Programa Socio Educativo Violencia Sexual
Programa Socio Educativo Violencia Sexual
Programa Socio Educativo Violencia Sexual
agresión sexual.
Parte 1: Fundamentación y base teórica.
Parte 2
-Evaluación clínica.
El programa para el control de la agresión sexual toma como marco conceptual-teórico, los
aportes del enfoque cognitivo-conductual, incorporando además miradas de la Ontología del
lenguaje y del trabajo con las emociones, utilizando técnicas del Psicodrama para la puesta en
práctica del dispositivo.
El psicodrama históricamente representa el punto decisivo en el apartamiento del tratamiento
del individuo aislado hacia el tratamiento del individuo en grupos, del tratamiento con
métodos verbales hacia el tratamiento con métodos de acción. Desde el psicodrama se utilizan
diversas técnicas dramáticas, guiadas por principios y reglas, y destinadas a darse cuenta de los
propios pensamientos, sentimientos, motivaciones, conductas y relaciones. Es una
herramienta que permite establecer la relación entre emoción-pensamiento-conducta, mejora
la comprensión de situaciones, incorporando los puntos de vista de otras personas y de
nuestra imagen o acción sobre ellas, y a trabajar las distorsiones cognitivas que justifican el
actuar violento de los adolescentes. Permite además descubrir la posibilidad de aprehender
nuevas opciones de conductas, nuevas respuestas que tiendan a desnaturalizar la violencia.
Ensayar, aprender o prepararse para actuar las conductas o respuestas que se encontraron
más convenientes sin dañarse ni dañar a otros.
Por su parte, la ontología del lenguaje como aporte conceptual, permite concebir al ser
humano como un ser intrínsicamente lingüístico. En el Programa se abordan principalmente
los actos lingüísticos de afirmaciones, declaraciones, promesas, peticiones y ofertas.
Trabajando en las sesiones los focos de presentación, escucha, sentido de grupo,
confianza/desconfianza, estado de ánimo, juicio/ afirmación, interpretaciones, quejas/pedidos,
hacerse cargo y compromisos principalmente.
-Coerción: El agresor utiliza la situación de poder que tiene para interactuar sexualmente con
el menor.
Esta asimetría de edad determina muchas otras: asimetría en el desarrollo y especificación del
deseo sexual (que no se especifica ni se consolida hasta la adolescencia), asimetría anatómica,
asimetría de afectos sexuales, (el fenómeno de la atracción en prepúberes tiene menos
connotaciones sexuales), asimetría en las habilidades sociales y asimetría en la experiencia
sexual.
Esta asimetría representa en sí misma una coerción. La ofensa sexual incluye una amplia gama
de conductas inadecuadas, sea sin contacto sexual, tales como exhibicionismo y voyeurismo, o
con contacto, como hostigamiento a niños y violación.
Díaz Morfa, plantea que: “la mayoría de los agresores sexuales adolescentes son conocidos por
sus víctimas”. Respecto de la calificación de las acciones que constituyen una agresión sexual,
el autor plantea que es fácil identificar una ofensa sexual cuando hay un amplio desfase de
edad entre el perpetrador adolescente y la víctima, o el abuso involucra fuerza o penetración.
Pero según el desfase de edad se estrecha y si la conducta involucra acariciar o ausencia de
fuerza o agresión, es necesario evaluar en términos de coerción, consentimiento o diferencias
de poder. La coerción ocurre cuando una persona engaña, presiona o manipula a otro para
que haga algo. Si las víctimas han sido coaccionadas, ellas no han dado realmente el
consentimiento.
Abuso también puede ser definido como el acto sexual con otra persona que no da o no puede
dar consentimiento informado. Es un término negativo que indica cualquier acto pretendido o
percibido como dañino o humillante de acuerdo con la víctima, o un extraño afectado. El acto
puede emanar de cualquier fuente: padre-extraño- u otro niño- y varían en modalidad desde
leve a grave, ya involucre o no daño físico.
Dentro de los factores causales, diversos autores describen los trastornos del apego o vínculos
inseguros entre padres e hijos, y en ocasiones junto a ellos, experiencias de maltrato físico,
emocional o abuso sexual. Los vínculos inseguros entre padres e hijos, y los malos tratos
generan en el niño y niña, una visión negativa sobre sí mismo y los demás, y facilitan la
aparición de una serie de efectos negativos, como falta de autoestima, habilidades sociales
inadecuadas, dificultades en la resolución de problemas, estrategias de afrontamiento
inapropiadas, poco control de la ira y egoísmo o ausencia de empatía. En último término, el
fracaso en generar relaciones íntimas, mucho más si el sujeto ha sido el mismo víctima de
abuso sexual, genera soledad crónica, egocentrismo y agresividad, así como una tendencia a
abusar del alcohol.
