Dunbar, R' Odisea de La Humanidad 2

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E{crratamo si¡'x"lio

píibl,e
es¡:lal.d[ts e! st¡nitlt¡ hl}enu'\ tr)eru:e
'.-.4 odi' se :;t¡bresah'ó tlL rlír cl st'ls
,, )irin untita tlt*€ se quiebr*. frtÍiró t:uiclatk¡,¡umente
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eru opre:;iv,tl. ,A Lo Lc.jtls, un'
l.,ltíltlrcl(¡ \)el" ent!.€ Los cll.bustos. El si,leru:itl
l,(t¡(¡ru)c(ttfipan aenlottLt'rsu'sorn'bría nt¡ltt ittit't'-
tttiit'ttlemerúe, la res¡tuesta de su ¿ 'Nt¡ sc oíu

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ht.tcíttalc:anzó at)er t'tnu' st¡m'bru t:onel rrt'hillo tl'e! a'io'
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l l ,t1,,,1, ,,' llllt \ll(,ll( ¡(,'\(llÍl(,tllí' ( (}rtl() ll.(ll)í(ut LLegodo,
t,,tt t t!tttl't' t t \tl (!\('Íll(llllicn!o C'tl eL b0Sque'
82 Lu r¡tlisect de la humanirJacl
Ilcrtttttttt¡ ,sitttit¡ ,\ i
Godi y,cía afr¡ntado y sobrecogitlo, con todo el cuerpo roto y ,r(r1-
grante, coffindido y con la cabeza como un nirJo cle aiispas.
Meclia t'rr rk'l gr:ttcl'ltl Haig sul'rió unas cincuenta y ocho mil bajas (tttt lcl'cio tlt'
hora después, consiguió sentarse. Le dorían ra cabeTa y er pecho
como r.lltrs nrorlalos) y sc estima que en la primera guerra mundial nlttric:ltrtl
nunca ctntes le habían dolido, y uno cle los brazos le colgaba inutiliza_ tlir'¿ lllilloncs clc personas, entre ctviles y combatientes. Durantc llt sc-
dct. uno de lo,s machos se lo había estirado cruelmenti ¡irrrrrlir gucrra mundial, los nazis se
las alreglaron para fusilar, g¿tsc¿ll',
con todas sus
.fuerTas hastct desencajarlo. Despacio, con dolorosa precaución, Gbdi (ltt(.nt¿lr <t csclavizar hasta la muerte a unos seis millones de.iuclíos y
comenz.ó a arrastrarse hacia la corriente para calmar lafwriosa
sed que oltoS lirntos gitanos, eslavos, comuniStas y otros «indeseables>> cll poco
lo ctbrasaba. Muri.ó por lesiones internas un cJíct despuZs, junto
al río. rruis tlc un lustro. En un desesperado intento por sojuzgar el Congo l3clgit
rluriultc los últimos años del siglo xtX,los cómplices del rey Leopoltltr
rle lltllgica rnataron casi a seis millones de personas. Los Jemeres Ro.ios
Y así comenzó ,no de los más sorprendentes descubrimientos de
los años suntlt'()n otros dos millones en Camboya en los años setenia, y se cstim¿t
ochenta. Los machos de la comunidad de chimpancés de Kasekela (luc Iils Inás actuales tribulaciones del Congo han dejado, en el molrloll-
en el
Parque Nacional de Gombe, a orillas del lago Tanganica,
se organizaron l() ctr que escribo este ensayo. casr cinco millones de muertos.
para emprender una expedición de asalto al territorio de
sus vecinos, la L¿r historia reciente cuenta con tantos casos de conflictos genociclas
comunidad Kahama, donde procedieron a ejecutar un terrible castigo t¡rre rcsulta imposible enumerarlos: la masacre entre hindúes y musul-
sobre s u distraída víctima. y repitieron ese mismo patrón
de conducta du_ nuurcs clurante los meses anteriores a la división de la India en 1947 ,
rante meses, hasta que cada uno de los seis machos de la comunidad
Ka- l¡r lu¿tsacre de un millón de armenios a manos de los turcos en 1917, Ka-
hama sufrió el mismo destino. Todos murieron a causa de
las heridas. ti¡lllu, Biafra, El congo, Angola, la uganda de Idi Amin, el Líbano, Ir-
La noticia de este extraordinario acontecimiento corrió como
la lirrrtlit clel Norte, Ruanda, otravez El Congo (por entonces rebautizadcr
pólvora entre los sorprendidos investigadores. Hasta entonces '/,airc),Bosnia, Somalia, Kosovo, El Congo una vez rnás (de nuevo con
no se ha-
bía observado un compoftamiento semejante en ninguna
especie de pri- srr iuttiguo nombre)... Se dice que casi cuatrocientos mil civiles fue-
mates, y rnucho menos en el supuestamente pacífico mundoáe
los chim_ ton t'¡tasacrados y ochenta mil mujeres fueron violadas cuando el ejér-
pancés. Por supuesto, sí se habían producido algunas
agresiones entre cito.iaponés saqueó la ciudad china de Nankín en 1938'
Ios machos, pero habían sido incidentes aislados, no
más graves que una Y si nos remontamos más atrás en el tiempo, la lista sigue creciendo.
camorra en un partido de fútbol un sábado por la tarde. Los
ataques de l.os l]alcanes repetidamente, primeros los eslavos contra los turcos, lue-
entre sí, en un intermina-
los machos Kahama cambiaron para siempre nuestra idea
sobre los chim- ¡lo los turcos contra los eslavos, luego los eslavos
pancés. Y lo que agravabamás aquella reacción era
que los machos Ka- hlc círculo de venganza y retribución. Antes, las Cruzadas, las Vísperas
hama habían pertenecido a la comunidad Kasekela, plro S ic i I ianas (los sicilianos masacraron a los franceses angevinos
en l2B2),
," habían sepa-
rado de ella para instalarse en su propio territorio hacíaapenas
unos lir «lorna clel norte>> (de Inglaterra) ordenada por Guillermo el Conquis-
años. Los homicidas conocían personarmente a sus
víctimas. tirtlor después de la conquista normanda que añadió decenas de miles
rlc lnucrtos, por hambre o pol espada, o el día de San Brice, setenta años
í¡t)los, cn el que hombres, mujeres y niños vikingos fueron masacrados
¿,Pero por qué fueron tan impactantes los traumáticos acontecimicnt.s ¡xrr orden de Etereldo II el Indeciso, rey de
Inglaterra.
tlc ac¡ucl día'? Dospuós clc ttxro, cn comparacitln con lt¡s belicos.s 'l'¿rrnbién están las interminables matanzas contra los judíos en la
hr_
lllal)os, cl itlac¡ttc tlc (ioltthc cs utt c¡risotlio hirsl¡utlc rnrxlcsto.
Ill I clc luli¡rl Mcdia y en épocas posteriores, las persecuciones religiosas quc
.irrliorlc l()I(r. cl ¡rt'itltct'ttf¡ttlc l¡t h¡rlrrllrrtlt:l Sonurrrr. l¿r ¿rnn¿¡rl¿r britÍni- ¡rsoluron Europa tras la R.eforma y la Contrarreforma, el caos y la mi-
st.r'il rlo la guerra de los Treinta Años cuando los alborotados ejércitos
84 La odisea de la humcutidarl
Hermano sintit¡ ,\.5

de todo el norte de Europa a veces se exterminaban


entre sí, pcr. gcrrt, r'¿rlromano Julio Severo destruyó cincuenta fortalezas, amasó 98-5 ¿rl-
ralmente causaban estragos y emprendían venganzas
sobrc cr cr,- tlcas y mató a más de medio millón de sus habitantes en un empecinatltr
pobrecido y sufriente campesinado. En la famosa
cruzadaarbigorsc, csl'uerzo por librar a Palestina de una vez y paru siempre de las molcs-
en 1209, un ejército de treinta mil templarios se trasladó
desde el n.r.lc tirs guerrillas de Simon Bar Kokhba. Casi diecisiete siglos más tardc,
de Europa hacia er sur de Francia poi
del papa Inocencio IIr crr 1826, el comerciante británico Henry Fiynn fue obligado a obscrvar
para exterminar a los cátaros herejes de"r"u.go
Languedo.. iir¿u¿es enleras
fueron arrasadas, así corno plantaciones destñidas, lrrs atenciones que el ejército de cincuenta mil hombres del notablc
propieJades asarta_
das y robadas y pobraciones pasadas a cuchilro. pn icl'e zulú Shaka prodigaba a los Nswandwe, su enemigo más cruel: cn
ñ¿zrers, quince mir
hombres, mujeres y niños fueron asesinados en ¡xrco más de noventa minutos, según los posteriores cálculos de Flynn,
unos días, muchos sa_ Ios zulúes ejecutaron a cuarenta mil hombres, mujeres y niños.
liendo a buscar refugio en ras iglesias. y, después
de Béziers, ra misma
suerte con:ieron perpiñán y Nartrona, carcasona ¿Quiénes somos nosotros para sorprendemos por el compoflamien-
y Toulouse. Nadie se sar_
vaba. como si no hubiera habido suficiente, to de un puñado de chimpancés machos?
cien mil hugonotes protes- Pero quizá nuestra estupefacción ante el comporlamiento de los ln¿t-
tantes fuero, ajusticiados en una semana por
ras tropÁ del rey cató_ chos Kasekela se deba a esto mismo, ya que hemos sido inducidos ¿t
lico francés, en agosto de r572,en lo que ruego
fue conocido como <<la creer, en gran parte gracias a los reportajes de National Geographic, t¡uc
nl.atanza de San Bartolomé». Cuando las
noticias de esta masacre lle_ Ios chimpancés representan un inocente y pacífico estado de naturaloz¿t
garon a Rorna, se lanzaron cañonazos, las
campanas se echaron ar vuelo
para celetrrarlo y el papa Gregorio XIII tlcl cual, desde el momento en que Ad6n aceptó el fruto del Árbol clc
ordenó qr" ," hiciera acuñar una
l¿r Sabiduría que le tendía Eva, los humanos, a todas luces, hemos caíclo.
medalla conmemorativa especial.
Y, para comprobar que no se trata de una mera
.
tiandad europea, no tenemos más que consultar
tradición de ra cris_
el Libro de los Jueces El idilio en el bosque
del Antiguo Testamento: batala trás batalla,
decenas de miles de per_
sonas fueron asesinadas en el vaivén de las
fortunas entre un pequeño Nuestras primeras impresiones de los chimpancés en csl¿tdo salva.ic
remo y otro' Aunque podamos pensar que los
vencedores exageraron la lircron casi idílicas. Al parecer, los chimpancés vivían on oonrurtitl¿ttlt's
historia, no hay ninguna señal áe autocrítica
o compasión en estos rela_ rlo cincuenta a ochenta individuos, deambulaban por cl bosc¡ttc clt lrtls
tos. I-os hombres de Galaad, al mando de Jefté,nó
di".on tregua a ros ca de frutos y bayas, se refugiaban en nidos en las col)its tlt: los f l'holt's
cuando el calor apretaba, pescaban termitas con ittgcttio tlliliz¡llttkt ltt
ffi il 1 "; i::",T*ff i lT,"fJ:; llos de hierba cuidadosamente preparados y pnrlcgíittt ¡t stls tlt(lrilt's lt'
Ioños en la mejor tradición de cuidados ut¿rlcntos y litt'ltt tlc t¡t¡tl¡¿ttll¡t,
pronunciar an sibotethcon una ,l#1T:1:
aquella ocasión cuarenta y dos mil" hombres
ffi,'iilf :J:l"Ti:;"t:; l,a cscena era enormemente atractiva. Ilstabir lit ir¡liu:illlc /"/rr. ltt ¡1t'tttt
de Efraím»,* nos dice tran_ nratriarca, que alimentaba a sus crías l'hltttt y lti¡4tttt (tlrrt: llt'¡ttt'f¡l ll §('l'
quilamente el cronista del Libro de los Jueces
en los sonoros tonos de la cl macho dominante de la manada),.jugaba ¡ritcicttlctnt:nk! (rotl /'7/i. stt
Biblia del Rey Jaime. unas centurias más tarde,
los vcncedores sufrieron la misma suertc a r,¿lnos
los descendientes dc horrnana pequeña, nacida poco clcs¡rués rlc c¡uc.liurc (irxrtlltll Ilc¡¡ttt'tt it
de ros romanos. En ( iornbc, y más tarde ejercía corno una ahuol¿r orgullttsu t¡uo cttitlitltit tlt:
ol añ. l3-5, dospuós rrc s,p,rl,r un:r rargu y rirrsrrirnrc.u,-,.,pJr,
cr gcnc- lircud,la primera críade la propia F'LII.Eran días itlílicos y it¡ritc:il'rlt:s,
+ ,lt¡ccr.s l.l:(r, lN, th ht t,) ¡lrra rcli,r.iarse en el suelo del bosque, mientras las cltlitlas bris¿ts tro¡lie il-
lcs l¿r¡lrían las copas de los árboles y los inscctos zulnhab¿tll s¿ttislocltos
86 l,« odi,sau dc lu humonidcL¿l IIcntttutt¡ .¡itttitt,\z'
entre las flores. flabía nuevos y emocionantes descubrimient.s, llillts (V
co.r() r¡rrt' llltllthtur tlc clcl'cnder a Sus grupos o por las leycnclas sttbt'c
Ias primeras pruebas de la pesca de termitas,
la utilización y Ia ftrbrica_ it vc('cs rrtu.icrcs) secuestrados en las fronteras de las ¿tlclo¿ts y crrgtrlli
ción de herramientas o las pacientes habilidades maternales
de Flr, tyuc tlos (c incluso violados) en el bosque por estos fbrmidablcs sitltitts. Nrr
drstraía a la siempre díscola Fifi concosquillas y juegos.
Iriry rlucl:r clc c¡ue el tamaño del gorila macho (un mzrcho aclL¡lto ¡rttetlt'

or

'.:'.:ffi1il:::1il#lftffHx;l::
nentes que hicieron que toda la vecinclarl,
¡re srrr hasta ciento
cuarenta kilos) y su firme determinación dc ¡rtrrtcgt't'
Ir su harén contra todo potencial enemigo eran la causa de Lalcs l'cl¿ttos.
I I¡l ntacho adulto en todo su esplendor bajando 1a ladera pr-rcdo scl' Llllil
tanto chimpancés como observadores humanos, cárrieran así le sucedió a un colegrt ttlío'
a refugiarsc visitin perturbadora, sobre todo
al aparecer los arrogantes machos, aplastando la maleza,
dispersand. (.u¿rnclo el cacla vezmás alarmado
-y gorila se da cuenta súbitanlentc tlc:
deliberadamente inocentes grupos de hembras y jóvenes,
arrojando ra- t¡rrc la pendiente le impide de.tenerse.
mas y árboles pequeños sin temer que pudierangolpear
a otros. pero Ia Pero una vez que se hicieron estudios de campo Serios, en los ¿tños
paz se resiablecía con tanta rapidez como habíicome
nzado la gresca, sL:rlonta, parecía que la realidad de la vida del gorila consistía cll l-lll
tan pronto como el honor der macho quedaba satisfecho
y los exhaustos t.ír'culo tonto y extremadamente monótono de solemnes comidas a bitsc
protagonistas brincaran a un árbol para aliviar
sus heridas con gestos ar_ th: hierbas poco apetitosas intercaladas con sesiones de rugidos csÍo-
taneros. comparados con ros seres humanos, no
eran más que un grupo Irr¿rcales dormitando bajo el cálido sol de mediodía o con apaciblcs ¡ra-
de adolescentes en sus motocicletas volyiendo
a casa y moátando baru_ scos del refugio de una ladera a otra. Las manadas de gorilas suelbn sc:r
llo por la avenida un sábado por la noche, que serían absuertos
en ra rcrlLrcidas (en general tienen menos de diez individuos), estar estrech¿t-
misa del domingo por la mañana.
nronte unidas y, al parecer, estar bien organizadas. La sociedad cle los
.4. veces, algunos individuos demostraban
una ingenuidad sorpren_ sinrios se parecía enormemente al aLrurrido sosiego de una residenci¿t
dente en estas actuaciones. Aunque en aquel momentá
era menor que ra rlc ¿rncianos en la playa.
mayoría de Gombe, Milce descubriS que El único punto discordante en el horizonte era el orangután. Esttl-
podía so los toneles vacíos de queroseno tliatlos en Borneo y Sumatra por un grupo de agudos jóvenes zoólogos
que Jane te ordenados. No sólo producían un y antropólogos, los simios rojos fueron pronto llamados- al
estruendo muy divertido cuando los entrechocaba,
sino que también -como
principio no hicieron más que contribuir a esa escena pastoril. Nunc¿t
podían provocar considerable daño (aunque superficial)
óuando gor- tlc¡nasiado sociables, los orangutanes deambulaban por los bosques clc
peaba con ellos a otros. Mike regó a la cima gruliu,
a su nata ingenui- su isla generalmente solos o, como mucho, en compañía de su descoll-
dad más que por su fuerza física.
rlcncia. Pero, en sus peregrinaciones, loS machos a veces se enzarzabi¡lt
Mientras tanto, a unos pocos cientos de kilómetros más
ailá, en l.s cn luchas feroces y sangrientas cuando se encontraban con otro macho.
bosques alpinos de los volcanes virunga, en R.uanda,
se podría contar Y algunos machos orangutanes, como pronto se hizo patente, tenían un¿t
la misma historia acercade ros gorilas que estudiaban más grandes so-
Dian Fossey y l)onosa inclinación por la violación. Aunque los machos
sus colaboradores. De hecho, ra reputación de
los gorilas se había sar- lítn ospe rar que las hembras se acercaran a ellos, los machos de mentlr
vaguardado gracias a los estudios de campo en Ruanda,
primero por ot l¿un¿rño (c¡uc interesaban menos a las hembras) confiaban en la llana ctl-
clistinguido biólogo cst¿rdounidense Ge.rge sch¿rilcr y
t,,"gn por l,,«rs- crc:itin ¡larar abrirse camino. Una hembra, que no llega a la mitad del pcstl
scy y stls tliscí¡rttl«rs. Alltcs tlo litlcs cslutlios, la rc¡lui:rcióictcl
ggrilrr tlc un orangután macho, no es rival ni siquiera para un macho pequeño,
cttt'iti:tltrt ctlt cl Pcrsollititr tlc Kin¡¡ ñtn¡¡,solrl't.rrxk¡
¡x',r lirs i¡récttel¡s t¡.c y l«ls ohservadores, sorprendidos, sólo pueden sentarse y mirar con ilt-
t'ottlltll¡tll ltls t'¡tzittkll't's solll't'l¡ls ¡urtcr¡rrzirs rlt. los irir.irrlos
nr,¡rclr,s crr:tlrrliclad cómo las hembras luchan sin éxito para evitar io inevitahlc.
-
88 Í,a odi,sect ¿le la. huructnitlatJ
ü ilermcl¡ttt si¡rtit¡'\()
El sexo y ¡-tn simio singular ü ,.llos lnucho menos comunes. Y es incuestionablemente cierttl c¡ttc Ios

ía idl'lica, sólo pudo confirmarse


amplia_
f, l,orr()lt«)s aprovechan la oportunidad que brinda el sexo tanto para tlcsltt'
trvrl' tcnsa.s situaciones sociales colTlo para consolidar ia amislatl cttt¡'t'
bonobos en estado salvaje por primera
ojr aa cIlos. En esto se parecen a los seres humanos mucho más que los cllittt
¡¡rrreós comunes, quienes en cont¿rdas ocasiones
practican el Sexo coll
anos setenia quedaron desconcer
nol
7. ,,tro objetivo que el primitivo de reproducción de la especie'
Sin embargo, pese a su envicliable reputación de pacíficos, t¿tl ve z
sexo parecía ser el único interés
mente se dedicaban sólo apracficarel
sexo y en todas las combinaciones
7a Ior; lronobos no sean tan candorosos como alguna vez nos pareclcroll'
( 'ruurdo quieren, loS machoS bonoLros pueden enfurecerse tatlto coltttr
lq)
?
posibles: machos con hembras,
hembras con hembras e incruso,
ces, machos con machos. Aquel a ve- , ,r,rlt¡uier chimpancé común, normalmente debido al f'antasma «-lc l¿ts
c

a
casi único de prácrica ,"*rui qr" lr,,r¡hras que los sobrevuela. Las hembras de los Lronobos, asimismo. ¡rttc
servía para consolidar los lazos ,ll..tr ponerSe muy batalladoraS si lo desean, Como noS recuertl¿ttl llts
de
olrscrvaciones gráficas cle la primatóloga,Amy Parish de un¿r hcrtrbr':t

nte atrayente cargado de fru_


que las hembras accedan a
?
fr
lrolrobo arrancándole el pene a mordiScos a un n-lacho bonobo, cnlitt't'
t irlrr por sus tentativas de acercamier¡to deinasiado persistcntcs' Atlt'
rr r;is del ataque ante el acoso físico, las hembras bonobo
disfrtlt¿rn tlc tlll:t

ue habían realizada numerosos


s salvajes comunes no estaban
r esas escenas. La predilección
tra_
pre_
del
fr
#
t it.r-t¿r asimetría a su favor. Tienen a su disposición lo

¡rrrt:tlcn permitirse disgustar mucho


que los holtrbt't's
(l('sc¿rn más desesperadamente: SeXo. En una palabra, los nl¿tchos llrr
a las hembras, porque las hclllhrlts.
,1r.' ctralquier tnodo, estarían suficientemente Satisfech¿rs
tcnic:lttlo st'xtr

f, otras, dejando a los machos fuera, en la más c¡ttc 1ll'ovt'tlriltl

#
recrerancasihumanos.Esrar"r'r:'.?;i:Hffi
tada por ei hecho de que ros _ ilT::,L'ñii:[:ff ',,,,,, "on
rrr{t'tn¡lerie.
bonobos muchas veces practicaban
ltn una aproximación más prOfunda, ilarecc c¡ttc llt l't'¡rttlrtt'ititr rlt'

fr
cara a cara, como hacemos Ios el sexo
humanos nunca antes visto en er
I -algo ¡r:tt.íl'icosdel,osbonobospoclríaestarbas¿rdatilntoelltllllll('loltttltlt'lt

fr It.rlc l¿rs CirCUnStanCiaS COpO en una Verd¿rclcrit tlili'rt'llt'i¡t rlt' lt'ttt¡rt't;t


¿escon-certan,",á" qr_ los adul_
involucraban en actividades se_ ilrt'lrl().Loquedistinguealascomunidadcstlt'loslrollolrrr:; rlt'l¡r',rl|1"
i on crías de incluso ,il" rno o
dn, t.lrirrrpancés comunes es que convlven oll ll,l'Lllx)s lll;l:'i I'lltlttlt \' lo l¡,r
',
I aprimera impresiónacerca del comportamiento de
era la de que se diferenciaba los bonoh.s
f, ,.,,,, ¡r,,aqu" IOS bOSqUeS en IOS quC hitbillrrt ll lr I llll l'r I t lt' l¡t" ltlt tl t" ' '¡
ll;¡s tlcl ríO COngO en ÁfriCa CCnlrill lcs ¡lt'o¡tr )l
rlt'
('l( )ll;l I tlt'ttlr"' t l'' oltlt' l't
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totarmente áe ra conductu á"i


Lamayoríacle los aurores la calificó irpnu_
?P rrrr¡t.l19 mhs abundantes quc l¿rs rlc los llillil;rl:t. lltll('ll() lllll', ( ''l;l( loll,l

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¡rt.rrrriIrrrr r¡ttc los animales sc rcúruul
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r(.1'ro r(.s si¡¡rr ¡rr; , r; sr.,¡ ,1':],:l;',;.i'i:lll'l']i,::
ttt',, l;lr, rlt¡t;ts t ,,( (.,;t:,;t l;t., r¡ttr. ;::
il,,, ¡¡1 ¡ r,,l,t¡rltr,,,():,(., (
I;I;::ll;
i.tt¡lrr.s(), (.t¡lt(.
h
tah
los t.lint;rs r-:st¿rcionales clc los chitn¡ratrcÚs olrligittr:l l:ts ltt'lttlrt¡ts
¡r;rrlit.rrllrr') lr tlis¡.:,rogarse y rCcrllcctar
tltt 1lt'rt¡lt)s lx)(lll('ll()s y' :t tttt'tttttkr'
:,rl;rs. llltlt vt:z t¡ttc ltts hclnbraS Sc Scl)1ll:lll cll gl'tll)()S, l)tl('(l('ll t'it'lt't't
(t'lt

,rb
9A !,u o¿lisea cle la hunutn.idut.l Hermurttt ¡itttitt t) I

nlucha mayor influencia sobrc el comportamicnlo tle lr »s rr u rt.lrr )s. (.o¡r()


han demostrado diversos estuclios de chirnpancós t.lrulivos
t.¡ r.l zr:16-
Jt t;rl,os ¿rsí. cuando toclos los otros grandes simios llevan un cstilo rlt'
lógico de Arnhem por el priinatólogo alemán F-rars tlc wirrrr r ,r
población cerrada, en la que la manada estaba obligutrr,
cs(¿r ai i r.l:r ntucho más Promiscuo?
Arrnque la monogamia no es clesconocida entre los aniln¿llcs,
cllIl('
sociirl y
l,,s lnl¡ní|'eroS constituye una extraña forma de organización
lx.rr;rr(.(.1)r.
unida más que dispersa en el t'rosque, las luchas po,-cl .l,,lrri¡i, t.rrrr.c
los machos estaban forzadas por la necesidad de mintcnor
Ji ,,olr I sc encuentra en tocla la familia de los perros (lobos, gh¿g¿le 5, trlt'ti

a su lado. Aunque no sea exactamente para calmar


lr l ; s l rr. r r l r.r rs
los ánir¡os sr ¡l¡ r. l,s
¡ r
Jfl
machos. Ias hemhras proporcionan un contrapeso que er ¿rstrf ,
anciano Yeore, se esforzó por aprovechar, muchas veces c.,
,):rt.rr. Ji
rable éxito.
r.rrsirrt.
fl ,,lus0 rnenos frecuente en una comunidad que cuenta con nulllcros()s
t4
Extraña pareja
h
Todo esto hace que nos preguntemos si los humanos somos
h
h
en rcari-
dad tan distintos de los chimpancés, especialmente de los
bonobos. Ll :,()s. I)e ese moclo, la relación está protegida por la amenaza clLlo collstI

h
rampante cntusiasmo de los bonobos respecto alsexo en cualquier
cir_ Iuyc tener rivales en las proximidades'
cunslancia es tan increíblemente cercano a lo que vemos entre
los hu_ lror el contrario, los seres humanos acostumbran a fortn¿tr parc.lils
manos que es ctifícil no vislumbrar un origen común a
que parece haber una diferencia entre nosotros y
simios: el peculiar fenómeno del apareamiento. Aunque los chimperr-r_
ambos. pero sí
nuestros hermanos #
fr
,l,r.rr{eras dentro de un grupo social grande (a veces, irzay g¡ittlclo)'
Ilrt

4
cés hembra pueden establecer relaciones especiales
con machos incli_
viduales durante el período de celo (que se circunscribe
casi por co.r-
pleto ai período menstrual), estas relaciones no persisten,
ni siquiera c,
los bonobos.
Fq
Los seres humanos somos muy distintos. N4achos y hernbras
duales se encaprichan unos con otros durante er especiar
mado <<enamoramiento>>, que parece involucrar unalntensa
hacia el compañero, sentimientos de desesperada tristeza
incrivi-
estado il¿r-
atracci rirr
3
? r luzc¿ur <l la acosen.

cuando esr¿i,
físicamente separados, una tencrencra a que todas las otras
cosas crr:l
mundo pierdan significado y, por último pero no menos imporiurlc,
r-rra extraña tendcncia a atribuir al compañero
tocla clase de rasg.s i.lr.
¡'rt'o¡liitiltls y tcrrihlcrnctttc ¡'loco rc¿rlrsllrs, ¡-rir¡ir vc¡19, colro rr¡r c:l tlic.lr.,
P
*

#
ir
lorlo rlr' t'olr¡l' tlt. rrrstr.
l"sl;t ¡lltrlir'tllltr fot¡tt;t rlt';t¡rlrrt':rrnrt'nlr) nt()n()1,;¡¡() t's tlilít.il
(()rrrl)rt'rtrlr'r
rlt, ¡¡r, 1,1.1.,,¡.,,¡lrrctlct-tllegzrraCOntarctltlvarigscit:ltltlstlt'ltllitllltlt's'l'it ¡lt't
¡r,r rl,',r:r,/r)il{", l,r ¡rt Ín('r,r.¡,1)(rr (rrr('tlr;tlll,sr¡()s(.()nrlx)l ,,r,,lclrr.ut tlt'l tt¡litt'oittnientO (tl, al lnClltls, clcl Ilttltto¡lolirl tlt:l lttl¡t'lltl solltt'

t +1.
?t,
llrt'ttttttttt .titttitt q'l
92 La odisea de la humanida¿l

el acceso sexual a sus hembras) parece depender principalmcntc (lc


que los otros machos sean inhibidos por sus propias hembras de dcsal'i¿u'
a los dueños del harén. Casi siempre los machos parecen quitarse tlc ctt
medio para evitar usurpar la hembra de otro. «Casi siempre>>, en cstc
contexto, parece reflejar el punto de vista de las propias hembras, sc-
gún se ha demostrado en una serie de acertados experimentos sobrc
papiones sagrados en estado salvaje y de cautiverio estudiados por el
zoólogo suizo Hans Kummer y sus alumnos.
Dichos estudios revelaron que esta inhibición dependía sobre todo
de las señales que da la hembra: algunas veces los machos pueden in-
tentar usurpar la hembra a otro macho, pero sólo en los casos en que tie-
ne mucha ventaja física sobre el rival o si la hembra demuestra muy
poco interés en su pareja (desinterés que suele dejar de manifiesto con
sutiles señales, como la tendencia a no acercarse tanto al macho o no
prestarle 1a misma atención que de costumbre).
Mis propios estudios de campo sobre ios monos gelada sugieren que
la hegemonía de un macho sobre su pequeño grupo de hembras (a las
cuales tiene acceso sexual exclusivo) depende también de cómo los ma-
chos solteros interpreten los signos del interés que la hembra demuestra
por é1. Cuando un macho soltero intenta apropiarse de un harén de hem-
bras desplazando al macho local, el resultado es inevitablemente una
prolongada y sangrienta lucha abrazo partido. Un macho desplazado ya
nunca tendrá la posibilidad de aparearse, de modo que no le hace ningu-
na gracia la perspectiva de renunciar a su harén, pero el éxito del ataque
depende en gran medida de si la mayoría de las mujeres prefieren al ma-
cho presente o al nuevo. Entre combate y combate, ambos machos in-
tentan relacionarse muchísimo con las hembras. El rival 1o hace para
persuadir a las hembras de que hagan desistir al otro de quedarse, tenien-
do contacto sexual con ellas; el macho más viejo utlliza su tiempo cn
ir de una hembra a otra en un frenético intento de acercamiento ctlt-t
cada una de ellas y para disimular los pasados descuidos y faltas de in-
terés (el equivalente en un mono ala caja de bombones de un hum¿rntr
conro compcns¿rción por llcgar tardc a czrset lucgo de otra noche de.iucr-
g¿t r:olt los itrrrigos). Iil prrrcoso c«»rsislc ort cl volo tlctnocrático clc l¿ts
Irt.lrrllr'¡rs: si rrriis tlt'llr lnitirtl ('xl)r'('s¡ln stt ¡rrt:li:rcttciit ¡rorcl rtuovo ln¿tclto
It'lrit'l¡rkl ¡rt't'r't'¡¡r¡ritrrlos t'on til, t'l rt'slo lrts sr'¡irrit'iierr lri¡rirlitsuccsi(rtt y
a
91 La c¡disect de la humunidctd Hermtt¡to simitt 9.\

I-os riesgos de deserción que manejamos y el coste de <l¡rortulrirlirtl


lrz,rur los papiones sagrados machos para reforzar el controI sobt'c
en el que incurrimos. en términos de perder tanto lo que ya hcnros irr
sus lrcrnbras. En esia especie, un macho que se acercademasiado a utl¿t
vertido como los beneficios que contábamos obtener de la rclacion cr¡
Irt,nrhr¿r no provoca la ira del tnacho emparejado sino que es la hentbl'¿t
el futuro, claramente pesan más en nuestro caso. En los humanos, los
lrr t¡tro tiene que soportar el impacto de la preocupación de su macho.
celos sexuales y el miedo al abandono son las principales c¿rus¿rs tlc
lis t:ll¿r la que es atacada por el macho, muchas veces con crueles mtlr-
conflicto en la pareja, como ha sido ampliamente demostrado por cstu-
rliscos en el cuello. E,s un proceso de intenso condicionamiento neg¿l-
dios sobre homicidios y violencia domésticos en canadá y Europa. IJn
tivr¡: las hembras aprenden rápidamente a no separarse demasiado clo
la mayoría de los casos de conflicto de pareja, el hombre es el agrcsor.
sr¡s ntachos.
y la mujer la víctima, pero esto no constituye una regla. Como han rc-
Que esto es una respuesta aprendida por parte de las hembras qr-rc-
velado los detallados estudios de la psicóloga británica .Ann campbcll
tllr tlctnostrado por dos observaciones muy reveladoras. Cuando los ¡lit-
en Estados unidos e Inglaterra, el riesgo de perder al rnacho predilec-
to puede precipitar intentos intencionados de asust ar ala competencia. ¡riorrcs sagrados machos envejecen acosan menos a las hembras; colno
t'r'sult¿ldo, las hembras se preocupan menos de mantener la cercatlía
La mayor diferencia, al parecer, es que los hombres abandonados
r'on cllos y son más fácilmente seducidas por los rivales. La segundit
generalmente dirigen sus intentos de proteger su relación contra su pa-
ohscrv¿rción aconteció cuando Kummer incorporó dos papiones sagr¿l-
reja, mienl-ras que las mujeres tienden a dirigirlos contra la rival. Esf.o
rlo lrcnrbras a un grupo de papiones comunes (cuyo sistema social r:s
puede ser una consecuencia del hecho de que, para los dos sexos, in-
n rr:nos estructurado y más promiscuo que el de los papiones sagracltls y
tentar aLacar al macho probablemente degenerará en una creciente es-
('uyirs hembras son bastante más independientes). Aunque estas hclrl-
calada de agresiones físicas, mientras que no sucede lo rnismo hacia
ll l¡s ¿rl principio se ligaban a un solo macho, aprendieron rápidarncrltc
una hembra.
t¡rrc: ulc.iarse de é1no constituía un hecho penalizable y, transcurriclas al-
Aunque las mujeres suelen reaccionar en este tipo de situaciones
l,,unils semanas, comenzaron a comportarse como hembras papitltlcs
con menos violencia física que los hombres, sus reacciones pueden ser
('onlt-uics independientes. A la inversa, cuando Kummer inl"rtlclu.io ttttit
igual de dañinas para con la víctima y, en algunos casos, más crueles.
Irt.rnbra papión común en un grupo de papiones sagrados, ést¿t ¡ttosllri
Las tradicionales armas de las mujeres que intentan proteger sus inte-
t.l corrrportamiento contrario: rápidamente adoptada por un ltl¿tcll«r sol-
reses reproductivos son las de maltratar verbalmente a sus oponentes,
It.rrr, aprendió enseguida a comportarse como una bucn¿t ltotttht'it tltr ¡lit
mediante difamaciones, amenazas de agresiones físicas futuras o gue-
rras intimidatorias y psicológicas. La tendencia femenina a dominarse ¡ririrr sagrado, manteniéndose pegada a él a cada patso t¡ttc tlithit.
l,ir violencia, sin embargo, es el último recrJrso, l)or(lllc ¡lttctlt' lt't'
psicológicamente en tales ocasiones puede ser un simple reflejo de la
ltrirrirr cn lircgo cruzado. En el mejor de los c¿lsos, ¡rttctlt: ittrrtr:t¡u'ltl¡tl't'l
socialización, debido quizá a que los hombres seleccionan a mujeres
rlt.st.o ll¡ ¡:scape de la víctima. En el peor, ltarti tlc l¿r víclillt¡t ttlt¡t t'otll
más ferneninas que no exhiben rasgos que son más característicos clc
los hombres. Aunque observaciones casuales en las calles sugieren que, ¡»rrit.r'lr ¡xlco cntusiasta, reacia a otorg¿Ir los bcllcl'icitts tlcl ¡tl)¡tl'('¡tllli('lll(r
r¡rrr. lirnlo tlc:sc¿rmos, conduciendo csto incvitithlctnottlc it t¡tti¡ tlt'sll'ttt'li
en las sociedades contemporáneas británicas y estadounidenses por
vrr t.s¡ririrl rlc violencia. Los humzu-ros, ctt ciulthio, ulilizitlttos lt¡ttt'ltits
lo menos, los asaltos gratuitos perpetrados por mujeres jóvenes van cn
vr.('r.s l(xlo urr ¿rrscnal de tácticas rnás sutilos ¡rat'it <listtittlit'it ttttt'slt'its ¡ttt'
ilurronto, sin cmbargo p¿lrece cicrlo que las rnujcrcs de todo el rnun-
tr.¡rrs rlt.itllit¡tl6ltarnoS en favOrdc algr-rie¡ lll¿is alr¿tctivtl.'l'«xl¡s trslltllltls
tkr soll l'ísic¿r¡llclllc nlcnos violcltl¿rs r¡trc Ios lrollthl.cs.
Irrr.vil¡rlllt.r¡rcrrtc su.jetos a las mismas ctnocioltcs --los cclos y cl lltit:tkr
l,tls ¡ttct'itltistltos tlc t'slc li¡ro, r'orrt't'llitkrs ¡r:rnt ¡trrllcgcr lirs ¡rirrc-
¡rl irll¡rrrrklrr) , pcro por lo menos algunos conllarn«ls tttÍs olt lit ¡tcrrsttit-
ilrs, lttitltlit'ltr.'l¡ tllt¡¡ sot'¡ttctttlt'ttlt'sirrrililrrrl t'on l¡rs t.sltrlcgiirs t¡uc rrli- rrorr ¡rsicolrigica c¡uc en la violencia física.
tl /
96 La odisea de La humenidad I ltt'ttttttttt sitttitt

