Serge Cottet Le Chemin Des Écoliers

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 6

Serge Cottet

L’inconscient de papa et le nôtre – El inconsciente de papá y el nuestro-

EL CAMINO DE LOS ESCOLARES1

Este texto se divulga ampliamente en la experiencia institucional llevada a cabo en el CPCT de París
(Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamientos): centro gratuito animado por analistas
voluntarios de la Escuela de la Causa freudiana. Allí, se recibe a todos los desamparados del mundo –
desde niños muy jóvenes hasta adultos- durante un número limitado de sesiones: marginados, nuevos
pobres, estudiantes, psicóticos, todos “abandonados” tanto por la institución psiquiátrica como por la
actual política de salud mental. El éxito mismo de la iniciativa desencadenó una crisis funcional que
motivó a sus colegas en elucidar los fundamentos. Todo se toma en cuenta al abordar el aporte de
esta innovación, la riqueza de este laboratorio clínico.

El CPCT fue concebido como una especie de laboratorio experimental sin precedente/igual
en la Escuela. Su objetivo consistía en experimentar con la práctica una relación supuesta entre
síntomas de la modernidad y el último Lacan. La oportunidad de institucionalizar esta relación reside
en el encuentro contingente entre el psicoanálisis aplicado –promocionado en el 2001- y la demanda
social. El psicoanálisis aprovechó la oportunidad para inscribirse en el campo social, demostrar su
interés en las derivas de la desinserción/exclusión, oponer las terapias comportamentales atribuidas
al discurso del maestro: “una de las tareas de la consulta consiste en sintomatizar la operación
contemporánea que hace que el síntoma sea uno de los nombres del sujeto 2” según Hugo Freda, su
director en 2003.

La desestructuración de la clínica estructural –operada por Lacan con el Seminario sobre


3
Joyce - sirvió de modelo al atribuir una garantía epistemológica a esta investigación. Encontraba su
justificación en los numerosos casos de psicosis ordinaria presentes en este lugar. La formalización de
las curas breves por Jacques-Alain Miller con la teoría de los ciclos 4 permitía elucidar efectos
terapéuticos rápidos obtenidos sin sugestión.

Finalmente, lo que parecía al principio como un desvío calculado del discurso analítico no
demostraba vocación en servir como paradigma para una nueva clínica, sino que tenía que afirmar su
presencia, ocupando el terreno donde nadie nos esperaba. En cuanto a la formación, no se puede
decir que los jóvenes profesionales se formaban como analistas en este compromiso. Es necesario
observar que esta práctica –muy cercana a la que tienen en institución, en CMPP (Centro Médico-
Psico-Pedagógico) o en otro lugar- estaba explicada, orientada, interpretada por analistas lacanianos
en este contexto; oportunidad única –pero al mismo tiempo opuesta a las supuestas “síntesis”- para
provocar, al menos, una división de su ser profesional, un cuestionamiento de los estándares y de los

1
Artículo publicado en Les Feuillets du Courtil [publicación del Campo freudiano en Bélgica], n°31, 2009.
2
Freda F.-H., « Un Centre psychanalytique de consultations et de traitements de l’ECF » (traducción: “Un
Centro psicoanalitico de consultas y tratamientos de la ECF”), La Cause freudienne, n°54, junio 2003, p. 166.
3
Lacan J., Le Séminaire, Libro XXIII : Le Sinthome (1975-1976] texto redactado por Jacques-Alain Miller, París,
Seuil (« Champ freudien » ; traducción: “Campo freudiano”), 2005.
4
« Effets thérapeutiques rapidez en psychanalyse » (traducción: “Efectos terapeuticos rapidos en
psicoanálisis”), La Conversation de Barcelone [junio 2005], Navarin (« Le paon » ; traducción: “El pavo real”),
p.50, 53, 65-75.
prejuicios de su formación de psicoterapeuta. Esta orientación tiene sus ventajas pero también sus
inconvenientes.

