La Arquitectura de La Eximente Del Miedo Insuperable: The Architecture of The Exculpatory Unbeatable Fear
La Arquitectura de La Eximente Del Miedo Insuperable: The Architecture of The Exculpatory Unbeatable Fear
La Arquitectura de La Eximente Del Miedo Insuperable: The Architecture of The Exculpatory Unbeatable Fear
miedo insuperable
The Architecture of the Exculpatory
Unbeatable Fear
Liuver Camilo Momblanc*
Ernesto Ortiz Imbert**
http://dx.doi.org/10.21503/lex.v15i19.1376
© Los autores. Artículo publicado por la Revista Lex de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Alas
Peruanas. Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la Licencia Creative Commons Atribución-No
Comercial-Compartir Igual 4.0 Internacional.(http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/), que permite el uso no
comercial, distribución y reproducción en cualquier medio, siempre que la obra original sea debidamente citada.
Frío. Óscar Allaín
RESUMEN
El miedo insuperable es una de las eximentes reconocidas por el ordenamiento jurídico penal cu-
bano como causa de inculpabilidad, por lo que se puede aseverar que tiene un carácter autónomo.
En este artículo, los autores exponen las características que le ofrecen este estatus jurídico, desta-
cando sus requisitos, estructura y diferencias con otras causas de exención de naturaleza jurídica
distinta pero que poseen puntos de contacto con la misma.
ABSTRACT
The unbeatable fear is one of the exculpatory cases recognized by the Cuban Criminal Law to
obtain a non guilty ruling, which determines its autonomous quality. In this article the authors
explores its characteristics as legal status, highlighting its requirements, structure and differences
with other exculpatory cases of different nature but with which some points are also shared.
1
José María Martínez Val. “El miedo insuperable”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia, 2da. época (1963): 103-
105. En este mismo sentido, Antonio Quintano Ripolles, Compendio de Derecho Penal, t. I (Madrid: Revista de Derecho
Privado, 1958), 293-294.
2
Renén Quirós Pírez, Manual de Derecho Penal, t. III (La Habana: Félix Varela, 2005), 381-401.
3
Yoruanys Suñez Tejera, “Valoraciones teórico-jurídicas en torno a la eximente del miedo insuperable”, http://psicologia-
juridica.org/archives/2856. También puede verse Haydee M. Martínez Vasallo y Belkis Martínez Vasallo, “El miedo
insuperable como eximente de la responsabilidad penal y su implicación en las Ciencias Médicas”, Revista Médica
Electrónica, vol. 35, N° 1 (2013). Asimismo Odalys Zarza Estopiñán, “Algunas consideraciones teóricas sobre el miedo
insuperable como causa de inexigibilidad” (2012).
4
Antonio Ferrer Sama, Comentarios al Código Penal, t. I, primera edición (Murcia: Sucesores de Nogues, 1946), 228-229.
5
En esta misma línea de pensamiento, Zaffaroni sostiene que la culpabilidad “[…] es el capítulo más delicado y significa-
tivo del derecho penal, el más específicamente penal de toda la teoría del delito […]”. Raúl Eugenio Zaffaroni, “Lectio
doctoralis: culpabilidad por la vulnerabilidad” (discurso pronunciado en la aceptación del Doctorado Honoris Causa
otorgado por la Universidad de Macerata, Italia, 2003). Cfr. también su Tratado de Derecho Penal. Parte general, t. IV
(Buenos Aires: Ediar, 1999), p. 10.
6
La teoría del delito ofrece un esquema metodológico para la determinación de responsabilidad penal ante la supuesta
comisión de un hecho delictivo. Constituye una elaboración dogmática en cuyo proceso evolutivo es posible identificar
varios estadios asociados a diferentes posiciones teóricas. No obstante, amén de las diversas posturas científicas, existe
acuerdo en que la misma se estructura por cuatro elementos con sus respectivos aspectos que los excluyen, a saber: ac-
ción, tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad, a los que puede añadirse, como ulterior presupuesto, la punibilidad. Cfr.
Claus Roxin, Derecho Penal. Parte general. Fundamentos. La estructura de la teoría del delito, t. I, traducción de la segunda
edición alemana y notas por Diego-Manuel Luzón Peña et. al. (Madrid: Civitas, 1997), 193-194. También ver Myrna
Beatriz Méndez López, “La responsabilidad civil derivada del delito de las personas naturales en Cuba” (tesis presentada
en opción al grado científico de Dr. en Ciencias Jurídicas, Universidad de Oriente, Facultad de Derecho, Departamento
de Derecho), 20. Carlos Creus, Derecho Penal. Parte general, tercera edición (Argentina: Astrea, 1992), 141. En tanto para
Villanueva dichos elementos constituyen categorías comunes a todo comportamiento delictivo o, más bien, categorías
sobre la base de las cuales se realiza el estudio del delito y de su teoría. Cfr. Raúl Plascencia Villanueva, Teoría del delito,
tercera reimpresión (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2004), 11. Biblioteca Jurídica Virtual del Ins-
tituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, “Breve introducción al concepto de tipo penal conforme a los sistemas
del delito”, https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2741/5.pdf
7
Cfr. Liuver Camilo Momblanc, “El error de prohibición en la legislación penal cubana” (tesis presentada en opción al
título académico de Especialista en Derecho Penal, Universidad de Oriente, Facultad de Derecho, Departamento de
Derecho, 2014), 26 y ss.
8
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario práctico del estudiante (España:
Santillana Ediciones Generales, 2007), 616.
9
Quirós Pírez, Manual ..., 3.
10
Cfr. Guadalupe Ramos Smith, Derecho Penal. Parte general, II (La Habana: Ediciones ENPES, 1983), 288-289. Ulises
Baquero Vernier, Derecho Penal general, II (Santiago de Cuba: ENPES, 1984), 139-140. Liuver Camilo Momblanc, “El
error de prohibición en la legislación ...”, 13.
