Dunbar, R' Odisea de La Humanidad 2
Dunbar, R' Odisea de La Humanidad 2
Dunbar, R' Odisea de La Humanidad 2
E{crratamo si¡'x"lio
píibl,e
es¡:lal.d[ts e! st¡nitlt¡ hl}enu'\ tr)eru:e
'.-.4 odi' se :;t¡bresah'ó tlL rlír cl st'ls
,, )irin untita tlt*€ se quiebr*. frtÍiró t:uiclatk¡,¡umente
ur.ru* t
etlrerJtdor' itt-
eru opre:;iv,tl. ,A Lo Lc.jtls, un'
l.,ltíltlrcl(¡ \)el" ent!.€ Los cll.bustos. El si,leru:itl
l,(t¡(¡ru)c(ttfipan aenlottLt'rsu'sorn'bría nt¡ltt ittit't'-
tttiit'ttlemerúe, la res¡tuesta de su ¿ 'Nt¡ sc oíu
l¡'l"t"t'l''1"'t''l:tt'l"t'tl'''i'li''t()tlt('i¡tttl'tt'ttlttbrigtltlclt¡'stirba-
cle,saptlrecie-
l l ,t1,,,1, ,,' llllt \ll(,ll( ¡(,'\(llÍl(,tllí' ( (}rtl() ll.(ll)í(ut LLegodo,
t,,tt t t!tttl't' t t \tl (!\('Íll(llllicn!o C'tl eL b0Sque'
82 Lu r¡tlisect de la humanirJacl
Ilcrtttttttt¡ ,sitttit¡ ,\ i
Godi y,cía afr¡ntado y sobrecogitlo, con todo el cuerpo roto y ,r(r1-
grante, coffindido y con la cabeza como un nirJo cle aiispas.
Meclia t'rr rk'l gr:ttcl'ltl Haig sul'rió unas cincuenta y ocho mil bajas (tttt lcl'cio tlt'
hora después, consiguió sentarse. Le dorían ra cabeTa y er pecho
como r.lltrs nrorlalos) y sc estima que en la primera guerra mundial nlttric:ltrtl
nunca ctntes le habían dolido, y uno cle los brazos le colgaba inutiliza_ tlir'¿ lllilloncs clc personas, entre ctviles y combatientes. Durantc llt sc-
dct. uno de lo,s machos se lo había estirado cruelmenti ¡irrrrrlir gucrra mundial, los nazis se
las alreglaron para fusilar, g¿tsc¿ll',
con todas sus
.fuerTas hastct desencajarlo. Despacio, con dolorosa precaución, Gbdi (ltt(.nt¿lr <t csclavizar hasta la muerte a unos seis millones de.iuclíos y
comenz.ó a arrastrarse hacia la corriente para calmar lafwriosa
sed que oltoS lirntos gitanos, eslavos, comuniStas y otros «indeseables>> cll poco
lo ctbrasaba. Muri.ó por lesiones internas un cJíct despuZs, junto
al río. rruis tlc un lustro. En un desesperado intento por sojuzgar el Congo l3clgit
rluriultc los últimos años del siglo xtX,los cómplices del rey Leopoltltr
rle lltllgica rnataron casi a seis millones de personas. Los Jemeres Ro.ios
Y así comenzó ,no de los más sorprendentes descubrimientos de
los años suntlt'()n otros dos millones en Camboya en los años setenia, y se cstim¿t
ochenta. Los machos de la comunidad de chimpancés de Kasekela (luc Iils Inás actuales tribulaciones del Congo han dejado, en el molrloll-
en el
Parque Nacional de Gombe, a orillas del lago Tanganica,
se organizaron l() ctr que escribo este ensayo. casr cinco millones de muertos.
para emprender una expedición de asalto al territorio de
sus vecinos, la L¿r historia reciente cuenta con tantos casos de conflictos genociclas
comunidad Kahama, donde procedieron a ejecutar un terrible castigo t¡rre rcsulta imposible enumerarlos: la masacre entre hindúes y musul-
sobre s u distraída víctima. y repitieron ese mismo patrón
de conducta du_ nuurcs clurante los meses anteriores a la división de la India en 1947 ,
rante meses, hasta que cada uno de los seis machos de la comunidad
Ka- l¡r lu¿tsacre de un millón de armenios a manos de los turcos en 1917, Ka-
hama sufrió el mismo destino. Todos murieron a causa de
las heridas. ti¡lllu, Biafra, El congo, Angola, la uganda de Idi Amin, el Líbano, Ir-
La noticia de este extraordinario acontecimiento corrió como
la lirrrtlit clel Norte, Ruanda, otravez El Congo (por entonces rebautizadcr
pólvora entre los sorprendidos investigadores. Hasta entonces '/,airc),Bosnia, Somalia, Kosovo, El Congo una vez rnás (de nuevo con
no se ha-
bía observado un compoftamiento semejante en ninguna
especie de pri- srr iuttiguo nombre)... Se dice que casi cuatrocientos mil civiles fue-
mates, y rnucho menos en el supuestamente pacífico mundoáe
los chim_ ton t'¡tasacrados y ochenta mil mujeres fueron violadas cuando el ejér-
pancés. Por supuesto, sí se habían producido algunas
agresiones entre cito.iaponés saqueó la ciudad china de Nankín en 1938'
Ios machos, pero habían sido incidentes aislados, no
más graves que una Y si nos remontamos más atrás en el tiempo, la lista sigue creciendo.
camorra en un partido de fútbol un sábado por la tarde. Los
ataques de l.os l]alcanes repetidamente, primeros los eslavos contra los turcos, lue-
entre sí, en un intermina-
los machos Kahama cambiaron para siempre nuestra idea
sobre los chim- ¡lo los turcos contra los eslavos, luego los eslavos
pancés. Y lo que agravabamás aquella reacción era
que los machos Ka- hlc círculo de venganza y retribución. Antes, las Cruzadas, las Vísperas
hama habían pertenecido a la comunidad Kasekela, plro S ic i I ianas (los sicilianos masacraron a los franceses angevinos
en l2B2),
," habían sepa-
rado de ella para instalarse en su propio territorio hacíaapenas
unos lir «lorna clel norte>> (de Inglaterra) ordenada por Guillermo el Conquis-
años. Los homicidas conocían personarmente a sus
víctimas. tirtlor después de la conquista normanda que añadió decenas de miles
rlc lnucrtos, por hambre o pol espada, o el día de San Brice, setenta años
í¡t)los, cn el que hombres, mujeres y niños vikingos fueron masacrados
¿,Pero por qué fueron tan impactantes los traumáticos acontecimicnt.s ¡xrr orden de Etereldo II el Indeciso, rey de
Inglaterra.
tlc ac¡ucl día'? Dospuós clc ttxro, cn comparacitln con lt¡s belicos.s 'l'¿rrnbién están las interminables matanzas contra los judíos en la
hr_
lllal)os, cl itlac¡ttc tlc (ioltthc cs utt c¡risotlio hirsl¡utlc rnrxlcsto.
Ill I clc luli¡rl Mcdia y en épocas posteriores, las persecuciones religiosas quc
.irrliorlc l()I(r. cl ¡rt'itltct'ttf¡ttlc l¡t h¡rlrrllrrtlt:l Sonurrrr. l¿r ¿rnn¿¡rl¿r britÍni- ¡rsoluron Europa tras la R.eforma y la Contrarreforma, el caos y la mi-
st.r'il rlo la guerra de los Treinta Años cuando los alborotados ejércitos
84 La odisea de la humcutidarl
Hermano sintit¡ ,\.5
or
dí
'.:'.:ffi1il:::1il#lftffHx;l::
nentes que hicieron que toda la vecinclarl,
¡re srrr hasta ciento
cuarenta kilos) y su firme determinación dc ¡rtrrtcgt't'
Ir su harén contra todo potencial enemigo eran la causa de Lalcs l'cl¿ttos.
I I¡l ntacho adulto en todo su esplendor bajando 1a ladera pr-rcdo scl' Llllil
tanto chimpancés como observadores humanos, cárrieran así le sucedió a un colegrt ttlío'
a refugiarsc visitin perturbadora, sobre todo
al aparecer los arrogantes machos, aplastando la maleza,
dispersand. (.u¿rnclo el cacla vezmás alarmado
-y gorila se da cuenta súbitanlentc tlc:
deliberadamente inocentes grupos de hembras y jóvenes,
arrojando ra- t¡rrc la pendiente le impide de.tenerse.
mas y árboles pequeños sin temer que pudierangolpear
a otros. pero Ia Pero una vez que se hicieron estudios de campo Serios, en los ¿tños
paz se resiablecía con tanta rapidez como habíicome
nzado la gresca, sL:rlonta, parecía que la realidad de la vida del gorila consistía cll l-lll
tan pronto como el honor der macho quedaba satisfecho
y los exhaustos t.ír'culo tonto y extremadamente monótono de solemnes comidas a bitsc
protagonistas brincaran a un árbol para aliviar
sus heridas con gestos ar_ th: hierbas poco apetitosas intercaladas con sesiones de rugidos csÍo-
taneros. comparados con ros seres humanos, no
eran más que un grupo Irr¿rcales dormitando bajo el cálido sol de mediodía o con apaciblcs ¡ra-
de adolescentes en sus motocicletas volyiendo
a casa y moátando baru_ scos del refugio de una ladera a otra. Las manadas de gorilas suelbn sc:r
llo por la avenida un sábado por la noche, que serían absuertos
en ra rcrlLrcidas (en general tienen menos de diez individuos), estar estrech¿t-
misa del domingo por la mañana.
nronte unidas y, al parecer, estar bien organizadas. La sociedad cle los
.4. veces, algunos individuos demostraban
una ingenuidad sorpren_ sinrios se parecía enormemente al aLrurrido sosiego de una residenci¿t
dente en estas actuaciones. Aunque en aquel momentá
era menor que ra rlc ¿rncianos en la playa.
mayoría de Gombe, Milce descubriS que El único punto discordante en el horizonte era el orangután. Esttl-
podía so los toneles vacíos de queroseno tliatlos en Borneo y Sumatra por un grupo de agudos jóvenes zoólogos
que Jane te ordenados. No sólo producían un y antropólogos, los simios rojos fueron pronto llamados- al
estruendo muy divertido cuando los entrechocaba,
sino que también -como
principio no hicieron más que contribuir a esa escena pastoril. Nunc¿t
podían provocar considerable daño (aunque superficial)
óuando gor- tlc¡nasiado sociables, los orangutanes deambulaban por los bosques clc
peaba con ellos a otros. Mike regó a la cima gruliu,
a su nata ingenui- su isla generalmente solos o, como mucho, en compañía de su descoll-
dad más que por su fuerza física.
rlcncia. Pero, en sus peregrinaciones, loS machos a veces se enzarzabi¡lt
Mientras tanto, a unos pocos cientos de kilómetros más
ailá, en l.s cn luchas feroces y sangrientas cuando se encontraban con otro macho.
bosques alpinos de los volcanes virunga, en R.uanda,
se podría contar Y algunos machos orangutanes, como pronto se hizo patente, tenían un¿t
la misma historia acercade ros gorilas que estudiaban más grandes so-
Dian Fossey y l)onosa inclinación por la violación. Aunque los machos
sus colaboradores. De hecho, ra reputación de
los gorilas se había sar- lítn ospe rar que las hembras se acercaran a ellos, los machos de mentlr
vaguardado gracias a los estudios de campo en Ruanda,
primero por ot l¿un¿rño (c¡uc interesaban menos a las hembras) confiaban en la llana ctl-
clistinguido biólogo cst¿rdounidense Ge.rge sch¿rilcr y
t,,"gn por l,,«rs- crc:itin ¡larar abrirse camino. Una hembra, que no llega a la mitad del pcstl
scy y stls tliscí¡rttl«rs. Alltcs tlo litlcs cslutlios, la rc¡lui:rcióictcl
ggrilrr tlc un orangután macho, no es rival ni siquiera para un macho pequeño,
cttt'iti:tltrt ctlt cl Pcrsollititr tlc Kin¡¡ ñtn¡¡,solrl't.rrxk¡
¡x',r lirs i¡récttel¡s t¡.c y l«ls ohservadores, sorprendidos, sólo pueden sentarse y mirar con ilt-
t'ottlltll¡tll ltls t'¡tzittkll't's solll't'l¡ls ¡urtcr¡rrzirs rlt. los irir.irrlos
nr,¡rclr,s crr:tlrrliclad cómo las hembras luchan sin éxito para evitar io inevitahlc.
-
88 Í,a odi,sect ¿le la. huructnitlatJ
ü ilermcl¡ttt si¡rtit¡'\()
El sexo y ¡-tn simio singular ü ,.llos lnucho menos comunes. Y es incuestionablemente cierttl c¡ttc Ios
a
casi único de prácrica ,"*rui qr" lr,,r¡hras que los sobrevuela. Las hembras de los Lronobos, asimismo. ¡rttc
servía para consolidar los lazos ,ll..tr ponerSe muy batalladoraS si lo desean, Como noS recuertl¿ttl llts
de
olrscrvaciones gráficas cle la primatóloga,Amy Parish de un¿r hcrtrbr':t
#
recrerancasihumanos.Esrar"r'r:'.?;i:Hffi
tada por ei hecho de que ros _ ilT::,L'ñii:[:ff ',,,,,, "on
rrr{t'tn¡lerie.
bonobos muchas veces practicaban
ltn una aproximación más prOfunda, ilarecc c¡ttc llt l't'¡rttlrtt'ititr rlt'
fr
cara a cara, como hacemos Ios el sexo
humanos nunca antes visto en er
I -algo ¡r:tt.íl'icosdel,osbonobospoclríaestarbas¿rdatilntoelltllllll('loltttltlt'lt
:ffiil:,
lrrunrl«r:
virrt.lrri¡.
