Garantias Penes en Dcho Constitucional Mexicano-SCJN
Garantias Penes en Dcho Constitucional Mexicano-SCJN
Garantias Penes en Dcho Constitucional Mexicano-SCJN
www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
LAS GARANTÍAS PENALES
EN EL DERECHO
CONSTITUCIONAL
MEXICANO
Carlos Gustavo Ponce Núñez
Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
y Máster en Justicia Criminal por la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).
Prólogo de
Arturo Zaldívar
Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
tirant lo blanch
Ciudad de México, 2023
Copyright ® 2023
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse
o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia,
grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de
recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.
En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch publicará la perti-
nente corrección en la página web www.tirant.com/mex/.
Este libro será publicado y distribuido internacionalmente en todos los países donde
la Editorial Tirant lo Blanch esté presente.
© TIRANT LO BLANCH
DISTRIBUYE: TIRANT LO BLANCH MÉXICO
Av. Tamaulipas 150, Oficina 502
Hipódromo, Cuauhtémoc
06100 Ciudad de México
Telf.: +52 1 55 65502317
infomex@tirant.com
www.tirant.com/mex/
www.tirant.es
ISBN: 978-84-1147-710-9
MAQUETA: Innovatext
El cuidado y la corrección de los textos estuvo a cargo de la SCJN
Abreviaturas................................................................................................................... 11
Prólogo.......................................................................................................................... 13
Introducción................................................................................................................... 17
Capítulo I
GARANTISMO PENAL Y GARANTÍAS PENALES
1. EL PENSAMIENTO PENAL ILUSTRADO Y EL ORIGEN DE LAS GARAN-
TÍAS PENALES EN OCCIDENTE....................................................................... 27
2. LA CRISIS DEL MODELO PENAL GARANTISTA ............................................ 32
3. EL MODELO PENAL GARANTISTA: PRESUPUESTOS TEÓRICOS Y EPISTÉ-
MICOS................................................................................................................. 37
4. GARANTÍAS PENALES SUSTANTIVAS Y PROCESALES: UNA PROPUESTA
DE CLASIFICACIÓN .......................................................................................... 44
Capítulo II
GARANTÍAS SUSTANTIVAS
1. PRINCIPIO DE LEGALIDAD.............................................................................. 49
1.1. Fundamento y contenido.............................................................................. 49
1.2. Vertientes del principio de legalidad............................................................. 51
1.2.1. Suprincipio de lex scripta o mandato de reserva de ley................... 52
1.2.1.1. Reserva de ley y leyes penales en blanco........................... 55
1.2.1.2. Reserva de ley y tipos penales abiertos............................. 57
1.2.1.3. Reserva ley, derecho procesal penal y causas de justifica-
ción.................................................................................. 59
1.2.2. Subprincipio de lex praevia o mandato de irretroactividad de la ley
penal en perjuicio........................................................................... 61
1.2.2.1. Irretroactividad de la ley penal, leyes procesales y pres-
cripción penal.................................................................. 63
1.2.2.2. Sucesión de normas penales en el tiempo......................... 64
1.2.2.3. Ley penal intermedia........................................................ 65
1.2.3. Subprincipio de lex certa o mandato de taxatividad....................... 66
1.2.3.1. Taxatividad y leyes procesales.......................................... 72
1.2.3.2. Taxatividad y causas de justificación................................ 73
1.2.4. Subprincipio de lex stricta o de exacta aplicación de la ley penal.... 75
1.2.4.1. Analogía in bonam partem............................................... 81
1.2.4.2. Exacta aplicación de la ley penal e interpretación confor-
me de leyes penales.......................................................... 83
2. PRINCIPIOS DE HUMANIDAD Y PROPORCIONALIDAD DE LAS PENAS............. 88
2.1. Fundamento y contenido.............................................................................. 88
2.2. Principio de humanidad de las penas y penas prohibidas............................. 90
8 Índice
Capítulo III
GARANTÍAS ORGÁNICAS
1. PRINCIPIO DE JUEZ COMPETENTE Y NATURAL.......................................... 115
1.1. Fundamento y contenido.............................................................................. 115
1.2. Excepciones a las reglas generales de competencia....................................... 116
1.3. Criterios materiales del principio de juez natural y jurisdicción militar.............. 118
2. PRINCIPIOS DE IMPARCIALIDAD E INDEPENDENCIA.................................. 119
2.1. Fundamento y contenido.............................................................................. 119
2.2. Entrevistas ex parte...................................................................................... 122
2.3. Actuación oficiosa de las y los juzgadores.................................................... 123
3. PRINCIPIO ACUSATORIO.................................................................................. 124
3.1. Fundamento y contenido.............................................................................. 124
3.2. Facultad de los jueces y juezas penales para reclasificar el delito.................. 128
3.3. Facultad de los jueces y las juezas penales para corregir o enmendar el escri-
to de acusación............................................................................................ 130
3.4. Prueba de oficio........................................................................................... 132
Capítulo IV
GARANTÍAS PROCESALES DE CARÁCTER EPISTEMOLÓGICO
O DE VERDAD
1. PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN................................................................... 141
1.1. Fundamento y contenido.............................................................................. 141
1.2. Incorporación (mediante lectura o reproducción) de declaraciones de testi-
gos ausentes rendidas fuera de la audiencia de juicio oral............................ 143
1.3. Procedimiento abreviado.............................................................................. 152
2. PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN......................................................................... 153
2.1. Fundamento y contenido ............................................................................. 153
2.2. Componentes o vertientes del principio de inmediación............................... 155
2.3. Valoración de elementos paralingüísticos de las declaraciones testimonia-
les................................................................................................................ 156
2.4. Inmediación en segunda instancia ............................................................... 158
3. DERECHO DE DEFENSA.................................................................................... 161
Índice 9
Capítulo V
GARANTÍAS PROCESALES DE CARÁCTER NO EPISTEMOLÓGICO
O DE LIBERTAD
1. GARANTÍAS DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL............................ 195
1.1. Generalidades del derecho a la libertad personal.......................................... 195
1.2. Garantías específicas del derecho a la libertad personal................................ 196
1.2.1. Detenciones derivadas de mandato judicial previo: orden de apre-
hensión, arraigo y detención provisional con fines de extradición... 196
1.2.1.1. Fundamento y contenido.................................................. 196
1.2.2. Flagrancia y controles preventivos.................................................. 201
1.2.2.1. Fundamento y contenido.................................................. 201
1.2.2.2. Controles preventivos provisionales................................. 204
1.2.2.3. Persecución material e ininterrumpida............................. 206
1.2.2.4. Consecuencias del incumplimiento de los estándares............. 207
1.2.3. Detenciones con motivo de caso urgente........................................ 207
1.2.3.1. Fundamento y contenido.................................................. 207
1.2.3.2. Órdenes de búsqueda, localización y presentación............. 210
1.2.3.3. Consecuencias del incumplimiento de los estándares............. 211
10 Índice
El reto nos concierne a todas y todos: desde las policías, los ministerios pú-
blicos, los jueces y las juezas, hasta la academia y la misma opinión pública.
Si no abandonamos de una vez por todas la aborrecible cultura punitivista y
autoritaria que todavía hoy se asoma en muchas de nuestras prácticas penales,
no habrá reforma constitucional o legal alguna que nos conduzca a un sistema
verdaderamente garantista, transparente y respetuoso de los derechos de todas
y de todos.
El libro que tengo el enorme gusto de presentar es una contribución fundamen-
tal al cambio de cultura que se requiere para alcanzar una mayor correspondencia
entre el sistema penal que la Constitución establece y el que opera en la realidad.
Desde un robusto sustento teórico, a la vez profundo y accesible, la obra explica
la función de las garantías penales y la importancia práctica de su observancia. Se
sistematiza su estudio, proponiendo una clasificación que permite su comprensión
a partir de la función que cumplen para la concreción del modelo garantista, y se
explica exhaustivamente su alcance y contenido a partir de los precedentes de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación y de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
Con absoluto rigor, precisión y exhaustividad, pero al mismo tiempo con clari-
dad y sentido didáctico, Carlos Ponce y Guillermo Kohn nos presentan un recuen-
to sistemático y ordenado de las garantías penales, explicando no sólo su conte-
nido y desarrollo, sino también su objeto de tutela, en una forma tan articulada
y coherente, que al final emerge un verdadero tratado práctico de derecho penal
constitucional mexicano.
Hasta ahora nuestro sistema penal acusatorio ha sido explicado a partir de los
principios constitucionales que lo rigen, o a partir de las etapas del procedimiento,
o a partir de su diferenciación con el sistema anterior. Explicarlo desde las garan-
tías —no sólo las procesales y orgánicas, sino también las sustantivas—, así como
desde la razón de ser de cada una de ellas, brinda una visión integral y novedosa
que, sin duda, tendrá impacto tanto en el estudio de la materia, como en su futuro
desarrollo jurisprudencial.
Este es un libro indispensable para las personas operadoras del sistema penal:
defensoras, juzgadoras, fiscales. Es una guía obligada para los profesores y profe-
soras de derecho, así como para sus estudiantes. Es un referente para la academia.
Pero, sobre todo, es un libro imprescindible para cambiar la realidad. Su voca-
ción eminentemente práctica, el sustento teórico impecable en que se apoya y la
amplitud de su contenido, que conecta lo sustantivo con lo procesal, provee una
narrativa contundente, a partir de la cual podemos comenzar a reconstruir las
piezas de un sistema penal roto.
Prólogo 15
Hacer las cosas de otro modo siempre es posible, y este libro es muestra de
ello. Hago votos porque las ideas aquí expuestas contribuyan a cambiar el rumbo
de nuestro sistema penal, a partir de una comprensión más clara del ideal que re-
presenta. Solo desde ahí podremos alcanzar la paz y la seguridad que anhelamos.
Arturo Zaldívar
Ciudad de México, 24 de octubre de 2022
Introducción
nitenciario (el cual debe estar basado, entre otras cosas, en el pleno respeto a los
derechos humanos), entre otros.
Pero el factor que más ha contribuido a esta “constitucionalización” del dere-
cho penal mexicano ha sido, sin duda, el creciente desarrollo jurisprudencial que
han recibido las garantías penales, sustantivas y procesales, a lo largo de la última
década. Lo cual, hay que decirlo, resulta de cierto modo inédito en nuestro país.
Como desde 2007 denunció el ahora Ministro Presidente Arturo Zaldívar, duran-
te prácticamente todo el siglo XX la jurisprudencia mexicana en materia penal
fue “poco relevante e incluso nula”, derivado, entre otras cosas, de la “escasa rele-
vancia política” que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y el Poder
Judicial de la Federación (PJF) tuvieron durante el régimen autoritario de partido
único (es decir, el PRI).1 Y no sólo eso, durante el régimen autoritario además:
[L]os criterios de la SCJN [en materia penal] contribuyeron a institucionalizar la práctica
de la tortura y de diversas violaciones a los derechos humanos de los gobernados. El
máximo tribunal mexicano dio mayor validez a las confesiones realizadas ante policías
judiciales o agentes del ministerio público, sin presencia del abogado del indiciado. Esto
a pesar de que se sabía que dichas confesiones eran arrancadas por medio de la tortura.
Asimismo, la Corte se negó a aceptar la retractación del particular, salvo que acreditara
la coacción que había sufrido no es necesario insistir en que esa prueba era imposible.
[…] Puede decirse, en resumen, que la SCJN mexicana se circunscribió a realizar una
limitada protección de los derechos fundamentales clásicos.2
4 Idem.
5 Como refiere Pablo Mijangos, en el caso específico de la Primera Sala este cambio de orienta-
ción en materia de derechos humanos fue favorecido en buena medida por la creación de un
“Programa de Derechos Fundamentales” que le permitió a la Sala “reorientar” su agenda de
trabajo. En términos generales, esta estrategia consiste en identificar asuntos “trascendentes”
para ser atraídos y resueltos por la Primera Sala y en la creación de una comisión de Secretarias
y Secretarios de estudio y cuenta dedicada a evaluar solicitudes de atracción presentadas por
activistas, organizaciones y defensores de oficio. En materia penal, uno de los primeros casos
atraídos y resueltos con esa óptica por la Primera Sala fueron los amparos relacionados con el
caso Acteal. Mijangos y González, Pablo, Historia mínima de la Suprema Corte de Justicia de
México, México, El Colegio de México, 2019 (edición Kindle).
6 Véase entre otros, SCJN, Primera Sala, Contradicción de tesis 68/2009, sentencia del 4 de
noviembre de 2009, de la cual derivó la tesis jurisprudencial 121/2009, de rubro: AMPARO
DIRECTO. PROCEDE QUE EN ÉL SE ANALICEN COMO VIOLACIONES AL PROCE-
DIMIENTO LAS COMETIDAS EN LA AVERIGUACIÓN PREVIA, CUANDO AFECTEN
LAS GARANTÍAS CONTENIDAS EN LOS ARTÍCULOS 14 Y 20 DE LA CONSTITUCIÓN
GENERAL DE LA REPÚBLICA, EN TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 160, FRACCIÓN XVII,
DE LA LEY DE AMPARO.
7 Hasta 2013, siguiendo el texto constitucional vigente hasta la reforma de 2008, la jurispru-
dencia admitía que las personas fueran asistidas durante la investigación por “persona de
20 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
13 Animal Político, “Aplauden propuesta del Bronco de cortar manos a corruptos en municipio
donde 6 personas fueron mutiladas en 2016”, Animal Político, 30 de abril de 2018, disponible
en: https://www.animalpolitico.com/2018/04/bronco-mochar-manos/
14 El País, “El gobernador de San Luis Potosí propone la pena de muerte a asesinos y la cas-
tración a violadores”, 20 de septiembre de 2022, El País, disponible en: https://elpais.com/
mexico/2022-09-20/el-gobernador-de-san-luis-potosi-propone-la-pena-de-muerte-y-la-castra-
cion-para-violadores.html
15 Aristegui Noticias, “Panista señala que delincuentes son “bestias” que no merecen derechos hu-
manos; AMLO y expertos critican postura”, Aristegui Noticias, 22 de agosto de 2022, dispo-
nible en: https://aristeguinoticias.com/2208/mexico/panista-senala-que-delincuentes-son-bes-
tias-que-no-merecen-derechos-humanos-amlo-y-expertos-critican-postura/
Introducción 23
16 Cfr. Roxin, Claus, Derecho Penal: Parte General, Tomo I, [trad. Diego-Manuel Luzón Peña],
Madrid, Civitas, 1997, p. 207 y Ambos, Kai, “Dogmática jurídico-penal y concepto universal
de hecho punible”, en Política criminal, núm. 5, 2008, p. 126.
24 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
Hay que aclarar, sin embargo, que nuestra contribución a esta empresa es bas-
tante modesta. Como se verá, la mayor parte del libro está dedicada a hacer una
exposición que podría calificarse de descriptiva. Como se ha venido diciendo, el
objetivo principal de este libro es ofrecer a las lectoras y los lectores una reco-
pilación sistematizada de la doctrina constitucional de la SCJN y la Corte IDH
en torno a las principales garantías penales vigentes en México. Con todo, a fin
de contribuir a la construcción dogmática, adicionalmente hemos incorporado
algunos debates contemporáneos sobre las garantías penales y procesales que nos
han parecido interesantes, con la finalidad de mostrar a las lectoras y lectores al-
gunos espacios de oportunidad que siguen abiertos en la jurisprudencia nacional
e interamericana y que —a nuestro juicio— ameritan una discusión o reflexión
más profunda. En otros apartados, si bien los menos, nos hemos dado licencia
también de expresar algunas opiniones personales a modo de sententia ferenda,
a fin de que puedan servir para iniciar nuevos debates y, eventualmente, desarro-
llos jurisprudenciales. Como se argumentará, existen muchas áreas en materia
de derecho penal constitucional en las que la doctrina jurisprudencial vigente
aún es incipiente y, en otros casos, incluso, insatisfactoria. Un ejemplo de esto
último es —a nuestro modo de ver—, la prohibición que ha establecido la SCJN
de realizar una interpretación conforme a la Constitución de leyes penales. Como
se argumentará con más detalle en el capítulo II, además de que se trata de un
criterio sobreinclusivo, que no se sostiene desde el punto de vista del principio de
la legalidad, supone un obstáculo importante a la plena constitucionalización del
derecho penal sustantivo, específicamente en lo que respecta a la interpretación de
la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad de los delitos.
El libro se compone de cinco capítulos. En el primero de ellos, titulado “Ga-
rantismo penal y garantías penales”, se explora el origen de las garantías penales
en Occidente a partir del pensamiento penal de la Ilustración y los fundamentos
teóricos y epistemológicos del garantismo penal contemporáneo, tal y como ha
sido construido por uno de sus más importantes defensores y promotores. Nos
referimos a Luigi Ferrajoli. El objetivo de esta revisión es contar con una base
conceptual y teórica suficientemente robusta que nos permita sistematizar y ana-
lizar las garantías penales vigentes en México, en función de los objetivos que
éstas persiguen. Para ello, se propone retomar la clásica distinción entre garantías
penales sustantivas, orgánicas y procesales, distinguiendo estas últimas a su vez
entre garantías procesales epistemológicas o de verdad y garantías procesales no
epistemológicas o de libertad.
A partir de lo anterior, en el segundo capítulo se analizan las principales ga-
rantías sustantivas vigentes en México a la luz de la jurisprudencia nacional e
interamericana reciente, como son el principio de legalidad y sus cuatro vertientes
(lex scripta, lex praevia, lex certa y lex stricta), los principios de humanidad y pro-
Introducción 25
17 Como destaca Arturo Zaldívar, “[h]oy en día no es posible hablar de garantías constitucionales
en materia penal si no se habla también de los derechos de las víctimas”. Cfr. Zaldívar, Artu-
ro, 10 años de derechos: Autobiografía jurisprudencial, Ciudad de México, Tirant lo Blanch,
2022, p. 366.
26 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
hemos decidido dejar su análisis para un trabajo (o edición) posterior, entre otras
razones, porque muchos de los derechos y garantías aplicables en dichos ámbitos
—como el derecho de las víctimas a la verdad o a la reparación integral del daño,
el principio de presunción de minoría de edad o los principios que se desprenden
de los fines del sistema penitenciario— encuentran su fundamento en principios
que no necesariamente son compartidos con las garantías penales tradicionales
que aquí analizamos (es decir, las de las personas imputadas o procesadas), sino
que exigen un análisis diferenciado.
Para finalizar, no queremos dejar de agradecer a todas las personas que hicie-
ron posible esta publicación. En primer lugar, agradecemos al Ministro Presidente
de la SCJN, Arturo Zaldívar, por habernos honrado con la presentación de este
libro y a quien aprovechamos para reconocer su constante compromiso con el
desarrollo de un derecho penal más igualitario y justo para todas y todos. En
segundo lugar, agradecemos al Centro de Estudios Constitucionales de la Supre-
ma Corte de Justicia de la Nación (CEC-SCJN) y, en particular, a su directora,
la Magistrada Ana María Ibarra Olguín, por la amable invitación que nos han
hecho para escribir este libro, así como a la editorial Tirant lo Blanch. El presente
trabajo busca adicionar un pequeño grano de arena al gran trabajo de sistemati-
zación y divulgación que ha hecho el CEC, bajo su dirección, a través de la colec-
ción Cuadernos de jurisprudencia y la reconstrucción de líneas jurisprudenciales.
Agradecemos también de manera especial a la Magistrada Fabiana Estrada Tena
por el apoyo e impulso brindado desde la Coordinación General de Asesores de
la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para emprender este
tipo de proyectos. Por último, agradecemos el apoyo y la colaboración de Velia
Fernanda Márquez Rojas, Lorenza Urias González, Fernando Daniel Hinojosa
Bale, Aldo Valdez Marcelo y Daniela Marisol Sánchez Cruz tanto para la investi-
gación y recopilación de los precedentes, como para la revisión de los borradores.
Capítulo I
Garantismo penal y garantías penales
18 Como narra Foucault, entre los siglos XII y XIII aparecieron en Europa una serie de figuras
—el Estado, el “procurador” del Rey y la noción de “infracción”— que transformaron dramá-
ticamente las formas penales del sistema feudal. Tales transformaciones tendrían en común la
confiscación y concentración total del conflicto penal por parte de los Estados nacientes, el cual
había estado durante buena parte de la Alta Edad Media en manos de los propios individuos
afectados, según las reglas del antiguo derecho germánico y el derecho feudal. Cfr. Foucault,
Michel, La verdad y las formas jurídicas, 5ª ed., Barcelona, Editorial Gedisa, 2017, pp. 63-92.
19 Cfr. Prieto Sanchís, Luis, La filosofía penal de la Ilustración, Lima, Palestra Editores, 2007, p.
18. Como señala Ferrajoli, “El derecho penal de los ordenamientos desarrollados es un pro-
ducto eminentemente moderno. Los principios sobre los que se funda su modelo garantista
clásico […] en gran parte son […] el fruto de la tradición jurídica ilustrada y liberal”. Ferrajoli,
Luigi, Derecho y razón: Teoría del garantismo penal, 10ª ed., Madrid, Trotta, 2011, p. 33.
20 Prieto Sanchís, Luis, op. cit., nota 19, pp. 18-19.
21 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, pp. 33-34.
22 Con todo, como refiere Zaffaroni, una de las primeras críticas claras al derecho penal inqui-
sitivo medieval puede encontrarse en el libro Cautio Criminalis, publicado desde 1631, por
Friederich Spee von Langenfeld, obra en la que se opuso fuertemente a la tortura, así como a la
crueldad e irracionalidad de la inquisición. Zaffaroni, Eugenio Raúl, et al., Manual de Derecho
penal: Parte General, 2ª ed., Buenos Aires, Ediar, 2006, pp. 207-209.
28 Carlos Gustavo Ponce Núñez
De manera adicional, a fin de evitar que las penas generaran más perjuicios que
utilidades sociales, los ilustrados sostenían que éstas debían guardar una estric-
26 Como refiere Marina Gascón, derivado de la visión secularizada del derecho impulsada por el
pensamiento ilustrado, “los ‘hechos’ dejaron de ser un mero indicio de una culpabilidad basada
en realidad en el vicio o en el pecado —en suma, en la corrupción de la naturaleza nacida de la
caída original— para convertirse en su único fundamento, pues antes de decidir cómo se cono-
cen los hechos es preciso aceptar, cuando menos, que los hechos representan el único motivo de
la decisión jurídica”. Gascón Abellán, Marina, Los hechos en el derecho: Bases argumentales
de la prueba, 3ª ed., Madrid, Marcial Pons, 2010, p. 15.
27 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, pp. 34-36.
28 Sobre el principio de utilidad en Bentham véase de él mismo, An Introduction to the Principles
of Morals and Legislation, Estados Unidos, White Dog Publishing, 2010 (edición Kindle).
29 Beccaria, Cesare, Tratado de los delitos y de las penas, 17ª ed., México, Editorial Porrúa, 2008,
p. 8.
30 Carlos Gustavo Ponce Núñez
30 De acuerdo con Prieto Sanchís, la proporcionalidad de las penas era una exigencia que represen-
taba “casi un clamor” en la literatura de la época. Prieto Sanchís, Luis, op. cit., nota 19, p. 50.
31 A esto se refería Beccaria cuando hablaba de la “dulzura de las penas”. Beccaria, Cesare, op.
cit., nota 29, p. 72.
32 De acuerdo con Hunt, novelas como “Julia” escrita por Rousseau en 1761, “empujaron a sus
lectores a identificarse con personas corrientes que, por definición, les eran desconocidos per-
sonalmente. El lector experimentaba empatía por ellos, sobre todo por la heroína o el héroe,
gracias al funcionamiento de la propia narrativa […] Las novelas venían a decir que todas las
personas son fundamentalmente parecidas a causa de sus sentimientos y, en particular, muchas
novelas mostraban el deseo de autonomía […] En el siglo XVIII, los lectores de novelas apren-
dieron a ampliar el alcance de la empatía”. Hunt, Lynn, La invención de los derechos humanos,
[traducción: Jordi Ferrer Beltrán], Tusquets Editores, 2009, pp. 38-39.
33 Ibidem, p. 113.
34 Una muestra de la crueldad y severidad de las penas del Antiguo Régimen puede verse en la na-
rración que hace Foucault sobre la condena de Damiens, ocurrida en 1757, en su libro Vigilar
y castigar: nacimiento de la prisión, [traducción: Aurelio Garzón del Camino], 2ª ed., México,
Siglo XXI, 2015, pp. 11-14.
35 Beccaria se refería a la tortura como ese “infame crisol de la verdad”, el cual era un monu-
mento superviviente “de la antigua y bárbara legislación cuando se llamaban juicios de Dios
las pruebas del fuego y del agua hirviendo, y la incierta suerte de las armas”. Para Beccaria “[l]
a diferencia que hay entre la tortura y el fuego y el agua hirviendo es sólo que el éxito de la
primera parece que depende de la voluntad del reo, y el de la segunda de lo extrínseco de un
hecho puramente físico; pero esta diferencia es sólo aparente y no real”. Beccaria, Cesare, op.
cit., nota 29, p. 42.
36 Las bases del derecho penal liberal pueden encontrarse en realidad en una gran cantidad de
autores, con posturas y tendencias filosóficas variopintas, como Hobbes, Kant, Montesquieu,
Garantismo penal y garantías penales 31
Voltaire, Rousseau, Marat, Filangieri, Feuerbach, Carrara, entre otros. Zaffaroni, Eugenio
Raúl, et al., op. cit., nota 22, pp. 213-223.
37 Beccaria, Cesare, op. cit., nota 29.
38 Al respecto, véase entre otros, Jiménez de Asúa, Luis, Lecciones de derecho penal, México,
Harla, 1997, p. 15.
39 Idem.
40 Sobre la influencia del pensamiento de Beccaria en el garantismo penal contemporáneo, véase
Ferrajoli, Luigi, “La actualidad del pensamiento de Cesare Beccaria”, en Guzmán, Nicolás
(coord.), Escritos sobre derecho penal: nacimiento, evolución y estado actual del garantismo
penal, Tomo II, Buenos Aires, Hammurabi, 2014, pp. 497-518.
41 Como refiere Ferrajoli: “El pensamiento ilustrado representa sin duda el momento más alto de
la historia —nada honorable en su conjunto— de la cultura penalista: aunque solo sea porque
se le debe la formulación más incisiva de la mayor parte de las garantías penales y procesales
dentro de las formas del estado constitucional de derecho. Sin embargo, el esquema garantista
que de él se ha recibido, basado en la idea del juicio como silogismo perfecto y del juez como
32 Carlos Gustavo Ponce Núñez
boca de la ley, tiene una intrínseca debilidad política debida, entre otras cosas, a que es total-
mente inaceptable desde el punto de vista epistemológico y, por consiguiente, jurídicamente
inaceptable.” Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 23.
42 Sobre la influencia del pensamiento penal liberal en la elaboración de los textos constituciona-
les en México (desde la misma Constitución de Apatzingán), véase Soberanes Fernández, José
Luis, Una historia constitucional de México, Tomo I, México, UNAM, 2019, p. 136.
43 De acuerdo con Zaffaroni, durante el siglo XIX, una vez que la clase burguesa e industrial lo-
gró instaurarse en el poder “quiso borrar todo límite al poder punitivo”. “Lo que le había sido
útil [a dicha clase] para ascender le molestaba cuando había llegado al poder”. De esta manera
habría comenzado “la decadencia del pensamiento en el discurso político y penal”, que alcanzó
su máxima expresión con los discursos biologicistas y racistas, que proponían una jerarquiza-
ción entre seres humanos. Cfr. Zaffaroni, Eugenio Raúl, et al., op. cit., nota 22, pp. 225-227.
Sobre la desviación del pensamiento penal y el abandono de los postulados garantistas durante
el siglo XIX, así como la adopción de un derecho nuevamente autoritario durante este periodo,
basado en la noción de peligrosidad, los mecanismos disciplinarios y la exclusión social, véase
también Foucault, Michel, op. cit., nota 18, pp. 95-120.
Garantismo penal y garantías penales 33
penal de voluntad” y “de ánimo”, así como el llamado “tipo penal de autor”, las
cuales estaban basadas en postulados esencialmente racistas y discriminatorios.44
Como recientemente ha señalado Kai Ambos, el derecho penal del nacionalso-
cialismo era fundamentalmente anti-liberal y anti-individualista. Su enemigo de-
clarado —así considerado por algunos de sus exponentes— era precisamente el
pensamiento liberal de la Ilustración y muy particularmente su influencia en el
ámbito penal.45
Un ejemplo de esta reacción anti-ilustrada puede observarse en el rechazo expre-
so del derecho penal nacionalsocialista a la máxima nullum crimen, nulla poena,
sine lege. Como han referido diversos autores, para la dogmática penal nazi los
jueces penales no debían ceñirse al tenor literal de la ley, sino que tenían el deber de
contribuir al desarrollo y creación del derecho penal, lo cual estaría condicionado
únicamente por la expresa “voluntad del Führer”. Todo esto, por cierto, bajo la ló-
gica inversa del principio nullum crimen sine poena,46 según la cual, ningún crimen
o daño al Estado debía quedar impune aunque no estuviere exactamente previsto
en la ley, siempre que materialmente se considerara merecedor de pena.47 Zaffaroni,
por ejemplo, ha destacado cómo para Georg Dahm —uno de los principales repre-
sentantes de la llamada escuela de Kiel48— “en el nacionalsocialismo el legislador y
el juez se halla[ban] en el mismo plano [pues] ambos respond[ían] a la comunidad
popular”. Para justificar esta tesis, el autor argumentaba que la derogación del prin-
cipio de legalidad penal y el aumento del poder del juez sería en realidad “aparente”
e “inofensivo”, toda vez que bajo el nacionalsocialismo:
El juez está más vinculado que antes a la voluntad de la conducción política y a la
concepción del derecho de la comunidad y justamente esta ligazón es la que permite
imponer su libertad respecto de la ley formal. Sólo a este precio es admisible la creciente
renuncia a la seguridad jurídica formal y a las tablas rígidas, sin posible arbitrariedad. En
esto precisamente se hace visible el paso del Estado de derecho liberal al Estado popular
justo y autoritario. La libertad respecto de la ley sólo se corresponde con un juez enrai-
zado en lo popular, en el nuevo estado vital y obligado frente a su conducción política.49
[Cursivas añadidas].
44 Véase Zaffaroni, Eugenio Raúl, Doctrina Penal Nazi: La dogmática penal alemana entre 1933
y 1945, Buenos Aires, Ediar, 2017, pp. 41-83; y Ambos, Kai, Derecho penal nacionalsocialista:
Continuidad y radicalización, Valencia, Tirant lo Blanch, 2020, pp. 47 y ss.
45 Ambos, Kai, op. cit., nota 44, pp. 106-107.
46 Ibidem, pp. 174 y ss.
47 Silva Sánchez, Jesús-María, “¿Nullum crimen sine poena? sobre las doctrinas penales de la “lu-
cha contra la impunidad” y del “derecho de la víctima al castigo del autor”, en Derecho penal
y Criminología, vol. 29, núm. 86-87, dic. 2008, pp. 149-172.
48 Institución que se dedicó a la renovación y construcción del derecho conforme a la nueva ideo-
logía nazi.
49 Zaffaroni, Eugenio Raúl, op. cit., nota 44, pp. 245-246.
34 Carlos Gustavo Ponce Núñez
50 Como refiere Baratta, a diferencia de la escuela liberal clásica (que partía de la libre voluntad del
sujeto como presupuesto del delito y de la pena), en la escuela positivista biológica “el sistema
penal se sustenta[ba] […] no tanto sobre el delito y sobre la clasificación de las acciones delic-
tuosas, consideradas abstractamente y fuera de la personalidad del delincuente, sino más bien
sobre el autor del delito, y sobre la clasificación tipológica de los autores”. Baratta, Alessandro,
Criminología crítica y crítica del derecho penal, México, Siglo XXI Editores, 1986, p. 32.
51 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 42.
52 Ibidem, p. 228.
53 Ferrajoli, Luigi, El paradigma garantista: Filosofía crítica del derecho penal, Madrid, Editorial
Trotta, 2016, pp. 201-203.
Garantismo penal y garantías penales 35
En América las cosas no han sido muy diferentes. Aunque la mayoría de las
constituciones de la región han reconocido los principios liberales del derecho
penal clásico, lo cierto es que en las leyes secundarias y en la práctica cotidiana
continúan existiendo manifestaciones a todas luces autoritarias de derecho pe-
nal. Esto se observó claramente durante la vigencia de los sistemas procesales
calificados como mixtos o inquisitivos, en los cuales las garantías de defensa, de
presunción de inocencia y los principios de contradicción e inmediación estaban
extremadamente limitados o eran prácticamente inexistentes.54 Todavía hoy, en
países como México, la tortura, si bien se encuentra constitucional y legalmente
proscrita, sigue siendo utilizada como método de investigación de forma gene-
ralizada y sistemática, tal y como lo han reportado los informes más recientes
del Relator contra la Tortura de la ONU.55 Por otro lado, en nuestro continente,
sigue siendo posible encontrar tipos penales que, más que proteger a la sociedad
de daños o peligros reales, pretenden fomentar ciertos ideales de virtud o de moral
autorreferente como son la posesión simple o consumo de ciertas drogas (como la
marihuana), el adulterio,56 las relaciones homosexuales,57 entre otras.
54 En esta tendencia Estados Unidos no ha sido la excepción. En las últimas décadas numerosos
autores, organizaciones e integrantes de la sociedad civil han denunciado los efectos nocivos
de la sobre-criminalización (particularmente tras la llamada “guerra contra las drogas”), la
encarcelación masiva y la brutalidad policial, especialmente en los sectores más vulnerables
(véase entre otros: Berman, Greg y Adler, Julian, Start here: A road map to reducing mass in-
carceration, Nueva York, The New Press, 2018 y Kleiman, Mark A. R., When brute force fails:
How to have less crime and less punishment, Princeton, Princeton University Press, 2009).
Muchos de sus Estados mantienen vigente y aplican la pena de muerte (para datos sobre la ten-
dencia extremadamente punitivista en Estados Unidos, véase Sierra Castillo, Carolina Andrea,
“Capítulo 3. La política criminal en Estados Unidos y prácticas político-criminales similares
en Colombia”, en Gutiérrez Quevedo, Marcela y Olarte Delgado, Angela Marcela (eds.), Polí-
tica criminal y abolicionismo, hacia una cultura restaurativa, Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2018, disponible en https://books.openedition.org/uec/2251). Sin mencionar las
constantes denuncias de violaciones graves a derechos humanos cometidas en Guantánamo.
55 Véase, entre otros, Consejo de Derechos Humanos, Informe del Relator Especial sobre la tor-
tura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Juan E. Méndez, A/HRC/28/68/
Add.3, 29 de diciembre de 2014.
56 El adulterio sigue siendo considerado como delito en varios Estados de Estados Unidos. Cfr.
Sweeny, JoAnne, “Undead Statutes: The Rise, Fall, and Continuing Uses of Adultery and For-
nication Criminal Laws”, Loyola University Chicago Law Journal, vol. 46, 2014, pp. 127-173.
Disponible en: https://www.luc.edu/media/lucedu/law/students/publications/llj/pdfs/vol46/
Sweeny.pdf.
57 En su informe “Violencia contra personas LGBTI”, la CIDH reportó que once Estados de
la OEA mantienen leyes que criminalizan las relaciones sexuales consensuales entre persona
adultas del mismo sexo en privado. CIDH, Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexua-
les, Trans e Intersex en América, OAS/Ser.L/V/II.rev.2, Doc. 36, 12 noviembre 2015, párr. 61.
36 Carlos Gustavo Ponce Núñez
Uno de los problemas más graves y persistentes de nuestro continente es, sin
duda, el abuso de la prisión o encarcelamiento preventivo. A pesar de que en un
Estado comprometido con la libertad y la autonomía, la prisión preventiva debe-
ría ser excepcional e impuesta únicamente con la finalidad de evitar riesgos pro-
cesales debidamente acreditados (en tanto lesiona gravemente la libertad personal
y la presunción de inocencia),58 en América Latina su aplicación sigue siendo
lamentablemente la regla; y no sólo eso, sino que además suele ser utilizada en
muchas ocasiones con fines más bien punitivos, preventivos o de exclusión social.
Esto es particularmente cierto en el caso de México,59 en donde incluso a nivel
constitucional está prevista la prisión preventiva de forma oficiosa para ciertos
delitos.60 Como señala Eugenio Zaffaroni:
La característica más saliente del poder punitivo latinoamericano actual en su aspec-
to prisionizante, es que la gran mayoría —aproximadamente tres cuartas partes— de
los presos se hallan sometidos a medidas de contención, porque son procesados no
condenados. Desde el punto de vista formal esto constituye una inversión del sistema
penal, pero desde la realidad percibida y descripta por la criminología, se trata de un
poder punitivo que desde hace muchas décadas ha preferido operar mediante la prisión
preventiva o medida de contención provisoria convertida en definitiva con la práctica.
Dicho más claramente: casi todo el poder punitivo latinoamericano se ejerce en forma
de medidas, o sea, que todo se ha convertido en privación de libertad sin sentencia firme
y por presunción de peligrosidad.61
Por último, otro de los grandes retos del garantismo penal contemporáneo
—tanto en América como en Europa— tiene que ver con su marcado distan-
ciamiento del principio de igualdad y no discriminación. Como es sabido, con
posterioridad a los eventos terroristas de inicios de este siglo —especialmente a
partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001— se han venido adoptando
legislaciones de excepción, que encuadran en lo que Günther Jakobs calificó hace
algunos años como “derecho penal del enemigo”.62 Es decir, un derecho penal
dirigido a individuos considerados “especialmente peligrosos”, ante quienes se
ideal es en realidad un “modelo límite”,67 por lo que más que de sistemas penales
garantistas o antigarantistas tout court, es preferible hablar de grados de garantis-
mo, según reconozcan o no cierto conjunto de garantías mínimas. Tampoco debe
confundirse el reconocimiento de ciertos derechos a nivel constitucional con su
efectividad, pues “una Constitución puede ser avanzadísima por los principios y
los derechos que sanciona y, sin embargo, no pasar de ser un pedazo de papel si
carece de técnicas coercitivas —es decir, de garantías— que permitan el control
y la neutralización del poder y del derecho ilegítimo”.68 En ese sentido, más que
una realidad dada, el modelo penal garantista debe ser visto como un ideal, como
una brújula que nos recuerda y nos permite visibilizar —y, en su caso, depurar—
las prácticas autoritarias, inhumanas e irracionales que aún perviven en nuestros
sistemas penales (las cuales, como se dijo, son producto en buena medida de los
movimientos autoritarios post-ilustrados de los siglos XIX y XX69).
