Resumen La Ida - Vuelta MF - Glosario - Todo
Resumen La Ida - Vuelta MF - Glosario - Todo
Resumen La Ida - Vuelta MF - Glosario - Todo
Los dos primeros cantos del poema son de carácter introductorio. En el canto 1, Martín
Fierro se presenta a sí mismo como gaucho cantor que dará relación de los males que lo
aquejan. Al interpelar en su discurso a una segunda persona en plural, da a entender al
lector que mientras cuenta su historia se dirige hacia un público, quizás aquel presente en
una pulpería, lugar de reunión de los gauchos en el campo. Con esta presentación, Fierro
adopta la postura tradicional del payador frente a su auditorio.
En relación con lo anterior, el poema nos da señales de simular una situación de carácter
oral, en su empleo de un vocabulario, una sintaxis y una gramática que provienen del habla
popular. Además, el yo-poético nos cuenta que él no es un “cantor letrado”, es decir, no es
un cantor culto y alfabetizado, lo que nos indicaría, nuevamente, que su canto no puede
sino provenir de la oralidad. Esta condición iletrada de Martín Fierro tendrá importancia más
adelante, en el desarrollo de su relato
Martín Fierro nos otorga en esta primer instancia una imagen hiperbólica de sí mismo, como
la de aquel que reúne las mejores características del ser gaucho. Fierro se posiciona como
el mejor cantor, el más experimentado, el más valiente, el más viril, el más justo. También
hace de la falta, virtud, respecto de la condición iletrada arriba mencionada: “Yo no soy
cantor letrao / mas si me pongo a cantar / […] / las coplas me van brotando / como agua de
manantial” (vv. 49-54). La metáfora aquí empleada sugiere que Fierro no necesita de los
saberes letrados para que la poesía surja de él con facilidad, abundancia y espontaneidad.
En el canto 2, Martín Fierro recuerda una suerte de Edad de Oro del gaucho, ahora perdida.
Es importante señalar aquí que Fierro relata la experiencia de un gaucho cualquiera, dando
así a entender que su caso particular es un ejemplo de una situación generalizada que
padecen todos los gauchos en el momento en que está contando esta historia. La
rememoración de esta época idílica conlleva una crítica social, perceptible en el tono
nostálgico y de lamento de su canto.
Al finalizar el canto 2, Fierro anticipa cuál ha sido la causa de que aquellos tiempos de
felicidad ya no existan más: es la aparición de la autoridad, encarnada primero en la figura
del alcalde, que interrumpe en este espacio utópico para aprovecharse del gaucho, hacerlo
sufrir y llevarlo a la fuerza al campo de batalla. En estas estrofas empiezan a aparecer las
imágenes de la violencia a la que se somete al gaucho: “Y el lomo le hinchan a golpes, / y le
rompen la cabeza, / y luego con ligereza, / ansí lastimao y todo, / lo amarran codo con
codo / y pa el cepo lo enderiezan” (vv. 271-276). Esta tortura física es solo una de otras
tantas desgracias que Fierro contará en los próximos cantos.
CANTO III
En este canto Fierro narra las circunstancias que lo obligaron a ir a la frontera a luchar
contra los indios y describe cómo era su vida en aquel lugar. Anticipa, en la primera estrofa,
que antes de esto él tuvo hijos, hacienda y mujer, pero que al volver solo halló “la tapera”:
su rancho en ruinas y abandonado.
Cuenta que un día en la pulpería, donde siempre hacía gala de sus habilidades cantoras,
llega el Juez de Paz, autoridad de la campaña, para llevarse gente a la frontera. Los más
matreros se escapan pero Fierro, que es un gaucho “manso”, no ve la necesidad de huir y
por eso se queda y lo agarran, junto con otros que allí se encontraban.
El Juez, explica Fierro, estaba enfadado con él, porque en la última votación no se había
presentado; entonces le había dicho a Fierro que él servía “a los de la esposición”. El cantor
se justifica diciendo que él es un “gaucho redondo” y de esas cosas no entiende nada.
Cuando se los llevan, les hacen “más promesas que un altar”, diciéndoles que en seis
meses volverían a sus hogares.
Fierro nos cuenta que se va equipado a la frontera, con herramientas para luchar y un buen
caballo. Una vez allí, descubre que aquello es un infierno. Se lo pasan trabajando las
chacras del coronel, ardua labor que solo es recompensada con azotes y castigos en el
estaquiadero. A la hora de luchar, deben enfrentar a los indios sin suficiente capacitación y
desprovistos de buenas armas, por lo que no pueden evitar que el malón llegue y arrase
con todo. Respecto a esta situación, Martín Fierro reclama que si eso es servir al gobierno,
a él no le gusta el cómo.
En la última parte del canto realiza una descripción del indio. Lo caracteriza como habilidoso
y cruel, que roba, mata y quema poblaciones a gusto y sin culpa. Cuenta que en uno de
esos ataques de los “bárbaros”, como los llama, tiene que verse frente a frente con uno que
era el hijo de un cacique. Éste busca arremeterlo con una lanza, pero Fierro logra suprimir
su ataque con las boleadoras, y cuando el indio cae al piso, el gaucho decide hacer la “obra
santa” de matarlo.
CANTO IV
Martín Fierro continúa en este canto describiendo las condiciones de pobreza en la frontera.
Todo lo que Fierro llevó allí se lo quitan, incluido su caballo. Pasan los meses y los “cobres”
nunca llegan. Mientras, se endeudan con el pulpero, que los tiene a todos apuntados “con
más cuentas que un rosario”. Apenas tienen para subsistir; viven en la miseria, mugrientos y
con harapos que los dejan casi desnudos.
Un día llega el momento de la paga. Fierro espera tranquilo su turno, pero al ver que se iban
sin pagarle, pregunta si al día siguiente terminarán de pagar. El mayor le responde que la
paga ya terminó, lo trata de animal, y le dice que él no se encuentra en la lista para recibir el
sueldo. Fierro se queja, pero como se ve en desventaja para reclamar, se retira sin
enfrentarse. Luego aparece un comandante que quiere averiguar lo sucedido, pero Fierro se
percata de que solo finge interesarse. Cierra el canto afirmando que él también pretende:
“me les hacía el dormido / aunque soy medio dispierto” (vv. 797-798).
CANTO V
Ante esta situación, Fierro advierte que su presencia allí nada tiene que ver con defender la
frontera. A pesar de su ignorancia, puede ver que de esta miseria no todos salen
perjudicados, y que algunos jefes poseen tierras y están metidos en “negocios feos”. Por
eso nos cuenta que no ve la hora de aprovechar algún ataque indígena para fugarse en el
medio del combate.
Para colmo de males, en una ocasión lo mandan al estaquiadero por un malentendido con
un gringo. Este se encontraba de centinela, vigilando la entrada del fortín, cuando llega
Fierro. Como el gringo está medio borracho no lo reconoce, le pregunta en un mal español
quién es y le pide que haga alto. El gaucho se mofa de sus palabras, como si no entendiese
lo que el otro le dice y, frente a la burla, el gringo responde disparando, aunque erra el tiro.
