C11 Ancestros Libro Artista
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C11 Ancestros Libro Artista
ISSN: 1131-5598
ais@ucm.es
Universidad Complutense de Madrid
España
Crespo-Martín, Bibiana
El Libro de Artista de ayer a hoy: seis ancestros del Libro de Artista contemporáneo.
Primeras aproximaciones y precedentes inmediatos
Arte, Individuo y Sociedad, vol. 26, núm. 2, 2014, pp. 215-232
Universidad Complutense de Madrid
Madrid, España
Bibiana Crespo-Martín
Profesora del Departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de
Barcelona.
bbcrespo@ub.edu
Resumen
Este artículo presenta las primeras aproximaciones y los precedentes inmediatos del Libro de Artista
y expone los orígenes del proceso de transformación que éste experimentará a lo largo de los siglos XX
y XXI con la finalidad de significar su desarrollo contemporáneo. Analizaremos la decisiva influencia en
el desarrollo del Libro de Artista que han supuesto las series de grabados Carceri (c. 1745) de Giovanni
Battista Piranesi y Caprichos (1799) de Francisco de Goya en cuanto a su concepción como obra única,
el novedoso y experimental uso del aguafuerte de William Blake fusionando la labor de poeta y artista
en su libro Songs of Innocence and of Experience (1794), el ideario de William Morris reflejado en
su conferencia “The Ideal Book” (1893), el enigmático poema Un Coup de Dés (1895) de Stéphane
Mallarmé abogando por la plasticidad y sonoridad tipográfica y la capital importancia de Ambroise
Vollard como editor y concibiendo el libro como el resultado interdisciplinar de la colaboración entre el
poeta, el artista y el propio editor.
Palabras clave: Libro de Artista, Bibliofilia, Grabado y edición, Libro Ilustrado, Livre de Peintre.
Crespo-Martín, B. (2014): El Libro de Artista de ayer a hoy: seis ancestros del Libro de Artista con-
temporáneo. Primeras aproximaciones y precedentes inmediatos. Arte, Individuo y Sociedad, 26 (2)
215-232 .
Abstract
This article shows the firsts approaches and immediate precedents of Artist’s Book and exposes
the origins of the transformation process that it will expreriment during the Twentieth and Twentifirst
Century in order to mean its contemporary development. We will analyze the decisive influence in the
development of the Artist’s Book that have meant the etching series of Giovanni Battista Piranesi’s
Carceri (c. 1745) and Francisco de Goya’s Caprichos (1799) regarding their conception as a single
work, William Blake´s novel and experimental use of etching joining poet and artist’s task in his book
Songs of Innocence and of Experience (1794), William Morris’s ideology reflected in his lecture “The
Ideal Book” (1893), the enigmatic poem Un Coup de Dés (1895) from Stéphane Mallarmé standing for
a typographical plasticity and sound and the seminal importance of Ambroise Vollard as an editor that
conceived the book as the consequence of the interdisciplinary collaboration between poet, artist and
publisher.
Key words: Artist Book, Bibliophilia, Printmaking and edition, Illustrated Book, Livre de Peintre.
Crespo-Martín, B (2014). The Artist’s Book from yesterday to today: six ancestors of the contemporary
Artist’s Book. Firsts approaches and immediate precedents. Arte, Individuo y Sociedad, 26(2) 215-232 .
1. Introducción
El Libro de Artista (Phillpot, 1998) como objeto estético cuenta ya, en pleno siglo
XXI, con una ilustre tradición. Durante el pasado siglo XX éste ha sido uno de los
modos de creación dominantes de todos los movimientos artísticos cuya producción
a menudo se concretizó en forma de libro, transformándolo en un objeto de expre-
sión altamente personal. Todos los artistas contemporáneos han usado el libro para
revelar sus ideologías estéticas adaptando todos los formatos, materiales y técnicas
concebibles.
