Mátame Mama
Mátame Mama
Mátame Mama
”
De Elio Palencia
Personajes:
PRÓLOGO.-
Andrés, mochila al lado, saca un papel y lee.
ANDRÉS ha llegado.
ANDRÉS.- Llegaste. Ahí está la realidad: Puerto Cambur. Sin novedad.
Si acaso, una casa colonial destruida, otra convertida en banco, más
licorerías mientras la misma biblioteca lucha por no caerse. Allá la
casa, sus tejas, sus rejas, sus lajas de piedra de río. La higuera, los
mangos y las trinitarias mimadas por mamá. Mamá, a quien tengo
miedo de ver a los ojos, no sea que me adivine otro miedo más grande.
Anda, machote, ¡sonríe! Aprieta los esfínteres. Sé macho, sonríe y
pídele la bendición. Enfrenta tu realidad, hoy a 24 de mayo de 1993
Ben… ¡Bendición, mamá!
Se oye “Ese macho sí soy yo” de Roberto Antonio. Fotografías de la
llegada.
Luz de día. Temprano. Al igual que en el primer cuadro, NUBIA baila.
NUBIA.- (Bailando, feliz) ¡Aunque la tecnología se oponga, lucharemos
contra ella y haremos que nos obedezca! (Ríe) ¡Claro que sí! Se oponga
quien se oponga, en esta casa jamás dejará de haber música! ¡Ay, Dios
mío! ¡Ay, Dios mío! ¡Los años no perdonan!
ANDRÉS.- (Por el vestido) ¿Y eso?
NUBIA.- ¿Qué tal? ¿No está mal, verdad? (Se pasea modelando) Un
poquito ajustado pero, con una descosida y vuelta a coser... Mira la tela
¡Una maravilla! ¡Toca! Lo voy a arreglar para el aniversario del Grupo
Escolar ¿Te dije que me van a condecorar por mérito al trabajo? ¡La
pensión atrasada es con lo que deberían condecorarme! ¡Cuarenta y
cinco años de servicio para tener que andar haciendo colas y pidiendo
fiado! ¡Ahora y que sale algo de lo que nos deben de hace dos años, la
del 91, imagínate! … ¡Ay, esa carita! ¡Esa carita! Hoy estás menos pálido
que cuando llegaste ayer. Eso ha sido la manzanilla que...
ANDRÉS.- Ni la nombres, mamá. ¡Estoy hasta aquí de manzanilla!
NUBIA.- Pero, ¿no te sientes más aliviado? Te paró la diarrea. Te
quedaste dormidito con la música de la efeeme. Menos mal conseguí
este pato, es tan práctico ese perol.
ANDRÉS.- Es horrible.
NUBIA.- Te habrías hecho sobre la cama o en el camino hacia el
excusado.
ANDRÉS.- (Con cara de asco) Ya, Mamá...
NUBIA.- Anoche se me ocurrió bajar el baúl y ponerme a ver
prehistorias. Estaban las boletas tuyas, la medalla de sexto grado, las
tarjetas del día de la Madre hechas en cartulina y pintadas por ti ¡Ya se
te veía la mano con el dibujo! Lo que sí pasé por alto fue la cajita con el
ombligo, el primer mechón y la ropa de neonato. Eso me pone triste… Y
ahí fue que vi el vestido, y recordé que es el de la foto que te gusta.
ANDRÉS.- (Sonriendo) El de “La reina de las coleaderas”...
NUBIA.- Me dije: “En cuanto despierte lo sorprendo”. Está intacto,
¿verdad?
ANDRÉS.- Bello, sí. ¿Qué hora es?
NUBIA.- Las once. Te dejé dormir hasta que despertaras. ¡El día está
hermoso! La higuera está cargadita ¿viste? Mañana te hago dulce. Te
traje el periódico y los cigarros, aunque no deberías fumar... fui a
comprar más manzanilla para...
ANDRÉS.- ¿Más manzanilla?
NUBIA.- ¡Sí! Y mañana vamos al médico.
ANDRÉS.- Ya te dije que...
NUBIA.- ¡Va-mos! ¡Pareces un muchachito! Ya hablé con Ochoa “Como
no, maestra Nubia, tráigamelo”. Piensa que debe ser una infección
intestinal, gastritis o quizás disentería. Aupó mi iniciativa con la
manzanilla ¡Ochoa! Me conmueve: no puede dejar de llamarme
Maestra Nubia, no ves que le di clases en cuarto, en quinto y en... no,
fue en tercero, cuarto y...
ANDRÉS.- ¿Compraste el periódico?
NUBIA.- ¡Ni lo he hojeado! Hace tiempo que sólo lo compro cuando
alguien ve tu nombre por ahí. Corrupción, violencia, chisme y
propaganda. ¿Para qué repetir en blanco y negro lo que se ve a colores
en televisión? Voy a hacerte la manzanilla.
ANDRÉS.- No quiero. Dame café.
NUBIA.- ¡Andrés! No te hace bien. Deja los nervios. Mañana voy y te
compro unos lienzos para que...
ANDRÉS.- No traje los óleos.
NUBIA.- No importa, mañana le digo a Marcelino que me fie una caja...
ANDRÉS.- No. No quiero, mamá. No tengo ganas de pintar.
NUBIA.- Igual te los voy a traer ¡Y mañana vamos a donde
Ochoa! (Toma un cuerpo del periódico. Breve pausa en la que ambos
leen) Colgué la ropa. Hacía tiempo que no traías tanta. Desde la
universidad. ¿Te vas a quedar al menos una semana, mijo?