Estos comportarnientos pueden incluir manipulación psicolr'rgica s(.t. lx)Co r.íts C¡ue Un lnontoncito infbrmc en Lln scr lrttttlantl tltlis tl lltt'
(ruegos, lágrimas u otras tácticas que se ajusten a la sensibilidad de la
rros tlccot-ttc.
pareja) o formas de caza (instigando una concepción, por ejemplo), pcr<r y tnatlttt'o si¡l
l,ll tcnto proceso hasta que el cerebro está preparaclo
también pueden incluir e[ alejamiento sutil de la pareja de situaciones (e mbaraz.o y lttclittt
rril'icil c¡uc el período de inversión parental directa
en las que la reiación puede correr peligro. Esto último a veces incluye (monos y silrios)' l'os
t'irr) cs mucho mayor en antropoidés y primates
laúllización de velos y otras formas de aislamiento parcial como el us<¡ de esta distrihtr-
Irrrntlrl-lOs representamos, sencillarnente, el extremo
de burkas, ejemplos conocidos del modo en que los hombres intentan nueve rncscs'
t'irirr. Ill embarazo dura en los humanos los consabidos
restringir el acceso de las mujeres a los rivales potenciales en oriente
¡rcnr cl cerebro humano
requrere un año más para completar su crccl-
hastit c¡ttc
los pies de las niñas para r¡ticnto lísico, además de otros cuatro años aproximadamente
por sus propios
pudieran camtnar por sí t.l lriiro está lo bastante maduro como para sobrevivir
de nutrición y nltt-
onaba como una hones- Irrctli()s. El cerebro en crecimiento no sólo necesita
ta señal de la fidelidad de la muje¡ incapazde escabullirse a una cita se- muchos peligros
t'lros cttidados, sino que, además, existe laamenazade
creta en medio de la noche. (El vendaje de los pies, por cierto, era prac- infantiles es espc-
t.xlríusccos. La tendencia a contraer enfermedades
ticado sobre todo por las clases más altas de la sociedad, que tenían más de vida y fue la ma-
t,iirlr¡lcnte severa durante los primeros cinco años
que perder si sus hijas eran pilladas en delito flagrante.) o puede te- yol causa de mortalidad en lai sociedades premodernas'r .
ner que ver con otro recurso basado en un mayor grado de atención ha- lit esfuerzo de criar a la descendencia es tan alto entre los humanos
to-
r¡rrc rcsulta difícil que sólo uno
cia la pareja: el efecto scherezade, en el que un individuo intenta mante-
ltc-
ner a su pareja entretenida e interesada. De cualquier modo, el objetivo tkrs los cuidados pór sí solo. Lo
tlso
rrrs soportan un riesgo mayor en tér
es prevenir que la pareja se relacione con posibles rivales.
más desarr.-
,.rr rruostras sociedaáes más ilustradas y económicamente
coste de criar a un niño con la-
llirrl¿rs. En las sociedades más antiguas, el
El cerebro contraataca de abandono c
rrrili:r uniparental conducía, en general, a altos índices
la frecuencia de aban-
irrl'¿rnticidio. Durante el siglo xvIII, por ejernplo,
El cerebro humano pesa alrededor de un kilogramo con doscientos a, tenía su correlattr
rlonrr infantil en la sociedad de Limoges, en Franci
gramos, frente a los escasos cuatrocientos gramos del cerebro de un t:D cl nivel de dificultad (indicado por el
precio de la cebada) de cac'la
e¡l-
chimpancé. Incluso teniendo en cuenta ra diferencia en el tamaño cor- ir¡j(). lin la Inglaterra victoriana, elíndice de abandono e infanticidio
poral, ei cerebro humano es aproximadamente el doble de grande de
1o que esperaríamos de un simio de tamaño equivalente y cerca de seis sobre la espcratt-
I l)csgraciadamente, esto ha llevado a curiosos malentendidos
.
veces mayor que el de un mamífero de nuestro tamaño. Ei coste de baja esperanza de vida de nucstrtts
zrr rlcr vicla cle la gente en el pasado. La afamada
criar una camada con semejante cerebro es enorme y por ello nos dife- irttlc¡xtstttlos victorianos (enire los 35 y los45 ochcnta tlc
renciamos biológicamente tanto de otros animales. El cerebro humano contemporáneas) lta mortali-
lrrs ¡roblaciones occidentales
rl¡rrl inlirntil clurante los primeros cinco años d
superl'icial
no sólo juega un importante papel en nuestra anatomía para hacer po-
d"mostraría que los antepasados victorianos que sobrcvi-
siblc la gestación y el nacimiento, sino que impone monstruosas exi- srlrrt.cl carrposanto loül
sesenta o setenta años de vida' Al menos dos de l¡rs
gr:nc:ias sohrc los ¡rrogcniloros una vcz aconlcciclo cslc úlLimo. EI rc- vit.r.()rr ala niñcz llegaron a los
xvlll y xIX ellos cam¡rc-
rlor.t. irrrtc¡Irsados de mi linaje patemo de los siglos -todos
t'itilt rrirc:itkr ret¡tricrc rrrr lirr.¡¡o ¡rcrírxkr tlc l¡rr:lirrrr:iir y. rlcspuós, r.rruchos los noventa ¿tiros
srloli o triih^iaclore s de estadt áel nordeste de Escocia-
alcanzaron
¡tllos tlt'¡¡tll¡'it'iril¡ y srrittlizitt'ititt ¡lil'ir ('ot)v()l'lir lo r¡uc cor¡ic¡za psr y ltr tttityot'ía «lc e tlos' por 1o menos, los setenta'
98 Lu odi.¡eu da lct huntctnidarl
I lct'tttttttt¡ ,titttit¡ t)t)

tre Ia gente pobre (especialmente mu.¡eres solteras,


viudas y muJeres l(,s ('n l¿t lt¿tltll'¿tlcz.a. El instinto maternal qurc parece surgirctll¡ttl tlt' l¡t
que vivían solas) llegaba a niveres tares que
Ios parlamentarios se rurrlrt tlcs¡'rttós dc c¡ue la niujer haya dado aluziuega un pit¡lcl silltilirl'
ocuparon del tema y finalmente redactaron las cap¿I7, tlc tlitt'st'
leyes del Infanticidio ¡lirllr tlirr itlx)yo lttientras la criatura humana todavía no eS
en 1922.2 y M¿is
rurlt.s ¡rcro tionc una desesperada necesidad de cuidado atenci«ltlcrs.
De alguna manera, er valor del cuidado pater-nal
desde el punto dr lrrrtlo, ol inlanl.e será capaz de obtener esas respuestas dc Itls atlttltos
vista de la madre queda atestiguado por el grado
en er que se practiqu r¡rctli¿ultc sonrisas, balbuceos y otras artimañas exclusivas do los lli-
la poligamia. El hecho, sin emba.go, no tiáne
tanto q* u.. con hast nos p¿tr¿I obtener de sus padres lo que necesitan. Pero, durante los prittlc-
dóncle se permite, sino entre quiénes se practica.
aunqre la porigam: t'os nlcscs de vida, la criatura humana (al contrario de 1o que succdo cotl
es, muy probablemente, el sistema marital
más común en términos c : lir tlcl prirnate) es como un montoncito de carrle inerte. Hace t'alta algtr
las sociedades que la perrniten, en la práctícaes
menos habituar con ) t¡rrc incluzca el cuidado parental en estos primeros días en que la cri¿ttut-
modo de vida que la monogamia, incluio entre
las sociedades que apru - rir clcbe sobrevivir. El instinto maternal parece ser establecido collttl
ban otras estructuras familiares. Esto se debe
a que las ,nu1".", de est s rrna ¡tarte de la reestructuración hormonal que tiene lugar durantc ol
sociedades sólo aceptarían ser la segunda o la de cómo puo-
tertera d. un hor _ l)r.occso de nacimiento. Y proporciona un bonito ejemplo
bre ya casado si éste es ro suficientemente pudiente ".poü
para manr - rlcll interactuar los procesos hormonales y emocionales con la cogni-
ner a otra esposa con sus correspondientes hijos. "-ro
Los estudios así o ciírrr para conseguir los objetivos biológicos esenciales.
demuestran de manera categóriia: con el mismo 'lbdo esto explicaría de manera bastante convincente por.quó las
número de esposr ;,
las mujeres que se casan con hombres rerativamente
pudientes tien n nru.ieres tienen que estar sujetas al fenómeno del enamoramiento. Pcrtl
índices de cianzaexitosa mucho más altos que
aquelras que se casan c n ¿,¡tor qué es éste relevante también para los hombres? Una respuesta, pot'
hombres más pobres. Esto se cumplía ya én la
Er.opu rrral de los i_ supuesto, es que los hombres se ven forzados (en términos evolutivos) al
glos xvrrr y xx, como se atestigua én tos
registros de nacimientos y ( )_ trabajo de ayudar con la crianzade la descendencia, aunque no sea nríts
funciones de las igresias: ros índices de morlalidad
infantil bajan cuz r_ (y rro en todos los casos es así) que proveyendo la fuentes que utilizarir
do la propiedad de la tierra aumenta. Larazónes
muy simple: ra esposa e la rnadre. Sin embargo, tienen que quererlo de verdad para comprolllc-
un hombre acaudarado liene acceso a muchas
l^u.nies qri f r"o";*, - tct'sc con esta carga, aunque muchos puedan argumentar que estarían
vertidas en su retoño, en forma de comida o
de ayuda médica (tanto en a ltrucho mejor en el bar (o su equivalente, según la sociedad a la que pcr-
forma tradicional como en la occidental), si
éstá enferma. tcrrczcan). En parte, por Supuesto, están bajo el mismo tipo de presi«ilt
El coste delacrianza,ylaconsecuente necesidad
de asegurarque I (lLtc sLls esposas: si la crianza necesita de ambos padres, los hombres cltlc
esposo está atraído y retenido lo suficiente
como para g],,antizar l r)o lomen parte de ella (directa o indirectamente) no tendrán tanto éxil'tl
crianza exitosa, parece haber sido er factor principal
quJfavorecie, , ¿r la hora de dejar descendencia como los hombres que sí colaboran, itsí
la evolución del emparejamiento en nuestra
especie. Es necesario asr r¡r"rccllos también necesitan de algo que los centre enlatatea. Expltltttt'
gurar de algún mcido que la pareja se mantendrá junta
el tiempo suf. l«rs rnismos mecanismos psicológicos y hormonales que actúan sobre l¡ts
ciente para criar a los hijos. Dispósitivos como
éstos no son infiecuen- rrru.leres sería una opción fácil, en especial si tenemos en cllenta Cltlc
cl lnecanismo ya está presente en uno de los sexos. Pero hay otra consi-
2. Estc conjunto de leyes promurgadas en 1922 por parlamento
cr tlcración que podría presionar más a los machos: el riesgo del infantici-
de Reino
tlrrido aholí¿r I. ¡rcn. crc mucrrc c¡uc hasta crrtonccs tlio. Si el macho abandona a su compafetay se marcha al bar o con otr¿l
sc apricaba a ras mujeres que ma_
lithitlt ¡t strs lti.ios rc:citf¡l tlitcirl«)s, un lrlstonlo ah«rr¿r cor¡.cirkl corno psicosis puer- rrrrr.icr, corre el riesgo de que otro macho tome a su esposa y mate a stl
¡rr.r'irl.
rk:scr:ndencia movido por el interés de aparearse con ella.

I'
I

100 La odisel de la humanidctcJ Her¡tttttto simitt l0I


curiosamente, er tópico de los machos, infanticidas ha gcrrcr.irtr. mujeres de todas las socic-
más desconcierto y sinsentidos que cuarquier otro nos posibilidades cle sobrevivir' Aunque las
tópico de ra bi,r.gÍ, un intervalo tiptir-n«r
evolutiva. Por desgracia, se debe a la incomprensión acerca clades pueden intentar estabtecer cleliberadamente
en sus manos' Por míts
lo que está en juego exactamente, así que, para evitar
cr,: c¡ud cs
cle nacimiento, el asunto no queda enteramente
más conr,rsi.rrc:s.
c¡ue la madre haga todo 1o qul esté a su
alcance para proteger a su dcs-
permítanme detenerme un momento para enunciar
estos temas c.n l¿r en 1a que empieza a correr po-
mayor claridad. c:cndencia, su cuerpo establecerá la línea
carga es tan grande quc ltr
En los mamíferos en generar, el regreso de la madre ligro y detendrá la producción de leche si la
a la condiciri, El segundo niño' inc-
reproductiva está determinado, sobre todo, por el intervalo nrujer comienza a percler peso y masa muscular'
de ticnrp. quien más sufra'
que la cría necesitapara ser alimentada por ra vitablemente el más débif y dependiente' será
madre antes de que puc- tanto humanos colllo
da ser destetado. El momento del destete viene dado La cuestión para todos los primates machos'
por el momento orr una hembra preñada o en pc-
que el cerebro completa su crecimiento y la cría no humanos, es que un macho que hereda
pulde desenvolversc reproducirse con ella hast¿t
sola. como este período tarda bastante tiempo y pu.."" ríodo de lactancia de otro macho no poclrá
transcurrir en (lLle se complete el amamantamiento, 1o que puede
tardar muchos meses'
un promedio constante entre los mamíferos, ros por la posesión de gru-
cerebros más grancres
de los primates los llevan a períodos más largos de lin Ias sociedades en las que los mact os compiten
de los
y a mayores intervalos entre nacimrentos sucesivos.
amenorrea posnatal
ir,,, up.opios' de hembrás reprodn'ctivas' el período reproductivo
En los simios, por i,l^"ho, ás bastante más trreve que superíodo de vida porque' en ggnc-
ejemplo,las hembras dan a luz una vezcada5-g años aproximadamen- avanzaday luego corrc
te. El caso de los humanos es bastante excepcional rirl, adquiere un harén a una edad relativamenLe
entie los simios, ya cl riesgo de por otros machos mucho antes dr:
que tenemos intervalos de nacimiento mucho más
cortos que el resto. t¡Lrclaedadresreproductivos.Sielpromeditl
Sin embargo, incluso entre los humanos la media de
tiempá que trans- tlcprocreaccrÓndeuncicioreproductivol.ípictl
cutría entre un nacimiento y otro era de aproximadamente
cuatro años (cl interval iento y el siguiente)' los machos que no
en las sociedades tradicionales. sólo ., i^ socieclades el contrari0, los
posindustria_ jrractiquen el infanticidio no podrán reproducirse..Por
les las que el biberón y el rápido destete con comidr.á.""..irr beneficiarán porquc las tltit-
para-en
niños es la norma-, ras mujeres pueden dar aruzdespués r,achos que matan a las críasixistentes se
de 12 a rlrcs volverán a tener el ciclo menstrual casi
inmediatamentc' Ilsto sc tlchc
l8 meses. el ciervo hast¿r l<ls httln¿tlttls, lit lirc-
El coste de intentar agllizar el proceso se refleja en las il quo, en todos Ios manríferos, desde
Miotllr¿ts lit crftt
demográficas, tanto entre ros humanos como entre ros
estadísticas tir.cia de la cría mfra" "1 .etorn. al ciclo menstrual'
simios. En ra intcrl'iorc coll crl sislr':ltttt
Alemania rural de los siglos xvrr y xtrx, por ejemplo, nfiulrc una vez caclacuatrohoras, la lactancia
la probabilidad de clc las g,otlittloltrrl'ittits t¡ttc itt
que el segundo hijo sobreviviera al primer año Iror.¡nonal femenino e impide la formación
de vida estaba directa_ lils Iru.icrcs t¡tlr.: tltttt llilrt'
mente relacionada con el tiempo que hubiera transcurrido tluccn cl ciclo menstrual. A esto se debe cl c¡uc
desde el na_ r.tin vuclvan a tener elperíodo antes
que lats c¡tto tl¿t¡t crl ¡rccltrl'
cimiento inmediatamente anterior. Si este intervalo era o §lt ¡)§'
posibilidades de que muriera aumentaban mucho, pues
muy breve, las Cr*-r. los machos mamíferos con una conrPaircrit prcñittltt
tttt licttt¡lrl' st: tltlctl
día hacer frente al coste de criar dos niños alavez-.Esto -á¿."
la no po- l.irx[r tlo lactancia no podrán rcproclucirso clur¿tlltc
puede aplicar- ilrtrltluD lnuchísimo, de inÍhnticiclitl cll ttxlos ltls tttittltf l'ctrrs' ¡rcrtr
se también a los san de sudeste de Áfiica. Las "uro.
madrcs sán intentan cs_
tahloccr un poríodo <Je cu:rtro ¿rños entrc krs n¿rcin¡icntos t's¡tt'ciitltttcntcenlosprimates'Entre-losgorilas'ptlrc'icttr¡rlo'st:csli- tlc
imponiend«r que naccn, lnucron a tt'tittttls
,r¡¡ (l*r: ccrca clel :O pár 100 de las crías
¡rnrlrihiciollcs cullur¿rlcs nluy cslricl¡ts tlr¡r¡urlr.: crt tlcrfrxkr rlc l¿rclancia; clel Allrazonas, casi cl 4'5
lrls l¡il)rls (lllc lllt('(!tl lx)t'ltnn ilrlir¡ccirllr l csr uol.n1¡r Ios r¡¡ilclIls. Iin algunas sociedades tribales
lie r¡t., r¡ruch¡rs ¡uc- nacidos no llega a alcanzar los cinc. añ.s' dchitltr
¡r.r, l(X) tlo l.s niñJs
102 La odisect ¿le la hwntctnidad Hennont¡ sitttitt l().t

sobre todo al infanticidio. Entre los ache, de Paraguay, los hornht'cs sot) pruebas de que los lazos emocionales que se producen entre las llitt'c'iits st
bastante claros: no pueden permitirse criar la descendencia dc otro rompen con el tiempo, con la consecuente separación de la parc.ia. lirr
hombre cuando se apropian de su antigua esposa y, si éste no cstí ¿rllí J{ l"re los cazadores recolectores ache, en Paraguay, los adultos tictlcll t¡t'
para protegerla, aniquilará a los pequeños por más que la mujer protcs-
te. Para ellos no se trata de una gran cuestión moral sino de supervivcl-r- t- promedio de doce parejas a lo largo de su vida y cada una de ellas tlttl'i
desde unos pocos meses hasta varios años, situación que puedc no scl
cia y, por supuesto, de acceso reproductivo a la madre. Y los intcrcscs
de la madre, a largo plazo, estarán mejor atendidos si desarrolla un¿l re-
?r- atípicaentre las sociedades humanas cazadoras recolectoras en las c¡ttt
el arreglo formal del matrimonio no existe, situación a la cual nosoll'ol
lación funcional con su nuevo compañero cuanto antes. Esto puede pa-
;+. los occidentales estamos llegando, ahora que el matrimonio fornral yi
recernos duro e insensible, pero nuestra actitud occidental para con los
niños está muy afectada por la reducción radical del tamaño de la fami-
lia que tuvo lugar durante los últimos siglos. Con sólo dos niños de los
*1| no se considera absolutamente esencial.l
De todos modos, no todo termina con el infanticidio: los hum¿tttos
cntre todos los primates, son los únicos que requieren el arduo traha.ir
++.
que hacerse cargo, tenemos que prestar más atención a cada uno de
ellos, pero no siempre ha sido necesariamente así.
Por supuesto que son ejemplos extremos y la mayoría de las socie-
dades o especies no tienen índices de infanticidio que se acerquen si-
;f
J¿.
de ambos miembros de la pareja para una crianza exitosa. Aun tolrtittl'
rlo en cuenta la diferencia de tamaño corporal, la energía que cucsli
¡rroducir un infante es aproximadamente un 10 por 100 mayor parit lot
humanos que para los chimpancés a causa del tamaño del cerebrp. Atlc
quiera a estos niveles. Si fuera así, no tardarían en extinguirse. Sin em- nrás, los bebés humanos son mucho menos móviles que los del rcsto tlt
bargo, los infanticidios han acontecido y acontecen, burbujeando bajo ?+. Irrs primates. así que tienen que ser transportados por la madre por nlu
la tranquila superficie exterior de la sociedad. Desgraciadamente, nues-
tras más aprensivas actitudes occidentales tienden a esconder este fenó-
meno bajo la alfombra y niegan su existencia más que intentar com-
ifü+ cho más tiempo. Esto refleja en parte el largo período de depcndcrtc:ii
cle los bebés humanos, pero también el hecho de que los niños hurn¿t
r)os nacen doce meses antes que los bebés del resto de los primatcs. Ncr
prenderlo o explicarlo. Y precisamente por eso hay que aclarar que,
desde el punto de vista evolutivo, lo importante no es que sobreviva la
mayor cantidad de bebés en la mayoría de las sociedades y especies,
sino más bien que se produzca el infanticidio. Que el infanticidio exista
+f
#
ccsitan una enorme inversión que requiere de dos adultos con un cont
¡rromiso genético personal (o, en el caso del macho, con l«¡ t¡uc ól csli
convcncido de que es un compromiso genético) con cl niño ¡ritt'it ¡¡it
riurtizar que se canalice hacia éste una dosis de cuicla<l«r y cttt:t'gfits stt
y pueda, en algunos casos, alcanzar proporciones bastante elevadas,
i{.1 I'icicnte. En las tradicionales sociedades cazador¿rs rccolcc:lorits. l:t ¡tt'
tiene implicaciones muy significativas para muchos aspectos del com-
portamiento. Y uno de ellos es el apareamiento. Dar protección a la des- i# t't:sirlad de que un miembro de la unidad de cri¿r¡rzir cslttvicr'¡t lilrrt' ¡rtrt'r
r('cog,cr o cazar hacía que los grupos dt: criitttz¿t coltl)u('slos stilo ¡tot
cendencia propia se convierte en el servicio crucial que puede ofrecer
un macho. Para ellos, proteger la inversión en el propio futuro genético
genera una importante presión selectiva adicional que favorece la evo-
u, r r rrr
ir:rcs fluera impracticable.
Sin crnbargo, otras fórmulas pucclcn li¡nciotuu', y lo ltitt't'tt. ¡nut(lur
rlt'¡rt'rrtlc rnuy mucho de las circunslancilrs ccot¡r'l¡ric¡ts, ('tt¡ttttlo lul
lución del apareamiento en nuestra especie. Análisis detallados, en r+.1 Irolrrlll'e s ¡rueden monopolizar los roct¡rsos (cottto l¡t licn'it tt rtll'¡ts l'tlt'lt
algunos casos mediante modelos matemáticos, han mostrado que el pe-
ligro de infanticidio es la explicación más convincente para el aparea-
i*r, Ir.s tlt' r'it¡rrcza, como el ganado) c¡uc lus ruu.jcrcs ¡'rttctlcn trtilizitt't'tt l¡

rtticnlo lanto err l«rs giboncs cotno on ltts gorilas. l¿rl I lll llrrrrr rrrirlrerodeespososobscrvnrklonL:sllssot'ictll¡tlestrlrliciortirles le lle,i:
lil lt¡ritrcitttticnkr no cs, l)or sul)r.rLrslo, trn csllrrlo lrcccs¿rrianrente per-
nt¡ulcnlc t'ltll'e los ltttt¡l¡rnos ni cn ctt:rlr¡uicr olrir tls¡'rr:cic. lJay lnuchas l¿rl lo solo lrr r¡¡rtur'¿rl clisolución de la pare_ia a lo largo rlcl ticnt¡xr, sint¡ t¡ttttbitlt¡ cl ltct'ltt
rh.r¡rrr. los (,slr()sos pucden muchas veccs nrorir prlrcttlcrtrtotllttl o acrt:itlcttlt:.

,l,.l,l
Itl
104 Lct odi.seu de lu humanidad
Hermono simitt lO\
crianza de su progenie, éstas pueden empezar a qLlerer c¿ls¿lrsc cn lxr
que mantener reIaciones con varias espoSaS alavez puede ser agolittlot'.
ligamia. Las mujeres parecen dispuestas a arreglarse con csl¿l silulrt:iri¡r
Los matrimonios poligárnicos muchas veces llegan a tales nivclcs tlc cs'
marital para obtener acceso a estos recursos fundamentales par:r Irr srr
trés entre las coesposas que estos matrimonios raramente son tall l(íl'li-
pervivencia y el futuro de sus hijos. La iquezapromueve esas li'rrrnul¿rs,
les (en un ínclice per cápita) como los matrimonios monogz'rmicos r:ll
incluso en nuestras sociedades posindustriales: los ricos tienen íntlic:cs
la misma sociedad, probablemente porque el estrés interfiere con las llot-
más bajos de enfermedad y rnortalidad infantil, y tienen más posibilitlir.
lllonaS menstruales, de modo que estas mujeres tienen más ciclos sill tlvtt-
des de otorgar a su descendencia un lugar en la sociedad como acl¡lltos
(brindándoles oportunidades educativas y sociales que favorezca¡r cl lación. En muchas sociedades bantúes, cada esposa tiene su propiit citsit
o choza, que el esposo visita durante unos días en estricta rotación. Qtrc
éxito tanto social como reproductivo en Ias sociedades modernas).
las esposas vivan juntas bajo el mismo techo sólo es frecuente entrc l¿ts
La capital importancia de los recursos en cuanto a una crian za exi-
c¡ue tienen una relación cercana, sobre todo entre las que son herlnan¿ts.
tosa queda reafirmada por una organizacíón familiar bastante pecu-
liar: la poliandria de los tibetanos. En este caso, la necesidacl de evitar
que las granjas se subdividan en sucesivas generaciones queda solucio-
nada si sólo se celebra un rnatrimonio en cada generación (todos los
Así que, mientras que los humanos cornpartimos algunos rasgos tlc
nuestro comportamiento con otros primates (especialmente con lltlcs-
hijos de una familia se casan con una sola esposa y contritruyen con su
trabajo ala crianza de la descendencia <<comunal>r). Las granjas que [ros hermanos los simios), también tenemos cierto número de clilcrcll-
se subdividen entre los herederos muchas veces en generaciones su-
cias clave. Muchas de ellas parecen deberse a nuestros grandcs cr:rc
l-rros. Compartimos tanto los buenos como los malos hábitos dc nucstros
cesivas pronto resultan demasiado pequeñas para mantener a toda una
lcvr:lllctllc
familia (un problema que la pequeña nobleza hacendada europea advir- ltrimos primates (especialmente los simios), pero sólo sería
cxagerado decir que los desarrollamos a mayor escala. Ccltn¡litrlilltos
tió enseguida y que se resolvió en el siglo xlr al cambiar la herencia di-
vidida con ellos pautas de cornportamiento sólo en virtud de nucstro ittltc¡rit-
igual cantidad para cada heredero- por la herencia por
-en
primogenitura la herencia para el hermano mayor-).a Sin embar-
s¿rclo común, pero tanto nosotros Como elloS hemoS recorrido ccl'c¿t tlc scis
'
-toda siempre tienen su costo. Las tensiones maritales lrr illones de años de evolución separada desde entonces. [:ill csos sc is t t I i
go, estas soluciones
en los hogares poliándricos tibetanos podían llegar a ser muy intensas. En
lloncs de años hemos tenido que desarrollar nucvos r¿lsg()s y ir.irlslirt y
¡rcrlbccionar los antiguos para acomodarnos a los cittllhios
tlcl oltrrs ¡lsl)('('
las relaciones poliándricas resulta muy difícil para las rnujeres (y para los
l9s tlc la historia evolutiva. Aún hoy nos prcgunl¿ullos l)ot't¡tttr ttt'ttt't'it'trltt
hombres en las poligámicas) mantener un comportamiento imparcial
hacia todos sus esposos. En el caso de los tibetanos, los espososjóvenes t'sltls c¿tmbios, pero, aunque todavía no poclitltlos oll'cet:l' tltiis t¡ttt' tltt'
r.irs cs¡toculaciones, aquellos cambios ocurt'icrolt y vivitttrls
('oll ¡illli ('oll
muchas veces abandonan el hogar si pueden establecerse por su cuenta
en una relación monogámica y las mujeres parecen sufrir intensos perío-
st.t.¡cllcias. Como nuestro primo el sinrio, tcttolltos tlltcsll'll t'l¡l¡t ttt¡¡¡tlllt'
y ttt tc cara absolutamente clcsagratlahl c.
sI t'ir
dos de der¡rumbe psicológico que pueden servir para aliviar el estrés de
equilibrar los intereses y exigencias de varios esposos. Silr crrrbitrgo, antes de finaliz¿rr cslc eit¡líl ttlo t's ¡lt't't'iso:tt'l¿tl'¡tl'tttt
¡trr¡lo itrr¡torlirnte. I,as explicaci<lltcs cvolt¡livits srlhl'c cl
cottt¡lot'llttttictt
En las organizaciones poligámicas, como las de mormones o ,Ll-
chas tlc las lribus aflricanas bantúcs, los honrtrrcs sc c¡uc.ian ¿r menudo clc
l¡ lr¡r¡¡r¡o sigucn tenien<io rnala prousit. Mttchos c¡'íl icos t'oltlcttt¡rot'ii
¡(.os l)¡u'ecLr) pcnsar que las cxplicaciortos cvolutivits soll c:xlllicitcit)ltr-:s
r.x¡¡,t.slrrlirs clt tórminos dc clctcrnlinacitin gcnóticit tlclcottt¡rol'litltlic¡l
'1, ('rllios¡¡tltr'ltlt'.t'tt Alr't¡tltttirr, lir rrllrrtrolit'rrilrrrir (lrt.rt.rrt.iir ¡llt.l lri.jorrrcnor)st:
It¡t vttcllr¡ l¡r lroiltt¡t ln|(,t¡lll(.
to. I)t's¡tlil'lttnittlamctlte, quiencs ¿¡poyan osLc putr(o tlc vislit, sill tl¡tl'sc
(ltlc ¡¡ vc
t'ttt,ltl¿t, t'o¡lli¡tttlctt clos tipos muy disLinLos dc las ox¡rlicaciot)(:s
l()6 La r¡¿lisea de lu hurnanidod
Hermano sin'titt l(),'
ces dan los biólogos. Estos últimos suelen rnarcar una clara clistirrt.¡orr
n¡cnte: que lo haga o no dependerá de las circunstancias de cad¿t crrst,
entre las cuestiones relativas a la función (por qué sucede algo, cl
l)11 )l )( ) prrrticular. En la biología, todo depende del contexto: del equilihrio rlt'
sito al que sirve en la vida del individuo), al mecanismo (qué rnat¡rrirrrr
t'r»stos y beneticios en dimensiones que afectan al futuro social y rr lrrs
ria corporal, incluidos los sistemas motivacionales, producen el clcct, ). ;r
o¡rortunidades reproductivas del macho. Matar a las crías de una hcrrr
la ontogenia (cómo se reproduce el efecto durante el proceso cle clcs¿rr.rr r
lrnr para ligar con ella no es la mejor estrategia de seducción, de rttotlo
llo) y a la historia (cuándo se da el efecto en la historia evolutiva clc I¿r cs
t¡rrc los machos, por regla general, se comportarán de manera rllis
pecie). Estas cuestiones (ahora conocidas como <<los cuatro interrogarrlcs
cortés. Sin embargo, la opción siempre está disponible como títcticrr y
de Timbergen>>, llamadas así por el etólogo y premio Nobel Nil<o Tirrr-
e I riesgo siempre aumenta si el macho puede actuar con impuniclarl. Lrr
bergen) son bastante independientes unas de las otras. confunclirlas con-
lrcrnbra, asimismo, hace sus propios cálculos y puede concluir c¡rrc
duce a errores que pueden llevar a conclusiones gravemente engañosirs.
rrr:cptar el comportamiento del macho puede ser la mejor opción u lirr'
La confusión más común (de la cual tenemos que servirnos aquí) e s
la que se produce enire la función y la ontogenia, es decir, entre el ob- ¡lo plazo.
Lo esencial aquí es que ei hecho de que el comportamiento estó rlt'-
jetivo que tiene que alcanzar el animal (en el análisis biológico, este obje-
tt'nninado completamente por los genes puede estar bien para una ¿u)l('
tivo es siempre la salud genética, la contribución genética que dejari a
lrr, pero no f'unciona así para un organismo mucho más complicatlt¡. I in
las generaciones futuras) y la razón por la que puede comportarse como
rcrrlidad, sería un suicidio evolutivo, ya que la mayoría de los anirturlcs
lo hace (lo cual es resultado de la combinación de la herencia genéti-
tlc cualquier tamaño no pueden reproducirse tan rápido como par¿r rt.s
ca, los efectos medioambientales y el aprendi zaje dela experiencia, inclu-
yendo, en el caso de los humanos, la transmisión cultural). La diferencia ¡xrncler a los cambios medioambientales con cambios en la frccrrcrrci;r
ile rrótica: tienen que utilizar un comportarniento flexible, b¿rs:ul«r cn t'l
crucial se encuentra entre el desarrollo de las causas cle comportamien-
rr¡rronclizaje, para mantenerse en el juego de la vida lo suficicntc e()nr()
to y sus consecuencias evolutivas. eue el objetivo del comportamiento
¡»rra pemitir que los cambios biológicos puedan desarrollarsr:. lil nrun
sea maximizar el estado de salud genética no quiere clecir que los oríge-
tlo rc¿Ll es probabilístico e incierto, y la lenta y enornlc rc¡rrotlut'r'irin
nes de ese comportamiento (en términos de su clesarrollo en el indivi-
tlr' «rrganismos como los mamíferos y los pájaros ticnc r¡trt: st'r't'rr¡»rz tlt'
duo) sean genéticos. La capaciclacr de pocler tomar la clecisión de corn-
n's¡-r«rncler de manera adecuada.
portarse de una determinada manera puede ser genética, pero eso no
llrr segundo punto importante que tenetnos (luc r('('()r'(lrtt t s r¡ut',
significa que la decisión de actuar de cierto modo esté en si misma de- ('n
t'r r l tinninos biológicos (o evolutivos), siemprc: esl rr n ros :r l r ;r ¡ r;rr lr ):i un
terminada genéticamente. Es la capacidad (en cuanto a todas las inten-
t orr l licto cle intereses. La evolución favclrccc los t'rts11os t ¡r tt' tcr lt ttrr l;r r ru r

ciones y los objetivos, el cerebro) la que permite que el organismo eva-


r'il iltl nlltlor número de descendie¡itcs f'trlU|()s. ¡rt'ro lt'rrt'ilr()', ililr( lr:r'.
lúe los costos y los beneficios de comportamientos alter-naiivos y la que
nrilr¡('urs tlc alcanzar ese objetivtt: ¡-l«l«lr'tttr)s r('l)rr¡rlttt iuro:, r()'¡olr,', r¡
hace posible la elección sobre una decisión libre después de sopesar las
lr()(l('nr(,s l'cnunciaralacrianz¿t l)¿u'a ltyrtrlltt ;t lrr rt'¡xotltrt ( ror¡ (l('ru(",
opciones.
tr() l)ro¡irrro con mayorcflcicnci¿r;si clclirtt()s r('l)rorlt¡t rr():,. l)orlt'nro',
Ésta es una cuestión muy importante en el contexto del infantici-
lr il('r ililr( ltlrs crías y dc-iarlas lt Su sttct'lc, () t('il('r'ilr('il()s y tlt'rltt';rtlc trttt
rli, y r¡Lrc ha sickr grave mcntc incomprencricta. El lrccho de que el ir- r lro t rrrl:rtlo ir cada una. Iln cttitlt¡uit:r'ells(), sicrtr¡»'t'lurllrr utr l)url() ('rr
lirlrlit'itlio cottslilttyc tnut cslr';rlc.r3ilrtlc lrrLr¡rf ircirilr cvolrrriva n6 sig¡if i-
r Irlrrr'l;r., tlos ¿rlternativas scriin igttirltttcnlc cl'icirr'r's sr'¡ltirt t'l tttrnt'ro
( il (lll('lrlrkrs los ¡ttltt'llos ltltyrttt«lt't'onr¡rol'li¡s('('()¡t()
irrll¡¡tir:itl¿rs: si óstr rl,'rlr '., r'lrrlrt'lrlcs. Esto se dehe, itttnc¡ttc cn biologí:t ltltyrr irutturtt'r:tlllt's
ItlIl;t t'l ( ;ls(), llos ¡rlt'r't¡rtllu t¡un()s ¡r l;r r'rlillt lon. l.;t t.ut'sliorr lti1¡lrigi-
r, ¡,1,r',, ir (lu('t'stus reglas son aplictrcl¿Is cn cit't'unsl:tttt'i:ts (llt('l)u('(l('u
I ,1. lll¡l', lrlt'tt. r", r¡ttt'r'l lltltt llo ltt'trc llr t:r¡r:rr lrllrtl rlt.it( llti¡ illfl¡tlit.irlir
\,u r,r ('no¡ rnt'rncntc clc un indiviclLro ¿r tltro, ¡ritt'it cttitlt¡uit'r' irrtlivirluo
l+¡
108 Lcr ocliseu de lu httmuttidod

dado, de un período a otro de su vicla. Y, corno la estratcgiit «i¡rlittt;ttlt'


penderá del equilibrio de costes y beneficios creados por ltts t'ilr'trtt:'
tancias concretas, los resultados siempre serán contingt:tttcs. Ntlrtt'lt
#
*

il4 5

hay una manera absolutamente <<correcta» de comportarsc, sitlt, tt)('lts JÁ{


elecciones entre alternativas que serán más o menos provcchosrts (si Tan dulce melodía
las evaluamos en función de sus consecuencias parala salud gcndtit';r ¡
--
para un individuo particular en unas circunstancias particulare s.
J*.
#
*+
JF
perdió un momento en Sus ensoñaciones. kls movitlt,it'tl-
J'J l artista se
la piel debieron tlr
r- to,s rítmicis de las clos mujeres que trabaiaban
(t,r¡carle aqueLla imagen: su mente conjuraba La visión del campamctt-
un brillo tibio a tnt-
I Ío una docina cle noches atrás. I¡t hogwera arrojaba
vé,s rle la oscuridacl de la tarde y las llamas
se reflejaban en la líneu tlt
Cantabany tarurctr-
Jr- hombres que hacían una roncla alrededor delJuego.
ban una antigua canción mienÍras claban vueltas
meciéndose arntetttit¡-

J) sttmente de un ladr¡ a otro. {Jn poco más lejos, en


de luz., las muieres se agrupabán de pie, dando
un exffemt¡ del círu'ult¡
palmas y marcandr¡ el ril-
-.{ nto con troncos huecoiy caparazotl,s de tortwga,
interrumpiendo Lct ctttt-

r) t:ión de vez en cuanilo,'animando a los hombres a ir


más rápido meditttt'

lcunaumentoirnperceptiblectelciclodelapercwsióncc¡ncadaru¡ntltl,
fl Entreloshombres,elesJúerzocomenzabatlnotarse.Elsudort,ttful
u chorros por los rostros barbudt¡s, goteando sobre
los pechrt's tlt's
Jfl nutlos y kis muslos. El canto se hiz.o má,s intenso,los
pasos más ú,qilt.s
y los,vaivenes del Cuerpo, aL sacutlir los hombros hacia uno y olnl llttltl
té ntiantras httt:í¿tn la ronda ctlrededor delfuego, más exagerados'
y(, lurarco de l.as v^ces de los hombres se alternaba con kts
lil 'qnt
w¡ce's ttltt
¿
de misteriosa cuv( t'tt(t
Ittntcs rJe las rnuieres, que resonaban en la suerte
de urgttr
J{ itttarir¡r tle quienes lai escwchaban, creando una sensación
t'itt y lt'nsión que hacía imposible no moverse'
Jf, Dcbió de set" entoncei cuando la anciana se separó
del gru¡xt tlr
con los hottilttt"';'
tttu.jcrt',s, rn.ás allá del círculo de luz, y fue a reunirse
Jt
'l"att tlttlt:t tttaltttlitt I I I
1 l0 Lo odis'eu de Let humctniclad
tltr¿tsenquédirecciónyaquéclistanciahanencontr¿ldounaf.ttt.:tltctlc
cn rcl¿tciti¡t
desLizando casi inadvertidamente su propio cuerpo en la pul.uttrlr lt' no p'-a"n á"*"n'ut tut Uo''áu¿"t tl" "'u fuente
pero ctl¡t-
nea de cuerpos, irubuida de una nueva enerSía vital, incorpt¡rúndtt,tt' t'tt
nóctar,
anterior' Tu*po"o pueden coment¿rr l¿ts
visitaro' ¿iu
con la que "toi" el desagrad^¿i" ile la ahc'ia
petfecfa sincronía a la músicay al.fLujo rítmico de los hombres. U rut ¡xtt' de vuelo O"i "".p"rtamiento
tliciones "
una, las otras mujeres y Los niños se unieron también ú ellos, lrusÍu t¡rtt'
Y' en defirnitiva' ni
r.cinahaciasuszánganoslasemanaanterior...,óioq,"haránalaittlsl-
casi todo el grupo sahaba y se deslizaba rtlrededor de los rescoL(lo.\ (l(l de buscar t'";;;;;i"nias'
guiente, al llegar lu ápo"u comunic¿ttivos
fuego. Sólo wn puñado de mwieres, con niños pequeños a sus pies tt art han usado jamás sus sistemas
r:llas ni ningún o"o uli*ut
el regazo, quedó apartado para hacer el coro, cuyos ritmos palpiluntc,t de ningún tipo'
y estallidos de canción parecían activar la mrtquinaria de La danz,ct.
i",rl pt"¿r".ir literatura
l"nguu3" ñ'-'no puede hacer todas estas
cosas y
Sin embargo, como constrtttt'
siempre se maravillaba del modo en que las muieres sabían cuán¿lo "l proyectos tan ambiciosos
nríts. Nos permtte desariollar que scn¿r
habíct llegado el momento de unirse al círculo de los hr¡mbres. No hobkt a la luna y más allét'algo
cohetes espaciales ñ; ""';igt"" (cada uno dc ollos
ninguna señal, pero generalmente era una de Las mujeres más ancianas
irrrposiblc ,in rutoáloación d-e,*"t'* in¿líiduos
quien lo iniciaba, acoplando su vetusto cuerpo al ritmo de la música, nliJn ¿' n' ," .r" :
con la mirada ausente y en perfecta armonía. Nunca percibía ningún
,,,...,,,, i. n a o u n a rt i :::liJ :: ffi :i#: ;i;,lil:i:.'ti -

cambio de ritmo, ninguna ululación especial que señalctrct el momen-


to. Sencillamente, sucedía, y siempre en el momento en el que su mente
;l¡xg;:i;';'19'39:f
muy especlllcus'
r,r'"1"":::x#¡:*;*'**';rl
l']sJ*.-- - rr(1rr
l]tlllos -^I^^, tt estos ambtls ¿ts-
^.,,.iq1 en
papel crucial
parecía perderse en una sensación de ligereza y euJoria, en una sensa-
:;,ü i;;;*';- El lenguaje'jtresa un :t'-t: i nd i v itl tr r ts
tit i clades de muchos
ción de comunión con los otros, en la qr,te las dferencias parecían deiar ., . ttnt ol-p;;;:;dl
paso ala afabilidad, los agravios a wn dulce compañerismo. Entonces
r)cc tos-
i
1-,.'i iJ'i
distintos' Si el conocimiento
no sc tr¿llls-
tlispcrsos tn y los ingenicros intlivi-
era difícil persistir en el enojo o la descortJianza hacia los otros. Lofa- rniriera de una
"tn[''l'gu"'
g;;;i;, a orra, ro,
"i.r,rn.oscohete a la luna tlo Ilttbic
cilidad con la que esfos sentimientos se disr¡lvían y desaparecían nun- tlttales qu" nna*"-nt" tát"*v"io" "i"*er
ca dejaba de asombrctrlo. Ellos no bailaban con un objetivo intenciona- gía neces aria para el l o'
ll r-r podido ¿"'u':tl'ñ1 u'""nóto úrricir'l l')n
do, pero el resultado siempre era el mismo: después, el grupo se sentía qué, i*"*o' Io' h;;;;"t esta capacitliltl t'slit
más unido durante un tiempo, todo el mundo más generosam,ente pre'
¿Por "tt""'""''p'í"i" ¿" to' t"'*onos? ¿'lln c¡uÚ rtrctlitlit t'ott
[oalidad, ,ro' o*'l]
dispuesto hacia los demás, más deseoso de compartir o de aywdar, á"i i".,gur3" esa;áíntinranlr:lttc rt:IttcioItlttlit
notable .upu"iouá r'o rrrtr
más alegre. d;i;;;á'á*Ln* human.' tartrtriótt útrit:,s l)...
otros aspec'"'
cllits veces igno,uao',
.o*o la risa y la música.l

