Programa Socio Educativo Violencia Sexual

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Programa socio-educativo para el control de la violencia y de la

agresión sexual.
Parte 1: Fundamentación y base teórica.

-El concepto de abuso sexual.

-Etiología de la agresión sexual.

-Contenidos de la intervención con jóvenes que han cometido agresión sexual.

-La intervención terapéutica grupal.

Parte 2

Programa para el control de la agresión sexual.

-Descripción y Objetivos del Programa.

-Presentación del programa a los jóvenes.

-Evaluación clínica.

-Áreas de la evaluación diagnóstica.

-Evaluación del riesgo de reincidencia.

-Orientaciones para intervención individual.

Fase Inicial: Conocimiento y desarrollo de la empatía.

Sesión 1: Presentación y acuerdos de funcionamiento.

Sesión 2: Educación emocional I.

Sesión 3: Educación emocional II.

Sesión 4: Definiendo abuso.

Sesión 5: Definiendo abuso sexual.

Sesión 6: distorsiones cognitivas I.

Sesión 7: Distorsiones cognitivas II.

Sesión 8: educación sexual I.

Sesión 9: Mirando a las víctimas I.


Sesión 10: educación sexual II.

Sesión 11: Mirando a las víctimas II.

Sesión 12: Salidas reparatorias.

Sesión 13: Responsabilización.

Sesión 14: Mirando a las víctimas III.

Sesión 15: Si yo hubiera sido víctima.

Sesión 16: Evaluación del proceso.

Fase avanzada: Cadena de eventos.

Sesión 17: Cadena de eventos grupal.

Sesión 18: Cadena de eventos individual. El momento del abuso.

Sesión 19: Cadena de eventos. Antes y después del abuso.

Sesión 20: Resolución de conflictos.

Sesión 21: Yo decido.

Sesión 22: Mis necesidades.

Fase final: Plan para una vida libre de abusos.

Sesión 23: Figuras de apoyo.

Sesión 24: Plan de reconciliación con la víctima I.

Sesión 25: Plan de reconciliación con la víctima II.

Sesión 26: Plan para una vida libre de abusos.

Sesión 27: Evaluación final I.

Sesión 28: Evaluación final II.

Sesión 29: Cierre del programa.

El programa para el control de la agresión sexual toma como marco conceptual-teórico, los
aportes del enfoque cognitivo-conductual, incorporando además miradas de la Ontología del
lenguaje y del trabajo con las emociones, utilizando técnicas del Psicodrama para la puesta en
práctica del dispositivo.
El psicodrama históricamente representa el punto decisivo en el apartamiento del tratamiento
del individuo aislado hacia el tratamiento del individuo en grupos, del tratamiento con
métodos verbales hacia el tratamiento con métodos de acción. Desde el psicodrama se utilizan
diversas técnicas dramáticas, guiadas por principios y reglas, y destinadas a darse cuenta de los
propios pensamientos, sentimientos, motivaciones, conductas y relaciones. Es una
herramienta que permite establecer la relación entre emoción-pensamiento-conducta, mejora
la comprensión de situaciones, incorporando los puntos de vista de otras personas y de
nuestra imagen o acción sobre ellas, y a trabajar las distorsiones cognitivas que justifican el
actuar violento de los adolescentes. Permite además descubrir la posibilidad de aprehender
nuevas opciones de conductas, nuevas respuestas que tiendan a desnaturalizar la violencia.
Ensayar, aprender o prepararse para actuar las conductas o respuestas que se encontraron
más convenientes sin dañarse ni dañar a otros.

Por su parte, la ontología del lenguaje como aporte conceptual, permite concebir al ser
humano como un ser intrínsicamente lingüístico. En el Programa se abordan principalmente
los actos lingüísticos de afirmaciones, declaraciones, promesas, peticiones y ofertas.
Trabajando en las sesiones los focos de presentación, escucha, sentido de grupo,
confianza/desconfianza, estado de ánimo, juicio/ afirmación, interpretaciones, quejas/pedidos,
hacerse cargo y compromisos principalmente.

Conceptos a tener en cuenta:


Abuso sexual: El abuso sexual es cualquier conducta sexual directa o indirecta, que ocurre
contra la voluntad de la otra persona o cuando ella no está en condición de consentir. Abuso
sexual infantil se entiende como el contacto sexual entre un niño o una niña y una persona
adulta o alguien mayor.

En la mayoría de las definiciones se establecen dos criterios para hablar de abuso:

-Coerción: El agresor utiliza la situación de poder que tiene para interactuar sexualmente con
el menor.

-Asimetría de edad: el agresor es significativamente mayor que la víctima, no necesariamente


mayor de edad.

Esta asimetría de edad determina muchas otras: asimetría en el desarrollo y especificación del
deseo sexual (que no se especifica ni se consolida hasta la adolescencia), asimetría anatómica,
asimetría de afectos sexuales, (el fenómeno de la atracción en prepúberes tiene menos
connotaciones sexuales), asimetría en las habilidades sociales y asimetría en la experiencia
sexual.

Esta asimetría representa en sí misma una coerción. La ofensa sexual incluye una amplia gama
de conductas inadecuadas, sea sin contacto sexual, tales como exhibicionismo y voyeurismo, o
con contacto, como hostigamiento a niños y violación.
Díaz Morfa, plantea que: “la mayoría de los agresores sexuales adolescentes son conocidos por
sus víctimas”. Respecto de la calificación de las acciones que constituyen una agresión sexual,
el autor plantea que es fácil identificar una ofensa sexual cuando hay un amplio desfase de
edad entre el perpetrador adolescente y la víctima, o el abuso involucra fuerza o penetración.
Pero según el desfase de edad se estrecha y si la conducta involucra acariciar o ausencia de
fuerza o agresión, es necesario evaluar en términos de coerción, consentimiento o diferencias
de poder. La coerción ocurre cuando una persona engaña, presiona o manipula a otro para
que haga algo. Si las víctimas han sido coaccionadas, ellas no han dado realmente el
consentimiento.

