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Lic.

Cecilia Andrea Gallo

Aspectos Bioéticos en el Proceso Psicodiagnóstico

2021

ÍNDICE

INTRODUCCION JUSTIFICACION

Justificación ……………………………………………………...…………………… 3

LA DEMANDA Y EL CONCENTIMIENTO INFORMADO

La demanda ……………………………………………………………………………. 4

El consentimiento informado …………………………………………………………… 5

LA TEORÍA DE LOS PRINCIPIOS Y OTROS CUIDADOS ETICOS EN EL PROCESO


PSICODIAGNÓSTICO

I. El evaluador ……………………………………………………………………. 10

1
II. Material de evaluación y resguardo de las técnicas
utilizadas………………………………………………………………………. 12
III. La interpretación de los resultados y ciertos cuidados éticos ……………….. 14
IV. Privacidad de la devolución e informe psicológico ……………………….….. 15

Bibliografía ……………………………………………………………………………… 18

INTRODUCCION – JUSTIFICACION

El psicodiagnóstico, puede pensarse como un proceso de investigación, en donde el profesional


psicólogo mediante entrevistas y técnicas instrumentales de exploración psicológica puede observar,
entender y explicar aspectos psicológicos de la persona que está evaluando. Al ser un “proceso” que
escudriña el interior de la persona, pone en juego conocer una parte íntima y privada de ella, y luego de
lograrlo, expone frente a un tercero esa información, y son ambas situaciones las que nos llevan a
pensar sobre los principios que deben respetarse desde la profesión para el cuidado ético de dicho
procedimiento.

3
¿Por qué podría pensarse que el proceso psicodiagnóstico y la confección de un informe
psicológico incumbe a un análisis bioético? Dicha acción, casi cotidiana en los profesionales de la
salud mental requiere de decisiones y elecciones tanto para la evaluación como para el saber que
informar a quien demanda dicho servicio. Y son estas acciones las que definirá el profesional como
seguir, las que despertaran dilemas que pueden ser examinados a la luz de valores y principios
humanos.

En nuestro país contamos con dos códigos: “El código de ética profesional del psicólogo de la
Federación de Psicólogos de la República Argentina y “El código de ética del psicodiagnosticador” de
la Asociación Argentina de Estudio e Investigación del Psicodiagnóstico, ambos códigos son
importantes guías de acción y recomendación, pero pueden resultan insuficientes, aspecto que será
analizado en el presente trabajo.

Otro punto que motiva este análisis es como las teorías psicológicas infieren en la mirada de las
personas evaluadas. Como las diferentes creencias y visiones del hombre que sostienen dichas
propuestas teóricas influyen en la visión que tiene el profesional respecto a quien es y que le sucede a
la persona evaluada. Muchos conceptos psicológicos previos determinarán la modalidad de abordaje, la
utilización de técnicas, procedimientos o modo de interpretaciones, y todos ellos inevitablemente no
estarán exentos de hallarse permanentemente en conflictos de intereses o dilemas.

Un proceso psicodiagnóstico es de gran responsabilidad e implica no creer que con breves


interacciones verbales y técnicas será suficiente saber lo que le pasa, o quien es la persona evaluada.
Involucra pensar que no siempre obtendremos suficiente información para dar afirmaciones,
descripciones, o recomendaciones de manera precipitada. Requiere de una actitud humilde de
desconocimiento de parte del evaluador, frente al saber que yace en ese otro que solicita ser descripto.

Durante muchos años, el modelo paternalista ha representado el modo ejemplificador de


atención de la salud mental, donde el psicólogo ha asumido que lo más importante es asegurar al
paciente intervenciones que garanticen su salud y bienestar, eligiendo pruebas diagnósticas, procesos
psicológicos, y tratamientos que considera los más adecuados para restaurar la salud o calmar la
aflicción. Privando a la persona de interponer sus deseos y opiniones, dejando un poco de lado su
autonomía y su libertad. Este punto también será atendido durante el análisis propuesto.

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Intentare en el presente trabajo, exponer al proceso psicodiagnóstico y la confección del informe
psicológico bajo la luz de los cuidados éticos que le podrían corresponder.

LA DEMANDA Y EL CONCENTIMIENTO INFORMADO

La Demanda

En general una persona se presenta ante un psicólogo con la demanda de un informe


psicológico. Dicho informe tiende a devenir de otros profesionales como médicos clínicos, psiquiatras,
neurólogos, psicopedagogos, e incluso de establecimientos como centros de estudio, colegios primarios
o secundarios, instituciones de tipo laboral, o de intervención judicial, también de hospitales u obras
sociales como requisitos prequirúrgicos, entre otras tantas situaciones.

