Herminia
Herminia
Herminia
y la Unidad Popular
Entrevista a
Herminia Concha Gálvez
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Entrevista publicada originalmente en Revista
Historia, Voces y Memoria / 8, Chile, 2015.
Fueron enmendados algunos ajustes ortográficos.
Las fotografías fueron incluídas por la editorial.
2
El movimiento de pobladores
y la Unidad Popular
Entrevista a
Herminia Concha Gálvez1
Resumen
3
4
Introducción
5
Pero las ciudades del país no estaban preparadas para recibir este
creciente y masivo proceso migratorio. Los déficits en infraestruc-
tura y equipamiento urbano, así como las insuficiencias de la políti-
ca pública en materia de vivienda, hacían muy difícil el proceso de
asentamiento de los inmigrantes y complejizaban sus estrategias
de subsistencia. En las periferias urbanas se fue arraigando la po-
breza y junto con ello se fue constituyendo un nuevo actor social: El
poblador. Este sujeto social, devenido en actor colectivo, comenzó
a protagonizar una serie de ocupaciones ilegales de terrenos, que
ampliaron el campo de acción político de los partidos populares.2
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Cabe destacar, además, que a comienzos de la década de 1960, la
influencia de la Revolución Cubana se hizo sentir con fuerza. Las
dispersas organizaciones políticas en las cuales se nucleaban los re-
volucionarios comenzaron a adoptar un discurso cada vez más radi-
cal, que objetaba tanto la participación en los procesos electorales,
como las alianzas pluriclasistas. De la misma manera, la reivindica-
ción de la lucha armada se convirtió en el principal recurso retórico
de este período. Lo anterior incidió, de manera directa, en la funda-
ción del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR, 1965) y en
la creciente radicalización experimentada por el Partido Socialista
(PS, 1967).4
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trabajadora, a través de la nominación de trabajadores en los gabi-
netes ministeriales y en la administración de las unidades de pro-
ducción. De la misma manera, la propuesta de la Unidad Popular se
planteaba mejorar de manera profunda las condiciones materiales
de vida y de trabajo de los sectores populares. De esta manera, el
ciclo histórico que se abrió a partir de 1970 se convirtió en la fase
más álgida en el desarrollo de la lucha de clases en Chile.
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Uno de los sectores sociales que adquirió mayor protagonismo en
esta fase fue el de los pobladores. Los problemas acuciantes de fal-
ta de vivienda, infraestructura y equipamiento urbano, así como
de seguridad y condiciones materiales de vida, llevaron a los po-
bladores a desarrollar iniciativas autogestionadas de resolución de
los mismos. Con el apoyo y acompañamiento de las organizaciones
de izquierda los pobladores comenzaron a ocupar terrenos para le-
vantar sus viviendas y a organizar sus poblaciones y campamentos
para resolver los requerimientos fundamentales de la vida en co-
munidad. Surgió, a partir de ello, una amplia y prolífica articulación
social y política, expresada a nivel local en distintos tipos de comi-
tés: Sin casa, de agua potable, de luz eléctrica, de pavimentación,
de consumidores, de autodefensa, etc. La vida en las poblaciones
se hizo rica en quehaceres, pero también en tensiones. A los con-
flictos generales derivados de las diferentes formas que asumía el
enfrentamiento de clases y su traducción política a escala local, se
sumaron los conflictos cotidianos que enfrentaban a los poblado-
res entre sí. De esta manera, conflictos inveterados que tenían su
origen en enfrentamientos familiares a propósito de deslindes de
terrenos, rencillas personales o parentales y por el acceso a los
poderes locales (municipios), derivaban en posicionamientos an-
tagónicos en el escenario político. Y, a partir de ello, en rupturas
o quiebres profundos en entramado de relaciones sociales de la
población.
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ron desde sus territorios experiencias novedosas de construcción
del poder popular. Experiencias que, hoy día, exigen ser conocidas
y recuperadas.
Contexto de la entrevista7
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Cabe mencionar que para las personas que participaron en las ocu-
paciones de terreno de Huechuraba a mediados del siglo pasado,
las referencias a La Pincoya se relacionan con el sector en que se
realizaron múltiples tomas de terreno, entre las que estaba aquella
en que participó Herminia Concha. En específico, las referencias de
Herminia hacen alusión a la toma de la población Laura Allende,
cuyo nombre fue modificado por la dictadura militar, pasando a de-
nominarse El Bosque 1.8 Dicha población, ubicada en la zona norte
de la ciudad de Santiago, nace a partir de una ocupación de terreno
llevada a cabo en noviembre de 1969, y que impulsada por sectores
socialistas, tuvo la participación y apoyo de diversos sectores de la
izquierda. Más tarde, el 2 de mayo de 1970, a los pobladores que
participaron en dicha ocupación, les fueron cedidas una cantidad
importante de chacras en donde ellos construirían sus viviendas.
