Cine y Megalopolisok PDF
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Cine y Megalopolisok PDF
mega polis
aproximaciones a la
ciudad latinoamericana
desde el cine urbano
Georgina Cebey
(compiladora)
Cine y megalópolis
Aproximaciones a la ciudad latinoamericana
desde el cine urbano
Amaranta Aguilar
Responsable de diseño editorial
isbn: 978-607-30-4345-8
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin autorización escrita
del titular de los derechos patrimoniales.
El contendio de los artículos es responsabilidad de los autores
Hecho en México
Cine y megalópolis
Aproximaciones a la ciudad latinoamericana
desde el cine urbano
Georgina Cebey
(compiladora)
Contenido
10
Agradecimientos
13
Presentación
Marcos Mazari Hiriart
15
Cine y megalópolis
Aproximaciones a la ciudad latinoamericana desde el cine urbano
Georgina Cebey
5
I. Comunidades imaginadas
40
El cine comprometido de Pablo Trapero
En busca de soluciones para Buenos Aires
Amanda Holmes
65
¿Comunidades idealizadas?
Historia y representación de las vecindades de la Ciudad de México en el cine
Héctor Quiroz Rothe
97
Río de Janeiro y São Paulo
Expresión de contextos, actividades y afectos en el cine contemporáneo
Antonio Carlos (Tunico) Amancio
6
II. Sendas e itinerarios
124
Güeros (2014)
Un recorrido por la Ciudad de México
Véronique Pugibet
164
El trág(f)ico urbano
La metrópolis caótica y esperpéntica en Mecánica nacional
Georgina Cebey
196
Entre la violencia generalizada y la esperanza de paz
Imaginarios de la urbe colombiana a partir de La virgen de los sicarios (2000)
y La sombra del caminante (2004)
Anne Burkhardt
7
III. Biopolíticas y necropolíticas en la megalópolis
230
Espacios necropolíticos
Comunidad e inmunidad en la megaurbe
Geoffrey Kantaris
268
Desarticulando la utopía urbana moderna
Mal-estar necropolítico, subjetividades prostéticas y el
contra-sensorium en Branco Sai, Petro Fica (2014)
Sebastian Thies / Luis Rosero Amaya
302
Ciudades e imágenes del Sur Global
Geografías sin hogar, cuerpos que vibran
Fernando Resende
8
IV. Género y afectos megaurbanos
336
Tensiones en la construcción de imágenes sobre la violencia
en la megaurbe argentina
Clara Kriger
362
Comedia fílmica pospatriarcal en México y España
Las mujeres en la metrópolis
Paul Julian Smith
374
Género y espacio en Te prometo anarquía (2015)
Sara Vakili
402
9 Autores
Agradecimientos
Cine y megalópolis
Georgina Cebey Hacia 1800, el poeta Friedrich Hölderlin apuntó: “¿Hay una media sobre la
tierra? / no hay ninguna”.1 Hoy, poco más de dos siglos después, en un pla-
neta del que brotan inmensas ciudades, la interrogante sobre las dimen-
siones del mundo que habitamos persiste como pilar de otros cuestiona-
mientos más complejos. En este sentido, la presencia de las megalópolis
parece actualizar las preguntas: ¿cómo comprender esas inmensas ciuda-
des que se extienden hasta rebasar los límites conocidos? Y, ¿acaso con el
cine podemos adentrarnos y descifrar esas ciudades inabarcables?
Una fotografía de la Compañía Mexicana Aerofoto puede ayudarnos
a anticipar las estrategias que los habitantes han desarrollado para hacer
inteligible ese cuerpo hipercomplejo hoy conocido como megaciudad. Ésta
es, en realidad, una foto que es cientos de fotos. De lejos parecen posta-
les: bloques atravesados por líneas diagonales y perpendiculares; en algu-
nas se distinguen el verdor de un conjunto de árboles, la textura plomiza
de las azoteas, el vacío de algún baldío. Es un mapa compuesto por otros
15 muchos. Un collage cartográfico ensamblado por destellos. Esta imagen
fue el resultado de meses en los que aviones sobrevolaron la ciudad para
Cine y megalópolis
orden social. Las funciones son en primer lugar económicas, pero como
resultado de los tipos de actividad económica de la fuerza de trabajo
requerida para esa actividad, estas funciones se convirtieron en sociales
en una etapa temprana”.7 Gottmann se mostró confiado y optimista sobre
la megalópolis, considero que el futuro mismo nos proporcionaría más
herramientas para comprender y descifrar los problemas del crecimiento
de las megaurbes. Cabe preguntarse si en el presente contamos con ellas.
Este libro propone que el cine es una de estas herramientas, y que
resulta oportuno acudir a la imagen en movimiento para pensar los modos
como las grandes ciudades penetran en las mentes de los habitantes, para
pensarse o imaginarse, para plantear problemas o afinar miradas.
*
La ciudad que ocurre en la pantalla es tan antigua como el cine. Desde el
nacimiento de la cinematografía, los motivos metropolitanos desperta-
ron el interés de sus pioneros; de ahí que las primeras imágenes que se
proyectaron fueran vistas de las ciudades. En esas escenas iniciales se alo-
jaba la evidencia visual de la actualidad urbana. Antes del cine, los espa-
cios, paisajes o edificios que pretendían representar la urbe se basaban en
imaginarios arquitectónicos que se relacionaban más con ideas de mapas
o unidades geográficas que las dotaban de orden.8 Sin embargo, desde
su aparición, con el movimiento y, por consiguiente, la sucesión de imá-
21 genes, el sonido de la ciudad, los encuadres como nuevas propuestas de
Cine y megalópolis
*
Durante las últimas décadas, el incremento de estudios sobre cine y ciudad
demuestra la consolidación de un campo de conocimiento. Sin embargo,
los avances sobre enfoques teóricos e interpretaciones de la representa-
ción fílmica de la urbe responden a la hegemonía de la industria fílmica
norteamericana y europea, lo que posiciona los estudios respecto a las
ciudades latinoamericanas como un “campo en vías de formación discipli-
naria”.16 Los estudios dedicados al cine urbano latinoamericano –en pocos
libros, y diseminados mayoritariamente en artículos o capítulos de libros–
25 remarcan la importancia del diálogo transdisciplinar. De acuerdo con
este punto, Cine y megalópolis. Aproximaciones a la ciudad latinoamericana
Cine y megalópolis
de la que forman parte películas como Paris, Je T’Aime (2006) y New York,
I Love You (2008)–, el ensayo indaga qué elementos influyen en los imagi-
narios fílmicos sobre estas dos ciudades. Las cintas (que constituyen dos
modelos de expresión urbana que, aunque opuestas, conviven y replican
el modelo fragmentario, como estas urbes) permiten comprender la com-
plejidad de un conglomerado metropolitano definido por el capitalismo.
A la espectacularidad, el cliché y a la imposición de imágenes que propo-
nen estas películas les corresponde también una lectura de los modelos
de expresión urbano y la crítica de una visión unificadora de la ciudad en el
cine. A ojos del investigador, las ideologías de estas megaciudaes no pue-
den ocultarse en los mínimos fragmentos y, así, estas lecturas internas y
externas (Norte o Sur) revelan otros discursos que merecen analizarse.
El movimiento rige a las ciudades. Esta máxima de la vida en la megaciu-
dad se sigue en la segunda parte, “Sendas e itinerarios”, donde se analizan
diversos flujos urbanos. El primer texto, a cargo de Véronique Pugibet, hace
de una película de viaje (road movie) centrada en la gran ciudad el núcleo
de una reflexión sobre la megalópolis como un palimpsesto urbano. En su
ensayo “Güeros (2014). Un recorrido por la Ciudad de México” la autora
analiza el papel que juega la megalópolis en dicha cinta, así como los recur-
sos fílmicos utilizados por el director para dar cuenta de un espacio urbano
inabarcable. A partir de los conceptos de poética urbana y realismo social es
que las colonias y zonas que aparecen en pantalla son representativas de
28 una historia y un tejido social específico. Pugibet expone el filme como una
trama de elementos que participan de una poética urbana, y que cobran
Cine y megalópolis
huellas de los hombres que se transportan, pero también son medios que
buscan demostrar el tránsito hacia la resolución del conflicto de la violen-
cia colombiana. El trabajo de Burkhardt delinea el problema de la violencia
al tiempo que abre el camino para el análisis de la siguiente parte.
Los tres artículos que configuran el apartado “Biopolíticas y necropolíti-
cas en la megalópolis” son ejercicios de crítica sobre las formas de poder en
este espacio. La cuestión foucaultiana de la biopolítica, que hace referencia
al poder que sobre la vida constituye una matriz de poder, y la necropolí-
tica, relativa a la administración de la muerte, funcionan como conceptos
ejes para la lectura de las relaciones de los cuerpos con lo urbano y con el
Estado-nación. En “Espacios necropolíticos. Comunidad e inmunidad en
la megaurbe”, Geoffrey Kantaris expone cómo las cintas Batalla en el cielo
(2005) y Carancho (2010), ubicadas en la Ciudad de México y en Buenos
Aires, respectivamente, dan cuenta de los modos en que los cuerpos y los
espacios se confrontan entre sí. El autor propone que, para comprender
las formas de poder y abandono que la vida en la megaurbe produce, es
necesario cuestionar la relación cuerpo-poder. En su trabajo, la biopolítica
y necropolítica del espacio de estas dos ciudades abren cuestionamientos
sobre el papel de la comunidad y la inmunidad.
En “Desarticulando la utopía urbana moderna. Mal-estar necropolí-
tico, subjetividades prostéticas y el contra-sensorium en Branco Sai, Petro
Fica (2014)”, los autores, Sebastian Thies y Luis Rosero, introducen al lec-
30 tor en el universo de las violencias estatales que ha sufrido la población
afrobrasileña. En este sentido, en los cuerpos mutilados y discapacitados de
Cine y megalópolis
33
Notas
Cine y megalópolis
revisión historiográfica que realiza para estos fines lo lleva a concluir que el
cine urbano, en lugar de vincularse con ciertos temas, enfatiza el punto de
vista de la generación urbana, lo que reitera la esencia de la crítica de este
cine, sugiriendo una categoría cinematográfica y promoviendo un cuerpo
teórico. Aunque el contexto latinoamericano no puede equipararse con
el de la ciudad posmaoísta, considero que es posible reflexionar sobre un
concepto crítico para aproximarse a la urbe en pantalla. Ver Yomi Braester,
“From Urban Films to Urban Cinema: The Emergence of a Critical Concept”,
en A Companion to Chinese Cinema, Yingjin Zhang ed. (Chichester: Wiley-Blac-
kwell, 2012), 346-358.
15. Braester, “From Urban Films…”, 351.
16. Benjamin Fraser, “El cine, la ciudad, lo urbano: apuntes desde los estu-
dios culturales urbanos”, Hispanófila 177 (junio 2016), 264. doi: 10.1353/
hsf.2016.0043
17. Geoffrey Kantaris, “El cine urbano y la tercera violencia colombiana”, Revista
Iberoamericana vol. lxxiv, núm. 223 (abril-junio 2008): 455.
36
Bibliografía
Cine y megalópolis
38
I.
Comunidades imaginadas
El cine comprometido de Pablo Trapero .
En busca de soluciones para Buenos Aires
Amanda Holmes El 2 de noviembre de 2011 el senado argentino aprobó una nueva ley
conocida como la Ley Anticarancho cuyo objetivo es evitar el fraude de las
víctimas de los accidentes de tráfico. Notable es la fuente de inspiración
para la adopción de esta nueva Ley: la senadora oficialista, Nanci Parrilli,
se refirió a la película Carancho (2010), de Pablo Trapero, para argumentar
a favor de su implementación. Parrilli explica que la cinta:
mer largometraje de Pablo Trapero, Mundo grúa (1999), por su parte, salió
a principios de esta época de renovación fílmica y representa una de las
películas más conocidas del Nuevo Cine Argentino.
Mientras que en Mundo grúa el cineasta comparte algunos atributos
con el cine del nca –como aprovechar a su favor las limitaciones de un bajo
presupuesto, la experimentación en la filmación y el uso de película celu-
loide de 16 mm en blanco y negro–, en su corpus cinematográfico, en gene-
ral, se interesa menos por la experimentación estética y más por brindar
una reflexión realista de la sociedad. Los argumentos de sus largometrajes
destacan las preocupaciones principales que emergen en estas películas.
Mundo grúa sigue a un hombre (Rulo) de clase trabajadora, en la cincuen-
tena, en sus intentos fracasados por conseguir trabajo en la construcción.
Tres años después, en su segundo largometraje, El bonaerense (2002), Tra-
pero expone la corrupción en la policía de la provincia de Buenos Aires con
la representación del personaje Zapa, un joven recluta. Con una década
de diferencia –durante la cual Trapero dirige una comedia, Familia rodante
(2004), y dos películas ubicadas principalmente fuera de la megaurbe de
Buenos Aires, Nacido y criado (2006) y Leonera (2008)– aparecen Carancho
(2010) y Elefante blanco (2012), las cuales ilustran problemas graves en las
instituciones de la medicina y la iglesia, respectivamente.
El “realismo social” que Trapero ofrece en su cine ha sido comparado
con el Neorrealismo Italiano –movimiento que subraya las dificultades
43 de la clase trabajadora después de la Segunda Guerra Mundial en Italia–,7
como también con el Nuevo Cine Latinoamericano (ncl) de las décadas de
Cine y megalópolis
desde la posibilidad de poder “crear” una obra fílmica que refleja la “realidad”.
Jacques Rancière, en su estudio Les écarts du cinéma (2011), reflexiona sobre
la ilusión que es el cine y la manipulación requerida para representar la reali-
dad con la cámara:
dad o una familia que los apoya, se encuentran obligados a olvidar la mora-
lidad de sus acciones y enfocarse en su propia supervivencia.
Los primeros dos largometrajes de Trapero, Mundo grúa y El bonaerense,
obtuvieron buena crítica en festivales de cine en Argentina, Latinoamé-
rica y Europa. Mundo grúa ganó en el 2000 en los premios auspiciados por
la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina en las cate-
gorías de Mejor Ópera Prima, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Revela-
ción Masculina, entre otras. También fue laureado en Mejor Dirección en
los Festivales de Cine de Venecia, Friburgo, Toulouse y La Habana. Menos
premiado que su ópera prima, El bonaerense sí fue galardonado en el cir-
cuito de festivales de cine con ocho premios en total, incluyendo el de
Mejor Película en el Festival de Cine Latinoamericano de Lleida y el pre-
mio Fipresci en el Festival de Cine Internacional de Chicago.15
Mundo grúa y El bonaerense representan a dos personajes de clase tra-
bajadora que buscan empleo para sobrevivir. Rulo, el protagonista de la
primera, busca reinventarse como operador de grúas en la industria de
la construcción. Pasa por varias pruebas y casi consigue el trabajo, pero
finalmente lo rechazan por un problema de salud que encuentran cuando
es sometido a la revisión médica de la empresa, por lo que se ve obligado a
salir de la ciudad para trabajar en el sur de Argentina, en Comodoro Riva-
davia. Ahí logra conseguir un trabajo para manejar una excavadora, pero
los dueños de la empresa nunca le pagan. El filme termina con Rulo en ruta
47 de vuelta a Buenos Aires para enfrentar un futuro incierto.
Por su parte, El bonaerense retrata al Zapa, un joven cerrajero que, sin
Cine y megalópolis
59
Theory, Criticism, Jonathan Kahana ed. (Nueva York: Oxford University Press,
2016), 216.
13. Grierson, “The Documentary…”, 216.
Cine y megalópolis
14. Traducción propia, “Le regard qu’on porte sur les ambiguïtés du cinéma est
lui-même marqué par la duplicité de ce qu’on attend de lui: qui’il suscite
la conscience par la clarté d’un dévoilement et l’énergie par la présenta-
tion d’une étrangeté, qui’il dévoile à la fois toute l’ambiguïté du monde et la
manière de se comporter avec cette ambiguïté. On projette sur lui l’obscurité
du rapport que l’on présupose entre la clarté de la vision et les énergies de
l’action. Si le cinéma peut éclairer l’action, c’est peut-être en remettant en
cause l’évidence de ce rapport”. Jacques Rancière, Les écarts du cinéma (París:
La fabrique éditions, 2011), 21.
15. Para más información sobre los premios conseguidos, ver IMDb.com. Finan-
cieramente, El bonaerense ganó sólo $410 474 dólares mundialmente (IMDb).
Respecto a Mundo grúa, no se encontró la información sobre los resultados
financieros.
16. Ver McClennen, Globalization…, 294; Aguilar, Otros mundos…, 124-128.
17. Aguilar, Otros mundos…, 124.
18. James Cisneros, “Documenting Urban Fictions in Contemporary Argentine
Film: Notes on Pablo Trapero’s El bonaerense”, en Visual Synergies in Fiction
and Documentary Film from Latin America, Miriam Haddu y Joanna Page eds.
(Nueva York: Palgrave Macmillan, 2009), 237-250.
19. Traducción propia. “El Zapa’s face appears frozen in a kind of childish asto-
nishment, or naïve cynicism, which remains dominant even in situations of
unbridled sensuality –when he has sex with the police officer Mabel, or when
60
he is severely injured”. Hermann Herlinghaus, Violence without Guilt: Ethical
Cine y megalópolis
Narratives from the Global South (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2009): 178-
179.
20. Néstor Kirchner murió el 27 de octubre del 2010 de un paro cardiaco.
21. Ver Román Setton, “El género negro, un arte del presente: Carancho y las
cuestiones de Estado”, Polifonía Scholarly Journal vol. 3, núm. 1 (2013), 132-
147.
