Campbell y Cosans
Campbell y Cosans
Campbell y Cosans
HECHOS
A. Señora de Campbell
B. Señora de Cosans
10. El Hijo de la señora de Cosans, Jeffrey, nacido el 31 de mayo de 1961, asistió al colegio
de Beath en Cowdenbeath, dependiente del Servicio de Enseñanza de la región de Fije. El
23 de septiembre de 1976 se le ordenó que se presentase al día siguiente al Subdirector para
recibir un castigo corporal por haber intentado volver a su casa por un atajo prohibido a
través de un cementerio. Siguiendo el consejo de su padre, acudió a la convocatoria, pero se
negó a someterse al castigo. Por este motivo, se le suspendió su asistencia a la escuela hasta
que cambiase de actitud.
13. En las dos escuelas de que se trata, los castigos corporales consisten en golpear la
palma de la mano del alumno con una correa de cuero llamada Atawse (zorros o
disciplinas). Se ejecutan bien inmediatamente, ante los condiscípulos, en el caso de mala
conducta en clase, bien por el Director o su adjunto, en su despacho, cuando se deben a mal
comportamiento en otro sitio o la conducta ha sido malísima.
Según la Comisión, los hechos de la causa no permiten comprobar si los niños de las
demandantes sufrieron efectos perjudiciales de naturaleza psicológica o de otra clase
debidos al empleo de castigos corporales en su escuela.
14. En la época de los hechos que han motivado el litigio, la administración del sistema
escocés de enseñanza se regulaba por una Ley de 1962 (Education Scotland Act 1962),
posteriormente derogada pero restablecida en lo sustancial por una Ley de 1980. El
Gobierno Central definía las orientaciones generales, elaboraba la legislación y garantizaba
la fiscalización, mientras que la organización de los centros docentes correspondía
primordialmente a la administración regional, encargada de velar para que en su distrito se
contase con una enseñanza escolar eficaz y suficiente. En el ejercicio de las facultades y el
cumplimiento de las tareas que les atribuía la Ley de 1962, el Ministro y los órganos
administrativos de educación debían, según el artículo, 29.1, al tener en cuenta el principio
general de que es obligado, en la medida compatible con la prestación de una instrucción y
de una formación adecuadas y con el cuidado de evitar gastos públicos excesivos, educar a
los alumnos con arreglo a los deseos de sus padres.
15. Por sucesivas leyes se ha autorizado al Ministro para Escocia a promulgar reglamentos
con las normas y requisitos generales que todos los órganos administrativos de enseñanza
deben respetar al cumplir sus funciones. Lo dicho no afecta, según el Gobierno, al derecho
que tiene el personal docente para imponer castigos corporales, pues para que así sucediera
se requeriría una ley. De hecho, no existen normas legales sobre imposición de dichas
sanciones: el uso de este método disciplinario depende de la decisión de cada profesor, sin
otros limites que los fijados por el Common Law y las cláusulas especiales del contrato de
trabajo.
17. El folleto mencionado, cuya publicación fue celebrada por el Ministro para Escocia, se
distribuyó en febrero de 1968 en todos los servicios de educación. Reeditado en 1978, el
código no tiene fuerza de obligar, pero no sería raro que los tribunales lo tuvieran en cuenta
en un proceso civil o penal en que se pretendiera la ilegalidad de los castigos corporales y
su incumplimiento podría tener importancia en la vía disciplinaria.
Las autoridades consideran que en el ámbito de las líneas directrices del código,
corresponde a los profesores de cada escuela la determinación de las medidas disciplinarias
necesarias en el centro. El código no forma parte del contrato de trabajo del personal
docente dependiente de los órganos competentes de Strathelyde y de Fije, aunque se le haya
aconsejado acomodarse a su texto.
18. En 1974, el Ministro creó una comisión independiente encargada de averiguar los casos
de indisciplina y de faltas a clase no permitidos en las escuelas escocesas. La Comisión, en
su informe de 1977, opinó que los castigos corporales, como se consideró en 1968, debían
desaparecer más bien por abandono progresivo que por disposición legal.