Pero, ¿en qué consiste este modelo?, ¿cuáles son sus rasgos esenciales? Como es
sabido, uno de los autores de nuestro tiempo que más tinta y reflexiones ha dedi-
cado a la sistematización y explicación de los elementos de lo que es —o debería
ser— un sistema penal genuinamente “garantista” es Luigi Ferrajoli, a quien ya
nos hemos referido en estas páginas. Si bien no ha estado exento de críticas,70 su
pensamiento —y, muy particularmente, su teoría del garantismo penal— ha influi-
do notablemente en la doctrina y la jurisprudencia penal de nuestro continente.
Rasgos principales”, en Carbonell, Miguel y Salazar, Pedro (eds.), Garantismo: Estudios sobre
el pensamiento jurídico de Luigi Ferrajoli, Madrid, Trotta, 2005, pp. 23-26.
67 Ferrajoli, Luigi, op. cit. nota 19, p. 852.
68 Idem.
69 Como dice Zaffaroni: “pese a que nadie use camisas pardas y sólo algunos pocos inconscientes
se adornen con la cruz gamada, no es posible negar que la promoción constante de legislación
penal, la idolatría del poder punitivo como capaz de resolver todos los problemas por disipar
que sea su naturaleza, la promoción del terrorismo mediático, la intimidación política a políti-
cos y jueces, la estigmatización de quienes oponen resistencia o responden a discursos vindica-
tivos y discriminatorias, va introduciendo en la dogmática penal racionalizaciones de diferente
naturaleza que, en el fondo, coinciden en alguna medida con las tendencias que impulsaron los
penalistas alemanes de estos años”. Zaffaroni, Eugenio Raúl, op. cit., nota 44, p. 300.
70 Véase, por ejemplo, Finkelstein Nappi, Juan L., “Puntos de encuentro (y desencuentro) entre
Ferrajoli y ciertos críticos”, en Gargarella, Roberto y Pastor, Daniel, R. (dir.), Constitucionalis-
mo, garantismo y democracia: Puentes dialógicos entre el derecho constitucional y el derecho
penal, Buenos Aires, Ad-Hoc, 2016, pp. 175-196. Para una crítica del pensamiento de Luigi
Ferrajoli, véase también: Aguilera García, Edgar R., “¿Garantismo extremo o mesurado? La
legitimidad de la función jurisdiccional penal: construyendo el debate Ferrajoli-Laudan”, en
Isonomía, núm. 40, abril 2014, pp. 61-93. De igual modo, véase Carbonell, Miguel y Salazar,
Pedro (eds.), op. cit, nota 66. Cabe destacar, sin embargo, que en este último caso la mayoría de
las críticas están dirigidas al concepto de “derecho fundamental” proporcionado por Ferrajoli
y la tesis de su “indecibilidad” y no tanto al sistema penal garantista.
Garantismo penal y garantías penales 39
Como desde hace algunos años refirieron Miguel Carbonell y Pedro Salazar, la
publicación en 1989 en Italia del libro Derecho y razón. Teoría del garantismo
penal de Luigi Ferrajoli, con su posterior traducción al castellano y difusión en
América Latina, generó un “verdadero terremoto en filosofía jurídica”.71 Como
también apuntaban estos autores, el éxito de este libro ha sido particularmente
notable en América Latina, donde suele ser utilizado en número importante de es-
cuelas y facultades de Derecho para la enseñanza del Derecho penal y la Filosofía
jurídica. Sin mencionar las numerosas referencias a los trabajos de este autor que
es posible encontrar, no sólo en la literatura jurídica, sino también en las senten-
cias de los tribunales de nuestro continente.72
En definitiva, se comparta o no el pensamiento de este autor en su totalidad,
parece imposible tratar hoy en día el tema de las “garantías penales” sin hacer
referencia a la teoría del garantismo penal de Luigi Ferrajoli. Hay que destacar,
además, que uno de los méritos de esta teoría es que ofrece un marco de principios
bastante coherente que permite sistematizar y explicar las diferentes garantías
sustantivas y procesales en materia penal vigentes en nuestros ordenamientos —
las cuales suelen aparecer en los manuales o tratados de forma un tanto asiste-
mática o desorganizada— en torno a principios y objetivos subyacentes que les
son comunes a todas ellas. De esta manera, a fin de contar con un marco teórico
suficientemente robusto que nos permita identificar, sistematizar y analizar cada
una de las garantías penales vigentes actualmente en México, en lo que sigue to-
maremos como referencia la teoría elaborada por este autor. Para ello, en primer
lugar, conviene detenernos un momento a exponer algunas de las ideas funda-
mentales que están detrás de la teoría del garantismo penal de Ferrajoli y que, a
nuestro modo de ver, resultan esenciales para comprender los rasgos principales
del modelo penal garantista contemporáneo.
De entrada, Ferrajoli considera que existen ciertos presupuestos filosóficos y
epistemológicos que dan unidad y coherencia a todas las garantías penales. Como
punto de partida, Ferrajoli sostiene que el derecho penal no sólo tiene como fun-
ción la defensa social de las personas ofendidas frente al delito. Para este autor,
el derecho penal tiene —o debe tener—, además, la función de proteger a las per-
sonas frente a reacciones arbitrarias o desproporcionadas, formales o informales,
contra el delito, es decir, frente a la venganza injusta o desmedida.73 En palabras
74 Eiroa, Pablo D., “El ‘diálogo’ de los juristas argentinos con Luigi Ferrajoli. Derecho penal mí-
nimo y democracia sustancial”, en Gargarella, Roberto y Pastor, Daniel R., op. cit., nota 70, p.
109.
75 Si bien admite que esta visión ya estaba en parte presente en algunos autores, como Beccaria,
quien mezclaba el utilitarismo de Bentham con el principio de dignidad de Kant. Cfr. Luigi
Ferrajoli, op. cit., nota 40.
76 Para Ferrajoli, la pena y el derecho penal mínimo sólo se justifican en la medida que permiten
evitar caer en dilema de tener que escoger entre la “sociedad salvaje” o el “estado salvaje”. Cfr.
Eiroa, Pablo D., op. cit., nota 74, p. 122.
77 Más aun, para Ferrajoli “sólo el segundo fin, esto es, la tutela del inocente y la minimización
de la reacción al delito, sirve para distinguir el derecho penal de otros sistemas de control
social —de tipo policial, disciplinario o incluso terrorista— que de un modo más expeditivo y
probablemente más eficiente serían capaces de satisfacer el fin de la defensa social”. Ferrajoli,
Luigi, op. cit., nota 19, p. 334.
78 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 53, p. 58
79 Con todo, como el propio Ferrajoli refiere, esto no significa “que el fin de la prevención general
de los delitos no constituya una finalidad esencial del derecho penal. Significa más bien que el
derecho penal está dirigido a cumplir una doble función preventiva, en ambos casos negativa:
la prevención de los delitos y la prevención general de las penas privadas o arbitrarias o des-
Garantismo penal y garantías penales 41
terística esencial del sistema penal garantista que permite distinguirlo de otros
modelos de corte autoritario, en los cuales prevalece el decisionismo (es decir,
la autoridad del juez) por encima de la verificación empírica de la acusación.84
Efectivamente, a diferencia del modelo garantista, en los modelos autoritarios
la decisión judicial no tiene en realidad una función meramente cognoscitiva o
declarativa, sino más bien política, valorativa o constitutiva85 del delito. De ahí
que en estos últimos los linderos entre derecho y moral (o derecho y naturaleza)
suelan ser inexistentes o estar desdibujados.
En suma, una de las características esenciales del modelo penal garantista —
que, se insiste, permite distinguirlo de otros modelos de corte autoritario— estriba
en que parte de un esquema epistemológico encaminado a asegurar “el máximo
grado de racionalidad y de fiabilidad del juicio y, por tanto, de limitación de la
potestad punitiva y de tutela de la persona contra la arbitrariedad”.86 Tal esque-
ma epistemológico incide no sólo en la comprobación fáctica del hecho delictivo
durante el proceso, sino también en la definición legislativa del delito, si bien de
forma distinta. Veamos esto con más detenimiento.
En lo que respecta a la definición legislativa del delito —es decir, su tipificación
y sanción—, la epistemología garantista se asienta en la doctrina conocida como
el “convencionalismo penal” y el “principio de estricta legalidad”. Como se ha
venido diciendo, bajo este paradigma, “delito” no es aquello que se considera in-
trínseca u ontológicamente “inmoral”, “anormal” o “antisocial”, sino única y ex-
clusivamente aquellas conductas empíricamente verificables que han sido previa
y taxativamente fijadas en una ley. En el modelo garantista no existen conductas
delictivas o prohibidas per se. Un delito sólo existe hasta que es definido así por
el legislador democrático (de ahí su carácter convencional y legal). Este postulado
suele expresarse en los Estados liberales con el axioma “nullum crimen, nulla poe-
na, sine lege”, así como con la máxima “auctorictas, no veritas facti legem” (“no
es la verdad, la justicia, la moral o la naturaleza, sino sólo lo que con autoridad
dice la ley lo que confiere a un fenómeno relevancia penal”87). Para ello, es indis-
pensable que las leyes penales hagan referencia a conductas externas claramente
definidas que puedan ser corroboradas empíricamente a partir de pruebas, pues
sólo de esta forma se garantiza que la decisión judicial sea cognoscitiva y no me-
ramente valorativa o constitutiva. O como refiere Nicolás Guzmán, “[s]olo así se
84 Ibidem, p. 43.
85 Piénsese en el ejemplo mencionado anteriormente sobre el papel del juez en el derecho penal
nacionalsocialista.
86 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 53, p. 69.
87 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 35.
Garantismo penal y garantías penales 43
88 Guzmán, Nicolás, “Una introducción al pensamiento de Luigi Ferrajoli en temas derecho penal
y democracia”, en Gargarella, Roberto y Pastor, Daniel R., op. cit., nota 70, p. 96.
89 Se trata del clásico concepto de “verdad” formulado por Alfred Tarski, según el cual una “pro-
posición P sólo será verdadera si, y sólo si, P”. Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 48. Sobre
esto véase también Gascón Abellán, Marina, op. cit., nota 26, p. 67 y de ella misma, op. cit.,
nota 66, pp. 27-28.
90 Cfr. Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, pp. 50-51. En relación con este tema, Jordi Ferrer señala
que una de las críticas fundamentales al garantismo penal, tal y como ha sido formulado por
Ferrajoli, es el haber descuidado “la necesidad de establecer reglas de juicio que operen como
garantías de la no arbitrariedad de las decisiones sobre los hechos”, es decir, “estándares de
prueba” claros y objetivos. Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi, Prueba sin convicción: Estándares de
prueba y debido proceso, Madrid, Marcial Pons, 2021, p. 21. Sobre esto abundaremos cuando
abordemos el principio de presunción de inocencia en su vertiente de regla de juicio.
91 Lo que difícilmente se lograría si la ley penal, en lugar de hacer referencia a conductas o hechos
externos verificables empíricamente, hiciera referencia a valores o conceptos morales.
44 Carlos Gustavo Ponce Núñez
En general, las garantías pueden ser de dos tipos: primarias o secundarias. Las
primarias se refieren a aquellas normas sustantivas que establecen derecho u obli-
gaciones correlativas a los derechos fundamentales (por ejemplo, las normas que
prohíben matar, robar o restringir derechos humanos). Las garantías secundarias,
en cambio, se refieren a las obligaciones que recaen en los órganos del Estado
(generalmente, jurisdiccionales) de aplicar una sanción o declarar la nulidad de
un acto en caso de violación a las garantías o normas primarias (por ejemplo, las
normas que regulan la aplicación de las sanciones en caso de homicidio o robo,
o la anulación de actos violatorios de derechos, como sucede con el juicio de am-
paro en México).96
Ahora bien, ¿cómo podríamos clasificar las garantías en materia penal? Como
se ha venido diciendo, a fin de garantizar la máxima libertad para todas y todos,
así como la mayor racionalidad y no arbitrariedad del sistema, el modelo penal
garantista exige que tanto la definición legislativa del delito como su corrobora-
ción en cada caso concreto por el órgano judicial estén sujetas a ciertos límites que
circunscriban la decisión a determinadas condiciones epistémicas. Tales límites
y condiciones vienen impuestos precisamente por lo que conocemos como “ga-
rantías penales”, las cuales pueden clasificarse en sustantivas o procesales, según
estén encaminadas a regular la definición legislativa de los delitos o su comproba-
ción fáctica en casos concretos.
Así, de acuerdo con Ferrajoli, se denominan garantías penales sustantivas o
sustanciales aquellas garantías que condicionan la definición de los delitos —es
decir, que afectan la sustancia o los contenidos de las prohibiciones penales—
como son los principios de estricta legalidad, de culpabilidad y lesividad, etcéte-
ra. En cambio, se denominan garantías procesales penales todas aquellas garan-
tías instrumentales o de segundo orden que limitan o condicionan las formas de
comprobación del delito —es decir, el proceso y, por ende, la decisión judicial—.
Dentro de estas últimas se incluyen las garantías de estricta jurisdiccionalidad, el
principio de presunción de inocencia, el principio de contradicción, la garantía de
defensa, entre otras.97
En el caso de estas últimas —es decir, las garantías procesales— cabe hacer
todavía una ulterior distinción. Como ha advertido Nicolás Guzmán, en muchas
ocasiones las garantías procesales adoptan la forma de “prohibiciones probato-
rias”, es decir, de “normas que prohíben la realización de determinadas medidas
de prueba” (como las declaraciones del imputado rendidas sin la presencia de su
defensor o arrancadas mediante tortura), o bien, de “directrices que regulan de
96 Ibidem, p. 24.
97 Cfr. Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, pp. 463-464.
46 Carlos Gustavo Ponce Núñez
la llamada regla de exclusión de pruebas ilícitas (es decir, aquellas que han sido
obtenidas mediante la violación a derechos fundamentales); la cual tiene una fun-
ción claramente contra-epistemológica, si se toma en consideración que conlleva
la exclusión o nulidad de pruebas que pueden ser relevantes para la acusación e,
incluso, en muchas ocasiones, fiables (regla que, por cierto, se encuentra reconoci-
da expresamente en el artículo 20, apartado A, fracción IX de la CPEUM).
En ese orden de ideas, a fin de lograr una mejor sistematización de las garan-
tías procesales en nuestro ordenamiento, en lo que sigue distinguiremos entre
garantías procesales epistemológicas o de verdad (es decir, aquellas que buscan
asegurar la verdad de los enunciados fácticos en los que descansa la decisión
judicial, como las garantía de defensa, de contradicción e inmediación) y garan-
tías procesales no epistemológicas o de verdad (esto es, aquellas que obstruyen
o no contribuyen a la búsqueda de la verdad, sino que persiguen otros fines,
como son las diversas garantías que prevé la CPEUM en la investigación y el
proceso penal a fin de tutelar de derechos o libertades fundamentales). Una
postura similar ha sostenido Marina Gascón, para quien es posible distinguir
tres tipos de reglas o garantías institucionales del proceso, dependiendo de si
buscan o no la averiguación de la verdad, a saber: (a) garantías epistemológicas,
aquellas que contribuyen a la averiguación de la verdad; (b) garantías no-episte-
mológicas, aquellas que no producen menoscabo a la averiguación de la verdad
y (c) garantías contra-epistemológicas, aquellas que dificultan o entorpecen la
averiguación de la verdad. Como la propia autora refiere, el ejemplo más claro
de este último tipo de garantías es, precisamente, la regla de exclusión o nulidad
de la prueba ilícita, la cual, en su opinión, supone “solo una garantía de libertad,
pero nunca de verdad”.102
Finalmente, en adición a las garantías penales sustantivas y procesales, es po-
sible incluir una categoría adicional: las garantías orgánicas. Como bien refiere
Ferrajoli, además de las garantías procesales en estricto sentido, el modelo ga-
rantista presupone además un conjunto de garantías orgánicas que, más que al
juicio o proceso mismos, se refieren a la conformación del órgano jurisdiccional
y su posición respecto de los demás órganos y poderes del Estado, así como de
las partes.103 Ejemplo de estas últimas son los principios de independencia, de
imparcialidad, de juez natural y competente, el principio acusatorio o de estricta
separación entre acusación y jueces o juezas, entre otras.
seguramente de la verdad de la hipótesis acusatoria, que es la única que interesa como condi-
ción de la condena”. Guzmán, Nicolás, op. cit., nota 98, p. 15.
102 Gascón Abellán, Marina, op. cit., nota 26, pp. 110-120.
103 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 539.
48 Carlos Gustavo Ponce Núñez
En ese orden ideas, en los siguientes capítulos analizaremos las garantías pe-
nales vigentes en México a la luz de la doctrina y la jurisprudencia nacional e
interamericana, distinguiendo para ello entre: (i) garantías penales sustantivas,
(ii) garantías orgánicas y (iii) garantías penales procesales. Respecto de estas úl-
timas, distinguiremos además entre: (a) garantías epistemológicas o de verdad y
(b) garantías procesales no epistemológicas o de libertad. Cabe aclarar que esta
última distinción es simplemente para efectos de sistematización y orden, pues en
muchos casos las garantías de verdad pueden traducirse en garantías de libertad y
viceversa. Piénsese, por ejemplo, en lo que sucedía en el sistema tradicional con las
declaraciones ministeriales del imputado obtenidas sin la asistencia de su abogado
o abogada de defensoría. Aunque pudiéramos considerar que la garantía de de-
fensa tiene una finalidad primordialmente epistémica (en tanto busca garantizar
que la decisión judicial se ciña a la verdad de los hechos), lo cierto es que puede
tener también manifestaciones contra-epistemológicas cuando, por ejemplo, con-
lleva la exclusión de pruebas.
En suma, a continuación analizaremos las principales garantías penales sus-
tantivas, orgánicas y procesales vigentes en nuestro ordenamiento, así como sus
diferentes manifestaciones o vertientes, siguiendo para ello el siguiente esquema
conceptual:
Garantías penales
104 Para Ferrajoli, mientras la mera legalidad se limita a “exigir la ley como condición necesaria de
la pena y del delito (nulla poena, nullum crimen sine lege)”, el principio de estricta legalidad
“exige todas las demás garantías como condiciones necesarias de la legalidad penal (nulla lex
poenalis sin necessitate, sine inuria, sine actione, sine culpa, sine iudicio, sine accusatione, sine
probatione, sine defensione)”. Para este autor, “[g]racias al primer principio la ley es condicio-
nante; gracias al segundo es condicionada”. Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 95.
105 En esa línea, Ferrajoli refiere que: “El principio de legalidad implica todas las demás garantías
—de la materialidad de la acción al juicio contradictorio— como otras tantas condiciones de
verificabilidad y verificación, y forma por ello también el presupuesto de la estricta jurisdiccio-
nalidad del sistema”. Ibidem, p. 96.
106 Como refiere Roxin, fue Feuerbach quien acuñó el principio de legalidad bajo esta formulación
latina. Cfr. Roxin, Claus, op. cit., nota 16, p. 146.
107 Con todo, debe señalarse que sus alcances no son idénticos en todas las naciones. Como refiere
Bernal del Castillo, el principio de legalidad tuvo una evolución muy distinta en el Derecho
continental y en el anglosajón (common law), debido a las particularidades del sistema de fuen-
tes de cada uno de ellos y el papel reconocido a los jueces en la creación del derecho penal. Cfr.
Bernal del Castillo, Jesús, Derecho penal comparado: La definición del delito en los sistemas
anglosajón y continental, Barcelona, Atelier, 2011, pp. 47-53.
50 Carlos Gustavo Ponce Núñez
En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple analogía, y aún
por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente apli-
cable al delito de que se trata.
[…]
108 Bernal del Castillo, Jesús, op. cit., nota 107, p. 47.
109 Por esta razón Montiel considera que el principio de legalidad pertenece más bien a la parte
orgánica que a la parte dogmática de la Constitución. Cfr. Montiel, Juan Pablo, Estructuras
analíticas del principio de legalidad, Barcelona, InDret, enero de 2017, pp. 6-7.
Garantías sustantivas 51
sión de un delito, sino también permite a los ciudadanos impedir a esos poderes
un castigo por fuera de la ley”.110
legalidad no sólo busca limitar al máximo el ejercicio del ius puniendi y preservar
así el mayor ámbito de libertad posible para los ciudadanos (es decir, finalida-
des liberales y democráticas), sino también garantizar que el derecho penal sea
suficientemente previsible y, de esta manera, cumpla su función reguladora de la
conducta social (en otras palabras, finalidades político-criminales).
La clasificación antes mencionada no sólo tiene una función académica. La
SCJN también ha recurrido a ella para referirse a las diferentes manifestaciones
del principio de legalidad en materia penal. En ese sentido —sin pretender agotar
de forma completamente exhaustiva todos sus contenidos—, a continuación, nos
referiremos a los principales aspectos de cada una de estas vertientes, tal y como
han sido entendidos en la jurisprudencia nacional y la doctrina de la Corte IDH.
Adicionalmente, en lo que resulte relevante, también haremos referencia a doctri-
na destacada sobre los temas en cuestión.
115 En esa línea Sergio García Ramírez refiere que en el ámbito interamericano la legalidad com-
prende dos dimensiones: una formal y otra material. La primera existe “cuando se ha observa-
do el procedimiento establecido para la creación de leyes o su reforma”, la segunda en cambio
“atiende al contenido de la norma”, este debe ser “respetuoso de los derechos humanos, en el
marco de la sociedad democrática”. García Ramírez, Sergio, “Consideraciones sobre el princi-
pio de legalidad penal en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”,
en Cuestiones Constitucionales, núm. 24, enero-junio, 2011, p. 215.
116 En el caso de México, esta facultad está reservada al Congreso de la Unión y los Congresos de
los Estados, conforme al reparto competencial previsto en los artículos 73 y 124 de la CPEUM.
117 Algunos se refieren a este mandato también como lex propia. Montiel, Juan Pablo, op. cit.,
nota 109, p. 12.
118 Algunos autores han ido más allá y han propuesto un principio de “reserva de ley material”,
según el cual no bastaría que la ley penal haya sido expedida siguiendo los procedimientos
constitucionales y legales, sino que además el legislador tendría el deber reforzado de justificar
o motivar, a partir de datos y evidencia científica, la necesidad de la pena. Para autores como
Garantías sustantivas 53
Para algunos autores, este último párrafo (15.2) revela que en el ámbito del
derecho penal internacional el principio nullum crimen sine lege presenta ciertas
características que lo distinguen del derecho penal doméstico.120 Tal excepción es
Javier Álvarez, asumir esta concepción tendría la ventaja de que con ello se reduciría el uso
político o demagógico del Derecho Penal, además de que se facilitaría la justiciabilidad de los
principios de subsidiariedad y ultima ratio. Cfr. Álvarez García, Francisco Javier, Sobre el prin-
cipio de legalidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2009, pp. 19-31.
119 Carbonell, Miguel, “El principio de legalidad en materia penal (análisis del artículo 14, párrafo
tercero, de la Constitución mexicana)”, en Reforma Judicial: Revista Mexicana de Justicia,
UNAM, 2019, pp. 7-8.
120 Rauter, por ejemplo, sostiene que la “Cláusula de Nuremberg” ha sido utilizada para justificar
una distinción entre la aplicación del principio [nullum crimen sine lege] para delitos “ordina-
54 Carlos Gustavo Ponce Núñez
rios” del ámbito doméstico, por un lado, y los crímenes internacionales fundamentales, por el
otro. Rauter, Thomas, op. cit., nota 112, pp. 40-41.
121 Ibidem, pp. 47 y 84.
122 Véase, entre otros, Kreß, Claus, “Nulla poena nullum crimen sine lege”, en Max Planck En-
cyclopedia of Public International Law, disponible en: https://opil.ouplaw.com/view/10.1093/
law:epil/9780199231690/law-9780199231690-e854?rskey=YOV9Co&result=1&prd=MPIL
123 Rauter, Thomas, op. cit., nota 112, p. 84.
124 Esto nos lleva al problema de las llamadas “leyes penales en blanco”, a lo que nos referiremos
en breve.
Garantías sustantivas 55
En ese contexto, a continuación analizaremos algunos temas que han sido de-
batidos a la luz de dicho principio.
125 Véase, SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 4512/2014, fallado en sesión de 15 de
mayo de 2015.
126 Muñoz Conde, Francisco y García Arán, Mercedes, Derecho Penal: Parte General, 9ª ed., Ti-
rant lo Blanch, 2015, p. 40.
127 Montiel, Juan Pablo, op. cit., nota 109, p. 16.
56 Carlos Gustavo Ponce Núñez
al principio de reserva de ley sólo en este segundo caso, esto es: cuando la remi-
sión se hace a un ordenamiento que tiene un rango inferior a la ley (como son
los reglamentos administrativos, las circulares o los acuerdos128). Sin embargo, si
la remisión se hace a un ordenamiento con rango de ley, se entiende colmado el
principio de legalidad bajo esta vertiente.129 Éste es el criterio que ha adoptado
también la SCJN.130
En congruencia con dicho principio, en los amparos en revisión 703/2004,
333/2007, 361/2007, 391/2007 y 999/2007, por ejemplo, la Primera Sala sostuvo
que el artículo 171, fracción II, del CPF, el cual sancionaba con prisión de hasta
seis meses “a quien en estado de ebriedad o bajo el influjo de drogas enervantes
cometa alguna infracción a los reglamentos de tránsito y circulación al manejar
vehículos de motor”, era contrario al mandato de reserva de ley, toda vez que
remitía a la “mera infracción” de reglamentos para “conocer e integrar uno de
los elementos esenciales del tipo”. Lo cual —señaló la Corte— “tiene como efecto
que el contenido de la ley penal pueda variar por la sola voluntad del Ejecutivo
Federal, modificándola de facto a través de normativas administrativas”.131
Hasta hace poco más de una década, la SCJN parecía asumir que el principio
de reserva de ley era absoluto, es decir, que en ningún caso y bajo ninguna con-
dición el legislador podía delegar a otro poder u órgano la definición un algún
elemento del tipo penal. No obstante, en fechas recientes, la Corte ha venido ma-
tizando dicho criterio. En efecto, siguiendo la tendencia de otros tribunales cons-
titucionales del mundo,132 la Corte mexicana ha reconocido que existen ciertas
áreas del derecho penal en las que, debido a su extremada complejidad técnica y
128 Como refiere Enrique Bacigalupo “[l]as leyes penales en blanco pueden adquirir […] significa-
ción constitucional cuando la norma complementadora proviene de una instancia que carece
de competencias penales”. Bacigalupo, Enrique, op. cit., nota 114, p. 101.
129 Cuestión distinta, por supuesto, es que la remisión a otra ley para complementar el supuesto
de hecho genere falta de certeza e inseguridad jurídica, en cuyo caso la norma sería violatoria
del subprincipio de taxatividad. Véase en ese sentido, por ejemplo, el amparo directo 49/2017,
fallado por la Primera Sala en sesión de 30 de enero de 2019.
130 Véase la tesis aislada de la Primera Sala LXXII/2016, de rubro: LEYES PENALES EN BLAN-
CO. PROBLEMÁTICA DE CONSTITUCIONALIDAD DE AQUÉLLAS.
131 Véase la tesis de jurisprudencia de la Primera Sala 5/2008, de rubro ATAQUES A LAS VÍAS
DE COMUNICACIÓN. LA FRACCIÓN II DEL ARTÍCULO 171 DEL CÓDIGO PENAL FE-
DERAL QUE PREVÉ ESE DELITO, VIOLA LOS PRINCIPIOS DE EXACTA APLICACIÓN
Y RESERVA DE LEY EN MATERIA PENAL.
132 Cfr. Muñoz Conde, Francisco y García Arán, Mercedes, op. cit., nota 126, pp. 122-125. Asimis-
mo, véase Montaner, Raquel, “La autorregulación normativa en el derecho penal ambiental:
problemas desde la perspectiva del principio de legalidad”, en Montiel, Juan Pablo (coord.), La
crisis del principio de legalidad en el nuevo derecho penal: ¿decadencia o evolución?, Madrid,
Marcial Pons, 2012, pp. 289 y ss.
Garantías sustantivas 57
133 Véase la tesis aislada de la Primera Sala XXX/2012, de rubro: DELITOS CONTRA EL AM-
BIENTE Y LA GESTIÓN AMBIENTAL. EL ARTÍCULO 420, FRACCIÓN II, DEL CÓDIGO
PENAL FEDERAL, NO VIOLA EL PRINCIPIO DE RESERVA DE LEY.
134 Idem.
135 Un criterio similar ha sostenido el TCE. Véase en ese sentido la sentencia 101/2012, de 8 de
mayo, BOE núm. 134, de 05 de junio de 2012. Véase también el voto del Ministro Arturo Zal-
dívar en la acción de inconstitucionalidad 23/2017.
58 Carlos Gustavo Ponce Núñez
tores éstos se refieren a aquellos tipos penales en los que “la conducta prohibida
no está caracterizada por una descripción objetiva y exhaustiva”, por lo que
la realización del tipo no es suficiente para indicar la antijuricidad.136 En estos
casos se dice que el juez “debe investigar la antijuricidad mediante la comproba-
ción de los llamados elementos del deber jurídico”.137 El ejemplo típico de este
tipo de normas serían los delitos culposos o imprudentes, los cuales, por regla
general, para su actualización requieren de la infracción a un deber de cuidado
que normalmente no está especificado de manera expresa en las leyes penales.138
Así, aunque prima facie pudiera pensarse que ello supone una lesión al principio
de legalidad, un sector de la doctrina ha sostenido que ello en realidad no es
así, “ya que la propia naturaleza de las cosas impide poder describir con mayor
exactitud en la ley todos los comportamientos imprudentes que se puedan dar
o realizar”.139
La Corte IDH ha asumido una postura similar, pues considera que los tipos pe-
nales abiertos no son per se contrarios al principio de legalidad. En el caso Moha-
med vs. Argentina, por ejemplo, el tribunal interamericano señaló que “tratándo-
se de un delito culposo, cuyo tipo penal es abierto y requiere ser completado por
el juzgador al realizar el análisis de la tipicidad, lo relevante es que en la sentencia
se individualice el correspondiente deber de cuidado infringido con la conducta
activa (imprudencia) u omisiva (negligencia) del imputado” [cursivas añadidas].
En tales casos —señaló la Corte— “el juzgador no está limitado a recurrir úni-
camente a una norma formal” a fin de determinar cuál fue el deber objetivo de
cuidado que se infringió.140
136 La definición proviene Hans Welzel, citado por Claus Roxin en su libro Teoría del tipo penal:
tipos abiertos y elementos del deber jurídico, [Traducción: Enrique Bacigalupo], 2ª ed., Mé-
xico, Ubijus, 2011, p. 6. De manera similar, véase Muñoz Conde, Francisco y García Arán,
Mercedes, op. cit., nota 126, pp. 266-269.
137 Roxin, Claus, op. cit., nota 136, p. 6. Roxin, sin embargo, sostiene que los tipos “abiertos” en
el sentido de Welzel no existen, entre otras razones, porque no existe un tipo neutral frente a la
antijuricidad que no sea capaz de cumplir una función indiciaria respecto de lo injusto. Ibidem,
p. 299.
138 Muñoz Conde y García Arán, por ejemplo, refieren que “[e]n los delitos imprudentes, la con-
ducta típica no está determinada con precisión en la ley [sino que] son el juez o el intérprete
quienes deben establecer el contenido de la conducta imprudente. Los delitos imprudentes son,
por consiguiente, tipos abiertos, en el sentido de que una característica del tipo de injusto debe
ser completada por vía judicial o doctrinal”. Muñoz Conde, Francisco y García Arán, Merce-
des, op. cit., nota 126, p. 304.
139 Idem.
140 Corte IDH. Mohamed vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 23 de noviembre de 2012. Serie C No. 255, párr. 136.
Garantías sustantivas 59
Algo similar sucede con las disposiciones que contienen excluyentes o exi-
mentes de responsabilidad y, en especial, con las llamadas causas de justificación
“en blanco” o “extrapenales”, como son aquellas que derivan del ejercicio de
derechos fundamentales.142 Un amplio sector de la doctrina ha considerado que
el principio de reserva de ley —según el cual, como se dijo, todos los elementos
del delito deben estar por regla general en una ley formal y material— no aplica o
no debería aplicar con el mismo nivel de exigencia. Según esta postura, por tanto,
143 Con todo, como refiere Bacigalupo, se trata de una cuestión controvertida tanto en la doc-
trina como en la jurisprudencia, pues hay quienes consideran que la ponderación de bienes y
deberes como causa supralegal de justificación puede poner en peligro la seguridad jurídica,
especialmente cuando tiene lugar mediante cláusulas generales como “más utilidad que daño”.
Sea como fuere, como también refiere Bacigalupo, en el caso de los derechos fundamentales es
innegable que, aunque en muchas ocasiones sus condiciones de aplicación son vagas y depen-
den de una ponderación, “no carecen de un apoyo expreso en el orden jurídico ni son simples
creaciones basadas en el interés preponderante”. Bacigalupo, Enrique, op. cit., nota 114, p.
109. En México, la posibilidad de aplicar causas de justificación extrapenales es defendida,
entre otros, por Ruben Quintino Zepeda en su Teoría del Delito Actualizada Conforme al
Código Nacional de Procedimientos Penales, México, Editorial Arquinza, 2021, pp. 60-67.
144 Claro está que dicha postura no está exenta de problemas. Uno de ellos es la falta de certeza
en la aplicación del derecho penal que puede traer aparejada la inherente vaguedad de los de-
rechos fundamentales y su desarrollo o ampliación jurisprudencial. Como ha puesto de relieve
Ferreres, “cuando el juez restringe el alcance de una infracción penal con el objetivo de preser-
var un derecho o libertad, puede estar haciendo más impreciso el alcance de esa infracción. Se
puede producir, pues, una tensión entre la tarea de restringir un tipo y la de precisarlo”. Con
todo, y como también refiere este autor, una forma de atemperar los riesgos de imprevisibilidad
provocados por la restricción de tipos penales para salvaguardar derechos fundamentales, pue-
de lograrse adoptando una jurisprudencia precisa que “vaya perfilando con claridad el nuevo
alcance del tipo, y que sea respetada por los diversos tribunales”. Ferreres Comella, Víctor, El
principio de taxatividad en materia penal y el valor normativo de la jurisprudencia (Una pers-
pectiva constitucional), Madrid, Civitas, 2002, p. 75.
Garantías sustantivas 61
148 Véase la tesis de la Primera Sala, Sexta Época, de rubro: RETROACTIVIDAD DE LA LEY PE-
NAL MAS BENEFICA; así como la tesis de rubro RETROACTIVIDAD DE LA LEY, publicada
en el Informe 1959; Sexta Época, Pág. 60.
149 Véase, por ejemplo, el amparo en revisión 1248/2016, fallado por la Primera Sala en sesión de
25 de octubre de 2017.
150 SCJN, Pleno, Acción de inconstitucionalidad 13/2016 y su acumulada 14/2016, fallada en
sesión de 25 de febrero del 2020.
151 Véase en esa línea, SCJN, Pleno, Acción de inconstitucionalidad 9/2011, fallada en sesión de 31
de enero de 2013.
152 SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 860/2010, fallado en sesión de 2 de febrero de 2011.
Garantías sustantivas 63
De esta manera, la SCJN ha señalado que, si antes de que se realice una etapa
del procedimiento, el legislador cambia su tramitación modificando, por ejemplo,
la valoración de pruebas o suprimiendo un recurso, no existirá aplicación retroac-
tiva, siempre y cuando que tales situaciones aún no se hubieren llevado a cabo.154
Con todo, también ha precisado que existe una excepción a dicha regla: el caso de
los derechos sustantivos, como el derecho a la libertad personal, consagrados en
normas procesales, en cuyo caso sí resulta aplicable el principio de retroactividad.
Así lo sostuvo el Tribunal Pleno en la acción de inconstitucionalidad 9/2011155 en
donde expresamente señaló que, si bien el principio de irretroactividad no opera
en materia procesal, “existe una excepción” a dicha regla, la cual consiste en que:
[T]ratándose de derechos sustantivos, aunque se encuentren consagrados en una norma
de carácter procesal, es procedente y necesario aplicar el principio de irretroactividad,
pues la afectación a este tipo de derechos es irreparable, ya que sus efectos no se destru-
yen con el solo hecho de que quien los sufre obtenga una sentencia favorable.
153 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 4031/2013, fallado en sesión de 12 de marzo
de 2014.
154 Un caso excepcional es el amparo en revisión 1156/2019, fallado en sesión de 21 de abril de
2021, donde la Primera Sala sí analizó el artículo tercero transitorio del CNPP bajo el principio
de no retroactividad en perjuicio.
155 Acción de inconstitucionalidad 9/2011, op. cit., nota 151.
156 Bacigalupo, Enrique, op. cit., nota 114, p. 50.
64 Carlos Gustavo Ponce Núñez
157 Véase en ese sentido, SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 253/2014, fallado en sesión de 5
de noviembre de 2014; SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 1265/2017, fallado en sesión
de 5 de septiembre de 2018; y SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 121/2021, fallado en
sesión de 29 de septiembre de 2021.
158 Fallado por la Primera Sala en sesión de 3 de marzo de 2021. Una postura similar había soste-
nido la Primera Sala desde el amparo directo en revisión 4031/2013, op. cit., nota 153.
159 Corte IDH. Caso Liakat Ali Alibux vs. Suriname. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparacio-
nes y Costas. Sentencia de 30 de enero de 2014. Serie C No. 276.