LA INNOVACION

La aplicación de los conceptos del último Lacan con la psicosis ordinaria obligaba a pensar en
una clínica pragmática: la de las suplencias, en vez de la interpretación. Hipótesis epistemológicas
encontraban la oportunidad para ser explicitadas; llevaban hacia una clínica del anudamiento,
explorando todos los recursos que permitieran las metáforas del nudo, del agujero, del corte. Se
experimentaba una clínica no freudiana, otra clínica que la del desciframiento del síntoma por el
inconsciente; nada es más demostrativo de la función inventiva del síntoma que esta clínica.
Mantiene/conserva la inclinación natural del psicoterapeuta: la de la curación y de la reparación. Una
clínica de la separación y de la suplencia se presentaba bajo la mirada nueva del clínico. Este interés
en las formas clínicas nuevas conducía a una disolución de los estándares diagnósticos usuales.
Observamos obsesiones y fobias que no eran productos de la neurosis; doñas juanas/seductoras
desenfrenadas que no atañían a la histeria moderna; casos muy escasos: una madre proxeneta, un
médico pedófilo, una hija parricida y otros supervivientes milagrosos y que en gran medida llaman la
atención del CPCT en cuanto a los límites de sus actos/sus actos extremos.

Si se toma en cuenta dos vertientes del síntoma –una hacia la inhibición y la angustia, otra
hacia el activismo y el pasaje al acto-, la novedad se encuentra más bien del lado de la segunda: una
clínica del empuje-hacia-el-goce que se intenta inhibir. En el primer caso, se libera una identificación
mortificante; en el segundo, se limita el riesgo vital que involucra un desencadenamiento pulsional,
en la mayor medida en que un nuevo discurso lo pueda hacer. El dispositivo tiende hacia la invención
de una solución que limite la errancia por el único lazo social que realiza. El simple hecho de indicar
al sujeto que está dependiente al modo de goce que lo limita, de nombrarlo, tiene como efecto de
dividirlo y frenarlo. En un primer momento, parece sensato dejar que sujetos de este tipo hagan un
primer análisis que les permita preservar la puesta en acto del inconsciente y que les evite recorrer la
infinidad de significantes de su historia.

Se puede denominar “desviación” a la atención prestada al efecto terapéutico. La creación


del CPCT lo reivindica. Solo queda por saber sobre qué eficacia de la palabra apoyarse. Nuevamente
aquí, hay dos caminos: la adaptación del sujeto al ideal social y familiar o el efecto de paz y de alivio
producido por este encuentro imprevisto, es decir la reconciliación del sujeto con su satisfacción, que
se adapte o no a las normas vigentes. Es sobre este punto que se aplica la clínica llamada continuista:
es cuantitativa, mide las intensidades, evalúa los más y los menos, las presiones, las exigencias, los
grados de alivio, los beneficios o inconvenientes del síntoma, en función del significante introducido.
Sin embargo, no descarta la importancia de un diagnóstico de estructura.

Tenemos un ejemplo con el tema de la soledad en la ciudad/urbana que fue objeto de


estudio durante la jornada “Infelicidad y felicidad de estar solo en la ciudad” el 15 de noviembre de
2008, en el CPCT. La desinserción/exclusión y el aislamiento se encuentran dialectizados por elección
del sujeto y que ninguna coacción social o familiar pueda explicar. Acerca de este tema, Jacques-Alain
Miller comentó el caso de una joven mujer de veinte cinco años, desentonada con la melodía del
mundo actual y la urgencia de goce que implica. Tiene vergüenza porque todavía es virgen:
solterona, aún no es una verdadera mujer. No obstante, le dijeron que su condición honorable y
elogiosa de los méritos característicos de una mujer libre alimentaba la envidia de todas. Debido a la
estructura de esta persona, no pareció oportuno incentivarla con los hombres.

