Etica Unidades 1 y 2

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Distinción entre ética y moral

¿Qué es el bien? ¿Cómo alcanzar la felicidad? ¿Qué debemos (o no) hacer? ¿Respetamos la norma solo por temor al castigo? Este tipo de preguntas se
inscribe en el horizonte de la reflexión ética. La pregunta por lo correcto e incorrecto, lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo nos inscribe en el marco de
reflexiones que buscan motivar y argumentar nuestras prácticas concretas. En esta lectura repasaremos el concepto de ethos a partir de la distinción
entre ética y moral.

La re exión ética

La diferencia entre ética y moral

¿Qué es la ética?

Hacia una ética profesional

Re exión abierta

Referencias
LECCIÓN 1 de 6

La reflexión ética

Pensando en concreto
Imaginemos la siguiente situación hipotética: Marco es estudiante de la carrera de Abogacía. Está cursando el último año y tiene aún varias materias para rendir.
Además, realiza una pasantía de media jornada en un estudio jurídico. Tiene un hijo de tres años y su esposa está sin trabajo. Para él resulta fundamental recibirse
cuanto antes, ya que le informaron desde el estudio jurídico que estarían interesados en contratarlo.

Llega la época de exámenes y, luego de una ardua semana laboral, Marco se dispone a estudiar el fin de semana para rendir los dos finales del día martes. Si bien
dedica el mayor tiempo posible al estudio, el día de los exámenes Marco no se siente seguro para poder rendir y aprobar ambos. Esto le provoca una gran
incertidumbre, pues tiene un problema: esta es la fecha límite para rendir ambos exámenes. Si no aprueba alguna de las materias, deberá recursarla.

Marco comenta esta situación con sus compañeros y uno de ellos le ofrece hacerle uno de los dos exámenes a cambio de una módica retribución económica. De
este modo, Marco rendiría los dos exámenes y se encontraría a unas pocas materias de convertirse en abogado. ¿Qué debería hacer Marco? ¿Aceptar la propuesta
del compañero? ¿Negarse a ello?

Estas preguntas son clave para iniciar nuestra exploración sobre aquella disciplina que llamamos ética. La vida cotidiana y, por supuesto, la práctica profesional
implica siempre tomar decisiones y asumir una postura respecto de situaciones como la ilustrada en el ejemplo. La respuesta que le demos a la pregunta final
implicará: 1) la naturalización de ciertas prácticas incorporadas como buenas y malas (deseables o indeseables; correctas o incorrectas); 2) la reflexión sobre por
qué –es decir, la justificación– deben ser consideradas buenas o malas.

Volvamos al ejemplo de Marco. ¿Qué debe hacer nuestro personaje en la situación retratada? ¿Qué podríamos recomendarle? Si el personaje quisiera pedir nuestro
consejo, probablemente no tendría una respuesta univoca.

Ensayemos posibles respuestas:

Alguien podría aconsejarle que acepte la oferta de su amigo, sin temor a las posibles sanciones si llegara a ser descubierto, ya que lograría avanzar. Quizá se
podría argumentar que puso su mayor esfuerzo y que, por lo tanto, dejar que el amigo le realice el examen no constituye netamente un engaño.

Otra persona podría argumentar que dejar que otro realice un examen es un acto de deshonor. Marco está estudiando para ser abogado y es poco ético mentir,
aunque sea para librarse de una materia universitaria, cuando debería dar el ejemplo.  

También podrán aconsejarle que el amigo realice el examen, ya que lo importante es conseguir trabajo debido a la situación de desempleo de su esposa y su hijo.
El ser deshonesto no se compara con el mal por el que podría atravesar toda la familia el él no se recibe.

Y quizá alguno argumentaría que no debería aceptar la oferta de su amigo y enfrentarse a los hechos.  
Ahora bien, en estas recomendaciones se observan propuestas de cursos de acción que se basan en costumbres, normas y significaciones compartidas, pero
también se observan justificaciones sobre esos cursos de acción, es decir, razones por las cuales Marco debería seguir uno u otro curso de acción.

Si repetimos la pregunta, notaremos que aparece un término clave para comprender qué es la ética, el concepto de deber. ¿Qué debe hacer Marco? Esta pregunta
puede ayudarnos a desentramar una diferencia fundamental para la ética, la diferencia entre la ética y la moral. Por un lado, estamos preguntando qué debe hacer
en función del conjunto de normas morales que Marco ha aprendido a lo largo de su vida y, además, en función del conjunto de normas de la institución (educativa,
en este ejemplo).  

Las normas morales sirven para regular las prácticas de una comunidad, determinando y estableciendo lo que esta reconoce como bueno y como malo, como
correcto e incorrecto, como justo o injusto. Ahora bien, supongamos que la institución a la que asiste Marco  –al igual que la mayoría de las instituciones– no
acepta o considera malo o incorrecto que un alumno entregue un examen que fue realizado por un compañero como si fuera propio. En este caso, Marco puede
decidir no aceptar el ofrecimiento por temor a la sanción que establezca la norma de la institución, o por temor a quedar expuesto ante la comunidad. Pero también
puede rechazarlo porque considera que no es correcto engañar o mentir, ya no por temor a la norma o al juicio externo, sino porque lo que considera bueno, correcto
o justo es no engañar y no mentir. A su vez, a Marco le podemos pedir que nos explique por qué aceptó o rechazó el ofrecimiento, y esto implicaría una reflexión
sobre la acción (u omisión de acción) que la justifica. El plano de la justificación es el plano en el que se desarrolla propiamente la reflexión ética.
LECCIÓN 2 de 6

La diferencia entre ética y moral

Figura 1: Diferencia entre ética y moral

Fuente: Almao, 2019, http://bit.ly/2nkuEt9

Representación de la diferencia entre ética y moral.

Tal como sostiene Maliandi (2009), la ética y la moral presentan sentidos diferentes:

En el lenguaje corriente suele emplearse el término “ética” como equivalente al término “moral". En medios intelectuales, y particularmente en
los filosóficos y — sobre todo desde hace algunos años— en los políticos, se procura distinguir entre ambas expresiones, aunque sin duda es
frecuente que esto no pase de ser un propósito. Digamos, por ahora, que, si se atiende a la etimología, podrían considerarse en efecto como
equivalentes: “ética" deriva del vocablo griego “ethos", y “moral” del vocablo latino “mos", que es la traducción de aquél. Pero, por una
convención bastante extendida, se tiende a ver en la "ética” la disciplina (la “tematización”) y en la “moral”, lo “tematizado” (por ejemplo, las
costumbres, los códigos de normas, etc.). Sin embargo, en razón de lo que se ha considerado antes, es decir, de la inevitable integración de la
“ética” en el ethos, nuevamente se acercan ambas significaciones, y se advierte que la distinción no puede ser tan sencilla. (Pp. 18-19).

Para clarificarnos un poco, el concepto de ethos en su acepción latina, como moral, puede ser entendido como el conjunto de las costumbres, valores y
significaciones socialmente compartidos por una comunidad que determinan normativamente el modo en que los sujetos que componen esa comunidad deberían
actuar, es decir, moral remite a morada. Pero es interesante prestar atención al sentido que le da Aristóteles al término ethos, el cual –como señala Maliandi (2009)
– responde al carácter, al modo de actuar de cada sujeto, a lo más propio de cada persona, esto es, el modo de ser o carácter.

En este sentido, el ethos remite a una disposición subjetiva para la acción que requiere una reflexión acerca de lo que cada sujeto considera bueno o malo, correcto
e incorrecto, justo o injusto. Por lo tanto, la distinción esencial sobre la que nos ocuparemos es aquella que se da entre ético y moral. Prestemos atención a la
siguiente observación del filósofo argentino Darío Sztajnszrajber. En él encontraremos las claves para comprender la distinción entre ética y moral:
Todo lo que hacemos está atravesado por un juicio valorativo. Antes que nada, incluso antes de pensar, las cosas se nos presentan como buenas
o malas. Y así, cuando queremos entender qué es el bien, buscamos, sin embargo, una explicación del bien que esté bien. ¿No será que primero
valoramos y después pensamos? (Sztajnszrajber en Matías, 5 de octubre de 2017, https://bit.ly/2JSxGil).

Teniendo en cuenta lo estudiado hasta acá, volvamos al caso de Marco. Como se mencionó, la situación familiar de nuestro personaje es complicada: su esposa
está desempleada y tiene un hijo de 3 años. Tanto Marco como su esposa son católicos y se consideran practicantes de los valores del catolicismo. Por otro lado,
la institución educativa tiene una normativa rigurosa respecto de lo que no está permitido hacer a los estudiantes. Entre las situaciones más graves, se encuentran
copiar o plagiar un trabajo, o presentar como propio un trabajo ajeno. Esta falta presenta consecuencias que van desde la sanción hasta la expulsión de la
institución.

¿En qué sentido estos marcos normativos, el católico y el institucional, sirven como justificación para la toma de decisión de Marco?

Marco podría ser descubierto en su intento de presentar el trabajo de su compañero, ser sancionado por la institución y, sin embargo, no sentir que ha obrado de un
modo incorrecto. ¿Es posible? Sí. Y este es el problema fundamental de la ética. Si bien la moral funda un marco normativo para la acción, ¿la ética también debe
ser normativa? Es decir, Marco ¿solo debe respetar la normativa de la intuición o además debe querer respetarla? ¿Debe respetar los principales valores del
catolicismo, como “no mentir”, o debe desear no mentir? Para que una acción sea ética, alcanza con que sea una conducta conforme a la norma (o al deber).
LECCIÓN 3 de 6

¿Qué es la ética?

¿Qué es la ética? Para aproximarnos a una primera respuesta, debemos tener presente que la ética está inscripta en el ámbito de la filosofía práctica. El hecho de
destacar su pertenencia disciplinar al campo de la filosofía constituye un punto central porque nos permite anticipar algunos aspectos clave de su significado.
Como parte de la filosofía práctica, el modo más corriente de definir la ética consiste en afirmar que se trata de una reflexión o una indagación del ethos. Muchas
expresiones emparentadas con estas acciones (reflexionar o indagar) suelen acompañar otras definiciones de la ética. En cualquier caso, se pone de relieve que
esta disciplina de la filosofía práctica designa un esfuerzo por comprender y esclarecer el hecho moral. Si quisiéramos ahondar más en el contenido de ese
esfuerzo, deberíamos decir que la pretensión fundamental de la ética es dilucidar el entramado de normas, valores, principios y creencias morales que rigen o
regulan nuestra conducta y las relaciones que entablamos con los demás. De este modo, la ética está estrechamente relacionada con la determinación de un
espacio de examen respecto a la vida humana: no se hace ética si se inhibe la capacidad de interrogar el sentido de nuestra existencia porque su punto de partida
es la experiencia del ser humano como sujeto reflexivo y capaz de crear un saber de la praxis y para la praxis.

En nuestra vida cotidiana, nos encontramos constantemente ante la pregunta por el cómo actuar y la justificación sobre el propio actuar. Esto se debe a que somos
sujetos inscriptos en un horizonte vital intersubjetivo, es decir, vivimos con otros sujetos, quienes tienen percepciones subjetivas acerca de los que está bien y lo
que está mal. Esta vida en comunidad (communitas) es la que exige la reflexión sobre los hechos morales.

La realidad que configura el ethos nos rodea plenamente debido a que está presente en nuestro obrar diario: puede expresarse, e incluso lo transmitimos en
nuestras preguntas sobre lo correcto o lo legítimo, sobre aquello que está bien o mal, o sobre lo justo o lo injusto. De cada una de estas manifestaciones del ethos,
surgen temas, controversias y exploraciones que pretenden servir de guía u orientación para llevar adelante proyectos de vida más plenos y satisfactorios. Como
es una dimensión constitutiva de la naturaleza humana, estamos inmersos en el ethos de manera relevante y concreta, debido a que el hecho moral atraviesa
nuestras acciones, preferencias y decisiones. Por lo tanto, el ethos constituye una realidad irreductible a otras e ineludible para la comprensión de la realidad.

La ética nos sitúa en el ámbito de la reflexión filosófica de esta gran cantidad de cuestiones que alberga el ethos como indagación o justificación no de una moral
determinada, sino del hecho moral en sí. El esfuerzo por esclarecer el ethos procura dar cuenta de esa fuente clave de inspiración y elemento indispensable de
comprensión de la actuación humana, que es el fenómeno de la moralidad. Construir una fundamentación argumentada es una tarea central del quehacer ético, y
la variedad de manifestaciones del ethos en el tiempo y el espacio equivale a un complejo intento por ofrecer un saber que les permite a las personas crecer en el
conocimiento de sí mismas.

Entonces, podemos repasar un punto abordado anteriormente, cuando afirmamos que, aunque cada cultura posee sus propios valores, costumbres y creencias
morales, semejante tarea de la ética no se circunscribe a una forma determinada de ethos, sino al escenario moral en su especificidad, es decir, a un aspecto
fundamental de nuestra existencia.

Por lo tanto, la ética se pregunta por aquello que es el bien. Muchas respuestas se han dado a esta pregunta: el bien es la felicidad; el bien es actuar por deber; el
bien es lo útil. La reflexión ética, la tematización de lo ético, intentará determinar argumentativamente qué es el bien y, por lo tanto, no hay una sola respuesta a la
pregunta por el bien que funda la ética.
Conjunto de normas a partir de las cuales una
Moral comunidad forma sus  valores.

Es el estudio o reflexión sobre la moral, sobre qué es lo


Ética bueno y cómo se debe obrar.

Pues bien, las normas morales que establecen tanto la institución como la religión de Marco lo obligan a no aceptar la oferta de su amigo. El principio de “no
mentir” está explícitamente señalado por el esquema de ambas instituciones (educativa y religiosa). Ahora bien, Marco debe tomar una decisión más fundamental,
una que implica no solo que acate una norma, sino que reflexione acerca del bien: ¿la verdad como bien moral se antepone a la responsabilidad del cuidado de su
propia familia en cuanto bien ético? Veremos aquí, entonces, cómo la ética implica una reflexión sobre la moral que funda un nuevo ámbito de investigación y
justificación que no siempre armonizará con la moral.
LECCIÓN 4 de 6

Hacia una ética profesional

Ahora pensemos juntos sobre el valor de la ética para la vida profesional. Retomamos el caso de Marcos, sobre el cual no hemos dado una respuesta acabada.
Marcos quiere ser abogado y este hecho no es menor para la resolución de su dilema ético. Por esto, te proponemos leer el siguiente artículo en el que se analiza la
ética profesional de abogados y sociólogos. Esto nos ayudará a reconocer, por un lado, concepciones éticas de profesiones distintas y argumentos éticos y
morales, y por otro lado, a tener un primer acercamiento al concepto de deontología.

Lectura obligatoria: Ética y valores profesionales


El siguiente artículo presenta los elementos fundamentales para comprender cómo se liga la ética a la práctica profesional. 

Ética y valores profesionales.pdf


781.7 KB

Fuente: Ibarra Rosales, G. (2007) Ética y valores profesionales. Reencuentro, (49) 43-50. Recuperado de http://bit.ly/2oV5YZ6

A partir de la lectura del artículo, te proponemos realizar las siguientes actividades de lectura y repaso.

¿Qué implica la ética profesional?

El conjunto de normas, hábitos y costumbres que rigen las prácticas de una comunidad

Proporcionar a la sociedad los bienes y servicios que contribuyan al logro de una vida digna y plena.

SUBMIT

Ética y deontología se refieren al mismo significado.

Falso, ambas definiciones se relacionan, pero no se refieren al mismo significado.

Verdadero, ética es sinónimo de deontología. 


SUBMIT
LECCIÓN 5 de 6

Reflexión abierta

Volvamos al dilema de Marco. En relación con lo leído en el artículo “Ética y valores profesionales” (Ibarra Rosales, 2007), acaso podemos dar una respuesta
provisional a la pregunta inicial: ¿qué debe hacer Marco?, ¿aceptar la oferta de su amigo o negase a ello?

Pues bien, que Marco decida implicará, por un lado, que reconozca, encarne y se inserte en normas morales que rigen las acciones en la comunidad a la que
pertenece. Pero la reflexión propiamente ética implicará que Marco pueda justificar su acción con base en lo que considere como el bien (lo correcto, lo justo, lo
útil). Sin embargo, si pensamos en alguno de los valores que establece el código de ética profesional de los abogados (en el caso del artículo), honestidad,
probidad, rectitud y sinceridad, tendremos una respuesta, al menos provisoria, al dilema de Marco: no aceptar la ayuda de su compañero, ya que estaría
incumpliendo todos los principios éticos con los cuales se comprometerá en su práctica profesional.