Los oficiales llegan y toman como culpable a Fierro. Lo estacan y el mayor le dice que de
esta manera va a aprender a no andar reclamando sueldos.
Fierro nos cuenta que se pasa la noche entera en el estaquiadero maldiciendo al gringo, y
cierra su canto describiendo negativamente a los inmigrantes en general. Se pregunta por
qué envían a la frontera a esta “gringada” que no sirve para nada, puesto que el gringo no
sabe luchar ni hacer tareas de campo, como ensillar o carnear.
En estos cantos, Martín Fierro describe la vida en la frontera, imponiendo el tono del
lamento en la recreación del maltrato y las injusticias allí padecidas. Aunque por ahora no
toma una postura de abierta confrontación con quienes lo someten a esta vida infernal, en
sus palabras se deja entrever un trasfondo de denuncia, como cuando exclama que si
aquello es servir al gobierno, a él no le gusta el modo. Estas palabras dan un indicio de su
inminente transformación en gaucho matrero.
En esta parte de su canto toma importancia la cuestión económica. Fierro no solo sufre
porque llega a la frontera con muchos bienes que le son arrebatados, sino también porque,
como todos los gauchos allí presentes, es obligado a realizar tareas de campo en malas
condiciones y sin ninguna paga. Personifica el dinero (al que se refiere mediante la
sinécdoque "cobre") diciendo que este no llega, como si cobrar fuera un acto del que sus
jefes no se responsabilizan. También realiza una comparación que recupera del imaginario
popular, cuando afirma que con el pulpero tienen más cuentas que las que posee un
rosario, interpelando de este modo imágenes de la simbología cristiana y conocimientos
propios de la cultura oral. Aunque no lo diga con estas palabras, el servicio en la frontera,
para Fierro, se reduce a someter al gaucho a un trabajo esclavo.
Ante esta situación, Fierro opta por hacerse el despistado frente a la autoridad,
pretendiendo no entender las injusticias que padece. Realiza esta actuación como recurso
de supervivencia, puesto que aprende de la experiencia que de nada le sirve reclamar.
También se da cuenta de que se aprovechan de su ignorancia, a la cual refiere diciendo que
él es un “gaucho redondo”. Sin embargo, aunque algunas cosas escapen su comprensión,
él no ignora que allí se dan “negocios feos”, y que los que están en el mando salen
beneficiados de la miseria de los gauchos. Reconoce cuando lo engañan, como cuando
recoge un dicho popular ("hacer más promesas que un altar") para dar a entender que no
confía en las palabras de sus jefes.
En los cantos 3 y 4 podemos ver dos enfrentamientos con la autoridad en los que Fierro
todavía es un gaucho “manso”, es decir, un gaucho inocente que no quiere entrar en
conflicto. El primero lo tiene con el Juez de Paz, que lo manda a la frontera. Con él había
tenido antes un percance a propósito de una votación; se entiende entre líneas que el Juez
había querido que Fierro voteara a favor de su partido, pero él no había ido porque aquello
no era asunto suyo. Nos cuenta que el Juez lo acusa de servir a la “esposición”; de esta
incorrecta forma de decir “oposición”, podemos deducir que Fierro tal vez no conoce el
significado de la palabra y que, en efecto, es a tal punto inocente que ni siquiera había
comprendido la extorsión. Cuando el Juez vuelve para las levas, Fierro se deja agarrar
porque no encuentra razones para escapar. De esta manera, el lector previene cómo se
aprovechan del gaucho sin que este hubiese cometido ningún delito.
El gaucho no solo tiene conflictos con los que detentan el poder: también se enfrenta con
otros parias sociales como él, a los que sin embargo no ve como semejantes. Por un lado,
en el canto 3 vemos su enfrentamiento con un indio, quien representa en el poema un
estado absoluto de barbarie. Al decir que cuando llega el malón tiemblan las carnes y se
parte el corazón, el cantor hace uso de la sinécdoque para expresar el miedo y el dolor que
produce el indio, que actúa como un agente del mal que lo destruye todo. Veremos que,
hacia el final del poema, esta percepción negativa del indio se modifica.
Por otro lado, el enfrentamiento con el gringo en el canto 5 también nos revela la xenofobia
del gaucho, que no puede ver en este a un hombre despreciado como él, que sufre por
igual los abusos y los prejuicios. La actitud de Fierro frente al indio y frente al inmigrante
responde a un contexto de época eminentemente racista, que afecta también a las
personas que, como Fierro, padecen la discriminación racial.
CANTO VI - VIII
El canto 6 significa un punto de inflexión en el poema. Fierro huye de la frontera y llega a su
casa para enterarse de que lo ha perdido todo: rancho, mujer e hijos. El cantor ya había
anticipado este desenlace en su historia, pero después de conocer todas sus vivencias
hasta este punto, se comprende mejor su dolor y su furia, y el papel que jugó el poder del
gobierno en este asunto. A partir de este clímax, Fierro se coloca en antagonismo explícito
con la autoridad, completando su devenir matrero.
Esta conversión plantea una ironía trágica, que consiste en que Fierro, desde ahora,
realizará actos criminales que reafirman los prejuicios que padeció: tanto lo discriminaron
por ser un gaucho matrero, que ahora actuará como tal. De esta manera, decide vengarse
adoptando la condición social que le impusieron. Dicha condición es asumida como un
fatalismo del ser gaucho. Por eso, cierra el canto 6 afirmando que seguirá su destino
mientras tenga sangre en las venas, imagen que, a través del uso de la metonimia, ofrece
un significado doble: mientras siga vivo y mientras persista su furia.
El primer delito que comete Fierro, entonces, es desertar del ejército. Pero esta condición
de “desertor” es solo el producto de haber vivido en estado de extrema miseria en la
frontera. Acto seguido es catalogado de “vago”, de lo que tampoco es culpable, puesto que
ha perdido su rancho y no tiene a dónde ir. Esta situación lo lleva a buscar desahogo en el
enfrentamiento a cuchillo.
No es casual que estos duelos sean anticipados por un enfrentamiento verbal. Es un código
propio de la sociabilidad gaucha definir en la conversación quién es quién ante los otros. En
ambos casos, Fierro provoca verbalmente a los contrincantes, con la evidente intención de
continuar la estocada de la palabra con la estocada del cuchillo. Antes había tenido
momentos de confrontación verbal, como los que tiene con el gringo o con el Juez de Paz,
pero solo ahora, en su condición de matrero, Fierro lleva este enfrentamiento al cuerpo a
cuerpo.
Dentro del código guacho, batirse a duelo es un modo de medirse en valentía y virilidad. En
el contexto del relato de Fierro, se entiende además que estos contrincantes son para el
gaucho como chivos expiatorios en quienes recae su enojo por su condición social. Matar,
en este transe, no es tanto un crimen sino una desgracia que padece el que ha asesinado,
que se ve forzado a vivir en la ilegalidad.
