TEMA 3 - Cristianismo y Herejías
TEMA 3 - Cristianismo y Herejías
TEMA 3 - Cristianismo y Herejías
La Iglesia imitó la organización administrativa imperial para organizarse durante los s.II-IV. Así, la ciudad
(civitas) fue la sede del obispo, desde donde controlaba el territorio adscrito, dividido en parroquias. Varias
provincias formaban una diócesis eclesiástica, regida por el metropolitano o arzobispo, quien consagraba
los obispos de su diócesis y convocaba concilios provinciales (sínodos).
A medida que la ciudad fue perdiendo importancia por el traslado de las clases dirigentes a sus villas
rurales, los obispos quedaron como los únicos con poder para representarla ante los invasores. Muchos
obispos pertenecían a la clase senatorial que había controlado la ciudad romana y al morir, dejaban su
patrimonio a la Iglesia como herencia, constituyéndose la Iglesia en gran propietaria. La ciudad pasó así a
ser el centro de la vida religiosa, girando su actividad alrededor del obispo y la catedral, donde se veneraban
reliquias de santos que protegían la ciudad.
Además, debido a sus funciones, los obispos extendieron su poder sobre las zonas rurales a través de las
parroquias, que propagaban sus mensajes por todo el territorio, lo cual intentaron usar y controlar los reyes
bárbaros. Es por ello que intentaron controlar la elección de los cargos eclesiásticos, causando que algunos
fueran casi hereditarios. Para evitarlo, en occidente se impuso la costumbre del celibato, mientras en
Oriente no, aunque muchas veces se incumplía.
El Imperio de Oriente fue dividido administrativamente en 5 diócesis, que agrupaban varias provincias, que
coincidían con las metrópolis religiosas. En el Concilio de Constantinopla (381)se acordó:
- la estructura eclesiástica en 5 patriarcados, para las diócesis fundadas por uno de los apóstoles:
Alejandría, Antioquía, Jerusalén, Roma y Constantinopla.
- la independencia de los patriarcas unos de otros al prohibir inmiscuirse en los asuntos de otra
diócesis.
ALEJANDRÍA: tuvo mucho poder durante los siglos V y VI por la cantidad de obispados que gobernaba y
miles de monjes que dependían de él. Fue el foco principal del pensamiento cristiano y defensor de la
ortodoxia frente a los arrianos (San Atanasio).
JERUSALÉN
CONSTANTINOPLA: rival de Roma, sufrió las injerencias de los emperadores en asuntos religiosos y
eclesiásticos. Al desaparecer los demás patriarcados por la conquista islámica, su poder aumentó.
ROMA: basaba su autoridad en ser los herederos de San Pedro. Luchó por mantenerse independiente del
poder civil a la vez que trataba de imponer su autoridad en los reinos bárbaros, que desconfiaban del papa
ya que eran arrianos. La primacía de los Papas alcanzó su cénit con San León I Magno (440 – 461) gracias
a su defensa Roma contra los hunos (452) y vándalos (455) y a su custodia de la ortodoxia en el Concilio de
Calcedonia (451). El emperador Valentiniano III le reconoció su primacía sobre todo Occidente.
En Occidente, la estructura eclesiástica fue distinta y no dio lugar a patriarcados, excepto Roma y Cartago,
aunque esta última se vio superada por las querellas donatistas y finalmente por la invasión musulmana.
La Iglesia trató de que su posición de privilegio dentro del estado no fuera discutida ni amenazada (exección
de impuestos, persecución civil de herejes,..). El precio que tuvo que pagar fue que emperadores bizantinos
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y reyes bárbaros se inmiscuyeron en sus asuntos, sobre todo en la presionaron en la elección de cargos, e
incluso en asuntos teológicos.