Marco no aceptará la oferta. Se quedará con una materia sin rendir, pues realizará el examen para el cual se siente más preparado. Regresará a su casa y le
comentará a su esposa que se retrasará un trimestre más en la carrera, ya que debe recusar la materia que no rindió. Pero esta acción ética no hace sentir a Marco
más feliz ni presenta alguna utilidad. En este sentido, ante la angustia de su esposa, Marco se pregunta si tomó la decisión correcta.
LECCIÓN 6 de 6

Referencias

Almao, D. (2019). [Imagen sin título sobre ética y moral]. Recuperado de http://guayoyoenletras.net/2019/02/03/estudio-breve-la-etica-la-moral/ 

Ibarra Rosales, Guadalupe. (2007). Ética y valores profesionales. Reencuentro, (49) 43-50. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/340/34004907.pdf 

Maliandi, R. (2009). Capítulo I. En Autor, Ética: conceptos y problemas (pp. 11-23). Buenos Aires, AR: Biblos. 

Matías, L. (5 de octubre de 2017). (Fragmento) Mentira la verdad: Moral y ética [Video en YouTube del programa Mentira la verdad conducido por Darío
Sztajnszrajber]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=D7zAqK821rs 
Niveles de reflexión ética

Existe una distinción de niveles entre la moral y la ética. Esta distinción remite al tipo de reflexión que se pone en juego en cada una de
ellas. En esta lección examinaremos de cerca los niveles de reflexión ética con el fin de justificar la diferencia entre moral y ética que
trabajamos en la lectura anterior. Pondremos los conceptos en el terreno de la acción a partir de la situación de Marco.

¿Qué son los niveles de re exión ética?

Tres niveles fundamentales de la re exión ética

La elección: sobre la libertad y el empoderamiento

Conclusiones

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

¿Qué son los niveles de reflexión ética?

Como sostiene Maliandi (2009), podemos hablar de ethos en dos sentidos: uno prerreflexivo y uno reflexivo. En el primero nos encontramos con la normatividad
pura, no cuestionada aún, la conducta ajustada a determinadas normas, simplemente, y las maneras de juzgar dicha conducta, especialmente cuando ésta se
aparta de aquellas normas (Maliandi, 2009, p. 43). Pueden incluirse aspectos de la predica moral, a pesar de que la misma no puede permanecer en el ámbito de la
pura normatividad y nos va a conducir indefectiblemente a la reflexión:

Ocurre así que, casi insensiblemente, se pasa de ese nivel “prereflexivo”, a un primer nivel de reflexión. Se trata aquí de una reflexión elemental,
espontánea, que surge a consecuencia de discrepancias morales. Es el tipo de reflexión que va adosado a la toma de conciencia de qué el otro
no juzga exactamente como yo. En el ethos hay certezas, pero también hay dudas.

La actitud de “pedir consejo", por ejemplo, porque, aunque se conocen las normas, no se sabe cómo aplicarlas a tal situación concreta —o porque
no se sabe cuál norma habría que aplicar ahí—, y, sobre todo, la actitud de brindar ese consejo solicitado son actitudes que van necesariamente
acompañadas de un tipo de reflexión que podemos llamar “reflexión moral”. (Maliandi, 2009, p. 43).

En esta cita podemos captar la necesidad de establecer niveles de reflexión que denominaremos éticos. Marco ha tomado una decisión con base en una
evaluación de valores. Ahora bien, ¿podemos reconocer los niveles de reflexión que menciona Maliandi (2009) en el caso de nuestro personaje? Recordemos –
antes de analizar en dilema de Marco y las razones que justifican su curso de acción– cuáles son estos niveles:

Reflexión moral

Preguntas del tipo: “¿Debo hacer X?”.
 
 
La actitud de “pedir consejo”, por ejemplo, porque, aunque se conocen las normas, no se sabe cómo aplicarlas a tal situación concreta —o porque no se sabe cuál
norma habría que aplicar ahí—, y, sobre todo, la actitud de brindar ese consejo solicitado son actitudes que van necesariamente acompañadas de un tipo de
reflexión que podemos llamar “reflexión moral”.  (Maliandi, 2009, p. 47).
 

Ética normativa

Preguntas del tipo: “¿Por qué debo hacer X?”.    

Un segundo nivel está constituido por las reflexiones que es necesario desarrollar cuando no nos conformamos ya con saber, o con decir, qué se debe hacer, sino
que nos planteamos la pregunta “por qué”, y tratamos de responderla. Ahí se toma conciencia de que la reflexión no sólo es ineludible, sino también de que hay
que desarrollarla racional y sistemáticamente. Ese desarrollo equivale ya a una “tematización”. O sea, entramos ya en la “ética”. (Maliandi, 2009, pp. 47-48).

Pero se apela a la razón, a los argumentos en favor o en contra de determinadas normas. Consciente o inconscientemente, en este nivel de reflexión se hace filosofía práctica,
ética.
Metaética

Preguntas del tipo: “¿Está bien planteada la pregunta anterior?” (y “¿por qué sí o por qué no?”).

Un tercer nivel es el de la “meta- ética”, o sea, un tipo de reflexión que analiza el significado y el uso de los términos morales. La metaética constituye un “meta-
lenguaje” con respecto al lenguaje normativo. En principio, pues, pretende ser ya una reflexión no-normativa, sino “neutral”. (Maliandi, 2009, p. 48).

Ética descriptiva

Preguntas del tipo: “¿Cree A qué debe hacer X?” (donde A puede ser un agente individual, un pueblo, una cultura, un grupo religioso, etcétera).

Se intenta, simplemente, describir la “facticidad normativa". No se toma posición respecto de si algo está “bien” o “mal”, ni si “se debe” o “no se debe” hacer. Sólo
se dice cómo es; se investiga qué se cree que se debe hacer, se comprueba cómo se comportan los seres humanos. No es una labor filosófica, sino “científica”:
es parte de la labor de la antropología, o de la psicología, o de la sociología, etc”. (Maliandi, 2009, p. 48).

Una etnia africana tiene la costumbre de sacrificar a todos aquellos niños que nacen con deformidades, apelando a la ira de un dios que

exige el sacrificio y, a cambio, otorga buena cosecha. Un antropólogo cordobés se dispone a estudiar las costumbres de la etnia

africana intentando encontrar una justificación ética a la práctica sacrificial.

En este caso nos encontramos ante:

Una reflexión moral.

Una reflexión de ética descriptiva.

Una reflexión metaética. 

SUBMIT
LECCIÓN 2 de 5

Tres niveles fundamentales de la reflexión ética

Teniendo en cuenta los cuatro niveles de reflexión ética, vamos a analizar el dilema ético que se le presenta a Marco. ¿Qué decisión ha tomado? ¿Cómo se justifica
esta elección?

Figura 1: La elección de Neo

Fuente: captura de pantalla de la película Matrix en Barnés, 2018, http://bit.ly/2lKPVMo

La reflexión ética y su vínculo fundamental con la elección puede ser ejemplificada con el momento en que Neo, en la película Matrix, debe elegir entre la píldora

roja o la píldora azul.

Recordemos el caso: Marco, estudiante de Abogacía del último año, realiza una pasantía en un estudio jurídico, tiene esposa (desempleada) y un hijo pequeño. Le
quedan pocas materias por rendir y desde el trabajo le proponen que se reciba pronto y será contratado. Marco estudia para dos finales, pero no logra encontrarse
en buenas condiciones para rendir ambos exámenes el mismo día. Si marco no rinde los dos, quedará libre, con lo cual su posible recibida se dilatará unos meses
más, ya que tendrá que recursar.

Un amigo, al escuchar el relato de Marco, le ofrece realizarle uno de los dos exámenes a cambio de una módica retribución económica. Después de pensar en
las posibles consecuencias, en las normas de la institución y en los preceptos del cristianismo, Marco decide no aceptar la oferta, realizar un solo examen y
aceptar que el tiempo de la carrera se extenderá indefectiblemente. 

Aunque sabe que hizo lo correcto, nuestro personaje no se siente mejor por ello. Marco ya eligió entre mentir o no mentir, uno de los dilemas más habituales en
nuestra vida cotidiana.

A partir de los siguientes enunciados, determinaremos qué tipo de reflexión está operando en la toma de decisión de Marco y, además, comprenderemos el nivel de
profundidad reflexivo al que podemos apelar para ayudar a Marco a justificar su decisión.

¿Por qué no mentir en este caso? Marco es un buen estudiante, la mentira en este caso sería solo una ayuda, no una calumnia. Además, también se pone en juego
su situación familiar compleja. Sin embargo, Marco piensa que, si todos actuáramos mintiendo, entonces no podríamos distinguir entre lo bueno y lo falso, ya que
todos actuarían con base en sus propios intereses.
El concepto de mentira se pone en juego: ¿qué es mentir? ¿Cuál es la diferencia de grado entre una mentira que implica un embuste y una mentira que implica

proteger a una persona de una verdad dolorosa? ¿Qué significa mentir en el contexto de los estudiantes?

Un amigo de Marco intenta calmar su angustia explicándole lo que leyó en un artículo académico en el que se afirmaba que los valores a los que apeló son un
contrato social que en otras culturas son más flexibles; por ejemplo, los japoneses son incapaces de mentir en un examen, mientras que los argentinos mienten

con mayor frecuencia en situaciones en las que no son observados o en situaciones que presentan consecuencias nulas o moderadas.

Desde chicos sus padres le enseñaron que no hay que mentir. Los niños que mienten no son niños buenos. Además, Dios inculca la honestidad por sobre la
mentira y, en este sentido, mentir está mal.

En las siguientes tarjetas, podemos identificar el tipo de reflexión con las categorías de Maliandi (2009):

Desde chicos sus padres le enseñaron que no hay


que mentir. Los niños que mienten no son niños
Reflexión moral buenos. Además, Dios inculca la honestidad por
sobre la mentira y, en este sentido, mentir está
mal. 

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¿Por qué no mentir en este caso? Marco es un


buen estudiante, la mentira en este caso sería solo
una ayuda, no una calumnia. Además, también se
pone en juego su situación familiar compleja. Sin
Reflexión ética
embargo, Marco piensa que, si todos actuáramos
mintiendo, entonces no podríamos distinguir entre
lo bueno y lo falso, ya que todos actuarían con
base en sus propios intereses.
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El concepto de mentira se pone en juego: ¿qué es


mentir? ¿Cuál es la diferencia de grado entre una
mentira que implica un embuste y una mentira
Metaética
que implica proteger a una persona de una verdad
dolorosa? ¿Qué significa mentir en el contexto de
los estudiantes?

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Un amigo de Marco intenta calmar su angustia


explicándole lo que leyó en un artículo académico
en el que se afirmaba que los valores a los que
apeló son un contrato social que en otras culturas
son más flexibles; por ejemplo, los japoneses son
Ética descriptiva
incapaces de mentir en un examen, mientras que
los argentinos mienten con mayor frecuencia en
situaciones en las que no son observados o en
situaciones que presentan consecuencias nulas o
moderadas.

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LECCIÓN 3 de 5

La elección: sobre la libertad y el empoderamiento

Libertad, autonomía y ética profesional

Ante la angustia de nuestro personaje, queda preguntarnos sobre los costes de la reflexión ética. En primer lugar, lo que debemos comprender es que la elección
ética requiere siempre una justificación. La reflexión moral abre el juego a la reflexión ética porque desde allí iniciamos el camino reflexivo-crítico. El primer paso
implica un cuestionamiento o un reconocimiento de que los preceptos normativos de toda moral son rígidos, es decir, guían nuestra conducta a partir de una regla
para la acción que debe ser respetada con independencia de la situacionalidad particular y el sujeto que vive esa situación. La acción moral no implica una elección
autentica, sino más bien una elección secundaria que se basa en una elección previa: la elección del esquema moral por el que guiaremos nuestras conductas.

Prestemos atención al siguiente fragmento:

La elección es el proceso a través del cual se constituye el sí mismo. Por medio de cada elección, el individuo participa de lo general, de lo
propiamente ético, y está en comunicación intersubjetiva con los demás, frente a la cuales asume una responsabilidad. Así, cada elección en el
proceso de socialización prepara el camino hacia una vida buena. Se trata de un proceso continuo de apropiación de la vida ética como decisión
libre del individuo. Con ello afirmo que la elección ética tiene una doble función: con el acto de la elección se describe tanto el proceso
ininterrumpido de la formación individual – la elección en general (primera función) –, así como el momento en el que la elección toma la forma
de un acto a través del cual el individuo se decide activamente por una forma concreta de vida y a partir de dicha base se relaciona positivamente
consigo mismo y con el mundo (segunda función). (Muñoz Fonnegra, 2010, p. 84). 

La complejidad de la elección acompaña la complejidad de la reflexión ética. Además, implica dos conceptos fundamentales que estudiaremos en las próximas
unidades: la autonomía, la responsabilidad y el compromiso. Esta triada conceptual será la base para un análisis ético. Encontraremos que cada corriente filosófica
que ha desarrollado una ética establecerá vínculos diferentes entre esos tres conceptos.

Ahora podemos preguntarnos si la angustia, la responsabilidad y el compromiso son las bases para una ética auténtica, es decir, una auténtica reflexión sobre la
moral, ¿cuál es la relación entre el ethos y la felicidad?

Victoria Camps, en una entrevista para BBVA, reflexiona sobre estos temas:


“No hay una fórmula para aprender a ser feliz, la vida buena –en que consiste la felicidad- es un esfuerzo constante del individuo. Se deben
convertir las emociones en sentimientos que deben ser cultivados, o que no deben ser cultivados” (ApredemosJuntos, 12 de junio de 2019,
https://bit.ly/2mwMtov).
A partir de frase extraída de “La felicidad es una búsqueda que dura toda la vida”. Victoria Camps, filósofa (AprendemosJuntos, 12 de junio de 2019), te
proponemos la lectura atenta del siguiente artículo: 

Lectura obligatoria: La moral: ¿innata o adquirida?


El siguiente artículo permitirá la reflexión sobre el origen de la moralidad en el ser humano a partir de la distinción entre aquellas perspectivas que suponen que la
moral es innata y aquellas que suponen que es adquirida. El centro de la discusión versa sobre el esfuerzo constante que persigue la búsqueda de la vida buena a
lo largo de toda la vida del ser humano.

La moral. innata o adquirida.pdf


358.9 KB

Fuente:  Molina Ramírez, N. (2013). La moral: ¿innata o adquirida? Revista Colombiana de Bioética, 8(1) 89-106. Recuperado de

https://www.redalyc.org/pdf/1892/189228429007.pdf

Considerando que el autor plantea una pregunta fundamental: la moral es innata (nacemos con ciertos valores morales básicos) o es adquirida (se aprende a lo
largo de la trayectoria de los sujetos), realiza la siguiente actividad:

Identifica estas sentencias con las siguientes citas extraídas del texto.

“La moralidad es una innovación cultural propia de la especie


La moral se adquiere a lo largo de la historia social e individual.
humana..."

La moral es un derecho natural universal que los seres humanos “Existe una gramática moral con la cual nacemos y el medio
poseen. ambiente influye..."

Modo de vincularse con los otros que implica una sensibilidad “La empatía como expresión de la moralidad innata se expresa en el
particular. altruismo..."

SUBMIT
LECCIÓN 4 de 5

Conclusiones

Teniendo en cuenta lo estudiado hasta aquí, cerraremos esta lectura con un último análisis sobre el dilema de Marco, nuestro personaje que ha decidido no pagar
por el examen y atenerse a las consecuencias de sus acciones. Ya presentamos el análisis de los niveles de reflexión, pero el hecho de que Marco actúe
“correctamente” nos conduce a la pregunta por la felicidad, que plantea Victoria (AprendemosJuntos, 12 de junio de 2019) como la búsqueda de la ética, es decir,
la búsqueda de la buena vida. Podríamos preguntar: ¿por qué nuestro personaje siente angustia en lugar de felicidad si ha obrado correctamente? Pues bien,
recuperando expresiones de la entrevista de Camps (AprendemosJuntos, 12 de junio de 2019), podemos decir que ni en la reflexión moral –nos referimos a la
reflexión sobre lo bueno y malo dentro de ciertos marcos normativos, pero no a los propios marcos– ni en la reflexión ética la resolución de un problema, conflicto o
dilema es fácil. La ética pone en evidencia la inherente responsabilidad de cada elección ante un problema que involucra valores y, en este sentido, cada elección
implica una pérdida. Marco eligió obrar de acuerdo con el deber, pero, en lugar de sentirse feliz, se siente desdichado.

Dejamos abierto este interrogante acerca de la posible contradicción entre una vida ética y la felicidad retomando la siguiente cita: “Una norma puede ser
legamente válida, pero moralmente injusta” (Molina Ramírez, 2013, p. 91), que puede ser reformulada del siguiente modo: “Una acción puede ser moralmente
correcta pero éticamente injusta”.
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

AprendemosJuntos. (Nombre de usuario). (12 de junio de 2019). "La felicidad es una búsqueda que dura toda la vida". Victoria Camps, filósofa [Video en YouTube
sobre entrevista a Victoria Camps]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=cMIpGnoZ8Sc 

Barnés, H. G. (2018). [Captura de pantalla de la película Matrix]. Recuperado de https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-05-11/derecha-pastilla-


roja-hombres_1561976/ 

Maliandi, R. (2009). “Niveles de reflexión ética”, En Autor, Ética: conceptos y problemas (pp. 41-62). Buenos Aires, AR: Biblos.

