El Evangelio en La Vida de Jose
El Evangelio en La Vida de Jose
El Evangelio en La Vida de Jose
(Génesis 37-50)
Idea Central: Dar un panorama general de la vida de José en el libro de Génesis y del anticipo
del evangelio en él.
Introducción
En cierta ocasión, un joven se acercó a su pastor y le preguntó: «Pastor, ¿me puede explicar la
historia de José, porque no la conozco?». El pastor, contento con la pregunta, empezó a
narrarle la historia bíblica: «José uno de los menores de sus hermanos. Era el preferido de su
padre, quien le regaló una túnica de muchos colores. Por envidia, sus hermanos lo vendieron
como esclavo. Fue llevado a Egipto por unos mercaderes. Trabajó en casa de Potifar, y la
mujer de Potifar lo acusó injustamente…». La cara del joven se iba poniendo cada vez más
seria. El pastor continuó el relato: «Estuvo en prisión, pero Dios le concedió que pudiera
interpretar el sueño del copero de Faraón. Cuando Faraón tuvo un sueño, el copero se acordó
de José. Salió de prisión e interpretó el sueño de Faraón…». El joven fruncía el ceño, y su rostro
lucía cada vez más confundido. Pero el relato seguía: «Faraón puso a José como su
mayordomo sobre todas las cosas, y José estuvo como primer ministro en Egipto…». Fue en
ese instante cuando el joven ya no pudo contenerse más, e interrumpiendo al pastor exclamó:
«¡Fue ahí cuando se casó con María! ¿Verdad?».
Usted y yo necesitamos conocer la historia de José para que no nos pase como a este joven
desorientado. José es uno de los personajes más relevantes de la Biblia. Catorce capítulos del
Génesis están dedicados a describir con detalle la vida de José y las circunstancias que le
llevaron desde su hogar en Canaán a su trono en Egipto. Pero José no es tan solo un personaje
clave para comprender el relato bíblico. sino también un precioso anticipo del evangelio de
Jesucristo. En el Génesis vemos la promesa que Dios hizo a Abram, de una tierra para su
descendencia. Dios también le prometió que esa descendencia sería tan numerosa como las
estrellas del cielo, o como la arena del mar. En su vejez, Dios le concedió a Abram un hijo:
Isaac, y a Isaac dos hijos: Jacob y Esaú. A Jacob le dio doce hijos y una hija: Rubén, Simeón,
Levi, Judá, Isacar, Zabulón, Gad, Aser, Dan, Neftalí, José, Benjamín y Dina. Y es en este punto
de la historia bíblica cuando José aparece en Génesis 37:1-2.
Las promesas de Dios se están cumpliendo. Los biznietos de Abram están formando un
pueblo numeroso y habitan en la tierra que Dios les prometió. Pero a medida que la historia
avanza, pareciera como que si Dios se hubiera olvidado de repente de todas sus promesas.
Como si hubiera retirado su mano protectora. Los hijos de Jacob entran en pleitos constantes,
José es vendido como esclavo, Israel pasa hambre en Canaán, y todos emigran a Egipto
buscando alimento donde el pueblo de Israel acabará siendo esclavo en manos de Faraón.
Como buenos lectores de las escrituras, conocemos el desenlace de esta historia y desde esa
óptica no nos es difícil ver las promesas de Dios cumplidas. Pero en medio de las
adversidades se requiere de mucha fe para creer en Dios y en sus promesas. Qué fe tan
grande la de José para creer que esas promesas de Dios hechas a Abram tendrían su
cumplimiento. Así nos lo dice el escritor al libro de Hebreos 11:22
Aunque muy poco sabemos de la infancia de José y su nacimiento (Génesis 30), vemos a partir
del v.37 a un hombre joven de apróximadamente diecisiete años que ha desarrollado su
carácter y convicciones personales, de una profunda fe, que seguro heredó de su bisabuelo
Abraham, su abuelo Isaac y su padre Jacob la cual llegó a ser parte de su herencia espiritual.
Caminemos entonces junto a José para ver el evangelio en su vida, ilustrando dos momentos
de su historia que nos permitan comprobar que, a pesar de las pruebas, las tentaciones, los
sufrimientos, los abandonos, o las traiciones, la mano soberana de Dios guía todo para nuestro
bien, y en medio del dolor Su gracia es mayor.
