Critica de La Razon 93 193
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Aníbal Quijano y
la colonialidad del poder
Andrea Barriga*
en otras palabras,
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Un primer acercamiento
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
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Hace muy poco tiempo que comenzaron a cuestionarse en Argentina las miradas his-
toriográficas respecto a los pueblos originarios, ya que la historia tradicional los trata
como si estuviesen muertos. De esta visión, el más representativo es Rodolfo Casami-
quela, que ha profanado cementerios mapuce para “reconstruir el pasado de las co-
munidades indígenas”, cuando sus familiares, nietos, bisnietos, aún están con vida.
Un excelente trabajo historiográfico, que clarifica la cuestión y saca a relucir las hipo-
cresías de los discursos predominantes, lo ha llevado a cabo, junto a intelectuales com-
prometidos como Walter Delrío, Diana Lenton, entre otros, nuestro queridísimo
Osvaldo Bayer, Intelectual y militante, ha acompañado durante casi toda su vida la
lucha de los pueblos originarios, incluso cuando era una voz disonante, antes de que
este tema fuera “moda” para los intelectuales. (Bayer, 2010).
2
Un ejemplo de la violencia de la que siguen siendo víctimas estas comunidades por
parte del Estado argentino, se encuentra en el caso de desaparición y posterior muerte
de Santiago Maldonado en 2017 en manos de la gendarmería, y de Rafael Nahuel acri-
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billado por la espalda por la prefectura naval argentina el mismo año. Ambos partici-
paban de los movimientos de recuperación de tierras llevadas adelante por algunas
comunidades. En el caso chileno, a finales del 2018 la muerte de Camilo Catrillanca
luego de un allanamiento a cargo del Comando Jungla de Carabineros en la comunidad
de Ercilla, es sólo una muestra de la violencia despiadada de ambos estados.
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Ya había leído los textos sobre colonialidad del autor, pero continuaba
en mi afán de ser sistemática para comprender mejor sus plantea-
mientos. Al mismo tiempo, pretendía contrastarlos con otras lecturas,
tal como había sido mi proyecto con Mignolo; pero no pude llevarlo
a término, en parte por lo oscuro de sus escritos, en parte por la in-
dignación personal que me llevó a abandonar a este autor. En los ar-
tículos que conocía de Quijano, siempre había uno u otro concepto o
afirmación que no estaban desarrollados. El autor explicaba que eso
se debía a la falta de espacio, y referenciaba otro artículo escrito por
él en el que supuestamente, estaba mejor trabajado el tema. Por lo
tanto, para leerlo de la forma que me proponía, debía hacer un rastreo
minucioso de su bibliografía.
La misma es extensa, ya que comienza sus escritos en la década
de 1950 y tiene una producción constante hasta poco antes de su fa-
llecimiento. En sus aproximadamente dos centenares de publicacio-
nes (sumando entrevistas, conferencias, artículos y cinco libros) dis-
cute variados temas, todos los cuales están en consonancia con las
discusiones predominantes en los ámbitos académicos. Casi un cuarto
de sus escritos están publicados fuera de América Latina, en EUA,
Italia, Alemania, Polonia, entre otros. Entre fines de la década de
1950 y principios de los sesenta, sus preocupaciones estaban mayori-
tariamente abocadas a los conflictos culturales en Perú, específica-
mente a la “emergencia del grupo Cholo”, a los movimientos campe-
sinos y a los procesos de urbanización y la marginalidad social de
ellos derivados (Quijano, 1964; 1965; 1966a; 1966b; 1967a). Varios de
estos últimos estudios, los realizó durante su colaboración con la Di-
visión de Asuntos Internacionales de la CEPAL. Hacia fines de esta
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Un tropezón no es caída
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Es interesante el debate que hay respecto a uno de los escritos de este momento de
Quijano: “Imperialismo, Clases Sociales y Estado en el Perú 1895-1930”, realizada por
Augusta Alageme (1979).
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Recoleta es uno de los barrios de Buenos Aires, en el que vive una población con gran
poder adquisitivo. Parte de la clase media alta de la sociedad argentina.
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La colonialidad…
¿una nueva forma de universalismo?
