La Universidad Entre La Autonomia y La P

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Mónica Marquina (compiladora)

Roberto Follari, Adolfo Stubrin


y Antonio Camou

La universidad entre la autonomía


y la planiicación
Tres ensayos en diálogo
Follari, Roberto
La universidad entre la autonomía y la planiicación : tres ensayos
en diálogo / Roberto Follari ; Adolfo Stubrin ; Antonio Camou ; com-
pilado por Mónica Marquina. - 1a ed. - Los Polvorines : Universidad
Nacional de General Sarmiento; Buenos Aires: IEC - CONADU, 2014.
104 p. ; 21x15 cm.

ISBN 978-987-630-183-1

1. Políticas de Educación. 2. Enseñanza Universitaria. I. Stubrin,


Adolfo II. Camou, Antonio III. Marquina, Mónica, comp. IV. Título
CDD 379.2

Fecha de catalogación: 27/03/2014

© Instituto de Estudios y Capacitación


Federación Nacional de Docentes Universitarios, 2014

© Universidad Nacional de General Sarmiento, 2014


J.M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines (B1613GSX)
Prov. de Buenos Aires, Argentina
Tel.: (54 11) 4469-7578
ediciones@ungs.edu.ar
www.ungs.edu.ar/ediciones

Colección: Educación
Serie: Universidad

Comité Editorial:
Directores: Pedro Sanllorenti, Eduardo Rinesi, Mónica Marquina y Yamile Socolovsky
Coordinación editorial: Heber Ostroviesky y Darío Stukalsky

Dise‚o gr Ýco de colección: Andrés Espinosa / Departamento de Publicaciones - UNGS


Ilustración de tapa: Daniel Paz
Corrección: Edit Marinozzi

Hecho el depósito que marca la Ley 11723


Prohibida su reproducción total o parcial
Derechos reservados
Índice
Introducción. Autonomía y planiicación: una tensión inherente
a la vida de la universidad moderna
Mónica Marquina .............................................................................. 9
Autonomía versus planiicación estatal: hacia una superación de
la dicotomía
Roberto Follari ................................................................................. 21
La tradición de la autonomía: un gran paso de nivel internacional ........ 23
La experiencia peronista y la universidad contra “los de abajo” ............. 24
Gobiernos antipopulares que cercenan la autonomía ............................ 27
El “sistema” universitario argentino: un archipiélago............................. 28
Autonomía en tiempos de evaluación externa ....................................... 32
La libertad como anarquía .................................................................... 34
Hacia la constitución de un orden: reduciendo la anarquía ................... 35
Para concluir sin concluir ..................................................................... 37
Autonomía universitaria, planeamiento y política pública:
un ensamble factible e indispensable
Adolfo Stubrin .................................................................................. 39
Autonomía y autarquía. ....................................................................... 39
Planeamiento y política pública ............................................................ 50
Hacia el planeamiento del sistema universitario .................................... 59
Revisando las tensiones entre autonomía y regulación. Notas sobre
las relaciones entre Estado y universidad en la Argentina actual
Antonio Camou ................................................................................ 65
Del lado de la/s autonomía/s ................................................................ 68
Del lado de la/s regulación/es ............................................................... 75
Relexiones inales ................................................................................ 82
Los autores ........................................................................................... 97

