Cádiz
Cádiz
Cádiz
Cádiz
CONSTITUCIÓN DE
en
Honduras
BICENTENARIO DE LA
Cádiz
CONSTITUCIÓN DE
en
Honduras
342.46 Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras / Embajada
B58 de España en Honduras.-- [Tegucigalpa]: Agencia Española de
C. H. Cooperación Internacional para el Desarrollo. AECID / [Ideas
Litográficas], [2012]
128 p.
ISBN: 978-99926-805-9-9
1.- ESPAÑA-CONSTITUCIÓN. 2.- LEYES-ESPAÑA.
9 789992 680 5 9 9
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
BICENTENARIO DE LA
Cádiz
constitución de
en
Honduras
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Contenido
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Presentación
Institucional
Por el Excelentísimo Señor Embajador de España en Honduras Don Luis Belzuz de los Ríos
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Historia, de la Academia Hondureña de la Lengua, de la Biblioteca Nacional, del
Instituto Hondureño de Cultura Hispánica, de la Universidad Autónoma Nacional
de Honduras, de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, del
Ministerio de Educación, del Ministerio de Cultura Artes y Deportes, del
Ministerio de la Juventud, de las Alcaldías Municipales de Santa Rosa de Copán
y de Comayagua y del Instituto de enseñanza pública España Jesús Milla Selva
de Tegucigalpa.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Actividades
Conmemorativas
• 12 de enero: Presentación por Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, D. Felipe
de Borbón, de la Biblioteca Virtual de las Letras Hondureñas, en el Centro
Cultural de España en Tegucigalpa.
• 26 de enero: Visita del Excelentísimo Señor Don Javier Barrero, Vicepresidente
del Congreso de Diputados de España y encargado de la Conmemoración de
la Constitución de 1812.
• 20 de febrero: Juramentación a Cesia María Espinal y Rosa Angélica Portillo,
estudiantes del Instituto España Jesús Milla Selva, por el Excelentísimo
ministro de Educación, Señor Don Marlon Escoto, como “Jóvenes
Embajadoras” de Honduras para el VI Congreso Escolar de las Generaciones
de los Bicentenarios, organizado por la Universidad de Cádiz los días 7 y 8 de
marzo en dicha ciudad.
• 7 y 8 de marzo: Participación de las estudiantes Cesia María Espinal y Rosa
Angélica Portillo en el VI Congreso Escolar de las Generaciones de los
Bicentenarios “La Constitución que nos une. El reencuentro de las naciones
soberanas” en la Universidad de Cádiz, y presentación de la ponencia
“Semblanzas de la historia de Honduras ante el Cádiz del Bicentenario”.
• 15 de marzo: Conferencia “La Constitución de Cádiz y la Revolución
Latinoamericana” a cargo del Excelentísimo Señor Don Noé Pineda Portillo,
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Presidente de la Academia de Geografía e Historia, en el Centro Cultural de
España.
• 16 de marzo: Presentación de la XXIII Convocatoria del Premio de Estudios
Históricos Rey Juan Carlos I, convocado conjuntamente por la Embajada de
España y la Academia Hondureña de Geografía e Historia.
• 17 de marzo: Foro Cívico en la Plaza de la Constitución de 1812 en Comayagua,
sobre el bicentenario de las Cortes de Cádiz, conducido por el Excelentísimo
Señor Don Nahúm Valladares con los Excelentísimos Don Carlos Miranda,
Alcalde de Comayagua, Don Luis Belzuz de los Ríos, Embajador de España,
Don Noé Pineda, Presidente de la Academia Hondureña de Geografía e
Historia, el profesor Marco Rolando San Martín y Álvaro Ortega Santos,
Director del Centro Cultural de España.
• 19 de marzo, Aniversario de la promulgación de la Constitución de Cádiz:
Retransmisión por la Televisión Educativa Nacional (TEN) del Foro Cívico
grabado el 17 en Comayagua.
• 19 de marzo: Edición limitada conmemorativa de la estampa “Representación
en color del monumento-pirámide a la Constitución, erigido en la ciudad de
Comayagua”, cuyo pergamino original está fechado el 21 de noviembre de
1820 y se conserva en custodia del Archivo General de Indias en Sevilla.
• 20 de marzo: Conferencia “Influencia de las Cortes de Cádiz en la
Independencia de Centro América” a cargo del Excelentísimo Señor Don
Noé Pineda, Presidente de la Academia de Geografía e Historia.
• 19 de abril: Visita del Excelentísimo Señor Don Javier Barrero, Vicepresidente
del Congreso de Diputados de España y encargado de la Conmemoración de
la Constitución de 1812.
• 23 de abril: Recital de Poesía en el Instituto Hondureño de Cultura Hispánica.
• 26 de abril: Presentación en el Instituto España Jesús Milla Selva de las
conclusiones del VI Congreso Escolar de las Generaciones de los Bicentenarios
“La Constitución que nos une. El reencuentro de las naciones soberanas”.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
• 18 de junio: Juramentación a Óscar Adán Ávila, expedicionario hondureño
de la Ruta Quetzal, por el Presidente de la República, como “Jóven Embajador
de la Cultura de Honduras”, previo a su salida a España para participar —
entre otros— en un acto conmemorativo en Cádiz.
• 18 junio: El pintor hondureño, Excelentísimo Señor Don Armando Lara,
inaugura una muestra colectiva con motivo del Bicentenario del Tribunal
Supremo de España, en la Sala Magna del Tribunal Supremo en Madrid.
• 26 de junio: Inauguración de la Biblioteca Virtual de las Letras Hondureñas,
por la Excelentísima Designada Presidencial Señora Doña María Antonieta
de Bográn, incluyendo un portal especializado en el proceso constitucional
de Honduras, bajo el impulso de la Academia Hondureña de la Lengua,
Biblioteca Nacional, Universidad Nacional Autónoma de Honduras y la
Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán.
• 29 de junio: Reunión del Excelentísimo Señor Don Pío García Escudero,
Presidente del Senado de España, con el Excelentísimo Señor Don Juan
Orlando Hernández, Presidente del Congreso Nacional de Honduras,
formalizando la invitación en octubre al VIII Foro Parlamentario
Iberoamericano y a la celebración de los 200 años de la redacción y
publicación de la Constitución de Cádiz.
• 15 de septiembre: Entrega del XXIII Premio de Estudios Históricos Rey Juan
Carlos I a la Excelentísima Señora historiadora Yesenia Martínez, en el
Centro Cultural de España.
• 4 de octubre: Inauguración en la Casa de la Cultura de Santa Rosa de Copán
de la exposición colectiva “18+12 Ilustradores interpretan la Constitución”.
• 4 de octubre: Conversatorio a cargo de la Comisión Ciudadana de Santa
Rosa de Copán sobre el bicentenario de la creación del Ayuntamiento de Los
Llanos de Santa Rosa.
• 9 de octubre: Aniversario de la Juramentación de la Constitución de Cádiz
en cabildo abierto por las autoridades y vecinos en Comayagua.
• 12 de octubre: Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad.
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• 6 de noviembre: Inauguración de la exposición “A 3 Bandas” en el Centro
Cultural de España, mostrando a través de la música y la plástica las
expresiones culturales surgidas del intercambio entre tres continentes. “A 3
Bandas” forma parte de las propuestas de Acción Cultural Exterior para la
conmemoración de las independencias de las Repúblicas Iberoamericanas.
• 9 de noviembre: Presentación de la publicación conmemorativa
“Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras”.
• 5 de diciembre: Verbena popular como cierre de los festejos conmemorativos
previo al día de la Constitución Española de 1978.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Aportaciones de Honduras
a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz1
Por el Excelentísimo Señor Embajador de España en Honduras Don Luis Belzuz de los Ríos
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Este programa abarca un calendario de importantes reuniones sectoriales
iberoamericanas que comenzarán el próximo 7 de mayo con la Reunión
Iberoamericana de ministros de la Presidencia y Equivalentes, que tendrá lugar en
Madrid y para la cual ha sido invitada la designada presidencial Doña María
Antonieta Guillén de Bográn.
A dicha reunión seguirán Reuniones Ministeriales Sectoriales de ministros de
Economía y Competitividad; de Fomento; de Industria, Energía y Turismo; de
Trabajo; de Seguridad Social y Empleo; culminando el 27 de septiembre con la
Reunión de cancilleres en Nueva York, al margen de la Asamblea General de
Naciones Unidas, en la que se abordará el Borrador consolidado de la Declaración
y Plan de Acción de la Cumbre de Cádiz.
En todo ello se ha agradecido y valorado especialmente el noble gesto del
presidente Don Porfirio Lobo Sosa confirmando personalmente a Su Alteza Real el
Príncipe de Asturias su asistencia a la Cumbre de Cádiz, siendo así uno de los
primeros presidentes iberoamericanos en hacerlo.
Desde entonces, Honduras está participando activamente y a todos los niveles en
la preparación de la Cumbre de Cádiz y en la celebración del Bicentenario de la
Constitución de 1812.
El primer acto de la participación hondureña estuvo a cargo del ministro de
Educación, Don Marlon Escoto, nombrando a dos estudiantes del Instituto España
Jesús Milla Selva como “Embajadores” de Honduras en el Encuentro de Estudiantes
Iberoamericanos “Congreso Escolar Generaciones de los Bicentenarios”,
organizado por la Universidad de Cádiz los días 7 y 8 de marzo en dicha ciudad.
Por su parte, la Academia de Geografía e Historia de Honduras, en colaboración
con el Centro Cultural de España en Tegucigalpa y el Instituto Hondureño de Cultura
Hispánica, está desarrollando un importante ciclo de conferencias sobre la
Constitución de Cádiz y su influencia en la independencia y en los textos
constitucionales de Iberoamérica, ciclo en el que están participando eminentes
historiadores hondureños como Don Noé Pineda Portillo o Don Miguel Cálix Suazo,
presidente y vicepresidente de dicha Academia.
La Constitución de Cádiz, verdadera “Constitución Iberoamericana”, se considera
en Honduras la primera Carta Magna de Centroamérica y el comienzo de la historia
constitucional del país, cuyos valores y principios como la soberanía nacional, la
división de poderes o los derechos individuales han influido en todos los textos
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
constitucionales hondureños posteriores: Constitución Federal de 1823,
Constitución de la República Federal de Centroamérica de 1824 y las sucesivas
Constituciones del Estado de Honduras desde la de 1831 a la actual de 1982.
Fue también bajo la vigencia de la Constitución de Cádiz que tuvieron lugar las
primeras elecciones para ayuntamientos y diputaciones provinciales el 25 de
noviembre de 1812 en Honduras.
Precisamente, a nivel municipal, el 17 de marzo, en vísperas del aniversario de “La
Pepa”, se celebró en la antigua capital española de Comayagua y por iniciativa de
su alcalde, Don Carlos Miranda, el Foro Cívico sobre el Bicentenario de las Cortes de
Cádiz, con importante presencia de representantes de la cultura, la historia y la
política hondureña en homenaje a la constitución de 1812 ante el monolito —
conocido como “La Picota”— que Fernando VII mandó erigir frente a la Iglesia La
Merced de dicha ciudad. El centro histórico de Comayagua, reconstruido por la
Cooperación Española, constituye un modelo que se está replicando en Honduras,
con vistas al turismo y al desarrollo, en importantes ciudades “coloniales” como
Trujillo, Gracias, Ojojona, Santa Rosa de Copán y la propia Tegucigalpa.
Lo que, en suma, se está conmemorando es la realidad de la “reunión de los
españoles de ambos hemisferios”, tal como proclama el artículo primero de la
Constitución de Cádiz, cristalizada por sus descendientes en una comunidad
política iberoamericana formada por el conjunto de los ciudadanos americanos,
españoles y portugueses que siendo hoy más de 600 millones de personas
comparten un futuro, una cultura, se comunican en dos lenguas y suman un
producto interior bruto de 6.4 billones de dólares (superior a los 5.8 de China con
el doble de población).
La preparación y el contenido de la Cumbre Iberoamericana de Cádiz concuerdan
plenamente con el Programa de Gobierno y con las iniciativas regionales del
Gobierno de Unidad Nacional del presidente Lobo, delineados en su discurso ante
la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 22 de septiembre.
La superación con éxito de la crisis política e institucional de junio de 2009 y el
regreso de Honduras a la Organización de Estados Americanos tuvieron una
importante dimensión iberoamericana, como también el enfoque de los principales
problemas transnacionales que afronta el país.
En la preparación y en la cumbre propiamente dicha se abordarán asuntos tan
relevantes como la reducción de la pobreza, la igualdad de oportunidades, la
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defensa de los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho, el
crecimiento económico y la cohesión social, la inversión en infraestructuras, el
apoyo a las pequeñas y medianas empresas, el desarrollo de las políticas de
infraestructuras y las políticas de empleo. Asimismo, la Cumbre estará abierta a
todos los asuntos relevantes que se quieran plantear.
Se prestará especial atención, por su gran relevancia, al renovado protagonismo
de Iberoamérica en la Unión Europea a través de España y Portugal, con una
relación de doble vía y de mutuo interés y confianza; con el horizonte inmediato de
la entrada en vigor del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y
Centroamérica.
También se abordará conferir un nuevo impulso a las Cumbres Iberoamericanas.
Sin menoscabo de otros foros regionales de concertación, algunos de reciente
creación, las Cumbres Iberoamericanas continúan siendo el más amplio foro
regional americano y transatlántico de nuestra Comunidad de Naciones.
Honduras siempre ha tenido intervenciones sustantivas y originales en las Cumbres
Iberoamericanas. En un año en el que le corresponde la Presidencia Pro Témpore
del SICA, toda su aportación será sin duda relevante en la Cumbre de Cádiz.
En la reafirmación y proyección hacia el futuro del peso específico común de los
países iberoamericanos en el cambio de horizonte histórico que se está produciendo
en el mundo, Honduras será siempre una parte imprescindible de toda iniciativa y
de toda solución.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
¿Influyó la Constitución
de Cádiz en la independencia de Centroamérica?2
2 Artículo publicado en el número 90 de la revista de la Academia Hondureña de Geografía e Historia, Tegucigalpa, julio de
2012, pp. 50-91, y presentado en la Conferencia “Influencia de las Cortes de Cádiz en la Independencia de Centro América”
el 20 de marzo de 2012, como parte del Ciclo de Conferencias sobre el Bicentenario de la Constitución de Cádiz en el
Centro Cultural de España en Tegucigalpa.
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El motín de Aranjuez, España, producido el 17 de marzo de 1808, logró la caída de
Carlos IV, que abdicó en Fernando VII el 19 de marzo. Luego se produjo la definitiva
abdicación de Fernando VII en su padre Carlos IV y de este en Napoleón Bonaparte
el 6 de mayo de 1808, y la realización de la Asamblea de Bayona —el 19 de mayo de
1808—, lo que indujo a la agitación del pueblo español, provocando un levantamiento
generalizado ante un gobierno sin rey y bajo las órdenes de una potencia extranjera,
encabezada por el hermano de Napoleón Bonaparte, el Rey José I (apodado Pepe
Botella). La guerra y la revolución estallaron.
Napoleón impuso a España y sus colonias el Estatuto de Bayona, impropiamente
llamado Constitución de Bayona, elaborado sin la participación de representantes
del pueblo español y que solo estuvo en vigor desde julio de 1808 hasta el 19 de
marzo de 1812, al recuperar el trono Fernando VII y dar los primeros pasos para
reunir las Cortes, en medio de la guerra. La Constitución de Cádiz fue, por tanto, la
primera Carta Magna de los centroamericanos que, desde tres siglos atrás, venían
siendo colonos de las Españas (así se llamaba al vasto imperio que además de la
Península Española tenía posesiones en África, Asia, América Septentrional, el
Reino de Guatemala, Cuba, parte de Santo Domingo, Puerto Rico y la América
Meridional, en que figuraban Nueva Granada, Venezuela, Perú, Chile, Provincias del
Río de la Plata y todas las islas adyacentes en el Mar Pacífico y en el Atlántico). Es
entonces cuando se generaliza la apelación a la Constitución histórica española,
rota definitivamente por el absolutismo despótico de Carlos IV. De ella se derivaron
viejos conceptos con nuevos contenidos, como el de soberanía, derechos naturales,
nación española, derecho de la misma a constituir su Gobierno, Monarquía
moderada, Cortes, Constitución, etcétera.
Los escritos sobre el tema —que ya existían— se multiplicaron. Se dijo, por ejemplo,
que “no puede privarse a la nación del derecho que tiene de ser absoluta dueña y
señora de elegir a su voluntad y con el voto general de sus representantes, quien la
haya de mandar […] Y teniendo entonces jurado a su Príncipe Fernando VII, desde
la edad de cinco años, con todas las formalidades de las leyes y constituciones de
España, es la voluntad del pueblo todo, que dicho Príncipe sea su señor Rey”. “En
Castilla ejercía el Rey un Poder Ejecutivo bastante limitado; y el Poder Legislativo
residía en las Cortes. El derecho de imponer contribuciones, de hacer leyes y de
reformar los abusos pertenecía a esta Asamblea”. “En Aragón la forma de gobierno
era monárquica como en Castilla, pero en una y otra el espíritu y los principios de su
constitución eran republicanos. A las cortes o a los estados generales del reino
pertenecía el ejercicio real de la soberanía.”
18
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
En virtud de este juramento establecieron los Estados como un principio
fundamental de la Constitución “que si el Rey violaba sus privilegios y sus derechos,
la nación podía legítimamente deponerle de la soberanía y elegir otro en su lugar”.
Durante la Guerra de Independencia se produjo en España un proceso político sin
precedentes, que aceleró el paso del antiguo régimen al liberalismo. Las abdicaciones
de Fernando VII y Carlos IV a favor de Napoleón y el acatamiento de las órdenes del
nuevo gobierno francés por las instituciones y órganos centrales y periféricos del
Reino —la Junta Suprema de Gobierno del Reino, el Consejo de Castilla, las
Audiencias, las Capitanías Generales, etc., fueron rechazados por buena parte de la
población española. Las provincias serían el marco propicio para acoger el poder
político, por medio de Juntas provinciales alzadas contra el gobierno de José I,
Juntas revolucionarias, en cuanto que se sublevan a las autoridades establecidas,
pero que se constituyeron con el objeto de recuperar la legalidad fundamental, rota
tras las abdicaciones de Bayona.
En general serían los ilustrados, algunos ya con tendencia liberales, los que las
dirigieran, pero a ellas se unirían representantes de todos los estamentos y clases
sociales: nobles, absolutistas e ilustrados, intelectuales, universitarios, burgueses,
autoridades municipales y provinciales, militares, clero y clases populares —estas
últimas de manera muy importante, en un momento en que su voz comenzó a oírse
en la Historia—. Las Juntas generales ejercieron las más típicas prerrogativas de los
soberanos: declaración de guerra a Francia, acuerdos de paz con Gran Bretaña,
imposición de tributos, aprobación y derogación de leyes y formación de ministerios
o comisiones de gobierno y, en fin, estos debates manifestaron en forma clara la
época de transición hacia la declaración de la soberanía nacional formulada en el
Decreto de las Cortes de Cádiz del 24 de septiembre de 1810 en la constitución de
1812.
Cabe anticipar que las provincias del Reino de Guatemala, por ser parte de España
en las condiciones dichas, fueron convocadas a participar en la elaboración de dicha
Constitución de Cádiz. Por Honduras participó José Francisco Morejón, abogado,
que estudió Leyes en la Universidad de San Carlos de Borromeo, en Guatemala,
siendo elegido por los siete electores correspondientes el 22 de junio de 1810. Sus
poderes se aprobaron en la sesión del día 7 de julio de 1811, prestando juramento y
tomando posesión de su cargo cuatro días después. Al no haber realizado las
prácticas exigidas al terminar su carrera de leyes, las Cortes accedieron a una
solicitud suya, declarando que el tiempo de su diputación le servía de compensación
de dichas prácticas que, según los estatutos de la Audiencia de Guatemala, se le
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exigían para concluir sus estudios. Siendo liberal, la mayor parte de su actuación la
dedicó a defender los intereses de su provincia, solicitando que los puertos de
Omoa y Trujillo pasaran a depender de la Intendencia de Comayagua, así como el
establecimiento de un Tribunal de la Minería. Pidió que las rentas pertenecientes a
la silla suprimida en la catedral de Comayagua, relativa a la abolida Inquisición, se
destinaran a la dotación de cátedras de filosofía y derecho canónico y civil,
estableciéndose esta en la capital de dicho obispado. Presentó una comunicación
del Ayuntamiento de Comayagua donde se expresaba que, en medio de la plaza
principal, se había publicado la Constitución. Volvió a ser diputado en las Cortes
Ordinarias de 1813 y, durante su estancia en Cádiz, se alojó en la calle de la Aduana,
barrio del Rosario número 16. Por Costa Rica participó Florencio del Castillo (por la
ciudad de Cartago), quien había sido ordenado sacerdote en 1802, catedrático de
León y examinador sinodal. Fue elegido el día 10 de octubre de 1810 y llegó a Cádiz
el 29 de junio de 1811, sustituyendo a Nicolás Carrillo, quien había renunciado a su
cargo. Se ocupó preferentemente de las cuestiones ultramarinas, a cuya comisión
perteneció, propugnando una mayor igualdad social y política entre España y
América. Fue Secretario de las Cortes, el 24 de octubre de 1812, Vicepresidente el 24
de julio y Presidente el 24 de mayo de 1813; volvió a ser diputado suplente en las
Cortes Ordinarias de 1813.
Antonio José Larrazábal y Arrivillaga fue diputado por la ciudad de Santiago de los
Caballeros, Capitanía General de Guatemala. Era doctor en teología y cánones.
Formó parte de varias comisiones como la de Justicia, Ultramar o Reclamaciones de
Puerto Rico, siendo elegido Presidente de las Cortes el 24 de octubre de 1811. Liberal
moderado, se dedicó más a las grandes cuestiones de fondo, no distinguiendo con
claridad la diferencia entre leyes constituyentes y ordinarias. Presentó siete
proposiciones, basadas en las instrucciones que el Ayuntamiento de Guatemala le
había enviado y participó activamente en los debates sobre el proyecto de
Constitución, defendiendo la tesis realista en cuanto al principio de soberanía,
aunque protestó por lo que consideraba una evidente desigualdad representativa
entre la Península y América. Resultó elegido para formar parte de la diputación
permanente de las Cortes en la sesión del día seis de septiembre de 1813, siendo de
nuevo diputado suplente en las Cortes Ordinarias ese mismo año. Considerado
políticamente peligroso, fue denunciado en siete ocasiones, arrestado el 9 de mayo
de 1814 y condenado a seis años de reclusión y a aprender religión y fidelidad al
Monarca. En 1818 volvió a Cuba, donde continuó su pena en un convento del que
salió con la Revolución Liberal de 1820. A partir de este año se puso al servicio de la
causa independentista, siendo representante de Guatemala en el congreso de
Panamá. En 1830 regresó a Guatemala, donde murió.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Por El Salvador formó parte de las Cortes de Cádiz José Ignacio Ávila. Abogado
elegido diputado por la provincia de San Salvador el 26 de junio de 1810, aunque las
Cortes no aprobarían sus poderes hasta la sesión del día 7 de julio de 1811, con lo cual
juró y tomó posesión de su cargo hasta cuatro días después, permaneciendo en las
Cortes hasta noviembre de 1813, cuando obtuvo licencia para volver a su provincia
por motivos de salud. Perteneció a las comisiones de Honor, Hacienda y Examen de
Memoriales, siendo sustituido en esta última por José Roa, aunque volvió a formar
parte de la misma posteriormente. Destacado por su propuesta de creación de un
obispado en su provincia (más por razones de tipo educativo que propiamente
pastorales) también llamó la atención por ser contrario a la injerencia de los jefes
políticos en los ayuntamientos, lo que hizo que junto a Larrazábal y Florencio del
Castillo presentasen tres proposiciones al respecto. Por Nicaragua, provincia de
Santiago de León, asistió José Antonio López de la Plata. Fue el abogado de la Real
Audiencia de Guatemala y del muy ilustre Colegio de Abogados de la misma. Elegido
el 18 de agosto de 1810, sus poderes fueron aprobados por las cortes en la sesión del
7 de julio de 1811, prestando juramento y tomando posesión de su cargo cuatro días
después. En la sesión del día 28 de julio se le nombró para formar parte de la
Comisión de Justicia para sustituir a Guereña y posteriormente resultó elegido
junto con Manuel Villafae, Manuel Rojas, López Lisperguer y Moragues, para el
Tribunal de las Cortes, tras la dimisión de otros tantos diputados. Perteneció
también a las comisiones de Negocios Ultramarinos y de Honor. Se mostró bastante
crítico con la forma de elegir a los diputados suplentes a los que negaba cualquier
capacidad de auténtica representación, haciendo esto extensible, a veces, incluso a
los diputados propietarios. Vicepresidente de las Cortes, volvió a ser diputado
suplente por la provincia de Santiago de León, Nicaragua, en las Cortes Ordinarias
de 1813.
Andrés Llano Najera fue diputado suplente por la Capitanía General de Guatemala.
Aunque dedicado a los negocios, era Capitán de Navío retirado, y fue elegido en
Cádiz el 20 de septiembre de 1810, jurando su cargo el día 24. Formó parte de la
comisión encargada de examinar la lista de los empleados desde el decreto de la
Regencia del 30 de abril y también de la comisión de Comercio y Marina. También
presentó las instrucciones recibidas de su provincia donde señalaba algunas
observaciones de tipo económico y, sobre todo, un proyecto de única contribución
para constituir las rentas del Estado, así como ciertas reformas de algunas leyes y
establecimientos contrarios al derecho natural. También formó parte de la comisión
de Marina, separada ya de la de Comercio, pero a causa de sus actividades
mercantiles faltó a menudo a las sesiones, aunque eso no impidió que se pensara en
él para formar parte del consejo de Estado. Al ser elegido diputado también su
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hermano Manuel, hizo presente que había llegado a Cádiz el quinto representante
de los seis previstos para aquella provincia y que por tanto, el Congreso debía
disponer la salida de uno de los dos hermanos. En consecuencia, y como resultado
de un sorteo realizado a tal efecto, entre él y su hermano para solventar cuál de los
dos permanecía en las Cortes, Andrés cesó en su cargo el día 12 de noviembre de
1811 y con fecha 22 de abril de 1811 entregó un poder a favor de José Isla, vecino de
la Isla de León, para que administrará las casas que en dicha ciudad poseía.
Antes de que se diera en España la convocatoria para instalar las Cortes de Cádiz a
fin de elaborar la Constitución, a la que asistieron representantes de las provincias
de los reinos de América, ya se habían dado conspiraciones e iniciado guerras por la
Independencia. Tal es el caso en Venezuela, donde se llevó a cabo la conspiración de
Manuel Gual y José María España en 1797; el juramento de Simón Bolívar en el Monte
Sacro de Roma, en 1805, para liberar del dominio español a las colonias americanas;
y la expedición libertadora del generalísimo Francisco de Miranda en 1806 desde
Nueva York. También destacan los sucesos ocurridos en Santa Fe de Bogotá el 20 de
julio de 1810, que significaron el inicio del proceso independentista de la República
de Colombia. Por otra parte, en México, en la mañana del día 16 de septiembre de
1810 se proclamó el Grito de Dolores, que es considerado el punto cronológico con
el que se inicia la Guerra de Independencia de México. Consiste en el llamado que el
cura Miguel Hidalgo y Costilla (en compañía de Ignacio Allende y de Juan Aldama)
hizo a sus parroquianos con el fin de que estos se sublevaran en contra de la
autoridad virreinal de la Nueva España. En Chile ocurrió otro tanto, al establecerse
la primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810. De igual manera
en el Reino de Guatemala el 5 de noviembre de 1811 se dio en San Salvador el primer
grito de Independencia y luego en noviembre y diciembre de ese año se hizo en
León y Granada, Nicaragua. Asimismo, en Honduras, José Francisco Morazán
Quesada y otras personas protestaban en enero de 1812 por la pretensión de
entronizarse en el poder de las autoridades del Ayuntamiento de Tegucigalpa.