Lo ideal –eso lo sabemos- “es esclavo de la sociedad 5”. Nunca se fomentó que el profesional
en el CPCT fuese una especie de guía o mentor en la realidad. Se trata, más bien, de poner en marcha
una terapia clínica del significante-maestro.

Además, no se puede pretender que el discurso del maestro no tenga su lugar en el


dispositivo. Conforma la consulta. Selecciona a los sujetos (en todos los sentidos de la palabra) y los
orienta. Una “focalización” en el significante durante las primeras sesiones limita y controla una
exaltación del inconsciente considerado dañino para el interesado. Por lo tanto, comprendemos lo
que se puede tratar o no en el CPCT, buscando en el síntoma mismo lo que protege al sujeto de lo
peor. Se pueden comparar a estos marginados que se niegan a soluciones de alojamiento u hogares
que se les proporcionan ya que prefieren errar en vez de localizar su ser en lo colectivo, al anticipar
ellos mismos una activación psicótica en caso de inserción abusiva. Una paciente me comentaba que
trabajar en oficina era como cavar su propia tumba. La intención pragmática de la focalización –que
también consiste en aislar en lo material lo que puede servir de lazo social o suplencia en la
perspectiva de remediar a la precariedad simbólica- debe permitir a priori el cálculo de los riesgos y
la evitación de un psicoanálisis salvaje. Solamente la formación rigurosa del clínico acerca de lo real
del síntoma permite hacer esta evaluación.

Es cierto que la introducción de un nuevo significante en este contexto produce un corto-


circuito con la interpretación: es defendible por los efectos de separación que produce, a condición
de que pueda liberar el sujeto de una identificación. Tratándose de adolescentes, Philippe La Sagna
pone de relieve esta clínica de la separación 6 ¿Cómo hacer para que una joven renuncie a un
embarazo adolescente? ¿Cómo un síntoma depresivo se desplaza hacia los orígenes familiares?
¿Cómo se puede evitar un acting-out? No se podría decir si estas intervenciones ponen o no el
inconsciente a trabajar. Lo que es seguro es que el sujeto es capaz de asociar su malestar con un
significante nuevo. Resultados fueron obtenidos acerca de este tema, en el sentido de la suspensión
de una desinserción/exclusión; como si las virtudes del diálogo y de la escucha encontraran en el
campo social una continuación, una salida inesperada. Se trata de la transferencia en el CPCT: el
desplazamiento en el campo social de las experiencias/los conocimientos del diálogo, la posibilidad
de una transcripción en el campo familiar y profesional de un decir imposible hasta entonces.

LOS CORTOCIRCUITOS

La experiencia opuesta conforma la cura típica en dieciséis sesiones: el ideal típico de una cura en el
CPCT consistía en dar al sujeto una prolongación de su terapia afuera. En seguida, se suponía que el
sujeto era desabonado del inconsciente, casi siempre sin evaluar los riesgos de constituirle uno para
el futuro. Dado que las preocupaciones que conciernen la estructura eran subestimadas, la
proximidad era importante entre el rechazo del inconsciente en la psicosis y el desabono del
inconsciente como indicio de fin de análisis en la doctrina. De allí, el desplazamiento entre el
5
Lacan J., « Position de l’inconscient au congrès de Bonneval reprise de 1960 en 1964 » (traducción: “posición
del inconsciente en el congreso de Bonneval retomada de 1960 en 1964”), Écrits, París, Seuil (« Le Champ
freudien »), 1966, p.832.
6
La Sagna, P., Entretiens d’actualité, n °12, el 23 de octubre de 2008,
http://forumpsy2008.blogspot.com/2008/10/entretien-dactuali-n12.html
agotamiento de los significantes en el desarrollo de una cura ortodoxa, por un lado, y la ausencia de
análisis, por el otro. Digamos que un modelo de fin de análisis lacaniano –la identificación al síntoma
más particularmente- se encuentra promovido como paradigma por realizar, sin que un trabajo de
fondo se realice acerca de la oportunidad de un desciframiento o no del síntoma. Por lo tanto se
entiende la analogía entre pase y cura en el CPCT. Sólo la seducción operada por los conceptos
vecinos del desabono pudo inspirarla. Obviamente es falaz. El hecho de que los profesionales sean
considerados ellos-mismos como en el pase –por su confrontación con esta clínica del síntoma-
origina una gran confusión. Es cierto que esta elucubración jamás constituyó una orientación
mayoritaria de la práctica. Por ello, no se puede decir que el trabajo realizado cortocircuitaba el pase,
tampoco los estándares del psicoanálisis puro. Por el contrario, es una aplicación abusiva de la
cultura del goce del sinthome que movilizó en la experiencia opuesta las cuestiones cruciales de la
Escuela sobre el fin del análisis, mientras que ni se consideraba iniciar uno en la mayoría de los casos.
No es la primera vez que ocurre: a veces, ciertos síntomas de la psicosis inspiran a los psicoanalistas
en su esfuerzo por transcribir los momentos de pase como pasaje. Las cuestiones acerca del
diagnóstico –que suelen ser desatendidas en función de este estándar prestigioso- por suerte
reaparecieron, lo que implica la confrontación con la clínica clásica (por ejemplo, la neurosis obsesiva
femenina trabajada en la ECF por Estela Solano 7).

