La Lucha Por El Sufragio Femenino en Costa Rica
La Lucha Por El Sufragio Femenino en Costa Rica
La Lucha Por El Sufragio Femenino en Costa Rica
Palabras clave
Co-masonería; sufragio femenino; redes de sociabilidad; movimiento emancipador; teosofía.
Keywords
Co-masonry; women’s suffrage; networks of sociability; emancipatory movement; theosophy.
Resumen
La Liga Feminista inició la lucha por el sufragio femenino en Costa Rica. Otros grupos también partic-
iparon y se alcanzó con la promulgación de la Constitución Política de 1949. Un importante grupo de
las fundadoras de la liga estaban en la Sociedad Teosófica y en la co-masonería. En este trabajo anali-
zamos como ciertas sufragistas fueron impulsadas por su participación en la Sociedad Teosófica o en
la única logia mixta. Indagamos si estas logias fueron un espacio de sociabilidad en donde las mujeres
fortalecieron sus ideologías feministas para emprender la campaña sufragista en busca de la igualdad.
Abstract
The Feminist League was a movement that began the fight for women’s suffrage in Costa Rica.
Other groups also took part and achieved equal rights with the promulgation of the Political Con-
stitution of 1949. An important group of these feminists participated in the Theosophical Society of
Costa Rica and in freemasonry. The main objective of this research is to ascertain how women were
promoted from their participation in the Theosophical Society or in the only co-masonic lodge to
feminism. Consequently, we examine whether these spaces of sociability women strengthened
their feminist ideologies to undertake suffrage campaigns in search for equality.
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Introducción
En 1923, se fundó en Costa Rica la Liga Feminista,1 un movimiento cuyo fin principal era
luchar por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, especialmente el derecho a
emitir el voto y poder ser electas en cargos políticos. De manera paralela y con gran fuerza, se
habían establecido logias con una importante participación de mujeres, en la teosofía desde
1904, y en la comasonería desde 1919. Al considerar este contexto, cabe preguntar: ¿hasta qué
punto se vio influenciado el movimiento feminista costarricense por la participación de las
mujeres que eran parte de la Sociedad Teosófica o de la comasonería? O, por lo contrario, ¿fue
el movimiento emancipador femenino más bien el que impulsó a las mujeres a integrarse a
otros espacios ideológicos, como la masonería y la teosofía.
Debe reconocerse que estas tres fuerzas: el feminismo, la teosofía y la masonería, re-
spondían a modelos generados en el extranjero y que, para el periodo de estudio (1923-1953) ya
estaban instaurados en Costa Rica. Al igual que en otros países, la masonería y teosofía, como
movimientos sociales y formas de asociatividad, cumplieron un rol importante en Costa Rica
en el impulso y apoyo de los movimientos feministas. Su estructura permitía a sus miembros
seguir en comunicación y en relación directa con otros países. Tal es el caso de la Sociedad
Teosófica, en la que algunos miembros distinguidos eran cosmopolitas por su formación y sus
viajes al exterior. Esther de Mézerville, por ejemplo, sirvió de canal en Europa y Centroaméri-
ca.2 Esto fue importante porque les permitió, para usar las palabras de Rodrigo Facio: “estudi-
ar lo que piensa y hace el mundo”3 y ser parte de lo que se gestaba a nivel global.
Guatemala vivió un proceso similar, pues la Sociedad de Mujeres Gabriela Mistral fue con-
cebida como una red social de mujeres, debido a la vinculación que tenían ellas o sus esposos
con redes teosóficas, se adoptó el nombre de “Sociedad”, otra similitud con el término em-
pleado para denominar las agrupaciones teosóficas establecidas por Helena Blavatsky desde
sus orígenes.4 En esa coyuntura internacional, la masonería también recibió gran influencia
del exterior.5
1 Sobre el periodo 1890-1923 y las relaciones entre teosofía, comasonería y feminismo, véase el artículo que publico, en coautoría
con la profesora Luz-Mary Arias-Alpízar, “Teósofas, masonas y feministas (Costa Rica, 1890-1923)”, en este mismo número.
2 Esteban Rodríguez Dobles, “La Sociedad Teosófica en Costa Rica: estudio histórico sobre la implantación, la cultura impresa, la
proyección socio-política y la metafórica teosófica (1904-1930)” (Tesis de maestría en historia, Universidad de Costa Rica), 161.
3 Rodrigo Facio Brenes, [Gastón Miralta, seud.], “Autoridad y libertad”, Surco, n.º 1 (setiembre 1940), 7.
4 Marta Elena Casaús Arzú, “La influencia de la teosofía en la emancipación de las mujeres guatemaltecas: la Sociedad Gabriela
Mistral”, Anuario de Estudios Centroamericanos 27, n.º 1 (2001): 43.
5 Especialmente por inmigrantes de Estados Unidos, Europa y el Caribe, esto se debió al hecho histórico que marcó el desarrollo
del país con la construcción del Ferrocarril a Limón. Esta ciudad se compone en aquel momento de un 46% de extranjeros, esto
debido al desarrollo económico promovido a través de la industria bananera y al desarrollo del ferrocarril, por lo que una práctica
común era que dentro de las logias se utilizara el idioma inglés. Véase Ricardo Martínez Esquivel, “Composición socio-ocupa-
cional de los masones del siglo XIX”, Diálogos 8, n.º 2 (2007): 131-140.
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propuesto una periodización del proceso del desarrollo de mujeres y las luchas por la ciu-
dadanía:
Básicamente, en este proceso se podrían distinguir tres grandes etapas: 1890-1922, 1923-
1952 y 1953-1985. La primera etapa de 1890-1922, estuvo marcada por la emergencia de las
políticas sociales y de instituciones destinadas a enfrentar la problemática social, y por una
intervención activa de las mujeres en las labores filantrópicas y en la creación de diversas
organizaciones y proyectos. La segunda etapa de 1923-1952, se caracterizó por el auge de las
políticas sociales, la efervescencia socio política, y la formación de organizaciones femeninas,
feminista (Liga Feminista), gremiales y de los partidos políticos (Partido Reformista, Partido
Comunista), factores que incentivaron la creciente participación y organización de las mu-
jeres.(…) En el tercer período de 1953-1985 se entra a una nueva etapa, en la cual a partir de 1949
las mujeres pueden ejercer el voto, elegir y ser electas, y en 1950 incorporarse como electoras
a nivel local y en 1953 como electoras a nivel nacional, y tener acceso a los puestos de poder
por vez primera.6
La conquista del sufragio femenino fue un largo proceso, lleno de avances y retrocesos.
