Actividad 4. Fatiga de La Democracia
Actividad 4. Fatiga de La Democracia
Actividad 4. Fatiga de La Democracia
UNIDAD I. Democracia
Actividad 4. Fatiga de la Democracia.
Analizar el artículo del Dr. Arjun Appadurai sobre Fatiga de la Democracia y establecer una comparación
con la situación actual de Venezuela. Realizar una grabación del grupo donde discutan los puntos
establecidos en la guía, pero no como un collage donde cada uno hace una parte, y la pegan sino el
video (en Zoom o Meet) donde se evidencie la discusión y la conclusión. Presentar las conclusiones
escritas como grupo.
El objetivo principal es encontrar aspectos similares o comunes entre las situaciones internacionales,
América Latina y nuestro país.
Trabajo grupal
Valor 20%=4 puntos.
Fecha de entrega: 29/10/2022
Sobre el autor. Arjun Appadurai, nació en la India, en 1949. Professor Goddard en Medios, Cultura y
Comunicaciones de la Universidad de Nueva York y Profesor Visitante en el Instituto Europeo de
Etnología en la Universidad Humboldt de Berlín. Escribe el siguiente artículo “Fatiga de la Democracia”
en el libro “La Gran Regresión” (The Great Regression) editado por Heinrich Geiselberger; publicado
primero en Alemania, luego publicado en el Reino Unido por Policy Press y posteriormente en USA por
Polity Press.
Fatiga de la Democracia
(Traducción libre de Cecilia Vicentini).
Necesitamos repensar la relación entre líderes y seguidores en el nuevo populismo que nos rodea.
Nuestros tradicionales hábitos de análisis nos llevan a imaginar, que las principales tendencias sociales
en la esfera política tienen que ver con cosas tales como el carisma, la propaganda, la ideología y otros
factores, todos los cuales suponen una fuerte conexión entre los líderes y los seguidores. Hoy, los líderes
y los seguidores, por supuesto, se conectan, pero esta conexión se basa en una coincidencia parcial y
accidental entre la ambición, la visión y las estrategias de los líderes y los temores, las heridas y la ira de
sus seguidores. Los líderes que se han alzado en los nuevos movimientos populistas son típicamente
xenófobos, patriarcales y autoritarios en sus estilos. Sus seguidores pueden compartir algunas de estas
tendencias, pero también están temerosos, enojados y resentidos por lo que sus sociedades han hecho
por ellos y para ellos. Estos perfiles, por supuesto, se encuentran, especialmente en las elecciones (por
muy manipuladas o alteradas que puedan ser, segúVicentini). Pero este lugar de encuentro no es fácil de
entender. ¿Por qué algunos musulmanes en India y Estados Unidos votaron por Modi y Trump? ¿Por qué
algunas mujeres en los Estados Unidos adoran a Trump? ¿Por qué los grupos de la antigua República
Democrática Alemana ahora votan por políticos de derecha? Abordar estos enigmas requiere que
pensemos acerca de los líderes y seguidores en el nuevo populismo de forma un tanto independiente
unos de otros.
El mensaje de arriba
Los nuevos líderes populistas reconocen que aspiran al liderazgo nacional en una era en la que la
soberanía nacional está en crisis. El síntoma más sorprendente de esta crisis de soberanía es que ningún
Estado-nación moderno controla lo que podría llamarse su economía nacional. Esto es igualmente un
problema para las naciones más ricas y también las más pobres. La economía de los Estados Unidos está
sustancialmente en manos chinas, los chinos dependen fundamentalmente de las materias primas de
África y América Latina, así como de otras partes de Asia; cada una depende en cierta medida del
petróleo de Oriente Medio y prácticamente todos los estados nacionales modernos dependen de
sofisticados armamentos de un pequeño número de países ricos. La soberanía económica, como base de
la soberanía nacional, fue siempre un principio dudoso. Hoy en día es cada vez más irrelevante.
A falta de una economía nacional que los estados modernos puedan reclamar para proteger y
desarrollar, no es de extrañar que haya una tendencia mundial, un giro hacia el mayoritarismo
(supremacismo) cultural, al etno-nacionalismo y al sofocamiento de la disidencia interna, tanto la
intelectual como la cultural, en los estados que operan con eficiencia y en muchos movimientos
populistas aspirantes a realizar la soberanía nacional. En otras palabras, la pérdida de la soberanía
económica en todas partes está produciendo un cambio hacia el énfasis en la soberanía cultural. Este
giro se apoya en la cultura como el sitio de la soberanía nacional y aparece en muchas formas.