A" .o-rni¿rd"tpacíficrr,
getariana y sin
plclittltcnlc tlisf
m
il
pl
llt
ollcs crt cl
stlil:r.irr,
H
,# It.s. ¡t¡r¡-lios clc los chirlpancrls. l.lrs llrcilitlrtlt's tlt'ltlr;trllt't tttttt'ltlo
,lrt.t.t:ll lOs bOSc¡UeS del C'tllrgo (t:tt«rt-tttt's ltif',ttt'llt:; tt'¡rlt'l:tr'
¡rt.rrrriIrrrr r¡ttc los animales sc rcúruul
tlt'
t¡ttt'
lttllr¡:')
ctl tlll stlltt ltt¡',ltl. l'ot t'l t oltll:ttto,
r(.1'ro r(.s si¡¡rr ¡rr; , r; sr.,¡ ,1':],:l;',;.i'i:lll'l']i,::
ttt',, l;lr, rlt¡t;ts t ,,( (.,;t:,;t l;t., r¡ttr. ;::
il,,, ¡¡1 ¡ r,,l,t¡rltr,,,():,(., (
I;I;::ll;
i.tt¡lrr.s(), (.t¡lt(.
h
tah
los t.lint;rs r-:st¿rcionales clc los chitn¡ratrcÚs olrligittr:l l:ts ltt'lttlrt¡ts
¡r;rrlit.rrllrr') lr tlis¡.:,rogarse y rCcrllcctar
tltt 1lt'rt¡lt)s lx)(lll('ll()s y' :t tttt'tttttkr'
:,rl;rs. llltlt vt:z t¡ttc ltts hclnbraS Sc Scl)1ll:lll cll gl'tll)()S, l)tl('(l('ll t'it'lt't't
(t'lt
,rb
9A !,u o¿lisea cle la hunutn.idut.l Hermurttt ¡itttitt t) I
h
rampante cntusiasmo de los bonobos respecto alsexo en cualquier
cir_ Iuyc tener rivales en las proximidades'
cunslancia es tan increíblemente cercano a lo que vemos entre
los hu_ lror el contrario, los seres humanos acostumbran a fortn¿tr parc.lils
manos que es ctifícil no vislumbrar un origen común a
que parece haber una diferencia entre nosotros y
simios: el peculiar fenómeno del apareamiento. Aunque los chimperr-r_
ambos. pero sí
nuestros hermanos #
fr
,l,r.rr{eras dentro de un grupo social grande (a veces, irzay g¡ittlclo)'
Ilrt
4
cés hembra pueden establecer relaciones especiales
con machos incli_
viduales durante el período de celo (que se circunscribe
casi por co.r-
pleto ai período menstrual), estas relaciones no persisten,
ni siquiera c,
los bonobos.
Fq
Los seres humanos somos muy distintos. N4achos y hernbras
duales se encaprichan unos con otros durante er especiar
mado <<enamoramiento>>, que parece involucrar unalntensa
hacia el compañero, sentimientos de desesperada tristeza
incrivi-
estado il¿r-
atracci rirr
3
? r luzc¿ur <l la acosen.
cuando esr¿i,
físicamente separados, una tencrencra a que todas las otras
cosas crr:l
mundo pierdan significado y, por último pero no menos imporiurlc,
r-rra extraña tendcncia a atribuir al compañero
tocla clase de rasg.s i.lr.
¡'rt'o¡liitiltls y tcrrihlcrnctttc ¡'loco rc¿rlrsllrs, ¡-rir¡ir vc¡19, colro rr¡r c:l tlic.lr.,
P
*
#
ir
lorlo rlr' t'olr¡l' tlt. rrrstr.
l"sl;t ¡lltrlir'tllltr fot¡tt;t rlt';t¡rlrrt':rrnrt'nlr) nt()n()1,;¡¡() t's tlilít.il
(()rrrl)rt'rtrlr'r
rlt, ¡¡r, 1,1.1.,,¡.,,¡lrrctlct-tllegzrraCOntarctltlvarigscit:ltltlstlt'ltllitllltlt's'l'it ¡lt't
¡r,r rl,',r:r,/r)il{", l,r ¡rt Ín('r,r.¡,1)(rr (rrr('tlr;tlll,sr¡()s(.()nrlx)l ,,r,,lclrr.ut tlt'l tt¡litt'oittnientO (tl, al lnClltls, clcl Ilttltto¡lolirl tlt:l lttl¡t'lltl solltt'
t +1.
?t,
llrt'ttttttttt .titttitt q'l
92 La odisea de la humanida¿l
Estos comportarnientos pueden incluir manipulación psicolr'rgica s(.t. lx)Co r.íts C¡ue Un lnontoncito infbrmc en Lln scr lrttttlantl tltlis tl lltt'
(ruegos, lágrimas u otras tácticas que se ajusten a la sensibilidad de la
rros tlccot-ttc.
pareja) o formas de caza (instigando una concepción, por ejemplo), pcr<r y tnatlttt'o si¡l
l,ll tcnto proceso hasta que el cerebro está preparaclo
también pueden incluir e[ alejamiento sutil de la pareja de situaciones (e mbaraz.o y lttclittt
rril'icil c¡uc el período de inversión parental directa
en las que la reiación puede correr peligro. Esto último a veces incluye (monos y silrios)' l'os
t'irr) cs mucho mayor en antropoidés y primates
laúllización de velos y otras formas de aislamiento parcial como el us<¡ de esta distrihtr-
Irrrntlrl-lOs representamos, sencillarnente, el extremo
de burkas, ejemplos conocidos del modo en que los hombres intentan nueve rncscs'
t'irirr. Ill embarazo dura en los humanos los consabidos
restringir el acceso de las mujeres a los rivales potenciales en oriente
¡rcnr cl cerebro humano
requrere un año más para completar su crccl-
hastit c¡ttc
los pies de las niñas para r¡ticnto lísico, además de otros cuatro años aproximadamente
por sus propios
pudieran camtnar por sí t.l lriiro está lo bastante maduro como para sobrevivir
de nutrición y nltt-
onaba como una hones- Irrctli()s. El cerebro en crecimiento no sólo necesita
ta señal de la fidelidad de la muje¡ incapazde escabullirse a una cita se- muchos peligros
t'lros cttidados, sino que, además, existe laamenazade
creta en medio de la noche. (El vendaje de los pies, por cierto, era prac- infantiles es espc-
t.xlríusccos. La tendencia a contraer enfermedades
ticado sobre todo por las clases más altas de la sociedad, que tenían más de vida y fue la ma-
t,iirlr¡lcnte severa durante los primeros cinco años
que perder si sus hijas eran pilladas en delito flagrante.) o puede te- yol causa de mortalidad en lai sociedades premodernas'r .
ner que ver con otro recurso basado en un mayor grado de atención ha- lit esfuerzo de criar a la descendencia es tan alto entre los humanos
to-
r¡rrc rcsulta difícil que sólo uno
cia la pareja: el efecto scherezade, en el que un individuo intenta mante-
ltc-
ner a su pareja entretenida e interesada. De cualquier modo, el objetivo tkrs los cuidados pór sí solo. Lo
tlso
rrrs soportan un riesgo mayor en tér
es prevenir que la pareja se relacione con posibles rivales.
más desarr.-
,.rr rruostras sociedaáes más ilustradas y económicamente
coste de criar a un niño con la-
llirrl¿rs. En las sociedades más antiguas, el
El cerebro contraataca de abandono c
rrrili:r uniparental conducía, en general, a altos índices
la frecuencia de aban-
irrl'¿rnticidio. Durante el siglo xvIII, por ejernplo,
El cerebro humano pesa alrededor de un kilogramo con doscientos a, tenía su correlattr
rlonrr infantil en la sociedad de Limoges, en Franci
gramos, frente a los escasos cuatrocientos gramos del cerebro de un t:D cl nivel de dificultad (indicado por el
precio de la cebada) de cac'la
e¡l-
chimpancé. Incluso teniendo en cuenta ra diferencia en el tamaño cor- ir¡j(). lin la Inglaterra victoriana, elíndice de abandono e infanticidio
poral, ei cerebro humano es aproximadamente el doble de grande de
1o que esperaríamos de un simio de tamaño equivalente y cerca de seis sobre la espcratt-
I l)csgraciadamente, esto ha llevado a curiosos malentendidos
.
veces mayor que el de un mamífero de nuestro tamaño. Ei coste de baja esperanza de vida de nucstrtts
zrr rlcr vicla cle la gente en el pasado. La afamada
criar una camada con semejante cerebro es enorme y por ello nos dife- irttlc¡xtstttlos victorianos (enire los 35 y los45 ochcnta tlc
renciamos biológicamente tanto de otros animales. El cerebro humano contemporáneas) lta mortali-
lrrs ¡roblaciones occidentales
rl¡rrl inlirntil clurante los primeros cinco años d
superl'icial
no sólo juega un importante papel en nuestra anatomía para hacer po-
d"mostraría que los antepasados victorianos que sobrcvi-
siblc la gestación y el nacimiento, sino que impone monstruosas exi- srlrrt.cl carrposanto loül
sesenta o setenta años de vida' Al menos dos de l¡rs
gr:nc:ias sohrc los ¡rrogcniloros una vcz aconlcciclo cslc úlLimo. EI rc- vit.r.()rr ala niñcz llegaron a los
xvlll y xIX ellos cam¡rc-
rlor.t. irrrtc¡Irsados de mi linaje patemo de los siglos -todos
t'itilt rrirc:itkr ret¡tricrc rrrr lirr.¡¡o ¡rcrírxkr tlc l¡rr:lirrrr:iir y. rlcspuós, r.rruchos los noventa ¿tiros
srloli o triih^iaclore s de estadt áel nordeste de Escocia-
alcanzaron
¡tllos tlt'¡¡tll¡'it'iril¡ y srrittlizitt'ititt ¡lil'ir ('ot)v()l'lir lo r¡uc cor¡ic¡za psr y ltr tttityot'ía «lc e tlos' por 1o menos, los setenta'
98 Lu odi.¡eu da lct huntctnidarl
I lct'tttttttt¡ ,titttit¡ t)t)
I'
I
sobre todo al infanticidio. Entre los ache, de Paraguay, los hornht'cs sot) pruebas de que los lazos emocionales que se producen entre las llitt'c'iits st
bastante claros: no pueden permitirse criar la descendencia dc otro rompen con el tiempo, con la consecuente separación de la parc.ia. lirr
hombre cuando se apropian de su antigua esposa y, si éste no cstí ¿rllí J{ l"re los cazadores recolectores ache, en Paraguay, los adultos tictlcll t¡t'
para protegerla, aniquilará a los pequeños por más que la mujer protcs-
te. Para ellos no se trata de una gran cuestión moral sino de supervivcl-r- t- promedio de doce parejas a lo largo de su vida y cada una de ellas tlttl'i
desde unos pocos meses hasta varios años, situación que puedc no scl
cia y, por supuesto, de acceso reproductivo a la madre. Y los intcrcscs
de la madre, a largo plazo, estarán mejor atendidos si desarrolla un¿l re-
?r- atípicaentre las sociedades humanas cazadoras recolectoras en las c¡ttt
el arreglo formal del matrimonio no existe, situación a la cual nosoll'ol
lación funcional con su nuevo compañero cuanto antes. Esto puede pa-
;+. los occidentales estamos llegando, ahora que el matrimonio fornral yi
recernos duro e insensible, pero nuestra actitud occidental para con los
niños está muy afectada por la reducción radical del tamaño de la fami-
lia que tuvo lugar durante los últimos siglos. Con sólo dos niños de los
*1| no se considera absolutamente esencial.l
De todos modos, no todo termina con el infanticidio: los hum¿tttos
cntre todos los primates, son los únicos que requieren el arduo traha.ir
++.
que hacerse cargo, tenemos que prestar más atención a cada uno de
ellos, pero no siempre ha sido necesariamente así.
Por supuesto que son ejemplos extremos y la mayoría de las socie-
dades o especies no tienen índices de infanticidio que se acerquen si-
;f
J¿.
de ambos miembros de la pareja para una crianza exitosa. Aun tolrtittl'
rlo en cuenta la diferencia de tamaño corporal, la energía que cucsli
¡rroducir un infante es aproximadamente un 10 por 100 mayor parit lot
humanos que para los chimpancés a causa del tamaño del cerebrp. Atlc
quiera a estos niveles. Si fuera así, no tardarían en extinguirse. Sin em- nrás, los bebés humanos son mucho menos móviles que los del rcsto tlt
bargo, los infanticidios han acontecido y acontecen, burbujeando bajo ?+. Irrs primates. así que tienen que ser transportados por la madre por nlu
la tranquila superficie exterior de la sociedad. Desgraciadamente, nues-
tras más aprensivas actitudes occidentales tienden a esconder este fenó-
meno bajo la alfombra y niegan su existencia más que intentar com-
ifü+ cho más tiempo. Esto refleja en parte el largo período de depcndcrtc:ii
cle los bebés humanos, pero también el hecho de que los niños hurn¿t
r)os nacen doce meses antes que los bebés del resto de los primatcs. Ncr
prenderlo o explicarlo. Y precisamente por eso hay que aclarar que,
desde el punto de vista evolutivo, lo importante no es que sobreviva la
mayor cantidad de bebés en la mayoría de las sociedades y especies,
sino más bien que se produzca el infanticidio. Que el infanticidio exista
+f
#
ccsitan una enorme inversión que requiere de dos adultos con un cont
¡rromiso genético personal (o, en el caso del macho, con l«¡ t¡uc ól csli
convcncido de que es un compromiso genético) con cl niño ¡ritt'it ¡¡it
riurtizar que se canalice hacia éste una dosis de cuicla<l«r y cttt:t'gfits stt
y pueda, en algunos casos, alcanzar proporciones bastante elevadas,
i{.1 I'icicnte. En las tradicionales sociedades cazador¿rs rccolcc:lorits. l:t ¡tt'
tiene implicaciones muy significativas para muchos aspectos del com-
portamiento. Y uno de ellos es el apareamiento. Dar protección a la des- i# t't:sirlad de que un miembro de la unidad de cri¿r¡rzir cslttvicr'¡t lilrrt' ¡rtrt'r
r('cog,cr o cazar hacía que los grupos dt: criitttz¿t coltl)u('slos stilo ¡tot
cendencia propia se convierte en el servicio crucial que puede ofrecer
un macho. Para ellos, proteger la inversión en el propio futuro genético
genera una importante presión selectiva adicional que favorece la evo-
u, r r rrr
ir:rcs fluera impracticable.
Sin crnbargo, otras fórmulas pucclcn li¡nciotuu', y lo ltitt't'tt. ¡nut(lur
rlt'¡rt'rrtlc rnuy mucho de las circunslancilrs ccot¡r'l¡ric¡ts, ('tt¡ttttlo lul
lución del apareamiento en nuestra especie. Análisis detallados, en r+.1 Irolrrlll'e s ¡rueden monopolizar los roct¡rsos (cottto l¡t licn'it tt rtll'¡ts l'tlt'lt
algunos casos mediante modelos matemáticos, han mostrado que el pe-
ligro de infanticidio es la explicación más convincente para el aparea-
i*r, Ir.s tlt' r'it¡rrcza, como el ganado) c¡uc lus ruu.jcrcs ¡'rttctlcn trtilizitt't'tt l¡
rtticnlo lanto err l«rs giboncs cotno on ltts gorilas. l¿rl I lll llrrrrr rrrirlrerodeespososobscrvnrklonL:sllssot'ictll¡tlestrlrliciortirles le lle,i:
lil lt¡ritrcitttticnkr no cs, l)or sul)r.rLrslo, trn csllrrlo lrcccs¿rrianrente per-
nt¡ulcnlc t'ltll'e los ltttt¡l¡rnos ni cn ctt:rlr¡uicr olrir tls¡'rr:cic. lJay lnuchas l¿rl lo solo lrr r¡¡rtur'¿rl clisolución de la pare_ia a lo largo rlcl ticnt¡xr, sint¡ t¡ttttbitlt¡ cl ltct'ltt
rh.r¡rrr. los (,slr()sos pucden muchas veccs nrorir prlrcttlcrtrtotllttl o acrt:itlcttlt:.