Conviene recordar también que la Constitución de Cádiz fue producto de las ideas
de la Ilustración que desde el Renacimiento iluminaban Europa, pero que llegaron
lentamente a España a lo largo del siglo XVIII. La mezcla de las modernas corrientes
europeas y la tradición española ilustrada, fiel a los principios del absolutismo
monárquico, el catolicismo y el escolasticismo, dieron lugar a una particular y lenta
revolución liberal, que también afectó a las pertenencias de las Españas, dentro de
las cuales estaba el Virreinato de Guatemala.
La población gaditana llenó la galería de la sala de las Cortes y dominó a los
reaccionarios cuando la oposición de estos les resultó demasiado injuriosa, con un
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
sistema de intimidación y presiones externas. Sería empero un error suponer que
los reformadores constituían la mayoría de las Cortes. Se dividían estas en tres
partidos: los serviles, los liberales (estas denominaciones se difundieron por toda
Europa partiendo de España) y los americanos. Muy superiores en número, los
diputados serviles se vieron arrastrados por la actividad, el celo y el entusiasmo de
la minoría liberal. Los diputados eclesiásticos, que formaban la mayoría del partido
servil, estaban siempre dispuestos a sacrificar las prerrogativas reales, un poco por
reminiscencias del antagonismo existente entre la Iglesia y el Estado, y en parte
también con objeto de cosechar alguna popularidad para salvar así los privilegios y
abusos de su casta. Durante los debates sobre el sufragio universal, el sistema
unicameralita, la ausencia de cualificación del derecho electoral en función de la
propiedad y el derecho de veto suspensivo, el partido eclesiástico se unió siempre
con la parte más democrática de los liberales contra los partidarios de la Constitución
inglesa.
Según lo manifestado por el historiador guatemalteco Don Lorenzo Montufar en el
primer tomo de su obra Reseña Histórica de Centroamérica, en tiempo del gobierno
español la capital del reino era Guatemala. En ella residía el Capitán General, la Real
Audiencia y el Arzobispo. El círculo político de estos señores no solo se componía de
españoles, sino también de guatemaltecos pertenecientes a las familias que se
llamaban nobles. Los males, por tanto, procedentes de las primeras autoridades no
se atribuían únicamente a los peninsulares, sino a la aristocracia guatemalteca. El
pueblo del Reino de Guatemala estaba reducido a la nulidad más absoluta. No se le
educaba ni se le instruía y era un instrumento ciego de la oligarquía que imperaba
en el palacio de los capitanes generales.
El odio de las provincias, entonces, se marcó contra esa oligarquía, y más tarde, por
equivocaciones y errores, se hizo extensivo a todo lo que fue el Estado de Guatemala.
Este odio era mayor en las provincias limítrofes, por ejercer en ellas una influencia
más directa los consejeros de los gobernantes españoles que se hallaban en la
capital. Hubo un acontecimiento que debió haber sido agente destructor de
envejecidos odios y vetustas preocupaciones: la Independencia. Pero aquel suceso
memorable, si bien dio autonomía a Centroamérica, no pudo darle la unidad y la
confianza que para su prosperidad necesitaba. Son pocos los hombres que tienen la
grandeza del alma y las virtudes cívicas indispensables para prescindir de los
honores y preeminencias que los han rodeado desde la cuna.
La elección de Arce, tan inconstitucional como expresa Marure en el primer libro de
su Bosquejo Histórico, fue el principio de una nueva revolución. Arce era enemigo
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de la ley fundamental y se proponía destruirla. Los nobles se le unieron y se ligó con
ellos. Esta liga produjo grandes temores en los Estados y especialmente en San
Salvador.
La Liga de Arce con la aristocracia lo puso en pugna con el gobierno del Estado de
Guatemala, a cuyo frente se hallaba don Juan Barrundia. Los nobles se propusieron
entonces, apoyados en la autoridad del Presidente, dar golpes de hecho en todos
los Estados que pudieran oponérseles, para tener jefes que pertenecieran a la
escuela aristocrática. Arce se convirtió en dócil instrumento de la aristocracia.
Redujo a prisión al jefe Juan Barrundia. Encendió la tea que produjo el asesinato del
vicejefe don Cirilo Flores y la disolución de la Asamblea y del Consejo. Mandó hacer
nuevas elecciones que por la influencia de las bayonetas favorecieron a la nobleza.
Don Mariano Aycinema fue electo Jefe del Estado de Guatemala. Se dio un decreto
premeditado convocando a elecciones para un nuevo Congreso Nacional y se
maquinaron revoluciones en los otros Estados.
En Honduras mandaba Don Dionisio Herrera, liberal sin tacha, amigo y pariente de
Don José del Valle —cuyas opiniones Herrera respetaba siempre y seguía muchas
veces—. Era preciso derrocarlo, y se emprendió la lucha contra él por medio de las
autoridades eclesiásticas. El Obispo de Honduras había muerto. En sede vacante
mandaba como vicario el canónigo Don Nicolás Irías. Arce, el Arzobispo Casaus e
Irías estaban de acuerdo. El vicario hondureño suscitó a Herrera cuantas dificultades
pudo promover. Le sublevó algunos pueblos y lanzó contra él la excomunión. No
pudiéndosele derribar solo con las intrigas del clero, Arce invadió Honduras por
medio del Coronel Don Justo Milla.
En San Salvador gobernaba don Juan Vicente Villacorta, a quien los nobles lograron
alucinar. Villacorta dio auxilios a Arce para sostener su política, pero muchos
pensadores comprendieron que se hallaban al borde de un abismo. Hicieron ver al
Jefe del Estado los planes de la aristocracia, y la política comenzó a variar. La poca
salud y avanzada edad de Villacorta no le permitían entrar en luchas políticas y se
retiró del mando. El vicejefe Don Mariano Prado ascendió al poder. Arce deplora en
sus memorias este acontecimiento. Tiene razón.
Prado cambió la faz política de su país. Rechazó el decreto de convocatoria y emitió
otro llamando a los diputados y senadores a la vía de Ahuachapán para que formaran
el Congreso y el Senado de la República, disueltos indebidamente por intrigas del
Presidente. Todos los Estados aceptaron este decreto, pero dificultades de hecho
impidieron la reaparición de los cuerpos colegisladores.
24
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
El recuerdo de las dos pasadas invasiones: el golpe de Estado contra el jefe Don
Juan Barrundia; las elecciones hechas en Guatemala bajo la presión de las bayonetas;
el aparecimiento en los primeros puestos del Estado de los aristócratas que dos
veces invadieron El Salvador para establecer la monarquía; el decreto de Arce
desconociendo al Congreso existente y convocando elecciones para reformar la
República de la manera que pluguiera a las clases que habían sido privilegiadas, y las
maquinaciones en los Estados para destruir las autoridades liberales y establecer
otras del escuela aristocrática produjeron en San Salvador una grande excitación.
Se creyó que había llegado la hora de invadir Guatemala para cambiar las autoridades
llamadas intrusas del año ‘26, que todo lo conmovían, y restablecer a las
inconstitucionalmente caldas.
Aycinema comprendió que El Salvador se preparaba para invadirlo y dio un
manifiesto a los pueblos llamándolos a las armas. Este manifiesto en que se hacen
violentas increpaciones a los liberales de todos los Estados aceleró los
acontecimientos. Marcharon 2.000 salvadoreños sobre Guatemala y fueron
derrotados completamente en Arrazola. La aristocracia había triunfado. La victoria
de Arrazola le daba una gran preponderancia en toda la República. Los nobles se
creyeron invulnerables. Ellos pensaron que con solo una orden podían destituir al
Jefe del Estado de Honduras Don Dionisio de Herrera y con un pequeño movimiento
al vicejefe de El Salvador Don Mariano Prado, para verificar una reforma aristocrática
en toda Centroamérica que les hiciera olvidar la pérdida del emperador Iturbide.
El Coronel Milla puso sitio a Comayagua después de haber invadido Honduras bajo
el pretexto de custodiar cantidades de tabaco que existían en Los Llanos, y con el
fin preciso de proteger el partido de Irías y de operar un cambio político. Otras
fuerzas mandadas por los nobles marcharon a invadir por tercera vez El Salvador.
25
El pronunciamiento de Casa Mata destruyó el Imperio mexicano. Centroamérica no
podía ser una Monarquía siendo México una República. Si México no estaba regido
por una testa coronada, la nobleza de Guatemala ningún provecho reportaba de la
anexión porque la República no podía conservarle los honores y preeminencias de
hidalguía a que tanto aspiraba. El Imperio desapareció pero no se borraron las
huellas de sangre.
La asonada de Ariza Torres dio a conocer el estado de los ánimos. Obligó a las
autoridades nacionales residentes en Guatemala a pedir auxilio a San Salvador. Los
salvadoreños entraron a la capital con el disgusto y la zozobra con que se penetra
en un país enemigo. Por todas partes veían, o se figuraban ver, a los invasores de su
patria. Esta situación produjo alarmas que no terminaron sino hasta que la división
salvadoreña evacuó el territorio guatemalteco.
Bajo el poder de estas impresiones fatales se había instalado la Asamblea Nacional
Constituyente. Este alto cuerpo, honra de la patria, se compuso de los hombres más
ilustrados de la República. Allí estaban representadas las cinco secciones
centroamericanas. Entre los diputados de El Salvador se hallaban los doctores
Matías Delgado e Isidro Menéndez, quienes creían, como la mayor parte de los
pueblos que representaban, que los nobles de Guatemala se proponían sojuzgarlos.
Estas ideas se hicieron extensivas a los representantes de otras secciones. Los
diputados guatemaltecos, Don José Francisco Barrundia y Don Antonio Rivera
Cabezas, participaban de los mismos temores.
Tales convicciones contribuyeron poderosamente a la adopción del sistema
federativo, que se consideraba un baluarte contra el poder de la aristocracia
monárquica. Favorecían también el sistema federal los publicistas entonces
conocidos en este país. Montesquieu dice que si una república es pequeña la
destruye una fuerza extranjera, y que si es grande la destruye algún vicio interior;
que los hombres se habrían visto precisados a vivir bajo el gobierno de uno solo si
no hubieran imaginado un modo de Constitución que con todas las ventajas
interiores del gobierno republicano reúne la fuerza exterior del monárquico, tal es
la República Federativa. Tenían los liberales en la historia antigua el ejemplo
luminoso de Grecia, más tarde Holanda y en los tiempos modernos Suiza y los
Estados Unidos. En Centroamérica, el sistema de intendencias y de diputaciones
provinciales independientes entre sí había preparado el país para la organización de
diferentes Estados, y no eran bastante conocidas todavía muchas de las
impugnaciones que se han hecho a los pensamientos políticos del autor de las
Cartas Persianas y del Espíritu de las Leyes. El partido servil con todas sus fuerzas
26
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
combatía la idea de federación, y este combate convencía más a los liberales de que
la aristocracia aspiraba al gobierno unitario para sojuzgar al país con el auxilio del
Metropolitano, de los obispos sufragáneos y de los monjes. Los liberales tuvieron
mayoría, y la constitución federal fue decretada. Un congreso posterior la sancionó
y comenzó a regir como Ley de la República.
La Constitución de Cádiz consta de 384 artículos, distribuidos en 10 títulos, de los
cuales corresponden 140 al Título III “Las Cortes”; 73 a “El Rey”; 67 al Título V “De
los Tribunales y Administración de Justicia”; 29 al Título VI “Del Gobierno Interior de
las Provincias y los Pueblos”; 18 al Título VII “De las Contribuciones”; 13 al Título II
“Del Territorio de las Españas, su Realización y su Gobierno y los Ciudadanos
Españoles”; 13 al Título X “De la Observancia de la Constitución y Modo de Proceder
para hacer Variaciones de ella”; 10 al Título VIII “De la Fuerza Militar Nacional”; 7 al
Título I “De la Nación Española y de los Españoles”; y 6 al Título IX “De la Instrucción
Pública”.
Un año antes de la aprobación de la Constitución de Cádiz, en 1811, el arzobispo
Ramón Casaus y Torres, español tan erudito como intrigante, arribó a la diócesis de
Guatemala y se ligó a la aristocracia, y todas sus pastorales, edictos y sermones
tendían a sostener los fueros de la nobleza. Al año siguiente de entrar en vigencia la
Constitución de Cádiz se produjo la conspiración en el Convento de Belén en
Guatemala. Luego, en 1814, se recibió en Comayagua el Manifiesto de Fernando VII
fechado en Valencia, lamentando que durante su permanencia en Bayona, Francia,
haya habido alborotos en algunas provincias de América. Efectivamente, en lo que
respecta al Reino de Guatemala, de nuevo varias personas encabezadas por los
sacerdotes José Matías Delgado, Nicolás Aguilar, Vicente Aguilar y Mariano Antonio
de León, así como Manuel José Arce y Juan Arazmendi, se levantaron en armas en
Mejicanos, en la Provincia de San Salvador. Todos ellos fueron encarcelados. Ese
año también se fundó la Casa de la enseñanza de Santo Tomás en Costa Rica, lo
mismo que una escuela de primeras letras en Danlí, provincia de Honduras. Además,
nació en Guatemala José Rafael Carrera Turcios (que más tarde sería implacable
enemigo número uno de las ideas de Morazán) y murió el eminente costarricense
José Antonio Liendo y Goicoechea, maestro de José Cecilio del Valle en la Universidad
de San Carlos de Borromeo, en Guatemala.
La Constitución de Cádiz estuvo vigente hasta el 18 de mayo de 1814, en que el
mismo Rey Fernando VII la derogó, señal inequívoca de que le interesaba más
conservar el absolutismo que siempre había existido antes de la Constitución de
Cádiz y no seguir compartiendo el poder con nadie.
27
El período 1815-1820 se desenvolvió en base a la división de las dos provincias: una,
la de Guatemala —que comprendía también El Salvador y Honduras—, y la segunda,
la de Nicaragua y Costa rica. Se produjo el traslado de Comayagua a Tegucigalpa
(legajos 496 y 497 de 1817 del Archivo de la Audiencia de Guatemala).
En 1820, como consecuencia del restablecimiento de la Constitución de 1812, resucitó
la provincia de Nicaragua y Costa Rica, cuya diputación provincial se creó el 25 de
octubre de ese año bajo la presidencia del Jefe Político Superior Miguel Gonzáles
Saravia y Colarte. El 13 de diciembre de 1820 la diputación dividió el territorio
provincial en siete partidos: Costa Rica, El Realejo, Granada, León, Nicaragua (Rivas),
Nicoya y Nueva Segovia.
Puede señalarse, pues, que la influencia que tal Carta Magna tuvo en la Independencia
de Centroamérica fue durante el breve período de 1812-1814 y durante el 1 de enero
de 1820 al 14 de septiembre de 1821.
El círculo aristocrático de Guatemala carecía de cívicas virtudes. Había perdido
muchas de sus prerrogativas con la Constitución de 1812 y con los decretos de las
Cortes de Cádiz. El golpe que en 1814 dio Fernando VII anulando la Constitución,
prendiendo a los diputados liberales, disolviendo las Cortes y restableciendo la
Inquisición y la Compañía llamada de Jesús fue celebrado con entusiasmo por la
aristocracia de Guatemala.
El 1 de enero de 1820 Riego, a la cabeza de un ejército que en las inmediaciones de
Cádiz se había formado para combatir la Independencia americana, dio el grito de
libertad, secundado por Quiroga, Arco-Agüero, López Baños, O’Daly, La Bisbal y
otros; y Fernando VII juró la Constitución de 1812 y convocó las Cortes. La aristocracia
de Guatemala sufrió un segundo golpe. No calculaban entonces que 100.000
franceses a las órdenes del Duque de Angulema restablecerían el poder absoluto de
Fernando VII, ni que una elevada horca haría expiar a Riego su amor a la libertad.
Los nobles fueron vencidos en las elecciones de diputados a Cortes y demás
funcionarios que creaba la Constitución, porque el partido que combatía la nobleza
contaba en su apoyo con las autoridades españolas y había tenido habilidad para
ganarse al pueblo. Todo esto hizo a muchos aristócratas decidirse a trabajar con
ahínco por la Independencia.
A continuación analizo si la Constitución de Cádiz influyó o no en la Independencia
y posterior desarrollo de Centroamérica. Primeramente hay que señalar que la
Constitución de 1812 presuponía que se iba a mantener la unidad administrativa de
los territorios del antiguo Reino de Guatemala bajo la autoridad de un Jefe político
28
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Superior y una Diputación Provincial. Sin embargo, a propuesta de los diputados de
Nicaragua y Costa Rica, las Cortes de Cádiz decidieron, mediante una ley de 23 de
mayo de 1812, segregar de Guatemala los territorios de la intendencia de León y de
la Provincia de Costa Rica y reunirlos en una nueva circunscripción, la Provincia de
Nicaragua y Costa Rica.
La Provincia de Nicaragua y Costa Rica, como las demás de la Monarquía, contaba
con un Jefe Político Superior de nombramiento real y una Diputación Provincial de
siete miembros, elegida popularmente. Ambos tenían su sede en la ciudad de León
(Nicaragua). La Provincia era política y administrativamente independiente de
Guatemala y estaba subordinada directamente al gobierno de Madrid, aunque en lo
militar y hacendario siguió estando subordinada a la Capitanía General y
Superintendencia de Guatemala, y en lo judicial a la Audiencia Territorial ubicada en
la ciudad de Guatemala.
Esta primera Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica se creó el 21 de
noviembre de 1813 bajo la presidencia del Jefe Político Superior Juan Bautista Gual
y Curvelo. En abril de 1814, de conformidad con lo dispuesto en una ley de Cortes de
23 de junio de 1813, la Diputación Provincial procedió a dividir el territorio de la
Provincia en Partidos, uno de los cuales fue el Partido de Costa Rica, y recomendó
el nombramiento de un Jefe Político Subalterno con sede en su capital, la ciudad de
Cartago. Este plan no se materializó, porque casi enseguida se tuvo noticias de la
restauración del absolutismo efectuada por el Rey Fernando VII y de la declaratoria
de nulidad de todo lo actuado por las Cortes.
En 1821, en vísperas de la independencia, se crearon tres provincias más, Chiapas, El
Salvador y Honduras, segregadas de la Provincia de Guatemala. Para ver la influencia
o no de la Constitución de Cádiz en la Independencia de Centroamérica, ahora
comparo algunos artículos de la misma con los de la Constitución Federal de Centro
América, que entró en vigor el 22 de noviembre de 1824, o sea, 12 años después.
Esta Constitución está basada en la de los Estados Unidos de América, en base al
Proyecto presentado por el prócer guatemalteco José Francisco Barrundia. El
cambio radical que presenta la Constitución de Cádiz respecto a las normas del
antiguo régimen español es darle a las Cortes el papel preponderante —más que el
del Rey— como corolario de las protestas y Guerra de Independencia a consecuencia
del progreso de las ideas de la Ilustración. Por ejemplo, dicha Constitución según el
Artículo 122 prescribe que “en la sala de las Cortes entrará el Rey sin guardia, y sólo
le acompañarán las personas que determine el ceremonial para el recibimiento y
despedida del Rey, que se prescriba en el reglamento del gobierno interior de las
29
Cortes”; y en el Artículo 124 se establece que “las Cortes no podrán deliberar en la
presencia del Rey”. Además de ser el órgano legislativo, “las cortes son a reunión de
todos los diputados que representan a la Nación nombrados por los ciudadanos”, a
aquellas compete en nombramiento de la Regencia del Rey (integrada por la Reina
Madre, si la hubiere, dos diputados de la diputación permanente de las Cortes, los
más antiguos por orden de su elección en la diputación, y dos consejeros del Consejo
de Estado, los más antiguos, a saber: el decano y el que le siga, si no hubiera Reina
Madre entrará en la Regencia en Consejero de Estado tercero en antigüedad). La
importancia de las Cortes de Cádiz queda evidenciada en el Título III de la
Constitución —el más grande de todos— que contiene 140 artículos (del 27 al 167),
referentes a 1) Modo de formarse las Cortes, 2) Nombramiento de diputados en
Cortes, 3) Juntas electorales de Parroquia, 4) Juntas electorales de Partido, 5)
Juntas electorales de Provincia, 6) Celebración de las Cortes, 7) Facultades de las
Cortes, 8) Formación de las leyes y de la sanción real, 9) Promulgación de las leyes,
10) Diputación permanente de Cortes, y 11) De las Cortes extraordinarias.
Según el Artículo 15 “la potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey”.
El número de diputados se establece de acuerdo al Artículo 31, “por cada setenta
mil almas de la población, compuesta como queda dicho en el Artículo 29, habrá un
diputado de Cortes”. La Corte solo podía ser integrada por diputados que tuvieren
bienes, según el Artículo 92 que establece que “para ser elegido diputado de Cortes,
debe tener una renta anual proporcionada, procedente de bienes propios”.
Estos diputados eran electos por un procedimiento minucioso sucesivo, o sea las
Juntas electorales de Parroquia (se nombrará por cada doscientos vecinos un
elector parroquial), las Juntas electorales de Partido y las Juntas electorales de
Provincia.
En todo el proceso de nombramiento puede advertirse la participación destacada
de los sacerdotes seculares. Por ejemplo, según el Artículo 75, “para ser elector de
partido se requiere ser ciudadano que se halle en el ejercicio de sus derechos, mayor
de veinticinco años, y vecino y residente en el partido, ya sea del estado seglar o del
eclesiástico secular, pudiendo recaer la elección en los ciudadanos que componen la
Junta, o en los de fuera de ella”. Por otro lado, el Artículo 91 dice “para ser diputado
de Cortes se requiere ser ciudadano que esté en el ejercicio de sus derechos, mayor
de veinticinco años y que haya nacido en la provincia o esté avecindado en ella, con
residencia a lo menos de siete años, bien sea del estado seglar o del eclesiástico
secular, pudiendo recaer la elección en los ciudadanos que componen la Junta, o en
los de fuera de ella”.
30
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Por su parte, el Artículo 35 prescribe que “las Juntas electorales de parroquia se
compondrán de todos los ciudadanos avecindados y residentes en el territorio de la
parroquia respectiva, entre los que se comprenden los eclesiásticos seculares”.
Asimismo, en el Artículo 46 se prescribe que “las Juntas de la parroquia serán
presididas por el Jefe político, o el Alcalde de la ciudad, villa o aldea en que se
congregaren, con asistencia del cura párroco para mayor solemnidad del acto”. Por
otro lado, el Artículo 47 establece que “llegada la hora de la reunión, que se hará en
las casas consistoriales o en el lugar donde lo tengan de costumbre, hallándose
juntos los ciudadanos que hayan concurrido, pasarán a la parroquia con su
Presidente, y en ella se celebrará una misa solemne de Espíritu Santo por el cura
párroco, quién hará un discurso correspondiente a las circunstancias”. Más adelante,
el Artículo 58 establece que “los ciudadanos que han compuesto la Junta se
trasladarán a la parroquia, donde se cantará un solemne ‘Te Deum’, llevando al
elector o electores entre el Presidente, los escrutadores y el Secretario”. El Artículo
71 señala que “concluido este acto, pasarán los electores parroquiales con su
Presidente a la Iglesia mayor, en donde se cantará una misa solemne de Espíritu
Santo por el eclesiástico de mayor dignidad, el que hará un discurso propio de las
circunstancias”. El Artículo 86 prescribe que “en seguida se dirigirán los electores
de partido con su Presidente a la Catedral o Iglesia mayor, en donde se cantará una
misma solemne de Espíritu Santo, y el obispo, o en su defecto el eclesiástico de
mayor dignidad, hará un discurso propio de las circunstancias”.
Unas buenas disposiciones de la Constitución de Cádiz, que ojalá fueran emuladas
por los funcionarios públicos actuales y futuros, es lo relativo a que los empleados
del Gobierno no podían ser electos diputados. El Artículo 95, por ejemplo, establece
que “los Secretarios del Despacho, los Consejeros del Estado y los que sirven
empleos de la Casa Real no podrán ser elegidos Diputados de Cortes”. Asimismo, el
Artículo 96 prescribe que “tampoco podrá ser elegido Diputado de Cortes ningún
extranjero, aunque haya obtenido de las Cortes carta de ciudadano”, y el Artículo
97 dice que “ningún empleado público nombrado por el Gobierno, podrá ser elegido
Diputado de Cortes por la provincia en que ejerce su cargo”.
En el Título III “De las Cortes”, que vengo comentando, se establece en el Artículo
157 que “antes de separarse las Cortes nombrarán una Diputación que se llamará
Diputación Permanente de Cortes, compuesta de siete individuos en su seno, tres
de las provincias de Europa y tres de las de Ultramar, y el séptimo saldrá por suerte
entre un Diputado de Europa y otro de Ultramar”. Como antes dije, por parte del
Reino de Guatemala Antonio Larrazábal y Arrivillaga fue miembro de la Diputación
Permanente de las Cortes, nombrado en la sesión del 6 de septiembre de 1813. En el
31
artículo 158 se establece que “al mismo tiempo nombrarán las Cortes dos suplentes
para esta Diputación, uno de Europa y uno de Ultramar”.
La primera diferencia destacada entre las Constituciones de Cádiz y la Federal de
Centroamérica es la forma de gobierno, ya que según el Artículo 14 de la Constitución
de Cádiz, “el Gobierno de la Nación Española es una monarquía moderada
hereditaria”. Sin embargo, Centroamérica, según el Artículo 9 de su Constitución,
lejos de adoptar un gobierno monárquico igual estableció el de una República que
se denomina Federación de Centroamérica.
La Constitución en esta Monarquía le dedica al papel del Rey 73 artículos, que tratan
sobre: 1) La inviolabilidad del Rey y de su autoridad (Art. 168. “La persona del Rey
se sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad”. Art. 169. “El Rey tendrá
el tratamiento de Majestad Católica”). 2) De la menor edad del Rey y de la regencia.
3) De la familia real y del reconocimiento del príncipe de Asturias. 4) De la dotación
de la Familia Real. 5) De los Secretarios de Estado y del Despacho. 6) Del Consejo del
Estado.
Según la Constitución de Cádiz (Artículo 170), “la potestad de hacer ejecutar las
leyes reside exclusivamente en el Rey”, aunque según el Artículo 142 tiene derecho
a veto, por dos veces consecutivas.
En el caso de Centroamérica, la ejecución corresponde al Presidente de la República
y a los Jefes de los estados (las leyes propias de estos). También compete al Rey
(obligación Décima Quinta) “conceder el pase, o retener los decretos conciliares y
bulas pontificias con el consentimiento de las Cortes”.
Hay que anotar, sin embargo, que la Constitución de Cádiz —adaptándose a las
ideas de la Ilustración— impone varias restricciones (12) a la autoridad del Rey
(Artículo 172), lo cual nos permite indicar que esto señala una diferencia fundamental
con lo que se establecía en las leyes del antiguo régimen monárquico español en
que el poder del Rey era absoluto. Entre otras, tales restricciones son dignas de
notar: 1) No puede el Rey impedir la celebración de las Cortes en las épocas y casos
señalados por la Constitución, ni suspenderlas, ni disolverlas, ni en manera alguna
embarazar sus sesiones y deliberaciones; 8) No puede el Rey imponer por sí, directa
o indirectamente, contribuciones, o hacer pedidos bajo cualquier nombre o para
cualquier objeto que sea, sino siempre que lo han de decretar las Cortes; 10) No
puede el Rey tomar la propiedad de ningún particular ni corporación, ni turbarle en
la posesión, uso y aprovechamiento de ella.