Tomemos a Rusia en manos de Vladimir Putin. En diciembre de 2014, Putin firmó un decreto que
establece una política cultural estatal para Rusia la cual está centrada en la máxima "Rusia no es
Europa". Esto refleja una hostilidad explícita hacia el Occidente cultural y hacia el multiculturalismo
europeo, que Putin ha calificado de "neutralizado y esterilizado", términos cargados de expresiones
sexuales, que se inscriben en la masculinidad rusa como una fuerza política. Esta retórica es un llamado
explícito a regresar a los valores tradicionales rusos y está anclada en una historia profunda del
sentimiento eslavófilo y la política cultural rusófila. El contexto inmediato para este documento fue la
batalla por el futuro de Ucrania, y fue la base de la cancelación de los conciertos del músico de rock ruso
anti-Kremlin, Andrey Makarevich, lo cual también reflejó el acoso a largo plazo al grupo musical Pussy
Riot. Esta política exige un "espacio cultural unificado" en toda Rusia y deja claro que la singularidad y
uniformidad cultural de Rusia son herramientas cruciales para ser utilizadas contra las minorías
culturales en el país y también contra los enemigos políticos en el extranjero.
Turquía, bajo Recep Tayyip Erdogan, también ha convertido la cultura en un teatro de soberanía. El
principal vehículo de su estrategia es abogar por un retorno a las tradiciones, el lenguaje y las formas
otomanas y la grandeza imperial (una ideología que sus críticos han denominado "neo-Otomanismo").
Esta visión de Turquía también hace claras sus ambiciones globales, su resistencia a las intervenciones
rusas en el Medio Oriente, y actúa como un contrapeso a las aspiraciones del país de unirse a la Unión
Europea. Esta postura neo-Otomana es una parte clave del esfuerzo de Erdogan por marginar y
reemplazar el nacionalismo secular de Kemal Ataturk, el icono de la Turquía moderna, con un estilo de
gobierno más religioso e imperial. El país también ha sido testigo de una considerable censura del arte y
las instituciones culturales junto con la represión directa de la disidencia política popular, como ocurrió
en el Parque Gezi en 2013.
En muchos sentidos, Narendra Modi, el ideólogo de derecha que ahora disfruta de ser el primer ministro
de India, ofrece el mejor ejemplo de cómo los nuevos líderes autoritarios producen y mantienen una
estrategia popular. Modi tiene una larga carrera como trabajador del partido y activista de la derecha
hindú en la India. Se desempeñó como jefe de gobierno de Gujarat en 2002 después de que algunos
musulmanes atacaron un tren que transportaba peregrinos hindúes a través del estado. Muchos indúes
progresistas siguen creyendo que Modi orquestó activamente este genocidio, pero logró superar
muchas condenas judiciales y civiles y ganó la campaña para convertirse en primer ministro de la India
en 2014. Es un defensor abierto de Hindutva (el nacionalismo hindú) como la ideología gobernante. de
la India, y, al igual que muchos de los actuales grupos populistas autoritarios en todo el mundo, combina
el nacionalismo cultural extremo con políticas y proyectos marcadamente neoliberales. Bajo su liderazgo
de casi tres años, ha habido un número sin precedente de agresiones a las libertades sexuales,
religiosas, culturales y artísticas en la India, ancladas en un desmantelamiento sistemático de la herencia
socialista y secular de Jawaharlal Nehru y la visión no violenta de Mahatma Gandhi. Bajo Modi, la guerra
con Pakistán siempre está a un paso. Los musulmanes de la India viven con un miedo cada vez mayor, y
los dalits (las castas más bajas, anteriormente "intocables") son atacados y humillados descaradamente
cada día. Modi ha reunido el léxico de la pureza étnica con el discurso de limpieza y saneamiento. Las
imágenes culturales indúes en el extranjero, destacan una combinación de modernidad digital y
autenticidad hindú, unida a la dominación hindú en el hogar; estos rasgos son la piedra angular de la
soberanía hindú.
