Ideas de Mercado de Trabajo
Ideas de Mercado de Trabajo
Ideas de Mercado de Trabajo
Enfoque institucionalista
una concepción dual del mercado de trabajo, según la cual su funcionamiento se podría explicar mejor partiendo de
la idea de que éste está dividido en dos grandes segmentos (Piore 1969): el mercado primario (que englobaría los
puestos buenos del mercado, es decir, aquellos con salarios elevados, estabilidad, oportunidades de avance, entre
otros) y el mercado secundario (en el que quedarían confinados los puestos de trabajo con salarios bajos,
inestabilidad, escasas oportunidades de ascenso, y demás).4 Poco después Piore (1975) refinó aún más esta visión
para que se ajustase mejor al funcionamiento global del mercado de trabajo, proponiendo una división adicional
dentro del sector primario en un segmento superior y otro inferior. Este último se identificaría con las características
habituales de los puestos manuales (o trabajadores de cuello azul), mientras que el primero englobaría aquellos
puestos y pautas de movilidad típicamente asociados a profesionales y cargos directivos (o trabajadores cualificados
de cuello blanco), caracterizados por presentar unos salarios y un estatus superiores, mayores oportunidades de
promoción, ausencia de mecanismos formales de supervisión, espacio para la creatividad individual y la iniciativa,
entre otros.
El enfoque radical
a D. Gordon, R. Edwards y M. Reich –y, junto a ellos, H. Watchel, K. Stone o, incluso, S. Bowles y H. Gintis– trataron
de encuadrar el concepto de segmentación dentro del marco teórico de la economía política radical.
la segmentación subyace, en último término, la distinción entre trabajo y fuerza de trabajo y, con ello, la obligación
para el empleador de controlar la actividad de los trabajadores (Edwards 1979). El conjunto de mecanismos que
permiten desarrollar ese control en la empresa constituiría un sistema de control. Edwards (1975, 1979) identificaba
–partiendo de un análisis histórico de la situación laboral en Estados Unidos– tres sistemas diferentes de control:
simple, técnico y burocrático. El control simple fue el mecanismo propio del sistema de producción vigente hasta
finales del siglo XIX, y se caracterizaría por la supervisión directa del proceso de trabajo, con una combinación poco
sistemática y arbitraria de incentivos y sanciones (Edwards 1979:18-19). El control técnico surgió con la producción
en masa y la difusión de los sistemas tayloristas, y suponía la utilización de la tecnología para controlar el ritmo de
producción; además, al someter a los trabajadores a un proceso de homogeneización y convertirlos en sustitutivos
potenciales, aumentó el poder de los empleadores, aunque también aunó los intereses de esos trabajadores y
generó el caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de las fuertes movilizaciones que se produjeron a finales de los
años treinta (Edwards 1979:20). El control burocrático supondría un intento de identificar los intereses del
trabajador con las metas de la empresa; en este sentido, se basaría en la estratificación de los trabajadores
generando mercados internos de trabajo, en el establecimiento de reglas impersonales (dictadas por la política de
empresa) para regir la promoción y retribución, en el diseño de incentivos que recompensen la lealtad, y demás
(Edwards 1979:21).
Edwards (1975, 1979) sostenía que cada uno de estos sistemas había predominado en distintas etapas de la historia,
pero que los tres seguían coexistiendo: el control simple fundamentalmente en pequeñas empresas y las otras dos
formas de control en las grandes (el control técnico asociado principalmente a trabajadores de cuello azul y el
burocrático a los de cuello blanco). Partiendo del hecho de que cada uno de los sistemas de control supone unas
características en cuanto a estabilidad en el empleo, pautas de movilidad, remuneraciones, entre otros,
concordantes con los atributos de la estructura tripartita del mercado de trabajo (mercado secundario, mercado
primario subordinado y mercado primario independiente), Edwards (1975, 1979) sostenía que la coexistencia de las
tres formas de control era el principal motivo causante de la segmentación laboral. coexistiendo: el control simple
fundamentalmente en pequeñas empresas y las otras dos formas de control en las grandes (el control técnico
asociado principalmente a trabajadores de cuello azul y el burocrático a los de cuello blanco). Partiendo del hecho de
que cada uno de los sistemas de control supone unas características en cuanto a estabilidad en el empleo, pautas de
movilidad, remuneraciones, entre otros, concordantes con los atributos de la estructura tripartita del mercado de
trabajo (mercado secundario, mercado primario subordinado y mercado primario independiente), Edwards (1975,
1979) sostenía que la coexistencia de las tres formas de control era el principal motivo causante de la segmentación
laboral.
