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SESIÓN Nº 1
LA REVELACIÓN DIVINA
LECTURA REFLEXIVA
CONTENIDOS:
1.1. La Revelación Divina
1.2. La Tradición Apostólica
1.3. La Sagrada Escritura
1.4. La Sagrada Escritura y Tradición
1.5. El Magisterio de la Iglesia
blia o la Iglesia?
1.6. Los Dogmas de la Iglesia
¿Sólo la Biblia?
Es un error creer que basta la Biblia para nuestra
salvación. Esto nunca lo ha dicho Jesús y tampoco
está escrito en la Biblia. Jesús, reitero, nunca
escribió un libro sagrado, ni repartió ninguna Biblia.
Lo único que hizo Jesús fue fundar su Iglesia y
entregarle su Evangelio para que fuera anunciado a
todos los hombres hasta el fin del mundo. Fue
dentro de la Tradición de la Iglesia donde se escribió
y fue aceptado el N.T., bajo su autoridad apostólica.
Además la Iglesia vivió muchos años sin el N.T., el que se terminó de escribir en el año 97 después de
Cristo. Y también es la Iglesia la que, en los años 393-397, estableció el Canon o lista de los libros que
contienen el N.T. Por tanto, si aceptamos solamente la Biblia, ¿cómo sabemos cuáles son los libros
inspirados? La Biblia, en efecto, no contiene ninguna lista de ellos.
Fue la Tradición de la Iglesia la que nos transmitió la lista de los libros inspirados. Supongamos que se
perdiera la Biblia, en ese caso la Iglesia seguiría poseyendo toda la verdad acerca de Cristo, la cual
hasta la fecha ha sido transmitida fielmente por la Tradición, tal como lo hizo antes de escribir el NT.
Los evangélicos, al aceptar solamente la Biblia, están reduciendo considerablemente el conocimiento
auténtico de la Revelación Divina. Guardemos esta ley de oro que nos dejó el apóstol Pablo:
«Manténganse firmes guardando fielmente la Tradiciones que les enseñamos de palabra y por carta» (2
Tes. 2,15).
1.5 El Magisterio de la Iglesia
La Revelación Divina abarca la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura. Este depósito de la fe (cf.
1 Tim. 6, 20; 2 Tim. 1, 12-14) fue confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia. Ahora bien el oficio
de interpretar correctamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio
vivo de la Iglesia. Ella lo ejercita en nombre de Jesucristo. Este Magisterio, según la Tradición
Apostólica, lo forman los obispos en comunión con el sucesor de Pedro que es el obispo de Roma o el
Papa. El Magisterio no está por encima de la Revelación Divina, sino que está a su servicio, para
enseñar puramente lo transmitido. Por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, el
Magisterio de la Iglesia lo escucha devotamente, lo guarda celosamente y lo explica fielmente.
SESIÓN Nº 2
LA BIBLIA Y LOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
1
Documento de Aparecida
Por otra parte, ya desde la preparación de la Conferencia el tema llevó a la consideración que todo
cristiano es, ante todo, seguidor de Cristo y por eso forma una comunidad de discípulos. No es
simplemente un practicante de una religión, sino es el creyente que acepta la enseñanza del Maestro,
y por ende, acepta de acuerdo a esas enseñanzas, que está llamado a vivir en comunidad y a
compartir la fe y la vida.
Así mismo el discípulo de Cristo descubre primero en la confianza, y poco a poco a partir de su propia
experiencia, que la enseñanza de Jesús es la verdad, y que asumiéndola le trae la vida verdadera.
Por eso acepta convencido que Jesús es el camino, la verdad y la vida. De la misma manera acepta
que esa vida, está ofrecida a todos los hombres, y de ahí, que el discípulo de Cristo se transforma en
misionero, anunciador y testigo de la presencia de Dios en el mundo y de la vida que se prolonga y
trasciende los límites terrenales.
El discipulado pues, ejercido a la manera de Jesucristo, entraña necesariamente la misión. A Jesús le
interesa no simplemente tener discípulos, sino continuadores en la historia que mantengan vivo el
anuncio y la presencia del Reino de Dios en el mundo.
Por ello, como lo dijo el Santo Padre en su discurso inaugural en Aparecida: Discipulado y misión son
como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede
dejar de anunciar al mundo que sólo él nos salva (Hch 4,12).
El hecho de haber elegido estos temas como centro de la reflexión de la V Conferencia llevaron a los
participantes de la mano al texto bíblico. Fue una manera concreta de asociar, de manera constante y
espontánea, la reflexión episcopal con el texto de la Sagrada Escritura.
En el texto mismo del DA encontramos tres veces citado el término Biblia ; siete veces citado el
término Sagrada Escritura ; dos veces citado el
término Tradición ; once veces citado el término
Magisterio ; mientras que el término Palabra de
Dios lo encontramos 29 veces.
Teniendo en cuenta el presupuesto planteado al
inicio de esta conferencia podremos descubrir que el
ejercicio de la V Conferencia General fue una
expresión del Magisterio Episcopal al servicio de la
Iglesia. Por ello, su preocupación fue ser fieles a la
Escritura y la Tradición para actualizar y orientar la
misión de la Iglesia.
La primera observación que nos dejan los números sobre los términos empleados es la insistencia en
la Palabra de Dios. Podemos afirmar que el documento permite constatar que la gran preocupación
de la Iglesia no es solo conocer la Biblia, sino sobre todo asumirla como Palabra de Dios. Es decir hay
una clara finalidad pastoral de que la renovación de la Iglesia se nutra de la escucha y puesta en
práctica de la Palabra de Dios: Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios
como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de “auténtica conversión y de
renovada comunión y solidaridad”. Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se
presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización. Los
discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra: quieren acceder a la interpretación
adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, y a que
sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. Por esto, la importancia de una
“pastoral bíblica”, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación
o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización
inculturada o de proclamación de la Palabra. Esto exige, por parte de obispos, presbíteros, diáconos y
ministros laicos de la Palabra, un acercamiento a la Sagrada Escritura que no sea sólo intelectual e
instrumental, sino con un corazón “hambriento de oír la Palabra del Señor” (Am. 8, 11).
Una segunda observación es que el magisterio episcopal en Aparecida se ha ejercido teniendo en
cuenta la Escritura y la Tradición : Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia.
La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo” , es, con la
Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura
es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo. De aquí la invitación de Benedicto XVI: “Al iniciar
la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y El Caribe se dispone a emprender, a
partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento
profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la
meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea
que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un
mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso
misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” .
Por eso desde el inicio se afirma : En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser
discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una
carga sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo.
ACTIVIDAD
1. En equipos colaborativos escogen textos bíblicos y exponen el sentido bíblico teniendo en cuenta,
el aspecto literal y espiritual.
2. Después de haber leído el documento de Aparecida, realice lo siguiente:
a) Un informe, TITULADO: “La Palabra de Dios”, deberá responder
¿Qué es y qué significado tiene la Palabra de Dios en el hombre? Y
¿cómo ella se encuentra relacionada con la misión que él tiene en el mundo?.
3. Luego se hará una puesta en común de aquellas cuestiones que les hayan resultado más
interesantes.
SESIÓN Nº 3
Aun utilizando una estructura narrativa diversa, también el evangelista Lucas refiere la concepción
virginal de Jesús, de María, por obra del Espíritu Santo. Después del anuncio del nacimiento de Juan
Bautista, el evangelista relata el anuncio del ángel a María:
“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin. Y
María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el santo que va a nacer se
llamará Hijo de Dios” (Lc. 1,30-35).
En el capítulo segundo, el mismo Lucas refiere con simplicidad extrema el nacimiento de Jesús,
acaecido en Belén, a donde se había acercado María y José para empadronarse en el censo:
“Y mientras estaban allí le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada” (Lc. 2,6-7).
3.2 FE DE LA IGLESIA
Este precioso dato bíblico, cuya última fuente es la Bienaventurada Virgen María, ha sido resumido
por la fe de la Iglesia en el credo niceno-constantinopolitano, que confiesa del Hijo de Dios: “y por
obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”. El Hijo de Dios,
engendrado por el Eterno Padre antes de los siglos, nació en el tiempo, de Santa María Virgen, por
obra del Espíritu Santo. Es la explicitación del antiquísimo texto paulino: “Cuando llegó la plenitud de
los tiempos, Dios envió a su hijo, nacido de una mujer” (Gal. 4,4). La Virgen es la mujer que ha
llegado a ser Madre del Hijo de Dios encarnado.
La Iglesia reconfirmó solemnemente el dato escriturístico con el dogma de María Theotókos (Madre
de Dios), en el Concilio de Éfeso del año 431. Confirmando este antiquísimo elemento de la fe, el
Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, afirma: “Creyendo y obedeciendo
María engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, bajo la sombra del
Espíritu Santo”
ACTIVIDADES
SESIÓN Nº 4
Queda claro, pues, que dentro de nuestra fe la Virgen María no es un personaje secundario; es
decir, una figura muy bonita y amable que inspira devoción a los niños pequeños y a gente sin
cultura. No. La veneración a la Virgen María es algo esencial en la fe católica. Por ello, la vida
de fe del cristiano se resiente y se empobrece cuando descuida el culto a la Virgen María.
Los protestantes discrepan de los católicos porque, según ellos, damos a la Virgen un culto
semejante al que se debe sólo a Dios. Pero esto no es cierto:
Por tanto, la Iglesia no considera a la Virgen como a “una más” entre los santos, sino como a
alguien que está muy por encima de ellos, debido a su espacialísima vinculación a Jesucristo en el
Plan de Salvación de la humanida
4.4 ¿QUÉ NOS DICE LA BIBLIA DE LA VIRGEN MARÍA?
La Biblia nos enseña que la importancia de María en la Historia de la Salvación deriva de los
siguientes hechos:
a) La decisión de Dios que el Mesías naciese de una mujer . Esta decisión de Dios aparece ya en
el libro de Génesis 3,15. San Pablo lo formula con claridad en Gálatas 4,4. La misión de la
Virgen María será decisiva en la obra de la Redención.
b) El “Sí” de la Anunciación: María con su Sí (Lc. 1,38), pasa a adquirir un papel fundamental en
los planes de Dios para la salvación de los hombres.
c) “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones”. (Lc. 1,48). Esta profecía, que pronuncia
María en su visita a su prima Isabel, expresa la voluntad de Dios de que todas las generaciones
alaben y veneren a la Virgen María. Y en estos veinte siglos, los cristianos no hemos dejado de
alabar a aquella que es Madre de Dios y Madre nuestra
ACTIVIDADES
1. ¿Contra qué dogma de fe mariano atenta cada una de estas afirmaciones erróneas? ¿Por
qué?
a. María es en efecto, la madre de Jesús, pero solo en cuanto hombre.
b. El cuerpo de María, como el de todos los hombres resucitará al final del mundo.
c. Al recibir en su seno al Mesías, la Virgen María fue santificada y lavada de toda
culpa.
2. Investiga en el capítulo 2 el Evangelio de San Lucas y te encontrarás con dos personajes:
el anciano Simeón y la profetisa Ana. ¿Qué importancia tiene lo que profetizaron?
SESIÓN Nº 5
JEUCRISTO PROTOTIPO DEL HOMBRE NUEVO
ACTIVIDAD
1. Elabore un informe TITULADO: “La Conversión del hombre” deberás responder en el mismo
trabajo
2. ¿Qué se entiende por conversión?