Y así es con nuestra última pesadilla, la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del
8 de noviembre de 2016. Este evento todavía es muy reciente, por lo que incluso las perspectivas
retrospectivas son escasas. Pero Trump ya comenzó a actuar en sus planes electorales con los
nombramientos de su gabinete y las declaraciones políticas desde su elección. No podemos esperar que
su victoria modere su estilo. El mensaje de Trump, que combina la misoginia, el racismo, la xenofobia y
la megalomanía en una escala sin precedentes en la historia reciente, se centra en dos mensajes
extremos, uno implícito y otro explícito. El mensaje explícito es su objetivo de "Hacer América grande
otra vez", al reforzar las opciones militares para los Estados Unidos, renegociando varios acuerdos
comerciales que, según él, han disminuido la riqueza y el prestigio de los Estados Unidos, desvirtuando a
varias empresas estadounidenses de las diversas restricciones fiscales y ambientales. y, sobre todo,
cumpliendo sus promesas de "registrar" a todos los musulmanes en los EE. UU., deportar a todos los que
han entrado de manera ilegal, reforzar las fronteras estadounidenses y aumentar de manera masiva los
controles de inmigración. El mensaje implícito es racista y racial, y habla de los estadounidenses de
origen blanco que sienten que han perdido sus imágenes dominantes en la política y la economía de
Estados Unidos debido a los negros, latinos e inmigrantes de todo tipo. El mayor éxito retórico de Trump
es poner el 'griego de la blancura' en el caballo de Troya de todos sus mensajes sobre la grandeza
estadounidense, de modo que 'hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande' se convierta en la forma
pública de prometer que los blancos en Estados Unidos serán la prioridad. Por primera vez, un mensaje
del poder estadounidense en el mundo se ha convertido en un silbato de hacer que los blancos “vuelva
a ser” la clase dominante en Estados Unidos. El mensaje de la salvación de la economía estadounidense
se ha transformado en un mensaje de salvación de la raza blanca.
Esto, entonces, es lo que los nuevos líderes populistas autoritarios tienen en común: el reconocimiento
de que ninguno de ellos puede realmente controlar sus economías internacionales, que son rehenes de
inversionistas extranjeros, sujetos a acuerdos globales, y dependientes de las finanzas transnacionales,
del trabajo móvil y del capital en general. Todos prometen la purificación cultural nacional como una
ruta al poder político global. Todos ellos son amigos del capitalismo neoliberal, con sus propias versiones
de cómo hacer que funcione en India, Turquía, Estados Unidos o Rusia. Todos ellos buscan traducir el
poder blando en poder duro. Y ninguno de ellos tiene reservas acerca de reprimir a las minorías y los
disidentes, reprimir la libertad de expresión o usar la ley para estrangular a sus oponentes.
Este paquete mundial (de autoritarismo) también es visible en Europa, en el Reino Unido de Theresa
May, en la Hungría de Victor Orbán, en la Polonia de Andrzej Duda, y en una gran cantidad de partidos
de derecha cada vez más vociferantes y de "mainstream" (corriente y tendencia actual) y prácticamente
en todos los demás países. En Europa, los puntos clave de esta tendencia son el miedo a la última ola de
migrantes, la ira por los diversos ataques terroristas en algunas de sus principales ciudades y, por
supuesto, el impacto de la votación del Brexit. Así, los líderes autoritarios y demagogos populistas se
encuentran en todas partes del viejo continente, y también operan con la misma mezcla de
neoliberalismo, chovinismo cultural, ira antiinmigrante y rabia mayoritaria-supremacista que son los
principales modelos discutidos en este ensayo.
Esta es una forma de ver a los líderes del nuevo populismo autoritario en sus llamadas a los ciudadanos.
¿Qué pasa con los seguidores?
