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CURSO:

ÉTICA Y VALORES

LECTURA DE APOYO:
Teorías Axiológicas

SEMANA I
ÉTICA Y VALORES
El Ladrillo

TEORÍAS AXIOLÓGICAS Y LA FORMACIÓN DEL MÉDICO

Francisco Reluz Barturén

Max Scheler (1874 – 1928)


Cabe rescatar, en primera instancia, que la formación inicial de Max Scheler fue en medicina, en
efecto, cursa el primer año de estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Múnich, a la cual renuncia para estudiar filosofía y sociología en la Universidad de Berlín. Este
aspecto biográfico, tal vez nimio en otros ámbitos, es de considerarse importante para la presente
tesis, pues revela la importancia que tiene los aspectos humanísticos para un estudiante de
medicina, más aún la preocupación por lo ético-axiológico usando la observación vivencial,
fenomenológica, del ser humano. Se asume que esta formación inicial de Scheler marcó su
pensamiento filosófico a lo largo de su vida.
Al aplicar la teoría de Max Scheler a la presente investigación, se asume que la valoración es
captada por el criterio preferencia por parte de la población bajo estudio. Los estudiantes de
medicina, no escapan a la realidad humana de percepción axiológica circunstancial, y de hecho, la
marcada idea scheleriana de que toda persona trata de formarse según un modelo personal
valioso; de ahí la importancia por descubrir la predominancia axiológica del futuro médico, profesión
que, por su naturaleza, exige un perfil ético-axiológico elevado puesto que ‘muestra su acción
profesional’ en el propio ser humano, en su limitación - intimidad: la salud o el resquebrajamiento
de ella.
Por otro lado, Scheler elabora una escala axiológica basada en ciertos criterios como la
profundidad de satisfacción y la totalidad, por ejemplo; estando a la base, en un nivel inferior, los
valores materiales hasta alcanzar los valores religiosos que él asume como el grado mayor de
su escala (Ética Material de los valores, 2000).

Nicolai Hartmann (1882 - 1950)


Este pensador letonio, estudió también medicina en las ciudades universitarias de Tartu y en la
de San Petersburgo, trasladándose luego a Marburgo para estudiar Filosofía, volviéndose a
confirmar la preocupación humanista de quienes se formaron, aunque sea por corto tiempo en
el ámbito de la medicina.
En síntesis, la base de su filosofía es el conocimiento del mundo tal como está constituido,
presencia total, completa, cuyo conocimiento del mismo y la obtención de verdad no exige
una sumersión en la conciencia ni su abstención del juicio, como exige el fenomenismo de
Husserl, de ahí que para Hartmann la verdad es la objetividad, no la subjetividad; este realismo
objetivo le enfrentó a todo subjetivismo, pues afirma Hartmann que el conocimiento ingenuo y el
científico están, ya de suyo, en una actitud ontológica... La relación natural, la científica y
la ontológica son una y la misma (Hartmann, 1961).

Es decir, que para conocer el mundo, hay que verlo agudizando los sentidos, mirar con los ojos
porque la visión es el punto de partida de la contemplación y sólo a partir de esta se puede
intervenir en el mundo mediante toda actividad, mediante el trabajo, que es la esencia ontológica
del hombre, porque al mismo tiempo lo realiza y es realizado en él. Por el trabajo, el hombre impone

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a las cosas su proyecto, su idea, "pero el hombre experimenta constantemente, en su trabajo,


tanto a sí mismo como la cosa".
Este aspecto del pensamiento de Hartmann se encuentra en el ejercicio de la medicina para lo
cual el estudiante debe estar formado, puesto que en la actividad desarrollada de la ‘praxis médica
como cosa’ y en el ‘cuerpo que atiende como cosa’ de modo necesario y objetivo se experimenta a
sí mismo, por tanto se hace necesario el conocimiento científico como ético axiológico en su
formación, a fin de que el futuro médico y el médico en ejercicio se redescubra en su quehacer.
En este sentido, hay que pensar que el futuro médico debe ser preparado para el mundo
entendido como realidad objetiva, no sólo en función de lo que ‘le parece’ subjetivamente, sino en ‘lo
que es’, aunque para muchos, en la vivencia axiológica sea por decir lo menos, difícil.