3. ¿Qué importancia tiene la formación de la conciencia en la vida del creyente?
RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS
SESIÓN Nº 8
8.2 La fe de tu Iglesia
La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera
que, en todas partes, confiesa al Señor ("Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia", cantamos
en el Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también: "creo",
"creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el
Ritual Romanum, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?"
Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna".
La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta
es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la
Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, Spir. 1,2). Porque es nuestra
madre, es también la educadora de nuestra
fe.
8.3 El lenguaje de la fe
No creemos en las fórmulas, sino en las realidades que estas expresan y que la fe nos permite
"tocar". "El acto (de fe) del creyente no se detiene en el enunciado, sino en la realidad (enunciada)"
(S. Tomás de A., s.th. 2-2, 1,2, ad 2). Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de
las formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad,
asimilarla y vivir de ella cada vez más.
La Iglesia, que es "columna y fundamento de la verdad" (1 Tim 3,15), guarda fielmente "la fe
transmitida a los santos de una vez para siempre" (Judas 3). Ella es la que guarda la memoria de las
Palabras de Cristo, la que transmite de generación en generación la confesión de fe de los Apóstoles.
Como una madre que enseña a sus hijos a hablar y con ello a comprender y a comunicar, la Iglesia,
nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de la fe.
8.4 Una sola fe
Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de
confesar su única fe, recibida de un solo Señor, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la
convicción de que todos los hombres no tienen más que un solo Dios y Padre (Ef 4,4-6). S. Ireneo de
Lyon, testigo de esta fe, declara:
"La Iglesia, en efecto, aunque dispersada por el mundo entero hasta los confines de la tierra,
habiendo recibido de los apóstoles y de sus discípulos la fe... guarda (esta predicación y esta fe) con
cuidado, como no habitando más que una sola casa, cree en ella de una manera idéntica, como no
teniendo más que una sola alma y un solo corazón, las predica, las enseña y las transmite con una
voz unánime, como no poseyendo más que una sola boca" (haer. 1, 10,1-2).
"Porque, si las lenguas difieren a través del mundo, el contenido de la Tradición es uno e idéntico. Y ni
las Iglesias establecidas en Germania tienen otro fe u otra Tradición, ni las que están entre los Iberos,
ni las que están entre los Celtas, ni las de Oriente, de
Egipto, de Libia, ni las que están establecidas en el centro el mundo..." (ibid.). "El mensaje de la
Iglesia es, pues, verídico y sólido, ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del
mundo entero"
(ibid. 5,20,1). "Esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar,
bajo la acción del Espíritu de Dios, como un contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente,
rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene" (ibid., 3,24,1
ACTIVIDAD
SESIÓN Nº 11
ACTIVIDAD
Elabore un foto lenguaje mostrando en ella la acción del Espíritu Santo en la obra de
Jesús y otro de como deberíamos vivir en este siglo XXI las Comunidades
Parroquiales.
SESIÓN Nº 13
ACTIVIDADES
1. Reflexiona e indica de qué manera pecan contra la esperanza en Dios: a) los que
esperan salvarse por sus propias fuerzas y abandonan los sacramentos, b) los que
dejan la conversión para el momento de la muerte, c) los que acuden a una pitonisa
para adivinar el porvenir.
2. En el libro del Levítico (24,10-16) se expresa como Dios aborrece la blasfemia.
Explica que castigo dijo Dios que se impusiera al blasfemo y razona los motivos que
explican la gravedad del tal castigo.
3. Reflexiona y opina. ¿Qué hacer en estos casos?: a) “He llegado tarde a la Eucaristía
sin culpa mía y ya no hay más misas en la ciudad, b) “Vivo en un pueblo donde no
hay misa. Si la hay en otro pueblo a cinco kilómetros. Podría ir en carro, pero...”,
c)”Nos vamos mañana domingo de excursión a las seis de la mañana y no nos dará
tiempo de ir a misa tampoco al regresar por la tarde”.
4. Explica brevemente sobre el poder de promulgar que Jesucristo da a su Iglesia
5. Sintetizar cada uno de los Mandamientos de la Iglesia.
SESIÓN Nº 15
LA DIGNIDAD HUMANA
LOGRO DE APRENDIZAJE PREVISTO
LECTURA REFLEXIVA
CONTENIDOS
La Dignidad Humana
15.1 Defensa de la dignidad y los derechos de toda persona
15.2 Aceptación de las diferencias: Todos somos distintos pero importantes para el plan de Dios.
blia o la Iglesia?
La Dignidad Humana
El ser personal es una realidad que supone para la ética el valor primero y fundamental. La dignidad
humana es el referente principal para los sistemas éticos religiosos y para aquellos que pretenden
construir una moral meramente civil basada en la autonomía de la razón humana. Todos coinciden en que
la persona es el valor supremo que hay que defender y proteger.
Naturaleza de la dignidad humana
La persona es algo original (único e irrepetible) y cualitativamente superior en el orden de los seres
creados. La moral sólo puede plantearse a partir de la estructura personal del ser humano. La
persona se manifiesta como una realidad que conjuga la dimensión privada y la dimensión pública.
Ambos factores forman parte de su valor ético. Si se reduce la persona a la dimensión privada se
cae en el individualismo. Si es reduce a lo público, se cae en un colectivismo igualmente reprobable.
Expresiones de la Dignidad Humana
En la ética kantiana, la moral reside en la actitud coherente con la realidad de la persona. Esa
actitud se expresa con las categorías fin / medio: la persona es y debe ser tratada como fin y nunca
sólo como medio.
La persona es una realidad absoluta y no relativa: su dimensión moral brota de su mismo ser y no
por referencia a otros seres. Esto no implica que se niegue su capacidad de apertura a los otros y a
Dios, peo incluso actúa como un absoluto que reclama un respeto y una dignidad incondicional.
Estructura personal del ser humano
Únicamente la persona puede ser origen y centro de los valores morales y quien puede justificarlos.
Esta afirmación pertenece a la cosmovisión bíblica y la tradición teológica. Santo Tomas coloca a la
persona como el centro del universo y como el lugar en que se realizan los valores morales. De esta
manera el ser personal es la categoría ética por excelencia para formular la moral, para preservarla
y fomentarla.
La humanización como meta de la dignidad humana
Afirmar la dignidad originaria de la persona significa, fundamentalmente, dos cosas:
Afirmar el valor del individuo, del yo: cada persona es única, insustituible, necesaria, tiene
valor por sí misma, es libre, vive para Dios que la conoce por su propio nombre.
Afirmación del valor de la alteridad, del otro: la persona, no está cerrada sobre sí misma,
sólo merece respeto en cuanto es intersubjetividad. La alteridad corrige y complementa la
posible desviación individualista y abstracta del personalismo.
En resumen, la dignidad humana como categoría moral orienta a la reflexión y a la vivencia ética
hacia la meta de la humanización. Aceptar el valor absoluto de la persona constituye el campo
propicio para un diálogo respetuoso y fructífero entre moral cristiana y la ética cívica.
15.2 Aceptación de las diferencias: Todos somos distintos pero importantes para el plan de Dios.
Aceptar las diferencias exige de nosotros reconocer lo importantes que somos en el plan de Dios; por
ello, a continuación hablaremos sobre los aspectos básicos de la Doctrina Moral Católica. Estas
reflexiones expresan los fundamentos básicos de la moral católica a la luz del documento Veritatis
Splendor, de su santidad, Juan Pablo II, que goza de la presencia del Padre.
Seguir a Jesucristo, como "el camino, la verdad y la vida" del hombre (Jn 14, 6), no es una exigencia
que le venga meramente impuesta desde fuera a la libertad humana. La moral cristiana no es, en este
sentido, "heterónoma". Al contrario, la pregunta que el hombre lleva dentro de sí por el sentido y la
plenitud de la vida, cuya respuesta cabal encontrará en la figura y en los labios del Maestro (cf. Mt 19,
16-21), ha obtenido una primera y fundamental respuesta de Dios ya desde la creación misma (cf. VS
12). Es decir, que todo ser humano, en cuanto criatura de Dios
en Cristo, puede, en principio, conocer la ley que ha de seguir
para encontrar la vida verdadera y la Vida eterna. La ley moral
es, por tanto, "la ley propia del hombre" (VS 40). Lo cual no
obsta para que, al mismo tiempo, sea una ley que recibe
continuamente de Dios mismo, ya que "aquello que es el
hombre y lo que debe hacer se manifiesta en el momento en el
cual Dios se revela a sí mismo" (VS 10).
La gracia del Espíritu Santo constituye no sólo la fuente de la nueva vida. Ese mismo Espíritu es
también la garantía, basada en la promesa del Señor, de que en la palabra que hoy pronuncia la Iglesia
para orientar la vida de los fieles en el mundo resuena la misma voz de Jesucristo, la voz de la verdad
sobre el bien y el mal. Apoyado en dicha garantía, Juan Pablo II declara que la doctrina de la Veritatis
splendor es un desarrollo de la doctrina moral católica en las circunstancias de hoy (cf. VS 30).
Hay, pues, que decir que la inserción de la teología moral católica en la visión cristiana del hombre,
procedente de la revelación de Dios en Jesucristo, exige que la moral sea enseñada teniendo en
cuenta:
que las posibilidades concretas del hombre son las del hombre liberado por Cristo; la moral
cristiana, por tanto, ha de hablar de la situación de pecado original y de la regeneración bautismal
que la supera y posibilita la vida moral;
que el ámbito nutricio de la vida moral cristiana es la Iglesia, pues en ella acontece, de modo
ordinario, la dispensación de la gracia de Cristo, de quien dan testimonio la Escritura y la Tradición,
interpretadas por el Magisterio con la asistencia del Espíritu del amor y la verdad.
No se puede negar este derecho. El enfermo debe saber la verdad. Antes de morir una persona,
debe poder disponer de su voluntad en todo lo que tiene que ver con sus relaciones familiares y
sociales.
Para el creyente en particular, este momento se ve iluminado por la fe, como la ocasión de
reconciliarse, de recibir la Santa Unción y de prepararse debidamente para el encuentro con Dios.
A veces los familiares presionan al médico para que no le revele la verdad al enfermo y piensan que
la visita del sacerdote puede asustarlo. La comunicación de una enfermedad terminal debe ser
hecha con amor, comprensión, solidaridad, y que no sea simplemente un frío y escueto comunicado
de un dato clínico. Pero el enfermo tiene derecho a conocer su situación.
La verdad es importante, debe ser dicha con amor y respeto. Los miedos y los escrúpulos no surgen
del cariño al enfermo, son muchas veces síntoma de nuestros propios miedos frente a la muerte.
El enfermo terminal nos recuerda que un día, nosotros también moriremos. Sólo quien ama la vida y
la ve como un maravilloso regalo de Dios puede enfrentar estos miedos. (Fuentes: Diccionario de
Teología Moral. Rossi-Valsechi; Carta a los agentes de la Salud del Pontificio Consejo para la
Pastoral de la Salud).
6.- ¿Es lícito experimentar nuevos medicamentos o terapias con seres humanos?
El cuerpo del ser humano no es una mera máquina biológica de tejidos y órganos, y no puede
ser valorado en la misma medida que el cuerpo de un animal. Por eso cualquier intervención sobre
el cuerpo humano no alcanza sólo a los tejidos y órganos, sino que alcanza también y en diversos
niveles a la persona misma, al yo.
