LC 23, 35-43 Gesù Cristo Re Dell'Universo
LC 23, 35-43 Gesù Cristo Re Dell'Universo
LC 23, 35-43 Gesù Cristo Re Dell'Universo
Indice
LC 23, 35-43: JESÚS EN LA CRUZ ULTRAJADO – EL «BUEN LADRÓN»..................................................................1
HOMILÍAS, COMENTARIOS Y MEDITACIONES DESDE LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA....................................................2
Gregorio de Nisa................................................................................................................................2
Roberto Belarmino............................................................................................................................3
Orígenes............................................................................................................................................7
Juan Crisóstomo................................................................................................................................8
Juan Pablo II....................................................................................................................................10
Benedicto XVI..................................................................................................................................12
Isidro Gomá y Tomás.......................................................................................................................13
CATENA AUREA: COMENTARIOS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA POR VERSÍCULO..................................................19
Teofilacto.........................................................................................................................................19
Beda.................................................................................................................................................20
San Ambrosio..................................................................................................................................20
Crisóstomo.......................................................................................................................................21
San Gregorio Niceno........................................................................................................................22
San Gregorio....................................................................................................................................22
San Atanasio, Orat in pasionem vel in crucem domini....................................................................22
San Cirilo..........................................................................................................................................23
Fray Miguel de Burgos Núñez.........................................................................................................23
Rosalba Manes................................................................................................................................25
Michael Davide Semeraro...............................................................................................................26
Roberto Pasolini..............................................................................................................................28
[TÍTULO DEL
DOCUMENTO]
In quel tempo, [dopo che ebbero crocifisso Gesù,] il popolo stava a vedere; i
capi invece deridevano Gesù dicendo: «Ha salvato altri! Salvi sé stesso, se è lui
il Cristo di Dio, l’eletto».
Anche i soldati lo deridevano, gli si accostavano per porgergli dell’aceto e
dicevano: «Se tu sei il re dei Giudei, salva te stesso». Sopra di lui c’era anche
una scritta: «Costui è il re dei Giudei».
Uno dei malfattori appesi alla croce lo insultava: «Non sei tu il Cristo? Salva
te stesso e noi!». L’altro invece lo rimproverava dicendo: «Non hai alcun
timore di Dio, tu che sei condannato alla stessa pena? Noi, giustamente, perché
riceviamo quello che abbiamo meritato per le nostre azioni; egli invece non ha
fatto nulla di male».
E disse: «Gesù, ricordati di me quando entrerai nel tuo regno». Gli rispose: «In
verità io ti dico: oggi con me sarai nel paradiso».
1
Titulo 2
Gregorio de Nisa
«Había encima de él una inscripción: 'Este es el Rey de los judíos.'» (Lc 23,48)
Sermón 5º sobre la Pascua: PG 46, 683
PG
«Pilatos dijo: 'Aquí tenéis a vuestro rey' » (Jn 19,14)
¡Bendito sea Dios! Celebremos al Hijo único, Creador de los cielos, que ha
vuelto a subir a ellos después de haber descendido hasta lo más profundo de los
infiernos y ahora cubre la tierra entera con los rayos de su luz. Celebremos la
sepultura del Hijo único y su resurrección como vencedor, gozo del mundo
entero y vida de todos los pueblos...
[TÍTULO DEL Todo esto nos fue dado cuando el Creador, rechazando la ignominia, se levantó
DOCUMENTO] de entre los muertos y, en su esplendor divino transfiguró lo perecedero en
imperecedero. ¿Cuál es la ignominia que rechazó? Nos lo dice Isaías: «Lo
vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres» (53, 2-3).
¿Cuándo es que estuvo sin gloria? Cuando llevó sobre sus espaldas el madero
de la cruz como trofeo de su victoria sobre el diablo. Cuando pusieron sobre su
cabeza una corona de espinas, a él que corona a sus fieles. Cuando fue
revestido de púrpura el que reviste de inmortalidad a los que son renacidos del
agua y del Espíritu Santo. Cuando clavaron en el madero al señor de la muerte
y de la vida.
