+balance de Los Pontificados en El Siglo XX.
+balance de Los Pontificados en El Siglo XX.
+balance de Los Pontificados en El Siglo XX.
Josep-Ignasi Saranyana
Juan Pablo II invitó, en su carta apostólica Tertio Millenio adveniente (1994) a reflexionar
sobre el ministerio petrino en el s. XX. Secundando esta iniciativa se ofrece en este volumen
un balance de los papas del s. XX - que apareció originalmente en el Anuario de Historia de la
Iglesia en 1997 y como texto independiente en 1998. Aunque la historia de la Iglesia no se
reduce a la historia del Papado, cuando ha habido unos pontífices que han realizado una
actividad tan enérgica, un balance de su actividad refleja bastante bien la trayectoria de la
Iglesia a lo largo de esos cien años. En los mismos su brillante personalidad ha elevado al
primado de Pedro a altas cotas de reconocimiento y respeto social.
1. En primer lugar, León XIII y su encíclica Rerum novarum (1891), en el que presentó
la doctrina social de la Iglesia en un contexto teológico olvidado luego hasta el
Concilio Vaticano II.
2. El gobierno de San Pío X no se reduce a su actitud disciplinar contra los modernistas,
sino que buscó ante todo potenciar la renovación espiritual de la Iglesia.
3. Benedicto XV palió los efectos de la I Guerra Mundial con una notable labor
humanitaria, aunque sus esfuerzos pacificadores fueron mal interpretados. Intentó
sacar a la Iglesia de su cerco haciéndola presente en los fotos internacionales, con la
supresión del non expedit y la preparación remota de los Pactos Lateranenses. Frenó
los excesos integristas, promulgó el Código de Derecho Canónico y fue un gran
impulsor de las misiones.
4. Pío XI condenó el fascismo, el nazismo y el comunismo y su rechazo del racismo
resultó profético. Buscaba que Cristo reinase en todos los corazones. Fue el papa de
las misiones y de la Acción Católica, el que resolvió la cuestión romana, el gran
restaurador de los estudios eclesiásticos y el que apoyó la vida familiar.
5. Pío XII gobernó durante la II Guerra Mundial y la posguerra, con el holocausto judío
y el posterior acoso comunista a la Iglesia en la Europa oriental. Después de la
Humani generis, entró en una fase de estancamiento. Fue el papa acogedor de los
perseguidos durante la guerra, el que proclamó el dogma de la asunción y autor de
encíclicas eclesiológicas notables, el renovador de la liturgia y los estudios bíblicos.
6. Con Juan XXIII, que convocó el Concilio Vaticano II, hubo una profunda renovación
de la Iglesia. Vio las deficiencias de ciertas novedades y creía en la gracia que la
Iglesia poseía, expresaba y dispensaba. Fue el autor de Mater et magistra y Pacem in
terris.
7. Pablo VI reencaminó el Concilio y aplicó sus disposiciones, t que soportar la crisis
posconciliar. Inició grandes viajes pastorales e impulsó un magisterio doctrinal muy
rico. Creó el Sínodo de los Obispos y tuvo un notable impulso ecuménico.
8. Después del paso fugaz de Juan Pablo I, Juan Pablo II ha sido el pontífice de la plena
recepción del Concilio Vaticano II, con el nuevo Código de Derecho Canónico y el
Catecismo de la Iglesia Católica. Puso a punto a la Iglesia de cara al tercer milenio.
Intentó recomponer viejas heridas, impulsó la rehabilitación de algunas figuras
incomprendidas, llevó a cabo numerosos viajes pastorales, ha sido el defensor de los
débiles y un gran impulsador del ecumenismo.
Junto con un epílogo sobre sus últimos años (1998-2005), aparece un último trabajo
sobre la presencia de la Santa Sede en la comunidad internacional.
LEÓN XIII Y LA CUESTIÓN SOCIAL
Teodoro LÓPEZ
León XIII (Joaquín Pecci, 1810-1903) perteneció a una familia de la pequeña nobleza.
Ordenado sacerdote en 1837, fue Nuncio en Bélgica (1843), arzobispo de Perugia
(1846) y cardenal (1853). Nombrado camarlengo en 1877, sucedió a Pío IX en 1878.
