2005 CÁTEDRA ET AL Literatura Popular Impresa PDF
2005 CÁTEDRA ET AL Literatura Popular Impresa PDF
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actas
5
director
Pedro M. Cátedra
coordinación
Eva Belén Carro Carbajal
dirigido por
PEDRO M. CÁTEDRA
edición al cuidado de
Eva Belén Carro Carbajal, Laura Mier,
Laura Puerto Moro & María Sánchez Pérez
SALAMANCA
Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas
Instituto de Historia del Libro y de la Lectura
MMVI
De este libro se han impreso doscientos cincuenta
ejemplares, de los cuales cuatro en papel de hilo.
© SEMYR
I.S.B.N.: 84-934697-3-4
Depósito legal: S. 586-2006
Compuesto e impreso en Gráficas Cervantes S.A.
(Salamanca)
TABLA
Nota preliminar
[13-14]
k
I
FORMAS Y TEMAS
ELENA DI PINTO
El peso de la tradición escarramanesca: un «mínimo» soneto escarramanado
[65-75]
BLANCA PERIÑÁN
Más sobre glosas de romances
[95-109]
8 TABLA
STEPHEN RECKERT
«Verba volant, scripta manent».
Metamorfosis de la «lyra minima» oral en Occidente y Oriente
[131-143]
II
GÉNEROS
KENNETH BROWN
Tres relaciones poéticas o métricas de autos de fe impresas en el siglo XVII
y un ejemplo de una subversión del subgénero en forma manuscrita
[193-213]
III
FUNCIONES
MARIA D’AGOSTINO
Una versión española de la leyenda del pez Nicolás
[281-288]
AURELIO GONZÁLEZ
Funciones de la antigua lírica popular en el teatro del siglo XVII
[317-329]
MARIANA MASERA
Algunos aspectos de la multiculturalidad en las literaturas novohispanas:
España, África y América
[331-347]
IV
DIFUSIÓN
VIÇENT BELTRÁN
Imprenta antigua, pliegos poéticos y cultura popular (-1516)
[363-379]
JOAQUÍN DÍAZ
Surtido de romances en los tiempos modernos: sus mecanismos de trasmisión
[401-413]
GIUSEPPE DI STEFANO
El impresor-editor y los romances
[415-424]
MARGIT FRENK
Impresos vs. Manuscritos y la divulgación
de la lírica de tipo popular en los siglos XVI y XVII
[477-490]
MARIO GARVIN
Sobre sociología de la edición: el orden del «Cancionero de romances» (s.a. y 1550)
[491-502]
CÉCILE IGLESIAS
Avatares populares y tradicionales de algunos romances
y romancillos nuevos del siglo XVII
[503-521]
V
HISTORIA
MARÍA PILAR COUCEIRO
La incidencia del trasmundo clásico en la literatura popular
[565-575]
CARLOS NOGUEIRA
Aspectos da literatura de cordel portuguesa
[595-624]
k
VI
TEORÍA
TATIANA BUBNOVA
En torno a la cultura popular y a la otredad del pueblo
[627-640]
JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
La literatura popular como literatura menor (Narrativa)
[641-654]
BÉNÉDICTE VAUTHIER
Mijail Bajtin, ¿historiador de lo popular?
[655-667]
k
VII
APÉNDICE EXTRAVAGANTE: TEXTO
JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
La letra sobre la letra. Un testimonio manuscrito inédito
de Juan del Encina en unas Constituciones (1498)
[671-721]
k
13
14 NOTA PRELIMINAR
17
18 JOSÉ MARÍA ALÍN
2. Antonio Rodríguez Moñino, Las series valencianas del Romancero nuevo y los
Cancionerillos de Munich (1589-1602), Valencia: Diputación provincial, 1963. Las seguidi-
llas del Quarto cuaderno en las págs. 262-264; las otras en las págs. 239-240 y 286-289,
respectivamente.
3. Juan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid:
Gredos, 1961, data en 1599 la aparición de la palabra «seguidilla». Por lo que luego digo
hay que retrotraer la fecha varios años.
4. Utilizo la edición de Barcelona, 1727.
5. La Aprobación la firma Fray Diego Dávila el 13 de enero de 1598. El texto citado
en Francisco Rico, La novela picaresca española, Barcelona: Planeta, 1967, I, pág. 404.
6. «De todos modos, la boga de esta seguidilla que ahora nos ocupa nació con el
siglo, y, a lo que parece, a los poetas del tiempo les llegó de las calles –de las calles de
Sevilla, probablemente– y se las impuso un cambio general de gustos» [José F. Montesinos,
Introducción, pág. LXXVII, a Primavera y flor de los mejores romances (Madrid, 1621),
Valencia: Castalia, 1954].
7. Miguel de Cervantes, Novelas ejemplares, edición de Juan Bautista Avalle-Arce,
Madrid: Castalia, 1982, I, pág. 262.
8. Las Novelas ejemplares aparecieron en 1613, pero en Quijote, I, cap. 47, menciona
ya una «novela de Rinconete y Cortadillo».
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 19
Cervantes escribió tal afirmación, pero con toda seguridad fue antes de 16048.
Aparte todo esto, conviene recordar aquí una muy atinada observación de
Margit Frenk: «Es interesante que entre las seguidillas impresas en Valencia
en 1597 y 1598, figuren ya la famosa de ‘Río de Sevilla, | ¡quién te
pasase…!’ y (Munich, XIV) la de ‘Salen de Sevilla | barquetes nuevos…’,
lo cual parece demostrar, al menos, una influencia de la seguidilla sevi-
llana en 1597 o poco antes»9.
Aunque no voy a extenderme aquí sobre la rápida y fulgurante expan-
sión del género, sí quiero dejar constancia del hecho. En el plazo de veinte
años, la seguidilla se enseñoreará en todos los ámbitos; y esto ocurre, en
buena medida, no sólo por el éxito que indudablemente iba alcanzando
por las calles, sino por su presencia en la poesía lírica bien como cabeza
de multitud de letrillas o bien por su asociación con el romance.
12. Véase José María Alín & María Begoña Barrio Alonso, El cancionero teatral de
Lope de Vega, Londres: Támesis, 1997.
13. Díaz Rengifo apunta: «Este nombre parece le toman de la facilidad del verso para
seguir». Véase también lo que dice Manuel García Matos, Cancionero popular de la provincia
de Madrid, Barcelona & Madrid: CSIC, 1951, págs. XXXVIII-XXXIX.
14. A los ya citados al comienzo hay que añadir el Segundo qvaderno de varios
romances, de 1598, págs. 205-209, que recoge veinte.
15. M. Frenk Alatorre, Estudios, pág. 251, nota 9.
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 21
Pero son unos pocos manuscritos poéticos, no musicales, los que reúnen
los mayores conjuntos. De ellos ninguno tan abundante como el catalán
Jardi des Ramelleres del que Brown extrajo doscientas cuarenta seguidi-
llas18; a éste siguen el 3890 de la Biblioteca Nacional de Madrid, con ciento
veintisiete y, en menor medida, los manuscritos 3915 y 3985, de la misma
Biblioteca, y el 125 de la Universitaria de Barcelona. No son los únicos,
evidentemente; también se encuentran en otros (3884, 3913…), pero con
cuantía más reducida. Lo más notable de estos manuscritos es que en
ellos abundan las que son, incuestionablemente, de origen popular. Son
colecciones que surgen de lo que el amanuense oyó en la calle y en las
que se mezclan desde las más líricas e ingeniosas o pícaras a las más
groseras y chabacanas. Colecciones hechas al correr de la pluma, a batu-
rrillo, sin pretensión de relacionar unas canciones con otras, y en las que
a una tan delicadamente intimista como
16. Cancionero musical y poético del siglo XVII, recogido por Claudio de la Sablonara,
edición de J. Aroca, BRAE (1916-1918).
17. G. M. Bertini, La romanza spagnola in Italia, Turín: Giappichelli Editore, 1970,
págs. 55 y sigs.
18. K. Brown, «Doscientas cuarenta seguidillas antiguas», Criticón, 63 (1995), págs. 7-
27, procedentes del manuscrito Jardi des Ramelleres, de la Biblioteca del Ateneo Barce-
lonés, fechado en 1635.
22 JOSÉ MARÍA ALÍN
a confrontar y relacionar. Dos textos que, puestos uno al lado del otro,
apuntan hacia el modo en que estas estrofillas se organizaban para el
canto. De un lado está la larga serie de seguidillas, nada menos que 138,
que el escritor madrileño Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo incluyó en
su obra La sabia Flora malsabidilla (1621)22. De otro la que, bajo el título
de «romançe», aparece en un cancionero manuscrito zaragozano conocido
como Cancionero de 1628 23. Pero lo cierto es que este poema no es otra
cosa, salvo algún añadido procedente del mismo Salas, que una versión
reducida de la citada serie. En efecto, de las 96 seguidillas que lo
componen, 83 se encuentran en la serie del madrileño. Y si esto no fuere
suficiente otros datos nos llevan a asegurar que la versión del manuscrito
no parte de otra fuente que no sea el mismo Salas. Y es que de esas 13
que faltan para completar las 96, si exceptuamos una que no se encuentra
en el novelista, 10 aparecen en otra corta serie de 12 inserta en páginas
anteriores de la misma obra, y dos más se encuentran en otro libro del
mismo autor, Corrección de vicios 24, publicado varios años antes (1615).
Sumando y resumiendo, de las 96 que componen el «romançe», 93 las
reprodujo Salas en dos pasajes distintos de La sabia Flora malsabidilla y
dos más en una novela aparecida con anterioridad. Sólo, pues, una es
ajena al escritor madrileño. Y más aún: si exceptuamos las dos que recogen
sendos manuscritos de la Biblioteca Nacional (la núm. 19 está en el ms.
3890, la núm. 30 en el 3985) y las seis que figuran en otro catalán ya
citado (son los núms. 1, 9, 21, 27, 81 y 92)25, para el resto no hay otra
fuente conocida, ni anterior ni posterior, que el mismo Salas. Este dato
resulta abrumador en sí mismo y, junto con los otros, corrobora lo ya
dicho: que la fuente del manuscrito es, sin duda, Salas Barbadillo.
Establecido esto, surgen otras dos cuestiones, desiguales en impor-
tancia, pero una de ellas básica. En primer lugar, por su importancia, está
el hecho de que el Cancionero de 1628 presenta un trastrueque absoluto
en cuanto a la ordenación de las seguidillas. Sólo las dos primeras coin-
ciden en ese aspecto; la tercera de Salas no aparece en el Cancionero; la
cuarta y quinta pasan a tener los núms. 28 y 29; la sexta es ahora la 65,
en tanto que la quince la 81, la veinte la 42, y etc. etc. En segundo lugar,
¿por qué el compilador, en el supuesto de que fuese también el autor del
«romançe», en lugar de limitarse a utilizar la serie larga de Salas, de la que
tomó la mayoría a la par que eliminaba buena parte, habría decidido
complementarla con la casi totalidad de la serie corta? Y hacerlo, además,
con desorden semejante: si las núms. 1 y 2 de esta otra serie pasan a ser
la 7 y la 8, la 3 es en el Cancionero la 32, la 4 la 79, etc. ¿Cómo inter-
pretar todo esto? Se me ocurren un par de respuestas. La primera, poco
verosímil, que el compilador del manuscrito, con semejante proceder
(eliminar, añadir, desordenar), intentase dar la apariencia de que su
«romançe» no debía nada a las obras de Salas; la segunda, mucho más
probable, que el dicho compilador, como suele suceder en la mayoría de
los manuscritos, no fuese más que eso: un simple afanador y recogedor
de escritos ajenos y, en consecuencia, no el autor del poema; así que se
limitó a transcribirlo tal y como lo había recibido. Pero esto no aclara el
porqué de esa diferente ordenación. Tataré de explicarlo más abajo.
Todo lo anterior nos lleva, también, a preguntarnos ¿había aprendido
esas seguidillas Alonso Jerónimo en Madrid o las escuchó en Zaragoza?
Es difícil responder, con seguridad absoluta, a interrogantes de este tipo;
pero las varias alusiones que en las mismas se hacen a Madrid, la Corte,
el Soto de Manzanares, el río de este nombre y el Prado apuntan, con un
alto grado de certidumbre, a que el origen de tales canciones está en el
entorno madrileño. Lo que vendría a incidir, una vez más, en la posibi-
lidad de que haya sido Salas Barbadillo la fuente real del «romance» del
Cancionero zaragozano. ¿Por qué me he preguntado si podría haberlas
oído en Zaragoza? Porque hay un hecho que no podemos pasar por alto:
que nuestro escritor residió durante algún tiempo en esa capital aragonesa.
Por motivos que aún son desconocidos la justicia le condenó a un destierro
que le obligó a marcharse de Castilla y refugiarse, aunque de paso, en el
reino de Aragón. Es así como acabó recalando en Zaragoza, a donde llega
el 1 de febrero de 1612.
En la capital aragonesa, y dadas sus aficiones literarias, pronto debió
de trabar amistad con otros amantes de las letras, y muy en especial con
el poeta y soldado Francisco de Segura. No era este personaje natural de
tierras aragonesas, sino manchego de Atienza, en donde había nacido en
1569, hijo de padres toledanos. Parece que, como soldado, pasó lo mejor
de su juventud en Portugal, de donde salió en 1594. Años más tarde,
en 1601, nos lo encontramos como Alférez en la Casa Real de la Aljafería de
Zaragoza, según consta en un opúsculo suyo de ese mismo año en el que
publica cuatro romances dedicados a la milagrosa Campana de Velilla.
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 25
27. No sobrepasan la docena. Salvo tres, el resto se encuentran entre las publicadas
por Brown.
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 27
28. Véase José María Alín, «Nuevas supervivencias de la poesía tradicional», en Estu-
dios de folklore y literatura dedicados a Mercedes Díaz Roig, edición de Beatriz Garza Cuarón
& Yvette Jiménez de Báez, México: El Colegio de México, 1992, núm. 46.
28 JOSÉ MARÍA ALÍN
por yuxtaposición. En algunos casos estos grupos son mínimos, pues sólo
constan de dos seguidillas. Y nos encontramos, también, con un número
quizá excesivo, aproximadamente una docena, de las que aparecen como
sueltas. Esto no sería nada anormal si se empleasen como separadores
entre grupos temáticos, lo que podría interpretarse quizás como un espacio
temporal que el cantante utiliza para pensar en un nuevo grupo. Serían,
pues, una especie de seguidillas-puente. Pero lo que aquí llama la aten-
ción es que llegan a aparecer como sueltas, es decir, absolutamente inde-
pendientes, hasta tres seguidas, y eso en dos ocasiones (41, 42, 43 y 57,
58, 59). Esto no obstante, una de esas que podemos considerar sueltas,
la núm. 43,
sirve, por atracción léxica (bufones), para introducir otro breve tema, el
del oro:
como tampoco habría ningún inconveniente para que la núm. 103 formara
parte de cualquiera de los grupos dedicados a los ojos (aunque quizá
conviniera mejor a otro hipotético de costureras):
Todo esto, más el hecho de que haya dos grupos, bien separados entre
sí, para los ojos y otros tantos para los cornudos, produce la sensación
de un cierto desorden, de una serie no suficientemente estructurada.
Convendría apuntar, sin embargo, que si esta serie fue realmente cantada,
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 31
Podría encontrase una cierta afinidad entre estas dos últimas. Pero lo
cierto es que la primera, dedicada a lamentar el que ya no nazca ningún
Alejandro, prototipo de la magnanimidad, lleva a que hasta el mismo día
lamente también su nacimiento puesto que «llora» con perlas, es decir, con
gotitas de rocío. Y nada tienen que ver ambas con la tercera, en la que
el sujeto es un mundo cuyos deleites no deben de ser tan buenos ni atrac-
tivos cuando el hombre, en su llegada a él, lo hace llorando. No es
frecuente que esta ligazón léxica se extienda, como aquí, a tres seguidi-
llas, sino que relacione solamente dos. Pero con este tipo de encadena-
miento, no siempre fácil, puede llegarse muy lejos.
32 JOSÉ MARÍA ALÍN
29. He aquí los tres textos: en la serie de Salas (58): «Sus forzados nos hacen las bellas
damas, | pues nos ponen cadenas y al fin nos rapan»; en Corrección de vicios: «Lindo oficio
se tienen niñas y damas; | en Madrid son ya todas | jueces de saca»; el del Cancionero:
«Pues que se han hecho todas jueces de saca | y forzados nos hacen las bellas damas».
30. También cabría interpretar que el cuarto no es tal, sino que son dos seguidillas
«sueltas». Las agrupo, simplemente, por la correlación entre sastre y agujas. Pero no se me
escapa que este nexo carece de fuerza suficiente. Por motivo semejante (el de un amor
adulterino) podría asociarse la 32 con el grupo anterior, que trata de los cornudos.
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 33
lado está el que de los cuatro grupos menores, tres vayan seguidos; de
otro el que de las tres estrofas «sueltas» o independientes, una aparezca
al final (y de esto me ocuparé luego) y las otras dos también se encuen-
tren seguidas. Más aún: uno de esos grupos, formado por dos seguidillas
(18-19) que no estaban en la versión de Salas, debería hacer parte del
que satiriza el amor venal y que acaba con la 17. Es como si después de
haberlo abandonado y pasado a otro tema el cantor rescatase del olvido
momentáneo otras dos del grupo que acababa de cerrar y no se resignase
a excluirlas. Ahora bien, ¿responden estos grupitos o estas seguidillas
sueltas a momentos de indeterminación? Pudiera ser. Pero si tenemos en
cuenta los momentos de aparición, cabe deducir que no obedecen a un
procedimiento sistemático, de estructura, sino absolutamente circunstan-
cial. Y, sin embargo, queda la duda. Y es que tanto unos como otras, salvo
en un caso (32-33), se presentan, como acabo de decir, agrupados: a poco
de comenzar, justo quince seguidillas después del inicio, tres de los cuatro
grupos de dos; poco antes de finalizar, pero también quince antes de la
última, dos de las tres sueltas (79-80). Tal equidistancia no deja de sorprender.
Mas aunque destacable, ni me parece significativa ni premeditada.
Sí me parece, por el contrario, digno de mencionar, la aparición, como
remate, de una seguidilla suelta, sin relación alguna con las anteriores.
El «romançe», efectivamente, finaliza criticando a los taberneros. Cabía
esperar que tal cantar fuese el introductor de otra serie sobre el tema. Al no
ser así, esta terminación abrupta, casi inexplicable, produce la impresión
de que nos encontramos ante algo inacabado, ante una serie trunca.
Permite, en definitiva, suponer que el poema, por motivos desconocidos,
quedó interrumpido. El lector se queda, inevitablemente, sorprendido. Y es
difícilmente aceptable pensar que un cantor pueda acabar una tan bien
organizada serie de manera tan brusca.
En cuanto a los que hemos denominado grupos mayores vemos, de
una parte, que responden, en general, a series bien definidas temáticamente;
de otra, que el cambio es siempre abrupto. Terminada una serie, la siguiente
comienza sin nada que la relacione con la anterior. Son conjuntos cerrados
e independientes. Pero su formación es diversa. Unas proceden, sin cambio
alguno, de Salas (81-85); otras llegan con considerable reducción (55-62;
en Salas 108-123); y en algún caso encontramos que se elimina una segui-
dilla pero se añade otra que la serie de Salas desconocía (86-95). Y las más,
y esto es lo más notable, se construyen por reagrupación de otras series
dispersas en Salas; buen ejemplo es la que comienza «Más mujeres que
hombres bruxas se hacen…» (42-54), que se inicia con cuatro de las que en
el madrileño era seis (20-25) y se sigue con otros dos grupos completos
(32-36 y 104-107).
34 JOSÉ MARÍA ALÍN
31. «Algunas cantadoras solían tener una sucesión de coplas que interpretaban habi-
tualmente manteniendo un orden, al cual denominaban la tira, formada por lo que ellas
llamaban la primera, la segunda, la tercera, etc. Esta característica no es frecuente: la mayor
parte de las cantadoras se dejaban guiar por su propia inspiración y poder de improvisa-
ción a la hora de lanzar las coplas», Fernando M. de la Puente Hevia, El baile d’arriba, Oviedo,
2000, pág. 130.
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 35
Números
S 1628
1 1 Yo estoy enfadosita, todo me cansa, | apercíbase el mundo que le doy vaya.
2 2 Cánsanme unos letrados a lo moderno | tan espesos de barba como de cuello.
3 Medellín es un pueblo corto en vecinos, | pues, ¿por qué no le pueblan muchos maridos?
4 28 Unos en los bonetes llevan los cuernos, | y otros están debajo de los sombreros.
5 29 Los de los bonetillos siempre son leves, | y a los de los sombreros cargarlos suelen.
6 65 Joyas de oro me pides, y estás muy flaca, | que recibes en oro y en marfil pagas.
7 Mil flaquezas cometes sin tener carne, | di, ¿con qué te disculpas de lo que haces?
8 Eres un pensamiento, flaca señora, | y con lo que ejecutas toda eres obra.
9 66 Los que de ti murmuran, tan flaca y leve, | yo no sé cómo hallan donde morderte.
10 67 Fuiste, cuando más gorda, de un escribano, | porque son carniceros siempre los gatos.
11 68 A un confeso le diste después tu cuerpo, | que es de perros muy propio roer los huesos.
12 69 Hila, pues ya eres vieja, que has de acertarlo, | si a tus carnes imitas en lo delgado.
13 70 ¿Cómo te faltan muelas si son de hueso, | y en la boca no tienes lo que en el cuerpo?
14 71 Mas seamos amigos, dame la mano, | no digan que me atrevo a lo que es más flaco.
15 81 Por lo mal que ha vestido robando a muchos, | al infierno mi sastre se fue desnudo.
16 82 El suceso parece muy peregrino, | ¿cómo se fue desnudo por lo vestido?
17 83 El no sabe qué hacerse, muere de hambre, | que andan en los infiernos todos en carnes.
18 84 No viniera al infierno, nadie lo dude, | si, como hizo pendones, hiciera cruces.
19 85 Arde también su vara, y allí le queman, | que aun él mismo se trujo parte de leña.
20 42 Más mujeres que hombres brujas se hacen, | por el gusto que tienen de ir por el aire.
21 43 Las que niñas chuparon viejos antiguos, | gustan cuando son viejas de chupar niños.
22 Como con el afeite se untan las caras, | gustan aun en los cuerpos de verse untadas.
23 44 Estas se van volando luego en muriendo | para ser volatines en el infierno.
24 45 A un cabrón se le ofrecen en sacrificio, | porque ven el retrato de sus maridos.
25 Yo pienso que las brujas son muy bubosas | por las muchas unciones que siempre toman.
26 13 Por Madrid en los coches se vende carne, | y es ya carnicería cualquiera calle.
27 14 No sé cómo se vende, no hay quién lo entienda, | siendo ellos los carneros, la carne de ellas.
28 27 Aquí son ministriles mujeres y hombres, | ellos tocan cornetas, ellas bajones.
29 26 De Cupido las fiestas celebra el suelo, | ¿qué de instrumentos se oyen, todos de hueso!
30 De la Corte se salen los cazadores, | olvidándose en ella del mayor bosque.
31 15 Véndese por el peso mi niña bella, | y saldráme muy cara, porque es muy necia.
32 46 Esta vieja lasciua de amor se abrasa, | toda es Caniculares, y toda canas.
33 47 Tiene el vino la culpa de que se encienda, | que ya hay viejas vinosas como las peras.
34 48 Todo lo ocupa el vino, raro misterio, | también se halla en pellejas, como en pellejos.
35 49 Aunque como está flaca vieja tan fiera, | igualmente es pellejo como pelleja.
36 50 Suda con grande gusto vieja tan mala | por librarle a su cuerpo de tener agua.
75 Yo que la sal no gasto de los señores, | más quiero los perniles que los bufones.
76 Porque a mí, yo confieso que es grosería, | bástanme los juglares de Algarrobillas.
77 Desdichado deseo, no deis más pasos, | porque siempre los pierden los desdichados.
78 35 Son notables ladrones tus ojos, Laura, | almas roban de todos, todos son alma.
79 36 Aunque si ellos son dueños de todo el mundo, | nada que robar tienen, que todo es suyo.
80 37 Con el hurto en las manos cogen a otros, | pero a vos con el hurto siempre en los ojos.
81 4 Ya faltaron del mundo los Alejandros, | que hasta el alba sus perlas nos da llorando.
82 5 Siempre que el alba nace llora, señores, | de ese modo nacemos también los hombres.
83 6 Ved qué tal es el mundo con sus deleites, | pues que todos llorando vienen a verle.
84 72 Tienes barros tan grandes en tus mejillas, | que pudieran ser lodos en tu basquiña.
85 Pues después que en el rostro te salen tantos, | más de cuatro basquiñas te habrán quitado.
86 Y así te sucede, que no es bien poco, | cuando tienes más barros estás sin lodos.
87 73 Bebes como tu madre, y eso lo causa, | que hay ya barros de vino como de agua.
88 74 Nácente hasta en la frente, no es desvarío | que se suban tan altos si son de vino.
89 75 Hasle dado a tu esposo gran parte de ellos, | y saliendo en su frente son mal agüero.
90 76 Mas como tú le tienes bien enseñado, | pasará por los lodos [texto, Iodos] y por los barros.
91 77 Dícenme que son bubas ciertos amigos, | con que vienen los barros a ser muy finos.
92 78 Y aunque en ellos se encierra fineza tanta, | de Lisboa no vienen, sino de Francia.
93 87 En la bolsa dolores mezquino tienes, | y aunque son bien notables parir no quieres.
94 88 No te faltan comadres, mas tu dureza | aún es tal, que no quieres parir con ellas.
95 89 Ya te ponen al parto, Dios sea contigo, | porque son peligrosos los primerizos.
96 ¿Qué despacio que pares! Mucho recelo | que pensando en el parto te quedes muerto.
97 90 El amor comadrero de cierta dama | en el puesto te pone para que paras.
98 91 En la casa te pone de aquel platero; | será el parto muy largo, mucho le temo.
99 92 Concebir dineritos es gusto grande, | pero, ¡ay Dios, lo que duelen cuando se paren!
100 93 El que se hace preñado de unos doblones | goza en alma y en cuerpo gustos conformes.
101 94 Pero cuanto dan gusto con su preñado, | tanto son dolorosos si llega el parto.
102 95 Pocos tienen dolores que no sean recios, | sólo pudo Alejandro parir sin ellos.
103 33 Cuando labra mi niña con sus agujas, | tanto hieren sus ojos como sus puntas.
104 51 Postas para el infierno me da una vieja; | yo más cerca le hallo, porque está en ella.
105 52 Alquilando mozuelas gozosa pasa, | y perdiendo sus vidas la suya gana.
106 53 Y cual si ella alquilara grandes palacios, | cobra los alquileres adelantados.
107 54 Pero a esto responde la vieja esquiva, | que también tiene cuartos lo que ella alquila.
108 55 La fregona que al río temprano baja, | tanto más sucia viene cuanto lavada.
109 56 Porque los lacayitos que las postean | desamparan caballos y buscan yeguas.
110 57 Hacen grande fineza bajando al río, | porque ven al verdugo que mata al vino.
111 58 ¿Cómo siendo vinosos estiman y aman | a unas medio Sirenas dentro del agua?
112 59 Dije medio Sirenas, no me arrepiento, | pues cantando descubren el medio cuerpo.
113 60 Desde hoy más yo os desprecio, mar arrogante, | ¡válganme las Sirenas de Manzanares!
114 La Sirena gallega de peor cuerpo | vale más que las que andan entre abadejo.
115 61 Mil Sirenas pescadas, por más que canten, | igualarse no pueden a una de carne.
116 62 Que aunque ellas encantan siempre cantando, | ser de carne Sirenas es más encanto.
117 Adelgazan la arena bailando aprisa, | piedras son de molino, y ella su harina.
38 JOSÉ MARÍA ALÍN
118 Mas si viene justicia cesa la fiesta, | al fin gustos fundados sobre el arena.
119 Mientras bullen bailando levantan polvo, | y de aquel polvo se hace después el lodo.
120 Bien se ve, Manzanares, que eres muy seco, | pues que del agua salen con tanto fuego.
121 Tus arenas parecen a las de Libia, | por las muchas serpientes que en ella crías.
122 Estas son unas viejas lavanderonas, | que tal vez en tus campos se vuelven zorras.
123 Y aunque en cuanto al lenguaje zorras se vuelven, | el semblante conservan de las serpientes.
124 Con las lunas contemplo de mis antojos, | en tus ojos suaves soles hermosos.
125 Bien merecen, ¡oh Laura!, que los adore, | pues les debo a sus lunas el ver tus soles.
126 En las lunas se miran de los espejos, | pero yo por las lunas mi espejo veo.
127 Cuando miro tus ojos por medio de ellas, | recibiendo tus rayos siempre están llenas.
128 De esos rayos hermosos y luz celestial, | recibiéndola ellas me lleno yo más.
129 Sin romper sus cristales pasan por ellos, | ellos más luz reciben, yo mayor fuego.
130 Duplicar sol y luna contempla el orbe, | yo duplico las lunas y tú los soles.
131 Cuando tú las retiras, tus ojos graves | son, para mal de los míos, lunas menguantes.
132 Tan escuras se miran sin tu belleza. | que a la sombra se hallan las lunas mesmas.
133 Y yo entonces me veo sin tu hermosura, | en antojos creciente, menguante en lunas.
134 34 El reír de tu boca señal es clara | de que el sol amanece, pues viene el alba.
135 No me embarco en invierno, porque los mares | me han dicho que padecen ventosidades.
136 Como el mar es tan vano, loco y soberbio, | con cualquier ventecillo se enoja luego.
137 Es el mar achacoso, según me cuentan, | ya de ventosidades y ya de flemas.
138 Consolémonos todos en nuestros males, | que hasta el mar no se libra de sus achaques.
Cancionero de 1628 *
C S
1 1 Yo estoy enfadadita, todo me cansa, | apercíbase el mundo que le doy baia.
2 2 Cánsanme vnos letrados a lo moderno | tan espesos de barbas como de cuellos.
3 46 Vsanse como el oro muchos amigos, | que siendo ellos mui falsos se dan por finos.
4 81 Ya faltaron del mundo los alexandros, | que asta el alua sus perlas nos da llorando.
5 82 Siempre que el alua nasce llora, señores, | dese modo nacemos también los hombres.
6 83 Ved qué tal es el mundo con sus deleytes, | pues que todos llorando vienen a verle.
7 El amor de la Corte camina apriesa, porque va caminando de venta en venta.
8 Que de modo se venden todas las damas, que le siruen de venta ya sus ventanas.
9 Música de doblones las damas piden, que mejor canta vn gato que cuatro cisnes.
10 Quien doblare más oro las damas lleua, porque quieren que viuas doblen por ellas.
11 71 Son las damas de ogaño como los perros, | porque vemos que baylan por el dinero.
12 72 Pienso que las mejores con gusto bailan, | porque aun allí dan bueltas y haçen mudanças.
13 26 Por la Corte en los coches se vende carne, | y es ya carnicería qualquiera calle.
14 27 No sé cómo se vende, no ay quién lo entienda, | siendo ellos los carneros, la carne de ellas.
15 31 Por el peso se vende mi niña bella, | y saldráme mui caro, porque es mui necia.
16 Parte de la pelota juegas mui bien, sacadora soi grande, mas no sé boluer.
17 58 Pues que se an hecho todas jueçes de saca, y forçados nos hacen las bellas damas. (Véase nota)
18 Aun la risa me vende mi niña bella, y es porque allí descubre coral y perlas.
19 Las casadas se venden como los libros, con licencia firmada de sus maridos.
20 Si es de graciosas perlas tu boca, niña, no será pedigüeña siendo tan rica.
21 41 ¿Cómo boca tan chica, niña de flores, | puede tener tan grandes las peticiones?
22 37 Ya de Madrid el Prado su nombre pierda, | y de oy más le llamen mercado o feria.
23 38 Júntanse allí del gusto los moatreros, | lonja es donde se tratan cambios de Venus.
24 40 ¡Cómo corren los tiempos libres y alegres! | Muchos salen al Prado por darse un verde.
25 39 Si ir al Prado dexares tu esposa, loco, | mientras ella va al Prado vete tú al Soto.
26 29 De Cupido las fiestas celebra el suelo, | ¡qué de instrumentos se oyen, todos de cuerno!
27 28 Ya no son menestriles mujeres y hombres, | ellos tocan cornetas, y ellas baxones.
28 4 Vnos en los bonetes lleuan los cuernos, | y otros están debaxo de los sombreros.
29 5 Los de los bonetillos siempre son leues, | y a los de los sombreros cargarles suelen.
30 A vn honrrado marido que callar sabe, no ay thesoro en las Indias con que pagalle.
31 Digan a mi belado que no trabaxe, bástale por oficio que sufra y calle.
32 Muérese por vn sastre cierta señora, que la carne de abexas es muy sabrosa.
33 103 Quando labra la niña con sus agujas, | tanto hieren sus ojos como sus puntas.
34 134 El reyr de tu boca señal es clara | de que el sol amaneçe, pues tiene el alua.
35 78 Son notables ladrones tus ojos, Laura, | almas roban de todos, todos son almas.
36 79 Aunque si ellos son dueños de todo el mundo, | nada que robar tienen, que todo es suio.
37 80 Con el hurto en las manos cojen a otros, | pero a vos en el hurto siempre en los ojos.
38 66 Lo que a ti más te agrada son tus cabellos, | por lo bien que te imitan haciendo enrredos.
39 67 Si asta en los cabellos al mundo enrredas, | ¡qué de enrredos que tienes en la cabeza!
40 69 Bella labradorcita, ¿qué roscos vendes? | Los que forman tus braços, ¿qué precio tienen?
41 70 Ay, que no tienen precio, guárdalos mucho; | más son roscos de viuos que de difuntos.
42 20 Más mujeres que hombres bruxas se haçen, | por el gusto que tienen de yr por el ayre.
43 21 Las que niñas chuparon viejos antiguos, | gustan quando son viejas de chupar niños.
44 23 Estos se van bolando luego en muriendo | para ser bolatines en el infierno.
45 24 A vn cabrón se le ofreçen en sacrificio, | porque ven el retrato de sus maridos.
46 32 Esta vieja lasciua de amor se abrasa, | toda es Caniculares, y toda canas.
47 33 Tiene el vino la culpa de que se encienda, | que ya ay viejas vinosas como las peras.
48 34 Todo lo ocupa el vino, raro mysterio, | también se halla en pellejas, como en pellejos.
49 35 Aunque como es tan flaca vieja tan fiera, | ygualmente pellejo como pelleja.
50 36 Suda con grande gusto la vieja mala | por librar a su cuerpo de tener agua.
51 104 Pastas para el infierno me da vna vieja; | yo más cerca le hallo, porque está en ella.
52 105 Alquilando moçuelas goçosa pasa, | y perdiendo sus vidas la suia gana.
53 106 Y qual si ella alquilara grandes palacios, | cobra los alquileres adelantados.
54 107 Pero a esto responde la vieja esquiua, | que también tiene cuartos lo que ella alquila.
55 108 La fregona que al río temprano baxa, | tanto más sucia viene quanto más lava.
56 109 Porque los lacaytos que la postean | desamparan caballos y buscan yeguas.
57 110 Haçen grande fiereça vaxando al río, | porque van al verdugo que mata al vino.
58 111 ¿Cómo siendo vinosos estiman y aman | a vnas medio sirenas dentro del agua?
59 112 Dixe medio Sirenas, no me arrepiento, | pues cantando descubren el medio cuerpo.
60 113 Desde oy más os desprecio, mar arrogante, | válganme las sirenas de Manzanares.
61 115 Mil sirenas pescados, por más que canten, | ygualarse no pueden a vna de carne.
62 116 Que aunque ellas encantan siempre cantando, | ser de carne syrenas es más encanto.
63 62 Con mujer que es tan fea no aurá quien case, | o a de morirse virjen o hacerse mártyr.
64 61 Vísten vnos de verde la virjen flaca, | y aun ay quien la coma con tanta salsa.
65 6 Joias de oro reciues, y estás tan flaca, | tú recibes en oro y en marfil pagas.
66 9 Loç que de ti murmuran, tan flaca y leue, | yo no sé cómo hallan donde morderte.
67 10 Fuiste, quando más gorda, de vn escribano, | porque son carniceros siempre los gatos.
68 11 A un conejo le diste después tu cuerpo, | que es mui propio de perros roer los huessos.
69 12 Hila, pues eres vieja, que as de acertarlo, | si a tus carnes imitas en lo delgado.
70 13 ¿Cómo te faltan muelas si son de huesso, | y en la boca no tienes lo que en el cuerpo?
71 14 Mas seamos amigos, dame la mano, | no digan que me atreuo a lo que es flaco.
72 84 Tienes barros tan grandes en tus mexillas, | que pudieran ser lodos en tus basquiñas.
73 87 Bebes como tu madre, y eso lo causa, | que ay ya barro del vino como del agua.
74 88 Nácente asta en la frente, no es disuarío | que te suban tan alto siendo de vino.
75 89 Asle dado a tu esposo gran parte de ellos, | y saliendo en su frente son mal agüero.
76 90 Mas como no le tienes bien enseñado, | pasará por los lodos y por los barros.
77 91 Dícenme que son bubas ciertos amigos, | con que vienen los barros a ser más finos.
78 92 Y aunque en ellos se encierra fineça tanta, | no vienen de Lisboa, sino de Francia.
79 Hija me llaman muchos, no será en balde, porque fue mui cumplida mi buena madre.
DE LAS SEGUIDILLAS A LAS SEGUIDILLAS SERIADAS 41
80 68 Tuertos tiene los ojos letrado necio, | que en d[e]rechos estudia y engendra tuertos.
81 15 Por lo mal que a vestido robando a muchos, | al infierno mi sastre se fue desnudo.
82 16 El suceso parece mui peregrino, | que desnudo se fuera por lo vestido.
83 17 El no sabe qué hacerse, muere de hambre, | que andan en el infierno todos en carne.
84 18 No viniera al infierno, sastre lo dude, | si, como hiciera pendones, hiciera cruçes.
85 19 Arde también su vara, y allí le queman, | que aun él mismo se traxo parte de leña.
86 [Y] los auaros, madre, son como cardos, que no son de provecho sino enterrados.
87 93 En la bolsa dolores meçquina tienes, | y aunque son bien notables parir no quieres.
88 94 No te faltan comadres, mas tu dureça | aún es tal, que no quieres parir con ellas.
89 95 Ya te ponen al parto, Dios sea contigo, | porque son peligrosos los primeriços.
90 97 El amor comadrero de cierta dama | en el puesto te pone para que paras.
91 98 En la casa te pone de aquel platero; | será el parto mui largo, mucho le temo.
92 99 Concebir dineritos es gusto grande, | pero, ¡ay Dios, lo que duelen quando se paren!
93 100 El que se haçe preñado de vnos doblones | goça en el alma y cuerpo gustos conformes.
94 101 Pero quando dan gusto con su preñado, | tanto son dolorosos si llega el parto.
95 102 Pocos tienen dolores que no sean necios, | sólo pudo Alexandro parir sin ellos.
96 57 [Y] ya los taberneros de nuestro siglo | an hecho maridaje del agua y vino.
CONNOTACIÓN Y SÍMBOLO EN LA LITERATURA
RELIGIOSA POPULAR IMPRESA DEL SIGLO XVI
1. Véanse, entre otros, los trabajos dedicados a san Juan de la Cruz en la recopila-
ción de estudios de Víctor García de la Concha, Al aire de su vuelo, Barcelona: Galaxia
Gutenberg & Círculo de Lectores, 2004, especialmente pág. 280 y sigs.
2. Están en prensa los volúmenes dedicados a la poesía religiosa en la literatura
popular impresa del siglo XVI, insertos en el marco del Proyecto de investigación «Cultura
popular y cultura impresa: Corpus, edición y estudio de la literatura de cordel de los siglos
XVI y XVII» [BFF 2003-00011], que dirige el prof. Pedro M. Cátedra.
3. Expresión que ya utilicé en «La hagiografía en los pliegos sueltos poéticos espa-
ñoles del siglo XVI», Via Spiritus, 10 (2003), págs. 81-111.
43
44 EVA BELÉN CARRO CARBAJAL
con ellos», en J. M. Alín, Cancionero tradicional, núm. 630. El cabello revuelto tiene fuertes
connotaciones eróticas también en los villancicos castellanos, pero no confundamos el
«cabello revuelto» con el «cabello despeinado», ya que la niña que así lo lleva no tiene
amores: «Puse mis cabellos | en almoneda, | como no están peinados | no hay quien los
quiera», en J. M. Alín, Cancionero tradicional, núm. 762.
17. Véase también Ana María Álvarez Pellitero, «La configuración del doble sentido en
la lírica tradicional», en Actas del II Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura
Medieval, Santiago de Compostela: PPU, 1985, en donde se exponen las técnicas que dejan
al descubierto el doble sentido en la lírica medieval, como la del engarce de una serie de
referencias implícitas a una tópica –no simbólica– consabida. No obstante, en el caso del
cabello nos encontramos con un símbolo en sí mismo.
18. Remito a Hans Biedermann, Diccionario de símbolos, Barcelona: Paidós, 1993,
págs. 78-79, que ofrece una revisión de ideas, creencias populares, símbolos y referencias
históricas respecto al cabello; la primera y más importante es la del cabello como «portador
de la energía vital» de la persona. Resulta curiosa la observación que sobre esto mismo realiza
Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española: «Naturalmente
se entiende y en lo moral se experimenta, que las mugeres, cortado el cabello, pierden mucho
de su brío y loçanía. Las yeguas y los cavallos, cortándoles las clines y los copetes, se
amansan», edición de Martín de Riquer, Barcelona: Alta Fulla, 1998, pág. 252.
19. «El atractivo sexual que de la caballera emana reside fundamentalmente en que ésta
aparezca suelta, frondosa y esparcida alrededor del rostro», en el completo y recomendado
estudio de Erika Bornay, La cabellera femenina: un diálogo entre poesía y pintura, Madrid:
Cátedra, 1994, pág. 139. Asimismo, está de acuerdo con la afirmación que sostiene Charles
Berg en The unconscious significant of hair sobre el poder fetichista del cabello, que «ha sido
en muchos hombres un factor determinante en su proceso de selección sexual, ya que la atrac-
ción por el cabello está relacionada con el desplazamiento que el subconsciente realiza del
pelo púbico al pelo de la cabeza», apud E. Bornay, La caballera femenina, pág. 15.
20. Cancionero de poesías varias [Manuscrito 2803 de la Real Biblioteca de Madrid],
edición de José J. Labrador Herráiz & Ralph A. DiFranco, prólogo de Máxime Chevalier,
Madrid: Patrimonio Nacional, 1989, núm. 66, pág. 255. Aparece a continuación su glosa:
«Si el amor çiego se ofende, | sin vellos, de imaginallos, | quien hubiere de mirallos | por
milagro se defiende, | pues biéndolos, obligáis | a que se pierdan por ellos, | si de lejos
los mostráis, | ¿cómo los llamáis ‘cabellos’? || Cosa de tanta velleça | no es digna de tal
renombre, | que ofende tan baxo nombre | lo menos de su lindeça | y si acaso, si los
dais, | por ofender más con ellos, | si de lejos los mostráis | ¿cómo los llamáis ‘cabellos’?
|| El coraçón que los vido | del modo que yo los vi, | queda tan fuera de sí | que le
engaña el apellido. | Pero después los dejáis | el sol enbidioso dellos, | si de lejos los mostráis
| ¿cómo los llamáis ‘cabellos’?», núm. 67, pág. 255.
CONNOTACIÓN Y SÍMBOLO EN LA LITERATURA RELIGIOSA POPULAR 47
21. Cancionero de poesías varias [Manuscrito 2803], núm. 72, pág. 258. Sigue también
su glosa: «Y vi tanta perfeción | en sus cabellos de oro, | que llenos de tal tesoro | pren-
dieron mi corazón. | Porque eran ricos cabellos, | quien los mira y mira a Ana, | el
momento le da gana | ser esclavo della y dellos. || Es cosa para espantar, | que quanto
están más cubiertos, | son en cautibar más ciertos | que prestos para enlaçar. | Mas yo vi
tales cabellos | en la cabeça de Ana, | que al momento que dio gana | ser esclavo della
y dellos», núm. 73, pág. 258.
22. Véanse las «coplas»: «Pastora, con vuestros laços | asistes mi coraçón, | mirad si será
raçón | que me vea en vuestros braços. || Cabellos de aquesa suerte | jamás los espero
ver, | porque haçen padecer | al que los ve con la muerte; | tanto que hecho pedaços |
anda buscando ocasión | por verse mi coraçón | apretado con tus braços», recogido en el
Cancionero del Bachiller Jhoan López [Manuscrito 3168 de la Biblioteca Nacional de Madrid],
edición de Rosalind J. Gabin, Madrid: José Porrúa Turanzas, 1980, vol. I, núm. 25, pág. 26, y
también la letra: «Por mirar vuestros cabellos | quitose la venda Amor | y estubiérale mejor
| dar otro nudo y no vellos. || Quitósela no entendiendo | lo que podría venir, | valiérale
mas vivir | deseando que muriendo, | pues fue de los laços bellos | atado con tal rigor |
que se le tornó dolor | toda la gloria de vellos. || Entenderá desta suerte | que fue grande
devaneo | dar armas a su deseo | con que le diese la muerte; | voluntad de conocellos |
era su pena mayor, | mirad si será peor | perder la vida por ellos. || Hiço sus ojos testiguos
| de tan alto merecer | y dio su mismo poder | victoria a sus enemiguos, | que si con estos
cabellos | quitó mill vidas Amor, | venguaranse en su dolor | los que padecen por ellos. ||
Quiso ver con que prendía | y de sus redes le prendieron, | y a herirle se volvieron | las flechas
con que hería, | quedar cautibo de aquellos | cabellos fue gran honor, | pero fuérale mejor
| adorallos y no vellos», en Cancionero del Bachiller Jhoan López, núm. 70, págs. 101-102.
23. Cf. el estudio de Mª. Pilar Manero Sorolla, Imágenes petrarquistas en la lírica espa-
ñola del Renacimiento, Barcelona: PPU, 1990.
24. Fernando de Herrera, Poesía castellana original completa, edición de Cristóbal
Cuevas, Madrid: Cátedra, 1985, pág. 265. De hecho, es un tema recurrente en la poesía de
Herrera. También tenemos ejemplos en Garcilaso de la Vega: «De los cabellos de oro fue
texida | la red que fabricó mi sentimiento | de mi razón, rebuelta y enredada, | con gran
vergüenza suya y corrimiento, | sujeta al apetito y sometida […]», Canción IV, vv. 101-105,
y: «Las luengas y delgadas hebras de oro, | la blanca frente, los hermosos ojos, | los cercos
donde Amor sus redes tiene […]», Égloga II, en Poesías completas, edición de Ángel L. Prieto
de Paula, Madrid: Castalia, 1989, págs. 89 y 128, respectivamente.
48 EVA BELÉN CARRO CARBAJAL
Yo abraçaré a ellos,
aquellos pies tan preciosos,
con más lloros muy sabrosos
limpiaré yo sus cabellos;
son hermosos y muy bellos
e limpiárselos he yo,
más que a mí lo quiero yo.
27. RM 1107: Villancicos o cancionero para cantar la Noche de Navidad, los quales son
éstos que se siguen. Nuevamente impressos en Granada, en casa de Hugo de Mena. Año de mil
y quinientos y sesenta y ocho; conservado en la Biblioteka Jagiellonska de Cracovia y editado
en facsímil por Mª. Cruz García de Enterría, Pliegos poéticos españoles de la Biblioteca Univer-
sitaria de Cracovia, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1975, núm. 4, y por Antonio Pérez Gómez,
Pliegos conmemorativos de la Navidad, Cieza: Antonio Pérez Gómez, 1949-1975, año 1960.
28. Recordemos, entre otros, al prolífico fray Luis de Granada y una de sus obras más
conocidas: Libro de Oración.
29. Bernardino de Laredo señala que «la misma Magdalena, que es figura de contem-
plación perfecta, por gozar de la perfección más alta de la contemplación quieta, sirvió a
nuestro Dios treinta años […] en muy extremo desierto, menospreciada y dejada o desechada
toda cosa consolable temporal, avisando a los que aprovechan y van a la perfección cuánto
es menester apartarse de todas las cosas que les son impedimento y de todo cuanto no les
ayuda para llegarse al más quieto encerramiento de la contemplación quieta, donde más se
halla Dios», en Subida del Monte Sión, Madrid: BAC, 1998, pág. 197. Sirve así María Magda-
lena de ejemplo de pura, quieta y perfecta contemplación: «La segunda manera que tiene
la voluntad de levantarse en quieta contemplación por sola la afectiva, sin medio de enten-
dimiento, ni pensamiento, ni de otra ocasión alguna, es alzarse súbitamente por vía de abra-
sante amor a se ayunar con su Dios por tomar mayor amor de la fuente y propio venero de
donde manó el amor, con el cual se levantó», B. de Laredo, Subida del Monte Sión, pág. 196.
50 EVA BELÉN CARRO CARBAJAL
«A tu casa vine Yo
y a mis pies agua no diste,
con sus lágrimas lavó,
la British Library y editado en facsímil por Arthur L.-F. Askins, Pliegos poéticos españoles de
The British Library, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1989, núm. 50. En el Nuevo Diccionario
aparece datado c. 1540.
34. Julio Rodríguez Puértolas, Cancionero de fray Ambrosio Montesino, Cuenca: Excma.
Diputación Provincial de Cuenca, 1987, págs. 196-198.
35. RM 219, conservado en la Houghton Library de la Universidad de Harvard y editado
en facsímil por Pedro M. Cátedra & Víctor Infantes, Los pliegos sueltos de Thomas Croft (siglo
XVI), Valencia: Albatros Ediciones, 1983, núm. 24.
52 EVA BELÉN CARRO CARBAJAL
Y María Magdalena,
sabiendo que era llegado
Jesu Christo, luego ordena
llevar ungüento preciado
al principio de la cena;
de nardo muy oloroso
y de cosas cordiales
era este ungüento precioso
y los cabellos reales
untó de Christo glorioso.
36. Lc 7, 36-50.
37. Así aparece recogido en Iacopo Da Varazze, Legenda aurea: «Sed cum Christus
illic et alibi predicaret, illa nutu inspirata diuino ad domum Symonis leprosi, ubi audiuit
eum discumbere, properauit et non audens ut peccatrix inter iustos apparere retro
secus pedes domini mansit, ubi pedes eius lacrimis lauit, capillis tersit et unguento pretioso
perunxit», edizione critica a cura di Giovanni Paolo Maggioni, Firenze: Sismel, 1998, págs.
629-630. Tenemos también la traducción realizada al español por fray José Manuel Macías:
Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, Madrid: Alianza, 1999, I, pág. 384.
38. Mt 26, 6-11; Mc 14, 3-9 y Io 11, 1-2; 12, 1-8.
39. Se trata exactamente de dos ejemplares distintos del mismo pliego, RM 232 y RM
233, cuyo título es: Tratado espiritual en el qual se contienen dos obras: la primera trata
de la venta de Judas quando vendió a Nuestro Redemptor Jesu Christo y de cómo ay muchos
Judas que cada día le venden y la otra obra, el negamiento y llanto de sant Pedro sobre aquella
glosa que dize: «¿Quién es Dios y quién soy yo?». Compuesto por Francisco Gonçález de
Figueroa, privado de la vista corporal y vezino de la ciudad de Murcia; conservado el
primero en la Biblioteca Nacional de Madrid: V. 126-81 y el segundo en la Houghton Library
de la Universidad de Harvard, editado en facsímil por P. M. Cátedra & V. Infantes, Los pliegos
sueltos de Thomas Croft, núm. 28. En el primero puede leerse al fin: «Impressa en Valencia
por los herederos de Joan Navarro. Año MDLXXXVI».
CONNOTACIÓN Y SÍMBOLO EN LA LITERATURA RELIGIOSA POPULAR 53
40. Se trata de un auto que al final lleva varias composiciones de tema navideño; su
título reza así: Aquí comiença el auto, cómo san Juan fue concebido y cómo Nuestra Señora
fue a visitar a santa Isabel y el Nacimiento de san Juan. Entra en él un pastor, Zacarías,
santa Isabel, un ángel llamado Gabriel, dos vezinos de el pueblo, un muchacho, Josef, Nuestra
Señora, un pariente de Zacarías y una comadre, una muger, un bobo, un sacerdote. Assi-
mismo va un romance de la degollación de san Juan y unas canciones para la Noche de
Navidad con otras canciones muy devotas. Nuevamente hecho por Estevan Martín, vezino
de Castromocho; conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid: R-13715. Respecto al
auto, véase Joseph E. Gillet, «Esteban Martín (or Martínez): Auto ‘Cómo San Juan fue conce-
bido’ (1528)», Romanic Review, 17 (1926), págs. 41-64.
41. «Lírica popular a lo divino», Edad de Oro, 8 (1989), pág. 109. Cf. John Crosbie, «A
lo divino» lyric poetry: an alternative view, Durham: University of Durham, 1989, y Carlos
E. Domínguez, «A lo divino poetry in the Spanish Golden Age: rifacimento or contra-
factum?», Romance Notes, 25 (1984), págs. 162-168.
42. «Lírica popular a lo divino», pág. 110. Cf. Mª. Cruz García de Enterría, «Bailes,
romances, villancicos: modos de reutilización de composiciones poético-musicales», en
Actas del Congreso Internacional sobre Música y Literatura en la Península Ibérica: 1600-
1750, celebrado en Valladolid, 19-22 de febrero de 1995, edición de Mª. Antonia Virgili
Blanquet, Germán Vega García-Luengos & Carmelo Caballero Fernández-Rufete, Valladolid:
V Centenario del Tratado de Tordesillas, 1997, pág. 171.
43. Emilio Ros-Fábregas pone de manifiesto «la importancia de la música como vehí-
culo de la creación poética», sobre todo teniendo en cuenta «las reencarnaciones [de estas
54 EVA BELÉN CARRO CARBAJAL
que no tenemos más noticia que esta referencia44, si bien no cabe ninguna
duda de que gozó de gran popularidad; podemos sospechar que posible-
mente fuera de tema amoroso, del estilo a los villancicos que hemos
comentado al principio. Tal vez pueda sorprender este procedimiento,
estas mezclas de lo divino con lo profano, pero eran muy comunes y
como señala de nuevo Margit Frenk, «las encontramos sobre todo en los
villancicos compuestos para la Navidad, que fue la fiesta por excelencia
de los contrafacta»45. De hecho, tanto este villancico como los dos primeros
que comentamos (RM 403 y RM 1107) son composiciones hechas «para
cantar la Noche de Navidad»; en el caso de estas dos composiciones
primeras el tono sobre el que se va a basar los contrafacta es el conoci-
dísimo de aquel tiempo de «Enemiga le soy, madre»46.
Es este carácter en cierto modo festivo de estos villancicos y coplas el
que permite pensar, siguiendo a Frenk47 y a Wardropper48, en esa inten-
cionalidad devota popular en la que venimos insistiendo, partiendo de
una tradición consabida y en evolución. De esta manera, estos cabellos,
que están referidos nuevamente al Señor, se cargan de todo el simbolismo
anterior, tanto de la tradición como de aquellos a los que está parodiando
–no sería descabellado, nunca mejor dicho, pensar en un posible signifi-
cado erótico–, además de situarse de lleno en un contexto amoroso, pero
connotado, en este caso, hacia el amor divino. Habla en primera persona
María Magdalena del bien que ha supuesto para su vida el haber mirado
al Señor, ya que con esa mirada se sintió traspasada de amor; no obstante,
fijémonos en lo ambiguo que resulta el significado del estribillo si lo
leemos sin tener en cuenta las estrofas que siguen, ya que así puede
parecer que es la visión de los cabellos del Señor la que hace que ella se
enamore de Cristo. Pero si consideramos, como digo, las estrofas, veremos
el poder también de otro elemento que sirve para mantener esta especie
de «juego»: el de la seducción de la mirada [vv. 5-28]:
57
58 SANTIAGO CORTÉS HERNÁNDEZ
En este poema hay dos cláusulas semánticas que coinciden con los
dos versos. Cada uno tiene un ritmo distinto, binario el primero y ternario
el segundo, que ocasionan que los acentos caigan en sílabas diferentes
en cada uno, creando así un contraste prosódico y un efecto de rapidez
y énfasis en el segundo verso.
Ese mismo procedimiento estilístico se utiliza en la inmensa mayoría
de los cantares que no son isorrítmicos, tanto los que combinan ritmos
binarios y ternarios, como los que combinan ritmos mixtos con ternarios
11. Es interesante notar aquí que muchas veces esa voluntad de estilo que tiende a la
regularidad de ritmo también tiende a crear versos isométricos, véase M. Frenk, «Constantes»,
pág. 8.
12. Represento con «=» las sílabas acentuadas y con «—» las no acentuadas.
62 SANTIAGO CORTÉS HERNÁNDEZ
los esquemas mixtos son muy semejantes –una cláusula ternaria seguida de
una binaria–, sin embargo la primera sílaba del primer verso con anacrusa
produce que los acentos caigan en sílabas distintas en cada verso13.
13. Las canciones con esquemas repetitivos, como la núm. 581 del Nuevo corpus: «¡Ay,
toda la noche, toda! | ¡ay, toda la noche sola!», constituyen la excepción a esta regla.
EL RITMO COMO ELEMENTO DE COMPOSICIÓN 63
ELENA DI PINTO
(Universidad Complutense de Madrid)
65
66 ELENA DI PINTO
bando las acciones deshonestas que había «familias de bailes» que tenían
los mismos pasos («y aunque [h]ay Rastro, Jácara, Zaravanda y Tárraga, estas
quatro pieças son una mesma cosa»), por lo que al ser el escarramán «hijo
de la zarabanda»2 y al tener zarabanda y jácara los mismos pasos, éste se
debía bailar como la jácara, y de ella sí hay descripción pormenorizada3.
A principios del XVII se abre paso el personaje de Escarramán y salta
de la calle a los pliegos y a las tablas, y es magnificado durante toda la
centuria en varios ámbitos: teatro, calle, y, como se verá, en celebraciones
religiosas.
¿El baile se hace carne?, en las jácaras4 de Quevedo (Carta de Escarramán
a la Méndez 5, Respuesta de la Méndez a Escarramán6, y Testamento que hizo
Escarramán 7, entre 1610-1612). Antes de que Quevedo «dictara» el testa-
mento de Escarramán, Lope lo volvió a lo divino y posteriormente se empezó
a extender y divulgar de boca en boca, de pluma en pluma. Hasta 1616,
2. Según definición de Hugo A. Rennert, The Spanish stage in the time of Lope de Vega,
Nueva York: Hispanic Society of America, 1909.
3. En el tomo II del Legado Barbieri, págs. 273-274 (cap. II, Documentos Varios, 3.
Danza) figura la descripción de cómo se baila la Xácara, que Francisco Asenjo Barbieri ha
tomado del Ms. 14070.7 y explica: «El manuscrito original, de donde saqué esta copia,
consta de dos páginas y media, en folio, de letra de fines del siglo XVII. Es anónimo y
parece obra de un maestro de baile, quien sin duda lo escribió con los pies, a juzgar por
la infame ortografía que tiene. Yo la he modernizado un poco, pero conservando la puntua-
ción del original, que pertenece a la biblioteca particular de mi amigo D. José Sancho
Rayón. Madrid, 3 de abril de 1884».
4. Sobre las jácaras en su totalidad (poéticas, teatrales, musicales y de sucesos)
estamos preparando un libro la Dra. María Luisa Lobato y yo. La labor es ardua e ingente
pero esperamos post tenebras lucem.
5. Los primeros cuatro versos de esta jácara son: «Ya está metido en la trena | tu
querido Escarramán, | que los alfileres vivos | me prendieron sin pensar». Las jácaras están
escritas en la lengua de la germanía, léxico de maleantes para no ser «entrevados», enten-
didos por los que no forman parte del hampa; «trena» es la cárcel y «alfileres» son los algua-
ciles, pues «prenden» en este caso al reo, de la misma manera que prenden los alfileres.
6. «Con un menino del padre, | tu mandil y mi avantal | de la cámara del golpe, |
pues que su llave la trae». «Menino» es, en germanía, el criado del padre de la mancebía.
Esta voz está registrada en el Vocabulario de Juan Hidalgo; «mandil» es el criado de rufián
o de mujer pública (en este caso es el criado de Escarramán); «avantal», «delantal, mandil».
O sea, metafóricamente, de nuevo «criado de una marca», el criado de la Méndez. La Méndez
hace una metáfora por la que el sinónimo –sensu stricto– de «mandil» («avantal») se convierte
también en sinónimo –sensu lato–. «Cámara de golpe» es el prostíbulo. El editor Florencio
Janer argumenta en el tomo 69 (1953) de la BAE, Fco. de Quevedo, Obras, tomo III, pág. 573b,
que debería ser «trá» en lugar de trae para respetar la asonancia de la rima.
7. «Los que esta carta leyeren | a su noticia vendrá | que es mi testamento abierto
| y mi última voluntad».
UN «MÍNIMO» SONETO ESCARRAMANADO 67
concluir esta breve introducción sólo resta decir que hay todo un corpus
de composiciones poéticas y teatrales en las que Escarramán es protago-
nista, figurante, o por lo menos mencionado bien como personaje, bien
como baile. Desde Quevedo a Cervantes, Lope, Salas Barbadillo, Antonio
Hurtado de Mendoza, Alonso de Ledesma, como queda dicho, pasando
por Góngora, Alonso Fernández de Avellaneda, Juan de Arguijo en sus
Cuentos, Ruiz de Alarcón12, Quiñones de Benavente13, Tirso de Molina14,
Rojas, Zorrilla15, Gonzalo de Céspedes y Meneses16, así como en La vida
y hechos de Estebanillo González, en los Avisos de Jerónimo de Barrionuevo,
en Las glorias del mejor siglo del P. Valentín de Céspedes o en Cubillo de
Aragón17 y muchas más obras se menciona a Escarramán. Su presencia18
como baile y como personaje, abarca pues desde finales del XVI hasta el
primer cuarto del siglo XVIII (en Visiones y visitas de Torres Villarroel) tanto
en prosa como en verso, tanto en el teatro como en la poesía o la novela.
Como dato curioso hay que decir que la voz «Escarramán» no figura ni
en Covarrubias ni en el Diccionario de Autoridades. En el Vocabulario de
Correas (1627) aparece bajo el refrán: «A lo escarramanado y a lo valiente,
cuando uno va con figura de bravo. Escarramán se finge ser un rufián, en
un cantar que de él hay», probablemente calcado o inspirado en una segui-
dilla anónima aparecida entre 1610 y 1620: «Hágame una valona | de azul
celeste, | a lo escarraman[a]do | y a lo valiente»19.
Entre los vaivenes de la fortuna que golpean a Escarramán, ora en los
poemas, ora en los corrales, en verso o en prosa, en serio y en broma,
ora valiente y ora lebrón, en 1616 aparece este soneto, en burla, donde
Escarramán no figura más que mencionado y queda como cobarde y
20. El mismo Luque Fajardo que sacó en 1603 su Fiel desengaño contra la ociosidad
y los juegos.
21. Impreso en Sevilla por Alonso Rodríguez Gamarra, 1616 (fol. 70ra; sign. BNM
R/12262; micro 6285). También figura en sign. R/14931, micro 07497, fol. 70ra (salta del
70vb al 81ra por error en la numeración, pero no falta nada). Ambos impresos son idén-
ticos. La aprobación, de Mateo Rodríguez (del Colegio de San Ermenegildo de la Compañía
de Jesús), es del 23 de julio de 1616 y la licencia, de don Gonzalo del Campo, Arcediano
de Niebla y Canónigo, Provisor y Vicario General de Sevilla, del 27 de julio de 1616.
22. D. Pedro de Castro y Quiñones (1534-1623) tras haber sido Arzobispo de Granada
fue trasladado al Arzobispado de Sevilla con la misma dignidad desde 1610 hasta 1623 y
tomó partido de forma activa por la causa inmaculista.
23. Certamen I: Prosa Latina; Certamen II: Heroycos Latinos; III: Epigramas; IV: Glossa;
V: Soneto; VI: Octavas; VII: Canción; VIII: Pintura, Tarja, Hieroglífico; IX: Romance; X: Aven-
tureros.
24. Al parecer los estatutos de la orden de los Basilios fueron aprobados en 1595 por
el Arzobispado de Sevilla, en esa época fundaron la hermandad de la Lanzada, que era cono-
cida popularmente como hermandad de Nuestra Sra. de Guía, citada así en la nómina de
1621 y en la procesión organizada por la hermandad de San Pedro Advíncula el 19 de junio
de 1616. El convento de San Basilio Magno estaba en la actual calle Relator de Sevilla.
70 ELENA DI PINTO
premiados y con mención están dos del fraile basilio, el vizcaíno y el esca-
rramanado, y el censor lo cita como «el de Juan Redondo». En este apar-
tado X figuran «varias composiciones y en varias lenguas» y del autor de
este escarramanado hay otros cinco sonetos, uno en vizcaíno, otro en
latín, otro remedando a don Quijote, otro marcadamente inmaculista y
por último un soneto en coloquio entre un soldado y una beata, todos
seis en alabanza de la Virgen entre lo alegórico y lo cómico y todos con
estrambote menos dos27. Fray Bernardo de Cárdenas es autor también de
una glosa, unas octavas y un romance en otras partes del Certamen, la IV,
la VI y la IX; resultan premiados el romance y la glosa y tienen mención
dos de sus seis sonetos.
En el soneto escarramanado hay dos interlocutores, ninguno de ellos
es Escarramán; el primero dice los dos primeros versos en nombre de
Escarramán, que está dentro de una iglesia, en sagrado, como solían
acogerse los hampones para librarse de la acción de la justicia. Por los
verbos que emplea Juan Redondo, segundo interlocutor, «sáquemele»,
«salga», (que habla en todo el resto del soneto) es evidente que está fuera,
por lo que el primero está en medio, es decir, en la escalinata de la iglesia
transmitiendo el recado («Entre voarced acá»), a media altura entre Esca-
rramán que está dentro y ni se le ve ni se le oye, y Juan Redondo que
está en la calle.
Todo el soneto está construido por contrastes: maculistas e inmacu-
listas, tomistas y no tomistas, Escarramán y Juan Redondo, y tiene dos
niveles de lectura que dan lugar a dobles sentidos: el lenguaje de germanía
que emplea Juan Redondo para que Escarramán le comprenda, y el discurso
teológico de fondo, es decir, la causa inmaculista que defendían en la fiesta
del 19 de junio de 1616 el Arzobispo don Pedro de Castro y los suyos.
Para definir el primer contraste hay que decir que Escarramán y Juan
Redondo, amén de ser dos personajes de teatro, eran dos bailes28, el de
Juan Redondo algo más antiguo, definido en un villancico como «decano
de los bailes»29. El antagonismo entre los dos se pone de manifiesto en
25. En el fol. 13ra de la Prefación recuerda Luque Fajardo, que «se haze saber a los
señores Poetas, que entre los Premios avrá Guantes de olor, Lienços de Olanda, y Cintas
del Tudesco, no inferiores a los demás Certámenes».
26. Manuel Sarmiento de Mendoza, hijo de Isabel Barba de Acuña y Bernuy y Antonio
Sarmiento de Mendoza, Señor de Azadillo, Alcalde Mayor de Burgos y Comendador de
Almagro, fue Canónigo de la magistral y Dignidad de la Santa Iglesia de Sevilla.
27. El vizcaíno y el inmaculista.
28. «Estos lascivos bailes parece que el demonio los ha sacado del infierno, y lo que
aun en la república de los gentiles no se pudo sufrir por insolente, se mira con aplauso y
UN «MÍNIMO» SONETO ESCARRAMANADO 71
gusto de los cristianos, no sintiendo el estrago de las costumbres y las lascivias y desho-
nestidades que suavemente bebe la juventud con ponzoña dulce, que por lo menos mata
al alma; y no sólo un baile, pero tantos, que ya parece que faltan nombres y sobran desho-
nestidades: tal fue la zarabanda, la chacona, la carretería, la japona, Juan Redondo, rastrojo,
gorrona, pipirronda, guriguirigaí y otra gran tropa de este género, que los ministros de la
ociosidad, músicos, poetas y representantes inventan cada día sin castigo», 1626, Rodrigo
Caro, Días geniales o lúdricos, edición de Jean-Pierre Etienvre, Madrid: Espasa-Calpe, 1978,
pág. I, 104. Por lo que se refiere al baile de Juan Redondo, Quevedo hace en Los valientes
y tomajonas una genealogía de los bailes de la época, entre ellos, de éste: «El Rastro viejo
casó | con la Pironda, muchacha | de quien nació Juan Redondo, | el de la rucia y la parda.
| Juan Redondo fue soltero; | tuvo una hija bastarda, | que llaman la Vaquería, | mujer
de buena ganancia». En otro baile también le menciona: «Hételo por donde viene, | entre
zambo y entre zurdo, | Juan Redondo por la Mancha, | carretero cejijunto. | Hételo por
do viene | mi Juan Redondo: | hételo por do viene; | no viene solo» (Quevedo, Cortes de
los bailes, vv. 97-104).
29. Los dos versos a los que me refiero son: «Guiándola Juan Redondo, | por Decano
de los bayles» (Letras que se cantaron la Noche Buena en la santa Iglesia de Toledo, hechas
por D. Agustín Moreto, y compuestas en Música por el Racionero Tomás Micieces, Maestro
de Capilla della, este año de 1661. Con licencia en Toledo por Francisco Calvo, Impressor
del Rey N.S., págs. 1-8. Sign. de la BNM VE/88-26).
30. Juan de Arguijo, Cuentos, edición, introducción y notas de Beatriz Chenot &
Maxime Chevalier, Sevilla: Excma. Diputación de Sevilla, 1979.
31. Es notable esta identificación que hace el solicitante entre Quevedo y Escarramán.
Sería estupendo saber quién se esconde detrás de Juan Redondo.
32. Este dogma se refiere a la creencia de que la Virgen desde el momento de su crea-
ción, de su concepción, estaba libre de pecado original; no hay que confundirlo con el dogma
de la virginidad de María, sobre el cual no hubo dudas entre los teólogos.
33. Tiempo atrás se habían establecido serias diferencias entre el agustinismo (de
influencia platónica), el tomismo (de corte aristotélico), y el escotismo. El agustinismo se
distingue por una mayor espiritualidad y por la posibilidad de la intervención de la gracia
divina en el mundo; el tomismo pugna por el uso de la razón para demostrar las verdades
de la fe, por lo cual la razón puede indagar, en plena autonomía, los campos de la meta
72 ELENA DI PINTO
agria polémica sobre este dogma, por la cual todas las órdenes religiosas
(entre ellas jesuitas y franciscanos, agustinos y basilios, todos inmaculistas)
se ponen en contra de los dominicos (maculistas). Esta polémica no sólo
alcanzó las aulas de teología y los estrictos ámbitos religiosos, sino que
inundó las calles y el fervor popular, claramente inmaculista, en una suerte
de rebelión general. El presente soneto se escribe en el ámbito de esta
lucha religiosa y popular, en las fiestas concepcionistas más importantes
de la época, en 1616, hasta que en octubre de 1617 se obtiene la tan
anhelada bula papal –de Paulo V–, que concede plena libertad para seguir
con la devoción inmaculista (aunque no defina el dogma de la Inmacu-
lada Concepción) y obliga a los tomistas a no explicar en público sus
teorías, aunque no las prohibe. Para el caso que nos ocupa, incluso desde
el punto de vista literario, todas las obras de ese momento aluden despec-
tivamente a los tomistas (como se puede ver en los ejemplos que aduzco
en nota, s. v. tomista) jugando con el doble sentido germanesco de «tomista»
= «tomón», «tomajón», «ladrón»; en este caso, «ladrones de creencias, fiestas
y regocijos populares». Este es pues el contexto en el que astutamente
Bernardo de Cárdenas introduce, para mejor comprensión del vulgo, a
Juan Redondo y al rufián Escarramán, donde Escarramán, por las sucesivas
prohibiciones que tuvo como baile (la última del 8 de abril de 1615) está
identificado con los tomistas, y Juan Redondo, baile ya aceptado por
antiguo, con los inmaculistas. Es por ello que Escarramán, como delin-
cuente, se acoge a sagrado y Juan Redondo, personificación del sentir
popular, está en la calle.
He mantenido la puntuación y las mayúsculas/minúsculas originales,
no así la acentuación, que en algunos puntos hubiera dado lugar a equí-
voco.
Trescientos ochenta y ocho años, cuatro meses y un día después se
vuelve a leer en público, aunque anotado, este soneto que dice:
34. Voarcé es síncopa de Vuestra Merced, igual que sucede con «voacé» y «vercé». He
hallado un ejemplo con ambas formas («voarcé» y «sor») en El condenado por desconfiado
de Tirso: «ENRICO: Mi gusto tengo de hacer | en todo cuanto quisiere; | y si voarcé lo
quiere, | sor hidalgo, defender, | cuéntese sin piernas ya, | porque yo nunca temí |
hombres como ellos».
