Resumen Obligaciones Terminado
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CONCEPTO: El CCyC establece que la obligación es una relación jurídica, esto es, una relación humana
regulada por el derecho; y pone de relieve que la obligación es una relación jurídica entre un acreedor y
un deudor. Es una relación jurídica con características propias y con una regulación específica que la
distingue de otras relaciones jurídicas, como las reguladas en el Libro Segundo respecto de las relaciones
de familia.
ELEMENTOS DE LAS OBLIGACIONES. Son elementos de las obligaciones: el vínculo jurídico, el sujeto, el
objeto y y el interés la causa eficiente.
VÍNCULO JURÍDICO: Es todo aquello que une a las partes de la obligación. En sentido amplio y general se lo
entiende como una relación de la vida corriente, a la que el derecho recoge, brinda significación y da
efectos jurídicos. Se genera una situación de poder jurídico y otra que es resultante de un deber jurídico.
SUJETOS: En la definición se alude a los dos sujetos que componen la relación, el acreedor y el deudor,
sujetos con aptitud para ser titulares de derechos y deberes jurídicos (art. 22 CCyC), para adquirir derechos
y contraer obligaciones (art. 141 CCyC); sujetos que originalmente o en forma sobreviniente pueden ser
plurales (ver, a modo de ejemplo, el art. 2277 CCyC en el supuesto de ser herederos de uno de los sujetos;
la regulación en el Libro Tercero —Derechos Personales—, Título I, Sección 7ª, a partir del art. 825 CCyC;
ver también la remisión efectuada en el art. 1751 CCyC), y que en ciertos casos pueden revestir la doble
condición de acreedor y deudor de existir obligaciones recíprocas (ver caracterización que se establece en
el art. 966 CCyC de los contratos bilaterales y, a modo de ejemplo, el contrato de compraventa que se
define en el art. 1123 CCyC). También es posible que haya más partes, como en el caso de los contratos
plurilaterales (art. 977 CCyC).
El artículo, si bien regula la existencia de una relación jurídica entre un sujeto acreedor y otro sujeto
deudor, pone el acento en las facultades que el acreedor tiene al nacer esa obligación (en el art. 730 CCyC
se regulan específicamente los efectos respecto del acreedor y en el art. 731 CCyC se hace lo propio
respecto del deudor). Se presenta en la definición las dos instancias posibles una vez que esa obligación
nace: la existencia de un “deber” a cargo del deudor que tiene que cumplir una prestación destinada a
satisfacer un interés lícito del acreedor; y si esa instancia futura no se verifica, si el deudor no paga (ver
definición de “pago” en el art. 865 CCyC), ante el incumplimiento, se “faculta” al acreedor a intentar
obtener forzadamente la satisfacción de dicho interés o una indemnización equivalente.
De ese modo se adopta en la definición la doctrina que advierte la existencia de esa doble instancia en toda
obligación, un primer momento en el que el deudor tiene un deber de pagar y de ese modo satisfacer el
interés del acreedor; y una segunda instancia en la que, de no verificarse el pago de la deuda, se habilita al
acreedor a obtener la satisfacción de dicho interés forzadamente o por medio de una indemnización (art.
730 CCyC). Se describen esas dos instancias, nace la obligación, la deuda que debe pagarse, de no suceder,
el deudor debe responder frente al acreedor que reclama el pago.
Las facultades del acreedor para obtener forzadamente el cumplimiento se regulan en el art. 730 CCyC.
Corresponde relacionar esas facultades con la directiva del art. 242 CCyC en la que se establece que todos
los bienes del deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y constituyen la garantía
común de sus acreedores, con excepción de aquellos que el Código o las leyes especiales declaren
inembargables o inejecutables.