32
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
En cuanto a la Constitución Federal, se dice en el Artículo 6 “la Federación se
compone actualmente de cinco Estados que son: Costa Rica, Nicaragua, Honduras,
El Salvador y Guatemala” y que “la Provincia de Chiapas se tendrá por Estado de la
Federación cuando libremente se una”. En el Artículo 7 se prescribe que “la
demarcación del territorio de los Estados se hará por una ley constitucional con
presencia de los datos necesarios”.
Respecto a la religión, sí hay una total y categórica coincidencia, resultado de la
preponderancia que siempre han tenido los religiosos católicos en ambas naciones,
ya que el Preámbulo de la Constitución de Cádiz dice: “En el nombre de Dios
Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Autor y supremo Legislador de la
Sociedad” y el Artículo 12 señala que “la religión de la Nación Española es y será
siempre la católica, apostólica y romana, única y verdadera. La Nación la protege
por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”. El juramento de
los diputados de las Cortes (Artículo 117): “Se hará por todos los diputados, poniendo
la mano sobre los Santos Evangelios, el Juramento siguiente, ‘¿Juráis defender y
conservar la religión católica, apostólica, romana, sin admitir otra alguna en el
Reino?”.
El juramento que hace el Rey, cuando toma posesión del trono (Artículo 173) dice: “y
si fuese menor cuando entre a gobernar el Reino, prestará juramento antes las
Cortes bajo la fórmula siguiente, ‘…por la gracia de Dios y la Constitución de la
Monarquía española, Rey de las Españas; juro por Dios y por los Santos Evangelios
que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica, romana, sin permitir
otra alguna en el Reino”. Igual juramento hará la Regencia del Rey. Además, como
ya dije antes, en varios artículos que tratan de la escogencia de los diputados a las
Cortes (47, 71, 86) se establece la obligación de los electores de asistir a misa solemne
del Espíritu Santo.
En cuanto a Centroamérica, tanto el Acta de Independencia del 15 de septiembre de
1821 como la Constitución Federal se expresan respecto a la religión católica en
similar forma: Acta de Independencia “10. Que la religión católica, que hemos
profesado en los siglos anteriores y profesaremos en los sucesivos, se conserve
pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de la religiosidad que ha distinguido
siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares,
y protegiéndoles en sus personas y propiedades. 11. Que se pase oficio a los dignos
prelados de las comunidades religiosas, para que cooperando a la paz y sosiego,
que es la primera necesidad de los pueblos, cuando pasan de un gobierno a otro,
dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que
33
estando unidos en el sentimiento general de la independencia deben estarlo
también en todos los demás, sofocando pasiones individuales que dividen los
ánimos y producen funestas consecuencias”. Y la Constitución Federal en su
Preámbulo comienza diciendo “en el nombre del ser Supremo, Autor de sociedades
y Legislador del universo”. Luego, en el Artículo 11, se establece “su religión es la
católica, apostólica romana, con exclusión del ejercicio público de cualquiera otra”.
La Constitución de Cádiz (Artículo 2) dice que “la Nación española es libre e
independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”. En
el caso de la constitución federal se establece (Artículo 10) que “cada uno de los
Estados que la componen es libre e independiente en su gobierno y administración
interior; y les corresponde todo el poder que por la Constitución no estuviere
conferido a las autoridades federales”. Es del caso advertir que este es uno de los
artículos que más problemas trajo a la Presidencia de Centroamérica y fue motivo
de muchos años de lucha armada.
Uno de los objetos de ambas constituciones es lograr el bien y la felicidad de la
población. La de Cádiz en su Preámbulo expresa, entre otras cosas que “podrán
llenar debidamente el grande objeto de promover la gloria, la prosperidad y el bien
de toda la Nación”; y en su Artículo 13 prescribe “el objeto del Gobierno es la
felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el
bienestar de los individuos que la componen”, por su lado, el Preámbulo de la
Constitución Federal dice que se decreta tal Carta Fundamental “para promover su
felicidad”.
En cuanto al concepto de soberanía, la Constitución de Cádiz establece en el Artículo
3 que “la soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a
ésta exclusivamente el derecho a establecer sus leyes fundamentales”. Por su
parte, la Constitución Federal de Centroamérica, en su Artículo 1 sostiene que “el
pueblo de la República federal de Centroamérica es soberano e independiente” y el
Artículo 2 prescribe que “es esencial al soberano y su primer objeto la conservación
de la libertad, igualdad, seguridad y propiedad”.
En cuanto a la aplicación de la Justicia, la Constitución de Cádiz estableció que se
haría por el Tribunal Supremo de Justicia; y la Constitución federal de Centroamérica
por la Suprema Corte de Justicia, la que sería electa por el pueblo.
34
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
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ellas para el mismo efecto al Gobierno y disponer de su publicación por medio de la
imprenta.
Art. 262. Todas las causas civiles y criminales se fenecerán dentro del territorio de
cada Audiencia.
Art. 263. Pertenecerá a las Audiencias conocer de todas las causas civiles de los
Juzgados inferiores de su demarcación en segunda y tercer instancia, y lo mismo de
las criminales, según lo determinen las leyes; y también de las causas de suspensión
y separación de los Jueces inferiores de su territorio en el modo que prevengan las
leyes, dando cuenta al Rey.
Art. 264. Los Magistrados que hubieren fallado en la segunda instancia no podrán
asistir a la vista del mismo pleito en la tercera.
Art. 265. Les pertenecerá también a las Audiencias conocer de las competencias
entre todos los Jueces subalternos de su territorio.
Art. 266. Les pertenecerá asimismo conocer de los recursos de fuerza que se
introduzcan, de los Tribunales y Autoridades eclesiásticas de su territorio.
Art. 267. Les corresponderá también recibir de todos los Jueces subalternos de su
territorio avisos puntuales de las causas que se formen por delitos, y listas de las
causas civiles y criminales pendientes en su juzgado, con expresión del estado de
unas y otras, a fin de promover la más pronta administración de justicia.
Art. 268. A las Audiencias de Ultramar les corresponderá además el conocer de los
recursos de nulidad, debiendo éstos interponerse en aquellas Audiencias que
tengan suficiente número para la formación de tres Salas, en la que no haya
conocido la causa en ninguna instancia. En las Audiencias que no consten de este
número de Ministros, se interpondrán estos recursos de una a otra de las
comprendidas en el distrito de una misma gobernación superior; y en el caso de que
en éste no hubiere más que una Audiencia, irán a la más inmediata de otro distrito.
Art. 269. Declarada la nulidad, la Audiencia que ha conocido de ella dará cuenta, con
testimonio que contenga los insertos convenientes, al Supremo Tribunal de Justicia,
para hacer efectiva la responsabilidad de que trata el artículo 254.
Art. 270. Las Audiencias remitirán cada año al Supremo Tribunal de Justicia listas
exactas de las causas civiles, y cada seis meses de las criminales, así fenecidas como
pendientes, con expresión del estado que éstas tengan, incluyendo las que hayan
recibido de los Juzgados inferiores.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Art. 271. Se determinará por leyes y reglamentos especiales el número de los
Magistrados de las Audiencias, que no podrán ser menos de siete; la forma de estos
Tribunales, y el lugar de su residencia.
Art. 272. Cuando llegue el caso de hacerse la conveniente división del territorio
español, indicada en el artículo 11, se determinará con respecto a ella el número de
Audiencias que ha de establecerse y se les señalará territorio.
Art. 273. Se establecerán partidos proporcionalmente iguales, y en cada cabeza de
partido habrá un Juez de letras con un juzgado correspondiente.
Art. 274. Las facultades de estos Jueces se limitarán precisamente a lo contencioso,
y las leyes determinarán las que han de pertenecerles en la capital y pueblos de su
partido, como también hasta de qué cantidad podrán conocer en los negocios
civiles sin apelación.
Art. 275. En todos los pueblos se establecerán Alcaldes, y las leyes determinarán la
extensión de sus facultades, así en lo contencioso como en lo económico.
Art. 276. Todos los Jueces de los Tribunales inferiores deberán dar cuenta, a más
tardar dentro de tercero día, a su respectiva Audiencia, de las causas que se formen
por delitos cometidos en su territorio, y después continuarán dando cuenta de su
estado en las épocas que la Audiencia les prescriba.
Art. 277. Deberán asimismo remitir a la Audiencia respectiva las listas generales
cada seis meses de las causas civiles, y cada tres de las criminales, que pendieren en
sus Juzgados, con expresión de su estado.
Art. 278. Las leyes decidirán si ha de haber Tribunales especiales para conocer de
determinados negocios.
Art. 279. Los Magistrados y Jueces, al tomar posesión de sus plazas, jurarán guardar
la Constitución, ser fieles al Rey, observar las leyes y administrar imparcialmente la
justicia.
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Art. 134. En falta de algún individuo de la Suprema Corte hará sus veces uno de tres
suplentes que tendrán las mismas calidades y serán elegidos por el Pueblo después
del nombramiento de los propietarios.
Art.135. La Suprema Corte designará en su caso el suplente que deba concurrir.
Art. 136. Conocerá en última instancia con las limitaciones y arreglo que hiciere el
Congreso en los casos emanados de la Constitución, de las leyes generales, de los
Tratados hechos por la República, de jurisdicción marítima y de competencia sobre
jurisdicción en controversias de ciudadanos o habitantes de diferentes Estados.
Art. 137. En los casos de contienda en que sea parte toda la República uno o más
Estados con alguno o algunos otros o con extranjeros o habitantes de la República
la Corte Suprema de Justicia hará nombren árbitros para la Primera Instancia,
conocerá en la Segunda y la sentencia que diere será llevada en revista al Senado
caso de no conformarse las partes con el primero y segundo juicio y de haber lugar
a ella según la ley.
Art. 138. Conocerá originariamente con arreglo a las leyes en las causas civiles de los
Ministros Diplomáticos y Cónsules y en las criminales de todos los funcionarios en
que declara el Senado según el artículo 103 haber lugar a la formación de causa.
Art. 139. Propondrá ternas al Poder Ejecutivo para que nombre los Jueces que
deben componer los Tribunales inferiores de que habla el artículo 69 número 25.
Art. 140. Velará sobre la conducta de los Jueces inferiores de la Federación y cuidará
de que administren pronta y cumplidamente la justicia.
Respecto a la educación, la Corte de Cádiz establece en el Artículo 366 que “en
todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en
las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión
católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles.
El mismo tema en la Constitución Federal apenas es tratado en la atribución 14 del
Poder legislativo, que literalmente dice “14) Dirigir la educación, estableciendo los
principios generales más conformes al sistema popular y al progreso de las artes
útiles y de las ciencias; y asegurar a los inventores por el tiempo que se considere
justo el derecho exclusivo en sus descubrimientos”. Luego se prescribe “corresponde
a las primeras legislaturas 4) Elegir los establecimientos, corporaciones y tribunales
que se considere convenientes para el mejor orden y justicia, economía, instrucción
pública, y en todos los ramos de la administración”.
Artículo 371. Todos los españoles tienen la libertad de escribir, imprimir y publicar
sus ideas políticas.
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
económico y social vigente. Es muy expresivo el término utilizado por Richard Herr
para referirse a las precauciones tomadas para evitar la penetración de propaganda
revolucionaria francesa: el “pánico de Floridablanca”, matizado por Aranda.
Por el momento, la legalidad fundamental del Antiguo Régimen defendida por el
reformismo ilustrado se consigue mantener. Así, en el significativo año 1789, se
celebraron Cortes, tras veintinueve años de ausencia, bajo la dirección y presidencia
de Campomanes. Unas Cortes Tradicionales, en su composición (apoderados de las
ciudades con derecho de voto, incluidas las de la Corona de Aragón tras la unificación
político-administrativa del Reino) y en sus competencias: jurar al príncipe heredero,
Fernando, y tratar otros asuntos de trascendencia. Entre ellos destacan dos que
manifiestan el ideal ilustrado de recuperar la legalidad fundamental y reformarla en
lo conveniente: por un lado, la restauración del orden sucesorio de la Monarquía
castellana, fijado en Partidas (2, 15, 2), que había sido modificado por Felipe V; y, por
otro, la limitación de la vinculación de tierras, para el desarrollo económico y
también social y político del Reino. No obstante esta normalidad, con lo que se
retaba de algún modo al peligro de la radicalización de las asambleas representativas
del Antiguo Régimen, los revolucionarios franceses pretendieron convertir a
Campomanes en intrépide défenseur du Tiers-État (…) dans l’Assamblée des Cortes.
Es significativo que la nueva norma sobre la sucesión de la Corona permaneciera
secreta y no se promulgara hasta 1830.
El ambiente de prevención se notará claramente años después, cuando la llamada
Novísima recopilación de las Leyes de España, aprobada en 1805, suprima de su
articulado la defendida ley fundamental que establecía el deber del Rey de convocar
las Cortes para imponer nuevas contribuciones y tratar los “Hechos grandes y
arduos”. Esta obra, que pretendía compilar la dispersa normativa del Reino, fue
muy criticada por los que, desde hacía tiempo, venían clamando por el conocimiento
y sistematización del Derecho patrio, mediante un nuevo método racional, el de la
codificación, que había comenzado a difundirse por Europa. La última década del
siglo XVIII será especialmente conflictiva. El cambio generacional de ministros
traerá a nuevos protagonistas de los cambios, como Godoy, Jovellanos, Urquijo,
Gardoqui, Saavedra, Soler, etc. Su política se verá enmarcada, irremediablemente,
en una continua crisis, sobre todo económica, pero que derivará en social y,
finalmente, en política. Las guerras se suceden, primero contra Francia (1793-1795)
y luego contra Portugal (1801) y Gran Bretaña (1796-1802 y 1805-1808), y dejan a la
Corona sumida en una profunda crisis fiscal que no conseguirá superar. Las reformas
ilustradas tomarán entonces cuerpo en una serie de medidas que pudieron
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entenderse como un ataque a la sociedad estamental, afectando principalmente a
los eclesiásticos y, que, además, serán muy impopulares.
De forma muy significativa, diremos que la clase noble fue la menos perjudicada. Se
vio privada de algunas exenciones fiscales propias de su estado, con nuevos
impuestos como el extraordinario de los frutos civiles, el que gravaba en un 15% la
constitución de mayorazgos, la nueva contribución de herencias y legados en las
sucesiones transversales, y el valimiento de oficios enajenados. Además, hizo frente
a diversos préstamos y donativos voluntarios y forzosos, aunque los primeros con
intereses, premios y loterías. Por su parte, el cumplimiento del ideal ilustrado
mediante la facultad otorgada de enajenar libremente los mayorazgos pudo
contrariar a una parte de la nobleza, pero las medidas establecidas le beneficiaban:
imposición del caudal de la venta a favor de la Real Hacienda, con la reducción de
una octava parte, a cambio de intereses del 3% sobre el total; facultad para vender
bienes de mayorazgos con el fin de redimir censos y cargas afectas a otros de la
misma fundación; facilidades para adquirir con el capital de la venta de bienes y
raíces de la Iglesia; libertad de arrendamientos en estos últimos; y posibilidad de
comprar los mismos mayorazgos de los que eran poseedores para adquirirlos en
plena propiedad.
El clero, ya en alerta contra los ilustrados por los intentos de limitar el poder político,
social y económico de la Iglesia, sufrió gravámenes sobre sus rentas, derechos y
bienes (vacantes de dignidades, prebendas y beneficios eclesiásticos, diezmos
exentos, noveno extraordinario, bienes donados por la Corona, señoríos, etc.),
nuevos impuestos, como los subsidios extraordinarios eclesiásticos, y varios
préstamos y donativos. En cuanto a sus preciados bienes raíces, si bien no se
llegaron a prohibir nuevas adquisiciones, se impuso una contribución del 15% de su
valor. Pero, sobre todo, la crisis fiscal, con la multiplicación de empréstitos y vales
reales, va a dar lugar a la ejecución de la primera política desamortizadora
eclesiástica. Esta se dirigió en principio contra las tierras de los establecimientos de
piedad y beneficencia, que solía poseer y administrar la Iglesia, pero que se
consideraron de naturaleza pública: fincas de las cofradías, memorias, obras pías y
patronatos de legos, hospitales, hospicios, casas de misericordia, de reclusión y de
expósitos. Luego se extendió a todos los bienes raíces de todo cuerpo o persona
eclesiástica hasta la cantidad anual de 200,000 ducados de oro de Cámara, medida
que fue sustituida por la secularización y enajenación en pública subasta de la
séptima parte de los mismos.
Por fin, las clases populares, a pesar de la insistencia del Rey en no crear nuevas
contribuciones directas, verán aumentadas sus cargas económicas. A la reciente
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
revisión de los encabezamientos por rentas reales se unen nuevos servicios
extraordinarios. A ello debe añadirse el aumento del precio de productos como la
sal, el tabaco, el papel sellado, el aguardiente, el vino, los productos agrícolas, etc.
También se ven perjudicados los fondos municipales más importantes, como eran
los propios arbitrios, y los pósitos. El pueblo, que, a pesar de apoyar medidas
contrarias al poder territorial y económico de las clases privilegiadas, no había
permanecido sumiso frente a algunas de las reformas ilustradas fiscales y agrarias,
como puso de manifiesto el motín de Esquilache (1766), se manifestará en épocas
de crisis agrarias y se mostrará desde un primer momento contrario a medidas, ya
liberales, como la que derogaba la normativa de protección de colonos en beneficio
de los compradores de tierras desamortizadas, nuevos propietarios que adelantan
la revolución burguesa.
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Algunas de dichas Juntas partieron de instituciones tradicionales o apelaron a las
mismas: Cortes de Reino, Juntas Generales provinciales, Ayuntamientos, etc. Y
todas asumieron el poder para garantizárselo a su titular legítimo: Fernando VII. En
efecto, dichas Juntas llevaron a la práctica la teoría difundida por la segunda
escolástica española de la traslatio imperii, según la cual la soberanía era otorgada
por Dios al pueblo de forma inmediata y este la transmitía al Monarca, que la obtenía
así de forma mediata. Pero a ella se unían entonces las nuevas doctrinas del estado
de naturaleza y el pacto social desarrolladas por el iusnaturalismo racionalista y los
ideólogos de la Revolución Francesa, que llevaban a la soberanía nacional e incluso
popular.
La asunción de una u otra teoría no tenía trascendencia práctica inmediata, pero
era fundamental para los acontecimientos futuros. O el pueblo, titular originario de
la soberanía, transmitía al Rey sólo el ejercicio y se reservaba la titularidad, o le
transmitía su titularidad y su ejercicio. Los que optaban por la traslación de la
titularidad y el ejercicio se decantaban por la doctrina escolástica, aunque daban un
paso más pues ésta no distinguía claramente entre titularidad y ejercicio de la
soberanía. Ello permitía el levantamiento sin acudir a tesis revolucionarias, porque,
en todo caso, en situaciones extraordinarias, como era el abandono del trono en
manos extranjeras, el pueblo recuperaba temporalmente la soberanía cedida. Los
partidarios de considerar que la soberanía reside siempre en el pueblo, que en el
pacto originario de la sociedad sólo traspasó el ejercicio, podrían acercarse a la
teoría de la soberanía nacional, aunque también a la de la soberanía compartida. En
todo caso, a través de la aplicación de una u otra teoría, de hecho, las Juntas
ejercieron las más típicas prerrogativas de los soberanos: declaración de guerra a
Francia, acuerdo de paz con Gran Bretaña, imposición de tributos, aprobación y
derogación de leyes y formación de ministerios o comisiones de gobierno. Y, en fin,
estos debates manifiestan de forma clara la época de transición hacia la declaración
de la soberanía nacional formulada en el Decreto de las Cortes de Cádiz de 24 de
septiembre de 1810 y luego en la Constitución de 1812 (Artículo 3).
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Hasta agosto de 1808, el Consejo de Castilla no declaró nulas las abdicaciones de
Bayona y todas las actuaciones del Gobierno francés. Y es entonces cuando rescata
la orden que le había encomendado Fernando VII, antes de su abdicación, para
convocar Cortes Generales del Reino “en el paraje que pareciese más expedito, que
por de pronto se ocupasen únicamente en proporcionar arbitrios y subsidios
necesarios para atender a la defensa del reino, y que quedasen permanentemente
para lo demás que pudiese ocurrir”. Pero las Juntas provinciales desconfiaban de
dicho Consejo tras su sometimiento a los franceses y, en todo caso, se consideraban
legitimadas para decidir sobre la recomposición del Gobierno central. De hecho,
desde mayo, habían propuesto distintas iniciativas y llevado a cabo diferentes
ensayos de unificación política.
Así, en Asturias, Álvaro Flórez Estrada propuso, el 11 de junio, la convocatoria de
unas Cortes, ya muy distintas a las tradicionales del Reino, compuestas de
representantes de cada provincia que, unidos, representarían al pueblo español,
que había reasumido la soberanía, aunque “sin perjuicio de los derechos que tengan
las ciudades de voto en Cortes”. De nuevo, tradición y cambio en una época de
debate y oportunidad histórica única para decidir sobre la constitución del Estado.
Finalmente se optó por la formación de un Gobierno o Junta Central que, más
adelante, nombraría una Regencia, lo que se consideraba más acorde con la
legalidad vigente, y decidiría sobre la convocatoria de Cortes, propuesta que partió
fundamentalmente de la Junta sevillana (circular de 3 de agosto), a la que se fueron
adhiriendo las demás. Y así, el 25 de septiembre de 1808, se instala en Sevilla la
Junta Central Suprema Gubernativa del Reino. Formada por los representantes
elegidos por las Juntas provinciales. Esta reasume el poder de todas esas Juntas y
limita progresivamente sus competencias, no sin obstáculos. De este modo se
aprovecha la situación para uniformar la organización político-administrativa de
Reino, adelantando así la política centralista de Cádiz: las Juntas Supremas pasan
primero a superiores provinciales de observación y defensa, luego a superiores
provinciales de armamento y defensa, reducido el número de sus miembros por
decisión de la Regencia, para, finalmente, convertirse ya por obra de Las Cortes en
superiores provinciales, antecedentes más o menos inmediatos de las Diputaciones
provinciales. Sus funciones quedaron definidas desde un primer momento:
alistamientos y recaudación de contribuciones, como órganos periféricos del
Gobierno central, presididos por sus delegados en las provincias.
La Junta Central continuó, desde un principio, la idea de las provinciales de organizar
el Estado. La convocatoria de Cortes era un acuerdo más o menos unánime, pero el
modelo a adoptar fue muy discutido. Las posturas que habían comenzado a
47
perfilarse en la segunda mitad del siglo XVIII avanzan ahora, y se reproducirán en
Cádiz, dando como consecuencia una lucha entre la tradición y el cambio, la reforma
y la revolución. En la Junta Central encontramos a ministros de Carlos IV, hombres
ilustrados que ya habían desarrollado algunas de las reformas que se consideraban
necesarias para el mantenimiento y modernización del sistema político de la
Monarquía española (Floridablanca, Saavedra, Jovellanos, etc.). Pero a su lado,
pronto aparece el trabajo de nuevos hombres, que se decantan por el liberalismo y
las reformas radicales que posibilitarían un verdadero cambio en dicho sistema
político (Calvo, Quintana, Arguelles, Ranz Romanillos, etc.). Veamos, resumidas, las
propuestas de los distintos grupos.
Por un lado, los absolutistas se muestran partidarios de restaurar el sistema político,
económico y social del Antiguo Régimen basado en una Monarquía absoluta, con
mayores o menores opciones de reforma para moderarla. Las Cortes, pues, serían
las tradicionales del Reino de Castilla, incluso volviendo a su composición estamental
abandonada en el siglo XVI, encargadas de jurar al Rey soberano y tratar los asuntos
más trascendentes.
Los reformadores ilustrados, llamados realistas, a cuya cabeza se sitúa Jovellanos,
eran herederos de la doctrina política elaborada en el siglo XVIII, en plena Monarquía
absoluta, que se entendía limitada por las Leyes fundamentales del Reino que
debían rescatarse y compilarse para su conocimiento y aplicación. Esta idea pactista,
que introduce la contradicción de imponer límites al soberano, se reelabora ahora,
tiempo muy a propósito para sustituir los conceptos de Leyes fundamentales por
Constitución histórica y Monarquía mixta, moderada o templada por Monarquía
constitucional. EI sistema político absolutista se reformaría así para acoger otro
basado en la Soberanía compartida entre el Rey y Las Cortes, cabeza y cuerpo
representativo del Reino respectivamente. Dichas Cortes también renovarían su
composición, pues, admitida la representación tradicional (ciudades con derecho
de voto) podría recuperarse la estamental (a través del establecimiento de una
segunda cámara), y añadirse otra territorial (Juntas provinciales) y también la
popular (elección de diputados en las provincias). Un sistema que se pretende
continuador de la tradición jurídica española, pero que, indudablemente, busca
referentes en el modelo clásico del constitucionalismo inglés, el más proclive a la
reforma en vez de a la revolución, para pasar de la Monarquía absoluta a la
constitucional.
Por fin, como ya hemos adelantado, un grupo de hombres, en principio minoría,
avanzan hacia el liberalismo para aprovechar la oportunidad que otorgaba la
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Historia de que la nación española, que había recuperado su soberanía, aprobase
una nueva constitución racionalista que constituye un nuevo sistema de gobierno,
unos poderes públicos, divididos en legislativo, ejecutivo y judicial, y los limitase a
través del reconocimiento de ciertos derechos y libertades de los ciudadanos. El
cuerpo legitimado para tal cometido no podía ser otro que las Cortes, representantes
de la nación soberana, cuyos diputados serían elegidos por el pueblo mediante
sufragio amplio, con mandato representativo, aunque también se admitía cierta
representación territorial, y en cierto modo imperativa, para dar cabida a diputados
elegidos por las Juntas que habían comenzado la revolución. No obstante estas
radicales reformas, tomadas de la revolución francesa, los liberales dejarán de
apelar a la Constitución histórica española, lo que manifiesta el calado de las tesis
ilustradas. Efectivamente, dicha Constitución se acepta como punto de partida,
pero la falta de concreción de las Leyes fundamentales y de garantías para su
ejecución habían ocasionado su constante violación por los poderes públicos y, en
todo caso, la nación soberana estaba legitimada para restaurarla, reformarla o
incluso anularla. El paso de la pretendida Monarquía constitucional a la novedosa
nacional o republicana era legítimo.
Al margen de este debate quedaba otro “grupo ideológico” formado en esta época,
el de los afrancesados, que acataron las abdicaciones de los titulares de la Corona
española y el régimen autoritario bonapartista como modo de llevar a cabo las
deseadas reformas en el sistema del Antiguo Régimen sin necesidad de apelar a la
revolución. Estos pudieron plasmar parte de sus ideas en la Constitución elaborada
en la Asamblea de Bayona, aprobada en julio de 1808.
La variedad de posiciones hará de la convocatoria de Cortes un proceso complejo.
La Junta Central comunicó dicha convocatoria en mayo de 1809, pero hasta octubre
no fijó su convocatoria, que se expediría el 1 de enero de 1810, ni su reunión, prevista
para el 1 de marzo. Para los trabajos preparatorios, se nombró una Comisión de
Cortes, por Decreto de 8 de junio de 1809, que elaboró una “Instrucción que deberá
observarse para la elección de los diputados en Cortes” debida a Jovellanos, quien,
en un principio, consiguió dirigir el proceso de convocatoria según su ideal
reformista ilustrado. En efecto, dicha Instrucción configuraba unas Cortes a camino
entre las tradicionales y las liberales, pero que no eran ni unas ni otras.