Pero el que estuvo sin gloria fue transfigurado en la luz, y el que es el gozo del
mundo se despertó con su cuerpo... «¡El Señor es rey, vestido de belleza!» (Sal
92,1). ¿De qué belleza se revistió? De incorruptibilidad, de inmortalidad, de
convocador de los apóstoles, de corona de la Iglesia. Pablo se hace testigo de
ello, escuchémosle: «Es necesario que este ser corruptible se revista de
incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad» (1Cor
15,53). También lo dice el salmista: «Tu trono está firme desde siempre y tú
eres eterno; tu reino dura por los siglos; el Señor reina eternamente» (Sal 92,2;
Titulo 1
145,13). Y también: «El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas
innumerables» (Sal 96,1). ¡A él la gloria y el poder, amén!
Roberto Belarmino
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Titulo 2
Pero puede preguntarse, ¿no era Cristo nuestro Señor Rey antes de su muerte?
Sin lugar a dudas lo era, y por eso los Magos inquirían continuamente:
"¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?" (Mt 2,2). Y Cristo mismo
dijo a Pilato: "Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad" (Jn 18,37). Pero Él era Rey
en este mundo como un viajero entre extraños, por eso no fue reconocido como
Rey sino por unos cuantos, y fue despreciado y mal recibido por la mayoría. Y
así, en la parábola que acabamos de citar, dijo que Él iría "a un país lejano, para
recibir la investidura real". No dijo que Él la adquiriría por parte de otro, sino
que la recibiría como Suya propia, y volvería, y el ladrón observó sabiamente,
"cuando vengas con tu Reino". El reino de Cristo no es sinónimo en este pasaje
Titulo 1
Pero no debemos pasar por alto las muchas excelentes virtudes que se
manifiestan en la oración del santo ladrón. Una breve revista de ellas nos
preparara para la respuesta de Cristo a la petición; "Señor, acuérdate de mí
cuando vengas con tu Reino". En primer lugar lo llama Señor, para mostrar que
se considera a sí mismo como un siervo, o más bien como un esclavo redimido,
y reconoce que Cristo es su Redentor. Luego añade un pedido sencillo, pero
lleno de fe, esperanza, amor, devoción, y humildad: "Acuérdate de mí". No
dice: Acuérdate de mí si puedes, pues cree firmemente que Cristo puede hacer
todo. No dice: Por favor, Señor, acuérdate de mí, pues tiene plena confianza en
su caridad y compasión. No dice: Deseo, Señor, reinar contigo en tu reino, pues
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Titulo 2
su humildad se lo prohibía. En fin, no pide ningún favor especial, sino que reza
simplemente: "Acuérdate de mí", como si dijera: Todo lo que deseo, Señor, es
que Tu te dignes recordarme, y vuelvas tus benignos ojos sobre mí, pues yo sé
que eres todopoderoso y que sabes todo, y pongo mi entera confianza en tu
bondad y amor. Es claro por las palabras conclusivas de su oración, "Cuando
vengas con tu Reino", que no busca nada perecedero y vano, sino que aspira a
algo eterno y sublime.
..."Amén, yo te aseguro", esto es, yo te aseguro del modo más solemne que
puedo sin hacer un juramento; pues el ladrón podría haberse negado por tres
razones a dar crédito a la promesa de Cristo si Él no la hubiera aseverado
solemnemente. En primer lugar, pudiera haberse negado a creer por razón de su
indignidad de ser el receptor de un premio tan grande, de un favor tan alto.
¿Pues quién habría podido imaginar que el ladrón sería transferido de pronto de
una cruz a un reino? En segundo lugar podría haberse negado a creer por razón
[TÍTULO DEL de la persona que hizo la promesa, viendo que Él estaba en ese momento
DOCUMENTO] reducido al extremo de la pobreza, debilidad e infortunio, y el ladrón podría por
ello haberse argumentado: Si este hombre no puede durante su vida hacer un
favor a Sus amigos, ¿cómo va a ser capaz de asistirlos después de su muerte?
