Luis Marchant Gonzalez 1883 1971
Luis Marchant Gonzalez 1883 1971
Luis Marchant Gonzalez 1883 1971
(1883-1971)
UN HOMBRE DE FRONTERA
Una aproximación a la figura del último
fundador de ciudades de Chile
LUIS MARCHANT GONZÁLEZ
(1883-1971)
UN HOMBRE DE FRONTERA
Una aproximación a la figura del último
fundador de ciudades de Chile
PRÓLOGO
PRIMEROS AÑOS 23
Chile hacia fines del siglo XIX 25
La ciudad de Santiago y el Chile de fines del siglo XIX 27
LA ETAPA NORTINA
Preparación militar (1898-1906) 31
Primer destino: la Zona Salitrera (1906-1913) 32
Capitán Marchant (1913) 36
Gobernador de Tocopilla (1920) 39
Alessandri 40
Tocopilla 43
La caída de Alessandri 46
La misión de Tacna (1921) 46
La dura posguerra del Pacífico entre Chile y Perú 49
Asensos sucesivos 57
La entrega de Tarata 60
La muerte del carabinero Aguayo 61
Los sucesos de Challaviento 62
Los desmanes de 1926 67
Reconocimiento 78
Se frustra el plebiscito 79
El Tratado de Lima de 1929 84
Recuerdo de la labor del Regimiento Tacna 85
Comandante de la Brigada de Carabineros “Ferrocarriles”
(1927) 88
Fundación de Carabineros de Chile 91
AYSÉN
PRIMER PERÍODO (1928-1931) 97
La Patagonia occidental, territorio virgen y salvaje 97
“Toca también al Clero parte importantísima en esta
obra…” 110
Un Pontiac para el intendente 112
La Banda de Carabineros de Aysén 113
La fundación de Baquedano (Coyhaique) 115
La fundación de Futaleufú y Palena 127
El enfrentamiento de Bajo Pisagua con los indios
chonquis 129
El primer avión sobre los cielos de Aysén 132
31 de diciembre de 1929: El retiro 133
Reconocimiento a la obra del “fundador del Aysén
moderno” 137
Los efectos de la crisis del 29 143
LA VIDA DE CIVIL
De regreso en Tocopilla 147
AÑOS DIFÍCILES (1936-1942) 152
Labor en la Cooperativa de Carabineros y
nombramiento como general de Carabineros 152
SEGUNDA ESTADÍA EN AYSÉN (1945-1946) 154
TERCERA ESTADÍA EN AYSÉN (1953-1955) 157
Piedras en el camino del desarrollo de Chile 160
BIBLIOGRAFÍA 180
ANEXOS 186
ANEXO 1. Carta del intendente Marchant al Presidente
de la República, General de Carabineros Carlos Ibáñez
Del Campo fechada 21 de enero de 1930, citada en el
capítulo sobre la fundación de Baquedano (Coyhaique). 188
ANEXO 2. Entrevista en revista Zig-Zag. Sábado 16 de
julio de 1955 193
ANEXO 2. Carta del comandante Alfredo Ewing Acuña
(1876-1934), comandante general del Cuerpo de
Carabineros. 197
PRÓLOGO
17
que Aysén, no obstante que podría decirse que esa es su época de
mayor gloria.
Concuerdo con la opinión del autor de este libro en relación
a la necesidad de que la figura del General de Carabineros José
Luis Marchant González sea conocida por todos los chilenos.
Marchant es de esos personajes entrañables cuya vida tuvo
momentos increíbles, pero que pasan al olvido por ese fatídico
problema nacional de olvidarlo todo, lo que nos lleva
inexorablemente a repetir los errores del pasado.
El rescate de la figura de Marchant del olvido es
probablemente el mayor aporte de esta obra que, por cierto, está
muy bien escrita. Con documentación atingente, el autor logra
presentarnos al personaje en el contexto de su época. El libro no
solamente aporta una serie de datos biográficos relacionados a sus
ascensos y traslados o a sus hitos familiares, como insiste en
realizar la historiografía institucional que, salvo por un puñado de
Oficiales que se dedicó a escribir algunos temas históricos, no
avanzó mucho desde la crónica hacia el trabajo elaborado de
fuentes, la interpretación y análisis de las mismas y su relación con
otros acontecimientos históricos, pasos claves en el trabajo de la
historiografía. Salvo honrosas excepciones, la historiografía de
Carabineros de Chile está en pañales, y eso redunda en un
problema grave de identidad institucional y de avances y mejoras
incluso en procesos operativos diarios.
Aunque el autor, según sus propias palabras, no pretendió
escribir una obra de rigor historiográfico —él no es historiador—,
logró esbozar un cuadro que perfectamente podría haber sido
escrito por un historiador profesional. Las fuentes por él recogidas
y el análisis del contexto le dan a este texto un valor muy
importante para la historiografía futura, en el sentido de abrir
espacios para su profundización por otros más adelante.
Además de lo anterior, la investigación —realizada en
medio del difícil contexto sanitario que atraviesa el país— se vio
favorablemente beneficiada con la pluma del autor. Se trata de un
texto muy ameno y fácil de leer que da cuenta en forma sencilla y
con una narrativa muy rica, aquello que se pretende comunicar,
dejando de lado los textos muchas veces complejos o
18
grandilocuentes de muchos historiadores, defecto que suele
dificultar la posibilidad de llegar a un público más masivo. Debido
a ello los lectores interesados en estos temas quedan a merced de
aquellos que especulan con nuestro trabajo publicando libros con
títulos rimbombantes y llevándose el fruto del esfuerzo de
montones de académicos de la historia.
En este trabajo, por lo tanto, se logra combinar la buena
pluma con una investigación sólida basada en documentos de
época y antecedentes que estaban disponibles en el Museo
Histórico Carabineros de Chile, bibliotecas y archivos
institucionales, a lo que se debe sumar los valiosos datos recabados
con la familia del biografiado.
Era necesario escribir un libro como este, pues la figura del
General José Luis Marchant González es muy importante para el
país y para la institución de la que formó parte. El título lo refleja:
“Un hombre de frontera”, entendido como un hombre que estuvo
siempre dispuesto a abrir nuevos caminos, una persona que estuvo
siempre dispuesta a cumplir con su deber, afrontar la adversidad en
base al estudio y en base a escuchar a los que podrían saber más
que él, como bien lo muestra el autor al referir la relación entre el
General y el carabinero Huenchuleo.
Es interesante también cómo el autor da cuenta de esta
faceta del General Marchant como “fundador de ciudades”, lo cual
habla por sí solo. ¿Cuántos de nosotros no atribuimos la fundación
de ciudades a la época colonial, como si fuera parte de un pasado
remoto de Chile? Pero en esta parte la historia transcurre en la
tercera década del siglo pasado, es decir, en un tiempo histórico
que está a la vuelta de la esquina. Desde esa perspectiva, este libro
también parece un aporte significativo, de interés particular por
cierto para aquellos habitantes de los lugares fundados por el
General, en una zona donde hasta el presente la vida es más
compleja y difícil que en el centro del país, hombres y mujeres que
desempeñan una labor gigantesca de soberanía y desarrollo de
importancia crucial.
En suma, el libro que se está entregando a público
conocimiento tiene varios méritos: una buena pluma, una
investigación exhaustiva para los tiempos difíciles que corren,
19
dejando una ventana abierta a futuras investigaciones, y, por sobre
todo, la difusión de la historia de un hombre excepcional al que se
le encomendaron difíciles tareas pero que supo acometerlas con
tesón, demostrando todas sus habilidades de buen organizador y
conductor de personas.
Este libro es importante tanto para el Carabinero que
desarrolla día a día su labor de apoyo a la comunidad, por ser el
biografiado un personaje de la Institución, pero también para
quienes quieran conocer una figura desconocida y relevante de
nuestra historia nacional.
20
Ilustración 1. General José Luis Marchant González.
PRIMEROS AÑOS
Ilustración 2. Plano de Santiago, 1895, del «Álbum de planos de la
principales ciudades y puertos de Chile» publicados por Nicanor
Boloña. [Santiago]: Dir. General de Obras Públicas, Of. de Geografía
y Minas, 1896.
Chile hacia fines del siglo XIX
25
En 1883, el año en que nació Luis Marchant, Chile y Perú
firmaron el Tratado de Ancón, que puso fin a la Guerra del
Pacífico. Por medio de este pacto el país del norte cedió la
Provincia de Tarapacá, quedando además en manos chilenas las
provincias de Tacna y Arica. Como dato anecdótico diremos que
ese mismo año se registraba en los Estados Unidos la marca Coca
Cola, Robert Koch descubría las bacterias causantes del cólera y la
tuberculosis y Robert Louis Stevenson publicaba en Londres su
famosa novela de aventuras, La Isla del Tesoro. Además, entre
otras efemérides, nacían una serie de personajes que influirían en
distintos ámbitos del acontecer mundial, entre ellos Khalil Gibrán,
Alexander Tolstoi, Nikos Kazantzakis, Franz Kafka, Karl Jaspers,
José Ortega y Gasset, John Maynard Keynes, Benito Mussolini y
Cocó Chanel. Entre los fallecidos, se cuentan el pintor francés
Édouard Manet, el compositor alemán Richard Wagner y Karl
Marx.
26
cuadras, en la Iglesia de la Asunción, ubicada en la calle Camino
de Cintura Oriente (hoy Vicuña Mackenna), en la esquina de
Marcoleta. Tuvo una única hermana, doña Rosa Amelia Marchant,
con la que permaneció estrechamente unido durante toda su vida.
Los estudios primarios los cursó en una Escuela Pública en
la calle El Cerro (actual Victoria Subercaseaux), en los faldeos del
Cerro Santa Lucía, frente a la ex Prefectura Rural de Santiago,
destacándose desde pequeño por ser un muy buen alumno y un
excelente compañero, poseedor, además, de un gran espíritu de
superación. Las humanidades las realizó en el Colegio de San
Agustín donde cursó hasta tercer año, luego de lo cual decidió
ingresar al Ejército de Chile.
1
La población censada por el Sexto Censo de la República de Chile
(1895) era de 2.527.320, pero a esa cifra se le sumaba un 15% de
población estimada no empadronada, lo que incluía a la población
indígena de las provincias más australes.
2
Según el Registro Civil entre 1886 y 1888 fallecieron unas 28.432 a
consecuencia del cólera, aunque estadísticas no oficiales elevan la
cifra de muertes a 40.000.
27
En 1884 se inauguró la Estación Central de Ferrocarriles
que hoy conocemos, centro neurálgico de la red de vías férreas que
conectaba gran parte del país de norte a sur3. A su vez, buena parte
de las calles de la ciudad estaban pavimentadas. Santiago contaba a
esas alturas con un completo sistema de transporte público basado
en los célebres “carros de sangre”, que eran vagones de diverso
tamaño tirados por caballos. Hacia 1896 la municipalidad licitó un
servicio de tranvías movidos por tracción eléctrica. Posteriormente,
hacia 1910 llegarían los primeros transportes a gasolina. Las
llamadas góndolas o buses de recorrido —¡las primeras
“micros”!— no se harían presentes hasta la década de 1920.
En cuanto a las comunicaciones a distancia, el principal
medio era el telégrafo. Chile disponía, de hecho, de una extensa
red telegráfica que había comenzado a instalarse masivamente a
mediados del siglo anterior. Pero había también una incipiente red
de telefonía que venía cubriendo crecientemente, desde 1880, las
necesidades de los habitantes de las principales ciudades de Chile.
Específicamente en Santiago se calcula que entre 1910 y 1930 se
pasó de una media de cuatro teléfonos por cada mil habitantes a
una de diez por cada mil.
3
Antes el terminal de ferrocarriles era abrigado por un edificio
más modesto. La primera estación data de 1857.
28
LA ETAPA NORTINA
Ilustración 4. Marchant pasando revista a la tropa.
Preparación militar (1898-1906)
El 8 de marzo de 1898, a la edad de 15 años, un joven entusiasta de
ojos azules y cara ovalada, llamado Luis Marchant González,
ingresó a la Escuela de Clases del Ejército —institución precursora
de la Escuela de Suboficiales4. Una vez allí se destacó
rápidamente, egresando el 8 de febrero de 1900 con el rango de
cabo 1°, siendo destinado al Batallón Yungay, y ascendiendo en
junio del año siguiente a sargento 1°. Este rápido ascenso le valió
ser propuesto por el Comandante del Regimiento para integrar el
escalafón de Oficiales de la institución, sugerencia que no fue
acogida por razones que se desconocen5. Más adelante, el 25 de
enero de 1906, se integró como alférez al Regimiento de
Gendarmes, unidad creada tres años antes luego de que cuatro
escuadrones de caballería del Ejército fueran traspasados
administrativamente a dependencia directa del Ministerio del
Interior en lo que dice relación con el servicio que debían brindar:
velar por la mantención del orden público en las zonas rurales del
país6.
4
El año 1817 el general Bernardo O'Higgins Riquelme crea la
Academia Militar, que tendría como objetivo formar a los futuros
oficiales y sargentos. Bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda
se forma, en 1887, la Escuela de Clases, que en 1908 se transformaría
en la Escuela de Suboficiales.
5
NAVARRETE SOBARZO, Elías. José Luis Marchant González:
organizador del territorio de Aysén. REVISTA DE AYSENOLOGÍA
Número 8, 2020, pp. 53-61, Coyhaique. En línea:
https://www.aysenologia.cl/8-junio-2020
6
Ibíd.
31
Este hecho debe ser considerado como un primer paso en la
creación de una policía profesional militarizada en Chile, toda vez
que el Ejército dependía exclusivamente del Ministerio de Guerra
y Marina. Poco tiempo después, la flamante unidad pasaba a
denominarse Regimiento de Carabineros. El nombre del Cuerpo de
Carabineros se debe a que su estructura y reglamentación se basó
en el modelo del Arma dei Carabinieri, una organización militar
italiana que cumplía tareas policiales. Por lo demás, los soldados
carabineros toman su nombre del armamento que utilizaban en esa
época las fuerzas de caballería de los ejércitos del mundo. Las
carabinas eran, en efecto, un tipo de arma de fuego similar al fusil,
pero generalmente más corta. El primer destino del alférez
Marchant como parte de esta unidad fue el Escuadrón Antofagasta.
32
el camino a profundas transformaciones sociales y políticas que
remecerían los cimientos de la vida nacional.
En este contexto, debemos hacer especial mención al
fenómeno del bandolerismo, problema sin solución desde la época
colonial, que tuvo mucho que ver con la creación del Cuerpo de
Carabineros. El antecedente más directo de esta institución había
sido la fundación en 1896 del Cuerpo de Gendarmes para las
Colonias, rama del Ejército concebida para servir de policía rural
al sur del río Biobío con el fin de poner freno al bandidaje rural
que padecía la región de la Araucanía.
El bandolerismo era, básicamente, un fenómeno de frontera
—territorial y psicológica—, manifestación del endémico choque
entre la porción de la sociedad que se civilizaba, es decir, que
aceptaba el marco legal vigente, y aquella que no. No en vano se
utilizaba el apelativo de “gente sin ley” para referirse a las muchas
bandas de malhechores y cuatreros que deambulaban por los
campos y caminos de todo Chile perturbando el normal desarrollo
de la vida en común. Puede atribuirse el origen de este fenómeno a
la falta de trabajo y a la rebeldía de algunos ante las formas
tradicionales de sujeción a la tierra. Muchos bandidos eran, de
hecho, hombres que se resistían a someterse a las reglas del
inquilinaje y del trabajo servil a que estaba sujeta la mayor parte de
la población rural del país. Por supuesto, también debemos
considerar la simple negación a someterse a la legalidad (aún hoy
hay gente que considera que el camino del delito paga más que el
trabajo honrado).
Tras la Guerra del Pacífico el fenómeno se intensificó en las
zonas más apartadas, trasladándose también a los territorios recién
incorporados. Fue para enfrentar ese problema que el gobierno del
presidente Germán Riesco creó en 1903 el Regimiento de
Gendarmes —al que se integraría posteriormente Marchant—,
encomendándole funciones policiales y de afianzamiento del orden
institucional en todo el territorio. En consonancia con su misión, se
dispuso que la unidad constara de una Plana Mayor y cuatro
escuadrones con guarniciones en Santiago, Valparaíso, Talca y
Concepción (esta última sede se trasladaría meses más tarde a
Collipulli). Su primer comandante fue el mayor de Ejército del
33
Arma de Caballería, Manuel Antonio Vergara, quien fue sucedido
un año más tarde por el teniente coronel Roberto Dávila Baeza7.
Sin embargo, dada la magnitud de lo que estaba sucediendo
en el norte del país, la medida se quedaba corta. Un año antes el
propio general Emilio Körner, Jefe del Estado Mayor General del
Ejército, le había solicitado al Ministerio de Guerra y Marina la
formación de un Escuadrón de Gendarmes en Iquique o, en su
defecto, el envío de un escuadrón desde Santiago para mantener el
imperio de la ley en las oficinas salitreras de la zona ante la
creciente amenaza de agitación por parte de los trabajadores del
salitre8.
Finalmente, mediante la promulgación del Decreto Supremo
N° 40 del Ministerio de Guerra del 13 de enero de 1906, el
Regimiento de Gendarmes se convirtió en el Regimiento de
Carabineros, antecesor del Cuerpo de Carabineros, compuesto por
una Plana Mayor, dos Grupos y siete Escuadrones, quedando el
Grupo recién establecido a cargo de la zona norte del país con
destacamentos en Antofagasta, Tocopilla y Taltal9. De este modo,
la actividad vigilante y protectora de este cuerpo militar abarcaba
desde el Norte Grande hasta la isla de Chiloé.
Este Cuerpo de Carabineros del Ejército de Chile, que en
principio contaba con mil quinientos hombres y cuyo uniforme era
de una tonalidad gris verdosa, dependía del Ministerio del Interior
y, por extensión, de los Intendentes y Gobernadores en las distintas
provincias y departamentos.
El reglamento que regulaba su gestión estipulaba:
El Cuerpo de Carabineros está destinado a velar por la
seguridad pública y asegurar el mantenimiento del orden y
7
MIRANDA BECERRA, Diego. Un siglo de evolución policial. De
Portales a Ibáñez. Departamento de Estudios Históricos del Instituto
Superior de Ciencias Policiales Carabineros de Chile. Santiago de
Chile, 1997, pp. 220-221. En línea:
http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0018153.pdf.
[Consultado el 2 de septiembre de 2020].
8
Ibíd., pp. 223-224.
9
Ibíd., p. 224.
34
la observancia de las leyes en todo el territorio de la
República y, en particular, en los campos y caminos
públicos. Una vigilancia activa, continua y represiva
constituye la eficiencia de su servicio10.
En suma, cuando el alférez Marchant, de veinticuatro años
de edad, se integró al Regimiento de Carabineros, la entidad estaba
haciendo el tránsito del mundo militar al policial. Fue en este
contexto que en diciembre de 1907 se produjeron los trágicos
eventos de la Escuela Domingo Santa María de Iquique, cuya onda
expansiva ha de haber dejado una impresión perdurable en todos
quienes, de una forma u otra, tenían la responsabilidad
institucional de velar por el orden y la seguridad pública en esos
territorios.
Quince meses después de estos hechos, específicamente el
16 de marzo de 1909, el alférez Marchant es trasladado al
Escuadrón de Carabineros de Iquique situado en la localidad de
Huara, en medio de la pampa del Tamarugal, unos 50 km al
noreste de esa ciudad. El pueblo de Huara había sido creado
después de la Guerra del Pacífico para cumplir la función de centro
administrativo y asiento de servicios relacionados con la industria
del salitre. En el momento en que el Marchant vivió en Huara el
lugar llegó a contar con casi 7.000 habitantes, siendo sede, además,
de una importante estación ferroviaria. Estando allí es ascendido al
grado de teniente11.
Dos años más tarde, en 1911, pide a sus superiores que le
envíen de regreso a Santiago, pero su solicitud es denegada
aduciendo que se le consideraba esencial.
Eran tiempos revueltos en la zona norte del país. La pampa
salitrera era el centro de la actividad de grupos radicales que
promovían ideas afines al socialismo y al anarquismo —que se
había hecho fuerte en Europa y Estados Unidos desde mediados
del siglo XIX, extendiéndose también a Latinoamérica—, los que,
10
MALDONADO PRIETO, Carlos. Militarización de la policía: una
tendencia histórica chilena. Santiago, 1990. p. 6. Disponible en:
http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-74410.html
11
Decreto Supremo N° 1715 del17 de mayo de 1909.
35
en su afán de establecer una base popular sólida en apoyo a su
proyecto político inflamaron con sus discursos y arengas a las
clases obreras promoviendo, entre otras cosas, la creación de un
movimiento sindical poderoso que pusiera fin a los abusos
patronales. De hecho, ese mismo año de 1911 Luis Emilio
Recabarren, considerado el padre del movimiento obrero chileno,
fundó en Iquique, en compañía de Elías Lafertte y de otros
trabajadores del salitre, el Partido Obrero Socialista (POS).
Recabarren llevaba años recorriendo las salitreras extendiendo su
mensaje de concientización proletaria, lo que le había valido ser
elegido diputado del Partido Demócrata por el distrito de Tocopilla
y Taltal en 1906, el mismo año en que el joven Marchant se integró
al Regimiento de Carabineros.
12
Decreto Supremo N° 2463.
36
abril de 1914, es trasladado a servir como comandante del
Escuadrón Tocopilla, en la Oficina Buenaventura.
Poco después de su llegada el capitán Marchant recibe una
nota de su superior, el mayor Luis Muñoz Baeza, Jefe del Primer
Grupo de Carabineros de Antofagasta, en el que éste le hace llegar
el reconocimiento explícito de su trabajo por parte del Director del
Cuerpo de Carabineros.
La nota, fechada el 27 de julio de 1914, dice:
Al Señor Capitán don Luis Marchant
Comandante del Escuadrón “Tocopilla”, Buenaventura
El Señor Director del Cuerpo en Nota N° 874 de 17 de los
corrientes, me dice lo que sigue:
“Al acusar recibo de la comunicación N° 222 de esa Jefatura,
me es satisfactorio manifestarle la complacencia con que me
he impuesto de la correcta actuación del Capitán Sr. Luis
Marchant como Comandante del Escuadrón Iquique, de lo
que da testimonio la carta suscrita por el Jefe de la
Asociación Salitrera de Propaganda. Sírvase Ud. expresar al
mencionado Capitán el aplauso de su Comandante y anotar
en su Hoja de Servicio esta distinción.
Dios guarde a Ud. (Fdo.) Tte. Crl. y Comandante del
Cuerpo.”
Lo que tengo el agrado de transmitir a Ud. para su
conocimiento, manifestándole que he estampado la siguiente
nota en su hoja de servicio, en la parte que dice Distinciones:
“Por su correcta actuación como Comandante del Escuadrón
Iquique, el Señor Director del Cuerpo aplaudiendo su
proceder ordenó dejar testimonio, en su hoja de conducta, de
la complacencia con que se ha impuesto de la actuación del
Capitán Sr. Marchant”.
Dios guarde a Ud.13
Durante todo este período Marchant compartió con sus
camaradas de armas la responsabilidad de velar por el
mantenimiento del orden en toda la pampa salitrera, zona de
13
CÁRDENAS BARRIENTOS, Jorge (1979). El General Señor Luis
Marchant González. Trabajo de investigación sobre su vida y obra.
Tesis. Instituto Superior de Carabineros, Departamento de Estudios
Históricos. Capitulo II. Documentos. p. 31.
37
importancia estratégica para los intereses nacionales. Demás está
decir que, teniendo en cuenta lo sucedido en la Escuela Santa
María de Iquique, el contexto social no era sencillo. Además, a los
problemas suscitados por la agitación del movimiento obrero,
debemos sumar los efectos de la difícil situación diplomática que
se vivía con el Perú en relación a la realización del plebiscito de
Tacna, contemplado en el Tratado de Ancón de 1883.
14
Un cantón salitrero incluía a un conjunto de oficinas que compartían
un mismo puerto de embarque para su producción. En el caso del
Cantón El Toco, el puerto era Tocopilla.
38
Pero doña Blanca falleció prematuramente tres años después
en el proceso de dar a luz a su tercer hijo, quien también falleció en
el parto.
15
Decreto Supremo N° 3110 de fecha 10 de agosto de 1920.
39
El capitán Marchant ejerció ese cargo hasta el mes de junio
de 1921. Por supuesto, las labores administrativas no lo excusaron
de sus funciones policiales en un período difícil en la historia
social y política del país.
Alessandri
El mismo año en que Marchant asumió sus labores en la
Gobernación de Tocopilla, se produjo el ascenso al poder de
Arturo Alessandri Palma, cuyo proyecto político planteaba la
necesidad de introducir profundas reformas sociales en beneficio
de los sectores más pobres de la sociedad.
La fogosidad y elocuencia de Alessandri le había valido el
apodo de León de Tarapacá durante la campaña parlamentaria de
1915, donde se presentó como candidato a Senador por esa
circunscripción desafiando al poderoso Senador en ejercicio por la
zona, el conservador Arturo Del Río, militante del Partido Liberal
Democrático, colectividad que agrupaba a los antiguos partidarios
del fallecido presidente José Manuel Balmaceda. Demás está decir
que, a esas alturas, los balmacedistas se encontraban
completamente adaptados a las maniobras y artimañas del sistema
parlamentario.
Como era de esperar, las masas se entusiasmaron con el
discurso incendiario de Alessandri, sintiéndose representadas por
este hombre de brillante oratoria que se mostraba dispuesto a
jugarse a fondo en el cumplimiento de sus anhelos reformistas. El
clima de violencia generado por este discurso se expresó de
muchas maneras, llegando el propio Alessandri a batirse a duelo
con el Ministro del Interior de la época, Pedro Montenegro, que
apoyaba a Del Río. La justa, disparatada para nuestros ojos, se
llevó a cabo el 13 de febrero de 1915 saldándose con los
protagonistas ilesos por la mala puntería de ambos.
Esa campaña senatorial por Tarapacá, que es reconocida
como un punto negro de la historia política chilena, refleja el
ambiente de corrupción y violencia que se vivía en la zona
salitrera. Se hablaba de cohecho, de maletas llenas de dinero, de
matones a sueldo acarreados desde Santiago. La virulencia verbal,
40
por otro lado, con Alessandri enarbolando la bandera de la “justicia
social”, encendería un fuego que pronto se extendería al resto del
país. En el fragor de la campaña hubo amenazas de todo tipo,
pugilatos y muertos de lado y lado, entre ellos el prefecto de
policía de Iquique, Rogelio Delgado, cuya muerte se atribuyó al
sector que apoyaba la candidatura de Alessandri.