Sea como sea, los humanos nos diferenciamos de todas las otras es-
a nuestros primos los simios- por el longtra'ic'l
pecies de animales
-incluyendo ¿Pol qué surgi(i
una cuestión obvia: el lenguaje. Hay cerca de cuatro mil especies de
mamíferos, y casi diez mil especies de pájaros (para considerar sólo a t't't
lillcrrguajeevolucionóparaquelos.hulnantls¡ruclir;rrtttitltot.eittt¡hiitt.il¡
qr'rc sc intcrc¿ttttbiitbit
los grandes vertebrados), pero somos Ia única que tiene esta capacidacl. Sin embargo' se asum';;;" to lirs t'tr
lirltttltcitil.l' qo. ,*i." dt_::li]to lt¿tct:t'
t\lr supucsto, t<lclas las ticm¿is ospccics sc cot-tlunic¿lll, ¿l vcces de mane- irrkrnrrilci(rn o"*u oeí t,auint
"r, " tttr lrite lri¡ tl'
se
t'¿ts sorprcntlcnlcrncnlc sol'istic:ittl¡rs. l)cro ttingtttto tlc sus sistentas clc o ":lt'lllv"
srrs: r( l l,,v t''i'nni"l;;;ii;g"" "aJi""omo
t,r¡n¡utrir'¿u'irirr ¡rrrr:tlc i¡¡rrtrliu' cl lctrgtrit.ic lttttttiuto t:¡l f'lcxibilidacl y ca-
lllllll()».Iillcnguajefacilitaelintercambiodeconocimienttltóctlictl.
¡lrrt'irltrrl ¡rrrrrr llrurstrritil irrlirr¡r¡rt'irin, l,its rtlrc.iits ¡rttctlott tlccirso uttils ¿t
r
I I2 Lct r.ttiis.ect tJe la huntonidacl
Ton dulce mel¡tdítt I I ;
de esre punro cle visra
,,,.*1J;"rliT, no es ranro que no puecte
haber ü
ú
I'or-r;r-rpLresto, mantenemos conversaciones técnicas sobre cl lt'ltllrjr
r,eT,".:::::,1:üi::::fi,:T:#*n**,ru::#
r

cómo,.,.i, , , :rohr.c la rlejor manera de encontrar descargas gratuitas de la wcb o ilr

de los bi
-u,,.n"',xl',"il:#,fÍ;:;;;;#:".;;
mente de más de seis individLrás
p , lrr:lr sobrc la estructura estilística de las canciones de Bob Dyllrrr. l.rr
rt';rlitlucl, algunos de nosotros podemos pasarros horas disfrutanclo tlt't's,'
Ir¡ro tL: conversaciones, pero, salvo unos cuantos aficionados, la Itutyor t;r
ra recolectora' muchas
en cualquie, lfl n,,s lru rri mos enseguida de ellas. No hay nada peor que estar en unu l'ics
rr

dividuo que úabaja Y veces de un solo in-


r;r \, (luo se te acerque un tío que quiere explicarte todo lo que sabc solrri'
actividad bastante, ,ma suele seruna fl r r rov ir¡r icntos de ajedrez o sobre lo que encontró ayer en Internet, L.ln colt I

IaPresacon unacha no es esPantar


lfl ¡ror tlrrrriento así suele provocar una respuesta del estilo: <<Me cnciutlrr
disfi,tar de un buen firete perspectivade lrrrlrlrr.contigo, pero tengo que decirle algo a Jernirna, que está por allí...',
cuando se le enseila a . ,, Iir¡cr.ro, me parece que es hora de que vuelva a llenar mi copa...».
algu
tes de arcilla, la conversaci
l'r'rr si la conversación se torna en discusión sobre alguien r c¡uir'rr
das como «Mira lo que ( ( )n(x'crnos, o sobre nuestras experiencias individuales de la vida, l«r t¡rrt'
hacer las iabores cotiriia r lclrt'r'íir scr aburrido hasta el tedio así parece asumirlo la mayor'ílr
te instrucciones verbales. -o
rrr rs nlur[cr1drá allí atentos durante horas. Que el dominio social'[r'rur.;r
que como un mccan.ismo t;urllr n)rportancla en nuestras conversaciones no puede ser illgo tttrrir
es casi todo lo que, en
reali rrrt rrtr'rrccidental. Y tampoco puede ser considerado paiabrerí¿r inlrrs
sutile r r'rrtlcrrlt' srilo para llenar el tiempo enire conversaciones exlr'rrñ;rs ¡lr'rrr
Se no
rrr r¡rt rrtiur lcs. La natural ezaraÍayez es tan despilfarradora: no clos¿u'r o I I; r
A
lo que la genté dice. Lo rr:-,1,()s (luc se utilizan con un propósito sólo de manera muy ocrrsiorurl.
que
convers¿lciones son los ,lr'¡rrrrrlo llr rnaquinaria en piloto automático el resto del ticrn¡ro l'or t'l
icieron los demás ayer, , o¡rtr;u.io, cuando algún rasgo biológico se utiliza sólo inlt'r rr¡ilcrrlr'
hicieron Ios niños, qué nrt'nlr'. tie rtde a ser utilizado en el momento en quc sc ttet'r'sillr y ltrt l'r'
ar una situación social ,lt ',lr¡r:rrt'ecr. Entre algunas especies de anim¿rlcs (iltclrryt'rrtlo, r['lr,'rlt'
clifíc
r il r,('. :tlllunos primates), órganos enteros conro l0s lcslít'il lo:, r lU('
conversacionesEr*::i:,:';}fl
la música e incluso el
l::",',':il,i:Iffir; l,rrrlo¡)t('()('upanalosmachos-reffocedenycltsitlt'slr¡lttt',,'r¡rI'lr,r',lr
deportJ-;;ü;, Ilevan el rercio nr,r rr'protlut'trlrexternocuandoyano son rtcL'cs¡llios 'lirtlrr l;r ttr;rr¡turr.r
no quiere decir, por supuesto, r,r rr'l)rotlur'liv¿tf'emenina,desdelam¿rtrizllltsl;t los ¡lcr'ltos,( \lr('rnr( nl.r
que todas Ias conversacio
rr r( l)('rrf rrro y veloz ensanchamicnto tlut-lutlt' los ¡ror'r)s nr('r,(", r('( ( ,.r
u,, r lrr, l,r) r(''tlrcsan (más o monos) it stt t'slitrlo rtttlr'rror No, rru, ,l¡,r
l,r , nr,r, r()nl)()r r'l lttundosoci¿rl llocstlrtt'¡lili'trrirtrt'n(),no(':,unr,ulrlrrrr
,lr, t,, trrr r;rltlt'rrlgomásimpolt¿urtc. sino lir t'ur'slirin.lorl;r l:r t ur':,lrorr \
rr,r,l,r rr.r', (lu(' lrr cuestión. Nos guslc o rto, t'slo ('s l)r'('('ii;iurrt'nlt' lo t¡trt'
s¡lr lrr;is Irr.rrr¡ro lllllll:ultkr l( rr( ilt()" (llt('t'x¡llicitr.
rlt.t
t';ts rlt'l li¡ro ..t.rilrlo st.
lt;tr.t, l):U.;t,». , l'.r t¡rrc t'vrllrrci{rn<i entonces el lcngua.ic cotrto li'nrinrt'rto socirrl','
l'.u,r rllr rlo t'n l)ocltsi palabras, la rcspucst:t r¿rclic¿t crr lir lri¡lr'rlcsis sr¡
I 14 La odisea de lq humanidatl 'fan dulce melodío I l'5
cial del cerebro. como hemos visto en el capítulo 3, existe una estrecha
relación entre el tamaño del neocórtex y el tamaño de los grupos que rrlilit'clnos el lenguaje, más que el acicalamiento, col1lo mecanlslll()
parece que no podemos invcrtir
forman los primates. El tamaño del grupo que predice esta relación ¡rrllr construir lazos interpersonales,
rrr;is ticrnpo paralainteraición social y que llevamos
el límite dc los
para los humanos es del orden de ciento cincuenta individuos, un rasgo
posible y que simplemente hacemos mc'ior
común de los sistemas sociales humanos de todo el mundo. El meca- ¡r irrrirtcs ian-lejos como es
nismo principal que utilizan los pnmates para estrechar sus vínculos uso tlc nuestro tlemPo.
grupales es el acicalamiento social.r'En realidad no comprendemos por lrl lenguaje es lo que nos permite hacer buen uso de nuestro ttemptr
r lt. tlivcrsas maneras. La más sencilla es interactuar con
vanas person¿ts
qué el acicalamiento refuerza los lazos, pero el tiempo que diversas
es- forma básica de acercamiento social, cl
Ir lir vcz. Si la conversación es la
pecies de monos y simios pasan acicalándose con ¿istintos individuos
del grupo está directamente relacionado con el tamaño típico deJos gru- lcilguzrie nos permlte «acercarnos» a varios individuos simultáneamen-
es sobro
pos que forman. cuanto más grande es, más tiempo pasan los r.... ,Siri embaigo, claro, existe un límite. Si la conversación
animales Si la
acicalándose. Si utilizamos la relación entre el tamaño del grupo y el t.rIrlcluier temá, el límite máximo parece ser cuatro participantes.
t.()rrvcrsación inciuye a más de cuatro personas (un hablante
y tres
tiempo de acicalamiento para predecir cuánto tiempo necesitaríamos
los humanos para acicalarnos si estrechárr-o, nr.uiros lazos grupales oyr.rrtcs), ésta se dividirá en dos conversaciones separadas en medi«l
Irrilrrrt.¡ como mucho, como es fácil advertir echando una rápida
ojeitcla
de la misma manera, el tiempo de acicalamiento ocuparía algo más
de
un 40 por 100 de nuestro día activo. :r t'rtitlcluier reunión social.
Puede parecer fantástico (y enseguicia volveré sobre por qué sería ¡ria razón para ello puede ser que, cuando hay más de cuatro pers()-
tan maravilloso), pero para cualquier organrsmo que tenga que ganarse ilrrs ¡rirrticipuráo la misma conversación, el diámetro del círculo c«r-
"n pesc .l
la vida en el mundo real resulta una propuesta muy poco práct ica. La r,ricrza a sár demasiado grande para que el discurso se pueda oír
se vuclvc
tarea de conseguir comida consume mucho tiempo. Tanto, que ninguna l.rritkr clel ambiente. El esfuerzo de oír lo que se está diciendo
('xccsivo: ya no estamos tan seguros de lo que se ha dicho' de moclo qtto
especie de monos o simios dedica más de un 20 por 100 de sus horas
vi ¡t. i l ¡l ltgs en intervenir en la conversación. Así
que nos volvenros haci ¿t
activas a la interacción social (la mayor parte de lá cual consiste, claro,
ltr ¡rc¡s9r-rzr que tenemos al lado para charlar con ella. Ademits,
lit tlpttr-
en acicalarse). Es simplemente una cuestión de disponibilidacl
horaria: el
Irrr¡itlittl dc tomar la palabra (y contribuir así a la convers¿rcitirt)
tlislrli'
día sólo tiene una cantidad determinada de horas y la mayoría de ellas ('oll'
rrrryr. t'ti¡liclamente al aumentar el número de participantcs'
I'llt tlll¡l
han de dedicarse a conseguir comida: no pueden permitirse dedicar
más de tn20 por 100 del tiempo a actividades sociiles. si lo hicieran, v,,lsitcitin ontre doS personas, cada interlocutor pucclc csl)t:l'ill' l)ilsill'
no podrían equilibrar sus recursos energéticos. irlrr.rlr.tklr'tlc un 50 por 100 del tiempo hablanclo, pcro L:ll tttt ¡'"t'tt¡xr rlt'
Al parecer, los hurhanos no podemos aumentar esta proporción. t,lrt.ot.llrlitpcrsonasólopuedeaspiraraun20ptlr l(x),tlt:¡ttotlt¡(lllcl)¡ll'
(it tttt'ttos t¡ttc t'l
Ejemplos de cuánto tiempo se dedica a la interacción social (la mayor Irr,r¡,r¡ rlt. llr c6nversación vale cada vez lncll()s lit ¡'rr.:ttit
por supttoslo)'
parte de la cual, claro, consiste en entablar conversación), en ¡rrnrct¡ltl iltlcrós sea el de escuchar,
un regis- :rrr tlc oycttlt's
tro que abarcadesde las sociedades europeas modernas hasta las L¡r rirrit'ir tll¿lnera que tenemos dc incrcttlolll¿tr c:l lttill¡t:tt
socie-
rrtrrr itll¡ttlt'll'e s s ivcrs¿ls ctlttvol'sitc:itltlcs silttttllti
g{:. agrícolas tradicionales de Nueva Guinea o los pastores dei este cle lbrc ltl c¡uo tlchc lt¿tt'cl'c¡ttlit tt¡ltl,
Africa, arrojan resultados de casi exactamente un 20 por 100. Aunque il(,¡t§ (.s irrr¡xrrrcr
I ) lt'ttt'tttos lttl lll( a cuírndo clcbc hirhll¡'clttl¿t ittlcl'-

+ At'icitlit¡tticrtltt (¡4nxtttting): sc rcf icle r¡ lirs c¡rrici¿rs y rlcs¡xrrirsilircitin


I,t,rrl,l () (.s t¡L:ccs¿rrio establecer un acuerdO lilrtttal quo ¿lSOP,tll'c (ll'lc
r¡rre str
manual rolo urur hacerlo mientr¿rS l<ls delnás cscuch¿tn cn a¡rli-
l)('t'sott¿l ¡luecle
¡ltrrtligirn los silnios t,utos it olt.()s. (N. th, ltt l.) tl ctt
r,rrr lr I y t',.s¡lcltt,rsg silonc io (cOmo suele suCeder en un¿l ctlnfbrcltci¿t
116 Lct r,¡disect de lct huntanitlctd
Tan dulce melr¡clíu I I /
un sermón)' Por supuesto, en última instancia,
nruchr¡s trc rrs oy(,.r(.\
caerán dormidos (metafóricamente o, a veces,
ritcrarmcrrc) ¡1,r.¡lt.rrrt.r tlónde está el nieto Bill y por qué fracasó el matrimonio de la pritttit
el hilo y la concentración. prestar atención durante Penny. Ni los papiones ni los chimpancés son capaces de hacerlo: no c()-
mucho r:rro cs urir
tarea difícil. De algún modo, casi poclríamos
decir que habr.r os .ri¡ rrr. nocerán jamás lo que no vean con sus propios ojos. Si el mejor anligrr
ma de descansar del cluro esfuerzo cle escuchar. clc un chimpancé reniega de su alianza implícita uniéndose a su contúll
Lo que hace que una conversación cotidiana funcionc cnemigo en algún lugar del bosque, el chimpancé no lo sabrá hasta c:l
es cr llccrr,
de que interactuamos- Cada uno de nosotros quiere
hablar en Lrn r,orlr),- c:atastrófico día en que el amigo apoye al rival en una pelea. Pero los
to en que sus palabras encajen con lo que se está
diciendo, pero r.rr¿rvÍir scres humanos podemos averiguarlo. Podemos preguntar si alguicrl
es más importante que establezcamos un verdadero nol-ó algo adverso cuando intuimos que algo sucede. Y los demás (qtri-
diirogo c.rr cr
hablante (y, quzá, con los otros oyentes). Comentamos z¿í ansiosos de hacernos un favor) pueden susurrarnos al oído las novc-
lo quc diccrr
(«¡claro!», «¡No puedo creerlo!>>, «¿De veras?>>), clades casi antes de que nos demos cuenta, a la manera en que Yago cn-
reafirmándoro o ¿,li-
mando al hablante para que continúe. como el acicaramiento, vcnenó la opinión que Otelo tenía de Desdémona en la famosa obra dc
esas f(rr_
mulas son una manera de decir «Me alegro de estar Slrakespeare.
aquí contigo y .o
allí con Jim»: una af,rrmación de interés, una declaración El lenguaje, en definitiva, nos permite mantenernos aldía sobre ltr
de intencio_
nes. Ya es bastante más de lo que un mono
o un simio pueden hacer rluc pasa en el mundo siempre cambiante de nuestras relaciones soci¿t-
cuando se acicalan unos a otros. para ellos, se trata
de una actividad ex_ lcs. Quién mola y quién no, quién no se compofta como debiera, quiérr
clusivamente de dos. De hecho, entre nosotros también
sucede así, pues,
tla rnuestras de ser un prometedor candidato para convertirse en nuestro
en la mayoría de los casos, aque[os con qulenes
tenemos suficiente in- irrrrigo o qtizá en nuestra pareja. Esto es extremadamente importantc
timidad como para invorucrarnos con eilos en un
acicalamiento profun_ ¡rara la efectividad de nuestras relaciones sociales y el entorno social cll
do toman muy mal que queramos mantener esta
misma actividad con cl c¡ue estamos necesariamente insertos. Y significa que tenemos nlíts
un tercero. Que esta actividad sea entre dos tiene
impricaciones muy tlc una posibilidad de manejarnos de manera eficiente en estc ct'tlortttt
significativas, dado que no se consigue establecer una
relación dicien- soci¿rl incluso si su tamaño es mayor que el grupo de un chilttpitnccr.
do simplemente <<seamos amigos». por el contrario, Signif ica que, cuando nos dirigimos a un evento soci¿tl clctcnuinittkr.
requiere de una
inversión de tiempo durante la cual construimos
la relación. con sólo nos ponemos al día sobre lo que está haciendo cada un«1. Esto lltl g¿tl'ílll-
esa cantidad de tiempo disponibre para invertir
en ese proceso de acer_ tiz¿r absolutamente nada, pero estamos en mejores contlicioncs t)¿tl'¡l ll()
camiento, esto significa inevitablemente que hay
un lí-mite para el nú_ t'onlclcr un elTor nalve que qtizáde otra maner¿l ct'tlllclol'íitlttos.
mero de terceros con los que cualquier ináividuá puede
*urr"n". ,nu
relación. De hecho, si las mismas ieglas rigen la
conversación huma-
na y el acicalamiento de los primates, el renguaje
nos permite traspasar Una manera de ser únic¿t
esa frontera' Nos queda por ver cómo es que
ei lenguaje puede permi-
trrnos extender el tamaño de los grupos sociales. l)ul¡rntclos¿rr'1oscincuentaylosprirncr«rsañostlcl¿t tlécittl¡r tlc l(Xr0.
Pe¡o el lenguaje tiene otras utilidades en este
ámbito, de ras cuares los ¡rsit'írlogos sc entusiasmaron antc lit pcrs¡'rcctivl tlr-: potlct'cltscl)¡t¡'
n. cs el menos importantc er hecho de que , gracias ara gr:amátLca, t.l lt.rr¡irrir.jc huln¿rno a los chimpancés. El tcm¿t so itrlic:ul¡th¡t c:tl lit c:ttcs
faci-
lil¡r cl irrtcrc¿rlrhi. rrc irrfirrrr¿rcirirr. Er rcngu.ic
n.s hablrita para inter- lirirr rlt'si los humanos aprendemos cl lcnguaje por iltslirtto o sittt¡rlc'
i'irllrhiirl'ittlrx'lll¡¡t'irilt sohl't: lrr rr:tl sot'iirl cn l¿r t¡uc vivirnos: rnt.rrlt' ¡xrr r:l hccho de que crecer dentro de una conrullidacl clc h¿thlitttlcs
poclemos p.-
ll('l'llos ¡tlt'tx't'it'ltf t'tlt'lits ttovt'tt¡rrlcs ttt' l¡r líir I;lo y
c,t tío I;r.ctl, avcrigu.r
olir.t'r, rrl rriño unzt oportunidad inevitable. Varias firmilias tlc psictilo-
¡1os t'slirtkrurritlcrtses criaron bebés chimpancés en sLl prtlpit c¿ts¿I, c¡t
'[utt dul<'c ttttlt¡tlitt I lt)
I lB Lu odi.sect de la hunrunidad
pol'(ltl('slls
lln ¡xrcirs pulabras, los simios nunca serán capaces de habla[
muchos casos junto a sus propios niños. Cada cuidado quc sc tlt:tlit'itlr¡t
lllr,llos voc¿rlcs no se lo permiten. Considerándolo retros¡lcctivatttt:ttlt"
al niño humano se le ofrecía también al bebé chimpancé.
En cierto sentido, los experimentos resultaron un éxito: los clliltt
pancés aprendieron a decir algunas palabras en inglés, pero en otxr I'ttt'
ron un penoso fracaso: lo máximo que podían hacer los chirr-rpartctis c¡'lt
murmurar sonidos parecidos a la palabra inglesa que imitaban. Y, al l'i
nal, el más rápido índice de desarrollo de los chimpancés llevaba ¿t(lttc.
más que copiar lo que hacía el niño humano, el chimpancé era un ltl¡¡l
ejemplo de comportamiento para éste. Los niños humanos, al parocct',
son rnáquinas muy especializadas en la imitación y aprenderán rápitla-
mente a imitar cualquier cosa que se les ponga delante, sobre todo si cl
modelo roza el mal comportamiento. Aquellos experimentos se abatt-
donaron y, con razón, no han vuelto a repetirse.
Pero había dos razones quizá más interesantes para que estos expc-
rimentos fallaran. Una es que los simios (y los monos, para el caso) ca-
recen del aparato vocal necesario para hablar. La laringe de los chim-
pancés está situada en la parte superior de la garganta, justo detrás dc
la base de la lengua, mientras que la de los humanos se ubica en la par-
te inferior, justo por debajo de la nuez de Adán. Los bebés humanos na-
cen con la laringe en la parte superior y ésta va bajando a medida quc
ayanzao en el período de aprendizaje del lenguaje. E,sto resulta apropia-
do ya que la posición inferior de la laringe no permite tragar y respirar
ala vez, razón por la cual los adurltos humanos coffen el riesgo de aho-
garse si intentan beber y hablar al mismo tiempo. Al tener los bebés la
laringe en una posición superior pueden respirar y tragar sin ahogarse,
lo que es muy conveniente cuando estás hambriento en medio de la no-
che y quieres beber del pecho de tu madre que, al estar medio dormid¿r,
no prestará la suficiente atención. Los bebés pueden seguir succionancl<r
el pecho de la madre hasta quedar exhaustos, mientras que un adulto ten-
dría que interrumpir la actividad para tomar aliento cada minuto apro-
ximadamente. El proceso sería agotador, por no decir frustrante.
La ventaja de tcner la laringe ubicada más abajo es que aumcnt¿t
o t'n chitt<l tn¿rndarín.
cnonncnrcntc l¿r cá¡nar¿r clc rcs«lnancia lirrmatlit por la g¿lrganta y la
brx:ir, Pcrrrritiórr<klnos ¿rsí ¡rnxlrrcir t¡¡lir vru'icrtlirtltlc s«rnick)s quc v¿r nr.l-
t'lro nriis irllf rlc lirs clr¡rirt'irl¡rrlt's rlt'nlr('slr'os ¡r'itttos sitttios. Siu oslc I la t')
Vtiusc la nota de la página 51 . (N' de
I

rrlirrlltrrrrit'nlo t'r¡ lrr t'¡int¡¡t'¡t rk'¡u'lit'ul¡tciritt, r'l lt'tt¡ittit.ir.: ¡lctrlcríit ruuc:ho, I

I
I

I
120 La odi.sea tle l.a humctnitlacl Tan ¿lulce melodíu l.l I

En suma, la segunda razón por la cual los chimpancés nunca scriítt


('lrpaces de hablar es que no tienen la maquinaria cognitiva trecesaria ¡litt'it
c'onrprender las complejidades del mundo mental al nivel que parccc sr)t'
e scncial para mantener una verdadera conversación entre dos persottits

rcorca de 1o que habrá hecho un tercero con su relación con éste o acludl.

¿Cuándo se desarrolló el lenguajo?

,Si los chimpancés no tienen la capacidad del lenguaje y nosotros sí,


¿,cuírndo evolucionó? Hay dos enfoques que podernos utilizar para accr'-
cho como las intenciones que sus actos implicaban. Es la habilidad ins_ ('anros en la cuestión. aunque ninguno de los dos es completamcnlc
tintiva de Yago para prever cómo interpretaría otelo la información so- satiskrctorio en sí mismo. tr-a cuestión más obvia es si hay algún con'c-
bre De ad del público lrrl«r anatómico del lenguaje (o del discurso) que podamos identificar crt
Par i
le ón y anticipar t'l rcgistro fósil. Curiosarnente sí hay tal comelato, aunque de nranor¿t
sus oq irrtlirccta. La segunda cuestión es explorar las relaciones que encontr¿t-
siYago no hubiese sido capaz de involucrarse en esta gimnasia men- rnos cntre el tamaño del neocórtex, el tamaño de los grupos y el ticrrr-
tal, no habría sido capaz de envenenar a otelo con una,urtu d" mentiras. ¡ro rlc acicalamiento para determinar cuándo los grupos homíniclos
luc:r'or-l demasiado grandes para mantenerse unidos sólo por estc últi-
rrro: óste sería el punto en el que se desarrolló el lenguaje.
l.a primera aproximación consistió en examinar algunos corrcllttos
rrt'u«»rales del lenguaje. Uno de ellos es el tamaño del agu.icro ov¿tl, ctt
in
grado de go no n in l¡r hirsr: del cráneo, a través del cual pasa el nervio hipogloso. []l la¡ttiriio
gr
el cuarto lidad, e el tlt'cstc orificio (el agujero condíleo anterior) da cuenta rlcl l¡urtirño tk'l
argurnento quinto s_
rrt'r'vio r¡uc lo atraviesa y éste refleja la cantidad clc trahirio t¡uc tlcsr'tn
¡rt'ur. lll discurso depende de articulaciones prccisits y císlirs tlc¡x'ttrlt'tt
rlc rrn lrr¡cn control motriz de la lengua, la man«líhull y los lrthios ¡ritt'it
ctr':u't'lcs¡racioarticularprecisoenlabocapara¡rtrxlttcit'tlclt'l'l¡til¡itrkrs
solrir k rs. Los humanos tenemos un agujero c<llrtlílco iu¡lcrior s i¡1rr il'it'rrl i
v¡uucrrlc rrriis grande quelos otros grandcs sintios (los golilrrs y los t'ltittt
¡lurt'tis), Y, lo (luc es más importante, todos los liisilcs lrorttÍttitlos ¡xrs
la mente-, la literaiuray la mayor parte de las interacciones sociales Ilt tott's rr lir tr¡rarición de los humanos arc¿ricos (cl ¡rt'irnt:r tttir:ntl»'rl tlt'
scrían ir,p.sihlcs. viviríanros cn un mundo insulso e intelectualmente lrut'slt¡r t's¡rt'cic ltomo sapiens, quc aparcci(l hacr: uttos r¡uittic:ttlrls ntil
crrr¡r0h|r:citlo. l.¿r virlir ¡rcrrlcr'ía nruchas rlc l¿rs cos¿rs c¡uc la hacen inte_ ¡ttlus ) l)t'('s('lrliul cl agujero condíleo anterior o¿rsi l¿ur grattrlc c:otno cl tlc
l't'sillllt'. Y ¡ltrrhitlrlt'ltlt'ltlt' lto vitlrl¡'íi¡ lir Ios lrunr¡rrros nrr¡clcrnos, y esto incluye tanto a los nc¿tnclcrtalcs conl()
¡rcrrir nr¿¡nlc¡cr una conversa-
t'iril t'ol¡ rrirrlit.. ¡t los t'rrrnurñoncs, nucstros ancestros inmediatos cn Euro¡-rit. I)or ol r:on-
122 La odisea de la huntanidotl 'lhn tlulct ttteltttlitt I -' l

Itecos en los que se pudo medir este rillinto liisil clc la secuencia con un canal torácico colllo cl clo lrts si
co en los simios. El verdadero proble_
¡rios). I)ado c¡urc tanto los neandertales como los cromaño¡los h¿ltl l¡to'
rk.r'rtizaclo cl agujcro condíleo anterior, la explicación mits sittt¡rlc cs
que resulta bastante t¡rrc lrcrcclaron este rasgo de Su ancestro común, el Homo su¡ticn,s itt'citi.
difícil estable
tran_sición, así que lo máximo que r,o. trot' tanto, la f-echa más tardía posible sería la de la aparicitill tlcl ¿¡rl-
algún momento entre dos millones y Ir.l)ils¿t(lo común, hace aproximadamente medio millón de años.
trescientos mil años atrás. [)na aproximación alternativa a este tema sería ver qué podcntos
un segundo estudio, lrevado u.ubo porAnn
Mclarnon en er Insti_ ir¡rrcnclor de Ia relación explorada en el capítulo 3 entre el t¿rmaño clcl
ntro
ncocrirtcx y el tamaño del grupo y el hecho de que la cantidad dc I'icllt-
los Viejo Mundo de los simios y los monos do-
¡xr tlcclicada al cortejo en el
azo grupos. Analizo este tema con considerablo
¡rntlía del tamaño de los
tro I an t.xtcrtsión en mi llbro Grooming, Gossip and the Evol.utiott of Lan¡¡utt-
con s m ú s cu l o sd e l p e c h o
Io

tantes para el conrror


#.""rffi
;:ffi :f
i :'J,'J,,l." : fi?:X: ,qr,. 1,1l esencial de mi argumentación es
que, si tomamos la relación q¡c
la iespiracion que r.qui".á-p.oducir
discurso. Habrar nos obriga?\:urde un Iriry cnl.re el tamaño de los grupos y el tamaño del neocórtex en los pri-
a mantener un nivel de exharación
te y lenro duranre un período constan_ nlittcs y 1o aplicamos a los especímenes fósiles, podemos utilizar esta
más largo d"l q;;;";"qri".. puru
mucho
lclirci(rn para predecir cómo cambian los grupos de todos los horníni-
respirar. Ninguno de nuestros_ primos
p. to y no rlos liisiles a través del tiempo. Entonces, utilizando estos tamañtls
tienen los grandes nervios tora.i.o,
q* hacer_ ¡ir.tr¡talcs, podemos explorar la relación entre el tamaño
del grupo y el
lo. El examen de las vértebras torációas
que este súbito agrandamiento señala ticnrpt'r cle acicalamiento en el viejo mundo de los monos y los simios
der canal verlebral en esta región de est¿ts
rece hasta más o menos er mismo no apa_ ¡rirrt predecir cuánto tiempo pasaría acicalándose cada una
momento en que se agrandó er agujero tenían que establecer grupos de la manera tradi-
condíleo anterior. Los especímen ¡xrbltciones fósiles si
y el Homo erectLts, tienen canales t'ion¿rl primate. Los resultados se muestran en la figura 5.
mrnos relativos, del tamaño del l:ste análisis señala que el tiempo requerido para el acicalamient<l
can
neandertales y Ios primeros human sc nlantiene dentro de los límites de los monos y los simios actualcs
¡riu'a ttxlo el período australopiteco de
nuestra historia evolutiva. Sólo
mente ochenta mil años atrás, tiene
su tamaño de los de los humanos t'on la aparición del Homo erectus, esta variable comienza a aument¿U'
ac
permanecemos en la incertidumbre h¡rci:r un 20 por 100 del día, nivel que marca el límite máximo para los
hay vértebras fósiles del período ¡rrrrnatcs no humanos actuales, e incluso entonces
el progreso es, tl
de
¡rrirrcipio, muy lento. No es hasta la aparición del miembro
más antigu«r
mos sacar una conclusión: si tanto
I
seres humanos tenían un gran rlr: rrtrr:stra cspecie (el Homo sapiens arcaico), hace quinientos mil años,
canal ve
heredaron de su antepasado común. t¡rre: cl rcquerimiento de tiempo de acicalamiento se dispara realmentc.
i
do por primera vezltacealrededor lirikr crttonces la necesidad de tiempo de acicalamiento social exce<Je
áe qurnrentos mil años.
t.olt lnucho los límites que encontramos en otros monos y simios. El hc-
sis, tomados en conjuntá, ajustan
la fecha ln lu qu" r,lro rlc quc esto cuadre con las conclusiones que bosquejamos de las
luci uaje. Er tamaño oe¡ canaidel nervio
torácico sitúa la"vo_ de que cl
cha ana p'sibrc arredecror Jc r,6
fe- ¡rrrrt:hirs anatómicas para el discurso refuerza la suposición
mirones de aRo.s atrás (er It'trp,tritio cs un rasgo privativamente humano.
121 Lo ctdisect de Lo humanic!¿td
;t
*
'lltn dult c ttttlt¡'lt't I "'

Tiempo dedicado al acicalamienio social


f, lrrr stuttit, ll¿IIcce clue el discurso (y, por tanto' el
lenguiric) t'ttIto ctr
Ílomo i'piens,, aproxtmadamente medio mill(rrl tlt' ¡tlt.r''
f, , (.rir (.o, el
,rtr.r:,.¡rl t)lotlosencieftogrado'Quesetrataradellenguajct¿tl
colltolrr

Neandertales f, r ()n( )( e iltoS hoy es una cuestión discutibte. una


interpretacititl ¡lllttr:;i
|,Ir.tlt.llrspruebassugierequeeldiscurso/lenguajenosurgi(lstillit;r
g
"0""'P,l;ñ.,
cromañones
,/ fl rrrr ,rt.tlc la nada (coLo pueden haber asumido
los lingüist¿ts)' sirtrr
() it p()co, para llenar el vacío que dejaba el acicalamient.
t-l ltrt vt'z

f, lr()(
, ¡,,, excedieron el tamaño que
1,,s Srltpos

Irilil:rlc convenclonal. Esto conlleva


que'
llil ll('l ll
a'ic ¡ltr
JT I lrt.r ;r lcltcr una fase vocal no
lingiiística; lla I'ltst'

(lu(' luL:t'¿l tnás musical que verbal' Pero,


sidcl'itt

ttf,
;-A ¡Herectus * . .,lr llrlsibilidacl, hay una Curlosa caracteríStica de
la conversaci(lll lttt
rrriuril (ltlc debemos menclonar'
o H habilis

oob
Australopitecos fl La risa como medicina

0.0 0.5 1.0 1.5 2.A 2.5 3.0 3.5 f, I I lt'rlltrtje ha siclo, sin duda alguna, muy efectivo para
r,:rr rlortrle estamos, pero al mismo tiempo
permitirnos llc
hay algo que falt'a cn lit his
Hace millones de años
fl I ( )r r (lLrc he ido trazándo. Y tiene que
rr
ver con la manera en quc ol ¿tc icrt
acicalado pitrocc (cttt't'
FtcuRe 5. La cantidad de tienrpo que las poblaciones de fósiles homínidos
dedicarían al acicalamiento sociar necesario para estrechar f, l:rrrrir.rrt() establece lazos entre dos monos. ser
rrrr r.lr.t.t0 ¿rsombrosamente relajante entre nuestros
prittltls lltt lttlllllt
los vínculos del
fl rr():r l)ril.iillte el acicalamiento, el ritmo del corazón
.rrr¡lrrrl sc rclaja viSiblemente. De hecho, si se hacc clttl'ltltlc
tlisttlitrtryc y t'l
t'l lit'tttprr

f, ,il l r. ic ¡lc, pr"a" llegar a quedarse dormido.


r r

tr ¡o lrt.ltt'..,i«rs efecós soporíferos es que parecc


La ra't'titt ¡lol- llt t' t t: t l t' l t'oI
sc:r tt.lltlrlt'rttt'lllt' lrt lr'

i-l
+
t't'lt'lrl ltl t'oltll;t r'l
,,,, ¡,,,,1r r¡rrc cl cerebro libere endorf,nas, el antítltll()
o¡rillt t'()''' ltt
,l,,l0r l,trst.llrklrfinaSperteneCenalafamiliaqtrírrtit'lr tlt'lo:;
nr n un;t r.strttctUraqrí*iaamUy Similaf a l¿t tltr
los o¡lilit't'ori lllllil ( ()ll

# ' ,r r(,r:rlt.:;,
(.orro ei opio o la morfln., l. c¡tt. cx¡llit'lt l)()l (lrl(' ll.:'' \',1
\ , llr( )', ;rrlit'l0s lt cstos riltimos tan lácilttrcrltt:'
t¡ttt' r'l
* I ,,lrlrllos t'x¡lCrimentales SObrC l<lS tlrtlttos ltitll cottlilttt¡rrlo
,r, t, ,rl,,,rr.,l,rlispafaUnadeSCargaClCCltcltlrl'itl¿ts'Y,t:s
ltliis' los ltttlttt:t
iae l, .,r 1,r,, (1il(.s('lcs suminiStraopiáceos artil'icialcs pic¡1lcrt t'l illlt'tt's
t'lt
t¡ttt'
, I \ ,rIilrtl0 se lr:s da antiOpiáCeOS (qUítniCclS cottto llt ttltltlx«tttlt'
I