ANDRÉS.- (Evasivo) No sé...
NUBIA.- ¡Claro! ¡Ochocientos millones de compromisos y diligencias!
Por eso estás así, porque no te cuidas: todo es una carrera, comiendo
mal...
ANDRÉS.- Mamá, por favor.
NUBIA.- Cada vez estás más flaco. ¡Una semana conmigo y te pongo a
valer! (Lee. Pausa. Súbitamente preocupada) ¿No será que te echaron
del trabajo, hijo?
ANDRÉS.- No, mamá.
NUBIA.- ¡Menos mal! (Se detiene en algo que observa en el
periódico) Andrés...
ANDRÉS.- (Fastidiado) ¿Qué, mamá?
NUBIA.- ¿Este no es Sebastián?
ANDRÉS.- ¿Qué?
NUBIA.- Sí, es Sebastián ¡Dios mío!
ANDRÉS.- (Iracundo) ¡El coño de su madre! ¡Desgraciados! ¡Hijos de
puta!
NUBIA.- ¡Andrés!
ANDRÉS.- ¡Periodistas de mierda!
NUBIA.- ¡¿Muerto?! ¡¿Tan joven?! Si anoche mismo estaba en la
comedia de las nueve, bello como es. ¡Dios mío! Te iba a preguntar por
él, que hacía tiempo que no venía y que si se le habían subido los
humos desde que es famoso... ¡Dios mío!
ANDRÉS.- (Se levanta y corre hacia el baño) ¡Me voy a...! ¡Me voy a...!
¡Mierda!
NUBIA.- Andrés, hijo... (Silencio. NUBIA toma el periódico y va hacia el
baño) ¿Tú sabías algo? Hijo... él... ¿Él estaba enfermo? (Dolor-turbación.
Turbación-incógnita) Andrés, ¿Estás bien? ¿Estás bien, hijo?
Sollozos. Se oye bajar el agua. Se oye “Payasito Saltador”
V.-
NUBIA.- Habría muchas cosas que decir sobre ese muchacho. Cosas
buenas.
Pero eso no es noticia. No vende. Lo bueno no vende.
Sus padres retratados…
“¿Y ni tú ni Andrésito sabían nada? ¿Era maricón?”
Yo no, yo… lo había visto el día anterior en la comedia. Con esa cara de
ángel haciendo de villano...
“Andresito tiene una infección intestinal, gastritis, quizás disentería”
Lleva dos días sin hablar. Una depresión a la que no llego.
“Maestra Nubia, vamos a tener que hacerle unas pruebas...”
Habría muchas cosas que decir sobre Sebastián. Cosas buenas.
Pero...lo bueno no vende.
La primera vez que vino, Andrés estuvo la mañana entera forrando su
cuarto con periódicos pintados: “Es una escenografía, mamá”, me dije,
“no ves que Sebastián es actor...” Yo hacía un pasticho y escuchaba
cómo se reían. Yo feliz con la felicidad de mi hijo en casa. Feliz también
de ese payasito saltarín que había llegado “con su cara de brincón que
a todos hace reír”.
- ¿El delantal de ailovniuyor? ¡Me lo trajo Sebastián de recuerdo!
- ¿Y por qué no te metes en la televisión, si ganas más dinero que en el
teatro, Sebas?
- ¿Cuándo vuelves a Argentina, Sebas, para que me traigas alfajores?
- ¿Y si gasta cada uno en una pieza, ¿por qué no pagan un apartamento
entre los dos?
¡Esos muchachos, cuando vienen, se la pasan risa y risa todo el día!
¡Dan envidia!
¡Iluminaban todo montados en sus bicicletas, haciendo fiesta de
cualquier minucia!
- ¡A ver si consiguen una novia que los meta en cintura! (Ríe)
(Imita a Sebastián) “¿Que se lo metamos dónde?” (Ríe como una niña
avergonzada)
- Ay, chico, digo que se formalicen, que se casen y...
-“Pero, Nubia, si ya nosotros estamos casados: yo con Andrés y él
conmigo!” (Ríe) Andrés no se reía pero a mí sí me causaba gracia.
- ¡Ah buena vaina. Hablo en serio!
-“¿Y si me caso contigo, Nubia? ¡A ti todavía se te puede jugar un
quintico!”
Y me hacía cosquillas mientras sacaba el pasticho del horno: “¡Payaso,
muchacho!”
Un día los visité. Diligencias del Magisterio y la pensión.
No es tan simple la vida, no.
Llovía y no podía dormir. La puerta mal cerrada. Me asomé. Las camas
pegada. Los dos en calzoncillos. Sebastián abrazaba a Andrés. Sonreían
entre sueños.
En mí, acceso de ira y truenos:
¿Rechazar? ¿Perder al hijo y amargarse la vida sin entender nada?
¿Aceptar? ¿Tener fe y seguir queriendo aunque no se entienda del
todo?
¿Se equivoca? ¿No se equivoca? ¿Qué sabe una?
No es tan simple la vida, no.
Les cerré la ventana para que no les entrara el agua. Dejó de tronar.
La lluvia devino llovizna. Andrés con aquella mano agarrada, dormía en
paz.
Una siempre agradece a Dios el buen sueño de un hijo.
Yo también decidí dormir en paz.
En paz estás, Sebastián, payasito saltarín...
Infección intestinal. Eso tiene mi hijo. Gastritis, quizás disentería. Su
sueño de hoy no es dulce. Y yo… Hoy tampoco no puedo dormir.