Pero el lógico y coherente proceso de transformación que el Libro de Artista ha
ido experimentando debe su proceder a la imprescindible consideración de aquellos
precedentes inmediatos del mismo que proporcionaron las claves idóneas para que
durante el siglo XX y en nuestro siglo XXI, el libro, como soporte artístico autóno-
mo, llegara a su mayoría de edad. Y, en este sentido, ciertos nombres propios han
contribuido con su obra a la evolución y modernidad del Libro de Artista. Por ser
obras muy extensas, de su conjunto, hemos seleccionado sólo una pieza, aquella que
por sus particularidades ha aportado alguno de los rasgos que han sido decisivos en la
posterior configuración del Libro de Artista como lo entendemos hoy.
La primera vez que aparecieron a mitad de 1740, las catorce estampas de Invenzioni
Capric di Carceri representó una intensa obra privada, muy lejos de su tiempo en for-
ma y contenido [...] esta obra surgió de lo que fue un breve período de crisis creativa,
proporcionando una salida a una imaginación arquitectónica frustrada.
La primera edición de las Carceri, de la que se hicieron tres tirajes a cargo del edi-
tor Bouchard, suele datarse entre los años 1745 y 1750. Constaba de catorce estampas,
apareciendo en el frontispicio de la portada la siguiente inscripción: “INVENZIONI
CAPRIC(ciose) DI CARCERI ACQUAFORTE IN LUCE DA GIOVANI BUZARD IN
ROMA MERCANTE AL CORSO” –el nombre del editor apareció corregido en el se-
gundo tiraje. Como indica su frontispicio, las Carceri eran esencialmente una serie de
caprici. La palabra caprici ya había sido utilizada por otros grabadores para designar
estampas o series de ellas que no pretendían reproducir hechos o sucesos reales, sino
imaginaciones o variaciones sobre la realidad. En este sentido, las Carceri de Piranesi
exponen una secuencia de invenciones y variaciones fantasiosas sobre un determina-
do tema –las cárceles.
La segunda edición (1761-1778) constaba de dieciséis –añadió los números II y V.
Se realizaron cuatro tirajes y fueron publicados por el propio Piranesi. Además, sus-
tituyó el frontispicio de la portada por el siguiente: “CARCERI D’INVENZIONE DI
G. BATTISTA PIRANESI ARCHIT(etto) VENE(ziano)” (fig. 1), figurando en la cárcel
II la dirección del artista: “en la calle Felice, al lado de Trinità de ‘Monti”. Esta serie
definitiva es la que en la actualidad conocemos como Carceri d’Invenzione.
Figura 1. Giovanni Battista Piranesi, Invenzioni capric. di Carceri all’acquaforte datte in luce Giovani
Buzard…hacia 1745. 2ª edición: Carceri d’invenzione di G. Battista Piranesi archit. vene. hacia 1760.
Frontispicio, aguafuerte, 545x410 mm., Londres, Victoria and Albert Museum.
Ciertas particularidades de las Carceri sitúan a esta obra como claro precedente
de la trayectoria que el Libro de Artista tomará en los siglos posteriores. Aunque
podría ser discutible considerar esta serie de grabados como un libro, no hay duda,
sin embargo, de que adopta determinadas características muy propias de los Libros
de Artista. Así el artista concibió la obra como un todo. Una serie de estampas que
forman una única obra, y con la explícita voluntad de ponerla a la venta como una
sola pieza. Por otra parte, diversos aspectos formales insisten en dicho concepto de
unidad, como es el hecho de que la serie esté encabezada por un frontispicio en el que
da un título general a la obra. Otro aspecto que denota dicha voluntad de unidad a la
manera de un libro es que las Carceri se presentaban encuadernadas –o, mejor dicho,
cosidas– todas juntas, aunque algunas estampas estaban dobladas por la mitad dado
su gran tamaño. Y, finalmente, hemos de recordar que las estampas están numeradas
del I al XVI lo que ratifica la perseverancia de Piranesi en mostrar su obra como una
consecución de estampas bajo un orden de “lectura” que él mismo ha determinado, a
modo de recorrido visual establecido por el artista, con un propósito secuencial muy
próximo al de los Libros de Artista contemporáneos (Drucker, 1995).