'Á{ t¡ttt'los

# lrl()rlrrr.,rrr l()s lr:ccJttnres de l,os OpiáceoS clel cercbro


c ittt¡litlcrt

-+
I

126 La odisea de Lq hLtnrctn.idcrcl


Tctrt dulc'e meltttlítt I ) /
opiáceos naturales del cuerpo procluzcan sus et'ectos anaigésicos) se po_
nen cada vez más inquietos y buscan el acicalamiento. Aparre cle otras La risa, si nos detenemos a pensarlo, constituye un comport¿tllltclt
consecuencias, el acicalamiento provoca una sensación clc rcla jación
y
bienesta¡ que parece ser el recurso efectivo paralacreación cle vínculos.
En realidad no podemos comprencler cómo funciona, pero cstii craro
que funciona como un refuerzo inmediato que hace qu" io, que lo prac-
tican se sientan bien en mutua cornpañía. De algún modo, esta scnsa-
ción de bienestar se traduce en la voluntad de apoyar al otro en un con f'lic_
to. Nosotros parecemos actuar del mismo modo: tenemos más tenclcrrcia
a defender o ayudar a aqueilos con cuya compañía disfrutamos.
Esto nos conduce a un rompecabezas.
¿eué aspecto de la interac-
ción humana es el que produce el golpe químico que hace este misnro
trabajo, permitiendo así al lenguaje actuar como agente socializador,?
El discurso en sí mismo carece de la intervención física directa que esti_
mule el sistema opiáceo como io hace el acicalamiento o elmasaje. por nosotros).
supuesto, nosotros utilizamos el recurso del acicalamiento en nuestras
relaciones más íntimas, pero ese tipo de mutuo manoseo está restringi-
do a ellas y, de hecho, a los momentos en Ios que abandonarnos el len-
guaje. Este equivalente de acicalamiento (mimos, besos y caricias)
sólo
lo practicamos con nuestros compañeros más cercanos: está confina-
do al círculo de la pareja, los padres y los hijos, menos frecuentemente
a los abuelos y al mejor amigo, y menos a(tn aparientes más
lejanos
como tíos, sobrinos o primos y casi nunca a nadie más (excepto los be-
bés ajenos). una atención así dirigida al doctor, el profesor, el alumno
o el compañero de trabajo o, peor, a un completo extr"año en
la calle, cau-
saría asombro incluso que el receptor se sintiera ultrajado- y, hoy
en día, probablemente -o una acusación de acoso.
Esto nos lleva a la interesante pregunta de por qué nos desconcierta
tanto el contacto íntimo con los desconocidos. supongo que esto tienc
que ver precrsamente con que sobreviene el contacto físico cercano y
porque, para los humanos tanto como para los bonobos, la línea que
sepa-
ra este tipo de contacto físico del sexo es muy delgada: uno
lleva muy lá-
cilmente al otro precisamente porque el contacto físico en una situación
relzriada cs muy emotivo. ¿,cómo es quc cstablccomos relaciones
ínli-
Itlill\i coll t¡tticllcs tlll tlcscitl.ltos lcnc:r'scxo irulrc:rliirl¿r¡lrcltlc'/
l,a rcspucs-
lit t¡rrt' srrgicrrr cs (¡tL: los ltirt.t,lnos r.cít..
l28 Lu t¡diseu rte lct hutnatticlatl 'littt tlttlt t' ¡¡¡¡'l¡trlrtr I ")

se les había mostrado un documental aburido no


aumentaban su capa-
cidad de resistencia al dolor, pero quienes habían visto escenas
de una
comedia eran capaces de soportar el hielo clel refrigerador durante
bas_
tante más tiempo. Más aún, el aumento cle la tolerancia que mostraban
estaba relacionado con cuánto se habían reído durante el
vídeo: los que
habían reído más eran más tolerantes al dolor que los que
se habían reí-
do menos.
Quizá esto explica otra extraña característica de nuestro comporta-
mlento conversacional, el hecho de que, al parecer, dedicamos mucho
tiempo a intentar hacernos reír unos a otros. parece curioso que
tenga-
rrros Lln mecanismo (el lenguaje) específicamente concebido
para per-
mitirnos intercambiar información y que sólo raras veces lo utilicemos
para un propósito tan solemne. En realidad, salvo en circunstancias
ex_
cepcionales, nos abrurrimos si nuestros interlocutores insisten
en produ-
cir una interminable cadena de informaciones tontas e inútiles. <<con
respecto a aquella nueva señal que vi unas calles más abajo...», <<Ajá...
Perdona, ¿dónde has dicho que estaba aquel bar?» pero si ie pones
a ha-
blar con alguien que siga la conversación y condimente sus comenta-
nos con agudezas, el bar pierde su encanto de pronto.
Y esto es exactarnente lo que encontramos en un estudio sobre con-
versaciones, llevado a cabo por Feroud seepersand, que consistía
en es-
cuchar conversaciones espontáneas en bares y cafés y apuntar
el-tema
de discusióncadatreinta segundos, apuntando también
al-
guno de los interlocutores reía. sus resultados mostraban "idur"rque
que los diá_
logos se centraban durante bastante más tiempo en el mismo tema
si
uno de ios interlocutores había reído que si ninguno lo había
hecho.
como el acicatrarniento, parece que la risa da ánimos para continuar
con
la interacción con un sujeto. trnunda el cerebro de endorfinas y
hace que
uno se sienia bien predispuesto hacia la otra persona.
De hecho, hay pruebas recientes que ponen todo esto bajo
una pers-
pectiva aún más interesante. un estudio realizado sobre pa'cientes
con
daños cerebrales de distintos tipos ha revelado que un áiea particular
del lóbulo frontal derecho es crucial para la apreciación del humor.
uno
p.dría perder casi cualquier otra parte clel óerehro, incluso trozos t'osit clo Ias qtte hacemos con el lenguaje'
clc
la parto iz,c¡uicr<la, y irun usí tcncr scnr.icl, tlel hurn<lr. Mírs
exr.raorclina-
ri«l ltxl¿tví¿t cs (ltlt: csf rt ittt:luyc ttr a¡rrccilci«in lur sólo rlc
«libu.jos a¡ilna-
I iO Itt t¡tli.¡t,tt tlt, ltt lttuntutitltttl 'littt tlttl, t' tttt'ltttlt,t I ;I
Bailando en la oscurid¿ld t's llr ¡xrr'Ic tlr:l r:c¡'chro ol]uost¿l u l¿s rcgioncs ccnlr'¿tlcs tlcl lctlg,ttir.ic (t'l
Farece haber algo rnuy esencial, en
lrt.rrlsli't'io izc¡uicrclo), parccc plausible deducir qtrc la ltttisic¿t y cl lt:tt-
la música y las canciones. Nos cres-
piertan sensaciones que rara vez ¡',ruric ticuclt historias evolutivas distintas. En realiclacl, ltts lrittlsllot'lcs
arcanzamos mediante las palabras. t'lrrocioll¿rlos clu«: genera la música sugieren que Sus clrígellos l.ioll lllLly
Desde tiempos inmemoriales, los
composrtores se han dado cuenta tic rrrrliguos, prccediendo con mucho a la evolución del lengtra.ic' y cst()
que pueden manipurar nuestras emocrones
a partir del orden que dan a lzr
¡rrretlc cl¿¡rnos una pista para responder la segunda pregunta: su
papc:l ctt
secuencia de ros tonos musicales, produciendo
una ,.nru.ió, de gozo r rut'sl nr historia evol utiva.
o de desconsuero o entusiasmándónos
con los ritmos hasta hacernos La rospuesta, en mi opinión, radica en el hecho de que algo sirrtilar'
cusiones sobre si esta manipulación rr l:rs ll¿imadas de contacto de los primates debió de hacer de pucntc ctt-
cultura. ¿Es verdad que las notas agu_ tlc cl primer aumento del tamaño del grupo por encima de Ios línlilcs
humanos y que las graves ro, ,nt.]r_ t'oltvoncionales de los primates no humanos (entre sesenta y setclltir itt-
os deprimen y los semitonos nos ale_ tlividLros) y el desarrollo de un verdadero lenguaje (una vez que los gru-
movida hace que nos entusiasmemos y
¡ros cxcedieran los ciento veinte individuos). Dado
que conocemos l¿lll-
a nos produce nostalgi a? lo las llamadas de contacto de los primates y su habitual práctica coral
¿O u"u.o ,on
emos aprendido de los últimos doce ('orro la música, resuita cadavez más convincente que ei canto puctlit
si_
lr¿rhcr llenado este bache.
La respuesta a esta pregunta me interesa
menos que el hecho de que El canto es una forma de actividad vocal que puede desarrollarsc it
los compositores puedan manipular
nuestras emociones, más allá de los l¿r vcz que otra, sacando así doble partido del tiempo. Aún hoy Io h¿tco-
orígenes del código particurar que puedan
utirizarp*u rru.".ro. parece nros. Desde la mujer que canta canciones escocesas hasta los cantos clc
ser una constante universar de la
naturaleza humana que respondemos los marineros" desde las marchas de los soldados hasta las cancioncs
emotivamenre a ra música en esre senrido
y que ,or,á; .;;"ciarmente tlc los aficionados a un deporte, cantar despierta emociones y une a ltls
ptociives a hacerlo cuando estamos r
n grupo. El canto coral, como casi rniernbros del grupo mientras están haciendo otra actividad que les irn-
todas ias religiones han demost.ado
soporte emocional.
soü.uáamente, parece ,". r, fuerte ¡ride mantener un contacto más íntimo. Por supuesto, cantar tambión
lyuda a pasar el tiempo y hacer un trabajo duro más soportable, pertr
¿foi qué nos provoca esto la músrca y
qué paper ha tenido en ra his-
.
toria de la evolución humana? ¿,crimo lo consigue? Seguramente no se debe tan sólo a que mantienc la
c¿rbeza ocupada mientas las manos tiran de las cuerdas. Lo que creo os
pregunta continúa siendo un misterio, t¡ue esto se debe a que el canto coral produce una descarga de endorf i-
musicales originan profundas respues_ nas y que esto es 1o que hace que el trabajo parezca menos pesado.
Además de la más obvia actividaá que
Que las endorfinas pueden estar involucradas en esto es algo quo sc
donde se procesan todos los sonidos, sabc hace ya un tiempo. En un experimento que se ha llevado a cabo,
reacclones más signif,cativas se origtnan ias
en el hemisferio derecho, en Ios sujetos debían escuchar música e indicar cuándo sentían una enlo-
regiones del sistema límbico evoluti,Iamente
más primitivo.r como ésta cirin particular. El patrón de las emociones de cada individuo no vari¿t-
ha mucho de un día a otro, aunque sí variaban los pasajes que elegíarr
l ' ['lrlil it¡l«rrlltt:iírtt rt't'icrtlc sugiclc
tlrc lir scrnsihilitlrrtl hircirr l¿r llrLisic¿r clcriva
Ios inlerr.iulhios vor.lrlr.s (,nlt.(. 1()s,,,,,,,,i1,,,.,,, rlc colno disparadores de sus emociones. Sin embargo, si entre audiciollcs
rt't'r'¡rrivirlirrr rr r¡r r¡rrisit';r rt'l¡tr.r¡r,rú.r.s
ltr.¡l¡h¡¡r y sus t,r.íirs. Si cs ¿rsí, t¡ucslt.it succsiv¿rs se les suministraba una inyección de naloxona (el mismo arl-
v.rrr¡rrh.r¡rr(,rr(.rrrrry rrrrri¡irrrs.
títlolo contra las endorfinas que bloquea las respuestas de satisfirccitirr
l -i2 Lu odisau tle la htttnunidud
Tctn dulce melotlítt l.i i
de los monos hacia ias caricias), estos sujetos no poclían r¡6slr.r¡. lirs
i'irf es y ladanza es algo que se utllizatanto en los rituales de l¿ts socit'
mismas ernociones en la audición siguiente como lo habí¿rn lrccll., t.rr
tl¿rclcs tradicionaies (piénsese en las danzas de trance de las tribLrs !l<rrrt¡1
ia anterior. Los individuos a los que se ies había suministraclg stils ¡lrlr
san corno en las reiigiones avanzadas (piénsese en el modo en quc los sit-
solución fisiológica no mostraban dif'erencias significativas c¡ ¿rurlicie.
ccrdotes judíos bailaban ante el Arca de la Alianza en los tiempos tlt'l
nes sucesivas. Esto constituye una prueba circunstancial fucrtc <lc t¡rrc
rcy David aún hoy 1o hacen, más de medio milenio después- . ()
las endorfinas partic¡pan en este tenta. -y
cn la acompasada danza de los dctbtara, o en los diáconos de la Iglosiir
Cómo y por qué ei canto tiene este efecto sobre nosotros conlillri¿r
copta de Etiopía). De hecho, se ha utilizado la da-nzapara indr-rcir cslit-
tkrs de euforia y trance en la secta sufí de los derviches giróvagos: los
ll¿rilarines giran sobre sí mismos en armonía impresión e xagcl'¿l-
-una
tla por los largos vestidos triancos que utilizan- hasta que llegan :t tttt
cst¿rdo parecido al trance.
¿Son estos trances algún tipo de chute de opio autoinduciclo/ ¿,1'or
cso nos gusta tanto bailar, un fenórneno que puntúa, junto a la risa y la
sonrisa, como uno de los más fútiles de todos los universales hutltanos'/
¿,Acaso ladanza, el canto y, quizá,las palmas que tan a menu,do acotltl)¿l-
ii¿rn a estas dos actividades sean un temprano suplemento a las c¿triciits
l'ísicas que permiti ó a\ Homo erectLts agrandar sus grupos más allír clcl lí-
rnitc que imponían las restricciones de tiempo inmediatas quc rcquict'ctt
crst¿ts'?
I{acer música con instrumentos fue probablemente una itlvcllcititl
uso que daban a poema a Biblia. ruucho rnás tardía, nacida mucho después del inicio del callto y t¡trizii
nada inusualq inara en oración incluso decenas de miles de años después del surginticrlto tlcl tliscttr'-
cluso en mitad !), si eso interese
so y dc un verdadero lenguaje. La amplia gama de inslrttlttclllos lttttsi
Esta observación nos permiie dar sentido al tipo de f,enómeno que
t'irlcs con los que ahora estamos tan familiarizados cs, tlcstle lttt'¡io, ttttit
vemos en contextos corno los servicios religiosos de Fascua, donde el
irrvcnción reciente. En el registro arqueológico no hiry t:iclrr¡rlrts tlt' ilts
coro, los músicos y el cura crean un torrente musical cada vez más in_
ll'ul¡¡crrtos de cuerda o de metal, así como tanr¡xrcrr tlc ltultllrllr's ltitsl¡t
tenso al que sucumben gradualmente, uno por uno, todos ros miembros
unoii l)ocos siglos antes de nuestra era. Sin clt.tbut'go, los iltslt'tunt'ltlos
rrriis sirrr¡rlcs, como ias flautas, tienen una hislo¡'iit nlris iurli¡lttit, llrr lrr'
llo t.ir.rtr¡llo, hecho con huesos de ciervo, firc h¿tll¿ukr lrit.io lirs t'ttillts rlt'
un¡r z()nil rlc ocupación cromañón, en un¿l cLrcvit sttblcrt'iinr'¿t t'l¡ lit'itttt'i¡t,
rl¡rlirtl¡r t.r¡ ll'cinl¿r o cuarenta mil años.'l'al y cotttrt sic ('otts('t'v(i lt¡tsl¡t ltoy.
t.l irrsllr¡ntr'¡tlo f iene cuatro orificios on la ¡rark: tlcliutlc¡'¿t y tkrs t'n lit lt'lt
slrffrarse, así como también es difícil mantcnerse quicto y no integrarso
§(,t'¡t, y si¡t rlrrrl¿r fue diseñado par¿t ttrcar cn oscitlit ¡rc:ttlittrittir.'rt (tt'stllli¡
al l-raile cuanclo [rrca t¡n¿r b¿rnrla irl¿rnclosa cn un bar.
¡rrlllrir'¡rlrle t¡rrc hoy en día todavía se pucda ttrciu'). Otrit l'litulrt, tíslit llt'
Mi srr¡losicitill c:s t¡rtc it lit t¡rtisic¿r rií¡ritliurrcrrlc tc siguiri la clanza.
t'lrir rk. ltucso rlc oso de las cavernas, I'urc cnconlr'¿tcl¿t cll tttt:t zollit tlc
l,{)s ltt¡lllitltos lt's¡lotttlt'tn()si ('on cs¡rct'itrl clrl¡si:rsr¡«r ¿¡ l9s l.il,t,s l,trsi-
¡rst'rrl:¡rric¡lg ttcandertal en la moderna Eslovc¡ti¿t, tlltl¿ttlit c:ll tlltrts cilt'
l-11 Lo otli.ycct tle la hu.tn.anitlct¿l #
li
cuenta y tres mil años. f,as reconstrucciones
materiales originales (huesos cle osos
que sc hicic^,1 (.o¡r los
cavernosos autérf i.r¡s) srcnan t) 6
bien y un flautista.compefente puede
todos los sonidos de una flauta moderna.
sacar cre estos insr_.r,e ,r.s c¿rsi
construir estos irstl.rrrc¡llos
s)
es una tarea laboriosa incluso utilizando
de modo q ue nuesrros anrepasados prehis
henamlentas conrcrrl)rr.rir)clrs,
róri."; ;;l;;;,,,, ..,,,, i,
t1 Alta cultura
que el esfuerzo valía realmente
la pena.
r

",.,,. t)
t-
Nosotros utitrizamos er lengua.ie de
nuestros primos lo' monos y ros simios.
un modo claramente distirr, trt.
sin embargo, mu"ha, trt. rirs
tfl
principaies características crer renguaje,
bales asociados que permiten la.orr"r,
y de sus .oñpor"ntes no ve r.. lf,
militudes
"on
los tipos de .o*r^r.u"-i1'iX?fi;H3}ffi1il:: :1,
tt laofo el ensueñct, miró a sLt alrecledor hacia lttttttl¡t't'
otros primates. eue utilizamos el lenguaje para rntercambiar infbrrr¿t_
ción técnica compricada es si, duda 7f f{t,,duvía pulia su troz'o de rnaclera, rlando tt't.t tt ltt
descubrimiento reiarivamcnre reciente.
iírportante, pero ar parecer fuc .,
f, t¡rtt' Luego añacliríct wna punto de flecha; Las do
ttbtttt 'si

+
Ér dir.urro y .r iJ,[ru.¡e evortr_ que requarftr ts'firtt
cronaron para permitirnos establecer l,',,r'ir.,riom"nte la piel, concentradtts en una tareú
grupos sociales demisiacro gra,r_ diri,qiti ltttt'itt
des como para mantenerse unido. .rt.f'í.sic:o y c,ncentración a partes iguales. El artistctSa
.á¿iunt" ru, .urr.iu, I el acicara_ piedra'. Sr¡bra tlltt. ltt¡'
mrento social convencionaj cle los primates. ,,,,i,, pequeña hogwera que había entre aLgunas
Jf,
+
utilizamos con esos fines. Más aún, parapermitrr
Al parecer, todavía ro ttttttl-lr»traserOSdeunciervO,COlOcAdOSenunhuSttdentutlcttt'ttttr)¡(t
que er lenguaje haga
l¡tttt t,!,n. humo delicioso desde lc¡s rescoldos delfuego. Nr¡,i(, ltttltítt
tltttlt'
este trabajo con eficacia. fenemos
qu. ,iilirar arjunos erementos no (l(' ttt't ltt'
verbales (la risa y ra música), lo que t ttt,ttl(,t. de cuánto tiempo había pasado en la cueva. Iirut t'tt,s'i
nos leva de ñuevo , lo., p.o""r,,,
>+ t,ttt,ltubí,comiclonctdadescJelamañana. Arrant:ó utt ¡tt'rlrt.r' \'t
('ttti".

+
quÍmicos que subyacen a ras cariclas.
sin embargo, con ra risa y Ia mú_
sica al menos empezamos a encontlar s, t I tt t n' u ndo la carne.

+
elementos que, sl no son excrusi_
vamente humanos, al menos encuentran ('ttttndo Se ttgachaba junto al .fuego m1slicrttttltt ltt t tttttt' tlt' t tt't t't'
expresión entre los huma,.s l'tt¡
con una frecuencia e intensida d quizáúnica. t,ittt¡rttltt,sdosniñasregresabanalcampam.(nl(,1)()t t'l ttttttitt,ttl,'l
El lenguaje y la música nos ilevan rllt,. t it,ntlr¡ y murmurando. se detuvierrtn tltttttlt' ltttl,t,ttt ,1,'¡rt,l" 'ltrr
naturalezahumana conocida con el
tura>>' Si puede decirse que
a otra importante cuestión sobrc
enorrne y comptrejo término de <<cur
la cultura es el sello ¿" tá nu-uridud,
tir

.1"1.,.,
# ttttt,utlt¡ tt su m.uñeca. (Jna de ellas se int'littti l)(tttt t('t
(),t'('tltt, tttt t tt
tlttltt t.n ltt,S' bTAZOS CO1O htlfíA C()n Lut l¡t'ltt;. l',"stt ttt t tt'tt tttttlt'tttttl
ln ,, t,,, ,,nlttt-OLgO qUe CASi hAbíA ttlt'itltttltt. l','l tlttt ttttlt't tttt ltttl'ttt
't
lt
ltt
ahrmarse que el lenguaje es quien
lo estampó, pero... * t'l t''lrt
rnamos cuitura? ¿qué es eso quc ,:r-
¿somos la única especie que puede jactarse de era,/
lltttltt nil ltt¡.'.tt tl(: COinAmentTpLrT t'lltt.s. ,\t'lt't'ttttltt l'lrrt'lt'rr irt
t,ttt tlt'l'tt'1t,.¡ t¡tra ély SUJAmilittt'ttnt¡tttt'l ítttt l)()t ltt ttt" ltt't'tt tttt t'\lt''
*
tttt'tlt'l t lttttt
ltt
* lt.uttt tlttt,ttgttChAr,se UnPO(:O ¡tU.rrt t'tilntr'. A tttt'tlitt ltt-., lttttt'tt t'tt

-+. lttntt nttttttltjttrlrrtlelaentradtt,rlOrulckt¡tit'l


t,;lttlxt fifuultt¡¡l '1¡¡¡'l1t!tttt
,l,.l,,tl,t tlt,l l¡ttt¡rt da Un,\AUC? qUa hACítt da ,stt¡ttt¡lt'. lt'lttttttt tttt tttlt'

#
136 !,a oclis¿:¿t ¿le lu hutnctnkla.d
Altct t:uLturtt lji
enc,ntrar ro que bu,scaba b,jo ra capa de pier que t¿f iriz.,rut
z.ar conm.al tiem¡to, pero al.t'inal logró extraur
r)t11t (.(t {,as niñas chillaron cle emr¡ción y cctrrieron a quitárselct' ltt ttiittt
rrrr,. piez.ct'dt,r,t¡t.utttt,,n tttit'tt
ta d.e ci'ervo de Ltn.ct,c nLreve purgada,s que nt(t.Vor Lacogió cuidatlosatnente enbraZ.osy com.enZó u 'susurrctrl.e
había tattátt, parnt (rtt(, ,\.(, tt,\(,
It.tt,s la otra niíia se acercaba para tocttrle suayem.ente la cctru.
tttr'lttt ¡ttutt
t,\' ( ttt ('.¡ t t t',\' (,
ittt'i,¡'ittttt,.s
l.tr cultura está asociacla por doquier con las sociedades hum¿tnas. Nrr
tir
roctctví, atgunos ctetaue,s, lury tribu, nación o estaclo sobre la tierra que no se precie de tellcl'ttltlt
poru las niña.¡.
,"i:',I;:'::;i,:,;,rt;::nfÍl',ll ,',',',',',,,,',',, r Ultura propia. Los antropólogos siempre la han considerado su clll)llx)
¡,rrticular, el verdadero ina, de modo que il¿Irocc se I
r.1,, f:i;:;:,:,i::;';"",:::,::;:,',|J,!,, l;r opción obvia a la que
t rrr¿rcterística exclusiva
saber siconstituye o llo trrllr
desgracia, tros antroptilo¡los
ff,,'r r,, M á s {l rr0 lOgran ponerse de acuerdo entre ellos en su definición clc cultul'¿¡. litl
y
t u rr e, rn i e n t r a s o rr r r

otras bctrcttijas, se fopó cr¡n er troz.r¡ "


Í ir'r:".r2::; #K r':, .,,' ;';' ;} ;: :l rrn celebrado escrito pubticado hace más de medio sigio, dos crlrirrt'¡t
de cornttntenta, utirizacra pttrtt trr- ('lytlt'
guna otra tarea. Y vio en ellct por un mt¡mento-fugoz, It's antropólogos culturales estadounidenses, Alfred Kroeber y
con su nrcnte, lu t.tt-
beza de un bebé. sonrió pensando en cuán l(lrrckholm, realizaron un análisis en el que concluían que los itl.ltl'()l)()
fe:rices se pondrían ras c.t-ítt.¡.
si podía ha.cer que er. cuerno ,re pureciera Io¡los habían utilizado los términos <<cultur»> o <<cultural» c{c ¡lor lo tttt'
má.s a ,n ii.an, mordean,cl, r.
r¡os ciento Sesenta maneras diferentes...,lo cual no era de mucha itytttl:t'
Lernqs,.
odidc¡ terminarlo, cJe moclc¡ quc lrt Sin embargo, si discriminamos estas definiciones, poclcttl()s t'ctltt
t t ú l l' I i t l t
t' i r somejante confusión a tres temas amplios pero de sentido co
t ¡
-ctndo
una oportunidacl para hact,t.-
st,l'ic «lc definiciones designa a la cultura en términos clc crilltrI ltrtct'lttos
l;rs c«rsas, pero también de cómo hacemos afirmacioncs stlht'c cl sr¡¡lri
p a ra c o rta r
I a s re s e s . C o g i ó r r rr r, rí,:'; i"? :,:;,: ; í:' :;t l:;: :: ::i; lit.rrt¡r y li significación de la vida o también cosas collro lrts rt'111;ts tlt'
reJugio y sedirigió al camino "que de Se ,s,t,tt.
cor r ¡rortarnientO para diferentes ClaSes de perSOnas r.lclt l lr r t lt' t l l l¡ l st't
l t'
tó en una roca a r:ierta di.stancia
ue, h, y ,t.t,
r

t's t'l st'r¡lir lt


t lrrt l. lrsí como los rituales de la religión pública. llslc
I rtrrt:,
dispuso a írabajar quitando astillas
rno En t.ttttt
hor, qwedó sati,sfucho. La muñeca tení, una cabela ¡lilrz,lrtkrporloSantropólogoSsocialescuanclollithlllrttlt'l l¡ttrttrlotl'l:l:'
perjbcta, co, utt(t ,,,r¡it.tllttlcs tribales. Tiene que Ver con Ias rcglits y Ios ¡rt lll( lpl()\' (lll('
pequeño narii re,spingona y una mata
de cabeilo *orrodo con i,ci.s,it t_
ne artes poslerior y swperior, tenía brazos y
piernas y _.tc /(,_
rr¡¡rrlit.¡ellunidaalasociedadcomottttllÚclcot'ollt'slott;ltlo¡)()l(lll(",lli'
l'ic eciarmente por esfe toque rr¡r.lrrllt ¡s c:gtnparten una visión cc'ltttúll tlcl lttttllrlo. t,;t t,t'1'trtrtl:t ',,'l l,
finar ae geniitia,d- un cJintintt-
to ,1,'lrtrt' ;t llt cttltUra COmO Un cOnjunf o tlc olrlt'los lltltlt'll¡tllr' l"'lr' ' " t'l
Se levantó, quitándo,re las astillas ,.r.rrlrrlo r¡rrt. los antropólogos utilizirn nliis lt ttlt'ttttrlo t tlllltrlr) t \;lllllllilll
de cuerno del regaz,o, y regrc,só trl
b''sque. tr-us niñas estaban todavía ab,straícras tr,,l,,,t.r¡lt.l.llrtlosdecivilizacioncsanligrt:ts. l,;¡t'tlltttl:t.t'ltt'slt'r.t'tlllrlo'
,rlr"go. La,s il.rt,í r ,, nlty :rolirllr: lus vasijas y lzts czrz.uolirs, ltrs.itly:rs y llts lttlltlts. los;trk»t
porrt durle,s'ln muñec0. Elh,¡ ucudicrutrt "n
t.,rt-icntlr, ,ti,t c.ir'ur.tc,qt.trtr,s trt,
It t t¡ t t t, I t,,y t',t I t t lx t tt t( ).\, I r( ttI( I ( ).
rr,,,rlt,l;rt.rrs;rolirticnda, lasmuñccasylascstlrtuilllts,t«xlit llt ¡rlttltlt'tltltllltrlt'
"(),¡'ltt'ltt't'lttt tttt ltt'ltt;-. tlijrt,,t.rt.ttr,ttit,tttltt l,r r rrl¡rrlr;rr i;r, llrs fiuslerías que dc.jarnos cuatttlo tlltlt'illtos. Llt lt'tt't'llt st'
ltt uuut(,1.(t t,tt ttlltt
r¡ttt't'lltt,t ltiltlit,ttttt tlt:lttt,r¡tttt ltt
¡ttttlr
t.tlltt, tt y t,l t 1t,t I,t, t,(,1 ¡t(t\,(,t, t.lttt.itltttl. rr, rlr rlt'lirrit'ioltos cs Ia «alta cultura», l¿t cullurit c:()ltl() llt t'lltt'lttlt'l¡tos
Irr,\' r'tr tlt;t: t'l ltl'tc, la música, la literalura, ltls di¿tri1.¡s cttllos' Mtlt lltt rlt'
I 38 La odisea ¿le la humanidart
ALta cultur¿t l-l<)

esto (aunque qüizá no todo) depende del lenguaje como mecrio


de ex- la culturlt'
presión y transmisión. Podemos enseñar a 1os niñts cómo :rsí c¡ue los grandes simios suspenden la tercera prueba de
se hac«: .n re-
hacen en los campos ligeramente artif,rciales en los que no
pLlc
cipiente o un hacha simplemente dando er ejempro, pero no pocremos ¡,",',ilo
enseñarles a escribir novelas a menos que ya estén en posesión rlcn hablar.
clcl len_ o, al-
guaje y entiendan lo que significa expresar pensamientos Esto nos lleva a la pregunta clave: ¿cuán esencial es el discurso
con parahras. de acuerdo en quc
tcrnativamente, el lenguaje para la cultura? Estamos
se deberá sírltr
lrr literatura y el arte sór, exclrrsivos del hombre pero ¿,no
Ir c¡ue los humanos tenemos lenguaje y las otras
especies no? ¿Qué pasit
El lenguaje de la cultura
.,,i las otras definiciones de cultura? Se podría argumentar legítinrtr-
r)rcnte, por ejemplo, que el lenguaje es importante pata la
transrnisi<irl
Los antropólogos se han mostrado firmemente reticentes a la idea
de
que los humanos no somos los únicos que tenemos cultura. tlc la cultura en los seres humanos, pero no para su creación- La crc¿t-
Desde su más quc tlt:
perspectiva, la cultura es el rasgo característico de la humanidad, cit'rn de un artefacto, una ley o un poema depende de algo
aque- cultura no es cul-
llo que nos distingue de las mudas bestias, lo que nos permite alejarnos Un mero mecanismo de transmisión, a pesar de que la
si no la compartimos con otros. En otras palabras, nos quedan
por
de nuestras raíces biológicas. Las bestias, por su parte, están lura
encerra- podrían pa-
das en la jaula de sus disposicio4es biológiias, lo que las I0 menos dos sentidos más de cultura y los grandes simios
lleva a actuar
sin pensar, siguiendo los dictados de sus genes. pero ios humanos s¡r alguna de estas pruebas. ¿Qué podemos hacer con la cultur¿i hlatc-
so-
mos diferentes: podemos ir más alládenuestros genes y actuar rial y con el mundo de las ideas?
de mane-
ras que resultan extrañas desde el punto de vista de las demandas Las herramientas y la cultura material han sido la base de la activi-
de nues_ que elnPc-
tra herencia biológica. somos capaces de ingresar voluntariamente tlad de los buscadores de fósiles y de los arqueólogos desde
en
zhramos a interesarnos por nuestro pasado. Al analizar los dctrit«rs
tlc
un monasterio y renunciar ala reproducción, llevando la contraria
a los la itn¡rtlt'-
dictados de nuestro funcionamiento biológico; podemos suicidarnos l1s antiguas zonas de asentamiento, siempre han enfatizado
en llo cs
nombre de nuestras creencias culturales sobre él honor o la religión. y tulrcia de los elementos tallados en piedra y hueso. Sin enlbargo,
lr¿rsta la aparición del Homo habilis, hace unos dos nlilloncs
tlc itiltts'
todo esto se debe a que sólo nosotros tenemos cultura, con rnayúscu-
l'lrht'it'¡ttl¡ts
la. Aunque los antropólogos no suelen mostrar interés por cuando encontramos pruebas indiscutibles de herranliclllits
las bestias litt'
brutas (salvo como bienes de las personas que sí son su óu¡"t" (ilunque hay que decii que incluso la procederlcia tlc cstos ohir.:los
de estu-
dio), en las raras ocasiones en que lo han hecho sus opinio"nes han pu"rá en ¿u¿á durante mucho tiempo). Los liisilcs tlc krs ltttstt'itlo¡tilt'
sido (ltl(' lt¡ttt sirkr
invariablemente despectivas. En general, teniendo en cuenta que cos no nos dicen mucho. Por supuesto, hay piotlrirs l'olils
el t'l
lenguaje es esencial para ella y que sólo los humanos lo poseernos, c.nsideradaS herramientas, pero las opinitl¡cs rigtttrlsits l'¡tv0t'ct'clt
se t'ol¡lo
han conformado con sostener que sólo los humanos teneÁos punto de vistade que, de seralgo, son pictlrls tltilizittl¡rs l¡t'l'l'¡l
cultura...,
quod e rat demonsfrandwm. I,icntas, rnás que piedras deliberaclarncnlo ol¿thorittlits eolll() l¡t't'l'¡tt¡¡it'tt
si el lenguaje es el soporte de ra cultura, su ausencia en ros anima- tils. El énfhsis está aquíen lapalabra «l'ahric¿tr»: tlll¡l coi'iil cs ¡lll¡¡rl'l¡l'
(t:s tlt't'il, ¡litt'tl
les nos obliga a excluir la posibilidad de que la tenga, al ru¡¡ picdra y utilizarla como martillo p¿lra citscltl' llLlcct)s
menos en el tlis
tercer sentido (literario). Ni siquiera los chimpancés cuentan ,"r.rlr", un problema técnico del mtlmcnttl) y otrit c:ottt¡llcllttttcrltlt:
historias hitslit
de .lras óp«lcas alrcdcdor clcl fucgo perra cnrrctcncrsc con tirrta imaginar en la piedra la forma de una figurilla Volltls y trrlltrrlit
cuentos de
itnligutls héftros o l)¿lr¿t :tsttsl¡tr ¡t los niños con lcyonrlas cle cspíritus ([rc
' aparezca.
rna-
lévoltls t¡ttc itcccltitll clt los lrbotr:s t¡uc hay ltrás ¿rllá rtcl Sin cmbargo, tenemos que ser cuidadosos par¿I no dislr:tcrntts itt¡tti
círcul., ctc luz,
.,¡t r:l registrolósil. Cuando los arqueólogos anzrlizan hcrr¿ttrtiottl¿¡s itlt-
140 Lu c.,di.¡eu dt: lu ht.tntctni¿larJ
Allu t'ullttrtt l'l I
tiguas se cenfran cast por completo
en las piedras y los huos.s,
ros que se preservax bien en
el registro dsit, perá
elemen_ viven e sentido clc lo t¡ttt'
rramlentas hechas ctre madera
u otró materiar vegetal?
¿q;;l* crc las he_ r)s¿l pcr abras Y tcttgtl itl
tigua de ia que se tiene constancia La flecrra mhs an_ lirrmac la vida c«rtitliitll¿r
es una vara de madera con ar' Sitt ctll
enclurecicla por el fuego, encontracra
en un lecho de grava cerca
la punta
¡rara asumir que nuestras
ton, en el sur de [nglaterra, datad de clac_ bargo, este argumento po trat¿t tlc: cs

¡rccies que no tienen leng


al rás. c podctttos
ra pri [,i:i'; llacer sobre nuestfas mascotas. Realmente no podemos colarntls cll sLls
tro fó ue se util rrrcntes, inás allá de lo que podamos pensar sobre ellos.
tas con anterioridad a que
un homí Fero más importante es quizá volver atr put-lto de que el lengua.ic cs,
llar las piedras? Quienes defienden sirnplemente, el medio por el cual transinitimos el comportarllicnttl y
que los grandes simios no tienen
cultura se han centrado l¿rs instrucciones culturales. No es la cultura en sí misma, y tampoco lit
casi exc
dra. ¿Han pasado por alfo una
p tlctcrmina corno tal, a pesar de que las palabras de las que dispotrgit-
sección explora pruebas de heri nr«ts pu-eden restringir o iim imi anlcls ctl¡tttttli-

Irero priixero analicemos la lercer cirr. Tal vez parezca injusto los tiencn culLttt'¿t
Iienc quc ver con las icleas que stilo porque carecen de leng i la a cscritiri¿r irrt-
tien
Es', es quizá ra definicián más tramposa ¡rlicara en un sentido la incapacidad de imaginar
historias. El clolltolt-
de ras tres, porque, ar me- salto de la imaginaci«ilt ctt
nos por el momento, no podemos tr¡ cultural Seguramente se encucntra en ese
saber lo que puru pJ, fu mente
de cl r¡uc los ben y elaboran, llo ott ol hc-
ente hablando, tampoco podemos
Cho de ap narrador radic¿t cn la crc¿t-
ser humano. Si a veces nos
resul_ cirin rie la . For supuesttl, la nitrl'¿tcit'ltt
oplas experiencias interiores.
esta_ l¡'¿rrrslbrma la historia en algo social, convirtiéndola en partc (lc lltlcslril
sa otro individuo particular. Ircrcllcia cultural, pero hay más en la historia qLre cl sittlplc hcc:lttt tlc
¿Cóm
para otros una creencia cuitural? t'r ln l ¿trla.
L
preguntarle a la gente por sus
puntos Así que necesitamos algo más concreto y «lllscrvithlc t¡ttc ¡rotlilttttts
do por los pormenores firosóiicos. :rplic¡r a especies que no tengan lengua.ie. [JIlit soltlt'iritl ltlt sitlo t't'l¡
«¿cuál es tu opinión sobre ros (ltl('
genes de tu pueblo? orí_ lt.itrso cn los rituales de la vida: ei banqr-rclc tlc ltts ltttlt'o¡lrilo¡los
¿Qué piensas dela vida después de la muerte?>>
Esto funciona con los humanor, t.sl¡tlian la exótica indurnentaria y las sor¡'rt't: tttlc ttlt's t'oslt ll¡ tlrt'r's t lt' ltts
porqr" podemos preguntarnos lo
ll.ih¡s r[: las más remotas partes del tnt¡rttlo. Ar¡rrít¡ttizii ttos lt¡tllt'tt¡rls
ñales (aunque sea de manera
indi_ (.¡ ¡¡ lorrcno más firme, porquc l<>s rilttitlcs y cl r.'tlttt¡lot'l¿tl¡tit'ttltl s(lll ('(t
aderas o no, generalmente
sirvién_ s¿ls (l¡c ¡'rotlcmos observar. La clil'icult¿ttlcstitr¡i, ¡rot'stt¡lttt'slo. t'lt ltt t'l¡t
analogía. yo digo «¡Ay!» y tuer_
sc tlc tlctIrccignes que hagarnos sot'lrc lo t¡ttc: sttllyttt't.'itl t:tlltlllot'l¡ttt¡it'll

J ff :,',l il T:ll :JJ,:.:fi,?Í l¡. Y ¡t¡uí cs tl6nde nos cnfrcntanxrs a lrts ¡lsit'rilogos. Str ¡lt'irtt'i¡rirl.
,
: ¡rr,cocrr¡rirr:irin no es acercade quó cs Ia
cultut'¿t, silltl tlc ctiltto sc lrittlstlli '
(ltl(: sc
c.,crr It, rlt. r¡l ilttlivicluo a otro. Su perspectiv¿t cs c¡ttc lit cttltttr¿t cs itlgo
L: cs,
ir.r<(rr
,,"il,]::::.:I,;r.csr¿ ,
sc'srrt:i.rrcs (rrr('yo, si,rr'¡r
:ffJllil,iillil:li.iil]:J l,Í:ii: rr¡rr.t.rrtlc lr lravós de un proccso social clctcrtnillacltl y tlo sc l)l'co('tll)illl
tx.r.rorir ,,,",ri,.".¡,,".jr.].l,i,.ji,l*'.t",,,,,,,¡.,*
rlt.t¡t¡rsiittltt ¡tor saber qué tipo de cosas cstítn involilcratl¿ts cll Úl'
142 Lct odisea de la. hLtmctnitlad ALra r:ttLturu l.l i