Así lo entiende Fierro en el canto 7, cuando mata al moreno. La composición del poema en
este canto pasa de cuatro a seis versos por estrofa para darle agilidad a la índole narrativa
del poema. Fierro relata su duelo con el negro para hacer gala de sus habilidades cantoras
y de su destreza con el cuchillo, evidenciando sus saberes gauchos y sus conocimientos de
la cultura oral. Después de matar al negro, Fierro se aleja despacio, como si supiera que
nadie va a perseguirlo por haber asesinado a otro como él, un paria social, que ni siquiera
recibe los rituales cristianos para su sepultura, algo muy importante dentro del imaginario
popular del campo.
El canto 10 interrumpe el monólogo de Fierro para dar aparición a una voz nueva que toma
la posta del relato. Hasta ahora, las voces de otros personajes habían aparecido dentro del
canto de Fierro, entre comillas y sin autonomía. En cambio, durante estos tres cantos, la voz
de Cruz se ubicará en el mismo nivel que la voz del protagonista. Esto nos permite
equiparar ambas narraciones y establecer un paralelismo entre una historia y la otra. Cabe
conjeturar si Cruz se encuentra, mientras canta, en el mismo lugar que Fierro. Tal vez, su
canto se dirige tanto a él como a su público.
Cruz se define a sí mismo con parámetros similares a los de Fierro, respecto de cómo
afronta sus males y de cómo se posiciona como gaucho cantor. Al dar relación de sus
desgracias, Cruz no se deja vencer por el lamento y persevera en su actitud desafiante, al
igual que su nuevo amigo. Respecto de sus destrezas cantoras, recupera la metáfora de
Fierro del agua del manantial –otro indicio de que se halla en el mismo lugar que el cantor y
que ha estado hasta entonces escuchando su canto– para contraponerla con otra analogía:
de su boca las coplas salen “como ovejas del corral”. Con esto quiere decir que no es tan
habilidoso como Fierro en el arte del canto.
Aunque sus historias sean distintas, podemos ver en el relato de Cruz algunas similitudes
con el relato de Fierro. En primer lugar, Cruz entra en conflicto con una persona en el poder,
y por eso pasa a vivir una vida de matrero. Él enfrenta verbalmente a sus oponentes antes
de iniciar el combate a cuchillo, al igual que Fierro. También conduce su enojo hacia otros
que no son los que mandan, como cuando se pelea con el guitarrero, que de todos modos
lo provocó. En contraste con Fierro, la ira de Cruz parece dirigida más a su mujer que al
comandante, por lo que se puede entender que Cruz no percibe tan bien como Fierro que el
origen de sus males proviene de los abusos del poder.
CANTO XII - XIII
La historia de Cruz pone de manifiesto que el de Martín Fierro no es un caso aislado. Cruz,
como Fierro, se ve obligado a vivir una vida de matrero por enfrentarse a un representante
de la autoridad que se aprovechó de él al “robarle” a su amada. Sin embargo, a diferencia
del protagonista, Cruz tuvo la oportunidad de reinsertarse en la sociedad como soldado de
policía, gracias a la intermediación de un amigo suyo. Es evidente en esta conexión que la
salida o la entrada de la ilegalidad nada tiene que ver con la justicia, sino con si el que
manda te considera un criminal o un protegido del que se puede sacar provecho. Cruz se da
cuenta de esto cuando escucha los planes de los jefes, que piensan utilizar a los soldados
para hacerlos trabajar sus tierras.
Dentro del sistema, dentro de la vida en sociedad, el gaucho siempre saldrá perjudicado.
Por eso, el paso de bando de Cruz reafirma una característica del ser gaucho: el
antagonismo con la autoridad. No obstante, el gaucho no tiene por qué padecer su
marginalización en soledad. Por eso Cruz le ofrece a Fierro su compañía, para que juntos
puedan sobrellevar mejor la vida de matreros. Para convencerlo, resalta sus habilidades
para proveerse de la naturaleza, interpelando sus saberes y la particular conexión del
gaucho con lo natural.
Fierro toma la posta en el último canto con una metáfora de la cultura oral y popular: los dos
son astillas del mismo palo, es decir, los dos provienen de un mismo sufrir, de una misma
injusticia. Con estas palabras Fierro también acepta la compañía en la desgracia, y aunque
no abandona la primera persona del singular para remarcar que su decisión de partir es una
decisión individual, también utiliza la primera del plural para invitarlo a Cruz a seguir su
destino.
Como Fierro se va a vivir entre los “infieles”, adjetivo con el que reduce y califica a los indios
por su paganismo, se ve en la necesidad de justificar su abandono del universo cristiano al
que pertenece. Por eso recurre a imágenes de la creación divina para explicar que para el
gaucho, que ha venido a este mundo a penar sin descanso, vivir en sociedad con los
cristianos es igual a vivir en el infierno.
Fierro asegura que “hasta los indios” no llega la facultad del gobierno, metonimia con la que
convierte a un grupo étnico discriminado en un lugar simbólico. En “los indios” como lugar
Fierro construye un espacio idílico nuevo, donde es posible recuperar parcialmente aquella
época dorada en la que vivía sin problemas, antes de que lo enviaran a la frontera. Esta
imagen contrasta con la caracterización que hace del indio en el canto 3, en la que este es
descripto como un salvaje despiadado. Ahora, aquel lugar más allá de la frontera, línea
divisoria entre la civilización y la barbarie, se presenta al gaucho como un espacio utópico,
donde podrá vivir sin problemas, sin necesidad de trabajar, y donde, quizás, podrá incluso
encontrar un nuevo amor.
La aparición de una nueva voz al final del canto 13 plantea un quiebre de las expectativas
del poema. La presencia de este punto de vista sin nombre sugiere que tal vez las voces de
Fierro y Cruz han sido impostadas por otro personaje –¿acaso el propio José Hernández? –
que ha sido quien ha estado contando la historia desde el principio. Como indica que Fierro
detuvo su canto y "Buscó un porrón pa consuelo" (v. 2270), también podría pensarse que
esta nueva voz narrativa nos permite situar el canto de Fierro dentro de una pulpería, donde
los gauchos beben y tocan la guitarra en presencia de otros gauchos que son su auditorio.
El final del poema cierra con el tema principal de la historia: la denuncia. La voz
desconocida afirma que es verdadero todo lo que se ha contado, y con una metáfora
sugiere que cada gaucho es un “telar de desdichas”. Sabemos que Martín Fierro es un
personaje ficticio que no existió en realidad, pero esto no le quita autenticidad a lo narrado.
Los últimos versos del poema establecen una crítica que no se dirige concretamente a la
autoridad, sino a todos aquellos que han presenciado estos males pero que nunca los han
denunciado. De esta manera, el poema finaliza de forma autorreferencial, indicando que el
canto de Fierro remeda esta falta porque pone en evidencia la realidad social que padece el
gaucho como tipo social.