Molina Ramírez, N. (2013). La moral: ¿innata o adquirida? Revista Colombiana de Bioética, 8(1), 89-106. Recuperado de
https://www.redalyc.org/pdf/1892/189228429007.pdf 

Muñoz Fonnegra, S. (2010). La elección ética. Sobre la crítica de Kierkegaard a la filosofía moral de Kant. Estudios de Filosofía, (41), 81-109. Recuperado de
https://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/estudios_de_filosofia/article/view/11605/10578 
Justo medio

En esta lectura nos centraremos en un concepto central de la ética aristotélica: el


justo medio. A partir de la pregunta sobre el fin de la acción moral y sobre qué es la
felicidad, Aristóteles plantea la prudencia como el carácter necesario para encontrar
el punto medio entre los extremos a los que puede tender el carácter. 

La acción y la deliberación

Eudaimonia

Virtud

Conclusiones

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

La acción y la deliberación

Vamos a retomar el caso de Marco en el punto en que quedamos en la lectura anterior: nuestro personaje
cree haber obrado correctamente, pero se siente angustiado y preocupado. Si bien Marco ha realizado, con
nuestra ayuda, una fundamentación moral, ética, metaética y descriptiva, no parece sentirse bien con la
elección que ha tomado. Está preocupado por su futuro laboral, por el de su hijo y el de su esposa. Entonces,
nos preguntamos: ¿la acción moral conduce siempre a la felicidad?

Aristóteles desarrolla sus reflexiones sobre la naturaleza de la acción moral fundamentalmente en su Ética
nicomáquea (1988). También estudia la ética en dos obras menores: Ética eudemia y Gran moral. Esta última
constituye un resumen de la Ética nicomáquea, mientras que la Ética eudemia conserva resabios del
platonismo por ser un escrito de juventud. La idea platónica que sostiene que por naturaleza todas las cosas
tienden al bien y que, por lo tanto, para obrar correctamente es necesario conocer el bien en cuanto idea,
será puesta en cuestión por Aristóteles. No hay en Aristóteles una idea de bien sino que cada ciencia, cada
arte y, por consiguiente, cada acción guardará una relación particular con el bien al que tiende. De este modo
podemos afirmar que el bien se dice de muchos modos. Así, el fin de la medicina es la salud; el de la
construcción naval, el navío; el de la estrategia, la victoria, y el de la ciencia económica, la riqueza.

Ahora bien, la Ética nicomáquea afirma que toda acción humana tiende a un fin, es decir, es por naturaleza
teleológica: el fin que se busca es el bien particular (Aristóteles, 1988). “El bien es aquello hacia lo que todas
las cosas tienden” (Aristóteles, 1988, p. 129). Existen diversos bienes a los que tienden las acciones que
presentan un carácter instrumental; son medios para alcanzar otro bien, como en el caso de la buena
alimentación como medio para lograr la salud.
En este punto, Aristóteles (1988) establece una diferencia fundamental entre aquellos fines que son medios
y aquel fin que lo es en sí mismo. Este fin último, que no será medio para alcanzar otro fin, sino que será el fin
al que toda acción tiende por naturaleza, es la felicidad. Como mencionamos, cada acción tiende hacia un
bien particular. Del mismo modo, cada agente moral tenderá hacia una concepción de felicidad particular.
¿En qué sentido puede pensarse la felicidad como un fin último al que toda acción tendería?

Para comprender con claridad esta distinción entre la búsqueda del bien como instrumento y el bien en sí
mismo, la felicidad, es necesario comprender la sistematización del conocimiento discursivo de Aristóteles.
El filósofo griego distingue tres tipos de saberes: el productivo, el práctico y el teórico, que se puede resumir
del siguiente modo:

Figura 1: Clasificación aristotélica de la ciencia

Fuente: elaboración propia.


A partir de esta distinción de saberes, Aristóteles (1988) afirma que la ética no es, ni puede ser, una ciencia
del bien universal, sino una reflexión práctica cuya pretensión es determinar el modo en que los hombres
pueden lograr la felicidad. Así, la ética versará sobre la acción humana, sus hábitos y los caracteres que la
fundamentan.

El hecho de afirmar que cada cosa tiende a un fin determinado implica que, si el objeto o la acción no
cumplen con su propio fin, diremos que no es bueno. El filósofo griego lo ejemplifica con el cuchillo. Un
cuchillo tiene por naturaleza el fin de cortar; por lo tanto, un cuchillo que no sirva para cortar no será un buen
cuchillo, no cumplirá virtuosamente con su finalidad.

En este sentido, la ética aristotélica busca examinar la acción humana virtuosa en cuanto capacidad o
excelencia propia de una actividad humana. El hombre, como el cuchillo, tiene un fin que le es propio, el buen
vivir: si sus actos tienden a ese fin, entonces, dirá Aristóteles (1988), es un hombre virtuoso.
LECCIÓN 2 de 5

Eudaimonia

En este sentido, la acción de Marco parece conducirlo a la felicidad, pues él obra de acuerdo con el bien, ya
que elige virtuosamente y con coraje no obrar embusteramente al copiar en el examen y enfrentarse a las
dificultades de las consecuencias de sus actos. Pero volvamos al asunto: ¿qué debemos entender por
felicidad y por acción moral en este marco ético? ¿Por qué nuestro personaje no parece feliz?

Como dijimos, el fin último de la acción es la felicidad, la eudaimonia; esto es, el fin último de la acción moral
es la búsqueda de la plenitud o excelencia y solo puede alcanzarse por medio de lo que Aristóteles (1988)
llama el “justo medio”. La pregunta “¿qué significa vivir de la mejora manera?” llevará al filósofo griego a
establecer el primer campo de investigación ética, a partir de la cual establecer principios prácticos
universales desde el estudio y clasificación del carácter. Aristóteles (1988) considera que el bien es el fin de
la acción, y por eso decimos que la acción es teleológica. Tomamos decisiones o elegimos determinados
caminos a partir de determinados fines. Por lo tanto, si “el bien es hacia lo que todas las cosas tienden”,
entonces el fin de la acción va a ser el bien. Pero plantear que la búsqueda del buen vivir se reduce a la
búsqueda de la felicidad como telos, como fin en sí mismo, nos pude confundir si no tenemos en cuenta el
sentido griego de la palabra eudaimonia. Desbrozar el sentido del término nos permitirá comprender por qué
la acción de Marco podría ser virtuosa en el sentido de Aristóteles, aunque eso no despierte en nuestro
personaje un sentimiento inmediato de felicidad tal como la entendemos en el sentido común.

Eudaimonia es la plenitud de la vida humana. 

La pregunta fundamental de Aristóteles es: 


¿cómo lograr una vida realmente plena, buena?

 (García Marqués, en Sociedad de Filosofía de la


Región de Murcia, 3 de abril de 2018).

Actividad de reflexión sobre el concepto de eudaimonia. Elige solo una opción:

Felicidad y eudaimonia son términos sinónimos en el pensamiento aristotélico.

Sí, la felicidad es concebida como la plenitud de la vida humana. 

No, son términos opuestos.

Sí, eudaimonia es el estado afectivo de alegría.

SUBMIT

Pero es importante tener presente que, para su investigación, Aristóteles busca respuestas a interrogantes
tanto de carácter universal (¿qué significa vivir de la mejor manera?), porque procura establecer principios
prácticos universales, como de carácter particular (¿qué decidir en esta situación?), que se instalan frente a
hechos o acontecimientos puntuales o singulares de la vida y son parte esencial de aquella reflexión
universalista.
 

Ambas instancias, lo universal y lo particular, ofrecen una orientación para el problema


moral más crucial: el de la elección o decisión moral. En efecto, la decisión es el resultado
de una relación o mediación entre la universalidad de los principios prácticos que orientan
en general las acciones, y la particularidad y la diversidad irreductible de las situaciones en
las que se debe actuar y responder correctamente. (Varela, 2014, p. 24).
LECCIÓN 3 de 5

Virtud

Profundicemos un poco en el concepto de virtud (areté) para poder responder, luego, si el caso de Marco
puede o no ser considerado dentro del marco de la ética de la virtud, y qué conclusiones podemos sacar de
ello.

Para comprender el sentido del concepto de virtud en Aristóteles, debemos considerar la distinción de las
facultades: vegetativa, sensitiva y racional. El hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, lo que
se conoce como hilemorfismo, por lo es un ser con tendencias apetitivas propias de su naturaleza animal y
tendencias intelectivas propias de su naturaleza racional. De acuerdo con esta distinción, las virtudes que
hacen referencia a bienes o fines de acciones humanas se clasifican en éticas (responsables de encausar
o dominar los impulsos característicos de nuestra naturaleza sensitiva-animal) y dianoéticas o intelectivas,
es decir, aquellas relacionadas con el intelecto o la parte racional del alma.

Figura 2: La llave de la felicidad

Fuente: Lavado Tejón, s. f., http://bit.ly/2mouHUQ


Mafalda busca la llave de la felicidad.

Aristóteles recurre a la idea de hábito, disposición o modos del carácter para lograr una definición de virtud.
En este sentido, considera que las virtudes éticas requieren ejercitarse mediante la práctica, es decir, para
cultivarse deben ser objeto de entrenamiento o aprendizaje: debemos aprender a comportarnos
virtuosamente y eso exige experiencia y tiempo. Un elemento central es la repetición de ese obrar recto
hasta transformarlo en hábito.

Si de forma habitual nos comportamos virtuosamente, entonces la rectitud de nuestro obrar no está sujeta a
un momento específico. La continuidad de esta actuación en el tiempo constituye una disposición o una
forma corriente de actuar frente a determinadas situaciones.

Este ejercicio del hábito será concebido en términos de ejercicio de la prudencia, phronēsis. La prudencia es
la adquisición de un saber práctico ético que nos acerca al buen vivir a partir del ejercicio de la elección del
justo medio entre dos extremos que puede graficarse del siguiente modo:

Figura 3: Justo medio


Fuente: elaboración propia.

Vemos en el siguiente esquema cómo puede trazarse el justo medio entre el exceso y el defecto o la falta.

Los buenos hábitos reciben el nombre de virtudes, y los malos hábitos, el de vicios. La virtud consiste en
escoger el justo medio entre dos extremos, que son el exceso y el defecto, y se consideran vicios. El justo
medio nos revela que los buenos hábitos están ordenados o regulados por la recta razón que encauza los
deseos o los impulsos bajo su dominio y procura encontrar el equilibrio o la mesura. Así, por ejemplo, la
disposición intermedia entre la cobardía (defecto o falta) y la temeridad (exceso) es la valentía (término
medio).
El proceso de decidir el punto medio es un auténtico compromiso con nuestro bienestar moral, que consiste
en guiar nuestras acciones para acercarnos a la felicidad. Lo bueno para el hombre, es decir, lo virtuoso,
precisa una atención cuidadosa.

No somos justos por naturaleza, sino que alcanzamos la virtud de la justicia (en este caso,
una virtud moral) cuando actuamos de manera justa una y otra vez, hasta que esa forma
de actuar se convierte en un hábito, es decir, en una “disposición habitual de nuestra
voluntad”, que llega a integrarse prácticamente como una segunda naturaleza en nuestra
manera de ser. (Ruiz Trujillo, 2015, p. 112).

Lectura obligatoria: El sentido del civismo


A partir de la lectura del presente artículo, se aclara el concepto de virtud no solo en relación con la ética,
sino con la política. De este modo, tendrás un marco más general para comprender el alcance de la ética
aristotélica.

L3 M1 El sentido del civismo.pdf


914.8 KB

Fuente: Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia, (6), 15-21. Recuperado de

http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf 

¿Cómo podríamos identificar si la acción de Marco es una acción virtuosa? Pues bien, deberíamos primero
recuperar el marco de acción y los posibles cursos de acción que podría asumir nuestro personaje. Como
sabemos, Aristóteles considera que la virtud puede ser entrenada a partir del ejercicio de la prudencia.
Marco rechazó la propuesta de su amigo, quien, ante su compleja situación, se había ofrecido a realizarle el
examen a cambio de una modesta remuneración. Teniendo en cuenta lo estudiado hasta aquí, responde las
siguientes preguntas.
¿Cuál de estas acciones corresponde a una acción virtuosa?

Marco reflexiona sobre las posibles consecuencias y actúa porque considera que no
engañar es mejor y más justo que hacerlo. 

Marco pretende aprovecharse de la situación a fin de sacar ventaja y acepta la ayuda


de su compañero. De este modo, considera que llevará una vida feliz. 

Marco, ante el temor del castigo, prefiere no actuar incorrectamente y rechaza la


propuesta de su amigo.

SUBMIT

¿Cuál crees que podría ser una razón por la que Marco se siente contrariado a
pesar de haber actuado correctamente?

Porque la virtud es una disposición que debe ser entrenada, y no siempre resulta fácil
elegir el justo medio. 

Porque la felicidad no tiene nada que ver con el deber. Lo correcto y bueno no siempre
genera un estado de plenitud. 

Porque Marco no actuó por propia voluntad, sino movido por el conjunto de códigos
morales de la institución.
SUBMIT
LECCIÓN 4 de 5

Conclusiones

Comenzamos esta lectura con el desafío de comprender la razón por la que Marco no encontraba un
sentimiento de felicidad o satisfacción en la acción de rechazar la propuesta de su amigo. Podemos avanzar
un poco sobre este dato, en apariencia menor. El hecho de que Marco no se sienta en calma puede tener que
ver con la complejidad de su situación: presión por el estudio, situación de su esposa, el cuidado de su hijo,
la necesidad del trabajo. Sin embargo, si pedimos a Marco que examine la acción particular de no mentir o
no sacar ventaja de una situación, es probable que nuestro personaje acepte el hecho de que actuó a
sabiendas, de modo deliberativo y movido por la disposición a actuar por el bien, lo bueno, lo justo, antes que
por el mal, el engaño y la injusticia.

En conclusión, la acción moral que persigue la vida virtuosa no implica una satisfacción inmediata en cada
acto, sino una constante formación del hábito, una educación en la elección del justo medio que nos
dispondrá a obrar correctamente. Tal como nos recuerda Garcés Giraldo, Aristóteles consideraba que es, por
lo tanto, “ese modo de ser que nos hace capaces de realizar los mejores actos y nos dispone lo mejor
posible de acuerdo con la recta razón” (Garcés Giraldo, 2015:129).

En otras palabras, podríamos concluir con que la virtud es un hábito que formará nuestro carácter, uno que
debe estar de alguna manera predispuesto para la virtud, inclinándose hacia lo que es noble y rechazando el
vicio.
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

Aristóteles. (1988). Ética nicomáquea. Madrid, ES: Gredos.

Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo: las claves de la convivencia, (6), 15-21. Recuperado de
http://www.publicacions.bcn.es/b_mm/ebmm_civisme/015-021.pdf 

Lavado Tejón, J. S.  [Quino] (Dibujante). (s. f.). Se hacen llaves [Tira cómica]. Recuperado de
https://stryptor.herokuapp.com/mafalda/04-173 

Ruiz Trujillo, P. (2015). De la potencia al acto. Barcelona, ES: Salvat.

Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia (Nombre de usuario). (3 de abril de 2018). La ética de


Aristóteles: felicidad y virtud | Alfonso García Marqués | Programa Eidos [Video de YouTube]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=lsBlk6hKoSE 

Varela, L. E. (2014). Filosofía práctica y prudencia. Lo universal y lo particular en la ética de Aristóteles.


Buenos Aires, AR: Biblos.

Garcés Giraldo, L. F. (2015) “La virtud aristotélica como camino de excelencia humana y las acciones para
alcanzarla”, Discusiones Filosóficas. Año 16 Nº 27, julio –diciembre, pp. 127 – 146. Recuperado de:
http://www.scielo.org.co/pdf/difil/v16n27/v16n27a08.pdf 
Carácter

En la presente lectura, pondremos en funcionamiento los conceptos de virtud,


carácter y felicidad a la luz de algunas lecturas actuales, como las de Adela Cortina y
Victoria Camps, que actualizan la ética griega para pensar una ética de la virtud que
nos permita tratar problemáticas de actualidad. Por ello, el eje de esta lectura estará
puesto en la noción de carácter y la noción de formación.

Formación y carácter

El caso de Marco

Empoderamiento

Referencias

Revisión del Módulo


LECCIÓN 1 de 5

Formación y carácter

A continuación, intentaremos responder a la pregunta inicial de la lectura anterior: ¿por qué Marco no se
siente feliz si actuó correctamente, a partir de la profundización y actualización de la teoría de la virtud
aristotélica? Para realizar esta tarea, volveremos a traer a la escena a nuestro desdichado personaje y
reflexionaremos sobre su situación a la luz de los conceptos de carácter, formación y felicidad.

Ya en el módulo anterior, nos hemos preguntado por la relación entre la felicidad y la buena vida, y
respondimos, junto a Aristóteles (1988), que la vida buena es aquella que busca la felicidad, y que esta solo
se alcanza mediante el ejercicio de un carácter virtuoso apoyado en la prudencia. Este esquema filosófico
nos sirve ahora para profundizar y dar una respuesta a la pregunta inicial. ¿Acaso Marco no ha obrado
correctamente y por ello no alcanza la felicidad? ¿Es la felicidad verdaderamente alcanzable mediante los
actos morales correctos?