7
Introducción
Autonomía y planiicación:
una tensión inherente a la vida de la
universidad moderna
Mónica Marquina

El inal del siglo xviii signiicó para la universidad alemana la crisis del modelo
medieval y la primera manifestación del conlicto Universidad/Estado que con-
tinuará en escena a lo largo de la vida de la universidad moderna. En aquella
primera versión del conlicto, Kant asigna a la “Facultad Inferior”, o la Facultad
de Filosofía, la libertad para interrogarse sobre lo que las demás facultades hacen,
en la búsqueda y la relexión sobre las condiciones de la generación del saber.
Por su parte, asigna al Estado la función de regular a las profesiones pero, a la
vez, de sostener y tolerar aquella tarea asignada a la Filosofía, sin ejercicio de
ningún control.
El conlicto de las Facultades de 1798 es la expresión kantiana de la transi-
ción entre la universidad medieval y el surgimiento del modelo de universidad
moderna racional. La clave de este nuevo modelo es el de una universidad en
permanente conlicto “[…] entre el saber instituido y la investigación ilosóica
que interroga por las condiciones de ese saber”1.
El conlicto se origina en la censura gubernamental –encarnada en Guillermo
Federico II– a la que Kant responde de manera ilustrada a través del reconoci-
miento de dos tipos de facultades, las Facultades Superiores, que se desarrollan

1
hayer, W., La crisis no moderna de la universidad moderna, Cuarto Propio, Santiago, 1996.

9
Mónica Marquina

con arreglo a un saber instituido o impuesto, y la Facultad Inferior, abocada a un


saber relexivo, en constante búsqueda de la verdad. Esta tensión es irresoluble
y da sentido a la crisis continua y necesaria a través de la cual se desarrollará la
universidad moderna. Las Facultades Superiores son facultades heterónomas, por-
que se rigen según principios y normas de gobierno. Por el contrario, la Facultad
Inferior, cuyo saber responde a criterios racionales, lejos de basar su accionar en
la autoridad, tiene como único horizonte la búsqueda de la verdad.
La tensión no se resuelve, pero Kant encuentra el equilibrio mediante una
división de tareas entre los sabios universitarios y los profesionales de la ciencia o
del gobierno, asignando para los primeros un espacio privado y cerrado, y dejando
a los segundos (eclesiásticos, jurisconsultos y médicos) el espacio de lo público
para encarar la misión de guiar al pueblo, menor de edad, y proveerle de bienestar.
El conlicto de las Facultades permite interrogarnos acerca de la pertinencia
del texto para la relexión sobre la universidad actual y la tarea académica. La
división del trabajo y su consecuente impacto en la división de las disciplinas
aparece como un primer síntoma de que las cosas han cambiado desde entonces.
Por otro lado, los cambios experimentados por los sistemas de educación superior
en las últimas décadas dan cuenta de la crisis de aquel modelo de universidad de
la Modernidad y de la transición hacia un nuevo modelo en el que comenzaron
a predominar nuevas reglas basadas en la eiciencia que demanda el mercado en
un mundo global. Los cambios han generado un proceso de atomización en el
que la capacidad relexiva se ve amenazada. ¿En qué medida se reedita hoy aquel
conlicto necesario para el desarrollo de la misión universitaria básica? ¿Sirve aún
la diferenciación entre tipos de saberes, tipos de “facultades” y tipos de sabios?
¿Cuál es el lugar que existe para el desarrollo de una tarea académica autónoma
orientada a aquella misión permanente de interrogación sobre los demás saberes
con el solo in de la búsqueda de la verdad? ¿Es esta todavía una meta compartida
por la sociedad, la comunidad universitaria y los funcionarios?
Aquella tensión expuesta por Kant en El conlicto de las Facultades sigue
viva, y es sin dudas la mejor excusa para presentar el debate presente en este
libro. Sirve para interrogarnos acerca del lugar que hoy se da la universidad
para desarrollar la relexión crítica a través de la tarea académica; también, para
pensar sobre el rol del Estado como regulador de las profesiones y de la función
social de la universidad, y como garante de la autonomía de aquel ámbito de
interrogación permanente de todos los saberes.
Ni más ni menos, El conlicto de las Facultades sirve como telón para discutir
acerca del vínculo tensión, equilibrio, contradicción o antagonismo represen-

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Introducción. Autonomía y planiicación: una tensión inherente...