Antes de introducirnos en este berenjenar, Ir¡s humanos como por los anirnales, pero sus pétreos caparazoltcs lirs
veamos qué podemos
h¿rcen inaccesibles. Sólo cuando emprenden el vuelo de aparcattticttlrr
c¿rda año al comienzo de la estación de lluvia son vulnerables a Ios ¡lt'c
cladores y animales-, que las cazanal vuelo o las rccogctt
De palo y hueso -[¡urn¿n6s
rnás tarde del suelo una vez que han perdido ias alas. En Gombc, silr
cmbargo, Jane Goodall descubrió que tros chirnpancés habían resttcl-
Bill McGrew se distingue por tener un ple en cada to el problema de conseguir termitas en cualquier época del año sclcc-
terreno. Es un etóro_
go cuyo primer doctorado versaba sobre cionando hierbas largas (o a veces ramas delgadas) a las que quita¡t lo-
er comportamiento de ros ni_
ños pequeños, pero también tiene un doctorado das las ramas u hojas laterales y luego introducen cuidadosamentc pol
basado en un estudio der comportamiento ", ,n,roporogía
cultural de los chimpancés.
sociar
un agujero del nido de tennitas. Las termitas soldado colren inmecliat¿¡'
Su principal preocupación ha sido lo que rnente a atacar al intruso, se prenden al tailo con las pinzas de la m¿tn-
considera el chovinismo ge-
lógica(la reivindi caciónde que sólo los díbula mientras el chimpancé [o retira con cuidado, así que sólo h¿rcc
ffi objetivo es mostrar que la forma en la lalta introducir el tallo entre los dientes para obtener un suculento ba¡l-
clu término <<cuhura» erel caso de los hu_ quete de proteínas.
permitirí tre lo que es la cultura material (la Más tarde, Goodall los observó pescando de manera parecida ltttl'-
a y hueso de los humanos de la de los gran_ migas legionarias. Las honnigas Iegionarias son, como cualquiera quc
peso de s ss que la clase de herramientu, qr" haya pasado algún tiempo en África sabe, criaturas que deben ser tr¿ll¿l-
és utiliza cotidiana (ramas para pescar ter_ das con el máxirno respeto. De vez en cuando, estas hormigas lt>rtttittt
mitas, artillos) son justo el tipo de cosas que no interrninables columnas de millones de individuos en búsqueda tlo un
SC CON
trempo. Sin embargo, este tipo de arte_ nuevo nido. Los soldados, feroces hormigas de un ce ntímctro dc lat'go,
factos haber sido hechos por el humano mo_ morderán con sus terribles pinzas hasta dar muorte en ir¡st¿tntos ct¡¡tl-
A^
\rE tlempo. eue no las veamos en el registro quier cosa que se interponga en su camino, y sus resLos scrán clcvor¿ttlos
qu que no hayan existido.
ar_
por las hormigas obreras y reprodr"rctivas quc Ios sigucn. S«lt cit¡lit
blando? En este sentido,
¿podemos hablar de ces de hacer desaparecer toda la carne de un carl¿ivcl tlc itttlílo¡lc ctt
una cultura de los chimpancés? unas horas. Los chimpancés de Gombe han dcscul'rict'lo t¡ttc, si sc t'olo
Quizá sas distintas que pueden can a una distancia respetuosa de la colurnna rlc lr«»'rri1¡its, ¡rttotlctt itt
resultar de clinarse sobre ella y colocar un palo qLrc la ¿ttritviesc; t:ltloltccs, lttitrtt
veces, fabricados_que
se utilizan
de los chimpancés, sue_ tras los soldados se apresuran a ¿rprcsar cl ¡rirlo crr lrusc¿r tk: l¡r firct¡lt' rlt'
le tratarse otro es algo más abstracto y tiene agresión, los chimpancés lo retiran, ¿¡g¿rrr¿ur lirs lrorrtrigls ('on lir olr'¡t
que ver con los hábitos y los comportamientos-que
se our".ru, en una mano y, con un rápido movimicnt{1, sc Iits ccllut cn llt lxx:it y lits tttitsli
población de simios, pero no en una comunidad c¿rn con furia. Resultado: una conricl¿rrlolicios¿r y rtutritivit. t'on rrl r'st'¡t
de vecinos.
De Ia primera de estas formas de curtura loll'ío de excitación quc signi[ica quc ol nrínirtto tlcscuitkr ¡rt'ovot'itt'l
en ros chimfances
utilización y la f'abricación de herramientas-, -ra una mordedura en las partes más sensiblcs.
quizá Ia más conoci_
rla sc¿r la pcsca crc tcnnilas. [,irs prinrcr¿rs Resultó que sólo la población de Gombc obsr:rvab¿r c:slc c:otn¡rorlit-
obscrv¿rcioncs ctc Jane Go«üail
sohrc lit poscit tlcr lcrttlil¡¡s cn (io¡rrhc ¡r nricnto concreto. Ni siquiera se daba en la poblercit'tn do cltittt¡ritttccis
lrrcrlirrrtr¡s tlc los ¿¡ños scscnl¿r
('¡lll§¡ll'otl strltsitt:iíllt. l,¡ts lct'll¡il¡ts
soll t''rtsirlt.rrrtt¡rs r¡rr¡r tlclirli¿r lirrrf, Mahalc, a sólo unos cientos de kilómetros al sur dcl lago'l-itrtgtulic¿r. S ilt
Jxrr
144 La r¡d-i.sa¿t de lo humailitlod Alta c'Ltltura 145

embargo, sí que se estudiaron comportamientos parecidos justo el tipo de com-


cn ¿rrg,.rrri lr()l ¿rl clue de otro modo no podrían acceder. Es
poblaciones chi mpancés de África occidentar, p".o
diferenc i as i n ¡r,,,- un ser humano, pero ¿debemos imprc-
tanfes. En lugar de u.ftlizar tallos de hierba largos y"on
r
¡rortumiento que podría tener chim-
delgados par¿r l)csc¿r r. ,i,,r,arnos?Si comparamos el rango {e objetos que exhiben los
termitas, las poblaciones del oeste de Áf.i"a urut,un .i-u.
ilas quc rcs los hu desdeñar
mordisqueaban el extremo hasta que parecían una suerte ¡xrrrcós con el que tenemos
s arcos y
de cepilkr rlc ,'rralc¡uier similitud. ¿Dónde est
dientes al que las termitas podían aferrarse. Estas diferencias
lirs l'lcchas, sin mencionar los jardin
sutilcs crr_ o la gran
fatizan el punto clave: se trata de hábitos culturales
restringidos a p()_
blaciones particulares. En algún momento, un chimpancé ¡ririintide de Guiza?
inventó u,¿r De cualquier modo, McGrew nos advertiría que no
debemos precl-
técnica particular y esta técnica fue copiada por los chimpancés
de sui la caja de herramientas de los chimpan-
entorno. La costumbre se extendió graclualmente por la ¡rilurnos tanto. Si comparamos
éstos nO
comunidacl, ,..,, la cultura humana menos avanzadatecnológicamente,
pero su forrna se mantuvo relativamente estable "on por los coloni-
a través del tiempo por_ s¡rlcn tan malparados. Antes de que fueran exterminados
que los anirnales se limitaban a copiar lo que hacían Tasmania vivían
los otros sin añaclir z.t¡rrcs blanóos a finales dei siglo xtx, los nativos de
nada de sus propios ensayos y errores. Mucho después
de que er inven- «lc tllta manera muy básica no decir primitiva- propia de caz,¿t-
tor original de la técnica muriera, sus descendientes todavía -por de las culturas aborí-
pescan ter_ rkll.cs recolectores. Estuvieron aislados del resto
mltas y cascan nueces más o menos de la misma manera. parece
que la ,,,(.ltcs australianas clurante
casi diez mil años a causa de la subida dcl
técnica se ha transmitido de una generación a otra por er polares al
simpre p.á."ro lrivcl del mar que ocurrió <iespués del deshielo de las capas
de copiar. A pesar de que er inventor originar probablem"ntuiaya cultural, pa-
lrega- Iirrirl cle la últirna Edad del Hielo. Apartaclos de la difusión
do a tra técntcapor un proceso de ensayo y effor, las generaciones de muchos obic-
poste- r.t.t.clr haber perdido el hábito (o incluso la necesidad)
riores, sencillamente, imitaron lo que vieron. del conti-
t()s hírsicos muy comunes entre las poblaciones aborígenes
El hecho de que ias técnicas seán idénticas dentro de una postericlrmcntc
misma po- rrc:ntc ¿tustraliano, mientras que 1os que se inventaron
blación pero difieran entre pobraciones diversas es una prueba de cerámica ni tlc
de que se ilUllc¿l llegaron al estrecho de Bass. No tenían objetos
trata de auténticas costumbres socialmente aprendidas, nl c¿tllolts,
no de una con- Irir:r.r0, tampoco arcos ni flechas, anzuelos, lanzas,bumerancs
ducta que cada animar haya aprendido por sí mismo por (lt-lt¡chtls tlc los
pues, si así fuera, no encontraríamos diferencias
ensayo y error, t.lcntcntosiodos ellos muy comunes en el continentc
sólo en distintas co- r.rrlrlos también habían tenido ellos mismos en
etapus nt¿is lottl¡'tt'itttits tlc
munidades sino muchas técnicas distintas utilizadas para I l¿¡slil tlo¡ttltr ltt''
resolver cl sU ltistoria, según atestigua el registro arqueológico).
mismo problema dentro de una misma población, el producto c:ot¡llllt:lo itl l'i¡lltl tlt' stl
de los so- rtros podido averiguar, tulr"go de herramient¿ts
litarios esfuerzos de cada individuo piratratar de encontrar itl
ción sensibie a un problema fastidioso (y, por tanto,
una solu_ lristoria.o-pr"ráía tan sáioáieciocho elclrlcnlos: ¡ritlos pltt';t c¿tvitl'.
bírsicas, l¿ttlzits, liitltits' t't'sl¡ts' ttlt'tt
ll¡uits herramientas de piedra muy
más o menos el mis-
r-no tipo de comportamiento entre poblaciones
sin embargo, los escépticos podrían señarar qu", ,rnqu era
distintas). iili.r* pr.u hacer agujeros (para cmbosc¿lr il lits ¡lrt'sits) y tl'illlll)¡l§ l)lll'¡ly
utiriz,t- una list¿r quo llo tlil'ict't: lt¡ttt'llo t:tt l¡tttt¿ti\o
ción (y hasta la fabricación) de herramientas parezcaser ¡rii,i.rtis. En pocas paiabras,
ttttltlct'tttls'
un rasgo co- ,.,,irt,:rriclo dc las listas cle hcrra¡riontits tlc lrls cltittt¡ritttt't(s
mún dentro de las poblaciones de chimpancés (y quizáincruso t:ttt¡'t: l¿ts ltc-
entre ros Sii hacomos concesiones a las tlilbroncias t:ttitlititlivlts
orangutanes), la lista de herramientas no n,uy inrprcsionantc: apc- tll()tlcl'tl0s, cll l'L!¡¡'
l.l.¡rrr¡icDt¿rs clC loS chimpancés y las clo l0s llttlltittl«rs
nas ,n¿r d.ccna do pal.s, picclras y h<r.ias. por "s
o.ioi,pt,i, sc ha «rbscrv¿rcr, lirllrrl stilo hay dos que los aborígcnos tlo'l'¿tsltt¿ttliit lcltíltrt y los
t¡trc trliliz:trt lits ltoiits llitrit tinr¡liitt'lirsarrgrc o l¡r ¡uucosirtarltto "orá, (cottt().ccslits o c¿l-
l¿rs hcr.i- r,lrinr¡litrrcés no: ContenCdores para t.ransport¿tr ctlsas
tlits o t:oll¡tl es¡xlttiits l)¡ll'¡t l'c('ogcr ¡rgu¡r lrt:lrt.l'tlcl al rcsltt. tlicc
¡liu'ir irgtr jo1.¡ tto u¡ rir- llrlr:rz¡rs) y cst^rcturas (agujei.s y trampas). En cr¡¿¡nlo
146 Lct odiseq tle la httmaniclad
Alta cuLtura 117
McGrew, si se exponen las heramientas de los chimpancés or) .l) ,r.
seo sin ninguna etiqueta, no podríamos distinguir si vienen
clo urrir ¡r, ltr lirrma en que los humanos se señalan unos a otros: algunos (como lit
blación humana o chimpancé. rrriryoría de los europeos) se señalan el pecho, mientras que otr«rs
(t.on.ro los japoneses) se señalan lanariz. O las igualmente Sorprcll-
rlt:rrtcs diferencias que hay entre los europeos en la manera de llam¿rr-
st' haciendo señas: los europeos del norte lo hacen con las palmas ha-
t.il arriba, pero los europeos del sur y los africanos lo hacen con las
l)ilonodudaríamosenContarestasvariaciones
tlc diferencias culturales entre sociedades hunla-
características que se parecen a las marcas de uso que encontrarnos na e tendría que ocurrir lo mismo con los chilll-
cr)
¡rlncós. En resumen, lo
las primeras herramientas de piedra que utilizaronnuestros ancesrros so también debe do
r.st¿rr bien para la gansa ulpables del impcr-
tlonable pecado de mov an nuestra uniciclacl
('()nlo humanos.

La visita del doctor

respuesta, por supuesto, es que no podemos estar absolutamente lllr l'cnómeno que ha atraído mucha atención ha sido la utilización dc
segu-
ros y que deberíamos ser más prudentes a la hora de hacer deducciones
a Irir:l'bas medicinales por parte de los chimpancés' Estudios Ilevados a
partir del registro arqueológico. t'irl'ro cn muchas comunidades de chimpancés han revelado que cstos
Más recientemente, una cuidadosa revisión de la cultura chimpan_ ¡rnint¿rles hacen uso de un número sorprendentemente grande de l¡lctli-
cé ha determinado más de 39 herramientas y comportamientos
en al- t.inus naturales que tienen verdaderos efectos benéficos sobrc su s¿tltttl.
l)c llccho, muchas de estas hierbas son utilizadas por triht¡s lrtllllitttits

una curiosa forma de acicalamiento mutuo encontrada sólo


en dos de
las siete poblaciones examinadas, en la que dos chimpancés
se sientan
uno frente a otro y apoyan la muñeca de uno de sus brázos
sobre la mu-
ses, cl anil¡al mastica o chupa esa partc rlc lit ¡rlitrttil, ll'illlll cl.irr¡¡o y t's
t.rr¡rc t:l rcsiduo fibroso. Se sabe c¡uc algttttits tlc cslits ¡rlitttl tt

irrg¡t:tlir:nl,cs ¿rctivos venenosos para cicrl1ls partisittls (iltc:ltt )s

Irt.llttilllos, una clase de gusanos intestinalcs c¡uc albctitlt li't:ct l-


(ilt¿rltir'
tt.t.r¡ Áli.ic¿r tant<¡ a poblaciones humanas como dc sirtti«rs). litl
¡xr¡ t..ic¡rpl9, las poblaciones humanas de la
región utilizan la corlcz¿t
.1.. 1,, ,.*¡r".'ic Iinttrla abyssinica (un miembro de la f anlilia
dc lits itc¿t-
Alttt t'ttltttttt I'lt)
148 Lu odisea de lu ltumctnidad
de cc¡nocitt-tiotlto c()llltlllllil
cias) corno vomitivo y,como cura para la diarrea, y los chirn¡r¿urcrís tle rirlirtl tlc c¡ue csté involucrado ningún tipo
acciclcntirlcs tlc ill
Mahale, en ei este de África, comen esta misma planta, zrl parc:ccr. crrr ,:i,, r,,,",t" tratarse simplemente de descubrimientos
El hecho de qr'rc lils cotttli-
los mismos fines. La cotteza de esta especie tiene también inr¡rortlrrrlcs rlivitltros ooncretos que actúan por su cuenta.
t.iorrc:s parasitarias se extiendan
y que alavezhaya disponihilitliltl tlc
efectos plasmídicos y antiesquistosoma. (Los esquistosoma son urr¿r lir- aproll-
milia de parásitos que incluyen a la FascioLa hepática y el agcrrtc t¡uc hace que resulte difícil diterenciar entrc
¡,i,,,,1,,r'untiparasitarias
provoca la debilitadora <<fiebre del caracol>r, conocida como csc¡uisto- , tir,,.¡" inclividual y transmisión
cultural'
Sin embargo, de una cosa sí podemos estar seguros'' y es que lit trtc-
somiasis o bilharziosis, terrible enfermedad que afecta gravenrc¡rf c l
rlie ill¿r naturaiáe los chimpancés
y de los humanos difiere en un aspoc-
las poblaciones rurales de África.)
no hay ningútt
se ha observado en Tanzania que las poblaciones cle chimp¿urctís t. crucial: en la medicinairadicional de los chimpancés
de Mahale y Gombe y las que habitan la región de Kahuzi Biega cn cr t.lt:llrcntomágico.Lamedicinatradicionaideloshumanoscasisicnl-
con 1o sobrenatural:
Congo mastican el amargo iallo de la Vernonia. Aunque se han cx- l)r'o os proporcionada a través de alguna conextón
o brujos que invocan ¡rtltJcros
tendido por toda África subsahariana, las plantas de esta familia son Inuc:has veces es prescrita por chamanes
rituales especiales tl ittvtl.
relativamente escasas en la región y los animales muchas veces tie ncrr tlrligicos de un mundo intangible, practican
ia eficacia de ias hierbas c¡ttc
que desviarse de su ruta para encontrarlas. cuando da con ellas, el ani- .:,r,,'"rpíritus invisibles para gaÍa,.tt.,ar
mal quita cuidadosamente la corteza exterior para llegar al amargo li- tll.rcccn.Nohayseñalesdenacladeestoenlarnedicinatraclicitlrlal
un asr-rnto'¿ih-
respecto parece ser
larnento interior. El hecho de que los otros animales que lo acompañan tk: los chirnpancés: su conducta a este
muchas veces ignoren io que está haciendo y coman, en cambio" otras sr I I tttamente Privado'
que antes hemos visttr
plantas más convencionales, sugiere que se trata de un comportamicn- Pero, teniendo en cuenta las impiicaciones
del lenguaje, ¿cleberí.m<ls ill-
to deliberado. Los animales que optan por estas plantas más amargas s.bre pone. ¿"*uriuáo énfasis en ei rol
suelen ser aquellos que muestran signos de desorden intestinal o inf'cc- sistirenqueloquerealmentecaracterizaalaculturaeselheohoclcc¡tto
de oiro mediante algún ti¡-ro tlc
ción parasitaria. Después de haber cornido estas plantas, su salud rnues- Urr individuo adquiere una costumbre
tra invariablemente una notoria mejoría. ir¡lrondizajesocial,qutzásindarsecuentaalprincipitlcloltlslrc¡lol'i-
¿Qué debemos pensar de este comportamiento? Si el uso de r¡ecti- .'i,,, qr" obtendrá al hacerlo?
camentos es parte de la cultura humana (y, otrviamente, hay rnuchas buc- Laincertidumbresobreestepuntohallevacltlcs¡rccialtttc:ltle¡tltls
lllt'
mucho énfasis ert los mec¿tnisttltls ¡'rsic:olrigi('os
nas razones para afirmar que lo es), ¿acaso podemos negar de algún ¡rsicólogos a poner
patr()ncs tlc c'ottt¡lot'lltlttictllo'
modo la misma reivindicación para los prirnos no humanos? tliante los cuales tos individuos adquieren
eslar scgtrros tl":1lI:':ll::"'"'ll:.:l]]]]..
Algunos querrán argumentar en contra de esta idea; si queremos Su argumento es que sólo podemos
hereclatltls cttittltltl (it) tt, llcllcll lllll'lllll¡l
sostener que los animaies tienen cultura en el sentido humano tene- ¡r,r.,o"rni*ros cultural-"nt" g higlggicos tlc lir v itlir cgt itliirttit ( y
mos que tener absolutamente claro que hablarnos del mismo tipo clc r.r:lación con problemas ecológicgs
y L:,'ol'ctl t'cs¡lttt:slil il tlt¡
cosas de las que hablamos en el sentido de los humanos. El probre- rr. pudieron ñaber sido aprencliclos p«lr otts.yo
y cuatttl. (5) s.rt c.¡rirttl.s sitt tttiis ¡t,t'
ma con el que aquínos topamos es que muchas veces resulta difícil ir,.rr,i"-"particulardelentorno),
()t|.(r individuo sólo por el hecho clc c¡uc cl
inclividrro t¡tto lt'tvo cl cottl-
distinguir lo que los animales han aprendido por sí mismos de lo c¡uc scr ltl¡is
han aprendido copiando a otros individuos. La trtilizaci<'rn clc plantas ¡xx.tamiento o.igrni así 1o hace. Algo tan arbitr¿rrio rro pucdc
Ia posibilidatl clr: t¡ttcl
nlcclicillalcs, Por c.iontplo, pucclc scr cl rr:strll¿r<lo rlc c¡uc irlgunos irrtli- (lllc un auténtico caso de cultura, 1o que no excluye
vitltlos ¿tislittl«rs ¡trttchctt lits pl:rrrlirs ¡xx'culiositl:rrl y sc tlcn cur:nl¿r tlc tllttcllOsotrostiposdecomportamientoconbenef,ciosrnáspráctictlstltl
(ltlc í¡ vc(:cs sc sit:ttlr:tt ¡ttut'lto ¡¡¡¡rior tk:slluús tlc h¡rccl'lo. No lr:ry rrct.c ¡lrtctlanserasimismotransmitidosculturalmente.Peroelproblclttittlc:
150 Lq odi,sea de lct humanidact Alto culturtt I '1 I

todos estos ejemplos, dirán ellos, es que nunca resolvcrt"


de si el comportamiento fue adquirido mediante
podremos cs(ar-scguros rlt' cstírnulos se centra en el problema que el animal necesita
un problenla clcl
yo y error individuai o por pura transmisión
un aprendiz.ic crc cnsa_ llrr ol.r'¿rs palabras, la atención del imitador se refleja en
social (imitación). En estc pero éi llega a lit s.-
último tipo de comportamrento tenemos que concentrarnos rrrrrrclo tiri"" a través dei comportamiento de otro'
y effor' Un rll rntty
búsqueda de pruebas de cultura en especies
para nrcstra lrrcion por sí mismo por un aprendizaie de ensayo
quitar los tapones c¡ttc
no humanas. rnvcntivo descubrió por este método que podía
llcvaban las botellas de leche de cartón de los años
cincuenta y sabo-
Sus compañeros Io vic-
rc¿rr así la capa de nata que flotaba en el borde'
En busca del cáliz sagrado cluc
rrr, posado en el borde áe la botella y se unleron a é1. Aprendieron
r.sirs botellas contenían una nutritiva fuente
de alimento' Más tarde, csos
El comportamiento cultural en los animales ha de leche, pero se t()-
sido objeto de estucri. rrrislt-ros animales intentaron abordar otras botellas
desde hace muchísimo tlempo. La apertura
de ras antiguas tapas de las los tapones en su sitio' por lo que no po-
botellas de leche de cartón por pájaros rlr ingleses l)rr'on con botellas que tenían
lás
años cincuen- r.lí,,n acced et alanata. Poco a poco aprendieron'
mediante un proceso
ta y la costumbre de lavar las patatas dulces "n así' el hhbi-
han sido mundialmente señalados como ejemplos
de ros macacos japoneses tlt: cnsayo y error, cómo quitarlos tapones ellos mismos'Y'
de cultura en anima_ t() sc extendió lentamente por la pobiación de
rir. sin embargo ac¡uí
les porque parecían involucrar transmisión
,o.iul a" la que se expandió esta
-y
t.stri el vercladero fastidiol-, la velocidad con
El punto importante es la afirmación de que "o-fo.tamiento. más de lo que sc cs-
han transmitido de un individuo a otro por
estos comportamientos se costnmbre entre la población fue muy lenta, n-lucho
un aprendizaje observacio-
¡rc|irría, dado que los
pájaros estaban copiando (es decir' imitando) cl
nal: un individuo ve q,ue otro se comporta de que descubrirlt¡
ciárta _url.u y la copia. ..,,nrportamienio de sus compañeros en luga.r de tener
¿No son acaso ejempros de lo que llamamos <<comportamiento que extendió esta costumbre ltr
cultu- p,,l. .í mismos. Y fue la lentitud con se
ral>> en los humanos?
debería haber mostr¿l-
t¡tro echó todo a perder. un proceso de imitación
En los últimos años, sin embargo, se ha extendido
un margen cre .1,, rosultados de mayor velocidad de expansión'
duda considerable con respecto a estas afirmaciones. invcrs¿r tlc
macacos Japoneses o los rir azules no realicen
No sobre que ros El segundo mecánismo, la emulación, funciona casi a Ia
en realidad estas activi_ lir potenclación de estímulos. Mediante la emulación,
cl itrlit¿ttl,l'.h-
dades, ni tampoco sobre que no hubieran
adquirido estos comporta- scrva el comportamiento del modelo y 1o utiliza
colllo gttía ¡rltrlt irle llti
mrentos por un proceso social de generaciones Por c.icrlrplo, los cotlt¡riti'lt'
sucesrvas: estas afirnra- l'ic¿rr un problema que vale la pena resolver.
ciones están fuera de toda duda. Lo que se tlttc l'ttt' cl ¡lt'itttt'l'
ha puesto en tera de juicio cs r.os lnacaco, 1upon"a"s de Imo, una hemhra.itlvctl
si se trata de genuinos casos de copá, de imitación ('oll tlllll ¡ritlltlit
analizar cuidadosamente qué es lá que sucede
social. Después crc Irric¡nbro del grupo en lavar patatas, la vic¡rn hitc:ct'itlg9
durante er aprendizei_ c:rr cl mar y ," ditp,-rtieron a invcstigar
t¡ttó [¡cílt ¡1()tticltrlp tllt'lts ¡lttlit
je social, ia psicología comparativa úa flegado litvitllit lrltlit l¡t ¡tt'r'
el aprendizaje sociar.no es un simpre fenómeno
a ra concrusión de quc lirs cn el mar. Una vez que closctrhric¡ln t¡trc cl itgttit
(t¡trizi ¡19t't¡ttt' l;t sltl
sostenido po. ,n ,orn r¡r y la suciedad de la patat¿ y la ltircíir tttiis sltlltrrs¡
mecanismo de aprendizaje. Más bien, esta rama
gue, por lo menos, tres mecanismos
de la psicología distin_ tlcl mar realzaba Su Sabor¡, prtlcotliortltt rt t'c¡lt:lit' trl'ic c()llllx)l'litttlit'ttlo'
bien diferenciados que puccrcn N0 Os ltnLO quC COplaran cl CtlttlptlrtitttliCtrlo dc' lttttt
c()lllo t¡ttc lit llS¿ll'illl
atlmentar el aprendizaje social, a saber: la potcnciacirin j.s cstírr.- Iltt¡t vcz
clc ('()r¡)() guía para déscubrir un asPccto illtcrcslttllc tlcl tlttltltlo'
los, l¿¡ clnulaciírn y lir irnitircitin. scñi¡lit tlll
lruis, l¿i lcntitucl con que se propag(l ol ctltl-lportitltlioltlo l)l'()('c
l'l¡s tlil'crt:rtt:iits cllll'c cslos lrcs nrcciurislnos copiar: colll() tltctliit, t'ittllt
sc i¡l.l ir:r¡l¿r cn l. (llr(: s(. so tlt: cnsay,, y que él puao act«t cle
f t'itttsll¡ilc o s(: tltrl "rrnr'*ás
l)¡lsíl l¡¡rxlt'lo irl inrilirrk»'. til ¡rrrlccso tlc ¡lolr:rrci¿¡t.iri, japoneses clc lmo tarcl(r dos itños oltlcros
¡rrrirrri¡l tlol grupO clc macacos
152 La r¡tliseo de lct ht.trnar¿itlo¿l Alltt t ttltttt'tr /.'r i

ap pata[as. Est¿r lentitucl hace qlre


s rr¡lis r.,r-t. (cle unos vetnticinccl centítirctrgs clc longittrcl)
cn cl c¡tlc tlc
rru i]ar'zc, irrr¡rr-ohable del calnino y llcvlrrl cl ¡llrltr
tid
tando lo que era y otros hacían, percl
ticrrc lrr¿is scn- lIil (lUC las horrnigas trepen hasta un te¡:cio est¿t m¿rnitlbra ut-l¿ts clocc
alidad estiban haliendo era encontrarra
s.rLrción ar Ir lir lrrlca l)ara recoger las horrligas, repitiendo
problerna por cllos nrismos. Tai dc-ia tltttchits
r,.'.'., ¡r.r, minuto. Sin embargo, conlo la técnica de
En la or el cont n r('nos hormigas por maniobra, lo hacen mejor
los chirnpanc.és clc Cioltl-
mente co dad de pe ],iil; 1,,'. y,, que llelan a las setecientas sesenta hormigas por
minuto ll'clltc
ejercicio. humanos rr lrrs tristes ciento ochenta hormigas r1e los chirnpancés dc T¿ri' si cl
cillament No preguntamos qué y cómo hacc cl
scn_
rr¡rrcrrclizaje hubiera siclo por ellsayo y error'
poclríamos esperar quc l«rs
modelo lo que hace, simplemente lo hacemos ncl ltl h¿t-
y ya está, de modo c¡uc, ..1,i,.,p^n*s de Tai habrían resuelto trrejor el problen-ra. Que
así como se llevan sombreros con cie haber aplendido la técnica mediantc
la copia
una finatidai, se ttevan uiseras ar rc_ 1,,,,, ,rgiere que deben
vés sólo porque llevarlas así distingue
a un tipo de personas. rrr:is r¡ue mediante la emulación'
Y parece que los por lcncl-
specialrnente ios niños pequeños_ l.ls psicólogos, por supuesto, tienen razón al inquietarsc
son buenísimos inrita ábr"irucio'es casuales cle !a vida salvaje. Nada sithc-
rud¡o. han intentaá".*r.nu, una ta_ ,¡,,".,,nfiu.
lea particular, como "n coinportamiento. E,n sittr¿t-
abrir una caja para Ji"n". una re_ l¡ttls tle la historia <le estos clos patrones cle
compensa de cornida, a simios jóvenes y a ser af'ecrados incr'¡nscientcltlclltc
ninos peque¡os. si, embargo, a «.ir »lrcs así de incontrotradas, tendemos
algunos de estos simios y niños se res {-{alts. h,4uchas Veces teneinos eSCaSo ctlntici.
enseñó a aúrir la caja de una ma_ ¡rtlt ltrs efectos de Kluge
nera simple y fácitr, mientras que al resfo
se Xes instruyi de un modo lttictlttlcleltrasfondodelcomportamtentoencuestión,ynadaptxlcltttls
más complicado. Los niños posible que el colllpol'-
aiegremente amtr".s métodos. Los rlt.r.ir.cle su posible historia de aprenclizaje..Es
""piuuon occidental sca strl'i-
trr.ricnto de las hormigas legionarias de Áf rica
simios, por el contrario, intentában abrirla caja de .ruiqui., manera en
lugar de copiar lo que se les enseñaba. como pafa quc a¡rlicirr llr
Lo que resuria tan asomLrroso t.i.rr(cmente dif-erente Ae las ¿LÁtrica orientatr
es la velocidad y Ia fácilidad con la
que ros niños humanos aprenden
a
lt'clticadeGombeenTairesultaraunColllpletodesastrc.Ntlltls¿tlre
copiar io que se res muestra. por er cÁntrario, y elelllctrlos illt¡totttlc
todo foo."ro es muy rr¡os. sencillamente, hay dernasiadas incógnitas
trabajoso para un sirnio. con er tiempo, l.s
aprenden a"ro"
copiar lo que se res ,rhlcs. De ahí qu*, u páun, de to artificial que csto ¡-tttctlit 'csttllrtt''
ensena, pero pueden tardar mucho l1"ou, a cabo experiment<ls tlc l¿tl'rotitlol'io
t'ttitlit
en arcanzar la perfección. For er ¡rsicírtrogos p."fti".on
contrario, los niños muchas veces no necesitan
más qu,r rna o dos p..-,"- tk rslunente controlados.
bas para pillarlo. llary un aspecto del aprendizaje social c¡tttr
ttttlitvíll lltl ltt'llltls t'oltril
De todas formas, tenemos que ser cuidadosos l:t c¡lsr.'ttltltzl¡ (t'tt t'otllt¡tstt'
y no sobreinterprelar- rk.r.irclo: la enseñanza. Fodemos consitlt:t-¿tr
estas dif,erencias. Los chimpaniés lt¡rt't'tttlizltit'1''rri;rtlo' llttllt'
sometidos al test de la rutina de co- t.()ll l¿r imitación mediante la copia)c()lll() tttt
piar a veces parecen copiar rearmente
lo que se ies muestra. y hay prr-re- I()s llumanos, el maestro oricnt¿rl¿rs itcciotlcs
tlt'l ltlttltttttl y l() t'ttt't'il't'o lrr
bas circunstanciares de ra vida sarvaje Ltn c¡.ot'. Sr: tlirt¿r tlc rrrr ¡lt ot'es() llltly
t's¡lt't'iltl, sitt
que sugieren que la imitacitin ,,rrí¿r cuando comete
puede ocurrir' un ejempro es la diferencia s llt¡tttltttits' l'lt r"ltst'tl¡tll
de iá, t¿.ni"*, puru busc:¿r. ,lrrtl¿r característico rle much¿ts tlc llts lrctivitllttle
hormigas entre Gomb", ¿r.irlo.i"nrrt, y en ros bosques crc T¿ri rrc /,¡ ¡os permite aprenCler rápiclittttcrtlC y troll
cl lllcltrll' lllillge ll tlt' t'l't'.,t'
Africa occidentar. En er primero, ", clc la crrltLlr¿t htltlt¿ttl¿t t¡ttt'tlcl'ittt'tt
Ios chimpancós Lrs:r, u, pzrr. r,r.g, (trc ¡,,,sittlc- muchos de los urp"",,-,|i
mcdio nletro dc rncclia) al qtrc tlc.i:rrr suhii
lirs h¡r'rrri¿rr,,, 1,,,ri,, lr,rir¿¡tl, ,,il,.,str¿rs sociedades y a nosotros mismos.
sin crlbargt), tlcllctttos sol'l)l'('
¡-t:u'ir ltrtrg0 r'c:cog,cl'l;rs clrrl'c cl ílr,iicc y r.l colllo Llll l)roccli(r
¡rrrlgru.,,a.¡ri,it.lr,¡, estir r..rilr:r t.lrvitlos on poner demasiado énfasis en la enseñanza
t't:l't'lt tlc 2,(l vt:ccs
¡rol lttiltttlr. lirr'liri, l,s t'lrirrr¡xrr¡r.t,s urilizrrrr rrrr rlt.lr¡lt.crrtliiz,ajecuandointentamoscomprenderlasdiferenciasonIrclttl.
¡rrl,
I 54 Lct odiseo de la humctnidacl Alta culturtt l'5.\

sotros y nuestros parientes rnás próximos. Después cle torlo, Iir cnsc_ llrjo oltservación durante años por parte cle los científicos en dil'erclttos
nanza es un proceso para agllizar el proceso de aprendizajc, n«r cs cl ,,,.¡,i,,,.,", de África habla por sí solo. Claramente, la capacidad
existc r:ll
¡rr-()_
ceso de aprendtzaje en sí mismo. El alumno, en esencia, aprcntlc: r,llos al menos en su forma mínima, pero no ia utilizan tanto como cspc-
¡xlr.
imitación, copia o ensayo y error. Aun así, podemos pregunta,.s lc¿lí- llu ílrrnos si estuviéramoS estudiando seres humanos. En los hum¿rntls'
timamente si la enseñanza es común entre nuestros parientcs lrr crtscñanza se desarrolla interrninablemente, día tras día'
¡r.irrrirtcs
o si es algo exclusivo de nuestra especte.
La respuesta rápida a esta pregunta parece ser que, en compar.aci.rr
con lo que vemos en los humanos, la enseñanza es extremadamenLc r.¿u.¿r
en el reino animal. Por supugsto que hay ejemplos documentados r¡uc
se parecen mucho a lo que llamaríamos aprendizaje. Las gatas muchirs
veces llevan ratones o pájaros meclio muertos a sus crías para que prac-
tiquen cómo matarlas. Las chimpancés madre dejan nuecei intactas parir
que sus crías las rompan. sin embargo, tenemos que reconocer que hay
una diferencia crucial entre facilitar (dar una oportunidad para qLle ocLi-
rra el ensayo y error) y enseñar (mostrar deliberadamente cómo se hacc
algo)- christophe Boesch, que ha estudiado ros chimpancés de Tai clu- l)it los retoños de la especie cognitivarnente lrlíts
rante más de dos décadas, pudo documentar muchos casos del primer irv arecen tener menos experiencia del mundo cn ol
tipo, pero sólo dos ejemplos aparentes del segundo (y muchos pueclcn (lu s simios intelectualmente peor dotados'?
considerarlos interpretaciones caritativas y optimistas). En un caso, una
rnadre cascaba las nueces más leniamente y de distintas maneras par¿l
que sus crías pudieran seguirla con facilidad; en el otro, una madre mo- [Jn simio culto
dificaba la posición delanuezcuando su cría tenía problemas para cas-
carla..., pero, como media, un chimpan cé tatdadiez años en aprencrer
a cascar las nueces de manera eficiente. por el contrario, a un niño
sólo
le lleva unas pocas semanas de entrenamiento intensivo aprender a atar-
se ios cordones, un comportamiento bastante más cornplicado. como
sucede con los tit an,],es y los macacos
Japoneses, esto sugiere que
aprender a cascar nueces es un proceso basado en la potenciación de es-
nrr ctlttslilttyctr ttlt¿t t'ili'¡t tt¡tly
tímulos o emulación, combinado con un aprendizaje de ensayo y error, l)l,l(.(ís c:lr cst¿rdo salvaje y en cautivcrio
t:lt
no en la simple imitación o enseñanza. si¡lrrilicirtiv¿r. Si lleváramos el misnlO cxpcritttcttlo i¡ los ltttllt¡tlttls,
Entre los humanos, la clave de la enseñanza, como ha señalackr t,.rrtl.¡¡.Íir¡¡rs tantos ejemplos clc dil'orcnciits t¡ttc: cl cltliilo¡¡o tlct krs cl¡il¡t
Mike Tomasello, la clave de la enseñanza es la intención: el maestro in-
tenta deliberadamente modelar los actos del alumno.
¿,siguc estc critc-
rio alguno do los e.jernplos de los chimparrcés clc't'¿ri'/ I-a rcspuost¿r,
l)r.o-
h¿¡blorncntc, cs (lr.rc sí, pr:ro, illcluso ¿rsí, r:l hc:clro dc c¡uc potl¡lrr6s
cllcollll'¿lr tlos c.it:tttpltls cliurls tlc cnscñiurzrr rrll ll¡ilr:s rlc c:lrilrr¡rirrrctís (,I y, iltits i¡ll¿i, t()rla la pararfernalia cle la rcligit'rn y los rituitlcs' y lrxlir lit
156 Lu r.tdisea cle la huntanitlctd /
,4lta cLtLturtt I.5

de un espíriru ctet mundo que permanece


éste que .,lt'ng,ua.je del pensamiento>> (el per-lsa¡riento siiencioso que disctlrt'c
ililffiTJ:n f,rrcr¿r cte
r'rr nrrcstras cabezas en una cadena muda, quizá visual). Es uina pena c¡ttc cl
sobvio me parece que hay una razón rt'slo tlel mundo se pierda mis obras de genio indudable.'., pel'o cso.
ancés nunca podrán escribir las [ra_ ('onlo suele decirse, no es mi probleina. Seré como Samuel Pepys, t¡ttc
s poemas de Baudelaire o r.scrihía sus diarios con su propio código secreto para disfrutarlos
T. S. Eliot:
s de intencionalidad neccsarios t'ulurdo los leyera más tarde.
para
es simios pudieran aspirar a la
teoría Sin embargo, algo no casa al afirmar que rni sitrencioso esfuerzo li-
ncionalidad), no poseerían la capa_ Ir.l'ulio constituya alta cultura. Sin una comunidad de cuentacuent()s y
, los más humanos de todos los }e_ strs públicos difícilmente cabe hablar de Cuiiura, con mayúscula. La co-
de reyes, Shakespeare pre_ Irrulticlad cultural que atienctre 1as historiaS que cuento las interpret¿l cll
de que el muy ridiculizado l'rrnción cle sus propias experiencias cie vida individ¡.rales, aplaudcn las
'ía[4] casarse con él en Iu_ lrucnas y abuchean 1as maias. añadiendo así sus propios matices dc int«:r-
s niveles intencionales están
marca_ ¡l'ctación. Y ahí radica la csencia de tra cultura lrunrana. Contar historias sc
que su público comprendiera convierte en cultura porque e sas historias que contarnos influyen en las
[2] ntcnLcs de los otros. F{abiando con propiedad: no necesitamos el lengua-
hombre a su servicio. era honesto
que su amada Desdémon a amaba ic ¡tara esto, pero sí algunas f'orma,s de comunicación. La mírnica podríat
15) birstitr, los.jeroglíficos egipcios también 1o hacían admirablemente. Sin
de shakespeare ,egan a un cuarto --e
incluso a un quinto- gracro de (.nrb¿lrgo, el lenguaje ileva a cabo eX trabajo con magníficos resultaclos.
intencionalidacr, y ras pruebas de
cinco niveles cle intencionalidad, Si la literatura sigue siendo un dominio exclusivamente humano ¿t
cotno hemos visto en el capítulo
as incluso para los se_ (.¿tusa de nuestras avanzadas capacidades de lectura de la menLc, ¿,llos
res hurnarros de inteligencia sup
ptldiera hablar, no podría r"gri.
Aun si un chimpancé ¡lxrltorciona alguna respuesta a la pregunta de cuándo evolucionti cslc
ones
vrrvu sv rc tr.ama, por
de la rirsgo clave paraladefinición de la humanidad? I-a respuest¿l cs (lu0 lto,
*,i::u." pa_ra comprenderlas se req
l)orclue las historias no Se fbsilizan, pero existe una forma clc colttitr
intencio_ his-
nalidad de los que necesitó el gran
hay indi_ (ol'ias que sí ha dejado su impronta en el registro arc¡ucolrigit:o: lit I't:li-
cios que sugieran que niveles ¿á
int el segun_ girilr. La religión requiere que seamos capaces clc crtltcohil' tttt¡lttltls
do excedan el ámbito estrictamente
ilrraginarios, mundos de los que no tenemos cxpcricttciir tlit'cclir. l)cllt'
E'n resumen, mientras que er
lenguaje en sí mismo no es esencial nlos ser capaces de aparLarmos de la intttoclialcz tlc lltlcsll'its t'x¡lct'ictt
la lirerarura, un niver urunrádo a
¿" t"iru Á1;;#r^rq* ro es. Bt ren_ e i¿rs cotidianas y preguntamos: «¿,Poclría cl Ilttnttkr scr tlill'lt'ltlc tlt't'tittttr
tal para transmi.tirTa historia de Io oxperimento? ¿Fodría existir- un rnuntkr ¡xtrit lr:lo I ¡¿thil¡ttkt lx)l' s('l't's
un
tro (el oyente), pues de otro modo (luo lto pucclo ver ni tocar clircctiu))onlc tlcl lttotkl (:tl (lttc veo y ltx'o ltls
o es esencial para construir la
his_ oll.ioLos e incliviclLros clol nrr.¡rrrkr t¡trc totkrs lt¿tllil¿tlllos'/,,. 'li:ttt'tttos t¡ttt'
de nosotros puede cornponer un¿¡ ¡icr capaces clc inraginarrnos (lLrc cl nluttrlo cs tlisliltlo tlc kr t¡tlc l)ill'c('(' scl'
gran tragedia shakespeareana
en su ;r ¡lirrtir dc nucstras expcricncias l'ísic¿ts tli¿rt'i¿ts, y tlc stt¡xltlt:l'(ltltr cll
tísticos y de los argumentos bien
con Iotlo cslc universo paralelo, allí, cll itlgutla llarlo, ltrty gc:ttto t¡ttc c:sliicolt
nunciar ¡tulahra. Ni sic¡uicr:r lcllcllro
t.slos scrcs y que pueclen inl'luir cn nLlostro nlu¡ttlo (y c¡uizii. ¿t stl lict¡l-
rlo conccbir krtlos krs l.r:lirlos rlcl lttr
lx), s(:l' inl'ltriclos por nosotros).
I 58 La odisea de l.a huntctnidctd

Aquí yace entonces la gran división entre nosotros y lru(.srrrs ¡rri


rnos los simios: la imaginación. Podemos imaginar quc l¿ls cosrrs son
l
distintas. Podemos fingir que hay hadas en el fondo del.jurtlírr. l,rtlt.
mos establecer rituales y creencias que no tienen otra realicl¿rrl inlr'íll
seca que la que les otorgamos en nuestra mente. otros animalcs no
l)r.¡r.- Así liabló Zaral"ustra
den hacerlo, porque no pueden apartarse de su mundo y pregunt¿u'sc
cómo sería si fuera diferente de la manera en que lo percibimos. y ¿rsí
hemos llegado de lleno al tema que habíamos estado rondando: las c:rccn-
cias religiosas.