En cuanto a su composición, en ellas se admitían varios tipos de representación: la
representación popular, de modo que en las provincias el pueblo elegiría un
diputado por cada cincuenta mil almas; la representación territorial, ya que cada
Junta superior provincial nombraría un diputado; y la representación estamental,
49
puesto que se reconocía derecho de voto a las ciudades que lo tenían en las Cortes
tradicionales (según las generales de España celebradas en 1789) y también a los
Estamentos Nobiliarios y Eclesiástico (arzobispos, obispos y grandes de España).
Por lo que se refiere a su cometido, la propuesta también se movía entre la tradición
y el cambio. El 27 de septiembre de 1809 se nombró una Junta de Legislación como
auxiliar de la Comisión de Cortes. Su trabajo, fijado en otra Instrucción del mismo
Jovellanos, tenía como objetivo “meditar las mejoras que pueda recibir nuestra
Legislación, así en las Leyes fundamentales como en las positivas del Reino y
proponer los medios de asegurar su observancia”. Es decir, el ideal ilustrado:
“Reunir todas las leyes constitucionales de España”. La admisión de la posibilidad
de reformar dichas leyes será el punto más conflictivo: “Si la Junta de Legislación
reconociese la necesidad de alguna nueva Ley fundamental para perfeccionar el
sistema mismo de nuestra constitución, la expondrá dando razón de ella”. Y, en
efecto, la labor de esta Junta refleja el paso final del Antiguo Régimen al Liberal, no
desde la propuesta ilustrada reformista sino desde la revolución. Así, en el seno de
la Junta, de la compilación que efectivamente se hizo de las Leyes fundamentales
se pasó a la elaboración de una nueva Constitución racionalista. Si Jovellanos,
cabeza de la Comisión de Cortes, fue el representante de la corriente reformista,
Argüelles, junto a Ranz Romanillos, se hizo pronto con el trabajo de la Junta de
Legislación desde su posición liberal y revolucionaria. No eran, pues, infundados los
temores del primero: “Oigo hablar mucho de hacer en las mismas Cortes una nueva
Constitución y aun de ejecutarla y en esto sí que, a mi juicio, habría mucho
inconveniente y peligro. ¿Por ventura no tiene España su Constitución? Tiénela sin
duda; porque ¿qué otra cosa es una Constitución que el conjunto de leyes
fundamentales que fijan los derechos del soberano y de los súbditos, y los medios
saludables de preservar unos y otros? ¿Y quién duda que España tiene estas leyes y
las conoce? ¿Hay algunas que el despotismo haya atacado y destruido?
Restablézcanse ¿Falta alguna medida saludable para asegurar la observancia de
todas? Establézcase”. De nuevo, la voz de su maestro, Campomanes: “La desidia de
nuestros antiguos glosadores, la ignorancia y el abandono han hecho olvidar estas
preciosas leyes de la Monarquía; aunque no estén revocadas, ni pueden revocarse
por ser fundamentales, pero el descuido hace que no produzcan su efecto”.
Entretanto, como estaba previsto, se firmaron las convocatorias de Cortes. El 1 de
enero de 1810, dirigidas, por el momento solo a las provincias y a las ciudades con
voto en Cortes. A fines de dicho mes la Junta Central se disuelve para dejar paso al
Consejo de Regencia, al que encarga la ejecución de lo que quedaba por hacer:
llamamiento a los estamentos noble y eclesiástico, y elección de los representantes
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
suplentes de América y Asia y de las provincias ocupadas por el enemigo que no
pudiesen elegir libremente a sus diputados. En verano los acontecimientos se
aceleran: llegada a Cádiz de algunos diputados elegidos en las provincias. Elección
de los suplentes, multiplicación de las consultas a distintas autoridades y organismos,
etc. EI Consejo de Regencia fijó la reunión de las Cortes, que aún podían ser
estamentales, para agosto. Pero, como había sucedido en el seno de la Junta de
Legislación, la propuesta oficial no casaba con la respuesta que se estaba dando en
la práctica. Los liberales, en principio minoría, habían ganado, por el momento, la
batalla. El caldo de cultivo: la Ilustración Iusracionalista, la Revolución Francesa y los
principios liberales de soberanía nacional, división de poderes y derechos naturales
individuales.
Así, las Cortes llamadas generales y extraordinarias se reunirán finalmente en Cádiz,
el 24 de septiembre de 1810. Su composición, en cámara única, formada por
diputados elegidos por los nuevos ciudadanos y por las Juntas provinciales, que,
unidos, integraban un único cuerpo que representaba a la nación soberana. Su
función, constituyente.
No obstante, el proceso histórico e ideológico que hemos analizado queda patente
en el preámbulo de la Constitución de 1842, que rememora la legalidad fundamental
española, desde la monarquía “templada” goda y medieval al absolutismo
borbónico, para enlazar el nuevo régimen liberal con el que se abandonaba, en un
último intento de compaginar la razón y la Historia. Clásicas son ya las palabras del
discurso preliminar a la primera Constitución española, atribuidas tradicionalmente
a Argüelles: “Nada ofrece la Comisión en su proyecto que no se halle consignado del
modo más auténtico y solemne en los diferentes cuerpos de la legislación española,
sino que se mire como nuevo el método con que ha distribuido las materias,
ordenándolas y clasificándolas para que formasen un sistema de ley fundamental y
constitutiva, en el que estuviese contenido con enlace, armonía y concordancia
cuanto tienen dispuesto las leyes fundamentales de Aragón, de Navarra y de
Castilla”.
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interior— no pudieron proceder a la elección de diputados a Cortes, excepto en
unas pocas localidades.
Así ocurrió que aquellas provincias fueron representadas por hombres más amigos
de innovaciones y más impregnados de las ideas del siglo XVIII de lo que hubieran
sido el caso si aquellas provincias hubieran estado en situación de elegir ellas
mismas sus representantes. Fue también de decisiva influencia, por último, el que
las Cortes se reunieran en Cádiz, pues la ciudad era entonces notoriamente la más
radical del reino, y más semejante a una villa americana que a una ciudad española.
La población gaditana llenó las Galerías de la sala de las Cortes y dominó a los
reaccionarios cuando la oposición de éstos les resultó demasiado injuriosa, con un
sistema de intimidación y presiones externas.
Sería empero un error suponer que los reformadores constituían la mayoría de las
Cortes. Se dividían estas en tres partidos: los serviles, los liberales (estas
denominaciones se difundieron por toda Europa partiendo de España) y los
americanos.
Muy superiores en número, los serviles se vieron arrastrados por la actividad, el
celo y el entusiasmo de la minoría liberal. Los diputados eclesiásticos, que formaban
la mayoría del partido Servil, estaban siempre dispuestos a sacrificar las
prerrogativas reales, un poco por reminiscencias del antagonismo existente entre
la Iglesia y el Estado, y en parte también con objeto de cosechar alguna popularidad
para salvar así los privilegios y abusos de su casta. Durante los debates sobre el
sufragio universal, el sistema unicameral, la ausencia de cualificación del derecho
electoral en función de la propiedad y sobre el derecho de veto suspensivo, el
partido eclesiástico se unió siempre con la parte más democrática de los liberales
contra los partidarios de la Constitución inglesa.”
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Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
La influencia de la
Constitución de Cádiz en
la concepción de la libertad en Honduras3
Por la Excelentísima Señora Doña Yesenia Martínez García. Ganadora del XXIII Premio de
Estudios Históricos “Rey Juan Carlos I” con la investigación “Actores políticos y sociales en
la historia de la institucionalidad de la seguridad social en Honduras y la construcción de
un Estado de bienestar. 1949-1963”.
3 Artículo publicado en Ramos Santana, Alberto (coord.): La constitución de Cádiz y su huella en América, Universidad de
Cádiz, Cádiz, 2011, pp. 203-210.
4 Carias, Marcos: De la patria del criollo a la patria compartida. Una historia de Honduras, Ediciones Subirana, Tegucigalpa,
2007, pp. 142-150.
53
francés, se ha promulgado una Constitución para todo el Imperio. España se ha
transformado de monarquía absoluta en monarquía constitucional. Esta
Constitución, en la que participaron diputados centroamericanos y hondureños,
reflejó un consenso entre los tradicionalistas recelosos de todo “lo francés” (que
más adelante pasarían a ser llamados conservadores) y los partidarios de las
innovaciones introducidas por la Revolución Francesa (que pasarían a llamarse
liberales). El de Cádiz será un experimento efímero que indica la crisis que se ha
producido en la cúpula del sistema imperial. Al momento de haber sido liberado, en
1814, el rey Fernando VII da por abolida la Constitución y se da una vuelta al
absolutismo, desatándose una persecución contra los constitucionalistas. Sin
embargo, en 1820, una facción liberal del ejército español obligó a Fernando VII a
jurar nuevamente y poner en vigencia la Constitución de 1812 y sus libertades
públicas.
En este contexto surgen las preguntas. Es interesante la pregunta del historiador
hondureño Marcos Carías: “¿Estaría Pitoreta, al gritar ¡Viva Francia! en las calles de
Tegucigalpa, en la línea de los que esperaban de la Francia napoleónica la
regeneración de la sociedad?”5 o más bien, ¿cuál ha sido la influencia de la
Constitución de Cádiz en Honduras? ¿Cómo afectaron dichos procesos a la marginal
provincia de Honduras, perteneciente entonces a la antigua Capitanía General de
Guatemala? ¿Cuál fue la participación de los hondureños en las cortes de Cádiz?
La participación de Honduras en las Cortes de Cádiz significó para la antigua provincia
perteneciente a la Capitanía General de Guatemala la consolidación de su
territorialidad y la afirmación de la necesidad de la libertad en el camino hacia la
independencia de 1821. No es casual que, de los dos representantes de Honduras
ante las Cortes, uno haya luchado por la recuperación de los puertos de Omoa y
Trujillo y el otro sea uno de los principales líderes y firmantes del acta de independencia
de Centroamérica respecto al Gobierno Español el 15 de septiembre de 1821.
No puede olvidarse, en el caso particular de Centroamérica, que las ideas ilustradas
aplicadas a la política se polarizaron en torno al absolutismo ilustrado y al
constitucionalismo, en la concepción de la democracia y del utilitarismo, como
tampoco el hecho de que con la invasión napoleónica se pone al descubierto la
discusión sobre la cuestión colonial y sus implicaciones en temas del proyecto
político, de la formación ciudadana en el pensamiento político de la región que
planteaba tres salidas: la continuación, la reforma autonomista o el reemplazo por
un sistema dependiente.
5 Ibíd., p. 146.
54
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Es, justamente, en este contexto de la Ilustración y de discusión sobre la constitución
de Cádiz que una idea como la de libertad unida a la de progreso será el punto central
del debate económico, político y social, tanto en la crítica al régimen colonial como
al momento de pensar en la naciente república6. También en las Cortes de Cádiz se
tomaron acuerdos como dar libertad comercial, libertad a los indígenas y eliminar
algunos tributos.
Esta idea de libertad, de una u otra forma, está presente en las instrucciones que da
el Ayuntamiento de Guatemala, en 1811, al diputado Dr. Don Antonio Larrazábal por
esta región ante las Cortes de Cádiz. En una enumeración de 30 derechos el número
6 planteaba que: “La libertad es la facultad de hacer cada uno todo, no daña a los
derechos de otro; tiene por principio la naturaleza, por regla la justicia, por garante
la ley, su límite moral se comprende en esta máxima: no hagas a otro lo que no
quieres que te hagan”.
A partir de 1810, en el contexto de la discusión abierta en torno a las Cortes de
Cádiz, se abre la idea de libertad hacia un lenguaje político con una diversidad de
formas de uso de la definición, en contra del absolutismo y a favor del republicanismo
y del derecho natural7. Sin embargo, hacia finales de la segunda década e inicios de
la tercera del siglo XIX es cuando se asocia con el de independencia, tal como lo
hace el diputado hondureño José Santiago Milla ante las Cortes cuando el 15 de
septiembre de 1821 firma el acta de independencia de Centroamérica.
Es a partir de los inicios de la segunda década del siglo XIX cuando se utiliza el
concepto de libertad bajo los enfoques racionalistas modernos basados en la
filosofía política de Rousseau o Montesquieu, sobre todo a partir del debate en las
Cortes de Cádiz. De hecho, en uno de los argumentos a favor de la división de
poderes se coloca esta como una condición para la libertad: “La experiencia de
todos los siglos ha demostrado hasta la evidencia que no puede haber libertad ni
seguridad y, por lo mismo, justicia ni prosperidad en un Estado en donde el ejercicio
de toda autoridad esté reunido en un sola mano”8.
En Guatemala, ya en 1810 se apela a la libertad como principio, como puede verse en
la justificación de una petición del Ayuntamiento que pretende retrasar el
acatamiento de la autoridad del Consejo de Regencia con respecto a la ampliación
de la representación del reino de Guatemala en las Cortes, amparándose en una
6 Cfr. Bonilla, Adolfo: Ideas económicas en la Centroamérica ilustrada. 1793-1838, FLACSO, San Salvador, 1999.
7 Sierra Fonseca, Rolando: “La idea de libertad en la independencia de Centroamérica (1789-1842)”, en Cuadernos
americanos, México, 2010, V1, N131, ene-mar, pp. 133-156.
8 Citado por García Laguardia, Jorge Mario: Centroamérica en las Cortes de Cádiz, Fondo de Cultura Económica, México,
1994, p. 130.
55
argumentación sobre el derecho de representación basado en la doctrina de la
soberanía nacional, transparentemente expresada, y en el reconocimiento de los
derechos naturales de las personas: “El hombre es libre por naturaleza y conforme
a ella todos los hombres son iguales […] Del uso libre de los derechos naturales
primitivos viene la adquisición de otros que llegan a ser naturales como ellos, de los
cuales gobernados por el principio de libertad, es uno la potestad de ceder o
transferir una parte a una o más personas, siendo acaso inútiles en la incertidumbre
de conservarlos, sacrificaron los hombres una parte de ellos para gozar la restante
en segura tranquilidad. El complexo de todas estas porciones de libertad sacrificadas
al bien de cada uno forman la Soberanía de una nación y el soberano es su
Administrador y legitimo depositario”9.
Esto refleja que existe un uso del concepto de libertad no sólo bajo un enfoque
iusnaturalista, sino también republicano. Según lo que puede denominarse como
las interpretaciones “clásicas” de las independencias americanas, en la
confrontación que tuvo lugar entre la metrópoli y sus colonias, entre 1808 y 1824, la
primera representó, de manera prácticamente unívoca, el absolutismo; mientras
que las segundas encarnaron los anhelos de libertad e igualdad que, alrededor de
tres décadas antes, habían inflamado primero a los colonos norteamericanos y
poco más tarde al pueblo francés10.
Enmarcada en este contexto interpretativo, la libertad y la emancipación americana
no podían ser vistas sino como otro avatar de la lucha que los principios y valores
libertarios sostuvieron en contra del poder absoluto y del despotismo del ancien
régime11. Es una nueva filosofía política orientada hacia la libertad del individuo; sin
embargo, esta libertad no dependía de la decisión del rey, ya que el titular último
del poder es el pueblo, lo que implicaba la limitación de las facultades de los reyes
mediante constituciones en las cuales se consignaban las garantías de los ciudadanos
y la división de los poderes, que nunca debían estar concentrados.
Pero ¿cuál fue la participación de Honduras en las Cortes y cómo y en qué influyó la
Constitución en la provincia de Honduras? Como ya se ha mencionado, el reflejo que
los sucesos de España con motivo de la invasión napoleónica tuvieron en la Capitanía
General de Guatemala. La abdicación de Carlos IV y la prisión de Fernando VII
permitieron la organización de la Junta Central de Sevilla, la que por decreto de 22
9 AGCA, A.1.2.2, leg. 2189, exp. 15736, folio 61-66, en García Laguardia, Op. cit., p. 141.
10 Cfr. Sierra Fonseca, Rolando. Op. cit.
11 Guerra, François-Xavier: “Lógicas y ritmos de las revoluciones hispánicas”, en Revoluciones hispánicas (independencias
americanas y liberalismo español), Editorial Complutense, Madrid, 1995, p. 14.
56
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
de enero de 1809 reconoció como integrantes de la nación española a las colonias
de Ultramar dándoles el derecho a representación y ordenando que se eligiese un
individuo por cada Virreinato, Capitanía General y Audiencia.
Para la realización de la elección debería seguirse el siguiente procedimiento: “Cada
Ayuntamiento debía elegir tres individuos y luego sortearlos, siendo enviado los
nombres de los ganadores de cada sorteo al Presidente del Reino. Este los pondría
en conocimiento del Real Acuerdo, el cual escogería de entre ellos tres, entre los
cuales otra vez la suerte debía decidir cuál sería el Vocal de la Junta Suprema de la
Monarquía. En esta ocasión participaron los Ayuntamientos de Guatemala, San
Salvador, León, Ciudad Real, Comayagua, Cartago, Quetzaltenango, Sonsonate, San
Miguel, San Vicente, Santa Ana, Granada, Nicaragua, Nueva Segovia y Tegucigalpa,
resultando como favorecido final Don Manuel Pavón Muñoz”.
A la Junta de Sevilla sucedió el 30 de enero de 1810 el Consejo de Regencia, que
cambió la representación estableciendo que debería elegirse “un diputado por
cada capital de provincia”, el cual debería llevar las instrucciones correspondientes
de cada Ayuntamiento sobre asuntos de interés particular o general que deberían
discutirse en las Cortes.
En el caso de Honduras la representación estuvo a cargo de dos representantes:
Don Francisco Moreno y Don José Santiago Milla. El 19 de junio de 1810 se verificó en
Comayagua la elección de Diputados a Cortes por la Provincia, siguiendo la forma
del sorteo entre Don Francisco Morejón, el maestro de escuela Don José María
Fiallos y el provisor Don José María San Martín, resultando electo el presbítero
Fiallos, pero este renunció a la diputación, por lo que hubo de practicarse un nuevo
sorteo que favoreció al señor Morejón12.
De acuerdo con el historiador hondureño Reina Valenzuela: “Don Francisco era
hombre de algún caudal; dueño por herencia de una hacienda bien organizada en
las estribaciones occidentales del valle de Comayagua, pudo viajar a España sin
demora. No fue a pasar como deslucido asistente a una reunión tan importante
para la Provincia que representaba, tampoco defraudó a sus comitentes, ya que las
instrucciones que llevaba y que se referían a la reincorporación de los puertos de
Trujillo y de Omoa a la jurisdicción de Comayagua, de la que habían sido separados
desde 1782 para ponerlos bajo la dependencia del Capitán General del Reino, fueron
atendidas y sus gestiones tuvieron como resultado el acuerdo de las Cortes en que
12 Reina Valenzuela, José: Hondureños en la independencia de Centroamérica, Esso Estándar Oil S. A. LTA, Tegucigalpa, 1978,
p. 84.
57
se ordenó que Trujillo volviera a la antigua jurisdicción tal como lo había pedido el
Diputado Morejón, separándolo por tanto, de la dependencia del Gobierno de
Guatemala”13.
Francisco Morejón se había formado en Cánones y Leyes en la Universidad de San
Carlos de Guatemala, terminando ambos estudios, pero no pudo graduarse hasta el
11 de diciembre de 1809 debido a que, por enfermedad de su padre, se vio precisado
a viajar a Comayagua en 1807. “En el expediente consta que el joven Morejón había
cursado un año de las materias correspondiente en el Colegio Tridentino de
Comayagua, cuyos certificados fueron válidos y reconocidos para proseguir estas
disciplinas hasta lograr la Licenciatura en Leyes”14.
Como se ha dicho, una de las principales gestiones de los representantes de
Honduras ante las Cortes fue la de recuperar los territorios de Trujillo y Omoa.
Mediante la resolución o Real Orden de fecha 4 de agosto de 1813 se incorpora
nuevamente Trujillo a la Provincia de Honduras, pero quedaba pendiente lo relativo
a Omoa y a los Bancos de Río Tinto así como Roatán. El 10 de abril de este mismo
año los electores de Comayagua dieron instrucción a su Diputado José Santiago
Milla, que había sido electo junto con el Señor Morejón, para que representara ante
las Cortes una nueva petición en la que se decía que “por la enorme distancia de
doscientas veinte leguas a que se halla Guatemala de los referidos puertos de Omoa
y Trujillo y la de otras cien leguas más que pueden contarse hasta los Bancos de Río
Tinto y Cabo Gracias a Dios, que son los términos antiguos de este Gobierno”15.
Por estas y otras razones —decían los electores— el Diputado Milla debe solicitar
que al Jefe de la Provincia se le dé el título de Capitán General y Vicepatrono “en
toda la extensión del Obispado”, con lo cual, estaban seguros, se remediarían estos
y otros males. Pero el Diputado Milla llegó cuando ya las Cortes se habían disuelto y
sin desalentarse encaminó sus gestiones ante el Ministro de Indias, el 7 de julio de
1814. El Ministro consideró justas aquellas peticiones en cuanto a los puertos y en
resolución de 31 de julio de 1816 el Consejo resolvió que Omoa fuera incorporado a
la jurisdicción de la Gobernación de Comayagua16.
Si bien hubo estos logros para Honduras en cuanto a la recuperación de su territorio,
quizá el logro mayor ha sido el de ir configurando una idea de la libertad, ya que la
recuperación del puerto de Omoa significó también la liberación de los esclavos
13 Ibídem.
14 Ibíd., p. 85.
15 Cfr. Durón, Rómulo: Bosque histórico de Honduras, Ministerio de Educación Pública, Tegucigalpa, 1956.
16 Reina Valenzuela, José. Op. Cit., p. 86.
58
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
negros que ahí se encontraban . Se debe recordar que en 1817 la corona española
17
La constitución de Cádiz
y la revolución iberoamericana23
Presentación
No cabe duda que la españolización de América vino, desde los inicios de la
conquista y colonización en 1492, a través de la imposición a los pueblos
conquistados de la religión y el idioma, ya que para 1820 la América era en un 80%
hispana. El asentamiento de las tropas españolas y el afianzamiento de la posesión
de los territorios americanos no trajo sino la consolidación de la pertenencia a la
Corona española de los mismos y una formación intelectual de sus habitantes,
especialmente de los estratos sociales altos (los criollos e hijos de estos) llegando
a ser muy similares a la idiosincrasia española. Por eso, ya a comienzos del siglo XIX
existían en Iberoamérica varias corrientes de pensamiento político-constitucional.
En primer lugar, nos encontramos una corriente escolástica, de implantación
jesuita; pero a raíz de la Revolución Francesa aparecieron las teorías de la Ilustración
y el Liberalismo revolucionario. La idea de la soberanía colectiva y, sobre todo, la
concepción irracionalista de los derechos subjetivos (derechos humanos) y las
teorías de la división de poderes tuvieron gran cabida entre los intelectuales
latinoamericanos.
23 Artículo publicado en el número 90 de la revista de la Academia Hondureña de Geografía e Historia, Tegucigalpa, julio de
2012, pp. 34-49 y presentado en la Conferencia “La Constitución de Cádiz y la Revolución Latinoamericana” el 15 de marzo
de 2012, como parte del Ciclo de Conferencias sobre el Bicentenario de la Constitución de Cádiz en el Centro Cultural de
España en Tegucigalpa.
61
Fruto del arraigo de esta concepción nacional, en un principio muy vinculada a la
metrópoli española, fueron surgiendo notables diferencias respecto a la posición
del Reino a la hora de tratar todo tipo de asunto, lo que acabó desembocando en
las diversas insurrecciones producidas ya desde mediados del siglo XVI. Por este
motivo, podemos afirmar que ya desde bien temprano existieron reivindicaciones
que con el paso del tiempo fueron in crescendo, antes, durante y después de la
promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812.
En el presente trabajo se plantea la cuestión de un doble enfoque: por un lado, la
dimensión geográfica que abarca los virreinatos y Capitanías Generales y la
metrópoli y por otro lado, la evolución histórica llegando a la invasión bonapartista
de España y la efervescencia libertaria, tanto de España como de las colonias de
América, así como la influencia de la Constitución en aspectos institucionales, la
intervención de diputados americanos y otros aspectos relativos.
La constitución. Su contenido
El académico guatemalteco Jorge Mario García Laguardia a este respecto
manifiesta: “Todavía durante el régimen colonial español, un antecedente de gran
importancia para nuestro derecho constitucional es la Constitución de Cádiz, que
se promulgó en 1812 y que estuvo vigente varios años en varios países
latinoamericanos, antes y después de la independencia, y con base a la cual se
produjeron nuestra primeras experiencias electorales”24.
La elaboración de esta Constitución se vincula estrechamente a los sucesos
españoles de 1808 y a la invasión napoleónica. La opinión general española se
organiza contra los franceses porque el país estaba acéfalo en el trono reinante y
entonces surgen las juntas locales y provinciales. Algunas de estas juntas llegan a
tener importancia, como la de Sevilla, que se hizo llamar Suprema de España e
Indias, y todas ellas, finalmente, se refundirán en la Junta Central. Esta decidió dar
participación americana en su seno y así se realizaron las primeras elecciones
“populares” de nuestra historia en América.
Superadas las diferencias se convocó a Cortes (Asambleas) por la Regencia —
órgano centralizado compuesto por cinco miembros que había sustituido a la
Junta Central— por decreto de junio de 1811 y en septiembre, finalmente, el cuerpo
constituyente se instaló, declarando en sus primeras disposiciones que la soberanía
residía esencialmente en la Nación (las Cortes representando al pueblo). Y más
tarde, en una frenética actividad legislativa, dictó múltiples disposiciones
institucionalizando los puntos programáticos del liberalismo español:
- Libertad de imprenta.
- Abolición de la Inquisición.
- Supresión del tributo del voto de Santiago.
- Incorporación a la Nación de todos los señoríos jurisdiccionales.
- Abolición de los dictados de vasallo y vasallaje.
- Supresión de pruebas de nobleza.
- Supresión de mitas y repartimiento de indios.
- Libertad de industria.
- Libre comercio.
24 García Laguardia, Jorge Mario: Centroamérica en las Cortes de Cádiz, Fondo de Cultura Económica, México, 1994.
65
Aquella noche del 24 de septiembre de sesión inaugural casi nadie se daba cuenta
de la caída en España del Antiguo Régimen.
Una comisión especial presentó el proyecto de Constitución con un importante y
amplio discurso preliminar, discutido por espacio de ocho meses: de agosto de 1811
a marzo de 1812, y el 19 de este último mes la Constitución fue promulgada.
En tres años y 1.800 sesiones, ese cuerpo legislativo rompió el andamiaje de la vieja
Monarquía española. En el propio documento se limitan a plantear la reforma de
tipo político. En sucesivos decretos fueron poniendo la reforma social y económica:
adopción de la teoría fisiocrática, abandono de la organización estamental y
sustitución de la vieja monarquía absoluta basada en el derecho divino de los reyes.
Todo esto es el proceso revolucionario de las Cortes de Cádiz y, naturalmente, la
elaboración de la primera Constitución para España y sus colonias en América. Las
principales decisiones políticas adoptadas en el texto son las siguientes:
Constitucionalismo
El Constitucionalismo —según Jorge Mario García Laguardia— es la primera y
posiblemente más importante decisión política atribuible a Cádiz. Se redactó la
primera Constitución, y la más amplia de todas con 384 artículos extensos. Resulta
del texto la intención de sustituir todo el andamiaje político y social; es redactado
con una precisión matemática y se enmarca dentro de la corriente de racionalización
del poder típica de la época: se pretendía en un esfuerzo mental, muy siglo XVIII,
abarcarlo y preverlo todo. Y tan seguros estaban los constituyentes de su obra que
concibieron una Constitución casi pétrea. En el título X, que se ocupa de su reforma,
se prohibió su modificación hasta después de ocho años de entrar en vigencia.