A la postre, el candidato del pueblo resultaría ganador y,
cinco años después, alcanzaría la Presidencia de la República
apoyado por la Alianza Liberal, una coalición de agrupaciones
políticas formada por liberales reformistas, radicales y demócratas.
41
imputaciones de este tenor, se ha dicho que la Empresa del
Ferrocarril Salitrero de Tarapacá contemplaba entre sus gastos de
operación un fondo para “comprar conciencias” con el fin de
proteger sus intereses, lo que implicaba a veces corromper a
funcionarios municipales.
Esta era una práctica ya asentada en la zona, manteniéndose
en el tiempo de manera persistente. En una nota de El Mercurio de
Valparaíso del 16 de febrero de 1898 leemos:
Hay en ese país (Inglaterra) una compañía cuyo domicilio
legal está en Londres y sus negocios en la provincia de
Tarapacá.
Aquella compañía, a que el Gobierno de Chile, previa
revisión de sus estatutos, ha dado autorización para que tenga
en nuestro país agentes y representantes, publica en los
diarios de Londres que desde 1887 a 1895 ha estado
consagrada a corromper los poderes públicos de Chile, y en
lo cual ha gastado más de noventa y tres mil libras esterlinas.
En el diario "La Tarde", del 26 de octubre de 1897, se
comentaba lo relativo al fondo de soborno con estas palabras:
"Es preciso rendirse a la evidencia; no se trata de honorarios
para recompensar el trabajo de los abogados; no se han
aplicado esas libras esterlinas al pago de sueldos a los
representantes, ni siquiera se han invertido en propaganda
periodística. Ninguno de esos gastos podía ser considerado
como secreto; ninguno de ellos podía imponer silencio al
Presidente de los Ferrocarriles de Iquique. Luego, esas libras
han ido a comprar conciencias, a torcer justicia, a corromper
criterios o a pagar hombres influyentes, venales y
pervertidos."
No sólo la Compañía del Ferrocarril salitrero de Tarapacá
hacía esta clase de gastos; todas las empresas que actuaban en
el Norte destinaban alzadas sumas al pago de abogados y
gestores, de políticos corrompidos y antipatriotas, y de las
diligencias que éstos pudieran hacer. Varios historiadores de
la guerra civil de 1891 señalan que los salitreros eran
defendidos por "influyentes y bien rentados abogados", que
"tenían vinculaciones sociales y disponían de influencias
políticas".16
16
Sitio de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Labor
Parlamentaria, Diario de sesiones del Senado. Publicación Oficial,
42
Es un hecho que en la pampa salitrera el poder corruptor de
las Oficinas se extendía a subdelegados, jueces y otras autoridades,
que eran sobornadas con el fin de ocultar algunas prácticas
abusivas contra los trabajadores, como la depreciación artificial del
valor de las fichas o los atropellos que se cometían al interior de
los distintos recintos.
En ese clima de frontera, despiadado en ocasiones, el
capitán Marchant, padre de familia y viudo, debía desempeñar sus
funciones administrativas y policiales. En su caso, la fama de
incorruptible, además de su sentido del deber y de justicia, su
carácter disciplinado y el trato respetuoso con sus subordinados le
valieron la estima y consideración de sus superiores y el respeto
transversal del resto de la ciudadanía.
Tocopilla
Evidentemente, el escenario en el puerto de Tocopilla no era fácil
dado el creciente clima de polarización política vinculado a las
luchas obreras, patrocinadas por una generación de dirigentes
sindicales y políticos que comenzaban a hacer ondear las banderas
de la revolución. La situación era especialmente grave en la zona
norte donde las salitreras se habían transformado en verdaderos
nidos de descontento, una suerte avisperos constantemente
sacudidos por llamamientos a huelgas y movilizaciones que solían
terminal mal, como en Iquique en 1907.
Entre los sectores de la izquierda de entonces era habitual
utilizar la expresión “clase obrera con olor a pólvora” para referirse
a las luchas que, impulsadas por el discurso incendiario de sus
cabecillas, emprendían los obreros del salitre en defensa de sus
intereses de clase.
Los sectores conservadores, que controlaban el Congreso
Nacional, recelaban del proyecto político de Alessandri, cuyos
43
anhelos reformistas tenían mucha sintonía con las reivindicaciones
sociales que estaban en el programa político de la izquierda más
dura. Este clima de polarización iba a dificultar enormemente las
cosas para el flamante Presidente.
En ese contexto, de lado y lado se seguían con atención los
sucesos de Rusia, que por ese entonces exhibía el triunfo definitivo
de la revolución bolchevique y el comienzo de la hegemonía de la
Internacional Comunista —la III Internacional—, organización
fundada en Moscú en 1919 cuyo objetivo era, nada más y nada
menos, que la abolición del capitalismo, lo que pasaba por la
eliminación de las clases sociales y el establecimiento de
una “dictadura del proletariado”. En 1922, bajo la inspiración de
Luis Emilio Recabarren, se fundó el Partido Comunista de Chile a
partir de la adhesión a la Internacional Comunista del Partido
Obrero Socialista (POS), que once años antes el propio Recabarren
había fundado en Iquique. Para estos sectores recalcitrantes
Alessandri no era más que un “reformista burgués”.
Como se comprenderá, la oligarquía chilena, así como
vastos sectores de las clases medias del país, no podían menos que
sentir recelos ante estas ideas. De este modo Alessandri, atacado
por ambos flancos, se encontró de pronto atado de manos y sin
posibilidad de llevar a cabo su programa político. Para colmo de
males la caída de los precios del salitre, provocada por el
desarrollo del salitre sintético a fines de la Primera Guerra Mundial
(1914-1918), había afectado enormemente la economía chilena que
ya venía de capa caída desde principios de siglo. A este clima
económico poco propicio se añadía la caída simultánea de la
demanda de cobre, que también se había visto afectada por esos
años.
La crisis del salitre se materializó con el cierre de varias
oficinas. Los empresarios se vieron obligados a despedir
trabajadores, negándose incluso a pagar los desahucios respectivos,
además de aplicar reducciones en los salarios de los que quedaban
trabajando. Si en 1913 había más de cincuenta mil trabajadores
empleados en ciento veintisiete oficinas, siete años después la cifra
44
de obreros del salitre había bajado a la mitad, repartidos en
cincuenta y tres industrias todavía operativas17.
Durante ese período miles de mineros se habían ido
quedando sin trabajo, por lo que no tuvieron más remedio que
migrar con sus familias a los puertos, especialmente a Antofagasta,
Iquique y Tocopilla, que en este tiempo era uno de los principales
centros de embarque del producto.
La consecuencia inmediata de la crisis fue el incremento de
la pobreza y de la indigencia, con el consiguiente descontento que
se extendió como un reguero de pólvora por la pampa y las
ciudades que, a regañadientes, se vieron obligadas a acoger a los
trabajadores cesantes y sus familias. En este estado de cosas los
dirigentes obreros, liderados por Recabarren y Lafertte, entre otros
cabecillas de la Federación Obrera de Chile (FOCH), se dedicaron
a recorrer la pampa organizando la resistencia.
45
también en el arte de escuchar y comprender a su interlocutor. Este
buen manejo de la crisis impidió que la sangre llegara al río, al
menos en Tocopilla, como ocurrió tantas veces durante ese período
en otros lugares.
La caída de Alessandri
Lo que siguió fue una profunda crisis social y política que a
principios de septiembre de 1924 provocó un levantamiento militar
que culminó con el ascenso al poder de una junta de gobierno, tras
lo cual Alessandri se vio obligado a partir al exilio. Sin embargo,
meses después, en enero de 1925, un nuevo golpe, liderado esta
vez por el coronel Carlos Ibáñez del Campo, reemplazó a esa junta
promoviendo el regreso del Presidente con el fin de que terminara
su mandato. En el mes de marzo Alessandri volvió a ejercer la
función para la que había sido elegido cinco años antes, realizando
algunas reformas, la más importante de las cuales fue la
promulgación de la Constitución de 1925, que puso fin al régimen
parlamentario instaurado en 1891.
18
WAGNER, Gert; DÍAZ, José. Inflación y Tipo de Cambio: Chile
1810-2005. Instituto de Economía de la U, Católica de Chile.
Documento de Trabajo N°328, enero de 2008, p. 86. Según la Tabla
de UNIDAD MONETARIA POR DÓLAR 1830-2000 la tasa de
cambio correspondiente al año 1886 era 2,09 pesos por dólar. La
46
Pero este referéndum nunca se realizó. A partir de entonces
en Perú se comenzó a hablar profusamente de las “provincias
cautivas”, interpretación que hizo eco a nivel internacional. Este
problema marcaría las relaciones de ambos países por espacio de
tres décadas.
Lo cierto es que el Tratado de Ancón puede servir de
ejemplo respecto a cómo no deben resolverse los diferendos entre
los países. En rigor, poner fin a un conflicto bélico sembrando la
semilla de un litigio futuro no puede ser considerado sino una
torpeza mayúscula de la diplomacia, sobre todo de la chilena. En
efecto, el acuerdo metió a Chile en un zapato chino al aceptar la
administración provisoria de una parte de los territorios
conquistados poniéndole, de manera innecesaria, puntos
suspensivos a un conflicto de intereses que había quedado zanjado
en los campos de batalla. Por supuesto, hay que considerar que la
posición de Chile no contaba con mucha simpatía en el exterior,
siendo visto como un país invasor, belicoso y rapaz19,
considerando que se había hecho a la fuerza con territorios que
poseían una inmensa riqueza.
En el documento al que acabamos de aludir se señala,
citando como fuente una serie de publicaciones españolas de la
época, que:
…luego de haber ocupado militarmente varios puertos
bolivianos y sur-peruanos, Chile aumentó
considerablemente los ingresos de su hacienda. Al
terminar 1881 “Las aduanas del Callao, Arica, Iquique,
Tocopilla, Mejillones y Antofagasta han producido al
vencedor 8.470.578,12 pesos”. Las contribuciones de
guerra, ventas de guano, los bienes tomados al enemigo,
los salitres de Tarapacá, etc. —continuaba—
“3.611.629,42 pesos, los empréstitos y la emisión de papel
47
moneda, 30.000.000; la acuñación de moneda feble,
1.419.112,65.- Total, 45.501.284 pesos”.20
Ahora sabemos que el plebiscito nunca se realizó, pero el
desacuerdo entre las dos naciones por el estatus de los
departamentos de Tacna y Arica siguió arrastrándose durante casi
cuatro décadas involucrando incluso a otros países, principalmente
España y Estados Unidos, en negociaciones agotadores que no
arrojaron resultados.
20
Ibíd., p. 188.
21
Decreto Supremo N° 1093.
48
Nuevamente se enviaba a Marchant a una zona en que las
dificultades eran extremas. Fue una intensa labor que demandó lo
mejor de él y de cada uno de sus hombres.
En un principio se estableció que el Escuadrón de
Carabineros de Tacna tendría una dotación de setenta hombres,
pero la plantilla iría aumentando gradualmente conforme se
incrementaban los desafíos.
49
administración de las escuelas fiscales y la obligatoriedad del
servicio militar.
Por el lado peruano la resistencia se organizó a través de las
escuelas privadas, la prensa y el trabajo de hormiga que realizaban
los sacerdotes de esa nacionalidad, principalmente los curas
párrocos, aprovechando el hecho de que la administración
eclesiástica de la región continuó siendo responsabilidad de la
diócesis de Arequipa. En 1910, en respuesta a esta contradicción,
el gobierno de Chile decretó la expulsión de los sacerdotes
peruanos ordenando su reemplazo por prelados chilenos y
capellanes militares, lo que a su vez produjo roces con la Santa
Sede, por ese entonces conducida por el Papa Pío X.
A partir de esa fecha el conflicto se fue radicalizando. Del
lado chileno se hicieron frecuentes las expulsiones de ciudadanos
peruanos, a la par que fueron surgiendo pandillas ultranacionalistas
y grupos paramilitares que se dedicaron a hostigar a los peruanos
residentes, adoptando nombres como Liga Patriótica de Tacna,
Sociedad Estrella de Chile, La Mano Negra, Los Nativos, Los
Cowboys y Los Mazorqueros. Como consecuencia de la actividad
de estas bandas, que entre otras acciones marcaban con cruces
negras las casas de los peruanos, operando para estos efectos con la
anuencia de sectores nacionalistas entre las autoridades chilenas,
hubo destrucción de bienes, incendio de imprentas, silenciamiento
de periódicos y embarques forzosos de ciudadanos rumbo al
Callao. Como es natural, estas acciones que sembraron el terror
entre la población peruana de la zona.
En coincidencia con los intereses del Estado chileno, estas
“ligas patrióticas”, que se mantuvieron vigentes hasta 1927,
perseguían la negación de todo vínculo de esas tierras con el Perú,
partiendo por el reemplazo de las fiestas tradicionales de ese país,
incluyendo las festividades religiosas, así como la imposición de la
obligatoriedad del servicio militar para todos los nacidos en
Tarapacá, entre otras medidas. Además de eso, buscaron impedir la
labor docente de ciudadanos peruanos en las escuelas o su
contratación en los servicios u organismos públicos.
A su vez, como era de esperar, la población peruana fue
hostil desde un principio a la ocupación chilena. Este resentimiento
50
e incluso odio hacia Chile fue incesantemente alimentado por una
intensa campaña de prensa que encontró eco en los medios
internacionales. Se pintaba a Chile como una potencia belicista,
ambiciosa, expansiva y sin escrúpulos a la que se culpaba de buena
parte de los males que aquejaban a los vencidos en la reciente
guerra.
En el plano político, bajo la primera presidencia de Augusto
Leguía (1908-1912), Perú dispuso la adquisición de un acorazado
francés y se dio la orden de desplegar la División Arequipa cerca
de la frontera. La prensa peruana, profundamente antichilena,
hablaba de “recuperar las provincias cautivas”. Chile respondió
desplegando a su vez tropas en la ribera sur del río Sama y
fondeando naves de guerra en Arica, preparadas ante cualquier
eventualidad.
En ese escenario, en un ambiente cargado de negatividad, en
1912 un grupo de marineros chilenos fue atacado por una turba en
el puerto del Callao resultando muertos dos de ellos. Del otro lado
también se reportaron dos muertes, además de contabilizar
numerosos heridos de ambos bandos22.
Las cosas continuaron de mal en peor. Para el año 1914 las
negociaciones se paralizaron completamente tras el derrocamiento
del sucesor de Leguía, el liberal Guillermo Billinghurst, quien en
1898 había participado en la firma de un protocolo que buscaba
zanjar el tema de la celebración del plebiscito23.
Tras la Primera Guerra Mundial y luego de la celebración de
las Conferencias de Paz de París de 1919, el conflicto acaparó la
atención de otras naciones, principalmente de Estados Unidos,
cuyo presidente Woodrow Wilson (1913-1921) se sentía
naturalmente inclinado a simpatizar con la posición peruana dada
22
CASTEDO, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile. Tomo IV,
1891-1925. Empresa Editora Zig-Zag, Santiago de Chile, 1982, p.
634.
23
El Protocolo Billinghurst-Latorre acordaba que antes de realizar el
plebiscito se sometería a arbitraje de la reina de España, doña María
Cristina de Habsburgo-Lorena, la decisión de quiénes tendrían
derecho a voto.
51
la neutralidad mantenida por Chile en el curso de la reciente guerra
europea, lo que le valió a nuestro país —que desde la Guerra del
Pacífico había sido considerado como “la Prusia de Sudamérica”—
ser calificado en forma peyorativa como “germanófilo”24.
Tras la Primera Guerra Mundial y luego de la celebración de
las Conferencias de Paz de París de 1919, el conflicto acaparó la
atención de otras naciones, principalmente de Estados Unidos,
cuyo presidente Woodrow Wilson (1913-1921) se sentía
naturalmente inclinado a simpatizar con la posición peruana, y no
sólo por la neutralidad mantenida por Chile en el curso de la
reciente guerra europea, lo que le valió a nuestro país, que desde la
Guerra del Pacífico había sido considerado como “la Prusia de
Sudamérica”, ser calificado en forma peyorativa como
“germanófilo”25, sino que por las tradicionales malas relaciones
que existieron entre ambos países durante todo el siglo XIX.
De hecho, a diferencia de Perú y Bolivia, Chile no había
sido signatario del Tratado de Versalles, que, entre otras cosas,
creó la Sociedad de las Naciones, entidad precursora de la
Organización de las Naciones Unidas. Por supuesto, Perú y Bolivia
aprovecharon esta ausencia de Chile en los foros internacionales
para llevar adelante su campaña antichilena inscribiendo en
conjunto sus demandas para ser tratadas en la segunda asamblea de
este organismo26.
24
SOTO LARA, Op. cit. p. 312.
25
SOTO LARA, Op. cit. p. 312.
26
Esta demanda no fue aceptada, pero no precisamente por simpatía
con la posición chilena. Entre otros votos en contra, el gobierno de
Francia arguyó: “Conviene observar primero que si reconocemos a la
Liga de las Naciones el poder de proceder a la revisión de tratados
existentes porque ciertos firmantes no están satisfechos, arriesgamos
de crear un peligroso precedente que por seguro sería invocado por
parte de los Alemanes en lo que se refiere al tratado de Versalles, el
día en el cual serán admitidos en la Liga. […] Es indiscutible que en
el conflicto del Pacífico, nuestras simpatías políticas van
naturalmente hacia Perú y Bolivia. […] No es inútil señalar que el
gobierno de los Estados-Unidos se reserva muy probablemente, y es,
creemos, el deseo del Perú, intervenir, cuando lo juzgará apropiado,
para asegurar el arreglo de la cuestión del Pacífico y que lo
indispondríamos fuertemente si nos esforzábamos de sustituir a su
52
En ese estado de cosas, en 1920 el presidente Juan Luis
Sanfuentes (1915-1920) le encomendó al multifacético médico y
político chileno Federico Puga Borne una misión de carácter
confidencial ante el gobierno del presidente peruano Augusto
Leguía (1919-1930), cuyo fin era resolver definitivamente el tema
de Tacna y Arica. La respuesta peruana fue tajante: la pretensión
del Perú pasaba únicamente por el “rescate” del territorio perdido
en los campos de batalla. Semejante postura implicaba, en palabras
del propio Puga, “un anuncio de próxima declaración de guerra”27.
El presidente Alessandri volvió a la carga poco después de
asumir el poder y se iniciaron nuevas conversaciones, esta vez bajo
la dirección del Subsecretario de Relaciones Exteriores, Ernesto
Barros Jarpa, pero una vez más todo volvió a quedar en nada.
En 1922 intervino Estados Unidos ofreciendo acoger en
Washington a delegados plenipotenciarios de ambos países con el
fin reanudar las conversaciones y tratar de avanzar en un arreglo
conveniente para ambas partes. El fruto de estas conversaciones
fue el acuerdo de someter el punto más conflictivo, el tema de
plebiscito, al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos, que en
ese entonces era Warren G. Harding (1921-1923).
Finalmente, el 4 de marzo de 1925 el sucesor de Harding,
quien falleció durante su mandato, el republicano Colin Coolidge
(1923-1929), se pronunció ratificando la vigencia del Tratado de
53
Ancón, específicamente en lo referente a la cláusula que establece
la necesidad de someter los territorios en disputa a un proceso
plebiscitario cuyos pormenores debían ser resueltos por una
Comisión Plebiscitaria. Los integrantes de esta comisión serían: en
representación de Chile, Agustín Edwards Mac-Clure28; en
representación del Perú, Manuel de Freyre y Santander; en
representación de los Estados Unidos de América, el general John
J. Pershing, héroe de la Primera Guerra Mundial, quien sería el
encargado de presidirla.
28
Fundador del diario El Mercurio de Santiago (1900).
54
costumbre ponerse al corriente en persona de los pormenores de
todo lo que sucedía en el territorio confiado a su autoridad.
En Perú, a diferencia de lo sucedido en Chile, el resultado
del Laudo no fue tan bien recibido. El 13 de marzo, el diario La
Prensa informa:
En viril y hermosa manifestación de patriotismo,
numerosos grupos de personas de todas las condiciones
sociales, unidas en el mismo noble sentimiento de amor a
la patria, recorrieron, en la tarde de ayer, las calles de la
ciudad, dando estruendosos vivas al Perú, y mueras a
Chile, al laudo y a Estados Unidos.29
Según el periódico limeño, la manifestación concluyó en
múltiples refriegas con la policía, dejando varios heridos. Desde el
flanco político la respuesta implicó un recrudecimiento de los
esfuerzos diplomáticos, en una campaña que buscaba dejar por
sentado a ojos del mundo que no podía ponerse en duda que Chile
seguía siendo el malo de la película en el drama que se vivía en las
zonas “ocupadas”.
Como ejemplo de este esfuerzo propagandístico citamos un
cable de la agencia United Press, que recoge un comunicado de la
Embajada de Perú en Washington D.C. que afirmaba que los
soldados chilenos del departamento de Tarata se estaban
preparando para quemar e incendiar la ciudad y que ya habían
comenzado a “aterrorizar al populacho”. El despacho añadía que
en el territorio de Tacna y Arica se cometían ultrajes de toda
especie contra los peruanos desde que fue anunciada la decisión
del Árbitro, afirmando que el Prefecto de Tacna, coincidiendo con
las demás autoridades chilenas, “persiste en su política de desterrar
29
SILVA, Domingo (Ed.) Fallo arbitral en el litigio sobre Tacna y
Arica. Opinión de personalidades políticas de Chile, Estados Unidos,
Argentina, etc., y de los órganos más importantes de la prensa
sudamericana. Santiago de Chile, Imprenta y Encuadernación
“CLARET”, 1925. p.68. Documento en línea:
https://www.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/71309/2/
195779.pdf&origen=BDigital. [Consultado el 12 de mayo de 2020].
55
a los ciudadanos peruanos que se niegan a firmar documentos en
los que se les hace aparecer como leales a Chile”.30
Con todo, la Comisión Plebiscitaria funcionó entre agosto
de 1925 y junio de 1926 estableciendo su centro de operaciones en
la ciudad de Arica.
30
SILVA, Domingo (Ed.) Op. Cit. p.67.
56
La cabina de mando de la delegación peruana se fijó en el
vapor Ucayali, perteneciente a la armada de dicho país, a bordo de
la cual se editaba el periódico La Voz del Sur, suplemento del
diario La Prensa de Lima, pilar fundamental en la estrategia
propagandística de ese país en relación al diferendo. También
estaban recalados en el puerto los navíos de guerra estadounidense
USS Rochester y los chilenos O’Higgins y Condell.
El general Pershing, que como era de esperar asumió desde
un principio una posición desfavorable a los intereses de Santiago,
culpó derechamente a las autoridades chilenas de amedrentar a la
población peruana, ocultar crímenes, organizar deportaciones
masivas y tratar de amañar un plebiscito fraudulento. Para colmo
de males, la prensa estadounidense de la época, liderada por el
New York Times y el Washington Post, hablaba constantemente
del “reino del terror” que se vivía en Tacna y Arica31.
Finalmente, tras varios impasses, Pershing renunció a su
cargo el 18 de enero de 1926, siendo reemplazado por el
experimentando general William Lassiter, también veterano de la
Primera Guerra Mundial, lo mismo que de la guerra hispano-
estadounidense, y ex comandante de las fuerzas norteamericanas
en el canal de Panamá.
Asensos sucesivos
En ese contexto, la carrera profesional de Marchant seguía en
ascenso. El 2 de agosto de 1922 el Escuadrón de Carabineros de
Tacna fue elevado a la categoría de Regimiento, incrementándose
significativamente su dotación de hombres. Como comandante de
la unidad se designó a Luis Marchant, quien simultáneamente fue
ascendido al grado de Mayor32.
31
LLANOS SIERRA, Nelson. EL REINO CHILENO DEL TERROR:
LA PRENSA ESTADOUNIDENSE Y LA CONTROVERSIA DE
TACNA Y ARICA, 1925-1926. Estudios Hemisféricos y Polares,
ISSN-e 0718-9230, Vol. 2, Nº. 2, 2011: pp. 45-69. En línea::
https://url2.cl/jxjpu
32
Decreto Supremo N° 1845.
57
Pocos meses después, el 16 de diciembre de ese año, el
mayor Luis Marchant González, de 39 años de edad, se casó en
segundas nupcias con doña Blanca Viscayzacú Silva. Un año
después nacería su tercera hija, la primera de su segundo
matrimonio, Ana Carolina. Como es natural, este matrimonio le
permitió recuperar a sus hijas mayores, Rosa y Ana, de cinco y
cuatro años de edad respectivamente, quienes tras la muerte de su
madre se habían quedado a cargo de sus abuelos maternos en
Tocopilla. El cambio no fue tan brusco para las niñas, que
conocían desde muy pequeñas a su nueva madre, a quien llamaban
cariñosamente Lulú.
Los primeros meses la familia vivió en la Quinta Hullman,
hermosa casona patrimonial de estilo francés construida a
mediados del siglo XIX, ubicada en la Avenida Bolognesi. Luego
se trasladó a otro lugar del cual no hay registro, donde, el 12 de
febrero de 1925, nació Ana Guadalupe Marchant Viscayzacu. Un
año más tarde, el 28 de septiembre de 1926, vendría al mundo su
hermana, Eva Carolina.
58
sí mismos, entregándose por entero a misiones que exceden los
límites de su propia individualidad. En su caso, la misión asumida
lo empujó durante mucho tiempo a vivir a lomos de su caballo
recorriendo los polvorientos caminos de la pampa y de la puna,
entre aldeas frecuentemente hostiles y paisajes desoladores, aunque
imponentes en su majestuosidad primitiva, guiando personalmente
a sus hombres por esos enclaves olvidados en la vigilancia del
amplio territorio.
Durante décadas el odio y el resentimiento habían sido el
pan de cada día en una zona en que hacían nata criminales,
contrabandistas, mercenarios, espías y agitadores de lado y lado.
Además, para el gobierno de Chile era crucial controlar el ingreso
de ciudadanos peruanos que pudieran desequilibrar la balanza en el
plebiscito. Todo esto en un período de intensa conflictividad entre
ciudadanos de uno y otro país, los que, a causa de la falta de visión
de los firmantes del Tratado de Ancón, continuaban siendo
arrastrados por la resaca de la guerra.
33
PRADENAS Z., Fernando. General Luis Marchant. El último de los
fundadores. Revista VEA, mayo de 1971.
