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Revolucion Gloriosa

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Revolución Gloriosa

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Para la revolución española denominada «La Gloriosa», véase Revolución de 1868.
La Revolución de 1688 fue el derrocamiento de Jacobo II en 1688 a través de una
conspiración urdida entre algunos parlamentarios ingleses y el Estatúder holandés
Guillermo de Orange. Algunas veces también se llama la Revolución Incruenta, aunque
hubo combates y pérdida de vidas humanas en Irlanda y Escocia.1 Los historiadores
católicos y tories prefieren el término «Revolución de 1688», ya que «Gloriosa» o
«Incruenta» reflejarían los prejuicios de los historiadores whig.2 Otros, como el
historiador W.A. Speck, señalan que el término «revolución» sería incorrecto, ya
que estuvo lejos de ser un espontáneo levantamiento contra Jacobo II. Al contrario,
Speck señala que probablemente la mayoría de la nación quería la continuidad de su
reinado.3

La Revolución está fuertemente asociada con los sucesos de la guerra de los Nueve
Años de la Europa Continental, y se puede ver como la última invasión con éxito de
Inglaterra.4 Puede argüirse que con el derrocamiento de Jacobo comenzó el modelo
parlamentario inglés. El monarca nunca volvería a tener el poder absoluto, y la
Declaración de Derechos se convertiría en uno de los documentos más importantes de
Gran Bretaña. La deposición del monarca católico Jacobo II acabó con cualquier
oportunidad de que el catolicismo fuese restablecido en Inglaterra. Además, la
promulgación de la Ley de Tolerancia condujo a la aceptación de los protestantes no
conformistas y a la marginación de los católicos y otros grupos minoritarios, como
los judíos y ateos.5

Índice
1 Antecedentes de la revolución
2 Los apoyos de Jacobo II: los repealers
3 Conspiración
4 Desembarco de Guillermo de Orange
5 Guillermo de Orange se convierte en Rey de Inglaterra
6 Levantamientos jacobitas
7 Legado
8 Véase también
9 Notas y referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces externos
Antecedentes de la revolución

Jacobo II
Rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda, Duque de Normandía.
Durante sus tres años de reinado, el rey Jacobo II fue víctima de las batallas
políticas en Inglaterra entre el catolicismo y el protestantismo, de un lado, y
entre el derecho divino de la Corona y los derechos políticos del Parlamento, por
el otro. El problema político más importante que tenía Jacobo era su catolicismo,
que lo dejaba bajo los ataques de los dos partidos en el Parlamento. Los miembros
del partido liberal británico del bajo clero habían fallado en su intento de
excluir a Jacobo del trono entre 1679 y 1681, y los seguidores de Jacobo eran los
tories del alto clero anglicano. Cuando Jacobo heredó el trono en 1685, tenía gran
parte del apoyo del «Parlamento Leal», que estaba compuesto mayoritariamente de
tories. Sin embargo, el intento de Jacobo por relajar las leyes penales puso en su
contra a sus seguidores naturales, ya que los tories lo vieron como un intento de
desestructurar a la Iglesia de Inglaterra. Abandonando a los tories, Jacobo quiso
formar un «Partido del Rey», para equilibrar a los tories anglicanos, así que en
1687 Jacobo apoyó la política de la tolerancia religiosa y emitió la Declaración de
Indulgencia. Aliándose con los católicos, los disidentes y los no conformistas,
Jacobo esperaba construir una coalición que le daría la emancipación católica.
En 1686, Jacobo obligó al Banco de la Corte del Rey a decidir que el rey podía
dispensar las restricciones religiosas de las Actas de la Prueba. Jacobo ordenó el
cambio de Henry Compton, el obispo anticatólico de Londres, quitó a los compañeros
protestantes del Magdalen College en Oxford y los reemplazó con católicos.

Jacobo también creó un gran ejército permanente y empleó a católicos en las


posiciones de poder en el ejército. Para sus oponentes en el Parlamento esto era
como el preludio a un gobierno arbitrario, así que Jacobo prorrogó el Parlamento
sin ganarse el consentimiento de este. En ese momento, los regimientos ingleses
estaban acampados en Hounslow, cerca de la capital. El ejército de Irlanda se purgó
de protestantes, que fueron reemplazados por católicos, y en 1687 Jacobo tenía más
de 34 000 hombres en armas en sus tres reinos.