Victoria Camps nos dice: 

[La ética] no solo es un conocimiento de lo que se debe hacer, de lo que está permitido o
prohibido, sino también un conocimiento de lo que es bueno sentir. También la ética es una
inteligencia emocional. Llevar una vida correcta, conducirse bien en la vida, saber discernir,
significa no solo tener un intelecto bien amueblado, sino sentir las emociones adecuadas
en cada caso, entre otras cosas, porque, si el sentimiento falta, la norma o el deber se
muestran como algo externo a la persona, vinculado a una obligación, pero no como algo
interiorizado e íntimamente aceptado como bueno y justo. (2011, p. 16).
Esta es la razón por la cual debemos tener presente que la formación ética es un ejercicio constante que
una persona debe poner en práctica hasta que se  habitúa  o está  dispuesta a actuar virtuosamente.
Recordemos que el concepto de ethos conservaba en sí este doble sentido: el de costumbre o hábito y el de
carácter. Por esta razón, pensar la formación ética era una de las principales preocupaciones de la filosofía
griega. El carácter supone una inteligencia emocional, como dice Camps (2011) en la cita, que nos mueve a
obrar guiados por la prudencia a la consecución del justo medio entre vicios. La virtud solo se alzará
mediante este ejercicio y se sostendrá cuando se forje un carácter prudente. En este sentido, la
comprensión de la ética como desarrollo de una sensibilidad rectora capaz de expandir nuestro crecimiento
personal de forma íntegra y duradera determinará la relación del sujeto moral consigo mismo y con los
demás. Así, para forjar el carácter se necesita un “entrenamiento” (Cortina, 2007), una preparación
constante para ser excelentes o virtuosos. Recordemos que la virtud (en griego, areté) es la excelencia del
carácter que nos lleva a tomar buenas decisiones. Pues bien, no se puede generar un buen carácter si no lo
es en el medio y largo plazo, es decir, a lo largo de la vida. Por lo tanto, el carácter es el resultado de un
proceso formativo. Como dice Cortina: 

El término ética viene del griego êthos, que significa carácter. Todos los seres humanos
nacemos con un temperamento determinado que no hemos elegido pero, a medida que
tomamos decisiones a lo largo de la vida vamos generando unos hábitos, unas
predisposiciones, a elegir en un sentido u otro, a las que se da el nombre de hábitos y esos
hábitos componen nuestro carácter. (2007, p. 28).

La formación de carácter

En este video, se aborda un aspecto clave de la ética: la formación del carácter.

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VC-Ética y Deontología Profesional - Módulo 1


VER EN VIMEO 

Fuente: elaboración propia.
LECCIÓN 2 de 5

El caso de Marco

Figura 1: Guerra entre la razón y las emociones

Fuente: Rodrigo, 2017, http://bit.ly/2mcztEZ

En la siguiente imagen, podemos observar gráficamente la guerra entre la razón y las emociones a la hora de
tomar decisiones significativas para nuestra vida.  

Marco duda sobre su elección moral porque no encuentra un estado de felicidad aristotélica. Esto se debe a
que nuestro personaje pretende sentir una gratificación inmediata o, como Cortina (2007) señala, hay una
tendencia al “cortoplacismo”, a encontrar el bienestar en lo inmediato.
Lo primero que deberíamos señalar es que nuestro personaje parece no estar lo suficientemente
“entrenado” en la acción virtuosa. En este sentido, Marco parece motivado por las prohibiciones dadas por
los códigos normativos de la institución educativa y de su religión, aquellas normas que establecen lo que se
debe o no se debe hacer, antes que estar movido por aquello que considera justo y bueno. Aun así, Marco
puede ser educado moralmente, es decir, puede “entrenar” su carácter. Y una educación moral lo da la ética
en cuanto saber práctico. En este proceso, Marco deberá preguntarse qué es aquello que quiere
verdaderamente para él  (García-Marzá y Gonzales Esteban, 2014). ¿Y hacia dónde hay que forjarse ese
carácter?, pregunta Cortina (2007); hacia la toma de decisiones que sean justas y felicitantes, lo que implica
un proceso de autoconocimiento que es esencial para alcanzar el bienestar moral. 

Este concepto de autoconocimiento será central en la reflexión ética. Cada perspectiva filosófica que se ha
preocupado por dar cuenta acerca de la dimensión moral del ser humano ha dicho algo al respecto, pues no
es lo mismo actuar conforme al deber, es decir, actuar por el peso de la norma o la prohibición, que actuar
por deber, es decir, que el movimiento de la acción tenga que ver con el ejercicio de la acción moral como fin
en sí mismo. Kant dirá mucho sobre esta diferencia entre obrar conforme y por deber, como veremos en el
Módulo 2. 

En el marco de las éticas de la virtud, el autoconocimiento va a estar ligado al sentimiento antes que a la
razón. En este punto podemos hacer hincapié en la noción de inteligencia emocional. Esta inteligencia tiene
que ver con un saber que se gesta desde la sensibilidad moral, es decir, nos conduce de acuerdo con el
sentir moral. El ser humano moral, para ser verdaderamente moral, acompañará su reflexión de un saber
sobre lo que es bueno sentir. Este saber versa sobre lo que es más conveniente sentir para alcanzar cierto
grado de crecimiento personal o de florecimiento personal, de felicidad en términos aristotélicos. Lo que
permite el sentir es adquirir, a partir del ejercicio constante de la acción moral, la disposición a largo plazo de
la conducta virtuosa. Es por esta razón que las emociones ganan relevancia como compañeras
imprescindibles de la reflexión ética y moral.

Video 2: Victoria Camps y el gobierno de las emociones

Escucha atentamente el fragmento del video en el que se entrevista a Victoria Camps sobre lo que denomina
“el gobierno de las emociones” .
YOUTUBE

Victoria Camps y el gobierno de las emociones

Victoria Camps y el gobierno de las emociones


Victoria Camps, catedrática de Filosofía moral y política de Universidad de Barcelona y
autora de "El gobierno de las emociones", obra ganadora del Premio Nacional de Ensayo
2012. En el libro enuncia que sólo un conocimiento que armonice razón y sentimiento
incita a asumir responsabilidades morales.
VER EN YOUTUBE 

Fuente: Herder Editorial [Herder Editorial]. (25 de julo de 2011). Victoria Camps y el gobierno de las emociones.

[Video de YouTube] Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=CgdFBipoq-s

Teniendo en cuenta que la filósofa española Victoria Camps (2011) sostiene que la ética se ocupa de cómo
gobernar las emociones, las emociones tienen un papel importante en el comportamiento humano, ya que lo
motivan. Por otro lado, la autora asegura que el rechazo de las emociones por parte de la filosofía moral
occidental debe considerarse un absurdo y se dedica a argumentar por qué la reflexión ética debe dedicarse
a la articulación entre emoción y razón. Lo que propone es una ética de la virtud. Este tipo de perspectiva
filosófica que tiene que tener en cuenta las emociones entiende la ética como un saber práctico que sirve a
la formación del carácter más que la fundamentación del carácter (Camps, 2011). 

Te invitamos a valorar las siguientes afirmaciones:

La autora propone el concepto de gobierno de las emociones; es decir, en su


reflexión sobre los cursos de acción que deben seguirse, el ser humano debe
guiarse por criterios objetivos y racionales.

Esto es verdadero, ya que las emociones deben servir a la razón.

Esto falso, ya que las emociones cumplen una función fundamental en la formación
de carácter.

SUBMIT

El hecho de hablar de emociones adecuadas e inadecuadas, en lugar de


emociones correctas o incorrectas, nos permite evitar decir que son
esencialmente buenas o malas. La adecuación e inadecuación dependerá del fin
de la acción moral, el bienestar. Las emociones adecuadas pueden conducirnos
al bienestar, mientras que las inadecuadas no.
Es verdadero porque las emociones no pueden ser correctas o incorrectas.

Es falso porque las emociones deben estar guiadas por la razón.

SUBMIT
LECCIÓN 3 de 5

Empoderamiento

Un concepto que resulta fundamental para analizar la conducta de Marco es el de empoderamiento. Cortina
(2007) sostiene que el respeto a la norma por obligación, es decir, por el carácter de la prohibición que
implica, supone un extrañamiento de la norma, es decir, una no incorporación de la norma que denomina:
expropiación. Como menciona la autora (Cortina, 2007), el ser humano está expropiado fundamentalmente
por la tendencia al cortoplacismo. Esta expropiación implica que el ser humano ha perdido el dominio de sí
mismo y que ya no es dueño de su vida, de sus acciones, ya no es libre. Al fin y al cabo, ser libre significa
“señorío”, es decir, empoderamiento. Este concepto implica una autonomía y una responsabilidad sobre los
actos morales. Como dice Cortina:  

Empoderar a alguien es intentar dar poder a sus capacidades para que pueda llevar
adelante los planes de vida que persigue. De tal manera que cuando hablamos de seres
humanos se puede decir, con Immanuel Kant, que las personas son tanto el fin limitativo
como el fin positivo de nuestras actuaciones. (2007, p. 29).

Es interesante esta definición porque, para la autora, existen ciertas características que pueden identificarse
como riesgosas ante ciertas situaciones –ella habla específicamente de la drogadicción en los jóvenes–
que ponen en tensión la formación ética (Cortina, 2007). También mediante el concepto de empoderamiento
establece diez valores que trae aparejados el empoderamiento como enaltecimiento de las capacidades
virtuosas. 
En lo que sigue, recuperaremos algunos de los valores de riesgo y los valores de empoderamiento más
significativos que señala Cortina en “Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI” (2007).

Lectura obligatoria: Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI


En este artículo la autora desarrolla aquellos valores que considera de riesgo y aquellos valores de
empoderamiento que nos permitirán profundizar en la comprensión de una ética de la virtud contemporánea. 

Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI.pdf


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Fuente: Cortina, A. (2007). Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI. Proyecto. Revista de la asociación proyecto

hombre, (63). Recuperado de http://www.proyectohombre.es/archivos/19.pdf

Aquí se extraen tres de los más importantes para que analicemos a los ojos de nuestro personaje.  

V A LO RE S D E RI E S G O V A LO RE S D E E M PO D E RA M I E N T O

Cortoplacismo: es la tendencia a la satisfacción inmediata. La conducta moral se dispone a la búsqueda de


la satisfacción del deseo presente. No hay posibilidad de un aprendizaje moral. 
 
Individualismo:  la libertad se entiende como independencia: cada uno de nosotros tiene derecho a un
ámbito en el que actúe sin que nadie esté legitimado para interferir en él.
 
Exterioridad: “El mundo de la reflexión y de la interioridad es fundamental para los seres humanos, y tanto
jóvenes como adultos estamos en un mundo de exterioridades” (Cortina, 2007, p. 34).
V A LO RE S D E RI E S G O V A LO RE S D E E M PO D E RA M I E N T O

Medio- y largoplacismo:  recupera la dimensión de la responsabilidad y compromiso porque implica


proyectos a largo plazo. El ser humano se conecta consigo mismo y se compromete con su acción. 
No individualismo: “La libertad positiva no es la del perímetro en el que yo actúo sin que nadie interfiera, sino
que es la libertad de la participación en la vida común” (Cortina, 2007, p. 37).
 
Interioridad: “‘Examen de conciencia’ quiere decir pensar en la propia vida y preguntarse si se es realmente
feliz o no, qué se está haciendo con la propia existencia” (Cortina, 2007, p. 37).

En el caso de nuestro personaje, podríamos decir que Marco requiere el auxilio de la reflexión ética para
empoderarse, es decir, para enriquecer sus capacidades y autoconocimiento. Empoderase significa no solo
conocer lo que es bueno hacer, sino aprehender la propia conducta como algo conscientemente aceptado y
con capacidad para potenciar el crecimiento y la superación personal. Marco puede formar su carácter
mediante la reflexión ética si logra comprender que el sentimiento que acompaña al carácter justo y bueno
no está ligado a una sensación de bienestar inmediata e individual. La elección de Marco de no engañar o
mentir en el examen se acerca mucho a la concepción de la formación del carácter virtuoso, ya que implica
una asunción de una dimensión no individualista y pone en vista una motivación más profunda que apela a la
responsabilidad y compromiso con un proyecto de vida particular. Como dice Camps en una entrevista que le
realiza el diario El país: “la felicidad es una búsqueda que dura toda la vida” (Camps V. 2019)
LECCIÓN 4 de 5

Referencias

AprendemosJuntos (Nombre de usuario). (12 de junio de 2019). "La felicidad es una búsqueda que dura toda
la vida". Victoria Camps, filósofa [Video en YouTube]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?
v=cMIpGnoZ8Sc 

Aristóteles. (1988). Ética nicomáquea. Madrid, Es: Gredos.

Camps, V. (2011). El gobierno de las emociones. Barcelona, ES: Herder.

Cortina, A. (2007). Jóvenes, valores y sociedad siglo XXI. Proyecto. Revista trimestral de la Asociación
Proyecto Hombre, (63), 27-38. Recuperado de http://www.proyectohombre.es/archivos/19.pdf 

García-Marzá, D. y González Esteban, E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei
de Comunicación Publicacions.

Rodrigo (Nombre de usuario). (2017). [Imagen sin título sobre guerra entre razón y emoción]. Recuperado de
https://somoscomoesponjas.com/2017/02/26/razon-y-emocion/ 
LECCIÓN 5 de 5

Revisión del Módulo

Hasta acá aprendimos

Distinción entre ética y moral



Se ha focalizado sobre la distinción entre ética y moral a partir de la etimología de la palabra griega Ethos.
Esta distinción nos permite comprender los aspectos centrales delas problemáticas éticas entendidas
como aquellas que buscan justificar racional y argumentativamente la ética.

Niveles de reflexión ética



Se presenta la ética como un campo de reflexión sobre lo que consideramos que es bueno. En este
sentido, se han distinguido los distintos niveles de reflexión ética, a saber: la reflexión moral, la reflexión de
ética normativa, la reflexión meta ética y la reflexión de ética descriptiva.

Justo medio

Se ha profundizado en la ética aristotélica llamada “Ética de los valores”, centrándonos en la concepción
teleológica de tal perspectiva, a partir de la presentación de los conceptos de felicidad, virtud, justo medio,
prudencia, entre otras.
Carácter

Entender a la ética como un ejercicio del saber práctico es fundamental para comprender la ética como
reflexión. El carácter ha sido analizado en términos de disposición del ser humano de tender al bien y de
entrenar su saber práctico para obrar de acuerdo con el bien. La reflexión sobre la ética profesional ha sido
el tema central en esta lectura.
Ética y modernidad

En la presente lectura, repasaremos brevemente dos grandes posiciones modernas


sobre el lugar de la razón y las pasiones, lo que dará lugar a dos miradas éticas
radicalmente diferentes. En lecturas posteriores nos encargaremos de tratar dos
grandes corrientes posibilitadas por la pregunta por la vida nueva de este sujeto
moderno: la ética deontológica kantiana y la ética consecuencialista.

Ética y modernidad

Descartes y las máximas morales

Hume y el poder de las pasiones

Conclusiones

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

Ética y modernidad

La modernidad es una de las épocas de mayor producción intelectual y en la que se rompe de modo radical e
irrevocable con el modo medieval de ver el mundo. Uno de los grandes referentes de la modernidad, si no el
posibilitador de esta, es René Descartes (1596-1650). Si bien esta nueva visión del mundo que coloca al ser
humano en el centro de la escena se nutre de procesos sociohistóricos, como el descubrimiento de América
y el giro copernicano, se consagra en la idea de sujeto como noción que colocará en el ser humano la fuerza
de la razón y la voluntad. 

Una nueva sociedad se va gestando y la relación del ser humano consigo mismo y con los otros también se
transforma, por lo que surgen nuevos modos de vínculos e inquietudes éticas. En la presente lectura,
repasaremos brevemente dos grandes posiciones modernas sobre el lugar de la razón y las pasiones, lo que
dará lugar a dos miradas éticas radicalmente diferentes. En las lecturas 2, 3 y 4, nos encargaremos de tratar
dos grandes corrientes posibilitadas por la pregunta por la vida nueva de este sujeto moderno: la ética
deontológica kantiana y la ética consecuencialista.

Para lograr comprender las dos vertientes modernas que surgen a partir del descubrimiento cartesiano del
sujeto pensante (res cogitan), vamos a traer a colación un dilema ético moderno, en donde la situación de
nuestro personaje tiene una gran relevancia para su toma de decisión.

Te presentamos la siguiente situación basada en la famosa película de Vittorio de Sica, Ladrón de bicicleta
(De Sica, 1948): la película relata la historia de Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un desempleado que
tiene a su cargo esposa y dos hijos, y se encuentra en busca de un trabajo para mantener su hogar. La
situación de Italia es crítica, y se hace difícil ganarse el pan en un momento donde el dinero y hasta los
mismos trabajos escaseaban. Por fortuna, consigue un trabajo para pegar carteles de publicidad por las
calles y se da cuenta de que necesita una bicicleta para lograr mantener el trabajo. Por esta razón decide
empeñar las sábanas (que muestran la difícil situación por la que atraviesa la familia) para poder comprar
una bicicleta.