tados en el binomio “autonomía-planiicación” de la vida universitaria. Este


es el eje de la presente obra, que se organiza en tres ensayos de tres pensadores
de la universidad con reconocimiento y legitimidad para discutir de manera
abierta y desinteresada sobre el tema que aquí proponemos. En este sentido, la
riqueza de los capítulos radica en las diferenciadas visiones respecto de cómo
esa tensión se ha manifestado en el pasado reciente y cómo debe articularse
en la actualidad.
Para Roberto Follari, en su ensayo denominado “Autonomía versus plani-
icación estatal: hacia una superación de la dicotomía”, el planeamiento es una
función estatal indispensable por dos motivos principales: por el crecimiento
del sistema universitario y por ser la institución universitaria una entidad estatal
sostenida por la sociedad. El autor parte de una concepción de universidad vista
como la expresión de los intereses de los sectores privilegiados. Esta situación
puede rastrearse desde los orígenes de la universidad argentina, pasando por la
Reforma del 18 y el peronismo de mediados del siglo xx hasta la actualidad.
En este marco, la oposición entre planeamiento y autonomía es irreductible.
La tradición que pone énfasis en la autonomía es identiicada por el autor
como “la reformista”, hoy reivindicada por el radicalismo y el socialismo. La
que pone énfasis en la tradición centrada en el Estado es “la nacional-popular”,
hoy representada por el peronismo y grupos aines. Esta última es la concep-
ción sostenida por Follari: porque la universidad debe representar la voluntad
popular, es necesario contrarrestar desde afuera su base oligárquica.
Esta tensión se maniiesta claramente al analizar la relación de la universidad
con el Gobierno durante el primer peronismo. Según Follari, la universidad –aliada
con los sectores oligárquicos– fue a contrapelo del proceso democratizador del
peronismo, que se caracterizó por la inclusión de sectores que habían permane-
cido relegados de todo derecho. En este sentido, la democracia es identiicada
con la voluntad popular, encarnada en el Estado, y la autonomía, con la bandera
antidemocrática, en la medida que el gobierno universitario no constituye una
muestra representativa de la sociedad. En sus palabras: “La democracia no esta-
ría en que unos pocos privilegiados se autogobiernen sino en que la institución
responda a los lineamientos que el conjunto de los ciudadanos ha establecido
por vía del voto”. En este marco, y desde una concepción en la que el binomio
debe ser superado a favor de la “planiicación”, el autor sostiene que durante el
peronismo y el período posterior esta contradicción no estuvo resuelta.
Para Follari, la autonomía es un atributo inevitable de la universidad por el
simple hecho de que es la garantía de la libertad de pensamiento, aunque no de

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Mónica Marquina

la idea de autogobierno. Al respecto, el autor se enfrenta a una contradicción


que se propone resolver, dado que los límites –necesarios para él– a la autono-
mía han sido también una bandera de las dictaduras y gobiernos de derecha.
¿Cómo separarse de estas visiones y a la vez reivindicar la necesaria limitación a
la autonomía? Follari reconoce que la “liquidación”2 de la autonomía no siem-
pre constituye un avance de lo popular. Puede ser también una bandera de las
dictaduras o de la derecha, y es en este sentido que “salvaguardar la libertad de
pensamiento es decisivo”. Así, para Follari la autonomía no debe ser relegada,
sino resigniicada. Y esa resigniicación debe tener como in el resguardo de
las libertades de opinión, de pensamiento y de las académicas, aunque no el
autogobierno.
Respecto de la otra parte del binomio, para Follari no existen hoy en el
actual conjunto universitario indicios que den cuenta de que las instituciones
universitarias conforman un sistema. En parte, esto se debe a que impera
la idea de autonomía como “extraterritorialidad”. En este sentido, los años
90 son reivindicados por el autor por haber avanzado algunos pasos hacia la
planiicación. Pese al marco neoliberal de la política general, Follari realiza
una fuerte defensa de la gestión de Del Bello que, según sus palabras, llevó
adelante una “reforma liberal atenuada” gracias a que Argentina no siguió los
caminos privatistas transitados por otros países latinoamericanos en educación
superior. Por medio de importantes dispositivos y programas nacionales que el
autor reivindica (coneau –Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación
Universitaria–, fomec –Fondo para el Mejoramiento de la Calidad Univer-
sitaria–, Incentivos, etc.), el Estado apareció como cogestor y transformador,
posibilitando el in de la hasta entonces imperante idea de autonomía en la
que “cada cual hace lo suyo”.
Y allí es posible ver la diferencia de la concepción de autonomía de Follari
con la de los otros autores cuyos trabajos se presentan en esta obra. Para él,
la autonomía es sinónimo de la esencia “diaspórica” de los académicos que se
reconocen en relación con sus disciplinas; una “anarquía” indispensable para el
pensamiento libre que el autor deiende, pero necesariamente controlable por
los gobiernos universitarios que, con representación del Gobierno Nacional,
deben asegurar la existencia de una planiicación institucional y una coordina-
ción a nivel del sistema:
Si hubiera ciertas líneas generales de acción, prospectivas estratégicas,
miradas de conjunto que exigieran evitar superposiciones y potenciar
2
El destacado es mío, aunque el término es textual.