11
Liuver Camilo Momblanc, “El error de prohibición en la legislación ...”, 13.
12
Entre las distintas posiciones teóricas en torno al concepto, requisitos, presupuestos, estructura de la culpabilidad como
categoría dogmática de la teoría del delito se destacan: la teoría psicológica, la teoría normativa del causalismo, la teoría
normativa finalista, la teoría racional en relación al fin o funcionalismo y en Cuba la psicológica materialista enarbolada
por Renén Quirós Pírez. Para profundizar en cada una de ellas Cfr. Liuver Camilo Momblanc, “El error de prohibición en
la legislación ...”, 26-39. Ver también: Ramón Yordanis Alarcón Borges, Liuver Camilo Momblanc, “Desarrollo histórico
dogmático de la culpabilidad. Incidencia en la teoría del error”, Revista Pensamiento Penal (9 dic. 2014), 24. http://www.
pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina40345.pdf. Cfr. también Lorenzo Morillas Cueva, “A propósito
de la culpabilidad penal”, en El Derecho Penal de los inicios del siglo XXI. En la encrucijada entre las garantías penales y el
expansionismo irracional, coordinado por Arnel Medina Cuenca (La Habana: Ediciones ONBC, 2014).
lidad. Y esto es así porque no puede motivarse en la norma quien no puede comprenderla
a pesar de su imputabilidad. Para su configuración es suficiente que el sujeto sepa que su
conducta contradice las exigencias del derecho, aunque no conozca qué precepto concreto
las establece.
Por último, la exigibilidad de un actuar conforme al orden jurídico supone que de con-
formidad con las circunstancias del caso concreto se pueda exigir al autor la observación
de una conducta diferente a la ilícita ejecutada. En consecuencia, las causas de exculpación
que neutralizan este elemento son circunstancias cuya concurrencia determina que no deba
formularse reproche al autor, porque en el momento del hecho no se le podía exigir otra con-
ducta, como sucede en los casos de estado de necesidad disculpante, obediencia debida y miedo
insuperable.
De lo expuesto hasta aquí es posible afirmar que quien cumple los requisitos o elementos
que lo hacen aparecer como culpable de una acción típicamente antijurídica se hace acreedor,
desde los parámetros del derecho penal, de una pena. También que en la trayectoria hacia
la determinación de la responsabilidad penal como resultado existen un conjunto de cir-
cunstancias que de revelarse impiden su materialización. Entre ellas destacan, como ya se ha
evidenciado, las asociadas a la culpabilidad como elemento del delito, pero también existen
diferencias entre estas y el resto de las causas eximentes de la responsabilidad penal, siendo
precisamente ese su denominador común: la exención de responsabilidad.
Como se aprecia, siempre que se comete un hecho tipificado en la ley como delito no
implica para el sujeto que lo ejecuta la obligación de sufrir las consecuencias jurídicas de su
comportamiento. Precisamente las eximentes de la responsabilidad penal son causas que de
presentarse antes, durante o con posterioridad al desarrollo del acto delictuoso o con apa-
riencia de delito afectan la responsabilidad jurídico-penal, impidiendo que supere su concep-
ción como expectativa. Estas tienen lugar cuando el comportamiento descrito en el tipo esté
justificado en las especiales circunstancias de su ejecución, el agente sea inimputable, haya
actuado sin conciencia de la antijuridicidad o bien porque no le podía resultar exigido un
accionar diferente.
Conforme expresa Camilo Momblanc, son “[…] aquellos incidentes relacionados con el
hecho o el sujeto que se manifiestan ex antes o durante el acto socialmente lesivo del bien
jurídico penal, y que por las circunstancias en que concurren excluyen la antijuridicidad o
culpabilidad del hecho, exonerando al sujeto de la responsabilidad jurídico-penal al no con-
currir todas las condiciones necesarias para la configuración del delito”.13
13
Liuver Camilo Momblanc, “El error de prohibición en la legislación ...”, 14.
Al revisar diferentes tratados de derecho penal, se aprecian diversos criterios sobre la clasi-
ficación de las eximentes de la responsabilidad que obedecen a la posición adoptada por cada
autor en relación a su naturaleza jurídica. De forma general, estas posturas resumen su clasifi-
cación como causas de justificación, de inculpabilidad o exculpación y de inimputabilidad.14 Sin
embargo, aun cuando la opinión preponderante es la que sostiene la existencia de estos tres
grupos clasificatorios, no han faltado criterios opuestos.15
Al respecto, algunos autores consideran estéril realizar una distinción sobre causas de inim-
putabilidad y causas de inculpabilidad porque el efecto de ambas sigue siendo el mismo:
impedir la atribución de culpabilidad al sujeto.16 No obstante, sostenemos la necesidad de
discriminar entre estas por las razones siguientes.
Las causas de inimputabilidad no se relacionan con un hecho en específico sino con un
estado del sujeto que procede de su edad o salud mental;17 mientras que las causas de in-
culpabilidad derivan de la relación del sujeto con el acto en concreto, porque no ha tenido
conciencia de la antijuridicidad de su comportamiento, a pesar de poseer la edad en la que se
presume iuris et de iure que puede autodeterminarse y estar apto mentalmente.
Asimismo, se debe establecer las diferencias entre las que se denominan causas de inculpa-
bilidad y de exculpación. En el caso de las primeras no existe ninguna culpabilidad en tanto
queda excluida la capacidad de motivación y la posibilidad de conocer el reproche jurídi-
co-penal, toda vez que el sujeto actúa en la errónea creencia de la licitud de su comportamien-
to [error de prohibición invencible]. Mientras que en las de exculpación o inexigibilidad,
aunque existe conciencia de la antijuridicidad y una culpabilidad disminuida, se renuncia a
exigir responsabilidad por producirse una falta de necesidad preventiva de sancionar.18 Esto
ocurre cuando el sujeto obra bajo los supuestos de obediencia debida, estado de necesidad
exculpante o miedo insuperable.