El Gobierno continúa aferrado a una política que apunta a la abolición de estos castigos
como medida disciplinaria en dichas escuelas; sin embargo, según sus puntos de vista, la
mejor manera de aplicarla consiste en hacer el progreso en esta dirección de acuerdo con
los interesados mejor que hacerlo mediante una ley. Un grupo de trabajo, constituido en
1979 por la asamblea de entidades locales de Escocia, estudió, entre otros puntos, la
creación de sanciones sustitutivas; y de hecho, en algunas escuelas ya no emplean las
sanciones corporales o desaparecerán en poco tiempo. No obstante, la gran mayoría de
padres de Escocia parece favorable, según un reciente sondeo, a que los profesores
continúen usándolos; y, según el informe de la Comisión Peck, sucede lo mismo con los
alumnos, que llegan a preferir dichas sanciones a otras de distinta forma.
19. A tenor del artículo 4 del Reglamento general de 1975 de las escuelas de Escocia, un
órgano de la Administración de Instrucción puede suspender a un alumno cuyo padre
rechace o no respete, o no le deje respetar, las reglas, reglamentos o exigencias
disciplinarías de la escuela. Según el artículo 35 de las Leyes de 1962 y 1980 sobre la
enseñanza en Escocia, comete una infracción el padre de un niño que sin excusa legítima
no asiste habitualmente a clase; y se considera que un alumno se encuentra en el último
caso, salvo que el tribunal no lo entienda así, si se le pide, debido a la negativa o
negligencia de su padre, que no vaya más al centro de enseñanza.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
23. El Tribunal considera preferible examinar las cuestiones referentes al artículo 3 del
Convenio, puesto que las demandas iniciales ante la Comisión se fundaban principalmente
en el mismo.
24. Según las señoras de Campbell y de Cosans, sus hijos Gordon y Jeffrey sufrieron,
debido al empleo de los castigos corporales como medida disciplinaria en la escuela, una
violación del artículo 3, según el cual:
No se puede someter a nadie a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. La
Comisión no ha comprobado ningún incumplimiento de esta naturaleza, y el Tribunal hace
suya dicha conclusión.
25. Ni Gordon Campbell ni Jeffrey Cosans recibieron, de hecho, golpes con los zorros o
disciplinas. Por consiguiente, el Tribunal no tiene que estudiar aquí, con referencia al
artículo 3, castigos corporales efectivamente infligidos.
26. El Tribunal considera, sin embargo, que el mero peligro de actuaciones prohibidas por
el artículo 3 puede oponerse al texto de que se trata si es suficientemente real e inmediato.
Así, amenazar a alguien con torturarle puede constituir, en determinadas circunstancias, por
lo menos un trato inhumano.
27. El sistema de castigos corporales puede causar angustia al que se considera amenazado
por él. El Tribunal estima, sin embargo, de acuerdo con la Comisión, que la situación en
que se encontraban los hijos de las demandantes no llegaba a ser tortura ni trato inhumano
en el sentido del artículo 3: nada demuestra que sus sufrimientos hayan sido del grado
inherente a estos conceptos tales como el Tribunal los interpretó y aplicó en su sentencia
de 18 de enero de 1984 en el caso Irlanda contra el Reino Unido.
28. La sentencia en el caso Tyrer de 25 de abril de 1978 proporciona algunos criterios sobre
el concepto de Pena degradante. En el caso de que ahora se trata no se ha ejecutado ninguna
Pena. Resulta, no obstante, de dicha sentencia que, para que el trato sea Degradante, debe
ocasionar también al interesado ante los demás o ante sí mismo una humillación o un
envilecimiento que alcance un mínimo de gravedad. Este nivel ha de fijarse a la vista de las
circunstancias del caso.
29. Los castigos corporales son tradicionales en las escuelas escocesas y parece que la gran
mayoría de los padres son, por lo demás, partidarios de ellos. Lo dicho en sí mismo no
resuelve la cuestión que ha de zanjar el Tribunal: la amenaza de determinada medida no
dejará de ser Degradante, en el sentido del artículo 3, por el mero hecho de que esté
consagrada por el transcurso del tiempo e incluso cuente con la general aprobación.