En su primer día de trabajo, Antonio se encuentra pegando un cartel subido a una escalera cuando ve con
angustia que un pillo aprovecha para robarle la bicicleta. Es así como comienza toda la aventura de Antonio
por recuperar su bicicleta. Ante la desesperación, la única solución que Antonio encuentra es robar una
bicicleta para volver a trabajar.

Te invitamos a que veas la película si quieres saber la resolución final de la historia. Acá nos centraremos en
el dilema ético en el que se encuentra el personaje: ante la desesperación por no poder trabajar y la
necesidad de su familia, el personaje se ve empujado a tomar una sola resolución, robar, que implicaría
reproducir lo que le hicieron a él con todas las consecuencias que ello implica.

La reflexión sobre el sujeto moderno nos permitirá comprender por qué

a) consideramos que los sujetos son responsables de sus actos; 

b) pedimos explicaciones que justifiquen tales actos;

c) en la reflexión moral, podemos encontrar tensiones irresolubles entre pasión y razón. ¿Antonio se guía por
sus pasiones o por su razón a la hora de decidir robar la bicicleta?
LECCIÓN 2 de 5

Descartes y las máximas morales

Si bien durante la Edad Moderna pueden distinguirse grandes y diferentes corrientes dentro del campo de la
ética, existen algunos rasgos que predominan en la reflexión desarrollada en este período. Un rasgo esencial
es la centralidad del sujeto, reconocido como punto de partida de la filosofía moderna. Como sostiene
Heidegger,

Dentro de la historia de la época moderna y como historia de la humanidad moderna, el ser


humano intenta, en todas partes y en toda ocasión, ponerse a sí mismo en posición
dominante como centro y como medida, es decir, intenta llevar a cabo su aseguramiento.
Para ello es necesario que se asegure cada vez más de sus propias capacidades y medios
de dominación, y que los tenga siempre preparados para una disponibilidad inmediata
(Heidegger, 2000, p. 122).

Como anticipamos, una figura esencial para comenzar a desandar el significado de este paradigma moderno
del sujeto es René Descartes (1596-1650), filósofo y matemático francés. La idea del sujeto como núcleo
central del conocimiento inicia, con Descartes, un trayecto fundamental para la comprensión del mundo
moderno. Su obra, el Discurso del método (2003), suele ser referenciada como el acontecimiento
fundamental en el surgimiento del pensamiento filosófico de la modernidad. La extraordinaria influencia de
esta obra sobre el pensamiento moderno no puede sintetizarse rápidamente, pero sí podemos acercarnos y
enfatizar cuál era el punto de partida que establecía el autor en su pretensión de fundar una filosofía que se
apartara de la herencia escolástica acumulada.

En su esfuerzo de reconstrucción, Descartes (2003) consideraba que la filosofía debía proceder en su


análisis de manera semejante a como procede el pensamiento en el ámbito de la matemática, es decir, ir de
las ideas a las cosas y no de las cosas a las ideas. El propósito de plantear un método que debemos seguir
para conducir bien la razón necesita, para Descartes (2003), reglas firmes, claras y evidentes que puedan
constituirse en cimientos para edificar el verdadero conocimiento. En este sentido, el procedimiento
matemático, realizado con máxima claridad, orden y medida, parece suministrar un criterio inspirador para la
formulación de ciertos preceptos. Descartes considera que son suficientes las siguientes cuatro reglas:

Video 1: Descartes

Observarás, de un modo sencillo y dinámico, cómo opera el método cartesiano (se sugiere visualización
hasta el minuto 3:32).

YOUTUBE

Descartes (Primera parte)

Descartes (Primera parte)


https://www.amazon.es/Filosof%C3%ADa-para-b%C3%ADpedos-sin-
plumas/dp/8427045530 En este primer vídeo de Descartes os presentamos el intento
cartesiano de crear un método de conocimiento y la duda metódica. Ayuda al canal:
https://www.paypal.com/cgi-bin/webscr?cmd=_s-
xclick&hosted_button_id=FBTFQKE7GCFK6 Si necesitáis aclaraciones extra o queréis
que se amplíe algo, podéis utilizar los comentarios.
VER EN YOUTUBE 

Fuente:  Unboxing Philosophy [Unboxing Philosophy]. (2016, ene 17).   Descartes (Primera parte). [YouTube]

Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=9BMXwjKOSyk

Ante la posibilidad de no encontrar una verdad indudable, los pasos que seguir son estos cuatro que nos
señala video de un modo sintético. Pero, si queremos profundizar un poco más, debemos señalar con
Descartes los siguientes pasos rigurosos.

Primera regla

No admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar
cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se
presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
(Echegoyen Olleta, s/f https://bit.ly/2JcPNxK).

Segunda regla

Dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas fuere posible y en cuantas requiriese su
mejor solución. (Echegoyen Olleta, s/f https://bit.ly/2JcPNxK).

Tercera regla

Conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de
conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos; e
incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.   (Echegoyen Olleta, s/f
https://bit.ly/2JcPNxK).

Cuarta regla

Hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro
de no omitir nada. (Echegoyen Olleta, s/f https://bit.ly/2JcPNxK).

En la primera regla del discurso, se propone la evidencia como criterio de la verdad. La claridad y la distinción
hacen referencia a los dos grandes rasgos esenciales de ese criterio. Para la tradición escolástica, la verdad
o la falsedad de una idea estaban determinadas por su adecuación o su conformidad con la cosa. Para
Descartes, en cambio, el suministro del conocimiento son las ideas mismas y, entre ellas, la evidencia
principal que él estableció como base fundamental de su filosofía se concentra en la expresión “Pienso,
luego existo” (Cogito ergo sum) (Descartes, 2003).

Figura 1: El racionalismo cartesiano  


Fuente: [Imagen sin título sobre René Descartes]. (s. f.). Recuperado de https://goo.gl/hfU93V

La conciencia individual como nuevo modo de pensar el individualismo metodológico como punto nuclear de
la reflexión filosófica constituye la piedra fundacional del pensamiento moderno. Así como se pone en
cuestión el conocimiento heredado de la escolástica (autoridad), también debe inspirarnos desconfianza el
conocimiento obtenido a través de los sentidos. Como afirman García Marzá y González Esteban:

El punto de partida de Descartes consiste en afirmar que ni la autoridad, ni la experiencia


pueden ofrecernos un criterio válido, un criterio firme y estable, de verdad. La duda
metódica nos confirma que la única posibilidad de asegurar un conocimiento
intersubjetivamente válido es, en primer lugar, afirmar la razón como criterio fundamental
de verdad y fuente principal de todo conocimiento y, en segundo lugar, afirmar la
conciencia como realidad primera y punto de partida obligado de todo filosofar (Frondizi,
1985:51). (2014, p. 76). 
Este es el primer punto fundamental para pensar cómo afecta el mundo de la acción o “saber práctico” el
surgimiento del sujeto moderno, al que se llega por un método tan riguroso como el que acabamos de
estudiar: el cuestionamiento de la autoridad. Si ninguna verdad puede ser aceptada como garante de
conocimiento sin antes pasar por un examen de razón, tampoco las “verdades morales” deberían ser
aceptadas sin pasar por el método de la duda. El poder de la razón también se verifica en el campo de la
moral, puesto que debe oficiar de guía en el proceder práctico o las acciones que llevamos a cabo en la vida.

Te proponemos vincular los postulados de las reglas estudiadas:

Dudar. Admitir solo lo claro y


Primera regla
distinto.

Segunda regla Dividir las dificultades. Examinar.

Ordenar las propias reflexiones. Ir de


Tercera regla
lo simple a lo complejo.

Repasar o revisar. Crear categorías


Cuarta regla
generales.

SUBMIT
¿Qué debería hacer Antonio ante las circunstancias descriptas? Pues, suponiendo que nuestro personaje
tuviera la posibilidad de intentar pensar en calma por un momento, debería comenzar por cuestionarse los
valores morales que ha aprendido a lo largo de su vida. Así, las reglas del método deben también ser
aplicables a la moral.

Aunque no elaboró una teoría propiamente dicha acerca de la moralidad, Descartes profundiza en este
ámbito en la tercera parte del Discurso del método (2003), donde desarrolla la idea de moral provisional. Hay
una serie de máximas o normas de comportamiento que se mencionan en ese apartado que, en conjunto,
nos permiten dimensionar su propuesta (Descartes, 2003). Estas máximas aparecen como una forma de
delinear la conducción de nuestros actos y garantizar una convivencia pacífica en medio de situaciones que
no admiten pautas endebles ni vacilaciones de ningún tipo. Cuando las acciones de la vida no resisten
demoras, el control y el dominio de las pasiones son fundamentales para una resolución firme respecto del
camino que hay que seguir. Desde una mirada racionalista, las pasiones aparecen como aquello que
debemos someter para no alterar el curso racional de las acciones.

Antonio debe actuar guiado por sus impulsos, ya que la desesperación de su


situación compromete no solo su vida, sino la de su familia.

Es verdadero porque, en circunstancias apremiantes, la acción moral es independiente


de la razón. 

Es falso porque siempre la razón debe guiar la acción.

SUBMIT
A falta de una ciencia moral perfecta y acabada, es preciso contar con determinadas máximas (con las
directrices de una moral provisional) que nos permitan conducirnos sin perecer en la duda constante o las
irresoluciones que se extienden en el tiempo y producen insatisfacción y malestar. Las máximas de la moral
provisional de Descartes pueden resumirse en los siguientes términos:

Primera máxima

Obedecer las leyes y las costumbres de mi propio país, conservar con constancia la religión en la que la
gracia de Dios hizo que me instruyeran desde niño, regirme en todo lo demás con arreglo a las opiniones
más moderadas y más alejadas del exceso que fuesen aprobadas comúnmente en la práctica por los más
sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir. (E-IKASIA, s/f, https://bit.ly/2oV0Ch6)

Segunda máxima

Ser en mis acciones lo más firme y lo más resuelto que pudiese. (E-IKASIA, s/f, https://bit.ly/2oV0Ch6)

Tercera máxima

Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna y modificar mis deseos antes que el orden
del mundo y, generalmente, acostumbrarme a creer que no hay que esté enteramente en nuestro poder,
sino nuestros propios pensamientos (Descartes, 2003).

Entonces, volviendo a nuestro desdichado Antonio, ante la imposibilidad de determinar una moral perfecta,
nuestro personaje seguirá las máximas para la acción, pues, de lo contrario, la duda lo llevaría a un estado
de inacción o incapacidad para decidir sobre cómo actuar. Por lo tanto, la opción de nuestro personaje es
seguir las máximas de una moral al menos provisional que permita actuar y reflexionar éticamente sobre las
acciones. En primer lugar, al respetar las leyes y costumbres de su propio país, Antonio se vería impedido
éticamente a decidirse por robar, y su conducta debería estar guiada por la acción firme de vencer su propio
sentimiento de necesidad. Pero ¿es tan sencillo para Antonio llegar a establecer un razonamiento de tal
naturaleza en su situación particular?
LECCIÓN 3 de 5

Hume y el poder de las pasiones

Otra gran línea de pensamiento dentro de la filosofía moderna es la de David Hume (1711-1776). En la
filosofía moral de Hume, a diferencia de la visión racionalista, las pasiones desempeñan un papel central. La
idea de un sentimiento moral se erige como principio rector en el análisis del comportamiento moral. Hume,
considerado el padre del empirismo, se aparta de las consideraciones relativas al sometimiento de las
pasiones, tarea concebida por las teorías éticas racionalistas como una pieza central para la corrección de
las acciones. Por el contrario, la moral no dependerá de la razón como su principal eje de determinación. En
el Libro II del Tratado sobre la naturaleza humana, Hume hace aún más patente el quiebre con la tradición
racionalista (Hume, 2001)

Figura 2: Retrato de Hume por Allan Ramsay

Fuente: Ramsay, 1776, http://bit.ly/2AUjD5x


Revelar los límites de la razón se erguirá en la época ilustrada como una de las principales máximas del
pensamiento filosófico. Hume pretende definir con precisión esos límites y trasladar al campo de la moral
sus consideraciones sobre el método experimental como la principal fuente de conocimiento.

Hay un sentido interno o un sentido moral que conecta los comportamientos con nuestra aprobación o
desaprobación de estos. Así, la posibilidad de trazar la distinción entre vicio y virtud no radica únicamente en
el ejercicio de la razón o en un esfuerzo de abstracción. Los juicios morales, por el contrario, están
estrechamente relacionados con las pasiones que impulsan nuestras formas de conducirnos o actuar. En
este caso, Antonio podría justificar, a partir de su amor hacia su esposa e hijos, su necesidad de robar la
bicicleta. Pero esta necesidad y la acción vinculada al amor por su familia, ¿justifican que nuestro personaje
robe? La respuesta más probable es que no, ya que justifica la acción, pero no la justifica en sentido moral.
El caso es que, en estos dos pensadores, Descartes y Hume, más que un intento de justificación de la
acción moral, lo que aparece es una justificación del ámbito moral en el ser humano ligada al modo en que
ambos entienden la relación del sujeto con el mundo.

 “Si la naturaleza se contrapone a los milagros, no sólo la distinción entre el vicio y la virtud es natural, sino
todo hecho que haya sucedido en el mundo, exceptuando los milagros sobre los que nuestra religión está
fundada” (Hume, 2001, p. https://bit.ly/2OLW1os). La moralidad, en efecto, procede del sentimiento, es más
“sentida que juzgada” (Hume, 2001, p. https://bit.ly/2OLW1os). Sentimos que las cosas buenas son
agradables, que la virtud produce satisfacción, incluso placer.

Y el origen de tal sentimiento moral que nos acerca a nuestros semejantes es la


naturaleza que compartimos; nadie está desprovisto del sentido moral, si bien es cierto
que dicho sentido es una potencialidad no siempre bien empleada. Por eso hará falta que
el poder político introduzca la justicia, una virtud no natural sino “artificial”, es decir,
construida para determinar hacia quién debemos dirigir nuestras simpatías, a quién hay
que proteger por obligación o por deber. (Camps, 2011, p. 99).
LECCIÓN 4 de 5

Conclusiones

El caso de Antonio nos ha servido para comparar estas dos perspectivas: una claramente racionalista, la
cartesiana, en la cual, si bien no puede asegurar una moral, sí puede determinar ciertas máximas racionales
para actuar sobre la base de una moral provisional; y la otra de corte empirista, que sostiene que la fuente de
la moral está representada por los sentimientos y que la razón debe servir a las pasiones. En cada uno de
estos casos, Antonio se vería condicionado por criterios morales diferentes. En las próximas lecturas,
profundizaremos en las distintas opciones que las éticas modernas nos ofrecen para justificar, o no, la
decisión de nuestro personaje.
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

Camps, V. (2011). El gobierno de las emociones. Barcelona, ES: Herder. 

Descartes, R. (2003). Discurso del método. Córdoba, ES: El Cid. 

Echegoyen Olleta, J. (s. f.) Filosofía Medieval y Moderna, Descartes. Publicado en e-torredebabel.com.
Recuperado de https://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-
filosofia/Filosofiamedievalymoderna/Descartes/Descartes-ReglasMetodo.htm 

E-IKASIA (s. f.) La moral “provisional” de R. Descartes. Recuperado de


https://francescllorens.wordpress.com/2007/11/27/la-moral-provisional-de-r-descartes/ 

García Marzá, D., y González, E. E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions. 

Heidegger, M. (2000). Nietzsche. Barcelona, ES: Destino. 

Hume, D.  (2001). Tratado de la naturaleza humana. Publicado en Libros en la Red. Recuperado de
https://www.dipualba.es/publicaciones/LibrosPapel/LibrosRed/Clasicos/Libros/Hume.pm65.pdf 

[Imagen sin título sobre René Descartes]. (s. f.). Recuperado de


http://www.panorama.com.ve/__export/1459432433302/sites/panorama/img/cienciaytecnologia/2016/03/3
1/descates.jpg_1609701233.jpg 

Sica, V. de (Director). (1948). Ladrón de bicicleta [Película]. IT: PDS Produzioni De Sica.


Ramsay,  A. (Pintor). (1776). David Hume, 1711 - 1776. Historian and philosopher [Pintura]. GB: Scottish
National Gallery. Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Allan_Ramsay_-
_David_Hume,_1711_-_1776._Historian_and_philosopher_-_Google_Art_Project.jpg 
El sujeto moral kantiano

En esta lectura se abordará el pensamiento de Immanuel Kant. Kant ha desarrollado


una teoría moral que se basa en la idea del sujeto como autónomo, libre y
autolegislador, el cual guía su conducta moral mediante un principio de razón. A
continuación, estudiaremos lo que se conoce como una ética deontológica, una ética
que tiene que ver con el deber que conlleva la autonomía de la razón.

El pensamiento kantiano

El sujeto y el imperativo categórico

¿Qué es la ilustración?