VOX POPULI
Antes sugerí que una explicación del éxito mundial de los populistas autoritarios no debería asumir que
los seguidores simplemente respaldan o replican las creencias de los líderes que parecen adorar. Por
supuesto, existe un grado de superposición o compatibilidad entre lo que estos líderes condenan o
prometen y lo que sus seguidores creen o temen. Pero la superposición es parcial, y los seguidores
populares, que han permitido a Modi, Putin, Erdogan y Trump, así como a May, Orbán y Duda, lograr y
retener el poder, tienen sus propios mundos de creencias, afectos y motivación. Para captar algo de lo
que son estos mundos, vuelvo a las famosas ideas expuestas por el economista político y filósofo Albert
O. Hirschman en su brillante libro "Salida, voz y lealtad". Hirschman proporciona una poderosa
comprensión de cómo los seres humanos responden a una disminución en los productos, organizaciones
y estados, ya sea manteniéndose leales a ellos, dejándolos o quedándose con ellos para protestar por el
declive y "manifiestan oposición", resistencia o quejas con la esperanza de reparación o reforma de los
mismos. La gran originalidad en el análisis de Hirschman fue su vinculación del comportamiento del
consumidor con el comportamiento organizativo y político, y su enfoque fue un movimiento vital para
comprender cuánto tiempo y en qué circunstancias la gente común puede tolerar la decepción con los
bienes y los servicios antes de cambiar de marca, membresía de organizaciones, o países. Publicado en
1970, el libro de Hirschman ofrece una visión profunda de las democracias capitalistas antes de que la
globalización comenzara a deshacer la lógica de las economías nacionales, las comunidades locales y las
identidades basadas en el lugar. También escribió el libro antes del surgimiento de Internet y las redes
sociales, y por lo tanto, no podría haber anticipado la naturaleza de la decepción y las protestas en el
mundo del siglo XXI.
Aun así, las ideas de Hirschman nos recuerdan que el Brexit es, sobre todo, la salida, y que la salida
siempre está en algún tipo de relación con la lealtad y la vocería. ¿Cómo puede el uso de estos términos
por parte de Hirschman ayudarnos hoy? Sugiero que, desde la perspectiva de estos seguidores masivos
que apoyan a Trump, Modi, Erdogan y las otras figuras establecidas o emergentes del populismo
autoritario, la salida que muchos de ellos apoyan hoy en día es una forma de tener vocería y no una
alternativa.
Más concretamente, HIrschman tenía razón en que las elecciones era antes la forma principal en que los
ciudadanos expresaban su voz y mostraban cuán decepcionados o felices estaban con sus líderes. Pero
las elecciones de hoy, y las elecciones recientes de los Estados Unidos de hoy son un excelente ejemplo,
se han convertido en una forma de "salir" de la democracia en sí misma, en lugar de ser un medio para
reparar y debatir la política democráticamente. Los aproximadamente 62 millones de estadounidenses
que votaron por Trump votaron por él y contra la democracia. En este sentido, su voto fue un voto para
'salir' (de la forma de vida que estaban teniendo). Y así fue con la elección de Modi, la elección de
Erdogan y las pseudo-elecciones a favor de Putin.
En cada uno de estos casos, y en muchos de los ‘bolsillos’ de los populistas de Europa, hay una fatiga con
la democracia misma, una fatiga que forma las bases para el éxito electoral de los líderes que prometen
abrogar todos los componentes liberales, deliberativos e inclusivos, exhibidos como versiones de
democracia de sus gobiernos nacionales. Se puede observar que todos los líderes populares han
prosperado en este tipo de asociación -de rechazo- con la democracia y han desarrollado sus carreras en
este sentido; podemos retomar a Stalin, Hitler, Perón y muchos otros líderes de la primera mitad del
siglo 20 que explotaron los fracasos de las democracias de sus países en esos tiempos y lugares.
Entonces, ¿qué hay de nuevo sobre la fatiga de la democracia de hoy si ya desde esos tres ejemplos
venía ocurriendo?
Hay tres formas en que el sentimiento generalizado de estar hartos de la democracia en sí tiene una
lógica y un contexto distintivos. La primera es que la extensión de Internet y las redes sociales a sectores
crecientes de la población y la disponibilidad de movilización basada en la web, la propaganda, la
creación de identidad y búsqueda de semejantes, han creado la ilusión peligrosa de que todos podemos
encontrar compañeros, aliados, amigos, colaboradores, conversos y colegas, quienesquiera que somos y
queremos, en cualquier parte del mundo (por ejemplo, existen terroristas islámicos de nacionalidad
inglesa). El segundo es el hecho de que cada estado-nación ha perdido terreno en sus esfuerzos por
mantener cualquier apariencia de soberanía económica. El tercer factor es que la propagación mundial
de la ideología de los derechos humanos ha sido comprada, aunque sea un mínimo, por extraños,
extranjeros y migrantes en prácticamente todos los países del mundo, incluso cuando se enfrentan a
una dura bienvenida y condiciones severas dondequiera que vayan. Juntos, estos tres factores han
profundizado la intolerancia global para el debido proceso -los marcos de la ley, “rule of law” en inglés-,
la racionalidad deliberativa y la paciencia política que los sistemas democráticos siempre requieren.