OBJETO O PRESTACIÓN: El artículo regula los requisitos de la prestación y del interés, elementos de la
obligación definida en el art. 724 CCyC; ambos artículos se corresponden con la caracterización y
distinción que se realiza entre ambos elementos. La doctrina ha propuesto diferenciar como elementos de
la obligación a la prestación del objeto o interés. La prestación es caracterizada como el comportamiento
del deudor tendiente a satisfacer el interés del acreedor. A su vez, se define al objeto como el bien
apetecible para el acreedor;(4) este objeto es identificable con lo que la norma denomina “interés”. A
modo de ejemplo, en un contrato de compraventa, la prestación resultaría ser la actividad que debe
desplegar el vendedor para cumplir con la obligación de dar a su cargo y el objeto sería la cosa misma
vendida. En una obligación de hacer, la prestación sería la actividad que debe desplegar el deudor para
obtener el resultado pretendido por el acreedor, este resultado será el objeto.
Establece a su vez el art. 725 CCyC que la prestación sea jurídicamente posible; debe en tenderse que no
haya un impedimento establecido por la ley para la prestación. A modo de ejemplo, no resulta posible
hipotecar un bien mueble, o no puede ser objeto de la prenda un bien inmueble (ver arts. 2205 y 2219
CCyC). Al igual que la posibilidad material, la posi bilidad jurídica debe ser evaluada al nacer la obligación
con el fin de establecer si se está frente a una obligación regularmente constituida; si resultase la
imposibilidad sobrevinien te, habrá de analizarse si se verifican las situaciones previstas en los arts. 955 y
1732 CCyC.
Dispone el art. 725 CCyC que la prestación debe ser lícita. La prestación prometida no puede constituir en
sí un hecho ilícito, no puede tratarse de una conducta que esté sancionada por el orden jurídico, o que no
esté amparada por el derecho. Este recaudo debe a ser integrado con las directivas del art. 279 CCyC que
al legislar sobre el objeto de los actos jurídicos establece que no debe ser un hecho imposible o prohibido
por la ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos ajenos o
de la dignidad humana, o tener por objeto un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo
sea.
Cualquiera de estas circunstancias que el art. 279 CCyC enuncia hace que la prestación resulte ilícita.
Cuando se regula el objeto en materia de contratos, se remite a las normas que regulan ese elemento del
acto jurídico (art. 1003 CCyC) y en el art. 1004 CCyC se reiteran algunos de los enunciados del art. 279
CCyC.
La prestación debe ser determinada o determinable. Para establecer si una prestación es determinada o
determinable cabe recurrir a la caracterización que se realiza en el art. 1005 CCyC en relación al objeto de
los contratos. Establece ese artículo que cuando el objeto se refiere a bienes, estos deben ser
determinados en su especie o género ejemplo de prestación determinada es cualquier supuesto de una
obligación de dar una cosa cierta, o cuando se obliga el deudor a una actividad determinada. Ejemplos de
prestaciones de terminables pueden ser: en el caso de que la determinación sea efectuada por un tercero
(art. 1006 CCyC) o en el caso de un bien futuro (art. 1007 CCyC), o si se trata de una obligación alternativa
(art. 779 CCyC) o facultativa (art. 786 CCyC).
La prestación debe ser susceptible de valoración económica; la prestación debe tratar se de un hecho
positivo (dar o hacer) o negativo (no hacer) susceptible de valoración pecuniaria (ver arts. 15 y 16 CCyC,
que regulan la titularidad de derechos sobre bienes susceptibles de valor económico). En esto se distingue
la prestación como comportamiento del deudor tendiente a satisfacer el interés del acreedor,
comportamiento que debe ser susceptible de esa valoración económica, y el interés patrimonial o
extrapatrimonial del acreedor. Se advierte entonces que el interés puede ser patrimonial al igual que la
prestación o que, a diferencia de la prestación, puede ser extrapatrimonial. A modo de ejemplo, por el
principio de libertad de contratación que se establece en el art. 958 CCyC, las partes que lo celebran son
libres para determinar el contenido de ese contrato que puede responder a un interés extrapatrimonial,
como el caso de quien quiere aprender música por mero placer y contrata a un profesor: así se observa un
interés extrapatrimonial y una prestación susceptible de valoración pecuniaria. Ejemplo de un supuesto de
responsabilidad civil que regule sobre un interés extrapatrimonial puede apreciarse en el art. 1740 CCyC
cuando se establece la reparación de una lesión del honor, la intimidad o la identidad personal,
representativos de un interés extrapatrimonial del acreedor que, de ser lesionados, podrá generar a su
favor una reparación a través de una prestación patrimonial. En conclusión, la prestación que constituye el
objeto de la obligación debe corresponder a un interés del acreedor que debe ser lícito, y puede ser
patrimonial o extrapatrimonial.