35. Sor, del mismo modo que «seor» y «so», es síncopa de «señor». Es vulgarismo. «Sor»
y «so» también están documentados en El rufián viudo de Cervantes, así como en romances
burlescos y jácaras; «seor» está en el entremés de La Cárcel de Sevilla.
36. En todo el soneto llama la atención la aspiración de la |j|, característica típica,
como señala Rodríguez Marín, del habla de los sevillanos que dulcifican este sonido. Veremos
«Hoan», «oreha», «la de Hoanes», «pelleho», «husto», «Tollohías». Ahora bien, en el v. 12 hay
un fenómeno de ultracorrección en «hiesta», que está por «fiesta».
37. Es habitual entre los hampones el «acogerse a sagrado»; aquí, como queda dicho,
se refiere a que los inmaculistas no tienen por qué esconderse.
38. Gallina: «Por analogía se llama al que es cobarde, pusilánime y tímido. Díjose así
aludiendo a la cobardía que tiene esta ave» (Diccionario de Autoridades).
39. Chirlo: «Germ. Herida prolongada en la cara, como la que hace una cuchillada;
la cicatriz resultante. Fue primitivamente voz de la germanía, con el significado de ‘golpe’»;
Quevedo, Buscón, II, 3: «[…]una cuchillada que le partía las narices. Tenía otros tres chirlos,
que se la volvían mapa a puras líneas…» (Léxico del Marginalismo).
40. La de Juanes: La espada, se dice así por Juan de la Orta, maestro espadero sevi-
llano, que las hizo buenas y baratas; mencionado en Lope, Los Comendadores de Córdoba,
Jornada I, por Galindo; Juan de la Orta es mencionado también por Quevedo, en la Jácara
V, Villagrán refiere sucesos suyos y de Cardoncha: «[…] Cuando yo quiero reñir | con sesenta
mil personas, | a sus ojos echo mano, | que son de Juan de la Orta. | Para matar con mirarla
| muertes y heridas me sobran […]». «Arrojéme del macho, y ya sin sufrimiento, corrí tras el
ventero con la espada en la mano, pero apenas vido relucir la de Juanes…» (Píndaro, 334).
41. Pellejo, metafóricamente, es la vaina de la espada.
42. «Y, como si todo hubiera de suceder a la medida de su gusto, dijo al capitán que
era contento de irse con él a Italia; pero había de ser condición que no se había de sentar
debajo de bandera, ni poner en lista de soldado, por no obligarse a seguir su bandera; y,
aunque el capitán le dijo que no importaba ponerse en lista, que ansí gozaría de los soco-
rros y pagas que a la compañía se diesen, porque él le daría licencia todas las veces que
se la pidiese» (1613, Cervantes, El licenciado Vidriera, edición de Florencio Sevilla Arroyo
& Antonio Rey Hazas, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1994, pág. 649).
74 ELENA DI PINTO
43. Pía: Esta voz «piar» más parece derivar de «pillar», ‘hurtar, robar’; por lo que «pía»
sería el acto del pillaje, o el conjunto de hampones que hurta, la mala vida. Aquí tiene el
doble sentido de «defender la pía», el hampa, y «defender a la Pía», la Virgen. A propósito
de «piar» hay un refrán en Autoridades: «No dejar piante ni mamante Especie de amenaza,
con que se da a entender se ha de arruinar y destruir todo, sin dexar ninguna cosa viva».
44. En el impreso viene «mos», tanto en R/12262 como en R/14931. «La Argüello y la
Gallega somos: ábrannos que mos morimos de frío» (1613, Cervantes, La ilustre fregona,
edición de F. Sevilla Arroyo & A. Rey Hazas, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervan-
tinos, 1994, pág. 777). «Si está de Dios, Él mos lo entruje; i si no, mos lo desporpuje; que
más sabe su Merzed de la villa que nos» (Correas, pág. 453).
45. Tomista: «Que toma; ladrón que roba haciendo fuerza o de cualquier manera en
general», cf. Tomajón (Léxico del Marginalismo). De los tomistas, seguidores de santo Tomás
de Aquino, ya queda dicho y los ejemplos que siguen son reveladores de la poca simpatía
de que gozaban: «Uceda, que fue casuista | sin sumas, y lo que es más, | que sin seguir
a Tomás | fue grandísimo tomista, | desterrado a letra vista, | sin ver que hay gran distin-
ción | de privanza a privación, | piensa volver a privar; | y por no dejar de hurtar, | hurtó
el cuerpo a la ocasión» (1599-1622, Conde de Villamediana, Poesías, edición de José Fran-
cisco Ruiz Casanova, Madrid: Cátedra, 1990, pág. 995); «No tiene mejor tomista | la orden
de los Guzmanes, | y para Tomás, señor, | no son malas vuestras partes» (1597-1645,
Quevedo, Poesías, edición de José Manuel Blecua, Madrid: Castalia, 1969-1971, vol. II, pág.
236); «Aquí ya sin diferencias | se precian en nuevo modo | las damas, de ser tomistas, |
y los galanes de escotos» (1625, Alonso de Castillo Solórzano, Tardes entretenidas en seis
novelas, edición de Emilio Cotarelo y Mori, Madrid: Bibliófilos Españoles, 1908, pág. 214);
«Cuatro sectas de filósofos se hallan hoy en las escuelas, que les llaman reales, nominales,
tomistas y escotistas»; […] «La secta de los tomistas es la más autorizada en estos tiempos,
y la que universalmente siguen los más escolimados. Tomo lo que me dan, que así lo hace
el médico y el abogado» (1602, Mateo Luján de Saavedra [Juan Martí], Segunda parte de la
vida del pícaro Guzmán de Alfarache, edición de F. Sevilla, Madrid: Castalia, 2001); «A poco
rato plantan la mesa sobre sus pecadoras basquiñas para merendar, y el pobre estudiante
en Escoto apenas puede alcanzar, con que las estudiantas tomistas engullen a cuenta del
escotista» (1663, Francisco Santos, Día y noche de Madrid, edición de Julio Rodríguez Puér-
tolas, Madrid: Comunidad de Madrid, 1992, pág. 62); «Gozóla, y no muchos días, | porque
estas ciegas pasiones, | como artículos tomistas, | se resuelven en cuestiones» (1610, Góngora,
Las firmezas de Isabela, edición de Laura Dolfi, Madrid: Cátedra, 1993, pág. 92).
46. Hacer pepitoria es hacer papilla, trizas, pedazos, ya que la carne que se aliña de
esta forma, va cortada en trozos menudos. Figuradamente es la mezcla de cosas diversas
y sin orden, sentido tomado por la cantidad de especias que forman este guiso.
47. Se refiere a los «extremos» que hacían los tomistas por no querer aceptar el dogma
inmaculista.
48. Al haber respetado la puntuación no he puesto entre exclamaciones esta frase
(«¡Por el pastor que derribó a Golías! ¡No entiendo tollohías!») que es una clara interjección.
UN «MÍNIMO» SONETO ESCARRAMANADO 75
Golías está claramente por Goliat, que ha de volverse «Golías» por exigencias métricas para
que rime con «Tollohías». Por supuesto, el pastor que derribó a Goliat es David.
49. Tollohías, análogo a «tologías», es vulgarismo que está por «teologías». La primera
documentación de esta forma vulgar es del siglo XV. A propósito de «tologías», Cervantes
lo utiliza a menudo. No meterse uno en teologías: «f. met. ‘Discurrir, hablar llanamente, sin
sutilizar en alguna materia, o introducirse en lo que no es de su profesión, o no entiende’»
(Aut.). El significado de esta expresión es pues: «No me ando con sutilezas». Las sutilezas,
como queda dicho, son las de los tomistas maculistas. «Cortado: –Cosa nueva es para mí
que haya ladrones en el mundo para servir a Dios y a la buena gente. A lo cual respondió
el mozo: –Señor, yo no me meto en tologías; lo que sé es que cada uno en su oficio puede
alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Monipodio a todos sus ahijados» (1613,
Cervantes, Rinconete y Cortadillo, edición de F. Sevilla Arroyo & A. Rey Hazas, Alcalá de
Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1994, pág. 573). «Trampagos: Voacé ha garlado
como un tólogo,|mi señor Chiquiznaque; pero, en tanto | que encarrilo mis cosas de otro
modo, | tome vuesa merced, y platiquemos | una levada nueva» (vv. 35-39) (1615, Cervantes,
Entremés del rufián viudo llamado Trampagos, edición de F. Sevilla Arroyo & A. Rey Hazas,
Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1995, pág. 899). «Bien predica quien
bien vive –respondió Sancho–, y yo no sé otras tologías» […]. «–El diablo me lleve –dijo a
esta sazón Sancho entre sí– si este mi amo no es tólogo, y si no lo es, que lo parece como
un güevo a otro» (1615, Cervantes, Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de
la Mancha, edición de Francisco Rico, Barcelona: Instituto Cervantes & Crítica, 1998, cap.
XX, pág. 800, y cap. XXVII, pág. 860). «Aclárome: también y todo. Contra los que no saben
de burlas, ahora que no me oye el clérigo, es necesario pensar que una mujer dice una
gracia, luego es hereja. Sí, que christianos somos, y aunque no sabemos artes ni tologías,
pero un buen discurso y una eutrapelia bien se nos alcanza, sino que estos hombres del
tiempo viejo, si dan en ignorantes, piensan que no hay medio entre herejía y Ave María»
(1605, Francisco López de Úbeda, La pícara Justina, edición de A. Rey Hazas, Madrid:
Editorial Nacional, 1977, vol. II, pág. 538). «Dicen que han de verle allí; | pero ¿quién me
mete a mí | en tologías? | Que estos días | de alegrías | todo es gloria; | ande la gaita
de Ontoria, | celébrese el Mayoral, | que es niño y Dios celestial. | Déjate caer, etc.» (1634,
Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, edición de
José Manuel Blecua, Barcelona: Planeta, 1969, pág. 1540).
50. Rodancho: «Germ. Broquel. Cat. Rodanxa». Esta voz figura en el Vocabulario de
Juan Hidalgo. «Pasando por cierta calle de Salamanca dos estudiantes, manchegos y
mancebos, más amigos del baldeo y rodancho que de Bartolo y Baldo […]» (La Tía Fingida,
apud Léxico del Marginalismo).
51. Timebunt gentes: «La espada». Timebunt gentes significa literalmente «temerán las
personas», «temerá la gente». «CAMACHO: ¿A mí te atreves? ¿Al timebunt gentes? | ¿A mí que
doy los cornos tan valientes, | que el non plus ultra de los comos soy?» (1656, Francisco
Bernardo de Quirós, Aventuras de don Fruela, edición de Celsa Carmen García Valdés, Madrid:
Instituto de Estudios Madrileños, 1984, cap. VII, pág. 194). «Oja de timebunt gentes, | guarnición
abotonada, | sin guardamano, que es hombre | que con los pies se la guarda» (1580-1627,
Góngora, Romances, edición de Antonio Carreira, Barcelona: Quaderns Crema, 1998, pág. 127).
SOBRE EL ORIGEN Y LA EVOLUCIÓN DE LAS COPLAS:
DE LA ESTROFA AL POEMA,
Y DE LO ESCRITO A LO ORAL
77
78 JOSÉ MANUEL PEDROSA
2. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, edición de Jacques Joset, Madrid:
Taurus, 1990, pág. 107.
3. Fernando de Rojas, La Celestina, edición de Dorothy S. Severin, Madrid: Cátedra,
reedición de 1998, pág. 231.
4. F. de Rojas, La Celestina, pág. 246.
80 JOSÉ MANUEL PEDROSA
con atención especial a las que tenemos registradas en el siglo XVI –que,
como enseguida apreciaremos, fue crucial para la evolución de la palabra
y del concepto que se le asociaba–, con la esperanza de que se presente
pronto la ocasión de historiar su evolución posterior. Hace algunos años
publiqué un estudio sobre el nombre, los usos, los rasgos genéricos, de
las coplas o complas sefardíes5, un repertorio de la literatura hispánica tan
nutrido e interesante como desconocido para muchos filólogos hispanistas,
y entonces intuí ya que el análisis de esta voz, en todo su espectro diacró-
nico y en todo el ámbito panhispánico, quedaba como una asignatura
pendiente (y de las más necesarias y urgentes) para nuestras letras, y,
sobre todo, para nuestros estudios sobre poesía, tanto de la elitista como
de la popular. El trabajo que ahora presento no es más que un nuevo y
parcial eslabón de esa cadena de estudios que deberá encontrar conti-
nuidad en el futuro.
Si hubiéramos de sintetizar, en líneas muy generales, la evolución de
la palabra y del concepto de copla a lo largo de los siglos, tendríamos que
decir que se trata de una palabra derivada del latín copula, «unión», «enlace»,
que nació y se utilizó, con el sentido de «estrofa», en el lenguaje de la
poesía escrita, culta, de elite, de la Edad Media y de los Siglos de Oro, y
que fue progresivamente desplazándose hacia la órbita de la poesía oral,
anónima, popular, en la que se halla muy instalada hoy en día, a partir
sobre todo de finales del siglo XVI. Existe abundante documentación sobre
su uso, como tecnicismo sujeto a diversas y a veces muy alambicadas
modalidades y clasificaciones, en los tratados de poética trovadoresca,
tanto de los del ámbito occitano y catalán –que utilizaban la voz cobla–
como del gallego y portugués –que usaban cobra–, según indican, por
ejemplo, el diccionario etimológico de Corominas, o los comentarios de
Martín de Riquer referidos a la primera de tales tradiciones:
La estrofa llamada por los trovadores y por los tratadistas cobla, es la unidad
métrica cuyo número de versos y situación de rimas se repiten en las diversas
partes de una poesía, y que al propio tiempo es también una unidad
melódica. Teniendo en cuenta que existen composiciones de una sola
cobla o de cobla con tornada, veamos la extensión de la estrofa y cómo
se combinan y encadenan diversas estrofas en una poesía extensa.
Las estrofas más breves son las de tres versos, todas ellas en poesías
de Guilhem de Peitieu, el más antiguo de los trovadores conocidos.
La más larga bien podría ser la única cobla de la composición de Peire
Cardenal Maint baro ses lei, que alcanza los cuarenta y cuatro versos.
La extensión más frecuente de la estrofa es la de ocho versos (953 casos),
a la que siguen las de nueve (331 casos) y las de diez (327 casos). Siguen,
en grado descendente, las de seis, doce, once, etc.
Se da el nombre de composición en coblas unissonans a aquella en que
las mismas rimas se repiten en todas sus estrofas. Es, sin duda alguna, el
estrofismo más frecuente y también el más difícil […] El virtuosismo se
acrecienta cuando las coblas unissonans son al mismo tiempo dissolutas,
lo que supone que cada verso de las estrofa es de rima distinta […]
Se da el nombre de composición en coblas singulars a aquella en que
las rimas cambian en cada una de las estrofas (pero sin alteración alguna
en el estrofismo y respetando los lugares asignados a las rimas mascu-
linas y a las rimas femeninas, pues de otro modo se entorpecería la
melodía). Es una combinación muy frecuente, que también encontramos
por primera vez en Guilhem de Peitieu. No es raro paliar la aparente
facilidad que supone la libertad en el cambio de rimas intercalando en
las coblas singulars un verso, o varios, cuya rima se va repitiendo en
todas las estrofas de la composición6.
Ínfimos son aquellos q(ue) syn ningu(n)d orden, regla nin cuento fazen
estos roma(n)çes e cantares de que las gentes de baxa e seruil
condiçió(n) se alegra(n) […] Los catalanes, valençianos e aun algunos
del Reyno de Aragón fuero(n) e son grandes ofiçiales desta arte.
Escriuieron primerame(n)te en nouas rimadas, q(ue) son pies o
bordones largos de sýlabas, e algunos consonaua(n) e otros no(n).
Después desto vsaro(n) el dezir en coplas de diez sýlabas, a la manera
de los lemosís8.
Assí como dezíamos que de los pies se componen los versos, assí
dezimos agora que de los versos se hazen las coplas. Coplas llaman nues-
tros poetas un rodeo & aiuntamiento de versos en que se coge alguna
notable sentencia. A éste los griegos llaman período, que quiere dezir
término; los latinos circulus, que quiere dezir rodeo; los nuestros
llamaron la copla: por que en el latin copula quiere dezir aiuntamiento.
Assí que los versos que componen la copla, o son todos uniformes, o
son diformes. Cuando la copla se compone de versos uniformes, llámase
monocola, que quiere dezir unimembre, o de una manera. Tal es el
Labirinto de Juan de Mena […]12.
11. José Domínguez Caparrós, Diccionario de métrica española, Madrid: Alianza, 1999
(s.v. copla).
12. Antonio de Nebrija, Gramática de la lengua castellana, edición de Antonio Quilis,
Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 1989, pág. 170.
13. Alonso López Pinciano, Philosophia antigua poética, edición de Alfredo Carballo
Picazo, Madrid: CSIC, 1973, II, pág. 235.
14. A. López Pinciano, Philosophia, II, pág. 260.
84 JOSÉ MANUEL PEDROSA
Y passemos a las coplas que para los mimos vienen a propósito, las
quales diría yo que son las redondillas; y assí los zarauandistas, q[ue]
el día de oy tienen mucho de los mimos, las vsan: y también es su
metro de le[n]guaje más común y plebeyo, el qual los mimos imitaua[n],
assí como los cómicos, q[ue] a ellos era[n] muy semeja[n]tes, como antes
diximos17.
En las postrimerías del siglo XVI en que escribía el Pinciano, era abso-
lutamente corriente que circulasen pliegos impresos que mezclaban indis-
criminadamente la poesía culta con la popular, la de autor con la de
extracción oral y, lo que es aún más significativo, la del pueblo reescrita,
glosada, manipulada, ornamentada, por poetas más o menos de oficio. No
debió ser por casualidad que muchos de estos pliegos llevasen en su enca-
bezamiento la palabra Coplas…, y que funcionasen como auténticos
centones o cajones de sastre, arbitrariamente misceláneos, que mezclaban
composiciones de los poetas más renombrados con estrofas del repertorio
anónimo popular. Si nos fijamos en una sóla página del más que reve-
lador índice del Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica de
Margit Frenk18 encontraremos encabezamientos perfectamente ilustradores
de la asombrosa promiscuidad con que se mezclaban todos estos ingre-
dientes, lo cual debió contribuir, y no poco, a la progresiva ambigüedad
que fue ganando el término de coplas y a su lento pero continuo despla-
zamiento hacia la órbita de la literatura popular: Coplas agora nueua-
mente hechas que dizen, Coplas agora nueuamente hechas d…, Coplas
nueuamente hechas de una señora que pedia a su marido una Saboyana,
Coplas nueuamente trobadas que dizen Perdoneme vra merce, Coplas
nueuamente hechas de perdone vuestra merced, Coplas nueuamente hechas
de una gitana, Coplas nueuas fechas por Enrrique de oliya, Coplas nueua-
mente hechas de Guardame las vacas, Coplas que comiençan canta Jorge
por tu fe, Coplas sobre lo acaescido en la sierra bermeja, Coplas contra las
Rameras con otras muchas obras, Coplas de camina señora… por Fran-
cisco de monte mayor, Coplas de la passion de nuestro señor, Coplas del
muy alumbrador y egregio doctor sant agustin, Coplas en alabança de la
Virgen… por Nofre Almodevar, Coplas hechas a la natiuidad de nuestro
señor, Coplas hechas por Christoual de Pedraza, Coplas hechas por Diego
garcia, Coplas hechas por un religioso, Coplas hechas sobre un caso acon-
tescido en Xerez de la frontera, Coplas de Anton Vaquerizo de Morana,
Coplas de como una dama ruega a un negro, Coplas de Madalenica, Coplas
de un galan que llamana a la puerta, Coplas de una dama y un pastor,
Coplas de unos compañeros de buena voya, Coplas de unos tres pastores,
Coplas del honrradísimo Gil Garcia. Compuestas por Iuan de Timoneda,
Coplas de memento homo… hechas por Juan del Enzina, Coplas hechas
de Guardame mis vacas.
18. Margit Frenk, Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica, México D.F.:
Fondo de Cultura Económica, 2003, pág. 1982.
86 JOSÉ MANUEL PEDROSA
Los poetas cultos de fines del siglo XVI crean para el pueblo español
una nueva poesía popular, tan vieja y a la vez tan atractivamente distinta,
que no puede sino invadir el gusto de la gente, haciendo caer en el
olvido los cantares antiguos. La seguidilla y la cuarteta octosilábica,
viejas formas españolas, se convertirán en vehículo principal de la inva-
sión; a través de ellas fluirá todo un mundo poético de recentísima
invención, que quedará grabado durante siglos en la imaginación del
pueblo y marcará el rumbo de su propia producción19.
Bolbamonos à la Aldèa
que ya anocheziendo viene,
iremos echando Copras
cada qual, como Supiere,
22. El Baile está anotado en el Ms. 16292 de la Biblioteca Nacional de Madrid (Sainetes
de los dos mexores Yngenios de España…), págs. 196-199.
23. Francisco de Quevedo, El Buscón, edición de Domingo Ynduráin, Madrid: Cátedra,
1984, pág. 269.
24. José Francisco de Isla, Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas,
alias Zotes, edición de Joaquín Álvarez Barrientos, Barcelona: Planeta, 1991, pág. 346.
25. Fr. Martín Sarmiento, Memorias para la Historia de la poesía y poetas españoles,
Madrid: Joachin Ibarra, 1775, pág. 164.
88 JOSÉ MANUEL PEDROSA
27. «Don Preciso» [pseudónimo de Juan Antonio de Iza Zamácola], Colección de las
mejores coplas de seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar a la guitarra,
Córdoba: Demófilo, reedición de 1992, págs. 21-26.
90 JOSÉ MANUEL PEDROSA
Para los grandes folcloristas de la segunda mitad del XIX, como Antonio
Machado y Álvarez o Francisco Rodríguez Marín, la palabra copla tenía
ya, como primera y clarísima acepción, la de estrofa lírica breve, anónima,
popular, tradicional:
No, no se escriben las coplas ni son tales coplas verdaderas hasta que
no se sabe el nombre del autor. ¡Y este glorioso anónimo es el premio
supremo de los que tal género de poemas componen! Yo he oído en
28. Eugenio Villalba, Visita de las Ferias de Madrid, Madrid: Blas Román, 1790, pág. 22.
29. Francisco Rodríguez Marín, La copla. Bosquejo de un estudio folklórico, Madrid: Tipo-
grafía de la Revista de Archivos, 1910, pág. 9.
SOBRE EL ORIGEN Y LA EVOLUCIÓN DE LAS «COPLAS» 91
30. Manuel Machado, Cante hondo, Córdoba: Demófilo, 1980, pág. 16.
31. Rafael Cansinos Assens, La copla andaluza, Madrid: Demófilo, 1976, pág. 13.
Sobre la voz y el concepto de copla en los siglos XIX y XX, es imprescindible el estudio de
Francisco Gutiérrez Carbajo, La copla flamenca y la lírica de tipo popular, 2 volúmenes,
Madrid: Cinterco, 1990.
32. Margit Frenk, Charla de pájaros o las aves en la poesía folklórica mexicana. Discurso
de ingreso a la Academia Mexicana leído el 23 de noviembre de 1993, México D.F.: Univer-
sidad Autónoma Nacional, 1994, pág. 10.
92 JOSÉ MANUEL PEDROSA
33. María Stella Taboada, «La memoria de la copla y las coplas de la memoria. Pano-
rama de la copla en la Argentina», El romancero y la copla: formas de oralidad entre dos
mundos (España-Argentina), edición de Virtudes Atero Burgos, La Rábida: Universidad
Internacional de Andalucía, 1996, págs. 137-154 y págs. 144-146.
SOBRE EL ORIGEN Y LA EVOLUCIÓN DE LAS «COPLAS» 93
BLANCA PERIÑÁN
(Università di Pisa)
95
96 BLANCA PERIÑÁN
II
2. Mª. Cruz García de Enterría & Isabel Ruiz de Elvira et al., Catálogo de pliegos
sueltos poéticos de la Biblioteca Nacional de Madrid (siglo XVII), Madrid: Universidad de Alcalá
& Biblioteca Nacional, 1998; Mª. C. García de Enterría, Catálogo de los pliegos poéticos espa-
ñoles del siglo XVII en el British Museum de Londres, Pisa: Giardini, 1977; Mª. C. García de
Enterría & Mª. José Rodríguez Sánchez de León, Pliegos poéticos españoles en siete biblio-
tecas portuguesas (S. XVII). Catálogo, Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá & SEMYR,
2000; Alicia Cordón Mesa, Pliegos sueltos poéticos en castellano del siglo XVII de la Biblio-
teca de Catalunya. Catálogo, Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2001.
MÁS SOBRE GLOSAS DE ROMANCES 97
III
11. Ya lo advertía Antonio Prieto, La poesía española del siglo XVI. I. Andáis tras mis
escritos, Madrid: Cátedra, 1991, págs. 149-172.
MÁS SOBRE GLOSAS DE ROMANCES 101
12. Estudios sobre lírica antigua, Madrid: Castalia, 1978, págs. 271 y sigs.
102 BLANCA PERIÑÁN
IV
15. Julio Casares, Introducción a la lexicografía moderna, Madrid, 1950, págs. 192 y
196; M. Frenk, Estudios sobre lírica antigua, pág. 162.
16. R. Menéndez Pidal, Romancero hispánico, cap. XV, 8.
17. Entre la numerosa bibliografía, señalo a Víctor Infantes, «La poesía que enseña.
El didactismo literario de los pliegos sueltos», Criticón, 58 (1993), págs. 117-124.
18. Magníficos comentarios hace Pedro M. Cátedra sobre la catarsis en los oyentes en
varios lugares de su Invención, difusión y recepción de la literatura popular impresa (siglo
XVI), Mérida: Editora Regional de Extremadura, 2002.
19. De l’écriture à l’édition, pág. 468.
104 BLANCA PERIÑÁN
texto que no era el romance, sino un tipo de reescritura que preveía fami-
liaridad con el romance.
Traigo aquí un par de rúbricas que registran no sólo ese placer lúdico:
una es la del pliego 38 de la Biblioteca de Cataluña: «Relación verdadera
de la santa unión […] firmada contra gente de la mala vida […]. Es obra
muy curiosa y apazible […]. Van las coblas glosadas al cabo con romances
antiguos que dan mucho gusto y contento» (1606). Valía decir ‘rematadas
con inserción de dístico’, en perfecta consonancia con la valoración precep-
tística de L. A. de Carvallo en su El Cisne de Apolo: «Que muy de ordinario
suele suceder traer dos versos de un romance viejo y muy sabido, que no
da poca sal a la compostura»20. Es la segunda la famosa Glosa peregrina,
así titulada «porque va glosando pies de muchos y diversos romances […].
Es obra estrañamente gustosa», dice su presunto autor, Luis de Aranda, en
la impresión de Úbeda de 156021. Lo repite la rúbrica de la impresión de
1566, que incluye una Epístola dedicatoria en prosa en la que se expli-
cita el concepto al decir que glosa «a manera de ensalada […] que pies
de diversos romances tocava, y que gustosa y delicadamente a su propó-
sito los aplicava y trahía, y vile que para dar más sabor a lo divino, de lo
humano se aprovechava, y que de entrambas cosas un agradable
compuesto se hazía; vile que no caresciendo de las otras partes de la
rethórica, la de la invención cumplidamente tenía»22. No incluye ese dato
la versión que se atribuye el clérigo Alonso López, registrando sólo que
«la qual glosando muchos Romances antiguos narra la eterna perdicion de
Lucifer y sus sequaces: y la cayda y reparación del hombre»23. El término
20. Luis Alonso de Carvallo, El Cisne de Apolo, edición de F. Porqueras Mayo, Kassel:
Reichenberger, 1997, Diálogo IV.
21. Para la descripción de las tres versiones de la Glosa, cf. Antonio Rodríguez Moñino,
Nuevo Diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos. Siglo XVI, edición corregida y actua-
lizada por Arthur L.-F. Askins & Víctor Infantes, Madrid: Castalia & Editora Regional de
Extremadura, 1997, núms. 25-27; a más de no conocer la primera edición postulada, RM
27, tampoco poseemos otras del texto corregido, que sin duda se publicaron en el XVI con
posterioridad a la que tenemos. Han trabajado en la identificación de los hipotextos G.
Piacentini, «Romances en ensaladas y géneros afines», El Crotalón. Anuario de Filología
Española, 1 (1984), págs. 1135-1173, y P. Díaz-Mas, «Algo más sobre romances (y canciones)
en ensaladas», NRFH, 41 (1993), págs. 231-250.
22. Cito por la edición facsimilar de Pliegos Poéticos del siglo XVI de la Biblioteca de
Cataluña, introducción de José Manuel Blecua, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1976, núm. 1,
fols. A1v-2r ; el dato métrico-poético es un caso elocuente que confirma lo que muy bien
señala P. M. Cátedra como «la no falta de plan retórico en la escritura de cordel» (Inven-
ción, difusión y recepción), pág. 292.
23. RM 27.
MÁS SOBRE GLOSAS DE ROMANCES 105
suelenlos desenpulgar
alguna pieça del dia;
pues razon fue declarar
estas chufas de pastores
para poder recrear,
despertar y renouar
la gana de los lectores25.
25. Cito por la edición de Julio Rodríguez Puértolas, Fray Íñigo de Mendoza y sus
«Coplas de Vita Christi», Madrid: Gredos, 1968, pág. 381.
MÁS SOBRE GLOSAS DE ROMANCES 107
La parte de sensual
que en quanto hombre Dios tenía,
que no muriesse dezía,
que se le hazíe de mal;
mas la parte racional
26. Transcribo el texto según la edición facsimilar del ejemplar de la British Library,
edición de A. L.-F. Askins, Pliegos poéticos españoles de la British Library, Londres (Impresos
antes de 1601), Madrid: Joyas Bibliográficas, 1989-1991, III, núm. 2, añadiendo puntuación,
acentuación y uso de mayúsculas según las normas actuales.
108 BLANCA PERIÑÁN
27. Simultaneando los distintos niveles de cultura en los auditorios, como bien comenta
P. M. Cátedra en Invención, difusión y recepción, págs. 241 y sigs.
28. I. Ravasini, «Una ‘metapoética’ in un Vejamen di Francisco de la Torre y Sevil», Studi
Ispanici, 1991-1993, págs. 97-116.
MÁS SOBRE GLOSAS DE ROMANCES 109
1. Cito por la edición dirigida por Francisco Rico, Barcelona: Instituto Cervantes &
Crítica, 1998, I, pág. 832.
111
112 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
era propia, sobre todo, de las canciones de gente de baja condición social;
con ellas nuestro muchacho entretenía el trabajo del camino, y entre otras
cantó esta que anotó en su memoria el primo:
A la guerra me lleva
mi necesidad;
si tuviera dineros,
no fuera, en verdad.
Fue don Quijote el primero que se dirigió a él, con estas palabras:
«Muy a la ligera camina vuesa merced, señor galán…» Y galán, según
explica Covarrubias en su Tesoro, es «el que anda vestido de gala y se
precia de gentil hombre, y porque los enamorados de ordinario andan muy
apuestos para aficionar a sus damas, ellas los llaman sus galanes»2. Don
Quijote lo había calado perfectamente.
La apostura y comportamiento del muchacho recordaban –así lo veo
yo– a otros galanes que aparecen en no pocas páginas de obras literarias
a lo largo de aquella época áurea. Yo creo que algunos de estos mozos
estaban anunciando ya la presencia que años después hará el guapo en
el panorama social de España y por ende en sus letras. Sabido es que la
primera documentación que tenemos del término guapo con el sentido
de ‘chulo, rufián’ es de Quiñones de Benavente, muerto en 16513. Décadas
antes de la publicación del Quijote, Salinas (De musica libri septem, 1577)
había armonizado una canción de la que sólo transcribía la primera estrofa:
Pensóse el villano
que me adormecía;
Ándome en la villa
fiestas principales
con mi ba[ll]estilla
de matar pardales6.
4. José María Alín, Cancionero tradicional, Madrid: Castalia, 1991, núm. 523. El texto
de Salinas en la nota a esa entrada.
5. Véase Pedro M. Piñero Ramírez, Romancero, Madrid: Biblioteca Nueva, 1999, núm.
94, págs. 408-409.
6. Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), edición de
Louis Combet, Bordeaux: Institut d’Études Ibériques et Ibéro-américaines de l’Université
114 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
A la villa voy,
de la villa vengo:
si no son amores,
no sé qué me tengo.
(Nuevo corpus, 62A)
de Bordeaux, 1967, pág. 7b. Cito por Margit Frenk, Nuevo corpus de la antigua lírica popular
hispánica (siglos XV a XVII), México: Facultad de Filosofía y Letras UNAM, El Colegio de
México & Fondo de Cultura Económica, 2003, 2 vols., núm. 1557. Citaré: Nuevo corpus, y
el número correspondiente.
7. Ms. 3915 de la BNM, folio 163v. Véanse Alín, Cancionero tradicional, 948 y Nuevo
corpus, 1557.
8. Véase Eduardo M. Torner, Lírica hispánica. Relaciones entre lo popular y lo culto,
Madrid: Castalia, 1966, 188, págs. 326-328; y José Manuel Pedrosa, «Notas y adendas al
Corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII) de M. Frenk (y apostillas
a dos reseñas de D. Devoto)», Anuario de Letras, 32 (1994), págs. 209-250.
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 115
A la villa voy,
de la villa vengo:
si no son amores,
no sé qué me tengo.
11. Cf. «Passear. Vale también andar sin otro fin que el de hacer exercicio u recrearse.
Úsase freqüentemente como verbo recíproco» (Diccionario de Autoridades, s. v. passear).
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 117
Echándoles cebos,
bajan a las puertas
pajaritos nuevos,
las alas abiertas;
y así por la villa
me ando días tales
con mi ballestilla
de matar pardales12.
12. Pierre Alzieu, Robert Jammes e Yvan Lissorgues, Poesía erótica del Siglo de Oro,
Barcelona: Crítica, 1984, n. 48, vv. 13-20, pág. 72.
118 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
El abbad y el gorrion
dos malas aves son.
El gorrion y el abbad
nunca siembran pero cogen
y en caso de humanidad
tienen grande havilidad
y adonde pueden se acogen
13. Véase, entre otros trabajos, los de Viçent Beltrán, «Fuge lo lixignolo: elementos
popularizantes en la lírica del Duecento», en Il Duecento. Actas del IV Congreso Nacional
de Italianistas, edición de I. González, Santiago de Compostela: Universidade, 1989, págs.
23-40; «Cueillir la rose: el Roman de la Rose y la lírica tradicional del siglo XIII», en Actas do
XIX Congreso Internacional de Lingüística e Filoloxía Románicas, A Coruña: Fundación
Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa, 1994, págs. 353-388, y «Nuno Fernandez Torneol
y el simbolismo de la canción de mujer», en Actas de amor, escarnio y linaje en la literatura
gallego-portuguesa, edición de Eukene Lacarra Lanz & Andrés Tempranillo Ferreira, Bilbao:
Universidad del País Vasco, 2002, págs. 47-74, con abundante bibliografía sobre el asunto.
14. J. Corominas & J. A. Pascual, Diccionario crítico etimológico, s. v. pardal.
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 119
A cazar pajaritos
íbase la niña,
y en los pechos del papo (sic)
lleva la liga.
(Poesía erótica, 130, estr. 24)
15. Edición de José Luis Alonso Hernández, Salamanca: Universidad de Groningen &
Universidad de Salamanca, 1986, núm. 853, pág. 219.
16. Claudia de los Santos, Luis Domingo Delgado & Ignacio Sanz, Folklore segoviano
III. La jota, Segovia: Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1988, pág. 100.
17. Antonio Vallejo Cisneros, Música y tradiciones populares, Ciudad Real: Diputa-
ción, 1988, pág. 194.
120 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
Nos parece claro, pues, que la canción antigua transcrita por Correas
«Ándome en la villa» tiene unas resonancias eróticas indudables. Esto no
supone, a buen seguro, ninguna sorpresa, porque, como vengo diciendo,
la asociación de diversas aves y el amor, en sus diferentes realizaciones,
es frecuente en numerosas canciones líricas de siempre, tanto cultas como
populares (aunque más en éstas). Además, los pájaros –como el paisaje–
ya en los cantares medievales se habían convertido en elementos de un
sistema simbólico al servicio de la expresión amorosa, y los ecos de estas
significaciones figuradas persisten aún hoy en las canciones populares de
la tradición moderna incluso en las infantiles20, si bien, en buena medida,
21. José M. Pedrosa, «El cuento ndowe de El pájaro y la princesa embarazada (AT
900A«), dos poemas de Catulo y dos cuentos del Decamerón de Boccaccio: de la literatura
comparada a la antropología», trabajo aún inédito, que me envió y que, naturalmente, apro-
vecho aquí con expreso agradecimiento.
122 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
seguro ofreciéndole las piezas logradas con tanta puntería, unos pardales
marcados, como ya sabemos, por indiscutibles connotaciones eróticas.
Aquí nos sale al paso, de nuevo, la ambigüedad y complejidad del sistema
simbólico de estos cantares populares en los que se van entrecruzando
posibles interpretaciones: el muchacho ha salido a cazar gorriones, acti-
vidad que en sí misma tiene ya el sentido de conquista amorosa, pero a
su vez puede también entenderse que todas estas pequeñas «conquistas»,
estas presas menores logradas con tanta facilidad, son simples alardes de
hombría que miran a la conquista principal, la de la dama a la que ronda.
Las posibles interpretaciones se entrecruzan en este entramado de signi-
ficaciones simbólicas nada simple.
De cualquier forma, las actividades de la caza, como la de buscar nidos,
son propias de los jóvenes en los pueblos, y tienen un componente iniciá-
tico que todos reconocen, así que «pueden concebirse, gracias a un juego
sutil de metáforas, como el modo de lograr una identidad sexual y, más
aún, como la vía de acceso a los juegos amorosos»22.
De este modo, nuestra cancioncilla, como tantos otros textos de la lite-
ratura universal, muestra al muchacho en su rito de tránsito que marcaba
el paso de la edad de la inocencia infantil a la de la juventud, en la que
se dispone a lances de mayor esfuerzo, exhibición de destreza en la caza
–la actividad de prueba–, testimonio ya de su capacidad sexual para las
relaciones amorosas.
En el «Baile del ¡Ay, ay, ay! y el Sotillo», que se halla en la Flor de las
Comedias de España de diferentes autores. Quinta parte (Barcelona, 1616)
hay una canción que, a mi parecer, es una muestra más de lo que estamos
viendo: el retrato de un mozo presumido en época de galanteo:
Ancha la espadita,
los tiros cortos,
sale el bien de mi vida
a matar los moros.
(Alín, Cancionero tradicional, 926)
Esta vez el cantar está en voz de mujer que, sin ocultar el cariño, se
burla del pretendiente algo jactancioso. El muchacho se adorna con una
espada ancha resaltada porque cuelga de «los tiros cortos»23. Eso de llevar
22. Daniel Fabre, «La Voie des Oiseaux: sur quelques récits d’apprentissage», L’Homme,
99 (1986), págs. 7-40. Tomo el texto de J. M. Pedrosa, «El cuento ndowe», en prensa.
23. El Diccionario de Autoridades, como décima acepción de tiro, explica: «Tiros. Usado
siempre en plural, se llaman las correas pendientes, de que se cuelga la espada, por estar tirantes».
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 123
espada por aquellas primeras décadas del Seiscientos era por defensa de
la persona, pero más que nada por lucimiento de los hombres, según
se desprende de lo escrito por Covarrubias: «Espada. La común arma de
que se usa, y los hombres la traen de ordinario ceñida, para defensa y
para ornato y demostración de lo que son; y a los que no están tenidos
de esta reputación, les dizen que traen ruecas» (Tesoro, s. v.). Parece más
probable que fuera prenda de ornato sobre todo cuando se trataba de
una espada ancha, con lo que suponemos que se esté refiriendo a un
alfanje morisco («espada ancha y corta», según Autoridades). Como el
elegante Caballero del Verde Gabán que «traía un alfanje morisco pendiente
de un ancho tahalí verde y oro» (Quijote, II, cap. 16, pág. 751), de donde
deduce el profesor Márquez Villanueva que don Diego de Miranda «no ha
ejercitado nunca, como es lógico, la menor caballería. De ahí que ni siquiera
lleve espada, sino un romántico alfanje morisco, un arma de opereta, pura-
mente decorativa»24.
También en este caso hay que atender a las connotaciones eróticas de
los términos, por demás incontestables en el caso de la espada, que perte-
nece al mundo simbólico de lo masculino, ya que las armas en general
(lanza, puñal, escopeta, trabuco, ballesta, etc., e incluso las espuelas del
caballero), y muy en especial la espada dada su forma y aspecto que
recuerdan lo fálico, pueden aludir tanto a las cualidades del varón (valor,
fuerza…) como a la materialización corpórea de su virilidad. Por poner
unos ejemplos: en las Coplas a un caballero que tuvo un concierto y no
pudo concertarse, se lee en los versos 223-232:
24. Francisco Márquez Villanueva, «El Caballero del Verde Gabán y su reino de para-
doja», en Personajes y temas del Quijote, Madrid: Taurus, 1975, págs. 147-227 (176). Cf.
Augustin Redondo, «El personaje del Caballero del Verde Gabán», en Otra manera de leer
«El Quijote», Madrid: Castalia, 1997, págs. 265-289 (271).
124 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
25. Véase Pedro M. Piñero, «Lavar pañuelo | lavar camisa. Formas y símbolos anti-
guos en canciones modernas», en De la canción de amor medieval a las soleares. Profesor
Manuel Alvar «in memoriam» (Actas del Congreso Internacional «Lyra minima oral III»,
Sevilla, 26-28 de noviembre de 2001), edición de Pedro M. Piñero Ramírez, Sevilla: Funda-
ción Machado & Universidad de Sevilla, 2004, págs. 481-497.
26. Cito por Poema del Cante Jondo. Romancero gitano, edición de Allen Josephs &
Juan Caballero, Madrid: Cátedra, 1977, pág. 230, vv. 29-32.
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 125
29. Cito por la edición de Francisco Rodríguez Marín, Novelas ejemplares, Madrid:
Espasa-Calpe, 1965, I, págs. 131-238 (201-202).
30. Cf. Alín, Cancionero tradicional, págs. 58-59.
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 127
31. Cf. Raúl Dorra, Los extremos del lenguaje en la poesía tradicional española. Estu-
dios sobre el villancico y la poesía gongorina, México: UNAM, 1981, pág. 54, y Antonio
Sánchez Romeralo, «El villancico como texto oral», en Actas del Congreso Romancero-Cancio-
nero (UCLA 1984), edición de Enrique Rodríguez Cepeda, Madrid: Ediciones José Porrúa
Turanzas, 1990, I, págs. 59-80.
32. El texto de la Fernán Caballero tiene el incipit «Parece que viene usted», apare-
cido en sus Cuentos y poesías populares andaluces, Madrid: Librería de Antonio Rubiños,
1916, pág. 319; el de Emilio Lafuente y Alcántara se publicó en su Cancionero popular: colec-
ción escogida de coplas y seguidillas, Madrid: Carlos Bailly-Bailliere, 1865, II, 433.
128 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
Versión andaluza:
33. José María Soler García, Cancionero popular villenense, Alicante: Instituto de Estu-
dios «Juan Gil-Albert», Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, 1986, 764.
34. Enrique Alcalá Ortiz, Cancionero popular de Priego (Poesía cordobesa de cante y
baile), Córdoba: [edición del autor], 1986, 2 vols., núm. 111.
«UN GUAPO SE PASEA POR LA VILLA» 129
Los que siguen son ejemplos de versiones del otro tipo. Versión caste-
llana:
35. En Castilla, en Ruilla del Campo, se canta así como copla de jota, según me comu-
nica José M. Fraile.
36. Pedro M. Piñero, «Con agua de toronjil. Del cancionerillo popular arcense de José
María Capote», en Mosaico de varia lección literaria. Homenaje a José Mª. Capote Benot, Sevilla:
Departamento de Literatura Española de la Universidad de Sevilla, 1992, págs. 21-59 (núm.
18, pág. 53).
37. Manuel Garrido Palacios, Alosno, palabra cantada. El año poético en un pueblo
andaluz, México: Fondo de Cultura Económica & Diputación de Huelva, 1992, pág. 128.
38. Carlos H. Magis, La lírica popular contemporánea: España, México, Argentina,
México: El Colegio de México, 1969, 871.
130 PEDRO M. PIÑERO RAMÍREZ
STEPHEN RECKERT
131
132 STEPHEN RECKERT
2. También en la China Táng, como observan Dachs & Suárez (pág. 14), «la mujer
no solía tener acceso a una formación adecuada para el cultivo de las letras. Debemos a
monjas, aristócratas y cortesanas los relativamente pocos poemas de autora conservados».
«VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT» 133
dama que jamás ha visto, falla el blanco con su artimaña a lo Jaufré Rudel
cuando el tiro le sale por la culata y la dama replica secamente:
¡Déjese de cuentos!
En mi vida he oído tal cosa:
¿un hombre que se muera
por una mujer
que no ha vislumbrado siquiera? [MYS 93]
veer meu amigo | e non o vi na ermida, nen falou el comigo» (CA 379); y
a veces ni siquiera las mejores velas surten efecto: una suplicante desen-
cantada en una cantiga de Nuno Tréez (CA 435) declara que, ya que San
Clemenço do Mar ignora sus ruegos de traer de vuelta a su amigo, no debe
esperar más candeas de Paris: bastarán unas velas baratas de sebo.
La pastorela ibérica suele pintar un cuadro idílico en que una emperi-
follada campesina es cortejada por un caballeroso aspirante a amigo, y la
diferencia de clase se elude tácitamente; en cambio un tanka conmovedor,
al invertir los papeles, en efecto insiste en la diferencia, reconociendo
implícitamente la imposibilidad de un desenlace feliz:
* * *
«VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT» 137
3. Discuto el simbolismo de la cigarra por extenso en Reckert & Centeno, págs. 17-43.
4. Traduzco orishi (literalmente «me arrodillo»), por «me siento», porque como la
manera normal de «sentarse» en gran parte del Asia Oriental es arrodillarse, esa posición
no implica necesariamente un contexto religioso o reverencial, constituyendo por tanto, en
términos de una semiótica gestual sino-japonesa, una forma «no marcada» o degré zéro.
138 STEPHEN RECKERT
En este poema del Shi Jing es de nuevo la amiga quien habla, y esta
vez no ha esperado en vano: el verbo imperativo del villancico se trans-
forma en triunfal presente de indicativo:
5. Cf. mi comentario sobre Johan Zorro en DC, págs. 184-189, y véase ahora, en este
mismo volumen, la importante comunicación de Eva Belén Carro Carbajal, «Connotación y
«VERBA VOLANT, SCRIPTA MANENT» 139
de Johan Zorro (CA 390), «el rei me enviou por elos: | madre, que lhis
farei?»; y la madre, reconociendo la demanda del rey como sinécdoque,
no puede más que contestar, resignada (o tal vez socialmente ambiciosa),
«filha, dade-os a el rei». El lavado del pelo constituye un motivo especial:
en una de las siete cantigas de amigo de Pero Mõogo en que aparecen
ciervos (CA 422) la amiga los ha visto, «e con sabor delos | lavei meus
cabelos […]: | des que los lavei […], | d’ouro los liei, | e vos asperei, |
meu amigo»; y otra niña, en un poema de Johan Soárez Coelho (CA 174)
explica orgullosamente a su madre que tan pronto como acabó de lavarse
los cabellos en la fuente, «aló achei, madr’, o senhor deles | e de mi,
louçana».
El estado de ánimo es bien distinto en una copla que al elogio implí-
cito de la belleza de una joven monja junta un lamento no menos implícito
por el desperdicio deliberado de esa belleza:
símbolo en la literatura religiosa popular impresa del siglo XVI», cuyo título no deja sospe-
char que se dedica casi por entero, excepto por algunas observaciones sobre el simbolismo
de los ojos, al del cabello femenino.
140 STEPHEN RECKERT
Tañen a la queda;
mi amor no viene:
algo tiene en el campo
que lo detiene.
A la queda han tocado,
y mi bien no viene:
otros nuevos amores
me lo detienen. [NC 568BC]
Porto Carreiro añade al motivo del cabello por peinar el miedo de que
el amigo haya muerto en batalla:
Ráfagas de viento
soplan a través de la sierra,
y noche tras noche
me acuesto solo,
con anhelos de mi amor en casa. [MYS 24]
Pero ya tocan a la queda, y tengo que acabar. He aquí por última vez Hito-
maro, de nuevo ante su eterno problema de conseguir acceso a su amada:
La vida continúa,
y yo espero:
flor que espera en la noche8
al que no viene.
Esta noche, parece
que tampoco la luna vendrá.
(Matedo, kurasedo:
konu hito no
yoi-machi gusa no
yarusenasa.
Ko yoi wa tsuki mo
de nu sô na.)
OBRAS CITADAS
145
146 MARÍA SÁNCHEZ PÉREZ
Con lo dicho hasta aquí, es evidente que toda esa inmensa producción
de milagros, casos, relaciones de sucesos de batallas, de «casos horribles
y espantosos», de villancicos, de letrillas, etc., es decir, todas estas compo-
siciones que integran nuestros pliegos sueltos poéticos del siglo XVI, circu-
laban igualmente entre ricos y pobres, entre gentes pertenecientes al
ámbito rural, urbano e incluso cortesano, pues, además de las lecturas
silenciosas e individuales, por las calles y plazas se recitaban, cantaban y
bailaban todas estas piezas.
Por otra parte, frente a la opinión de quienes pensaban que la sociedad
del Siglo de Oro en su conjunto, esto es, el vulgo, era básicamente igno-
rante y apenas era capaz de pensar por sí mismo, es posible que, como
apunta Margit Frenk «captaran infinitamente más de lo que sus despectivos
censores suponían», ya que
4. Francis Cerdan, «El sermón barroco: un caso de literatura oral», Edad de Oro, 7
(1988), págs. 59-68; concretamente la cita está tomada de la primera página.
5. M. Frenk, Entre la voz, pág. 37. Además, obras como El queso y los gusanos de
Carlo Ginzburg nos hacen recapacitar sobre algunos aspectos que, en ocasiones, se han
pasado por alto. La visión del mundo que nos ofrece ese molinero italiano del siglo XVI
nos hace ver que, quizá, fueron muchas más las lecturas que llegaron a lo que se ha dado
en llamar «clases subalternas» y la influencia de esas lecturas para crear una opinión en aque-
llas mentes sea mayor de lo que se creyó durante años.
148 MARÍA SÁNCHEZ PÉREZ
nos vamos a encontrar con una verdadera «puesta en escena», una autén-
tica dramatización en muchas ocasiones, donde interaccionan la voz, el
cuerpo, el espacio, el tiempo, etc.
Imaginemos a los ciegos y buhoneros por las calles y plazas más concu-
rridas de nuestros pueblos y ciudades pregonando su mercancía, anun-
ciando unos la Égloga trobada por Juan del Enzina; otros, la Verdadera
relación de un martirio que dieron los turcos en Constantinopla a un devoto
fraile de la orden de Sant Francisco; o bien, la Historia de las mercedes tan
cumplidas que la Virgen del Monte Carmelo obró con tres hermanas cofradas;
o también, el Horrendo y espantable caso acontecido en la ciudad de
Génova, del qual pueden tomar exemplo los que biven en peccado, etc.6
Junto a ellos y, confundiéndose las voces las más de las veces, encon-
traríamos también sacamuelas, afiladores, castañeras, predicadores, vende-
dores ambulantes ofreciendo las más diversas mercancías, como pócimas
mágicas contra los males que acechaban al mundo, gritando al viento las
diversas virtudes de sus brebajes. Peter Burke va más allá y señala también
que existían «cantantes de baladas, domadores de osos, bufones, charla-
tanes, payasos, comediantes, espadachines, tontos, prestidigitadores, mala-
baristas, animadores, ministriles, saltimbanquis, actores, titiriteros,
curanderos, […] y acróbatas»7. Efectivamente, para un pueblo acostum-
brado a todos ellos, en muchas ocasiones, todas esas palabras –huecas o
no– caerían en el olvido, pero otras veces resonarían en un auditorio lleno
de oídos y ojos expectantes, preparados para aplaudir tanto los aciertos
como las incongruencias de todos esos discursos. El que habla, por su parte,
prefiere refugiarse en el griterío ensordecedor del auditorio y acompaña
su recitación con un sinnúmero de muecas, ademanes y guiños hacia su
público. Todo aquello que anuncian estos copleros se dirige a un conglo-
merado de individuos que poseen unas particularidades distintas, pero es
cierto también que todos ellos comparten una tradición común, de la que
son herederos y partícipes al mismo tiempo.
Estamos, no lo olvidemos, ante el inicio de un verdadero proceso de
comunicación de masas, y a éstas es mucho más fácil manejarlas que a
6. Todos los ejemplos han sido tomados de Antonio Rodríguez Moñino, Nuevo Diccio-
nario Bibliográfico de Pliegos Sueltos Poéticos (Siglo XVI), edición corregida y actualizada
por Arthur L.-F. Askins & Víctor Infantes, Madrid: Castalia & Editora Regional de Extrema-
dura, 1997. Los títulos citados se corresponden con los siguientes asientos: RM 177.5, 277,
362.5 y 367.
7. Peter Burke, La cultura popular en la Europa moderna, Madrid: Alianza Univer-
sidad, 1996, pág. 148.
«A TODOS QUIERO CONTAR | UN CASO QUE ME HA ADMIRADO» 149
9. Fernando Rodríguez de la Flor, «La oratoria sagrada del Siglo de Oro y el dominio
corporal», en Culturas en la Edad de Oro, dirigido por José María Díez Borque, Madrid: Edito-
rial Complutense, 1995, págs. 123-147; concretamente la cita está tomada de la página 137.
10. Como veremos, la oratoria sagrada juega un papel decisivo en el siglo XVI e influirá
claramente en todo este fenómeno de la literatura popular impresa.
«A TODOS QUIERO CONTAR | UN CASO QUE ME HA ADMIRADO» 151
Oírlo [el poema] era percibirlo con los cinco sentidos, pues se estaba
en contacto físico con el que lo leía, recitaba, contaba o cantaba; se
palpaba su presencia, su «voz viva», sus ademanes corporales; se sentía
la presencia de los demás oyentes; se interactuaba con ellos en el evento
común. Leerlo era estar a solas con la «voz muerta» de las letras sobre
la página; era leer solo y sólo leer13.
11. Según M. Frenk, «En el Siglo de Oro la poesía […] no se memorizaba para tenerla
en la cabeza, sino para recitarla. Cuando se tenía buena voz y se conocía la melodía, se
cantaba el poema», por eso, «en los siglos XVI y XVII estaba generalizadísima la costumbre
de cantar poemas, ya con acompañamiento de guitarra o vihuela, ya en versión polifónica,
ya, obviamente, con la melodía sola, dependiendo de las circunstancias y del entorno
social», Entre la voz, pág. 70.
12. Jaime Moll, «Transmisión y público de la obra poética», Edad de Oro, 4 (1985), págs.
71-85; concretamente la cita se halla en la página 83.
13. M. Frenk, Entre la voz, pág. 79.
152 MARÍA SÁNCHEZ PÉREZ
17. Mª. Cruz García de Enterría, «Retórica menor», Studi Ispanici, 1987-1988, Pisa:
Giardini, 1990, págs. 271-291; la cita está tomada de la primera página.
18. «Se podrá hablar de calidades, pero no de falta de plan retórico. La organización
de las relaciones en sus partes constituyentes depende del registro que el poeta haya tomado
y del género narrativo por el que opte, así como también de los temas y motivos, referen-
cias o alusiones con las que quiera jugar y alcanzar la sintonía –el reconocimiento– con el
oyente: epístola o diálogo, sermón o legenda hagiográfica, exemplum o milagro […] Sus
fuentes de información son la misma literatura de cordel, pero también las experiencias ‘inte-
lectuales’ y literarias que comparten con sus oyentes. Es capaz, incluso, de manejar los
registros literarios por medio de una persistente práctica de la alusión, seria o burlesca, bene-
ficiándose así no sólo de los recursos de la ironía paródica popular, sino también de la retó-
rica mayor. También en la literatura, el ciego es un excelente intermediario», P. M. Cátedra,
Invención, pág. 203.
154 MARÍA SÁNCHEZ PÉREZ
A la bondad soberana,
que es el alto Rey de gloria,
le pido gracia y memoria
para que de la Soltana
pueda yo contar su historia.
Es caso que aconteció
notable y digno de oír
y querría contar yo,
sin discrepar ni mentir,
de la suerte que passó […]27
recibió el sanctíssimo sacramento del altar sin confessión, por lo qual, y por otras maldades,
un demonio visiblemente lo ahogó y se lo llevó. Hecha en metro por Gaspar de la Cintera,
privado de la vista y vezino de Granada. Y impressa con licencia. [RM 148.5].
29. Se trata de la Relación cierta y verdadera de lo que sucedió en la Señoría de Persia,
según lo escrivió el gran Morato al Sofí, de quatro ciudades que se hundieron. Y los prodi-
gios y señales que en esto uvo. Y de siete bocas del infierno que se abrieron en la dicha
Señoría de Persia, con otras cosas dignas de saberse. Compuesta en verso por Pedro de
Contreras, librero, vezino de Caçalla, en este año de MDLXXXVII. [RM 155].
«A TODOS QUIERO CONTAR | UN CASO QUE ME HA ADMIRADO» 159
Hemos analizado solamente unos ejemplos, pero creemos que son sufi-
cientemente claros para demostrar cómo nuestros copleros populares
emplearon los recursos de la oratoria sacra de los predicadores rurales.
Además, la poesía de cordel se vale siempre de unas fórmulas, y ello sería
un rasgo también de su oralidad básica. Debemos tener en cuenta, además,
que la interrelación que establece Pedro M. Cátedra entre el sermón y el
pliego suelto no es unilateral y así, partiendo del estudio de un coplero
popular del siglo XVI, llega a la siguiente conclusión:
161
162 GLENN SWIADON MARTÍNEZ
Pongamo fustana,
y bailemo alegre,
que, aunque samo negra,
sa hermosa tú1.
En el teatro breve de los siglos XVI y XVII el esclavo africano suele ser
un personaje secundario, subordinado al personaje principal, el amo blanco;
su papel consiste casi siempre en enojar a su amo, haciendo que éste
pierda el control sobre sí mismo. Por ejemplo, el asunto de El negrito
hablador, y sin color anda la niña, de Quiñones de Benavente, se reduce
a que la glosomanía del negrito exaspera al personaje blanco, quien lo
conmina a callar repetidas veces: «Calla, demonio; ¿hay tal cosa! ¡Belcebú
lleve tu lengua»9. Por el contrario, en los villancicos el negro domina
completamente la escena. La mayoría de los villancicos no presentan perso-
najes blancos y, en los pocos que lo hacen, la interacción entre blanco y
negro se limita a una contienda de tipo entremesil, de la que muchas
veces el negro sale ganando.
Vale la pena examinar el papel de la música y el baile en los dos géneros
que nos interesan. Gaspar, el esclavo de Los negros de Simón Aguado, sale
de apuros con su amo cuando empieza a bailar y cantar: «Plimo, siñolo va
enojaro. Toquemo y cantemo, que desa manera le habemon de aplacar la
cólicos»10. Cuando los amos deciden casar a Gaspar y a su novia, le piden
una canción al negro y éste se pone más contento de poder cantar que de
casarse; dice: «¿Que vamo tañendo? […] Vamo mucho noranbuena plimo»11.
Al tocar la música el personaje del esclavo se entrega a un acto creativo que
le da la oportunidad de desempeñar un papel protagónico y, al mismo
tiempo, complacer a sus amos. Con frecuencia los villancicos repiten esa
misma estructura. Los blancos se mencionan como receptores del espectá-
culo de baile y música que los negros montan en la celebración. La acti-
vidad musical se valora en la medida en que brinda diversión al Niño Dios
en el pesebre o entretenimiento a los blancos que escuchan. Simón Aguado
espera el momento del desenlace para rematar su entremés con el consa-
bido canto y baile, pero en muchos villancicos la creación musical y dancís-
tica es el verdadero punto de partida.
Por otra parte, como los villancicos de negro, el teatro breve del siglo
XVII muestra gran interés por los estribillos populares que acompañan
ciertos bailes afro-hispánicos, como el zarambeque. Un entremés de Jerómino
Salen dos negros y dos negras; ridículos con sus tamborilillos los negros.
Y después de haber bailado solos, párense en las puntas del tablado,
y cantan lo que sigue:
Y gun, gun, gu…
y guan guan gua…
22. Vicente Suárez de Deza, Mojiganga del Mundi Nuevo, en Teatro breve. II, edición
de Esther Borrego Gutiérrez, Kassel: Reichenberger, 2000, pág. 587.
23. Gaspar Fernández, Cancionero musical de Gaspar Fernández, edición de M. Frenk,
fols. 234vb-244ra.
24. En 1648 Juan Francisco de Roma hablaba del baile congolés en estos términos:
«Les naturels du Congo […] des jours et des nuits durant […] se livrent aux bals et danses»,
Breve relation de la fondation de la mision des frères mineurs capucins du séraphique père
Saint François au Royaume du Congo… (Roma 1648), traducción y edición de François
Bontinck, Louvain: Nauwelaerts, 1964, pág. 123.
25. José Pérez de Montoro, «Letras de los villancicos que se cantaron en la santa iglesia
cathedral de la ciudad de Cádiz, al nacimiento de nuestro señor Jesu Christo, año de 1693»,
en Obras pósthumas lýricas sagradas, tomo 2, Madrid, 1736, págs. 369-372.
168 GLENN SWIADON MARTÍNEZ
26. Para una descripción de la vida laboral de los cargadores negros en las colonias
americanas, véase Roger Bastide, Les Amériques noires, Paris: Payot, 1967, pág. 99; hay
traducción española: Las Américas negras. Las civilizaciones africanas en el Nuevo Mundo,
Madrid: Alianza Editorial, 1969.
27. En una obra dramática paralitúrgica del siglo XII hay un estribillo que reza «Arre,
arre» («El procesional del asno, cuando se le trae», en Dramas litúrgicos del occidente
medieval, edición de Luis Astey, México: El Colegio de México, 1992, págs. 587-592).
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL:
INTERCAMBIOS («VER Y DESEAR»: UN VILLANCICO
POPULAR DE ORIGEN TROVADORESCO)
169
170 Mª. ISABEL TORO & GEMA VALLÍN
sintil por la «g», fonema extraño al sistema alemán, o la ausencia de vocal protética en
sparvir) delatan esa transcripción de oídas y dificultan, debido asimismo al origen germano
del copista, la interpretación lingüística. Con todo, se aprecia una base en donde predo-
mina la lengua de oíl, en alguno de sus dialectos, con interferencias notorias de la lengua
occitana (sun, repasar, astur). Véase el análisis de estos problemas en Ulrich Mölk, «Zwei
Fragmente galloromanischer weltlicher Lyrik des 11. Jahrhunderts», en Ensi firent li ancessor.
Mélanges de philologie médiévale offerts à Marc-René Jung, edición de L. Rossi, Alessandria:
Edizioni dell’Orso, 1996, vol. I, págs. 47-51.
4. Para la integración sparvir [o] astur seguimos la sugerencia de U. Mölk «Zwei
Fragmente», pág. 47, así como para la lectura de vorer por voler (corregido en el manus-
crito por una mano posterior). Respecto a la forma del último verso dussirie (como viene
en el manuscrito), habremos de interpretarla en tanto que una amalgama de la conjunción
(e), precedida por una i superflua, más dussir del verbo provenzal adolzir (o quizá del francés
(a)doucier).
5. Véase el comentario que le dedica Peter Dronke en la última edición de su The
Medieval Lyric, Cambridge: D. S. Brewer, 1996, págs. IX-XIV.
6. Pertenecen a la canción Tant ai mo cor ple de joya (P.C. 70, 44), vv. 49-52. Citamos
por la edición de Carl Appel, Bernart von Ventadorn, seine Lieder, Halle, 1915, págs. 257-268.
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL 171
Se fossei un’arondinella,
Vorrei volare
Vicin’alla fontana
Dov’aspetta la mia bella.
10. Copiamos la versión vocalizada que ofrece Josep María Solà-Solè, Corpus de poesía
mozárabe (las hargas andalusies), núm. XXXIII, Barcelona: Hispam, 1973, pp. 223-226.
11. Véase Albert G. Hauf, «Les transformacions», Studies of the Spanish and Portuguese
ballad, edición de N. D. Shergold, London: University of Walles Press, 1972, págs. 25-51.
12. Werner Ziltener, que recorre la historia del topos, cita, entre otros, ejemplos como
éste: «O si nutu Dei acciperem volucris speciem quantocius volando te visitatem!», en «Ai
Deus! car no sui ironda?», en Studia Occitanica in memoriam Paul Remy, I, págs. 363-371.
13. Para una visión histórico-literaria del asunto, véase el reciente trabajo de Viçent
Beltrán, «Poesía tradicional / poesía popular», en Lírica popular / Lírica tradicional. Lecciones
en homenaje a Don Emilio García Gómez, edición de Pedro M. Piñero Ramírez, Sevilla:
Universidad de Sevilla & Fundación Machado, 1998, págs. 65-74, así como el de Carlos
Alvar, «Poesía culta y lírica tradicional», publicado en la misma monografía, págs. 99-111.
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL 173
17. Andrés el Capellán, De amore. Tratado sobre el amor, edición de I. Creixell Vidal-
Quadras, Barcelona: Sirmio, 1984, Quid sit amor, Capitulum I, pág. 54.
18. Agradecemos esta información a Patrizia Botta, que está elaborando un glosario
del corpus de M. Frenk junto a S. Saramin, trabajo del que ya adelantaron algunos resul-
tados en Cancioneros en Baena. Actas del II Congreso Internacional Cancionero de Baena,
edición de J. L. Serrano Reyes, vol. II: S. Saramin, «Glosario del Corpus de Margit Frenk
(1, Datos)», págs. 319-327, y P. Botta, «Glosario del Corpus de Margit Frenk» (2, Análisis),
págs. 329-344.
19. Ejemplos tomados de Antonio Sánchez Romeralo, El villancico (estudios sobre la
lírica popular en los siglos XV y XVI), Madrid: Gredos, 1969, núms. 87, 88 y 144.
20. Corpus del que actualmente estamos preparando un estudio y una edición crítica.
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL 175
21. Citamos por la edición de Brian Dutton & Joaquín González Cuenca, Cancionero
de Juan Alfonso de Baena, Madrid: Visor, 1993, núm. 15bis, págs. 30-31.
22. No solo repite temas, la deuda con ellos se extiende al vocabulario y fraseología,
llegando incluso al calco de versos y expresiones de cantigas conocidas; cf. Gema Vallín,
«Villasandino y la lírica gallego-portuguesa», Cancioneros en Baena, Actas del II Congreso
Internacional Cancionero de Baena, edición de Jesús L. Serrano Reyes, Baena: Ayunta-
miento de Baena, 2003, vol. I, págs. 79-85.
176 Mª. ISABEL TORO & GEMA VALLÍN
Y su fuente, en cambio:
24. Citamos por la edición de Andrea Zinato, Macías. L’esperienza poetica galego-
castigliana, Venecia: Cafoscarina, 1996, pp. 63-68.
25. Sobre la fama y divulgación de la obra de Macías y del texto en cuestión puede
encontrarse un buen resumen de las investigaciones realizadas hasta la fecha, así como
nuevas aportaciones de interés en Cleofé Tato, «Apuntes sobre Macías», Il confronto letterario.
Quaderni del dipartimento di lingue e letterature straniere moderne dell’Università di Pavia,
35, 2002, págs. 5-31.
178 Mª. ISABEL TORO & GEMA VALLÍN
que «Aquí no hay que esperar», primero del villancico. La idea de «Sino
morir con deseo» la expresa Macías en «[…] moiro desanparado | con
pesar e con desejo».
Con todo, el carácter de piedra de toque de este famoso poema no lo
podemos presentar más que como mera conjetura. Se hace complejo, a
partir de aquí, establecer relaciones de influencia directa entre los tres
poetas y los otros cuatro textos castellanos que, como vamos a ver, repiten
el socorrido sintagma. Existe una brecha cronológica, lingüística y cultural
que dificulta llevar a cabo pesquisas filológicas más precisas.
Los datos objetivos a partir de los cuales intentaremos entonces esta-
blecer las conexiones más coherentes entre todos ellos son los siguientes.
De los cuatro autores del XV que repiten «sino ver y desear» en una de sus
composiciones, Gonzalo de Cuadros parece ser el primero en hacerlo. En
De vos servir et loar 26 hallamos un esquema estrófico representativo de la
forma fija de la canción del XV: estribillo, mudanza y vuelta, no hay retronx
ni simetría estrófica entre el estribillo y la vuelta (abba || cddc | ceea).
Se trata de una forma métrica más antigua que la de Juan de Tapia, nuestro
siguiente poeta; aparece entre los poetas nacidos entre 1340 y 1355 y los
de la siguiente generación (nacidos entre 1356 y 1370); luego, práctica-
mente desaparece27. Cuadros fue caballero de la casa del Infante Enrique
de Aragón, y en 1418 hirió a Álvaro de Luna en una justa. Mientras, Juan de
Tapia aparece como soldado al servicio del rey Magnánimo en la década
de los cuarenta. Los poemas que han sido recopilados en los cancioneros
RC1 y MN54, como este Bien veo que fago mal (ID0560), no son muy poste-
riores a 146328. Si nos fijamos en el contenido de ambos, observamos que,
aunque expresen la misma idea, es Cuadros quien señala que el dolor por
la indiferencia de la doncella comenzó el mismo día que la vio, mientras
que en Tapia quedaría implícito. Con todo, es evidente que la relación temá-
tica entre los dos textos es muy estrecha, vienen a expresar lo mismo.
26. Se trata del poema ID2515, según la clasificación de Dutton, que seguiremos en
nuestras referencias a las composiciones del siglo XV y a los cancioneros en los que se
recogen; Brian Dutton, El Cancionero castellano del siglo XV c. 1360–1520, Salamanca:
Biblioteca Española del siglo XV & Universidad de Salamanca, 1990, 7 vols. (vol. 7). Citamos
en apéndice 1 la edición que del texto hace Ana Mª. Álvarez Pellitero, Cancionero de
Palacio, Salamanca: Junta de Castilla y León, 1993, pág. 132.
27. Seguimos aquí las conclusiones del estudio de Viçent Beltrán en La canción de
amor en el otoño de la Edad Media, Barcelona: PPU, 1988.
28. Así lo estima Luigi Giuliani, cuya edición del texto reproducimos en el apéndice 1:
Juan de Tapia. Poemas, Salamanca: Universidad de Salamanca, 2004, págs. 23-29 y 85-86.
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL 179
APÉNDICE 1
MACÍAS
GONZALO DE CUADROS
JUAN DE TAPIA
MOSÉN MONCAYO
CORNAGO
CRISTOBAL DE CASTILLEJO:
a un amigo podiéndole consejo en çierta necesidad de amores
Heredero prinçipal
del discreto Cartagena,
pues que tu saber es tal
quiero descubrir mi mal
5 porque rremedies mi pena.
Sabed que muero de amores
rústicos y labradores,
groseros y desabridos,
mas lozanos y polidos
10 y lindos como las flores.
[…]
Miré que estaua vestida,
por ser fiesta señalada,
su saya blanca fronçida
con un tegillo çeñida
55 y una alvanega labrada.
Sus çapatas coloradas,
a media pierna arrugadas;
su cabezón y gorguera,
camisa blanca grosera;
60 las mangas apuñetadas.
Bailauan con gran primor,
cantando por gentil arte
sus cantares a sabor,
a fuer de Villamayor,
65 seis a seis de cada parte.
Yo cuitado por gozar
lo que deviera escusar,
a miralla me paré
y al punto que allí llegué
70 dezían este cantar:
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL 187
CANTAR
Aquí no ay
sino ber y desear;
aquí no veo
sino morir con deseo.
75 Madre, un escudero
que estaua en este coro,
a cada buelta
hazíame del ojo.
Yo como soy bonica
80 teníaselo em poco.
Madre, un escudero
que estaua en esta baila,
a cada buelta
asíame de la manga.
85 Yo como soy bonica
teníaselo en nada.