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Aunque debo decir que en los casos de Aníbal Quijano y Walter Mignolo no se trataba
de los usos que otros hicieran de sus teorías, como se puede ver en el caso del mar-
xismo, sino los mismos autores son los que, en el desarrollo de su teoría, tropezaban
con contradicciones importantes.
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Es viable pensar, por el recorrido intelectual del autor, que la impronta en este punto
esté dada porque al año siguiente, 1992, se cumplirían los 500 años de la “conquista de
América”, y toda la intelectualidad, no solo americana, sino mundial, tenía sus ojos
puestos sobre el tema. Esto se podría reafirmar si consideramos que otro de los textos
fundantes de la idea de colonialidad, según el mismo Quijano señala en más de una
ocasión, es publicado en 1992 junto a Immanuel Wallerstein. En este texto ya se puede
ver una de las introducciones al tema de “la raza”.
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desarrollo del pensamiento del autor, todo nace con América. Y esto
es algo cuestionable desde un punto de vista histórico e igualmente,
desde un punto de vista político. Pongo como ejemplo del peligro de
este tipo de posturas el racismo invertido de algunos grupos “negros”
respecto a los “blancos”. Un racismo invertido no deja de ser racismo,
aunque pudiéramos entender las causas a partir de las cuales surge.
De esto se sigue que Quijano pareciera querer sustituir un universa-
lismo por otro, acusando a todo aquel que no lo comparte de euro-
céntrico, de estar colonizado, con lo que el diálogo es imposible de
establecer.
Para ilustrar lo que estoy planteando veamos cómo se desliza esta
idea. En el texto antes citado, el autor plantea que América fue la
que más sufrió el colonialismo europeo, al punto tal que afirma
América Latina es, sin duda, el caso extremo de la colonización cultural
por Europa (…) En el África, la destrucción cultural fue sin duda mucho
mas intensa que en el Asia; pero menor que en América. Los europeos no lo-
graron tampoco allí la destrucción completa de los patrones expresivos,
en particular de objetivación y formalización visual. Lo que hicieron fue
despojarles de legitimidad y de reconocimiento en el orden cultural mun-
dial dominado por los patrones europeos (Quijano, 1991a).
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Al fin, guiada por las citas del autor, dí con el texto en el que desarrolla
este planteamiento. Publicado en 1993, casi contemporáneo al plan-
teamiento de colonialidad, “Raza, etnia y nación en Mariátegui”, es
el ensayo en el que, a lo largo de casi veinte páginas, tocando variados
temas, plantea el surgimiento de la idea de raza en 1492. Lo fuerte de
su argumento en este tema específico, podría resumirse en la si-
guiente cita:
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gentes y de éstas con el resto del universo. (…) Ese complejo es lo que
conocemos como “racismo” (Quijano, 1993b).
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Los primeros hombres eran como brutos, más toscos que los hombres
modernos, con huesos más gruesos, con músculos más robustos, me-
nos afectados por los rigores del clima. En un principio, los hombres
vivían como bestias, sin arado y sin útiles de hierro con los que tra-
bajar en los campos, plantar y cortar los árboles. Aquellos primeros
hombres no comían más que lo que el sol y la lluvia les querían dar;
no tenían ropas ni construían viviendas permanentes, sino que se
refugiaban en cuevas y abrigos hechos con ramas (Harris, 1979).
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La episteme eurocentrada
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Comprender estas cuestiones nos ayuda a entender por qué las cosas
sucedieron de una forma y no de otra. La historia no siguió un camino
pre-escrito, como el presente no sigue un único destino posible. Esta
concepción nos permite comprender la conformación de las relacio-
nes sociales que se expresan en instituciones y en valores, sean mo-
rales o culturales. Quiero decir con esto que la investigación histórica
busca las diferentes razones por las cuales los hechos acontecieron
de una forma y no de otra. Sea que los historiadores adhieran a una
teoría explicativa, que busquen comprender, o solamente se queden
con la descripción, en la actualidad, y ya desde la década de 1980,
mayoritariamente se ha logrado quebrar la visión positivista que,
entre otras cosas, planteaba que la historia había sido de una manera
y no podría haber sido de otra. En realidad, hace décadas que, cuando
miramos al pasado, lo que pretendemos es entender los diferentes
factores que actuaron para la conformación actual de las sociedades.