Tenía, pues, un carácter sagrado, sería la panacea que resolvería todos los
problemas. Tal fue la cuestión en las discusiones que el diputado Martínez de la
Rosa, uno de los más jóvenes y radicales, propuso que se condenara a muerte a
todo el que propusiera una alteración en la Constitución.
En un sentido programático, recogió toda la plataforma liberal en su articulado. La
Revolución española (y americana) quedó allí escrita.
Representación política nacional
En la composición de las Cortes de Cádiz de 1812 se introdujo la representación
nacional moderna, basada en la idea individualista de que no existen grupos
intermedios entre la Nación y el individuo y que este, el ciudadano, igual en
derechos a todos los demás, es la única base de la organización política. Se oponía
66
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
a la representación estamental y se engarzaba con la idea de soberanía nacional;
los diputados ya no representaban a las circunscripciones geográficas por las
cuales fueron electos, sujetos a cuadernos de instrucciones, sino que representaban
abstractamente a la Nación, ese nuevo cuerpo político que significaba la unidad del
país, la base sociológica del nuevo régimen.
El diputado a Cortes por la Capitanía General de Guatemala, el canónigo Antonio
de Larrazábal, se acogía al nuevo principio. En los Apuntes Instructivos que la
mayoría del Ayuntamiento daba al diputado se decía que los representantes lo son
de la Provincia o Reino que los elige mientras no forman la sesión, porque desde
este momento se han de considerar como que lo son de la Nación en general, y
bajo este punto obrarán allí.
El derecho de voto no corresponde a las corporaciones sino a todos los varones
mayores de 25 años avecindados o residentes en la parroquia correspondiente.
Contra la representación estamental aparece el sufragio individual por primera vez
y casi como un sufragio universal, solamente controlado por un procedimiento
recargado de elecciones indirectas con base en estimaciones de población.
Karl Marx, en su crítica revolucionaria, escribía para el New Daily Tribune de Londres:
“La verdad es que la Constitución de 1812 es una reproducción de los antiguos
fueros, pero leídos a la luz de la Revolución Francesa y adaptados a las necesidades
de la sociedad moderna […] la ansiosa limitación del poder real —el rasgo más
combativo de la Constitución de 1812— si bien puede explicarse perfectamente
por los frescos e indignantes recuerdos de despreciable despotismo de Godoy, se
deriva en sus orígenes de los antiguos fueros de España […] pueden señalarse en
la Constitución de 1812 inconfundibles síntomas de un compromiso concluido entre
las ideas liberales del siglo XVIII y las oscuras tradiciones teocráticas […] lejos de
ser una copia servil de la Constitución francesa de 1791 fue un producto genuino y
original surgido de la vida intelectual española, regenerador de las antiguas
tradiciones populares, introductor de las medidas reformistas enérgicamente
pedidas por los más célebres autores y estadistas del siglo XVIII y cargado de
inevitables concesiones a los prejuicios populares”25.
La resolución iberoamericana
La Constitución de Cádiz fue jurada en América y no se puede dudar de su impacto
favorable para las colonias: la mayor parte de las Repúblicas se independizan entre
26 Chust, Manuel: “Los Territorios Americanos en las Cortes de Cádiz (1810.1814)”, en La Aventura de la Historia, número 44,
junio 2002, España.
27 Hernández Sánchez-Barba, Mario [recurso digital]: La Constitución de Cádiz y su influencia en Iberoamérica, Comisión
Nacional para la Conmemoración de los Bicentenarios de las Independencias de las Repúblicas Iberoamericanas, Gobierno
de España, 2010, http://www.bicentenarios.gob.es/Reflexiones/Articulos/Paginas/11052009art12.aspx
68
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
norteamericana, el trato discriminatorio a los criollos, el vacío de poder tras las
abdicaciones de Bayona, la creación de las juntas revolucionarias en España (1808-
1810) o el empuje de los principales líderes como San Martín, Bolívar, Martí, José
Cecilio del Valle, Francisco Morazán y otros.
69
primeros documentos constitucionales la encontramos en el pensamiento político
francés del siglo XVIII.
En el proyecto de Constitución se recoge la parte orgánica del nuevo sistema
propuesto. De 112 artículos es el primer proyecto de un texto fundamental que se
formula en Centroamérica y propone una monarquía constitucional moderada
(artículo 7 y siguientes). Sin estridencia adopta la teoría de la división de poderes
atribuyendo al soberano la facultad ejecutiva y a la Nación la legislativa (artículo
20) y sienta las bases de una administración de justicia independiente (artículo 21).
Un Consejo Supremo Nacional en el que residirá toda la representación de la Nación
Español y tendrá el poder legislativo en toda la extensión de los códigos civil,
criminal, político y económico (artículo 39), y cuyos miembros serían designados
por los Ayuntamientos en los que se concentraba la fuente del nuevo régimen.
Distingue entre poder constituyente originario y constituido y propone un sistema
de descentralización que se haría efectivo a través de juntas locales en cada capital
de reino, a fin de que la máquina de gobierno no salga complicada y tenga en todas
sus partes los resortes y muelles convenientes a fin de que por la suma distancia no
pierdan las provincias su vigor y elasticidad.
Proponía la organización de una monarquía constitucional adoptando los nuevos
principios: soberanía nacional, división de poderes y la idea del poder constituyente
atribuido a las Cortes representando a la Nación. Y este marco teórico se ve
atemperado por los propios intereses de los actores, que orientaban el centro del
poder a los ayuntamientos, en los cuales se atrincheraba la aristocracia
terrateniente, protagonista del proyecto.
Conclusiones
De todo lo anterior concluimos la relación e importancia que tiene tanto para
España actual como para los países latinoamericanos la formulación y aplicación
de la Constitución de Cádiz de 1812.
1. La obra más relevante de las Cortes de Cádiz fue la Constitución de 1812, jurada
el 19 de marzo de ese mismo año bajo el título Constitución Política de la
Monarquía Española. Tiene 384 artículos con las ideas liberales de su tiempo;
consagrando el principio de soberanía nacional limita a la monarquía
hereditaria, reconoce el catolicismo como religión oficial, establece la división
de poderes (ejecutivo legislativo y judicial) e instaura los deberes y derechos de
los ciudadanos.
70
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
2. La constitución define a la Nación española como “la reunión de los españoles
de ambos hemisferios”. Reconoce como españoles a todos los hombres libres
nacidos y avecindados en los dominios de las Españas, e igualmente a los
extranjeros que hayan obtenido de las Cortes carta de naturaleza, además de
todos los que tuvieran diez años de vecindad.
3. El territorio español en su gran dimensión comprendía, conforme la
Constitución “la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón,
Asturias, Castilla La Vieja, Castilla La Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura,
Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, provincias Vascongadas,
Sevilla y Valencia, las Islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de
África. En la América septentrional: Nueva España con la Nueva Galicia y
Península de Yucatán, Guatemala, Provincias Internas de Oriente, Provincias
Internas de Occidente, isla de Cuba con las dos Floridas, la parte española de la
isla de Santo Domingo y la isla de Puerto Rico con las demás adyacentes a estas
y al continente en uno y otro mar, En la América meridional, la Nueva Granada,
Venezuela, el Perú, Chile, Provincias del Río de la Plata y todas las islas
adyacentes en el mar Pacífico y en el Atlántico. En el Asia, las islas Filipinas y las
que dependen de su gobierno”.
4. El texto constitucional reconoce como uno de sus principios más apreciados el
de la “soberanía nacional”. Se deslinda del origen divino del poder de los
monarcas al igual que de las pretensiones imperiales y de dominio napoleónico
al declararse “libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna
familia ni persona”. Que “la religión de la Nación española es y será
perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la
protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.
5. Los legisladores no rompen con la monarquía declarando que el “Gobierno de
la Nación española es una Monarquía moderada hereditaria”. Divide el gobierno
en tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), sin embargo instituyen la
atribución legislativa del monarca compartida con los representantes de tal
forma que “la potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey”. Se le
atribuye al monarca que “la potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el
Rey”.
6. Lo mismo en España que en América, la vigencia y aplicación de la Constitución
de Cádiz fue errática e inestable, en concordancia a la turbulencia política y
social de la época. En 1814, al regreso del destierro, Fernando VII derogó todo
lo legislado en las Cortes de Cádiz, restableció el absolutismo español y reprimió
71
brutalmente a los líderes y grupos liberales. La insurrección militar proliberal
encabezada por Riego en 1820 obligó a Fernando VII a reconocer la Constitución
gaditana. Se establece así el trienio constitucional (1820-1823) que reinicia la
obra legislativa de las Cortes de Cádiz.
72
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Introducción
El presente ensayo busca aproximarse al estudio de la participación de la provincia
de Honduras en el marco de las Cortes de Cádiz (1808-1812), enfocándose en los
objetivos estratégicos de dicha participación. Así, las preguntas que guían el mismo
son las siguientes: ¿Quiénes fueron los hondureños que participaron en las Cortes
de Cádiz? ¿Cuál fue su participación? ¿Cuáles fueron los resultados para la marginal
provincia de Honduras? ¿Cuál fue la influencia de la Constitución de Cádiz en el
desarrollo constitucional de Honduras?
Al analizar la historiografía hondureña sobre este periodo y temática se puede
concluir que no existe un estudio o una monografía histórica específica, ya sea
sobre la representación de Honduras o de la influencia de esta constitución en el
desarrollo constitucional hondureño. Ni las historias generales de Honduras hacen
referencia a este hecho de forma ampliada ni las historias constitucionales. Se debe,
únicamente, a la infatigable labor que realizó José Reina Valenzuela en el estudio de
Honduras en la independencia de Centroamérica y de sus principales figuras, un
tratamiento particular sobre la representación de Honduras en Cádiz29. En los
28 Artículo publicado originalmente en el Boletín AFEHC n°52, publicado el 4 marzo de 2012, disponible en: http://afehc-
historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=3037, para este edición ha sido modificado y ampliado.
29 Véase Reina Valenzuela, José: Hondureños en la independencia de Centroamérica, Esso Estándar Oil, S.A. LTA., Tegucigalpa,
1977.
73
trabajos de perspectiva regional la referencia sobre la representación y participación
de Honduras es sumamente escueta, especialmente en los dos principales estudios
de Mario Rodríguez30 y el de Jorge Mario García Laguardia31.
La pregunta es si este vacío historiográfico se debe a que la representación de la
provincia de Honduras fue insignificante o de baja participación, o realmente el
motivo es por la falta de estudio dentro de la historiografía nacional. Lo cierto es
que con este ensayo no se pretende cubrir tal vacío historiográfico, sino más bien
sistematizar alguna de la información existente y a la que he tenido acceso en
relación a lo que fue la participación de la representación de Honduras en este
proceso. El propósito no es otro que hacer una pequeña memoria doscientos años
después de la promulgación de este texto constitucional el 19 de marzo de 1812.
Desde mi punto de vista, la participación de Honduras adquirió un perfil y objetivos
estratégicos precisos. Se vio como una oportunidad para resolver los problemas de
su territorialidad y el de la explotación minera de la provincia de Honduras.
En tal sentido, en este ensayo se analiza cómo fueron seleccionados los
representantes, quiénes eran los mismos, a qué sectores representaban y cuáles
eran los objetivos estratégicos que como provincia tenían en el marco de su
representación de la capitanía General de Guatemala. Antes se contextualiza el
estado de la provincia de Honduras en la entrada al siglo XIX y la importancia de la
actividad minera como clave de lectura para entender dicha participación. El trabajo
es más aproximativo que conclusivo y ha sido elaborado a partir de la documentación
y bibliografía encontrada en Honduras.
La participación de los representantes de Honduras en las Cortes de Cádiz tuvo
unos objetivos estratégicos para la antigua provincia perteneciente a la Capitanía
General de Guatemala, orientados a la consolidación de su territorialidad, la
búsqueda de la actividad minera como motor de desarrollo socioeconómico y la
afirmación de la necesidad de la libertad en diferentes ámbitos de la vida pública,
especialmente en relación a la esclavitud de los negros. No es casual que, de los dos
representantes de Honduras ante las Cortes, uno haya luchado por la recuperación
de los puertos de Omoa y Trujillo, con la creación de un Tribunal Minero, y el otro
sea uno de los principales líderes y firmantes del acta de independencia de
Centroamérica respecto al Gobierno Español el 15 de septiembre de 1821.
30 Rodríguez, Mario: El experimento de Cádiz en Centroamérica, 1808-1826, Fondo de Cultura Económica, México, 1994.
31 García Laguardia, Jorge Mario: Centroamérica en las Cortes de Cádiz, Fonde de Cultura Económica, México, 1994.
74
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
32 Heliodoro Valle, Rafael: Ensayos escogidos, Tegucigalpa, Editorial Universitaria, 1991, pp. 133-148.
75
amalgama, la falta de mano de obra, la pobreza de muchos filones y la ausencia de
técnicas adecuadas para enfrentar las dificultades propias de toda actividad minera,
así como la existencia de aguas subterráneas próximas a la superficie o a la presencia
de rocas muy duras. Durante la época colonial se explotaron cerca de cuatrocientas
minas, casi todas en forma intermitente.
Los propietarios eran peninsulares y criollos, y la importante productividad que
alcanzaron ciertas minas se debió, ante todo, a la introducción de novedosas
técnicas para el proceso de amalgama. La corona dio facilidades a la inestable
economía minera, otorgó la reducción del quinto al décimo real y también
proporcionó mercurio; pero, incapaces los mineros de pagar este producto vendido
al crédito, vieron como sus propiedades eran traspasadas a la corona, convirtiéndose
muchos de ellos en empleados de la minería real33.
Los mineros no declaraban los nuevos yacimientos, evitando así todo el pago de los
impuestos y de los créditos. Se multiplicó el número de mineros independientes
denominados güirises, hombres que, sin capital, explotaban un pequeño filón y
vivían de la venta ilegal del producto. Ya para mediados del siglo XVIII la minería
comenzó a estar dominada por este tipo de evasiones.
Con toda su debilidad, las minas estructuraron el conjunto de la economía de la
región. En este sentido Tegucigalpa actuó como el centro de la vida económica
colonial: “En el lapso de 1555 a 1571 aparecieron formalmente las casas de la nueva
población que, para el cronista doctor Vallejo, fue en 1579. La provincia de
Tegucigalpa tenía 32 minas en 1762, trabajándolas 217 indios de repartimiento; y no
está de más decir que, en los días de auge, el oro era de excelencia, que rendía de
los 18 a 20 marcos por quintal, decreciendo a 12 en 1774”34.
El auge de la minería durante el siglo XVIII en la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa
estuvo basado en un aumento substantivo del beneficio de la plata cuya producción
aparentemente llegó a triplicarse durante el segundo tercio del siglo. Mientras que
a finales de la década de 1720 y a principios de la de 1730, la producción alcanzaba un
promedio de aproximadamente 8,000 marcos anuales, las cuentas de la Casa de la
Moneda indican que entre 1733 y 1748 se acuñó un promedio de 24,000 marcos
anuales y llegó a un tope de 38,000 marcos en 173935.
33 Véase Newson, Linda: “La minería de la plata en la Honduras colonial”, en Cáceres, Luis René: Lecturas de historia de
Centroamérica, San José, BCIE-EDUCA, 1989, pp. 115-140.
34 Heliodoro Valle, Rafael: Ensayos escogidos, Tegucigalpa, Editorial Universitaria, 1991, pp. 138.
35 Véase Newson, Linda: “La minería de la plata en la Honduras colonial”, en Cáceres, Luis René: Lecturas de historia de
Centroamérica, San José, BCIE-EDUCA, 1989, pp. 120.
76
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Las cifras de acuñación son una medida que permite estimar sólo aproximadamente
los niveles de producción de la plata porque no reflejan la producción neta de
mineral, ya que no todo lo extraído era acuñado y porque incluye acuñación
proveniente de otras minas fuera de Tegucigalpa, aunque en pequeñas cantidades.
Con base en los registros de la Casa de la Moneda, el historiador Luis Pedro Taracena
ha mostrado que la acuñación de plata, después de su alza en la década de 1730, se
mantuvo relativamente constante hasta el siglo XIX36.
El aspecto más notable de este auge minero, sin embargo, probablemente se
encuentra en el hecho de que no haya sido fácil ni espontáneo, como podría
pensarse, sino en que haya ocurrido con graves problemas. Mientras la coyuntura
fue favorable y los agentes involucrados consiguieron asociar sus intereses, la
producción se mantuvo, pero cuando las constantes dificultades de distinto tipo
fueron muy grandes, la producción decayó. Si bien la existencia de vetas favorecía
a la zona, al parecer éstas no eran tan ricas como los mineros hubieran querido y la
extracción del mineral planteó obstáculos naturales para los que resultaron
insuficientes el tipo de tecnologías y el volumen de capitales importados. Además,
aunque la actividad minera atrajo a grandes cantidades de personas, su
incorporación como fuerza de trabajo en las minas fue difícil debido a los intereses
encontrados de los dueños y de los trabajadores.
En el transcurso de este período se agudizó la crisis en la que estaba sumergida la
economía hondureña desde finales del siglo XVII. La actividad minera estaba en
ruinas. Muchas minas fueron abandonadas y otras siguieron laborando en
condiciones de extrema pobreza. Por lo general, el trabajo en ellas se circunscribió
a la actividad de algún propietario, pero sobre todo a la de los güirises, con muy
poca incidencia en la economía de la exportación, lo cual, unido a la ausencia de
capitales y tecnología (así como a factores de índole política) la sumieron en una
depresión.
Es desde este contexto de la actividad minera que pueden comprenderse los
objetivos y resultados esperados de los hondureños en las Cortes de Cádiz. Pero,
¿quién representó a Honduras en tales Cortes y hacia dónde se orientó dicha
participación?
36 Taracena Arriola, Luis Pedro: Ilusión minera y poder político: la Alcaldía mayor de Tegucigalpa, Siglo XVIII, Tegucigalpa,
Editorial Guymuras, 1998.
77
La elección del representante de Honduras
El reflejo que los sucesos de España con motivo de la invasión napoleónica tuvieron
en la Capitanía General de Guatemala, como la abdicación de Carlos IV y la prisión de
Fernando VII, permitieron la organización de la Junta Central de Sevilla, la que por
decreto de 22 de enero de 1809 reconoció como integrantes de la nación española
a las colonias de Ultramar, dándoles el derecho a representación y ordenando que
se eligiese un individuo por cada Virreinato, Capitanía General y Audiencia.
Según la Constitución de 1812, el diputado representa a la Nación entera, y no a una
de las partes que la componen. Tiene total libertad de opinión y no recibe ningún
mandato preciso de sus electores, excepto un ¨poder muy amplio¨. No representa
los intereses particulares de la provincia que le ha elegido. Su función es, pues, muy
distinta de la de los procuradores en las Cortes del Antiguo Régimen. Los diputados
elegidos según la Constitución en las Cortes ordinarias (1 de octubre 1813-10 mayo
1814) han comprendido así sus funciones. En cambio, durante las Cortes
extraordinarias (las Constituyentes, septiembre de 1810-septiembre de 1813) se ha
mantenido una cierta ambigüedad sobre la función de los diputados y sus
obligaciones respecto de sus provincias. Ya no eran procuradores del Antiguo
Régimen pero tampoco “diputados” en el sentido definido por la futura Constitución,
estaban en contacto permanente con sus provincias (Ayuntamientos, autoridades
eclesiásticas, etc.) de las que recibían “instrucciones” que algunos consideraban
como verdaderos mandatos.
Los diputados peninsulares en las Cortes extraordinarias fueron elegidos según un
sistema un tanto híbrido (había diputados por las Juntas provinciales y por las
ciudades con voto en Cortes) pero fundamentalmente popular. En las provincias de
Ultramar, en cambio, el sistema electoral mantenía la ambigüedad sobre la función
de los diputados: era el Ayuntamiento de la capital de provincia el que elegía al
representante de la circunscripción. También es cierto que la realidad de las
provincias americanas, su problemática, eran peculiares y que sus diputados tenían
el deber de darlas a conocer precisamente. Las aspiraciones específicas de aquellas
provincias no podían expresarse suficientemente por simple subrogación de su
soberanía en la persona de sus diputados37.
En 1809 los reinos de América llevaron a cabo las primeras elecciones para
representantes hacia un gobierno de toda la Monarquía española, la Junta Central.
37 Lev-Millan, Marie-Laure [recurso electrónico]: “Los diputados americanos en las Cortes de Cádiz: Elecciones y
representatividad” http://www.archivocalasanz.com/2008/09/27/los-diputados-americanos-en-las-cortes-de-cadiz-
eleccio%C2%ACnes-y-representatividad/
78
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Las largas y complicadas elecciones para diputados a la Junta Central constituyeron
un considerable paso adelante en la formación de un gobierno representativo
moderno para toda la nación española, como era llamada ahora la Monarquía. El
proceso electoral —por ejemplo el uso de la terna— se basaba claramente en los
procedimientos de elección de los organismos corporativos. La diferencia principal
consistía en que los procedimientos electorales tradicionales eran ajustados a los
nuevos propósitos políticos. Además, el procedimiento reconocía implícitamente el
antiguo derecho putativo de las capitales provinciales americanas —las ciudades
cabezas de partido—, a tener representación en los congresos de las ciudades.
A la Junta de Sevilla sucedió el 30 de enero de 1810 el Consejo de Regencia, que
cambió la representación estableciendo que debería elegirse “un diputado por
cada capital de provincia”, el cual debería llevar las instrucciones correspondientes
de cada Ayuntamiento sobre asuntos de interés particular o general que deberían
discutirse en las Cortes.
La nueva representatividad utilizó el argumento de legitimidad aduciendo que la
elección era realizada por los ciudadanos38. Como, supuestamente, ciudadanos
eran todos los nacidos en la jurisdicción que señalaba la ley, entonces los electos
eran resultado de la voluntad popular. Así se impuso un nuevo imaginario, el de la
popularización del acto de votar como premisa de la nueva y “legítima”
representatividad. Un mito, en tanto, como se ha señalado, que la ciudadanía fue
restringida y las mayorías étnicas fueron convertidas en minorías políticas.
Las elecciones en Guatemala para elegir diputados a Cortes muestran la
manifestación del mito de la representatividad como resultado de la voluntad
popular. Como se sabe, las instrucciones para realizar la elección a partir de Cádiz
contemplaban un proceso que incluía a todos los pueblos de la región en tres
categorías de acuerdo con la división política administrativa: elección de parroquias,
elección de partidos y elección de provincias.
No obstante, como sostienen Ricardo Gallardo, “cualquiera que sea [la opinión] que
pueda emitirse sobre un sistema tan elemental y arbitrario de elecciones, es preciso
recordar que éste fue el primer ensayo electoral que para la organización de las
autoridades españolas tuvo lugar en Hispanoamérica”39.
38 Véase Dardón Flores, Ricardo Danilo [recurso electrónico]: “Modernidad, voto y representación política en la Patria
del criollo: la primera experiencia constitucional en Guatemala”, en Boletín AFEHC n°34, publicado el 04 febrero 2008,
disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1829
39 Fraga, Manuel y Gallardo, Ricardo: Las constituciones de la República Federal de Centro-América, Madrid, Instituto de
Estudios Políticos, 1958, p. 87.
79
En el caso de la antigua provincia de Honduras, la selección y nombramiento de los
representantes, de acuerdo con el historiador Martínez Castillo, significo un
momento de unidad de la intendencia, especialmente respecto a la pugna histórica
entre Tegucigalpa y Comayagua. Así, las más importantes Villas de la provincia
apoyaron la iniciativa del ayuntamiento de Comayagua de formar su propia
diputación compuesta de 7 representantes, uno de cada partido, y que de entre ello
se elijan dos para que lleven la representación de la provincia de Honduras ante las
Cortes de Cádiz40.
Para el nombramiento del primer delegado del período 1810 a 1812, siguiendo las
reglas de juego para la selección de los representantes, se procedió al nombramiento
de dos representantes. Uno por Comayagua y otro por Tegucigalpa. El 19 de junio
de 1810 se verificó en Comayagua la elección de Diputados a Cortes por la provincia,
siguiendo la forma del sorteo entre Don Francisco Morejón, Don José María Fiallos
y el Provisor Don José María San Martín, resultando electo Fiallos, pero este
renunció a la diputación, por lo que hubo de practicarse un nuevo sorteo en el cual
salió favorecido el Señor Morejón41. Aparentemente Fiallos renunció porque era
nacido en España, no obstante la advertencia de que la elección debía recaer en
sujetos nacidos en América42.
Como es sabido, las Cortes se trasladaron a la ciudad de Cádiz el 24 de febrero de
1811 y se reunieron allí en la iglesia de San Felipe de Neri. Si a la sesión inaugural de
24 de septiembre de 1810 solo asistieron 102 representantes, estos llegaron luego a
ser 282, de los cuales 97 eran eclesiásticos43.
Las Cortes fueron juradas con toda solemnidad en Guatemala el 24 de diciembre de
1810 y el Consulado de esa ciudad las había jurado el 21 de diciembre de ese mismo
año. La Constitución de Cádiz o Código gaditano de 1812, fue totalmente aprobada
el 13 de enero de 1812, pero, como se sabe, no se promulgó en España sino hasta el
19 de marzo de ese mismo año. Así, los diputados, todos ellos propietarios de su
cargo, que suscribieron con su firma, en nombre de las provincias del Reino de
Guatemala, este texto, fueron: Don Antonio Larrazábal, por Guatemala; Don
Florencio Castillo, por Costa Rica; Don José Ignacio Ávila, por San Salvador; Don
Francisco Morejón, por Honduras; don Manuel de Llano, por Chiapas.
40 Véase A.G.I., legajo 9944 sobre nombrar diputados en Cádiz, citado por Martínez Castillo, Mario Felipe: La intendencia de
Comayagua, Tegucigalpa, Litografía López, 2004, p.13.
41 Reina Valenzuela, José: Hondureños en la independencia de Centroamérica, Esso Estándar Oil, S.A. LTA., Tegucigalpa, 1977,
p. 84.
42 Fraga, Manuel y Gallardo, Ricardo: Las constituciones de la República Federal de Centro-América, Madrid, Instituto de
Estudios Políticos, 1958, p. 88.
43 Ibíd.
80
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Las Cortes Generales y Extraordinarias que habían iniciado el 24 de septiembre de
1810 concluyeron sus sesiones el 20 de septiembre de 1813. Posteriormente, la
legislatura ordinaria dio principio el 1 de octubre de 1813 y se clausuró el 19 de
febrero de 1814, abriéndose un segundo periodo de legislatura ordinaria el 1 de
marzo de 1814, el cual concluyó el 10 de mayo de ese año, cuando habiendo sido
trasladada de Cádiz a Madrid fueron disueltas en su segunda legislatura y en la
fecha indicada44.
En lo que se refiere al Reino de Guatemala, para este segundo periodo 1813-1820 se
dio cumplimiento a las disposiciones contenidas en el artículo 78 de la Constitución,
que establecía el sistema de elección indirecta, en virtud del cual los electores de
cada provincia debían reunirse en su capital para designar los diputados que les
correspondiese.