22. Daicich agrega que Carancho “sobresale como un proyecto que plantea otra
escala de producción con respecto a sus producciones anteriores”. Osvaldo
Mario Daicich, El nuevo cine argentino (1995-2010): vinculación con la industria
cultural cinematográfica local e internacional y la sociocultura contemporánea
(Villa María, Ushuaia, Fuego: Eduvim/Ediciones untdf, 2016), 278.
23. Ver McClennen, Globalization… y Nancy Clancy, “Flesh and Blood in the Glo-
balised Age: Pablo Trapero’s Nacido y criado (Born and Bred) and Carancho
(The Vulture)”, Scars and Wounds, Nick Hodgin y Amit Thakkar eds. (Cham:
Palgrave Macmillan, 2017), 217-241.
24. Nadia Lie y Silvana Mandolessi, “Violencia y transnacionalidad en el cine
latinoamericano contemporáneo. Sobre Carancho (P. Trapero, 2010) y Los
bastardos (A. Escalante, 2008)”, Secuencias 35 (primer semestre 2012): 105.
25. Lie y Mandolessi, “Violencia y transnacionalidad …”, 107-111.
61
Cine y megalópolis
Bibliografía
Aguilar, Gonzalo. Estudio crítico sobre “El bonaerense”: entrevista a Pablo Tra-
pero. Buenos Aires: Picnic, 2008.
_____. Otros mundos: un ensayo sobre el nuevo cine argentino. Buenos Aires:
Santiago Arcos Editor, 2006.
A.Per.Ju. “El Senado sancionó un proyecto de ‘Ley Anticarancho’”. Asocia-
ción Perjudicados por la Justicia - A.Per.Ju. Noviembre 2, 2011. Con-
sultado el 17 de enero de 2020. http://aperjuconcepcion.blogspot.
com/2011/11/el-senado- sanciono-un-proyecto-de-ley.html
Cisneros, James. “Documenting Urban Fictions in Contemporary Argen-
tine Film: Notes on Pablo Trapero’s El bonaerense”. En Visual Syner-
gies in Fiction and Documentary Film from Latin America, editado por
Miriam Haddu y Joanna Page, 237-250. Nueva York: Palgrave Mac-
millan, 2009.
Clancy, Nancy. “Flesh and Blood in the Globalised Age: Pablo Trapero’s
Nacido y criado (Born and Bred) and Carancho (The Vulture)”. En Scars
and Wounds, editado por Nick Hodgin y Amit Thakkar, 217-241.
Cham: Palgrave Macmillan, 2017.
Daicich, Osvaldo Mario. El nuevo cine argentino (1995-2010): vinculación
con la industria cultural cinematográfica local e internacional y la socio-
cultura contemporánea. Villa María, Ushuaia, Fuego: Eduvim/Edicio-
nes untdf, 2016.
62
Grierson, John. “The Documentary Producer [1933]”. En The Documentary
Cine y megalópolis
Filmografía
Carancho, dirigida por Pablo Trapero (2010; Argentina:
Fine Cut/Ibermedia European/Community Program/Instituto
Nacional de Cine y Artes Audiovisuales/L90 Producciones/
Matanza Cine/Patagonik Film Group). Color, 105 min.
64
¿Comunidades idealizadas?
Historia y representación de las vecindades de la Ciudad de México en el cine
Héctor Quiroz Rothe La vida en las grandes metrópolis está marcada por un individualismo
(confrontado a otras formas de convivencia en las que pareciera privar un
sentido de comunidad) al que se le atribuyen virtudes sobre el aislamiento
y la exclusión que se han impuesto en las relaciones socioespaciales de
las ciudades contemporáneas. La cinematografía mexicana, a través de la
representación del género arquitectónico de las vecindades –denomina-
ción local de la vivienda colectiva de alquiler barato, organizada en torno
a un espacio abierto: patio o pasillo– nos permite hacer un recuento de la
transformación social, espacial y de los imaginarios respecto a la vida en
comunidad en una urbe. Esta última, sujeta a profundas transformaciones
a lo largo del siglo xx y a partir del cual, es posible desarrollar una reflexión
sobre el sentido de convivencia e intercambio como condiciones ontoló-
gicas de la misma. En este proceso se reconocen, en la representación de
la vecindad en el cine y el urbanismo, al menos tres momentos: apogeo,
decadencia y revitalización.
65
Los patios de vecindad: nodos sociales para la modernidad
Cine y megalópolis
urbana
La vecindad es una tipología arquitectónica que posee una larga historia
que se remonta a la época prehispánica en la que, al igual que en otras
regiones del mundo, la vivienda popular se agrupaba en unidades pluri-
familiares organizadas alrededor de un espacio abierto delimitado por
habitaciones. El patio era una solución constructiva para garantizar la ilu-
minación, ventilación y conexión de las diversas piezas que integraban el
edificio, determinada, de alguna manera, por las limitaciones técnicas de la
época en materia de construcción. Los patios de vecindad mexicanos son
herederos de dos ricas tradiciones culturales: la mediterránea y la mesoa-
mericana. Durante los siglos de la Colonia las formas constructivas y los
usos del espacio doméstico del mundo indígena y europeo se fusionaron
para mantener y consolidar, hasta fechas muy recientes, un espacio arqui-
tectónico que se ha convertido en un elemento recurrente en los discursos
identitarios institucionales y populares expresados a través de la pintura,
la fotografía, la literatura, la televisión y el cine. En este último medio los
patios de vecindad han sido un escenario recurrente que dio lugar a un sub-
género local del melodrama, que podemos denominar “cine de vecindad”.
Desde la época colonial aparecieron distintas variaciones de esta tipo-
logía constructiva y prácticamente hasta inicios del siglo xx las vecindades
fueron la alternativa de vivienda predominante para las clases media y
baja urbanas. Además de la organización de las habitaciones alrededor de
66 un patio, otros elementos característicos de la vecindad eran los servicios
Cine y megalópolis
abierto central fue una solución universal para distintos sectores socia-
les antes de la propagación del edificio de departamentos o condominio
moderno en los que el patio fue remplazado por cubos de iluminación,
pasillos y estacionamientos.1
Para mediados del siglo xx las vecindades se convirtieron en un espacio
estigmatizado, símbolo de la miseria urbana, señalado por los discursos aca-
démicos e institucionales como síntesis de la degradación física y social de
la vivienda popular histórica. La tipología de estos espacios se asociaba con
hacinamiento, falta de higiene, enfermedad y servicios muy deficientes.2
La urbanización acelerada de la capital mexicana se desató a partir del
segundo tercio del siglo pasado. Durante las siguientes cinco décadas se
duplicó la población, pasando de un millón de habitantes en 1930 a más
de 20 millones en el año 2000. La experiencia urbana en este proceso
estuvo marcada por la masificación de todas las actividades cotidianas,
la expansión de la mancha urbana más allá de cualquier previsión, supe-
rando la capacidad humana para aprehender un inmenso y caótico entra-
mado de calles y construcciones que avanzaba sin restricciones en el hori-
zonte. Este crecimiento se nutrió sobre todo de migrantes provenientes
de pequeñas ciudades y áreas rurales quienes se hicieron ciudadanos al
construir la ciudad y, en el proceso, se apropiaron de los dispositivos de la
modernidad urbana. Desde una perspectiva sociológica, el patio de vecin-
dad fue un espacio de integración y convivencia para muchos de estos
69 nuevos habitantes. Además de cumplir con funciones utilitarias cotidianas
como el lavado y tendido de ropa, políticamente, los patios facilitaron la
Cine y megalópolis
dad y tensión dramática. Lo que nos atrae de este formato de cinta coral es
la intención de sus autores por abordar, de forma consciente o indirecta,
el inabarcable espacio metropolitano, e intentar narrar la complejidad
de su experiencia. Este tipo de películas ha cumplido cabalmente con la
función social del cine al instruir a los urbanitas en el funcionamiento de
la metrópoli moderna y, al mismo tiempo, reforzar estereotipos sociales,
hitos espaciales y reproducir imaginarios colectivos.4
cuente que pretende a Juanita –la joven vecina que vive con su mamá, y que
está dedicada a la costura–, pero que a la vez es amante de la esposa de un
distinguido y aburrido caballero que habita en el patio principal.
Como hemos mencionado, a mediados del siglo pasado, en las vecinda-
des se mezclaban distintas categorías de vivienda en alquiler y convivían
en un mismo espacio miembros de distintos estratos sociales, económicos
y culturales que habitaban la ciudad, situación que fue utilizada por la lite-
ratura y el cine para elaborar retratos de la sociedad mexicana y describir
los contrastes y contradicciones de una urbe en plena mutación.
La ausencia de sus hijas sume en una profunda tristeza a Nicanor López,
“el ogro” arrepentido. Sin embargo, la vida sigue y cada uno de los persona-
jes irá enfrentando su suerte. Hay intriga y dolor, pero también fiestas, ale-
gría y solidaridad entre vecinos. El edificio es un microcosmos de la ciudad
y el lugar donde se enfrentan los valores morales de dos generaciones. La
cinta culmina con el retorno, en Navidad, de las hijas felizmente casadas.
Son recibidas por su padre, quien en medio del festejo decide condonar
algunos alquileres vencidos a los inquilinos invitados.
A continuación, mencionaremos otros ejemplos imprescindibles de la
cinematografía mexicana que abordan en su trama la convivencia solidaria
entre los habitantes de las vecindades.
73
En la secuencia de créditos de Nosotros los pobres (1947), del director
Cine y megalópolis
75
congeladas que desalentó la construcción y adecuado mantenimiento de
Cine y megalópolis
estos espacios por parte de los propietarios. De esta forma, con el paso
de los años, el estado de las construcciones fue empeorando hasta la ruina,
en algunos casos. Evidentemente, los residentes que disponían de mejores
condiciones económicas se mudaron, mientras que los grupos más vulne-
rables permanecieron, sumando a un círculo vicioso de pobreza y degra-
dación física y social.
La casa del ogro tuvo una segunda versión: Casa de vecindad (1951), reali-
zada por Juan Bustillo Oro. En esta cinta la acción se desarrolla en su tota-
lidad en el interior de una vieja casona colonial, vetusta y algo deteriorada.
El patio de esta vecindad es modesto, tiene forma irregular y cuenta con
una sencilla escalera central. El dueño se queja de la suciedad de este espa-
cio, mientras que la portera argumenta que los chamacos que juegan en él lo
ensucian todo el tiempo. A diferencia de los departamentos López, en Casa
de vecindad la tranquilidad se ve interrumpida por los gritos de los vendedo-
res ambulantes o músicos callejeros. Aquí ni los lavaderos ni la ropa tendida
están a la vista y la arquitectura interior de cada una de las viviendas en donde
habitan los distintos personajes es similar: muros gruesos, desniveles entre
las habitaciones, techos muy altos con gruesas vigas de madera (señal indu-
dable de la antigüedad del edificio); además, las diferencias socioeconómicas
se reflejan en el mobiliario y decoración interior. En resumen, se encuentran
ya reunidos los elementos de la vecindad como espacio habitacional precario
y popular.
76
En cuanto a los personajes hay algunas adecuaciones que corresponden
Cine y megalópolis
En estos vetustos patios de vecindad, nada parece alterarse con los años.
Aquí es donde se confirma con frecuencia que las gentes venidas a
menos son más […]
Muy al fondo de la vieja casona, en un rincón escondido, llegamos
al quinto patio, estrecho, falto de aire, oscuro. Éste es el refugio de los
pobres. Tal parece que por estas moradas miserables el tiempo ha dete-
nido su marcha […]
77
A pesar de que las rentas congeladas eran una realidad desde 1942, llama
Cine y megalópolis
80
Vecindades renovadas: entre el rescate urbanístico y el olvido
Cine y megalópolis
cinematográfico
Al igual que en El bruto, la película Los caifanes (1966),11 de Juan Ibáñez,
anticipó una mirada fresca sobre las vecindades decadentes del centro de
la capital del país. La anécdota, bastante conocida por los cinéfilos de la
Ciudad de México, gira en torno al encuentro casual de una pareja de clase
alta con un grupo de amigos de extracción popular, dispuestos a divertirse.
En plena madrugada, el grupo se dispersa en las calles del Centro Histó-
rico. Paloma y “el Estilos” se encuentran solos, se detienen para fumar un
cigarrillo y se adentran en una vecindad. Reina el silencio y la oscuridad
que contrasta con el vestido rosa y la decoración navideña. Ella comenta,
con un vals como música de fondo:
virtudes de la vida colectiva en las vecindades, ya que por un lado los datos
censales recopilados a mediados del siglo pasado justifican sobradamente
las acciones de saneamiento llevadas a cabo, las cuales, además, estaban en
perfecta sintonía con el espíritu de la modernidad urbana y arquitectónica
de la época. Al mismo tiempo, abundan los testimonios sobre las deplora-
bles condiciones de vida en estos espacios afectados por la degradación
progresiva que hemos descrito: los servicios sanitarios compartidos entre
decenas de familias, el hacinamiento, el ruido, los conflictos entre vecinos,
la inseguridad jurídica de los inquilinos, etcétera. Sin embargo, a través
del registro de diversos testimonios sobre la experiencia de la infancia en
estos espacios a mediados del siglo pasado, en la memoria de los entre-
vistados también prevalecen recuerdos positivos sobre la convivencia y
solidaridad que privaba entre vecinos.13
En 1980 el Centro Histórico de la Ciudad de México fue decretado
como zona de monumentos, posteriormente el impacto de los sismos de
1985 apuraron la necesidad de recuperar el patrimonio construido afec-
tado por el abandono provocado en parte por el congelamiento de rentas
cuarenta años atrás.14 El desastre fue el origen también de una moviliza-
ción social en defensa del derecho a la vivienda y a la permanencia en el
barrio de origen, un reclamo para la conservación y el reforzamiento de
las redes sociales construidas en el entorno de la ciudad histórica y sus
vecindades. De esta manera se dio un giro en la percepción oficial y colec-
82 tiva de esta forma histórica de habitar la ciudad en la que se reconocen las
virtudes de la vivienda colectiva como elemento de identidad y cohesión
Cine y megalópolis
social.
Sin embargo, en los últimos años y como ha ocurrido en otros procesos
de revitalización similares, los edificios históricos ubicados en las zonas
más atractivas para las inversiones inmobiliarias comenzaron a ser restau-
rados para alojar actividades más prestigiosas y rentables como museos,
hoteles, restaurantes, centros culturales, etcétera.15 Desde hace una
década, el concepto de gentrificación comenzó a ser aplicado para describir
estos procesos que pueden incluir la expulsión de habitantes originarios
con menos recursos económicos.
A pesar de estos cambios, las vecindades permanecieron en la pantalla
hasta finales del siglo pasado como un anacronismo de la ficción respecto a la
realidad. Es el caso de la multipremiada cinta El callejón de los milagros (1995),
de Jorge Fons, que aborda nuevamente las relaciones y desventuras de los
habitantes de uno de estos espacios del Centro Histórico de la Ciudad de
México. Cabe señalar que la trama está basada en una novela egipcia ubi-
cada en El Cairo de la década de 1940,16 adaptada por Vicente Leñero.
En contraste con otras cintas que hemos reseñado, esta película es gene-
rosa en tomas que describen las calles del Centro Histórico, en particular
la plaza de Santo Domingo, la calle de Santísima y el Zócalo. En esta pelí-
cula conviven una galería de personajes entre quienes se encuentran Don
Ru y Eusebia, un matrimonio en crisis a sus treinta años de casados y su hijo
Chava, quien después de golpear a Jimmy, el joven amante de su padre, huye
83 a los Estados Unidos; o Doña Cata y su hija Alma, la joven ambiciosa que
desprecia el amor sincero de Abel para terminar atrapada en un burdel de
Cine y megalópolis
Reflexiones finales
El cine, como otras formas narrativas, ha intentado aprehender la diver-
sidad y complejidad que distinguen la vida en las grandes ciudades. En el
caso del cine mexicano, la vecindad ha sido un recurso dramático para des-
cribir la diversidad sociocultural y propiciar en la pantalla el encuentro de
diversos personajes emblemáticos de la cultura urbana y que han arrai-
gado profundamente en los imaginarios colectivos. Los patios de vecin-
dad han pervivido en la ficción cinematográfica, imponiéndose hasta hace
poco sobre la realidad generada por las transformaciones socioespaciales
ocurridas desde el segundo tercio del siglo pasado.
La lista de películas cuya trama se desarrolla en torno a un patio de este
tipo suma decenas de títulos. En el recuento propuesto, La casa del ogro
(1938) marca el inicio de la representación de las vecindades como espa-
cios de convivencia e integración de diversos grupos sociales. Esta diver-
86 sidad se reduce para convertir este espacio en uno habitacional exclusivo
de las clases populares urbanas, cuya representación alcanza sus mejores
Cine y megalópolis
90
Notas
Cine y megalópolis
algunos casos siguió siendo válida hasta el año 2001, por la aplicación de un
Artículo transitorio.
15. Algunos ejemplos son el Museo José Luis Cuevas, el antiguo Hospital de San
Hipólito y el Museo de Economía, que fueron desocupados como vecinda-
des. Recientemente las autoridades de la ciudad anunciaron la restauración
de una vecindad ubicada en el populoso barrio de La Merced para alojar un
albergue y centro cultural para niños. Ver Agencia ap, “Tras 450 años, res-
tauran la casa más antigua de la CdMx”, Milenio, septiembre 12, 2018, con-
sultado el 13 de enero de 2021. https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/
sociedad/450-anos-restauran-casa-antigua-cdmx
16. Novela homónima del premio Nobel de Literatura egipcio Naguib Mahfuz,
publicada en 1947.
17. Amores perros (2000), Perfume de violetas (2001), Amar te duele (2002), Mil nubes
de paz… (2004), Batalla en el cielo (2005), La zona (2008), etcétera.