14
Fue este el criterio clasificatorio defendido por el profesor Renén Quirós Pírez. Quirós Pírez, Manual ..., 3.
15
Cfr. Liuver Camilo Momblanc, “El error de prohibición en la legislación ...”, 14.
16
López Celeiro, Idalmis, “El error de tipo en la legislación penal cubana” (tesis presentada en opción al título académico
de Especialista en Derecho Penal, Universidad de Oriente, 2012), 25.
17
Ejemplo de estas sería la minoría de edad establecida en el artículo 16 y la eximente de enfermedad mental prevista en
el artículo 20, ambos del Código Penal vigente. En esta línea de pensamiento, Pérez González expresa que “la llamada
inimputabilidad, como eximente, se sustenta en que el transgresor, por su edad, todavía no tiene desarrollo de las capaci-
dades psicológicas suficiente para que funcionara el proceso de culpa; o las ha perdido a resultas de un trastorno mental,
manifiesto al momento de incurrir en delito y de tal magnitud que desorganizó su psicología y fue causa directa del
acto. Por ello, son inimputables los menores de edad penal y determinados enfermos mentales, no todos los que tengan
cualquier trastorno mental. Ernesto Pérez González, Psicología, Derecho Penal y Criminología, tercera edición (La Habana:
Ediciones ONBC, 2012), 144.
18
Eugenio Zaffaroni, Tratado…, 75-76.
Por último, las causas de justificación son fácticas, se refieren a la conducta perpetrada,
pudiéndose extender a todos los participantes en el hecho, además a quien actúa de manera
justificada no se le puede exigir responsabilidad civil porque ejecutó un acto lícito,19 pero al
inculpable o su representante sí, porque el acto realizado es antijurídico solo que no le puede
ser reprochado en sede penal.
Como se aprecia, la naturaleza jurídica de las eximentes descansa en el elemento del delito
que se excluya al presentarse algunas de ellas. Estas impiden la exigibilidad al sujeto de res-
ponsabilidad penal porque el delito no se ha configurado en todos sus elementos. En el caso
del miedo insuperable, que se analiza en el próximo epígrafe, su evaluación excluye la culpa-
bilidad como elemento del delito, toda vez que a pesar de que el sujeto es imputable y actúa
con conciencia de la antijuridicidad, no le es exigible elegir conducta distinta a la tipificada
de ilícita pues las circunstancias se lo exigen sin dejarle otra alternativa.
III. EL MIEDO INSUPERABLE COMO CAUSA DE INEXIGIBILIDAD DE LA
RESPONSABILIDAD PENAL
En su teoría axiomatizada del derecho, Luigi Ferrajoli expone cómo de las normas jurí-
dicas derivan modalidades deónticas que se traducen en situaciones de deber para sus des-
tinatarios.20 Estos, en correspondencia con el mandato jurídico, deben actuar o abstenerse
de hacerlo en el sentido requerido por la norma, generándose en la sociedad y el Estado la
expectativa de que el bien jurídico protegido no será lesionado. Si ello ocurriera, recaerá sobre
el infractor toda la furia del ius puniendi porque tal expectativa se cimienta en la posibilidad
que tiene el sujeto de realizar el comportamiento jurídicamente correcto que exige el derecho.
Posibilidad y exigibilidad son, por tanto, categorías que requieren ser valoradas para la funda-
mentación del miedo insuperable como causal de inexigibilidad de la responsabilidad penal.
Desde el derecho romano existe la máxima de que impossibilium nulla obligatio, o sea, a
lo imposible nadie está obligado; lo imposible no es exigible, lo posible sí. Posibilidad es en-
tonces, conforme sustenta la Real Academia Española, “capacidad de alguien para hacer algo.
Cualidad de lo posible”.21 Mientras que este último término se refiere a lo “que puede existir
o suceder, lo que puede ser o realizarse”.22 Sin embargo, la praxis ha demostrado que incluso
no todo lo realizable puede ser jurídicamente exigido.
19
En este sentido, es claro el artículo 99 del Código Civil cubano que establece entre las causas de exención de la res-
ponsabilidad civil la legítima defensa, el estado de necesidad y el cumplimiento de un deber, que constituyen causas de
justificación y eliminan la antijuridicidad de un comportamiento en relación a todo el ordenamiento jurídico.
20
Vid. Luigi Ferrajoli, “Expectativas y garantías. Primeras tesis de una teoría axiomatizada del Derecho”, Doxa 20 (1997).
21
Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario práctico..., 559-560. Francis-
co Alvero Francés, Cervantes. Diccionario manual de la lengua española, t. II, sétima edición (La Habana: Editorial Pueblo
y Educación, 2008), 626
22
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario práctico..., 560.
23
Sebastián Soler, Derecho Penal argentino, t. II, décima reimpresión, actualizador Guillermo J. Fierro (Buenos Aires: Tipo-
gráfica Editora Argentina, 1992), 149.
24
Manuel Cobo del Rosal y T. S. Vives Antón, Derecho Penal. Parte general, cuarta edición (Valencia: Tirant Lo Blanch,
1996), 473.
Como se aprecia hasta aquí, la exigibilidad constituye la esencia misma del deber desde
la perspectiva del ordenamiento jurídico que lo impone. Este se concreta en un poder de
exigencia por parte del Estado y un correlativo vínculo obligatorio para el sujeto destinatario
de la norma, razón por la cual la exigibilidad no es sino el deber visto desde una perspectiva
del poder de exigencia. De tal forma que, como se expuso en el epígrafe precedente, la exigi-
bilidad se configura como un requisito condicionante de la culpabilidad y la no exigibilidad
de una conducta distinta a la ejecutada, como su excluyente. Por tanto, la existencia de una
causal de inexigibilidad impedirá el nacimiento del juicio de reproche que supone la culpa-
bilidad.