59
autoridad con criterio y sin aspavientos, haciendo siempre uso de
la razón y el diálogo. Porque este oficial chileno de mirada franca
y complexión robusta era, por sobre todas las cosas, un hombre de
bien que, estando preparado para la guerra, solía poner todas sus
energías en la mantención de la paz. Fueron esas cualidades
personales, que lo acompañaron durante toda su carrera, las que
empujaron a las autoridades a promoverlo a teniente coronel el día
19 de marzo de 1925.34
La entrega de Tarata
El laudo de Coolidge también había resuelto que la Provincia de
Tarata, territorio ubicado al oriente de Tacna, en la frontera con
Bolivia, no estaba incluida en las disposiciones del Tratado de
Ancón por haber sido anexada por Chile con posterioridad a la
firma de dicho acuerdo. La devolución de este territorio fue una de
las primeras medidas que dispuso el general Pershing a su llegada
a la zona en litigio.
El acto de devolución, que pondría fin a cuarenta y dos años
de administración chilena, se fijó para en 1 de septiembre de 1925.
La solemne ceremonia fue presidida por los delegados Pershing,
Edwards y Freyre. El teniente coronel Luis Marchant estaba a
cargo del Escuadrón de Carabineros que debió arriar la bandera de
Chile una vez que el acto administrativo y la ceremonia se
hubieron consumado. La historia cuenta que este destacamento de
hombres duros, acostumbrados a mirar el lado oscuro de la pampa,
fueron los últimos chilenos en pisar ese suelo que la generación
anterior había conquistado con su sangre.
A esa tropa de austeros defensores de la soberanía y del
orden, curtidos de tanto deambular por esas tierras inhóspitas
cargando la cruz de una guerra que no pelearon, se dirigió el
teniente coronel Marchant después de que se arriara la bandera
bajo los melancólicos acordes de un clarín: “En marcha —les
ordenó con voz firme y clara. Y añadió—: ¡Queda estrictamente
prohibido mirar atrás!”. Y orgullosos se internaron rumbo a Tacna
por los resecos andurriales de la Cordillera del Barroso, cargando a
34
Decreto Supremo N° 1011.
60
sus enfermos en improvisadas camillas, mientras tras ellos sonaba,
en la lejanía, el himno peruano.
61
en Antofagasta, siendo enterrado con honores. Sobre su tumba se
puso un monolito con la siguiente inscripción: “Abismo: 1912-
1952. Eternidad y Gloria a los que en aras de la lealtad mueren”.
Manuel Aguayo Paillalef, por su parte, fue sepultado en
Tacna por orden del teniente coronel Luis Marchant, recibiendo
todos los honores militares. El acto criminal que le dio muerte
quedó, sin embargo, impune, pese a que el sumario que se levantó
llegó a identificar con nombre y apellido al autor de los dos
disparos. Pero el territorio de Tarata ya no era chileno.
62
Como es de esperar existen dos versiones sobre lo ocurrido.
El relato peruano sostiene que Zurita, asistido por sus dos
compañeros, habría violado a la joven esposa de un campesino
aymara de la localidad. Enterado de lo sucedido, el esposo de la
joven acudió en compañía de unos cincuenta lugareños
fuertemente armados a quejarse ante el delegado de la zona, un
funcionario de nacionalidad boliviana llamado Florentino Apaza.
Según la versión peruana los hombres estaban cansados de los
constantes atropellos a que eran sometidos por parte de los
“invasores” y exigían la pena de muerte para Zurita.
Acto seguido, el grupo, con Apaza a la cabeza, se dirigió al
retén para encarar a los presuntos agresores. Eran las tres y media
de la tarde del jueves 19 de noviembre. En cosa de minutos se
desató un intenso enfrentamiento de armas de fuego en que el
funcionario boliviano resultó muerto. Tras dos horas de asedio, la
indiada le prendió fuego al cuartel por la parte de atrás con la
intención de obligar a los uniformados chilenos a salir por el
frente. Sin otra opción, éstos intentaron abrirse paso por entre la
horda enardecida luchando desesperadamente por salvar sus vidas.
En la refriega, Zurita y Urrutia cayeron heridos, siendo dados por
muertos por la turba. Sólo quedaba Sanhueza, que en medio de la
confusión reinante logró refugiarse en una sinuosidad del terreno,
lo que le permitió resistir la embestida por unos minutos antes de
emprender la huida por los cerros vecinos. Los informes dicen que
la persecución de los campesinos duró hasta el día siguiente.
Tanto Sanhueza como Urrutia lograron salir con vida de ese
infierno, pero Zurita no corrió la misma suerte. No queda claro en
qué momento la turba echa al fuego los restos del dragoneante, no
sin antes molerlo a palos, descuartizar el cuerpo y arrancarle los
genitales a modo de reparación por el ultraje supuestamente
cometido35.
35
La autopsia practicada por los forenses chilenos el 22 de noviembre
señala que la muerte de José Zurita no fue instantánea y que “las
mutilaciones [de ambos brazos y el pene] fueron hechas en vida”. Ver
FERNÁNDEZ DÁVILA, G. (1926) Informe médico legal, Anales de
la Facultad de Medicina (Universidad de Lima), 12, pp. 81-93. doi:
10.15381/anales.v12i0.10127.
63
Tras enterarse de lo ocurrido, el teniente coronel Marchant
envió al sitio del suceso un destacamento que llegó a Challaviento
al amanecer del día 21, encontrando el retén incendiado y
saqueado. En el pueblo mismo no había un alma. Los uniformados
chilenos, comandados por el mayor Gavino Cavieres, quedaron
horrorizados por la condición en la que hallaron los restos de su
compañero de armas. Hacia el mediodía una patrulla encontró a
Sanhueza durmiendo junto a un cactus.
El lunes 23 de noviembre se celebraron las exequias de
Zurita. En la ocasión, Marchant dirigió un discurso de homenaje
frente a la tumba del hombre caído:
Herido en lo más profundo de mi alma, agobiado por un
supremo dolor, debo llegar a este sagrado lugar a despedir
los despojos de mi caro carabinero, José Zurita Gálvez,
caído en el cumplimiento de su deber, haciendo respetar la
soberanía chilena en las fronteras como Comandante del
destacamento de Challaviento, lugar en que fue cobarde y
traicioneramente asesinado, mutilado y quemado por
indios peruanos que, tal vez recordando orgullosos la
vergonzosa herencia que les legaron sus antepasados en el
combate de La Concepción, no titubearon en repetirla en
forma igualmente salvaje, para demostrar ante el mundo
entero su grado de barbarie, de cobardía e incivilización.
Hace apenas dos meses y veinte días dejábamos en este
mismo sitio los restos de tres anteriores víctimas de tan
despreciable enemigo, los carabineros Francisco Lobos,
Valentín Jara y Manuel Aguayo, ante cuyos inmortales y
gloriosos despojos rindió solemne homenaje el pueblo
entero de esta tierra, chilena en su suelo y en su cielo, y
que cobija corazones de valientes, que sabrán vender caras
sus vidas antes que permitir el más leve ultraje a la
nacionalidad indudable de esta provincia.
No se pensó entonces que en tan breve plazo hubiera una
nueva víctima, la que por lo horrendo de la forma en que
fue mutilada pone el sello definitivo a una raza que es
indigna de contarse entre los demás pueblos del mundo.
Con la pena de un padre que pierde un hijo querido, debo
dar el último adiós a Zurita. Descansa en paz, que son
muchos los que hacen guardia de honor en tu tumba y
muchos los que anhelamos llegue el momento de llamar a
cuentas a aquellos que, incapaces de cometerlo, idearon la
64
forma de tu asesinato y pusieron en manos de la indiada
armas y municiones que jamás supieron manejar.
Las duras palabras de Marchant recogen la indignación de
las fuerzas chilenas, acostumbradas como estaban a sufrir el
constante asedio de una población que no terminaba por aceptar el
nuevo estatus jurídico del territorio.
Sin embargo, no debemos dejar de considerar la versión
peruana de lo acontecido en Challaviento. Analizando las causas
profundas del incidente, el historiador peruano Jorge Basadre
(1903-1980) hace notar que el resentimiento peruano se originaba
en la actitud abusiva y violenta de los carabineros chilenos:
La gente de la campiña había recibido con recelo e
incredulidad primero y con alegría luego, las noticias de la
entrega de Tarata al Perú y las de que estaban regresando
los compatriotas a la zona plebiscitaria. Con ese estímulo
vino un cambio de actitud frente a los carabineros que
eran, a veces, los únicos representantes de Chile en la
región. Por su parte, ante lo que estaba ocurriendo, ellos
[los carabineros] habían incrementado su soberbia y su
violencia. En tan lejanas zonas de la provincia de Tacna,
la situación resultaba presentando las características de
abuso tradicional en numerosos microuniversos rurales de
América Latina, con el agravante de que los detentadores
del poder aquí eran no sólo extranjeros impulsados por la
ira o el temor de que pudieran abandonar pronto sus
privilegios consuetudinarios como amos, sino hombres
blancos residentes en pequeñas aldeas de indígenas.36
La versión chilena, como se comprenderá, difiere bastante
de la peruana, partiendo por el hecho de que no se pronuncia sobre
el tema de la presunta violación de la joven indígena. En
declaraciones a la prensa de Tacna y Arica de aquel entonces, el
teniente coronel Marchant afirmó que los vecinos del lugar habían
sido instigados por oficiales del ejército peruano que en ese
momento se encontraban apostados en un puesto cercano prestando
36
BASADRE, Jorge. EL CONFLICTO DE PASIONES Y DE
INTERESES EN TACNA Y ARICA (1922-1929). En línea:
https://web.archive.org/web/20070929005648/http:/www.unjbg.edu.p
e/maestrobasadre/obras/doc/doc05.pdf. [Consultado el 9 de mayo de
2020]. Pp. 12-13.
65
servicios para la Comisión de Límites, entidad que se ocupaba de
la demarcación fronteriza entre ambas naciones. Según Marchant,
estos efectivos del ejército del Perú le habrían proporcionado
armas y municiones a los campesinos para que atacaran a los
uniformados chilenos.37
Por nuestra parte creemos que es imposible saber a ciencia
cierta lo que verdaderamente ocurrió en Challaviento ese 19 de
noviembre de 1925 porque nunca se llevó a cabo una investigación
imparcial que despejara todas las dudas —hasta las conclusiones
de la autopsia practicada por los peritos chilenos fueron refutadas
con posterioridad por un perito peruano— y, ante esa dificultad
insalvable, nos hemos limitado a reproducir ambas versiones para
que cada quien se forme su propia opinión.
No obstante, en el informe de Jorge Basadre sobre este caso
hay un comentario hecho al pasar que a nosotros nos interesa
particularmente. Comentando el viaje en automóvil que realizó
camino a Tarata como parte de la comisión investigadora
designada por el presidente de la delegación peruana, Manuel de
Freyre, el historiador tacneño escribió:
Hicimos el viaje en automóvil, utilizando un camino
difícil construido por los chilenos para unir ambas
ciudades. Pasamos bajo la vigilancia recelosa de
numerosos puestos de carabineros distribuidos a lo largo
de toda la ruta. Eran admirables la limpieza, el porte
militar, la arrogancia que estos soldados policías exhibían
en aquellas soledades.38
Este detalle no debe pasar desapercibido. Incluso en medio
de la amarga contienda por los territorios en disputa, el ojo avizor
de un historiador peruano lograba advertir las razones profundas
del triunfo chileno en la guerra concluida hacía cuatro décadas: el
rigor, la disciplina del soldado chileno —en este caso,
carabineros—, unida a su “arrogancia” —actitud incubada en el
orgullo de ser chilenos—, presente aún en las sufridas condiciones
en que debían cumplir con su cometido en esos remotos parajes
37
Ibíd.
38
Ibíd., p. 12.
66
olvidados de Dios. Esas características habían hecho, sin duda, la
diferencia en la guerra, y continuaban haciéndolo en la posguerra.
67
calles de la ciudad, actividad que incluía la entonación del himno
nacional de ese país y la enarbolación de banderas en apoyo su
causa. Estos manifestantes también fueron violentamente atacados
por ciudadanos chilenos, dejando un saldo de setenta y cinco
heridos.
Un par de días después se convocó una manifestación a
favor de Chile en la que no se produjo ningún tipo de incidente.
Las fuentes chilenas culpaban a los peruanos de no
reconocer las provocaciones ni el hecho de que las agresiones eran
mutuas. Además, se acusaba a Perú de promover una migración
artificial hacia las que ese país consideraba sus “provincias
cautivas”. El objetivo de los peruanos, se decía, era crear
altercados de los que se pudiera culpar a las autoridades chilenas
para inclinar en su favor la opinión del árbitro estadounidense, que
fue lo que al final sucedió.
El siguiente reporte, que vale la pena tener en cuenta, se
recoge en un periódico chileno de la época:
La obra periodística que los enemigos de Chile han efectuado
en la región plebiscitaria, puede calificarse de menesterosa y
casi ridícula […]. Ese periodismo, para disimular la pobreza
de recursos intelectuales, agobia sus columnas con relatos
maravillosos en que campea la opulenta fantasía de los
tropicales. Así, unas veces son los chilenos que, en gran
número, acometen contra unos cuantos irredentos del Perú;
otras veces, son los mazorqueros y matones, siempre
chilenos, que asaltan y roban a los peruanos indefensos. Con
frecuencia son nuestros compatriotas agresivos quienes
arrebatan los ejemplares luminosos de «La Voz del Sur» para
impedir que la verdad fulgure; a menudo, los asaltos
adquieren proporciones difíciles de imaginar: automóviles
violentamente detenidos en los caminos sinuosos del valle,
repentinos disparos de revólver, manos que acechan en la
sombra, tropel de caballos misteriosos que galopan como
centauros de la mitología, aceros que relucen y chispean con
apetito sanguinario. ¡Es la obra de los bandidos chilenos que
pretenden frustrar el triunfo de los peruanos en el plebiscito!
No hay un sólo día en que no salten a los ojos del lector estas
inepcias estampadas en la hoja periodística del adversario.
El público habrá comprendido que, en estos acápites, no
negamos la historicidad de algunos sucesos que nuestros
68
directores, nuestra prensa y la opinión unánime de nuestros
compatriotas han censurado. Nos referimos a los sueños
fantásticos, a las exageraciones monstruosas, a los relatos
inverosímiles, a las calumnias repugnantes de que se forma el
migajón informativo y propagandístico de la prensa peruana.
Ayer no más, refiriendo la llegada de algunos peruanos a la
capital de la provincia, «La Voz del Sur» anota una sugestión
malévola para dar a entender que los chilenos enfadados por
la presencia del enemigo nato, eran gente tal vez reclutada y
dirigida por personas de mayor responsabilidad. «Las aceras,
dice, fueron ocupadas entonces por individuos de la más baja
condición social, palomillas, matones y vagos, que es gente
fácil de ser alquilada para entregarse a la tarea que ayer
ejercitaron, esto es, la de insultar groseramente a nuestros
compatriotas».
Nosotros reconocemos que nuestros connacionales suelen
sentir la exaltación. Pero su conducta a nadie puede causar
extrañeza, ya que vivimos actualmente empeñados en una
lucha que, si no es armada, por lo menos es muy ardorosa y
llena de pasión, como ha sucedido en todos los plebiscitos del
mundo. Además, nuestros compatriotas ven en cada
advenedizo un intruso que viene a usurparles su asiento y su
tranquilidad. Muchos de esos advenedizos llegan con
nombres supuestos; algunos de ellos han sido procesados en
esta misma zona que insultan con su sola llegada; y casi todos
proceden de las grandes fábricas de nativos que el Perú ha
instalado en Arequipa, gracias a la valiosa cooperación del
ágil y astuto monseñor Berroa.
Es lógico, por consiguiente, que el pueblo de Chile padezca
desazón y agravio con la visita de estos originales
plebiscitarios del Perú. Sin embargo, cualesquiera que sean
las manifestaciones patrióticas de nuestros conciudadanos,
heridos en su decoro, ellos nunca darán motivos para que el
periodismo peruano siga urdiendo la perpetua novela de los
vejámenes, atropellos y asaltos con que hoy brinda al general
Lassiter recién desembarcado en Arica. Es el mismo plato
duro e inmasticable que se ha ofrecido durante seis meses al
general Pershing, hasta enfermarlo. Es el mismo plato, ya mal
oliente y cubierto de pátina...
23 de Enero de 192639
39
Cuestiones plebiscitarias. Talleres de “El Pacífico”. Tacna,
República de Chile. Año 1926. Documento en línea:
69
Es imposible ignorar el hastío que la sostenida campaña
antichilena producía en los protagonistas de ese difícil período de
nuestra historia, entre ellos el teniente coronel Luis Marchant.
Nada mejor para describir ese sentimiento que citar la
opinión de un hombre nacido en otras tierras que, no obstante,
denuncia con claridad meridiana el sentimiento antichileno
existente en el Perú desde mucho antes de la Guerra del Pacífico.
Nos referimos al catedrático de filosofía y escritor uruguayo
Washington Paullier (1885-1947), quien el 23 de marzo de 1919
publicó en el diario La Mañana de Montevideo una contundente
nota de respuesta a un artículo escrito por un ministro peruano que
utilizaba el seudónimo de Álvaro de Alastaya:
En la llanura de Ingaví, el ejército peruano fue destrozado por
los bravos soldados que comandaba Ballivián... ¿A quiénes
recurrieron entonces los peruanos? A los chilenos, como de
costumbre; a ese pueblo laborioso y pacífico, a pesar de ser
admirable en el combate. Entonces, el Perú buscó la
mediación de aquellos, por intermedio de Lavalle (hecho
oficialmente consignado por el Ministro de Relaciones de
Bolivia, don Manuel Urcullú), como no una, sino una
infinidad de veces lo han hecho, aunque odien mortalmente a
los chilenos; como en 1823, para su Independencia; como
cuando Perú le declaró la guerra a Colombia en 1828, siendo
una vez más derrotados sus ejércitos en el Portete de Tanqui;
como cuando el mariscal Santa Cruz invadió el Perú (1837-
39), salvándolo otra vez la generosa nación chilena, en el
campo de batalla de Yungay, por medio del ejército que
mandaba don Manuel Bulnes; como en 1840 en el caso
aludido, con Gamarra y el ejército boliviano. Hasta que en
1865 Chile jugó sus destinos como un caballero andante más
generoso que reflexivo, haciéndole devolver a sus protegidos
las islas Chinchas y sufriendo él en cambio la destrucción del
puerto de Valparaíso, con todas las consecuencias de la
guerra con España.40
https://www.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/71361/2/
141795.pdf&origen=BDigital
40
PAULLIER, Washington. La cuestión del Pacífico y los derechos de
Chile. (1919). Montevideo, Imp. "El Siglo ilustrado", de G.V.
Mariño. Citado en El Mito de la Amistad Chileno-Peruana, Parte II:
Casos contemporáneos de Antichilenismo Peruano, Discurso
Revanchista y Orientación Armamentística de las Relaciones (Siglos
70
Para mayor abundancia, citaremos también los dichos del
periodista Ernesto Montenegro41, quien acusa al país vecino de
oportunismo y a sus autoridades de gestar un complot antichileno,
si bien lo hace idealizando la posición propia.
Su exposición comienza buscando la causa del permanente
odio contra Chile propiciado por la prensa peruana:
Un pueblo débil, un pueblo moralmente débil, es el peor
vecino que puede tocarle en suerte a una nación pacífica y
próspera. Y si ese pueblo habita un vasto territorio, un suelo
rico y productivo, mientras que el otro posee apenas una lonja
de tierra de riquezas naturales solo explotables a fuerza de
trabajo y energía, es fácil suponer que la incomprensión, los
recelos, la envidia, de una parte y el espíritu de empresa del
lado opuesto, lleguen tarde o temprano al conflicto y
tropiecen por muchos años en el camino de la
reconciliación.42
Y más adelante, ante las pretensiones de Lima de que se le
restituya Tarapacá y le sea devuelta la Provincia de Tacna, se
pregunta:
¿Y el tratado de Ancón? Chiffon de papier [trapo de papel],
sin duda. ¿Y los diez mil muertos, y los millones perdidos por
Chile por causa de una confabulación tramada contra sus
intereses y contra su vida misma como nación? 43
Por supuesto, no pretendemos que se asuman como
verdaderas e infalibles las visiones idealizadas de Paullier y
Montenegro sobre Chile: sabemos que nuestro país no es —nunca
lo fue, a decir verdad— una copia feliz del Edén. Pero hay que
entender que esta visión exagerada de nuestras virtudes se erguía
como bastión intelectual ante la construcción sistemática de una
visión contraria, igualmente exagerada, basada en la exacerbación
71
de nuestros defectos —verdaderos e imaginados— que una parte
importante de la clase política y de la prensa peruana de la época
se empeñó en diseminar por el mundo, afectando la imagen de
Chile más allá de nuestras fronteras.
Era difícil —y todavía lo es, sin duda alguna—, por no decir
imposible, sortear el abismo entre posiciones tan contrapuestas.
Obviamente no podemos creer que una sola de las partes haya
tenido toda la razón, sino pensar en una acumulación de razones de
lado y lado, de motivaciones de todo tipo, políticas, estratégicas,
económicas, personales incluso. De seguro habrá habido
mentirosos, manipuladores, buscapleitos y asesinos en los dos
bandos. Las heridas de las guerras no cicatrizan fácilmente.
También ha de haber habido tergiversaciones, malos entendidos,
confusiones. De tales imperfecciones de la naturaleza humana
proviene la materia prima con la que se teje la historia de los
pueblos.
Lo concreto es que el general Lassiter optó por no tener en
cuenta la interpretación chilena de los graves acontecimientos de
enero y de marzo, y se alineó con la postura peruana. En ese
escenario poco propicio para los intereses de Chile, el 8 de marzo
de 1926 Perú propuso la postergación del plebiscito, lo cual fue
ratificado por el jefe de la delegación estadounidense pocos días
después.
En la sesión del 25 de marzo de 1926 de la Comisión
Plebiscitaria, el general Lassiter presentó sus conclusiones respecto
de los desórdenes del 5 de marzo, exculpando a los peruanos de
toda responsabilidad. El resumen de los argumentos de Lassiter,
presentados en un informe presentado por los diplomáticos
Galvarino Gallardo Nieto y Manuel Antonio Maira al delegado
chileno, Agustín Edwards, es el siguiente:
Los peruanos [fueron] públicamente atropellados y
humillados por una turba hostil de chilenos;
El desfile de los peruanos constituía una legítima
actividad plebiscitaria;
Las perturbaciones del orden público las iniciaron los
chilenos, quienes en todo momento fueron los agresores, y
aquellas fueron premeditadas y deliberadas;
72
La Policía y las autoridades, avisadas de antemano,
estaban en la obligación de tomar medidas enérgicas y
efectivas para asegurar la protección del elemento
peruano, tanto más si se tienen presentes los sucesos del 6
de Enero;
Oficiales y soldados uniformados de Chile se confundían
con el populacho y daban muestras inconfundibles de
simpatizar con les asaltantes;
Un soldado chileno, que vestía uniforme, dio desde un
lugar visible del Casino de Oficiales del Regimiento
Velásquez la señal para el ataque de apedreamiento de los
peruanos;
La Policía se abstuvo del empleo de medidas de fuerza
para obtener éxito;
El jefe de Policía y algunos de sus ayudantes parecen
haber desplegado alguna actividad, hasta cierto punto,
moviéndose de un lado para otro, exhortando de palabra a
la gente y hasta empleando fuerza física en grado
relativamente inofensivo;
Y estos hechos permiten hacer deducciones sugestivas,
tanto respecto de la verdadera actitud de las autoridades
chilenas, cuanto al grado de igualdad de ventajas
electorales que en la actualidad existe en Tacna respecto
de chilenos y peruanos. 44
El informe de Gallardo y Maira sobre las acusaciones y
quejas contra Chile durante el funcionamiento de la Comisión
Plebiscitaria, concluye:
Como se ve por el resumen trascrito de las observaciones
presentadas al Presidente de la Comisión por sus subalternos,
ni siquiera se mencionó la causa verdadera e inicial de aquel
desorden, o sea, la injuria lanzada por un peruano del desfile
al gritar frente al Cuartel Rancagua que los soldados eran
«los lacayos de Chile».
44
GALLARDO NIETO, Galvarino; MAIRA, Manuel Antonio. Informe
presentado al representante de Chile en la Comisión Plebiscitaria, Sr.
don Agustín Edwards sobre acusaciones y quejas peruanas. Edición
especial de la «REVISTA CHILENA». 1926. pp. 45-46. En línea:
https://www.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/71952/1/
191053.pdf&origen=BDigital. [Consultado el 8 de mayo de 2020].
73
Algunos meses después, en la sesión celebrada por la
Comisión el 14 de Junio, volvió el general señor Lassiter a
referirse a esos sucesos de Tacna, del 5 de Marzo, en una
forma que demostró su parcialidad en favor de los peruanos y
sus prevenciones en contra de los chilenos: sostuvo que si
esos desórdenes no adquirieron mayores proporciones, si no
fueron más sangrientos y si no hubo más probabilidades de
pérdidas de vidas, ello se debió, no a la circunstancia de que
hubiesen las autoridades chilenas o la policía adoptado
medidas adecuadas de previsión o protección, sino al hecho
de que los peruanos se abstuvieron de toda defensa y no
opusieron la violencia a la violencia.
Para formular esta deducción, ha necesitado el general señor
Lassiter desconocer o silenciar la verdad, porque ha tenido
que prescindir de la actitud real que tomó la Policía de Tacna,
y eso explica que haya preterido el general el hecho
concluyente de que resultasen heridos en esos desórdenes
varios agentes y oficiales de la Policía de esa ciudad. Todavía
más: ha olvidado también la circunstancia de que ese Jefe de
la Policía, señor Rodríguez, fue felicitado por los dirigentes
peruanos, a raíz de estos desórdenes, y todo ellos le
agradecieron la eficaz protección que acababa de
prestarles.».45
En relación a la incontrovertible inclinación antichilena de
la delegación estadounidense, en este informe hay un punto
sumamente interesante que se refiere específicamente a las quejas
contra el Cuerpo de Carabineros.
Citamos en extenso:
Antes de poner término a este informe, vamos a referirnos,
siquiera en términos generales, a constantes acusaciones
formuladas por el Representante del Perú y miembros de su
Delegación contra la conducta de las unidades del Cuerpo de
Carabineros destacadas en diversas secciones de esta
provincia.
No hubo ocasión en que no fuese imputado a los oficiales o a
la tropa de este Cuerpo cuanto incidente ocurría en los
caseríos del interior de los departamentos de Tacna y Arica; y
si hubiera de mencionarse cada uno de los casos en que las
quejas contra aquellos fueron llevadas a las sesiones de la
Comisión Plebiscitaria, excederíamos considerable y acaso
45
Ibíd., p. 46.