Garantías sustantivas 65
derecho penal es dinámico. En ese contexto, es inevitable que surjan las siguientes
interrogantes. ¿Qué sucede cuando, por ejemplo, durante el trámite o la ejecución
de una pena, el legislador reforma, deroga o abroga la ley (el Código entero, por
ejemplo) en la cual se sustentaba la condena y, en su lugar, expide una nueva?
¿Debe considerarse que la conducta ya no está sancionada y, por tanto, deben
sobreseerse todos los procesos o revocarse las sentencias definitivas en las que se
hubiere aplicado la norma derogada o abrogada?
Al analizar casos en los que se planteaban problemáticas de este tipo, la Pri-
mera Sala ha señalado que es necesario distinguir dos supuestos que presentan
consecuencias jurídicas distintas. En primer lugar, puede suceder que la conducta
originalmente considerada típica deje de serlo, por ya no estar prevista en la nue-
va ley. En este caso, la existencia de una norma más benéfica está fuera de dudas:
al despenalizarse la conducta, las personas procesadas o sentenciadas bajo la ley
derogada o abrogada deben ser puestas en libertad.160 Sin embargo, puede suceder
también que la conducta tipificada en la ley abrogada siga teniendo carácter delic-
tivo en la nueva ley, en cuyo caso no podrá considerarse que la conducta delictiva
haya dejado de tener el carácter de delito.161 Para la Corte, en este segundo caso
debe entenderse que ha operado una “sucesión de leyes penales en el tiempo”.
Por tanto, para determinar cuál es la norma aplicable, los jueces deben atender al
principio general de ley penal más favorable y, con base en ello, determinar cuál de
las dos normas (si la vigente en el momento de los hechos o la posterior) resulta
aplicable al caso concreto.
160 Véase, SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 6022/2017, fallado en sesión de 22
de mayo de 2019. En este precedente, la SCJN explicó que este principio debe ser observado
incluso en amparo directo.
161 Véase amparo en revisión 1248/2016, op. cit., nota 149.
162 Véase STS 953/2013, resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el 16 de septiembre de 2013.
Otras resoluciones que aplican la ley penal intermedia más favorable son las STS 140/2002,
66 Carlos Gustavo Ponce Núñez
contrario, la posibilidad de que una persona se vea beneficiada por una ley más
favorable, dependería de cuestiones sobre las cuales no tiene ningún control. Lo
cual parece al menos cuestionable, desde la perspectiva de los principios de digni-
dad y autonomía personales.
En México, sin embargo, la SCJN ha adoptado un criterio más restrictivo y
formalista. En efecto, al resolver la contradicción de tesis 39/2003-PS163 la Prime-
ra Sala sostuvo que la ley penal intermedia “no puede aplicarse ultractivamente en
beneficio del procesado al dictarse [la sentencia], aun cuando sea favorable”; ello
toda vez que, de acuerdo con el principio de irretroactividad de la ley, “la norma
legal favorable sólo es aplicable durante su vigencia temporal”. Dicho en otras
palabras: para la SCJN, la ley penal intermedia no puede ser aplicada nunca en
beneficio de la persona acusada, ya que el mandato de aplicación de ley retroacti-
va más favorable se refiere únicamente a leyes vigentes, no derogadas. A nuestro
juicio, se trata de un criterio que resulta en extremo formalista y poco persuasi-
vo,164 ya que ni de la CPEUM ni de los tratados se desprende una limitante en
ese sentido. En todo caso, quienes escribimos estas líneas pensamos que se trata
de un criterio que ameritaría ser reexaminado por la propia SCJN, a la luz de la
reforma constitucional de 2011, en materia de derechos humanos y el principio
pro persona.
resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el 8 de febrero de 2002; STS 692/2008, resuelto por
la Primera Sala de lo Civil el 17 de julio de 2008; STS 1026/2009, resuelto por la Segunda Sala
de lo Penal el 16 de octubre de 2009; y 1078/2012, resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el
8 de noviembre de 2012.
163 Resuelta por la Primera Sala en sesión de 7 de enero de 2004.
164 Quizá el único argumento a favor de esta postura sería evitar la eventual impunidad que po-
dría generar el descuido o negligencia del legislador al, por ejemplo, omitir la tipificación de
una conducta al expedir un nuevo Código Penal.
165 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19.
Garantías sustantivas 67
ria, ello era una condición fundamental para garantizar que el gobierno fuera un
gobierno de “leyes” y no de “hombres”172 y de que el Estado y el derecho descan-
saran en la “voluntad general” del pueblo. Como refiere Silva Sánchez, para el
nuevo modo de ver las cosas “[s]er libre significaba no depender de otra cosa que
de la ley, porque el contenido íntegro de la ley expresaba per se la libertad ciuda-
dana”. Para el derecho penal de la Ilustración “el nulla poena sine lege aparecía
como cristalización de la libertad individual”, mientras que “la libertad del juez
se contemplaba como un riesgo para la libertad del ciudadano”.173 Un ejemplo de
esta visión puede encontrarse en los escritos de Montesquieu y Beccaria, quienes
sostuvieron, respectivamente, que “los jueces no son más ni menos que la boca
que pronuncia las palabras de la ley, seres inanimados que no pueden mitigar la
fuerza y el rigor de la ley misma”.174 Así como que “la autoridad de interpretar las
leyes penales no puede residir en los jueces por la misma razón que no son legisla-
dores”.175 En definitiva, para estos autores, las leyes penales debían ser elaboradas
de tal forma que los jueces se limitaran a ser meras “máquinas de aplicación” .176
A esto se le conoce como el modelo del “juez autómata”.177
No obstante, como es sabido, tal concepción del derecho —y, muy específica-
mente, de la interpretación jurídica— se encuentra en la actualidad ampliamente
superada.178 Como el propio Silva Sánchez señala, “es prácticamente seguro que
la figura de un juez autómata no tuvo vigencia real en ningún momento histórico”
y, aunque así hubiera sido en los inicios del siglo XIX, muy poco después “empezó
a generalizarse de modo progresivo la descripción de la función del juez como
una actividad no meramente cognoscitiva, sino marcadamente valorativa”.179 En
fechas más recientes, autores, como Ortiz de Urbina, han puesto de relieve cómo
180 Ortiz de Urbina Gimeno, Íñigo, “¿Leyes taxativas interpretativas libérrimamente? Principio
de legalidad e interpretación del Derecho penal”, en Montiel, Juan Pablo (ed.), La crisis del
principio de legalidad en el nuevo derecho penal: ¿decadencia o evolución?, Madrid, Marcial
Pons, 2012, p. 178.
181 Trapani, Mario, “Cesare Beccaria y la interpretación de la ley penal. La creación judicial de
la norma penal y su control político”, en Velásquez Velásquez, Fernando, et al. (comp.), Ce-
sare Beccaria y el control del poder punitivo del Estado. Doscientos cincuenta años después,
Bogotá, Universidad Sergio Arboleda, 2016, p. 99. Trapani también adjudica el mito —o “ilu-
sión”— de los iluministas de poder prohibir que los jueces creen Derecho, a la falta de distin-
ción que existía en aquella época entre “norma” y “disposición”, lo que a su juicio impedía
ver que “[a]ntes de la interpretación por parte del juez, el texto de ley contiene sólo meras
‘propuestas de comportamiento’ o, mejor, sólo una ‘potencialidad’ de significados normativos,
es decir meras ‘expectativas de normas’ por parte de los coasociados”. Ibidem, pp. 113-115.
182 Jiménez de Asúa, Luis, op. cit., nota 38, p. 61.
70 Carlos Gustavo Ponce Núñez
En definitiva, como señala Víctor Ferreres, “hoy sabemos que es imposible re-
dactar las leyes de tal manera que no se planteen al juez problemas de interpreta-
ción”.183 Aunque el legislador puede reducir la frecuencia con que las normas se
contradicen y evitar el uso ambiguo de las palabras, existen otras fuentes de incer-
tidumbre interpretativa que son insuprimibles y cuyos efectos se pueden reducir
sólo en parte, como son: (i) la inevitable vaguedad del lenguaje y (ii) la imprevisi-
ble cantidad de combinaciones de circunstancias relevantes que pueden darse en
el futuro. Además, aunque el legislador pudiera hacer un esfuerzo por reducir al
máximo estos problemas, ello puede generar otro tipo de costes, como es la infra
o la sobreinclusión de los tipos penales.184
Pero si esto es así, ¿qué queda entonces del mandato de taxatividad? Al respec-
to, un sector importante de la doctrina ha señalado que dicho mandato debe ser
entendido más bien como el deber del legislador de definir los delitos y las penas
de la forma más clara y precisa posible, en el entendido de que siempre habrá
inevitablemente cierto margen de indeterminación y, por tanto, de discrecionali-
dad judicial.185 Ferrajoli, por ejemplo, sostiene que —pese a lo que creían algunos
pensadores de la Ilustración— el ideal de absoluta precisión de la ley “nunca es
plenamente alcanzable”, pues existe siempre un “margen insuprimible de incer-
tidumbre y, por tanto, de discrecionalidad en la interpretación de la ley”.186 Por
ello, dicho autor considera que, tratándose de la descripción legal de los delitos,
es preferible hablar de “grados de taxatividad”.187
Una postura similar ha sostenido la SCJN. En una ya muy asentada línea ju-
risprudencial, la SCJN ha señalado que el mandato de taxatividad impone al
legislador la obligación de elaborar las normas penales con un grado de precisión
razonable, pero nunca absoluta. De esta manera, la SCJN ha sostenido que no es
contrario per se al principio de legalidad, en su vertiente de taxatividad, el que las
leyes penales hagan referencia a conceptos jurídicos indeterminados188 o sujetos
a valoración jurídica o cultural (es decir, elementos normativos del tipo), siempre
que exista una precisión razonable y no se incurra en la arbitrariedad.189
190 Probablemente porque se trata de una empresa extremadamente díficil o incluso imposible.
Sobre las alternativas que se han ofrecido en el derecho comparado, véase, por ejemplo, Roxin,
Claus, op. cit., nota 16, pp. 171-172.
191 Fallado por el Pleno en sesión de 7 de marzo de 2016.
192 Fallada por el Pleno en sesión de 15 de octubre de 2019.
193 SCJN, Pleno, Acción de inconstitucionalidad 196/2020, fallada en sesión de 11 de mayo de
2021.
194 Idem.
195 Véase en ese sentido la tesis jurisprudencial de la Primera Sala 54/2014, de rubro: PRINCIPIO
DE LEGALIDAD PENAL EN SU VERTIENTE DE TAXATIVIDAD. ANÁLISIS DEL CON-
TEXTO EN EL CUAL SE DESENVUELVEN LAS NORMAS PENALES, ASÍ COMO DE SUS
POSIBLES DESTINATARIOS.
72 Carlos Gustavo Ponce Núñez
ejemplo, la Primera Sala determinó que el artículo 407, fracción IV, del Código de
Justicia Militar, el cual sanciona con pena de cuatro meses de prisión al oficial que
“[vierta] especies que puedan causar tibieza o desagrado en el servicio”, no viola
el mandato de taxatividad, toda vez que “el conocimiento de los usos, costumbres
y legislación castrense con el que cuenta un Oficial de las Fuerzas Armadas […] le
permiten comprender con la suficiente claridad y precisión los términos utilizados
en la norma penal”. En otro asunto, por el contrario, la Primera Sala declaró la
inconstitucionalidad de un tipo penal del Código de la Ciudad de México que
sancionaba el manejo “ilícito” de residuos sólidos o industriales no peligrosos, al
constatar que no estaba dirigido “a una clase particular de sujetos que, por las
actividades específicas que realizan, sea razonable esperar un conocimiento previo
y detallado de su parte de las normas especiales que podrían regular un determi-
nado sector o actividad”.196
La Corte IDH también se ha pronunciado sobre los alcances del mandato de
taxatividad. En diversos precedentes, dicho tribunal ha sostenido que, de acuerdo
con el artículo 9 de la CADH, “la elaboración de tipos penales supone una clara
definición de la conducta incriminada, que fije sus elementos y permita deslindar-
la de comportamientos no punibles o conductas ilícitas sancionables con medidas
no penales”. Para ello —ha dicho— “es necesario que el ámbito de aplicación de
cada uno de los tipos esté delimitado de la manera más clara y precisa que sea
posible, en forma expresa, precisa taxativa y previa”.197 Con todo, es de destacar
que la Corte IDH también ha reconocido que la precisión de las leyes penales no
puede ser absoluta y que, en ocasiones, las juezas y los jueces penales deben cola-
borar con el legislador, interpretando las leyes penales de conformidad con ciertos
principios convencionales. Profundizaremos sobre esto último en la parte final del
siguiente subapartado.
198 Véase en ese sentido: la tesis aislada de la Primera Sala CCII/2011, de rubro: PRUEBA TES-
TIMONIAL. EL ARTÍCULO 396 DE LA LEGISLACIÓN PENAL PARA EL ESTADO DE
AGUASCALIENTES, NO VIOLA EL PRINCIPIO DE EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY
PENAL; la tesis jurisprudencial de la Primera Sala 133/2011, de rubro: PRUEBA PRESUN-
CIONAL. EL ARTÍCULO 261 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES PARA
EL DISTRITO FEDERAL, QUE PREVÉ SU APRECIACIÓN, NO VIOLA LA GARAN-
TÍA DE EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL; y la tesis aislada de la Primera Sala
LXXXII/2011, de rubro: EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL. EL ARTÍCULO 124
DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES PARA EL DISTRITO FEDERAL NO
VIOLA ESA GARANTÍA.
199 Roxin, Claus, op. cit., nota 16, pp. 157-158.
200 Normalmente aquellas previstas en la parte especial de los Códigos Penales.
201 Roxin, Claus, op. cit., nota 16, p. 195.
74 Carlos Gustavo Ponce Núñez
206 Ferreres Comella, Victor, op. cit., nota 144, pp. 91-92.
207 De acuerdo con Ferrajoli, la legalidad (o conformidad con la ley) de una aseveración judicial
consiste en la denotación de un hecho mediante un predicado connotado por la ley como deli-
to y en su consiguiente verdad procesal. La equidad (o conformidad con el caso concreto), en
cambio, consiste en la connotación del mismo hecho denotado por la ley como delito y en su
consiguiente contenido informativo particular. Ferrajoli, op. cit., nota 19, p. 158.
208 Ibidem, p. 160.
209 Ibidem, p. 165.
210 Kuhlen, Lothar, op. cit., nota 112, p. 154.
76 Carlos Gustavo Ponce Núñez
211 Bacigalupo, Enrique, op. cit., nota 114, p. 86. Para este autor, el límite debería ser en realidad
el “sentido más restringido del texto”, derivado de la jerarquía axiológica de la libertad.
212 Montiel, Juan Pablo, op. cit., nota 109, p. 25.
213 Como refiere Luis Prieto Sanchís, “la interpretación resulta siempre necesaria”, toda vez que
“sin interpretación no hay norma”. Esto no significa, por supuesto, que la “norma” sea un
invento o una libre creación del intérprete, pues la actividad interpretativa está sujeta siempre
a las reglas y usos comunes del lenguaje. Además, aun aceptando las concepciones o teorías
restrictivas de la “interpretación” —según las cuales sólo es necesaria la interpretación en ca-
sos dudosos— el brocardo in claris non fit interpretatatio no parece corresponder con nuestra
concepción actual de la interpretación, pues prácticamente nunca es claro cuando estamos ante
un caso dudoso (es decir, que requiera interpretación) o no. Véase Prieto Sanchís, Luis, Apuntes
de teoría del Derecho, Madrid, Trotta, 2005, pp. 225-236.
Garantías sustantivas 77
a cada uno de los elementos que configuran el tipo penal “tornaría imposible la
función legislativa”.
Pues bien, si el principio de legalidad no puede —por las razones ya expues-
tas— prohibir la interpretación de las leyes penales, ¿qué queda entonces del man-
dato lex stricta? A este respecto, un amplio sector de la doctrina ha señalado que
el hecho de que nuestra concepción del derecho haya cambiado, no significa que
el principio de legalidad (y específicamente el mandato de lex stricta) esté supe-
rado o que haya que abandonarlo, sino únicamente que ahora debe partirse “de
la base de que el legislador crea con el tenor literal de un precepto un marco de
regulación que es rellenado y concretado por el juez”.214 Esta es la postura que
ha sostenido, entre otros, Claus Roxin, para quien el mandato de lex stricta pre-
supone que la discrecionalidad interpretativa del juez penal está necesariamente
delimitada por “el sentido literal posible” de acuerdo con el “lenguaje corriente
del texto de la ley”.215
En definitiva, actualmente existe un consenso bastante generalizado en cuanto
a que el mandato de lex stricta o de exacta aplicación de la ley penal, más que la
interpretación de las leyes penales per se, lo que prohíbe es el recurso a la “analo-
gía” o “creación” judicial de derecho penal in malam partem, es decir, en perjui-
cio.216 Si bien no se trata de una cuestión completamente pacífica, tal concepción
del mandato de lex stricta parte de una premisa —a nuestro juicio— fundamental,
que consiste en distinguir claramente entre “interpretación” y “construcción” (o
“creación”) judicial de derecho.217 De manera muy particular, esta concepción
(moderna, si se quiere) del principio de lex stricta implica tratar a la “interpre-
tación” y a la “analogía” como operaciones jurídicas analíticamente distintas.
Conforme a esta distinción, mientras que la “interpretación” consistiría exclusiva-
mente en “atribuir significado” a un texto normativo dentro de sus “significados
posibles”, la analogía, en cambio, sería un argumento o técnica que sirve para
“colmar” lagunas normativas o axiológicas mediante la “creación” de normas
implícitas. Dicho de otro modo: la analogía no es —como a veces se piensa— una
por la vía de la analogía o cualquier otra forma de construcción jurídica, una pena
que no es exactamente aplicable. Dicho de otro modo, en materia penal siempre
existe una norma jurídica o consecuencia jurídica aplicable a aquellos casos o
supuestos de hecho no comprendidos exactamente en una ley penal: su permisión
o absolución.
Algo similar sucede en el caso de las llamadas “lagunas axiológicas”.222 Aun-
que estas últimas no son lógicamente incompatibles con el principio de legalidad
per se —pues un juez o una jueza válidamente podría considerar que el legislador
ha regulado insatisfactoriamente determinado supuesto de hecho al no haberle
otorgado por ejemplo una pena mayor (a su juicio) más “justa”—, dicho prin-
cipio prohíbe colmar o corregir judicialmente tales lagunas in malam partem, es
decir, en perjuicio de la persona acusada. Así lo ha entendido también la Primera
Sala, la cual ha sostenido expresamente que:
[P]or más que una conducta resulte nociva para la sociedad y, por ende, revele la ne-
cesidad de ser penada, el Estado sólo podrá tomarla como razón para la aplicación de
sanciones jurídico-penales si con anterioridad advirtió de manera expresa a los gober-
nados tal circunstancia a través de una ley formal y material, especificando sus posibles
consecuencias. […] Derivado de lo expuesto, el juzgador únicamente puede imponer las
penas expresamente previstas por la ley, debiendo hacerlo en los términos en que fueron
contempladas por el legislador. […] En caso contrario, la autoridad judicial asumiría una
función que no le corresponde, invadiendo indebidamente la esfera competencial del
Poder legislativo. Por ello la creación judicial de un marco normativo no previsto por la
ley viola la división de poderes.223
222 Como refiere Guastini, las “lagunas axiológicas” se presentan cuando, estando regulados los
diferentes supuestos de hecho, a juicio del intérprete falta una norma que —según sus prefe-
rencias subjetivas ético-políticas — debería estar. Una “laguna normativa”, en cambio, existe
cuando el legislador ha omitido otorgar una consecuencia jurídica a un determinado supuesto
de hecho, es decir, cuando para un determinado caso no se prevé una solución jurídica. Guas-
tini, Riccardo, Interpretar y argumentar, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucio-
nales, 2014, pp. 139-148.
223 SCJN, Primera Sala, Amparo directo 4/2019, fallado en sesión de 16 de junio del 2021.
80 Carlos Gustavo Ponce Núñez
224 Véase en ese sentido, Montiel, Juan Pablo, op. cit., nota 109, p. 28.
225 Idem. De este modo, una interpretación arbitraria o injustificada sería, por ejemplo, considerar
que dentro del género “bienes inmuebles” es posible comprender celulares, lápices o cualquier
otro bien mueble.
226 No se deben confundir las interpretaciones justificadas o posibles, con las interpretaciones
óptimas. Como señala Montiel, la identificación de interpretaciones posibles o justificadas
“no alcanza a zanjar los problemas interpretativos, dado que todavía queda pendiente una
decisión fundamental: decidir cuál de las diversas reconstrucciones interpretativas es la mejor
para el caso judicial; cuál es la interpretación que “triunfa” al competir con las restantes.” En
ese sentido, la interpretación óptima es “aquella que en el caso judicial representa la mejor
reconstrucción de un enunciado normativo”. Ibidem, p. 30.
227 Como señala Guastini, el argumento por mayoría de razón o a fortiori si bien es similar a la
analogía, se distingue de ésta en que no supone asunciones sobre la similitud de dos casos,
sino más bien una conjetura valorativa sobre la razón de la norma explícita que se usa como
premisa. Guastini, Riccardo, op. cit., nota 217, p. 39.
Garantías sustantivas 81
228 Carbonell, Miguel, “Nueva Interpretación del Principio Constitucional de Legalidad en Ma-
teria Penal”, en Iter Criminis, Revista de Ciencias Penales, núm. 6, Tercera Época, pp. 44-45;
y Ochoa Romero, Roberto A., “Criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
sobre la Tipificación de Conductas Ilícitas”, en García Ramírez, Sergio et al. (coord.) Criterios
y jurisprudencia interamericana de derechos humanos: influencia y repercusión en la justicia
penal, UNAM-IIJ, México, 2014, pp. 152-153.
229 Idem.
230 Montiel, Juan Pablo, op. cit., nota 109, p. 14.
Garantías sustantivas 83
231 Por ejemplo, para evitar que la aplicación de un tipo o norma penal lesione el ejercicio de un
derecho fundamental.
232 Corte IDH. Caso Pollo Rivera y otros vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21
de octubre de 2016. Serie C No. 319.
84 Carlos Gustavo Ponce Núñez
comenzó por señalar que, en casos de este tipo, las juezas y los jueces deben tomar
en consideración que la declaración de inconstitucionalidad o inconstitucionali-
dad es un “recurso extremo” —una ultima ratio— que sólo cabe aplicar “cuando
la ley resulta contraria a un precepto constitucional en forma irremisible, no ad-
mitiendo ninguna interpretación compatible con el principio o norma superior
invocado”. Para la Corte IDH, esta deferencia al legislador constituye una “regla
de elemental prudencia”, de la cual no puede apartarse al ejercer el control de
convencionalidad. Lo anterior, pues no debe perderse de vista “la gravedad de
la declaración que implica descartar una norma legal, lo que puede dar lugar a
vacíos legislativos de gravísimas consecuencias, en particular cuando se trata de
la tipificación de delitos de extremo contenido antijurídico”.233 Por su claridad,
conviene citar textualmente las palabras de la Corte IDH:
Ante la extrema amplitud con que [la sentencia de la Corte Suprema de Perú] interpreta
el tipo penal, cabe formular dos preguntas: (a) si el tipo penal viola en realidad el princi-
pio de legalidad estricta o (b) si es incorrecta la interpretación que del tipo hizo la Corte
Suprema. En cuanto a lo primero, esta Corte no puede apartarse de lo que es regla en
la jurisprudencia de todos los máximos tribunales de nuestros países, que reiteran —al
igual que la doctrina constitucional— que la declaración de inconstitucionalidad es un
recurso extremo, una “última ratio”, cuando la ley resulta contraria a un precepto cons-
titucional en forma irremisible, no admitiendo ninguna interpretación compatible con el
principio o norma superior invocado. De esta regla de elemental prudencia no puede
apartarse esta Corte cuando se trata del control de convencionalidad, atendiendo a la
gravedad de la declaración que implica descartar una norma legal, lo que puede dar
lugar a vacíos legislativos de gravísimas consecuencias, en particular cuando se trata de
la tipificación de delitos de extremo contenido antijurídico.
interpretación del tipo penal y no de la ley misma, por lo que no ordenó al Estado
su reforma o su derogación.
En nuestra opinión, se trata de un precedente muy interesante desde la perspec-
tiva del principio de legalidad penal —tanto en su vertiente de taxatividad como
de exacta aplicación de la ley— pues muestra que para la Corte IDH los —apa-
rentes— problemas de sobreinclusión de las leyes penales234 pueden ser solucio-
nados por las juezas y los jueces penales a través de una interpretación racional
del tipo penal conforme a la CADH, sin que ello suponga necesariamente una
vulneración al principio de legalidad en materia penal. Como se dijo, la Corte
IDH parece justificar esto último en la necesidad de evitar el vacío normativo y la
correspondiente impunidad que podría generar la eventual declaración de incon-
vencionalidad o inconstitucionalidad de un tipo penal que, bajo determinada in-
terpretación, resulta demasiado abierto o sobreinclusivo (sobre todo, tratándose
de delitos con un contenido antijurídico tan extremo, como el terrorismo).
Se trata además de un criterio que resulta muy interesante para el caso mexica-
no, toda vez que, a diferencia de otros tribunales constitucionales del mundo235,
la SCJN ha vedado por completo la posibilidad de hacer interpretación confor-
me a la Constitución de leyes penales. Así lo ha sostenido el Pleno de la SCJN
en jurisprudencia obligatoria asentada desde la acción de inconstitucionalidad
157/2007,236 en donde expresamente se determinó que —al analizar la consti-
tucionalidad de leyes penales a la luz del principio de legalidad— no procede
realizar una interpretación conforme o integradora, en atención a “las particula-
ridades del principio de legalidad en esta rama jurídica”.237 Pues bien, lo fallado
recientemente por la Corte IDH en el caso Pollo Rivera y otros vs. Perú nos invita
a reflexionar si existen razones para sostener o modificar el criterio de la SCJN.238
234 Es decir, normas que sancionan más conductas de las que deberían.
235 Sobre la posibilidad (y los límites) de la interpretación conforme a la Constitución materia pe-
nal en España, véase Ferreres Comella, Víctor, “El control de las leyes penales por parte de los
jueces ordinarios” en Mir Puig, Santiago, et al. (dirs.), Constitución y sistema penal, Madrid,
Marcial Pons, 2012, pp. 112-116. Sobre la misma figura en Alemania, véase Kuhlen, Lothar, La
interpretación conforme a la Constitución de las leyes penales, Madrid, Marcial Pons, 2012.
236 Resuelta por el Pleno el 20 de octubre de 2008.
237 Véase la tesis jurisprudencial del Pleno 33/2009, de rubro: NORMAS PENALES. AL ANALI-
ZAR SU CONSTITUCIONALIDAD NO PROCEDE REALIZAR UNA INTERPRETACIÓN
CONFORME O INTEGRADORA.
238 Esto último, en atención al criterio jurisprudencial del Pleno contenido en la tesis 21/2014,
de rubro: JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERE-
CHOS HUMANOS. ES VINCULANTE PARA LOS JUECES MEXICANOS SIEMPRE QUE
SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA.
86 Carlos Gustavo Ponce Núñez
En cualquier caso, nos parece que el criterio vigente de la SCJN sobre la in-
terpretación conforme en materia penal resulta insatisfactorio desde al menos
dos ángulos. En primer lugar, porque pierde de vista que, entendida en sentido
estricto, la interpretación conforme no supone “crear” derecho, sino únicamente
elegir entre las interpretaciones posibles de una disposición normativa,239 por lo
que —conforme a todo lo dicho hasta ahora— es inexacto que el recurso a esta
herramienta implique, por sí mismo, una tensión con el principio de legalidad y,
específicamente, con el mandato de lex stricta. Como ha referido Guastini, la in-
terpretación conforme no es más que una especie del género de la interpretación
sistemática en sentido lato, cuyo objetivo es evitar o prevenir las antinomias o
incongruencias axiológicas entre normas formuladas por textos normativos dis-
tintos y jerárquicamente ordenados.240 En palabras de este autor:
Sucede a menudo […] que una disposición legislativa es susceptible de dos interpreta-
ciones alternativas, cada una de las cuales extrae, de esa única disposición, dos normas
distintas —digamos N1 y N2— y que una de estas normas, supongamos N1, es conforme
a la constitución (o conforme a un principio general), mientras la otra, N2, es incompa-
tible con la constitución (o con un principio general). Pues bien, se hace interpretación
conforme descartando la segunda interpretación (N2) y escogiendo la primera (N1).
242 Un ejemplo de esta forma amplia o impropia de entender la “interpretación conforme” puede
encontrarse en el amparo en revisión 159/2013, fallado por la Primera Sala el 16 de octubre de
2013.
243 Al respecto, véase Díaz Revorio, Francisco Javier, Las sentencias interpretativas del Tribunal
Constitucional, México, Editorial Porrúa, 2011.
244 Lothar Kuhlen también ha puesto de manifiesto el uso —en ocasiones— confuso que suele te-
ner la interpretación conforme en la jurisprudencia alemana. De acuerdo con este autor, si bien
“resulta evidente considerar el sentido literal posible como límite único, también de la inter-
pretación conforme a la Constitución”, en ocasiones el ámbito de la interpretación conforme
suele restringirse o ampliarse. Según este autor, interpretación conforme se restringe cuando,
junto al tenor literal, se recurre a criterios adicionales de interpretación para determinar los
significados posibles de la norma. En cambio, dicho término se amplía cuando el tribunal se
refiere “interpretaciones de la norma que rebasan el límite del sentido literal posible”. En ese
sentido, Kuhlen considera que, para evitar contradicciones terminológicas, en este último caso
se debería hablar de “desarrollo del Derecho conforme a la Constitución”, de manera que,
junto a la interpretación conforme en sentido estricto, también cabría un desarrollo del De-
recho conforme a la Constitución que “va más allá del sentido literal del texto”. Cfr. Kuhlen,
Lothar, La interpretación conforme a la Constitución de las leyes penales, Madrid, Marcial
Pons, 2012, pp. 37-38.
88 Carlos Gustavo Ponce Núñez
245 Una alternativa para limitar el alcance de la tesis en cuestión y la consecuente prohibición de
realizar interpretación conforme de leyes penales, sería interpretar que el criterio se refiere úni-
ca y exclusivamente a aquellas operaciones argumentativas que implican crear Derecho Penal
in malam partem, en tanto que sólo estas entran efectivamente en tensión con el principio de
legalidad en su vertiente de lex stricta; pero no a lo que hemos llamado aquí interpretación
conforme en sentido estricto, ni a lo que hemos llamado interpretación conforme en sentido
amplio o impropio, cuando se realiza in bonam partem.
246 Tal prohibición está presente, de hecho, desde la Constitución liberal de 1857.
Garantías sustantivas 89
250 SCJN Pleno, Contradicción de tesis 11/2001-PL, resuelta en sesión de 2 de octubre de 2001.
251 De manera similar, Ferrajoli considera que “[l]a cadena de perpetua es una pena inhumana
porque, suprimiendo para siempre la libertad de una persona, niega radicalmente la humani-
dad”. Ferrajoli, op. cit., nota 53, p. 172.
252 Tesis jurisprudencial 1/2006 del Pleno, de rubro: PRISIÓN VITALICIA. NO CONSTITUYE
UNA PENA INUSITADA DE LAS PROHIBIDAS POR EL ARTÍCULO 22 DE LA CONSTI-
TUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
253 Para Rodrigo Labardini, por ejemplo, “[l]a decisión de 2001 fue considerada por EUA como
un grave obstáculo para la cooperación internacional dado que tenía el potencial de suspender
prácticamente toda extradición hacia EUA desde México. […] En opinión de algunas autori-
dades, esta decisión convertía a México en un paraíso de delincuentes (“criminal [heaven]”)”.
Labardini Flores, Rodrigo, “La prisión vitalicia en México”, en Iuris tantum, núm. 20, 2009,
pp. 128-129.
Garantías sustantivas 91
254 El TEDH ha señalado en una ya larga línea jurisprudencial que la pena de prisión vitalicia,
tratándose de personas adultas, no es per se incompatible con el Convenio Europeo, siempre
y cuando sea revisable y exista la posibilidad de reducción. Recientemente, en Hutchinson v.
UK, por ejemplo, el Tribunal sostuvo que “[l]a Convención no prohíbe la aplicación de una
sentencia de por vida a aquellos que han sido condenados especialmente de crímenes graves,
como asesinato. Sin embargo, para ser compatible con el artículo 3 dicha sentencia debe ser
reducible de jure y de facto, lo que significa que debe existir tanto la expectativa de liberación
del prisionero y la posibilidad de revisión” [traducción propia]. TEDH. Case of Hutchinson vs.
The United Kingdom, Judgment, Application no. 57592/08, 17 January 2017, parr. 42. Sobre
la situación de la prisión permanente revisable en Europea y especialmente en España, véase
también Casals Fernández, Ángela, La prisión permanente revisable, Madrid, Agencia Estatal
Boletín Oficial del Estado, 2019.
255 Cfr. SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 4770/2014, resuelto en sesión de 30 de
septiembre de 2015.
256 Véase, SCJN, Primera Sala, la tesis jurisprudencial 29/2002, con el rubro: PENAS TRASCEN-
DENTALES. CONCEPTO DE ELLAS.
257 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 5999/2017, resuelto en sesión de 25 de abril
de 2018.
258 Véase la tesis jurisprudencial 29/2002 de la Primera Sala, con el rubro: PENAS TRASCEN-
DENTALES. CONCEPTO DE ELLAS.
92 Carlos Gustavo Ponce Núñez
259 Lopera, Gloria, El principio de proporcionalidad y ley penal: bases para un modelo de control
de constitucionalidad de las leyes penales, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucio-
nales, 2006, p. 172.
260 Sobre esto, véase Prieto Sanchís, Luis, op. cit, nota 19.
261 Lopera, Gloria, op. cit., nota 259, pp. 227-232.
262 Idem. Sobre esto abundaremos más adelante.
Garantías sustantivas 93
263 Véase, por ejemplo, SCJN, Pleno, Acción de inconstitucionalidad 97/2019, resuelta en sesión
de 8 de junio de 2020.
94 Carlos Gustavo Ponce Núñez
surables (¿qué es más grave: un secuestro o una violación?). Una segunda, porque
la intensidad o grado de lesión o puesta en peligro de un bien jurídico puede
variar dependiendo de cada tipo penal. Y tercera, toda vez que, desde el punto de
vista constitucional, el legislador democrático cuenta con legitimidad y atribucio-
nes amplias para establecer la escala de penas, tomando en consideración, no sólo
la gravedad del delito, sino también razones de política criminal, como puede ser
la necesidad de reducir la “incidencia delictiva” de determinadas conductas. En
palabras de la SCJN, “el incremento en la comisión de ciertos delitos justifica que
el legislador instrumente una respuesta penal de mayor intensidad que se traduzca
también en un aumento de las penas”.264
De igual modo, en una ya muy asentada línea jurisprudencial, la SCJN ha pre-
cisado que a fin de evaluar la proporcionalidad de las penas en sentido estricto y
en abstracto no debe recurrirse, sin más, a la metodología del test de proporciona-
lidad.265 De acuerdo con la SCJN, para evaluar la proporcionalidad de una pena
en sentido estricto, el juez constitucional debe llevar a cabo más bien un análisis
comparativo entre el quantum de la pena enjuiciada con las penas asignadas a
otros delitos que atentan contra el mismo bien jurídico (de ahí el carácter eminen-
temente retributivo de este enfoque). Así, si la pena enjuiciada se refiere al delito
de secuestro, por ejemplo, el comparativo deberá limitarse entonces a aquellas
penas asignadas a otros delitos que atenten contra la libertad personal (como
serían los delitos privación ilegal de la libertad, desaparición forzada, entre otras).
Para la SCJN, es en todo caso a partir de ese comparativo que la jueza o el juez
constitucional estará en condiciones de poder evaluar si la pena enjuiciada resulta
desproporcionada en comparación con el sistema de penas asignadas a la protec-
ción de un mismo bien jurídico. Para lo cual —se insiste— el juez constitucional
no solamente debe tomar en consideración el grado de afectación al bien jurídico
o el nivel de participación del sujeto activo, sino también las razones de política
criminal que hayan llevado al legislador a aumentar o reducir una determinada
pena.266
264 Es por ello que, a fin de llevar a cabo un adecuado control de este tipo de normas, la SCJN
ha insistido en la conveniencia de que el legislador exprese las razones que lo han llevado a
determinar una determinada pena.
265 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 85/2014, resuelto en sesión de 4 de junio
de 2014. En este precedente, la SCJN —siguiendo a Von Hirsh— utilizó la expresión niveles
ordinales y no cardinales para referirse a los elementos de comparación que deben tomarse
en consideración a la hora de evaluar el cumplimiento del principio de proporcionalidad en
sentido estricto.
266 Especialmente crítico de la valoración de este elemento en el análisis de la proporcionalidad de
las penas en sentido estricto ha sido el Ministro Gutiérrez Ortiz Mena. En su voto concurrente
y particular de la acción de inconstitucionalidad 91/2019 y sus acumuladas —fallada en sesión
Garantías sustantivas 95
268 Como refiere Álvarez García: “toda norma penal supone una doble limitación de la libertad;
tanto desde el punto de vista del precepto como de la sanción. En efecto, es la tipificación de
una conducta lo que necesariamente ha de ser entendido como una reducción del principio ge-
neral de libertad, como la prohibición de realizar una actividad a la que, en principio, se tenía
derecho, y que, por consiguiente afecta de una manera directa a los derechos fundamentales de
la persona […] Todo tipo penal supone, pues, una coerción, una limitación de la libertad […]
Por lo que se refiere a la sanción, no debe olvidarse que la amenaza prototípica en el ámbito
penal es la pena privativa de libertad, a la que puede llegarse tanto de forma directa […] como
de forma indirecta […]”. Álvarez García, Francisco Javier, op. cit., nota 118, pp. 12-13.