Al principio, los obispos eran elegidos por el pueblo y el clero tomando en cuenta cuestiones religiosas, y
sociales, dando lugar algunos a fuertes controversias solucionadas por el poder civil, que al final acabó por
controlar las elecciones. Así, el patriarca de Constantinopla era escogido por el emperador, mientras que el
Papa de Roma, antes de consagrarse, debía obtener la aprobación imperial, hasta que en 680 se abolió
esta costumbre. Más tarde, el emperador bizantino fue sustituido por Carlomagno tras su conquista de Italia.
Los papas, dada su lejanía del poder imperial, pudieron defenderse mejor de las injerencias del poder civil.
Gelasio I (492 – 496) esbozó la “doctrina de las dos espadas” en una carta enviada en 494 al emperador,
según la cual, la autoridad pontificia es más importante que la del Emperador, dado que él rinde cuentas
ante Dios y los poderes políticos deben plegarse al juicio eclesiástico. Éste fue el punto de arranque de un
conflicto que en Occidente terminó en un choque frontal entre el poder real y el papal. En Oriente, el
patriarca nunca pudo desembarazarse de las injerencias imperiales.
3. CONCILIOS Y HEREJÍAS.
Las herejías más intensas nacerían en Oriente, por estar más difundido el cristianismo y por la sutileza de
sus interpretaciones. Tuvieron más connotaciones dogmáticas, políticas y sociales y para hacerlas frente ta
surgieron los concilios ecuménicos. Afectaron al desarrollo y debilitamiento del Imperio de Oriente. En
Occidente, fueron más débiles.
DONATISMO: surgió en el norte de África en el s. IV. El obispo de Cartago Donato criticaba la vida relajada
del clero y relacionaba la eficacia del sacramento con la pureza de quien lo administraba. Dividió a la Iglesia
norteafricana hasta la llegada de los vándalos y resurgió con la conquista Justiniano.
PELAGIANISMO: Pelagio creía que se nacía libre del pecado original, por lo que el bautismo era inútil. Por
ello, una persona siendo honrada y justa podía alcanzar la vida eterna, siguiendo el ejemplo de la vida de
Jesús y no que con su muerte salvara a la humanidad. Fue condenada en el Concilio de Cartago (418) y
muy especialmente por San Agustín.
PRISCILIANISMO: Prisciliano, Obispo de Ávila (s. IV). Se basaba en ideales de austeridad y pobreza, con
conceptos gnósticos y maniqueos. Se extendió por Lusitania y Galicia. Fue el primer hereje ejecutado.
ARRIANISMO: Arrio, presbítero de Alejandría (311) estructuró esta doctrina originada en Antioquía.
Consideraba que en la Trinidad, Jesús era creado del Padre antes de los tiempos y no podían ser igualados,
aunque reconocía que era un ser superior, como un semidios.
Para hacerla frente, se convocó el primer Concilio Ecuménico, el Nicea (325), liderado por el Obispo Osio de
Córdoba (consejero del emperador) y 300 obispos.
- concretaron el Credo o Símbolo de Nicea: “el Hijo fue engendrado, no creado, consustancial al
Padre”. También
- acordaron que la Pascua de Resurrección fuera el primer domingo posterior al plenilunio del
equinoccio de primavera, a diferencia de los judíos, que era el primer pleniunio, pudiendo ser
cualquier día.
Esta herejía desapareció en el Imperio, pero fue la versión con la que se cristianizaron los pueblos
germánicos, hasta que éstos se convirtieron más adelante.
NESTORIANISMO: Nestorio, Patriarca de Constantinopla en 428, afirmaba que Cristo tenía dos naturalezas
completas pero separadas y que la humana prevalecía sobre la divina. A su vez, negaba la divinidad de
María, ya que ella engendró un hombre en el que habitó presencia divina. Fue condenada por Cirilo de
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Alejandría en el I Concilio de Éfeso (433) y Nestorio fue relevado como Patriarca. Se extendió por la Persia
Sasánida y posteriormente Irak, India y China, donde aún subsiste.