Para esta segunda elección, se efectuó una distribución de las provincias a todas
luces arbitraria, habiendo quedado reunidas, para lo que se refiere a la
representación, Santa Ana y San Salvador, Sonsonate con Escuintla y Suchitepéquez,
y San Miguel con San Vicente. Así en esta segunda ronda fueron electos por
Honduras, Don José Santiago Milla; por Quetzaltenango, Don José Cleto Montiel;
por León, Don Pedro Solís y Don Miguel Larreinaga (por no haber aceptado el
primero); por Chiapas, Don Fernando Dávila; Don José María Peinado, Corregidor
Intendente de San Salvador, por esta última. Ninguno de estos diputados pudo
actuar en esta ocasión en las Cortes ordinarias, pues la mayor parte de ellos no
emprendieron el viaje para España; otros renunciaron expresamente y algunos de
ellos que sí lo emprendieron, como el caso de del hondureño Santiago Milla, se
encontraron a su llegada a España con que las Cortes habían sido disueltas45.
Durante la Legislatura ordinaria que corresponde al año de 1813 y que comenzó el 1
de octubre de ese año y concluyó el 19 de febrero de 1814, los nombres de Larrazábal,
Morejón y Castillo continúan figurando en las actas correspondientes. En cuanto a
la representación que tuvo Centroamérica en las sesiones de la Legislatura ordinaria
de 1814 (1 de marzo de 1814 a 10 de mayo del mismo año), continuó estando
compuesta por Larrazábal, Castillo y el mismo Morejón46.
44 Ibíd., p. 89.
45 Ibíd., p. 90.
46 Ibíd., p. 91.
81
La participación del diputado Francisco Morejón en las Cortes de Cádiz
Pero, ¿quién era el representante de Honduras? De acuerdo con el historiador
hondureño Reina Valenzuela “Don Francisco era hombre de algún caudal; dueño
por herencia de una hacienda bien organizada en las estribaciones occidentales del
Valle de Comayagua, pudo viajar a España sin demora”47. Había sido formado en
Cánones y Leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala, terminando ambos
estudios, pero no pudo graduarse hasta el 11 de diciembre de 1809 debido a que,
por enfermedad de su padre, se vio en la necesidad de viajar a Comayagua en 1807.
“En el expediente consta que el joven Morejón había cursado un año de las materias
correspondiente en el Colegio Tridentino de Comayagua cuyos certificados fueron
válidos y reconocidos para proseguir estas disciplinas hasta lograr la Licenciatura
en Leyes”48.
Según el historiador Martínez Castillo, el apellido Morejón aparece en Comayagua a
mediados del siglo XVIII; en un documento se habla de la existencia de esta familia
en 1785 “…Don Antonio Morejón, Subdelegado de tierras, recibió a Manuel Bulnes
diciéndole que a media legua de Comayagua posee una chácara con molino corriente
y contiguo un sitio de nombre “el Taular”, con casa de teja, canales, labranzas, cría
de ganado, que es realengo por lo que lo quiere comprar y que linda al sur con los
ejidos de Jeto que se haya desierto y despoblado. Se nombró a los medidores de
tierra: Guadalupe Fonseca, Mariano Medina y a Juan Meraz como tirador de cuerda.
No se presentaron los indios de Jeto por decir que no tienen prejuicio, la medida se
inició en el Río de La Chácara al oriente de los ejidos de Jeto, se tiró la cuerda por la
labranza de Manuel Cardona, se llegó a la sabaneta del Tistinque, Lomas del Ocote
o Caco o Lomas del Coyol hasta Mata de Cana; se siguió hasta el Ojo de Agua y las
Pitas hasta Carbonera resultando nueve caballerías. Quedan las montañas altas
donde siembran todas las personas que no tienen tierras por miserables en pobreza,
el precio de la caballería se tazó a 20 tostones la caballería…” (A.G. de C.A.,
Guatemala, A. 43, leg. 3337, Exp. 6359)49.
La figura de Morejón representa un perfil profesional y hombre de negocios,
aparentemente perteneciente al sector minero. Esta es la única referencia que
hasta hora se conoce sobre su figura, la hecha por el historiador Reina Valenzuela.
No hay otros estudios sobre su persona y participación en las Cortes de Cádiz.
47 Reina Valenzuela, José: Hondureños en la independencia de Centroamérica, Esso Estándar Oil, S.A. LTA., Tegucigalpa, 1977,
p. 84.
48 Ibíd.
49 Martínez Castillo, Mario Felipe: Los forjadores de nuestra identidad, 2011, pp. 187-188.
82
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Probablemente viajó a España a través del Puerto de Omoa, tal como lo hiciera el
diputado por Costa Rica Florencio del Castillo el día 11 de julio de 1811. Ya en España
sus poderes se aprobaron en la sesión del día 7 de julio de 1811, prestando juramento
y tomando posesión de su cargo cuatro días después. Al no haber realizado las
prácticas exigidas al terminar su carrera de leyes, las Cortes accedieron a una
solicitud suya, declarando que el tiempo de su diputación le servía de compensación
de dichas prácticas que, según los estatutos de la Audiencia de Guatemala, se le
exigían para concluir sus estudios50.
Para Jorge Mario García Laguardia, la Diputación centroamericana en las Cortes fue
muy homogénea y en su integración confluyeron diversas profesiones
complementarias: dos militares, tres eclesiásticos y tres abogados. La excelente
formación de los electos contribuyó a que su presencia en la Asamblea fuera
relevante para afrontar los diversos problemas que el nuevo orden constitucional
contemplaba. Berruezo, después de analizar la participación de todas las
delegaciones de las provincias de América, afirma que la de Guatemala sobresalió
entre todas “porque se dio en ella la coincidencia de existir un equilibrio entre la
extracción profesional de sus componentes y la consiguiente especialización que
aquélla les ofreció en conocimientos y estudios”51.
En su conjunto, los representantes centroamericanos se adscribieron al grupo
liberal reformista, que pugna por una Monarquía constitucional moderada y por
profundos cambios en el aspecto económico y social. Tal como puede verse en la
iniciativa presentada por José Francisco Morejón ante las Cortes con relación a las
necesidades y demandas de la provincia de Honduras. Bajo el influjo de un
pensamiento ilustrado encontró en las Cortes y su profundo contenido de reforma
un cauce por donde expresarse.
Francisco Morejón fue considerado liberal. La mayor parte de su actuación la dedicó
a defender los intereses de su provincia, solicitando que los puertos de Omoa y
Trujillo pasaran a depender de la Intendencia de Comayagua, así como el
establecimiento de un Tribunal de la Minería. Solicitó, también, que las rentas
pertenecientes a la silla suprimida en la catedral de Comayagua, relativa a la abolida
Inquisición, se destinaran a la dotación de cátedras de Filosofía y Derechos, canónico
y civil, estableciéndose estas en la capital de dicho obispado.
50 http://www.cadiz2012.es/diputados_detalle.asp?id=227&letra=m
51 Citado por García Laguardia, Jorge Mario: Centroamérica en las Cortes de Cádiz, México, Fondo de Cultura Económica,
1994.
83
García Laguardia resume la participación del representante de Honduras de la
forma siguiente: “Francisco Morejón, abogado cuidadosamente formado en la
Universidad de Guatemala, participa en la discusión de la organización de la
Administración de justicia, y presenta once proposiciones en favor de Honduras, en
general orientadas al desarrollo económico y especialmente minero.”
Sistematizando, puede decirse que la participación del representante de Honduras
Francisco Morejón en las sesiones de las Cortes tuvo como objetivos estratégicos
los siguientes: a) la reincorporación de los puertos de Trujillo y de Omoa a la
jurisdicción de Comayagua, de la que habían sido separados desde 1782 para
ponerlos bajo la dependencia del Capitán General del Reino; b) legislar en torno a la
actividad minera en la provincia; y c) la libertad de los esclavos.
Es así que en las actas de sesiones de las Cortes de Cádiz, del 22 de noviembre de
1811, se encuentra la proposición hecha por el Morejón:
“Pasan a la comisión Ultramarina las proposiciones siguientes de José Francisco
Morejón, diputado propietario por Honduras, Capitanía General de Guatemala:
Primera: Los puertos de Trujillo y Omoa, colocados entre los límites de la provincia
de Honduras, queden sujetos, como lo estaban antes, en lo político y militar, al
gobernador intendente de la misma.
Segunda: Se establecerá un tribunal de minería en la capital de la provincia de
Comayagua.
Tercera: Este tribunal se compondrá de un presidente administrador general, y un
director general, y dos diputados generales, mineros todos de conocida inteligencia
y probidad.
Cuarta: Sus funciones serán las mismas concedidas por la ordenanza de 22 de Mayo
de 1783 al tribunal de Nueva España.
Quinta: La elección de sus individuos pertenecerá en primera creación al
Ayuntamiento de la capital de Comayagua, consultándolos a la Regencia para su
aprobación.
Sexta: El tribunal propondrá las variaciones que deban hacerse en la ordenanza,
con relación a las circunstancias locales.
Séptima: Las autoridades prestarán toda la protección a los mineros, que les
dispensan las leyes.
Octava: Los jefes de provincia, y cualesquiera otra autoridad, así civil como militar,
que infieran violencia al minero, o no le amparen, sean castigados con todo el peso
84
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
de la ley, extendiéndose este concepto, no solo a los ultra infractores, sino también
a las causas pendientes de esta naturaleza.
Novena: Los privilegios concedidos y no derogados a favor de alguno o algunos
mineros, que hayan quedado sin efecto por oposición de los jefes u otra cualquiera
causa, revivirán, reclamándolos los agraciados, y exhibiendo la carta de privilegio,
o probándolos en forma competente.
Décima: Se concederá al descubridor la rebaja en la mitad de los derechos de
quintos, y al restaurador, con tal que haya plantado cuatro máquinas para triturar
los metales, y mantenga los hombres necesarios al servicio de aquellas, y los
utensilios al beneficio de estos.
Undécima: Se establecerá un Banco de avíos y premios, de doscientos mil pesos
fuertes para habilitación de mineros.”52
Las tareas encomendadas a este tribunal fueron las siguientes: administrar justicia
en materias mineras en forma sumaria y expedita, hacer cumplir la legislación e
impulsar el desarrollo de la actividad de su sector. Las Cortes aprobaron el principio
de esta creación para todo Guatemala y dejaban a la Diputación provincial la elección
de la ciudad donde se establecería53. La creación de este tribunal significó la
organización de los mineros, que vieron en él la institución representativa para
defender sus intereses.
Cabe decir que en las representaciones americanas ante las cortes de Cádiz varias
regiones mineras solicitaron el establecimiento de un Tribunal de minería local. Los
mineros locales se quejaban de no conseguir ningún beneficio del Tribunal de
minería de la capital, especialmente ningún crédito, a pesar de que contribuían a
financiarlo (pagaban un real por marco de plata). Las proposiciones hechas en este
sentido han tenido resultados diversos. Las Cortes no aprobaron la creación de un
Tribunal de minas en Guadalajara, como lo pedía el diputado Uría (23-3-12). La
cuestión de la financiación de las minas, que exigían grandes inversiones iniciales,
fue planteada también por los diputados mexicanos; según ellos, la solución
consistía en crear Casas de la moneda locales, donde los mineros llevarían el metal
para acuñarlo con menos gastos, y que pondrían en circulación un numerario
suficiente54.
55 La Columna de la Constitución en Comayagua. La edificación data de 1812. De carácter civil, es un monumento a las cortes
de Cádiz y posteriormente a Fernando VII, al firmarse La Pepa en España. El Gestor de esta obra en Comayagua fue Don
Juan Nepomuceno Fernández Lindo y Zelaya. Es una columna de base octagonal del orden jónico adelgazado y adorna
en su parte superior con hojas acanto talladas en piedras de color rojo y rematada con una corona imperial. De influencia
neoclásica. Actualmente se encuentra en buen estado.
56 http://www.cadiz2012.es/diputados_detalle.asp?id=227&letra=m
57 Véase Durón, Rómulo: Bosquejo histórico de Honduras, Tegucigalpa, Ministerio de Educación Pública, 1956.
58 Reina Valenzuela, José: Hondureños en la independencia de Centroamérica, Esso Estándar Oil, S.A. LTA., Tegucigalpa, 1977,
p. 86.
59 Véase Martínez García, Yesenia: “La influencia de la Constitución de Cádiz en la concepción de la libertad en Honduras”,
en Ramos Santana, Alberto: La Constitución de Cádiz y su huella en América, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2011, pp. 203-209.
86
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
ya que la recuperación del puerto de Omoa significó también la liberación de los
esclavos negros que ahí se encontraban60. Se debe recordar que en 1817 la corona
española prohibió la trata de negros y su introducción a las Indias. Inglaterra los
había prohibido en 1807, aun cuando ya en 1812 las Cortes de Cádiz declararon libres
a los esclavos de la Real Hacienda, razón por la cual los esclavos que había en Omoa
fueron liberados61.
Sin embargo, a inicios del siglo XIX la Corona resultó incapaz de cubrir las necesidades
básicas de las familias y había acumulado una deuda de más de 15.335 pesos por
concepto del jornal diario y por tres años de vestimenta, lo cual creó un gran
malestar. Los reclamos de los hombres y mujeres saturaron la comandancia. A ello
se sumarían las voces de los vecinos, pues muchos comerciantes del pueblo les
habían dado crédito a los esclavos confiando en el pago de la comandancia.
Es importante tomar como antecedente que en 1808 las protestas en Omoa
coincidieron con el levantamiento popular en las calles madrileñas en protesta por
la pobreza y el fracaso militar (batalla de Trafalgar), la invasión de Francia y la
sustitución del rey por José Bonaparte como Rey de España, hechos que llevaron al
sistema a su momento más crítico.
Ese mismo año las autoridades militares del Fuerte de San Fernando de Omoa
llegaron a su encrucijada final. La presión de los hijos y nietos de aquellos mondongos
y carabalíes que habían sido llevados a tierras centroamericanas, más la certeza de
la incapacidad financiera para cubrir las deudas, provocaron la decisión de otorgar
la libertad a las 506 personas esclavizadas que habían logrado sobrevivir. El 19 de
enero fue dictada la manumisión en España y ejecutada en el fuerte, en julio de 1812.
Doce años después, consumada la independencia y conformada la Federación
Centroamericana, se declararía la abolición de la esclavitud en toda Centroamérica.
Esto lo sostenían los redactores en una nota marginal, en la cual con toda valentía
se enfrentaron a la misma Constitución de Cádiz de 1812, que se había vuelto a poner
en vigor en España con la revolución liberal de Riego, en 1820. Esta Constitución, a
pesar de que se hizo, en parte, para contentar a los americanos y ver si mediante
ella estos desistían de levantarse contra España, dejó siempre a los americanos bajo
los españoles en materia de sufragio. En un sentido, este hecho puede verse como
un hito que marca el inicio de la abolición de la esclavitud en la región y del proceso
independista, aún antes que se dieran las revueltas de 1812 en Tegucigalpa, dirigidas
60 Véase Sierra Fonseca, Rolando: Iglesia y liberalismo en Honduras en el siglo XIX, Tegucigalpa, CPOCH, 1993, pp. 14-17.
61 Lascaris, Constantino: Historia de las ideas en Centroamérica, San José, EDUCA, 1982, p.189.
87
por el religioso franciscano José Antonio Rojas y de la Constitución de Cádiz de este
mismo año. Se planteó la abolición de la esclavitud dividida en varios puntos: su
supresión total e inmediata, prohibición del comercio de esclavos y la condición de
libres para aquellos que nacieran en América hijos de esclavos62.
Consideraciones finales
Así se cierra el primer periodo de la participación de Honduras en las Cortes de
Cádiz. Tanto en Morejón como en Milla, ante las Cortes y el Consejo se refleja la
expresión de la inconformidad de la provincia de Honduras hacia el régimen político
y administrativo al que estaba sometida. Su petición por la recuperación de los
territorios y puertos de Omoa y Trujillo implicaban para la provincia de Honduras
recuperar, también, las rentas de los puertos hondureños que no se invertían en
mejoras provinciales sino que se destinaban al tesorero metropolitano.
Se dirá que nada tiene que ver la acción llevada a cabo por los Diputados a Cortes
con la proclamación de la independencia nacional; deberá corresponderse que ella
fue indudablemente la primera manifestación de rebeldía ante el gobierno de la
metrópoli que fue desarrollándose lentamente; que esta acción explica la forma en
que fue aceptada el Acta de Independencia, o mejor dicho, la forma en que cada
Ayuntamiento se proclamó independiente (en Honduras, Comayagua y Tegucigalpa
lo hicieron de distinto modo), lo que terminó por la Anexión a México. Muchas
ciudades en los cabildos no quisieron depender más de Guatemala, después de
conocer el Acta del 15 de septiembre y se pronunciaron por el Plan de Iguala, no
quisieron seguir soportando la indiferencia y la injusticia que, según ellos, provenía
de la Metrópoli63.
A diferencia de otras regiones americanas en las cuales el movimiento de
independencia adquirió connotaciones violentas, en la Capitanía de Guatemala el
experimento de Cádiz se vio con gran esperanza. A pesar de la grave recesión
económica y la negativa actitud regionalista que se oponía a la implantación de la
reforma, los guatemaltecos con entusiasmo se abocaron a ella, con la tenaz
oposición de Bustamante. Y la Constitución se aplicó en sus dos períodos, 1814 y
1820, a pesar de la resistencia encubierta de las autoridades peninsulares. Con el
marco del pensamiento de la ilustración, se produce una confluencia entre el
liberalismo metropolitano y el provincial, que se rompe más tarde al precipitarse la
independencia en 1821.
65 Tarancena Arriola, Luis Pedro: Ilusión minera y poder político, la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, siglo XVIII, Editorial
Guaymuras, Tegucigalpa, 1998.
66 Fernández Hernández, Bernabé: “Aspiraciones administrativas de Tegucigalpa en el tránsito del siglo XVIII al XIX”, Revista
Temas Americanistas, número 10, Sevilla, 1992.
67 Tarancena, op. cit. 1998, p. 241.
68 Acta del 6 de febrero de 1808, Tomo 1801-1832, Archivo Municipal de Tegucigalpa.
69 Hay que entender que el cabildo era la instancia política y administrativa, por ello era tan importante controlarlo desde
Comayagua y, por tanto, para Tegucigalpa liberarlo.
90
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
“Las providencias que deben tomarse en las circunstancias presentes a fin de que
no se introduzcan los detestables sistemas de aquellos insurgentes y se expulse a
aquellos vecinos que de dicha ciudad que expendan cacao…”70
70 Acta del Ayuntamiento de Tegucigalpa, 6 de enero de 1812, Fondo Colonial, caja 107, documento 3437, Archivo Nacional
de Honduras (ANH).
71 Ibídem.
72 Reina Valenzuela, José: Hondureños en la independencia de Centroamérica, Edisoff, Tegucigalpa, 1978.
91
“Si quieren que no haya guerra y todo sea alegría, renuncie Salavarría y su
compañero Serra73.”
La concentración enardecida se dirigió al cabildo, que fue inmediatamente cerrado.
Golpearon la puerta y luego un grupo se dirigió a la casa del Subdelegado
Tranquilino de la Rosa, quien había salido huyendo de la villa junto a un grupo de
seis sirvientes74. El convulsivo día en la villa continuó. Ahora les tocaba a los
principales miembros de las élites locales asumir, junto al clérigo Juan Francisco
Márquez, la mediación y el control del motín. Necesitaban mantener el ánimo
firme pero sin pasar a límites que pusieran en peligro a las mismas élites de la villa,
debido a que esperaban la reacción de Comayagua; a todo ello, se preparaban para
entablar la comunicación con el Capitán General de Guatemala, José de Bustamante.
Cinco días después, el Día de Reyes, entraba a la villa el Deán de Comayagua, José
María San Martín, enviado por el obispado con el objetivo de “exhortar a los indios
y mulatos revolucionarios”, y es rechazado por el pueblo amotinado75 . A todo ello,
la vara del ayuntamiento fue depositada en José Manuel Márquez, Joaquín
Espinoza y Miguel Eusebio Bustamante. El 20 de enero llega la notificación del
Capitán General, restaurando la antigua jurisdicción y nombrando de forma
interina al cura Juan Francisco Márquez como Alcalde Mayor. A este punto, al
parecer, el éxito de las élites es cuantificado por su añorada autonomía jurisdiccional.
Pareciera ser que en ciertos sectores medios (castas y blancos) y en los indígenas
de los barrios se manifestaron algunos descontentos, observables por el
mantenimiento de la protesta pública durante todo el mes de enero y febrero. Esta
circunstancia obligó al nuevo Ayuntamiento de Tegucigalpa a mantener la medida
de expulsión de los vecinos de León, además de llegar al límite de prohibir el 13 de
enero la venta de aguardiente y hacer operativos para destruir la fabricación de
bebidas clandestinas:
“…se resolvió que la noche de este día salgan diversas rondas e introduciéndose
cada comisionado en las casas en que hay noticia que se ocultan fábricas de
aguardiente, las destruyan arrojando el licor y rompiendo todos los vasos que lo
contienen…”76
Debemos entender que las élites y su representante principal, el clérigo Juan
Francisco Márquez, asumieron el papel de mediadores, pero frente a la rebeldía
73 Vallejo, Antonio Ramón, Compendio de historia social y política de Honduras, Topografía Nacional, Tegucigalpa, 1882, p. 19.
74 Tranquilino de la Rosa, días después fue capturado y trasladado a Comayagua, donde inmediatamente fue liberado. Sobre
la Captura en el pueblo de Aguaqueterique, véase: Fondo Colonial, caja 108, documento 3456, 13 de febrero de 1812, ANH.
75 Fondo colonial, caja 107, documento 3437, 6 de enero de 1812. ANH.
76 Ibídem.
92
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
mostrada por los barrios asumieron una posición mucho más dura que terminaría
con la decisión del Capitán General en nombrar, el 12 de febrero, al jefe de milicias
de Olancho (noreste de Tegucigalpa), Sargento Mayor Pedro Gutiérrez, quien
contaría con el leal apoyo de las élites de Tegucigalpa y sus nuevos representantes:
Juan Francisco Márquez, José Manuel Márquez, Joaquín Espinoza, Manuel Antonio
Borjas, Juan Alcántara, Juan Miguel Midence, Miguel Bustamante, Francisco Arisa y
Pedro Vázquez. El Sargento Mayor Pedro Gutiérrez tendría el objetivo de terminar
de una vez con la rebeldía de los habitantes de los barrios, de los indios de
Comayagüela y los alrededores de la villa. Pedro Gutiérrez, en su marcha hacia
Tegucigalpa, ya había adelantado desde Juticalpa, con fecha 16 de febrero, una bien
redactada proclama para exhortar a la tranquilidad y al fidelismo al monarca
legítimo, Fernando VII:
“Honrados y útiles indios naturales del pueblo de Comayagüela y de San Miguel de
Tegucigalpa, vecinos apreciables de esta noble y leal villa. El sargento Mayor del
batallón de Olancho, vuestro padre y hermano, os habla para que con tranquilidad,
confianza y atención oigáis su doctrina y modo de pensar con respecto a la
desgraciada situación en que os halláis fomentado por el común enemigo, el que
trata de alterar y controvertir nuestras ideas con el objeto de exaltar nuestros
espíritus, para por este ingenuo medio concebir la desconfianza y la desunión entre
los leales y pacíficos habitantes de este patriótico reyno de Guatemala por cuyo
medio desea introducir el monstruo de la anarquía…”77
En el camino a Tegucigalpa, Gutiérrez estableció un campamento a unos
cuantos kilómetros de la villa. Además, el Intendente interino de Comayagua,
José María Piñol, le enviaba como apoyo 100 montados de las milicias de Yoro.
Esta presión militar, evidentemente, bajaría los ánimos de los amotinados y al
iniciarse el proceso de pacificación el Capitán General ordenó a Gutiérrez
marchar con una tropa a través de Segovia con el objetivo de aplacar la
insurrección de Granada.
Para el mes de abril ya se había disipado totalmente los rumores y posibles
conspiraciones de la población de la villa de Tegucigalpa y del pueblo de indios de
Comayagüela. Juan Francisco Márquez reasumió el cargo de Alcalde Mayor (cargo
que desempeñó hasta su muerte en 1815) y el Capitán General Bustamante ordenó
restablecer en la villa la Caja de Rescates, hecho que siguió por varios años
93
generando conflicto con Comayagua78. Estos turbulentos meses del inicio del año
de 1812 generaron el beneficio para las élites de Tegucigalpa, pues su ansiado control
jurisdiccional estaba a su disposición y el Ayuntamiento, casi en su totalidad, estaría
en manos de tegucigalpenses.
Muchas personas que habían participado en el motín estarían con frustración
al ver las negociaciones que se realizaron por las élites y las autoridades de la
intendencia. Esta afirmación la esbozo al encontrar a dos de los funcionarios
repudiados durante la insurrección: José Tranquilino de la Rosa y Juan
Salavarría, ocupando cargos de regidores en el establecido Ayuntamiento
oficial postmotín.
La estabilidad en la villa se fue recobrando después de abril: para mayo el Alcalde
Mayor interino, Juan Francisco Márquez, celebró en la plaza una gran ceremonia
en solemnidad a las víctimas de Madrid del dos de mayo de 1808. Esta ceremonia
convocaba a la población a reafirmar el fidelismo al deseado monarca Fernando
VII. Posteriormente, a las 4 de la tarde del 22 de septiembre, el Ayuntamiento se
reunió para recibir un extraordinario pliego conteniendo la Constitución
gaditana.
El motín y los hechos siguientes a 1812, en la historiografía hondureña, han sido
abordados principalmente desde una concepción liberal, debido al argumento
de que este levantamiento era parte de un proyecto de independencia respecto
al dominio colonial español79. A mi criterio, este hecho histórico, como el mismo
proceso de independencia, debe ser interpretado bajo una serie de premisas
que puedan acercarnos a las contradicciones manifestadas entre el predominio
de lo tradicional frente a lenta imposición de códigos emanados del proyecto de
“modernidad” necesarios para las élites de criollos en su papel histórico de
dominio político y socioeconómico. El motín y las juras constitucionales son los
hechos quizás más importantes en el contexto independentista de la provincia
de Honduras.
78 Fondo Colonial, caja 108, documento 3454. ANH. Además, Rómulo E. Durón nos plantea como se siguió instigando desde
Comayagua para mantener su dominio. El gobernador Intendente Tornos, tras la muerte de Márquez en 1815, imponía a
Francisco Gardela frente a la oposición en Tegucigalpa. Véase: Durón Rómulo, Bosquejo histórico de Honduras, Edición de
SCAD, Tegucigalpa, 1998, p. 142.
79 La historiografía liberal muestra esta visión desde el libro de Vallejo. Véase: Vallejo, Antonio Ramón: Compendio de Historia
social y política de Honduras. Imprenta del Gobierno, Tegucigalpa, 1882. En Durón, Rómulo: Bosquejo histórico de Honduras,
Edición de SCAD, Tegucigalpa, 1998. También podemos revisar otros aportes durante el siglo XX, por ejemplo: Mayes H.,
Guillermo: Honduras en la independencia, Tipografía Nacional, Tegucigalpa, 1956. Reina Valenzuela, José: Hondureños en la
independencia de Centroamérica, Edisoff, Tegucigalpa, 1978.
94
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
80 Sobre el proceso juntero como reacción al vacío de poder en el bienio 1808-1810 véase: Chust, Manuel (Coord.): 1808. La
eclosión juntera en el mundo hispano, Fondo de Cultura Económica, México, 2007.
81 En la proclama del sudamericano Manuel Rodríguez de Quiroga en Quito, durante el proceso juntero, pongo de ejemplo
esta trilogía de la voz de uno de los actores novohispanos de la época y la traigo para interpretar el proceso mediatizado
de América Central o “el experimento gaditano en América Central”, como lo abanderó Bustamante. Sobre la Proclama de
Quiroga véase: Quintero, Inés: “Lealtad, soberanía y representatividad en Hispanoamérica (1808-1811)”, en Doceañismos,
constituciones e independencias. La constitución de 1812 y América, Mapfre, Madrid, 2006.