II1t baile hubía cotxtinuado hctsta bien nr¡che'

L Cuundo se de,spertó ct la rnañana sigui tió más 'fuerlt ¡trtr


Itt ¡tar,spectiva deio rlu, sabía que
yacía Los hombre's 'sul'
Entonces, en sila*itt .,-
,lt íttn temprano, bajindct por La t¡rilla del río.
.tirt qu,e mediara ninguna discusión, se clispersarían
por el sendent qut
llt,vu al valle a travis cle los bctsques. En una
hora más estarí¿tn ctt ltt
de algúnnicho da ltt ¡ttt-
t.u(,va. cogerían las lómparas tctllaclcts en pietlra
deL campuntcnlo. Itt
tt,tl y las Jncenderían con la mecha de una yesca
Irr: .se desparramaría desordenadamente,
arrojanclo su brillt¡ t'tt ltt tt's'
prulitr(ttt (,(,tll
l'ttridad de la cueva que habríct delante, para que ellrls
de osos c¡ lobos'
¡trobar con temor la ausencicL ('tt
{Jnas horas después, la realidad invadió '\us l)(tt'\(ttttt('ttl()'\' lt('tt'
l()ttcestodavíaestabanallí,enlaboca¡)elacttct'tt.l)t'('l'(ttt¡tt(ltt't't'¡trtttt
t,l lentoycuirladlsodescensoporlctsoscLtr(',\¡ttt's'ttrli'tt't'Atttt'tli(ltt(lttt'
,:t, internaban en ellos eL aire se volvítt ntú.s
ltútttttlt¡, !ttttltt tltt(' '\'t' ¡ntlttt
(t,q,Lt(t r(':tttttttlttt tlt' lrt ¡tit'tlttt t"t'r' ¿/r"r/i
,sttbt¡rear el moho; aquí y allí, <tl
;ttba por las parerlei ¡tártt.lltrmttr t'lttttt'tt's'\'
t'ittt'ltttt'ltt'r '¡'ttlttt' t'l ¡ttt'ltt
(t lt'(tt't"\' tlt' ltt '¡tt
,,lr,,si{ual. Lo.s ht,rnbris (.tvunaut'(,tt t't.t itltttltt.s(tttt(ttl('
uú, tttti,t t,tt ltt t¡,st't,'itltttl.
¡,r,fii'cie mojada y se adentruru¡n ltt ltt"
Finalmente, el pasadiT,o se ertsctnt'l'tó ('tt utt(t ('tt()rttt( ,qt'ttl(t'
sus tttunrtullt¡¡; lr;; tl<'
tlt' l,ámparas no llegaba al techr¡, pero el eco da
lrt,s
cra u1t'¡tlitt' I t t";
t'ítt tlt.tc éste era *ry áho y que el espacio que formabu
t¡ttt,, llavaban las lá,mparas las tlepositaron en
el centro d'e Lu cttl,crtltt,
160 Lu ¡xliscu de kt ltutnrutitlud
Ttttttltt'stt'tt lÓI
A,¡í ltttl¡lri

fitrnt^ndo un círculo sobre el tosco suelo cle ntt:rt. r.ttc,qt),\(, n,ytti(,tl ,1


silenciosamente con los otrcts, que'gr,nrrlaban. en l.tt t:ntrtttltt. Itt ittlt'n.sitltttl Y ltt ltlunt't,t.ru tlt' l.tt l,uZ. k¡ /tntti pOr SOrpr(.\u ('()ttt() '\t('tttl)r('
t tt ttt't'ítt, lr(tt,\p()rlúrtdr¡lo u uttct in1ensu ctlegría. Y enfu¡ncc,s
,sL'tctdítt. l\t-
Esper,ban que el. más viejo tom.ara el man.dct, c'orno lt, <.rt.tt,,s,¡tttt¡ -
día, pero el ancictno se había sentarlo en el suelo y pctrt:r:ítt ,s,ttltitlt¡ tlitt .tt'tttir quc.llotubrt ligerum.ertte.f'uera de su cuerpt¡ mictttru:; tt'slt'
sus pen.samientos. El artista temblaba defrío. sabía que eru
<,, t ttítt .s'obrc eL sttelo de lacaverttu, mientras Ias Luces de r¡tro muntltt ¡4i-
ittt¡tttt.ttrtt- tttl¡tttt ce,qotloras a su alrededor.
te encontrar el momento adecuado, de modo qLte espercrba put.it,rtrt,-
A través de kt t¡scut'iclacl c¡ue los rodeaba vic¡ una criatura de cuelltt
mente como los demás. Y así continuaron; el silencio sólo eru ror()
l)()r Ittt',t¡t, rni d ciervo, que
un.a to,s o un movimiento ocasional cuando alguno de lo.s hombre.s
«trn_ tltt('(trlo. í desde eL Pri
biaba forpemente de posición.
(tt'ti,\tu se L camino haci
Finalmente, después cle lo que pareció unct eternidari, el onc:i.an.t s<,
t lt ¡ lu melena de lct bestin. V solieron, alravesando
el paisaje con e'sf'uer-
incorporó y caminó hacia el centro de la grut,. [,r¡s demás lo siguierort.
. (), ()n busca de lo's secretos de I rnundo que había más allá'
en silencio y se reunieron en círculo a su alrecredc¡r. El a,c/ctn.t cotnen-
zó a emitir una especie de zutnbido. Las notas de la canción de la ca_
verna.flotaban hacia el vacío, vacilantes, a través de su poderosa voz
de bajo, todavía intacta a pesar de la edad. Conrcnzó ,r,nor)rr.r" en
l,lr rcligión parecería ser un rasgo universal entre los humanos. Cad¿r
c:írcu- rurir tle las tribus humanas qLle se han encontrado tienen alguna form¿t
lo alrededor de las lámparas, sacudienclc.t ros mietnbros rígiclamente,
rlr.creencia en un mundo espiritual y la mayoría (aunque quizá no [o-
dando un pisotón cada ve7., de la mtsma m.ctnera en que h.ctbía bailaclo
r lrrs) tiene alguna conce pción de la vida de ultratumba.
Toda la parafer-
en el cantpamento la noche anferior con. las mujeres. Los rttros comen-
rrlrli¿r cle los rituatres y las oraciones pretencle aplacar, engatusar o atracr
zaron a unírsele, uno por uno. cuando el volumen.sttbía, Ias nofas reyer- pobres
r¡ l«rs hatritantes de ese mundo invisible para que favorezcan a los
beraban desde las paredes de la grufa, cayendo y derram.rínc)ose hacict
adelctnte y hacia atrás, mientras que las voces más débiles se mezcla-
ban con el bajo en un contrapunro ran etéreo que potenciaba los senti-
dos. uno por uno, los hombrcsformaron una hilera detrá.s del anciano
y sus cuerpos parecíanJlotar al ritmo del baile mientrcts éste los condu_
cía alrededor de las lámparas.
lir naturaleza de los clioses en los que creemos y en la vida después de la
Fasado un rato,la danqa adquirió un nuevo ímpetu, desarrollan¿lo
un ritmo cada vez más rápido en cada ronda snces,iva mientras los nlucrte que deseamos, pero no es esto 1o que hace posible la reiigión
hombres se impregnaban del ritmo de la canción. El sudc¡r comenzó a o l¿r creencia religiosa.
correr por sus cuerpos y de pronto la gruta parecía despedir calor. El
esfuerTo de la danza hacía dificil continuar cantanclo, pero el artista
sabía que debía hacerlo. y gradwalmente, con lafatatidád de los gran-
des misterios, lct danzay la canción comenzarían a obrar ,,
*ojío. Ét
sabía qwe el momento llegaría pronto.
Y a'íJue. La primera ,señ'l.fue la densidad dal. tíqu.ido que
ligirin cn la historia humana?
Lc .h,.-
rreu.ltu ytr el. pccho, rlctrut,;irtdo ¡tt,,stttkt
.v ¡x,,qu.jo¡o l)(ttrr ,\,;r ;;udot. Ltt
brutt«lxt,\(ut,qr( dt ht nuri?.. Y ltt tttb<,i.tt
l¡(u.t,t.fut (t l)tutl() da as,lollttrle y
162 La odisea de la humctnidctd Así l'tabló Zaratustra l6'l

En la casa de mi padre Eso sería pol'-


t.rr las antípoclas de lo que ahora conocemos como ciencia.
(y' en cslt:
hay muchas filansionesx rlcr cl rurnbo... El propósito de cualquier sistema semejante
proporci.-
sc,tido, es aplicabie tanto a la ciencia como a la religión) es
confuso.
Incluso una simple ojeada sobre la miríada de religiones quc h,y
crr nilr coherencia a un mundo de otro modo resultaría bastante
corrcla-
el mundo debería convencernos de que la religión sirve a objetiv.s
riruy Los humanos somos especialmente buenos para reconocer
con tanta el'i-
distintos, pero muchas veces igualmente importantes en la vida
clc lr¡s ciones en el mundo. Esto es lo que nos permite funcionar
seres humanos de las épocas más recientes y de la actualidacl. e acia a nivel ecológico, ya sea como cazadores
recolectores' pastores u
Esr¿rs
Sciencc,*
funciones parecerían ser: (1) dar coherencia al mundo en el que
vivi- l¡rrrticultores. Como he deatlado en mi hbroTheTrowblewith
mos (un esquema metafísico que explica por qué el mundo es las sociedades tradicionales muchas veces pueden
producir explica-
como cs,
lo que hace que Ie encontremos un sentido); ciones fenomenológicas sobre el mundo que son como mínimo tan
i)) nos permite sentir.c¡uc de utilizar esa in-
tenemos más control (a través de las oraciones y los rituales)
sobre Ios 5ucnas como las de ia ciencia moderna y son capaces
actividades econónli-
caprichos de la vida del que de otro modo experimentaríarnos; (3)
rc- lirrrnación con mucha eficacia para manejar sus
fuerua las reglas sobre cómo deberíamos comportarnos en c¿rs. Esto no debeía sorprendernos, dado
que todos observamos el mis-
sociedacl
(sistemas éticos y morales), y (4) permlte que una
minoría ejerza er r,. mundo. Sin embargó hry ,nu diferencia fundamental, como hem.s
mundo y s¿l-
control político sobre la población. visto en el capítulo 3, ántre saber que algo es el caso en el
Advierto dos prioridades bien distintas. una parece estar asociada l,:r por qué tiene que ser así. Esto último muchas veces tiene quc vcr
el mundo (las lo-
con intentar permitirnos hacer frente a un mundo que no siempre
es tan cOn las estructuras ocultas con las que fue construido
benévolo como desearíamos. La otra parece tener rnucho n-lás que ycs de la física, la química y la biologí a), y amenudo
nos.resulta opaco
ver
con el control social en más estricto sentido. t rrenos que tengamos las complejas herramientas de la ciencia moclor-
Investigar
No es nueva la idea de que ra reiigión otorga un marco unificador
ar r)a que ,rá, p".-itan sondear bajo la apariencia superf,cial.
mundo en que vivimos. Sigmund Freud, entre otros, supuso que,
en las tlcbajo de la superf,rcie, objetivo de la ciencia, eS muy interesante, Pcr()
pucdc
sociedades primitivas, la religión cumple el papel de la cienciu.){rnqr" no necesariamente nos ayuda a sobrevivir mejor. En realidad,
clcl stlr
los antropólogos contemporáneos se han resistido a esta interpretación, llcgar a tener efectos contrarios. como observa el pueblo s¿tn
muchas veces con firmeza (soLrre todo, porque tienen una gran
antipatía .1"7f.i"u, no tiene senticlo entrar a la guarida del lcón sólo pitrit vct'si
hacía cualquier ahrmación que sugiera que las sociedade-s tribales su cachorro nace con los ojos abiertos: el conocimicntg
inútil cttcsl¿t vi'
son
tlas. Dadas las preocupaciones más acuciantcs c¡tto ltls
primitivas, de segunda clase o inferiores intelectualmente c:¿tzittlot'cs t'Lrco
a las sociedades
<<científicas» occidentales), esta perspectrva merece
una buena reflexión, lcctores San tienen ., ,up"rvlvencia cliaria, cottsitlcritrfit¡t sitt tltttllt
"n si ol citclttlrl'tl lltl('c ('()ll
Lamayoríade las religiones da cuenta de la creación y el fr.lncionamiento c¡uc la ciencia es algo así como prctcnclcr sal'rcr
del mundo- Estas crónicas (piénsese en los reiatos sobre lils oios abiertos: una activic'lad intcrosantc, l)cro hitsl¡ttttc:
trivillt: irlritil,
la creación de
Sin curbargo, cl problorna tlc sottto.iittllc lilrlttit tlc coltttcitltit:lllo
la Biblia o en los mitos de la madre serpiente de los aborígenes t's
australia-
lit tllits¡t tlcr c0l't't'
nos) nos proporcionan muchas veces una explicación de pár
qué el mundo c¡uc lzr rncntc hi¡nana c¡ucclaría ¡rrorrto ¿tl'rrtlttt¿ttlit ¡rtlt'
funciona del modo en que lo hace y de cuár es nuestro papet tlc tloscUhril'clt cl tttttll
ér. Esto no l¿rcioncs ¿rp¿rrcnl,cmentc ¿tz,¿rrtls¿ts cltlc c:S c¿lp¿lZ
it itlgttttits tlt'
pretende sugcrirque las explicaciones cuasirreligi.sas "n
clc csrc tiposcan rlo. (ltlntar con una conco¡rciótr cltrc tló solttitltl ¿¡l lllr:l'tos
err«ineas O c¡uc clehatl scr coltsidcratl¿rs rtc scgurrtliicrrlcgoríir
p«rrc¡uc cslórr
+ I l.y tratluccirin castcllana: lt. l)unbar', El tnit<lo tt kt ciettt'üt,Aliiulza. M¡rtlritl'
* .lu¡rrr l4i'). (N, th'ltt l,) l()()(). lN. tfu ltt l.)
!64 La odisect tle lu huntanictad A.sí ltttl¡ltj /ttt'ttltt,slttt I(,'t

ellas reduce mucho el terreno cognitivo: hay c¡uc rccorrllrr nr(,n():,i (.()s:¡, r r'.r (k. lrr cx¡tcl'icrrci¿r: ll«r ¡'rut:r-lcrt alc-jetrsc lo sLr I'iciclttc cotl)() ¡titt'lt vt't'llt
porque los fiagmentos pueden rieducirse de unos c¡l¿ut[()s tlc ollo rn«lrlo quc r:on)o st-tsl s;cntidos les indican.
¡lrirrr.i¡rios l1i
sicos que nos proporcionan una coherencia explicativa. ljl l'or rru-ry bencf icir.¡su LIuc sea esta capacidad quc toliclllos, ll() cs,,il'll
¡trrnto (.s (llt(.
no importa en realidad cuál sea esa concepción o en qr_ré nrcrlitlrr rt.l'lt. Irrillr: rluy proirto noS Vet'itos obligadoS aenfrentarnos al ht:chtl ittctle s
je la verdadera realidad subyacente del fenómeno del rnuncle, Ir¿¡.¿t sr.r. liollrrblc: dc que el rnundo no es un lugar donde la supervivcrlci¿t scit l¿i
útil, sólo tiene que dar sentido al mundo que expei.imentamos, rcl¿rcir- t il. Nr¡s trrro.ja conslaniemenie acontecirnientos y circuttslltttciits t¡ttt'
nando los fragrnentos aparentemente independientes en una lrigicir irr- (.s( ¿tl)¿r¡l a nuestro controi. Nos abruman las crecidas de los ríos t> tlltit ttttt
terna (y también externa) consistente. En algunos aspectos, cu¿urto rn¿is rurrl¿r rlc cle f'antes, nuestras alcleas Son SaqLleadas y nuestlos ¿tltlritccllcs
sencillo y fácil de entender sea esa concepción, mejor. Foco se ganerría cor-r rk,s;rlt¿rstecidoS por merOdeadores humanos de la montaña, las e tlf'ol'lttc-
una explicación demasiado compleja o difícil, plles así, desperdiciarí¿r- rltrtlcs ¿rtacan a nuestros niños sin avisar. Con mentes y almas tall scltsi-
irros un tiempo valioso, tratando de comprendenia, que porlríamos apro- livlrs c:omo las nuestras. e s'ros acontccimientos no son fáciles dt-: tolcl'¿tr:
vechar en recolectar alimentos o encontrar parejir. t.l rlot«¡r de perder a un ser arnad-o siempre es insoportable. Ncccsit¿ttllos
si nuestra visión del mundo, como han sostenrdo algunos antro- t¡rrc ulgo nos permita enfienlarnos a éi, que mantenga nuestros cspíl'ittrs
pólogos, es un reflejo de cómo están organizacias n¡-resrras sociedades, tlul'rulto el tiempo suficiente coirlo pa-ra sobrevivir al desastre y cspcr¿ll'
está bien mientras nos proporcione una base útil para organizar nuestro r
¡rrt: los tiempos venideros seztn mejores. Si no fuera así, sucumbirí¿tttl«ls
conocimiento. A dit-erencia de la ciencia, la religión no necesariamen- lilritlarnente al desatriento y la desesperaci ón y qterríamos renunci¿tr'¿r lrr
te pretende danlos la respuesta exacta, sino, simplemente, una respuesta v ir lu (como a veces hacen quienes se hunden en una profunda congtljtr).
que funcione para nuestros objetivos cotidianos. por supues[o, sigue lll sisterna metafísico y el poder de ia oración que da Ia religirirl sc
siendo cierto que, cuanto rnejor reflejen nLlestras teorías la realidad sub- t.onr[-rinan para clarnos ia fuerza suficiente para atravesar estos dolot'cs.
yacente dei mundo, mejor funcionarán (en términos de permitirnos pre- Sc sucle decir que los reiigiosos parecen más f-elices que la gelllc (ltrc ll()
decir o controlar el futuro) y más exitosas serán, en consecuencia, en ticnc este tipo de creencias. En realidad, hay muchas pruebas ctnpíriclts
nuestra supervivencia diaria, pero, como suele suceder en la vida real, la ¡r;rnr sostenerlo. Las personaS religiosas, en general, stll'rctt cnf'crtltctl¿t-
tos marginales nifica q tlt's lrcntales o físicas en menor medida que los tto crcycltlcsl ittlctttiis,
que ya no vald r más ti r.'rrlrndo ]eS sucede algo malo, las perSonas religiosas sc rcctllx:l'illl llltl
esvelar la reatri En las ¡lrrl más rápido de las enfermedades o de un trat¿tlltictllrl iltv¿tsivp (t'¡ttltr
tradicionales, funcionará cualquier cosa que cumpla con esto. rmu operación quirúrgica o ia quirnioterapia). tJn lnolivo tlclx'tlt' s('t'(ltl('
Latearía de la mente, y las formas cognitivas más avanzadas que sit:lttcn que tienen más control sobre las circultsl¿tncilts t¡ttt' los it('()s¡tlt:
sustenta, nos permite alejarnos del extremo del mundo y preguntarnos l)ios los guarda, suceda lo que succcla. l,it cx¡rrcsitill isliitttit'l¡ ltt,tlntllttlt
por qué tiene que ser así. sin esta capacidad, no podríamos hacer cien- («lliigase la voluntad de Dios») cs lllL:nos Iirlirlistlrtlc lo t¡ttt' los t't'islilt
cia con tanto éxito, ya que la ciencia requiere que seamos capaces de nos ¿rslrmen: signi[ica que I)ios s¿rhc lo r¡ttc ltitcc y (luc r.ic cttitlit tlt't'llo.
preguntarnos si las cosas podrían haber sido de otra manera, de imagi- Scguramente no es una casualiclacl c¡uc cirsi ltxl¿ts lits t't:ligiotttts l)t'ottt('
nar algo más en o más allá de las cosas. sólo clando este paso podemos lL'n il sus fieles que ellos sólo clltls-- solt los «clcgitkrs tlc: l)irts", 8¿t'
preguntarnos por qué tienen que ser como son o si -y
l;ultizírndoles la satrvación sin importar Io cluc succcl¿t colt l¿t sr:gLtt'itlittl
¡]odcmos hzrcer algo
para cambiarlas. [,os animalcs, inclt¡so ac¡uoll«rs (lr.lc s()n llrn corrrplc.ios rlt' t¡uc el todopoderoso (o cualquier forma que tomen los cliosr:s) los itsis-
cotllo ltls cltittt¡ritl¡cós, tttt son ('irl)ircL:s rlc llirt't'r'lo. Silt los nivr:lcs ll¡1s lilri on sus dificultades si se alienen a los rituales y las oracioncs ttptrr-
¿¡llos tlc illlt:tlcitllllllitlirtl, ticltcrr l:rs r¡lu'it't's llrelirl:rs rlt'llt.lro cn llrs lrrrr-
¡rirrrlos. Y así alcanzafl ufia sensación de seguridad ante la advorsitlltl.
166 La c¡disea de la humanidad
A.sí hubló Zrtntltt,s!t'tt 167

El opio de los pueblos diarialllclt-


rrt,s ¡lluctican cjorcicic'rs l'ísicos con regularidad sometiendo
t(' su cucrpo ¿luna tensión baja pero repetida, también estátl ¿tcostulrl-
Hay, además, un aspecto biológico más prosaico cle la experiencia reli-
giosa que ha surgido durante la d,écadapasada. Muchas ¿é tas prácticas
ll irtkrs a su propio sistema de producción de endorfinas. La fiecucnci¿t
r.on lu qLre lo estimulan es tal que se vuelven adictos a moverse: cuancltr
que las religiones imponen a sus seguidores son actividades que
tien- llo ticnen su dosis de entrenamiento diario experimentan los mistlros
den a ser buenas para estimular la producción de endorfinas en el cere-
sinlolnas (aunque en una forma más suave) que los adictos cuando stllt
bro. Las diferentes tradiciones religrosas, por supuesto, han puesto én-
fasis en distintos tipos de actividades que consiáeran apropiadas para ¡rrivados de sus opiáceos: nerviosismo, irritahilidad e intranquilidtrd
lrrstu que no han conseguido su <<chute>>.
la observancia reiigiosa, pero es cu,oso que tantas hayan puesto énfa-
sis en infligir dolor o esfuerzo físico, o ambos. Entre eilas, el ayuno,
l,as prácticas religiosas parecen estar diseñadas a tal prop(lsittr
la
danzau otros movimientos rítmicos (piénsese en las oraciones rítmicas ¡ltrra clarnos Ia dosis de opiáceos que nos hará sentir mejor para enl'rcn-
y entrecortadas de los j udíos qüe rezan en la pared del remplo tlr'fros a los caprichos del mundo y, qaizá igualmente importante, míts
de Jeru- cn con nuestros vecinos. Talvezla producción de endorfinas asoci¿t-
salén, la repetición de las cuentas del rosario y otros mecanismos de []¿rz
rlir ¿r estas prácticas tar¡bién induzca al sistema inmunitario a una mayol'
oración parecidos), la flagelación y las dolorosas pruebas que se impo-
rrt.tividad, protegien<lo así el cuefpo directamente de las enfermeda-
nen los peregrinos (como recorrer las estaciones de la cruz clerodillas
rlcs y las hericias. De hecho, hay un paralelo interesante con el dea¡¡l-
o, en las tradiciones budistas y yoguis, en los largos períodos en que
de- lrrrlar que muchas veces observamos entre los animales enjaulados dc
ben mantenerse sentados en una posición difícil de aáoptar), ritos
de ini- los zoológicos. A pesar de que pueda parecer un síntoma de aburri-
ciación cruentos o fatigosos en muchas sociedades tribul"r, ei canto
rrricr.tto, se ha demostrado que estirnula la producción de endorf,tnas.
comunal (sobre todo en tonalidades sostenidas típicas del canto, pero
l,ura bien o para mal, probablemente ayuda al animal a soportar Ia fen-
también el canto de himnos de las tradiciones evángélicas de la Cris-
s i (rn del confinamiento.
tiandad), el canto de ritmo intenso y repetitivo de la iradic ión qawwati
Tan penetrantes son semejantes prácticas que en ocasiones han sido
del islam sufí, las largas horas que se pasan encerrados en los servicios,
lir ¡-ricdra de toque de muchas Sectas, que han construido sus identidadcs
la montaña rusa emocional que inducen los predicadores carisrnáti-
sobrc ellas. La más famosa es probablemente la de los autoflagelantcs,
cos... La lista podría continuar.
Todas estas prácticas imponen niveles bajos pero constantes de es-
un movimiento que nació en 1260 en la región de Perugia, ltalia.
(irupos de cincuenta a quinientos penitentes marchaban de una ciudad tr
trés en el cuerpo, y es precisamente este tipo de nivel de tensión
baja y
persistente lo que resulta especialmente efectivo para estimular ¡rucblo a otra, deteniéndose en cada iglesia para azotarse con látigos
la pro- cn Llna ceremonia muy emotiva y cuidadosamente orquestada que atra-
ducción de endorhnas. A diferencia de los sistemás de control del dolor
neuronal (preparados para hacer frente a grandes dolores inducidos .jo un enorme interés como espectáculo público y que cosechaba mu¡-
por una herida real), el sistema de endorfinas está especialmente chos erdcptos, tanto ricos como pobres. Las heridas que se infligían erall
con- rkrlorosas y severas, por lo que el movimiento tuvo una duración relati-
cebido para permitirnos hacer frente a este tipo de malestar producido
por una larga tensión sufrida por el cuerpo. Los comedores de
v¡rmcntc corta. A pesar de su brevedad, experimentó un fuerte resur-
maratones, ginricnto un siglo más tarde, cuando la Muerte Negra se extendía por
por ejemplo, tienen mucho que agradecer al sistcma endorflínic.,
litrropa entre I 347 y 1348, en 1o que se convirtió en un intento deses¡ro-
dado que es lo que los mantiene en pic a pcsar.clol d.l.r y cl cansancir.
lrrtkr y cquivocado de desterrar ia enfermedad a través de una expiaciírrr
En realidad, probablcntclllc cslc sislctn¿r scir rcsl)onsahlc rlcl I'c¡t'r¡rorrg
r¡ri¡siva de los pecados que se asumía que habían provocado la pestc; al
que los ctlrro<ltlrcs tlc litrgits disl:utci¡rs ll¿rnlirn «st:¡grrrrrlo vir:nlo». (]tric-
ntr:nos, hasta que se descubrió que los grupos de penitentes itinerantcs,
l68 Lo odisect cle La hnnanitlac!
,4.sí habLó Zarafu.vrra 169
en realidad, ayudaban a extender Ia praga de
un Jug.r., o1r.o, momen-
to en el cual los pueblos copJeilzaron a oponerse rnisrrros) y mucha actividad generalizada en el hemisferio derecho. Como
a cll«rs.
En la R.usia ortodoxa, las sec Itrnrl¿unento de esta prueba, se ha argumentado que las prácticas menta-
los Slcoptzy (mutilantes) querían a It's cuidadosamente orquestadas (técnicas desarrolladas por los místi-
a través del dolor físico autoinf-l t'r¡s rlc todas las religiones.¡ consiguen que los adeptos logren desactivar
ban por la autoinmolación (o, e un grupo de neuronas de la parte posterior del lóbulo parietai del cerebro
ción de los pechos), esta rama d (nr¿is o menospor encima y por del"rás de la oreja izquierda). Una vez que
Khlysty tuvo una historia larga: habiendo surgiclo ('slas neuronas están desactivadas del control del resto del cerebro, libe-
hacia 1360, toclavía r':ur una serie de impulsos a través del sistema límbico hacia el hipotála-
existían como una secta semiherética en ei u"ro
d" la Igiesia ortocrox¿l en
tiempos suficientemente recienfes como para que rrrtl, que entonces establece lazos comunicativos con las áreas de atención
el <<monje loco» Ras-
putín (el causante de la caícla en desgraci, a" tlc I¿r corteza frontal (que ha sido responsable del bloqueo de las neuro-
r, buena repLitación de los rr¿rs del ióbulo parieial) y el lóbulo parietal mismo. Mientras se constru-
Romanov) se los encontrara cuando visitó el monasterio
de varkhoture yc cste ciclo, se ilega al bloqueo de las neuronas del sentido espacial y
en la década de l890. Estas prácticas tampoco
son excrusivas de Ia cris-
tiandad- Ei islam tiene sus propias vers¡ones en sc gcnera una descarga de liberación extática en ia cual parece que este-
ras sectas derviches de
oriente Medio. Los rituales anuares cre ros chiíes en nros unidos a la lnfinitud de] Ser, muchas veces enunflash de luz cegzr-
honor cler martirio rlora. Por razones obvias, a este grupo cle neuronas clei lóbulo parietai se
del imán Husain y su famiria en Kerbala son un
contundente ejemplo de
esta tradición.r Durante sus ceiebraciones, lc l-ra daclo el nombre cle «punto de Dios».
los hombres se ponen en fila
y se cortan el pecho ríimicamente con cuchillos Sin embargo, la explicación de este efecto pueda ser otra que la quc
o se flagelan la espal_
da desnuda con pesadas fustas hasta que corre str¡rusieron Newberg y D'Aquili. La pista radica en el hecho de que t:l
ra sangre, mientras que
las mujeres qtle los acompañan gimen y se lamentai-i lripotálamo está involucrado en el circuito. El hipotálamo resulta scr
en rnetnoria de la una zona del cerebro decisiva en la historia de los opiáceos, pues cs el
terribie suerte que acaeció a Husain enel año 680.
sin embargo, en muchos sentidos estos ef-ectos opiáceos sitio principai desde donde se liberan endorfinas al cerebro. La descargu
no son más tlc una suerte de <<nada pacíficar> que sobreviene en el punto m¿is ¿tlto clc
que el premio de consolación de Ias masas.
I-os verdaderos adeptos ob_
tienen mayores beneficios. Fiace apenas una l¿r rneditación puede no ser más que una oleada de un conocido o¡riiicoo.
décacra, Andrew Newberg
(un neurocientífico) y Eugene d'Aquiri (un lil punto importante de sus descubrimientos, sin embargr'», cs c¡ttc cslos
aniropórogo) descubrieron
que 1os individuos que arcanzaban un arto gradá cl'cctos pueden ser provocados por los adeptos por aulocslirt¡ttlitci(rt
oe Exíasis rerigioso lncntal. Curiosamente, las experiencias de los míslicrts tlc cslc ntontr!lt.
(como el que se adquiere en e r punÍo culminante
cie la meditación)
muestran patrones de activación cerebrar muy to (la difusión de la mente en una luz cegatftlt'¿r, l¿t sonsitciílt rlc csl¡tt't't¡
específicos. Los esaáne_ p¿lz y ser uno con Dios, la ilusión cle c¡uc la ruonlc o cl ¡tltt¡it ¡th¡r¡ukrll¡u¡
res cerebrales de individuos en este estado
registran niveles muy bajos
de actividad en una zona der róbulo parietal cl cuerpo y se clevan sobrc ól) son iclórttic:¿rs ¿t lits (lu(: ocurt'cn c:n nlonlcn-
posterior del hemisfe rio iz_
quierdo (el área más responsable der sentiáo tlrs dc proximiclad con la mucrtc. Sc crcc r¡ttc cslits tiltirrrits son rc:sulll¡tkl
espacial sobre nosotros
tlc una hipoxia ccrcbral. [Jrra posihlr: cxplicrtcitirt ¡litrir l¿rs vcrsiont:s
nrísticas de estas oxperienciils cs quo los ack:Jrlos h¿tn tloscuhicrto ultit
. l' lJusain lirc cl scgunrlll hilo tlcl califir Alí (hiio tlcl ¡rrori'lir Mirh«rr¡1), y los chiícs
Itl co¡rsitlcrr¿tll lcgítilrto llt:l't:<lc¡rr rlcl l)rolcl¿r,
t¡llncra cie inducir la hipoxia cerebral, quizá incluso oric¡tlacl¿t it ltrc¿ts
I lr'rs,rirr lrcrctIi cl er¡lillrt«r ir l¿r nlt¡crl. tlc c:lrrvc tlcl cerebro.
stl llc¡'t¡¡itt¡«l lll¡lyor, I l¡ts¡tlt'
¡rt'trr lc rlis¡lrrlitnrrt t'l t'rtr1i0 y til .y rrrrrt.lros rlt.srrs t.oril¡lirt)c,-
rrrs litcnlt ¡t titsirt.n¡tkrs r r r¡is lirtrlt.. lin rcsumcn, los místicos han encontrado el secrcto dcl ullivcrso.
( 'orrl rirri¿r n)cntc a lo q uc sostcnía Douglas Aclams en 'l'he H itchh ike r',¡'
170 La otlisea ¿le lct humunieltLtl
+
I4 Así hctbkl Zarttlrt'slrtt I / I

Guide to the Gttluxy, no se trata clel nú¡nero 42. si¡<t rnlis lrit.rr rlt. l;r
pacidad de autoinducirse una o]eada cle enclorfinas.,r, l,,l rcsto tlt.nrr;o
tros, simples morfales, tenemos que conformarnos corl nri¡n(.rrs
prosaicas de estimulación física para conseguir los nlis¡llos
grados de intensidad mucho menores.
t,lr

nr;rs
t.li'r.t,s r.r »rr
+
*
Srr lraLa, por supuesto, de datos estadísticos, así que no dcbe pcllslll'
,,('(luo toclos los miemhros de una familia numerosa tienen la vidl llr¿is
lrrt il, aunque sea cierto que en promedio resulta así. Pero los tcstiltto-
rrios cstán allí y son bastante contundentes. Los índices de mortalitl¿rtl
r lt. los primeros asentamientos europeos en América del Norte tamhicil¡

t.slirban relacionados con el tamaño de los grupos de parentesco. lirl

Comunidad y sentido ctre pertenencia


'J¡
r¡ t.l l'rruroso asentamiento de Plymouth, Virginia, de los colonizadtlrt:s
,lt'l Mayflower eD la década de 162A, ios índices de mortalidad dul'¿trt-

+
tc cl primer invierno fueron significativamente más altos entre los clttt'
Por muy importantes que puedan ser estos f'actores psicof .r-rrr¿rt.rlri Ilrhí¿rn iclo solos que entre los que se habían instalado con su familia- lrl
gicos, hay otros beneficios que se despnenclen de participar
en ,¡r ,rrvi
'¡ rrrrlice de relaciones establecidas con los demás miembros de Ia coloni¿rl
miento religioso. Quienes pertenecen a grupos retrigiosos organizrrtrrs r.rr rle 0,8 para los que sobrevivieron, pero sólo de 0,2pata los quc ttltt-
son, a la vez, miembros de una comuniclad y éstapuede riegar
, ¿L scl- ir -
tensamente solidaria. Los miembros de éstos, sienten que pertcrcccrl
a ellas. Hay gran cantidad de pruebas que inciican que la
'+
*t'
r('r'on durante aquel terribie primer invierno.
I)el incidente del grupo llamado Donner Farty se desprende una lris'
tor irr similar, un acontecimicnto legendario de la historia popular dc l'.s-

f
capacidacl tlc
la gente de resistir enfermeclacles y sopofiar los muchos traumas clc trrtlos Unidos. El Donner Farty consistía en 87 hombres, mujeres y niitos

#
Iu
vida está directamenie relacionada con el tamaño de su red social. (lu(: se instalaron, en abril de 1846, en veinte vagones de tren cubicl'-
Urr
estudios exhaustivo llevaclo a cabo en Newcastle, Inglaten-a, t()s (lue salían de Springfield,Illinois, rumbo aCalif'ornia, donde prclt:tt
cincuenta demostró que, incluso en las sociedades industriares
en los añ,s

# rlí;ut iniciar una nueva vida.,A causa de una serie de retrasos desafirl'ltl-

+
moclcr-
nas como Gran Bretaña, los niños cle familias numerosas
sufren merios lr;rtkts durante el trayecto, llegaron a los pasajes de las montañas clo Sicr-¡'¿l
dolencias y mueren menos que aquellos que provienen de familias
rn¿is
Ncvada mucho más tarde de 1o que pretendían y les sorprencliti la nicvt'
pequeñas. un estudio sobre una población rural en Dominica. tlt. gctubre a bastante altura sobre el nivel del mar. Incapaccs tlc ¿tv¿lllzilr'
mar Caribe, ha arrojado resultarlos similares.
en cl
¡rf. t I l'ctr«:¡ceder, hicieron todo ]o que estuvo en SuS manos para vL:ll('('l'cl l'l'i
r.