Abuso también puede ser definido como el acto sexual con otra persona que no da o no puede
dar consentimiento informado. Es un término negativo que indica cualquier acto pretendido o
percibido como dañino o humillante de acuerdo con la víctima, o un extraño afectado. El acto
puede emanar de cualquier fuente: padre-extraño- u otro niño- y varían en modalidad desde
leve a grave, ya involucre o no daño físico.

Etiología de la agresión sexual.

Factores causales o predisponentes.

Dentro de los factores causales, diversos autores describen los trastornos del apego o vínculos
inseguros entre padres e hijos, y en ocasiones junto a ellos, experiencias de maltrato físico,
emocional o abuso sexual. Los vínculos inseguros entre padres e hijos, y los malos tratos
generan en el niño y niña, una visión negativa sobre sí mismo y los demás, y facilitan la
aparición de una serie de efectos negativos, como falta de autoestima, habilidades sociales
inadecuadas, dificultades en la resolución de problemas, estrategias de afrontamiento
inapropiadas, poco control de la ira y egoísmo o ausencia de empatía. En último término, el
fracaso en generar relaciones íntimas, mucho más si el sujeto ha sido el mismo víctima de
abuso sexual, genera soledad crónica, egocentrismo y agresividad, así como una tendencia a
abusar del alcohol.

Factores predisponentes:

Solo aquellas personas con cierta predisposición a agredir, visualizan una oportunidad cuando
se les presenta, y se benefician o sacan partido agrediendo o victimizando a otros.

Según Finkelhor, el abuso sexual se produce cuando coinciden una serie de factores:

-Motivación o predisposición.

-Superación de las inhibiciones internas para cometer abuso sexual: los desinhibidores pueden
ser externos (por ejemplo alcohol) o internos (distorsiones cognitivas).

-Eliminación de las inhibiciones externas, lo cual se consigue con el alejamiento del niño de la
madre o de otras figuras protectoras, o por la existencia de otras oportunidades para estar a
solas con el niño.

-Superación de las resistencias del niño: lo cual se logra por medio de la seducción o de otras
formas más o menos sutiles de presión. Dentro de los factores deshinibidores, Marshall
plantea que determinados estados de ánimo- como por ejemplo la depresión, la ansiedad y la
sensación de soledad- incrementan las tendencias desviadas de los agresores sexuales. La
intoxicación por alcohol y la ira también se mencionan dentro de los factores que desinhiben la
represión de actos sexuales desviados.

Etapas del proceso:

Objetivos:

a) Reconocer el problema (como requisito prioritario).


Hacer que el joven perciba la agresión como problema y que como tal pueda ser
modificado, es el primer objetivo de la intervención.
Se identifican los siguientes elementos que afectan el reconocimiento del hecho:
-La dificultad para diferenciar emociones y comunicarlas, así como para diferenciar
emociones de pensamientos. En este plano es especialmente relevante el manejo de la
rabia.
-El déficit de aprendizaje emocional básico está en la base de la falta de empatía que
los agresores sexuales muestran hacia la víctima.
-Distorsiones cognitivas que permiten justificar la agresión y minimizar los efectos
sobre la víctima.
-Uso de la negación como mecanismo de defensa ante lo traumático que resulta
reconocerlo agresor, o en el pasado, víctima de abuso.

b) Identificar el patrón de agresión sexual personal a través de la aplicación del modelo


de la cadena de eventos. Dicho modelo permite comprender como puede ocurrir la
conducta de agresión sexual, le permite a la persona aprender otras formas de
reaccionar a los eventos identificados en la cadena, conocer los pensamientos,
sentimientos, situaciones que pueden llevar a alguien a cometer agresión sexual, y
contribuye a disminuir el riesgo de que se involucre en un acto agresivo nuevamente.
A través de la cadena de eventos es posible identificar factores de alto riesgo
(pensamientos, sentimientos, y situaciones que molestan a los adolescentes agresores
en el tiempo cercano a la comisión de actos agresivos).
Debido a que el adolescente no dispone de modos efectivos para enfrentarlos se ve
impelido a actuar agresivamente. Identificar los factores de riesgo, permite al
adolescente buscar y aprender comportamientos alternativos a la conducta violenta.

- Diagrama del patrón de eventos.


El ciclo del abuso.

Experiencia temprana…….. suceso que refuerza la indefensión y la baja autoestima


Expectativa negativa
Evitación de la conducta
Compensación a través del poder sexualizado
Excitación- Masturbación
Preparación
Abuso

Reestructuración
Temor a ser descubierto

c)- Evitar la reincidencia: construir una vida libre de abusos.

Echeburúa y Guerricaechevarría plantean: que es necesaria la normalización de las


relaciones del agresor con la víctima como con diversas personas de su entorno, para
que el agresor pueda diferenciar las muestras de afecto del comportamiento abusivo e
identificar los patrones personales y señales de advertencia, como la exposición a
situaciones similares a las del abuso y el desarrollo de estrategias diferentes para
enfrentarlas, con el objeto de facilitar respuestas adecuadas del joven en una situación
para él de alto riesgo.
La construcción del plan para una vida libre de abusos, se trabaja cuando existe
reconocimiento cognitivo y emocional del abuso sexual cometido y un suficiente
desarrollo de empatía hacia las víctimas. Un primer paso que contribuye a modificar el
comportamiento violento es: Reconocer el abuso no solo desde el ámbito cognitivo,
sino con coherencia emocional y comprensión ideo-afectiva de lo vivido por la víctima.
El siguiente paso consiste en : Identificar los sentimientos, pensamientos y situaciones
que lo exponen a repetir el acto abusivo; y el desarrollo de habilidades sociales para
enfrentar situaciones similares en el futuro, sin ocasionar daño a otros ni a sí mismo.
Lo anterior sitúa al joven en la posibilidad de realizar un acto reparatorio hacia la
víctima, que puede ser simbólico o directo, lo que depende de las características del
hecho y de la víctima. Durante el tratamiento el trabajo del adolescente es aprender
que puede hacer él para construir una vida sin abusos.