Por último, podría haberse negado a creer por razón de la promesa misma.
Cristo prometió el Paraíso. Ahora bien, los Judíos interpretaban la palabra
Paraíso en referencia al cuerpo y no al alma, pues siempre la usaban en el
sentido de un Paraíso terrestre. Si nuestro Señor hubiera querido decir: Este día
tu estarás conmigo en un lugar de reposo con Abraham, Isaac, y Jacob, el
ladrón podría haberle creído con facilidad; pero como no quiso decir esto, por
eso precedió su promesa con esta garantía: "Amén, yo te aseguro".
Orígenes
«¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?» (Lc 23,40)
Cap. 25: PG 11, 495-499
PG
Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no vendrá
[TÍTULO DEL espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí, sino que el reino de
DOCUMENTO] Dios está dentro de nosotros, pues la palabra está cerca de nosotros, en los
labios y en el corazón, sin duda, cuando pedimos que venga el reino de Dios, lo
que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosotros, salga
afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya
en cada uno de los santos, ya que éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios
habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está
presente el Padre, y Cristo reina en ella, junto con el Padre, de acuerdo con
aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a él y haremos morada en él.
Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación,
a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando
Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue a Dios Padre su
reino, y así Dios lo será todo para todos. Por esto, rogando incesantemente con
aquella actitud interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a
nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino.
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Titulo 2
Con respecto al reino de Dios, hay que tener también esto en cuenta: del mismo
modo que no tiene que ver la luz con las tinieblas, ni la justicia con la maldad,
ni pueden estar de acuerdo Cristo y el diablo, así tampoco pueden coexistir el
reino de Dios y el reino del pecado.
Juan Crisóstomo
eso lo llamo rey, porque lo veo crucificado: ya que es propio de un rey morir
por sus súbditos. Lo dijo él mismo: El buen pastor da la vida por las ovejas:
luego el buen rey da la vida por sus súbditos. Y como quiera que realmente dio
su vida, por eso lo llamo rey: Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
¿Ves cómo la cruz es el símbolo del reino? ¿Quieres otra confirmación de esta
verdad? No la dejó en la tierra, sino que la tomó y se la llevó consigo al cielo. Y
¿cómo me lo demuestras? Muy sencillamente: porque en aquella su gloriosa y
segunda venida aparecerá con ella, para que aprendas que la cruz es algo
honorable. Por eso la llamó su «gloria».
Pero veamos cómo vendrá con la cruz, pues en este tema conviene poner las
cartas boca arriba. Dice el evangelio: Si os insisten: «Mira, que Cristo está en el
sótano», no os lo creáis; «mira, que está en el desierto», no vayáis. Hablaba de
este modo de su segunda venida en gloria, previniéndonos contra los falsos
cristos y contra el anticristo, para que nadie, seducido, cayera en sus lazos.
Como antes de Cristo debe aparecer el anticristo, para que nadie, buscando al
[TÍTULO DEL pastor, caiga en manos del lobo, por eso te doy una señal para que identifiques
DOCUMENTO] la venida del pastor. Pues como la primera venida fue de incógnito, para que no
pienses que la segunda ocurrirá de parecida manera, te doy esta contraseña. Y
con razón la primera venida la realizó como de incógnito, pues vino a buscar lo
que estaba perdido. Pero no así la segunda. Pues, ¿cómo? Porque igual que el
relámpago sale del levante y brilla hasta el poniente, así ocurrirá con la venida
del Hijo del hombre. Inmediatamente se hará patente a todos y nadie tendrá que
preguntar si Cristo está aquí o está allí.