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Es diferente el caso, por ejemplo, del subcomandante Marcos. Sus escritos no tienen
pretensiones académicas, sino que buscan visibilizar otras cosmovisiones y la forma
en que los pueblos de la selva lacandona han vivido la historia. Sería erróneo entonces
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acusarlo de que no respeta las reglas del campo intelectual. El caso de Quijano, sin em-
bargo, es diferente, porque él sí pretende discutir la ciencia y la filosofía, la construc-
ción del conocimiento académico o intelectual. Pero no se ciñe a ninguna de las reglas
imperantes en cuanto a la forma de construir conocimiento. Sin embargo, nunca cues-
tiona el funcionamiento del campo académico. Su vida intelectual transcurre entre
congresos realizados en los grandes centros de hegemonía del conocimiento y la pu-
blicación de artículos en lugares “reconocidos” por otros intelectuales. Y su participa-
ción política, cuando la tuvo, estuvo centrada en el marxismo, del que después busca
“desprenderse”, pero no estuvo centrada en la lucha de los pueblos indígenas. Su cos-
movisión siempre fue occidentalista, inclusive cuando intenta salirse de ella.
8
Hablo de problematizado en el sentido de buscar el por qué. La ciencia problematiza
porque además de intentar responder el qué, el cuándo y el cómo, busca además res-
ponder al por qué.
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Un interesante texto al respecto de la diferencia entre conocimiento científico y sen-
tido común puede hallarse en Nagel, 1978.
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La episteme moderna
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Bibliografía
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versitas Humanisticas.
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
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Andrea Barriga
Quijano, Aníbal (1990 29 de agosto) “La crisis en Europa del Este y la Izquierda
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III. Aníbal Quijano y la colonialidad del poder
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Quijano, Aníbal (1999) ¡Qué tal raza! Familia y Cambio social (págs. 186-
204). Lima: CECOSAM.
Quijano, Aníbal (2003) “El trabajo al final del siglo XX”. En Bernard Fou-
nou-Tchuigoua, S. D., Penseé sociale critique pour le XXI siécle. París.
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del
giro decolonial
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La reconstrucción de la trayectoria del grupo la hacen Santiago Castro-Gómez y Ra-
món Grosfoguel en la introducción al libro El giro decolonial. Reflexiones para una di-
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versidad epistémica más allá del capitalismo global (2007). Nótese que en esta introducción
establecen una continuidad entre el colectivo modernidad/colonialidad y el giro de-
colonial o descolonial, como recientemente se autodenomina, y que asignan a Nelson
Maldonado-Torres la paternidad del concepto, p. 9. Es Walter Mignolo quien afirma
que la categoría colonialidad tiene la misma importancia que la de plusvalía e incons-
ciente y que fue Aníbal Quijano quien estableció la diferencia entre ésta y la noción
de colonialismo.
2
De hecho existe un centro difusor de publicaciones y grupos descoloniales, el deno-
minado Directorio de revistas descoloniales y de pensamiento crítico de nuestro Sur
(Deycrit-Sur).
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
(…) a number of factors that could plausibly enter into the genealogy
of this group’s thinking, including: liberation theology from de 1960s
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
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Los decoloniales han expresado un fuerte rechazo al marxismo, deformando los ar-
gumentos algunas veces, desconociendo sus aportes otras y finalmente señalando que
Marx nunca se refirió al colonialismo, a la dominación masculina, al cristianismo y
que es un pensador eurocentrista. Véase a manera de ejemplo lo dicho por Castro-
Gómez y Grosfoguel (2007) y en la mayor parte de los artículos del libro de Boaventura
S. Santos y María Meneses (2014), especialmente los artículos de Aníbal Quijano, Ed-
gardo Lander y Grosfoguel.
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Las cursivas son nuestras.
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Dussel es muy crítico a la hora de señalar el origen posmoderno de filósofos como
Santiago Castro-Gómez. Además sostiene que su obra está en contra del pensamiento
progresista de América Latina, resalta las limitaciones de Foucault y las virtudes de Le-
vinas (Dussel, 2015: 36 y ss.).
8
Otro ejemplo de este ir y venir de Dussel se da cuando destaca su propio trabajo de
más de una década alrededor de Marx, critica a quienes hablan de este autor sin conocer
su obra, y no obstante afirma recientemente que la hipótesis de que la raza es la categoría
central para entender América Latina y no las clases sociales es el aporte más grande de
Aníbal Quijano al marxismo latinoamericano (Dussel, 2018).