CAUSA: El artículo regula lo atinente a la causa fuente, al hecho idóneo para producir la obli gación, para
generar esa obligación. De este modo, el CCyC resuelve la dificultad que generaba la interpretación de los
arts. 499 a 502 CC: determinar si en esos cuatro artículos o se regulaba la causa fuente o la causa fin en los
tres últimos. En los Fundamentos del Anteproyecto se señala que se ha decidido mantener la tradición del
CC, incluyendo las cuestiones de causa fuente y acto abstracto en obligaciones. En cambio, se regula lo
relacionado a causa fin en el Libro Primero, Título IV, Capítulo 5 —Actos jurídicos—, Sección 2ª, arts. 281 a
283 CCyC; lo atinente a la causa en los contratos, a partir del art. 1012 CCyC efectuándose una remisión a
esas normas; y lo relativo a la frustración de la finalidad del contrato se legisla en el art. 1090 CCyC.
En el artículo 726 se regula lo relativo a la causa fuente; exige la norma que la obligación tenga causa
fuente, no hay obligación sin causa. Debe ser un hecho idóneo para producirla y de conformidad con el
ordenamiento jurídico. La idoneidad va a estar establecida en el orden jurídico (por ejemplo, un contrato,
un hecho ilícito, enriquecimiento sin causa, gestión de negocios, abuso de derecho, de un compromiso
unilateral, etc.) y esa precisión o conformidad con el orden jurídico va a relacionarse con su licitud. Si la
obligación genera un crédito a favor del acreedor que lo faculta a exigir la prestación al deudor, incluso
forzadamente (art. 724 CCyC), debe tener una causa lícita que justifique el desplazamien to patrimonial
que implica el pago que se pretende y al que el deudor está obligado.
BUENA FE.
El art. 729 del ccyc establece que el deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las
exigencias de la buena fe.
El CCyC incluye en las normas generales de las obligaciones el principio de la buena fe y previene que
ambos sujetos de la obligación, el deudor y el acreedor, deben obrar con cuidado y previsión, y según las
exigencias de la buena fe. El obrar que exige la norma debe estar caracterizado por ese cuidado y
previsión, con un obrar que impone contemplar el modo en que se ejerce ese derecho, el respeto de los
derechos del otro sujeto y el cuidado de los bienes comprometidos en la prestación. Ese obrar debe
consistir en un hacer bien las cosas, con una actitud de cuidado y conservación.
Se incorpora la buena fe dentro de las disposiciones generales de las obligaciones; se reitera de esa
manera el principio general establecido en el art. 9º CCyC en relación al modo en que deben ser ejercidos
los derechos; y en materia de contratos, también se la incluye entre las disposiciones generales, en el art.
961 CCyC, cuando se establece que los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe.
En los Fundamentos del Anteproyecto se propone que la buena fe sea regulada como un principio general
aplicable al ejercicio de los derechos, lo que luego se complementa con reglas específicas aplicables a
distintos ámbitos.
Los efectos de las obligaciones son de carácter relativo, dado que sólo habrán de producirse entre las
partes (acreedor y deudor).