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Introducción. Autonomía y planiicación: una tensión inherente...

recursos entre las diversas universidades, sin dudas que podría tenderse a
un funcionamiento menos disperso, con alguna direccionalidad global,
que llevara al sistema a cumplir determinadas metas en tiempos previsibles.
Para Follari, estos lineamientos generales hoy no existen. Cabe aquí entonces
preguntarse acerca de las razones por las que algunos indicios de política con-
junta, como por ejemplo los acuerdos sobre políticas de internacionalización,
la deinición de estándares para las diversas carreras reguladas, los acuerdos
de pautas presupuestarias, todos ellos llevados adelante desde el cin (Consejo
Interuniversitario Nacional), no se constituyen suicientemente para el autor
como líneas generales de coordinación.
Más planiicación desde la spu (Secretaría de Políticas Universitarias),
más planiicación “estratégica” institucional, esfuerzo de las universidades
por mostrar resultados “que vayan más allá de la autoindulgencia”, muestran
no solo una idea devaluada de lo que hoy es la universidad para la sociedad,
sino también de lo que debe ser en términos de eiciencia y productividad.
Para lograr que la necesaria libertad no lleve a la indeseable “autodemocracia”
sin vinculación alguna con los “resultados de las elecciones de autoridades
en el país”, Follari propone la presencia física concreta de representantes del
Gobierno Nacional en el gobierno universitario, o en puestos de gestión tales
como secretarías.
Cabe preguntarse si hay elementos que permitan pensar a la universidad
como la iel representante de la oligarquía. También surge el interrogante de
por qué el logro de mayor democracia para el autor se focaliza exclusivamente
en la organización del gobierno universitario para el que se propone una ma-
yor intervención estatal –representante de la voluntad popular expresada en
el voto– y no en políticas que colaboren con la inclusión de nuevos sectores
sociales a la universidad, de cara a una universidad que, a la vez que es autónoma,
representa a los diferentes sectores sociales ahora incluidos en ella. Es probable
que la contraposición irresoluble de la autonomía y la planiicación del autor
sea el relejo de una también irresoluble división de la sociedad. El punto de
partida de Follari es esta concepción de sociedad que se plasma en el ámbito
universitario entre un “adentro” representante de los intereses privilegiados y
un “afuera” nacional y popular representado por el Estado. Y es este el escenario
que justiica una intervención estatal que limite la autonomía entendida por
una injustiicada “autodemocracia” que requiere límites externos que permitan
superar la contradicción presente en el binomio “planiicación-autonomía”
planteado como propuesta en este libro.

