Gallo Ceciliaarticulo
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2021
ÍNDICE
INTRODUCCION JUSTIFICACION
Justificación ……………………………………………………...…………………… 3
La demanda ……………………………………………………………………………. 4
I. El evaluador ……………………………………………………………………. 10
1
II. Material de evaluación y resguardo de las técnicas
utilizadas………………………………………………………………………. 12
III. La interpretación de los resultados y ciertos cuidados éticos ……………….. 14
IV. Privacidad de la devolución e informe psicológico ……………………….….. 15
Bibliografía ……………………………………………………………………………… 18
INTRODUCCION – JUSTIFICACION
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¿Por qué podría pensarse que el proceso psicodiagnóstico y la confección de un informe
psicológico incumbe a un análisis bioético? Dicha acción, casi cotidiana en los profesionales de la
salud mental requiere de decisiones y elecciones tanto para la evaluación como para el saber que
informar a quien demanda dicho servicio. Y son estas acciones las que definirá el profesional como
seguir, las que despertaran dilemas que pueden ser examinados a la luz de valores y principios
humanos.
En nuestro país contamos con dos códigos: “El código de ética profesional del psicólogo de la
Federación de Psicólogos de la República Argentina y “El código de ética del psicodiagnosticador” de
la Asociación Argentina de Estudio e Investigación del Psicodiagnóstico, ambos códigos son
importantes guías de acción y recomendación, pero pueden resultan insuficientes, aspecto que será
analizado en el presente trabajo.
Otro punto que motiva este análisis es como las teorías psicológicas infieren en la mirada de las
personas evaluadas. Como las diferentes creencias y visiones del hombre que sostienen dichas
propuestas teóricas influyen en la visión que tiene el profesional respecto a quien es y que le sucede a
la persona evaluada. Muchos conceptos psicológicos previos determinarán la modalidad de abordaje, la
utilización de técnicas, procedimientos o modo de interpretaciones, y todos ellos inevitablemente no
estarán exentos de hallarse permanentemente en conflictos de intereses o dilemas.
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Intentare en el presente trabajo, exponer al proceso psicodiagnóstico y la confección del informe
psicológico bajo la luz de los cuidados éticos que le podrían corresponder.
La Demanda
Es en esa demanda, donde se inician las dificultades éticas del proceso. En general llegan como
un pedido verbal de quien debe ser evaluado, quien desconoce de que se trata un proceso
psicodiagnóstico y la intencionalidad de quien lo ha solicitado. No acompaña a lo solicitado algún
escrito que refiera las razones y motivos, y en el mejor de los casos algunos profesionales o
instituciones realizan aclaraciones básicas y generales, que no suelen quedar claras para el evaluador y
mucho menos el evaluado. Como, por ejemplo: “se solicita informe psicológico clínico para posible
regulación de tratamiento farmacológico” o muy común lo solicitado por instituciones que admiten a
trabajadores de la navegación: “… presentar como requisito informe psicológico que haga referencia a
características psicomotoras y capacidad de control de los impulsos y de agresividad” También
particularmente desde instituciones educativas para inicio de carreras de profesorado solicitudes
inespecíficas como “..,conjuntamente a los estudios médicos, presentará informe psicológico como
requisito para el ingreso al profesorado de biología”
En estas demandas, el evaluador, debe deducir que podría llegar a necesitar saber el
demandante, y en el mejor de los casos ingresa a páginas web de las instituciones para imaginar un
perfil o incurrir en datos más descriptivos. En otras ocasiones realiza una llamada telefónica al
solicitante.
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En el art. 2, inc. b del código del psicodiagnosticador se expresa: “En la realización de un
Psicodiagnóstico, se debe adecuar los procedimientos a los objetivos perseguidos, para lo cual debe
asegurarse de la pertinencia de las técnicas a utilizar”, pero al no contar con los objetivos
perseguidos, ¿cuál será la guía del profesional para avanzar en el proceso? ¿Cómo procederá ante una
demanda de la cual ignora su finalidad?
El Consentimiento Informado
El vocablo consentir, significa “permitir algo o condescender en que se haga”, lo cual coincide
con la definición del término consentimiento: “En los contratos, conformidad que sobre su contenido
expresan las partes” (RAE, 2014). La palabra acuerdo, conformidad, aceptación, permitir entre otras
podrían actuar como auxiliares en la comprensión del término a los fines de su practicidad.