,l,.l,l
Itl
104 Lct odi.seu de lu humanidad
Hermono simitt lO\
crianza de su progenie, éstas pueden empezar a qLlerer c¿ls¿lrsc cn lxr
que mantener reIaciones con varias espoSaS alavez puede ser agolittlot'.
ligamia. Las mujeres parecen dispuestas a arreglarse con csl¿l silulrt:iri¡r
Los matrimonios poligárnicos muchas veces llegan a tales nivclcs tlc cs'
marital para obtener acceso a estos recursos fundamentales par:r Irr srr
trés entre las coesposas que estos matrimonios raramente son tall l(íl'li-
pervivencia y el futuro de sus hijos. La iquezapromueve esas li'rrrnul¿rs,
les (en un ínclice per cápita) como los matrimonios monogz'rmicos r:ll
incluso en nuestras sociedades posindustriales: los ricos tienen íntlic:cs
la misma sociedad, probablemente porque el estrés interfiere con las llot-
más bajos de enfermedad y rnortalidad infantil, y tienen más posibilitlir.
lllonaS menstruales, de modo que estas mujeres tienen más ciclos sill tlvtt-
des de otorgar a su descendencia un lugar en la sociedad como acl¡lltos
(brindándoles oportunidades educativas y sociales que favorezca¡r cl lación. En muchas sociedades bantúes, cada esposa tiene su propiit citsit
o choza, que el esposo visita durante unos días en estricta rotación. Qtrc
éxito tanto social como reproductivo en Ias sociedades modernas).
las esposas vivan juntas bajo el mismo techo sólo es frecuente entrc l¿ts
La capital importancia de los recursos en cuanto a una crian za exi-
c¡ue tienen una relación cercana, sobre todo entre las que son herlnan¿ts.
tosa queda reafirmada por una organizacíón familiar bastante pecu-
liar: la poliandria de los tibetanos. En este caso, la necesidacl de evitar
que las granjas se subdividan en sucesivas generaciones queda solucio-
nada si sólo se celebra un rnatrimonio en cada generación (todos los
Así que, mientras que los humanos cornpartimos algunos rasgos tlc
nuestro comportamiento con otros primates (especialmente con lltlcs-
hijos de una familia se casan con una sola esposa y contritruyen con su
trabajo ala crianza de la descendencia <<comunal>r). Las granjas que [ros hermanos los simios), también tenemos cierto número de clilcrcll-
se subdividen entre los herederos muchas veces en generaciones su-
cias clave. Muchas de ellas parecen deberse a nuestros grandcs cr:rc
l-rros. Compartimos tanto los buenos como los malos hábitos dc nucstros
cesivas pronto resultan demasiado pequeñas para mantener a toda una
lcvr:lllctllc
familia (un problema que la pequeña nobleza hacendada europea advir- ltrimos primates (especialmente los simios), pero sólo sería
cxagerado decir que los desarrollamos a mayor escala. Ccltn¡litrlilltos
tió enseguida y que se resolvió en el siglo xlr al cambiar la herencia di-
vidida con ellos pautas de cornportamiento sólo en virtud de nucstro ittltc¡rit-
igual cantidad para cada heredero- por la herencia por
-en
primogenitura la herencia para el hermano mayor-).a Sin embar-
s¿rclo común, pero tanto nosotros Como elloS hemoS recorrido ccl'c¿t tlc scis
'
-toda siempre tienen su costo. Las tensiones maritales lrr illones de años de evolución separada desde entonces. [:ill csos sc is t t I i
go, estas soluciones
en los hogares poliándricos tibetanos podían llegar a ser muy intensas. En
lloncs de años hemos tenido que desarrollar nucvos r¿lsg()s y ir.irlslirt y
¡rcrlbccionar los antiguos para acomodarnos a los cittllhios
tlcl oltrrs ¡lsl)('('
las relaciones poliándricas resulta muy difícil para las rnujeres (y para los
l9s tlc la historia evolutiva. Aún hoy nos prcgunl¿ullos l)ot't¡tttr ttt'ttt't'it'trltt
hombres en las poligámicas) mantener un comportamiento imparcial
hacia todos sus esposos. En el caso de los tibetanos, los espososjóvenes t'sltls c¿tmbios, pero, aunque todavía no poclitltlos oll'cet:l' tltiis t¡ttt' tltt'
r.irs cs¡toculaciones, aquellos cambios ocurt'icrolt y vivitttrls
('oll ¡illli ('oll
muchas veces abandonan el hogar si pueden establecerse por su cuenta
en una relación monogámica y las mujeres parecen sufrir intensos perío-
st.t.¡cllcias. Como nuestro primo el sinrio, tcttolltos tlltcsll'll t'l¡l¡t ttt¡¡¡tlllt'
y ttt tc cara absolutamente clcsagratlahl c.
sI t'ir
dos de der¡rumbe psicológico que pueden servir para aliviar el estrés de
equilibrar los intereses y exigencias de varios esposos. Silr crrrbitrgo, antes de finaliz¿rr cslc eit¡líl ttlo t's ¡lt't't'iso:tt'l¿tl'¡tl'tttt
¡trr¡lo itrr¡torlirnte. I,as explicaci<lltcs cvolt¡livits srlhl'c cl
cottt¡lot'llttttictt
En las organizaciones poligámicas, como las de mormones o ,Ll-
chas tlc las lribus aflricanas bantúcs, los honrtrrcs sc c¡uc.ian ¿r menudo clc
l¡ lr¡r¡¡r¡o sigucn tenien<io rnala prousit. Mttchos c¡'íl icos t'oltlcttt¡rot'ii
¡(.os l)¡u'ecLr) pcnsar que las cxplicaciortos cvolutivits soll c:xlllicitcit)ltr-:s
r.x¡¡,t.slrrlirs clt tórminos dc clctcrnlinacitin gcnóticit tlclcottt¡rol'litltlic¡l
'1, ('rllios¡¡tltr'ltlt'.t'tt Alr't¡tltttirr, lir rrllrrtrolit'rrilrrrir (lrt.rt.rrt.iir ¡llt.l lri.jorrrcnor)st:
It¡t vttcllr¡ l¡r lroiltt¡t ln|(,t¡lll(.
to. I)t's¡tlil'lttnittlamctlte, quiencs ¿¡poyan osLc putr(o tlc vislit, sill tl¡tl'sc
(ltlc ¡¡ vc
t'ttt,ltl¿t, t'o¡lli¡tttlctt clos tipos muy disLinLos dc las ox¡rlicaciot)(:s
l()6 La r¡¿lisea de lu hurnanidod
Hermano sin'titt l(),'
ces dan los biólogos. Estos últimos suelen rnarcar una clara clistirrt.¡orr
n¡cnte: que lo haga o no dependerá de las circunstancias de cad¿t crrst,
entre las cuestiones relativas a la función (por qué sucede algo, cl
l)11 )l )( ) prrrticular. En la biología, todo depende del contexto: del equilihrio rlt'
sito al que sirve en la vida del individuo), al mecanismo (qué rnat¡rrirrrr
t'r»stos y beneticios en dimensiones que afectan al futuro social y rr lrrs
ria corporal, incluidos los sistemas motivacionales, producen el clcct, ). ;r
o¡rortunidades reproductivas del macho. Matar a las crías de una hcrrr
la ontogenia (cómo se reproduce el efecto durante el proceso cle clcs¿rr.rr r
lrnr para ligar con ella no es la mejor estrategia de seducción, de rttotlo
llo) y a la historia (cuándo se da el efecto en la historia evolutiva clc I¿r cs
t¡rrc los machos, por regla general, se comportarán de manera rllis
pecie). Estas cuestiones (ahora conocidas como <<los cuatro interrogarrlcs
cortés. Sin embargo, la opción siempre está disponible como títcticrr y
de Timbergen>>, llamadas así por el etólogo y premio Nobel Nil<o Tirrr-
e I riesgo siempre aumenta si el macho puede actuar con impuniclarl. Lrr
bergen) son bastante independientes unas de las otras. confunclirlas con-
lrcrnbra, asimismo, hace sus propios cálculos y puede concluir c¡rrc
duce a errores que pueden llevar a conclusiones gravemente engañosirs.
rrr:cptar el comportamiento del macho puede ser la mejor opción u lirr'
La confusión más común (de la cual tenemos que servirnos aquí) e s
la que se produce enire la función y la ontogenia, es decir, entre el ob- ¡lo plazo.
Lo esencial aquí es que ei hecho de que el comportamiento estó rlt'-
jetivo que tiene que alcanzar el animal (en el análisis biológico, este obje-
tt'nninado completamente por los genes puede estar bien para una ¿u)l('
tivo es siempre la salud genética, la contribución genética que dejari a
lrr, pero no f'unciona así para un organismo mucho más complicatlt¡. I in
las generaciones futuras) y la razón por la que puede comportarse como
rcrrlidad, sería un suicidio evolutivo, ya que la mayoría de los anirturlcs
lo hace (lo cual es resultado de la combinación de la herencia genéti-
tlc cualquier tamaño no pueden reproducirse tan rápido como par¿r rt.s
ca, los efectos medioambientales y el aprendi zaje dela experiencia, inclu-
yendo, en el caso de los humanos, la transmisión cultural). La diferencia ¡xrncler a los cambios medioambientales con cambios en la frccrrcrrci;r
ile rrótica: tienen que utilizar un comportarniento flexible, b¿rs:ul«r cn t'l
crucial se encuentra entre el desarrollo de las causas cle comportamien-
rr¡rronclizaje, para mantenerse en el juego de la vida lo suficicntc e()nr()
to y sus consecuencias evolutivas. eue el objetivo del comportamiento
¡»rra pemitir que los cambios biológicos puedan desarrollarsr:. lil nrun
sea maximizar el estado de salud genética no quiere clecir que los oríge-
tlo rc¿Ll es probabilístico e incierto, y la lenta y enornlc rc¡rrotlut'r'irin
nes de ese comportamiento (en términos de su clesarrollo en el indivi-
tlr' «rrganismos como los mamíferos y los pájaros ticnc r¡trt: st'r't'rr¡»rz tlt'
duo) sean genéticos. La capaciclacr de pocler tomar la clecisión de corn-
n's¡-r«rncler de manera adecuada.
portarse de una determinada manera puede ser genética, pero eso no
llrr segundo punto importante que tenetnos (luc r('('()r'(lrtt t s r¡ut',
significa que la decisión de actuar de cierto modo esté en si misma de- ('n
t'r r l tinninos biológicos (o evolutivos), siemprc: esl rr n ros :r l r ;r ¡ r;rr lr ):i un
terminada genéticamente. Es la capacidad (en cuanto a todas las inten-
t orr l licto cle intereses. La evolución favclrccc los t'rts11os t ¡r tt' tcr lt ttrr l;r r ru r
il4 5
lcunaumentoirnperceptiblectelciclodelapercwsióncc¡ncadaru¡ntltl,
fl Entreloshombres,elesJúerzocomenzabatlnotarse.Elsudort,ttful
u chorros por los rostros barbudt¡s, goteando sobre
los pechrt's tlt's
Jfl nutlos y kis muslos. El canto se hiz.o má,s intenso,los
pasos más ú,qilt.s
y los,vaivenes del Cuerpo, aL sacutlir los hombros hacia uno y olnl llttltl
té ntiantras httt:í¿tn la ronda ctlrededor delfuego, más exagerados'
y(, lurarco de l.as v^ces de los hombres se alternaba con kts
lil 'qnt
w¡ce's ttltt
¿
de misteriosa cuv( t'tt(t
Ittntcs rJe las rnuieres, que resonaban en la suerte
de urgttr
J{ itttarir¡r tle quienes lai escwchaban, creando una sensación
t'itt y lt'nsión que hacía imposible no moverse'
Jf, Dcbió de set" entoncei cuando la anciana se separó
del gru¡xt tlr
con los hottilttt"';'
tttu.jcrt',s, rn.ás allá del círculo de luz, y fue a reunirse
Jt
'l"att tlttlt:t tttaltttlitt I I I
1 l0 Lo odis'eu de Let humctniclad
tltr¿tsenquédirecciónyaquéclistanciahanencontr¿ldounaf.ttt.:tltctlc
cn rcl¿tciti¡t
desLizando casi inadvertidamente su propio cuerpo en la pul.uttrlr lt' no p'-a"n á"*"n'ut tut Uo''áu¿"t tl" "'u fuente
pero ctl¡t-
nea de cuerpos, irubuida de una nueva enerSía vital, incorpt¡rúndtt,tt' t'tt
nóctar,
anterior' Tu*po"o pueden coment¿rr l¿ts
visitaro' ¿iu
con la que "toi" el desagrad^¿i" ile la ahc'ia
petfecfa sincronía a la músicay al.fLujo rítmico de los hombres. U rut ¡xtt' de vuelo O"i "".p"rtamiento
tliciones "
una, las otras mujeres y Los niños se unieron también ú ellos, lrusÍu t¡rtt'
Y' en defirnitiva' ni
r.cinahaciasuszánganoslasemanaanterior...,óioq,"haránalaittlsl-
casi todo el grupo sahaba y se deslizaba rtlrededor de los rescoL(lo.\ (l(l de buscar t'";;;;;i"nias'
guiente, al llegar lu ápo"u comunic¿ttivos
fuego. Sólo wn puñado de mwieres, con niños pequeños a sus pies tt art han usado jamás sus sistemas
r:llas ni ningún o"o uli*ut
el regazo, quedó apartado para hacer el coro, cuyos ritmos palpiluntc,t de ningún tipo'
y estallidos de canción parecían activar la mrtquinaria de La danz,ct.
i",rl pt"¿r".ir literatura
l"nguu3" ñ'-'no puede hacer todas estas
cosas y
Sin embargo, como constrtttt'
siempre se maravillaba del modo en que las muieres sabían cuán¿lo "l proyectos tan ambiciosos
nríts. Nos permtte desariollar que scn¿r
habíct llegado el momento de unirse al círculo de los hr¡mbres. No hobkt a la luna y más allét'algo
cohetes espaciales ñ; ""';igt"" (cada uno dc ollos
ninguna señal, pero generalmente era una de Las mujeres más ancianas
irrrposiblc ,in rutoáloación d-e,*"t'* in¿líiduos
quien lo iniciaba, acoplando su vetusto cuerpo al ritmo de la música, nliJn ¿' n' ," .r" :
con la mirada ausente y en perfecta armonía. Nunca percibía ningún
,,,...,,,, i. n a o u n a rt i :::liJ :: ffi :i#: ;i;,lil:i:.'ti -
Sea como sea, los humanos nos diferenciamos de todas las otras es-
a nuestros primos los simios- por el longtra'ic'l
pecies de animales
-incluyendo ¿Pol qué surgi(i
una cuestión obvia: el lenguaje. Hay cerca de cuatro mil especies de
mamíferos, y casi diez mil especies de pájaros (para considerar sólo a t't't
lillcrrguajeevolucionóparaquelos.hulnantls¡ruclir;rrtttitltot.eittt¡hiitt.il¡
qr'rc sc intcrc¿ttttbiitbit
los grandes vertebrados), pero somos Ia única que tiene esta capacidacl. Sin embargo' se asum';;;" to lirs t'tr
lirltttltcitil.l' qo. ,*i." dt_::li]to lt¿tct:t'
t\lr supucsto, t<lclas las ticm¿is ospccics sc cot-tlunic¿lll, ¿l vcces de mane- irrkrnrrilci(rn o"*u oeí t,auint
"r, " tttr lrite lri¡ tl'
se
t'¿ts sorprcntlcnlcrncnlc sol'istic:ittl¡rs. l)cro ttingtttto tlc sus sistentas clc o ":lt'lllv"
srrs: r( l l,,v t''i'nni"l;;;ii;g"" "aJi""omo
t,r¡n¡utrir'¿u'irirr ¡rrrr:tlc i¡¡rrtrliu' cl lctrgtrit.ic lttttttiuto t:¡l f'lcxibilidacl y ca-
lllllll()».Iillcnguajefacilitaelintercambiodeconocimienttltóctlictl.