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Mónica Marquina

En síntesis, de la lectura del ensayo de Follari surge que la autonomía es


necesaria para garantizar la libertad de pensamiento y opinión, y por el posible
riesgo de que surjan gobiernos contrarios al desarrollo de una sociedad al ser-
vicio de los intereses del pueblo. Cuando la sociedad se desarrolla en el marco
de procesos de transformación orientados a los intereses populares, la inter-
vención estatal es necesaria, dado que debe garantizar que ese mismo proceso
se releje o repercuta en la universidad, para que a la vez ésta dé lo mejor de sí
con el in de aportar al proyecto social. La forma de asegurar tal intervención
es mediante gobiernos universitarios que sean iel relejo de la representación
del poder popular a nivel nacional.
Por su parte, Stubrin, en su ensayo “Autonomía universitaria, planeamiento
y política pública: un ensamble factible e indispensable”, se basa en una premisa
diferente: el binomio puede convivir y complementarse de manera armónica. El
autor sostiene una idea más amplia de autonomía, la cual no es solo “libertad
personal en el campo de la conciencia, el pensamiento y la expresión de pro-
fesores y estudiantes” –lo que sería para el autor la libertad académica–, sino
también la autoridad legítima de los claustros, reconocida por los estatutos
como norma jurídica primordial más allá de la ley especíica.
A diferencia del ensayo anterior, Stubrin privilegia la autonomía dentro del
binomio, bajo el fundamento de que sólo con políticas estatales respetuosas
de ese atributo es posible que la universidad cumpla sus funciones de formar e
investigar en el marco de la más amplia libertad de pensamiento para la creación
y difusión del conocimiento. Esto no quita la posibilidad de un planeamiento,
sobre todo considerando el crecimiento del sistema universitario. El autor revisa
este vínculo –al que denomina “coordinación política”– a lo largo de la historia
de la universidad argentina, reconociendo que todos los gobiernos plantearon
una relación en la que se puede distinguir el peso de uno u otro extremo del
binomio, más allá de que la norma nacional imperante en cada momento
estableciera o no los términos en su articulado.
En este marco, es diferente el análisis que Stubrin realiza del primer pero-
nismo respecto de Follari, y los motivos del enfrentamiento universitario hacia
el Gobierno. El posicionamiento de éste en la Segunda Guerra Mundial y la
intención normativa de “prohibir y castigar la práctica política” son para Stu-
brin elementos que explican la actitud del Gobierno de intervención en la vida
universitaria y supresión de la autonomía. Paradójicamente, esta es reinstaurada
por el gobierno de facto de la Revolución Libertadora, razón por la cual, para
el autor, la autonomía posperonista surgirá a la sombra de la proscripción y la

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Introducción. Autonomía y planiicación: una tensión inherente...