Estos terrenos colindan por el este con la Avenida Recoleta, a una
cuadra de la Avenida Américo Vespucio. Por el norte su límite es la
calle El Bosque, mientras que por el sur limita con la calle Estados
Unidos.
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Entrevista con Herminia Concha9
H. C.: Hay dos tomas. Fueron dos tomas. Nosotros y la gente socia-
lista.11 Los Socialistas nos llevaron de una toma, yo era de una toma
cerca del Cerro San Cristóbal, que está en ¿tú conoces donde está
el Regimiento Buín? que está por Independencia. Ahí nos tiramos
a la toma. Nosotros con cien familias, con doscientas familias, ahí
nos tiramos a la toma el 2 de noviembre de 1969. Pero lo primero
que hay que plantear sobre las tomas, es que eran una necesidad
de la gente que no tenía donde vivir y en esos años SERVIU12, que
antes era CORHABIT13, tenía proyectos para gente que tenía un tra-
bajo seguro, otro tipo de gente, estable. Para la gente pobre no ha-
bía proyecto, además de eso, se sabe que la gente pobre gana tan
poco, cuesta mucho. Por ejemplo, la hacían ponerse con 68 cuotas
en la libreta y esa era toda la plata14 de la comida, entonces, estos
gobiernos han sido así, es decir, siempre han gobernados para los
que tienen un trabajo estable y un trabajo remunerado, como debe
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ser, y los que no tienen nada se quedan afuera. Entonces, ¿cuál era
la idea de tomarse un terreno, aunque iba gente presa? quedaron
lastimados, otros quedan con compromiso con la misma justicia,
porque los persiguen. Es decir, arriesgando todo eso, la gente hacía
las tomas. Hubieron en el año 63’, 64’ hubieron tomas de terreno
por la zona sur, la Santa Adriana.15
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P.: ¿Se reclamaba que se dieran los sitios antes que se tomaran acá?
H.C.: Claro, nosotros nos tomamos el lugar donde fuimos, que fue a
los pies del Regimiento Buín, ahí está la cola del San Cristóbal y de
ahí nosotros nos tiramos a la toma. Y luego empezamos, cómo se
llama, a salir a la calle con los dirigentes. Había doscientas, trescien-
tas personas, íbamos a la calle a apoyar la carta que se llevaba para
que nos entregaran los sitios, pero íbamos así, cantando, gritando,
amenazando todo el tiempo.
H.C.: Bueno, ahí no hubo represión, no, no hubo represión ahí. Pero
íbamos a respaldar lo que llevábamos ahí, después vinieron otras
cosas. Entonces, eso fue en noviembre del 69’ hasta mayo, el 2 de
mayo de 1970 nos entregaron aquí en La Pincoya, este sector. En-
tonces, eran chacras esto antes, era un sector, cómo se dice, agrí-
cola. Y ya, aquí quedamos. Estábamos en carpa, estábamos en casa
de cartón, era en mayo, ya luego venían las lluvias y empezó a venir
el problema: no teníamos calles, no teníamos agua, no teníamos
luz, teníamos un pedazo de terreno solamente, entonces empeza-
ron las enfermedades, empezó a llover, y empezamos a apurar la
cosa nosotros, empezamos a salir a la calle todos los días al MINVU,
a que nos vinieran a edificar, a mover todas las cosas que había
que mover y todo el mundo a la calle, toda la gente. Fue lastimoso,
porque fueron días duros. También vino una epidemia, como no
había agua y había mucha tierra suelta empezaron a venir la epide-
mias de sarna, de piojos. No había que comer, la mitad de la gente
estaba sin trabajar, había un peso muy grande entre todos noso-
tros. No teníamos luz, juntamos entre todos dinero para comprar
cables de luz y tirarles arriba, cómo se llama, a la luz que va por la
calle, para tener luz, porque esto era una bóveda y estábamos to-
dos amontonados. Todos teníamos sitio, pero no teníamos a donde
refugiarnos. Costó mucho eso. Hubo mucho sufrimiento. Se morían
las viejitas, se morían los viejitos con ese sacudón tan grande. Y
tuvimos luz. Lo bueno fue que los pobladores entendíamos todo lo
que teníamos [que]hacer, todos juntos, todos unidos y peleando.