Entre 1890 y 1949 se presentaron catorce propuestas a la Asamblea Legislativa con el fin de
lograr otorgar este derecho a las mujeres. La participación de las organizaciones de mujeres
en el proceso de reforma social urbana, tuvo diferentes momentos. En primer lugar, de 1890 a
1910 se caracteriza como un periodo de debates periodísticos en torno a la cuestión femenina
y en la lucha por lograr equiparar los derechos sociopolíticos. En un segundo periodo, entre
los años 1910 y 1923 se reciben las primeras propuestas del voto femenino ante el Congreso y
se produce la intervención del movimiento obrero. La tercera etapa corresponde al periodo
elegido para el estudio. Presenta características como el aumento en la participación de mu-
jeres en los debates, el incremento de la participación femenina en los partidos políticos y en
los movimientos en defensa de los derechos civiles y político–electorales. Se ha elegido este
periodo porque es el momento en que se organiza la Liga Feminista y se incrementa la partic-
ipación femenina para el debate de ideas y luchas por la igualdad de derechos sociopolíticos.7
Ante las preguntas: ¿Qué tipo de mujeres participaban en la Liga Feminista? ¿Cuáles
características tenían en común? ¿Cuáles fueron los factores que las motivaban a emprender
estas luchas que se desarrollaron durante tres décadas? Muchas de estas mujeres eran parte
de la élite intelectual. En general eran mujeres estudiadas que se desempeñaban como
educadoras. Pertenecían a una clase social privilegiada. Algunas de ellas habían accedido
a estudios en el extranjero. Este hecho sin lugar a dudas las marcó y vinieron a reproducir
modelos emancipadores en pro de la igualdad de derechos para las mujeres en Costa Rica. En
el movimiento incursionaron mujeres educadoras de zonas urbanas principalmente. Como
afirma Sagot Rodríguez: “El surgimiento de esta organización marca el inicio de las peticiones
y las campañas sistemáticas con el fin de lograr una reforma constitucional”.8
6 Eugenia Rodríguez Sáenz, “Visibilizando las facetas ocultas del movimiento de mujeres, el feminismo y las luchas por la
ciudadanía femenina en Costa Rica (1890-1953)”, Diálogos 5, n.º 1-2 (2005): 1-20.
7 Rodríguez, “Visibilizando”, 5-6.
8 Monserrat Sagot Rodríguez, “¿Importa la igualdad de las mujeres en una democracia? Ángela Acuña y el sufragismo en Costa
Rica”, Reflexiones 90, n.º 1 (2011): 33.
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Aquel acto podría parecer, al ojo desatento, un triunfo del feminismo teosófico y masón.
Sin embargo, ese mismo día, como parte de los actos del Día de la Raza, y por influencia de
Octavio Castro Saborío, se inauguró un monumento a monseñor Bernardo Augusto Thiel y
Hoffmann, quien fue, desde 1880 hasta su muerte en 1901, el segundo Obispo de la Diócesis
de Costa Rica. El catolicismo no estaba derrotado. El clero puedo contar con damas católicas,
que se organizaron para presentar su propia versión del feminismo. Ellas fueron, en el largo
plazo, más enérgicas y persistentes en la lucha por la consecución de la ciudadanía femenina.
A estas dos ramas debe agregarse, la versión del feminismo comunista, cuya más conocida
representante es Carmen Lira.
Además, cabe valorar, en términos prácticos, que finalmente la derrota la obtuvo el laicis-
mo, pues como concesión, en el ordenamiento jurídico costarricense terminó por incorporarse
una ley que dispone que la enseñanza de la religión católica debe ser transmitida dentro de las
aulas del sector educativo costarricense.12 De este modo, se puso coto a la influencia de la teo-
sofía en la educación y específicamente de las profesoras del Colegio Superior de Señoritas.
12 Chester Urbina Gaitán, “Iglesia, Estado y control mental en Costa Rica: el caso de la prohibición de la enseñanza de la teosofía
en el Colegio Superior de Señoritas (1922)”, en Subjetividades esotéricas: estudios sobre masonería, espiritismo y teosofía en
Costa Rica, eds. Francisco Rodríguez Cascante y Ricardo Martínez Esquivel (Puntarenas: ESP-UCR, 2020), 296-308.
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De este modo, queda claro que las mujeres de la primera mitad del siglo XX emprendieron
luchas importantes que marcaron un hito en la historia de la democracia costarricense. Estas
acciones han sido invisibilizadas en la actualidad y especialmente lo fueron en la época en
que se desarrollaron. Las mujeres han sido relegadas al ámbito privado, familiar y doméstico,
silenciadas sus voces y sometidas a vivir según la estructura patriarcal del país. No convenía
tampoco comunicar los avances o intentos de emancipación que se empezaron a gestar en la
época. Un ejemplo de ello es la revista que publicaba Joaquín García Monge, Repertorio Amer-
icano. Esta no publicaba nada al respecto, sino que más bien inducía a creer que estas luchas
tenían poca relevancia en la historia de Costa Rica.16
Al ser este medio de publicación uno de los que invisibiliza las luchas femeninas que se
emprendieron en conquista por el derecho al voto en igualdad de condiciones, queda claro que
el contexto en el cual tuvieron que desenvolverse estas primeras feministas fue árido, doloroso
y, en ocasiones, humillante. Su don pacifista y persistente permite que se lancen a las calles en
varias ocasiones, tal y como lo detalla así en 1943 el Diario Costa Rica “no son solo las mujeres
humildes las que se lanzan a la calle; van junto a ellas la flor y nata de nuestras muchachas, de
13 John W. Meyer, John Boli, George M. Thomas y Francisco Ramirez, “World Society and the Nation—State”, American Journal
of Sociology 103, n.º 1 (1997): 173.
14 Eugenia Rodríguez Sáenz, “Lucha por el sufragio femenino en Costa Rica: 1900-1950”, en Mujeres y Naciones en América
Latina, eds. Bárbara Potthast y Eugenia Scarzanella (Madrid y Frankfurt del Meno: Iberoamericana y Vervuert), 161-162.
15 Eugenia Rodríguez Sáenz, “Dotar de voto político a la mujer”: La Liga Feminista y la redefinición de las relaciones de género
(1923-1949)”, Diálogos l, n.º 1 (1999): 2-6.
16 May Brenes Marín, “Una mirada feminista del Repertorio Americano”, Repertorio Americano, n.º 21 (2011): 173-182.
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nuestras matronas, de todas las categorías sociales”.17 Sin embargo, son muchos los obstáculos
que tienen que vencer para poder lograr su derecho al voto, es difícil demostrar que las capaci-
dades femeninas no quedan relegadas al hogar únicamente. Al respecto Ángela Acuña, teósofa y
líder feminista de la época, publicó en un medio de circulación nacional del momento:
La mujer moderna ante todo es madre, y en ese hermosísimo principio universal basa las
doctrinas de su feminismo: sus luchas y sus victorias serán calor de la casa, fuego bendito
que mantendrá encendida la llama purísima del verdadero amor. Pero la mujer moderna
también comprende con cabal sentido que la misión de madre es más alta de la que hasta
hoy se ha estimado: sabe que la educación de las mujeres para la maternidad ha sido de-
ficiente, y en su programa de trabajo imprime con caracteres salientes, el deseo de que
todas las mujeres tengan la preparación de una tarea de tanta responsabilidad y tanto
juicio requiere.18
Además, Sara Casal, lideresa católica que lucha a favor del voto femenino, deja ver que
la actuación exclusiva del hombre no ha sido tan fructífera y perfecta a como se pensaba que
sería sin la participación femenina.