El Papa se encontró con una sociedad en la que había habido grandes cambios, con
una nueva concepción de la sociedad y del Estado y también de la autoridad, que
chocaba con la tradición cristiana: se buscaba superar el absolutismo a través de la
separación de poderes junto con un decidido positivismo basado en el consenso social
y que rechazaba la doctrina del origen divino del poder. El progreso científico-técnico
y la igualdad y fraternidad humanas conduciría superar supersticiones y miedos
ancestrales. En ese camino hacia la libertad, la religión y la Iglesia era un obstáculo
que había que salvar. Hubo católicos conservadores que rechazaban el diálogo con las
nuevas corrientes, frente a los católicos liberales o progresistas, para quienes el
acuerdo era imprescindible. Los cristianos sociales querían dar respuestas cristianas a
los problemas de la vida social (la “cuestión social”); que mostraban las paradojas del
progreso.
León XIII dio pruebas de una cierta audacia para afrontar las espinosas cuestiones que
la Iglesia tenía pendientes en su relación con la nueva organización de la sociedad.
Para establecer un diálogo abierto y sincero comenzó por definir los elementos de la
identidad cristiana (Aeternis Patris, 1879, que pretendía una revitalización del
tomismo). Sobre la organización política, en que se chocaba con el liberalismo, para
identificar la doctrina cristiana, que fuese una plataforma común de convergencia de
criterios entre los católicos, escribió Diuturnum illud (1881, sobre el origen divino del
poder), Inmortale Dei (1885, sobre la constitución cristiana del Estado), Sapientas
christianae (1890, sobre las tareas y responsabilidades de los cristianos como
miembros de la sociedad) y Libertas praestantissimum (1888, sobre el sentido
cristiano de la libertad). Estos documentos:
b) Protagonismo de la sociedad
c) Libertad y solidaridad
León XIII subrayó el valor irrenunciable de la libertad en la vida social y advirtió de
sus riesgos cuando no es correctamente entendida. El remedio a la cuestión social no
es ni la pretensión liberal de una libertad absoluta ni la búsqueda socialista de una
justicia que implicase su renuncia. Rechaza el simplismo de una solución que olvida
que la justicia pasa por el respeto a la dignidad de la persona. Los intereses
contrapuestos en las relaciones entre capital y trabajo no se superan con la libre
concurrencia ilimitada ni la violencia de la lucha de clases, sino por la armonía y la
solidaridad como vía de solución para los conflictos. La solidaridad es compatible con
la defensa de los legítimos intereses individuales, pero supera la actitud de quien
absolutiza la búsqueda del interés propio al que intenta subordinar lo demás. Esta
apelación a la solidaridad es una clara expresión de la preocupación de la Iglesia por
los más débiles.
e) Síntesis final
León XIII inicia un camino continuado por el Magisterio del s. XX, que conmemoró
los aniversarios más significativos de su publicación con importantes documentos que
señalan sus grandes beneficios para la solución del problema en un momento concreto
y recordando su vigencia permanente en cuanto a la solución de los conflictos en la
vida social: los principios sociales católicos han pasado a ser patrimonio de toda la
sociedad (Quadragesimo anno), verdadera suma de la doctrina católica en el campo
económico y social (Mater et magistra) cuyo mensaje sigue inspirando la acción en
favor de la justicia (Octogesimo anno), que le dio carta de ciudadanía a la Iglesia en
las realidades de la vida pública (Centessimus annus y antes Laborem exercens).
SAN PÍO X Y LA RENOVACIÓN DE LA VIDA CRISTIANA
Enmanuel CABELLO
San Pío X (José Sarto1835-1914), nacido en una familia humilde, ocupó todos los
cargos posibles para un sacerdote: vicario parroquial, párroco, canónigo, obispo de
Mantua, patriarca de Venecia y cardenal. Su primera encíclica (E supremi apostolatus,
1903), en la línea de Pío IX y de León XIII parte de la idead de que la sociedad
abandona a Dios y se encaminaba hacia el desastre, por lo que era necesario instaurare
omnia in Christo, mediante la formación de los sacerdotes, la enseñanza de la doctrina
y la formación de asociaciones convenientes.