GLOSARIO
Boleadora
Arma compuesta de dos o tres bolas de piedra forradas en cuero y unidas por una cuerda
que se arrojan a los patas de los animales para derribarlos.
Boliche
Establecimiento comercial de despacho de bebida y comida. A veces se utiliza como
sinónimo de pulpería.
Chajá
Ave zancuda, típica de la región pampeana. En la literatura gauchesca aparece con
frecuencia como ave que anuncia el peligro.
China
Forma en la que el gaucho se refiere cariñosamente a su amada.
Cimarrón
Salvaje, no domesticado. También se denomina "cimarrón" al mate amargo.
Empeñoso, a
Persona que muestra constancia y dedicación para conseguir un fin.
Estaquiada
Castigo y método de tortura en el que se ata a una persona desde sus extremidades a
cuatro estacas. El lugar de la estaquiada se denomina "estaquiadero".
Facón
Cuchillo grande y recto.
Gringo
Término que se usa, en general despectivamente, para referirse a un extranjero que habla
una lengua no española.
Gauchaje
Reunión o conjunto de gauchos.
Malón
Ataque de los indígenas a poblaciones blancas, con saqueos y capturas.
Mate
Infusión de agua caliente y yerba mate, típica de Sudamérica, que se toma con bombilla en
un recipiente hecho de calabaza seca u otro material. También se usa "mate" para referirse
al recipiente.
Milonga
En El gaucho Martín Fierro, fiesta donde se baila. También se utiliza para referirse a un
enredo o riña.
Pingo
Caballo de buena estampa, brioso y ligero. Otras formas de denominar al caballo que
aparecen en el poema son: bagual, bichoco, flete, mancarrón, moro, overo, potro, redomón,
reyuno, sotreta.
Planazo
Golpe que se da con la parte ancha de un arma blanca.
Porrudo
El que tiene porra, es decir, pelo abundante y enredado. Martín Fierro lo utiliza
despectivamente.
Pulpería
Espacio de reunión típico de la campaña, en el que se vende bebida y otras provisiones. El
que es dueño de una pulpería o la atiende se llama "pulpero".
Tapera
Rancho en ruinas y abandonado.
Toldo
Vivienda de los indígenas. Al conjunto de toldos se lo denomina "toldería".
Vigüela
Guitarra.
RESUMEN MF:
Martín Fierro cuenta que antes vivía feliz junto con otros gauchos trabajando en el campo.
Allí nada les faltaba y todo era alegría. Hasta que un día llega el Juez de Paz y se lo lleva a
servir en la frontera, defendiendo las tierras de los ataques de los indios. Allí, Fierro sufre el
maltrato de la autoridad, que lo despoja de sus pertenencias, lo obliga a trabajar la tierra y
no le paga por sus servicios. Para luchar contra los indios también se ven en desventaja, ya
que no cuentan con el armamento necesario. Fierro aquí construye una imagen negativa del
indio, a quien ve como un ser desalmado que llega para arrasar y destruir todo.
Como no tiene a dónde ir, lo tratan de vago y empiezan a perseguirlo. En esta condición se
encuentra cuando un día se acerca a una pulpería para ahogar sus penas en alcohol. Allí
provoca a una mujer y a un hombre negros, burlándose de ellos de forma despectiva. El
hombre va a su encuentro con el cuchillo y Fierro lo mata. En otra ocasión, se pelea con un
gaucho que es un protegido del comandante. Después de este duelo, que termina con la
muerte de su oponente, Fierro se escapa para que no lo agarre la policía.
En esta parte del poema, Cruz toma el canto para contar su historia. Él también ha padecido
los abusos de la autoridad: un jefe suyo le quitó a su mujer y su hacienda. Cruz empezó a
vivir como matrero, enfrentando con el cuchillo a quien lo provocara. En eso estaba cuando
consiguió que un amigo suyo lo compusiera con el juez. Cruz pasó a ser un sargento de
policía, pero desconfiaba de los comandantes, que tenían planes de llevar a los soldados a
trabajar tierras apropiadas en la frontera. Por eso decide volver a ser un gaucho matrero y le
ofrece a Fierro su compañía en la desgracia.
Fierro acepta esta compañía y le propone a Cruz abandonar la sociedad e irse con los
indios. Dice que allí podrán vivir bien, sin necesidad de trabajar. Será peligroso cruzar el
desierto, pero como buen gaucho no le teme a nada. Después de esta decisión, rompe la
guitarra para dar fin a su canto, y con la intención de no volver a cantar. También desafía a
los presentes diciendo que nadie va a cantar donde ha cantado este gaucho.
Entonces aparece una nueva voz en el canto que refiere en tercera persona la última parte
de esta historia. Cuenta que vio a Cruz y a Fierro cruzar la frontera y que no sabe si habrán
muerto en el desierto o si siguen vivos. Cierra el poema diciendo que ha contado, a su
modo, males que conocen todos, pero que nadie antes había contado.
SIMBOLOGIA / MOTIVOS / ALEGORÍA
Martín Fierro (símbolo)
En su carácter arquetípico, el protagonista del poema representa simbólicamente un tipo
social: el gaucho. Sus rasgos característicos y su experiencia individual son ejemplares de
una identidad rural que el mismo poema contribuye a conformar. Cuando El gaucho Martín
Fierro pasa a ser en el siglo XX el poema nacional por excelencia, esta identidad rural es
reapropiada como la identidad de una nación, mientras su protagonista se convierte en un
emblema del ser argentino.
El canto (motivo)
La cuestión del canto determina el modo en que Martín Fierro relata su historia. El
protagonista se asume como gaucho cantor y, desde esta posición, dirige sus coplas a un
auditorio que escucha su canto. Estas coordenadas explican por qué el poema está escrito
como si fuera la transcripción de una recitación oral, perteneciente al registro de una lengua
gaucha inventada por el género gauchesco. También nos permiten comprender los tonos
que utiliza el cantor para interpelar a su público, ya sea para conmoverlo con su lamento o
para provocarlo con su desafío.
El desierto es el espacio que Cruz y Fierro deben atravesar para llegar a las tolderías de los
indios. El poema invoca, en este punto, un tópico característico de la literatura argentina,
que configura la llanura como un espacio inhóspito y yermo. Es un lugar de peligros que los
gauchos deberán afrontar si quieren sobrevivir.
Los indios, por último, se encuentran en este espacio desierto y, al principio del poema, son
parte de él. La imagen que del indio nos da Fierro en el canto 3 coincide con esta
configuración espacial desoladora. Pero en el último canto, esta imagen se invierte y los
indios pasan a ser un oasis dentro del desierto, el espacio utópico en el que Cruz y Fierro
podrán hallar la felicidad que les arrebataron en el mundo civilizado.