Conclusiones

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

El pensamiento kantiano

En primer lugar, volvamos al caso del desdichado Antonio Ricci. Dijimos que los acontecimientos que llevan
a Antonio a robar la bicicleta se presentaban con una complejidad tal que no podíamos, a primera vista,
tomar una posición deontológica o consecuencialista para determinar el carácter moral de la conducta de
nuestro personaje. Pero ahora haremos el esfuerzo de abordarlo desde la ética kantiana para pensar
posibles cursos de acción que Antonio podría tomar si pudiéramos conversar con él antes de que decida
robar la bicicleta.

Haciendo un rápido resumen, Antonio vive en un estado de pobreza y desempleo que lo mueve a buscar un
trabajo. Para desarrollar el trabajo, necesita, casi obligadamente, una bicicleta que logra comprar
empeñando sus sábanas. En esta situación Antonio inicia su trabajo con gran entusiasmo, pero en la
primera jornada nuestro personaje ve con mucha angustia cómo un hombre roba su bicicleta. El argumento
de la película es angustioso, pero vayamos a lo que nos interesa: Antonio, desesperado, decide que su única
opción es robar una bicicleta. ¿Qué diría una ética del deber como la kantiana sobre la elección de Antonio?

Presentemos un poco el contexto de la reflexión ética de Kant (1724-1804), que será decisiva en la
construcción de una filosofía moral racionalista y formal inspirada en la preocupación central por el
fundamento moral de nuestras acciones y juicios. En la Crítica de la razón práctica (1788) y en la
Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), Kant hace su aporte clave al campo de la ética,
al punto de considerarse que también cabe, manifiestamente, introducir la célebre imagen del giro
copernicano. Kant introdujo esta imagen en el prólogo de la segunda edición de la Crítica de la razón pura
(1781) para ilustrar una gran transformación en el terreno del conocimiento. En esta obra, Kant propone una
inspección del pensamiento humano tan sobresaliente en su seriedad crítica como la semblanza moral que
surge de sus biografías más acreditadas. El giro copernicano hace referencia a una inversión del papel que
juega el sujeto y el objeto en el conocimiento, inversión que es producto del intento de Kant por superar las
dos principales corrientes filosóficas de los siglos XVII y XVIII: por un lado, el racionalismo, con sus
principales referentes, Descartes y Leibniz, y por el otro, el empirismo, con Locke, Berkeley y Hume como
sus portavoces más consumados. 

Para ampliar los conceptos que se desarrollan en esta lectura, se recomienda leer atentamente el capítulo
“La dicotomía deonto-axiológica” de la bibliografía básica Ética: conceptos y problemas (2009), de Maliandi,
R.

Pues bien, Kant observa que ni el entendimiento ni la percepción sensible por sí solos pueden constituirse
en la base de la actividad cognoscitiva, es decir, en fuentes legítimas del conocimiento. Así como Copérnico
mostró que la Tierra orbitaba alrededor del Sol y no al revés, Kant afirma que, en el conocimiento de la
realidad empírica, el sujeto no es un receptor pasivo que se limita a la recepción de los datos provenientes
de los sentidos, sino que posee facultades o estructuras cognoscitivas que son condición de posibilidad de
cualquier conocimiento. La Crítica de la razón pura (1781) procura, así, averiguar qué podemos conocer y
cuáles son los componentes y los límites de nuestro conocimiento, y enfatizar que hay esquemas
organizativos del entendimiento que son previos e independientes de la experiencia, y que sin ellos la
realidad no puede ser conocida. En este punto es fundamental destacar el gran valor depositado en la fuerza
de la razón. El siglo XIII es conocido como el Siglo de las Luces por su marcada convicción de que el ser
humano es capaz de servirse de su propia razón para disipar las ligaduras que lo sujetan a prejuicios,
supersticiones y ordenamientos sociales abusivos o tiránicos. El punto de partida de esa emancipación se
encuentra en los conceptos de libertad y dignidad. La consideración del ser humano como un ser digno y con
libertad para hacer uso íntegro de su razón constituye el principio organizador más fundamental del
autogobierno, es decir, la posibilidad de constituirnos como seres autónomos y responsables de nuestros
pensamientos y acciones.

Ahora bien, si tenemos en cuenta que el sujeto gana autonomía, al volver a nuestro personaje debemos
mencionar dos cuestiones fundamentales: Kant consideraría que Antonio es un sujeto cuya voluntad, así
como toda facultad humana, está sujeta a las leyes de la razón y que, por lo tanto, el obrar de nuestro
personaje debería estar motivado por estas leyes. Por otro lado, Kant consideraría que Antonio, en cuanto
sujeto racional, es un sujeto libre y que su obrar dependerá de sus propios principios y máximas de acción,
es decir, que es un sujeto autónomo. Pero, si atendemos el caso concreto, ¿podemos considerar que
Antonio verdaderamente puede ser considerado como un sujeto que, en el uso de su razón proactiva, obra
con autonomía y libertad? Esta es la pregunta que intentaremos responder a la luz de la ética kantiana.
LECCIÓN 2 de 5

El sujeto y el imperativo categórico

El pobre Antonio es puesto bajo la lupa de la ética kantiana. Lo primero que debemos considerar es que esta
ética es racionalista y formal. La dimensión ética del ser humano alude al uso de la razón práctica, que es la
que conforma el ámbito de la moral. De este modo, la razón práctica es fuente de la moralidad. Las máximas
y los principios morales que el ser humano se impone a sí mismo y edifican la estructura interna de la
moralidad son producto de la razón en su uso práctico. Afirmar con Kant que el obrar moral está regulado por
la razón práctica implica sostener que los juicios y el accionar humanos no tienen más determinación que la
propia voluntad y que, por lo tanto, no pueden considerarse como un medio puesto al servicio de algo externo
(felicidad, éxito, bienes materiales, etc.). No hay un fin situado fuera de la razón práctica porque la dimensión
ética se centra en la interioridad de la acción y la capacidad que posee el ser humano de imponerse la ley
moral a sí mismo: depende de la razón y no de alguna constricción o circunstancia externa.

Si examinamos nuevamente la situación dilemática de Antonio, notaremos que en la ética kantiana se


combinan dos grandes problemáticas: la fundamentación de la acción moral, que Antonio no podría ejercer
de modo libre, y, por otro lado, el origen de las normas morales, que, al tener carácter de a priori y ser
universales, Antonio debería reconocer. El imperativo categórico, que es como Kant llama al fundamento a
priori de la acción moral, implica un sujeto autónomo y libre. La fundamentación instala la indagación por el
carácter a priori de ese mandato que el sujeto se impone a sí mismo como ser autónomo y libre.

Video conceptual 1: El sujeto moral kantiano

Hay regresos que no son posibles luego de que un pensamiento activo y creador es capaz de construir un
nuevo enfoque de gran consistencia, y el planteamiento ético de Kant (1724-1804), filósofo prusiano de la
Ilustración, se yergue precisamente como una de las visiones más influyentes en la historia del
pensamiento.
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VC-Ética y Deontología Profesional - Módulo 1


VER EN VIMEO 

Fuente: elaboración propia.

Obra solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se


convierta en una ley universal.

¿Cómo se formula el imperativo categórico en un caso como el de Antonio? Pues bien, Antonio podría robar y
la máxima implicaría que la necesidad de robar para poder trabajar y alimentar a su familia puede ser una
regla universal, es decir, todo aquel que se encuentre en una situación particular será movido a robar. Pero,
en esta solución, la acción no implica la autonomía del sujeto, pues la resolución depende de un principio
heterónomo que hace de la acción un medio para un fin, alimentar a su familia, y no un fin en sí mismo, y en
este sentido robar no guarda valor lógico con la formulación del imperativo porque todo acto de robar podría
ser considerado como moralmente bueno, lo que es un contrasentido.

El imperativo, sobre el que descansa la filosofía ética kantiana, afirma el deber de cada sujeto de actuar de
forma tal que le sea lícito desear que aquello que rige su acción regule el comportamiento de todos los seres
humanos. Las cualidades propias de esta máxima son su universalidad y su necesidad. En otras palabras, el
imperativo categórico que el sujeto se dicta a sí mismo no obedece a mandatos externos ni a
condicionantes particulares: el criterio válido para el obrar moral pretende constituir una ética legítima y
obligatoria para todos los seres racionales que pueda aplicarse en todo tiempo y lugar.

La ley moral proviene, así, del propio agente y los motivos interiores que conducen su obrar. En este sentido,
es una posición ética autonomista, ya que no reconoce un fundamento ajeno a la propia voluntad del sujeto.
Kant denomina como heterónomas a aquellas perspectivas según las cuales la fuente de la moralidad se
sitúa en algo externo que se desea.

El imperativo categórico implica que 

Los actos morales son ejemplares, ya que pueden ser universales.

Los actos morales son buenos siempre que sean motivados por la sensibilidad.

Los actos morales deben realizarse de acuerdo con las leyes de la época.

Los actos morales son propios de un sujeto heterónomo.


SUBMIT

La filosofía práctica kantiana introduce una clara diferenciación entre dos grandes líneas de construcción
ética: las deontológicas y las teleológicas o las consecuencialistas. Como afirma Maliandi: “de Kant deriva
una larga línea de éticas deontológicas, distintas entre sí, pero que comparten la idea de que las normas
morales son válidas si son ‘justas’, con independencia de las consecuencias que pueda acarrear su
observancia” (2009, p. 101). En este sentido, desde la perspectiva de Kant podría entenderse la distinción
entre las dos líneas éticas del siguiente modo:

Figura 1: Comparación entre ética deontológica y ética consecuencialista

 

Éticas deontológicas

Kant estructura la ética deontológica mediante el planteo de una facultad del querer racional, autónomo y libre que se
rige por una voluntad buena y es capaz de imponerse a sí misma máximas morales universales.
Ya no disponemos de un concepto objetivo de felicidad, de naturaleza humana, en el cual anclar la exigencia de
universalidad que acompaña a nuestros juicios morales.

Ética consecuencialista

Si la moralidad se encuentra en el fin de la acción, en las consecuencias, la razón, lo propio y específicamente


humano, nuestra capacidad de autorresponsabilidad, debería reducirse a un incierto cálculo aleatorio de
probabilidades y, en suma, a una administradora de intereses extraños.
La razón práctica se convertiría en tecnología práctica y la moral, en un cálculo matemático.

La crítica fundamental de Kant a las éticas consecuencialistas se debe a que la razón práctica se convertiría
en tecnología práctica, y la moral, en un cálculo matemático que reduce el propio concepto de humanidad
(García Marzá y González Esteban, 2014, p. 90).

Con Kant, el fenómeno moral queda estrechamente unido al concepto de deber: la razón práctica impone
deberes a la voluntad. El mandato de la razón práctica, es decir, el imperativo categórico, es incondicional en
su obligatoriedad, ya que incluye la universalidad y, en consecuencia, se muestra ajeno al contenido material
de las acciones morales.

Es precisamente este aspecto el que define la formulación de la ética kantiana como formalista, en el
sentido de que no se atiene a contenidos particulares de las normas o las leyes para la determinación del
carácter moral, sino a un criterio abstracto de universalización.

En la ética kantiana, el deber no deriva de algo externo al sujeto, sino de la aprehensión primordial del querer
racional, autónomo y libre del agente moral. El cumplimiento del deber se pone en marcha en la realización
de la voluntad buena y el obrar moral se desenvuelve porque reconoce al sujeto como un fin en sí mismo y
nunca como un mero medio. El valor del ser humano como fin en sí mismo fundamenta la moral
incondicionalmente y, por lo tanto, la dignidad y el respeto humanos constituyen valores morales
incuestionables. A continuación, mencionaremos tres de las principales formulaciones que Kant ofrece del
imperativo categórico:

Primera definición (llamada de universalidad)



Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza (Kant,
1985, https://bit.ly/2JhUoQY).
Esta definición recuerda aquella pregunta que se le suele plantear a alguien para que recapacite sobre una
acción: “¿Y si todo el mundo hiciera lo mismo?”.

Segunda definición (llamada de humanidad)



Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu propia persona como en la de los demás, siempre y
al mismo tiempo como un fin, y nunca solo como un medio (Kant, 1985, https://bit.ly/2JhUoQY). Tratamos
a los demás seres humanos como medios, sea en las relaciones sociales, laborales o incluso personales
(bienestar, amor), pero al mismo tiempo hay que considerarlos como fines en sí mismos.

Tercera definición

“Obra de tal modo que tu voluntad pueda considerar al mismo tiempo que está creando una ley universal
mediante su máxima” (Kant, 1985, https://bit.ly/2JhUoQY). Esta definición hace concebir la voluntad de
todo ser racional como una voluntad universalmente legisladora.
Veamos, de acuerdo con la triple formulación, qué pasaría con la acción de robar. En primer lugar, robar no
podría ser considerado un acto moral porque en su formulación universal implicaría que todo ser humano
debería robar. En segundo lugar, al robar se le quita algo a alguien para satisfacer una necesidad propia; por
lo tanto, se trata al otro como un medio y no como un fin en sí mismo. Si Antonio roba la bicicleta para poder
trabajar y alimentar a su familia, entonces estaría poniendo a otra persona, el dueño de la bicicleta, como el
medio y no como fin. Por último, la universalidad de la ley implica la voluntad legisladora, esto es, que el
sujeto sea autónomo. En el caso de Antonio, este está tan condicionado por sus circunstancias que no
puede realizar una reflexión a partir de la buena voluntad o la voluntad moral, y solo busca resolver el
problema a partir de una acción heterónoma, es decir que se basa en las normas o circunstancias externas.
LECCIÓN 3 de 5

¿Qué es la ilustración?

Resulta evidente que la ética kantiana es una ética rigurosa. Si pensamos en el contexto en el que Kant está
escribiendo, podemos notar que los temas de la libertad, la autonomía y la voluntad son temas esenciales
que definen el ideal ilustrado de la época y serán mucho más que una mera declaración del poder de la
razón. Servirse de la propia inteligencia se convierte en una regla de compromiso, es decir, una exigencia
moral en la que todo ser racional que asuma su propia libertad debe implicarse sin excepción.

“¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”

(Kant, 2009, p. 249).

“¡Es tan cómodo no estar emancipado!” (Kant, 2009, p. 249), dirá el autor en ¿Qué es la Ilustración? El uso de
la razón, en cambio, exige esfuerzo y riesgo, y pertenece por completo al que es capaz de manifestar la
determinación de su voluntad como origen y guía firme de su accionar en la vida. Hay un entorno seguro, que
es el de aquel que posterga las decisiones a la espera de que otro las tome por él. Pero Kant sostiene que, si
se presta debida atención a esa postergación, se observa que en ella se encarnan principios de deber
frágiles, consideraciones endebles de cumplimiento e interacciones caracterizadas por la opresión; en
definitiva, incapacidades para experimentar la vida con libertad y dignidad. Ahora bien, Antonio puede
ejercitar su libertad en el contexto en el que tiene que realizar elecciones que involucran un compromiso
ético como robar o no robar. Es tan cómodo no estar emancipado, pero, en el caso de nuestro personaje, la
reflexión ética de influencia kantiana lo pondría ante el siguiente dilema: cómo reconocer cuál de los dos
valores morales se debe elegir para poder cumplir con la máxima de acción  robar o dejar que su familia
muera de hambre.
La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad
significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad
es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor
para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de
servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración. (Kant, 2009, p. 249).

Lectura obligatoria: “¿Qué es la ilustración?”

El texto “¿Qué es la ilustración?” (2009) nos permite adentrarnos en la reflexión kantiana sobre la autonomía
del sujeto moderno.

Qué es la ilustración.pdf
69.7 KB

Fuente:  Kant, E. (2009). ¿Qué es la ilustración? Foro de Educación (11) 249-254. Recuperado de

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3171408

Supongamos que Antonio decide no robar la bicicleta, vuelve a su casa y lo


comenta con su familia argumentando que robar es un acto de tal naturaleza
que implicaría asumir un modelo de hombre que sus hijos podrían imitar; que
morir en la pobreza es más digno que valerse de acciones viles para conseguir
lo que se desea.
Es verdadero de acuerdo con la perspectiva kantiana, ya que para Kant la ley moral
implica la universalización de la acción y considerar a todo ser humano en cuanto fin y
no como medio.

Es falso de acuerdo con la perspectiva kantiana porque la conducta debe ser guiada
por la voluntad heterónoma y todo ser humanos debe ser considerado como un fin y no
como medio.