Para evitar situaciones como las del cónclave de 1903, con el veto austriaco al
cardenal Rampolla, prohibió que cualquier participante en la elección papal se hiciera
portavoz de los intereses de las potencias civiles, y dotó de mayor libertad a los
electores y al futuro papa. Reformó la curia (1908) e instituyó también una comisión
cardenalicia para preparar un Código de Derecho Canónico, que culminó en 1917.
El conflicto con Francia llevó a la suspensión del concordato, la ruptura de relaciones
diplomáticas y la separación de Iglesia y Estado (1905). El Estado se incautó de los
edificios religiosos y las Órdenes religiosas perdieron el derecho a enseñar. En
Portugal, la República proclamada en 1910 laicizó la enseñanza, expulsó a los
religiosos, confiscó los bienes eclesiásticos y rompió relaciones diplomáticas con la
Santa Sede. En España se bloqueó la implantación de nuevas órdenes religiosas
mientras no se elaborarse una nueva ley de asociaciones (“Ley del candado”). San Pío
X adoptó una posición firme, sin aceptar compromisos que afectaran a la
independencia de la Iglesia aunque supusiese pérdidas materiales.
En Italia fue muy escéptico sobre las posibilidades de éxito político del movimiento
político italiano. No levantó el non expedit, pero en 1913 autorizó a votar a liberales
modernos. En la encíclica Il firmo propósito (1905) expresó el carácter
primordialmente religioso de la acción de los católicos, colaborar con la jerarquía para
volver a introducir a Cristo en la sociedad. En Francia chocó con Le sillon, cuyo ideal
humanitario se deslizó hacia un radicalismo utópico, al tiempo que reivindicaba su
autonomía hacia la autoridad eclesiástica. Ambas estaban relacionadas con los
modernistas al querer un cambio interior de la Iglesia para adaptarla a los tiempos
modernos y su inspiración católica inicial peligraba cuando buscaba bajar al terreno
político
El cardenal arzobispo de Bolonia Giacomo de la Chiesa fue elegido papa para suceder
a san Pío X y adoptó el nombre de Benedicto XV. Nacido en el seno de una familia
ilustre y con amplia formación jurídica y diplomática, fue discípulo del cardenal
Rampolla en la nunciatura de Madrid y en la secretaría de Estado. Era arzobispo desde
1907 y cardenal desde unos meses antes de acceder al Papado. Murió en 1922. Era
neutral en política internacional y moderado en la polémica antimodernista. Accedió al
papado cunado Europa estaba en guerra y en un mundo en el que se difundía el
nacionalismo y el socialismo, con un crecimiento de las desigualdades y del
colonialismo. La Iglesia se recuperaba de los ataques anticlericales y de la crisis
modernista y empezaba a ser universal en sus dimensiones geográficas.
El objetivo prioritario del Papa fue buscar la paz desde la más absoluta neutralidad,
porque los católicos combatían en ambas partes y buscaba evitar el aumento de la
división entre ellos, y que no significaba pasividad. Intentó mantener la neutralidad de
Italia (1915) e hizo múltiples llamamientos a la paz.
Ante el modernismo, renovó las condenas de San Pío X y mantuvo sus normas
disciplinares, pero también se opuso al integrismo, disolviendo el Sodalitum pianum
(1921). Para potenciar la formación del clero creó la Congregación de Seminarios y
Universidades (1915) y potenció las ciencias eclesiásticas, invitando a estudiar la
Biblia para descubrir su verdadero sentido (Enc. Spiritus Paraclitus, 1920). Impulsó el
asociacionismo católico y culminó los trabajos del Código de Derecho Canónico
(1917).
Otro de sus afanes fue potenciar la actividad misionera desligándola de los intereses
ajenos a la Iglesia, distinguiéndola del colonialismo (Enc. Maximum illud, 1919)
indicando a los misioneros que tenían que respetar las culturas autóctonas y promover
el clero autóctono. Sensible hacia Oriente, creó una Congregación para las Iglesias
Orientales y fundó el Instituto Oriental (1917). Extendió a toda la Iglesia la octava de
oración por la unidad de los cristianos, pero rechazo el ecumenismo de signo
protestante. En la vida religiosa se preocupó por la predicación, impulsó la devoción al
Sagrado Corazón y dispuso que el día de difuntos cada sacerdote pudiera celebrar tres
misas.