Figura 2. (Izquierda) Francisco de Goya, Sueño 1º El autor soñando sobre su mesa de trabajo, 1797,
dibujo sobre papel verjurado: tinta de bugallas a pluma sobre trazos de lápiz negro, 247x172 mm.,
Madrid, Museo del Prado. (Derecha) Francisco de Goya, Capricho 43, “El sueño de la razón produce
monstruos”, 1ª edición 1799, aguafuerte y aguatinta, huella de la plancha 218x152 mm. Plancha en la
Calcografía Nacional, nº 214, Madrid.
bida como un todo, como una única pieza con una unidad temática, técnica, formal y
una secuencia de lectura de las estampas que la conforman.
Songs of Innocence –Canciones de Inocencia– es, sin duda, uno de los libros más
emblemáticos de William Blake. Fue impreso por primera vez en el año 1789 como
obra independiente –Songs of Experience (Canciones de Experiencia) no se añadió
hasta 1794. Se trata, fundamentalmente, de una compilación de cantos populares de
la época e ideas personales a cerca de la inocencia como vía de libertad. Este es, junto
con El Libro de Thel (1789), el primero en el que los márgenes ya no serían espacios
blancos, estaban llenos de dibujos decorativos, hojas y figuras que aparecen en, entre
o alrededor del texto; intimando su relación con el mensaje del texto. “En Blake,
el espejo constante de referencias cruzadas entre imágenes y textos distintos es un
elemento esencial” (Hamlyn, 1996: 26), y aumentando su belleza tras iluminar las
estampas a mano, su obra se aproxima más a los libros iluminados manuscritos que
a los libros impresos.
En aquél prospecto informativo de 1793, mencionado anteriormente, Blake pu-
blicitó la venta de Songs of Innocence y de Songs of Experience. Estaban anunciadas
como obras separadas, Blake pensó que se venderían más fácilmente por separadas
ya que ello abarataba el precio. Pero, todos los ejemplares conocidos de esta segunda
serie están datados, según dice su portada, en 1794 y va encuadernada junto a Songs
of Innocence. A partir de 1794 Blake combinó las dos series en una sola colección,
Songs of Innocence and of Experience (Lincoln, 1991) (Camarés y Corruelo, 1987)
(Wisckstead, 1928) (fig. 3), les dio una portada común, subtitulada “Demostración
de Dos Estados Contradictorios del Alma Humana”; y transfirió, añadió, adaptó y
reordenó algunas de las estampas.
Figura 3. William Blake, Songs of Innocence and of Experience, “The Tyger” (Plancha 42), 1794, gra-
bado calcográfico en relieve estampado en tinta de color marrón anaranjado iluminado con acuarela,
oro aplicado con pincel y decoraciones pintadas a mano en los bordes, 157x141 mm. (Rogers Fund.).
Contra la dicotomía cada vez más acentuada entre métodos productivos, adelantos
tecnológicos y calidad estética del libro, se erige en la segunda mitad del siglo XIX
la imponente figura de William Morris (1834-1896) (Coote, 1990) (Faulkner, 1980).
Las novedades tecnológicas de la revolución industrial afectaron no sólo a la es-
tética del libro, sino también a otros aspectos como la mecanización de la composi-
ción de los tipos, la fabricación del papel, la sustitución de la prensa manual por la
rotativa... El libro era cada vez más el resultado de un proceso industrial y menos
manufacturado; y como tal, un artefacto funcional atento a la gran demanda del mer-
cado en detrimento de su estética. Morris reaccionó contra la degeneración de la
fabricación del libro e influyó como modelo de actuación y no como modelo a imitar
formalmente.