Hasta ahora todos los negocios del Estado han estado en manos de los hombres y vosotros
mismos estáis desilusionados del resultado de vuestra labor, vosotros mismos convenís que
la política desmoraliza y son los cerebros de los hombres y sus voluntades los que la tienen
en tan lamentable estado. Nosotras las mujeres no hemos participado del desastre; a vo-
sotros la responsabilidad.19
La Iglesia católica recibía a la mujer con los brazos abiertos, lo cual en aquel momento de
emancipación no era tan favorable ni lo que se quería, ya que la Iglesia había sido clara en el rol
patriarcal y opuesto a la lucha por el derecho a otorgar el voto femenino. Existían posiciones,
tanto a favor como en contra, en cuanto a que la mujer tuviera un rol enérgico y crítico en la
sociedad de aquel momento. Los grupos conservadores preferían continuar con el rol tradi-
cional de la mujer de manera contundente.20
De esta forma, había quienes pensaban que las mujeres no estaban preparadas para ejer-
cer su derecho al sufragio, que lo que se imponía en la época eran modas importadas de otros
países. Pensamientos misóginos que insistían en que el rol de la mujer debía limitarse al hogar
únicamente. Es entonces cuando se gesta una de las más grandes luchas que han emprendido
las mujeres de Costa Rica: reclamar su derecho a elegir y ser electas “de esta forma, simpati-
zantes y adversarios del sufragio femenino difundieron una imagen de la política como una
práctica corrupta y corruptora”21 era algo que podía manipularse y es por esta razón que el
incursionar en esta área resultó una difícil labor.
17 “A nuestras mujeres no solo debe permitírseles votar sino el derecho de ser elegidas para munícipes, diputados o presidentas”,
Diario de Costa Rica, 21 mayo, 1943, 1.
18 “A nuestras feministas no podrá decírseles que han pretendido separarse de los hombres”, La Tribuna, 2 de junio, 1934, 1 y 8.
19 Sara Casal, El voto femenino (San José: Imprenta Nacional, 1925), 3.
20 Mollès, Dévrig. “Transferencias y luchas culturales transatlánticas: feminismo, librepensamiento y redes masónicas entre Europa
y América (1860 – 1910)”, REHMLAC, n.º 4 (diciembre 2012-abril 2013): 93-108.
21 Rodríguez, “Dotar de voto”, 6.
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De acuerdo con Ángela Acuña, la primera lucha que debía emprenderse era por conseguir
el derecho femenino de votar. Este se constituiría en un instrumento de acción directa. Una
vez alcanzada esta meta, otros mecanismos de exclusión y discriminación para con las mu-
jeres serían erradicados poco a poco, ya que el derecho al sufragio era el que les iba a permitir
tomar decisiones importantes en la sociedad.22
Importante de analizar en este punto, hasta dónde la STCR promovió y orientó las luchas
sociales debido al enfoque democrático que se practicaba a lo interno de las logias, en las que
todos podían votar y participar en igualdad de derechos. Si era un sistema que se utilizaba
como práctica para tomar decisiones a lo interno de la organización, las teósofas se cuestion-
aron ¿por qué no se podía reproducir esto mismo en el país? Sin embargo, hubo discrepancias
ya que algunos teósofos no pensaban a favor de otorgar a la mujer costarricense su derecho
por emitir el sufragio.
Es decir, en todo sentido, según aquellos teósofos el voto debía restringirse de nuevo en vez
de ampliarse. Hacia fines del periodo de estudio las posturas avanzaron y en 1928 los líderes
del relevo generacional fueron más proclives a la paridad con las mujeres.23
De esta forma queda claro que el concepto de democracia de la Sociedad Teosófica fue elit-
ista y que no siempre los teósofos fueron tan progresistas en ese sentido. En un inicio no estu-
vieron de acuerdo en favorecer los intereses de las minorías; en este caso, el de las mujeres.24
El movimiento que se genera en la campaña sufragista del siglo XIX desmitifica la pasivi-
dad que muchos medios han querido dar al rol de las mujeres dentro de la construcción de la
democracia costarricense. La Liga Feminista y las ideas de Ángela Acuña insisten en hacerle
ver a las mujeres que por sus características propias del ser mujer, eran ellas las que tenían la
tarea de higienizar la sociedad, salvarla de los vicios y antivalores en que se sumergía.25
¿Hasta qué punto la STCR y la comasonería impulsaron las luchas femeninas en pro del
sufragio? Existen afirmaciones que indican que sin mujeres masonas, no hubiera sido posible
consolidar el voto femenino.26 Esto pese a que en un inicio las logias como movimiento patri-
arcal no tenían anuencia a incorporar a la mujer en su movimiento. Sin embargo, paulatina-
mente abrieron espacio para la masonería mixta y comasonería.27 Con respecto a Costa Rica,
la participación plena de las mujeres en igualdad de condiciones y derechos, con voz y voto,
fue similar a un ensayo social previo a la participación de las mujeres en la dimensión política
del país.
La masonería mixta fue un antecedente para la inclusión de las mujeres en las decisiones
políticas. La logia Saint Germain n.º 621 se fundó 20 años antes de que se aprobara el derecho
al sufragio; y muchas mujeres —y hombres, como es el caso de Julio Acosta García— partic-
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La nación debe dar una prueba mayor y más tangible de su confianza en la mujer costar-
ricense. Que se le reconozcan legalmente los derechos cívicos que noblemente ha ganado.
—Yo vería con sumo agrado que la fracción parlamentaria de mi partido propusiera al con-
greso el otorgamiento del derecho de voto.30
Con este panorama, de una lucha que se emprende por una causa que, para muchos, in-
cluso para muchas mujeres, era imposible e innecesaria de lograr. Mujeres, como Sara Casal,
quien era parte del Consejo Nacional de Mujeres de Costa Rica, desarrollaron campañas su-
fragistas al lado de la Liga Feminista en 1925, 1929, 1931, 1932, 1934, 1939, 1943 y 1947. En algunas
ocasiones los intentos fueron inútiles o débiles; otros tuvieron mayor impacto. Sin embargo,
es una lucha que dura hasta 1949 cuando se obtiene su derecho al sufragio en la Constitución
Política.31
Pese a que fue un largo y desgastante proceso, este se convirtió en una experiencia necesaria para
empezar a construir una vida civil más sólida, ya que ¿acaso en algún momento se ha disfrutado de una
sociedad igualitaria y una democracia justa en Costa Rica?32 A la hora de responder a la pregunta del por
qué debían votar las mujeres, Sara Casal es vehemente en indicar que, al darle participación a la mujer,
la sociedad va a sanear muchos de los males que las aquejan. Las leyes que existían hasta el momento
habían sido creadas por hombres, dejaban a las mujeres sin participación alguna. El instinto maternal de
la mujer influiría de manera positiva en la toma de decisiones en la sociedad.
La mujer necesita el sufragio, muy especialmente bajo el punto de vista moral, a causa del
empleo que puede hacer del voto; le necesita para luchar contra el alcoholismo, contra la
prostitución, contra las enfermedades venéreas, contra la tuberculosis, contra la criminali-
dad de los niños y jóvenes, contra la pornografía y contra todo lo que desmoralice a sus hijos.
28 Más adelante se analizarán quiénes eran las mujeres masonas o teósofas que a su vez formaron parte de la liga feminista y em-
prendieron un largo camino de lucha hasta alcanzar su derecho al sufragio.