“Los psicólogos deben obtener consentimiento informado de aquellas personas con las
que trabajan en su práctica profesional. Esta obligación se sustenta en el respeto por la
autonomía, entendiendo que es válido cuando la persona que lo brinda lo hace
voluntariamente, y con capacidad para comprender los alcances de su acto. Ello supone
capacidad legal para consentir, libertad de decisión e información suficiente y
significativa sobre la práctica de la que participa. La implementación del
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consentimiento informado, considerado aquí como un proceso, implica su construcción
y revisión permanente en función de las características cambiantes y dinámicas de la
relación profesional-consultante.”
El código de FEPRA nos dice al respecto en su ápice uno que el consentimiento informado debe
ser utilizado en la práctica profesional del psicólogo.
El código es claro en sus otros artículos en cuanto a cómo proceder, por ejemplo, no siendo
delegable la realización del mismo con terceros y que en personas que no se encuentren en condiciones
legales, intelectuales o emocionales de brindar su consentimiento, los psicólogos deberán ocuparse de
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obtener el mismo de los responsables legales, de acuerdo a las normativas vigentes en el país.
Exceptuando únicamente dicha situación en casos de catástrofes, urgencia y/o situaciones de riesgo.
De pensarlo escrito o verbal, sería insuficiente imaginarlo como la firma en un formulario o una
aseveración discusiva, ya que en sí mismo no es un protocolo para seguir, sino más bien un proceso. Su
aplicación implica una serie de especificaciones que deben ser dedicadas en un dialogo con quien
demanda el servicio y requiere asegurar algunas condiciones elementales.
“1. Que el paciente sea una persona competente para decidir (Cognitiva, intencional y
voluntariamente). De no ser así, deberá intervenir un responsable legal (generalmente
un familiar). 2. El paciente deberá ser informado con precisión y claridad sobre la
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práctica que se va a realizar. 3. No debe realizarse el estudio psicológico por ningún
tipo de coacción exterior”.
Beauchamp y Childress (1999) señalan que respetar a un agente autónomo implica reconocer las
capacidades y perspectivas de esa persona, incluyendo su derecho a mantener una posición, a elegir y
realizar acciones basadas en sus valores personales y creencias. Sostienen que el respeto de las
personas implica tratar a los agentes de manera de permitirles actuar autónomamente.
No solo la implementación de este proceso respetaría la autonomía del evaluado, sino también la
acción profesional, permitiendo un máximo de conciencia y libertad de ambas partes, respetando
derechos y obligaciones como lo planteo oportunamente la Lic. Valentina C. P. de Rodríguez Amébar
en Narcisismo Normal y Patológico en la Integración Diagnóstica (págs. 73 y 74).
Seguramente estas son aún visualizaciones escazas y deben ser profundizadas y mejoradas. La
implementación de un proceso de consentimiento informado debe adecuarse al paciente y tipo de
demanda que surgiera de él. Lo que le da un carácter complejo dado que cada persona y su respectiva
demanda son situaciones únicas e irrepetibles.
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Al ser tan amplia las posibilidades de profundizar y analizar, estas acciones que le competen,
me limitare a los siguientes puntos, donde intentaré dilucidar como la Teoría de los Principios nos
puede orientar en los procesos enunciados:
- Aspectos éticos referentes a la preparación y conocimiento que debe tener el evaluador.
- Utilización de técnicas o materiales, instrumentos o auxiliares técnicos que se utilizan conjuntamente
a la entrevista.
- Criterios éticos a considerar en la interpretación e integración de las técnicas utilizadas.
- Resguardo de la privacidad de la información (secreto profesional) en la devolución e informe
psicológico.
El Evaluador
El evaluador frente al proceso psicodiagnóstico debe ser cuidadoso en tanto prever en su
accionar la no maleficencia, principio asociado con la máxima primum no nocere (ante todo no dañar).
Florencia Luna, (2008) plantea que el principio de no maleficencia junto al de beneficencia son
difícilmente separables, dado que en la ética biomédica se necesita el balance de ambos conceptos.