18. Temporada de patos (2004), de Fernando Eimbcke; Batalla en el cielo (2005),
de Carlos Reygadas; Párpados azules (2007), de Ernesto Contreras; Parque
Vía (2008), de Enrique Rivero; Año bisiesto (2010), de Michael Rowe; Güeros
(2014), de Alonso Ruizpalacios; Museo (2018), de Alonso Ruizpalacios, y Chi-
cuarotes (2019), de Gael García.
19. Ver Thierry Paquot, “La ville et le cinema”, en La ville et l’urbain, l’état des
savoirs, Thierry Paquot y Michel Lussault eds. (París: Éditions de la décou-
verte, 2000), 128-133.
93
Bibliografía
Cine y megalópolis
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Quiroz Rothe, Héctor, y Luis López. Infancia y vejez. Los extremos de la vida
Cine y megalópolis
Filmografía
La casa del ogro, dirigida por Fernando de Fuentes (1938; México,
Compañía Mexicana de Películas S. de R. L.). Blanco y negro, 110 min.
95
El profeta Mimí, dirigida por José Estrada (1970;
México, Estudios Churubusco). Color, 73 min.
Cine y megalópolis
96
Río de Janeiro y São Paulo.
Expresión de contextos, actividades y afectos en el cine contemporáneo
Antonio Carlos (Tunico) Amancio Este texto fue pensado y escrito durante una grave crisis institucional en
Brasil, que se sobrepone a mi reflexión. Un trance que coloca en jaque,
más allá del campo estrictamente político o económico, el conocimiento,
el saber, la cultura y sus manifestaciones artísticas, frente a una propuesta
de restablecimiento de una sociedad asentada en las promesas del neoli-
beralismo con su fuerza más agresiva. Un proceso que inició con la farsa
del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff en 2016, que prosiguió
con el gobierno de Michel Temer con el rearranque de las fuerzas polí-
ticas conservadoras y culminó en la elección del capitán reformado Jair
Bolsonaro, con su sesgo entreguista, autoritario y polarizador, amparado
por un discurso antisistema, que cuestionó en los primeros meses de su
gobierno. Asimismo, se vive una guerra ideológica que es librada a través
de la posición retrógrada y alienada de algunos de sus ministros y de su
baja capacidad de dialogar con las instituciones democráticas. Esta guerra
está asentada también en un discurso rabioso, nostálgico de la dictadura,
97 moralizador de las costumbres, homofóbico y racista, que dio prestigio y
notoriedad al presidente. Hasta este momento, noviembre de 2019, toda-
Cine y megalópolis
humana ininterrumpida, el recurso parece ser lo más eficaz para que los
dos puedan, por fin, establecer la conversación deseada. Con humor, crí-
tica e ironía fina, el episodio antecede al documental “O Ser Transparente”,
en el que la brasileña Laís Bodanzky investiga el método de creación del
venerable maestro japonés de teatro Yoshi Oïda. La película ejemplifica su
método de transparencia en la actuación en el campo teatral, revelando al
actor invisible, que presume el sofocamiento del actor a favor del perso-
naje que él incorpora, añade la idea de la invisibilidad como un concepto
valioso para el quehacer artístico y, también, lleva a la pantalla la presen-
cia de las artes del espectáculo.
Aquí el cine comienza a proyectarse como metalenguaje que nace del
deseo expresado en 1968 por el cineasta Pier Paolo Pasolini de filmar la
vida del apóstol San Pablo en la periferia de una gran ciudad. En este sen-
tido, el director Gian Vittorio Baldi, con trucos modernos de reconstitu-
ción y de pura invención, mezcla capoeira, ceremonias religiosas y niños
jugando, basura y pobreza, para ilustrar la idea presentada de que la ciu-
dad de São Paulo estaría lista para revelar la fuerza y la violencia de una
realidad en transformación. Para esta ilustración fue elegido el barrio de
Heliópolis, ubicado en el suburbio de la capital, con más de 100 mil habi-
tantes. Así, el cine busca fuera de las miradas convencionales –y por mez-
clas bastante heterogéneas– lo que puede pasar desapercibido como
historia y como intuición de un artista. La película se transforma en una
104 obra estrictamente de ficción en la sección dirigida por la actriz y directora
portuguesa María de Medeiros. En este fragmento un joven camarero en
Cine y megalópolis
lo que está en la pantalla, sino quien la ve, como quiso mostrar en “O Tempo
do Amanhã”, el director polaco Jerzy Stuhr, invirtiendo la clásica posición del
espectador, ahora espectáculo para otras audiencias.
“Ver ou Não Ver”, este es el dilema de quien busca lo invisible. Su direc-
tor, Wim Wenders, radicaliza la cuestión y se ocupa de una escuela para
niños con deficiencias visuales específicas y que pasan por un entrena-
miento que los habilita para, después, poder asistir a escuelas regulares,
aprovechando su visión residual. Didáctica, humanista y apologética, la
película establece una conexión directa entre nuestra dificultad de mirar
el mundo a través de los ejemplos de quien no puede, por azar, hacerlo de
manera apropiada. Por último, tenemos el episodio “Yerevan - O Visível”,
donde Atom Egóyan acompaña a Leon Cakoff en una peregrinación sui
generis por la capital armenia en busca de la historia de su abuelo, expo-
niendo fotos en la calle, hasta que alguien reconoce en esas a un amigo –y
éste es el pretexto para hablar de las represiones al pueblo armenio, des-
consideradas por la historia. Y así finaliza Mundo Invisível.
¿Por qué esta película me resulta tan entrañable? Porque podría estar
situada en el campo de las observaciones tradicionales sobre una ciudad
como São Paulo –radiante, hiperbólica en sus contrastes, expresiva en la
desagregación de los individuos, en el discurso del victimismo, en mucho de
aquello que se considera una vertiente de explicación del Sur Global y
del poscolonialismo. Sin abusar de tales recursos, la cinta nos impone una
106 São Paulo vibrante, llena de vida, con cuestiones cruciales apuntadas y
tratadas con la serenidad de un observador que, a la distancia, reverencia
Cine y megalópolis
liano Stephan Elliot, quien, de paso por el Festival de Río, se apasionó por
su conductor. En el corto, un actor de prestigio que se encuentra aburrido
se encanta por el Pão de Açúcar y decide escalarlo acompañado por su
guía. Durante la puesta del sol, los dos se enamoran acompañados por
la melodía de una cantante local, un “ángel de la guarda”. Huyendo de los
clichés más obvios, en “Quando não há Mais Amor”, dirigido e interpre-
tado por John Turturro, él y la actriz Vanessa Paradis van a la romántica
isla de Paquetá, en el fondo de la Bahía de Guanabara, para exponer, de
forma delicada y musical, el ritual de despedida de una pareja. Paquetá
está inscrita en la tradición literaria brasileña por ser el lugar de la acción
principal de la novela “A Moreninha”, de Joaquim Manuel de Macedo, lan-
zada en 1844, primera ficción romántica brasileña. Contraponiéndose a
esta tradicional historia de amor, el segmento opera en sentido opuesto:
del reencuentro por la separación. Guillermo Arriaga nos lleva al mundo
de las peleas clandestinas en “Texas”, mostrándonos un luchador sin un
brazo debido a un accidente en el que su esposa, la bella modelo María,
pierde la capacidad de andar. El joven ahora necesita dinero para la ciru-
gía de la esposa, y sólo le queda considerar la propuesta casi inmoral de
Gringo, un luchador extranjero. Se trata de un casi melodrama que con-
trasta con el próximo episodio, “Vidigal”, lleno de malicia e ironía, dirigido
por el surcoreano Im Sang-Soo. En ese episodio, el camarero Fernando
está enamorado de Isabel, quien trabaja como prostituta para mantener a
109
su hija. Fernando quiere conquistar su corazón, literalmente..., porque es
Cine y megalópolis
un vampiro que se reúne con los demás en una batucada bajando la favela.
Esto es lo opuesto al clima de sensibilidad y ligereza del “Theatro Muni-
cipal do Rio”, donde una pareja de bailarines se prepara para presentarse
en el escenario, en el episodio “Pas de Deux”, dirigido por Carlos Saldanha.
Tras bastidores, la pareja anuncia su separación, y su reencuentro se da en
escena abierta, entre pasos delicados de danza y sombras que se proyec-
tan en la pantalla. Esta sutileza es quebrada en “Inútil Paisagem”, de José
Padilha (director de Tropa de Élite y Robocop), fragmento referido directa-
mente a la canción de Tom Jobim, célebre compositor brasileño. Conocido
internacionalmente por sus bellezas naturales, que juntan playa, montaña y
bosque, Río de Janeiro es visto como un “paisaje de ocio”, en una proyección
de imaginarias fantasías eurocéntricas. Sin embargo, el episodio desauto-
riza esta lectura cuando opone un audaz deportista en “Parapente”, flotando
sobre la belleza de la ciudad y reclamando sus desvíos y su violencia al pro-
pio Cristo Redentor. De tan contundente, este episodio fue muy criticado
por la Iglesia católica, que lo llamó irrespetuoso y ofensivo, en una polé-
mica que sirvió mucho a la divulgación de la película. Por último, en el epi-
sodio “O Milagre”, un niño de la calle pide y consigue la intervención de un
célebre actor que está filmando en la ciudad, con el propósito de hacer
que su deseo sea atendido por el propio Dios –obvio, el actor lo logra,
usando un pequeño truco. Así se cierra el ciclo de las historias por donde
desfilan otros personajes, que promueven la conexión entre los episodios.
110
En secuencias cortas, esos personajes amplían el mosaico de situaciones
Cine y megalópolis
cación, petróleo e industria naval, sostenidos por el segundo mayor pib del
país. Río es una ciudad global marcada por su intenso capital cultural, iden-
tificado y reconocido nacional e internacionalmente, aunque, en lo histó-
rico, marcado por el fardo del colonialismo y las desigualdades oriundas
del proceso de acumulación de un capitalismo periférico, por el cual se ven
crecer los índices de exclusión social, marginalidad y violencia.13
En Rio, Eu Te Amo se localiza con precisión sus puntos de referencia: el
Pão de Açúcar, la playa de Copacabana, los arcos de Lapa, el bosque de
Tijuca, Santa Teresa, el centro de la ciudad, y valora cada uno en un esla-
bón, reforzando la idea de una megalópolis llena de atractivos naturales y
monumentales, de un repertorio conocido. También amplía la seducción
emocional propiciada por la ficción, en la que un desenlace, normalmente
conciliador y de fondo moral, atenúa los conflictos exhibidos.
De común, las dos películas hablan de movilidad urbana, influencias
religiosas sobre la masa de ciudadanos, la rarefacción de la observación
sobre el mundo laboral (¡tenemos dos camareros, uno en cada historia!) y
la ausencia absoluta de la violencia institucional que hoy sitúa a Brasil en la
cima de los países donde más se atenta contra los derechos humanos. Esta
lectura está ausente de las dos películas y es un indicio de que esas ciuda-
des en el cine, en ambos casos, son inevitablemente ideológicas, sofocando
113
la percepción de mayores conflictos sociales en nombre de una espectacu-
Cine y megalópolis
116
Brasil y a los brasileños. Además, evidencian esta innegable convivencia
Cine y megalópolis
117
Notas
Cine y megalópolis
119
La Batalla del Pasillo, dirigido por Emilio Domingos, acompaña de cerca este
Cine y megalópolis
120
Bibliografía
Cine y megalópolis
Filmografía
Era o Hotel Cambridge, dirigida por Eliane Caffé (2016; Brasil,
Aurora Filmes/Tu Vas Voir Production). Color, 99 min.
II.
Sendas e itinerarios
123
Güeros (2014).
Un recorrido por la Ciudad de México
Güeros (2014)
Sinopsis
Güeros (2014), ópera prima de Alonso Ruizpalacios, relata la llegada
125 de Tomás a casa de su hermano mayor, Sombra (Federico), en la Ciudad
de México, ya que su madre en Veracruz “no puede más con él”. La irrup-
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
lo cotidiano. Pronto dejarán ese lugar inhospitalario al borde del colapso
para empezar su odisea salvadora. De esta manera, el coche se volverá
126 finalmente su nuevo hogar protector.
Una road movie
Cine y megalópolis
Por ser cada día una ciudad más extensa y por haber rebasado los límites
de la urbe para convertirse en megaurbe, Güeros se presta para interpre-
tarse como una road movie. No deja de recordar de cierta manera Los cai-
fanes (1967), de Ibañez Díez-Gutiérrez, otro filme de este género que se
desarrolla en la Ciudad de México de hace unos cincuenta años, que ya
ponía de realce los contrastes entre clases sociales, modales, lenguaje y
espacios. En Güeros los protagonistas emprenden “una especie de cruzada
en busca de Epigmenio Cruz por toda la ciudad […] es una road movie que
ocurre completamente adentro de la ciudad como si fuera un país, por eso
está dividida por zonas”.4 La perspectiva del director se opone al punto de
vista de Thierry Paquot:
Raros son los cineastas que se aventuran más allá del centro urbano:
¿quién entre ellos filma el edge-city, la gated community, los condominios
horizontales,5 la residencia video protegida, la global city o la megalópolis?
Prefieren el downtown con sus torres espectaculares por las vistas que
ofrecen sobre el conjunto de la trama metropolitana o el barrio histórico,
cargado de nostalgia, de acento popular y callejones sinuosos.6
Güeros (2014)
Justo a Ruizpalacios le interesa revelar la globalidad de la ciudad extensa
y por lo tanto no privilegia un único aspecto. En Güeros el género cinema-
127 tográfico de la road movie pone de relieve el palimpsesto ofrecido por la
Ciudad de México en una lógica espaciotemporal. Son varias las características de
Cine y megalópolis
este género según Walter Salles.7 Entre ellas destaca que el argumento es sostenido
narrativamente en algún tipo de expedición o viaje: los personajes y el cineasta se
desplazan de forma constante, de ahí la importancia de un medio de locomoción. En
efecto, los personajes circularán por todo tipo de zonas y colonias que conforman
la megalópolis. De esta manera la cámara se mantiene al unísono con los personajes
que están en continuo movimiento. La road movie tiende, por lo tanto, a ser impul-
sada por una idea de inmediatez que no difiere mucho de la película documental.
Cabe recordar que el movimiento no es meramente geográfico, ya que puede ser
un periplo hacia uno mismo o una posibilidad también de descubrir al otro; en fin,
constituye una experiencia iniciática. Asimismo, los protagonistas de este tipo de
cintas suelen estar unidos ya sea por relaciones fraternales, filiales o románticas,
de manera que llega a ser una película coral.
Güeros (2014)
zara afuera creando así la sensación de que uno entraba al laberinto que representa
la Ciudad de México. De esta manera, se ofrece al público la posibilidad de percibir
128 la urbe a través de la mirada de Tomás en particular.
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
El punto de vista de Tomás. Fuente: fotograma de la película Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014).
Cortesía del director.
129
Se arma entonces una especie de rompecabezas visual progresivo
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
Comolli: “En el cine, la ciudad habita la ciudad. Se descompone y se recom-
pone en una serie de capas, de planos de lectura, de niveles de sentido, de
130 collages de fragmentos y de momentos que hacen de ella un texto o, mejor,
una sucesión, una suma de textos superpuestos –un palimpsesto–”.10 Güe-
Cine y megalópolis
La poética urbana
Sansot considera que para acercarse a la ciudad y sus habitantes deben
hacerse largos trayectos que conducen en última instancia al hombre.
Su amplio estudio respecto de los trayectos urbanos pretende, gracias a una
escrupulosa observación del investigador de a pie, “obligar” a la urbe a que
Güeros (2014)
revele lo que no enseña a primera vista. Lo que le importa más allá del enten-
dimiento de los fenómenos es la poesía del simple habitante de este espacio,
131 no tanto la sociedad sino sus intersticios; las formas sensibles de la vida social.
El cine se presta perfectamente a esta obligación de revelar lo que uno no
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
de jóvenes desocupados en los suburbios de las urbes) y contrastan con
la segunda parte en que se utiliza una cámara al hombro que dinamiza la
132 búsqueda por la ciudad. La secuencia del ataque de pánico que empieza
en el departamento termina en el coche y hubiera podido provocar cierto
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
dos de Veracruz) y ofrecen espacios de tranquilidad y paz al espectador.
Se destacan “Farolito” en la secuencia nocturna del centro y una especie
133 de leitmotiv, “Azul”, interpretado muy suave y sensualmente por Natalia
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
Poesía visual. Fuente: fotograma de la película Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014). Cortesía del director.
134
Lafourcade y que ritma diversos extractos apacibles en la ciudad. Ese tema
Cine y megalópolis
musical interpretado también por Toña La Negra (un guiño al color “prieto”
de Sombra), acompaña la llegada de Tomás al departamento de Sombra.
Al principio, mientras están sentados sobre el coche sin hacer nada, se
escucha en off “Veracruz”, interpretado por Agustín Lara, estableciendo
una clara conexión con la llegada de Tomás. En cambio, siempre que los
protagonistas escuchan el casete de Epigmenio Cruz, el espectador sólo
puede oír el estiramiento de la cinta, o la voz de los personajes, o sonidos
exteriores, o bien un silencio absoluto. Mientras tanto, los primeros pla-
nos de sus caras asombradas y conmovidas invaden la pantalla, picando
la curiosidad del espectador. La presencia/ausencia del músico y su obra,
motivo de la road movie constituyen una especie de metonimia musical
poética. En lugar de proponer música rock (música propiamente urbana)
como era de esperarse por el estilo musical de Epigmenio Cruz, el director
ofrece unos boleros e incluso, de manera muy cómica por el desfase, se
escucha una canción de Juan Gabriel, “Hasta que te conocí”, lo que crea
una mise en abyme puesto que es justamente el momento cuando “cono-
cen” por fin al músico en su pulquería.