La guitarra (símbolo)
La guitarra en el poema es el instrumento sin el cual Fierro no puede cantar. Como
elemento con el cual se comunica con la sociedad, a la que quiere manifestar su denuncia,
la guitarra simboliza la pertenencia del gaucho a la civilización. En este sentido, cuando
Fierro rompe la guitarra a modo de conclusión de su canto, este acto representa su renuncia
a vivir en sociedad y su quiebre definitivo con el mundo civilizado.
LA VUELTA: CANTO I:
El relator pide
silencio porque va a demostrar que a su historia le faltaba lo
mejor. El explica que uno viene como dormido cuando vuelve del
desierto, que habia recibido la facultad para el canto y que
tanto el pobre como el rico le han de dar la razon.
CANTO II:
Fierro, tristemente, va recordando
a su familia y a su
pago, y en ocasiones se tira entre los yuyos a llorar por ellos.
Recuerda tambien que se dirige al desierto con Cruz, y llegaron a
unos toldos de salvajes. Cuando estos los vieron a Cruz y a
Fierro se armo un tremendo alboroto y los rodearon. Los gauchos pensaron
que moririan, pero en eso llego un idio que les dijo que su
salvacion se la debian a un cacique, y que ellos iban a quedar
cautivos. Como el indio era muy desconfiado, los pusieron
separados bajo vigilancia.
CANTO III:
Fierro no pudo hablar con Cruz por
dos años, pues recien al cabo de ese tiempo el
cacique los dejo vivir juntos, y estos se fueron a la orilla de
un pajal. Como el alimento no abundaba por mas empeño que
se hiciera, semejante ejercicio hacia diestro al cazador, que
tenia que comer cualquier animal.
CANTO IV:
Fierro explica que antes de
aclarar el dia, el indio empieza a aturdir la pampa con su rugir,
y a veces, sin que el y Cruz sintieran nada se largaban a
invadir. Cuenta que para realizar el malon, se procuran los
mejores caballos y van con lanza sola, varios pares de bolas y
nada mas, para no fatigar al caballo. Es cruel el indio y odia al
cristiano. El peso del trabajo lo
dejan a sus mujeres, pues ellos son ladrones, pero viven en
miseria que causa horror.
CANTO V:
Cuando la invasion regresa, los
indios traen miles de cabezas de vacas y yeguas y negocios
enteros que han saqueado. Luego se reparten el botin con igualdad y
cada indio va a su toldo. Cuando el hombre es
mas salvaje, trata peor a su mujer. La mujer pronta
esta para servir a un desgraciado, pero tiene corazon de madre.
El indio no tiene cariño a nadie ni sabe lo que es amar, y
eso se refleja cuando matan a sus mujeres sin tener
compasion.
CANTO VI:
Paso el tiempo y ellos seguian
solitarios. De los indios sanguinarios no tenian que esperar,
aunque el que los salvo cuando llegaron era mas hospitalario.
Este les regalo dos caballos y a veces los fue a ver, aunque
Fierro deseaba que jamas lo hubiera salvado. Al cabo de un
tiempo, aparecio la viruela negra y empezaron a morir los
salvajes. Cruz y Fierro, por esto, tenian ganas de volver a sus
pagos, pero como el indio que los salvo enfermo, decidieron ir a
su lado a cuidarlo. Pero murio a los pocos dias y Cruz tambien
enfermo, muy grave, y antes de morir le pidio a Fierro que si
volvia, busque a su hijo. Tuvo un terrible desmayo y
murio.
CANTO VII:
Fierro sepulto a su amigo y
humedecio aquel terreno con su llanto. Escuchaba a cada rato a
Cruz que lo llamaba, y no encontraba consuelo que ir al suelo al lado se
su sepultura. Alli pasaba las horas pensando en su mujer, sus
hijos, su pago y su amigo. Como escucho unos quejidos se aproximo
a ver que era y descubrio que era una cristiana llena de sangre que un
indio habia herido con su rebenque.
CANTO III:
Supo despues que ella llevo una
comitiva de indios pampas a su partido, matarona a su marido y se
la llevaron cautiva. Tenia un hijito a su lado. Cuando estos
crecian, los indios lo vendian o los cambiavan por potros. Ella
trabajaba para una india, pero un
dia la hermana de esta fallecio y le echaron la culpa a ella por
brujeria. El Indio la saco al campo y la obligo a que confiese su
brujeria, pero como la cautiva no dijo nada, degollo a su
hijo.
CANTO IX:
De ella habian sido los lamentos
que Fierro escucho. Cuando el indio lo vio saco sus boleadoras y
el gaucho su facon. Se miraban mutuamente, desconfiando uno del
otro, hasta que el salvaje se le vino encima y le tiro las
boleadoras, que solo rozaron a Fierro, quien le tiro una
puñalada, pero el indio la esquivo, y el gaucho se enredo
con el chiripa (boleadora indigena) y cayo. El indio se le puso
encima y cuando le estaba por pegar, la mujer lo empujo
quitandoselo de encima a Fierro. Siguen peleando pero el indio se
resbala con el cuerpo del chiquito degollado y cae, y el gaucho
aprovecha para hacerle un tajo y luego otro con el que lo
mata.
CANTO X:
Se subieron, Fierro y la cautiva,
a los caballos y se fueron del lugar. Luego describe la forma en
que los salvaje domaban potros. Decidio ir sin rumbo. Varias
veces no comieron o comieron carne cruda, y en otras con raices
se mantuvieron. Hasta que, despues de mucho sufrir, alcanzaron a
divisar una sierra y luego se dirigeron a una estancia, en donde
se despidio de su compañera.
CANTO XI:
Al acercarse a otra estancia, se encontro con
un viejo amigo. Este le conto que el juez que lo buscaba ya habia
muerto; le dice que ya todos sus crimenes habian quedado en el
olvido y que el gobierno no lo
buscaba. Fierro reflexiona que por culpa del Juez habia perdido
diez años, que no son pocos para quien ya llega a viejo.
Se entero que habia una carrera de estancieros y se fue para ahi.
Estos, despues de reconocerlo le contaron que su mujer habia
muerto en la miseria. Y mientras tomaba unos tragos se consolo al
encontrarse con sus dos unicos hijos que le cuentan sus
historias.
CANTO XII:
LA PENITENCIARIA: Cuenta su
soledad y la pobreza en la
que vivia. Trabajo como peon con un patron que hacia su vida un
calvario. Pero un dia mataron a un boyero y lo culparon a el sin
tener nada que ver, y el y dos mas fueron a la carcel. En tal
terrible soledad, oye el latido de su pecho y piensa en su madre,
padre y hermano. Cuenta que por mas fuerte que sea el hombre,
tambien sufre, gime, llora y calla metido en aquel infierno.
Lamentaba tambien el no haber aprendido a leer, y sufrio mucho al
ver que a otros presos los visitaban sus familias y a el nadie.
En la carcel no se permitia hablar, ni matear, ni cantar, ni
fumar. Luego les pide que guarden en su memoria lo que
les acaba de decir, pues sino tendran que sufrir mucho si no
creen en su verdad.