En abril de 1688, Jacobo volvió a emitir la Declaración de Indulgencia y ordenó a


todo el clero que la leyese en sus iglesias. Cuando el arzobispo de Canterbury,
William Sancroft, y otros seis obispos (ver los Seis Obispos) le escribieron a
Jacobo para solicitarle que reconsiderase su política, fueron arrestados bajo los
cargos de libelo sedicioso, pero en un juicio fueron exonerados bajo los vítores de
la multitud en Londres.

La situación se hizo insostenible en 1688, cuando Jacobo tuvo un hijo; hasta


entonces, el trono habría pasado a su hija, María, una protestante. La perspectiva
de una dinastía católica en las islas británicas ahora era algo muy probable.
Algunos de los líderes del partido tory se unieron con los miembros whig de la
oposición y salieron a resolver la crisis.

Los apoyos de Jacobo II: los repealers


Jacobo II estaba a la cabeza de un sofisticado y popular movimiento reformista al
que el historiador Scott Sowerby bautiza como repealers,6 un amplio movimiento
nacional e ideológicamente coherente7 cuyo principal objetivo era abolir siglo y
medio de leyes penales que proscribían la adoración religiosa fuera de la iglesia
oficial, marginando así no solo a católicos, sino a otros grupos protestantes
conocidos como dissenters. La Declaración de Indulgencia no se trataba solamente de
una libertad de conciencia, sino de una nueva forma de sociabilidad, donde el
debate religioso de los últimos siglos era rechazado en favor de un pluralismo
cultural suscrito por la cortesía sin restricciones comerciales y un rechazo al
rencor y la controversia.8 Promovían su causa a través de panfletos, revistas,
cartas, etc. El movimiento repealer, en palabras de Sowerby, «was a curious mixture
of top-down state sponsorship and bottom-up popular organizing».9

Uno de los hombres cercanos al rey, defensor de las intenciones del monarca sobre
la libertad de conciencia, y principal ideólogo y colaborador en las campañas de
difusión de la declaración de Jacobo, fue el cuáquero William Penn.10 Este
argumentaba que el antipapismo era irracional, puesto que los católicos eran muy
pocos, menos de un 1%11 de la población.12 Pero para los enemigos del rey, estos
eran muchos más y estaban ocultos esperando su oportunidad. Cualquier argumento en
defensa de las intenciones del rey era contestado por un contraargumento de sus
enemigos, aunque este careciera de sentido. Según Penn, la única solución para
realmente anular estas teorías conspiratorias era la abolición efectiva de las
leyes penales.13

Conspiración

Guillermo III
Rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda; estatúder de Güeldres, Holanda, Zelanda,
Utrecht y Overijssel.
En 1686, un grupo de conspiradores se encontraron en Charborough House, en Dorset,
para planear el derrocamiento de «la raza tirana de los Estuardo». En junio de
1688, otra conspiración fue lanzada desde Old Whittington, en Chesterfield,
Derbyshire, para deponer a Jacobo y reemplazarlo por su hija María y su marido,
Guillermo Enrique de Orange, ambos protestantes y ambos nietos de Carlos I de
Inglaterra. Antes del nacimiento del hijo de Jacobo el 10 de junio, María había
sido la heredera al trono y Guillermo era el tercero en la línea de sucesión.
Jacobo, sin embargo, había querido tratarlos solamente como posibles herederos, con
la condición de que aceptasen su posición procatólica, lo cual ellos no habían
querido aceptar por miedo a que la influencia francesa llegase a ser demasiado
grande. Guillermo también era el estatúder de las principales provincias de la
república holandesa, entonces en los estados preliminares para unirse a la guerra
de los Nueve Años en contra de Francia. Guillermo ya había adquirido la reputación
de ser el principal campeón en Europa de la causa protestante en contra del
catolicismo y del absolutismo francés.