En cuanto a la propia banda de sonido, el director desarrolló un sonido
específico para identificar y cartografiar cada zona de la ciudad, inclu-
yendo Veracruz con un viento omnipresente, así como el viento carac-
Güeros (2014)
terístico de la zona seca de Texcoco.14 Por otra parte, esta misma banda
sonora se vuelve confusa, a veces incluso inaudible, al igual que los soni-
135 dos urbanos que parecen “asaltar la pantalla”. Así durante el memorable
ataque de pánico, el sonido se vuelve sobre significante al ampliarse y ter-
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
a cámara lenta en medio de la parcela, especie de Edén imprevisible en la
ciudad. “Asistimos a una de las posibles figuras de lo maravilloso urbano”15
136 cuando en la ciudad brota la primavera o irrumpe la naturaleza, como aquí.
Tomás, asombrado, no acaba de comprender en efecto esta otra faceta de
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
Así podemos comprender el primer plano de un típico grafiti urbano de
índole poético en un puente anónimo: “Así pasa a veces”, que anticipa el
137 vandalismo del que van a ser víctimas poco después.
Las andanzas de los protagonistas por la ciudad favorecen una socia-
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
lizaciones y citas.
Cuando llegan a la Ciudad Universitaria se ve la claqueta de la secuencia
138 fílmica y, a continuación, Sombra le pregunta al que les deja pasar “¿Cómo
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
Retrato de Sombra en medio de la multitud anónima. Fuente: fotograma de la película Güeros
(Alonso Ruizpalacios, 2014). Cortesía del director.
139
ves el guion de esta película?”. O sea que están en la “obra en construcción”.
Cine y megalópolis
Luego, justo cuando llegan a una zona modesta del centro, Tomás descu-
bre a un tragafuego, a unos niños de la calle y, de forma paralela, Ana y
Sombra en un guiño visual y auditivo imitan a Ojitos (en Los Olvidados, de
Buñuel),16 lo que corresponde entonces a una clara referencia al patrimo-
nio fílmico (al que ya nos referimos con la escena de la pesadilla de Pedro
cuando vuelan las plumas). Enseguida aluden al cine de la época de oro, y
se refuerza esta idea de herencia patrimonial. Por último, Sombra presta
su voz a la autocrítica del propio director respecto de su obra actual (mise
en abyme directa) y crea un efecto cómico obvio:
Estos pinches pordioseros que filman en blanco y negro y dicen que están
haciendo cine de arte. Los chingados directores no conformes con la
humillación de la conquista todavía van al viejo continente y les dicen a
los críticos franceses que nuestro país no es más que un nido de marra-
nos, diabéticos, agachados, ratoneros fraudulentos, traicioneros, mala
copas, putañeros, acomplejados y precoces.
Güeros (2014)
la última etapa de la elaboración de una obra fílmica, la de su recepción
en los festivales, por parte de la crítica y luego del público. Así, la fuerte
140 presencia del cine en la película es acompañada constantemente por la
narración fílmica y el recorrido por la ciudad. Ruizpalacios demuestra no
Cine y megalópolis
Realismo social
Adoptaremos la definición común de un estilo que busca representar la
realidad tal como es y tomemos en cuenta el papel del entorno social que
determina a los personajes. Parte de este medio ambiente está determi-
nado, a su vez, por el espacio urbano en el que se desenvuelven nuestros
protagonistas. Sin embargo, Gardies va más allá puesto que afirma que
para un director, “La representación del espacio diegético no es una cues-
tión de ‘captación’ del espacio físico real, sino una cuestión de sentido:
se trata no de ‘representar’, sino de ‘significar’ el espacio de referencia”.17
Entonces, ¿de qué elementos se vale Ruizpalacios para significar la reali-
dad social de referencia?
Tener el guion rigurosamente preparado, considera Ruizpalacios, otorga
al realizador, justamente, libertad para salirse de él. En efecto, el propio
director considera que “entre más preparado llegues, más vas a poder impro-
visar”.18 Respecto de la actuación, los extras no-profesionales en la secuencia
de la unam, habían vivido la huelga en carne propia, años atrás al igual que el
propio director. El mismo Ruizpalacios representa un doctor en el hospital en
Güeros (2014)
el que habían internado a Epigmenio Cruz. Güeros se filmó en escenarios rea-
les de la ciudad, con algunos paréntesis (Veracruz). Esto permite revelar con
141 claridad diferentes zonas de la urbe con sus características propias y brinda
al espectador una perspectiva casi documental. Por ejemplo, cuando miran
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
violento): “te voy a matar, chinga tu madre”, y les obligan a escaparse por la
escalera cada vez más oscura. La cámara al hombro acentúa la huida caó-
142 tica y el ataque de pánico de Sombra. La secuencia en la unam hace hincapié
en la agitación, el frenesí y el fanatismo de los líderes y los manifestantes.
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
más esta ciudad que, a fuerza de arrugas, se olvida de su edad y mezcla
sin vergüenza las épocas”.22 Este personaje en Güeros es un emigrado
145
salvadoreño, filósofo, agradecido con el pueblo mexicano. En una secuen-
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
inmiscuye mediante la huelga de la unam, aunque ficticia, pero que recuerda
la de 1999-2000. De manera indirecta, el director critica “a los que deam-
146 bulan sin objetivo fijo, como a los rebeldes, inmersos en una rebeldía
falsa, superficial en el mejor de los casos, contradictoria y pasajera; una
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
constituye la vida cotidiana de los habitantes de la gran ciudad (marchas,
ejes cerrados, etcétera) se introduce ejemplificado a través de ellos, lo que
147 conforma la pequeña historia. A primera vista la política forma parte de su
vida habitual, pero a la vez la apatía política de los muchachos, a diferencia
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
En efecto, la cámara explora lugares emblemáticos de la capital mexi-
cana perfectamente identificables (sean famosos o incluso anónimos), los
148
cuales remiten siempre a pasados y presentes distintos que forman así un
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Güeros (2014)
opone a zonas más abiertas como los estacionamientos (al pie de su edifi-
cio) que ponen de relieve el papel intrínseco ocupado por el automóvil en
149 el espacio urbano para las clases medias y altas (en ningún momento los
protagonistas utilizan los transportes colectivos). La Ciudad Universita-
Cine y megalópolis
ria, otro espacio abierto, a diferencia del callejón, permite reunir a mucha
gente, recordando así que la multitud anónima es una peculiaridad intrín-
seca de estos lugares. El tejido urbano ofrece finalmente otro tipo de espa-
cios abiertos, los terrenos baldíos y polvorientos, como cuando persiguen
al niño que les tiró una piedra con una iluminación deslumbrante. Es otro
sitio característico de una urbe extensa, sin acabar, abandonada.
La escena nocturna, cuando entran en un pequeño supermercado frío,
sin alma, emblemático de cierta “modernidad” a escala planetaria, pone
en oposición de manera realista el comercio local nacional. En efecto,
después de esta escena, se podrá observar un contraste entre ambos uni-
versos espaciales y sociales, a través de los múltiples mercados o tianguis
abandonados del centro por los que pasan y que son propios de la idiosin-
crasia mexicana.
Cabe señalar la ausencia anacrónica de teléfonos celulares, salvo los
de los cineastas e invitados en el bar “en la onda” del centro. En cambio,
aparecen una cabina telefónica en el zoológico y otra en el centro (zona
popular), “vestigios nostálgicos” de un medio de comunicación en vías de
extinción. De manera que circulan sin gps y, por lo tanto, como en las zonas
más modestas, se pierden al confundir “derecha y derecho”.
En cuanto a los restos en la ciudad, asociados a las basuras de la ciudad,
Güeros (2014)
Walter Moser señala que “ya no son una impureza que ocultar, ignorar y ale-
jar de la imagen, sino que se vuelven integrables, mostrables, hasta interesan-
150 tes y contribuyen en la construcción de sentido propuesta por la película”.29
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
Los “no-lugares”. Fuente: fotograma de la película Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014). Cortesía del director.
151
Hasta se puede hablar de una topografía urbana de estos desechos. Ya men-
Cine y megalópolis
Conclusión
La película les permite a los protagonistas vivir un viaje iniciático, carac-
terístico de la road movie. En efecto, irán transformándose a lo largo de
sus andanzas, “al cambiar de lugar uno se cambia a sí mismo”.30 Al dejar la
adolescencia gracias a este viaje iniciado en Veracruz, Tomás entra paula-
tinamente en la madurez, se descubre y/o se reencuentra consigo mismo
y con su hermano.
¿Qué papel cumple entonces el espacio urbano en esta obra? Más que
pretexto o trama de fondo, podemos afirmar que es un verdadero perso-
naje-protagonista ya que conforme los personajes van explorando sus múl-
tiples facetas la ciudad parece extenderse, deformarse, transformarse por
Güeros (2014)
ser plurifacética, confirmando la tesis inicial de Gardies. La apreciación de
las distancias, por ejemplo, es subjetiva dada la maraña de la inmensidad
152 urbana, así cuando Tomás pregunta si está muy lejos el zoológico y luego
Texcoco, Sombra y Santos le contestan a la vez: Sí para el primero y No para
el segundo. Por otra parte, al contrario de la representación tradicional de la
Cine y megalópolis
Güeros (2014)
planos secuencias que muestran una continuidad de este espacio urbano a
pesar de cierta fragmentación debida al tipo de “viaje” emprendido.
153
Cine y megalópolis
Elogio de la verticalidad. Fuente: fotograma de la película Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014). Cortesía del director.
154
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Elogio de la horizontalidad. Fuente: fotograma de la película Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014).
Cortesía del director.
155
Notas
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les méandreuses”. Thierry Paquot, “Cinéma et « après-ville »”, en La ville au
cinéma. Encyclopédie, Thierry Jousse y Thierry Paquot, eds. (París: Cahiers du
156 Cinéma, 2005), 15.
7. Walter Salles, “Apuntes para una teoría sobre la road movie”, recuperado de
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Güeros (2014)
22. Traducción propia, “Il flotte dans un espace et un temps qui ont perdu leurs
158
contours comme on flotte dans un vêtement mal apprêté. Il devient un peu
plus cette ville qui, à force de rides, oublie son âge et il mêle sans vergogne,
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Güeros (2014)
rer et à éloigner de l’image mais ils deviennent intégrables, montrables,
159
même intéressants et contribuent à la construction de sens proposée par
le film”. Walter Moser, “Parcours culturels dans l’archipel métropolitain :
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160
Bibliografía
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Güeros (2014)
ton y François Jost, 227-254. París: L’Harmattan, 2003.
161
Pugibet, Véronique, y Sandrine Cornu. “Entrevista con Alonso Ruizpala-
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162
Entrevistas de Alonso Ruizpalacios en Internet
Cine y megalópolis
Ruizpalacios, Alonso. “En Rodaje: ‘Güeros’”, Imcine, julio 30, 2013. Consul-
tado el 10 de octubre de 2019. https://www.youtube.com/watch?-
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Ruizpalacios, Alonso. “Güeros-película”. Entrevista, octubre 28, 2014.
FICM, Revesonline.com. Consultado el 10 de octubre de 2019. https://
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28, 2015. Zoom f7, #DePerfil. Consultado el 10 de octubre de 2019.
https://www.youtube.com/watch?v=q50y8eDvpsM
Filmografía
Güeros, dirigida por Alonso Ruizpalacios
(2014; México, zima). Video DVD. Blanco y negro, 106 min.
Güeros (2014)
163
El trág(f)ico urbano.
La metrópolis caótica y esperpéntica en Mecánica nacional
Georgina Cebey No hay ciudad contemporánea que se imagine sin autos; su presencia en
las megalópolis es tan apabullante que resulta difícil pensar que alguna
vez no estuvieron ahí. Las cifras dan cuenta de un fenómeno –la motori-
zación– que cambió la cara de las urbes y las formas de vivir en ellas. Por
ejemplo, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)
reportaron que en el México de 2017 circulaban 45.5 millones de vehícu-
los (de ellos 97% era de uso particular, mientras que la cifra de camiones de
pasajeros era de 398 mil). Tan sólo en la Ciudad de México se tenía registro
de 5 millones 417 mil autos y se calculaba que por cada dos habitantes
había un vehículo.1 De acuerdo con el TomTom Traffic Index –el índice de las
megalópolis más congestionadas a nivel mundial–, en el año 2019, la Ciu-
dad de México se ubicaba como la treceava más embotellada del mundo.2
Este fenómeno es el resultado del crecimiento e impacto de la cultura del
automóvil que, como veremos a lo largo de este ensayo, alcanzó uno de sus
puntos álgidos en la década de 1970.
164
Este trabajo explora la figura del automóvil como elemento caracte-
Cine y megalópolis
165
“Reptil que quiere tener alas”
Cine y megalópolis
J. Chevalier y A. Gheerbrant
El relevo colonial que abandera Estados Unidos desde que los criollos
rompieron con España, denota y advierte lo que podemos entender como
la segunda etapa dependiente de nuestros territorios; es decir, el neocolo-
nialismo, acentuado con los años y reforzado aún más con la presencia del
automóvil como elemento inequívoco de su dominación sobre nosotros.5
“reptil que quiere tener alas / dejando estelas de humo obscuro / y flatu-
lencias de carburo”.9 Para el poeta, el coche no sólo inauguraba una nueva
época en la movilidad, sino también nuevos rituales y posibilidades artísti-
cas: “Automóvil, ataúd dinámico / para entierros al por mayor, / a la lumia es
epitalámico / himno, tu áspero estridor”.10 Tablada no fue el único: una vista
somera a la producción literaria y estética de la primera mitad del siglo xx
sirve para observar el impacto del vehículo motorizado en los habitantes
de la capital mexicana. En La sombra del caudillo, novela de Martín Luis Guz-
mán, por ejemplo, el auto modelo Cadillac del general Ignacio Aguirre es una
máquina potente que “cruzó los rieles de la calzada de Chapultepec y vino a
parar, haciendo rápido esguince, a corta distancia del apeadero de Insurgen-
tes”.11 Dicho vehículo obedece a las lógicas de significación de una subjetivi-
dad precisa: la del hombre que aspira al progreso y que atraviesa andando
sobre los rieles de la Revolución, encaminándose a la insurgencia. A bordo
del auto de lujo, el general avanza hacia la clase política, de manera que el
carro funciona en esta novela como signo de alienación al sistema.12 En las
líneas que esta novela dedica al coche notamos cómo este invento supera lo
material para instalarse en dimensiones más abstractas y simbólicas.
Más allá de la literatura, la vida social del vehículo motorizado es apa-
rente también en la publicidad, el diseño, las artes plásticas y el cine, entre
otras formas de producción cultural. En el caso que desarrollaré a conti-
nuación, propongo acercarme a la vida social del automóvil a partir del
169 diálogo que éste entabla con los agentes sociales que lo rodean. A través
de los vínculos que se generan entre los carros, los personajes y el entorno
Cine y megalópolis
los logros obtenidos por el Departamento del Distrito Federal entre 1952
y 1964 señalaba que:
Blasé nacional
Mecánica nacional se estrenó en los cines mexicanos en 1972. La cinta
172 fue un éxito que se mantuvo en taquillas durante 39 semanas y además
fue galardonada con el Ariel a mejor película, mejor director y mejor actriz.21
Cine y megalópolis
177
De un modo exagerado, el embotellamiento de Mecánica nacional da
Cine y megalópolis
dino crea una especie de escudo psíquico “contra el desarraigo con que lo
amenazan la fluidez y los contrastes del medio ambiente; reacciona a ellos
no con sus sentimientos, sino con su razón […] así, la reacción a los fenó-
menos nuevos se ve transferida al órgano psíquico menos sensible, el más
alejado de las profundidades de su personalidad”.34 El fenómeno que deriva
de esta racionalización es la indiferencia del individuo hacia lo que ocurre
a su alrededor. A esta actitud, propia de la gran ciudad, Simmel la denomina
blasé,35 y explica:
El trágico urbano
Un segundo momento fundamental de la cinta ocurre una vez que los vehí-
culos del embotellamiento han suspendido la marcha. Un campo abierto
servirá a los pasajeros para observar la carrera y convivir mientras se dedi-
181 can a comer y beber. Podemos ver que los hombres se han agrupado para
discutir los frecuentes problemas del país mientras las esposas conviven y
Cine y megalópolis
tos como la pareja de blanco que engulle con desesperación (su voracidad
sugiere una animalización de los personajes). La muerte también se convierte
en motivo de deformación cuando un funeral se aleja de lo ritual y termina por
convertirse en una escena absurda y corrosiva, carnavalesca, que fusiona tra-
gedia con comedia, y que deviene en espectáculo una vez que es transmitida
por televisión.
El cuerpo de investigaciones sobre esta cinta (Ramírez Berg, de la Mora,
Sánchez Prado y Foster, por mencionar los más destacados)41 señala que el
personaje de Sara García –actriz emblemática de la época de oro del cine
nacional– configura el arquetipo de la madre tradicional del México posre-
volucionario, y sirve como una suerte de desmitificación del símbolo origi-
nal. Vale la pena añadir que la cualidad deformadora del esperpento, tanto
del ambiente como del personaje, permite a Alcoriza desintegrar el sis-
tema de valores que este personaje representa: el de la figura de la madre
como síntesis de identidad femenina, pilar de la familia tradicional en el
país y representación del orden social posrevolucionario relacionado con
el avance y la estabilidad. Con la encarnación de doña Lolita, una abuela
que maldice, chantajea, bebe y come en exceso, se abre la puerta a un
nuevo arquetipo que toma distancia de la figura emblemática. Mediante la
muerte de la madre a causa de una congestión y en un escenario saturado
de vehículos, se cancela de una manera cómica –pero al mismo tiempo sór-
dida y corrosiva– el mito materno configurado en el melodrama mexicano
184 de mediados de siglo. Parto de esta idea para argumentar que esta ruptura
adquiere significación en el espacio urbano a partir de la figura del auto-
Cine y megalópolis
que poco empata con esa modernidad que hizo del automóvil un ícono del
progreso.