¡lrrt'irltrrl ¡rrrrrr llrurstrritil irrlirr¡r¡rt'irin, l,its rtlrc.iits ¡rttctlott tlccirso uttils ¿t
r
I I2 Lct r.ttiis.ect tJe la huntonidacl
Ton dulce mel¡tdítt I I ;
de esre punro cle visra
,,,.*1J;"rliT, no es ranro que no puecte
haber ü
ú
I'or-r;r-rpLresto, mantenemos conversaciones técnicas sobre cl lt'ltllrjr
r,eT,".:::::,1:üi::::fi,:T:#*n**,ru::#
r
de los bi
-u,,.n"',xl',"il:#,fÍ;:;;;;#:".;;
mente de más de seis individLrás
p , lrr:lr sobrc la estructura estilística de las canciones de Bob Dyllrrr. l.rr
rt';rlitlucl, algunos de nosotros podemos pasarros horas disfrutanclo tlt't's,'
Ir¡ro tL: conversaciones, pero, salvo unos cuantos aficionados, la Itutyor t;r
ra recolectora' muchas
en cualquie, lfl n,,s lru rri mos enseguida de ellas. No hay nada peor que estar en unu l'ics
rr
I
I
I
120 La odi.sea tle l.a humctnitlacl Tan ¿lulce melodíu l.l I
rcorca de 1o que habrá hecho un tercero con su relación con éste o acludl.
Itecos en los que se pudo medir este rillinto liisil clc la secuencia con un canal torácico colllo cl clo lrts si
co en los simios. El verdadero proble_
¡rios). I)ado c¡urc tanto los neandertales como los cromaño¡los h¿ltl l¡to'
rk.r'rtizaclo cl agujcro condíleo anterior, la explicación mits sittt¡rlc cs
que resulta bastante t¡rrc lrcrcclaron este rasgo de Su ancestro común, el Homo su¡ticn,s itt'citi.
difícil estable
tran_sición, así que lo máximo que r,o. trot' tanto, la f-echa más tardía posible sería la de la aparicitill tlcl ¿¡rl-
algún momento entre dos millones y Ir.l)ils¿t(lo común, hace aproximadamente medio millón de años.
trescientos mil años atrás. [)na aproximación alternativa a este tema sería ver qué podcntos
un segundo estudio, lrevado u.ubo porAnn
Mclarnon en er Insti_ ir¡rrcnclor de Ia relación explorada en el capítulo 3 entre el t¿rmaño clcl
ntro
ncocrirtcx y el tamaño del grupo y el hecho de que la cantidad dc I'icllt-
los Viejo Mundo de los simios y los monos do-
¡xr tlcclicada al cortejo en el
azo grupos. Analizo este tema con considerablo
¡rntlía del tamaño de los
tro I an t.xtcrtsión en mi llbro Grooming, Gossip and the Evol.utiott of Lan¡¡utt-
con s m ú s cu l o sd e l p e c h o
Io
f, lr()(
, ¡,,, excedieron el tamaño que
1,,s Srltpos
ttf,
;-A ¡Herectus * . .,lr llrlsibilidacl, hay una Curlosa caracteríStica de
la conversaci(lll lttt
rrriuril (ltlc debemos menclonar'
o H habilis
oob
Australopitecos fl La risa como medicina
0.0 0.5 1.0 1.5 2.A 2.5 3.0 3.5 f, I I lt'rlltrtje ha siclo, sin duda alguna, muy efectivo para
r,:rr rlortrle estamos, pero al mismo tiempo
permitirnos llc
hay algo que falt'a cn lit his
Hace millones de años
fl I ( )r r (lLrc he ido trazándo. Y tiene que
rr
ver con la manera en quc ol ¿tc icrt
acicalado pitrocc (cttt't'
FtcuRe 5. La cantidad de tienrpo que las poblaciones de fósiles homínidos
dedicarían al acicalamiento sociar necesario para estrechar f, l:rrrrir.rrt() establece lazos entre dos monos. ser
rrrr r.lr.t.t0 ¿rsombrosamente relajante entre nuestros
prittltls lltt lttlllllt
los vínculos del
fl rr():r l)ril.iillte el acicalamiento, el ritmo del corazón
.rrr¡lrrrl sc rclaja viSiblemente. De hecho, si se hacc clttl'ltltlc
tlisttlitrtryc y t'l
t'l lit'tttprr
i-l
+
t't'lt'lrl ltl t'oltll;t r'l
,,,, ¡,,,,1r r¡rrc cl cerebro libere endorf,nas, el antítltll()
o¡rillt t'()''' ltt
,l,,l0r l,trst.llrklrfinaSperteneCenalafamiliaqtrírrtit'lr tlt'lo:;
nr n un;t r.strttctUraqrí*iaamUy Similaf a l¿t tltr
los o¡lilit't'ori lllllil ( ()ll
# ' ,r r(,r:rlt.:;,
(.orro ei opio o la morfln., l. c¡tt. cx¡llit'lt l)()l (lrl(' ll.:'' \',1
\ , llr( )', ;rrlit'l0s lt cstos riltimos tan lácilttrcrltt:'
t¡ttt' r'l
* I ,,lrlrllos t'x¡lCrimentales SObrC l<lS tlrtlttos ltitll cottlilttt¡rrlo
,r, t, ,rl,,,rr.,l,rlispafaUnadeSCargaClCCltcltlrl'itl¿ts'Y,t:s
ltliis' los ltttlttt:t
iae l, .,r 1,r,, (1il(.s('lcs suminiStraopiáceos artil'icialcs pic¡1lcrt t'l illlt'tt's
t'lt
t¡ttt'
, I \ ,rIilrtl0 se lr:s da antiOpiáCeOS (qUítniCclS cottto llt ttltltlx«tttlt'
I
'Á{ t¡ttt'los
-+
I
",.,,. t)
t-
Nosotros utitrizamos er lengua.ie de
nuestros primos lo' monos y ros simios.
un modo claramente distirr, trt.
sin embargo, mu"ha, trt. rirs
tfl
principaies características crer renguaje,
bales asociados que permiten la.orr"r,
y de sus .oñpor"ntes no ve r.. lf,
militudes
"on
los tipos de .o*r^r.u"-i1'iX?fi;H3}ffi1il:: :1,
tt laofo el ensueñct, miró a sLt alrecledor hacia lttttttl¡t't'
otros primates. eue utilizamos el lenguaje para rntercambiar infbrrr¿t_
ción técnica compricada es si, duda 7f f{t,,duvía pulia su troz'o de rnaclera, rlando tt't.t tt ltt
descubrimiento reiarivamcnre reciente.
iírportante, pero ar parecer fuc .,
f, t¡rtt' Luego añacliríct wna punto de flecha; Las do
ttbtttt 'si
+
Ér dir.urro y .r iJ,[ru.¡e evortr_ que requarftr ts'firtt
cronaron para permitirnos establecer l,',,r'ir.,riom"nte la piel, concentradtts en una tareú
grupos sociales demisiacro gra,r_ diri,qiti ltttt'itt
des como para mantenerse unido. .rt.f'í.sic:o y c,ncentración a partes iguales. El artistctSa
.á¿iunt" ru, .urr.iu, I el acicara_ piedra'. Sr¡bra tlltt. ltt¡'
mrento social convencionaj cle los primates. ,,,,i,, pequeña hogwera que había entre aLgunas
Jf,
+
utilizamos con esos fines. Más aún, parapermitrr
Al parecer, todavía ro ttttttl-lr»traserOSdeunciervO,COlOcAdOSenunhuSttdentutlcttt'ttttr)¡(t
que er lenguaje haga
l¡tttt t,!,n. humo delicioso desde lc¡s rescoldos delfuego. Nr¡,i(, ltttltítt
tltttlt'
este trabajo con eficacia. fenemos
qu. ,iilirar arjunos erementos no (l(' ttt't ltt'
verbales (la risa y ra música), lo que t ttt,ttl(,t. de cuánto tiempo había pasado en la cueva. Iirut t'tt,s'i
nos leva de ñuevo , lo., p.o""r,,,
>+ t,ttt,ltubí,comiclonctdadescJelamañana. Arrant:ó utt ¡tt'rlrt.r' \'t
('ttti".
+
quÍmicos que subyacen a ras cariclas.
sin embargo, con ra risa y Ia mú_
sica al menos empezamos a encontlar s, t I tt t n' u ndo la carne.
+
elementos que, sl no son excrusi_
vamente humanos, al menos encuentran ('ttttndo Se ttgachaba junto al .fuego m1slicrttttltt ltt t tttttt' tlt' t tt't t't'
expresión entre los huma,.s l'tt¡
con una frecuencia e intensida d quizáúnica. t,ittt¡rttltt,sdosniñasregresabanalcampam.(nl(,1)()t t'l ttttttitt,ttl,'l
El lenguaje y la música nos ilevan rllt,. t it,ntlr¡ y murmurando. se detuvierrtn tltttttlt' ltttl,t,ttt ,1,'¡rt,l" 'ltrr
naturalezahumana conocida con el
tura>>' Si puede decirse que
a otra importante cuestión sobrc
enorrne y comptrejo término de <<cur
la cultura es el sello ¿" tá nu-uridud,
tir
.1"1.,.,
# ttttt,utlt¡ tt su m.uñeca. (Jna de ellas se int'littti l)(tttt t('t
(),t'('tltt, tttt t tt
tlttltt t.n ltt,S' bTAZOS CO1O htlfíA C()n Lut l¡t'ltt;. l',"stt ttt t tt'tt tttttlt'tttttl
ln ,, t,,, ,,nlttt-OLgO qUe CASi hAbíA ttlt'itltttltt. l','l tlttt ttttlt't tttt ltttl'ttt
't
lt
ltt
ahrmarse que el lenguaje es quien
lo estampó, pero... * t'l t''lrt
rnamos cuitura? ¿qué es eso quc ,:r-
¿somos la única especie que puede jactarse de era,/
lltttltt nil ltt¡.'.tt tl(: COinAmentTpLrT t'lltt.s. ,\t'lt't'ttttltt l'lrrt'lt'rr irt
t,ttt tlt'l'tt'1t,.¡ t¡tra ély SUJAmilittt'ttnt¡tttt'l ítttt l)()t ltt ttt" ltt't'tt tttt t'\lt''
*
tttt'tlt'l t lttttt
ltt
* lt.uttt tlttt,ttgttChAr,se UnPO(:O ¡tU.rrt t'tilntr'. A tttt'tlitt ltt-., lttttt'tt t'tt
#
136 !,a oclis¿:¿t ¿le lu hutnctnkla.d
Altct t:uLturtt lji
enc,ntrar ro que bu,scaba b,jo ra capa de pier que t¿f iriz.,rut
z.ar conm.al tiem¡to, pero al.t'inal logró extraur
r)t11t (.(t {,as niñas chillaron cle emr¡ción y cctrrieron a quitárselct' ltt ttiittt
rrrr,. piez.ct'dt,r,t¡t.utttt,,n tttit'tt
ta d.e ci'ervo de Ltn.ct,c nLreve purgada,s que nt(t.Vor Lacogió cuidatlosatnente enbraZ.osy com.enZó u 'susurrctrl.e
había tattátt, parnt (rtt(, ,\.(, tt,\(,
It.tt,s la otra niíia se acercaba para tocttrle suayem.ente la cctru.
tttr'lttt ¡ttutt
t,\' ( ttt ('.¡ t t t',\' (,
ittt'i,¡'ittttt,.s
l.tr cultura está asociacla por doquier con las sociedades hum¿tnas. Nrr
tir
roctctví, atgunos ctetaue,s, lury tribu, nación o estaclo sobre la tierra que no se precie de tellcl'ttltlt
poru las niña.¡.
,"i:',I;:'::;i,:,;,rt;::nfÍl',ll ,',',',',',,,,',',, r Ultura propia. Los antropólogos siempre la han considerado su clll)llx)
¡,rrticular, el verdadero ina, de modo que il¿Irocc se I
r.1,, f:i;:;:,:,i::;';"",:::,::;:,',|J,!,, l;r opción obvia a la que
t rrr¿rcterística exclusiva
saber siconstituye o llo trrllr
desgracia, tros antroptilo¡los
ff,,'r r,, M á s {l rr0 lOgran ponerse de acuerdo entre ellos en su definición clc cultul'¿¡. litl
y
t u rr e, rn i e n t r a s o rr r r
Irero priixero analicemos la lercer cirr. Tal vez parezca injusto los tiencn culLttt'¿t
Iienc quc ver con las icleas que stilo porque carecen de leng i la a cscritiri¿r irrt-
tien
Es', es quizá ra definicián más tramposa ¡rlicara en un sentido la incapacidad de imaginar
historias. El clolltolt-
de ras tres, porque, ar me- salto de la imaginaci«ilt ctt
nos por el momento, no podemos tr¡ cultural Seguramente se encucntra en ese
saber lo que puru pJ, fu mente
de cl r¡uc los ben y elaboran, llo ott ol hc-
ente hablando, tampoco podemos
Cho de ap narrador radic¿t cn la crc¿t-
ser humano. Si a veces nos
resul_ cirin rie la . For supuesttl, la nitrl'¿tcit'ltt
oplas experiencias interiores.
esta_ l¡'¿rrrslbrma la historia en algo social, convirtiéndola en partc (lc lltlcslril
sa otro individuo particular. Ircrcllcia cultural, pero hay más en la historia qLre cl sittlplc hcc:lttt tlc
¿Cóm
para otros una creencia cuitural? t'r ln l ¿trla.