* Guía del auloestopista gctláctico: se trata cle la comedia para


cida de este escritor y guionista británico, transmitida po. pri*".u
radio más rcc.r.-
¡+ ?.. Enesteestudio,elíndiceclerelaciónfuemediclot:otttt¡l;t
r ¡ rs tlc relación entre el individuo en cuestión y t<ldos los tlclltlir;
sltlrtrttlt lotlo''lo', I't:t
lltlt'lltlrt, r'. r lr' l:t r olt '
vez en r97B ¡l«rr ú)
Ir¡r: cstamos relacionados con nuestros padrcs, ltiios lrt'r ttt:ttt()', ('ll tlr¡(1,'r, ()ll llllt '.
BBC Radio 4 en el Reino Unido y que sería más tariie publicacla y (
en una serie clc cin-
co libros en una versión editada y extendida. En la serie,
razade seres multidimensional e hiperintehgente construyen
unos exploradores crc,,a J¿ tt's tlietos, abr-relos, tíos y tías, sc¡brinos y sohritt:ts y lttt'tlios ltt
¡¡(.str()s prilttqs clt un 0, l2-5, c:tctrlcr-it lislos vltlo¡ r"; (t oltrrt
lttt:ttto:,
ltlo:, (
t'll
t,lllo
llllO.
r ot
'''. t oll
llt lt'lllt
miento profundo»), el segtlndo mejor ordenador cle toclos los
que revelaría el sentido de Ia vida, el universcl y
Deep Thought («pcnsrr_
tiempos, una rniiquirrir
todo lo demás. Después dc sicrc rrri_
¡#r r t.ltrr.i1¡¡nl») rcl'lciirrr ll ¡lr-ohlrhilitllttt tlt't ottt¡rltt l it tttt 1','tr ¡r;tt
l t, ttl;tt ¡rr tt t[",,
rlt.rrtt i¡tlcJtztsltlo colutirr, tltllo t¡ttt'ltt'rt'tlltlllos llt ¡ltillrtl tlt'tttlt'sllr)s,'r'll('', rlt',:t,l:l
( lr(l( ll( l,l

llones y medio de años meditando ra preguntr, o""p Thought


>+t rrr¡¡ t[' llttcstl'os ¡¡ttlrcs (o, itllt'ut:r(ivlunt'ltlt', t rrrllt ¡lto1'1'¡¡i1()l l):lsll l;t ¡llllltrl (l(' sll lll('

h
anuncia ra rcsp.rcsrir:
l,¡ 1,,',,.;,¡a,, ¿¡ cittllt ¡ll9 rlc s¡s tlcst't'rttllt'lrlt's) lll r'rx'llt'it'rrlt'lt'l;tt i,tttltl t ottsltlttyt'
(<Cuarenta y dos». «-¡Cuarenta y l;t
clos! Loonc¡uawl . ¿,llso cs lgt¡r I¡ t¡rrc
tienes que decir tras siele milloncs y rnccrio -exclamó rlt' llr lriololt,rlt t'volt llivlt lt't l¡;t, llt lt'r
¡,r,.r lr;r tr¡grrlirr r[: urto clc los ¡.lilur-cs cr:tttlrlcs
l t ¡ot r
crc irñrs trt' (r'irrrrrj.'/
hc cont¡trrthitrkr l¡riltucioslulrc¡li. tlijtl t.l 6rrlt.r'rtl.r. y r r,r tlt. llr selcccitilt llrrrriliar, cl l¡rocaltisnrr) (luc n()s ¡rtctlis¡rottt'lt s('l ('slx'( iltltltr'ttlt'1it'
-l-o llt t'cs¡lttcsllt ('lt'o t¡ttt' t'l
l-titivitltlclllt:
slrllitlorrr¡rrt'i¡t.rlilt.sllr ¡rr t.1,¡¡¡¡¡;r.(N rlr. lrt I )
, tisir t,s t.ltsi rlt.li
¡rrolllt'rrrr, l)il;r s(.r lr,rrt.sl,s, r.s t¡ttt. rr¡ lr;rllt.rs
-P
¡{-
||r't(,1,()s ( ()¡t nltt.sltl)s ¡lirricrttcs. l'ar¿r un¿¡ cx¡rlicrrcitirr t¡rt'is ttellrll:rtlit, trrllstillt'st't tl:tl
r¡rrrr r lilrto tlt. lt'xto sobl'c: ccoloS,ílt rlc cotttl-l<lttrrltiollto o ¡lsitologíit t'vttlt¡liv:t

ab
172 [,a od-isea cie lu humanidad
Así hablri Zctratu.strct 17-j
Fara cuando llegó la épocade deshielo,
en abril, cLr¿u.cnr¿¡ nrit.rrlr¡.rs
(casi la mitad) del grupo original
habían muefio conro rcst¡ltir«kr rlt, lr¡s
r.i
¡r.rtt'rrt'rrci:r al ¡¡rupo como compartir el mismo dialecto. En realid¿rcl,
gurosísimas condiciones que se habían t u;u¡lo rniis exigentes sean las prácticas, mejor ponen de manifiesto el
visto forzaciori ¿r s()r)or.r,r.,
un número desproporcionado de aquellos r)(.r.() t rrrr¡rlonriso con el ideal común. Ese sentido de pertenencia adquiere
que murielr)r'r L.l.iul lrr¡rrlrrr,s
jóvenes que viajaban por su cuenta urur ilrlcnsidad embriagadora cuando se centra en una flgura carismá-
y, a su vez, ünnúrne.r rrcs¡r*r¡rr.t.i,
nado de los que sobrevivieron eran tr( ir ('oncreta. Bajo esias circunstancias, la impaciencia por sublimar
miembros de un grup. firrririr¡r.. r,.s
adultos va ilil('slr()s deseos personales en la comunidad muchas veces genera un
por trrt t)r'or¡r('
dio de g,4 i1::]tp,oados t or rrbi llado explosivo.
mlentras que los hontllr.cs r¡rrt.
murieron 5,4 de otros individuos. Srilo
tres de los que habían cornenzado cl f r.iryct.
to en S
viajaba
dediez
J:::T:;*#:T#H;fllIJlI;j:,:
LI
El vínculo comunal

li de noviembre de 1978, a petición del reverendo Jim Jones


e las mujeres que sobrevivicron. I
,923hom-
y el sentido de pertenencia quc cís_ lrn's, rnujeres y niños cometieron un suicidio masivo (algunos de ellos.
¡rrr cicrto, no tan voluntariamente) en el rernplo del Pueblo, en Jones-
,lli ÍJ k fl:il: : fi :;.*:i::, : li,T i
I
t()wn, Guyana, en [a costa norte de América del Sur. Jones, que llc§ri
rr rlcclarar ser Dios, se había llevado a sus seguidores desde Estados
vo en n ues rro s i sre ma i n m u ni rario, Ji:# ;S:i:.ffi:
.ll,XlXllX ilill- I lrritlos a Guyana porque creía que éstos iban a ser destruidos por elAr-
medades y enfrentarnos mejor a ros rrrr,lir:clón, aunque que el FBI empezara a echarle el ojo fue el verdadero
caprichos de la vida. Las estadísti_
cas sanitarias en el Reino {-Inido, p nrotivo de aquel traslado. La inquisitiva visita de un congresista csta-
de depresión psicológica está direc r lr »u ll idense a Jonestown (y su consiguiente asesinato, presuntarnentc ¿r

las redes de apoyo familiar. El pape nriuros de cómplices de Jones) aceleró el desenlace del movilnicnto rtcl
veer esta misma sensación de comu ll'rrr¡rlo del Fueblo: la presión aumentaba y probablementc .loncs no
vio. No puede ¡rtrtkr ver otra vía de salida.
tcton crtstlana, sc
hagan ráf"."r, Acontecimientos semejantes no son tan infrecuenrcs. A l'ill¿rlcs tlt.
da la iconogral.íir
de Dios Fadre It'h¡'cro de I993, David Koresh y por 1o menos 73 nriornhnrs rlc su llilr,
de <<padre» corllo
títu10 hon .rrfqo
curas, ue los liberales Llti_
sitr tlc los Daviclianos cometieron suicidio masivo rlur'¿urf c trr irlirt¡rrt, rlr.
lizan los t
brosdela i::# :::1,T,,,1:1jli1x
llts l'ucrzas de seguridad norteamericanas a su firrt:rlrrzll rlc Morrlt. ('¡rl
nlclo, en Waco, Texas. En la misma décacllr, ¡ror lo nrcnos ollrrs llt,s ¡1r'rr
eligioso debió de evolucionar p¿lrÍr ¡lrs tle individLros pertenccicnIcs A osr:u«¡s cullos rcli¡,iiosos tk,l rlÍlr lir¡rrl
los grupos familiares extendidos, tt tt(w age cotttcticrtln su iciclio volu lrl¿rrio clr ('irlilirllri¡r. Su izir y ( 'trrrirrlii.
o durante la mayor parte dc nucs- ¿,QLré cs lo t¡ttc hacc posiblc (lr.rc Lrl lrottrbrc (y crr ll rrriryor'í:r tlt. los
('llr'ios, ¿tunquc tltt en todos, sc lrata rlc un h«lnrblc)
¡rc:r'srr:rtllt ir ollos ¡lirlr
ncnc i a' crttt ¡,.r1 i * n nr i s, n. pu n r o ¿1 ffi I§" ffi:ili,'J Í,l,iillii li; r¡ttt' lo sigan hasta el abisrno y rnlts all¿i'? Si f'ucl'an c¿tsos cxcc¡lt'iorur-
c¡ttc ¡lttctllt l)illt)('cll ttlt cottittttlo tlt' nrlrr¡lirs :rlirnt.lll icirrs, It's t¡trizii podríamos quedar satisf'echos hablanrlo clc l¿r krcrn'lr tlc irlgrr
rilrrlrlt:s y
¡lr,lri
hit'iot¡cs tlc t'tlttt¡xrt'litt¡¡i,'l¡1,, rros r» (lc la autodestrucl-ividad de cualquicr Juana rlc Arco,
¡tut'rk'st'l l:ur irrt¡lollirrrlt: (.()¡r() irrsigrriir rtt. ¡rcro lir lr.lr
¡it'tliit tttolñcntiinca clc tales acontecimientos cs sólo la pu¡rl¿t rlc un
175
174 La odisea de La humunidad A'tí h¿tbtó
Zarttltl'strct

ceberg mucho mayor. F{ombres y mujeres de toclas lus ó¡r«rcirs lriur e:sl¡r-
1o dispuestos a seguir al primer flautista de Hamelín clLrc sL: cruziu'ir ('r¡
;u camino. Las historias de las tres religiones más grauclcs tlt:l lrtur¡tkr
rccidentai cristianismo e islam- están plagatlas tk: c¡rr\ori.
-judaísmo,
Ha habido una larga cadena de profetas y mesías judíos cltrr'¿urlc los
los últimos siglos previos a los tiempos de Jesús de Nazarel- y urtir list:r
gualmente larga de nombres hoy olvidados después de Cris(o. l')ttrr:
:llos estuvieron Simon Bar Kolchba (aunque algunos sostiencn c¡uc t:slc
tinguidos alrededores cle Victorian Brighton, se disolvieron con la muer-
íder guerrillero de principios del siglo u a.C. nunca hizo reivindicirc:io-
tc tlc sus fundadores, peto otras, como la de los metodistas, los mormo-
res rnesiánicas), Moisés de Creta (siglo v a.C.) y Sabbatai Zevi (1626-
nr:s o los cuáqueros, fueron creciendo hasta alcanzat sü propio apogeo.
1676), cada uno de los cuales atrajo a un importante número de sogtri-
'fampoco la tradición islámica es ajena a este fenómeno. Como
lores y tuvo influencia sobre una gran área del Mediterráneo oricnt¿rl
secuqla de la muerte del profeta Mahoma en el año 632 a.C., se proclu-
y',por su fama, rrás allá. Sabbati Zevi es considelado el último de krs
grandes profetas y místicos judíos: se declaró a sí mismo mesías, grztn- icrrrn lácciones entre sus muchos hijos y discípulos, 1o que llevó a la so-
eándose amplia fama entre las comunidades judías de Europa y Asia ¡r:u'rrción de las ramas s¡lníes y las chiíes (y al asesinato del imán FJu-
s:rin). Los chiíes esperaban la llegada de un mesías, el Mahdi, que los
Menor a mediados del siglo xvrl Aunque se convirtió al islam para eviLar
corrtluciría al triunfo definitivo sobre los suníes y los infieles. (El rccla-
;u ejecución a manos del sultán turco al ser capturado en Constantinopla
rno rnás reciente hecho a este respecto fue pronunciado por el jequc stt-
n 1666, su fama sobrevivió a su muerte en el exilio. Hubo al menos un
tllnés Mohammed Ahmed, responsable de molestar al general Gorclolr
ntento, en el siglo xvIU, de revivir la secta que él había creado.
t'rr .lartum, en 1885.) El siguiente milenio y medio ha visto la emergon-
La tradición cristiana tiene su propia partida de mesías autoprocla-
cirr tlc numerosos cultos, amplios y reducidos,cada uno centrado e n un¿l
nados. muchas veces no siempre- asociados al inminente
-aunque
.rn del mundo. En ia Europa premedieval, el <<Cris[o de Gévaudon>>, en
sola f igura mesiánica y cada uno con sus propias tradiciones y crccttc:i:ts.
lJlrrls creían en la reencarnación, otros en la libertad scxr-r¿tl ¿rhsolttlit,
Francia, tuvo un ejército de tres mil soldados a su mando, pero fueron
rrt¡rrcllos en la capital importancia del éxtasis produciclo por ol tkrlttl' tr
fnalmente masacrados en 593 por hornbres que trabajaban para el obis-
ro de la región. Un siglo y medio más tarde, Albert de Soissons, que de- ¡xrr lu contemplación mística y los de más allit cn cl :rscsirtitlo lilttitl
('onlo detrer religioso.
:ía poseer una carta de Jesús, se declaró a sí mismo santo en vida y se
Ilsto nos conduce al tema central de estc cit¡lílttlo: ¿,¡x)t'(llt(i, (h'('ll
¡anó una cantidad de seguidores suficientemente grande como para
lrc toclas las especies del reino animal, la rcligi(rn f icrtt: liurlo ¡lotlt't so
rreocupar en R.oma aL papa Zacarías. La Europa del siglo xItr fue una
ipoca particularmente buena para los mesías. Eudo de Stella se decla-
ll'c la nuestr¿r? ¿Forqué, a pes¿lrclo ntrcslnr llrn rc¡ltttittkt ittlt'lt't'lo, stl
cunrbinlos roitcrad¿rmcntc ¿r Ias tlornirrttl¿rs tlc: l'¡trt¡iticrls re li¡iiosos ¡rl
:ó a sí mismo hijo de Dios. Tanchelm de Amberes, después de una gira
rredicadora muy exitosa, comenzó con esta misma modesta reivindica- ¡rrrrrlo clc cntrcgar nucstra virl¿r crt ¡tolrthrc tlc itt¡ttc:llo t¡ttr: lt ojos tlt'ltr
rkrs los clcntlts os una obvia l'iccitin'/
:ión (incluso tenía un círculo íntimo de doce discípulos), pero termin«i
l)cor aún cs que muchas vcccs cstontos clis¡rtrr:sl«ls ir nrirsirc:l'¿tt'¡t tlc
liciendo que cr¿r Dir>s cncarnado, lo cu¿tl sin cltrcl¿r lc dio el coraje ncco-
('('n¡rs clc rniles de compatri<ltas (ya no cligalrttls clo itt¡ttcllos c¡ttc ¡lct'lc-
iari«r ¡-rala ant¡¡rrriirr sus r:sponsirlc:s con lir Vil'gt:rr M¿rr'íir, fi'onlc a un¿r cs-
rf L'('L:r) a otra raza o nación) por el simplc hecho dc c¡ttc lcltcl)¡os ¡¡'QL:l)-
rcc:irr tlc t:slirluir sir¡lr':rtlir eliliirlrr l)iu¡r su r'or¡sollt:. (:n un¿r rrrlrgrrílicir cc-
'r:nrorti¿r ir lit t¡ttc:rsistiri unir t'itrs rr:ligiosas distintas. La religión se ha visto involucrad¿1, corlto I'tterrzlt
lllln t'ort¡1rt'¡.iirt'irirlrk'l'it'lt's irrlc¡rlos.
176 Lct r¡di..¡ett tle l.a huntctnidad A.sí ltubló Zarutu,;fra 177
instigadora o, en consecuenci¿1, como justificación, cn Iilnr()s rlt. l¡s
lc Lm milndo qur: no es el que vemos, lo que significa que ya en sus ttrí-
conflictos de la historia de Ia humanidad como para clctouc¡-nos rr rt.llr. gcncs entra en -juego el segundo nivel de intencionalidad de la- teoría clc
xionar un buen rato. No poclemos desestimar estos aconlcci¡rit.rrles l¿r urente. Como inciuso los simios apenas pueclen aspirar a este nivcl,
como ejemplos insignificantes cle locura ocasional a la clLrc nucslr.¡r r.s
¡rrobablemente no la encontreinos fuera de la familia biológica inmo-
pecle se ve a veces expuesta, como iampoco podemos dcscslinll¡r.t.l
tli¿rta a la que pertenecemos, pero sospecho que la religión aún es cog-
comportamiento de los chimpancés machos de Kasekela conro si l'rrc,
n i tivamente más exigente.
ran una abenación del idílico mundo del bosque.
Fara poder practicar aiguna religión, tengo que creer que exisf c
Este sentido de comunidad irumina el se_{undo par de funcioncs t¡trt.
rur lnundo paraielo habit¿rdo por seres que Lienen intenciones sobre Ias
parece tener la religión, Ilámese la función coercitiva que ejerccrr
rrrLr_ cuales es posible ejercer influencia mediante ias plegarias. En otras pa-
chas veces las religiones estatalizacias. En el contexto á" ,n grupo
l)rr lrrhras, r:reo | 1l que existen dioses qre pueden l2] ejercer influencia so-
queño, las religiones parecen basarse fuertemente en reforzar las nonnas
lrrc mi l'uturo. Si estos seres tienen intenciones sobre las que no puecltr
de grupo, más allá de cuáles sean est¿rs normas. En comunidades pec¡uc-
irrl'luir, la religión no juega ningún papel: estos seres apenas se diferen-
ñas, como aquellas en las que hemos pasado la mayor parte de nucstr¿r
rrirrrían de los ríos desi-rocados o los volcanes en erupción que pueclcn
existencia como especie, la religión probablemente cumplía la funcit.»r
tlcstruirnos sorpresivalnente. I-a religión, para tener algún valor rcal,
crucial de prevenit-que los intereses individuales minaran Ia efectiviclacl
trcrrc que ser capaz de inf'luir en nuestro futuro.
de un grupo de acción coordinado. para especies socialmente tan inten-
Pero el segundo ni.¿el de intencionalidad es insuficiente para matl-
sas como las de los primates (y nosotros tenemos este rasgo
sobradamen- t(lcr Llna creencia metafísica. Si la religión tiene algún propósito útil,
te), la necesidad de controlar la perniciosa influencia clelos que se apar-
t'sl«rs dioses deberían ser capaces de entender lo que yo quiero, de lnotltr
tan del carnino, los individualistas (a menos, por supuesio, que resulten (luc parece que la religión preslipone un tercer grado de intenciort¿tli-
ser
líderes carismáticos), los que no cooperan y los que van por libre, se con-
d'¿tl'. c'reo [ ] que estos clioses pueden ser convencidos de qte aticntltut
vlerte en una preocupación crrrcial si el grupo se constituyó para garan-
l2 | rr lo qre deseo [3] y que, hecho esto, actuarán en mi f'avor.
tízarla supervivencia y la reproducción eficaces de cada miámbro incli-
Considero qLle esta explicación da cuenta de la evolucitin tlcl sr:rtlitlo
vidual. Esta presión parece haber sido responsable cle la generación de rcliqioso, es decir, de proveer los presupuestos cognitivos ¡titrit lctte t'
una mente predispuesta a consentir el punto de vista colectivo, especial_
st'rrticio religioso, creencias propias y experiencias tritscclltlcntitlcs ¡rcl'
mente cuando éste se expresa en ténninos fuertemente religiosos refbr-
son¿rlcs. Sin embargo, no es suficiente para explicitr cl scnf itkr ttli¡¡ioso
zados con un exquisito cóctel emocionar de música, danzay rituales.
La t'ornunitario, e] fenórneno a gran escala de rituitlcs y ('ontl)l'()ntiso ¡rtt
religión, en resurnen, evolucionó por el hecho de ser un excelente mec¿r-
lrlico, ¡rarte central de la práctica religiosa. l,ir rr:ligirin e rr slt lirt'tt¡¡t l¡tt
nlsmo para estrechar vínculos sociales y para hacer que los grupos fun-
rr¿ula no cs nada si no sc constilr.ryc c()nlo ¿tc:tivitll¡tl soci¿¡l: nos tt'ttttitttos
cionen bien trabajando juntos para un interés común. y estó fue lo quc
t.ll litrr¿tlcs y cloencias contr¡ncs ¡'ltrrir cortf ot'ruiu'unir t'olttuttitlltrl, lltt'¡r
condujo implacablemente a la evolución de una mente religiosa.
t'onscrguirlo sr: r.¡cccsil¿r, ¡rol lo r)lcrx)s, un cuiulo rtt'tlt'rt tlc ittlt'ttr'irltrltlitl¡rtl
(ytluiz¿í,inclttsrt,ttttc¡ttitt(o): .\'ul)()tt,rl()lllt¡trt'lti¡tit'tt,s'tt,s' l2lt¡ttt'yttt't'('t)
I lI t¡uc cxislclr tliosos tlttc ¡ttrrtltn l4l inl'lrril r'¡r nuestro l'ulttrrr (¿,¡rot'
El brillo de una vela solitaria (lu(' nos it¡¡t'tt¡tctttos tle
(
llt(, r'ollll)t'L:nrlt:n nucstrosl ¿/¿,,s«o,r l-5 | /). A n)r:nos
r.slt. llrrxlo (y lrlrstir quc no lo hirgiurros), rto klncrttos ltrligiritt, silto solr¡
l,i¡ tc«lríir tlc lit ltlclllc t's t'r't¡r'iirl ¡rirrir lrltkr t:slc trsrurlo rlt: l;r r.cligirilt. lilt rur;r crr.e nt'il ¡rcrsonirl. lls lir crccncia corrr¡rurlirlir lo t¡ttc lt¿tt'c: tlttt' lit l'c-
st¡s firrr¡irs r¡r¿is lxisir';rs, lrr lt.li¡iirirr n.r¡rrit.r'r.([r(.sulx)n,,.:ur¡os r¡rrc
r.xis. li¡irrirr st'it ltl (lttc L:s.
l78 La odi,sea de lu |tuttuniclad
Así habló Zarotustr¿t 179
Siendo así, resulta hasta obvio por qué los humanos y stilo los lrrr-
('¿rl)aces de interpretar el signif,rcado de las cruces y los cálices de la ico-
manos- tenemos sistemas religiosos. Sólo los humanos ¡lotle rrros irs
nografía cristiana. Corno sucede con el problema respecto a cómo dcl'i-
pirar sin problemas a un cuarto grado de intencionaliclacl. Aun ¿rsí, srilo
nir I¿i cultura entre los animales, una solución eS buscar objetos qut: n()
algunos de nosotros pueden llegar a un quinto o sexto grarlo tlc illlr:lr
r:stén evidentemente relacionados con un uso práctico. El problem¿t cs
cionalidad, lo cual explicaría por qué sólo un número relativurrrclrlc ¡rt.
t¡uc la mayoría podrían tener también un uso cotidiano, y Separar la co-
queño de individuos son iíderes religiosos exitosos. Los líderos rcligio
ticlianidacl del aspecto ritual puede ser engañoso y complicado. Las l'i-
sos, como los buenos novelistas, son una rara avis.
gLrrillas Venus (aquellos figurines de mujeres omichelín» que apareccll
crrr el registro arqueológico europeo de hace unos treinta mil años), ¿,s«rll
sírntrolos de fenilidad, como algunos han afirmado, imágenes de diosas
Cuentos de los hornbres muertos
«r sólo arte decorativo, el equivalente prehistórico de las pin-ups'l Hzry,

sirr embargo, una facetadel comportamiento humano que da testilrto-


Nos queda, pues, una última pregunta: ¿cuándo apareció por printclir
ltio de la creencia en otra vida, ya que tiene una forma muy concrcla y
vezla religión en Ia historia humana? No tenemos ni idea, pero quizír
rolativamente inconfundible: el entierro.
algunas someras pruebas pueden darnos ciertos indicadores.
La prueba irrefutable más iemprana de entierros intencionados la ctt-
Sabemos que todas las sociedadcs humanas actuales tienen alguna
contramos en dos asentamientos cromañones en Predmostí y Dolní'Vcs-
forma de religión, lo que indica que se trata de un rasgo común del di-
Ionice, en la República Checa, que datan ambos de unos veinticinco lnil
seño de la mente hun-lana rnás que de algo que, por alguna nofable coin-
irños atrás. En una de ellas, dos hombres jóvenes y una muchacha f ucron
cidencia, ha evolucionado espontáneamente justo de la misma manera
r:ucontrados enterrados juntos, mientras que en la otra se encontró a I tl ill-
en distintos lugares del globo. Esto. a su vez. sugiere que tiene un ori-
ttividuos enterrados juntos en un gran pozo cubiefto de huesos dc malnul
gen no tan antiguo, que poco tiene que ver con la diversidad cultural
y losas de piedra caliza. El asentamiento Sungir, en Rusia (quc clata clc
que se produjo en los últimos treinta mil años desde la revolución del
vcilttidós mil años atrás), reveló los esqueletos de dos niños colocittlos
Paleolítico Superior. La revolución del Paleolítico Superior casi estuvo
crrbeza contra cabeza. Uno estaba rodeado de unas cinco mil cuclllas (ltltr.
limitada a Europa y no se produjo nada por el estilo entre nuestros co-
lr.juzgar por Su posición, formaban parte de la indumcnlari¿t c:ttlt llt c¡ttt'
legas de Africa, Asia y,{ustralia. Si esto es así, el rasgo debe datar al
liro en[errado. Además, unos doscientos cincuenta clicntr:s tlc zol'ro ¿il'lictr
menos del último antepasado común de todos los humanos actuales.
lc rodeaban la cintura como si alguna vez hubieran cs(ittlo tllli(lils t'otllirt'
Como hemos visto en el capítulo 2,la genétrca molecular nos dice que
¡l¿rnclo un cinturón; un colgante de marfil con lilntt¿t tlt: itttilttitl yltt'íit stllrtr'
la última vez que las ramas euroasiáticas y africanas estuvieron unidas
srr ¡recho y habíaun alfiler de marfil cerca dc stt gtt rglt ttl it. I il ol r I t'st t lt' l t'
¡
fue hace aproxirnadamente setenta mil años, cuando los ancestros de
to tcnía un número similarde dientcs clis¡'rucslos (:ottto si ltttllit't'lttt t'sl¡ttltr
los euroasiáticos abandonaron sus tiemas africanas, de modo que\araíz j
común de la religión debe encontrarse en el intervalo entre este período ¡rrcndidos a Ia ropa y tarnbión tcnía u¡n allrlcr tlo tn¡rrf l .ittttlo lt llt ¡ilttliitttltt,
.lr¡rte a l«ls cucrpos había un surtitkt tlo liu¡zlts tlc ltt¡t¡'lll ¡¡rittttlcs y l)('(lllc
y el último antepasado común de todos los humanos modernos, unos
ñ¿rs, crrcrnos tallados, un ntanrul csculpitlo cll lltiu'f iI y tttt lt(ttlttt' lltttt ¡itltt r
doscientos mil años atrás. ¿A cuánto tiempo atrás se remonta el sentido
rtrLry puliclo ¡rirrtado dc ocrc ro.io (unit sust¿tnci¿t rrttty trtilizittlit ¡litt'it ¡litr
religioso? ¿Qué pruebas arqueológicas hay sobrc la religión?
Irlr¡s tlccor¿rtivas tanto por los pucblos prchist(lric«)s coltlo ¡lot'ltts ¡lttchlos
Nucslro ¡tr«rhlctna cs c:r'xno rcconoccl lir irnprrlrrlir clc un¿r crcenci¿r
('¿tz¿l(lorcs recolectores contemporáneos clcl sur clc Alj'ic¿r y Atrstrlrliir).
rcligiosrt ott ol t'cgisttrr rtrt¡rrr:olr'rgit'o. l)crs¡lrrós tlc totlo, si no cstuvió-
Aurrc¡uc sc han investigado detenidarnentc las supucslas lttlllb¿ts tlc
riuuos litrniliiu'izirtkrs t'on lit ltislot'iltonrltlc llrt'r'isliirntl:rtl, sor'íiull«ls in-
Ios trsclllitt-nir:ntos neandertales y algunas de ellas clatan tlc hasl¿l cil)-
I8() Lu otlisect de la hLtmctnidad Así habló Zaratusf r« l,\ I

cueüta mil años atrás, las pruebas son, en el mejor de los casos, ct¡rrív« rcrrs. coticlianos- sólo apareció con los pueblos de la era de los cro-
olr.ictos
Hubo una particular ráfaga de entusiasmo hace una clécacl¿r, cu:¡rtle sc, ,,,rñon"r, en el Paleolítico Superior. Y esto tuvo que haber sido muchtr
identificó polen f-loral alrededor de un esqueleto neandertal cn ,Sh¿¡litl¿¡.. ticrnpo después de que evolucionara el lenguaje. EI arte rupestre cs utt
en el moderno irak: se decía que la presencia del polen floral irrr¡llicir. iltclicio de ello. Se han encontrado figurines femeninos (figurillas Vc-
ba la presencia de flores y las flores no podían haber llegaclo hastr¡ ¿rllí rrus) y estatuillas de animales (en algunos casos tallados en hueso o m¿lr-
por accidente, así que debían de haber sido añadidas como parto tlc urr fil) en casi treinta cuevas de todo el sur de Europa, desde España hasta
ritual funerario. Pero el entusiasmo por la religión de los neanclcrtalos cl sur de R.usia, y la mayoría están asociados con fechas que van dc ltts
disminuyó un poco cuando más tarde se señaló que el lugar del enticrnr vcintiocho mil a los veintiún mil años atrás. AdemáS, se encontr¿troll
estaba muy perturbado y que el polen podía haberse introducido en l¿r ccrca cle ciento cincuenta cuevas de arte rupestre (casi todas en el stlr tlc
<<tumba>> gracias a la actividad de los roedores o a la acción del viento, Irrancia y el norte de España, aunque también se conocen algunets ott
mucho después de que el cuerpo hubiera sido depositado allí. cl sur y el este de Alemania). La más antigua (la cueva de Chauvet, cll cl
se hicieron otras aflrmaciones entusiastas sobre la posibilidad de valle de Arddche, en Francia) data de treinta y un mil años atrás. l-cril¿ts
entierros neanderiales de las herramientas y las pinturas de esta cueva están relacionadas con los pueblos de Magtla-
huesos de animales qu aron junto a los esque- lcnia (los que más tarde serían cromañones), que sucedieron a los nolttt-
letos. Un niño pequeñ -Thsh, al sur de Rusia, tlcrtales en EuroPa.
atrajo particular interés porque se lo halló rodeado de media docena de El verdadero propósito de esta artesanía permanece oculto, pcr1l cl
pares de cuernos de cabra de las montañas. sin embargo, hoy muchos lrccho de que muchas Veces Se encuentre en lugares muy subterr¿iltctls
arqueólogos creen que la n-tayoríade esos huesos y herramientas no fue- tlc clilícil acceso hizo que fuera interpretadacomo algún tipo de [unciírtl
ron colocados allí deliberadamente, sino que son sólo las ruinas y los crrasirretrigiosa o ritual (talvez asociada con rituales de pubertacl o tlc
detritos de los asentamientos de los neandertaies cuando estaban vi- cirza). Sin duda, los sujetos que más affaían la mente de los artislrts ¡rir-
vos que con el paso del tiernpo se fueron acumulando, en algunos casos, l'ccen ser los animales. El hecho de que algunos de los ritualcs clc citzit-
con los cuerpos de los muertos. Y, aunque las «tumbas» de los neanderta- tlercs recolectores actuales como los lkung san del sur de Aliic¿r t¿ttllhiórt
les muchas veces contienen individuos en posición fetal (con las rodi- c:stón relacionados con animales puede dar algo de apoyo a csl¿t itlcit'
l'ol'
llas pegadas al mentón), más prosaic apafaesto podría c.icrnplo, el principal ritual de pubertad del pueblo san cs cl ltsí llitllt¡ttkr
ser la voluntad de cavar I para alojar al cuerpo. Algunos .,5¿rile del antílope>>, en el cual los bailarines lttccn cslol¿ts y got't'os tlt'
huesos de neandertales en sacrifloio'
distintiva de estar corroídos ¡ricl cle antílope y ofrendan su sangre
por hienas u otros carnívoros, lo que sugiere que no fueron enterra- pefo quizáesto sólo pueda decirnos cuíttttl«r srrr¡iri lx)l'v('./ ¡rt'itttrtit
¡¡a creencia concreta en algún tipo dc vitlit ttlll'ittc:t't'Lrllil. ()rrizii los ¡rttt'
bl1¡s anteriores fueran tan rcligiosos cotllo clltls, ¡lt:l'tl lto ltstlt'i¡tll¡tlt stt
cUCt-po Lcfl.ello con el lugar on ol c¡uc stts cs¡lít'iltts t:0ltl iltttith¡tlt v iv it'ttr h
I

tlospuós tlc la mucrtc. Dcspuós tk: toclo, rcsttllrt Itlitllil'it:sltl t¡ttt' t'slos til
li¡tgs no so llcvan los cucrpos l'ísicos coll cllos, sc¿t tlolltlc: s('il (ltl(' v¡ly¡lll
menos elaboradas que las dc los cronrañones, quc Ias rcernplazarofi. rlcspués dc muertos. Y es mhs: no lodas lrts rcligiorlcs coltltrllll)ot'littt'¡ts
Iln rcsu¡tren, la únicit crlrtclusi«i¡t r¡trc ¡rorlcrrros iiilc¿u'tlo toclas ostas , lristriricas han considerado escnci¿tl la prcscrvacitirl tlcl cittllivtrt': :tl
hindúcs y tltuclttls grtt¡los itl'
¡rrttcbtts ltt«rt'ltlori¡ts (:s (luc cl vcnl¿rtlcro sc:ltlitkl ttt: ulli¡ vitl¿¡ ultr:rlcrr.c- l,,unils los incineran (como el caso dc los
ll¡t ¿t lit t¡ttc lrts tllttcl'los ¡rotlíitrt ¿rct't'tlt'r' y rrrr lir t¡rrr: ncrccsil¡rrí¡¡t sr¡s rl9r.r¡.61'logs), otros (como loS parsis) los exp<lncn ¿t atritllitlcs c¿tt'Rriic
182 Lct r.¡disett de lct humanidod
Así habló Zaratustret /,S-,

ros. Si el entierro no es necesariarnente un inclicadorde creenci¿ls cn ur¡¿t


vida después de la muerte, el registro arqueorógico no resulta muy útil. Nivr:l de intencionalidad
6.0
una posible alternativa podría ser considerar los requerimicntos
cognitivos, como hemos hecho al explorar el tiempo en el que clcbiír Neandertates
evoiucionar el lenguaje. si la religión exige cuatro (o incluso cinco) ni- W:Cromañone,
veles de intencionalidad, deberíamos ser capaces de anabzar la relacirin
5.0
fi
Modernoq B _J
<
que encontramos en el capítulo 3 entre los niveles de intencionaliclacl,
Sf r^ Humanos anlrguos
el tamaño del cerebro y el registro fósil para ver cuándo pudo haber
aparecido el requisito necesario de los cinco niveles de intencionalidacl
4.0
fÁ^
"
¿\ A ¡
A.^
^
H.erectus
,. A
paraapoyar la religión colno una actividad comunitaria.Lafigura 6 nos 3.0
muestra el patrón que resulta cuando relacionamos los niveles de inien- t H. habitis
cionalidad más altos que se puede alcanzar con la antigüedad del regis-
2.0
6 ., ó })
tro fósil de las poblaciones de homínidos.
A primera vista, los resultados que arroja la figura 6 sugieren que, Australopitecos

aunque el Homo erecÍus se ha caracterizado por manejar un tercer gra- 1,0


do de intencionalidad, el cuarto nivei no hizo su aparición hasta aproxi-
madamente quinientos mil años atrás, cuando los humanos arcaicos en-
traron en escena. Si la religión exige un cuarto grado de intencionalidad, 0.0
debió de coincidir con el surgirniento del lenguaje, que a su voz parece 0.0 05 't.0 1.5 2.5 3.0 3.5
Hace millones de años
haber aparecido en este punto (véase la figura 5 , p. r24) . Esto puede no
resultar muy sorprendente, porque la naturaleza comunitaria de la reli-
gión depende del lenguaje: el lenguaje es necesario para explicar el sis- lilt;ul<A 6. Dado que podemos estimar el volumen del cerebro a partir tlc los
lronrínidos fosilizados (véase lafigura 2,p.35),podemos est¿rblecerectlitcio-
tema religioso, lo cual permite que otros lo adopten, de modo que debió
¡cs cstándares para calcular el tamaño de sus lóbulos frontalcs, pitrit lttcgo ttli
de anteceder a la creación de la religión. El quinto grado de intenciona-
litar larelación entre el volumen del lóbulo frontal y el gracl«r clc illte:ltcitl¡tirlitl¡¡tl
lidad, sin emtrargo, no apareció hasta mucho más tarde y está asociado
t¡uc muestran los monos, los simios y los humanos moclcrtrtls ¡ritt'it cslitttitt'cl
a los humanos anatómicamente modernos (los cromañones y los huma-
¡rivcl cle lectura de la mente probable que cada fósil clc lit ¡xrhlitciritr tlt' krs ltt I
nos modernos). si se necesita un quinto nivel para mantener la religión l¡íniclos pudo haber adquirido. Cada marca reprcsctlt¿l c:l vitltlt tltt'tlio ¡tttt'tt
como una empresa comunitaria, es muy probable que sólo date, como rrrrl población de homínidos fósiles.
mucho, de doscientos mii años atrás. No parece casualidad que éste sea
quizáel mismo período de tiempo en el que apareció el lenguaje grama-
ticalmente completo (al menos en lo que respecta a la evidencia de «ge-
tln granclcs cotl'lo los nuestros (o incluso rrrÍs) y, si sc ll¡ttttlit:lrc lir l(lp,i
nes>> de lagramática). El lenguaje gramaticalmente estructurado es esen-
cir clel argumcnto, deberíamos cspcr¿rr cluc sus vitl¿ts tittttbit(lt csltlvit'
cial para la transmisión de los conceptos metafísicos que sostienen las
creencias religiosas trascendentales.
lrrr c¿rractcrizadas por la religi(rn. Podcnlos aclo¡-llttl'tl'os ¡ltlsicirlttcs ltl
lornativers, aunque en realidad no podemos clcciclirntts ¡xrr ttittl¡ttllit c()l¡
Sin cmhargo, hity un¿t c:t¡cslitin inlcrcs¡ullc t¡uc sc lnirrrlicnc ocull¿r
lirs prucbzts que tenemos hasta el día de hoy. La prilnorit cs t¡ttc' si cl
cn la lr¿tstir:ntl¿t: lits tillilnirs ¡lrlllrrciorrcs ¡rr.iutrlc:l'li¡lrrs lclríi¡r ccl.ch11¡s
¡r,r'ir¡ l¡rttaño cerebral (y, por tanto, el quinto grado dc intctlciolt¿rlitl¡rtl)
lBrl L« r¡tlisca ¿le la ltu¡nctnicluc! A.sí lrubló Zarattts'tru /,S-5

evolucionó indepenciieniemente entre Ios neandert¿rlcs y l«rs


cr()¡l¿rño- La visión del charnán
nes, las dos subespecies debieron d,e desarrollar ,, ,,.",-.,,,,,iclrro
l.cri.
gioso a 1a vida indepenciientemente cle ia otra. For otro
l¿rtkr, r.oru, Irr l'orlcmos pensar la religión en función de las grandes religiones int'el'-
religión representa esencialmente un cambio cle.softwarc y n.
tlc ltttnl_ n¿rcionales del mundo moderno (hinduismo, jainismo, budismo, sijisrno.
ware, es posible que, aunque tuvieran un quinto grado deintcnci.lrirli-
sirrloísmo, islam, judaísmo y cristianismo) o de las grandes religiones clel
dad, los neandertales no pudieran desarrollar uná religión,
p«rr I. rrrt. ¡xrsado histórico (la adoración del sol
de los aztecas y los incas, el parr-
nos en lo que respecta a atrgunos de sus aspectos sociales
cr¿rvc. r.:¡ ir..ísnto de las religiones clásicas de los griegos y los romanos, el zoro-
religión debió de ser entonces una invención social afortunada
tlc trrr Irstrismo de la antigua Persia, tal vez ia religión organizada más arcana
humano moderno concreto (uno muy reflexivo) en argún lugar
rrc rir tlcl nrundo, que atravesó un Iargo camino desde su primer profela,ztt-
planicie afiicana. Esto encajaría con nuestra experiencá
de cómo sur._ lrrlustra, alrededor de 1200 a.C., hasta sus más exponentes actuaies, los
gen nuevas religiones o sectas, pero Ia religión corre todas se casactetizan por tenor
como la pólv.rir ¡rirrsis de la India). De un rnodo u otro,
haciéndose con los rniembros de tocla una poLrlación,
de modo que, u.¿r ,',,rrrplejos sistemas de pensamiento filosóf,rco, estructuras burocrátic¿ts
vez que aparece coino cierio tipo de mutación cultural
en alguna part0, irrtcrlnacionales y formas altamente organizadas de adoración, much¿¡s
se difunde por Ias comunidades vecinas (o incluso
distantes) con asonr_ vgccs en una edificación construida a tal fin (y en muchos casos gc-
brosa velocidad. f-a tercera posibilidad es que el de los
neandertales es_ n(.t'os¿lmente ornarnentada), pero esto no siempre ha sido así. QLrizir cl
tuviera dispuesto de dit-erente manera que el de los humanos
modernos, lrr.cho de que en el seno de estas grandes religiones del mundo sc lirr-
de modo que, aunque tuvieran un volumen cerebral totar
de éstos, ia mayor parte suprementana se encontraba
mayor que er rlln conStantemente nuevos movimientos internos en los hogares, clt
en el área visuar, (.lllnlto abierto o en las calles de los a recordarnos quc lit
en la parte poste.ior del cerebro (de aquí etr famoso «chichón»
de Ios re ligión tiene su íntimo arraigo no s políticas dc los s¿t-
neanderta-les), nrientras que el Ióbulo frontal era más pequeño.
si ....r'rlol-es, los obispos, los presbíter sino en la intirnitl¿rtl
en realidad fenían un lót¡ulo frontal menor, ros niveres pequeño grupo'
de intencionalidacr rlt: lus relaciones personales en el seno de un
que podían adquirir eran también menores, tal vez
suficientemente Y quzáfue así como empezÓ a haber religión entre las crr¿tntos h¿ltr'
pequeños como para haber precedido el clesarrollo (ltlc l)()
de una verdadera rl¿rs ilc nuestros ancestros cazadores recolectores' LO m¿is Ccl't:ll
religión comunitaria.
tle ltr1¡s estar de esto son las religiones tradicionales dc los c¿tzl¡tlot't:s t't'
Esta última posibiliclad podda darnos una explica ción
a1,rás veja_ t'()lcctores actuales y otras tribus pequeñas. Entrc ltls !litrtr¡.:, sltll rlt'l
torio de todos los roinpecabezas arqueológicos:
¿por que los neanderta- rlt.siorto de Kalahari, en el sur de África, la roligi(rrr s(: L:xl)l'criil ctt r't:;lt'
les murieron tan rápidamente, a pesar de haber sido
un grupo exitoso, ¡ ¡rs dc creencias sobre un oculto mundo es¡riritrrtrl, itl ctlitl t's ¡losilrlt'ltt't'r'
después de la llegada de Ios crornañones a Europa?
una pJsible respues- «lcl.¿r Lravés de los trances de las danzas ritualos. No lrlry silt't'ltlolt's, ¡ttllt
ta sería el poder suplementario como fuerzacoercitivá que
la religión t¡rrc ¿lgunos individuos son considor¿rclos rníts hiihilcs ¡rltt'it litt'oltttlttit';lt'lolt
confirió a los grupos cromañones, que así pudieron u.tr- de
manera .1,,n cl l-nr-rnckr cspiritual. Quizír porlotttos trtiliz¿rl'cl lÚl'tltillo "t'l¡¡tlltitt¡ "
más cohesionada y efectiva a nivei poríticó y social
cuando se vieron ¡xrr.tr rr:lbrirnos a cstos inclivicluos,
¿lut'l(ltlc, t'ig,tttrrsittttcrltt'llltlrlitttrltl. t'slt'
envueltos en una competición ecológica contra los neandertales.
sin la l,.,r.lrrirro so ¿¡soci¿¡ con las cn:t:nci¿rs y los t'iltlitlcs ctlllt:l't:ltls tlc los ¡lttt'lllos
religión como método pararefctrzar los grupos sociarcs, los
neanderta- r¡. Sihoria. I)6r [l tncnos en algunos casori, cstits t'cligiollcs lt'ilr¿tlt's Ili st
Ies ni siquiera Ilogitron a riv¿tliz¿rrcon lr» il.lv¿rsorcs
r ¡rrit.t'it l)¿lrocctt lcncr un cOncepttl dc
irfi.ici¡lr.s. cntrc I.s rós tlo l¿r llltlcl'[c, I lsltl ¡rit
(l r.rc sc ottcoll I rahtr ¡r ucsl
t(.(.(.sct.ilsí lltl s<ilo rcspecto de los clcl tlcsicrlo tlc Kitl¡tlllt|i
l.r I irnlt,¡ri rstrtk I t.r ll lt ri ll.

tk'l sru rk Áll'ica, sillo L¿rtnbién de lo lnasai dr: Al'r'icir ot'ictltitl'