En su encíclica Ubi arcano (1922) expuso que los males sociales se debían al
alejamiento de Dios y de Jesucristo por la sociedad. La solución estaba en realizar la
paz de Cristo en el reino de Cristo. Como remedio al laicismo instituyó la fiesta de
Cristo Rey (1925), con un fuerte sentido antinacionalista y de conquista espiritual para
devolver el mundo al Rey de las naciones, ofreciendo a los católicos un proyecto
fundamental y permanente de vida cristiana: la coherencia de una fe viva que se
tradujeras en obras, la aplicación del Reino de Cristo a las realidades concretas.
Para ello estimuló la Acción Católica, por la que los laicos podían hacer llegar la
acción santificadora de la jerarquía a los ambientes donde el clero no podía
introducirse directamente. La apoyó a expensas de los partidos católicos (el Parido
Popular italiano y el Zentrum alemán. Era una acción social porque promovía el reino
de Cristo en la sociedad tratando de orientar la solución de sus problemas según los
principios cristianos. Reorganizó la Acción Católica italiana con una estructura clásica
unitaria y respaldó la JOC creada por Cardijn en Bélgica.
Promovió mucho las misiones, para disociarlas de las potencias coloniales – para lo
que centralizó su organización, trasladando a Roma la Obra de la Propagación de la Fe
y creando el Domund- y promoviendo el clero indígena, ordenando los primeros
obispos chinos (1926), japoneses y vietnamitas. Proclamó patrona de las misiones a
Santa Teresita, alentó la vida contemplativa en tierras de misión y creó varias
Facultades de Misionología. Buscó un mayor conocimiento mutuo con los cristianos
orientales, pero fue suspicaz hacia el ecumenismo, condenando el “pancristianismo”
(1928).
También tuvo una intensa política concordataria para obtener un marco jurídico y una
garantía internacional para la libertad de la misión de la Iglesia en los estados, libertad
en el ejercicio de su jurisdicción espiritual, en la enseñanza de la doctrina, en los
sacramentos y el culto. Incluso los firmados con los estados totalitarios los
concordatos fueron puntos de referencia para las denuncias de la Santa Sede y fueron
un instrumento de resistencia al totalitarismo.
Un punto importante fue la firma de los Pactos de Letrán con Italia (1929): Italia
reconocía el Estado de la Ciudad del Vaticano y la santa Sede renunciaba a los Estados
Pontificios y reconocía el reino de Italia y a Ramona como su capital. Italia compensó
a la Santa Sede con una fuerte indemnización. El concordato- que duró hasta 1984-
concedió particulares privilegios al catolicismo (matrimonio, enseñanza religiosa…).
La encíclica Rerum omnium (1923) con motivo del tercer centenario de la muerte de
San Francisco de Sales fue una llamada a la conversión y a la vida interior, enlazando
con sus llamadas a la santidad, manifestada en las beatificaciones y canonizaciones,
como la de Santa Teresa del Niño Jesús.
Con la URSS intentó la vía diplomática y una labor de beneficencia, pero en 1923
comenzaron los ataques a la Iglesia Católica y aquella se cerró en 1927. Sus
advertencias contra el comunismo se multiplicaron hasta la encíclica Divini
Redemptoris, manifestando que un católico no podía colaborar con el comunismo por
su perversidad, exponiendo una respuesta doctrinal al mismo, señalando sus errores
antropológicos.
Las relaciones con el fascismo italiano pasaron por dificultades por la crisis de 1931,
ante la persecución de la Acción Católica juvenil, denunciando en la encíclica Non
abbiano bisogno (1937) lo que había de incompatible con la doctrina católica y
denunciando la estadolatría pagana. En 1938 condenó las medidas racistas del
régimen. Con ello se formó un antifascismo católico de motivaciones religiosas.
Pío XI vislumbró la amenaza que se avecinaba, pero careció de tiempo y medios para
hacerse escuchar. Fue un hombre fuerte para tiempos fuertes.