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Titulo 2
Juan Pablo II
Esta es la explicación más obvia de aquel episodio narrado por Lucas, en el que
el elemento psicológico ?es decir, la transformación de los sentimientos del
malhechor?, teniendo como causa inmediata la impresión recibida del ejemplo
de Jesús inocente que sufre y muere perdonando, tiene, sin embargo, su
verdadera raíz misteriosa en la gracia del Redentor, que "convierte" a este
hombre y le otorga el perdón divino. La respuesta de Jesús, en efecto, es
Titulo 1
El episodio que narra Lucas nos recuerda que "el paraíso" se ofrece a toda la
humanidad, a todo hombre que, como el malhechor arrepentido, se abre a la
gracia y pone su esperanza en Cristo. Un momento de conversión auténtica, un
"momento de gracia", que podemos decir con Santo Tomás, "vale más que todo
el universo" (I-II 113,9, ad 2), puede pues saldar las deudas de toda una vida,
puede realizar en el hombre, en cualquier hombre, lo que Jesús asegura a su
compañero de suplicio: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
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Titulo 2
El buen ladrón seguramente había matado, quizás más de una vez, y no sabía
nada de Jesús, sino lo que había oído gritar a la muchedumbre.
Pero he aquí que escucha las palabras de perdón que el Nazareno dirige a
quienes los crucifican e intuye, como en un relámpago, de qué Reino había
hablado aquel "profeta".
Aquel ladrón nos representa a todos. Su rápida aventura nos enseña que el
Reino predicado por Jesús no es difícil de alcanzar para cada uno que lo
[TÍTULO DEL invoque.
DOCUMENTO]
Benedicto XVI
De quien «existe antes de todas las cosas y en él todas subsisten» (Col 1, 17) el
llamado «buen ladrón» recibe inmediatamente el perdón y la alegría de entrar en
el reino de los cielos. «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso»
(Lc 23, 43). Con estas palabras Jesús, desde el trono de la cruz, acoge a todos
los hombres con misericordia infinita. San Ambrosio comenta que «es un buen
ejemplo de la conversión a la que debemos aspirar: muy pronto al ladrón se le
concede el perdón, y la gracia es más abundante que la petición; de hecho, el
Señor —dice san Ambrosio— siempre concede más de lo que se le pide (...) La
vida consiste en estar con Cristo, porque donde está Cristo allí está el Reino».
Junto a la cruz en que pendía Jesús agolpáronse toda suerte de gentes, de los que
llegaban a la ciudad y los que de ella salían: la solemnidad del día, la
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Titulo 2
movimientos de cabeza (cf. Iob 16, 5; Ps. 43, 15; 108, 25; Is. 37, 22; Ier. 18,
16). Cita el Evangelista una forma de las muchas con que sería Jesús injuriado:
Y diciendo: ¡Ah! Tú, interjección del insulto, de burla por impotencia, el que
destruyes el templo de Dios, y lo reedificas en tres días, sálvate a ti mismo: te
gloriabas de aniquilar la fábrica inmensa de nuestro Templo, y reedificarla en
pocos días; más fácil te sería desasirte de los clavos y bajar de la cruz: Si eres
Hijo de Dios, baja de la cruz.
Para colmo de los ultrajes que recibió Jesús en la cruz, hasta los mismos
ladrones, mejor, bandidos o salteadores, que con él habían sido ajusticiados, le
llenaban de denuestos: Y los ladrones que estaban crucificados con él le
improperiaban. Lo mismo dice el segundo Evangelista. En cambio, Lucas,
denostaba, mientras el otro le proclamaba inocente. Se concuerdan ambas
narraciones diciendo que Mateo y Marcos generalizan, afirmando que hicieron
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Titulo 2
ambos, lo que sólo hizo uno, como sucede cuando hablamos de categorías de
cosas o de personas; o bien que empezarían ambos por injuriar al Señor, pero
luego uno de ellos vino a mejores sentimientos con respecto a él.