186 La o¿li.se:a de l0 hutnanidctcl A.sí ltul¡ló Zttttltt's'lttt l,\/

Davicl Lewis-Williams, un arqueólogo sudafricano, sostuvo rlLrc 1:,r'lrrrlas naricr:s clc los san cuanclo, en el momento cullrlinatltc tlc lit
hay muchas pruebas para creer que el chamanisno fue la forma original tl¿ulz¿r, ontran en estado de trance.
de religión entre los seres humanos prehistóricos. una pista es la ubi- l.a cxpresión <<un mundo dei más allár> que, en realidad, sc cllctlcl'l-
cuidad en todas las sociedades humanas de la habilidad para entrar en lt'il c¡ nuestras cabezas, tiene una potencia asombrosa. No es dif'ícil vr:l'
esiados de trance, a veces inducidos por la música y la danza, a veces ctirno pudo haberse originado a partir de lcs
por ejercicios especiales de meditación, en ocasiones sirviéndose de tlc algunos individuos involucrados en a l¿r-

drogas psicotrópicas como Ia mezcalina. Otro motivo por el cual David cionales a través de la músicay la danza. t¿lr

cstos estados, hacerlos surgir a voluntad y luego enseñar a otros cslas


Lewis-Williams piensa que el chamanismo podría ser la religión pri-
mordial es el hecho de que rnuchos de los elementos abstractos de las crccncias genera en el iniciado enorme carisma y poder. Las expcrictt-
pinturas rupestres prehistóricas (así como las pinturas de los cazadores cias que implica están imbuidas por el miedo, inevitablemente asocia-
recolectores contemporáneos del sur de África y de Australia) rrtuestran tkr con Io desconocido que está fuera de control. Ser conducido por un
patrones de puntos y líneas cruzadas, en zigzag y serpenteantes que iniciado a través de tales experiencias genera una excitación teñida coll
guardan un misterioso parecido con las experiencias que describe gen- un grado esencial de confidencia de aquellos que sobreviven al pcligrtt'
te que toma alucinógenos durante un experimento científico. La expe- Sc trata de una mezclapoderosa y embriagadora, más que suf icicntc
riencia culmina con luces o líneas que parpadean y titilan con un brillo l)ara trastocar la mente de un hombre.
y una intensidad que obnubilan la mente. En la etapa final de estas ex- Pero las mismas semillas de esta situación ya contienen en su. i,tltc-
periencias, especialmente en las culturas predispuestas a ver el mundo rior las bases del desarrollo de las religiones institucionales. El charll¿ilt
de este modo, los indivicluos pueden sentir que flotan fuera de sus cuer- sc convierte en un hombre o una mujer sagrado, alguien con poclcros
pos y a veces incluso que se convierten en un animal concreto o en una
figura rnítica. En culturas deístas como la tradición cristiana, los que
entran en trance pueden llegar a sentir que son absorbidos gradualmen-
te por la divinidad misma.
Lewis-Williams sostiene que las pinturas de las rocas intentancap-
turar estas rnismas experiencias. cuando el arte del pueblo san del sur
deÁfrica representa seres humanos, muchas veces los muestra en nila y,
con frecuencia, portando palos. se ha interpretado que eran líneas de
hombres que iban a cazar o, quizá, alanzarse a la batalla. Lewis-Wi-
lliams sugiere que tal vez searT representaciones de danzas y trances.
Unarazónpara pensff así es que muchas veces se ven, al fondo, grupos
de mujeres (lo cual resulta evidente por los pechos o los delantares o
faldas de cuero que llevan), incluso en la misma fila de hombres. otra
razón es la presencia de teriántropos (figuras humanas con cabeza de
animal), un detalle casi irrelevante para la magia dela caza o para Ias
batallas, pero un rasgo caracte rístico de los estados dc trance. Además,
a vcccs las l'iguras rn:rsculinas prosonlan lo quc ¡rucdc sor tanto palos
c()ttl() siulgt'c cityctttkr tlcrsrlc l¿r rrirriz, tlc ¡niutr:l'i¡ plrrocitlir ¿t colno san- unil'icadoras para erigir un mástil del cual todos los miembros dcl grtr-
l8B {,rt r¡cli,sea tle la hunuLnidu¿l
A,sí h¿tbl(¡ Zorutu.stru I 89

po pudieran atai'sus banderas indiviciuares y, finalnrenr.c,


crc scr un ,-re_ permiten tener una vida mental extraordinariamente rica que es, l-t¿tsl¿t
dio para retarzar la adherencia a ras noi:mas de conrp,rtarnicrtr>
grupa- rlonde sabemos, realmente única.
les, surgió mucho ciespués.
Sin embargo, al mismo tiempo, deberíamos considerar estos I'c-
,Así debió de acontecer, porque, si anarizamos
ros reqLrisit«rs cogni- lt(rmenos desde la perspectiva apropiada. Vistas de cerca, se trata sillt-
tivos que exige , Lrna reiigión sociai compreta requiere."ro
nrínimc¡ cle plemente de propiedades emergentes de procesos biológicos y psico-
un cuarto grado de intencionatidad para comprenderra
y tar v ez,u n q u i n_ lógicos muy básicos que compartimos con Ia mayoría de nuestros
io grado para crearra. La rerigión, tar como ia conocemos
en su rilrma parientes primates. La diferencia radica, simplemente, en la esc¿rla clt
comunitaria, no pudo haber surgido antes de que Ios
humanos acrc¡uirie_ la que ejercemos estas capacidades.
ran un quinto grado de intencionalidad (lo cuai sólo
sucedió entre los hu_ Los accidentes de la historia exigieron severos requerimientos il
manos anató nr icalne nte m odernos hace aproxim
adamente dosc i on tc-¡s nuestros predecesores. Muchos de sus contemporáneos no pudicrtltt
mil años) ade¡,ás der lenguaje (que sLrrgió en argún momento
entrc hacer frente a esos fetos, dejándonos así sin descendencia, pero los ¡-rtt-
los quinientos mii y los doscientos mil años atrás).
cos que lograron hacerlo construyeron nuestra historia sobre molncll-
tos clave. Sus respuestas a las exigencias del momento en esas batall¿rs
tlcsesperadas por sobrevivir y reproducirse eran mucho más imptrrlittt-
For muy notabies que hayan srclo nuestros logros en ras
artes y en ras lcs para su biología que ninguna otra cosa que sus ancestros pttclict'ittt
ciencias, es difícii rechazar la conciusión de q-ue la
religión es el fenó_ lt¿rber hecho antes que ellos. Quizá podemos señalar el momcnto oll cl
meno que verdacieramenfe nos diferencia en un sentido
cualitativo de t¡uc apareció por primetaYezcualquiera de Ios componentes dc nucstrit
nuestros primos los simios. En muchos otros aspectos
podemos ar- Ir¿rturaleza. Sin embargo, no hay ningún punto en el que podarnos dccit'
gumentar d.- manera convincente que los humanoi
,.,o ,o-o, más que ,,lrc¡uí fue cuando nos Separamos>>, ningún gran momento de Cotlvol'ri¿t-
simios a mayor escaia, pero Ia rerigión representa un
verdadero cambio de cirin en lanttaa Damasco que haga que los no humanos se cr¡nvicrt¿ttt
engranaje hacia una dimen leva a un m rc¡rcntinamente en seres humanos. Más bien 1o que vemos cs una acullltl-
de las experiencias de nues mios. Esto, litción gradual de los Componentes clave, uno a uno, cacla Llllo col¡)o
Iará a muchos, pero, en clefi de un arma lcs¡luesta a alguna circunstancia única, a un desatío collcrcIo, ¡rcro c:ittlil
gión ha sido también la fuente cre algunas de nuestras
peores pesadillas. ¡¡g de ellos cimentando el camino hacia el próxinro r:lt lit l:trgit scct¡Lrl)..
EI filósofo y matemático francés del sigro xvrri R.ené
Descartes nos t'ia que, al final, nos condujo a donde estamos ¿thor¿t.
dejó un iegado cler cual no nos ha resurtad á rarrldesprendernos.
En un La histori a nos ha ofrecido un banquete ex(rl ico y pl'i v i lc:¡¡ i rtk r, Li t l tr I
r

intento deliberado de demostrar la existencia de Diós,


reforzó el abis_ ncst iclad debería hacernos admitir que algunits vccos l¡clttos ttliliz¡tt lr I cs
mo entre noso¿ros y ros animares. No sóto legitimó así
la manera en la tlrs cupacidades para cualquier cosa mcnos l):trl u¡t ¡ttrl¡rírsilo ht'tti¡¿tto, Ltt
que matrtratamos al resto del planeta, sino que
nos transmitió una opi- lcligirin, cn igual medida c¡uc cualc¡uicr oÍrtr l'cntilt tct¡rt. licltt' t ttt¡t lristol'i¡t
nión sobrevalorada de nosotros mismos. poi supuesto,
R.ené Descartes cs¡lcciirlrnontc ncgr¿r. Sin crnhargo, soríir crtrinr:o cottt'lttit't¡ttc tlt'ltt'f¡tlttos
tenía razón al enfatizar Io distintos que somos los
humanos del resto de tlcshacorrurs clc la roligir'rn. No sorí¿l prrrtk:tttc (luc, lx)t'lit ltl'isit, ¡lttstittt
los animales. ctraro que somos diferentes, sobre
todo en muchos aspec- IIlos l)ol'irlto cl irrrporluuto llapol t¡ur; ltit.iugiulo lir rcli¡iirirr t'¡t ltls ¡lslllIl( )s
tos psicológicos. Esta dif-erencia nos permitió
desarrollar una cantidad lttrnriuros, aytrtlánclonos ¿t ctlnsolicl¿u'crlrttt¡nitlittlos (lttc tlos ¡lct'tttilir.:trltt
de rasgos lcnguzr jo, Ia curtura, ra rcrigión y I. cicncia-
-cl que rcar- Irirccl' fi'olrlc ¿r los clcsaf'íos cluo cl planctir rtos hit itlo ltt'trliittttlo. Atitt ltoy,
rncntc nos tlistirrgttctl tlc los o(ros ¿rrrillr¿rlcs con
los cuirlcs lc¡rcrrr.s cl srrs t.onll'ihucioltcs al bicuostar psicol<igico tlc los lttltllittlos soll sttf i"
pl'ivilcgio tle cottt¡litl'lit'gt'ittt
¡liu'lt'tlc r¡uclirr'¡r llislor.iir. lisles r:rs¡¡,s lr,s r.it.lrlos collto p¿lrit l)roguntarnos scrianrcntc si ¡xrclríittttt)s l)l¡s¿lr sitt cll¿r.
190 Lu otliscu de la humanidctLl

En un mundo racional y humanístico, como el que DescarLcs ¡ltis-


mo proponía, nuestra respuesta natural sería deshacernos de la droga
que constituye, al fin y al cabo, la religión. pero para conseguirlo tene-
mos que encontrar algo en la esfera social que la reemplace. Como seña-
la Robert Putnam en su libro Bowling Alone,* hay muchas pruebas que
sugieren que las comunidades bien integradas (es decir, aquellas que es-
Bibliogrufía
tán bien conectadas internacionalmente y experimentan un sentido de
pertenencia, muchas veces generado por instituciones sociales y reli-
giosas activas) padecen menos crímenes y comportamientos antiso-
ciales, sin duda a causa de la vigilancia interna, pero también, en parte,
gracias al sentido de obligación hacia la comunidad y la adscripción a
los valores y las creencias comunes. El problema del racionalista con-
temporáneo es cómo recrear este sentido de pertenencia sin acudir al
mecanismo de la religión, porque la religión obra su voluntad con ma-
L Vrsroles EN PTEDRA
yor eficacia cuando abandonamos el pensamiento racional y nos rodea-
mos del misterio y de lo inefable. l.cwis-Williams, D., The Mind in the Cave: consciowsness and the ori¡¡itt,s tfl'
Se podría decir que somos una especie extrañamente mezclada, un arf,Thames & Hudson, Londres,2O02 (hay traducción castellana, /,¿r
verdadero Heath-Robinson evolutivo. Pero si es así, como los biólogos mente en la caverna: la conciencia y los orígenes deL arl¿, Eclicioncs
evolutivos siempre se apresuran a señalar, en eso consiste la evolución, Akal, Madrid,2005).
no para producir máquinas perfectas, sino, simplemente, para adaptar- -, Cosmos in Stone: Interpretirug Religion and Society Throught llock Art,
A
se a lo que ya hay para desarrollar un trabajo nuevo 1o mejor posible Altamira Press, Nuev aYork, 2002.
cuando sur§e la necesidad. La evolución tampoco es gratuita: todo
cambio de diseño que aporta un beneficio conlleva su propio coste.'El
proceso de la evolución nos lleva, sencillamente, al punto en el que los 2. Er- sn¿ro ERGUTDo

beneficios que entraña cualquiera de estos cambios superan al coste. Y


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es así como somos una mezcolanzade cosas que en su momento pare-
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cieron una buena idea, pero qug, en retrospectiva, quizáhubieran podi- Aiello, L. C., y P. Wheeler, «The expensive tissuc hypothcsis: lltc hl'uirr uttrl
do hacerse mejor o de manera distinta. En ese aspecto, no somos muy the digestive system in human evolution», ('urrattt Anlltntyiltt¡v lh
diferentes de las otras especies que han existido. Nuestro desafío, como (1995), pp.199-221.
lo ha sido siempre, es vivir con nuestras imperfecciones y dejar, sin em- Diamond, J., The Rise and Fall ol'the l'hirtl Chin¡,(uti.t'(,1{rtttrlotu llottsc,
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Índice alfabético

Los números en cwrsiva reruiten er ,figuru,r.

rtlrr,irrlrrcos arcoiris, 9 I Ahmed, Mohammed, jequc st dunósl


rtlx'jrrs, ll0-lll t75
ttlrorf¡¡crrrcs australianos, 43, I 45 Albert de Soissons, 174
ttr.'ltc, llihu rlc Paraguay, 102-103 Altamira, cueva de, I l- 12, t4
Itcicrrl¿rrnicnlo, I 46 Arlazonas
cltirnparrcés. 146 bosques de la, 38
tlrrlrrrl'inas, 125 - I 26 sociedades tribales del. l0l - 102
[¡rrrurño dcl grupo s«rcial y, I 14, Arnhoscli, Parc¡ue Nacicxral dc, cn
I l(r, I 23- 12.5 Kenia, (r5
Atlnn¡s, l)orrglrrs:'l'1rc Ilitchhiker':¡ Arrrérica rlol Nortc, ínrlicr: tlc
( iulilr to tlrc (iulu.r,y, ló9- I
70 rnorl¡rlitlarl cn, I7I
tttlrtplrrcir'rn rltr lrrs csltccics, 2l A¡lrdricrr tle I Sr¡r'. cxlilrcir'llr rlc
Al)N, 25, 27 nulivos,43
tlo hrtr chltu¡:r¡r¡cdr, 4l Ar¡rir¡, Irli,ll.l
rln k¡¡ trotntlerlnlqr. 4l nrrnhnpllllrtr, rocln rl0 kr¡, l'll
tnllrtu¡¡lrlrlul, illl y rr, rulnlomln
[¡tulcct', Xll lhnp ¡,¡,r¡n,l,r nlr,ller¡, 42. l l.l
Afilun, lo, I ?. t9, 17, 4;l Irurrtnnn, ll) .1.1, l)0, l2 I . t ll
comuildrdor dr uHmprnuúr, I I nciltd!flrlor, 40, 42, l2 |
ll, ll.o, lal. laa, l12.llt An¡oln, lll
liilHor tr, tt Inlm[lcr
,lrnUr mdlolrtrl¡¡, 147. lll Ip[f§nllll§lll0, ()
| .(r¿
¡oll¡mlr, llr.llls ttptt nrllr,lle trrclul, l.l0- l.l.l
rlldón, ltt.ltlñ t'ollrulrlc¡rt,k1lr, I l0.l I I
rffir ldlt¡ rl¡,lur, lllll llll, l0,t-104, rrullr¡r'u, l4l , 149, 1.50
lll l, llll- lllf) crr.jrrulrukrs rlc kls zooltlgicos, I(17
202 La odisea cle la humanid.ad
Índic'e aLfabétito )0.i
enseñanza, 153_154
Biafra, 83
falsas creencias, 60_66
bípeda, posrura, 2g-33, 36 lronlí¡lidos, 34,18 Congo Basin, 88
intencionalid ad, I 64_ I 65 Boesch, Christophe, I 54 I lottttt erectus, 35,31 Congo belga, genocidio en el, t'i.l
razonamrento analógico, j O_7 2. 7 j contar cuentos, 155-157
bonobos, 22,23 lrr¡rrrano, 96
teoríu de la ¡nente. 5g_60, 67_ó8 y,J2 conversación, I 13-l l6
apareamlento de los, gg r rrzrlr¿rnriento caLtsal
aniiopiáceos, suministro de, 125_126 juegos mentales durante, I l()
bipedismo esporádico, 3 I t;llurño cle los lóbulos frontales.
antropólogos, 'l3l_138, 141, 162 risa y, 128
Borneo, orangutanes de, g7 15-16
antropomorfismo. 59 cortezafrontal, I69
Borodits§, Lera,69 rrso rlc herrarnientas, 34
aprendizaje social, I 50_ I 53 ('lntl. liisiles enellago,2T
tsosnia, 83 n. cristianismo, 20, 83-84, l6-5, l(r(¡. I ti(r
Aquili, Er-rgene d,, antropólogo, l68_ Budongo, comunidad de chimpancés , lurrrr¿in. visión del, 185-l87 flagelación, l68
169 ( 'lr;ruvt'(, pinturas en la cueva de, 14, iconogratía, 179
de, 146
armenlos, mataoza en Turquía de, g3
Byrne, Dick. 66 l¡Jl sectas. l75
arqueología, 36 ( 'lrt'rre y. l)or«rthy, (r-5-(16 cromañones, 3 5, 40, 42, 44, l2l
culrurra y, l3g- 140
Cabo, Colonia del, extinciones en Ia. t lrirt's, l6t{, 175 enterramientos de, 179, I tiO
herramientas, uso de, l3g_140 , lritrr¡xrnctís. I 6. 22, 2.1, 26, 21 instrumentos musicales. I 33
43
rnstrumentos musicales, 133_134 religión de, 184
Call, Josep, 61,63 rrr'it rlrulticnt«1, I 4(r
religión, Il8-119 Camboya, genocidio por los Jemeres lrtrt'ir ;rbic¡'t¿t rclitjntla. 127, 129 Cruzadas, 83, 84
arqueólogos, 139, 146
Rojos en, 83 lrottolros, 22, 2-1, .l l. titi cultura, l3-14,16
arte rupestre, I l_13, lBl Campbell, Ann, psicólo ga,94 t r¡nttin, Il, utJ, l{(.) anirnal, l4l , 149- l-50
Asia aprendizir.ic social y, 150- l-55
canibalismo, 180 t or tttrrtitllttlcs tlc:, ll-5-tJ()
Homo erectus en,37, 44 ( ullurir, 142-1.50, I52-1.55 chinrpancós, 142- l-50, I-52- 1.5.5
canto
Homo flore.siensis en, 45
como actividad social, l3l t'rrst'¡rurzrr. I.5.1 cronr¿ritollcs. 44
orangutanes, 27 l4l
gregoriano,132 I rtls¡ts t't t't'¡tt'ilrs. (f ) (r(¡ rlcl'inicií¡n tlc. 137-
registros fósiles, 24 l4l , 1.55 l.5u
cátaros de Languecloc, exterminio lrrltrr rlt' iult'neionrrlitllrrl. I 5(r. l(r4 Irunr¿rrr¿r. I 35-
Asperger, síndrome de, 55_56, 61,76
de los, 84 I'r'ttor'itliori clrlrt'. I'l I tl.5 intcnc:iorurlirllrrl y, I55 l-57
australopitecos, 28, 29, 30, 32
cazadores-recolectores, 59, l03, I lrir'r lrrrs ¡rrr'rlit'rn¡rlt's, l.l 7 lcrtgtrrrit'tlt' lrr, Lltt 1,1 I
aparato vocal, I2l, l23 12,
163, 119, 1t35, llJ(r ilrttl;tr'totr, I5.)
tamaño del cerebro, 34,35 l'l
cerebro lltr¡,¡¡¡¡,,' ltt¡nt¡uro y, I I I11. l.l I rl:rlllr¡¡:r, rlrtttzlr th' los, I I I
t¡t¡rril¡Iiltr'il1tl t'¡ttts¡tl, 'i
uso de herramientas ,34, 139 corteza fiontal, 73 I rllttt¿¡t, l0() I10, I t.' I tt, l\() l(r0,
autismo, 55-56, 62,72
crecimiento después del l¡rtrlrllo rh'l r'r'lr'lrlo. l,l I (r(r
autoflagelantes, movimiento de los,
nacimiento, 33, 91-9g llulrrlll rlll ¡lttt¡ro /'r ttlu¡tl rlr' ¡rrrlrr'tlitrl, I l{ I
en Perugia, 167 "or'titl,
endorfinas, producción de, 125, t,,rr r['lrr'rltttttr'ttl¡t',, t,l, l,l' l,l I lt¡ur r',, t', lX1, I l((r
121, 128, 131_t32, 166_161 l1' l1t I l,l rr ttr, ( 'lr¡u lr',,
',t'lr'r r lntt ttrtlttt¡tl, rl
bacterias,5l ,
t ltlttrr, t/ ,ll'llr
169,187 '.1
bantúes, poligamia en los, 104_105
escáneres, i 6-71, I 6g_ 169 I ltrtrr,,lt, Nlrttrt, I lrl I I tttltit il rlt ltt¡,'r/rr | ,r \, ,r I
Bar Kokhba, Simon, g5,li4 I lrl lrrr Iltt¡rlrtlr,ttrtl llr,r ltrl'tr, I lll rlllllltr',, lr ' l,
lesiones eneL,73,76 I
Baron-Cohen, Simon, psicólogo, 57
neocórtex, 14_16, 114, l2l, 123 r lrl,lllr r¡ lr)ll r['r trltn lt rr, rll ¡rtttr,lrrr,, rh'lrrl',rr r rlr'ttr t¡r r'tt,
(ro
Barretl, l-ouise, 72
sistema límbico, 130 r llItrlllr l, r rlllllrl¡, I ' rlr'¡rtr",lltt p',1( (tlol'tr rt, y ('l ltp¡y(,
IJirss, c:sf rcclt«r tlo, I4-5 cercbro, lanlañ<l del, 16, 22,29 rlrlrtlllrlt ltlllt',' rlllrlllrlltll|t', \','1,' lrtt¡ttlt¡tt, I /.'
llirutlcltrire, ('lr¡rr.lcs. r lr'¡tt r',,tt'o',, lr',.oI r lr'rtrr lrt¡x rlttt r's, \1
I 5(r cllilllt¿utr.c!s,34 r,rllilr lrttlr',, rlr ltr'¡tltrlr'tlrtlr'r y, r
llt'rirr¡i, csl¡r.t.l¡o rlt.. ]l{ Ir ll I )r',.t'iu lr'.,, ltcttr'. I lill
rltrr tr lrrz y, 33
lit'zit.ls, rutrl¡trtzirs r.tt, lJ,l lrll¡rrr Ir'ltrrllr tt. t",llllt lttt¡t rlr'1, .r'r I )t¡ttttottrl, .l¡ttt'rlr ( itttt,t, ( it't ttt,¡ tttttl
rlt,slu rolkr «lt' ullr rtrligirirr y, I ll4 ,
r il'llr lr'ttlt' ¡,¡¡,'l¡', ¡¡¡¡¡1. 'r'r 'r(r ,\lr,r,/,,1 t
204 [,a odisect ¿te la hutnaniclucl indit:e uIf'ul>ítit rt ,l()'t
dinosaurios. 2 I Etiopía, 9l
¡,rrt tlrts, lr6,22,2-l Homo habiLis, 35, 121, l3c), /,1i
exiinción de los, l-5 etóiogos. 66
[)olni Vestonice, lsent.rnrieillo rrrlrrrticitlio por los machos, l0l- H omo he ide Lbe rgens is, 31
Eudo de Srella, i74 I02 Homo sapiens, 34, 31, 4l -42. 18.
crontañón en. 1'/9
Dominica, pobiación rural en, 170
evolució¡r, teoría de la,21-22. l9{) rt'rlucci<in dcl hábitat, 32 t2l, 122-123, 125, 181
extinciones,2l virl;r rlc los, 87 hormigas legionarias, 143' l-5.1
Donner Farty, grupo de, ll l-172 australopitecos, 27 ( irr'¡ior io XIII, papa, 84 hormigas soldados, 143
Dunbar. Robin dinosaurios, l-5,21
¡,rrr¡ro social, t¿urtaño del hotentotes. extinción de. 43
Croorning, Gossip artd the homínidos. 39 t lrirrr¡rirncós,7-5 Huffman. Michaei, 147
EvoLutir¡n of' La.nguage. 123 neandertales, 42-44 I'or ills. 87 humanos
The Trouble with Science. 163
lllrrnirrl¿r tlc c«rntacto y, l3l anatomía. 29 -33, 96, I 2l - I 22
Dylan, Bob. I l3 fálsa creencia, pruebas clc. 49, -56 volu rrrcrr tlcl ltot>ctit'lcx y, 7 4-1 6, ancestro común, 22-26, 178
Fusr'i,,la hepática. plriisilp. IJ R il4 aparato voca[, I lB-l 19, l2l
Edad de !lie\o,42,43, 145 Felcl, Heidi. 63
¡'ttt't rt tntrrrtlial, prillrcrlt, tl3 apareamiento, 90-91, 94' 102- l0-5
Eliot, T. S.. 156 fiebre del caracol (esquistosurniasis),
l,ttt't t tt ltttrtrlilrl, scgtrrttlir, t3.1 comparación con los
embarazo,9l l48 ( irrtllt'r r¡to el ('orttlttisllttlor, rt:y clc neandertales,4l
e namoramienio, estado de. 90-9 l, 99 fisiología, 2l I rr1' lir 1t' * '' controI de la resPiraciírrl, 122
endorfi nas flecha de Clacron, 140 "',
' '
( irrrr¡t':r. 1,1(r coste de criar Ia clcscctltlc:llciir' '

acicalam iento, I 25 - I 26 Flores, isla de, en Indonesi¿r. 4.5 96- l0-5


música. 13l-132 Flynn, Henry, 85 y, l-35-141, 155 l-5li
I l;rr1', lit'rrt'r'trl. 13 3 cLrltura
religión, 166-16i, 169, t Bj fósil, regisrro I lrrrt', llt irrrr. ¡lsicrikr¡¡o. (r4 cnscñ¿ttlz¿r, l-53- I 54
risa y, I 27, l2B de los australopitecinos. 139
en1érmedades
Irr'r ¡rtnit'nlirs, rrso rlt', I I, l(r, 29, gcnocitlios, li3-tl-5
de los neandertales. 39-40 l(r. ,l/ irnit¿rciti¡t. 1.52
infántiles, 43,9i, t04, 165 humano,78 tcllciotlltl iilirtl, grittkrs tlcr, ) 5'5.
personas religiosas y,
t lttttt¡rtttct's, l.l. l,l,l r47, 1.52-1.5.1 i rl -5(
I 65 tbsilización de los hueso s,24, 4l nrl ¡v()s rlt"lirs¡llit¡tirr. r .l5 17 19
ettsayo mental, 7l Fossey, Dian, 86
l)t tttt('t ir t'vitlt'ttt'itt tlt', I l()
ittlr'r'vill() ('lll I c l)il('i lltit'r¡los. I (X)
enseñanza. 153- l5-5 Freud, Sigrnund, 162 litttt¡rtt() rlr'l t'r't,'llto y, t,l l0l
Entada abyss inica, acacia, 141 _l lli
4g
Irrr'rlrits t¡tt'rltr'ttt;tlt";, l'l / t,ll"( lcn¡',rrrrit', l0() l.)\, I I l. I I lO,
entorno Gage, Phine as, 7 2-1 4. 7 6 I lrtrrh', l{olx'l I, t'lolo¡io, l5/
cambios de estilo de vida de los gelada, monos, 9l Irr¡rollrlrtttto, I lr') rrrr,rlrr'trlr ll ltrlt, tolt¡tl, l,lr)
homínidos, 32 genética, 15, 24-25, 106 Itt¡rorltt r r'tllrt¡tl, l(r') nttti,tr rr, l'1, lO" I l(1, I t(l I l'l
características adaptativas y, 2l genocidio lrrntlttlrl()',. I / lr), r'1, '/ l.r llllt lllllr'lllr)' I I
comportamiento del grupo social, entre humanos, B2-85 ,¡, ¡¡l¡¡¡¡¡¡r'ttlo.
¡1 | ' l. / '/ I'l/rlll¡llllll'lllil ¡lll¡llrll'lr il, lrr) /l)
89-90 entre Ios chirnpancés, 82, g5 ltltrllllllr rrrr ¡ll, I rl, I ' ll',rl lr/ l"l, I1l
rasgos anatómicos y, 42 genoma humano, 25 n. lt lrllltr lrt llr' lr'lllrlrrtt /r( lt( I lrllllrllllr rlr'l r r'tr'lrln, rllr
Eslovenia, asentamiento neandertal Ghana,147 ,,¡ ¡¡l¡¡r lrill lll'l lrllllrlllrr l, I,rl'lrtl I l¡ttttrtlll rlll ¡'¡llpr|',rrr l¡ll, /'), I l'l
en,133
esperanza de vida, 97 y n., fiA
gibones, 91,102 t I /l( Ilrr,,rtltr, ln¡lt, l(rl{ \ tt , | /'r
G gantop ithet; t t,y, 24
i
lllllllllr lrlll 'lr I / Il Ittt,,tl,t',, ',r'r l¡t tlr' lr,',, I /^t
esquimales (o in ui t.r), 42 Combe, Parc¡uc N¿rcion¿rl «lc. 82. lJ.5_ tltrr rl,'llt ttrtlltl' ttl'1"' lr l,lr,
csc¡uistos«rrnlr, fiunili¿r tlc
¡lrnisilos, I4li li(r. lilJ. l4? t43. rll t l. t ti, l ¡, l/ l,'1,',t¡¡ rh' lr,', I )irt'trltittto',, I /
146, t4u, 1.52 lltilntt. lr r l¡lt, |
icos,
lr,, ll ll l', /l(, l' / '/, I t r
cst¡rr i zol'r'órr .5.5 ( ior¡rl;rll. .llr¡tt., li5 li(r, l,ll l,.l l l¡llr",tir or lorlorrt, I(rX
Iitt'lr'ltkr llr.l lntlt'eiso. rt.y ( ioltlol¡, ('lrlu lr.s ( it.ot¡',t.. \').
rlt,
¡1t.lrt,r;rl, ¡¡¡r, /,'il, ll(/ tttttllt( t()tt, llt()( r'\() rlt', I I l"i. I \0 I
Itr¡ilrrlt'rrr. ll I t/\ l'l
llttttttt llttt¡ l'i "\'\' I 5'r
206 La odisea rle la humaniclad
Indice alJabético 207
India, masacre entre hindúes
y Kroeber, A llicrl, antropólogo
musulmanes en. 83 I 37 l\lr,r ,r , rlt'('lt'l:1, 174 familias numerosas, 11 0- 172
lndonesia, -17 Kumrner, I1ans. z«rrilog o, dl, iz, gs lr,,tt,,r,;ttttiit. ()0-(,) | imitación en, 1 18, 152, 155
lkung san, pucbt«r ctc tos,
infanticidio, t}l _t02, tO6_ I 07
l::, ili, I SS rtrrtlrr',, l'¡, l(), 9l Nueva Guinea, sociedades agrícolas
Inglaterra, cuevas en. l2 ,r, r, rrll¡rttit'r¡[<1, I l4-1 15, I16, de, I 14
lnocencio lll. papa. 84 Laetoli (Tan zaniit),liisilcs en, l,\ l2(r
19,
lnsectos,5l,6g 28_29 ,r¡rrr'ntlizlrjc social, l5O-I52 O'Co¡rnell. Sanjida. 62
Lascaux, pinturas de. I4 Oneidans, secta de los, 175
Instituto Roehampton, 122 ' ,rl):r('i(lr(l tlel lóbulo tiontal, 76
rntencionalidad Leakey. Mary. 19, lu , '.1ru( lulir pélvica,29-30 opioáceos alti fi ciales. suministro
lenguaje, t6, I I l_ 125. t34 de.125
concepto de la, -50_5 I l;rl:,;rs t'tccncias, 60, 65
grados de, 5t_54, 62,64.1g2 arriculación del, i I B_l .9. l tr rnr ),, I /l¿"sll,r, 60-61 orangutanes, 81,144
122
rrrteracción social, 56_57, autismo y, 56 lllr rll( )\ t't' t'l't't, 65 Osten. Wilhelm von, 59-60
7O_T I
conversaclones, J l2_l 16, contar cuentos y, l-5-5- 1.56 rrr,,r tr¡ottt's. 104
llg, creencias religrosas y, lll2 Páábo, Svante,4l
128 rrr,r lrrlitl;ttl irrlirntil, 97, 98, 104
cotteza frontal, 74 cultura y, l3g_t4t lillll('lr'\ pájaros, especies de, I 10
lenguaje y, tt4_tt7 evolución del,12l_]'25 lrt'rrillrrs cle, 13, 139,179,181 Paleolítico Superior, revolución tlc:1,

..
y acicalamienro, I 14, 116,
123_126
fase musical, I25
rr",lr ir'ciortcs a riv¿lles potenciales, r3-t4,36,178, l8r .

lrlanda religión y, 16l ()5()6 Falestina, B5


del Norte, g3
islam, I65, 166,174 nsay,127_129 .,r\l('nnr clc reproducción, Il3 papiones sagrados, monos, 66-6u,
f'lagelación, l6g LeopoltJo de Bélgica. rcy. violt'rrci¿t cn los conflictos de 9l , 9-5
lt.t
sectas, 175 - _ Lewis_Williams. David, ilt6
Líbano, 83
¡r:rrrrla, 94 Parish, Amy, primatóloga, t39
rur',r('r. I l0- I31 parsis, pueblo de los, llt I , I tJ5
jeroglíficos egipcios, Libro de los Jueces, g4 Patagonia, pampas de la, 3u
l5 lingüístícas. capacidades:
Jesús de Nazaret, 174 en los N :rrrk r rr, nlilt¿Inz¿ts y vioIaciones Patridge, Giselle, 127
Jones, Jim, reverendo, autistas, 55_56 lrr ( l().lti), ll3 Pepys, Samucl, l-57
173
judeocristian a, tradicjón. Nt t I it,t tt t I ( i tt
t,q, ro phi<', 85 peste negra, c¡ritlcrttiirs tlt'. l(r7
2O
J u m p in g Je.¡.u s' M
a t t herr.r, secta
macacosjaponeses, 150,
l-5 l, I.54 Nt';rrrtlt'r, vlrllc (Alemania), fósiles pintr-rras plclrislírrit':rs. I I I I, llt I

de,175 Madsen, Elainie, 63 crr, ,l0 poliancL'iir tlc krs lilx'lrrtros. l(I'l
Magdalenia, pueblos de, I poliganti:r, ()li
BI t rr'rr t trlt't llrlcs, -19-4-5
Kahama, chimpancés de. g2 Mahale, población de chinrpancés :rl):u rl() v«rcal, I 2l , 122-123 Povilrclli, l)irtttry, ¡rsit'olo¡'o, (r(l (r I
de,
Kalahari, desierto del, lg 142,146,148 t'rrlt'r t:u¡riclltos, I 80 l)l'ctll¡tosl í. itst'l tl ¡t¡ t llt't¡lr ) ('t ( )t tlltllolt
Kasekela, chtmpancés de, Mahoma, profeta, 175 r¡slrunre nl()s rtlt¡sicalcs, I 34 crr, l'l()
en el lago mamíferos, 91, 110
Tunganica. 82.85, 116 l¡urfirr() rlt'l ct:t'cbro, 34, -l5,79, I'tilnrtlt' l{r".t';tlr'lt Itr',1tltllr', r'lt llt|ott.
I(atanga, 83 mandriles, 72 ll{'l t,t I
Xn\s;ty (flagetantes), secra masai, pastores, l85 l'tirttr'. llcrrrt, tr'rr'tt'ttrIr, | /',
de los,
rr'r)('()tlt'r. /,1 /(r. 7t{
kl_ayflower, colonos del, i I /'l l"
168 lll n('ur()p\r(olo¡ittr, ¡rstt olrr,ilir,
Kibale, comunidad de chimpancés McGreu Bill, erólogo. 142. t45_t4l Nt'rvl rr't A ttr lt t'rt', ttt'trl ot'it'ttl íl it'o, olo¡'o',, (rtr, l'l I , I 'r t
¡,, ¡rstr
Mclarnon, Ann. l2í )t)
de,146 I (,1( I (r') ¡rrrl¡llrr, rlt'tlo.
Klucklrolnr, Clycle, I 37 mennonifas, ,".ta cle los. ltoltltl llt,'t'lttt,t:,'l/,,rt,', l(X)
l7-5 iltlh t', f 'ttlrt¡tnt,
K.lu,ga.l ltttt.t',
nrcnlc, lcror.írr tlc la, 49_5g,72.17 r¡tttrlottltrlo',, () /
clbclo, .59_(r0, (r3, l-53
rtl
irnit¡lirlt.s y, .5tl (r0. (r7_(rli rr',r",ttt;rlrr rlr',tll lO.l, l(Xr l0'/ lirrs¡rrrlrrr. ( ir¡1'1¡¡ri lilrrrrovrt,
Kr¡r'r'slr. l)lrvirl, I 7.1 l(rH
Kr¡sovo, li i It'rr¡irIrjt.y, ll() l2l. l5(r rlr',¡tltollo t t,¡ittilivo,'l(), (».), rt'li¡iirirr. I t.), I lti, l)5, l\ / l\x,
rr,li¡iirirr y. lr6,1, llo l.l.l ll t.' l5() l(rl
208 Lct orli.yect cle la hLtntct¡titlatl
Intlice oLf'ubétit o 2Oq
charnanisnro, I85_l87
comunidad y, l7A_n3, bipedisrno, .3l_.32 lr I lr¡r,t lrt r'ottt¡rtt'nsirin tlc l¿t Urales, cuevas en los montes, l2
175_178.
190 eslruelUt-¿t rríl vir.t¡.
2r)_ l()
, ,rtr',,tltrllrrl. '/ I
f

control social, 176 rilts¿is crL,ct¡cills, (rl) (l(l illrr t,rrn,,, ¡rolirrrrtlriir tlc los, 104 Vernon.ia, planta medicinal, l4u
imitación, I-52 | ¡¡¡¡lrr'¡ ¡,r'rr, ('ullt () ilrlcrrclgantes Virunga, volcanes, en Ruand¿r, [J(r
Intervalos dc n¿rcillriclllo.
I00
rlr' lO(r Visalberghi, Elizabeta, psicókrgl, 7 I

Iimiración del luihir:rr- llrlr,'r¡,r'rr, Nrko. e:t«ilogo, 106 Vísperas Sicilanas (1282), 83
razonamiento c¿rus¿rl.
.ti I
rrr ¡rlrlr',,, ¡rrjruos, l-50-l-5 1, 154
7I
1a Ilrrr,r',,'llrr. Mihc, (r l, (¡3, I54 Waal, Frans de, primatólogo,90
rntencion¿rlid ad y. 1 76- l lB, Irr'rrrl;r Artos. gtrcl'r'a cle los, 83 Whiten, Andy, 66
l8 r_ t82 l'.r lrrrrlrr, Al. (r.l Wilson, Alan,24,26
judeocristiana, Itt¡,r'n. rtrorrlt's, c:n Kenia, 27 n.
20
persecución, 83_84 Zacarías, papa, 174
ntrrrrles de la vida, Somalia, 83 I 1,,¡tltrllt, 1't'rr6citlio cn, B3 Zaratustra. lB-5
l4l
Rolnanov. dinastía f9mme. baralla det. 82_tr.l rrll rrrrr,¡,t'rrilrl ¿r cn Alemania, Zevi, Sabbataí,174
de los, l63
Ruanda, g3, g6 Stiller Jamie..5l lO,l r¡ zoroastrismo, l8-5
Strow, Jttlie, l2i
salud genética, 106, suicidios colecrivos.
I0B I 73
San Bartolom é, maanza )umatra. oranglttanes
de (1572), de, t37
B4 Jungrr (Rusia). asentamiclrt«¡.
I 79
san. rribu de los. I00. sunies, I7-5
Ió.1. I86
Sunlande¡. cuevas Swarbricl<, Rebecca,
en, I I 5g
Saunruota, Marcelino,
Og
^l.lz
sarampión, I I_t2 taboritas. secta de
extinción ae inO,genas los, I 75
por el, 43 Ja¡..bosques. e¡l Nueva
Grrinc¿r. j4,
Sarich. Vince.24. 26 152_t 54
Schaller, Ceorge. biólogo. gó tnchelm de Amberes. 174
¡cnerezade. efecto. Ian^g-anrca.
chimpancés en ef lago.

;eepersand. Feroud, 82.85, 143
l28
Tanzania, comunidades
1_22 de
chimpancés en. g2. g5.
ral romano, 84_85 t42_t43,
146_148
s_66
Taslan_ra, extinción
de los nativos de,
43, ,145
s. J75
Shirkespeare, taxonomía,22
William, 1 19_ 120
Nochc de reycs, ia de Ia, 59
-
Shanjdar
56
(lrak t, ..qrát"ro
neandertal Jonestown,
en, I 80 eL,173
Siberia, pueblos cle,
lg-5 'lcshili-Tirsh
slrlros, 1.5_ ló, 19, 2l _27, ( lt us ilr ). lrsclr
39, 72 [¿r nl icn I o,
¡rciclrll¡nrir.nlo, I 1.5_ luo
I l(r
itl)iultlo vot.lrl, Illl, Ir,st tlt. lrs Sr¡rirr.lics. ,.19
¡.r1 50, (r2
Ir.st rh,slrlly Al¡rr.
77
Índice

9
l. Visiones en Piedra
tl
2. El simio erguido
47
3. Magia de la mente
81
4. Hermano simio
109
-5. Tan dulce melodÍa
t35
6. Alta cultura
159
7. Así habló Zaratustra
191
Bibliografía
201
fndice alfabético

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