Todavía es materia de controversia si la iniciativa de la conspiración fue tomada


por los ingleses o por el estatúder y su esposa. Guillermo había estado tratando de
influir en la política inglesa durante más de un año, permitiendo al Gran
Pensionario Gaspar Fagel la publicación de una carta abierta al pueblo inglés, en
noviembre de 1687, deplorando la política religiosa de Jacobo, y esta acción
generalmente ha sido interpretada como una apuesta encubierta por el reinado. El 18
de diciembre, el Duque de Norfolk avisó a Jacobo de una conspiración proveniente
del lado de su yerno. Desde el verano de 1687, Guillermo había mantenido una
correspondencia secreta con los principales líderes whig. En ella no se comprometió
a ninguna acción definida, pero se había alcanzado un compromiso de que, si
Guillermo ascendía al trono, lo haría (de acuerdo con su reputación
antiabsolutista) con moderación en el uso del poder real, en compensación por un
uso total de los recursos militares ingleses contra Francia. En abril de 1688
empezó a considerar seriamente la posibilidad de una intervención militar y a
buscar apoyo financiero y político para tal empresa.

Saltando al vuelo sobre la oportunidad de atraer a Inglaterra a la coalición


antifrancesa, ofrecida por la crisis causada por la aparición del nuevo heredero
católico, Guillermo y María planearon cuidadosamente durante meses una invasión. Su
principal problema era el evitar cualquier impresión de conquista extranjera y
prepararon una invitación formal por parte de un grupo de notables, los Siete
Inmortales, que consistían en un obispo y seis nobles, el 30 de junio. También el
hombre de confianza de Guillermo, Hans Willem Bentinck, lanzó una campaña de
propaganda en Inglaterra, presentando a Guillermo como un verdadero Estuardo, pero
uno que estaba «afortunadamente» libre (según los panfletos) de los vicios
habituales de los Estuardo, como el criptocatolicismo, el absolutismo y la
corrupción. Mucho del apoyo «espontáneo» posterior hacia Guillermo había sido
organizado cuidadosamente por él y por sus agentes.

El problema siguiente fue el reunir una poderosa fuerza de invasión. Guillermo,


financiado por la ciudad de Ámsterdam, después de secretas y difíciles
negociaciones hechas por Bentinck con el vacilante burgomaestre de Ámsterdam,
durante el mes de junio, alquiló 400 transportes; Bentinck también negoció los
contratos de 14 000 mercenarios alemanes de Brandeburgo, Wurtemberg, Hesse-Kassel y
Celle, para guarnecer las fronteras holandesas y liberar un número igual de tropas
mercenarias de élite holandesas, para usarlas contra Inglaterra. Se obtuvo más
apoyo financiero de las fuentes más disparatadas: el banquero judío Francisco Lopes
Suasso prestó dos millones de guilders. Aun así, Guillermo todavía tuvo grandes
problemas en convencer a la élite gobernante holandesa, los regentes, de que una
expedición tan cara era realmente necesaria.

Sin embargo, la política francesa jugó a su favor. A últimos de septiembre, Luis


XIV tomó todos los barcos holandeses presentes en los puertos franceses, probando
que la guerra con Francia era inminente. El 27 de septiembre (según el calendario
gregoriano), Luis cruzó el Rín y entró en Alemania. El 29 de septiembre los Estados
de Holanda se reunieron en sesión secreta y, temiendo una alianza franco-inglesa,
aprobaron la operación, resolviendo convertir a los ingleses en «útiles a sus
amigos y aliados, y especialmente a este estado». Aceptaron el argumento de
Guillermo de que un golpe preventivo era necesario para evitar la repetición de los
sucesos de 1672, cuando Inglaterra y Francia habían atacado conjuntamente a la
República. Ordenaron a la flota holandesa de 53 barcos de guerra escoltar a los
transportes de tropas. Esta flota estaba de hecho comandada por el Teniente
Almirante Cornelis Evertsen el joven y por el Vicealmirante Philips van Almonde,
pero en consideración a las sensibilidades inglesas se colocó bajo el mando nominal
del Contraalmirante Arthur Herbert, el mismo mensajero que, disfrazado como un
marinero común, le había traído la invitación a Guillermo en La Haya. Aunque
Guillermo mismo era Almirante General de la república, se abstuvo del mando
operacional, navegando notoriamente, en el yate Den Briel, acompañado por el
Teniente Almirante Willem Bastiaensz Schepers, el magnate naviero de Róterdam que
había organizado la flota de transporte. Los Estados Generales permitieron al
núcleo de los regimientos del ejército de campo holandés participar bajo el mando
del Mariscal Federico Schomberg.

