La Psicología de La Liberación

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular Para la Educación Universitaria


“Universidad Bolivariana de Venezuela”
SEDE-BOLÍVAR
PFG-PSICOLOGÍA

“PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA LIBERACIÓN”

Profesora: Alumnas:
Jasmín Tomedes
Jennifer Girón
CI: 28.522.726

Ciudad Bolívar, febrero 2021


Índice

 Introducción

 Desarrollo

 Conclusión

 Referencias Bibliográficas

 Anexo
Introducción

Ignacio Martín-Baró funda lo que se conoce como la psicología de la liberación.

La propuesta consiste en que la psicología debería partir del contexto que se estudia y

centrarse en las problemáticas que la gente que reside en ese contexto tiene. Así, aboga

por una psicología centrada en contextos específicos, en vez de en contextos artificiales,

También creía que la psicología no es imparcial, por lo que defendía una psicología

crítica y posicionada.

Con estas ideas, Martín-Baró creó el Instituto Universitario de Opinión pública.

Desde este organismo lanzaba encuestas a la población para luego compartir los datos

obtenidos. De esta forma, Martín-Baró desmitificaba muchas de las creencias de la gente;

lo que se conoce como la desideologización. Por contra, las políticas encontraron sus

ideas opuestas, lo cual acabó con su asesinato. Ignacio Martín-Baró es el padre de la

psicología de la liberación. Este jesuita fundó un nuevo movimiento que cambió la forma

de entender la psicología social. Tomando como punto de partida otros movimientos por

la liberación, Martín-Baró centró la psicología social en el estudio de los contextos y los

problemas de las personas que estudiaba.


¿Por qué considerar la psicología social de la liberación?

La psicología de la liberación parte de tres movimientos que surgieron

previamente. Estos son: la teología de la liberación, la filosofía de la liberación y la

pedagogía de la liberación. La teología de la liberación propone centrarse en los más

necesitados, o sea, los pobres. Desde el cristianismo reconocen la opresión y las

injusticias sobre este sector de la sociedad, y defienden usar las ciencias humanas y

sociales.

Por su parte, la filosofía de la liberación se centra en la creación del conocimiento.

Discute que la mayoría del conocimiento que se estudia viene de hombres occidentales de

clase media; es decir que el conocimiento que proviene de otras personas no se considera

como válido. Por tanto, la filosofía de la liberación propone aprender mediante el diálogo

el conocimiento de esos “otros” que no se tienen en cuenta.

Es importante reconocer que se ha desarrollado un contexto muy diferente al

nuestro, al europeo. Las sociedades de América Latina tienen una identidad específica,

caracterizada por una gran extensión de la pobreza y por una exclusión social endémica.
En muchos casos esto afecta a mayoría de la población y es resultado de la dependencia

de sus economías.

Por eso, en todos los países hay desigualdades severas Si bien tienen relativamente

pequeños sectores formales de servicios de salud y bienestar social, el hecho es que las

actividades realizadas por los psicólogos a menudo se centran en las universidades o en el

sector privado.

Asimismo, los intelectuales se integran menos a los sistemas del Estado que en

Europa, lo cual con frecuencia les ha permitido cierta libertad de desarrollar los enfoques

autónomos que no son de interés para el Estado ni para las oligarquías locales (Jiménez,

1990). Las tradiciones intelectuales en la psicología y en las ciencias sociales son

distintas a las de los países anglosajones, siendo en gran parte más cercanas a las de la

Europa continental, pero con sus propios elementos distintivos. A pesar de las

diferencias, por varias razones es necesario considerar este corpus latinoamericano de

trabajos.
En el contexto global:

Vivimos tiempos de globalización, donde se nos vende la percepción de ser un mundo

globalizado. El mercado se ha globalizado, más aún, se globaliza o será mejor decir,

¿liberaliza? el flujo del capital y la producción, a partir de ciertas multinacionales que

internacionalizan el máximo de ganancia con el mínimo de costos y el máximo de

explotación humana. Cuestión de máximos y mínimos, donde la inmensa mayoría de la

población mundial queda ubicada en el lugar del despojo material y psíquico. Fatalismo e

impotencia:

 Alternativa imposible ante el “sistema”

 Imaginario de inexistencia de una forma “más racional y eficiente” de organizar la

sociedad.

 Correlación de fuerzas mundiales que parece ser totalmente favorable a los

bloques imperiales
 Los mismos pobres no creen en los pobres: no pueden llegar a construir una fuerza

histórica antagonista, inculcan por tanto una cultura del fatalismo, que introyecta

las relaciones de dominación, considerándolas necesarias y naturales.

De acuerdo a la ideología liberal el ser humano es esencialmente egoísta y

competitivo, por ello no puede construir un modelo de sociedad en el cual prevalezcan

valores morales como la solidaridad, la justicia y la libertad. Seguramente, en este mundo

compartido, podemos observar estéticas y éticas que apuntan a apropiarse de todos los

espacios, como las únicas válidas, como las únicas posibles. El mensaje parecería ser que

todos somos un gran shopping universal, lleno de marcas que nos marcan y donde los

particularismos sólo valen como productos de consumo.

 ¿Liberarse para Liberar?

Nociones centrales que han sostenido y sostienen la idea de liberación son la

desideologización (Montero, Baro), la concientización (Freire), realismo crítico,

eclecticismo metodológico y, básicamente, una opción preferencial por las mayorías

oprimidas. Importa trabajar sobre estas nociones, deconstruirlas para reconstruirlas en

constantes herramientas de trabajo dentro del devenir sociohistórico.