persecución. Así continuará la vida universitaria, entre momentos de interven-


ción por parte de gobiernos de facto y de reconocimiento de la autonomía en
períodos de apertura democrática, como en 1974 y 1983.
Stubrin se detiene en los años 90 al sancionarse una reglamentarista Ley de
Educación Superior. No obstante, señala que pese a ese diseño, la propia práctica
fue generando el desarrollo de procesos consensuados, en los que destaca la
manera en que fue desenvolviéndose la aplicación de la política de evaluación
universitaria, como un ejemplo relevante de convivencia entre planiicación y
autonomía. Para Follari, los años 90 signiicaron el necesario avance desde el
Estado a través de la parte “planiicación” del binomio. Para Stubrin, los años
90, más allá de la intención de quienes pensaron la política universitaria, fue-
ron tiempos de discusiones y acuerdos de actores que construyeron la política
resultante, quizá no necesariamente a la luz de cómo se había ideado, pero en
deinitiva produciendo un interesante aprendizaje de equilibrios de cara a un
indispensable ensamble de ambos términos del binomio.
En el pensamiento de Stubrin no hay sospecha a priori sobre el riesgo de la
democracia interna de la universidad. Si bien el autogobierno es una empresa
compleja, en función de las propias características de estas organizaciones “de
base pesada” y poder disperso, la autonomía, en términos de autogobierno,
es un valor fundamental a sostener. Pese a los intereses contrapuestos de sus
actores, sus diferentes propósitos y la tendencia a la fragmentación disciplinar,
las universidades “pueden y deben ser gobernadas, en particular si su espíritu
republicano, su impronta colegiada, su proverbial pluralismo se combinan en
un modelo de amplia representatividad y cuajan en un cogobierno de sentido
público, de estilo cientíico y de carácter participativo”.
Stubrin también revisa el concepto de planeamiento o planiicación, en
especial como solución política de la posguerra para la reconstrucción de las
sociedades. De hecho, la propia idea de política pública hace que el planeamiento
sea inherente a ella. Y en este sentido, se aleja de la idea de autonomía plena
planteada por algunos juristas a partir de la concepción de universidades como
agencias públicas no estatales. Para Stubrin, el Poder Ejecutivo tiene un rol asig-
nado en materia de política universitaria, vinculado al de producir información
para la toma de decisiones, coordinar los aspectos económico-inancieros, y en
este marco proponer la política pública y plasmarla en iniciativas legislativas.
Por su parte, por ser las universidades entidades públicas, tienen deberes frente
al Estado, en términos de rendición de cuentas presupuestarias, control legal de
sus actos, transparencia, ejecutividad y eiciencia. A la vez, las instituciones son

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Mónica Marquina

cada vez más parte integrante de diferentes aspectos en términos del planea-
miento: a nivel institucional, en el ámbito del sistema nacional y como parte
de relaciones internacionales; y a nivel de la “infraestructura”, en términos de
Clark, a escala de las unidades académicas, departamentos, institutos. Por lo
tanto, el desafío actual es el de coordinar y alinear estos esfuerzos, para lo cual
resulta fundamental arribar a consensos.
No obstante, y a in de que dicho planeamiento no interiera en la forma en
que la universidad desarrolla sus funciones, Stubrin da relevancia a un proceso
de construcción de un planeamiento universitario entre instituciones y Gobier-
no, que debe ser aprobado por la única instancia con atribución constitucional
de legislar y regular en materia universitaria, que es el Congreso de la Nación,
por ser fuente de legitimidad política otorgada por la Constitución. De este
modo, propone la aprobación en este ámbito de leyes programáticas basadas
en las necesidades nacionales, planteadas en términos de grandes lineamientos
políticos. Tales bases darán marco a la diversidad institucional, relejada en dife-
rentes proyectos institucionales. Y en este proceso es pensado un Ejecutivo que
cumple las funciones de implementación y supervisión, para lo cual despliega
su especiicidad, que es la capacidad técnica.
Podría cuestionarse cierto optimismo en el ensayo de Stubrin al considerar
la posibilidad del ensamble armónico entre planeamiento y autonomía. Más
aún, cuando dicho ensamble queda, desde su propuesta, en manos del Parla-
mento, hoy devaluado como ámbito de deliberación y deinición consensuada
de políticas. La propuesta también podría ser observada en relación con los
intereses particulares, para algunos corporativos, subyacentes a cada una de
las instituciones, que podrían incidir de modo negativo en esta búsqueda de
acuerdos sobre el mejor sistema universitario para la sociedad actual.
Pero aquí caben consideraciones similares a las realizadas para el ensayo de
Follari: la resolución de la aparente contradicción del binomio está íntimamente
vinculada a la concepción de sociedad y Estado subyacente en el pensamiento
del autor. En el caso de Stubrin, una idea republicana de sociedad tiene una
respuesta republicana para la convivencia o ensamble del binomio autonomía-
planiicación universitaria. En este marco, hay un lugar para el Ejecutivo: la
fuente de la capacidad técnica; uno para la Justicia: el control del cumplimiento
de la cláusula constitucional de la autonomía; y uno para el Parlamento, fuen-
te de legitimidad política para la deinición del marco general de la política
universitaria en el que deberán insertarse los diferentes planes institucionales
de las universidades.