Este episodio, del que se rezuma la dulcísima piedad del Señor, es propio del
tercer Evangelista. Como suelen los hombres desesperados que no pueden
[TÍTULO DEL escapar al último suplicio, deshacíase uno de los ladrones en injurias contra
DOCUMENTO] Jesús: Y uno de aquellos ladrones que estaban colgados, le injuriaba. Injuria y
burla sangrienta a la vez encierran sus palabras: Diciendo: Si tú eres el Cristo, o
mejor, en forma interrogativa de irrisión: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti
mismo y a nosotros: te decías Mesías, y ahora aparece tu impostura, pues no
eres capaz de salvarnos.
Los dones de Dios rebasan siempre nuestras plegarias : Jesús, a quien el buen
ladrón acaba de pedir tenga buena memoria de él, le promete con juramento la
suma felicidad de la fruición de Dios para aquel mismo día: Y Jesús le dijo: En
verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. Es la segunda palabra
Jesús en la cruz. El paraíso es locución metafórica para expresar un lugar de
dicha y reposo: bajó aquel día el buen ladrón al limbo, donde gozó ya de la
divinidad de Jesús.
[TÍTULO DEL
DOCUMENTO]
Lecciones morales. —
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Titulo 2
E) Lc. v. 41. — Mas éste ningún mal ha hecho. — Confiesa el buen ladrón sus
crímenes, y reconoce la inocencia del Justo: por esto se encara con el
compañero de crímenes y condena su pro-ceder con Jesús. Como si dijera, dice
el Crisóstomo: Mira una injuria nunca vista, que la santidad sea condenada
junto con el crimen. Porque nosotros matamos a los vivos; y éste ha dado la
vida a los muertos: nosotros hemos hurtado lo ajeno; éste manda dar hasta lo
propio. Así se convertía en panegirista de Jesús ante las turbas circunstantes; y
Titulo 1
cuando vio que no le hacían caso, se volvió Jesús y le dirigió aquella sentida
plegaria: «Señor, acuérdate de mí...» Estemos siempre prontos a vindicar la
santidad, la grandeza, la divinidad de Jesús ante aquellos que le insultan, le
blasfeman, le calumnian. Y no seamos difíciles en confesar nuestras miserias,
con humilde sinceridad, cuando de ello ha de venir edificación al prójimo y el
perdón por parte de Dios.
36. Fueron los soldados los que ofrecieron el vinagre al Salvador, como
militares que asisten a su rey. Prosigue: «Diciendo: Si tú eres el rey de los
judíos, sálvate a ti mismo».
38. Véase aquí otra nueva astucia del demonio, promovida en contra de
Jesucristo. Publicaba la causa de la muerte del Salvador en tres idiomas
diferentes, para que ninguno de los transeúntes ignorasen que había sido
crucificado porque se había querido proclamar rey; decía pues: «Y había
también sobre El un título escrito en letras griegas, latinas y hebreas: Este es el
rey de los judíos». En lo cual se daba a conocer que los más poderosos de todo
el mundo, como eran los romanos, los más sabios, como eran los griegos, y los
que de un modo especial adoraban a Dios, deberían someterse al imperio de
Jesucristo.
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Titulo 2
42-43. Y así como un rey trae consigo lo mejor del botín cuando vuelve
victorioso de la guerra, así el Señor, habiéndose apoderado de una porción de
las presas, que antes eran del diablo -como el ladrón-, la lleva consigo al
paraíso.
Esto es lo más verdadero para todos, porque tanto el ladrón como los demás
santos, aun cuando no han alcanzado todo lo ofrecido -para que, como se dice
por el Apóstol a los hebreos (Heb 11,40), no se les cumpla sin estar nosotros
presentes-, se encuentran, sin embargo, en el reino de los cielos, y en el paraíso.
Beda
35-37. Los que aún contra su voluntad confiesan que ha salvado a otros.
Prosigue: «Y decían: a otros ha salvado; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo,
el escogido de Dios».
Debe notarse que los judíos se burlaban del nombre de Cristo, blasfemando y
[TÍTULO DEL como si a ellos estuviese ya confiada la interpretación de las Sagradas
DOCUMENTO] Escrituras, pero los soldados, como las desconocían, no insultaban a Jesucristo
como el escogido de Dios, sino como rey de los judíos.