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
9
Sostiene este autor correctamente que el problema colonial ya había sido abordado
en 1948 por Héctor Álvarez Murena y en 1953 por Pablo González Casanova, pero luego
introduce la trampa de ligar estas problematizaciones con el giro decolonial cuando
dice: “estos dos planteamientos prefiguran el planteamiento decolonial”. Las cursivas
son nuestras.
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De hecho, el posestructuralismo había otorgado un lugar central a la noción de raza,
por lo que un lector cuidadoso puede encontrar entre los investigadores de esta co-
rriente muchos ejemplos del modelo expuesto años más tarde por Quijano.
11
Grosfoguel, de origen puertorriqueño y conocedor de la problemática del negro en el Ca-
ribe, ha tenido que reconocer en diversos escenarios que el modelo de raza no es de Quijano
y que éste no cita a autores como Cedric J. Robinson, compañero de trabajo de Quijano.
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
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La formulación del concepto de colonialidad tiene una larga historia, aunque con
respecto a los decoloniales alcanzó un gran desarrollo gracias a un congreso y a la pu-
blicación del libro de Edgardo Lander (2000).
13
Este es un punto de partida de la mayor parte de los decoloniales en sus artículos y
conferencias. También de gran parte de los latinoamericanistas que trabajan en Esta-
dos Unidos, como Jorge Gracia. José Gandarilla cita tres obras, manuales o enciclope-
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
dias, por ejemplo, en las que América Latina no es considerada plenamente, especial-
mente su pensamiento crítico y decolonial.
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Perry Anderson sostiene, por ejemplo, que el concepto de posmodernidad se originó
en América Latina (Anderson, 1998).
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No podemos explicar este planteamiento dada la naturaleza del presente texto, pero
una historia de los intelectuales permite apreciar de una manera distinta el supuesto
desconocimiento o desprecio por los pensadores latinoamericanos.
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Miguel León Portilla escribió un importante texto sobre la filosofía náhuatl. Además
del debate generado en México, hay que recordar que este texto fue traducido al ruso
en 1961 y al inglés en 1963.
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Los más recientes congresos de filosofía en México y América Latina le otorgan un
lugar central al tema de la filosofía durante el periodo prehispánico.
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
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Este es otro tema que cuestiona la propuesta decolonial, pero que no ampliamos por cues-
tión de espacio. Mignolo intenta encontrar, a nuestro juicio sin éxito, una salida al hablar
de cosmopolitanismo decolonial, pero con ello abre las puertas a la consideración de lo uni-
versal, véase Mignolo, 2000: 721-748. Texto reelaborado en Mignolo, 2016: 387 y ss.
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El planteamiento de Rorty se presentó en un congreso dedicado al tema “Decons-
trucción y pragmatismo”, realizado en París en 1993, y generó un variado tipo de res-
puestas, véase Simon Critchley, Jacques Derrida, Ernesto Laclau en Mouffe, 1998.
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Algunos autores han argumentado que hay tres etapas en Foucault claramente di-
ferenciables y otros insisten en que son dos. Este no es momento de ahondar en estos
detalles, pero sí resaltamos que las implicaciones políticas del cambio teórico en Fou-
cault son tan evidente que algunos filósofos hablan de un retorno a Marx, de una
“alianza táctica” con el filósofo alemán y de la posibilidad de que los dos proyectos, es-
pecialmente a partir de la noción de gubernamentalidad, tengan una amplia unidad.
Uno de los filósofos que establecen la existencia de dos etapas, genealógica y guber-
namentalidad, es Santiago Castro-Gómez (2010).