La intervención terapeútica grupal.

La intervención terapeútica grupal tiene características particulares, respecto del


impacto en los sujetos y de la tarea del terapeuta a cargo. A continuación se refieren
algunas de ellas desde la teoría de los grupos operativos o centrados en la tarea,
desarrollados por Enrique Pichón Riviere.
Según el autor se pueden resumir las finalidades y propósitos de los grupos operativos
diciendo que la actividad está centrada en la movilización de estructuras
estereotipadas, dificultades de aprendizaje y comunicación, debidas al monto de
ansiedad que despierta todo cambio, como el temor a abandonar lo anterior o vínculo
conocido, y la inseguridad respecto al vínculo nuevo.
Los grupos de discusión y tarea, en los que se estructuran mecanismos de
autorregulación, son puestos en funcionamiento por un coordinador, cuya finalidad es
lograr una comunicación que se mantenga activa dentro del grupo, es decir creadora.
La actividad del grupo terapeútico por tanto consiste principalmente en el intercambio
de emociones y comunicaciones verbales.
En las técnicas grupales la función del coordinador consiste esencialmente en crear,
mantener y fomentar la comunicación, llegando ésta a través de un desarrollo
progresivo, a tomar la forma de un espiral, en la cual coinciden didáctica, aprendizaje,
comunicación y operatividad.
La tarea esencial del coordinador es dinámica, resolviendo discusiones frontales que
ocasionan el cierre del sistema, pudiendo utilizarse al observador como observador
participante, en situaciones donde el cierre amenaza la operatividad del grupo.
Lo que se trata de lograr en los pacientes a juicio de Pichón Riviére, es una adaptación
activa a la realidad, caracterizada por el hecho de poder asumir nuevos roles con una
mayor responsabilidad y abandonar progresivamente los roles anteriores, inadecuados
para la situación en el aquí y en el ahora. Esto se da en la tarea, en la que los
sentimientos básicos de pertenencia, cooperación y pertinencia que operan en todo
grupo humano, se conjugan armónicamente en el logro de la productividad.
En palabras de De Brasi y Bauleo, dentro de cada terapia grupal se encuentran dos
terapeutas. Uno es el terapeuta propiamente dicho, el otro es la estructura del grupo
cuando, por instantes, funciona como tal. Teniendo en cuenta que no solo hay un
código verbal sino también uno de acción, en el sentido de la pluralidad de signos en
movimiento en cada “tiempo” grupal, podemos decir que se entrecruzan miradas
además de escuchar. Dicho de otra manera, el material psicosocial de la situación
grupal, esa relación entre los miembros del grupo, produce una serie de interacciones
que van dando como resultado una red de interinfluencias. En esa red el sujeto
confronta imágenes, fantasías, vínculos. Esta confrontación es la que produciría, como
efecto, modificaciones del grupo interno de los miembros.

Los tipos de liderazgo.

Kurt Lewin (en Pichón Riviére, 1983) establece que “la detección de los liderazgos tiene
un rol fundamental en la comprensión de la dinámica del grupo, tanto es así que la
estructura y función del grupo se configurarán de acuerdo a los tipos de liderazgo
asumidos por el coordinador (pag 137).
Respecto a los tipos de liderazgo que puede asumir el coordinador, el autor señala los
siguientes, dando cuenta de su efecto en el grupo.

El terapeuta autocrático: o líder autocrático del grupo, utiliza una técnica directiva,
rígida, favorece un estereotipo de dependencia, entrando al servicio del statu quo de
la enfermedad y la resistencia al cambio.

El liderazgo democrático: se observa como el rol ideal que puede asumir el


coordinador grupal. El intercambio entre el líder-coordinador y el grupo se realiza en
forma de una espiral permanente, donde se ligan los procesos de enseñar y aprender,
formando una unidad de alimentación y retroalimentación (feedback). Los
intercambios de ideas se hacen entre los miembros del grupo, de manera que su
intervención consistiría sólo en señalar la dificultad en su funcionamiento.
El líder laissez faire: es el que delega al grupo su autoestructuración y que asume solo
parcialmente sus funciones de análisis de la situación y orientación de la acción.

La conducta del líder demagógico.


Tiene una característica muy marcada, la impostura, es impostor en la medida que con
una impostura autocrática, muestra una apariencia democrática, cayendo a veces en
situaciones de laissez faire, como resultado de estas actitudes contradictorias.

Metodología

El Programa se implementará en 20 sesiones de dos horas y media de duración, los


primeros 30 minutos serán utilizados para evaluar el estado de ánimo de los jóvenes
participantes. En las dos horas restantes, se sugiere la realización de caldeamiento,
ejercicio de preparación del cuerpo para el ejercicio a realizar; el foco de la sesión o
momento para trabajar un tema relativo a la agresión sexual, y finalmente un
momento de cierre destinado a evaluar el estado de ánimo de los participantes al
finalizar el encuentro.