82 Rieu-Millan, Marie-Laure: Los diputados americanos en las cortes de Cádiz: elecciones y representatividad, Centre de
Recherches CIAEC, Université de Paris III, 1988.
95
persecución absolutista en 1815 fue condenado por infiel a la religión y al Rey, y
estuvo confinado hasta 1820)83.
89 Por ejemplo, en el tema de la “libertad de imprenta” es importante interpretar la diferencia en relación a lo ocurrido en
Guatemala. En la Provincia de Honduras se difundió el bando de libertad de imprenta por todos los pueblos para ser fijado
en las puertas de los cabildos. El bando era firmado por el Gobernador Intendente de Comayagua Juan Antonio de Tornos,
sin embargo en la provincia no había imprenta ni universidad, por lo que deduzco que el debate sería muy incipiente.
Sobre el bando fijado en las plazas, véase: Fondo colonial, caja 112, documento 3569, 13 de diciembre de 1813, ANH.
90 Considero pertinente mencionar que tras el regreso de Fernando VII como Rey y su decreto de la ciudad de Valencia del
4 de mayo se realizaron celebraciones fidelistas. En el caso de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, en sesión ordinaria se
acordó el 19 de agosto de 1814 realizar una misa de gracias “Te Deum, replique de campanas y tres días de iluminación en
la Villa”. Véase: Fondo colonial, caja 107, documento 3437. ANH.
91 Reyes, Catalina: “La ambigüedad entre los antiguo y lo nuevo. Dos mundos que se entrecruzan: Nueva Granada, 1808-
1810”, en Doceañismos, constituciones e independencias. La constitución de 1812 y América, Mapfre, Madrid, 2006, p. 101-
102.
92 Villafranca es el caso más importante para analizar la represión en la villa: fue apresado entre 1817 y 1820, era español,
vecino del Barrio Abajo y fue considerado con “problemas mentales”. Fondo colonial, caja 124, documentos 4038 y 4047.
ANH.
98
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
“Se ordena a los vecinos que para el sábado 16, domingo 17 de octubre se iluminen
las casas y calles para celebrar la victoria de las Armas españolas sobre el apóstata
Morelos y demás sediciosos que han sido prisioneros […] para el cumplimiento
celarán dos comisarios de los barrios de esta villa.”93
Finalmente, debemos analizar la segunda experiencia constitucional en la Villa de
Tegucigalpa, en un momento de mucho crecimiento en la rivalidad con Comayagua.
101 Este vecino del Barrio Abajo de Tegucigalpa, según Rómulo E. Durón, amaneció ahorcado en septiembre de 1820. Sin
embargo, este documento nos muestra que fue puesto en libertad tras haberse jurado la Constitución en julio. Véase
Durón, Rómulo: Bosquejo histórico de Honduras, SCAD, Tegucigalpa 1998.
102 Fondo Colonial, caja 149, documento 5570, ANH.
103 Fondo Colonial, caja 153, documento 5793, ANH.
104 Fondo Colonial, caja 150, documento 5662, ANH.
105 Fondo Colonial, caja 150, documento 5608, ANH.
106 Avendaño Rojas, Xiomara: Centroamérica entre lo antiguo y lo moderno: Institucionalidad, Ciudadanía y Representación
Política, 1810-1838, Publicaciones Universidad Jaume I, Castellón, 2009, pp. 30-38.
101
traía consigo mayor debate, presiones y resistencia a simples y concretos cambios
por las élites locales. De esa manera, el 25 de septiembre de 1820 el Regidor
Pedanco del partido de Danlí renuncia por ser contrario al sistema establecido por
la Constitución Política de la Monarquía107.
Finalmente, es necesario analizar el papel del Alcalde Mayor Narciso Mallol y los
resquemores que se ocasionaron tras la jura constitucional de julio de 1820. Mallol
había llegado a ocupar la Alcaldía Mayor restaurada desde 1817 como un plan de
control sobre todos los poblados de la antigua jurisdicción tras la convocatoria al
absolutismo por el Rey “deseado” Fernando VII y su camarilla absolutista.
Presentado y titulado oficialmente como “Abogado de los Reales Consejos,
condecorado con la Cruz de distinción de Madrid y Alcalde Mayor por su Majestad
de esta provincia de Tegucigalpa”, este personaje asumió su papel de funcionario
del Monarca, imponiendo respeto y enfrentando las adversidades por su férrea
posición frente a ciertas actitudes de la larga tradición autonomista y del irrespeto
generalizado a ciertas normas de control administrativo por las élites de
Tegucigalpa. Por ello cargó importantes enemistades, tanto en el clero como en la
élite local. Los días siguientes al 10 de julio se levantaron rumores y acusaciones
contra Mallol, sus enemigos propagaban una supuesta expresión de este durante
la “mesa general” como celebración por haber jurado la constitución: “como esos
padres son tan enemigos de la Constitución”. Ante ello se inició la comparecencia
testimonial de varias personas, a la que el Alcalde Mayor declaró el 19 de julio:
“…los insultos que en el mes de enero me pusieron a la merced me obligaban
desde luego a contestar al tono de V. P. no bastando mi humildad franciscana, sin
embargo de que no he su señal para emitir o que sabe conmigo el estado de mal en
que me hayo o que se lance otra igual a la que se lanzaron sus hermanos en
Totonicapán [se refiere a la convulsión de esa provincia, ese mismo mes] diré pues
que en conversación se movió por uno de los vecinos que estaban a mi lado en la
mesa, tal vez autor del chisme supuesto y con quien V. P. tiene relación, diciendo
que a ella no había asistido ningún fraile a que contesté yo que sería porque en la
Constitución no se mencionaban y a esto repuso Don Manuel Antonio Rivera que,
aunque no se mencionaba, muchos de ellos eran curas y otros obispos y que son
llamados en todo hasta el consejo de Estado y con este motivo siempre se
encontraban en lo más alto de la Constitución. Esta conversación no fue general, y
así pocos la habrán percibido, ella no ofende en nada ni yo trataba de ofender a
una corporación que aunque se componga de algunos enemigos míos, tiene sin
Observación final
Este acercamiento a los acontecimientos históricos en la Alcaldía Mayor de
Tegucigalpa (principalmente a la villa, centro administrativo de la jurisdicción)
durante los dos procesos de “juras constitucionales” en 1812 y 1820, nos muestra un
contexto de intrigas y rivalidad entre las élites de Tegucigalpa y Comayagua. Las
contradicciones entre personajes civiles y clericales se manifestaron en todo
momento como reacción a la difusión e intentos de aplicación de las nuevas ideas
110 Mallol estaba decidido a darle trámite a las nuevas disposiciones constitucionales, estuvo todo el tiempo exigiendo a los
pueblos la aplicación de los reglamentos jurisdiccionales, así mismo la creación de ayuntamientos si los pueblos tenían
más de 1.000 almas (habitantes). Fue de esa manera en que se instaló en Comayagüela el cabildo en 1820.
111 Ibídem.
112 Ibídem. Sobre los artículos constitucionales los cito textualmente para poder ver lo ambiguo que podrían ser para
convenientes interpretaciones de ellos: Articulo 10: “El territorio español comprende en la península con sus posesiones
e islas adyacentes, Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada,
Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincia Vascongadas, Sevilla y Valencia, Las islas Baleares y las Canarias con las
demás posesiones de África. En América septentrional, Nueva España, con la Nueva Galicia y Península de Yucatán,
Guatemala, Provincias internas de oriente, Provincias internas de occidente, islas de Cuba con las dos Floridas, la parte
española de la isla de Santo Domingo, y la isla de Puerto Rico con las demás adyacentes a estas y al continente de uno
y otro mar. En América meridional, La Nueva Granada, Venezuela, el Perú, Chile, Provincias del Río de la Plata, y todas
las islas adyacentes en el Pacífico y el Atlántico. En Asia, las islas Filipinas y las que dependen de su gobierno”. Y el
artículo 11 dice: “Se hará una división más conveniente del territorio español por una ley constitucional, luego que las
circunstancias de la nación lo permitan”. Véase Constitución de Cádiz de 1812, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
www.cervantesvirtual.com
105
de la “modernidad”. Es perceptible encontrar elementos claves para interpretar
esta última década de dominio español en las estrategias de las élites locales para
garantizar la soberanía jurisdiccional frente al intento de centralización de la
Intendencia, además de entender el papel de las estructuras corporativas que
garantizaban el mantenimiento del orden establecido. Una de las tantas preguntas
que debemos hacernos es ¿qué entendimiento jurídico tenían de la constitución? La
respuesta probablemente la encontramos al ver el desempeño de las autoridades
civiles y clericales, exponiendo que su asimilación era religiosa y fidelista a la
monarquía. Con la jura de 1820 se agudizó el problema con Comayagua, que sería el
escenario histórico para el momento de la independencia de 1821. El estudio y la
apertura de un amplio debate historiográfico urge en las particularidades, como en
este caso, de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa para construir una historia de la
independencia que sea capaz de buscar en la pluralidad elementos para comprender
esta etapa histórica de Honduras.
106
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Doscientos años
de “La Pepa”113
113 Artículo publicado en el diario La Tribuna el 20 de marzo de 2012, en el marco de la inauguración de la Biblioteca Virtual de
las Letras de Honduras, que incluye un portal de constitucionalismo hondureño: http://bib.cervantesvirtual.com/portal/
constituciones/pais.formato?pais=Honduras&indice=constituciones
107
establecimiento de la Monarquía Constitucional, sometida al cumplimiento de la
ley, se constituye en un hecho tan relevante que la Constitución de Cádiz pareciera
que estuviera vigente en la España de ahora. Y en todo el mundo.
El Poder Ejecutivo, encabezado por el monarca, hereditario según las reglas
establecidas y sin las diferencias actuales entre herederos y herederas, es ejercido
por medio de ministros nombrados por este y para tareas específicas que “La Pepa”
norma en forma precisa. El Poder Legislativo, a cargo de las Cortes, no solo deja
claras las tareas encomendadas, sino que además, de forma prolija permite la
participación ciudadana en la elección de sus miembros. Cada comunidad tiene el
derecho de nombrar electores, los que una vez escogidos por el pueblo eligen a los
diputados que son los llamados a integrar las Cortes que de este modo se
transforman en representantes populares del estado democrático.
El Poder Judicial, que antes de aquella fecha había sido muy fuerte en una España
dominada por la Iglesia Católica y por la Inquisición (que era quien juzgaba
realmente), la Constitución de Cádiz lo enfoca hacia la recta y precisa aplicación de
la ley, sacando a los jueces, obispos y magistrados de la actividad política en donde
sus poderes eran incuestionables y en donde más de algún historiador ha visto
claras expresiones de corrupción generalizada.
La Constitución de Cádiz reconoce y fortalece al Ayuntamiento, de donde emana el
poder de la ciudadanía, que es la que al final constituye y desarrolla una Monarquía
Constitucional efectiva y ejemplar. Desafortunadamente, Fernando VII, arrogante y
muy mal aconsejado, después de votarla como correspondía la abrogó y volvió por
los pasos incorrectos de la monarquía autoritaria, que operaba a contracorriente de
los tiempos de ebullición revolucionaria que había provocado el sentimiento que la
población (enfrentada a la invasión francesa y dedicada a defender a su soberano)
había descubierto que era la fuente del poder. La soberanía, entonces, no estaba en
el monarca sino en la ciudadanía que voluntariamente lo colocaba en el trono para
que le sirviera.
La misma independencia de las colonias americanas dos años después se produce
no para provocar una separación de España ni para crear nuevas naciones sino
como actos de valentía y desobediencia en contra de los invasores franceses. La
rebelión posterior y las revueltas que enfrentan a españoles de ambos lados de “la
mar océano” es mucho más obra de Fernando VII y sus prácticas autoritarias que
del deseo de ver fragmentada una nación que no estaba obligada a naufragar.
Ahora, 200 años después, la satisfacción es el reconocimiento que “La Pepa”, con
todo, sigue vigente en la legislación española y en muchas de las cartas magnas del
continente. Hasta la misma Lotería, creada por ella, sigue vigente.
108
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
El Príncipe
y la Fundación de la Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes114
Por el Excelentísimo Señor Don Juan Ramón Martínez, Miembro Directivo de la
Academia Hondureña de la Lengua Española
114 Artículo publicado en el diario La Tribuna el 17 de enero de 2012, en el marco de la inauguración de la Biblioteca Virtual de
las Letras Hondureñas, que incluye un portal de constitucionalismo hondureño: http://bib.cervantesvirtual.com/portal/
constituciones/pais.formato?pais=Honduras&indice=constituciones
109
invitarnos a formar parte de una biblioteca virtual en la cual Honduras será el primer
país de Centroamérica que integrará sus fondos editoriales y podrá colocar las
obras que mejor definen al trabajo cultural cumplido por sus más destacados
intelectuales. Podremos poner en circulación mundial la obra de Molina, Turcios,
Barrera, Laínez, Amaya Amador, Clementina Suárez y Lucila Gamero de Medina.
También podemos incluir noticias periodísticas del pasado, de forma que los
internautas puedan aproximarse al conocimiento de lo que es Honduras y lo que
hacemos o hemos hecho los hondureños.
El esfuerzo, en el que inicialmente participarán pocas instituciones, estará
capitaneado por la Biblioteca Nacional, respaldada por la Academia Hondureña de
la Lengua, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, la Universidad
Pedagógica Nacional Francisco Morazán y la Fundación de la Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes (presidida por Mario Vargas Llosa). El vehículo será Internet,
de forma que cualquier persona en el planeta que tenga interés en conocer las
obras literarias y científicas de Honduras, con un simple movimiento en su
computadora, tendrá acceso a libros y periódicos con los cuales satisfacer sus
necesidades intelectuales y periodísticas.
Durante la visita real, el Rector de la Universidad de Alicante Ignacio Jiménez
Raneda explicó las tareas que se han hecho en España durante los últimos cinco
años. Cómo el proyecto se inició introduciendo la literatura española, siguió con la
integración de América del Sur y ahora toca a los centroamericanos. El que nos
hayan escogido a nosotros tiene mucho que ver con la actividad cultural de la
Embajada de España en Tegucigalpa, bajo la responsabilidad de Luis Belzuz de los
Ríos y del activo director del Centro Cultural de España, Álvaro Ortega, que ha
desarrollado en los últimos años un trabajo excepcional en el fomento de la cultura
nacional y en el conocimiento de la cultura española.
Estamos muy entusiasmados: la confianza del Príncipe Felipe y el hecho de que se
trata de una cooperación efectivamente bilateral (en la que los dos países haremos
similares aportaciones, en asesoría y esfuerzo) nos da la plena seguridad de que no
solo haremos las cosas bien sino que, además, seremos ejemplo para el resto de
Centroamérica. Aunque muchas veces me he quejado de la “clandestinidad” de
Honduras (lo que lleva a algunos a menospreciarnos en forma indebida), este
proyecto nos permitirá el acercamiento y el diálogo, confirmando que en el plano
de la cultura tenemos un lenguaje que usar y unas ideas que aportar. El Príncipe
Felipe y el gobierno español han cumplido su papel: nos han acercado a todos, como
corresponde.
110
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Reflexiones acerca
de la Constitución de 1812
111
transformación que valían más por la acción política final que como avances,
empates y retrocesos dentro de una dialéctica alimentada por los mecanismos de
establecer acuerdos dentro de las sociedades para, desde allí, construir naciones.
Por ello, no vieron que la democracia no le imponía control y manipulación a nadie
y mucho menos una dictadura del proletariado, sino la superioridad de la soberanía
popular que derribaba en un paso de perfeccionamiento el eterno problema del
ordenamiento del poder y la eficacia de las instituciones que lo expresan. Perdimos
la sabrosa oportunidad de ver el constitucionalismo como un proceso de
ordenamiento de la sociedad humana para caer en brazos de la creencia de que
este, en vez de un pacto fecundo de sus fuerzas y grupos más representativos,
anclado en el proceso jurídico seguido durante centurias en base a reglas de
convivencia operativamente funcionales, es sólo la imposición de la minoría
triunfante que se ha hecho con el poder.
El haber despojado al constitucionalismo de esta visión dialéctica auténtica y
honesta, abandonada la historia de las sociedades y su capacidad interna para
pactar acuerdos, reglas e incluso “constituciones”, nos impidió conocer la riqueza
filosófica de la revolución estadounidense y el practicismo de las diferentes
constituciones francesas que inspiraron la Revolución de las Tullerías y la Bastilla en
1879. Como efecto de este menosprecio no pudimos acercarnos y valorar lo
extraordinario que es el proceso constitucional peninsular, la claridad aplicada del
liberalismo a la operación de la Monarquía, sus relaciones con las instituciones
locales y la emergencia, firme y decidida, de la participación de esta en base a la
soberanía popular, más que a los designios divinos. Ahora, exactamente doscientos
años después de “La Pepa”, vale la pena que reflexionemos. Empezando por
reconocer que este nombre no tiene nada que ver con José Bonaparte ni con sus
aficiones etílicas, y mucho menos con su admiración por las botellas.
La primera idea que hay que abandonar es que la Constitución de Cádiz es el fruto
de un grupo de asaltantes que, una vez en el poder, imponen una normativa
justificativa de sus propias pretensiones de legitimidad, con el fin de colocar su
voluntad por encima los derrotados. Es, más bien, la expresión ordenada del
proceso jurídico español, el resultado de varios miles de años de jurisdicción desde
las convenciones orales de la pequeña comunidad de vecinos hasta la monarquía
imaginada como expresión final de la nación española, con el fin de recrearla en
momentos en que la amenaza el autoritarismo castellano, la ansiedad de los
miembros de la ilustración por aprovechar la oportunidad y los revolucionarios
franceses interesados en el golpe final y en imponer cambios rápidos y oportunos.
112
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Pero lo que priva fundamentalmente es la propia dinámica del proceso jurídico
español, que en sus tiras y sus encoge permite el acuerdo y la creatividad jurídica.
Pero al margen de las diferencias entre monárquicos, ilustrados y revolucionarios,
la Constitución fue al final un instrumento creado para servir de estructura de base
en el sueño común: la construcción de la nación española y la felicidad de los
españoles. Esta es la cuestión básica y la que está en el centro de este edificio
jurídico que hoy por hoy estamos obligados a ver como el edificio más completo del
liberalismo democrático.
Frecuentemente pasamos por alto que durante estos años España libra su propia
guerra de independencia y que la Constitución de 1812 es una declaración de libertad
que recrea en bases firmes el ánimo de crear la nación española. Por ello en el
artículo 2 de La Pepa se dice que “la nación española es libre e independiente, y no
puede ser patrimonio de ninguna familia”. Y lo que nos parece fundamental es la
declaración en su artículo 3: “la soberanía reside esencialmente en la nación y por lo
mismo pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes
fundamentales”. Por ello ratifica que “la nación está obligada a conservar y proteger
por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos
de todos los individuos que la componen”.
Si la nación española es el concepto integrador, su identidad está determinada por
el ser y el carácter del español. Ha quedado claro para los redactores de la
Constitución de 1812 que España era la de las dos orillas, que todos, peninsulares y
americanos (indígenas incluidos) éramos españoles; y que la naturaleza de estos
estaba determinada y limitada por “todos los hombres libres y avecindados de las
Españas y los hijos de estos”. Pero con todo no rechaza a los extranjeros ni a los
libertos, a quienes deja abierta la puerta a la nacionalidad española de conformidad
a la ley.
Por supuesto, la condición de español, por más que se quiera la contrario, tiene una
condición estática que va a ser animada por los valores de su participación
ciudadana. Todavía excluye a los esclavos y les pone condiciones a los africanos
para ser reconocidos como españoles. Como en otros casos, el derecho siempre
anda a la zaga porque hace tiempo que en el continente americano el mestizaje se
ha impuesto en forma definitiva, mezclándose la población negra y la indígena con
segmentos españoles que solo podemos rastrear siguiendo la lengua y las
costumbres ancestrales. El artículo 22 de la Constitución establece que a los
españoles que por cualquier línea sean habidos y reputados por originarios de
Africa “les queda abierta la puerta de la virtud y del merecimiento para ser
ciudadanos: en su consecuencia las Cortes concederán carta de ciudadanía a los
113
que hicieran servicios calificados a la Patria, o a los que se distingan por su talento,
aplicación y conducta, con la condición de que sean hijos de legitimo matrimonio de
padres ingenuos; de que estén casados con mujer indígena, y avecindados en los
dominios de las Españas. Y que ejerzan alguna profesión, oficio o industria y útil con
un capital propio”. Como es lógico, la Constitución de 1812 deja muy claro que se
puede perder la condición de ciudadano español si se naturaliza en otra sociedad,
por admitir empleos de un gobierno extranjero y por la imposición de penas
aflictivas o infamantes, sino se obtiene rehabilitación. Además, se pierde la
ciudadanía por haber estado cinco años fuera del territorio de España, “sin comisión
o licencia del gobierno”. Además, la condición de ciudadano español se pierde “en
virtud de interdicción judicial o incapacidad física o moral”, por la condición de
deudor quebrado a los caudales públicos, por ingresar a la condición de sirviente
doméstico, por no tener empleo, oficio, ni modo de vivir conocido y por hallarse
procesado criminalmente. Y lo que nos parece muy importante es que en el artículo
25, literal sexto, se establece que se perderá la condición ciudadana “desde el año
de mil ochocientos treinta, deberían saber leer y escribir los que de nuevo entren en
el ejercicio de los derechos de ciudadano”. Esta república de letrados, dentro del
espíritu judío de que para hablarle a Dios hay que saber leer, habría tenido un
impacto extraordinario —como toda la Constitución— en el desarrollo de la nación
Española. La de las dos orillas, por supuesto.
Si el fin de la Constitución de 1812 es crear la Nación Española, esta se sostiene en la
participación ciudadana. Pero no se asocia tal participación al voto, sino que se
incluye dentro de un proceso más amplio que el derecho constitucional hondureño
ha descuidado. Las Cortes, la Monarquía y el aparato burocrático son instrumentos
para facilitar a los ciudadanos —con las limitaciones que se han indicado y que hay
que juzgar dentro del contexto histórico correspondiente— el ejercicio de las
participaciones para elegir a quienes los representarán en la elaboración de la ley,
en el ejercicio del gobierno y en la ejecución de todas las tareas destinadas a facilitar
el bienestar de “los españoles de las dos orillas”. Una rápida lectura de los minuciosos
mecanismos para la elección, desde abajo hacia arriba, de las autoridades electivas
muestra que es difícil un grado de eficacia mayor que el que lograron los políticos y
abogados de entonces. El fin es la participación de los ciudadanos y la preocupación
por que estos elijan diputados a las Cortes, con los requisitos y honorabilidades que
garanticen un sistema eficiente y de confianza para todos. Los grados de puntualidad
son tales que los políticos hondureños deberían leer la Constitución de Cádiz,
especialmente lo referido a lo que hoy llamamos procesos electorales, para
descubrir —con algún asombro para los menos informados o los que todavía tienen
114
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
la capacidad de asombro que nos exigía Ortega y Gasset— que los distritos
electorales están insinuados y conformados en este valioso documento que
venimos comentando. Pero lo que más llama la atención es la gradualidad de la
participación ciudadana y el hecho que esta se haga de abajo hacia arriba y con el fin
de recoger la expresión y la voluntad de todos para, de este modo, tener como
diputados en las Cortes a representantes auténticos de todas las comunidades de la
España de las “dos orillas” (desafortunadamente el diputado nuestro, elegido por
nuestros antepasados, llegó a Cádiz cuando las discusiones habían terminado).
Las Cortes definidas en la Constitución de 1812 “son la reunión de todos los diputados
que representan la Nación, nombrados por los ciudadanos”, en la forma que la
misma Carta Fundamental establece. Los diputados no representan partidos,
grupos, nacionalidades o sectores. Representan a la Nación Española que es el
concepto central que orienta el sistema jurídico creado por los constitucionalistas
de entonces. Y van desde Parroquias, Partidos y Provincias haciendo posible que la
voluntad de los electores sea la expresión de todos los órganos creados por la
Constitución. Por ello es que las Cortes son objeto de mucha prolijidad,
específicamente en la elección de los diputados, al grado que cosas a las que ahora
no daríamos importancia —o que dejaríamos para los reglamentos— aquí si las
tienen y con suficiente justificación.
Es interesante señalar que las Cortes no son un órgano del estado —como vemos
esclerotizado en la Constitución hondureña de 1982— sino “que Juntas que se
reunirán todos los años, en la capital del reino, en edificio destinado a este solo
objeto”. Pero en los casos en que, por las razones que sean, tengan que reunirse
fuera de Madrid no lo harán sino en un lugar que no puede estar más allá de doce
leguas de distancia, “que convengan en la traslación de las dos terceras partes de
los diputados presentes”. Este protagonismo de los diputados está orientado hacia
la consideración de la participación, de forma tal que el artículo 110 establece “que
los diputados no podrán volver a ser reelegidos, sino mediante otra diputación”. La
crisis hondureña de junio de 2009 fue ocasionada fundamentalmente por la
incomodidad de una parte del liderazgo político que, por diversas vías, terminó
creyendo que el poder era suyo —y no de sus electores— y que los votos eran
instrumentos de los que podía prescindirse mediante las encuestas y las
computadoras.
En cambio, en la Constitución de 1812 las relaciones de las Cortes con el Rey —en
términos formales— son ejemplares de lo que ahora presentamos como la división
de poderes. Aunque las formalidades sobreviven, copiadas de las experiencias
115
españolas, en el continente, en “la otra orilla”, sin embargo, nos ponemos de
espaldas a lo esencial. Por ejemplo, el artículo 124 establece “que las Cortes no
podrán deliberar en la presencia del Rey”, para que no se crea que es un acto de
subordinación o de melosa formalidad ante la superioridad del Rey. A renglón
seguido se establece que “en los casos en que los Secretarios del Despacho hagan
a las Cortes algunas propuestas a nombre del Rey, asistirán a las discusiones cuando
y del modo que las Cortes determinen y hablaran en ellas; pero no estarán presentes
a la votación”.
Pero cuidado. No hay que creer que las Cortes operan en un régimen de
semiclandestinidad. Lo que buscan es la separación y la independencia de los
poderes de la Nación Española. Por ello es que las sesiones de las Cortes serán
públicas, “y solo en los casos que exijan reserva podrá celebrarse sesión secreta”.
De la misma manera, los diputados serán inviolables por sus opiniones y en ningún
tiempo ni caso, ni por ninguna autoridad, podrán ser reconvenidos por ellas. En las
causas criminales que contra ellos se intentaran no podrán ser juzgados sino que
por el Tribunal de Cortes en la forma que se prescriba en el reglamento del gobierno
interior de las mismas. Durante las sesiones de las Cortes, “y un mes después, los
diputados no podrán ser demandados civilmente, ni ejecutados”. Esta suerte de
fuero, que tiende a proteger la libertad de los diputados, tiene como contrapartida
la obligación de los mismos, que están obligados a desempeñarse en forma
adecuada y de conformidad con las reglas establecidas. Por ejemplo, “durante el
tiempo de su diputación, contando para este efecto desde que el nombramiento
conste en la permanente de Cortes, no podrán los diputados admitir para sí, ni
solicitar para otros, empleo alguno de provisión del Rey, ni un ascenso, como no sea
de escala en su respectiva carrera”. “Del mismo modo no podrán, durante el tiempo
de su diputación y un año después de su diputación, y un año después del último
acto de sus funciones, obtener para sí, ni solicitar para otro pensión ni condecoración
alguna que sea también de provisión del Rey”.