Es en esa demanda, donde se inician las dificultades éticas del proceso. En general llegan como
un pedido verbal de quien debe ser evaluado, quien desconoce de que se trata un proceso
psicodiagnóstico y la intencionalidad de quien lo ha solicitado. No acompaña a lo solicitado algún
escrito que refiera las razones y motivos, y en el mejor de los casos algunos profesionales o
instituciones realizan aclaraciones básicas y generales, que no suelen quedar claras para el evaluador y
mucho menos el evaluado. Como, por ejemplo: “se solicita informe psicológico clínico para posible
regulación de tratamiento farmacológico” o muy común lo solicitado por instituciones que admiten a
trabajadores de la navegación: “… presentar como requisito informe psicológico que haga referencia a
características psicomotoras y capacidad de control de los impulsos y de agresividad” También
particularmente desde instituciones educativas para inicio de carreras de profesorado solicitudes
inespecíficas como “..,conjuntamente a los estudios médicos, presentará informe psicológico como
requisito para el ingreso al profesorado de biología”

En estas demandas, el evaluador, debe deducir que podría llegar a necesitar saber el
demandante, y en el mejor de los casos ingresa a páginas web de las instituciones para imaginar un
perfil o incurrir en datos más descriptivos. En otras ocasiones realiza una llamada telefónica al
solicitante.

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En el art. 2, inc. b del código del psicodiagnosticador se expresa: “En la realización de un
Psicodiagnóstico, se debe adecuar los procedimientos a los objetivos perseguidos, para lo cual debe
asegurarse de la pertinencia de las técnicas a utilizar”, pero al no contar con los objetivos
perseguidos, ¿cuál será la guía del profesional para avanzar en el proceso? ¿Cómo procederá ante una
demanda de la cual ignora su finalidad?

Quizás este es el primer punto problemático en el que incurrimos a criterios profesionales


propios por ausencia de claridad de lo solicitado. La mayor parte de las demandas no son claras
respecto a lo que se solicita en el proceso psicodiagnóstico o de evaluación psicológica, y no siempre
está la posibilidad de exigir claridad al demandante.

El Consentimiento Informado

Como lo expresa Florencia Luna (2008) el consentimiento informado se fundamenta en el


respeto por las personas, lo que les permitiría decidir voluntariamente si quieren o no participar de una
investigación o intervención. O Como lo expresan González Pla, F. y Salomone, G. Z. (2016) “…se
fundamenta en el derecho de autonomía de las personas que, contrariamente a las concepciones
tutelares, garantiza el derecho a ejercer los derechos propios” (p.220)

El vocablo consentir, significa “permitir algo o condescender en que se haga”, lo cual coincide
con la definición del término consentimiento: “En los contratos, conformidad que sobre su contenido
expresan las partes” (RAE, 2014). La palabra acuerdo, conformidad, aceptación, permitir entre otras
podrían actuar como auxiliares en la comprensión del término a los fines de su practicidad.

El Código de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA, 2013) plantea la


pauta del Consentimiento Informado en términos similares al código de ética de los psicólogos
americanos (APA, 2002) expresa en su Acápite 1.1:

“Los psicólogos deben obtener consentimiento informado de aquellas personas con las
que trabajan en su práctica profesional. Esta obligación se sustenta en el respeto por la
autonomía, entendiendo que es válido cuando la persona que lo brinda lo hace
voluntariamente, y con capacidad para comprender los alcances de su acto. Ello supone
capacidad legal para consentir, libertad de decisión e información suficiente y
significativa sobre la práctica de la que participa. La implementación del
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consentimiento informado, considerado aquí como un proceso, implica su construcción
y revisión permanente en función de las características cambiantes y dinámicas de la
relación profesional-consultante.”

El derecho a la información, a recibir conocimiento sobre los procedimientos que se realizaran


sobre él, son tan importantes como las razones de la demanda, el posicionamiento paternalista y/o de
absolutismo presidido por la búsqueda del beneficio por parte del profesional al consultante, ya no
tienen lugar en la sociedad actual. Y es el respeto a su autonomía y su capacidad de decidir por sí
mismo lo que tendrá prioridad.

