Derechos Humanos Trabajo Final
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Fecha; 17/11/2021
ANALISIS HISTORICA SOBRE LA ESCLAVITUD
En los albores del siglo XIX, la esclavitud no estaba muy extendida en la América
española, salvo en algunas islas del Caribe como Santo Domingo, Puerto Rico o
Cuba. Cuando Alejandro Humboldt visitó este último lugar lo llamó "la isla del
azúcar y de los esclavos", con lo que quiso resaltar la gran producción y el número
elevado de esclavos que trabajaban en las plantaciones, cuyos dueños llegaron a
sostener que sin ellos no podía cultivarse la caña de la que se extraía el azúcar.
En Puerto Rico la situación era similar: según el censo que se levantó en 1827, de
los 323 838 habitantes, 34 240 tenían la condición de esclavos, es decir, poco más
de diez por ciento. Cuando Humboldt estuvo en la Nueva España no le llamó la
atención la cantidad de cautivos que había —menor a la de las islas mencionadas
— sino los recursos naturales con los que contaba este reino, sobre todo los
mineros. Como se sabe, a este territorio lo llamó "el cuerno de la abundancia",
pero también el país de las desigualdades.
Por otro lado, Hidalgo entendió que al abolir la esclavitud también debilitaba a los
españoles, dueños de esclavos y enemigos acérrimos de los criollos insurgentes,
porque con la liberación de los cautivos perdían parte de su patrimonio. Poner fin
al cautiverio de los negros y los mulatos formó parte del proceso de la confiscación
de sus bienes, con los cuales se financió esta insurrección. Lucas Alamán
interpretó el decreto de la abolición como un ataque a la propiedad privada,
porque significó el despojo de un bien al no contemplar la
indemnización. Anastasio Zerecero menciona tres razones fundamentales que
tuvo Hidalgo para abolir la esclavitud: afectar la propiedad de los españoles,
halagar a los negros para que se incorporaran a la rebelión e impedir que los
dueños de esclavos los utilizaran como soldados.
Aunque la insurrección de Hidalgo se inició sin tener un plan militar bien definido,
uno de los propósitos de los rebeldes fue apropiarse de las principales ciudades
centro-occidentales del virreinato. En poco más de dos meses —de septiembre a
noviembre de 1810— lograron apoderarse de Guanajuato, Valladolid y
Guadalajara, las más pobladas y donde circulaba el mayor volumen de capital.
Como se sabe, en el último momento Hidalgo resolvió no tomar la Ciudad de
México, pese a la insistencia de Ignacio Allende. Cuando estuvo en Valladolid,
ordenó al intendente José María Anzorena promulgar un decreto que aboliera la
esclavitud, el cual fue expedido el 19 de octubre de 1810, casi a un mes de
haberse iniciado la rebelión. El texto iniciaba con una invitación a agradecer al
cura de Dolores por los beneficios que se obtendrían con tal disposición. En
seguida disponía:
Por otra parte, lo más probable es que a partir de la expedición del bando de
Hidalgo haya disminuido mucho la compra-venta de cautivos, porque ya no hubo
seguridad para que los propietarios los retuvieran. Además, la misma guerra
fomentó el espíritu de rebeldía, la desobediencia y los reclamos de libertad, lo que
también influyó para que fuera desapareciendo el interés de poseer esclavos. A
esto habrá que añadir los textos condenatorios de algunos escritores en contra del
cautiverio del individuo, como, por ejemplo, los de José Joaquín Fernández de
Lizardi.
Segundo: Los esclavos actuales, para no defraudar a sus dueños del dinero que
les costaron, permanecerán en condición servil, bien que aliviada en la forma que
se expresa adelante, hasta que consigan su libertad.
Cuarto: Los esclavos serán tratados del mismo modo que los criados libres, sin
más diferencia entre estos y aquellos que la precisión que tendrán los primeros de
servir a sus dueños durante su esclavitud, esto es, que no podrán cambiar de
amo.
Silvio Zavala y Alfonso García Ruiz sostuvieron que tanto López Rayón como
Morelos adoptaron dicho principio; no se trata exactamente de una "adopción",
sino de la necesidad de volver a prohibir esa práctica ante su persistencia y la
inobservancia del decreto expedido por Hidalgo.
Los asuntos que atendió la Audiencia después de los bandos que abolieron la
esclavitud fueron numerosos y frecuentes. Este tribunal contaba, incluso, con un
síndico procurador general de esclavos, quien abogaba en defensa de ellos. Este
funcionario se mantuvo muy activo después de 1810, lo que vuelve a constatar
que la esclavitud, si bien pudo haber disminuido, siguió practicándose. También
habrá que tomar en cuenta que, después de 1816, el ejército realista recuperó el
control de la mayor parte de la América septentrional, lo cual dio lugar a que
algunas de las viejas prácticas u ordenanzas volvieran a restablecerse.
En las regiones controladas por los realistas, la compra-venta de esclavos no se
interrumpió después de la expedición de los bandos mencionados. En los libros de
los notarios de Guadalajara, por ejemplo, se encuentran varias escrituras en las
que las familias ricas siguieron adquiriéndolos. En 1818, el empresario y
representante de una firma inglesa en Guadalajara, Daniel O’Ryan, vendió un
esclavo de 23 años a Servando Germán Bosque en 350 pesos.