Tres etapas o fases:

Primer etapa: La misma debe estar destinada a generar sentido de grupo, a desarrollar
habilidades en lo emocional y cognitivo para visualizar a la víctima, y a que el joven
finalice el proceso reconociendo la agresión cometida con coherencia ideo-afectiva.
Esta etapa se puede desarrollar entre las sesiones 1 y 13, correspondiendo la última
sesión con una evaluación del proceso y de los aprendizajes logrados.

Segunda Etapa:

En la misma se pretende facilitar la comprensión de la agresión sexual cometida a


través del Modelo de la cadena de eventos, continuar el proceso de responsabilización
e identificar las necesidades que satisfizo la agresión sexual y los satisfactores
alternativos para ellas. Esta etapa se puede llevar a cabo entre la sesión 14 y 17.

Tercera etapa:

Está orientada a la elaboración y actuación en el grupo de jóvenes de una acción


reparatoria hacia la víctima, identificar aprendizajes y redes de apoyo para elaborar el
plan para una vida libre de abusos. Esta etapa se puede desarrollar entre las sesiones
18, 19 y 20.

Área emocional: la intervención en dicha área debe apuntar fundamentalmente a la


educación emocional (desarrollar empatía hacia la víctima e identificar las señales que
pudieran desencadenar el patrón personal de conducta abusiva).
Área cognitiva: conocer y disminuir las distorsiones cognitivas que justifican el abuso,
así como identificar los pensamientos que ponen al joven en riesgo de reiterar la
conducta.

Área conductual: reconocimiento de la agresión sexual cometida con coherencia ideo-


afectiva, y el desarrollo de habilidades sociales para satisfacer necesidades que antes
lo fueron por el abuso sexual.
El mayor indicador de logros en esta área es la no reiteración de conductas violentas
en el área sexual u otras.

- Es muy relevante realizar un diagnóstico caso a caso antes de iniciar la intervención y


de adaptar el tratamiento a las características de cada uno de ellos.
- No todos los jóvenes agresores requieren un proceso prolongado de tratamiento. El
programa requiere mayor duración en casos de agresores sexuales con historia de
abuso sexual no elaborada.
- En caso de abuso sexual materno incorporar al diagnóstico y en la intervención
considerar un espacio de atención individual para el adulto.

En la primer etapa de desarrollo del programa se realiza un diagnóstico con el fin de


evaluar el ingreso del joven al programa, a través de una entrevista al joven y a un adulto
responsable. Dicha entrevista se realiza preferentemente en dos sesiones y el objetivo es
conocerlo, saber con quienes vive e indagar con mayor detalle que lo ha llevado a cometer
una agresión sexual.

Entrevista clínica:

Se realiza a través de entrevista semi-estructurada con el joven y el adulto.

En dicha entrevista se evalúan los temas que constituyen variables discriminatorias del
riesgo de reincidencia: ámbito familiar, historia sexual y ajuste, habilidades sociales,
problemas de comportamiento, desempeño escolar y nivel de fuerza y de agresión física
utilizada hacia la víctima.

Áreas de la evaluación:

a- Del sujeto:
Edad
Funcionamiento familiar
Relaciones de amistad y de pareja
Historia sexual: si es el primer episodio de agresión, historia de abuso.
Habilidades para enfrentar problemas
Conocimientos sobre sexualidad y creencias respecto al sexo
Tratamientos anteriores

b- Estímulos: situaciones o estados emocionales previos a la conducta.


Estados emocionales positivos o negativos.
Sensaciones físicas que aparecen antes de la agresión.
Consumo de alcohol o drogas
Situaciones que facilitan la agresión
Presencia de una figura hacia la que se dirige el deseo sexual (en la idea de clarificar si
se trata de pedófilos exclusivos o no exclusivos).

c- Respuesta:
Topografía de la conducta, incluyendo sus tres niveles de respuesta (cognitivo,
conductual, emocional). Existencia o no de la conducta agresiva.

d- Consecuencias:
Refuerzos de la conducta
Autocastigo
Culpabilidad.

Con la información recabada se realiza un análisis funcional, integrando todas las


variables.

Perfiles de riesgo de la conducta abusiva:

Bajo riesgo:
-Primera ofensa
-Admisión total o parcial de la responsabilidad
-Familia apropiada, apoyadora
-Sin historia de consumo de drogas y alcohol
-Relaciones y sentimientos adecuados hacia compañeros y amigos.
-No hay violencia
-No hay comportamiento sexual agresivo ni predatorio
-Sin fantasías violentas

Riesgo moderado

-Más de una ofensa sexual


-Historia de otros comportamientos criminales
-Minimización o negación del hecho
-Culpa a la víctima, proyección de la responsabilidad en otros.
-Objetivación o despersonalización de la víctima /no empatía.
-Poco o inapropiado soporte familiar
-Historia de consumo de alcohol y drogas
-Destrezas pobres en las relaciones sociales
-Baja autoestima o distorsionada autoimagen
-Puede no ver su comportamiento como problema
-Se trata de una ofensa más seria.

Alto riesgo
-Comportamiento sexual predatorio (víctimas desconocidas)
-Fantasías y comportamiento violento
-Ofensas serias, despersonalización de la víctima, violencia sádica, ritualista o extraña.
-Culpa a la víctima
-Uso de amenazas, fuerza física
-Familia no responde a las necesidades del adolescente (afectivas/básicas)
-Historia severa de abuso
-Rechazo al tratamiento, no reconoce que su conducta sea un problema.
-Ofensas múltiples
-Víctimas infantes o discapacitados

El criterio central para la incorporación del joven al programa es la permeabilidad al


cambio y el nivel de riesgo bajo o moderado.