Desarrollo
1. La túnica de colores: José un anticipo del amor del Padre por su Hijo
A. José el favorito de Jacob (Génesis 37:3-4)
Jacob tuvo favoritismos entre sus hijos, dice que amó más a José el hijo de Raquel, que
a los hijos de su otra esposa Lea y de sus concubinas Bilha y Zilpa, esto era un claro
síntoma de una familia desastrosa. El favoritismo es un pecado que Jacob ya había
vivido en su infancia, Isaac su padre prefería a Esaú, y su madre Rebeca le prefería a él
(Gén. 25:28), ésto provocó un celo y odio horroroso entre ambos hermanos, al punto
de querer el uno matar al otro. Con su favoritismo Jacob estaba repitiendo el mismo
pecado de sus padres y provocando que sus otros hijos quieran acabar “José”.
Los favoritismos son detestables, !y suceden por las más ridículas razones! Isaac
prefería a Jacob «porque comía de su caza». Jacob prefería a José «porque lo tuvo en su
vejez» Alguien dirá este es mi hijo preferido «porque es fisicamente igualito a mi», o
«porque tiene mi mismo carácter», o «porque lo pegué ya algo anciano como Jacob» o
«porque se llama igual que yo»
Si alguien en sus hogares ha vivido favoritismos (hijos predilectos), especialmente
aquellos hogares donde hay hijos de otros matrimonios, como era el caso de Jacob,
sabrá bien las consecuencias que esto acarrea: como iras, celos, envidias, rencor y odio
entre los hermanos, e incluso dando pie a que los hijos se conviertan en instrumentos
de competencia entre los conyuges para demostrar quien es el mejor, !si el tuyo o el
mío!.
Pero en este relato no hemos de quedarnos tan solo con lo malo que es tener favoritismos en
nuestros hogares hacia nuestros hijos o hacia otros, ni con la virtud de José y el amor de Jacob
hacia él. Hemos de ser capaces de ver en estos versos un hermoso anticipo del evangelio del
Señor Jesucristo. El amor del Padre por su Hijo.
B. Jesús el Amado del Padre (Mateo 12:18)
Hay Alguien que llevó una túnica aún más hermosa y excelente que la túnica de José.
¡Cristo Jesús! El unigénito, el amado del Padre. Dios ama a Su Hijo más que a nada en el
mundo, y Él no hace mal en tener favoritismos. Su amor es siempre perfecto y justo.
Dios hace bien en amar a Cristo sobre todas las cosas, porque solo Cristo le complace
en todo momento.
En la eternidad pasada, el Hijo ya complacía al Padre. Hubo ángeles que
desobedecieron y fueron echados de la presencia de Dios, pero el Hijo Eterno siempre
estuvo sujeto a Su Padre y agradándole en todo. En la tierra, el hombre también pecó y
fue expulsado de la presencia de Dios en el Edén, Rom. 3:23 Todos nosotros nos
hemos desviado y ninguno hace lo bueno. Somos rebeldes y desobedientes.
Pero el Hijo tomó forma de hombre para vivir una vida obediente y agradable al Padre.
Cuando esta siendo bautizado, el Padre exclamó desde el cielo: «Tú eres mi Hijo
amado; en ti tengo complacencia». Jesús complace y alegra el corazón de Su Padre
más que ninguna otra cosa en el universo. Él es el preferido del Padre.
El Padre lo vistió de gloria, con una túnica celestial que supera todas nuestras
expectativas. Colosentes 1:15-16 «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de
toda creación. 16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean
principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él». ¡Qué
hermosa es la túnica celestial que el Padre le dió a Cristo!
Los hermanos de José no podían hablarle pacíficamente, porque hablaba la verdad y
era fiel a su padre. Al Hijo tampoco podían hablarle pacíficamente porque denunciaba
el pecado de los hombres y buscaba siempre agradar a Su Padre celestial. Por eso fue
«despreciado y desechado entre los hombres». Fue traicionado, vendido y maltratado,
tambien despojado de su preciosa túnica, la rasgaron y la mancharon con su sangre,
como lo hicieron con la túnica de José sus hermanos, al degollar a ese cabrito que
simbolizaría la sustitución y la remisión de los pecados de la humanidad». La diferencia
es que a Cristo no lo tomarón por sorpresa (Filipenses 2:7-8)
Conclusión
Cristo tenía todo el favor de Su Padre, la gloria celestial y la creación a sus pies. Más sin
embargo sabía de la necesidad que teníamos de un Salvador, de un Cordero para el
sacrificio por nuestros pecados. Fue Cristo quien se despojó a sí mismo de Su túnica
celestial, de su kuttonet passim, y caminó voluntariamente hacia la cruz del Calvario
por amor a ti, y por amor a mi. Isaías 53:5. Cómo no habremos de adorar a un Salvador
tan hermoso. ¿De qué manera la túnica de José nos habla de la majestad del Señor
Jesucristo? ¿De qué manera impacta tu vida que el Amado Hijo de Dios se haya
despojado voluntariamente de su Kuttonet passim en obediencia al Padre para morir en
tu lugar?