15
P.: ¿Y cómo se llegó a eso, que los pobladores todos entendían el
sentido de lo que estaban haciendo?
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entregaban, porque es así, porque la gente es oportunista también.
Y, después en mayo nos entregan, ahí cuando estuvimos ahí Gálvez
fue destacado con nosotros, siempre hubo vigilancia, todos hacía-
mos vigilancia, hacíamos comida también entre todos.
H.C.: Mira la toma fue muy burguesa ¿por qué? porque todos esta-
ban aparte, no hubo una organización buena, nosotros decíamos:
“¿por qué no nos organizamos y hacemos la comida juntos?”, es
más barato y todo, costó mucho, eso no se hizo, porque la gente
que era muy así muy tirada23, los más humildes éramos los que
nos juntábamos y hacíamos. Nosotros trabajamos mucho con una
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familia que era del cerro, de allá de la población Roosevelt24, que
estaba arriba del cerro. Todo esto te estoy hablando está detrás del
Regimiento Buín, ahí había una población que se llamaba Roose-
velt, con esa gente nosotros nos hicimos bien amiga, porque tam-
bién éramos de allí, nosotros estábamos allegados en la casa de mi
hermano, y cuando hubo la toma nos tiramos para tener un lugar
donde vivir, aparte de los hermanos.
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había quemado entero y se fue a vivir ahí con nosotros y claro, en
todo ese trayecto en que nos vinimos acá y que no teníamos agua,
no teníamos luz, fue muy duro todo eso porque teníamos que ir a
buscar agua donde los vecinos, íbamos a las poblaciones que que-
daban retiradas de aquí. Entonces, luego lo primero que vino fue el
agua, porque no teníamos agua.
H.C.: Esa cosa fue tanto, que fuimos a la institución del agua pota-
ble, allá íbamos nosotros a joder, a molestar, íbamos harta gente,
a gritar que tenían que ponernos agua. Nos pusieron agua y nos
pusieron al tiro potable, pusieron unas canillitas bajitas ahí en cada
esquina donde íbamos a buscar el agua. Ya eso era un adelanto. Y
teníamos luz, una luz así bien mala, una ampolleta para toda una
casa, era muy poco. Y pasaron hartas cosas. Los pobladores, los
que sabían, al tiro poniendo la luz, entonces se portaron muy bien,
la gente era muy positiva la que estaba aquí. Y cuando teníamos
que ir a la calle, salíamos todos. Para las mediaguas también. Había
que ir a buscarlas, era lejísimo, para allá para Maipú27, allá estaban
donde se hacían las casetas, allá había que ir. En esos años noso-
tros luchamos. Había que mover cielo y tierra para que nos vinieran
a construir y nosotros salíamos todos a la calle. Había doscientas,
seiscientas personas, a donde llevaba la carta la dirigente.
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pagaban y se iban y nadie las iba a retirar, se pudrían ahí mismo. Ese
era un sabotaje contra la Unidad Popular. Y también los negocios
tenían que vender a precio oficial, como se había sacado la ley. En-
tonces, los reaccionarios empezaron a comprar ellos y a restar. No
había, por ejemplo, el azúcar, toda se perdía, no había arroz, no
había nada. Entonces eso lo hacían los reaccionarios, entonces la
Unidad Popular tenía que vender directamente. Ahí nació la Canas-
ta Popular28. Porqué estoy nombrando eso, porque en ese entonces
estábamos nosotros aquí. Qué pasó, aquí había un gran negocio,
era un Ekono29, una cosa así. La gente que estaba ahí inscrita era
a la que le vendían, era un gran negocio que estaba donde está
ahora el consultorio30, hacia ese lado donde está ahora una iglesia
de evangélicos, ahí había un gran negocio que era particular. Ese
negocio no estaba vendiendo, ni quería hacer nada para traer las
cosas. Entonces un grupo de compañeros se tomó ese recinto. Se
lo tomó con harta gente adentro, habían como cien personas aden-
tro, niños, habían mujeres, de todo. Entonces nosotros fuimos a
apoyar esa toma, en repudio a los reaccionarios que escondían la
mercadería. Estuvimos toda una noche, después vinieron los otros
compañeros y sacamos letreros. Entonces se hicieron carteles y los
compañeros se fueron para Recoleta a parar los buses, para decir
que estábamos protestando porque Patria y Libertad estaba sabo-
teando toda la comida de los pobres y porque la comida debía ven-
derse a precio oficial.