El programa tiene tres fases: inicial, avanzada y final.

a)Fase inicial: de conocimiento y desarrollo de empatía. Desarrollar el sentido de


grupo: facilitar el conocimiento entre sus miembros y los coordinadores. Y explicar el
trabajo a realizarse en los 6 meses siguientes.
Es relevante que los participantes del espacio grupal se reconozcan con un problema
común, lo que los alivia de la percepción inicial de aislamiento y favorece la generación
de vínculos de confianza y de un espacio de contención estable, a fin de sentir el clima
básico para abordar la temática de la agresión sexual.
La educación emocional y la remoción de distorsiones cognitivas son los dos procesos
intencionados con mayor énfasis en esta fase, con el propósito de que los jóvenes
lleguen al final de esta etapa reconociendo con coherencia cognitivo-afectiva su
participación en una agresión sexual y sean capaces de empatizar con la víctima.

Objetivos de la fase:

1. Generar sentido de grupo


2. Desarrollar habilidades y /o capacidades para visualizar a la víctima
3. Reconocer con coherencia cognitivo-afectiva la participación en una agresión
sexual.

Desarrollo de las sesiones

Sesión 1:

Presentación y acuerdos básicos de funcionamiento.

Introducción:

Se presentan los coordinadores a cargo del grupo y el programa a realizar. Dentro de la


presentación del programa a los jóvenes, se plantea que la conducta sexual abusiva de
un miembro adolescente de la familia es, probablemente, la cosa más difícil que una
familia puede enfrentar, a menudo estos eventos pueden dividirla o crear problemas
en su funcionamiento.

Las sesiones de grupo son semanales, de dos horas de duración cada una, con un
espacio de encuentro previo de 30 minutos. Paralelamente, una vez a la semana, el
joven asiste a una entrevista individual de 45 minutos. Los encuentros grupales se
realizan durante 6 meses.

Estructura de las sesiones:

Se presenta el instrumento de registro “ como llego”, destinado a conocer el ánimo


con que llegan los jóvenes al encuentro y lo que esperan que ocurra en la sesión de
trabajo. Se explica que al final de la sesión se les pedirá completar el registro “como
me voy”, a fin de conocer el estado de ánimo con que terminan la sesión y lo que
aprendieron en el encuentro. Estos registros estarán presentes en todos los
encuentros y son de relevancia para conocer desde ellos lo que sienten y opinan del
trabajo realizado. Una vez que completan el “como llego” se entrega a cada joven una
carpeta personal, se explica que es para guardar los trabajos que realice en cada
sesión grupal y que es importante que traiga la carpeta a todas las sesiones, grupales e
individuales.

Caldeamiento: escondemos nuestros nombres(Fietz, Christa, terapia corporal en el


tratamiento del abuso infantil y juvenil, 2001, santigo, chile)

Los miembros del grupo se disponen en círculo, incluídos los coordinadores. Se entrega a cada
uno una tarjeta de color en la que escribirán su nombre. Cada uno debe esconder la tarjeta en
alguna parte de su cuerpo: bajo la manga, la chaqueta o calcetín, por ejemplo. Una vez que la
ocultan se ubican en parejas y se instruye que busquen el nombre oculto de su compañero y lo
memoricen. Las parejas se intercambian hasta que a cada participante le haya correspondido
ser pareja de todos los miembros del grupo. Para finalizar el grupo vuelve al círculo y se
verifica que retuvieron los nombres de los compañeros.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: presentación y reglas del trabajo.

Presentación del grupo con imágenes:

El grupo se dispone en torno a una mesa. En el centro se ubican imágenes con diferentes
estímulos: situaciones, objetos, animales (ver mp1).

Cada uno de los participantes, incluidos los coordinadores, escogen tres de ellas y construyen
una historia, sobre la base de esos estímulos, que los presente.

Se sugiere que el primero en hacerlo sea un coordinador, esto es útil para modelar al grupo y
para bajar las tensiones. El coordinador puede pedir que le pregunten acerca de lo que les
llama la atención o que deseen saber de él, a partir de cómo se presentó, así modela y genera
condiciones para la presentación de los otros.
Tiempo: 25 minutos.

Acuerdo de normas de convivencia grupal:

Se les pide completar la ficha ¿de que hablamos cuando hablamos de normas? (ver mp2) de
manera individual. Una vez desarrollado el trabajo individual se realiza un plenario, en el cual
se ponen en común las normas relevantes para cada uno, se escriben en tarjetas de colores y
se fijan sobre un papelógrafo.

En un segundo papelógrafo los coordinadores ubican otras tarjetas, con las normas básicas
para el funcionamiento de un grupo de entrenamiento en el control de la agresión sexual.

Se comparan los dos papelógrafos y se definen en conjunto las normas que regirán el trabajo
grupal. Dentro de los acuerdos iniciales se solicita al grupo establecer una actividad informal o
relajada a realizar antes del inicio de cada sesión. Se explica que hacer esta actividad ayuda a
prepararse para hablar de temas delicados y/o complejos. Se propone que el grupo piense y
defina el carácter que se le dará a este momento de encuentro previo a la sesión.

Tiempo: 55 minutos

Despedida:

Se invita a los miembros del grupo a caminar por la sala y al menos uno de los coordinadores
también participa. Se les pide tomar contacto con su respiración y hacerla más profunda, a
buscar un ritmo que les sea el más cómodo y mantenerlo. Luego mirar a su alrededor, y
reconocer a los compañeros de trabajo, después de todos haberse mirado se les pide elegir
algún compañero que les inspire confianza.

Finalmente se les solicita juntarse de a dos y contarse como se sintió cada uno en este primer
encuentro y como se vieron mutuamente.

Para cerrar se invita al grupo a reunirse nuevamente, y se realiza una pequeña ronda en la que
cada uno expone en breves palabras como se va y completa la pauta de cierre de sesión ( ver
anexo, instrumentos de registro).

Tiempo: 20 minutos.