En el cuerpo y a través de él se llega a la persona misma, en su realidad concreta. Por eso
cualquier intervención quirúrgica, medicinal o experimental sobre el cuerpo humano, no es neutra y
merece una valoración ética. Tomando en cuenta la valoración que la ética cristiana hace de cada
ser humano, sacamos algunos principios éticos.
Respecto al médico o investigador: Debe respetar profundamente la vida o dignidad del
paciente y tener una profunda rectitud en su investigación. No puede actuar guiado por intenciones
de lucro o prestigio, sino que debe buscar antes que nada, el bien integral del paciente, y de la
humanidad en general.
- En cuanto a las características de la investigación: Esta puede ser efectuada con objetivo de
conocimiento, utilizando métodos de observación científica, acerca de la fisiología y
comportamiento del cuerpo humano. También puede tener un fin terapéutico; en este caso
busca verificar el efecto desconocido o no, de un determinado tratamiento (farmacológico o
quirúrgico) destinado a curar una afección. Si se trata de seres humanos vivos, la investigación
directamente terapéutica es lícita, sólo si las personas no son puestas en peligro. Aunque el fin
sea noble, el paciente no es medio para lograr algo. Aún con el consentimiento del paciente no
se puede poner en peligro su vida. Aún en el caso de enfermos graves hay ciertas condiciones
para respetar: - El paciente debe ser informado previamente, conociendo en la medida de sus
posibilidades el riesgo de la intervención.
- Si el enfermo no está consciente, se recurrirá al permiso de sus familiares más cercanos.
- Es lícita la investigación terapéutica realizada en enfermos terminales en un intento de salvarles
la vida, no habiendo otra terapia alternativa que sea segura y pueda lograr este fin.
- Si la terapia experimentada no compromete su integridad física o psíquica. Se debe evaluar la
proporción entre el bien terapéutico buscado y los riesgos que se corren (cfr: 'Decálogo del
experimentador', redactado por el Tribunal de NŸremberg en 1947).
- Que se utilicen métodos terapéuticos previamente experimentados con éxito y acompañados de
un estudio profundo.
En cuanto a la investigación en animales o en cadáveres de seres humanos: Se podrá realizar una
investigación científica con animales, procurando no producirles dolor o sufrimiento innecesarios. La
vida siempre, aun cuando no sea humana, merece nuestro respeto pues viene de Dios.
Respecto a los cadáveres de seres humanos (certificado debidamente su fallecimiento), si no hay
autorización previa del difunto, se buscará la de sus familiares. Deberá ser realizada con el absoluto
respeto que merecen los restos mortales de toda persona.
Toda práctica comercial con los cadáveres o el material genético de fetos es moralmente ilícita.
Respecto al material genético humano: La enseñanza de la Iglesia afirma con determinación que es
inmoral producir seres humanos en estado embrionario, para usarlos como material biológico
disponible para investigación o experimentación. (Fuentes: Diccionario de Teología Moral, Rossi-
Valsechi; La ética en la Investigación y en la experimentación médica, Carlos A. Scarponi).
En Argentina a partir de 1985 aparecen los Comités de ética Hospitalaria que ahora todos los
hospitales del Sistema Nacional de Salud deben implementar por ley.
En Uruguay existen Comités Hospitalarios de Bioética en tres Instituciones y existen dos
Comisiones de Bioética: la del Sindicato Médico del Uruguay y la de la UCUDAL (Universidad
Católica del Uruguay). A nivel legislativo el Parlamento está estudiando un proyecto de Ley para
formar una Comisión Nacional de Bioética. Las comisiones de Bioética a nivel nacional no atienden
problemas concretos, sino que desarrollan una labor de reflexión e investigación en torno a la
Bioética, y a la ética Médica. Además organizan y participan en encuentros de intercambio a nivel
internacional.
10.3.1 Lo biológico: En los seres humanos la “machidad” (ser varón) y la “masculinidad” (aceptar
ser varón) dependen inicialmente de los andrógenos fetales y perinatales. Lo mismo es en la
“embridad” (ser mujer) y la feminidad (aceptar ser mujer). Amabas van a la par.
10.3.2 Lo biosíquico: Aquí el entorno no sólo se refiere a los estímulos que vienen del exterior
del organismo, sino también a aquellos de origen interior, a los que la persona responde,
lo que provoca los cambios en el sistema nervioso y que da lugar a un determinado
comportamiento.
10.3.3 Lo intrasíquico: Esta categoría de fuerzas comprende dos partes. La primera deriva del
efecto de modelaje, de la recompensa y del castigo que no dejan trazas de conflicto
intrasíquico. La segunda comprende los efectos de los taumatismos, de la frustración, de
los conflictos, así como de los esfuerzos que la persona hace para asegurarse
gratificación y tranquilidad.
El proceso de identificación que conduce a la identidad de género así como la identidad personal,
es un proceso de orden psicológico y fundamentalmente afectivo. El niño debe “des-identificarse”
de su madre para acceder a la masculinidad. En la niña no se da tal discontinuidad, gracias al
contacto con su madre, connaturalmente, adquiere el sentimiento de ser una mujer en devenir.
- Significado procreativo
El comportamiento sexual humano se genera desde las fuerzas vitales de las pulsiones biológicas y
en su realización cobra decisiva importancia el fondo biológico. La función reproductora es parte de
la sexualidad humana y debe ser responsablemente regulada.
- Significado cognitivo
Es la tendencia de comunicarse con el otro para compartir con él la propia vida, coexistiendo y
conviviendo en un dual y único proyecto biográfico, en que es posible la unión y comunión.
Si no se tiene lo cognitivo, la relación sexual se convertiría en mera sexualidad genitalizada, un
irracionalismo sexual, aislamiento e incomunicación erótica o despersonalización sexual.
- Significado afectivo
Se caracteriza por el amor (un solo corazón, una sola lama). El verdadero significado afectivo de la
sexualidad se encuentra en las actitudes, sentimientos, actitudes y afectos fuertemente vinculadas y
condicionados por la voluntad; distinguiendo el querer del mero desear y del mero apetecer.
- Significado placentero
Para Aristóteles, el placer era el resultado de toda obra bien realizada. A la sexualidad acompaña el
placer, sin caer en una mentalidad neoplatónica, en la concupiscencia (mero placer sexual). Si es
así degradan la sexualidad a un fenómeno superficial llamado fun sex (sexualidad recreativa), es
decir, sexualidad banalizada o trivializada.
- En el Antiguo Testamento
Las enseñanzas corresponden a una normatividad
sancionadora y tajante, es un asunto social, más que
individual. Veamos porque algunas prácticas son
condenadas:
1. La prostitución sagrada no es prohibida por ser un
pecado sexual sino por ser un acto de idolatría
(Dt.23, 18-19; Lev. 19, 29; 21,9).
1 El noveno mandamiento prohíbe codiciar la mujer
ajena porque se trata de una falta contra la justicia,
más que contra la rectitud sexual (Ex. 20, 17; Dt.
5,21).
1 En cambio, el sexto mandamiento expresa la única y gravísima prohibición que pesa sobre
el ejercicio de la sexualidad: el adulterio (Ex. 20, 14; Dt.5, 18; Lv. 18,20; pro 6,20-35; Eclo
23, 16-27). La fidelidad conyugal es signo de la alianza de Dios con su pueblo (Mal 2, 10-
16). La infidelidad es tan grave que merece la pena de muerte (Lv 20,10; Dt 22, 22).
1 En caso de violación de una mujer virgen, la ley distingue dos situaciones: sila mujer está
comprometida, en cuyo caso hay también adulterio; o si no está comprometida (Dt. 22,23-
27).
1 Estando permitida la poligamia, la prohibición del incesto es muy detallada ( Lv 18, 6.18)
1 El acto homosexual es severamente condenado y castigado con la muerte ( Lv
18,22;20,13). También se condena el travestismo (Dt 22,5)
En la Biblia como en casi todos los pueblos antiguos, la sexualidad está revestida de cierto tabú y
contaminada de magia y cierto temor. Tanto la eyaculación como la menstruación son consideradas
causa de impureza ritual (Lv 12; 15, 19-33).
- En el Nuevo Testamento
Jesús no se ocupa demasiado de la sexualidad; respeta la vigencia de la ley y de los profetas; no
observa lo externo, sino la interioridad del hombre (Mt 5, 17-20; 7,
19-22).
1 En cuanto al adulterio, Jesús dice: “El que mira a una mujer
deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. (Mt 5,
28).
2 En cuanto al divorcio, Jesús manifiesta que comete adulterio si
uno de los dos se vuelve a casar. Pero, también señala que el
vínculo se declara nulo solo cuando la pareja se ha unido
ilícitamente (Mt 5, 31-32).
3 Se comprueba que el tema del matrimonio está muy presente
en su predicación: El banquete de bodas (Mt. 22, 1-10); en una
fiesta de bodas donde hay que ir con la túnica correspondiente
(Mt. 22, 11-14); las vírgenes que esperan la llegada del novio
(Mt 25,1-12). Las bodas de Caná de Galilea (Jn 2, 1-11) …
4 Jesús se compadece de la mujer que sufría de flujos de sangre, por lo que estaba en constante
estado de impureza (Lc 8, 43-46).
5 Jesús condena el adulterio pero otra cosa es humillar y matar a la mujer adúltera, por eso la
perdona (Cf. Jn 8,1-11), sus apóstoles se escandalizan cuando lo ven conversando con la
samaritana (Cf. Jn 4,1-31).
Significado de la sexualidad
La sexualidad es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de
manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano. Por eso, es
parte integrante del desarrollo de la personalidad y de su proceso educativo: «A la verdad en el sexo
radican las notas características que constituyen a las personas como hombres y mujeres en el
plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo así mucha parte en su evolución individual y en su
inserción en la sociedad».
La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el
psicológico y espiritual con su impronta consiguiente en todas sus manifestaciones. Esta diversidad,
aneja a la complementariedad de los dos sexos, responde cumplidamente al diseño de Dios en la
vocación enderezada a cada uno.
Situación actual
Los educadores y los padres reconocen con frecuencia no estar suficientemente preparados para
llevar a cabo una adecuada educación sexual. La escuela no siempre está capacitada para ofrecer
una visión integral del tema; la cual quedaría incompleta con la sola información científica.
Es también laudable el esfuerzo de cuantos, con seriedad científica, estudian el problema, a partir
de las ciencias humanas integrando los resultados de tales investigaciones en un proyecto conforme
a las exigencias de la dignidad humana, como aparece en el Evangelio.
Función de la familia
El afecto y la confianza recíproca que se viven en la familia
ayudan al desarrollo armónico y equilibrado del niño desde su
nacimiento. Para que los lazos afectivos naturales que unen a los
padres con los hijos sean positivos en el máximo grado, los padres,
sobre la base de un sereno equilibrio sexual, establezcan una
relación de confianza y diálogo con sus hijos, siempre adecuada a su
edad y desarrollo.
Para brindar a los hijos orientaciones eficaces necesarias para
resolver los problemas del momento, antes de dar conocimientos
teóricos, sean los adultos ejemplo con el propio comportamiento. Los
padres cristianos deben tener conciencia de que ese ejemplo
constituye la aportación más válida a la educación de sus hijos.
Éstos, a su vez, podrán adquirir la certeza de que el ideal cristiano
es una realidad vivida en el seno de la propia familia.
La comunidad eclesial
La Iglesia, madre de los fieles engendrados en la fe por ella en el Bautismo, tiene, confiada por
Cristo, una misión educativa que se realiza especialmente a través del anuncio, la plena comunión
con Dios y los hermanos y la participación consciente y activa en la liturgia eucarística y en la
actividad apostólica. La comunidad eclesial constituye, desde el abrirse a la vida, un ambiente
adecuado a la asimilación de la ética cristiana en la que los fieles aprenden a testimoniar la Buena
Nueva.