74
innecesariamente el estudio que nos ha encomendado el
Miembro Representante de Chile.
El Escuadrón de Carabineros ha permitido mantener el orden
en las poblaciones alejadas de Tacna y Arica; ha hecho
posible el trabajo agrícola en los escasos y reducidos valles
de Azapa, Lluta, Pocollay, Pachía y Calaña, especialmente en
los alrededores inmediatos a la primera de esas ciudades;
fueron siempre los carabineros quienes resguardaron las
chacras de los pequeños propietarios, impidiendo el robo de
las aguas y de las cosechas. Como se sabe, esos predios, que
son huertos de poca extensión, se encuentran generalmente
abiertos y sin muros, ni cierros ni alambrados que los
preserven durante las noches u horas en que se retiran o
duermen los cultivadores. Sin la vigilancia de estos
carabineros, no habría posibilidad de que los propietarios o
inquilinos pudiesen trabajar en pedazos de suelo demarcado
convencionalmente, por tradiciones o recuerdos, más que por
documentos inscritos en los Registros de Propiedad.
Mucha parte de las odiosidades contra los carabineros,
aprovechadas también por la propaganda peruana, se debía a
la represión del contrabando terrestre en las fronteras norte y
oriente, que se ejercía antes en vasta escala respecto de la
internación de alcoholes, coca, ganados, etc.
A fines de Octubre de 1925, se publicó una nota enviada por
Mr. L. A. Greenbey, ingeniero de la Comisión Americana,
presidida por el general señor Morrow, y que fue trascrita al
Comisionado chileno señor Greve. En ese documento se
consignó la opinión que el señor Greenbey se formó del
Cuerpo de Carabineros, en los siguientes términos:
“Deseamos dejar constancia de que durante el
tiempo que demandó nuestro viaje, se manifestó
siempre el mayor espíritu de amistad entre los
miembros de las tres Comisiones, y especialmente
deseamos llamar la atención hacia el admirable
servicio que nos proporcionaron los carabineros
apostados en todo el territorio que visitamos y sobre
las múltiples atenciones que recibimos de parte de
los oficiales de este Cuerpo”.
Varios carabineros sucumbieron en el cumplimiento de sus
deberes, durante la permanencia del Representante del
Árbitro en esta provincia, y en ninguna oportunidad se creyó
que podía hacerse una investigación demostrativa de la forma
en que habían sido inmolados por los peruanos. Cuando se
acordó el cumplimiento del Laudo, en la parte referente a la
75
entrega de Tarata, en Agosto de 1925, fue asesinado el
carabinero Aguayo mientras galopaba en las soledades
fronterizas con el Perú, como portador de órdenes superiores
que significaban el abandono de la región indicada y el
inmediato regreso de la tropa y oficiales chilenos que, en
nombre de nuestro Gobierno y en interés de la civilización,
mantenían el orden en Tarata y poblaciones vecinas.
Compatriotas llegados horas después del crimen, encontraron
el cadáver del carabinero Aguayo, atravesado por varios
proyectiles. Un año antes, había sido asesinado el carabinero
Lobos Riquelme y un compañero por forajidos que vinieron
del Perú y asaltaron el retén del Mauri, huyendo en seguida.
En la segunda quincena de Noviembre último, pobladas
peruanas de la región fronteriza cayeron sobre el retén de
Chayavinto, incendiaron la construcción que allí servía de
alojamiento, muriendo carbonizado el carabinero Zurita; otro
fue herido a balazos y logró llegar casi exánime al retén
próximo, y el tercero fue encontrado en un recodo del
camino, en tal estado de extenuación que durante muchos
días se temió por su vida.
El celo investigador de la Delegación Americana, que no
retrocedía ni ante las más singulares formas del espionaje
cuando se trataba de establecer cargos contra chilenos, nada
hizo en presencia de los crímenes cometidos por peruanos.
Por el contrario, se pretendió radicar la investigación sobre el
crimen de Chayavinto en la Comisión de Límites,
obteniéndose de este modo formar el incidente que determinó
la paralización de los trabajos de demarcación encomendados
en el Laudo; y excusar, en la Comisión Plebiscitaria, un
estudio que habría demostrado la culpabilidad peruana en
aquel odioso suceso.46
Este clima antichileno, fomentado por las autoridades y la
prensa peruana —empeñada desde el fin la guerra en impulsar una
campaña internacional de difamación en contra de Chile—, fue sin
duda en parte responsable de la exacerbación de los ánimos que
terminó por provocar los graves y continuos incidentes que se
produjeron en la zona durante ese tiempo. Esta atmósfera
enrarecida se vio acrecentada en la medida en que se aproximaba
la fecha en que, supuestamente, debía realizarse el anhelado
46
Gallardo y Maira. Op. cit. 21: Quejas contra el Cuerpo de
Carabineros, pp. 86-87.
76
plebiscito que se esperaba resolviera de una vez por todas la
situación de la Provincia de Tacna y Arica.
47
NAVARRETE SOBARZO, Elías. Op. cit., p. 56.
77
por tanto tiempo, continuó estando entre sus preocupaciones
personales.
Reconocimiento
Un año después de que dejara Tacna, su gestión le significó a
Marchant el reconocimiento con su designación como miembro
honorario del llamado Comité Central de Acción Patriótica Tacna
y Arica, tal como consta en una nota de la Revista de Carabineros
de Chile de septiembre de 1927, que transcribimos a continuación:
El Coronel de Carabineros don Luis Marchant González
—cuya ejemplar y patriótica labor realizada en la
provincia de Tacna, durante el tiempo en que permaneció
en ella como Jefe del Regimiento Tacna, es
suficientemente conocida en el país– ha sido designado
recientemente Director Honorario del Comité Central de
dicha provincia, Comité que trabaja porque esos territorios
en litigio formen parte de la soberanía nacional, como es
la aspiración de todos los chilenos.
Pocas designaciones como ésta más justa y más merecida.
El Coronel Marchant llevó a cabo en dicha provincia una
obra de alta trascendencia, con espíritu de sacrificio y con
incansable tenacidad, en pro de los intereses patrios.
Agréguese a esto el envidiable pie en que supo mantener
siempre la Unidad de Carabineros de su digno mando, a la
cual logró darle una sólida disciplina, un elevado concepto
del deber y un entusiasta nacionalismo, condiciones que
convirtieron ese Regimiento en un modelo y en un orgullo
del ex Cuerpo de Carabineros.
He aquí la nota que comunica al señor Coronel Marchant
su elección de Director Honorario del Comité al que nos
hemos referido:
Santiago, 17 de septiembre de 1927.- Señor Coronel
don Luis Marchant G. – Presente.
Muy señor nuestro:
El Comité Central «Tacna y Arica», en su última
sesión, al elegir el nuevo Directorio que ha de
regirlo, en el periodo recientemente iniciado, acordó
por la unanimidad de sus miembros honrar al
Comité, designando a Ud., distinguido señor,
Director Honorario, en atención a los meritorios
servicios prestados por Ud., en favor de la
78
incorporación definitiva de los territorios de Tacna y
Arica, al patrimonio nacional chileno.
Nos es grato, por este motivo, reconocer una vez
más los grandes y valiosos esfuerzos hechos por Ud.
en pro de la realización del ideal que sustentarnos
todos los chilenos, y que es el ingreso amplio de
esos departamentos del norte del país a la vida
nacional.
En nombre del Comité y de su Directorio, rogamos a
Ud. muy cordialmente se digne aceptar esta
designación, por lo que nos suscribimos como sus
muy Attos. y SS. — ANTONIO VARAS MUÑOZ,
Presidente— Fco. De Paula González M.,
Secretario.48
Se frustra el plebiscito
Pese a las expectativas iniciales, dado el complejo escenario que se
vivía en las provincias en disputa, las discusiones de la Comisión
Plebiscitaria tampoco rindieron fruto. El arbitraje de Coolidge
había otorgado derecho a voto a todos los nacidos en Tacna y
Arica, criterio que obviamente favorecía las pretensiones de Perú;
pero también se incluía en el padrón electoral a quienes residieran
en la zona en litigio hasta el momento en que se firmara el
protocolo definitivo en Washington D.C., medida que favorecía a
Chile. Santiago pretendía, además, que se restringiera el derecho a
sufragio únicamente a quienes supieran leer y escribir, cosa que
Perú no estaba dispuesto a aceptar porque la mayor parte de la
población nativa de la zona era de origen indígena y no había
tenido acceso a la educación. La estrategia peruana, avalada desde
un principio por la delegación estadounidense —que se mostró
siempre más preocupada por conseguir una “atmósfera
plebiscitaria” propicia a los intereses peruanos que por la
realización del plebiscito mismo—, pasó por poner todo tipo de
trabas a la ejecución del referéndum que debía poner fin al largo
conflicto.
48
Revista de Carabineros de Chile. Año 1, Núm. 3. Santiago de Chile,
15 de octubre de 1927. Versión online en siguiente enlace:
http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0054461.pdf
79
Ilustración 16. Mapa de Tacna y Arica tras
la anexión chilena.
80
estado chileno debía financiar los gastos del regreso a la provincia
de todos los ciudadanos peruanos residentes en Chile que fueran
aptos para participar en la consulta plebiscitaria, dejándose la
decisión de quiénes y cuántos al arbitrio del delegado peruano.
También se derogaron regulaciones privativas de la autoridad
administrativa de Chile en la zona plebiscitaria, como la anulación
del Decreto Ley que creaba el Tribunal Especial del Plebiscito,
contemplado en el propio Laudo49.
Pese a todo, el 27 de marzo se dio inicio al proceso de
inscripción de los votantes. En este punto comenzaron a producirse
roces entre algunos funcionarios del gobierno de Chile y su
delegado, Agustín Edwards. Mientras éste último estaba de
acuerdo en avanzar de todos modos hacia la realización del
referéndum, las autoridades de Santiago, incluyendo el Congreso,
recelaban a estas alturas del resultado de la consulta, por lo que
comenzaron a presionar a la delegación estadounidense para dilatar
la votación.
49
GARFIAS, Domingo Arturo. EL PROCESO PLEBISCITARIO DE
TACNA Y ARICA. Establecimientos Gráficos «Balcells & Co».
Santiago de Chile. 1926. pp. 14-20.
81
En la zona, mientras tanto, la violencia continuaba dejando
víctimas. En Arica, el 14 de mayo resultó herido el propio
historiador Jorge Basadre, miembro de la delegación peruana, se
dice que por una pedrada arrojada por un mazorquero, como se
conocía genéricamente a los integrantes de los grupos nacionalistas
que solían actuar con violencia contra los ciudadanos peruanos. El
29 de ese mes las autoridades peruanas denuncian el asesinato del
tacneño Manuel Espinoza Cuéllar en manos de una turba de
mazorqueros chilenos que lo agredieron, según señalan, sólo por
encontrarse repartiendo el diario La Voz del Sur. Las fuentes
chilenas responden, por su parte, que Espinoza murió a
consecuencia de las heridas sufridas en una riña a la salida de un
prostíbulo50.
Así las cosas, en el mes de junio de 1926, luego de
innumerables complicaciones, ambas partes asumieron el fracaso
del plebiscito. Desde la perspectiva chilena dicho fracaso no podía
no ser achacado más que a la mala fe de los delegados peruanos,
que habrían contado para estos efectos con la complicidad o, para
ser más exactos, con la ingenuidad de los representantes del árbitro
estadounidense, que se habrían dejado engañar por el constante
bombardeo de denuncias peruanas —las que eran acogidas por un
“Comité de Quejas” creado especialmente para tales efectos—,
muchas de las cuales no fueron más que manipulaciones de la
verdad o incluso burdas escenificaciones de hechos que jamás
ocurrieron.
Sirva para ilustrar este punto el siguiente fragmento del
informe de Gallardo y Maira:
Lo que nunca advirtió la perspicacia de la Delegación
Americana fue ese interés efectivo, manifiesto y constante
del Perú en acumular por todos los medios imaginables,
lícitos o no, serios o pueriles, verdaderos o falsos,
antecedentes que pudiesen ser llevados ante los
representantes del Árbitro, como prueba de que, siendo
imposible realizar un plebiscito correcto, había cometido
el mayor de los errores el Presidente Coolidge al ordenarlo
en esta provincia. Rechazar por absurda la afirmación—
comprobada por persona tan respetable como el doctor
50
Gallardo y Maira. Op. cit., p. 85.
82
Jünneman, de Tacna— de que numerosos peruanos
destruían en esa ciudad los vidrios de las ventanas de sus
casas para presentarse, en seguida, ante los Miembros de
la Delegación Americana en cuanto víctimas
damnificadas, importa desconocer el carácter de esta lucha
plebiscitaria que ha apasionado tan intensamente como
cualquiera contienda armada entre dos países, y que
impuso a los electores de ambas Repúblicas toda clase de
esfuerzos, sacrificios y peligros, aún de mucha mayor
consideración que los actos que autoridades chilenas han
enrostrado a peruanos de esta provincia.
Roturas de vidrios y pequeños destrozos en propiedades
ocupadas por peruanos, ejecutadas por ellos mismos —
comprobadas con el testimonio de personas cuya
veracidad no hay el derecho de discutir—, son actos
reveladores de los extravíos a que ha llegado la
propaganda peruana, y que, desgraciadamente, la
incredulidad del Representante del Árbitro no ha sabido
explicarse, imaginándolos absurdos e inverosímiles.
Tampoco ha podido despojarse de prevenciones al
insinuar que la defensa chilena hubiese sostenido que el
peruano Espinoza Cuéllar fue asesinado por sus
compatriotas con fines de propaganda, cuando la verdad
es que las autoridades de esta provincia han comprobado
que Espinoza Cuéllar estuvo toda la tarde del día en que
resultó herido, en un prostíbulo en compañía de varios de
sus paisanos, en que se bebió copiosamente, terminando la
bacanal en una vulgar reyerta en la calle vecina, a
consecuencia de la cual cayó fatalmente herido. Cuando se
le condujo al hospital rehusó dar los nombres de sus
agresores, pero dijo que después se arreglaría con sus
amigos. La defensa peruana utilizó este delito común,
perpetrado en las circunstancias mencionadas, para
atribuirlo a las autoridades y agentes chilenos,
esgrimiendo el mismo recurso empleado desde el
principio de las tramitaciones plebiscitarias.
El discurso del Representante del Árbitro, alteró la
verdadera naturaleza de la observación chilena, o sea: que
los peruanos habían aprovechado con fines de propaganda
un delito común imputable a ellos; pero entre esa
afirmación y la que atribuyó haciéndonos decir que los
peruanos asesinaron a Espinoza con fines de propaganda,
83
hay una distancia considerable que tampoco debió salvar
su parcialidad.51
Finalmente, el 15 de junio el Gobierno de Chile notificó a su
par de los Estados Unidos que se daban por terminados los
“buenos oficios” de ese país en la cuestión de Tacna y Arica. Una
semana después, el 21 de junio, el general Lassiter se embarcó
rumbo a su país en el crucero USS Galveston. Poco después se
retirarían también los miembros de la comisión peruana.
51
Gallardo y Maira. Op. cit., p. 84-85.
84
De este modo el Tratado de 1929 puso fin a la amarga
controversia abierta por el artículo 3° del Tratado de Ancón.
85
Creada esta fuerza para dar la seguridad y orden que
hicieran propicio el correcto desarrollo del Plebiscito que
los Gobiernos de Chile y el Perú habían convenido en
realizar como acto pendiente del Tratado de Ancón,
cumplió su misión con una eficiencia ejemplar: las tareas
de organizar, distribuir, instruir y fiscalizar tropas y
programar servicios, fueron desarrolladas con acierto por
el Comando superior; las de equipar, administrar y
abastecer a unidades y destacamentos, dirigir y ejecutar
órdenes y servicios, se realizaron todas con capacidad y
celo por los comandos intermedios y jefaturas subalternas;
y las labores del común servicio rural y fronterizo,
añadiendo la fiscalización y control de viajeros a través de
una frontera abierta en todos los contornos de la Provincia
—medida especial e indispensable para asegurar la
legitimidad de los votantes que habrían de concurrir al
Plebiscito— fueron también debidamente mantenidas por
las tropas.
Pues bien, toda esta compleja obra fue realidad, porque
desde el Comandante hasta el último soldado tuvieron
conciencia exacta de su alta responsabilidad ante el país y
pusieron en las variadas acciones de cada día, toda la
abnegación, iniciativa, espíritu de trabajo, interés por el
servicio, honradez y patriotismo, que fueron norma e
hicieron grande y respetado al antiguo Cuerpo de
Carabineros. Podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que esos hombres sirvieron allí, decididos a afianzar con
una acción de paz los derechos y el prestigio de Chile;
pero, a la vez, dispuestos y listos para alzar sus brazos en
cualquier instante en que nuestros estandartes hubiesen
necesitado defender sus glorias.
Tuvo razón el intendente inolvidable, don Luis Barceló
Lira, ejemplo de abnegación, de laboriosidad, de serena
energía y de acrisolado patriotismo, al decir en nota del 14
de Noviembre de 1925, con motivo de la entrega de la
Intendencia: “Es muy grande mi admiración por la labor
que desempeña el Regimiento a su cargo, porque en
cuatro años he podido apreciar debidamente su trabajo,
siempre eficiente y realizado con verdadero espíritu
patriótico”… ”En los campos existe perfecto orden y
seguridad”. “En los pueblos del interior, la acción de los
carabineros ha hecho una gran obra de civilización, que se
demuestra a primera vista con el aseo que hoy reina en
ellos”. “En mis viajes he visto que en pequeños caseríos
hay suboficiales de carabineros que enseñan a leer y a
86
escribir a los niños”… ”Deber de justicia es también
recordar, que no se ha alterado en lo más mínimo la
disciplina de los carabineros, en ninguna de las tres
ocasiones en que durante los cuatro años que aquí sirven,
han visto caer a un compañero, victimado por las balas
peruanas.”
Estos serenos conceptos, publicados en el Boletín Oficial,
fueron cerrados por una cordial felicitación para todo el
Regimiento de Carabineros Tacna, por la Comandancia
General de ese entonces.
Han pasado 40 años desde la creación de aquella Unidad.
La feliz iniciativa de uno de sus Oficiales, hoy Coronel en
retiro, don Humberto Camiroaga, reúne en este recinto a
gran parte de los Oficiales que aun subsistimos, para que,
al mencionar aquel hecho, rememoremos acotamientos,
parajes, acciones, nombres, todo lo que, en suma, nos
permita volver a mirar una etapa de nuestras vidas, que,
para todos, aun sin apreciarlo, revistió caracteres de
importancia especial.
Las ciudades de Tacna y Arica con sus alrededores
atrayentes; Tarata y Putre, en la sierra, con su topografía
agresiva e imponente; y las localidades de Tomasiri,
Mamuta, Visviri, Parinacota, Choquelimpie, Belén y
Codpa, para no citar sino las bases de algunas Tenencias
que circundaban la Provincia, son nombres que se
adentraron hondamente en nuestras memorias, porque en
vínculo con esas tierras palpitó nuestra existencia con
ritmo cargado de responsabilidades y deberes, de
sacrificios y adversidades; pero, a la vez, con la infinita
alegría de hacer útil y eficaz la misión de nuestro
Regimiento. De este modo, sea que nuestros cuerpos de
reclinaran en los cuarteles bases o sea que descansaran en
los ásperos y desnudos colchones que la generosidad de
nuestros subalternos nos cedía en sus destacamentos
rústicos, siempre nuestras mentes se reponían apacibles y
satisfechas al término de las jornadas, tras las acciones del
servicio, puras y limpias como la atmósfera transparente
del altiplano.
Damos hoy, como entonces, gracias a la Providencia por
habernos permitido cumplir nuestros anhelos de servicio,
con dignidad y con éxito.
Al echar esta mirada al pasado lejano, no podemos olvidar
a los carabineros Aguayo, Zurita y Lobos que, como
víctimas injustificadas, fueron inmolados por elementos
87
peruanos sin control. Símbolos han sido ellos y
exponentes confirmadores del cumplimiento del deber, tal
como un día lo prometieron, “hasta rendir la vida si fuere
necesario”
El curso de estos cuatro decenios ha sido jalonado
tristemente por el pasar natural de esta vida, que muchos
de nuestros compañeros fueron cumpliendo. Para todos
aquellos elevamos un pensamiento agradecido, por todo lo
que, en una y otra forma, contribuyeron a la común obra
de bien nacional.
En esta hora grata, de nobles evocaciones, queremos
recalcar que la vida del hoy distinguido General en retiro,
don Luis Marchant González, fecunda en realizaciones
importantes, vació en el que fue Regimiento Tacna, quizá
lo mejor y más preciado de su vigor funcionario y
ciudadano, imprimiéndole ese sello inconfundible de
rectitud y honestidad, de tenacidad inagotable, creadora y
ejecutiva, que eran las características dominantes del
disciplinado, aguerrido y austero Cuerpo de Carabineros.
Por eso, al rememorar la iniciación de aquella su Unidad
predilecta, le renovamos las felicitaciones por su acertado
Comando, reiteramos la gratitud ciudadana que como
chilenos le debemos, y le deseamos que su felicidad y
bienestar al lado de su familia, nos permitan aún tenerlo
por muchos años entre nosotros.
¡Salud!
Santiago, 28 de Octubre de 1961.52
52
CÁRDENAS BARRIENTOS, Jorge. Op. cit., pp. 97-98.
53
Decreto Supremo N° 1784.
54
VENEGAS S., Arturo; PERALTA, Alejandro. Álbum histórico de la
policía de Chile. Empresa Editora Atenas, 1927. p. 132.
88
el 16 de abril de 1927, fue llamado a servir como comandante del
Regimiento de Carabineros de Ferrocarriles.
Nuevamente se le designaba para una función delicada. En
ese entonces los ferrocarriles eran el medio de transporte terrestre
más importante del país siendo utilizado tanto para el tránsito de
pasajeros como para el movimiento de mercaderías e insumos
desde un punto a otro de la geografía nacional. Se trataba, en rigor,
de la mejor alternativa para conectar el país de manera segura,
expedita y a bajo costo ya que en ese tiempo la mayoría de los
caminos eran de tierra, inseguros y precarios en varios sentidos.
Hay que tener en cuenta que recién a partir de la década de 1920 se
comenzó a extender el uso de vehículos motorizados. El ferrocarril
era, ciertamente, un símbolo de modernidad, constituyéndose en un
factor clave en la integración del territorio nacional de norte a sur,
desde Pueblo Hundido —hoy Diego de Almagro—, en la Región
de Atacama, hasta Puerto Montt, contribuyendo de manera notable
al desarrollo de Chile y al afianzamiento del concepto de
comunidad nacional.
Por lo mismo, el resguardo de pasajeros y mercancías era un
asunto al que se le adjudicaba suma importancia. El problema es
que desde que comenzaron a circular los trenes en Chile durante la
segunda mitad del siglo XIX fueron innumerables los perjuicios
ocasionados por el vandalismo y la delincuencia, por lo que se hizo
necesario contar con una policía especialmente dedicada a
resguardar el orden en las estaciones y en el interior de los trenes.
En un principio esta policía dependía directamente de la empresa
de los Ferrocarriles del Estado, pero con el correr del tiempo se fue
haciendo necesaria la presencia de un cuerpo especializado. Para
hacer frente a esta necesidad, en 1914 se creó el Regimiento de
Carabineros de Ferrocarriles, a cuyos efectivos se les encomendó
la vigilancia y seguridad integral de las actividades relacionadas
con el servicio ferroviario. Esta medida rindió frutos en breve pues
se logró reducir significativamente la cifra de hurtos y robos,
aunque a un costo demasiado alto para los hombres.
En palabras del historiador institucional, el coronel(r) Diego
Miranda Becerra:
89
Los Carabineros debían estar presentes a la salida y
llegada de todos los trenes, tanto de pasajeros como de
carga, siendo de su responsabilidad la seguridad de los
pasajeros y la incolumidad de la carga, cuya conformidad
debían verificar minuciosamente. En estaciones como
Barón, o Alameda, una pareja de carabineros, o a veces
uno solo, por falta de personal, debían recibir, en una sola
noche, 15 o más trenes, formado cada uno por más de 20
carros cargados. Los Carabineros debían verificar que en
ninguno de ellos faltase un solo saco o no viniera ningún
bulto de menos, o que, tratándose de carros sellados, los
sellos no hubieran sido violados, caso en el cual,
indefectiblemente, los carros habían sido robados.
Los Carabineros, aparte de responder pecuniariamente por
los robos que se hubiesen producido, recibían un arresto
como sanción disciplinaria. Por otra parte, la naturaleza de
las funciones que debían desarrollar imponía al personal
de Carabineros turnos excesivamente prolongados, siendo
frecuente que ellos durasen 24 horas de incesante
actividad, día de por medio, soportando rigurosas
condiciones climáticas durante el invierno, bajo lluvias
torrenciales y en medio de charcos de agua o del barro.
Los servicios con turnos de 12 horas como mínimo,
situación considerada normal, se recargaban al extremo en
caso de huelgas, desórdenes u otras graves alteraciones del
orden público, casos en los cuales el personal se veía
obligado a trabajar sin tener la posibilidad de un descanso
reparador. El esfuerzo abrumador a que se veían
sometidos los Carabineros de ferrocarriles, sufriendo
además las inclemencias del tiempo, minaba,
inevitablemente, su salud física. De ahí que, en un solo
año, de 575 hombres que formaban la dotación de tres de
los cuatro escuadrones con que contaba el regimiento,
hubiera debido licenciarse a 344, es decir, el 60% de la
dotación, por imposibilidad física o estar incapacitados
para el servicio.55
Este Regimiento de Carabineros de Ferrocarriles distribuía
sus unidades acorde con la división administrativa de la Dirección
55
MIRANDA BECERRA, Diego. Un siglo de evolución policial. De
Portales a Ibáñez. Departamento de Estudios Históricos del Instituto
Superior de Ciencias Policiales Carabineros de Chile. Santiago de
Chile, 1997, pp. 257-258. Documento en línea:
http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0018153.pdf.
[Consultado el 13 de mayo de 2020].
90
General de Ferrocarriles, contando con escuadrones en Santiago,
Valparaíso, Concepción y Valdivia, además de una Tenencia en
Coquimbo y una Sección de Investigaciones radicada en Santiago,
con sede en la Estación Central. Bajo la jefatura del teniente
coronel Marchant se desempeñaban 24 oficiales y 735 miembros
de tropa. El centro de operaciones de la Plana Mayor del
regimiento estaba ubicado en la Estación Mapocho.