VI.-
ANDRÉS.- (Velozmente, en delirio febril) Hace tiempo que no te veo, mi
Boticelli, luz de Reverón secuestrado por la farándula. Batido de
mango, teléfono. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? Corro. Taxi al hospital. Me
tiemblan buhoneros y semáforos. El mango apretado en mi vientre.
Recepción de hospital. El padre, cara goyesca, gorda guayabera, grita
que se va. No es su hijo, Botero no tiene hijos maricones. A rastras,
Madre Dolorosa, trazo de Borges Jacobo y la hermana, sufriente Frida
dice Neumonía: Infierno de El Bosco. Derrame Cerebral: Warhol
¿Dónde está mi ángel de Murillo aureola Kandinski? ¡¿Cómo que no se
puede, señorita?! ¿Familiar? No, pero ¡mis intestinos! ¡Por lo que más
quiera! Tenga: deslizado billete bolsillo soborno antiséptico: Loyola
patrio y tricolor. Escaleras pasillos: Dalí Lam Keith Haring ¡¿Dónde
coño lo tienen?! Allá, rincón mugriento mi Greco Cristo doliente hilos
Calder fármacos Miró ¡Arden sus ojeras en mi estómago! ¿Por qué está
así, meado, barbudo, abandonado? ¡Lo más bello a merced de las
moscas! ¡Ruego Resurrección del Barroco! Inyectadora lanzada dardos
de asco ¡Piedad, Miguelángel! ¡Vete pesadilla goyesca! ¡Quiero ver al
médico! ¡Demando ética, humanidad! Gorila de seguridad: Dadá todo
Dadá: bacinillas, camas, peldaños y el gorila con la pistola que me ¡No
me empujes! ¡Suéltame, coño! Frida llora junto a zamuros y corbatas.
Cubismos flash foto ¿Por qué me retratas, periodista carroñero?
¡Añicos tu cámara! Cinética náusea ¡Suéltenme! ¿Coma? ¿Alguien ha
dicho Coma? Gorila llevándome a la puerta ¡Lo dejan morir, carajo!
¡Ignorantes! El taxi y me llueve Soto en las entrañas. Simón Bolivar
Park, Los aguacates street, please. Aprieto el culo. Si lloro, mis
esfínteres, ¡Dios, el mango!¡Dios mis tripas! ¡Dios me...! ¡No puedo más!
¡Ahhh!
(Exhala agotado, mojado, sudor y baba. Ojos exhorbitados)
Taxista, pupilas compasivas baja ventanilla por el olor. Veo estampitas
Corazón de Jesús, Anima de Taguapire, Dios te dé el doble, Ailov
Puerto Cambur...
Pienso en mi madre vestida del platanal que hubiera pintado de Van
Gogh.
¿Cuánto me cobra por una carrera hasta Puerto Cambur?
El ángel taxista me acuna con su suspiro comprensivo y anciano:
“Ay-hijo-esta-vida-es-muy-surrealista”
Digresión 2. – 2da. llamada.
Sonido de contestador automático.
Voz EMMA.- Hola, mi amor. Soy yo. Acabo de pasar por tu casa pero no
hay nadie. La conserje no sabe nada. Trato de localizar a Sebastián,
pero en su casa no responden, ¡hasta llamé al canal y fui al café del
ateneo a ver si lo veía y sabía de ti… y tampoco! ¡Cónchale, Andrés, ya
la cosa empieza a preocuparme. Si, al menos, encontrara el teléfono de
tu mamá allá en el pueblo! Si oyes esto, llámame, porfa.
VII.-
Un nuevo día. Luz. NUBIA cose el vestido.
ANDRÉS.- Me quiero morir, mamá.
NUBIA.- (Para sí. Atando cabos) ¿Por eso tanta ropa?
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Ochoa dice que tienes una infección intestinal, gastritis, quizás
disentería, pero tienes que hacerte unos exámenes...
ANDRÉS.- Estoy harto de exámenes, mamá.
NUBIA.- Es para ver cómo estás.
ANDRÉS.- ¡Ya sé cómo estoy! ¡Ya sabes cómo estoy!
NUBIA.- No. No lo sé. Ven, come.
ANDRÉS.- No quiero. No tengo hambre.
NUBIA.- Cómete el arroz, hijo.
ANDRÉS.- No quería que...
NUBIA.- ¿Desde cuándo?
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Come, ¿Desde cuándo?
ANDRÉS.- Hace más de dos años.
NUBIA.- ¿Y por qué no me...?
ANDRÉS.- Nunca te lo habría dicho ¡Maldita prensa!
NUBIA.- No maldigas, Andrés... come. ¿Y Sebastián?
ANDRÉS.- Igual. Los dos lo sabíamos.
NUBIA.- Cómete el arrocito, anda.
ANDRÉS.- Tengo miedo, mamá.
NUBIA.- Tienes una infección intestinal.
ANDRÉS.- ¡No!
NUBIA.- ¡Sí! Eso es lo que ha dicho el médico.
ANDRÉS.- Yo no quería que tú...
NUBIA.- No pienses en mí. Come.
ANDRÉS.- Quiero morir, mamá.
NUBIA.- Yo no quiero que te mueras. Come.
ANDRÉS.- No quiero pasar por todo eso. No quiero que tú, ni nadie...
NUBIA.- Vamos, papá, el arrocito.
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Abre la boca. Ábrela, a ver, el avión, el avión, el avioncito...
ANDRÉS.- ¡No hagas como si no sucediese nada, mamá!
NUBIA.- No te pasa nada. Tienes una infección...
ANDRÉS.- Me voy a morir, Nubia.
