Trabajo de Sectas
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1. Fanatismo judaizante
El problema surgió cuando ciertos judíos cristianos o mesiánicos, llegaron a las iglesias de Asia menor:
Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme al rito de
Moisés no podéis ser salvos». Pablo y Bernabé tuvieron una discusión y contienda no pequeña con ellos. Por eso
se dispuso que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén, a los apóstoles y a los ancianos,
para tratar esta cuestión. (Hch. 15:1-2).
¿Bastaba la sola fe y la identificación con la obra del Mesías en la cruz para ser salvo y entrar a formar parte del
Israel de Dios o, por el contrario, había que adherirse a los ritos de la Ley mosaica y ser circuncidado para ser
salvo y discípulo de Cristo? Para responder a estas cuestiones de apologética interna, la iglesia, celebró un
concilio en Jerusalén y se llegó a la conclusión de que no era necesaria la circuncisión para los cristianos.
Ésta fue una fuerte tendencia en el seno de la iglesia apostólica, y que tuvo que ser examinada a fondo y
combatida. El concilio de Jerusalén había ya dado una declaración terminante respecto a la libertad cristiana (Hch.
15, cfr. CONCILIO DE JERUSALÉN), y Pablo da, en su Epístola a los Gálatas, una poderosa refutación de la línea
judaizante, que quería esclavizar a los cristianos bajo el yugo de la ley de Moisés, de la que habían quedado
libertados, al estar bajo la gracia por la obra redentora de Cristo. Entre los grupos que surgieron de los tempranos
judaizantes se puede mencionar la secta de los ebionitas, que cayeron en profundos errores con respecto a la
persona de Cristo, habiendo surgido de un rechazo de la eficacia y carácter de su obra. Ireneo (Contra Herejías, I,
26:2) refiere que rechazaban la divinidad de Cristo. Usaban el llamado Evangelio según los Hebreos, conocido sólo
a través de citas fragmentarias (véase APÓCRIFOS). Rechazaban a Pablo como renegado. Había ebionitas de
corriente gnóstica. (Véase GNOSTICISMO.
El término no aparece en el Nuevo Testamento, pero los judaizantes constituyeron un verdadero peligro para la
naciente iglesia porque estaban dentro de ella misma. Además, constituían una negación del genuino evangelio,
que rompe las barreras raciales y es poder de salvación tanto para el judío como para el gentil (Ro 1.16). El
problema era delicado por cuanto los primeros cristianos provenían del judaísmo (Pentecostés) y no les era fácil un
cambio radical de criterios. Para resolverlo se convocó el Concilio de Jerusalén (Hch 15). El gran defensor del
evangelio frente a los judaizantes fue Pablo (cf. 1 y 2 Co, Ro, Flp, y sobre todo Gl), y por tanto constituyeron para
él encarnizados enemigos; siempre procurando contrarrestar la obra misionera.
Uno de los primeros ataques hacia el cristianismo bíblico, fue realizado por los mismos que lo vieron nacer: los
líderes judíos. No podemos ignorar la tan conocida verdad de que el cristianismo tiene sus raíces en el judaísmo.
El judaísmo fue, por así decirlo, el vientre materno en donde se gestó el cristianismo bíblico tal como lo conocemos
en la actualidad.
Hoy, después de 2000 años de historia, nos parece muy normal aceptar las verdades del cristianismo ortodoxo.
Pero para los cristianos que vivieron en el primer siglo no fue así de sencillo. Ellos se veían confrontados con
grandes desafíos en cada oportunidad. Algunos de esos desafíos tenían que ver con ser acusados del pecado de
idolatría por creer en la divinidad de un hombre que se hacía llamar el “Cristo”. Otro de los desafíos a los que ellos
se enfrentaron fue-ron las barreras raciales que separaban a los gentiles de los judíos.
3. Religiones paganas
Las deidades veneradas en el Imperio romano eran tan diversas como los idiomas y culturas que éste abarcaba. El
paganismo dominaba en todo el imperio y adoptaba múltiples formas en cada localidad. La mitología griega era
también ampliamente aceptada, lo mismo que la adivinación. Y de Oriente habían llegado las llamadas religiones
mistéricas, o de los misterios, las cuales prometían inmortalidad, revelaciones personales y unión con las
divinidades mediante ritos místicos.