43. Todos los que somos bautizados en nombre de Jesucristo, somos bautizados
en virtud de su muerte, porque siendo pecadores, hemos sido purificados por
medio del bautismo (Rom 6,3). Pero hay algunos, que glorificando a Jesús
muerto según la carne, son coronados; y otros, que no queriendo obrar según la
fe y las promesas del bautismo, son privados de la gracia que recibieron.
San Ambrosio
38. Con razón se impone un título sobre la cruz; porque el reino que tiene
Jesucristo no es propio del cuerpo, sino de su poder divino. Leo el título de rey
de los judíos, cuando leo, (Jn 18,36) mi reino no es de este mundo. Leo la causa
de Jesús escrita encima de su cabeza, cuando leo: (Jn 1,1) y Dios era el Verbo;
(1Cor 11,3) la cabeza de Cristo es Dios.
Titulo 1
Pero debe advertirse que otros Evangelistas (San Mateo y San Marcos) dicen
que los dos ladrones blasfemaban del Señor, y éste dice que uno lo ultrajaba y el
otro reprendía. También puede suceder que este ladrón lo blasfemase al
principio, pero que de repente se convirtió. También pudo ser que hablase en
plural refiriéndose a uno sólo, como sucede en la carta del Apóstol a los hebreos
(Heb 11,37): «Andaban en pieles de cabra, y fueron aserrados». Sólo Elías tenía
tal manto y únicamente Isaías fue aserrado. En sentido místico puede decirse
que los dos ladrones representan a los dos pueblos que habían de ser
crucificados con Cristo por medio del bautismo, y cuya discordancia también
manifiesta la diferencia de los que habían de querer.
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Titulo 2
39-43. Los clavos habían fijado sus pies y sus manos a la cruz, y nada se
encontraba en el ladrón que no padeciese, más que el corazón y la lengua. Por
inspiración divina, ofreció al Señor todo lo que en sí había encontrado libre, de
conformidad con lo que está escrito: (Rom 10,10) 36. Viendo el diablo que
todo le salía mal, vacilaba, y no pudiendo ya otra cosa, suscitó la idea de que se
administrase al Salvador un brebaje para que lo bebiese. Prosigue: «Le
escarnecían también los soldados, acercándose a El, y presentándole vinagre».
Lo que el demonio desconocía que se verificaba contra él mismo; porque
presentando al Salvador la amargura de la indignación nacida de la infracción
de la ley -con la que dominaba a tantos-, el Salvador la aceptó, y nos dio luego
vino en vez de vinagre, que fue el que la sabiduría mezcló.
Titulo 1
39. No salvándose a sí mismo, sino salvando a sus creaturas, era como quería el
Señor ser reconocido por Salvador: el médico no se llama de este modo cuando
se cura a sí mismo, sino cuando cura a los demás. De este modo es considerado
el Señor como Salvador, cuando El no necesitaba de salvación. Tampoco quería
ser reconocido como tal bajando de la cruz, sino muriendo: mucho mayor es el
mérito de la muerte del Salvador, respecto de los hombres, que si entonces
hubiere bajado de la cruz.
San Cirilo
39-43. Uno de los ladrones también le insultaba a la vez con los judíos.
Prosigue: «Y uno de aquellos ladrones, que estaban colgados, le injuriaba
diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo, y a nosotros». El otro
reprobaba sus palabras. Prosigue: «Respondiendo el otro le reprendía, diciendo:
Ni aún tú temes a Dios, estando en el mismo suplicio». Y confesaba su propia
culpa añadiendo: «Y nosotros en verdad, por nuestra culpa, porque recibimos lo
que merecen nuestras obras».