El artículo 730 establece en la primera parte, (el encabezamiento y los tres incisos), al describirse los
efectos de la obligación para el acreedor, las opciones que tiene frente al supuesto de que el deudor no
pague. El artículo alude al cumplimiento exacto de la obligación que debe ser relacionado con el art. 865
CCyC, que define el pago como el cumplimiento de la prestación que cons tituye el objeto de la obligación.
Ese pago produce el derecho del deudor a obtener la liberación. Precisamente el art. 880 CCyC, al regular
los efectos del pago por el deudor, establece que el pago realizado por el deudor que satisface el interés
del acreedor, extin gue el crédito y lo libera.
En definitiva, esta norma establece el principio general de que el cumplimiento exacto produce la
liberación del deudor del vínculo con el acreedor que lo obliga a dar, hacer o no hacer. El interés del
acreedor resulta satisfecho con ese cumplimiento exacto de la pres tación. Asimismo, como consecuencia
de ese pago, el deudor queda habilitado a rechazar las acciones del acreedor, acciones infundadas
precisamente por el pago efectuado.
En los incs. a y b del art. 730 CCyC la satisfacción del acreedor es en especie; de ese modo se verifica lo que
la doctrina señala como el efecto “normal” de la obligación. Esa satisfacción en especie se verificaría en un
primer momento en el pago realizado por el deudor o eventualmente por un tercero (arts. 881 y 882
CCyC). Si ese pago no se verifica, el acreedor puede recurrir a la ejecución forzada, por medios legales,
para que el deudor le procure aquello que debe; en su defecto, puede recurrir a la opción del inc. b de
hacerselo procurar por otro a costa del deudor, opción que también que implica un pago en especie. Pero
si ese pago en especie no interesa al acreedor o no es posible, el acreedor puede reclamar la
indemnización correspondiente que suplanta a esa prestación en especie (ver la reparación del daño
causado por el incumplimiento que se regula en el Libro Tercero, Título V, Capítulo I, Sección 3ª, a partir del
art. 1716 CCyC). A este último efecto se lo caracteriza por la doctrina como “anormal”, en contraposición a
la opción que establecen los dos primeros incisos.
Corresponde agregar que, de no verificarse el pago (art. 865 CCyC) y de recurrir el acreedor a las opciones
de este artículo sin estar sujeto al orden en el que se regulan las opciones, debe adicionarse el daño
moratorio a la prestación que se adeuda (art. 1747 CCyC).
El artículo 731 alude al cumplimiento exacto de la obligación que debe ser relacionado con el art. 865
CCyC, que define el pago como el cumplimiento de la prestación que constituye el objeto de la obligación.
Ese pago produce el derecho del deudor a obtener la liberación. Precisamente el art. 880 CCyC, al regular
los efectos del pago por el deudor, establece que el pago realizado por el deudor que satisface el interés
del acreedor, extingue el crédito y lo libera.
En definitiva, esta norma establece el principio general de que el cumplimiento exacto produce la
liberación del deudor del vínculo con el acreedor que lo obliga a dar, hacer o no hacer. El interés del
acreedor resulta satisfecho con ese cumplimiento exacto de la pres tación. Asimismo, como consecuencia
de ese pago, el deudor queda habilitado a rechazar las acciones del acreedor, acciones infundadas
precisamente por el pago efectuado.
OBLIGACIONES DE DAR
Las obligaciones de dar consisten en una prestación por la cual el deudor se desprende de un bien y se lo
entrega al acreedor de modo que este último esté en condiciones de aprehenderlo, , ocuparlo, detentarlo,
poseerlo o adquirir un derecho. Se pueden clasificar en s según el bien que es objeto de la entrega en:
cosas ciertas, cosas genéricas, dinero y bienes que no son cosas. Según la finalidad las obligaciones de dar
se clasifican en: constituir un derecho real sobre la cosa, con el fin de restituir la cosa, con el fin de
transmitir la tenencia de la cosa, con el fin de transmitir el uso de la cosa.