Sesión 2: Educación emocional 1

Caldeamiento: reconociendo el espacio: se pide a cada uno completar la pauta de inicio de

sesión, “cómo llego”.

Se introduce el trabajo de la sesión diciendo que hasta ahora el abuso sexual ha sido un tema

que hemos guardado en secreto o hemos hablado con pocas personas, hoy vamos a iniciar la

preparación para conversarlo con otros, que han vivido problemas similares. Se sugiere

explorar el espacio físico, mirar, oler, tocar, escuchar los ruidos, sentir la temperatura. Una vez
que cada uno lo explore va a buscar un lugar donde se sienta cómodo y se va a ubicar en ese

sitio.

Una vez identificado ese lugar se les pide tenderse en el suelo o en colchonetas, cerrar los ojos,

contactar la respiración, sentir la seguridad interna y luego de un rato, abrir los ojos para

volver a mirar el espacio y a los compañeros.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: Reconocimiento de emociones

El coordinador hace una pequeña introducción a la sesión comentando la importancia del

reconocimiento de emociones para nuestro trabajo. Se explica que algunos jóvenes que

cometen agresiones sexuales tienen dificultad para reconocer lo que sienten y en ocasiones

confunden lo que están sintiendo con lo que piensan. Lo que sentimos es una guía interna

para establecer relaciones con el entorno, por eso es importante aprender a distinguir

nuestras sensaciones y aquello que las provoca.

Cuando somos bebés sabemos claramente qué nos hace sentir bien y lo que nos incomoda,

para hacerlo notar a los adultos que nos cuidan estamos tranquilos, sonreímos o lloramos. A

esa edad no sabemos hablar, pero tenemos recursos, que utilizamos siempre, para

comunicarnos, porque de esto depende la sobrevivencia. Eso cambia con el tiempo y cuando

aprendemos a hablar se espera que nosotros identifiquemos las mismas sensaciones y

expresemos con palabras lo que sentimos. En el transcurso de la vida, y por diversas razones,

podemos perder este saber. En este grupo, a través de distintas tareas, vamos a explorar las

emociones que reconocemos, aquello que nos ayuda a identificarlas, las situaciones en que

surgen y cómo las expresamos o en ocasiones como hacemos para no expresarlas.

Reconociendo emociones con música:


Se pide a los participantes tenderse en el piso o sobre colchonetas y atender a la música. Se les
hace escuchar diversos tipos de ritmos y se les pide conectarse a la emoción que les provocan.
Luego de escuchar cada fragmento musical se les pide escribir en una hoja la emoción que se
disparó.

Una vez que finalizan este ejercicio se realiza un plenario, en el que brevemente todos los
participantes comunican a sus compañeros lo que sintieron con cada uno de los estímulos.

Se registra en un papelógrafo y se genera una conversación en torno a las emociones más


presentes en el grupo.

Tiempo: 40 minutos.

Reconociendo emociones en fotos:

El grupo se reúne en torno a una mesa y en ella se dispone un set con 10 fotos recortadas de
los medios de comunicación, en ellas aparecen personas que muestran las cinco emociones
básicas: amor, alegría, rabia, miedo y tristeza ( ver mp4). Se proporcionan tantos sets de fotos
como participantes haya en la sesión.

Se pide a los participantes revisar el material en silencio y luego elegir un máximo de tres
láminas, posteriormente se les solicita que expongan brevemente por qué las eligieron y qué
emociones reconocen en ellas.

En seguida se les solicita a los participantes identificar con qué estado emocional relacionan
hoy día el hecho de agresión sexual en el que se vieron involucrados y cuál es la emoción que
relacionan con la posibilidad de abordar el tema, desde su vivencia personal.

Se muestra al grupo que es posible abordar la temática y que al tomar conciencia de las
emociones asociadas a ésta es un gran paso en el camino a controlarla. Se muestra también
que existen al menos dos sensaciones al respecto: una que nos pide guardar silencio y vivir el
tema como secreto y otra que nos pide sacarlo afuera, compartirlo y transformarlo.

Posteriormente, y una vez que reconocieron la emoción que sienten actualmente al pensar en
hablar del tema de la agresión sexual, se invita a los participantes a proyectarse y declarar
expectativas en torno a lo que desean sentir al final del proceso grupal. Se registran las
intervenciones en un papelógrafo.

Tiempo: 45 minutos.

Despedida:

Se pide al grupo recordar la música que escucharon al comienzo del encuentro y acordar cuál
les parece más grata para volver a escucharla.

Se les pide ponerse en círculo, de pie y escuchar nuevamente la música elegida. El que desee
puede moverse con el ritmo.

Para cerrar se pide a cada uno que declare cómo se va y se completa la pauta de cierre de
sesión.
Tiempo: 15 minutos.

Sesión 3:

Educación emocional 2

Caldeamiento: El billete.

El grupo se distribuye en forma circular. El coordinador pone en el centro la fotocopia de un


billete de $ 1000lo, se consulta al grupo el valor del billete a lo que responderán lo esperado
$1000. A continuación se les pide pensar que le harían a este billete: arrugarlo, pisarlo,
acariciarlo, doblarlo, mirarlo, pintarlo, hacer un avión. Se aceptan todas las posibilidades
menos romperlo, ni llevárselo. Luego de que todos han hecho algo al billete, se les pregunta
cuál es el valor de éste y la respuesta seguirá siendo $ 1000.

Se explica el significado al grupo, señalando que el ejercicio es una metáfora respecto al valor
de una persona: tenemos un valor inherente al hecho de ser personas, eso no impide que los
otros a veces nos traten bien y a veces mal, a veces muy mal, y que según como nos traten nos
sintamos mejor o peor, sin embargo nuestro valor sigue siendo el mismo.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: Diagnóstico de estados emocionales.