En agosto de 1930, tras la disolución de este cuerpo debido
a una reducción presupuestaria de la empresa, la policía ferroviaria
regresó al Cuerpo de Carabineros y sus funcionarios continuaron
cumpliendo con las labores habituales de la institución.
91
En ese contexto, el coronel de Carabineros Armando Romo
Boza, contemporáneo del coronel Marchant y reconocido
especialista en la historia institucional, llegó a afirmar:
Al producirse la fusión del año 1927, el antiguo Cuerpo de
Carabineros hizo, entre otros, tres aportes importantes: su
disciplina militar, el local de la Escuela de Carabineros y
el entonces Comandante Luis Marchant González. 56
El historiador institucional, Elías Navarrete, señala, citando
precisamente un trabajo del coronel Romo:
El 1 de abril de ese año, Marchant es ascendido a Coronel,
el rango más alto que se podía alcanzar en la institución.
La importancia que el coronel Marchant tuvo para la
fusión la deja en claro el Coronel Armando Romo Boza,
en su artículo “Cómo se hizo la fusión”, publicado en tres
números de la Revista Carabineros de Chile de 1965:
«El árbitro inapelable de toda iniciativa relacionada con
la fusión era el Presidente de la República, General don
Carlos Ibáñez del Campo, quien, cuando Mayor, había
vivido en la Escuela de Carabineros, y cuando fue
Coronel, después de los sucesos golpistas del año 1924,
asumió la comandancia general del Cuerpo de
Carabineros, cargo que mantuvo hasta después de ser
nombrado Ministro del Interior en el gobierno de don
Emiliano Figueroa.
«En este contacto con los carabineros, el Presidente se
hizo muy amigo de los jefes de ese cuerpo, y
especialmente de los coroneles Arturo Norambuena y
Luis Marchant, a quienes llevó a su lado en el momento
de la fusión, para que la pusieran en ejecución, bajo su
inmediata dirección.»
Tras ello se dedicaron a hacer andar lo que Romo llamaba
“la máquina fusionadora” que determinó la organización
de lo que sería Carabineros de Chile en adelante. El 16 de
abril de 1927 y con la fusión ya a punto de oficializarse,
Marchant pasa a la Brigada de Ferrocarriles donde se
56
PERI FAGERSTROM, René (General Inspector). Historia de la
función policial en Chile, 4a parte (1927 – 1950). Imprenta de
Carabineros de Chile, Santiago, 1982. Citado en
https://generales.cl/general-luis-marchant-gonzalez/. [Consultado el
25 de abril de 2020].
92
mantendrá hasta su nombramiento como Intendente del
Territorio de Aysén.57
En efecto, el 1 de julio de 1928 el Presidente Ibáñez llama al
coronel Marchant para pedirle que asuma la que será, con toda
seguridad, la tarea más trascendente de su vida profesional: la
Intendencia del Territorio de Aysén, que por entonces permanecía
prácticamente inexplorado58.
57
NAVARRETE SOBARZO, Elías. Op. cit., p. 56.
58
Decreto Supremo N°3.354, del 1 de julio de 1928.
93
AYSÉN
Ilustración 21. El intendente Marchant explorando nuevas rutas junto
al alcalde Ciro Arredondo y otros funcionarios (1928).
PRIMER PERÍODO (1928-1931)
97
Por lo mismo, la zona se mantuvo más o menos al margen
de la colonización española, lo que facilitó la permanencia en el
tiempo de los escasos grupos indígenas que la habitaban desde
tiempos inmemoriales: los chonos de las islas Guaitecas y la costa
patagónica; los errantes kawésqar o alacalufes, que sincronizaban
sus vidas al ritmo cansino de la naturaleza recorriendo
incesantemente el primitivo laberinto de estepas y canales en busca
de su subsistencia; y los aónikenk o tehuelches de las planicies
interiores.
El primer europeo en darle un nombre a estas tierras fue
Hernando de Magallanes, quien, al divisar la desmembrada costa
de la Patagonia occidental, la bautizó como Provincia de la
Trapananda. Allí, en esa Trapananda mágica surgida de la
imaginación de navegantes y aventureros buscaron más tarde los
exploradores, sin encontrarla, la legendaria Ciudad de los Césares
que, según decían las antiguas narraciones, permanecía oculta en
medio del paisaje cordillerano guardando en su interior riquezas
prodigiosas.
El territorio de Aysén no podía ser conquistado sino por
hombres y mujeres inquebrantables, de estirpe y carácter
aventurero, intrépidos, valerosos y visionarios.
El Presidente Ibáñez y el coronel Marchant se conocieron y
trabaron amistad en el norte de Chile en tiempos en que ambos
cumplían misiones en la pampa salitrera59. Ibáñez sabía los puntos
que calzaba el ahora coronel del Cuerpo de Carabineros de Chile,
un hombre que había dado muestras a lo largo de toda su carrera de
una gran capacidad profesional, exhibiendo dotes de líder innato y
destreza en el manejo de situaciones difíciles, además de un
espíritu de sacrificio digno de encomio y un patriotismo
incuestionable.
La tarea en Aysén era gigantesca. Ibáñez conocía de
antemano la urgente necesidad del estado de Chile de colonizar los
territorios ubicados al sur de la isla de Chiloé y norte de la región
magallánica. Esa tierra representaba un enorme desafío para el
59
Ibáñez se desempeñó como Prefecto de Policía de Iquique entre 1919
y 1921.
98
asentamiento humano debido a las condiciones extremas de su
situación geográfica. En más de una ocasión los dos oficiales
habían intercambiado opiniones sobre el particular en el tiempo en
que ambos coincidieron en Tarapacá. De modo que, una vez en La
Moneda, y al constatar que ya bien entrado el siglo XX la
Patagonia chilena permanecía en estado de total aislamiento y
prácticamente despoblada —lo que constituía, a su vez, según las
palabras del poeta Víctor Domingo Silva, por entonces cónsul de
Chile en la Patagonia argentina, un serio riesgo para el país debido
a que tal condición abría los apetitos del estado argentino en la
región—, decidió resolver de una vez por todas el problema. En
esa disyuntiva, Ibáñez recurrió al hombre que, lo sabía bien,
compartía su visión respecto de la importancia de la zona para el
futuro de Chile.
En el momento de partir a su nuevo destino en la Patagonia
chilena, el coronel Marchant, quien en los años recientes se había
convertido en un experimentado conocedor de los secretos de la
pampa nortina, casi no conocía más allá de Rancagua hacia el sur.
El nuevo destino implicaba desafíos completamente
diferentes. Mientras el norte de Chile era una zona disputada por
sus riquezas y atravesada por los resabios de la reciente guerra,
Aysén había sido objeto del más completo abandono por parte del
estado chileno.
A este respecto, el historiador Adolfo Ibáñez Santa María
reseña:
Al terminar el siglo XIX la casi totalidad del territorio
chileno había sido incorporado a la vida nacional. Sólo
una región permanecía en absoluto despoblada, a causa de
su difícil geografía, clima e impenetrable selva. Además,
el no representar un punto estratégico de trascendencia
había conspirado para mantenerla en este abandono: la
Patagonia Occidental.60
60
IBAÑEZ SANTA MARÍA, Adolfo. La incorporación de Aysén a la
vida nacional, 1902-1936. Historia / Pontificia Universidad Católica
de Chile, Instituto de Historia. Santiago: El Instituto, 1961-
(Santiago: Universitaria) v., n° 11, (1972-1973), p. 259-378.
99
Respecto del aislamiento de Aysén, el coronel Diego
Miranda Becerra escribió:
Debido al abandono de que había sido objeto, el Territorio
carecía de comunicaciones expeditas con el resto del país,
lo que producía un peligroso proceso de
desnacionalización al tener sus habitantes que recurrir al
comercio y servicios públicos de Argentina, adoptando
paulatinamente su moneda, vestuario, usos y
costumbres.61
Esa era la situación en el invierno de 1928 cuando el
coronel Marchant seleccionó a los hombres que llevaría consigo
para cumplir con su delicada misión de hacer patria en el
recientemente creado Territorio de Aysén, que comprendía un
Departamento y cuatro Subdelegaciones, de norte a sur: Yelcho,
Aysén, Lago Buenos Aires y Baker.62
Para efectos del traslado de los colonos el nuevo Intendente,
que además había sido designado titular de la Agencia de
Colonización, dispuso de un buque de la Armada recalado en
Valparaíso, puerto desde donde se embarcó junto al personal de la
Intendencia y a los setenta carabineros cuidadosamente elegidos
que lo acompañarían en su misión, además de las cabalgaduras y
pertrechos necesarios para la primera etapa de la misma.
El General Inspector de Carabineros y prolífico escritor,
René Peri Fagerstrom, recoge el testimonio de uno de los hombres
seleccionados para dicha misión:
61
MIRANDA BECERRA, Diego. GENERAL CARLOS IBÁÑEZ
DEL CAMPO FUNDADOR DE CARABINEROS DE CHILE.
Corporación Cultural Carabineros de Chile. Santiago de Chile, 2013.
p. 606. En línea: https://generales.cl/pdf/LIBRO%20
GRAL.%20IBA%C3%91EZ%20-%20TOMO%20I.pdf. [Consultado
el 28 de mayo de 2020].
62
Decreto con Fuerza de Ley N° 8582 del 30 de diciembre de 1927,
firmado por el presidente Carlos Ibáñez del Campo. Un mes después,
el 28 de enero de 1928, se produce el reconocimiento público del
flamante territorio mediante un nuevo decreto (N° 8583), fecha que
desde entonces es considerada como la de la fundación de Aysén. El
primer Intendente fue don Eduardo Camus Murúa, quien renunció a
su cargo el 4 de julio del mismo año.
100
El baqueano Gerónimo Huenchuleo, guía que llevó al
Coronel Luis Marchant González por ríos y sendas, dejó
estos recuerdos:
“Yo estaba en la Octava Comisaría en Santiago en 1928, y
me dejaron como caballerizo y domador del departamento de
remonta. Al poco tiempo, en 192963, llegó el coronel
Marchant a buscar la gente, los que querían venir,
voluntarios, él no los obligó. De a tres, de a cuatro, salimos
de todas las comisarías de Santiago, vinimos 68. Además de
una banda de músicos”.64
El barco llegó a Puerto Aysén el 1 de julio, recalando en un
rústico embarcadero utilizado por aquel entonces para para llevar a
Puerto Montt o Castro, las ciudades más cercanas, pieles, grasa,
cueros y lanas, subproductos de la ganadería, que era la principal
actividad económica de la región, y traer los enseres y provisiones
que se necesitaban para subsistir en ese apartado rincón de Chile.
La primera preocupación del “fundador”, como lo denomina
el historiador aysenino Mateo Martinic65, fue darle a la capital del
nuevo territorio un rostro urbano. Con este propósito se levantó un
trazado topográfico del terreno y se procedió a distribuir solares a
quienes lo solicitasen demandando a los nuevos dueños la
obligación de edificar en ellos. Lo principal era dotar al nuevo
poblado de una infraestructura básica, partiendo por la
construcción de zanjas de desagüe y el relleno de las calles con
ripio y piedras con el fin de aplanar e impermeabilizar el suelo,
facilitando de este modo el desplazamiento. Tras las primeras
tareas y la instalación de la sede del gobierno local en las
dependencias del único hotel del pueblo, el coronel Marchant
63
El año de 1929 no corresponde con la realidad; probablemente se
trate de un error de transcripción o de falta de precisión en el
recuerdo de Huenchuleo
64
PERI FAGERSTROM, René. Reseña de la colonización de Chile.
Editorial Andrés Bello, 1989. p. 156. En: https://bit.ly/31gaTVJ.
[Consultado el 25 de junio de 2020].
65
MARTINIC, Mateo. De la Trapananda al Aysén, Una mirada
reflexiva sobre el acontecer de la Región de Aysén desde la
Prehistoria hasta nuestros días. 2da. Edición. Ediciones
Fundación Río Baker. Santiago de Chile, 2014.
101
elaboró una proclama de saludo y motivación para los colonos que,
de seguro, especula Martinic, ha de haberse distribuido
mecanografiada en los centros poblados, fijándose en los lugares
de acceso público a objeto de ser leída por los transeúntes.
Aquí el texto:
Quiere el intendente infrascrito establecer entre la primera
autoridad y los ciudadanos que laboran por la prosperidad
de esta región, una corriente mutua de acercamiento a fin
de conocer sus necesidades, oír sus quejas y sentir sus
dolores llevando a cada hogar, a cada persona, una palabra
de aliento, un estímulo para aquellos que con tanto
sacrificio personal han llegado a esta apartada región para
darle vida, para impulsar su progreso, sin importarle los
enormes sacrificios y dificultades con que han debido
tropezar en su tenaz intento. Para ellos, sus más sinceras
felicitaciones. Su primera preocupación ha sido imponerse
y conocer todas aquellas necesidades más apremiantes de
la zona y dedicar todo su empeño a subsanarlas.
Sabe que la labor en que está empeñado es difícil y sus
resultados no son inmediatos; sin embargo, como antiguo
militar siempre dispuesto a vencer, tiene la evidencia que
ha de salir victorioso, pero para ello pide el concurso de
todos los elementos y componentes de este Territorio.
Cada uno ha de aportar a esta tarea algo de su esfuerzo
personal, de tal manera que, la suma de todas estas
actividades, dé el resultado común de la labor que se ha
iniciado. Sabe también que los pobladores de este
territorio tienen un pésimo concepto de las autoridades
que han actuado antes de su creación, las que olvidándose
de los más elementales conceptos de honradez, justicia y
moralidad, lucraron y extorsionaron a los pobladores que
honrada y laboriosamente dedicaban todas sus energías a
darle impulso de esta desconocida región.
Esto ya pasó, y hoy las nuevas autoridades son un ejemplo
de honradez, justicia y buenas costumbres. Hace esta
afirmación en la seguridad más absoluta porque ha dado
instrucciones terminantes a todo el personal en este
sentido. Pasó el tiempo de las promesas y los discursos;
hoy el gobierno está basado en hechos positivos, de tal
manera que esta Intendencia exige de todos los vecinos
que están dentro de su jurisdicción, esfuerzo y trabajo,
demostrando así su amor patriótico al territorio nacional.
El Supremo Gobierno que hoy dirige los destinos de Chile
102
realiza un programa de regeneración nacional,
destruyendo las viejas fórmulas, haciendo intervenir en el
desarrollo a todos aquellos factores que signifiquen un
valor positivo. De este programa nació la creación del
Territorio de Aisén, desconocido hasta ayer del resto del
país. Se ha propuesto el Supremo Gobierno, y
especialmente su Excelencia el Presidente de la
República, incorporar este vasto territorio en el concierto
de las demás provincias que forman la república.
Conforme a esta idea quiere el S. Gobierno hacer en Aisén
todas aquellas obras públicas que lo conviertan, en un
futuro cercano, en una fuente de riqueza nacional. Dentro
de esta pauta se halla en primer lugar la construcción de
caminos que unan los valles y centros poblados, como
asimismo las construcciones de puentes para dar salida a
su producción.
Otro problema de vital importancia, y que se abordará en
corto plazo, es el que dice relación con la colonización,
comenzando por radicar definitivamente a todos los
pobladores. Y el otro punto es lo relacionado con los
servicios públicos que se irán estableciendo a medida que
las necesidades lo exijan.66
66
MARTINIC, Op. Cit., pp. 268-269.
103
en los diferentes Distritos, de modo que, cada población
contará con autoridad representante de los derechos
nacionales, ya que hasta la fecha la generalidad de los
pobladores del interior recurrían en amparo y justicia a las
autoridades argentinas y al Cónsul Chileno de Esquel.67
67
MARTINIC, Op. Cit., p. 269.
104
amplios beneficios que la acción del Estado otorga a
cuantos viven y trabajan en nuestro país. Ha organizado al
efecto todos los servicios públicos; se preocupa con
vivísimo interés de formar Puerto Aysén, para dar vida
enseguida a otras poblaciones; está construido el camino
provincial de Coyhaique, para hacer después el camino
definitivo, de donde partirán las grandes rutas a Valle
Simpson, Baker y por el lado norte a Ñirehuao. A los
habitantes del pueblo les encarezco la conveniencia de
hacer sus casas conforme a principios elementales de
higiene y ornato; circundarlas de jardines, plantaciones de
árboles frutales y pequeñas huertas. El jefe de Servicios
Agrícolas está listo a entregar a quien le pida las semillas
necesarias, a la vez que enseñarles el medio práctico de
aprovecharlas. Los grandes y pequeños agricultores deben
compenetrarse de que su propia conveniencia es aumentar
e intensificar su producción; los caminos ya construidos y
los que van a hacerse serán para vuestro uso; el buen
servicio de vapores y la mayor afluencia de habitantes son
factores que contribuirán a dar fácil y reproductivo
mercado a todos los productos que obtengan, merced a la
iniciativa y esfuerzo de los verdaderos hombres de trabajo.
El Gobierno proporciona todos los servicios y todas las
atenciones que permiten los recursos del Estado para velar
por la salud, por la tranquilidad y por la vida de los
habitantes.
Nadie será despojado de lo que legítimamente le
corresponde. Ningún derecho será atropellado. Ninguna
explicación será permitida, no así en las personas cuyas
intenciones sean contrarias al espíritu del Gobierno y se
instalen furtivamente sin la autorización legal
correspondiente. Pido, en cambio, TRABAJO Y MAS
TRABAJO; que se abandonen las viejas rutinas de
producir sólo lo indispensable para el sustento diario y se
emprenda la tarea fecunda de aumentar la producción, de
duplicar los esfuerzos, para cosechar así amplios y
halagüeños resultados. Intendente y Coronel de
Carabineros. Luis Marchant González.68
¿De dónde obtuvo el coronel Luis Marchant el
conocimiento de lo que implica fundar pueblos y la destreza de
colonizar y civilizar territorios, lo que en el caso de Aysén
68
Revista Trapananda, N°2, Noviembre de 1978-Enero de 1979, pág.
66. Citado en MARTINIC, Op. cit., p. 270.
105
equivalía a chilenizar una región que había permanecido por
demasiado tiempo en estado de semiabandono? Dar orden al caos,
crear un escenario sobre el cual pueda asentarse debidamente el
alma de la incipiente sociedad que le dará nueva vida, requiere
visión, inteligencia, tacto para tratar con los distintos actores del
proceso colonizador.
106
de los ríos Coyhaique, Mañihuales, Emperador Guillermo y
Ñirehuao, esta empresa se había comprometido, además de poblar
el territorio con un centenar de familias de origen sajón, a sacar su
producción por el Pacífico estableciendo una ruta marítima hacia
Puerto Montt. Con ese propósito se construyó un embarcadero en
la ribera occidental del río Aysén, unos 4 km al oriente de la
entrada del fiordo del mismo nombre, que se conecta a su vez con
el Canal Moraleda. Junto a este muelle se instalaron un galpón para
acopiar las mercancías, un almacén y una oficina.
107
menos entre los paralelos 44° y 48° era muy escaso debido,
fundamentalmente, a las enormes dificultades que entrañaban para
el asentamiento humano las condiciones naturales del paisaje y el
clima ayseninos.
108
vida, sus posibilidades, su valor efectivo en el presente y
el valor potencial que ofrece dentro del acervo de las
perspectivas económicas de mañana. De tal suerte, puede
afirmarse, sin incurrir en exageración que lo que en
realidad ha hecho nuestro gobierno es incorporar al país
una parcela nueva, al darle al Aisén personalidad y
organización administrativa como uno de los territorios de
la República.69
Sobre este escaso conocimiento que existía de Aysén
incluso una década después de que se oficializara su existencia
como división administrativa del estado de Chile, el escritor
Benjamín Subercaseaux, refiriéndose a la región al sur de Puerto
Montt, escribe:
…en esta parte termina el cuerpo compacto de Chile y
comienza la ruta por mar. El retazo de tierras que sigue
más abajo, junto a la frontera argentina, no puede ser
aprovechado por ninguna vía de comunicación. Es un
terrible amontonamiento de cordilleras, fiordos,
ventisqueros y bosques que el hombre no ha explorado
todavía.70
A su vez, el complicado clima de la región es descrito con
maestría por el poeta maulino radicado en Aysén, Eusebio Ibar:
Llueve en Aysén. Llueve, llueve,
y cuando no llueve, nieva.
Hace ciento veinte noches
que no se ven las estrellas.71
No era fácil, evidentemente, internarse y establecerse en
esas tierras. Se trataba de una tarea titánica que sólo podían
emprender hombres y mujeres dispuestos a vivir en situaciones
extremas, jugándose a diario la subsistencia, aferrados a la mera
voluntad allí donde los elementos complotan contra todo lo que no
deviene salvaje en el intento.
69
Cit. en Revista Trapananda, N°2, Julio de 1978-Enero de 1979, p. 58.
70
SUBERCASEAUX, Benjamín. Chile o una loca geografía. Cuarta
edición. Ediciones Ercilla. Santiago de Chile, 1942. p. 282.
71
IBAR, Eusebio. Poema Invierno, de su libro Cantos a Aysén, 1944.
Citado en https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2014/05/
eusebio-ibar- schepeler-11700.html. [Consultado el 15 de junio de
2020].
109
Con la llegada de Marchant y sus hombres, Aysén había
comenzado a hacerse presente en la vida nacional. Muy luego el
intendente se empeñó en emprender personalmente la ardua tarea
de hacer el reconocimiento de las tierras confiadas a su autoridad.
Una y otra vez tuvo que internarse por las vastas extensiones de
bosques, sierras y quebradas sin arredrarse ante la lluvia, la nieve y
el frío inclementes, atravesando el inhóspito paisaje a lomo de
caballo, fundiéndose, a fuerza de tesón y perseverancia, en la
inmensidad de la Patagonia chilena.
72
De la carta: “He visto la numerosa población con que cuenta el puerto
fluvial de P. Aysén… […] Esta gente hasta hace poco vivía sin Dios
ni Ley. […]…toca también al Clero parte importantísima en esta
obra. […] Ojalá ello fuera posible para las fiestas patrias, a las que
pienso darle todo el brillo que sea posible. Sacado de MUSEO
110
La preocupación del intendente por la atención espiritual de
los habitantes de Aysén estuvo entre sus prioridades desde antes
incluso de llegar a su nuevo destino. Hoy sabemos que en 1928,
camino a Puerto Aysén para su viaje de investidura, Marchant
había pasado por la ciudad de Castro, en Chiloé, donde conversó
con los Padres Franciscanos ofreciéndoles concederles propiedades
si éstos se instalaban en la recién nombrada capital de la nueva
provincia73. Las conversaciones, sin embargo, no prosperaron.
Pero fruto de esos primeros contactos, nueve años más tarde
llegaron a Aysén, ya bajo la autoridad religiosa del sucesor de
Aguilera, Mons. Ramón Munita Eyzaguirre, los primeros
religiosos con intención de quedarse en la zona.
En efecto, en el año 1937 arribó a Puerto Aysén,
provenientes de Italia, el primer grupo de clérigos de la Orden de
los Siervos de María, a bordo del vapor Coyhaique. La historia
recuerda los nombres se los sacerdotes elegidos para esta misión:
Tomás Sgualdino, Antonio Michelato, Anastasio Bertossi, y el
hermano Antonio Balasso74.
Un año después les siguieron siete religiosas de la
Congregación de la Hermanas Siervas de María Dolorosa, que fue
la primera congregación en instalarse oficialmente en Aysén,
donde han permanecido hasta el día de hoy. Dicho sea de paso, el
aporte de esta congregación ha sido inmenso a través de los años,
destacando en el ámbito educativo y en el cuidado de enfermos en
el Hospital de Puerto Aysén75. También es importante destacar la
labor social y educativa que desde 1991 realiza esta congregación
111
en favor de niños vulnerables en el Hogar Madre Eleonora Giorgi
de Puerto Aysén, entidad que se fundó en un terreno adquirido
gracias a una donación del tenor italiano Luciano Pavarotti. Entre
estas hermanas todavía hay quienes recuerdan con cariño al
intendente Marchant, como su fundadora, sor Augusta Pedrielli.
76
ARAYA, Baldo. Aysén Siglo XXI. Ilustre Municipalidad de Aysén,
1991. Imprenta Carabineros de Chile. p. 45.
112
El vehículo llegó sin novedad, pero me encuentro con que
no hay caminos. Ruego hacer el aprovisionamiento de los
fondos necesarios para la realización del camino que una
este pueblo con la Estancia Coyhaique. Atentos saludos.
Intendente Luis Marchant González. 77
De este modo poco ortodoxo las autoridades centrales se
enteraron de lo urgente de proveer esos fondos para dotar a la
provincia de una infraestructura vial básica que sentara las bases
del anhelado desarrollo. El intendente, con ese propósito, no se iba
a andar con chicas.
77
Ibíd., p. 46.
113
transformó en emblema del empeño del gobierno de Chile,
representado en la figura del coronel Luis Marchant, por hacer
patria en esa apartada región del país.78
78
El 13 de enero de 1993 la I. Municipalidad de Aysén distinguió a la
Banda Instrumental de la Prefectura de Carabineros Aysén Nº 27
como “Banda Benemérita”, por considerarla patrimonio histórico-
cultural de la comuna. Por su parte, en 2006 el Consejo Asesor
Regional de Monumentos Nacionales le hizo un reconocimiento
público por su aporte a la comunidad conservando y difundiendo el
patrimonio cultural de Aysén. Años antes, el 17 de marzo de 1992 la
Municipalidad de Cochrane le había otorgado a la Banda el título
honorífico de “Gran Pionero de la Cuenca del Baker”.
114
La fundación de Baquedano (Coyhaique)
El intendente continuó recorriendo el territorio tomando las
medidas pertinentes para cumplir con la tarea encomendada por el
presidente Ibáñez, lo que incluyó la creación de centros poblados
que facilitaran la vida de los habitantes de la región, entre otras
cosas allanándoles el acceso a servicios básicos. En estos viajes,
siempre a lomo de caballo, solía acompañarlo su mano derecha en
la Intendencia, el destacado abogado Roberto Butrón Firpo.
Con esa idea en mente, un día de mediados de marzo de
1929 el intendente emprendió un viaje de rutina rumbo a la
Estancia Coyhaique, centro de operaciones de la Sociedad
Industrial de Aysén, ubicado unos 60 km al suroriente de Puerto
Aysén. Esta vez lo hizo en compañía de los funcionarios de su
repartición Fernando Sepúlveda Veloso, que ejercía como
ingeniero de colonización, y Juan Fernández, jefe de la Dirección
de Caminos.