El proceso psicodiagnóstico es definido como un proceso de investigación del sujeto a ser


evaluado y requiere de intervenciones evaluadoras. García Arzeno (1993) con quien coincide Veccia
(2000), explica: “El psicodiagnóstico es un estudio profundo de la personalidad desde el punto de vista
fundamentalmente clínico” que requiere de la buena selección de técnicas y de la colaboración del
evaluado para que dicho proceso sea efectivo.

El código de FEPRA nos dice al respecto en su ápice uno que el consentimiento informado debe
ser utilizado en la práctica profesional del psicólogo.

El código no hace referencia directa a la utilización del Consentimiento Informado para la


realización del proceso psicodiagnóstico, pero por su formulación deja como posible su uso, ya que
recomienda para cualquier tipo de intervención profesional en el ápice 1.2:

“La obtención del consentimiento informado implica para el profesional psicólogo,


brindar información sobre los alcances de la intervención para la cual es solicitado en relación
con: a) el propósito y naturaleza de la actividad profesional, b) responsabilidades mutuas, c)
protección de la confidencialidad y limitaciones de la misma consignadas en el presente código,
d) probables beneficios y riesgos, e) alternativas posibles, f) opción de rehusar o retractarse en
cualquier momento”.

El código es claro en sus otros artículos en cuanto a cómo proceder, por ejemplo, no siendo
delegable la realización del mismo con terceros y que en personas que no se encuentren en condiciones
legales, intelectuales o emocionales de brindar su consentimiento, los psicólogos deberán ocuparse de

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obtener el mismo de los responsables legales, de acuerdo a las normativas vigentes en el país.
Exceptuando únicamente dicha situación en casos de catástrofes, urgencia y/o situaciones de riesgo.

En el caso del código del psicodiagnosticador, tristemente no hace alusión a la utilización y


caracterización de este. Lo cual deja en evidencia sus limitaciones como guía para este tipo de proceso.
Esta ausencia podría crear dilemas, porque en definitiva, tampoco el código de psicólogos dice
explícitamente que los procesos psicodiagnósticos o evaluaciones psicológicas deben ser llevados a
cabo con consentimiento de quien solicita ese servicio, lo deja de manera poco implícita aludiendo
sobre las actividades propias de “la práctica profesional”. Y no habiendo claridad de ello poco se
puede esperar que el profesional proceda a llevarlo a cabo sin crear dudas sobre su prioridad. Esta sería
la segunda problemática explicita ¿es o no necesario llevar a cabo el consentimiento informado en la
evaluación psicológica o proceso psicodiagnóstico?

Analicemos la importancia de cómo realizar el consentimiento. Y la necesidad de un


posicionamiento ético en este proceso. Si la respuesta fuera favorable, ¿alcanzaría con un
consentimiento verbal o sería más significativo realizarlo de manera escrita?

De pensarlo escrito o verbal, sería insuficiente imaginarlo como la firma en un formulario o una
aseveración discusiva, ya que en sí mismo no es un protocolo para seguir, sino más bien un proceso. Su
aplicación implica una serie de especificaciones que deben ser dedicadas en un dialogo con quien
demanda el servicio y requiere asegurar algunas condiciones elementales.

En general, pensamos al consentimiento como una explicación de riesgos y beneficios del


proceso que se seguirá. La persona que lo solicita un psicodiagnóstico debe entender que esa
información describe aspectos psicológicos privados de su persona. Debe tener una terminología
apropiada para que la persona comprenda con claridad la información trasmitida. Permitiendo
evidenciar la voluntariedad en la participación del proceso de evaluación.

La Lic. Valentina de Rodríguez Amenábar (2007) considera que el consentimiento informado de


un proceso psicodiagnóstico debe reunir al menos tres condiciones:

“1. Que el paciente sea una persona competente para decidir (Cognitiva, intencional y
voluntariamente). De no ser así, deberá intervenir un responsable legal (generalmente
un familiar). 2. El paciente deberá ser informado con precisión y claridad sobre la
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práctica que se va a realizar. 3. No debe realizarse el estudio psicológico por ningún
tipo de coacción exterior”.

Teniendo en cuenta el principio de autonomía y la regla de la veracidad vinculados al


consentimiento, al inicio del proceso se le debería proporcionar a la persona, (sujeto que solicita la
evaluación) suficiente y adecuada información para que este pueda consentir-libre y sin coacción- sobre
los pasos del proceso de evaluación psicológica

Beauchamp y Childress (1999) señalan que respetar a un agente autónomo implica reconocer las
capacidades y perspectivas de esa persona, incluyendo su derecho a mantener una posición, a elegir y
realizar acciones basadas en sus valores personales y creencias. Sostienen que el respeto de las
personas implica tratar a los agentes de manera de permitirles actuar autónomamente.