L
preguntarle a la gente por sus
puntos Así que necesitamos algo más concreto y «lllscrvithlc t¡ttc ¡rotlilttttts
do por los pormenores firosóiicos. :rplic¡r a especies que no tengan lengua.ie. [JIlit soltlt'iritl ltlt sitlo t't'l¡
«¿cuál es tu opinión sobre ros (ltl('
genes de tu pueblo? orí_ lt.itrso cn los rituales de la vida: ei banqr-rclc tlc ltts ltttlt'o¡lrilo¡los
¿Qué piensas dela vida después de la muerte?>>
Esto funciona con los humanor, t.sl¡tlian la exótica indurnentaria y las sor¡'rt't: tttlc ttlt's t'oslt ll¡ tlrt'r's t lt' ltts
porqr" podemos preguntarnos lo
ll.ih¡s r[: las más remotas partes del tnt¡rttlo. Ar¡rrít¡ttizii ttos lt¡tllt'tt¡rls
ñales (aunque sea de manera
indi_ (.¡ ¡¡ lorrcno más firme, porquc l<>s rilttitlcs y cl r.'tlttt¡lot'l¿tl¡tit'ttltl s(lll ('(t
aderas o no, generalmente
sirvién_ s¿ls (l¡c ¡'rotlcmos observar. La clil'icult¿ttlcstitr¡i, ¡rot'stt¡lttt'slo. t'lt ltt t'l¡t
analogía. yo digo «¡Ay!» y tuer_
sc tlc tlctIrccignes que hagarnos sot'lrc lo t¡ttc: sttllyttt't.'itl t:tlltlllot'l¡ttt¡it'll
J ff :,',l il T:ll :JJ,:.:fi,?Í l¡. Y ¡t¡uí cs tl6nde nos cnfrcntanxrs a lrts ¡lsit'rilogos. Str ¡lt'irtt'i¡rirl.
,
: ¡rr,cocrr¡rirr:irin no es acercade quó cs Ia
cultut'¿t, silltl tlc ctiltto sc lrittlstlli '
(ltl(: sc
c.,crr It, rlt. r¡l ilttlivicluo a otro. Su perspectiv¿t cs c¡ttc lit cttltttr¿t cs itlgo
L: cs,
ir.r<(rr
,,"il,]::::.:I,;r.csr¿ ,
sc'srrt:i.rrcs (rrr('yo, si,rr'¡r
:ffJllil,iillil:li.iil]:J l,Í:ii: rr¡rr.t.rrtlc lr lravós de un proccso social clctcrtnillacltl y tlo sc l)l'co('tll)illl
tx.r.rorir ,,,",ri,.".¡,,".jr.].l,i,.ji,l*'.t",,,,,,,¡.,*
rlt.t¡t¡rsiittltt ¡tor saber qué tipo de cosas cstítn involilcratl¿ts cll Úl'
142 Lct odisea de la. hLtmctnitlad ALra r:ttLturu l.l i
Antes de introducirnos en este berenjenar, Ir¡s humanos como por los anirnales, pero sus pétreos caparazoltcs lirs
veamos qué podemos
h¿rcen inaccesibles. Sólo cuando emprenden el vuelo de aparcattticttlrr
c¿rda año al comienzo de la estación de lluvia son vulnerables a Ios ¡lt'c
cladores y animales-, que las cazanal vuelo o las rccogctt
De palo y hueso -[¡urn¿n6s
rnás tarde del suelo una vez que han perdido ias alas. En Gombc, silr
cmbargo, Jane Goodall descubrió que tros chirnpancés habían resttcl-
Bill McGrew se distingue por tener un ple en cada to el problema de conseguir termitas en cualquier época del año sclcc-
terreno. Es un etóro_
go cuyo primer doctorado versaba sobre cionando hierbas largas (o a veces ramas delgadas) a las que quita¡t lo-
er comportamiento de ros ni_
ños pequeños, pero también tiene un doctorado das las ramas u hojas laterales y luego introducen cuidadosamentc pol
basado en un estudio der comportamiento ", ,n,roporogía
cultural de los chimpancés.
sociar
un agujero del nido de tennitas. Las termitas soldado colren inmecliat¿¡'
Su principal preocupación ha sido lo que rnente a atacar al intruso, se prenden al tailo con las pinzas de la m¿tn-
considera el chovinismo ge-
lógica(la reivindi caciónde que sólo los díbula mientras el chimpancé [o retira con cuidado, así que sólo h¿rcc
ffi objetivo es mostrar que la forma en la lalta introducir el tallo entre los dientes para obtener un suculento ba¡l-
clu término <<cuhura» erel caso de los hu_ quete de proteínas.
permitirí tre lo que es la cultura material (la Más tarde, Goodall los observó pescando de manera parecida ltttl'-
a y hueso de los humanos de la de los gran_ migas legionarias. Las honnigas Iegionarias son, como cualquiera quc
peso de s ss que la clase de herramientu, qr" haya pasado algún tiempo en África sabe, criaturas que deben ser tr¿ll¿l-
és utiliza cotidiana (ramas para pescar ter_ das con el máxirno respeto. De vez en cuando, estas hormigas lt>rtttittt
mitas, artillos) son justo el tipo de cosas que no interrninables columnas de millones de individuos en búsqueda tlo un
SC CON
trempo. Sin embargo, este tipo de arte_ nuevo nido. Los soldados, feroces hormigas de un ce ntímctro dc lat'go,
factos haber sido hechos por el humano mo_ morderán con sus terribles pinzas hasta dar muorte en ir¡st¿tntos ct¡¡tl-
A^
\rE tlempo. eue no las veamos en el registro quier cosa que se interponga en su camino, y sus resLos scrán clcvor¿ttlos
qu que no hayan existido.
ar_
por las hormigas obreras y reprodr"rctivas quc Ios sigucn. S«lt cit¡lit
blando? En este sentido,
¿podemos hablar de ces de hacer desaparecer toda la carne de un carl¿ivcl tlc itttlílo¡lc ctt
una cultura de los chimpancés? unas horas. Los chimpancés de Gombe han dcscul'rict'lo t¡ttc, si sc t'olo
Quizá sas distintas que pueden can a una distancia respetuosa de la colurnna rlc lr«»'rri1¡its, ¡rttotlctt itt
resultar de clinarse sobre ella y colocar un palo qLrc la ¿ttritviesc; t:ltloltccs, lttitrtt
veces, fabricados_que
se utilizan
de los chimpancés, sue_ tras los soldados se apresuran a ¿rprcsar cl ¡rirlo crr lrusc¿r tk: l¡r firct¡lt' rlt'
le tratarse otro es algo más abstracto y tiene agresión, los chimpancés lo retiran, ¿¡g¿rrr¿ur lirs lrorrtrigls ('on lir olr'¡t
que ver con los hábitos y los comportamientos-que
se our".ru, en una mano y, con un rápido movimicnt{1, sc Iits ccllut cn llt lxx:it y lits tttitsli
población de simios, pero no en una comunidad c¿rn con furia. Resultado: una conricl¿rrlolicios¿r y rtutritivit. t'on rrl r'st'¡t
de vecinos.
De Ia primera de estas formas de curtura loll'ío de excitación quc signi[ica quc ol nrínirtto tlcscuitkr ¡rt'ovot'itt'l
en ros chimfances
utilización y la f'abricación de herramientas-, -ra una mordedura en las partes más sensiblcs.
quizá Ia más conoci_
rla sc¿r la pcsca crc tcnnilas. [,irs prinrcr¿rs Resultó que sólo la población de Gombc obsr:rvab¿r c:slc c:otn¡rorlit-
obscrv¿rcioncs ctc Jane Go«üail
sohrc lit poscit tlcr lcrttlil¡¡s cn (io¡rrhc ¡r nricnto concreto. Ni siquiera se daba en la poblercit'tn do cltittt¡ritttccis
lrrcrlirrrtr¡s tlc los ¿¡ños scscnl¿r
('¡lll§¡ll'otl strltsitt:iíllt. l,¡ts lct'll¡il¡ts
soll t''rtsirlt.rrrtt¡rs r¡rr¡r tlclirli¿r lirrrf, Mahalc, a sólo unos cientos de kilómetros al sur dcl lago'l-itrtgtulic¿r. S ilt
Jxrr
144 La r¡d-i.sa¿t de lo humailitlod Alta c'Ltltura 145
respuesta, por supuesto, es que no podemos estar absolutamente lllr l'cnómeno que ha atraído mucha atención ha sido la utilización dc
segu-
ros y que deberíamos ser más prudentes a la hora de hacer deducciones
a Irir:l'bas medicinales por parte de los chimpancés' Estudios Ilevados a
partir del registro arqueológico. t'irl'ro cn muchas comunidades de chimpancés han revelado que cstos
Más recientemente, una cuidadosa revisión de la cultura chimpan_ ¡rnint¿rles hacen uso de un número sorprendentemente grande de l¡lctli-
cé ha determinado más de 39 herramientas y comportamientos
en al- t.inus naturales que tienen verdaderos efectos benéficos sobrc su s¿tltttl.
l)c llccho, muchas de estas hierbas son utilizadas por triht¡s lrtllllitttits
sotros y nuestros parientes rnás próximos. Después cle torlo, Iir cnsc_ llrjo oltservación durante años por parte cle los científicos en dil'erclttos
nanza es un proceso para agllizar el proceso de aprendizajc, n«r cs cl ,,,.¡,i,,,.,", de África habla por sí solo. Claramente, la capacidad
existc r:ll
¡rr-()_
ceso de aprendtzaje en sí mismo. El alumno, en esencia, aprcntlc: r,llos al menos en su forma mínima, pero no ia utilizan tanto como cspc-
¡xlr.
imitación, copia o ensayo y error. Aun así, podemos pregunta,.s lc¿lí- llu ílrrnos si estuviéramoS estudiando seres humanos. En los hum¿rntls'
timamente si la enseñanza es común entre nuestros parientcs lrr crtscñanza se desarrolla interrninablemente, día tras día'
¡r.irrrirtcs
o si es algo exclusivo de nuestra especte.
La respuesta rápida a esta pregunta parece ser que, en compar.aci.rr
con lo que vemos en los humanos, la enseñanza es extremadamenLc r.¿u.¿r
en el reino animal. Por supugsto que hay ejemplos documentados r¡uc
se parecen mucho a lo que llamaríamos aprendizaje. Las gatas muchirs
veces llevan ratones o pájaros meclio muertos a sus crías para que prac-
tiquen cómo matarlas. Las chimpancés madre dejan nuecei intactas parir
que sus crías las rompan. sin embargo, tenemos que reconocer que hay
una diferencia crucial entre facilitar (dar una oportunidad para qLle ocLi-
rra el ensayo y error) y enseñar (mostrar deliberadamente cómo se hacc
algo)- christophe Boesch, que ha estudiado ros chimpancés de Tai clu- l)it los retoños de la especie cognitivarnente lrlíts
rante más de dos décadas, pudo documentar muchos casos del primer irv arecen tener menos experiencia del mundo cn ol
tipo, pero sólo dos ejemplos aparentes del segundo (y muchos pueclcn (lu s simios intelectualmente peor dotados'?
considerarlos interpretaciones caritativas y optimistas). En un caso, una
rnadre cascaba las nueces más leniamente y de distintas maneras par¿l
que sus crías pudieran seguirla con facilidad; en el otro, una madre mo- [Jn simio culto
dificaba la posición delanuezcuando su cría tenía problemas para cas-
carla..., pero, como media, un chimpan cé tatdadiez años en aprencrer
a cascar las nueces de manera eficiente. por el contrario, a un niño
sólo
le lleva unas pocas semanas de entrenamiento intensivo aprender a atar-
se ios cordones, un comportamiento bastante más cornplicado. como
sucede con los tit an,],es y los macacos
Japoneses, esto sugiere que
aprender a cascar nueces es un proceso basado en la potenciación de es-
nrr ctlttslilttyctr ttlt¿t t'ili'¡t tt¡tly
tímulos o emulación, combinado con un aprendizaje de ensayo y error, l)l,l(.(ís c:lr cst¿rdo salvaje y en cautivcrio
t:lt
no en la simple imitación o enseñanza. si¡lrrilicirtiv¿r. Si lleváramos el misnlO cxpcritttcttlo i¡ los ltttllt¡tlttls,
Entre los humanos, la clave de la enseñanza, como ha señalackr t,.rrtl.¡¡.Íir¡¡rs tantos ejemplos clc dil'orcnciits t¡ttc: cl cltliilo¡¡o tlct krs cl¡il¡t
Mike Tomasello, la clave de la enseñanza es la intención: el maestro in-
tenta deliberadamente modelar los actos del alumno.
¿,siguc estc critc-
rio alguno do los e.jernplos de los chimparrcés clc't'¿ri'/ I-a rcspuost¿r,
l)r.o-
h¿¡blorncntc, cs (lr.rc sí, pr:ro, illcluso ¿rsí, r:l hc:clro dc c¡uc potl¡lrr6s
cllcollll'¿lr tlos c.it:tttpltls cliurls tlc cnscñiurzrr rrll ll¡ilr:s rlc c:lrilrr¡rirrrctís (,I y, iltits i¡ll¿i, t()rla la pararfernalia cle la rcligit'rn y los rituitlcs' y lrxlir lit
156 Lu r.tdisea cle la huntanitlctd /
,4lta cLtLturtt I.5
ellas reduce mucho el terreno cognitivo: hay c¡uc rccorrllrr nr(,n():,i (.()s:¡, r r'.r (k. lrr cx¡tcl'icrrci¿r: ll«r ¡'rut:r-lcrt alc-jetrsc lo sLr I'iciclttc cotl)() ¡titt'lt vt't'llt
porque los fiagmentos pueden rieducirse de unos c¡l¿ut[()s tlc ollo rn«lrlo quc r:on)o st-tsl s;cntidos les indican.