Desembarco de Guillermo de Orange


Las preparaciones holandesas, aunque realizadas con gran premura, no podían
permanecer en secreto. El embajador inglés, el Marqués d'Albeville, avisó a su
país: «Se va a intentar una conquista absoluta, bajo las pretensiones especiales y
ordinarias de la religión, la libertad, la propiedad y un parlamento libre...».
Luis XIV amenazó a los holandeses con una declaración de guerra inmediata si se
empeñaban en seguir adelante con sus planes. El embarque en las naves comenzó el 22
de septiembre (calendario gregoriano), y se completó el 8 de octubre, y la
expedición fue aprobada ampliamente ese mismo día por los Estados de Holanda; ese
mismo día Jacobo emitió una proclama a la nación inglesa para que se preparase para
una invasión holandesa. Durante tres semanas, sin embargo, la flota de invasión no
pudo zarpar del puerto naval de Hellevoetsluis, por las adversas galernas del
suroeste que normalmente azotan en ese período, y los católicos, por todos los
Países Bajos y las islas británicas, mantuvieron reuniones rezando para que este
«viento del Papa» durase, pero a últimos de octubre llegó el famoso «viento
protestante», cambiando a del este y permitiendo su marcha el 28 de octubre.

Apenas había alcanzado la flota el mar abierto, el viento cambió otra vez a
suroeste, forzando a muchos barcos a volver a puerto, volviendo solamente el 9 de
noviembre el viento del este. La flota se reagrupó el 11 de noviembre y después
navegó hacia el norte en dirección a Harwich, donde Bentinck había preparado un
lugar para el desembarco. Sin embargo, fue forzada a ir en dirección sur cuando el
viento volvió a rolar al norte, y navegó en una enorme formación cuadrada, de 25
barcos de fondo. Entró en el canal de la Mancha el 13 de noviembre, saludando al
Castillo de Dover y Calais simultáneamente para presumir de su tamaño. La armada
inglesa colocada en el estuario del Támesis vio pasar por dos veces a los
holandeses, pero fue incapaz de interceptarlos; la primera vez debido al fuerte
viento del este, y la segunda por una marea no favorable.

Desembarcaron con un gran contingente en Brixham, Devon, el 5 de noviembre de 1688


(calendario gregoriano). Guillermo fue aclamado con grandes muestras de apoyo
popular (este era el lugar alternativo para el desembarco de Bentinck), y algunos
hombres locales se unieron al ejército. El ejército de Guillermo se componía de
aproximadamente 15 000-18 000 tropas de a pie y unas 3000 de caballería. Se
componía principalmente de 14 352 tropas regulares mercenarias holandesas
(realmente muchos de ellos eran escoceses, escandinavos, alemanes y suizos) y de
unos 5000 voluntarios ingleses y escoceses, con un sustancial elemento hugonote en
la caballería y en los guardias, así como de 200 negros de las plantaciones de
América.14 Muchos de los mercenarios eran católicos. [cita requerida] En febrero de
1688 Jacobo había ordenado a todos sus súbditos británicos abandonar el servicio a
los holandeses, pero pocos lo habían hecho. El 7 de noviembre (17 de noviembre
según el calendario gregoriano), el viento roló al suroeste, impidiendo a la flota
inglesa que los perseguía atacar el lugar del desembarco. Luis, de hecho, no
declaró la guerra, esperando que el envolvimiento de los holandeses en una más que
probable guerra civil inglesa haría que no pudiesen interferir en su campaña
alemana.