MONOFISISMO: la controversia que generó fue una de las causas del debilitamiento interno del Imperio. Un
seguidor de Cirilo de Alejandría, Eutiques, defendió en Éfeso que las dos naturalezas de Cristo estaban
fundidas en una, pero que la divina se imponía a la humana (“monofisis”=una naturaleza). En el II Concilio
de Éfeso (449) presidido por el emperador Teodosio II sin presencia de delegados del Papa, fue reconocida
como doctrina oficial, por lo que el Papa León I Magno se opuso y consiguió que se convoca otro concilio en
451 para anular el anterior. En ese otro, con presencia de delegados suyos, se condenó el monofisismo,
estableciendo que las dos naturalezas de Cristo eran plenas
Muchos obispos orientales se opusieron a la condena, provocando un cisma que perdura hoy, con las
iglesias Copta, Siria o Jacobina y Armenia, ya que lo usaron como oposición al emperador hasta la invasión
musulmana.
El Emperador Zenon promulgó el Henotikon (482) como fórmula de compromiso, pero el papa Félix II
decretó la excomunión del patriarca de Constantinopla. Para solucionar el choque con Roma, el siguiente
emperador reconoció la autoridad de Roma sobre los obispos griegos, pero sus edictos para reconciliar a
monofisitas con la iglesia no fueron reconocidos por el Papa. La controversia duró hasta que las provincias
monofisitas fueron conquistadas por los musulmanes.
La conquista bizantina de Italia hizo que el emperador tuviera fuerza para influir sobre el Papa y sus
actuaciones, pero el asentamiento de los lombardos al norte de Italia y rodeando Roma (ducados de Spoleto
y Benevento) les restó fuerza, por lo que los Papas recuperaron cierta autonomía. El que obtuvo mayor
margen de maniobra fue San Gregorio Magno (590–604), miembro de una rica familia romana. Firmó unos
acuerdos con el rey lombardo para fijar las fronteras mutuas, lo cual dio origen a los futuros Estados
Pontificios.
Por otro lado, este Papa impulsó el movimiento misionero del monacato occidental con la idea de formar un
gran reino cristiano, defensor de la fe, bajo la tutela de Roma. Así, envió a las Islas Británicas misioneros
dirigidos por el monje Agustín, que sería más tarde el primer arzobispo de Canterbury, consiguiendo la
conversión del rey de Kent. También dictó normas para que el clero siguiese la disciplina eclesiástica, alentó
la labor evangelizadora de los benedictinos y creó el canto gregoriano.
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5. EL MONACATO.
ORIENTAL: el monacato surgió en Oriente en el s.III con cristianos que cambiaban a una vida
contemplativa y de sacrificio por imitación a Cristo, como sustitutivo del martirio, que consideraban la forma
suprema de entrega.
No obstante, se considera fundador del monacato a San Basilio, obispo de Cesarea, ya que sus reglas son
las que siguen los monjes ortodoxos y sirvieron de base a San Benito. La regla basiliana evita las
mortificaciones, insiste en el trabajo manual e intelectual y sujeta al monje al mando de un superior. Fueron
apoyados por las autoridades civiles y eclesiásticas, lo cual favoreció su expansión. Puesto que en la iglesia
ortodoxa sólo pueden ser nombrados para cargos superiores los célibes, muchos obispos surgieron de entre
ellos.
OCCIDENTE: el monacato llega más tarde desde Oriente y no obedece a un impulso común ni tuvo una
rela general hasta la creación de la benedictina.
San Agustín de Hipona (354 – 430) lo impulsó en el norte de África creando una regla, imitada
posteriormente. En Galia, San Martín de Tours (316 – 397) creó los monasterios de Tours y Poitiers,
mientras que en España hay indicios de vida monástica a principios del s.IV y se extiende en el VI y VII,
cuando surge la regla de San Fructuoso de Braga.
El principal foco en Occidente fue el de las Islas Británicas. Se caracteriza por su alto nivel intelectual y
rigorismo. Destacan:
- San Patricio: evangelizó Irlanda, creando monasterios e iglesias y convirtió a los pictos del norte de
Inglaterra. El proceso fue lento porque no era una zona romanizada, culturalmente menos
desarrollada, por lo que había que ir clan por clan.