Refiere que ellos se aplican de modo diferente: “…la mayoría de las personas tienen la convicción de
que ciertas obligaciones de no dañar a otros no sólo son diferentes sino que, además, son más fuertes
que las obligaciones que implican dar pasos positivos para beneficiar a otros”.(pp. 61) En la
beneficencia, a diferencia de la no maleficencia, nos centramos en la importancia de contribuir al
bienestar de las personas. Nos exige un paso positivo que ayude a otros.
Llevando esto al proceso psicodiagnóstico, podríamos aseverar que se espera por, sobre todo,
que el proceso no dañe al evaluado y que en segunda instancia le promueva el bien. Entonces la
pregunta sería ¿Cómo evitar las actitudes y acciones del evaluador para que no se produzca un daño en
el evaluado? Y ¿Qué actitudes y acciones del evaluador podrían promover el bien de la persona que
está siendo evaluada? Se intentará responder el primer cuestionamiento.
El código de ADEIP, explica en sus ápices que la evaluación, el diagnóstico y las intervenciones
deben darse dentro de un contexto profesional. Infiere en la acreditación académica del evaluador y la
utilización de métodos científicos. Explica que no pueden quedar los procesos de evaluación en manos
de personas no calificadas sin acreditación de título universitario y preparación idónea.
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En nuestro país, son los licenciados en Psicología quienes poseen título habilitante (licenciados
matriculados), son ellos quienes como profesionales están habilitados para llevar adelante el proceso
psicodiagnóstico y la evaluación psicológica. Sin embargo, el crecimiento de ofertas técnicas (test,
escalas, cuestionarios, entre otros) ha afectado a las cátedras de psicodiagnóstico en las licenciaturas de
grado de las universidades argentinas, no pudiendo estas abarcar el estudio de la gran variedad de
técnicas existentes, como así también sus actualizaciones. De lo cual surge cuestionarse, ¿Es suficiente
el aprendizaje adquirido en el proceso de estudio de la carrera de Psicología? Quizás es el momento de
empezar a plantear la posibilidad de una especialización para su abordaje.
Elizabeth Jorge (2018) reflexiona sobre la complejidad de esta función psicodiagnóstica, tanto
en su ejercicio como en su enseñanza en el ámbito universitario. A su parecer, son saberes no acabados,
la capacitación y la practica son elementales. Por otro lado, el código de Pautas Internacionales para el
uso de los test, refiere específicamente: “Este objetivo se alcanzará asegurándose de que el usuario de
los test tiene las competencias y conocimientos necesarios para llevar a cabo el proceso de evaluación”.
Trujillo Saínz, González Crespo, Concepción Pérez, y Sosa Hernández (2014 ) refieren en un
artículo elaborado conjuntamente, que toda sociedad aspira a que los egresados del área de salud, sean
ciudadanos técnicamente competentes, que cumplan con las funciones definidas en su perfil
profesional, que tengan habilidades científico-técnicas para estar informados y actualizados, que sus
conocimientos sean válidos, que sepan reconocer cuándo una información es requerida para una toma
de decisión clínica y cuándo es incompleta, por lo que deben saber investigar y a su vez producir
conocimientos científicos. Sin embargo, también reclaman sensibilidad, modestia, sencillez, ética,
moral y trato humanitario.
Quizás nos estamos acercando a una época en la que la especialización a causa de la cantidad de
saberes y de los cambios socio culturales se vuelva elemental, y se requiera de una nueva actitud
profesional antes de hacer frente a estos procesos de evaluación. Indudablemente el conocimiento,
dominio y actualización beneficiarían a la no maleficencia y Beneficencia del evaluador por sobre el
evaluado.
La segunda pregunta inicial, respecto al evaluador: ¿Qué actitudes y acciones del evaluador
podrían promover el bien de la persona que está siendo evaluada? Será planteado en el analisis del
punto devolución e informe psicológico.
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Material de evaluación y resguardo de las técnicas utilizadas
El proceso psicodiagnóstico y la evaluación psicológica han sido de mayor interés estos últimos
años en las diferentes áreas de los servicios psicológicos, en especial el clínico, laboral, jurídico forense
y el ámbito de investigación. Por ello diversas organizaciones nacionales e internacionales han
trabajado en el desarrollo, estándares, principios, pautas, guías o parecidos que regulen y optimicen la
utilización de los instrumentos de medición.