¡lrirrr.i¡rios l1i
sicos que nos proporcionan una coherencia explicativa. ljl l'or rru-ry bencf icir.¡su LIuc sea esta capacidad quc toliclllos, ll() cs,,il'll
¡trrnto (.s (llt(.
no importa en realidad cuál sea esa concepción o en qr_ré nrcrlitlrr rt.l'lt. Irrillr: rluy proirto noS Vet'itos obligadoS aenfrentarnos al ht:chtl ittctle s
je la verdadera realidad subyacente del fenómeno del rnuncle, Ir¿¡.¿t sr.r. liollrrblc: dc que el rnundo no es un lugar donde la supervivcrlci¿t scit l¿i
útil, sólo tiene que dar sentido al mundo que expei.imentamos, rcl¿rcir- t il. Nr¡s trrro.ja conslaniemenie acontecirnientos y circuttslltttciits t¡ttt'
nando los fragrnentos aparentemente independientes en una lrigicir irr- (.s( ¿tl)¿r¡l a nuestro controi. Nos abruman las crecidas de los ríos t> tlltit ttttt
terna (y también externa) consistente. En algunos aspectos, cu¿urto rn¿is rurrl¿r rlc cle f'antes, nuestras alcleas Son SaqLleadas y nuestlos ¿tltlritccllcs
sencillo y fácil de entender sea esa concepción, mejor. Foco se ganerría cor-r rk,s;rlt¿rstecidoS por merOdeadores humanos de la montaña, las e tlf'ol'lttc-
una explicación demasiado compleja o difícil, plles así, desperdiciarí¿r- rltrtlcs ¿rtacan a nuestros niños sin avisar. Con mentes y almas tall scltsi-
irros un tiempo valioso, tratando de comprendenia, que porlríamos apro- livlrs c:omo las nuestras. e s'ros acontccimientos no son fáciles dt-: tolcl'¿tr:
vechar en recolectar alimentos o encontrar parejir. t.l rlot«¡r de perder a un ser arnad-o siempre es insoportable. Ncccsit¿ttllos
si nuestra visión del mundo, como han sostenrdo algunos antro- t¡rrc ulgo nos permita enfienlarnos a éi, que mantenga nuestros cspíl'ittrs
pólogos, es un reflejo de cómo están organizacias n¡-resrras sociedades, tlul'rulto el tiempo suficiente coirlo pa-ra sobrevivir al desastre y cspcr¿ll'
está bien mientras nos proporcione una base útil para organizar nuestro r
¡rrt: los tiempos venideros seztn mejores. Si no fuera así, sucumbirí¿tttl«ls
conocimiento. A dit-erencia de la ciencia, la religión no necesariamen- lilritlarnente al desatriento y la desesperaci ón y qterríamos renunci¿tr'¿r lrr
te pretende danlos la respuesta exacta, sino, simplemente, una respuesta v ir lu (como a veces hacen quienes se hunden en una profunda congtljtr).
que funcione para nuestros objetivos cotidianos. por supues[o, sigue lll sisterna metafísico y el poder de ia oración que da Ia religirirl sc
siendo cierto que, cuanto rnejor reflejen nLlestras teorías la realidad sub- t.onr[-rinan para clarnos ia fuerza suficiente para atravesar estos dolot'cs.
yacente dei mundo, mejor funcionarán (en términos de permitirnos pre- Sc sucle decir que los reiigiosos parecen más f-elices que la gelllc (ltrc ll()
decir o controlar el futuro) y más exitosas serán, en consecuencia, en ticnc este tipo de creencias. En realidad, hay muchas pruebas ctnpíriclts
nuestra supervivencia diaria, pero, como suele suceder en la vida real, la ¡r;rnr sostenerlo. Las personaS religiosas, en general, stll'rctt cnf'crtltctl¿t-
tos marginales nifica q tlt's lrcntales o físicas en menor medida que los tto crcycltlcsl ittlctttiis,
que ya no vald r más ti r.'rrlrndo ]eS sucede algo malo, las perSonas religiosas sc rcctllx:l'illl llltl
esvelar la reatri En las ¡lrrl más rápido de las enfermedades o de un trat¿tlltictllrl iltv¿tsivp (t'¡ttltr
tradicionales, funcionará cualquier cosa que cumpla con esto. rmu operación quirúrgica o ia quirnioterapia). tJn lnolivo tlclx'tlt' s('t'(ltl('
Latearía de la mente, y las formas cognitivas más avanzadas que sit:lttcn que tienen más control sobre las circultsl¿tncilts t¡ttt' los it('()s¡tlt:
sustenta, nos permite alejarnos del extremo del mundo y preguntarnos l)ios los guarda, suceda lo que succcla. l,it cx¡rrcsitill isliitttit'l¡ ltt,tlntllttlt
por qué tiene que ser así. sin esta capacidad, no podríamos hacer cien- («lliigase la voluntad de Dios») cs lllL:nos Iirlirlistlrtlc lo t¡ttt' los t't'islilt
cia con tanto éxito, ya que la ciencia requiere que seamos capaces de nos ¿rslrmen: signi[ica que I)ios s¿rhc lo r¡ttc ltitcc y (luc r.ic cttitlit tlt't'llo.
preguntarnos si las cosas podrían haber sido de otra manera, de imagi- Scguramente no es una casualiclacl c¡uc cirsi ltxl¿ts lits t't:ligiotttts l)t'ottt('
nar algo más en o más allá de las cosas. sólo clando este paso podemos lL'n il sus fieles que ellos sólo clltls-- solt los «clcgitkrs tlc: l)irts", 8¿t'
preguntarnos por qué tienen que ser como son o si -y
l;ultizírndoles la satrvación sin importar Io cluc succcl¿t colt l¿t sr:gLtt'itlittl
¡]odcmos hzrcer algo
para cambiarlas. [,os animalcs, inclt¡so ac¡uoll«rs (lr.lc s()n llrn corrrplc.ios rlt' t¡uc el todopoderoso (o cualquier forma que tomen los cliosr:s) los itsis-
cotllo ltls cltittt¡ritl¡cós, tttt son ('irl)ircL:s rlc llirt't'r'lo. Silt los nivr:lcs ll¡1s lilri on sus dificultades si se alienen a los rituales y las oracioncs ttptrr-
¿¡llos tlc illlt:tlcitllllllitlirtl, ticltcrr l:rs r¡lu'it't's llrelirl:rs rlt'llt.lro cn llrs lrrrr-
¡rirrrlos. Y así alcanzafl ufia sensación de seguridad ante la advorsitlltl.
166 La c¡disea de la humanidad
A.sí hubló Zrtntltt,s!t'tt 167
Guide to the Gttluxy, no se trata clel nú¡nero 42. si¡<t rnlis lrit.rr rlt. l;r
pacidad de autoinducirse una o]eada cle enclorfinas.,r, l,,l rcsto tlt.nrr;o
tros, simples morfales, tenemos que conformarnos corl nri¡n(.rrs
prosaicas de estimulación física para conseguir los nlis¡llos
grados de intensidad mucho menores.
t,lr
nr;rs
t.li'r.t,s r.r »rr
+
*
Srr lraLa, por supuesto, de datos estadísticos, así que no dcbe pcllslll'
,,('(luo toclos los miemhros de una familia numerosa tienen la vidl llr¿is
lrrt il, aunque sea cierto que en promedio resulta así. Pero los tcstiltto-
rrios cstán allí y son bastante contundentes. Los índices de mortalitl¿rtl
r lt. los primeros asentamientos europeos en América del Norte tamhicil¡
+
tc cl primer invierno fueron significativamente más altos entre los clttt'
Por muy importantes que puedan ser estos f'actores psicof .r-rrr¿rt.rlri Ilrhí¿rn iclo solos que entre los que se habían instalado con su familia- lrl
gicos, hay otros beneficios que se despnenclen de participar
en ,¡r ,rrvi
'¡ rrrrlice de relaciones establecidas con los demás miembros de Ia coloni¿rl
miento religioso. Quienes pertenecen a grupos retrigiosos organizrrtrrs r.rr rle 0,8 para los que sobrevivieron, pero sólo de 0,2pata los quc ttltt-
son, a la vez, miembros de una comuniclad y éstapuede riegar
, ¿L scl- ir -
tensamente solidaria. Los miembros de éstos, sienten que pertcrcccrl
a ellas. Hay gran cantidad de pruebas que inciican que la
'+
*t'
r('r'on durante aquel terribie primer invierno.
I)el incidente del grupo llamado Donner Farty se desprende una lris'
tor irr similar, un acontecimicnto legendario de la historia popular dc l'.s-
f
capacidacl tlc
la gente de resistir enfermeclacles y sopofiar los muchos traumas clc trrtlos Unidos. El Donner Farty consistía en 87 hombres, mujeres y niitos
#
Iu
vida está directamenie relacionada con el tamaño de su red social. (lu(: se instalaron, en abril de 1846, en veinte vagones de tren cubicl'-
Urr
estudios exhaustivo llevaclo a cabo en Newcastle, Inglaten-a, t()s (lue salían de Springfield,Illinois, rumbo aCalif'ornia, donde prclt:tt
cincuenta demostró que, incluso en las sociedades industriares
en los añ,s
# rlí;ut iniciar una nueva vida.,A causa de una serie de retrasos desafirl'ltl-
+
moclcr-
nas como Gran Bretaña, los niños cle familias numerosas
sufren merios lr;rtkts durante el trayecto, llegaron a los pasajes de las montañas clo Sicr-¡'¿l
dolencias y mueren menos que aquellos que provienen de familias
rn¿is
Ncvada mucho más tarde de 1o que pretendían y les sorprencliti la nicvt'
pequeñas. un estudio sobre una población rural en Dominica. tlt. gctubre a bastante altura sobre el nivel del mar. Incapaccs tlc ¿tv¿lllzilr'
mar Caribe, ha arrojado resultarlos similares.
en cl
¡rf. t I l'ctr«:¡ceder, hicieron todo ]o que estuvo en SuS manos para vL:ll('('l'cl l'l'i
r.
h
anuncia ra rcsp.rcsrir:
l,¡ 1,,',,.;,¡a,, ¿¡ cittllt ¡ll9 rlc s¡s tlcst't'rttllt'lrlt's) lll r'rx'llt'it'rrlt'lt'l;tt i,tttltl t ottsltlttyt'
(<Cuarenta y dos». «-¡Cuarenta y l;t
clos! Loonc¡uawl . ¿,llso cs lgt¡r I¡ t¡rrc
tienes que decir tras siele milloncs y rnccrio -exclamó rlt' llr lriololt,rlt t'volt llivlt lt't l¡;t, llt lt'r
¡,r,.r lr;r tr¡grrlirr r[: urto clc los ¡.lilur-cs cr:tttlrlcs
l t ¡ot r
crc irñrs trt' (r'irrrrrj.'/
hc cont¡trrthitrkr l¡riltucioslulrc¡li. tlijtl t.l 6rrlt.r'rtl.r. y r r,r tlt. llr selcccitilt llrrrriliar, cl l¡rocaltisnrr) (luc n()s ¡rtctlis¡rottt'lt s('l ('slx'( iltltltr'ttlt'1it'
-l-o llt t'cs¡lttcsllt ('lt'o t¡ttt' t'l
l-titivitltlclllt:
slrllitlorrr¡rrt'i¡t.rlilt.sllr ¡rr t.1,¡¡¡¡¡;r.(N rlr. lrt I )
, tisir t,s t.ltsi rlt.li
¡rrolllt'rrrr, l)il;r s(.r lr,rrt.sl,s, r.s t¡ttt. rr¡ lr;rllt.rs
-P
¡{-
||r't(,1,()s ( ()¡t nltt.sltl)s ¡lirricrttcs. l'ar¿r un¿¡ cx¡rlicrrcitirr t¡rt'is ttellrll:rtlit, trrllstillt'st't tl:tl
r¡rrrr r lilrto tlt. lt'xto sobl'c: ccoloS,ílt rlc cotttl-l<lttrrltiollto o ¡lsitologíit t'vttlt¡liv:t
ab
172 [,a od-isea cie lu humanidad
Así hablri Zctratu.strct 17-j
Fara cuando llegó la épocade deshielo,
en abril, cLr¿u.cnr¿¡ nrit.rrlr¡.rs
(casi la mitad) del grupo original
habían muefio conro rcst¡ltir«kr rlt, lr¡s
r.i
¡r.rtt'rrt'rrci:r al ¡¡rupo como compartir el mismo dialecto. En realid¿rcl,
gurosísimas condiciones que se habían t u;u¡lo rniis exigentes sean las prácticas, mejor ponen de manifiesto el
visto forzaciori ¿r s()r)or.r,r.,
un número desproporcionado de aquellos r)(.r.() t rrrr¡rlonriso con el ideal común. Ese sentido de pertenencia adquiere
que murielr)r'r L.l.iul lrr¡rrlrrr,s
jóvenes que viajaban por su cuenta urur ilrlcnsidad embriagadora cuando se centra en una flgura carismá-
y, a su vez, ünnúrne.r rrcs¡r*r¡rr.t.i,
nado de los que sobrevivieron eran tr( ir ('oncreta. Bajo esias circunstancias, la impaciencia por sublimar
miembros de un grup. firrririr¡r.. r,.s
adultos va ilil('slr()s deseos personales en la comunidad muchas veces genera un
por trrt t)r'or¡r('
dio de g,4 i1::]tp,oados t or rrbi llado explosivo.
mlentras que los hontllr.cs r¡rrt.
murieron 5,4 de otros individuos. Srilo
tres de los que habían cornenzado cl f r.iryct.
to en S
viajaba
dediez
J:::T:;*#:T#H;fllIJlI;j:,:
LI
El vínculo comunal
las redes de apoyo familiar. El pape nriuros de cómplices de Jones) aceleró el desenlace del movilnicnto rtcl
veer esta misma sensación de comu ll'rrr¡rlo del Fueblo: la presión aumentaba y probablementc .loncs no
vio. No puede ¡rtrtkr ver otra vía de salida.
tcton crtstlana, sc
hagan ráf"."r, Acontecimientos semejantes no son tan infrecuenrcs. A l'ill¿rlcs tlt.
da la iconogral.íir
de Dios Fadre It'h¡'cro de I993, David Koresh y por 1o menos 73 nriornhnrs rlc su llilr,
de <<padre» corllo
títu10 hon .rrfqo
curas, ue los liberales Llti_
sitr tlc los Daviclianos cometieron suicidio masivo rlur'¿urf c trr irlirt¡rrt, rlr.
lizan los t
brosdela i::# :::1,T,,,1:1jli1x
llts l'ucrzas de seguridad norteamericanas a su firrt:rlrrzll rlc Morrlt. ('¡rl
nlclo, en Waco, Texas. En la misma décacllr, ¡ror lo nrcnos ollrrs llt,s ¡1r'rr
eligioso debió de evolucionar p¿lrÍr ¡lrs tle individLros pertenccicnIcs A osr:u«¡s cullos rcli¡,iiosos tk,l rlÍlr lir¡rrl
los grupos familiares extendidos, tt tt(w age cotttcticrtln su iciclio volu lrl¿rrio clr ('irlilirllri¡r. Su izir y ( 'trrrirrlii.
o durante la mayor parte dc nucs- ¿,QLré cs lo t¡ttc hacc posiblc (lr.rc Lrl lrottrbrc (y crr ll rrriryor'í:r tlt. los
('llr'ios, ¿tunquc tltt en todos, sc lrata rlc un h«lnrblc)
¡rc:r'srr:rtllt ir ollos ¡lirlr
ncnc i a' crttt ¡,.r1 i * n nr i s, n. pu n r o ¿1 ffi I§" ffi:ili,'J Í,l,iillii li; r¡ttt' lo sigan hasta el abisrno y rnlts all¿i'? Si f'ucl'an c¿tsos cxcc¡lt'iorur-
c¡ttc ¡lttctllt l)illt)('cll ttlt cottittttlo tlt' nrlrr¡lirs :rlirnt.lll icirrs, It's t¡trizii podríamos quedar satisf'echos hablanrlo clc l¿r krcrn'lr tlc irlgrr
rilrrlrlt:s y
¡lr,lri
hit'iot¡cs tlc t'tlttt¡xrt'litt¡¡i,'l¡1,, rros r» (lc la autodestrucl-ividad de cualquicr Juana rlc Arco,
¡tut'rk'st'l l:ur irrt¡lollirrrlt: (.()¡r() irrsigrriir rtt. ¡rcro lir lr.lr
¡it'tliit tttolñcntiinca clc tales acontecimientos cs sólo la pu¡rl¿t rlc un
175
174 La odisea de La humunidad A'tí h¿tbtó
Zarttltl'strct
ceberg mucho mayor. F{ombres y mujeres de toclas lus ó¡r«rcirs lriur e:sl¡r-
1o dispuestos a seguir al primer flautista de Hamelín clLrc sL: cruziu'ir ('r¡
;u camino. Las historias de las tres religiones más grauclcs tlt:l lrtur¡tkr
rccidentai cristianismo e islam- están plagatlas tk: c¡rr\ori.