La falta de interés/la subestimación por los problemas relacionados con la transferencia,


como los medios empleados para impedir su pasaje al acto, se origina en una acción violenta que es
la resistencia del psicoanalista. ¿Qué fotógrafo artista puede regular el ángulo de apertura del
inconsciente? ¿Qué plomero obstinado puede asegurar su cierre? De hecho, se sabe que el cierre
autoritario del inconsciente no rompe con la dialéctica de la transferencia. La resistencia del analista
no le impedirá manifestarse como lo real inesperado. Por lo tanto, la prolongación del tratamiento
más allá del límite estándar es necesaria en muchos casos. Sin exponer estadísticas, se admite que un
caso de tres sigue el tratamiento afuera con otro terapeuta, particular o en institución.

El tiempo del CPCT no es real sino simbólico y social. Aunque decimos que se trata de una
clínica de lo real, supone el tiempo lógico. Sin embargo, éste (el tiempo) se cancela. Los tiempos de
los relojes no dan al sujeto todo el tiempo para entender, sino que lo acelera. Esta aceleración
encuentra justificaciones independientes de la demanda social: no se puede reducir al resultado
terapéutico que ella manda. Es cierto que es legitimada por la selección previa: la del síntoma más
accesible a su rectificación y a su tratamiento en lo social. Una anticipación del momento de concluir
es obtenida pero, hay que admitirlo, por medio de una gran presión institucional. Es por ello que
puede haber contradicción entre topología y temporalidad. Nada comprueba que lo arbitrario del
tiempo impuesto convenga para los nudos, tampoco que los cortes realizados duran
indefinidamente. “La topología del tiempo” es un tema de trabajo de psicoanálisis puro en función
del cual el CPCT tendría que articularse.

LOS GRUPOS DENOMINADOS “DE CONTROL”, LA FORMACION Y LA ESCUELA


7
Solano-Suarez E., « Névrose obsessionnelle et féminité » (traducción: “Neurosis obsesiva y feminidad”), La
Cause freudienne, n° 24, junio de 1993, p.16-20. También referirse al capítulo sobre la neurosis obsesiva, La
Cause freudienne, n° 67, octubre de 2007, p.27-85.
Estos grupos funcionan sobre el modelo de los seminarios de la Sección clínica y del Taller de
psicoanálisis aplicado. Son grupos de elucidación de las prácticas en los que cada profesional
presenta un caso e indica, sesión tras sesión, la orientación seguida, los resultados obtenidos, lo que
queda por hacer. El término cartel no conviene ya que no se trata del producto propio de cada uno
que se destaca, sino un trabajo colectivo que se desarrolla a través de un caso particular. A diferencia
del control clásico, no se puede implicar de esta manera al profesional en un acto comanditado y
cuya institución sería responsable. El CPCT también desempeña su rol. Aún más cuando se puso la
transferencia en primer lugar en la institución, antes que a la persona. Una puesta en común del
problema obliga a cada uno a reflexionar sobre la orientación que hubiese tomado en un caso
similar. Se busca conjuntamente las mejores herramientas abastecidas por el psicoanálisis para
tratarlo. Lo que sigue –es decir el seguimiento del caso- es el objeto mismo de elaboración del grupo.
Este problema crucial es el punto central en los debates que tiene lugar en la RIM (reunión
institucional mensual). No se reduce a recetas de saber-hacer, a los métodos de ensamblar el ego en
los dropouts (rupturas de tratamiento) y los precarios.