Ahora bien, debe precisarse que no se puede hablar de inexigibilidad en todos los casos
de ausencia de culpabilidad. Ya se expresó en este trabajo que esta no existe cuando el sujeto
es inimputable o cuando se obra con desconocimiento de la significación antijurídica de su
conducta. Sin embargo, en ninguno de estos dos supuestos el sujeto actúa amparado por una
causa de inexigibilidad a pesar de que también se excluye la culpabilidad. En el primero de
los casos falta la capacidad de culpabilidad, en el segundo, el elemento subjetivo de la inten-
cionalidad.25
Con estos ejemplos se quiere precisar que cuando se hable de exclusión de la culpabilidad
por la apreciación de una causa de inexigibilidad, el hecho típico sería siempre el producto de
la autoría de un comisor imputable y consciente de la antijuridicidad de su actuar, solo que,
como expresan los citados autores españoles, en el caso concreto existe un “contramotivo”,
jurídicamente relevante, determinante de que no pueda exigirse al sujeto la realización del
comportamiento jurídicamente correcto. Definitivamente, en los supuestos de no exigibili-
dad el sujeto habrá obrado bajo la influencia de circunstancias que determinan la anormali-
dad del proceso motivador de la norma, como sucede cuando el comisor obró violentado por
amenazas de sufrir un mal grave, supuesto en el cual la acción no es punible según el derecho
vigente. Por ello, la inexigibilidad no significa ausencia de una prohibición; al contrario, su
apreciación solo se plantea en el ámbito de la culpabilidad después de que se haya comproba-
do la antijuridicidad del hecho.26
Además del estado de necesidad disculpante y la obediencia debida,27 existe communis
opino sobre la evaluación del miedo insuperable como causa de inexigibilidad. Quirós Pírez lo
define como aquel que “[…] implica el constreñimiento que se ejerce sobre una persona que
por estar dominada por ese serio temor, no se halla en condiciones de dirigir libremente su
25
Cobo del Rosal y T. S. Vives Antón, Derecho Penal..., 473.
26
Raúl Plascencia Villanueva, Teoría..., 175.
27
En relación a la obediencia debida, es loable destacar que existen autores que la consideran una causa de justificación.
voluntad”.28 Por consiguiente, también sostiene este autor, que “la esencia de esta eximente es
la coerción, el ataque a la voluntad ajena, la cual se pliega al querer de quien la constriñe”.29
Díaz Palo sostiene que “el miedo insuperable surge cuando el sujeto obra compelido por
miedo invencible de un mal igual o mayor. El miedo invencible se da en los casos en que la
fuerte emoción producida por la perspectiva de un mal deja al sujeto un margen de opción
entre soportar que lo amenacen, o eludirlo realizando un acto punible”.30
A partir de lo expuesto se afirma que el eximente objeto de estudio se fundamenta en
la disminución relevante de la libertad de elección o voluntad de la persona afectada por la
situación de miedo. Por lo que lo decisivo en las situaciones de miedo insuperable no es la
anulación de las facultades (de actuación o volitivas) de las personas, sino que debido a las
circunstancias que presionan su actuación (la amenaza de un mal), esta se ve decisivamente
coaccionada y con ello sus posibilidades de actuación se ven limitadas de forma penalmente
relevante. Ello significa que el sujeto que bajo estas condiciones actúa en ejecución de un he-
cho antijurídico sucumbe a una debilidad humana contra la cual la ley es impotente.
Autores como Mir Puig coinciden con lo expuesto al expresar que el miedo insuperable no
excluye la voluntariedad de la acción, sino que la priva de la normalidad necesaria para que
pueda imputarse penalmente al sujeto. Razón esta por la cual no puede aplicarse una pena
cuando la persona no tenga una justa oportunidad de adecuar su comportamiento al imperio
legal.31
De este modo, el análisis se centra en que el sujeto que actúa por miedo no ha podido
vencerlo, está impedido de reaccionar neutralmente ante la equivalencia de males, por lo que
no puede pedírsele que actúe en la solución de un conflicto sino de forma parcial, en benefi-
cio de sus propios intereses. Viendo el conflicto desde su interior, y salvo los casos de quienes
por deber legal han de afrontar un peligro, no está obligado a hacerlo, por lo que el derecho
no puede exigirle otra conducta. Por eso se afirma que el derecho penal no puede exigir a los
hombres la ejecución de una conducta heroica.32
En resumen, el miedo insuperable responde a una situación de inexigibilidad toda vez
que no se puede demandar responsabilidad al individuo que, a pesar de tener capacidad para
28
Quirós Pírez, Manual ..., 385.
29
Quirós Pírez, Manual ..., 385.
30
Fernando Díaz Palos, “Miedo insuperable”, en Nueva Enciclopedia Jurídica (Barcelona: Francisco Seix, 1978), 56.
31
Cfr. Santiago Mir Puig, Derecho Penal. Parte general, cuarta edición (Barcelona: TECFOTO, 1999), 621.
32
Sebastián Soler, Derecho Penal..., 121. En este mismo sentido, tratadistas como Muñoz Conde señalan que en deter-
minadas situaciones extremas no se puede exigir al autor concreto de un hecho típico y antijurídico que se abstenga de
cometerlo, porque ello comportaría un excesivo sacrificio para él, al que no está obligado por motivos de oficio o cargo.
Francisco Muñoz Conde, Teoría general del delito, segunda edición (Valencia: Tirant lo Blanch, 1991), 235.
33
Fernando Díaz Palos, “Miedo insuperable”..., 46.
34
Cfr. Quirós Pírez, Manual ..., 395-396.
35
En este sentido, es claro el artículo 51 del vigente Código Penal al regular el principio de incomunicabilidad de las cir-
cunstancias cuando expresa que “las circunstancias estrictamente personales, eximentes, atenuantes o agravantes de la
responsabilidad penal solo se aprecian respecto a la persona en que concurran”.