269 Véase, por ejemplo, la acción de inconstitucionalidad 125/2017, fallada en sesión de 2 de junio
de 2020. Este criterio se encuentra reflejado también en la tesis de jurisprudencia 130/2007,
emitido por el Pleno de la SCJN, de rubro: GARANTÍAS INDIVIDUALES. EL DESARROLLO
DE SUS LÍMITES Y LA REGULACIÓN DE SUS POSIBLES CONFLICTOS POR PARTE DEL
LEGISLADOR DEBE RESPETAR LOS PRINCIPIOS DE RAZONABILIDAD Y PROPOR-
CIONALIDAD JURÍDICA.
Garantías sustantivas 97
270 No obstante, en este asunto la SCJN también aclaró que el fallo debía entenderse referido
única y exclusivamente a la sustancia cannabis y no otros psicotrópicos. Además, precisó que
la sentencia: “[…] no declara la inconstitucionalidad del tipo penal que prevé la conducta
delictiva de posesión simple de narcóticos en el artículo 477 de la Ley General de Salud ni
la despenalización de determinados estupefacientes o psicotrópicos como objetos del delito,
como tampoco de la tabla prevista por el artículo 479 para este y otros supuestos penalmente
relevantes, sino sólo de la porción normativa destacada del artículo 478 y respecto al narcóti-
co de mariguana, por el que se vinculó a proceso al recurrente. […] Esto último mantendrá la
relevancia penal de la posesión de narcóticos fuera de la hipótesis de posesión para consumo
personal, pero permitirá que el operador jurídico pueda analizar la excluyente del delito a la
luz de la dogmática penal y de su regulación en la parte general del Código Penal Federal, en
concreto, cuando se actualice el supuesto que nos ocupa de posesión de mariguana para uso
o consumo personal, se insiste, como excluyente de delito”. Amparo en revisión 585/2020,
fallado en sesión de 11 de mayo de 2022.
100 Carlos Gustavo Ponce Núñez
271 En ese mismo sentido, véase Lopera, Gloria, op. cit., nota 259.
272 Corte IDH. Caso Kimel vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de mayo
de 2008. Serie C No. 177.
273 Ibidem, párr. 58.
Garantías sustantivas 101
274 El tipo penal por el que finalmente fue sentenciado el señor Kimel decía lo siguiente: “La ca-
lumnia o falsa imputación de un delito que dé lugar a la acción pública, será reprimida con
prisión de uno a tres años”. Ibidem, párr. 65.
275 En cuanto al examen de necesidad, la Corte IDH resaltó que: “el Derecho Penal es el medio
más restrictivo y severo para establecer responsabilidades respecto de una conducta ilícita. La
tipificación amplia de delitos de calumnia e injurias puede resultar contraria al principio de
intervención mínima y de ultima ratio del derecho penal. En una sociedad democrática el poder
punitivo sólo se ejerce en la medida estrictamente necesaria para proteger los bienes jurídicos
fundamentales de los ataques más graves que los dañen o pongan en peligro. Lo contrario
conduciría al ejercicio abusivo del poder punitivo del Estado”. Ibidem, parr. 76.
276 En este punto, la Corte IDH concluyó que las opiniones vertidas por el señor Kimel “no pueden
considerarse ni verdaderas ni falsas. Como tal, la opinión no puede ser objeto de sanción, más
aún cuando se trata de un juicio de valor sobre un acto oficial de un funcionario público en el
desempeño de su cargo. En principio, la verdad o falsedad se predica sólo respecto a hechos.
De allí que no puede ser sometida a requisitos de veracidad la prueba respecto de juicios de
valor […] Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte concluye que la afectación a la libertad de
expresión del señor Kimel fue manifiestamente desproporcionada, por excesiva, en relación
con la alegada afectación del derecho a la honra en el presente caso”. Ibidem, párrs. 93-94.
102 Carlos Gustavo Ponce Núñez
hechos”. Finalmente, el artículo 14.7 del PIDCP también establece que “[n]adie
podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado
o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal
de cada país”.
A esto suele llamarse, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia nacional y
comparada, como el principio de prohibición de doble punición o non (ne) bis in
idem. Al interpretar dicho principio, la SCJN ha señalado que éste se viola “cuan-
do el Estado juzga dos veces a una persona con motivo de los mismos hechos
delictivos”.277 Es decir, para la SCJN, el Estado no puede sancionar dos veces a
una persona por un mismo “hecho”, con independencia de que se utilicen o pre-
tendan utilizar tipos penales distintos. Ello se justifica —ha dicho el Alto Tribu-
nal— en tanto que una sentencia definitiva, condenatoria o absolutoria, obtiene
“una firmeza tal que permite considerar su estudio como cosa juzgada”, es decir,
“irrebatible, indiscutible e inmodificable”.278
Un criterio similar ha sostenido la Corte IDH, quien ha sostenido que el prin-
cipio ne o non bis in idem, consagrado en el artículo 8.4 de la CADH, “busca
proteger los derechos de los individuos que han sido procesados por determi-
nados hechos para que no vuelvan a ser enjuiciados por los mismos hechos”.279
De manera particular, en el caso J. vs. Perú, la Corte IDH señaló que para que se
configure una violación a dicho principio se requiere que: (i) el imputado haya
sido absuelto, (ii) la absolución sea el resultado de una sentencia firme, y (iii) el
nuevo juicio esté fundado en los mismos hechos que motivaron la sustanciación
del primer juicio.
277 Véase la tesis aislada CCXXVIII/2013 de la Primera Sala, con el rubro: LIBERTAD PREPA-
RATORIA. EL ARTÍCULO 85, FRACCIÓN I, INCISO B), DEL CÓDIGO PENAL FEDERAL
NO VIOLA EL PRINCIPIO NON BIS IN IDEM.
278 Véase, SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 3731/2015, resuelto en sesión de 2 de
diciembre de 2015.
279 Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit., nota 140, párr. 66.
280 Amparo directo en revisión 3731/2015, op. cit., nota 278.
Garantías sustantivas 103
281 Véase la tesis jurisprudencial 92/2009 de la Primera Sala, con el rubro: DELITO CONTRA LA
SALUD. NO PUEDEN COEXISTIR LAS MODALIDADES DE COMERCIALIZACIÓN DE
NARCÓTICOS Y DE POSESIÓN CON FINES DE COMERCIO CUANDO SE ACTUALI-
ZAN EN EL MISMO MOMENTO.
282 Véase la tesis aislada XVI/2013 del Pleno, con el rubro: AMPARO DIRECTO EN MATERIA
PENAL. SUS EFECTOS CUANDO SE CONCEDE POR INCOMPETENCIA POR RAZÓN
DE FUERO DEL JUEZ DE PRIMERA INSTANCIA; así como la tesis aislada XXXII/2017 de
la Primera Sala, con el rubro: AMPARO DIRECTO EN MATERIA PENAL. EFECTOS DE
SU CONCESIÓN CON MOTIVO DE LA INCOMPETENCIA DE LA AUTORIDAD RES-
PONSABLE POR RAZÓN DE FUERO (INTERRUPCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA 1a./J.
21/2004.
283 Es el caso de ciertas sentencias del TCE. Véase, al respecto, Valencia Mattin, German, “Derecho
administrativo sancionador y principio de legalidad”, en El principio de legalidad, Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, p. 57.
104 Carlos Gustavo Ponce Núñez
284 Idem.
285 Véase la tesis I.4o.A.114 A, de rubro: SANCIONES PENALES Y ADMINISTRATIVAS EN EL
DERECHO DISCIPLINARIO. PARA IMPONER AMBAS ES NECESARIO QUE NO EXISTA
IDENTIDAD DE SUJETO, HECHO Y FUNDAMENTO, CONJUNTAMENTE, ATENTO AL
PRINCIPIO NON BIS IN IDEM.
286 Corte IDH. Caso Carpio Nicolle y otros vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 22 de noviembre de 2004. Serie C No. 117; y Corte IDH. Caso de la Masacre de La
Rochela vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie
C No. 163.
287 Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154.
Garantías sustantivas 105
288 Idem.
289 Ferrajoli, Luigi, op. cit., nota 19, p. 487.
290 Ibidem, p. 490.
106 Carlos Gustavo Ponce Núñez
291 También, Muñoz Conde, Francisco y García Arán, Mercedes, op. cit., nota 126, pp. 102-104.
292 Bacigaulpo, Enrique, op. cit., nota 114, p. 140.
293 Para una posible explicación sobre la omisión de este principio en España, véase Ibidem, p. 141.
294 Resuelto por la Primera Sala en sesión de 2 de diciembre de 2020.
Garantías sustantivas 107
301 En efecto, la Sala entendió que el tipo sí estaba encaminado a tutelar un bien jurídico, pero la
medida adoptada era desproporcionada.
302 Véase infra, nota 270.
Garantías sustantivas 109
Ahora bien, un aspecto que suele ser controversial de cara al principio de lesi-
vidad es el relativo a los delitos de peligro abstracto. Como se sabe, los delitos de
peligro abstracto son aquellos en los que basta con que se realice una conducta
considerada riesgosa o peligrosa en sí misma, con independencia de su resultado
específico (es decir, aunque en el caso concreto no se ponga efectivamente en
riesgo el bien jurídico tutelado303). Como ejemplos de este tipo de delitos suelen
citarse aquellos que sancionan la mera posesión de bienes ilícitos, como armas
o estupefacientes. Se trata, en definitiva, de delitos en los que la peligrosidad de
la conducta no forma en realidad parte del tipo penal, sino que se presume.304 Si
bien se trata de tipos penales bastante expandidos en el derecho positivo vigente,
su legitimidad ha sido ampliamente debatida y cuestionada en la doctrina, exis-
tiendo posiciones que van desde su rechazo categórico hasta su plena aceptación,
pasando por posturas intermedias que la admiten sólo en ciertos casos.305
En el caso de México, no obstante, la SCJN parece optar por una interpreta-
ción más flexible del principio de lesividad, pues ha considerado que ciertos tipos
penales de peligro abstracto sí son compatibles con el principio de lesividad. Así,
por ejemplo, en el amparo directo en revisión 4104/2013, la Primera Sala sostuvo
que el tipo penal de transporte ilegal de narcóticos, contenido en el artículo 195,
fracción I, del CPF, no es violatorio de dicho principio ya que:
[E]l tipo penal no sólo se sustentó en razones de política criminal, también en la poten-
cial afectación que la transportación clandestina de narcóticos produce a la salud de la
población en general, por lo que la consumación de este delito de peligro no se limita
a un estado previo a la realización de un acto punible o preparatorio […] [Cursivas
añadidas].
303 Muñoz Conde, Francisco y García Arán, Mercedes, op. cit., nota 126, p. 326. Como refieren
estos autores, esta clase de delitos puede llevar a una punibilidad excesiva.
304 Idem.
305 Lopera, Gloria, op. cit., nota 259, p. 404.
306 Así lo refiere Shünemann, para quien el principio de ultima ratio es una fórmula de origen
reciente, la cual ha sido investigada hasta hoy en su mayor parte. Además, si bien se han
intentado derivar de ella consecuencias concretas, éstas han sido sumamente controvertidas.
Shünemann, Bernd, “Protección de bienes jurídicos, ultima ratio y victimodogmática. Sobre los
110 Carlos Gustavo Ponce Núñez
límites inviolables del Derecho Penal en un Estado de Derecho Liberal”, en Robles Planas, Ri-
cardo (ed.), Límites al derecho penal: Principios operativos en la fundamentación del castigo,
Barcelona, Atelier, 2012, pp. 67-68.
307 Corte IDH. Caso Usón Ramírez vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2009. Serie C No. 207, párr. 73.
Garantías sustantivas 111
311 Véase la tesis jurisprudencial 21/2014 de la Primera Sala, con el rubro: DERECHO PENAL DE
ACTO. RAZONES POR LAS CUALES LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS SE DECANTA POR DICHO PARADIGMA (INTERPRETACIÓN
SISTEMÁTICA DE LOS ARTÍCULOS 1o., 14, TERCER PÁRRAFO, 18, SEGUNDO PÁRRA-
FO, Y 22, PRIMER PÁRRAFO).
312 Véanse la tesis aislada CCCXXXVIII/2015 de la Primera Sala, con el rubro: FIJACIÓN DE
LA PENA. EL ARTÍCULO 84, PÁRRAFO PRIMERO, DEL CÓDIGO PENAL PARA EL ES-
TADO DE VERACRUZ, QUE PREVÉ QUE LOS JUECES DEBEN TOMAR EN CUENTA
LOS ANTECEDENTES Y CONDICIONES PERSONALES DEL RESPONSABLE, ASÍ CO-
MO EL GRADO DE TEMIBILIDAD PARA DETERMINAR EL QUÁNTUM DE AQUÉLLA,
ES CONTRARIO AL PARADIGMA DEL DERECHO PENAL DEL ACTO; y la tesis juris-
prudencial 19/2016 de la Primera Sala, con el rubro: INDIVIDUALIZACIÓN DE LA PENA.
EL PARADIGMA CONSTITUCIONAL DEL DERECHO PENAL DEL ACTO PROHÍBE LA
POSIBILIDAD DE QUE LOS ANTECEDENTES PENALES, ENTENDIDOS EN SENTIDO
AMPLIO, SEAN CONSIDERADOS POR EL JUZGADOR PARA GRADUAR LA CULPABI-
LIDAD DE LA PERSONA SENTENCIADA.
313 Véase la tesis jurisprudencial 80/2013 de la Primera Sala, con el rubro: INDIVIDUALIZA-
CIÓN DE LA PENA. LOS ANTECEDENTES PENALES DEL SENTENCIADO QUE LLE-
VEN A CONSIDERARLO COMO REINCIDENTE, DEBEN TOMARSE EN CUENTA PA-
RA FIJAR LA PUNIBILIDAD.
Garantías sustantivas 113
314 Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17
de noviembre de 2009. Serie C No. 206, párr. 75.
315 Idem.
316 Véase la tesis aislada de la Sala Auxiliar, con el rubro: JURISDICCION Y COMPETENCIA.
116 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
317 Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., nota 314, párr. 76.
318 Cfr. Binder, Alberto M., Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires, Ad-Hoc, 1993,
p. 139; Díez-Picazo, Luis María, Sistema de derechos fundamentales, 4ª ed., Pamplona, Ci-
vitas-Thomson Reuters, 2013, p. 416; y Trechsel, Stefan, Human Rights in Criminal Procee-
dings, Oxford, Oxford University Press, 2009, pp. 50-51.
319 Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”)
vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de agosto
de 2008. Serie C No. 182, párr. 50.
320 Trechsel, Stefan, op. cit., nota 318, p. 49.
321 Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., nota 314, párr. 74 y 77.
Garantías orgánicas 117
322 Idem.
323 Idem.
324 Artículo 6. Es tribunal competente para conocer de un delito, el del lugar en que se comete,
salvo lo previsto en los párrafos segundo y tercero del artículo 10.
Si el delito produce efectos en dos o más entidades federativas, será competente el juez de cual-
quiera de éstas o el que hubiera prevenido.
Artículo 10. Es competente para conocer de los delitos continuados y de los continuos o per-
manentes, cualquiera de los tribunales en cuyo territorio aquéllos produzcan efectos o se hayan
realizado actos constitutivos de tales delitos.
En caso de concurso de delitos, el Ministerio Público Federal será competente para conocer de
los delitos del fuero común que tengan conexidad con delitos federales, y los jueces federales
tendrán, asimismo, competencia para juzgarlos.
También será competente para conocer de un asunto, un juez de distrito distinto al del lugar
de comisión del delito, si por razones de seguridad en las prisiones, atendiendo a las caracterís-
ticas del hecho imputado, a las circunstancias personales del inculpado y a otras que impidan
garantizar el desarrollo adecuado del proceso, el Ministerio Público Federal considera necesa-
rio llevar el ejercicio de la acción penal ante otro juez. Lo anterior es igualmente aplicable para
los casos en que, por las mismas razones, la autoridad judicial, de oficio o a petición de parte,
estime necesario trasladar a un procesado a algún centro de reclusión de máxima seguridad, en
los que será competente el tribunal del lugar en que se ubica dicho centro.
118 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
exclusivamente en el lugar del juez que conocerá de la causa, sin involucrar un cam-
bio de jurisdicción, fuero o categoría, y ante motivos justificados.325
325 Al respecto, véase la tesis aislada XXIX/2002 del Tribunal Pleno, con el rubro: COMPETEN-
CIA PENAL. LA GARANTÍA QUE OTORGA A LOS INCULPADOS EL ARTÍCULO 20,
APARTADO A, FRACCIÓN VI, CONSTITUCIONAL, NO SE TRANSGREDE POR LOS
NUMERALES 6o., PÁRRAFO PRIMERO, Y 10, PÁRRAFO TERCERO, DEL CÓDIGO FE-
DERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES, QUE PERMITEN CONOCER DE UN DELITO
A UN JUEZ DE DISTRITO DISTINTO AL DEL LUGAR EN QUE AQUÉL SE COMETIÓ.
326 Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
30 de mayo de 1999. Serie C No. 52, párr. 128.
327 Idem.
328 Corte IDH. Caso Durand y Ugarte vs. Perú. Fondo. Sentencia de 16 de agosto de 2000. Serie
C No. 68, párr. 117.
329 Cfr. Corte IDH. Caso Quispialaya Vilcapoma vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 23 de noviembre de 2015. Serie C No. 308, párr. 146.
Garantías orgánicas 119
De esta manera, para ser acorde con el principio de juez competente y natural,
cualquier ley que otorgue competencias en el fuero militar y determine las normas
penales militares aplicables en dicho fuero, deberá “establecer claramente y sin
ambigüedad”: (i) quiénes son militares, únicos sujetos activos de los delitos mili-
tares; (ii) cuáles son las conductas delictivas típicas en el especial ámbito militar;
(iii) la conducta ilícita a través de la descripción de la lesión o puesta en peligro
de bienes jurídicos militares gravemente atacados, que justifique el ejercicio del
poder punitivo militar; y (iv) especificar la correspondiente sanción, teniendo en
cuenta el principio de proporcionalidad.330 En el entendido de que, en ningún
caso, la jurisdicción penal militar podrá ser el fuero competente para investigar y,
en su caso, juzgar y sancionar a los autores de violaciones a derechos humanos,
pues el procesamiento de los responsables en estos casos corresponde siempre a
la jurisdicción ordinaria.331
Siguiendo ese estándar, recientemente, la Primera Sala ha sostenido que, tra-
tándose del delito de homicidio, éste no puede ser juzgado en ningún caso bajo el
fuero militar, ni siquiera cuando se hubiere cometido dentro de las instalaciones
militares y los sujetos activo y pasivo tuvieran esa calidad al momento de los
hechos. De acuerdo con la Sala, ello es así toda vez que el bien jurídico del delito
de homicidio es la protección de la vida, lo cual no guarda “relación alguna con
los bienes jurídicos propios del orden militar o con algún tipo de afectación a los
mismos”. En definitiva, para la SCJN, el fuero militar sólo es competente para
conocer de “los delitos y faltas que, por su propia naturaleza, atenten de manera
directa contra la disciplina militar, cometidos por militares en activo” y “siempre
y cuando se realicen en actos del servicio y no esté involucrado un civil o se trate
de violaciones de derechos humanos”.332
330 Corte IDH. Caso Usón Ramírez vs. Venezuela, op. cit., nota 307, párr. 110.
331 Corte IDH. Caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de no-
viembre de 2006. Serie C No. 162, párr. 142.
332 Véase la tesis aislada X/2020 de la Primera Sala, de rubro: DELITO DE HOMICIDIO. QUEDA
EXCLUIDO DEL FUERO MILITAR PREVISTO EN EL ARTÍCULO 13 DE LA CONSTITU-
CIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
120 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
341 Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22
de noviembre de 2005. Serie C No. 135, párr. 146.
342 Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparacio-
nes y Costas. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107, párr. 171.
343 Amparo directo 9/2008, resuelto por la Primera Sala de la SCJN el 12 de agosto de 2009, p. 545.
344 TEDH. Caso Morice v. France, Judgment (Merits and Just Satisfaction), Application no.
29369/10, 11 de julio de 2013, párr. 71; y TEDH. Caso De Cubber v. Belgium, Judgment (Me-
rits), Application No. 9186/80, 26 de octubre de 1984, párr. 26.
345 Trechsel, Stefan, op. cit., nota 318, pp. 62.
346 Corte IDH. Caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24
de febrero de 2012. Serie C No. 239, párr. 189; e Impedimento 12/2017, resuelto por Primera
Sala de la SCJN el 24 de enero de 2018, pp. 12-14.
347 TEDH, Caso Piersack vs. Belgium, Judgment (Merits), Court (Chamber), Application No.
8692/79, 1 de octubre de 1982, párr. 30; y TEDH. Caso Castillo Algar vs. Spain, Judgment
(Merits and Just Satisfaction), Application No. 28194/95 28194/95, 28 de octubre de 1998,
párr. 45.
122 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
En esa misma línea, la Corte IDH ha sostenido que, desde el punto de vista
subjetivo, la imparcialidad se presume a menos de que exista prueba en contrario
de que el juzgador ha expresado o mostrado hostilidad, prejuicios o preferencia
personal hacia una de las partes, o bien que el caso fuera asignado a él por razones
personales. Mientras que, desde el punto de vista objetivo, exige analizar si el juz-
gador aportó elementos suficientes para eliminar temores legítimos o sospechas
fundadas sobre su parcialidad.348 En ese contexto, la existencia de figuras como
las excusas y las recusaciones constituyen un mecanismo apropiado para garanti-
zar la protección de este principio, pues permiten a las partes plantear la existen-
cia de impedimentos para conocer de un asunto, ante una posible afectación de la
imparcialidad. En el caso particular de la figura de la excusa, ésta además permite
que sean las personas juzgadoras quienes motu proprio expresen su riesgo de par-
cialidad y se inhiban de conocer algún asunto sujeto a su jurisdicción.349
2.2. Entrevistas ex parte
Una cuestión interesante a la que se han enfrentado los tribunales en nuestro
país consiste en determinar si las entrevistas ex parte —es decir, aquellas que
celebra una persona juzgadora con sólo una de las partes y sin notificarlo a la
adversaria— implican una transgresión al principio de imparcialidad. En espe-
cífico, al resolver el amparo directo en revisión 6888/2018,350 la SCJN analizó
un caso en el que un tribunal dictó un receso durante la audiencia de juicio oral
para entrevistarse con una niña, en su calidad de víctima, para constatar su estado
emocional y la viabilidad de que emitiera su declaración.
Al analizar ese caso, la SCJN sostuvo que el artículo 20, apartado A, fracción
VI, de la CPEUM351 contiene una prohibición explícita para la persona juzga-
dora en materia penal de tratar asuntos sujetos a proceso con cualquiera de las
348 Corte IDH, Caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile. op. cit., nota 346, párr. 189.
349 Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”)
vs. Venezuela, op. cit., nota 319, párrs. 182-186; e Impedimento 12/2017, op. cit., nota 346,
pp. 15-16.
350 Amparo directo en revisión 6888/2018, resuelto por Primera Sala de la SCJN el 14 de octubre
de 2020.
351 Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad,
contradicción, concentración, continuidad e inmediación.
A. De los principios generales:
[…]
VI. Ningún juzgador podrá tratar asuntos que estén sujetos a proceso con cualquiera de las
partes sin que esté presente la otra, respetando en todo momento el principio de contradicción,
salvo las excepciones que establece esta Constitución;
[…].
Garantías orgánicas 123
partes sin que esté presente la otra; lo cual tiene como finalidad de preservar la
imparcialidad de los integrantes del tribunal de enjuiciamiento y evitar cualquier
contaminación o sesgo por parte de quienes imparten justicia, por lo que su trans-
gresión implica la presunción de que se perdió la imparcialidad y ello conllevaría
la reposición del procedimiento.352 No obstante, la SCJN reconoció que la propia
disposición constitucional admite como excepciones las “que establece esta Cons-
titución”, lo cual fue interpretado en el sentido de que se trata de aquellas dili-
gencias que solicite el Ministerio Público y que sean necesarias para garantizar la
efectividad de la investigación, entre las que se encuentran: la solicitud de órdenes
de aprehensión o comparecencia, cateo, arraigo, intervención de comunicaciones
privadas y geolocalización, dada la secrecía que esas actuaciones requieren. Así,
de acuerdo con lo anterior, la Primera Sala concluyó que, en el caso concreto, el
tribunal de enjuiciamiento sí vulneró la prohibición constitucional de sostener
entrevistas ex parte (sin que se encuentre presente la otra parte), pues en el caso
no se actualizaba ninguna de las excepciones antes señaladas.353
352 Tesis aislada XVII/2021 de la Primera Sala, con el rubro: SISTEMA PROCESAL PENAL ACU-
SATORIO Y ORAL. CONSECUENCIAS DE LA INFRACCIÓN A LA PROHIBICIÓN A LA
PERSONA JUZGADORA PREVISTA EN EL ARTÍCULO 20, APARTADO A, FRACCIÓN VI,
DE LA CONSTITUCIÓN GENERAL, DE SOSTENER ENTREVISTAS CON CUALQUIERA
DE LAS PARTES SIN QUE ESTÉ PRESENTE LA OTRA, EN JUICIOS BAJO SU CONOCI-
MIENTO, Y EXCEPCIONES A LA MISMA; y Tesis aislada XVI/2021 de la Primera Sala, con el
rubro: SISTEMA PROCESAL PENAL ACUSATORIO Y ORAL. LA PROHIBICIÓN AL JUZ-
GADOR PREVISTA EN EL ARTÍCULO 20, APARTADO A, FRACCIÓN VI, DE LA CONSTI-
TUCIÓN GENERAL, DE TRATAR ASUNTOS SUJETOS A PROCESO CON CUALQUIERA
DE LAS PARTES SIN QUE ESTÉ PRESENTE LA OTRA, CONSTITUYE UNA GARANTÍA
PARA SALVAGUARDAR LOS PRINCIPIOS DE CONTRADICCIÓN E IMPARCIALIDAD.
353 Idem.
354 Al respecto, véanse la tesis jurisprudencial 104/2012 de la Primera Sala, con el rubro: PRUEBA
TESTIMONIAL. EL ARTÍCULO 245 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES
124 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
Con todo, debe destacarse que se trata de criterios que fueron emitidos en el
contexto del llamado “sistema inquisitivo-mixto” y, al menos hasta la fecha en
la que se escriben estas páginas, no se tiene conocimiento de un criterio similar
en el contexto del sistema penal acusatorio. En ese sentido, no hay que perder de
vista que el cambio en el sistema de justicia penal en 2008 y la introducción del
principio acusatorio tuvieron un impacto muy significativo y relevante en lo que
respecta al modelo de juicio y de juez penal en nuestro país, por lo que los crite-
rios del sistema tradicional o mixto no podrían ser trasladables o replicables en
automático en este nuevo sistema, sin hacerse cargo de todas estas modificaciones
constitucionales. Esta discusión se retomará en el siguiente apartado.
Con todo, como se sabe, hoy en día la distinción entre procesos penales acusa-
torios e inquisitivos dista mucho de ser clara. Como también ha destacado Lan-
ger, actualmente es posible distinguir al menos cinco usos contemporáneos de la
distinción acusatorio-inquisitivo, a saber: (i) como tipos ideales descriptivos; (ii)
como sistemas históricos o sociológicos presentes en procesos penales concretos
pasados o contemporáneos; (iii) como intereses o valores contrapuestos que co-
existen en todo proceso penal; (iv) como funciones del proceso penal y (v) como
modelos normativos.357 Usos conforme a los cuales, por cierto, no siempre suelen
destacarse las mismas características o elementos, muy probablemente por una
confusión entre el plano descriptivo (es decir, el plano del ser) y el plano normati-
vo (es decir, el plano del deber ser). Como el propio Langer señala, existen figuras
(como el plea bargain o el procedimiento abreviado) que pueden ser consideradas
“acusatorias” bajo ciertas concepciones e “inquisitivas” conforme a otras.358 Sin
mencionar que no parecen existir actualmente en la realidad sistemas inquisitivos
o acusatorios “puros”, sino más bien sistemas mixtos. Por ello, como señala este
autor, “tal vez lo mejor sería directamente abandonar la dicotomía o limitarla
355 Langer, Máximo, “La larga sombra de las categorías acusatorio-inquisitivo”, en Revista de
Derecho Público, Universidad de los Andes, núm. 32, enero-junio de 2014, pp. 6-7.
356 Ibidem, p. 7.
357 Ibidem, p. 4.
358 Langer, Máximo, “La dicotomía acusatorio-inquisitivo y la importación de mecanismos proce-
sales de la tradición jurídica anglosajona. Algunas reflexiones a partir del procedimiento abre-
viado”, en Maier, Julio B. J. y Bovino, Alberto (comps.), El procedimiento abreviado, Buenos
Aires, Editores del Puerblo, 2001, pp. 111-113.
126 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
Ahora bien, como es sabido, a partir de una distinción similar, algunos autores
han considerado que el modelo acusatorio o adversarial posee diversas ventajas
frente al llamado modelo inquisitivo. Para estos autores, tales ventajas no sólo
son epistemológicas y de consistencia con los derechos humanos, sino que tam-
bién abonarían a la transparencia, a la democracia o a la eficiencia del sistema
penal.361 Ferrajoli, por ejemplo —si bien ha reconocido que la dicotomía “acusa-
torio/inquisitivo” puede llegar a ser problemática—, ha considerado que la misma
resulta útil para designar una doble alternativa entre (i) modelos opuestos de
organización judicial (y, por tanto, entre modelos de juez) y (ii) entre métodos de
averiguación judicial (y, por ende, entre modelos de juicio). Así, según este autor:
[S]e puede llamar acusatorio a todo sistema procesal que concibe al juez como sujeto
pasivo rígidamente separado de las partes y al juicio como una contienda entre iguales
iniciada por la acusación, a la que compete la carga de la prueba, enfrentada por la
359 Idem.
360 Resuelto por la Primera Sala el 4 de noviembre de 2011.
361 Langer, Máximo, op. cit., nota 355, p. 14
Garantías orgánicas 127
defensa en un juicio contradictorio, oral y público y resuelta por el juez según su libre
convicción. A la inversa, [puede llamarse] inquisitivo a todo sistema procesal donde el
juez procede de oficio a la búsqueda, recolección y valoración de las pruebas, llegándo-
se al juicio después de una instrucción escrita y secreta de la que están excluidos o, en
cualquier caso, limitados la contradicción y los derechos de la defensa.362
el modelo acusatorio como tal, nunca tuvo plena implementación en nuestro sis-
tema jurídico. Prueba de ello es que en la praxis las pruebas recabadas por el Mi-
nisterio Público tenían prácticamente valor probatorio pleno; la defensa no tenía
la posibilidad de confrontar las pruebas de la acusación y, muy particularmente,
a los testigos de cargo en juicio; sin mencionar que la presunción de inocencia, en
prácticamente todas sus vertientes, era sistemáticamente inobservada. Por estas y
otras razones, el modelo procesal mexicano previo a 2008 suele calificarse como
un sistema más bien “inquisitivo-mixto”.368
En cualquier caso, es importante tener presente que el principio acusatorio —
referido en ocasiones también como principio de división de funciones en la juris-
prudencia mexicana— ha tenido una incidencia importante en la jurisprudencia
de la SCJN incluso, se insiste, desde antes de la entrada en vigor de la reforma
constitucional de 2008. Desde el amparo directo 9/2008,369 por ejemplo, la Prime-
ra Sala sostuvo que de acuerdo con el artículo 21 constitucional el Ministerio Pú-
blico era, bajo el sistema tradicional, la institución del Estado que tiene a su cargo
la persecución e investigación de los delitos, por lo que es el órgano que conserva
para sí “el monopolio de la acción penal”. De este modo, la Sala determinó que
“la persecución e investigación de los delitos es una labor de carácter adminis-
trativo que por definición excluye a la judicial”. Asimismo, en la contradicción
de tesis 174/2012,370 la Primera Sala precisó que la “función jurisdiccional en
materia penal” se limita a corroborar que los indicios que le sean aportados por
la representación social resulten aptos y suficientes para acreditar el delito, con-
forme los requisitos y estándares de prueba exigidos en cada etapa procesal. Esto
último, señaló, siempre derivado de la función “acusadora” que corresponde al
Ministerio Público, la cual debe estar basada en una “actividad probatoria lícita”
y “dentro de los cánones de un proceso adversarial y garantista”.
En ese sentido, a continuación haremos referencia a algunas situaciones con-
cretas que han sido analizadas por la SCJN a la luz de este principio.
368 Idem.
369 Op. cit., nota 343.
370 Resuelta por la Primera Sala el 4 de julio de 2012.
Garantías orgánicas 129
Cabe destacar que un criterio similar sostuvo la Corte IDH en el caso Fermin
Ramírez vs. Guatemala,372 si bien a la luz del principio de “coherencia o correla-
ción entre acusación y sentencia”. En este caso la Corte IDH sostuvo que, si bien
la CADH no consagra un modelo procesal particular:
Al determinar el alcance de las garantías contenidas en el artículo 8.2 de la Convención,
la Corte debe considerar el papel de la “acusación” en el debido proceso penal vis-à-vis
el derecho de defensa. La descripción material de la conducta imputada contiene los da-
tos fácticos recogidos en la acusación, que constituyen la referencia indispensable para
el ejercicio de la defensa del imputado y la consecuente consideración del juzgador en
la sentencia. De ahí que el imputado tenga derecho a conocer, a través de una descrip-
ción clara, detallada y precisa, los hechos que se le imputan. La calificación jurídica de
éstos puede ser modificada durante el proceso por el órgano acusador o por el juzgador,
sin que ello atente contra el derecho de defensa, cuando se mantengan sin variación
los hechos mismos y se observen las garantías procesales previstas en la ley para lle-
var a cabo la nueva calificación. El llamado “principio de coherencia o de correlación
entre acusación y sentencia” implica que la sentencia puede versar únicamente sobre
hechos o circunstancias contemplados en la acusación. […] Por constituir el principio
de coherencia o correlación un corolario indispensable del derecho de defensa, la Corte
considera que aquél constituye una garantía fundamental del debido proceso en materia
penal, que los Estados deben observar en cumplimiento de las obligaciones previstas en
los incisos b) y c) del artículo 8.2 de la Convención.
371 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 5415/2016, resuelto en sesión de 28 de junio
de 2017.
372 Corte IDH. Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
20 de junio de 2005. Serie C No. 126, párr. 66-68.
130 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
En suma, tanto la SCJN como la Corte IDH han considerado que no es incom-
patible con el principio acusatorio, la división de funciones y el debido proceso, el
hecho de que las juezas y los jueces penales atribuyan a los hechos de la acusación
una clasificación jurídica distinta a la propuesta por el Ministerio Público. Ello,
siempre y cuando no modifiquen o alteren los hechos determinados por este últi-
mo y se garantice el derecho de defensa.
órganos del Estado, pertenecientes al poder ejecutivo y judicial, en quienes recaen las
facultades diferenciadas de persecución del delito y ejercicio de la acción penal —Mi-
nisterio Público—, que es plenamente diferenciado de la relativa a la administración de
justicia —autoridad judicial—.
373 Artículo 325. Extinción de la acción penal por incumplimiento del plazo. Cuando el Ministerio
Público no cumpla con la obligación establecida en el artículo anterior, el Juez de control pon-
drá el hecho en conocimiento del Procurador o del servidor público en quien haya delegado
esta facultad, para que se pronuncie en el plazo de quince días.
Transcurrido este plazo sin que se haya pronunciado, el Juez de control ordenará el sobresei-
miento.
132 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
hipótesis en la que el juzgador interviene como rector del proceso, al hacer del conoci-
miento del Procurador tal acontecimiento.
374 Como ha señalado Ferrer, la prueba de oficio no es el único poder probatorio con el que pue-
den contar los jueces penales. Dentro de esta categoría cabe incluir también la facultad para
admitir o excluir medios de prueba, acuerdos probatorios o de imponer deberes de producción
probatoria, entre otros. Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi, “Los poderes probatorios del juez y el mo-
delo del proceso” en Revista de la Maestría en Derecho Procesal, vol. 7(2), 2017, pp. 137-164.
Para una revisión de los poderes probatorios de los jueces penales para recabar prueba de
oficio en el derecho comparado, véase entre otros Picó i Junoy, Joan, El Juez y la Prueba: Es-
tudio de la érronea recepción del brocardo iudex iudicare debet secundum allegata et probata,
non secundum conscientiam y su repercusión actual, Bogotá, Pontificia Univerisdad Javeriana,
Grupo Editorial Ibáñez, Colección Internacional, núm. 32, 2011.
375 Véase SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 3596/2016, resuelto el 15 de noviembre
de 2017.
Garantías orgánicas 133
les,377 puede decirse que para la SCJN el sistema procesal tradicional o mixto se
asemejaba más a los segundos que a los primeros.
Con todo, cabe aclarar que en algunos precedentes la SCJN también precisó
que la facultad de los jueces penales de recabar prueba de oficio no es de ningún
modo absoluta o ilimitada. En el amparo directo en revisión 3596/2016,378 por
ejemplo, la Primera Sala precisó que tanto el principio acusatorio, el principio de
imparcialidad, el principio de presunción de inocencia, como la garantía de defen-
sa imponen ciertos “límites” al juzgador o juzgadora penal que deben ser observa-
dos al ejercer tal facultad. Tales límites son, de acuerdo con la Sala, los siguientes:
(a) en primer lugar, la prueba solicitada por el juez o la jueza “debe ceñirse en
todo momento a los hechos que son objeto del proceso penal”; (b) en segundo
lugar, es indispensable que existan “fuentes de prueba en el proceso” a partir de
las cuales “se desprenda la necesidad de la práctica u obtención de nuevos medios
probatorios” (en otras palabras, la solicitud de prueba de oficio no puede tradu-
cirse en una “actividad inquisitoria” encubierta); y (c) en tercer lugar, la autoridad
jurisdiccional debe garantizar en todo momento el principio de contradicción y el
derecho de defensa de las partes, permitiendo su intervención en la práctica de la
prueba, así como el ofrecimiento de pruebas de refutación.379
Ahora bien, como se ha venido diciendo, todos estos precedentes fueron dic-
tados en casos derivados del sistema penal tradicional o mixto-inquisitivo. A la
fecha en la que se escriben estas líneas, no se tiene conocimiento de algún pre-
cedente en el que la SCJN se haya pronunciado sobre la compatibilidad de los
poderes probatorios de los jueces penales para recabar prueba de oficio con el sis-
tema de justicia penal acusatorio y oral, tomando en consideración los principios
establecidos en la reforma constitucional de 2008 y el CNPP (por cierto que este
último parece ser lagunoso en este tema, pues no contiene ninguna habilitación
ni prohibición expresa en ese sentido). La pregunta que cabría plantear aquí es la
siguiente: ¿son o podrían ser trasladables los criterios dictados en sistema tradi-
cional que admitían la prueba de oficio al sistema penal acusatorio?