Ralph Barton Perry (1876 - 1957)


En la teoría de Ralph B. Perry, se percibe una fuerte influencia del pragmatismo norteamericano
de Williams James, incluso siendo catalogada como la máxima representación del subjetivismo
axiológico. R. Barton Perry, formado en Princenton y Harvard, aboga por una teoría naturalista
del valor de corte psicologista, pues, en su Teoría General del Valor (1950), sostiene que la
valoración es una actividad en donde intervienen factores psicológicos, centrados en un interés:
valoramos porque las circunstancias exigen a nuestro cerebro centrarnos en ellas, suscitando
interés y en consecuencia valorar el objeto de interés; es, pues éste una actividad psicofísica
humana que permite acceder a los valores.

Efectivamente, un mismo objeto de la realidad vale distinto según el interés que alguien le
proporcione en circunstancias distintas y para sujetos distintos; por ello R. Barton es considerado
junto a B. Russell y a E. Bréhier como subjetivistas axiológicos, es decir que asumen la tesis de
que serán los sujetos los que valoran según el sentido y significado que otorguen a lo valorado,
y que en el caso particular de Barton Perry es lo que al individuo le interesa (1954).

En efecto, para el subjetivismo axiológico es la fuerza del psiquismo del individuo, quien imprime
su voluntad a la realidad y la hace propia (Iglesias, 2007) y esto es lo que pasa con el concepto de
interés propuesto en la teoría de R. Barton Perry, es decir que se alinea a la comprensión axiológica
de Alexius Meinong (1853-1921) quien en su obra Investigaciones Psicológico-éticas para una teoría
del valor (1894) son los objetos los que nos son agradables siendo ahí cuando lo dotamos de
valor, en cambio sinos desagradan no valdrán o lo mismo sucede si nos son indiferentes (Fullat,
2005).

Se asume, que esta argumentación de Perry, aunque puede adecuarse a la vivencia contemporánea
de los jóvenes universitarios a nivel global, no lo es desde el ejercicio profesional, pues el trabajo
dentro de una profesión puede resultar aversivo sin embargo nos interesa y valoramos, tal vez
en sentido de utilidad como lo admite Barton Perry pero resulta inconsistente, en efecto
¿Quién puede tener placer al atender un paciente trágicamente accidentado, o con cáncer terminal o
gangrenado, que le es desconocido?

En tales casos, en el campo de la salud, el valor moral de la acción no depende del placer o el
interés que provoca, pero sí exige un sentido de humanidad axiológica.
Sin embargo, para la formación integral del futuro profesional médico un programa de
intervención y reforzamiento psico-educativo en valores como el que se propone, resulta muy
importante suscitar la motivación y el interés en el estudiante de medicina
para la constante superación personal tanto cognitiva como ético-axiológica.

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Risieri Frondizi (1910-1985)