Las dificultades que la educación sexual encuentra a menudo en el seno de la familia, requieren
una mayor atención por parte de la comunidad cristiana y, en particular de los sacerdotes, para
lograr la educación de los bautizados. En este campo están llamados a cooperar con la familia, la
escuela católica, la parroquia y otras instituciones eclesiales.
ACTIVIDADES
SESIÓN Nº 16
B. Misión de Jesús
La misión de Jesús y el ejemplo de su vida han dejado claro que la verdadera dignidad del hombre
se encuentra en un espíritu liberado del mal y renovado por la gracia redentora de Cristo. Pero el
Evangelio muestra también con abundancia de testigos que Jesús no fue indiferente ni extraño al
problema de la dignidad y de los derechos de la persona humana, ni a las necesidades de los más
débiles, de los más necesitados y de las víctimas de la injusticia. En todo momento El ha revelado una
solidaridad real con los más pobres y desdichados; ha luchado contra la injusticia, la hipocresía, los
abusos de poder, el afán de lucro de los ricos, indiferentes a los sufrimientos de los pobres, haciendo
una enérgica llamada al rendimiento de cuanta final, cuando volverá con gloria para juzgar a vivos y
muertos.
En el Evangelio se contienen claramente algunas verdades fundamentales que han forjado
profundamente el pensamiento social de la Iglesia en su camino a través de los siglos. Así, por
ejemplo, Jesús afirma y proclama una esencial igualdad en dignidad entre todos los seres humanos,
hombres y mujeres, cualquiera que sea su etnia, nación o raza, cultura, pertenencia política o
condición social. En su mensaje está contenida además una concepción del hombre entendido como
un ser social en virtud de su misma naturaleza, en cuanto que se afirma la dignidad del matrimonio que
constituye la primera forma de comunicación entra las personas. De la fundamental igualdad en
dignidad entre todos los hombres y de su intrínseca natural sociabilidad nace necesariamente la
exigencia de que las relaciones en la vida social se establezcan según criterios de una eficiente y
humana solidaridad, esto es, según criterios de justicia, vivificada e integrada por el amor.
Además de estos valores contenidos en el Evangelio, hay otros muchos de no menor importancia y
no menor incidencia sobre el orden social, como por ejemplo: los valores referentes a la institución de
la familia unitaria e indisoluble, origen de la vida; los valores relativos al origen y a la naturaleza de la
autoridad, que es concebida y ejercitada como un servicio para el bien común del grupo social del cual
es expresión directa y sobre el cual actúa, en armonía con el bien universal de toda la Familia humana.
C. Misión de la Iglesia
La Iglesia se alimenta del mismo misterio de Cristo, Evangelio encarnado, para anunciar, como El,
la Buena Nueva del Reino de Dios y llamar a los hombres a la conversión y a la salvación. Esta misión
evangelizadora de la Iglesia recibida de Cristo constituye su característica más profunda. Pero
precisamente de ella derivan obligaciones, indicaciones y fuerzas que pueden contribuir a construir y
consolidar la comunidad de los hombres según la ley divina.
En la enseñanza y en la praxis social la Iglesia de los primeros siglos y de la Edad Media no hace
más que aplicar y desarrollar los principios y las orientaciones contenidas en el Evangelio. Moviéndose
dentro de las estructuras de la sociedad civil, busca humanizarlas con espíritu de justicia y de caridad,
uniendo la obra de evangelización con oportunas intervenciones caritativo-sociales. Los Padres de la
Iglesia son conocidos no sólo como intrépidos defensores de los pobres y de los oprimidos, sino
también como promotores de instituciones asistenciales (hospitales, orfanatos, hospederías para
peregrinos y forasteros), y de concepciones socio-culturales que han inaugurado la era de un nuevo
humanismo radicado en Cristo.
Se trata la mayor parte de las veces de obras supletorias, determinadas por la insuficiencia y por las
lagunas en la organización de la sociedad civil, que demuestran de cuántos sacrificios y de cuánta
creatividad son capaces las almas penetradas de los ideales del Evangelio. Gracias a los esfuerzos de
la Iglesia ha sido reconocida la inviolabilidad de la vida humana, la santidad e indisolubilidad del
matrimonio, la dignidad de la mujer, el valor del trabajo humano y de cada persona, contribuyendo de
esta forma a la abolición de la esclavitud que formaba parte normal del sistema económico y social del
mundo antiguo.
El progresivo desarrollo de la actividad teológica primero en los monasterios y después en las
Universidades, ha hecho posible la elaboración científica de los principios básicos que regulan la
ordenada convivencia humana. A tal respecto permanece como valor perenne el pensamiento de Sto.
Tomás de Aquino, de Francisco Suárez, de Francisco de Vitoria y de tantos otros. Ellos, junto con
varios insignes filósofos y canonistas, han preparado los presupuestos y los instrumentos necesarios
para la elaboración de una verdadera y propia doctrina social, tal como fue iniciada bajo el Sumo
Pontífice León XIII y continuada por sus sucesores.
La afirmación de esta dimensión social del cristiano se hace cada día más urgente por los cambios
constantemente más amplios y profundos que se producen en la sociedad. Ante los problemas
sociales, siempre presente en las diversas épocas de la historia, pero que en nuestro tiempo se hacen
mucho más complejos y se extienden a escala mundial, la Iglesia no puede abandonar su reflexión
ética y pastoral -en su propio campo- para iluminar y orientar con su enseñanza social los esfuerzos y
las esperanzas de los pueblos, haciendo desde luego que los cambios, incluso radicales, exigidos por
las situaciones de miseria y de injusticia, se realicen de tal manera que favorezcan el verdadero bien
de los hombres.
CONTENIDOS:
PROYECTO DE VIA O PROYECTO PERSONAL DE VIDA (PPV)
1.- ¿Qué es un PPV?
2. ¿Para qué un PPV?
3. Mediaciones en el trabajo del PPV
4. ¿Qué PPV hay que hacer en cada fase del proceso de crecimiento espiritual?
5. Conclusiones
blia o la Iglesia?
PROYECTO DE VIA O PROYECTO PERSONAL DE VIDA (PPV)
Hoy en día, ningún grupo humano que desee alcanzar sus objetivos
los acometerá sin elaborar un proyecto o un plan para conseguirlos.
Individualmente no estamos tan acostumbrados a funcionar de este
modo sino en determinados aspectos de nuestra vida: por ejemplo,
podemos programarnos el tiempo de estudio para una asignatura o el
número de horas que a la semana vamos a practicar deporte. Pero nos
parecería extraño programar toda nuestra vida, desde un enfoque de
proyecto.
A esta dificultad hay que sumar que, en la vida espiritual de una
persona, se supone que interactúan de manera simultánea Dios y la
persona. En tono de broma, podríamos decirnos “para qué planifico mi
vida, si Dios va a hacer lo que le parezca bien”.
Asumiendo estos retos, creo que podemos decir que si alguien
quiere vivir activamente su existencia y, en este caso, su proceso de
crecimiento espiritual, tendrá más posibilidades de ir avanzando si
proyecta y revisa su vida desde su fe y si lo hace “como si todo
dependiera de sí”.
4. ¿Qué PPV hay que hacer en cada fase del proceso de crecimiento espiritual?
Los objetivos y pretensiones de un PPV realizado por un/a joven cuando se acerca al mundo de la
fe son muy diferentes de los que ha de tener cuando ya ha hecho una opción fundamental por
seguir a Jesús y su Reino. Vamos a proponer dos modelos de PPV que correspondan a ambas
situaciones, de modo que se pueda hacer una propuesta más personalizada.
OPCION FUNDAMENTAL
El/la joven ya ha hecho una opción fundamental por seguir a Jesús y construir el Reino
durante el resto de su vida
VALORES Y ACTITUDES
Dicha opción fundamental se traduce en una serie de valores y actitudes que ha asumido
como propios y desde los que se quiere mover
ACCIONES
En esa dinámica permanente de discernimiento en la que contempla la interrelación entre su
historia, la de Dios y la del mundo, desde el prisma de su opción fundamental, de sus valores y
actitudes, va decidiendo qué debe hacer en cada una de las dimensiones relacionales que
componen su vida (con uno mismo, con Dios, con los demás y con la sociedad)
La elaboración del PPV desde este nuevo esquema será más fácil, a medida que yo haya
personalizado más mi opción de vida. Yo puedo llegar a una opción fundamental genérica, válida
para cualquier joven en mis circunstancias, del tipo “quiero seguir a Jesús y comprometerme a
construir su Reino”.
Pero también puedo realizar una formulación más personalizada, que responda a lo que ha sido
mi personal camino de vida en el seguimiento de Jesús; así me podría encontrar con expresiones
como: “quiero construir fraternidad como Jesús hermano”, “quiero ser pobre entre los pobres como
Jesús”. A estas expresiones personalizadas de nuestra opción fundamental es a lo que podemos
denominar “consigna espiritual”. No es que cada persona tenga que tener una expresión propia,
pero seguramente sí que se sentirá personalmente identificado con alguna forma de percibir a Dios
y de vivir su mensaje.
Pues bien, cuando en nuestro proceso vamos personalizando esa opción fundamental, sin
duda, también el modo de comprender nuestros valores y de vivir nuestras actitudes principales va
adquiriendo un colorido particular, que nos ayuda a no tener que pensar cada vez qué tenemos que
hacer o cómo tenemos que actuar para ser fieles a nosotros mismos, sino que -por decirlo así-
vamos tirando de rentas, aunque ello no nos exima de estar en un permanente estado de
discernimiento.
Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo valor de la “comunidad” como consecuencia
de su opción fundamental, pero uno comprenderla como un espacio donde aprender juntos los
contenidos de nuestra fe y cómo llevarlos a cabo, y el otro como un espacio donde vivir esa fe que
vamos descubriendo. En ambos casos, la comunidad es un valor de las personas en cuestión, pero
se concretará en unas actitudes y acciones distintas, en congruencia con los distintos énfasis
valorativos.
Por otra parte, dichos jóvenes no tendrán que estarse planteando permanentemente si han de
vivir o no en comunidad, puesto que ya han descubierto que es un valor vital. Eso no les eximirá a
ninguno de los dos de la necesidad (y obligación) de estar permanentemente revisando si el modo
de comprender o de vivir dicho valor es acorde con lo que Dios quiere de su persona y de su
comunidad, en el momento histórico en que lo esté discerniendo.
Como vemos, este segundo PPV es mucho más personal y dinámico que el primero, por lo que
utilizar un esquema u otro resulta todavía más secundario.
5. Conclusiones
Quiero terminar incidiendo en que El PPV es una herramienta, un instrumento y como tal debe ser
estudiado y utilizado. Personalmente creo que son muchos, muchísimos los seres humanos a lo largo
de la historia que, desde su particular vivencia de la fe, han llegado a ser lo que estaban llamados a
ser, sin la ayuda de muchas de las mediaciones e instrumentos que hoy conocemos y tenemos a
nuestra disposición. El Espíritu de Dios sabe servirse de los recursos disponibles en cada momento y
situación, para optimizar amorosamente nuestro rendimiento humano.