Es en este escenario de la degradación de la familia, de la ciudad y de
la desorganización de los habitantes que impera la antipatía y la indolen-
cia, ambas características que, como ya hemos visto, Simmel considera
propias de la relación del urbanita que ha desvanecido los vínculos y los
lazos grupales.44 Este blasé esperpéntico empata también con la tesis que
propone Sánchez Prado para interpretar la producción fílmica del periodo
echeverrista. Estamos, sugiere el investigador, frente a una película que:
186
A modo de cierre
Cine y megalópolis
en tragedia.
Concluyo que esta cinta configura visualmente uno de los primeros mitos
de la ciudad monstruo46 del cine mexicano: aquélla saturada de autos, res-
puesta a las consecuencias de un proyecto desarrollista que poco a poco
relegó al habitante para privilegiar intereses industriales. Mecánica nacional
propone un espacio urbano decadente, un horizonte donde las nociones de
nación, familia, moral, masculinidad y desarrollo son reinterpretadas con dis-
tancia de las producciones de mediado del siglo xx. La megalópolis incipiente
aquí no es el espacio donde ocurre el trágico urbano, sino que es parte fun-
damental del proceso de cuestionamiento sobre las condiciones políticas y
sociales que rigen al país.
188
Notas
1. Índigo staff, “Así se ha multiplicado el parque vehicular en México en solo dos
Cine y megalópolis
26. Ignacio Sánchez Prado, “Alegorías sin pueblo: el cine echeverrista y la crisis
del contrato social de la cultura mexicana”, Chasqui: revista de literatura lati-
noamericana vol. 44, núm 2 (noviembre 2015): 51.
27. Fernández Christlieb, Las modernas ruedas…, 30.
28. Paul Virilio, Speed and politics (Los Ángeles: The mit Press, 2007), 41.
29. Carmen Elisa Gómez-Gómez, “Familia y cine mexicano en el marco del neo-
liberalismo. Estudio crítico de Por la libre, Perfume de violetas, Amar te duele y
Temporada de patos” (tesis del Graduate Program in Spanish and Portuguese,
The Ohio State University, 2009), 2.
30. David William Foster, Mexico City in Contemporary Mexican Cinema (Austin:
University of Texas Press, 2002), 66.
31. George Simmel, “Las grandes ciudades y la vida del espíritu”, Cuadernos polí-
ticos 45 (enero-marzo 1986), consultado el 22 de marzo de 2020. http://www.
cuadernospoliticos.unam.mx/cuadernos/contenido/CP.45/45.3.GeorgSim-
mel.pdf
32. Simmel, “Las grandes ciudades…”.
33. Simmel, “Las grandes ciudades…”.
34. Simmel, “Las grandes ciudades…”.
35. La traducción al español es hastiado.
36. El énfasis es mío. Simmel, “Las grandes ciudades…”.
37. Simmel, “Las grandes ciudades…”.
38. Simmel, “Las grandes ciudades…”.
39. Gómez-Gómez, “Familia y cine mexicano…”, 93.
191
40. Ángel Morán Paredes, “El esperpento cinematográfico: de El pisito a Crimen
Cine y megalópolis
192
Bibliografía
Cine y megalópolis
Ayala Blanco, Jorge. La aventura del cine mexicano. En la época de oro y des-
pués. México: Grijalbo, 1993.
Castro-Gómez, Santiago. Tejidos oníricos: movilidad, capitalismo y biopolítica
en Bogotá, 1910-1930. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Jave-
riana, 2009.
Cebey, Georgina. “Apuntes para una ciudad monstruo. El milusos y la
megalópolis”. Bitácora Arquitectura 40 (marzo-julio 2018): 98-105.
doi: 10.22201/fa.14058901p.2019.40.69442
Filmografía
Mecánica nacional, dirigida por Luis Alcoriza (1971;
México, Producciones Escorpión). Color, 105 min.
195
Entre la violencia generalizada y la esperanza de paz.
Imaginarios de la urbe colombiana a partir de La virgen de los sicarios (2000)
y La sombra del caminante (2004)
forma rápida y eficaz a un taxista armado con machete que los amenaza
en una disputa por la música en la radio. En la novela, Vallejo va aún más
allá en su comparación cuando mide la eficacia de su sicario frente a la de
los más notorios asesinos durante La Violencia: “Cuando Alexis llegó a los
cien [asesinatos] definitivamente perdí la cuenta. […] Mas para darles una
somera idea de sus hazañas digamos que se despachó a muchos menos que
el bandolero liberal Jacinto Cruz Usma ‘Sangrenegra’, que mató a quinien-
tos, pero a bastantes más que el bandolero conservador Efraín González,
que mató a cien”.17
La película de Schroeder genera un ambiente de amenaza aguda per-
manente, de impredecibilidad y de indefensión. La cámara, dirigida por el
experimentado camarógrafo de Víctor Gaviria, Rodrigo Lalinde, adopta la
actitud de un “flâneur”,18 de un observador. No es omnisciente, no se ade-
lanta a la acción, sino al igual que Fernando es atropellada por los actos de
violencia. Los ataques de los motociclistas sicarios a Alexis, por ejemplo,
se anuncian primero con ruidos fuertes del motor en la banda sonora.19
La cámara siempre imita el movimiento aterrorizado de Fernando cuando
gira hacia la fuente de sonido. Las secuencias de ataque también se carac-
terizan por el temblor de las cámaras de mano, una frecuencia de corte
rápida y un sonido original demasiado alto, grabado de forma discontinua,
lo que al mismo tiempo fragmenta y dinamiza la acción. El hecho de que la
orientación del espectador también se dificulte debido a los rápidos cam-
202 bios de perspectivas y actitudes refuerza la sensación de estar envuelto y
expuesto. Es esta impronta la que, según la representación de la película,
Cine y megalópolis
los transeúntes con una silla en su espalda por el centro de Bogotá, fue
reclutado a la fuerza por un grupo armado cuando era niño y, más tarde,
como líder de su unidad, cometió innumerables masacres entre las que se
encuentra la de la familia de Mañe, como lo empieza a descubrir poco a
poco Mansalva. Él es consciente de que sus acciones son imperdonables:
“No hay perdón. No hay perdón para nosotros”. Mañe, que no sabe que
Mansalva mató a su familia, no entiende por qué su único amigo se aleja
repentinamente de él. Por lo tanto, lo obliga a revelar la verdad sobre su
pasado, al robarle la planta que usa para curar la herida de bala que tiene
en la cabeza. Esta terrible revelación pone a prueba la empatía de Mañe, la
idea de que por fin pueda perdonar a su compañero queda abierta. Al ter-
minar la película, Mansalva muere a consecuencia de la bala en su cabeza.
Mañe entierra las pocas posesiones de su amigo-enemigo y se dirige hacia
un futuro incierto en la metrópoli colombiana.
La capital, Bogotá, es por un lado el escenario de la trama de ficción
y, por otro, según Juana Suárez, la protagonista central de la película.34
La Sombra… está ambientada en un entorno urbano original que apenas
fue interferido durante el rodaje: la bulliciosa Carrera 7; las estrechas
calles del centro histórico de La Candelaria; la Plaza de Bolívar, donde se
ubican los centros del poder político como el Palacio de Justicia, el Con-
greso o el Palacio Presidencial; así como el paisaje montañoso andino
que se eleva detrás del centro de la ciudad. El director quería que la cinta
209 tomara el carácter de un documento fotográfico que al mismo tiempo se
elevara sobre el nivel de lo concreto: “Me interesaba que la película fuera
Cine y megalópolis
muy desnuda y muy directa. Me parece que el blanco y negro convierte esa
calle que ves todos los días en Bogotá en algo que no es sólo esa calle, sino
que es algo más”.35 Ya en la exposición, cuando Mansalva ofrece por pri-
mera vez su servicio de transporte público vivo a los potenciales clientes
de la Carrera 7, el espacio urbano se convierte en el elemento central de la
mise-en-scène. Además de los vendedores y transeúntes, la mayoría de los
cuales reaccionan a la extraña apariencia del usuario de la silla enmasca-
rado con gafas de piloto negras (o al equipo de rodaje), la cámara en mano
enfatiza la forma de andar del protagonista. La primera toma muestra una
vista detallada de sus pies y su sombra sobre la superficie de la carretera.
Esto puede interpretarse como una referencia al título de la película (La
sombra del caminante), donde la sombra podría representar el pasado
“oscuro” del fugitivo. La presencia constante de la “sombra del pasado” se
acentúa en la puesta en escena del paseo de Mansalva por las calles con la
ayuda de efectos de distanciamiento, que siempre comienzan cuando
la cámara refleja la perspectiva subjetiva de Mansalva. Las imágenes de los
transeúntes, de los vendedores ambulantes y de sus mercancías se repro-
ducen en cámara lenta; los sonidos de la multitud, de los carros que pasan, de
un reloj de la iglesia que late y de un perro que ladra van acompañados de
reverberación y se mezclan con sonidos no diegéticos, como el aleteo de las
alas de los pájaros o sonidos disonantes. La percepción subjetiva de Man-
salva (indicada por los efectos de distanciamiento) contrasta con el movi-
210 miento animado de la calle reproducido con cámara objetiva. Mansalva,
como sugiere la puesta en escena, es un cuerpo extraño en esta ciudad y
Cine y megalópolis
nadie”, resume Mañe. Al igual que Mansalva, Mañe está solo y busca su sus-
tento en la calle, donde ofrece a la venta figuras de papel hechas a mano.
Las labores informales de los dos protagonistas están acompañadas por la
cámara a lo largo de toda la película con un interés constante y son honradas
con grandes y detalladas tomas de sus obras: la silla de Mansalva, las arte-
sanías de Mañe, las etiquetas de precios pintadas a mano. De esta manera,
el espectador accede a la intimidad de los protagonistas, a sus condiciones
de vida y a sus estrategias de supervivencia. Además, el trabajo de cámara
interesado y cariñoso contribuye a la creación de aprecio por los fugitivos,
en contraste con el rechazo por parte de la sociedad urbana y las institucio-
nes estatales. Mañe incluso defiende su dignidad humana de manera activa
y explícita: cuando Doña Marelvis, la hermana del Sargento James, le pro-
pone ir a un campo de acogida para personas desplazadas, Mañe responde:
“Yo tengo mi dignidad. Yo puedo no tener nada, pero tengo mi dignidad”.
A lo largo de la película, la cámara, a nivel visual, muestra el con-
traste entre el campo, como escenario del conflicto armado, y la ciudad,
como espacio confuso, complejo y altamente ambivalente para el nuevo
comienzo de los fugitivos. Por un lado, la urbe aparece como una compleja
estructura social en la que chocan diferentes destinos, expectativas y esti-
los de vida. Por otro lado, este espacio es puesto en escena como un lugar
con grandes potenciales creativos, donde se puede renegociar la comuni-
dad. El camino difícil que tienen que recorrer los protagonistas del campo
212 para encontrar su sitio en la sociedad urbana es capturado por la cámara
a través de tomas detalladas de los pasos de las figuras. Reconocemos a
Cine y megalópolis
también del espacio rural como escenario de la masacre y cuna del conflicto
interno colombiano. Cuando Mansalva sale hacia el bosque para morir solo,
la cámara sigue sus pasos en detalle. Conduce por el suelo cubierto de hierba,
vuelve a retroceder y muestra el rastro de sangre en la tierra, que es causado
por el traumatismo craneal de Mansalva. El suelo del bosque manchado de
sangre se convierte de nuevo en un símbolo de la guerra en el campo y de la
implicación de Mansalva en ella. Cuando comienza el leitmotiv melancólico del
piano, que acompaña todos los momentos de reflexión de los protagonistas a
lo largo de la película,39 la cámara se vuelve hacia Mañe, quien de espaldas a
Mansalva se aleja en la dirección opuesta. La distancia entre los dos, que
aumenta con cada paso, podría representar la creciente improbabilidad de su
amistad. Un primer plano de la cara de Mañe frente al fondo boscoso muestra
sus lágrimas. Parece que llora por todo lo que le ha conectado con el campo: su
familia, la violencia y su único amigo. A continuación se le muestra, de noche,
cavando una tumba con la ciudad iluminada como telón de fondo. Entierra
todo lo que le recuerda a Mansalva –y por tanto al conflicto armado– antes
de volverse hacia un futuro incierto en una ciudad que brilla en la distancia.
El hecho de que no entierre el video, prueba de los hechos de Mansalva, sino
que se lo lleve consigo, puede interpretarse como una expresión de la nece-
sidad de recordar los crímenes violentos. El video es una prueba de las accio-
nes de Mansalva, que –independientemente de la cuestión de su culpabilidad
individual– no deben ser olvidadas ni dejadas impunes.
214
La cuestión de la culpabilidad se deja deliberadamente abierta. En La
Cine y megalópolis
sombra… no hay una distinción clara entre el bien y el mal, todos son victi-
marios y víctimas al mismo tiempo.40 En la misma medida en que la película
se niega a juzgar o condenar a los protagonistas en términos generales,
también rechaza un posicionamiento político a favor o en contra de una
de las partes en conflicto. No queda claro si Mansalva era un guerrillero o
un paramilitar; Mañe no sabe cuál de los grupos armados mató a su fami-
lia: “Dijeron primero que eran guerrilleros, después que no, que paracos,
después que narcos, después que el ejercito... Pero al fin de cuentas, lo que
uno sabe es que están muertos, hermano. Como yo”. Guerra ve la solución
al conflicto en el perdón de las víctimas y en su participación activa en el
proceso de paz:
cula genera una leve esperanza en la que Mañe encontró una manera de
hacer las paces con el pasado a través de la confrontación con su trauma.
La cinta termina como empezó, con planos documentales en la Carrera 7, en
el corazón de Bogotá. A diferencia de la exposición, en la que la puesta
en escena reproduce la percepción subjetiva de Mansalva a través de efec-
tos de distanciamiento (ilustrando que la “sombra” de su pasado lo separa
del resto de la humanidad), la secuencia final muestra la adaptación e inte-
gración de Mañe en la sociedad urbana. Primero, la cámara imita la mirada
subjetiva de Mañe en cámara lenta, como para subrayar su restante extra-
ñeza en esa sociedad. En el siguiente plano se ve un performance de artis-
tas callejeros. Una artista da un salto mortal audaz, símbolo del coraje que
Mañe necesita para su vida en la ciudad. Luego, se ve a Mañe cojeando con
la planta de Mansalva en la mano. De repente se detiene, se quita las gafas
y se las pone en el bolsillo de la camisa. Este acto podría significar meta-
fóricamente su decisión de percibir el entorno urbano “con ojos diferen-
tes” y derribar la última barrera entre él y la urbe. En el mismo momento
en que Mañe se quita las gafas, suena un saxofón. Sólo en la siguiente
toma, la cámara muestra la fuente del sonido: el instrumento pertenece a
un músico callejero que improvisa con dedicación sobre su instrumento.
A diferencia de la otra música de La sombra…, que siempre tiene un carácter
melancólico y se usa extra o metadiegéticamente, aquí se trata de música
diegética. El motivo del saxofón es vivo, variado y abierto. Parece descri-
216 bir el nuevo comienzo de Mañe. El siguiente plano muestra en detalle los
pasos de la gente, en los que los pasos que cojean de Mañe se pierden con
Cine y megalópolis
Notas
1. “La Violencia” fue un conflicto con dimensiones de guerra civil entre los
seguidores de los partidos conservador y liberal que culminó en la década
de 1950.
2. Para una visión general de las terminologías utilizadas para describir la vio-
lencia en Colombia ver Juana Suárez, “Cine y Violencia en Colombia: claves
para la construcción de un discurso fílmico”, en Memorias XII Cátedra Anual de
Historia: Versiones, subversiones y representaciones del cine colombiano. Investiga-
ciones recientes (Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2008), 88-89.
3. Ver Ricardo Arias Trujillo, “Del Frente Nacional a nuestros días”, en Historia
de Colombia. Todo lo que hay que saber, José Reyes Posada ed. (Bogotá: Taurus,
2007), 311-362; Thomas Fischer y Fernando Cubides C., “Paramilitarismus
in Kolumbien: Von der Privatjustiz zum politischen Akteur?”, en Politische
Gewalt in Lateinamerika, Thomas Fischer y Michael Krennerich eds. (Frank-
219 furt am Main: Vervuert, 2000), 118-119.
4. Ver Mónica Zuleta P., “La violencia en Colombia: avatares de la construcción
Cine y megalópolis
24. Una mini-Uzi, como explica Alexis en la cinta, es una pequeña ametralla-
dora.
25. Esto se hace evidente cuando Wílmar anota los artículos de marca deseados
en una larga lista, mientras que Fernando sólo escribe una sola palabra en
su lista de deseos: “Wílmar”.
26. Las expectativas del gobierno de Gaviria, que promueve su concepto econó-
mico neoliberal con el lema “Colombianos: bienvenidos en el futuro” y que
adopta la nueva constitución en 1991, están decepcionadas ante el saldo de
violencia desastroso de su gobierno. Ver Javier Giraldo Moreno, “Balance de
la administración Gaviria”, Desde los márgenes. Javier Giraldo Moreno S.J. (Blog),
agosto 1994, consultado el 6 de diciembre de 2019. http://www.javiergiraldo.
org/spip.php?article4.1994
27. Vallejo, La virgen de los sicarios, 34-35.
28. Según Alonso Salazar, matar en nombre de la mafia es el único acceso a la
sociedad de consumo para los jóvenes marginados. Hacer un “trabajo” los
hace sentir útiles y necesitados. Ver Sarah Elizabeth Smith, “Las representa-
ciones de los gamines en la ficción colombiana contemporánea: reformando
el imaginario urbano e imaginando una identidad colombiana más repre-
sentativa” (tesis de Maestría, College of William and Mary Williamsburg,
2005).
29. Esta interpretación es acentuada por el final de la película, cuando Fernando
cierra las cortinas pesadas de sus ventanas y parece despedirse de la ciudad,
222
y también de su vida.