29 Rodríguez, “Dotar de voto”, 5.
30 “La nación debe dar una prueba mayor y más tangible de su confianza en la mujer costarricense”, Diario de Costa Rica, 16 de
mayo, 1943, 1.
31 Sagot, “¿Importa la igualdad?”, 35.
32 Macarena Barahona Riera, “La ciudadanía política de las costarricenses, la conquista de Angela Acuña de Chacón”, Revista
Estudios,n. º 2 (2008): 211.
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Le necesita para velar por la higiene y salud pública, para mejorar los alojamientos obreros,
para abaratar el costo de la vida, la vida ciudadana, la escuela, el mercado, para trabajar por
que se pague la deuda exterior para velar por qué se cumplan las leyes estrictamente, pues
la mayor parte de las veces los hombres son los encargados de violarlas y necesitan el voto
para darle valor a su actuación y más que todo esto, es necesario formar una nueva concien-
cia nacional donde haya sanción social que castigue con profundo desprecio a los abusos y
faltas de respeto a la sociedad y a nuestros hijos.33
El otorgar a la mujer su derecho a votar fue un proceso largo que duró 39 años, hubo
mucha resistencia y enfrentamientos con quienes manejaban el poder en ese momento. Sin
lugar a dudas, incluir a la mujer como parte del electorado iba a aumentar el padrón, al punto
de hacerlo inmanejable para quienes acostumbraban a manipular el voto a su conveniencia.
Es claro que en esa época el voto femenino no era prioridad para el congreso y para la mayor
parte de la sociedad, las alianzas políticas lo que pretendían era consolidar el poder, lo cual al
aumentar el electorado se arriesgaba a que se les saliera de control.34
Esta propuesta también fue infructuosa, así como las múltiples que ocurrieron desde que, en 1913,
el presidente de la República, Ricardo Jiménez lo hizo el planteamiento por primera vez. Fue hasta
el decreto emitido el 20 de junio de 1949 cuando se aprueba constitucionalmente el voto femenino.36
Como consecuencia, el 30 de julio de 1950 las mujeres costarricenses ejercieron su derecho al voto por
primera vez. La votación se llevó a cabo para definir asuntos territoriales de los cantones de San Ramón
y San Carlos,37 lo cual se constituyó en un momento histórico para las mujeres de Costa Rica.
La Sociedad Teosófica en Costa Rica también tuvo una participación activa en todo este
proceso histórico por el voto de la mujer, ya que se contó con la participación de ciudadanos
activos en los procesos de emancipación femenina en esa historia del país. El nacimiento de
nuevas ideas radicales se da en un contexto en el que una generación de jóvenes intelectuales
decide luchar por transformaciones en la sociedad y se convierten en líderes del Movimiento
Obrero, la Liga Feminista y el Partido Comunista.38 Por esta razón, es de interés investigar de
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qué manera la teosofía y la masonería fueron movimientos que dieron impulso a todas estas
luchas que se gestaron en pro de la igualdad de las mujeres entre 1923 y 1953.
A la fecha, no se han hecho muchas investigaciones en este sentido, pocos textos han in-
terrogado aspectos nacionales de la relación entre masonería y librepensamiento o librepens-
amiento y feminismo o masonería y género femenino.39 De hecho, “en Latinoamérica parecen
casi inexistentes; pocos textos han interrogado aspectos nacionales de la relación entre ma-
sonería y librepensamiento o librepensamiento y feminismo o masonería y género femenino”.40
Es importante investigar entonces cómo las mujeres costarricenses del siglo XX (1923 – 1953),
que participan en movimientos sociales y religiosos de la época, se convierten en mujeres in-
fluyentes con una educación superior al restante de la población femenina, que puede llevar a
lo que se ha conocido como un feminismo clasista. Es por medio de su participación en logias y
movimientos sociales que se les permite visibilizar las grandes diferencias en la sociedad civil
costarricense, especialmente en términos del derecho al sufragio. Lo que las impulsa a orga-
nizarse y tomar como ejemplo modelos internacionales para luchar por su derecho al voto.
39 Mollés, “Una mirada trasatlántica del feminismo desde Argentina 1860-1910”, en 300 años: Masonerías y Masones, eds. Ricardo
Martínez, Yván Pozuelo y Rogelio Aragón (México: Palabra de Clío), 147.
40 Mollès, “Transferencias”, 93.
41 Robert Ellwood y Catherine Wessinger, “The Feminism of ‘Universal Brotherhood’: Women in the Theosophical Movement”,
en Women’s Leadership in Marginal Religions: Exploration Outside the Mainstream, ed. Catherine Wessinger (Urbana, Illinois:
University of Illinois Press, 1993), 77.
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Lideresas del movimiento feminista que inicia en 1923 con la conformación de la Liga Feminista,
como Ana Rosa Chacón y Esther de Mézerville, antes de ser activistas sociales pertenecieron a la
primera logia de la Sociedad Teosófica en Costa Rica. En el caso de Ana Rosa Chacón, ella se inició
en 1912 y en la comasonería en 1921. Esther de Mézerville, por su parte, fue masona desde el año 1919.
Esto debió de influir en ellas respecto a sus ideas acerca del papel y de los derechos de la mujer en
la sociedad, que se materializaron en la fundación misma de la Liga Feminista en las campañas su-
fragistas que esta llevó a cabo. El precedente era el hecho que la STCR ha dado cargos importantes a
mujeres dentro de sus logias.42
Ahora bien, ¿fueron las masonas y teósofas quienes impulsaron los movimientos en pro de la
emancipación femenina entre 1923 y 1953? En esta sección se presenta el análisis en dos etapas. En un
principio, ya se ha expuesto acerca del nacimiento de la Liga Feminista y la campaña sufragista que
se emprendió hasta conseguir el voto femenino. Ahora, en una segunda etapa, se analizará la partic-
ipación femenina en la masonería y en la STCR para examinar las relaciones que pudieran existir en
la conformación de estos tres movimientos.