SUBMIT

Según Kant, el ser humano es capaz, como ser racional y libre, de regir sus acciones por una voluntad buena
y, así, sustraerse de aquello que lo somete y lo condiciona a una causalidad externa. No es por falta de
inteligencia, según Kant, que el ser humano permanece en ese entorno seguro. Sucede que el uso íntegro de
la razón demanda un repertorio de fortalezas y decisiones para abandonar esa torre de marfil y erguirse
como ser autónomo y libre. Ese uso de la razón afirma la primacía de la voluntad y se muestra en el hecho de
poder darse a sí mismo, en su carácter de autolegislador, máximas y principios morales universales. La
estructura de la dimensión moral consiste en la consolidación de preceptos internos de la acción que solo
provienen de una razón autónoma:

pero si el hombre es aquel ser que tiene dignidad y no precio, ello se debe a que es capaz
de sustraerse al orden natural, capaz de dictar sus propias leyes: es autolegislador,
autónomo. Lo cual implica que su mayor grandeza estribe no en juzgar sus acciones a la
luz de la felicidad que producen sino en realizarlas según la ley que se impone a sí mismo
y que por tanto constituye su deber. (Cortina, 2000, p. 136).
LECCIÓN 4 de 5

Conclusiones

De acuerdo con la ética kantiana, Antonio no debería robar, incluso en el caso de que se presente como la
única salida posible. Esto no significa que nuestro personaje no lo pueda hacer, sino que su acción no podrá
ser considerada como un acto guiado por la razón que conduzca a la buena voluntad o a la acción libre.
Podemos estar de acuerdo en este punto con Kant, pero podríamos preguntarnos lo siguiente: si el hecho de
no robar implica que su familia muera de hambre, ¿no será que Antonio trata a su familia como un medio
para la consagración de una ética que, en lugar de implicar un fin en sí mismo, suponga una pretensión de
sentirse bien en el obrar? ¿Cuál es el modo de saber qué es lo que dicta la razón? El riesgo de esta ética del
deber formalista es que puede conducirnos a situaciones sin salida aparente o a no considerar las
circunstancias en las que se debe elegir. Aunque parece funcionar muy bien como un principio regulador de
la acción que devuelve al ser humano su responsabilidad moral sobre sí y sobre los otros. En este caso,
Antonio será responsable de darse a sí mismo, a partir del uso racional de su voluntad, su propia respuesta.
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

Cortina, A. (2000). Ética mínima. Introducción a la filosofía práctica. Madrid, ES: Tecnos.

García Marzá, D. y González, E. E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions.

Kant, I. (1921). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Madrid, ES: Encuentro.

Kant, I.  (2009). ¿Qué es la Ilustración? Foro de Educación (11), 249-254. Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3171408 

Maliandi, R. (2009). Ética: conceptos y problemas. Buenos Aires, AR: Biblos.

Kant, I. (2007). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Edición de Pedro M. Rosario Barbosa.
Recuperado de https://pmrb.net/books/kantfund/fund_metaf_costumbres_vD.pdf 

Solé, J. (2015). Kant. El giro copernicano en la filosofía. Barcelona, ES: Salvat.


Utilitarismo

En esta lectura nos dedicaremos a estudiar el utilitarismo. Esta corriente ética,


emparentada con el hedonismo, es considerada el mayor exponente del
consecuencialismo ético. Presentaremos los principios asociados a la búsqueda de
la felicidad que involucran el cálculo y la evaluación de las consecuencias de las
acciones para la buena vida del mayor número.

Sobre el hedonismo

Los principios del utilitarismo

Posturas utilitaristas

Conclusiones

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

Sobre el hedonismo

Volvamos a traer al centro de la escena a nuestro personaje, Antonio Ricci, para explorar las opciones que
tiene desde una perspectiva ética distinta a la kantiana, la ética utilitarista. Hemos visto que el caso de
Antonio nos dejó alguna duda respecto de cómo garantizar que la acción moral realmente implicaba un obrar
por deber y no radicaba en un obrar moral por medio a una reprimenda o porque le produjera a nuestro
personaje algún tipo de placer obrar correctamente. Pero estos tipos de inquietudes no tienen lugar en la
perspectiva de las éticas consecuencialistas. Veremos por qué.

Cuando hablamos de consecuencialismo, en general nos referimos a Jeremy Bentham (1748-1832) y John
Stuart Mill (1806-1873), los dos grandes referentes de esta perspectiva ética. Existen desde hace tiempo
muchas y diversas variantes de esta doctrina, que instituye, desde su núcleo central, una ética fundada en la
idea de que el carácter moral de nuestras decisiones y acciones morales deriva de las consecuencias,
efectivas o previsibles, que se siguen de ellas. Indagar, así, el porqué de los fenómenos morales plantea
como objeto de reflexión no la observancia de una máxima incondicional y a priori (el imperativo categórico
kantiano), sino los fines de la acción. La expresión teleológica está compuesta por el griego télos, que
significa “fin”. En este sentido, nuestro personaje se encuentra con herramientas teóricas muy diferentes de
las deontológicas para justificar –o al menos intentar hacerlo– el robo de la bicicleta. Pero, antes de
examinar el caso, profundicemos un poco más en aquello que implica pensar en los fines de la acción.

En el caso de las éticas deontológicas, tal como adelantamos al hacer referencia a Kant, existen máximas o
reglas que poseen un valor incondicional e independiente de cualquier causalidad o constricción externa.
Esto implica afirmar que, para estas corrientes, la moral se funda en algo que pertenece por completo a un
principio interno de acción que depende por completo de la razón y no de los resultados que puedan seguirse
de su aplicación. Desde esta posición, aquello que determina el valor de nuestras acciones morales reside
en el deber. Las éticas teleológicas o consecuencialistas, en cambio, inspeccionan el valor moral de las
acciones y les otorgan primacía a los fines logrados por esas acciones o en función del bien que procuran.
Tanto para Bentham como para Mill, ese bien es identificado con la felicidad, que es entendida como placer
y ausencia de dolor (Maliandi, 2009). Aquí ya tenemos una pista importante sobre cómo puede Antonio
justificar moralmente su acción, pues lo que se busca es maximizar el bien y reducir el daño de las
conductas morales. Pero ¿esto permite pensar que a Antonio le está éticamente permitido robar?

Recordemos el caso de Marco: la angustia que le generaba no sentirse feliz ante


la decisión de no aceptar la ayuda del compañero. La respuesta que daba la
ética __________, que también es una ética teleológica, era que el fin de la acción
es la felicidad como plenitud y no como utilidad. 

Escriba su respuesta aquí

SUBMIT

Una pieza clave que suele aparecer en las reconstrucciones históricas del utilitarismo es el llamado
hedonismo, defendido en la Antigüedad por Aristipo y Epicuro. La razón de su nombre reside en que, de
acuerdo con esta doctrina, los seres humanos deben afanarse por la búsqueda del placer y evitar las causas
o los motivos de pesar o dolor. El principio supremo de todo hedonista está fundado en el deber de perseguir
el placer como bien supremo. Para Aristipo, la realización concreta del verdadero placer reside en el gozo
que se experimenta al vivir el presente y las gratificaciones del cuerpo por encima de las de la mente. En la
lógica hedonista, es muy probable que una respuesta a nuestro personaje sea que su conducta debe llevarlo
al placer, por lo que robar la bicicleta podría ser un medio válido para volver a sentirse dichoso como el primer
día de trabajo antes de que le robaran a él la bicicleta. La famosa frase “¡Carpe diem!” es una invitación a
prescindir, a partir del goce por el instante presente, de las nostalgias o los recuerdos del pasado y las
preocupaciones o los temores respecto del futuro (Guariglia y Vidiella, 2011).
Con Epicuro nos encontramos nuevamente ante la afirmación del gozo como fin primordial, pero desde una
dimensión diferente. Debido a las ordinarias simplificaciones que se congregan en torno a su visión, es
conveniente recordar que su interpretación se distancia de la de Aristipo. Para él, una vida dichosa lleva
aparejada la moderación y el distanciamiento de los excesos que perturban la serenidad: el placer se asocia
a la búsqueda de un estado de tranquilidad o sosiego del alma que es alcanzado mediante la supresión del
dolor. Ese estado al que deben aspirar todos los seres humanos recibe el nombre de ataraxia (Guariglia y
Vidiella, 2011). Nuestro personaje podría lograr un estado de ataraxia en la situación en la que está. Por un
lado, debemos considerar que Antonio no se decidió por robar en primer lugar, con lo cual podemos intuir que
el acto de robar no es para él una opción. Sin embargo, aunque se viera movido por la búsqueda de un estado
de tranquilidad, la posibilidad de robar una bicicleta lo angustia al punto de solo considerarla en un estado de
absoluta desesperación y sin evaluar las consecuencias de su decisión. Veremos en qué punto la ética
utilitarista sí puede dar una respuesta a nuestro personaje.

Fuente: Bouguereau, 1884, http://bit.ly/2MvCids

Figura 1: La juventud de Baco

Representación del hedonismo.


LECCIÓN 2 de 5

Los principios del utilitarismo

La visión de Bentham, de quien Mill fue discípulo y crítico, se identifica comúnmente como la piedra
fundacional de la ética teleológica que mayor impacto tuvo históricamente: el utilitarismo. Es importante
tener presentes las motivaciones subyacentes que acompañaron el arraigo de la corriente utilitarista como
doctrina moral en los escritos de Bentham, aunque fue principalmente Mill el que impulsó con su análisis la
mayor difusión de su principio maximizador: la mayor felicidad para el mayor número de individuos. El
utilitarismo de Bentham surgió en estrecha conexión con una evaluación del orden democrático que
buscaba guiar una reforma profunda de las instituciones para promover el bienestar social. La dimensión
normativa básica de esta doctrina se desplegó durante una época de grandes transformaciones sociales,
por lo que, además de su importante signo ético, se irguió también como una perspectiva jurídica y política.
De acuerdo con esta posición, el valor de una acción reside en su utilidad y lo relevante del concepto de
utilidad es la conducción a la felicidad entendida como placer y ausencia de dolor. En el marco del interés
por una renovación democrática institucional que combatiera las desigualdades sociales, caben pocas
dudas del asentimiento popular que acompaña la defensa de medidas legislativas capaces de conducir a la
sociedad a la obtención de mayor felicidad (Maliandi, 2009).
Fuente: [Imagen sin título sobre Bentham y Mill]. (s. f.). Recuperado de http://bit.ly/2IxN3L5

Figura 2: Los padres del utilitarismo

Imagen de los padres del utilitarismo, Jeremy Bentham y John Stuart Mill.

El carácter innovador de este pensamiento no se revela inmediatamente luego de estas consideraciones. De


hecho, ya en la Antigüedad y también en otras doctrinas a lo largo de la historia, el énfasis en la búsqueda de
placer o la felicidad aparece como uno de los objetivos humanos más esenciales. Los utilitaristas emplean
el término felicidad en un sentido semejante al hedonismo, es decir, como maximización del placer y
minimización del dolor. No obstante, nos enfocaremos por el momento en la potencia simple y directa de su
captación inmediata de algunas intuiciones profundamente arraigadas en la naturaleza humana, antes que
en las características distintivas del utilitarismo como la doctrina ética consecuencialista de mayor
repercusión en la filosofía moral.
Como afirman Guariglia y Vidiella (2011), el utilitarismo combina dos intuiciones que están presentes
comúnmente en nuestros juicios y acciones morales. Las dos grandes vertientes de esta ética son: la
importancia de la felicidad en nuestras vidas, por un lado, y la importancia de los resultados de las acciones,
por el otro, que, antes que sumergirse en la perplejidad de un fundamento último inasible, se mueven en un
terreno conocido de nuestra percepción de la realidad. Tomemos la formulación del ejemplo con el que
Guariglia y Vidiella (2011) ilustran esta capacidad de la teoría para analizarla a partir del siguiente ejemplo:

1 X observa cómo le roban la bicicleta a Antonio, que estaba trabajando. Entonces, corre
desesperadamente al ladrón e intenta alcanzarlo. Solo se da por vencido cuando el ladrón se
aleja entre la multitud.

2 Z, que se encuentra en la misma circunstancia objetiva y subjetiva que X, también persigue al


ladrón y logra detenerlo.

Desde una perspectiva kantiana, ambas acciones poseen el mismo valor moral, independientemente de los
resultados, ya que estos dependen de contingencias que escapan a la voluntad. Sin embargo, muchos de
nosotros nos sentimos fuertemente inclinados a conceder mayor valor a la acción de Z: X tuvo las mejores
intenciones, pero los resultados no fueron buenos, mientras que, con idénticas intenciones, Z logró un fin
valioso. ¿Es infundado concederle mayor valor a su acción? Para el utilitarismo no lo es, ya que no acepta
valorar las acciones independientemente de sus resultados o consecuencias (Guariglia y Vidiella, 2011, p.
139).

Lectura obligatoria: “La estructura consecuencialista del utilitarismo”

La lectura del ejemplo que toman los autores nos permitirá profundizar en la compresión de la búsqueda de
las consecuencias o los resultados de la acción para el utilitarismo. 

La estructura consecuencialista del utilitarismo..pdf


8.5 MB
Fuente: Gutiérrez, G. (1990). La estructura consecuencialista del utilitarismo. Revista de Filosofía, 3(3) 141-174.

Recuperado en: https://core.ac.uk/download/pdf/38842807.pdf 

Debemos mencionar también que otra gran corriente que confluye en el entramado conceptual del
utilitarismo es el empirismo británico. Las visiones de Hume, Adam Smith y muchos otros pueden
enumerarse entre las principales influencias que aportaron a los contenidos utilitaristas al subrayar la
importancia de los efectos, directos o indirectos, de las acciones morales.

La corrección de los actos se funda en un principio ético empírico. Bentham formula el llamado principio de
utilidad. Como decíamos antes, se trata de un principio que fundamenta la moralidad de un acto en la
cantidad de felicidad que produce (en el que la felicidad es entendida como maximización del placer y
minimización del dolor) y la cantidad de seres humanos que la alcanzan. La determinación del carácter
moral de las acciones pertenece a un cálculo de utilidad o cálculo de felicidad, debido a que los actos
morales son aquellos que proporcionan la mayor cantidad posible de felicidad a la mayor cantidad posible de
personas.

Analicemos la siguiente situación: Antonio está considerando robar la bicicleta


de un hombre que está distraído. El hombre tiene a su cargo a su madre de
ochenta años, que está muriendo, y con el trabajo para el que usa la bicicleta
logra alimentarla y cuidarla. En este caso, Antonio debe cuidar a tres personas a
cargo: su mujer, que es joven, y sus dos pequeños hijos, mientras que el otro
hombre tiene solo una persona mayor a cargo. De acuerdo con el utilitarismo,
¿qué debería hacer Antonio?
Robar la bicicleta porque las consecuencias traerán mayor
beneficio al mayor número de personas.

No robar la bicicleta porque de lo que se trata es de obrar


por deber.

Robar la bicicleta siguiendo la máxima del imperativo


categórico.

Robar la bicicleta porque el fin justifica los medios.

SUBMIT

Para el principio de utilidad, Bentham hace hincapié en la idea de cálculo, se centra en una mirada
marcadamente cuantitativa y enuncia siete criterios de preferencia para efectuar una medición referida al
placer. Estos son: intensidad, duración, certeza, proximidad, fecundidad, pureza y extensión (Maliandi, 2009,
p. 152). Mill sofisticó el análisis de Bentham y examinó, con otros elementos de juicios, los conceptos
centrales de placer y ausencia de dolor como determinantes morales de nuestras acciones. El énfasis en
una visión cuantitativa del placer como la propiciada por Bentham es criticado por su discípulo, quien
considera que es preciso introducir una distinción de carácter cualitativo entre placeres superiores e
inferiores. El aspecto cuantitativo resulta insuficiente. El análisis de esta dimensión cualitativa, para Mill, es
más apropiada no solo al momento de evaluar el carácter moral de los actos, sino también al examinar el
vínculo entre utilidad y justicia. ¿Es suficiente considerar si las consecuencias de un acto conducen a una
maximización para juzgar su carácter moral? Frente a este interrogante, Mill anticipa aquello que
posteriormente se conceptualizó como un utilitarismo de la regla: la moralidad no alude expresamente a las
consecuencias de un acto en particular, sino a las que se derivan del respeto u observancia de una regla
general (Maliandi, 2009).
LECCIÓN 3 de 5

Posturas utilitaristas

En virtud de la repercusión y las discusiones promovidas por el principio de utilidad, pueden reconocerse
diferentes posturas sobre el tema. García Marzá y González Esteban (2014) enumeran diferentes tipos de
posiciones teóricas que pueden enmarcarse como utilitaristas. Para ampliar los conceptos que se
desarrollan en esta lección, se recomienda leer atentamente el capítulo “El utilitarismo” de García Marzá y
González (2014), ya que su lectura permitirá profundizar en el carácter consecuencialista del utilitarismo. De
acuerdo con la lectura, podemos reconocer los siguientes tipos de utilitarismo:

Utilitarismo del acto y utilitarismo de la regla



El utilitarismo del acto es la concepción de la corrección de una acción ha de ser juzgada por las
consecuencias, buenas o malas, de la acción misma. El utilitarismo de la regla es la concepción de que la
corrección o incorrección de una acción ha de ser juzgada por la bondad o maldad de las consecuencias de
una regla…

Utilitarismo hedonista, semidealista, idealista y negativo



Ocupándonos ahora de lo bueno, Smart y Williams se diferencian de Bentham, para el que el placer es lo
único que cuenta y reivindica el valor de todos los placeres por igual; de Mill, para el cual el placer es
condición necesaria pero no suficiente para el logro del máximo bienestar, y de Moore, que piensa que hay
varias cosas buenas en sí y que tenemos el deber de fomentar (Smart y Williams, 1981, p. 21).
Utilitarismo cuantitativo y cualitativo

Generalmente se considera que Mill se apartó de la doctrina utilitarista de Bentham al introducir el
concepto de calidad de los placeres como algo a tener en cuenta a la hora de elegir tanto una acción
privada como una actuación colectiva, frente a una concepción cuantitativa de los placeres (Guisán, 1992b:
288).