377 Para Damaška existen dos formas de concebir al Estado que, a su vez, generan dos ideas
contrastantes acerca del objetivo del proceso. Para la primera visión, el proceso sirve para
resolver conflictos, para la segunda, sirve para poner en vigor la política estatal, a partir de la
correcta aplicación del derecho previamente establecido por el legislador. El primer modelo
favorece una “morfología de la competición”, el segundo, la “morfología de la investigación”.
Damaška, Mirjan R., Las caras de la justicia y el poder del Estado: análisis comparado del
proceso legal, Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2000, p. 154.
378 Op. cit., nota 375.
379 Un estándar similar ha sostenido el TCE. Véase, entre otros, Sentencia 188/2000, de 10 de julio
de 2000.
136 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
380 Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi, op. cit., nota 374, p. 147.
381 Taruffo, Michele, La prueba, [traducción: Laura Manríquez y Jordi Ferrer Beltrán], Madrid,
Marcial Pons, 2008, p. 161.
382 Ferrer Beltrán, Jordi, “La conformación del conjunto de elementos de juicio I: proposición
de pruebas” en Ferrer Beltrán, Jordi (coord.), Manual de razonamiento probatorio, México,
SCJN, 2022, p. 81.
Garantías orgánicas 137
Pues bien, de mantener una concepción estricta del modelo penal acusatorio en
esos términos, es probable que la SCJN decida vedar por completo la posibilidad
de que las juezas y los jueces penales del sistema acusatorio recaben prueba de
oficio, a diferencia de lo que sucedía con sus homólogos del sistema tradicional.
Con lo cual resultarían inaplicables todos los precedentes a los que hemos hecho
referencia anteriormente en relación con la prueba de oficio, incluyendo aquellos
relacionados con grupos vulnerables, como mujeres víctimas de violencia o me-
nores de edad (salvo, por supuesto, que en este último caso la SCJN encuentre
razones constitucionales de peso que justifiquen hacer una excepción especial).
Con todo, debe decirse que existen también buenos argumentos para sostener
una visión menos radical del modelo acusatorio y admitir en consecuencia —si
bien con ciertos límites— la prueba oficio. En primer lugar, como han destacado
Taruffo383 y Ferrer Beltrán,384 no es claro que entre el modelo acusatorio y adver-
sarial y la prohibición de la prueba de oficio exista verdaderamente una correla-
ción necesaria, como a veces se argumenta. Prueba de ello es que incluso en uno
de los sistemas considerados históricamente adversariales por antonomasia, esto
es, el sistema procesal estadounidense, la prueba de oficio no está prohibida. En
efecto, las Federal Rules of Evidence establecen expresamente esta posibilidad en
las rules 614.a385 y 706,386 las cuales atribuyen a las juezas y los jueces la facultad
para disponer de oficio pruebas testimoniales y periciales no propuestas por las
partes, respectivamente.387
Por otra parte, y como puso de manifiesto Taruffo, un análisis cuidadoso del
derecho comparado muestra que tampoco “existe ninguna conexión entre la atri-
bución al juez de poderes más o menos amplios de iniciativa instructora y la
vigencia de regímenes políticos autoritarios y antidemocráticos”.388 Como refiere
este autor:
[U]n juez potencialmente ‘activo’ para complementar las iniciativas probatorias de las
partes, dentro de un contexto procesal en el que estén aseguradas las garantías de las par-
Una opinión similar ha expresado Picó i Junoy para quien una “limitada ini-
ciativa probatoria” del juez penal de ninguna manera supone una infracción al
principio acusatorio, entre otras razones, porque cuando el órgano jurisdiccional
decide ejercer dicha facultad:
[N]o se decanta a favor ni en contra de la acusación o de la defensa, infringiendo de
esta manera su deber de imparcialidad pues, antes de practicar la prueba, no sabe a que
parte puede beneficiar o perjudicar, sino que su único objetivo es cumplir eficazmente
la función jurisdiccional que la Constitución le asigna. Así, por ejemplo, si ordena una
prueba pericial, no conoce cual va a ser su resultado, o respecto a la prueba testifical
ignora la declaración que el testigo pueda efectuar. La razón o fundamento de esta inicia-
tiva probatoria únicamente puede encontrarse en la búsqueda de la debida convicción
judicial para así poder otorgar una efectiva tutela de los intereses en litigio, por lo que
debe obviarse cualquier otra inquietud del juzgador, como podría ser la de ayudar a la
parte más débil.390
Con todo, este último autor también reconoce que una “ilimitada iniciativa
probatoria” sí puede comprometer el principio acusatorio, la imparcialidad judi-
cial y el derecho de defensa. Por ello, considera que tal iniciativa debe estar sujeta
a tres límites, a saber: (a) la prueba debe ceñirse a los hechos objeto de discusión
en el juicio oral; (b) es preciso que consten en el juicio las fuentes de prueba sobre
las cuales tendrá lugar la posterior actividad probatoria; y (c) es necesario que en
desarrollo de la prueba practicada a instancia del juez se respete escrupulosamen-
te el principio de contradicción y el derecho de defensa que todo litigante posee
393 Véase la tesis aislada CCL/2011 de la Primera Sala, con el rubro: SISTEMA PROCESAL PE-
NAL ACUSATORIO. INTERPRETACIÓN DEL PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN CON
LA INSTITUCIÓN DE LA SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE.
394 Duce J., Mauricio, Derecho a confrontación y uso de declaraciones emitidas en un juicio previo
anulado, Polít. crim. vol. 9, núm.17, Santiago 2014, disponible en: http://dx.doi.org/10.4067/
S0718-33992014000100004
395 Artículo 8. Garantías Judiciales
[…]
142 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
[…]
f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la com-
parecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;
396 Artículo 14
[…]
3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a
las siguientes garantías mínimas:
[…]
e) A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia de los
testigos de descargo y que éstos sean interrogados en las mismas condiciones que los testigos
de cargo;
397 Duce J., Mauricio, op. cit., nota 394.
398 Sobre esto, véase Treschel, Stefan, op. cit., nota 318, pp. 309-312.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 143
399 Al respecto, véase la tesis aislada XLIX/2018 de la Primera Sala, con el rubro: DECLARA-
CIONES INCORPORADAS MEDIANTE LECTURA A LA AUDIENCIA DE JUICIO. SU
REGULACIÓN EN EL ARTÍCULO 374, FRACCIÓN II, INCISO D), DEL CÓDIGO DE
PROCEDIMIENTOS PENALES PARA EL ESTADO DE MÉXICO, VIOLA EL PRINCIPIO
DE CONTRADICCIÓN.
400 Véase Rovatti, Pablo, “Testigos no disponibles y confrontación: fundamentos epistémicos y no
epistémicos”, en Quaestio facti. Revista Internacional sobre Razonamiento Probatorio, vol. 1,
2020, pp. 31-66.
144 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
una persona culpable. Piénsese, por ejemplo, en el caso de un menor de edad que
reconoce o identifica fehacientemente a su agresor ante la policía o el médico
que le atiende, momentos antes de morir. ¿Debería excluirse dicha declaración al
tratarse de evidencia que no fue desahogada en juicio bajo el principio de contra-
dicción?
Como es evidente, la respuesta a esta interrogante depende en buena medida
de si consideramos que el principio de contradicción y el derecho a interrogar tes-
tigos de cargo es absoluto o admite excepciones. Como hemos visto, el principio
de contradicción exige que las partes tengan oportunidad de refutar las pruebas
de la contraparte y el contrainterrogatorio de testigos es una de las manifesta-
ciones más claras de este derecho, por lo que es evidente que la incorporación
mediante lectura o reproducción de declaraciones de testigos ausentes supone una
grave tensión con dicho principio, al imposibilitar a la defensa para cuestionar la
credibilidad del testimonio.401 La pregunta es: ¿se trata de una regla absoluta o
puede ser limitada o sujeta excepciones? Y, en su caso, ¿cuáles?
En el derecho comparado es posible encontrar al menos dos grandes modelos
que han buscado dar solución a esta problemática: el modelo europeo y el modelo
estadounidense.402 Veamos en qué consiste cada uno de ellos.
En una ya larga tradición jurisprudencial, el TEDH ha considerado que el
derecho a la confrontación de los testigos de cargo previsto en el artículo 6 del
Convenio Europeo no es un fin en sí mismo, sino que forma parte del derecho
a un juicio justo.403 Para el TEDH, el hecho de que una persona no haya tenido
oportunidad de contrainterrogar en juicio a quienes deponen en su contra no im-
plica en automático una violación al Convenio, sino que es necesario realizar una
evaluación “global” del juicio a fin de determinar si ésta ha quedado en estado de
indefensión.404 Así, aunque el Tribunal ha señalado que por regla general toda evi-
401 Sobre esto, véase SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 3457/2013, fallado en sesión
de 23 de noviembre de 2014.
402 A diferencia del sistema europeo y estadounidense, el derecho a interrogar a los testigos de
cargo no ha generado una jurisprudencia tan abundante en el sistema interamericano. La ma-
yoría de los casos en los que se ha analizado esta cuestión han tenido que ver legislaciones que
imponían obstáculos a las partes para interrogar a ciertos testigos o con la admisibilidad de
declaraciones provenientes de “testigos anónimos”. Cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú,
op. cit., nota 326, párr. 150-156; así como Caso Norín Catriman y otros (Dirigentes, Miem-
bros y Activista del Pueblo Indígena Mapuche) vs. Chile, op. cit., nota 197, párr. 241-247.
403 Cfr. Miranda Estrampes, Manuel, “Derecho del acusado a interrogar a los testigos que decla-
ren en su contra [art. 6.3.d) CEDH]”, publicado en Revista de la Justicia Penal, núm. 10, oc-
tubre 2014, Santiago de Chile, pp. 53-113. Véase también López Barja de Quiroga, Jacobo, La
Cláusula de la Confrontación en el Proceso Penal, España, Civitas-Thompson Reuters, 2013.
404 Treschel, Stefan, op. cit., nota 318, p. 314.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 145
dencia testimonial debe ser producida en juicio con miras a un debate adversarial,
también ha señalado que dicha regla admite excepciones, siempre que (a) exista
una buena razón (good reason) que justifique la incomparecencia del testigo405 y
se hayan hecho esfuerzos serios para localizarle y (b) la sentencia no se base úni-
camente o en un grado decisivo en una declaración rendida fuera de juicio (sole
or decisive rule).
Dicho estándar, además, ha venido siendo flexibilizado por el Tribunal en fe-
chas recientes con la finalidad de permitir cada vez mayores supuestos de admi-
sibilidad de declaraciones de testigos ausentes que se consideran fiables.406 En
Al-Khawaja and Tahery vs. UK (2011), por ejemplo, el Tribunal precisó que una
sentencia sí puede basarse de modo decisivo en un testimonio no confrontado,
siempre que existan “salvaguardas procesales robustas” (como sería una motiva-
ción reforzada, que la declaración haya quedado videograbada, que exista prueba
de corroboración, o bien, que el acusado haya tenido oportunidad de interrogar al
testigo en alguna etapa del procedimiento). Por otra parte, en Schatschaschwili vs.
Germany (2015) el Tribunal flexibilizó el estándar de la regla de “buena razón”,
pues indicó que —aunque se trata de un elemento muy importante— la falta de
una buena razón no implica, per se, una violación al derecho a un juicio justo.
Adicionalmente, en este caso el TEDH estableció que la llamada sole or decisive
rule no debía ser interpretada en términos amplios, sino estrechos, de manera que
entre mayor evidencia de corroboración exista, menos “decisivo” será el testimo-
nio no confrontado.
Como ha destacado recientemente Rovatti, la sole or decisive rule —tal y como
ha sido formulada por el TEDH con posterioridad al caso Al-Khawaja— entraña
una concepción del principio de contradicción y el derecho a interrogar los testi-
gos de cargo que puede calificarse de instrumental-epistémica, pues parece asumir
que el principal objetivo de la confrontación es permitir al acusado “controlar la
confiabilidad” de la declaración quienes deponen en su contra.407 Esto explicaría
por qué razón si la confiabilidad de la declaración de un testigo ausente puede ser
corroborada por otros medios (es decir, distintos a la confrontación o cross-exa-
405 Como “buenas razones” que justifican la ausencia de un testigo, el Tribunal ha considerado
casos de testigos fallecidos, mental o físicamente incapacitados, que no pueden ser localizados,
que tienen alguna relación de parentesco con las partes, o bien, cuando están en riesgo o han
sido atemorizados. Rovatti, Pablo, “Interrogar a los testigos de cargo: fundamentos y alcances
del derecho. Balance de una década de jurisprudencia de la Suprema Corte mexicana”, en Ro-
vatti, Pablo (coord.), Manual sobre Derechos Humanos y prueba en el proceso penal, México,
SCJN, 2021, p. 149.
406 Para un muy completo análisis de la evolución de la jurisprudencia del TEDH, véase ibidem,
pp. 144-163.
407 Idem.
146 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
408 En cuanto a la fiabilidad de la evidencia, la SCEU sostuvo que ésta podía tenerse por acreditada
“sin más”, cuando la declaración se ubicara en un algún supuesto de excepción a la prueba
de referencia firmemente afianzado (firmly rooted hearsay exception). En los demás casos, la
SCEU sostuvo que la declaración debía excluirse, salvo que se demostrara que existían otras
garantías específicas de credibilidad (guarantees of trustworthiness).
409 541 U.S. 36 (2004).
410 Cabe aclarar también que la SCEU ha adoptado una interpretación estrecha sobre lo que se
considera una declaración “testimonial” propiamente dicha. En efecto, en Davis v. Washing-
ton, la SCEU señaló que una declaración es testimonial cuando las circunstancias objetivas del
caso indican que (i) no hay una emergencia en curso (ongoing emergency) y (ii) el objeto princi-
pal del interrogatorio es establecer o probar hechos que podrían ser potencialmente relevantes
para una acusación penal. Así, ha señalado que las grabaciones de una llamada realizada por
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 147
la víctima al 911 no pueden considerarse testimoniales, pues son hechas en el contexto de una
emergencia, además que el propósito del interrogatorio es salvaguardar la integridad de la
víctima y no obtener evidencia para un eventual caso penal.
411 En Crawford, sin embargo, la SCEU también dejó ver la posibilidad de establecer dos excepcio-
nes a esta regla. La primera es la pérdida del derecho por mala conducta (forfeiture by wrong-
doing) y la segunda el caso de las declaraciones de testigos moribundos (dying declarations).
412 En Crawford, la propia SCEU distinguió entre enfoques “sustantivos” (Roberts) y “procesales”
(Crawford) de la cláusula de la confrontación.
413 Redmayne, Mike, “Confronting Confrontation”, en Roberts, Paul y Hunter, Jill (eds.), Crimi-
nal Evidence and Human Rights: Reimagining Common Law Procedural Traditions, Oxford,
Hart Publishing, 2012, p. 283 y ss.
148 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
414 Durante la mayor parte del sistema tradicional o mixto-inquisito, la jurisprudencia permitió la
admisión y valoración de declaraciones de testigos recabadas en la averiguación previa, aunque
el acusado no hubiere tenido oportunidad de confrontarles en el proceso judicial. De hecho,
la SCJN llegó a afirmar un principio de “inmediatez procesal”, según el cual las declaraciones
rendidas inmediatamente después de los hechos (normalmente aquellas rendidas ante el Minis-
terio Público) debían merecer mayor valor probatorio que aquellas rendidas posteriormente
en el proceso (véase la tesis aislada CCLXXXVIII/2013 de la Primera Sala, de rubro: PRUEBA
TESTIMONIAL. EL PRINCIPIO DE INMEDIATEZ ES APLICABLE SIN IMPORTAR LA
CATEGORÍA EN LA CUAL SE PRETENDA CLASIFICAR AL TESTIGO). Con todo, dicho
criterio fue limitado en los últimos años de la vigencia del sistema tradicional, especialmente a
partir del amparo directo 14/20211 en dónde se estableció que incluso en ese sistema el acu-
sado debía tener la posibilidad de someter todos los actos del Ministerio Público al “matiz del
contradictorio”, el cual formaba parte del “debido proceso”. No obstante, la SCJN también
estableció excepciones a esta doctrina, pues consideró que existen casos en los que era válido
admitir declaraciones recabadas en la averiguación previa que no habían sido corroboradas
en juicio, siempre que se actualizara una “condición de extrema excepcionalidad real”. De
hecho, en el amparo directo en revisión 3048/2014, la Primera Sala retomó en buena medida
el estándar del TEDH y concluyó que las declaraciones rendidas en averiguaciones previas son
admisibles siempre que a) exista una “buena razón” para que el testigo no comparezca al juicio
y el Ministerio Público haya hecho todo lo posible para localizarle; y b) la sentencia no se base
únicamente o en un grado decisivo en este tipo de declaraciones (véase en sentido la tesis aisla-
da XLVIII/2017 de la Primera Sala, con el rubro DERECHO A INTERROGAR TESTIGOS DE
CARGO EN EL PROCESO PENAL. CRITERIOS QUE CONDICIONAN LA POSIBILIDAD
DE ADMITIR LA EXCEPCIÓN CONSISTENTE EN LA IMPOSIBILIDAD DE LOCALIZAR
AL TESTIGO). En este último caso, sin embargo, la propia SCJN hizo la aclaración de que tal
interpretación derivaba del texto constitucional previo a la reforma constitucional 2008 (que
prevía el sistema conocido como “mixto”), toda vez que “en un sistema genuinamente adver-
sarial, hacia el cual el Constituyente impone dirigirnos, resultaría necesario replantearnos el
alcance de la excepción al derecho de confrontación basada en la imposibilidad de localizar
testigos”.
415 Resuelto por la Primera Sala de la SCJN en sesión de 10 de enero de 2018.
416 Artículo 374. Podrán incorporarse al juicio oral, previa su lectura o reproducción, los registros
en que consten diligencias anteriores, cuando:
[…]
II. Las partes lo soliciten y el juez lo estime procedente, por lectura o reproducción del registro
respectivo, en la parte conducente:
[…]
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 149
do “se ignore su residencia actual” y por ello no hubiere sido posible solicitar su
desahogo anticipado, era inconstitucional por violar los principios de contradic-
ción e inmediación.
Por lo que hace específicamente al principio de contradicción, la Sala señaló de
manera contundente que la disposición legal impugnada transgredía dicho princi-
pio constitucional toda vez que la ausencia del declarante en la audiencia de juicio y
la autorización de incorporar su testimonio mediante lectura anula “la posibilidad
de que la contraparte del oferente someta al sujeto de prueba al escrutinio de un
ejercicio contradictorio, a través del contrainterrogatorio que le permita contro-
vertir la credibilidad de su testimonio”.417 Este criterio fue reiterado en el amparo
directo en revisión 2308/2016, en donde la Sala invalidó una norma también del
Código Penal para el Estado de México que autorizaba la incorporación mediante
lectura o reproducción de declaraciones de testigos rendidas fuera de juicio, “cuan-
do por la gravedad de los hechos delictuosos, se advierta la negativa de aquéllos”.
En estos asuntos, sin embargo, la SCJN no adelantó si tales principios podrían
eventualmente admitir excepciones, por lo que parecía que para la Sala el derecho
a la contradicción de los testigos de cargo sería una regla absoluta. No obstante,
esta percepción duró poco. Al resolver el amparo directo en revisión 2929/2018, la
SCJN matizó su criterio y sostuvo que sí es válido admitir la incorporación median-
te lectura de declaraciones rendidas fuera de juicio en caso de testigos que “hayan
fallecido y por eso motivo no hubiere sido posible su desahogo anticipado”. En
particular, luego de retomar tanto la doctrina del TEDH como de la SCEU, la Pri-
mera Sala explicó que el principio de contradicción no es absoluto y admite excep-
ciones, siempre y cuando (a) exista una “buena razón” para la incomparecencia del
testigo (especialmente cuando se trata de una “contingencia insuperable material y
jurídicamente”) y (b) se haya respetado el derecho de defensa del acusado a través
de alguna de las siguientes condiciones: (b.i) que éste haya contado con la oportu-
nidad de interrogar o contrainterrogar el testimonio de cargo en algún momento de
las etapas previas al juicio oral; o bien (b.ii) la declaración incorporada mediante
lectura no constituya el principal elemento de prueba para justificar la sentencia de
condena (nótese como la Primera Sala retomó expresamente el estándar europeo,
si bien modulado con algunos elementos del modelo estadounidense). Asimismo
—como una especie de garantía adicional— la Sala precisó que la incorporación de
este tipo de declaraciones a la audiencia de juicio oral debe realizarse en todo caso
a través de un “testigo de acreditación”, a fin de que este último explique quién la
d) Las declaraciones de coimputados, testigos o peritos que hayan fallecido, perdido la razón
o la capacidad para declarar en juicio, estén fuera del país, se ignore su residencia actual y por
eso no hubiese sido posible solicitar su desahogo anticipado.
417 Dichas consideraciones quedaron plasmadas en la tesis aislada XLIX/2018, op. cit., nota 399.
150 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
obtuvo, dónde se obtuvo, cómo se obtuvo, pero sobre todo, para saber si la decla-
ración que se incorpora al juicio es la “misma” que se practicó en etapas previas.
Todo lo cual permitirá a la contraparte estar en condiciones de controlar y debatir
sobre su “autenticidad o fiabilidad”.
La posibilidad de admitir excepciones implícitas en la CPEUM al principio de
contradicción ha sido reiterada en precedentes posteriores. En el amparo directo
en revisión 6392/2018,418 por ejemplo, la Primera Sala sostuvo que permitir la
incorporación de declaraciones de testigos rendidas fuera de juicio, por el só-
lo hecho de que se trata de los “coimputados”, también viola los principios de
contradicción e inmediación. Si bien, la Sala no hizo referencia a la doctrina del
TEDH, reconoció que “en ciertos casos y bajo ciertas circunstancias” podría ana-
lizarse “la razonabilidad de que existan previsiones normativas en relación con la
protección de personas (en su vida e integridad física, psicológica y emocional)”.
Sin embargo, en el caso la Sala advirtió que la excepción en cuestión —el mero
hecho de que se trata de los coimputados— no tenía como base “la tutela de otros
derechos o bienes jurídicos”. En todo caso, para la Sala además “no es posible
comprometer los principios de contradicción e inmediación con tan sólo la justi-
ficación de resolver más pronta y expeditamente los asuntos”.
Finalmente, al resolver el amparo directo en revisión 1956/2019,419 la SCJN
sostuvo que permitir la incorporación de declaraciones de testigos ausentes cuan-
do estos presenten un “trastorno mental, permanente o transitorio” y por ese
motivo hayan perdido la capacidad de declarar, constituye también una excepción
válida a los principios de contradicción e inmediación, pues se trata de una buena
razón que justifica la imposibilidad de recabar su testimonio en juicio. En este
caso, la Sala sí reiteró el estándar de admisibilidad de este tipo de declaraciones
establecido en el amparo directo en revisión 2929/2018 y señaló que la obligación
de colmar alguna de las dos condiciones apuntadas en dicho precedente (véase
supra b.i y b.ii) obedece a “la necesidad de encontrar un punto de equilibrio entre
los objetivos que persigue el proceso y observar las exigencias del derecho a la
defensa adecuada y del principio de igualdad procesal”. [Cursivas añadidas].
En resumen, aunque en un inicio parecía asumir una lectura estricta sobre el
principio de contradicción, en fechas más recientes, la SCJN ha sostenido que
dicho principio no es absoluto y admite excepciones no expresamente previstas
en la CPEUM. Esto, siempre y cuando exista una “buena razón” que justifique la
incomparecencia del testigo en juicio y, además, se garantice el derecho de defensa
del acusado a través de alguna de las siguientes condiciones (i) que éste haya con-
Una posible explicación a lo anterior podría ser que, para la Primera Sala,
la disposición procesal analizada en el amparo directo en revisión 243/2017 no
ofrecía suficientes garantías —ni siquiera a la luz de lo resuelto en el amparo
directo en revisión 3048/2014— pues únicamente establecía como supuesto de
admisibilidad de testigos ausentes el mero hecho de que “se ignore su residencia
actual”, con lo cual parecía relevar al Ministerio Público de prácticamente cual-
quier carga o deber de localización o de garantizar su comparecencia. En efecto,
no hay que olvidar que en este último asunto la Primera Sala también estableció
que, por virtud del principio de presunción de inocencia, es el Ministerio Público
“quien debe agotar los medios legítimos a su alcance para lograr que los testigos
de cargo que él ofrece estén en condiciones de comparecer”. Así, se dijo que, si el
Ministerio Público “es absolutamente negligente en el cumplimiento de su obli-
gación de obtener la comparecencia del testigo que como prueba desea ofrecer,
el juez no puede tomar ese dicho en consideración; es decir, no puede darle valor
probatorio alguno”.421
Sea como fuere, coincidimos con Rovatti en que se trata de una cuestión que
—junto con el fundamento o razón de ser del principio de contradicción en nues-
tro sistema422, así como los alcances de la sole or decisive rule— convendría ser
clarificada en desarrollos jurisprudenciales posteriores.
En ese sentido, una de las cuestiones que ha tenido que analizar la SCJN en re-
lación con estos procedimientos ha sido si, para poder condenar a una persona en
426 Tesis jurisprudencial 55/2018 de la Primera Sala, con el rubro: PRINCIPIO DE INMEDIA-
CIÓN COMO REGLA PROCESAL. REQUIERE LA NECESARIA PRESENCIA DEL JUEZ
EN EL DESARROLLO DE LA AUDIENCIA.
427 Tesis aislada LVI/2018 de la Primera Sala, de rubro: PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN. PARA
GARANTIZAR SU EFICACIA EN LA AUDIENCIA DE JUICIO, EL JUEZ QUE DIRIGE LA
PRODUCCIÓN DE LAS PRUEBAS DEBE SER EL QUE DICTE LA SENTENCIA, SIN DAR
MARGEN A RETRASOS INDEBIDOS.
428 Tesis jurisprudencial 29/2018 de la Primera Sala, con el rubro: PRINCIPIO DE INMEDIA-
CIÓN. EL JUEZ DE CONTROL QUE DICTE EL AUTO DE VINCULACIÓN A PROCESO
DEBE SER EL MISMO QUE CONOCIÓ DE LA IMPUTACIÓN Y LA SOLICITUD DE VIN-
CULACIÓN POR EL MINISTERIO PÚBLICO.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 155
429 Si bien no se tiene conocimiento de un precedente de la SCJN que así lo haya sostenido, nos
parece que dicho precepto puede catalogarse igualmente como una excepción constitucional al
principio de inmediación, en tanto que autoriza en ciertos casos particulares la admisibilidad
de pruebas (como pueden ser testimoniales) que no han sido desahogadas ante el tribunal de
enjuiciamiento, sino de una autoridad distinta.
156 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
es así —señaló— toda vez que “sin inmediación la sentencia condenatoria que se
emite carece de fiabilidad, en tanto que no se habrá garantizado la debida forma-
ción de la prueba y, por ende, no habrá bases para considerar que el juez dispuso
de pruebas de cargo válidas para sentenciar”.
430 Contreras Rojas, Cristian, La valoración de la prueba de interrogatorio, Madrid, Marcial Pons,
2015, p. 248.
431 Ibidem, p. 251.
432 Ibidem, p. 252.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 157
433 Mazzoni, Giuliana, Psicología del testimonio, [traducción: Amparo Moreno Hernández] Ma-
drid, Trotta, 2019, p. 92.
434 Ibidem, pp. 93-94.
435 De Paula Ramos, Víctor, La prueba testifical: Del subjetivismo al objetivismo, del aislamiento
científico al diálogo con la psicología y la epistemología, [traducción: Laura Criado Sánchez],
Madrid, Marcial Pons, 2019, p. 114.
436 Ibidem, p. 164. En esa misma línea, Contreras Rojas sostiene que las “técnicas conductuales
no son útiles para fijar con precisión la verdad o la mentira, sino que sólo permiten detectar
una serie de estados emocionales, como ansiedad, nerviosismo o estrés, los que pueden deberse
a un sinfín de razones”. Sin mencionar que “no es posible identificar ningún comportamiento
individual que se manifieste indefectiblemente en cada oportunidad que una persona miente”
(como la “nariz de Pinocho”). Contreras Rojas, Cristian, op. cit., nota 430, pp. 250-251.
437 De Paula Ramos, Víctor, op. cit., nota 435, p. 168. Por ello —y ante la extremada debilidad epis-
témica de la prueba testifical y las dificultades de su valoración— De Paula considera que la va-
loración de la prueba testifical debe realizarse siempre “en conjunto con las demás pruebas de los
autos” y nunca de forma aislada. Para De Paula, es necesario abandonar las tesis presuntivistas y
en su lugar adoptar una visión no presuntivista que invierta la lógica de la prueba testifical: “en
vez de presumirse que todo lo que el testigo diga es verdadero salvo prueba en contrario, [debe
entenderse que] si lo afirmado por el testigo no se corrobora por ningún otro medio, no se podrá
afirmar ni que […] la información es verdadera, ni que es falsa”. Ibidem, p. 169.
158 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
bre las funciones o finalidades del principio de inmediación de forma amplia, sino
más bien acotada. A nuestro modo de ver, una mejor lectura de los precedentes
es interpretarlos en el sentido de que si bien es cierto que el contacto directo del
juez con los testigos puede facilitar la percatación inmediata y directa de elementos
paralingüísticos o no verbales, estos últimos sólo son relevantes y pueden ser utili-
zados por el tribunal con la exclusiva finalidad de garantizar el correcto desarrollo
de la audiencia (por ejemplo, para adoptar medidas de orden o seguridad, ante la
notoria incomodidad física o emocional del testigo438), pero no para conceder cre-
dibilidad o fiabilidad al testimonio. Desde nuestra perspectiva, interpretar de forma
más extensa el precedente —esto es, en el sentido de que los jueces pueden o deben
considerar elementos no verbales en la valoración de la credibilidad de pruebas per-
sonales— implicaría retroceder nuevamente hacia concepciones irracionales de la
prueba (como el modelo de la íntima convicción), las cuales han sido consideradas
por la propia SCJN como sistemas contrarios a la presunción de inocencia, al dere-
cho de defensa y a un modelo garantista. Esto último, en la medida que impiden el
control racional de las inferencias probatorias extraídas por las y los jueces penales
al dictar el fallo (condenatorio o absolutorio).439
438 Agradecemos a Alejandro Alberto Díaz Cruz habernos hecho notar esta posibilidad.
439 Sobre esto abundaremos al analizar el principio de presunción de inocencia.
440 Hay quienes incluso argumentan que el acceso posterior a las videograbaciones de la audien-
cia no es suficiente para garantizar inmediación en segunda instancia, pues la calidad visual y
auditiva suele diferir (ser menor) de aquella que tuvo el juez de juicio oral.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 159
441 Sobre esto véase Contreras Rojas, Cristian, op. cit., nota 430, pp. 316-320.
442 Esta es la postura que parece sostener, por ejemplo, Perfecto Andrés Ibáñez, para quien “[l]a
inmediación no es un método de adquisición de conocimiento, sino un medio de empleo en el
juicio de instancia, necesario pero no suficiente a aquel efecto, que tiene sus reglas de uso y sus
limitaciones”. Véase Andrés Ibánez, Perfecto, “Sobre el valor de la inmediación (una aproxi-
mación crítica)”, en Jueces para la democracia, núm. 46, 2003, pp. 57-66, disponible en https://
dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=409555
160 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
443 Aunque desde 2013, la SCJN señaló que esto debía ser garantizado también en el sistema
mixto, debido a que así lo exigen las normas de derechos humanos contenidas en tratados
internacionales y el principio pro persona. Véanse los amparos directos en revisión 207/2012 y
2886/2012, ambos resueltos por Pleno de la SCJN y fallados el 10 de junio de 2013.
444 Artículo 20
[…]
B. De los derechos de toda persona imputada:
[…]
VIII. Tendrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso
desde el momento de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un abogado, después de
haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor público.
También tendrá derecho a que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y éste
tendrá obligación de hacerlo cuantas veces se le requiera, y
[…].
445 Artículo 8. Garantías Judiciales
[…]
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
[…]
d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su
elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor;
e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remune-
rado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nom-
brare defensor dentro del plazo establecido por la ley;
[…].
162 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
446 Artículo 14
[…]
3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a
las siguientes garantías mínimas:
[…]
d) A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente o ser asistida por un defensor
de su elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo, y,
siempre que el interés de la justicia lo exija, a que se le nombre defensor de oficio, gratuitamen-
te, si careciere de medios suficientes para pagarlo;
[…].
447 Amparo directo en revisión 2886/2012, op. cit., nota 7.
448 Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., nota 314, y Corte IDH. Caso Cabrera
García y Montiel Flores vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie C No. 220.
449 Véase los amparos directos 8/2008, 9/2008, 10/2008 y 33/2008, resueltos por Primera Sala
de la SCJN, los primeros tres en sesión de 12 de agosto de 2009 y el último en sesión de 4 de
noviembre de 2009.
450 Véanse los amparos directos en revisión 3044/2012 y 3111/2014, resueltos por la Primera Sala
de la SCJN en sesiones de 7 de febrero de 2014 y 25 de marzo de 2015, respectivamente. Ade-
más, véase la contradicción de tesis 1/2020, resuelta por la Primera Sala de la SCJN en sesión
de 27 de mayo de 2020.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 163
451 Véase la tesis jurisprudencial 12/2012 de la Primera Sala, con el rubro: DEFENSA ADECUA-
DA. FORMA EN QUE EL JUEZ DE LA CAUSA GARANTIZA SU VIGENCIA.
452 Véase los amparos directos en revisión 1182/2018 y 1183/2018, resueltos por Primera Sala de
la SCJN en sesión de 3 de mayo de 2019.
453 Véase Corte IDH. Caso Ruano Torres y otros vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 5 de octubre de 2015. Serie C No. 303.
454 Véase la tesis aislada CI/2019 de la Primera Sala, con el rubro: DEFENSA ADECUADA EN SU
VERTIENTE MATERIAL. DIRECTRICES A SEGUIR PARA EVALUAR SI ESTE DERECHO
HA SIDO VIOLADO.
455 Este “núcleo duro” se compone por las siguientes garantías: (i) la notificación del inicio del
procedimiento; (ii) la oportunidad de ofrecer y desahogar las pruebas en que se finque la de-
164 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
fensa; (iii) la oportunidad de alegar; y, (iv) una resolución que dirima las cuestiones debatidas.
Ver amparo directo en revisión 2206/2019, resuelto por el Pleno de la SCJN en sesión de 22
de septiembre de 2021.
456 Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., nota 314; y Corte IDH. Caso Ruano
Torres y otros vs. El Salvador, op. cit., nota 453.
457 Powell v. Alabama, 287 U.S. 45 (1932). La traducción es propia de los autores: “The right to
be heard would be, in many cases, of little avail if it did not comprehend the right to be heard
by counsel. Even the intelligent and educated layman has small and sometimes no skill in the
science of law. If charged with crime, he is incapable, generally, of determining for himself whe-
ther the indictment is good or bad. He is unfamiliar with the rules of evidence. Left without the
aid of counsel, he may be put on trial without a proper charge, and convicted upon incompe-
tent evidence, or evidence irrelevant to the issue or otherwise inadmissible. He lacks both the
skill and knowledge adequately to prepare his defense, even though he have a perfect one. He
requires the guiding hand of counsel at every step in the proceedings against him. Without it,
though he be not guilty, he faces the danger of conviction because he does not know how to
establish his innocence”.
458 SCJN, Primera Sala, Contradicción de tesis 29/2004-PS, fallado en sesión de 22 de septiembre
de 2004.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 165
459 Artículo 20
[…]
B. De los derechos de toda persona imputada:
[…]
II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los
motivos de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su per-
juicio. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación
o tortura. La confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo valor probatorio;
[…].
460 Artículo 8. Garantías Judiciales
[…]
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
[…]
g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y
[…].
461 Contradicción de tesis 29/2004-PS, op. cit., nota 458.
462 Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit., nota 448.
463 TEDH. Caso John Murray v. the United Kingdom, Judgment, Application No. 14310/88, 8 de
febrero de 1996.
166 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
464 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 5236/2014, fallado en sesión de 22 de abril de
2015.
465 TEDH, Caso John Murray v. the United Kingdom, op. cit., nota 463.
466 TCE, Sentencia 202/2000, de 24 de agosto de 2000.
467 Sobre esta distinción en Alemania véase Roxin, Claus y Schünemann, Bernd, Derecho procesal
penal, [traducción: Mario F. Amoretti y Darío N. Rolón, revisada por Ignacio F. Tedesco], Bue-
nos Aires, Didot, 2019, pp. 321-323.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 167
468 López Ortega, Juan José, “La declaración del imputado (a propósito de la “voluntariedad” de
la confesión como presupuesto de validez)”, en Cuadernos Digitales de Formación, núm. 29,
2009, p. 207.
469 Kanovitz, Jacqueline R., Constitutional Law for Criminal Justice, Nueva York, Routledge,
2015, p. 383.
470 Op. cit., nota 401.
471 Código Nacional de Procedimientos Penales:
Artículo 270. Toma de muestras cuando la persona requerida se niegue a proporcionarlas
Si la persona a la que se le hubiere solicitado la aportación voluntaria de las muestras referidas
en el artículo anterior se negara a hacerlo, el Ministerio Público por sí o a solicitud de la Policía
podrá solicitar al Órgano jurisdiccional, por cualquier medio, la inmediata autorización de la
práctica de dicho acto de investigación, justificando la necesidad de la medida y expresando
la persona o personas en quienes haya de practicarse, el tipo y extensión de muestra o imagen
a obtener. De concederse la autorización requerida, el Órgano jurisdiccional deberá facultar
al Ministerio Público para que, en el caso de que la persona a inspeccionar ya no se encuentre
ante él, ordene su localización y comparecencia a efecto de que tenga verificativo el acto co-
rrespondiente.