La Sociedad Teosófica, a nivel mundial, ofreció espacios para las voces de una intelectualidad fe-
menina que emergía, especialmente en la clase media. Participaron maestras, artistas y mujeres más
alfabetizadas que, sin tener derecho al voto, tenían también urgencia de participar en temas políticos
y cívicos. Ese entusiasmo teosófico muchas veces decayó, otras veces impulsó a continuar; es decir,
fue un movimiento que dio soporte al proceso emancipador que vivieron las mujeres de la época.43
Cuadro 1 Distribución de las mujeres que participaron en la Liga Feminista, teosofía y ma-
sonería (1923-1953)
MIEMBROS
MIEMBROS LIGA MIEMBROS
PERIODO PERIODO PERIODO SOCIEDAD
FEMINISTA MASONERÍA
TEOSÓFICA
Fuente: Elaboración propia con base en: Macarena Barahona Riera, “Una lucha de 70 años: Las sufragistas, Ángela Acuña Braun y su liderazgo”,
La Revista.cr (2020). ; Barahona, “La ciudadanía”, 201-211; Susan Campos Fonseca, “Las mujeres en la práctica musical de Costa Rica entre
1790 y 1949 (inventario)”, Mousike Logos (2008). ; Cartín, M, “María Isabel Carvajal Quesada, 1887-1949”, Mi año de antaño (2016); Guías
de Costa Rica, “Doña María Fernández Le Cappellain de Tinoco Granados” (2016); Instituto Nacional de las Mujeres, “Esther de Mézerville”;
Instituto Nacional de las Mujeres, “Ana Rosa Chacón”; Instituto Nacional de las Mujeres, “María Teresa Obregón Zamora (1888-1956)”; Instituto
Nacional de las Mujeres, “Corina Rodríguez López (1895-1982)”; Arce, Para elegir; Marta Castegnaro, “Carmen Nieto de Madrigal”, La Nación
(Viva), (setiembre-2000); María Eugenia Dengo, “Lilia González González”, La Nación, (diciembre 1973); Martínez, “Masonería”, 24-46; 79-
101; 296-308 y 323-349. Rodríguez, “Cronología de las luchas”, 1-28; Rodríguez, “La Sociedad”; 1-327. Sistema Nacional de Bibliotecas,“Vita-
lia Madrigal Araya”; Sistema Nacional de Bibliotecas, “Rodríguez López, Corina”; Sistema Nacional de Bibliotecas, “Marita O´Leary Ramírez”;
Sistema Nacional de Bibliotecas, “Esther Castro de Tristán”; Sistema Nacional de Bibliotecas, “Matilde Carranza”.
42 Más adelante se analizarán cuáles fueron estas mujeres que a la vez que era teósofas o masonas también fueron parte de la Liga
Feminista.
43 Eduardo Devés, “Latin American and Global Theosophical Networks, 1875- 1930: Lodges, Civil Society, International Agents.
Conceptual and Empirical Issues”, Izquierdas, n.º 49 (2020): 6.
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Es importante indicar que muchas de las mujeres se habían iniciado en la STCR, la ma-
sonería o integrado a movimientos feministas antes de la primera década que abarca esta
investigación, es decir algunas de ellas habían incursionado en luchas feministas desde el año
1919 con su participación en los movimientos contra la dictadura de Tinoco. De igual forma, la
participación de muchas de las mujeres en alguno de los tres movimientos duró más de una
década. Es decir, pueden aparecer contabilizadas en más de un periodo.
Con respecto a la década de 1923 a 1933, fue este el periodo en que la Liga Feminista tuvo su
mayor cantidad de miembros, con veinte mujeres, lo cual pudo deberse a su reciente creación.
Asimismo, esa misma década constituye la época en que más cantidad de mujeres participaron
en la masonería; un 90 %. Esto está relacionado con la creación de la primera logia mixta o de
comasonería y al énfasis que el movimiento le daba a la participación femenina. En cambio,
la participación de las mujeres en la STCR alcanzó su mayor porcentaje en la década de 1933 a
1943, década en que la participación femenina en la Liga y la masonería se redujo, al igual que
en la última, de la periodización del presente estudio.
Gráfico 1
Participación de hombres y mujeres en Teosofía en el año 1940
Mujeres y Hombres Perteneciantes a logias en 1940
Para el año 1940, existían tres logias teosóficas. Al analizar la conformación de cada una
de ellas, puede observarse que las tres: Vïrya, Sirio y Shakti tenían participación de hombres y
mujeres en cantidades muy similares. Vïrya estaba conformada por 26 hombres y 18 mujeres,
Sirio por el contrario tenía mayoría de mujeres de sus 7 miembros, 4 eran mujeres y en el caso
Shakti, estaba conformada por 6 hombres y 4 mujeres. Esto evidencia que la participación fe-
menina fue muy similar a la participación masculina.
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Tal y como lo muestra el cuadro 2, las mujeres activistas poseían ocupaciones diversas,
entre ellas encontramos educadoras, amas de casa, escritoras, artistas y abogadas. Dato im-
portante es que casi el cincuenta por ciento, eran educadoras. La participación femenina en
educación sentó las bases de las primeras intelectuales de Costa Rica. De igual modo, la cultu-
ra con un matiz feminista, que se transmitía en y desde el Colegio Superior de Señoritas, con-
virtió cualidades femeninas en valores cívicos; entre ellos, el más importante, la maternidad.
Estas mujeres no eran radicales sociales, pero sí lucharon por incluir lo femenino en la esfera
pública, especialmente por medio de movilizaciones contra los Tinoco en 1919, lo que las llevó a
fundar la Liga Feminista en 1923. Curiosamente, la esposa del expresidente Tinoco, María Fernán-
dez Le Cappellain, también se integró, posteriormente, como miembro, a la Liga Feminista.
Entre los principales logros de este movimiento se tiene la lucha contra la discriminación
salarial durante la década de 1920. Por esta razón, se le debe reconocer a las maestras sus in-
valuables contribuciones, como la importancia de la participación de las mujeres en la socie-
dad y la promoción de la paz social.44
44 Iván Molina Jiménez, “Educación y sociedad en Costa Rica: de 1821 al presente (una historia no autorizada)”, Diálogos, n.º 2
(agosto 2007-febrero 2008): 200-241.
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Genarina de la Guardia
1919 1923-1939 Sin identificar
Paredes
América Quiñones 1910 Sin identificar
María Martina O´Leary
1923-1941 Profesora de piano independiente
Ramírez
Enseñaba en una escuela que lleva-
Victoria Madrigal Araya 1923-1942
ba su nombre Victoria
Isabel Calderón 1923-1943 Sin identificar
Marta Sancho 1923-1944 Sin identificar
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La ocupación desempeñada por docentes sirvió para promover una mayor participación
de ellas, principalmente como activistas feministas. Ellas eran conscientes de la necesidad
urgente, en la sociedad patriarcal de ese momento, para hacer ver a todos que la partici-
pación femenina era necesaria dentro de un país democrático. Estas docentes luchadoras pro-
movían una forma diferente de pensar, que transmitían a sus estudiantes. Ellas insistían en no
acostumbrarse y aceptar las diferentes situaciones que afectaban al país a nivel sociopolítico.
Fueron vehementes sobre la participación en las manifestaciones contra el gobierno de Tino-
co, en 1919.
A su vez, promovían concursos educativos sobre temas como la lucha por alcanzar el su-
fragio femenino. Es decir, se valían de este tipo de herramientas educativas para promover y
difundir el pensamiento emancipador del momento.45 Tal es el caso del Colegio Superior de
Señoritas, que era un centro de formación de mujeres pensantes y críticas, ya que no se lim-
itaba a la enseñanza de contenidos vacíos, sino que brindó una visión crítica a sus estudiantes
sobre la importancia de emprender luchas que les permitieran forjarse un futuro mejor para
ellas y las generaciones por venir.
45 Marta E. Solano Arias, “A 90 años de la fundación de la Liga Feminista Costarricense: los derechos políticos”, Revista Derecho
Electoral, n.º 17 (2014): 357-374.
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Es importante analizar también, hasta qué punto las mujeres que militaron en la Liga
Feminista o formaron parte de logias teosóficas o masonas, estuvieron casadas con políticos,
escritores o personalidades de la época. En este caso, un gran porcentaje de ellas sí tuvieron
una relación de matrimonio con varones que se destacaron en la política, o en otros cargos de
la élite intelectual de Costa Rica. María Fernández Le Capellan, María Teresa Obregón Zamora
y Carmen Nieto de Madrigal, quienes fueron teósofas y masonas, casaron con Federico Tinoco
(presidente de Costa Rica en el periodo 1917-1919), Omar Dengo (escritor, abogado y periodista)
y Felipe Madrigal (político), respectivamente.