188 Mª. ISABEL TORO & GEMA VALLÍN
APÉNDICE 2
LÍRICA CULTA, LÍRICA TRADICIONAL 189
II
GÉNEROS
TRES RELACIONES POÉTICAS O MÉTRICAS DE
AUTOS DE FE IMPRESAS EN EL SIGLO XVII Y UN
EJEMPLO DE UNA SUBVERSIÓN DEL SUBGÉNERO
EN FORMA MANUSCRITA
KENNETH BROWN
(University of Calgary)
1. INTRODUCCIÓN
1. Salvo, tal vez, en el caso del Romance nuevo de un caso que ha sucedido en la
corte de Madrid: dase cuenta cómo unos judíos azotando, arrastrando, y queriendo quemar
193
194 KENNETH BROWN
en un brasero a un Santíssimo Christo, su Divina Magestad les habló, y fue bastante para
que se convirtieran. Sucedió en este año de 1753, ejemplar sign. R-25264 de la Biblioteca
Universitaria de Granada, el que aparenta recordar e imitar el caso del Cristo de la Paciencia
(1629-1632), ocurrido asimismo en Madrid, cuyo romance se publicó no sólo en su época
sino también en 1717 y luego en 1753. Ver Michael Alpert, «Did Spanish Crypto-Jews Dese-
crate Christian Sacred Images and Why? The Case of the Cristo de la Paciencia (1629-1632),
the Romance of 1717 and the Events of November 1714 in the Calle del Lobo», en Faith
and Fanaticisim: Religious Fervour in Early Modern Spain, edición de Lesley K. Twomey,
Great Britain: Ashgate Publ. Ltd., 1997, págs. 85-94.
2. El ejemplo de Estrada y Bocanegra es una excepción, siendo un librillo de unos
cincuenta folios de extensión, con un poema en latín y el resto en octava rima.
TRES RELACIONES POÉTICAS O MÉTRICAS DE AUTOS DE FE IMPRESAS 195
2. TRES
EJEMPLOS DE RELACIONES DE AUTOS DE FE MÉTRICAS
ARQUETÍPICAS
En relación con el presente estudio, es crucial este texto por tres razones:
1. En primer lugar, por la ubicación del auto de fe «Valladolid» donde
también iba a tener lugar el auto en el que perecería más tarde don Lope
de Vera y Alarcón, protagonista del Romance subversivo8; 2. Por el uso
de la forma del romance, una versificación no casual en un lugar igual-
mente no casual, ya que, y tal como se verá a continuación, versificar y
11. Ejemplar procedente de la Hispanic Society of America (Nueva York), sin sign. Existe
otro ejemplar en la British Library. Se cita del ejemplar con el permiso de los Trustees de
la HSA.
202 KENNETH BROWN
12. Antonio Enríquez Gómez, La Inquisición de Lucifer y visita de todos los diablos,
edición de Constance Hubbard Rose & Maxim P. A. M. Kerkhof, Amsterdam & Atlanta:
Rodopi, 1992, pág. 43.
TRES RELACIONES POÉTICAS O MÉTRICAS DE AUTOS DE FE IMPRESAS 203
13. La procedencia de los cuatro testimonios es: (Ms. A) Sylva De diferentes discursos
y Argumentos sobre Varios Sugetos Respondidos Por El Muy Docto HaHam Ishac Nahar Y el
Muy Erudito HaHam Saúl Levy Mortera Y del Sapientísimo HaHam M. Rafael D. Aguilar Como
Del Docto Yshac Orobio de Castro Y otros Autores, Ámsterdam: Sinagoga Ets Haim, 1723,
Sign. Ms. EH/HS 48 A 23, págs. 90-101; (H) Ms. Levy 75, Staats-und Universitätsbibliothek
Hamburg, miscelánea, c. 1660, fols. 99ra-105vb AEG; (L) Isach Atías, sign. Ms. Ebraico 55,
Comunità Ebraica di Livorno (Italia), Sinagoga Talmud Torá, miscelánea, su primer apar-
tado contiene las Exposiçiones conuinientes e ynfalibles sacados [sic] de un discurso del
Señor Dottor montalto con las quales se satisfaze a todos los argumentos que enpuñan
La Relijon [sic] hebraica (29 Elul 5381= … 1621). La copia es de c. 1650, y el testimonio
del Romance se halla entre los fols. 204ra-206vb; y (O) Opp. Add. Ms. 4? 150, The Bodleian
Library, Oxford, miscelánea, de fecha 1726, contiene un testimonio del Romance entre los
fols. 46vb-50ra.
204 KENNETH BROWN
4. CONCLUSIONES
¿Quién iba a decir que unas obritas tan insulsas, obras de repente y de
poetastros fácilmente olvidables, engendrarían una nueva especie de rela-
ción métrica de difusión y consecuencias tanto extraordinarias como dura-
deras? El Romance de Antonio Enríquez Gómez, una vez librado de su
progenitor, como obra anónima se reunía en misceláneas judaicas al lado
de obras polémicas del rabino de Ámsterdam Saúl Leví Mortera y del
14. «‘Tolle, Lege’: ‘Toma, Lee’, Cuando san Agustín, agitado por las dudas anteriores
a su conversión, se recoge en el jardín de su casa, oye una voz que le dice: Tolle, lege, y
al fijar la vista sobre un libro que leía su amigo Alypo, topa con una epístola de san Pablo,
que fue la que decidió su conversión (Cf. Agustín, Confesiones libro 8, apartado 12, línea
29)», citado por Víctor José Herrero-Llorente, Diccionario de expresiones y frases latinas,
Madrid: Gredos, 1985 (20 edición), pág. 378, 20 col., núm. 7550.
206 KENNETH BROWN
5. APÉNDICE19
215
216 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
4. Entre sus múltiples trabajos sobre el asunto, sobresalen Imatgeria religiosa. Col·lecció
de boixos populars de Catalunya, I, Barcelona: Impr. Ruviralta, 1947; Auques comentades,
Barcelona: Hesperia, 1947; Xilografies gironines. Il·llustrat amb 880 xilografies procedents
del fons de la Tipografía Carreras, de Girona, Gerona: J. M. Gironella, 1947; o varios de los
42 tomos de su monumental Biblioteca de Tradicions Populars, Barcelona: La Neotipia,
1933-1936; para un resumen, véanse sus trabajos «Auques y aleluyas», Bibliofilia, 5 (1951),
págs. 3-21, y «Goigs, romanços, estampes i auca de Sant Vicents Ferrer», Anales del Centro
de Cultura Valenciana, (1955), págs. 5-54. Complemento imprescindible es el de Francesc
Fontbona, La xilografia a Catalunya entre 1800 y 1923, Barcelona: Biblioteca de Cata-
lunya, 1992.
5. Aucología valenciana. Estudio folklórico, Valencia: Biblioteca Valenciana de Divul-
gación Histórica, 1942.
6. Véase Antonio Castillo de Lucas, «¡Aleluyas finas…, aleluyas!», Arte español (1953),
págs. 1-13.
7. Me refiero, en concreto, a la serie de «Aleluyas de Urueña», con texto de Joaquín
Díaz y dibujos de Santiago Bellido, que tienen como soporte el Boletín del Centro Etno-
gráfico Joaquín Díaz, que tiene título de Parpalacio.
8. Vio la luz en Urueña: tf¡ etnografía, 2002.
218 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
9. En un diálogo a tres bandas, con mi gran amigo Javier Monzón y mi mujer Teresa
Jiménez Calvente, reunimos varios títulos de películas españolas y extranjeras apoyadas en
la técnica de la viñeta o la imagen superpuesta (en Summers o en Martín Patino) y la del
bardo o relator, que no es otra que la del viejo juglar o la del vendedor-narrador de pliegos
de cordel y aleluyas (el punto hasta el que llegamos es la versión de Robin Hood en dibujos
animados).
10. «El cine de la aleluya», Papel de aleluyas, 6 (1928), pág. 4.
11. Esta noticia la sustento en la magnífica entrada, inserta en un libro ejemplar por
muchas razones, de Jesús Cuadrado, Diccionario de uso de la Historieta Española (1873-
1996), con prólogo de Román Gubern, Madrid: Compañía Literaria, 1997.
12. El fenómeno de las estampas devotas es tan rico como temprano, según se desprende
del estudio de Antonio Sánchez del Barrio, «Religiosidad popular en los pliegos de aleluyas:
antecedentes estéticos y temas más frecuentes», en Aleluyas, edición de J. Díaz, págs. 119-137.
Entre otros ejemplos góticos, con la técnica de retablo, véase el aducido por Juan Carrete
Parrondo, Fernando Checa & Valeriano Bozal, El grabado en España (siglos XV al XVIII).
Summa Artis, Historia General del Arte, Madrid: Espasa-Calpe, 1987, vol. XXXI, págs. 21-22.
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 219
18. Miguel Ángel Pallarés, La Cárcel de amor de Diego de San Pedro, impesa en Zara-
goza el 3 de junio de 1493: membra disjecta de una edición desconocida, Zaragoza: Centro
de la Documentación Bibliográfica Zaragozana, 1994.
19. Tarea que ha llevado a cabo Joseph Snow, «La iconografía de tres Celestinas
tempranas (Burgos, 1499; Sevilla, 1518; Valencia, 1514): unas observaciones», en Ángel
Gómez Moreno, Javier Huerta Calvo & Víctor Infantes, eds., Arcadia. Estudios y textos dedi-
cados a Francisco López Estrada, Madrid: Universidad Complutense (vols. especiales de
Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, números 7-8, años 1987-1988), 1990, vol. I, págs.
255-277.
20. Aunque la primera edición corresponde al primer incunable romano, pues vio la
luz el 31 de diciembre de 1467, la LÁMINA 5 procede de Roma, 1490.
21. Esta posibilidad de reforzar la lectura con unas imágenes que, en último término,
se elevan a la categoría de propuesta paralela es bien conocido por el mundo editorial de todos
los tiempos. Del poder narrativo de las Meditationes queda constancia por el simple botón de
muestra que acabamos de seleccionar, en que el texto de referencia reza: «Stude, ergo,
fidelis, defunctos in tuis orationibus continue habere recommissos» («Así pues, aprende, fiel,
que debes tener presentes continuamente a los difuntos en tus oraciones»).
22. La edición suiza es xilográfica y fue editada de manera facsimilar hacia 1910 por
W. L. Schreiber; la española es tipográfica y tan bella como se percibe en la LÁMINA 6, que
tomo de James P. R. Lyell, La ilustración del libro antiguo en España, edición de Julián Martín
Abad, Madrid: Ollero y Ramos, 1997, pág. 75.
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 221
25. Ahí está la sátira política de la serie El motín, en que, entre otros, se arremete contra
Cánovas del Castillo, como en la LÁMINA 7, aunque hay otras dedicadas a Martínez Campos,
Cristino Martos, etc. Por su formato, esta disposición puede perseguir la exaltación heroica
del torero famoso (también cabe su plasmación a modo de aleluya, como en el breve
repaso taurino de Corrida de toros) o del héroe patrio (de hecho, es la misma disposición
que aparece en las láminas con que se homenajea a los capitanes Galán y Hernández en
los años de la Segunda República). Por lo que a los actos de masas en clave heroica se
refiere, pueden adoptar este formato o el de aleluya, caso éste de la Revolución de Madrid
en julio de 1854 y Revolución de 1868.
26. A ellos se refiere Joaquín Díaz en «Literatura de cordel: pliegos y aleluyas», en Se
hicieron literatos para ser políticos. Cultura y política en la España de Carlos IV y Fernando
VII, edición de J. Álvarez Barrientos, Madrid: Biblioteca Nueva & Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, 2004, págs. 63-82 (80-81).
27. Para encajar las aleluyas en su preciso contexto, lo más recomendable es apelar
al panorama de Jean-François Botrel, Libros, prensa y lectores en la España del siglo XIX,
Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez & Ed. Pirámide, 1993.
28. En general, acúdase a Gonzalo Menéndez-Pidal, La España del siglo XIX vista por
sus contemporáneos, I, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1988.
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 223
29. La poderosa memoria de otras épocas permitía ahorrarse el dinero que costaban
unas aleluyas tras oírlas recitar tres o cuatro veces a quien las vendía. Sobre la peculiar condi-
ción de la aleluya, véase Jean-François Botrel, «Les Aleluyas ou le degré zéro de la lecture»,
en Regards sur le XXe siècle espagnol, edición de Jacques Maurice, París: Université Paris
X-Nanterre, 1995, págs. 9-29. Más en general, véase el trabajo de Francisco Javier Frutos
Esteban, La fascinación de la mirada, Valladolid: Junta de Castilla y León, 1996.
224 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
aunque este autor es interesantísimo por haberse movido igualmente en la prensa y el cine,
con varias películas de dibujos animados.
34. La prensa ilustrada en España. Las Ilustraciones 1850-1920, edición de Eliseu
Trenc, Montpellier: Univ. Paul Valéry, 1966.
35. La ilustración gráfica del siglo XIX en España, Madrid: Alberto Corazón, 1979.
La imagen, con la información pertinente sobre el asunto, se repite en J. Carrete Parrondo,
J. Vega González, F. Fontbona & V. Bozal, El grabado en España, págs. 364-366.
226 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
del peso que sobre el verso ejerce la viñeta. Ciertamente, resulta impo-
sible lograr una narratividad sin cortes o saltos cuando, en cuarenta y
ocho escaques, se pretende dar cuenta de la vida de un santo o del argu-
mento de una novela, o cuando, simplemente, se presenta una retahíla
de personajes, de tipos, de simples figuras, que se pueden separar con
unas tijeras. Con el romancero, las aleluyas quedan hermanadas por su
modesto soporte y por la personalidad de su transmisor: el modesto
vendedor ambulante, ciego o no, que ofrecía por igual los romances de
los pliegos sueltos y las aleluyas de los carteles o pliegos. Ahora bien, no
deben escapársenos dos diferencias respecto del romance: una es que
éste tiene una naturaleza lírica mucho más marcada (en las dos últimas
décadas, la crítica ha puesto énfasis en este hecho); otra es el carácter
tradicional de muchos de los romances transmitidos por los pliegos o, en
el caso del romance vulgar, su superior potencial mnemotécnico. En el
caso de la aleluya, su dependencia de la imagen y su narratividad incom-
pleta –fragmentada, a trompicones– fueron los factores que impidieron su
paso natural al venero de la oralidad pura o de la tradición memorística.
Su condición popular ha de etiquetarse de parcial, ya que la aleluya sólo
consiguió la plenitud o perfección cuando el material era popular ya de
entrada: ahí está, pongo por caso, el pliego de aleluyas Pinto-pinto, San
Serenín, Cinta de oro, Alimón. De las aleluyas sólo quedaron briznas en
una memoria de corto alcance, dado el brusco corte experimentado por
la literatura tradicional. Esas gotas literarias llevan al recuerdo que los
mayores tienen de Cacaseno por la existencia de aleluyas de Bertoldo,
Bertoldino y Cacaseno, personajes éstos expandidos desde su cuna italiana.
Ahí está una expresión como «¡Leche, Pedrín!» u «¡Ostras, Pedrín!», que no
debe relacionarse con las modernas aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín
sino, entiendo yo, con la vieja aleluya de Las desdichas (o desgracias) de
Pedrín. Los monos con aviesas intenciones del dicho popular «Tiene peor
leche que un mico» encuentran su correspondencia en El mundo de los
monos o Los monos filarmónicos; además, esa percepción del animal (que
cabría buscar desde los antiguos bestiarios) explica estampas como las
que encontramos en el dibujo y el cine, entre El hermanito de Harold
Lloyd y En busca del arca perdida de Steven Spielberg, por no llegar hasta
la casposa Torrente II.
Aparte de detalles minúsculos, como los que acabo de señalar, queda
claro que, a pesar de los esfuerzos de Amades, la historia de la moderna
aleluya está por hacer, particularmente la de su progenie en el siglo XX,
en español y en catalán. Para ello, hay que apoyarse en herramientas tan
bien construidas como el Diccionario de las vanguardias en España (1907-
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 227
36. A ese respecto, es muy valiosa la labor en dos volúmenes de Manuel Rubio Cabeza,
Diccionario de la Guerra Civil Española, Barcelona: Planeta, 1987.
228 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 1
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 229
LÁMINA 2
230 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 3
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 231
LÁMINA 4
232 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 5
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 233
LÁMINA 6
234 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 7
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 235
LÁMINA 8
236 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 9
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 237
LÁMINA 10
238 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 11
METROS E IMÁGENES EN EL UNIVERSO DE LA ALELUYA 239
LÁMINA 12
240 ÁNGEL GÓMEZ MORENO
LÁMINA 13
TESTAMENTOS POÉTICOS BURLESCOS:
HACIA LA DEFINICIÓN
DE UN SUBGÉNERO LITERARIO POPULAR
241
242 MARCIAL RUBIO ÁRQUEZ
(Obra poética, edición de José Manuel Blecua, Madrid: Castalia, 1969-1981, 4 vols., en
particular, II, pág. 733).
3. Sería largo y prolijo enumerar aquí siquiera algún ejemplo de cada categoría, por
lo que me limitaré a los textos que señalo en notas. Sería muy interesante, no obstante, la
elaboración de un catálogo de testamentos burlescos, proyecto que quizá afronte en un
futuro.
4. Pilar García de Diego, «El testamento en la tradición», en Revista de Dialectología
y Tradiciones Populares, 3 (1947), págs. 551-557; 9 (1953), págs. 601-666, y 10 (1954), págs.
400-471, la cita en pág. 605.
TESTAMENTOS POÉTICOS BURLESCOS 243
5. Véase Gianfranco Folena, «‘Textus testis’: caso e necessità nelle origini romanze»,
publicado en 1973 y ahora reunido en Textus testis. Lingua e cultura poetica delle origini,
Torino: Bollati Boringhieri editore, 2002, el trabajo en págs. 3-26, en particular, pág. 6.
6. Del Testamento del lechón no se conservan ejemplares, pero sabemos de su exis-
tencia por el apunte de Colón, Abecedarium, «Testamento de un lechón en coplas»: «En el
nombre de Adonai | que abrió el mar por» (véase RM 1088). Testamento del gallo: «Aqvi
se contienen tres obras muy gracio | sas para passar tiempo. La primera es vn testamento
que hizo | vn Gallo, y de las grandes mandas que mando a sus amigos| […] |por chris-
toual brauo ciego | de la vista…», s.l., s.i., s.a. (RM 67). El texto lo edita Blanca Periñán,
Poeta ludens. Disparate, perqué y chiste en los siglos XVI y XVII, Pisa: Giardini Editori, 1979,
págs. 145-148. Se volvió a editar dos veces más en el siglo XVII, según atestiguan el pliego
de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge: «Obra muy graciosa, para reir, y passar |
tiempo la qual se llama el Testamento del Gallo […] Compuasta <sic> por Christoval Bravo,
privado de la vista», Sevilla, Juan Cabezas, 1680 (véase Edward Wilson, «Samuel Pepy’s
Spanish Chapbooks», Transactions of the Cambridge Bibliographical Society, segunda época,
2 [1955], págs. 127-154; 3 [1956], págs. 229-268; 4 [1957], págs. 305-322, núm. 61-20; y María
Cruz García de Enterría, Catálogo Diccionario de mi colección de fotocopias de pliegos
poéticos del siglo XVII, Tesis Doctoral de la Universidad de Barcelona, 1970, t. II, núm. 38);
y el del Archivo Histórico Comarcal de Puigcerdá: «Testamento del gallo: obra muy graciosa
para reir y passar tiempo | agora nuevamente corregido y emendado por Christoval Bravo»,
Barcelona: Antonio Lacavallería, 1697 (véase Ministerio de Cultura. Catálogo colectivo del
patrimonio bibliográfico español. Site del Catálogo colectivo del patrimonio bibliográfico
244 MARCIAL RUBIO ÁRQUEZ
10. J. Ruggieri, Il canzoniere di Resende, ya establecía una estrecha relación entre este
tipo de testamentos y los aquí estudiados.
11. Para Juan del Encina, véase Brian Dutton, El cancionero del siglo XV (c. 1360-
1520), Salamanca: Universidad de Salamanca, 1990-1991, 7 vols.: Cancionero, 96JE (Juan
del Encina, Cancionero, Salamanca, 1496); 01JE (Juan del Encina, Cancionero, Sevilla,
1501); 05JE (Juan del Encina, Cancionero, Burgos, 1505); 07JE (Juan del Encina, Cancio-
nero, Salamanca, 1507); 09JE (Juan del Encina, Cancionero, Salamanca, 1509); y 16JE
(Juan del Encina, Cancionero, Zaragoza, 1516). Para Urrea: 13UC (Pedro Manuel de
Urrea, Cancionero, Logroño, 1513), ID4732. Para el texto de Diego López: 14CG (H. del
Castillo, Cancionero general, Valencia, 1514, con numerosas ediciones posteriores),
ID1114.
TESTAMENTOS POÉTICOS BURLESCOS 247
12. Testamento de Celestina: Cristóbal Bravo, «Aqvi se con | tienen dos testa | mentos
muy graciosos | El vno es de la Zorra, y el otro de Celestina de Duarte, juntamente el Codi-
cillo | y el Inventario»: «Celestina cuya fama | viuira vida sin cuento» (Testamento e inven-
tario); «De aquel sueño leuantada | que era ymagen de la muerte» (Codicilo); «Celestina que
Dios aya | en su vejez fue tutora» (Carta), Barcelona: Valentín Vilomar, 1597 (véase RM 66.
El texto en B. Periñán, Poeta ludens, págs. 154-159). También es recogido total o parcial-
mente en ocho manuscritos: Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 3168, que copia el «testa-
mento» con el «inventario»: [Cancionero erótico del siglo XVI. Obras de fray Melchor de la
Serna] (véase Cancionero del Bachiller Jhoan López, edición de Rosalind J. Gabin, Madrid:
José Porrúa Turanzas, 1980, 2 vols.; Inventario general de manuscritos de la Biblioteca
Nacional, Madrid: Ministerio de Educación Nacional [Ministerio de Cultura], 1953-1995, 13
vols., en particular, vol. X; Universidad Autónoma de Madrid [Edad de Oro], Catálogo de
manuscritos de la Biblioteca Nacional con poesía en castellano de los siglos XVI y XVII,
Madrid: Arco/Libros, 1998, 5 vols., en particular, vol. I); Madrid, Biblioteca Nacional, Ms.
3915, que transcribe sólo la «carta»: Parnaso español, 4. [Cancionero erótico]; [Cancionero]
de la mano y pluma de Jacinto López, músico de su Magestad, 1620 (véase Pierre Alzieu,
Le manuscrit 3915 de la Biblioteca Nacional de Madrid. Edition critique, introduction et
notes, Thèse de Doctorat de 3e Cycle, Université de Toulouse-Le Mirail [Institut d’Études
Hispaniques et Hispano-Américaines], 1979, 3 vols, ejemplar mecanografiado; Inventario,
vol. X; Edad de Oro, Catálogo, vol. II); Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 3924, que copia
el «testamento», el «inventario» y un «codicilo» distinto al del pliego suelto: [Cancionero de
Pedro de Rojas] (véase Cancionero de Pedro de Rojas, edición de J. J. Labrador Herraiz, Ralph
A. DiFranco & Mª. Teresa Cacho, Cleveland: Cleveland State University, 1988; Inventario,
vol. X; Edad de Oro, Catálogo, vol. II); Madrid, Biblioteca Nacional, Ms. 22028, que trans-
mite el «testamento» y el «inventario» (véase Poesías de Fray Melchor de la Serna y otros
poetas del siglo XVI. Códice 22028 de la Biblioteca Nacional de Madrid, edición de J. J.
Labrador, Ralph A. DiFranco & Lori A. Bernard, Málaga: Universidad de Málaga, 2001);
Madrid, Biblioteca de Palacio, Ms. 996, con el «testamento» y el «inventario»: Romances
(véase Catálogo de la Real Biblioteca. Tomo XI. Manuscritos, Madrid: Patrimonio Nacional,
1994-1996, 4 vols., en particular, vol. I; y Romancero de Palacio (Siglo XVI, edición de J. J.
TESTAMENTOS POÉTICOS BURLESCOS 249
13. B. Periñán, Poeta ludens, pág. 62 y siguientes. Este trabajo sigue siendo aún hoy
referente inexcusable para cualquier acercamiento crítico al tema aquí tratado.
14. Diego de la Llana, Disparates muy | graciosos […], s.l., s.i., s.a.: «Poned luto taber-
neros | por la triste de marigarcia», véase A. Rodríguez Moñino, Nuevo diccionario, núm. 320.
15. Véase B. Dutton, El cancionero del siglo XV, ID6814; 14CG-122, «Comiençan
las obras de don antoni <sic> de velasco y esta primera es vn testamento que hizo en
nombre de vn portogues llamado Ruy de sande»: «En mi voluntad postrera | mando y
pido amiña dama». Francisco de Godoy, «Obra nueuamente compuesta en la qual se
trata vn Romance […] y tres Villancicos. El primero, de la muerte y almoneda de | Juan
Garrido» […], Sevilla: Fernando de Lara, 1594, véase RM 220. El texto en B. Periñán,
Poeta ludens, pág. 160.
TESTAMENTOS POÉTICOS BURLESCOS 251
por sus innumerables faltas. Como sea, esta muerte supitaña inyecta a la
narración un tono acelerado en el que el resto de personajes –de los que
después hablaremos– se mueven con la rapidez propia de los últimos
instantes.
En sus últimos y dolorosos instantes el finado viene acompañado por
toda una caterva de personajes más o menos risibles y cómicos. No faltan
los médicos, descritos con la típico y tópica sátira áurea: ignorantes, gran-
dilocuentes, etc., ni tampoco los escribanos, también paradigmáticos con
su afán de lucro y su frialdad ante la tragedia ajena. La familia, prolonga-
ción de las peores y más ridículas cualidades del agonizante, también
aparece en algunos casos. Por último, y bajo la general denominación de
testigos, se introducen una serie de personajes no menos cómicos, si bien
su caracterización se hace sólo a través de su nombre.
Este grupo de textos, como he intentado explicar, aglutina una serie
de características que les hacen imprescindibles para conocer aún más
el amplísimo campo de la comicidad áurea, sus mecanismos y funciones.
Además, su habitual concepción como continuaciones de obras literarias
de mayor calado y embargadura los convierten en ejemplos ideales
para comprender mejor el mecanismo y funciones de las
mismas, así como el intrincado mundo de la recepción
de las obras y su posterior degradación cómica.
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO:
LOS PLIEGOS POÉTICOS DE LA PASIÓN
EN EL SIGLO XVI
1. Eugenio Asensio, «Censura inquisitorial de libros en los siglos XVI y XVII. Fluctua-
ciones. Decadencia», El libro antiguo español. Actas del primer Coloquio Internacional,
edición al cuidado de María Luisa López-Vidriero & Pedro M. Cátedra, Salamanca & Madrid:
Universidad de Salamanca & Biblioteca Nacional, 1988, págs. 21-36. Este trabajo se enmarca
en el Proyecto de investigación «Cultura popular y cultura impresa: corpus, edición y estudio
de la literatura de cordel de los siglos XVI y XVII» [BFF 2003-00011].
2. Véase en Antonio Rodríguez Moñino, Nuevo diccionario bibliográfico de pliegos
sueltos poéticos (siglo XVI), edición corregida y actualizada por Arthur L.-F. Askins & Víctor
Infantes, Madrid: Castalia & Editora Regional de Extremadura [Nueva Biblioteca de Erudi-
ción y Crítica, 12], 1997, pág. 17.
253
254 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
¿por qué los pliegos poéticos de la Pasión, que recogen el éxito de recep-
ción de la Vita Christi, del triunfo de la cristología y los textos pasionales
en la devotio moderna desde finales del siglo XIV, principalmente, aparecen
tan escasamente representados en nuestro actual diccionario bibliográfico
de pliegos sueltos poéticos del siglo XVI? ¿Es, en realidad, una cuestión pura-
mente bibliométrica, que responde, como en otros casos, a una existencia
y una transmisión precarias? ¿Acaso aquel producto editorial no funcionó y,
simplemente, pasó de moda3? ¿O bien existen razones de carácter doctrinal
y literario que limitaron su expansión o la abortaron? Esto es, ¿qué problemas
de índole cultural afectan de modo específico a la interpretación del conjunto,
hoy limitado, de los pliegos de la Pasión en el siglo XVI?
La exigüidad de la que hablo es relativa. El Nuevo diccionario acaba
en la entrada 1188. Aunque este número ya ha podido ampliarse, cual-
quier estadística sobre el conjunto no pasará de ser meramente circuns-
tancial. Entre el corpus de pliegos poéticos del siglo XVI de temática religiosa,
que estudia Eva Belén Carro Carbajal, la cristología, como no podía ser
menos, se impone temáticamente. Entre estos pliegos, c. 300, son un 8 o
un 10% los que presentan, como motivo dominante o exclusivo, la Pasión
de Cristo. El relato de la Pasión se vertebra, tradicionalmente, entre la
Cena y el Planto de la Virgen. La Passión trovada de Diego de San Pedro
se inicia, en propiedad, alçada la mesa; la del Comendador Román como
continuación de unas coplas anteriores específicamente dedicadas al
misterio de la Cena, por mandamiento de los Reyes Católicos. He refle-
xionado, con un criterio ciertamente estrecho, acerca de los pliegos que
contienen el relato poético exento de la Pasión, considerándolos, en su
modelo editorial, como pequeños evangelios en verso, especializados en
el segmento fuerte de la Pasión. Establecer una nómina y una tipología
simplificaría la visión de conjunto, pero prefiero decaer en este derecho
mecánico de la crítica.
En cualquier caso cabe mantener entre paréntesis textos poéticos de
la Pasión tales cuales se insertan en otros conjuntos más amplios, como la
Glosa peregrina de Luis de Aranda, impresa en Toledo por Juan de Ayala
poco antes de 1556 [RM 23.5; cf. 24-26 y 27-28: López Alonso]; la Vida de Iesu
Cristo Nuestro Señor injerida al principio de la tercera parte de la Doctrina
christiana de Gregorio de Pesquera, Valladolid, 1554, estudiada en este
mismo volumen por María Jesús Framiñán, o, incluso, la Pasión trufada
Cruz (1511-1515) [RM 387]; Juan Rodríguez de Villalobos, Pasión [RM 494;
Abc. 13125]; Pedro Sánchez, Cuatro passos de la Pasión (1533) [RM 515; Abc.
15166]; Égloga pasionalis en español (c. 1524) [RM 527.5; Abc. 4048]; Christi
Passión de todas 4 passiones para jueves santo en coplas [RM 904; Abc. 12963];
Christi Passión en coplas de diálogo [RM 905; Abc. 12591]; Representación a
la Passión de Nuestro Señor en coplas [RM 987.5; Abc. 13076]5.
Lo que resta es realmente parco: una Pasión de Diego de San Pedro,
también en paradero desconocido [RM 528], y un Romance de la sacra-
tíssima Passión [RM 574].
Aunque algunos textos [como RM 386 y 387] pueden recuperarse a
través del Cancionero de Montesino es poco lo que queda para leer: 1)
Comendador Román, Trobas de la gloriosa Pasión, Toledo: Juan Vázquez,
c. 1490 [RM 495.5; El Escorial: Biblioteca de El Escorial, 38-I-22]; 2) Diego
de San Pedro, La Pasión, Salamanca: Leonardo Hutz y Lope Sanz, c. 1494-
1496 [RM 531; aunque sin licencias ni datos de impresión. Londres: British
Library, G.19858]; Burgos: Juan de Junta, 1530 [RM 527; Londres: British
Library, C.63]; Lisboa: Germao Galharde, c. 1530 [RM 529 = 530; Nueva
York: Hispanic Society]; 3) Ambrosio Montesino, Coplas hechas sobre la
Passión, Sevilla: Jacobo Cromberger, 1511-1515 [RM 385; París: Bibliothèque
Nationale, Yg. 112].
Esto es, tres piezas mayores compuestas con anterioridad a 1500, en
el ámbito de los Reyes Católicos, con una intención y propósitos, e incluso
una tradición textual, bien diferentes de las que dejan su impronta en el
pliego suelto. La más antigua Pasión de Diego de San Pedro en pliego
suelto, por ejemplo, ocupa, frente al formato que luego será habitual de
4 hojas, cinco pliegos completos, por no hablar del lujo xilográfico de la
Pasión sampedrina de 1530.
1. CONTROL EXTERNO
6. Ejemplos de los primeros Índices: (Valladolid, 1551: V.59) «Biblia en romance caste-
llano [o] en otra qualquier vulgar lengua», o más específicamente en su impresión valen-
ciana: «Nova ac vetera testamenta Hispano vel alio vulgari sermone traducta»; cf. 1559: V.440.
Más detallada es la prohibición del Index de 1559 (V.69): «Los testamentos nuevo y viejo,
evangelios, epístolas y profecías ni otros libros de la sagrada escriptura en romance caste-
llano o en francés o flamenco o en otro qualquier lenguaje que sea, que tuvieren prólogos
o postilas o glosas que sientan doctrina errónea, repugnante o contraria a nuestra sancta
fe cathólica o a los sacramentos de la madre sancta iglesia». Utilizo la edición de J. Martínez de
Bujanda, Index de l’Inquisition Espagnole: 1551, 1554, 1559, Sherbrooke: Centre d’Études
de la Renaissance, Université de Sherbrooke [Index des Livres Interdits, 5], 1984. El cierre
sobre los posibles dispositivos textuales se concreta en un aspecto literario próximo, sino
idéntico, al de algunos pliegos (V.578-581): «Romances sacados al pie de la letra del Evan-
gelio = Romance de la Resurrección de Lázaro; Romance de Salomón; Romance del hijo
pródigo; Romance de la Natividad de Ntro. Señor». Vid. J. Enciso Viana, «Prohibiciones espa-
ñolas de las versiones bíblicas en romance antes del Tridentino», Estudios Bíblicos, 3 (1944),
págs. 523-560.
7. Ángel Alcalá, Literatura y Ciencia ante la Inquisición española, Madrid: Laberinto
[Arcadia de las Letras, 5], 2001, pág. 60. El ensayo viene acompañado de una bibliografía
selecta y comentada, como es costumbre en la colección. Extraña no encontrar ninguna de
las aportaciones fundamentales de Eugenio Asensio.
258 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
ejemplo, «la escena final de El duelo que fizo la Virgen María constituye
un precioso testimonio del desarrollo alcanzado en el siglo XIII por el
drama religioso en lengua vulgar», duelo animado también por otros textos
tan significados en la tradición pasional como el Liber de passione Christi
et doloribus et planctibus matris ejus de san Bernardo11.
Algunos decenios más tarde, Alfonso X se iba a embarcar en uno de
los proyectos bíblicos e historiográficos más espectaculares de la cris-
tiandad, cuyo alcance ya perfiló Francisco Rico en un libro basar: la compo-
sición de la General Estoria12. La censura sobre el libro se ejercía, con
todo, de forma esporádica, y mayoritariamente en ámbitos académicos, no
siempre tan à la page como suele suponerse, y vale por muestra el pari-
sino, que publicaría luego el primer catálogo de libros prohibidos en 1544.
Pero el mundo del manuscrito, tanto en la Edad Media como en la
época Moderna, es difícil de controlar13. Será la imprenta la que favorezca,
paradójicamente, por su relativa estabilidad y por el control fiscal ejercido
sobre ella, entre otros factores, el control de los censores. Raymond
Williams, a otros respectos que los que ahora me ocupan conjeturaba con
acierto que «no existía una forma de enseñar a un hombre a leer la Biblia
–una intención predominante en gran parte de la primera educación– que
no lo capacitara al mismo tiempo para leer la prensa radical. […] De
muchas maneras, a medida que la tecnología y sus cambiantes relaciones
sociales se fue generalizando, nuevas formas y nuevas áreas de experien-
cias se abrieron camino en la imprenta»14.
11. Diego Catalán, «La Biblia en la literatura medieval española», Hispanic Review, 33
(1965), págs. 310-318; cit. págs. 310 y 315. Un seguimiento detallado del texto berceano
podrá hacerse en la edición de Germán Orduna, Gonzalo de Berceo. Obra Completa, Madrid:
Espasa-Calpe [Clásicos Castellanos], 1992, págs. 799-857.
12. Una actualización de la bibliografía bíblica ibérica medieval, con entradas relevantes
para el conocimiento de lo sucedido al otro lado de los Pirineos, puede manejarse ahora
en el libro de Klaus Reinhardt & Horacio Santiago-Otero, La Biblia en la Península Ibérica
durante la Edad Media (siglos XII-XV): el texto y su interpretación, Coimbra: Arquivo da
Universidade de Coimbra, 2001. Estudio de referencia sigue siendo el de Samuel Berger,
La Bible romane au Moyen Âge (Bibles provençales, vaudoises, catalanes, italiennes,
castillanes et portuguaises), Ginebra: Slatkine Reprints, 1977 [que recoge artículos publicados
en Romania, núm.: 18, 19, 23 y 28].
13. Un estudio reciente y fundamental sobre la vida del manuscrito en los Siglos de
Oro en el libro de Fernando Bouza Álvarez, Corre manuscrito. Una historia cultural del
Siglo de Oro, Madrid: Marcial Pons, 2001.
14. Raymond Williams, Sociología de la cultura, traducción castellana de Graziella
Baravalle, Barcelona: Paidós [Comunicación, 14], 1994, pág. 102. [1ª. ed. or.: Culture, Fontana:
William Collins & Co. Ltd., 1981].
260 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
17. Así lo mostró la orientación de la escuela inaugurada por Américo Castro, que luego
hubo de revisar Eugenio Asensio en La España imaginada de Américo Castro, Barcelona:
El Albir [Albir Universal, 1], 1976. He de decir que, como término medio, las tesis de Castro
forzaron determinadas interpretaciones, especialmente entre sus acólitos, pero que, también,
como contrapartida, desvelaron una realidad psicológica respecto al control ideológico y
de las personas en la España de los siglos dorados.
18. V. Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico en la España del siglo XVI, Madrid:
Taurus, 1983, págs. 6-7.
19. I. Tellechea Idígoras, «Biblias publicadas fuera de España», págs. 236-246.
262 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
apuntara Virgilio Pinto, «los Índices fueron […] una más de las actividades
censorias, no más importante aunque sí quizá más solemne que las otras»20.
El mismo ya había incidido en la sobrevaloración de los índices de libros
prohibidos en un trabajo anterior.
La cronología desplazada a la segunda mitad del siglo XVI de los índices
españoles, cuya secuencia no desgranaré, pues ha sido descrita en varias
ocasiones, no debe considerarse en absoluto, sino como la expresión de
tendencias represoras acumuladas al menos desde el último cuarto del
siglo XV. La cronología, la positiva y la latente, es un problema de primer
grado para el tema que me ocupa. La datación exacta de multitud de
pliegos sueltos poéticos del siglo XVI es todavía un enigma, en tanto que
día a día se aguzan las técnicas y procedimientos de fecha. Las conclu-
siones parciales de la aproximación aquí propuesta están sujetas, en efecto,
a una cronología relativa pero que, aún así, puede considerarse significa-
tiva. A la cuestión de la cronología de los pliegos impresos se añade la
cronología propia de las obras impresas y su historia bibliográfica, en
tanto que parte de ellas no fueron concebidas ni siquiera para la imprenta
ni tampoco desde la mentalidad genérica del producto editorial en que
se constituye el pliego suelto. A las dificultades de la cronología material
de los pliegos poéticos impresos habría que sumar, en este caso, la crono-
logía relativa de procesos ideológicos de larga duración como el de la
Censura, por un lado, y la Inquisición, por otro21.
Pero antes de que el retablo espiritual español perdiera casi todas sus
tablas y santos la situación es más diferente y rica de lo que imaginamos.
Hasta ahora la erudición se ha centrado en el análisis de lo que de eras-
mismo y otras corrientes espirituales se deduce de los textos que éstas inspi-
raron o de las listas y papeles producidos por la Censura que ofrecen
datos de inestimable valor. Sólo recientemente la investigación se vuelca
a través de proyectos de investigación o de esfuerzos particulares en el
escrutinio de la extensión de las lecturas reales de los hombres y mujeres
del siglo XVI. Catálogos razonados y de gran precisión técnica como los
de Haebler para el siglo XV, Norton o Abad, han proporcionado la lista
de los libros impresos. Pero, aparte de los supervivientes en nuestras
bibliotecas, ¿qué número alcanzaban las impresiones de cada uno de ellos,
24. Pedro M. Cátedra & Anastasio Rojo, Bibliotecas y lecturas de mujeres. Siglo XVI,
Salamanca: Instituto del Libro y de la Lectura [Serie Maior, 2], 2004.
25. Como han destacado P. M. Cátedra & A. Rojo, Bibliotecas, pág. 120, el libro de
horas tiene una función simbólica en el ámbito femenino de lectura, pero también explica
que éste cumpla, si su uso es efectivo, una función reguladora de la mujer, capaz de hacer
de cada casa un convento, una célula de religiosidad en el que la mujer, en vez de parlo-
tear con las vecinas, como denosta Alfonso Martínez de Toledo, anda ocupada en seguir,
con su librito entre las manos, la escansión morosa y pasiva de las horas canónicas, funcio-
nando así como un elemento invisible de control de la vida femenina.
26. P. M. Cátedra & A. Rojo, Bibliotecas, pág. 158.
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO 265
27. En el Catálogo de libros en romance del Índice de 1559 los escritos prohibidos de
carácter literario suman 19 títulos, bien estudiados, pero entre los de carácter religioso Jesús
Martínez de Bujanda, «Literatura e Inquisición en España en el siglo XVI», en La Inquisición
española. Nueva visión, nuevos horizontes, edición de Joaquín Pérez Villanueva, Madrid: Siglo
XXI, 1980, págs. 579-592, cit. pág. 584, estableció la siguiente clasificación: «Textos de la
Sagrada Escritura en lengua vulgar (18), catecismos o doctrinas cristianas (13), libros de horas
(20), oraciones (10), tratados de espiritualidad (36), escritos de polémica religiosa (14). En
el Índice de Quiroga se incluyen ya 600 obras romances, prohibidas o expurgadas. Todo
ello a pesar de que como significan P. M. Cátedra & A. Rojo, Bibliotecas, pág. 128, «en la
pragmática de 1558, se excluyen de la obligación de solicitar licencia una serie de libros
que tienen el común denominador de ser anteriormente publicados y de gran consumo,
entre los que figuran libros religiosos de categoría litúrgica, como ‘misales, breviarios, diur-
nales, libros de canto para las yglesias y monasterios, horas en latín y en romance, carti-
llas para enseñar a niños, flos sanctorum’».
28. Vid. Paul Saenger, «Books of Hours and the Readings Habits of the Middle Ages»,
Scrittura e Civiltà, 9 (1995), págs. 239-269. Traducción francesa de Roger Chartier en «Prier
de bouche et prier de coeur. Les livres d’heures du manuscrit à l’imprimé», en Les usages de
l’imprimé (XV-XIX è siècle), edición de Roger Chartier, París: Fayard, 1987, págs. 191-213.
29. Emilia Colomer Amat, «Libros de horas impresos en España en el primer tercio del
siglo XVI. Reseña de una edición perdida», Locus amoenus, 4 (1998-1999), págs. 127-135.
Según Emilia Colomer son los propios copistas, libreros y editores los que dinamizan el
texto de los libros de horas tratando de acoplarse a los gustos del público añadiendo así
«plegarias de su propia invención e incluso textos profanos» (128), aspecto que se verificaría
266 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
Las listas de los índices no son más que el reflejo pálido de la inaca-
bable lista de sospechas y reticencias espirituales, de sugerencias y acti-
tudes, muchas veces, más que de hechos consumados, terreno abonado
para la paranoia intelectual y la caza de brujas textuales. Esto es, lo que
Virgilio Pinto llamó la sigilosa presencia de la Inquisición30.
¿Cómo se consideran los pliegos de la Pasión, como textos literarios o
como textos religiosos? Los textos literarios tuvieron manga ancha en
España, al contrario que en las prescripciones romanas31. Al contrario, los
textos religiosos fueron severamente controlados32.
2. LÍMITE GENÉRICO
en el libro de horas como talismán, estudiado por Paul Saenger, «Books of Hours», para el
que señala la aparición o presencia de imágenes eróticas (en relación con el baño de
Betsabé, por ejemplo).
30. V. Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico, pág. 31.
31. Las primeras prohibiciones que hemos de tener en cuenta son las de las biblias
romances y en otros idiomas como el árabe o el hebreo y los libros de horas, categorías
que comprenden, de forma implícita, otros textos de literatura devocional, difíciles de
controlar. Los textos con presencia de tema religioso fueron progresivamente censurados.
Por ejemplo, los contrafacta, en los que un asunto piadoso es reconvertido a la parodia o
al terreno amoroso y hasta abiertamente erótico, son representados entre las prohibiciones
valdesianas de 1559 por la sección de obras devotas provocantes a burla del Cancionero
General de 1511 y las Lecciones de Job en metro romance, calificadas como anónimas por
Valdés pero identificadas como de Garci Sánchez de Badajoz en el índice de Quiroga, apli-
cadas a amor profano. La prohibición de la Égloga de Plácida y Victoriano de Juan del Enzina,
por ejemplo, no se haya relacionada tanto con el tratamiento abierto del suicidio, cuanto
por la inclusión de una parodia del Officium defunctorum, tal y como ha señalado Peter
E. Russell, «El Concilio de Trento y la literatura profana», Temas de «La Celestina» y otros estu-
dios, Barcelona: Ariel [Letras e Ideas. Maior, 14], 1978, págs. 443-478. La historia de Cristo
anovelada del Gamaliel también fue prohibida por Valdés, pero no así textos como la
Conquista de Orán de Martín de Herrera que se declara seguidora del Gamaliel, quizás
debido al hecho de tratar un tema histórico bajo la advocación del Cardenal Cisneros.
En general véase Antonio Márquez, Literatura e Inquisición en España (1478-1834), Madrid:
Taurus, 1980.
32. Vid. J. Martínez de Bujanda, «Literatura e Inquisición», pág. 592.
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO 267
razones o motivos, por muy precarias que éstas o éstos sean, para que la
restricción se haga efectiva. Los pliegos sueltos poéticos de la Pasión entran
dentro del espacio de peligro señalado por los Índices: tocan en lo espi-
ritual, su punto de partida es el texto de los Evangelios, que traducen, para-
frasean, interpolan o contaminan; son textos romances y son, además,
textos literarios. Son, con respecto al asunto trascendental que cuentan,
textos contradictorios, subproducto bíblico, espiritual, editorial y hasta, en
cierto sentido genérico ligado al sermo humilis, literario.
Una Pasión, la Pasión sinóptica. Pero el diálogo con el Nuevo Testa-
mento, con la palabra que nos comunica con Dios hecho hombre, condujo
al diálogo con ese hombre, y así nacieron decenas de textos que decían
otras cosas, que lo fracturaban, lo contradecían, lo inventaban.
Todos los textos fueron alimentados por una misma pulsión retórica,
la necesidad de transmitir a los hombres presentes y futuros la Pasión de
Cristo. Dos impulsos se concentraron desde el principio. Por un lado la
cancelación de la mouvance textual a márgenes controlables, no más allá
de la traducción literal, acompañada de la obliteración de aquellos textos
y productores textuales que excedieran de la norma integrista. Por otra
parte la tendencia desintegradora (des-integrista) volcada a los márgenes
de la glosa y la sobreinterpretación de aquello que no podía ser dicho de
otra manera. En tiempos de los Padres la polémica se contuvo en lo inte-
lectual. Más adelante la polémica se expresó en términos de lo criminal.
Los disidentes pasaron a ser herejes, y la herejía a ser condenada física y
espiritualmente, con cargas graves.
Este control, la censura y la inquisición, es el control externo, que llegó
a convertirse, como se ha visto, en un aparato burocrático.
Existe otro control, más sutil y delicado, que nace de las mismas pala-
bras y de los mismos textos, de su raíz retórica, donde el límite es interno
o, dicho de otro modo, poético.
Los pliegos sueltos poéticos pueden considerarse, al menos en lo que
afecta a géneros ya marcados por la tradicionalización como el romance,
como textos mixtos, tocados, según palabras de Alberto Montaner, «por las
normas estéticas tanto del texto escrito como del producto oral»33, sobre
los que pesan, en alguna medida, las implicaciones oralistas de la retó-
rica y su dependencia con la oratoria. Esto es, que en los textos impresos
33. A un propósito más general que el de los pliegos sueltos: «El concepto de oralidad
y su aplicación a la literatura española de los siglos XVI y XVII», Criticón, 45 (1989), págs.
183-198; cit. pág. 191.
268 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
34. En ocasiones, como ha suscrito Giuseppe Di Stefano, «El pliego suelto: del lenguaje
a la página», Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro, edición de Pablo Andrés Escapa
& Sonia Garza, Valladolid: Universidad de Valladolid & Centro para la Edición de los Clásicos
Españoles, 2000, págs. 171-185, lo que sucede es justamente lo contrario, esto es, que el
impresor, sujeto eminentemente textual, ofrece un tratamiento literario de lo popular de forma
consciente (popularización). La posición de lo oral y lo escrito en este género de textos
suele ser, en fin, complementaria.
35. Northrop Frye, El gran código, traducción castellana de Elizabeth Casals, Barce-
lona: Gedisa [Esquinas], 1988 [1ª. ed. or. 1981].
36. George A. Kennedy, Retórica y Nuevo Testamento, traducción castellana de Federico
de Carlos Otto, Madrid: Ediciones Cristiandad, 2003 [1ª. ed. or. 1984], pág. 20, en los dos casos.
37. Así también la compassio o, mejor, misericordia, en la que destacan, como aque-
llas mujeres de Jerusalén (Lc 23 27: Sequebatur autem illum multa turba populi et mulierum,
quae plangebant et lamentabantur eum) que se compadecen de Cristo en los momentos
más dolorosos del ascenso al Calvario, o «las viejas y las pobres mujeres […] que se
conmueven con lágrimas de las personas más peligrosas», en Séneca, De clementia 2 5.1.
Cristo, en efecto, comparte esa condición de criminal y acusado, al ser cruficicado, suplicio
infame, junto a dos ladrones. Una definición de misericordia en 2 5.4: «La compasión es
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO 269
una enfermedad del espíritu que se contrae al contemplar las desgracias de los demás, o una
depresión causada por los males de los demás, que cree que suceden a quienes no lo
merecen». Me sirvo de la traducción castellana de Carmen Codoñer, Madrid: Tecnos [Clásicos
del Pensamiento, 48], 1988.
38. Cf. Jeanne Yvonne Tillier, «Passion Poetry in the Cancioneros», Bulletin of Hispanic
Studies, 62 (1985), págs. 65-87.
39. En Lenguaje literario y público en la baja latinidad y en la Edad Media, traduc-
ción castellana de Luis López Molina, Barcelona: Seix Barral, 1966 [1ª. ed. or. 1958], págs.
70-81; cit. pág. 79.
40. No será en balde recordar que los grandes prelados del cambio de siglo en Castilla
son franciscanos, Pedro González de Mendoza (1428-1495) y Cisneros (1436-1517). Fray
Ambrosio Montesino había hecho, por mandado del reverendísimo cardenal de España,
unas coplas del glorioso san Francisco. Sobre el contexto religioso en que se sitúan las desti-
natarias femeninas de la poesía pasional y su tradición europea, bien surtido de biblio-
grafía, véase Miguel M. García-Bermejo Giner, «Las destinatarias de la poesía cancioneril
castellana pasional del siglo XV», Literaturwissenschaftliches Jahrbuch, 2004, págs. 57-70.
41. Doy algunos apuntes en «La persistencia alegórica. Un poema narrativo dantesco
en el corpus de cancioneros salmantinos: la Revelación que fue mostrada a Lope de Salazar
por un ángel (BUS, ms. 2762)», Actes del X Congrès Internacional de l’Asociació Hispànica
de Literatura Medieval (2003), edición de Rafael Alemany, Josep Lluís Martos i Josep Miquel
Manzanaro, Alicante: Universidad de Alicante, 2005, 3, págs. 1539-1557.
270 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
42. Sobre la idea de movimiento interior me permito remitir al lector a mi «La Pasión
según Lucas Fernández», La Corónica, 31.2 (2003), págs. 177-216.
43. El clima pictórico en el reinado de los Reyes Católicos recurre con gran frecuencia
a mostraciones meditativas, como la de La misa de San Gregorio, obra del Maestro de la
Leyenda de santa Catalina, en la Capilla Real de Granada. En esta tabla Cristo aparece en pie
mostrando la llaga de su costado y sobre un fondo de objetos alusivos a la Pasión: la Cruz,
la cabeza de Judas con su bolsa, la columna, los azotes, la corona de espinas, el cetro
simulado, los clavos y el martillo, la caña con la esponja de hiel, la lanza, los dados, el paño
de la Vera Cruz, etc. Es cierto que aquí la extensión de las palmas de san Gregorio parece
indicar una actitud de diálogo espiritual (sotto voce), más que de oración o meditación inte-
rior. Véase, por ejemplo, Ángela Franco Mata, «Flandes y Burgos: Iconografía pasional,
liturgia y devociones», Boletín de la Institución Fernán González, 2 (1999), págs. 307-337.
44. «pues a ti, Señor, revelo, | mi defecto, porque hagas | venir las almas con vuelo,
| por mis letras, al señuelo | de tus llagas.»
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO 271
esto es, una invocación propiamente cristiana que se duplica luego con
una Suplicación a Nuestra Señora, cuya guía ha de proveer al poeta de
verdad e dulce estilo, | dolor santo e sentimiento porque, en efecto, la
idea es que sin la conmoción retórica el conocimiento, la especulación
teológica, es estéril: sin lo cual todo cimiento | es pabilo. El fondo doctrinal
de esta vocación comunicativa procede del libro IV de la Doctrina chris-
tiana 45, pero sigue siendo un elemento de reflexión de los límites. Ese
argumento agustiniano de mezclar la verdad del teólogo con el deleite de
la elocuencia, así como el horaciano de mixturar lo dulce con lo útil, es
el que alimenta el propósito de la Rhetorica en lengua castellana de Miguel
de Salinas, impresa en Alcalá por Juan de Brocar en 154146. Me interesa
ahora un pasaje en el que se refiere Salinas al estiaje de la elocuencia en
la oratoria sacra47:
Por la falta de esto vemos cada día hombres doctos que tienen ciencia
y discreción puestos en predicar o dar a entender lo que sienten; no
lo ordenan ni saben de manera que ellos alcancen el fin del hablar ni
los otros del venir a oír, antes dan fastidio y aborrecimiento. [fol. 2 (aij)]
porque muchas vezes saben mejor las cosas divinas a los que no están
muy exercitados en el gusto e dulçor dellas quando se les dan debaxo
de alguna elegancia de prosa o de metro de suave estilo que quando
45. Véase, por ejemplo, José Oroz, «El De doctrina christiana o la retórica cristiana»,
Estudios Clásicos, 3 (1956), págs. 452-459.
46. Este libro de retórica, que explotando el texto de Tulio se pretende sencillamente
ciceroniano (sin serlo), está mechado de elementos dedicados al uso retórico de la palabra
no sólo respecto a la oratoria civil, también al sermón y la predicación, hasta tal punto que
Salinas no vacila en comparar a Tulio y Demóstenes con Jerónimo, Agustín o Juan Crisós-
tomo. Describe la estructura de esta obra Ascensión Rivas Hernández, «Miguel de Salinas,
la retórica y la Modernidad», Retórica, Política e Ideología: desde la Antigüedad a nuestros
días, Salamanca: Logos, 1998, 2, págs. 47-52. Para el contenido del volumen es preciso, sin
embargo, consultar el original. He manejado el impreso de la Biblioteca Universitaria de
Salamanca, sign. 34814.
47. Sobre la oratoria sacra véase el estudio y repertorio de Félix Herrero Salgado, La
oratoria sagrada en los siglos XVI y XVII. 2. Predicadores franciscanos y dominicos, Madrid:
Fundación Universitaria Española [Monografías, 65], 1998. Puede valer, como mera intro-
ducción, el trabajo ya anticuado de Antonio Martí, «La retórica sacra en el Siglo de Oro»,
Hispanic Review, 37 (1970), págs. 264-298.
272 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
52. K. Whinnom, «El origen de las comparaciones religiosas del Siglo de Oro: Mendoza,
Montesino y Román», Revista de Filología Española, 46 (1963), págs. 263-285; cit. pág. 266.
53. María Cruz García de Enterría, «Retórica menor», Studi Ispanici, Pisa: Giardini,
1990, págs. 271-291.
54. Eugenio Asensio, «Heterodoxos españoles en el siglo XVI. Los estudios sobre
Erasmo, de Marcel Bataillon», Revista de Occidente, 63 (1968), págs. 302-319; cit. pág. 311.
55. Dámaso Alonso, «Poesía de Navidad. De fray Ambrosio Montesino a Lope de Vega»,
De los siglos oscuros al de Oro, Madrid: Gredos [Campo Abierto, 14], 1958, págs. 137-143;
cit. pág. 140.
56. Dámaso Alonso, «Poesía de Navidad», versos reproducidos en págs. 142-143.
274 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
57. Véase, entre otros, Fernando Rodíguez de la Flor, «La literatura espiritual del Siglo
de Oro y la organización retórica de la memoria», Revista de Literatura, 90 (1983), págs.
39-85.
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO 275
58. Algunos de estos elementos apócrifos y tradicionales los destaca Julio Rodríguez
Puértolas en su «Leyendas cristianas primitivas en las obras de fray Íñigo de Mendoza»,
Hispanic Review, 38 (1970), págs. 368-385. Referentes a la Pasión de Cristo se ocupa de la
Verónica, el Retrato de Cristo (inserto, por ejemplo, en el Gamaliel) o Longinos.
59. Añado otros dos pasajes, el primero sobre la contemplación de Cristo en la
Columna, cap. 55, fol. 144r: «Contempla, ánima, cómo le vees desatar de la coluna, y cómo
le dizen que se vista su túnica, y nota bien cómo se abaxa por su vestidura, yendo desnudo
y aflicto por ella a la parte donde la avían echado, y cómo la desenbuelve y la viste,
cubriendo con ella sus carnes y llagas, açotes cómo no le ponían en la espalda unturas ni
paños ni otras cosas semejantes que a los otros açotados se solían poner para mitigar los
dolores y reprimir la sangre, mas assí como se vistió, se le pegó la lana de la túnica a las
llagas […]». El texto de la Passio duorum se permetía excesivas libertades, a las que puso
coto la expurgación a la que se vio sometida, según se muestra en el Index matritense de
1612 que transcribo en cursiva (cap. 65, f. 110v-113r): «Primero, pásmate en viéndole, después
276 JUAN MIGUEL VALERO MORENO
desmáyaste abraçándote con él y eres causa de su desmayo, e que, caído en tierra, le tornen
a levantar a coces y a palos, por los cabellos e sogas tirando. Ave piedad d’él y sal de esse
pasmo y déxale ir a morir, que quanto más le detienes tanto más le atormentan. ¡Ay dolor!,
que la mayor piedad que puedes hazer es dalle priessa que vaya e muera presto, pues quanto
más tardare en morir, tanto más serán sus tormentos e vituperios e sola la muerte será su
descanso. Ayúdale a levantar e dale priessa que ande, no le detengas ¡ay!, pues vees lo que
passa. Harto le atormentan los sayones sin que tú le atormentasses más con tu vista e diesses
a ellos ocasión de más crueldad. Despásmaste, Señora, y cobra esfuerço […]». La obra de fray
Francisco Tenorio, relacionado con la Valladolid de los últimos años de Mendoza, se termi-
naría de componer en 1519 y su éxito lo muestran hasta 15 ediciones entre 1526 y 1623.
Recorre en 88 capítulos la Pasión desde el domingo de Ramos hasta la noche del Viernes
Santo en que, después de depositado el cadáver en el Santo Sepulcro, la Virgen se recoge
en su casa. No fue prohibida pero sí ampliamente expurgada por sus tendencias excén-
tricas y su uso extendido de pasajes no sinópticos como el del Evangelio de Nicodemo en
el capítulo 59, por ejemplo. La obra fue corregida y bastante manipulada por fray Luis
Escobar, que añadió al texto de Tenorio unas Horas de la Passión con gran protagonismo
marial. No tuvo tanta suerte como la Passio duroum un libro próximo en sus fechas iniciales
(1511) y su propósito, el Fasciculus myrrhe, en el qual devotamente se trata de los miste-
rios de la sacratíssima passión de nuestro redemptor Jesuchristo, Burgos, 1511, 1514, 1531;
Sevilla, 1524, prohibida por Valdés (1559: 482), así como una obra llamada Tractado de la
vida de Iesu Christo, con los mysterios del Rosario, en metro, de Alonso de Traspinedo,
impreso tras el Fasciculus myrrhe en la edición de Amberes por Martín Nucio en 1553; vid.
Valdés, 1559: 593ª.
CONTROL EXTERNO Y LÍMITE GENÉRICO 277
del siglo XVI, con Felipe de Neri (1515-1595) a la cabeza, con la innovación del oratorio,
una forma musical habitualmente centrada en la Pasión de Cristo cuya práctica surge acom-
pañada, en el servicio religioso, por sermones, oraciones, himnos y prácticas devocionales
dirigidas por el aparato eclesiástico en el marco de la Iglesia y sus aledaños, restringiendo
de esta manera la práctica privada o la devoción organizada fuera del redil institucional.
Estas manifestaciones públicas oficiales no supusieron una pleamar en el espacio de las
prácticas religiosas, sino que el público se integró en ellas, suponiendo entonces la avan-
zada de esa Península metafísica que, con su maquinaria exterior y espectacular anegó el
siglo XVII hispánico.
63. Compárense, por ejemplo, las portadas, muy similares, del Cancionero (Toledo,
1508) de fray Ambrosio Montesino y las Farsas y Églogas (Salamanca, 1514) de Lucas
Fernández, cuya pieza mayor es el Auto de la Pasión.
III
FUNCIONES
UNA VERSIÓN ESPAÑOLA
DE LA LEYENDA DEL PEZ NICOLÁS
MARIA D’AGOSTINO
(Università degli Studi di Salerno)
281
282 MARIA D’AGOSTINO
4. Sobre las distintas versiones italianas de la leyenda véanse por lo menos Bene-
detto Croce, «Il Bassorilievo del Sedile di Porto e la leggenda di Niccolò Pesce», en Napoli
Nobilissima, 5 (1986), págs. 65-71, 85-89, 141-143; Giuseppe Pitré, Studi di leggende popo-
lari in Sicilia e nuova raccolta di leggende siciliane, Torino: Clausen, 1904, págs. 1-173; Bene-
detto Croce, Storie e leggende napoletane, Bari: Laterza, 1948 (19191); Alberto Varvaro,
Apparizioni Fantastiche, Bologna: Il Mulino, 1994, págs. 53-55; Giovan Battista Bronzini,
«Cola Pesce e il Tuffatore: dalla leggenda moderna al mito antico», en Lares, 76, 3 (2000),
págs. 341-376.
5. Pedro de Mexía, Silva de Varia Lección, edición de Antonio Castro Díaz, Madrid:
Cátedra, 1990, págs. 370-371.
6. Sobre esta Relación, los dos pliegos que la transmiten y la bibliografía que a ellos
se refiere, cf. Maria D’Agostino, «Dos pliegos de 1608: ‘El pez Nicolás’» en Filologia dei testi
a stampa (area iberica), Atti del Simposio Internazionale (Pescara 20-22 novembre 2003)
[en prensa].
UNA VERSIÓN ESPAÑOLA DE LA LEYENDA DEL PEZ NICOLÁS 283
constantemente a sus padres por su vida, hasta que el padre, un día que
el hijo expresa su deseo de ser pez, le maldice provocando la metamorfosis
del niño en un ser medio pez, medio hombre. Nicolás decide entonces
explorar una famosa cueva al lado de Rota; a los cuarenta días de natación
dentro de la misma llega a la orilla del río Jordán, descrito en el texto como
un lugar paradisíaco. Cien años después vuelve y encuentra a algunos mari-
neros; éstos, al ver una criatura tan monstruosa, se asustan, pero Nicolás
en seguida les tranquiliza diciéndoles quién es y contándoles su estancia en
las orillas del Jordán; les da, además, consejos para la navegación y socorre,
durante una tempestad, a algunos navíos. Por último, se despide dejando
a todos los que con él se han cruzado extremadamente maravillados.
Como se ve, la versión de la historia contada por los pliegos tiene en
común con la leyenda italiana sólo la parte inicial, es decir, la que se refiere
a la afición del niño Nicolás por el mar y a la maldición de los padres que
provoca su metamorfosis; por lo demás, son dos historias totalmente distintas.
Ante todo, la fábula contenida en los pliegos se localiza en los alrededores
de Cádiz y no en una ciudad de Italia del sur y, luego, el pez Nicolás español
cuenta a los marineros con los que se cruza su inmersión en una miste-
riosa cueva que lo ha llevado hasta las orillas del Jordán. Ahora bien, si no
es posible excluir que la fábula contada por los pliegos sea, aun parcial-
mente, reelaboración de la versión italiana de la leyenda de Cola Pesce,
el análisis de la Relación de 1608 me inclina a pensar que en ella hay deta-
lles que parecen ser indicios de una historia sobre un hombre-pez espa-
ñola muy antigua sobre la que se han sobrepuesto, en una operación de
síntesis, motivos legendarios procedentes de distintas culturas. Intentaré dar
cuenta, aunque sea sintéticamente, de los porqués de esta hipótesis.
En primer lugar, me parece extremadamente significativa la localización
de la versión española de la Relación: los alrededores de Cádiz. Antonio de
Torquemada, en su Jardín de flores curiosas, habla del pez Nicolás remi-
tiendo a Mexía para contar la misma historia que éste, pero después añade,
para ilustrar otro antecedente de hombre-pez, y casi reprochando al autor
de la Silva por no haberlo dicho, que Plinio en su Naturalis Historia escribe:
Quiere decir que ya en tiempos del naturalista latino en las aguas del
mar de Cádiz se contaba la historia de un hombre-pez y esto puede haber
facilitado el arraigo de la leyenda en esta zona de España. Sin embargo,
la segunda y la tercera parte de la relación son, como hemos dicho, total-
mente distintas.
Si consideramos los elementos que las componen, nos encontramos con
la inmersión de Nicolás en una cueva por donde llega a un río que es el
Jordán y con la sucesiva vuelta del personaje al mundo, una vuelta en la
que aparece transformado; ya no es el niño desobediente a los padres,
sino un ser que se preocupa por los navegantes, les aconseja y socorre.
Cada uno de estos elementos me parece cargado de significado. La cueva
es un lugar simbólico y mítico desde tiempos muy antiguos: muchos
héroes, laicos y religiosos, se forman en grutas o cavernas o sufren trans-
formaciones dentro de ellas8. En nuestro caso, además, Nicolás se queda
en la cueva cuarenta días y este número tiene conocidos paralelos reli-
giosos9; llega por fin a una mar cuyas orillas le conducen al Jordán, símbolo
por excelencia del renacimiento, el río del bautismo que, sin embargo, se
le presenta como un paraíso así descrito en el texto10:
8. Sobre este asunto véanse por lo menos Carlos García Gual, Mitos, viajes, héroes,
Madrid: Taurus, 1981, págs. 23-75; Howard Patch, El otro mundo en la literatura medieval
(con un apéndice: La visión del transmundo en las literaturas hispánicas, por María Rosa
Lida de Malkiel), México: FCE, 1983; Descensus ad Inferos, edición de Pedro M. Piñero, Sevilla:
Universidad de Sevilla, 1995.
9. Creo que es suficiente recordar que Moisés y el pueblo de Israel se quedaron en
el desierto durante cuarenta años después de su éxodo de Egypto, que el mismo Moisés
estuvo en el Siani cuarenta días y cuarenta noches antes de recibir las Tablas de las Leyes
y que Jesús resistió durante cuarenta días en el desierto a las tentaciones del demonio.
10. Cito, de aquí en adelante, por el pliego barcelonés; los versos se trancriben sin
ningún tipo de intervención crítica.
UNA VERSIÓN ESPAÑOLA DE LA LEYENDA DEL PEZ NICOLÁS 285
Velerosos Españoles
no os turbeys estad atentos,
que soy hombre y soy Christiano
y su santa ley mantengo14.
14. Nótese que el pliego de Salamanca transmite en este pasaje del texto los siguientes
versos: «Valerosos españoles | no os espanteis de mis ecos | mas prestando atendo oydo
| me mirad con ojos ledos», en donde no aparece ninguna profesión de fe. Para más deta-
lles sobre las diferencias textuales entre los dos pliegos véase M. D’Agostino, «Dos pliegos
de 1608», en prensa.
15. Segunda Parte del Lazarillo (Anónimo, Amberes, 1555, y Juan de Luna, París,
1620), edición de Pedro M. Piñero, Madrid: Cátedra, 1988, pág. 37.
16. Segunda Parte del Lazarillo, edición de P. M. Piñero, pág. 44.
288 MARIA D’AGOSTINO
1. «Según el lenguaje cristiano, son los lugares en los cuales se realizaron los miste-
rios de la encarnación y de la redención». Tres se consideran los más importantes: el Gólgota,
con el sepulcro de Jesús; Belén, el lugar donde nació Jesús, y Nazareth, donde sucedió la
Anunciación. «En sentido más amplio se designan también con este nombre aquellos lugares
donde se realizaron los hechos más importantes de la vida de María o de los apóstoles»,
Diccionario de la Biblia, edición de Serafín de Ausejo, Barcelona: Herder, 1967.
2. Lc 23, 53.
289
290 ARACELI CAMPOS MORENO
3. Mc 16, 5-6.
4. Se sabe que entre los judíos contemporáneos de Cristo había crecido el interés
por las tumbas de los profetas y de los santos. «J. Jeremías ha dado una lista impresionante
de tumbas conocidas y veneradas en tiempos de Jesús. Este culto a los muertos estaba
fundado en la fe en la intersección de los santos», Supplément au Dictionnaire de La Bible,
París: Letouzey et Ané, 1991, XI, s.v.
5. El emperador Adriano mandó construir sobre Jerusalén una ciudad romana, la
Aelia Capitolia, para lo cual fueron destruidas las antiguas edificaciones judías.
6. La Anástasis formaba parte de un conjunto de edificaciones: el Martirio, una basí-
lica de un solo ábside, junto a cuyo altar estaba la gruta donde fue hallada la cruz; y el
Atrio, un patio interior rodeado de galerías que recordaba el huerto de José de Arimatea,
en cuyo ángulo SE se había colocado una roca, que señalaba el lugar de la Crucifixión.
El conjunto había sido construido en donde santa Elena, madre de Constantino, supuesta-
mente había encontrado la cruz y los clavos de la crucifixión. Véase Gonzalo Martínez
Díez, La orden y los caballeros del Santo Sepulcro en la corona de Castilla, Burgos:
La Olmeda, 1994, pág. 14.
7. André Parrot, El Gólgota y el Santo Sepulcro, traducción de Sebastián Bartina, Barce-
lona: Ediciones Garriga, 1963, pág. 40.
«ORACIÓN DEL SANTO SEPULCRO» Y LA ESCRITURA MÁGICA 291
17. La oración aparece a renglón seguido. La parte central del texto la he acomodado
en «versos», tomando en cuenta que cada uno fuera una unidad semántica, o bien, presen-
tara un ritmo constante.
18. En el original: «martiles».
19. Postrimera hora.
20. Gota coral es la «enfermedad que consiste en una convulsión de todo el cuerpo,
y un recogimiento o atracción de los nervios, con lesión del entendimiento y de los sentidos
[…] Llámase también Epilepsia», Diccionario de Autoridades, edición facsímil, Madrid:
Gredos, 1976, s.v.
294 ARACELI CAMPOS MORENO
ÚLTIMOS COMENTARIOS
23. A tono con la versión novohispana, se narra una historia inusual: Jesucristo se les
aparece a santa Brígida y santa Isabel, para satisfacer sus deseos de saber los pormenores
de su Pasión. Él les indica cuántos golpes recibió, cuántas llagas y «agujeros mortales»
quedaron en su cuerpo y hasta contabiliza el número de gotas de sangre que derramó. Al
igual que la antigua plegaria, se ofrece una recompensa: «los que trajeren consigo esta
copia, serán libres del demonio y no morirán de muerte repentina y en cualquier casa que
la hubiere no habrá visiones diabólicas. La mujer que esta copia [lleve] estando de parto,
parirá sin peligro», Verdadera copia de la relación hallada en el Santo Sepulcro de Nuestro
Señor Jesucristo, Ciudad de México, recogida en 1997, s/pág.
«ORACIÓN DEL SANTO SEPULCRO» Y LA ESCRITURA MÁGICA 297
empezó a llover. Feo, así, empezó a llover, a llover, todos los días,
todos los días venía, venía, de agua. ¿Quién pecó?, ¿quen pecó?, por
eso empezó a llover. Nadie quería decir […] Entonces, ya se jueron la
iglesia, todos, todo el grupo, a, a rezar24.
24. «Muertes por oraciones», textos recopilados por Danira López para el Seminario
de Narrativa Oral Tradicional, del Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
298 ARACELI CAMPOS MORENO
MEMORIA POPULAR DE LA CATEQUESIS:
EL REPERTORIO DE LA TERCERA PARTE
DE LA DOCTRINA CRISTIANA DE GREGORIO
DE PESQUERA (VALLADOLID, 1554)
299
300 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
5. Por tanto, esta convención dialogística está muy alejada de su genuino sentido rena-
centista, tal como hallamos en el Diálogo de Doctrina Cristiana de Juan de Valdés (Alcalá
de Henares: Miguel de Eguía, 1529).