30. Anne Burkhardt, Kino in Kolumbien. Der innerkolumbianische Konflikt im Film
Cine y megalópolis
223
greso aprobó la Ley 975 de 2005, conocida como la ley de justicia y paz. Con
ello se pretendía crear un fundamento jurídico para la desmovilización de
Cine y megalópolis
224
marzo 14, 2005, en CD-Rom con material de prensa sobre ‘La sombra del cami-
nante’, editado por Jaime E. Manrique.
42. Ver Daniel Pécaut, Guerra contra la sociedad (Bogotá: Espasa, 2001).
Cine y megalópolis
Bibliografía
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in Lateinamerika, editado por Thomas Fischer y Michael Krennerich,
113-132. Frankfurt am Main: Vervuert, 2000.
225
Foster, Ken. “Barbet Schroeder”. BOMB. Artists in conversation 77 (otoño
Cine y megalópolis
Filmografía
La sombra del caminante, dirigida por Ciro Guerra (2004; Colombia,
Ciudad Lunar Producciones/Proyecto Tucán). Blanco y negro, 90 min.
228
Cine y megalópolis
III.
Biopolíticas y necropolíticas
en la megalópolis
229
Espacios necropolíticos.
Comunidad e inmunidad en la megaurbe
suya, hasta el momento en que este texto fue escrito, que trata el espacio
megapolitano, pero la temática de los sitios necropolíticos (que Bollington
llama “necroscapes”)3 es clave en sus obras “rurales” tales como Japón4 o
Post Tenebras Lux,5 donde se pone en escena el encuentro entre una óptica
urbana y la sociedad rural, o la penetración del campo por los flujos de dinero
y violencia necropolítica desatados durante el sexenio del presidente Felipe
Calderón en México (2006-2012). En el caso de Trapero, la temática urbana
ha sido una preocupación constante (aunque no única) desde su primer lar-
gometraje, Mundo grúa,6 donde la creciente crisis económica de finales de
la década de 1990 en la Argentina se expresa en una metáfora concreta
de la construcción del espacio urbano (las grúas), hasta Elefante blanco,7
donde un enorme edificio abandonado en el corazón de una villa sirve como
metáfora del desamparo por parte del Estado de una población incontable,
que “no cuenta”. Sin embargo, aquí trataremos dos películas que replantean
de forma innovadora la ontología del cuerpo en el espacio megapolitano:
Batalla en el cielo8 y Carancho,9 dirigidas por Carlos Reygadas y Pablo Tra-
pero, respectivamente.
Escribo estas líneas desde el corazón de la peor tormenta “biopolítica”,
a nivel global, del siglo xxi, una que ha revertido la existencia y el quehacer
entero de la comunidad a la lógica severa e inapelable de la (auto-)inmuni-
dad. En tal contexto, puede parecer frívolo el uso de la metáfora política
de la inmunidad, y el mismo Giorgio Agamben ha sido criticado por aplicar
231 sus categorías tanatopolíticas al ejercicio del poder político para controlar
una emergencia de salud pública.10 Sin embargo, la pandemia, sin querer
Cine y megalópolis
El velo protector
Las películas de Carlos Reygadas tienen una forma muy particular de con-
frontar los cuerpos y los espacios, tanto física como simbólicamente, y de
vincularlos de forma extremadamente incómoda a los feroces paradigmas
biopolíticos y necropolíticos del Estado mexicano contemporáneo. Aun-
que me enfocaré en Batalla en el cielo (2005), muchas de sus películas, tales
como Japón (2002), Stellet Licht (2007)18 o Post tenebras lux (2012) también
entablan lo que podríamos llamar la intersección del “espacio absoluto”
de Lefebvre y otras modalidades del espacio, sea público, privado o pri-
vatizado. Pero Batalla… logra resaltar esta intersección de espacialidades
de un modo llamativo que, justo nos obliga a enfrentar tanto un exceso
234 corpóreo y espacial como los residuos corpóreos y espaciales en tanto que
representan una nueva modalidad del biopoder en la magaurbe. Son pre-
Cine y megalópolis
El velo protector. Fuente: fotograma de la película Batalla en el cielo (Carlos Reygadas, 2005). Cortesía de NoDream Cinema.
237
Ortodoxa, cuando María extiende su manto sobre la congregación de fieles
Cine y megalópolis
Marcos en un “no-lugar” de la ciudad. Fuente: fotograma de la película Batalla en el cielo (Carlos Reygadas, 2005). Cortesía de NoDream Cinema.
243
en un paisaje urbano abstracto. En segundo lugar, durante este segmento
Cine y megalópolis
El espacio abstracto, por otro lado, es un espacio sujeto a las fuerzas socia-
les y económicas modernas que lo convierten en algo fungible, o lo con-
vierten en reserva de valor para el capital al tiempo que desvaloriza (si no
se puede comercializar) la inversión simbólica en el espacio absoluto. La
megaurbe, por ser una forma espacial que concentra los procesos de abs-
tracción y desconexión, pero una que contiene capas de otros regímenes
espaciales, junto con sus temporalidades, tiende a exagerar tales contra-
dicciones espaciales. Éstas se acumulan en los mismos cuerpos de los que
habitan o atraviesan el espacio megapolitano, o que intentan hacer uso
de o apropiar[se] del espacio. Recordemos también la caracterización que
nos da Lefebvre del espacio abstracto y sus efectos sobre “la ciudad” como
lugar (a diferencia de “lo urbano” como proceso):
El cuerpo como núcleo de las contradicciones entre espacio absoluto y espacio abstracto. Fuente: foto-
grama de la película Batalla en el cielo (Carlos Reygadas, 2005). Cortesía de NoDream Cinema.
248
cuerpo aplastado en un cruce de peatones como un símbolo potente del
Cine y megalópolis
Superposición de cuerpo y ciudad. Fuente: fotograma de la película Carancho (Pablo Trapero, 2010).
252
con el escenario megapolitano de las villas).34 El paisaje urbano mortí-
Cine y megalópolis
Adicciones de la megaurbe: el deseo de anestesia. Fuente: fotograma de la película Carancho (Pablo Trapero, 2010).
255
o como materialización de inmensas fuerzas financieras, se convirtió en
Cine y megalópolis
una máquina abstracta que rige la vida y la muerte con una arbitrariedad
que el más perverso soberano jamás ha ejercido. Y una vez más, la comuni-
dad se disuelve y busca salvación en la ilusoria inmunidad que ofrecen los
paradigmas del “seguro” y de la “seguridad” privada, que resultan ser cóm-
plices de la misma destrucción que prometen compensar. Este fenómeno
también puede resumirse en los siguientes términos de Esposito:
258
Notas
Cine y megalópolis
1. Ver Giorgio Agamben, Homo sacer: el poder soberano y la nuda vida, Antonio
Gimeno Cuspinera, trad, (Valencia: Pre-textos, 1998).
2. Manuel Castells, “The Space of Flows”, en The Rise of the Network Society, vol.
I de The Information Age: Economy, Society, Culture (Oxford: Blackwell, 1996),
434.
3. Lucy Bollington, “‘The Open Whole’: Human-Nonhuman Relationality in
Carlos Reygadas’ Neo-Surrealist Post Tenebras Lux (2012)”, Bulletin of Spanish
Visual Studies vol. 1, núm. 1 (enero 2017): 151. doi: 10.1080/24741604.2017.
1301038
4. Japón, dirigida por Carlos Reygadas (2002; México: No Dream Cinema/Man-
tarraya Producciones/Hubert Bals Fund), color, 136 min.
5. Post Tenebras Lux, dirigida por Carlos Reygadas (2012; México: No Dream
Cinema/Mantarraya Producciones/Le Pacte, 2012), color, 120 min.
6. Mundo grúa, dirigida por Pablo Trapero (1999; Argentina: Instituto Nacio-
nal de Cine y Artes Audiovisuales/Lita Stantic Producciones/Matanza Cine),
blanco y negro, 103 min.
7. Elefante blanco, dirigida por Pablo Trapero (2012; Argentina: Morena Films/
Matanza Films/Patagonik/incaa/icaa/Wild Bunch/Televisión Española/Maneki
Films/Canal+ España/arte/Canal+), color, 106 min.
8. Batalla en el cielo, dirigida por Carlos Reygadas (2005; México: Coproduction
Office/No Dream Cinema/Mantarraya Producciones, 2005), color, 88 min.
9. Carancho, dirigida por Pablo Trapero (2010: Argentina: Finecut/Instituto Nacio-
259 nal de Cine y Artes Audiovisuales/L90 Producciones, 2010), color, 105 min.
10. Ver Michel Foucault y otros, “Coronavirus and Philosophers”, European Jour-
Cine y megalópolis
263
Bibliografía
Cine y megalópolis
266
Filmografía
Cine y megalópolis
Sebastian Thies La película ganadora del Festival de Cine de Brasilia en el año 2014, Branco
Luis Rosero Amaya Sai, Preto Fica (2014), es una de las que más atención ha recibido en los
estudios de cine brasileño recientes. El filme es producto de una colabora-
ción de Adirley Queirós con la cooperativa Ceicine, que involucra a acto-
res sociales locales. Dicha obra capta nuestro interés como ejemplo de una
nueva sensibilidad estética urbana en el cine por diversos motivos. Por un
lado, aborda la memoria social reprimida de la violencia policiaca dirigida
contra la población afrobrasileña asentada en las periferias de la capital
y vincula este tema con una reflexión acerca de la visualidad hegemónica
como principio estructurante del espacio capitalino en las décadas de
1970 y 1980. Por el otro, la película indaga la formación de subjetividades
urbanas, marcadas por mutilaciones que la violencia estatal ha infligido en
los actores sociales afrobrasileños, y así revela las necropolíticas de segre-
gación racial impuestas a los habitantes de las periferias capitalinas disfra-
zadas como políticas de bienestar social. Por lo tanto, también permite un
268 acercamiento al tema desde los estudios de discapacidad en los espacios
urbanos. En conjunto, consideramos que la obra fílmica de Queirós es
Cine y megalópolis
Introducción
Branco Sai, Preto Fica (2014) es el segundo largometraje del director bra-
sileño Adirley Queirós. El argumento principal de todas las películas de
Queirós gira en torno a los habitantes de Ceilândia, una localidad (o región
administrativa del distrito federal) situada a las afueras de Brasilia. La
película consta, básicamente, de dos proyectos fílmicos superpuestos que
versan sobre el mismo evento histórico. Por un lado, tenemos un discurso
documental testimonial que articula la memoria de los hechos desde la
perspectiva de dos sobrevivientes, Marquim y Sartana. Este evento histó-
269 rico nos remite a la década de 1980, cuando se desata la violencia policiaca
en contra de la población afrobrasileña de las periferias del Distrito Fede-
Cine y megalópolis
miento sanitarista, por el otro, que proponía sanear las enfermedades que la
marginación y exclusión producían en las periferias habitadas por poblacio-
nes negras, caboclas o de procedencia indígena, en otras palabras, el “pueblo
dolente” [doliente] de la nación, que constituía un “inmenso hospital” para
sus ideólogos.4
Es sobre este trasfondo ideológico que, en 1956, el entonces presi-
dente Juscelino Kubitschek (1956-1961) decide emprender un proyecto
de urbanización en el Estado de Goias, en el altiplano, para mover la capital
de Río de Janeiro hacia el centro del país, cumpliendo con una previsión en
la primera Constitución del Brasil independiente. Este proyecto urbanís-
271 tico, modelo de una ciudad capital moderna construida de acuerdo con los
rígidos preceptos de una estética representativa del poder institucional y a
Cine y megalópolis
media en una ciudad que no superaría los 500 mil habitantes. Por esto, el
esquema prohibía la construcción de una periferia urbana para las masas
pobres conformada sobre todo de migrantes nordestinos que, no obs-
tante, fungieron como fuerza laboral para construir la capital en el lapso
de unos cuatro años. Con esta disposición espacial se planeaba excluir las
características no deseadas de proyectos de urbanización en otras ciuda-
des, como la anterior capital Río de Janeiro. Desde la fundación de Brasilia
se ideó, por eso, un sistema de segregación que distanciaba el espacio polí-
tico de las “ciudades satélites”, una periferia empobrecida para retener a
esta población fuera del plano piloto.
La estructura básica de esta formación ideológica se puede explicar
al remitirnos a la teoría de la visualidad ideada por Nicholas Mirzoeff
como el “conjunto de relaciones que combinan información, imaginación
y perspectiva dentro una organización del espacio físico y psíquico”, lo
que obedece a una lógica práctica del poder de clasificar, separar y este-
tizar.8 Según Mirzoeff, que retoma aquí la noción de “anti-espectáculo” de
Jacques Rancière, la visualidad hegemónica ejercida por el Estado está
anclada con firmeza en el legado colonial y se basa en lo que podríamos
llamar una interpelación negativa del sujeto nacional:
ver’.” La policía nos interpela, no como individuos, sino como parte del tráfico
que tiene que permanecer circulando ante aquello que no puede ser visto.9
274
La historia del DF, para mí, es una historia de terror. Cuando los tipos
Cine y megalópolis
ble poder soberano del Estado sobre los sujetos y cuerpos de la periferia,
reitera la violencia corporal del atentado del Quarentão. Los dispositivos
de protección de la vivienda privada a los que la imagen fílmica concede
un enfoque especial –como las rejas que circundan sombríamente el bal-
cón del edificio que habita Marquim– muestran el grado en que el Estado
y su poder de vigilancia y castigo extiende su régimen carcelario sobre las
periferias e impacta sobre la formación de subjetividades de sus súbditos.
Con todo, el concepto de la "policía de bienestar" juega con la noción de
bien-estar (del inglés well-being), en el sentido de valor básico que orienta
el horizonte de expectativas del ser humano. Así el bienestar aparece en la
película como la negación de la aspiración básica del sujeto social.14
A pesar del despliegue del poder vertical, la diégesis muestra que bajo
la necropolítica del poder brotan núcleos sociales de resiliencia y resis-
tencia. Estos se organizan alrededor de la cultura de la black music, que fue
el objetivo de la represión estatal en la discoteca Quarentão en 1986, y la
pervivencia de su memoria en el presente de la película. En la década de
1980 la periferia de Brasilia se había convertido en el sitio de una rever-
berante subcultura musical basada en el soul afroamericano, que ofreció
para la generación joven una ruptura social en las políticas de segregación
de la dictadura militar. Atraídos por el groove, que encarna afectividad y
erotismo, y la posibilidad de participar en el performance ritual de baile que
produce, aunque sea tan sólo de manera fugaz, el sentido de comunidad
277 entre los danzantes permite que se mezclen en la discoteca Quarentão
jóvenes blancos y negros, como demuestra el archivo fotográfico en que
Cine y megalópolis
cultura musical del Quarentão, y esta violencia no sólo destruye sus aspi-
raciones, sino que reduce a la masculinidad afro a un signo corporal de la
subyugación.
ware: una figura blanca que por medio de la manipulación pirata se rellena
con la imagen de Sartana tomada en el escáner corporal. Al final, Sartana
afirma que la prótesis ya forma parte de él. En la escena siguiente vemos a
Sartana en una discoteca con música de la década de 1980 intentando bai-
lar con su nueva prótesis, superando así su aislamiento (auto)impuesto, lo
que marca, además, un contraste grotesco con la conglomeración de la sub-
cultura del Quarentão.
Las dos subjetividades prostéticas ejemplificadas por Marquim y Sar-
tana nos muestran que la prótesis excede la función de artefacto compen-
satorio de capacidades corporales perdidas por la mutilación. La narra-
ción fílmica nos indica que, si concebimos la corporalidad-subjetividad
en potencia, y no sustancia autónoma, las prótesis cobran significado no
sólo en la interacción entre cuerpo discapacitado y la materialidad del
objeto, sino también en la relación entre sujeto y entorno urbano. Debe-
mos expandir la noción de extensión del cuerpo por la prótesis, como lo
postulan Freud y McLuhan, para dar explicación de las nuevas formas de
capacidad que surgen en el régimen corporal-subjetivo –capacidades que
se desmarcan de constricciones normativas sociales y políticas estable-
cidas–. Aunque a primera vista los dispositivos prostéticos intentan rem-
plazar funciones e imágenes normativas del cuerpo, a modo de disciplina
social de lo que es el “ableism” (“capacitismo”) normativo,24 su performa-
tividad puede en realidad revertir este aspecto para dejar paso a formas
287 subversivas de corporalidad. Esta forma de “intercorporeidad” da lugar a
nuevas formas de capacidad, movilidad, ensamblaje de lazos sociales que
Cine y megalópolis
Notas
1. Este texto es fruto de las discusiones en torno al Programa de posgrado
“Entangled Temporalities in the Global South” de la Universidad de Tubinga
y del Proyecto ppp capes/daad “Discomforting Territories. Images, Objects and
Narratives of the Global South” que la Universidad de Tubinga comparte con
la Universidade Federal Fluminense.
2. Ver Gilberto Freyre, Fernando Henrique Cardoso, Edson Nery da Fonseca y
Gustavo Henrique Tuna, Casa Grande & Senzala: Formação da Família Brasileira
sob o Regime da Economia Patriarcal (São Paulo: Global Editora, 2013).
3. Thomas E. Skidmore, Black into White: Race and Nationality in Brazilian Thou-
ght; with a Preface to the 1993 Edition and Bibliography (Durham: Duke Univ.
Press, 2005), 64-68.
4. Mozart L. D. Silva, “População-Sacer E Democracia Racial No Brasil”. Socie-
293 dade e Estado vol. 32, núm. 3 (septiembre-diciembre 2017), 599. doi: 10.1590/
s0102-69922017.3203003
5. Ver Everaldo Batista da Costa y Valdir Adilson Steinke, “Brasília meta-síntese
Cine y megalópolis
296
23. Elizabeth Grosz desarrolla la noción isomórfica de cuerpo-ciudad; ésta deja tras
Cine y megalópolis
298
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Filmografía
301 Branco Sai, Preto Fica, dirigida por Adirley Queirós (2014;
Brasil: Cinco da Norte Serviços Audiovisuais). Color, 95 min.