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dían solamente a los socios y nosotros dijimos “no tiene por qué
hacer esto sólo a los socios, les tienen que vender a todos”, enton-
ces nos tomamos el consultorio. Este recinto tan grande y los pacos
no podían disparar para dentro porque estaba toda la mercadería
de los ricos ahí, de los dueños. En un barrio que no había que co-
mer, y cómo iban a tener para algunos no más, entonces nosotros
hicimos entender a los negociantes que nos tenían que vender a to-
dos y a precio oficial. Esa era la toma. Y después de eso más encima
fueron a parar la locomoción los compañeros. Ahí hubo una cosa
muy terrible. La gente que de aquí trabajaba haciendo estas casas,
fueron a apedrear a los compañeros que estaban denunciando el
hecho de los reaccionarios, de estos que los llamaban, cómo les
llamaban, a los hijos de los ricos, Patria y Libertad, que hacían todas
estas maniobras, que escondían las cosas, escondían todo, iban a
los predios y compraban, un predio que tenía por ejemplo sandia,
las compraban y las dejaban ahí, entonces no llegaban los produc-
tos del campo, no llegaban a la ciudad. Entonces andábamos todos
sin comer, mal genios, andábamos mal. Entonces la Unidad Popular
hace la Canasta Popular para que nos vendieran a precio oficial y
eso no se cumplía. ¿Cómo se iba a cumplir si estaban en contra de
nosotros? Entonces ese trabajo que nosotros hacíamos, de juntar-
nos todos, de estar juntos y protestar era bueno.
Lo otro que fue muy bueno fue que los jóvenes universitarios tam-
bién empezaron a organizarse. Entonces cuando Patria y Libertad
salían a la calle con amenazas, los compañeros salían también a la
calle a decir “aquí también estamos nosotros”. Y eso fue un corto
tiempo, del 70 ́ al 73 ́. Menos de tres años, si fue en septiembre
cuando vino el golpe y antes de septiembre hicieron el ensayo,
hubo otro, el tanquetazo.31
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represión. ¿Cómo íbamos a tener represión, cuando estaba admi-
nistrando esta toma el PS? entonces es importante señalar que, no
tuvimos represión. Tuvimos una visita de los señores carabineros y
una conversación y nada más. Entonces después vienen las fiestas,
viene diciembre. Cuando llega diciembre del 69’, cómodamente to-
dos los dirigentes, menos el compañero Gálvez, se van a sus casas.
Y la gente que no tenía a donde estar, tuvimos que quedarnos ahí,
porque yo estaba allegada en la casa de mi hermana y no quise
volver, porque puchas volver de nuevo para la casa, éramos cuatro
personas y entonces, nos quedamos alrededor de 6 personas en la
toma, en el cerro ahí nos quedamos. Si nos quedábamos, era para
que supieran que esa toma estaba, aunque no estuvieran todos,
era una toma. Y nos quedamos ahí en el cerro durmiendo hasta el
2 de mayo de 1970.
El 2 de mayo del 70’ nos entregan el sector Pincoya. Ahí nos en-
tregan a nosotros un pedazo de terreno que es bastante grande,
18 por, no sé cuánto, no me acuerdo será como 30 metros, bue-
no. Nos entregan a todos. De ahí nos vinimos toda la gente, todos,
todos nos vinimos aquí y nos entregaron. En mayo empiezan las
lluvias, entonces empezamos a tener problemas, porque como no
teníamos agua, ni luz, ni vereda, no teníamos nada, teníamos más
que las ranchas32 de nosotros no más, entonces de ahí empiezan a
haber problemas ¿por qué? porque empieza a hacer frío, porque
hay niños, porque empiezan las enfermedades, estábamos todos
hacinados, dándonos calor y se desata una gran epidemia de sarna
y piojos. La epidemia era para todos, todos teníamos problemas
porque no teníamos agua, entonces empezamos a pedir agua a los
alrededores de aquí, la Villa Conchalí nos entregaba un poco, pero
más nos entregó agua la población Santa Victoria, esa población
nos entregó agua. Y empezamos a juntar dinero para comprar ca-
bles para sacar luz de la calle.