Ahora, mientras escribo este ensayo, en el Congreso de Honduras hay una iniciativa,
fuera de la ley, ilógica e inconveniente, para crear la figura del Diputado Vitalicio,
pensionado de por vida por el mismo Congreso Nacional, que en términos
doctrinarios representa un retroceso del concepto independiente que la
Constitución de 1812 le imponía al diputado.
Las Cortes tienen en su orden como facultades, en primer lugar, proponer y decretar
las leyes e interpretarlas y derogarlas en caso necesario. En segundo lugar “recibir
el juramento al Rey, al Príncipe de Asturias y a la Regencia como se previene en sus
116
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
lugares”. En caso de duda o diferencia de hecho o derecho que ocurra en orden a la
sucesión a la Corona, las Cortes la resolverán de conformidad a los procedimientos
establecidos por estos y en aplicación a lo que ordena la Constitución al respecto.
En caso de vacío o minoría de edad del sucesor, “las Cortes tienen la autoridad de
elegir Regencia o Regente del reino cuando lo previene la Constitución y señalar las
limitaciones con la Regencia o el Regente que ha de ejercer la autoridad real”. Es
decir, que la Constitución es superior a los vacíos que provoca la falta de la Monarquía
en algún momento y es esta, y no otra instancia, la fuente de la soberanía popular,
en la medida en que sus diputados representan a la ciudadanía. Por ello, tiene la
competencia de determinar los fondos que se gastaran, las tropas que pueden
sostenerse, las alianzas que se consideren prudentes y por supuesto, la declaración
de la guerra. Es decir que, de acuerdo con esta Constitución, la Monarquía se
transforma en el Poder Ejecutivo Moderno, controlado por un sistema parlamentario
representando por las Cortes.
En este paso destinado a transformar la Monarquía autoritaria originada en la
voluntad del Rey (que podía hacer lo que le venía en gana por su carácter superior a
todo, en una Monarquía Constitucional donde la soberanía reside en el pueblo que
la ejerce por medio de sus diputados) donde encontramos posiblemente el más
importante logro de la Constitución de 1812. Por un lado se reconoce la inviolabilidad
de la persona del Rey, sacándole de la discusión y excluyéndola de cualquiera
responsabilidad. Pero por el otro, se establecen claras restricciones en el ejercicio
de sus competencias. En primer lugar no puede impedir la celebración de las Cortes
ni suspenderlas ni disolverlas ni, en manera alguna, embarazar sus sesiones o
deliberaciones. “Los que le acompañen o le auxilien en cualquiera tentativa para
esto actos son declarados traidores y serán perseguidos como tales”. Tampoco
puede ausentarse del Reino sin consentimiento de las Cortes, y si lo hiciera se
entenderá como que hubiese abdicado. Además, el Rey no puede enajenar, ceder,
renunciar o, en cualquiera forma, traspasar a otro la autoridad real, ni cada una de
sus perspectivas. Tampoco puede el Rey enajenar o ceder o permutar provincia,
ciudad, villa o lugar, por pequeña que sea, del territorio nacional. Y finalmente, no
puede el Rey ceder ni enajenar los bienes nacionales sin consentimiento de las
Cortes, y tampoco conceder privilegios.
No queda duda de que la Constitución de 1812 logra el paso del autoritarismo
medieval a la modernidad liberal, que abre paso al sistema democrático por medio
de un parlamentarismo basado en la soberanía popular. Es por ello un documento
fundamental en el estudio del proceso de perfeccionamiento del sistema
117
democrático occidental que no solo debe ser estudiada como pieza histórica, sino
leída con disciplinada pasión, para tomarle el pulso —vivo y vibrante—, encontrar
en su articulado brillantes soluciones a los problemas que tenemos en esta orilla, en
donde los caudillos, que todavía montan a caballo, se creen —sin serlo, apenas
justificados por los imperativos descubiertos por Octavio Paz en el encuentro del
chamán indígena con el segundón español y el caudillo árabe que sigue en el
desierto buscando su reino perdido en Granada— reyes autoinventados,
emperadores de hojalata, cómicos de operetas rurales que se resisten a aceptar
que la soberanía radica en la ciudadanía y, fundamentalmente, en la participación
de esta en la toma de decisiones. Y especialmente en el nombramiento de los
diputados que la representan y protejan sus intereses. Aparentemente, hay que
suponer, como nos ocurriera a nosotros mientras estudiábamos Derecho
Constitucional, que los políticos de esta orilla nuestra —y de repente también de la
orilla de allá— tienen pocos conocimientos de historia constitucional, de teoría
política y casi nulas prácticas de lo que es la aplicación del Derecho a la operación
democrática de las sociedades. Y que por ello, entonces, un tiempo de dedicación
para inhalar el espíritu de “La Pepa”, conocer la lógica de su integración y la calidad
y eficiencia de sus soluciones pragmáticas para el tema de la participación ciudadana
—que es una cuestión que, en el caso de Honduras, pese a las apariencias (el voto y
sus ancestrales manipulaciones)— todavía está sin resolverse.
La vitalidad de “La Pepa”, su prolijidad y su extensión —inicialmente de un articulado
numéricamente mayor que el de la Constitución hondureña de 1982, reformada en
forma alcohólica por diputados inconsecuentes e irrespetuosos del valor de las
normas constitucionales— pueden ayudarnos a entender que en sus líneas y en sus
visiones todavía hay conceptos más inteligentes que muchos absurdos que nos han
dividido actualmente, creando dificultades para empujar la nación centroamericana
hacia sus antiguos carriles y, de repente, para trabajar pensando hacia adentro, sin
inventarnos enemigos que nos paralizan, y crear las condiciones para dar continuidad
al pensamiento de los liberales y de los ilustrados de 1812, en la eterna búsqueda de
la libertad.
118
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Discurso oficial
del Excelentísimo Señor Embajador de España en
Honduras, Don Luis Belzuz de los Ríos, con ocasión de la
Fiesta Nacional de España y del Día de la Hispanidad
119
Excelencias:
Este acervo histórico constituye la base inmutable de las relaciones entre España y
Honduras; nuevamente en su nivel tradicional, tal como atestigua el viaje a Honduras
de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, el pasado 11 de
enero.
Esta visita ha constituido tanto el colofón del compromiso español con el proceso
de reconciliación nacional y normalización internacional de Honduras (que España
vino impulsando desde la Cumbre entre la Unión Europea y Centroamérica celebrada
en Madrid bajo Presidencia de turno española en primavera de 2010) como el punto
de partida en la proyección futura de nuestras relaciones bilaterales, tal como lo
manifestó de forma concisa e inequívoca Su Alteza Real en su primer discurso oficial
en suelo hondureño:
“Mi visita tiene un significado que se proyecta, sobre todo, hacia ese futuro.
Atestiguo el compromiso de España con el porvenir de vuestro gran país, con el
proceso de unidad y reconciliación nacional, y con su desarrollo y bienestar.
El compromiso de España con Honduras no depende de coyunturas políticas,
económicas o financieras más o menos favorables o adversas; responde a nuestra
larga historia común, a los valores democráticos compartidos y al profundo afecto
que une a nuestros pueblos, junto a los demás centroamericanos y de toda
Iberoamérica.”
Excelencias:
Tras la calurosa y fraternal acogida del Gobierno y del pueblo hondureño a Su Alteza
Real, el Excelentísimo Señor Presidente Constitucional de la República, Don Porfirio
Lobo Sosa, en un gesto que le honra, fue de los primeros presidentes iberoamericanos
en aceptar la invitación personal de Su Alteza Real para asistir a la XXII Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que, bajo el lema “Una Relación
Renovada en el Bicentenario de la Constitución de Cádiz”, se celebrará los próximos
días 16 y 17 de noviembre en Cádiz.
Esta Cumbre reviste gran relevancia para el Gobierno Español, ya que se trata de
revitalizar las relaciones y la cooperación iberoamericana en ambas orillas del
Atlántico, coincidiendo con la celebración del Bicentenario de la Constitución de
Cádiz.
La Cumbre estará centrada en el crecimiento económico y en la cooperación, y
abordará las posibilidades de que España y Portugal actúen de “puente” entre la
120
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Unión Europea y los países de la Comunidad Iberoamericana.
También se abordará imprimir un nuevo impulso a las Cumbres Iberoamericanas.
Sin menoscabo de otros foros regionales de concertación, algunos de reciente
creación, las Cumbres Iberoamericanas continuarán constituyendo el más amplio
foro regional americano y transatlántico de nuestra Comunidad de Naciones.
El Bicentenario de la Constitución de 1812 enmarcará esta Cumbre. La Constitución
de Cádiz, verdadera “Constitución Iberoamericana”, se considera en Honduras la
primera Carta Magna de Centroamérica y el comienzo de la historia constitucional
del país; cuyos valores y principios, como la Soberanía Nacional, la División de
Poderes o los Derechos Individuales han influido en todos los textos constitucionales
hondureños posteriores: la Constitución Federal de 1823, la Constitución de la
República Federal de Centroamérica de 1824 y las sucesivas Constituciones del
Estado de Honduras desde la de 1831 a la actual de 1982.
Fue también, bajo la vigencia de la Constitución de Cádiz, cuando se celebraron las
primeras elecciones para ayuntamientos y diputaciones provinciales el 25 de
noviembre de 1812 en Honduras.
Lo que en suma se está conmemorando es la realidad de la “reunión de los españoles
de ambos hemisferios” tal como proclama el Artículo Primero de la Constitución de
Cádiz, cristalizada por sus descendientes en una comunidad política iberoamericana
formada por el conjunto de los ciudadanos americanos, españoles y portugueses
que, siendo hoy más de seiscientos millones de personas, comparten una cultura,
dos lenguas y una misma vocación.
Excelencias:
Honduras, que siempre ha ofrecido aportaciones sustantivas y originales en las
Cumbres Iberoamericanas, está colaborando activamente en todos niveles en la
preparación de la Cumbre de Cádiz.
Su Excelencia la Designada Presidencial y Ministra en el Despacho de la Presidencia,
Doña María Antonieta Guillén de Bográn, presentó una importante ponencia sobre
transparencia y gobernanza en la Reunión Iberoamericana de Ministros de la
Presidencia y Equivalentes celebrada en Madrid el pasado 7 de mayo y diversos
Ministros y Miembros del Gobierno han estado participando en todas las reuniones
preparatorias subsiguientes.
Es muy de agradecer también la participación en las actividades conmemorativas
del Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras de la Academia Hondureña
121
de Geografía e Historia, de los Excelentísimos Señores Ministros de Cultura, de
Educación y de la Juventud, del Ayuntamiento de Comayagua en el Foro celebrado
el 18 de marzo bajo el Monumento de Fernando VII a la Constitución de Cádiz; así
como la participación de colegios y centros docentes como el Instituto España
Jesús Milla Selva en el “Congreso Escolar Generaciones de los Bicentenarios”
organizado por la Universidad de Cádiz los días 7 y 8 de marzo pasados en dicha
ciudad.
También es de reconocer la cordial acogida dispensada por el Excelentísimo Señor
Presidente del Congreso Nacional de Honduras, Don Juan Orlando Hernández, al
Vicepresidente del Congreso de los Diputados encargado de la Conmemoración de
la Constitución de 1812, Don Javier Barreda, en sus dos visitas a Honduras este año
para, entre otros, inaugurar la Escuela de Gobierno del Congreso Nacional,
promovida también con la colaboración de la Fundación Jiménez Abad de las Cortes
de Aragón y la Fundación Manuel Gálvez de Honduras; proyecto pionero en
Centroamérica para la formación de jóvenes futuros congresistas y cuadros de los
partidos políticos y funcionarios del Poder Legislativo.
Asimismo, el Excelentísimo Señor Secretario General Iberoamericano, Don Enrique
Iglesias, expuso a principios de año en Tegucigalpa, en colaboración con la
Presidencia Pro Tempore de España de las Cumbres Iberoamericanas, el programa
de preparación de la Cumbre al Presidente Don Porfirio Lobo Sosa, a los Embajadores
iberoamericanos acreditados en Honduras y a la Cancillería de la República.
Agradezco sinceramente a mis colegas los Embajadores iberoamericanos el haber
accedido a participar en la cena que en mi Residencia ofrecí, como Presidencia
Española Pro Tempore, en honor de Don Enrique Iglesias y en la que este tuvo la
oportunidad de exponerles personalmente las líneas maestras de la Cumbre de
Cádiz.
Excelencias:
Huelga decir que, con todo esto, ya se pasó definitivamente página en relación con
los sucesos de junio de 2009 y ahora la relación bilateral apunta hacia el futuro con
nuevas posibilidades tanto bilaterales como a través del Acuerdo de Asociación de
Centroamérica y la Unión Europea, primero en su género, firmado el pasado 29 de
junio en Tegucigalpa bajo la Presidencia Pro Tempore de Honduras del Sistema de
Integración Centroamericano (SICA).
Precisamente, como muestra del calado de este acuerdo cuya elaboración fue
iniciada en la Cumbre entre Centroamérica y la Unión Europea celebrada bajo
122
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Presidencia de turno española en la primavera de 2010 en Madrid, y de la prioridad
que España otorga a sus relaciones con Honduras, el Excelentísimo Señor Presidente
del Senado Español, Don Pío García Escudero, representó oficialmente a España en
la firma del Acuerdo de Asociación y en los actos de clausura de la Presidencia Pro
Tempore de Honduras celebrados el 29 de junio pasado en Tegucigalpa.
En este marco, quisiera agradecer cordialmente la estrecha colaboración mantenida
en el grupo de los Embajadores y Representante de la Unión Europea acreditados
ante Honduras; a todos nos consta que nuestras aportaciones conjuntas en favor
de Honduras en el marco de la Cooperación Política Europea son acogidas con
interés en Bruselas.
Excelencias:
Muestra del nivel actual de las relaciones bilaterales es el programa pionero de
colaboración entre el Congreso de los Diputados de España y el Congreso Nacional
de Honduras para la modernización de este último.
El pasado mes de junio un equipo de Letrados de las Cortes españolas estuvo
trabajando en la Sede del Congreso Nacional realizando un informe técnico conjunto
que ya se está aplicando.
Este Programa de Colaboración y Modernización, patrocinado por la Agencia
Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) es, a día de hoy,
único en Centroamérica y constituye un referente internacional de cooperación
institucional entre poderes legislativos.
Excelencias:
Gracias a estas sólidas relaciones políticas estamos pudiendo acometer el fomento
de nuestra cooperación bilateral en materia de desarrollo, cultura y comercio.
En el área de la cooperación para el desarrollo Honduras continúa siendo para
España socio prioritario, tal como se prevé en el nuevo Acuerdo Marco cuadrienal
entre España y Honduras, en el que se tiene muy en cuenta su Plan de Nación y su
Visión de País.
Honduras es el único país centroamericano donde España mantiene tres sedes
técnicas de cooperación: en Tegucigalpa, La Ceiba y Santa Rosa de Copán, cubriendo
la práctica totalidad del territorio y de la población a través de la acción de la AECID
y de una cincuentena de ONG’s españolas .
123
La Cooperación Española, junto con el Programa de Conversión de Deuda, está
aportando anualmente aproximadamente sesenta millones de euros a Honduras,
cubriendo todas las facetas de la cooperación al desarrollo: fortalecimiento
institucional del Estado de Derecho y de los Derechos Humanos; seguridad
ciudadana; necesidades básicas de agua, educación y sanidad; medio ambiente, con
especial apoyo a emergencias y al Ministerio de Protección Civil; rehabilitación de
centros históricos a partir de la experiencia de Comayagua; política de género;
apoyo al Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma,
mantenimiento de Casas Refugio, desarrollo integral de los “Barrios Promueve” de
Cristales en Trujillo, Cordemarianas en La Ceiba y la Colonia Elmer Romero en Santa
Rosa de Copán; entre tantos otros proyectos y actuaciones.
Resulta muy difícil identificar un campo de la cooperación al desarrollo en Honduras
donde España, a través de la AECID, no esté presente.
En el ámbito de la Cooperación Internacional hay que destacar la excelente
coordinación entre los principales países e instituciones financieras donantes en el
seno del Grupo de Seguimiento de la Declaración de Estocolmo o “G-16”, cuya
Presidencia Pro Tempore correspondió a España el segundo semestre de 2011.
Durante la Presidencia Pro Tempore Española, el G-16 demostró su liderazgo y
competencia para enviar ayuda de emergencia para paliar los daños de las
inundaciones de octubre; se realizó una declaración institucional de apoyo al
Gobierno de Honduras frente a la crisis sobrevenida de los operadores de seguridad
y se institucionalizó su cooperación con la Asociación de Municipios de Honduras
(AMHON).
Esta última iniciativa concuerda con las especiales razones históricas, políticas e
institucionales que España tiene en cuenta para apoyar la descentralización de su
cooperación hacia los municipios hondureños.
Junto con la lengua y la religión, los municipios constituyen el legado más
significativo de España en Iberoamérica. En muchas Plazas Mayores de los
municipios hondureños coinciden la Iglesia Catedral, el Ayuntamiento y un busto de
Miguel de Cervantes. Al llegar a estas tierras lo primero que hicimos los españoles
fue instituir los Ayuntamientos, con la autorización directa de los Reyes o del
Emperador; sin esa base nada se hubiera realizado.
Además de esta razón histórica, España, en época más reciente, tiene también una
sólida razón política para apoyar a los Ayuntamientos hondureños.
124
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Por experiencia propia sabemos que la Democracia, las libertades, los Derechos
Humanos y, en fin, el Estado de Derecho se implantan y se construyen “de abajo a
arriba”; esto es, a partir de los Ayuntamientos. Ayuntamientos sólidos, democráticos
y capaces de atender directamente los derechos y necesidades de los ciudadanos,
de sus vecinos, constituyen la base territorial y orgánica del Estado de Derecho.
Asimismo, España cuenta con una tercera razón institucional para ofrecer su
cooperación a los Ayuntamientos: la Asociación de Municipios de Honduras es la de
mayor cohesión, organización y proyección de futuro de toda Centroamérica y está
a la vanguardia de los movimientos descentralizadores, municipalistas y de
profesionalización administrativa de la región.
Excelencias:
En lo que se refiere a las relaciones culturales, aquí en Honduras están centradas en
la amplia labor que desarrolla el Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET);
labor de futuro dirigida, sobre todo, hacia los estudiantes, los artistas y hacia los
jóvenes en general.
Se está colaborando con las acciones culturales de los países de la Unión Europea,
como en el popular ciclo anual de cine europeo en Tegucigalpa; y también con la
acción cultural de países iberoamericanos, como en los nuevos ciclos de cine
ecuatoriano y mexicano.
El Centro Cultural de España también pretende proyectar sus actividades al resto de
Honduras. El pasado abril se presentó en La Ceiba, junto con el Ministerio de las
Etnias, el Diccionario Garífuna-Español, que garantiza al garífuna, al asociarse con
el español en dicho diccionario, pervivir como una lengua viva.
Excelencias:
Merece mención especial una reciente iniciativa que ha colocado a Honduras en la
vanguardia cultural y educativa de Centroamérica. Se trata de la inauguración
oficial, el pasado 26 de junio en el CCET, de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
de las Letras de Honduras y Centroamérica, presentada y auspiciada por Su Alteza
Real, el Príncipe de Asturias, en su último viaje a Honduras, y en la que han
colaborado decisivamente la Academia Hondureña de la Lengua, la Biblioteca
Nacional y las Universidades Nacional Autónoma y Pedagógica.
Por primera vez la literatura y la cultura hondureñas resultan accesibles vía internet
en cualquier parte del planeta a través de las obras que componen esta Biblioteca
125
Virtual y que han sido seleccionadas por las cuatro instituciones hondureñas
anteriormente mencionadas.
La importancia de este proyecto pionero es tal que el Consejo de Ministros de
Cultura y de Educación del SICA, celebrado en mayo en Tegucigalpa bajo la
Presidencia Pro Tempore de Honduras, incluyó en sus Conclusiones Finales el apoyo
institucional a este proyecto y su extensión a toda Centroamérica como iniciativa
pionera de integración regional a través de la literatura, la educación y la cultura.
Excelencias:
No quisiera concluir sin una mención a las relaciones bilaterales comerciales y
financieras. A partir del Congreso Honduras is Open for Business celebrado en mayo
antepasado en San Pedro Sula se está acrecentando el interés en España por invertir
y producir en Honduras. Desde entonces las consultas anuales de empresas
españolas a la Embajada de España se han duplicado.
Nuestras exportaciones a Honduras han aumentado en casi un 50% en este último
año, y las empresas españolas, en pleno proceso de internacionalización, están
llegando a Honduras aportando obras de infraestructura, tecnología, empleo y
desarrollo social.
Como ejemplos se podrían citar el Parque Eólico que, en apenas un año, el Consorcio
Iberdrola-Gamesa ha construido en el Cerro de Hula y que siendo el mayor de
Centroamérica ya está produciendo casi el 10% de la energía eléctrica del país; el
Proyecto Ilumina de la Fundación Elecnor, instalando plantas solares generadoras
de energía eléctrica en escuelas y viviendas de localidades tan remotas como Agua
Fría, Quebrada Grande o Palo Verde, donde la difícil orografía no permite siquiera el
tendido eléctrico; o el radar meteorológico para prevención de desastres naturales
más avanzado de Centroamérica, instalado por el Grupo Dominion en el centro del
país.
Grandes empresas como Cobra/Dragados, Pescanova, Elecnor, Mapfre Seguros,
Santillana, Wasser, Dominion, Abantia, Indra, Typsa, Intecsa y FCC están operando
ya en Honduras, y sus logros y experiencia adquirida alientan a otras más a
interesarse por Honduras; cuanto más ahora tras la firma del Acuerdo de Asociación
entre la Unión Europea y Centroamérica, especialmente por su vertiente comercial.
Es de destacar la encomiable labor de la Cámara de Comercio Hispano-Hondureña
de San Pedro Sula, invitando a Honduras a importantes Cámaras de Comercio
españolas, como la de Madrid y la de Cataluña, y dando a conocer las oportunidades
que Honduras actualmente ofrece.
126
Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras
Las empresas españolas se están abriendo camino gracias a su tecnología, calidad
y seriedad en el cumplimiento de obligaciones y calendarios acordados; están
realizando un esfuerzo para conseguir financiación, especialmente con aquellas
instituciones financieras como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de
Desarrollo o el Banco Centroamericano de Integración Económica, donde el Reino
de España es accionista, y están recurriendo a la nueva legislación hondureña, sobre
todo en materia de asociaciones público privadas, estableciendo alianzas conjuntas
con empresas hondureñas.
Excelencias:
En lo personal quisiera enviar un saludo muy especial a los treinta mil hondureños
que viven en España desarrollando su vida y su trabajo con normalidad y aportando
mucho a la sociedad española.
Quisiera también recordar a los casi dos mil hondureños que han accedido a la
nacionalidad española gracias a la Ley de Memoria Histórica, sin haber tenido que
renunciar por ello a su nacionalidad hondureña.
Así como a los casi dos mil compatriotas españoles que se encuentran en Honduras
trabajando por el futuro del país en los sectores más diversos, desde la cooperación
hasta la industria.
Especialmente admirable resulta la labor de los sacerdotes y religiosas españoles en
Honduras. Estamos muy orgullosos de que en este empeño Honduras cuente con la
dedicación plena de españoles tan insignes como Su Excelencia Reverendísima Don
Ángel Garachana, Obispo de San Pedro Sula, y su Excelencia Reverendísima Don
Lluis Solé, Obispo de Trujillo; y de tantos otros Obispos, sacerdotes y hermanas
españoles, europeos y americanos que realizan su misión apostólica en condiciones
muchas veces extremadamente precarias y que constituyen para todos nosotros
un ejemplo a seguir tanto en lo espiritual como a la hora de colaborar juntos por el
futuro de Honduras.
Excelencias:
Como reflexión final les invitaría a considerar, como testimonio y mensaje de
esperanza y futuro, todo lo que España y Honduras están haciendo hoy
conjuntamente; a veces incluso de forma pionera en Centroamérica:
En lo político, la cooperación entre el Congreso de los Diputados y el Congreso
Nacional en materia organizativa y la Escuela de Gobierno patrocinada por ambas
Cámaras y las Fundaciones Jiménez Abad y Manuel Gálvez; en lo cultural, la
127
constitución de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de las Letras Hondureñas
y Centroamericanas; en materia de cooperación y desarrollo, la descentralización
municipal, la recuperación de centros históricos o la prevención de catástrofes
mediante el radar meteorológico más avanzado de Centroamérica; en lo industrial,
la construcción del hasta hoy mayor parque eólico centroamericano y las obras
sociales de muchas empresas españolas; por citar algunos ejemplos.
Todo esto que estamos haciendo actualmente España y Honduras juntos, en plazos
y calendarios precisos, refleja el valor que el Gobierno de España otorga a las
relaciones con Honduras y el ánimo y las orientaciones que Su Alteza Real el Príncipe
de Asturias trajo consigo en su último viaje a Honduras y que vale reiterar a modo
de conclusión:
“El compromiso de España con Honduras no depende de coyunturas políticas,
económicas o financieras más o menos favorables o adversas; responde a nuestra
larga historia común, a los valores democráticos compartidos y al profundo afecto
que une a nuestros pueblos, junto a los demás centroamericanos y de toda
Iberoamérica.”
Excelencias:
Muchas gracias por su atención y paciencia y por compartir juntos esta celebración
de España y de la Hispanidad.
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La Constitución de Cádiz, verdadera “Constitución Iberoamericana”, se
considera en Honduras la primera Carta Magna de Centroamérica y el comienzo
de la historia constitucional del país, cuyos valores y principios como la
soberanía nacional, la división de poderes o los derechos individuales han influido
en todos los textos constitucionales hondureños posteriores: Constitución Federal
de 1823, Constitución de la República Federal de Centroamérica de 1824 y las
sucesivas Constituciones del Estado de Honduras desde la de 1831 a la actual de
1982.
Fue también bajo la vigencia de la Constitución de Cádiz que tuvieron lugar las
primeras elecciones para ayuntamientos y diputaciones provinciales el 25 de
noviembre de 1812 en Honduras.
Las actividades conmemorativas del Bicentenario de la Constitución de Cádiz en Honduras se llevaron a cabo con la colaboración de:
Academia Hondureña de
Geografía e Historia
La imagen de la portada corresponde a la estampa Con estos pocos folios quiere, volviendo los ojos á
“Representación en color del monumento-pirámide a nuestra nación, socorrerla en el catástrofe que ha
la Constitución, erigido en la ciudad de Comayagua”, sufrido y premiar su constancia en defensa de la
cuyo pergamino original del 21 de noviembre de justa causa: por tanto quiero (oxalá pudiera mas) se
1820 se conserva en el Archivo General de Indias eternice la memoria, quanto lo permitan la injuria
de Sevilla. de los siglos, del día en que se publicó en nuestro
Comayagua nuestra felicidad (…)”.
Conocido popularmente como La Picota, su origen
se remonta al Decreto del 14 de agosto de 1812: Juan Lindo participó igualmente -décadas más
“Las Cortes generales y extraordinarias queriendo tarde- en diferentes procesos constitucionales de la
fixar por todos los medios posibles en la memoria región, siendo elegido Presidente de El Salvador
de los españoles la feliz época de la promulgación (1841-1842) y del Estado de Honduras (1847-1852).
de la Constitución política de la monarquía,
decretan: que la plaza principal de todos los pueblos Este obelisco conmemorativo fue declarado
de las Españas, en la que se celebre ó se haya Monumento Nacional el 11 de Octubre de 1972, y
celebrado ya este acto solemne, sea denominada en junto con el de Ciudad de San Agustín de la Florida
lo sucesivo plaza de la Constitución, y que se Oriental, son los únicos erigidos en esa época que
exprese así en una lápida erigida en la misma al se han conservado en Iberoamérica.
indicado objeto”.