Las pruebas o test psicológicos, al igual que la entrevistas obtenidas durante el proceso de
evaluación diagnostica, revisten del cuidado y custodia del psicólogo por el transcurso de 10 años de
acuerdo con los plazos establecidos por el Código Civil. Dándole de alguna manera un resguardo de
historia clínica.
Para Nicolasa Galeano (2009) no nos excluye a los diagnosticadores la obligación ética como
científicos, en cuanto que nuestro objetivo será lograr afirmaciones o hipótesis lo más certeras y
confiables posibles. Esto no solo depende de la adecuada formación del especialista, sino también de la
calidad de los instrumentos que utilice. Es el psicólogo quien tomará bajo su responsabilidad la
elección de instrumentos más aptos.
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cuidado en las pautas que permitan mejorar el uso de las pruebas, describiendo la forma adecuada de
utilizarlas, de la competencia de los usuarios, y demas temas afines, que de por si son guías éticas muy
completas para los profesionales que realizan evaluaciones o procesos diagnósticos, desarrollan
técnicas de evaluación o se dedican a investigación.
Una problemática que podría ser observada en nuestro país, es que no cuenta con suficientes
investigaciones que permitan la fiabilidad y validez de instrumentos propios o extranjeros, aun menos
la actualizar los baremos regionales. Prueba de ello es el test de Raven que aún sostiene en sus últimas
ediciones baremos del Gran Buenos Aires del año 1992, y en algunos cuadernillos caseros de dudosa
procedencia en el 2010 donde se integran baremos argentinos, uruguayos y españoles. Otra recae en la
imposibilidad de aplicar técnicas dado que no han sido validadas en nuestro país o región, como lo son
por ejemplo la Escala de Wechsler de Inteligencia o el Test de Bender II.
Los ejes elementales que presentan las “Pautas Internacionales Para el Uso de los Tests”, adaptado
de Moreland. K.L., Eyle L.D., Robertson, G.J., Primoff, E.S. y Most, R.B. (1995), Assessment of test
user qualifications. American Psychologist, 5, 14-23– versión argentina – Aprobada en octubre de 2000
hace recomendaciones elementales;
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11. Abstenerse de responder a preguntas de los evaluados con mayor detalle que lo permitido por el
manual de test
12. No asumir que una norma para un trabajo vale de igual manera, para otro diferente, y no sumir
que las normas válidas para un grupo son automáticamente aplicables a otro distinto.
Beauchamp y Childress (1989) en referencia al principio de Justicia, señalan que “buscan proveer
el mejor cuidado de la salud para todos los ciudadanos en base a sus necesidades y, simultáneamente,
promover el interés público a través de programas de contención del costo. También promueven el
ideal de igual acceso al cuidado de la salud para todos, incluyendo a los indigentes, manteniendo un
ambiente de libre mercado y competencia en el cuidado de la salud” por lo que podríamos pensar que
estas guías y pautas internacionales aseguran la aplicación técnica por igual de estos procesos en todo
el mundo.
Una vez recabada toda la información elemental de la persona evaluada, habiéndose utilizado
para ello tantos entrevistas como evaluaciones técnicas, Almendro Carmen (2012) desarrolla y
recomienda algunas ideas respecto a la actitud del evaluador, explica que lo recolectado puede ser tanto
garantizado como perder su valor por motivos variados, entre ellos posicionarse en una actitud de
experto, como si supiera lo que le conviene al cliente, también por laxitud en los procedimientos o
dejadez, incluye además otras acciones como creer que con la entrevista será suficiente, no realizar un
apropiado analisis, aplicar propias percepciones o sesgos, dejar que sus propias convicciones y valores
afecten a su trabajo, o incluso dejarse llevar por sus emociones.
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El analisis e interpretación de resultados del proceso psicodiagnóstico quedara sujeto a los
sesgos y percepciones del evaluador. Por ellos son elementales las observaciones de los códigos éticos,
para prevenir y reflexionar sobre la importancia y límites de nuestro desempeño.