36
Vid. Anexo 1.
37
Rafael Estuardo Cruz Estrada, “Análisis crítico de la figura del miedo invencible, como causa de inculpabilidad en com-
paración con el estado de necesidad como causa de justificación en la comisión de un ilícito penal en el ordenamiento
jurídico sustantivo penal guatemalteco” (tesis de licenciatura, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2010), 67.
38
Rafael Estuardo Cruz Estrada, “Análisis crítico de la figura del miedo invencible...”, 67.
39
Quirós Pírez, Manual ..., 384.
40
Desde la visión del derecho comparado se aprecia que el Código Penal cubano exige que el miedo sea insuperable, al igual
que otros códigos de Iberoamérica. V.gr. los códigos penales de España, Chile, Colombia, Nicaragua, Honduras y Perú.
41
José María Rodríguez Devesa y Alfonso Serrano González, Derecho penal español. Parte general, decimosexta edición
(Madrid: Dykinson, 1993), 647.
42
José Antonio Sainz Cantero, Lecciones de Derecho Penal. Parte general, t. III (Barcelona: Bosch, 1985), 110-111.
43
Mir Puig, Derecho Penal..., 529.
cepto ontológico del mismo”.44 Asimismo, Quintero Olivares indica que “agentes externos
no pueden producir idéntico miedo a todos los hombres, y de ahí la gran relevancia de lo
subjetivo en esta eximente”.45 Defendiendo también este criterio se encuentra a Quintanar
Diez manifestando que “el miedo es un fenómeno eminentemente individual y personal, que
no solo depende de la objetiva gravedad del mal amenazante, sino fundamentalmente del
efecto que, sobre una concreta persona en un momento, lugar y circunstancias determinadas,
tuvo la emoción del miedo”.46
Esta última es la posición que se sostiene porque la insuperabilidad del miedo solo se
puede establecer sobre las condiciones concretas del sujeto que lo siente y la causa que lo pro-
voque, ajustándose al caso concreto.47 En consecuencia, el juez debe valorar lo insuperable en
atención a las cualidades concretas de quien lo sufre y de quien lo causa.
En resumen, debe entenderse por miedo insuperable la imposibilidad manifiesta del indi-
viduo para comportarse según su libre albedrío, de tal forma que cualquier acción que lleve a
efecto viene condicionada por ese miedo que resulta dirimente en él. Para quien obra bajo sus
efectos, desaparecen los patrones de conducta e, incluso, la racionalidad suficiente y necesaria
para actuar en consecuencia. En estos casos, el individuo se siente atenazado por su miedo,
imposibilitando el exigible dominio racional sobre sus actos.
B) La causa del miedo tiene que ser un mal
El mal temido como elemento de esta eximente es la causa que fundamenta la misma, de
modo que sería el cimiento directo y determinante de la perturbación psíquica del sujeto al
que le resulta invencible. A criterio del profesor Quirós Pírez, “por mal temido se entiende el
peligro de un perjuicio para un bien jurídico”,48 propio o ajeno.
Para determinar qué bienes jurídicos pueden ser atacados o puestos en riesgo por el mal
amenazante y dar lugar a la eximente tratada se han seguido dos criterios: el restrictivo y el
amplio. Los defensores del primer criterio argumentan que solo los bienes personalísimos
pueden ser atacados para que se configure el miedo insuperable, en especial la vida y la inte-
44
Juan Felipe Higuera Guimerá, La eximente del miedo insuperable en el derecho penal común y militar español (Barcelona:
Bosch, 1991), 125.
45
Gonzalo Quintero Olivares, Introducción al Derecho Penal. Parte general (España: Barcanova, 1981), 221.
46
Manuel Quintanar Diez, La eximente de miedo insuperable (Madrid: Editorial de Derecho Reunidas, 1998), 64.
47
Congruente con esta posición, se encontró en Cuba la sentencia número 304 de 12 de noviembre de 1940 que expresa:
“(…) existiendo también un factor de orden subjetivo en el agente y que no todas las personas son igualmente suscepti-
bles de sentir con igual intensidad los efectos del terror o el miedo”.
48
Quirós Pírez, Manual ..., 387. Con este mismo criterio José Antonio Sainz Cantero, Lecciones..., 113 y Luzón Peña,
Diego Manuel, “Voz ‘Miedo insuperable’ e ‘inexigibilidad y exigibilidad”, en Enciclopedia Jurídica Básica Civitas (1995),
2904, quien deduce que “la conducta en cuestión ha de estar motivada únicamente por el miedo”.
gridad corporal. Los de la segunda tesis plantean que no existen límites a los bienes jurídicos
que pueden ser atacados o puestos en riesgos.49
Después de haber evaluado ambos criterios y de realizar el escudriñamiento del ordena-
miento jurídico penal se advierte que el legislador cubano ha aceptado la segunda tesis, pues
no particulariza qué bienes jurídicos serían los protegidos por la eximente que se estudia. Por
ello se sostiene que en Cuba, expresión de una correcta postura dogmática, se deja abierto el
amparo de esta causa de exoneración, incluso cuando el miedo se funde en un mal que ame-
nace a otras personas.50
Por otra parte se exige que el mal temido deba provenir de un acto humano, extraño a la
voluntad del propio sujeto, que razonablemente le haga creer la apariencia del mal. El mismo
puede realizarse de disímiles formas, ya sea de palabra o por escrito, de manera expresa o
tácita. Sin embargo, no podrán ampararse en esta eximente los que por un deber legal están
obligados a resistirlo.51
Ahora bien, si el elemento del miedo insuperable constituye, como se dijo, la base funda-
mental de la eximente, el mal temido es la plataforma desencadenante del miedo de tal mag-
nitud. Por consiguiente, no podrá hablarse de miedo insuperable sin fundamentar la causa
que lo genera. Surgen entonces una serie de requisitos que deben caracterizar el mal temido y
que serán explicados brevemente. Estos son su a) ilegitimidad, b) inmediatividad, c) realidad,
y d) gravedad.