6. Se incluye así mismo una distinción entre pecado venial y mortal y sus respec-
tivos modos de absolución, y las bienaventuranzas.
7. Así lo sugiere, entre líneas, en la reseña aludida, A. Martínez, «La Doctrina Cris-
tiana», pág. 7b.
8. Apud J. R. Guerrero, «Catecismos de Autores Españoles», pág. 237.
302 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
12. Puede que se trate de un añadido posterior; tales signos acaso indicarían entrada
de voces, de coros, etc.
304 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
13. Margit Frenk, Nuevo Corpus de la Antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII),
México: Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de México & Fondo de Cultura Económica,
2003, II.
14. El pliego suelto pertenece a la Biblioteca Central de Barcelona, según el citado
registro recogido en Antonio Rodríguez Moñino, Nuevo Diccionario bibliográfico de pliegos
sueltos poéticos (siglo XVI), edición corregida y actualizada por Arthur L.-F. Askins & Víctor
Infantes, Madrid: Castalia & Editora Regional de Extremadura, 1997. Por su parte, las vici-
situdes que corre la obra impresa de Bartolomé Aparicio en pliegos sueltos, está porme-
norizada por P. M. Cátedra & V. Infantes en Los pliegos sueltos de Thomas Croft (siglo XVI),
Valencia: Albatros Ediciones, 1983, núm. 15, págs. 99-109.
MEMORIA POPULAR DE LA CATEQUESIS 305
15. Según la edición de Julio Rodríguez Puértolas, Cancionero de fray Ambrosio Monte-
sino [Toledo, 1508], Cuenca: Excma. Diputación Provincial, 1987, págs. 193-194. Bien es
verdad que Pesquera mejora en cuanto al sentido los vv. 7-8 del original: «Que de ti sola
siente santos | sacramentos han manado» (supongo que es error del editor moderno) por
306 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
junto a otras obras suyas. Resulta curioso comprobar que los dos pliegos
conocidos que insertan este romance, RM 1073 y RM 1074, estén encabe-
zados por otro villancico también incluido por Pesquera, el núm. 32:
«A vos, virgen pura, | estrella que guía || los hombres al puerto | do
nadie se pierde»16.
Se sucede luego un grupo de poemas sobre episodios de la vida de
Cristo: circuncisión y resurrección (en núms. 20 y 24); santa Cena, oración
en el Huerto y prendimiento (núms. 21 y 22); finalmente, calvario y cruci-
fixión (núm. 23). Los primeros son villancicos, los segundos, romances
de gran agilidad narrativa y el tercero, dobles sextillas de pie quebrado17.
Junto a ellos, otro conjunto, de fatigosa lectura, en alabanza a san Juan
Evangelista y a san Juan Bautista, compuestos sobre una misma pauta:
invocación, extensa narración y villancico oracional de cierre; al apóstol
Santiago sólo se dedica villancico.
Tanto los metros empleados (villancicos los primeros, romances los
segundos, coplas reales al final), como la disposición narrativa, o la
secuencia de temas y figuras tratadas, sitúan este repertorio en la senda
de la poesía devota de cancionero, de raigambre franciscana, que luego
gozó de amplia difusión en forma de pliego suelto. Bien es verdad que
alguna diferencia hay en Pesquera: un tratamiento más depurado o conciso
de los materiales narrativos, sin las digresiones y meandros que cultiva
Montesino –difíciles de memorizar–, así como la renuncia a la alegoría.
Tampoco hay muchos juegos de palabras, giros conceptuales ni estilo
argumentativo: esos recursos se reservan para la segunda sección, la de
los villancicos.
A continuación se insertan de nuevo materiales allegados de la tradi-
ción, esta vez formando una serie (núm. 28 a 31), con epígrafe propio, y
cuya circulación en pliegos sueltos tenemos, una vez más, bien atesti-
guada. Dice Pesquera: «Aquí comiença vn romance | con su glosa |
trobado por el de | mor[iscote.] apli[c]ado a otro me | jor sent[ido] | con
vn villancico de ‘Llama Dios al peccador’». El romance de Francisco Bernal,
«Que de ti a nós siete sanctos | sacramentos han mandado». Otra leve variante aparece en
el v. 3: «Tú sola diste la vida» (en el original) frente a «Cierto tú diste la vida», en Pesquera.
Y suprime, como es lógico, los dos versos finales del original en los que el monje francis-
cano se declara autor.
16. Interesa, por tanto, reseñar las excluidas por Pesquera: un romance sobre la
custodia: «Quien es este que en reguarda | de su castillo dorado» y dos obras del francis-
cano Montesino: «O coluna de Pilato | el dolor que en ti sentí» y «Ya son biuos nuestros
tiempos | y muertos nuestros temores».
MEMORIA POPULAR DE LA CATEQUESIS 307
17. Destaca, en el plano expresivo, la imagen que señala a Cristo coronado de espinas:
«herizo ensangrentado».
18. Indica el profesor Alín que años antes, Fernando Colón registra en su Abeceda-
rium un pliego suelto en donde este villancico era también el remate del famoso romance
de Balerma con su glosa, del que a su vez hay versión a lo divino. Cf. José Mª. Alín, Cancio-
nero tradicional, Madrid: Castalia, 1991, págs. 205-206.
19. Son, respectivamente, el RM 703, para la serie ternaria, y el RM 887 del Nuevo
Diccionario.
20. Dicho núm. 32 es el que encabezaba los pliegos sueltos que recogían el romance
Llaga santa, llaga santa de fray Ambrosio Montesino (RM 1073 y RM 1074). Y consta de
siete estrofas muy próximas a la pavana. La serie navideña se inicia en el fol. 172v.
308 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
21. Y es que ése era también su método de aprendizaje de la doctrina, según rezan
las disposiciones finales: «Y acauando de dar leción, dicen todos la doctrina por coros como
religiosos: los de fuera que se vienen a enseñar de vna parte, y los del colegio a la otra»
(fol. 242v).
22. Cancionero Musical de Palacio, edición de Joaquín González Cuenca, Madrid:
Visor Libros, 1996.
23. Según la cronología propuesta por Miguel M. García-Bermejo Giner en Catálogo
del Teatro español del siglo XVI, Salamanca: Universidad, entrada [49.2], págs. 142-143.
MEMORIA POPULAR DE LA CATEQUESIS 309
24. El estribillo está reseñado por M. Frenk, Nuevo corpus, núm. 1393 B. La primera
mudanza coincide con la del núm. 1393 A, recogido en Historia de los indios de la Nueva
España de fray Toribio de Motolinía, compuesta en 1542, cuyo manuscrito más antiguo,
sin embargo, data de la segunda mitad del siglo XVI. Cf. la edición de Georges Baudot,
Madrid: Castalia, 1991, pág. 202, para el poema, y pág. 77 para la cronología del manus-
crito.
25. M. Frenk, Nuevo corpus, núm. 527: «Romerico, tu que vienes | de do mi señora
está | las nuevas d’ella me da».
26. M. Frenk, Nuevo corpus, núm. 1069. El texto teatral puede leerse en el facsímile
del citado estudio de P. M. Cátedra & V. Infantes, Los pliegos sueltos de Thomas Croft, págs.
137-156, y el villancico, en pág. 150.
27. M. Frenk, Nuevo corpus, núm. 2103.
310 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
el niño Jesú, | aya. […] Aya, niño, ro ro ro ro| aya niño Jesú; | ea,
hagamos vn corro | al Señor niño Jesú, | aya». Y finalmente el núm. 59,
«Rey es él y reyna es ella | él su hijo y ella doncella», que se construye a
base de un juego de palabras sobre el parentesco («madre es dél y él
padre della»), motivo obligado en los cancioneros religiosos; pongamos
por caso el recogido en El Cancionero espiritual impreso en Valladolid,
1549, «Una Virgen le parió | de quien Él es hijo y padre, | y ella del es
hija y madre | y Él su Dios que la formó»28.
En definitiva, a lo largo de este gratificante apartado, se reúne un amplio
repertorio que exprime todas las posibilidades expresivas y rítmicas del
villancico popular. Es tal la versatilidad y agilidad de esta forma anclada
en la tradición, que por vez primera en toda la Tercera Parte se esfuma
la gravedad inherente a la propia materia doctrinal. De ahí su efectividad
pedagógica y quizá por ello la amplitud de la recopilación.
Tras esta gozosa sección, aparece, precedida de 8 coplas introducto-
rias, la Dotrina de buena criança, que desgrana en 83 coplas castellanas
el correcto comportamiento que se espera guarde un niño doctrino en el
vestir (10 coplas), hablar (10), comer (5), beber (5), andar (6), reír (2), sentar
(4) y acostar (3). Mención especial merece el servir, puesto que éste solía
ser el oficio al que iban destinados –si no lo ejercían ya, mientras se
formaban– los educandos de la escuela. En consecuencia, se dedican 20
coplas a prescribir, desde la elección de amo adecuado (el ideal es un
anciano eclesiástico), hasta el cuidado de sus ropas, el correcto acompa-
ñamiento en la calle y en la casa, el servicio de la mesa, etc.; unas reglas
que se hacen extensivas al padre y al maestro. Podríamos resumir diciendo
que mesura, diligencia y discreción serían los rasgos que definen el quehacer
servicial aquí prescrito, en un compendio breve de lo cotidiano, que sirve
a un fin absolutamente utilitario: instruir para saber estar en cada situación.
La Declaración de la missa subsiguiente (29 coplas reales) se ocupa de
la descripción y significado de las ropas del oficiante y el templo, y del
de las partes de la liturgia: kyrie, gloria, epístola, evangelio, bendición,
credo, santo, agnus Dei e ite missa est (también se atiende al persignarse).
El conjunto de Preguntas y respuestas (que corren a cargo de un doctor
adepto a la Summa de santo Tomás) versa sobre dos únicos temas: la confe-
sión y el juicio final. De la primera aborda tres aspectos: la elección del
confesor adecuado y las condiciones que debe reunir (desarrollado en 13
estrofas de redondilla y quintilla); en segundo lugar, lo que denomina
29. Su título es Cartilla para mostrar a leer a los moços con la doctrina cristiana que
se canta: «Amados hermanos» y está publicada por José Sánchez Herrero, «La enseñanza de
la doctrina cristiana en algunas diócesis de León y Castilla durante los siglos XIV y XV»,
Archivos leoneses, 59-60 (1976), págs. 177-183.
312 Mª. JESÚS FRAMIÑÁN DE MIGUEL
1 Comiença la vida de Iesu | Christo Nuestro Señor Cuando fue llegado el tiempo| para remediar el hombre
2 Para el día de Cor |pus Christi. | Ángeles de la floresta | qué maravilla es ésta.
Pregunta de los hombres a los ángeles
3 Para este día Dios combida en este día | y se da hecho manjar | por dar
quanto pudo dar.
4 Al tono de la gallar | da Mira christiano tu alma cómo está | que vendrá la muerte
y te lleuará
7 Otras del Señor O grande consuelo del cielo venido | que pague el Señor lo
que el sieruo ha ofendido.
30. P. M. Cátedra, La Doctrina Cristiana del ermitaño y niño de Andrés Flórez, O. P.,
(Valladolid, 1552), Salamanca, SEMYR, 1997, con espléndido estudio introductorio y repro-
ducción facsimilar del texto.
31. Se adjunta en addenda una relación e índice de primeros versos de las 75 primeras
composiciones, las de carácter lírico, hasta la Dotrina de buena criança.
MEMORIA POPULAR DE LA CATEQUESIS 313
12 Otras de guárdame las vacas – Guárdame mi alma, | Señor mío, y seruir te [he]. |
– Ámame tú a Mí, | que yo te la guardaré.
13 Exclamación | para pedir a Dios misericordia O Tú que sobre Aquilón | te asientas y el mundo riges | […]
14 Coplas del vergel Las que seruís al Señor | salí, veréis vn vergel | de la iglesia
muy fiel | militante.
15 Al tono de la pauana Niño chequito, substancia del padre | summo señor del orbe
criado | […]
16 Cantar de los niños | para el nacimiento al tono Alaben los niños juntos al Señor | pues quiso nascer nuestro
de la gallarda redemptor | pues quiso nascer nuestro […]
18 Otras coplas de la dicha Pues tus lágrimas alcança | el perdón de culpa y pena |
danos della, Magdalena.
23 A la crudelíssima coronación de nuestro Salid, hijas de Sión, | salid pueblo regalado | y escogido. |
Redemptor| Jesu Christo Veréys al rey Salomón | […]
25 Al glorioso pre | cursor sant Juan Baptista Dame, supremo dador, gracia con que yo me [ileg. –ista] |
26a Al glorioso a | póstol y euangelista sant Juan Aue de sublime buelo | solo fénix en amar | de los mortales
del suelo | […]
26b [villancico] Pues apóstol más amado | tenéys Juan por apellido | no me
pongáys en oluido.
28 Aquí comiença vn romance | con su glosa | […] A las armas, rey del cielo, | pues las has en voluntad | los
con vn villancico de ‘Llama Dios al peccador’ traydores son entrados | los que engañaron Adam.
31 Otras coplas del | necio pecador Llama Dios al pecador | y dixo el vil | al mundo quiero
seruir.
32 [en blanco] A vos, virgen pura, | estrella que guía || los hombres al
puerto | do nadie se pierde || […]
35 Otras Cómo paristes, señora | vos a Dios | siendo Dios quien hizo
a Vos.
36 Otras [a doble columna junto al sig.] Remedio del primer padre | luz del día | pues eres virgen
[…]
48 Otras Tanto quiso Dios al mundo | que le dio | sólo vn hijo que
engendró.
54 Otras [a doble columna] Hijo de Dios | nacido en el suelo | mucho te deue | el suelo
y el cielo.
55 Otras Rey del cielo que en el suelo | estáys por mí, | qué haré,
Señor, por ti.
56 Otras [a doble columna] Pastor eternal | del gan[a]do señor | desnudo nacéys |
vestido de amor.
57 Otras Aya niño Jesú, aya, | aya niño Jesú. || Aya niño Jesu Christo
| Aya niño Jesú.| Nunca tal niño […]
58 Otras Para qué comía la primera casada | para qué comía | para
que comía la fruta vedada.||
62 Obras y coplas | para cantar los niños Oyd tan altos misterios, | mortales, y aued plazer | que ha
querido Dios nacer.
65 Romance del san | ctíssimo nascimiento La sacra y diuina noche | y noche más clara que el día |
en las cortes de Bethlém | […]
74 Romance del san|ctíssimo nascimiento En Bethleem está el infante | hijo de Dios humanado | su
magestad ocultada | […]
AURELIO GONZÁLEZ
(El Colegio de México)
317
318 AURELIO GONZÁLEZ
2. María del Carmen Bobes, Semiología de la obra dramática, Madrid: Taurus, 1987,
cap. I.
FUNCIONES DE LA ANTIGUA LÍRICA POPULAR EN EL TEATRO DEL XVII 319
dramático del Prado, ámbito lúdico y propio del cortejo, donde pudieran
escucharse música y canciones festivas como si hubiera un festín.
Mañanitas floridas
del mes de mayo
despertad a mi niña,
no duerma tanto.
[Nuevo corpus, 2039],
10. Lope de Vega, El acero de Madrid, en Obras selectas, edición de Federico Carlos
Sáinz de Robles, México: Aguilar, 1991, págs. 961-997.
FUNCIONES DE LA ANTIGUA LÍRICA POPULAR EN EL TEATRO DEL XVII 323
(Canten desde lejos en el vestuario, y véngase acercando la voz, como que camina.)
11. Francisco Rico, «Hacia El caballero de Olmedo», Nueva Revista de Filología Hispá-
nica, 24 (1975), págs. 329-338.
12. Lope de Vega, El caballero de Olmedo, edición de Maria Grazia Profeti, Madrid:
Alhambra, 1981.
324 AURELIO GONZÁLEZ
20. Lope de Vega, Las famosas asturianas, edición de Alonso Zamora Vicente, Salinas:
Ayalga, 1982.
21. Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, edición de
Martín de Riquer, Madrid: Turner, 1979, s.v. endechas.
328 AURELIO GONZÁLEZ
MARÍA. Es conde.
GARCÍA. Es Acevedo.
DOMINGA. Es castellano.
(Bailan a lo gallego.)
Cando o crego andaba no forno,
ardera lo bonetiño e todo:
vos si me habés de levar mancebo,
ay nâo me habedes de pedir celos.
Un galán traje da cinta na gorra,
diz que lla deu la sua señora:
quérole bem a lo fillo do crego,
quérole bem por lo bem que le quero.
Ay, miña mây, pasaime no río,
que se levâo as agoas os lirios,
asenteime em um formigueiro,
docho ao demo lo asentadeiro.
[II, 1144-1156]22
22. Tirso de Molina, Mari Hernández, la gallega, edición de Sofía Eiroa, Pamplona:
Instituto de Estudios Tirsianos, 2003.
23. Luis Vázquez, «La expresión oral en el teatro de Tirso de Molina», Edad de Oro, 7
(1988), pág. 170.
FUNCIONES DE LA ANTIGUA LÍRICA POPULAR EN EL TEATRO DEL XVII 329
24. S. Eiroa, «Introducción», en Tirso de Molina, Mari Hernández, la gallega, pág. 31.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA MULTICULTURALIDAD
EN LAS LITERATURAS NOVOHISPANAS:
ESPAÑA, ÁFRICA Y AMÉRICA
MARIANA MASERA
(Universidad Nacional Autónoma de México)
331
332 MARIANA MASERA
VILLANCICOS Y ENSALADAS
12. Véase, para todo esto, M. Frenk, Villancicos, romances y ensaladas, págs. 80-81;
nuestra referencia en pág. 80.
13. Fray Toribio Motolínia, Historia de los indios de la Nueva España, edición de
Edmundo O’Gorman, México: Porrúa, 1995, Tratado I, Cap. 15.
14. Cf. M. Frenk, Villancicos, romances y ensaladas, págs. 80-81. Como señala en su
comunicación Mª. Jesús Framiñán de Miguel, «Memoria popular de la catequesis», en este
mismo volumen. Véase para otras fuentes Margit Frenk, Nuevo corpus de la antigua lírica
popular hispánica (Siglos XV a XVII), México: Universidad Nacional Autónoma de México,
El Colegio de México & Fondo de Cultura Económica, 2003, II, núms. 1393 A y B.
15. Mariana Masera, «Cinco textos en náhuatl del Cancionero de Gaspar Fernández:
¿Una muestra de mestizaje cultural?», Anuario de Letras, 39 (2003), págs. 291-312.
ASPECTOS DE MULTICULTURALIDAD EN LITERATURAS NOVOHISPANAS 335
16. M. Frenk comenta que «El primer verso es correcto: ahmo ‘no’, nicnequi ‘yo lo
quiero’, o sea, ‘no lo quiero’. El segundo verso es agramatical y descabellado; literalmente
se traduciría ‘él no os quiere engañarlo’; el qui pronombre objeto de tercera persona (‘lo
a él, ello’) no concuerda con la terminación -os del verbo español y falta el ni ‘yo’ que
relacionaría este verso con el anterior. Esta aclaración, que debo a la gentileza de Alfredo
López Austin, corrige la traducción e interpretación tímidamente avanzada por García Icaz-
balceta (1877, págs. 311-312): ‘No, no quiero en manera alguna engañaros’». Y concluye
Frenk con «Quizá se trate de una deficiente adaptación ad hoc de un cantarcillo indígena;
sería prueba de que Eslava no sabía, o sabía poco, náhuatl» (M. Frenk, Villancicos, romances
y ensaladas, pág. 235, nota 22).
17. Cf. M. Frenk, «El cancionero de Gaspar Fernández (Puebla-Oaxaca)», en Literatura
y cultura populares de la Nueva España, edición de M. Masera, con la colaboración de Alfredo
Ramírez Membrillo & Santiago Cortés Hernández, Barcelona: Azul & UNAM, 2004, págs. 19-
35. Muy pronto saldrá la edición que realizaron M. Frenk & Pilar Morales sobre este rico
cancionero. Además, estos textos en náhuatl los estudié en «Cinco villancicos en náhuatl».
336 MARIANA MASERA
18. «Además de areito, la voz importada de las Antillas, se dio al netotiliztli el nombre
de mitote, derivado del náhuatl mitotiani o mitotiqui, ‘dançante’, según el mismo Molina»,
en Luis Leal, «El tocotín mestizo de Sor Juana», Ábside, 18-1 (1954), págs. 51-64. Mitote
también tiene la acepción de ‘fiesta casera’; ‘aspaviento, melindre’; ‘bulla, pendencia, albo-
roto, zafacoca’; ‘zambra’; véase Francisco J. Santamaría, Diccionario de mejicanismos, México:
Porrúa, 1992, s.v. mitote.
19. «Matalote: En diversas partes del país, caballo viejo o muy trabajado o muy flojo».
Cf. M. Frenk, Cancionero folklórico de México, México: El Colegio de México, 1982, IV,
núm. 259, pág. 373, y Vicente T. Mendoza, Glosas y décimas de México, México: Fondo de
Cultura Económica, 1957, núm. 153, págs. 291-292.
20. En el manuscrito pertenecen a los fols. 99v-100r. Como he comentado en otra
parte, «el encabezado dice en ‘indio’. Las dos composiciones anteriores están en español y
ASPECTOS DE MULTICULTURALIDAD EN LITERATURAS NOVOHISPANAS 337
su tema es la Concepción. Las dos composiciones posteriores son: una en ‘negrito’, dedi-
cada al nacimiento de Dios, y la siguiente, en ‘mestizo’. Nuevamente el orden de las compo-
siciones señala que fueron compuestas para una ocasión especial», en «Cinco textos en
náhuatl», pág. 304.
21. Sor Juana compuso nueve ensaladas. Todas ocupan el mismo lugar en sus respec-
tivas series (letra 8) y su estructura es muy parecida: 1) una «introducción» que sirve como
eje narrativo y que consta en general de unas cuantas cuartetas, distribuidas a lo largo de
la ensalada, que van presentando diferentes partes, y que conservan el nombre de «intro-
ducción» (es normal la acotación «prosigue la introducción»); 2) letras, más bien ligeras, que
pueden ser de diferentes tipos: bailes tocotines, negrillas, diálogos chuscos, jácaras, juguetes,
textos en «otra» lengua como portugués, vizcaíno, latín; véase M. Tenorio, Los villancicos
de Sor Juana, pág. 154. Estas composiciones náhuatl de Sor Juana han sido también estu-
diadas por: Luis Leal, «El tocotín mestizo», y del mismo autor, «El hechizo derramado:
elementos mestizos en Sor Juana», págs. 185-200; G. Baudot, «La trova náhuatl de Sor Juana
Inés de la Cruz», en Estudios de folklore y literatura dedicados a Mercedes Díaz Roig, editado
por Beatriz Cuarón & Yvette Jiménez de Báez, México: El Colegio de México, 1992, págs.
849-859; Patrick Johansson, «Sor Juana Inés de la Cruz: cláusulas tiernas del mexicano
lenguaje», Literatura Mexicana, 2 (1995), págs. 459-478.
22. M. Tenorio, Los villancicos de Sor Juana, pág. 155.
23. Las palabras en nahuatl significan: ‘yo lo creo, lo sabe mi Dios’; cf. L. Leal, «El tocotín
mestizo», pág. 62. El texto lo tomo de Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas, II. Villan-
cicos y letras sacras, edición de Alfonso Méndez Plancarte, México: Fondo de Cultura Econó-
mica, 1952, pág. 32, y su traducción del Padre Ángel María Garibay, pág. 365. Anoto la
traducción completa: «Los padres bendito | tienen on Redentor | yo no lo creo | lo sabe
mi Dios. || Sólo Dios Hijito | del cielo bajó | y nuestro pecado | nos lo perdonó. || Pero
estos Padres | dicen en so sermón | que este San Nolasco | a todos compró. | Yo al santo
le tengo | mucha devoción | y de flor perfecta | un ramo le doy. | Tú [o vos], su persona;
| dizque se quedó, | con los perros moros | en una ocasión. | Salve Dios, si allí, | estu-
viera yo, | matara a cuatrocientos | con un mojicón. || Y nadie lo piense | lo hablo sin
razón | pues soy panadero | de mucha opinión. || Puede que me olvide | no soy hablador;
338 MARIANA MASERA
Dios Piltzintli 24
de el cielo baxó,
y nuestro tlatlacol 25
nos lo perdonó.
Pero estos Teopixqui 26
dize en so sermón
que este San Nolasco
miechtin27 compró.
Yo al santo lo tengo
mucha devoción,
y de Sempual Xuchil 28,
un Xuchil 29 le doy.
Yehuatl 30 so persona
dis que se quedó
con los perro Moro
ipam ce31 ocasión.
Mati 32 Dios si alli
lo estobiera yo,
censontle 33 matar
con un moxicon.
Y nadie lo piense
lo hablo sin razon,
cani 34 panadero,
de mocha opinión.
Huel ni machicahuac35
no soy hablador,
no teco qui mati36
que soy valenton
Se no compañero37
lo desafió
y con se poñete38
allí se cayó.
También un Topil39
del Governador,
caipampa40 Tributo
prenderme mandó.
Mas yo un cuahuil 41
un palo lo dio
Ipam i sonteco42
no se si morio.
Y quiero comprar
un San Redemptor,
yuhqu43i el del altar
con so bendicion44.
Algunos de los rasgos fonéticos que señala Sor Juana –y que también
existen en otros escritores, como Oquendo– es el cambio de u por o, ya
que parece que la u sólo podía ser usada por las mujeres; la intercalación
innecesaria del pronombre lo, a veces los-las, y las faltas de concordancia
entre género y número. Por supuesto, en el tocotín se realza lo devoto
del indígena con su bravuconería para matar moros, además de mostrar
su calidad de esclavo y el oficio de panadero45. Como han comentado los
Tal es, que el dialecto convencional del siglo XVI retomó de rasgos léxicos
de la familia Bantú […], influido luego por el portugués que aprendieron
en las primeras etapas de su esclavitud y por el habla andaluza que
EL CHUCHUMBÉ
tomé el texto. Asimismo, los trabajos de José Antonio Robles Cahero, «La memoria del
cuerpo y la transmisión cultural: las danzas populares en el siglo XVIII novohispano», en Hete-
rofonía 85-2, (1984), págs. 31-33; así como el artículo de A. García de León, «Contrapunto
entre lo barroco y lo popular en el Veracruz colonial», Heterofonía, 109 (1994), págs. 17-
27, y su estudio sobre la música y los textos del Caribe, El mar de los deseos.
344 MARIANA MASERA
El chuchumbé
de las doncellas
ellas conmigo
y yo con ellas.
En la esquina está parado
el que me mantiene a mí,
el que me paga la casa
y el que me da de vestir.
Y para alivio
de las casadas,
vivir en cueros
y amancebadas.
Estaba la muerte en cueros
sentada en un escritorio,
y su madre le decía:
¿No tienes frío, Demonio?
Vente conmigo,
vente conmigo, cinco
que soy soldado
de los amarillos.
Por aquí pasó la muerte
con su aguja y su dedal,
preguntando de casa en casa,
¿hay trapos que remendar?
Sabe vuestra merced que,
sabe vuestra merced que,
«la Puta en Cuaresma»
le han puesto a vuestra merced.
Por aquí pasó la muerte
poniéndome mala cara,
y yo cantando le dije:
«¡No te apures, alcaparra!».
Si vuestra merced quisiera,
y no se enojara,
«Carga la jaula»
se le quedara, cinco.
Estaba la Muerte en cueros
sentada en un taburete,
ASPECTOS DE MULTICULTURALIDAD EN LITERATURAS NOVOHISPANAS 345
Los personajes que tenemos son el fraile, por supuesto en una posi-
ción obscena; la vieja santularia o santurrona, que realmente tiene rela-
ciones sexuales con el cura; la figura de la muerte burlona de carácter
netamente mestizo, que aparece en situaciones cómicas o consumiendo
las bebidas típicas, como el pulque y el aguardiente. Así como se festeja
al soldado, que ya desde el cancionero popular medieval se sabe de lo
efímero de sus amores y el festejo de las amancebadas, como en la estrofa
«En la esquina está parado | el que me mantiene a mí» o de las casadas
adúlteras como en la estrofa «Para alivio de las casadas».
Como vimos, los personajes mencionados son ya conocidos del cancio-
nero peninsular medieval, sin embargo aquí se añaden nuevas caracterís-
ticas. Todo ellos están bailando al ritmo africano «el chuchumbé» y
consumiendo elementos locales como el pulque. Además todos los perso-
najes muestran un erotismo acendrado que marca un tono carnavalesco,
donde predominan la burla y la carnalidad.
«El Chuchumbé» es un baile paradigmático del siglo XVIII y muestra
cómo los personajes chuscos son los oficiales o los pertenecientes a la insti-
tución, como el fraile, el soldado y la mujer casada. Se burla de ellos. Sin
embargo, no menciona como personajes ni al negro ni al indio61.
59. Ver en M. Frenk, Cancionero Folklório de México, 3-8397, otra versión de la copla
«Estaba la muerte», de tono obsceno.
60. G. Baudot & Mª. Á. Méndez, Amores prohibidos, pág. 46.
61. Esto sucede en toda la antología de G. Baudot & Mª. Á. Méndez, Amores prohi-
bidos, donde sólo existen tres coplas con menciones explícitas; las otras menciones a los
personajes de negro se encuentran en el «Mambrú erótico». Mª. Á. Méndez comenta en
otro trabajo que «no descartamos la posibilidad que su modelo fuera ‘culto’, pero reapro-
piado por los grupos marginados (‘mulatos y gente de color quebrado, […] soldados,
marineros y broza’, según reza el documento inquisitorial), que lo reelaboraron al gusto
de sus propias normas», en Amores prohibidos, pág. 164. «El negro de Quintero | dicen
que ha de casar | con una colegiala | que Mambrú la ha de velar» y «Javiera la negrita
| comulgando se está | y por eso Mambrú | ni el sombrero le quita» en G. Baudot
& Mª. Á. Méndez, «El mambrú erótico», pág. 86. Y en cuanto a una mención directa a los
indígenas, se halla una copla del son «Pan de Jarabe», que ha sobrevivido hasta hoy
346 MARIANA MASERA
En este breve repaso vemos cómo más que ser personajes, hallamos
fundidos elementos de las diferentes culturas sin una distinción o carac-
terización específica. Más bien desde esta otra orilla lo anticlerical y blas-
femo, lo carnavalesco y lo carnal predominan sobre otros temas.
Los textos muestran que el español sirvió como amalgama, prestó sus
formas que fueron modificadas por los diferentes usuarios de distintas
culturas; algunos imprimieron en el ritmo y en los gestos un sello propio,
otros en el vocabulario y las costumbres.
El análisis sobre los personajes de las diferentes culturas que aparecen
en los cantares nos confirma que en los textos oficiales, donde se hace
énfasis en un mundo multirracial, los personajes son descritos dentro de
un mundo religioso y haciendo papeles convenientes. Sin embargo,
parece que tanto Fernández y Sor Juana se permiten también imitar el ritmo
en la Huasteca: «Cuando estés en los infiernos | todito lleno de llamas, | allá te dirán los
diablos: | ‘ahí va la india ¿qué no la hallas?’», en G. Baudot & Mª. Á. Méndez, Amores
prohibidos, pág. 48.
62. M. Frenk, Cancionero folklórico de México, estrofa suelta, 3-8227.
63. M. Frenk, Cancionero folklórico de México, «El jarabe», estrofa suelta, 3-8376.
64. Tecomate deriva del nahuatl tecomatl, ‘vasija semiesférica de barro o del epicarpio
de cocos, calbazas, etc.’, en Mª. Ángeles Soler, «Glosario», en M. Frenk, Cancionero folkló-
rico de México, V, s.v. tecomate.
65. M. Frenk, Cancionero folklórico de México, «Estaba la muerte», 3-8377.
ASPECTOS DE MULTICULTURALIDAD EN LITERATURAS NOVOHISPANAS 347
alegre de las expresiones africanas, en tanto que en los cantares del mundo
extraoficial, los elementos indígenas y africanos son explícitos hasta el
siglo XVIII, donde más que personajes son los elementos de las diferentes
culturas que se mezclan en una misma canción.
Finalmente podemos concluir de este breve estudio, como parte de
una investigación más amplia, que la multiculturalidad es un elemento
que está presente desde los inicios de la cultura novohispana, a veces
desde el mundo oficial utilizando convenciones y tendencias peninsulares,
otras retomando elementos de la vida cotidiana circundante, todos adap-
tados a las necesidades de la propaganda religiosa. En el mundo extrao-
ficial, las manifestaciones preservadas sólo nos muestran hasta el siglo
XVIII la existencia un mestizaje de las tres etnias principales: española, indí-
gena y africana. Manifestaciones que muestran un mundo carnavalesco y
bullicioso, desafiante de las convenciones de la autoridad.
LA LITERATURA POPULAR,
¿UNA ESCUELA PORTÁTIL?
349
350 JACOBO SANZ HERMIDA
5. Véase tan sólo lo que señalan al respecto Mª. Luisa López-Vidriero & Pedro M.
Cátedra en La imprenta y su impacto en Castilla, Salamanca: Cervantes, 1998, pág. 61; y
asimismo el capítulo de «La imprenta y la literatura de cordel» que dedica P. M. Cátedra en
su Invención, difusión y recepción de la literatura popular impresa (siglo XVI) Mérida:
Editora Regional de Extremadura, 2002, págs. 63 y sigs.
6. Mª. Vitoria López-Cordón Cortezo, «Libros y pedagogía», en El libro antiguo español,
III. El libro en Palacio y otros estudios bibliográficos, al cuidado de Mª. Luisa López-Vidriero
& P. M. Cátedra, Salamanca: Universidad de Salamanca, Patrimonio Nacional & Sociedad
Española de Historia del Libro, 1996, págs. 147-166. Algo parecido sucedía con la Bibliothèque
bleue, colecciones económicas vendidas por buhoneros, especialmente en el noroeste de
Francia. Los primeros ejemplares se imprimen en Troyes a principios del siglo XVII. Su reper-
torio satisfacía el gusto popular: relatos de caballerías, opúsculos religiosos, profecías, reglas
de urbanidad, almanaques, etc.
7. Teresa Nava Rodríguez, «La escuela y su mundo: concepto y transmisión de los
saberes elementales en los siglos modernos», en Educación y transmisión de conocimientos
352 JACOBO SANZ HERMIDA
11. Recogida por Rodríguez Moñino de Gallardo (III, núm. 2386). Pone asimismo el
ejemplo de Lope en Santiago el Verde («los antiguos romances | con que nos criamos
todos») y el de Granada en 1629: «El canónigo Bermúdez de Pedraza en unos Apunta-
mientos jurídicos indica de pasada que el romance relativo a la hazaña de Hernando del
Pulgar clavando el pergamino con el Ave María: ‘Solo se halla escrito en las coplas que
algún aficionado a esta casa quiso hacer y darlas a la estampa y que los muchachos las
compren para ir a la escuela, que con cuidado se pone en primer lugar aquel romance que
dice Santa Fe, quán bien pareces’».
354 JACOBO SANZ HERMIDA
12. Mª. Cruz García de Enterría (Catálogo de los pliegos poéticos españoles del siglo
XVII en el British Museum de Londres, Pisa: Giardini, 1977) nos ha llamado la atención
sobre las palabras con las que Juan López de Úbeda presentaba al lector la finalidad de su
Cancionero General de la doctrina cristiana (Alcalá de Henares: Juan Íñiguez de Leque-
rica, 1582): «[…] Aquí ay abundancia de caños donde todos géneros de gentes pueden
bever, y de donde cada uno puede sacar agua para su provecho conforme a su estado. Los
trabajadores para cantando aliviar su travajo, hallarán romances a lo divino, mudada la
sonada de lo humano. Las doncellas para el almohadilla, y sus trabajos domésticos. Pues
¿qué dire de los niños que van de noche por las calles cantando cantares tan ociosos y
viciosos que inficionan el ayre y hazen mala consonancia en las orejas de los que les oyen?
[…]». Véase la edición de Antonio Rodríguez Moñino, Madrid: Sociedad de Bibliófilos Espa-
ñoles, 1962, pág. 27. Rodríguez Moñino alude ya en su introducción a cómo «su propósito
era el de sustituir la poesía profana cantada por todos por otra de devoción que deleitase
a los espíritus, aprovechando a las almas» (pág. 15). La actitud de López de Úbeda no era
nueva sino que venía a recoger las preocupaciones de otros autores que como Gregorio
Pesquera, administrador de las casas de doctrina cristiana primero de Valladolid y más tarde
de Madrid, habían optado por ofrecer romances a lo divino como alternativa de las peca-
minosas canciones. Así, como nos ha descrito Ana Martínez Pereira –Pliegos de Bibliofilia,
17 (2002), págs. 3-10–, dedica el último apartado de su Doctrina christiana (Valladolid:
Sebastián Martínez, 1554) –Comiença la tercera parte de la Doctrina christiana. En la qual
se contienen muchos cantares y coplas devotas para que los niños y otras personas canten
y se alegren con devoción–, a presentarnos la Vida de Cristo en verso, junto a un «amplio
muestrario de cantares populares ‘al tono de la gallarda’, ‘de guárdame las vacas’ o ‘de la
pavana’; romances sobre el santísimo sacramento, sobre la resurrección, dedicados a San
Juan, el apóstol Santiago, villancicos», rematado con «un manual de buenas costumbres,
también en verso, en el que se orienta sobre el modo de vestir, del hablar, del comer, el
servir, el andar, del reír, del acostarse… con indicaciones expresas para los doctrinos»
(pág. 9). Véase también, en este mismo volumen, el trabajo de María Jesús Framiñán.
LA LITERATURA POPULAR, ¿UNA ESCUELA PORTÁTIL? 355
para destierro de los malos cantares, con que tanto se ofende a Dios, impresa
también por María de Quiñones en 1658, en la que se incluyen las Coplas
de Alonso de Alcalá de Henares con las que Soto había rematado su pliego.
En 1661, María de Quiñones vuelve a reimprimir la obra de Soto. De 1672
conservamos una impresión madrileña de la Primera parte de los diálogos
en verso por preguntas y respuestas en que se de clara [sic] los más princi-
pales Misterios de nuestra Santa Fe: y variedad de Coplas devotas para los
niños, a diferentes assumpos y desengaños, para aborrecimiento del pecado,
y aprecio de la virtud, y destierro de los males cantares, en este caso salida
del taller de Catalina Gómez, viuda de Melchor Alegre; y en 1677 Juan
Cabezas reimprime en Sevilla de nuevo la obra de Soto.
En este proceso de salvaguarda de las buenas costumbres y salud moral
contribuyeron también tempranamente algunos humanistas pedagogos
que, como Pedro Simón Abril pretendieron reformar los estudios de su
época. Voy a centrarme tan sólo en un conocido y significativo texto. Me
refiero a El estudio de la aldea del aragonés Juan Lorenzo Palmireno
(Valencia: Juan Mey, 1568). Como es sabido Palmireno intentó con esta
obra ofrecer consejos generales sobre la educación que fueran prove-
chosos para alumnos y padres de clases poco privilegiadas: «Yo scrivo
para el del Aldea, que no sabe más de leer y scrivir», indicará ya desde el
comienzo14. Pues bien, Palmireno, como otros educadores, se percata rápi-
damente del poder de las coplas y canciones populares entre los jóvenes,
de ahí que recurra constantemente a ellas tanto por su valor mnemotéc-
nico como porque pueden aportar, deleitando, notables conocimientos. Así,
aconseja constantemente aprovechar los momentos de ocio (al estilo clásico
de otium cum dignitate), para leer y cantar coplas como las de sintaxis
del bachiller Tamara, en que se declara que en el vocablo «Adipos están
los compuestos de sum, es, fui»:
14. Véase el importante estudio de Andrés Gallego Barnes, Juan Lorenzo Palmireno
(1524-1579). Un humanista aragonés en el Studi General de Valencia, Zaragoza: Institu-
ción «Fernando el Católico», 1982, págs. 165 y sigs.
LA LITERATURA POPULAR, ¿UNA ESCUELA PORTÁTIL? 357
15. El estudioso de la aldea, Valencia: Juan Mey, 1568, págs. 111 y 112-113 respecti-
vamente.
16. Algo parecido le sucede a un librito más extenso, las Setencias y doctrinas de la
Sagrada Escritura de Alonso de Zamora, como subraya Gonzalo Fernández de Oviedo en
sus Quincuagenas: «Un librico anda por este mundo impreso, de sentencias y doctrinas de
la sagrada Escritura, breve y que cuesta pocos dineros, y de mucho provecho y utilidad
cathólica, el cual está en versos castellanos, y le compuso el docto maestro Alonso de
Çamora, rigente en la Universidad de Alcalá de Henares» (RM 644).
358 JACOBO SANZ HERMIDA
La prohibición cayó en saco roto, pues algunos años más tarde, en 1775,
Campomanes lamentaba el incumplimiento de la anterior prohibición y tenía
17. A ellos se ha referido Jacques Verger en sus Gentes del saber en la Europa de
finales de la Edad Media, Madrid: Editorial Complutense, 1999, págs. 177 y sigs.
18. Así lo consideró hace años Francisco Rico en El pequeño mundo del hombre. Varia
fortuna de una idea en las letras españolas, Madrid: Castalia, 1970, págs. 154 y sigs.
19. R. Menéndez Pidal, Romancero hispánico, pág. 249.
LA LITERATURA POPULAR, ¿UNA ESCUELA PORTÁTIL? 359
20. «No deberán leerse en las escuelas romances de ajusticiados, porque producen en
los rudos semilla de delinquir, y de hacerse baladrones, pintando como actos gloriosos las
muertes, robos, y otros delitos, que los guiaron al suplicio. El mismo daño traen los romances
de los doce pares, y otras leyendas vanas o caprichosas que corren en nuestro idioma,
aunque el Consejo no permite su reimpresión» (Pedro Rodríguez de Campomanes, Discurso
sobre la educación popular, edición de Francisco Aguilar Piñal, Madrid: Editora Nacional,
1978, pág. 116).
21. Tomás de Iriarte, Lecciones instructivas, pág. 249. «Todas las energías correctoras
de los ‘ilustrados’ se redujeron a leyes que no se cumplieron y a exaltada oratoria que no
hizo mella en el gusto del pueblo. Porque el gusto no se impone; se educa. Y así, estaba
perdida toda batalla que no empezase a fomentar y orientar la educación del país, desde
los primeros niveles de enseñanza. Porque es precisamente en las escuelas donde el niño
se aficionaba a los romances, ya que no disponían de otros libros de texto. El pliego suelto,
sujeto al cordel o voceado por los ciegos callejeros, resultaba un texto barato, de fácil
adquisición y amena lectura. En esta coplas, romances y comedias aprendieron a leer todos
los españoles del antiguo régimen. Los testimonios son abundantes. Bástenos ahora el
siguiente: en 1784, cuando España vive un periodo de pleno fervor pedagógico, escribe
airado un teorizante de la nueva educación: ‘Muchos de los que saben leer todavía no han
perdido la afición a la lectura de comedias, de fábulas, de historias apócrifas, sátiras perso-
nales muy picantes indecentes coplas […] y la conservan en tal grado que no tienen paladar
para tomar gusto a otras cosas’» (Colección de ideas elementales de educación para una
Academia de Maestros de primeras letras y padres de familia, Sevilla, 1784, pág. 128). Una
real cédula de 21 de julio de 1767, muy dentro de la política educativa de Carlos III y sus
ministros, establecía que «para evitar las impresiones perjudiciales que resultan en el público
con la lectura de pronósticos, romances de ciegos y coplas de ajusticiados, se prohíbe por
punto general el que se puedan imprimir tales papeles, de ninguna utilidad a la pública
instrucción». Aunque la baja editorial es sensible, es evidente que la orden no fue cumplida.
En las escuelas, a falta de otros textos asequibles por su precio, continuó la costumbre del
uso de pliegos de cordel, hasta 1826, fecha en que se impuso como texto único el Arte de
hablar de Hermosilla. Veáse F. Aguilar Piñal, Romancero Popular del siglo XVIII, Madrid:
CSIC (Cuadernos bibliográficos, núm. XXVII), 1972, pág. xiv. Por su parte Joaquín Marco
señala: «El hecho de que los pliegos pudieran ser utilizados también como texto de lectura
para niños es meramente accidental y en nada modifica la esencia de los mismos» (Litera-
tura popular en España en los siglos XVIII y XIX, Madrid: Taurus, 1977, pág. 34).
360 JACOBO SANZ HERMIDA
VIÇENT BELTRÁN
(Universitat de Barcelona)
363
364 VIÇENT BELTRÁN
basculando entre dos polos sociales: usando sus propias palabras, «la dife-
rencia cultural crucial en la Europa moderna se dio entre la mayoría de
la población, para quien la cultura popular fue la única, y aquella minoría
que, teniendo acceso a la gran tradición, participó en la pequeña como
una segunda cultura»5. Dicho de otra manera, la gran tradición, la cultura
oficial, está reservada a una minoría cuya amplitud social cambia con los
tiempos, la pequeña tradición, la folklórica, es común a toda la sociedad;
este último concepto coincide por otra parte con la imagen de «pueblo»
con el que operaba Ramón Menéndez Pidal al dar forma a su teoría: «noso-
tros, cuando empleemos el adjetivo ‘popular’ lo tomaremos siempre
aludiendo al sentido más lato de pueblo ‘nación total’, según lo entendía
Alfonso el Sabio, para quien pueblo es ‘ayuntamiento de todos los homes
comunalmente, de los mayores et de los menores et de los medianos’»6.
Pedro Cátedra ilustró recientemente la figura de un creador de poesía
popular, Mateo de Brizuela, que en el tercer cuarto del siglo XVI se convirtió
en autor poco ilustrado de un tipo de pliego poético característico de la
tradición popular y escasamente vinculado con la gran tradición; la descon-
fianza de las autoridades y el proceso que se le abrió nos ilustran sobre
su personalidad, su libertad de creación y, por ende, sus (no muy buenas)
relaciones con el poder, sacándolo de la oscuridad en que normalmente
yacen este tipo de escritores7. Para los siglos siguientes, la abundancia
cada vez mayor de nuestras fuentes de información8 y en particular los
estudios de María Cruz García de Enterría9 y de Joaquín Marco10 han dado
luz a la personalidad, formación e intereses de estos vates populares, cuya
11. «En los orígenes de las epístolas de relación», en Las «Relaciones de sucesos» en
España (1500-1750). Actas del primer coloquio internacional (Alcalá de Henares, 8, 9 y 10
de junio de 1995), edición de Mª. Cruz García de Enterría et al., Alcalá de Henares: Publi-
cations de la Sorbonne & Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, 1996, págs.
33-64, especialmente págs. 44-45.
366 VIÇENT BELTRÁN
14. RM 174, 175.5, 176, 177, 179, 182, 185, 1016; y J. Martín Abad, Post-incunables
ibéricos, Madrid: Ollero & Ramos, 2001, núms. 632, 628 y 630, más el pliego a la muerte
del príncipe don Juan. Las ediciones de Juan del Encina fueron objeto de un análisis magis-
tral de Víctor Infantes, «Hacia la poesía impresa. Los pliegos sueltos de Juan del Encina:
entre el cancionero manuscrito y el libro poético», en Humanismo y literatura en tiempos
de Juan del Encina, edición de Javier Guijarro Ceballos, Salamanca: Universidad de Sala-
manca, 1999, págs. 82-99.
15. RM 792, 1015, 1028, 1040, 1040.5 y 1171.
16. V. Infantes, «Hacia la poesía impresa», especialmente pág. 93.
17. RM 810, donde es anónima. La identificación es de Brian Dutton, El cancionero
del siglo XV c. 1360-1520, Salamanca: Biblioteca Española del Siglo XV & Universidad de
Salamanca, 1990-1991, 7 vols., ID3153.
18. Es el primer item estudiado en Víctor Infantes, «Poesía teatral en la corte: historia
de las Églogas de Diego Guillén de Ávila y Fernando del Prado», en The Age of the
Catholic Monarchs 1474-1516. Literary Studies in Memory of Keith Whinnom, edición
368 VIÇENT BELTRÁN
de Alan Deyermond & Ian Macpherson, Liverpool: Liverpool University Press, 1989, págs.
76-82. El texto puede verse en Eugen Kohler, Sieben spanischen dramatische Eklogen,
Dresden: Gesellchaft für Romanische Literatur, 1911, págs. 236-266; el elogio del Gran
Capitán es explícito (y desmesurado) en los vv. 535-565, seguido de una alabanza de Pedro
de Acuña, «Prior de Priores».
19. RM 32.
20. Su vinculación a los círculos aristocráticos, conocida desde antiguo (véase el
estudio introductorio de Patrick Gallagher a su The life and works of Garci Sánchez de
Badajoz, London: Támesis Books, 1968) no permite la menor duda después de Emilio Ros
Fábregas, «’Badajoz el Músico’ y Garci Sánchez de Badajoz. Identificación de un poeta-
músico andaluz del Renacimiento», en Música y literatura en la España de la Edad Media
y del Renacimiento (Mesa redonda, 15-16 de junio de 1998), edición de Virgine Dumanoir,
Madrid: Casa de Velázquez, 2003, págs. 77-92, que demuestra tratarse de la misma persona
que Badajoz el músico, cuya obra está presente en el Cancionero Musical de Palacio.
21. Como ya expuse en mi Poesía española. 2. Edad Media: lírica y cancioneros, núm.
118, me atengo por numerosas razones al indiscutible dictamen de Margit Frenk, «¿Santi-
llana o Suero de Ribera?», Nueva Revista de Filología Hispánica, 16 (1962), pág. 437.
22. RM 765. Publicado por B. Dutton, El cancionero del siglo XV, 15*CC y facsímil de
María Cruz García de Enterría, Pliegos poéticos españoles de la Biblioteca Nacional de Lisboa,
Madrid: Joyas Bibliográficas, 1975, núm. 8.
IMPRENTA ANTIGUA, PLIEGOS POÉTICOS, CULTURA POPULAR 369
23. «Edición, literatura y realeza, apuntes sobre los pliegos poéticos incunables», en
Literatura hispánica, Reyes Católicos y descubrimiento. Actas del congreso internacional
sobre literatura hispánica en la época de los Reyes Católicos y el descubrimiento, edición de
Manuel Criado de Val, Barcelona: PPU, 1989, págs. 85-98, especialmente pág. 86.
24. De ello me ocupé en «Los usuarios de los cancioneros», Ínsula, 675 (2003), págs.
19-20; y en «Copisti e canzonieri: I canzonieri di corte», Cultura Neolatina, 63 (2003), págs.
115-164. Para la importancia de la cultura cortés en la aculturación de las clases altas durante
la Edad Media y los tiempos modernos tenemos los trabajos de Norbert Elias, The Civili-
zing process. State formation and civilization, translated by Edmund Jephcott with some
notes and revisions by the autor, Oxford: Basil Blakwell, 1982; versión española: El proceso
de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México: Fondo de Cultura
Económica, 1989; así como su Die höfische Gesellschaft, Darmstad & Neuwied: Luchter-
hand Verlag GmbH, 1975. En el ámbito más estricto de los estudios corteses en la Edad
Media pueden verse Glauco Maria Cantarella, Principi e corti. L’Europa del XII secolo, Torino:
Einaudi, 1997, poco satisfactorio en cuanto se basa en fuentes latinas, sólo marginalmente
vinculadas al mundo cortés; para el entorno de las cortes literarias hispánicas medievales
y su producción, véanse los diversos capítulos sobre el tema en Lo spazio letterario del
Medioevo. 2. Il Medioevo volgare. Vol. I. La produzione del testo, dirigido por Piero Boitani,
Mario Mancini & Alberto Vàrvaro, Roma: Salerno Editrice, 2001.
370 VIÇENT BELTRÁN
25. Las dataciones de los pliegos poéticos que nos ocuparán a continuación, proce-
dentes del Nuevo Diccionario, han sido conservadas por Clive Griffin, Los Cromberger. La
historia de una imprenta del siglo XVI en Sevilla y México, Madrid: Ediciones de Cultura Hispá-
nica, 1991, núm. 102 (que concreta en 1513?) y 122-123. Para una bibliografía de los más
antiguos romances véase Giuliana Piacentini, Ensayo de una bibliografía analítica del
romancero antiguo. Los textos (Siglos XV y XVI), fasc. I, Los pliegos sueltos, Pisa: Giardini,
1981, así como su «Romances: reseña cronológica de su documentación directa entre 1421
c. y 1520», en Rivista di Filologia e Letterature Ispaniche, 1 (1998), págs. 47-61.
26. Facsímil en Pliegos poéticos españoles de la British Library, Londres, homenaje a
Sir Henry Thomas, estudio por Arthur Lee-Francis Askins, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1989,
2 vols., núm. 52; y transcripción en Henry Thomas, Tretze romanços espanyols estampats
a Burgos, 1516-1517, existents al British Museum, Barcelona: Casa Miquel-Rius, 1931, págs.
21-36, con estudio preliminar. Este pliego fue reimpreso (con la supresión de su segundo
romance) en «Aqui comiençan diez maneras de romances con sus villancicos…», quizá sevi-
llano de c. 1530, descrito en el Nuevo Diccionario, RM 658. Pero del contenido se deduce
el contenido valenciano del material, e incita a sospechar que hubiera podido tener una
primera edición más cercana a dicha ciudad.
27. Romancero general o colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII, reco-
gidos, ordenados y clasificados por Agustín Durán, Madrid: Rivadeneyra, 1859 y 1861, núm. 292.
28. Véase La dama y el pastor. Romance. Villancico. Glosas, edición dirigida por Diego
Catalán, preparada por Kathleen Lamb y Etienne Phipps, con la colaboración previa de
Joseph Snow y Beatriz Mariscal de Rhett, revisión de Jesús Antonio Cid, Madrid: Gredos,
1977-1978, págs. 37-41.
29. A. Durán, Romancero general, núm. 1445. También en el Cancionero General, en
B. Dutton, El Cancionero del siglo XV, ID0714.
IMPRENTA ANTIGUA, PLIEGOS POÉTICOS, CULTURA POPULAR 371
34. Así lo observó muy justamente Juan Carlos Conde, «Observaciones bibliográficas
y literarias sobre medio pliego suelto poético», en Filologia di Testi a Stampa (area Iberica),
Pescara: Università degli Studi Gabrielle d’Anunzio, 22 noviembre de 2003, actas en prensa,
cuya amable comunicación debo al autor.
35. Mª. Cruz García de Enterría, Pliegos poéticos españoles de la Biblioteca Municipal
de Oporto, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1976, núm. 15.
36. Véase Raoul Manselli, La religion populaire au Moyen Âge. Problèmes de méthode
et d’histoire, Montreal: Institut d’Études Medievales & Paris: J. Vrin, 1975 (Conférence Albert-
le-Grand, 1973); Étienne Delaruelle, La pitié populaire au Moyen Âge, Torino: Bottega
d’Erasmo, 1975, especialmente págs. 229-276 y 401-473; Jean-Claude Schmidt, Religione,
folklore e società nell’Occidente medievale, Roma & Bari: Laterza, 1988; Albert Hauf i Valls,
D’Eximenis a Sor Isabel de Villena, Valencia: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1990,
especialmente su primer trabajo; y P. M. Cátedra, Poesía de pasión en la Edad Media.
El «Cancionero» de Pero Gómez de Ferrol, Salamanca: SEMYR, 2001.
IMPRENTA ANTIGUA, PLIEGOS POÉTICOS, CULTURA POPULAR 373
de manifiesto sus Coplas de las comadres (RM 465 y 466)46, pero también
su «Tratado… sobre que vna señora… estaua de parto le embiase algun
remedio» (RM 475)47. La prostitución, las condiciones de las prostitutas y,
en particular, la venalidad de sus criadas es también el tema central de
las tantas veces publicadas Coplas de la Madalenica (RM 79148, 792 y 1026)
o el Concilio de los Galanes y Cortesanas de Roma de Torres Naharro (RM
592), y es también frecuente la aparición de los rufianes, con especial
incidencia en el lenguaje de germanía: el «razonamiento por coplas en que
se contrahaze la jermania» de Rodrigo de Reinosa (RM 473)49, el anónimo
«razonamiento en que se introduzen dos rufianes» (RM 897) y los «fieros
que hizo vn rufian en çamora con vna puta» (RM 791 y 792). A su lado
hemos de poner los pliegos que se ocupan directamente de las alcahuetas,
puestas de moda por Fernando de Rojas, como la «Copla que hizo tremar
a vna alcahueta» (RM 897), quizá atribuible asimismo a Rodrigo de Reinosa50.
El caso de Rodrigo de Reinosa es característico de las posibilidades y
las ambigüedades que el pliego suelto ofrecía en el desarrollo de este tipo
de literatura. Si por un lado, como en las obras recién mencionadas51,
puede enlazar con el libertinaje renacentista, en el que podemos incar-
dinar también otros productos poéticos típicamente cortesanos52, por otro,
55. Desgraciadamente es el único texto del pliego que publicó B. Dutton, El Cancio-
nero del siglo XV, 15*CX.
56. F. Mendoza Díaz-Maroto, Panorama de la literatura de cordel, págs. 143-146.
57. Transcribo según microfilm del ejemplar conservado en la Bibliothèque Nationale
de Paris, Yg 99, f.1. Me limito a acentuar y puntuar según el uso moderno.
58. Curiosamente, J. Caro Baroja confiesa no conocer ningún pliego de este tipo ante-
rior al siglo XVII; véase su Ensayo sobre la literatura de cordel, págs. 190-191.
378 VIÇENT BELTRÁN
59. Véase RM 464-476 y J. Martín Abad, Post-incunables ibéricos, núms. 1319 a 1326.
60. Para la la Rezeptionstheorie y su aplicación en el ámbito del folklore literario
durante el s. XIX, M. Frenk, Las jarchas mozárabes y los comienzos de la lírica románica,
México: El Colegio de México, 1985 (reimpresión), pág. 30. Para la cultura popular en
general, como para la literaria, esta concepción ha competido periódicamente con la
contraria, la creatividad de la cultura popular, sin que pueda negarse ninguna de las dos
corrientes; con abundantes y sugestivos ejemplos procedentes de la cultura material, véase
P. Burke, La cultura popular en la Europa Moderna, págs. 106-113.
61. Es el caso de diversos romances, entre ellos uno de Juan del Encina, estudiado
por Diego Catalán en «Romances trovadorescos incorporados al romancero tradicional
moderno», en Arte poética del romancero oral. Parte 1ª. Los textos abiertos de creación
IMPRENTA ANTIGUA, PLIEGOS POÉTICOS, CULTURA POPULAR 379
colectiva, Madrid: Siglo XXI, 1997, págs. 291-324, así como María Cruz García de Enterría,
«Pliegos y romances de Amadís», en Actas del congreso Romancero-Cancionero UCLA (1984),
edición de Enrique Rodríguez Cepeda, colaboración especial y «Bibliografía crítica» de
Samuel G. Armistead, Madrid: Porrúa, 1990, págs. 121-136.
62. Para estos aspectos, Robert Escarpit, Sociología de la literatura, Buenos Aires:
Compañía General Fabril Editora, 1962, págs. 113-120.
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA
EN CANCIONERILLOS MUSICALES ITALIANOS
DEL SIGLO XVI
381
382 MARÍA TERESA CACHO
Firenze: Alinea, 2003, págs. 82-95; «Canciones españolas en los Cancioneros musicales de
la Biblioteca Nacional de Florencia. (Edición)», en Siglos Dorados. Homenaje a Agustín
Redondo, edición de Pierre Civil, Madrid: Castalia, 2004, vol. I.
2. Biblioteca Estense de Modena, Alfa, R.8.9, editado por Karl Vollmöller en Beïtrage
zur Literatur der cancioneros und Romanceros, I, Der Cancionero von Modena, Erlangen:
Fr. Junge, 1897, con la Reseña de Carolina Michaëlis, «Zum Cancionero von Modena», Rom.
Forschungen, 9, págs. 201 y sigs.
3. Juan del Enzina, L’opera musicale. Studio introduttivo, trascrizione e interpretazione
di Clemente Terni, Messina & Firenze: Istituto Ispanico & D’Anna, 1974, págs. 20-21.
4. Biblioteca Nazionale Centrale de Firenze, Fondo Magliabechiano, Classe XIX, 107
bis. De Garci Sánchez de Badajoz contiene la composición «Lo que queda es lo seguro»,
fol. 47r, y de Juan del Enzina «Todos los bienes del mundo», fol. 45v, «Tan buen ganadico»,
fol. 46r y «Caldera y llave, madona», fol. 46v.
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 383
11. Es uno de los géneros musicales de más éxito y hay un gran número de ejem-
plares conservados. El único rasgo de similitud con los diálogos, en los que casi siempre
la mujer está asomada a la ventana, lo he encontrado en Pier Antonio Bianchi, Il primo libro
delle canzoni napolitane a tre voci, Venecia, Girolamo Scotto, 1572, en la canción «Ille
sospir dall’alma tu mi trai», una de cuyas estrofas dice: «Quando tal’hor t’affacci alla finestra
| le belle braccia che all’hor mostri fuore | versam da gl’occhi mei pen’e dolore».
12. El primer libro servía sólo para la música docta, pero después usa tipos móviles
para música de laúd. Augusto Vernarecci, Ottaviano de’Petrucci da Fossombrone, inventore
dei tipi nobili metalici fusi della musica, Bologna, 1882. Fernando Colón poseía muchos
de estos libros de Ottaviano de’Petrucci y actualmente se conservan en la Biblioteca Colom-
bina algunos, como Petrus Castellanus Harmonice Musices Odhecaton A, Impressum Vene-
tijs per Octavianum Petrutium Forosemproniensem, 1502 [sic]; Laude libro primo curarum
dulce lenimen, Impressum Ventuis per Octavianum Petrutium cum MDVIII Die vn Lulli [sic];
Tenori e contrabassi intabulati col soprano in canto figurato per cantar e sonar col liuto,
libro primo Francisci Bossinensis Opus, Impressum venetiis per Octavianum Petrutium Foro-
semproiensem Venetiarum, qui nullus possit in tabulaturas Lautii. Imprimmeres Dic. 17
1509 [sic]. Lleva una anotación manuscrita que dice: «Este libro costó en Roma 4 quatrines
blancos, año 1512»; Musica de meser Bernardo Pifaro sobra le Canzone del Petrarcha, Foro-
sempreni, 1520 [sic].
13. Oscar Chilesotti, Sulla melodia popolare del cinquecento, Ricordi: s.l., s.a. Según las
noticias dadas por Claudio Sartori, Dizionario degli editori musicali italiani (tipografi, inci-
sori, librai-editore), Firenze: Leo S. Olschki editore, 1956, Antico nació en Montona, en la
Istria, entre 1470 y 80 y murió en Venecia después de 1539. Fue clérigo de la diócesis de
Parenzo. Se trasladó a Venecia, donde compuso música, como se comprueba por las ediciones
de Petrucci desde 1504. Hacia 1510 se trasladó a Roma, donde colaboró con el miniaturista
Giovan Battista Columba y el tipógrafo Marcello Silber. Obtuvo privilegios de impresión de
León X desde 1513 hasta 1518. Publicó en colaboración con Jacopo Mazochio libros, de los
que ahora se conservan: Libro secondo, terzo, quarto y quinto de Frottole. Se trasladó a
Venecia en 1520, donde salieron en el mismo año la reedición de los Libro secondo, terzo y
quarto de Frottole, esta vez en colaboración con Luca Antonio Giunta, junto con otros textos.
386 MARÍA TERESA CACHO
14. Emil Vogel, Alfred Eisnsten, François Lesure & Claudio Garlori, Bibliografia della
musica italiana vocale profana pubblicata dal 1500 al 1700, Pomezia: Straderini & Minkoff, 1977.
15. Este ejemplar se conserva en la Biblioteca Nazonale Centrale de Firenze, Fondo
Landau Finaly Musicale 11, 1.Tiene 55 hojas, numeradas en el recto en números arábigos
de la 3 a la 52. Pautadas de la 2v a la 53r. [1v-2r:] Tabla de primeros versos de las canciones.
[53v-54r:] Privilegio de edición. [54v:] Estrofas finales, que no cabían en su página, de la
canción «Dura passion che per amor sopporto». [55r:] Colofón más un grabado con el stemma
de Andrea Antico. La portada es un grabado de dos círculos concéntricos, en cuyo centro
aparece una cabeza coronada de laurel. El primer círculo está formado por un pentagrama
y el exterior por el título. Está encuadernado junto con Frottole Libro Secondo, Roma, Mazo-
chio y Giunta, 1517? y con Canzoni Sonetti Strambotti et Frottole Libro Tertio, Roma, Mazo-
chio y Giunta, 1518. Encuadernado en piel con estampaciones y filos de oro. Lomo: Canzoni
| Sonetti | 15l8. El ejemplar veneciano se encuentra en la Biblioteca Marucelliana de Firenze
con otros cinco cancionerillos, encuadernados todos modernamente en pergamino, en un
estuche llamado Zibaldoncino musicale, con signatura R.U. 718. Todos llevan tres hojas de
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 387
Este texto, con algunas variantes, se editó más tarde con el título de Libro
IV Frottole, con colofón Venetiis, Impresum opera et arte Andree antiqui
impensis vero D. Luce Antonij de giunta florentini, Anno 1520 Die XV
octobris [sic]. Contiene una canción en español con música de Bartolomeo
Tromboncino:
El segundo parece ser Frottole libro Secondo (en los ejemplares conser-
vados falta la portada). Colofón: Impresso in Roma per Iacomo Mazochio
guarda al principio y tres al fin y una postadilla manuscrita con el título (incluso en los
textos que conservan la portada) y el índice de compositores y canciones. Es el núm. 3.
Sin portada. 55 páginas, paginadas en el recto con números arábigos de la 2 a la 53. Pautadas
de la 2v a la 55r. [2r:] Tabla. [55v:] Estrofas finales de la canción «Dura passion che per
amor soporto» y Colofón. Título en la hoja manuscrita: 1520. Frottole libro quarto.
16. B. Dutton, Catálogo, núm. 5239.
388 MARÍA TERESA CACHO
1
pág. 22r [21r] [Sin nombre de compositor] 20
Cesarán ya mis clamores
y mis llanlos desiguales
pues non reposan mis males.
Las lágrimas que tenía,
5 puce qui ya de mi oustes,
de llorar la pena mía
cesarán mis oios tristes.
Mis olos que dan dolores,
10 con dos mil penas mortales
P[u]es no rezosan mis males.
Edición de Venecia: pag. 22r; v. 2 lanlos; v. 5 pues qui; v. 8 mis olce;
v. 9 los dos mu pennas.
2
pág. 24r [23r] [Sin nombre de compositor]21
Los sospiro no sossiegan
que us enbio
hasta que liegum a v[e]ros,
amor mío.
5 No sossi[e]gan in descansan
hasta veros,
e con veros leuego amansan
en teneros.
3
pág. 26r [Sin nombre de compositor]22
Come me querrá la vida
se mi dicha, pque muera,
la dize que non me quiera.
La vida por remediarme
5 abiva mi corozón;
mi dicha per cebarme
me da muy muncha passión.
Y con esta perdición
no ay remedio in manera
10 como la vida me quiera.
21. De Juan del Enzina. B. Dutton, Catálogo, núm. 3730. José Romeu Figueras, La
música en la Corte de los Reyes Católicos, Volumen I, Cancionero Musical de Palacio, siglos
XV-XVI, Barcelona: Instituto Español de Musicología & Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 1965. Aparece el poema como anónimo y Juan del Enzina como compositor,
núm. 163, fol. 100v-101r: «Los sospiros no sosiegan | que os envío | hasta que a veros llegan
| amor mío». La estrofa primera es también la misma, pero completa, ya que tiene cuatro
versos más: «y mis tristes ojos ciegan | hechos rrío | hasta que a veros llegan | amor mío».
Con dos estrofas más, J. Cejador, La Verdadera Poesía Castellana, vol. VII, núm. 2765.
22. B. Dutton, Catálogo, núm. 6999.
390 MARÍA TERESA CACHO
4
págs. 43v-44r [Sin nombre de compositor]23
Non quiera que me consienta
mi triste vidas vivir,
ni yo quiero consentir.
Pues que vos quereys matarme
5 yo, senora, son contento,
que veros sin remediarme
será dobleto totmientes,
pues vuestro pues meercimento
no me me consiente vivir,
10 ni yo quiero consentir.
Di mi doior y tristura
nigún remedio se spera,
pues que mi suerte y ventura
del todo quiere que muera.
5
págs. 44v-45r [Sin nombre de compositor]24
Lloremos, alma, lloremos
pues que ay redemptión
e[n] tu mal y mi passión.
No la ay parque, patiendo,
5 perder nos emos los dos,
un por quedarle servendo
yo por no ver a me dios.
Es cietto que moriremos,
según es sua afflción
10 en tu mal y mi passión.
23. De Juan del Enzina. B. Dutton, Catálogo, núm. 3785. Juan del Enzina, Cancionero,
1496, núm. 129, fol. 92r, edición facsímil de la Real Academia Española, Madrid: Tipografía
de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1828; y Cancionero Musical de Palacio,
Villancico, núm. 148. En ambos: v. 6 y dessearme; v. 7 tormento; v. 8 merecimiento. La
estrofa aparece completa, pues tras estos cuatro versos hay tres más: «y la muerte verda-
dera | no me consiente vivir| ni yo quiero consentir». Con tres estrofas más. J. Cejador, La
Verdadera Poesía Castellana, vol. 1, núm. 540.
24. B. Dutton, Catálogo, núm. 7000.
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 391
6
págs. 45v-46r [Sin nombre de compositor]25
Muncho duole la passión
damor causada,
pero más la ques callada.
Que el amor no muy cubierto
5 por la bocca se consula,
mas quien teme y se recela
viviendo vive mas muerto.
Mi sentir siente ques cietto
ser dobiada
la passión ques más collada
7
págs. 46v-47r [Sin nombre de compositor]26
Amores tristes, crudeles,
sin niguna compassión,
combatte m[ì] corazán
Tiéneme tan combatido,
5 con tan mortal resistentia,
no me toman a partido
ni di mi non an clementia.
Antes causan differentia
sin ninguna compassión,
que matan mi corazón.
8
págs. 47v-48r [Sin nombre de compositor]27
Sospiros, no me dexeys,
puesto que seays mortales,
pues sois descanso a mis males.
Estos solos son quedados
5 por descanso a mis enoias
y viene acompagniados
con lacrimas de mis oios.
No me dexeys si me quereys,
puesto que seays mortales,
10 ues soys descanso a mis males.
Sois amigos verdaderos
de mi peligrosa suerte,
porque sois los mensageros
15 de las nuevas de mi muerte.
9
págs. 48v-49r [Sin nombre de compositor]28
Pues que iamás olvidaros
no puede mi corazón
si le falta el galardón.
27. De Garci Sánchez de Badajoz. B. Dutton, Catálogo, núm. 3945. Badajoz compo-
sitor en Cancionero musical de Palacio núm. 342, fol. 236r; Cancionero General núm. 713,
Otro suio, fol. CXLIX v [Garci Sánchez de Badajoz. Villancico]. Sólo aparecen los siete
primeros versos de la estrofa. v. 3 Que sois descanso a mis males; v. 4 Esyos; v. 5 enojos;
v. 6 y vienen acompañados; v. 8 No mudes si me quereys; v. 10 que sois. Espejo de enamo-
rados. Guirnalda esmaltada de galanes y eloquentes dezires de diversos autores, 870 Otra
suia [Pero tras dos de Juan Fernández de Heredia], Antonio Rodriguez Moñino, Manual
bibliográfico de Cancioneros y Romanceros del siglo XVI, 2 vols., Madrid: Castalia, 1973, vol.
1, núm. 79. Paris, Bibliothèque Nationale, ms. Esp. 371, Linda Lesack, A critical edition of
Ms. Espagnol 371 of the BNP. Spanish Poetry of the Sixteenth Century, University of Missouri.
Tesis doctoral de la Universidad de Missouri, 1973, apud José Labrador Herráiz & Ralph A.
DiFranco, Tabla de los principios de la poesía española. Siglos XVI-XVII, Cleveland: Cleve-
land State University, 1993.
28. De Juan del Enzina. B. Dutton, Catálogo, núm. 1953. Jacqueline Stenou & Lothar
Knapp, Bibliografía de los cancioneros castellanos del siglo XV y repertorio de los géneros
poéticos, Paris: Centre nationale de la Recherche Scientifique, 1975-1978. Cancionero Musical
de Palacio, Juan del Enzina, el compositor, núm. 15, fols. 20v-21r: v. 5 será tal; v. 6 y gran;
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 393
1520 por Andrea Antico e Luca Antonio Giunta30. Contiene una sola compo-
sición en español, con música de Bartolomeo Tromboncino.