Factores predisponentes:
Solo aquellas personas con cierta predisposición a agredir, visualizan una oportunidad cuando
se les presenta, y se benefician o sacan partido agrediendo o victimizando a otros.
Según Finkelhor, el abuso sexual se produce cuando coinciden una serie de factores:
-Motivación o predisposición.
-Superación de las inhibiciones internas para cometer abuso sexual: los desinhibidores pueden
ser externos (por ejemplo alcohol) o internos (distorsiones cognitivas).
-Eliminación de las inhibiciones externas, lo cual se consigue con el alejamiento del niño de la
madre o de otras figuras protectoras, o por la existencia de otras oportunidades para estar a
solas con el niño.
-Superación de las resistencias del niño: lo cual se logra por medio de la seducción o de otras
formas más o menos sutiles de presión. Dentro de los factores deshinibidores, Marshall
plantea que determinados estados de ánimo- como por ejemplo la depresión, la ansiedad y la
sensación de soledad- incrementan las tendencias desviadas de los agresores sexuales. La
intoxicación por alcohol y la ira también se mencionan dentro de los factores que desinhiben la
represión de actos sexuales desviados.
Objetivos:
Reestructuración
Temor a ser descubierto
Kurt Lewin (en Pichón Riviére, 1983) establece que “la detección de los liderazgos tiene
un rol fundamental en la comprensión de la dinámica del grupo, tanto es así que la
estructura y función del grupo se configurarán de acuerdo a los tipos de liderazgo
asumidos por el coordinador (pag 137).
Respecto a los tipos de liderazgo que puede asumir el coordinador, el autor señala los
siguientes, dando cuenta de su efecto en el grupo.
El terapeuta autocrático: o líder autocrático del grupo, utiliza una técnica directiva,
rígida, favorece un estereotipo de dependencia, entrando al servicio del statu quo de
la enfermedad y la resistencia al cambio.
Metodología
Primer etapa: La misma debe estar destinada a generar sentido de grupo, a desarrollar
habilidades en lo emocional y cognitivo para visualizar a la víctima, y a que el joven
finalice el proceso reconociendo la agresión cometida con coherencia ideo-afectiva.
Esta etapa se puede desarrollar entre las sesiones 1 y 13, correspondiendo la última
sesión con una evaluación del proceso y de los aprendizajes logrados.
Segunda Etapa:
Tercera etapa:
Entrevista clínica:
En dicha entrevista se evalúan los temas que constituyen variables discriminatorias del
riesgo de reincidencia: ámbito familiar, historia sexual y ajuste, habilidades sociales,
problemas de comportamiento, desempeño escolar y nivel de fuerza y de agresión física
utilizada hacia la víctima.
Áreas de la evaluación:
a- Del sujeto:
Edad
Funcionamiento familiar
Relaciones de amistad y de pareja
Historia sexual: si es el primer episodio de agresión, historia de abuso.
Habilidades para enfrentar problemas
Conocimientos sobre sexualidad y creencias respecto al sexo
Tratamientos anteriores
c- Respuesta:
Topografía de la conducta, incluyendo sus tres niveles de respuesta (cognitivo,
conductual, emocional). Existencia o no de la conducta agresiva.
d- Consecuencias:
Refuerzos de la conducta
Autocastigo
Culpabilidad.
Bajo riesgo:
-Primera ofensa
-Admisión total o parcial de la responsabilidad
-Familia apropiada, apoyadora
-Sin historia de consumo de drogas y alcohol
-Relaciones y sentimientos adecuados hacia compañeros y amigos.
-No hay violencia
-No hay comportamiento sexual agresivo ni predatorio
-Sin fantasías violentas
Riesgo moderado
Alto riesgo
-Comportamiento sexual predatorio (víctimas desconocidas)
-Fantasías y comportamiento violento
-Ofensas serias, despersonalización de la víctima, violencia sádica, ritualista o extraña.
-Culpa a la víctima
-Uso de amenazas, fuerza física
-Familia no responde a las necesidades del adolescente (afectivas/básicas)
-Historia severa de abuso
-Rechazo al tratamiento, no reconoce que su conducta sea un problema.