-judaísmo,
Ha habido una larga cadena de profetas y mesías judíos cltrr'¿urlc los
los últimos siglos previos a los tiempos de Jesús de Nazarel- y urtir list:r
gualmente larga de nombres hoy olvidados después de Cris(o. l')ttrr:
:llos estuvieron Simon Bar Kolchba (aunque algunos sostiencn c¡uc t:slc
tinguidos alrededores cle Victorian Brighton, se disolvieron con la muer-
íder guerrillero de principios del siglo u a.C. nunca hizo reivindicirc:io-
tc tlc sus fundadores, peto otras, como la de los metodistas, los mormo-
res rnesiánicas), Moisés de Creta (siglo v a.C.) y Sabbatai Zevi (1626-
nr:s o los cuáqueros, fueron creciendo hasta alcanzat sü propio apogeo.
1676), cada uno de los cuales atrajo a un importante número de sogtri-
'fampoco la tradición islámica es ajena a este fenómeno. Como
lores y tuvo influencia sobre una gran área del Mediterráneo oricnt¿rl
secuqla de la muerte del profeta Mahoma en el año 632 a.C., se proclu-
y',por su fama, rrás allá. Sabbati Zevi es considelado el último de krs
grandes profetas y místicos judíos: se declaró a sí mismo mesías, grztn- icrrrn lácciones entre sus muchos hijos y discípulos, 1o que llevó a la so-
eándose amplia fama entre las comunidades judías de Europa y Asia ¡r:u'rrción de las ramas s¡lníes y las chiíes (y al asesinato del imán FJu-
s:rin). Los chiíes esperaban la llegada de un mesías, el Mahdi, que los
Menor a mediados del siglo xvrl Aunque se convirtió al islam para eviLar
corrtluciría al triunfo definitivo sobre los suníes y los infieles. (El rccla-
;u ejecución a manos del sultán turco al ser capturado en Constantinopla
rno rnás reciente hecho a este respecto fue pronunciado por el jequc stt-
n 1666, su fama sobrevivió a su muerte en el exilio. Hubo al menos un
tllnés Mohammed Ahmed, responsable de molestar al general Gorclolr
ntento, en el siglo xvIU, de revivir la secta que él había creado.
t'rr .lartum, en 1885.) El siguiente milenio y medio ha visto la emergon-
La tradición cristiana tiene su propia partida de mesías autoprocla-
cirr tlc numerosos cultos, amplios y reducidos,cada uno centrado e n un¿l
nados. muchas veces no siempre- asociados al inminente
-aunque
.rn del mundo. En ia Europa premedieval, el <<Cris[o de Gévaudon>>, en
sola f igura mesiánica y cada uno con sus propias tradiciones y crccttc:i:ts.
lJlrrls creían en la reencarnación, otros en la libertad scxr-r¿tl ¿rhsolttlit,
Francia, tuvo un ejército de tres mil soldados a su mando, pero fueron
rrt¡rrcllos en la capital importancia del éxtasis produciclo por ol tkrlttl' tr
fnalmente masacrados en 593 por hornbres que trabajaban para el obis-
ro de la región. Un siglo y medio más tarde, Albert de Soissons, que de- ¡xrr lu contemplación mística y los de más allit cn cl :rscsirtitlo lilttitl
('onlo detrer religioso.
:ía poseer una carta de Jesús, se declaró a sí mismo santo en vida y se
Ilsto nos conduce al tema central de estc cit¡lílttlo: ¿,¡x)t'(llt(i, (h'('ll
¡anó una cantidad de seguidores suficientemente grande como para
lrc toclas las especies del reino animal, la rcligi(rn f icrtt: liurlo ¡lotlt't so
rreocupar en R.oma aL papa Zacarías. La Europa del siglo xItr fue una
ipoca particularmente buena para los mesías. Eudo de Stella se decla-
ll'c la nuestr¿r? ¿Forqué, a pes¿lrclo ntrcslnr llrn rc¡ltttittkt ittlt'lt't'lo, stl
cunrbinlos roitcrad¿rmcntc ¿r Ias tlornirrttl¿rs tlc: l'¡trt¡iticrls re li¡iiosos ¡rl
:ó a sí mismo hijo de Dios. Tanchelm de Amberes, después de una gira
rredicadora muy exitosa, comenzó con esta misma modesta reivindica- ¡rrrrrlo clc cntrcgar nucstra virl¿r crt ¡tolrthrc tlc itt¡ttc:llo t¡ttr: lt ojos tlt'ltr
rkrs los clcntlts os una obvia l'iccitin'/
:ión (incluso tenía un círculo íntimo de doce discípulos), pero termin«i
l)cor aún cs que muchas vcccs cstontos clis¡rtrr:sl«ls ir nrirsirc:l'¿tt'¡t tlc
liciendo que cr¿r Dir>s cncarnado, lo cu¿tl sin cltrcl¿r lc dio el coraje ncco-
('('n¡rs clc rniles de compatri<ltas (ya no cligalrttls clo itt¡ttcllos c¡ttc ¡lct'lc-
iari«r ¡-rala ant¡¡rrriirr sus r:sponsirlc:s con lir Vil'gt:rr M¿rr'íir, fi'onlc a un¿r cs-
rf L'('L:r) a otra raza o nación) por el simplc hecho dc c¡ttc lcltcl)¡os ¡¡'QL:l)-
rcc:irr tlc t:slirluir sir¡lr':rtlir eliliirlrr l)iu¡r su r'or¡sollt:. (:n un¿r rrrlrgrrílicir cc-
'r:nrorti¿r ir lit t¡ttc:rsistiri unir t'itrs rr:ligiosas distintas. La religión se ha visto involucrad¿1, corlto I'tterrzlt
lllln t'ort¡1rt'¡.iirt'irirlrk'l'it'lt's irrlc¡rlos.
176 Lct r¡di..¡ett tle l.a huntctnidad A.sí ltubló Zarutu,;fra 177
instigadora o, en consecuenci¿1, como justificación, cn Iilnr()s rlt. l¡s
lc Lm milndo qur: no es el que vemos, lo que significa que ya en sus ttrí-
conflictos de la historia de Ia humanidad como para clctouc¡-nos rr rt.llr. gcncs entra en -juego el segundo nivel de intencionalidad de la- teoría clc
xionar un buen rato. No poclemos desestimar estos aconlcci¡rit.rrles l¿r urente. Como inciuso los simios apenas pueclen aspirar a este nivcl,
como ejemplos insignificantes cle locura ocasional a la clLrc nucslr.¡r r.s
¡rrobablemente no la encontreinos fuera de la familia biológica inmo-
pecle se ve a veces expuesta, como iampoco podemos dcscslinll¡r.t.l
tli¿rta a la que pertenecemos, pero sospecho que la religión aún es cog-
comportamiento de los chimpancés machos de Kasekela conro si l'rrc,
n i tivamente más exigente.
ran una abenación del idílico mundo del bosque.
Fara poder practicar aiguna religión, tengo que creer que exisf c
Este sentido de comunidad irumina el se_{undo par de funcioncs t¡trt.
rur lnundo paraielo habit¿rdo por seres que Lienen intenciones sobre Ias
parece tener la religión, Ilámese la función coercitiva que ejerccrr
rrrLr_ cuales es posible ejercer influencia mediante ias plegarias. En otras pa-
chas veces las religiones estatalizacias. En el contexto á" ,n grupo
l)rr lrrhras, r:reo | 1l que existen dioses qre pueden l2] ejercer influencia so-
queño, las religiones parecen basarse fuertemente en reforzar las nonnas
lrrc mi l'uturo. Si estos seres tienen intenciones sobre las que no puecltr
de grupo, más allá de cuáles sean est¿rs normas. En comunidades pec¡uc-
irrl'luir, la religión no juega ningún papel: estos seres apenas se diferen-
ñas, como aquellas en las que hemos pasado la mayor parte de nucstr¿r
rrirrrían de los ríos desi-rocados o los volcanes en erupción que pueclcn
existencia como especie, la religión probablemente cumplía la funcit.»r
tlcstruirnos sorpresivalnente. I-a religión, para tener algún valor rcal,
crucial de prevenit-que los intereses individuales minaran Ia efectiviclacl
trcrrc que ser capaz de inf'luir en nuestro futuro.
de un grupo de acción coordinado. para especies socialmente tan inten-
Pero el segundo ni.¿el de intencionalidad es insuficiente para matl-
sas como las de los primates (y nosotros tenemos este rasgo
sobradamen- t(lcr Llna creencia metafísica. Si la religión tiene algún propósito útil,
te), la necesidad de controlar la perniciosa influencia clelos que se apar-
t'sl«rs dioses deberían ser capaces de entender lo que yo quiero, de lnotltr
tan del carnino, los individualistas (a menos, por supuesio, que resulten (luc parece que la religión preslipone un tercer grado de intenciort¿tli-
ser
líderes carismáticos), los que no cooperan y los que van por libre, se con-
d'¿tl'. c'reo [ ] que estos clioses pueden ser convencidos de qte aticntltut
vlerte en una preocupación crrrcial si el grupo se constituyó para garan-
l2 | rr lo qre deseo [3] y que, hecho esto, actuarán en mi f'avor.
tízarla supervivencia y la reproducción eficaces de cada miámbro incli-
Considero qLle esta explicación da cuenta de la evolucitin tlcl sr:rtlitlo
vidual. Esta presión parece haber sido responsable cle la generación de rcliqioso, es decir, de proveer los presupuestos cognitivos ¡titrit lctte t'
una mente predispuesta a consentir el punto de vista colectivo, especial_
st'rrticio religioso, creencias propias y experiencias tritscclltlcntitlcs ¡rcl'
mente cuando éste se expresa en ténninos fuertemente religiosos refbr-
son¿rlcs. Sin embargo, no es suficiente para explicitr cl scnf itkr ttli¡¡ioso
zados con un exquisito cóctel emocionar de música, danzay rituales.
La t'ornunitario, e] fenórneno a gran escala de rituitlcs y ('ontl)l'()ntiso ¡rtt
religión, en resurnen, evolucionó por el hecho de ser un excelente mec¿r-
lrlico, ¡rarte central de la práctica religiosa. l,ir rr:ligirin e rr slt lirt'tt¡¡t l¡tt
nlsmo para estrechar vínculos sociales y para hacer que los grupos fun-
rr¿ula no cs nada si no sc constilr.ryc c()nlo ¿tc:tivitll¡tl soci¿¡l: nos tt'ttttitttos
cionen bien trabajando juntos para un interés común. y estó fue lo quc
t.ll litrr¿tlcs y cloencias contr¡ncs ¡'ltrrir cortf ot'ruiu'unir t'olttuttitlltrl, lltt'¡r
condujo implacablemente a la evolución de una mente religiosa.
t'onscrguirlo sr: r.¡cccsil¿r, ¡rol lo r)lcrx)s, un cuiulo rtt'tlt'rt tlc ittlt'ttr'irltrltlitl¡rtl
(ytluiz¿í,inclttsrt,ttttc¡ttitt(o): .\'ul)()tt,rl()lllt¡trt'lti¡tit'tt,s'tt,s' l2lt¡ttt'yttt't'('t)
I lI t¡uc cxislclr tliosos tlttc ¡ttrrtltn l4l inl'lrril r'¡r nuestro l'ulttrrr (¿,¡rot'
El brillo de una vela solitaria (lu(' nos it¡¡t'tt¡tctttos tle
(
llt(, r'ollll)t'L:nrlt:n nucstrosl ¿/¿,,s«o,r l-5 | /). A n)r:nos
r.slt. llrrxlo (y lrlrstir quc no lo hirgiurros), rto klncrttos ltrligiritt, silto solr¡
l,i¡ tc«lríir tlc lit ltlclllc t's t'r't¡r'iirl ¡rirrir lrltkr t:slc trsrurlo rlt: l;r r.cligirilt. lilt rur;r crr.e nt'il ¡rcrsonirl. lls lir crccncia corrr¡rurlirlir lo t¡ttc lt¿tt'c: tlttt' lit l'c-
st¡s firrr¡irs r¡r¿is lxisir';rs, lrr lt.li¡iirirr n.r¡rrit.r'r.([r(.sulx)n,,.:ur¡os r¡rrc
r.xis. li¡irrirr st'it ltl (lttc L:s.
l78 La odi,sea de lu |tuttuniclad
Así habló Zarotustr¿t 179
Siendo así, resulta hasta obvio por qué los humanos y stilo los lrrr-
('¿rl)aces de interpretar el signif,rcado de las cruces y los cálices de la ico-
manos- tenemos sistemas religiosos. Sólo los humanos ¡lotle rrros irs
nografía cristiana. Corno sucede con el problema respecto a cómo dcl'i-
pirar sin problemas a un cuarto grado de intencionaliclacl. Aun ¿rsí, srilo
nir I¿i cultura entre los animales, una solución eS buscar objetos qut: n()
algunos de nosotros pueden llegar a un quinto o sexto grarlo tlc illlr:lr
r:stén evidentemente relacionados con un uso práctico. El problem¿t cs
cionalidad, lo cual explicaría por qué sólo un número relativurrrclrlc ¡rt.
t¡uc la mayoría podrían tener también un uso cotidiano, y Separar la co-
queño de individuos son iíderes religiosos exitosos. Los líderos rcligio
ticlianidacl del aspecto ritual puede ser engañoso y complicado. Las l'i-
sos, como los buenos novelistas, son una rara avis.