El Renacimiento, con su énfasis en los modelos clásicos y la tecnología moderna,
con su destrucción de los oficios, había –según Morris– interrumpido el crecimiento
natural del arte occidental, y creía que la única solución era volver a la fuente de ori-
gen: las artes u oficios medievales.
El año 1893, Morris dictaba una conferencia bajo el título “The Ideal Book”
(1982: 67-73), que versaba sobre las características y elementos que “El Libro Ideal”
había de poseer:
que el rectángulo impreso debía ser tan negro como fuera posible y ello se conseguía
diseñando tipografías oscuras y eliminando los espacios excesivos entre las líneas y
las palabras.
Consiguió una producción de libros de una extraordinaria calidad, realzó la im-
portancia de la calidad de las materias primas, papel de hilo, buenas tintas, una cuida-
da impresión y la necesidad de una encuadernación artística. Portadas de concepción
neogótica en su decoración y en su interior grandes orlas florales de fondo negro
donde resaltaba el blanco de las líneas, con decoraciones e ilustraciones xilográfi-
cas. Morris valoraba la autenticidad de los materiales y rechazaba las imitaciones.
El material, afirmaba, es el que con sus características específicas define el proceso
de fabricación, el trabajo que se le debe aplicar. Cada objeto debía ser armónico por
su materia, por su forma y por el uso al que iba a estar destinado. En consecuencia,
rechazaba los ornamentos faltos de sentido o los materiales demasiado preciosos o
costosos en objetos de uso cotidiano.
La ornamentación debe formar una parte tan importante de la página como la propia ti-
pografía, o se perderá en el blanco, y con la finalidad de triunfar y ser ornamental, debe
someterse a ciertas limitaciones, y convertirse en arquitectura, una imagen meramente
en blanco y negro, por más interesante que ésta pueda ser como imagen, puede estar
lejos de ser un ornamento en un libro, mientras que por otro lado, un libro ornamentado
con imágenes adecuadas para ello, y simplemente eso, puede convertirse en una obra
de arte de segunda o nada, aparte de un bello edificio debidamente decorado, o una
bonita obra de literatura (Morris, 1893).
Figura 4. Stéphane Mallarmé, Un Coup de Dés Jamais N’Abolira Le Hassard, 1914 (París, Éditions
Gallimard).
John Cage, o el excelente homenaje que Marcel Broodthaers rinde en sus tres versio-
nes a Un Coup de Dés.
A la vez, Un Coup de Dés anticipó e inició la reciente teoría de la “obra abierta”.
Al exteriorizar las condiciones temporales de la narrativa, y comprometer al lector en
su interpretación espacial; el lector o espectador contribuye a la intervención y cons-
trucción activa de la obra de arte. Es decir, otorga al espectador el poder de modificar
y acabar la obra de arte, de la misma manera que propondrá la performance. La “obra
abierta” busca desestabilizar el dominio de la autoría. En 1957 Marcel Duchamp
completa estos objetivos al declarar que las condiciones del “Acto Creativo” reque-
rían que ninguna obra de arte pudiera considerarse acabada hasta que el espectador
la completara, la participación del espectador como resolución de toda obra de arte
(Battock, 1973: 23-26).
Pocos marchands ocupan un lugar tan excelso como Ambroise Vollard (1867-
1939) dentro del campo de la edición de libros. Junto a Daniel-Henry Kahnweiler,
Albert Skira, Tériade o Iliazd, sus inmediatos colegas, Vollard regenta el puesto de
honor.
François Chapon (1987: 51), en sus estudios realizados sobre la evolución del
Libro Ilustrado en Francia, dedica especial atención a las aportaciones de los editores
y describe, de la siguiente manera, la relación entre el pintor y el poeta en el momento
en que Vollard se introdujo en el terreno editorial:
A finales del siglo XIX la unión de un pintor y un poeta con relación al libro era, a me-
nudo, el resultado de una conjetura, si no fortuita, cuando menos, excepcional. Fruto
de la amistad, de relaciones esporádicas y en la que faltaba una base económica, sin la
cual era imposible la salida de una producción.