Por otra parte, hay que reconocer que el PPV es una ayuda estupenda para cualquier persona,
independientemente de la edad que tenga. Lógicamente para el/la joven que se está acercando al
evangelio o que está queriendo vivir conforme a él, la posibilidad de utilizar una mediación que le
ayude en la construcción de su identidad como persona seguidora de Jesús y de su Reino, puede
resultar vital.
Creo positivamente que el equipo de agentes de pastoral juvenil y los diversos espacios
comunitarios que haya en cada parroquia son unos auténticos referentes tanto para el/la joven que
está iniciando su andadura en un grupo como para el que ya lleva algún tiempo. De un modo similar a
como los niños captan los auténticos valores de sus padres, que no siempre son los proclamados,
estos/as jóvenes captarán si para nosotros/as el PPV es realmente una ayuda, que vivo o he vivido en
algún momento de mi proceso y que valoro, o un elemento más de los que me hablan en revistas o
libros de pastoral y con el que quiero probar para ver si da buen resultado.
Por último no hay que olvidar que puede ser muy interesante, que los PPV de cada miembro de
una comunidad iluminen y se realimenten del proyecto comunitario que se haya ido forjando en esa
historia colectiva de liberación.
SESIÓN Nº 20
DIVERSAS IGLESIAS HISTÓRICAS
Referente al Papa
Católicos y ortodoxos reconocen estas palabras de Jesucristo: "tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18), pero hay esta diferencia:
o Las Iglesias ortodoxas están acostumbradas a la independencia, y sólo admiten un primado de
honor, es decir, un Pedro que no intervenga en sus Iglesias. Podemos decir que en vez de un
Pedro real, prefieren una fotografía de Pedro. Pero esto no es tan radical, y es planteable que la
ayuda del Papa sea algo diferente del modo occidental.
o La Iglesia católica acepta al sucesor de Pedro con un verdadero poder de gobierno (de atar y
desatar, de pastorear, de dirigir) de modo que pueda cumplir su misión de conservar la fe y la
unidad. (En la práctica, cada Obispo católico hace y deshace en su diócesis sin que el Papa
intervenga mucho; así que la diferencia con los ortodoxos es pequeña y más bien radica en la
enemistad).
1. La justificación. Es recibida sólo por gracia a través de la fe. Lutero se convenció de que la Biblia
enseñaba que el perdón y la salvación no se obtienen por medio de las "obras", sino que es un regalo
de Dios. Esta verdad bíblica la encontró estudiando la carta del Apóstol Pablo a los Romanos, que
dice: "Así pues, libres ya de culpa gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Pues por Cristo gozamos del favor de Dios por medio de la fe, y estamos firmes, y nos
alegramos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios" (Romanos 5:1-12). Lutero no negaba
que las obras de caridad, la oración o muchos de los ritos y las prácticas religiosas fueran buenas, ¡al
contrario! Sólo que ellas por sí mismas no pueden realizar ni garantizar la salvación. Cristo es quien
nos salva, y por ello es que celebramos, rezamos y servimos al prójimo en amor y justicia.
2. La Palabra de Dios. Jesucristo es la perfecta revelación de Dios. Por lo tanto él es la Palabra de Dios
encarnada, el Logos o plan de Dios para la salvación del mundo entero. La Biblia es donde
encontramos el testimonio de Jesucristo, que es proclamado hoy en cada iglesia cristiana diseminada
por el mundo. El testimonio de la Biblia es la norma de la fe de los luteranos.
3. Los sacramentos. El Santo Bautismo y la Eucaristía (o Santa Cena) son considerados los dos
únicos sacramentos. Estas reflejan los mandatos de Jesús en donde la promesa divina y los
elementos visibles (el agua bautismal, y el pan y vino eucarísticos) se unen para impartir gracia y
perdón a aquellos que se reunen en comunidad para recibirlos.
4. Los Diez mandamientos. Fueron enseñados en los tiempos del antiguo Israel para que el pueblo
amara a su Dios y respetara a su prójimo. Pero los mandamientos no sólo son una guia en lo que
debemos hacer sino que también nos señala nuestras limitaciones y la necesidad que tenemos
siempre de la gracia. Nos ponen de relieve que no cumplimos cabalmente con el llamado de Dios, que
no podemos lograr nuestra salvación por nuestro propio esfuerzo. En la comunión con Cristo vivimos
los mandamientos no como una condenación sino en la alegría y la esperanza que brota de la fe. Por
ello los luteranos enfatizan un compromiso y responsabilidad hacia el prójimo y la creación, que deben
expresarse en las acciones de todo creyente como traducirse en instituciones y formas sociales y
económicas que fomenten la paz, justicia e integridad de la creación.
5. Los Credos. Estos son fundamentales para la fe cristiana ya que expresan de una forma clara y
sucinta lo que creemos y enseñamos. No sólo son una señal de nuestra comunión con la primitiva
iglesia sino que también significan una norma para nuestra interpretación de las escrituras y del Dios
trino revelado en ellas. Los credos Apostólico, Niceno y Atanasiano son los reconocidos por los
luteranos.
6. El Padre Nuestro. Es una oración que nos enseñó Jesús dirigida a nuestro creador y Padre. Nos
enseña cómo hablar con Dios, qué cosas esperar, y por qué cosas pedir . Toda vida cristiana está
guiada por esta oración, que es el principio y fin de toda plegaria individual y comunitaria.
LO QUE ENSEÑAN LOS LUTERANOS
C. IGLESIA ANGLICANA
La Iglesia Anglicana es la Iglesia de Inglaterra y las iglesias que de ella se han desprendido, como
por ejemplo, la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos. El
anglicanismo se encuentra principalmente en Inglaterra y en
territorios que estuvieron bajo la bandera inglesa.
Doctrina
Sus miembros son cristianos y creen que la Iglesia de Inglaterra es
una verdadera rama de la Iglesia Católica de Cristo. Se organizan
jerárquicamente como la Iglesia Católica, con obispos, pero
separados del Papa. Algunas de sus diócesis mantienen gran
cercanía con la Iglesia Católica (Ej: En una iglesia dedicada a María
se tiene gran devoción a la eucaristía). Otras iglesias anglicanas, sin
embargo, se inclinan hacia el protestantismo.
La Iglesia Anglicana se considera libre de la autoridad
"extranjera" (del Papa). En cambio tienen como "Gobernador
Supremo de la Iglesia" al rey (o reina) de Inglaterra y a él (ella) pertenece "el gobierno de todos los
estados, sea civil o eclesiástico, en todas las causas". La Iglesia está por lo tanto sometida al poder del
estado.
Reconocen las Sagradas Escrituras como Palabra de Dios, según está contenida en la "versión
autorizada", que para ellos es la "King James" (Rey Santiago). Se refiere a la revisión que se hizo bajo
el rey James I.
Mantienen que las Sagradas Escrituras son la única autoridad de la fe, en el sentido de que las
Escrituras contienen todo lo necesario para la salvación, y que nada que no esté contenido en ellas
puede requerirse como artículo de fe.
Reconocen el "Book of Common Prayer" (Libro de Oración Común) como la regla práctica de su
fe y culto. Utilizan los tres credos: el de los Apóstoles, el de Nicea y el de San Atanasio.
Creen sólo en dos sacramentos: bautismo y "la cena del Señor", como generalmente necesarios
para la salvación. Pero el "Libro de Oración" contiene varias enseñanzas contradictorias sobre la
eucaristía. Creen que Jesús está espiritualmente presente en el pan y vino consagrados, a diferencia de
la Iglesia Católica profesa que Jesús está real y substancialmente presente con Su Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad en la Eucaristía y que esta ya no contiene pan sino solo apariencia de pan. El
matrimonio no es indisoluble (se admite el divorcio). La confesión es una mera declaración del perdón
concedido por Dios. Mientras que la Iglesia Católica enseña que el ministro perdona en nombre de Dios:
"A quienes perdonen los pecados, queden perdonados, y a quienes no los perdonan, queden sin
perdonar" (Jn 10, 23).
Creen tener sacerdotes válidamente ordenados. Pero la Iglesia Católica no reconoce la validez de
la ordenación anglicana. Razón: Los anglicanos, separados de Roma, continuaron teniendo verdaderos
obispos, ya que la gran mayoría de ellos prefirió ceder ante el rey para no sufrir el martirio. Una notable
excepción fue el obispo mártir San Juan Fisher. Los obispos y sacerdotes, aunque estaban apartados
de la comunión con Roma, ejercían sacramentos válidos. Sin embargo, después el Rey Enrique VIII
nombró a Tomás Cranmer, que no era obispo, como titular de la sede de Canterbury y como su
representante sobre la Iglesia Anglicana. Al no ser obispo no podía consagrar válidamente a sacerdotes
y obispos ni tener autoridad sobre ellos. El Papa León XIII, en 1880, declaró interrumpida la sucesión
apostólica en la iglesia anglicana, por lo cual sus obispos y sacerdotes no son ni lícitamente ni
válidamente consagrados.
Historia
Enrique VIII, rey de Inglaterra, pidió al Papa Clemente VIII, la anulación del matrimonio con su legítima
esposa, Catalina de Aragón, para casarse con Ana Bolena. El Papa rehusó basado en el mandato de
Cristo: "Lo que Dios unió, no lo separe el hombre" (Mc 10,9). El rey, obstinado en su propósito de
divorcio, forzó la separación de la iglesia en Inglaterra de la comunión con Roma en el año 1534. Se
declaró a si mismo como único y supremo jefe de la iglesia inglesa.
Antes de su asenso al poder, hablar de la iglesia anglicana era como hablar de la iglesia francesa
o española. Es decir, se refería a la Iglesia Católica situada en aquel país, en comunión con el Papa.
Razón de la ruptura: el Papa se negó a concederle a Enrique VIII el divorcio que pedía. El rey
respondió ordenando cuatro estatutos contra el Papa y, en noviembre de 1534, se auto-proclama
"Cabeza Suprema de la Iglesia de Inglaterra" tras promulgar la ley "The Act of Supremacy". Dicha ley le
permitió exigir a sus súbditos un juramento afirmando que el Papa no tenía jurisdicción en Inglaterra. El
ministerio de predicar y de administrar los sacramentos se le dejaba al clero, pero los poderes de
jurisdicción eclesiástica quedaban en manos del rey.
Los obispos fueron forzados a someterse al rey. El obispo John Fisher prefirió el martirio antes de
romper la unidad de la Iglesia. Casi todos los demás obispos cedieron ante el rey. En adelante los
obispos fueron elegidos por el rey y permanecían bajo su autoridad aun en las cosas espirituales. Los
que permanecieron fieles a su fe católica fueron ferozmente perseguidos, produciéndose numerosos
mártires, uno de los mas famosos, el gran amigo de San Juan Fisher, Santo Tomás Moro.
La reina María revocó el "Act of Supremacy" pero fue luego restaurado por la reina Isabel. En
1640, cuando el Arzobispo Laud trató de introducir algunos cánones de reforma para lograr la
independencia espiritual de la iglesia, la Casa de los Comunes, indignada, pasó una resolución unánime
declarando que el clero no tenía poder para hacer ningún canon ni constituciones de cualquier tipo en
materias de doctrina, disciplina u otra índole, sin el consentimiento del Parlamento. (Resolución, 16 de
diciembre de 1640).
Hasta el 1833, la corona ejerció la jurisdicción sobre la iglesia por medio de la Corte de los
Delegados. En ese año se abolió la corte y se transfirió el poder a al Consejo del Rey. Los estatutos (2 y
3 William IV, xcii) expresamente manifiestan que sus decisiones son finales. Este tribunal no profesa,
teóricamente, decidir sobre artículos de fe pero la historia demuestra que de hecho sí lo hace. En 1850,
por ejemplo, el señor Gorham rechazó la doctrina de la regeneración bautismal. A pesar de la objeción
de su obispo la corona defendió su propuesta.