En su conocido texto, ¿Qué son los valores? (2000), Frondizi hace un recorrido histórico sobre
cómo han sido abordados los valores filosóficamente, y al final expone su propia comprensión
axiológica como cualidad estructural. En este sentido, los valores no son objetivos ni subjetivos,
son cualidades complejas estructuradas y que se dan de modo situacional, porque no están
dispuestos en la realidad ni son percepciones puras del sujeto, sino queacontece en la interacción
entre ambas. Así, pues cabe preguntarse a modo de ejemplo: ¿Dónde está el valor de la salud?
¿en el cuerpo, en el psiquismo, en el sujeto que ‘se siente’ bien aunque esté enfermo, en el médico
que la percibe y diagnostica en el paciente? Sin duda, cabe responderse, todos estos elementos
confluyen en la valoración, y en consecuencia se trata de una cualidad estructural de la realidad
que nos incluye. Frondizi, pretende con esta hipótesis haber superado dialécticamente la oposición
existente entre objetivismo y subjetivismo axiológico.
Una reflexión bastante significativa a efectos del presente texto es la siguiente, expresada por
el propio Frondizi: ‘Examinemos algunos casos para ver si la interpretación del valor como cualidad
estructural es adecuada. Parece innegable que la belleza de una escultura depende de sus
cualidades 'naturales': forma, color, tamaño, etc. Pero la belleza no depende de estas cualidades
tomadas separadamente o al azar, sino de su interrelación. El equilibrio en la relación de las cualidades
tiene tanta o más importancia que las cualidades que la constituyen. Si se rompe esa relación,
la belleza desaparece (...) Pasemos ahora a los valores morales. ¿Qué hace que un ser humano sea
una buena persona? Se considera habitualmente que una persona es 'buena' si no miente,
engaña, roba, mata, etc. Pero hay muchas personas que no cometen ninguno de estos actos
"inmorales" y, sin embargo, no son buenas. Los aspectos negativos no bastan. Existe la
inmoralidad de quienes no cometen ninguna falta porque no hacen nada’ (Frondizi, 2000).
Por ello, en el profesional médico se exige una vivencia ético-axiológica de mínimos, es decir,
que no realice intencionalmente acciones malas, sino que, por el contrario, realice buenas
acciones, pues su ejercicio profesional lo exige por ‘trabajar’ directamente con personas en su
condición de enfermo, de la existencia que padece.
El futuro profesional médico, en su praxis, debe constantemente evaluar circunstancias en
función del bien que le debe al paciente, no cosificándolo, es decir no ver sólo al cuerpo como
‘artefacto a quien se debe reparar’, reduciendo a la persona al nivel exclusivo de soma, tampoco de
psique, sino que debe darse cuenta de la cualidad estructural del ser persona, su valor no radica en
la corporalidad, en su psiquismo, o porque es de interés del médico atenderlo, o porque le
agrade ejercer su profesión, todo ello se implica ciertamente y acontece en la radical
complejidad del valor dignidad humana; esto es lo que puede inferirse aplicadamente a la presente
tesis desde los argumentos de Frondizi.

José Ingenieros (1877 - 1925)


Giuseppe Ingegnieri, también médico formado en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Buenos Aires graduándose con la tesis Simulación en la lucha por la vidaen 1900, completando su
formación en las universidades de París, Ginebra, entre otras. Su preocupación por la formación
de la persona lo llevó a redactar algunos ensayos de corte crítico como El hombre mediocre (2000),
Hacia una moral sin dogmas (1996), Las fuerzas Morales, Los tiempos Nuevos, entre otros, que
marcaron hito en el pensamiento argentino, vinculando de esta manera sus dos preocupaciones
fundamentales: el conocimiento científico y la ética social plasmados en sus escritos -que habría
de rescatar-y que calaron hondamente en los universitarios latinoamericanos. Se comprueba
nuevamente con Giuseppe Ingegnieri la relación entre medicina y la preocupación humanista de
formación integral.
Ingenieros realiza una taxonomía del ser humano clasificándolo en el hombre inferior, el
hombre mediocre y el hombre superior. El primero lo propone al nivel de la animalidad, pero en su

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sentido estricto y no peyorativo, es decir, ocupado en las necesidades básicas que satisfacen su
instinto, de ellos, dice, casi todos viven fuera de la legalidad; el segundo, es aquel hombre que no
utiliza su creatividad para reorientar su vida y al menos darle un propósito, de ahí que tenga
un carácter dócil y sin personalidad propia, siendo completamente manipulable, más que
solidario cómplice porque busca acomodarse en su beneficio, ellos –afirma-no pueden ser genios,
ni héroes ni santos; por el contrario, el tercer hombre, el hombre superior sí pueden serlo, no porque
los busque por soberbia, sino porque ante todo busca el bien de los demás, de todos.
El pensamiento de Ingenieros se encuentra medularmente en la preocupación argumentativa pues
los estudiantes de medicina, a través de la búsqueda de calidad en la educación médica mediante
la formación del perfil médico humanista, que se valore a sí mismo, enaltezca su noble profesión,
y valore a su paciente con el conocimiento y la práctica del hombre superior tal como lo propone José
Ingenieros.