Edición de Venecia: Marcheto cara. Sin privilegio papal; pag. 32r, Barto-
lomeo Tromboncino; v. 1 Monchos…perdidos; v. 2 tanbien.
30. Reproducido por Francesco Luisi, Frottole di B. Tromboncino e M. Cara: per cantar
e sonar col lauto: saggio critico e scelta di trascrizione, Roma: Edizioni Torre d’Orfeo, 1987.
31. B. Dutton, Catálogo, núm. 3965. Pero no anota la variante del v. 1 respecto al
Cancionero Musical de Palacio, núm. 362, fol. 59r: «Muchos van de amor heridos | y yo
también | en nunca dezir por quien», con dos estrofas más, y núm. 492, fol. 263r Millarte,
jacobus, compositor: «Todos van de amor perdidos». J. Cejador, La Verdadera Poesía Espa-
ñola, vol. 7, núm. 2837.
32. Giovanni Antonio de Caneto nació en Pavía a finales del siglo XV y murió en
Nápoles en el XVI. No se conoce ningún ejemplar del Libro primo. Depende de las ediciones
de Andrea Antico, especialmente del Frottole, libro IV y del V y con el Frottole intabulate
da suonar l’organo. En la Biblioteca de Fernando Colón había un ejemplar de Frottole libro
V, según podemos comprobar por el Inventario. Según el índice, 22 «Monchos son d’amor»
y 40 «Caridad muy», que parece también tratarse de una canción española, pero de esta
edición se han perdido todos los ejemplares, pues tampoco se conserva actualmente en la
Colombina. Caneto añade a sus fuentes partituras y canciones de autores napolitanos. En
efecto, las canciones españolas, excepto la número tres, no son las mismas que aparecen
en los libros de A. Antico.
33. Se conserva en la Biblioteca Marucelliana de Firenze R.U. 718, 1. y el texto conser-
vado es el único ejemplar conocido del Fioretto… Secondo, por lo que debe considerarse
un unicum. 48 hojas numeradas en el recto con números romanos. Está mal encuadernada,
pues la X se encuenta antes de la VIIII y la XII antes de la XI, lo que se comprueba por
las partituras. Pautada de la pág. IIv a la XXXXVIIv. Falta la numeración de la 23. Iv y IIr:
Tabla; XXXXV[III] las estrofas de la canción «Dura passion che per amor soporto» y colofón.
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 395
1
págs. VIIIIv-Xr Bernardo [Pifaro]34
Dius del cielo
Para che diste gratia y beltad
Do no diste pietad non fuezas.
No fueras tú más loado
5 dándole su complimiento
si e yo menos penado.
De la gran pena que iene
renegar es de la fe,
ver tancta gratiosidad
10 donde no ay piedad.
2
págs. XIIv-XIIIr J. Tomaso de Mayo35
Si tu me sierres, amor,
nel megror tiempo la puerta,
la de la muerte stá bierta.
Si nu me veres oyr
5 porche con llorar te span[t]o,
la muerte me quiere tanto
che luego me verná obrir.
Mas non deves consentir
que mi volunta tan cierta
10 alle cerrada la puerta.
3
págs. XXVIIv-XXVIIIr [B[artolomeo] T[romboncino]36
Mu[c]hos son che van perdido[s],
y [y]o tanbién,
sin osar dezir de chien.
[+ 4 tercetillos en italiano con el estribillo]
Y yo tanbién.
4
págs. XXXXVv-XXXXVIr [Sin nombre de compositor]37
Sy pena sentís
como siento pur vos,
moriremos los dos.
Mio mal va crescendo,
mas tiengo timor
ch[e] lo mal de los dos
yo lo pago y non vos.
Y l’alma sufriendo
di mal in peyor
mui pena y dolo.
37. B. Dutton, Catálogo, núm. 5238. Libro en el qual se contienen cinquenta romances
con sus vilancicos y desechas, Barcelona: Carlos Amorós [c. 1525], 7, Villancico. Antonio
Rodriguez Moñino, Los pliegos sueltos de la colección del Marqués de Morbecq, S. XVI, Madrid:
Estudios Bibliográficos, 1962, núm. 152.
38. Paolo Giovio escribió una biografía en latín, que se tradujo al italiano: La vita del
signor don Ferrando Davalos, Marchese di Pescara, scritta per Mons. Paolo Giovio et tradotta
per M. Lodovico Domenichi, Venezia: Giovanni de’Rossi, 1557. Nieto de Íñigo, que acom-
pañó a Alfonso V en la conquista de Nápoles, de segunda generación italiana, participó en
numerosas campañas militares y llegó a ser Capitán General de las tropas de Italia al servicio
del Emperador Carlos V. Murió luchando en la batalla de Pavía. Además de su reconocido
valor como soldado, sus biógrafos lo pintan como un hombre de gran belleza física y clarí-
simo ingenio. La novela romántica es de Conrad Ferdinand Meyer, Die Versuchung des
Pescara, 1887.
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 397
39. Amy A. Bernardy, Vittoria Colonna, Firenze: Le Monier, 1928, pág. 20, tomado del
cronista Filonico, en su Vita di Vittoria Colonna ms. XB67 de la Biblioteca Nacional de
Nápoles. En este mismo manuscrito aparece también una Vita del Pescara. Sobre la vida
de Vittoria Colonna, véase Carmela Ayr Chiari, Vittoria Colonna, Potenza: Tip. Garramone
e Marchesiello, 1906; o Fernando Calabrese, Vittoria Colonna: corti e paese reale al tramonto
del Rinascimento, Regione Lazio & Marino: Biblioteca Civica Vittoria Colonna, 1987.
40. Benedetto Croce, Scritti di Storia Letteraria e Política, vol. VIII: La Spagna nella
vita italiana durante la Rinascenza, Bari: Laterza, 1917, pág. 136.
41. Questión de Amor, edición de Carla Perugini, Salamanca: Universidad, 1995.
398 MARÍA TERESA CACHO
42. William F. Prizer, «Isabella d’Este and Lucrezia Borgia as Patrons of Music: the Frot-
tola at Mantua and Ferrara», Journal of the American Musicological Society, 38 (1985), págs.
1-33; y Courtly pastimes: the frottole of Marchetto Cara, Michigan: Ann Arbor, 1980.
43. Stefano Davati, «La Musica a Mantova», Rivista storica Mantovana, 1 (1885), págs.
53-71; y Antonino Bertolotti, Musici alla corte dei Gonzaga in Mantova: dal secolo 15 al
17. Notizie e documenti raccolti negli archivi mantovani, Bologna: Forni, 1969. Sobre las
frottole, el libro más completo es el de Knud Jeppersen, La Frottola. Bemerkungen zur
Bibliographie der ältesten weltlichen. Notendrucke in Italien, Universitetsforlagest 1 Aarhus:
Einar Munksgaard Kobenhaun, 1968-70, 3 vols., Humanestik serie 48.
FUENTES IMPRESAS DE POESÍA ESPAÑOLA EN CANCIONERILLOS 399
desde su destierro, entre otras canciones, una que haría fortuna en toda
Italia: «Ya pasó el tiempo en que era enamorado», y sobre los poemas atri-
buidos a Galeotto del Carretto (de los que algunos, al igual que de los
atribuídos al Bembo, eran poemas del Cancionero General, incluso de
Jorge Manrique). También sobre el conocimiento generalizado de nuestra
lengua y literatura en la primera mitad del siglo XVI y, asimismo, sobre la
gran producción de impresos en lengua española y las muy tempranas
traducciones al italiano de algunos de estos textos44.
De todo lo anteriormente expuesto, creo que se pueden sacar dos
conclusiones. La primera que, aunque tenga que negar lo prometido en
el título de este estudio, los cancioneros de música impresa, si bien son
una fuente importantísima e imprescindible para nuestro conocimiento
actual de la poesía cantada en el siglo XVI, no son la fuente de donde se
nutrían los autores de los cancioneros manuscritos, aunque las composi-
ciones impresas tuvieran su nacimiento en el mismo lugar en el que se
escribieron estos últimos45 pues, como se puede ver por lo incorrecto de las
versiones, tanto las impresiones como los manuscritos dependían igual-
mente de la difusión oral de las canciones, fuente a la que, desgraciadamente,
nunca podremos acceder.
La otra conclusión es que estas canciones españolas nacidas en Italia
demuestran, y creo que es muy importante subrayarlo, que a principios
del siglo XVI no sólo hubo un camino de influencia poética que iba de
Italia a España, donde los poetas comenzaron a escribir «al itálico modo»,
sino que también se seguía el camino inverso, de forma que muchos
poetas italianos escribían también «al hispánico modo».
44. Italia e Spagna: saggi sui rapporti storici, filosofici ed artistici tra le due civiltà,
edición de Arturo Farinelli, Torino: Flli. Bocca, 1929; B. Croce, La lingua Spagnola in
Italia. Appunti con un’appendice di Arturo Farinelli, Roma: Loescher, 1895; y Scritti di
Storia letteraria e Política, vol. VIII: La Spagna nella vita italiana durante la Rinascenza,
Bari: Laterza, 1917.
45. La excepción es la canción de Juan del Enzina «Pues que jamás olvidaros», número
9 del Libro Secondo, que aparece también en un cancionero manuscrito de la Biblioteca
Apostólica Vaticana, Fondo Patetta 840, fol. 26vb, pero no hay nada que nos haga pensar
que provenga del impreso citado.
SURTIDO DE ROMANCES EN LOS TIEMPOS
MODERNOS: SUS MECANISMOS DE TRASMISIÓN
JOAQUÍN DÍAZ
(Fundación «Joaquín Díaz»)
401
402 JOAQUÍN DÍAZ
La pobre Adela
410 JOAQUÍN DÍAZ
Cantinela de Ciego
Tonada de Ciego
Disparates
SURTIDO DE ROMANCES EN LOS TIEMPOS MODERNOS 411
cerrara el sentido de una frase y se pasara a otra sin ningún problema. Estas
soluciones, probablemente anteriores al nacimiento y desarrollo del ritmo y
de la melodía, se perpetuaron en el tiempo y deberían ser contempladas hoy
a la luz de la etnomusicología con el apoyo de la musicología histórica.
C) La tercera cuestión sería si esas fórmulas, que permitían una libertad
en la recitación, se pudieron ir adaptando poco a poco a los sistemas
rítmico y melódico produciendo un tipo de estética propio, transmitido entre
los ciegos –todos conocemos la relación maestro-alumno entre ciegos, a
veces reflejada en contratos–, estética que habitualmente despertó pocas
simpatías entre los músicos que recogían el repertorio rural y opinaban
sobre él. Las frases, a veces despectivas (género indigno, pobre, de pronto
uso, canallesco), con que califican este tipo de temas, se deben, fundamen-
talmente a que cayeron siempre en el error de comparar los sistemas meló-
dicos habituales (mucho más dados a melismas o a complicaciones rítmicas)
con un sistema muy distinto en el que la eficacia en la comunicación y en
la transmisión eran los principales objetivos. La estética más cercana a estos
recitativos será, por tanto, la que presente dos frases musicales (también
cuatro, divididas en dos) con una línea melódica muy sencilla. La primera
frase subirá esa línea melódica hasta el reposo intermedio, que tendrá un
pequeño adorno y la segunda frase irá descendiendo hasta la cadencia.
Mostraré dos ejemplos, uno recogido de la música histórica y otro de la tradi-
ción oral. Ambos son de la misma época y reflejan bien estas cualidades.
El primero lo recoge Misón en su tonadilla «Los ciegos» y muestra clara-
mente el interés del autor por reflejar la melodía plana que debe cantar el
ciego y que Misón trata de adornar con el pequeño grupo orquestal que
le acompaña para que no quede pobre en el espectáculo teatral. El segundo
ejemplo es el tema de Josefa Ramírez interpretado sobre cuatro frases musi-
cales. Este caso es abundante y podría ser un ejemplo de transición entre
un recitativo y una salmodia melódica: se trata de una repetición escalo-
nada de frases musicales que van descendiendo desde el comienzo, por
segundas generalmente, hasta la nota final. A veces la repetición se hace
en tres ocasiones, que corresponderían a las frases B, C y D, y en otros
casos, cuando sólo hay dos frases musicales, se repite la segunda.
Los ciegos
SURTIDO DE ROMANCES EN LOS TIEMPOS MODERNOS 413
Josefa Ramírez
Termino. Bien podría ser éste asunto para una tesis o para un trabajo
extenso y profundo en el que musicólogos y filólogos sin prejuicios tratasen
de encontrar las claves de un estilo que todavía está en uso, tanto entre
los pueblos que aún basan su sistema de transmisión en la tradición oral
como entre aquellos otros que, centrados en el mundo de la imagen, más
tecnológico y en el que la palabra parece sobrar, recurren al talking blues
o al rap para narrar historias de ayer, de hoy y de siempre.
EL IMPRESOR-EDITOR Y LOS ROMANCES
GIUSEPPE DI STEFANO
(Università di Pisa)
415
416 GIUSEPPE DI STEFANO
II
Para quien tenga cierta familiaridad con los pliegos sueltos, un título
como éste resulta bastante atípico, tanto en su primera parte como en la
EL IMPRESOR-EDITOR Y LOS ROMANCES 419
III
Al lado del afán por conseguir textos correctos, Hernando del Castillo
subrayó su labor para darles un orden, creando secciones por autores y
géneros. Frente a los romances, género único y anónimos, Martín Nucio
se orientó obviamente hacia la materia: «También quise que tuuiessen
alguna orden –nos avisa– y puse primero los que hablan de las cosas de
francia y de los doze pares. Despues los que cuentan historias castellanas
y despues los de troya y ultimamente los que tratan cosas de amores». Al
ser el primer intento, teme alguna confusión. Y en efecto la hay.
La precedencia dada a «los que hablan de las cosas de francia», y por
lo tanto la abertura con el Dirlos, el Marqués de Mantua, el Gaiferos, etc.,
son sugerentes e invitan a alguna consideración. La materia de Francia, y
en particular textos como los que acabo de citar, eran unos de los más
420 GIUSEPPE DI STEFANO
IV
NOTA COMPLEMENTARIA
1. Para el maestro vasco lo andaluz era tan consustancial a buena parte de esta lite-
ratura que, en los capítulos dedicados al cancionero de cordel, llega a afirmar que «el anda-
lucismo es un género literario, musical, pictórico, muy en boga de 1830 a 1860 y que
contribuyeron a desarrollarlo desde la Emperatriz Eugenia, amiga de Mérimée y de Iradier,
hasta nuestros pobres cantores ciegos y que en la historia de la literatura y de la música
españolas decimonónicas supone, hasta cierto punto, una reacción contra lo exótico, lo
extranjero o extranjerizante», Julio Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid:
Itsmo, 1990, pág. 244.
425
426 CARMEN ESPEJO CALA
5. «[En la segunda mitad del siglo XVI] el fenómeno del pliego de cordel ha adqui-
rido ya un carácter que va a conservar hasta tiempos muy recientes: es fenómeno urbano
y levantino-andaluz […]; y en cuanto a esa dirección hacia el sur, que se irá acentuando
con el paso de los años y siglos, puede, dicen, explicarse en razón del gusto meridional
por este tipo de literatura (Caro Baroja 1969), apta también para ser escuchada en lecturas
colectivas; y porque la marginación social ha sido siempre mayor en Andalucía, lo que
explicaría, además del cultivo intenso de una literatura así, la abundancia de lectores también
marginados». Mª. Cruz García de Enterría, Literaturas marginadas, Madrid: Playor, 1983,
pág. 36.
6. Mª. J. Rodríguez Sánchez de León, «Literatura popular», en Historia literaria de
España en el siglo XVIII, edición de Francisco Aguilar Piñal, Madrid: Editorial Trotta & CSIC,
1996, pág. 334.
428 CARMEN ESPEJO CALA
7. Don W. Cruickshank, «Literatura and the book trade in Golden-Age Spain», Modern
Language Review, 73 (1978), págs. 799-824.
8. Si bien esta crisis fue generalizada entre los impresores peninsulares, también es
cierto que se hizo notar con especial gravedad en la imprenta sevillana, que había tenido
con los Cromberger en la primera mitad del XVI unos años de fabulosa expansión. La misma
casa Cromberger cae en parte víctima de esta crisis, véase Clive Griffin, Los Cromberger. La
historia de una imprenta del siglo XVI en Sevilla y México, Madrid: Ediciones de Cultura Hispá-
nica, 1991.
9. Pedro M. Cátedra, Invención, difusión y recepción de la literatura popular impresa,
Mérida: Editora Regional de Extremadura, 2002.
EL ROMANCERO VULGAR DEL SIGLO XVIII EN SEVILLA 429
comercial permite que todavía a lo largo del XVII el arte negro en Sevilla
viva momentos de expansión10; desconocemos el ritmo al que se fue veri-
ficando la decadencia, pero el caso es que los datos referidos al siglo XVIII
hablan ya de debacle comercial. Escudero y Perosso daba noticia de los
veintidós impresores que asientan sus negocios en la ciudad a lo largo de
todo el siglo –a los que se unen los cuatro del XVII que aún producen en
los primeros años de la siguiente centuria–, pero el caso es que parte de
estos veintidós impresores son herederos de otros difuntos también presentes
en la lista, por lo que habría que reducir el guarismo final si lo que queremos
saber es con cuántas imprentas contaba Sevilla en el siglo XVIII.
Proponemos en esta comunicación una cala en la historia de la imprenta
sevillana del XVIII. Indagaremos entonces en las estrategias comerciales de
los impresores que en Sevilla cruzan el umbral de la segunda mitad del
siglo, en el año de 1750, y los acompañaremos en sus actividades como
impresores hasta 1755. Esta demarcación no deja de ser simbólica por lo
que se refiere a la fecha de partida, pero en cambio tiene sentido por
lo que respecta al cierre: 1755 resulta, en efecto, un año totalmente atípico
para la imprenta sevillana, puesto que un desgraciado acontecimiento, el
terremoto acaecido el 1 de noviembre, consigue dinamizar asombrosa-
mente la actividad impresora en la ciudad11.
Pues bien, en 1750 sólo ocho impresores resisten en la ciudad, y aunque
otros más se incorporarán al oficio en las décadas finales de siglo, la cifra
de los que tienen sus talleres funcionando simultáneamente nunca superó
la decena. De estos ocho impresores, dos de ellos, Juan de Basoa y
Florencio José de Blas y Quesada, pertenecen a generaciones anteriores
hasta el punto de que su producción cesará pocos años después del
ecuador del siglo. Del primero muy poco sabemos, y pocos son también
los impresos conservados12; Florencio José de Blas y Quesada, en cambio,
10. Conocemos mejor la primera mitad del siglo XVII, y sabemos que a lo largo de
esos cincuenta años hay en la ciudad más de treinta talleres de imprenta, algunos perte-
necientes probablemente a impresores que acuden a la capital del Betis atraídos por lo que
todavía tendría el aspecto de un vasto mercado receptivo a cuantos papeles baratos salieran
de las prensas, pero cuya producción cesa pronto; véase Aurora Domínguez Guzmán, La
imprenta en Sevilla en el siglo XVII (Catálogo y análisis de su producción) 1601-1650,
Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1992.
11. Nos hemos referido por extenso a esta cuestión en un trabajo reciente: Carmen
Espejo Cala, «Spanish news pamphlets on the 1755 earthquake: trade strategies of the prin-
ters of Seville», SVEC (Studies on Voltaire & the Eighteenth Century), [en prensa, feb. 2005],
págs. 66-80.
12. El último que registra Aguilar Piñal es de 1751, y para entonces apenas llevaba
una década trabajando en la ciudad. En 1750 publica un extenso discurso apologético de
430 CARMEN ESPEJO CALA
tema eclesiástico, y en 1751 un sermón de mediana extensión firmado por un fraile; previa-
mente había publicado unos pocos sermones más. Hasta ahí podemos seguir su rastro.
Véase Francisco Aguilar Piñal, Impresos sevillanos del siglo XVIII. Adiciones a Tipografía
Hispalense, Madrid: CSIC, 1974. Las menciones a impresos del XVIII sevillano se basan en
este catálogo y en otro del mismo autor ya referido, el Romancero popular del siglo XVIII,
además de en el catálogo de Francisco Escudero y Perosso, Anales bibliográficos de la
ciudad de Sevilla, pres. Aurora Domínguez Guzmán, Sevilla: Área de Cultura del Excmo.
Ayuntamiento de Sevilla, 1999. Para los impresos en torno al terremoto de 1755, utilizamos
los datos de nuestro propio trabajo mencionado en la anterior nota, que añade a los que
ya se conocían algunos nuevos impresos.
13. F. Aguilar Piñal, Impresos sevillanos, pág. 13.
EL ROMANCERO VULGAR DEL SIGLO XVIII EN SEVILLA 431
tertulias que harán de semillero para las ideas ilustradas poco tiempo
después. Aún así puede resultar llamativa la ausencia de ediciones locales
de obras literarias del presente o del pasado, sobre todo si sabemos que
no se correlaciona con un presunto «aislamiento cultural» de la ciudad.
Todos los grandes autores nacionales o extranjeros –particularmente fran-
ceses– del Siglo de las Luces, incluso aquellos sobre los que pesó la prohi-
bición de le censura, pudieron ser leídos en Sevilla, como prueban los
inventarios de bibliotecas privadas conservados. Ahora bien, todavía a
finales de siglo era más sencillo para los hombres cultos de la ciudad
encargar las novedades literarias a los libreros de Madrid o incluso adqui-
rirlas al paso de los libreros franceses que recorren España ofreciendo de
forma itinerante su catálogo.
Valga como muestra al respecto el inventario de la biblioteca que Jove-
llanos logra reunir en sus años de estancia en Sevilla, en la década de los
70, que supera el millar de volúmenes y que consigue básicamente
comprando fondos de bibliotecas de jesuitas expulsos: «En los años que
dura su estancia en Sevilla hay en la ciudad seis imprentas, pero de su
producción poco queda en el inventario de Jovellanos, que tiene prefe-
rencia por los libros venidos de fuera», dice Aguilar Piñal15. De hecho, y
a pesar de que, de nuevo tomando como referencia los años de estancia
de Jovellanos, los libreros que tienen sus tiendas abiertas en la ciudad
pueden llegar a quince, la mayor parte de ellos asentados en la populosa
calle Génova, debió ser difícil también para ellos como para los impre-
sores competir en el mercado del libro, de modo que muchos intentaron
asegurar beneficios siendo, además de impresores, libreros –o viceversa–.
Es el caso del personaje más conocido en el mercado libresco del XVIII sevi-
llano: José Padrino.
Con él entramos en otra categoría de impresores propia de la Sevilla
de mediados del XVIII, aquélla precisamente que más nos interesa hoy. Su
firma como impresor se inaugura en 1747, y Aguilar Piñal afirma de él «que
contribuyó en gran medida a la renovación hispalense del arte de la
imprenta en la segunda mitad del XVIII»16. Su producción parece efectiva-
mente la más dinámica de la época. En sus primeros años de estancia en
la ciudad, Padrino diversifica bastante su oferta. Imprime por una parte
libros de moral cristiana, uno al menos traducción del italiano, vinculados
17. Sólo le conocemos antes de 1755 una incursión solitaria en el campo de la prensa
popular: en 1740 imprimió, en efecto, unas Noticias verdaderas de la más regia batalla, que
ha tenido un Armador español con la gran Sultana argelina, discurriendo ser inglés; la
qual fue apressada con pérdida de cien moros, y más de cien cautivos que se rescataron
[Y]. Sucedió el día 22 del mes de Agosto de 1740. En 1734, un impresor que podría ser su
hermano, y que habría heredado en primer lugar la imprenta paterna de la que luego se
hará cargo Joseph, quien firma como Juan Navarro, había impreso una Verdadera Relación
y curioso Romance, en que se da cuenta y declara cómo haviéndose hecho, por la gran falta
de agua, en esta Ciudad de Sevilla, varias rogativas, y no queriendo Dios embiar el rocío
tan deseado y menesteroso, etc.
434 CARMEN ESPEJO CALA
18. La nómina de los impresores que trabajan en Sevilla en los primeros años de la
segunda mitad del XVIII está engrosada, en fin, por un nombre más, el del impresor Diego
de San Román y Codina, el octavo de nuestra lista, que se implanta en la ciudad precisa-
mente en 1750, pero cuya imprenta no alcanzará una producción considerable hasta un
par de décadas después, ya en manos de sus herederos.
EL ROMANCERO VULGAR DEL SIGLO XVIII EN SEVILLA 435
S ON MUCHAS las voces de los estudiosos que desde hace tiempo han
señalado la necesidad de afrontar de manera sistemática la adscrip-
ción tipográfica y cronológica de una parte considerable de los pliegos
sueltos poéticos del siglo XVI, huérfanos de esos datos de identificación
editorial y, por ello, pobladores del limbo anchuroso de los impresos indo-
cumentados. Basta recordar tan sólo, que esta labor considerada como la
gran deuda pendiente por los editores del «Nuevo» Diccionario bibliográ-
fico de pliegos sueltos poéticos del siglo XVI 1, era ya reclamada por don
Antonio Rodríguez Moñino con una confianza en las posibilidades de lo
que hoy hemos dado en denominar análisis tipobibliográfico que me
gustaría poder compartir plenamente: «La tarea de inventariar lo que hay, es
previa a cualquier trabajo serio sobre poesía del Siglo (o de los Siglos) de
Oro; la de estudiar la tipografía de los pliegos que no llevan lugar o año
expreso, elemental para salir de las imprecisas vaguedades apriorísticas de
circa 1530 o hacia 1540, desesperantemente prodigadas»2.
437
438 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
19. Norton tuvo en cuenta, desde luego, estos elementos pues proporcionó muchos
detalles sobre el diseño de determinados caracteres distinguibles de los de otras letrerías
muy similares existentes simultáneamente en diferentes imprentas. Una de las deudas
pendientes con su catálogo sería publicar reunida toda la información tipográfica que ofrece,
con el complemento del muestrario de cada póliza. Bastaría aunar las voluntades de los
tipobibliógrafos especializados en un número cada vez mayor de imprentas locales y esta-
blecer un convenio con una biblioteca con fondo antiguo suficientemente representativo;
las posibilidades que ofrecen hoy el escáner y la fotografía digital harían el resto.
444 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
Con ello se multiplican las posibilidades del cotejo, al ofrecer más elementos
de comparación, y saltan a la vista sin dificultad las posibles adulteraciones
de una letrería. Además, al confeccionar los muestrarios conviene respetar
la horizontalidad de la línea de base con el fin de poder percibir la verti-
calidad o la posible inclinación en la justificación del carácter en la matriz,
facilitando así la aplicación del método del «análisis de la justificación de
las matrices» ideado por Jaime Moll, crucial como sutilísima herramienta
discriminatoria en los casos más difíciles20.
El caso de Las leciones de Job en caso de amores, trobadas por Garcí
Sánchez de Badajoz, incorporadas no hace mucho al elenco de pliegos
sueltos post-incunables, muestra a las claras las posibilidades discrimina-
torias de las técnicas del análisis tipográfico. Asignado dubitativamente
por el librero que ofreció el volumen facticio del que forma parte [?Burgos,
c. 1515]21, después fue precisada esa atribución –con carácter manifiesta-
mente provisional– como [¿Burgos, Fadrique Biel de Basilea, c. 1516?]22,
aunque ya entonces se constató que así como la letrería utilizada para el
texto parecía coincidir con el tipo M10 78 G de Fadrique de Basilea, la
primera línea del título y dos de las rúbricas interiores mostraban unas pocas
mayúsculas con diseño distinto al correspondiente a la tipografía que por
tamaño podría haber sido utilizada para esos encabezamientos, explicán-
dose esta anomalía como un posible préstamo por parte de Arnao Guillén
de Brocar, con quien Fadrique mantuvo estrechas relaciones impresorias
por aquellos años. Pero, después de haber analizado el pliego con mayor
detenimiento, no me parece factible mantener esa asignación: comparada
la tipografía del texto con la más cercana en cuanto a su diseño de entre
las disponibles en la imprenta de Fadrique de Basilea –la letrería M10 de
78 mm. aludida, según la medida que ofrecen las descripciones existentes
del pliego– se aprecian diferencias significativas en el diseño de tres mayús-
culas (‘I’, ‘O’ y la ‘Y griega’), así como en la ‘h minúscula’, y en la justifi-
20. Jaime Moll, «La justificación de las matrices y el estudio de las letrerías», De la
imprenta al lector. Estudios sobre el libro español de los siglos XVI al XVIII, Madrid: Arco Libros,
1994, págs. 109-118.
21. Bernard Quaritch: «An apparently unrecorder chapbook edition», Early Books…
98/16, London: Bernard Quaritch Ltd, Summer 1998, núm. 36 (iii). Se encuentra en el mismo
volumen facticio de la Tragicomedia de Calisto y Melibea de Zaragoza, 1507, conservado
en la actualidad en la biblioteca particular del Cigarral del Carmen, en Toledo.
22. Al ofrecer la noticia y descripción bibliográfica de las cuatro piezas del volumen
J. Martín Abad, «Otro volumen facticio de raros impresos españoles del siglo XVI (con La
Celestina de 1507)», Pliegos de Bibliofilia, 4 (1998), págs. 9-19, con transcripción del texto
del pliego poético.
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES 445
23. Existe una espléndida edición facsímil con estudios particulares de cada pieza:
Un volumen facticio de raros post-incunables españoles, coordinado por J. Martín Abad,
Toledo: Antonio Pareja, 1999, 2 vols.
24. Desde luego la reproducción respeta el tamaño original. En realidad, la medición
obtenida ha sido de 74,5 mm., pero hay que descontar un milímetro por cada 20 líneas
según he observado que debe hacerse para las reproducciones facsimilares de las tres obras
precedentes en el mismo volumen facticio. Sólo sugeriría, como posibles líneas de indaga-
ción de su procedencia impresoria, bien el taller sevillano de Jacobo Cromberger, en rela-
ción con su tipo 14 de 72-74 mm. y, en ese caso con una datación para este pliego no anterior
a 1520 (cf. C. Griffin, Los Cromberger, pág. 286), o alguna de las imprentas de Arnao Guillén
de Brocar, en relación con su tipo 16 de 72-73 mm. (cf. Norton, A Descriptive Catalogue,
pág. 160).
25. Henry Thomas, «Introduction», en Thirteen Spanish ballads printed in Burgos
1516-17 now in the British Museum, edición de Henry Thomas, Barcelona: Casa Miquel-
Rius, 1931, págs. 7-8.
26. Por ello en esos casos codificó la tipografía de sus textos como M7 972 G; cf.
Norton, A Descriptive Catalogue, pág. 90 y núms. 298, 299, 300, 301, 302, 303, 304, 305 y
306; respectivamente en RM 990, [no es pliego poético], RM 803, RM 156, [pendiente de
incorporar al Nuevo Diccionario], RM 653, RM 465, RM 1065 y RM 668. En el anexo de este
trabajo se han recogido en el Grupo 0.
446 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
27. Ofrece interesantes observaciones a este respecto J. Moll, «El taller sevillano de
los Carpintero y algunas consideraciones sobre el uso de las figuritas», en Siglos Dorados.
Homenaje a Augustin Redondo, coordinado por Pierre Civil, Madrid: Castalia, 2004, II, págs.
975-983. También puede verse una aproximación general en Giuseppina Di Francesco,
«Apuntes para un estudio de las ilustraciones de los pliegos sueltos poéticos del siglo XVI»,
Pliegos de Bibliofilia, 20 (2002), págs. 7-16.
28. Desde luego es imprescindible unificar sistemáticamente el modo de describir los
elementos ornamentales para evitar duplicidades y asimilaciones apresuradas. Un ejemplo
de este tipo de análisis en M. Fernández Valladares, «Un taller de imprenta para la Farsa
llamada dança de la muerte: Burgos como foco difusor de teatro de cordel en el siglo XVI»,
Revista de Filología Románica, 20 (2003), págs. 7-23.
448 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
El Tipo MA 148-149 G
34. M. Fernández Valladares, «La imprenta gótica burgalesa: una aproximación tipo-
bibliográfica a sus materiales impresorios y a sus funciones, al servicio del cabildo y del
humanismo castellano en los albores del siglo XVI (con la noticia de un raro Missale Burgense,
c. 1507)» en El despertar del Humanismo en Castilla: Andrés Gutiérrez de Cerezo y su época
(c. 1459-1503), coordinado por María Luisa Lobato & Marco A. Gutiérrez, Burgos: Univer-
sidad de Burgos & Ayuntamiento de Oña, en prensa.
35. FV. Burgos, núms. 628 y 629, con ejemplares respectivamente en Nueva York,
HSA, Reserve: 208 An7r. y Madrid. BN, R-30087(1).
36. Felipe de Junta también se sirvió de él todavía en 1567 en otra edición de la Vida
de Santa Ana (FV. Burgos, núm. 554), pero su deterioro será definitivo con Varesio, llegando
a modificar algunas mayúsculas, quizá por pérdida o desgaste absoluto, como la ‘R’ que
será sustituida por la ‘K’, en mejor estado por ser letra muy poco frecuente. Véase, por
ejemplo, en las portadillas de los siguientes pliegos RM 9, RM 1018 y RM 1025.
450 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
37. Esto parece desprenderse del contrato de arrendamiento que motiva el inventario
de1557: «Otrosí que si Nuestro querer (?) i.e. Señor, (lectura errada del editor) fuere
servido que este contrato pase de quatro años adelante, que yo el dicho Juan Gómez sea
obligado y me obligo de tornar a fundir las letras que menester lo ovieren dentro de Sala-
manca en casa del dicho Juan de Junta a mi costa, con que el dicho Juan de Junta dé y
enpreste al fundidor las matrizes […]», W. Pettas, A Sixteenth-Century Spanish Bookstore,
pág. 184.
38. RM 674, véase LÁMINA 2.
39. Burgos, en casa de Juan de Junta, 1554, con ejemplar en Munich, Bayerische
Staatsbibliothek, Res. 4 Ph.pr. 39 x(3).
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES 451
que dar crédito– aunque sin lugar ni impresor: Aquí comiençan quatro
romances del rey don Rodrigo. Con vna obra de Gómez Manrrique (sic).
Agora nueuamente impressos. 155038. Lleva también un grabado que
encontraremos poco después en el interior del texto del Libro de los siete
sabios de Roma39 y antes, en la portadilla de un Romance del Conde Dirlos,
también burgalés y datable c. 1530-4040, por lo que el grabado aunque
raro es genuinamente juntino y, entonces, también lo será esta tipografía
llegada en 1550.
Como podía esperarse de una letrería gótica incorporada a esas alturas,
es un tipo impuro, es decir adulterado, porque muestra dos diseños dife-
rentes para la mayoría de las mayúsculas. De sus dos modalidades de ‘M’,
la adornada con dos cuerdas a la derecha ofrece el diseño más común de
todas las góticas peninsulares41. La otra ‘M’, también muy común, era cono-
cida en el taller desde época de Alonso de Melgar en otra letrería algo
más grande, de 98 mm., como veremos enseguida. Desde luego, podría
pensarse que este tipo MC es una adulteración de esa letrería heredada de
Melgar, la M5, puesto que fue refundida también en esa medida pequeña
de 95-96 mm. Pero dado que esa refundición sólo se ha documentado a
partir de 1554-1555, en tanto no aparezca un testimonio anterior a 1550
de ella he preferido otorgar la consideración de tipografía independiente
al Tipo MC. Por lo poco que sabemos de otras imprentas castellanas de
aquellos años, la escasez de matrices renovadas de diseño gótico debió
ser generalizada, así que es factible pensar que Junta adquiriera en este
estado impuro esa «nueva» tipografía –por calificarla de alguna manera–.
Lo curioso es que este Tipo MC sólo se encuentra, además de en este
pliego, en otras cuatro ediciones con pie de imprenta completo y todas
son productos de cordel: el Diálago (sic) de las condiciones de las mugeres
de Castillejo, del año 155642, el pliego que empieza Síguense quatro
romances. El primero es de los cinco marauedís firmado por los Herederos
de Juan de Junta en 1559 (RM 1069), una de las dos ediciones de La
M5, esto no deja de ser curioso pues Alonso de Melgar la había adquirido
recientemente –comprando las matrices quizá a Arnao Guillén de Brocar–
muy poco después de morir su suegro Fadrique de Basilea, en los primeros
meses de 1519, ya que aparece usada por primera vez en noviembre de
ese año47. Era una letrería de 98 mm., con un calderón mayúsculo
como signo de marcación y algunos nudillos diamantinos en varias letras
(‘A’, ‘H’, ‘N’, ‘V’). La otra tipografía, en cambio, tenía una trayectoria mucho
más larga pues se estrenó en 1490, siendo la predominante para el texto
durante el período post-incunable. Fue codificada por Norton como M7
para los libros de Fadrique de Basilea y M6 para los de Melgar, tal como
la designaremos nosotros. Mide 97 mm., presenta decoración de dos hilos
inclinados en bastantes letras (‘A’, ‘D’, ‘O’, ‘Q’, ‘V’) y un calderón minús-
culo muy característico ¶, según señaló Vindel.
Ya el 30 de mayo de 1522, en el Tratado de cuentas de Diego del
Castillo, encontraremos absolutamente adulterado el nuevo Tipo M5 al
habérsele añadido las mayúsculas y el calderón pequeño ¶ procedentes
del Tipo M6, si bien esa contaminación se venía anunciando desde un
año antes –¿se descabalarían quizá las cajas con la revuelta comunera que,
por cierto, tuvo resonancia en la imprenta pues que allí se imprimió la
Bula de excomunión48?–. Más bien creo que la idea de la contaminación
pudo venir dada por las peculiares exigencias de marcación del Tractado
de república con otras hystorias y antigüedades del trinitario Alonso de
Castrillo, que salió de las prensas de Melgar el 21 de abril de 1521: se
compuso en este Tipo M5, con gran variedad de signos especiales indica-
tivos –como manecillas y cruces– y entre ellos, recurrieron al calderón
minúsculo espurio para señalar las citas de autores clásicos. Sea como
fuere, lo cierto es que esta contaminación no será ocasional, pues una
caja del Tipo M5 adulterada con todas las mayúsculas del Tipo M6 se
mantendrá en uso hasta el año 1555, habiendo registrado en ese amplio
arco temporal de 33 años muchas ediciones –tanto de libros como de
pliegos sueltos fechados– compuestas con ese Tipo M5 en estado impuro49,
conviviendo eso sí, con otras tantas en las que se mantiene sin rastro de
51. Es la aparición más tardía en una edición con data, las Desesperaciones de amor
que hizo un penado galán (RM 836). Ya Norton y Wilson se apercibieron de ello, aunque
hablaron de pocos casos y circunscritos sólo a la etapa de Alonso de Melgar, cf. Norton &
Wilson, Two Spanish Verse Chap-books, pág. 2.
52. Codificada como M6(a).
53. Codificado como M6(b).
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES 455
de base con un pequeño lóbulo, frente a la ‘h’ del Tipo 5 que no tiene
esa prolongación.
Por último, el tercer momento de la adulteración del Tipo M6 consis-
tirá en lo que considero su degeneración total: la mezcla completa –de
mayúsculas y minúsculas– con una caja del Tipo M5, encontrándonos
entonces el doble juego de mayúsculas y los dos tipos de ‘h’, con lóbulo
y sin él, en un mismo impreso54. Esta situación podría interpretarse también,
desde luego, como una degeneración del Tipo M5; pero creo más bien
que representa las postrimerías del Tipo 6, pues éste se extinguirá defini-
tivamente después de 1543, mientras que el Tipo 5 en estado impuro se
usará hasta 1555 y en estado puro perdurará hasta finales del siglo y lo
sobrepasará55 –con unas cajas muy gastadas y otras refundidas en un
tamaño menor de 95-96 mm.56. Por ello se han datado los cinco pliegos
sine notis que presentan esta degeneración del tipo M6 entre 1540 y 154357.
culturales bajo Carlos V, edición de Ch. Strosetzki, Frankfurt am Main: Vervuert Verlag,
2000, pág. 263.
66. Cf. Vicente Bécares Botas, La Compañía de libreros de Salamanca (1530-1534),
Salamanca: SEMYR, 2003, pág. 227: Doc. XI. La cuenta de [Pedro de] Santo Domingo, núm.
2068.
460 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
aplicación de los métodos del análisis material, no obstante llegar a propuestas de asigna-
ción tipográfica y cronológica en muchos casos acertadas, que se han asumido aquí. Dado
que no he tenido ocasión todavía de analizar directamente la colección de pliegos de Praga,
por coherencia metodológica he reunido en el Grupo j aquellos compuestos con el Tipo
M5 puro sin posibilidad de discriminar si su medida es de 95 mm (y entonces serían con
seguridad posteriores a 1554-1555 y deberían pasar al Grupo i) o de 98 mm. (y pertenece-
rían al Grupo f2) pues el margen de diferencia es tan pequeño que no es posible aplicar
estimaciones comparativas a partir de la medida real conocida de los elementos ornamen-
tales. En las descripciones del repertorio se ha expresado esta incertidumbre como Tipo
M5 ¿95 ó 98 G?
70. Giuseppe Di Stefano, «El pliego suelto: del leguaje a la página», en Imprenta y crítica
textual en el Siglo de Oro, dirigido por Francisco Rico y editado por Pablo Andrés & Sonia
Garza, Valladolid: Universidad de Valladolid & Centro para la Edición de los Clásicos Espa-
ñoles, 2000, págs. 171-185 (177).
ANEXO 462
Los grupos, establecidos según los criterios indicados, aparecen ordenados cronológicamente atendiendo al momento de incorpo-
ración o modificación de la tipografía del texto de acuerdo con el orden de exposición seguido en este trabajo. Las dataciones y adscrip-
ciones de imprenta se proponen entre corchetes. Dentro de cada grupo los pliegos van ordenados cronológicamente en una secuencia de
mayor a menor precisión, de tal modo que en un mismo año figuran antes aquellos con data puntual, seguidos de los fechados mediante
arco cronológico, situados en el año de cierre. En la quinta columna se facilita abreviadamente la localización del ejemplar, seguida del
número de facsímil de las colecciones de Pliegos poéticos góticos de Joyas Bibliográficas, remitiendo en nota a otras reproducciones completas
o parciales. En la última columna, un número precedido de asterisco indica que en la descripción de ese pliego incluida en mi repertorio
figura una nota explicativa complementaria de carácter tipográfico. Una tabla de correspondencias final facilita la localización de los números
de RM en esta Relación de pliegos burgaleses, marcándose con asterisco aquellas posibles nuevas incorporaciones al «Nuevo» Diccionario.
(Varias tipografías)
1 [c. 1500-1503?] Coplas fechas por mandado de un señor [Fadrique de Basilea] Madrid, 170 236 807 15
2 [c. 1512-1515] Agraz, Juan: Aquí comiençan vnas coplas [Fadrique de Basilea] París 280 1 65
(Varias tipografías)
12 [c. 1520] López de Yanguas, Hernán: Triumphos de locura [Alonso de Melgar] British, 292 334 305[+307] 111
13 [c. 1520] Mena, Juan de: [Coplas de vicios y virtudes] [Alonso de Melgar] Ej. no localiz. 335 355.5 112
14 [c. 1520] Reinosa, R. de: Aquí comiença un Pater noster [Alonso de Melgar] Madrid, 47 336 467 113
15 [c. 1520?] Romance de Durandarte con la glosa de Soria [Alonso de Melgar] Praga, 16 337 1007 115
16 [c. 1520?] Romance nuevo por muy gentil estilo [Alonso de Melgar] Praga, 71 340 1048 116
17 [c. 1518-1520?] Encina, Juan del: Égloga de Placida y Vitoriano [Alonso de Melgar] Madrid3 331 178 119
1. Hay facsímil en Norton & Wilson, Two Spanish Verse Chap-books, Romance de Amadís (c. 1515-19), Juyzio hallado y trobado
(c. 1515), A facsímile edition with bibliographical and textual studies. Cambridge: Unversiy Press, 1969, págs. 73-80.
463
2. Existe otro ejemplar: Los pliegos poéticos de la colección del Marqués de Morbecq, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1976, núm. 2.
GRUPO B) TEXTO EN EL TIPO M6(B) 464
COMBINADO CON ENCABEZAMIENTOS EN EL TIPO M2
20 [c. 1524, ant. 23 nov.] Lora, Francisco de: Síguese vn romance que dize [Alonso de Melgar] Praga, 76 318 *153
21 [c. 1525] Aquí comiença vna glosa al romance de Amadís [Alonso de Melgar] British, 53 701[+700] *162
22 [c. 1525] Aquí comiençan tres romances glosados: (Desamada) [Alonso de Melgar] Praga, 63 686 *163
23 [c. 1525] Aquí comiençan tres romances glosados: Estasse [Alonso de Melgar] Praga, 67 687 *164
24 [c. 1525] Comiençan ciertos romances con sus glosas [Alonso de Melgar] Madrid, 46 772 *165
25 [c. 1525] Encina, Juan del: Égloga trobada en la qual [Alonso de Melgar] Madrid4 166
26 [c. 1525] Glosas de los romances que dizen Cata Francia [Alonso de Melgar] British, 79 893 *167
27 [c. 1525] Lora, Francisco de: Romance del rey moro [Alonso de Melgar] Madrid, 61 317 *168
28 [c. 1525] Ortiz, Andrés: Romance nueuamente hecho [Alonso de Melgar] Praga, 20 410 *169
29 [c. 1525] Ortiz de Zúñiga, Lope: Agradable glosa a un [Alonso de Melgar] Praga, 62 412[+4135] *170
30 [c. 1525] Romance de Rosa fresca con la glosa de Pinar [Alonso de Melgar] Praga, 75 1039 *171
31 [c. 1525] Ruiz de Santillana, Antonio: Romance nueuamente [Alonso de Melgar] Praga, 74 500 *172
(Tipografías no documentadas)
32 [c. 1525?] Cervantes, Alonso de: Glosa Famosíssima [Alonso de Melgar] Ej. no localiz. 134 173
33 1525 [¿Las lectiones de Job trobadas por un devoto religioso?] [Alonso de Melgar] Desconocido 930.5 159
3. Autos, comedias y farsas de la Biblioteca Nacional, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1962, núm. 12.
4. Autos, comedias y farsas de la Biblioteca Nacional, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1962, núm. 14.
5. Se trata, presumiblemente, de otro ejemplar de la misma edición, conservado en París, Bibl. de l’Arsenal, sin reproducción facsímil.
Subgrupo c2) combinado con encabezamientos en el Tipo MA
36 [c. 1530] Aqui comiencan (sic) quatro maneras de Romances [Juan de Junta] Madrid, 133 669 226
37 [c. 1530] Cervantes, Alonso de: Glosa famosíssima [Juan de Junta] British, 14 138 227
38 [c. 1530] Coplas de vna dama y vn pastor [Juan de Junta] Madrid, 27 796[+797] 230
39 1538 Romance del Conde Dirlos: y de las grandes venturas [Juan de Junta] Madrid, 164 1019 314
40 1549 Este es vn processo de amores hecho contra vna dama [Juan de Junta] Munich6 874.5 388
41 1550 Martínez, Sebastián: Las partidas de la gran ciudad [Juan de Junta] Madrid, 14 345[+346] 395
42 1552, 25 marzo [Gómez de Ciudad Real, Álvaro]: [Huerta …] En casa de Juan de Junta La Haya 902 411
43 1552 Auto sobre la Quinta angustia que N.S. passó En casa de Juan de Junta Londres, 57 745 416
44 1552 [Horozco, Sebastián de:] Número septenario En casa de Juan de Junta Londres, 22 248 418
45 1552 Documento e instrución prouechosa para las doncellas [Juan de Junta] Londres, 75 848 419
6. Se reproduce la portada, reducida, en M. Fernández Valladares, «Los caminos de la búsqueda bibliográfica: rastros, indicios y
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES
hallazgos de raros impresos burgaleses del siglo XVI», Pliegos de Bibliofilia, 6 (1999), pág. 17.
7. Se incluye reproducción de la portadilla en Heredia, II, núm. 1745.
8. Se incluye reproducción de la portada en Heredia, II, núm. 1772.
465
GRUPO E) TEXTO EN EL TIPO M6(B) 466
COMBINADO CON ENCABEZAMIENTOS EN EL TIPO MA
55 [c. 1527-1529] Toro Cojo, Alonso de: Coplas hechas por Alonso [Juan de Junta] Madrid, 142 586 *218
56 [c. 1530] Comiençan ciertos romances con sus glosas [Juan de Junta] British, 60 773 *229
57 [c. 1530] Después que los griegos destruyeron a Troya [Juan de Junta] British, 72 842 *231
58 [c. 1530] Encina, Juan del: Disparates y almoneda trobados [Juan de Junta] Hispanic 177 232
59 [c. 1530] Glosas de los romances que dizen Cata Francia [Juan de Junta] Madrid, 52 894 233
60 [c. 1530] Santiago, Bartolomé de: Glosa al romance [Juan de Junta] Madrid, 119 534 238
61 [c. 1535] Oliva, Enrique de: Coplas nueuas de la natiuidad [Juan de Junta] Madrid, 135403 273
62 [c. 1530-1535] Alcaudete, Alonso de: Síguense dos glosas [Juan de Junta] T’Serclaes 15[+14-+956] *279
63 [c. 1530-1535] Coplas agora nueuamente hechas de vna muger [Juan de Junta] Madrid, 74 780 280
64 [c. 1530-1535] Coplas de cómo vna dama ruega a vn negro [Juan de Junta] Morbecq, 3 786 281
65 [c. 1530-1535] Coplas de vn galán que llamana (sic) a la puerta [Juan de Junta] Madrid, 30 800 282
66 [c. 1530-1535] Coplas de vna dama y vn pastor sobre vn villancico [Juan de Junta] British, 64 795 283
67 [c. 1530-1535] Despues que los griegos destruyeron a Troya [Juan de Junta] Madrid, 143 844 284
68 [c. 1530-1535] Este es vn proceso de amores: hecho contra vna dama [Juan de Junta] Madrid, 76 874 285
69 [c. 1530-1535] Glosas de los romances que dizen Cata Francia [Juan de Junta] Madrid, 147 895 286
70 [c. 1530-1535] Montemayor, Francisco de: Coplas de caminá [Juan de Junta] Madrid, 37 380 287
71 [c. 1530-1535] Ortiz, Andrés: Romance nueuamente hecho Floriseo [Juan de Junta] Madrid, 1089 409 288
72 [c. 1530-1535] Peralta, Luis de: Glosa nueuamente trobada [Juan de Junta] Madrid, 34 434 289
73 [c. 1530-1535] Romance de don Reynaldos de Montaluán [Juan de Junta] T’Serclaes 1002 290
74 [c. 1530-1535] Salaya, Alonso de: Romance de la reyna Troyana [Juan de Junta] Madrid, 54506 294
MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
75 [c. 1535-1539] Alcaudete, Alonso de: Glosa sobre el Romance [Juan de Junta] Morbecq, 7 11 323
76 [c. 1535-1539] Este es vn consejo que dio vn rufián a vnas donzellas [Juan de Junta] British, 77 872 324
77 [c. 1535-1539] Este es vn consejo que dio vn rufián a vnas donzellas [Juan de Junta] Madrid, 93 873 325
78 1540 Coplas de unos compañeros de buena voya [Juan de Junta] Madrid, 117 801 331
79 [c. 1540] Gracioso razonamiento en que se introduzen dos rufianes [Juan de Junta] Madrid, 101 898 334
80 [c. 1535-1540] Aquí comiençan tres Romances glosados Desamada [Juan de Junta] Madrid, 43 685 338
9. Se conservan dos ejemplares en Madrid. BN; hay también facsímil en Castañeda & Huarte, Nueva colección, núm. X.
81 [c. 1535-1540] Lora, Francisco de: Coplas nueuamente hechas [Juan de Junta] Madrid, 121 310 339
82 [c. 1538-1540] Almoneda en disparates. Nueuamente hecha [Juan de Junta] Madrid, 105 650 341
83 [c. 1538-1540] Aquí comiençan las coplas de Madalenica [Juan de Junta] Madrid, 120 665 342
84 1541, 30 mar. Despertador de peccadores, inuentado por vno de ellos [Juan de Junta] Madrid, 18310 840[+841] 345
10. Hay otro ejemplar en Oporto, Biblioteca Pública Municipal, reproducido en facsímil en Pliegos poéticos de la Biblioteca Muni-
cipal de Oporto, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1976, núm. XVIII.
11. No existe facsímil por haber sido adquirido recientemente por la BN de España; puede verse reproducción de la portada en
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES
el catálogo de la Librería José Porrúa Turanzas, Catálogo de Libros y Manuscritos Antiguos, 40, Madrid, [Noviembre de 2003], núm. 30.
12. Hay edición facsímil con «Noticia bibliográfica» por Antonio Pérez Gómez, Cieza: «…la fonte que mana y corre…», 1961 (El ayre
467
13. Se reproduce la portada, reducida, en M. Fernández Valladares, «Un pliego suelto burgalés ahora nuevamente hallado: la Ensa-
lada de metros de Pedro Marín (1552)», Rivista di Filologia e Letterature Ispaniche, 2 (1999), págs. 95-107.
14. Ofrece reproducción completa del pliego, muy reducida, Jean Dupont, «Un ‘pliego suelto’ de 1552 intitulé: ‘Cancionero de las
obras de devociõ de Jorge de Montemayor’», Bulletin Hispanique, 75 (1973), págs. 40-72.
15. Puede verse la portada, muy reducida, en Simón Díaz, Bibliografía de la Literatura Hispánica, Madrid: CSIC, 1960, III, 21 vols.,
núm. 3668.
16. Ha facsímil en Castañeda & Huarte, Colección, núm. XXVI.
17. Existe otro ejemplar: Barcelona, 28.
18. Existe otro ejemplar: Barcelona, 18.
GRUPO G) TEXTO EN EL TIPO M6(C)
119 [c. 1540-1543] Aquí comiença vna glosa al Romance de Amadís [Juan de Junta] Madrid, 146 702 357
120 [c. 1540-1543] Aquí comiençan seys maneras de coplas y villancicos [Juan de Junta] Madrid, 38 678 358
121 [c. 1540-1543] Coplas nueuamente hechas de perdone vuestra merced [Juan de Junta] Madrid, 65 819 359
122 [c. 1540-1543] Costana: Aquí comiença vn conjuro de amor [Juan de Junta] Madrid, 19 157 360
20. Existe otro ejemplar: Pliegos sueltos poéticos del siglo XVI de la Biblioteca de Rodríguez Moñino, Madrid: Joyas Bibliográficas,
1981, núm. 10.
21. Existe otro ejemplar: Barcelona, 29.
469
GRUPO I) TEXTO EN EL TIPO M5(C) 470
141 [c. 1555-1560] [Rodrigo de Valdepeñas]: Glosa religiosa y muy [Juan, Hered. o Felipe de Junta ]Madrid (BN)22 619.8 *476
142 [c. 1555-1560] [Rodrigo de Valdepeñas]: Glosa religiosa y muy [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Santander *477
143 [c. 1563] Tremiño de Calatayud: Aquí comiençan Felipe de Junta Berkeley 610.3 511
144 [c. 1563-1564?] [Fragmento de un pliego suelto de romances históricos] [Felipe de Junta] Praga, 45 1174 *532
145 [c. 1563-1564?] Lora, Francisco de: [Fragmento de un pliego suelto] [Felipe de Junta] Praga, [82]23 *533
146 [c. 1560-1570] Aquí comiençan dos romances: Riberas de Duero arriba [Felipe de Junta] Madrid, 169 663 570
147 [c. 1560-1570] Trasmiera, Juan de: Este es el pleyto de los judios [Felipe de Junta] Madrid, 89 600 581
148 1572 Bravo, Cristóbal: A gloria y honra de nuestro Felipe de Junta Barcelona24 64.5 598
149 [No antes de 1593] Alcaudete, Alonso de: Glossa sobre el Romance Juan Bautista Varesio Madrid, 62 9 705
150 [No antes de 1593] Romance del Conde Claros de Montaluán Juan Bautista Varesio Madrid, 64 1018 *706
151 [No antes de 1593] Romance del Conde don Sancho Díaz Juan Bautista Varesio Madrid, 131 1025 707
152 [No antes de 1593] Aparicio, Bartolomé de: Obra del peccador [Juan Bautista Varesio] Madrid25 22 *708
153 [c. 1597, post. 15 en.] Hurtado, Francisco: Relación verdadera [Juan Bautista Varesio] Madrid, 21 256 *724
22. Reproduce la portada A. Pérez Gómez, Glosas a las Coplas de Jorge Manrique: Noticias bibliográficas, Cieza: «…la fonte que
mana y corre…», 1963, lám. 18.
23. Se trata de una hoja facsimilada junto con el pliego núm. 81 de Praga.
24. Conservado en la Biblioteca Universitaria; se reproduce la portadilla, reducida, en Pedro. M. Cátedra & Carlos Vaíllo, «Los pliegos
poéticos españoles del siglo XVI de la Biblioteca Universitaria de Barcelona», en El libro Antiguo Español. Actas del Primer Coloquio Inter-
nacional, edición de María Luisa López-Vidriero & Pedro M. Cátedra, Salamanca & Madrid: Universidad de Salamanca & Biblioteca
Nacional, 1988, núm. III.
25. Autos, comedias y farsas, 2.
158 1564 Síguense quatro romances: El primero cinco marauedís [Felipe de Junta] Praga, 3 1070 525
159 [c. 1564?] Glosa del romance de don Tristán [Felipe de Junta] Praga, 18 833 *529
160 [c. 1564?] Glosas de los romances que dizen Cata Francia [Felipe de Junta] Praga, 57 892 *530
161 [c. 1564?] Romance nueuamente trobado de los Doze Pares [Felipe de Junta] Praga, 14 1046 *531
162 [c. 1565] Síguense tres romances. El primero que dize [Felipe de Junta] Praga, 9 1075 535
163 [c. 1550-1565] Añaya, Francisco de: Nueva glosa fundada [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Praga, 54 21 *536
164 [c. 1550-1565] Glosa del romance que dize: A fuera a fuera Rodrigo [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Praga, 56 885 *537
165 [c. 1550-1565] Hurtado,[Luis]: Las glosas de los romances [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Praga, 19 255 538
166 [c. 1550-1565] Romance del conde don Sancho Díaz [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Praga, 8 1024 *540
167 [c. 1550-1565] Romance del muy noble y valiente… don Reynaldos [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Praga, 44 1032 *541
168 [c. 1550-1565] Síguense tres romances. El primero: De Antequera [Juan, Hered. o Felipe de Junta] Praga, 60 1072 *542
169 [c. 1560-1565] Aquí comiençan seys romances. El primero… [Felipe de Junta] Praga, 47 682 *545
170 [c. 1560-1565] Aquí comiençan tres romances muy graciosos [Felipe de Junta] Praga, 26 692 546
171 [c. 1560-1570] Romance de don Reynaldos de Montaluán [Felipe de Junta] Praga, 42 1003 576
172 [c. 1560-1570] Romance de don Roldan, y de la trayción de Galalón [Felipe de Junta] Praga, 41 1004 *578
173 [c. 1560-1570] Salaya, Alonso de: Glosa de la reyna troyana [Felipe de Junta] Praga, 49 507 580
174 [c. 1564-1570] Alcaudete, Alonso de: Glosa sobre el romance [Felipe de Junta] Praga, 78 10 *582
175 [c. 1564-1570] Aquí comiença vn romance del conde Guarinos [Felipe de Junta] Praga, 22 706 *583
176 [c. 1564-1570] Aquí comiençan quatro romances Siete Infantes de Lara [Felipe de Junta] Praga, 51 672 *584
177 [c. 1564-1570] Aquí comiençan quatro romances nueuamente [Felipe de Junta] Praga, 80 676 *585
178 [c. 1564-1570] Síguese vna glosa nueuamente hecha al romance [Felipe de Junta] Praga, 77 1077 *586
179 [c. 1565-1570] Aquí comiença vn romance de vn desafío [Felipe de Junta] Praga, 1 707 *587
180 [c. 1565-1570] Aquí comiençan dos romances con sus glosas [Felipe de Junta] Praga, 17 659 *588
181 [c. 1565-1570] Aquí comiençan quatro romances del rey don Rodrigo [Felipe de Junta] Praga, 40 673 *589
182 [c. 1565-1570] Aquí se contienen cinco romances y vnas canciones [Felipe de Junta] Praga, 55 722 *590
183 [c. 1565-1570] Aquí se contienen quatro romances antiguos [Felipe de Junta] Praga, 52 726 591
184 [c. 1565-1570] Aquí se contienen quatro romances viejos [Felipe de Junta] Praga, 6 730 *592
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES
185 [c. 1565-1570] Romance de los condes de Carrión [Felipe de Junta] Praga, 4 1034 593
186 [Post. 1570] Aquí se contienen cinco romances (rey Rodrigo) [Felipe de Junta] Praga, 39 710 «595
471
Otras tipografías: 472
GRUPO K) TEXTO EN EL TIPO M8
187 [c. 1531] Encina, Juan del: Coplas del Memento homo [Juan de Junta] Madrid, 59 179 249
188 [c. 1530-1531] Aguayo, Francisco: Canciones a diversos propósitos [Juan de Junta] British, 1 2 250
189 [c. 1535] Romance de don Gayferos y trata de cómo sacó [Juan de Junta] Ej. no localizado26 1000 275
190 [c. 1535] Ruiz de Santillana, Antonio: Romance nueuamente [Juan de Junta] Madrid, 49 499 276
191 [c. 1530-1535] Romance del moro Calaynos de cómo requería [Juan de Junta] Praga, 10 1030 291
192 [c. 1530-1535] Romance que dize. Por la matança va el viejo [Juan de Junta] Praga, 69 1051 292
193 [c. 1530-1535] Salaya, Alonso de: Romance de don Tristán [Juan de Junta] T’Serclaes 509 293
194 [c. 1540] Aquí comiençan diez maneras de romances [Juan de Junta] Madrid, 36 658 333
195 [c. 1530-1540] San Pedro, Diego de: La passión de N. Señor [Juan de Junta] Londres, 42 527[+528] 336
196 [No ant. 1550] Romance de don Gayferos: que trata de cómo [Juan de Junta] Praga, 23 993 *401
197 [c. 1555] El muy bendito sucesso del reyno de Inglaterra [Juan de Junta] Londres, 80 906 458
198 [c. 1548-1549] Coplas sobre Castil Nouo hechas por vn soldado [Juan de Junta] British, 67 825 *389
199 [c. 1600?] López de Yanguas, H.: Los dichos, o sentencias [Juan Bautista Varesio] Ej. no localizado27 304.5 «734
¿201 1580 Relación de todo lo subcedido en el reyno de Portugal Pedro de Santilllana Ej. no localizado28 645?
26. Puede verse reproducción a tamaño original de la primera plana en Sotheby & Co, Catalogue of Valuable Printed Books, Illu-
minated and other Manuscripts, Autograph Letters, Persian and Indian Miniatures, etc., London: 1936, lote 581 (subastado el 22 de julio
de 1936).
27. James P. R. Lyell, La ilustración del libro antiguo en España, edición y prólogo de J. Martín Abad, Madrid: Ollero & Ramos,
1997, fig. 161, ofrece reproducción reducida de la portada de un ejemplar que fue de su propiedad.
28. No existe certeza de que el texto de la relación esté en verso.
202 [c. 1580] Aquí se contiene vna admirable relación Pedro de Santillana Madrid (BN) 739 647
203 1586 Flores, Andrés de: Relación muy verdadera Pedro de Santillana Madrid (BN) 198 676
204 1588 Mesa, Juan de: Obra nueuamente compuesta Pedro de Santillana Madrid (BN) 364 686
(Tipografías no documentadas)
205 1564 San Pedro, Diego de: [La pasión trobada] [¿Felipe de Junta?] Desconocido 533 527
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES
473
474 MERCEDES FERNÁNDEZ VALLADARES
LÁMINA 1
ASIGNACIÓN TIPOBIBLIOGRÁFICA DE LOS PLIEGOS BURGALESES 475
LÁMINA 2
IMPRESOS VS. MANUSCRITOS Y LA DIVULGACIÓN
DE LA LÍRICA DE TIPO POPULAR
EN LOS SIGLOS XVI Y XVII
MARGIT FRENK
(Universidad Nacional Autónoma de México)
477
478 MARGIT FRENK
manuscrita ya impresa, de las obras de música pudo tener que ver con la
difusión –o no– de lo que había sido la lírica tradicional de la Edad Media
y de sus imitaciones posteriores?
Llama la atención que la primera gran fuente de esas canciones –después
del rico pero más reducido Cancionero musical de la Colombina, de fines
del siglo XV– fue el Cancionero musical de Palacio, manuscrito elaborado
en la corte de los Reyes Católicos, según Romeu Figueras entre 1505 y 1521,
y que permaneció inédito hasta fines del siglo XIX. Las más de 400 piezas
musicales de esta gran recopilación son de carácter polifónico, para tres
o cuatro voces, y fueron compuestas por músicos profesionales y desti-
nadas generalmente a ser cantadas por cantores también profesionales.
En su música es evidente en muchos casos la influencia de melodías y
ritmos populares. En cuanto a los textos poéticos, aparecen ahí, entreve-
radas con poesías de estilo cortesano, multitud de cancioncitas de evidente
tradición popular medieval –unas 170–, algunas de ellas con sus glosas o
desarrollos del mismo estilo y origen y otras muchas glosadas en el estilo
cortesano de la época.
Se pregunta uno ¿quiénes, aparte de los caballeros y damas de la corte,
pudieron llegar a oír esa música palaciega y en qué medida se la conoció
también en otras esferas? O sea, ¿qué grado de difusión pudieron llegar a
tener, fuera del ámbito palaciego, las canciones de tipo popular recogidas
en ese cancionero manuscrito y tenerlo a través de él y de la ejecución
musical de sus piezas?
Al estudiar los textos del Nuevo corpus procedentes del Cancionero
musical de Palacio, encontramos cosas interesantes. Por una parte, hay
unos 32 cantares con glosa popular y, sin duda, antigua, que únicamente
figuran en ese cancionero, sin que nos hayamos topado con mención
alguna de ellos en fuentes contemporáneas o posteriores. Casi todos son
muy conocidos actualmente, gracias a antologistas que espigaron el Cancio-
nero musical de Palacio: «Mano a mano los dos amores», «De Monzón
venía el mozo», «No querades, fija, | marido tomar», «Meu naranjedo non
ten fruta», «Ell amor que me bien quiere», «So ell encina, encina», el tan
arcaico «Por vos mal me viene», «Miño amor, dexistes ¡ay!», el maravilloso
«Al alba venid, buen amigo», «Quién vos había de llevar, ojalá», «Ay, que
non ay, mas ay, que non era», «Aquel gentilhombre, madre», «Quien tal árbol
pone», «Paséisme ahora allá, serrana», «Buen amor, no me deis guerra»,
«Rodrigo Martínez». Y junto a estos, los muchos cantares algo extensos
con glosa popular humorística que sólo se conservan, igualmente, en el
Cancionero musical de Palacio, como las que tratan de mujeres borra-
chas y perezosas o muy amigas de los placeres sexuales, etcétera.
480 MARGIT FRENK
Cuesta trabajo pensar que de todos esos poemitas, que hoy nos deleitan,
se nos conserve escrita esa única versión del manuscrito de Palacio y que,
más allá del ambiente palaciego, no parezcan haber tenido en su tiempo
ninguna divulgación fuera del ámbito en que los cantaría desde antiguo
la gente del pueblo. En algún caso, excepcional, se ha encontrado una
de esas canciones –«Viejo malo en la mi cama | por mi fe, no dormirá»
(NC 1735)– en colecciones de cantares sefardíes del siglo XVII y también
citada, en el XVI, por Camões1. En algún otro, igualmente excepcional, se
ha descubierto un testimonio de nuestro tiempo; así, de «Entra mayo y sale
abril» (NC 1270 B), con su glosa, se canta hoy una versión a lo divino en
Asturias, mencionada por José María Alín; así también «Gritos daban en
aquella sierra» (NC 191) se ha recogido de boca de cantores portugueses,
con su misma forma de villancico, aunque igualmente vuelta a lo divino:
«Naquela serra nasce uma estrela: | oh, minha mae, deixa-me ir a ve-la.
|| Naquela serra erguida | etava a Virge-Maria…». Estos testimonios nos
están diciendo que canciones polifónicas de comienzos del siglo XVI se
basaron, efectivamente, en cantares tradicionales, que luego han pervi-
vido hasta nuestros días, sin haberse difundido completas por ambientes
cortesanos y urbanos del XVI y el XVII.
Todavía podría ocurrir, claro está, que se encontraran testimonios rena-
centistas de divulgación de todo un villancico popular, como ha pasado
con la hoy famosa canción de las «Tres morillas». También ella solo aparece
transcrita, con su arcaica glosa paralelística y encadenada, en el Cancio-
nero musical de Palacio (NC 16 B). Pero gracias a Eugenio Asensio supimos
que la canción circulaba por ahí, con esa misma glosa, pues existe la
versión a lo divino del alocado fraile franciscano Pedro de Orellana, quien
la elaboró a mediados del siglo XVI en la cárcel inquisitorial de Cuenca,
donde se conserva, manuscrito, su interesantísimo cancionero. Por cierto,
que la canción de las «Tres morillas» también sobrevive hoy en la tradi-
ción oral portuguesa, en una versión paralelística extraordinariamente
parecida al texto antiguo: «As meninas todas, três Marias, | foram-se a
colher as andrinas. || As meninas todas, três Joanas, | foram-se a colher
as maçanas. || Quando lá chigaram, acharam-nas colhidas, | quando lá
chigaram, acharam-nas talhadas».
por hallarse impresas, lograron una mayor difusión en su tiempo. Pero ello
no es así. La mayoría de sus textos no está en fuentes poéticas, y cuando
algunos figuran en otras fuentes musicales es, casi siempre, porque la
música de Juan Vásquez fue copiada y también adaptada para vihuela y
voz sola en obras que mencionaré enseguida3. Así que lo mismo que
ocurrió con los hermosos villancicos del Cancionero musical de Palacio
que no han aparecido en ninguna otra fuente, sucede décadas después
con canciones bellísimas musicadas por Juan Vásquez y esas sí, impresas:
«Ya florecen los árboles, Juan», «En la fuente del rosel | lavan la niña y el
doncel…», «Salga la luna, el caballero», «De las dos hermanas, dose», «Por
vida de mis ojos, | el caballero», «No tengo cabellos, madre, | mas tengo
bonico donaire», «Morenica me era yo, | dicen que sí, dicen que no»,
«¿Agora que sé de amor | me metéis monja?», «Gentil caballero, | dédesme
hora un beso» y tantas otras. Lo mismo ocurre con varios hermosos villan-
cicos, también de glosa tradicional, que figuran en el Cancionero de
Upsala4. O sea, que la divulgación de las letras de esas canciones con
estribillo y glosa –que hoy nos entusiasman– fue en su tiempo tan escasa
o tan nula en el caso de cancioneros musicales impresos como en el de
los manuscritos.
La explicación de esto podríamos hallarla probablemente en que tanto
los libros de música impresos como los manuscritos circulaban sobre todo
en reducidos ámbitos cortesanos. Y este es el caso, asimismo, de los siete
libros impresos destinados a enseñar a cantar y a tocar la vihuela a las
damas de la aristocracia: los del valenciano Luis Milán (1536), de Luis de
Narváez (1538), Alonso de Mudarra (1946), Enríquez de Valderrábano
(1547), Diego Pisador (1552), Miguel de Fuenllana (1554) y el tardío
Parnaso de Esteban Daza (1576). La música de varios villancicos tradicio-
nales que figuran en ellos es la que Juan Vásquez había compuesto, años
antes de su publicación.
En otras palabras, los libros de música impresos del siglo XVI, que
contienen tantos cantares de carácter tradicional con glosas del mismo
3. Son sobre todo libros de música los que incluyen letras musicadas también por
Juan Vásquez: el Cancionero de Upsala, los Madrigales de Vila, el Parnaso de Esteban
Daza.
4. «Ay, luna que reluces», «Vi los barcos, madre», «Decilde al caballero | que non se
queje»; y también algunas, sin glosa popular, tan conocidas hoy como «Estas noches atán
largas | para mí» y «Si la noche hace escura». Pero el Cancionero de Upsala, que Romeu
Figueras relacionó con la corte del duque de Calabria, contiene más estribillos populares
recogidos igualmente en otras fuentes.
IMPRESOS VS. MANUSCRITOS Y LA DIVULGACIÓN DE LA LÍRICA 483
1600, y sus varias reediciones. A ellos hay que añadir impresos como el
Jardín de amadores, de 1611, y dos muy importantes: el Laberinto amoroso,
de 1618, y la Primavera y flor de los mejores romances, de 1621, con su
Segunda parte, de 1629. Sin duda, cancioneros impresos como la Flor de
enamorados en el XVI y en el XVII, el Laberinto amoroso y la Primavera y
flor contribuyeron a la difusión urbana de villancicos, letrillas, romances,
ensaladas que llevaban estribillos populares y de ese modo, a los cantar-
citos mismos. Constituirían un apoyo más, junto a los cancioneros manus-
critos, para la lectura y memorización y oralización de textos cuya música
era conocida.