El libro de Hechos ofrece claras indicaciones del ambiente pagano que rodeaba a los cristianos. Por ejemplo, en
Chipre, el procónsul romano tenía por asesor a Barjesús, un mago y falso profeta judío (Hch. 13:6-7). En Listra, la
gente confundió a Pablo y Bernabé con los dioses Mercurio y Júpiter (Hch. 14:11-13). En Filipos, Pablo se topó con
una esclava que practicaba la adivinación, proporcionando gran ganancia a sus amos (Hch. 16:16-18). En Éfeso,
vio lo arraigado que estaba el culto a la diosa Diana (Hch. 19:1, 23, 24, 34). Y en la isla de Malta, Pablo fue
aclamado como un dios porque no se enfermó al ser mordido por una víbora (Hch. 28:3-6). En un ambiente así, los
cristianos necesitaban defender su fe continuamente para no contaminarse, ni caer en errores religiosos.
Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. Probablemente los
nicolaítas contemporizaban con la idolatría propia del ambiente grecorromano en el que vivían. Es decir, rendían
culto al emperador. Es muy posible que el destierro del apóstol Juan a la isla de Patmos ocurriera precisamente
por negarse a adorar al emperador. Y que escribiera el Apocalipsis para denunciar a los nicolaítas y advertir a
todos los creyentes contra la adoración del emperador romano.
Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus
engañadores y a doctrinas de demonios… prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó
para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. (1 Ti. 4:1-3).
d. El gnosticismo:
Este término “gnosticismo” es relativamente nuevo. Apareció en el vocabulario religioso europeo a partir del siglo
XVII para referirse a “una helenización aguda del cristianismo”. Se trata de una corriente esotérica cristiana que se
puede detectar desde mediados del siglo primero y que se mantuvo vigente durante cinco siglos, propagándose
por Palestina, Siria, Asia Menor, Arabia, Egipto, Italia y la Galia. El gnosticismo creía en un dualismo cósmico
radical: el Dios supremo moraba en el mundo espiritual, mientras que el mundo material había sido creado por un
ser inferior, el Demiurgo. Dios, que era espíritu bueno, no tenía trato con el mundo de la materia que era malo. No
obstante, el Demiurgo se encargaba, junto a sus ayudantes los arjones, de tener a los hombres aprisionados en su
existencia material y de impedir que sus almas, después de la muerte, alcanzasen el mundo espiritual.
La palabra “gnosis” significa “conocimiento”. Los gnósticos creían que el verdadero conocimiento espiritual sólo lo
poseían algunos iniciados, pero podían transmitirlo a otros a través de ritos, relatos y determinadas doctrinas
esotéricas. Sólo quienes poseían esa chispa divina, el pneuma, podían esperar escapar de su existencia corpórea
si, además recibían la iluminación y el conocimiento de la gnosis. Creían que el Señor Jesucristo se había
escapado del mundo espiritual de forma encubierta para acercar la iluminación a los mortales. Pero los iniciados
no se salvarían por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se lo harían mediante la gnosis, que
es un conocimiento superior a la fe. Ni la sola fe ni la muerte de Cristo bastan para salvarse. Era el propio ser
humano, como entidad autónoma, quien podía salvarse a sí mismo mediante el conocimiento místico exclusivo
recibido desde arriba. El gnosticismo mezclaba sincréticamente creencias orientalistas, ideas de la filosofía griega,
principalmente platónica, con determinadas doctrinas cristianas.
Es lógico que los escritores del N.T., los defensores de la sana doctrina cristiana, se opusieran a la herejía
gnóstica. Hay muchos textos en el NT que se refieren a ella, sobre todo en las epístolas del apóstol Pablo a
Timoteo, quizás los versículos más claros sean los siguientes (1 Ti. 6:20-21):
Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los
argumentos de la falsamente llamada ciencia (gnosis), la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia
sea contigo. Amén.