Guillermo consideraba que su veterano ejército tenía el tamaño suficiente para


derrotar a cualquier fuerza (todas bastante inexpertas) que Jacobo pudiera lanzar
contra él, pero había decidido evitar los riesgos de una batalla y mantener una
actitud defensiva, en la esperanza de que la posición de Jacobo se colapsaría al
final por sí misma. Así, desembarcó lejos del ejército de Jacobo, esperando que sus
aliados ingleses tomasen la iniciativa actuando contra Jacobo, mientras él
aseguraba su propia protección contra ataques potenciales. Guillermo estaba
preparado para esperar; había pagado a sus tropas tres meses de campaña por
adelantado. Un avance lento tenía el beneficio añadido de no extender demasiado sus
líneas de suministro; las tropas holandesas incluso estaban bajo órdenes estrictas
de no forrajear, por miedo a que pudieran degenerar en saqueos que pudiesen poner
en contra a la población. En sus banderas se leía la proclama "Mantendré las
libertades de Inglaterra y la religión protestante». «Je maintiendrai»
(«Mantendré») era el lema de la Casa de Orange. El 9 de noviembre, Guillermo tomó
Exeter. Desde el 12 de noviembre, en el norte, muchos nobles empezaron a declararse
a favor de Guillermo. Sin embargo, en las primeras semanas mucha gente evitaba
cuidadosamente tomar partido; la nación, como un todo, ni se reagrupaba detrás de
su rey ni daba la bienvenida a Guillermo, sino que esperaba pasivamente el
resultado de los acontecimientos.

Jacobo rechazó una oferta francesa para enviar una fuerza expedicionaria. Sus
fuerzas más adelantadas se congregaron en Salisbury, y Jacobo partió para unirse a
sus tropas el 19 de noviembre (calendario juliano). En medio de protestas
anticatólicas en Londres, llegó a ser evidente que las tropas no estaban ansiosas
por combatir, y que la lealtad de muchos de los comandantes de Jacobo era dudosa.
La primera sangre se vertió más o menos en ese momento, en una escaramuza en
Wincanton, Somerset, cuando las tropas realistas se retiraron después de derrotar a
una pequeña partida de exploradores. El recuento de bajas en ambos bandos fue de
unas quince. En Salisbury, un preocupado Jacobo tuvo de pronto un serio
derramamiento de sangre por la nariz, lo que él tomó por una mala profecía,
indicando que debía ordenar a su ejército la retirada. El 23 de noviembre, Lord
Churchill of Eyemouth, uno de los principales comandantes de Jacobo, desertó al
campo de Guillermo. El 26 de noviembre, la propia hija de Jacobo, la Princesa Ana,
hizo lo mismo. Ambos fueron pérdidas importantes. Jacobo volvió a Londres ese mismo
día. El 4 de diciembre, las fuerzas de Guillermo estaban en Salisbury; el 7 de
diciembre habían alcanzado Hungerford, donde se encontraron con los comisionados
del rey para negociar. En realidad, en ese momento Jacobo solo estaba ganando
tiempo, pues ya había decidido huir del país. Jacobo estaba convencido de que no
podía confiar en su ejército, y dio órdenes para desbandarlo. El 10 de diciembre
hubo un segundo choque entre los dos bandos, en la batalla de Reading, una derrota
para los hombres del rey. En diciembre hubo fuertes manifestaciones anticatólicas
en Bristol, Bury St. Edmuns, Hereford, York, Cambridge y Shropshire. El 9 de
diciembre una turba protestante asaltó el castillo de Dover, donde era gobernador
el católico Sir Edward Hales, y lo tomó.

El 10 de diciembre, la reina y el Príncipe de Gales huyeron a Francia. El 11 de


diciembre, Jacobo intentó escapar, tirando el Gran Sello del Reino al Támesis, en
su huida. Sin embargo, fue capturado al día siguiente por unos pescadores en
Faversham, cerca de Sheerness, en la isla de Sheppey. El día 11 de diciembre los
Lores espirituales y los Lores temporales decidieron pedirle a Guillermo que
restaurase el orden. En la noche del día 11 hubo disturbios y saqueos de las casas
de los católicos y muchas embajadas extranjeras de países católicos en Londres. La
noche del 12 presenció un pánico de masas en Londres durante lo que se llamaría más
tarde la «Noche Irlandesa». Falsos rumores de un ataque inminente por parte del
ejército irlandés sobre Londres se extendieron por la capital, y se reunió una
multitud de cerca de 100 000 personas para defender la ciudad.