gLrrillas Venus (aquellos figurines de mujeres omichelín» que apareccll
crrr el registro arqueológico europeo de hace unos treinta mil años), ¿,s«rll
sírntrolos de fenilidad, como algunos han afirmado, imágenes de diosas
Cuentos de los hornbres muertos
«r sólo arte decorativo, el equivalente prehistórico de las pin-ups'l Hzry,
cueüta mil años atrás, las pruebas son, en el mejor de los casos, ct¡rrív« rcrrs. coticlianos- sólo apareció con los pueblos de la era de los cro-
olr.ictos
Hubo una particular ráfaga de entusiasmo hace una clécacl¿r, cu:¡rtle sc, ,,,rñon"r, en el Paleolítico Superior. Y esto tuvo que haber sido muchtr
identificó polen f-loral alrededor de un esqueleto neandertal cn ,Sh¿¡litl¿¡.. ticrnpo después de que evolucionara el lenguaje. EI arte rupestre cs utt
en el moderno irak: se decía que la presencia del polen floral irrr¡llicir. iltclicio de ello. Se han encontrado figurines femeninos (figurillas Vc-
ba la presencia de flores y las flores no podían haber llegaclo hastr¡ ¿rllí rrus) y estatuillas de animales (en algunos casos tallados en hueso o m¿lr-
por accidente, así que debían de haber sido añadidas como parto tlc urr fil) en casi treinta cuevas de todo el sur de Europa, desde España hasta
ritual funerario. Pero el entusiasmo por la religión de los neanclcrtalos cl sur de R.usia, y la mayoría están asociados con fechas que van dc ltts
disminuyó un poco cuando más tarde se señaló que el lugar del enticrnr vcintiocho mil a los veintiún mil años atrás. AdemáS, se encontr¿troll
estaba muy perturbado y que el polen podía haberse introducido en l¿r ccrca cle ciento cincuenta cuevas de arte rupestre (casi todas en el stlr tlc
<<tumba>> gracias a la actividad de los roedores o a la acción del viento, Irrancia y el norte de España, aunque también se conocen algunets ott
mucho después de que el cuerpo hubiera sido depositado allí. cl sur y el este de Alemania). La más antigua (la cueva de Chauvet, cll cl
se hicieron otras aflrmaciones entusiastas sobre la posibilidad de valle de Arddche, en Francia) data de treinta y un mil años atrás. l-cril¿ts
entierros neanderiales de las herramientas y las pinturas de esta cueva están relacionadas con los pueblos de Magtla-
huesos de animales qu aron junto a los esque- lcnia (los que más tarde serían cromañones), que sucedieron a los nolttt-
letos. Un niño pequeñ -Thsh, al sur de Rusia, tlcrtales en EuroPa.
atrajo particular interés porque se lo halló rodeado de media docena de El verdadero propósito de esta artesanía permanece oculto, pcr1l cl
pares de cuernos de cabra de las montañas. sin embargo, hoy muchos lrccho de que muchas Veces Se encuentre en lugares muy subterr¿iltctls
arqueólogos creen que la n-tayoríade esos huesos y herramientas no fue- tlc clilícil acceso hizo que fuera interpretadacomo algún tipo de [unciírtl
ron colocados allí deliberadamente, sino que son sólo las ruinas y los crrasirretrigiosa o ritual (talvez asociada con rituales de pubertacl o tlc
detritos de los asentamientos de los neandertaies cuando estaban vi- cirza). Sin duda, los sujetos que más affaían la mente de los artislrts ¡rir-
vos que con el paso del tiernpo se fueron acumulando, en algunos casos, l'ccen ser los animales. El hecho de que algunos de los ritualcs clc citzit-
con los cuerpos de los muertos. Y, aunque las «tumbas» de los neanderta- tlercs recolectores actuales como los lkung san del sur de Aliic¿r t¿ttllhiórt
les muchas veces contienen individuos en posición fetal (con las rodi- c:stón relacionados con animales puede dar algo de apoyo a csl¿t itlcit'
l'ol'
llas pegadas al mentón), más prosaic apafaesto podría c.icrnplo, el principal ritual de pubertad del pueblo san cs cl ltsí llitllt¡ttkr
ser la voluntad de cavar I para alojar al cuerpo. Algunos .,5¿rile del antílope>>, en el cual los bailarines lttccn cslol¿ts y got't'os tlt'
huesos de neandertales en sacrifloio'
distintiva de estar corroídos ¡ricl cle antílope y ofrendan su sangre
por hienas u otros carnívoros, lo que sugiere que no fueron enterra- pefo quizáesto sólo pueda decirnos cuíttttl«r srrr¡iri lx)l'v('./ ¡rt'itttrtit
¡¡a creencia concreta en algún tipo dc vitlit ttlll'ittc:t't'Lrllil. ()rrizii los ¡rttt'
bl1¡s anteriores fueran tan rcligiosos cotllo clltls, ¡lt:l'tl lto ltstlt'i¡tll¡tlt stt
cUCt-po Lcfl.ello con el lugar on ol c¡uc stts cs¡lít'iltts t:0ltl iltttith¡tlt v iv it'ttr h
I
tlospuós tlc la mucrtc. Dcspuós tk: toclo, rcsttllrt Itlitllil'it:sltl t¡ttt' t'slos til
li¡tgs no so llcvan los cucrpos l'ísicos coll cllos, sc¿t tlolltlc: s('il (ltl(' v¡ly¡lll
menos elaboradas que las dc los cronrañones, quc Ias rcernplazarofi. rlcspués dc muertos. Y es mhs: no lodas lrts rcligiorlcs coltltrllll)ot'littt'¡ts
Iln rcsu¡tren, la únicit crlrtclusi«i¡t r¡trc ¡rorlcrrros iiilc¿u'tlo toclas ostas , lristriricas han considerado escnci¿tl la prcscrvacitirl tlcl cittllivtrt': :tl
hindúcs y tltuclttls grtt¡los itl'
¡rrttcbtts ltt«rt'ltlori¡ts (:s (luc cl vcnl¿rtlcro sc:ltlitkl ttt: ulli¡ vitl¿¡ ultr:rlcrr.c- l,,unils los incineran (como el caso dc los
ll¡t ¿t lit t¡ttc lrts tllttcl'los ¡rotlíitrt ¿rct't'tlt'r' y rrrr lir t¡rrr: ncrccsil¡rrí¡¡t sr¡s rl9r.r¡.61'logs), otros (como loS parsis) los exp<lncn ¿t atritllitlcs c¿tt'Rriic
182 Lct r.¡disett de lct humanidod
Así habló Zaratustret /,S-,
Davicl Lewis-Williams, un arqueólogo sudafricano, sostuvo rlLrc 1:,r'lrrrlas naricr:s clc los san cuanclo, en el momento cullrlinatltc tlc lit
hay muchas pruebas para creer que el chamanisno fue la forma original tl¿ulz¿r, ontran en estado de trance.
de religión entre los seres humanos prehistóricos. una pista es la ubi- l.a cxpresión <<un mundo dei más allár> que, en realidad, sc cllctlcl'l-
cuidad en todas las sociedades humanas de la habilidad para entrar en lt'il c¡ nuestras cabezas, tiene una potencia asombrosa. No es dif'ícil vr:l'
esiados de trance, a veces inducidos por la música y la danza, a veces ctirno pudo haberse originado a partir de lcs
por ejercicios especiales de meditación, en ocasiones sirviéndose de tlc algunos individuos involucrados en a l¿r-
drogas psicotrópicas como Ia mezcalina. Otro motivo por el cual David cionales a través de la músicay la danza. t¿lr
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Índice alfabético
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y acicalamienro, I 14, 116,
123_126
fase musical, I25
rr",lr ir'ciortcs a riv¿lles potenciales, r3-t4,36,178, l8r .
de,175 Madsen, Elainie, 63 crr, ,l0 poliancL'iir tlc krs lilx'lrrtros. l(I'l
Magdalenia, pueblos de, I poliganti:r, ()li
BI t rr'rr t trlt't llrlcs, -19-4-5
Kahama, chimpancés de. g2 Mahale, población de chinrpancés :rl):u rl() v«rcal, I 2l , 122-123 Povilrclli, l)irtttry, ¡rsit'olo¡'o, (r(l (r I
de,
Kalahari, desierto del, lg 142,146,148 t'rrlt'r t:u¡riclltos, I 80 l)l'ctll¡tosl í. itst'l tl ¡t¡ t llt't¡lr ) ('t ( )t tlltllolt
Kasekela, chtmpancés de, Mahoma, profeta, 175 r¡slrunre nl()s rtlt¡sicalcs, I 34 crr, l'l()
en el lago mamíferos, 91, 110
Tunganica. 82.85, 116 l¡urfirr() rlt'l ct:t'cbro, 34, -l5,79, I'tilnrtlt' l{r".t';tlr'lt Itr',1tltllr', r'lt llt|ott.
I(atanga, 83 mandriles, 72 ll{'l t,t I
Xn\s;ty (flagetantes), secra masai, pastores, l85 l'tirttr'. llcrrrt, tr'rr'tt'ttrIr, | /',
de los,
rr'r)('()tlt'r. /,1 /(r. 7t{
kl_ayflower, colonos del, i I /'l l"
168 lll n('ur()p\r(olo¡ittr, ¡rstt olrr,ilir,
Kibale, comunidad de chimpancés McGreu Bill, erólogo. 142. t45_t4l Nt'rvl rr't A ttr lt t'rt', ttt'trl ot'it'ttl íl it'o, olo¡'o',, (rtr, l'l I , I 'r t
¡,, ¡rstr
Mclarnon, Ann. l2í )t)
de,146 I (,1( I (r') ¡rrrl¡llrr, rlt'tlo.
Klucklrolnr, Clycle, I 37 mennonifas, ,".ta cle los. ltoltltl llt,'t'lttt,t:,'l/,,rt,', l(X)
l7-5 iltlh t', f 'ttlrt¡tnt,
K.lu,ga.l ltttt.t',
nrcnlc, lcror.írr tlc la, 49_5g,72.17 r¡tttrlottltrlo',, () /
clbclo, .59_(r0, (r3, l-53
rtl
irnit¡lirlt.s y, .5tl (r0. (r7_(rli rr',r",ttt;rlrr rlr',tll lO.l, l(Xr l0'/ lirrs¡rrrlrrr. ( ir¡1'1¡¡ri lilrrrrovrt,
Kr¡r'r'slr. l)lrvirl, I 7.1 l(rH
Kr¡sovo, li i It'rr¡irIrjt.y, ll() l2l. l5(r rlr',¡tltollo t t,¡ittilivo,'l(), (».), rt'li¡iirirr. I t.), I lti, l)5, l\ / l\x,
rr,li¡iirirr y. lr6,1, llo l.l.l ll t.' l5() l(rl
208 Lct orli.yect cle la hLtntct¡titlatl
Intlice oLf'ubétit o 2Oq
charnanisnro, I85_l87
comunidad y, l7A_n3, bipedisrno, .3l_.32 lr I lr¡r,t lrt r'ottt¡rtt'nsirin tlc l¿t Urales, cuevas en los montes, l2
175_178.
190 eslruelUt-¿t rríl vir.t¡.
2r)_ l()
, ,rtr',,tltrllrrl. '/ I
f
control social, 176 rilts¿is crL,ct¡cills, (rl) (l(l illrr t,rrn,,, ¡rolirrrrtlriir tlc los, 104 Vernon.ia, planta medicinal, l4u
imitación, I-52 | ¡¡¡¡lrr'¡ ¡,r'rr, ('ullt () ilrlcrrclgantes Virunga, volcanes, en Ruand¿r, [J(r
Intervalos dc n¿rcillriclllo.
I00
rlr' lO(r Visalberghi, Elizabeta, psicókrgl, 7 I
Iimiración del luihir:rr- llrlr,'r¡,r'rr, Nrko. e:t«ilogo, 106 Vísperas Sicilanas (1282), 83
razonamiento c¿rus¿rl.
.ti I
rrr ¡rlrlr',,, ¡rrjruos, l-50-l-5 1, 154
7I
1a Ilrrr,r',,'llrr. Mihc, (r l, (¡3, I54 Waal, Frans de, primatólogo,90
rntencion¿rlid ad y. 1 76- l lB, Irr'rrrl;r Artos. gtrcl'r'a cle los, 83 Whiten, Andy, 66
l8 r_ t82 l'.r lrrrrlrr, Al. (r.l Wilson, Alan,24,26
judeocristiana, Itt¡,r'n. rtrorrlt's, c:n Kenia, 27 n.
20
persecución, 83_84 Zacarías, papa, 174
ntrrrrles de la vida, Somalia, 83 I 1,,¡tltrllt, 1't'rr6citlio cn, B3 Zaratustra. lB-5
l4l
Rolnanov. dinastía f9mme. baralla det. 82_tr.l rrll rrrrr,¡,t'rrilrl ¿r cn Alemania, Zevi, Sabbataí,174
de los, l63
Ruanda, g3, g6 Stiller Jamie..5l lO,l r¡ zoroastrismo, l8-5
Strow, Jttlie, l2i
salud genética, 106, suicidios colecrivos.
I0B I 73
San Bartolom é, maanza )umatra. oranglttanes
de (1572), de, t37
B4 Jungrr (Rusia). asentamiclrt«¡.
I 79
san. rribu de los. I00. sunies, I7-5
Ió.1. I86
Sunlande¡. cuevas Swarbricl<, Rebecca,
en, I I 5g
Saunruota, Marcelino,
Og
^l.lz
sarampión, I I_t2 taboritas. secta de
extinción ae inO,genas los, I 75
por el, 43 Ja¡..bosques. e¡l Nueva
Grrinc¿r. j4,
Sarich. Vince.24. 26 152_t 54
Schaller, Ceorge. biólogo. gó tnchelm de Amberes. 174
¡cnerezade. efecto. Ian^g-anrca.
chimpancés en ef lago.
9ó
;eepersand. Feroud, 82.85, 143
l28
Tanzania, comunidades
1_22 de
chimpancés en. g2. g5.
ral romano, 84_85 t42_t43,
146_148
s_66
Taslan_ra, extinción
de los nativos de,
43, ,145
s. J75
Shirkespeare, taxonomía,22
William, 1 19_ 120
Nochc de reycs, ia de Ia, 59
-
Shanjdar
56
(lrak t, ..qrát"ro
neandertal Jonestown,
en, I 80 eL,173
Siberia, pueblos cle,
lg-5 'lcshili-Tirsh
slrlros, 1.5_ ló, 19, 2l _27, ( lt us ilr ). lrsclr
39, 72 [¿r nl icn I o,
¡rciclrll¡nrir.nlo, I 1.5_ luo
I l(r
itl)iultlo vot.lrl, Illl, Ir,st tlt. lrs Sr¡rirr.lics. ,.19
¡.r1 50, (r2
Ir.st rh,slrlly Al¡rr.
77
Índice
9
l. Visiones en Piedra
tl
2. El simio erguido
47
3. Magia de la mente
81
4. Hermano simio
109
-5. Tan dulce melodÍa
t35
6. Alta cultura
159
7. Así habló Zaratustra
191
Bibliografía
201
fndice alfabético