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poblaciones, como en todas las poblaciones. Había mucha cesan-
tía, sobre todo las mujeres que trabajaban tenían que estar en la
toma. Entonces, juntamos la plata, compramos los cables y nos col-
gamos33, esa era la cosa, de colgarse a la luz. Contamos un montón
de plata y tratamos de tirar luces para todo lado. Eso lo hicieron los
trabajadores, la misma gente que estaba.
Bueno, cuando quedamos listos con este trabajo que hicimos, ha-
bíamos 17 mujeres que aprendimos los primeros auxilios y eso se
sumaba al trabajo de todo lo que es salud. Esas compañeras apren-
dieron a hacer baños de lindano a toda la familia, que ahí fuimos
capeándole a eso, porque eso fue muy terrible. ¿Tú sabes lo que es
no tener agua y tener piojos y tener sarna más encima? eso fue de
mucho apuro. Ya con ese apuro tan grande, empezamos a luchar
para que nos entregaran el consultorio, para hacer un consultorio.
Entonces esa lucha que llevamos a la calle, donde fuimos a hablar
con los Ministros de Salud para tener un consultorio y resulta que
el doctor Kimber, donde vivía él, es donde ahora está el consultorio,
23
era un médico el que vivía ahí, tenía cinco casas. Y nosotros supi-
mos que él vendió esa casa para consultorio, pero ahora con los
años unas compañeras se informaron que ese médico había dona-
do esa casa para que hiciéramos un consultorio y también hiciéra-
mos un hospital, porque es muy grande el terreno ese, es como una
cuadra, cuadra y cuadra media, no sé cómo decirlo.
La salud era lo fundamental para nosotros, para todos, para los ni-
ños. Entonces, ocupar esa casa fue una gran cosa, porque ya rápida-
mente tuvimos un consultorio. Pero también tuvimos, rápidamente
las personas que se educaron para estar con las personas que es-
taban enfermas, es decir, diecisietes mujeres que se hicieron eco
de lo que es la salud y se prepararon para atender a los enfermos
y llevarlos al consultorio. Eso es bien importante señalarlo, porque
en ese entonces nosotros no pensábamos, porque éramos muje-
res que apenas podíamos leer, pero no pensamos que nosotras po-
díamos hacer muchas cosas, entonces nos preparamos, recibimos
clases de primeros auxilios, recibimos todo lo que fue de salud e
incluso, yo tuve la suerte de haber atendido en la primera instancia,
a gente que estaba naciendo los niños, unas mujeres que nacieron
los niños en una camilla, íbamos arriba de un vehículo. Todas esas
cosas que yo cuento pasaron. Me tocó atender gente que yo no
sabía qué hacer pero que hice yo, razonando bien, acosté bien a la
señora, porque estaba ahí que ya se caía, la sujeté con mis piernas
y recibí a la guagua recién nacida. Y esa cosa la hacíamos porque
éramos de salud, no tenía ni idea cómo se hacía ni nada.
Después, hubo otro caso que también me tocó ver. Una señora me
golpea la puerta y me dice “¡Herminia, Herminia!”, yo me levantó,
mi esposo también se levanta, la señora se va derechito a la cama y
empezó a parir su hija, y yo así, pescando a la guagua que no se fue-
24
ra a caer por ninguna parte, estaba tan asustada. Yo estaba asusta-
da, la mamá estaba asustada y empezó a tener la guagua y le corto
yo el cordón, y le amarro con una pitilla desinfectada con alcohol
y la dejamos ahí a la señora y yo pesqué a la guagüita y el marido
fue a buscar la ambulancia. Esas cosas pasaban porque estábamos
todos metidos con la cosa de la salud y nos gustaba porque estába-
mos apoyando a los pobladores, estábamos apoyándolos en preo-
cuparnos de llevarlos al hospital, de llevarlos al consultorio. De ese
esfuerzo, unos pobladores hicieron unas camillas con sábanas, con
dos palos largos hacían camillas y nos servían para llevar a los en-
fermos. Todo eso era irrisorio también, pero también aprendíamos
nosotros que es lo que era la salud.
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cosas de los primeros auxilios, qué hacer. Por ejemplo, fue fácil ha-
cer todo, porque al final nos enseñaron hacer también torniquetes.