Sorprenderá quizá que no haya yo mencionado hasta ahora, entre los
impresos, los pliegos sueltos poéticos. La razón es que la gran mayoría
de los que contienen villancicos con estribillo de tipo popular sólo
imprimen dos o tres de ellos y en un lugar, como es sabido, muy secun-
dario, para llenar espacios vacíos. Son poquísimos los pliegos del siglo XVI
que tienen un mínimo de cuatro cantarcillos6. Casi siempre un villancico
con estribillo de tipo popular y glosa no popular que aparece en un pliego
suelto se repite en muchos de ellos y además en otras fuentes contempo-
ráneas. Volveré sobre este punto.
La gran excepción entre los pliegos sueltos es el intitulado Cantares
de diversas sonadas con sus deshechas muy graciosas ansí para baylar
como para tañer, conservado en la Nacional de Madrid y varias veces
reimpreso y estudiado modernamente. Casi todo él consta de villancicos
con glosa de tipo tradicional, realmente muy graciosos –«Mis ojuelos,
madre, | valen una ciudade…»–, y ocurre exactamente lo mismo que con
los villancicos de glosa tradicional del Cancionero musical de Palacio y
de Juan Vásquez: se trata de ejemplares únicos, que no aparecen en ningún
otro testimonio. Incluso, entre los pocos estribillos con glosa no popular
que contiene el pliego, la mitad no se encuentra en otra parte. Nuevamente,
tenemos, pues, una obra impresa, en este caso un pliego suelto, que no
ha dejado ninguna huella en la tradición escrita contemporánea, ni, que
sepamos, en la tradición oral.
6. De los conservados que conozco, son los siguientes: Aqui comiença vn romance
de vn desafio, Aqui comiençan seys maneras de Coplas & Villancicos, Aqui comiençan vnas
coplas se diz si te vas bañar juanica… por rodrigo de Reynosa, Aqui comiençan vnas coplas
y romãces por muy gracioso modo compuestos, Coplas de vn galan que llamana a la puerta,
Coplas hechas por Christoual de Pedraza, Chistes de muchas maneras nueuamente
compuestos, Chistes hechos por diuersos autores, Espeio de Enamorados. Cancionero nueuo
de romançes glosados, Las glosas delos romances en este pliego, Romance del Conde don
Sancho Diaz.
486 MARGIT FRENK
1561), todos impresos por él. No es, sin duda, casualidad que también las
obras de Heredia, de Milán y la Flor de enamorados, se imprimieran, ya
en Valencia ya en Barcelona, en 1561 y 1562. O sea, que Valencia fue el
centro más importante de obras impresas que contienen lírica de tipo
popular –décadas antes de que esa misma ciudad se convirtiera en núcleo
de la publicación del romancero nuevo–.
Desde nuestro punto de vista, el más importante de los personajes
asociados a la corte valenciana de los duques de Calabria fue Fernández
de Heredia, por la extraordinaria irradiación que tuvieron sus, a veces
muy ingeniosos, villancicos y ensaladas con estribillos de corte popular.
Varios figuran no sólo en dos manuscritos de la Biblioteca Nacional, sino
también, en ocasiones con glosas distintas, en obras asociadas a la corte
valenciana, y más allá de ella, en buen número de pliegos sueltos y otros
cancioneros y cancionerillos, impresos y manuscritos, incluso de décadas
muy posteriores.
Curiosamente, en el otro extremo de la península, en Portugal, se dio
un cultivo muy parecido de las cancioncitas de tipo popular, y se dio,
durante la segunda mitad del siglo XVI, en autores de la talla de Luís de
Camões, Diogo Bernardes y el ya mencionado Pedro de Andrade Caminha.
De las obras poéticas de los dos primeros se hicieron impresiones muy a
fines del siglo XVI; de Camões, además, en el XVII. Antes de esas fechas,
los portugueses habían cultivado ya la lírica tradicional, empezando, claro,
por el genial Gil Vicente, en su teatro (impreso décadas después, en 1562),
siguiendo con la poesía de Francisco Sá de Miranda y después con Jorge
Ferreira de Vasconcelos, cuya Comedia Eufrosina, impresa a mediados
del siglo, incluye buen número de cantarcitos. Aquí he mencionado
además algunos cancioneros poéticos y musicales originados en Portugal,
donde abundan igualmente los cantarcillos de origen o de carácter
popular-tradicional: los de Elvas, de Évora, de Lisboa, el Masson 56.
Y ciertamente llama la atención que sea en Portugal donde en tiempos
modernos se han encontrado más y más impresionantes supervivencias
de la antigua lírica popular, como lo prueba, entre otros, la tesis doctoral,
aún inédita, de Mariana Masera.
Recogiendo los hilos: los villancicos con estribillo y glosa de carácter
tradicional casi sólo se encuentran cada uno en una de las fuentes musi-
cales del siglo XVI, manuscritas o impresas, y en un único pliego suelto
poético conservado, el de Cantares de diversas sonadas. En cambio, las
cancioncitas populares glosadas por poetas, las más veces anónimos, de
los siglos XVI y XVII o incluidos en sus ensaladas y sus romances, sí gozaron
a menudo de una amplia divulgación por cancioneros poéticos y musicales
488 MARGIT FRENK
de los dos siglos, lo mismo que por pliegos sueltos poéticos. Y no solo
lo sabemos por este tipo de fuentes, sino también por fuentes de otros
tipos y, muy a menudo, por testimonios que podemos llamar indirectos,
como las versiones a lo divino, las imitaciones profanas, las menciones,
y aun las supervivencias en la tradición sefardí.
Para dar una idea más clara de estos fenómenos, he aquí algunos ejem-
plos concretos, tomados al azar de textos del Nuevo corpus y de su aparato
crítico y su nota. Empiezo por
No me sirváis, caballero,
íos con Dios,
que no me parió mi madre
para vos [NC 711].
Tiene tantas variantes como fuentes. Éstas son dos impresas del siglo XVI:
el Sarao de amor de Timoneda y un pliego suelto, más el importante
cancionero manuscrito de Pedro de Orellana, donde además se vuelve a
lo divino; y, pegando un salto al XVII, aparece en un auto atribuido a Tirso
de Molina. Los testimonios citados en el Nuevo corpus nos muestra la
popularidad de la cancioncita entre dramaturgos portugueses de la segunda
mitad del siglo XVI: António Prestes, Jorge Pinto y Camões, quien además
la menciona en una carta y en una ensalada. Y por si algo faltara, la encon-
tramos imitada en un auto de José de Valdivielso, publicado en 1648: «En el
monte dormirán | los pastorcillos, | en el monte dormirán, | y no contigo».
Mucho más rico en fuentes y en testimonios es, con pocas variantes,
el cantarcito
En el siglo XVI decía Eugenio de Salazar en una carta que ésta era «una
canción tan vieja, que tengo para mí que nació en acabándose de deshin-
char las aguas del diluvio, si no fue de las cosas que metió Noé en su
arca…». La encontramos, con cinco glosas diferentes, en dos fuentes
impresas ligadas a la corte valenciana, en tres cancioneros manuscritos de
la segunda mitad del XVI y en uno de comienzos del XVII. Se prestaba para
cantarla a lo divino, como vemos por la glosa del Cancionero sevillano
de Nueva York y por aquel famoso episodio de la vida de san Juan de la
Cruz que lo mostraba bailando con un niño Dios en los brazos y cantán-
dole: «Mi dulce y tierno Jesús, | si amores me han de matar, | agora tienen
lugar». Los testimonios de su popularidad son tantos, que me limito a
indicar que la cancioncita ya figuraba en el Cancionero musical de Palacio,
en uno de sus folios perdidos. Su difusión abarca así todo el siglo XVI. Dos
ejemplos más:
Besóme el colmenero,
que a la miel me supo el beso [NC 1619 A].
El mi corazón, madre,
robado me le hane [NC 246 A].
MARIO GARVIN
(Universität zu Köln)
1. INTRODUCCIÓN
491
492 MARIO GARVIN
Los otros tres romances: Aquel rey de los romanos, Mira Nero de Tarpeya
y Triste estaba el Padre Santo, nada tienen que ver con la «materia troyana»
sino que aparecen aquí, como vamos viendo, por una serie de hechos de
carácter práctico. No creo superfluo recordar que estas divisiones de que
hablamos no tienen en el Cancionero de romances una separación
6. Ramón Menéndez Pidal, Cancionero de romances, pág. xxiv, afirma que los tres
están tomados de un pliego de Praga (RM 726), pero no anota que existe otra edición de
este pliego (RM 725). Los textos, salvo mínimas variantes son idénticos en ambos pliegos
pero el de Praga no presenta el verso 50 en el romance Reynando el rey don Alfonso, que
sí aparece, en igual lección en RM 725 y en el Cancionero de romances, s.a. De este modo,
la fuente de Nucio fue el pliego madrileño, del que tomó también el romance De concierto
están los condes (fol. 159v).
7. RM 696.
SOBRE SOCIOLOGÍA DE LA EDICIÓN 495
tipográfica; los romances vienen todos seguidos y son sólo las indica-
ciones de Nucio en el prólogo las que nos permiten emplearlas. El primero
(Aquel rey de los romanos, fol. 212) proviene del mismo pliego que sirvió
de fuente para el De concierto están los condes, que aparece en la sección
de los romances relativos a la historia de España8. El romance tal vez se
incluyó aquí por la sencilla razón de que Nucio, para aprovechar los mate-
riales del pliego que le sirvió de fuente, colocó este romance entre el
único grupo que habla de «cosas de la antigüedad». Algo muy parecido
pudo ocurrir con los dos siguientes (Mira Nero de Tarpeya, Triste estaba
el Padre Santo, fols. 213v-215); ambos, al igual que el de la mezquita de
Toledo hecha iglesia, están sacados, como ya anotó Menéndez Pidal,
de un pliego conservado hoy en la colección de Praga9. La publicación
del primer romance junto al del Saco de Roma, se debe a la voluntad del
impresor del pliego de crear un mensaje supratextual muy concreto: el
romance sobre la locura de Nerón y su incapacidad para gobernar a sus
ciudadanos encaja perfectamente con el marcado tono antipapal del
segundo y su carácter político puesto que defiende la tesis imperialista
del saco de Roma –llevado a cabo por las tropas de Carlos V en 1527–
según la cual el saqueo fue permitido por Dios en castigo por el mal
ejemplo que la jerarquía eclesiástica daba a sus fieles10. Por supuesto, ni
uno ni otro tienen algo que ver con la guerra de Troya. El primero aparece
por las mismas razones que exponíamos para el romance anterior y el del
Saco de Roma por ser su compañero tipográfico.
Finalmente, por lo que respecta al último grupo, el de «romances de
amores», no está demasiado claro qué se esconde realmente bajo esa deno-
minación. No es ésta la única vez que encontramos un grupo de romances
calificados como «de amores» en la historia editorial del romancero; ya en
el Libro de cincuenta romances, después de ofrecer la lista de algunos
romances que podrían agruparse en los tres conjuntos que acabamos de
estudiar, el curioso librito barcelonés remite también a «otros de amores».
Sin embargo, dado que el grupo constituye, ciertamente, un auténtico
cajón de sastre, podría pensarse en un recurso bien simple, por el cual,
todo romance sin un tema claramente definido pasaría a ser «de amores».
8. RM 725 y RM 726.
9. RM 1077 y Pliegos poéticos españoles en la Universidad de Praga, edición de Ramón
Menéndez Pidal, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1960, vol. II, 77.
10. Agustín Redondo, «Le Sac de Rome de 1527 et sa mise en scène: le romance Triste
estava el Padre Santo», en Littérature et Politique en Espagne aux Siècles d’Or, dirección de
Jean-Pierre Ètienvre, París, 1998, págs. 31-51.
496 MARIO GARVIN
3. LA REORGANIZACIÓN DE 1550
Sin duda resulta lícito considerar estos romances añadidos como una
concesión de Nucio a los gustos de su público. En la primera edición
advertía de que podrían faltar algunos «porque no han venido a mi noticia
o porque no los hallé tan cumplidos y perfectos como quisiera» y es
probable que algunos de estos romances añadidos tuvieran como objeto
mejorar en este sentido la edición anterior. Creo sin embargo que es un
error privilegiar estas razones frente a los motivos puramente prácticos.
Para estos catorce, para empezar, debe observarse que, pese a que el
primero de los romances comienza en el folio 287v, toda esta parte de
romances nuevos –y hay que de suponer que «de amores»– ocupa una única
signatura. Casi la mitad de las novedades, pues se colocan al final del
volumen como un cuaderno independiente.
498 MARIO GARVIN
CR s.a. CR 1550
Estábase el conde Dirlos, fols. 6r-28v Estábase el conde Dirlos, fols. 6r-28v
La señora de las gentes, fols. 28v-29r
De Mantua salió el marqués, fols. 29r-42v De Mantua salió el marqués, fols. 29v-43r
De Mantua salen a priesa, fols. 42v-51r De Mantua salen a priesa, fols. 43r-52r
En el nombre de Jesús, fols. 51r-54v En el nombre de Jesús, fols. 52r-55r
Asentado está Gayferos, fol. 55r Asentado está Gayferos, fol. 55r
CR s.a CR 1550
Después que Vellido Dolfos, fols. 144v-151v Válasme nuestra señora, fols. 144v-146r
Esse buen rey don Alonso, fols. 151v-153v Doliente se siente el rey, fols. 146r-146v
En Santa Gadea de Burgos, fols. 153v-155r Morir vos queredes padre, fols.146v-147v
Cada día que amanece, fols. 155r-155v Afuera, afuera Rodrigo, fols. 147v-148r
Caualga Diego Laýnez, fols. 155v-157r Guarte, guarte rey don Sancho, fols. 148r-149v
Afuera, afuera Rodrigo, fols. 157r-157v Después que Vellido Dolfos, fols. 148v-150r
Doliente estaua doliente, fols. 157v-158r Ya cabalga Diego Ordóñez, fols. 150r-150v
Morir vos queredes, padre, fols. 158r-158v Arias Gonzalo responde, fols. 150v-156r
Rey don Sancho, fols. 158r-159r Por aquel postigo viejo, fols. 156r-156v
Por aquel postigo viejo, fols. 159r-159v En Santa Águeda de Burgos, fols. 157r-158r
De concierto están los condes, fols. 159v-160v Esse buen rey don Alonso, fols. 158r-160v
SOBRE SOCIOLOGÍA DE LA EDICIÓN 499
Tres cortes armara el rey, fols. 161r-161v A caça va don Rodrigo, fols. 164v-165r
Castellanos y leoneses, fols. 161v-163r Válasme Nuestra Señora, fols. 165r-165v
Buen conde Fernán González, fols. 163r-163v Caualga Diego Laýnez, fols. 160v-162r
Yo me estaba en Barbadillo, fols. 163v-164v Día era de los Reyes, fols. 162r-163r
los dos frailes mencionados en el verso 14 : «el uno es tío del rey | el
otro hermano del conde»11. Más claro es el caso del romance Buen conde
Fernán González,: incluye seis versos nuevos; primero los 12-15 con todo
el aspecto de ser añadidos del editor, en primer lugar porque no aparecen
en ninguna versión y en segundo porque en ellos se comete un error. Si
nos fijamos en ambas versiones vemos que los versos siguen con una
realista, pero inútil, enumeración de villas en las que se emplea la estruc-
tura sintáctica de los versos anteriores:
CR s.a. CR 1550
Dar os ha las nueve villas Dar os ha las nueve villas
con ellas a Carrión con ellas a Carrión
daros ha a Torquemada daros ha a Torquemada
la torre de Mormojón la torre de Mormojón
daros ha a Tordesillas
y a torre de Lobatón
y si más quisiéredes conde
dar os han a Carrión
buen conde si allá no ides buen conde si allá no ides
dar os yuan por traydor dar os yuan por traydor
11. Para más detalles véase: Romancero, edición de Paloma Díaz-Mas, Barcelona:
Crítica, 1994, pág. 127 y la bibliografía allí citada.
12. Giuliana Piacentini, Ensayo de una bibliografía analítica del romancero antiguo.
Los textos (Siglos XV y XVI), Vol. I Los pliegos sueltos, Pisa: Giardini, 1981 (Anejo, 1982), y
Vol. II Cancioneros y Romanceros, Pisa: Giardini, 1986.
SOBRE SOCIOLOGÍA DE LA EDICIÓN 501
CÉCILE IGLESIAS
(Université de Bourgogne & LIES1)
503
504 CÉCILE IGLESIAS
12. Lope de Vega Carpio, Colección de obras sueltas, así en prosa como en verso,
Madrid: Imprenta Antonio de Sancha, 1776-1779, vol. XII, pág. 274.
13. Juan Timoneda, Rosas de romances (Valencia, 1573), edición de Antonio Rodrí-
guez Moñino & Daniel Devoto, Valencia: Castalia, 1963.
14. R. Menéndez Pidal, Romancero hispánico, vol. II, págs. 114-115.
15. Edición facsímil de A. Rodríguez Moñino, Madrid: Castalia, 1966. Presenta 63 textos
en total: 53 proceden de las Rosas de Timoneda, mientras que los otros 10 probablemente
fueran recogidos de pliegos sueltos.
16. Lope de Vega Carpio, Obras sueltas, vol. IV, págs. 175-176.
508 CÉCILE IGLESIAS
Este comentario deja percibir cuál fue el proyecto estético del Lope
romancerista; pretendía al escribir romances «nuevos» superar a los anti-
guos, es decir, alzar un género genuinamente español hasta las más altas
cimas del arte civilizado, al igual que los poetas italianos del Quattrocento
lo hicieron con el legado de los autores clásicos.
LA ADAPTACIÓN MUSICAL:
EL CANTO COMO SOPORTE DEL ROMANCERO NUEVO
Sin duda, este tiempo florece de poetas que hacen romances y músicos
que les dan sonadas, lo uno y lo otro con notable gracia y aviso. Pues
como es casi ordinario amoldar los músicos los tonos con la primera
copla de cada romance, dijo a uno de los poetas que mejor los
componen que escusase en el principio afecto ni estrañeza particular,
si en todo el romance no pudiesse continualla; porque de no hacello,
resulta que el primer cuartete se lleva el mayorazgo de la propiedad
de la sonada, y deja pobres a todos los demás27.
27. Juan Rufo, Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso, edición de Alberto
Blecua, Madrid: Espasa-Calpe, 1972, pág. 45.
512 CÉCILE IGLESIAS
El caso de «Mira, Zaide, que te aviso» de Lope de Vega es tal vez uno
de los más conocidos en cuanto a la permanencia en la tradición oral de
temas heredados del romancero artificioso de la Edad de Oro. Editado
por primera vez en la Tercera Parte de la Flor de varios romances nuevos
(1592)45, vuelve a aparecer en el Segundo Cuaderno de varios romances
(Valencia, 1593), antes de ser incluido en la Historia de los vandos de los
Zegríes y Abencerrages (Primera parte) (1595), de Ginés Pérez de Hita46.
Conoce, pues, una difusión impresa notable (aunque no figura en el
Romancero general), pero debe su éxito popular a la divulgación cantada
del poema ya mencionada. Así, el romance «Háganme vuestras mercedes
| placer de desengañarme», publicado en 1594 en el Romancero de la
Ambrosiana, alude a la enorme popularidad de este romance lopesco
vendido por los pregoneros y ciegos callejeros47.
La popularidad del romance se comprueba también a través de las
numerosas composiciones derivadas («Mira, Muça, que te aviso»; «Mira,
Zaida, que te digo»; «Di, Zaida, ¿de qué me avisas?»; que figuran los tres
en el Romancero General), versiones a lo divino y adaptaciones grotescas48.
49. Francisco Aguilar Piñal, Romancero popular del siglo XVIII, Madrid: CSIC, 1972,
pág. 171, núm. 1291.
50. A. Durán, Romancero general, vol. I, pág. 136.
51. Manuel Alvar, El Romancero. Tradicionalidad y pervivencia, Barcelona: Planeta,
1970, págs. 107-126.
52. María Goyri de Menéndez Pidal, De Lope de Vega y del Romancero, Zaragoza:
Librería General, 1953, págs. 61-77 («El amor niño en el romancero de Lope de Vega»).
53. A. Durán, Romancero general, vol. II, págs. 435-436, núm. 1405.
54. M. Goyri de Menéndez Pidal, De Lope de Vega y del Romancero, pág. 75.
AVATARES POPULARES Y TRADICIONALES DE ALGUNOS ROMANCES 517
pues María Goyri indica que estos mismos cuatro versos aparecen citados
por Gracián en la edición de 1664 de su Agudeza y arte de ingenio.
He comprobado alguna coincidencia más entre los romances tradicio-
nales de la oralidad contemporánea conservados en el Archivo Menéndez
Pidal. Una versión zamorana del romance religioso «Alma si eres compa-
siva» presenta similitudes llamativas:
55. Versos 7-12 de una versión de Villardeyegua de la Ribera recitada por una mujer
que lo aprendió de niña, editada en William H. González, Romancero religioso de tradi-
ción oral, Madrid: Eypasa, 1994, pág. 422.
56. Versión de Castillazuelo (p. j. de Barbastro, Huesca), recitada por Encarnación
Plaza, de 17 años, y editada por W. H. González, Romancero religioso de tradición oral,
pág. 392, núm. 54.6.
57. Versión recitada por Tomás Huerta Barcafría, editada por W. H. González, Roman-
cero religioso de tradición oral, pág. 393, núm. 54.8.
518 CÉCILE IGLESIAS
58. Para una visión de conjunto, véase el estudio de Diego Catalán, «El romancero espi-
ritual en la tradición oral», reeditado en su Arte poética del Romancero oral, Madrid: Siglo
Veintiuno, 1997, vol. I, págs. 265-290.
59. «Cartapacio de Jacinto López, músico de Su Magestad» (1620) en el manuscrito de
la Biblioteca Nacional, núm. 3915, y otra versión con algunas variantes en la Biblioteca de
Palacio, ms. 2-H-4, según M. Goyri, De Lope y del Romancero, pág. 68.
60. M. Goyri, De Lope y del Romancero, pág. 76.
AVATARES POPULARES Y TRADICIONALES DE ALGUNOS ROMANCES 519
61. Cécile Iglesias, Pour une poétique du genre romancístico oral. Etude du patrimoine
poétique traditionnel de El Rebollar (Salamanque), tesis doctoral de la Universidad de la
Sorbona, dirigida por Jean-Pierre Etienvre, leída el 17 de diciembre de 1999, 2 vols. [313
págs. + 381 págs.]
62. Lope de Vega Carpio, Rimas sacras, Madrid: CSIC, 1963, págs. 87-88.
63. Versión dictada por Miguel Manchado (nacido hacia 1900) y su hija Antonia
Manchado a José Alonso en 1987, editada por Cécile Iglesias Giraud & Ángel Iglesias
Ovejero, Romances y coplas de El Rebollar, Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos,
1998, núm. 42, págs. 156-157.
64. A. Rodríguez Moñino, Manual bibliográfico de los Cancioneros y Romanceros (siglo
XVII), vol. I, págs. 357-377, núms. 129-141.
520 CÉCILE IGLESIAS
65. Un ejemplar queda reseñado por José Alonso en 1987, según indica en su mono-
grafía (inédita), Coplas y cantaris de Roblea [1988], págs. 36-37.
66. Manuel García Matos, Magna antología del folklore musical español, Madrid:
Hispavox, 1978, folleto, pág. 40a. La congresista María Pilar Couceiro, que conocía de
memoria esta versión, me comunicó gentilmente la letra y la grabación sonora del cantar
de ronda abulense: se inicia con los seis primeros versos del romance lopesco y luego
empalma con una canción jotesca, unas seguidillas y una jota. Es buen ejemplo de apro-
piación tradicional, pues la funcionalidad religiosa se ha mudado en amatoria.
67. Versión de Peñaparda en C. Iglesias & A. Iglesias Ovejero, Romances y coplas de
El Rebollar, pág. 243, núm. 113.
68. W. H. González, Romancero religioso de tradición oral, págs. 27-28.
AVATARES POPULARES Y TRADICIONALES DE ALGUNOS ROMANCES 521
69. Véase el análisis completo, págs. 664-668, en Cécile Iglesias, «Poemas semicultos
y poesía tradicional. Sobre algunas composiciones presentes en el romancero oral rebollano»,
Cahiers du P.R.O.H.E.M.I.O. (Formas de vida y cultura tradicional en El Rebollar y otras partes.
Actas de las Jornadas Internacionales de Estudio de El Rebollar. V Coloquio del
P.R.O.H.E.M.I.O., 23-27 de julio de 2003), 6 (2004), págs. 644-670.
70. Para las fuentes populares de la lírica gongorina, véase Eduardo Martínez Torner,
«Elementos populares en las poesías de Góngora», Revista de Filología Española, 14 (1927),
págs. 417-424. Es particularmente sugerente respecto a la lírica lopesca el estudio de José
María Alín, «De Lope, la poesía tradicional y la canción folklórica», págs. 53-66, en De
Balada y Lírica. Tercer Coloquio Internacional sobre el Romancero, edición de Diego Catalán
et alii, Madrid: Fundación Menéndez Pidal & Universidad Complutense de Madrid, 1994,
vol. II, así como el reciente trabajo del mismo autor en colaboración con Begoña Barrio
Alonso, Cancionero teatral de Lope de Vega. Londres: Tamesis Books, 1997.
EROTISMO EN EL MARGEN:
SOBRE MEMORIA MANUSCRITA POPULAR
(ARAGÓN, SIGLOS XVI-XVII)
* Queremos hacer constar nuestro más sincero agradecimiento por la ayuda reci-
bida al Centro de Documentación Ibercaja (Palacio Larrinaga, Zaragoza), así como a don
José Antonio Mateos Royo por facilitarnos la localización de algunas de las piezas docu-
mentales aquí citadas.
1. Antonio Castillo Gómez, «Como del pan diario: de la necesidad de escribir en la
Alcalá Renacentista (1446-1557)», Scrittura e civiltá, 23 (1999), págs. 307-378.
523
524 ALBERTO MONTANER FRUTOS & DIEGO NAVARRO BONILLA
(Zaragoza, siglo XV-XVI)», Signo: Revista de Historia de la Cultura Escrita, 5, (1998), págs.
161-186; D. Navarro, «Escribir y dibujar en libros y registros: impulsos y prácticas privadas
(siglos XIV-XVIII)», Gutenberg Jahrbuch (2001), págs. 261-268. Ramón Roselló Vaquer & Jaume
Bover Pujol, El sexe a Mallorca: notes històriques, Palma de Mallorca: Miquel Font, 1992,
págs. 338, 340 y 344; en este caso, se reproducen ejemplos de dibujos marginales de carácter
erótico aparecidas en el Llibre de franqueses i privilegis del Regne de Mallorca (siglo XIV).
D. Pérez Pérez, «Símbolos religiosos en la documentación notarial», en Miscellánia d’estudis
a la memoria del profesor Josep Trenchs i Odena, monográfico de Estudis Castellonencs, 6:
1-2 (1994-1995), págs. 1077-1092. José Boscá Codina, «Ejercicios de escritura en la Valencia
medieval (siglo XV)», Historia de la educación, 9 (1990), págs. 303-310; Antonio Castillo Gómez,
«Garabatos y ejercicios de escritura en un ejemplar del Tratado sobre la forma que se ha de
tener en el oír de la misa de Alfonso el Tostado (Alcalá, 1511)», Signo, 3, (1995), págs. 193-201.
8. Francisco M. Gimeno Blay, «Aprender a escribir en la Península Ibérica: de la Edad
Media al Renacimiento», en Escribir y leer en Occidente, edición de A. Petrucci & F. M.
Gimeno, Valencia: Universidad, 1995, págs. 125-144. Écritures ordinaries, edición de Daniel
Fabré, París: Centre Georges Pompidou & Bibliothèque Publique d’Information, 1993, págs.
11-30; D. Fabré, Par ècrit. Ethnologie des ècritures quotidiennes, París: Maison des Sciences
de l’Homme, 1997.
9. El libro cabreo era el registro de los privilegios y bienes de una iglesia; en este
caso, específicamente de las rentas percibidas por la clavería, cargo dedicado a adminis-
trar los bienes monacales y uno de cuyas principales obligaciones era la alimentación
conventual, para lo cual se le asignaban determinadas propiedades y sus réditos (Ana Isabel
Lapeña Paúl, El Monasterio de San Juan de la Peña en la Edad Media. (Desde sus orígenes
hasta 1410), Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1989, págs. 380b-391a). El almudí
podía ser la alhóndiga o casa pública para la compraventa de trigo, o bien, como aquí, el
pósito o dependencia municipal destinada a establecer una reserva de granos, principal-
mente de trigo, y prestarlos en condiciones módicas a los vecinos durante los períodos de
carestía (José Pardo Asso, Nuevo diccionario etimológico aragonés, Zaragoza: Imprenta del
Hogar Pignatelli, Diputación Provincial, 1938, pág. 27).
EROTISMO EN EL MAGEN: SOBRE MEMORIA MANUSCRITA POPULAR 527
10. Biblia Sacra iuxta Vulgatam Clementinam, edición de Alberto Colunga & Lorenzo
Turrado, 10ª ed., Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1999.
528 ALBERTO MONTANER FRUTOS & DIEGO NAVARRO BONILLA
11. Cancionero de las obras de Juan del Enzina, Salamanca, [s.n.], 1496, fol. 96r (Trans-
cripción de Juan Carlos Temprano, en Admyte II, dirigido por Francisco Marcos Marín,
Madrid: Micronet, 1999, núm. 350).
12. Cancionero de Garci Sánchez de Badajoz, edición de Julia Castillo, Madrid: Editora
Nacional, 1980, pág. 351.
EROTISMO EN EL MAGEN: SOBRE MEMORIA MANUSCRITA POPULAR 529
FIGURA 1
FIGURA 2
FIGURA 3
No cabe duda, pues, de que fue Clemente Gil quien, a lo largo de 1606,
y seguramente mientras revisaba las cuentas del pósito que luego iba a
suscribir17, aprovechó algún momento de descanso y un par de folios en
blanco para copiar esas dos series de seguidillas, seguramente con la inten-
ción, no cumplida, de arrancar luego ambas hojas y conservarlas para sí.
Esta indudable datación contrasta con el hecho de que todas las seguidi-
llas, menos la II.6, aparezcan distribuidas en cuatro líneas y no en dos, lo
que en principio llevaría a pensar en una fecha más avanzada de la misma
centuria18. Habida cuenta de que la fechación de este texto no ofrece
dudas, parece necesario revisar la cronología habitualmente asignada a
estas agrupaciones de seguidillas y a su transcripción en dos o en cuatro
versos. Respecto de la transmisión, aunque este tipo de composiciones se
difundía a menudo por vía oral, gracias a la música (como en el caso de
las composiciones con cifra de guitarra ya citadas), en este caso hay indi-
cios de que se copiaron de un modelo escrito. Así lo sugieren las repeti-
ciones de palabras (I.7, II.6) o de versos (I.4) que se aprecian en ambas
series, fenómeno más propio de la copia escrita que del (auto)dictado. En
la misma dirección apunta la presentación en dos líneas de la citada segui-
dilla II.6, lo que resulta más fácil de explicar pensando en un amanuense
que reparte las estrofas en cuatro versos a partir de un modelo que las
agrupa en dos (y al que en este caso sigue por despiste), que si se atri-
buye a alguien habituado a esta segunda escansión y los transcribe de
memoria o al dictado. Este tipo de transmisión no debe extrañar, por cuanto,
como muestra Patrizia Botta en su ponencia en este mismo congreso, las
seguidillas, aunque fácilmente tradicionalizadas, no forman parte en su
origen de la literatura popular, como evidencia su léxico, netamente dife-
renciado del que ofrece el conjunto del corpus propiamente tradicional.
Desde el punto de vista temático, todas las seguidillas del códice daro-
cense se adscriben a un registro amatorio, en sentido amplio, excepto la
I.7, repetida como II. 8, que es un convencional dardo satírico contra el poder
del dinero, con un toque antisemita. Las restantes reflejan la misma convi-
vencia de textos eróticos y amorosos que se advierte, por ejemplo, en las
series editadas por Fouclhé-Delbosc, «Séguedilles», lo que, por si hiciera falta,
da una vez más la razón a Díez Fernández cuando señala lo dudoso de los
límites entre lo pornográfico, lo erótico y lo amoroso en la poesía áurea19,
no pueda anyader ni quitar en los precios del trigo» (La ciudad de Daroca a fines de la
Edad Media. Selección documental (1328-1526), edición de María Luz Rodrigo Estevan,
Daroca: Centro de Estudios Darocenses, 1999, pág. 500).
18. Véase la citada ponencia de Alín en estas mismas actas, así como Margit Frenk,
Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica [= NCALPH], México: UNAM, El Colegio
de México & Fondo de Cultura Económica, 2003, I, pág. 28.
19. J. Ignacio Díez Fernández, La poesía erótica en los Siglos de Oro, Madrid: Labe-
rinto, 2003 (Arcadia de las Letras, 21), págs. 13-42.
532 ALBERTO MONTANER FRUTOS & DIEGO NAVARRO BONILLA
se vierte el caldo | por las rodillas»24, pero también con otras que, aun
aludiendo claramente al encuentro sexual, son menos explícitas, como la
seguidilla «No me muerda los labios, | mire que duele. | ¡Por el agua de
Cristo, | que se la pegue!»25 o el villancico tradicional «Quedito, no me
toquéis, | entrañas mías, | que tenéis las manos frías», a los que quizá
fuera dudoso calificar de propiamente eróticos. En todo caso, el tono lasti-
mero de I.6 se acerca más al de esta última composición o al de «No me
lo hagáis, vida» que al más retador de las otras tres citadas, lo que indica
que el grado de explicitud no es la única variable que se ha de tener en
cuenta aquí y que establecer fronteras en este terreno es, a menudo,
pretender ponerle puertas al campo.
Un último aspecto digno de resaltar es que de las quince composi-
ciones distintas que transmite el manuscrito de Daroca, solo tres (I.1, II.1 y
II.2) y media (II.10) aparecen también en otras fuentes, respecto de las
cuales las recogidas aquí suelen tener aspecto más primitivo. Esto no sólo
confirma la difusión predominantemente manuscrita de la poesía erótica
áurea, en forma de los códices misceláneos o cartapacios de donde hasta
ahora se ha extraído26, sino la importancia de este otro ámbito de escri-
tura disimulada en los huecos de textos formales, con cuya seriedad temá-
tica o rigor administrativo viene, sin duda, a contrastar. Llegados a este
punto, podríamos concluir que la marginalidad espacial de estas anota-
ciones personales sería una auténtica metáfora de la marginalidad socio-
cultural del texto erótico, al que la censura y, más aún, la represión cultural
imperante vetarían el espacio central, visible y mostrable, del discurso
permitido, obligándolo, por tanto, a alojarse en los márgenes de la cultura
oficial, fruto de la ideología dominante. La poesía erótica constituiría así
un discurso del margen que, en su afijación a textos administrativos y
legales, formales y severos, crearía su propio espacio para-oficial, trans-
gresor de la norma y retador de las convenciones sociales, a las que
iría a atacar en el seno mismo de algunas de sus manifestaciones más
hieráticas. De este modo, concluiríamos, el margen se venga del centro,
24. R. Foulché-Delbosc, «Séguedilles», núm. 18 (cf. 259), y PESO, núm. 135.4 (variante).
La postura (a) arrimadillas es el coito de pie; el caldo puede ser tanto el semen como lo
que entonces se consideraba su equivalente femenino, los fluidos vaginales (cf. PESO, págs.
331-332, s. vv.).
25. R. Foulché-Delbosc, «Séguedilles», núm. 165, y PESO, núm. 133.18; que se la pegue
significa, en este contexto, ‘que se la devuelva’. El Cancionero de Olot trasmite una versión
híbrida, recogida en NCALPH, núm. 2654, que combina los dos primeros versos de esta segui-
dilla con los dos últimos de la II.10 del códice de Daroca.
26. J. I. Díez Fernández, La poesía erótica, págs. 47-48; cf. PESO, págs. IX-X.
534 ALBERTO MONTANER FRUTOS & DIEGO NAVARRO BONILLA
APÉNDICE TEXTUAL
1. TRANSCRIPCIÓN PALEOGRÁFICA
Archivo Histórico Nacional, Clero, Libro cabreo de las rentas de la clavería de San
Juan de la Peña, L. 4662 (1582)
Núm. 962
Col. a
recepta para | malde pechos | tomareys vnpoco | des prigerol con | vna escu-
dilla de | miel que sea bi|en cocha [?] y en|des pues toma|ys vna librade | zu
quere y en|despues dormir esta vnora.
Col. b
Núm. 964
fol. 24r
fol. 37r
fol. 91v
I Ï I Pul ~ chamelorum ~ | II P I Pul · [[chame]] II II P § las
2. EDICIÓN CRÍTICA
1
Amador, pues que quisiste
amar a amador much[…]
_________________
La mayor parte del segundo verso, «a amador much», es de otra mano, que escribe
en humanística cursiva más moderna, de modo que no sabemos si corresponde
realmente al texto original o es una invención del segundo anotador, que continúa
al estilo cortesano. La repetición de amador sugiere más bien lo segundo.
2
–Putas, puticas, putazas,
¿qué tenéis en esos coños?
3 –Bubas, encordios, demonios,
[pujavantes y tenazas].
EROTISMO EN EL MAGEN: SOBRE MEMORIA MANUSCRITA POPULAR 539
B. Seguidillas darocenses
(Archivo Municipal de Daroca, Cámara del Almudí, libro 7.3.3 (1606), fols. 24r
y 37r)
Serie I
1 de los B || 2 y 4 zon, zon add. C in
Tiene la mi morena fine || 3 morena add. C in fine.
dos mil donaires;
3 yo me muero por ella
2
Suban, señoras putas,
y ella por frailes.
suban al carro;
_________________
3 suban, suban,
Transmitido dos veces por este ms., I.1
que ya esta pagado.
(= A) y II.9 (= B), y otras dos por el
_________________
Cancionero de Olot, fols. 40v (= C) y
Notas textuales: 2 carro em.: caro ms.
111v (= D), ed. NCALPH, núm. 2630.
Notas textuales: 1 Tiene la mi morena 3
AD: Y la niña bella B: Tiene la mi Veinticinco galanes
gorrona, morena C || 2 dos mil ACD : van en la ronda;
540 ALBERTO MONTANER FRUTOS & DIEGO NAVARRO BONILLA
Serie II
1 2
–Dime qué señas tiene, Cuando quiero, señora,
niña, tu hombre. reñir contigo,
3 míranme tus ojuelos,
3 –Estudiante de día,
tiemblo y suspiro.
galán de noche. _________________
_________________ Transmitido por este ms. (= A) y por el
Hay varias composiciones semejantes, BNM 3890, fol. 102v, R. Foulché-
en todas las cuales varían los vv. 3-4 Delbosc, «Séguedilles», núm. 176, y
(NCALPH, núms. 2355-58). La más pare- NCALPH, núm. 2463 (= B).
cida a ésta (= A) es la que recoge Tirso Notas textuales: 1 señora A : enojada B
de Molina en El celoso prudente, ed. || ojuelos A: ojos B.
NCALPH, núm. 2356 (= B). 3
Notas textuales: 3 estudiante A : laca- No te fíes de bajos
yito B || 4 galán A: bufón B. que hay entresuelos,
EROTISMO EN EL MAGEN: SOBRE MEMORIA MANUSCRITA POPULAR 541
543
544 LAURA PUERTO MORO
Rodríguez Moñino, edición de Arthur F.-L. Askins & Víctor Infantes, Madrid: Castalia &
Editora Regional de Extremadura, 1997, el continuado trabajo de Mª. Cruz García de Ente-
rría en torno al concepto de una «retórica menor» y el significado social de los pliegos
(véase «Transgresión y marginalidad en la literatura de cordel», en Formas carnavalescas
en el arte y la literatura, edición de Javier Huerta Calvo, Barcelona: Ed. del Serbal, 1989,
págs. 119-144; «Retórica menor», Studi Ispanici [1990], págs. 271-291; «Pliegos de cordel,
literaturas de ciegos», en Culturas en la Edad de Oro, edición de José M. Díez Borque,
Madrid: Editorial Complutense, 1995); y la reciente e integradora monografía de Pedro M.
Cátedra, Invención, difusión y recepción de la literatura popular impresa (s. XVI), Mérida:
Editora Regional de Extremadura, 2002 (subrayo, además, de este autor, «Los pliegos poéticos
del s. XVI de la Biblioteca Universitaria de Barcelona», en colaboración con Carlos Vaíllo,
en El libro antiguo español I, dirigido por Mª. L. López-Vidriero & P. M. Cátedra, págs. 73-
118; y «De la exclusión social y el monopolio literario: cultura de ciego y literatura popular
impresa en el siglo XVI», en Estudios de Filología y Retórica en Homenaje a Luisa López
Grigera, edición de Elena Artaza et alii, Bilbao: Universidad de Deusto, 2000, págs. 129-
171). Para el futuro quedan los que ya se perfilan como dos hitos fundamentales dentro
de este panorama: la ampliación y revisión del Nuevo Diccionario de Pliegos Poéticos del
s. XVI, a cargo de Arthur F.-L. Askins & Víctor Infantes [en preparación]; y la Edición de la
literatura de cordel de los siglos XVI y XVII, Proyecto de Investigación [BFF 2003-00011] que
actualmente se viene desarrollando en el Dpto. de Literatura Española e Hispanoamericana
de la Universidad de Salamanca, bajo la dirección del Prof. Cátedra.
2. Cf. V. Infantes, «Los pliegos sueltos del Siglo de Oro», pág. 287.
3. Friederick J. Norton & Edward M. Wilson caracterizaban, desde el punto de vista
material, así los pliegos poéticos españoles anteriores a 1520: «its quarto format, the restric-
tion of its text to a single folded sheet, its title embellished by an irrelevant reused woodcut
with the text beginning immediately below in two columns, its gothic types, and its lack
of any indication of place, printer or date», Two Spanish Verse Chap-Books, Romance de
Amadís (c. 1515-1519), Juizio hallado y trobado (c. 1510), Cambridge: University Press,
1969, pág. 5. Cf., además, V. Infantes, «Los pliegos sueltos del Siglo de Oro», págs. 292-293;
y «La poesía de cordel», Anthropos, 166-167 (1995), págs. 43-46.
4. Cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, págs. 8-9; V. Infantes, «Los pliegos
sueltos del Siglo de Oro», pág. 285.
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 545
que tendrían estos años para la aprehensión y estudio de los (parece que
cada vez menos) oscuros orígenes del pliego suelto poético, se circuns-
cribe el presente trabajo al análisis de las variantes en su tipificación formal
durante el periodo post-incunable.
No pocas son, sin embargo, las aclaraciones y consideraciones previas
que requiere el corpus seleccionado. En primer lugar, es necesario recordar
que, ante la sistemática ausencia de datos tipográficos en estos tempranos
ejemplares5, la acotación temporal es posible sólo a partir de las fiables
dataciones establecidas por los expertos en el ámbito de la bibliografía
material6.
Pionera en ese camino fue la nómina de pliegos poéticos españoles
anteriores a 1520 ofrecida por Frederick J. Norton & Edward M. Wilson
en su clásico Two Spanish Verse Chap-Books, Romance de Amadís (c. 1515-
1519), Juizio hallado y trobado (c. 1510), listado que, irremediablemente,
ha constituido el punto de partida de este trabajo. De los ochenta y tres
pliegos inventariados por Norton & Wilson excluyo, al objeto que nos
ocupa, y de acuerdo con la cronología delimitada, los pertenecientes a la
etapa incunable, ya estudiados detenidamente7.
10. Me remito a las ediciones facsimilares publicadas por la editorial Joyas Bibliográ-
ficas entre 1957 y 1989, al cuidado de diversos especialistas.
11. De más está señalar, por otra parte, y en lo que atañe a los pliegos que figuran en
el Diccionario de A. Rodríguez Moñino, edición de A. F.-L. Askins & V. Infantes, como «Desco-
nocidos» (es decir, no conservados, pero de los que tenemos constancia por los registros
colombinos: Abecedarium, Supplementum y Resgestrum) que no han sido tenidos en cuenta.
12. Entran dentro del cómputo –salvo error o desconocimiento por mi parte– el RM
807, Coplas de un moço adevino [Burgos: Fadrique de Basilea, c. 1500-1503, cf. F. J. Norton
& E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 15; F. J. Norton, A descriptive, núm. 236; M. Fernández
Valladares, La imprenta en Burgos, núm. 15]; el RM 373, Gonzalo de Montalbán, Glosa de
esperanza mía [Sevilla: Jacobo Cromberger, c. 1503, cf. C. Griffin, Los Crombergers, núm.
8]; el RM 815.8, Coplas muy contemplativas sobre el descendimiento de la cruz [Sevilla:
Jacobo Cromberger, c.1505, cf. J. Martín Abad, Post-incunables, núm. 502]; el RM 474,
Rodrigo de Reynosa, Coplas de Catalina Torres-Altas [Toledo: suc. anónimo de Hagem-
bach, c. 1505-10, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 72; F.J. Norton, A
descriptive, núm. 1063]; el RM 384, Coplas hechas por Montesino a la columna del Señor
[Toledo: suc. anónimo de Hagembach, c. 1510, cf. F. J. Norton & E.M. Wilson, Two Spanish,
núm. 57; F.J. Norton, A descriptive, núm. 1068]; el RM 759 [+760], Carta de la Gran Vitoria
y presa de Orán [Barcelona: Carles Amorós, c. 1509, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two
Spanish, núm. 61; F.J. Norton, A descriptive, núm. 171]; el RM 1020, Romance del Conde
Dirlos [Zaragoza: Jorge Coci, c. 1510, cf. F. J. Norton & E.M. Wilson, Two Spanish, núm. 23;
F. J. Norton, A descriptive, núm. 642]; y, finalmente, en caso de ser considerado pliego
poético, el RM 240.5, Diego Guillén de Ávila, Égloga Interlocutoria [Alcalá de Henares:
Stanislao Polono, c. 1502-1504, cf. F. J. Norton & E. Wilson, Two Spanish, núm. 41; F. J. Norton,
A descriptive, núm. 8; J. Martín Abad, La imprenta en Alcalá de Henares: 1502-1600, Madrid:
Arco Libros, 1991, núm. 9]. La pertenencia del RM 240.5 a la genuina tradición del «pliego
poético» es seriamente puesta en entredicho por Norton & Wilson, Two Spanish, pág. 8.
548 LAURA PUERTO MORO
13. Creo necesario reproducir las palabras textuales de Norton & Wilson: «The number
of surviving editions suggests that the poetical chap-book only came into its own in the
second decade of the century and from about 1513 […]. The popularity of this extensive
compilation [Cancionero General] (it reached its fourth edition in 1520) and the opportu-
nity of drawing upon its treasures may well have been the principal stimulus for the sudden
blossoming of the poetical chap-book. Although it was protected by royal privilege Crom-
berger was to make considerable further use of this source, and his example was followed
by other printers. The one other collection which was extensively pillaged by the chap-
books was the Cancionero de todas las obras de Juan del Enzina», cf. F.J. Norton & E. M.
Wilson, Two Spanish, págs. 8-9.
14. No será, de hecho, hasta el último tercio del siglo XVI cuando el pliego suelto
poético quede esencialmente asociado a la denominada «literatura de cordel» o «de ciego»,
con toda la demarcación socio-cultural que le es inherente; cf., entre otros, Mª C. García
de Enterría, «Transgresión y marginalidad», págs. 120-121; G. Di Stefano, «I Pliegos Sueltos
della Biblioteca Colombina nel Ciquecento. Note a un Inventario», Romance Philology, 34
(1980), págs. 78-92, en particular, págs. 90-92; A. Blecua, Manual de crítica textual, Madrid:
Castalia, 1983, pág. 179; y P. M. Cátedra & C. Vaillo, «Los pliegos poéticos del s. XVI», pág.
75. Sobre las profundas interrelaciones entre los primeros pliegos y el Cancionero General
insistió Rodríguez Moñino: «Ardua y difícil es la tarea de precisar la relación del Cancio-
nero [Cancionero General] y los pliegos […]. Repitiéndose éstas durante largos años y
perdidas los originales, no es empresa fácil, aunque sí tentadora…», en Cancionero General
recopilado por Hernando del Castillo (Valencia, 1511), edición de Antonio Rodríguez
Moñino, Madrid: Real Academia Española, 1958, pág. 25. Como en tantas otras ocasiones,
D. Antonio abría un camino intransitado durante años; retomado, en los años ochenta, por
Pedro M. Cátedra al estudiar las composiciones cancioneriles de RM 159.5, 658.5, 869.5, 883.5,
885.5, 917.5, cf. Pedro M. Cátedra, Seis pliegos poéticos barceloneses desconocidos c. 1540,
Madrid: El Crotalón, 1983. Volvía sobre las vinculaciones entre cancioneros y pliegos Viçent
Beltrán durante el transcurso del IV Congreso Lyra Minima, cf., en este mismo volumen,
V. Beltrán, «Imprenta antigua, pliegos poéticos y cultura popular (c. 1516)».
15. He intentado despojar a este interesante autor de los prejuicios tradicionalmente
vertidos sobre su obra –en base, precisamente, a su transmisión en pliegos–, en Hacia una
nueva edición crítica de Rodrigo de Reynosa, Trabajo de Grado defendido en la Universidad
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 549
completar pliego, con lo que quedaba inutilizado medio pliego en blanco. Sospecho que
los pliegos sueltos nacieron […] aprovechando esas hojas finales en blanco [la cursiva es
mía]», cf. A. Blecua, Manual de crítica textual, pág. 180. Lo común que habría sido esta
extensión inicial de dos hojas era ya apuntada por Antonio Rodríguez Moñino al estudiar
la constitución formal del RM 786, cf. Los pliegos poéticos de la colección del Marqués de
Morbecq (siglo XVI), Madrid: Estudios Bibliográficos, 1962, pág. 46; en este sentido, su valo-
ración sigue siendo esencialmente válida, al margen de la mayor o menor vigencia que,
desde nuestros conocimientos actuales acerca de pliegos e imprenta, pueda tener el parti-
cular juicio realizado por Moñino sobre el RM 786. Muy ingenuo sería, por otro lado, valorar
en exclusividad la razón de tipo material aportada por Blecua a la hora de trazar los orígenes
del nuevo producto; como en casi todos los fenómenos históricos o literarios habría que
hablar, más bien, de una conjunción de factores, me remito, inexcusablemente, a los artí-
culos de V. Infantes «Edición y realeza», en particular, pág. 88; y «Los pliegos sueltos del
Siglo de Oro», págs. 284-287.
20. Sobre la función desempeñada por el grabado me remito, en primer lugar, a la
ya clásica obra de Mª. Cruz García de Enterría, Literaturas marginadas, Madrid: Playor,
1983, pág. 56. Insiste García de Enterría en la vinculación inicial entre imagen y contenido,
relación que irá debilitándose a medida que la ilustración quede transformada, esencial-
mente, en un medio de reconocimiento comercial.
21. Entre éstos se encuentra el primero que, por lo demás, y siguiendo el agudo juicio
crítico de Norton, presentaría «todas las características del pliego suelto poético popular»,
el mencionado RM 807 [Burgos: Fadrique de Basilea, c. 1500-1503, cf. nota 12]. Cf. F. J. Norton
& E. M. Wilson, Two Spanish, pág. 8-9.
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 551
24. El primero de éstos (con inclusión del grabado que ilustra el Auto 12 de La Celes-
tina), sería el RM 990, Romance de Amadís, publicado por Basilea, hacia 1515-17, o por
su sucesor, Alonso de Melgar, hacia 1518-1519 (para un análisis detenido del pliego, me
remito al estudio de F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish). El último de ellos, con una
desgastadísima reproducción de esa misma xilografía del Auto 12, el RM 1018, Romance
del Conde Claros, impreso por Juan Bautista Varesio y posterior a 1593. Véase, ineludible-
mente, el trabajo de Mercedes Fernández Valladares, «Pervivencia y renovación de los mate-
riales tipográficos de Fadrique de Basilea: una aproximación tipobibliográfica a una imprenta
renacentista», conferencia leía en el encuentro anual de la Renaissance Society of America
celebrado en Nueva York entre el 1 y 3 de abril de 2004: Books, Printing and Readers in
the Spanish Golden Age, bajo la dirección de Ottavio di Camilo [artículo inédito], interesan-
tísimo trabajo que confío publique prontamente su autora, entre tanto, agradezco a la Prof.
Fernández Valladares no sólo la consulta, sino la amabilidad mostrada para conmigo en todo
momento.
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 553
25. Cf. las dataciones de estos pliegos en F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish,
núms. 71 y 45; F. J. Norton, A descriptive, núms. 336 y 334; M. Fernández Valladares, La
imprenta en Burgos, núms. 113 y 111. Me remito de nuevo al trabajo de Fernández Valla-
dares, quien recuerda que el grabado elegido por Melgar para ilustrar ambos pliegos es
una de las seis xilografías que Basilea había copiado de la edición de Ascensius publicada
por Kever en París el 18 de febrero de 1500, cf. M. Fernández Valladares, «Pervivencia y
renovación de los materiales tipográficos de Fadrique de Basilea». Puede consultarse una
reproducción de esta ilustración en el clásico trabajo de James P. R. Lyell, La ilustración
del libro antiguo en España, edición de Julián Martín Abad, Madrid: Ollero & Ramos, 1997
(reimp. de Early Book Illustration in Spain, Londres: Grafton & Company, 1926), pág. 118.
26. Deduce este hecho Mercedes Fernández Valladares a partir de la sospechosa seme-
janza entre figurillas localizadas en lugares tan alejados como Burgos o Sevilla, cf. «Pervi-
vencia y renovación de los materiales tipográficos de Fadrique de Basilea». No sé si esta
circunstancia explicaría, por ejemplo, la identidad de la imagen que representa al pastor
en RM 470 [Sevilla: Jacobo Cromberger, c. 1520, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish,
núm. 68; F. J. Norton, A descriptive, núm. 947] y RM 431 [Sevilla: Juan Varela de Salamanca,
c. 1517-18; F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 64; F. J. Norton, A descriptive,
núm. 981], o si, por el contrario, y teniendo en cuenta las estrechas relaciones entre los
Crombergers y Varela de Salamanca, este caso en concreto podría tener su causa en el paso
de materiales de una imprenta a otra.
27. Siguiendo a C. Griffin (Los Cromberger, págs. 249-252), el sistema había sido
empleado por primera vez en 1496 en Estrasburgo, para el Terencio de Grüninger y rápi-
damente se extendió por toda Europa.
554 LAURA PUERTO MORO
[c. 1516-1517, cf. F. J. Norton & Wilson, Two Spanish, núm. 19; F. J. Norton, A descriptive,
núm. 975]; y el RM 1016 [c. 1515-1520, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 2;
F. J. Norton, A descriptive, núm. 973].
33. Sobre la datación del pliego, véase la nota 12. Al igual que en el RM 373, carac-
teriza la codificación visual de la primera página en RM 1020 la disposición textual trian-
gular, lograda a partir de la presencia de dos pequeños taquitos xilográficos alineados con
las dos columnas en que se distribuye la composición y que flanquean una columna central
de siete líneas portadora, en este caso, del título. Los dos taquitos del RM 1020 habían sido
previamente empleados en De primis Aragonie regibus, de Lucius Marineus, libro impreso
por Coci el año anterior (1509); cf. F. J. Norton, A descriptive, núms. 642 y 628.
34. Cf. RM 744, Ave María trobada por un devoto fraile [Toledo: Juan de Villaquirán,
c. 1513-20, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 52; F. J. Norton, A descrip-
tive, núm. 1133].
35. Ello ocurre en tres de los cuatro pliegos ilustrados por este taller: el RM 431, el RM
1016 y el RM 898; para las dataciones, véase la nota 32. Irrelevante y absolutamente aislada
es la presencia de la anteposición del grabado al título en las otras imprentas de la época.
556 LAURA PUERTO MORO
36. Para la datación, me remito a la nota 12; el pliego recoge una sola composición
del «enigmático» Rodrigo de Reynosa (véase nota 15), y ello a pesar del espacio final de más
de media página en blanco. No menos llamativa, por la brevedad del impreso, es la
presencia de portadilla en RM 385 [+386], Coplas hechas sobre la pasión de nuestro Señor
Jesucristo [Sevilla: Jacobo Cromberger, c. 1511-15; cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish,
núm. 58; F. J. Norton, A descriptive, núm. 867; C. Griffin, Los Crombergers, núm. 130], pliego
de dos hojas que incluye, igualmente, una única obra, completándose, en esta ocasión, el
amplio espacio final con un grabado último que recuerda la forma de «cerrar» los libros.
37. Este porcentaje aumentaría sustancialmente (y falsaría, probablemente, los datos)
si considerásemos aquellos impresos de breve extensión que F. J. Norton & E. M. Wilson,
Two Spanish, excluyeron de su inventario: las citadas Glosas a las Coplas de Manrique (RM
128, RM 130-132, RM 135); las Glosas a las Coplas de Mingo Revulgo (RM 450.5-452) o Las
glosas de los siete pecados mortales (RM 355.5). Cf. la nota 9 de este estudio.
38. Esta circunstancia es puesta de relieve por V. Infantes, «Los pliegos sueltos del Siglo
de Oro», pág. 293.
39. Cf. Giuseppe Di Stefano, «El pliego suelto: del lenguaje a la página», en Imprenta
y crítica textual en el Siglo de Oro, edición de Francisco Rico, Valladolid: Universidad de
Valladolid, 2000, págs. 171-185, en particular, págs. 180-181.
40. Cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 45; F. J. Norton, A descriptive,
núm. 334; M. Fernández Valladares, La imprenta en Burgos, núm. 111. Ésta es la presentación
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 557
que conocieron, de hecho, la totalidad de los pliegos atribuidos a López de Yanguas, marca-
damente didácticos en su conjunto, y, algunos, como el de Los dichos o sentencias de los
siete sabios de Grecia (RM 305-305), conocidamente reimpresos y empleados escolarmente
durante siglos.
41. Cf. la datación en F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 11; F. J. Norton,
A descriptive, núm. 937; C. Griffin, Los Crombergers, núm. 209. El impreso presenta un total
de seis epístolas amatorias en prosa, cada una seguida de un pequeño poema, más unos
finales «Loores a una dama» a modo de «remate». Pliegos gemelos del RM 764 son el RM
765 y el RM 766, sobre los que volveré.
42. Meridianamente ilustrador del uso de portada en otro pliego incuestionablemente
cortesano sería, igualmente, si no me equivoco (y aunque el ejemplo suponga salirnos, por
su lugar de impresión, de los límites de la península ibérica) el RM 592, Concilio de los galanes
y cortesanas de Roma, de Torres Naharro [Roma: Marcellus Silber, c. 1514], con una «desper-
diciada» h. 1v en blanco; cf. su datación en Frederick J. Norton, «Los pliegos poéticos de
Oporto. Notas tipográficas», en A. Rodríguez Moñino, «Los pliegos poéticos de Oporto (Siglo
XVI). Noticia bibliográfica», Arquivo de Bibliografia Portuguesa, Coimbra, 1963, reimpresión
en Pliegos Poéticos Españoles de la Biblioteca Municipal de Oporto, edición de Mª. Cruz
García de Enterría, Madrid: Joyas Bibliográficas, 1976, pag. 29.
43. A este tipo de «lujosa» ilustración responde, asimismo, el RM 1065, Síguense dos
romances [Burgos: Fadrique de Basilea, c. 1515-17; o Alonso de Melgar, c. 1518-19; cf. F. J.
Norton & E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 77; F. J. Norton, A descriptive, núm. 305; M.
Fernández Valladares, La imprenta en Burgos, núm. 441], que incluye hasta tres grandes
grabados individuales (en hs. 1r, 2v y 3v).
558 LAURA PUERTO MORO
44. Véase la datación en F. J. Norton & E.M. Wilson, Two Spanish, núm. 39; F.J. Norton,
A descriptive, núm. 986. Cf. la distribución tipográfica del ejemplar con el peculiar tipo de
ilustración que, de acuerdo con el editor de La Celestina impresa en 1553 en Venecia por
Giolito, Alonso de Ulloa, había de acompañar la publicación de comedias –género en el
que incluye la obra de Rojas–; se lamenta Ulloa de que, en sus ediciones anteriores, La
Celestina «siendo comedia como lo es […] la hayan impresso no como comedia, sino como
historia […] sin poner en la margen los interlocutores, que de passo en passo uan hablando
[…]; pues ueemos que las comedias de Terencio y de Plauto y de otros han sido y estan
impressas con muy gentil orden: es a saber, que cada persona que en la comedia va hablando,
tiene su nombre sacado en la margen» [la cursiva es mía], apud C. Griffin, Los Crombergers,
págs. 251-252, nota 49. Cabe señalar, por otra parte, que varias de las figurillas incluidas
por Varela de Salamanca en RM 897 son idénticas a las empleadas por los Crombergers en
la edición de La Celestina de 1518, dato que vendría a confirmar la hipótesis vertida por
Fernández Valladares sobre la existencia de un gran centro de producción en serie de estas
entalladuras –véase nota 26–.
45. Para las dataciones del RM 765 y RM 764, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two
Spanish, núms. 10 y 11; F. J. Norton, A descriptive, núm. 1116 y 937; para el RM 764, además,
C. Griffin, Los Crombergers, núm. 209; sobre el RM 766, cf. M. Fernández Valladares, La
imprenta en Burgos, núm. 216.
46. Ilustrador de estas estrechas vinculaciones es, asimismo, el pliego de dos hojas,
sin ilustraciones y con inclusión de una única obra (tipología particularmente abundante
en esta etapa, véase supra) repetido en las ediciones de las Maldiciones de Garci Sánchez
de Badajoz procedentes de Toledo (RM 45 [Juan de Villaquirán, c. 1512-1515, cf. F. J. Norton
& E. M. Wilson, Two Spanish, núm. 35; F. J. Norton, A descriptive, núm. 1120]) y Sevilla
(RM 47 [Jacobo Cromberger, c. 1511-1515, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish,
núm. 34; F. J. Norton, A descriptive, núm. 875; C. Griffin, Los Crombergers, núm. 138]).
Otro tanto cabría aducirse, probablemente, de las impresiones de las Coplas de cómo una
hermosa doncella realizadas en Sevilla por Jacobo Cromberger (RM 865 [c. 1511-1515, cf.
C. Griffin, Los Crombergers, núm. 104]) y Juan Varela de Salamanca (RM 864 [c. 1516-1517,
cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish verse Chap-books, núm. 19; F. J. Norton, A descrip-
tive catalogue, núm. 975), ambas ligadas al prototípico pliego de cuatro hojas, con un
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 559
grabado inicial formado por una viñeta religiosa a la que flanquean dos barras tipográficas
en RM 865 y dos figurillas en RM 864; curiosamente es éste el único cuadernillo ilustrado
por Varela de Salamanca en el que la imagen sucede al título (véase nota 35) lo que me
hace sospechar la directa dependencia de la impresión de Varela con respecto a la de los
Crombergers.
47. Véase la nota 22 de este trabajo. Por lo que a la extensa red de relaciones esta-
blecida desde el centro editorial de los Crombergers se refiere y su influencia en la consa-
gración del producto, no estaría de más recordar que, de acuerdo con F. J. Norton (La
imprenta en España, pág. 95), el sucesor anónimo de Hagenbach estaba publicando y re-
editanto en Toledo semejante surtido popular al de las prensas sevillanas; y sabemos a
ciencia cierta, por otro lado, de las vinculaciones comerciales entre los Crombergers y los
Junta: en el inventario realizado a la muerte de Jacobo Cromberger, en 1528, se citan los
nombres de Alonso de Melgar y de Juan de Junta, intercambio que se remontaría, segura-
mente, a los tiempos de Fadrique de Basilea, cf. C. Griffin, Los Crombergers, pág. 70; y «Un
curioso inventario de libros de 1528», en El libro antiguo español I, dirigido por Mª. Luisa
López-Vidriero & Pedro M. Cátedra, págs. 189-224, en particular, pág. 195. Datos más
precisos sobre la imprenta burgalesa esperamos recabar del trabajo de M. Fernández Valla-
dares, La imprenta en Burgos.
48. El formato en cuarto era, obvia recordarlo, el reservado para los libros más popu-
lares. En cuanto, a los pliegos incunables, me remito, de nuevo, al trabajo de V. Infantes,
«Edición, literatura y realeza», veanse los núms. III, VI, X, XI y XIV del inventario incluido
por el crítico y sus reflexiones sobre el grado de adscripción de estos ejemplares a la tradi-
ción genuina del pliego suelto poético.
49. La datación del RM 994 y RM 1042 es facilitada por F. J. Norton & E. M. Wilson,
Two Spanish, núms. 36 y 9; F. J. Norton, A descriptive, núms. 839 y 836; C. Griffin, Los
Crombergers, núms. 102 y 100. Fuera de estos excepcionales (en tantos sentidos) pliegos,
la rígida distribución a dos columnas será, lógicamente, transformada en una sola columna
cuando los versos sean de arte mayor, v. gr., el RM 366, La contienda del cuerpo e alma
[Toledo: Juan de Villaquirán, c. 1515-20, cf. F. J. Norton, A descriptive, núm. 1135], o los ya
mencionados RM 815.8, Coplas muy contemplativas, y RM 897, Gracioso Razonamiento
560 LAURA PUERTO MORO
[Sevilla: Juan Varela de Salamanca, c. 1518-1519, cf. F. J. Norton & E. M. Wilson, Two Spanish,
núm. 39; F. J. Norton, A descriptive, núm. 986]. Finalmente, hallamos la combinación de una
y dos columnas en el mismo pliego como medio de distinción, en ocasiones, entre la
composición original (una columna) y su glosa (dos columnas), en el también mencionado
RM 373, Glosa de esperanza mía, por no entrar en el caso de un cuadernillo absolutamente
peculiar como las Cartas y coplas para requerir nuevos amores (RM 764, 765 y 766), en el
que alternan prosa a línea tirada y composiciones en verso a una y dos columnas (véase
el análisis pormenorizado de este pliego supra).
50. Cf. Frederick J. Norton, La imprenta en España, 1501-1520. Edición anotada, con
un nuevo «Índice de libros impresos en España, 1501-1520» por Julián Martín Abad, Madrid:
Ollero & Ramos, 1997 (Traducción de Printing in Spain, 1501-1520, Cambridge: Cambridge
University Press, 1966), pág. 41.
51. Cf. V. Infantes, «Los pliegos sueltos del Siglo de Oro», pág. 287. Más allá de estos
dos ejemplos, la presencia del formato de gran tamaño en otros pliegos de la época post-
incunable se explica fácilmente por su vinculación con la solemnidad de un acontecimiento
real y la filiación con un modelo previo: así en RM 239.5, Elegía sobre la muerte del rey
don Fernando [Sevilla: Jacobo Cromberger, c. 1516 –fiel seguidor del formato infolio de RM
180, «La dolorosa muerte del príncipe Don Juan» [Salamanca, 2º grupo gót., c. 1497] y del
RM 495, «Obra sobre el fallecimiento del Príncipe Nuestro Señor» [¿Toledo: Antonio Téllez,
1498?], véase los núms. III y X de V. Infantes, «Edición, literatura y realeza»–; o en el «Reci-
bimiento que se fizo al rey don Fernando en Valladolid» [Valladolid: Diego de Gumiel,
c. 1513; véase F. J. Norton, A descriptive, núm. 1313; y J. Martín Abad, Post-incunables, núm.
1435]. Problemática muy distinta es la que presentaría el formato infolio del RM 1035.8,
«Romance del Sto. Sacramento»; sobre este hipotético impreso exento a una sola cara véase
A. F.-L. Askins & V. Infantes, «Suplementos (III)», págs. 149-150. Finalmente, por lo que al
formato se refiere, eludo, por quedar fuera de los límites cronológicos aquí establecidos,
la referencia al tamaño en octavo que conocerán ciertos pliegos en las últimas décadas del
siglo XVI ligados, esencialmente, a estudiadas estrategias editoriales, estoy hablando, claro
está, de las «Series valencianas del Romancero Nuevo», publicadas modernamente por
Antonio Rodríguez Moñino, Las series valencianas del Romancero Nuevo y los cancioneri-
llos de Munich (1589-1602), Valencia: Institución Alfonso el Magnánimo & Diputación
Provincial de Valencia, 1963. Fuera de estos casos, sólo excepcionalmente hallaremos el
tamaño en octavo a finales del siglo XVI y, más raramente aún, en el siglo XVII, cf. V. Infantes,
«La poesía de cordel», págs. 43-44. Teniendo en cuenta esta circunstancia, me resulta difícil
creer que el único ejemplar post-incunable con formato en 8º que he podido rastrear en
el Diccionario, el RM 612, Libro llamado Fr. Anselmo de Turmeda, 8º, 12 h., Portada
[Valencia: Juan Viñao, c.1518] sea un eslabón dentro en la tradición que ahora nos ocupa;
desde luego, F.J. Norton & E. M. Wilson no dudaron en excluirlo de Two Spanish Chap Books
(cf., sin embargo, F. J. Norton, A descriptive catalogue, núm. 1260).
«RETÓRICA FORMAL» DEL PLIEGO SUELTO POÉTICO (1500-1520) 561
565
566 MARÍA PILAR COUCEIRO
3. El estudio de los mitos del más allá presenta en sus planteamientos y motivos carac-
teres de universalidad. Cf. Marvin Harris, Introducción a la antropología general, Madrid:
Alianza Universidad, 1988, págs. 130 y 142-143.
4. Víctor Infantes, Las Danzas de la Muerte. Génesis y desarrollo de un género medieval,
Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1997.
EL TRASMUNDO CLÁSICO EN LA LITERATURA POPULAR 567
Muchas veces, el Paso tiene lugar a través del agua, sin más concre-
ciones, pero en general, estas aguas suelen exhibir una serie de caracte-
rísticas comunes. En este sentido, cabe señalar la frecuencia de su carácter
oscuro, algo que ha sido estudiado por maestros de la psicología como
Karl Jung o Mircea Elíade. En el ejemplo que sigue, se acumulan motivos
de Paso del Trasmundo –muerte– como agua, río, riberas y ondas:
Aguas de la mar
miedo he
que en vosotras moriré.
Ondas turbias, saladas,
al mejor de mi dormir,
ensueño que me ha de venir
[…]
¡Oh qué fresco y claro día,
si no turban tristes hados
la alegría!7.
7. Todos los ejemplos referidos a lírica popular están tomados de Margit Frenk, Nuevo
corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII), México: Fondo de Cultura
Económica, 2003, 2 vols.
EL TRASMUNDO CLÁSICO EN LA LITERATURA POPULAR 569
La voz del timonel a veces semeja una adivinanza con cierta carga jocunda:
Hace casi treinta años, en palabras de María Rosa Lida, se puede leer
esta afirmación: «El Romancero es pobre en elementos del más allá, y no
principalmente por la crecida proporción de los romances históricos, sino
por el tratamiento sobrio y verista de la mayoría de los temas»8. Ciertamente,
hasta bien entrado el siglo XVI, nuestros romances no abundan en recu-
rrencias clásicas. Hay, sí, un grupo de textos que tratan temas griegos y
romanos, como el Romance del Conde Dirlos procedente por vía indirecta
de la épica griega (La Odisea a través de versiones medievales). Pero la
materia de ultratumba no está en ninguno, no siendo alguna velada alusión
a travesías marítimas que –naves de por medio casi siempre– conducen
hacia la muerte, como en el Romance de la reina Helena o aquél que recoge
el llanto de la reina de Troya, Hécuba; sin embargo, la literatura castellana
posee el privilegio de contar con uno de los personajes conductores de
nave más turbadores, el que encontramos en el Romance del Conde Arnaldos:
8. Cf. María Rosa Lida, «La visión de trasmundo en las literaturas hispánicas», apén-
dice a Howard R. Patch, El otro mundo en la literatura medieval, México: Fondo de Cultura
Económica, 1983, pág. 406.
EL TRASMUNDO CLÁSICO EN LA LITERATURA POPULAR 571
El paso por el río sin retorno aparece en Los siete infantes de Lara como
metonimia «Salas por vida»:
Dado que en tan breve ejemplo hay cuatro sustantivos con carga posi-
tiva –prez, amorío, lealtança y amor–, uno de carácter disémico –viçio–,
y dos neutros –riberas, río– cabría preguntarse si el sustantivo «pavor»
responde a un consonante forzado, rozando el ripio, o si existe una asocia-
ción de ideas entre río, riberas y miedo, concepto éste último que parece
hallarse fuera de lugar en un poema de alabanza, pero que si se contempla
como contraste al sentimiento negativo que la idea río grande pueda
ejercer en el inconsciente como peligro, luego sensación de temor, tiene
cierta lógica, rozando la psicoantropología.