De igual manera, varias líderes feministas estuvieron casadas con personas de la élite intelectual. Tal
es el caso de María Martina O´Leary Ramírez (casada con el escritor y retratista humorístico Enrique Hine
Saborío), Victoria Madrigal Araya (casada con René Charles Van Huffel), María Isabel Carvajal (casada con
Manuel Mora Valverde, abogado y político), Ángela Acuña Braun (casada con Lucas Raúl Chacón González,
reconocido dirigente popular, profesor de gimnasia y futuro director del Liceo de Costa Rica, masón y
fundador de Boy Scouts en Costa Rica) y Ester Castro de Tristán (casada con José Fidel Tristán Fernández,
botánico, educador y masón). Dado que gran cantidad de ellas estuvieron acompañadas en sus hogares
por hombres pertenecientes a la clase intelectual del momento, a su vez pudieron tanto haber recibido
alguna influencia ideológica de sus maridos, como todo el apoyo que requerían para convertirse en ac-
tivistas tanto dentro de las logias como del movimiento feminista nacional.
Por otro lado, se destaca la participación de tres importantes mujeres que no eran costarricens-
es y fueron parte de la Liga Feminista. Ellas eran la guatemalteca Esther de Mézervile, quien al igual
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que la española Carmen Nieto Casabó de Madrigal, eran activistas de la Liga Feminista y a su vez eran
teósofas y masonas. También participó la panameña Genarina de la Guardia, quien se perteneció a
la Liga Feminista, desde sus inicios en 1923 hasta 1939, y se había iniciado en la masonería en 1919.
Una considerable cantidad de miembros de la Liga Feminista eran mujeres que se de-
sempeñaban al trabajar como maestras o educadoras. Esto sugiere que este gremio fue uno
de los más preocupados ante las injusticias en materia de igualdad que se experimentaban en
la época. Se vieron motivadas ellas a alzar su voz, a difundir el pensamiento crítico desde las
aulas donde desempeñaban sus funciones. La gran mayoría eran costarricenses.
Cabe mencionar que un porcentaje importante de ellas, casi la mitad, a la vez que era miem-
bro de la Liga Feminista, era parte de la STCR o la masonería también. De hecho, primero habían
sido miembros de la Sociedad Teosófica de Costa Rica o de la comasonería antes de convertirse
en activistas femeninas. De este modo, la rama teosófica y la comasonería desarrollada entre
1923 y 1953 se podría valorar como un laboratorio social o cultural donde nace, se nutre y se
proyecta el feminismo en Costa Rica. Producto de ello es la fundación de la Liga Feminista.
Del análisis se desprende también que la mayor participación de las mujeres tanto en la
conformación de logias como en la Liga Feminista tuvo como periodo más fuerte fue la prime-
ra década en estudio: 1923 y 1933. Durante estos años se produjo el nacimiento de la Liga Fem-
inista. Pudo deberse al hecho de que algunas mujeres habían tenido la posibilidad de cursar
estudios en el extranjero. De hecho, el Colegio Superior de Señoritas se convirtió en sede del
debate de los pensamientos emancipadores de las mujeres porque muchas de las lideresas de
la Liga Feminista eran educadoras y trabajaban ahí. Algunas de estas docentes, como es el caso
de Esther de Mézerville, habían tenido la oportunidad de prepararse académicamente en otros
países por medio de becas o fondos propios.
Es importante tener claro que las redes intelectuales como la teosófica consisten en espacios
de gestación y circulación de ideas y de creación a nivel social e institucional. Se constituye en una
agrupación que acompaña al pensamiento por medio de publicaciones, reuniones y grupos de estudio.46
La STCR se convirtió en un movimiento intelectual en el que, desde su inicio, sus logias estuvieron
conformadas tanto por varones como por mujeres. Además, ha sido usual la participación femenina en
cargos de liderazgo dentro de sus agrupaciones. Quizás no pueda decirse que se llegue a la mitad, pero
sí en proporciones considerables.47 De este modo, el ejercicio del sufragio a lo interno de cada rama
siempre incluyó a la mujer, tuvieron una participación activa en la toma de decisiones políticas de la
organización.48 Es decir, estuvieron presentes en procesos electorales desde siempre. Su rol siempre las
incluyó en igualdad de condiciones.
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Desde su inicio, la Sociedad Teosófica de Costa Rica se caracterizó por la participación de mane-
ra activa de mujeres como Esther de Mézerville, Ana Rosa Chacón González y María Fernández Le
Cappellain, quienes unos años después se organizarían en movimientos feministas en defensa de
la igualdad de derechos para poder elegir y ser electas mediante el voto. Además de contar con la
participación activa de teósofas en la vida sociopolítica de Costa Rica, ellas también, por medio de
su organización en redes y logias masónicas y teosóficas, tuvieron una destacada presencia en activ-
idades de beneficencia, en programas como La Gota de Leche o el Abrigo de los Niños, que estaban
enfocados a la asistencia social de niños en condiciones de pobreza y desventaja social. Esto apunta
a que las logias teosóficas dieron origen al desarrollo de prácticas filantrópicas, al amparo de la
ideología de ayudar a los más necesitados, y promover esa tendencia fraternal que debe caracterizar
a los miembros de estos grupos.49
La Iglesia católica no se quedó aparte de este proceso de emancipación por la igualdad de las mu-
jeres. No está de acuerdo con el sufragio femenino; sin embargo, las mujeres líderes feministas, espe-
cialmente Ángela Acuña, Ana Rosa Chacón, Sara Casal y Marian Le Cappellain, continúan con su trabajo,
tanto en una larga y desgastante campaña sufragista, como en el establecimiento de programas de asis-
tencia social, algunos vinculados a la Iglesia católica. Tal es el caso de las Damas de San Vicente de Paul
y el programa La Gota de Leche de San José.50
Al analizar cuáles son los principios de género que orientaron tanto a la STCR, la masonería como a
la Liga Feminista, es importante anotar todas estas agrupaciones tienen en común es que la educación
de la mujer es importante ya que la sociedad completa se beneficiaría de la superación femenina. La
mujer podría ser mejor madre, esposa, jugar un rol mucho más crítico y analítico dentro de la sociedad.
En el caso de la Sociedad Teosófica, el movimiento nace de una mujer, y lo continuó una mujer,
por esta razón el rol femenino es muy valorado dentro de la agrupación. Es así como esta brindó
un espacio a mujeres inteligentes de clase media, especialmente maestras y artistas que tenían la
necesidad de elevar su voz para reclamar su derecho al voto. Cuando se le preguntó a Blavatsky si
a las mujeres en la ST se le conferían los mismos derechos que a los hombres, ella respondió que el
sexo de una persona no influía en el rango o status dentro de la logia, lo que realmente importaba era
el deseo de servir a los demás y a la voluntad de trabajar por ese objetivo.51
49 Martínez Esquivel, “Masonería y el establecimiento de la Sociedad Teosófica en Costa Rica (1904-1910)”, en Subjetividades
esotéricas, 79-101.