El consentimiento informado reside en el respeto de acciones y elecciones autónomas frente al


proceso propuesto. Para los autores, las acciones autónomas se caracterizan por ser intensionales, con
conocimiento suficiente y sin influencias de control o cohesión que determinan la acción a seguir. Y en
estos tres puntos debemos asegurar que quien demande un proceso psicodiagnóstico e informe
psicológico, tenga la intención de realizarlo, conozca con exactitud de que se trata ese proceso y no se
sienta obligado a ese procedimiento.

No solo la implementación de este proceso respetaría la autonomía del evaluado, sino también la
acción profesional, permitiendo un máximo de conciencia y libertad de ambas partes, respetando
derechos y obligaciones como lo planteo oportunamente la Lic. Valentina C. P. de Rodríguez Amébar
en Narcisismo Normal y Patológico en la Integración Diagnóstica (págs. 73 y 74).

Entre las particularidades de un consentimiento valido podríamos incluir algunas de estas


especificidades, para lo cual incurriremos en diferentes propuestas algunas ya realizadas por la Lic.
Valentina de Rodríguez Amenábar (2007) y otras pensadas y reflexionadas por quien suscribe:

- Que el evaluado comprenda el objetivo, las razones y las características de la demanda


(evaluación), que como se dijo anteriormente, la mayoría de las veces desconoce. No siendo menor
la comprensión de las implicancias que ese informe final tendrá en su cotidianeidad,
independientemente de ser o no beneficioso para él. Aspecto que se entrecruzará con la
confidencialidad, y que podrá crear conflicto entre lo privado y la información solicitada.
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- Que comprenda que gran parte de datos recabados en los procesos serán confidenciales y otros
deberán ser informados acorde a la demanda.
- Que se le especifique que la evaluación tiene un límite temporal y que solo podría representar este
momento de su vida, que somos seres dinámicos y nuestros cambios son constantes y se apegan al
contexto situacional y relacional.
- Informar sobre el valor que puede tener la reevaluación en cuanto a aportar datos de los avances,
éxitos, estancamientos o retrocesos en la vida de la persona evaluada.
- Brindar información en cuanto a la forma en que serán registrados los datos y si tendrá o no acceso
a ellos. Explicando que las técnicas utilizadas quedaran bajo resguardo del profesional durante 10
años.
- Claro acuerdo respecto al costo económico y temporal, entendiéndose por ello cantidad de sesiones
y tiempo que llevará.
- Como será la comunicación de los resultados, previendo de utilizar terminología que podría no
comprender. Cuidando la comprensión, con una comunicación clara y precisa. Diferenciando lo que
le corresponde como devolución personal, a lo que corresponde como informe escrito.
- El derecho del consultante a conocer la capacitación o preparación que tiene el psicólogo.

Seguramente estas son aún visualizaciones escazas y deben ser profundizadas y mejoradas. La
implementación de un proceso de consentimiento informado debe adecuarse al paciente y tipo de
demanda que surgiera de él. Lo que le da un carácter complejo dado que cada persona y su respectiva
demanda son situaciones únicas e irrepetibles.

LA TEORÍA DE LOS PRINCIPIOS Y OTROS CUIDADOS ETICOS EN EL PROCESO


PSICODIAGNÓSTICO

El cuidado ético en el proceso psicodiagnóstico es elemental. El código del psicodiagosticador


de ADEIP, sugiere el establecimiento de ciertos comportamientos y actitudes del evaluador frente al
proceso. La labor del psicólogo es bastante amplia, debe seleccionar apropiadamente los
procedimientos e instrumentos de evaluación, aplicarlos, analizarlos, interpretarlos, integrarlos, realizar
el informe y la devolución al evaluado y a quien lo solicito, y todo ello con resguardo de la privacidad
del consultante.

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Al ser tan amplia las posibilidades de profundizar y analizar, estas acciones que le competen,
me limitare a los siguientes puntos, donde intentaré dilucidar como la Teoría de los Principios nos
puede orientar en los procesos enunciados:
- Aspectos éticos referentes a la preparación y conocimiento que debe tener el evaluador.
- Utilización de técnicas o materiales, instrumentos o auxiliares técnicos que se utilizan conjuntamente
a la entrevista.
- Criterios éticos a considerar en la interpretación e integración de las técnicas utilizadas.
- Resguardo de la privacidad de la información (secreto profesional) en la devolución e informe
psicológico.