En 1904 se asignó una comisión real para investigar las quejas contra la disciplina eclesiástica; y
en julio de 1906 se publicó un informe declarando que nunca se habían observado uniformemente las
leyes de culto público y recomendando la formación de una corte que, mientras ejerciera jurisdicción
real, debería aceptar la autoridad episcopal en cuestiones de doctrina o liturgia.
Fuera de Inglaterra y Gales, el anglicanismo moderno es independiente del estado. Pero aún en
esos países, el gobierno de la iglesia no está sólo en manos del episcopado. Conducen sínodos en los
que los laicos tienen gran poder para cambiar la doctrina.
A. LAS SECTAS
La palabra “secta” viene de “secare” que significa “cortar”. “Secta” tiene dos significados. Puede ser
una reunión de personas que siguen una doctrina
común. O también, puede ser una doctrina religiosa
que se aparta de la principal; en nuestro caso, una
doctrina que se aparta de la doctrina católica.
Sin embargo, en el léxico actual, al decir que alguien
pertenece a una “secta”, se piensa enseguida que esa
persona pertenece a un grupo más o menos
organizado, el cual tiene ciertas características y se
rige por unos principios comunes. En estos Círculos
Teológicos utilizaremos la palabra “secta” según esta
definición grupal o asociativa.
Algunas sectas tradicionales son los Gnósticos, los
Masones, los Rosacruces, Espiritistas, sectas
Satánicas, etc., que han existido desde los comienzos
del Cristianismo. Pero en la segunda mitad del siglo
20 comenzaron a proliferar muchos tipos de sectas
nuevas.
El yoga
La palabra yoga es un verbo. Significa “sujetar las
riendas del caballo”. El yoga es un método de
meditación basado en la religión hindú. Según el
hinduismo, la suprema divinidad está dentro de todos
los seres, también del hombre, y el hombre debe bucear
en su interior para contemplar a Siva. A cambio,
conseguirá no verse alterado por culpa de sus
limitaciones corporales. El método completo del yoga
consta de seis aspectos o etapas: 1) Control de los
“caballos”, es decir, de los instintos y sentidos; 2)
obligaciones: estar limpio, ecuanimidad, ascesis, no-
violencia, no dañar a los vivientes; 3) posturas o formas
de sentarse; 4) control de la respiración; 5) retirada de
los sentidos hasta hacer desaparecer la huella de las
impresiones sensoriales de la mente; 6) recogimiento
perfecto. Con frecuencia, el guru o maestro no se limita a enseñar las técnicas de
concentración, sino que convierte a los alumnos a la religión hindú o budista.
El zen
En cuanto religión, el zen es una secta del budismo desde el siglo VI, que se estableció sobre
todo en Japón y, desde Japón ha pasado a occidente. En cuanto método psico-técnico consiste
en determinados ejercicios corporales y mentales: la postura “zazen” o posición de loto, los
ejercicios de concentración, el recuento de la respiración, pronunciación de relatos cortos y
enigmáticos, detención del discurrir de la mente. Con estos ejercicios se llega al vaciamiento
interior: no pensar nada, no sentir nada. Con esto se consigue llegar a la iluminación interior. El
zen repercute en la vida ordinaria, pues enseña a entregarse a cualquier acción, a hacer lo que
hay que hacer, con total atención.
Sanatana Dharma
Asociación de yoga Sanatana Dharma. Es una asociación de yoga fundada en 1983 por Manuel
Paz Macagaza (Madhava) que tiene 50 centros repartidos por España, 100 instructores y unos
2000 alumnosregulares. Pretende ser la “sucursal” española de la Gran Fraternidad Blanca, una
estirpe de “excelsos seres útiles”, personas que trabajan por transformar a la humanidad desde
hace 12.000 años y que viven todavía en las montañas del Himalaya. Su doctrina principal es
que sólo existe una divinidad, el “Principio Raíz” o Brahm, y cada ser tiene un Atman o principio
espiritual. Mediante el yoga, el Atman del hombre va purificando su “karma” (su carga moral,
positiva o negativa) y tiende a y a dar culto a Brahm.
D. CIENTIFICISTAS
Cientifismo es un término que se forjó en Francia en la
segunda mitad del siglo XIX (scientisme), para indicar a la
corriente de pensamiento que acepta sólo las ciencias
comprobables empíricamente, como fuente de explicación de
todo lo existente. De esta forma, el término se ha aplicado
para describir la visión de que las ciencias formales y
naturales presentan primacía sobre otros campos de la
investigación tales como ciencias sociales o humanidades.
Además de su significado original, la palabra es usada
también frecuente como un término peyorativo, utilizado en contra de las explicaciones racionales
dadas por ciencias empíricas; para así tratar de desacreditarlas frente a otros argumentos no
científicos, que presentan explicaciones filosóficas, religiosas, míticas, espirituales, humanísticas o
pseudocientíficas.
Una descripción más contemporánea del término es la ofrecida por Michael Shermer de la "The
Skeptics Society" (sociedad escéptica), quien se identifica a sí mismo como cientifista, y define
cientifismo como: "una visión del mundo científica que abarca las explicaciones naturales para todos
los fenómenos, y evita las especulaciones supernaturales y paranormales; la cual abraza el
empirismo y la razón, como los pilares gemelos de una filosofía de la vida apropiada para una edad
de la ciencia".
La actitud del que da una importancia prepotente a la ciencia muy por encima de las otras
actividades humanas y/o consid era que no existe limites para la valides y la extensión del
conocimiento científico.
En este sentido el termino equivale a positivismo, pero con una conmutación peyorativa , dice
Bergson : nosotros solo hemos pedido a la ciencia que siguiera siendo científica que no se
envolviera en una metafísica inconsciente, que se presenta entonces bajo la mascara de ciencia.
Tipos fundamentales de valoración conceptual de la ciencia, propios de la ideología burguesa y
que adquieren carácter masivo en el periódico de la revolución científico-técnica.
El cientificismo (del latín sciencia : conocimiento ) es la fe en la fuerza milagrosa de la ciencia , la
fertichización de sus posibilidades , la interpretación de la ciencia como el factor determinante del
desarrollo de la sociedad.
De lo que resulta una actitud nihilista, arrogante , con respecto a los valores prácticos del espíritu ,
morales y estéticos. Orientaciones tales como el mecanismo , la sobre valoración de la física y la
biologización de la vida social tienen relación directa con el cientificismo, en la sociología burguesa
el cientificismo se manifiesta a través de la idea de la "ingeniería social".
Si ideal social es una sociedad a cuyo frente se encuentren hombres de ciencia , una peculiar elite
intelectual , cuya acción puede conducir sin conflictos , por vía evolucionista, a un estado armónico ,
"equilibrado " del todo social.
Los planteamientos cientificistas aparecen con la ideología de la ilustración. a fines del siglo XIX
surgen variedades irracionales extremistas del cientificismo , en las que se atribuye a la ciencia la
capacidad incluso , para satisfacer las aspiraciones religiosas: la construcción del paraíso terrenal ,
la inmortalidad del individuo y la resurrección de los muertos.
Compañeros del cientificismo, y su inverso, son los estados de ánimo y concepciones
anticientificistas. Si el primero ve en la ciencia la causa primaria del progreso, el anticientificismo la
declara culpable de todos los males: por ejemplo de la fabricación de los nuevos tipos de armas, de
los costos del progreso social etc.
Uno de los rasgos específicos del anticientificismo es el tajante acento que pone en la relatividad
histórica del pensamiento científico , en la representación de la ciencia como "forma transitoria de la
razón. que nació junto con las relaciones mercantil-capitalista y esta condenada a desaparecer al
unísono con ellas , al ceder el lugar a métodos de pensamiento mas elevado, postcientificos.
LA MISIÓN DEL LAICO EN LA IGLESIA
SESIÓN Nº 27
Un desafío decisivo
El tema del laico se ha hecho presente y urgente en la conciencia de la Iglesia no por una
introspección de ésta sobre sí misma, por un afán directo de confrontarse con sus orígenes y de
comparar una forma histórica determinada de establecerse ella misma como sociedad visible con la
forma que tuvo en los primeros siglos; no fue un afán de purismo arcaizante o un evangelismo
retrospectivo lo que hizo presente el tema del laico. Éste, en la forma como hoy se plantea, surge
cuando la Iglesia se confronta con una sociedad secularizada, autónoma, autosuficiente, ante la cual ha
perdido vigencia. Esta confrontación se inició en los comienzos de la época moderna (Renacimiento
científico), desde entonces se ha hecho cada vez más patente, aunque haya perdido la virulencia que
tuvo en algunos momentos de declarado anticleralismo. El tema del laico, empero, no surgió cuando de
hecho ya se daba esa confrontación entre Iglesia y sociedad moderna emancipada de su tutela, sino
que fue necesario que se tomara conciencia de que esta sociedad moderna no era una mera
negatividad condenable, una sociedad pervertida, puesto que era una realidad que debía ser
considerada como una positividad, no sólo en cuanto se imponía como un dato positivo ineludible, sino
como una realidad que contenía también elementos positivos y valiosos. Desde el Renacimiento,
pasando por la Ilustración, hasta la mitad de este siglo el tema del laico no se plantea todavía como lo
hacemos hoy, simplemente porque entonces lo que predomina es una actitud restaurativa de un orden
teonómico como el que pudo establecer la Iglesia en la Edad Media. Cuando en el siglo pasado se
frustran definitivamente los ensayos restaurativos del “Antiguo Régimen” y la Iglesia desaparece como
Estado poderoso y se ve reducida a un territorio casi simbólico, cuando los hechos hacen patente que la
razón política de la modernidad, más allá del terror subsecuente a la Revolución Francesa, es definitiva
y porfiadamente democratizante y que el mundo surgido de esa modernidad no puede ser visto más
como un mero adversario contra el cual luchar, sino una realidad en la cual se está destinado a ser y a
la cual es preciso evangelizar, sólo entonces se produce la situación que lleva a una toma de conciencia
paulatina, pero cada vez más nítida: entre Iglesia y mundo moderno se ha producido un abismo y la
superación del mismo no pasa por una condenación o negación indistinta de ese mundo secularizado,
sino una evangelización del mismo. Sólo entonces se hace presente como insustituible el papel que
concierne a los “seculares” de la Iglesia en este mundo secularizado. Sin ellos, es decir, sin los laicos, el
abismo entre mundo moderno y fe cristiana parece insalvable.
Tenemos, pues, que el tema del laico responde a un desafío que presenta la evangelización del
mundo moderno, la superación del drama que representa la ruptura entre evangelio y cultura moderna,
como lo dice Paulo VI. Se inserta en una toma de conciencia que no es la de una conciencia feliz, sino
que, parafraseando a Hegel, podemos decir, es la de una conciencia desgraciada.
Sería un simplismo arrogante negar que en los siglos pasados el tema del laico estuvo ausente,
como que si el clero y la jerarquía se hubiesen simplemente desentendido del pueblo creyente.