Todos estas definiciones tratan de explicar el concepto de interpretación en el proceso diagnóstico, pero
el tema nos concierne es la actitud ética a considerar frente a esta etapa de proceso. Al respecto,
Schafer (citado en Verthelyi, R. F. 1989): propone 6 criterio básicos que pueden servir como guías para
incrementar la validez de la interpretación y la coherencia en la presentación de un informe.
Debe haber suficiente evidencia para la interpretación.
La profundidad de la interpretación debe ser apropiada al material.
Debe especificarse la forma manifiesta de la tendencia interpretada.
Debe hacerse una estimación respecto a la intensidad de la tendencia interpretada.
Debe asignarse a la tendencia una posición jerárquica dentro del cuadro de la personalidad total.
Debe especificarse tanto los aspectos adaptativos como los patológicos de la tendencia interpretada.
Victoria Costa (1996) en Perspectivas de la Bioética en las Américas expresa “Es indudable que
la revalorización de la autonomía o la libertad del paciente ha sido en gran medida resultado de la
profunda transformación en la organización de la salud… Las modificaciones producidas durante los
últimos años ... redundan en la comprensión de las obligaciones de los médicos y de los nuevos
derechos de los pacientes…”
Como bien lo expresa la autora, la autonomía dentro del campo de la atención de la salud, es
considerada como una propiedad de ciertas acciones puntuales que los pacientes deben cumplir; se trata
de acciones identificadas como: intencionales, con comprensión o conocimiento y sin influencia o
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control externo. Pero el tema que nos concierne en este apartado es la devolución e informe
psicológico.
ADEIP en su ápice 3, hace referencia a que es obligación guardar en secreto la información que
le fuere confiada en el marco o contexto de la evaluación excepto en casos en que deba priorizarse el
derecho a la integridad del evaluado o de terceros, sobre el derecho a la intimidad. Por otro lado, el
código de ética de FePRA, en su ápice 2,2 explica:
El derecho a la privacidad es un tema que debe ser comprendido dentro del ámbito de
evaluación, dado que inevitablemente hay una intromisión en la vida privada e íntima del sujeto
evaluado. No pudiendo el profesional invadir más allá de lo necesario de la demanda inicial efectuada.
Se entiende por secreto profesional, la obligación por parte de quienes ejercen ciertas
profesiones de no revelar datos conocidos en el ejercicio de su profesión. Este deber, en diferentes
países está protegido por leyes y códigos deontológicos. Solo uno puede librarse de él, por imperativo
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legal o para evitar un daño a terceras personas, al paciente, al psicólogo mismo o cualquier otro ser
humano al que se ponga en riesgo su integridad.
Es el respeto a la dignidad humana la que se pone en juego, principio que tiene que ver con la
autonomía de las personas. Como bien lo expresan Ancona, Hidalgo y Rocha (2012) “…antes de
aplicar cualquier prueba a la persona que solicita una evaluación psicológica, debe estar debidamente
informada sobre las aplicaciones y la tarea que se va a llevar a cabo … Los informes deben contener
únicamente los datos de la vida privada del paciente que sean pertinentes, se deben proteger las notas y
registro que se obtienen de la evaluación psicológica. No se debe degradar la integridad de los
pacientes ni proporcionar informes a los que abusan de los derechos humanos (Confidencialidad).
Plantean como elemental que dicho informe respete el principio de no dañar, ser discretos tanto en la
devolución oral como escrita, y en caso de cometer algún error, debe ser corregido. Debe considerar
aparte de los contenidos técnicos, el contexto como parte de la interpretación que se realice.
Así como el evaluado es participe y actor principal del proceso, ¿no debería serlo también al
momento de seleccionar que informar? ¿Podemos aplicar a este dilema el analisis de los principios
propuestos?
Creo que estos temas planteados deben ser profundizados y solo se presentan en este trabajo a
modo de pinceladas, abriendo una puerta que dirigirá por mucho tiempo a múltiples caminos y nuevos
cuestionamientos en el ámbito de mi vida profesional y de los procesos psicodiagnósticos futuros.
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BIBLIOGRAFIA GENERAL
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Jorge, E. (2018). La evaluación clínica como una función integral del psicólogo. Perspectivas En
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