En este contexto, Vollard protagonizó un papel que paliaba esta laguna entre pintor
y poeta. Tanto en cuestiones financieras, como en aspectos propios de la configura-
ción del libro. Hans Bolliger (1987: 8) afirma con total rotundidad en la introducción
del espléndido libro de referencia ineludible en esta cuestión, Picasso’s Vollard Suite,
que el pionero editor Vollard fue sin duda un importante marchand, pero como editor
de grabados y libros, y como escritor, es como se le conocerá en la historia del arte.
Es célebre por ser precursor en esa alianza, de la que surgieron brillantes ejemplares
que significaron una total ruptura con los severos cánones establecidos por la tradi-
ción bibliofílica de la época (Vollard, 1946) (Drake, 1994) (Jonson, 1944).
Vollard trabajaba infatigablemente escogiendo textos –de antiguos autores clá-
sicos franceses del siglo XIX y contemporáneos–, los tipos de las letras –los textos
se imprimían en la mejor imprenta francesa, Imprimerie Nationale–, el papel más
adecuado para cada libro, y poniendo a disposición de sus artistas el servicio de
expertos especialistas –para las litografías el estampador Auguste Clot, y para la cal-
cografía Louis Fort, y más tarde Roger Lacourière– que les ayudaban en las dificul-
tades técnicas. Otorgaba a los artistas una absoluta libertad en la concepción de sus
Figura 5. Pierre Bonnard, Parallèlement, 1900, litografía, 295x230 mm (Nueva York, The Museum of
Modern Art, Louis E. Stern Collection).
8. Conclusiones
mará el Libro Ilustrado. Mientras que el ideario de William Morris quedó reflejado en
la conferencia “The Ideal Book” que dictó en 1893, además, claro está, de los volú-
menes realizados en su imprenta Kelmscott Press. En su conferencia reivindicaba los
aspectos artesanales del libro, como son la utilización de un buen diseño tipográfico,
el respeto a ciertas normas del maquetaje de la página –equilibrio entre los espacios
de los márgenes– o la selección de materiales de calidad –el papel, las tintas.... Su
objetivo era crear un libro cuya “arquitectura” fuera funcional y accesible al lector,
en tanto que objeto de uso. De la obra de Stéphane Mallarmé, y más concretamente
de su poema Un Coup de Dés se desprenden multitud de elementos significativos que
se detectarán más tarde en la mayoría de movimientos de vanguardia de todo el siglo
XX. Una insólita disposición de la palabra y del texto sobre la página, fragmentada y
agrupada, preservando e intercalando espacios blancos que potencian la entonación
y el ritmo del poema. Reclama la plasticidad y sonoridad tipográfica, con lo que
cautivará a los artistas cubistas, futuristas, dadaístas, surrealistas... y por otra parte, la
trascendencia conceptual de su obra amplía la participación del lector, con un marco
de actuación sobre ella propio de la performance y del arte de acción de los años
sesenta y setenta. Y, finalmente, de entre las primeras aproximaciones y precedentes
inmediatos del Libro de Artista debemos destacar la relevancia de Ambroise Vollard.
Vollard inaugura una nueva dimensión de la figura del editor. Concibe el libro como
el resultado interdisciplinar de la colaboración entre el poeta, el artista y el propio
editor. Una unión cuyo resultado significará la génesis del Livre d’Artise moderno.
Un renombrado ejemplo de su labor es Parallèlement con poemas de Paul Verlaine y
litografías de Pierre Bonnard que supuso un cambio de dirección del Libro Ilustrado
al Livre d’Artiste, gracias al protagonismo e independencia que las imágenes adquiri-
rán, abandonando antiguos vínculos con el texto y creando de nuevos. Así pues y con
estos referentes a las puertas del siglo XX, todo estaba acondicionado para la explo-
sión creativa que el Libro de Artista iba a experimentar en el siglo que se inauguraba
y que proseguiría en el presente siglo XXI.
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