El Evaluador
El evaluador frente al proceso psicodiagnóstico debe ser cuidadoso en tanto prever en su
accionar la no maleficencia, principio asociado con la máxima primum no nocere (ante todo no dañar).
Florencia Luna, (2008) plantea que el principio de no maleficencia junto al de beneficencia son
difícilmente separables, dado que en la ética biomédica se necesita el balance de ambos conceptos.
Refiere que ellos se aplican de modo diferente: “…la mayoría de las personas tienen la convicción de
que ciertas obligaciones de no dañar a otros no sólo son diferentes sino que, además, son más fuertes
que las obligaciones que implican dar pasos positivos para beneficiar a otros”.(pp. 61) En la
beneficencia, a diferencia de la no maleficencia, nos centramos en la importancia de contribuir al
bienestar de las personas. Nos exige un paso positivo que ayude a otros.

Llevando esto al proceso psicodiagnóstico, podríamos aseverar que se espera por, sobre todo,
que el proceso no dañe al evaluado y que en segunda instancia le promueva el bien. Entonces la
pregunta sería ¿Cómo evitar las actitudes y acciones del evaluador para que no se produzca un daño en
el evaluado? Y ¿Qué actitudes y acciones del evaluador podrían promover el bien de la persona que
está siendo evaluada? Se intentará responder el primer cuestionamiento.

El código de ADEIP, explica en sus ápices que la evaluación, el diagnóstico y las intervenciones
deben darse dentro de un contexto profesional. Infiere en la acreditación académica del evaluador y la
utilización de métodos científicos. Explica que no pueden quedar los procesos de evaluación en manos
de personas no calificadas sin acreditación de título universitario y preparación idónea.
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En nuestro país, son los licenciados en Psicología quienes poseen título habilitante (licenciados
matriculados), son ellos quienes como profesionales están habilitados para llevar adelante el proceso
psicodiagnóstico y la evaluación psicológica. Sin embargo, el crecimiento de ofertas técnicas (test,
escalas, cuestionarios, entre otros) ha afectado a las cátedras de psicodiagnóstico en las licenciaturas de
grado de las universidades argentinas, no pudiendo estas abarcar el estudio de la gran variedad de
técnicas existentes, como así también sus actualizaciones. De lo cual surge cuestionarse, ¿Es suficiente
el aprendizaje adquirido en el proceso de estudio de la carrera de Psicología? Quizás es el momento de
empezar a plantear la posibilidad de una especialización para su abordaje.

Elizabeth Jorge (2018) reflexiona sobre la complejidad de esta función psicodiagnóstica, tanto
en su ejercicio como en su enseñanza en el ámbito universitario. A su parecer, son saberes no acabados,
la capacitación y la practica son elementales. Por otro lado, el código de Pautas Internacionales para el
uso de los test, refiere específicamente: “Este objetivo se alcanzará asegurándose de que el usuario de
los test tiene las competencias y conocimientos necesarios para llevar a cabo el proceso de evaluación”.

Trujillo Saínz, González Crespo, Concepción Pérez, y Sosa Hernández (2014 ) refieren en un
artículo elaborado conjuntamente, que toda sociedad aspira a que los egresados del área de salud, sean
ciudadanos técnicamente competentes, que cumplan con las funciones definidas en su perfil
profesional, que tengan habilidades científico-técnicas para estar informados y actualizados, que sus
conocimientos sean válidos, que sepan reconocer cuándo una información es requerida para una toma
de decisión clínica y cuándo es incompleta, por lo que deben saber investigar y a su vez producir
conocimientos científicos. Sin embargo, también reclaman sensibilidad, modestia, sencillez, ética,
moral y trato humanitario.

Quizás nos estamos acercando a una época en la que la especialización a causa de la cantidad de
saberes y de los cambios socio culturales se vuelva elemental, y se requiera de una nueva actitud
profesional antes de hacer frente a estos procesos de evaluación. Indudablemente el conocimiento,
dominio y actualización beneficiarían a la no maleficencia y Beneficencia del evaluador por sobre el
evaluado.
La segunda pregunta inicial, respecto al evaluador: ¿Qué actitudes y acciones del evaluador
podrían promover el bien de la persona que está siendo evaluada? Será planteado en el analisis del
punto devolución e informe psicológico.
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Material de evaluación y resguardo de las técnicas utilizadas

El proceso psicodiagnóstico y la evaluación psicológica han sido de mayor interés estos últimos
años en las diferentes áreas de los servicios psicológicos, en especial el clínico, laboral, jurídico forense
y el ámbito de investigación. Por ello diversas organizaciones nacionales e internacionales han
trabajado en el desarrollo, estándares, principios, pautas, guías o parecidos que regulen y optimicen la
utilización de los instrumentos de medición.