-Ofensas múltiples
-Víctimas infantes o discapacitados
Objetivos de la fase:
Sesión 1:
Introducción:
Las sesiones de grupo son semanales, de dos horas de duración cada una, con un
espacio de encuentro previo de 30 minutos. Paralelamente, una vez a la semana, el
joven asiste a una entrevista individual de 45 minutos. Los encuentros grupales se
realizan durante 6 meses.
Los miembros del grupo se disponen en círculo, incluídos los coordinadores. Se entrega a cada
uno una tarjeta de color en la que escribirán su nombre. Cada uno debe esconder la tarjeta en
alguna parte de su cuerpo: bajo la manga, la chaqueta o calcetín, por ejemplo. Una vez que la
ocultan se ubican en parejas y se instruye que busquen el nombre oculto de su compañero y lo
memoricen. Las parejas se intercambian hasta que a cada participante le haya correspondido
ser pareja de todos los miembros del grupo. Para finalizar el grupo vuelve al círculo y se
verifica que retuvieron los nombres de los compañeros.
Tiempo: 20 minutos.
El grupo se dispone en torno a una mesa. En el centro se ubican imágenes con diferentes
estímulos: situaciones, objetos, animales (ver mp1).
Cada uno de los participantes, incluidos los coordinadores, escogen tres de ellas y construyen
una historia, sobre la base de esos estímulos, que los presente.
Se sugiere que el primero en hacerlo sea un coordinador, esto es útil para modelar al grupo y
para bajar las tensiones. El coordinador puede pedir que le pregunten acerca de lo que les
llama la atención o que deseen saber de él, a partir de cómo se presentó, así modela y genera
condiciones para la presentación de los otros.
Tiempo: 25 minutos.
Se les pide completar la ficha ¿de que hablamos cuando hablamos de normas? (ver mp2) de
manera individual. Una vez desarrollado el trabajo individual se realiza un plenario, en el cual
se ponen en común las normas relevantes para cada uno, se escriben en tarjetas de colores y
se fijan sobre un papelógrafo.
En un segundo papelógrafo los coordinadores ubican otras tarjetas, con las normas básicas
para el funcionamiento de un grupo de entrenamiento en el control de la agresión sexual.
Se comparan los dos papelógrafos y se definen en conjunto las normas que regirán el trabajo
grupal. Dentro de los acuerdos iniciales se solicita al grupo establecer una actividad informal o
relajada a realizar antes del inicio de cada sesión. Se explica que hacer esta actividad ayuda a
prepararse para hablar de temas delicados y/o complejos. Se propone que el grupo piense y
defina el carácter que se le dará a este momento de encuentro previo a la sesión.
Tiempo: 55 minutos
Despedida:
Se invita a los miembros del grupo a caminar por la sala y al menos uno de los coordinadores
también participa. Se les pide tomar contacto con su respiración y hacerla más profunda, a
buscar un ritmo que les sea el más cómodo y mantenerlo. Luego mirar a su alrededor, y
reconocer a los compañeros de trabajo, después de todos haberse mirado se les pide elegir
algún compañero que les inspire confianza.
Finalmente se les solicita juntarse de a dos y contarse como se sintió cada uno en este primer
encuentro y como se vieron mutuamente.
Para cerrar se invita al grupo a reunirse nuevamente, y se realiza una pequeña ronda en la que
cada uno expone en breves palabras como se va y completa la pauta de cierre de sesión ( ver
anexo, instrumentos de registro).
Tiempo: 20 minutos.
Se introduce el trabajo de la sesión diciendo que hasta ahora el abuso sexual ha sido un tema
que hemos guardado en secreto o hemos hablado con pocas personas, hoy vamos a iniciar la
preparación para conversarlo con otros, que han vivido problemas similares. Se sugiere
explorar el espacio físico, mirar, oler, tocar, escuchar los ruidos, sentir la temperatura. Una vez
que cada uno lo explore va a buscar un lugar donde se sienta cómodo y se va a ubicar en ese
sitio.