2. La tentación: José un anticipo de la obediencia y fidelidad de Cristo
A. José: su obediencia y fidelidad a Dios (Génesis 39:9)
José tenía pendiente librar otra dura batalla. Las anteriores habían sido externas; pero
en esta ocasión la batalla era interna, pues el pecado que yace escondido en su
corazón como un caballo de Troya iba a despertar de su sueño para ponerle a prueba.
En Egipto José fue comprado por Potifar, jefe de la guardia de Faraón. Quien estaba
totalmente complacido con él, y en quien depositó su entera confianza. Lo hizo su
mayordomo, lo puso sobre todos sus negocios, su casa, sus tierras. Se nos dice que
José «fue varón próspero», que todo lo que emprendía «Jehová lo hacía prosperar en
su mano» pues buscaba el favor de Dios y se alejaba del mal como dice (Salmos 1:1-3)
José, dice que «era de hermoso semblante y bella presencia». Por lo que la mujer de
Potifar puso sus ojos sobre él y se encaprichó con él. Lo merodeaba y lo acosaba como
un león a su presa cada día. ¡Acuéstate conmigo José! no hay nadie en la casa. !José, mi
marido está de viaje! José, no le voy a decir a nadie. Ella lo acecha, pero él huía
constantemente.
Hoy en día nuestra sociedad valora muchísimo el atractivo físico, para hacer amistad,
para conseguir un trabajo, para casarse, pero a veces esto conlleva tambien sus
riesgos. La belleza no es siempre una bendición. En algunos casos, puede parecer una
gran ventaja en las relaciones personales, pero también es cierto que puede fascinar a
personas que solo están interesadas en el aspecto físico, y que solo aportarán tristezas
y ruina a su vida.
La belleza puede tentarnos a depender mucho de ella y a empujarnos al narcisismo
(transtorno de personalidad), al orgullo, la prepotencia, y a la vez a una gran tristeza al
ver que el cuerpo se acaba es pasajero. Aplicación; Querido joven, querida jovencita,
hermano, hermana, Dios nos llama en su palabra a poner nuestra mirada en la belleza
del corazón la cual es de gran estima delante de Él. 1 Pedro 3:3-4
José, que era un papasito, no encontró en su belleza una ventaja, sino un campo de
batalla. ¡Él huyó de la tentación!, fue muy consciente de su fragilidad y de lo peligroso
que es el pecado y sus consecuencias. Sabía que su propia carne lo podía engañar, y
ante una amenaza tan grande prefirió huir. Mejor que digan !aquí corrí que aquí quedé!
Aplicación: «Aquel que por el Espíritu de Dios comprende que el pecado y la tentación
no son algo pequeño e indefenso, sino algo temible, huirá y pondrá límites en su vida».
No juguemos con la tentación como Sansón jugó con Dalila, y terminó ciego, siendo de
escarnio y muerto.
Aplicación: Así como la mujer de Potifar, así nos acecha la tentación cada día. Solo el
Señor conoce nuestras luchas y cómo las vivimos a diario. Si es esa botella de whisky,
de ron o de tequila o esa cerveza bien helada, o ese sentimiento de vanagloria, o esa
página de internet que está en tu computadora o teléfono, o esa red social social que te
tiene atrapado, o esa vecina o vecino que te mira con ojos penetrantes, o ese
pensamiento de quiere hacer nido en tu cabeza.
Unos luchamos con la lujuria, otros con la codicia, otros con el orgullo. La mujer de
Potifar nos acecha a todas horas, pero podemos hacer lo mismo que José. ¡Decirle que
no! ¡Huir! Escapar; Mejor perder la túnica que el buen testimonio, no importa si tienes
que renunciar a muchas cosas valiosas hazlo pero no sedas. El Señor le dio fuerzas y
gracia a José, también te las dará a ti. Recuerda 1 Cor. 10:13
Lo fascinante es la respuesta que José le da a la mujer de Potifar, el No le dice Oh,
¿cómo podría ofender así a mi amo Potifar? Él ha puesto toda su confianza en mí.
estaría traicionando su amistad y eso no es bueno. Oh, ¿cómo podría ofender así a mi
padre Jacob? ¿Y si él se entera? ¿Qué pensaría mi padre de mí? ¿Cómo podría darle ese
disgusto y traicionar los valores y educación que me han dado? Tampoco ofrece
razones físicas diciendo Oh, ¿Es un gran riesgo podría contraer una enfermedad
venérea, a saber con cuantos más has estado? además, podrías quedar embarazada.
Mejor no mucho riesgo.