Un día un hombre llegó gritando con una señora, traía aquí en esta
vena principal del brazo, traía unas tijeras colgando, que se las ha-
bía tirado una persona, entonces yo lo primero que hice, fue sacar-
le las tijeras y le hice un torniquete en el medio del brazo y le corté
la sangre al hombro. Yo estaba contentísima porque uno nunca se
imagina que puede hacer cosas y sin saber gran cosa yo les hice los
torniquetes en los brazos y le corté la sangre, le puse un tapón con
alcohol encima, estuvimos como media hora con el caballero, ya no
le salía sangre y se fue para la casa. Nosotros decimos, mira sabe-
mos hacer cosas ahora, porque es sorprenderte que uno no sepa
nada y de repente tú empiezas a aprender para evitar cosas y haces
cosas como esas. A mí me tocó todas esas cosas. Dos partos sin sa-
ber nada y mi esposo me decía: “¡oye, todavía ni tienes un curso!”
Me estaba retando35 todavía, yo andaba con la guagua para todas
partes y me andaba retando. Yo le dije “óyete, déjate de joder”,
lo saqué para un lado, “déjate de molestar”. Mi esposo me estaba
molestando, porque no había conseguido un curso, ¿para cuándo?
porque me habían tocado dos partos y en los dos partos no sabía
ni adonde estaba parada, pero lo primero que yo hice fue tomar al
chico porque ya salía y ahí quedó todo colgando, menos mal que
yo le gritaba al camillero: “¡pare en el consultorio, no vayamos a la
posta!”, porque tenía a la guagua en los brazos, en mis manos, ni
en mis brazos, ni en mis manos, porque me saqué el paltó y trataba
de, cómo se llama, de cubrir al chiquito porque estaba helándose y
eso era en pleno invierno.
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población de nosotros, aquí en el Bosque 1.
H. C.: ¡Uffff, cuando caí presa por la Unidad Popular, será! Nosotros
cuando formamos la posta de primero auxilios, la formamos por
una necesidad de los pobladores, estábamos bastante aislados acá
y la única atención médica para los niños era un consultorio chiqui-
to que atendía la doctora Marcela Melene, en la población Santa
Victoria. Entonces no había atención y veíamos que había tantos
enfermos, niños, viejos, todo el mundo quemado, que sé yo. Nos
vino la plaga de la sarna por la falta de agua, todas esas cosas las
recibimos nosotros, entonces formamos una posta de primeros au-
xilios en la casa de la Herminia, eso era ahí en la calle Las Gardenias
N°5561. Ahí formamos una posta y fue con todos los pobladores.
Eso es lo más grandioso, que toda la gente ponía una moneda y la
sumábamos y comprábamos madera e iban haciendo tableros, en
menos de dos meses levantamos una posta bien bonita, porque
fue con el aporte de los pobladores. Ahí no había partidos, había
pobladores y esa cosa era muy mal mirada por la junta de vecinos
que era toda socialista.36 Era mal mirado y me tenían bronca, por-
que yo estaba metida. Por qué me metía, porque al tener la cartera
dentro de lo que es salud, salud se puede meter uno en todo. Salud
quiere decir tener una casa que esté caliente, tiene que estar pro-
tegida la familia. En todas esas cosas me metía yo, entonces había
una especie de envidia, una especie de odio, porque nosotros no
nos metíamos en lo que estaban haciendo ellos, pero cada vez que
ellos iban a dejar cartas íbamos a apoyarlos y no íbamos ni tres ni
diez, íbamos doscientos y por eso salían las cosas. En vez de que
fuera la directiva sola, íbamos y la apoyábamos como doscientos
36 Las juntas de vecinos son organizaciones territoriales barriales forma-
les creadas por el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva
en 1968.
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pobladores, porque éramos tanto los de la toma, los de la Laura
Allende eran doscientos, pero los de Pablo Neruda eran miles. En-
tonces íbamos todos. Cuando empezó a suceder eso, empezaron
los cuentos, empezaron las insidias, empezaron las falsas alarmas,
todas esas cosas que tienen los partidos y que siempre las tuvie-
ron, no era aquí no más, no era en este sector no más, en todas
partes ellos se defienden intrigando. Bueno, así empezó la cosa.