En el Cancionero de Estúñiga, el primer ejemplo que llama la aten-
ción es un Dezir de Juan de Andújar. El poeta plantea el poema con el
mismo punto de partida que puede encontrarse en Imperial, Santillana
o Mena, heredado a su vez de Dante: la figura de un guía del trasmundo.
Esta vez, la Fortuna será quien actúe como tal, internando al poeta en
un paisaje, una vez más, turbador, en el que hay, por supuesto, un río
y una puente, señalada como paso por el río que infunde miedo. El
elemento puente no es frecuente en las literaturas grecolatinas pero sí
en muchos textos de la Antigüedad oriental y sí aparece en las sagas
artúricas:
en un longuíssimo eruado
et de grauíssima anchura,
el qual era circundado
de siluas de grand altura,
montannas ultra mesura
[…]
Entre las seluas et el prado
era uno rýo consiente
que iamás non fue passado
sinon por sola una puente.
De lexos sentí uno remor
que de las siluas salía:
Gente, por buscar la uía
de la puente, que tenía
passo de tan grand temor11.
12. Comendador Escrivá, Canción, en Poesía Española. Edad Media: Lírica y Cancio-
neros, edición de Viçent Beltrán, Barcelona: Crítica, 2002, pág. 646.
13. Iohan de Tavira, Cancionero de Estúñiga, edición de N. Salvador Miguel, XCVIII,
pág. 503.
14. Teresa de Jesús, Villancico, en Poesía de España, edición de Francisco Rico, Madrid:
Círculo de Lectores, 1996, pág. 159.
EL TRASMUNDO CLÁSICO EN LA LITERATURA POPULAR 575
El Amor.
Comiença del alto polo
hasta el centro del infierno,
y verás cómo yo solo
a Jove, Pluto y Apolo
mando, rebuelvo y govierno16.
15. Diego Sánchez de Badajoz, Farsa de la Muerte, en Farsas, edición de Miguel Ángel
Pérez Priego, Madrid: Cátedra, 1985, pág. 222.
16. Anónimo, en Teatro Medieval, edición de Ana Mª. Álvarez Pellitero, Madrid: Espasa-
Calpe, 1990, pág. 227.
EL ROMANCE COMO HISTORIA, EL ROMANCE
Y LA CANCIÓN COMO REFERENCIA LITERARIA:
AÑOS 20-30 DEL SIGLO XVI
577
578 ROSA NAVARRO DURÁN
eficacia: el enlace lo crean los excrementos en los que caen los dos
cobardes; sólo que uno es conde y huye de un león, y el otro es criado
de prostituta y escapa de una rata, transformada así burlescamente en
«leona». Pero el perfecto mecanismo sólo funciona si el lector tiene
en mente el romance.
21. Francesillo de Zúñiga, Crónica burlesca del emperador Carlos V, edición de Diane
Pamp, Barcelona: Crítica, 1981, pág. 82.
22. Cancionero musical de Palacio, edición de José Romeu Figueras, Barcelona: CSIC,
1965, núm. 356, págs. 439-440.
EL ROMANCE Y LA CANCIÓN COMO REFERENCIA LITERARIA 587
24. Martín de Riquer ya señala la imitación del pasaje del capítulo cuarto del texto de Avella-
neda; más que imitación, es un guiño muy intencionado. Miguel de Cervantes, Don Quijote
de la Mancha, edición de Martín de Riquer, Barcelona: Planeta, 1962, pág. 1030, nota 4.
25. Así lo señala en nota Juan B. Avalle-Arce en su edición: «Ésta es una paráfrasis de
unos famosísimos versos del romance del conde Claros, en que el arzobispo dice al conde,
doliéndose de la sentencia de muerte: ‘Que los yerros por amores | dignos son de perdonar’»,
Garci Rodríguez de Montalvo, Amadís de Gaula, I, Madrid: Espasa-Calpe, 1991, pág. 581,
nota 155.
26. Alfonso de Valdés, La vida de Lazarillo de Tormes, en la edición de Rosa Navarro
Durán, Novela picaresca, I, Madrid: Biblioteca Castro, 2004, pág. 32. En mi edición rectifico
la lectura errónea de las ediciones de Burgos, Medina y Amberes.
EL ROMANCE Y LA CANCIÓN COMO REFERENCIA LITERARIA 589
27. Lazarillo de Tormes, edición de Francisco Rico, Madrid: Cátedra, 1987, págs. 82-
83, nota 50.
28. Cancionero de romances, edición de A. Rodríguez Moñino, pág. 319. Cito el texto
(deturpado) de esta primera recopilación, «Acá acá va el Emperador».
590 ROSA NAVARRO DURÁN
Como ya indicó Francisco Rico, cuando Lázaro dice que le contó al escu-
dero lo que le pareció bien de su vida «porque me parecía no ser para
en cámara» (pág. 28), estas palabras recogen el popular cantarcillo «No
sois vos para en cámara, Pedro, | no sois vos para en cámara, no»29.
El mismo estudioso anotó la presencia en el Lazarillo de la citada
canción «Señor Gómez Arias». Lázaro, al verse asido por el cuello del jubón
por el alguacil, que le amenaza con llevarlo a la cárcel si no descubre los
supuestos bienes del escudero, dice: «Yo, como en otra tal no me hubiese
visto» (pág. 41). Dicho por Lázaro, desaparece el juego paradójico que
provocaba la risa; lo que sucede es que otro texto con la referencia sirve
de intermediario, La Lozana Andaluza, porque tiene un elemento en
común con la escena de la alusión: el imposible pago de la casa.
El «hábito de hombre de bien» de Lázaro consigue la pátina necesaria
de vejez con el estado de las telas («un jubón de fustán viejo», «una capa que
había sido frisada») o con una referencia a un villancico de Juan del Encina:
«un sayo raído de manga tranzada y puerta» (pág. 48). En «Ya soy desposado,
| nuestramo, | ya soy desposado», Mingo dice que le dio a su desposada:
«Una [saya] que se viste | añir torquesada, | de manga trançada»30.
32. Fco. Javier Sánchez Cantón, «Siete versos inéditos del Libro de buen amor», RFE,
5 (1918), pág. 43.
33. También conservamos un manuscrito con las notas de Joanot Martorell, Lletres de
batalla, en donde figuran pasajes de obras que luego incorpora al texto del Tirant lo Blanc.
Véase Martín de Riquer, Tirant lo Blanc, novela de historia y de ficción, Barcelona: Sirmio,
1992, págs. 26-27.
34. Juan Ruiz, Libro de buen amor, edición de Alberto Blecua, Madrid: Cátedra, 1992,
pág. 198.
35. La ilustración de la pág. 69 de la edición citada de A. Blecua permite leer el pasaje.
592 ROSA NAVARRO DURÁN
6. FINAL
En las primeras décadas del siglo XVI, el romance seguía siendo crónica
de hechos históricos: los pliegos sueltos dan cuenta de ello en el mismo
momento en que nacen. Pero al mismo tiempo, la popularidad de algunos
de sus versos o la de las canciones convierten a uno y otro género de
la poesía tradicional en materia de referencia de las obras de los escri-
tores cultos. Si el refrán es elemento cotidiano en las páginas de tantas
creaciones –el Libro del caballero Zifar es ya un archivo de ellos–,
también lo son esos versos de la lírica tradicional. Su función es pare-
cida a la huella de lectura de las obras siempre que ésta se haga mani-
fiesta: el guiño literario. El lector que reconoce la alusión ve cómo
funciona en el texto: intensificando lo que se dice o, por el contrario,
al tener un carácter antitético, provocando un efecto cómico. Francisco
Ayala, a propósito del Quijote, hablaba de esa red de referencias que hay
37. «Experiencia viva y creación poética (Un problema del Quijote)», en Las plumas
del fénix. Estudios de literatura española, Madrid: Alianza Editorial, 1989, págs. 176-177.
38. Don Juan Manuel, El conde Lucanor, en Obras completas, II, edición de José
Manuel Blecua, Madrid: Gredos, 1983, pág. 287. El editor indica cómo fue una obra muy
leída; conservamos cinco manuscritos y tenemos noticia de otros perdidos; la reina Isabel
tenía también uno.
39. Alfonso de Valdés recoge también la quema de procesos que decide el cardenal
para resolver el pleito entre los clérigos de París y los frailes menores (ejemplo XXXI del
Conde Lucanor) para una de las escenas del saqueo de Roma que contemplan san Pedro
594 ROSA NAVARRO DURÁN
y Mercurio: «Aquel humo sale de los procesos de los pleitos que los sacerdotes unos con
otros traían», Diálogo de Mercurio y Carón, edición de Rosa Navarro, Madrid: Cátedra, 1999,
pág. 134. Y en los prólogos de sus tres obras (sus dos Diálogos y el Lazarillo), hay evidentes
recreaciones de ideas del que don Juan Manuel puso a su Conde Lucanor.
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA
CARLOS NOGUEIRA
(Universidade de Lisboa & CTPP)
595
596 CARLOS NOGUEIRA
Capitão Belisário foram escritas por autores cultos com vista a um público
culturalmente privilegiado e por isso editadas originalmente em livro15.
O enquadramento destas obras na literatura de cordel portuguesa –e brasi-
leira), e a sua tradicionalização, dadas as numerosas edições e leituras
frequentes16– verificou-se por meio de traduções e de adaptações, sem
que no momento da produção visassem este tipo de edição. No século
XX, a questão da «cultura oral»/«cultura escrita» na literatura de cordel não
se apresenta mais linear. Se é possível encontrar romances populares publi-
cados em folhetos ou fascículos, com uma elaboração retórica que implica
uma certa complexidade na organicidade das formas (frases longas, orações
intercaladas, anástrofes, hipérbatos, léxico por vezes erudito) e dos conteúdos,
também são comuns os folhetos com quadras tradicionais ou nelas inspi-
rados, com histórias organizadas em quadras tradicionalistas ou com
cantigas narrativas, que seguem de perto os modelos já adstritos à orali-
dade comunitária.
A precariedade da edição salienta que se procurava prioritariamente a
economia: impressão pouco cuidada, distribuição assimétrica da tinta,
numerosas gralhas tipográficas, papel granuloso de qualidade deficiente,
paginação errada ou inexistente, brochura incipiente. Transitando de mão
em mão, num eficaz processo de reutilização volante, com tendência para
a deterioração rápida, estes impressos –parentes pobres do livro, que
envolve maior extensão, solidez, capacidade de conservação e de memória–
eram normalmente deitados fora depois de lidos ou destinados a outros
usos (encadernações, embrulhos, etc.). Muitos, portanto, desapareceram,
17. Albino Forjaz de Sampaio, Teatro de Cordel. Catálogo da Colecção do Autor, Lisboa:
Academia das Ciências de Lisboa, Imprensa Nacional de Lisboa, 1922 (1920 é a data assi-
nalada no frontispício). Publicado na série Subsídios para a História do Teatro Português.
18. In Boletim Internacional de Bibliografia Luso-Brasileira, 11 (1970), págs. 343-514.
19. Arnaldo Saraiva, «Literatura marginal/izada (A propósito da ‘literatura de cordel’)»,
in Literatura Marginal/izada, Porto: Edição do Autor, 1975, pág. 115.
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 603
21. Sobre estes e outros títulos merecedores de maior atenção, cf. Aníbal Pinto de
Castro, «Prefácio», in Catálogo da Colecção de Miscelâneas. Teatro, Coimbra: Biblioteca Geral
da Universidade, 1974. O autor ensaia neste texto (sem numeração de páginas) um feliz
trabalho de sistematização caracteriológica dos vários subgéneros dramáticos, não raras
vezes sujeitos a designações imprecisas e equívocas, chegando uma mesma denominação
a abranger obras muito distintas nos objectivos que perseguiam, na linguagem, no estilo e
na estrutura. Consultando, no Arquivo da Torre do Tombo, um extenso conjunto de origi-
nais recuperados, também José da Costa Miranda se apercebeu da abundância de desig-
nações respeitantes aos conteúdos dos folhetos, propostas pelos autores ao enviarem os
textos para a Mesa Censória: «Desde auto, entremez, farsa, loa, comédia, a drama, drama
jocoso, pequeno drama, a ópera e divertimento musical, serenata e tragédia» («De uns
supérfluos apontamentos sobre teatro de cordel a uma pergunta [inocente] sobre Goldoni»,
in Revista Lusitana-Nova Série, 1 [1981], pág. 73). Essa multiplicação de denominações, a
que podemos juntar outras como a «repescada», a «tragicomédia» e a «loa» com função
prologal, vai ser travada pelos censores oficiais, os quais, nos comentários feitos aos origi-
nais em análise, se fixam em quatro tipologias canónicas: «entremez, comédia, tragédia, ópera,
reflectindo quer uma sua formação literária (comédia, tragédia) quer o acolhimento de
algo consagrado pela tradição (entremez), ou o acolhimento dispensado a algo de muito
inovador no espectáculo teatral (ópera)» (idem).
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 605
26. Numerosos folhetos incluíam no frontispício essa indicação, como acontece neste,
publicado anónimo: Dido Desamparada, Destruição de Cartago. Opera Segundo o Gosto de
Theatro Portuguez, Lisboa: Offic. de Crespim Sabino dos Santos, 1782.
27. A este professor de instrução primária, autor dramático e empresário teatral se
atribui grande parte das inventivas adaptações que enriqueceram o caudal da literatura de
cordel. O seu próprio nome surge apenas numa das peças originais representadas no Bairro
Alto, na comédia Os Maridos Peraltas e em As Mulheres Sagazes (1783).
28. Com a morte de O Judeu, os seus textos –sem quaisquer direitos de autor que os
salvaguardem– vão ser livremente parafraseados, manipulados e adaptados pelos forjadores
de entremezes. O volume de vendas incentivava os editores lisboetas a reproduzirem anoni-
mamente imitações, adaptações e cenas avulsas das óperas joco-sérias de António José da
Silva. De toda a produção deste dramaturgo, o Entremez Intitulado O Grande Governador
da Ilha dos Lagartos foi o que mais tempo sobreviveu, mediante a divulgação em folhinhas
608 CARLOS NOGUEIRA
de cordel. Reproduz-se fielmente neste entremez, com edições atestadas em vários catá-
logos, o episódio de Sancho Pança incluído por António José da Silva na Segunda Parte
(cena IV) da sua ópera joco-séria A Vida de D. Quixote e do Gordo Sancho Pança de 1733,
através do qual o autor denunciava as incongruências de uma justiça absurda e arbitrária.
Uma unidade dramática já consagrada pela tradição literária ganha autonomia e, acarinhada
pelo gosto do público leitor dos folhetos de cordel, enraíza-se na memória popular. A
tradição do episódio cervantino da Ilha da Barataria, que O Judeu acomodou ao ambiente
português setecentista, aparece pois reactualizada de forma notável, muito por influência
da coesão dramática decorrente do papel central na acção assumido pelo gracioso Sancho
Pança.
29. José Oliveira Barata, História do Teatro Português, Lisboa: Universidade Aberta,
1991, pág. 132.
30. Manuscrito, Torre do Tombo, livro 23, folha 17.
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 609
o autor já produzia antes de 1537 –«ele tem feitas algumas obras assim em
prosa como em metro as quais foram já vistas e aprovadas e algumas
delas imprimidas segundo podemos ver por um público instrumento»–,
informação particularmente valiosa se lembrarmos que, exceptuando a
edição de 1542 do Auto do Príncipe Claudiano31, apenas são conhecidas
as suas obras produzidas a partir do século XVII. Congregando temáticas
e estruturas tradicionais com aspectos inovadores, especialmente a emoti-
vidade da linguagem simples e a finíssima observação do quotidiano, este
rapsodo popular pôde assim cativar diversos ouvintes e leitores.
Com os autores referidos e com muitos outros que poderíamos recen-
sear, se se impusesse aqui um inventário exaustivo dos seguidores de Gil
Vicente, as camadas populares aproximaram-se dos géneros e dos subgé-
neros dramáticos que até aí eram quase exclusivamente vistos nos restritos
circuitos cortesãos. Nas palavras de Alberto Figueira Gomes, à promoção
do novo teatro italiano em Portugal correspondeu a queda do auto, rejei-
tado pela corte, e o seu florescimento junto das camadas populares: «os
autos, desaparecendo do âmbito cortesão, descem providencialmente para
o povo, que os acolhe e faz rodear do seu entusiasmo e aplauso». Com
essa transferência «deu-se, afinal, lugar à formação do gosto por estes
espectáculos por parte de um auditório que nem sempre era lembrado
pelos governantes, no tocante ao robustecimento da cultura»32.
Documento de excepcional interesse sobretudo pelo que nos revela de
um dos primeiros movimentos conhecidos de institucionalização dos
direitos autorais33, a Carta de Privilégio para a Impressão de Livros indicia
que a comercialização destes impressos seria sobremaneira lucrativa, para
além de equacionar o problema dos direitos de reprodução e das vendas
realizadas sem o conhecimento do autor. Por outro lado, fornece dados
que uma fundamentada história dos livros e das leituras não pode dispensar.
Aponta no sentido da pluralidade da recepção deste tipo de literatura,
acessível aos inúmeros analfabetos por via não só do processo de retex-
tualização, isto é, da concretização do texto dramático em texto teatral ou
34. O processo de alfabetização de massas não foi uniforme em toda a Europa. Como
refere Jaime Reis, principia na Europa do Norte «educada» e só depois se estende à Europa
do Sul «ignorante» (O Atraso Económico Português, 1850-1930, Lisboa: Imprensa Nacional
& Casa da Moeda, 1993, pág. 229). Em meados do século XIX, como se sabe, Portugal alber-
gava uma população maioritariamente iletrada, com mais de 75% de analfabetos.
35. Cf. T. Braga, O Povo Português nos seus Costumes, Crenças e Tradições, II, pág. 480.
612 CARLOS NOGUEIRA
36. Cf. Diogo Ramada Curto, «Dos livros populares», in Joaquim Pais de Brito, dir.,
Tradições, Lisboa: Pomo, 1993, págs. 136-137.
37. Cf., respectivamente, Crónica da Companhia de Jesus, da Província de Portugal
[…] (2 vols., Lisboa: Paulo Craesbeeck, 1645-1647) e Obras Póstumas: Parte II (Lisboa: Imp.
Régia, 1810).
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 613
38. O entremez (ou acto único, como também já se lhe tem chamado) consistia quase
sempre numa peça curta que explorava, por vezes com acuidade cómico-satírica de recorte
moral mais ou menos sincero, os multiformes flagrantes da vida real, conferindo-lhes um
teor abertamente burlesco, através da linguagem utilizada, das situações expostas e das
personagens apresentadas. Também muitas vezes, essa marcas ficavam logo evidentes a partir
de títulos como Gracioso Entremez Intitulado A Vaidade Castigada ou Novo, e Divertido
Entremez Intitulado A Astúcia das Criadas para o Casamento das Amas. Apesar da quebra
sofrida após a catástrofe de 1755, estas obras foram produzidas em grande número ao
longo de todo o século XVIII, sobretudo a partir de 1770, persistindo mesmo para além do
esmorecimento do teatro lírico ocorrido na corte, a partir de 1792. O fidalgo bronco ou
aprendiz, os poetastros ociosos, as velhas casamenteiras, os médicos, os boticários,
os curandeiros, as damas falsamente devotas, os velhos amantes serôdios, os avarentos, os
peraltas e vários outros grupos comparecem, nos entremezes e nas comédias, com os seus
traços picarescos, os seus defeitos de corpo e de alma, as suas superstições, as suas cren-
dices, o seu casticismo. Era nos entremezes, dirigidos a um público de gosto menos apurado
e de riso mais fácil, que os legados temáticos de Gil Vicente ou de Francisco Manuel de Melo
mais se faziam sentir. Assentes em diálogos obscenos e com tramas cujo eco se encontra
no engano do Fidalgo Aprendiz de Francisco Manuel de Melo, surgem inúmeras peças em
que o fidalgo pelintra de Quinhentos ou Seiscentos se metamorfoseia em peralta presunçoso
e vão. Títulos como Entremez Intitulado O Velho Peralta ou Novo Entremez Intitulado O
Castigo Bem Merecido à Peraltice Vaidosa são bem elucidativos da tendência para a sátira e
para o cómico que atingia uma das classes que mais ataques impiedosos suscitavam.
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 615
39. Cf. também, da mesma autora, «Estória de João de Calais: oralité et réécriture dans
la littérature de colportage», in AA. VV., Littérature Orale Traditionnelle Populaire. Actes du
Colloque, Paris, 20-22 nov. 1986, Paris: Fondation Calouste Gulbenkian & Centre Culturel
Portugais, 1987, págs. 385-389. Trabalhos desta natureza mostram como são comuns, muito
particularmente nos folhetos brasileiros, as relações derivativas hipertextuais –de conti-
nuação séria ou paródica (esta menos vulgar), ampliação, recriação, transformação, imitação–
construtoras de uma tradição cultural polifonicamente palimpséstica.
616 CARLOS NOGUEIRA
40. Cf. Arnaldo Saraiva, «João de Calais no cordel de Portugal e do Brasil», in AA. VV.,
Livro de Actas do Congresso Cultura Popular da Galiza e Norte de Portugal, s.l.: Delegação
Regional da Cultura do Norte, 2002, pág. 113.
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 617
45. Essa prática está bem confirmada pelos inúmeros folhetos clandestinos, que diferem
dos textos submetidos à Censura pela ousadia da linguagem, pela diminuição ou mesmo
inexistência de preocupações pedagógicas, ou pelo maior realismo no tratamento de alguns
temas como o do casamento (cf. Mª. José Moutinho Santos, «O casamento na sociedade
tradicional: algumas imagens da literatura de cordel», in Revista da Faculdade de Letras-
História, Porto: Faculdade de Letras, 5 (1988), págs. 211-244.
46. D. R. Curto, «Dos livros populares», pág. 140.
47. Na contracapa e, às vezes, igualmente na última página, onde também se publi-
cita, numa prática que não é rara, o nome da casa comercial portuense que editava folhetos,
dividida em «Armazém de Malhas e Miudezas-Quinquilharia e Papelaria», a versão mais
completa do «Catálogo das Edições do Bazar Feniano» regista exactamente sessenta e um
títulos, todos em verso, de que relevamos estes: Jardim Infernal, Malícia das Mulheres,
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 619
Barba Azul, Menino Deus, Gata Borralheira, João Ninguém, Fada do Ribeiro Azul, Mercedes
e Dois Amigos, Mariquinhas Padeira, Princesa Clotilde, Dois Compadres, Barnabé Pisa
Mancinho, Bertoldinho, João das Moças, Feiticeiro de Bronze, Adão e Eva, Galego que
Trocou a Mulher por uma Porca, Joana d’Arc, Pudim Maravilhoso, Romance duma Infeliz,
Príncipe com Orelhas de Burro, João Soldado, Rosa do Adro, António Nabiça, Carlos Magno,
Imperatriz Porcina, Donzela Teodora, Conde Redondo, João Brandão e Pedro Cem.
48. P. T. de Carvalho, «Literatura de cordel… ou ‘estórias para enfeitar a vida’», pág. 42.
620 CARLOS NOGUEIRA
49. Cf. F. de Castro Pires de Lima, «Literatura de cordel», in A Arte Popular em Portugal,
pág. 262.
ASPECTOS DA LITERATURA DE CORDEL PORTUGUESA 621
50. Cf. João David Pinto-Correia, Os Romances Carolíngios da Tradição Oral Portu-
guesa, Lisboa: INIC, 1993, I, págs. 157-161.
624 CARLOS NOGUEIRA
TATIANA BUBNOVA
(UNAM)
627
628 TATIANA BUBNOVA
El hombre del pueblo, que es más rudo, más inculto, más grosero (uso
exclusivamente este vocablo); el hombre del pueblo, que es menos
individuo que el culto y por lo tanto se nutre más de la vida común,
muestra mejor en sus producciones, anónimas por naturaleza, la idea
de la muchedumbre, la idea de todos: condición que evalora la impor-
tancia del estudio de su literatura7.
9. México en particular posee una rica gama de géneros «populares» –coplas, décimas,
entre otras formas– en constante proceso de producción-interpretación-transmisión. La
medida en que son afectados por la intervención de los recursos y formas mediáticas (y
no sólo por la tradición culta) debe ser el tema de un estudio independiente.
10. Coincido con García Canclini: «Salvo trabajos precursores como los de Bajtín y
Ernesto de Martino, el conocimiento que se dedica en forma específica a las culturas popu-
lares, ubicándose en una teoría compleja y consistente de lo social, usando procedimientos
técnicos rigurosos, es una novedad de las últimas tres décadas» (N. García Canclini, Culturas
híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad, México: CONACULTA & Grijalbo,
1990, págs. 193-194).
11. «La concepción estrecha de lo popular y el folklore que se iba formando en la
época del prerromanticismo y que fue principalmente concluida por Herder y los román-
ticos, casi no admitía en su marco la específica cultura popular de plaza pública ni la risa
popular, en toda la riqueza de sus manifestaciones. Tampoco en el desarrollo posterior en
el folklore y en los estudios literarios el pueblo que ríe en la plaza se volvió el objeto de
un profundo estudio histórico-cultural, folklórico y literario» (Mijaíl M. Bajtín, La cultura
popular en la Edad Media y el Renacimiento, traducción de Julio Forcat & César Convoy,
Barcelona: Barral, 1976, pág. 7. No obstante, esta traducción es mía). Para mayores deta-
lles sobre el desarrollo del concepto de pueblo en la tradición romántica, ver Margit Frenk,
Las jarchas mozárabes y los comienzos de la lírica hispánica, México: El Colegio de México,
1975, passim.
632 TATIANA BUBNOVA
12. Cf. Stephen Reckert, Más allá de las neblinas de noviembre, Madrid: Gredos, 2001,
passim.
13. «Invención melancólica de las tradiciones», comenta N. García Canclini, Culturas
híbridas, pág. 193.
14. El término folk-lore fue acuñado por el arqueólogo inglés William John Thoms,
que escribía bajo el pseudónimo Ambrose Merton, en 1846. Thoms, al crear la palabra folk-
lore, que designaba los elementos constituyentes de las antigüedades populares, escogió
dos vocablos de una lengua ya en desuso en Inglaterra, marcando así la idea de la anti-
güedad del origen de estos elementos (folk ‘pueblo’, lore ‘saber’; «knowledge», «information»).
(De esta manera, podríamos hablar del folklore como de una «pueblología»). En 1878, por
iniciativa de G. L. Gomme, se funda en Londres la primera sociedad folklórica de carácter
científico, Folklore Society; su objetivo es la conservación y la publicación de las tradi-
ciones populares. La palabra es, indudablemente, un constructo teórico, compuesto con base
en palabras anticuadas y/o en desuso.
15. Desde otro ángulo, se trata de fenómenos mutuamente implicados, el folklore
como parte de literatura o como algo que posee rasgos coincidentes con la literatura. Por
eso hablo de oxýmoron, y no de una contradicción irreconciliable, antagónica.
EN TORNO A LA CULTURA POPULAR Y A LA OTREDAD DEL PUEBLO 633
a la oposición entre cultura oficial (no está claro si siempre se trata exac-
tamente de la alta cultura, pero sí, de una literatura legitimada por la insti-
tución literaria y su canon, ligada a su vez, muy a su pesar, a los aparatos
ideológicos de Estado)16, y la producción «espontánea», al margen de las
instituciones que, al ser recopilada por individuos que fueron vinculados
a las organizaciones culturales y educativas de la institución, pasa por el
cedazo selectivo de la legitimación cultural.
El folklore aislado por primera vez como manifestación global de la
cultura material y espiritual está relacionado con la etnología y antropo-
logía. Sus productos textuales se apartan en el cajón de folklore de los
estudios literarios, relacionados con escuela, universidad, revistas y cená-
culos literarios, academias que se desenvuelven bajo auspicio de los
aparatos culturales del Estado, editoriales con su política de comercializa-
ción de los productos culturales a veces relacionada con el Estado, etc.
La primera tarea es la de clasificarlos17. Mucho después puede llegar la
hora de encontrar el sentido a esta complejísima actividad, es decir, darle
una justificación válida para ponerla al servicio de una causa que justifique
su existencia: ideologizarla.
La integración de los estudios y de la conservación del folklore a los
organismos de Estado tiene que ver con el nacionalismo oficial, que
pretende cobrar sus utilidades al aleccionar preservando las supuestas
formas tradicionales de la identidad nacional. Otra modalidad de su exis-
tencia contemporánea es su ingreso al mercado capitalista (turismo en un
sentido amplio, turismo cultural inclusive; la comercialización de sus
productos y la moda industrializada capaz de imitarlos, etc.)18. En este
marco, los productos del «folklore» son enajenados de sus productores. Con
esta mediación, lo «popular» le da la mano a lo «oficial», que institucionaliza
16. Por eso entiendo una especie de fusión, tal vez ecléctica, entre las propuestas de
Althusser de los Aparatos Ideológicos de Estado y las reflexiones de Jacques Dubois sobre
el funcionamiento de la literatura en la sociedad moderna y contemporánea (L’institution
de la littérature, Bruselas: Labor, 1976).
17. Remito a Gramsci: «Es necesario en cambio estudiarlo [el folklore] como «concep-
ción del mundo y de la vida», en gran medida implícita, de determinados estratos (deter-
minados en el tiempo y en el espacio) de la sociedad, en contraposición (por lo general
también implícita, mecánica, objetiva) con las concepciones del mundo «oficiales» (en el
sentido más amplio, de las partes cultas de las sociedades históricamente determinadas),
que se han sucedido en el desarrollo histórico» (Antonio Gramsci, Literatura y vida nacional,
traducción de José María Aricó, México: Juan Pablos Editor, 1976, pág. 239).
18. Para un análisis lúcido y actualizado de este fenómeno, ver N. García Canclini,
Culturas populares, passim.
634 TATIANA BUBNOVA
19. «La percepción de los objetos y costumbres populares como restos de una estruc-
tura social que se apaga es la justificación lógica de su análisis descontextualizado» (N.
García Canclini, Culturas híbridas, págs. 194-195).
20. Alain Badiou (L’étique. Essais sur la conscience du Mal, Paris: Hatier, 1993), desde
el terreno de la ética, ha mostrado las implicaciones hipócritas de la postura consumista
hacia el «otro» y su folklore. Por supuesto, entre los folkloristas, antropólogos y etnólogos
actuales existe también esta conciencia crítica, por lo menos desde C. Lévi-Strauss.
21. La caracteriza «la intención de unir el proyecto científico con una empresa de
redención social» (N. García Canclini, Culturas híbridas, pág. 195).
EN TORNO A LA CULTURA POPULAR Y A LA OTREDAD DEL PUEBLO 635
22. Cf. Terry Eagleton, Una introducción a la teoría literaria, traducción de J. Esteban
Calderón, México: Fondo de Cultura Económica, 1998, págs. 41-48.
636 TATIANA BUBNOVA
del Estado– y quiere ser consumida y producir utilidades al igual que los
productos de la cultura de masas. Un superintelectual como Umberto Eco
escribe –empleando tecnologías antes impensables para la tarea de escritor–
un best-seller para millones de lectores (El nombre de la rosa, Baudolino).
En teoría es posible la situación opuesta.
El hecho es que, a pesar de todo, seguimos viviendo la experiencia de
«pueblo» como una ruptura.
Dicen que la cultura popular no tiene voces propias, es decir, sus voces
no son capaces de hablar de sí mismas en cuanto voces del pueblo. Son
capaces de sonar sólo retransmitidas por las voces cultas, y esto ha sido
siempre así en muchos aspectos: en el folklore, que es la rama de estu-
dios que abarca la parte «creativa» de la cultura popular, a través de la
descripción de las conductas en los documentos (cf. Martin Lienhart, Carlo
Ginzburg)23, en los registros antropológicos y encuestas etnográficas (Oscar
Lewis24, entre cualquier cantidad de ejemplos). Siempre se trata de voces
ajenas traducidas de algunas manera al lenguaje de otro. Gayatri Ch. Spivak
se esfuerza por demostrar la imposibilidad de que las clases subalternas
se expresen por sí mismas: necesitan mediador25. Por otra parte, la cultura
de masas, a diferencia de una cultura popular concebida de una manera
protorromántica, sí posee voces propias. Son las voces propiciadas por la
democracia burguesa que pueden hacer pronunciamientos políticos equí-
vocos y a la vez decidir el destino de un país, tanto en el sentido posi-
tivo como negativo (Hitler en Alemania en 1933, Fox en México en 2000,
Bush en los Estados Unidos en 2004 ganaron por voto popular; el ejemplo
actual en España en el sentido opuesto es el triunfo reciente del PSOE).
Pero no es garantía de que estas «voces» se canalicen siempre en un sentido
que ellas mismas pretenden.
El modelo de Bajtín ha demostrado ser un modelo heurístico y no
operativo (es difícil que se aplique para demostrar su estructura en ejem-
plos concretos), pero su potencial explicativo, que propicia una gran
número de iluminaciones e interpretaciones, sigue siendo poderoso.
23. Cf., por ejemplo, respectivamente, O mar e o mato. Histórias da escravidão (Congo-
Angola, Brasil, Caribe), Salvador: EDUFBA & CEAO, 1998; El queso y los gusanos: el cosmos
según un molinero del siglo XVI [1976], traducción de Rogelio Carvajal Dávila, México:
Muchnik & Océano, 1997.
24. Cf. Los hijos de Sánchez: autobiografía de una familia mexicana, México: Joaquín
Mortiz, 1966.
25. Cf. Gayatri Chakravorty Spivak, «Can the subaltern speak?», en The Post-Colonial
Reader, edición de Bill Ashkroft, Gareth Griffiths & Helen Tiffin, London & New York:
Routledge, 2003.
EN TORNO A LA CULTURA POPULAR Y A LA OTREDAD DEL PUEBLO 637
26. Cf. Craig Brandist, The Bakhtin Circle: Philosophy, Culture and Politics, London &
Sterling VA: Pluto Press, 2002, pág. 137.
638 TATIANA BUBNOVA
27. Cf. K. Isupov, «Unas tesis al problema ‘Bajtín y la cultura soviética’», en Bajtinski
Sbornik I, Moscú: Labirint, 1997, III, pág. 7.
28. Cf. Iris Zavala, La posmodernidad y Mijaíl Bajtín. Una poética dialógica, traduc-
ción de Epicteto Díaz Navarro, Madrid: Espasa-Calpe, 1991, págs. 185-186.
29. Cf. las palabras del propio Bajtín durante la defensa de su disertación doctoral
(1946), que posteriormente (1965) se convertiría en el libro ahora conocido como La cultura
popular en la Edad Media y el Renacimiento: «Respecto del carnaval. Yo no me refería a
algo necesariamente alegre. En absoluto. En cada una de las imágenes carnavalescas está
presente la muerte. En vuestros términos, es una tragedia. Pero la tragedia no es la última
palabra» [«Transcripción taquigráfica de la sesión del consejo científico del Instituto de Lite-
ratura mundial A. M. Gorki. La defensa de la disertación del camarada Bajtín sobre el tema
Rabelais en la historia del realismo el 15 de noviembre de 1946» (en ruso), edición de
EN TORNO A LA CULTURA POPULAR Y A LA OTREDAD DEL PUEBLO 639
Nikolai Panjkov, Dialog. Carnaval. Xronotop, 2-3 (1993), pág. 98]. «No quiero decir que la risa
medieval sea necesariamente una risa alegre, despreocupada y jocosa. Fue uno de los pode-
rosos medios de lucha. El pueblo también luchó mediante la risa, así como con armas directas:
puños, garrotes. Y el pueblo en la plaza, motivo que cruza todo mi libro, es aquel mismo que
emprende levantamientos […]» (Bajtín, Rabelais en la historia del realismo, pág. 97).
30. Cf. Emmanuel Le Roi Ladurie, El carnaval de Romans. De la Candelaria al miér-
coles de ceniza 1579-1580, traducción de Ana Gracía Vergua, México: Instituto Mora, 1994,
así como Yves-Marie Bercé, Fête et révolte. Des mentalités populaires des XVIe au XVIIIe
siècle, Paris: Hachette, 1973.
640 TATIANA BUBNOVA
JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
(Universidad de California, Berkeley & SEMMYCOLON)
641
642 JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
una cartografía del canon y, sobre todo, una incursión en la terra ignota
del océano literario popular que circunda y por tanto modela al canon
mismo, como en un mapamundi de T en O.
Esa cartografía se sitúa en un espacio teórico muy complejo y poco
tratado, al que llamaré aquí clima poético aristotélico. No he querido decir,
entiéndaseme, la poética aristotélica, lo que supondría una actividad teórica
más o menos sistemática y más o menos común, sino un clima poético
aristotélico, lo que, para mí, significa una idea común y vulgarizada acerca
de la gran pregunta aristotélica contenida en 1451b, es decir, qué es lo
que distingue, a pesar de la forma aparente, a la poesía (id est el acto crea-
tivo que se sirve del lenguaje) de la historia (id est la representación de
la realidad a través del lenguaje). La poética aristotélica y el clima poético
aristotélico comprenden esta distinción de diverso modo: mientras que la
primera se coloca en este espacio para construir el juicio y la prescriptiva
sobre el oficio literario y sus usos y exigencias de carácter retórico, basado
en conceptos complejos, como, especialmente, las ideas de verosimilitud
y necesidad, el clima poético adelgaza esta consideración hasta hacer una
mera distinción entre realidad y ficción. La poética, en realidad, se sitúa
en un punto de referencia teórico que analiza el abismo existente entre
realidad y lenguaje, mientras que la segunda observa el problema desde
la perspectiva de la verdad y de la mentira. La poética aristotélica es una
actividad de ciertos intelectuales, por su mayor parte creadores y escolás-
ticos o humanistas, como Cervantes o el Pinciano, entre toda la plétora
de comentaristas desde fines del XV hasta el XVII, surgidos al abrigo de la
renaissace de l’épopée. El clima poético aristotélico es una idea común
ausente de teoría, es la idea que más o menos todo el mundo comparte
sobre realidad y ficción, pero que, a fin de cuentas, también modela la
interpretación individual de esa diferencia, haciendo a unos más crédulos
que otros2.
El hecho de que la cartografía del canon y de su terra ignota se sitúen
en este clima poético no es, quizá, particularmente importante para todo
tipo de literatura llamada popular. Pero en cambio es especialmente impor-
2. En general, creo que la introducción de esta noción sobre el clima poético resulta
necesaria para intentar relativizar el frecuentemente hipertrofiado alcance que se suele dar
a eso que García Berrio sistematizó y llamó Formación de la Teoría Literaria Moderna
(2 vols., publicados en Málaga & Madrid: CUPSA, 1976 & 1977, respectivamente). La siste-
matización de la poética aristotélica como fundamento del canon prescriptivo literario equi-
vale, creo, a suponer no sólo la generalización de las ideas de Aristóteles, sino también la
comprensión más o menos uniforme de conceptos que son sumamente problemáticos.
Véase Bruno Méniel, Renaissance de l’Épopée, Ginebra: Droz, 2003.
LA LITERATURA POPULAR COMO LITERATURA MENOR (NARRATIVA) 643
de constituir una llave para abrir las puertas de este fecundo cuanto proble-
mático universo literario, sirve más bien como caveat y obstáculo, puesto
que propenden a tecnificar el campo de estudio. Mi primera impresión es
que parece haberse generalizado una especie de terror al valor literario
de esta corriente, sin embargo, literaria, y que ese terror ha desviado los
estudios literarios hacia los estudios editoriales. Sólo en el mejor de los
casos se incorpora a la base de datos general el argumento de los textos
examinados. Está, también, de moda, insistir en el escaso valor poético
de estas menudencias, moda que permanece, que yo sepa, desde el estudio
de Menéndez Pelayo sobre la Doncella Teodor y que llega a la página
web de la Fundación Joaquín Díaz3. No es que el juicio de valor me
parezca innecesario, pero creo que en este caso ha contribuido más bien
a pasar por alto que estos textos literarios, como todos los textos lite-
rarios, plantean individualmente problemáticas que merecen nuestra
atención.
El corpus no deja de crecer, el número de impresos hallados y catalo-
gados es enorme. El número mismo de los impresos consultados se
convierte en un argumento para la certificación científica de la investiga-
ción. Uno de los más importantes estudiosos de esta corriente mantiene
la opinión de que:
Sin una recopilación muy detenida de todas sus ediciones [en referencia
a la literatura caballeresca breve], que suele ser fruto de una investiga-
ción mantenida a lo largo del tiempo, es imposible pretender elaborar
pautas de estudio medianamente válidas; hay veces que no sirve fijar
(sólo) la mirada en los datos que ya han aportado otros, es imprescin-
dible ofrecerlos. El manejo directo de unas 600 ediciones permite, al
menos, andar sobre seguro4.
3. Marcelino Menéndez Pelayo, «La Doncella Teodor. Un cuento de las Mil y una
noches, un libro de cordel y una comedia de Lope de Vega», en Estudios y discursos de crítica
histórica y literaria, I, Madrid: CSIC, 1941; o véanse las palabras del sitio web de la Funda-
ción Joaquín Díaz: «Propietarios de grandes bibliotecas se preciaron en todo tiempo de
contar entre sus fondos con pliegos raros y curiosos, más considerados a veces por su
escasez que por su contenido; la misma cualidad de hoja o cuadernillo hizo de todo ese
material, fácilmente desechable, un género sin duda fungible y perecedero, pero también
(por la comodidad para ser distribuido y su bajo coste) un excelente medio de comunica-
ción que compitió ventajosamente con los primeros diarios del siglo XIX llegando incluso a
convivir con la poderosísima televisión», Fundación Joaquín Díaz. Site de la Fundación Joaquín
Díaz, [en línea:] http://funjdiaz.net/index.cfm [página consultada en septiembre de 2004].
4. Víctor Infantes, «El género editorial de la narrativa caballeresca breve», Voz y Letra,
7.2 (1996), págs. 127-133 (131).
LA LITERATURA POPULAR COMO LITERATURA MENOR (NARRATIVA) 645
8. Antonio Rodríguez Moñino, «Cristóbal Bravo, poeta ciego del siglo XVI (intento
bibliográfico, 1562-1563)», en Homenaje al prof. Alarcos, Valladolid: Universidad de Valla-
dolid, 1966, II, págs. 411-430; cf. también el prólogo a su Nuevo diccionario bibliográfico de
pliegos sueltos poéticos (siglo XVI), Madrid: Castalia & Editora Regional de Extremadura, 1997.
9. María Cruz García de Enterría, Sociedad y poesía de cordel en el Barroco, Madrid:
Taurus, 1973; «El adoctrinamiento popular del niño en el siglo XVII», en La Formation de
l’enfance en Espagne au XVI e et XVII e siècle, edición de Augustin Redondo, París: Presses
de la Sorbonne Nouvelle, 1996, págs. 278-290; «¿Lecturas populares en tiempo de
Cervantes?», en Escribir y leer en el siglo de Cervantes, edición de Antonio Castillo, Madrid:
Gedisa, 1999, págs. 345-362.
10. Joaquín Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIII y XIX (una apro-
ximación a los pliegos sueltos de cordel), Madrid: Taurus, 1977.
648 JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
11. Michel Foucault, «Qu’est-ce qu’un auteur?» [1969], en Daniel Defert & François
Ewald, eds., Michel Foucault, Dits et écrits, 1954-1988, I, 1954-1975, París: Gallimard, 2001,
págs. 817-848.
12. Alain Boureau, «Peut-on parler d’auteurs scolastiques?», en Auctor et auctoritas:
invention et conformisme dans l’écriture médiévale, edición de Michel Zimmermann, París:
École des Chartes, págs. 267-279.
LA LITERATURA POPULAR COMO LITERATURA MENOR (NARRATIVA) 649
ciego, que es vendido no para formar una biblioteca, sino para perpetuar
la memoria del acontecimiento que el ciego registra. En este sentido,
puede decirse que precisamente porque se trata de un billete, de papel
moneda, el impreso no es un objeto último, sino secundario, un pagaré
contra la memoria. Es, al fin, la memoria, y, por supuesto, su fragilidad,
lo que entra en la dinámica del caso jurídico; la documentación del caso
está compuesta ante todo por testimonios que restablecen el contexto de
la oralización de las coplas de Brizuela, que lo someten a una crítica sobre
la base de su relación con una supuesta realidad y que, finalmente, hablan
de la fragmentación de su difusión más allá de su estabilidad como objeto
impreso. Mientras que todos esos testimonios, la documentación íntegra
del caso, carecen de autor, en el sentido que acabamos de expresar a
través de la cita de Foucault, sin embargo la documentación construye
la función autor de Brizuela, es decir, crea su modo de existencia, de
circulación y de funcionamiento de su discurso en un largo camino
de manuscritos, de reimpresiones y de imitaciones, e incluso quién sabe
si también de imposturas.
El tercer pilar tiene una fuerte impronta retórica. Examina punto por
punto y pieza por pieza el funcionamiento de los textos de Brizuela, de
acuerdo con las ideas seminales de García de Enterría y su concepto de
una retórica menor13. El trabajo de Cátedra en este punto está particular-
mente centrado en el problema de la inventio. Este asunto de la inventio
como excogotatio rerum verarum aut veri similium quae causam proba-
bilem reddant14 es especialmente relevante, si tenemos en cuenta que las
relaciones y noticias que contienen estas menudencias establecen un
vínculo crucial con la idea de verdad, realidad e historia reciente. Es tanto
más fundamental cuanto que sus repercusiones judiciales, tanto de instruc-
ción como procesales y penales, resultan, en este caso, palpables. Tangi-
bilidad, por otro lado, que está presente en las leyes mismas y en las
regulaciones que éstas establecen al trazar la línea divisoria entre noticia
y difamación, y, consecuentemente, al introducir el supuesto jurídico del
libelo.
Este detalle establece un diálogo entre el discurso sobre la veracidad
introducido por relaciones y noticias y el discurso sobre la veracidad esta-
blecido en las leyes mismas. Frente a lo que sucede con los gustos y las
13. María Cruz García de Enterría, «Retórica menor», Studi Ispanici (1987/1988) [1990],
págs. 271-291.
14. Es la definición que de la inventio ofrece el De Inventione de Cicerón, I, VII,
edición de Harry M. Hubbell, Cambridge & Mass.: Harvard & Heinemann, 2000, pág. 18.
650 JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
emociones, frente a lo que sucede con los lectores que toman o dejan una
obra literaria por razones imposibles, en su mayor parte, de comprender,
las leyes funcionan con una lógica propia que las hace formal y teórica-
mente comprensibles. Es este diálogo el que le hizo pensar a María Cruz
García de Enterría que la literatura de cordel había tardado tiempo en
hacerse eco de registros de carácter crítico o, como se decía en los años
ochenta, «de protesta». García de Enterría suponía, en su trabajo seminal,
que la incorporación de esta protesta en los pliegos sueltos podría haber
entrañado consecuencias directas al editor y, así, éste habría rechazado esta
posibilidad15. Las penas por libelo y difamación son una muestra de lo acer-
tado de esta suposición.
Ahora bien, la legislación al respecto es por lo general jurisprudencial.
Suelen, por tanto, las leyes contestar directamente a casos particulares.
La lógica jurídica indica que existe algún tipo de protesta latente en esta
o en otra literatura impresa. El problema residirá en intentar hallar esa
forma de protesta, sus dimensiones y su alcance, y, en último caso, también
sus funciones.
Uno de los problemas que representan estas literaturas populares es
que están dominadas no tanto por el impreso cuanto por instancias a las
que podríamos llamar agentes culturales16. El ciego, el clérigo (en sus
múltiples formas y manifestaciones) o, más antiguamente, el juglar son
algunos de los agentes culturales más interesantes; en ellos el repertorio
está muy lejos de haberse constituido en un impreso, y forma parte de su
particular teatro de la memoria. Estos agentes culturales utilizan el soporte
literario, el texto estable, como un espacio de intercambio, más que como
un objeto último. En ciertos sentidos creo que puede ser comparado a otra
forma bien conocida de la literatura popular, que es la que hallamos en
las portadas de iglesias y monasterios románicos. Las historias de ambos
testamentos y su interpretación figural conviven en tímpanos, arquivoltas
y capiteles con historias tan variadas como versiones más tremendistas de
la huida a Egipto en las que la Sagrada Familia es amenazada por ladrones
que empuñan martillos17, con historias caballerescas, épicas y, también,
con diablos y monstruos que se enfrentan al orden de lo sagrado; las
15. María Cruz García de Enterría, Sociedad y literatura de cordel, Madrid: Playor,
1983, págs. 305-306.
16. El concepto de agente cultural lo intenté explicar en Jesús Rodríguez Velasco,
Castigos para celosos, consejos para juglares, Madrid: Gredos, 1998.
17. Pronto verá la luz el trabajo de Jacqueline E. Jung sobre San Martín de Fuenti-
dueña que afecta a ejemplos semejantes.
LA LITERATURA POPULAR COMO LITERATURA MENOR (NARRATIVA) 651
18. Sobre la relación entre biblioteca y portada, véase Francisco Rico, «Signo e indi-
cios en la portada de Ripio», Figuras con paisaje, Barcelona: Círculo de Lectores, 1994.
19. Gonzalo de Berceo, «Milagro de Teófilo» en Milagros de Nuestra Señora, edición
de Michael Gerli, Madrid: Cátedra, 1985.
652 JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
20. Giles Deleuze & Félix Guattari, Kafka. Pour une littérature mineure, París: Minuit,
1975.
LA LITERATURA POPULAR COMO LITERATURA MENOR (NARRATIVA) 653
sofos, y, dicen también, como una madriguera. Aparenta tener una sola
puerta (el momento en el que se tiene acceso a la pieza literaria), pero
en realidad tiene muchas, y dependiendo de cuál sea la puerta elegida,
el receptor se dejará entusiasmar fuera de los límites de sus expectativas.
Aunque una de las puertas es una entrada a la tradición, las raicillas del
rizoma, los pasillos de la madriguera, las gateras y pasadizos conducen a
una permanente desautomatización perceptiva, por usar un término caro
a Šklovsky. La literatura menor es su capacidad por rondar con cautela
los márgenes. La cautela, en este caso, consiste en escudarse en criterios
conocidos, es decir, aludiendo a hechos documentables, verdades, casos
y relaciones, historias y noticias; también consiste en disfrazarse de géneros
literarios concretos que se consumen por todas partes. El hecho de que
estén abreviados es tan sólo parte de ese disfraz. La literatura menor parece
haber vaciado de su valor literario a los grandes géneros a los que replica.
Pero, en realidad, constituye una parte sustancial de su continente literario.
La literatura menor nos propone unas preguntas que creo que han sido
insuficientemente planteadas (si es que lo han sido alguna vez). Nos invita
a salir del discurso de una arqueología del saber en la que el filólogo, el
historiador y el estructuralista se encuentran para poder reescribir las reglas
de actuación del discurso objeto e intentar responder al «cómo fue» de
ese texto y de los que comparten con él la tradición. Nos pide que explo-
remos otras dinámicas. Que nos planteemos, además del uso de la tradi-
ción en la tradición, el enfrentamiento dialéctico que produce ese uso.
Cómo, por ejemplo, es posible hacer funcionar un texto en ese clima
poético aristotélico a través de la disolución de las fórmulas propias de
los géneros literarios, a través del uso y explotación de esas fórmulas en
registros literarios que les serían teóricamente ajenos. El reto que nos
propone esta literatura menor es intentar comprender el debate que se esta-
blece entre el discurso literario oficial y la forma que esta literatura tiene
de enfrentarse a él, haciéndolo explotar en mil pedazos para reconstruir
otro con sus cachos. El examen de los tópicos literarios no puede funcionar
igual en el ámbito de la literatura canónica, que es una especie de centro
de capitalización literaria, que en el de la terra ignota, que es un espacio de
intercambio.
El caso de la narrativa caballeresca breve es un buen ejemplo en este
caso. Es un rizoma, sin duda, y una madriguera de enorme calado. Mien-
tras que en la tradición de los libros de caballerías y de la epopeya rena-
centista el ciclo es un proceso de constitución, en el de la narrativa
caballeresca breve asistimos a un proceso de des-constitución, o, si me es
posible utilizar este concepto, creado por uno de los mejores escritores
654 JESÚS RODRÍGUEZ-VELASCO
BÉNÉDICTE VAUTHIER
(Université de Liège)
A Roger Comtet
655
656 BÉNÉDICTE VAUTHIER
de rebeldía», términos todos que, como bien se sabe, se han vuelto como-
dines en cierta crítica literaria, en particular en los Cultural Studies.
Al no ser eslavista, no puedo emprender aquí el estudio isotópico que
idealmente requerirían las menciones de lo «popular». Ahora bien, con la
ayuda de Katerina Clark, sí deseo subrayar al menos la polisemia del
término ruso narodnyi, que en los años treinta del Estalinismo significaba
no sólo «gente», «pueblo», sino también «estado» o «nación»4. Y a sabiendas
de lo que pasó con otras palabras clave del léxico bajtiniano (pienso, por
ejemplo, en slovo, jazyk, rek), esta precisión puede y debe incitarnos a releer
a Bajtin a ras del texto con vistas a precaverse de los espejismos de ciertas
traducciones occidentales. Estos escollos no son además los únicos que
se habría de salvar. De hecho, tanto para una utilización parcial de Bajtin
como para un intento de reinterpretación del conjunto de su obra, se
habrá de tener muy en cuenta la nueva cronología que se ha ido dibu-
jando, a lo largo de los casi últimos diez años, gracias a la apertura de
sus archivos y la consiguiente publicación de una primera edición rusa de
sus Obras completas, en siete volúmenes5.
En el caso que nos ocupa ahora, es fundamental tener presente la
caótica cronología que ha rodeado no sólo el tiempo de escritura sino
también de publicación del Rabelais. En «Bajtin en la encrucijada dialó-
gica (Datos y comentarios para contribuir a la confusión general)», larga
introducción a la recepción de Bajtin en Rusia, Tatiana Bubnova se había
hecho eco de Turbin y avanzaba la hipótesis de que, «el tiempo ideal
(descontando los obstáculos biográficos e históricos) de la publicación de
Rabelais habría sido el año 1933». «Dato importante –precisaba luego– no
sólo para establecer una cronología fidedigna de la obra bajtiniana, sino
para dar una nueva idea acerca de la génesis de algunos de los conceptos
más importantes del filósofo, por su trascendencia real y efectiva en el
pensamiento contemporáneo»6.
Si Bajtin acabó su libro o, mejor dicho, su disertación sobre Rabelais,
en el año 1940, y la presentó en 1946 en el Instituto de Literatura Mundial en
Moscú, con vistas a obtener el grado de doctor –título que le fue denegado
4. Cf. Katerina Clark, «M. M. Bakhtin and ‘World Literature’», Journal of Narrative
Theory, 32.3 (Fall 2002), pág. 271.
5. Cf. Irina Popova, «Le second retour de Bakhtine», Critique, 644-645 (Janv-Février
2001), págs. 133-145.
6. Tatiana Bubnova, «Bajtin en la encrucijada dialógica (Datos y comentarios para
contribuir a la confusión general)», en Bajtin y sus apócrifos, coordinado por Iris Zavala,
Barcelona: Anthropos, 1996, pág. 48; referencia a Turbin en pág. 67.
658 BÉNÉDICTE VAUTHIER
antes de que el libro fuera atacado por las instancias superiores del Partido–,
fue sólo en 1965, «después de toda una epopeya burocrática-represiva»,
cuando se publicó el libro «sustancialmente ‘arreglado’ –dice Bubnova– para
ser aceptado por una editorial soviética»7.
¿Cuáles fueron estos cambios o arreglos? ¿En qué medida pudieron
alterar el proyecto inicial del autor? ¿Cuál es el sentido auténtico, quiero
decir, histórico que existió entre esa filosofía de la risa liberadora y el
contexto de opresión en el que vivió Bajtin?
Hasta que no se publiquen las dos versiones de Rabelais, estos inte-
rrogantes, poco atendidos hasta el día de hoy, quedarán seguramente sin
contestar del todo8. Lo que no deja de ser problemático para quien conozca,
por ejemplo, las significativas diferencias que existen entre las dos versiones
del Dostoievski 9.
Mientras tanto y para el objetivo que persigo: de forma inmediata, acer-
carme nuevamente a lo «popular» de Bajtin y, a más largo plazo, mostrar
la unidad y la coherencia de su obra, puede ser útil recordar que la exhu-
mación de los apuntes, borradores y versiones originales del autor ya ha
permitido poner en tela de juicio la tradicional lectura del Rabelais y el
Dostoievski como libros antagónicos, además de acercarlos en el tiempo.
Sin llegar a la fecha precisa del año 1933 –puesta en tela de juicio, al
parecer, por Bocharov–, Popova señala así que «pour autant qu’on puisse
aujourd’hui la reconstituer, la genèse du livre sur Rabelais (écrit entre la
fin des années 30 et le milieu des années 40) plaide en faveur d’un
rapprochement entre les deux ouvrages»10.
Está claro que la risa (fenómeno que nos queda por aclarar) –como
también la relación autor / héroe y el cronotopo, neologismo que, como
bien se sabe, se remonta al año 1925– es el elemento unificador de estos
dos libros; tres si se considera «La novela de educación y su importancia
en la historia del realismo» como un fragmento sustancial del inacabado
o perdido libro sobre Goethe. Un Goethe cuya presencia se inscribe como
una filigrana en Dostoievski y se hace ostensible en el Rabelais. Ahí dos
citas goetheanas destacan como epígrafes y la descripción del carnaval de
Roma (1788) recogida en los Viajes en Suiza y en Italia, bisagra de la obra
goetheana, sirve a Bajtin para reinterpretar el sentido general de las formas
de la fiesta popular del carnaval11. El reajuste cronológico hace más visible
también las relaciones dialógicas o intertextuales que se entablan entre las
dos obras cumbre del autor y los textos de los años 40 («La palabra en la
novela», «De la prehistoria de la palabra novelesca», «Épica y novela», sin
olvidar «Formas del tiempo y cronotopo en la novela» o «La novela de
educación y su importancia en la historia del realismo»12).
Una vez precisados los límites y objetivos de mi aporte de hoy, volvamos
a Burke y veamos por qué la relectura de Bajtin –sea en francés, sea en
español– a ras del texto no sólo permite descartar las aseveraciones del
crítico inglés, sino que confirma el sesgo dado en la traducción al español
del título de la obra que nos ocupa.
Si Bajtin declara en las primeras líneas de su introducción que «se
propone plantear los problemas de la cultura cómica popular de la Edad
Media y el Renacimiento, discernir sus dimensiones y definir previamente
sus rasgos originales» es porque ve en ellos la clave o el «ábrete sésamo»
de la obra rabelesiana13.
Ahora bien, no nos equivoquemos sobre el sentido de la cultura popular
contemplada. Se trata de la cultura cómica, que el autor no tardará en
circunscribir como «cultura de la risa».
Hace unos cuatro años, en una significativa contribución titulada «Varia
fortuna de la ‘cultura popular de la risa’», Tatiana Bubnova había hecho
Poco hay que añadir a estas líneas que recogen, sin tergiversación
posible, el sintagma «lengua popular». Para corroborar la idea de la ecua-
ción «lengua vulgar» y «lengua popular», quizá no sea inútil subrayar que
en los siguientes párrafos, Bajtin opone «la lengua nacional popular y el
latín de la Edad Media» o habla de la «orientación mutua entre la lengua
nacional y el latín medieval». Finalmente, se ha de recordar que Bajtin se
vale del gran historiador de la lengua francesa Ferdinand Brunot para
responder a la pregunta acerca de cómo podía explicarse el paso a la
lengua popular (!) en el Renacimiento, pese a sus tendencias clásicas. Para
Brunot, «el deseo mismo que tenía el Renacimiento de restituir al latín su
antigua pureza clásica lo convirtió ineluctablemente en una lengua muerta».
Carolo Claveriae,
de re bibliographica sapientissimo viro.
671
672 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
Descripción:
[h. 1r:] [Portada:] Jesús | Constituciones del arcobispa | do de
Toledo. E la tabla delo | que ha[n] de enseñar alos niños.
[h. 1v:] Blanco
[h. 2r-2v:] [«Prohemium» de Fray Francisco Jiménez de Cisneros: capi-
tular de siete líneas de texto] DOn fray francisco | ximenez
por la diuina | miseracion […]
[hs. 3r-15v:] [Texto de las Constituciones, dividido en XIX capítulos:] Que
cada año se celebre synodo. C[apítulo]. j. […] Delas fiestas.
C[apítulo]. xix. […]
[hs. 15v-16r:] [Confirmación del Secretario Arzobispal, Pedro de la Puente:]
Las quales dichas co[n]stituciones | fueron leydas & publi-
cadas a veyn | te & q[uatro] dias del mes d[e] otubre d[e]l
| dicho año de mill & quatrocientos & noue[n] | ta y ocho
años […] E yo pedro dela puente doctor en | decretos
notario publico por la au | ctoridad apostolica: secretario
d[e]l di | cho señor arçobispo & de su consejo | fuy
presente.
[h. 16v:] Blanco
[hs. 17r-21v:] [Calderón de línea] Lo que los curas o aquellos a qui | en
ellos encomendare[n] son obliga | dos por las constituciones
synoda | les a enseñar alos niños todos los | domingos
despues de bisperas.es | esto que sigue. | LO primero como
se han d[e] signar | &santiguar diziendo […] [Al fin, h. 21v:
rúbrica impresa y sello xilográfico con escena de interior,
donde se encuentra un fraile arrodillado ante Jesucristo y
una mitra colgada en la pared, con leyenda circular en latín:
«INQVIEVM VESTIMENTOS SALVTIS ET SACERDOTES EIVSQVAM
SALVTARI»]
[h. 22r-22v:] Blanco
[h. 23r:] Blanco
674 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
28. Véase Nieves Baranda, «Las ‘historias caballerescas’ en la imprenta toledana (I).
Manuscrito, impreso y transmisión: Toledo, 1480-1518»; Víctor Infantes, «Las ‘historias caba-
llerescas’ en la imprenta toledana (II). Manuscrito, impreso y transmisión: Toledo, 1480-1518»
y Carmen Marín Pina, «Las ‘historias caballerescas’ en la imprenta toledana (III). La prosa
caballeresca y los primeros años de la imprenta en Toledo», en Actas del VIII Congreso
Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval. Santander 22-26 de
septiembre de 1999, Palacio de la Magdalena, Universidad Internacional Menéndez Pelayo,
edición de Margarita Freixas & Silvia Iriso, Santander: Gobierno de Cantabria & Año Jubilar
Lebaniego & Asociación Hispánica de Literatura Medieval, 2000, I, págs. 292-302; págs. 303-
316 y págs. 317-330, respectivamente.
678 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
hacia la ciudad del Tormes. Toda la impresión se debió realizar sin grandes
complicaciones hasta llegar al último cuaderno, porque aquí el texto no
daba para todo el espacio que en un principio le habían destinado y
tampoco la inclusión de un índice y el colofón arreglaba el problema;
quedaban demasiadas planas en blanco para completar los dos pliegos del
último cuaderno.
Las dos páginas que contienen la «Tabla delas constituciones» (entién-
dase: el índice) y el colofón deben ir situadas, según la (lógica) imposi-
ción correcta de la impresión, como remate del texto propiamente dicho
de la obra, es decir al final de la «Tabla delo que han de enseñar los
niños», que se inicia: «Lo que los curas o aquellos a quien ellos encomen-
dare[n] son obligados por las constituciones synodales a enseñar alos niños
[…]», que termina con «[…] El septimo accidia que es pereça o negligencia
de hazer el bien que es obligado», más la rúbrica y el sello, y serían las
correspondientes a dos de las páginas de las hojas postreras que comple-
taban la signatura ‘c’, sólo signada tipográficamente, recordamos, como:
+c[+]cij[+]ciij+. Así se conservan numerosos ejemplares (de hecho, la mayoría),
pero también existen otros con alteraciones, que sólo afectan a las páginas
impresas del final del último cuaderno, pues estos dos textos, la «Tabla delas
constituciones» y el colofón, se encuentran inapropiadamente situados al
principio del libro. Ello puede ser debido a la extraña imposición de este
último cuaderno de dos pliegos, al ir sin numeración hasta el final y prece-
didos además de una hoja y media sin impresión; por ello, ambos textos
se encuentran encuadernados –en algunos ejemplares– al inicio, como dos
hojas exentas, antes del comienzo propiamente dicho del texto de la obra.
En ambos casos, entonces, la distribución (y la consecuente pérdida) de los
blancos originales es diferente y de ahí las distintas descripciones catalo-
gráficas que pueden recoger tal o cual ejemplar sin conocer la otra variante.
No pensamos, por otra parte, que se traten de dos «estados» original-
mente distintos de la edición, incluso –y responde a una cierta lógica de
uso y lectura en este tipo de obras–, es posible que se manejaran como
(relativamente) independientes: las Constituciones por un lado, y la Tabla
de lo que han de enseñar a los niños por otro, como dos conjuntos textual-
mente distintos, aunque editorialmente comunes; dada la breve extensión
del impreso, debieron circular ejemplares sin coser o sin encuadernar, es
decir: «en papel», lo que pudo provocar la modificación de las hojas en
blanco finales, por pérdida o por alteración. Un caso parece corroborar
esta hipótesis, pues el ejemplar I/503 (2) de la Biblioteca Nacional de
España, que comienza en sus primeras hojas con la «Tabla de las consti-
tuciones» y el colofón, tiene a cambio una anotación manuscrita en la
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 679
[1] Signt. cj[r]= [h. 17r]= fol. XVII[r]= «Lo que los curas […]»
[2] Signt. [cjv]= [h. 17v]= fol. XVII[v]= «iesus. Uirgo[…]»
[3] Signt. cij[r]= [h. 18r]= fol. XVIII[r]= «tuos. […]»
[4] Signt. [ciiv]= [h. 18v]= fol. XVIII[v]= «Despues […]»
[5] Signt. ciij[r]= [h. 19r]= fol. XIX[r]= «las cosas […]»
[6] Signt. [ciijv]= [h. 19v]= fol. XIX[v]= «dia. […]»
[7] Sin sigt. [=ciiijr]= [h. 20r]= fol. XX[r]= «dre: porque […]»
[8] Sin sigt. [=ciiijv]= [h. 20v]= fol. XX[v]= «El tercero […]»
[9] Primera hoja [r]= [h. 21r= fol. XXI[r]= «los encarcelados […]»
[10] Primera hoja [v= [h. 21v]= fol. XXI[v]= «El sexto [..]»
[11] Segunda hoja [r]= [h. 22r]= [sin foliación]= Blanco
680 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
El que nosotros estudiamos, así como algún otro que ya hemos mencio-
nado, ofrece a cambio una colación diferente, que afecta tan sólo a estos
dos textos incluidos en las tres últimas hojas del último cuaderno, gene-
ralmente con pérdida de la hoja 22 [=en blanco], y ahora situados a la
cabeza del impreso. Al presentarse así, parece sugerir, sin el necesario
cotejo con otros ejemplares, que la edición se iniciaba con una primera
página en blanco, a su vuelta la «Tabla de las constituciones», a modo de
índice de contenidos, seguida de un (a todas luces) impropio y anormal
colofón situado al comienzo del libro. Un dato corrobora que estas dos
hojas iniciáticas provienen del último cuaderno del impreso, pues miden
3 mm. más de ancho que las hojas del primero; algo que la maestría del
encuadernador moderno ha dejado como exponente de su origen edito-
rial. Nuestro ejemplar está falto, además, de la hoja XVII, según la folia-
ción impresa, en realidad h. 19 si seguimos el orden de colocación de esta
variante, y parece ser que desde antiguo o, al menos, así arribó a su
primera cita moderna; una mácula permite sugerir esta posibilidad, pues
una sombra de humedad que se extiende especularmente cerca de la
costura del último cuaderno –y claro está, que es debido a cerrarse el
libro–, trasluce en su dimensión y textura la existencia de ese folio perdido.
Podemos identificarlo (sin apenas dudas) como el espécimen que perte-
neciera a José Ignacio Miró, famoso bibliófilo decimonónico, «membre de
plusieurs Sociétés savantes» como campea en la portada del catalogue de
la enajenación de su biblioteca29, en cuyo núm. 54 se recoge la descrip-
ción de la obra: «CONSTITUCIONES DEL ARCOBISPADO DE TOLEDO
(Don fray Francisco Ximenez). E la tabla de lo que ha[n] de enseñar a los
niños. S. l. n. d. Pet. goth. de 11 et 22 ff., d.- rel. v. f.», añadiendo: «Volumen
rare, non cité par Salva. Exemplaire grand de marges, mais avec des notes
sur les marges et incomplet du f. XVII»; ninguno de los ejemplares actual-
mente conservados carece del folio XVII y lleva, además, anotaciones en
los márgenes, siendo, con total seguridad, el mismo (y, por cierto, único)
30. Cf. A. Palau y Dulcet, Manual, III, núm. 59811: «Un ejemplar falto del fol. 17, 20
frs. Miró, 1878».
31. El Catálogo de incunables 1470-1500, ya citado, supra, núm. 53, con reproduc-
ción reducida de los folios XVv y XVIr en la página 36.
32. Hacemos nuestras muchas de las opiniones de José Vitorino de Pina Martins, «Do
amor pelos livros antigos imperfeitos. Elogio das ruinas bibliográficas», Revista Portuguesa
de História do Livro e da Ediçao, 2 (1998), págs. 117-148.
682 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
Nuestro ejemplar se inicia con una página en blanco que incluye tres
anotaciones manuscritas, signadas por una cruz. En la primera de ellas, al
margen superior derecho, una mano harto dubitativa y con notable desa-
lineamiento escribe33: «mandamos a los ma[n]damiento[s] | d[e] la yglesia
d[e]san pedro | martil a los tantos d[e] la vir | gen maria» y, a continua-
ción, con una marca de encabezamiento, los tres primeros versos del
villancico que nos ocupa: «dimedime mi[n]go [tachado: «d[e]tu»] | d[e] tu
buena estrena | myfe ayerdomingo»; la tercera anotación, de la misma
letra, se encuentra cercenada por el borde del papel y es ilegible, aunque
a tenor de los márgenes del impreso no podía contener un texto excesi-
vamente extenso, por ahora inidentificable.
Una primera mano, Letra 1ª, ha aprovechado todo el blanco para dejar,
como probatio calami, dos testimonios bien significativos: que quizá
escribía en Toledo, lugar de destino de los ejemplares, con una notación
de la Iglesia de San Pedro Mártir, y que conocía, a la memoria, el inicio
de las coplas del texto de Juan del Encina; que no cite los capo di versi
del villancico: «Ya soy desposado | nuestramo | ya soy desposado», puede
deberse a la fama del mismo, porque parece evidente que si el motivo de
la copia es la popularidad del villancico, entonces éste no necesita ser
copiado, ya está en la memoria del escribiente que sólo añade el inicio
de los versos que le continúan. (Nadie necesita copiar «She loves you
yeah, yeah, yeah, | She loves you yeah, yeah yeah…»). Adelantamos,
también, una peculiaridad topográfica, pues en la edición del Cancionero
de las obras de Juan del Encina de 1496, un referente más que probable
de nuestro testimonio34 del que no tiene que ser (de momento) necesa-
riamente una copia textual, el trístico está centrado en la caja de la página,
bajo el epígrafe de «Uillancico», mientras que el inicio de las coplas
comienzan (lógicamente) en la columna izquierda de la composición tipo-
gráfica; queremos indicar con ello que un vistazo puntual al texto del
folio [c], recto, col. a, deja en la memoria (inmediata, y una perícopa es
33. Dadas las características de este trabajo, y la minuciosidad a la que nos obliga,
procuraremos mantener (allí donde es posible) las peculiaridades gráficas del original, al
menos en cuanto nos revelan conclusiones que nos sirvan para ello; por lo tanto mante-
nemos la trascripción más aproximada y desarrollamos la falta casi sistemática de abrevia-
turas, asunto de cierta consideración hacia la copia poética, entre paréntesis cuadrados.
34. Ya indicaremos la situación textual y tipográfica de nuestro villancico en las
ediciones posteriores del Cancionero, si hiciera al caso.
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 683
35. Muchas de las que hoy conocemos, no todas, pero sí las más significativas, se
encuentran recogidas en el trabajo de Víctor Infantes & Ana Martínez Pereira, «La imagen
gráfica de la primera enseñanza en el siglo XVI», Revista Complutense de Educación, 10, 2
(1999), págs. 73-100. Nuestro testimonio se asemeja, como álbum de pruebas, al presente
en una obra de Alonso de Madrigal (Madrid, Biblioteca Nacional, R/1777) de muy parecida
cronología, véase Antonio Castillo Gómez, «Garabatos y ejercicios de escritura en un ejem-
plar del Tratado sobre la forma que se ha de tener en el oír de la misa de Alfonso el Tostado
(Alcalá, 1511)», Signo. Revista de Historia de la Cultura Escrita, 3 (1996), págs. 193-201, con
ejemplos, que se pueden comparar a los del incunable sinodal.