Aparte de practicar una charlatanería vacía, Pablo dice de los gnósticos que son “malos hombres” y que se
conducen como “engañadores (…) engañando y siendo engañados” (2 Tim. 3:13); que “se apartan de la verdad y
se vuelve a las fábulas” (2 Ti. 4:4). Las epístolas de Judas y 2ª de Pedro recalcan también el desenfreno sexual
que les caracterizaba, ya que no le daban importancia a todo aquello que se hiciera con el cuerpo.
En cuanto a la teología es difícil hacer un esbozo, ya que si bien tiene un origen pentecostal,
lo cual daría lugar a un mínimo de creencias fijas, el sincretismo (mezcla de doctrinas
diferentes) crecientes en ellos hace compleja la tarea de un esclarecimiento.
Es por esta razón que la mayoría de los investigadores, así como el resto de las
denominaciones cristianas pentecostal (ni en América Latina, ni en Europa), no solo por sus
contenidos doctrinales, sino también por sus prácticas culturales y “mágico-sacramentales”.
Estructura
La principal autoridad se encuentra radicada en el obispo principal y fundador (Edir Macedo);
a él le siguen los obispos, que son los encargados generales de las iglesias de cada país;
luego vienen los pastores, que dirigen las iglesias en las provincias y son los encargados de
conducir las reuniones y encuentros; y, finalmente, están los tradicionalmente llamados
“obreros”, que es como se les llama a los colaboradores que asisten de manera voluntaria a
los miembros participantes de las reuniones.
Esta SECTA expresa poder liberar a todos los que vallan a sus cultos de los viernes a través
de una Oración FUERTE al Espíritu Santo (lo cual la Biblia no enseña que oremos al Espíritu
Santo, sino al Padre en el nombre de Jesús) y dándoles una ROSA consagrada la cual se
tiene que llevar a donde hay problemas para hacer una limpia espiritual y después regresar
con ella a la Iglesia otra vez.
¿Qué es el
posmodernismo?
El posmodernismo: Las iglesias “sin denominación” y la globalización religiosa
El paradigma de la postmodernidad ha traído diversos efectos en el campo de la religión en
especial el llamado pluralismo religioso, que no es otra cosa, sino nuevas formas de religión,
lo que afecta en el quehacer de la iglesia. Más específicamente, está provocando cambios
drásticos en la vida de la iglesia evangélica en América Latina. A esta nueva manera de ser
iglesia se le puede dar el calificativo de efecto centrífugo. El diccionario de la Real Academia
Española define centrífugo: del latín centrum, centro, y fugere, huir. Que se aleja del centro.
Se está produciendo una apertura sin fronteras entre los diversos movimientos religiosos, los
cuales están uniendo esfuerzos, o por lo menos teniendo acercamientos sin precedentes e
imposibles en otros tiempos. La postmodernidad ha incidido directamente en la concepción
moderna de ver a la religión como institucional, única, definida e intocable. El enfatizar en las
profundas diferencias denominacionales a tal punto de excluir a los demás, hoy está en el
olvido. Y si las teorías hoy propuestas por los precursores de este nuevo paradigma son
ciertas, entonces, las iglesias institucionalizadas, establecidas como pilares e iconos de las
sociedades, han quedado en el rezago, pues han sido incapaces de dar respuestas
pertinentes y relevantes a las nuevas generaciones. Las que, ante la pérdida de la confianza
en esos cuerpos eclesiásticos, optan por una búsqueda más orientada en personas, que
instituciones, en individuos, más que en lugares establecidos. Podemos decir entonces, que
se está gestando una nueva manera de ver a la religión y por ende a la iglesia. Ante este
hecho innegable, podemos señalar sin temor a equivocarnos que las iglesias evangélicas
especialmente en Latinoamérica están en un proceso de cambio.
Hoy esas barreras denominacionales no son tan decisivas ni visibles, aún más se están
derrumbando. Ser parte de una denominación, cada vez más deja de ser relevante,
alejándose así sigilosa y rápidamente del llamado denominacionalismo, y aperturándose cada
vez más a reconocer la pluralidad religiosa en que se vive, e incluyendo en sus relaciones y
entorno de vida a otras voces que en tiempos pasados serían ninguneados y excluidos.