Nosotros teníamos la posta de primero auxilios, atendimos a una
pobladora que le sacamos toda su sarna de la cabeza, a la Margarita
la sanamos, sanamos todos los cuerpos que estaban enfermos de
sarna, ¿por qué? porque recibíamos orientación técnica del con-
sultorio y nada menos que de los médicos, entonces como noso-
tros hacíamos las cosas de corazón y no buscando el favoritismo,
no buscando el peso, atendíamos a la gente sin un veinte37, nunca
le cobramos nada, ¿por qué? porque recibíamos aporte de Gonzalo
Toro.38 Y ese aporte de Gonzalo consistía en desinfectante, en gasa,
en alcohol, en delantales y también venía un ramo de flores, enton-
ces nosotros estábamos apoyados por mucha gente que después la
conocimos.
Entonces esa intriga salió así. Después vino que la gente de aquí,
los que ya estábamos viviendo aquí en la casita, en el lugar que nos
dieron, que nos designaron, empezaron a llegarles los parientes y
todos querían una toma también. Yo organicé la toma porque es-
taba presionada por los pobladores que me decían, “mire yo tengo
mi hija que está casada”, otros, “tengo a mis abuelos que llegaron”,
otros “mis sobrinos”, en fin. Entonces se empezó a hacer una en-
cuesta con todos los compañeros que estaban sin casa. Pasó un
poquito de tiempo y los compañeros empezaron a pedir que hicié-
ramos una toma. Eso yo se lo pasé al MIR y se lo pasé a Roberto
¿Quién es Roberto? Un joven que venía del MIR, a pesar de que ya
me habían echado, se lo pasamos a ellos. Pero ellos como se unie-
ron a la Unidad Popular no podían hacer la toma, pero la Herminia
sí que podía.
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Hicieron una reunión para eso y dicen “la Herminia tiene que hacer
la toma”. Y vino una mujer, que después me acusaba de asesinado
del chiquito Luis39, y me dice: “tú tienes que hacerla, tú puedes, tú
esto y lo otro” y me empujaba. “¿Qué será todo esto?” pensaba, yo
no entendía nada, impresionada por los pobladores que decían “si
señora Herminia, vamos a una toma, vamos a una toma” y esa mu-
jer, Cecilia Gómez, hasta fue conmigo a ver dónde íbamos a hacer la
toma. Cuando nos vamos a la toma, la Municipalidad de Conchalí,
pasaba por todas las calles nuestras y le decían a la gente “pobla-
ción: levántense porque Patria y Libertad les va tomar su sitio”, así.
Y eso lo hicieron toda una noche.40
29
cuenta tú los partidos lo que hacen, te das cuenta como el PC y el
PS juntitos los dos inventaron que venían Patria y Libertad a quitar-
les los sitios. Bueno, a todo esto, antes ya la compañera, la Señora
L. Allende, me mandaba decir que me iban a pescar mí rancha y
me la iban a tirar arriba del cerro y no faltó alguien que me dijo, un
compañero que era MIR, me dijo: “Te van a detener a ti”, me dijo.42
Yo decía “yo no he hecho nada”, porque era una toma.
Para nosotros era lo más justo, era una herramienta de defensa que
hacíamos, era la herramienta de lucha de nosotros los pobladores.
Entonces, me decía Gómez “te van a detener”. El compañero Osval-
do, ese compañero fue de aquí de la población y después del MIR,
dice “te van a detener Herminia”. Yo me quedé tranquila, porque
yo decía que “yo no he hecho nada”. Claro, uno cuando dice que no
ha hecho nada, es que está pensando que no robó, no mató a na-
die, esas cosas. Para nosotros ir a una toma con los pobladores es
una herramienta de lucha de los pobladores que nadie se las puede
quitar, pero en ese momento las camionetas de la municipalidad de
aquí, de Conchalí, esos decían que era Patria y Libertad los que les
venían a quitar los sitios, entonces andaban los compañeros comu-
nistas, socialistas con cadenas en las manos para ir a cagar a los de
Patria y Libertad, y no eran los de Patria y Libertad sino que éramos
nosotros lo que habíamos ido a la toma. Te das cuenta como dan
vueltas las cosas, eso es hacer pelear pueblo con pueblo.43
30
P.: ¿Y la municipalidad era del PC?
H.C.: No, era del comunista y socialista, ahí estaba en esos años la
señora Olinda Arias y la otra la María Lazo, eran las dos, las dos so-
cialistas y comunistas, eso es de la municipalidad y la Laurita era so-
cialista. Yo todavía estimo a esa señora. Y mandaba a decir que me
iban a tirar arriba del cerro mi casa, con su sobrino, me mandaba a
decir, Hunter44 , no sé si era su apellido o su nombre, no me acuer-
do. Pero con él me mandaba a decir que me iba a tirar arriba del
cerro mi casa, porque yo la revolvía tanto y la revolvía que nos or-
ganizábamos, formamos una posta de primeros auxilios, luchába-
mos por el consultorio, íbamos para allá al consultorio, nos nutrían
técnicamente, nos nutrían en muchas cosas. Entonces, este cuento
que estoy contando, al final me detuvieron.