50 Rodríguez, “Visibilizando”, 10.
51 Ellwood y Wessinger, “The Feminism”, 76.
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En el caso de la Liga Feminista, dentro de los principales objetivos que perseguía era el
continuar con el apoyo a las labores filantrópicas que emprendían las mujeres en contra del
abandono infantil, apoyar campañas para damnificados, frenar las injusticias del salario de
las maestras, la lucha por la aprobación del voto femenino, que venían muy de la mano con
los principios que experimentaban las logias teosóficas y masonas. Esta lucha por la igualdad
de derechos, se convierte en su caballo de batalla, presentaron la solicitud formalmente ante
la Asamblea Legislativa en cinco ocasiones diferentes. Todos estos esfuerzos por el voto per-
mitieron a las mujeres visibilizar un rol diferente al tradicional o doméstico, su función ho-
mogénea dentro de una sociedad colmada de vicios, así es como el discurso de estas feministas
adquirió gran radicalidad.54
El reto principal de la Liga Feminista fue como movimiento de liberación de la mujer, dado
que primero que nada se necesitaba comprender el contexto histórico con el fin de elaborar
propuestas concretas para permitir la subordinación femenina en una sociedad patriarcal.
Dado que a la mujer se le conocía únicamente por su papel sumiso a nivel doméstico, jamás
se concebía un rol de mujer activa, contestataria y proponente de ideas emancipadoras que
fortalecería la igualdad en la ciudadanía.
De esta forma, Acuña Braun, junto con las feministas, teósofas y masonas de la Liga luchan
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por poner fin a la histórica exclusión de las mujeres en los espacios de toma de decisión. La Liga
le recuerda a la sociedad del momento que la participación femenina sí importa dentro de una
verdadera democracia y se sientan las bases para el reconocimiento y la participación de las mu-
jeres en la construcción de una ciudadanía más justa e igualitaria.57 En este sentido, “el discurso
feminista mezclaba tanto un énfasis igualitario como un énfasis en la diferencia sexual”.58
Otro logro que se puede atribuir a la Liga es la motivación que se genera para que
otros grupos se organicen y luchen por promover la igualdad de las mujeres. Los esfuerzos
planteados por la liga estuvieron secundados por otros grupos de mujeres que también exigían
el cumplimento de derechos civiles y electorales, puede destacarse entre ellas el papel pro-
tagónico de la Alianza de Mujeres Costarricenses del Bloque de Obreros y Campesino (nuevo
nombre del Partido Comunista) como también las jornadas de los estudiantes y de las mujeres
del 15 de mayo de 1943, el movimiento de las Mujeres del 2 de Agosto de 1947, la Unión de Mu-
jeres del Pueblo (fundada el 22 de agosto de 1947 con mujeres del Partido Vanguardia Popular
y todas aquellas mujeres que participaron activamente en la Guerra Civil de 1948).59
Varias de las mujeres que participaron en la Liga Feminista también fundaron en 1928
la Liga Cultural Femenina, cuyos fines eran la educación física, moral e intelectual de las
mujeres, para crear conciencia sobre la maternidad y sus derechos como mujer y su rol en
la sociedad. Esta Liga Cultural organizó el I Congreso Centroamericano Femenino de Edu-
cación en el año 1938, lograron la participación de muchas maestras centroamericanas. Tam-
bién colaboró en la fundación de la filial de la Liga pro Paz y Libertad en 1940. Participó en la
realización de la Mesa Redonda Panamericana la cual tuvo como resultado la fundación de la
Escuela de Empleadas Domésticas.60
En este contexto político y social del país de la lucha femenina por el sufragio, es de interés
analizar el contexto religioso y educativo de la época. El Colegio Superior de Señoritas jugó un
rol importante como semillero formador de mujeres capacitadas para trabajar arduamente en
beneficio del país. Es un semillero que impulsó a sus estudiantes en labores filantrópicas y de
lucha política, especialmente ligadas a los movimientos promovidos por la Liga Feminista.61
Tanto la STCR como la masonería, fueron ideologías que permitieron a los seguidores
agruparse en logias para compartir sus ideologías. Según lo expuesto hasta acá, la teosofía se
refiere a “un sistema de creencias, sustentado en una cultura mental esotérica que tiene su
propia lógica. Esta cultura mental tiene un largo trayecto histórico en diversas sociedades por
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La masonería por un lado, era un movimiento patriarcal que en sus inicios tenía las puer-
tas cerradas a las mujeres. Por otro lado, la teosofía desde sus inicios, tal y como la misma
Helena Blavatsky lo afirma, su objetivo era servir a los demás, el género no importaba mien-
tras se cumpliera el objetivo. Desde ahí se forma lo que podría llamarse feminismo espiritual.
Asimismo, se caracteriza la masonería por promover un espíritu asociativo entre sus miem-
bros, desarrolla redes masónicas e intereses asociativos. Es así como se crean nuevos espa-
cios de sociabilidad, con miembros que poseen diferentes estatus sociales, desde artesanos
hasta grandes comerciantes, con gran participación de extranjeros. Se crean nuevos intereses
y se aboga al igual que la teosofía por la búsqueda del bien común a través de actividades
filantrópicas.63
La mujer empieza a tener participación en logias masonas a finales del siglo XIX en el
Gran Oriente Español cuando se detecta que dentro de la agrupación no existe espacio para el
género femenino. La emancipación de las mujeres también deja en evidencia la exclusión que
se vivía dentro de la masonería, sin embargo, hubo gran apertura de los masones que apoyaron
la educación de las mujeres y la incorporación de su participación en espacios públicos con
igualdad de condiciones.64 Existieron posiciones encontradas sobre la inclusión de la mujer
en la masonería, ya que hubo quienes mantuvieron el rechazo de la presencia femenina den-
tro de las logias aduciendo la indiscreción de las mujeres para guardar secretos, además de
los desórdenes que podían causar. Por otro lado, hubo quienes aceptaron compartir la obra
masónica con las mujeres, admitían que la reconocida sensibilidad de las mujeres les per-
mitiría mejorar el cometido en pro de la beneficencia.65 Es por esta razón que se crea la coma-
sonería o logias mixtas, con el fin de flexibilizar los lineamientos de estas sociedades y poder
permitir que las mujeres sean parte del movimiento.
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La STCR brindó a las mujeres una clara ideología que las impulsaba a luchar por lograr el
bien común, eso implicaba actuar de manera enérgica en las luchas sociales y actividades de
beneficencia. Ya se ha visto que la logia asemeja un microespacio democrático donde cada uno
tiene derechos iguales sin importar qué cargo ostentan dentro de la organización, esto era lo
que las motivó para luchar con el fin de poder replicar este mismo sistema a nivel sociopolítico
en el país. De igual manera, la masonería como red social en Costa Rica permitió y motivó a
los miembros a participar en otros espacios de asociación ya que la logia fue una sociedad de
ideas moderna, pluriformal y progresista.