A poco de llegar a su destino los jinetes se detuvieron para
contemplar desde la distancia el hermoso valle que se extendía
hacia el oriente de la confluencia de los ríos Simpson y Coyhaique,
donde la S.I.A. había establecido su casa de administración. Los
tres quedaron embelesados ante majestuosidad del panorama que
se ofrecía a sus ojos bajo el magnífico telón de fondo que pintaba
el cerro Divisadero. Pero la visión de Marchant abarcó algo más
que el paisaje y, con la convicción de abrazar el futuro, decidió
crear allí un poblado.
Martinic recuerda en su obra que el Intendente, con la
mirada fija en la verde extensión de tierra que se abría ante ellos,
exclamó:
—¡Qué hermoso lugar para formar un pueblo!
El pueblo que surgió de esa visión79 es Baquedano, siendo
bautizado así en honor del general Manuel Baquedano, distinguido
79
Aunque fue él quien concretó la idea, el coronel Marchant no fue el
primero en tener esa visión. Ya en 1902, el geógrafo alemán Hans
Steffen, contratado por el gobierno de Chile para que explorara la
Patagonia occidental y recopilara antecedentes que apoyaran la tesis
chilena frente al laudo arbitral con Argentina, había señalado que el
115
militar y político chileno, veterano de mil batallas. En la década
siguiente la localidad cambiaría su nombre por el de Coyhaique
para diferenciarlo de la población nortina del mismo nombre,
llegando a convertirse posteriormente en una importante ciudad
hasta el punto de que en 1974 se le terminaría designando como
capital de la recientemente creada Región de Aysén del General
Carlos Ibáñez del Campo.
lugar en que las aguas del río Coyhaique se unían a las del Simpson
era ideal para la fundación de un pueblo.
116
Por supuesto, antes de comenzar a llevar estas ideas al papel
era fundamental que la S.I.A., que tenía la concesión de esas
tierras, autorizase la construcción del poblado. Y no tuvieron que
esperar demasiado, tan sólo unas horas después llegaba la anhelada
aprobación gracias a la buena voluntad del administrador general
de la compañía, Thomas Anderson, quien visó la idea cediendo
para tales efectos un potrero ubicado unos al poniente de dichas
oficinas, lugar conocido como Pampa del Corral. Hasta entonces el
terreno había sido utilizado como lugar de esparcimiento dominical
para los trabajadores y funcionarios de la compañía ganadera.
El nuevo pueblo daría respuesta a la necesidad de
establecerse que tenían los propios trabajadores de la estancia
Coyhaique y los habitantes del valle del río Simpson. Por lo
demás, la situación geográfica del nuevo enclave era estratégica
pues era el lugar en que convergían los caminos que conducían
hacia Ñirihuao, Lago Verde y Río Grande, por el norte, y hacia
Balmaceda, Río Ibáñez, Chile Chico y Baker, por el sur, lo que
permitiría consolidar el proceso colonizador emprendido por el
gobierno favoreciendo la conectividad, fortaleciendo con ello la
economía de la zona.
Poco después, el Ministerio de Tierras y Colonización
designó una comisión especial integrada por ocho agrimensores del
servicio de colonización, a quienes se les encomendó la misión de
trazar los planos del pueblo de Baquedano. La extensión de la
pequeña villa abarcaría un área de 400 por 800 metros en un
polígono que en la actualidad corresponde aproximadamente a la
superficie comprendida entre las Avenidas General Baquedano y
Almirante Simpson, y las calles General Parra y Cristóbal Colón.
El 31 de julio el gobierno de Chile aprobó los planos80.
Conforme a ese trazado se realizó el loteo y se procedió a la
repartición de los sitios a los colonos. El lugar elegido como eje
central del poblado, donde se contemplaba construir la Plaza de
Armas, estaba ubicado unos 3 km hacia el poniente de las oficinas
80
Decreto Supremo N° 3752, que aprobaba también los planos de la
pequeña localidad Balmaceda, fundada en 1917 por el colono José
Antolín Silva y situada unos 50 km al suroriente de Baquedano, muy
cerca de la frontera con Argentina.
117
administrativas de la S.I.A., donde hoy funciona el Museo
Regional de Aysén. El creador del original diseño pentagonal de
esta plaza, que rompe el molde ortogonal propio de las plazas
iberoamericanas, fue el agrimensor Héctor Monreal, quien basó su
planteo en la concepción circular de la Plaza l’Etoile de Paris —
hoy Plaza Charles de Gaulle—, donde Napoleón construyó su
célebre Arco del Triunfo. Aunque esta última es de planta circular
—es decir, una rotonda—, ambas se emparentan en la gran
cantidad de calles que se proyectan desde su centro: doce en Paris,
diez en Coyhaique.
118
Coyhaique es el centro de una estrella, cuyos vértices se
dirigen a todos esos puntos que ofrecen perspectivas de
inmenso porvenir.81
Después del loteo comenzó un período de febril actividad en
que se levantaron las primeras casas y edificios institucionales,
como las sedes de la Subdelegación y la Oficina de Tierras. Pronto
vendrían los almacenes, el comercio y todo lo demás. La
construcción de la plaza fue encargada a una Junta de Adelanto
que, con encomiable abnegación, dedicó los fines de semanas a la
tarea que se le había asignado.
Lentamente el pueblo de Baquedano fue emergiendo como
un cuerpo vivo, pujante y tenaz en medio del paisaje como
resultado de la voluntad de las autoridades y el esfuerzo de sus
propios habitantes.
Una vez concluida la primera etapa de la construcción del
poblado se discutió sobre el mejor momento para llevar a cabo la
ceremonia de fundación, contemplándose tan sólo dos opciones:
las Fiestas Patrias o el 12 de octubre, que fue la fecha que
finalmente prevaleció. Pero el plan se vio desbaratado por un
imprevisto llamado del Presidente de la República que obligó al
intendente Marchant a ausentarse entre el 2 de septiembre y el 12
de noviembre, debiendo ser subrogado en el cargo por el abogado
Roberto Butrón Firpo, Secretario de la Intendencia. El hecho es
recogido en una publicación aparecida en la primera edición del
diario El Aysén, publicado el martes 17 de septiembre de 1929,
bajo el titular “FIESTAS NACIONALES EN COYHAIQUE”.
Dice la noticia:
Uno de los números principales de esta fiesta iba a ser la
fundación de la población Baquedano, pero
desgraciadamente se va a suprimir esta ceremonia por la
ausencia del señor Intendente, coronel don Luis Marchant,
quien se fue al norte por llamado urgente del Supremo
Gobierno.82
81
IBAR, Eusebio. Op. cit.
82
GALINDO OYARZO, Leonel. Verdad y ficción en la historia de
Coyhaique. La instauración arbitraria de su fecha de fundación,
respaldada por un acta que remite a acontecimientos que nunca
119
Un mes después el mismo periódico en su edición N°16,
fechada el miércoles 13 de noviembre de 1929, difunde el decreto
mediante el cual en intendente Marchant reasume sus funciones:
Con fecha de ayer se ha dictado el siguiente decreto:
Teniendo presente que han terminado las causas que
originaron la dictación del decreto N° 110 de 2 de
septiembre último, he acordado y
DECRETO:
Con esta fecha reasumo el cargo de Intendente de la
provincia de Aysén. Anótese, regístrese, comuníquese y
dése cuenta.
(Firmado) Luis Marchant G., Intendente y Coronel de
Carabineros.- Roberto Butrón F., Secretario, Abogado.83
Tres días después, en su edición N°17 del sábado 16 de
noviembre, la publicación da cuenta de una “GRAN
MANIFESTACIÓN EN HONOR DEL SEÑOR INTENDENTE Y
CORONEL, DON LUIS MARCHANT GONZÁLEZ”.
Dice el periódico:
El día 13 del presente, en el Hotel Español, se llevó a
efecto una comida en honor del señor Intendente y
Coronel de Carabineros don Luis Marchant González, con
motivo de su regreso a la provincia...84
A continuación el intendente emprende un nuevo periplo
por la provincia bajo su mando, siendo recibido “en forma triunfal
en Coyhaique, Valle Simpson y Balmaceda”.85
En esa visita ocurrió un hecho significativo, poco tenido en
cuenta por la historia oficial de la ciudad, que asevera que la
120
fundación del entonces pueblo de Baquedano se produjo en la
fecha programada desde un principio, el 12 de octubre de 1929 —
que es la fecha establecida en el Acta de Fundación de la ciudad,
firmada, entre otras autoridades, por el propio intendente
Marchant—, versión que el investigador Leonel Galindo pone en
perspectiva.
A continuación, el texto del Acta de Fundación:
A doce días del mes de octubre del año 1929, bajo la
Presidencia del Excelentísimo señor Carlos Ibáñez del
Campo, en el lugar denominado La Cancha, de la comuna
de Aisén, del territorio del mismo nombre, se reunieron
los siguientes funcionarios: Intendente de la Provincia,
Coronel de Carabineros, don Luis Marchant González;
Alcalde, don Ciro Arredondo Lillo; Vocal de la Junta de
Vecinos, don Konstantino Kalström; Delegado de la
Ilustre Municipalidad; don Thomas Anderson y
Subdelegado de la Comuna, Teniente de Carabineros don
Pedro Zúñiga G.
En este acto, y ante numeroso público el señor Intendente
declaró fundado el pueblo de Baquedano, denominado así
en homenaje a uno de los más grandes defensores de la
Patria.
Para constancia firman esta acta autorizada por el
Secretario de la Intendencia.-
Luis Marchant González - Thomas R. Anderson - Ciro
Arredondo Lillo - K. Kalström – Pedro Zúñiga – Roberto
Butrón F., Secretario.86
Sin embargo, las palabras de Galindo dan vuelta esta
historia al citar una nota publicada por el periódico El Aysén en su
número 24, publicado el miércoles 11 de diciembre de 1929:
En un extenso texto expuesto en cinco columnas se narra
las actividades del intendente Marchant en Coyhaique y,
en el centro de la nota, aparece un subtítulo destacado en
negritas:
“Reunión de Vecinos en la Nueva población
Baquedano”
86
MARTINIC, Mateo. Op. cit., p. 360.
121
En el cuarto párrafo del texto referido a este subtítulo se
lee:
“En seguida dijo el señor Coronel, que debido a esa
misma ausencia no inauguró el 18 de septiembre
próximo pasado el pueblo de Baquedano, pero que
aprovechaba esos solemnes momentos para hacerlo,
pueblo que por la espléndida situación que iba a
ocupar se convertiría muy en breve en un verdadero
emporio comercial...”
Aunque la nota del diario no es muy explícita respecto de
la fecha en la que tuvo lugar la Reunión de Vecinos en la
Nueva población Baquedano, se ha podido determinar que
ocurrió un día 4 de diciembre, gracias al fortuito hallazgo
de una carta87 que formaba parte de un archivo de varios
documentos personales del ex Intendente Marchant que
solicité digitalizar para el Museo Municipal de Coyhaique
—que más parece un informe—, fechada 21 de enero de
1930, firmada por el propio coronel de carabineros e
intendente de Aisén, dirigida al Presidente de la
República, General de Carabineros Carlos Ibáñez Del
Campo. En la hoja 2, párrafo tercero, dice textualmente:
“En Baquedano nuevo pueblo fundado en homenaje
a V.E. el 4 de diciembre último, se levantarán pronto
construcciones con el mismo entusiasmo e interés
que en Puerto Aysén. Ya se han entregado 33 sitios
y continúa la demanda, pero falta la construcción
fiscal, la que en realidad viene a inspirar mayor
confianza para la organización de la población.
Espero principiar la subdelegación y otros servicios
como: Oficina de Registro Civil, Escuelas, etc.”88
Esta nota echa por tierra la fecha del 12 de octubre, situando
la auténtica ceremonia de fundación el día 4 de diciembre.
Tomando en cuenta que la comunidad de Coyhaique celebra su
aniversario cada 12 de octubre desde el año 1938, mismo año en
que se cambia el nombre original del pueblo por el actual89, ¿qué
87
Ver Anexo 1.
88
GALINDO OYARZO, Leonel. Op. cit., p.71.
89
Ibíd., p. 79. El Aysén, n° 885, publicado el miércoles 12 de octubre
de 1938.
122
razón pudieron tener las autoridades de la época para establecer
otra en el Acta de Fundación?
90
MARTINIC, Mateo. Op. cit., p. 271.
123
una versión completamente diferente sobre lo ocurrido el 12 de
octubre de 1929 que ofrece, además, detalles sobre el traslado de
las autoridades desde Puerto Aysén y la ceremonia en sí. Lo
notable de este relato es que sale de la mano nada menos que del
polifacético General Inspector René Peri.
En su obra Reseña de la colonización de Chile, publicada en
1989, Peri narra:
El alcalde de Aysén Ciro Arredondo nombró una
comisión para organizar la fundación del pueblo de
Baquedano, la cual estuvo compuesta por el subdelegado
de Aysén, capitán de carabineros Belisario Fritz Leiva; el
delegado municipal de Coyhaique Tomás R. Anderson, el
delegado municipal de Valle Simpson José Delfín Jara y
los vecinos Juan Carrasco y Félix Orellana.
Cuatro días más tarde, el Capitán Subdelegado Fritz envió
un oficio a cada uno de los miembros de dicha comisión,
indicándoles que durante el desarrollo de las fiestas patrias
no se autorizarían actos públicos que no fueran en la
Cancha de Corral. Con esta resolución el capitán Fritz,
que tenía el carácter de héroe nacional por su actuación en
los sucesos de Puerto Natales en 1919, consagró la
fundación del pueblo.
El 12 de octubre de 1929 se realizó el acto de fundación
de Baquedano en La Pampa del Corral. El primero en
llegar fue el intendente Luis Marchant González, coronel
de carabineros cuyo nombre está ligado al desarrollo de la
región. La comitiva salió de Puerto Aysén de madrugada y
llegó al atardecer. El grupo fue esperado por el Capitán
Fritz con un piquete de carabineros que se había
movilizado para tal efecto el día anterior.
Al arribo de la comitiva, el Teniente Pedro Zúñiga Gaete
ya tenía preparados los elementos para la ceremonia. Estos
consistían en un cajón vacío de las latas de antisárnico y
sobre él, un tintero y una pluma.
A la llegada del intendente, un carabinero se encargó de
izar el pabellón patrio en una vara de lenga que se había
improvisado como mástil, a los sones del himno nacional
que fue coreado por todos los presentes. 91
91
PERI FAGERSTROM, René. Reseña de la colonización de Chile, p.
156.
124
Ilustraciones 30 y 31. Desfile de Carabineros en Coyhaique.
125
confeccionándose una tribuna de honor presidida
por el intendente de Aysén Luis Marchant González,
el capitán de Carabineros Sr. Gómez, personal de la
estancia y connotados vecinos. 3° Desfile de las
escuelas del valle Simpson y de la administración de
la Sociedad Ganadera. 4° Carreras a la chilena. 5°
Ramadas que se instalarán en el recinto frente a la
plaza, reservadas para la Municipalidad del
Territorio.
[…]
Uno de los hechos más connotados ese 21 de mayo
fue la concurrencia, desde la Escuela de valle
Simpson, de todo su alumnado, montados a caballo
y con su Directora y única profesora al frente, la
señorita Emilia Jara.
Desde entonces y cada vez que se conmemoraba
alguna efeméride patria fue siempre puntual la
llegada de esta valerosa mujer con sus jóvenes y
diestros jinetes, avanzando ella misma con la
bandera chilena en alto. Ese era el Baquedano del
31, cuando a la ex “Pampa del Corral” acudieron
alrededor de 700 personas, 500 de ellas jinetes, que
se congregaron desde distintos puntos del sector
campesino y que esperaron a las autoridades de
Aysén en el alto de los terrenos que hoy conforman
el recinto militar. Por cierto la comitiva venía
presidida por el querido coronel Marchant, quien al
aparecer en la meseta recibió la más memorable
ovación. El Intendente llegaba ahora en automóvil,
trayendo detrás otros vehículos, entre los cuales
venía la banda de Carabineros para animar la
fiesta.
Tales son los orígenes de la tercera fundación aysenina en
suelo continental, a la que estaba reservando el honroso
destino de la capitalidad regional por su excelente
situación geográfica en el distrito central y por la dinámica
de su propio crecimiento, a partir del cuarto final del siglo
XX.92
92
Ibíd., pp. 271-272, citando a ARAYA URIBE, Baldo. El Gran
Reportaje de Aisén. (Coyhaique, 1999)
126
La fundación de Futaleufú y Palena
En el curso del año 1928 el intendente Marchant se adentró en
dirección al norte del territorio confiado a su jurisdicción,
específicamente hacia los sectores cordilleranos de Alto Palena y
Futaleufú, ubicados en el territorio de la Subdelegación de Yelcho,
en la frontera con Argentina a unos 400 km de Puerto Aysén.
Podemos imaginar las dificultades que entrañaba internarse en ese
tiempo por el paisaje agreste, indomable e inhóspito de la
cordillera patagónica, plagado de obstáculos y barreras naturales.
En relación a este recorrido en particular, René Peri cita el
testimonio del fiel ordenanza del coronel Marchant, el carabinero
Gerónimo Huenchuleo:
Cuando llegamos aquí, el coronel Marchant formó al
personal y les dijo: «Un hombre que sea bueno pa’l
caballo necesito, porque vamos a recorrer el interior».
Bueno…, ahí me sacaron a mí y tres más. Teníamos que
repartir a los profesores. Ese mismo año llegaron los
profesores también.
La Segunda Comisaría abarcaba Palena y Futaleufú, ese
tiempo y por ahí tuvimos que relevar a la gente que tenía
carabineros, los que llegaron primero, para que fueran al
Baker y otros ríos.
Yo como guía acompañé a todos los jefes que tenían que
salir… con pilcheros y todo recorrimos Palena, Cisnes,
Futaleufú, Coyhaique, Baker, Ibáñez y toda La Frontera.
Con el coronel Marchant anduvimos en bote por el río Los
Palos hasta la laguna y recorrimos todo a caballo….93
Ese viaje duró dos meses y fue el más largo entre todas las
travesías y excursiones que el intendente, en el cumplimiento de su
misión, tuvo que emprender a lo largo de los años por el territorio
de la nueva provincia.
A principios de la década de 1910 se habían establecido en
los valles de los ríos Futaleufú y Palena colonias de pioneros
chilenos que vivieron prácticamente aislados del resto del territorio
nacional durante casi dos décadas.
93
PERI FAGERSTROM, René. Reseña de la colonización de Chile, p.
156.
127
A su llegada el intendente Marchant se encontró con esa
población de hombres y mujeres sufridos, obstinados, condenados
a lidiar a diario con el clima adverso y la geografía hostil de esa
remota región de Chile. En ambos valles vivían, en total, entre mil
y mil doscientas personas acostumbradas a la soledad, al sacrifico,
a la lucha perpetua con los elementos y el paisaje.
94
GEBERT MORENO, Manuel, coronel (r) de Carabineros. Cuando el
hombre, un servidor público y un colonizador son los integrantes de
un todo. Tradición. Revista del Cuerpo de Generales de Carabineros.
Edición 56, junio 2015. p. 39. Documento en línea:
https://generales.cl/pdf/revista/tradicion_control_op.pdf. [Consultado
el 29 de junio de 2020].
128
Un año más tarde, una vez obtenidos los recursos necesarios
y ultimados los detalles, el intendente retornó a la zona para fundar
el pueblo de Futaleufú dotándolo de destacamento policial y de
escuela primaria. Era el 1 de abril de 1929. Poco después fundaría
Palena, dándole el mismo tratamiento.
95
OSORIO P., Mauricio. (2012). Un episodio de violencia en el Baker:
la muerte de tres kawésqar en Bajo Pisagua (47°46’S/73°35’), 1931.
129
Sin embargo, como se desprende de los detalles que aporta
el intendente Marchant en dos informes sucesivos enviados al
Ministerio del Interior, no está claro cómo se inició el incidente.
Marchant, de hecho, señala que fueron los indios los primeros en
abrir fuego. En el primer informe, fechado el 16 de abril de 1931,
donde no se acusa recibo de las muertes:
Para dar cuenta a V.S. que el subdelegado de Baker me
comunica por oficio de N°55 de 26 de marzo, que el día
15 de ese mismo mes se presentaron al Puerto Bajo
Pisagua dos canoas tripuladas por indios chonquis a
quienes los empleados de la Sociedad Estancias, Posadas,
Hobbs & Cía., en la creencia de que tenían hambre, les
dieron pan; pero no lo aceptaron y eligieron, en cambio,
que les dieran sacos de harina.
Los empleados de la compañía se negaron a acceder a
estas exigencias, enterados de lo cual los indios se
reembarcaron en sus canoas y dispararon con armas de
fuego, felizmente sin dar en el blanco por lo que no hay
que lamentar desgracias personales.
De esta incidencia se dio aviso a la pareja de Carabineros
más próxima la cual se trasladó a Bajo Pisagua para
resguardar la vida de los empleados e intereses de la
compañía.
Dios guarde a V.S.
Luis Marchant G. /
Intendente & Coronel de Carabineros en retiro.96
Dos semanas después, en un oficio del 4 de mayo, el
intendente complementa su primer reporte dando cuenta al
Ministerio de los fallecidos:
Ampliando mí oficio N° 385 de fecha 16 del presente y
según últimas informaciones llegadas del Subdelegado de
Baker, puedo comunicar a VS. que en el tiroteo que hubo
130
en Puerto Bajo Pisagua entre los empleados de la Estancia
de Hobbes y Cía. y un grupo de indios chonquis,
resultaron muertos dos indios y una india.
El Comandante de Carabineros que se encontraba en gira
en la comuna, impuesto de los hechos, se ha trasladado al
punto en referencia con el objeto de instruir el sumario
correspondiente.
Del resultado de esta diligencia tendré a honra comunicar
a VS. en su oportunidad.
Dios guarde a V.S.
Luis Marchant G. /
Intendente & Coronel
de Carabineros en retiro.97
97
Ibíd.
98
Ver Osorio, Op. cit.
131
apartados parajes —tierras sin Dios ni Ley al decir de Marchant y
de tantos otros—, extender incluso allá, en el confín del mundo
civilizado, el manto protector del estado, de la justicia y de la ley.
99
La Fuerza Aérea Nacional (FAN), precursora de la Fuerza Aérea de
Chile (FACH), sería creada unos meses más tarde, el 21 de marzo de
1930, por medio de la fusión de los Servicios de Aviación
dependientes de los Ministerios de Guerra y Marina, siendo el propio
Merino Benítez su primer Comandante en Jefe.
132
Schaerer debieron continuar solos, dirigiéndose al día siguiente a
Puerto Aysén, que por entonces no era más que un caserío,
acuatizando frente a la desembocadura del río Aguas Muertas ante
la expectación de los habitantes. En la ocasión los aviadores fueron
recibidos por las autoridades, entre ellas el intendente Marchant,
quien ofreció su hospitalidad a los recién llegados.
133
como intendente de una región en la que es considerado como uno
de sus padres fundadores. Permanecería allí aún otros siete meses,
hasta que el 31 de julio de 1931 renunció a su cargo tras la caída
del gobierno de su amigo, el coronel Carlos Ibáñez del Campo.
En marzo de ese año el diario La Nación había publicado en
su primera página un recuadro con una breve reseña sobre la
trayectoria profesional del hasta entonces intendente Marchant.
Citamos:
El Coronel señor Marchant es uno de los jefes más
distinguidos y meritorios con que cuenta el Cuerpo de
Carabineros de Chile. Su actuación durante su larga
carrera profesional ha sido intachable. El Supremo
Gobierno lo ha honrado con su confianza y, durante la
gestión del acto plebiscitario de Tacna, sirvió comisiones
extraordinarias, en las cuales supo realzar su patriótica
consagración al servicio de los más caros intereses de la
República. Sirve actualmente el Coronel señor Marchant
el alto y delicado cargo de Intendente del Territorio del
Aysén, como una prueba más de la confianza y aprecio
con que lo ha distinguido el Supremo Gobierno. Durante
el desempeño de sus funciones, el señor Marchant, se ha
hecho acreedor a las mejores felicitaciones, como
consecuencia lógica de su inteligencia y capacidad.100
El artículo principal, decía:
AI cumplir un año de vida el Territorio de Aysén, creemos
oportuno hacer una breve reseña de su organización, a fin
de que nuestros lectores que siguen de cerca los progresos
que experimenta el país en la actual administración, se den
cuenta cabal de que aun en las regiones más apartadas de
Chile está latente el espíritu de civismo y progreso, y tanto
los chilenos como los extranjeros cooperan al
desenvolvimiento de nuestra riqueza al amparo de las
leves de equidad últimamente dictadas, cuyos frutos no
han tardado en dejarse sentir.
Es, sin duda alguna, al Coronel Intendente, don Luis
Marchant G., a quien se debe la sólida organización que se
ha impuesto en el Territorio.
100
Diario La Nación, viernes 1 de marzo de 1929, p. 1. “El Aysén: las
tierras del futuro”. En línea: https://culturadigital.udp.cl/cms/wp-
content/uploads/2018/08/LN_1929_03_01.pdf
134
Este funcionario, que en todo momento ha obrado con
instrucciones directas del Presidente de la República, ha
sabido imprimir rumbos y efectuar progresos con la
cooperación entusiasta de cuantos elementos oficiales
laboran a su lado, como también de muchos particulares
que desean ver convertidas estas lejanas tierras en
estancias pobladas de animales y mieses tostadas por los
rayos solares del estío.
Puerto Aysén, punto situado en el río del mismo nombre,
es la capital del Territorio. Su doble labor do capital y
puerto ha influido para alcanzar un desarrollo enorme en
un año que sólo lleva de vida. 101
Más adelante, tras describir el estado del territorio antes de
la llegada de Marchant, el periódico añade:
Fue necesaria la llegada del Coronel intendente señor
Marchant para poder regularizar este estado de cosas y se
diese a las obras el impulso que las circunstancias
requerían.
Las comisiones de ingenieros que estudian los nuevos
caminos hacen una labor encomiable y de sacrificio.
Diseminadas en varios puntos del Territorio, han
estudiado las variantes de las actuales sendas y proyectado
nuevas rutas para establecer la unión entre las diversas
comunas, como para la fácil expedición hacia la vecina
República.
INDUSTRIA GANADERA
Los caminos ya estudiados y los nuevos que se proyectan
abrirán nuevos horizontes al comercio de exportación de
muchos productos nacionales, como también la
internación de fácil y en toda época del ganado argentino.