31
camionetas, esos eran comunistas y socialistas los que hacían eso;
gritando que les iba a quitar los sitios, era para que peleáramos
unos con otros. Entonces, al Adolfo van y lo detienen de su cama,
lo sacaron y se lo llevaron preso.
32
me olvidó, hasta a los hijos los hicieron levantarse, a mis hijos, a
los dos se los llevaron también. Ellos son gente del otro lado, si la
Odette Melo era demócrata cristiana y después se hizo comunista.
33
Inmediatamente llegaron también los compañeros pobladores. Lle-
gó una asistente social y el jefe del hospital San José, que no me
acuerdo del nombre, pero de la señora esta, no lo voy a decir por
dos cosas, porque ella no está y porque no quiero hacer denuncia
de ella, sino ella me fue a ver y allá me curaron las piernas, las rodi-
llas, las que estaban todas rotas. Yo tenía una tremenda depresión
o baja de ánimo. El asunto es que yo no comía, estaba muy mal, y
todo esto que cuento es real, no toda la gente ha muerto, algún día
estos mismos compañeros que me acompañaron, que eran joven-
citos, a lo mejor algún día ellos van a escuchar y van a decir “sí es
cierto”.
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Cuando yo caí presa, que fueron cinco días que estuve en la correc-
cional, vinieron los pobladores el día domingo y me dice la monja,
“señora tiene que ir afuera, porque hay como doscientos poblado-
res acá adentro y otros afuera” y me dice “usted es un personaje
ahí”, “que yo lo sepa, yo no soy personaje, pero luchamos por las
necesidades de nosotros y todos luchamos, son los pobladores”.
Salí afuera, me llevaron en un silla sentada y dos señoras que es-
taban ahí presas, me llevaron afuera y ahí estaban los pobladores
y me decían “¡oh!, creíamos que te iban a matar Herminia”. Esta-
ban todos, nos abrazamos, lloramos juntos y había como cien o
doscientas bolsas de comida que me habían llevado, y yo hacía ya
como cuatro o cinco días que no comía nada, como estaba herida y
mi mayor herida no estaba en mi cuerpo, mis sentimientos estaban
heridos, porque después que hacemos cosas para los pobladores,
te cae la policía y te castiga.
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que me tomaron presa. Después me llevan al juzgado, y que allá
en el juzgado, que yo ya iba mal, si yo no me acuerdo como llegué
a una silla y veía a un hombre que hablaba, un hombre bien chico
veía que subía y bajaba con un papel en la mano y se acercaba a
mí y me hacía con el papel en la cara, muy cerca de la cara, no me
pegaba, pero puta intenciones tenía, tenía bastantes intenciones,
y caminaba para allá, caminaba para acá y yo como había tomado
tanta agua, y tanto que fumaba y tan mal que estaba empecé a de-
volver. Hasta ahí me acuerdo, me acuerdo bien, empecé a devolver.
Estaba enferma, estaba mal, necesitaba un médico ahí. Y ahí quedé.
Después me tiraron para fuera, me tiraron al suelo porque estaba
desmayada, yo no supe más. Después sentí algo que me pegaba en
la cabeza y después vi que había una luz azul que iba y se iba la luz,
después vi a un hombre que tenía una tremenda jeringa y de ahí no
supe más de nada. Entonces un preso político me recogió y lo que
yo veía azul eran los ojos del hombre, y ese fue Carlos Rojas. Carlos
Rojas fue un hombre militante y le decían en su población, le decían
“el matasanos”, porque también apoyaba a los pobladores. Y con la
casualidad que ese hombre me recoge y me llevan a la enfermería,
por eso vi a un hombre con delantal blanco yo y con una jeringa tan
grande y de ahí no supe más hasta el otro día, que estaba en la casa
de mi madre.
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Herminia Concha solidarizando
con las demandas del profesorado de Chile
y con l@s pres@s polític@s mapuche
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Durante la dictadura cívico-militar en Chile,
Herminia recibiría formación político-militar en Nicaragua,
participando en la lucha librada por el pueblo de aquel país
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