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
tan cerrado que hace que cualquier lucha general (universal) se vuelva
estéril o que el mismo acto de luchar sea necesario.21
Un segundo gran bloque de problemas políticos derivados de la
postura decolonial es que su rechazo al eurocentrismo lleva a algunos
a condenar todo lo europeo (conceptos, teorías y autores), lo que re-
sulta absurdo desde muchos puntos de vista y, por supuesto, no se
corresponde con los orígenes del grupo, especialmente porque la ma-
yor parte de ellos trabajan con filósofos occidentales. Además, porque
las hipótesis de los decoloniales no se sostienen desde los aportes de
la historia cultural e intelectual, la historia de la lectura o la de los
medios de comunicación. ni desde las polémicas sobre los procesos
de globalización o conceptos como el de cosmopolitanismo. 22
Como ya señalamos, no partimos de rechazar en bloque los aportes
de Foucault sobre las relaciones entre saber y poder, ni tampoco de
negar la importancia de la aplicación de tal perspectiva –como lo
hace Edward Said en Orientalismo-, pero la aproximación a la historia
del lenguaje político, a la historia de los conceptos y a la historia de
la lectura nos han enseñado varias cosas importantes. En primer lu-
gar, que la humanidad se mueve con unos conceptos que, aunque
originados en una experiencia histórica específica, sirven de medio
21
Las implicaciones de la noción de poder de Foucault vienen siendo cuestionadas por
diversos autores desde hace décadas. Así, por ejemplo, en 1988 Gayatri Chakravortuy
Spivak elaboró un muy conocido artículo donde abordó las limitaciones del filósofo
francés (Spivak, 2003: 297-364). Algunos autores incluso afirman que Foucault es “ra-
biosamente eurocéntrico”; el propio Santiago Castro-Gómez al evaluar su trayectoria
académica y hacer un detallado análisis de las etapas de Foucault y de sus implicacio-
nes políticas llega a una conclusión similar (Castro-Gómez, 2010; 2016).
22
La historia de la lectura y el libro tiene en Roger Chartier y Robert Darnton a dos de
sus más importantes autores. Un texto introductorio puede ser el de Robert Bonfil
(1997). Por otra parte la idea de la articulación de las más apartadas regiones del mundo
siempre ha estado presente, ya no digamos en la historia del capitalismo ni limitada a
las necesidades de la economía. Por el contrario, está presente desde que los chinos
construyeron la ruta de la seda e incorporaron los intercambios económicos la cultura
y los símbolos.
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En España existe un grupo dedicado a la historia del lenguaje político (Fernández
Sebastián, 2014). En México historiadores como Annick Lempériere o Alfredo Ávila,
para sólo mencionar un par de ejemplos, nos muestran claramente que en América se
entendió de diversas maneras el lenguaje típico del liberalismo europeo.
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IV. Inconsistencias teóricas y políticas del giro decolonial
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Anotará Dussel: “si es verdad que hay una historia hegeliana, 'gran relato' encubridor
y eurocéntrico, no es sostenible que las víctimas necesiten sólo micro relatos fragmen-
tados” (2015: 43).
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El concepto de economía moral se explica en Thompson, 1979: 62 y ss. y Scott, 1979.
26
El ejemplo paradigmático es Colombia. Allí las fuerzas políticas que expresan el pa-
ramilitarismo y el narcotráfico, el Centro Democrático de Álvaro Uribe, tienen gran
respaldo popular y por ello los colombianos votaron en contra de los acuerdos de paz:
se inclinaron por el candidato presidencial impuesto por Uribe que abiertamente pro-
puso lanzar al país a un nuevo ciclo de guerra. A pesar de esto último, logró congregar
más de 10 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2018. Finalmente, es el
único país donde se requiere un plebiscito para instaurar la lucha contra la corrupción
y los ciudadanos votan en contra de su establecimiento (agosto de 2018).
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Comentarios finales
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MIguel Ángel Urrego
Bibliografía
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Tradition. Londres: Zed Press.
Scott, James (1979) The Moral Economy of the Peasant: Rebellion and Subsis-
tence in Southeast Asia. New Haven: Yale University Press.
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de
Boaventura de Sousa Santos
Introducción
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Enrique de la Garza Toledo
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
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Enrique de la Garza Toledo
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
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Enrique de la Garza Toledo
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
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Enrique de la Garza Toledo
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
Recapitulando
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Enrique de la Garza Toledo
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V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
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Enrique de la Garza Toledo
190
V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
191
Enrique de la Garza Toledo
192
V. ¿Epistemologías del Sur? Crítica de Boaventura de Sousa Santos
Bibliografía
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Schutz, Alfred (1970) Fenomenología del mundo social. Buenos Aires: Paidós.
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Sobre las autoras y los autores
Andrea Barriga
195
Julio César Neffa
Ariel Petrucelli
196