les complace.

Ha sido mi privilegio predicar varias veces en una iglesia estadounidense


que tiene una extraordinaria historia. Es una iglesia grande y ha sembrado
seis grandes y fructíferas iglesias hijas. Fue iniciada por el hombre que fue
pastor de la misma durante treinta años. La historia de sus primeros años
ilustra algunos de los temas que hemos tratado.

Marvin estaba en su tercer año en la universidad bíblica y trabaja a tiempo


parcial en una tienda de artículos deportivos para pagar sus gastos. Un día
entró un extraño y preguntó: "¿Tú eres Marvin?"

"Admití mi identidad", contó Marvin más tarde, "preguntándome quién era


y qué quería".

"Me dijeron que te encontraría aquí".

"Bueno, me encontró".

Me miró y me dijo: "¿Irías al condado de Switzerland, en Indiana, el


próximo domingo y predicarías en una pequeña iglesia rural en los cultos de
la mañana y de la noche?"

Sin dudarlo, mi respuesta fue directa: "No, no lo haré".


"Si no aceptas esta solicitud, la gente no tendrá un predicador el próximo
domingo".

Respondí: "No lo tendrán si acepto".

No sonrió ante mi chiste. "Escucha", dijo, "me pidieron que buscara ayuda.
Le he preguntado a todos los que conozco. Alguien me dijo que irías por un
solo domingo. Sé que eres un alumno de tercer año. Debes tener al menos dos
sermones que podrías predicar. ¿Qué dices? ¿Irás?"

"Bien, lo haré, solo por este domingo", me escuché decir a mí mismo.


Cuando se fue me sentí un poco enfermo. No quería predicar, quería ser un
entrenador de fútbol cristiano. ¿Había un poder actuando en mi vida, una
Mano que abría puertas y cerraba otras, y presentaba oportunidades?"

Entró a la pequeña iglesia una hora antes del culto, y un sentimiento


abrumador de propósito lo postró de rodillas ante una de las sillas.

"Mi oración fue informal: `Señor, aquí estoy, para predicar a cuarenta o
cincuenta granjeros que cultivan tabaco para ganarse la vida con la cosecha.
Me siento solo y extraño mi hogar. Quiero ir a la universidad y aprender a
entrenar a muchachos, pero no quiero predicar. Necesito tu ayuda para
atravesar el día de hoy. Ah, mi Dios y Padre...' Comencé a llorar. Solo lloré y
me quedé allí".

"Fue como si una Mano se apoyara en mi hombro. `Ah, Dios', oré, `creo
que veo un poco más claro. Tú quieres que yo predique. Tú quieres que yo
deje de lado mi plan y acepte el tuyo. Has estado abriendo puertas y cerrando
otras, conduciéndome gentilmente a este lugar. Bueno, si te has tomado todo
este trabajo, te prometo que estaré dispuesto a buscar más señales de tu
dirección—.

"Vinieron cincuenta y cinco personas. Escucharon y no hicieron ningún


comentario. La mayoría regresó a la noche. Cuando terminó el culto, un
anciano dijo: `¿Podría esperar afuera? Queremos tener una pequeña reunión'.
Luego abrió la puerta y dijo: `Puede pasar'. La gente me estaba sonriendo.
Pensé que la reunión había sido para decirme que nunca me iba a convertir en
predicador. Eso ya lo sabía y les sonreí a ellos".

-Queremos que regrese la semana que viene -dijo el anciano.

-Ya les dije todo lo que sé; ¿qué diré el próximo domingo?

-Algo se le va a ocurrir -respondió el anciano-. Pensamos que va a ser un


buen predicador, y queremos que predique en nuestra pequeña iglesia.

"Comencé a alzar mis manos en posición defensiva, y las bajé. Recordé mi


oración de hacía unas horas: `Ah, Dios, estoy dispuesto a seguir tu plan—.`

Resumen

El método de Dios para guiar a su pueblo varía con su grado de desarrollo.


Él condujo a Israel en su recorrido por el desierto con el método de
descripción de jardín de infantes: Una columna de nube y fuego y un
conjunto de normas. Ahora Él conduce a su pueblo por los principios de su
Palabra y por su propia inteligencia, iluminada por el Espíritu Santo. Su
dirección se recibe en el lugar de la oración, como lo demostró nuestro jesús
en su propia vida. El Señor nos guía por medio del consejo de amigos, la
creación de deseos santos, a través del ejercicio de la restricción interna,
impartiendo sabiduría y mediante nuestras capacidades innatas y dones
espirituales. Él también guía por medio de la revelación de Cristo y el espíritu
de los principios universales a los que Él mismo se sometió.

La columna de nube fue una señal para Israel, si bien no lo es


necesariamente para nosotros. Nuestra dirección proviene mediante la
realidad de la cual la columna es un símbolo. Y si bien Dios de manera
bondadosa invirtió el curso de la naturaleza dos veces a pedido de Gedeón,
esa fue una concesión a su débil fe, no un modelo para que nosotros sigamos.
La historia de Balaam es un faro de advertencia para cualquiera que intente
persuadir a Dios con halagos para hacer lo que quiera.

Los simples reclamos del deber también proporcionan una dirección clara.
Es nuestro deber cumplir con nuestro deber. Tanto Jesús como Pablo lo
hicieron meticulosamente. Si el deber es claro, no se necesita más dirección.
Sin embargo la dirección está condicionada. Un requisito principal es la
voluntariedad de hacer la voluntad de Dios. El conocimiento de la voluntad
de Dios depende de la actitud de nuestra voluntad humana. Dios guía al
humilde de corazón.
Temas clave:

• La roca impregnable de las Escrituras

• Interpretar las Escrituras en su contexto

• El ministerio del Consejero

• El lugar de la oración

• La participación del intelecto

• La función de la conciencia

• Una conciencia condenatoria

Dios no quiere guiarnos mágicamente. Él quiere que conozcamos su


mente. Él quiere comprendamos su propio corazón. Debemos empaparnos en
el contenido de las Escrituras, imbuirnos con preceptos y principios bíblicos,
sensibles al llamado del Espíritu, para que sepamos instintivamente el paso
recto que debemos tomar en cualquier circunstancia, pequeña o grande. A
través del estudio de las Escrituras, podemos familiarizarnos con los caminos
y los pensamientos de Dios.`

La roca impregnable de las Escrituras

Si Dios mismo es el factor y el actor principal en la dirección -y lo es-


entonces su Santa Palabra ocupa el segundo lugar en orden de importancia.
Se le debe dar precedencia por sobre cualquier otro elemento en el proceso de
dirección.

La roca impregnable de las Escrituras es el título de un libro antiguo, y es


un título lleno de discernimiento. Durante siglos las críticas y los ataques de
generaciones subsiguientes de sus enemigos han girado en remolinos contra
la Palabra de Dios, pero esta permanece firme e inmutable. Nuestros
sentimientos son un flujo y reflujo, pero la Biblia permanece invulnerable,
confiable, fidedigna. Ya que Dios ha hablado, no hay nada más qué decir.

Mediante la lectura devota y el estudio de las Escrituras obtenemos con


autoridad los pensamientos y los caminos de Dios, y su voluntad para la vida
cotidiana. En las Escrituras canónicas, su revelación básica de sí mismo y de
su voluntad es completa, y se nos advierte contra aceptar cualquier otra
revelación ejercida como auténtica y con autoridad.

Escuche las solemnes palabras de advertencia en el capítulo final de


Apocalipsis:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este


libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas
que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del
libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la
santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

Las enseñanzas de las Escrituras conforman nuestra dirección básica, y en


ellas ya están reveladas la mayor parte de la voluntad de Dios para nuestra
vida diaria. La Biblia es un compendio de principios, preceptos,
prohibiciones y promesas y por lo tanto, estos son nuestro punto de referencia
más importante. Las instrucciones que están registradas no se presentan como
un conjunto de normas que deben seguirse como si fuéramos esclavos, sino
como principios que se aplican a todas las circunstancias de la vida.

Pablo dice lo siguiente sobre las Escrituras: "Toda la Escritura es inspirada


por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra" (2 Ti. 3:16-17).
Si bien todas las Escrituras son útiles y provechosas para todos, cada parte
no es igualmente aplicable a todos. Es importante tener esto presente en
nuestra interpretación de pasajes que tienen que ver con nuestro tema en
cuestión. Algunos pasajes hacen referencia a condiciones específicas que solo
se aplican a esa situación en particular. La profecía de la caída de Jerusalén
de Lucas 21:20-24 es un ejemplo de esto.

Interpretar las Escrituras en su contexto

En nuestra interpretación, debemos tener en cuenta el contexto, el


problema tratado y el escenario histórico y cultural. Al tomar textos fuera de
contexto, uno puede demostrar casi todo partiendo de la Biblia. Pero al
estudiarla con reverencia y expectativa, el Espíritu Santo, que la inspiró,
iluminará y autenticará su mensaje para nosotros.

Él nos mostrará la importancia de determinados pasajes o principios para


nuestro diario andar y acerca del tema sobre el cual estamos buscando
dirección. Por ejemplo, en el Sermón del Monte, Jesús demostró a los
fariseos y a los escribas que los Diez Mandamientos son sorprendentemente
amplios en su aplicación (cp. Éx. 20:3-17 con Mt. 5:17-48).

Luego nuevamente, se hacen determinadas promesas a personas o grupos,


momentos y lugares específicos. Está mal excluir declaraciones históricas de
hecho de su contexto y tratar de encajarlas en nuestras propias circunstancias.
Eso por lo general conduce a un absurdo. Sin embargo, Pablo sí nos asegura
que las promesas del Antiguo Testamento son nuestra herencia espiritual.

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni


mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros
sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según
la promesa.

El mero conocimiento intelectual de la voluntad de Dios en cuanto a cómo


Él la ha revelado en las Escrituras no es suficiente. Las Escrituras deben ser
internalizadas de algún modo, como describió jeremías cuando le dijo al
Señor: "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por
gozo y por alegría de mi corazón" (15:16). Dios nos delega la responsabilidad
de usar nuestra inteligencia santificada para elaborar la mejor aplicación de
los principios bíblicos para nuestra propia situación. Para esto contamos con
el Espíritu Santo como nuestra ayuda.

La Biblia no reclama el derecho de legislar en detalle para cada tema de


conducta que pudiera surgir. En cambio, se enuncian principios claros de
conducta. Cuando se los aplica correctamente, se descubrirá que abarcarán la
mayoría de las contingencias, pero debemos trabajar para descubrirlas. Si
Dios no nos ha hecho disponible una dirección clara, ¿cómo puede hacernos
responsables si no cumplimos con su voluntad?

El doctor Raymond Brown, que fue director de la Universidad de


Spurgeon en Londres, Inglaterra, cuenta la forma en que le llegó el llamado
de Dios mientras estaba leyendo su Biblia: "Supongo que fue natural que
durante los primeros pocos meses de mi responsabilidad como piloto pensara
profundamente acerca de qué quería el Señor que hiciera con mi vida. Eso
era, después de todo, una ocupación transitoria. No lo haría para siempre.

"En ese momento Dios me habló claramente acerca de la obra cristiana a


tiempo completo y manifiestamente me convenció de que debía exponer su
Palabra.

"El llamado vino de repente, en una noche de sábado, era verano, cuando
siendo un joven en servicio, estaba sentado en el Liverpool Central Hall
esperando que comenzara una reunión. Mientras estaba sentado tranquilo
leyendo mi Biblia, de repente la historia del llamado de Isaías se convirtió en
la mía y supe a partir de entonces que yo también debía predicar.

"No tengo la menor idea de qué sucedió en esa reunión. Estaba sentado o
de pie como lo estaban los demás, pero mi corazón y mi mente estaban en
otra parte. Yo era totalmente incapaz de pensar en otra cosa que en este
privilegio inmerecido. Con un sentido de asombro maravilloso, salí de esa
reunión sabiendo que debo dar mi vida a la proclamación del mensaje
bíblico".

Dios nos puede hablar clara y satisfactoriamente mientras estamos en


silencio leyendo su Palabra.

Sin embargo, hay un uso erróneo de las Escrituras. No se las debe usar
como un horóscopo de la suerte o una bola de cristal. Al guiarnos, Dios no
pasa por alto el intelecto con el que nos ha dotado. La Biblia es un libro
razonable, bien confirmado que ha satisfecho a los intelectos más brillantes
de los que la han leído con objetividad. Si bien Dios está dispuesto a
ayudarnos en áreas que van más allá de nuestra capacidad mental, ¡Él no
piensa por nosotros! El Espíritu Santo iluminará nuestra mente cuando se lo
pidamos y deseemos con sinceridad hacer la voluntad de Dios. Pero debemos
estar alertas de la trampa de leer en las Escrituras un significado que
razonablemente no puede ser leído en ellas.

Carlos H. Spurgeon, en su manera gráfica, dijo:

¿Qué es el marino sin su brújula? ¿Y qué es el cristiano sin su Biblia?


Este es el cuadro sin error, el mapa en el que todo banco de arena es
descrito y en el que todos los canales desde las arenas movedizas de
la destrucción hasta el refugio de la salvación tienen su mapa y son
marcados por el que conoce todo el camino.

El ministerio del Consejero

En su cargo como viceministro de Cristo en la tierra, el Espíritu Santo está


necesaria y profundamente involucrado en el proceso de dirección. Es a la
vez inspirador e iluminador de la Palabra de Dios, podemos contar con su
ayuda para comprender las pautas establecidas que conducen al
discernimiento de la voluntad de Dios.

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues


qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

Así como Jesús prometió el don del "Consejero", Él le aseguró a sus


discípulos: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad" (Jn. 16:13). Por lo tanto, no es de poca importancia que nuestra
comprensión de la voluntad de Dios esté vinculada con el ministerio del
Espíritu, especialmente con ser "llenos del Espíritu".

Mirad, pues, con diligencia, cómo andéis, no como necios sino como
sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por
tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del
Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes
bien sed llenos del Espíritu.

En estos versículos se enfatizan tres cosas:

1. Conocer la voluntad de Dios no es tanto un asunto de las emociones


como de la comprensión, de la mente.

2. Comprender cuál es la voluntad de Dios nos hace sabios. "... no como


necios sino como sabios... entendidos de cuál sea la voluntad del Señor".

3. Ser llenos del Espíritu nos permite conocer la voluntad de Dios.

De una persona que se embriaga con vino a veces se dice que "está bajo la
influencia". El cristiano lleno del Espíritu está bajo la influencia y el control
del Espíritu, porque ese es el significado de la palabra "lleno".

Nosotros los legos hablamos del alcohol como que es un estimulante, pero
en su libro Life in the Spirit in Marriage, Home and Work [La vida en el
Espíritu en el matrimonio, en el hogar yen el trabajo], el doctor Martin Lloyd-
Jones, un médico notable y también predicador, dice claramente que no es un
estimulante. En farmacología, al alcohol se lo clasifica como "un depresivo,
porque deprime los más altos centros de todos en el cerebro. Estos centros
controlan todo lo que le da a uno el control propio, el juicio, el equilibrio, el
poder de evaluar todo lo que hace que el hombre se comporte de la mejor
manera y de la forma más elevada".

Por el contrario, sin restricciones, el uso del alcohol hace que un hombre
pierda el control y se comporte como un animal: Un hecho trágico del que se
nos recuerda a diario.

Morar y llenar dentro

En contraposición, una vida vivida bajo el control del Espíritu Santo


produce el agradable "fruto del Espíritu" (Gá. 5:22-23). Este ministerio del
Espíritu libera nuestras inhibiciones y nos cambia progresivamente a la
semejanza de Cristo (2 Co. 3:18).

El tiempo del verbo "sed llenos" en Efesios 5:18 indica una acción
continua, así que se nos ordena seguir siendo llenos con el Espíritu, tan
entregados a Él para que pueda controlarnos, facultarnos y guiarnos.

Cabe advertir que en ningún lado se nos ordena pedir que el Espíritu more
dentro. Esto comenzó con la conversión. Él es nuestro Huésped permanente,
que mora dentro. "Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios ►nora en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Ro. 8:9, cursivas añadidas).

Otros dos pasajes de las Escrituras que se usan comúnmente con relación
ala dirección son Gálatas 5:18 y Romanos 8:14. En cada uno de estos
versículos, aparece la frase "guiados por el Espíritu". ¿Cuál es su significado?
Cuando esta expresión se interpreta dentro de su contexto, no tiene una
referencia implícita a la dirección. El pasaje de Romanos está relacionado con
resistir a los impulsos de la naturaleza pecaminosa y el de Gálatas con la
condición divina de hijo.

Entonces, ¿qué quiere decir ser guiado por el Espíritu en el proceso de


dirección?

1. Al andar "en el Espíritu", Él progresivamente desarrollará en nosotros


"la mente de Cristo" y nos permitirá adoptar su estilo de vida. Es un hecho
aceptado que las personas que viven juntas durante mucho tiempo se parecen
increíblemente entre sí. Como hemos visto, Cristo mora en nosotros por su
Espíritu, y hasta el grado en que le permitimos que controle nuestra vida, Él
formará la mente de Cristo en nosotros. Hacer su voluntad será nuestro
deleite.
2. Él nos dará discernimiento sobre las pautas que se establecen para
nosotros en las Escrituras.

3. Él arrojará luz sobre los modelos bíblicos que debemos imitar e


igualmente, nos advertirá acerca de cuáles debemos repudiar.

4. Él hará que la voluntad de Dios sea un gozo y un deleite para nosotros,


en lugar de una carga que se debe aceptar a regañadientes.

5. Él nos ayudará a elegir una meta hacia la cual debemos dirigir nuestra
energía, una meta que le dará gloria a Dios y bendiciones a los demás. Lograr
esta meta será una fuente de gran gozo y ganancia para nosotros.

6. A veces Él ejercerá su autoridad negativa y vetará planes proyectados


que para Él, a largo plazo, no contribuyen a su gloria o a nuestros principales
intereses. Eso hizo con Bernabé y Saulo cuando intentaron predicar en Misia
y Bitinia (Hch. 16:6-7). Esto no fue por capricho. La estrategia del Espíritu
Santo era que las buenas nuevas llegaran primero a Europa. Su dirección no
fue del todo negativa, porque Él los condujo a Macedonia.

7. Si bien el Espíritu Santo es versátil en los métodos que adopta al obrar


en hombres y mujeres, esos métodos por lo general cumplen con las leyes y
estructuras de la mente humana. En ocasiones somos el sujeto de un
movimiento instintivo, pero por lo general los poderes de percepción y juicio
del hombre conforman la base de la acción humana.

"La dirección, si bien es similar a la obra de enseñanza del Espíritu Santo",


escribe John F. Walvoord, "tiene un carácter diferente. Mientras que el
ministerio de enseñanza del Espíritu Santo en esta época está dirigido a
aclarar el significado de la Palabra de Dios, la dirección consiste en aplicar
las verdades así conocidas. La dirección siempre es deductiva, es decir, la
aplicación de principios generales al problema particular entre manos... En
los muchos detalles de cada vida, solo el Espíritu de Dios puede brindar la
dirección necesaria".'-,

8. Stephen Winward comenta que el Espíritu nos instará amablemente


cuando nos dirijamos en dirección de la voluntad de Dios: "Finalmente se
descubrirá que el Espíritu insta amablemente en determinada dirección.
Quizás una puerta se abre claramente (o se cierra claramente); o hay una
convicción interna profunda de una línea de acción a tomar. Esto será
suficiente prueba para indicar el próximo paso. Cuando se da ese paso, el
camino se abrirá gradualmente, paso a paso. Habrá un sentido cada vez
mayor de confianza que conduce a la declaración al parecer confusa y sin
embargo cierta de que: `La dirección es más fácil de ver cuando miramos
hacia atrás que cuando miramos hacia delante—.