Una vez identificado ese lugar se les pide tenderse en el suelo o en colchonetas, cerrar los ojos,
contactar la respiración, sentir la seguridad interna y luego de un rato, abrir los ojos para
Tiempo: 20 minutos.
reconocimiento de emociones para nuestro trabajo. Se explica que algunos jóvenes que
cometen agresiones sexuales tienen dificultad para reconocer lo que sienten y en ocasiones
confunden lo que están sintiendo con lo que piensan. Lo que sentimos es una guía interna
para establecer relaciones con el entorno, por eso es importante aprender a distinguir
Cuando somos bebés sabemos claramente qué nos hace sentir bien y lo que nos incomoda,
para hacerlo notar a los adultos que nos cuidan estamos tranquilos, sonreímos o lloramos. A
esa edad no sabemos hablar, pero tenemos recursos, que utilizamos siempre, para
comunicarnos, porque de esto depende la sobrevivencia. Eso cambia con el tiempo y cuando
expresemos con palabras lo que sentimos. En el transcurso de la vida, y por diversas razones,
podemos perder este saber. En este grupo, a través de distintas tareas, vamos a explorar las
emociones que reconocemos, aquello que nos ayuda a identificarlas, las situaciones en que
Una vez que finalizan este ejercicio se realiza un plenario, en el que brevemente todos los
participantes comunican a sus compañeros lo que sintieron con cada uno de los estímulos.
Tiempo: 40 minutos.
El grupo se reúne en torno a una mesa y en ella se dispone un set con 10 fotos recortadas de
los medios de comunicación, en ellas aparecen personas que muestran las cinco emociones
básicas: amor, alegría, rabia, miedo y tristeza ( ver mp4). Se proporcionan tantos sets de fotos
como participantes haya en la sesión.
Se pide a los participantes revisar el material en silencio y luego elegir un máximo de tres
láminas, posteriormente se les solicita que expongan brevemente por qué las eligieron y qué
emociones reconocen en ellas.
En seguida se les solicita a los participantes identificar con qué estado emocional relacionan
hoy día el hecho de agresión sexual en el que se vieron involucrados y cuál es la emoción que
relacionan con la posibilidad de abordar el tema, desde su vivencia personal.
Se muestra al grupo que es posible abordar la temática y que al tomar conciencia de las
emociones asociadas a ésta es un gran paso en el camino a controlarla. Se muestra también
que existen al menos dos sensaciones al respecto: una que nos pide guardar silencio y vivir el
tema como secreto y otra que nos pide sacarlo afuera, compartirlo y transformarlo.
Posteriormente, y una vez que reconocieron la emoción que sienten actualmente al pensar en
hablar del tema de la agresión sexual, se invita a los participantes a proyectarse y declarar
expectativas en torno a lo que desean sentir al final del proceso grupal. Se registran las
intervenciones en un papelógrafo.
Tiempo: 45 minutos.
Despedida:
Se pide al grupo recordar la música que escucharon al comienzo del encuentro y acordar cuál
les parece más grata para volver a escucharla.
Se les pide ponerse en círculo, de pie y escuchar nuevamente la música elegida. El que desee
puede moverse con el ritmo.
Para cerrar se pide a cada uno que declare cómo se va y se completa la pauta de cierre de
sesión.
Tiempo: 15 minutos.
Sesión 3:
Educación emocional 2
Caldeamiento: El billete.
Se explica el significado al grupo, señalando que el ejercicio es una metáfora respecto al valor
de una persona: tenemos un valor inherente al hecho de ser personas, eso no impide que los
otros a veces nos traten bien y a veces mal, a veces muy mal, y que según como nos traten nos
sintamos mejor o peor, sin embargo nuestro valor sigue siendo el mismo.
Tiempo: 20 minutos.
Se pide al grupo tenderse en el suelo. Con música suave de fondo se les solicita cerrar los ojos
y atender a la respiración, luego se les pide atender a las distintas zonas del cuerpo e
identificar aquellas donde sientan tensión y aquellas donde sientan fuerza. Se les demanda
abrir poco a poco los ojos y volver a contactarse con los otros, trayendo al grupo las
sensaciones corporales identificadas.
Se identifican las tensiones corporales y se les otorga nombre de emoción, y lo mismo se hace
con las sensaciones de fuerza.
Se trabaja con tres papelógrafos. En el primero de ellos se transcriben las emociones que los
participantes reconocieron en el trabajo anterior.
El segundo papelógrafo se completa con una lista de pensamientos que el grupo relaciona con
las emociones escritas en el primero.