Ignacio Ellacuria decía que la liberación de nuestros pueblos implica “el

fortalecimiento de identidades colectivas con un rescate profundo de la memoria

histórica, y el fortalecimiento del control de los pueblos sobre sus propios destinos”.

Puede ser una tentación adaptarnos pasivamente a discursos legitimados de nuestros

propios discursos y pasar de la producción a la consigna repetida que nos identifica.

Puede ser más tranquilizador y seguro, pero, suscribir la idea de una psicología de la

liberación, supone actuar en la incertidumbre y la apertura al saber, hacer y sentir de los

otros/otras con los que buscamos y caminamos.

En estos tiempos, la ética mínima necesaria es la ética de mercado (Hinkelammert,

1987, 23) que plantea la competitividad, la privatización de la vida, la búsqueda ansiosa

de seguridad individual, la instrumentalización de las prácticas en sentidos de utilidad y

beneficio, el consumo como valor supremo y entonces, el poder constituido en la

posibilidad para ello. Cuestionar esa lógica es correrse de la normalidad (lo adaptado a la

norma) y ubicarse al margen (bien cerquita de lo marginado). Estamos en lo que Lechner

denomina “el poder normativo de lo fáctico” (Lechner, 1986); la realidad es ésta,


cualquier otra alternativa a la lógica del mercado, como definidor de vidas y

cotidianeidades, es al menos un absurdo inviable. Esta lógica se impone y nos deja bien

cerca de lo que Baró designaba “fatalismo”. Este es el mundo, la realidad, y la propuesta

es adaptarnos pasivamente para subsistir en él.

El trauma en la sociedad:

Normalmente, el trauma en psicología se entiende como una huella emocional

cargada de sensaciones e ideas profundamente dolorosas para la persona, ya que hacen

referencia a experiencias vividas en el pasado por ella misma y que causaron mucho

malestar o estrés agudo.

Sin embargo, para Martín-Baró y la Psicología de la Liberación el trauma también

puede ser un fenómeno colectivo, algo cuya causa no sea una experiencia vivida

individualmente sino colectivamente y heredada a través de las generaciones. De hecho,

señala Martín-Baró, la psicología convencional a menudo es utilizada para alimentar esos

traumas colectivos de manera discreta con fines propagandísticos; se busca canalizar ese

dolor hacia metas que convienen a una élite.


Así pues, para la Psicología de la Liberación conocer los problemas mentales

frecuentes en una zona nos habla sobre la historia de esa región y, por consiguiente,

apuntan en dirección a una fuente del conflicto que debe ser abordada desde una

perspectiva psicosocial, no actuando sobre individuos.

La PSL tiene sus orígenes en el trabajo comunitario con poblaciones oprimidas en

América Latina durante las décadas de 1970 y 1980. En este sentido, su desarrollo se

enmarca en un proceso global de cambio y reconstrucción de diferentes disciplinas

sociales, con un rol importante de la reorientación hacia los pobres y excluidos como

contraparte del alejamiento de concepciones 'idealistas' del mundo.

La psicología de la liberación en Latinoamérica:

La psicología latinoamericana de la liberación puede entenderse como parte de un

proyecto más amplio de teoría y práctica liberadora que surgió en el contexto del trabajo

para y con poblaciones oprimidas en toda América Latina; tal proyecto ha sido

recientemente sintetizado y formalizado por el filósofo Enrique Dussel (Alcoff y

Mendieta, 2000; Dussel, 1997 y 1998). Los contextos sociopolíticos clave para este

trabajo han incluido la represión y la guerra civil en El Salvador (Martín-Baró, Gaborit);

las repercusiones de las dictaduras en Chile, Argentina y diversos países (Lira, Becker,
Langer y otros); la experiencia de comunidades marginadas o migratorias pobres en

Venezuela (Montero, Sánchez, Weisenfeld y algunos más), Puerto Rico (Serrano-García),

Costa Rica (Dobles, Cordero) y Brasil (Maurer, Lane, Quintal de Freitas, etcétera).

Conclusión

No toda la Psicología que existe, fuera de la Psicología de la Liberación, calla. No

toda es cómplice, apática. No todo lo que hacen las psicólogas y psicólogos que no se

adscriben a los presupuestos, postulados y prácticas de la alternativa que este texto

defiende, argumenta y fomenta, es positivismo, desideologización, y mucho menos falta

de compromiso, sensibilidad y responsabilidad con América latina, con la justicia social,

con la felicidad y el bienestar de todos. Para darse cuenta, basta una mirada

desprejuiciada, cautelosa pero no estandarizaste, una mirada desde lo plural, dialogante

con los tiempos y las historias.

Mirar a la Psicología no solo desde sus rupturas, sino también desde sus unidades.

En América latina hay mucha psicología con la que dialogar y articular prácticas

emancipatorias, de justicia, de fidelidad a la historia y al sueño de una América latina

“con todos y para el bien de todos”.


Referencias Bibliográficas

 Alfaro, J. (s.f.) Discusiones en Psicología Comunitaria. Universidad Diego

Portales, Chile.

 Alfaro, J. (2007) Tensiones y diversidad en nociones básicas de la Psicología

Comunitaria. En Zambrano, A., Rozas, G., Magaña, I., Asun, D., Pérez-Luco, R.

(coord.).

 Alfaro, J., Zambrano, A. (2009) Psicología comunitaria y políticas sociales en

Chile. Psicología e Sociedade, 21(2) 275-282. Arango, C. Ayala, N. (2011

 Castro, M. C. (1993). La psicología, los procesos comunitarios y la

interdisciplinariedad. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.


 Cordero, T. (2011) La Psicología comunitaria en Costa Rica: Retos y desafíos

de su desarrollo. En Montero, M., Serrano-García, I. (coord.).

Anexos

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