Ciertamente el catecismo de Trento, las compañías, cofradías, oratorios, escuelas de doctrina cristiana,
congregaciones marianas, fraternidades de devoción moderna, asociaciones de amistad católica, la
conferencia de San Vicente de Paul, etc. , fueron respuestas y esfuerzos por acercarse a ese mundo
que se secularizaba y alejaba cada vez más de la Iglesia. Sin embargo, todo esto se vio en una
perspectiva que podríamos llamar de alternativa. Se trataba de edificar “un mundo católico”
contrapuesto “al mundo no católico”. Es sólo a mediados de este siglo cuando en vez de la construcción
de un mundo paralelo cristiano se impulsa una “consagración del mundo” y precisamente de ese mundo
secularizado y surgido de la razón moderna. Entonces, tenemos los primeros “Congresos Mundiales del
apostolado de los laicos” (1951, 1957), y la enseñanza señera de Pío XII. En el Concilio Vaticano II
encontramos testimonios explícitos que muestran que el tema del laico se consideraba en la coyuntura
del desafío que representa la actual sociedad moderna secularizada. Así leemos en el Proemio del
decreto sobre el apostolado de los seglares: “nuestro tiempo no exige menos celo en los laicos. Por el
contrario, las circunstancias actuales piden un apostolado seglar mucho más intenso y más amplio.
Porque el diario incremento demográfico, el progreso científico y técnico y la intensificación de las
relaciones humanas no sólo han ampliado inmensamente los campos del apostolado de los laicos, en
su mayor parte abierto solamente a éstos, sino que, además, han provocado nuevos problemas, que
exigen atención despierta y preocupación diligente por parte del laico. La urgencia de este apostolado
es hoy mucho mayor, porque ha aumentado, como es justo, la autonomía de muchos sectores de la
vida humana, a veces con cierta independencia del orden ético y religioso y con grave peligro de la vida
cristiana” (A.A.1,cf. L.G.30,36).
Reseñar este segundo condicionante no significa erigirse en jueces de los que nos precedieron en
la fe y de ningún modo culparlos. Se trata de reconocer un antecedente histórico de una situación que
hoy se nos presenta así, es decir, como un desafío, que por su misma urgencia puede dificultar un
discernimiento prudente.
Hay además un aspecto concernido en todo esto que no basta desechar con una profesión de
buena y recta intención sino ante el cual es preciso ser sumamente lúcido. Se trata de lo siguiente: En la
medida que el problema del laico se tematiza a partir del desafío que representa un mundo muy
consciente de su propia autonomía “como corresponde” según el texto recién citado del Vaticano II, sino
que de facto es una cultura secularizada que se ha emancipado de la Iglesia, es decir, ante la cual la
Iglesia ha perdido un poder que tuvo en el pasado, y que hoy es una sociedad que se quiere evangelizar
y no más condenar (como todavía se hizo con ocasión de la crisis modernista), en esta medida es un
asunto que tiene una concomitancia política ineludible. En Gaudium et Spes 3 se nos dice claramente
que la Iglesia lo que pretende es servir y no dominar al mundo moderno. Ahora bien, para que este
propósito resulte creíble, tenida cuenta la historia de la Iglesia, ésta debe esforzarse en dar un
testimonio y el magisterio ofrecer una enseñanza lo más coherente y transparente sobre lo político. La
“Consagración del mundo” que se persigue y señala como función específica de los laicos (L.G.33-34)
debe perfilarse nítidamente como algo diverso de un intento por recuperar un poder pretérito como si el
laicado fuese la mano larga que ahora utilizara la clerecía como instrumento de dominio político. En esto
no sólo está en juego un asunto de credibilidad por parte de los no cristianos, sino que, además, se
juega la posibilidad de una orientación eficaz de los creyentes en su compromiso secular. En la
coherencia que tenga el discurso y testimonio magisterial sobre lo político se juega la eficacia concreta
de las orientaciones que se puedan ofrecer al laicado. A mi parecer lo político representa hoy un punto
neurálgico no sólo en Chile, insoslayable cuando se trata sobre el tema del laico. Un discurso sobre el
laico que silencie el de lo político difícilmente puede ser una orientación consistente.
Ser laico
Son varios los teólogos que actualmente prefieren evitar el término laico porque lo consideran
demasiado equívoco y más un detonador de confusiones que un instrumento apropiado de inteligencia.
No les falta razón. En todo caso lo que importa es clarificarse sobre el contenido. Es esto lo que
trataremos de hacer. No se trata de resumir toda la doctrina o teología del laicado, sino de hacer
hincapié en algunos aspectos que por ser tan elementales y obvios pueden quedar en la penumbra de
lo implícito.
Cuando se habla de laico se alude inmediatamente a una distinción. En esto hay continuidad
entre la terminología que utilizó Tertuliano y según la cual laico se distingue de clérigo, y la descripción
por vía negativa de L.G.31:”Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a
excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en un estado religioso
reconocido por la Iglesia”. Esta distinción, empero, no se sustenta en sí misma, sino que remite y se
funda en una identidad antecedente: el ser cristiano. Sin esta identidad no se entiende ni sostiene la
distinción. Esto no es asunto de pura coherencia lógica, sino que es algo en lo cual es preciso insistir,
porque de hecho se ha dado y se sigue dando un discurso maniqueo sobre el laico que absolutiza una
distinción y no la ubica en su dependencia a la unidad que la funda. Hablar de laicos y clérigos como lo
hacía Graciano cuando se refiere a dos “géneros de cristianos” no sólo es una incongruencia lógica,
sino también una desviación eclesiológica. Nadie se atrevería a usar hoy día tal terminología; sin
embargo, no sólo deberíamos ponernos en guardia contra todo discurso “de arriba para abajo” sobre el
laico, sino en disociar la realidad del laico de la de ser “fiel cristiano” como dice el Concilio Vaticano II,
realidad fundamental que concierne tanto a clérigos como laicos. No se trata de negar una distinción
que se funda en la realidad específica del ordenado que “por la unción del Espíritu Santo, quedan
sellados con un carácter particular y así se configuran con Cristo Sacerdote, de suerte que puedan obrar
como en persona de Cristo Cabeza” (P.Ord.2).
De lo que se trata es de situar esta distinción en lo que realmente comporta. Como nos enseña el
mismo Concilio, la diferente participación en el “único sacerdocio de Cristo” que funda la distinción entre
laicos y sacerdotes es “de esencia y no sólo de grado” (L.G.10). No se trata, pues, de negar una
diferencia esencial, sino de no hipostasiarla y absolutizarla como si se sostuviese en sí y pudiese ser
considerada aisladamente. Si así fuese equivaldría a afirmar que se es más cristiano por el hecho de
ser Papa, obispo o sacerdote y menos por ser laico. Para evitar este malentendido, el mismo texto de
L.G. remite inmediatamente a esa unidad antecedente: “el sacerdocio común de los fieles y el
sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordena, sin
embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo” (L.G.10).
Tenemos, pues, que la diferencia entre sacerdotes y laicos no está en la falta de participación de
los segundos en el sacerdocio de Cristo, sino en una manera diversa de participar del mismo. Esta
diversa participación no funda estratos separados, dos categorías de cristianos, sino que postula y
requiere una ordenación recíproca entre ambos, entre jerarquía y laicado. La unidad, el ser cristiano, es
lo que precede, fundamenta y orienta tal distinción. Ser laico (o ser obispo) designa una realidad
específica que ontológica y eclesiológicamente no constituye un para sí, sino que sólo se entiende y
tiene razón de ser en referencia a esa realidad primera y antecedente que es el ser cristiano. Esto no
debería permanecer como obviedad implícita, sino que, considerada la recurrencia de un discurso
maniqueo sobre el laico, es algo que es preciso explicitar no sólo ocasional sino permanentemente.
Hablar del laico al margen de una perspectiva escatológica más que orientar puede confundir. En
realidad, así como un discurso que no explicita la dependencia de la realidad laical del ser cristiano se
queda a medio camino, referirse al laicado como mero estrato de una institución y no en el horizonte
dinámico de la promesa del reino de Dios que ha sido dada al pueblo de Dios que es la Iglesia, puede
constituir una consideración sociológica o políticamente relevante, pero teológicamente trunca.
Nuevamente aquí podemos aprender de la historia. Los límites de la eclesiología medieval para
considerar el tema del laico, más allá de sus evidentes condicionamientos socioculturales y políticos,
remiten a un déficit escatológico. Al desdibujarse y diluirse el Reino de Dios como el faro escatológico
de la Iglesia y del mundo, necesariamente el discurso sobre el laico no podía tener una mayor
envergadura que la de un discurso puramente moralizante y disciplinario, pero desprovisto de mayor
enjundia teológica. Es claro que hablar del laico en perspectiva escatológica no significa traer a colación
los temas tradicionales del juicio, cielo, infierno, etc. Significa hacerlo teniendo como parámetro y sin
perder de vista la relación básica aclarada por el Concilio Vaticano II entre Iglesia y mundo y de éstos
con lo que constituye su meta escatológica definitiva, el Reino de Dios. Según el Concilio, lo peculiar del
laicado consiste en “instaurar el orden temporal y actuar directamente y de forma concreta en dicho
orden, dirigidos por la luz del Evangelio...”(A.A.7). El laico, pues es el miembro de la Iglesia que está
directamente referido al mundo. Es así decisivo en la delimitación, de lo que se entiende por laico
situarlo en el horizonte de las relaciones Iglesia-mundo-Reino de Dios. Esto no por un puro afán
aclaratorio formal, sino porque de ello depende la solución de las dos tendencias problemáticas que
señalan con toda razón los Lineamenta, como características de la actual situación postconciliar. Se
dice en los Lineamenta que en el laicado se dan dos tendencias contrapuestas. Una de secularización y
la otra de “fuga del mundo”.
En el primer caso se trata de aquellos laicos que ciertamente están comprometidos en las
realidades temporales y terrenas, pero están tan copados por la secularización, que rechazan o, de
todos modos, comprometen la fundamental e irrenunciable referencia a la fe, única que puede generar y
sostener esa ¢animación cristiana¢ que debe vivificar la acción de los laicos en el orden temporal. No
faltan las formas de colaboración en el ámbito económico, social, político, cultural, en las cuales los
laicos cristianos renuncian a su identidad, asumiendo criterios y métodos que no puede compartir la fe:
en éstos y semejantes casos la secularidad se convierte en secularismo. En el segundo caso se trata de
una tendencia inversa, de descuidar el mundo de la fuga del mundo por parte de los mismos laicos, esto
es, de los fieles que viven en el siglo y en medio de los asuntos seculares. (Lineamenta 9)
¿Cómo se explica que en el postconciliar se hayan generado y desarrollado tendencias tan
contrapuestas? Los Lineamenta no emprenden un análisis de las causas de estas “tendencias
problemáticas” como se dice. Sin embargo, en ellas mismas subyace un presupuesto eclesiológico que
coopera en gran medida a crear y fomentar tales tendencias, aunque la intención sea precisamente la
contraria. No se trata de una falla expresa y formal, sino más bien de una carencia que compromete un
aspecto vital y fundamental de la eclesiología. En realidad, las “tendencias problemáticas” aluden a una
dicotomía entre Iglesia y mundo como lo indican los mismos. La “fuga del mundo” y la secularización
hacen manifiesto que no se da un nexo real en la conciencia del laico entre su ser Iglesia y mundo a la
vez. Ahora bien, más adelante se señala un principio básico: “los laicos poseen una única e indivisa
identidad en cuanto a la vez son miembros de la Iglesia y la sociedad”. Sin embargo, en los números
siguientes, donde se describe esta doble pertenencia del laico no se señala con la nitidez requerida el
momento de unidad, el nexo que funda “una única e indivisa identidad”, sino que el documento se
contenta con establecer un planteo que paraleliza la condición eclesial y mundana del laico. Ciertamente
ésta no parece ser la intención del documento, como lo muestra bien la cita que se hace del Concilio
Vaticano II (Apost. actuositatem n. 5): “La obra redentora de Cristo, aunque de suyo se refiere a la
salvación de los hombres, se propone también la restauración de todo el orden temporal. Por ello la
misión de la Iglesia no es sólo ofrecer a los hombres el mensaje y la gracia de Cristo, sino también el
impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico. Los laicos, pues, al realizar
esta misión de la Iglesia, ejercen su propio apostolado tanto en la Iglesia como en el mundo, lo mismo
en el orden espiritual que en el temporal; órdenes ambos que, aunque distintos, están íntimamente
relacionados en el único propósito de Dios, que lo que Dios quiere es hacer de todo el mundo una
nueva creación en Cristo, incoativamente aquí en la tierra, plenamente en el último día”. En todo caso,
creo que estamos aquí ante un aspecto sobre el cual no se insiste suficientemente, pues la dicotomía
que manifiestan las “tendencias problemáticas” no parece ser fortuita, sino que también se sustenta en
el desconocimiento del carácter único de la misión del laico, que nos es otro que el de la Iglesia en su
conjunto y en la dinámica escatológica que deriva de su ser.