- San Columbano partió desde Irlanda al continente creando monasterios, que supondrían más tarde
focos intelectuales por sus scriptoria.
El monacato irlandés fue muy influyente en la isla, los abades ejercían el papel de obispos, puesto que no
había ciudades al estilo romano y la estructura eclesiástica eran las abadías. Al seguir prácticas distintas a
las romanas, chocaron con los evangelizadores enviados por el Papa para evangelizar a los anglosajones.
En el continente, San Benito de Nursia fundó el monasterio de Montecasino, para el que redactó una regla
muy completa, basada en la importancia del trabajo manual y la oración, atenuando el rigorismo. El cargo de
abad es vitalicio y rige la comunidad; los monjes se adscribían a un único monasterio. Esta regla se extendió
por toda Europa por su sencillez y flexibilidad.
A medida que pasaban los siglos, las diferencias entre Oriente y Occidente fueron creciendo. Una de ellas
fue que Oriente se helenizó y el griego sustituyó al latín, ya que Asia Menor y Alejandría eran regiones con
una tradición cultural helena, aunque en Egipto el copto era lengua común. También el renacimiento a partir
del s.V del griego con el florecimiento de las escuelas de Atenas, Gaza y Constantinopla.
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Con Justiniano, el griego pasó a ser la lengua de la administración y, tras la muerte de Tiberio II (582), la
oficial.
En Occidente, las invasiones causaron el abandono del latín y la aparición de variantes regionales, lo que
unido a un menor uso de la lengua escrita, diferenció la lengua oral (latín vulgar) de la escrita (bajo latín). El
latín perdió fuerza al desaparecer las escuelas de gramática y retórica y por la falta de interés en los autores
clásicos en favor de la Biblia y de los escritos de los Padres de la Iglesia. Hay que tener en cuenta que
pocas personas podían leer y la mayoría eran religiosos.
- En Francia destaca el obispo de Sidonio Apolinar (s.V), amante de las lenguas clásicas, quien
escribió 24 poemas; en el s.VI, el obispo e historiador Gregorio de Tours, autor de prosa; y el obispo
de Poitiers Venancio Fortunato, creador de himnos para la liturgia católica y considerado el último
poeta clásico y primero de los medievales.
- En Italia, los reyes ostrogodos Odoacro y Teodorico favorecieron la cultura latina, por lo que en Italia
se preservó mejor que en otros lugares. Destacaron Boecio, autor de “De consolationes
Phylosophiae” y Casiodoro (“Institutiones”). En el s.VI, el Papa Gregorio I Magno escribió “Diálogos”
y “Libros Morales” muy difundidos en la Edad Media.
- En España, San Isidoro de Sevilla (s.VII) sintetizó el saber antiguo en sus “Etimologías”.
- En las islas Británicas, la cultura se conservó en las abadías. Los monjes ingleses e irlandeses
utilizaban un latín culto y clásico, recogieron y copiaron multitud de manuscritos por toda Europa y
los adornaban con miniaturas. Destaca Beda el Venerable (s.VII-VIII), autor de la “Historia
Eclesiástica de la Nación Inglesa” y “De temporum ratione”, en donde establece la medición del
tiempo en antes y después de Cristo. También tradujo, junto a otros monjes, la Biblia al anglosajón.
Gracias a su conocimiento del latín clásico y por sus viajes, se dio el renacimiento carolingio en
Germania y la Galia. Se da la paradoja que la zona menos romanizada fue la que mejor conservó el
legado de Roma en Occidente.
En Occidente, la cultura clásica sobrevivió refugiada en los monasterios y abadías al ser la Iglesia la
heredera directa de Roma y clérigos la mayor parte de quienes sabían leer. Es por ello que la cultura clásica
se adaptó y se mezcló con el cristianismo, hasta que más avanzada la Edad Media se redescubran otros
clásicos griegos y romanos a través del contacto con los árabes.
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