a) La ilegitimidad del mal temido
En la doctrina no existe acuerdo sobre la denominación exacta de este requisito. Se en-
cuentran alusiones de que el mal temido debe ser injusto,52 antijurídico o no justificado por
el ordenamiento jurídico,53 ilícito o, en fin, que se trate de un mal que no proceda de una
conducta que el derecho valora positivamente.54 Pero también existen posiciones divergentes
49
En este sentido, Andrew Ashworth, Principles of Criminal Law, segunda edición (Oxford: Claredon Press, 1995), 218,
expresa que parece extraño fijar el grado de la amenaza o del peligro limitando los bienes jurídicos, pues la seriedad de los
delitos respecto a los cuales puede alegarse puede variar considerablemente. Una horrible amenaza debería ser necesaria
para excusar a una persona que ha causado un daño grave.
50
Este es el caso, por ejemplo, de la madre que es obligada a abrir la caja de caudales de su centro de trabajo, al ladrón que
con la pistola colocada en la cabeza del pequeño hijo la conmina a que le facilite la sustracción del dinero que se halla
depositado en dicha caja de caudales.
51
Quien libre y voluntariamente acepta una función de protección de bienes respecto a determinados peligros no puede
después rehuir de tal tarea en atención a los peligros de la misma. Este es el caso, por ejemplo, del bombero, el capitán
del buque o el soldado que por razón de su profesión tienen el deber legal de arrostrar el peligro.
52
Federico Puig Peña, Derecho Penal. Parte general, t. II, sexta edición (Madrid: Revista de Derecho Privado, 1969), 48.
53
Fernando Díaz Palos, “Miedo insuperable”..., 353.
54
María Luisa Cuerda Arnau, El miedo insuperable. Su delimitación frente al estado de necesidad (Valencia: Tirant lo Blanch,
1997), 114.
que defienden que dada la naturaleza subjetiva de la eximente es posible su apreciación inclu-
so en casos en los que el mal que amenaza proviene de una actuación legal.
En esta línea de pensamiento destaca Higuera Guimerá, quien sostiene que, dadas las
características y connotaciones psicológicas y personalísimas del miedo, es indiferente que
el móvil de este sea de carácter lícito o ilícito, pues lo decisivo es que la libertad del sujeto
quede restringida.55 Criterio este que puede considerarse acertado si se tiene en cuenta que lo
relevante, la base de la eximente es la situación de miedo, no la licitud o ilicitud de la causa
que lo genera. Por ello la existencia de autores que consideran oportuna la exclusión de este
requisito de las legislaciones penales. La situación de miedo en que se encuentra el sujeto y
que lo impulsa a actuar constituye un ambiente en el que simplemente reacciona ante un mal
que podrá ser legítimo o no, pero lo relevante resulta que el individuo tiene trastocada su
capacidad de decisión en ese momento.
Sin embargo, si bien es evidente la naturaleza subjetiva de la eximente tampoco se puede
hacer de ella barrera infranqueable que imposibilite la punición de determinados comporta-
mientos. No puede esta esgrimirse como escudo protector de actuaciones que racionalmente
deben ser soportadas por la sociedad en correspondencia con su orden legalmente establecido.
En consecuencia, no se puede argüir la eximente ante un acto legal de detención, igualmente
cuando el mal temido se halla amparado en una causa de justificación y mucho menos cuan-
do este haya sido provocado o buscado de propósito por el sujeto actuante.
b) La inmediatividad del mal temido
Este requisito exige la inmediatividad del mal que produce el miedo insuperable.56 Pero
que el mal sea inminente si bien parece una situación de fácil determinación también ha
generado en la dogmática dos posturas: aquellos que siguen un punto de vista temporal y los
que se afilian al criterio causal.
Argumentando el primer criterio, mal inminente es aquella situación de riesgo en que
por su etapa de desarrollo y acontecimientos está cercano a concretarse el daño. Por ello, de
conformidad con esta posición, si el peligro ha acabado o es remoto no se constituirá la exi-
mente.57
Dando paso al segundo criterio, la inmediatividad se concibe como una relación causal
donde la inmediatez del mal temido se ha previsto como un vínculo de causa y efecto. A este
criterio es al que nos afiliamos, porque la inmediatividad no se puede valorar de forma ab-
55
Juan Felipe Higuera Guimerá, La eximente del miedo... 122.
56
Establecen este requisito los códigos penales de Nicaragua y Honduras.
57
Quirós Pírez, Manual ..., 389.
soluta, toda vez que la situación de miedo puede originarse como secuela de una experiencia
traumática anterior o que alcanzó un estado de perturbación como resultado de un dilatado
proceso. Esto ocurre porque los procesos psicológicos arrastran experiencias pasadas, y un
simple detonante puede hacer explotar la alteración del miedo y la reacción indebida ante
él.58 Es lo que se conoce en psicología como “reacción de fondo”.59
c) La realidad del mal temido
La realidad del mal temido es otro de los requisitos que componen esta eximente, y se trata
de determinar si tiene que ser obligatoriamente real o se admite que sea imaginario. Este tema
ha sido ampliamente discutido en la doctrina. Se puede apreciar a tratadistas como Córdoba
Roda al considerar que “el miedo puede ser imaginario y no real, puesto que desde un punto
de vista psicológico no hay duda de que miedo es tanto el estado emotivo ante un peligro real,
como el que surge ante uno objetivamente inexistente pero supuesto”.60 En sentido opuesto,
Díaz Palos sostiene que “la eximente exige que sea real o conocido y no aparente”;61 sin em-
bargo, reconoce que desde un punto de vista psicológico es totalmente indiferente que el mal
que amenaza sea real o aparente.