En Argentina, por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo XIX, fue la masonería la que
impulsó y dio el acompañamiento espiritual a todas las feministas que decidieron emprender
luchas emancipadoras con el fin de alcanzar igualdad de derechos en una sociedad patriarcal
del momento. Entonces podría decirse que la masonería fungió como un espacio de lucha cul-
tural para las primeras generaciones feministas.69
La presencia de mujeres en cargos de liderazgo dentro de las logias teosóficas, como por
ejemplo el hecho de que desde 1965 hasta 1993 la presidencia de la Sociedad Teosófica en In-
dia (Adyar) estuvo ocupada por mujeres, lo cual puede ir de la mano con los resultados de los
movimientos emancipadores que las feministas tejían a nivel social, cultural y político.70 Los
participantes de la teosofía y la masonería tenían muchas características en común. Entre el-
las podría decirse que sus miembros pertenecían a las élites intelectuales del país, en el caso
de este estudio, las mujeres que participaron tanto de la teosofía como de la masonería son
mujeres que a su vez emprendieron luchas feministas importantes en la historia del país. Por
lo general participaron “personas ligadas al mundo de la política, al arte, a la educación y a la
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salud”.71
Sin embargo, existen diferencias entre los participantes en ambos tipos de sociedades
teosóficas o masonas. En primera instancia, la masonería posee requisitos de ingreso, eso
la convierte en un grupo más cerrado y de acceso restringido. A lo interno de la agrupación
también existen niveles jerárquicos. Por otro lado, la teosofía no tenía requisitos sexuales,
raciales o socioeconómicos para limitar su ingreso, pero también posee una construcción de
jerarquías internas.72 Otra diferencia radica en la posibilidad de incorporar mujeres dentro de
sus logias. La Sociedad Teosófica es más abierta que la masonería para aceptar que el géne-
ro femenino participe dentro la organización. De hecho, es hasta el año 1919 que se funda la
primera logia de comasonería en el país, con el fin de que las esposas e hijas de los masones
puedan participar en ellas ya que no tenían rango de participación dentro de las tradicionales
logias masonas ya establecidas.73 De este modo, la masonería sufre una evolución en su historia
ya que, por la necesidad y la presión de incorporar la participación femenina de manera activa
en sus logias, surge la comasonería, que al igual a como sucede en teosofía la mujer tiene un
rol de liderazgo distinguido y puede ocupar posiciones de jerarquía, lo cual difería al concepto
tradicional que el movimiento masón promulgaba.
Es entonces cuando se analiza si las logias, pueden concebirse como espacios de socia-
bilidad, un sitio donde las mujeres del siglo XIX fortalecieron sus ideologías feministas y to-
maron valor para plantear y emprender la campaña sufragista en búsqueda de una sociedad
con igualdad de derechos para hombres y mujeres. Varios autores han analizado la realidad de
otros países sobre esta posible influencia o relación entre teosofía y masonería para promover
procesos de emancipación femenina en otras latitudes. Han determinado que por medio de
la propagación de estos de espacios de sociabilidad se influye en la opinión pública, más que
todo en los intelectuales que tenían un proyecto de lucha por la igualdad de derechos.74
En este caso, según Casaús Arzú,75 las reuniones de las logias teosóficas fueron activistas y
propulsoras de ideas políticas y sociales de acuerdo con la realidad que se vivía en Guatemala.
Al igual que en Costa Rica, la participación de las líderes feministas se veía influenciada por
la participación de estas mismas mujeres en logias de la STCR y en la comasonería. De este
modo, las logias se convierten en movimientos sociales, componentes de gran influencia en
la sociedad. Se unen para luchar, apoyarse, darse el soporte espiritual que se necesitaba para
emprender una lucha por un cambio de paradigma en una sociedad sumamente conservadora
y religiosa.
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Lo anterior les permitió empezar a generar opinión pública sobre temas feministas que has-
ta ese momento no habían sido discutidos a nivel comunal, solo eran ideas que se quedaban
dentro de las discusiones familiares dentro del hogar.76 Podría analizarse entonces que como
la participación femenina dentro de la teosofía y la comasonería construye una plataforma
importante de lucha y como se fundan las bases del feminismo que persigue la igualdad de
derechos para las mujeres.
Conclusiones
La comasonería y la STCR movilizan la opinión pública de las mujeres del siglo XIX, la
educación de ellas, su nivel de escolarización y la influencia de los modelos internacionales
repercute en su movimiento emancipador. En este caso, la comasonería y STCR dieron origen
a debates y discursos que guiaron a algunas mujeres de la élite a emprender luchas.
La STCR es la primera red global e intelectual con liderazgo femenino y con una presencia
muy fuerte de ellas. De qué manera a través del clustering de ideas teosóficas se construyen
movimientos de lucha por la igualdad femenina. El rol que jugó esta red de intelectuales fe-
meninas al participar en teosofía influenció el libre pensamiento en las mujeres sufragistas.
La Liga Feminista como movimiento emancipador respondió a los mismos principios de la
teosofía: igualdad, hermandad y esa búsqueda por la educación intelectual de sus miembros.77
Mujeres importantes de la teosofía como Tingley y Bessant primero fueron activistas so-
ciales antes de ser teósofas. Igual sucede en Costa Rica con el caso de Esther de Mézerville
y Ana Rosa Chacón, fueron mujeres que tenían claro que para mejorar la sociedad no debía
existir ningún tipo de desigualdad, menos en el hecho de que las mujeres pudieran gozar
de los mismos derechos que los hombres. Aquí es importante reconocer que el movimiento
teosófico ha ofrecido desde siempre oportunidades de liderazgo femenino. Lo cual no puede
decirse que para las mujeres todo ha sido fácil en la estructura teosófica, ya que siempre se
debe luchar contra los roles de género socialmente restringidos. Sin embargo, el movimiento
teosófico ha ofrecido una serie de características que facilitan el liderazgo de las mujeres,
como la ausencia de un ministerio ordenado.78
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Rica, las educadoras jugaron un papel protagónico en todas sus luchas. Las cuales trascendían
más allá de simples manifestaciones, estuvieron caracterizadas por sus escritos donde se
abordaron temas como lo fue su derecho al sufragio. Se valora que las redes masonas fueron
una plataforma oculta de opinión pública durante el siglo XIX.79
La STCR por su parte, como la primera red intelectual global con liderazgo femenino y
fuerte presencia femenina se convierte también en una plataforma que impulsa el desarrollo
de una Liga Feminista con ideas emancipadoras en pro de la igualdad entre hombres y mu-
jeres.80 Esta es un movimiento que se extiende a todo el mundo al combinar diferentes cultu-
ras, realidades y situaciones particulares de cada contexto. Desde esta perspectiva, el movi-
miento teosófico brinda un claro modelo democrático que debería reproducirse en cada país,
al menos al valorar a la mujer como persona activa, capaz y generadora de ideas que ayudarían
a que la sociedad cada vez esté mejor.
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Anexos
Periodos de participación de las mujeres en los tres movimientos en estudio: Liga Feminista,
masonería y teosofía, según su ocupación y nacionalidad en la época entre 1923-1953
CUADRO RESUMEN
PERIODO
PERIODO
PERIODO EN LA EN LA
NOMBRE EN LA NACIONALIDAD OFICIO
LIGA FEMINISTA SOCIEDAD
MASONERÍA
TEOSÓFICA
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