472 Para ello, toma en cuenta el amparo directo en revisión 5236/2014, op. cit., nota 464.
473 SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 1034/2019, fallado en sesión de 15 de julio de 2020.
168 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
474 Idem.
475 Artículo 2.
[…]
A. Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indíge-
nas a la libre determinación y, en consecuencia, a la autonomía para:
[…]
VIII. Acceder plenamente a la jurisdicción del Estado. Para garantizar ese derecho, en todos los
juicios y procedimientos en que sean parte, individual o colectivamente, se deberán tomar en
cuenta sus costumbres y especificidades culturales respetando los preceptos de esta Constitu-
ción. Los indígenas tienen en todo tiempo el derecho a ser asistidos por intérpretes y defensores
que tengan conocimiento de su lengua y cultura.
476 En el mismo sentido las Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Con-
dición de Vulnerabilidad, llevadas a cabo del 4 al 6 de marzo de 2008, disponible en: https://
www.scjn.gob.mx/Transparencia/MM_Transparencia/ReglasdeBrasilia-2008.pdf.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 169
477 Al respecto, véanse los amparos directos 47/2011, 54/2011, 1/2012, 51/2012, 77/2012,
50/2012 y 59/2011, así como el amparo en revisión 450/2012, todos resueltos por la Primera
Sala de la SCJN.
478 Al respecto, véase la tesis jurisprudencial 60/2013 de la Primera Sala, con el rubro: PERSONAS
INDÍGENAS. INTERPRETACIÓN DEL DERECHO FUNDAMENTAL DE SER ASISTIDOS
POR INTÉRPRETES Y DEFENSORES QUE TENGAN CONOCIMIENTO DE SU LENGUA
Y CULTURA.
479 Amparo directo 48/2012, resuelto por la Primera Sala de la SCJN en sesión de 28 de noviembre
de 2012.
170 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
debe perderse de vista que sólo por medio de estos factores de “compensación”
se permite que grupos vulnerables cuenten con un verdadero acceso a la justicia
y un debido proceso.480
480 Cfr. Corte IDH. Caso Herrera Espinoza y otros vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2016. Serie C No. 316.
481 Al respecto, véanse los amparos directos 47/2011, 54/2011, 1/2012, 51/2012, 77/2012,
50/2012 y 59/2011, así como el amparo en revisión 450/2012, todos resuelto por la Primera
Sala de la SCJN.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 171
482 Véase, SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 2954/2013, resuelto en sesión de 28 de
mayo de 2014.
483 La SCJN refiere que, según datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, existen alrede-
dor de 364 variantes lingüísticas, disponible en: http://www.inali.gob.mx/clin-inali/index.html.
484 Al respecto, véase la tesis jurisprudencial 86/2013 de la Primera Sala, con el rubro: PERSONAS
INDÍGENAS SUJETAS A PROCESO PENAL. ELEMENTOS BÁSICOS QUE DEBEN SATIS-
FACERSE PARA DESIGNAR A UN TRADUCTOR PRÁCTICO, A FIN DE GARANTIZAR
EL DERECHO HUMANO DE ACCESO PLENO A LA JURISDICCIÓN.
485 Amparo directo 77/2012, op. cit., nota 481, p. 80.
486 Véase el amparo directo en revisión 913/2016. Fallado por la Primera Sala de la SCJN en se-
sión de 31 de mayo de 2017.
172 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
487 Idem.
488 Artículo 36. Comunicación con los nacionales del estado que envía.
1. Con el fin de facilitar el ejercicio de las funciones consulares relacionadas con los nacionales
del Estado que envía:
a) los funcionarios consulares podrán comunicarse libremente con los nacionales del Estado
que envía y visitarlos. Los nacionales del Estado que envía deberán tener la misma libertad de
comunicarse con los funcionarios consulares de ese Estado y de visitarlos;
b) si el interesado lo solicita, las autoridades competentes del Estado receptor deberán infor-
mar sin retraso alguno a la oficina consular competente en ese Estado cuando, en su circuns-
cripción, un nacional del Estado que envía sea arrestado de cualquier forma, detenido o puesto
en prisión preventiva. Cualquier comunicación dirigida a la oficina consular por la persona
arrestada, detenida o puesta en prisión preventiva, le será asimismo transmitida sin demora
por dichas autoridades, las cuales habrán de informar sin dilación a la persona interesada
acerca de los derechos que se le reconocen en este apartado;
c) los funcionarios consulares tendrán derecho a visitar al nacional del Estado que envía que se
halle arrestado, detenido o en prisión preventiva, a conversar con él y a organizar su defensa
ante los tribunales. Asimismo, tendrán derecho a visitar a todo nacional del Estado que envía
que, en su circunscripción, se halle arrestado, detenido o preso en cumplimiento de una senten-
cia. Sin embargo, los funcionarios consulares se abstendrán de intervenir a favor del nacional
detenido, cuando éste se oponga expresamente a ello.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 173
489 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 517/2011, resuelto en sesión de 23 de enero
de 2013.
490 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 1249/2016, resuelto en sesión de 11 de enero
de 2017.
491 Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99 (“El Derecho a la Información sobre la Asistencia
Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal”), emitida el 1 de octubre de
1999, párr. 122.
492 Véanse la tesis aislada CLXXII/2013 de la Primera Sala de la SCJN, con el rubro: DERECHO
FUNDAMENTAL DE LOS EXTRANJEROS A LA NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y ASIS-
TENCIA CONSULAR. SUS DIFERENCIAS CON EL DERECHO A TENER UN ABOGADO
Y EL DERECHO A TENER UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE; y la tesis aislada CXC-
VI/2016 de la Primera Sala con el rubro: ASISTENCIA CONSULAR. COMPRENDE LOS
DIVERSOS DERECHOS HUMANOS DE LA PERSONA EXTRANJERA DETENIDA DE
CONTAR CON UN TRADUCTOR, DE SER ASISTIDO LEGALMENTE POR UN DEFEN-
174 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
497 Tesis aislada CLXXXI/2016 de la Primera Sala, cuyo rubro es: DERECHO FUNDAMENTAL
A LA ASISTENCIA CONSULAR. ALCANCE DEL TÉRMINO “SIN DILACIÓN” A QUE SE
REFIERE EL ARTÍCULO 36, NUMERAL 1, INCISO B), DE LA CONVENCIÓN DE VIENA,
ANTES DE QUE RINDA SU PRIMERA DECLARACIÓN ANTE CUALQUIER AUTORI-
DAD.
498 Amparo directo en revisión 4980/2014, op. cit., nota 495.
499 Tesis aislada CXXXIX/2015 de la Primera Sala, cuyo rubro es: DERECHO FUNDAMEN-
TAL A LA ASISTENCIA CONSULAR. ACEPTACIÓN DEL EXTRANJERO DETENIDO DE
CONTACTAR A SU REPRESENTACIÓN CONSULAR Y RECIBIR ASISTENCIA. Además,
véase la tesis aislada CLXXXV/2016 de la Primera Sala, cuyo rubro es: ASISTENCIA CON-
SULAR. ESTE DERECHO FUNDAMENTAL SE ENCUENTRA SUBORDINADO A LA VO-
LUNTAD DE LA PERSONA EXTRANJERA DETENIDA.
500 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 1747/2014, resuelto en sesión de 12 de no-
viembre de 2014.
176 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
501 Tesis aislada CCCXXXVII/2015 de la Primera Sala, cuyo rubro es: NOTIFICACIÓN, CON-
TACTO Y ASISTENCIA CONSULAR. LA PERSONA EXTRANJERA DETENIDA PUEDE
DECIDIR LIBREMENTE NO EJERCER DICHO DERECHO HUMANO.
502 Tesis aislada CXLI/2015 de la Primera Sala, cuyo rubro es: DERECHO FUNDAMENTAL A
LA ASISTENCIA CONSULAR. OBLIGACIONES DE LAS AUTORIDADES PARA TENER
POR CUMPLIDO EL DEBER DE NOTIFICAR A LA REPRESENTACIÓN CONSULAR DE
LA SITUACIÓN DEL EXTRANJERO. Además, véase la tesis aislada CLXXXI/2016 de la
Primera Sala, cuyo rubro es: ASISTENCIA CONSULAR. OBLIGACIONES DE LAS AUTO-
RIDADES POLICIALES Y MINISTERIALES PARA FACILITAR EL CUMPLIMIENTO MA-
TERIAL Y FORMAL DE ESE DERECHO FUNDAMENTAL.
503 Idem.
504 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 496/2014, resuelto en sesión de 8 de octubre
de 2014.
505 Tesis aislada CDII/2014 de la Primera Sala, cuyo rubro es: CONTACTO Y ASISTENCIA
CONSULAR. SE CUMPLE CON ESTA OBLIGACIÓN SI EL ESTADO RECEPTOR NOTI-
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 177
508 Tesis aislada CDIII/2014 de la Primera Sala, cuyo rubro es: NOTIFICACIÓN, CONTACTO Y
ASISTENCIA CONSULAR. NO PUEDE HACERSE DISTINCIÓN ALGUNA EN EL RECO-
NOCIMIENTO DE ESTE DERECHO A LAS PERSONAS MEXICANAS DETENIDAS QUE
TENGAN DOBLE O MÚLTIPLE NACIONALIDAD.
509 Tesis aislada CDIV/2014 de la Primera Sala, cuyo rubro es: NOTIFICACIÓN, CONTACTO
Y ASISTENCIA CONSULAR DE LAS PERSONAS MEXICANAS DETENIDAS QUE TEN-
GAN DOBLE O MÚLTIPLE NACIONALIDAD. LA AUTORIDAD NO PUEDE TOMAR
EN CUENTA ELEMENTOS DE ALEGADA PERTENENCIA NACIONAL PARA NEGAR
AQUEL DERECHO HUMANO.
510 Artículo 20.
[…]
B. De los derechos de toda persona imputada:
I. A que se presuma su inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia
emitida por el juez de la causa;
[…].
511 SCJN, Pleno, Amparo en revisión 1293/2000, resuelto en sesión de 15 de agosto de 2002. Al
respecto, se dijo que éste se contenía implícitamente en sus artículos 14, párrafo segundo (for-
malidades esenciales del procedimiento); 16, primer párrafo (obligación de fundamentación y
motivación); 19, párrafo primero (requisitos para el dictado del auto de formal prisión); 21,
párrafo primero (obligación del Ministerio Público de investigar y perseguir los delito); y 102,
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 179
apartado A, párrafo segundo (obligación del Ministerio Público de buscar y presentar las prue-
bas que acrediten la responsabilidad de los inculpados).
512 Artículo 11
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado
todas las garantías necesarias para su defensa.
[…].
513 Artículo 14
[…]
2. Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se pruebe su culpabilidad conforme a la ley.
[…].
514 Artículo 8. Garantías Judiciales
[…]
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
[…].
515 Ferrer Beltrán, Jordi, “Una concepción minimalista y garantista de la presunción de inocen-
cia”, en Cavani, Renzo y de Paula Ramos, Vitor, Prueba y proceso judicial, Breña, Instituto
Pacífico, 2015, p. 73.
180 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
mear en todo el proceso penal. Como afirma Mercedes Fernández López, “la pre-
sunción de inocencia tiene como fin encontrar el justo equilibrio entre esos dos
intereses contrapuestos: por un lado, el interés del Estado en la represión de la
delincuencia y, por otro, el interés del imputado en la salvaguardia de su libertad
y su dignidad”.521 Para lograr lo anterior, se entiende que del principio de presun-
ción de inocencia pueden desprenderse obligaciones dirigidas tanto al legislador
ordinario como a la judicatura. Al primero le impone la obligación de regular de
determinada manera el proceso penal en las leyes respectivas, incorporando las
garantías necesarias para que en la mayor medida posible se les otorgue a los pro-
cesados el trato de “no autores” respecto de los delitos por los cuales se les acusa.
La segunda comporta una prohibición dirigida a jueces y magistrados relativa a
no realizar interpretaciones legales que resulten incompatibles con el contenido
del derecho a la presunción de inocencia.522
Aunque la existencia de esta vertiente ha sido expresamente reconocida en el
derecho comparado y dentro de nuestro sistema jurídico, la doctrina ha cuestio-
nado seriamente su relevancia práctica. Por ejemplo, Jordi Ferrer ha puesto en tela
de juicio la independencia de esta vertiente con aquellas que se verán más ade-
lante, concluyendo que “la faceta de la presunción de inocencia como principio
informador del proceso penal se reduce a la aplicación de esos mismos derechos
y, por tanto, no es una faceta independiente de ellos”.523 En efecto, resulta cues-
tionable la utilidad de reconocer a la vertiente de principio informador como una
faceta independiente del resto de las manifestaciones de la presunción de inocen-
cia, pues no es más que la consecuencia lógica y necesaria de la vigencia del resto
de las vertientes. Siguiendo el ejemplo de Jordi Ferrer, es evidente que “el derecho
subjetivo del ciudadano, por ejemplo, a no ser condenado en un proceso penal si
no hay prueba de cargo en su contra, es correlativo al deber de los jueces de no
condenar sin esa prueba y al deber del poder legislativo de no regular el proceso
penal de manera que esa condena sea posible”.524
Esto último podría explicar por qué, si bien en los primeros precedentes de la
Primera Sala de la SCJN se reconoció expresamente esta vertiente del derecho a la
presunción de inocencia, en asuntos más recientes se eliminó la referencia a esta
manifestación y, en su lugar, la doctrina constitucional se concentró en desarrollar
las vertientes restantes que analizaremos a continuación.525
521 Fernández López, Mercedes, Prueba y presunción de inocencia, Madrid, Iustel, 2005, p. 120.
522 Ibidem, pp. 119-123.
523 Ferrer Beltrán, Jordi, op. cit., nota 515, p. 79.
524 Idem.
525 Véase, SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 349/2012, resuelto en sesión de 26 de septiem-
bre de 2012, p. 18.
182 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
526 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 4380/2013, resuelto en sesión de 19 de marzo
de 2014.
527 Ferrer Beltrán, Jordi, op. cit., nota 515, p. 83.
528 De hecho, Jordi Ferrer cuestiona precisamente por esta razón los alcances que se le han dado
a esta vertiente del derecho a la presunción de inocencia, pues si “se afirma que el derecho a la
presunción de inocencia como regla probatoria abarca todas esas sub-reglas, entonces es fácil
observar que muchas de ellas se tornan garantías irrelevantes puesto que ya están protegidas
por otros derechos u otras facetas de la presunción de inocencia”. Ibidem, p. 84.
529 TCE. Sentencia 31/1981, de 28 de julio de 1981. Ibidem, p. 83.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 183
El ejercicio de la acción penal ante los tribunales corresponde al Ministerio Público. La ley
determinará los casos en que los particulares podrán ejercer la acción penal ante la autoridad
judicial.
[…].
536 Amparo en revisión 349/2012, op. cit., nota 525, p. 21.
537 Amparo en revisión 466/2011, op. cit., nota 519, p. 15.
538 Ferrer Beltrán, Jordi, op. cit., nota 515, p. 88. Se cree que la primera formulación de este princi-
pio tuvo lugar en 1791 en un juicio celebrado en Old Bailey, en el que el abogado William Ga-
rrow sostuvo que “todo hombre es presumido inocente hasta que se prueba su culpabilidad”,
lo cual a la postre se convertiría en el golden thread del derecho penal inglés: la presunción de
inocencia y la carga de la prueba. Véase The Secret Barrister: Stories of the Law and How it’s
Broken, Londres, MacMillan, 2018, p. 41.
539 Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú. Fondo. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie
C No. 69, párr. 120.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 185
545 Amparo directo en revisión 3457/2013, op. cit., nota 401, p. 24.
546 Ibidem, pp. 25-28.
547 Idem.
548 Idem.
549 Ibidem, pp. 20-21.
550 Idem.
551 Idem.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 187
556 Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., nota 314, párr. 121.
557 Artículo 19. […]
El Ministerio Público sólo podrá solicitar al juez la prisión preventiva cuando otras medidas
cautelares no sean suficientes para garantizar la comparecencia del imputado en el juicio, el
desarrollo de la investigación, la protección de la víctima, de los testigos o de la comunidad, así
como cuando el imputado esté siendo procesado o haya sido sentenciado previamente por la
comisión de un delito doloso. El juez ordenará la prisión preventiva oficiosamente, en los casos
de abuso o violencia sexual contra menores, delincuencia organizada, homicidio doloso, femini-
cidio, violación, secuestro, trata de personas, robo de casa habitación, uso de programas sociales
con fines electorales, corrupción tratándose de los delitos de enriquecimiento ilícito y ejercicio
abusivo de funciones, robo al transporte de carga en cualquiera de sus modalidades, delitos en
materia de hidrocarburos, petrolíferos o petroquímicos, delitos en materia de desaparición forza-
da de personas y desaparición cometida por particulares, delitos cometidos con medios violentos
como armas y explosivos, delitos en materia de armas de fuego y explosivos de uso exclusivo del
Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, así como los delitos graves que determine la ley en contra
de la seguridad de la nación, el libre desarrollo de la personalidad, y de la salud.
[…].
558 Con todo, hay quienes también sostienen que es posible interpretar el artículo 19, segundo
párrafo, de la CPEUM de manera distinta. Para algunos, es posible considerar que el carácter
“oficioso” de la medida en estos casos particulares no implica que la medida deba dictarse “en
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 189
Con todo, no fue una postura unánime. La Ministra Esquivel Mossa, por ejem-
plo, además de considerar que la SCJN no tiene facultades para inaplicar una
disposición constitucional, consideró que:
autómatico”, sino más que no requiere “petición de parte”. Así, según esta interpretación, en
estos casos la CPEUM únicamente autorizaría a los jueces a dictar la medida de prisión pre-
ventiva aunque no lo haya solicitado expresamente el Ministerio Público, siempre y cuando se
justifique y acredite la existencia de un riesgo procesal.
559 Versión taquigráfica de la sesión pública ordinaria del Pleno de la SCJN, celebrada el martes 6
de septiembre de 2022, pp. 69 y 70.
190 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
[L]a Constitución —sí— puede prever casos en los que la prisión preventiva se imponga
de manera obligatoria cuando existan datos sobre la realización de determinados delitos
que ofendan gravemente a la sociedad, pues el principio de presunción de inocencia,
como todo derecho humano, este principio tampoco es absoluto, por lo que válidamente
puede ser restringido cuando el Constituyente Permanente lo considere necesario. Por
esto, en este caso y por razones de política criminal; pero, sobre todo, para proteger los
derechos humanos de las víctimas, su vida, su integridad y de la población, en general,
en delitos de alto impacto, como es el feminicidio, el abuso y violencia sexual contra
menores, la violación, el secuestro, la trata de personas, el homicidio, la delincuencia or-
ganizada, entre otros tantos. […] La prisión preventiva oficiosa no es una medida caute-
lar deseable para el Estado Mexicano por los enormes costos económicos que demanda
la seguridad en los reclusorios del país; sin embargo, suprimirla significaría una decisión
que generaría mayores costos sociales porque implicaría dejar a la sociedad a merced
de las bandas dedicadas al crimen organizado, pues —como hemos visto— estas, en
muchos casos, tienen la capacidad financiera y operativa para enfrentar a los cuerpos de
seguridad pública, inclusive, con armamento de alto poder. Existen razones fundadas pa-
ra suponer que las víctimas, los testigos, los peritos e, inclusive, autoridades ministeriales
y juzgadores quedan en peligro su vida y de sucumbir ante las agresiones de estas perso-
nas, con todo lo cual se podrán obstaculizar los procesos y destruir o alterar las pruebas
que incriminen a sus integrantes. Los derechos humanos no solo rigen para las personas
involucradas en la comisión de un delito, también para el resto de todos y cada uno de
los habitantes del país, que queremos que se respete la vida, la integridad, la seguridad
y la dignidad de las personas.560
560 Ibidem.
Garantías procesales de carácter epistemológico o de verdad 191
561 Ferrer Beltrán, Jordi, op. cit., nota 515, pp. 75-77.
562 Véase, por ejemplo, la sentencia 109/1986 del TCE.
563 Amparo directo en revisión 517/2011, op. cit., nota 489, pp. 128-129.
564 Ferrer Beltrán, Jordi, op. cit., nota 515, p. 76.
565 Amparo directo en revisión 517/2011, op. cit., nota 489, p. 129.
566 Tesis aislada CLXXVIII/2013 de la Primera Sala, con el rubro: PRESUNCIÓN DE INOCEN-
CIA Y DERECHO A LA INFORMACIÓN. SU RELACIÓN CON LA EXPOSICIÓN DE
DETENIDOS ANTE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
192 Carlos Gustavo Ponce Núñez y Guillermo Kohn Espinosa
así como si existen posiciones contrarias a este estigma que, de facto, sean
capaces de contrarrestar la fuerza de una acusación.
4. La accesibilidad que los sujetos relevantes tienen a esa información, res-
pecto de lo cual el juez puede analizar el grado de cercanía que él mismo,
los testigos o los sujetos que intervienen en el proceso tienen con respecto
a la información cuestionada. Así, si la información es demasiado remota,
existirán pocas probabilidades de que el juzgador o tales sujetos hayan
tenido acceso a la misma; consecuentemente, la fiabilidad de las pruebas
difícilmente podría ser cuestionada.
Capítulo V
Garantías procesales de carácter no epistemológico
o de libertad
1.2.1.1. Fundamento y contenido
Por regla general, toda privación de la libertad deambulatoria o de movimien-
to de una persona derivada de la probable comisión de un delito (es decir, to-
da detención propiamente dicha), debe estar precedida de un mandato judicial
574 Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones,
sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa
legal del procedimiento. En los juicios y procedimientos seguidos en forma de juicio en los que
se establezca como regla la oralidad, bastará con que quede constancia de ellos en cualquier
medio que dé certeza de su contenido y del cumplimiento de lo previsto en este párrafo.
[…].
575 SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 703/2012, resuelto en sesión de 6 de noviembre de
2013.
576 Idem.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 197
previo.577 En nuestro país, este mandato judicial puede adoptar diversas formas,
como son: a) la orden de aprehensión (artículo 16, párrafo tercero); b) la orden
de arraigo (artículo 16, párrafo octavo); y c) la detención provisional con fines de
extradición (artículo 119, párrafo tercero).578
La orden de aprehensión es de acuerdo con el CNPP, junto con el citatorio y la
orden de comparecencia, una de las formas de conducción del imputado o impu-
tada al proceso penal.579 Se trata de una orden judicial que tiene como finalidad
que la persona investigada sea llevada ante un juez o una jueza de control, para
que la fiscalía formule imputación en su contra.
Para que dicha orden pueda ser librada, el tercer párrafo del artículo 16 cons-
titucional dispone que ésta deberá: (a) provenir necesariamente de una autoridad
judicial; (b) estar precedida por una denuncia o querella de un hecho que la ley
señale como delito, el cual deberá ser sancionado por la ley penal con pena priva-
tiva de libertad; y (c) deberán obrar datos de prueba suficientes que establezcan
que se ha cometido ese hecho y que exista la probabilidad de que el indiciado lo
cometió o participó en su comisión.
Adicional a ello, la SCJN ha señalado que un elemento distintivo y obligatorio
para que el juez o la jueza de control pueda emitir una orden de aprehensión, sin
que medie alguna otra forma de conducción al proceso, es que la representación
social deberá acreditar que en el caso se requiere de la necesidad de cautela.580
Este requisito surgió como una medida de contrapeso propia del sistema penal
acusatorio y adversarial en aras de evitar abusos por parte de las autoridades, al
reducirse el “estándar probatorio”581 para el libramiento de una orden de apre-
hensión.582 Conforme a este requisito, el Ministerio Público debe probar, en cierto
grado, que el citatorio o la orden de comparecencia son insuficientes para condu-
577 En México existen otras formas de detención administrativa que no serán materia de este es-
tudio, como son el arresto administrativo hasta por 36 horas y las detenciones migratorias.
578 Esta última fue reconocida como otra excepción a la libertad deambulatoria en el amparo en
revisión 528/2016, resuelto el 9 de octubre de 2019.
579 SCJN, Primera Sala, Contradicción de tesis 300/2019, resuelto en sesión de 22 de enero de
2020.
580 Idem.
581 El estándar de prueba ha sido definido como un “umbral” a partir del cual se aceptará una
hipótesis como probada; en otras palabras, definen un criterio para establecer “cuándo está
justificado aceptar como verdadera la hipótesis normativa”, misma que descansa en grados de
confirmación probabilística. Véase: Cfr. Ferrer Beltrán, Jordi, Prueba y verdad en el derecho, 2ª
ed., Madrid, Marcial Pons, p. 91 y ss.
582 Dictamen de primera lectura en la Cámara de Diputados de 11 de diciembre de 2007, el cual
fue ratificado en las posteriores etapas del proceso legislativo, durante el proceso de reforma
del artículo 16 de la Constitución General.
198 Guillermo Kohn Espinosa
cir al imputado ante el juez y que, por tanto, la orden de aprehensión es la única
forma idónea para lograr dicho cometido y, con ello, estar en aptitud de formular
la imputación respectiva, formalizar la investigación y continuar con la secuela
procesal.583
A este respecto, la Primera Sala de la SCJN ha señalado que la necesidad de
cautela no se satisface con la sola circunstancia de que los hechos del caso corres-
pondan a un delito que amerite prisión preventiva oficiosa, sino que se requiere
que el fiscal exponga una serie de circunstancias —entre las que podría estar dicha
cuestión, pero no como razón única— que conduzcan al juez o jueza de control
a determinar que solamente a través de una orden de aprehensión —y no me-
diante una forma diversa584— se puede lograr llevar o conducir al inculpado a la
audiencia inicial.585 Para ello, el Ministerio Público debe exponer que cuenta con
datos que permiten suponer que: (a) existe riesgo de que se sustraiga de la acción
de la justicia; (b) se ponga en riesgo la integridad de la víctima, del ofendido, de
los testigos, o la comunidad; o bien, (c) se ponga en peligro el desarrollo de la
investigación misma.586
Finalmente, como todo acto de molestia, conforme al primer párrafo del ar-
tículo 16 constitucional la decisión judicial debe estar debidamente fundada y
motivada, a fin de otorgar seguridad y certeza jurídica sobre sus alcances. Sin
embargo, no es preciso que tal motivación conste por “escrito”, pues la propia
disposición constitucional establece que “[e]n los juicios y procedimientos segui-
dos en forma de juicio en los que se establezca como regla la oralidad, bastará con
que quede constancia de ellos en cualquier medio que dé certeza de su contenido
y del cumplimiento de lo prevista en este párrafo”.
Esto último ha sido interpretado por la SCJN en el sentido de que ya no resul-
ta indispensable que la orden de aprehensión sea emitida por escrito, pues en los
procesos penales de corte acusatorio existe una clara preeminencia del principio
de oralidad, tanto para el desarrollo de las actuaciones procesales como para la
toma de decisiones, existiendo la videograbación y almacenamiento de la audien-
cia donde se libró la referida orden.587 Así, basta que el órgano jurisdiccional
proporcione a los elementos aprehensores una constancia en la que se encuentren
los puntos resolutivos de la decisión que se emitió oralmente, así como la copia
del audio y video de la audiencia relativa, para que la persona detenida cuente con
la certeza y seguridad del acto de autoridad y pueda actuar en consecuencia.588
Otra de las formas que puede tomar una detención por mandato judicial previo
es la orden de arraigo, establecida en el artículo 16, párrafo octavo, de la CPEUM,
la cual consiste en la privación de la libertad de una persona en centros especia-
lizados durante un periodo máximo de 40 días o, en caso de que se justifique la
subsistencia de las causas que le dieron origen, de hasta 80 días. De acuerdo con
el texto constitucional, dicha orden puede ser solicitada por el Ministerio Público
y otorgada por una autoridad judicial exclusivamente en casos de delincuencia
organizada, siempre que se demuestre que la medida resulta necesaria para: (i) el
éxito de la investigación; (ii) la protección de personas o bienes jurídicos; o (iii)
cuando exista riesgo fundado de que el inculpado se sustraiga de la acción de la
justicia.
El reconocimiento de esta restricción en el texto constitucional es —junto con
la prisión preventiva oficiosa, analizada anteriormente— uno de los debates más
álgidos a nivel nacional en materia de garantías penales. De hecho, previo a su
incorporación en el artículo 16 constitucional, la figura del arraigo —regulada
tanto en el abrogado CFPP como en diversas legislaciones adjetivas locales— fue
declarada inconstitucional por la SCJN. Efectivamente, al resolver la acción de
inconstitucionalidad 20/2003, el Pleno sostuvo que la figura de arraigo en materia
penal era incompatible con las garantías a la libertad personal y libertad de trán-
sito establecidas en la CPEUM, pues en ella se establecían de manera taxativa los
diferentes condiciones y plazos para la afectación de la libertad de las personas,
sin que ninguno de ellos hiciera referencia en ese momento al arraigo en materia
penal.589 Sin embargo, en las reformas constitucionales en materia penal de 2008,
el Poder Reformador incorporó la figura del arraigo penal en el texto constitucio-
nal y así se ha mantenido hasta el día de hoy.
En esta última reforma, sin embargo, se estableció que a partir de la entrada en
vigor del sistema penal acusatorio el arraigo procedería única y exclusivamente
para delitos de delincuencia organizada. Con base en ello, la SCJN ha interpreta-
do que, al tratarse de una materia exclusiva del Congreso de la Unión conforme al
artículo 73, fracción XXI, de la CPEUM, las legislaturas locales carecen de com-
588 Ibid.
589 Tesis aislada XXII/2006 del Tribunal Pleno, con el rubro: ARRAIGO PENAL. EL ARTÍCU-
LO 122 BIS DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES DEL ESTADO DE CHI-
HUAHUA QUE LO ESTABLECE, VIOLA LA GARANTÍA DE LIBERTAD PERSONAL QUE
CONSAGRAN LOS ARTÍCULOS 16, 18, 19, 20 Y 21 DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL.
200 Guillermo Kohn Espinosa
petencia para legislar sobre ella. Con este criterio, la figura del arraigo ha quedado
muy limitada, pues sólo puede ser utilizada para un tipo de delito en particular.590
Uno de los temas debatidos sobre el arraigo tiene que ver con su (in)compa-
tibilidad con los derechos humanos a la libertad personal y a la presunción de
inocencia. Para algunos, se trata de una medida incompatible con dichos prin-
cipios, toda vez que implica “detener para investigar”, siendo que los estánda-
res internacionales exigen, como requisito para la detención de una persona, la
existencia de al menos una “causa probable”. En el amparo directo en revisión
1250/2011 el Pleno de la SCJN tuvo oportunidad de discutir si, en atención al
artículo 1º constitucional, dicha figura podía seguir siendo aplicada en nuestro
ordenamiento, o bien, si por virtud del principio pro persona, debían prevalecer
los derechos a la libertad y a la presunción de inocencia. En ese sentido, luego de
una intensa discusión, una mayoría de Ministras y Ministros se decantó por con-
siderar que el arraigo es una restricción constitucional expresa y, por tanto, válida,
que justifica limitar la libertad personal.591 Cabe destacar, sin embargo, que al día
que se escriben estas líneas, se encuentran pendientes de resolución ante la Corte
IDH dos casos en los que se ha impugnado la inconvencionalidad de la figura del
arraigo —se trata del caso Tzompaxtle Tecpile y otros vs. México y el caso García
Rodríguez y otro vs. México—, los cuales podrían dar un giro importante a esta
discusión en nuestro país.
Finalmente, otra forma de mandato judicial previo es la detención provisio-
nal con fines de extradición. Al respecto, el artículo 119, párrafo tercero, de la
CPEUM señala que cuando un Estado extranjero realice un requerimiento de
extradición, éste será tramitado por el Ejecutivo Federal, con la intervención de la
autoridad judicial. En particular, la disposición establece que “el auto del juez que
mande cumplir la requisitoria será bastante para motivar la detención hasta por
sesenta días naturales”. Sobre el particular, en algunos asuntos se ha cuestionado
si esta forma de detención constituye una afectación injustificada a la libertad per-
sonal, particularmente bajo el argumento de que dicha figura se ubica en la “parte
orgánica” de la CPEUM y no en su “parte dogmática”. Sin embargo, la SCJN
ha desestimado estas impugnaciones y ha sostenido que este tipo de detenciones
590 Tesis jurisprudencial 31/2014 del Tribunal Pleno, con el rubro: ARRAIGO EN MATERIA PE-
NAL. A PARTIR DE LA REFORMA A LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL
18 DE JUNIO DE 2008, LAS LEGISLATURAS LOCALES CARECEN DE COMPETEN-
CIA PARA LEGISLAR SOBRE AQUELLA FIGURA, AL SER FACULTAD EXCLUSIVA DEL
CONGRESO DE LA UNIÓN.
591 SCJN, Pleno, Amparo directo en revisión 1250/2011, resuelto en sesión de 14 de abril de 2015.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 201
Así pues, a partir de dicha reforma, la SCJN ha sostenido que para que una
detención en flagrancia sea constitucionalmente válida debe actualizarse alguno
de los siguientes supuestos: (i) que se observe directamente al autor del delito co-
meter la acción en ese preciso instante —es decir, durante el iter criminis—; o bien
(ii) que se persiga al autor del delito que se acaba de cometer y existan elementos
objetivos que hagan posible identificarlo y corroborar que en el momento inme-
diato anterior se encontraba cometiendo el delito.595 En ningún caso es válido
detener a una persona con base en simples sospechas de que ha cometido un deli-
to; para investigar un supuesto hecho delictivo o, peor aún, por cualquier motivo
relacionado con su mera actitud o apariencia.596 Tampoco resulta válido detener
a una persona en aquellos supuestos que solían denominar los códigos procesales
estatales como “flagrancia equiparada”.597
Ahora bien, un tema interesante, discutido incluso en la doctrina comparada,
tiene que ver con el concepto de “delito flagrante” o “flagrancia delictiva”. En
particular, se discute si para detener a una persona bajo flagrancia “basta con la
constatación de que se está ante un hecho formalmente típico, o si es necesario,
además, que se trate de un comportamiento antijurídico y, eventualmente, culpa-
ble y punible”.598 Imaginemos, por ejemplo, que un policía detiene una persona al
observar que ha lesionado a otra, pero hay elementos para suponer que ello fue
realizado en legítima defensa. ¿Sería legal la detención realizada por el agente?
En el derecho comparado algunos autores, como Oliver Calderón, afirman que sí,
toda vez que —en su opinión— la flagrancia únicamente exige “la constatación
de la tipicidad”. Para este autor, en casos en los que hay duda en torno a la exis-
tencia de situaciones excluyentes o exculpantes (como legítima defensa o estado
de necesidad), no le corresponde al policía disiparlas, sino al tribunal (e incluso,
en nuestro sistema, al Ministerio Público).599 Con todo, en opinión del mismo
autor, si en el momento de la detención es evidente la concurrencia de una causa
de justificación, el policía no debería proceder con la detención, so pena de ser
declarada ilegal.600
601 Por lo demás, sólo de esta manera se explica por qué, para la SCJN, el análisis sobre la exis-
tencia de la flagrancia siempre debe partir desde la perspectiva del agente, sin poder utilizar
elementos que a posteriori demuestran que el imputado efectivamente ha cometido un delito
(véase infra).
204 Guillermo Kohn Espinosa
la que obtuvieron dicha evidencia.602 Por tanto, aunque a posteriori sea posible
concluir que la persona efectivamente se encontraba cometiendo un delito, si los
agentes no contaban en ese momento con evidencia que mostrara esta circunstan-
cia, ello necesariamente conllevará a la declaración de ilegalidad de la detención.
De la misma manera, aunque a posteriori se determinara la inexistencia del delito
que justificó la detención, pero en su momento existió evidencia razonable para
suponer su comisión, ello implicaría ordenar la libertad de la persona detenida
pero no conllevaría a declarar ilegal la detención.603
Esta regla, inspirada en la jurisprudencia estadounidense,604 busca evitar que
los agentes aprehensores puedan justificar como legítimas detenciones en flagran-
cia aquellas que tuvieron su origen en meras sospechas o prejuicios, así como en
registros ilegales personas u objetos o entradas ilegales a domicilios que, una vez
realizados, proporcionan la evidencia de flagrancia.605 En ese sentido, no podría
calificarse legal, por ejemplo, la detención de una persona que es retenida y revi-
sada por los agentes aprehensores por motivos meramente discriminatorios (por
ejemplo, basados exclusivamente de su apariencia o aspecto físico), aun y cuando,
como consecuencia de dicha revisión corporal —la cual ha derivado, se insiste,
de una retención ilegal— se le hubiere encontrado en posesión de algún objeto o
sustancia prohibida.
608 Idem.
609 Idem.
610 Idem.
206 Guillermo Kohn Espinosa
611 Idem.
612 392 U.S. 1 (1968).
613 Cfr. Kanovitz, Jacqueline, op. cit., nota 469, p. 129.
614 SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 384/2017, resuelto en sesión de 22 de agosto de 2018.
615 Ibid.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 207
la víctima u ofendido, así como de algún testigo presencial de los hechos o quien
hubiere intervenido con ella en la comisión del delito.616
En cualquier caso, la SCJN ha señalado que el elemento clave en ambos supues-
tos consiste en que la persecución se realice de manera inmediata e ininterrumpida
después de la comisión del hecho delictivo en cuestión. A este respecto, la SCJN ha
señalado además que la persecución de un indiciado puede apoyarse en el resulta-
do de las nuevas tecnologías, siempre que éstas permitan un seguimiento confiable
de los sujetos activos en tiempo real, tales como las cámaras de video vigilancia o
el rastreo satelital a través de dispositivos de posicionamiento global.617
616 SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 1074/2014, resuelto en sesión de 3 de junio de 2015.
617 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 5577/2015, resuelto en sesión de 29 de junio
de 2016.