José no responde de esa forma, su respuesta fue: «¿Cómo pues, haría yo este grande
mal, y pecaría contra Dios?». José podía responder de esta manera porque él no vivía
para agradar a Potifar, o a su padre, mucho menos a él mismo. ¿Acaso no podría José
haber encontrado muchas excusas humanas para caer en los brazos de esa mujer? Era
un hombre joven, soltero, extranjero, solo, privado del amor y afecto de su padre, sin
mamá, maltratado por sus hermanos, él bien pudo ver en la mujer de Potifar la
respuesta al cariño que le había sido robado. Pero !no!, José vivía para agradar a Dios,
vivía delante de su presencia en todo momento a pesar de todas las circunstancias que
le rodeaban.
Aplicacion: ¿No debería ser ésta la respuesta que salga de nuestros labios cada vez que
somos tentados? «¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?».
«¿Cómo, mancharía su nombre y su Santidad?». ¿No deberíamos de vivir de esta
misma forma como José? Por su puesto que deberíamos de vivir y responder de la
misma forma cada vez que somos tentados.
La perfección de José sirviendo a Potifar y su fidelidad puesta a prueba mediante la tentación
es para nosotros un preludio de la perfección de Cristo obedeciendo la ley de Dios y de su
fidelidad al Padre al declarar su voluntad.
B. Cristo: su obediencia y fidelidad a su Padre (Mateo 5:17, )
De la misma manera que José Cristo obedeció a la ley de Dios y lo hizo tan
perfectamente que el Padre estuvo perfectamente complacido. ¿Quién podría
complacer a un Dios que es tres veces Santo? ¿Quién podría haber vivido una vida de
completa obediencia en obras, pensamientos y deseos? ¡Solo Cristo Jesús!
José sirvió en la casa de Potifar, y no procuró huir de él sino obedecerle en todo, de la
misma forma Jesús vivió bajo la mirada del Padre sirviéndole y obedeciéndole
perfectamente Mateo 5:17 dice que él no vino a abrogar la ley sino a cumplirla. José en
nada defraudó a su amo, sino que la mujer de Potifar le acusó injustamente. Así mismo,
Cristo en nada defraudó la ley de Dios, sin embargo fue acusado por testigos falsos de
un delito que no había cometido.
Por eso El Padre desde los cielos ante Su obediencia perfecta le dice: «Tú eres mi Hijo
amado; en ti tengo complacencia». Esta es en realidad la medicina a todas las
tentaciones y deseos que puedan llegar a nuestra vida. Estar plenamente complacidos
en aquello que más complace a Dios: su Hijo Jesucristo. Aplicación: ¿En donde estás tu
hoy buscando complacencia y llenura en tu vida? R. En personas o cosas que te
dejarán más sediento e insatisfecho, o en aquél que complece total y enteramente a su
Padre. ¿Jesucristo?
Como José, Cristo también comenzó Su ministerio siendo tentado tres veces por el
diablo en el desierto, con mayor furia de lo que fue tentado José y Adán, no en un
palacio o en un paraíso, sino en un desierto, no fue tentado rodeado de alimentos, sino
habiendo ayunado por 40 días y 40 noches. En medio de Su gran necesidad respondió
declarando la voluntad del Padre: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios». José, por su fidelidad a Dios, fue despojado de su
túnica, acusado injustamente, y encarcelado entre criminales. Cristo, por su fidelidad al
Padre, fue despojado de su túnica, acusado injustamente y crucificado entre criminales.
José podría haber sido condenado a muerte en ese mismo instante, pero Potifar decide
enviarle a prisión. ¿No sería lo justo castigar a la esposa infiel, y dejar libre al siervo fiel?
Pero la ira de Potifar cae sobre el inocente que es llevado a prisión y no abre su boca
para defenderse. Los cálculos dicen que salío a su tercer año de haber sido
encarcelado. Nuestro Señor Jesús después de vivir una vida perfecta, de vencer la
tentación, fue acusado y condenado sin razón, estuvo en un sepulcro hasta que su
Padre al tercer día lo levantó de los muertos para ser llevado al cielo y gobernar a Su
mano derecha.
Conclusión
La vida y obra del Señor nos muestran el camino de la obediencia para agradar al Padre
y vencer las tentaciones. Pero además Cristo se hizo siervo para morir en una cruz y al
tercer día salir del sepulcro y vencer a la muerte. Cristo no solo es un ejemplo, sino el
autor y consumador de nuestra fe.
Quién siendo humillado hasta lo más vil fue exaltado hasta lo sumo. Como José salió de
prisión para estar a la diestra de Faraón, así Jesucristo salió del sepulcro para ascender
a la diestra del Padre y traernos salvación aun cuando no lo merecíamos Isaías 53:6
«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.» Recordemos que a pesar de
nuestros abundantes pecados y rebeliones, su gracia y amor es mayor.