Honorio Delgado Espinoza (1892-1969)


Honorio Delgado, pensador peruano, estudió ciencias naturales en la Universidad San Agustín de
Arequipa, graduándose con la tesis Las grandes cuestiones de la herencia y de médico en la Facultad
de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con la tesisEl Psicoanálisis. Su
preocupación humanista, presente ya en la tesis médica se enfatiza más con su tesis doctoral en
Ciencias Naturales con la investigación titulada La Rehumanización de la Cultura Científica por la
Psicología sustentada en 1923.
Para Honorio Delgado, así como la medicina resplandece y perfecciona por la cultura, de la misma
manera el médico, a través de las grandes figuras que han encarnado esta profesión, le suscitan
despertar todo un mundo de valores y de fe correspondientes (1961), afirmando los distintos
aportes éticos, morales y axiológicos que cada etapa histórica de la medicina contribuye a la mejor
cualificación en estos aspectos del profesional médico. En este mismo sentido, Delgado afirma que
entre los valores que debe poseer todo buen médico es la humanidad y la abnegación, ambas
cimentadas en la humildad; pues en la relación médico paciente más allá de una relación
funcional, científica-psíquica-antropológica, el profesional médico debe crear una ‘relación cordial’
con su paciente (El médico, la medicina y el alma, 1961). Esta relación permite una auténtica
penetración de lo humano, sin la cual el quehacer médico no se ennoblece, siendo la abnegación
la virtud que la hace posible ‘tanto más preciosa y amable cuanto más secreta’, de ahí que todo
médico ha de ser igualmente sensible que discreto.
Por eso, Honorio Delgado llega a afirmar que si se quiere iniciar en los estudios de medicina
con ‘probabilidades de llegar a ser un facultativo idóneo’ hay que poseer tres condiciones especiales:
vocación, aptitud y preparación fundamental (1961), y –enfatizando en la tercera condición-
manifiesta que ‘la preparación fundamental, consiste en sólidas y amplias bases de instrucción y
educación integrales adquiridas previamente’.
No cabe duda de la importancia de estas reflexiones de don Honorio Delgado para la formación
médica, que la sustentan totalmente; primero por la preocupación de entender la educación integral
del médico dentro del marco ético-axiológico, hay que hacer del médico un profesional
auténticamente humano, prepararlo para evitar el lastre del embotamiento afectivo y disponerlo
a la creatividad constante de revalorar la dignidad de lo humano. Otras argumentaciones pertinentes
las encontramos en la obra de Honorio Delgado titulada
La Formación Espiritual del Individuo publicada en 1949, donde reflexiona sobre la formación de
la personalidad y el carácter, el resentimiento y la desorientación valorativa, concluyendo que la
regla de oro de la educación moral de toda persona es respetar las virtualidades genéticas del
psiquismo en sus caracteres dinámicos, renovándolas en su sentido funcional siendo la ‘vía regia’
para realizar la trasmutación de los valores, ‘para ir del egoísmo improductivo al altruismo
constructivo’, en otras palabras, conocerse a sí mismo para fortalecer lo mejor de uno y cambiar
procesualmente lo negativo de la propia personalidad, siendo esta la labor de todo educador.

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Referencia

Barturén R., F. (2019). Teorías Axiológicas en la Formación Médica desde la Experiencia Docente
publicado en: https://revistas.usat.edu.pe/index.php/educare/article/view/300/1494

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