Las pruebas o test psicológicos, al igual que la entrevistas obtenidas durante el proceso de
evaluación diagnostica, revisten del cuidado y custodia del psicólogo por el transcurso de 10 años de
acuerdo con los plazos establecidos por el Código Civil. Dándole de alguna manera un resguardo de
historia clínica.

Como bien lo expresa Fernández Ballesteros (2003) la globalización en la utilización de estas


técnicas requiere de principios aprobados internacionalmente para que se valore la calidad de la
enseñanza, el entrenamiento y la práctica de la evaluación psicológica a fin de salvaguardar los
intereses de los clientes. Algunos hacen referencia a los cuidados de la construcción de prueba, otros se
enfocan en la adaptación y traducción para otras culturas, otros recaen sobre los deberes, derechos y
limitaciones de las pruebas o de quienes las aplican.

Para Nicolasa Galeano (2009) no nos excluye a los diagnosticadores la obligación ética como
científicos, en cuanto que nuestro objetivo será lograr afirmaciones o hipótesis lo más certeras y
confiables posibles. Esto no solo depende de la adecuada formación del especialista, sino también de la
calidad de los instrumentos que utilice. Es el psicólogo quien tomará bajo su responsabilidad la
elección de instrumentos más aptos.

En Argentina, el código ADEIP desarrolla temas referentes a la competencia y uso apropiado de


evaluaciones e intervenciones técnicas, aspectos de la construcción de test, su estandarización,
validación, para reducción o eliminación de sesgos, como así también las recomendaciones de uso y el
cuidado a tener en los diferentes tipos de población, inclusive previene sobre los usos automatizados,
entre otros tantos temas de interés actual. Dicho código se complementa con las Pautas Internacionales
para el uso de los Test, en su versión argentina revisada por ADEIP. Entre ambas ponen especial

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cuidado en las pautas que permitan mejorar el uso de las pruebas, describiendo la forma adecuada de
utilizarlas, de la competencia de los usuarios, y demas temas afines, que de por si son guías éticas muy
completas para los profesionales que realizan evaluaciones o procesos diagnósticos, desarrollan
técnicas de evaluación o se dedican a investigación.

Una problemática que podría ser observada en nuestro país, es que no cuenta con suficientes
investigaciones que permitan la fiabilidad y validez de instrumentos propios o extranjeros, aun menos
la actualizar los baremos regionales. Prueba de ello es el test de Raven que aún sostiene en sus últimas
ediciones baremos del Gran Buenos Aires del año 1992, y en algunos cuadernillos caseros de dudosa
procedencia en el 2010 donde se integran baremos argentinos, uruguayos y españoles. Otra recae en la
imposibilidad de aplicar técnicas dado que no han sido validadas en nuestro país o región, como lo son
por ejemplo la Escala de Wechsler de Inteligencia o el Test de Bender II.

Los ejes elementales que presentan las “Pautas Internacionales Para el Uso de los Tests”, adaptado
de Moreland. K.L., Eyle L.D., Robertson, G.J., Primoff, E.S. y Most, R.B. (1995), Assessment of test
user qualifications. American Psychologist, 5, 14-23– versión argentina – Aprobada en octubre de 2000
hace recomendaciones elementales;

1. Evitar errores al puntuar y registrar los resultados


2. Abstenerse de etiquetar a las personas con términos despectivos basándose en puntaciones de
los tests.
3. Mantener la seguridad e integridad del material
4. Asegurarse que todos los evaluados comprenden las instrucciones
5. Aplicar los tests en condiciones que permitan un rendimiento óptimo, a los evaluados
6. Abstenerse de entrenar a las personas en los items del test
7. Estar dispuesto a interpretar las puntuaciones y dar una explicación a los evaluados en sesiones
diseñadas para ello
8. No hacer fotocopia del material de evaluación
9. Abstenerse de utilizar hojas de respuesta caseras que pueden no ajustarse con precisión al
material para ello editado.
10. Establecer una buena relación con los evaluados

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11. Abstenerse de responder a preguntas de los evaluados con mayor detalle que lo permitido por el
manual de test
12. No asumir que una norma para un trabajo vale de igual manera, para otro diferente, y no sumir
que las normas válidas para un grupo son automáticamente aplicables a otro distinto.