Nuevo estructuralismo
, empezaron a proponer que los resultados en el mercado de trabajo y las desigualdades existentes estaban
fuertemente condicionados por factores estructurales asociados a las características de los puestos de trabajo, de las
empresas y de los sectores industriales. Para ello, tomaron como referencia el modelo de economía dual propuesto
por Averitt (1968), Galbraith (1967) y O’Connor (1973), y la idea de que ese dualismo podía trasladarse al mercado
de trabajo. El razonamiento de partida era que los ingresos percibidos en el mercado de trabajo no sólo dependían
de los atributos personales, sino de la estructura y características de los puestos de trabajo, por lo que las empresas
del centro de la economía o del sector monopolístico (aquellas de mayor tamaño, con mayor poder de mercado, con
niveles de productividad más elevados, entre otros) tenían capacidad para ofrecer a sus trabajadores unas
condiciones más beneficiosas (mayores salarios, mejores oportunidades de promoción, más estabilidad, y demás)
que las de la periferia o del sector competitivo (Bibb y Form 1977; Beck et al. 1978; Hodson 1978; Tolbert et al.
1980).
En este sentido, algunos autores cuestionaron diversos aspectos relacionados con la división de la estructura
económica, como el número de sectores en que estaba fragmentada la economía –en particular, si era correcto el
supuesto de dualismo– o si esa diferenciación debía representarse como una variable discreta o continua (Wallace y
Kalleberg 1981; Kalleberg et al. 1981; Hodson 1983). También se preocuparon por la falta de alineamiento que
parecían mostrar algunas de las características típicamente utilizadas para separar las empresas o industrias entre
centro y periferia (Wallace y Kalleberg 1981; Kalleberg et al. 1981; Zucker y Rosenstein 1981; Hodson y Kaufman
1982; Hodson 1983; Baron y Bielby 1984). También se cuestionaron cuál era el nivel más adecuado (puesto de
trabajo, empresa o sector) para medir las variables sobre las que asentar la división de la estructura económica.
Algunos autores utilizaron variables medidas a escala sectorial para diferenciar el centro de la economía del
segmento periférico (Beck et al. 1978; Hodson 1978; Tolbert et al. 1980), mientras que otros reclamaron la
idoneidad de la empresa (Baron y Bielby 1980, 1984) y alguno defendía que era necesario descubrir a qué escala
operaba cada variable concreta (Hodson 1983:6).
El núcleo de este nuevo enfoque fue un grupo de autores pertenecientes a la Universidad de Cambridge entre los
que cabría destacar a F. Wilkinson, J. Rubery, R. Tarling y C. Craig; W. Sengenberger, P. Villa, P. Ryan o F. Michon
n. Estos autores adoptaron como punto de partida las aportaciones de los enfoques previos, resaltando la
conveniencia de utilizar un marco teórico basado en el desequilibrio (Wilkinson 1981; Tarling 1987) y defendiendo
un enfoque multicausal que tomase en consideración no sólo factores económicos, sino también sociales, políticos e
institucionales, todo ello desde una perspectiva dinámica (Rubery y Wilkinson 1981:115-116; Tarling 1987:IX). Este
tipo de enfoque dejaba margen para la incorporación de análisis históricos que enriqueciesen el estudio de los
diferentes elementos sometidos a consideración (Villa 1981); al mismo tiempo, suponía la consagración del análisis
de casos como el instrumento metodológico básico empleado por esta corriente (Wilkinson 1981; Tarling 1981,
1987).
desde su punto de vista, la diferenciación entre el sector primario y el secundario no procedía de la presencia de
mercados internos en uno y de su ausencia en otro, o de la existencia de reglas institucionales de determinación
salarial en el primario frente a la determinación competitiva en el secundario, sino simplemente a que la interacción
del conjunto de fuerzas económicas, sociales e institucionales daba lugar a sistemas diferentes en uno y en otro
(Craig et al. 1985:278).
estos autores sostenían que se había dejado incorrectamente en un segundo plano el papel de los factores de oferta
como causantes de la segmentación (Rubery 1978; Craig et al. 1982; Humphries y Rubery 1984; Craig et al. 1985).
Para ellos, la oferta de trabajo no se limitaba a adaptarse a las divisiones existentes en el mercado generadas por
factores de demanda, sino que era otra causa adicional de la segmentación. De hecho, argumentaban que la
fragmentación de la oferta de trabajo podía provocar por sí misma la segmentación, y que a veces la simple
presencia de trabajadores secundarios podía transformar los puestos en estructuras de tipo secundario (Craig et al.
1985); por ello, sostenían que una reducción de las diferencias sociales podía desembocar en una mejoría en las
condiciones del mercado de trabajo secundario (Rubery 1987).
Concepto clave: mercado de trabajo local - Áreas geográficas en las que se sitúan regularmente las transacciones
entre compradores y vendedores de mano de obra.
el propósito es desarrollar un marco para analizar el mercado laboral local como unidades distintivas de la economía
y la sociedad e investigar la relación de estas estructuras con las experiencias laborales individuales