El Código regula en el artículo 765 la obligación de dar sumas de dinero, definiéndola como aquella que el
deudor debe cierta cantidad de moneda, determinada o determinable, al momento de constitución de la
obligación. Si la obligación tiene por objeto una moneda que no sea de curso legal en la República,
establece que aquella debe considerarse como de dar cantidades de cosas y el deudor puede liberarse
dando el equivalente en moneda curso legal.
Son aquellas que se dan cuando el deudor debe cierta cantidad de moneda que sea de curso legal,
determinada o determinable al momento de la constitución de la obligación. El carácter de curso legal de
una moneda significa que el dinero goza de sanción y de proclamación estatal, y como consecuencia de
ello, es irrecusable como instrumento de pago cuando es ofrecido por el deudor en cumplimiento de su
obligación.
Conforme el art. 767 la obligación de dar suma de dinero puede llevar intereses y son válidos los que se
han convenido entre deudor y acreedor, como también la tasa fijada para su liquidación, o aquella tas
fijada por la ley, los usos. También la tasa de interés compensatorio puede ser fijada por el Juez.
El interés puede ser definido como la renta o ganancia producida por el capital, o el fruto civil del capital.
También como el aumento que las deudas pecuniarias devengan en forma paulatina, durante un tiempo
dado, sea como precio por el uso de un dinero ajeno, o como indemnización por un retardo en el
cumplimiento de una obligación dineraria.
El Código clasifica los intereses según su finalidad en: compensatorios, moratorios y punitorios y establece
el régimen aplicable a cada uno de ellos. También se refiere a la distinción de los intereses según su origen,
distinguiendo los intereses en legales y convencionales.
Intereses convencionales: Son los que surgen de la voluntad de las partes. Si la tasa no fue acordada por
las partes, ni resulta de la ley o los usos puede fijarla el juez.
Intereses legales: Los intereses legales son aquellos que tienen como fuente directa e inmediata la ley. No
se relacionan con la idea de sanción sino con el carácter fructífero de los capitales. Ello no obsta la
existencia de tasas legales en materia de intereses compensatorios o moratorios que, en principio, deben
aplicarse en ausencia de acuerdo de partes.
Intereses moratorios: El artículo 768 los regula estableciendo que a partir de la mora del deudor en el
cumplimiento de su obligación debe los intereses por ese retardo. El deudor, con su incumplimiento, priva
ilegítimamente al acreedor de su derecho a percibir un capital y, como consecuencia de ello, se encuentra
obligado a reparar el perjuicio ocasionado. Los intereses moratorios, en consecuencia, constituyen la
indemnización de tal daño y requieren para su admisión que el incumplimiento le sea imputable al deudor.
Intereses punitorios: Los intereses punitorios se tratan de intereses moratorios convencionales a los que
se aplica el régimen normativo de la cláusula penal, tal como establece el art. 769 CCyC. También pueden
ser legales.
Cláusula penal: acuerdo accesorio que las partes añaden a otra obligación (principal) para asegurar su
cumplimiento, y con la cual se promete una prestación especial por el deudor en caso de incumplimiento o
simple retardo. La cláusula penal no solo tiene una finalidad resarcitoria, sino también una función
compulsiva como medio de constreñir al exacto cumplimiento de las obligaciones. Ella no tiene en cuenta
el daño ni su posible valor, sino que mediante su uso se establece una suma de dinero que conmine y
asegure en lo posible el cumplimiento de la obligación.
También se regulan las obligaciones de valor en el art. 772 del Código Civil y Comercial. A diferencia de las
obligaciones de dar sumas de dinero que desde su nacimiento tienen por objeto un monto determinado de
dinero, aquellas tienen por objeto un valor abstracto o una utilidad, constituida por bienes, que habrá de
medirse en dinero necesariamente en el momento del pago. En las primeras se debe dinero y se paga con
dinero, en las restantes, se debe un valor y se paga en dinero.