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Introducción. Autonomía y planiicación: una tensión inherente...

Finalmente, Camou en su ensayo “Revisando las tensiones entre autono-


mía y regulación. Notas sobre las relaciones entre Estado y universidad en la
Argentina actual”, sostiene que la tensión entre autonomía y planeamiento (o
regulación, tal como él plantea esta parte del binomio) es irresoluble, y en eso
radica la riqueza del problema, dado que cualquier superación, resolución o
avance extremo de una parte sobre la otra rompería la tirantez necesaria que
posibilita el desarrollo de los procesos. En este sentido, el autor deine a este
tipo de tensiones como “constitutivas”, dado que deben permanecer como ta-
les, “si es que pretendemos que se mantenga un hecho cuya vitalidad se apoya
en la existencia de las fuerzas contrapuestas (o los actores en conlicto) que lo
producen”. No obstante, Camou distingue valores de equilibrio necesarios que
hacen que estas tensiones sean positivas o negativas. En todo caso, discutir
sobre el binomio se justiica si es que queremos analizar modos de lograr estos
equilibrios virtuosos que dan vida a la universidad y al sistema universitario.
Para Camou, la autonomía es un concepto relacional e histórico. Relacio-
nal, porque se deine por una relación de distancia respecto de un poder que
pretende invadirla. Histórico, porque “sus alcances y contenidos se dirimen
en un campo de disputas entre actores y poderes cambiantes que cristalizan en
épocas y sentidos históricamente acotados”. Sin embargo, a la reivindicación
de la autonomía por la existencia de poderes externos que pueden colocarla
en riesgo, el autor agrega la instancia de la “autocrítica” que penetra puertas
adentro y hace que la autonomía también involucre la permanente mirada
en las propias prácticas, decisiones y aspiraciones de una institución. Por eso,
Camou sostiene que:
[…] la autonomía no consiste en un territorio ijado de antemano, una zona
de confort o un coto cerrado, sino que se constituye como un principio de
oposición o de resistencia, una “diferencia” entendida básicamente como
pensamiento libre, como negatividad o como posicionamiento crítico
frente a cualquier poder, pero también frente a la propia institución, sus
formas organizativas y sus actores.
Así, a la hora de identiicar posibles amenazas a la autonomía, Camou
propone verla como proveniente de tres posibles ángulos diferenciados: “desde
arriba”, en términos de la subordinación de la producción del saber a los dicta-
dos y beneicios de los gobiernos de turno; “desde afuera”, cuando se pretende
imponer al conocimiento crítico de la sociedad las lógicas de los mercados
concentrados; y “desde adentro”, en referencia a las redes político-partidarias
insertas en la universidad, “embarcadas en imponer decisiones subordinadas a