El lugar de la oración

Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y


acciones de gracias...

La oración y la dirección deben considerarse como hermanas siameses. No


puede existir una sin la otra. Ya que la orden bíblica es: "...sean conocidas
vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de
gracias" (Fil. 4:6, cursivas añadidas) debe apartarse tiempo para buscar el
rostro de Dios.

Naturalmente, surge la pregunta: "Ya que Dios es soberano y conoce


nuestras necesidades antes de que se las hagamos saber (Mt. 6:8), ¿por qué la
necesidad de la oración? ¿Por qué no nos da lo que necesitamos?" La
respuesta que C. S. Lewis le dio a alguien que formuló esta pregunta fue esta:
"Dios podría haber elegido hacer su obra en cualquier forma que Él quisiera,
pero eligió hacerla (en parte) en respuesta a la oración".` La oración indica
dependencia de Dios.

Sería presuntuoso esperar que Dios nos revelara su voluntad si no


expresáramos algún deseo de conocerla y hacerla. Si buscamos
profundamente su voluntad para nuestra vida, estaremos dispuestos a hacer
sacrificios dedicando tiempo en su presencia a fin de obtener su perspectiva
sobre las cosas. Es en una oración sincera y sensible que Dios imparte
sabiduría y discernimiento o nos guía a pasajes apropiados de las Escrituras.
En el lugar de oración el Espíritu Santo puede enviarnos su mensaje.
Debemos colocar cualquier asunto sobre el que estemos buscando
dirección, con confianza y completamente en las manos de Dios, sin dudaren
expresarlo con detalle y poner ante Él nuestros sentimientos y
preocupaciones. En ningún tema somos más concientes de nuestra falta de
sabiduría que en la oración. Pero nuestro Padre ha hecho provisiones para
esta carencia.

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual


da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida
con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda
del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.

El contexto inmediato aquí sugiere que es sabio conocer qué hacer ante la
prueba que Santiago tiene en mente, pero su lenguaje es tan general e
inclusivo que se le puede tomar como incluyendo sabiduría de todo tipo. Con
esta seguridad bajo nuestros pies, podemos abordar la toma de decisiones con
confianza: "Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres" (1
Co. 1:25).

Si somos genuinos en nuestro propósito de conocer la voluntad de Dios y


hacerla, nuestra oración puede derivar en la reordenación del deseo y en el
enderezamiento de propósito. ¿No fue este el resultado de las oraciones de
nuestro Señor en Getsemaní?

En su primera petición Él se refirió a su voluntad (humana) y a la voluntad


(divina) de su Padre: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no
sea como yo quiero, sino como tú" (Mt. 26:39).

En su segunda oración, sin embargo, ha desaparecido la dicotomía entre


las dos voluntades: "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo
la beba, hágase tu voluntad" (Mt. 26:42).

¿Por qué las diferencias en las peticiones? ¿Qué había sucedido? En la


tribulación de su oración agonizante, Él había recibido la revelación de la
voluntad de su Padre para Él. Sumisamente Él se entregó, y fundió su
voluntad humana con la de su Padre. Su sumisión no fue renuente, sino
dispuesta, como lo demuestra su exclamación: "la copa que el Padre me ha
dado, ¿no la he de beber?" (Jn. 18:11).

¡Qué ejemplo para que lo sigamos! A veces nos enfrentamos con dos
alternativas, una de la cual va en contra de nuestros deseos, sin embargo
parece ser la voluntad de Dios para nosotros. ¿Qué debemos hacer? Si
oramos: "Señor, en este momento no estoy dispuesto a hacer esto, pero estoy
dispuesto a estar dispuesto", Dios hará el milagro, redirigirá nuestra voluntad
y con nuestro consentimiento la fundirá con la suya propia.

Al enfrentar una decisión importante con implicaciones de largo alcance,


también es una gran fortaleza contar con el apoyo de la oración de algunos
amigos en los que se confía y quienes conocen el poder de la oración.

Así que podemos decir que la oración dirigida por el Espíritu Santo es el
medio principal para obtener dirección. Mediante la oración podemos
verificar toda dirección que parezca que hayamos recibido. Si no hay una
oración verdadera en el Espíritu, habrá poca experiencia de la dirección del
Espíritu Santo.

La participación del intelecto

En algunas ocasiones especiales durante el tiempo del Antiguo


Testamento, Dios se apareció a su pueblo para darles dirección. Al parecer Él
habló con voz audible directamente a los profetas y a otros. Este fue el
método de comunicación que Él adoptó con el joven Samuel:

Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. Y corriendo luego


a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he
llamado; vuelve y acuéstate... Y vino Jehová y se paró, y llamó como
las otras veces: ¡Samuel! ¡Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla,
porque tu siervo oye.

En los tiempos del Nuevo Testamento, esa modalidad de comunicación era


poco frecuente. Se vio reemplazada en gran parte por el ejercicio del juicio
del creyente, instruido en los principios de la Palabra de Dios y bajo la
iluminación del Espíritu Santo.

Al referirse a su propia experiencia de discernirla voluntad de Dios, el


sabio Juan Wesley dijo: "Dios por lo general me guía presentando razones a
mi mente para actuar de un cierto modo". Advierta que no dijo: "Presentando
emociones a mi corazón". La emoción tiene su lugar, pero nunca debe
permitirse que sea un factor importante en la dirección.

Al seguir su dirección, Dios nunca pide la suspensión de nuestro intelecto.


No se supone que nos convirtamos en robots. Hay algunas personas
antintelectuales y ultraespirituales que consideran que el uso de la razón y el
pleno ejercicio del intelecto en tales asuntos son poco espirituales. Pero Dios
no tiene la intención de que su dirección prometida sea un sustituto mecánico
de nuestro esfuerzo mental. Él nos ha dotado de un cerebro, y Él espera que
lo usemos, pero siempre sujeto a los principios de su Palabra y bajo el control
del Espíritu Santo. Dios solo puede guiar una mente y una voluntad sumisas.
Los pensamientos que proceden de una mente santificada y orientada por
la Biblia probablemente sean la voluntad de Dios para nosotros. Pero incluso
la santificación no hace que nuestra mente sea infalible. Nuestras
conclusiones deben verificarse por las Escrituras, el consejo de consultores
competentes y la confirmación del Espíritu Santo.

El ejercicio del sentido común

Si "andamos en el Espíritu" y en comunión con Cristo, nuestras decisiones


de sentido común en los deberes de la vida diaria con mucha probabilidad
demuestren ser la voluntad de Dios, a no ser que haya una corrección distinta,
interna del Espíritu Santo, tal como experimentaron Pablo y Bernabé camino
a Troas. Si saturamos nuestra mente con las Escrituras, nuestras decisiones
serán el producto de una mente iluminada y guiada por el Espíritu.

Pueden existir raras ocasiones en las que Dios nos pide algo que parecería
ser contrario al sentido común. Hay varios incidentes bíblicos que caerían en
esta categoría. Un ejemplo notable es la orden del Señor a Noé de construir
una embarcación enorme y segura para el mar en una zona muy alejada del
mar: ¡Un proyecto que llevaría ciento veinte años! Con razón Noé fue
incluido con los demás héroes de la fe en el Salón de la Fama de Dios en
Hebreos 11. Implícitamente, él obedeció el mandato divino y así salvó a la
raza humana de la destrucción.

Sin embargo, debemos tener cuidado de cualquier enseñanza que


promueve una mente en blanco y pasiva mientras busca dirección. Eso tiene
más de demonismo y del uso de algún médium que dé guía divina.

Pablo buscó llevar su propio pensamiento a la sujeción a Cristo: "llevando


cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Co. 10:5). Al guiarnos,
el Espíritu Santo no ignora la mente que Dios nos dio, sino que le habla a
nuestra inteligencia y comprensión.

John R. Mott fue un intelectual y uno de los grandes líderes estudiantiles


de los primeros años de este siglo. Fue un elemento principal en el
Movimiento Voluntario Estudiantil, que a través de su lema: "La
evangelización del mundo en esta generación", motivó a treinta mil
estudiantes a convertirse en misioneros.

Su biógrafo registra una carta que le escribió a su padre cuando estaba


enfrentando la decisión crítica de cómo iba a invertir su vida. La cito toda, ya
que retrata la interacción de la Palabra de Dios, el Espíritu de Dios y el
intelecto bajo el control del Espíritu Santo.

"En esta época un hombre no puede darse el lujo de cometer algún


error. Toda decisión que tome un hombre le da forma a toda su vida
después de la muerte. Al recordar los pocos años en que he estado
tomando decisiones, puedo ver cómo esto se ha aplicado en mi caso.

"He intentado darle a esta pregunta un análisis justo así como


mucha oración para que mi decisión esté de acuerdo con la voluntad
de Dios. Esto es todo lo que quiero tener por seguro: Que estoy
actuando de acuerdo con sus planes inequívocos.

"Hay dos cosas que deseo convencerlo en mi vida. Primero, que no


tomo precipitadamente una decisión, sino que la considero en todos
sus aspectos, obteniendo consejo de toda fuente confiable, y luego
llegando desde las opiniones en conflicto a ni¡ propia decisión.

"Segundo, que no estoy dirigido por los demás, incluso por una
gran mayoría, a no ser que resulten estar en armonía con mis normas
de decisión:

(a) El Espíritu Santo, quien guía en cooperación con

(b) Las Escrituras

(c) La razón, no el sentimiento

(d) La conciencia

(e) Los acontecimientos providenciales


"Nunca he lamentado una decisión que he tomado con estas normas de
dirección. Si uno las tiene de su lado, ¿qué importa si todo el mundo está en
contra de uno ya que Dios está de nuestro lado? Y si Dios está de su lado,
¿quién puede estar en su contra?"`

Pablo le aconsejó a Timoteo que ejercitara sus poderes mentales y así


obtuviera discernimiento sobre la verdad que había estado impartiendo.
"Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo" (2 Ti. 2:7).
El Espíritu Santo obra mediante nuestro estudio diligente de la Palabra de
Dios.

En el relato registrado en Hechos 8:26-40, Felipe discernió la voz de Dios


y obedeció de inmediato. Cuando llegó a una encrucijada en el camino se
encontró con un eunuco etíope, un funcionario importante a cargo de toda la
tesorería de Candace, reina de los etíopes, enfrascado en la lectura de Isaías
53. La aparente tonta interrupción de las actividades previas de Felipe
comenzó a cobrar sentido. Es cierto, había dejado un avivamiento local, pero
había sido enviado como instrumento para entregar el evangelio al continente
africano. A veces la dirección de Dios va más allá de la razón, pero nunca en
contra de ella.

Si en alguna rara ocasión Dios nos pide que hagamos algo que no parece
estar de acuerdo con el sentido común, podemos esperar cierto indicio
especial de Él. Sin embargo, debemos recordar que la voluntad de Dios no
siempre tendrá sentido para el no cristiano, o incluso para un cristiano que no
ande "en el Espíritu". Debemos verificar esa dirección mediante la oración, la
Biblia, el consejo sabio y por la constricción del Espíritu Santo. La dirección
que parece ir en contra del sentido común debe seguirse solo si Dios da una
guía clara y definida.

Cuando Pablo oró por sus convertidos y así fijó el modelo para
nosotros, oró para que pudieran ser "llenos del conocimiento de su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual" (Col. 1:9). No oró
porque pudieran "sentirse conducidos" para entrar al sendero en el
que Dios quería que anduvieran. Como la respuesta humana a Dios en
la lucha del hombre por la mayor de las obediencias, el mayor de los
poderes espirituales y el mayor de los crecimientos maduros, Pablo
exhortó el ejercicio del tipo más sano de apreciación inteligente de los
deseos de Dios.`

La función de la conciencia

¿Qué papel juega la conciencia, ese control persistente del alma, en la


dirección? Cumple un papel muy importante. En vista de la influencia que
tiene sobre nuestro bienestar emocional y su frecuente mención en las
Escrituras, es sorprendente la poca atención que se le presta en las
predicaciones y en los libros.

Un estudio de importantes pasajes de las Escrituras indica que la


conciencia es una actividad especial del intelecto y la emoción que nos
permite no solo percibir las distinciones morales, sino también discriminar
entre la calidad moral de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Así que
su actividad tiene que ver con nuestra percepción de la voluntad moral de
Dios.

Es la actividad de la conciencia la que hace que nuestro pecado sea


culpable. La palabra significa "conocimiento tenido junto con otro", y por
supuesto el otro es Dios. La conciencia nos convierte en testigos conjuntos
con Dios en contra de nosotros.

Sin embargo, no debemos considerar a la conciencia como una facultad


ejecutiva, ya que no tiene poder que hagamos el bien o para que evitemos
hacer el mal. Su única responsabilidad es dar su veredicto de acuerdo con sus
propias normas y producir la emoción apropiada. Un buen paralelo sería un
termómetro. Registra e indica la temperatura, pero no tiene poder para crearla
ni para modificarla.

La conciencia no es infalible, ya que solo puede reaccionar ante las normas


que conoce. Es una guía segura solo cuando ha sido instruida por la Palabra
de Dios. De ahí la importancia del estudio cotidiano de la Biblia.

Se ha visto su falta de confiabilidad cuando no es instruida por las normas


morales y espirituales de las Escrituras en los hombres que cometieron los
horrores de la Inquisición. Las conciencias de los hombres que perpetraron
esas torturas horribles en realidad los condenaron por lo que hicieron.
Reaccionaron de acuerdo con las normas aceptadas. El delicado mecanismo
de la conciencia perdió el equilibrio después de la Caída, y ahora requiere un
ajuste constante a las normas de Dios. Las reacciones de nuestras conciencias
variarán de acuerdo con la precisión del ajuste.

Una conciencia loable

Pablo enumera tres condiciones progresivas y positivas de la conciencia:

Una clara conciencia

Una conciencia clara es una que es agudamente conciente del acercamiento


del mal. Pablo tuvo que luchar para mantener clara su conciencia; es decir
que esto no es automático. "Y por esto procuro tener siempre una conciencia
sin ofensa ante Dios y ante los hombres" (Hch. 24:16). Él mantuvo su pureza
obedeciendo los mandatos de las Escrituras y los del Espíritu Santo.

Una buena conciencia

"...manteniendo la fe y buena conciencia" (1 Ti. 1:19). Una buena


conciencia elogia lo bueno y condena lo malo. Es la posesión del que
obedece los dictados de una conciencia clara.

Una madura conciencia

"¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se


ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?" (He. 9:14). Ahora bien, con una
conciencia buena, clara y purificada, el creyente puede entregarse sin ningún
sentido de condena al servicio de Dios.

Una conciencia condenatoria

Pablo también contaba con una lista de condiciones progresivas y


negativas de la conciencia.
Una conciencia débil

Este tipo tiende a ser desagradable, excesivamente escrupulosa y se


molesta fácilmente por trivialidades. Una conciencia débil es autoacusatoria
perpetuamente. "porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen
como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina" (1 Co.
8:7, cursivas añadidas).

La acción correctiva sería enfrentar los asuntos involucrados, tomar una


decisión de acuerdo con el mejor criterio de uno y luego negarse
resueltamente a reabrir el asunto.

Una conciencia contaminada

Si voluntariamente persistimos en participar en alguna actividad en contra


de la cual ha protestado la conciencia, la contaminamos y obstaculizamos su
funcionamiento fiel, así como el polvo en el mecanismo de un reloj hará que
marque la hora incorrecta. Este es especialmente el caso cuando está
involucrada la pureza moral.

Una conciencia culpable

...purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con


agua pura" (He. 10:22). Una conciencia culpable deriva de la falta de
consideración frecuente de las advertencias de la conciencia. Deriva en que
su poseedor tenga valores tan distorsionados que llama malo a lo bueno, y a
lo bueno malo.

Una conciencia cauterizada

"por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia"


(1 Ti. 4:2).

Los hombres dicen: "Creo que este rumbo es el correcto porque mi


conciencia no me reprueba. Por lo tanto es correcto para mí". Esto no
tiene sentido. Jesús le dijo a sus discípulos que algún día los hombres
los matarían. "viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará
que rinde servicio a Dios" (Jn. 16:2). Él señaló que existe algo como
daltonismo moral (Mt. 6:23).''

Resumen

Las Escrituras son uno de los factores más importantes en la dirección. Es


la Palabra final de Dios, y su dirección nunca estará en contradicción con su
enseñanza. Cuando Dios ha hablado clara e inequívocamente en su Palabra,
no se requiere más dirección. Él nos ha dejado a nosotros poner en práctica
sus principios en nuestras propias situaciones. La mayor parte de la voluntad
de Dios se nos revela en las Escrituras, pero sus declaraciones y promesas
deben ser interpretadas dentro de su contexto.

El Espíritu Santo, a quien Jesús llamó "el Consolador", cumple su misión


por nosotros. É1 inspiró las Escrituras y ya que confiamos en Él, arroja luz
sobre la importancia de determinados pasajes relacionados con nuestras
situaciones. En Efesios 5, comprender la voluntad de Dios es vinculado a ser
lleno con el Espíritu. Él ejerce tanto un ministerio limitativo como una
influencia restringida cuando no estamos actuando de acuerdo con su
voluntad. A veces veta nuestros planes, porque Él tiene algo mejor. Presta
especial ayuda en el área de la oración. La oración y la dirección son
hermanas siamesas. En ocasiones oramos porque Él redirija nuestra voluntad
como lo hizo con Jesús en Getsemaní. La oración dirigida por el Espíritu es el
principal canal de dirección.

Dios nunca nos pide que dejemos que nuestra mente esté en blanco, puesto
esto abre la puerta a fuerzas extrañas. Nuestros intelectos nos han sido dados
para usarlos, pero en sumisión al Espíritu. Dios puede en ocasiones pedirle a
alguien que haga algo que parece estar más allá de la razón, pero nunca nos
pedirá que actuemos irracionalmente. La conciencia cumple un papel
importante, pero no es infalible, y sus veredictos deben verificarse según las
normas de las Escrituras.
Temas clave:

• El valor del consejo

• ¿Qué papel juegan las circunstancias?

• ¿Dónde encajan nuestros deseos?

• Evaluación de dones y capacidades

• La influencia del temperamento

Si somos sinceros, nunca tendremos la certeza de que nuestros motivos son


absolutamente puros. Conocemos demasiado bien a nuestro propio corazón.
En dicha decisión debemos orar por una verdadera objetividad y pedirle a
Dios que nos dé un deseo irrefrenable de su honra y gloria que seamos
capaces de juzgar correctamente. Pero no es bueno concederse una
introspección interminable. Debemos comprender nuestro propio egoísmo y
continuar hacia delante.

Por todos los medios debemos orar por esto y pedir que se nos dé una
voluntad que no nos llega naturalmente, y un amor nuevo por >rl que hace
que las consideraciones egoístas sean pequeñas. Pero entonces debemos
volcarnos a la tarea objetiva de buscar la sabiduría divina del asunto,
resueltos en que, por la gracia de Dios, obedeceremos lo que es correcto."

El valor del consejo

"Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la


multitud de consejeros se afirman" (Pr. 15:22).

"Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu


vejez" (Pr. 19:20).

¡Tan aconsejado es el hombre sabio! Muchos que se han negado a seguir


un consejo han vivido para arrepentirse de su vida. La experiencia demuestra
que el consejo sabio y bondadoso es uno de los canales más valiosos de la
dirección. Hay muchas decisiones que pueden tomarse seguramente de forma
unilateral, pero cuanto más complejas son, mayor es la necesidad de seguir
un consejo.

En mis años de juventud dudaba poco acerca de tomar decisiones


unilateralmente, pero pronto aprendí la sabiduría del proverbio de Salomón:
"Los pensamientos con el consejo se ordenan; y con dirección sabia se hace
la guerra" (Pr. 20:18). He aprendido el valor del diálogo y de la consulta, ya
que estimulan el pensamiento, amplían la visión y dan un discernimiento más
profundo de los asuntos en juego.

Pero el consejo solo es tan bueno como el que lo da, así que uno debe
prestarle una cuidadosa atención a la cuestión de a quién consultar. Estas son
algunas pautas recomendadas:

• Elija a una o varias personas madurasen las que tenga confianza, que
podrán darle un juicio objetivo y bíblico.

• Evite acercarse a alguien de quién está seguro que le dará un consejo que
está de acuerdo con lo que usted quiere oír. En otras palabras, alguien
que esté tan involucrado que probablemente carezca de objetividad. El
rey Acab es una señal de alarma. Cuando Acab estaba buscando
dirección, consultó solamente a los profetas que estaba seguro que
aprobarían sus acciones. ¡Los cuatrocientos estuvieron de acuerdo con
él! Existe peligro al elegir consejeros de los que estamos seguros que no
estarán en contra de nuestros deseos.

• Esté alerta respecto de consejeros incompetentes o inexpertos.


• En una decisión importante, sería sabio buscar consejo de más de una
persona.

• No evite buscar consejo de alguien que podría darle una opinión adversa.
Es bueno oír tanto el lado negativo como el positivo del caso.

• Consulte a padres cristianos si es que tienen una fuerte ética cristiana.

• No acepte el consejo ofrecido como final para llegar a su decisión.


Verifíquelo con otros factores.

• No permita que su consejero tome la decisión por usted. Usted es el que


debe decidir, ya que es usted, para bien o para mal, quien tendrá que
vivir con sus resultados.

Una joven mujer se acercó al doctor E. Stanley Jones pidiendo su consejo


respecto de una elección que tenía que hacer entre dos hombres que la
estaban cortejando y a quienes ella conocía.

-¿Usted cree que debo casarme con este hombre o con ese? - preguntó ella.

-Creo que no se tiene que casar con ninguno de los dos - respondió el
doctor Jones-. Ninguno de ellos es digno de usted.

-Muy bien, ¡con eso la decisión está tomada! -fue la respuesta de ella-.
Anoche le dije a Dios que tomaría su respuesta como la respuesta de Él.

-Espere un minuto -dijo el doctor Jones-. ¡Yo no soy Dios! Esta es mi


opinión. La opción es suya.

"Es bueno pedir el consejo de los demás", escribió el doctor R. E. Speer,


"considerar sus opiniones, medir las consecuencias de diferentes cursos de
acción. No debemos dejar de utilizar ningún medio válido de consulta o de
investigación, para poder estar seguros de lo que es correcto.

"Pero cuando lo hemos hallado, debemos hacerlo, solo porque es lo


correcto, no por las cosas que los demás digan, o por cuáles pueden ser las
consecuencias. Los amigos pueden aconsejar en contra de nuestra insensatez.
Lo hicieron así en el caso de Cristo"."

Puede haber también demasiado consejo. Ir de un consejero a otro solo


puede ser un indicio de la falta de disposición para hacerse responsable de los
posibles resultados de la decisión. Esta actitud es infantil. Llega el momento
en que no debe tolerarse más postergar la decisión y se la debe tomar.

¿Qué papel juegan las circunstancias?

¿Es correcto suponer que las circunstancias favorables constituyen la


voluntad de Dios para nosotros? Indudablemente juegan un papel importante
en el proceso de la dirección, pero no deberían tomarse como definitivas sin
que lo confirmen otros indicadores.

Jesús les dijo a sus discípulos que el Dios creador, que controla las órbitas
del espacio, Él es un Dios soberano que nunca abandona el control de las
circunstancias, ni siquiera de las acciones de los hombres malvados. Los
potentados y los políticos pueden enorgullecerse de que están haciendo
historia y de que pueden crear grandes bibliotecas para perpetuar sus logros.
Pero Pablo los echa por tierra cuando dice: "[Dios] les ha prefijado el orden
de los tiempos, y los límites de su habitación" (Hch. 17:26). Como Señor
soberano del universo, Él controla las circunstancias y las ordena según su
voluntad. Y su voluntad es buena. "Y sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien" (Ro. 8:28).

Cuando Dios declaró: "¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero,
oh casa de Israel? ...como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros
en mi mano, oh casa de Israel" (Jer. 18:6), Él estaba expresando su control
absoluto de los sucesos y circunstancias. El poeta Robert Browning expresó
esta convicción:
Ninguna circunstancia sucede por casualidad, si bien su importancia puede
no ser evidente en el momento. Más adelante puede verse como un factor
vital en el desenvolvimiento de un plan de vida. Esto le sucedió al autor.

Siendo joven, presenté una solicitud de ingreso al Instituto Bíblico de Los


Ángeles y les pedí que me enviaran los formularios correspondientes. A su
debido tiempo recibí una respuesta del registro diciendo que me estaban
enviando el material por separado, pero nunca llegó. Cuando escribí esa carta,
no sabía que se había fundado recientemente una Universidad Bíblica en
Nueva Zelanda. Durante el período de espera, conocí a algunos de sus
alumnos, que me alentaron a inscribirme allí. En la providencia de Dios,
posteriormente llegué a ser director de la Universidad Bíblica de Nueva
Zelanda durante varios años. Dios había usado un desperfecto oficial en Los
Ángeles para dirigirme a su plan para mi vida.

La lección es que cuando comprometemos verdaderamente nuestro camino


con el Señor como se nos insta a hacerlo (Sal. 37:5), con confianza podemos
esperar que Él ordene las circunstancias y que nos guía hacia oportunidades
que estén de acuerdo con su plan.

El factor del tiempo

Dios controla el factor del tiempo. Al leer las Escrituras uno no puede
menos que sentirse asombrado por la precisión meticulosa de los tiempos en
determinados incidentes importantes. Tomemos, por ejemplo, el encuentro
"casual" de Felipe el evangelista con el eunuco etíope, que "casualmente"
estaba leyendo el más importante de los pasajes del Antiguo Testamento
cuando el sendero de Felipe se cruzó "por casualidad" con el del Ministro de
finanzas de Candace. ¡Qué grandes asuntos tenían que ver con la inmediata
obediencia al mandato divino! Una demora de cinco minutos en obedecer el
llamado de Dios y sus caminos nunca se hubieran cruzado, y el continente de
África hubiera tenido que esperar más tiempo para conocer las Buenas
Nuevas.

Cuando las circunstancias tienen relación con el tenor de las Escrituras y


coinciden con el juicio informado del creyente y con la convicción interna del
Espíritu Santo, entonces sirven de confirmación de la elección tomada. En
decisiones de importancia mayor, especialmente, las circunstancias solo
juegan un papel menor. La coincidencia nunca niega el mandato de Dios. Las
circunstancias solas nunca deben ser tomadas sin reservas como la voluntad
de Dios.

Mientras escribía este capítulo recibí una carta de un amigo que contenía
una cita que dijo que había sido una gran bendición para él y para muchos a
quienes se la dio a conocer:

El Señor puedo no haber planeado que esto me debía alcanzar, pero Él


por cierto lo permitió.

Por ende, aunque sea un ataque de un enemigo, para el momento en


que me alcance, tiene el permiso del Señor y por lo tanto, todo está
bien.

Él hará que todo obre junto con las experiencias de la vida para
bien.

¿Dónde encajan nuestros deseos?

Uno de los problemas que deja perplejo y que enfrenta cualquiera que
sinceramente desea conocer y hacer la voluntad de Dios constituye
determinar la parte que sus deseos personales deben jugar en el proceso de
toma de decisiones. ¿Cómo deben verse influidas nuestras elecciones por
nuestros sentimientos subjetivos? El problema es aún más complejo para
algunos por el temor injustificado de que si deseamos mucho una cosa lo más
probable es que no sea la voluntad de Dios. Si esta es la opinión, debe tratarse
primero esta impresión distorsionada de la naturaleza de Dios. Dios no es un
"Aguafiestas celestial". Es la enseñanza consecuente de las Escrituras -y la
experiencia de los santos a lo largo siglos- que Dios está más dispuesto a
guiarnos que nosotros a ser guiados.

Hay un dicho común: "Ama a Dios y haz lo que quieras". ¿Es ese un
concepto bíblico? Idealmente, si todos amáramos a Dios con todo nuestro
corazón, alma y mente, eso podría ser legítimo, ya que entonces desearíamos
hacer solo lo que Él quisiera. Pero no vivimos en un mundo ideal, y ¿quién de
entre nosotros es ideal en sus acciones y reacciones? No hacemos
automáticamente lo que Dios desea. ¡A veces Dios desea lo que nosotros no
queremos! Necesitamos una base más objetiva para las decisiones
importantes.

El salmista reveló correctamente la voluntad de Dios cuando escribió:


"Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu
corazón" (Sal. 37:4, cursivas añadidas). La implicación es que mientras nos
deleitamos en una comunión estrecha cotidiana con el Señor, Él por su parte
nos otorga nuestros deseos. "Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá
asimismo el clamor de ellos, y los salvará" (Sal. 145:19). Así que si nuestro
interés es -y debería ser- complacer al Señor, nuestros deseos bien pueden ser
un indicio de su voluntad.

Jesús sostuvo, según está registrado en Juan 10:4, que sus ovejas lo siguen
porque conocen su voz. Dios está obrando activamente en nuestro corazón y
mente para crear en nosotros deseos que sean compatibles con su propósito
eterno: "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2:13). Es la función del Espíritu Santo dar
nacimiento a los deseos que conducen a la actividad santa. Si nuestros deseos
son buenos y santos, bien pueden ser las semillas de la plantación del Señor.

Sin embargo, si estamos profundamente involucrados emocionalmente en


las alternativas que estamos considerando, no es para nada difícil proyectar
nuestros deseos subconscientes como la voz de Dios. ¿Cómo podemos
realizar una distinción entre ambas? Estos son algunos procedimientos
sugeridos que podrían aclarar el tema:

1. Descarte el mito de que si usted desea algo, lo más probable es que Dios
no lo desee.

2. Crea en la promesa de Dios de que Él le dará luz a los que están


dispuestos y que se empeñan en hacer su voluntad, independientemente de lo
que sea (Jn. 7:17).

3. Asegúrese de que el curso que desee seguir sea legítimo bíblicamente y


esté de acuerdo con el tenor de las Escrituras.

4. Considere si su deseo va en contra de su deber principal y obvio.

5. Determine si los consejeros competentes apoyan su plan.

6. Al tomar su decisión, pida con fe por la sabiduría prometida en Santiago


1:5.

Si su deseo pasa estas pruebas, entonces tiene buenos fundamentos para


creer que es la voluntad de Dios para usted.

Evaluación de dones y capacidades

¿Hasta dónde deben nuestros dones, capacidades y adiestramiento influir


en nuestra toma de decisiones? La observación indicaría que Dios
generalmente guía de acuerdo con los lineamientos de los dones y las
capacidades naturales con los que nos ha dotado. A estos, el Espíritu Santo
les agrega dones espirituales que nos preparan para la obra del reino.

Un don espiritual no es una capacidad natural sino una operación especial


del Espíritu Santo en la vida del cristiano, siempre que Él emplee la
personalidad del individuo para un propósito espiritual. Es más que un don
natural y con frecuencia trasciende las capacidades naturales propias. Al
considerar asuntos de dirección, debemos tener en cuenta nuestras
capacidades reales o potenciales, pero ellas solas no deben determinar el
asunto.
A ningún creyente le falta al menos un don espiritual. "Pero a cada uno le
es dada la manifestación del Espíritu para provecho... Pero todas estas cosas
las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como
él quiere" (1 Co. 12:7, 11, cursivas añadidas).

Así que cada creyente tiene un don especial de Dios y puede de hecho
tener más de uno. Pero con frecuencia estos dones están latentes y nunca se
los ejercita. Algunos sostienen que estos dones son transitorios y que luego se
van. Las Escrituras no expresan esto en ningún lugar; a lo sumo es una
inferencia. Su propósito principal es el de construir la iglesia. Por lo tanto, la
prueba de tal don es: ¿Está resultando en la edificación, el enriquecimiento y
la unidad de la iglesia?

Algunos se aventuran a participar en actividades mayores para las que no


tienen ninguna aptitud, con la suposición errónea de que esto es andar por fe.
De hecho, es más probable que sea una presunción. Si Dios condujera a una
persona a hacer tal cosa, se esperaría de Él que diera a conocer su voluntad
dando más que una guía común y una convicción interna muy profunda.

En su soberanía, Dios a veces toma a alguien que se encuentra preparado


espiritualmente, pero que parece no estarlo por dones naturales, para usarlo
en áreas que de otro modo estaría cerradas para dicha persona. Un ejemplo
notable de esto es el ministerio de un hombre que conozco, que es
espiritualmente maduro y que durante muchos años ha sido el líder nacional
del movimiento "Juventud para Cristo" en Nueva Zelanda. Desde el punto de
vista natural, estaría descalificado para tal posición porque tiene un grave
tartamudeo. En la conversación común siempre está presente, pero cuando se
sube a la plataforma o al escenario de la televisión, el tartamudeo desaparece,
solo para reaparecer cuando se baja.

Una vez le pregunté por qué pensaba que el Señor le había dado esa
discapacidad. "Ah, lo sé", respondió. "Dios quería que yo fuera más
dependiente de Él que lo común". Cada vez que habla en público es un nuevo
acto de fe, y Dios ha respondido grandemente a su confianza. Pero esos casos
son excepcionales, y es inusual que Dios use a alguien significativamente en
un área en la que no ha demostrado competencia.
Entonces, ¿esto descalifica a una persona inexperta para emprender la obra
cristiana respecto de la cual no tiene experiencia previa? No, por cierto, ¡si no
nadie comenzaría! Pero primero debemos estar dispuestos a demostrar
nuestra competencia en áreas menores antes de emprender una tarea más
importante.

La influencia del temperamento

El proceso de toma de decisiones involucrará su personalidad, en parte,


desde su temperamento. El temperamento ha sido definido como la
naturaleza de una persona ya que controla la forma en que se comporta, siente
y piensa. Es la respuesta esencial del alma a su entorno.

Así como no hay dos personas que tengan las mismas huellas digitales,
tampoco hay dos personas que tengan un temperamento idéntico. La visión
tradicional es que hay cuatro tipos de temperamento: Sanguíneo, colérico,
melancólico y flemático. Sin embargo, no existe un tipo puro; ¡todos somos
híbridos! Pero por lo general predomina un tipo en una personalidad.

Las personas de tipos diferentes abordarán y evaluarán una situación de


maneras diferentes, así como dos o más personas que ven el mismo accidente
de automóvil darán descripciones diferentes. Los cuatro tipos principales de
temperamento podrán permitir que las personas lleguen a la misma
conclusión, pero cada una procesará la información de manera diferente. Un
tratamiento útil sobre este tema se halla en Finding the Will of God
[Encontrar la voluntad de Dios] de Tim LaHaye.'a

Una breve descripción de cada uno de los cuatro tipos puede ser útil para
nuestro tratamiento. Las siguientes caracterizaciones están, por supuesto,
muy simplificadas y ampliamente generalizadas. Recuerde que no hay tipos
puros.

Los de temperamento sanguíneo suelen vivir en el presente y se


conmueven emocionalmente con mucha facilidad. Debido a esto, son más
propensos a tomar decisiones basadas en la emoción y suelen ser menos
objetivos que otros en sus juicios. Las personas de este tipo deben ser
concientes del peligro de ser demasiado subjetivas e inconstantes.

Las personas de temperamento colérico son sensibles y profundas, y suelen


estar orientadas a las metas. Se puede depender de ellas y sus decisiones
estarán muy influidas por si estas opciones encajan o no con sus metas.
Pueden ser no condescendientes e indecisos.

Las personas melancólicas tienen una fuerte voluntad y son personas muy
valientes que suelen ser introvertidas y perfeccionistas. Son de una
disposición práctica y decidirán a favor del reto más difícil.

Los de temperamento fle►nático son pausados, calmos y prácticos. Suelen


ser lentos e indecisos, pero son buenos consejeros porque se toman el tiempo
para escuchar todos los aspectos de un problema.

Heredamos nuestros temperamentos y no podemos cambiarlos. Pero tanto


las Escrituras como la experiencia testifican que los elementos adversos del
temperamento pueden mejorarse, o incluso eliminarse, bajo la tutela del
Espíritu Santo. Él lo hace en la vida de alguien entregado a su control
produciendo el fruto del Espíritu descrito en Gálatas 5:22-23.

Resumen

Salomón nos aconsejó: "Escucha el consejo, y recibe la corrección, para


que seas sabio en tu vejez" (Pr. 19:20). Al buscar dirección, el consejo de un
consejero competente es de inestimable valor. Los consejeros deben ser
bíblicamente avisados y deben poder dar una evaluación objetiva, señalando
las debilidades así como las fortalezas de nuestras inclinaciones. Pero no es el
consejero el que debe tomar la decisión. Las circunstancias providenciales
también son factores de dirección, pero ellas tampoco deben ser elementos de
decisión. Se las debe verificar con otras pautas. En ocasiones, Él
soberanamente usa a alguien que nosotros descalificaríamos, pero esta es una
excepción. Dios mantiene el factor del tiempo en sus propias manos.

A veces es difícil distinguir entre nuestros deseos y la voluntad de Dios.


Nuestros deseos pueden ser o no de su creación. Dios ha prometido que si nos
deleitamos en Él, nos dará los deseos de nuestro corazón. Esa es la condición.
Por lo general, aunque no siempre, Él nos conduce según nuestras
capacidades naturales. Nuestras capacidades sí afectan nuestra dirección. Los
dones espirituales son para la edificación de la iglesia y no para el beneficio
personal.

Todos hemos heredado un temperamento, que no podemos cambiar. Pero


sus aspectos adversos pueden mejorarse por el Espíritu Santo impartiendo su
fruto. El temperamento influye la manera en la que abordamos el proceso de
toma de decisiones. Hay cuatro temperamentos básicos, aunque la mayoría de
nosotros incorporamos cualidades de más de un tipo.
Temas clave:

• Guía sobrenatural y espectacular

• Impresiones e intuición

Dios no dirige a sus hijos por medio de ninguna regla. Dos de sus hijos no
serán conducidos del mismo modo, y es más probable que Él nunca dirija dos
veces a uno de sus hijos exactamente de la misma manera. Por lo tanto, las
reglas pueden ser confusas. La verdadera espiritualidad consiste en una vida
que es libre de la ley y que es vivida, hasta el mínimo detalle de la
individualidad, por el poder del Espíritu.