El tercero se completa con acciones que el grupo relaciona con estos sentimientos y
pensamientos. Si no aparece desde el grupo la agresión sexual como una acción relacionada a
estos sentimientos y pensamientos los coordinadores deben hacerlo explícito e intencionar
que se trabaje. Si no lo relacionan con los sentimientos y pensamientos que están registrados
en los papelógrafos, se les pide identificar tales sentimientos y pensamientos.
Tiempo: 80 minutos.
Despedida:
Vuelven a tenderse en el piso, se les pide cerrar los ojos y se instruye una imaginería, se les
lleva a contactarse nuevamente con la zona del cuerpo en que reconocieron la fuerza. Se les
pide centrarse en el lugar y dejar que desde la sensación emerja un personaje, ¿Cómo es?,
¿Cómo se llama? ¿Cómo se mueve? Poco a poco se les guía para volver al espacio grupal, y los
que deseen hacerlo pueden compartir lo vivenciado.
Al final se realiza una ronda para indagar cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.
Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, Cómo llego. El grupo se dispone en
torno a una mesa. Frente a cada cual hay una hoja y un lápiz. En el centro de la mesa hay un
diccionario. Se solicita un voluntario, se le pide buscar en el diccionario y elegir una palabra
que le llame la atención y cree que los demás desconocen. La dice al grupo. Cada uno de los
demás participantes debe inventar un significado a la palabra dada y escribirlo en su hoja. El
voluntario la copia textual del diccionario. Una vez que todos han terminado sus definiciones,
uno de los coordinadores reúne los papeles y procede a leer cada una de las definiciones
propuestas. Todos, salvo el primer voluntario, votan individualmente por la que creen es la
definición correcta. Se otorga puntaje a aquellos que fueron votados sin conocer la respuesta
del diccionario.
Si nadie adivina la respuesta correcta todos los puntos son para el voluntario, de no ser así
queda sin puntos.
Tiempo: 20 minutos.
Se retoma parte del material utilizado en la sesión número dos y el grupo elige la foto que
represente para ellos la pena.
Se pide al grupo mirar la foto y construir una historia de vida para esta persona desconocida.
Cada uno de los participantes va mirando la foto y aporta elementos para la historia. Los
coordinadores también participan y uno de ellos registra lo que el grupo dijo.
Lectura de la historia:
Un coordinador lee la historia construída y solicita a los participantes del grupo levantar la
mano cada vez que en el relato aparezcan situaciones que consideren abusos.
Definición de abuso:
Se divide el grupo en dos subgrupos. A cada grupo se le pide elaborar una definición de abuso,
en función de los tipos de abuso reconocidos en la historia antes trabajada. Cada grupo elige
un secretario que tome nota y un relator que exponga el trabajo grupal.
Se vuelve al grupo ampliado y cada relator expone la definición de abuso, se comparan y luego
se redacta en un papelógrafo la definición final.
Tiempo: 80 minutos.
Desconocer pedida:
Con el set de fotos para reconocer emociones se pide al grupo elegir la imagen que represente
para ellos la alegría y se repite la actividad de construcción de una historia para esta persona.
Al leerla se les pide levantar la mano para identificar situaciones de protección.
Para cerrar se realiza ronda para conocer cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.
Tiempo: 20 minutos.
Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego. Los jóvenes cierran o
vendan sus ojos y los coordinadores asumen el rol de guías los toman del brazo y los invitan a
caminar por el espacio que se tenga disponible. La caminata termina en la sala habitual de
trabajo. Comentan la experiencia en el grupo.
Tiempo: 20 minutos.
Se divide al grupo en dos subgrupos. Los dos grupos se disponen en torno a mesas, en el
centro se ubican cuatro láminas con igual número de imágenes alusivas a maltrato o
protección (ver mp5).
Los subgrupos opinan acerca de las situaciones representadas en las láminas, eligen un
secretario que tome nota de la conversación, éste realiza un resumen de la discusión grupal
acerca de cada lámina.
Luego se comparten los trabajos en plenario, se fijan en un papelógrafo las opiniones similares
y las diferentes entre los grupos.
Se realiza una lluvia de ideas en la que los miembros del grupo van nombrando conductas que,
según ellos, son constitutivas de abuso sexual y se registran en un papelógrafo.
Al lado de la elaboración grupal se dispone un segundo papelógrafo, en el que se van fijando
tarjetas con la definición formal de abuso sexual, separada según los elementos que la
constituyen (ver mp6). Se comparan ambos papelógrafos.
Tiempo: 80 minutos.