Beauchamp y Childress (1989) en referencia al principio de Justicia, señalan que “buscan proveer
el mejor cuidado de la salud para todos los ciudadanos en base a sus necesidades y, simultáneamente,
promover el interés público a través de programas de contención del costo. También promueven el
ideal de igual acceso al cuidado de la salud para todos, incluyendo a los indigentes, manteniendo un
ambiente de libre mercado y competencia en el cuidado de la salud” por lo que podríamos pensar que
estas guías y pautas internacionales aseguran la aplicación técnica por igual de estos procesos en todo
el mundo.

Podríamos aseverar que, en definitiva, la aplicación de estas técnicas es equiparable a un proceso de


investigación. Y tanto en su aplicación como en su proceso de interpretación y analisis de resultados
deben hacerse algunas consideraciones. Rubén Mesía Maraví (2007) explica que, en todo proceso de
investigación, el principio de beneficencia y no maleficencia deben garantizar al paciente que no
sufrirán daño, que no se utilizara esa relación en dezmero a causa de los conocimientos proporcionados
en calidad de secreto profesional, y el compartir los resultados con quien fue participe de ese proceso
de investigación. No descartando la prevención de evaluar la relación riesgo – beneficio que podría
darse ante cualquier decisión.

La interpretación de los resultados y ciertos cuidados éticos

Una vez recabada toda la información elemental de la persona evaluada, habiéndose utilizado
para ello tantos entrevistas como evaluaciones técnicas, Almendro Carmen (2012) desarrolla y
recomienda algunas ideas respecto a la actitud del evaluador, explica que lo recolectado puede ser tanto
garantizado como perder su valor por motivos variados, entre ellos posicionarse en una actitud de
experto, como si supiera lo que le conviene al cliente, también por laxitud en los procedimientos o
dejadez, incluye además otras acciones como creer que con la entrevista será suficiente, no realizar un
apropiado analisis, aplicar propias percepciones o sesgos, dejar que sus propias convicciones y valores
afecten a su trabajo, o incluso dejarse llevar por sus emociones.

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El analisis e interpretación de resultados del proceso psicodiagnóstico quedara sujeto a los
sesgos y percepciones del evaluador. Por ellos son elementales las observaciones de los códigos éticos,
para prevenir y reflexionar sobre la importancia y límites de nuestro desempeño.

¿Que implica la interpretación? Desde una posición psicoanalítica, en el Diccionario de


Lapache (2004), el concepto de interpretación hace referencia a: "... una deducción, por medio de la
investigación analítica, del sentido latente existente en las manifestaciones verbales y de
comportamiento de un sujeto. Al respecto, Baranger (1980) señala que "todo material es susceptible
de una multiplicidad de interpretaciones según el sistema de referencia utilizado. Una interpretación es
una opción, una lectura posible de un material no necesariamente unívoco."

Todos estas definiciones tratan de explicar el concepto de interpretación en el proceso diagnóstico, pero
el tema nos concierne es la actitud ética a considerar frente a esta etapa de proceso. Al respecto,
Schafer (citado en Verthelyi, R. F. 1989): propone 6 criterio básicos que pueden servir como guías para
incrementar la validez de la interpretación y la coherencia en la presentación de un informe.
Debe haber suficiente evidencia para la interpretación.
La profundidad de la interpretación debe ser apropiada al material.
Debe especificarse la forma manifiesta de la tendencia interpretada.
Debe hacerse una estimación respecto a la intensidad de la tendencia interpretada.
Debe asignarse a la tendencia una posición jerárquica dentro del cuadro de la personalidad total.
Debe especificarse tanto los aspectos adaptativos como los patológicos de la tendencia interpretada.

Privacidad de la devolución e informe psicológico y principio de autonomía.

Victoria Costa (1996) en Perspectivas de la Bioética en las Américas expresa “Es indudable que
la revalorización de la autonomía o la libertad del paciente ha sido en gran medida resultado de la
profunda transformación en la organización de la salud… Las modificaciones producidas durante los
últimos años ... redundan en la comprensión de las obligaciones de los médicos y de los nuevos
derechos de los pacientes…”

Como bien lo expresa la autora, la autonomía dentro del campo de la atención de la salud, es
considerada como una propiedad de ciertas acciones puntuales que los pacientes deben cumplir; se trata
de acciones identificadas como: intencionales, con comprensión o conocimiento y sin influencia o

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control externo. Pero el tema que nos concierne en este apartado es la devolución e informe
psicológico.