Elaboración de mapas fantasmáticos individuales.

Se pide al grupo tenderse en el suelo. Con música suave de fondo se les solicita cerrar los ojos
y atender a la respiración, luego se les pide atender a las distintas zonas del cuerpo e
identificar aquellas donde sientan tensión y aquellas donde sientan fuerza. Se les demanda
abrir poco a poco los ojos y volver a contactarse con los otros, trayendo al grupo las
sensaciones corporales identificadas.

Se identifican las tensiones corporales y se les otorga nombre de emoción, y lo mismo se hace
con las sensaciones de fuerza.

Emociones, pensamientos y acciones:

Se trabaja con tres papelógrafos. En el primero de ellos se transcriben las emociones que los
participantes reconocieron en el trabajo anterior.

El segundo papelógrafo se completa con una lista de pensamientos que el grupo relaciona con
las emociones escritas en el primero.

El tercero se completa con acciones que el grupo relaciona con estos sentimientos y
pensamientos. Si no aparece desde el grupo la agresión sexual como una acción relacionada a
estos sentimientos y pensamientos los coordinadores deben hacerlo explícito e intencionar
que se trabaje. Si no lo relacionan con los sentimientos y pensamientos que están registrados
en los papelógrafos, se les pide identificar tales sentimientos y pensamientos.

Tiempo: 80 minutos.
Despedida:

Vuelven a tenderse en el piso, se les pide cerrar los ojos y se instruye una imaginería, se les
lleva a contactarse nuevamente con la zona del cuerpo en que reconocieron la fuerza. Se les
pide centrarse en el lugar y dejar que desde la sensación emerja un personaje, ¿Cómo es?,
¿Cómo se llama? ¿Cómo se mueve? Poco a poco se les guía para volver al espacio grupal, y los
que deseen hacerlo pueden compartir lo vivenciado.

Al final se realiza una ronda para indagar cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.

Sesión 4: Definiendo abuso.

Caldeamiento: Jugando al diccionario:

Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, Cómo llego. El grupo se dispone en
torno a una mesa. Frente a cada cual hay una hoja y un lápiz. En el centro de la mesa hay un
diccionario. Se solicita un voluntario, se le pide buscar en el diccionario y elegir una palabra
que le llame la atención y cree que los demás desconocen. La dice al grupo. Cada uno de los
demás participantes debe inventar un significado a la palabra dada y escribirlo en su hoja. El
voluntario la copia textual del diccionario. Una vez que todos han terminado sus definiciones,
uno de los coordinadores reúne los papeles y procede a leer cada una de las definiciones
propuestas. Todos, salvo el primer voluntario, votan individualmente por la que creen es la
definición correcta. Se otorga puntaje a aquellos que fueron votados sin conocer la respuesta
del diccionario.

Si nadie adivina la respuesta correcta todos los puntos son para el voluntario, de no ser así
queda sin puntos.

Se repite la dinámica un par de veces.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: ¿Qué entendemos por abuso?

Construcción de una historia de abusos:

Se retoma parte del material utilizado en la sesión número dos y el grupo elige la foto que
represente para ellos la pena.

Se pide al grupo mirar la foto y construir una historia de vida para esta persona desconocida.
Cada uno de los participantes va mirando la foto y aporta elementos para la historia. Los
coordinadores también participan y uno de ellos registra lo que el grupo dijo.

Lectura de la historia:

Un coordinador lee la historia construída y solicita a los participantes del grupo levantar la
mano cada vez que en el relato aparezcan situaciones que consideren abusos.

Definición de abuso:
Se divide el grupo en dos subgrupos. A cada grupo se le pide elaborar una definición de abuso,
en función de los tipos de abuso reconocidos en la historia antes trabajada. Cada grupo elige
un secretario que tome nota y un relator que exponga el trabajo grupal.

Se vuelve al grupo ampliado y cada relator expone la definición de abuso, se comparan y luego
se redacta en un papelógrafo la definición final.

Tiempo: 80 minutos.

Desconocer pedida:

Con el set de fotos para reconocer emociones se pide al grupo elegir la imagen que represente
para ellos la alegría y se repite la actividad de construcción de una historia para esta persona.
Al leerla se les pide levantar la mano para identificar situaciones de protección.

Para cerrar se realiza ronda para conocer cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.

Tiempo: 20 minutos.

Sesión 5: definiendo abuso sexual.

Caldeamiento: jugando al lazarillo.

Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego. Los jóvenes cierran o
vendan sus ojos y los coordinadores asumen el rol de guías los toman del brazo y los invitan a
caminar por el espacio que se tenga disponible. La caminata termina en la sala habitual de
trabajo. Comentan la experiencia en el grupo.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: ¿Qué entendemos por abuso sexual?

Trabajo con láminas: revisión de historias de abuso y protección.

Se divide al grupo en dos subgrupos. Los dos grupos se disponen en torno a mesas, en el
centro se ubican cuatro láminas con igual número de imágenes alusivas a maltrato o
protección (ver mp5).

Los subgrupos opinan acerca de las situaciones representadas en las láminas, eligen un
secretario que tome nota de la conversación, éste realiza un resumen de la discusión grupal
acerca de cada lámina.

Luego se comparten los trabajos en plenario, se fijan en un papelógrafo las opiniones similares
y las diferentes entre los grupos.

Definición de abuso sexual:

Se realiza una lluvia de ideas en la que los miembros del grupo van nombrando conductas que,
según ellos, son constitutivas de abuso sexual y se registran en un papelógrafo.
Al lado de la elaboración grupal se dispone un segundo papelógrafo, en el que se van fijando
tarjetas con la definición formal de abuso sexual, separada según los elementos que la
constituyen (ver mp6). Se comparan ambos papelógrafos.