Muchos ganaderos chilenos venden sus productos en la
Argentina por la dificultad de transportes hacia Chile;
ahora esos productos afluirán al Pacífico, como también
una buena cantidad de productos argentinos, porque las
distancias a los puertos de embarque son enormemente
favorables para nosotros.
101
Ibíd.
135
Con los nuevos caminos trazados, las distancias se
acortarán en muchos kilómetros, siguiendo rutas seguras
que permitirán el tránsito en toda época del año.102
En otro recuadro, bajo el título de “Pareceres / Aysén”, el
autor de esta crónica describe poéticamente la gesta que se estaba
llevando a cabo en Aysén:
Aysén ha comenzado a vivir. Sus campos inmensos,
negros de selvas, llenos de soledad, que traían un triste
recuerdo de violentas montañas o de territorios
desconocidos, se están desperezando.
El bosque virgen, se rinde ante el cálido esfuerzo de los
hombres macizos y rudos que están construyendo,
apresurados y febriles, sus hogares trabajadores.
Las montañas apretadas de árboles gigantescos, se
inclinan al paso del habitante, del colonizador, que lleva
en una mano una pala de acero y en la otra una esposa y
un hijo.
Extraño poema de labor que esconde en sí la serenidad y
la paz de la familia.
Aysén siente el abrazo del chileno hijo del carbón, del
salitre y del trigo.
Siente el aliento fresco y sano del nuevo agricultor.
Del agricultor que ha recibido de los buenos gobernantes
de hoy, un trozo de montaña para que labore con la cabeza
inclinada. Para que amontone honradamente el dinero
verde. Pare que fertilice la naturaleza muerta.
Y ésta es una manera de engrandecer la nación.
Un amigo nuestro nos ha dicho hace algunos días:
—Me marcho. Me marcho al Territorio de Aysén. Me
hago agricultor, ganadero. Allí madrugaré muy de
mañana, cierto. Y echaré indudablemente de menos la
vida alegre de Santiago, donde hay cines, biógrafos,
terrazas amplias y elegantes donde bailar. Todo eso muere
para mí…
Sin embargo, la voz de este amigo era una voz serena, la
voz del hombre sano de espíritu y de cuerpo.
102
Ibíd.
136
Alguien le indicó:
—¿Y tu novia?
—Ella espera. ¿Cuánto tardaré? Un año, dos años, tres
años, diez años. Quizá. Pero eso sí que cuando vuelva seré
un hombre. Un nombre hecho y derecho.
Nosotros meditamos sobre este hermoso gesto. Meditamos
en esta conciencia que interesa al país. En ese corazón
joven.
Aysén se abre brillantemente a Chile. Sus tierras
inmensas, habitadas por chilenos inmensos también, no
tardarán en hacer nuestra nación, rica, millonaria.
Es la labor más grandiosa que ha emprendido S.E., el
Presidente de la República al sacar de la nada esos vastos
territorios.103
103
Ibíd.
137
Definición y desarrollo de un plan inicial de
infraestructura vial y de fomento de las comunicaciones
intraterritoriales y con el exterior de la provincia.
Fomento de la instrucción pública con la creación de
escuelas y la construcción de locales para su debido
funcionamiento;
Definición de una verdadera política agraria mediante la
regularización de la tenencia predial, la recuperación
progresiva del latifundio fiscal en manos de las
sociedades ganaderas, y el fomento de la colonización
libre;
Chilenización del territorio a través de diversas medidas
en procura de la afirmación de la nacionalidad en
diferentes aspectos de la vida común.
Y añade:
Los contemporáneos de Marchant, asombrados ante tanta
diligencia, percibieron sus frutos y advirtieron su sentido
progresista y civilizador que buscaba situar a la nueva
provincia en plano de relevancia, que relegara al recuerdo
tantos años de abandono oficial. Fue visto, con toda razón,
como el fundador del Aysén moderno. En una tarea de
tanta responsabilidad es muy difícil, bien lo sabemos,
contentar a todos, pero, en el caso de Marchant todo
indica que en torno a su figura y gestión se dio una rara
unanimidad de pareceres por parte de sus
contemporáneos, que la posteridad ha sabido aquilatar.
Tales fueron la fuerza y el sentido de su impronta de
gobierno que por dos oportunidades más tarde, en 1945 y
1953, la comunidad aysenina pidió su retorno a tan alta
responsabilidad, conocedora de su talento, capacidad de
gestión y compromiso con el territorio. De esa manera
Marchant enteraría una permanencia total que hemos
estimado en seis años, cinco meses y siete días, no
igualada por mandatario regional alguno hasta el presente.
A la vista de tanto merecimiento cívico bien cabe situar a
Luis Marchant en la galería de los padres fundadores de
Aysén, conjuntamente con los otros eminentes servidores
públicos de cuya trayectoria nos hemos ocupado, como
fueron Enrique Simpson, Hans Steffen y José Pomar,
138
genuinamente los hombres que marcaron el destino
histórico del territorio de la Patagonia central chilena. 104
104
MARTINIC, Mateo. De la Trapananda al Aysén, p. 456-457.
139
9) Puente colgante con balsa en Río Correntoso, Río
Caracoles y Río Simpson.
10) Rotura de un farellón para dar paso al camino
Aysén-Coyhaique.
11) Se sembraron en los ríos del interior 1 ½ millón de
ovas de salmón de gran significación actual para el
turismo regional y que por la especial conformación
y temperatura de los ríos de la zona se han
multiplicado prodigiosamente.
12) Creación de las ciudades de Futaleufú, Palena,
Coyhaique, Balmaceda, Puerto Ibáñez, Chile Chico,
Cochrane, etc.
13) Construcción y puesta en marcha de una Escuela
para hombres y otra para mujeres en Pto. Aysén.
14) Construcción de un Hospital en Pto. Aysén; además
en el mismo lugar: el edificio de la Oficina de
Tierra; de la Intendencia; de Oficinas Públicas; casas
para el intendente y para empleados públicos;
oficina para la Prefectura y la Comisaría de
Carabineros y para la Radio de la Armada Nacional.
15) Construcción y creación de Escuelas en Futaleufú,
Palena, Río Claro, Valle Simpson, Balmaceda, Pto.
Ibáñez, Chile Chico y Cochrane.
16) Reparación y construcción del muelle fiscal de Pto.
Aysén y defensas del río.
17) Construcción definitiva del cementerio de Pto.
Aysén.
18) Puente provisorio sobre el Río Aguas Muertas.
19) Creación del Matadero Municipal de Pto. Aysén.
20) Organización del servicio de vapores de Pto. Aysén
Pto. Montt con escalas en puertos de Chiloé y litoral
del territorio de Aysén.
21) Organización de un servicio de vapores en el Lago
Buenos Aires.
22) Se exigió a las compañías ganaderas “Cisnes”,
“Aysén” y “Baker” que la producción de lanas y
ganado en general fuera sacada por puertos chilenos,
terminando de hacerlo por puertos argentinos.
23) Construcción de oficinas públicas en Coyhaique.
140
24) Organización de las Fzas. Policiales tomando como
base una Prefectura y dos Comisarías (una en Pto.
Aysén y la otra en Coyhaique).
25) Se obtuvo la primera liberación autorizada por ley
para el no pago de impuestos por 5 años en toda la
provincia.
26) Se distribuyeron tierras del Estado en forma justa y
equitativa a los colonos sin que se produjeran
reclamos o queja alguna sobre el particular.
27) Se chilenizó todo el territorio, sacándolo del
ambiente argentinista que predominaba en la zona,
organizándose varios clubes de huasos en diversas
localidades, que junto con las escuelas y los retenes
policiales afianzaron definitivamente la
nacionalidad.105
105
CÁRDENAS BARRIENTOS, Jorge Op. cit.,. pp. 118-119.
141
facilitado la llegada de mujeres y de familias completas,
reemplazando la antigua costumbre del trabajador solitario.
En el plano personal, la familia Marchant Viscayzacú había
celebrado el nacimiento de un nuevo miembro, la menor de sus
hijas, María Eliana, quien nació el 19 de diciembre de 1930 en
Puerto Aysén.
142
Los efectos de la crisis del 29
La crisis financiera mundial que se inició en octubre de 1929 tras
el quiebre de la bolsa de Nueva York se extendió
aproximadamente hasta 1932, aunque sus efectos se hicieron notar
por muchos años más. Entre otras cosas, el crac del mercado de
valores provocó una falta de liquidez que afectó gravemente los
precios de las mercancías. En ese escenario complicado, Chile fue
uno de los países más perjudicados debido al derrumbe de las
exportaciones de salitre y de cobre, lo que causó una caída sin
precedentes de los ingresos fiscales y de las reservas monetarias al
punto que el 16 de julio de 1931 el país se vio obligado por
primera vez en su historia a suspender el pago de su deuda externa.
Las secuelas se hicieron sentir también en el campo, dejando
totalmente expuestos a los sectores más vulnerables de la
población rural.
Como consecuencia del descalabro económico, la miseria se
extendió como una mancha de petróleo por campos y ciudades,
especialmente en la capital del país. De este modo, mientras miles
de cesantes recorrían las calles y las ollas comunes se hacían parte
del paisaje urbano, un fuerte sentimiento de malestar fue cobrando
vida en amplios segmentos de la población, situación que no tardó
en impactar el escenario institucional inaugurándose un período de
intensa agitación social y de efervescencia política que culminó
con el desplome del gobierno de Ibáñez a fines de julio de 1931.
Entre otras consecuencias, la caída del gobierno puso fin a la
primera administración de Marchant en la Intendencia de Aysén.
Tras la renuncia del presidente Ibáñez el país se sumergió en
una etapa de confusión política con sucesivos gobiernos y golpes
de estado, incluyendo el insólito intento de instalar una República
Socialista en Chile —vigente entre el 4 de junio y el 13 de
septiembre de 1932—, etapa que finalizó con la llegada del
segundo gobierno de Arturo Alessandri tras su triunfo en las
elecciones presidenciales de ese año.
143
LA VIDA DE CIVIL
Ilustración 37. De civil permaneció siempre ligado a Carabineros
de Chile. En la fotografía, el recientemente nombrado general(r)
Luis Marchant González aparece sentado en primera fila junto al
coronel Pedro Silva Calderón, quien posteriormente sería General
Director de la institución (1942-1944).
De regreso en Tocopilla
Tras su paso por Aysén, el coronel(r) Luis Marchant regresó a
Santiago, que por aquellos años había iniciado un acelerado
proceso de cambios. Entre los factores que más contribuyeron a
modificar la fisonomía del Santiago gris y provinciano de las
primeras décadas del siglo XX está la masiva llegada de
campesinos y de mineros que, afectados por la crisis económica de
1929, migraron a la capital en busca de nuevos horizontes de
vida106.
En ese estado de cosas, en ese Santiago anclado al pasado
de fines de los años veinte y principios de la década siguiente, la
zona norte de la ciudad —el viejo barrio de La Chimba— atrajo a
los estratos más pobres de la sociedad capitalina, mientras los
estratos medios bajos se fueron desplazando hacia las zonas sur y
sur poniente, favorecidas por la expansión de la red de tranvías
eléctricos. En forma paralela, las clases medias y altas comenzaron
a emigrar hacia la zona oriente, principalmente hacia las comunas
de Providencia y Ñuñoa, más cercanas al mundo rural de
extramuros cuyas tierras eran más fértiles y, por lo mismo, más
caras. Lentamente el centro histórico de la ciudad se iba
transformando en un distrito principalmente administrativo y
comercial.
En ese contexto, Marchant adquiere una propiedad en la
calle Los Olmos, por entonces parte de la comuna de Ñuñoa,
donde construye una casa con la idea de comenzar a vivir una vida
normal. Por primera vez se veía en la posición de planificar una
106
En 1930 la población de Santiago era de 696.231 personas; en 1940
dicha cifra llegó a 1.100.725 habitantes (Censos de Población
Números X y XI).
147
existencia tranquila, urbana y civilizada, lejos de la inseguridad y
la vida azarosa de las zonas de frontera donde la sola subsistencia
entraña enormes desafíos. En el mismo barrio vivía, por aquel
entonces, el futuro presidente Juan Antonio Ríos.
107
VILLELA OLAVARRÍA, Daniela; CANTALLOPTS ARAYA,
Jorge. A 30 años del Plan Aurífero Nacional, una revisión a la
minería de oro en Chile. Dirección de Estudios y Políticas Públicas,
COCHILCO. Ministerio de Minería de Chile (2017), p. 12.
148
población obrera en diversos sectores, especialmente en los
lavaderos de oro adscritos al plan aurífero.
149
Se dio trabajo a estos hombres y, por lo tanto, se terminó
con la cesantía y con todos los servicios inherentes, salvo
en las Provincias de Tarapacá y Antofagasta.
Quedó así latente un problema que siempre ha existido,
pero que se ha hecho más visible con la atención que se ha
prestado a la cesantía; este problema es el de la indigencia,
la atención que merecen los niños abandonados, las
mujeres con familia dejadas por sus maridos, los inválidos
y tantos otros desgraciados que no por voluntad propia
tienen que recurrir a la caridad para vivir.
[…]
Una vez que se comprobó que en muchas Provincias no
existía la cesantía propiamente tal, se procedió a clausurar
todos los Centros de Racionamiento cuyo funcionamiento
no era justificado y hoy sólo se mantienen en las
Provincias de Tarapacá y Antofagasta.
Sin duda alguna estas dos Provincias han sido las más
afectadas por la cesantía; pero, datos estadísticos recientes
que se han obtenido a raíz de un pedido de obreros que
nos hizo la Compañía de Salitre de Chile en Liquidación,
comprueban que realmente se trata del problema de la
indigencia, pues existiendo en las dos Provincias cerca de
10.000 hombres que reciben racionamiento, se han
enganchado para los servicios de las Oficinas Salitreras
sólo 130 hombres conocedores de dichas faenas.
Esto demuestra que la gente desocupada que vive en el
Norte a expensas del Fisco, es en su totalidad profesional,
como ser sastres, zapateros, albañiles, gente de mar, etc.,
que por paralización de las faenas salitreras no pueden
desempeñar su profesión.
Esta gente no tiene condiciones físicas ni conocimientos
para el trabajo pesado y rudo de la pampa.
Se previó que esto acontecería y desde principios del año
en curso la Comisión se preocupó de descongestionar
estas dos Provincias enganchando gente para llevarla a
Lavaderos de Oro y otras actividades del sur del país,
proporcionando pasajes y medios de transporte a todas
aquellas personas que han manifestado deseos de
150
trasladarse al Sur o han comprobado contar con medios
familiares de subsistencia en los puntos antes indicados.108
Un año más tarde, en agosto de 1935, en una carta al
Ministro del Interior el presidente de la Comisión de Cesantía,
Julio Bustamante, expresa:
Como considero de interés de que US. se encuentre
informado de modo verídico, me permito poner en su
conocimiento la situación real de la cesantía en Tarapacá y
las medidas adoptadas por la Jefatura de estos servicios
sobre el particular. En la provincia de Tarapacá los
Servicios de Cesantía ayudan a las siguientes personas:
Hombres...… 991
Mujeres...... 1.839
Niños de 14 a 6 años…… 1.415
Niños de 6 a 2 años…… 689
Guaguas...... 175, lo que hace un total de cinco mil ciento
nueve personas (5.109 personas).
Luego de detallar el tipo de ayuda alimenticia que reciben
los beneficiarios del programa, por entonces bajo supervisión
directa de Marchant, Bustamante añade:
Dar trabajo a los cesantes de Iquique ha sido una
preocupación del Servicio que, con frecuencia ha
tropezado con que los beneficiados no quieren aceptarlo.
Así, hace un mes se pidió a la jefatura Provincial de
Tarapacá que organizara un enganche de 50 obreros
pedidos para las faenas de Lavaderos de Oro de Talca y
Arrayán, en Ovalle, y sólo se consiguió que 8 racionados
aceptaran este trabajo.
En la última semana, la Jefatura pidió el envío de un
nuevo enganche de 50 hombres para las faenas de
ensanche del canal de Villalón, en Ovalle, en que los
salarios fluctúan entre ocho y veinte pesos diarios, y el
Inspector Provincial de Tarapacá nos ha pedido
autorización para enviar en este enganche a los obreros
que queden cesantes con la paralización de faenas de la
Compañía Azufrera del Pacífico, porque no ha sido
108
Diario La Nación, martes 22 de mayo de 1934, pp. 27-28. En línea:
http://culturadigital.udp.cl/cms/wp-
content/uploads/2019/01/LN_1934_05_22.pdf. [Consultado el 14 de
julio de 2020].
151
posible reunir cincuenta hombres entre los racionados de
Iquique.109
No es misión del presente trabajo llegar al fondo de este
asunto, sino sólo bosquejar el complejo escenario en que le tocó
desenvolverse al coronel(r) Luis Marchant en ese problemático
momento de la historia social y política de Chile, manteniéndose
en el cargo hasta 1936.
109
Diario La Nación, jueves 29 agosto 1935, p. 15. En línea:
http://culturadigital.udp.cl/cms/wp-
content/uploads/2019/03/LN_1935_08_29.pdf [Consultado el 14 de
julio de 2020].
152
arrendando casas en las que la familia permanecía por espacio de
uno o dos años.
El primer destino fue San Bernardo, frente a la Plaza de
Armas, donde los Marchant Viscayzacú permanecieron un par de
años. Estando en ese lugar fue que se casó la mayor de las hijas de
la familia, Rosa, que en ese entonces tenía diecinueve años y
estudiaba la carrera de Trabajo Social en la Universidad Católica.
Fue también en San Bernardo que inició un pequeño negocio,
instalándose con una librería atendida por la propia Rosa y por su
hermana Blanca, de dieciocho años.
Luego vinieron traslados sucesivos a la Avda. Irarrázaval, la
calle Tocornal y la calle Holanda, todas en la comuna de Ñuñoa,
permaneciendo aproximadamente un año en cada lugar. Tras ese
período de desarraigo constante, en 1941 un grupo de amigos —
entre ellos Felipe Urbina—, le ofreció adquirir una casa en la calle
La Concepción, en Providencia, que Marchant compraría y
refaccionaría para acomodarla a las necesidades de la familia.
Permanecería allí el resto de su vida.
Un año después, el 10 de julio de 1942, el Congreso
Nacional le otorgó el grado y rango de general de Carabineros en
virtud de su meritoria carrera en la institución110 .
110
Ley N° 7260.
153
SEGUNDA ESTADÍA EN AYSÉN (1945-1946)
154
el desafío de desarrollar la Provincia de Aysén. Era el 26 de marzo
de 1945.111
En su segundo período —durante el cual fue acompañado
de su hija Eva, de diecinueve años de edad, mientras el resto de la
familia permanecía en Santiago—, Marchant continuó con el
trabajo comenzado en su primera administración, regulando la
tenencia de tierras, adoptando medidas de fomento productivo y
llevando a cabo un nutrido calendario de obras públicas.
111
Decreto Supremo N° 1649.
155
Construcción del Grupo Escolar de Coyhaique.
Construcción del Hospital Policlínico del Seguro Obrero
de Coyhaique.
Instalación de una antena radiotelefónica en Puerto Aysén
(cerro Mirador).
Reorganización con aporte fiscal de las Cooperativas
Ganaderas de Coyhaique y Chile Chico.
Terminación de la cancha de aterrizaje de Balmaceda, con
comunicación por vía terrestre con Coyhaique y Puerto
Aysén.
Reorganización del Servicio de Aduanas, incluyendo
nuevas instalaciones en Puerto Aysén y en la frontera con
Argentina.
Inicio del trámite de creación de los Departamentos de
Coyhaique y Lago Buenos Aires.
Creación del 4° Año de Humanidades en el Liceo de
Puerto Aysén.
Construcción de un canal de regadío en Chile Chico.
Inicio de la construcción de Puerto Chacabuco, con un
camino hasta Puerto Aysén.
Inicio del estudio para la construcción de las defensas ante
las crecidas del río en Puerto Aysén, lo que incluía la
construcción de un malecón.
Solicitud al Ministerio de Tierras y Colonización para que
se contemplara a la brevedad la salida por el Pacífico de la
producción de las estancias cercanas a Chacabuco, Puerto
Ibáñez, Cochrane, Puerto Cisnes y Chile Chico con el fin
de facilitar el poblamiento de esos lugares.
Exploración de sendas para unir Lago Buenos Aires con
Bahía Exploradores a objeto de facilitar la salida por el
Pacífico de la producción de Lago Buenos Aires y Baker.
Reconocimiento de la senda que uniría la desembocadura
del río Palena con Lago Verde para conectar con la
prolongación del camino longitudinal de Mañihuales.
156
Ilustración 41. Vista del Cerro Marchant, Puerto Aysén.
Década de 1940. Fotografía de Enrique Mora.
157
designado, mediante el Decreto Supremo N° 3071, para un tercer
período como intendente de la distante provincia de sus amores, de
la cual solía decirse por aquellos años que era la “tierra del
futuro”112.
De este modo, una vez más el general, ahora con setenta
años de edad recién cumplidos, empacó sus cosas y partió rumbo al
sur.
112
Ver documental Aysén, tierra del futuro (1951), de Raúl Barrientos.
Producido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y el
Departamento de Foto-Cinematografía de la Universidad de Chile. En
línea:
http://cinetecavirtual.uchile.cl/cineteca/index.php/Detail/objects/2623
[Consultado el 6 de agosto de 2020].
158
había forjado entre ambos una hermosa amistad fraguada en las
arduas jornadas compartidas a lomo de caballo recorriendo el
agreste paisaje de Aysén.
Huenchuleo se había ganado a pulso el respeto de Marchant.
Cuenta Araya:
En cierta ocasión rumbeó el incansable Intendente hacia
Lago Verde orientado por un sencillo e incompleto mapa
de la época. La comitiva se extravió. Fue Huenchuleo
quien la sacó de apuros:
—La “mapa” no sabe. Huenchuleo sí. Espera aquí, señor
Intendente —le dijo a su jefe y remontó un cerro—. Al
cabo de un rato volvió y tomaron el derrotero exacto.
Marchant siguió llevando su mapa, pero delante de
Huenchuleo nunca más lo consultó. Jamás se volvieron a
extraviar.
—¿Cómo te orientas, Huenchuleo?—, le preguntó una vez
Marchant, asombrado de su sapiencia.
—Mira, señor Intendente —le replicó—: Yo nací en el
bosque allá en Temuco. Nunca usé la mapa [sic] y siempre
llegué. Efectivamente, había nacido en las cercanías de
Temuco en 1894. Era un niño cuando aprendió en 1900 a
remontar los cerros, y desde entonces nunca olvidó
orientarse en la montaña.113
Huenchuleo murió en 1981. Gracias a Araya, quien lo visitó
poco antes de su muerte, ahora conocemos una anécdota que revela
el respeto que el viejo ordenanza tenía por su comandante
Marchant, remarcando la influencia que ejercía sobre él aún
después de muerto:
Hacía un par de meses se había trasladado de Aysén a
Coyhaique para ver médico. Quedó hospitalizado y la
enfermera a su cargo le estaba colocando una serie de
inyecciones. Un día se negó a seguir aceptando el
tratamiento. Entonces ella, enterada de su pasado y del
tremendo ascendiente que tenía sobre él el General
Marchant, recurrió al trámite de la persuasión,
replicándole que si no se dejaba colocar las inyecciones,
lo acusaría a Marchant y “le pediría ocho días de arresto”.
113
ARAYA, Baldo. Op. cit., pp. 48-49.
159
De inmediato accedió y la buena enfermera pudo
continuar con el tratamiento.114
114
Ibíd., p. 48.
160
Pero la magnitud de los problemas acumulados al cabo de
dos décadas exigía entender que no podían obrarse
milagros en tal respecto, dándole la rápida solución que
los habitantes esperaban, tanto más cuando se trataba de
enfrentar a la colosal naturaleza aysenina, como era el
caso de las obras viales, verdadero “cuello de botella” del
desarrollo de la provincia. Allí, bien se sabe, se había
centrado el esfuerzo estatal que demandó fuerte inversión,
con un resultado apenas satisfactorio pues al fin el
adelanto conseguido siempre se tenía por insuficiente.
Sin embargo de ello, se hizo entonces un esfuerzo para
procurar la mejoría de una situación que se arrastraba en
el tiempo y retrasaba a modo de lastre el adelanto
regional.115
Para poner en contexto la realidad de Aysén en el decenio
de 1950 hay que entender que el país arrastraba una situación
económica en extremo complicada, con un gasto fiscal imposible
de sostener por parte del Estado y una inflación galopante que
causaba estragos en la población de menores recursos.
Para hacer frente al desafío el Presidente convocó una
comisión de expertos estadounidenses pertenecientes de la firma
Klein & Saks, de Washington D.C., encargándole la elaboración de
un diagnóstico para corregir los problemas estructurales de la
economía nacional, que eran producto, en parte, del modelo de
economía estatista implementado tras la crisis de 1929.
Si bien en un principio la tarea encomendada a la comisión
fue proponer políticas orientadas a la estabilización monetaria y al
control de la inflación, las conclusiones y sugerencias finales de
los expertos implicaban la completa transformación de la economía
nacional al indicar que el problema de base era tan simple como
entender que el Estado de Chile gastaba más de lo que producía.
Para remediar esta situación sus recomendaciones pasaban por la
reducción drástica del déficit fiscal y la reforma del sistema
tributario, resaltando la necesidad de atraer capital extranjero,
además de eliminar los reajustes automáticos de sueldos, promover
115
MARTINIC, Mateo. De la Trapananda al Aysén, p.p. 619-620.
161
la diversificación de las exportaciones y el aumento de las
importaciones, la eliminación de los controles de precios, etc.116
La adopción de algunas de estas medidas por parte del
gobierno encendió la mecha de un descontento popular
convenientemente avivado por los partidos de izquierda, lo que
terminó por desencadenar un clima de violencia callejera. Los
incidentes más graves ocurrieron el día 2 de abril de 1957 en lo
que se ha dado el llamar la Batalla de Santiago, cuando los
enfrentamientos de los manifestantes con la policía dejaron una
veintena de muertos. A partir de entonces a Ibáñez le fue muy
difícil llevar a cabo su plan de gobierno original, lo que derivó en
la necesidad de ajustar, una vez más, los planes de desarrollo de las
provincias.
De todos modos algo se alcanzó a hacer en Aysén,
fundamentalmente en materia de obras públicas y en la
modernización de los servicios administrativos y el fortalecimiento
del intercambio comercial con Argentina.