Hijo menor de Martin Fierro
CANTO XIII:
Cuenta que vivio diez años
entre extraños, hasta que lo encontro una tia que le dio
todo (cuidado, cariño, etc.) y lo nombro heredero de los
bienes que
tenia. Al fallecer la vieja, heredo todo, pero como era menor el
Juez le confisco la herencia hasta
que sea mayor. Le nombro un tutor y paso al cuidado de
este.
CANTO XIV:
El juez trajo a un viejo medio
cimarron (salvaje), muy renegado y muy ladron que lo llamaban
Vizcacha. Andaba rodeado de perros que eran
todo su placer. Carneaba noche a noche alguna res (vaca,
chancho,etc.) en el pago dejando alli el rezago, alzaba en ancas
el cuero, que se
lo vendia a un pulpero por yerba, tabaco y trago.
Le tenia rabia a las vizcachas. -"Cuando el juez me lo nombro
tutor me dijo que era un señor, me iba a enseñar a
trabajar y darme la educacion, pero en
realidad era todo lo contrario. Vizcacha, segun un amigo mio,
mato a su mujer de un palazo porque le dio un mate frio.
Soñaba siempre con ella y decia que ella desde el mismo
infierno lo estaba llamando a gritos."-
CANTO XV:
-"Solo me aconsejaba cuando
estaba borracho."- Le decia que se haga amigo del juez y nunca le
lleve la contra; que nadie le tenga envidia; y que si buscaba
vivir tranquilo que no se case. Le aconseja que es necesario
llevar armas. Luego de
estos consejos se quedaba dormido por la borrachera.
CANTO XVI:
-"El viejo vizcacha cayo enfermo
y empeoraba. Entonces le traje una curandera a ver si mejoraba.
Al verlo dijo que tenia un tuberculo y no le dio mucho tiempo de
vida. Vizcacha le pedia a gritos al diablo, que se lo llevara al
infierno. Cuando ya no pudo hablar mas, le ate una campana en la
mano. Pero al poco tiempo fallecio."-
CANTO XVII:
-"Cuando lo vi muerto, le
cobre un miedo
terrible. Llame al alcalde y a tres o cuatro de sus vecinos. Los
vecinos le pedian a Dios que le perdone todo lo que habia hecho.
Sus amigos comienzan a contar las maldades que hacia, como
escupir asados ajenos. Esta costumbre se la quito un
mulato desertor que le llamaban barullo, quien una noche, luego
de escupir el asado Vizcacha, le largo una puñalada, pero
el viejo gano la puerta y se fue."- Luego el alcalde comenzo a
registrar la casa. Encontro lazos, cabrestos, coyundas,
maniadores, una punta de arriadores, cinchones, maneas, torzales,
una porcion de bozales, un monton de tiradores, y unas cuantas
cosas mas. Pero las personas alli presentes empezaron a reconocer
cosas, supuestamente suyas, y a llevarselas. Cuando se fueron
todos, el juez le dijo al huerfano que "el iba a ser el heredero
y el que se haria cargo de todo", aunque lo que habia quedado
eran todas porquerias.
CANTO XVIII:
-"Al verme solo con el finado
(muerto) y los perros me puse a llorar a gritos. Me saque el
escapulario y se lo colgue a mi tutor. Mientras tanto, los
perros, para aumentar mi miedo y mi tormento, se pusieron a
llorar. Agarre lo que era mio y me fui. Despues me entere que esa
tarde vino un peon y lo enterro. Pero al otro dia amanecio con
una mano afuera, y segun el enterrador, que se la habia comido un
perro. Por mucho tiempo no pude saber lo que me pasaba. Todas las
noches soñaba con viejos, perros y guascas
(latigos)."-
CANTO XIX:
-"No volvi por lo del juez, por
miedo a que me nombre a otro tutor. El juez me habia prometido
que cuidaria de mis cosas hasta que tenga 30 años y sea
mayor de edad. Vivi por ahi y fui victima del mas desdichado
amor con una
viuda. Fui a ver a un adivino para ver si me curaba de todos esos
males que me habian ocurrido, y me dijo que me habian hecho
daño en
un mate y me habian querido embrujar, y me paso una pluma de
avestruz. Me dijo que la causante de esto habia sido la viuda y
que probara una receta, pero esta no curo mis males. Me dio otra
pero tampoco funciono. Finalmente me dijo que le corte tres motas
a un negro y que las hirviera en leche. Pero
como ninguna funciono, me fui a ver al cura y este me dijo que la
viuda no se podia casar por que se lo habia prometido a su marido
moribundo, y que entonces me aleje de la mujer. Pero el cura le
dijo al juez que yo era un cabeza dura y no tenia compostura, y
este me echo a la frontera"-
CANTO XX:
Martin Fierro y sus dos hijos
festejaban el reencuentro. En ese momento, vino un mozo forastero
que venia de la frontera y les pidio la bendicion. Les dijo que
el nombre de Picardia era lo unico que llebava y para contar su
historia a todos les pedia licencia, diciendoles que enseguida
iban a saber quin era. La gente se puso atenta y Picardia comenzo
a cantar.
Picardia
CANTO XXI:
-" Me quede huerfano y no pude
conocer a mi padre, siendo mi madre Inocencia me llamaban
Picardia. Primero me llevo a su lado un hombre para cuidar las
ovejas, pero todo el dia eran quejas y guascazos. Luego me fui a
Santa Fe buscando mejores fines, pero tambien me fue mal. Ya
pensaba en volverme, cuando salieron unas tias que quisieron
recogerme. Ellas se pasaban el dia rezando, y lugo me obligaron a
mi. Yo rezaba sin dificultad todo el dia pero a la noche no
podia. Por culpa de una morena que me hacia tentar, rezaba pero
me equibicaba. Y un dia me aburri de esos enriedos y me
fui."-
CANTO XXII:
-"Anduve, siendo pobre, de lado a
lado. Pero cuando empece a ganar plata, me tuve que volver.