NUBIA.- Todos nos vamos a morir, nadie nació para semilla. Abre la
boca.
ANDRÉS.- Vine a...
NUBIA.- Has venido a sanarte. Abre la boca.
ANDRÉS.- Mamá, por favor...
NUBIA.- Mira como yo sí me como el arroz, mira...
ANDRÉS.- ¡Por favor!
NUBIA.- Se va a enfriar el arrocito.
ANDRÉS.- ¡No quiero arrocito, Nubia! ¡Quiero que me parta un rayo!
¿No lo entiendes?
NUBIA.- ¡Está bien! ¡está bien! ¡No comas nada! Piensa solo en morirte.
¿Quieres que te prepare el traje y la corbata? ¿Para eso has venido?
¿Para que te ayudara a morir? ¡Pues para eso no! Te has equivocado,
Andrés Téllez Linares: vete a tu apartamento y métete todas las
pastillas que te dé la gana pero aquí no. Te puedo ayudar a vivir, a lo
otro no. Aquí tienes el plato de arroz. Si te da la gana te lo comes.Te
adoro pero la diarrea se te pasó hace dos días, de modo que estás
mejor... Allí tienes los lienzos y la caja con los óleos. ¡Intenta hacer algo
con ellos y pensar en cualquier cosa que no sea la autocompasión!
Ambos molestos, sin hablarse en el transcurrir de las horas, hasta que
el amor les puede y empiezan a ceder. De pronto, parecen ponerse de
acuerdo en restarle intensidad al asunto, en hacer fiesta y risa, en
bailar desde el insólito humor negro del Caribe para recrear el espacio
y el tiempo para…
VIII.- Farsa de un velorio imaginado.
NUBIA.- Café café café chocolate y té. Mi sentido pésame gracias. Te
acompaño en el sentimiento gracias. Bate bate chocolate. Mi sentido
pésame gracias. Café café caféconleche café. Te acompaño en el
sentimiento gracias. Dioslodá diosloquita LosientoNubia. Café café
cigarrillos galletasdesoda. Chocolateconquesodebola. Ay-qué-
dolor-ay-ay. Unabrazo uncigarrillo. Unsaludo uncigarrillo.
Miscondolencias-snif-snif-ay. Quedóigualito-tanjovencito-ay.
AyNubiaquédolor-sí-sí-quédolor-ay. Mis condolencias-snif-
ay. (Cual premiada de Hollywood) ¡Tenquiu! ¡Tenquiú verimoch!
ANDRÉS.- ¡Descansó!
NUBIA.- ¡Ay, gracias al todopoderoso!
ANDRÉS.- ¡Cuánta sufrición, chica!
NUBIA.- De ambos, claro.
ANDRÉS.- Más de ella.
NUBIA.- ¿Y ese mísero párvulo? ¡Cuántos dolores, chica!
ANDRÉS.- ¡Y ella está tan magra!
NUBIA.- Con cara de querer irse al sepulcro con él.
ANDRÉS.- Yo al entierro no vengo ¿Quién aguanta el ataque de esa
mujer? Ella siempre ha sido tan histriónica.
NUBIA.- ¡Usss! Desde que éramos Hijas de María.
ANDRÉS.- Estrafalaria y bullera.
NUBIA.- Peleona y disponedora.
ANDRÉS.- Frasquitera y pipicera.
NUBIA.- ¡Usss! Si algo ansí tenía que acontecerle más tarde o más
temprano. ¡Tan orgullosa siempre! Restregándole su retoño ejemplar a
todo Cristo. Haciéndola sentir a una mala madre por parir hijos brutos
o putañeros, borrachos o periqueros, chantajistas o bandoleros,
conformistas o traicioneros.
ANDRÉS.- ¡Para que veas! Pero yo siempre lo manifesté: prefiero que
mi hijo sea ladrón, asesino, narcotraficante o corrupto pero ¡muy
hombre!
NUBIA.- Y en eso la madre tiene mucho que ver...
ANDRÉS.- ¡La juventud de ahora no está conforme con nada, entre la
droga y el sexo quieren evadirlo todo!
NUBIA.- Dice ella que fue una disentería...
ANDRÉS.- ¡Permíteme disentir!
NUBIA.- ...que complicándosele fue...
ANDRÉS.- ¡Yo te aviso!
NUBIA.- Bueno, ya sabemos que ella para inventar...
ANDRÉS.- Yo por eso nunca me creí tanta maravilla del muchacho,
tanto buen hijo y buen pintor. ¡De algún pie debía de cojear! Yo
siempre me figuré que era medio...
NUBIA.- Yo no: más plumas tiene mi hijo y le dicen “El semental de
Puerto Cambur”
ANDRÉS.- ¡Es el ocio, mijita! ¡Que no tienen nada que hacer y les da por
inventar!
NUBIA.- ¡Como la madre!
ANDRÉS.- ¡Llegan hasta a afirmar que entre dos hombres puede haber
a-m-o-r! ¡¡Lujuria!! ¡No es más que eso, ociosidad!
NUBIA.- Hay quien dice que puede tratarse de algo biológico, algo del
“tálamo”...
ANDRÉS.- ¿Cómo? ¿Un mal congénito?
NUBIA.- Si, niña, algo ansí como si fueran negros: que nacen de ese
color y no les queda otro remedio.
ANDRÉS.- ¿Como los indios quieres decir?
NUBIA.- ¡O los judíos!
ANDRÉS.- ¿Como los impedidos?
NUBIA.- ¡O las mujeres o los niños, claro!
ANDRÉS.- En todo caso, ciudadanos de segunda.