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Mónica Marquina

los intereses de partido o de grupo, y que desconocen las exigencias de las lógicas
legitimarias de los saberes cientíicos. Donde esa lógica clientelar se impone,
los problemas de la vida universitaria pierden autonomía”.
Al igual que Follari y Stubrin, Camou revisa las políticas de los años 90
surgidas a la luz de la les (Ley de Educación Superior). Para el autor, la les ha
contribuido a formar una nueva “coniguración universitaria”, “en buena me-
dida distinta a la que era pretendida por las autoridades que la impulsaron pero
también diferente a la que muchos universitarios resistieron”. Estas políticas,
cuyos diseños y objetivos han sido establecidos a nivel del Estado fueron puestas
en práctica por diferentes actores en el ámbito de distintas instituciones educa-
tivas, con sus historias, sus entornos, sus conlictos, sus relaciones. Esta nueva
coniguración ha dado lugar a nuevas dinámicas institucionales emergentes, en
las que puede identiicarse una gama diferenciada de respuestas de los actores
“alineadas en un continuo que va de la cooperación al conlicto, y que pueden
ser resumidas como estrategias de adopción/adaptación y de resistencia”. No
obstante, estas respuestas pueden ser reconocidas en tres principales dimen-
siones: accountability, aprendizaje institucional y herramienta de gestión, en
tanto y en cuanto son incorporadas –de manera estable, regular, previsible– a las
prácticas de los actores y las reglas y contenidos culturales de las instituciones.
A partir de este análisis, Camou se distancia de los discursos que él identiica
como “simpliicaciones simétricas”:
[…] de un lado, aquella lectura que en cada situación apela ingenuamente
al bálsamo universal del consenso (sin invalidar, por cierto, los beneicios
de una deliberación enfocada a alcanzar acuerdos); de otro, las posiciones
que celebran la confrontación como si cualquier conlicto, en sí mismo,
fuera positivo para una sociedad o una organización.
Sin proponérselo, Camou se aleja de las posibles debilidades que podrían
observarse tanto en el ensayo de Stubrin como en el de Follari.
Pero esta mirada del sistema universitario al que “le sobran algunas tensiones
negativas, pero sobre todo, le faltan algunas tensiones positivas” también puede
ser interrogada en términos de lo posible y lo deseable. El ensayo de Camou
agrega a la discusión, o da mayor relevancia, a un elemento que la enriquece,
que es la dimensión de autocrítica o mirada interna relexiva permanente como
parte esencial de dicha autonomía. Desde su análisis, esta dimensión se enfrenta
de forma constante con intereses político-partidarios o corporativos al interior
de las instituciones, los que para Camou constituyen la base de las tensiones
negativas no deseadas. Y aquí es donde cabe interrogarnos respecto de si esos

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Introducción. Autonomía y planiicación: una tensión inherente...

rasgos no son parte de la esencia universidad argentina con los que es posible
lidiar pero difícilmente desterrar. ¿Hay posibilidad de erradicar esas “tensiones
negativas” o no queda más que aceptarlas como parte constitutiva de nuestra
universidad, por lo que pasarían a integrar las tensiones necesarias o inevitables?
Los tres ensayos que aquí se presentan tienen la riqueza única de relejar
ideas desestructuradas, no con el requisito de la evidencia empírica propia de
la producción cientíica, sino, como mucho, con la apelación a ejemplos de la
experiencia de los propios autores. En cada uno de ellos es posible identiicar
concepciones diferenciadas de la universidad, del Estado y de la sociedad,
provenientes tanto de diferentes perspectivas teóricas, como de procedencias
disciplinares y posicionamientos políticos. Y en ese marco es posible reconocer
tres formas diferentes de describir el binomio “autonomía-planiicación” que
da título a este libro. En un caso, el binomio se resuelve con la superación del
segundo término sobre el primero. En otro, se reconoce la posibilidad de un
ensamble de las partes. Una tercera visión plantea el vínculo como irresoluble,
pero en tenso equilibrio.
Lejos de concluir con respuestas cerradas, los tres textos permiten seguir
relexionando respecto de cómo lograr una adecuada relación entre el Estado, la
universidad y la sociedad, que a la vez que posibilite desplegar de las instituciones
sus mayores potenciales, permita inscribir estos aportes en líneas comunes de
política nacional para el desarrollo democrático de la sociedad.
De allí la propuesta de este libro: pensar este complejo binomio “autonomía-
planiicación” y sus posibles vínculos desde distintas miradas, a las que ponemos
en diálogo. En este sentido, agradecemos muchísimo la disposición de los tres
pensadores para discutir mediante la escritura, y a los lectores, por colaborar
en mantener vivas discusiones que por momentos parecen obsoletas. En tér-
minos de Kant, celebramos la posibilidad de seguir relexionando sobre este
conlicto necesario para el cumplimiento de aquella función de la universidad
de interrogarse sobre las condiciones de generación del saber, que hace más de
doscientos años el pensador alemán había caracterizado como necesariamente
libre, sin limitaciones.

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