El efecto de formación es irrefutable. La mayoría de los testimonios de los jóvenes clínicos es


indiscutible. Es la oportunidad para poner entre paréntesis un saber premasticado e inventar a partir
de la singularidad del caso. Se trata de inventar la fórmula del diagnóstico, de concebir el tratamiento
como solución elegante, y no como cuidado. El atraso de la clínica sobre las formas modernas del
síntoma impone la necesidad de una actualización. La singularidad y la rareza mismas de ciertos
casos originan una tormenta de ideas sin igual: desacredita las certezas adquiridas, los sintagmas fijos
que abarcan demasiado, la comodidad de la ortodoxia. Al estimular la investigación, esta
transferencia de trabajo lógicamente debe orientarse hacia el psicoanálisis puro. El aporte que
constituye para la Escuela no puede ser descartado. Los mismos principios de orientación, la misma
epistemología obran en este caso. En este sentido, una contribución a la doctrina del síntoma puede
elaborarse en el CPCT. Ayuda, entre otras cosas, a diferenciar los restos sintomáticos que separan lo
incurable de una cura analítica de las formas de suplencias encontradas en la institución.

No se demuestra que los jóvenes profesionales utilizan esta oportunidad para cortocircuitar
su formación en la Escuela. La institución no es una escuela paralela. Los profesionales vienen de la
Escuela, están en análisis en la Escuela, pasan por el CPCT y vuelven a la Escuela. Numerosos
testimonios dan cuenta de los efectos del trabajo en este lugar producidos en ellos, favoreciendo su
transferencia en la Escuela, y no alejándolos de ella: demanda de controles individuales, estimulación
para un trabajo de doctrina más profundo en los seminarios, reinscripción en la Sección clínica, etc.
Con respecto a este tema, el CPCT entonces debería reforzar la Sección clínica en vez de tener que
suplir las carencias de los poderes públicos en cuanto a la asistencia y al cuidado. Por otra parte,
debe involucrarse menos en la perspectiva del beneficio en este contexto.

El riesgo mencionado por Lacan “de reclutamiento/enrolamiento/alistamiento del


profesional8” en lo social –recientemente recordado por Jacques-Alain Miller 9- es grave. En mi
opinión, no es consubstancial en el CPCT, ni en el psicoanálisis aplicado a la terapia, a menos que

8
Lacan J., « D’un syllabaire après coup », Écrits, op. cit., p. 721
9
Miller J.-A., « Choses de finesse en psychanalyse » [2008-2009], L’Orientation lacanienne III, 11, enseñanza
dictada en el Departamento de psicoanálisis de París VII, lección del 12 de noviembre de 2008 (inédita).
niegue las ofertas sociales que lo harían olvidar “que su responsabilidad primera se encuentra en el
lenguaje10”.

El futuro “psicoanalista del siglo XXI”, si toma en cuenta la advertencia, no perderá tiempo en
su formación porque habrá pasado por el CPCT. Es el camino de los escolares, lleno de riquezas fuera
del camino señalizado, que lo trae de vuelta a la Escuela.

10
Lacan J., « D’un syllabaire après coup », Écrits, op. cit., p. 721

También podría gustarte