Sin embargo, teniendo en cuenta especialmente la situación existente, según se ha dicho, en
Escocia, no se ha demostrado que los alumnos de una escuela en la que se emplean tales
castigos sean, debido al mero peligro de que se les impongan, humillados o envilecidos a
los ojos de los demás hasta el grado exigido o cualquier otro.
II. Sobre la violación alegada de la segunda frase del artículo 2 del Protocolo núm. 1
Según las señoras de Campbell y de Cosans, el empleo de las sanciones corporales como
medida disciplinaria en las escuelas a que asistían sus hijos afectó a los derechos que
ostentaban en virtud de la segunda frase de este texto.
33. Ante todo (en opinión del Gobierno), las funciones referentes a la administración
interna de una escuela, por ejemplo la disciplina, son accesorias y no dependen de la
educación y de la enseñanza, en el sentido del artículo 2; el primero de estos términos se
refiere a la puesta a disposición de medios y el segundo a la transmisión de conocimientos.
El Tribunal puntualiza que la educación de los niños es el procedimiento total mediante el
cual en cualquier sociedad los adultos inculcan a los más jóvenes sus creencias, hábitos y
demás valores, mientras que la enseñanza o la instrucción se refiere especialmente a la
transmisión de conocimientos y a la formación intelectual.
34. El Gobierno aduce también que en Escocia las funciones que asumen las autoridades,
nacionales o locales, en el ámbito de la educación no incluyen los problemas disciplinarios.
En realidad, el mantenimiento diario de la disciplina en los centros docentes corresponde a
cada profesor; cuando infligen un castigo corporal no utilizan una facultad delegada por el
Estado, sino una prerrogativa que les otorga el Common Law en virtud de su propio
estatuto y se requerirá una ley para cambiar el derecho vigente en esta materia.
Sin embargo, aquel caso se refería al contenido de la instrucción, mientras que la segunda
frase del artículo 2 tiene mayor alcance, como se deduce de la amplitud de su redacción. La
misma sentencia del Tribunal lo confirma al entender que el texto obliga a los Estados
contratantes, especialmente en el desempeño de la función que consiste en organizar y
financiar la enseñanza pública.
Ahora bien, en el presente caso las funciones que el Estado asume en este terreno
comprenden la fiscalización del sistema escolar escocés en general, lo cual abarca
necesariamente las cuestiones de disciplina.
36. El Gobierno impugna también la conclusión de la mayoría de la Comisión de que las
tesis de las demandantes sobre el empleo de los castigos corporales se incluyen en las
convicciones filosóficas. Alega, entre otras razones, que dicha expresión no comprende las
opiniones sobre la administración interna de las escuelas, por ejemplo la disciplina, y que si
fuera como pretende la mayoría habría que incluir igualmente entre las convicciones
filosóficas las objeciones contra otros métodos disciplinarios, incluso la disciplina como tal.
37. El Gobierno alega, subsidiariamente, que respetó las convicciones de las demandantes
al seguir una política de abandono paulatino de las sanciones corporales. Cualquier otra
solución conocerá la necesidad de mantener el equilibrio entre los partidarios y los
adversarios de este método de disciplina; y no armonizaría con la reserva al artículo 2
formulada por el Reino Unido al firmar el Protocolo, que dice así: (...) debido a
determinadas disposiciones de las leyes sobre la enseñanza vigentes en el Reino Unido,
sólo se acepta el principio expresado en la segunda frase del artículo 2 en la medida en que
es compatible con la dispensa de una instrucción y de una formación eficaz y no implica
gastos públicos excesivos.
b) Por lo que se refiere a la reserva británica, el Tribunal advierte que el texto de Derecho
interno citado en este caso por el Gobierno es el artículo 29.1 de la Ley de 1962 sobre la
instrucción en Escocia. El artículo 64 del Convenio sólo permite a un Estado formular una
reserva sobre un precepto concreto si está en vigor en su territorio una ley que no sea
conforme al mismo. Ahora bien, el Reino Unido firmó el Protocolo después del 20 de
marzo de 1952. No obstante, el artículo 29 de la Ley de 1962 reprodujo pura y
simplemente un precepto de la Ley de 1946 sobre la misma materia y, por tanto, no tiene
mayor alcance que una ley que estaba en vigor en la fecha de dicha reserva.
