Anormal Indiana Vallejos
Anormal Indiana Vallejos
Anormal Indiana Vallejos
Un “resto” que comprende a locos, pobres, rebeldes, deformes, ciegos, etc. y otros que serán
inventados y construidos como anormales a partir de un trasfondo de expropiación del techo,
la tierra, el trabajo, la ciudadanía, en un desplazamiento que va del control de la morfología y
la conducta de los cuerpos hacia un criterio de control con énfasis en las victimas de una
economía injusta y de la privación que señala grupos poblacionales.
Es una categoría que se construye desde su negación, porque lo que su origen sintetiza no es la
normalidad, sino la anormalidad, que confirma la propia pertenencia a lo Uno, a lo Mismo.
Una categoría inventada para confirmar lo propio e instalar el control, expulsar, aniquilar,
corregir, censurar, moralizar, domesticar todo lo que exceda sus propios límites, todo lo Otro.
Esta construcción de lo Anormal construye a su vez otro que encarna “Nuestro más absoluto
temor a la incompletud, a la incongruencia, a la ambivalencia, al desorden, a la imperfección, a
lo innombrable, a lo dantesco. UN Otro cuyo todo y cada una de sus partes se han vuelto
objeto de una obscena y caritativa curiosidad de una inagotable morbosidad, de una pérfida
etnografía de lo mismo, de un sueño o ideal de completamiento del otro, de perfectibilidad del
otro, de corrección del otro, de normalización del otro.
Y en ese tránsito hacia lo positivo, el Otro fue convencido de que está mal ser o que es, fue
persuadido para que deje de ser, fue manipulado minuciosamente para ir en pos de la
pertenencia a lo mismo. Un proceso que a la vez que naturalizo la normalización instalo al otro
como anormal.
Durkheim, considera la pluralidad propia de las especies y de las poblaciones, en una suerte de
relativismo.
Es posible calificar de patológico un hecho solo en relación con una especie dada, pero no es
posible definir en abstracto y de manera absoluta las condiciones de la salud y de la
enfermedad. Así como cada especie tiene su propia salud ese principio es aplicable a la
sociología. Además de variar las normas de salud para un individuo salvaje y otro civilizado,
también se producen variaciones que se manifiestan regularmente en todas las especies y
están referidas a la edad.
Lo normal posee, desde esta perspectiva, un carácter doble: es al mismo tiempo tipo y valor y
es ese carácter el que le confiere la capacidad de ser “normativo”, de ser la expresión de
exigencias colectivas. Desde el momento en que lo normal es afirmado como un valor, la
polaridad emerge casi de un modo necesario, pues si algo es querido como un valor su
contrario será rechazado como un disvalor.
Así la norma estaría dada en la naturaleza y ese sentido esconde, bajo la apariencia descriptiva
de la regularidad, la posibilidad de individualizar y comparar “el ser” con “el deber ser”.
Esta percepción de la norma como una ley de la naturaleza, que está dada por fuera de lo
social y que a la vez que nombra, constituye a los sujetos normales, genera una enorme
dificultad para establecer quien define lo que es normal y convierte a este en un concepto sin
sujeto. Sin embargo, resulta necesario desentrañar como se realiza esa división entre lo
normal y lo anormal, comprendiendo que precisamente en eso reside la esencia de la norma,
en que no expresa una ley de la naturaleza, sino una pura invención de los hombres.
Alguna duda sobre la existencia de las normas se entremezcla entre esta eficaz naturalización y
transforma a este en un concepto cuestionable al que se refieren como “lo normal entre
comillas”. Un término del que es posible pensar que se encomilla porque hace ruido,
íntimamente molesta, esconde la sospecha de una violencia en la demarcación y clasificación
de los sujetos. Encubre la sospecha de que esa violencia puede volverse contra uno mismo –
transformándose en anormales- y ser ejercida sobre el propio cuerpo.
Normas que producen cuerpos a su medida, fabrican un tipo de sujetos ajustados a los limites,
con unos modos específicos de hablar, de comportarse, de percibir el mundo y de moverse en
él, de sentir, de obedecer. Normas que fabrican sujetos útiles, productivos y capaces de
adaptarse a los requerimientos de la inserción productiva en la vida social. Todo aquello que
no sigue esa norma es señalado, separado, castigado, expulsado a territorios de exclusión.
Lo normal es lo que se puede dar por supuesto, por obvio, por conocido por todos y por lo
tanto, naturalizado. Por ello, lo normal, no produce ninguna interpelación, no perturba, no
inquieta y como su contracara, lo anormal interpela, perturba inquieta, produce temores,
desequilibrio, incertidumbre. La transgresión, la desviación, la anormalidad son y han sido
objetos de medición, de establecimiento de límites, de control, de corrección de expulsión, de
aislamiento.
Aquello que se ajusta a la norma, pasa desapercibido, sin llamar la atención de los otros, de las
otras conciencias, sin convocar a quien evalúa, señala y clasifica. Lo que se desvía de la norma,
se torna aberrante y se convierte en objeto de señalamiento.
“La realidad es que nuestro mundo es un mundo en que la presencia de seres diferentes a los
demás, diferentes a esos demás caracterizados por el espejismo de la normalidad, es vivida
como una gran perturbación”
Lo normal establece entonces una frontera, porque la normalidad es la medida, del tiempo y
del espacio.