Cuando vine me enrolaron en la Guardia Nacional. Comenze a
trabajar en combinacion con el dueño de una fonda (especie
de hotel-casino), jugando cartas y peleando
a la gente. Hacia trampas asi los clientes se
entusiasmaban o se ponian nerviosos y jugaban mas. Como hacia
trampa con arte y no me
descubrian lo hacia en todos los juegos."-
CANTO XXIII:
-" Un dia, un vendedor ambulante
napolitano se vino a jugar haciendose el chiquito para sacarme
ventaja, pero perdio todo, y se puso a llorar mientras yo me
llevaba toda su mercaderia. Segui ganando, hasta que se presento
un Oficial de Partida, que era ñato (de nariz chata), que
me exigio que pagara una multa porque el juego estaba
prohibido y que me iba a llevar al cuartel. Dos veces nos
encontramos y dos veces lo insulte. Todo se complico, cuando
intente conquistar a la mujer que le gustaba al ñato, y
ahi se me declaro enemigo."-
CANTO XXIV:
-"Me escape de el en muchas
oportunidades, hasta qu me agarro en las elecciones, y me quiso
obligar a votar por quien queria el Comite. Pero le dije que
"Respeto al que me
respeta, pero el naipe y la boleta nadie me la ha de tocar". En
ese momento cayo la policia y fui a parar al cepo por no querer
pelear."-
CANTO XXV:
A los pocos dias, hicieron citar
la gente para reunir un contingente y mandar a la frontera. La
mayoria eran los que no habian votado por el que la Partida
queria. Llego el Comandante y comenzo a explicarles uno por uno
porque los mandarian a la frontera. Luego empezaron a acumularse
mas personas, y aunque sus familias lloraran y pidieran
compasion, era inútil
CANTO XXVI:
-"Luego llego mi turno y estaba
asustado. El comandante me decia que era un jugador, un vago un
picaflor, y que habia de ser un bandido como mi padre, a pesar de
que no lo conocia. Me empeñe en averiguarlo, y me entere
que era el guapo sargento Cruz. Yo conocia bien su historia y
jure tener enmienda. Todo consegui olvidar, pero el nombre de
Picardia no me lo pude quitar."-
CANTO XXVII:
-"Servi en la frontera en un
cuerpo de milicia, por culpa de un ñato. Pero alli
trabajaba y se hacia sacrificio, y no pagaban nada ni daban ropa.
El comisario cuando venia con la paga, por "mala suerte" esta era
del contingente anterior. Cuando se cansaban de alguno de
nosotros, lo largaban sin ropa ni nada para que vuelva a su
partido, sin darle ningun papel que acredite su servicio."-
CANTO XXVIII:
-"En la frontera lo pasaba como
todos, pero cuando me eligieron asistente mejor,en cierto modo,
supe hacerme lugar al lado del Ayudante. Este se la pasaba
siempre leyendo porque queria recibirse de fraile, era delicado,
pero jamas lo vi disgustado. La gente lo aborrecia y lo llamaba
"La Bruja", aunque lo unico que hacia era recibir las raciones de
viveres y de vicios. Pero los milicios decian que yo y la bruja
los estabamos traicionando a todos con sus raciones. Esto no era
cierto, por que nosotros los traiamos, pero lo recibia el
comandante, que sacaba cuanto queria. Luego pasaba al oficial de
semana, al sargento, al cabo y por ultimo recien al soldado, y
cuando llegan a este ya casi no quedaba racion. El vestuario era
otro infierno; si lo daban, llegaba en invierno el de verano, y
en verano el de invierno. Por estas razones parece que el gaucho
tiene algun pecado que pagar."-
CANTO XXIX:
Esto canto Picardia y despues
guardo silencio. Mientras todos celebraban ese casual encuentro,
llego tambien un moreno. Este presumia de cantor y se creia
bueno, se sento y le pego un rasgido a la guitarra desafiando a
Martin Fierro. Este, que siempre se halla dispuesto, tomo la
guitarra y los dos comenzaron a cantar.
CANTO XXX:
Fierro explica que el hombre debe
mostrarse cuando llegua la ocasion, hace mal en que se niegue o
en que se lo rueguen; y dice que hara gemir las cuerdas hasta que
las velas no ardan. Cuenta que era costumbre de el cantar las
noches enteras. El moreno le dice que el es un pobre guitarrero y
da gracias a Dios por poder cantar
con alguien que lo experimenta a el. El negro cuenta que tenia
CANTO XXXI:
Luego de las palabras, los
presentes los separaron y Fierro, sus hijos y Picardia montaron y
se dirigeron a la costa de un arroyo. Alli pasaron toda la noche,
y al amanecer meditaron, y por su estado de
pobreza
decidieron separarse. Antes de hacer esto, Fierro les
aconsejo.
CANTO XXXII:
Fierro los empieza a aconsejar y
le dice que estos concejos, que le ha costado adquirirlos, se los
da porque desea dirigirlos, pero que su ciencia no
alcanza para darles la prudencia que precisan para
seguirlos.
CANTO XXXIII:
Luego se separaron todos, una
para cada punto cardinal, pero hicieron una promesa: convinieron
entre todos cambiarse el nombre. El relator explica que ha
cumplido con su deber, pero todavia le quedan rollos por si se
ofrece a dar lazo, que le permitan descansar porque en este punto
(33 cantos) se planta; dice que recordemos estas palabras "En mi
obra he de continuar hasta darselas concluidas, si el ingenio o
si la vida no me llegan a faltar", y que si algun dia faltasen,
los gauchos sentiran tristeza en el corazon y lo tendran en su
memoria para siempre. "Que nadie se ofenda si canto de este modo
no es para mal de ninguno si no para bien de todos".
Estaba decidido a que no se dejaría vencer por nadie, así que Cruz se defendió de todos los
demás que vinieron a punta de cuchillo, pero tuvo que parar al darse cuenta de que había
perdido mucha sangre. Los hombres aprovecharon esta oportunidad y lo tomaron para el
servicio militar. En este punto de la trama, el narrador nos relata las vivencias de Cruz en el
ejército, el cómo fue su ascenso desde soldado raso y en las batallas que tuvo que
participar así como en la guerra civil, el hombre peleaba de manera desinteresada, a veces
luchaba para su bando y otras veces no.
Ahora, el narrador sitúa otra fecha importante en la vida de Cruz, esta lo lleva al año 1868, a
la población de Pergamino, es ahora un hombre casado, padre de un hijo y dueño de un
pequeño terreno. De igual manera, nos cuenta que el pasado violento de Cruz había
quedado en el pasado y gracias a sus habilidades en el ejército había llegado a alcanzar el
puesto de sargento en la policía de su pueblo.
Sin embargo, no siempre se puede escapar del destino, y este iba a estar cara a cara con
Cruz para el año 1870, el día que él junto con sus compañeros fueron a arrestar a un
hombre por el asesinato de otras dos personas. Para su sorpresa, Cruz al leer el nombre
del lugar se dio cuenta que era el mismo en dónde aquel hombre que tuvo la pesadilla había
muerto, aquel hombre con el que estaba unido por la sangre.
A pesar de esto, siguió adelante con su arresto pero había logrado escapar, lograron dar
con él una noche de julio cuando se escondía entre unos matorrales. Cruz observó la
gallardía del hombre al hacerle frente a muchos de sus hombres de la misma manera que
mató a muchos de ellos. Al ver la valentía con la que se peleaba contra sus soldados hizo
que Cruz comprendiera que él estaba luchando en el bando equivocado y que debería
pelear al lado de aquel hombre.
Quitándose la gorra de militar la arrojó al suelo y exclamó con todas sus fuerzas (sellando
su destino para siempre): ‘‘¡No permitiré que se mate a un hombre valiente!” y de esta
manera se pasó a su bando a ayudarlo a librarse de los que antes habían sido sus amigos y
compañeros. Ese hombre que había perseguido desde hace meses con la única tarea de
apresarlo por sus crímenes, con un solo acto de valor logró cambiar a un hombre, que a
partir de ese momento pelearía al lado de Martín Fierro.