NUBIA.- ¡O de tercera! (Suspira) Ay, de niña siempre quise haber
nacido varón. ¡Después, me resigné!
ANDRÉS.- En todo caso, de que ha habido sinvergüenzura, la ha habido.
NUBIA.- A propósito de negros, el otro día leí que Africa estaba cundida
de SIDA.
ANDRÉS.- ¡No! ¡No la nombres! ¡No!
NUBIA.- Hombres, mujeres y niños.
ANDRÉS.- ¡Qué perversión! ¿Verdad?
NUBIA.- Ve tú a saber la promiscuidad que habrá en esos países del
Tercer Mundo. Pero yo insisto en que ella es responsable: De tal palo,
tal astilla y quien mal anda...
ANDRÉS.- “¡...mal acaba!”
NUBIA.- ¿No recuerdas? Casóse encinta y obligada por su padre de ella,
un santo varón que instola a usar una faja durante los primeros meses.
ANDRÉS.- Definitivamente ese niño estaba negado al mundo:
¡Apretujado desde chiquito!
NUBIA.- Y ahora ahí. Amortajadito, con su corbata y su brillantina.
ANDRÉS.- ¡Dale, señor, el descanso eterno (si puedes)! ¿No crees que
han debido echarle una maquilladita? Parece una vela de sebo.
NUBIA.- ¡Niña!
ANDRÉS.- ¡Total! Ya en las sombras nada queda.
NUBIA.- Mírala cómo sufre.
ANDRÉS.- ¡Mísera de ella!
NUBIA.- Es contranatura, chica, ella debió partir previo.
ANDRÉS.- ¿Por qué? Ella es una pobre mártir.
NUBIA.- Pero él tenía la vida por delante.
ANDRÉS.- La tenía, fuéronsele los frenos y la atropelló.
NUBIA.- ¡Niña!
ANDRÉS.- Dios es oportuno. ¿De dónde iba a seguir sacando Nubia para
tanta lavativa? Si hasta esta casa ha hipotecado...
NUBIA.- Senil locura: todos los días dizque preguntaba en el correo por
un remedio del Japón. ¿Qué tendrán que ver los chinos con las
pestañas?
ANDRÉS.- ¡Oportuno descanso, sabiduría divina!
NUBIA.- Ultimamente dizque se apersonaba por el municipio para que
le subvencionaran unos yerbajos...
ANDRÉS.- ¿El dinero de los contribuyentes para pagar los desmanes de
la lujuria?
NUBIA.- ¡Y la mala crianza!
ANDRÉS.- ¿A cuenta de qué? ¡Y ahora la pobre Nubia se irá a un asilo
porque quedó literalmente desplumada!
NUBIA.- Algo inventará. ¡Ella siempre ha sido muy inventadora!
ANDRÉS.- (Tajante. Rompiendo con el juego) Mamá. No quiero llegar a
ese momento.
Oscuro violento. Violenta claridad.
NUBIA.- ¿Y?
ANDRÉS.- ¿Cómo que “Y”?
NUBIA.- ¿Qué propones?
ANDRÉS.- ¿Qué crees?
NUBIA.- Sería frívolo decir que es cobardía pero...
ANDRÉS.- ¿Sabes los cojones que hay que tener para...?
NUBIA.- ¿Tú los tienes?
ANDRÉS.- Cuando pienso que tú no serías capaz de...
NUBIA.- ¿Me crees débil o egoísta?
ANDRÉS.- Te sé “Madre”.
NUBIA.- No quiero verte sufrir.
ANDRÉS.- Pero, ¿serías capaz?
NUBIA.- No lo sé, yo...
ANDRÉS.- Llegado el momento, el dolor extremo...
NUBIA.- Pero, ¿por qué...?
ANDRÉS.- ¿Me quitarías los tubos? ¿Me dejarías sin oxígeno? ¿Me
permitirías morir? ¿Me complacerías? ¿Tendrías los ovarios, los
cojones, mamá?
NUBIA.- ¡Ya! ¡Ya! ¡No lo sé! ¡No lo sé! ¡No me abrumes con
condicionales: “Si yo” “Si tú” “Serías” “Tendrías”!
ANDRÉS.- Perdona, mamá... sé que eres una mujer valiente, sólo que
prefiero ahorrarme, ahorrarte todo eso.
NUBIA.- ¿Ahorrarte qué? Tu memoria futura es demasiado fatalista.
ANDRÉS.- Y tu entusiasmo de madre excesivamente optimista. ¿Sabes
lo que es la neumonía, la pulmonía, la toxoplasmosis? ¿Las manchas del
kaposi, el edema cerebral? ¿El envejecimiento prematuro, la
descomposición gradual?
NUBIA.- ¡Cállate, Andrés! ¡Cállate! ¿Qué necesidad tienes de...?
ANDRÉS.- ¿Cagarme en la cama, vomitar tu delantal? ¡No quiero!
NUBIA.- ¿Y qué es lo que quieres?
ANDRÉS.- No entiendo...
NUBIA.- Ahora, aparte de la muerte. ¿Qué quieres?
ANDRÉS.- ¿Te parece que la muerte no es ya bastante querer?
NUBIA.- Si de verdad la quisieses no estarías aquí.
ANDRÉS.- (Sonríe irónico) Si fuesen así las cosas me habría ido a los
quince, a los dieciséis. No habría terminado de cruzar ese doloroso
período que llaman adolescencia.
NUBIA.- ¿Y qué me dices de todo lo que has vivido una vez superado
ese “doloroso período”? ¿No ha habido felicidad, logros? ¿No...?