618 SCJN, Primera Sala, Contradicción de tesis 312/2016, resuelto en sesión de 1 de mayo de 2017.
619 Idem.
208 Guillermo Kohn Espinosa
624 Idem.
625 Artículo 150. Supuesto de caso urgente
[…]
I. […] Se califican como graves, para los efectos de la detención por caso urgente, los delitos
señalados como de prisión preventiva oficiosa en este Código o en la legislación aplicable así
como aquellos cuyo término medio aritmético sea mayor de cinco años de prisión;
[…]
[S]e considerarán graves, aún tratándose de tentativa punible.
626 Amparo directo en revisión 3506/2014, op. cit, nota 621.
627 Idem.
210 Guillermo Kohn Espinosa
628 Idem.
629 Contradicción de tesis 312/2016, op. cit, nota 618.
630 Idem.
631 Idem.
632 Idem.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 211
633 Idem.
634 Contradicción de tesis 312/2016, op. cit., nota 618.
635 Idem.
636 Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal
[…]
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funciona-
rio autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro
de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su
libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
[…].
212 Guillermo Kohn Espinosa
637 Ello, sin perjuicio de que el juez de control esté en aptitud de analizar otros elementos o cir-
cunstancias que pudieran dar lugar a violaciones a derechos humanos, como podría ser preci-
samente una dilación en su puesta a disposición, o bien un uso excesivo de la fuerza durante
la ejecución de la detención o la existencia de tortura u otro tipo de malos tratos, en cuyo caso
deberá actuar en consecuencia y verificar su trascendencia dentro del proceso penal, así como
disponer lo que corresponda en su esfera de competencia para que dichas conductas sean san-
cionadas en la vía correspondiente.
638 artículo 113. Derechos del Imputado
El imputado tendrá los siguientes derechos:
[…]
XIII. A ser presentado ante el Ministerio Público o ante el Juez de control, según el caso, inme-
diatamente después de ser detenido o aprehendido;
[…].
artículo 147. Detención en caso de flagrancia
[…]
[C]uando reciban de cualquier persona o autoridad a una persona detenida, deberán ponerla
de inmediato ante el Ministerio Público, quien realizará el registro de la hora a la cual lo están
poniendo a disposición.
639 Amparo en revisión 703/2012, op. cit., nota 575.
640 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 2470/2011, resuelto en sesión de 18 de enero
de 2012.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 213
casos en los que se alegue la comisión de actos de tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes.641
En cuanto a sus alcances, la SCJN ha sostenido que se actualizará una violación
a este mandato constitucional cuando la persona continúe a disposición de sus apre-
hensores y no sea entregada a la autoridad competente para definir su situación jurí-
dica, sin que existan motivos razonables que imposibiliten dicha puesta a disposición
inmediata.642 De acuerdo con el Alto Tribunal, tales motivos razonables únicamente
pueden tener su origen en “impedimentos fácticos, reales y comprobables” y deben
ser compatibles con las facultades estrictamente concedidas a las autoridades.643
641 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 2397/2014, resuelto en sesión de 26 de no-
viembre de 2014.
642 Amparo directo en revisión 2470/2011, op. cit., nota 640.
643 Idem.
644 Idem.
645 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 4822/2014, resuelto en sesión de 11 de marzo
de 2015.
646 Idem.
647 Idem.
648 Idem.
649 Idem.
214 Guillermo Kohn Espinosa
650 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 997/2012, fallada en sesión de 6 de junio de
2012.
651 SCJN, Primera Sala, Amparo directo 14/2011, resuelto en sesión de 9 de noviembre de 2011.
652 Idem.
653 Amparo en revisión 703/2012, op. cit., nota 575.
654 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 3403/2012, resuelto en sesión de 4 de diciem-
bre de 2013.
655 Idem.
656 Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 215
con otros derechos como la vida y la libertad personal. De acuerdo con dicha dis-
posición, el derecho a la integridad personal protege a la persona de afectaciones
en tres ámbitos: físicas, psicológicas y morales.657 De acuerdo con la jurispruden-
cia de la Corte IDH, la infracción a este derecho puede tener diversas connota-
ciones de grado y cuyas secuelas variarían atendiendo a factores endógenos —re-
feridos a las características del trato, tales como la duración, el método utilizado
o el modo en que fueron infligidos— y exógenos —referidos a las circunstancias
particulares de la víctima, tales como la edad, el sexo, el estado de salud y cual-
quier otra circunstancia personal—.658
Atendiendo a estos factores, se entiende que existe una afectación a la integri-
dad física cuando haya una afectación al cuerpo, su bienestar o a la apariencia
física. Lo anterior, incluso cuando no existan afectaciones inherentes a la salud,
pues el menoscabo a la salud no es una condición constitutiva de la vulneración
del derecho a la integridad física.659 Incluso, una intervención médica que sea be-
neficiosa para la salud de un sujeto podrá llegar a ser considerada como contraria
al derecho a la integridad física, si éste no presta su consentimiento para tal efec-
to.660 Por su parte, se entiende que existe una afectación a la integridad psíquica
cuando se produce un menoscabo en el libre desarrollo de la personalidad, siendo
lo determinante la producción de un trastorno en la psique de la víctima que le
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al
ser humano.
3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente.
4. Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en circunstancias excepcio-
nales, y serán sometidos a un tratamiento adecuado a su condición de personas no condenadas.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los adultos y llevados
ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible, para su tratamiento.
6. Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la readapta-
ción social de los condenados.
657 Corte IDH. Caso Pueblo Indígena Xucuru y sus miembros vs. Brasil. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de febrero de 2018. Serie C No. 346, párr. 175.
658 Corte IDH. Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, Miembros y Activista del Pueblo Indí-
gena Mapuche) vs. Chile. op. cit., nota 197, párr. 388.
659 Canosa Usera, Raúl, Fix Zamudio, Héctor y Corzo Sosa, Edgar, “Capítulo III. El derecho a la
integridad personal” en García Roca, Javier, et al. (eds.), El diálogo entre los Sistemas Europeo
y Americano de Derechos Humanos”, Madrid, Civitas-Thomson Reuters, 2012, pp. 140-141.
660 De hecho, la falta de consentimiento es un elemento clave para apreciar la vulneración del
derecho a la integridad, tal como puede observarse en la práctica de tribunales internacionales.
En efecto, el TEDH y la Corte IDH han considerado que rasurar la cabeza de un recluso [caso
Yankov v. Bulgaria, de 11 de diciembre de 2003] o introducir a una persona en la maletera de
un vehículo [caso Los Niños de la Calle vs. Guatemala, de 19 de noviembre de 1999] son afec-
taciones al derecho a la integridad, con independencia de su impacto en la salud de la persona.
216 Guillermo Kohn Espinosa
2.2.1.1. Fundamento y contenido
La prohibición universal de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o de-
gradantes tiene como objeto y finalidad principal la protección al derecho a la
integridad personal, al punto que podría entenderse como una especie de derecho
derivado de este último.665 Dado que la tortura constituye un ataque especial-
mente grave y reprochable a la dignidad humana, su prohibición ha alcanzado
un lugar preponderante en el derecho internacional, al punto de que hoy en día
constituye un delito de lesa humanidad666 y pertenece al ámbito del ius cogens.667
Esto último significa que dicha prohibición es absoluta, inderogable y no puede
661 Canosa Usera, Raúl, Fix Zamudio, Héctor y Corzo Sosa, Edgar, op. cit., nota 659.
662 Idem.
663 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 4530/2014, resuelto en sesión de 30 de sep-
tiembre de 2015.
664 Idem.
665 Amparo directo 9/2008, op. cit., nota 343.
666 Idem.
667 SCJN, Primera Sala, Amparo en revisión 257/2018, resuelto en sesión de 3 de octubre de 2018.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 217
668 Idem.
669 Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad,
contradicción, concentración, continuidad e inmediación.
[…]
B. De los derechos de toda persona imputada:
II. A declarar o a guardar silencio. Desde el momento de su detención se le harán saber los
motivos de la misma y su derecho a guardar silencio, el cual no podrá ser utilizado en su per-
juicio. Queda prohibida y será sancionada por la ley penal, toda incomunicación, intimidación
o tortura. La confesión rendida sin la asistencia del defensor carecerá de todo valor probatorio;
[…].
Artículo 22. Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los
azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes
y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales. Toda pena deberá ser proporcional al
delito que sancione y al bien jurídico afectado […].
670 Artículo 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
671 Artículo 7. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradan-
tes. En particular, nadie será sometido sin su libre consentimiento a experimentos médicos o
científicos.
672 Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal
[…]
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda
persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano.
[…].
673 Artículo 1
1. A los efectos de la presente Convención, se entenderá por el término “tortura” todo acto
por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean
físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión,
de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o
coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discri-
minación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u
218 Guillermo Kohn Espinosa
676 Corte IDH. Caso Caesar vs. Trinidad y Tobago. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11
de marzo de 2005. Serie C No. 123, párr. 67.
677 Ibidem, párr 69.
678 Corte IDH. Caso Bueno Alves vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11
de mayo de 2007. Serie C No. 164, párr. 79.
679 Amparo directo en revisión 90/2014, op. cit., nota 10.
680 Idem.
220 Guillermo Kohn Espinosa
durante los que se le fotografías con personas con signos de tortura o muertas,
amenazándola de que así encontrarían a su familia y procediendo a mostrarle
fotografías de estos últimos.681 De igual manera, ha considerado como tortura
casos en los que se detiene a la víctima y durante su traslado recibe amenazas de
muerte contra ella y su familia, así como de que sería “contagiada con SIDA”.682
La Corte IDH ha sostenido que, incluso, el derecho a la integridad personal no
sólo involucra obligaciones negativas (o de no realizar ciertos actos), sino también
positivas (o de realizar ciertos actos). Ello, bajo la premisa de que los agentes del
Estado tienen una posición de garante respecto de los derechos de toda persona
que se encuentre bajo su custodia, por lo que éstos se encuentran obligados a sal-
vaguardar la salud y bienestar general de las personas detenidas. En este sentido,
el tribunal interamericano ha sostenido que la falta de atención médica adecuada
no satisface los requisitos mínimos para un tratamiento digno, por lo que depen-
diendo de las circunstancias podría ser considerado como un trato cruel, inhuma-
no o degradante, o incluso tortura.683
681 Corte IDH. Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103.
682 Corte IDH. Caso Espinoza Gonzáles vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2014. Serie C No. 289.
683 Corte IDH. Caso Vera Vera y otra vs. Ecuador. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2011. Serie C No. 226.
684 En este mismo sentido se ha pronunciado el Comité contra la Tortura, el cual ha sostenido que
las obligaciones para prevenir y sancionar la tortura y los malos tratos son indivisibles, interde-
pendientes e interrelacionadas, por lo que éstas deben aplicarse indistintamente a los casos de
tortura y de malos tratos. Véase, Comité contra la Tortura, Observación General 2. Aplicación
del artículo 2 por los Estados Parte, párr. 3.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 221
el que se clasifique una conducta en uno u otro sentido; aunque ha advertido que
—derivado de las crecientes exigencias de protección a los derechos y libertades fun-
damentales— ciertos actos que en un momento pudieran ser calificados como tratos
inhumanos o degradantes podrían ser calificados en un futuro como torturas.685 Por
su parte, organismos internacionales como el Comité de Derechos Humanos han mi-
nimizado la importancia de realizar esta distinción tajante entre tortura y malos tra-
tos, al señalar que no resulta necesario hacer una distinción concreta entre las formas
de trato prohibidas e incluso optar en la mayoría de los casos por no distinguir clara-
mente entre actos que constituyen tortura y actos que constituyen malos tratos.686 En
la misma línea, el Comité contra la Tortura ha observado que, en la práctica, no suele
estar claro el límite conceptual entre los malos tratos y la tortura.687
castigo personal, como medio de coacción, como medida preventiva, o por razones basadas en
discriminación, o con cualquier otro fin:
I. Cause dolor o sufrimiento físico o psíquico a una persona;
II. Cometa una conducta que sea tendente o capaz de disminuir o anular la personalidad de la
Víctima o su capacidad física o psicológica, aunque no le cause dolor o sufrimiento, o
III. Realice procedimientos médicos o científicos en una persona sin su consentimiento o sin el
consentimiento de quien legalmente pudiera otorgarlo.
691 Amparo directo en revisión 4530/2014, op. cit, nota 663.
692 Idem.
693 Idem.
694 La Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura señala:
Artículo 10
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 223
Ninguna declaración que se compruebe haber sido obtenida mediante tortura podrá ser admi-
tida como medio de prueba en un proceso, salvo en el que se siga contra la persona o personas
acusadas de haberla obtenido mediante actos de tortura y únicamente como prueba de que por
ese medio el acusado obtuvo tal declaración”.
La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes
establece:
Artículo 16
1. Todo Estado Parte se comprometerá a prohibir en cualquier territorio bajo su jurisdicción
otros actos que constituyan tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y que no lleguen a
ser tortura tal como se define en el artículo 1, cuando esos actos sean cometidos por un funcio-
nario público u otra persona que actúe en el ejercicio de funciones oficiales, o por instigación
o con el consentimiento o la aquiescencia de tal funcionario o persona. Se aplicarán, en parti-
cular, las obligaciones enunciadas en los artículos 10, 11, 12 y 13, sustituyendo las referencias
a la tortura por referencias a otras formas de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
695 Amparo directo en revisión 4530/2014, op. cit., nota 663. Una cuestión interesante radica en si
dichas facultades probatorias que otorgó la SCJN al juez en el sistema inquisitivo-mixto pue-
den ser trasladadas al sistema penal acusatorio, particularmente en lo que respecta al juez de
control. Para adentrarse en este debate, se recomienda al lector acudir al Capítulo III, apartado
3, del presente libro en lo que respecta al principio acusatorio.
696 Idem.
224 Guillermo Kohn Espinosa
en los Estados Unidos) suelen utilizarse tres tipos de estándares de prueba: 1. El preponderance
of evidence (probabilidad preponderante), que consiste en que para tener probado un hecho
basta con que, a partir de la evidencia disponible, aparezca que es más probable que no (more
likely then not) y se utiliza preponderantemente en casos civiles; 2. El clear and convincing
evidence (prueba clara y convincente), el cual consiste en que para que un hecho pueda tenerse
por probado no basta con que sea más probable que la hipótesis contraria, sino que debe ser
altamente probable (aunque sin llegar al estándar de más allá de toda duda razonable) y se
usa en algunos casos civiles que inciden en intereses sensibles y que van más allá de una simple
pérdida pecuniaria; y finalmente, 3. El beyond any reasonable doubt (más allá de toda duda
razonable), a partir del cual se requiere que exista (casi) certeza sobre el hecho y es el estándar
utilizado en materia penal.
702 Idem.
703 Idem.
704 Idem.
226 Guillermo Kohn Espinosa
709 Corte IDH. Caso Cruz Sánchez y otros vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparacio-
nes y Costas. Sentencia de 17 de abril de 2015. Serie C No. 292, párr. 261.
710 Corte IDH. Caso Mujeres víctimas de tortura sexual en Atenco vs. México. Excepciones Prelimi-
nares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2018. Serie C No. 371.
711 Acción de inconstitucionalidad 25/2016 y sus acumuladas 27/2016 y 28/2016, op. cit., nota 706.
712 Artículo 4. El uso de la fuerza se regirá por los principios de:
[…]
II. Legalidad: para que la acción de las instituciones de seguridad se realice con estricto apego a
la Constitución, a las leyes y a los Tratados Internacionales de los que el Estado mexicano sea
parte;
[…].
228 Guillermo Kohn Espinosa
armas letales.713 En efecto, de acuerdo con la SCJN, el primer requisito para que el
uso de la fuerza no se considere arbitrario, estriba en que deberá estar basado en un
fundamento jurídico adecuado, en el cual se establezcan las condiciones que justifi-
quen el uso de la fuerza en nombre del Estado y se prevea un sistema de depuración
de responsabilidades para los casos en que se traspasen esos límites. Por tanto, este
requisito se incumple si se emplea la fuerza sin que lo autorice la legislación.714
Por otro lado, es importante hacer referencia a los principios de prevención
y rendición de cuentas.715 El primero de ellos exige que los operativos deben ser
planificados y llevados a cabo, en la medida de lo posible, minimizando el uso de
la fuerza y, cuando esto sea inevitable, reduciendo al mínimo los daños que de ello
puedan resultar. De esta manera, en el artículo 30 de la Ley Nacional sobre el Uso
de la Fuerza716 se prevén una serie de garantías para dar cumplimiento a este prin-
713 Acción de inconstitucionalidad 25/2016 y sus acumuladas 27/2016 y 28/2016, op. cit., nota 706.
714 Idem.
715 Artículo 4. El uso de la fuerza se regirá por los principios de:
[…]
III. Prevención: para que los operativos para el cumplimiento de la ley sean planificados y se
lleven a cabo, en la medida de lo posible, minimizando el uso de la fuerza y, cuando esto sea
inevitable, reduciendo al mínimo los daños que de ello puedan resultar;
[…]
V. Rendición de cuentas y vigilancia: para que existan controles que permitan la evaluación
de las acciones de uso de la fuerza y sea valorada su eficacia en términos del desempeño de las
responsabilidades y funciones previstas por esta Ley.
716 Artículo 30. En el uso de la fuerza y la planeación de operativos siempre se tomará en consi-
deración la salvaguarda de los objetivos y principios que establece esta Ley para garantizar la
protección a los derechos humanos de todos los potenciales involucrados. Además, deberán
cumplir con lo siguiente:
I. Determinar el agente o agentes al mando del operativo, que serán responsables de su debido
cumplimiento;
II. El mando deberá realizar reuniones para la coordinación con las diferentes autoridades
participantes y los agentes que participarán en el operativo, con el objetivo de plantear las
estrategias adecuadas y la toma de decisiones para definir el cumplimiento de los objetivos;
III. Contar con planes operativos y logísticos para hacer frente al evento de que se trate, que con-
templen la forma para controlar la eventual resistencia, considerando la capacidad de respuesta
del objetivo, las características físicas del lugar, las entradas y salidas para poder considerar la
retirada en caso de que el uso de la fuerza resulte inadecuado y la vida de los agentes corra peli-
gro, así como evitar la huida de la o las personas en caso de que se trate de una detención;
IV. Los planes operativos deberán establecer acciones para repeler, contrarrestar y neutralizar
cualquier tipo de resistencia;
V. Contemplar en el desarrollo del operativo el uso progresivo y diferenciado de la fuerza,
procurando generar el menor daño posible;
VI. Contar con un plan de desplazamiento de los agentes en la zona del operativo;
VII. Antes del operativo, pasar revista de agentes, equipo, armamento, cartuchos y vehículos,
misma que deberá constar por escrito;
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 229
cipio, entre las que se encuentran la obligación el contar con planes operativos y
logísticos; de que exista una constante comunicación entre mandos operativos y
superiores; de que se evalúen los factores de riesgo para planear la estrategia ade-
cuada; de que se planeen las rutas para poner a salvo a personas ajenas; o la fa-
cultad de grabar o filmar el desarrollo de cualquier operativo, entre muchas otras.
Por su parte, el principio de rendición de cuentas impone la obligación de que
existan controles que permitan la evaluación de las acciones de uso de la fuerza y
la valoración de su eficacia en términos del desempeño de las responsabilidades y
funciones previstas por esta Ley. En este sentido, la SCJN ha sido enfática en cuanto
a que, derivado de la importancia de la responsabilidad y deberes que guardan los
agentes es que están legitimados para hacer uso de la fuerza pública y, por tanto, es
indispensable que estén sujetos a un régimen de rendición de cuentas respecto a las
conductas que violen los derechos humanos de las personas. En general, de acuerdo
con la SCJN, un sistema efectivo de rendición de cuentas debe cubrir las siguien-
tes áreas: investigación penal; investigación disciplinaria; procedimientos civiles o
administrativos de reparación del daño; y la constante revisión o supervisión de
funcionamiento institucional.717
Ahora bien, en lo que respecta al principio de absoluta necesidad,718 éste im-
plica que el uso de la fuerza debe ser la última alternativa para tutelar la vida e
integridad de las personas o evitar que se vulneren bienes jurídicamente protegi-
dos o con el fin de mantener el orden y la paz pública, al haberse agotado otros
medios para el desistimiento de la conducta del agresor. Sobre ello, la Corte IDH
ha señalado que en cada caso concreto lo primero que hay que determinar es si
se justifica el uso de la fuerza y, en su caso, en qué medida. En otras palabras, la
fuerza sólo debería utilizarse como último recurso y, en caso de ser necesario, se
deberá hacer un uso gradual de la misma (la mínima necesaria).719
VIII. Asegurar que el mando operativo mantenga una constante comunicación con sus su-
periores para la toma de decisiones durante la realización del operativo, incluida la posible
negociación con las personas que ejercen la resistencia;
IX. Evaluar los factores de riesgo para planear la estrategia adecuada;
X. Determinar las rutas para poner a salvo a las personas ajenas, y
XI. Es legal grabar o filmar el desarrollo del operativo, desde el inicio hasta la conclusión del mismo.
717 Acción de inconstitucionalidad 25/2016 y sus acumuladas 27/2016 y 28/2016, op. cit., nota 706.
718 Artículo 4. El uso de la fuerza se regirá por los principios de:
I. Absoluta necesidad: para que el uso de la fuerza sea la última alternativa para tutelar la vida
e integridad de las personas o evitar que se vulneren bienes jurídicamente protegidos o con el
fin de mantener el orden y la paz pública, al haberse agotado otros medios para el desistimiento
de la conducta del agresor;
[…].
719 Corte IDH. Caso Hermanos Landaeta Mejías y otros vs. Venezuela. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de agosto de 2014. Serie C No. 281.
230 Guillermo Kohn Espinosa
720 Artículo 11. Los niveles del uso de la fuerza, según el orden en que deben agotarse, son:
I. Presencia de autoridad: es la primera forma de contacto que tienen los agentes con la ciuda-
danía en general. Se manifiesta a través de:
a) El uso adecuado del uniforme;
b) El uso adecuado de equipo, acorde a las circunstancias, y
c) Una actitud diligente.
II. Persuasión o disuasión verbal: a través del uso de palabras o gesticulaciones que sean cataloga-
das como órdenes y que permitan a la persona facilitar a los agentes a cumplir con sus funciones;
III. Reducción física de movimientos: mediante acciones cuerpo a cuerpo a efecto de que se controle
a la persona que se ha resistido y ha obstaculizado que los agentes cumplan con sus funciones;
IV. Utilización de armas incapacitantes menos letales: a fin de someter la resistencia activa de
una persona, y
V. Utilización de armas de fuego o de fuerza letal: para repeler las resistencias de alta peligrosidad.
721 Artículo 9. Los mecanismos de reacción en el uso de la fuerza son:
[…]
V. Fuerza Letal: su límite es el cese total de funciones corporales. Se presume el uso de la fuerza
letal cuando se emplee arma de fuego contra una persona.
722 Artículo 10. La clasificación de las conductas que ameritan el uso de la fuerza, ordenadas por
su intensidad, es:
I. Resistencia pasiva: conducta de acción u omisión que realiza una o varias personas, exenta
de violencia, para negarse a obedecer órdenes legítimas comunicadas de manera directa por los
sujetos obligados, quienes previamente se han identificado como autoridad. Contra la resisten-
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 231
definida como aquella “conducta de acción u omisión que realiza una o varias per-
sonas, empleando la violencia, el amago o la amenaza con armas o sin ellas para
causar a otra u otras o a miembros de las instituciones de seguridad, lesiones graves
o la muerte, negándose a obedecer órdenes legítimas comunicadas de manera directa
por los sujetos obligados, quienes previamente se han identificado como autoridad”.
En esa misma línea, el artículo 7 de la Ley en comento establece diversos su-
puestos en los que se considera que existen “amenazas letales inminentes”, entre
las que se encuentran: (i) apuntar con un arma de fuego o una réplica en dirección
a una persona; (ii) no soltar un arma de fuego o una réplica después de una adver-
tencia clara; (iii) poner en riesgo la integridad de una persona con un arma pun-
zocortante; (iv) disparar un arma de fuego; (v) portar o manipular un explosivo o
una réplica; y (vi) perturbar objetos o sistemas que puedan tener efectos letales o
incapacitante en una o más personas. Por su parte, los artículos 12 y 13723 dispo-
nen que el uso de la fuerza letal será el último recurso en cualquier operativo y que
los agentes deberán comprobar que existía una agresión real, actual e inminente.
En ese sentido, una cuestión a la que muy seguramente deberán enfrentarse los
tribunales estriba en determinar cuáles son los alcances del artículo 7 en relación con
el uso de la fuerza letal, es decir, si basta que se actualice alguna de las hipótesis del
cia pasiva podrán oponerse los mecanismos de reacción a los que se refieren las fracciones I y
II del artículo anterior;
II. Resistencia activa: conducta de acción u omisión que realiza una o varias personas, em-
pleando la violencia, el amago o la amenaza, para negarse a obedecer órdenes legítimas comu-
nicadas de manera directa por los sujetos obligados, quienes previamente se han identificado
como autoridad. Contra la resistencia activa podrán oponerse los mecanismos de reacción a
los que se refieren las fracciones I, II, III y IV del artículo anterior, y
III. Resistencia de alta peligrosidad: conducta de acción u omisión que realiza una o varias perso-
nas, empleando la violencia, el amago o la amenaza con armas o sin ellas para causar a otra u otras
o a miembros de las instituciones de seguridad, lesiones graves o la muerte, negándose a obedecer
órdenes legítimas comunicadas de manera directa por los sujetos obligados, quienes previamente
se han identificado como autoridad. Contra la resistencia de alta peligrosidad podrán oponerse los
mecanismos de reacción a los que se refieren las fracciones I, II, III, IV y V del artículo anterior.
723 Artículo 12. El uso de la fuerza sólo se justifica cuando la resistencia o agresión es:
I. Real: si la agresión se materializa en hechos apreciables por los sentidos, sin ser hipotética ni
imaginaria;
II. Actual: si la agresión se presenta en el momento del hecho, no con anterioridad o posterio-
ridad, y
III. Inminente: si la agresión está próxima a ocurrir y, de no realizarse una acción, esta se con-
sumaría.
Artículo 13. El uso de la fuerza letal será el último recurso en cualquier operativo. En su caso,
los agentes deberán comprobar que la agresión era real, actual o inminente, sin derecho, que
ponía o podría poner en peligro la vida o integridad física de personas ajenas o de uno de ellos
y que el uso de la fuerza en los niveles referidos en las fracciones I a la IV del artículo 11, eran
insuficientes para repeler, contrarrestar o neutralizar los actos de resistencia.
232 Guillermo Kohn Espinosa
referido artículo 7 o, si por el contrario, de acuerdo con los artículos 12 y 13, en todo
caso los agentes deben demostrar que en el caso concreto existió una amenaza real,
actual e inminente de peligro a la vida o integridad de las personas, con independen-
cia de que en los hechos se actualizara uno de los supuestos genéricos del artículo
7.724 Se trata de una cuestión nada menor, toda vez que de ello no sólo depende la
determinación respecto a si en un caso concreto se ha violado el derecho a la inte-
gridad de una persona, sino también si el agente que hizo uso de la fuerza debe ser
considerado —o no— penal y/o administrativamente responsable por la generación
de lesiones injustificadas e, incluso, la privación de la vida de una persona.
Lo anterior se relaciona con otro de los principios que rigen el uso de la fuerza.
Nos referimos al principio de proporcionalidad,725 según el cual el nivel de fuerza
utilizado debe ser siempre acorde al nivel de resistencia ofrecido por el agresor y el
nivel de riesgo exhibido, lo que exige aplicar medios y métodos bajo un criterio de
uso diferenciado y progresivo de la fuerza. De acuerdo con la SCJN, lo que prohíbe
el principio de proporcionalidad es la generación de un daño excesivo por parte de
los agentes del orden público al momento de recurrir a la fuerza.726 De acuerdo con
lo anterior, la SCJN ha sostenido que este principio impone a los agentes aceptar
que no siempre se podrán alcanzar ciertos objetivos legítimos (como la detención de
una persona); en otras palabras, que el fin no justifica los medios.727
En suma, conforme al principio de proporcionalidad, el uso de la fuerza sólo puede
incrementarse en función del grado de resistencia ofrecido por la persona, de manera
que si el máximo uso de fuerza permitido por la ley para dicho supuesto es insuficien-
te para lograr el objetivo, la autoridad deberá abstenerse de pasar al siguiente nivel.
En ese sentido, por ejemplo, frente a una resistencia pasiva —es decir, una conducta
carente de violencia pero que implica una negativa de cumplir órdenes legítimas de
la autoridad— sólo puede ejercerse la presencia de autoridad y la persuasión o disua-
sión verbal, sin que sea posible escalar a la reducción física de movimientos y mucho
menos a la fuerza letal. De igual manera, una resistencia activa —es decir, una acción
que implique el uso de la violencia, el amago o la amenaza, pero sin la existencia de un
724 Por ejemplo, la fracción IV del artículo 7 entiende como una amenaza letal inminente el dispa-
rar un arma de fuego; sin embargo, si un sujeto dispara el arma al aire o a un punto claramente
alejado de las personas, ¿ello autorizaría en automático el uso de la fuerza letal?
725 Artículo 4. El uso de la fuerza se regirá por los principios de:
[…]
IV. Proporcionalidad: para que el nivel de fuerza utilizado sea acorde con el nivel de resistencia
ofrecido por el agresor y el nivel de riesgo exhibido, de tal forma que los agentes apliquen
medios y métodos bajo un criterio de uso diferenciado y progresivo de la fuerza, y
[…].
726 Acción de inconstitucionalidad 25/2016 y sus acumuladas 27/2016 y 28/2016, op. cit., nota 706.
727 Idem.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 233
riesgo de causar lesiones o pérdida de la vida— los agentes podrán hacer uso exclusi-
vamente de mecanismos como la reducción física o la fuerza menos letal, incluyendo
por supuesto la presencia de la autoridad y la persuasión.
728 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 3153/2014, resuelto en sesión de 10 junio de 2015.
729 Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad
[…]
2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación.
730 Artículo 17
1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su do-
micilio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques.
234 Guillermo Kohn Espinosa
miento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del
procedimiento”.
La SCJN ha sostenido que de esta disposición se desprende el derecho a la
privacidad o intimidad, el cual tiene como objetivo el respeto a un ámbito de la
vida privada, personal y familiar que, por regla general, debe estar excluido del
conocimiento, injerencias e intromisiones de los demás, con las limitantes que la
propia CPEUM o, en su caso, las leyes, establecen para las autoridades.731 Como
señala Díez-Picazo, “[l]a existencia de una esfera privada, en la que los demás
(poderes públicos o particulares) no pueden entrar sin el consentimiento de la
persona, no implica sólo un reconocimiento del altísimo valor que tiene la faceta
privada de la vida humana, sino que constituye también una garantía básica de
libertad: en un mundo donde toda la actividad de los hombres fuera pública, no
cabría la autodeterminación individual”.732
Ahora bien, como han reconocido tanto la propia SCJN como la Corte IDH, el
derecho a la vida privada tiene un contenido sumamente amplio, abarcando todas
las posibles intromisiones o molestias que por cualquier medio puedan realizarse
en este ámbito reservado de la vida.733 No obstante, en este capítulo nos concen-
traremos en dos ámbitos que tienen una especial relevancia para las garantías
penales: las comunicaciones privadas y el domicilio.
731 SCJN, Primera Sala, Amparo directo en revisión 3244/2016, resuelto en sesión de 28 de junio
de 2017.
732 Díez-Picazo, Luis María, op. cit., nota 318, p. 279.
733 Amparo directo en revisión 2420/2011, op. cit., nota 9..
734 Artículo 16
[…]
Las comunicaciones privadas son inviolables. La ley sancionará penalmente cualquier acto que
atente contra la libertad y privacía de las mismas, excepto cuando sean aportadas de forma
voluntaria por alguno de los particulares que participen en ellas. El juez valorará el alcance de
éstas, siempre y cuando contengan información relacionada con la comisión de un delito. En
ningún caso se admitirán comunicaciones que violen el deber de confidencialidad que establez-
ca la ley.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 235
747 Idem.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 239
748 SCJN, Pleno, Acción de inconstitucionalidad 10/2014, resuelta en sesión de 22 de marzo de 2018.
749 Idem.
750 SCJN, Pleno, Acción de inconstitucionalidad 32/2012, resuelta en sesión de 16 de enero de 2014.
751 Idem.
240 Guillermo Kohn Espinosa
752 Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones,
sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa
legal del procedimiento. En los juicios y procedimientos seguidos en forma de juicio en los que
se establezca como regla la oralidad, bastará con que quede constancia de ellos en cualquier
medio que dé certeza de su contenido y del cumplimiento de lo previsto en este párrafo.
[…]
En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir, a solicitud del Ministerio
Público, se expresará el lugar que ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de
aprehenderse y los objetos que se buscan, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, le-
vantándose al concluirla, un acta circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 241
el ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la autoridad que practique la
diligencia.
[…].
753 Cfr. Díez-Picazo, Luis María, op. cit., nota 318, p. 298.
754 Amparo directo en revisión 2420/2011, op. cit., nota 9.
755 Idem.
756 Idem.
757 Amparo directo en revisión 2420/2011, op. cit., nota 9.
758 Véase SCEU. Payton v. New York, 445 U.S. 573, 589-90 (1980); y Corte IDH. Caso Escué
Zapata vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de 2007. Serie C
No. 165.
759 TCE. Sentencia 22/1984, de 9 de marzo de 1984.
760 Díez-Picazo, Luis María, op. cit., nota 318, p. 303.
242 Guillermo Kohn Espinosa
aprehenderse y los objetos que se buscan, respecto de los cuales deberá limitarse
la diligencia; y (iii) la autoridad correspondiente deberá levantar un acta circuns-
tanciada en presencia de dos testigos propuestos por el ocupante del domicilio o,
en su ausencia o negativa, por la autoridad que practique la diligencia.
Los artículos 282 a 290 del CNPP complementan estos requisitos constitucio-
nales a través de regulaciones específicas en torno al contenido de la solicitud, la
emisión de la orden y su ejecución. Entre ellos, destaca que previo a que el juez
competente emita la orden de cateo es posible disponer de medidas de vigilancia
o cualquier otra que no requiera autorización judicial para evitar la fuga del im-
putado o la sustracción, alteración, ocultamiento o destrucción de documentos o
cosas que constituyen el objeto del cateo. Además, una vez autorizado el cateo, el
juzgador deberá entregar al Ministerio Público la orden correspondiente o, en su
caso, los puntos resolutivos, los cuales deberán a su vez ser mostrados por la au-
toridad que realiza el cateo al ocupante del inmueble o ser colocados a la entrada
de no encontrarse nadie dentro del mismo.
765 Tesis jurisprudencial 21/2007 de la Primera Sala, con el rubro: INTROMISIÓN DE LA AUTO-
RIDAD EN UN DOMICILIO SIN ORDEN JUDICIAL. EFICACIA DE LAS ACTUACIONES
REALIZADAS Y DE LAS PRUEBAS OBTENIDAS, CUANDO ES MOTIVADA POR LA CO-
MISIÓN DE UN DELITO EN FLAGRANCIA.
244 Guillermo Kohn Espinosa
cual está justificada la entrada a un domicilio sin orden judicial cuando “[s]ea ne-
cesario para repeler una agresión real, actual o inminente y sin derecho que ponga
en riesgo la vida, la integridad o la libertad personal de una o más personas”.
Si bien dicho supuesto podría traslaparse en muchas ocasiones con el anterior
(flagrancia delictiva), debe observarse que se trata en realidad de un supuesto
autónomo, pues —como es evidente— no siempre el peligro a la vida, integridad
o libertad de una persona coincidirá con (o derivará de) la comisión de un delito
flagrante (piénsese por ejemplo en el caso de incendios, derrumbes o accidentes).
766 Tesis aislada CVI/2012 de la Primera Sala, con el rubro: INVIOLABILIDAD DEL DOMICI-
LIO. LA AUTORIZACIÓN DEL HABITANTE, A EFECTO DE PERMITIR LA ENTRADA Y
REGISTRO AL DOMICILIO POR PARTE DE LA AUTORIDAD, NO PERMITE LA REALI-
ZACIÓN DE CATEOS DISFRAZADOS.
767 Artículo 20. El proceso penal será acusatorio y oral. Se regirá por los principios de publicidad,
contradicción, concentración, continuidad e inmediación.
A. De los principios generales:
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 245
[…]
IX. Cualquier prueba obtenida con violación de derechos fundamentales será nula.
768 Cfr. Ponce Núñez, Carlos Gustavo, “La regla de exclusión de la prueba ilícita en la doctrina ju-
risprudencial de la SCJN: retos y perspectivas”, en Arellano Quintana, Jaime, y otros (coord.),
Diálogo regional sobre acceso a la justicia y debido proceso en el sistema acusatorio, México,
SCJN, 2020, p. 252.
769 Resuelto por la Segunda Sala de la SCJN en sesión de 11 de octubre de 2000.
770 Resuelto por el Tribunal Pleno de la SCJN en sesión de 29 de noviembre de 2007.
771 Ponce Núñez, Carlos Gustavo, op. cit., nota 768, p. 254.
772 Resueltos por la Primera Sala de la SCJN.
246 Guillermo Kohn Espinosa
ser considerada inválida”;773 de tal suerte que la SCJN parecía incluir dentro de
esta regla constitucional implícita de exclusión probatoria tanto pruebas obteni-
das con o mediante violación a derechos fundamentales, como aquellas obtenidas
con infracción a ordenamientos legales o secundarios.