Después de volver a Londres el día 16, Jacobo fue recibido por la multitud con
vítores. Ante esto, tomó ánimos e intentó recomenzar el gobierno, incluso
presidiendo una reunión del Consejo Privado. Entonces recibió una petición para que
se marchase de Londres por parte de Guillermo. Este, al mismo tiempo, ordenó a
todas las tropas inglesas el abandono de la capital; no serían permitidas fuerzas
locales en un radio de veinte millas hasta la primavera de 1689. La armada inglesa
ya se había pronunciado a favor de Guillermo. Jacobo fue llevado a Rochester, Kent,
bajo una guardia holandesa el 18 de diciembre (calendario juliano), justo cuando
Guillermo entraba en Londres. Jacobo escapó entonces a Francia el 23 de diciembre.
La baja vigilancia puesta sobre Jacobo, y la decisión de permitirle estar tan cerca
de la costa, indica que Guillermo podría haber esperado que una fuga con éxito de
su suegro podía evitarle la dificultad de decidir qué hacer con él. Especialmente
cuando todavía era fuerte la memoria de la ejecución de Carlos I. El 26 Guillermo,
siguiendo el consejo de sus aliados whig, convocó una asamblea de todos los
miembros del parlamento que habían sobrevivido el reinado de Carlos II, puenteando
así a los toris del Parlamento Leal de 1685. Esta asamblea convocó una Convención y
el 28, Guillermo aceptó las responsabilidades del gobierno. Aunque Jacobo había
huido del país, el 30 Guillermo (en una conversación con el Marqués de Halifax)
estaba amenazando con no quedarse en Inglaterra «si el rey Jacobo vuelve otra vez»,
y estaba decidido a regresar a Holanda «si ellos le iban a nombrar (a Guillermo)
Regente».15

Guillermo de Orange se convierte en Rey de Inglaterra


En 1689, la Convención del parlamento llegó a un acuerdo y declaró que la huida de
Jacobo significaba una declaración de abdicación. El trono les fue ofrecido a
Guillermo y a María como gobernantes conjuntos, un arreglo que ambos aceptaron
(Guillermo demandó el título de rey y desdeñó el papel de regente). El 13 de
febrero de 1689 (calendario gregoriano), María II y Guillermo III accedieron
conjuntamente al trono de Inglaterra. Aunque su sucesión al trono inglés fue
relativamente pacífica, se vertería mucha sangre antes de que la autoridad de
Guillermo fuese aceptada en Irlanda y Escocia.

Levantamientos jacobitas
Artículos principales: Guerra Guillermita de Irlanda y Levantamientos jacobitas.
Jacobo había fomentado sus apoyos en la católica Irlanda y en las Highlands de
Escocia. Los seguidores de Jacobo, conocidos como jacobitas, estaban preparados
para resistir lo que consideraba como un golpe ilegal mediante la fuerza de las
armas. Un levantamiento se produjo en Escocia en apoyo de Jacobo en 1689, la
Primera rebelión jacobita, dirigida por John Graham de Claverhouse, conocido como
«Bonnie Dundee», que reunió un ejército de clanes de las Highlands. En Irlanda, los
católicos locales dirigidos por Richard Talbot, I conde de Tyrconnell, que había
sido discriminado por anteriores monarcas ingleses, tomó todos los lugares
fortificados del reino excepto Derry, conservando el reino para Jacobo. Este mismo
desembarcó en Irlanda con 6000 soldados franceses para tratar de recuperar el trono
en la Guerra Guillermita de Irlanda. La guerra duró desde 1689-1691. Jacobo huyó de
Irlanda después de una humillante derrota en la batalla del Boyne, pero la
resistencia jacobita no terminó hasta después de la batalla de Aughrim, en 1691,
cuando aproximadamente la mitad de su ejército fue muerto o prisionero. Los
jacobitas irlandeses se rindieron por el Tratado de Limerick, 3 de octubre de 1691.
Inglaterra se mantuvo relativamente en calma durante todo este episodio, aunque
algunos ingleses jacobitas lucharon en Irlanda. El levantamiento jacobita en las
Highlands de Escocia fue reducido a pesar de la victoria jacobita en la batalla de
Killiecranckie, debido a la muerte de Claverhouse, su líder.