La “responsabilidad apostólica” del laico, tanto en las “realidades temporales y terrenas” como en
“las propiamente eclesiales”, no se establecen a un mismo nivel, ni se deben paralelizar en un esquema
estático. Para que se capte el nexo que las une, para que se cumpla lo que pide el Concilio, “el laico,
que es al mismo tiempo fiel y ciudadano, debe guiarse en uno y otro orden siempre y solamente por su
conciencia cristiana” (A. A. 5), es preciso plantearse en una perspectiva dinámica y escatológica. Esta
perspectiva no se funda ni está sujeta a la subjetividad de cada cristiano, sino que tiene como vértice la
realidad que centra el misterio de la Iglesia, el reino de Dios. El reino de Dios es el faro escatológico
único que le confiere su sentido tanto a la Iglesia como al mundo. En el reino de Dios desaparecerá la
dualidad Iglesia-mundo. Pues bien, no se trata ni basta recordar esto como un postulado abstracto de la
esperanza cristiana, se trata de situar la responsabilidad y misión del laico en esta perspectiva que es la
definitiva y debería ser la definitoria de la conciencia de todo cristiano en el presente. En esta
perspectiva del reino como sentido uno y escatológico de toda la realidad no cabe paralelizar
responsabilidad mundana y eclesial sino que éstas se deben entender en la sola esperanza responsable
del reino de Dios.
Al parecer, la dificultad para articular esta responsabilidad fundamental del laico en toda su
dimensión no sólo reside en la falta de esperanza y en la tentación permanente a absolutizar el mundo
como lo definitivo, tal como lo manifiesta el secularismo al que se refieren los Lineamenta, sino también
en un resabio clerical persistente, como lo pone inmediatamente de manifiesto la “fuga del mundo”. En
verdad, reconocer en concreto y no sólo profesar en abstracto la relatividad de la Iglesia con respecto al
reino de Dios pone en jaque seguridades humanas y para algunos cuestiona la solidez de la institución
eclesiástica y resulta un riesgo demasiado grande. Ciertamente que es más claro, distinto, seguro y
confortable, coherente además con la lógica de toda institución, situar la Iglesia como un para sí y no
como ese “germen y principio” (L.G. 5) del reino de Dios que tiene como función servir al mundo. (G. S.
3 y 43)
En la “fuga del mundo” de los laicos se manifiesta un resabio clerical que se ha interiorizado, que
invierte la lógica del servicio que le concierne a la Iglesia con respecto al mundo y de esta manera la
desfigura como un ídolo y oscurece su realidad peregrina al reino de Dios.
Es preciso, pues, no sólo por coherencia con el marco de referencia que establece el Concilio
Vaticano II para entender la misión del laico¾”La Iglesia al prestar ayuda al mundo y al recibir del
mundo múltiple ayuda, sólo pretende una cosa: el advenimiento del Reino de Dios y la salvación de la
humanidad” (G.S. 45)¾sino para superar la disyuntiva o secularización o fuga del mundo insistir en la
dimensión escatológica en la cual se inserta el ser y quehacer laical. Esto implica mostrar que al
afirmarse que el mundo es para un cristiano relativo al reino de Dios, no sólo se relativiza el mundo y
compromiso secular como realidades provisorias y tendenciales al Reino de Dios, sino que también, y
esto es lo que se hace menos espontáneamente, señalar igualmente la realidad dependiente y
peregrina de la institución eclesial al Reino de Dios. No sólo el ser del mundo es provisorio y sólo se
entienden teológicamente como realidades de una Iglesia peregrina a esa Iglesia celestial en la cual lo
único permanente y definitorio es la caridad.
Quisiera señalar un último aspecto que por ser tan fundamental se omite. Ser laico comporta un
carisma que en cuanto está ligado a una misión designa un ministerio como lo señalan los obispos
franceses. Este ministerio se inserta en el de toda la Iglesia como el Concilio Vaticano II repetidamente
enseña, que es de servicio al mundo. A toda la Iglesia le concierne este ministerio al mundo como
misión fundamental. En el cumplimiento de su ministerio, empero, los laicos no son los suplentes de la
jerarquía, sino que su función específica y propia determina una referencia básica del ministerio
jerárquico al laicado. Los pastores son los servidores del pueblo de Dios y no a la inversa. Esta lógica y
ordenación fundamental de los ministerios en la Iglesia que determina el servicio a la humanidad debe
hacerse presente no sólo insistiendo en la misión que le corresponde al laico en el mundo actual, sino
en la de servicio que le corresponde a la jerarquía con respecto al laico. Este es un aspecto importante
de considerar para que el discurso que la jerarquía pueda hacer sobre el laicado se vea libre de todo
asomo de “servidumbre de vanidad” (Rom. 8, 19-21) y resplandezca como prolongación del servicio que
el Señor Jesús presta hoy a la humanidad toda.
SILABO
INSTITUCIÓN
UNIVERSIDAD NACIONAL TECNOLÓGICA DEL CONO SUR DE LIMA.
CAPACITADORA
ÍTEM
SUB ÍTEM ÁMBITO
21 21-S VILLA EL SALVADOR –UGEL 01 S. J. M.
NIVEL EDUCATIVO GRUPO DE ATENCIÓN
E.B.R SECUNDARIA A-B
I.- SUMILLA:
El componente DISEÑO CURRICULAR: Aspectos Específicos-EDUCACIÓN RELIGIOSA, pretende en
el desarrollo de los contenidos propuestos, en el Programa Básico de PRONAFCAP, fortalecer, el
compromiso asumido frente a la vocación de educar, reflexionar el sentido de lo que Dios significa en
nuestra Vida como educadores, especialmente en torno a nuestro testimonio de vida, así poder transmitir
esta experiencia, especialmente entre los estudiantes, docentes y el entorno educativo.
Sesión 26
La Iglesia Católica en diálogo con
las grandes religiones del mundo:
Distancia 02 14/07
Hinduismo, Budismo, Judaísmo e
Islamismo
BIBLIOGRAFÍA:
MIGLIETTA, Guido OSJ (1998). Bioética, nueva ciencia de la vida y la salud, textos editores, Lima.
JUAN PABLO II (1993). Encíclica Veritatis Splendor, Editorial Salesiana, Lima.
JUAN PABLO II (1995), Encíclica Evangelium Vitae, Librería San Pablo, la Paz.
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA (1997). Sexualidad Humana verdad y significado, Lima.
BENEDICTO XVI (2005), Deus Caritas Est, Editorial Salesiana, Lima.
JUAN PABLO II (1998), Encíclica Fides et Ratio, Editorial Salesiana, Lima.
JUAN PABLO II (2001), Encíclica Dominus Iesus, Editorial Salesiana, Lima.
http:// www. encuentra.com
http:// www. aciprensa.com
http://es.catholic.net
http://multimedios.org
Número y Contenidos de la Unidad Número de sesión y contenidos que Modalidad Nº de
nombre de la se desarrollarán de ejecución horas Fecha
Unidad
IV. • El laico en el Nuevo Testamento Sesión 27
La misión del como discípulo misionero de • El laico en el Nuevo Testamento Presencial 02 05/09
laico en la Jesucristo. como discípulo misionero de
Iglesia • El concilio Vaticano II, la tarea de Jesucristo
los laicos y la vida religiosa. Sesión 28
• El ministerio laical y sus diversos • El concilio Vaticano II, la tarea de Distancia
02 16/07
carismas dentro de la Iglesia. los laicos y la vida religiosa.
• El laicado en el correr de la
Sesión 29
Historia de la salvación y en Distancia
• El ministerio laical y sus diversos 02 21/07
Aparecida.
carismas dentro de la Iglesia.
• Superación del egoísmo en la
vida de la comunidad familiar, Sesión 30
• El laicado en el correr de la Distancia
escolar y otras. 02 23/07
Historia de la salvación y en
Aparecida.
Sesión 31
• Superación del egoísmo en la Distancia
vida de la comunidad familiar, 02 30/07
escolar y otras.
BIBLIOGRAFÍA:
GONZALES, Carlos., El es nuestra salvación. Editorial de Proyección Cristiana. Madrid. 1992.
Lumen Gentium. Constitución dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia. Ediciones Paulinas. Bogotá. 1985.
VIGANÓ, Ángel. El compromiso social y político. Editorial Salesiana. Lima. Perú. 1988.
BIBLIOGRAFÍA:
Ministerio de Educación (2008), Diseño Curricular Nacional, Lima.
Ministerio de Educación (2006), Guía de Diversificación Curricular, Lima.
Ministerio de Educación (2006), Guía de Evaluación de los aprendizajes, Lima.
http:// www.pncp2008.blogspot.com
http://www.mec.es/cesces/1.13.d.htm ;
http:// www.dgid.mye.gov.ar/html/sumario.html
IV. EVALUACIÓN:
INDICADOR GENERAL:
• Conoce y maneja contenidos básicos y estrategias de los componentes del área Educación Religiosa
en la planificación y programación de actividades de aprendizaje.
• Diversifica en forma correcta su Plan de Actividades teniendo en cuenta el Plan Regional, la realidad
local y el Plan Pastoral de la Diócesis.
Número y nombre de Indicadores de evaluación Técnicas e Fechas de
la Unidad Instrumentos de evaluación
evaluación
I. Dios presente en Analiza la Revelación de Dios en la historia de Trabajo práctico/Registro
23/05
la humanidad la humanidad y su plenitud en Jesucristo y sus de Producción
planteamientos en la sociedad actual.
II. Respuesta del Interioriza y valora principios éticos y morales Trabajo práctico/Registro
hombre a Dios cristianos que fundamentan la dignidad de la de Producción
persona humana. 11/07
Prueba/ Prueba de
selección múltiple
III. La iglesia en el Compara las distintas religiones y movimientos Prueba/ prueba tipo
y sectas religiosos. ensayo. 15/08
proceso histórico
IV. Compromiso Propone alternativas de mejorar el sistema Trabajo práctico/Registro
cristiano del laico social a la luz de la fe cristiana; 05/09
de Producción
V. Aplica estrategias adecuadas al área Trabajo práctico/ficha de
Estrategias producción
aplicadas al área
Prueba de selección 17/10
múltiple de salida
V. MATRIZ DE EVALUACIÓN