EL FIN - Borges
Resumen
“El fin” comienza con Recabarren, dueño de una pulpería (un bar de campo característico
de la pampa húmeda argentina del siglo XIX), tendido en su catre y contemplando,
indiferente, su entorno. Desde otra habitación le llegan los acordes de una guitarra. Quien
los interpreta es un negro que llegó una noche a su pulpería y se enfrentó en una payada
con un gaucho que también estaba de paso. El moreno perdió y, desde ese día, volvió a la
pulpería todas las noches. No obstante, ya no canta; solo toca la guitarra. Recabarrren
recuerda con claridad el episodio puesto que, al día siguiente, su cuerpo sufrió una parálisis
que lo dejó postrado y sin habla.
Desde su catre, con las últimas luces del día, Recabarren ve aproximarse a un gaucho en la
llanura. Luego, lo escucha atar el caballo, entrar y dirigirse al negro. De su conversación se
desprende que el recién llegado es Martín Fierro, quien le ganó la payada hace siete años
y, que, a su vez, había sido el asesino de su hermano. Después de todos esos años, Fierro
volvía a buscarlo para saldar el duelo que les había quedado pendiente.
Los dos salen a la llanura y se enfrentan. El moreno hiere de muerte a Fierro y, tras
rematarlo con una segunda puñalada, limpia su facón y se pierde en la noche. Desde su
habitación, Recabarren es mudo testigo del fin de Martin Fierro. El narrador reflexiona que,
tras haber matado al gaucho como él había hecho con su hermano, el moreno se ha
transformado, figurativamente, en Fierro: ahora él ha matado un hombre y no tiene más
destino sobre la tierra.
Análisis
El rasgo fundamental que estructura “El fin” es la intertextualidad. En la literatura,
comprendemos la intertextualidad como las marcas que aparecen en un texto y hacen
referencia a otros textos de la cultura. La literatura nos propone, muchas veces, un diálogo
abierto entre obras literarias y épocas a través de los textos. Borges, que siempre se
consideró mejor lector que escritor, componía sus obras en diálogo constante con la
literatura que había leído. En sus cuentos y poemas hallamos referencias al mundo clásico,
a los mitos griegos, al Quijote de Cervantes y, por supuesto, a la literatura gauchesca
argentina.
La idea de diálogo, de dos voces ordenando el relato (la de Borges y la voz subyacente de
Hernández), nos ayuda también a pensar la idea de contrapunto que Borges utiliza como
recurso en el relato. Tradicionalmente, se denomina contrapunto a una estructura particular
de composición musical o de improvisación en la que dos o más voces se relacionan de
forma independiente para conformar una estructura armónica. En la tradición folclórica
argentina, la payada gauchesca propone una estructura improvisada de contrapunto: un
payador comienza el recitado de versos rimados y otorga luego el turno a su contrincante,
quien responde, recitando a la vez. En este sentido, la payada es un duelo musical muy
similar a las batallas de freestyle rap de hoy en día. Otro contrapunto presente en la
tradición gauchesca (y que a veces era la derivación de una payada) es el duelo a cuchillo:
dos contrincantes se enfrentan, facón en mano y, muchas veces, con el poncho envolviendo
el otro brazo a modo de escudo, en una pelea a muerte.
Durante toda su vida, Borges estuvo fascinado por las historias de gauchos y compadritos
(personajes, estos últimos, de la ciudad de Buenos Aires), sus duelos y su culto a la
valentía. Muchos de sus cuentos y poemas dan cuenta de ello, como, por ejemplo, las
milongas publicadas en Para las seis cuerdas o los cuentos “Historia de Rosendo Juarez” y
“El encuentro”.
En “El Fin”, toda la estructura del relato se desarrolla como un contrapunto. Hay un primer
indicio de ello: Recabarren, desde su habitación, escucha el rasguido de una guitarra en
una melodía de contrapunto. A este escenario estático se le introduce luego el movimiento,
con la aparición de Fierro, que viene a buscar al moreno para saldar una cuenta pendiente.
El contrapunto ahora se desarrolla en el duelo a cuchillos que termina con la muerte de
Fierro y, al final del relato, aparece otra pareja de oposiciones en diálogo: el moreno, una
vez consumado su objetivo, se ha transformado en Fierro: en un hombre sin destino que ha
matado a otro hombre.
El destino es uno de los temas principales en “El fin”, y está presente tanto en la obra de
Borges como en el Martín Fierro. En el poema de José Hernández encontramos muchas
sentencias, en palabras de Fierro, sobre la idea de lo inevitable en la vida de un hombre.
Valgan como ejemplo estos versos:
Yo no se lo que vendrá,
Así, vemos que Borges recupera el tema y construye un cuento especialmente para cerrar
el destino de Martín Fierro, que es una imagen espejada de la muerte del negro. Como en la
tragedia griega, tanto en la obra de Hernández como en los cuentos borgeanos, las
acciones de los personajes no siempre responden a su voluntad, sino que existe, muchas
veces, la idea de un destino prefijado, del cual el hombre no puede escapar y, aunque lo
intente, su camino lo conduce inevitablemente a cumplirlo.
Otro tema que se desarrolla en el cuento, asociado a la idea del destino, es el ajuste de
cuentas: tanto el moreno como Fierro se buscan para saldar una cuenta pendiente que los
moviliza. La idea del ajuste de cuentas moviliza las pasiones de los personajes y saca a
relucir sus emociones:
Los personajes deben cumplir un destino, sí, pero sus emociones y sus pasiones están
entrelazadas a ese destino. El negro guardó su odio durante siete años esperando el
momento de la venganza y a Fierro, aunque no quiera, el combate lo llena de adrenalina, “le
hace hervir la sangre”. El destino y el ajuste de cuentas son temas recurrentes en la
literatura argentina y la universal. Borges no es la excepción.
LA LITERATURA GAUCHA
Se denomina poesía gaucha a una serie de obras recopiladas del acerbo cultural oral y
anónimo que combina elementos tradicionales españoles o europeos con situaciones,
personajes y paisajes de América, generando un tipo peculiar de relato, preferentemente en
verso.
En la primera parte del siglo XIX, los payadores, copleros, memorizadores o improvisadores
exponían estas composiciones acompañándose, generalmente, con una guitarra. Dentro del
medio social en que se movían eran reconocidos como letrados o maestros.
LA LITERATURA GAUCHESCA
La literatura gauchesca es un subgénero literario propio de Latinoamérica, que intenta
recrear la vida del gaucho y su modo de expresión. Tiene como personaje central al gaucho
y las acciones transcurren en el medio rural, pero es una literatura producida en la ciudad y
utilizada por autores cultos para expresar ideas políticas, críticas sociales o como forma de
protesta.
Gaucha Gauchesca
LUGONES VS BORGES