En relación a todo ello, concluye Martinic:
Si más no se logró por entonces, la razón ha de buscarse
en la errática conducción política y económica del
segundo gobierno del Presidente Ibáñez, debido a
circunstancias que no viene al caso mencionar, pero que
restaron eficacia a su gestión y afectaron al país en su
conjunto.
Con el término de esta administración se hizo evidente la
conclusión de todo un ciclo histórico, que así lo
estimamos, iniciado con la institucionalización territorial
en 1928, en cierto modo pareció alcanzar su culminación
al cabo de tres décadas. El mismo debe ser apreciado
como un período de refundación luego de la ocupación
colonizadora del territorio, con todo lo que la
incorporación efectiva a la vida nacional había
significado. Carencias e insuficiencias aparte, durante el
mismo el suceder regional se había organizado según las
normas generales del país y en función de las necesidades
que demandaba la evolución interna y había operado tan
satisfactoriamente como para cumplir con los
116
La Misión Klein-Saks extendió su labor entre 1955 y 1958.
162
requerimientos básicos que imponían la vida y la actividad
económica.117
El general Marchant se mantuvo en el cargo hasta el 14 de
febrero de 1955, fecha en que renunció para volver a Santiago para
hacerse cargo de la Vicepresidencia Ejecutiva de la Caja de
Previsión de Carabineros de Chile. Estaba próximo a cumplir 72
años.
117
MARTINIC, Mateo. De la Trapananda al Aysén, p.p. 620-621.
163
REGRESO DEFINITIVO A SANTIAGO
Ilustración 45. General(r) Marchant en su escritorio.
Vicepresidente Ejecutivo de la Caja de Previsión de
Carabineros de Chile (1955-1957)
Una vez más el viejo carabinero, patriota de tomo y lomo, fue
llamado a servir a su querida institución, esta vez desde la entidad
encargada de las pensiones de las tropas que pasaban a retiro118.
Entre otros avances, durante su gestión se construyeron
poblaciones en todo el país para el personal de Carabineros,
Investigaciones y Gendarmería, se incrementó la cantidad de
atenciones de salud, especialmente a nivel de medicina general y
de salud dental, y se intensificó la ayuda económica para el
personal en la forma de préstamos de auxilio. También se inauguró
el Refugio de Carabineros de Quebrada Verde, en Valparaíso.
El 2 de mayo de 1957 presentó su renuncia por motivos
particulares. Finalmente había llegado el momento de descansar.
EL RETIRO
118
Decreto N° 95 del Ministerio de Salud Pública y Previsión Social, del
26 de enero de 1955.
168
importantes, homenajes, funerales, etc.—, sino también en tertulias
de amigos y reuniones familiares.
Como es natural, dedicaba parte importante de su tiempo a
esas pequeñas actividades cotidianas de las que había tenido que
privarse durante tantos años debido a su abnegado servicio a
Carabineros y a Chile. Entre otras cosas, disfrutaba de ir al cine, en
particular a ver películas mexicanas, y las largas caminatas, sólo o
acompañado; pero, sobre todo, le gustaba conversar, compartir sus
experiencias, enseñarle a otros todo lo que había tenido la
oportunidad de aprender en esa vida suya tan peculiar.
169
surgir en medio de las adversidades a una tierra que sólo
conocía el azote de las lluvias y los vientos.
Ese hombre se llama Luis Marchant González, General en
retiro del Cuerpo de Carabineros de Chile. Cuando el
turista arriba a Puerto Aysén por el antiguo Puerto de
Piedra, tropieza casi con una descomunal montaña que
mantiene perennemente un penacho de nubes en la cima,
como queriendo anunciar las próximas lluvias. Ese cerro
monumental se llama Luis Marchant.
Y dondequiera que el visitante encamines sus pasos, se
encuentra con algo que recuerda a este hombre ilustre, hoy
radicado en nuestra capital, y que supo hacer del territorio,
entonces desolado de Aysén, una provincia fértil y capaz
de producir como la más rica del país.
Aysén tiene un General, y tiene un titán que forjó cada
uno de los adelantos que sirven de soporte a las nuevas
generaciones. En la actualidad, los ayseninos levantan dos
monolitos recordatorios en un cerro que nace en medio de
la ciudad, donde rendir un homenaje a su querido general
Marchant y a Víctor Domingo Silva, el poeta que se
extasió con las bellezas naturales de los canales del austro.
Así recuerdan esos hombres sufridos del extremo sur a
quienes tanto hicieron por una región y por Chile entero.
Enfundados en un poncho de sombra y frío, con el
corazón a media asta, viendo como los ríos se llevan el
ganado y las siembras, se yerguen majestuosos para gritar
a los cuatro puntos cardinales que nadie olvida la figura
del más grande General que hasta allí llegara, y dicen con
voz entera de hombres y patriotas: ¡Tus hijos te saludan,
General Marchant!119
MUERTE Y RECONOCIMIENTO
119
Diario El Mercurio, 31 de octubre de 1964.
170
cuadro agudo de enfisema pulmonar. Sus restos serían sepultados
en el Cementerio General dos días después.120
Se iba un gran hombre, injustamente olvidado por las
nuevas generaciones. En una nota del diario La Tercera publicada
el día sábado 10 de abril, se llega a decir que “era un personaje de
leyenda”.
120
NAVARRETE, Elías. Op. cit., p. 60.
171
conquistado una meta en la consecución de una tarea no
común, a quienes cuya obra haya trascendido al común de
los mortales, o que se han elevado por sus méritos a una
categoría de hombres selectos, en el más noble servicio a
la Patria.
Creo que don Luis Marchant González era uno de estos
hombres de selección, que la Patria, de tanto en tanto, va
gestando y necesita gestar para su propio beneficio y
grandeza.
Quiero, señores Diputados, que conozcáis a este hombre,
no como alférez de Gendarmería allá por el año 1906.
Otros están más autorizados para referirse al brillo de su
carrera policial, que terminó como General del Cuerpo de
Carabineros de Chile.
Quiero que lo conozcáis, no en las áridas arenas del
desierto nortino como alférez en Iquique o Capitán en
Tocopilla.
Quiero que lo conozcáis, no como Jefe de las Fuerzas de
Carabineros imponiendo el orden y la tranquilidad de día
y de noche, en la zona sometida al Plebiscito de Tacna y
Arica. Otros conocen mejor esa parte de nuestra historia.
Quiero que escuchéis hablar de él en su empresa más
fecunda, heroica y humana: en su lucha por incorporar
para Chile los vastos territorios del entonces desconocido
y poco hollado suelo de la Patagonia aisenina. ¿Cómo fue
el encuentro de este recio varón, vencedor del norte,
soldado de alma, temple de acero, con esta virgen verde,
cuyos mantos, los robles y los coigües miraban por miles
y miles al cielo y cuyos pies bañados por cientos de
cataratas cristalinas se surtían de los espesos nubarrones,
que raudos cruzaban lo alto? ¿Cómo fue el encuentro de
Aisén con el General? No fue por casualidad.
Ya el bosque, la lluvia y la soledad (“llueve en Aisén,
hace ciento veinte noches que no se ven las estrellas”,
expresaba el poeta aisenino), habían calado el corazón del
primer hombre designado para regir como intendente los
destinos de esa zona. Y tuvo que regresarse al norte, al
sol, a la civilización, a los tres meses de su designación.
Aisén no era tierra para hombres comunes, allá por el año
1927, el General Ibáñez, Presidente de Chile en ese
entonces, así lo entendió. Llamó a su viejo amigo que
conociera en la pampa, allá en Iquique, y le pidió que
aceptara el cargo de Intendente del territorio de Aisén. A
172
don Luis Marchant no lo correría ni la nieve, ni el agua, ni
el bosque, ni la soledad, ni las mil dificultades de un
mundo por descubrir y hacer. Era pleno invierno, mes de
julio, año 1928, cuando don Luis pisa el territorio de
Aisén. Ahí están ahora, el uno frente al otro; ahí está
Aisén, desafiando al Coronel: lluvia, nieve, bosques,
soledad, desamparo, llanuras y valles, lejanas promesas en
el horizonte de algunos arriesgados colonos llegados del
norte. Al frente, el Coronel dispuesto a la batalla y
dispuesto a la victoria. Su honor de uniformado estaba en
juego y no había otra meta que vencer y ganar; mejor diría
que vencer o morir. Porque nunca calza mejor esta
expresión de patriotismo cuando la lucha es hombre
contra naturaleza, hombre contra ambiente, hombre contra
fuerzas telúricas desatadas. O se vence o se cae derrotado,
derrotado física o moralmente. La una o la otra son formas
de aniquilamiento del alma o del cuerpo.
¿Quién venció? ¿Venció el Coronel? ¿Dominó al Coronel
la naturaleza bravía, la soledad salvaje, el peso y la
responsabilidad de construir un lugar habitable por el
hombre y para el hombre, donde sólo se escucha el
murmullo del agua, el trino de los pájaros, donde se siente
en los oídos y en el alma la soledad y se palpa la falta de
medios para luchar?
Venció, señores Diputados, el Coronel Marchant. Por eso,
el homenaje de esta tarde para este soldado que en vida se
llamó Luis Marchant González y que inició la lucha para
entregar a su Patria 104.000 kilómetros cuadrados de
superficie. Aisén fue cediendo y fue entregándose bajo la
mirada firme y serena y el espíritu incansable de la lucha
de su Intendente. Y su túnica verde de bosques fue
cayendo, derribada por el hacha, sublimándose en valor de
hogar, en salas de clases, en postas de salud, en servicios
públicos, en puentes, en pasarelas, en retenes.
La pala, la picota y el chuzo fueron calando la tierra
mojada y construyendo las primeras sendas que unieron a
los hombres, tan separados los unos de los otros. Fueron
llegando nuevos hombres y construyendo nuevos hogares,
y fueron creciendo las primeras generaciones de aiseninos.
Su despacho de Intendente en cualquier sitio: en la casa de
un poblador, en una casa lejana o en un campamento. Lo
único seguro era encontrarlo a las seis de la mañana,
cuentan quienes lo conocieron, montado en su caballo
para inspeccionar las obras que se levantaban en ése
173
territorio, y cuando éstas se atrasaban, allí levantaba su
campamento y no se iba mientras no las veía concluidas.
Se levantaron las primeras poblaciones, se multiplicaron
las obras públicas, fueron llegando a su lado los primeros
servidores del Estado y Aisén inició su camino hacia el
progreso y la vida, y, más que nada, hacia la esperanza de
una posibilidad para el mañana del país.
En tres oportunidades don Luis Marchant fue Intendente
de Aisén, la última el año 1952, cuando nuevamente, a
pedido de su viejo y querido amigo General Ibáñez, tuvo
que reemplazar a otro hombre, derrotado por las
inclemencias del tiempo, la lejanía y las incomodidades.
No estará mucho ahora con nosotros. Los años y el clima
de Aisén han calado en su físico, aunque no en su alma.
Su temple es el mismo, su espíritu de lucha no ceja; pero
los médicos y los suyos le recomiendan un mejor clima
para su salud, y don Luis nos abandona como Intendente,
dejando un recuerdo imperecedero de su persona, de su
lucha, del amor por la tierra que cautivó, de su
responsabilidad en la misión encomendada y de su cariño
entrañable por Aisén con la cual terminó confundiéndose.
Nos dejó el recuerdo de su obra, fundamento y pilar de lo
que hoy somos y de lo que mañana pretendemos ser.
La vida del General se fue extinguiendo, paro sus ojos
nunca dejaron de mirar a Aisén, y Aisén nunca lo olvidó.
Era el primer invitado para los aniversarios de las
ciudades que él levantara. No iba, pero los vecinos
escuchaban en silencio su telegrama de felicitaciones y
parabienes por el progreso de la ciudad y la felicidad de
sus habitantes.
La vida del General se fue apagando en su casa de la calle
de la Concepción, aquí en Santiago; a su lado su esposa,
sus hijos y nietos que le querían, estoy seguro que
mirando todos los días, nostálgico, un gran cuadro de
Aisén que pende de una de las paredes del living de su
domicilio, domicilio sobrio y firme como su vida de
soldado al servicio de Chile. A medida que se apagaba su
vida en la ancianidad, sabía que cientos de vidas se
encendían en la alegría de vivir en la tierra que él
construyó y amasó con su esfuerzo. A medida que se
apagaba su vida, sabía, por las muchas cartas que recibía,
que nuevos centros de progreso emanaban de la cimiente
que él sembró. Por eso, estamos seguros, se fue con la
174
sonrisa en los labios, la victoria en el corazón y el íntimo
convencimiento de que su memoria siempre será nuestra.
Hoy reciban sus familiares nuestras sentidas condolencias,
y las de esta Honorable Cámara si los señores Diputados
así lo acuerdan, por el sensible fallecimiento de este
hombre trascendente.
En nombre del pueblo de Aisén decimos: Descanse en la
paz del Señor, ilustre General Marchant.
El señor IBAÑEZ (Presidente) 121.-
Solicito el asentimiento unánime de la Cámara para enviar
la nota de condolencias a que se ha referido el señor
Carrasco.
Acordado.122
La figura de Luis Marchant está inextricablemente unida a
la historia de Aysén. En 1991 el diario Las Últimas Noticias
publicó una carta del coronel(r) de Carabineros Gustavo San
Martín, quien planteó que la región de Aysén debiera llevar el
nombre de su fundador.
A continuación, parte del texto de esta carta:
Señor Director:
A medida que profundizo en el conocimiento de la historia
de Aisén, mi convencimiento es más amplio, en el sentido
de que la XI Región del General Carlos Ibáñez del Campo
debiera denominarse: Del General Luis Marchant
González.
Más adelante, al hablar del nombramiento de Marchant
como Intendente, señala:
Con su habitual sencillez les contaba a sus más íntimos:
“Cuando me llamó el Presidente, me dijo: —Vea el mapa,
coronel. Aquí hay una región que se dice inexplorada.
121
Jorge Eduardo Ibáñez Vergara (Partido Radical), presidente de la
Cámara de Diputados entre 1970 y 1971.
122
República de Chile, Cámara de Diputados. Legislatura
Extraordinaria. Sesión 31ª en miércoles 21 de abril de 1971. En línea:
http://laborparlamentaria.bcn.cl/wsgi/consulta/verDiarioDeSesion.py?
id=591716
175
Quiero que usted vaya allá, la organice y haga de ella un
trozo de Chile nuevo y promisorio”.
Y culmina diciendo:
Transitando a caballo entre lengas y ñires, empapado hasta
los huesos, fundó villa tras villa: Palena, Futaleufú, Puerto
Cisnes, Puerto Chacabuco. Su axioma era: “Para fundar
un pueblo hay que tener una vara larga que sea digna para
que flamee la bandera, un carabinero, un profesor y varios
corazones dispuestos a luchar”.
El general Marchant fue explorador osado de ese ambiente
que se le presentaba hostil. Organizó la comunidad
regional, para proyectarse más sólidamente en nuevos
períodos.
[…]
Se puede escribir mucho de este corajudo personaje, que a
caballo, en bote o como fuera se trasladó hasta los últimos
rincones de la selva, transmitiendo chilenidad a los
compatriotas, que por motivos de traslado se habían
allegado a la frontera argentina para satisfacer sus
necesidades alimentarias y de salud.
Su cometido lo cumplió con una abnegación que
emociona, al comparar su modesta logística con la vasta
era tecnificada en que hoy vivimos.
En la Intendencia de Aisén siempre había audiencia para
todos los ciudadanos, sólo recomendaba el intendente
Marchant dejar la manta afuera para que el agua no
mojara su oficina y, en lo posible, peinarse la rebelde
cabellera.
El diario de Aisén editorializa su afecto en una de sus
páginas al celebrar los cincuenta años de Coyhaique: “No
es una frase creada al azar o con fines elogiosos, sino una
gran verdad, Aisén lleva desde su nacimiento el color
verde de la naturaleza, que es el color verde de
Carabineros de Chile”.
Por todo lo expuesto, pienso que esta región debe llevar su
nombre, porque como reconocimiento a su labor hay un
cerro, un busto y un puente con su apellido.
Remontémonos al año 2300 y muchos de esos futuros
ciudadanos con seguridad se preguntarán: ¿quién sería
este señor Marchant? Un escalador, un ingeniero de
puentes… Creo que las autoridades que representan en el
176
Parlamento a esa zona deben reparar una “histórica
injusticia”.123
Unos años después, María Eliana, la hija menor del general
Marchant, le concedió una entrevista a la revista Carabineros de
Chile en que da algunas luces sobre la vida de su padre:
El 12 de octubre de 1979, cuando se cumplían 50 años de
la fundación del pueblo de Baquedano, posteriormente
rebautizado como Coyhaique, cuatro hermanas en plena
plaza de armas de la ciudad de la Undécima Región veían
con orgullo y emoción como se descubría el busto en
memoria de su padre, el General de Carabineros, Luis
Marchant González, quien fuera no sólo el fundador de la
austral ciudad sino que también el principal colonizador
del enorme e inexplorado territorio de Aysén a partir de
1928, año en que por orden del entonces Presidente de la
República, General Carlos Ibáñez del Campo, fue
nombrado Intendente de la zona.
Aquel día se recordó al “jefe” emprendedor, tenaz y
valeroso que sabía ser alegre, pero también duro, y que en
todas las jornadas tomaba la delantera. Se destapó el
molde de su rostro, de su corpulencia, de su carisma, y la
gratitud de los esforzados hombres del sur se desbordó
como los ríos propios de la zona. El alcalde entonces, Juan
Vadell Gana, fue elocuente: “Aysén lleva desde su
nacimiento el color verde de su naturaleza unido al verde
de Carabineros de Chile. En esta región estableció en sus
cuarteles las primeras postas de auxilio y el primer
servicio de correos”.
María Eliana, la hija menor del General, recuerda cómo en
aquella oportunidad se acercó hasta la plaza de armas una
señora de edad que se había enterado por radio del
homenaje que la municipalidad y las autoridades civiles y
militares rendían al General Marchant. Llevaba en sus
manos una pequeña bandera chilena y un ramito de flores,
y las depositó al pie del monumento. “Nos llamó la
atención y me acerqué a conversar con ella. Me contó que
nuestro padre en calidad de Intendente le había
encomendado acercarse al recién creado Registro Civil de
la región para que legalizara su relación de pareja, y que
123
Carta del coronel(r) Gustavo San Martín Ravanal. Cartas al Director
del Diario Las Últimas Noticias, Miércoles 2 de enero de 1991, p. 12
(recorte en propiedad de la familia Guzmán Marchant).
177
su matrimonio debía ser motivo de alegría, por eso que
nunca faltase en su modesta vivienda un ramo de flores y
una bandera chilena. Así era mi padre, un hombre de
grandes realizaciones y también de detalles.
[…]
En la tranquilidad de su hogar María Eliana junto a su
marido, Germán Guzmán, ambos jubilados y ex
funcionarios de la ex Caja de Previsión de Carabineros, lo
recuerdan como un hombre trabajador, amable, sencillo y
de gran conversación, que atraía a las personas por sus
vivencias y anécdotas de tantos años dedicado al servicio
público. “Mi padre dejó gratísimos recuerdos por su
hombría y bondad. Con aire campechano un escritor decía
que Pizarro le dijo a Pedro de Valdivia: señor, vaya a
fundar una nación, igualmente el Presidente Ibáñez le
encomendó al señor Marchant que fundara una provincia”.
Más adelante, María Eliana cuenta hasta qué punto su padre,
muy bien acompañado en este sentido por su madre, daba ejemplo
de sacrificio y entrega:
En esos difíciles días en el norte de Chile contrajo
matrimonio con Blanca Reynaud quien falleció
prematuramente y con quien tuvo dos hijas, Rosa y
Blanca. Posteriormente, contrajo otra vez matrimonio, con
Blanca Viscayzacú, de cuya unión nacieron Ana, Eva y
yo, la única que vino al mundo en tierras australes, porque
todas las demás lo hicieron en el norte. De hecho, como en
Aysén existían pocas comodidades, casi todas las mujeres
viajaban a Santiago a tener a sus hijos, pero mi madre se
negó a hacerlo y me tuvo en Aysén para dar el ejemplo y
fortalecer el espíritu de colonización.124
En honor a la verdad el general Marchant no pertenece sólo
a Aysén, sino que a Chile entero. Hombre culto e inteligente,
además de sensible, creemos no exagerar al decir que representa
los mejores atributos de un ciudadano ejemplar de este país. Entre
las virtudes de que hizo gala resaltan, entre muchas otras, su
devoción en el cumplimiento del deber, su tolerancia, su sentido de
la justicia, su vocación de entrega y sacrificio, su gran capacidad
de trabajo y, por sobre todas las cosas, su abnegado patriotismo.
124
Revista Carabineros de Chile, Octubre de 2006 Edición N° 618, pp.
40-42.
178
Por todo lo dicho no podemos terminar de redactar estas
líneas más que exclamando: ¡Misión cumplida, José Luis Marchant
González! ¡Misión cumplida!
179
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184
ANEXOS
ANEXO 1. Carta del intendente Marchant al Presidente de la
República, General de Carabineros Carlos Ibáñez Del Campo
fechada 21 de enero de 1930, citada en el capítulo sobre la
fundación de Baquedano (Coyhaique).
188
189
190
191
192
ANEXO 2. Entrevista en revista Zig-Zag. Sábado 16 de julio
de 1955
193
Luis Marchant González, actual vicepresidente ejecutivo de la Caja
de Previsión de los Carabineros, y, hasta hace poco, Intendente de
la Provincia de Aysén.
Tres veces intendente y pionero, desde el año 1928, de la lucha
encaminada a incorporar esa rica zona al patrimonio nacional, sus
opiniones tienen evidente interés:
—Puse mis mejores esfuerzos en las obras destinadas al progreso
de la Provincia de Aysén –nos dice–, y con el apoyo de S. E. el
Presidente de la República logré impulsar importantes aspectos,
entre los cuales considero el de mayor importancia el relacionado
con los caminos de toda esa región. Así es como se iniciaron las
obras camineras en gran escala, y con interés especial, el que va
desde el lago Baker hasta Palena, camino interno, que evita a los
nacionales de este país transitar por Argentina, con el consiguiente
ahorro de tiempo, kilómetros y gastos. Este camino sale de la
región de Baker (Pueblo Cochrane), pasa por el Murta y sigue
hasta llegar al camino que se llama Presidente Ibáñez. De ahí
continúa hasta Vista Hermosa, empalma con el camino de
Balmaceda a Puerto Aysén y llega a Coyhaique.
“Pero no fue esta red de indispensables rutas la única
preocupación, ya que como lo expreso, lo que necesita Aysén,
antes que nada, son caminos. Muchos y buenos caminos. Por eso,
se emprendieron los trabajos destinados a construir la gran vía
transversal, que corre desde la frontera o Estancias Cisnes, como se
le llama, hasta Puerto Graciela. Y no menos importante que éstos
el que se ha trazado y cuyos trabajos se ha en actualmente, que
corre desde las orillas del Lago Buenos Aires a Puerto Erasmo. Su
utilidad es indiscutible, especialmente por llegar al Pacífico toda
actividad ganadera, que se concentra en torno a este lago. Tiene
este último camino alrededor de 90 kilómetros.
Hace una pausa nuestro entrevistado, como para ordenar recuerdos,
y nos dice en seguida:
—Por estos caminos, en época de “temporada” –llámase así la del
traslado de animales–, debe vaciarse hacia los puertos toda la
producción ganadera. Además del ganado lanar, la lana misma y
los productos minerales que hace grande y rica esta región
194
desconocida por tantos chilenos que miran con horror alejarse del
centro del país y aportar a esa zona sus energías, porque caen
algunas gotas más de agua que en la capital. “Ni siquiera los tienta
el ejemplo de quienes se han radicado en esa región, que siguen
laborando por su porvenir, cuentan a la fecha con apreciables
bienes de fortuna, viven en forma confortable y gozan de excelente
salud. Esto último, debido a que el clima es parejo, sin grandes
golpes de sol ni de hielo.
El general sonríe al recordar la zona que tantos desvelos ha traído a
su vida y prodigue:
—La mejor prueba de cuanto digo es que nadie de los que allá se
radican, desea volver. Los pueblos son hermosos, dentro de los
medios con que se han ido desarrollando, la gente es alegre,
trabajadora, de buen humor, el dinero circula y los empleados, por
su parte, disfrutan de buenas asignaciones especiales de zona. Si
bien hay algunas dificultades, ellas son pequeñas, de menos
entidad que las capitalinas. En cuanto a abastecimientos, se cuenta
con el buen concurso de la zona argentina. En este sentido, puedo
decir, como ex intendente en tres períodos, que la república
hermana se ha portado noble, para atender necesidades urgentes de
esa región.
A manera de ejemplo, puedo citarle que, con bastante generosidad
y oportunidad, obtuve el petróleo necesario para construir y
arreglar el camino de Puerto Ibáñez a Vista Hermosa, que tiene
especial importancia, tanta que las labores se llevan a cabo de día y
de noche.
Y, como resumiendo sus ideas finales, nuestro entrevistado nos
dice:
—Me hago un deber en declarar que todos los pueblos de la zona
sostienen una noble competencia por superarse.
“Todos viven con la esperanza puesta en días mejores, porque se
piensa en el porvenir del país. Hay agradecimiento por el
Gobierno, que ha proporcionado a esta zona, como a todas las
otras, los elementos necesarios para su desenvolvimiento. Ahora,
respecto a las localidades, puedo decirles que Puerto Aysén es
hermoso, tiene una belleza extraordinaria y será mucho mejor
195
cuando estén terminadas las obras públicas que se llevan a cabo en
la actualidad. Coyhaique es igualmente un lugar precioso, con algo
más de sol que Puerto Aysén, pero sin que puedan señalarse
diferencias que menoscaben la capital de la provincia.
—Finalmente –nos dice–, es menester señalar que dentro de un
paisaje impresionan por la lujuria de su vegetación, y por las
crianzas de ganado, claveles alemanes en su mayoría, que llena de
colorido el paisaje, hay un enorme espíritu de trabajo, fraternal
entendimiento entre todos; se quiere a la patria y se agradecen los
esfuerzos de este Gobierno, para servir a la zona sin diferencias de
ciudades, ni de hombres, ni de colores políticos. Me agradaría –nos
dice al despedirnos– darles a ustedes muchos más detalles, pero es
alargar demasiado esta entrevista. Por otra parte, mis
preocupaciones de la Caja de Previsión que presido son muchas y
se unen a mis deseos de prestigiarla y servirla lo mejor que pueda,
mientras la salud me acompañe.
“ZIG-ZAG”
196
ANEXO 2. Carta del comandante Alfredo Ewing Acuña (1876-
1934), comandante general del Cuerpo de Carabineros.
197