La dirección divina es por medio del Espíritu que mora en el cristiano. Por
lo tanto, se deduce que la verdadera dirección en esta dispensación estará más
dirigida por una conciencia interior que por señales externas. Luego de que
hayamos fielmente cumplido con las condiciones de la vida espiritual,
tenemos "la mente del Espíritu". Él es capaz de convencernos de lo que está
mal y de impartirnos una convicción clara de lo que está bien.'

Guía sobrenatural y espectacular

En la literatura religiosa, abundan casos de dirección espectacular o al


parecer sobrenatural. Algunas están autenticadas con confianza, otras no
están tan bien confirmadas. Muchos lectores de este libro pudieron bien haber
vivido estas experiencias.

En las Escrituras se registra que a veces Dios usó sueños o visiones para
comunicarse con sus siervos, pero estos estaban lejos de ser algo de todos los
días. No debemos aceptar tales incidentes como evidencia final de una
dirección divina sin una mayor confirmación. Es un sabio principio de trabajo
considerar la dirección sobrenatural o espectacular como la excepción, no la
regla.

Un factor a tener presente es que en el momento en que se registraron los


sucesos bíblicos, el Nuevo Testamento no existía. Pero ahora tenemos toda la
Biblia, que contiene toda la voluntad de Dios en términos comprensibles, y el
Espíritu Santo mismo para interpretarla. Así que tales métodos de
comunicación se han vuelto menos esenciales. Sin embargo, Dios es
soberano en esta área como en cualquier otra, y no somos nosotros los que
tenemos que decir que Él hará o no.

En la época del Antiguo Testamento, Dios reveló su verdad a su pueblo de


una forma gráfica, como con el tabernáculo del testimonio. También uso
sueños y visiones para transmitir su mensaje a personas seleccionadas. Pero
cabe advertir que se les dio principalmente a hombres y mujeres santos en el
servicio de Dios, y por lo general no fueron solicitados. Sin embargo, Lucas
sí registra varios relatos de visiones recibidas en tiempos del Nuevo
Testamento, para que no puedan ser olvidadas.

Juan Wesley da un consejo respecto de nuestra actitud hacia tales


manifestaciones:

No atribuyan precipitadamente las cosas a Dios. No supongan con


facilidad que sueños, voces, impresiones, visiones o revelaciones
provienen de Dios. Pueden provenir de Él, pueden provenir del
diablo. Por lo tanto no crean en todo espíritu, sino prueben si los
espíritus son de Dios.

Él atrae correctamente nuestra atención al hecho de que tenemos un


adversario maligno que tiene acceso a nuestra mente y corazón. Pedro,
dirigiéndose a Ananías, le preguntó: "por qué llenó Satanás tu corazón para
que mintieses al Espíritu Santo...?" (Hch. 5:3). Este hecho debe recalcar la
necesidad de andar en estrecha comunión con nuestro Guía, que conoce y
puede advertirnos sobre los trucos de Satanás.
En nuestra época en la que tantos se vuelven a las religiones místicas
orientales en busca de dirección, se debe ejercer sumo cuidado. No deben
buscarse visiones místicas. El método de Dios no es místico, Él se comunica
con nosotros mediante la mente y el espíritu. Es peligrosamente fácil entrar
en el hipnotismo propio.

La dirección sobrenatural no es la norma

Ya que ahora tenemos tanto la Palabra como el Espíritu, podemos afirmar


con fundamento que el tipo de dirección que estamos tratando en este
capítulo no es de esperarse normalmente. No hay instrucción ni en el Antiguo
ni en el Nuevo Testamento, de que debamos buscar este tipo de dirección.
Dios prefiere el camino de la fe.

En su libro A Slow and Certain Light [Una luz lenta y certera], Elisabeth
Elliott tiene esto que decir sobre la dirección milagrosa:

Hay una cosa que debemos advertir acerca de estos milagros. Cuando
Dios guió por medio de la columna de nube y fuego, por la estrella de
Belén, por las visitas de los ángeles, por la palabra que llegaba a
través de los sueños, las visiones y los profetas e incluso a través de
una asna molesta, en la mayoría de los casos no eran señales que
fueron solicitadas. Y cuando lo fueron, como en el caso de Josafat y
Acab, no fueron aceptadas.

Los fenómenos sobrenaturales fueron dados a discreción de la


sabiduría divina. No debemos pedirle a Dios que nos guíe de alguna
forma milagrosa. Si, en su sabiduría, Él sabe que esos medios son los
que necesitamos, ciertamente los otorgará.

La visión no bienvenida de Pedro

La visión que tuvo Pedro, registrada en Hechos 10:9-23, es a veces


mostrada por los que buscan visiones como un medio de dirección. Sin
embargo, un estudio objetivo del pasaje revela que su propósito no era tanto
dirigirlo a dónde ir, sino a vencer su prejuicio de judío resentido contra los
gentiles.

El corazón de Dios se dirigía a los gentiles como lo había hecho a los


judíos. Él quería que ellos también fueran beneficiarios de las Buenas
Nuevas. Cornelio el centurión fue la clave para la situación, pero los judíos
despreciaban a los "perros gentiles" y ni tan siquiera entraban a sus hogares.

Dios quería usar a Pedro como su mensajero, pero Pedro estaba infectado
profundamente con ese prejuicio judío. Era un prisionero de su propio bagaje
cultural, así que Dios empleó su método inusual de quitarle de golpe su
prejuicio irracional. Cabe advertir que la visión se apareció tres veces.

No fue la visión lo que dirigió a Pedro a la casa de Cornelio, sino la voz


del Espíritu: "le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate,
pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado" (Hch.
10:19-20). Advierta que él había estado orando poco antes de que el Espíritu
le hablara.

Pedro no buscó la visión. Fue un acto soberano de Dios enviado con un


propósito específico: La eliminación de un prejuicio que evitaba que Pedro
cumpliera con la voluntad de Dios. Es posible que a veces cuando pensamos
que estamos defendiendo un principio, en realidad estamos fracasando por un
prejuicio.

Ya que Pedro siguió el objeto lección de la visión, tuvo el privilegio de


usar las llaves para abrir la puerta del reino de Dios a los gentiles, como
también lo había hecho para los judíos en el día de Pentecostés. El Espíritu de
Dios cayó sobre los que estaban en casa de Cornelio, demostrando así que la
pared de división entre los judíos y los gentiles se había derribado.

Hay incidentes bíblicos en los que Dios reveló su voluntad y dio dirección
mediante sueños tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Pero el
análisis revela que estos sueños no les llegaron al pueblo en general, sino a
personas especiales en situaciones especiales. Los sueños son los
afloramientos de la mente subconsciente y con frecuencia reflejan deseos o
temores reprimidos. Dios puede -y a veces lo hace- utilizar este método en
nuestros días.
Un caso moderno de dirección a través de un sueño con consecuencias
felices es relatado por el doctor Tom Lambie de la Misión al Interior de
Sudán. Cuando regresó a casa después de un período de servicio en Etiopía,
se enfrentó con la oferta de una sociedad médica lucrativa con su tío, que
pronto le delegaría toda su práctica. ¡Por cierto que podía servir al Señor
como un médico influyente en su país como bien podría estar enterrado en
África!

Luchó con el asunto hasta que una noche un sueño -tan vívido que parecía
más que un sueño- lo ayudó a decidir. En el sueño, una mano sucia, leprosa
como las que había visto con frecuencia en Etiopía emergía del corazón de
África, y una voz repetía: "Toma esa mano". Finalmente siguió adelante, y
aunque se sentía nauseabundo incluso en el sueño, tomó la mano en la suya.
Tan pronto como la tomó, se convirtió en la hermosa y horadada mano del
Señor Jesús." El resultado del sueño fue que regresó a África para participar
como uno de los directores de campo de la Misión.

Ulla Fewster es una misionera que trabaja con Overseas Missionary


Fellowship en Tailandia y está involucrada en la literatura. Una noche, con
una amiga misionera, Maj-Lis, asistió a una reunión de oración en Bangkok,
donde se encontró con Jean y Marian Bolton, que eran misioneras a tiempo
parcial, pero que tenían que mantenerse desempeñándose como secretarias.

Al estrecharse las manos, Marian dijo: "¡Pero nos hemos conocido antes!"

"No me parece", explicó más tarde Ulla, "pero durante un tiempo ambas
intentamos pensar dónde nos habíamos conocido, sin resultado alguno. Sin
embargo, durante la reunión de oración, Marian le susurró a Jean: `¿Te
acuerdas ese sueño que te conté hace aproximadamente tres semanas?' Sí,
Jean lo recordaba.

"Marian soñó que entraba a un edificio donde varios grupos pequeños de


estudiantes estaban sentados alrededor de mesas con un maestro en cada
grupo. Dos maestras sobresalían del sueño, con tanta claridad que se las pudo
describir a Jean. ¡Una de ellas era yo!
"Jean y Manan no me dijeron nada acerca del sueño, pero nos invitaron a
cenar unos pocos días más tarde. Todavía puedo recordar -no sentir- la carne
de gallina en mis brazos mientras entraba en esa casa. Había una voz quieta,
pequeña dentro de mí, la voz de Dios, que me decía: `¡Ulla! Acá es dónde
tienes que vivir, y vas a trabajar con estas muchachas'. Aún no sabía nada del
sueño de Marian, por supuesto.

"No les dije nada, pero sí se lo dije a Maj-Lis de regreso a casa:

y contémosles -exclamó ella.

no, ¿cómo podría? Solo compara su hogar con el nuestro... -temía que
pensaran que quería una casa más linda dónde vivir.

por eso durante una semana -sugirió Maj-Lis-. Si al final de la semana


todavía sientes que su casa es el lugar para ti, entonces iré contigo y les
diremos.

"Una semana más tarde volvimos al hogar de lean y Marian, y con dedos
temblorosos toqué el timbre. Jean estaba en casa y nos recibió con placer.

lean -dije-. Tengo que decírtelo de una vez. Cuando estuve aquí esa noche
sentí como que Dios me estaba diciendo que aquí es dónde debo vivir, y que
debo trabajar con ustedes.

está muy bien -dijo Jean-. Ya lo sabíamos. Solo queríamos que fuera Dios
quien te lo dijera -luego nos contó sobre el sueño de Marian. Nos
asombramos, y estuvimos llenas de admiración y gratitud a

Dios a veces emplea métodos inusuales para hacer conocer su voluntad,


pero ese es un asunto de su soberanía, no de mi exigencia.

El doctor R. T. Kendall sustituyó al doctor Martin Lloyd-Jones como


ministro de la Abadía de Westminster en Londres. Quería una dirección
espectacular, pero solo cuando se entregó a lo no espectacular pudo discernir
la voluntad de Dios.
No tenía un llamado para predicar, pero en sus estudios universitarios tomó
materias que lo prepararían para la práctica del derecho o el ministerio de la
Palabra. Un día un escocés llamado John Sutherland Logan habló en el culto
matutino de la capilla. El doctor Kendall pensó en se momento que era la
mejor predicación que había oído.

Para su deleite, le pidieron al doctor Logan que se quedara en la


universidad y diera cultos en la iglesia local. El doctor Kendall fue a oírlo
todas las noches. Se presentó a sí mismo y hablaba con él después de cada
culto nocturno. Llevó al doctor Logan a desayunar antes de que abandonara
la universidad.

"Con frecuencia he dicho que esperé que el arcángel Miguel bajara del
cielo para decirme que tenía un llamado para predicar", dijo el doctor
Kendall. "¡Pero en cambio Dios me envió un escocés!" El doctor Logan casi
me dijo: "Tú has sido llamado para predicar, te digo que es así. Ahora ve con
tu pastor y pídele que te otorgue una licencia local de predicador. No esperes
ni un día más". Firmó su nombre en mi Biblia y añadió: "Cualquier cosa que
te diga, hazlo".

"Dios usó al doctor Logan para demostrarme que estaba equivocado al


exigir lo espectacular. Tenía ese instinto sagaz escocés que detectó cuán
profundamente ansiaba ser ministro de Dios. No sé si alguna vez le dio a
alguien un consejo como el que me dio a mí. Todo lo que sé es que el doctor
Logan tenía razón. Y sin embargo me sentía desilusionado. No habría
ninguna visión. Ninguna voz angelical. Ninguna gran presencia. Solo un
escocés diciendo: "Has sido llamado para predicar". Fue la entrega a lo no
espectacular lo que me dio paz para que me preparara de inmediato para el
ministerio".'"

Impresiones e intuición

Buscar la dirección mediante nuestros sentimientos fluctuantes y


subjetivos es un método muy precario para determinar la voluntad de Dios.
"Me sentí dirigido" es una base muy poco firme para una decisión
importante, ya que nuestros sentimientos son tan vulnerables y vacilantes. Sin
embargo en los testimonios, esto se presenta constantemente como el motivo
de una decisión.

Nuestras emociones sí que cumplen un papel importante en el proceso de


toma de decisiones, ya que somos seres sensibles. Sin embargo, puesto que
las decisiones son susceptibles a muchas influencias externas, son
indicadores muy poco confiables y variables. Por este motivo solamente, es
poco sabio considerar nuestros sentimientos actuales como guías principales
y de dependencia. Un cambio de circunstancias mañana -fatiga, mala salud,
desempleo, duelo- podría dar lugar a una serie totalmente nueva de
emociones. Cualquier factor podría provocar un desastre en nuestros
sentimientos. Así es el opuesto de la sabiduría basar una decisión únicamente
en nuestras emociones subjetivas, aunque no niego su importancia.

Pero cuando basamos nuestras decisiones en la realidad objetiva de la


inmutable Palabra de Dios, estamos en terreno seguro. Toda la dirección
subjetiva debe verificarse con normas más objetivas. Como ya hemos visto,
Juan Wesley reconoció su necesidad cuando habló de su experiencia: "Dios
generalmente me guía presentando razones a mi mente para actuar de
determinada manera".

Algunas personas depositan mucha confianza en sus intuiciones, sus


"corazonadas", como una base para la dirección. Debe admitirse que existen
personas cuyas intuiciones son notablemente precisas, pero hay muchos más
con intuiciones que los conducen fuera del camino. Nuestras intuiciones no
serán más precisas que el conocimiento que hemos recogido que las informa.
De todos modos, nuestras intuiciones nos son aparatos de medición precisos
incluso de nuestros propios sentimientos reales. "Cuando habla la intuición",
dice un autor, "mi subconsciente ha procesado la información con mayor
rapidez que la mente conciente, y mi intuición me está diciendo lo que mi
mente subconsciente ha concluido".

Aprendemos la voluntad de Dios, principalmente, no por medio de


impulsos e impresiones, sino por el estudio en oración de los principios de las
Escrituras y por su aplicación inteligente al caso en cuestión.
Si bien nuestros impulsos e impresiones no deben equipararse a la voz de
Dios, no debemos dejar de considerarlos tampoco en la toma de decisiones.
Pero deben analizarse y probarse. Una pauta útil para hacerlo es esta: "Dios
nunca nos conducirá a ningún curso que no encaje con el carácter y la
enseñanza de Cristo". También podríamos preguntarnos: "¿Es esta impresión
o este impulso para la gloria de Dios?", o: "¿Es coherente con el espíritu de
amor?"

T. C. Upham sostenía que "los impulsos y las impresiones del Espíritu


Santo son de un carácter pacífico y amable. Nunca perturban ni agitan la
mente, sino que la restringen sanamente. Las impresiones y los impulsos que
no son del Espíritu Santo no son de un carácter pacífico y amable, sino que
son precipitados y violentos".

Otra persona que escribió sobre este tema dijo que no había encontrado
algún ejemplo ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento donde quede claro
que alguien había discernido la voluntad de Dios mediante una dirección
interna. Sostenía que los casos que parecían serlo eran de dirección
sobrenatural o de decisión racional.

No se sugiere que Dios no puede y no da impresiones como un elemento


de dirección. Pero las únicas impresiones que deben reconocerse como
procedentes de Dios son las adecuadas bíblicamente y las que no son
contrarias a la sabiduría lógica.

Personalmente negaría mi propia experiencia si dijera que Dios nunca guía


por impresiones. Sin embargo también debo afirmar que se las debe probar.
En una ocasión estaba dirigiendo una serie de reuniones en las Filipinas.
Faltaban todavía dos reuniones, pero de repente tuve una convicción
extraordinariamente fuerte de que debía cancelarlas e ir a una ciudad en
Australia donde mi sobrino, para quién ocupé el lugar de su padre, era
director de un hospital general. Sabía que estaba enfermo pero no contaba
con más información. Pude hacer arreglos para las reuniones antes de volar a
Australia. Cuando llegué a la casa de mi sobrino no había nadie. Pronto llegó
mi sobrina y cuando me vio se arrojó a mis brazos. Estaba descontrolada. Su
esposo estaba seriamente enfermo en el hospital y había tenido que renunciar
a su cargo. Vivían en una casa de propiedad del hospital y debían
abandonarla al cabo de seis semanas para darle espacio a su sucesor. Mi
sobrino había administrado el dinero de la familia y su esposa no sabía en qué
condición estaban sus finanzas.

Pude ver cómo estaban las cosas y a qué tipo de vivienda podían aspirar.
Al cabo de veinticuatro horas habíamos conseguido una propiedad adecuada
y habíamos realizado los arreglos necesarios. A la mañana siguiente vino un
amigo y nos entregó un cheque por seis mil dólares como un préstamo sin
intereses para mi sobrina. Luego pude volar a mi siguiente compromiso.

Normalmente, hubiera sido bastante cauteloso respecto de actuar sobre una


impresión como esa, pero jesús dijo que sus ovejas oyen y son capaces de
distinguir su voz. Yo había reconocido su voz. Después de todo, ¡la había
estado oyendo durante cincuenta años!

Resumen

En la época del Antiguo Testamento Dios en ocasiones hablaba a los


profetas y a otras personas con una voz audible, como lo hizo con Samuel.
También usaba sueños y visiones para iluminar su voluntad, pero estos no
sucedían todos los días. Con la finalización de la Biblia, el descenso del
Espíritu y el avance de la civilización, estos métodos de comunicación dieron
lugar a más dirección personal. Sin anularla del todo, debemos considerar a la
dirección sobrenatural y espectacular como la excepción. Juan Wesley dijo
que Dios por lo general lo guió presentando motivos a su mente (no
sentimientos a su corazón). Nuestras emociones inestables son una base muy
endeble para tomar una decisión importante. Los fenómenos sobrenaturales
se han dado según la discreción divina. Pedro ni buscó ni dio la bienvenida a
la visión de Hechos 10, que fue dada para eliminar su prejuicio judío y no
para proporcionar dirección.

La emoción sí juega un papel en la dirección, pero debido a que nuestras


emociones son variables y susceptibles a influencias y circunstancias
externas, es poco sabio basar una decisión únicamente en los sentimientos y
las impresiones. Se los debe probar por medio de normas más objetivas. No
podemos equiparar la intuición con la voz de Dios. Nuestras impresiones de
hecho pueden ser de Dios, pero siempre se las debe analizar y probar. "¿Es
esto para la gloria de Dios?" es una pregunta principal de la prueba. Las
impresiones aceptables son bíblicamente apropiadas. Las impresiones del
Espíritu Santo no perturban ni agitan la mente.
Temas clave:

• La visión misionera de Pablo

• El llamado misionero

• ¿En casa o en el extranjero?

• ¿Es necesario un llamado especial?

• ¿Qué es un llamado?