Ciudades e imágenes del Sur Global:
Geografías sin hogar, cuerpos que vibran1
Introducción
Kbela (2015), de Yasmin Thayná, es un cortometraje que nos muestra una
cabeza sin cuerpo, un cuerpo sin cabeza. A priori, inevitablemente disocia-
dos, pero ambos muy vivos, aunque desmembrados. El gesto de alisar e inten-
tar “moldear” mediante el uso de productos químicos el pelo rizado de esta
cabeza sin cuerpo es tan agresivo porque reitera con insistencia el desmem-
bramiento: la ausencia del cuerpo y, en el cuerpo, la ausencia de la cabeza.
Estos son cuerpos cuyas cabezas, por la fuerza de la dinámica y las disputas
de poder, fueron “dejadas de lado”. Por el contrario, también es cierto, estas
son cabezas cuyos cuerpos poco o nada les dan anclaje. Son estos cuerpos y
302 cabezas de los que hablo ahora.
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Kbela (Yasmin Thayná, 2015). Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=LGNIn5v-3cE. Consultado el 18 de enero
de 2021.
303
En 2018, en Brasil, un artista afrobrasileño, músico y maestro de
Cine y megalópolis
Cordeiro Gomes (2008), esta reflexión también intenta hablar de una muy
joven “cinematografía negra”; nomenclatura que cubre todos los proble-
mas y desafíos presentes en cualquier esfuerzo por adjetivar un determi-
nado sistema de expresión cultural. La hipótesis de mi argumento es que la
mirada a las imágenes producidas por los afrobrasileños sólo constituye un
gesto político y estético7 cuando se trata de tener en cuenta las relaciones
de poder que forman capas de ciudades construidas a partir del suelo de
geografías colonizadas, como es el caso de lo que vivimos en los llamados
“trópicos tristes”.8 En otras palabras, los restos y rastros del proyecto de
esclavitud en Brasil, que hoy son cicatrices abiertas y expuestas a simple
vista en las calles, en las escuelas, en las plazas, en las cárceles, en las vidas
de modo general, en los proyectos urbanos y en las ciudades brasileñas,
también están invariablemente presentes en las pantallas de los cines, en
las imágenes en movimiento y/o fijas que habitan y cruzan nuestras vidas
y nuestros imaginarios.
309
de entender la memoria misma, más bien, como un proceso activo. En otras
Cine y megalópolis
312
En las geografías agotadas, los cuerpos que gritan
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Favela em diáspora (Gabriela Matos, 2018). Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=BVCBtPDNAjM.
Consultado el 18 de enero de 2021.
315
forman la parte que no encaja en un proyecto urbano que, al excluir lo que
Cine y megalópolis
otra vez.
La película de Gabriela Matos, al imaginar esta geografía agotada, no sólo
revela las capas de poder que tejen las vidas de las personas en las favelas –
cuerpos-desechados, cuerpos-removibles– sino que nunca se cansa de dar-
nos paisajes (casi inimaginables) con otros cuerpos que insisten en existir.
En una de sus escenas más notables (un paisaje del fin del mundo), la propia
directora, quien también es fotógrafa, pega una de sus fotografías en una de
las paredes que aún resiste el tiempo y la lucha. Esta protagonista que habla
a través de imágenes es un cuerpo que nace en estos territorios agotados y
que lucha para continuar viendo y siendo vista.
Es así como la imagen que vemos pegada en la pared revela en sí misma
el deseo de ser otra imagen, otra cosa que atraviesa las capas de poder
y que tiene lugar en el más allá de la propia vida que se cierra allí. Lejos
de cualquier ilusión especular, lo que vemos suceder en este despliegue
es una mise-en-abyme fruto del deseo imponderable de que ese cuerpo
sin hogar, que es la propia favela, pueda convertirse en otra cosa. No hay
pared que pueda contener el deseo del futuro. En esta geografía agotada,
de distintas formas, hay un cuerpo que grita.
Este cuerpo está también presente en Un ensayo sobre la ausencia
(2018), de David Aynan. La película, realizada a través de fondos colecti-
vos, es la historia de un padre que lucha por la falta de hogar en el mundo y
por el deseo de estar presente en la vida de su hija, que vive con su madre.
317 Cruzar la ciudad para ver a la hija significa tener que lidiar con el costo del
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Favela em diáspora (Gabriela Matos, 2018). Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=BVCBtPDNAjM.
Consultado el 18 de enero de 2021.
318
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Favela em diáspora (Gabriela Matos, 2018). Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=BVCBtPDNAjM.
Consultado el 18 de enero de 2021.
319
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Favela em diáspora (Gabriela Matos, 2018). Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=BVCBtPDNAjM. Consul-
tado el 18 de enero de 2021.
320
viaje; y uno de los efectos de su falta de hogar es, justo no tener dinero para
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Um ensaio sobre a ausência (David Aynan, 2018). Fuente: https://vimeo.com/269073961. Consultado el 18 de enero de 2021.
322
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Um ensaio sobre a ausência (David Aynan, 2018). Fuente: https://vimeo.com/269073961. Consultado el 18 de enero de 2021.
323
Durante su tiempo prolongado de deterioro y lucha, lo urbano está mar-
Cine y megalópolis
Es por esta razón que también se trata de pensar que los cuerpos que
vemos y que nos miran, en la maraña de tiempos entretejidos en las imáge-
nes de estas películas, son cuerpos políticos. Asimismo habría que pensar-
los como los cuerpos marcados por la experiencia traumática del no-poder
que causa desviaciones, incluso estéticas, y que mínimamente desorgani-
zan lo que parece dado. Sigo el pensamiento de Vladimir Safatle que, al
recurrir al psicoanálisis, nos propone entender que la política “no opera en
un espacio vacío, sino en un espacio saturado de representaciones, cons-
trucciones, fantasías, significados, caminos de afectos corporales […] Es en
326 este espacio saturado que ella [la política] crea”.24
En este sentido, me gustaría llamar la atención de Exu, una entidad
Cine y megalópolis
327
Cine y megalópolis
Fotograma del cortometraje Kbela (Yasmin Thayná, 2015). Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=LGNIn5v-3cE. Consultado el 18 de
enero de 2021.
328
Notas
Cine y megalópolis
330
la importancia de comprender la aparición de la gran cantidad de películas
producidas por jóvenes negros y negras en Brasil a partir de la inserción de
Cine y megalópolis
nema-de-tiradentes
23. Mostra de Cinema de Tiradentes, “Crises e afetos...”. La entrevista con Costa
y los otros curadores, así como más informaciones sobre esta Muestra,
incluso los números de inscripciones de cineastas negros y negras.
24. Traducción porpia, “[…] não opera em um espaço vazio, mas em um espaço
saturado de representações, construções, fantasias, significações postas,
trajetos de afetos corporais […] É nesse espaço saturado que ela [a política]
cria”. Vladimir Safatle, O circuito dos afetos - corpos políticos, desamparo e o fim do
indivíduo (Belo Horizonte: Autêntica, 2016), 135.
25. Ver Pierre Verger, Os orixás, os deuses iorubás na África e no novo mundo (São
Paulo: Corrupio, 2002).
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Cine y megalópolis
Filmografía
Favela en diáspora, dirigida por Gabriela Matos (2018; Brasil,
Renca/Produções e Interações Culturais). Blanco y negro, 25 min.
334
Cine y megalópolis
IV.
Género y afectos megaurbanos
335
Tensiones en la construcción de imágenes
sobre la violencia en la megaurbe argentina
Clara Kriger Cuando hablamos de la vida en las urbes o megaurbes el imaginario se
puebla inmediatamente de una sucesión de violencias que generan incer-
tidumbre y temor en sus habitantes. La violencia estructural y la emer-
gente son tópicos frecuentes en las representaciones que intentan captar
las realidades urbanas o proponer ficciones que se desarrollen en esos
escenarios.
Ya fuera del ámbito de la representación, si entendemos que la ciudad
es un asentamiento base donde reside de forma permanente un colectivo
humano de gran densidad que se organiza y se reproduce socialmente,1
resulta interesante que nos preguntemos si realmente la violencia es inhe-
rente a ella. En ese sentido, la relación tradicional entre ambas se trazó a
partir de causalidades de distinta naturaleza. Por una parte, las biológicas,
vinculadas a las teorías lombrosianas;2 las morales, vinculadas a la religión
o a las tradicionales y las legales, que consideran el delito como amenaza
de una anomia o de factores de riesgo determinantes.
336
Por el contrario, Fernando Carrión3 propone que la relación entre vio-
Cine y megalópolis
lencia y ciudad debe ser concebida como una forma particular del conflicto
social y, por tanto, como una compleja construcción social y política que se
cristaliza en un territorio y en un tiempo específico.
Los medios de comunicación tienden a reproducir la relación tradicio-
nal entre ciudad y violencias, casi podríamos decir que tienden a definir a
la urbe, más aún a la megaurbe, a partir de una relación de causalidad con
hechos delictivos. El cine y los audiovisuales, en general, reproducen dicha
relación de manera continua y consiguen con ello una gran audiencia. En la
actualidad ambos medios insisten también en el problema de la inseguri-
dad de los ciudadanos, al diseñar un universo dicotómico entre víctimas y
victimarios de secuestros, extorsiones, robos, asesinatos, tráfico de armas
y trata de personas, entre otros. Esta dicotomía, definida en términos de
víctima o victimario, elimina la complejidad de los problemas sociales y
políticos que están en el nudo de todas estas prácticas delictivas.
El cine latinoamericano tiene una larga tradición en la generación de imá-
genes violentas vinculadas con la urbe. Podríamos marcar como punto de
partida el filme Los olvidados (1950), de Luis Buñuel, donde se nos advierte
sobre la existencia de zonas marginales y pobres en la Ciudad de México.
En esa cinta fue donde vimos por primera vez a un conjunto de niños pobres
que crecen envueltos en una atmósfera delictiva, e imaginan su paso por la
cárcel como único horizonte de expectativas.
Desde que Buñuel propuso, en ese inicio, que no hay motivos para
337 ser optimista respecto a esa realidad inequitativa de la urbe, el cine
latinoamericano se especializó en reproducir relatos afiliados al realismo
Cine y megalópolis
plato de comida.
En las décadas de 1960 y 1970 la agitación política llegó al cine para
crear representaciones de las violencias estructurales o sistémicas. Por un
lado, se puso de manifiesto la creciente exclusión, segregación, fragmen-
tación y vulnerabilidad social y, por otro, se analizaron las causas en térmi-
nos de desigualdad económica, cultural, social y étnica que atravesaba un
amplio entramado del espacio urbano. Obviamente me refiero al cine cen-
trado en registrar la violencia política, es decir, tanto en registrar o recrear
las violencias estructurales, como en indicar quiénes las originan y cuáles
son sus móviles reales, para concluir en propuestas de cambio vinculadas
a la agitación revolucionaria. En este sentido, La hora de los hornos (1968-
1969), de Pino Solanas y Octavio Getino, es el ejemplo en el que primero
pensamos: una película que, como señaló Gonzalo Aguilar,5 trabaja muy
especialmente esas violencias en espacios rurales, pero también en ciuda-
des grandes como Córdoba y Buenos Aires.
Después, a partir de la caída de la última dictadura cívico-militar, las
violencias vinculadas a la política cambiaron de signo en Argentina.
En los años de la primavera democrática, las pantallas se poblaron de
relatos cinematográficos que aludían al terrorismo de estado que se vivió
durante la dictadura cívico-militar. Dichos relatos tomaron la centralidad
de las recreaciones y registros documentales de los secuestros de mili-
tantes en las calles, los centros de torturas distribuidos por la ciudad o
339 las muertes de jóvenes inquietos. En ese momento surge la problemática
ética y estética de la representación de los desaparecidos, que son las per-
Cine y megalópolis
sonas sobre las que se han ejercido todas las violencias posibles. Un muro
de silencio (1992), único largometraje de Lita Stantic, contiene una densi-
dad especial de cuestionamientos sobre la política de las imágenes y las
violencias, que esas escenas convocan o neutralizan. El relato fílmico tiene
un fuerte ingrediente autobiográfico, sin embargo, gira en torno a los pro-
blemas que surgen cuando se quieren representar las historias de jóvenes
que viven en la clandestinidad y luego son apresados, torturados y asesina-
dos. No son sólo los hechos, sino las representaciones lo que preocupa a Lita
Stantic. ¿Cómo representar al joven militante setentista6 sin estigmatizarlo,
pero también sin reivindicar sus aspectos violentos? ¿Cómo enunciar la ima-
gen de un desaparecido? Justo una representación de violencia cuya mate-
rialidad permanece ausente, la imagen de un estatuto existencial perverso
inventado por los represores. ¿Cómo expresar la violencia urbana desatada
contra la población sin simplificar las cosas, es decir, sin calificar a los repre-
sores como psicópatas, ni a los ciudadanos como personas inocentes?
Más allá de esta película, desde 1983, es posible observar decenas de
productos audiovisuales que se centran en representar las violencias sufri-
das en tiempos de dictadura. Esta acumulación de obras, realizadas en dis-
tintos soportes tecnológicos, construyó la certeza de que lo siniestro no
residía en el accionar de los narcotraficantes o las bandas delictivas, sino en
la represión indiscriminada de los militares, las desapariciones forzadas, los
niños robados y los asesinatos sistemáticos perpetrados por el terrorismo
340 de Estado. En ese sentido, el cine argentino fue y es una práctica cultural
que cultiva de forma metódica la memoria colectiva, a veces apelando a la
Cine y megalópolis
resuelve por vía de la meritocracia, por lo tanto, las historias de cada per-
sonaje no alcanzan para cerrar el relato. El final de la película representa a
los villeros marchando por las calles del barrio, convirtiéndose en un colec-
tivo que reivindica la vida del Padre Julián. La secuencia está conformada
por dos planos, el primero es un largo plano (un minuto de duración) que
toma al conjunto de personas desde corta distancia, por lo que vemos sólo
la parte superior de los cuerpos9 que caminan sin agitación. El grupo porta
velas y lanza vivas a los curas villeros, no se escuchan consignas políticas,
pero esa secuencia expone que la presencia activa en los espacios públicos
de la villa, al sostener la memoria colectiva, es un camino para encontrar
las soluciones a las complejas problemáticas que los afectan.
El mismo año que se estrenó Elefante Blanco se filmó otra película inte-
gralmente realizada por villeros, que lleva el título de Diagnóstico espe-
ranza (2012), de César González.10 En ella, el poeta y cineasta villero, filma
con una sola cámara en el barrio conocido como Fuerte Apache y la Villa
Carlos Gardel, e intenta mirar la villa desde adentro.
La narración se conforma con un ramillete de historias entrelazadas,
protagonizadas por niños y jóvenes que perciben la indiferencia y la despro-
tección que los circunda. En todas ellas la violencia se motoriza por el deseo
que provoca el consumismo capitalista: el deseo de comprar, de pertenecer,
de verse como en los promocionales de los medios, todo en el marco de la
carencia estructural.
345
González define la película como “un ensayo sobre singularidades atra-
Cine y megalópolis
gente creerá que así de ridículos y caricaturescos son los presos. Que a
mi entender y a partir de mi experiencia de 5 años preso, de tener un her-
mano, primos y multitud de amigos tras las rejas, no se parecen en nada
a los presos que muestra esta serie. Los presos que yo conocí y conozco
desbordan seriedad, lucidez y gestos de una solidaridad que pocas veces
encontré en las personas aquí afuera.15
Otra posibilidad es que la serie hable de los sectores más carenciados. Las
palabras villa y ranchada, entre otras, nos llevan de forma directa al imagi-
nario de los sectores subalternos. Sin duda la serie construye un imaginario
del otro subalterno a partir de ese realismo hostil, agónico y totalmente
ocluido.
¿Por qué la televisión local es el lugar elegido para crear series en donde
se expresan todas las características formales e ideológicas de un realismo
degradante? Una respuesta posible es que las series televisivas reproducen
mejor las tendencias globales, es allí donde pueden verse productos
similares, pero construidos en todos los idiomas. De ese modo se consumen
los programas que alientan concursos de cocineros, cantantes o bailarines,
junto con los talk shows de toda naturaleza, y las mesas redondas de políti-
cos o los entrevistadores intimistas. En medio de esa enorme oferta encon-
tramos estas series que despliegan una intensa pedagogía de la crueldad
administrada por los sectores subalternos. Mientras la televisión, en todas
349 sus modalidades, es una vía global de productos con mayor estereotipia, los
cines nacionales pueden contener algún tipo de identidad distintiva y conti-
Cine y megalópolis
Que era rubio y lindo, educado y amable, hijo de una buena familia de la
clase media que vivía en la zona norte.
La primera secuencia de El ángel es reveladora. Vemos a un adolescente
bien vestido, caminando sin rumbo en un barrio residencial, hasta que decide
meterse en una de esas casas confortables para vivir un momento de placer
que implica robar, fisgonear y bailar, entre otras cosas. La banda de imagen
es naturalista, pero la voz en off establece un contrato de confianza con el
espectador. Carlitos se pregunta: “¿La gente está loca? ¿Nadie considera la
posibilidad de ser libre? ¿Andar por donde se te cante, cuándo se te cante?
Todos tenemos un destino. Yo soy ladrón de nacimiento. No creo en esto es
tuyo y esto es mío”.
El personaje se caracteriza como un nómade urbano. El espectador
está en presencia de un marginal, pero no por haber quedado fuera de la
sociedad en términos socioeconómicos, sino porque hace preguntas que
apuntan directamente al corazón del sentido común, con el objetivo de
desnaturalizar las convicciones burguesas acerca de la propiedad privada.