Cuando agregamos a estos factores, la profundización mundial de la desigualdad económica, la erosión
global del bienestar social y la penetración planetaria de industrias financieras que prosperan y circulan
la idea de que todos estamos en riesgo de un desastre financiero, unido esto la impaciencia con las
lentas temporalidades de las democracias, todo esto se ve agravado por un clima constante de pánico
económico. Los mismos líderes populistas que prometen prosperidad para todos a menudo crean
deliberadamente este tipo de pánico. La reciente declaración de Narendra Modi de erradicar el "dinero
negro" (riqueza en efectivo no gravada) de la economía indú mediante el retiro de circulación de billetes
de rupias de valor de 500 y 1,000 es un caso ejemplar de crisis económica inducida y pánico financiero.
En la India de hoy, estas notas monetarias (billetes), que valen alrededor de 7 y 14 euros
respectivamente, son una parte vital de la vida cotidiana de los trabajadores de clase media y pobre, los
consumidores y los pequeños operadores comerciales.
El nuevo capítulo escrito en la historia mundial del populismo autoritario se basa así en la superposición
parcial entre las ambiciones y promesas de sus líderes y la mentalidad de sus seguidores. Los líderes
odian la democracia porque es un obstáculo para su búsqueda monomaníaca del poder. Los seguidores
son víctimas de la fatiga de la democracia que ven la política electoral como la mejor manera de salir de
la democracia misma. Este odio y este agotamiento encuentran su terreno común natural en el espacio
de la soberanía cultural, promulgada en guiones de victoria racial para mayorías resentidas, la pureza
étnica nacional y el resurgimiento global a través de la promesa del poder blando. Este terreno cultural
común oculta inevitablemente las profundas contradicciones entre las políticas económicas neoliberales
y el capitalismo de compinches, bien documentado de la mayoría de estos líderes autoritarios, así como
en el genuino sufrimiento económico y la ansiedad de la mayor parte de sus masivos seguidores. Es
también el terreno de las nuevas políticas de exclusión, cuyos objetivos son migrantes o minorías étnicas
internas o ambos.
Mientras los empleos, las pensiones y los ingresos sigan disminuyendo, las minorías y los migrantes
seguirán siendo los chivos expiatorios de las crisis, hasta que surja un mensaje político persuasivo de las
voces liberales de la izquierda sobre la reestructuración de los ingresos, el bienestar social y los recursos
públicos. Para ser realistas, este no es un proyecto a corto plazo, pero tiene que ser una prioridad a
medio plazo del más alto nivel. Aquí, ya que Europa está en la vanguardia, concluyo volviendo al viejo
continente.
(Nota de Vicentini: No queda clara la posición del autor con respecto a lo que se considera ‘la izquierda’
hoy día. Sin embargo, es extraño y curioso que el autor hable de una ‘izquierda liberal’ como una de las
respuestas y diga que ‘no es un proyecto a corto plazo, pero tiene que ser una prioridad’ y no haga una
referencia al terrible período de la Unión Soviética, y solo toque tangencialmente a Stalin. A menos que
la traducción se me escape, y he leído el texto varias veces, lo que interpreto que el autor propone es que
solo la izquierda puede transformar, con lo cual no estoy de acuerdo, dada la mala experiencia de la
izquierda. Estoy sin embargo de acuerdo con partes del texto. Sin embargo es importante hacer la
siguiente pregunta: Entonces, ¿es que no hay otra opción sino la izquierda? Estoy firmemente
convencida que sí la hay. Una de éstas es la que ofrece Amartya Sen, Premio Nobel de Economía 1998,
por tanto, hay que estudiarlo. Sen plantea la necesidad de un desarrollo humano basado justamente en
la expansión de las libertades individuales, en particular para segmentos de poblaciones privadas de
éstas).