• Ningún llamado especial

• Procedimiento sugerido para los candidatos a misioneros

Al confinar la palabra "llamado" a las personas separadas por Dios para


ministerios particulares no solo estamos implicando que hay dos niveles de
cristianos, sino que alentamos a los del "segundo nivel" a sentir que pueden
necesitar un nivel más bajo de dedicación y obediencia. Una vez que nos
damos cuenta de que el llamado fundamental de la Biblia es el de seguir a
jesucristo como nuestro Salvador y Señor, todos nosotros estamos sujetos a
las mismas condiciones de discipulado, y todos reconocemos que Dios tiene
el derecho de pedirnos que vayamos a cualquier parte y que hagamos
cualquier cosa en cualquier momento que Él elija.2`

La visión misionera de Pablo

Las experiencias de Pablo y sus compañeros registradas en Hechos 16:6-14


con frecuencia se toman como un modelo para un llamado misionero a una
obra misionera transcultural. El llamado urgente del hombre de Macedonia
por cierto conlleva una fuerte atracción al que busca dirección respecto de si
embarcarse o no en una vocación misionera. El pasaje arroja luz sobre el
problema, pero tal vez no en esta relación estricta.

Recuerde que para ese entonces Pablo no era un candidato joven para la
misión, sino un experimentado misionero que había completado una gira de
servicio. Así que la aplicación principal de este incidente sería para un
misionero experto que estaba esperando la dirección de Dios para su
siguiente esfera de servicio, que sería determinada por el Señor de la cosecha.

Los viajes misioneros de Pablo evidenciaron dos cosas: Una combinación


de planeamiento estratégico cuidadoso y una sensibilidad a la conducción o
prohibición del Espíritu. Él y sus compañeros llegaron a las zonas no
alcanzadas de Asia. Así que "viajaron por la región de Frigia y Galacia".

Resultó que su plan no era el del Espíritu Santo, porque "les fue prohibido
por el Espíritu hablar la palabra en Asia". Respondiendo obedientemente a
esta corrección, siguieron viajando e "intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu
no se lo permitió". La autoridad negativa del Espíritu Santo es una parte tan
grande de la dirección como su empuje positivo.

¿Estaban actuando por voluntad propia o por la voluntad de Dios? Ni por


un segundo. Pero el Administrador divino de la empresa misionera, en
ejercicio de su voluntad soberana, los dirigía, paso a paso, al lugar de su
elección: Europa. Él logró su propósito por la prohibición interna y por la
anulación de las circunstancias externas. No era que Misia y Bitinia no
necesitaran el evangelio: Su momento llegaría, y así lo fue. Pero primero
estaba Europa.

Así que Pablo y los demás hicieron lo lógico. No tomaron la prohibición


como algo final y se fueron a casa. Su comisión era la de "ir y predicar" así
que continuaron hasta que ya no pudieron ir más lejos, y llegaron a Troas en
la costa. Allí esperaron en Dios y mantuvieron una consulta. Fue allí que la
visión le siguió a los vetos anteriores:

Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio


estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.
Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia,
dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el
evangelio.

Cabe advertir que Pablo, como líder de la expedición no dijo: "Vengan,


amigos, vamos a Macedonia". No actuó unilateralmente, sino que como buen
líder que era, dio a conocer su visión a sus colegas y trató la situación con
ellos. El resultado fue una decisión armoniosa y una cooperación dispuesta.
"...procuramos partir... dando por cierto que Dios nos llamaba para que les
anunciásemos el evangelio". Las palabras traducidas "dando por cierto"
conlleva la idea de "sumar dos más dos". Así que su decisión conjunta fue la
acción de mentes que estaban guiadas por el Espíritu Santo. No hay mención
de cómo se sintieron al respecto. Seguiría un sentimiento gozoso por
obedecer. Una vez que tomaron la decisión, no perdieron más tiempo en
llevar adelante el plan.

Casos similares de restricción y nueva dirección han sido la experiencia de


muchos misioneros en los siglos subsiguientes. David Livingstone intentó ir a
China, pero Dios lo dirigió a África. Adoniram Judson tenía en vista a la
India como su esfera de servicio, pero el Espíritu había elegido Burma.
William Carey quería servir en Polinesia, pero Dios lo dirigió a la India.
Cuando ya estamos en acción y necesitamos ser dirigidos a la siguiente esfera
de servicio, no es irracional que esperemos algo similar (aunque menos
dramático) para redirigirnos al lugar de elección de Dios.

Alice Compain, una misionera que trabajaba con Overseas Missionary


Fellowship, había estado enseñando en una escuela bíblica en Savannakhet,
Laos, durante varios años y estuvo en tareas locales en Inglaterra. Estaba
esperando volver a Laos para capacitar a los ancianos de la iglesia que nunca
habían asistido a la escuela bíblica y sin embargo estaban a cargo de la
enseñanza y la disciplina de su propia gente.

De la nada, llegó una invitación de la misión para enseñar en francés en la


escuela bíblica de Phnom Penh, Camboya, hasta que pudiera aprender
camboyano. Al principio no pudo ver que el Señor había cambiado su
llamado a Laos porque parecía que ese país, con su ejército débil, caería ante
los comunistas de Camboya. Una movida tan grande a otro país con otro
idioma parecía como una montaña que ella no tenía la suficiente fe de mover.

No pude responder a la misión hasta estar segura de que Dios me


quería allí. Vacilé durante seis semanas, sin saber claramente cuál era
la voluntad de Dios.

Luego en tres días, llegó la confirmación. Primero, unos amigos de


Suiza me alentaron a hacerlo antes de cumplir los cuarenta años. Al
día siguiente viajé a la oficina central de la O.M.F. en Londres para
asistir a un día de oración. El director local oró por aquellos a los que
se les había pedido que fueran a Phnom Penh, evidentemente
pensando que todos habíamos respondido positivamente, y al mismo
tiempo el Señor me dio una paz que sobrepasa el entendimiento, que
de hecho era su voluntad para mí, cualquiera fuera el resultado. Al
tercer día recibí una carta del director de la misión en Tailandia,
diciéndome que la obra en Camboya era

Ella fue y tuvieron un año muy emocionante antes de que cayera Phnom
Penh. Ha estado trabajando entre los camboyanos desde ese entonces y ha
visto muchos frutos. Dios tiene su propia forma de redirigir a sus siervos al
campo de su elección, como lo hizo con Pablo.

El llamado misionero

Pocos temas en el área de las misiones han ocasionado más tensión y


confusión que el llamado a la misión transcultural. Las preguntas claman por
respuestas. ¿No podrá cumplirse la Gran Comisión en la patria al igual que en
el extranjero? ¿Es un llamado bíblicamente necesario? ¿Debe ser en el
extranjero? Debido a que algunos misioneros han vivido tal llamado, ¿se
espera eso de todos los que desean servir?

La crisis que determina todo el futuro de una vida es, por supuesto, una de
las más cruciales que toda persona joven es llamada a enfrentar. La pregunta
que debe responder es: "¿Cuál es la voluntad y el plan de Dios para mi vida?"
La dirección del futuro dependerá de la respuesta. Nuestra vida es nuestra
para gastarla, pero solo podemos gastarla una vez. ¡Qué importante es que la
gastemos sabiamente!

Todo cristiano con una chispa de ambición desea que su vida cuente para
Dios y para la humanidad. Las preguntas preliminares a ser establecidas son
si la esfera de servicio debe ser secular o religiosa y si debe ser en el país o en
el extranjero. (Este tema se trata en la próxima sección.) Las muchas voces
conflictivas dificultan llegar a una decisión, pero es posible conocer la
voluntad de Dios si estarnos igualmente dispuestos a abrazar cualquier
alternativa.

Dios le dio a Pablo una clara indicación de su plan a largo plazo para su
vida a principios de su experiencia cristiana, cuando dijo: "Ve, porque yo te
enviaré lejos a los gentiles" (Hch. 22:21). Esto significaba que el lugar del
servicio sería en tierra extranjera, y que la esfera de servicio no estaría
ubicada principalmente entre su propia gente sino entre los gentiles. Mientras
dio pasos de fe y obediencia a la luz dada, recibió luz para el próximo paso, y
lo mismo sucederá con nosotros.

Se dice con frecuencia -y lo dicen personas sinceras-: "No me siento


llamado para la obra misionera", como si eso desechara toda la pregunta.
Pero hay más involucrado que la mera semántica y la emoción. ¿Samuel
sintió el llamado de Dios cuando respondió: "Habla, porque tu siervo oye" (1
S. 3:10) o lo oyó? El llamado de Dios no se dirige principalmente a las
emociones, sino a la mente y a la voluntad. El mandato permanece,
cualquiera sea nuestro sentimiento al respecto.

Oír el llamado general de Dios a todos sus discípulos para que participen
en el testimonio mundial es el primer elemento de un llamado al servicio. La
geografía es secundaria. Uno de los cinco pasajes que constituyen la Gran
Comisión de Cristo es inequívoco en sus términos: "Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones" (Mt. 28:19). Este mandato debe guiar a todo
cristiano a reconocer la obligación general que descansa en todos los
creyentes para participar en el testimonio de Cristo en algún lugar del mundo.

¡El campo de operaciones descrito para nosotros por el Señor proporciona


un gran alcance para nuestras actividades! "pero recibiréis poder, cuando
haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hch. 1:8,
cursivas añadidas).

Si vemos a un hombre ahogándose y somos buenos nadadores, no


necesitamos una dirección especial para ir a salvarlo. Una obligación general
humana ineludible reside en nosotros. ¿Cuánto más corre peligro cuando se
trata del bienestar eterno de una persona?

Dos enfoques

Hay dos formas en las que podemos abordar la cuestión de un llamado


potencial al servicio.

1. Podemos formular preguntas tales como: "¿Dónde encontraré


satisfacción propia? ¿En qué lugar encontrarán mis dones y mi capacitación
un uso satisfactorio? ¿Dónde me sentiré cómodo en mi servicio?" Estas son
preguntas válidas, ¿pero son centrales? ¿Coinciden con el patrón del Nuevo
Testamento?

No fueron las preguntas que formuló Pablo. Una vez que había recibido la
respuesta a la pregunta crucial: "¿Quién eres, Señor?" (Hch. 22:8) y se sintió
satisfecho de que Jesús era de hecho el Mesías, su siguiente pregunta fue:
"¿Qué haré, Señor?"

Se postró ante la soberanía del Cristo, se puso de pie y fue a Damasco. Allí
descubrió que Dios lo había precedido y ya había comunicado un mensaje a
Ananías, quien a su vez se lo pasó a Pablo: "porque yo le mostraré cuánto le
es necesario padecer por mi nombre" (Hch. 9:16). ¡Un mensaje bastante
subyugante para un nuevo convertido! Pablo siguió adelante con alegre
obediencia y sin dudarlo. ¡El Maestro había hablado! La satisfacción propia,
el consuelo y el uso de sus dones eran asuntos para que decidiera el Señor
soberano, y en Él podía confiarse.

2. La otra forma de abordar el tema es preguntar: "Señor, ¿para qué esfera


de servicio me has preparado?" Cuando Jacobo y Juan intentaron apropiarse
de los dos cargos más prestigiosos en el reino venidero de Cristo, Él frenó su
ambición carnal con: "...el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío
darlo, sino a aquellos para quienes está preparado" (Mr. 10:40, cursivas
añadidas). El derecho de designación a una esfera de servicio no reside dentro
de nuestras opciones, sino en Dios. En otro lado jesús dijo: "No me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto" (Jn. 15:16, cursivas añadidas).

Advierta la diferencia entre los dos enfoques. Uno es horizontal; el otro,


vertical. El primero se centra en el yo: Consultar los sentimientos propios, las
preferencias y los intereses. El otro enfoque consiste en consultar
básicamente los intereses de Dios y elegir sin reservas la voluntad soberana
del Señor de la cosecha.

Cuando se adopta el segundo curso de acción, el que busca no debe


preocuparse por la satisfacción propia o por la plena explotación de dones,
capacitación y habilidades. La voluntad de Dios es buena, agradable y
perfecta (Ro. 12:2). Esto significa que no se la puede mejorar. Dios no
desecha nada de valor.

¿En casa o en el extranjero?

Ya que la Gran Comisión del Señor puede llevarse a cabo tanto en la patria
como en el extranjero, ¿cuáles son los reclamos y las necesidades de estas
dos esferas de servicio? Hay determinados factores potencialmente
eliminadores que, si bien no anulan por completo el servicio en el extranjero,
deben enfrentarse seriamente.

1. Mala salud. Los desórdenes nerviosos, la necesidad de una dieta


restringida que tal vez no esté disponible fuera del país, una tendencia a tener
migrañas o una enfermedad mental hereditaria, cualquiera de estas pueden ser
una indicación de que la esfera de servicio no puede llevarse a cabo en el
extranjero. Pero ahora que nuestra población está tan mezclada desde el punto
de vista étnico, no hay motivo por el cual la persona no pueda trabajar entre
grupos étnicos no asimilados en el país y esa es una obra misionera
importantísima. Es aconsejable al pensar en el trabajo misionero obtener una
opinión médica confiable antes de ir demasiado lejos.

2. Determinadas tendencias de temperamento. Las personas demasiado


tensas o sensibles no serían las mejores candidatas para el trabajo
transcultural en el extranjero. En las condiciones que se encuentran la
mayoría de los campos misioneros hoy día, los que tienen una tendencia a la
depresión profunda o a la melancolía no sería útiles en el equipo de la misión.
Además, los que no se llevan bien con otros en su país o que deben manejar a
otras personas probablemente no sean adecuados para el campo misionero.

3. La falta de frutos espirituales en el hogar en la esfera actual de servicios.


Tiene poco sentido ir al extranjero para continuar siendo ineficaz allí. Un
mero cambio de entorno geográfico no producirá un cambio automático en
una persona en su servicio. El candidato potencial que tiene este problema
deberá buscar con seriedad las condiciones para obtener frutos espirituales
como lo demuestran las Escrituras y deberá cumplir con aquellas condiciones
aquí antes de considerar seriamente el servicio en el extranjero.

Cuando John R. Mott, quien después se convirtió en el líder del Student


Volunteer Movement, estaba contemplando seriamente si su servicio debía
ser en la patria o en el extranjero, buscó fervientemente dirección divina.
Cuanto más se acercaba el momento de la decisión, más se daba cuenta de las
implicaciones y de su necesidad de algo más que una dirección humana.
Escribió:

Este asunto de elegir un campo es un tema muy serio. Pensé que todo
estaba arreglado cuando resolví entregar mi vida a la obra cristiana,
pero ahora surge una pregunta tal vital como esa: ¿A qué parte de la
obra cristiana debo entrar?

Los elementos que componen esa pregunta son tan conflictivos y


complejos que creo que solo Dios puede conducir a un hombre a una
decisión correcta. Quiero decir mantenerme abierto, estudiar todo el
campo y luego simplemente ir a dónde llama Dios."

El obispo Stephen Nelly, uno de los misiólogos más informados del


mundo, tuvo esto para decir a un grupo de ordenados que se preparaban para
elegir una esfera de servicio:

Registro mi convicción de que las necesidades del campo de la misión


son siempre mucho más grandes que las necesidades de la iglesia en
la patria; que ninguna calificación humana, por más alta que sea,
hacen que un hombre o una mujer sean más que adecuados para la
obra misionera; que no hay otra carrera que permita un alcance tan
grande para la empresa y el trabajo creativo; y que en comparación
con el pequeño sacrificio exigido, la recompensa va mucho más allá
de cualquier medida.

Reclamos relativos

Parece no haber algún motivo bíblico por el cual debamos esperar un


llamado más claro para el servicio en el extranjero que en la patria, ya que la
diferencia es solo geográfica. No necesitamos algún llamado especial para
difundir el evangelio, en cambio debemos esperar un llamado especial para
dejar de hacerlo.

Es un hecho innegable que se sirve mejor en la patria que en las grandes


zonas de los no evangelizados. En los países más desarrollados hay iglesias,
Biblias, miles de cristianos, literatura cristiana y transmisiones del evangelio
por radio y televisión. Pero en muchas regiones del mundo, las almas que
buscan a Cristo no pueden encontrarlo ya que no hay alguien que les hable.

Se ha dicho que "los hechos son los dedos de Dios" y estos son hechos
indisputables. De ser así, es una presunción razonable que si una comunidad
local está razonablemente bien servida con el evangelio, los reclamos de esa
comunidad deben ser secundarios a los de la zona que no está bien servida.
Esta fue una de las lecciones de Jesús estaba enfatizando en la parábola de la
oveja perdida y de las noventa y nueve seguras en el rebaño.

Pablo hizo dos fuertes declaraciones que son importantes para este tema:

Al buscar dirección sobre las misiones, uno debería adentrarse en el tema.


Recoja toda la información que pueda. Dios no puede guiarnos si tenemos las
mentes vacías. La dirección inicial puede llegarle en su lectura privada,
durante una reunión, a través de un libro, mediante una conversación o
sermón, o por un pasaje bíblico interpretado en su contexto. Recuerde que
Dios nos guía por su Espíritu, pero el Espíritu nunca estará en contra de la
Palabra.

Hablando de su propio llamado a China y de su experiencia misionera, J.


Hudson Taylor dijo una vez: "Un misionero que no tiene claro este punto a
veces estará a merced del gran enemigo. Cuando surjan dificultades, cuando
esté en peligro de enfermarse, él o ella estarán tentados a formular la pregunta
que debería haberse afirmado antes de abandonar la tierra nativa".

¿Es necesario un llamado especial?

Durante muchos años ha sido la visión dominante en los círculos


evangélicos que debe esperarse un "llamado" especial si uno va a emprender
un trabajo misionero. Esta idea ha sido retada, incluso por parte de algunos
líderes misioneros, probablemente porque el llamado con frecuencia ha sido
presentado en términos indebidamente emocionales y sin referencia a otros
factores de igual importancia.

Hoy día, la obra misionera transcultural puede realizarse en nuestro propio


barrio. ¿Esto quiere decir que hablar de un llamado especial a la obra
misionera en el extranjero está alejado de las realidades modernas? Es posible
que en el pasado se haya adjudicado un énfasis demasiado exclusivo a dicho
llamado. Tal vez ha llegado la hora de volver a analizar el tema. Algunos
desechan rápidamente el concepto, pero es la convicción del autor que no es
un caso de uno u otro, sino de ambos. Necesitamos tanto la aceptación del
llamado como las salvaguardas contra el exceso de subjetividad. Si bien
debemos estar abiertos a una nueva luz ante el hecho de las cambiantes
condiciones del mundo, no debemos desechar arrogantemente la historia
misionera.

Hay otros motivos que no son bíblicos que pueden presentarse para un
sentido claro de llamado de Dios a la tarea. En estos días de confusión
política, declinación espiritual y un atemorizador renacimiento del ocultismo,
el ministerio de la Palabra en todas partes es una tarea exigente. En el campo
misionero se añaden otros factores adversos: Está la necesidad de dominar
uno o dos idiomas si es que uno va a ser eficaz. El clima por lo general es
inhóspito. El entorno físico puede ser lejano al ideal, y las condiciones
políticas pueden ser volátiles. No tener un sentido claro del llamado de Dios
lo dejaría a uno abierto al desaliento y a la duda acerca de sí ese es o no el
lugar adecuado.