Durante mucho tiempo se privó al paciente evaluado psicológicamente se lo privo de su


devolución y conocimiento del informe final, incluso ese entregaba en sobres cerrados o se enviaba
directamente a los solicitantes sin conocimiento de los resultados al evaluado. Como queriendo
protegerlo del autoconocimiento de si mismo. Los aspectos de confidencialidad y secreto profesional
en la devolución oral o el informe psicológico escrito se orientan hacia terceros, no hacia el evaluado.

ADEIP en su ápice 3, hace referencia a que es obligación guardar en secreto la información que
le fuere confiada en el marco o contexto de la evaluación excepto en casos en que deba priorizarse el
derecho a la integridad del evaluado o de terceros, sobre el derecho a la intimidad. Por otro lado, el
código de ética de FePRA, en su ápice 2,2 explica:

“Los informes escritos o verbales sobre personas, instituciones o grupos, deberán


excluir aquellos antecedentes entregados al amparo del secreto profesional y ellos se
proporcionarán sólo en los casos necesarios cuando, -según estricto criterio del
profesional interviniente- constituyan elementos ineludibles para configurar el informe;
en el caso de que puedan trascender a organismos donde no sea posible cautelar la
privacidad, deberán adoptarse las precauciones necesarias para no generar perjuicios a
las personas involucradas”.

El derecho a la privacidad es un tema que debe ser comprendido dentro del ámbito de
evaluación, dado que inevitablemente hay una intromisión en la vida privada e íntima del sujeto
evaluado. No pudiendo el profesional invadir más allá de lo necesario de la demanda inicial efectuada.

En los procesos de investigación, la privacidad puede enmascararse y limitarse acorde a lo que


se busca conocer e investigar y se cuenta del consentimiento que actúa como limitador. Pero cuando
realizamos un proceso diagnostico o evaluación psicológica, es muy difícil conocer el limite de acción.
Y es ahí donde la actitud ética del evaluador toma supremacía.

Se entiende por secreto profesional, la obligación por parte de quienes ejercen ciertas
profesiones de no revelar datos conocidos en el ejercicio de su profesión. Este deber, en diferentes
países está protegido por leyes y códigos deontológicos. Solo uno puede librarse de él, por imperativo
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legal o para evitar un daño a terceras personas, al paciente, al psicólogo mismo o cualquier otro ser
humano al que se ponga en riesgo su integridad.

Es el respeto a la dignidad humana la que se pone en juego, principio que tiene que ver con la
autonomía de las personas. Como bien lo expresan Ancona, Hidalgo y Rocha (2012) “…antes de
aplicar cualquier prueba a la persona que solicita una evaluación psicológica, debe estar debidamente
informada sobre las aplicaciones y la tarea que se va a llevar a cabo … Los informes deben contener
únicamente los datos de la vida privada del paciente que sean pertinentes, se deben proteger las notas y
registro que se obtienen de la evaluación psicológica. No se debe degradar la integridad de los
pacientes ni proporcionar informes a los que abusan de los derechos humanos (Confidencialidad).
Plantean como elemental que dicho informe respete el principio de no dañar, ser discretos tanto en la
devolución oral como escrita, y en caso de cometer algún error, debe ser corregido. Debe considerar
aparte de los contenidos técnicos, el contexto como parte de la interpretación que se realice.

A partir de los principios de Tom Beauchamp y James Childress, en especial el principio de


autonomía surge una pregunta que se planteo al inicio del trabajo: ¿Qué actitudes y acciones del
evaluador podrían promover el bien de la persona, como así también el respeto por su autonomía, al
momento de brindar información del proceso realizado?

Así como el evaluado es participe y actor principal del proceso, ¿no debería serlo también al
momento de seleccionar que informar? ¿Podemos aplicar a este dilema el analisis de los principios
propuestos?

Estos últimos años he incorporado a mi practica profesional el respeto a la autonomía y el


respeto por la autenticidad de mis pacientes, quizás por las influencias del aprendizaje adquirido en la
Diplomatura. He invitado a los evaluados a ser parte de la confección de los informes, he consultado
sobre datos finales a exponer, pudiendo sentir que la tarea ha sido conjunta con ellos, creando cierto
conflictos en el proceso, pero brindándome un augurio profesional único.

Creo que estos temas planteados deben ser profundizados y solo se presentan en este trabajo a
modo de pinceladas, abriendo una puerta que dirigirá por mucho tiempo a múltiples caminos y nuevos
cuestionamientos en el ámbito de mi vida profesional y de los procesos psicodiagnósticos futuros.

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