ANDRÉS.- ¿A qué viene...?
NUBIA.- ¿No has sido feliz? ¿No has hecho felices a otros? A mí me has
hecho muy feliz. Estoy segura de que a Sebastián también, a los que
admiran tus cuadros y otras personas que...
ANDRÉS.- Precisamente, he sido feliz. Sí, lo he sido. Entonces, ¿por qué
esperar la infelicidad del sufrimiento, la decadencia de mi cuerpo?
NUBIA.- ¿Por qué te empecinas en ver un futuro que puede no ser?
¿Por qué solo lo oscuro?
ANDRÉS.- Hay que mirar las cosas cara a cara, mamá, tal y como son.
NUBIA.- ¿Tal y como son? ¿Tal y como son, has dicho? ¡Muy bien!
¿Cómo son? Dímelo ¿Cómo son? Tiempo presente, no condicional
¿Cómo son? Ahora: Puerto Cambur a veintinueve de mayo. Dime.
¿Cómo son?
ANDRÉS.- (Evasivo) Mamá, por favor...
NUBIA.- ¡Aquí estás! ¡Ahora! Con tu hombría de setenta y cinco kilos y...
los papeles (Busca) ¿Dónde están los papeles? ¡Sí! (Lee) quinientos
sesenta y cuatro linfocitos té cuatro y un envidiable coheficiente de
té ocho.
ANDRÉS.- ¡Qué docta!
NUBIA.- No, no, deja las burlas y escúchame: así estás, con una
infección intestinal que está pasando.
ANDRÉS.- Mamá, por favor...
NUBIA.- ¡Ya no tienes diarrea! ¡No tienes! Diarrea bendita que te ha
permitido tomarte unos días y ponerte a mi cuidado, descansar de
tanta carrera urbana y hacer que se encendieran algunos bombillos en
mi cabeza...
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Ahora: hay un par de lienzos en blanco esperando a ser
pintados...
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Has dicho “tal y como son”.
ANDRÉS.- Tarde o temprano...
NUBIA.- ¿Qué es tarde? ¿Qué es temprano? ¡Juegas mal: te empeñas en
los condicionales!
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Quién dice que yo no puedo morir más tarde o más
temprano? ¿Que no es usual eso de que madre e hijo tengan igual de
cercana a La Parca? Es cierto pero, ¿justifica eso quitarse la vida viendo
las cosas “tal y como son”?
ANDRÉS.- Es diferente desde mi punto de vista.
NUBIA.- Tu punto de vista es demasiado flagelante, hijo. Yo tengo ganas
de vivir. De continuar aprendiendo... contigo. ¿El futuro? ¿Quién puede
adivinarlo? ¿Por qué obsesionarse con algo que no depende de uno?
¿Por qué? Durante estas noches, velándote el sueño, pensaba... en tu
camino y en el mío ¡Qué diferencia! Todo lo que habrás visto, sentido,
reído o llorado... “Me voy, mamá” y yo a hacer boletas y a regar las
matas. “Me gradúo, mamá” y yo a regar las matas y a hacer boletas
“Una exposición, mamá” “Un viaje, mamá” “Me mudo, mamá” “Un
contrato, mamá” “Otra invitación, mamá” “¡Un premio, mamá!” ¡Una
alegría, mamá; una tristeza, mamá! y yo: a hacer boletas y a regar las
matas. Yo, sin más idea que el asombro...
Entre mis aciertos computo el haber seguido la intuición de dejarte ser
tú y no tenerte como el pollo bajo el ala. Y me felicito y te felicito.
ANDRÉS.- Por favor, mamá...
NUBIA.- Mientras dormías, trataba de entender la historia de un
bichito que está dentro y que no es, que sí es, que SIDA, que siglas, que
HIV que CD4 que CD8 que AZT, que patos y guacharacas. Me
preguntaba, ¿y si se me muere mi muchacho? ¡Me muero, claro! ¿Qué
me queda? ¡Me muero!
ANDRÉS.- ¿Chantaje, Nubia?
NUBIA.- ¡No! ¡Nada de eso! ¡Porque no me muero! ¿Estás oyendo? No-
me-mue-ro, Andrés Téllez Linares. No me corto las venas. En estos
días, tu diarrea me ha limpiado los espejuelos y he visto que tantos
años de magisterio no han hecho mucho y que Puerto Cambur es un
pueblo tan ignorante que yo no me puedo morir sin hacer algo más. He
visto que no tengo por qué ser una gris y quejosa pensionista que
espera sus saltitos de alegría en tus recortes de prensa y breves visitas.
¿Quién me dice que no puedo enamorarme de nuevo? ¿Quién me dice
que no puedo tener un nieto en adopción o ser la marchante de arte de
mi hijo? ¿Que no puedo vender esta casa y conocer el río Nilo que tanto
nombré en Geografía Universal?
¿Quién te dice que no te esperan mejores presentes, hijo? ¿Que el
cuadro que pintes hoy no te dará más satisfacciones que el de ayer?
¿Que veremos juntos la llegada del año dos mil y brindaremos y nos
reiremos? ¿Que un nuevo compañero de vida, otro payasito saltarín, no
te está aguardando para regalarte tu propia capacidad de amar?
ANDRÉS.- (Incómodo. Confundido) Mamá...
NUBIA.- ¿Crees que el único condicional es ése que tienes metido en la
cabeza: un futuro de desangres y faltas de oxígeno? ¿De sufrimiento y
muerte?
Silencio.
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Sí?
ANDRÉS.- Tenías razón. He debido quedarme en mi apartamento. Solo.