Utilitarismo de la preferencia

Generalmente, se considera que Mill se apartó de la doctrina utilitarista de Bentham al introducir el
concepto de calidad de los placeres como algo a tener en cuenta a la hora de elegir tanto una acción
privada como una actuación colectiva, frente a una concepción cuantitativa de los placeres (Guisán, 1992b,
p. 288).

Utilitarismo ampliado

En la línea de Mill y Brandt, Farrell ha intentado en nuestros días responder a la mayoría de las críticas
presentadas al utilitarismo incorporando la noción de derechos individuales prima facie, derechos que no
son absolutos sino desplazables, siguiendo criterios de utilidad, por el cálculo de consecuencias (Farrell,
1983, p. 366)

La propuesta utilitarista constituye una de las más grandes e importantes corrientes dentro del campo de la
ética y, como tal, no está exenta de problemas. Como intento de fundamentación empírica de la acción
moral, se enfrenta a numerosas objeciones que, en muchos casos, recogen puntualmente aquello que el
mismo Kant había destacado en relación con la determinación de un sujeto moral condicionado a la
causalidad externa de la experiencia:
[Los intentos de fundamentación empírica] tienden muy fuertemente a incurrir en lo que
puede denominarse "falacia empirista”: argumentar bajo el supuesto de que todo cuanto
no proviene de la experiencia sensible puede reducirse a una especie de "quimera"
metafísica. Allí reside precisamente el mayor defecto estructural de las fundamentaciones
orientadas hacia conceptos empíricos: no en la mera imprecisión de tales conceptos -que,
por otra parte, no deberían perderse jamás de vista-, sino en la obstinada incomprensión
que acompaña a esas pretendidas fundamentaciones respecto del "a priori". Éste no
constituye un "más allá", sino precisamente un "más acá" de lo empírico; es, en cada caso,
lo que condiciona la posibilidad de la experiencia. Las posturas empiristas se niegan a
admitirlo y acaso por esto las éticas correspondientes desembocan a menudo en
relativismo u otras formas de negar la posibilidad última de fundamentación. (Maliandi,
Thüer y Cecchetto, 2009, pp. 17-18).
LECCIÓN 4 de 5

Conclusiones

Esta perspectiva nos permite encontrar una solución ética al dilema de Antonio, una que contempla su
situación compleja. No obstante, pone de relieve la complejidad de nuestras intuiciones utilitarias, ya que
aquello que determina las consecuencias de la acción (la mayor felicidad del mayor número) no es siempre
una guía decisiva, una máxima o un precepto firme para el curso de las decisiones que tomamos.

Cabe preguntarse si esa serenidad del alma que pregonaban los hedonistas, o la felicidad como plenitud de
Aristóteles, puede ser alcanzada desde una perspectiva utilitarista, incluso aquella más moderada en la cual
existe una intención propiamente ética, es decir, de búsqueda genuina de la buena vida. Lo que es claro, y el
caso de Antonio no lo ejemplifica, es que la ética constituye una dimensión de reflexión difícil y casi nunca
completamente resuelta.
LECCIÓN 5 de 5

Referencias

Bouguereau, W.-A. [Pintor].  (1884). The Youth of Bacchus [Pintura]. Estocolmo, SU: Nationalmuseum.
Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-
_The_Youth_of_Bacchus_(1884).jpg 

García Marzá, D. y González, E. E. (2014). Ética. Castellón de la Plana, ES: Universitat Jaume I. Servei de
Comunicación Publicacions.

Guariglia, O. y Vidiella, G. (2011). Breviario de ética. Buenos Aires, AR: Edhasa.

Guisán, e. (1992) “Utilitarismo”, en Concepciones de la Ética (V. Camps, U. Guariglia & F. Salmerón, ed.) pp.
269-295. Madrid, ES: Editorial Trotta.         

Gutiérrez, G. (1990). La estructura consecuencialista del utilitarismo. Revista de filosofía, III(3), 141-174.
Recuperado de https://core.ac.uk/download/pdf/38842807.pdf 

[Imagen sin título sobre Bentham y Mill]. (s. f.). Recuperado de


https://tatisepulveda4.wordpress.com/2014/09/07/el-pensamiento-empirico-del-utilitarismo-de-jeremias-
bentham-y-john-stuart-mill/ 

Maliandi, R. (2009). Ética: conceptos y problemas. Buenos Aires, AR: Biblos.

Maliandi, R., Thüer, O. y Cecchetto, S. (2009). Los paradigmas de fundamentación de en la ética


contemporánea. Acta Bioethica, 15(1), 11-20. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?
id=55412255002 
Smart, J. J.; Williams, B. (1981) Utilitarismo: Pro y contra. Madrid, ES: Editorial Tecnos.
El problema de la universalidad

En esta última lectura del módulo analizaremos el problema de la universalidad. Por


un lado, consideraremos la perspectiva de las éticas universalistas, y por otro, las
críticas que le dirigen la perspectiva de las éticas consecuencialistas, mostrando el
alcance y los límites de esta respecto de la determinación de la acción moral.

Alcance la universalidad ética

Alcance de las éticas consecuencialistas

Conclusiones y opciones al ladrón de la bicicleta

Referencias

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 5

Alcance la universalidad ética

En esta lectura nos encargaremos de pensar la justificación de la ética universalista y el alcance de tal
justificación. Para ello recuperaremos y profundizaremos el caso de Antonio Ricci, nuestro desdichado
personaje. Lo que nos interesa es el dilema ético en el que se encuentra el personaje: ante la desesperación
por no poder trabajar y la necesidad de su familia, el personaje se ve empujado a tomar una sola resolución,
robar, que implicaría reproducir lo que le hicieron a él con todas las consecuencias que ello implica.

Fuente: captura de pantalla de la película Ladrón de bicicleta (De Sica, 1948a,


http://bit.ly/2Vrb3EP).
Figura 1: Ladrón de bicicleta

Antonio Ricci en su primer día de trabajo.

Por tanto, la pregunta que cabe es: ¿cómo justificar que la ética tenga un valor universal y un peso en
nuestras acciones? En el caso de que una “verdad” ética fuera “no hay que robar”, ¿el personaje debe dejar
que su familia muera de hambre por no violar ese supuesto valor ético? ¿Qué es más importante en este
caso: no robar o no dejar en el abandono a su familia? En lo que sigue desarrollaremos los conceptos
fundamentales de las éticas universalistas y consecuencialistas a la luz de este ejemplo.

Cuando se reflexiona acerca del porqué de la acción moral, se suelen brindar dos grandes respuestas: una
fundamentación trascendental y apriorística y otra empírica o basada en la experiencia. Las diferencias
entre ellas no se agotan simplemente al considerar expresiones clave, aunque es importante tenerlas
presente. El criterio ético esencial para el primer tipo de fundamentación reside en el concepto de deber y la
existencia de principios o máximas que regulan de manera incondicional la conducta de los seres humanos.
Recordaremos que la fortaleza de la identidad moral del sujeto descansa, para Kant, en imperativos morales
que dependen de la razón autónoma y no de alguna constricción externa o realidad empírica de ningún tipo.
El vigor de esos imperativos no puede vislumbrarse sin comprender que el establecimiento de una ética
normativa autónoma representa, desde esta perspectiva, una preocupación básica e insoslayable. La validez
de un deber ser absoluto e indiscutible, no susceptible a la consideración de los efectos o las
consecuencias de la acción, nos permite comprender la gran altura y contundencia de ese árbitro del
comportamiento moral formulado por Kant.
Fuente: captura de pantalla de la película Ladrón de bicicleta (De Sica, 1948b,
http://bit.ly/2Vrb3EP).

Figura 2: Ladrón de bicicleta

Antonio es juzgado por los vecinos mientras este encuentra al ladrón.

Ahora bien, ¿qué implicaría para nuestro personaje adoptar un punto de vista kantiano sobre la moral? Por un
lado, implicaría aplicar un principio fundamental: toda acción moral debe tomarse como fin es sí mismo y no
como medio. Pero tal principio, al ser un principio de carácter formal, es decir, al estar vinculado a una
máxima de razón, deja a nuestro personaje arrojado a su suerte, pues implicaría que este no debe robar,
pues esa acción implica que la acción es un medio y no un fin en sí mismo, y el deber moral debe ser un fin
en sí mismo. ¿Cómo se explica este rasgo del deber? Pues bien, toda acción, para ser considerada un fin en
sí mismo, debe poder ser universalizable; es decir, Antonio debería considerar que, si roba, el acto de robar
constituye un valor universal, lo que implicaría que robar una bicicleta sería bueno para mantener el trabajo,
pero no como fin en sí mismo. Pero Kant consideraría que es contra la razón concebir el acto de robar como
un acto moral universal, pues implica utilizar al otro, como le sucede en primer lugar al propio Antonio, como
un medio y no como fin en sí mismo. Pero, como afirmamos antes, esto dejaría a nuestro personaje en una
situación compleja: su familia no tiene medios para sobrevivir en época de guerra más que con el trabajo de
Antonio. Por lo tanto, para cumplir con el deber de no robar, Antonio está poniendo a su familia como medio
para satisfacer el deber de no robar. Ninguno cuestionaría el hecho de la responsabilidad del personaje
frente a la situación familiar y su deber de cuidado por encima de cualquier deber moral secundario.
Entonces, ¿qué debe hacer Antonio?

A las éticas universalistas se les cuestiona que, en situaciones concretas, no pueden brindar herramientas
para guiar la acción moral, ya que funcionan más bien como principios reguladores. Sin embargo, en otros
casos obrar moralmente no implica asumir un deber de esta naturaleza. Veamos en lo que sigue qué pueden
decir las éticas consecuencialistas de la situación de Antonio.
LECCIÓN 2 de 5

Alcance de las éticas consecuencialistas

Hay otras perspectivas teóricas en las que la fundamentación del comportamiento moral no es posible sin
conceder un valor fundamental a la existencia de principios éticos y empíricos. Las éticas
consecuencialistas, como el utilitarismo, definen el carácter moral de un acto y toman en cuenta los efectos
o las consecuencias que se siguen, ya sean directas o indirectas y reales o posibles. El principio fundante
de los fenómenos morales no se concibe, por lo tanto, como algo ajeno a la experiencia, sino que el criterio
utilitarista del mayor beneficio para el mayor número se asienta en una perspectiva que no remite a una
moral racional y a priori de la experiencia, como en el estilo kantiano.

Para ampliar los conceptos que se desarrollan en esta lectura, se recomienda leer atentamente el capítulo
“Kantismo” (pp. 25-57) del libro Concepciones de la ética, de Camps, Guariglia y Salmerón (2013), ya que allí
se profundizará este primer acercamiento a la concepción kantiana de la ética formal y universal.

Ahora bien, ¿qué podríamos decir de nuestro personaje dentro de este enfoque? Pues bien, en primer lugar,
que Antonio podría pensar en la posibilidad de robar la bicicleta (siempre considerando que se la robaron
primero a él) para poder volver a trabajar y así lograr mantener a su familia, ya que le traería aparejado un
beneficio para el mayor número de personas. Sin embargo, esto no nos salva de realizarle al personaje otra
pregunta: ¿y si a quien le roba la bicicleta tiene a cargo a más personas que dependen de su trabajo? Pues
bien, como vemos, el dilema del ladrón de bicicleta parece complejo incluso para esta perspectiva. Pero
avancemos un poco más sobre la presentación de las éticas consecuencialistas.

Muchas visiones sobre la ética emparentadas con el relativismo y el escepticismo moral surgieron de
críticas a la existencia de criterios incondicionales o universales para la determinación del carácter moral de
las acciones. Los filósofos de la sospecha, como los llaman Camps et al. (2013), crean una derivación
escéptica o relativista respecto del problema de la fundamentación y formulan algún tipo de tematización
empírica de la moral en la que se cuestiona el predominio de un sistema moral necesario y apriorístico. Los
grandes referentes en este tema son Nietzsche, Marx y Freud.

Nietzsche

Desenmascarar el fundamento de la moral trae implícito poner al descubierto aquello que los defensores
de una moralidad sustraída por el dominio de la razón no quieren aceptar: en el trasfondo de los términos
que se yerguen como expresiones morales (bueno, malo, mejor, peor, prohibido y permitido).

Marx

Marx sitúa el punto clave de su pensamiento ético en el examen de aquello que ensancha la búsqueda de
beneficios de la clase dominante (los capitalistas) y el sentimiento de alienación de la clase oprimida (los
proletarios). La desconfianza que se instala en torno a las construcciones morales reside en su poder para
fortalecer y promover un escenario de desigualdad social.

Freud

En cuanto fuente de oposición, ese espacio de costumbres, mandatos y demás herramientas creadas por
el ser humano con el fin de proveerse seguridad contra las agresiones del mundo, ese conjunto de
expresiones significativas y diversas de la civilización, impone la supresión de ese anhelo irreductible de
felicidad que cada persona cobija con firmeza en su interior.
La moral para estos pensadores es un engaño o ficción (Nietzsche, 2014), pues se funda en criterios
universales que sostienen formas sociales y culturales conservadoras. El caso de Antonio nos pone a la
vista esta situación, ya que, si se piensa en una solución basada en modelo universalista sobre el deber, el
personaje se vería obligado a no contemplar su situación particular de desempleo, pobreza y falta de
atención por parte del Estado italiano en situaciones de crisis sociales.

Ahora bien, ¿qué implicarían para nuestro personaje las críticas que realizan los
filósofos de la sospecha a las éticas universalistas?

Que cada individuo crea su propia moralidad.

Que no se debe perseguir nunca el bien, sino lo útil.

Que las personas pueden considerarse medios en sí mismos.

Que se debe dudar de las propias emociones.

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LECCIÓN 3 de 5

Conclusiones y opciones al ladrón de la bicicleta

Ahora bien, ¿cuáles son las opciones para nuestro personaje? Pues bien, Antonio podría buscar otro trabajo,
aunque esto le llevará mucho tiempo, lo cual puede poner en riesgo la salud y la integridad de toda su
familia. Por otro lado, si Antonio roba, podría considerarse que, por el hecho de que le robaran la bicicleta en
primer lugar, este acto no podría ser juzgado como incorrecto. O podría darse el caso de que ambos sean
juzgados como actos inmorales sujetos a las normas sociales, con lo cual Antonio podría ir a la cárcel y, de
ese modo, también dejar en una situación vulnerable a su familia.

Lo que vemos con el caso de Antonio Ricci es que la ética, como dijimos en el Módulo 1, es una reflexión
difícil. En las lecturas que siguen, profundizaremos en las perspectivas universalistas y consecuencialistas.

Antonio decide robar la


bicicleta, pero decide
evaluar antes a quién
Consecuencialistas
robarla para estar seguro
de que no afectará a más
personas.
Antonio decide no robar la
bicicleta para enseñarle a
Universalistas su hijo que robar no está
bien sin importar la
circunstancia.
LECCIÓN 4 de 5

Referencias

Camps, V., Guariglia, O. y Salmerón, F. (Comps.). (2013). Concepciones de la ética. Madrid, ES: Trotta. 

Nietzsche, F. (2014). La ciencia jovial. Madrid, ES: Gredos. 

Sica, V. de (Director). (1948a). Ladrón de bicicleta [Captura de pantalla de la película]. Recuperado de


https://es.wikipedia.org/wiki/Ladri_di_biciclette 

Sica, V. de (Director). (1948b). Ladrón de bicicleta [Captura de pantalla de la película]. Recuperado de


https://es.wikipedia.org/wiki/Ladri_di_biciclette 
LECCIÓN 5 de 5

Revisión del módulo

Hasta acá aprendimos

Ética y modernidad

Analizamos cuáles son las posturas éticas de los filósofos modernos Descartes y Hume.Con Descartes
aparece la idea de moral provisional y con Hume la idea de que la razón debe estar al servicio de las
pasiones.

El sujeto kantiano

Presentamos la ética deontológica kantiana a partir del concepto de imperativo categórico, de razón y
buena voluntad. La idea de un sujeto autónomo e ilustrado serpa el tema de esta lectura.

Utilitarismo

Presentamos la ética utilitarista. El utilitarismo es una ética que centra su atención en las consecuencias
de los actos morales. Se tendrá en cuenta la herencia del hedonismo y la formulación “mayor bien para le
mayor número” como contrapartida a la ética kantiana.
El problema de la universalidad

Se ha puesto de manifiesto los límites y alcances de las éticas universalistas a la luz delas críticas de las
éticas consecuencialistas. Se presentó para ello, algunas de las críticas de los filósofos de la sospecha:
Freud, Nietzsche y Marx.

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