Fray Miguel de Burgos Núñez
23
Titulo 2
Jesús que es una vida para la salvación de los hombres. La psicología del
evangelista se percibe a grandes rasgos. El pueblo será “secretario” cualificado
del fracaso de éste que se ha atrevido a hablar de Dios como nadie lo ha hecho;
porque se ha osado recibir a los publicanos y pecadores, compartir su vida con
hombres y mujeres que le seguían hasta Jerusalén. Este era el momento
esperado… y, de pronto, un “diálogo” asombroso rompe, antes de la hora
“tercia”, el “nudo gordiano” de la salvación. No va a ser como Alejandro
Magno con su espada a tajo, en Godion de Frigia, para dominar el mundo por
esa decisión drástica. Será con la oferta audaz y valiente de la salvación en
nombre del Dios de su vida.
III.3. El diálogo con los malhechores (vv. 39-43), y especialmente con aquél
que le pide el “paraíso”, es un episodio propio de Lucas que ha dado al relato
de la crucifixión una fisonomía inigualable. La comparación que hemos
mencionado con Alejandro Magno y el “nudo gordiano” sigue estando en pie a
todos los efectos. Quien crucificado, la muerte más ignominiosa del imperio
romano, pueda ofrecer la salvación al mundo, podrá dominar el mundo con el
amor y la paz, no con un imperio grandioso fundamentado en la guerra, la
conquista, la muerte y la injusticia. Lucas es consciente de esta tradición que ha
recogido y que ha reinventado para este momento y en este “climax”. Cuando
[TÍTULO DEL ya está dictada la sentencia de impotencia y de infamia… la petición de uno de
DOCUMENTO] los malhechores ofrece a Jesús la posibilidad de dar vida y salvación a quien irá
a la muerte innoble como él. No es un libertador militar… está muriendo
crucificado, porque ha sido condenado a muerte. Los valientes militares morían
a espada; los esclavos y los parias, en la “mors turpissima crucis”.
III.5. Este relato majestuoso tiene muy poco de deshonor. Lucas no entiende la
muerte de Jesús como un fracaso. Y no lo es en verdad. Es el momento supremo
de la entrega a una causa por la que merece dar la vida. Cuando todos los que
están al lado de la cruz le han retado a que salve tal como ellos entienden la
salvación, Jesús se niega a aceptarlo. Cuando alguien, destrozado, aunque haya
sido un bandido o malhechor, le ruega, le pide, le suplica, ofrece todo lo que es
y todo lo que tiene. Desde su impotencia de crucificado, pero de Señor
verdadero, ofrece perdón, misericordia y salvación. Esta teología de la cruz es la
clave para entender adecuadamente a Jesucristo como Rey del universo. Es un
rey sin poder, es decir, el “sin-poder” del amor, de la verdad y del evangelio
como buena nueva para todos los que necesitan su ayuda. “Hoy estarás conmigo
en el paraíso” es la afirmación más rotunda de lo que este rey crucificado ofrece
de verdad. No es la conquista del mundo, sino de nuestra propia vida más allá
de este mundo.
Rosalba Manes
[TÍTULO DEL
Un regno dalle porte aperte
DOCUMENTO]
Nella XXXIV domenica del Tempo Ordinario, giunti alla conclusione dell’anno
liturgico, Luca ci fa contemplare la regalità di Gesù. Un re abitualmente riceve
ogni sorta di onori, il Vangelo invece ci presenta un re per il quale sono
riservati solo scherno e umiliazione. Un re che viene eliminato alla maniera di
un criminale qualunque, infatti, sembra essere la smentita più clamorosa di tutte
le pretese salvifiche racchiuse nel ministero di Gesù e rimarcate a più riprese dal
racconto lucano. L’evangelista prepara i suoi lettori all’annuncio paradossale
della salvezza che si compie solo nel momento del massimo fallimento: la morte
di croce. Gesù salva non perché scende dalla croce, non perché estirpa dalla
terra i malvagi, ma perché ama fino alla fine, resta cioè fedele all’amore che il
Padre nutre per lui e che egli stesso nutre per ogni creatura.