Como se puede apreciar, desde un punto de vista psicológico no hay duda de que el mie-
do puede surgir de cara a un peligro objetivamente real, o por la percepción de un peligro
inexistente pero que el sujeto cree real. Por otro lado, la regulación de la eximente en Cuba
no exige que el mal temido sea cierto. La posición tomada al respecto por el ordenamiento
jurídico cubano parece basarse en su clara naturaleza subjetiva, de manera que no se requiere
que el mal temido sea indudablemente mostrado en las circunstancias objetivas, y alcanza con
que el sujeto lo distinga y sea capaz de activar sus sentidos brindando resistencia y rigiendo
toda su atención al peligro que le intimida, concurra o no. Lo trascendental, por tanto, es la
perturbación estimulada por el miedo en el sujeto.
Por lo antes expuesto, se puede afirmar que la realidad o no del mal para nada afecta la pre-
sencia del miedo psicológicamente entendido, y por ende debe apreciarse la eximente siempre
que el autor obre impulsado por miedo insuperable.62
58
Es el caso de la mujer que diariamente cuando el esposo llega en estado de embriaguez al hogar la golpea hasta que un
día ante el temor de ser brutalmente lesionada lo golpea con una lámpara causándole lesiones graves que le produjeron la
muerte.
59
Quirós Pírez, Manual ..., 390.
60
Córdoba Roda, J., Las eximentes incompletas en el Código Penal (Oviedo, 1966), 351.
61
Fernando Díaz Palos, “Miedo insuperable”..., 355.
62
En este sentido, Luis Jiménez de Asúa, Tratado de Derecho Penal, t. VI (Buenos Aires: Losada, 1977), 913: “Lo que im-
porta en primer término es que la persona obre impulsada por miedo insuperable. Si en efecto se probare que actuó u
omitió por miedo, aunque se demostrara que no tenía realidad el mal que se imaginó el sujeto, ¿negaríamos por ello que el
miedo es real?”. En este mismo sentido, Bustos Ramírez, Juan y Hernán Hormazábal Malaree, Manual de Derecho Penal,
cuarta edición (Barcelona: PPU, 1994), 519: “Da lo mismo que el mal sea real o no para los efectos de una motivación”.
En resumen, se puede afirmar que es intrascendente que el mal sea grave. Lo que verda-
deramente interesa es la intensidad que causa sobre la psiquis del sujeto, quebrantando su
voluntad, imposibilitándole motivarse ante la norma y resistir ante las circunstancias que lo
provoca.
C) El mal ocasionado
El último elemento que integra esta eximente es el referido al mal ocasionado, conceptua-
lizado por Quirós Pírez como “el perjuicio inferido a un bien jurídico ajeno, o sea, el hecho
cometido por el sujeto que reúne las características propias de alguna figura delictiva”.64 Pero
para la apreciación de esta eximente, el mal ocasionado debe ser el resultado directo de la
actuación por miedo, y como requisito también se sostiene por algunos autores que ha de
exigirse la proporcionalidad entre este y el mal temido.65
a) La proporcionalidad entre el mal causado y el mal temido
La proporcionalidad de males es otro de los requisitos requeridos al sujeto en condicio-
nes de miedo, lo cual se considera una contradicción.66 Pues si se requiere que el miedo sea
insuperable, de dimensión tal que someta su voluntad e imposibilite la motivación acorde a
Asimismo, Cobo del Rosal y T. S. Vives Antón, Derecho Penal..., 627: “El fundamento de la eximente incluye tanto los
males reales como los inexistentes”.
63
Quirós Pírez, Manual ..., 393.
64
Quirós Pírez, Manual ..., 388.
65
Quirós Pírez, Manual ..., 393.
66
Sin embargo, establecen este requisito los códigos penales de Guatemala y Perú.
derecho, no se le debe exigir que evalúe los resultados de su conducta, evaluando entre el mal
temido y el que se provoca.
Para proporcionarle solución a esta controversia, se la puede ver desde dos criterios, el ob-
jetivo y el subjetivo. Si se concibe atendiendo a un criterio objetivo, se deberá tener en cuenta
los efectos del mal temido y el mal producido, lo cual posee sentido al evaluarse la concurren-
cia de la eximente del estado de necesidad que es de naturaleza objetiva, no siendo el caso del
miedo insuperable como ya se ha expuesto. Si se sigue el segundo criterio, la evaluación de
los males debería juzgarse por las específicas circunstancias propias del sujeto en el instante en
que se instaura las condiciones de miedo (edad, constitución física, enfermedad, entre otros).
Este último criterio es el más racional porque corresponde apreciar estas circunstancias cuan-
do se está ante un peligro inminente al cual no se sabe cómo se va a reaccionar.
Por otra parte, los países que estudiamos regulan la eximente que se analiza, aunque no
siempre bajo la titulación de miedo insuperable o invencible. Solo los códigos penales de
España, Chile, Guatemala y Honduras lo hacen de esta manera, mientras que Colombia,
Nicaragua, Costa Rica y Argentina lo establecen bajo la denominación de coacción o amena-
za. Por ello se considera que estas últimas legislaciones aún siguen la concepción antigua que
comprende dentro de la vis compulsiva o violencia moral la coacción propiamente dicha y el
miedo insuperable.
Rompiendo con esta tendencia encontramos a México con una técnica legislativa que se
sustenta en posiciones más modernas de la dogmática penal. En este sentido, en su artículo
29.9 se refiere a las causas de inexigibilidad de otra conducta siendo coherente con la postura
teórica que asumimos.67
En relación a la exigencia expresa de los requisitos en el texto normativo, se advierte que
siguiendo un criterio acertado, la mayoría de los códigos estudiados no lo establecen (España,
Chile, Colombia, México y Honduras). Solo Argentina, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica
exigen algunos de los requisitos de naturaleza objetiva ya examinados.68
En resumen, para considerar esta eximente se debe valorar exclusivamente la insuperabi-
lidad del miedo en sí mismo, fuera de diferentes juicios valorativos, rigiéndose solamente al
cimiento de la misma: la intensidad del temor a un mal que trastorna la voluntad e incita la
acción contraria a derecho, con la independencia de la proporción entre los males temidos y
producidos.