Las consecuencias del voto Brexit todavía están en juego. Pero su resultado indica un estado de ánimo
en Europa que no guarda relación con la tendencia global hacia la derecha y una creciente ambivalencia
sobre la Unión Europea en muchos de sus estados miembros. Dejando de lado los detalles de la política
del Reino Unido, algunas observaciones generales vienen a la mente. La primera es que Brexit es solo la
versión más reciente de un debate largo y recurrente sobre qué es Europa y qué significa. Este debate es
tan antiguo como la idea misma de Europa. La cuestión de las fronteras de Europa, la identidad y la
misión nunca se han resuelto. ¿Es Europa un proyecto de la cristiandad occidental? ¿Es hija del imperio y
la ley romana? ¿O de la racionalidad griega y de los valores democráticos? ¿O del humanismo y el
secularismo renacentista? ¿O de la Ilustración, del universalismo y el cosmopolitismo? Estas imágenes
alternativas han luchado entre sí durante siglos y siguen siendo objeto de una profunda división. Son
imágenes expuestas por diferentes clases, regiones, estados e intelectuales en diferentes momentos, y
ninguna de ellas ha sido completamente hegemónica, ninguna de ellas ha ofrecido una imagen completa
de Europa. Estas imágenes también han coexistido con sangrientas guerras internas, masivos cismas
religiosos y brutales esfuerzos para eliminar a las minorías, a los extraños, los herejes y los disidentes
políticos. Esta combinación de factores sigue siendo relevante hoy en día.
No es difícil ver que el temor a los nuevos inmigrantes (así como a las poblaciones migrantes existentes)
es una parte importante del reciente crecimiento de los argumentos contra la UE en sus países
centrales, como Francia, Holanda y Alemania; así como Polonia, Hungría y Eslovenia, que resienten los
esfuerzos de los líderes de la UE en Bruselas para dictar cuotas, criterios y categorías legales en relación
con los refugiados y otros migrantes a países que enfrentan el impacto inmediato de los recién llegados.
También es evidente que este resentimiento se ve agravado por la sensación de que la membresía en la
Unión representa una pérdida neta para el bienestar económico en muchos de sus países miembros, y
que una salida sería lo mejor para ellos. Pero tales salidas son esfuerzos que están condenados en
cuanto a recuperar el tipo de soberanía económica, imposible de restaurar en la era actual de la
globalización. De hecho, el debate sobre los migrantes (a menudo en la vanguardia de los movimientos
políticos y agendas de la derecha en Europa y en Estados Unidos) es un excelente ejemplo de la
traducción de los problemas de la soberanía económica a cuestiones de soberanía cultural, una
traducción y desplazamiento que sostengo se encuentra en el corazón del crecimiento de los
populismos de derecha en todo el mundo.
En Europa, la variedad de movimientos que avalan algún tipo de "salida" de la UE son también los que
utilizan los procesos electorales para salir de la democracia, de la manera que he argumentado; es el
caso de Estados Unidos, India, Rusia y Turquía. Lo que nos llama más la atención de los casos europeos
de fatiga de la democracia, es que representan el deseo de muchos grupos y movimientos políticos de
aprovechar los beneficios de la globalización sin las cargas de la democracia. En el caso de Gran Bretaña,
por ejemplo, la pertenencia a la Unión Europea se asoció con la ideología liberal en el país; por lo tanto,
la reciente visita de Theresa May a la India para tomar decisiones con Narendra Modi ofrece una visión
reveladora del futuro del neoliberalismo global en un mundo agobiado de democracia. Los dos líderes se
pusieron de acuerdo sobre cuestiones de terrorismo transfronterizo (es decir, con Pakistán) y las
inversiones financieras británicas en infraestructura hindú, pero tuvieron palabras duras entre sí sobre la
cuestión de las cuotas de visas para estudiantes hindúes en el Reino Unido y el estado de los hindúes
que "se quedan" en Inglaterra después del vencimiento de sus visas. Por lo tanto, una líder
conservadora que se alzó con el poder en el voto Brexit y un autócrata populista de derecha de la India
ya están haciendo negocios sobre cómo garantizar el libre flujo de capital internacional mientras se
intercambian visas y migrantes. Este es un vistazo de cómo se harán los negocios entre los nuevos
líderes autoritarios del mundo cuando ya no estén agobiados por la democracia en sus paises y cuando
hayan sido impulsados en masa al poder por sus seguidores que sufren de la fatiga de la democracia.