También debemos ser concientes de que la experiencia en años recientes


ha demostrado que la edad cronológica no siempre es un factor determinante
para la obra misionera. Una persona mayor que está sumamente motivada
bien puede dominar otro idioma y adaptarse a una cultura extraña con más
éxito que una persona más joven. La madurez cuenta y la capacidad de
crecimiento no cesa a una edad en particular.

¿Qué es un llamado?

Han habido muchas definiciones de lo que es un llamado, pero una que


evita el peligro del exceso de subjetividad fue dada por L. T. Lyall: "Un
llamado es una convicción que se profundiza cada vez más cuando se la
enfrenta con los hechos del caso, de modo que tarde o temprano se vuelve un
tema de obediencia o de desobediencia".

Cualquiera que estudie seriamente la actividad misionera de la iglesia


primitiva descubrirá que, si bien el Espíritu Santo se estableció como el
Administrador de la empresa misionera en Pentecostés, Él logró su propósito
mediante la participación humana. Dejó a los actores con gran cantidad de
iniciativa en sus responsabilidades delegadas. El llamado divino fue el único
elemento -uno muy importante- en su guía. Los factores humanos también
fueron preeminentes.

Si bien debemos reconocer que el llamado de Bernabé y Saulo en Hechos


13 fue excepcional porque iban a ser iniciadores de la empresa misionera
mundial, no debemos llegar a la conclusión de que no puede o no debe haber
un llamado para los que son menos preeminentes. Sin embargo, hubo muchos
otros factores determinantes también involucrados en su comisión.

Eran hombres llenos con el Espíritu, conocedores de la Biblia, fueron


probados en el servicio en la patria, eran de compatibilidad demostrada,
ejercían varios dones espirituales y estaban más que calificados para la obra
transcultural. Además, tenían la confianza entusiasta de su iglesia local detrás
de ellos. No tomaron la iniciativa haciendo las cosas a su modo sino que
esperaron el impulso de autoridad del Espíritu Santo y la aprobación de la
iglesia. ¡Esa no es una mala lista de calificaciones para la obra misionera
transcultural! Hicieron más que "sentirse llamados".

Ningún llamado especial

Cabe destacar que Pablo y Bernabé no recibieron un llamado especial para


su segundo viaje misionero. Pablo tomó la iniciativa al sugerir un
seguimiento natural de su primer viaje (Hch. 15:36). La lamentable disputa
sobre Marcos que derivó en la formación de dos equipos evangelistas no fue
inspirada por el Espíritu Santo, pero Él anuló su fracaso y llevó adelante su
propósito.
Timoteo no se presentó voluntariamente para el servicio misionero, ni
tampoco hay un registro de que recibiera un llamado especial que no fuera su
selección por parte del apóstol Pablo, bajo la dirección del Espíritu Santo y
con la aprobación de la iglesia (Hch. 16:1-3). A primera vista, Timoteo no
parecía ser un candidato ideal para la misión, con su naturaleza tímida y su
mala salud, pero el Espíritu le dio a Pablo el discernimiento espiritual para
ver la potencialidad que había en el joven. Hizo una elección que estaba
plenamente justificada.

Un llamado no llega por medio de un método estereotipado, ni la mayoría


de los candidatos tiene una experiencia espectacular. En su soberanía, el
Espíritu Santo varía su método de dirección con el individuo. Por este
motivo, si bien podemos obtener ganancia de la experiencia de los demás, no
debemos esperar ni empeñarnos en duplicar su dirección.

Fue la persecución la que dirigió a Felipe a Samaria. Más adelante fue


conducido al camino del desierto a Gaza por un mensaje angelical. Allí fue
dirigido por el Espíritu Santo para permanecer cerca del carruaje del tesorero
etíope. Nuestra última visión de él es en Azoto predicando el evangelio (Hch.
8:40).

Tal como se ha expresado en otro lado, Dios puede usar, y a veces lo hace,
una visión o un sueño como un factor en la indicación de su voluntad, pero
los sueños y las visiones no nos exceptúan del uso de nuestro propio juicio.
La fe se satisface al aceptar una guía calmada.

En el curso de más de sesenta y cinco años de trabajo cristiano en países en


los que vivía y en el extranjero, he tenido muchas oportunidades de probar al
Señor en materia de dirección. No siempre he sido sensible y obediente a la
dirección del Señor. Lamento decirlo. Pero lo que puedo decir de verdad es
que nunca hubo un momento en el que he buscado dirección del Señor con
una disposición total de hacer lo que Él me revelara sin haber recibido una
dirección clara y satisfactoria de su parte. El problema con frecuencia ha sido
que mi voluntad acepte la voluntad de Dios sin reservas. Pero cada vez que
he capitulado y dicho: "Señor, estoy dispuesto a hacer tu voluntad para mí",
Él ha realizado el milagro.
Estoy seguro de que nunca me hubiera aventurado a aceptar un cargo
importante en el campo misionero a los cincuenta y dos años de edad si no
hubiera experimentado un sentido muy claro y definido de llamado. Era
director de la China Inland Mission en Australia, cuando recibí una invitación
unánime de la misión para convertirme en su director general. Cuando me
hicieron sugerencias previas, me negué, porque sabía lo que estaba
involucrado y no estaba dispuesto a aceptar la responsabilidad. Cientos de
nuestros misioneros eran evacuados de China, y había planes en preparación
para abrir nuevos centros en otros ocho países donde no teníamos ninguna
conexión. Me sentía totalmente inadecuado para la tarea tan complicada y no
estaba dispuesto siquiera a pensarlo.

Estaba en Nueva Zelanda y mi esposa estaba en ese momento en Australia,


pero nos comunicábamos para hacernos consultas constantemente. Mientras
continué orando por la invitación, gradualmente sobrevino sobre mi espíritu
la impresión profunda aunque no bienvenida de que debía aceptarlo. Una
carta de mi esposa decía que, al orar, la misma convicción se apoderó de su
corazón. Ella estaba dispuesta, si bien no tenía muchas ganas de asumir tanta
responsabilidad. Esto fue de poco consuelo.

Junto a mí tenía un buen compañero de oración de muchos años. Él era un


hombre devoto cuyo consejo valoraba mucho. Le dije mi problema. Por la
mañana se fue y me dijo: "Al orar sobre este tema, creo que el Señor me ha
dado un mensaje de las Escrituras para ti. Está en 1 Pedro 5:1-7. Es un pasaje
sobre el liderazgo. El versículo 7 dice: `echando toda vuestra ansiedad sobre
él, porque él tiene cuidado de vosotros'. Allí está hablando de las ansiedades
del liderazgo, así que si Dios te está llamando para ese cargo, puedes echar
todas tus ansiedades de liderazgo sobre Él".

Fui a mi cuarto y leí el pasaje en una traducción que se acabada de


publicar. Cuando llegué al versículo 2, casi no podía creer lo que leía. Decía:

Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella,


no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino
con ánimo pronto (cursivas añadidas).
Esto diagnosticaba perfectamente mi situación. La misión era "la grey de
Dios", ya que no tenía un director general en ese momento y yo era uno de
los directores a cargo. No estaba dispuesto a asumir la responsabilidad, sin
embargo sentí que debía hacerlo. Me sentí inadecuado, pero el Señor
prometía ayudar con las cargas de la posición. Era un pasaje dirigido a los
líderes y por lo tanto no podía tomarse fuera de contexto. Se le dio a mi
amigo en el lugar de la oración. No podía evitar ver que este era el mensaje
de Dios para mí.

Al cambiar mi actitud de renuencia a disponibilidad alegre, el Espíritu


Santo autenticó la Palabra para mí, y mi corazón se inundó con el gozo y la
paz de Dios. Al avanzar con fe, el Señor demostró ser fiel a su Palabra.

Otro caso representativo de un llamado especial a una misión transcultural


fue el de George K. Harris. En 1947 tuve el privilegio de viajar con otros tres
misioneros de la Overseas Missionary Fellowship por el noroeste de China y
el este de Tíbet, hasta tan lejos como Kumbum. Uno de mis compañeros era
George Harris, un misionero a los musulmanes de China. Su ministerio había
causado una impresión tan profunda que los hajis -los musulmanes que
peregrinaron a La Meca y por lo tanto eran hombres santos- se postraban ante
él mientras caminábamos por las calles de Sinning.

Años antes, en una convención misionera del Student Volunteer


Movement, el Dr. Samuel M. Zwemer, apóstol a los musulmanes, había
enviado un ardiente mensaje sobre el reto del mundo islámico:

Entre los cuatro mil alumnos que oyeron esta apasionada apelación estaba
William Borden, un joven millonario que luego se preparó para ir a China
como misionero a los musulmanes. Pero en El Cairo, donde estaba
estudiando árabe, lo abatió una meningitis cerebroespinal y murió. En el
tercer aniversario de la muerte de Borden, el doctor Zwemer condujo una
reunión de hombres y mujeres en el hogar de la madre de Borden. Se unieron
en oración para que el Señor enviara a hombres jóvenes a los musulmanes en
el noroeste de China, donde Borden tenía planeado ir.

George Harris, que estaba presente, cuenta acerca de su experiencia en esa


misma noche:

Me encontraba en la reunión de oración de la Liga de Oración de la


Gran Comisión. Estando en el espíritu de la oración, era conciente de
que el Señor me hablaba.

"¿Estás dispuesto a ir a cualquier lado por mí?"

"Sí, Señor", respondí.

Imaginé que "cualquier lado" sería Kano, Nigeria, pero para mi


sorpresa el Señor me mostró en la mente a tres hombres de China a
quines había conocido y que me habían hablado de los musulmanes
del noroeste de China. Esto fijó mi mente en esta zona del mundo y
me puse de pie convencido de que iba a ir a China para trabajar con
los musulmanes. Mientras bajaba los peldaños se me acercó un
compañero de estudios:

"Harris, ¿dónde planeas ir en el campo misionero?"

"Hace solo unos minutos... el Señor me llamó para que fuera a los
musulmanes de China".

Mientras me alejaba lo oí murmurar: "Qué raro... musulmanes en


China".'=

Harris entregó treinta años de su vida a los musulmanes en China.

Un ejemplo interesante de un llamado al ministerio en la patria fue el de


Selwyn Hughes, cuyas notas para la lectura diaria de la Biblia han
enriquecido a muchas personas de todo el mundo. Selwyn cuenta acerca de
un sermón memorable que oyó solo unos días antes de su llamado al
ministerio en la patria. Asistió a una concentración misionera en el pequeño
pueblo de Crosskeys en Inglaterra. Allí oyó a un misionero hablar de "El
llamado de Dios". Basó su mensaje en el tema de María y la encarnación y
señaló que, cuando Dios quiere que alguien haga un trabajo especial, no
permite que lo infiera solo de las circunstancias, sino que da la noticia
personalmente.

"Dios no le permitió a María inferir su gran maternidad de los


cambios que se producían en su cuerpo", dijo el predicador, "sino que
le dio de antemano la noticia".

Lo puedo ver en este momento, inclinado sobre el púlpito y


gritando en medio de la congregación: "¡Antes de la encarnación hubo
una anunciación! Todos tienen un trabajo que hacer para Dios en este
mundo, pero si Dios lo quiere en el ministerio o en el trabajo
misionero, entonces Él no lo hará adivinar, especular, conjeturar. Él
vendrá y se lo dirá personalmente".

Selwyn fue a un turno nocturno en la mina en la que trabajaba, y en el


silencio de la noche,

Lo oí. Una voz... no audible, pero hablando directamente a mi alma:


"Te quiero en el ministerio". Eso fue todo, nada más. Sería imposible
para mí transmitir en palabras el efecto que esos momentos tuvieron
en mí. Es tan real para mí ahora como lo fue hace cuarenta años.

Fue tanto el poder y el efecto en mi corazón que haber solicitado


otra señal habría sido impertinente. Dios había hablado."

Procedimiento sugerido para los candidatos a misioneros

Si fuera un joven cristiano dedicando mi vida a la obra misionera


transcultural, emprendería un procedimiento como el que sigue. Esto es solo
una sugerencia y cada persona debiera trabajar con su propio programa, pero
cubre las principales áreas involucradas.

1. Me aseguraría que mi vida estuviera totalmente entregada al señorío de


Cristo y al control del Espíritu Santo y que estuviera dispuesto genuinamente
a hacer su voluntad, cualquiera fuera. Si tuviera reservas en esta área, ese se
convertiría en un tema de oración seria.

2. Obtendría una buena educación, manteniendo la obra misionera en


mente. Incluiría un idioma que no fuera el mío.

3. Me haría sentir útil en mi iglesia y obtendría algo de experiencia en


trabajo misionero.

4. Establecería un patrón coherente de vida devocional, estudiando


seriamente la Biblia, especial en su empuje misionero.

5. Sería un testigo de Cristo donde estuviera, participando en el


evangelismo personal según surgieran las oportunidades.

6. Dominaría el tema del campo misionero, interesándome en especial en


una organización misionera en particular aunque no fuera la de mi elección
final. Me convertiría en un compañero de oración inteligente.

7. Daría dinero a las misiones, aunque mi aporte fuera pequeño.

8. Me convencería plenamente de que la Gran Comisión de Cristo,


comprendida en Hechos 1:8, hace que todos los cristianos tengan la
obligación de participar de alguna manera en la empresa misionera en la
patria o en el extranjero.

9. Luego de averiguar, seleccionaría para mi adiestramiento bíblico una


universidad o un seminario evangélico con una fuerte orientación misionera.

10. Al terminar mis estudios, intentaría obtener cierta experiencia en una


iglesia con empuje evangelizador.

11. Estaría atento al Señor para que me guíe a la esfera de servicio de su


elección y mantendría alerta mi mente para discernir su dirección. Esperaría
que tomara la forma de una creciente convicción.

12. Recogería toda la información que pudiera acerca de la misión a la que


me sintiera atraído, especialmente en las áreas de la norma y la práctica.

13. Desde el inicio del proceso, confiaría en mi pastor, porque su consejo y


el aliento de la iglesia serían de inestimable valor.

14. Me mantendría en comunicación con la misión a la que me he sentido


atraído, leyendo su literatura, asistiendo a un grupo de oración y conociendo
al personal.

15. Cuando llegara la hora de la decisión final, apartaría un tiempo para


orar y pensar. Consideraría los aspectos positivos y negativos de mis
opciones y le pediría al Espíritu Santo que condujera mi mente en la
dirección de su voluntad mientras los sopeso, y reclamaría la sabiduría
prometida en Santiago 1:5-6.

16. Tomaría la mejor opción que pudiera a la luz de los hechos, creyendo
que el Señor ha respondido a mi oración por dirección.

17. No pediría una dirección sobrenatural ni espectacular, sino que se lo


dejaría a Él para que me la diera en la manera en que Él considerara mejor.

18. Habiendo tomado la mejor decisión que pudiera, no la revisaría. No


cavaría en incredulidad lo que he sembrado en fe. Esperaría que el Señor, que
conoce la sinceridad de mi corazón, me diera el descanso del alma mientras
avanzo hacia la implementación.

Estas recomendaciones pueden parecer indebidamente complicadas, pero


se debe recordar que podrían abarcar un período de diez años desde que
aparece el primer interés hasta llegar al campo. Nuevamente, recalco que el
procedimiento es solo una sugerencia y puede necesitar adaptarse a las
circunstancias individuales.

Resumen

Las decisiones que tienen que ver con la vocación son cruciales,
especialmente cuando se contempla la obra misionera. La visión de Pablo en
Hechos 16 con frecuencia se toma como ejemplo de un llamado misionero
inicial. Pero Pablo ya era un misionero experimentado para ese entonces. La
visión tenía que ver con una reubicación, no con un llamado inicial. Allí el
Espíritu guió primero por restricción y luego por limitación. Un llamado
misionero no es un sentimiento sino una convicción. Los sentimientos siguen
al llamado, pero no son siempre agradables. La disposición de cumplir con la
voluntad de Dios en cualquier lugar y en cualquier momento es una
condición precedente a buscar verdaderamente una dirección, y esa condición
no siempre se alcanza del día a la noche.

Mateo 28:19 es un llamado general y puede cumplirse en el país de uno o


en el extranjero. Pero lo general se tiene que convertir en particular. El
llamado de uno no tiene que ser espectacular y con frecuencia adopta la
forma de una convicción profunda, mediante la oración y del estudio de la
situación misionera, de que el plan de Dios para uno es una obra misionera
transcultural.

La obra transcultural puede hacerse en las calles de la mayoría de nuestras


ciudades, pero la necesidad de misioneros en vastas zonas de pueblos no
evangelizados es inconmensurablemente mayor que la necesidad que existe
en nuestros países de origen privilegiados. La geografía no es de suma
importancia. Hay factores que deben tenerse en cuenta y que potencialmente
eliminan a algunos que consideran la obra misionera en el exterior: Mala
salud, tendencias adversas de temperamento, depresión aguda o problemas
mentales y falta de fruto espiritual.

"Los hechos son los dedos de Dios" y Él puede dar dirección mediante
libros, direcciones, experiencia misionera de corto plazo y muchas otras
cosas. El candidato potencial debe llevar una vida devocional coherente y
debe convertirse en un intercesor misionero. Un sentido claro de llamado es
una fuente de fortaleza en momentos de peligro o de pruebas, pero es solo
una de varias pautas. Si, cuando ora, se hace patente una convicción de que
Dios lo está conduciendo a una obra misionera, esa es una evidencia fuerte de
un llamado.
Temas clave:

• El momento crítico de la decisión

• Cómo discernir la voluntad de Dios

• Cuando esté en duda, espere

• La paz, guardiana del corazón

Algunas de las experiencias más preciosas de la vida pueden ser las veces
en que el Señor parece estar cerca, y su Espíritu nos ha guiado a actuar en
armonía con el plan del Padre. Advierta cuidadosamente que es la fe, la
acción del corazón en respuesta a la Palabra, la que establece la relación
necesaria con Dios; el "sentimiento" del testimonio posterior del Espíritu es
sumamente precioso, pero no es un requisito previo esencial de esa acción...
La impresión de la dirección de Dios en un llamado misionero es muy
preciada, pero el "sentimiento" del llamado y la realidad del plan y la
dirección de Dios no deben equipararse a él.`

El momento crítico de la decisión

Después de haber tomado todos los pasos preliminares -haber reunido toda
la información pertinente, haber obtenido consejo, haber buscado y sopesado
los principios bíblicos y todo esto bañado en oración- llega el momento
crítico. Debemos arrojarnos al agua. Debemos preparar el corazón y la mente
para la acción y llegar reflexivamente a una decisión. Mientras buscamos
"tener la mente de Cristo", finalmente tenemos que tomar una decisión sobre
la evidencia disponible y luego salir adelante con fe.

En esta etapa es bueno recordar que muchos asuntos que requieren nuestra
decisión ya se han tomado en cuenta. La esfera en la que tenemos que decidir
no es tan grande como podemos pensar, pero sí incluye algunos temas muy
cruciales.

Considere estas áreas, en las que no se requiere la oración para la


dirección, sino simple obediencia:

1. Declaraciones claras e inequívocas del principio bíblico. La Biblia


proporciona una guía general sobre todos los asuntos de moral, ética, vida
espiritual, vida familiar y vida de la iglesia. La pregunta que debemos
responder es: ¿Qué tiene para decir la Biblia en principio o por ejemplo sobre
este asunto?