Y es allí donde se introduce la política en el sentido de Jacques Rancière,
porque el personaje Carlitos hace evidente que todo orden es construido,
no natural, es decir, una ficción. La política viene a desnaturalizar, a poner
en evidencia que puede existir una diferencia.18
El director Luis Ortega decide escamotear toda escena sangrienta
o psicopática (paradójicamente es el mismo director que en televisión
353
construye una pedagogía de la crueldad desde la serie El marginal). En
Cine y megalópolis
ciudadanos.
Es necesario apuntar que durante el siglo xx el cine argentino fue el
cine porteño. Casi todos los imaginarios que se expresaron en las películas
remitieron de alguna u otra manera a la megaurbe. A partir de la primera
década del siglo xxi se desarrolló un fenómeno de descentralización en
la producción de audiovisuales que generó películas, series, telefilmes y
videojuegos en todas las provincias del país. En esas nuevas obras es posi-
ble encontrar otras voces y otras problemáticas. Los historiadores del cine
estamos comenzando a mirar esos imaginarios diversos que se generan, y
expresan a otras grandes urbes que conforman el país.19
Todas las reflexiones que desplegué merecen un seguimiento en el
marco del nuevo panorama político que presenta la región, en la emer-
gencia de fuertes conflictos sociales y políticos en muchos países latinoa-
mericanos, acompañados por una enorme cantidad de representaciones
audiovisuales que evidencian la violencia en las urbes. Estos audiovisua-
les, que viajan por las redes, han tomado una relevancia política inusitada
y, en muchos casos, han logrado vencer las barreras de desinformación
que imponen los medios de comunicación concentrados. Esta vez las imá-
genes son tomadas por los protagonistas de las violencias, que hacen evi-
dentes las claves de producción complejas y sorprendentes.
355
Notas
Cine y megalópolis
ginal-y-la-estigmatizacion-de-la-cultura-carcelaria/
15. González en Ribeiro, “‘El Marginal’…”.
16. En los últimos cinco años las siguientes películas argentinas contaron con el
mayor número de públicos: 2014, Relatos Salvajes, de Damián Szifron, con 3
454 410 espectadores; 2015, El clan, de Pablo Trapero, con 2 614 000 especta-
dores; 2016, Me casé con un boludo, de Juan Taratuto, con 2 026 469 espectado-
res; 2017, Mamá se fue de viaje, de Ariel Winograd, con 1 703 057 espectadores,
y 2018, El ángel, de Luis Ortega, con 1 329 000 espectadores.
17. Extraído del acto emitido por televisión el 20 de septiembre de 1984, donde
el escritor Ernesto Sábato en nombre de la Comisión Nacional por la Des-
aparición de Personas entrega al presidente de la Nación, Raúl Alfonsín,
el informe completo que ha sido elaborado sobre testimonios de víctimas del
terrorismo de Estado en la Argentina. La Conadep fue una comisión creada
el 15 de diciembre de 1983 con el objetivo de investigar las reiteradas y pla-
nificadas violaciones a los derechos humanos durante el período del terro-
rismo de Estado. La comisión fue conformada con personalidades reconoci-
das y respetadas del país; entre sus miembros se contaron el cirujano René
Favaloro, el científico Gregorio Klimovsky y la periodista Magdalena Ruiz
Guiñazú.
18. Ver Verónica Capasso y Ana Bugnone. “Arte y política: Un estudio comparativo
de Jacques Rancière y Nelly Richard para el arte latinoamericano”, Hallazgos
vol. 13, núm. 26 (2016): 117-148. doi: 10.15332/s1794-3841.2016.0026.05
358
19. Este proceso de descentralización fue profundizado en una investigación
Cine y megalópolis
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Filmografía
Diagnóstico esperanza, dirigida por César González
(2012; Argentina: Todo Piola/incaa ). Color, 105 min.
361
Comedia fílmica pospatriarcal en México y España.
Las mujeres en la metrópolis1
Paul Julian Smith En un capítulo de mi reciente libro Multiplatform Media in Mexico: Growth and
Change since 2010 (2019)2 identifico una tendencia de lo que llamo come-
dia “poshomofóbica” en México; se trata de películas del circuito comercial
como Macho (2016), de Antonio Serrano, y Hazlo como hombre (2017), de
Nicolás López, en las que la homofobia –y no la homosexualidad– se presen-
tan como humorísticas. En dichas películas los hombres machos –y no los
personajes gays– son los objetos de humor. En el siguiente texto señalaré
que aquello que podríamos llamar “comedia pospatriarcal” es un fenómeno
paralelo a la comedia poshomofóbica. Del mismo modo que las películas
mencionadas asumen que la sociedad (y el público espectador) son pro-
gresistas que ven la homofobia como una anomalía ridícula y aceptan sin
reparos la homosexualidad, las recientes películas que estudio parten de la
siguiente premisa: que en el México (y la España) modernos, la figura tradi-
cional del patriarca es objeto de mofa, y las mujeres, en particular las que
trabajan, merecen no sólo igualdad de género, sino autonomía absoluta.
362
Las cintas transatlánticas que aquí presento, y que gozaron de amplia
Cine y megalópolis
viaje por una visita espectral. Al tiempo que escucha en el radio un famoso
himno a la autosuficiencia, Maribel Verdú se ve de pronto acompañada
por la vocalista: se trata de Alaska, la veterana diva del punk, el disco y la
electrónica, quien ha fungido también como actriz y protagonista de rea-
lity shows, y cuyo perfil público se ha asociado desde siempre a la inconfor-
midad de género. Este final va más allá de ser un guiño que busca conec-
tar con el público (como aquella escena en el Mercado Sonora). La escena
sugiere que el personaje de Paz está solo, pero no abandonado: le acom-
pañan, de forma explícita, mujeres de la sociedad española como Alaska
(o como la Maribel Verdú de la vida real) que han forjado largas y exitosas
carreras que son bien conocidas por los públicos de España.
En conclusión: para quien conoce el contexto y las convenciones de las
comedias románticas, este final resulta sorprendente. Sin embargo, y al
igual que en las comedias poshomofóbicas que mencioné al inicio de este
texto, estas comedias pospatriarcales presentan moralejas tanto nega-
tivas como positivas para los públicos de México y España. La primera
sugiere que, en nuestra época de ocaso del macho, los hombres hetero-
sexuales que no se adapten a las nuevas circunstancias serán abandonados
y relegados a la derrota y la soledad, revolcados por las mareas del cambio
social. La segunda, por su parte, propone que, en tiempos de empodera-
miento femenino, las mujeres no necesitan más que de ellas mismas para
sentirse satisfechas. Esta lección, en tanto proviene de un cine comercial
371 que busca llegar al gran público de mujeres que consumen este tipo de
filmes trasatlánticos, sorprende y desconcierta. Y también nos comprueba
Cine y megalópolis
Notas
1. Este texto se escribió originalmente en inglés bajo el título “Post-Patriarchal
Film Comedy in Mexico and Spain: Women in the Metropolis” y fue tradu-
cido por Diego Olavarría.
2. Ver Paul Julian Smith, Multiplatform Media in Mexico: Growth and Change since
2010 (Cham: Palgrave Macmillan, 2019).
3. John Hopewell y Emiliano Granada. “Movistar Plus’ Drive into Fiction is Cen-
tered on Women”. Variety, octubre 15, 2018, consultado 18 de abril de 2020,
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4. Eva Díaz Moreno, “Una mujer sin filtro rompe barreras”, Excélsior, enero 5,
2017, consultado el 20 de abril de 2020, https://cdn2.excelsior.com.mx/
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Filmografía
Sin filtro, dirigida por Nicolás López (2016; Chile:
Sobras International Pictures). Color, 100 min.
Una mujer sin filtro, dirigida por Luis Eduardo Reyes (2018;
México: Sobras International Pictures). Color, 98 min.
373
Género y espacio en Te prometo anarquía (2015)1
379
aprender a patinar. La estructura de estos roles se basa en prácticas hege-
Cine y megalópolis
Lugares de diferencia
En varias secuencias de la película, Hernández representa los cuerpos des-
nudos de Miguel y Johnny en escenas eróticas e íntimas. Estos mismos
cuerpos que se presentan anteriormente con virilidad y fuerza en el espa-
cio público, en un espacio cerrado como la habitación del hotel Cozumel11
381 o la “casa-tanque” de Johnny donde están libres de vigilancia, se mueven
con comodidad. Por ejemplo, en la escena de apertura de la cinta vemos
Cine y megalópolis
383
Cine y megalópolis
384
se desarrollan de acuerdo con otras lógicas del lugar, el movimiento y la
Cine y megalópolis
387
I don’t wanna stay at your party
Cine y megalópolis
dez evita el espacio interior del hogar. Los automóviles, las habitaciones
de hotel y los pabellones deportivos representan la extensión del espa-
cio de la vida doméstica. Los patinadores de Hernández, como afirma Tim
Cresswell, responden a una conceptualización relacional del espacio en
movimiento, donde “el lugar se constituye a través de prácticas socia-
les reiterativas: el lugar se hace y se reconstruye a diario”.17 Al poner a
sus personajes en constante movimiento, Hernández se separa del sis-
tema convencional de representación del espacio como fijo y estable, y
se esfuerza por crear lugares fragmentados que se forman y deforman,
y se reorganizan de manera constante a través de la interacción del pati-
nador con la geografía en la que se mueve. Peter Merriman, por ejemplo,
critica la forma en que los geógrafos y antropólogos definieron tradicional-
mente el “lugar” como “sitios significativos, vividos, enraizados, orgánicos
y simbólicos con los que los individuos desarrollan apegos por bastante
Wind en su artículo, “Mexico City and its Monsters: Queer Identity and
Cultural Capitalism in Zapata’s El vampiro de la colonia Roma”, plantea
que, dado que los vampiros no son por completo humanos ni monstruos,
la identidad queer, que quiere perturbar el binarismo de género, se tras-
lapa y sobrepone con el vampirismo. Según ella, “el queer y el vampiro son
a menudo imaginados como casi-míticos. Perversos, prohibidos y temidos,
así como no aceptados ni reconocidos por la historia y la sociedad en gene-
ral”.21 Al ser (un hombre) queer y vampiro “se establece una dualidad que
permite el derrumbe discursivo de lo femenino y lo masculino, un punto
donde la identificación lingüística y visual y la categorización exclusiva de
género se confunden”.22 Como señala Foucault, “el monstruo es por defini-
ción, la excepción; el individuo a ser corregido”23 y plantea que “el núcleo de
la monstruosidad [está] escondido detrás de pequeñas anormalidades,
desviaciones e irregularidades”.24
sangre y al ser una persona que pone la vida de sus conocidos en la mano
de un narcotraficante, se puede ver como el desviado y corrupto. Miguel y
los donadores son verdaderos abyectos y son apetecidos y deseados por su
sangre. Para Kristeva la sangre sería un abyecto:
Conclusión
Como se ha expuesto, el espacio urbano está relacionado con la subjetivi-
dad. La identidad queer influye en la cultura a través de la subversión y por
eso ha incitado varios activismos políticos, como el motín de Stonewall
Men. Ver Eve Sedgwick, Between Men. English Literature and Male Homosocial
Desire (Nueva York: Columbia University Press, 1985).
3. Por ejemplo, como comenta David William Foster de la película Fresa y choco-
late, Nancy se interpone entre Diego y David, y la relación sexual entre ella y
David sirve, en apariencia, para demostrar que la profunda amistad que se
desarrolla entre Diego y David es estrictamente homosocial y no homoeró-
tica. Para leer más sobre la homosocialidad, ver David William Foster, Queer
Isuues in Contemporary Latin American Cinema (Austin: University of Texas
Press, 2003) . En Te prometo anarquía el papel de Adriana es similar al de
Nancy. La presencia de Adri refuerza que la amistad entre Miguel y Johnny
es homosocial y no es homosexual.
4. Traducción propia, “The heterotopia is capable of juxtaposing in a single
real place several spaces, several sites that are in themselves incompatible”.
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Cordón (2015; México/Alemania: Interior 13/Rohfilm/
Foprocine/World Cinema Fund). Color, 88 min.
401
Cine y megalópolis
Autores
Georgina Cebey
Doctora en Historia del arte (Medalla Alfonso Caso 2017) por la Universidad Nacional
Autónoma de México (unam). Su trabajo se centra en las representaciones urbanas y
arquitectónicas en el arte y en medios audiovisuales. Fue posdoctorante en el Interdis-
ciplinary Centre for Global South Studies en la Universidad de Tubinga y actualmente
realiza una estancia de investigación en el Posgrado en Urbanismo de la unam. Ha publi-
cado diversos artículos académicos, así como ensayos y textos de crítica en medios como
Letras Libres, Nexos, Tierra Adentro y Arquine, entre otros, y fue becaria del programa Jóve-
nes creadores del Fonca en dos ocasiones en la categoría de ensayo. En 2017 publicó su
libro Arquitectura del fracaso. Sobre rocas, escombros y otras derrotas espaciales, por el que
403 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo José Vasconcelos.
Cine y megalópolis
Amanda Holmes
Profesora asociada de Estudios Hispánicos en la Universidad McGill en Montreal.
Es autora de 25 artículos, aproximadamente, sobre culturas latinoamericanas contem-
poráneas y del siglo xx, en los que ha considerado la literatura y el cine, sobre todo a tra-
vés de la lente de la teoría espacial y, en particular, de los estudios urbanos. Sus libros
han examinado la ciudad latinoamericana en literatura y cultura, así como las identidades
nacionales y transnacionales en los cines de la región. Sus publicaciones incluyen: City
Fictions: Language, Body and Spanish American Urban Space (2007), Politics of Architecture in
Contemporary Argentine Cinema (2017) y Cultures of the City: Mediating Identities in Urban
Latin/o America, co-editado con Richard Young (2010).
Geoffrey Kantaris
Profesor en la Facultad de Idiomas de la Universidad de Cambridge y Fellow de St Catha-
rine’s College, ambas entidades del Reino Unido. Fue director del Centro de Estudios
Latinoamericanos en Cambridge (2005-2010) y es editor de la revista Bulletin of Latin
American Research. Además, ha publicado diversos artículos y ensayos sobre cine
urbano contemporáneo de Argentina, Colombia y México, es autor del libro The Subver-
sive Psyche (1996) y editor de Latin American Popular Culture: Politics, Media, Affect (2013).
404
Clara Kriger
Cine y megalópolis
Doctora en Historia y Teoría de las Artes por la Universidad de Buenos Aires, donde se
desempeña como docente y coordinadora del Área Cine y Audiovisuales del Instituto
de Artes del Espectáculo. También es docente de ifsa-Butler University y de la Univer-
sidad Torcuato Di Tella, ambas entidades ubicadas en Buenos Aires. En la actualidad
dirige un proyecto de investigación sobre estudios de públicos en el cine clásico argen-
tino. Fue presidenta en dos oportunidades de la Asociación Argentina de Estudios sobre
Cine y Audiovisual. Ha escrito capítulos, artículos y ensayos en libros y revistas espe-
cializadas, y es autora de Cine y Peronismo: El estado en Escena (2009), y compiladora de
Imágenes y públicos del cine argentino clásico (2018) y Nueva cartografía de la producción
audiovisual argentina (2019).
Véronique Pugibet
Docente e investigadora en la Universidad París-Sorbonne, es miembro del crimic
(Centre de Recherches Interdisciplinaires sur les Mondes Ibériques, composante Arts
visuels, de la misma universidad) y del grimh (Groupe de Réflexion sur l’Image dans le
Monde Hispanique). En el marco de sus investigaciones, trabaja en torno a las imágenes
y representaciones de la alteridad (cuerpo, culturas populares y género), vigentes en
los libros de texto y en el cine, sobre todo en el cine mexicano.
405
Héctor Quiroz Rothe
Cine y megalópolis
Fernando Resende
Profesor de Estudios de Medios del Programa de Posgrado en Comunicación del Depar-
tamento de Medios y Estudios Culturales y coordinador del Programa de Posgrado en
Comunicación (ppgcom/uff) de la Universidad Federal Fluminense (uff). Además, es
profesor de la Cátedra João Guimarães Rosa de Estudios Culturales y Comunicación en
Brasil por parte de la Universidad de Tubinga. Se ha desempeñado como coordinador
406 del Laboratorio de Experimentación e Investigación de Narrativas de los Medios [lan],
coordinador local del Proyecto de Culturas Literarias del Sur Global en la Universidad
Cine y megalópolis
Instituto Británico de Cine, y durante diez años fue columnista de Film Quarterly, publicado
por la University of California Press. Sus libros más recientes son Spanish Lessons: Cin-
ema and Television in Contemporary Spain (2017), Queer Mexico: Cinema and Television since
2000 (2017), Spanish and Latin American Television Drama: Genre and Format Translation
(2018), y Multiplatform Media in Mexico: Growth and Change Since 2010 (2019).
Sebastian Thies
Profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Tubinga. Sus áreas de inves-
tigación son la literatura y el cine latinoamericanos, estudios sobre exilio y diáspora,
políticas de identidad y estudios urbanos. Actualmente dirige el programa de posgrado
“Entangled Temporalities in the Global South” en la misma universidad y está preparando
una monografía sobre temporalidad y comunidad en el cine documental de las Américas.
Sara Vakili
Es candidata a doctora por la Universidad de Tubinga donde trabaja sobre los íconos
queers en el cine y la literatura desde San Sebastián hasta Maulana Rumi. Durante sus
estudios de maestría en la misma universidad trabajó sobre la importancia y el papel
de la metáfora en la obra de Robert Rauschenberg y Jasper Johns. Antes de llegar a
Tubinga, estudió Bellas Artes en la Universidad de San Francisco, donde comenzó
a trabajar arte queer y estudios de género. El trabajo de Vakili está particularmente
interesado en la intersección entre arte, cuerpo y espiritualidad.
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mega polis