Sin salpicar a nadie. Disculpa... yo... voy a hacer la maleta, mamá.
NUBIA lo mira, impotente y sale.
ANDRES.- (Ensimismado) ¿No entiendes que es un asunto de tiempo,
Nubia… que se me confunde lo que sucede con lo que podría suceder,
que es insoportable la ironía de saber que, quizás antes del nuevo siglo,
esto será ya no será mortal, pero que a tu hijo no le tocó, ni a Sebastián,
ni a tantos otros? ¿No entiendes que no soporto la idea de llegar a
pedirte que así como me diste la vida, me ayudes a quitármela para no
sufrir… que me cuesta no sentirme como un combatiente caído en una
guerra, sentir horror ante el anciano que quiere instalarse en este
cuerpo?
Andrés sale con su mochila.
IX.- La condecoración.
Se oye lejano “El Pájaro Guarandol”: No me lo mate, no, señor cazador…
Nubia, entre aturdida y halagada, sube al escenario con su botón de
oro.
NUBIA.- Honorable Junta Directiva del Grupo Escolar “El Progreso” de
Puerto Cambur; respetables padres y representantes; tesonero
personal administrativo y de mantenimiento; estimadas colegas
siempre mal pagadas, jóvenes que componen el alumnado, público en
general: Mis hijos.
Buenas noches.
Tenía preparadas unas palabras muy bien pensadas en mi casa.
Agradecimientos…
Bello el acto de quinto, preciosa la poesía de la bonitica de segundo, las
carteleras de los de cuarto...
Pero, no. No voy a agradecer, no.
Y voy a hablar sin papel, más que con el corazón, con la bilis en la
mano.
Estoy...muy molesta, mis hijos. Y me permito llamarlos así porque,
desde el joven director hasta la maestra Maritza, han pasado por mis
manos en estos salones hoy recién pintados de amarillo pollito con
franjas de amarillo candela. Muy ornamentado ha quedado todo. Pero,
pasando el detalle técnico de que el amarillo resulta anti-pedagógico,
tengo dos razones para estar disgustada, mis hijos, una de las cuales
tiene que ver con los susodichos amarillos, pollito y candela:
Me refiero a la pintada. ¿Graffiti, lo llaman? Al graffiti que amaneció
esta mañana en el muro que está frente a la casa de esta servidora.
Pasando el hecho de que tal graffiti haya sido anunciado a altas horas
de la noche, entre frenazos de jeep, música a todo volumen y huevos
podridos lanzados en el porche de los Téllez Linares, debo
preguntarles:
Primero, ¿qué es “cogo”? Sí, “cogo”. ¿Qué es “cogo”?
Han colocado “cogo”, “cogo culo”.
¿Alguno podría explicar qué quiere decir “cogo culo”?
¿Se trata de un nuevo código informático o del órgano de defecación de
alguien en particular? ¿O de un cogollo en especial, por ejemplo?
Porque ¡Mis hijos! si se trataba de revelar apetencias particulares de
quienes subscribían, me veo obligada a corregir:
¡Cogo es con jota, mis hijos queridos! Con jota de joder… Por ejemplo.
En segundo lugar: lo que dice debajo, eso de “SIDA caca” con la
calavera al lado, me ha dejado en una duda: ¿Es SIDA, coma, caca o es
SIDA caca, utilizando caca como adjetivo calificativo de SIDA? ¿Qué
creen ustedes? Claro que si bien se podría adjetivar como caca a tal
peste -es una injusta mierda- no necesariamente hay que adjudicarle
ese símbolo de muerte en todo momento.
Disculpen pero este botón por treinta años de servicio no significa que
mi vocación ha fenecido. Al contrario, hoy está más viva que nunca.
Aunque mi hijo esté justo ahora yéndose, despegando... una vez más.
Pero no tiene nada que ver el... graffiti. Lo ha visto, ha dicho que estaba
muy bien, que tenían buena mano para la pintura, que ojalá los autores
no se quedaran allí, sino que estudiaran, no le tuvieran miedo a su
vocación y continuaran expresándose...
¿Qué pasa, mis hijos? ¡Cuánto silencio!
¿Están incómodos, mis hijos?
Estas paredes, en sus limpios amarillos, me recuerdan...
y me matan el recuerdo, mis hijos, de no haber enseñado lo suficiente a
muchos de ustedes que, al igual que estos niños de hoy, alguna vez
tuvieron las mismas caras y macilencias y bailaron las mismas
canciones con los mismos ojos inocentes y las mismas barrigas
lombriceras...
Y me traen al presente, un presente en el que quiero seguir
aprendiendo.
Y les pregunto, con toda humildad, generoso pueblo de Puerto Cambur:
¿Qué debe hacer una madre si un hijo le pide que le quite la vida para
no sufrir más?
¿Qué haría usted? ¿Y usted? ¿No intentaría convencerlo de que vale la
pena vivir?
Pero ¿Con qué argumentos? ¿Con qué colores? ¿Con el amarillo
pollito? ¿Con el amarillo candela?
¿No buscaría esperanzas aunque fuera en yerbajos y promesas del
Japón?
¿No querría un mundo inocente y bello para levantar a su hijo?
¿Cómo haría usted para devolverle el brillo a sus ojos?
Es la consulta de una vieja maestra a sus viejos alumnos. ¿Tiene alguno
la respuesta? ¿Alguna amorosa respuesta?
¡Qué silencio!
Aprender... Seguir aprendiendo a mis años que el aprender es como el
amor, infinito.