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 685
36. De todo ello hemos dado por escrito historia y comentario en Víctor Infantes,
De las primeras letras. Cartillas españolas para enseñar a leer de los siglos XV y XVI. Preli-
minar y edición facsímil de 34 obras, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca,
1998, passim, con facsímile de la citada, núm. 1.
37. Con las comillas hacemos referencia, bien explícita, a un reciente colectivo: The
Reader Revealed, edición de Sabrina Alcorn Baron, Seattle & Washington: The University
of Washington Press, 2001; que no excluye la cita (en este momento) de las restantes mono-
grafías que en los últimos años han traído a la palestra la significación de los testigos manus-
critos en los libros impresos, casos, desde muy distintos presupuestos, explicaciones y
ejemplos, de Robin C. Alston, Books with manuscript. A short title catalogue of books with
manuscript notes in the British Library. Including books with manuscript additions,
686 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
proofsheets, illustrations, corrections. With indexes of owners and books with authorial anno-
tations, London: The British Library, 1994; The margins of the text, edición de David C.
Greetham, Ann Arbor: University of Michigan Press, 1997; The Rosenthal Collection of
printed books and manuscripts annotations, New Haven: Yale University Press, 1997; Le
livre annoté, [monográfico] Revue de la Bibliothèque Nationale de France, 2 (1999); Heather
Jackson, Marginalia. Readers writing in books, New Haven: Yale University Press, 2001; y
Nel mondo delle postille: i libri a stampa con note manoscritte. Una racolta di studi, edición
de Edoardo Barbieri, Milano: CUSL, 2002.
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 687
38. Bien nos gustaría relacionar nuestro testimonio con el contexto, y los documentos,
que recoge la monografía de Francisco de Borja San Román y Fernández, Archivo Histó-
rico Provincial de Toledo. I. Los protocolos de los antiguos Escribanos de la ciudad impe-
rial, Madrid: Imprenta Góngora, 1934 (y la de Esperanza Pedraza Ruiz, Catálogo Archivo
Secreto, Toledo: Ayuntamiento de Toledo, 1985).
39. Véase, como apoyo, Mª. Ángeles Ferrer Forés & Juan Francisco de Dios Hernández,
«Aproximación metodológica al análisis musical de la obra enciniana», en Humanismo y lite-
ratura, edición de J. Guijarro Ceballos, págs. 325-343.
688 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
Difícil parece copiar en letra guiada del oído tan enmarañada inspira-
ción lingüística como nos brinda Juan del Encina en esta «vegada»40, donde
la nitidez de la cantilena inicial asola el desenfado cazurro de las coplas
pastoriles. Ducho en estas lides era nuestro poeta, y especialmente en el
texto que nos ocupa, sobre el que el maestro Eugenio Asensio nos brinda
un juicio a todas luces decisivo y que nos ahorra –nobleza y ciencia
obligan– algunas divagaciones; decía Eugenio, y que sus palabras sean
memoria viva de su recuerdo ahora en estas aulas:
Esta cita del añorado maestro nos da pie para, dejando por ahora para
mejor ocasión el indagar en la naturaleza, características y difusión de los
villancicos encinianos –asunto sobre el que la crítica ha realizado valiosas
aportaciones, desde Doña Carolina Michaëlis de Vasconcelos acá42–, pasar
40. Así definida la tipología de nuestro villancico por algunos de sus críticos y editores,
haciendo bueno el uso del término, siempre según DRAE, para «Salamanca y Zamora».
41. En su Poética y realidad en el cancionero peninsular de la Edad Media, Madrid:
Gredos, 19702, págs. 160-161.
42. Véase, y por mencionar sólo algunos, los trabajos de Carolina Michaëlis de Vascon-
cellos, «Nótulas sobre cantares e vilhancicos peninsulares e a respeito de Juan del Enzina»,
Revista de Filología Española, 5 (1918), págs. 337-366; José Romeu Figueras, La música en
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 689
a tratar uno de los aspectos temáticos más destacados del villancico del
que nos estamos ocupando: el de la elaboración de esas monstruosas
listas de boda pastoriles, cumplimentadas, como bien dijo don Eugenio
«con más pormenor que un inventario», que relacionan el ajuar que los
futuros esposos recibirán al matrimoniar. Es, como acabamos de decir,
aspecto fundamental de nuestro villancico: en su versión íntegra consta
de 40 estrofas, y 28 de ellas están dedicadas a la enumeración de los
regalos y bienes intercambiados por los contrayentes. Pero este aspecto
enumerativo-inventarial es también –pensamos– parte destacada de un
eventual motif-index de la literatura pastoril enciniana y post-enciniana.
En efecto, en la obra del mismo Encina encontramos un caso señalado: nos
referimos al de la Égloga representada en recuesta de unos amores, texto teatral
en el que un pastor, fatalmente llamado Mingo, promete a una pastora Pascuala
una larga serie de regalos en un contexto nupcial. Una muestra de su tenor
indica las semejanzas con algunas de las estrofas de nuestro villancico:
la Corte de los Reyes Católicos. IV-2. Cancionero Musical de Palacio (Siglos XV-XVI), Barce-
lona: CSIC, 1965, passim; Daniela Cingolani, «Los villancicos de Juan del Enzina en el Cancio-
nero de 1496», Quaderni di Filologia e Lingue Romanze, 2 (1980), págs. 171-206; Rodrigo
de Zayas, «Quelques remarques sur le villancico polyphonique dans l’oeuvre de Juan del
Encina», Cahiers d’Études Romanes, 12 (1987), págs. 16-39; Manuel Calderón Calderón, «Los
villancicos de Juan del Encina», en Humanismo y literatura, edición de J. Guijarro Ceba-
llos, págs. 293-316; y Daniela Capra, «I ‘villancicos pastoriles’», en su Il codice bucolico di
Juan del Encina, Alessandria: Edizioni dell’Orso, 2000, págs. 139-147.
43. Edición de Miguel Ángel Pérez Priego en Juan del Encina, Teatro Completo, Madrid:
Cátedra, 1991, pág. 166.
690 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
44. Edición de Mª. Josefa Canellada en Lucas Fernández, Farsas y églogas, Madrid:
Castalia, 1973, pág. 97.
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 691
45. Edición de Thomas Hart en Gil Vicente, Obras dramáticas castellanas, Madrid:
Espasa-Calpe, 1962, pág. 15.
46. Pensamos en casos como los que pueden verse en la Égloga o farsa por el naci-
miento de Nuestro Señor de Lucas Fernández, vv. 21-60, págs. 166-67 en la edición de Mª.
Josefa Canellada, o en el Auto o farsa por el nacimiento de Nuestro Señor del mismo, vv.
24-36, pág. 190; en el villancico «Una amiga tengo, hermano» del propio Encina, en Obras
completas, edición de Ana María Rambaldo, Madrid: Espasa-Calpe, 1978, III, págs. 344-350;
en el Introito de la Farsa Moral de Diego Sánchez de Badajoz, vv. 11-80, en su Recopila-
ción en metro, edición de Frida Weber de Kurlat et alii, Buenos Aires: Universidad de
692 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
Buenos Aires, 1968, págs. 191-193; en el Introito de la Comedia Seraphina de Torres Naharro,
vv. 99-120, edición de Joseph E. Gillet en su Propalladia and Other Works of Bartolomé de
Torres Naharro, Bryn Mawr, PA: Bryn Mawr College, 1946, II, pág. 6; también en el de la
Jacinta, vv. 41-72, págs. 326-327, por mencionar solo algunos casos.
47. Antonio Sánchez Romeralo, El Villancico, Madrid: Gredos, 1969, págs. 292-303, las
palabras que citamos entre comillas son el título del cap. IV, pág. VII.
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 693
48. Obviamos aquí, y ahora, todos los datos necesarios de los textos y autores que
citaremos a continuación y que se encuentran incluidos al fin cumplidamente.
694 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
Por todo ello, y sin pretender alcanzar las certezas que puede propor-
cionar un cotejo exhaustivo y demorado, nuestro nuevo testimonio de «Ya
soy desposado» parece estar más próximo al texto del cancionero enci-
niano de 1496 que al de MP4a, hipótesis que la cronología vendría a
respaldar, o, al menos, no la obstacularizaría.
Pero todo esto viene a dar por supuesto algo que no puede darse por
supuesto sin algún caveat que otro: que estamos hablando de transmi-
sión textual escrita. Y acaso esto no sea tan obvio. Por su condición
marginal, fragmentaria, e incluso por la precariedad de su ubicación mate-
rial en los espacios dejados en blanco por la mancha de la impresión, así
como por su hermanamiento en el texto con otras anotaciones manus-
critas, probationes calami, etc., no podemos descartar que los versos del
villancico enciniano que exhumamos hoy vengan a ser el término manus-
crito a un proceso de transmisión oral-musical memorística. Tal vez, acaso,
tengamos aquí el fruto, como ya dijimos, de los ocios de algún escolar
aficionado a la música de Encina, y por lo tanto el original perdido en
este caso venga a ser una memorización de un texto oído, cantado, reci-
tado, y luego rememorado y por fin escrito55. Algún hecho puede sustentar
esta hipótesis, al margen (y nunca mejor dicho) de la modestia y preca-
riedad de su ubicación material, como la existencia de una serie de
variantes gráficas en nuestro manuscrito en lugares donde 1496 y MP4a
leen juntos. También este paso del texto por los casi siempre involunta-
riamente selectivos filtros de la memoria podría explicar por qué son las
15 estrofas de nuestro fragmento las que son, y no otras: después de un
comienzo seguro y confiado que trae consigo la rememoración de las diez
primeras estrofas, un salto nos lleva a la 24 y a la 25, de esta a la 31, y
de ahí un salto regresivo a la 17, para volver a avanzar a las 34-36, ya cerca
del final del poema.
Pero esta hipótesis no es del todo satisfactoria, pues hay argumentos
sólidos en contra de esta posible procedencia oral-memorística del frag-
mento. En primer lugar, la letra que lo copió no parece ser la habitual suelta
y a veces desmañada que se acostumbra a encontrar en anotaciones memo-
rísticas, probationes calami y otras marginalias: como ya hemos dicho, es
esta una letra en general asentada, cuidada, y el resultado una copia
55. Un caso en último término semejante al que uno de nosotros estudió en un trabajo
que igualmente se ocupaba de villancicos invertidos: Juan Carlos Conde, «Un testimonio
manuscrito de un villancico tradicional», Journal of Hispanic Research, 1 (1992-93), págs.
203-206.
696 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
56. Todas las ediciones posteriores: 1501, 1505, 1507, 1509 y 1516, acogen nuestra pieza
en parecida ubicación de lo que en su día denominamos como «zonas poéticas concretas»
del infolio, cf. V. Infantes, «Hacia la poesía impresa», pág. 93, entre los folios 89v-90v, de
1501, y los folios 75v-76r, de 1516; inserto en el mismo orden de la floresta de villancicos,
ahora todos los casos dispuestos a tres columnas, en la nueva mise en page de la obra.
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 697
Constituciones y antes que ninguna otra marca posterior copiar –eso sí, a
su modo y gusto– del Cancionero el texto en cuestión? Este ejemplar, ya
con la marginalia poética, sería luego el que tuvo ese destino escolar
que hemos significado y, (ahora) entonces, uno de los primeros que pasó
por sus manos, al ver el texto al final del segundo cuaderno, copió su
inicio (sólo su inicio), en la primera página que tuvo a mano; ¿como
recuerdo, como simple ejercicio, como capricho, como lo que sea (o
fuere)? Parece más rebuscado, y tal vez lógicamente inoperante, a tenor
de las numerosas muestras caligráficas propagadas por sus blancos –y
muy en especial el folio XVI vuelto, que debería estar ya emborronado,
pues de no estarlo, ofrecía toda una plana en blanco al poético pendo-
lista–, pero no por ello debemos dejar de señalarlo como otro posible
sendero de la transmisión, siempre impredecible, de un tipo de lírica de
amplia resonancia popular.
Otra vía de acceso al problema de por qué esas estrofas y no otras
puede ofrecérnosla un hecho cuantitativa y materialmente falsable, pero
ignoramos si decisivo. Ya quedó dicho líneas ha que nuestro villancico
venía a ejemplificar axiomáticamente esa poética del inventario de bodas
a la que hizo referencia el maestro Asensio, y que pareció gozar de cierto
predicamento entre los aficionados a las cuitas y dichas poetizadas de los
gañanes castellanoleoneses. De las 40 estrofas que lo componen en su
versión más extensa –y ahora, gracias a nuestro manuscrito podemos
decirlo con más seguridad, completa–, 29 de ellas se dedican a enumerar
bienes que se intercambian los contrayentes con motivo de los espon-
sales, o con los que festejan el casorio: un 72,5% de las estrofas del poema.
En el caso de nuestra copia, de las 15 estrofas que componen el frag-
mento, 13 se ocupan de ese género de materia: un 86,6%. El hecho puede
aportar un indicio interesante: da la impresión de que la tópica del ajuar
pastoril es el eje temático que opera en el control de las afinidades elec-
tivas del responsable de nuestra copia parcial. Que tal criterio electivo
opere conscientemente sobre una copia impresa, o que lo haga sobre la
memoria, o incluso que sea ese criterio un factor clave en una selección
memorística subconsciente, es cosa que no sabemos (si sabemos) deslindar
hoy con plena certeza.
698 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
MANUSCRITOS:
IMPRESOS:
+) 96JE: Juan del Enzina, Cancionero de las obras, Salamanca, s. i., pero:
Segundo grupo gótico, 1496, fols. [c ra]-cj rb, a dos cols.
Cancionero de Juan del Encina. Primera edición. 1496. Publicado en facsí-
mile por la Real Academia Española, «Prólogo» de Emilio Cotarelo, págs. 3-32, Madrid:
Real Academia Española, 1928 [= Madrid: Real Academia Española, 1989].
Juan Carlos Temprano, Cancionero de las obras. Salamanca, 1496, Madison:
Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1983 [edición con concordancias en micro-
ficha].
Ana María Rambaldo, Obras completas, Madrid: Espasa-Calpe, III, núm.
[CCXVII], págs. 357-367.
Brian Dutton, El cancionero del siglo XV c. 1360–1520. V. Impresos. 1474
(74*LV)–1513 (13*TD), Salamanca: Universidad de Salamanca, 1991, V, 96JE, págs.
78a-80b.
Miguel Ángel Pérez Priego, Obras, Madrid: Fundación José Antonio de
Castro, 1996, núm. 166, págs. 750-758, y pág. 1010 (cita sólo del primer verso al
ser «pieza musicada por Enzina en el Cancionero de Palacio»).
VERSIONES:
VILLANCICO:
GRABACIONES:
Juan del Enzina, Obra musical completa, núm. 42, disco 3, A, banda 6
(1’47); textos: Mª. Josefa Canellada, Juan José Rey Marcos, Miguel Ángel Tallante
& Enrique Lafuente; interpretación: Pro Musica Antiqua de Madrid; componentes:
Segundo Tenor, Barítono, Viola alto, Gamba, Flauta sopranino, Cromorno soprano,
Sordón bajo, Carrillón y Percusión.
EDICIÓN. CRITERIOS
[XVIr a]
[1]
¶ dime dime mjngo
de tu buena e trena buena] buen 96JE MP4a
mj fe ayer domjngo mj fe] miefe 96JE MP4a
dios en orabuena en orabuena] en ora buena 96JE : enorabuena MP4a
con la que me pena
nue tramo
ya oy despo ado
[2]
¶ que lo que te an dado
con tu despo ada
harto de ganado
y ca a alhajada
y moça chapada
nue tramo
ya oy despo ado
[3]
¶ que ganado acas
que te den de vero
vn buey y do vacas
y mas vn otrero
con todo u apero
nue tramo
ya oy despo ado
[4]
¶ no te dan con e o e o] e o 96JE
otra rres alguna rres] res 96JE
vn burro muy grue o muy grue o] bien grue o 96JE MP4a
y vna rres porcuna rres] res 96JE
y otra ovejuna otra] aun otra 96JE || ovejuna] obejuna MP4a
nue tramo
ya oy despo ado
[XVIr b]
[7]
¶ deslinda me luego
y us debdos juntos y us debdos] us deodos 96JE : sus deudos MP4a
on ella y el crego
car menos conjuntos car menos] carmenos 96JE : cormanos MP4 ||
conjuntos] juntos MP4a58
que acar por puntos
nue tramo
[8]
¶ que di te a las vi tas
la vi ta primera
alfarda con lj tas alfarda] alfardas MP4a
[9]
¶ saya no le di te saya] i saya MP4a
para andar preçiada
vna que e vi te
añir torque ada torque ada] turquesada MP4a
de manga trançada manga] magas MP4a (mangas en edición de J.
González Cuenca, sin nuestramo más)
[XVIr c]
[10]
¶ tu dar me emeja estrofa omitida por MP4a
de buen repiquete
capata [sic] bermeja capata] çapata 96JE
y mucho al filete al filete] alfilete 96JE
y buen cordonçete cordonçete] cordoncete 96JE
nue tramo
[24]
¶ de axuar de ca a
no te dexen mond[o] mond[o]] la -o oculta en doblez central. mondo
96JE MP4a
onca ya e enba a e enba a] e enva a 96J : senvasa MP4a
todo bien abondo bien] mui MP4a
chapado y rredond[o] rredond[o]] la -o oculta en doblez central. redondo
96JE MP4a
todo bien abondo om. esta repetición de verso 96JE MP4a
nue tramo
[25]
¶ do camas de rrop[a] camas] asnas MP4a (J. González Cuenca edita asnas)
|| rrop[a]] la -a oculta en doblez central. ropa 96JE :
rropa MP4a
avras tales quale[s] quale[s]] la -s oculta en doblez central. quales 96JE
MP4a
avanas de topa de topa] de e topa 96JE : destopa MP4a
hietro y cabeçales hietro] yetro MP4a
mantas y co tales
nue tram[o] nue tram[o]] la -o oculta en doblez central. nue tramo
96JE
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 705
[XVv a]
[31]
[falta el primer verso] Dente algun dornajo 96JE MP4a
rrallo y a adore [sic?] rrallo] rallo 96JE || a adore ] a aderos 96JE:
asaderos MP4a
y dar me un tajo y dar me un] y aun darme han vn 96JE MP4a
y ma do morteros
co- us majadero [sic] us] dos sus MP4a || majadero] majaderos 96JE
MP4a
nuestramo
[17]
la buena pro haga la] ya MP4 || pro] pros MP4a
pus no e tee cu a pus] pues 96JE MP4a || tee cu a] te e cu a 96JE
agora dios praga dios] a dios MP4a
ya di obrehu a ya] y a MP4a (J. González Cuenca: y di sobrehusa)
[XVv b]
[34]
¶ ella pida rrueca rrueca] rueca 96JE
y hu o y tortera y hu o] y vn hu o 96JE MP4a || y tortera] i tortero
MP4a
y avn galljna crueca
y otra ponedera
y an ar criadera an ar] ansare MP4a
nue tramo
ya oy despo ado
[XVv c]
[35]
[falta el primer verso, cortado
por el margen de la página] De pues a la boda 96JE MP4a
que tal era el ga to sera el] seral MP4a
ala jente toda jente] gente 96JE MP4a
hartalla a rrepa to
todo bien abasto bien] muy 96JE MP4a
nue tramo
706 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
[36]
¶ yo ere el padrido [sic] padrido] padrino 96JE MP4a
ga to non te duela ga to] ga ta 96JE MP4a
pan y carne y vino
ajo y mo tazuela ajo] y ajo MP4a
ha ta tentejuela tentejuela] tentijuela 96JE
[2.5] moça chapada: «moza hermosa, de agradable presencia, bien vestida y arre-
glada». Chapado es adjetivo encomiástico, dicho de personas, de uso abundante
en la literatura pastoril, y en el mismo Encina: «Una virgen de quinze años, |
morenica, de tal gala | que tan chapada zagala | no se halla en mil rebaños: |
nunca tal cosa se vio», Juan del Encina, Égloga representada en la mesma noche
de Navidad, en Teatro Completo, edición de Miguel Ángel Pérez Priego (Madrid:
Cátedra, 1991), pág. 115. Otras documentaciones en textos pastoriles: «Hazeros ha
[tan honrrada señora] mil fauores | ora que viene de gana, | chapada, linda,
loçana, | para mataros de amores», Bartolomé de Torres Naharro, Comedia Jacinta,
edición de Joseph E. Gillet en «Propalladia» and other works of Bartolomé de Torres
Naharro, II (Bryn Mawr, PA: Bryn Mawr College, 1946), pág. 354; «A Dios menco-
miendo, señora lluziente, | que sos muy chapada, de gran perficion, | de gran
gestadura, de huerte facion, | y todos los bienes teneys juntamente», Juan de
París, Égloga nuevamente compuesta, edición de Urban Cronan [seud. de R.
Foulché-Delbosc] (Madrid: Imprenta de Fortanet, 1913), pág. 402; «¡Ésta, ésta, ésta
es ella! | la más chapada y más vella | que en este mundo se vió | Nunca otra
tal nasció», Lucas Fernández, Auto o farsa del Nascimiento de Nuestro Señor, en
Lucas Fernández, Farsas y églogas, edición de María Josefa Canellada (Madrid:
Castalia, 1976), pág. 206. En boca de Sancho Panza aparece utilizada la expre-
sión en la Segunda Parte del Quijote, también en ambiente rural y en alabanza
de la pastora Quiteria: «Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que
puede pasar por los bancos de Flandes», Don Quijote de la Mancha, edición de
Francisco Rico et alii (Barcelona: Crítica, 1998), pág. 802. Para el origen de la
expresión, véase Joan Corominas & José Antonio Pascual, Diccionario crítico
etimológico castellano e hispánico, II (Madrid: Gredos, 1980), pág. 327 (s.v. chapa;
citado en lo sucesivo DCECH).
[3.2] de vero: «de veras». Es expresión característica del habla de los pastores lite-
rarios, como atestiguan los siguientes ejemplos: «El tempero ventiscava | de cabo
del regañón; | el çierço, asmo que elava; | el gallego lloviznava | por todo mi
çamarrón, | mas viendo cantar de vero | con la gaita los garçones | desnuyé la
piel de cuero | por correr asmo ligero | a notar las sus canciones», Fray Íñigo de
Mendoza, Coplas de Vita Christi, edición de Julio Rodríguez Puértolas en Cancio-
nero (Madrid: Espasa-Calpe, 1968), pág. 54 (significativamente en un pasaje puesto
en boca de un pastor); «Pues entendamos de vero | si sois contentos y ledos, |
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 707
y alcemos todos los dedos; | hodido sea el postrero», Torres Naharro, Comedia
Trophea, edición de J. Gillet en Propalladia, II, pág. 123 (otra documentación en
ese mismo texto, pág. 121); «Di: ¿cómo está de consuno | Dios todo bivo y entero
| en qualquier hostia, de vero, | pues que Dios es todo uno?», Diego Sánchez de
Badajoz, Farsa del Molinero, edición de Miguel Ángel Pérez Priego en Farsas
(Madrid: Cátedra, 1985), pág. 201; «PABRO Ora vos digo de vero | que tenemos
buena praga. | ROSABELLA Di, ¿qué quieres? | PABRO Vengo a daros mil prazeres,
| qu’es venido un vuestro primo», Martín de Santander, Comedia Rosabella (s.l.,
s.i., 1550), fol. A vj r, edición de José Luis Canet en LEMIR (Universidad de Valencia,
LEMIR, Site de la sección de textos de Literatura Española Medieval y del Renaci-
miento [en línea] http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/Rosabella.pdf, pág. 19). No
es ajeno a esta boga el propio Encina, por supuesto: «¡Tirte, tirte allá, Minguillo,
| no te quellotres de vero! | Hete, viene un escudero, | vea que eres pastorcillo»,
Égloga representada en requesta de unos amores, en Teatro Completo, pág. 163.
La voz es documentable en otra suerte de textos: «Notando de vero: mi graue
pasión | os ruego y suplico: muy alta señora | que pues lo mandastes: luego ala
hora | canteys de consuno: con mi coraçon», Juan de Molina, Cancionero, edición
de Antonio Rodríguez Moñino (Valencia: Castalia, 1952), pág. 73; «Cornelio, Paulo,
Conón, | el Agapito y Antero, | la romana defensión | conservaron muy de vero;
| el Simplicio y el Severo | pusieron sus defensorios», Francisco de Ávila, La vida
y la muerte o Vergel de discretos, edición de Pedro M. Cátedra (Madrid: Funda-
ción Universitaria Española, 2000), pág. 293; «Ni alabo a la del artero | que assí
la tela deshizo; | ni a la otra, que no hizo | lo qu’el padre muy de vero | le dixera,
| pues qu’el amor las moviera | a seguir el tal camino», Comedia Ypólita, edición
de José Luis Canet en De la comedia humanística al teatro representable (Madrid-
Sevilla-Valencia: UNED-Universidad de Sevilla-Universitat de València, 1993), pág.
268; «¡Ay!, ¿quién podrá sanarme? | Acaba de entregarte ya de vero; | no quieras
enviarme | de oy más ya mensajero, | que no saben dezirme lo que quiero.»,
San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, en Poesías, edición de Domingo Yndu-
ráin (Madrid: Cátedra, 1983), pág. 248.
[3.4] otrero: «cierto tipo de res vacuna», es voz no recogida en los diccionarios acadé-
micos, ni en el DCECH. Para el significado de la voz, véase el siguiente texto,
datable entre 1450 y 1491: «Otrosý ordenaron sobre rrazón de la tasa de los bueys
de la Defesa Mayor que traya cada vezino tres pares de bueys domados, de otreros
arriba, e un folgón; e, sy más truxiere, que pague quarenta maravedís de pena;
e después de pan cogido que non aya pena ninguna los que andan fuera de tasa;
e, sy alguno truxiere otrero desde pan cogido adelante que lo usare, que non aya
pena en rrazón del ganado que se escrive en las defesas de conçejo, asý bueys
conmo vacas; e otro qualquier ganado, sy su dueño lo oviere de salvar por su
juramento, que sea creýdo por su saber o entender que non anduvo allí su ganado
ocho días continos», Cuaderno misceláneo en el que se recogen anotaciones de
acuerdos del concejo de Navarredonda de Gredos, edición de Gregorio del Ser
708 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
[7.3] crego: «clérigo». Esta forma rotacizada es la más común de esta voz en textos
pastoriles, véase John Lihani, El lenguaje de Lucas Fernández. Estudio del dialecto
sayagués (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1973), pág. 405, en consonancia con
la habitual caracterización dialectal occidentalizante del habla de los pastores lite-
rarios de Encina, Fernández, Torres Naharro y otros (cf. port., gall., leon. Crego).
Sobre ello, véase Lihani, págs. 119-120.
[7.5] Qué sacar por puntos. Sacar o tomar por puntos vale tanto como «examinar,
interrogar, preguntar». Véase la siguiente acepción de punto en Auts.: «Se llaman
las qüestiones que, picando en un libro, salen en las hojas para que elija el que
ha de leer de oposición» (s.v. punto). La expresión parece haber gozado de fortuna
en el ámbito de la literatura de ambiente pastoril: «Be.–Vayte, que verná mi ahuelo.
| Br.–Ni desso tengas recelo. | Be.–Ño me tomarás por puntos», Lucas Fernández,
Comedia en lenguaje y estilo pastoril, en Farsas y églogas, edición de Mª. J. Cane-
llada, pág. 85 (y véase lo ofrecido y discutido en el Glosario, págs. 323-324);
«–Cierto, no sé lo que havéis. | Dezídmelo, si queréis. | –¡Par Dios, digo que ño
quiero! | –¡Por tu vida, compañero! | –¡Sí, para que os empiquéis! | –Pues acaba,
dilo ya. | –Que ño quiero, ni me pago. | –¿Ni por mal ni por halago? | –Pues
yo os do la fe, mirá | que on el diabro os traxo acá | a sacar por punticones»,
Encina, Auto del repelón, en Teatro completo, pág. 232 (compárese lo dicho en
nota a este pasaje por Pérez Priego con lo dicho por Canellada en su Glosario a
su edición de Lucas Fernández, cit. supra. Conviene destacar que uno de los
personajes de este diálogo, precisamente quien efectúa las preguntas y es acusado
712 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
[8.1] vistas: «Llaman los vestidos y tocador que los novios envían a sus futuras
esposas. Llámase assí también el juego de ropa que estas envían a sus novios»,
según Auts., s.v. (Si se examinan las acepciones de la voz tocador en dicho diccio-
nario, hay razones poderosas para pensar que en la anterior definición es nece-
sario considerar tocador errata por tocados, errata que se perpetuaría hasta la
edición del diccionario académico de 1843, año en que queda formulada en
distintos términos).
[8.3] alfarda: «Especie de toca o manto que llevaban las mujeres sobre la cabeza,
o paño con que se cubrían el pecho», según el Diccionario Histórico de la Lengua
Española, II (Madrid: RAE, 1992, s.v.) postula una etimología árabe al-farda, «cada
una de las dos piezas que forman un todo», definición bastante más precisa que
la de su antecesor de 1933 (que define, s.v., «adorno que usaban las mujeres»).
Cita cinco textos de los siglos XIV-XV, uno de ellos el de este villancico de Encina.
Otro de los textos citados es de Lucas Fernández, Comedia en lenguaje y estilo
pastoril: «Darle [he] alfardas orilladas | y capillejos trenados» (en Farsas y églogas,
edición citada, pág. 98). El DHLE cita un texto de la monografía de Carmen Bernis
sobre Indumentaria medieval española (Madrid: Instituto Diego Velásquez & CSIC,
1956) de interés: «Existen pruebas, en documentos del siglo XV, de que las alfardas
eran una clase de tocas, así como repetidas alusiones a alfardas con listas y orillas»
(pág. 71).
[9.4] añir torquesada: Añir, como variante gráfica de añil, aparece recogida por
los diccionarios académicos desde Auts. («Lo mismo que añil. Es voz anticuada
que trahe Nebrixa en su Vocabulario») hasta, sorprendentemente, el DRAE de
2001. A su vez, añil queda definido en Auts. como «El color azul, o pastel. Diego
de Urrea dice que es nombre Arabigo, y que vale tanto como azul» (s.v.), defini-
ción que cuadra perfectamente a nuestro texto. Torquesada es, por su parte,
variante gráfica de turquesada, siendo turquesado «lo que tiene el color de la
piedra Turquesa», según Auts. (también aquí mucho más afortunado que las
ediciones más recientes del DRAE). Turquesado y torquesado son formas sufi-
cientemente documentadas; para esta última véase: «Los varones traian sobre todas
las vestiduras, un capuz de paño, color amarillo vestido, é una señal tamaña de
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 713
luna de paño, color torquesado, tan grande como esta, toda llena manifiestamente
de yuso de el hombro derecho en tal manera, que pareçca toda. É las mujeres
que traian eso mesmo, cada una la dicha señal á manera de luna del paño color
de torquesado, tan grande como esta toda llena» (Ordenamiento hecho por la
reina gobernadora doña Catalina, a nombre de su hijo el señor don Juan II, sobre
la divisa y traje de los moros [1408], en Francisco Fernández y González, Estado
social y político de los mudéjares de Castilla considerados en si mismos y respecto
de la civilización española [Madrid: Real Academia de la Historia, 1866], pág. 398);
«todos los pannos que serán para morados, leonados, verdes, que todos sean
tintos en lana, los que serán destas dichas lanas finas susodichas e declaradas, y
con el blao, segund la color que querrán fazer clara o oscura, tanto quel leonado
nin el morado non sea de más baxa suerte de un torquesado» (documento de 1495
en Paulino Iradiel Murugarren, Evolución de la industria textil castellana en los
siglos XIII-XVI: factores de desarrollo, organización y costes de la producción
manufacturera en Cuenca [Salamanca: Universidad de Salamanca, 1974], pág.
357). El significado de la expresión es, por lo tanto, «azul turquesa». Tal vez sea
significativo constatar que la asociación de estos dos términos es detectable en
otros textos; véase el siguiente de las Ordenanças sobre el obraje de los paños,
lanas, bonetes sombreros nueuamente hechas (Toledo: Juan de Ayala, 1544), fol.
ix r: «Otrosi mando que los fustanes que se ouiere de hazer en estos mis reynos no
puedan ser negros sin que primero les sea dado un turquesado a lo menos de añir
o de azul porque sean perfetamente teñidos. Y después de dado el dicho turque-
sado antes de ser demudados sean sellados conforme a la muestra del dicho
turquesado que para ello será dada» (corresponde a un texto fechado en 1527).
¿Podemos, entonces, precisar más la significación de añir torquesada en nuestro
texto, y definirla como «teñida de azul turquesa mediante el uso de añil»?
van hendidas por medio, lo qual de ordinario van trançadas todas las mangas de
las sayas, y assí por donde van hendidas las tablas viene a yr trançada la manga»),
Juan de Alcega, Libro de geometria práctica y traça, el qual trata de lo tocante al
officio de sastre [Madrid: Guillermo Drowy, 1580; facsímil de Madrid: Instituto de
España-Biblioteca Nacional, 1993], fol. 66r). No siempre es voz aplicada al tren-
zado de telas en prendas de vestir, sino que se aplica a otras cosas: «Mas sus cabe-
llos, ni todos tranzados ni todos sueltos, antes la mayor parte dellos, que eran los
que salían del cuello, le caían y volteaban por las espaldas y por los hombros»,
Fernando de Mena, Historia etiópica de los amores de Teágenes y Cariclea, edición
de Francisco López Estrada (Madrid: RAE, 1954), pág. 119; «Traían en las cabezas,
unas coronas como frailes; el cabello poco más crecido, que les daba a media
oreja, excepto que al colodrillo dejaban crecer el cabello cuatro dedos en ancho,
que les descendía por las espaldas, y a manera de tranzado, los atababan y tren-
zaban» (José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, edición citada, pág.
345); «Mas en aquella trabajosa noche, postrera de su mal parto, se tornó tan cana
e blanca su cabeza, que los cabellos, que parescían muy fin oro, se tornaron de
color de fina plata. Y en verdad mis ojos no han visto otros tales en mujer desta
vida; porque eran muchos e tan largos, que siempre traía una parte del tranzado
doblada, porque no le arrastrasen por tierra, y eran más de un palmo más luengos
que su persona» (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las
Indias, edición de Juan Pérez de Tudela, I [Madrid: Atlas, Biblioteca de Autores
Españoles, 1992], pág. 199); «quatro moros se han armado, | con muy reluzientes
armas | y con feroces cauallos, | lanças gruessas y tendidas | con los arneses
trançados» (Lucas Rodríguez, Romancero historiado [Alcalá 1582], edición de
Antonio Rodríguez Moñino [Madrid: Castalia, 1967], pág. 151b). Un dato intere-
sante para nuestros propósitos, dada la caracterización occidentalizante del habla
de pastores enciniana, es el aportado por DCECH: «En port[ugués] trança ‘trenza’
es lo normal hasta hoy» (ibíd., pág. 619b).
[10.4] alfilete: «alfiler». Registra la voz el DHLE (s.v. alfilete), que define Alfiler,
«joya usada como prendedor o simplemente de adorno», con apoyo en dos textos,
uno de ellos el de nuestro villancico de Encina, otro de ellos el incunable de 1498
del Corbacho de Martínez de Toledo («Cintas de oro plata muy ricamente obradas,
alfiletes, espejo, alcoholera, peine», fol. 23d), aunque ahí mismo se recoge la
lección variante que trae la edición de 1529 («alfiletas»), que, a juzgar por el artí-
culo alfiletas del DHLE, es un hapax (de dudosa sustancia, creemos). Más inte-
resante puede ser el hecho de que el incunable escurialense del Corbacho presente
otra lectura: «cintas de oro e plata muy rricamente obradas, alfileles, espejo, alco-
folera, peyne» (según la edición de Lesley Bird Simpson [Berkeley: University of
California Press, 1939], pág. 136 [folio 40v del ms.]). Véase también la presencia
de la forma alfilete en DCECH, s.v. alfiler; del contenido de dicho artículo se
deduce que alfilete debió ser variante de alfiler en español, en analogía o concu-
rrencia con la forma portuguesa y gallega. De nuevo, la caracterización dialectal
occidentalizante del habla de los pastores encinianos puede estar en el origen de
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 715
[24.3] soncas: Interjección característica del lenguaje de los pastores literarios: «en
verdad, por cierto». Véase sólo John Lihani, El lenguaje de Lucas Fernández, págs.
561-62.
1962], pág. 293); «tenemos senbrado dos fanegas de trigo e tres quartas de çenteno
e otras tres quartas de avena, poco mas o menos, e mas vna cama de ropa que
nos dio mi senora madre» (Inventario de bienes [1522], en Documentación muni-
cipal de la Cuadrilla de Salvatierra: municipios de Asparrena y Zalduondo (1332-
1520), edición de Felipe Pozuelo Rodríguez [San Sebastián: Eusko Ikaskuntza,
2001], pág. 311); «2.ª Si tuvieron noticia de una cama de ropa que la dicha Maria
Hernandez envió a su marido a la dicha carcel. 3.ª Si saben que despues de salido
el dicho Pedro de Ojeda de la carcel, el dicho Licenciado Cervantes envio y mando
traer a su casa toda la dicha cama de ropa» (Documento de 1524, en Krzysztof
Sliwa, El licenciado Juan de Cervantes. Efemérides del licenciado Juan de Cervantes,
documentos y datos para una biografía del abuelo paterno del autor del Quijote
[Kassel: Reichenberger, 2001], pág. 121); «En las Cortes vltimas de Valladolid en
el Capitulo cincuenta y tres á suplicacion del reyno, Vuestra Magestad mandó que
no se tomasen ni truxesen de los lugares y aldeas para su Corte mas que ciento
y veinte camas de ropa que reservó para sus guardas de cavallo y pie y á esta
Ciudad que es el primer aposento que despues se ha hecho se han traido de los
lugares y aldeas mas de dos mill camas» (Cortes de Toledo [1538], en Cortes de los
Antiguos reinos de León y de Castilla, V [Madrid: Real Academia de la Historia, 1903],
pág. 137). Es también interesante a nuestros propósitos la existencia de locuciones
equivalentes a la nuestra, como «lecho de ropa», atestiguada en un testamento
dado en Salamanca en 1283: «Et mando a Ma. Arias doçientos morabetinos et la
casa o mora don Tomas et un lecho de ropa, convyen a saber: una coçedra que
ella tien, et dos reçeles, et una colcha, et dos cabeçales, et dos lençuelos, et un
façeruelo» (Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca
[siglos XII-XIII], edición de José Luis Martín Martín, Luis Miguel Villar García,
Florencio Marcos Rodríguez & Marciano Sánchez Rodríguez [Salamanca: Univer-
sidad de Salamanca, 1977], pág. 491). A la vista de lo expuesto, la lectura asnas
de ropa que presenta el Cancionero de Palacio (MP4) no parece ser correcta;
abona esta hipótesis el hecho de que no hayamos podido documentar la expre-
sión asna(s) de ropa.
[25.4] yetro: Es voz que no hemos podido localizar en ningún repertorio lexico-
gráfico. Las dos únicas documentaciones de la voz que hemos podido localizar,
aparte de la de nuestro texto, nos inclinan a conjeturar que nos hallemos ante
una variante gráfica de fieltro, «especie de paño no tejido que resulta de conglo-
merar borra, lana o pelo» (DRAE, edición de 2001, s.v.), acaso empleado aquí en
la segunda acepción contenida en el léxico académico: «Sombrero, capote, alfombra,
etc., hechos de fieltro», específicamente referido, dado el contexto, a una alfombra,
o, más verosímilmente, a un cobertor de cama o prenda semejante. Las otras dos
documentaciones que hemos localizado de hietro pertenecen a una misma obra,
la adaptación/recreación española del Baldus publicada en Sevilla: Dominico de
Robertiis, 1542: «vide venir un ciego alto de cuerpo, con una esclavina y un muy
rezio y herrado bordón en que se sostenía; en la cabeça traía un sombrero de
hietro, lleno de muchas imágines de plomo; y bien proveído, con una talega
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 717
59. Por alguna razón que no se clarifica ahí, este texto aparece recogido (s.v. feltro),
y bajo el mismo título como referencia, en el CORDE (Corpus Diacrónico del Español, Site
de la Real Academia Española, [en línea] http://corpus.rae.es/cordenet.html) como editado
por Mª. Nieves Sánchez, Salamanca, 2000.
718 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
[25.4] cabeçales: Dos son las acepciones de la voz cabezal recogidas por Auts.
que podrían ser relevantes aquí: la primera, «colchoncillo largo y angosto, hecho
de lienzo, y embutido de lana basta, paja o borra […] del qual usan los labradores
para dormir en los escaños junto a la lumbre», y la segunda, «se llama también una
almohada larga, que coge todo el ancho de la cama, y se pone a la cabecera de ella
para reclinar la cabeza». No obstante, y dado el contexto, claramente orientado a la
enumeración de ítems de ropa de cama, nos parece más razonable considerar que
el texto aparece aquí con el valor de la segunda de las acepciones enumeradas.
[34.2] tortera: La nota la da prácticamente hecha Auts., s.v.: «La rodaxa que se
pone a la punta del huso y ayuda a torcer la hebra. Trahen esta voz Covarr. en
su Thesoro, Nebrixa, y el P. Alcala en sus Vocabularios, pero estos le llaman
tortero». Cita un texto de la Nueva Recopilación de las Leyes del Reino, lib. 7, tít.
14, l. 22: «Y los corazones y manezuelas y torteras sean de carrasca seca». Esta es
documentación interesante, pues es la única que hemos conseguido localizar de
tortera, junto con la de nuestro texto y otra que se cita más abajo; todas las demás
que hemos conseguido reunir son de tortero: «Sus dichos non valen dos viles
torteros | pues que Martín Sánchez e sus compañeros | le çierran las puertas
porque non les pecha» (Alfonso Álvarez de Villasandino, «Dezir al rey quejándose
de sus porteros», en Cancionero de Baena, edición de Brian Dutton & Joaquín
González Cuenca [Madrid: Visor, 1993], pág. 230)60; «Perdí la mi rrueca | y el huso
non fallo; | ¿si vistes acá | [e]l tortero andar?», Cancionero musical de Palacio,
edición citada, pág. 171; «Rehilar tortero: que el huso | es de madero» (Libro de
refranes y sentencias de Mosén Pedro Vallés, edición de Jesús Cantera & Julia
Sevilla Muñoz [Madrid: Guillermo Blázquez, 2003], pág. 115). No debemos, sin
embargo, echar la culpa de la presencia de tortera en nuestro villancico a las
exigencias de la rima; es interesante comprobar que Lamano («Vocabulario», en
El dialecto vulgar salmantino [Salamanca, 1915], s.v.) localiza la forma tortera
en tierras salmantinas, definiéndola como «rodaja de hierro que usan para torcer
la lana», y citando un refrán de los coleccionados por Correas: «La buena hilan-
dera, del huso hace tortera». Glosa Correas el refrán del siguiente modo: «Que
hilan sin tortera; llaman tortera una rodaja que tiene el huso de hierro al cabo, y
a los de palo se la suelen poner de cera para que hagan más peso» (Gonzalo
Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, edición de Víctor Infantes,
prólogo de Miguel Mir [Madrid: Visor, 1992], pág. 89a).
[34.5] ansar criadera: Aunque el DRAE asigna a la voz ánsar el género masculino,
durante siglos la situación fue distinta. El DHLE, que documenta la voz desde el
s. XII, indica que «el uso como f[emenino] está documentado en nuestro material
hasta el s. XVII, y el primer testimonio con adjuntos m[asculinos] es de 1409» (DHLE,
s.v. ánsar).
60. Los editores anotan nuestra voz con la equivalencia «puntas de huso» (ibid.).
JUAN DEL ENCINA EN UNAS «CONSTITUCIONES» (1498) 719
[36.5] hasta tentejuela: «hasta el extremo, hasta reventar». Sólo hemos sido capaces
de hallar un testimonio literario más de nuestra voz, en más de un siglo poste-
rior al nuestro: «Yo (como no sabía el uso de la tierra y oí que me querían llevar
al humilladero) pensé que era pulla y respondíles con extremada cólera, ca la de
las mujeres es siempre de Extremadura. Jamás nuestro enojo es niño, siempre
nace vestido y calzado […]. En fin, yo me enojé hasta tentejuela y en un tono irre-
gular le respondí: ‘No soy yo de las que ellos ni otros como ellos han de llevar
al humilladero’» (Francisco López de Úbeda, La pícara Justina, edición de Antonio
Rey Hazas [Madrid: Editora Nacional, 1977], II, pág. 499). El editor, en el vocabu-
lario que cierra su edición, define la expresión hasta tentejuela como «hasta más
no poder» (II, pág. 797). La separación cronológica entre estas dos atestaciones
de la voz permite suponer la vigencia continuada de la expresión en el lenguaje
coloquial del Siglo de Oro. No hemos sido capaces de encontrar documentación
alguna de tentijuela (fuera de la lectio que en este verso ofrece la versión de
nuestro villancico contenida en el Cancionero enciniano de 1496, fol. cj r a),
tentehijuela ni tenteijuela; tampoco hemos encontrado ninguna de las formas
(tentejuela, tentijuela, tentehijuela, tenteijuela) recogida en ninguno de los léxicos
académicos, ni en el DCECH, ni en Lihani o Lamano. La voz y su significado
pueden explicarse de forma verosímil a partir de dos de las acepciones de hijuela
recogidas en Auts., s.v.: «la lista de tela, lienzo, u otra cosa que se pone para
ensanchar lo que venía estrecho o angosto»; «se llama el instrumento que se da a
cada uno de los herederos del difunto, por donde consta los bienes y alhajas que
les toca en la particion»: en el primer caso, hasta tente(hi)juela significaría literal-
mente «hasta hacer fuerza en las tiras de tela añadidas para hacer más amplias las
ropas, hasta casi reventar»; en el segundo, «hasta llegar al extremo de gastar comple-
tamente la herencia recibida del (o de los) progenitor(es)». Cualquiera de las dos
hipótesis casa perfectamente con nuestro texto (se trata de un banquete de bodas
sin tasa, y se recoge la idea de gastar sin límite [36.2]); pero el testimonio de La
pícara Justina parece sugerir que la significación más adecuada, por su ajuste a
ambos textos, es la basada en el significado de hijuela = «tira de tela con que se
ensancha una prenda», y que vale como «ponerse a pique de reventar» (en el caso
de nuestro villancico más literalmente, en el caso del texto de La pícara en sentido
más bien figurado).
720 JUAN CARLOS CONDE & VÍCTOR INFANTES
JUAN DEL ENCINA EN UNAS CONSTITUCIONES (1498) 721
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
723
724 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Alfonso X el Sabio 132, 259, 364, 652 Andrés Escapa, Pablo 260n, 268n,
Alín, José María 7, 17-41, 45n, 57, 58 461n
y n, 113n, 114n, 122, 126n, 180n, Andújar, Juan de 573 y n
307n, 480, 521n, 529, 531n, 701, Anglés, Higinio 512n, 701
712 Antico da Montana, Andrea 385, 386
Allaigre, Claude 580n, 581, 585 y n, 388, 394 y n
Almagro, Diego de 326 Antonio Abad, santo 223
Almoneda en disparates 467 Añaya, Francisco de 471
Alonso, Dámaso 273 y n, 274, 513n Aparicio, Bartolomé 304 y n, 309, 470
Alonso, José 519n, 520n Apartamiento del cuerpo y del ánima
Alonso Cortés, Narciso 196n 469
Alonso de Herrera, Gabriel 590n Appel, Carl 170n
Alonso Hernández, José Luis 119n Apuleyo, Lucio 287
Alpert, Michael 194n Aranda, Luis de 104, 254
Alston, Robin C. 685n Arañés, Juan 483, 512
Altamirando, Pedro de 455n Arcipreste de Talavera, véase Martínez
Althusser, Louis 633n de Toledo, Alfonso
Alvar, Carlos 172n Arconada, César 218
Alvar, Manuel 124n Arellano, Ignacio 320n, 321n
Álvares, Afonso 608 Aretino 374
Álvarez Barrientos, Joaquín 87n, 217, Arguello, Francisco de 467
218, 222n Arguijo, Juan de 68, 71 y n
Álvarez de Villasandino, Alfonso 174, Arias Girón, Félix 508
175, 176, 177, 182, 422, 572 y n, Arias Pérez, Pedro 512
718 Aricó, José María 633n
Álvarez Gato, Juan 367 Aristóteles 268, 642n
Álvarez Pellitero, Ana María 46n, 178n, Armistead, Samuel G. 379n
179n, 575n Aroca, J. 21n
Alvim, Fernando Lucas, véase Ameno, Artaza, Elena 544n
Francisco Luís
Arteaga, Eufrasia de 264
Alzieu, Pierre 117n, 248n, 529 y n
Artes, Bernardo 693, 700
Amadeo de Saboya 222
Ascensius, Josse Bade 552, 553n
Amades, Joan 217 y n, 219 y n, 226
Asenjo Barbieri, Francisco 66n, 699,
Ameno, Francisco Luís 606, 617 701
Amezcua, José 319 y n Asensio, Eugenio 45n, 253n, 257n,
Amorós, Carles 396n, 423, 547n, 551n 261n, 273 y n, 477, 480, 584n,
Andrade Caminha, Pedro de 486, 487 609n, 688 y n, 689, 697
Andrés el Capellán 173, 174n Ashkroft, Bill 636n
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS 725
Brizuela, Mateo de 364, 577n, 647, Camões, Luís de 480, 487, 488
648, 649 Campo, Gonzalo del 69n
Brocar, Guillén de 551n Campo, Victoria 244n
Brocar, Juan de 264, 271 Campomanes, véase Rodríguez de
Bronzini, Giovan Battista 282n, 286n Campomanes, Pedro
Brown, John Carter 166n Campos Moreno, Araceli 9, 289-298
Brown, Kenneth 8, 21 y n, 26 y n, 27, Canavaggio, Jean 325n
193-213, 484 Cáncer, Jerónimo de 165
Bruno, Stéphanie 171n Cancioneiro da Biblioteca Nacional
Brunot, Ferdinand 666 81 y n, 134, 143
Bubnova, Tatiana 11, 627-640, 657 y Cancionero classense 484
n, 658 y n, 659, 660n, 662n Cancionero de 1496 694
Buezo, Catalina 165n Cancionero de 1628 23 y n, 24, 25,
Burke, Peter 148 y n, 154n, 363 y n, 26, 32 y n, 34, 35-41,
364, 378n, 629n, 638, 655 y n, 656 Cancionero de Amberes (1550) 492n
y n, 659, 665, 667 Cancionero de Baena 718
Bush, George W. 636 Cancionero de corte e de magnates
Buzzetti Gallarati, Silvia 244n 484
Cancionero de Estúñiga 573 y n, 574n
Caballero, Juan 124n Cancionero de Évora 484, 487
Caballero Fernández-Rufete, Carmelo Cancionero de Florencia 114, 484
53n, 381n Cancionero de jesuitas 484
Caballero y Lafuente, Fernán 127 y n Cancionero de la Biblioteca Británica
Cabello, Maite 583 y n 371
Cabezas, Juan 243n, 356 Cancionero de la Casanatense 514
Cabrales Arteaga, José M. 375n, 376n Cancionero de Londres 415, 416, 417,
423, 424
Cacho, Mª. Teresa 9, 248n, 381-399,
483n Cancionero de obras de burlas provo-
cantes a risa 421
Calabrese, Fernando 397n
Cancionero de Olot 483, 533n, 539,
Calatayud, Tremiño de 451, 465, 469,
542
470
Cancionero de poesías varias (Ms.
Calderón, J. Esteban 635n
1587) 249n
Calderón Calderón, Manuel 689n
Cancionero de poesías varias (Ms.
Calderón de la Barca, Pedro 217, 320 2803) 46n, 47n
y n, 321 y n, 323, 478, 515 Cancionero de Puebla-Oaxaca, véase
Calixto III, papa Borgia 382 Fernández, Gaspar
Calvo, Francisco 71n Cancionero de romances 416, 419,
Camargo, Luís 620 420, 422, 423, 578, 587 y n, 589n
728 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Conde, Juan Carlos 11, 372n, 671-721 Coplas muy contemplativas sobre el
Connochie-Bourgne, Chantal 171n descendimiento de la cruz 547n,
Conroy, César 659n 559n
Consejo que dio un rufián a unas Coplas sobre Castil Novo 472
donzellas 466 Corazón, Alberto 225n
Constantino, Emperador 290 y n, Cordón Mesa, Alicia 96n
291 y n Cormellas, Sebastián de 157n, 245n,
Constituciones (1498) 11, 669-719 358
Contienda del cuerpo e alma 559n Cornago, Juan 177, 179, 185
Contreras, Julián de 166 y n Corneille, Pierre 607
Contreras, Pedro de 158n Corominas, Joan 18n, 80, 112n, 118n,
Convoy, César 631n 706
Coplas a san Roque contra la pesti- Correas, Gonzalo 19, 20, 28, 68, 74n,
lencia 373 86 y n, 113 y n, 114, 115, 118,
120, 325 y n, 329, 582n, 585, 718
Coplas a un caballero que tuvo un
concierto 123 Corregio, Nicolò di 398
Coplas agora nuevamente hechas de Cortés, Hernán 103
una muger 466 Cortés, Narciso 517
Coplas de Antón Vaquerizo de Morana Cortés Hernández, Santiago 7, 57-64,
469 335n
Coplas de cómo una dama ruega a Cortey, Jaume 418
un negro 466 Corvin, Michel 319, 320n
Coplas de cómo una hermosa doncella Costa, Caetano Ferreira da 606
558n Costa, José Daniel Rodrigues da 602
Coplas de la Madalenica 375, 467 Costana 367, 463, 469
Coplas de Mingo Revulgo 468 Costilla 578
Coplas de Mingo Revulgo glosadas 463 Cotarelo y Mori, Emilio 17n, 23n, 74n,
Coplas de perdone vuestra merced 469 164n, 165n, 166, 513n, 700
Coplas de un galán que llamava a la Couceiro, Mª. Pilar 11, 520n, 565-575
puerta 466, 485n Covarrubias, Sebastián de 46n, 68,
Coplas de un moço adevino 547n 72n, 86 y n, 112 y n, 115, 118,
Coplas de una dama y un pastor 465, 119, 123, 327 y n, 477, 571, 718
466 Cranston, Edwin A. 139, 143,
Coplas de unos compañeros de buena Creixell Vidal-Quadras, I. 174n
voya 466 Criado de Val, Manuel 325n, 369n,
Coplas de unos tres pastores 463 545n
Coplas del Marqués de Mantua 350 Croce, Benedetto 282n, 288n, 397n,
Coplas fechas por mandado de un 398, 399n
señor 462 Croce, Giulio Cesare 601n
732 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Encina, Juan del 11, 85, 148, 246 y n, Estepa, Luis 165n
247, 250, 255, 266n, 309, 367 y n, Estrada y Bocanegra, Cristóbal 194 y n
371, 372, 376, 378 y n, 382 y n, Estrella, Morán de la 484, 488
389n, 390n, 392n, 396, 399n, 416,
Etienvre, Jean-Pierre 71n, 495n, 503n,
463, 464, 466, 472, 506, 509, 528
y n, 548n, 583, 586, 587, 590 y n, 519n
671-721 Eugenia, emperatriz 425n
Enciso Viana, J. 257n Eugenio Lucas, el Viejo, véase Padilla,
Engels, Friedrich 663 Eugenio Lucas
Engracia, santa 305 Eusebio, obispo de Cesárea 290
Enrique de Aragón, infante 178, 586 Ewald, François 648n
Enríquez de Valderrábano, Diego 383, Eximenis, Francisco 372n
482
Enríquez Gómez, Antonio 194, 195 y Fabre, Daniel 122n, 525, 526n
n, 199, 202 y n, 205 Falciani, Maria Prunai 388n
Entremés de los romances 514 Fardilha, Luís Fernando de Sá 50n
Erasmo de Rotterdam 263 y n, 273n, Farinelli, Arturo 398, 399n
302n, 349 y n, 448, 566, 590n
Farnese, familia de los 381
Escarpit, Robert 379n
Fechine Borges, Francisca Neuma 615
Escavias, Pedro de 639 y n, 616
Escobar, fray Luis 276n Felipe II, rey de España 97, 307, 513,
Escobar, Luis 264 580, 618
Escrivá, comendador 367, 382, 506, Felipe III, rey de España 512, 513
574 y n Felipe IV, rey de España 296, 513
Escudero y Perosso, Francisco 429, Felipe V, rey de España 434
430n
Felner, Rodrigo 602
Espejo Cala, Carmen 10, 425-436
Fernán González, conde 101, 448, 587
Espejo de enamorados 421, 484, 485n
Fernandes, Luís 602
Espina, Antonio 152n
Fernández, Gaspar 163 y n, 164n, 167
Espinel, Vicente 512
y n, 334n, 335 y n, 336, 340, 341
Esquio, Fernan d’ 133 y n, 346, 483, 638
Esquivel Navarro, Juan de 65 Fernández, José 355
Estanislao de Polonia, rey 398 Fernández, Lucas 270n, 278n, 690 y n,
Este, Alfonso d’ 382 691n, 706, 708, 709, 711, 712, 715
Este, Ercole d’ 382 Fernández Cuesta, Ismael 672n, 699
Este, familia de los 381 Fernández de Avellaneda, Alonso 68,
Este, Isabella d’ 398 y n 588 y n
Estebanillo González, véase Vida y Fernández de Córdoba, Diego, Gran
hechos de Estebanillo González Capitán 368n
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS 735
Lapeña Paúl, Ana Isabel 526n Libro de cincuenta romances 422, 423,
Lara, Fernando de 245n, 250n 493
Lara Garrido, José 154n Libro de los siete sabios de Roma 450
Laredo, Bernardino de 49n Libro del caballero Zifar 592
Lasso de la Vega, Gabriel 488, 508, Lida de Malkiel, María Rosa 284n, 570
510 y n, 583, 590n
Lavinio, Cristina 146n Lienhart, Martin 636
Lavoura, Maria Emília Balio 299n Lihani, John 711, 715, 719
Lazarillo de Tormes 580n, 588 y n, Likhatchov, Dmitri 667 y n
589n, 590 y n, 591, 592, 593, 713 Liñán de Riaza, Pedro 486, 508, 510
Le Roi Ladurie, Emmanuel 639n Lira, Francisco de 196
Leal, Luis 336n, 337 y n, 338n, 339n Lissorgues, Yvan 117n, 529n
Lecciones de Job trobadas 266n, 464 Llana, Diego de la 250n, 442, 468
Ledda, Giuseppina 277n Lloyd, Harold 226
Ledesma, Alonso de 67 y n, 68, 518 Lobato, Mª. Luisa 66n, 449n
Lee, Carolyn R. 699, 701 Lomonosov, Mikhail 667
Leefdael, Francisco de 434, 435 Lope Blanch, Juan M. 371n
Leefdael, Viuda de Francisco de 435 López, Alonso, clérigo 104, 254
Legenda aurea, véase Da Varazze, López, Antonio 467
Iacopo López, bachiller Jhoan 47n, 248n, 484
Legge, James 133, 138, 143 López, Danira 296n
Lemos, Pedro de 117, 484 López, Diego 246 y n
Leocadia, santa 305 López, Jacinto 114, 248n, 484, 518n,
León, Angeliers 342 529
León X, papa Médicis 382, 386, 393n López Alaminos, Eduardo 221n
León Merchante, Manuel de 163 y n, López Austin, Alfredo 335n
165 y n
López Bueno, Begoña 701
Leonor de Austria 578
López Dávalos, Diego 332n
Leonor de Toledo, esposa de Cosme
López de Haro, Diego 434, 435
de Médicis 382
López de Haro, Herederos de Tomás
Lesack, Linda 392n
434
Lesourd, Françoise 667 y n
López de Haro, Viuda de Diego 434,
Lesure, François 386n 435
Lévi-Strauss, C. 634n López de Mendoza, Íñigo, Marqués
Lewis, Oscar 636 de Santillana 82 y n, 177, 216, 368
Li, Andrés de 264 y n, 376, 505 y n, 573, 713
Libro de bailes de los mejores que hasta López de Úbeda, Francisco 75n, 584
agora se han visto 165n y n, 719
742 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Marcos Rodríguez, Florencio 716, 717 Martínez Torner, Eduardo 504n, 521n
Margarita, santa 305 Martino, Ernesto de 631n
María de Francia 171 y n Martorell, Joanot 371n, 583n, 591n
María Egipciaca, santa 50n Martos, Cristino 222n
María Magdalena, santa 50 y n, 51, 52, Martos, Josep Lluís 269n
53, 54, 55, 269, 305
Marx, Karl 663
Marín, Pedro 468 y n
Masera, Mariana 9, 45n, 331-360, 487
Marín Pina, Carmen 677n
Massip, Francesc 319n
Marineo Sículo, Lucio 272n, 555n
Mata Carriazo, Juan de 639, 715
Mariscal de Rhett, Beatriz 370n
Matamoros, G. 152n
Marqués de Santillana, véase López
de Mendoza, Íñigo Mateo Evangelista, santo 52n, 55
Márquez, Antonio 266n Mateos Royo, José Antonio 523n
Márquez Villanueva, Francisco 123 y n Matthews, R. H. 138, 143
Marquina, Francisco de 465, 467 Maurice, Jacques 223n
Martel, A. 667n Maximiliano I de Alemania 580
Martí, Antonio 271n Mayo, J. Tomaso de 395 y n, 397
Martí, Juan 74n Mayoral, José Antonio 152n
Martín, Esteban 53n Mazochio, Jacopo 385 y n, 386n, 387,
Martín Abad, Julián 220n, 262, 367n, 388n
378n, 439n, 444n, 445n, 452n, Mcpherson, Ian 99n
472n, 545n, 546 y n, 547n, 553n,
Mead, Herman R. 675 y n
560n, 674n
Médicis, Cosme de 382
Martín Martín, José Luis 716, 717
Martín Patino, Basilio 218n Médicis, familia de los 381
Martín Pérez, Pompeyo 676n Mejía de la Cerda, Reyes 112
Martínez, Bernabé Bartolomé 355n Melanchton, Philip 263
Martínez, Sebastián 299, 354n, 465 Meléndez Valdés, Juan 360 y n
Martínez Campos 222n Melgar, Alonso de 256n, 439, 441n,
Martínez de Bujanda, Jesús 257 y n, 448, 451, 452 y n, 453, 454n, 456,
265n, 266n 457, 458n, 462, 463, 464, 551n,
552 y n, 553n, 554n, 556, 557n,
Martínez de Toledo, Alfonso, Arci-
559n
preste de Talavera 82 y n, 264n,
714 Melgar, Andrés de 265
Martínez Díez, Gonzalo 290n, 291n Melo, Francisco Manuel de 614n
Martínez Millán, José 258n, 260 Membrilla, Clemente 468
Martínez Pereira, Ana 299n, 300n, Mena, Fernando de 714
301n, 302n, 352n, 354n, 355, 684n Mena, Hugo de 49n, 418
744 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Mena, Juan de 83, 368, 376, 463, 573, Michelet, Jules 634
590n Micieces, Tomás 71n
Menard, P. 681 Mier, Laura 5
Mendaño, Juan de 507 Milán, Luis 383, 482, 486, 487, 488,
Méndez, Francisco 675 y n 506
Méndez, Gregorio 462 Milhou-Roudie, Anne 302n
Méndez, María Águeda 332n, 333 y n, Miola, Alberto 249n
342n, 343, 345n, 346n Miranda, Luis de 708
Méndez Plancarte, Alfonso 163n, 337n Miranda, Francisco de Sá de 481, 486,
Mendoza Díaz-Maroto, Francisco 487
376n, 377n Miranda, José da Costa 604n
Mendoza, fray Íñigo de 105, 106n, Miravet, Juan Esteban de 157 y n,
255n, 270, 273 y n, 275 y n, 276n, Miró, José Ignacio 680 y n
366, 376, 706
Misón 412
Mendoza, Vicente T. 336n
Missale Burgense 449, 450
Menéndez Collera, Ana 371n
Mituana, Rafael 384n
Menéndez Pelayo, Marcelino 324n,
Moçedades de Rodrigo 572
373n, 375n, 644 y n
Molho, Mauricio 503n
Menéndez Pidal, Ramón 95, 99n, 102,
103 y n, 224n, 350 y n, 358 y n, Molière, véase Poquelin, Jean-Baptiste
364, 371n, 424, 439 y n, 492 y n, Molina, Enrique 111
494n, 495 y n, 505n, 506 y n, 507 Molina, Juan de 707
y n, 508n, 509n, 510n, 513n, 586 Mölk, Ulrich 170n
Menéndez-Pidal, Gonzalo 222n Moll, Jaime 151n, 444 y n, 447n, 460,
Meneses García, Emilio 709 491n
Méniel, Bruno 642n Moncayo, Mosén 177, 179, 185
Meogo, Pero 44, 133, 139 Moncayo, Pedro de 393n, 510, 514
Mérimée, Prosper 425n Mondéjar, José 630n
Merton, Ambrose, véase Thoms, Moniz Cerafino, Lucas, véase Ameno,
William John Francisco Luís
Mesonero Romanos, Ramón de 221 Monómaco, Constantino 291n
Metastasio, Pietro 607 Montalbán, Gonzalo de 547n
Meun, Jean de 244 y n Montaldo, Adam de 272n
Mexía, Hernán 713 Montalto, Eliahú 206
Mexía, Pedro de 281, 282 y n, 287 Montalvo, Gonzalo de 469
Mey, Juan 356, 357n Montaner Frutos, Alberto 10, 78n, 267
Meyer, Conrad Ferdinand 396n y n, 523-542
Michaëlis de Vasconcellos, Carolina Montano, Arias 149
382n, 688 y n Montañés, Vicente 301
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS 745
Rico, Francisco 18, 75n, 111n, 241n, 458n, 460, 462, 469, 477, 484,
259, 281n, 323 y n, 358n, 424, 492n, 494n, 496, 497, 506n, 507n,
461n, 556n, 574n, 583n, 589 y n, 509n, 512n, 515n, 519n, 544n,
590 y n, 651n, 706, 713 545n, 546 y n, 547n, 548n, 550n,
Rigall, Juan Casas 102 y n 557n, 560n, 578 y n, 587n, 589n,
Rimonte, Pedro 483 647 y n, 700, 701, 707, 714
Ripalda, P. J. de 299n Rodríguez Puértolas, Julio 51n, 74n,
106n, 272n, 275n, 305n, 706
Riquer, Martín de 46n, 80, 81n, 86n,
146n, 327n, 424, 583n, 588n, Rodríguez Sánchez de León, Mª. José
591n, 710 96n, 427 y n, 428, 435n
Robertiis, Dominico de 716 Rodríguez-Velasco, Jesús 11, 641-654
Robles Cahero, José Antonio 343n Rogier, Felipe 513
Rocha, António José da 606 Rojas, doña Francisca de 264
Rodrigo Estevan, María Luz 531n Rojas, Fernando de 68, 79 y n, 249,
375, 577n, 583n
Rodríguez, Alonso 294
Rojas, Luisa de 715
Rodríguez, Lucas 507, 714
Rojas, Pedro de 248n, 484
Rodríguez, Mateo 69n
Rojo Vega, Anastasio 263 y n, 264n,
Rodríguez Ardilla, Pedro 510
265n
Rodríguez Cacho, Lina 283n
Roma, Juan Francisco de 167n
Rodríguez Cepeda, Enrique 127n,
Román, Blas 90n
379n
Román, Diego, comendador 254, 256,
Rodríguez de Campomanes, Pedro
273 y n, 275, 366, 376
358, 359n
Romance de Amadís y Oriana 463
Rodríguez de la Flor, Fernando 150n,
154 y n, 155n, 156n, 274n Romance de Calisto e Melibea 423
Rodríguez de Montalvo, Garci 588n Romance de don Gayferos 418, 419,
423, 468, 472
Rodríguez de Tuleda, Alonso 546n
Romance de don Reynaldos de
Rodríguez de Villalobos, Juan 256
Montalván 466, 471
Rodríguez del Padrón, Juan 177, 371n,
Romance de don Roldán 468, 471
417, 565n
Romance de don Virgilios 465
Rodríguez Florián, Juan 710
Romance de Durandarte con la glosa
Rodríguez Gamarra, Alonso 69n
de Soria 463
Rodríguez Marín, Francisco 65n, 73n,
Romance de la brava batalla entre el
90 y n, 120n, 126n, 127, 128, 350
yn conde Roldán 469
Rodríguez Moñino, Antonio 18n, 25n, Romance de la reina Helena 423, 570
48n, 148n, 244n, 250n, 253 y n, Romance de los condes de Carrión 471
304n, 350 y n, 353n, 354n, 364n, Romance de los Siete Infantes de Lara
365, 392n, 393n, 396n, 437 y n, 571
750 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
353n, 488, 503n, 505, 506, 507 y Vida y hechos de Estebanillo González
n, 508 y n, 509 y n, 510, 512 y n, 68, 515, 584 y n
513, 515, 516n, 517, 518 y n, 519, Vila, Pere Alberch 219n, 383, 481,
520, 521n, 585 482n
Velasco, Francisco de 309 Vilches Crespo, Susana 676n
Velásquez, Didacus, véase Simancas, Vilela, José Manuel 597n
Diego de Villalba, Eugenio 89, 90n
Velázquez de Ávila 578n Villamediana, conde de 74n
Velázquez de Cuéllar, Gutierre 418 Villanelle di più sorte 483
Velázquez de Mondragón, Cristóbal Villanueva, Joaquín Lorenzo de 260
418, 468 Villaquirán, Juan de 551 y n, 554n,
Veltruský, Jirí 319n 555 y n, 558, 559n
Venegas, Alejandro, véase Pedro M. Villar García, Luis Miguel 716, 717
Cátedra Villasandino, véase Álvarez de Villa-
Venegas de Henestrosa, Luis 383 sandino, Alfonso
Veneziano, Giulia 381n Villatoro 96, 100, 468
Ventadorn, Bernart de 170, 171 y n Villena, Enrique de 565n
Vera y Alarcón, Lope de 194, 195n, Villena, sor Isabel de 372n
198, 199, 202, 204, 206 Vilomar, Valentín 244n, 248n
Vera y Alarcón, Pedro 206 Vindel, Francisco 453, 675 y n
Verdadera copia de la relación Viñao, Juan 560n, 578
hallada en el Santo Sepulcro 296 Viñas, Carmelo 708
y n, 298 Virgili Blanquet, Mª. Antonia 53n,
Verdadera relación de un martirio que 381n
dieron los turcos en Constanti- Virgilio 565n, 567, 692, 709
nopla 148 Vivar, Juan Bautista de 508
Vergara, Juan de 590n Viviáez, Pero 135
Verger, Jacques 358n Vogel, Emil 386n
Vernarecci, Augusto 385n Vollmöller, Karl 382n
Vervliet, D. L. 442 y n, 443 Voltaire, François-Marie Arouet 607
Veuzit, Max du 597n Vorágine, Santiago de la, véase Da
Vialette, Aurélie 641 Varazze, Iacopo
Vicente Ferrer, santo 154n, 217n, 223,
449 Wagner, Klaus 125n
Vicente, Gil 478, 487, 607, 608, 609, Waley, Arthur 133, 136, 143
614n, 690, 691n Wardropper, Bruce W. 54 y n, 310n
Vida de san Alejo 401 Weber de Kurlat, Frida 165 y n, 691n
Vida de Santa Ana 449 y n Wellesz, Egon 408
756 ÍNDICE ONOMÁSTICO Y DE OBRAS ANÓNIMAS
Whinnom, Keith 99n, 273 y n, 367n Zamora Vicente, Alonso 327n, 357n
Wilks, Eileen 597n Zavala, Iris 638n, 657n
Williams, Raymond 259 y n Zayas, Rodrigo de 689n
Zich, Otakar 319 y n
Wilson, Edward M. 243n, 438n, 448n,
Ziltener, Werner 172n
454n, 458 y n, 460, 463n, 544n,
Zimmermann, Michel 648n
545 y n, 546, 547n, 548 y n, 550n,
Zinato, Andrea 177n
552n, 553n, 554n, 555n, 556n,
Ziolkowski, J. M. 120n
557n, 558n, 559n, 560n
Zorita, C. Ángel 179n, 393n
Zorrilla, José 68, 223
Xaudaró, Joaquim 218
Zorro, Johan 138n, 139
Zumthor, Paul 667
Ynduráin, Domingo 87, 707 Zúñiga, Antonio de 586
Ysopet con sus fábulas hystoriadas 591 Zúñiga, Francesillo de 586 y n, 587
ESTE LIBRO SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LA NOBLE
CIUDAD DE SALAMANCA EL DÍA QUINCE DE MAYO,
FESTIVIDAD DE SAN ISIDRO LABRADOR Y PATRÓN
DE LA CULTURA POPULAR IMPRESA,
AÑO DOS MIL Y SEIS