El PAPA PÍO XII
José ORLANDIS
Pío XII fue el primer papa nacido en Roma desde Clemente XII (1670-1676). Su
romanidad y la vinculación familiar a la Santa Sede y la huella de su estancia en
Alemania son los rasgos de su personalidad
Su pontificado inicial estuvo marcado por la II Guerra Mundial. Fueron inútiles sus
esfuerzos para evitar la guerra y luego la entrada de Italia en la misma (1940).
Mantuvo una estricta neutralidad e hizo lo posible por la paz, desarrollando una
ingente obra humanitaria y caritativa y erigiéndose en defensor civitatis de Roma
durante el dominio nazi (1943-1944), l tiempo que protegía a la comunidad judía.
En 1950 con la Humani generis (1950) taró de salir al paso de doctrinas que
amenazaban la doctrina católica, con referencia a nuevas corrientes teológicas (Le
Saulchoir y Lyon-Fourviére) – con su inclinación hacia el dato positivo de las fuentes,
el recurso a los Padres griegos, la atención al entorno histórico y el ecumenismo,
defendiendo la capacidad de la razón para conocer la verdad y el valor de las fórmulas
dogmáticas y demandando el respeto a los términos consagrados por la tradición
teológica- -y labores pastorales – el fenómeno de los cura obreros, con su influencia
marxista y la secularización de buena parte cuando se les prohibió el trabajo, en 1954-
que se dieron sobre todo en Francia.
Ante la descolonización hizo hincapié en los derechos de los pueblos a la
independencia y apoyó las misiones (Evangelii praecones, 1951, y Fidei donum,
1957), al promover la jerarquía autóctona y la prosecución del esfuerzo misionero. En
América promovió la cooperación entre los episcopados, con la fundación del
CELAM. Trató numerosos problemas de actualidad en sus alocuciones o
radiomensajes, en especial sobre la familia, el ejerció de la profesión y os deberes de
los católicos en la vida pública. También fue grande su interés por intensificar el
diálogo fe-ciencia.
Primitivo TINEO
Ángel José Roncalli nació en Sotto il Monte (Bérgamo) en 1881, en el seno de una
familia humilde. Fue ordenado sacerdote en 104. Fue capellán militar en la I Guerra
Mundial. En 1925 comenzó su carrera diplomática, en Bulgaria (hasta 1935) y ante
Grecia y Turquía, hasta ser nombrado nuncio en Francia en 1944. Allí consiguió que
solo tres obispos perdiesen su sede por colaboracionistas y se enfrentó a la cuestión de
los sacerdotes obreros, que surgieron en 1943 junto con la Misión de París. El futuro
papa veía las deficiencias de las estructuras pastorales, pero creía en la gracia que la
Iglesia poseía, expresaba u dispensaba. En 1951 se prohibió reclutar nuevos sacerdotes
y obreros y ya en 1959 se ordenó el cese de su trabajo por su incompatibilidad con el
sacerdocio. Se tuvo que enfrentar también a nuevas experiencias litúrgicas y a las
polémicas entre revistas progresistas e integristas. En 1953 fue creado cardenal y
patriarca de Venecia.
Enrique DE LA LAMA
Otros hechos significativos fueron el sínodo extraordinario de 1985 sobre los veinte
años del Vaticano II, el asunto Lefebvre (1988), la caída del muro de Berlín (1989), el
Catecismo de la Iglesia Católica y el proyecto de la nueva evangelización.
LOS AÑOS FINALES DEL PONTIFICADO DE JUAN PABLO II
Josep-Ignasi SARANYANA
1. Fallecimiento
Carlos SOLER
Hacia 1900 todavía estaba vigente la cuestión romana. El papado no había aceptado la
pérdida de los Estados Pontificios, ni la legitimidad de la monarquía italiana ni la Ley
de Garantías y mantenía el non expedit. Seguía actuando como miembro soberano de
la Comunidad Internacional, con relaciones diplomáticas (de 20 países en 1900 pasó a
34 en 1929), y tratados jurídicos internacionales, los concordatos, y actuando de
mediadora entre varios países sudamericanos para evitar conflictos.
PIAZZONI, A. M, Las elecciones papales: dos mil años de historia, Bilbao, 2005.