Todos los miembros del grupo se ponen de pie y se ubican frente a la pared. Levantan sus
manos y dejan caer el cuerpo contra la pared. Poco a poco van tomando mayor distancia del
muro y van repitiendo la experiencia. Luego de unos cuatro o cinco minutos en este ejercicio,
se divide el grupo en dos subgrupos los cuales se turnarán, y uno de los grupos se encargará de
sostener a los jóvenes del otro grupo que se dejarán caer hacia atrás, la experiencia se repite
con ambos grupos. Se realiza durante cinco minutos.
Para finalizar se realiza ronda para saber cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.
Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego. Se conforman parejas
de jóvenes, uno de ellos debe vendar o cerrar sus ojos y el otro oficiará de guía, éste último
tomará al joven del brazo y lo llevará a caminar. Luego de un tiempo estimado de tres minutos,
el coordinador da la señal para que intercambien roles.
Se dejan pasar otros tres minutos y se les indica detenerse, y que los que tienen los ojos
vendados, permanezcan sin ver.
Uno de los coordinadores va redistribuyendo a los guías, con la finalidad de que ahora cada
joven desconozca a su nuevo guía. Se da la indicación de retomar el juego y que, sin hablar, el
guiado intente adivinar quién es su nuevo guía. Al cabo de tres minutos se les pide detenerse y
abrir los ojos.
Una vez que esta caminata termina se invita a los participantes a pasar a la sala habitual de
trabajo y comentan la experiencia.
Tiempo: 20 minutos.
Se divide al grupo en dos subgrupos. Cada grupo elige un secretario para tomar notas de la
conversación.
Se entrega a cada grupo un set de tarjetas en las que se pueden leer algunas creencias
respecto del comportamiento sexual adolescente (ver mp7)
Se solicita que discutan acerca de la veracidad o falsedad de lo escrito en las tarjetas. Una vez
que la discusión se agota se pide a cada grupo que elija un vocero.
Se reúne el grupo ampliado. Un coordinador tiene el set de tarjetas y las va leyendo una a una,
invitando a los voceros de cada grupo a exponer un resumen de la discusión grupal
relacionada con lo leído. El otro coordinador toma notas en un papelógrafo.
Tiempo: 70 minutos.
Caldeamiento: imitaciones.
Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego. Los participantes se
ubican en parejas. Todas las parejas cuentan con una silla, uno de ellos se sienta, el otro
camina. Aquel que se sienta observa al que camina y luego lo imita. Mientras lo imita se le pide
poner atención a lo que siente al asumir esta postura corporal y moverse como lo hace el otro.
Luego se cambian los roles. Se instruye realizar el ejercicio sin hablar.
Tiempo: 20 minutos.
Se divide al grupo en dos subgrupos. Cada subgrupo trabaja con idéntico set de tarjetas, en
ellas se exponen diferentes situaciones de connotación sexual, en las que los protagonistas son
adolescentes. Algunas de ellas constituyen abuso sexual y otras no (ver mp8).
- Leer cada una de las tarjetas y discutir respecto del contenido de ellas,
específicamente si la situación constituye o no abuso sexual.
- Transformar las situaciones en preguntas para ser planteadas a los miembros del otro
subgrupo.
Tiempo: 40 minutos.
Despedida:
Se solicita al grupo recordar el ejercicio de imitación realizado al inicio de la sesión. Se les pide
cerrar los ojos y volver a sentir las sensaciones que tuvieron al imitar a su compañero, y que
cada uno busque alguna sensación que le gustaría cambiar en el otro.
Se vuelven a ubicar en parejas y se instruye imaginar que la cara de la persona que tenemos en
frente es moldeable por nuestras manos y podemos, con ellas, darle la expresión que
queramos, siempre y cuando ésta sea una expresión que haga bien a la otra persona.
Se realiza una ronda de opiniones para saber cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.
Se solicita a los participantes conformar parejas, la elección es libre. Cada dúo cuenta con un
lápiz. La instrucción para cada una de las parejas es sostenerlo con la punta de sus dedos,
moviéndose al ritmo de diferentes músicas. Se sugiere pasar de ritmos más lentos a otros más
rápidos. Luego comentan la experiencia.
Se divide al grupo en dos subgrupos. Cada uno de los participantes de los dos grupos dispone
de un set con seis láminas protagonizadas por un joven que fue víctima de abusos en su
infancia (ver mp9). Individualmente cada uno decide que tipo de abuso vivió el personaje,
puede ser o no de carácter sexual.