La prestación en las obligaciones de hacer y en las de dar consiste en la realización de una actividad. No
obstante esa similitud, presentan diferencias perceptibles. En las primeras, su objeto recae
sustancialmente sobre la actividad misma; en tanto que en las restantes, sobre la entrega de la cosa. La
actividad, es decir, la conducta comprometida, puede incluir la entrega de una cosa, sin perder el carácter
de obligación de hacer.
Por otra parte, las obligaciones de dar otorgan mayores prerrogativas al acreedor, pues su cumplimiento
puede ser perseguido con el auxilio de la fuerza pública. En cambio, en las obligaciones de hacer no se
puede ejercer violencia sobre el deudor, cuando el hecho comprometido no es escindible de su persona. En
las obligaciones de dar, la persona del deudor es indiferente para el acreedor. En cambio, en las
obligaciones de hacer la persona del deudor puede revestir relevancia para el acreedor.
En las obligaciones de resultado, la actividad del deudor se endereza al logro ineludible del interés final
esperado por el acreedor, de manera que no se cumplirá el deber si no se satisface aquella finalidad última.
La relevancia del distingo entre obligaciones de medios y de resultados radica en la diversidad existente en
el factor de atribución, hecho que determina cuáles son las eximentes de responsabilidad a utilizar en cada
caso.
En las primeras, el criterio legal de imputación es la culpa; y en las restantes, el factor de atribución es
objetivo, de modo que el responsable se libera demostrando la causa ajena, salvo disposición legal en
contrario (arts. 1722 y 1723 CCyC).
Obligaciones de sujeto plural: E n relación al concepto, la doctrina es coincidente al sostener que son
obligaciones de sujeto plural aquellas en las que el crédito o la deuda se descompone en tantas relaciones
particulares independientes entre sí como acreedores y deudores haya. La obligación mancomunada tiene
pluralidad de sujetos, unidad de prestación, unidad de causa, y pluralidad de vínculos.
a) pluralidad de sujetos: que se puede dar del lado activo (acreedor), en el pasivo (deudor) o en ambos. A
su vez puede ser originaria o sobrevenida, y esto ocurre si la obligación nació con un acreedor o deudor
único y luego, en virtud del fallecimiento, lo suceden los herederos;
b) unidad de objeto: ello en virtud de que la prestación es debida por todos los deudores
c) causa fuente única: el origen de la obligación es el mismo para todos los acreedores
y deudores;
Solidarias: Las solidarias se dan cuando cualquiera de los deudores debe pagar íntegramente la deuda y a
la inversa cualquier acreedor puede recibir íntegramente el crédito.
La obligación divisible es la que tiene por objeto prestaciones susceptibles de cumplimiento parcial. Se
requiere que su objeto, la prestación, sea materialmente fraccionable, de modo que cada una de sus partes
tenga la misma calidad del todo; y que no quede afectado significativamente el valor del objeto. Luego se
regulan sus efectos, el principio de división, el límite de la divisibilidad, el derecho al reintegro, la
participación entre los acreedores.
En este tema, el hecho que una obligación sea divisible o indivisible va a depender de que sea fraccionable
la prestación. Si la prestación puede ser fraccionada la obligación es divisible, caso contrario es indivisible.
En algunos casos, ya sea por imperio de la ley o por voluntad de las partes, la prestación divisible se
considera indivisible, sin que pueda regir el principio de fraccionamiento. Alterini, Ameal y López Cabana
ponen como ejemplo el caso de que D y E deban entregar a A un terreno compuesto por dos lotes para
destinarlo en su totalidad a la construcción de una casa; en tal situación, a pesar de que el terreno
compuesto por dos lotes es en sí mismo divisible, no se admite que el cumplimiento de la obligación sea
regido por el principio del fraccionamiento: no hay división a pesar de la divisibilidad.
Concluyen diciendo que la indivisibilidad puede ser material o voluntaria; la divisibilidad solo puede ser
material.
El CCyC define el pago como cumplimiento de la prestación que logra satisfacer el interés del acreedor. . La
amplitud de la redacción adoptada permite inferir los elementos del pago, entre los cuales destacamos los
sujetos, el objeto, la prestación y la causa.