Trump y Putin ya tienen lazos acogedores, y los seguidores de Modi y Trump entre los hindúes en los
Estados Unidos ya están estrechamente aliados.
La democracia liberal europea está al borde de una crisis peligrosa. La fatiga de la democracia ha llegado
a Europa y es visible desde Suecia a Italia, desde Francia a Hungría. También en Europa, las elecciones se
están convirtiendo en formas de decir "no" a la democracia liberal. En este escenario, Alemania se
encuentra en una encrucijada importante y arriesgada. Puede utilizar su notable riqueza, su estabilidad
económica y su autoconciencia histórica para defender los ideales de la Unión Europea, ofrecer una
bienvenida a los refugiados de África y Oriente Medio, buscar soluciones pacíficas a la crisis política
mundial y utilizar el poder del euro para ampliar el alcance de la igualdad tanto dentro de sus fronteras
como en Europa en general. O también puede salirse, cerrar sus fronteras, acumular su riqueza y dejar
que el resto de Europa (y el mundo) resuelva sus propios problemas. Este último puede ser el mensaje
de la derecha alemana, pero sería una opción tonta. La interdependencia global está aquí para quedarse
y la riqueza alemana depende tanto de la economía global como de cualquier otra persona. La solución
de 'salida' no sería buena para Alemania. No tiene más remedio que presionar por una Europa
democrática, y una Europa democrática es un recurso vital en la lucha mundial contra el populismo
autoritario. Pero para que este escenario funcione, Alemania tendrá que convencer a sus colegas
miembros de la UE de que no será la voz de la austeridad y la disciplina financiera impuesta,
especialmente en el sur y el este de Europa. En otras palabras, una política suave sobre los migrantes y
la tolerancia cultural en el hogar no es consistente con un enfoque severo de la deuda interna europea y
una reducción dramática de la soberanía fiscal para países como Grecia, España e Italia. Este es un
problema difícil porque la riqueza alemana también depende de un euro fuerte, y sin la riqueza alemana
es poco probable que el liberalismo alemán sobreviva. El desafío aquí es si Alemania puede apoyar las
fuerzas de la democracia liberal en aquellos países europeos que amenazan con moverse hacia la
derecha, y si esto es posible sin poner a Alemania (de nuevo) en el papel de un hegemónico europeo. No
hay una respuesta fácil a este dilema, pero no hay nada que pueda evitarlo. La democracia liberal
alemana no puede sobrevivir en un océano de populismo autoritario europeo. Entonces, al final, solo
hay una ruta por delante y es que el público liberal europeo (trabajadores, intelectuales, activistas,
políticos) haga una causa común a través de las fronteras internas europeas para defender el liberalismo
económico y político. Necesitamos una multitud liberal. Esa es la única respuesta a la multitud
retrógrada que está aumentando actualmente en Europa y más allá.
1. Describe el tipo de conexión que se da en realidad entre “líderes” y seguidores hoy día, tal como
la describe Appadurai. ¿Cuáles son las características más resaltantes de la conexión entre los
políticos actuales y sus seguidores, de acuerdo al autor? ¿Es una conexión parcial o más
integral?
2. ¿Cuáles son los rasgos resaltantes de los líderes populistas que plantea el autor?
3. Al analizar el tema de la soberanía, ¿cuál es el aspecto clave del cambio de orientación que
describe Appadurai?
4. ¿En qué consisten hoy las elecciones, de acuerdo a Appadurai?
5. ¿Cuáles son las formas en que las poblaciones manifiestan estar ‘hartos de la democracia’?
6. ¿En qué consiste la soberanía cultural? ¿Es que podemos identificar algunos rasgos de ésta en
Venezuela?
7. ¿Cuál es el papel que ha jugado Alemania en la Unión Europea? ¿Existe un país similar para
América Latina?
8. ¿Tiene algún peligro este surgimiento de la extrema derecha en el mundo?