Las denominaciones están en crisis de identidad. Esto básicamente se debe a las fuertes
influencias que ya se deja sentir en el llamado posdenominacionalismo, en el cual no existen
las lealtades históricas. Las denominaciones se han transformado en sólo un pasado histórico
religioso, ajeno e indeseable para las nuevas generaciones. Una razón para ello, es la
tendencia a lo efímero que la posmodernidad misma postula como uno de sus valores. De tal
manera que, el pasado como clave para el futuro ya no tiene importancia. Las sociedades
postmodernistas comparten la opinión de estar abiertos al futuro, porque para el futuro es
atrayente, pero desde una perspectiva equivocada. El futuro es fascinante para el cristiano
porque al hablar de futuro nos referimos al regreso del Señor Jesucristo; pero ser flexibles
jamás debería confundirse con retorcer o cambiar los fundamentos escritos en la Biblia. Bajo
ningún argumento de época o moda debemos ceder y abandonar los sólidos pilares de la
verdad bíblica.
La iglesia tiene el gran compromiso de evitar que la era postmodernista no se convierta en la
era “postcristiana”. Debemos evitar que decaiga el valor de los principios ensañados por
Jesús. No matar, no robar, no adulterar… son principios que deben estar vigentes y no
sujetos a una tendencia filosófica. La iglesia, en mi opinión, es la principal responsable de
guardar estos principios y propagarlos. Ahora más que nunca debe generar influencia, ya que
somos mayoría
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta. Romanos 12:2.
Efectos negativos o amenazas:
Uno de los efectos negativos o amenazas que observamos en las iglesias es que poco se
logra con una argumentación teológica racional. Los jóvenes son más intuitivos, emotivos,
sienten más a nivel de piel lo que está ocurriendo en su entorno. Se hace un examen no tanto
racional, sino a nivel sentimental, me está llegando o no, me cae bien el pastor, las personas
etc. A veces esta es la forma como se sanciona si una cosa es buena o no, en el sentido
espiritual. Esta amenaza presenta sin duda, un gran peligro de caer en lazos de falsos
profetas y maestros habladores de mentiras. De igual forma, la apertura a lo sentimental y
emotivo lleva a que los principios de la fe no son defendidos vehementemente. Se está más
dispuesto de conciliar, de alguna manera, los variados enfoques. Esto conlleva a una pérdida
de identidad, que anteriormente, hasta cierto punto, se sustentaba en la denominación. Se
hace necesario analizar las corrientes de pensamiento transversal que afectan al ambiente
eclesial. Esto puede llevar a una tolerancia falsa de dejar vivir todas las orientaciones
religiosas o confesionales, ya que nadie puede pretender tener la única verdad, como lo
argumenta la postmodernidad. Esto es peligroso. Colosenses 2: 8.
Es una filosofía que afirma que no hay una verdad objetiva o absoluta, especialmente en
materia de religión y espiritualidad. Cuando son confrontados con una afirmación de la verdad,
en relación a la realidad de Dios y práctica religiosa, la opinión del postmodernismo se
ejemplifica en la declaración del: "eso puede ser verdad para ti, pero no para mí". Mientras
que tal respuesta puede ser totalmente apropiada cuando se discute sobre comida favorita o
preferencias sobre el arte, tal mentalidad es peligrosa cuando se aplica a la realidad, porque
confunde asuntos de opinión con asuntos sobre la verdad.
Es una reacción (o tal vez más apropiadamente, una respuesta de desilusión) ante la promesa
fallida del modernismo de usar solo la razón humana para mejorar a la humanidad, y hacer del
mundo un mejor lugar. Una de las creencias del modernismo, era que los absolutos sí existen;
así que el postmodernismo busca "corregir" las cosas, primeramente, eliminando la verdad
absoluta y haciendo que todo (incluyendo las ciencias empíricas y la religión) sea relativo a las
creencias y deseos del individuo.
Los peligros del postmodernismo pueden ser vistos como un espiral descendente que
comienza con el rechazo de la verdad absoluta, lo que conduce a una pérdida de distinciones
en materia de religión y fe, y culmina en una filosofía de pluralismo religioso, que dice que
ninguna fe o religión es objetivamente verdadera, y, por consiguiente, nadie puede asegurar
que su religión sea verdadera y la otra sea falsa.