L’intelaiatura generale del Terzo Vangelo circa la crocifissione e morte di Gesù
si può rinvenire anche in Marco e in Matteo, ma Luca sceglie di rappresentare il
Cristo con i tratti del martire che muore offrendo il perdono e ottenendo la
salvezza dei suoi carnefici (come farà anche in At 7 descrivendo la morte di
Stefano). Nel racconto il popolo svolge un ruolo passivo, sta a guardare in
silenzio. I capi invece opprimono Gesù con un fare assai simile a quello del
tentatore nel deserto (cf. Lc 4,1-13):
25
Titulo 2
«Ha salvato altri! Salvi se stesso, se è lui il Cristo di Dio, l’eletto» (Lc 23,35).
Il sospetto non è tanto sulla qualità del suo ministero, del quale, malgrado
l’ironia, vengono riconosciuti i frutti, ma sulla qualità del suo rapporto con Dio
che, stando a come sono andate le cose, non dev’essere certo dalla sua parte.
Anche i soldati lo deridono, provocandolo a manifestare al popolo una regalità
di tipo trionfalistico:
«Se tu sei il re dei Giudei, salva te stesso» (Lc 23,37).
Il titolo «re dei Giudei» non fa parte solo di un gioco di insulti, ma è il marchio
pubblico che segna la croce alla quale Gesù è stato inchiodato e che tutti
possono leggere. Sul suo capo infatti svetta l’iscrizione «Costui è il re dei
Giudei», parole che trasformano il palo maledetto in trono di gloria.
Sulla croce il Gesù di Luca non è solo. Due uomini gli stanno accanto, uno alla
sua destra e uno alla sua sinistra, e non sono i discepoli che in Marco e in
Matteo vogliono occupare quei posti nel suo regno, ma due malfattori
qualunque che, diversamente dagli altri sinottici, reagiscono in modo tra loro
antitetico, rivelando ancora una volta la verità delle parole del vecchio Simeone
che aveva profeticamente annunciato che il Cristo sarebbe stato un «segno di
contraddizione» (Lc 2,34). Uno dei due si lascia contagiare dal modo di fare dei
capi e dei soldati, si allea con i forti e insulta: «Non sei tu il Cristo? Salva te
[TÍTULO DEL stesso e noi!» (Lc 23,39). L’altro invece si dissocia dalla massa degli accusatori
DOCUMENTO] e si leva come unica voce fuori dal coro a proclamare con forza l’innocenza di
Gesù:
«Noi, giustamente, perché riceviamo quello che abbiamo meritato per le nostre
azioni; egli invece non ha fatto nulla di male» (Lc 23,40-41).
Dopo aver riconosciuto la santità di Gesù, egli proclama anche la sua piena
fiducia in lui: «Gesù, ricordati di me quando entrerai nel tuo regno». Non è la
pretesa dei discepoli che vogliono occupare dei posti importanti, ma una
preghiera umile, sentita e colma di fiducia che Gesù esaudisce
immediatamente: «oggi con me sarai nel paradiso» (Lc 23,42).
Gesù è un re il cui regno ha le porte aperte e in esso vi accede chi sa che la
salvezza non è per domani, ma è «oggi». Oggi, infatti, è il momento di
affrancarsi dalla massa e fare la propria confessione di fede personale,
oggi è il tempo per riconoscere la visita del Signore, oggi è il tempo di
imparare a pregare, oggi è l’occasione propizia per purificare lo sguardo dalla
nebbia delle apparenze e vedere attraverso le cose il germogliare della vita
divina che sa trasformare anche i cuori induriti in una terra fertile.
Titulo 1
Tetragramma
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Titulo 2
Roberto Pasolini
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Titulo 2
di fronte allo spettacolo della carità vissuta fino alla fine, possiamo dunque
non solo riconoscere il vero Re dell’universo, ma pure il volto di noi stessi:
«Ecco noi siamo tue ossa e tua carne» (2Sam 5,1),
il tuo «corpo», la tua «Chiesa» (Col 1,18), liberata dal «potere delle tenebre»
(1,13).
[TÍTULO DEL
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