Sujetos: Los sujetos son elementos esenciales en cualquier relación jurídica; en este caso, si bien no se
encuentran mencionados en la definición, se infiere su participación, ya que los arts. 879 y 883 CCyC
regulan su actuación.
El legitimado activo para realizar el pago es el deudor, ya que es quien asumió dicho compromiso frente al
acreedor, aunque nada obsta a que el pago sea realizado por terceros ajenos a la relación obligacional,
atento a que lo que se busca es la satisfacción del acreedor mediante el cumplimiento de la obligación.
Dicha satisfacción puede ser realizada por terceros que efectúen la prestación debida por el deudor.
El legitimado pasivo del pago es el acreedor. Sin embargo pueden aceptar la prestación terceros ajenos a la
obligación primitiva, siempre que se encuentren debidamente habilitados o autorizados para percibir el
mismo.
e entiende como “prestación” a la conducta debida por el legitimado activo, el comportamiento del deudor
dirigido al cumplimiento de aquello que le corresponde al acreedor.
Naturaleza jurídica del pago: La gran mayoría de la doctrina consideraba al pago como un acto jurídico
cuyo fin inmediato era la extinción de la obligación. Esta corriente mayoritaria, prevalente en la doctrina
nacional, es la que adopta el CCyC al establecer que al pago se le aplicarán las reglas de los actos jurídicos.
Al ser un acto jurídico, el pago es un acto voluntario, lícito, que tiene por fin inmediato la extinción de
relaciones o situaciones jurídicas (art. 259 CCyC). La doctrina mayoritaria considera que el pago es un acto
jurídico unilateral (Llambías, Borda, Alterini, entre otros) sostienen que, para perfeccionar al mismo, es
irrelevante la voluntad del acreedor, quien no puede rehusar recibir la prestación debida —tanto así, que
en caso de que el acreedor no preste la colaboración necesaria para recibir el pago, el deudor puede
imponer el mismo mediante la consignación judicial (art. 904 CCyC)—. El pago requiere únicamente de la
voluntad del deudor; la conducta del acreedor, desplegada en la recepción del pago, no es imprescindible,
atento que el deudor, en caso de falta de colaboración del acreedor, puede imponerlo.
El objeto del pago: El objeto de la obligación es el interés que tiene el acreedor en dicha relación jurídica.
Dicho objeto puede consistir en la entrega de algún bien o en una prestación de hacer o no hacer. Lo
diferencia de la prestación el hecho de que el objeto puede consistir en un interés patrimonial o
extrapatrimonial del acreedor. .
La causa del pago: Todo pago tiene una causa que origina dicha obligación. Si el pago no tiene causa,
puede ser objeto de la acción de repetición, justamente por no existir un deber jurídico que origine la
prestación.
Requisitos del pago: La respuesta a la pregunta ¿qué debo pagar? resulta insuficiente para determinar si el
pago realizado es perfecto. Esto se debe a que el objeto del pago no solo está relacionado con el requisito
de la identidad entre lo adeudado y lo pagado, sino a que el objeto del pago conlleva otros requisitos que
deben concurrir al momento del cumplimiento de la obligación. Estos requisitos son los que enumera este
artículo: identidad, integridad, puntualidad y localización, y se encuentran analizados en los arts. 868, 869,
870, 871, 873 y 874 CCyC,.
del objeto del pago y se encuentran normados en los arts. 868, 869 y 870 CCyC, a cuya
explicación remito. En tanto, los requisitos de puntualidad y de localización son calificados como requisitos
circunstanciales del pago. El principio de puntualidad responde a la pregunta: ¿cuándo debo pagar?, y se
encuentra relacionado con el tiempo en que debe producirse el cumplimiento de la obligación. En cambio,
el principio de localización responde a la pregunta: ¿dónde debo pagar? Y se refiere al lugar donde debe
cumplirse la obligación.