Y ya termino, mis hijos, porque si no a Etelvina le va a dar algo: ¡Mi
amor, le vas a abrir un hueco a la sillita!... Ya termino, ya.
Aprender... que el otro puede no ser otro sino tú mismo... que se puede
amar la vida si uno no le da la espalda a la muerte...
No es tan simple la vida, no.
Y fíjate tú que sí lo es: tan sencilla que con poquito de aire ¡zas! se va.
Pero, con otro poquito, vuelve.
Mi hijo Andrés no quiso acompañarme hoy, se va a su apartamento sin
extrañar no haber sido visitado por la feligresía aquí presente.
Y yo he aprendido que extrañarlo no tiene por qué ser resentimiento ni
desesperanza.
Está y va a estar. En mí. Presente, vitalizante.
Una última cosa: sí tengo que agradecer. A Marcelino, el marquetero, y
su ternura de lienzos para mi hijo. Y a Benita, nuestra bedel. Sí, a ti
Benita ¡No te dé vergüenza, mujer, que todos comemos empanada, nos
atragantamos y nos embadurnamos de onoto! Agradecer a Benita “La
punto y coma” como la conocemos todos por los gritos del
alumnado en el recreo por su cojera, ¿te acuerdas, Benita?
- Que, que, que me dicen punto y coma, maestra. Que se bur, bur,
burlan de mi enfermedad, maestra. Que son ma, ma, malos conmigo,
maestra.
¡Cuánto muchacho no retuve en Dirección por el bendito “Punto y
coma”! ¡Ahora te ríes pero, entonces, las venas del cuello parecía que se
te iban a salir de la calentura!
- No les hagas caso, Benita, es ignorancia. Son muchachos. No saben de
enfermedades, sino de recreo y risas. ¡Es ignorancia, no maldad,
Benita!
Por eso yo quiero que me permitan dar este botón a Benita, por su
gesto al verme llegar y preguntarme cómo estaba mi hijo. Por ese
ofrecerse si necesitaba algo. Eso es aprendizaje, Benita, como tu risa
ante el punto y coma. ¡Pásate mañana por la casa y nos comemos un
dulce de higos que pensaba hacerle a Andrés!
Gracias, Puerto Cambur por el botón, por dejar que se lo dé a Benita y
por callar, mis hijos, por callar, porque el que calla, otorga. Buenas
tardes.
NUBIA, agotada, comienza a quitarse el vestido para quedarse en
fondos.
Digresión 4. - Ultima llamada.
Voz EMMA.- Hola, Andrés. Terminamos la cuña. Hoy hace cinco días
que no sabemos de ti y ya es como mucho, así que salimos esta noche
para Puerto Cambur. Ojalá estés allí, para comernos juntos el dulce de
higos de tu mamá. Besos, aunque ya no quiero que los escuches, sino
dártelos en vivo y en directo.
EPÍLOGO.
Serenidad. Cuarta Pared donde no la hay. Lontananza. NUBIA
riega las matas. Entra ANDRÉS con su morral. Se ha devuelto. Ella
se sorprende, pero no demasiado. Sigue regando, sobriamente
satisfecha. Silencio.
ANDRÉS.- ¿Qué tal el acto en la escuela? ¿La condecoración?
NUBIA.- (Dubitativa) Bien (Media sonrisa) Sí. Bien.
ANDRÉS.- En la bomba de gasolina, se me ocurrió llamar por teléfono a
la casa para oír los mensajes y… Emma me había dejado como mil.
NUBIA.- ¡Emma! Ni te había preguntado por ella ¿Cómo está… ella, su
esposo, el niño…?
ANDRÉS.- Bien. Están bien. Viniendo para acá.
NUBIA.- (Sorpresa) ¿Para acá?
ANDRÉS.- (Asiente) La dejé sola con la cuña y como no le respondía los
mensajes estaba preocupada. Supuso que estaba aquí contigo. Deben
llegar a media noche.
NUBIA.- Habrá que preparar camas, entonces.
ANDRÉS.- (Asiente) Que venía a ver si yo estaba aquí y que si no me
encontraba, igual tu dulce de higos valía el viaje.
NUBIA.- ¿En serio?
ANDRÉS.- (Asiente) Entonces pensé que… ¿Cómo me iba a ir sin haber
comido tu dulce de higos, Nubia?
Se miran. Honda y sobria ternura entre ambos.
NUBIA.- (Por eludir sentimentalismos) Habrá que preparar las camas,
entonces.
ANDRÉS.- Más tarde, lo hacemos los dos. (Mira el horizonte) ¿Hace
cuánto que no veíamos un atardecer juntos, Nubia?
NUBIA suspira “¡hace tanto!”.
ANDRÉS.- ¿Te dieron el botón?
NUBIA.- (Asiente) Pero se lo regalé a Benita.
ANDRÉS.- ¿A Benita cuál? ¿La bedel, la “Punto y coma”?
NUBIA.- ¿Cuál otra?
ANDRÉS.- ¿Y eso?
NUBIA.- Después te lo cuento, que mira: el sol ya va a terminar de
meterse.
Se medio miran cómplices, como en un juego antiguo ante el sol
que se oculta.
NUBIA y ANDRÉS.- ¡Ya se va, ya se va, ya se va, ya se va! ¡¡¡Ya!!!
Ríen. El sol se ha metido.
NUBIA.- Pero, sigue clarito, fíjate...clarito, clarito...
Continúan hablando, cotidianos, sencillos, en la vida que sigue, pero no
los escuchamos porque surge la música (CATENDÉ de Vinicio De
Moraes) y la luz se va yendo lentamente.
Fin de “¡Mátame, mamá!”