Tiempo: 80 minutos.

Despedida: dejarse caer.

Todos los miembros del grupo se ponen de pie y se ubican frente a la pared. Levantan sus
manos y dejan caer el cuerpo contra la pared. Poco a poco van tomando mayor distancia del
muro y van repitiendo la experiencia. Luego de unos cuatro o cinco minutos en este ejercicio,
se divide el grupo en dos subgrupos los cuales se turnarán, y uno de los grupos se encargará de
sostener a los jóvenes del otro grupo que se dejarán caer hacia atrás, la experiencia se repite
con ambos grupos. Se realiza durante cinco minutos.

Para finalizar se realiza ronda para saber cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.

Sesión 6: Distorsiones cognitivas.

Caldeamiento: jugando al lazarillo entre todos.

Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego. Se conforman parejas
de jóvenes, uno de ellos debe vendar o cerrar sus ojos y el otro oficiará de guía, éste último
tomará al joven del brazo y lo llevará a caminar. Luego de un tiempo estimado de tres minutos,
el coordinador da la señal para que intercambien roles.

Se dejan pasar otros tres minutos y se les indica detenerse, y que los que tienen los ojos
vendados, permanezcan sin ver.

Uno de los coordinadores va redistribuyendo a los guías, con la finalidad de que ahora cada
joven desconozca a su nuevo guía. Se da la indicación de retomar el juego y que, sin hablar, el
guiado intente adivinar quién es su nuevo guía. Al cabo de tres minutos se les pide detenerse y
abrir los ojos.

Luego de reconocerse se intercambian los roles.

Después de tres minutos el coordinador vuelve a solicitar que se detengan y repitan el


procedimiento: los jóvenes que están vendados o con los ojos cerrados permanecen sin ver y
se redistribuyen los guías.

Una vez que esta caminata termina se invita a los participantes a pasar a la sala habitual de
trabajo y comentan la experiencia.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: creencias sobre el comportamiento sexual de los adolescentes.

Se divide al grupo en dos subgrupos. Cada grupo elige un secretario para tomar notas de la
conversación.
Se entrega a cada grupo un set de tarjetas en las que se pueden leer algunas creencias
respecto del comportamiento sexual adolescente (ver mp7)

Se solicita que discutan acerca de la veracidad o falsedad de lo escrito en las tarjetas. Una vez
que la discusión se agota se pide a cada grupo que elija un vocero.

Se reúne el grupo ampliado. Un coordinador tiene el set de tarjetas y las va leyendo una a una,
invitando a los voceros de cada grupo a exponer un resumen de la discusión grupal
relacionada con lo leído. El otro coordinador toma notas en un papelógrafo.

En este espacio es importante facilitar el intercambio de opiniones y abordar las distorsiones


cognitivas que aparezcan.

Tiempo: 70 minutos.

Despedida: conferencia de prensa.??????

Sesión 7: distorsiones cognitivas 2

Caldeamiento: imitaciones.

Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego. Los participantes se
ubican en parejas. Todas las parejas cuentan con una silla, uno de ellos se sienta, el otro
camina. Aquel que se sienta observa al que camina y luego lo imita. Mientras lo imita se le pide
poner atención a lo que siente al asumir esta postura corporal y moverse como lo hace el otro.
Luego se cambian los roles. Se instruye realizar el ejercicio sin hablar.

Después del ejercicio se comenta la experiencia.

Tiempo: 20 minutos.

Foco del encuentro: distinguiendo que es y que no es abuso sexual.

Se divide al grupo en dos subgrupos. Cada subgrupo trabaja con idéntico set de tarjetas, en
ellas se exponen diferentes situaciones de connotación sexual, en las que los protagonistas son
adolescentes. Algunas de ellas constituyen abuso sexual y otras no (ver mp8).

Las instrucciones para ambos subgrupos son las siguientes:

- Leer cada una de las tarjetas y discutir respecto del contenido de ellas,
específicamente si la situación constituye o no abuso sexual.
- Transformar las situaciones en preguntas para ser planteadas a los miembros del otro
subgrupo.

Tiempo: 40 minutos.

Despedida:
Se solicita al grupo recordar el ejercicio de imitación realizado al inicio de la sesión. Se les pide
cerrar los ojos y volver a sentir las sensaciones que tuvieron al imitar a su compañero, y que
cada uno busque alguna sensación que le gustaría cambiar en el otro.

Se vuelven a ubicar en parejas y se instruye imaginar que la cara de la persona que tenemos en
frente es moldeable por nuestras manos y podemos, con ellas, darle la expresión que
queramos, siempre y cuando ésta sea una expresión que haga bien a la otra persona.

Se realiza una ronda de opiniones para saber cómo se van y se completa la pauta de cierre de
sesión.

Sesión 8: Mirando a las víctimas 1

Caldeamiento: baile del lápiz.

Se pide a cada uno completar la pauta de inicio de sesión, cómo llego.

Se solicita a los participantes conformar parejas, la elección es libre. Cada dúo cuenta con un
lápiz. La instrucción para cada una de las parejas es sostenerlo con la punta de sus dedos,
moviéndose al ritmo de diferentes músicas. Se sugiere pasar de ritmos más lentos a otros más
rápidos. Luego comentan la experiencia.

Se configuran nuevas parejas, de acuerdo a lo comentado, y se reporta la diferencia de lo


experenciado.

Foco del encuentro: Imaginando una víctima de abusos.

Se divide al grupo en dos subgrupos. Cada uno de los participantes de los dos grupos dispone
de un set con seis láminas protagonizadas por un joven que fue víctima de abusos en su
infancia (ver mp9). Individualmente cada uno decide que tipo de abuso vivió el personaje,
puede ser o no de carácter sexual.

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