2. Reclarnos del deber. Esto se ha tratado en otra parte de este libro. Las
relaciones imponen deberes. Tenemos deberes fundamentales en las áreas de
la familia, los negocios, la profesión, la iglesia y la comunidad. Habrá
decisiones menores a tomar dentro del alcance de los deberes fundamentales
en particular y estas deberán tomarse en la manera sugerida en este libro. Por
ejemplo, un padre o una madre tienen una responsabilidad fundamental de
proveer para sus hijos, pero eso implicará muchas decisiones menores. La
pregunta a formular es: ¿Dónde reside rni deber? Esto se encargará de una
sorprendente cantidad de decisiones.

4. La obediencia a una autoridad constituida. Nuestro Señor nos ha dicho:


"Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" (Mt.
22:21). Al escribirles a los cristianos romanos, Pablo dijo: "Sométase toda
persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte
de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas" (Ro. 13:1, cursivas
añadidas).

Esta orden es clara, pero todavía hay una pregunta más que requiere
respuesta cuando enfrentamos decisiones: "¿Esta ley o responsabilidad cívica
contraviene la ley de Dios?" Si lo hace, entonces nuestra actitud debe ser la
misma que la de los apóstoles: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres" (Hch. 5:29).

En un momento de decisión cuando era un hombre joven, John R. Mott


hizo esta observación: "En esta época un hombre no puede darse el lujo de
cometer ningún error. Al recordar los pocos años en que he estado tomando
decisiones, puede ver cuán verdadero fue esto en mi caso".';

Decisiones en áreas 'grises"

Antes de dar el paso final e irrevocable, sería sabio que el cristiano que
busca dirección hiciera pasar la decisión en perspectiva a través de un tamiz
bíblico. Como ya se señaló, es el genio del cristianismo del Nuevo
Testamento descansar en principios de dirección en lugar de imponer un
conjunto inflexible de normas y reglamentaciones, como hicieron los
fariseos. Dios se deleita al tratar con nosotros como personas adultas, no
como niños bajo un tutor.

Sugeriría siete pruebas que son de naturaleza bíblica. Servirán de ayuda en


la resolución de temas dudosos.

1. ¿Le dará gloria a Dios?

Esta es la prueba suprema. "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa,
hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Co. 10:31). Si, como lo afirma el
Catecismo de Westminster, "el fin principal del hombre es glorificar a Dios y
regocijarse en Él por siempre", esta sería la prueba principal de todo curso de
acción. Si la acción terminara en el yo y no diera gloria a Dios, esa sería
razón suficiente para rechazarla. Nuestro Señor pudo resumir todo su
ministerio en un versículo: "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la
obra que me diste que hiciese" (Jn. 17:4).

2. ¿Es conveniente?

"Todo me es lícito", dijo Pablo, "pero no todo me conviene" (1 Co. 10:23).


¿Me ayudará a ser más como Cristo en carácter y más eficiente en mi
testimonio y servicio?

3. ¿Es edificante?

Luego continúa: "todo me es lícito, pero no todo edifica" (1 Co. 10:23).


¿Es para el bien de los demás en lugar de para el mío? ¿Tiene el propósito de
edificar a los cristianos en su fe e inspirarlos para edificar a otros?

4. ¿Tiene una tendencia a esclavizarlo?

En 1 Corintios 6:12 dice: "todas las cosas me son lícitas, mas yo no me


dejaré dominar de ninguna". Incluso las cosas legítimas pueden volverse
tiránicas. Pueden demandar tanto de nuestro tiempo y atención que nos
pueden hacer ignorar otros deberes de mayor valor e importancia. Por
ejemplo, es perfectamente lícito leer buena literatura secular, pero el exceso
de literatura secular puede dominar tanto la mente que vicia el apetito por la
literatura espiritual.

5. ¿Me fortalecerá contra la tentación?

Es fútil orar como el Señor nos enseñó: "Y no nos metas en tentación, mas
líbranos del mal", si voluntariamente nos embarcamos en un curso de vida
que sabemos que nos expondrá a malas tentaciones. Somos exhortados a huir
de las tentaciones y no a exponernos a ellas.

Una cosa es para un miembro del Ejército de Salvación con su uniforme


entrar a un bar para vender su revista evangélica a los dueños, pero otra muy
distinta es que un joven cristiano entre al mismo bar para "celebrar" con sus
amigos. Todas las asociaciones que tienden a hacer que el pecado sea menos
pecaminoso se deben rechazar.

6. ¿Es característico del mundo o del Padre?

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él" (1 ]n. 2:15).

Hay algunas relaciones, actividades y placeres que, si bien no son pecados,


podrían denominarse "obstáculos". "despojémonos de todo peso y del pecado
que nos asedia" es la exhortación de Hebreos 12:1. Debemos despojarnos de
todo lo que impediría nuestro progreso en la carrera celestial. Estas cosas no
necesariamente pueden ser bajas y vulgares, pero si nuestra participación con
ellas nubla nuestra visión de la meta final, quizá sea sabio renunciar a ellas.

7. ¿Pueden otros verse afectados adversamente por mi decisión?

En su tratamiento de lo apropiado o no de comer carne que había sido


ofrecida a los ídolos, Pablo dio esta pauta a todos los que toman en serio su
influencia para Dios: "Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de
caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano" (1 Co.
8:13). En otra ocasión enunció otro importante principio: "El amor no hace
mal al prójimo" (Ro. 13:10).

La "libertad" de muchos bebedores moderados ha sido lo que otro no ha


hecho en la medida del control de su apetito. Si hay algún elemento de duda,
puede ser un llamado a posponer la acción hasta que, por oración y búsqueda
diligente de las Escrituras, lleguemos a una convicción establecida de la
senda correcta a seguir.

Por otra parte, puede que tengamos una conciencia "débil" en el asunto
bajo revisión, que debe ser educado por más luz de la Palabra. Es muy
posible que mediante el vínculo con la tradición o el prejuicio, tengamos
dudas acerca de lo que no condena la Biblia.

En este ejercicio debemos tener cuidado de no ignorar el benefactor


ministerio del Espíritu Santo, cuya obra es la de guiarnos a toda verdad. "El
liderazgo y la disciplina del Espíritu Santo a través de las normas morales de
la Palabra: Esta es la base de toda vida moral".

Es a la vez interesante y productivo seguir las diversas maneras en que


Dios guía a sus siervos por el sendero que Él ha elegido para ellos y los asiste
en su toma de decisiones, sin despojarlos de su libre albedrío. Un ejemplo
apropiado de este proceso es el desarrollo de una universidad para capacitar a
jóvenes líderes cristianos para las iglesias que surgen en Melanesia. El
proyecto lo concibieron varios líderes misioneros. En su búsqueda de un
hombre para dirigir la universidad, que debía tener su base en Papua Nueva
Guinea, los iniciadores fueron dirigidos a Gilbert J. McArthur. El había sido
gerente de una aerolínea local en Australia, se había capacitado como un
ministro bautista y había tenido experiencia misionera en Papua Nueva
Guinea.

Dios había creado en el corazón de Gilbert un interés más que pasajero en


la Universidad de Capacitación de Líderes Cristianos, como llegó a llamarse,
y prometió alentar el interés en la oración en la zona donde vivía. Al poco
tiempo resultó claro que era la voluntad de Dios para él involucrarse más que
en un ministerio de oración. El comité realizó una propuesta tentativa para
determinar si él consideraría una invitación para ser director de la
universidad.

La situación era complicada para él porque era pastor de una iglesia, y


también se le presentaron otras dos oportunidades estratégicas al mismo
tiempo, una de las cuales era en Indonesia. Tuvo que enfrentar una decisión
compleja, puesto que solo una de ellas podía ser el plan de Dios.

"Todos estos reclamos válidos", escribió, "nos hacen estar continuamente


ante el Señor para un claro discernimiento de su propósito para nosotros. Mi
esposa y yo ahora estábamos listos para reconocer que el campo misionero y
sus necesidades tenían un primer reclamo para nosotros y estábamos
dispuestos a responder a la clara dirección de Dios".

Su bagaje de experiencia había sido extenso: Administración de aerolíneas,


capacitación teológica y lingüística, antropología y estudios afines, así como
el ministerio pastoral. Cuando se depositó el "sedimento", el plan divino
gradualmente resultó claro y él le escribió al secretario: "Por mi parte,
personalmente, debo confesar que me siento más preparado para el trabajo de
la universidad. Ha habido algunos indicios bastante fuertes en este respecto.
Mis propios diáconos sienten que ellos y la iglesia podrían fácilmente
dejarme involucrar en tal obra... Todo lo que puedo decir es que estoy
conciente de un fuerte sentido de compulsión de encontrarme en el lugar de
servicio más eficiente". De este modo se confirmó su designación.

El éxito subsiguiente de la universidad capacitando a cientos de hombres y


mujeres que ahora ocupan importantes puestos en las iglesias de Papua
Nueva Guinea le debe mucho al esfuerzo titánico y al liderazgo espiritual de
Gilbert McArthur."

Si se analiza esta historia, se verá que ilustra muchos de los principios de


dirección que hemos estado considerando.

Cómo discernir la voluntad de Dios

Hay diferentes tipos de decisiones con las que nos enfrentamos en el


proceso de dirección, y cada una de ellas requiere un tratamiento individual.
Recaen en varias categorías.

1. Las decisiones personales que afectan el estilo de vida o la vocación: El


matrimonio, la ocupación, la educación, la condición de miembros de la
iglesia y demás.

2. Las decisiones directas, donde un único principio moral sería aplicable,


por ejemplo, algo que involucra la falta de sinceridad. Tales decisiones
requieren obediencia en lugar de oración.

3. Las decisiones no morales. Decisiones en las que no están involucrados


temas morales.

4. Las decisiones complejas en las que hay más de un tema involucrado.


Tres de los temas más complicados que predominan en la mente humana hoy
día son la guerra, el aborto y el divorcio. Cada uno de ellos implica varios
asuntos morales y por lo tanto exige un equilibrio inusualmente sensible de
las alternativas. Pero para esto, se dispone de sabiduría celestial (Stg. 1:5).

5. Los asuntos no determinados. A estos nos hemos referido en la sección


anterior, pero cabe señalar que hay temas no morales respecto de los cuales la
Biblia no hace algún pronunciamiento sino que deja cierta libertad de
elección, como en el caso de comer carne ofrecida a los ídolos. Pablo no
prohibió del todo que se comiera tal carne, sino que lo dejó a criterio de los
creyentes maduros quienes, para usar las palabras de Pablo "sabemos que un
ídolo no es nada en el mundo". Sin embargo, debemos asegurarnos que
nuestra libertad no haga que otros tambaleen. En estas zonas grises, se
recomienda la siguiente actitud. (a) Si experimenta serias reservas e
incertidumbre, ese es un llamado para revisar la situación.

La posición bíblica es: "Bienaventurado el que no se condena a sí mismo


en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque
no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado" (Ro. 14:22-23).

(b) Si su decisión le generaría problemas de conciencia por los demás que


no fueran tan fuertes en la fe, déles el beneficio de la duda (1 Co. 10:23-24).

En el capítulo anterior hay un procedimiento sugerido para los que están


considerando el trabajo misionero. Al revisar ese procedimiento, se puede
recopilar una serie de sugerencias para los que enfrentan decisiones que no
son misioneras que no se resuelven por declaraciones claras de las Escrituras,
un llamado claro al deber, o exigencias o autoridad constituida que no
contravienen los mandatos de Dios:

1. Esté incondicionalmente dispuesto a hacerlo, cualquiera sea el tema en


cuestión. Puede ser que su voluntad deba ser redirigida. Esté dispuesto a
cumplir la voluntad de Dios.

2. Sea obediente a cualquier luz que el Señor ya le ha dado. Si no obedece


en esto, ¿por qué esperar más?

3. Sea paciente. El camino que tiene por delante puede no revelarse de


repente; pocas veces lo es. Pero Dios le mostrará cada paso mientras necesite
tomarlo.

4. Recuerde el componente intelectual en este ejercicio. Juan Wesley


sostenía: "Dios generalmente me guía presentando razones a ¡ni mente para
actuar de una forma determinada", no mediante sentimientos a mi corazón.

5. Reúna toda la información que pueda acerca de las opciones que se le


abren.

6. Busque consejo de sus padres cristianos, de su pastor o de un consejero


cristiano en quien confíe. Sin embargo, no les permita tomar la decisión por
usted. Es su vida la que está en juego y deberá vivir con las consecuencias de
esa decisión.

7. Asegúrese que el curso que se propone seguir sea bíblicamente legítimo.


Sométalo a la prueba de las Escrituras.

8. Enumere los pros y los contras del curso que propone, y al sopesarlos,
pídale al Espíritu Santo que dirija su mente en la dirección de su voluntad,
creyendo que Él lo hace cumpliendo con Santiago 1:5.

9. No pida una dirección extraordinaria, ya que esa es la excepción y no la


regla, en especial a medida que madura espiritualmente. Las señales
espectaculares se dan solamente por la elección soberana de Dios. La fe está
contenta con la guía calma.

10. Tome la mejor decisión que pueda a la luz de los hechos, creyendo que
Dios ha respondido su oración en busca de sabiduría. 11. Espere el testimonio
del Espíritu con una profunda convicción

de que es la voluntad de Dios para usted. Las circunstancias pueden


confirmar su dirección.

12. Esté preparado para que Satanás desafíe su decisión. Lo hizo con el
Maestro.

13. A no ser que la acción sea urgente, deje transcurrir un poco de tiempo
y si la convicción permanece y la paz de Dios protege su corazón, actúe con
confianza.

14. No cave con incredulidad lo que ha sembrado en la fe.

Cuando esté en duda, espere

Se cuenta la historia de Phillips Brooks, el gran predicador de Boston. Un


amigo que fue a visitarlo fue llevado al estudio del predicador. Al entrar,
encontró a su anfitrión caminando de un lado al otro de la habitación, con una
evidente agitación.
-¿Qué te sucede, Phillips? -le preguntó su amigo.

-¡Algo importante! ¡Yo estoy apurado y Dios no!

La mayoría de nosotros no tendría dificultad en identificarse con el doctor


Brooks. Pero es cuando estamos en ese estado que corremos el peligro de
actuar precipitada y prematuramente y luego tendremos razones para
lamentarnos por eso.

En una ocasión en mi juventud, estaba orando para obtener dirección sobre


un asunto que era muy importante para mí. En mi impaciencia, me sentía
fuertemente tentado a actuar antes de estar seguro de la voluntad del Señor.
Mi padre me dio algunos consejos entonces que demostraron ser valiosos,
basados en su propia experiencia.

Había perdido su empleo durante la depresión mundial. Pasaron semanas


sin que apareciera un trabajo. Con una familia para mantener, naturalmente
estaba ansioso por hacer algo. La presión le hizo comprar un pequeño
negocio. Oró acerca de esto, pero se sentía internamente inquieto acerca de
dar el paso. Sin embargo, si bien estaba inseguro, sentía que no podía esperar
más. Impetuosamente, firmó el contrato, como resultado de lo cual
finalmente perdió mucho. A la mañana siguiente recibió la oferta de un
puesto excelente como contador para una empresa grande. Él aceptó pero
estaba con la carga con un negocio que no era exitoso. "¡Si solo hubiera
esperado!", dijo.

"Cuando busques dirección", me dijo, "hay tres palabras que son


importantes. ¡La primera es esperar! ¡La segunda es esperar! ¡La tercera es
esperar! La lección importante es: No permitas que alguien te presione para
que actúes cuando no estás seguro'. Por supuesto llega el momento en que
tenemos que actuar. Pero una máxima segura es `cuando dudes, espera"'.

En una carta reciente, un ejecutivo misionero escribió:

La tentación aquí es pensar que si hacemos planes lo bastante buenos,


somos amos de nuestro propio destino. Pronto Dios nos demostrará
que nuestros planes bien hechos, formulados sin ÉI, se aplastarán y se
derrumbarán, o peor aún, se realizarán sin bendición.

Con frecuencia, los planificadores ansiosos como yo tenemos que


esperar. Las demoras de Dios tienen factores invisibles maravillosos
que hacen que el cumplimiento de los mismos sea más maravilloso y
completo. Con frecuencia el propio proceso de la demora y la
desilusión nos ayuda a tamizar nuestros motivos y a volver nuestros
ojos al Señor, y de una manera en la que no estábamos acostumbrados
cuando formulamos los planes por primera vez.

El doctor Henry W. Frost, entonces director canadiense de la China Inland


Mission, estaba enfrentando una decisión importante y al parecer urgente. Se
dedicó a estudiar la Biblia con esto en mente. "Al meditar sobre los
versículos, no me llevó mucho tiempo decidir cuál era el más difícil. Esperar
en el Señor es comparativamente fácil; esperar por el Señor es decididamente
arduo. En este caso era esperar por Él, y temo que no tuve mucho éxito en
esto". Muchos de nosotros podemos identificarnos con él en este aspecto.

Si bien Dios nunca tiene apuro, nunca llega tarde. Sus tiempos son
perfectos, porque £1 tiene el control de todo lo que sucede. Esta es una
lección difícil para que aprendamos nosotros, los impacientes mortales. Sin
embargo, debemos dominarla si queremos seguir el ritmo de Dios. Es cuando
estamos bajo presión para tomar una decisión que somos más susceptibles y
responsables de cometer un error serio. Necesitamos la restricción del
Espíritu Santo así como su constricción, pero somos más propensos a
sentirnos menos sensibles a sus prohibiciones. Debemos estar dispuestos a
que nuestro Guía nos diga que no a nuestros planes como a que nos diga que
sí.
-C. Townsend

Si Dios veta un determinado curso de acción sobre el cual está puesto su


corazón, puede estar seguro de que no lo hace por capricho. Es debido a su
profunda preocupación de que no se pierda lo mejor que Él tiene para usted.
Es la expresión de su sabiduría y amor perfectos. Dios nos disciplina "para lo
que nos es provechoso, para que participemos de su santidad" (He. 12:10,
cursivas añadidas). Es muestra de mucha sabiduría esperar el
desenvolvimiento gradual de la voluntad de Dios en providencia.

A veces cuando nuestros planes más preciados se ven frustrados, no es


negación, solo una demora por algún propósito sabio. La experiencia de los
israelitas inmediatamente después de su liberación de Egipto es un ejemplo
de esto. Desde el lugar en que cruzaron el Mar Rojo a la frontera de Canaán
en Cades-barnea, el viaje normalmente duraría solo once días (Dt. 1:2). Sin
embargo, por la forma en que lo recorrieron, les llevó varios meses.

Debe recordarse que los israelitas habían vivido como esclavos toda su
vida; otros tomaban las decisiones por ellos. Así que Dios en su compasión
les permitió suficiente tiempo para adaptarse a su nueva condición. Su
razonamiento aparece en Éxodo 13:17-18:

Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino
de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para
que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a
Egipto. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del
desierto del Mar Rojo.

La sabiduría de este desvío pronto se hizo evidente. Cuando comenzaron a


encontrar oposición y el viaje se hizo difícil, pronto demostraron cuán mal
preparados estaban para el conflicto y las tribulaciones que les esperaban.
Desesperada mente necesitaba n ]abreve pero gentil iniciación de la
experiencia del desierto para reforzarlos y hacerlos madurar, poniéndolos de
este modo en condiciones para el conflicto contra los enemigos expertos en la
guerra.

De ese modo conduce a veces Dios a sus siervos en lo que parece un


desvío sin sentido. Su dirección cruza nuestros deseos e inclinaciones, porque
Él está obrando para la eternidad y tiene propósitos más profundos en vista.