67
Vid. Anexo 2.
68
Se trata por ejemplo de la ponderación de males, la inmediatividad, gravedad y realidad.
Estas dos eximentes poseen puntos en común como es el miedo sentido por el sujeto, pero
se diferencian en la actuación del mismo; por ejemplo, la persona que se rebela ante la fuente
de donde proviene el miedo conseguirá alegar legítima defensa siempre que se presenten los
demás requisitos de esta eximente. No es el caso del miedo insuperable, pues quien tiene una
reacción ante la fuente que le ocasionó el miedo puede exponer que el mismo fue vencido, y
en este caso no se puede considerar la misma.
B) Distinción entre el miedo insuperable y el estado de necesidad
Para distinguir estas dos eximentes se han seguido dos teorías: la situación motivacional
y la teoría que sitúa la diferencia en la distinta procedencia del mal. Los que definen la pri-
mera teoría expresan que en el estado de necesidad el sujeto se halla en un perfecto estado de
serenidad, mientras que en el miedo insuperable el estado emotivo no admite la reflexión.70
En la segunda teoría71 se enuncia que en el estado de necesidad el peligro puede originarse
de un suceso natural o de la acción del hombre. En este caso, ante el enfrentamiento de dos
bienes jurídicos procede justificadamente quien salva uno de ellos siempre y cuando el peligro
no podía ser salvado de otro modo y sacrificando un bien menor por uno superior. No es el
caso del miedo insuperable, en que el miedo afecta la normalidad psíquica de la persona y por
ende no logra solucionar el conflicto en cuestión de una forma objetiva ponderando un bien
sobre el otro, es decir, no se le puede exigir otra conducta.
Otras de las diferencias es que en el miedo insuperable el sujeto actúa contrario a derecho
porque tiene constreñida su voluntad, lo que lo convierte en un transgresor de la norma. En el
caso del estado de necesidad, el autor obra justificado para proteger un bien jurídico superior
convirtiéndose en un colaborador del orden jurídico.
C) Distinción entre el miedo insuperable y el trastorno mental transitorio
Dentro de las causas de inimputabilidad se encuentra el trastorno mental transitorio, cri-
terio mayoritario manifestado en la doctrina y que es definido por Gómez López como
69
Quirós Pírez, Manual ..., 397-398.
70
Sobre esta teoría podemos encontrar a Paredes Vargas, César Augusto, “La eximente del miedo insuperable en el Código
Penal peruano de 1991. Su aplicación por los juzgados y las salas penales de Junín” (tesis presentada para optar por el
grado científico de doctor en ciencias jurídicas, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2002), 189. María Luisa
Cuerda Arnau, El miedo insuperable..., 165.
71
Sobre esta segunda teoría ver José María Rodríguez Devesa y Alfonso Serrano González, Derecho penal español..., 648.
72
Jesús O. Gómez López, Culpabilidad e inculpabilidad. Derecho Penal y derechos humanos, segunda edición (Madrid: Trí-
vium, 1996), 469.
se debe precisar que existen determinadas personas que tienen la obligación de tolerar ciertos
peligros y que por esta razón verán dificultada su alegación.
El estudio jurídico comparado revela que los códigos penales analizados regulan la eximen-
te, ya sea como miedo insuperable o coacción, y la mayoría acertadamente no establecen los
requisitos que se han criticado.
Finalmente, se aprecian diferencias con otras eximentes con la que puede ser confundida
(legítima defensa, estado de necesidad, trastorno mental transitorio) al tener puntos de con-
tacto, pero ineludiblemente, el miedo insuperable es una eximente que goza de autonomía.
FUENTES NORMATIVAS
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de Colección Temas Jurídicos [s/f. e]
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CUBA
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23 de mayo de 1879 del Ministerio de Ultramar.
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Miedo Insuperable
ESTRUCTURA REQUISITOS
Ilegitimidad
Inmediatividad
Existencia de un mal
Realidad
Gravedad
Existencia de una
Insuperabilidad
situación de miedo
Proporcionalidad al mal
Un mal ocasionado
temido
España Artículo 20
Están exentos de responsabilidad criminal:
6. El que obre impulsado por miedo insuperable.
Chile Artículo 10
Están exentos de responsabilidad criminal:
9. El que obra violentado por una fuerza irresistible o impulsado por un miedo
insuperable.
Colombia Artículo 40
Causales de inculpabilidad. No es culpable:
2. Quien obre bajo insuperable coacción ajena.
Argentina Artículo 34.- No son punibles:
2º El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un
mal grave e inminente.
México Artículo 29. El delito se excluye cuando:
9. (Inexigibilidad de otra conducta). En atención a las circunstancias que concurren
en la realización de una conducta ilícita, no sea racionalmente exigible al sujeto
una conducta diversa de la que realizó, en virtud de no haberse podido conducir
conforme a derecho.
Guatemala Artículo 25
Son causas de inculpabilidad:
MEDIO INVENCIBLE
1o. Ejecutar el hecho impulsado por miedo invencible de un daño igual o mayor,
cierto o inminente, según las circunstancias.
Honduras Artículo 25
Tampoco incurren en responsabilidad penal:
1) Quien obra impulsado por fuerza física irresistible o miedo insuperable.
Nicaragua Artículo 28
Están exentos de responsabilidad criminal:
5º El que obra violentado por una fuerza física irresistible o impulsado por amenaza
de un mal inminente y grave.
Recibido: 13/2/2017
Aprobado: 23/5/2017