En precedentes posteriores, sin embargo, la SCJN precisó que el concepto de
prueba ilícita se refiere exclusivamente a aquellas que han sido obtenidas, direc-
ta o indirectamente, violando derechos fundamentales,774 con lo cual distinguió
expresamente las pruebas ilícitas propiamente dichas de las llamadas pruebas
irregulares, es decir, aquellas han sido obtenidas ya no mediante la violación a
derechos fundamentales, sino a través de una transgresión a leyes ordinarias o,
en general, a las formalidades que rigen la obtención, desahogo y práctica de la
prueba.775 Cabe señalar que tal distinción no es meramente conceptual, sino que
trae aparejadas consecuencias jurídicas importantes. Ello es así, pues mientras que
la prueba ilícita conlleva inevitablemente su inadmisión o exclusión del material
probatorio, la prueba irregular sí admite ser integrada, subsanada o convalidada
acorde a las normas procesales aplicables.776
Ahora bien, en sintonía con el derecho comparado, la SCJN ha señalado que
la regla de exclusión de pruebas ilícitas no sólo se extiende a aquellos elementos
probatorios obtenidos directamente del acto que constituyó la violación a dere-
chos fundamentales, sino también a aquellos obtenidos indirectamente de ésta.777
Esto es lo que en la doctrina estadounidense se conoce como la “doctrina del
fruto del árbol envenenado” y consiste básicamente en que la regla de exclusión
no debe estar confinada a los elementos probatorios descubiertos como conse-
cuencia directa de la violación constitucional, sino también a todos aquellos que
si bien pudieron ser obtenidos respetando todas las garantías, su descubrimiento
es consecuencia de la información proveniente de aquellas pruebas directamente
obtenidas de forma ilícita.778
773 Tesis jurisprudencial 139/2011 de la Primera Sala, con el rubro: PRUEBA ILÍCITA. EL DERE-
CHO A UN DEBIDO PROCESO COMPRENDE EL DERECHO A NO SER JUZGADO A
PARTIR DE PRUEBAS OBTENIDAS AL MARGEN DE LAS EXIGENCIAS CONSTITUCIO-
NALES Y LEGALES.
774 Tesis aislada CLXII/2011 de la Primera Sala, con el rubro: PRUEBA ILÍCITA. LAS PRUEBAS
OBTENIDAS, DIRECTA O INDIRECTAMENTE, VIOLANDO DERECHOS FUNDAMEN-
TALES, NO SURTEN EFECTO ALGUNO.
775 Contradicción de tesis 359/2015, resuelta por la Primera Sala de la SCJN en sesión de 3 de
mayo de 2017.
776 Idem.
777 Tesis aislada CLXII/2011, op. cit., nota 774.
778 Cammack, Mark E., “The United States: The Rise and Fall of the Constitutional Exclusionary
Rule”, en Thaman, Stephen C. (ed.), Exclusionary Rules in Comparative Law, Nueva York,
Springer, 2013, pp. 12-13.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 247
Por lo demás, debe decirse que la regla de exclusión de pruebas ilícitas ha juga-
do, sin lugar a dudas, un papel central en el reconocimiento y respeto a los dere-
chos fundamentales en la doctrina constitucional mexicana contemporánea. Co-
mo hemos visto a lo largo del presente libro, la ilicitud probatoria es el principal
remedio o mecanismo reparador al que ha recurrido la SCJN en un sinnúmero de
supuestos de violación a las garantías penales reconocidas en nuestra CPEUM. A
manera de ejemplo, la SCJN ha considerado como pruebas ilícitas, entre muchas
otras, la declaración del inculpado rendida sin la asistencia de su abogado defen-
sor (derecho a la defensa);779 la confesión obtenida mediante tortura (derecho a
la integridad);780 las pruebas obtenidas con motivo de una detención prolongada
en contravención al derecho a ser puesto a disposición de manera inmediata (de-
recho a la libertad);781 así como las pruebas obtenidas en violación al derecho a
la inviolabilidad del domicilio782 y de las comunicaciones privadas (derecho a la
vida privada).783
779 Tesis jurisprudencial 35/2015 de la Primera Sala, con el rubro: PRUEBA ILÍCITA. TIENE ESE
CARÁCTER LA DECLARACIÓN DEL IMPUTADO RENDIDA SIN LA ASISTENCIA JURÍ-
DICA DE UN DEFENSOR PROFESIONAL EN DERECHO, POR LO QUE SU EXCLUSIÓN
VALORATIVA DEBE REALIZARSE CON INDEPENDENCIA DE SU CONTENIDO.
780 Tesis aislada CXCII/2009 de la Primera Sala, con el rubro: TORTURA. OBLIGACIONES DEL
ESTADO MEXICANO PARA PREVENIR SU PRÁCTICA.
781 Tesis aislada CCII/2014 de la Primera Sala, con el rubro: DERECHO DE LA PERSONA DE-
TENIDA A SER PUESTA A DISPOSICIÓN INMEDIATA ANTE EL MINISTERIO PÚBLICO.
LA RETENCIÓN INDEBIDA GENERA COMO CONSECUENCIAS Y EFECTOS LA INVA-
LIDEZ DE LOS DATOS DE PRUEBA OBTENIDOS DIRECTA E INMEDIATAMENTE EN
AQUÉLLA, AL SER CONSIDERADOS ILÍCITOS.
782 Tesis jurisprudencial 22/2007 de la Primera Sala, con el rubro: CATEO. EN ACATAMIENTO
A LA GARANTÍA DE INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO, LA ORDEN EMITIDA POR
LA AUTORIDAD JUDICIAL, DEBE REUNIR LOS REQUISITOS PREVISTOS EN EL ARTÍ-
CULO 16 DE LA CONSTITUCIÓN, DE LO CONTRARIO DICHA ORDEN Y LAS PRUE-
BAS QUE SE HAYAN OBTENIDO COMO CONSECUENCIA DIRECTA DE LA MISMA,
CARECEN DE EXISTENCIA LEGAL Y EFICACIA PROBATORIA.
783 Tesis aislada XXXIII/2008 del Tribunal Pleno, con el rubro: INTERVENCIÓN DE COMU-
NICACIONES PRIVADAS SIN AUTORIZACIÓN JUDICIAL. LAS GRABACIONES DERI-
VADAS DE UN ACTO DE ESA NATURALEZA CONSTITUYEN PRUEBAS ILÍCITAS QUE
POR MANDATO EXPRESO DEL ARTÍCULO 16 CONSTITUCIONAL CARECEN DE TO-
DO VALOR PROBATORIO.
248 Guillermo Kohn Espinosa
784 Véase Cammack, Mark E., op. cit., nota 778, pp. 3-5; y Miranda Estrampes, Manuel, El con-
cepto de prueba ilícita y su tratamiento en el proceso penal, México, Ubijus, 2013, pp. 50-51.
785 Véase Cammack, Mark E., op. cit., nota 778, p. 10.
786 Ibidem, pp. 31-32.
787 Idem.
788 Ibidem, pp. 15-22.
Garantías procesales de carácter no epistemológico o de libertad 249
789 Bachmaier Winter, Lorena, “Spain: The Constitutional Court’s Move from Categorical Exclu-
sion to Limited Balancing”, en Thaman, Stephen C., op. cit., nota 778, pp. 215-232.
790 Resuelto por la Primera Sala de la SCJN en sesión de 26 de noviembre de 2014.
791 Para una explicación detallada de los fundamentos de la prueba ilícita, véase Limardo, Alan,
“Regla de exclusión de la prueba ilícita: una reevaluación de sus fundamentos con perspectiva
250 Guillermo Kohn Espinosa
Una opinión similar sostuvo Miranda Estrampes, al señalar que tras la reforma
de 2008 “resultaría un error la aplicación mecánica o automática de la doctrina y
las excepciones elaboradas por la Corte Suprema Federal de EE.UU.”792 En suma,
aunque actualmente es una cuestión abierta en la jurisprudencia, eventual pero
inevitablemente requerirá una toma de postura, pues sólo de esta forma estare-
mos en condiciones de determinar —insistimos, de forma coherente y racional—
si se trata de una regla absoluta, o bien, si es posible crear un sistema congruente
de excepciones y, en su caso, criterios para su ponderación frente a otros fines
igualmente valiosos (como la búsqueda de la verdad) en casos concretos.
Sea como fuere, al hacer este análisis será importante no confundir la regla ge-
neral de exclusión prevista en el artículo 20, apartado A, de la CPEUM con otras
reglas de exclusión más específicas y que también están reconocidas en el texto
constitucional. Nos referimos a (i) la regla de exclusión derivada del derecho a
la inviolabilidad de las comunicaciones privadas (artículo 16 constitucional) y
(ii) la regla de exclusión de pruebas obtenidas mediante tortura (artículo 8.3 de
la CADH y 10 de la CIPST).793 En el primer caso, debe tenerse presente que al
resolver la referida facultad de investigación 2/2006, la SCJN dispuso que la regla
de exclusión probatoria relacionada con la intervención de las comunicaciones
privadas tiene un carácter absoluto, de forma que no admite excepciones o limita-
ciones.794 Asimismo, debe tenerse presente que en la actualidad existe un consenso
internacional bastante generalizado en el sentido de que la regla de exclusión
en materias de tortura o coacción tiene un carácter “absoluto e inderogable”,795
derivado del carácter de ius cogens que ha alcanzado la prohibición de la tortura
y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. En suma, aunque se llegaran a
admitir excepciones o límites a la regla general de exclusión de pruebas ilícitas
prevista en el artículo 20, apartado A, fracción IX de la CPEUM, habrá que tomar
en consideración que estas dos últimas reglas específicas han tenido en la jurispru-
dencia un tratamiento autónomo y particular.
792 Miranda Estrampes, Manuel, op. cit., nota 784, pp. 50-51.
793 Ponce Núñez, Carlos Gustavo, op. cit., nota 768, pp. 269-270.
794 Facultad de investigación 2/2006, op. cit., nota 770.
795 Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit., nota 448, párr. 165.
Referencias bibliográficas
DOCTRINA
Aguilera García, Edgar R., “¿Garantismo extremo o mesurado? La legitimidad de la función juris-
diccional penal: construyendo el debate Ferrajoli-Laudan”, en Isonomía, núm. 40, abril 2014,
pp. 61-93.
Álvarez García, Francisco Javier, Sobre el principio de legalidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2009.
Ambos, Kai, “Dogmática jurídico-penal y concepto universal de hecho punible”, en Política crimi-
nal, núm. 5, 2008.
—, Derecho penal nacionalsocialista: Continuidad y radicalización, Valencia, Tirant lo Blanch,
2020.
Andrés Ibánez, Perfecto, “Sobre el valor de la inmediación (una aproximación crítica)”, en Jueces
para la democracia, núm. 46, 2003.
Animal Político, “Aplauden propuesta del Bronco de cortar manos a corruptos en municipio donde
6 personas fueron mutiladas en 2016”, Animal Político, 30 de abril de 2018, disponible en:
https://www.animalpolitico.com/2018/04/bronco-mochar-manos/
Aristegui Noticias, “Panista señala que delincuentes son “bestias” que no merecen derechos hu-
manos; AMLO y expertos critican postura”, Aristegui Noticias, 22 de agosto de 2022, dis-
ponible en: https://aristeguinoticias.com/2208/mexico/panista-senala-que-delincuentes-son-bes-
tias-que-no-merecen-derechos-humanos-amlo-y-expertos-critican-postura/
Bachmaier Winter, Lorena, “Spain: The Constitutional Court’s Move from Categorical Exclusion
to Limited Balancing”, en Thaman, Stephen C. (ed.), Exclusionary Rules in Comparative Law,
Nueva York, Springer, 2013.
Bacigalupo, Enrique, Principios constitucionales de derecho penal, Buenos Aires, Hammurabi, 1999.
Baratta, Alessandro, Criminología crítica y crítica del derecho penal, México, Siglo XXI Editores,
1986.
Beccaria, Cesare, Tratado de los delitos y de las penas, 17ª ed., México, Editorial Porrúa, 2008.
Benito Sánchez, Demelsa y Gil Nobajas, María Soledad, “Introducción”, en Benito Sánchez, Demel-
sa y Gil Nobajas, María Soledad (coords.), Alternativas político-criminales frente al Derecho
penal de la aporofobia, Valencia, Tirant lo Blanch, 2022.
Bentham, Jeremy, An Introduction to the Principles of Morals and Legislation, Estados Unidos,
White Dog Publishing, 2010 (edición Kindle).
Berman, Greg y Adler, Julian, Start here: A road map to reducing mass incarceration, Nueva York,
The New Press, 2018.
Bernal del Castillo, Jesús, Derecho penal comparado: la definición del delito en los sistemas anglo-
sajón y continental, Barcelona, Atelier, 2011.
Binder, Alberto M., Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires, Ad-Hoc, 1993.
Bricola, Franco, Teoría General del Delito, Buenos Aires, Editorial B de F, 2018.
254 Referencias bibliográficas
Bulygin, Eugenio, “En defensa de El Dorado. Respuesta a Fernando Atria”, en Atria, Fernando, et
al., Lagunas en el Derecho: Una controversia sobre el derecho y la función judicial, Madrid,
Marcial Pons, 2005.
Bunzel, Michael, “La fuerza del principio constitucional de proporcionalidad como límite de la pro-
tección de bienes jurídicos en la sociedad de la información”, en Hefendehl, Roland, et al. (eds.),
La teoría del bien jurídico: ¿Fundamento de legitimación del Derecho penal o juego de abaloríos
dogmático?, Madrid, Marcial Pons, 2016.
Caballero Ochoa, José Luis, La interpretación conforme: El modelo constitucional ante los trata-
dos internacionales sobre derechos humanos y el control de convencionalidad, México, Porrúa,
2015.
Cammack, Mark E., “The United States: The Rise and Fall of the Constitutional Exclusionary Ru-
le”, en Thaman, Stephen C. (ed.), Exclusionary Rules in Comparative Law, Nueva York, Sprin-
ger, 2013.
Canosa Usera, Raúl, Fix Zamudio, Héctor y Corzo Sosa, Edgar, “Capítulo III. El derecho a la in-
tegridad personal” en García Roca, Javier, et al. (eds.), El diálogo entre los Sistemas Europeo y
Americano de Derechos Humanos”, Madrid, Civitas-Thomson Reuters, 2012.
Carbonell, Miguel, “El principio de legalidad en materia penal (análisis del artículo 14, párrafo ter-
cero, de la Constitución mexicana)”, en Reforma Judicial: Revista Mexicana de Justicia, UNAM,
2019.
—, “Nueva Interpretación del Principio Constitucional de Legalidad en Materia Penal”, en Iter
Criminis, Revista de Ciencias Penales, Núm. 6, Tercera Época, México.
Casals Fernández, Ángela, La prisión permanente revisable, Madrid, Agencia Estatal Boletín Oficial
del Estado, 2019.
Contreras Rojas, Cristian, La valoración de la prueba de interrogatorio, Madrid, Marcial Pons,
2015.
Damaška, Mirjan R., Las caras de la justicia y el poder del Estado: análisis comparado del proceso
legal, Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2000.
De Paula Ramos, Víctor, La prueba testifical: Del subjetivismo al objetivismo, del aislamiento cientí-
fico al diálogo con la psicología y la epistemología, [traducción: Laura Criado Sánchez], Madrid,
Marcial Pons, 2019.
Díaz Revorio, Francisco Javier, Las sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional, México,
Editorial Porrúa, 2011.
Díez-Picazo, Luis María, Sistema de derechos fundamentales, 4ª ed., Pamplona, Civitas-Thomson
Reuters, 2013.
Duce J., Mauricio, Derecho a confrontación y uso de declaraciones emitidas en un juicio previo
anulado, Polít. crim. vol.9 no.17 Santiago 2014.
Eiroa, Pablo D., “El ‘diálogo’ de los juristas argentinos con Luigi Ferrajoli. Derecho penal mínimo
y democracia sustancial”, en Gargarella, Roberto y Pastor, Daniel R. (dir.), Constitucionalismo,
garantismo y democracia: Puentes dialógicos entre el derecho constitucional y el derecho penal,
Buenos Aires, Ad-Hoc, 2016.
El País, “El gobernador de San Luis Potosí propone la pena de muerte a asesinos y la castración a
violadores”, 20 de septiembre de 2022, disponible en: https://elpais.com/mexico/2022-09-20/
el-gobernador-de-san-luis-potosi-propone-la-pena-de-muerte-y-la-castracion-para-violadores.
html
Fernández López, Mercedes, Prueba y presunción de inocencia, Madrid, Iustel, 2005.
Referencias bibliográficas 255
Ferrajoli, Luigi, “La actualidad del pensamiento de Cesare Beccaria”, en Guzmán, Nicolás (coord.),
Escritos sobre derecho penal: nacimiento, evolución y estado actual del garantismo penal, Tomo
II, Buenos Aires, Hammurabi, 2014.
—, Derecho y razón: teoría del garantismo penal, 10ª ed., Madrid, Trotta, 2011.
—, Derechos y garantías: La ley del más débil, [traducción de Perfecto Andrés Ibáñez —, E l
paradigma garantista: filosofía crítica del derecho penal, Madrid, Trotta, 2016.
Ferrer Beltrán, Jordi, “La conformación del conjunto de elementos de juicio I: proposición de prue-
bas” en Ferrer Beltrán, Jordi (coord.), Manual de razonamiento probatorio, México, SCJN,
2022.
—, “Los poderes probatorios del juez y el modelo del proceso” en Revista de la Maestría en
Derecho Procesal, vol. 7, núm. 2, 2017.
—, “Una concepción minimalista y garantista de la presunción de inocencia”, en Cavani, Renzo
y de Paula Ramos, Vitor, Prueba y proceso judicial, Breña, Instituto Pacífico, 2015.
—, Prueba sin convicción: Estándares de prueba y debido proceso, Madrid, Marcial Pons,
2021.
—, Prueba y verdad en el derecho, 2ª ed., Madrid, Marcial Pons, 2005.
Ferrer Mac-Gregor y Sánchez Gil, Rubén, El juicio de amparo y el sistema procesal penal acusatorio,
México, SEGOB.
Ferreres Comella, Víctor, “El control de las leyes penales por parte de los jueces ordinarios” en Mir
Puig, Santiago, et al. (dir.), Constitución y sistema penal, Madrid, Marcial Pons, 2012.
—, El principio de taxatividad en materia penal y el valor normativo de la jurisprudencia (Una
perspectiva constitucional), Madrid, Civitas, 2002.
Filangieri, Gaetano, Ciencia de la legislación, vol. I, Madrid, Agencia Estatal Boletín Oficial del
Estado, 2018.
Finkelstein Nappi, Juan L., “Puntos de encuentro (y desencuentro) entre Ferrajoli y ciertos críticos”,
en Gargarella, Roberto y Pastor, Daniel, R. (dir.), Constitucionalismo, garantismo y democracia:
Puentes dialógicos entre el derecho constitucional y el derecho penal, Buenos Aires, Ad-Hoc,
2016.
Foucault, Michel, La verdad y las formas jurídicas, 5a ed., Barcelona, Gedisa, 2017.
—, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, [traducción: Aurelio Garzón del Camino], 2ª ed.,
México, Siglo XXI, 2015.
García Ramírez, Sergio, “Consideraciones sobre el principio de legalidad penal en la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, en Cuestiones Constitucionales, núm. 24,
enero-junio, 2011.
Gascón Abellán, Marina y García Figueroa, Alfonso J., La argumentación en el Derecho: algunas
cuestiones fundamentales, Lima, Palestra Editores, 2003.
—, “¿Freedom of proof? El cuestionable debilitamiento de la regla de exclusión de la prueba ilí-
cita”, en Ferrer, Jordi, et al., Estudios sobre la prueba, 2ª ed., México, Editorial Fontamara,
2011.
—, “La teoría general del garantismo: Rasgos principales”, en Carbonell, Miguel y Salazar, Pe-
dro (eds.), Garantismo: Estudios sobre el pensamiento jurídico de Luigi Ferrajoli, Madrid,
Trotta, 2005.
—, Los hechos en el Derecho: bases argumentales de la prueba, 3a ed., Madrid, Marcial Pons,
2010.
256 Referencias bibliográficas
Gimbernat Ordeig, Enrique, “Presentación”, en Hefendehl, Roland, et al. (eds.), La teoría del bien
jurídico: ¿Fundamento de legitimación del Derecho penal o juego de abaloríos dogmático?,
Madrid, Marcial Pons, 2016.
Guastini, Riccardo, “Interpretación y construcción jurídica”, en Isonomia, núm. 43, octubre 2015.
—, Interpretar y argumentar, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2014.
—, La interpretación de los documentos normativos, [trad. César E. Moreno More], México,
CIIJUS, 2018.
Guzmán, Nicolás, “Una introducción al pensamiento de Luigi Ferrajoli en temas derecho penal y
democracia”, en Gargarella, Roberto y Pastor, Daniel R. (dir.), Constitucionalismo, garantismo y
democracia: Puentes dialógicos entre el derecho constitucional y el derecho penal, Buenos Aires,
Ad-Hoc, 2016.
—, La verdad en el proceso penal: una contribución a la epistemología jurídica, Argentina,
Ediciones Didot, 2018.
Hunt, Lynn, La invención de los derechos humanos, [traducción: Jordi Ferrer Beltrán], Barcelona,
Tusquets Editores, 2009.
Jakobs, Günter y Cancio Meliá, Manuel, Derecho penal del enemigo, Madrid, Civitas, 2003.
Jiménez de Asua, Luis, Lecciones de Derecho penal, México, Harla, 1997.
Kanovitz, Jacqueline R., Constitutional Law for Criminal Justice, Nueva York, Routledge, 2015.
Khulen, Lothar, “Sobre la relación entre el mandato de certeza y la prohibición de analogía”, en
Montiel, Juan Pablo (ed.), La crisis del principio de legalidad en el nuevo derecho penal: ¿deca-
dencia o evolución?, Madrid, Marcial Pons, 2012.
Kleiman, Mark A. R., When brute force fails: How to have less crime and less punishment, Prince-
ton, Princeton University Press, 2009.
Kuhlen, Lothar, La interpretación conforme a la Constitución de las leyes penales, Madrid, Marcial
Pons, 2012.
—, La interpretación conforme a la Constitución de las leyes penales, Madrid, Marcial Pons,
2012.
Labardini Flores, Rodrigo, “La prisión vitalicia en México”, en Iuris tantum, núm. 20, 2009.
Langer, Máximo, “La dicotomía acusatorio-inquisitivo y la importación de mecanismos procesales
de la tradición jurídica anglosajona. Algunas reflexiones a partir del procedimiento abreviado”,
en Maier, Julio B. J. y Bovino, Alberto (comps.), El procedimiento abreviado, Buenos Aires,
Editores del Puerblo, 2001.
—, “La larga sombra de las categorías acusatorio-inquisitivo”, en Revista de Derecho Público,
Universidad de los Andes, núm. 32, enero-junio de 2014.
Laudan, Larry, Verdad, error y proceso penal: Un ensayo sobre epistemología jurídica, [traducción:
Carmen Vázquez y Edgar Aguilera], Madrid, Marcial Pons, 2013.
Limardo, Alan, “Regla de exclusión de la prueba ilícita: una reevaluación de sus fundamentos con
perspectiva comparativa”, en Rovatti, Pablo (coord.), Manual sobre derechos humanos y prueba
en el proceso penal, México, SCJN, 2021.
Lopera, Gloria, El principio de proporcionalidad y ley penal: bases para un modelo de control de
constitucionalidad de las leyes penales, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
2006.
López Barja de Quiroga, Jacobo, La Cláusula de la Confrontación en el Proceso Penal, España,
Civitas-Thompson Reuters, 2013.
Referencias bibliográficas 257
López Ortega, Juan José, “La declaración del imputado (a propósito de la “voluntariedad” de la
confesión como presupuesto de validez)”, en Cuadernos Digitales de Formación, 29-2009.
Mazzoni, Giuliana, Psicología del testimonio, [traducción: Amparo Moreno Hernández] Madrid,
Trotta, 2019.
Mijangos y González, Pablo, Historia mínima de la Suprema Corte de Justicia de México, México,
El Colegio de México, 2019 (edición Kindle).
Miranda Estrampes, Manuel, “Derecho del acusado a interrogar a los testigos que declaren en su
contra [art. 6.3.d) CEDH]”, publicado en Revista de la Justicia Penal, Nº 10, octubre 2014,
Santiago de Chile.
—, El concepto de prueba ilícita y su tratamiento en el proceso penal, México, Ubijus, 2013.
Montaner, Raquel, “La autorregulación normativa en el derecho penal ambiental: problemas desde
la perspectiva del principio de legalidad”, en Montiel, Juan Pablo (coord.), La crisis del principio
de legalidad en el nuevo derecho penal: ¿decadencia o evolución?, Madrid, Marcial Pons, 2012.
Montesquieu, Del Espíritu de las Leyes, 17 ed., México, Porrúa, 2007.
Montiel, Juan Pablo, Estructuras analíticas del principio de legalidad, en InDret: Revista para el
análisis del derecho, Barcelona, enero de 2017.
Morales Simón, José Ignacio y Ponce Núñez, Carlos Gustavo, “Marihuana y derechos humanos:
Análisis e implicaciones de la doctrina de la SCJN”, en Muro, Adriana (coord.), El control de
constitucionalidad de las Altas Cortes sobre la prohibición del consumo de cannabis en América
Latina, México, SCJN, 2020.
Moreso, José Juan, “Principio de legalidad y causas de justificación (Sobre el alcance de la taxativi-
dad)”, en Doxa. Cuadernos de filosofía del Derecho, número 24, Universidad de Alicante, 2001.
Muñoz Conde, Francisco y García Arán, Mercedes, Derecho Penal: Parte General, 9ª ed., Tirant lo
Blanch, Valencia, 2015.
Niembro Ortega, Roberto, La argumentación constitucional de la Suprema Corte: A diez años de la
reforma de derechos humanos, México, UNAM-IIJ, 2021.
Nino, Carlos Santiago, Fundamentos de Derecho Penal, Buenos Aires, Gedisa, 2008.
Ochoa Romero, Roberto A., “Criterios de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la
Tipificación de Conductas Ilícitas”, en García Ramírez, Sergio, et al. (coord.) Criterios y juris-
prudencia interamericana de derechos humanos: influencia y repercusión en la justicia penal,
UNAM-IIJ, México, 2014.
Oliver Calderón, Guillermo, “Evolución (o involución) de la audiencia de control de la detención
y algunos problemas interpretativos”, en Hoyl Moreno, Gonzalo (ed.), La audiencia de control
de detención y sus repercusiones a través del proceso penal, Valencia, Tirant lo Blanch, 2021.
Ortiz de Urbina Gimeno, Íñigo, “¿Leyes taxativas interpretativas libérrimamente? Principio de lega-
lidad e interpretación del Derecho penal”, en Montiel, Juan Pablo (ed.), La crisis del principio
de legalidad en el nuevo derecho penal: ¿decadencia o evolución?, Madrid, Marcial Pons, 2012.
Picó i Junoy, Joan, El Juez y la Prueba: Estudio de la érronea recepción del brocardo iudex iudicare
debet secundum allegata et probata, non secundum conscientiam y su repercusión actual, Bo-
gotá, Pontificia Univerisdad Javeriana, Grupo Editorial Ibáñez, Colección Internacional, núm.
32, 2011.
Ponce Núñez, Carlos Gustavo, “La regla de exclusión de la prueba ilícita en la doctrina jurispruden-
cial de la SCJN: retos y perspectivas”, en Arellano Quintana, Jaime et al. (coord.), Diálogo re-
gional sobre acceso a la justicia y debido proceso en el sistema acusatorio, México, SCJN, 2020.
Prieto Sanchís, Luis, Apuntes de teoría del Derecho, Madrid, Trotta, 2005.
258 Referencias bibliográficas
PLENO
— Acción de inconstitucionalidad 10/2014, fallada en sesión de 22 de marzo de 2018.
— Acción de inconstitucionalidad 125/2017, fallada en sesión de 2 de junio de 2020.
— Acción de inconstitucionalidad 13/2016 y su acumulada 14/2016, fallada en sesión de 25 de
febrero de 2020.
— Acción de inconstitucionalidad 147/2017, fallada en sesión de 15 de octubre de 2019.
— Acción de inconstitucionalidad 148/2017, fallada en sesión de 7 de septiembre de 2021.
— Acción de inconstitucionalidad 157/2007, fallada en sesión de 20 de octubre de 2008.
— Acción de inconstitucionalidad 196/2020, fallada en sesión 11 de mayo de 2021.
— Acción de inconstitucionalidad 20/2003, fallada en sesión de 19 de septiembre de 2005.
— Acción de inconstitucionalidad 23/2017, fallada en sesión de 7 de octubre de 2019.
— Acción de inconstitucionalidad 25/2016 y sus acumuladas 27/2016 y 28/2016, fallada en sesión
de 27 de marzo de 2017.
— Acción de inconstitucionalidad 32/2012, fallada en sesión de 16 de enero de 2014.
— Acción de inconstitucionalidad 51/2018, fallada en sesión de 22 de agosto de 2019.
— Acción de inconstitucionalidad 9/2011, fallada en sesión de 31 de enero de 2013.
— Acción de inconstitucionalidad 91/2019 y sus acumuladas, fallada en sesión de 8 de marzo de 2021.
— Acción de inconstitucionalidad 97/2019, fallada en sesión de 8 de junio de 2020.
— Amparo directo en revisión 207/2012, fallado en sesión de 10 de junio de 2013.
— Amparo directo en revisión 2206/2019, fallado en sesión de 22 de septiembre de 2021.
— Amparo directo en revisión 2255/2015, fallado en sesión de 7 de marzo de 2016.
— Amparo directo en revisión 2886/2012, fallado en sesión de 10 de junio de 2013.
— Amparo directo en revisión 3153/2014, fallado en sesión de 10 junio de 2015.
— Amparo en revisión 1293/2000, fallado en sesión de 15 de agosto de 2002.
260 Referencias bibliográficas
PRIMERA SALA
— Amparo directo 10/2008, fallado en sesión de 12 de agosto de 2009.
— Amparo directo 14/2011, fallado en sesión de 9 de noviembre de 2011.
— Amparo directo 33/2008, fallado en sesión de 4 de noviembre de 2009.
— Amparo directo 4/2019, fallado en sesión de 16 de junio de 2021.
— Amparo directo 48/2012, fallado en sesión de 28 de noviembre de 2012.
— Amparo directo 49/2017, fallado en sesión de 30 de enero de 2019.
— Amparo directo 8/2008, fallado en sesión de 12 de agosto de 2009.
— Amparo directo 9/2008, fallado en sesión de 12 de agosto de 2009.
— Amparo directo en revisión 1182/2018, fallado en sesión de 3 de mayo de 2019.
— Amparo directo en revisión 1183/2018, fallado en sesión de 3 de mayo de 2019.
— Amparo directo en revisión 119/2014, fallado en sesión de 3 de abril de 2019.
— Amparo directo en revisión 1249/2016, fallado en sesión de 1 de enero de 2017.
— Amparo directo en revisión 1250/2011, fallado en sesión de 14 de abril de 2015.
— Amparo directo en revisión 1747/2014, fallado en sesión de 12 de noviembre de 2014.
— Amparo directo en revisión 181/2011, fallado en sesión de 6 de abril de 2011.
— Amparo directo en revisión 1956/2016, fallado en sesión de 14 de abril de 2021.
— Amparo directo en revisión 2018/2018, fallado en sesión de 10 de octubre de 2018.
— Amparo directo en revisión 2397/2014, fallado en sesión de 26 de noviembre de 2014.
— Amparo directo en revisión 2420/2011, fallado en sesión de 25 de agosto de 2011.
— Amparo directo en revisión 243/2017, fallado en sesión de 10 de enero de 2018.
— Amparo directo en revisión 2470/2011, fallado en sesión de 18 de enero de 2012.
— Amparo directo en revisión 2823/2012, fallado en sesión de 30 de enero de 2013.
— Amparo directo en revisión 2954/2013, fallado en sesión de 28 de mayo de 2014.
— Amparo directo en revisión 3004/2012, fallado en sesión de 23 de enero de 2013.
— Amparo directo en revisión 3033/2018, fallado en sesión de 3 de marzo de 2021.
— Amparo directo en revisión 3044/2012, fallado en sesión de 7 de febrero de 2014.
— Amparo directo en revisión 3111/2014, fallado en sesión de 25 de marzo de 2015.
— Amparo directo en revisión 3244/2016, fallado en sesión de 28 de junio de 2017.
— Amparo directo en revisión 3399/2013, fallado en sesión de 26 de marzo de 2014.
— Amparo directo en revisión 3403/2012, fallado en sesión de 4 de diciembre de 2013.
— Amparo directo en revisión 3457/2013, fallado en sesión de 23 de noviembre de 2014.
— Amparo directo en revisión 3506/2014, fallado en sesión de 3 de junio de 2015.
Referencias bibliográficas 261
SEGUNDA SALA
— Amparo en revisión 2/2000, fallado en sesión de 11 de octubre de 2000.
— Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de agosto de 2008. Serie C
No. 182.
— Caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de febrero
de 2012. Serie C No. 239.
— aso Barreto Leiva vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de noviembre
de 2009. Serie C No. 206.
— Caso Bueno Alves vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de mayo de
2007. Serie C No. 164.
— Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie C No. 220.
— Caso Caesar vs. Trinidad y Tobago. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de marzo de
2005. Serie C No. 123.
— Caso Cantoral Benavides vs. Perú. Fondo. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69.
— Caso Carpio Nicolle y otros vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de
noviembre de 2004. Serie C No. 117.
— Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de mayo
de 1999. Serie C No. 52.
— Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Repara-
ciones y Costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007. Serie C No. 170.
— Caso Cruz Sánchez y otros vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 17 de abril de 2015. Serie C No. 292.
— Caso de la Masacre de La Rochela vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11
de mayo de 2007. Serie C No. 163.
— Caso Durand y Ugarte vs. Perú. Fondo. Sentencia de 16 de agosto de 2000. Serie C No. 68.
— Caso Escué Zapata vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de
2007. Serie C No. 165.
— Caso Espinoza Gonzáles vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 20 de noviembre de 2014. Serie C No. 289.
— Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de junio
de 2005. Serie C No. 126.
— Caso Hermanos Landaeta Mejías y otros vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo, Repa-
raciones y Costas. Sentencia de 27 de agosto de 2014. Serie C No. 281.
— Caso Herrera Espinoza y otros vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2016. Serie C No. 316.
— Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107.
— Caso J. Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de no-
viembre de 2013. Serie C No. 275.
— Caso Kimel vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de mayo de 2008. Serie
C No. 177.
— Caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de noviembre de
2006. Serie C No. 162.
264 Referencias bibliográficas
— Caso Liakat Ali Alibux vs. Surinam. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de enero de 2014. Serie C No. 276.
— Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997. Serie C No. 33.
— Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviem-
bre de 2003. Serie C No. 103.
— Caso Mendoza y otros Vs. Argentina. Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones. Senten-
cia de 14 de mayo de 2013. Serie C No. 260.
— Caso Mohamed vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 23 noviembre de 2012. Serie C No. 255.
— Caso Montero Aranguren y otros (Retén de Catia) vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de julio de 2006. Serie C No. 150.
— Caso Mujeres víctimas de tortura sexual en Atenco vs. México. Excepciones Preliminares, Fon-
do, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2018. Serie C No. 371.
— Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, Miembros y Activista del Pueblo Indígena Mapuche)
vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de mayo de 2014. Serie C No. 279.
— Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre
de 2005. Serie C No. 135.
— Caso Pollo Rivera y otros vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de octubre de
2016. Serie C No. 319.
— Caso Pueblo Indígena Xucuru y sus miembros vs. Brasil. Excepciones Preliminares, Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 5 de febrero de 2018. Serie C No. 346.
— Caso Quispialaya Vilcapoma vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 23 de noviembre de 2015. Serie C No. 308.
— Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 30 de junio de 2009. Serie C No. 197.
— Caso Ruano Torres y otros vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de
octubre de 2015. Serie C No. 303.
— Caso Usón Ramírez vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Senten-
cia de 20 de noviembre de 2009. Serie C No. 207.
— Caso Vera Vera y otra vs. Ecuador. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Senten-
cia de 19 de mayo de 2011. Serie C No. 226.
— Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99 (“El Derecho a la Información sobre la Asistencia
Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal”), emitida el 1 de octubre de
1999.
— Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o
penas crueles, inhumanos o degradantes, Juan E. Méndez, A/HRC/28/68/Add.3, 29 de diciembre
de 2014.
— SCEU. Crawford v. Washington, 541 U.S. 36 (2004).
— SCEU. Payton v. New York, 445 U.S. 573, 589-90 (1980).
— SCEU. Powell v. Alabama, 287 U.S. 45 (1932).
— SCEU. Terry v. Ohio, 392 U.S. 1 (1968).
— TCE. Sentencia 101/2012, de 8 de mayo de 2012.
— TCE. Sentencia 109/1986, de 24 de septiembre de 1986.
— TCE. Sentencia 188/2000, de 10 de julio de 2000.
— TCE. Sentencia 202/2000, de 24 de agosto de 2000.
— TCE. Sentencia 22/1984, de 9 de marzo de 1984.
— TCE. Sentencia 31/1981, de 28 de julio de 1981.
— TCE. Sentencia 66/1984, de 19 de junio de 1984.
— TEDH, Caso Piersack v. Belgium, Judgment (Merits), Application No. 8692/79, 1 de octubre de
1982.
— TEDH. Case John Murray v. the United Kingdom, Judgment, Application No. 14310/88, 8 de
febrero de 1996.
— TEDH. Case of Hutchinson v. The United Kingdom, Judgment, Application no. 57592/08, 17
enero 2017.
— TEDH. Caso Castillo Algar v. Spain, Judgment (Merits and Just Satisfaction), Application No.
28194/95 28194/95, 28 de octubre de 1998.
— TEDH. Caso De Cubber v. Belgium, Judgment (Merits), Application No. 9186/80, 26 de octubre
de 1984.
— TEDH. Caso Ireland v. United Kingdom, Judgment, Application No. 5310/71, 18 de enero de
1978.
— TEDH. Caso Morice v. France, Judgment (Merits and Just Satisfaction), Application no.
29369/10, 11 de julio de 2013.
— TSE. STS 1026/2009, resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el 16 de octubre de 2009.
— TSE. STS 1078/2012, resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el 8 de noviembre de 2012.
— TSE. STS 140/2002, resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el 8 de febrero de 2002.
— TSE. STS 692/2008, resuelto por la Primera Sala de lo Civil el 17 de julio de 2008.
— TSE. STS 953/2013, resuelto por la Segunda Sala de lo Penal el 16 de septiembre de 2013.