Luego de su conversión dramática, John Newton fue muy celoso y quería


crecer rápidamente en su vida cristiana. Pero no reconoció la respuesta a sus
oraciones cuando llegaba, y a veces nos encontramos en la misma situación.
Estas son tres estrofas de su poema en el cual relata su experiencia.

Pero esta experiencia enigmática condujo a Newton a una bendición y


utilidad no soñadas.
Por las disciplinas del camino desierto, Dios mantuvo a su pueblo
dependiendo de Él, mientras que al mismo tiempo desarrolló sus
personalidades. Con frecuencia es después de un "desvío" que discernimos el
propósito bondadoso que el Señor tenía en su mira todo el tiempo (vea Jn.
13:7).

La paz, guardiana del corazón

Uno de los textos usados a menudo como prueba con relación a la


dirección es Colosenses 3:15.

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, ala que asimismo


fuisteis llamados en un solo cuerpo;

La interpretación común de este texto es que el creyente que busca


dirección debe considerar la presencia o la ausencia de la paz de Cristo en su
corazón mientras toma una decisión y después de ello, ya sea como una
confirmación o una condenación de esa decisión.

En defensa de esa posición, se sostiene que la palabra gobierne con


frecuencia se usa en el idioma original para referirse al arbitraje oficial en los
Juegos Olímpicos. Entonces, cuando uno se dirige hacia la voluntad de Dios,
puede esperar que el Espíritu Santo cubra el cargo de referí o árbitro en la
situación impartiendo la paz de Cristo al corazón de uno. Si esta está ausente,
la decisión al parecer no fue la voluntad de Dios o el tiempo no estaba
maduro, y por lo tanto debe revisarse el asunto.

En contraposición a esta visión, se sostiene con buena posibilidad que el


contexto del versículo no trata con la toma de decisiones, sino con el amor, la
paz y la unidad que deben ser característicos de los creyentes. En
consecuencia, la aplicación no es pertinente a la toma de decisiones. Y en
algún caso, puede haber otras causas para la ausencia de paz.

Es cierto que la presencia de inquietud y falta de calma podrían provenir


de otras fuentes distintas al descontento de parte de Dios. Es más, esta prueba
es muy subjetiva y por lo tanto, tiene sus peligros y debilidades. Pero el
concepto de que Dios confirma o veta nuestras decisiones impartiendo o
reteniendo la paz no reside solo en Colosenses 3:15. Pablo exhortó a los
cristianos filipenses:

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones


delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

En ocasiones estos versículos son mal interpretados como una dirección


subjetiva para la toma de decisiones. Pero Pablo no está hablando aquí de un
sentido interno de paz como una confirmación de Dios a los que se mueven
en su voluntad para sus decisiones. El contexto trata de no estar ansioso sino
poner en oración todas las cosas, y el resultado será el gozo de la paz.

Pero ¿el pasaje debe limitarse a ese solo contexto? ¿No está Pablo
declarando un principio general? Rotherham traduce el versículo: "Dejad que
el principio que gobierne vuestros corazones sea la paz de Dios" (cursivas
añadidas). Al exponer el mismo versículo, Curtis Vaughan dijo: "Tal vez no
debemos limitar la palabra, sino que la deberíamos comprender como
incluyendo la paz en su sentido más amplio".

¿No es cierto -sin considerar los versículos controvertidos- que cuando


andamos en el Espíritu y en comunión con Dios, haciendo su voluntad hasta
dónde la conocemos, experimentamos la paz de Dios que sobrepasa todo
entendimiento? Hay un buen caso para sostener que la paz de Dios puede
esperarse cuando nuestra decisión está de acuerdo con la voluntad de Dios. J.
I. Packer afirma esto cuando escribe: "Atesoren la paz divina que Pablo dice
que son atuendos (protege, mantiene seguro y estable) de los corazones de los
que están en la voluntad de Dios".

El difunto Arthur Wallis nos narra una de sus experiencias de dirección:

En 1962 recibí mi primera invitación a ministrar en el extranjero.


Nueva Zelanda iba a ser un importante cambio en mi ministerio. Al
principio deseché la invitación, ya que no veía la forma en que podía
estar lejos durante un tiempo suficiente ya que tenía que viajar tan
lejos.

Pero los hombres jóvenes de Nueva Zelanda que me habían


invitado, no aceptaban un no como respuesta. Me volvieron a escribir
y dijeron que habían orado y ayunado, y estaban seguros de que yo
era el hombre, ¡y habían pagado la tarifa del viaje de ida y vuelta a
Nueva Zelanda!

¡Vaya impertinencia!, pensé. Si Dios se los ha revelado, ¿por qué


no me lo reveló a mí? Pasé por un período de confusión, hasta que
desesperado puse todo el asunto a los pies de Dios diciéndole que a
mí no me importaba si iba o no. De inmediato me inundó la paz. Y
luego oí las palabras: "Vé, y yo seré tu boca y te enseñaré lo que vas a
decir"."

Subsiguientemente vino a Nueva Zelanda por un lapso de tres meses de


fructífero ministerio, se quedó dos años y tuvo más invitaciones de las que
podía cubrir.

A la inversa, ¿no es cierto que, cuando en nuestras decisiones nos


apartamos de la voluntad de Dios, parte la paloma de la paz? Esto sería
igualmente cierto si los pasajes anteriores de Filipenses y Colosenses no
estuvieran en la Biblia. Por supuesto se da por sentado que si hay
perturbadores genuinos de la paz en nuestra vida se los debe enfrentar y tratar
con sinceridad.

Ni tampoco debe olvidarse que hay tal cosa como la "falsa paz". "Paz, paz,
y no hay paz" (Jer. 8:11). ¡Jonás experimentó una paz falsa y pudo dormir en
la tormenta aunque perseguía un curso rebelde!

Esperar para implementar una decisión durante un período breve luego de


llegar a ella es un procedimiento sabio, cuando no es urgente. Eso le da al
Señor la oportunidad de vetar, limitar o confirmar la decisión. Dios no se
disgustará porque un creyente sea sensible a su aprobación o desaprobación.

El gozo de la paz de Cristo al dar el siguiente paso en una decisión surge


de nuestro conocimiento de Dios y de nuestra comunión con Él, y no de una
fórmula correcta de dirección. Cuando avanzamos en la voluntad de Dios,
tanto la mente como el corazón estarán en paz, incluso cuando encontremos
leones en el camino.

-Gerhard Tersteegen

Resumen

Algunas decisiones son fáciles de seguir y otras son complejas, y cada una
requerirá un procedimiento algo diferente. Hay decisiones morales y no
morales y hay zonas grises en las que los temas se mezclan. En estas áreas
indeterminadas, si uno tiene serias reservas, especialmente si la decisión
pudiera ocasionar problemas de conciencia en los demás, se requiere revisar
los asuntos.

La obediencia a la luz ya dada abre el camino al siguiente paso. Debemos


confiar en que Dios nos dará la sabiduría prometida en Santiago 1:5 mientras
llegamos al punto de decisión. Se debe reunir información y buscar consejo.
Debemos haber confirmado la legitimidad bíblica de nuestras opciones.
Luego debemos enumerar los pros y las contras y debemos haber confiado en
el Espíritu Santo para que encamine nuestra mente en dirección a la voluntad
de Dios. El último paso es tomar la mejor decisión a la luz de todos los
hechos. A no ser que la dirección sea urgente, debe dejarse transcurrir un
breve tiempo. Si la convicción permanece y la paz de Dios protege nuestro
corazón, luego debemos actuar con confianza.

Hay áreas generales en las que es innecesaria una mayor guía:


Declaraciones claras e inequívocas de las Escrituras; los reclamos del deber;
y la obediencia a la autoridad constituida cuando no contraviene la ley de
Dios. Dentro de estas áreas generales puede que sea necesaria una guía
específica. Responder las siguientes preguntas podría ayudar a aclarar las
zonas grises: ¿Es para la gloria de Dios? ¿Es conveniente y edificante?
¿Fortalece contra la tentación o tiende a esclavizar? Si tiene dudas, ¡espere!
No permita que los demás lo presionen a tomar una acción prematura.

"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones".


Temas clave:

• Advertencias sobre la dirección

Advertencias sobre la dirección

Dispersas a lo largo de las Escrituras hay miles de "preciosas y


grandísimas promesas" (2 P. 1:4), promesas que coinciden con cualquier
situación concebible que podamos enfrentar. En la generación anterior,
muchos cristianos solían tener "cajas de promesas", que contenían pequeños
rollos de papel con promesas bíblicas impresas en ellos. Era de práctica
común durante la comida en muchos hogares cristianos pasar la caja por la
mesa. Cada uno tomaba una promesa y la leía, dando a conocer su mensaje,
un mensaje de consuelo y de aliento. De esta forma, los miembros de la
familia se familiarizaban con las grandes promesas de la Biblia.

¡Pero las Escrituras no son todas promesas! Hay también muchos


mandatos y advertencias. Conforman un componente integral de la Palabra de
Dios. Sin embargo, nunca he visto una "caja de mandatos" o una "caja de
advertencias". Esto arroja luz sobre nuestra mentalidad natural. Nos
apropiaríamos de una promesa en lugar de obedecer un mandato o de seguir
una advertencia.

En vista de este hecho y de la complejidad del tema de la dirección, sería


adecuado concluir este libro recapitulando algunas de las advertencias que se
declaran o están implícitas en los capítulos precedentes. Es mi esperanza que
una lectura cuidadosa de los mismos antes de cerrar el libro sea provecho.

1. Tenga cuidado de prestar más atención a la mecánica de la dirección que


a la conducción del Guía y de estar más preocupado por asuntos tales como la
ubicación geográfica que acerca de una vida santa.

2. Evite el error de equiparar el permiso de Dios con su voluntad directa,


como lo hizo Balaam.

3. No permita que los problemas ni los obstáculos sean un factor decisivo.


A principios de la experiencia cristiana de Pablo, Dios dijo de él: "porque yo
le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre" (Hch. 9:16). El
hecho de saber esto no detuvo a Pablo de obedecer su comisión. Ni tampoco
permitió que aflicciones subsiguientes lo desviaran (Hch. 16:22-24).

4. No tome una respuesta sin apoyo a la oración como una expresión de la


voluntad de Dios. Cuando los israelitas se quejaron de que no tenían carne
para comer, nada salvo "este maná", el salmista registra que el Señor "les dio
lo que pidieron; mas envió mortandad sobre ellos" (Sal. 106:15). A veces
Dios puede enseñarnos importantes lecciones espirituales solo dejando que
sigamos nuestro propio camino.

5. No tenga en consideración que la sola necesidad externa es guía


suficiente. Es un factor, pero solo uno. Luego de que hemos hecho lo
máximo, seguirán habiendo grandes necesidades insatisfechas en el mundo.
Debemos también probar nuestra dirección de otras maneras.

6. Esté alerta a la posibilidad de equivocarse respecto de la voz de Dios.

7. Nunca se guíe de un texto de las Escrituras cuando todo el espíritu de la


Biblia es contrario. Advierta cuán hábilmente Jesús evadió este peligro al ser
tentado por el diablo en el desierto.

8. No se quede en la mera letra de la Palabra, puesto que "no de la letra,


sino del espíritu" (2 Co. 3:6). Los fariseos se adherían fanáticamente a la letra
de la Palabra, pero con sus acciones negaban su espíritu. Fue esta actitud la
que provocó una fuerte censura del Señor.

9. Tenga cuidado de la dirección que nos hace actuar cuando no estamos


seguros. Vea 1 Samuel 13:12-14, donde se registra lo que Saúl hizo: "Me
esforcé [me sentí impulsado], pues, y ofrecí holocausto", invadiendo así lo
que le estaba reservado a los sacerdotes. ¿Con qué resultado?: "Locamente
has hecho... tu reino no será duradero".

10. Si está alejado del Señor -como lo estaba Jonás- verifique


cuidadosamente toda aparente circunstancia providencial. ¡Jonás encontró un
barco preparado para partir!

11. Evite la dirección profesada que se basa en la superstición o en las


artes prohibidas: Astrología, adivinación del futuro, tablas espiritistas, cartas
del tarot, médium. Las Escrituras son claras al respecto:

No sea hallado en ti... quien practique adivinación, ni agorero, ni


sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien
consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová
cualquiera que hace estas cosas.

Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová,
contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a
una adivina; y no consultó a Jehová.

12. No recurra a "echar la suerte" como un medio de determinar la


voluntad divina. Es una práctica muy antigua, y se utilizaba en Israel,
"aunque empleada solo en la elección de un sucesor de judas (Hch. 1:26) es
usada por muchos llamados cristianos. Como una modalidad distintivamente
judía de buscar dirección divina, su uso era adecuado para la ocasión. Con la
llegada del Espíritu en Pentecostés para hacerse cargo de los asuntos de la
Iglesia, no se vuelve a mencionar nunca más su uso".` Recuerde que Satanás
y el Señor tienen una oportunidad pareja. Dios nos ha dado mente y espera
que la utilicemos.

13. No siga ningún sendero cuando hay un bloqueo interno o una


restricción del Espíritu Santo. Él nos guía por restricción así como por
limitación. Pablo tuvo esta experiencia:

Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por


el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia,
intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.
14. El Señor no nos hace infalibles ni a prueba de errores. Por ende,
aunque sin dudar de nuestra dirección, debemos permanecer abiertos a una
mayor luz. A veces un error arroja más luz sobre nuestro problema.

15. Sospeche de cualquier supuesta dirección que nos ayudaría a eludir una
elección difícil que tenga la apariencia de la voluntad de Dios.
n las páginas precedentes se ha visto el tema de la dirección desde
muchos ángulos. Es un componente de la vida cristiana que con frecuencia ha
sido confuso, tanto para los jóvenes como para los ancianos. Es la esperanza
del autor que se haya arrojado algo de luz desde las Escrituras sobre el
sendero de los que buscan guía.

He tratado de distinguir entre cosas que difieren, equilibrar aspectos


positivos y negativos del tema, explicar algunos problemas bíblicos y sugerir
procedimientos que parecen tener respaldo bíblico. Al tratar un tema sobre el
cual se sostienen tantas posiciones conflictivas, uno solo puede expresar sus
argumentos con humildad y sin un dogmatismo indebido. Pero puedo decir
que he demostrado la validez de mis puntos de vista. El lector es quien debe
probarlos junto con las Escrituras y con la experiencia.

¿No es causa de sorpresa que el Dios soberano que controla los


movimientos de innumerables cantidades de cuerpos celestiales haga una
pausa para involucrarse en nuestras pequeñas preocupaciones, que Él haya
asegurado a santos de subsiguientes generaciones que sería su guía? Ninguna
otra religión tiene a un Dios que promete: "Te haré entender, y te enseñaré el
camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos" (Sal. 32:8). El musulmán
no conoce tal esperanza. Par él, cualquier cosa que suceda es "la voluntad de
Alá", la cual debe recibirse con resignación fatalista.

Qué diferente del cristiano que abraza el privilegio de tener por siempre al
Dios eterno: "El nos guiará aun más allá de la muerte" (Sal. 48:14).
Hagámosle el honor de darnos el único privilegio que es nuestro, con
alabanza y agradecimiento.
1. Arthur 1. Davidson, High Adventure with God [Excelsa aventura con
Dios] (Manila: Living Books, 1974), 14-15.

2. S. Pearce Carey, William Carey (Londres: Hodder & Stoughton, 1924),


289-90.

3. E. Stanley Jones, Christian Maturity [Madurez cristiana] (Nashville:


Abingdon, 1957).

4. A. W. Tozer, The Knowledge of the Holy [El conocimiento de lo santo]


(Harrisburg, Penn.: Christian Publications, 1961), 10.

5. S. Pearce Carey, William Carey, 125.

6. J. I. Packer, Laid Back Religion [Volvamos a la religión] (Londres:


InterVarsity Press, 1989), 75.

7. A. Morgan Derham, The Mature Christian [El cristiano maduro] (Londres:


Marshall, Morgan & Scott, 1961), 74.

8. Francis Foulkes, The Epistle to the Ephesians [La Epístola a los Efesios]
(Londres: Tyndale Press, 1963), 77.

9. H. C. G. Moule, Ephesians [Efesios] (Londres: Cambridge University


Press, 1910), 74.

10. J. R. W. Stott, Favourite Psalms [Salmos favoritos] (Chicago: Moody


Press, 1988), 44.

11. Gary Friesen, Decision-making and the Will of God [La toma de
decisiones y la voluntad de Dios] (Portland, Ore.: Multnomah Press,
1980), 100.

12. L. S. Chafer, He That Is Spiritual [El que es espiritual] (Londres:


Marshalls, 1929), 113.

13. Clarence W. Hall, Samuel Logan Brengle (Londres: Ejército de


Salvación, 1976), 157-158.

14. M. Blaine Smith, Knowing God's Will [Conocer la voluntad de Dios]


(Downers Grove, I11.: InterVarsity Press, 1979), 30.

15. Marvin Rickard, Let it Grow! [Déjelo que crezca] (Portland, Ore.:
Multnomah Press, 1984), 16-19.

16. John White, The Fight [La lucha] (Downers Grove, I11.: InterVarsity
Press, 1979), 151.

17. J. F. Walvoord. The Holy Spirit [El Espíritu Santo] (Grand Rapids,
Mich.: Dunham Publishers, 1954), 221.

18. C. S. Lewis, The World's Last Night [La última noche del mundo] (Nueva
York: Harcourt Brace Jovanovich, 1959), 9.

19. Basil Mathews, John R. Mott (Londres: Hodder & Stoughton).

20. Kenneth L. Pike, folleto.

21. Robert E. Speer, The Principies of Jesus [Los principios de jesús] (Nueva
York: Association Press, 1902), 34.

22. Oliver R. Barclay, Guidance [Dirección] (Downers Grove, I11.:


InterVarsity Press, 1976), 157.

23. Robert E. Speer, Seeking the Mind of Christ [Tener la mente de Cristo]
(Nueva York: Revell, 1926), 61.

24. Tim LaHaye, Finding the Will of God [Encontrar la voluntad de Dios]
(Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1989), 128ss.

25. L. S. Chafer, He That Is Spiritual [El que es espiritual], 115.


26. J. C. McCauley, Acts of the Apostles [Hechos de los apóstoles] (Grand
Rapids, Mich.: Eerdmans, 1946), 179.

27. Ibíd.

28. Edward England, My Call to Preach [Mi llamado a predicar] (Londres:


Highland Books, 1986), 25.

29. Denis Lane, When God Guides [Cuando Dios guía] (Singapur: O.M.F.
Books, 1984), 4.

30. Ibíd., 63, 113.

31. Basil Matthews, John R. Mott, 78.

32. M. R. Bradshaw, Torch for Islam [Alumbrar para los musulmanes]


(Londres: O.M.F. Books, 1965), 27.

33. Edward England, My Call to Preach [Mi llamado a predicar], 83.

34. E. Stanley Jones, Christian Maturity [Madurez cristiana], 00.

35. Basil Mathews, John R. Mott, 179.

36. J. O. Sanders, PlantingMen in Melanesia [Levantando hombres en


Melanesial (Mt. Hagen: C.L.T. College, 1978), 30-31.

37. Edward England, My Call to Preach, 104.

38. D. E. Hiebert, Zondervan Bible Dictionary [Diccionario bíblico


Zondervan] (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1989), 128.
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