38. Las señoras de Campbell y de Cosans han sufrido, pues, la violación de la segunda frase
del artículo 2 del Protocolo núm. 1.
III. Sobre la violación alegada de la primera frase del artículo 2 del Protocolo núm. 1
39. Según la señora de Cosans, se denegó a su hijo Jeffrey el derecho a la instrucción, pese
a la primera frase del artículo 2, al excluirle temporalmente de la escuela.
40. El Tribunal entiende que debe pronunciarse a este respecto. Indudablemente, las
alegaciones de la señora de Cosans sobre el artículo 2 proceden, una y otra, del empleo de
las sanciones corporales como medida disciplinaria en la escuela a la que asistía Jeffrey,
pero hay una diferencia importante entre los datos de hecho de las dos pretensiones. En el
campo de la segunda frase, la demandante reclama por la asistencia a un centro en el que se
recurre a determinada práctica, mientras que en el de la primera se queja de la prohibición
de asistir al mismo; y esta última situación produce consecuencias de mayor alcance. Se
trata, pues, de un agravio distinto y no de un simple arbitrio o argumento complementario.
A mayor abundamiento, el artículo 2 constituye un todo dominado por su primera frase, y
el derecho expresado en la segunda es accesorio del derecho fundamental a la instrucción.
Las dos alegaciones se diferencian, por último, claramente por su fundamento jurídico: una
se refiere al derecho del padre y la otra al del niño. Por consiguiente, la comprobación de la
violación de la segunda frase no obsta a la cuestión referente a la primera.
41. El derecho a la instrucción, garantizado por la primera frase, exige por su propia
naturaleza su reglamentación por el Estado, pero ésta no debe afectar a lo sustancial ni
oponerse a otros derechos consagrados por el Convenio y los Protocolos.
La expulsión temporal de Jeffrey Cosans, que estuvo en vigor durante casi todo un año
escolar, tuvo por motivo la oposición (suya y de sus padres) a que sufriera o se expusiera a
sufrir un castigo corporal. Sólo habría podido volver a la escuela si sus padres hubieran
actuado en contra de sus convicciones, que el Reino Unido tiene obligación de respetar en
virtud de la segunda frase del artículo 2. No se puede considerar razonable una condición
así para asistir al centro docente, que se opone a otro derecho protegido por el Protocolo
número 1, y que, en cualquier caso, excede de la facultad de reglamentación que el artículo
2 concede al Estado.
Se violó también, como pretende Jeffrey Cosans, la primera frase de este artículo.
42. El asesor jurídico de la señora de Cosans declaró que si el Tribunal comprobaba que se
había violado el Convenio, el Protocolo núm. 1 o los dos textos, su cliente pediría, al
amparo del artículo 50, una reparación justa por daños morales y costas; pero no calculó sus
pretensiones. En nombre del Gobierno, reservó su postura, y el asesor de la señora de
Campbell hizo lo mismo.
La cuestión, aunque suscitada en virtud del artículo 47 bis del Reglamento, no está en
condiciones de resolverse ahora. Por consiguiente, el Tribunal tiene que reservarla y
establecer el procedimiento posterior, teniendo en cuenta un posible acuerdo entre el Estado
demandado y las demandantes.
1. Falla, por unanimidad, que no se ha demostrado ninguna violación del artículo 3 del
Convenio.
2. Falla, por seis votos contra uno, que, en relación con las señoras de Campbell y de
Cosans, se violó la segunda frase del artículo 2 del Protocolo número l.
3. Falla, por seis votos contra uno, que en el caso de Jeffrey Cosans se violó la primera
frase del mismo artículo.
4. Falla, por unanimidad, que la cuestión de la aplicación del artículo 50 del Convenio no
está en condiciones de resolverse ahora, y
a) por tanto, la reserva totalmente;
b) pide a la Comisión que le someta por esto, en el plazo de dos meses a partir de la
aprobación de esta sentencia, sus observaciones sobre dicha cuestión y especialmente que
le comunique cualquier acuerdo amistoso a que lleguen el Gobierno y las demandantes;
c) se reserve el procedimiento futuro y delega en su Presidente las facultades de
determinarlo, si hubiera lugar a ello.