Los sucesos de 1688 y sus consecuencias pueden verse de esta manera más como un
golpe de Estado, conseguido por la fuerza de las armas, que como una auténtica
revolución. Muchos, particularmente en Irlanda y Escocia, continuaron viendo a los
Estuardo como los monarcas legítimos de los Tres Reinos, y hubo aún más rebeliones
jacobitas en Escocia, en 1715 y 1745.

Legado
La Revolución de 1688 se considera por algunos como uno de los sucesos más
importantes en la larga evolución de poderes poseídos por el parlamento y por la
corona de Inglaterra. Con el paso de la Declaración de Derechos se erradicó
cualquier posibilidad para una monarquía católica, y hacia cualquier movimiento en
pro de la monarquía absoluta en las islas británicas, mediante el acotamiento de
los poderes del monarca. Los poderes del rey fueron restringidos fuertemente: ya no
podía suspender las leyes, crear impuestos o mantener un ejército permanente
durante tiempos de paz sin el permiso del Parlamento. Desde 1689, Inglaterra, y más
tarde el Reino Unido, ha sido gobernado bajo un sistema de monarquía parlamentaria,
y lo ha sido ininterrumpidamente. Desde entonces, el parlamento ha ganado cada vez
más poder, y la corona lo ha perdido progresivamente. A diferencia de la guerra
civil de mediados del siglo XVII, la «Revolución de 1688» no involucró a las masas
de gente corriente. Esto ha conducido a muchos historiadores a sugerir que los
sucesos se parecen más a un golpe de Estado que a una revolución social.16

El nuevo rey de Inglaterra, Guillermo III de Inglaterra, había pertenecido a la


Iglesia reformada neerlandesa, tan opuesta a la iglesia de Inglaterra, antes de su
llegada. Consecuentemente, la Revolución condujo al Acta de Tolerancia de 1689, que
garantizaba la tolerancia a los protestantes no conformistas, pero no a los
católicos. La victoria de Guillermo en Irlanda todavía se conmemora por la Orden de
Orange, por preservar el dominio británico y protestante en el país.

La Revolución Gloriosa (o Revolución de 1688) espoleó un reexamen de muchas


creencias políticas. Habiendo esperado largo tiempo el aumentar la autoridad del
parlamento a expensas de la monarquía, un grupo disidente conocido como whigs se
puso al servicio del nuevo régimen.

Véase también
Revolución inglesa
Notas y referencias
Inglaterra, Escocia, e Irlanda compartieron un rey a la vez durante un tiempo,
pero todavía eran reinos separados con sus parlamentos propios - Permanecerían así
hasta el Acta de Unión (1707) entre Inglaterra y Escocia para formar el Reino de
Gran Bretaña, y el Acta de Unión (1800) entre Gran Bretaña e Irlanda - así que es
posible describir a la Revolución como incruenta si se mira desde un punto de vista
centrado en lo inglés.
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Journal 30 (2): 453-462. ISSN 0018-246X. Consultado el 8 de noviembre de 2020.
'De Derde Engelse Oorlog werd definitief "Glorious Revolution" (glorieuze
revolutie) genoemd.' ("La Tercera Guerra Inglesa fue decidida finalmente mediante
la incursión de un ejército holandés [aunque tuviese un porcentaje alto de
mercenarios] bajo el mando de Guillermo III, con la invitación de muchos nobles
ingleses. El consiguiente cambio en el poder se llama la "Revolución Gloriosa" en
Gran Bretaña.") Extracto de De Geschiedenis van de Nederlanden, J.C.H. Blom y E.
Lamberts. Publicado por HBuitgevers, 2001.
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La importancia del suceso ha dividido a los historiadores desde que Friedrich
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Enlaces externos
BBC History: Charles II
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Economic analysis of the Glorious Revolution from EH.NET
Catholic Encyclopedia article
http://www.open2.net/civilwar/6.3.aftershocks.html
History of the Monarchy > The Stuarts > Mary II and William III
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