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Por último, en época moderna –iniciada con el período Edo–, aunque perduran los
conceptos anteriores se introducen algunas nuevas categorías estéticas,
relacionadas con las nuevas clases urbanas que surgen a medida que Japón se va
modernizando: el sui es una determinada finura de corte espiritual, hallada
principalmente en la literatura de Osaka; iki es una elegancia honesta y directa,
presente sobre todo en el teatro kabuki; el karumi es un concepto que ensalza la
ligereza como cualidad esencial bajo la cual se alcanza lo «profundo» de las cosas,
reflejada especialmente en la poesía haiku; el shiori es una belleza nostálgica; el
hosomi es una delicadeza que llega hasta la esencia de las cosas; y el sabi es la
belleza simple, despojada, sin adornos ni artificios, ensalzando valores como la
pobreza y la soledad. Esta última entroncó con el concepto anterior de wabi,
creando una nueva noción llamada wabi-sabi, la trascendencia de la simplicidad,
donde la belleza reside en la imperfección, en lo incompleto, basada en la
fugacidad e impermanencia. En todos estos conceptos subyace nuevamente la idea del
arte como proceso creativo, y no como realización material. Okakura Kakuzō escribió
que «sólo los artistas persuadidos de la imperfección congénita a su alma son
capaces de engendrar la verdadera belleza».16
Periodización
Artículo principal: Períodos de Japón
Para su estudio, el arte de Japón se divide en grandes períodos en términos de
producción artística y desarrollos políticos importantes.17 La clasificación suele
variar dependiendo del criterio del autor, además de que muchos de ellos pueden ser
subdivididos. Por otro lado, también existen divergencias en cuanto al principio y
final de algunos de estos periodos. La clasificación realizada por el arqueólogo
Charles T. Keally es la siguiente:
Períodos históricos en la arqueología japonesa
Prehistoria Paleolítico 50/35.000 - 13/9.500 a. P.
Jōmon 13/9.500 - 2.500 a. P.
Yayoi 500 a. C. - 300
Kofun 300 - 710
Antigua
(古代 Kodai?) Nara 710 - 794
Heian 794 - 1185
Medieval
(中世 Chūsei?) Kamakura 1185 - 1392
Muromachi 1392 - 1573
Moderna temprana o Premoderna
(近世 Kinsei?) Azuchi-Momoyama 1573 - 1600
Edo 1600 - 1868
Moderna
(近代 / 現代
Kindai / Gendai?) Meiji 1868 - 1912
Taishō 1912 - 1926
Shōwa 1926 - 1989
Heisei 1989 - 2019
Reiwa 2019 - Presente
Artes plásticas
Período Jōmon (11000 a. C.-500 a. C.)
Otro templo mítico de origen incierto es el Izumo Taisha, cerca de Matsue, fundado
legendariamente por Amaterasu. Es de estilo taishazukuri, considerado el más
antiguo entre los santuarios, caracterizado por la elevación del edificio sobre
pilastras, con una escalinata como acceso principal, y acabados sencillos de madera
sin pintura. Según las crónicas, el santuario original tenía una altura de 50
metros, pero debido a un incendio fue reconstruido con una altura de 25 metros. Sus
edificios principales son el Honden («santuario interior») y el Haiden («santuario
exterior»). A esta época pertenece igualmente el Kinpusen-ji, el templo principal
del shugendō, una religión ascética que combina el sintoísmo, el budismo y
creencias animistas. En su estructura destaca el templo principal o Zaōdō, que es
la segunda construcción de madera más grande de Japón, solo superada por el
Daibutsuden de Tōdai-ji; junto a la Puerta de Niō, ha sido catalogado como Tesoro
Nacional de Japón.
En este período encontramos las primeras muestras de pintura, como en el
enterramiento real de Ōtsuka y las tumbas en forma de dolmen de Kyūshū (siglos V-
VI), decoradas con escenas de caza, guerra, caballos, pájaros y barcos, o bien con
espirales y círculos concéntricos. Eran pinturas murales, elaboradas con rojo
hematites, negro carbón, amarillo ocre, blanco caolín y verde clorito. Uno de los
dibujos representativos de esta época es el llamado chokkomon, compuesto de líneas
rectas y arcos trazados sobre diagonales o cruces, y presente en paredes de tumbas,
sarcófagos, estatuas haniwa y espejos de bronce.25
La pintura seguía los patrones chinos, en tinta o pigmentos minerales sobre seda o
papel, en rollos de pergamino o colgando de la pared. Denota un gran sentido del
dibujo, con obras de gran originalidad, como el relicario de Tamamushi (Hōryū-ji),
en madera de alcanfor y ciprés, con bandas de filigrana de bronce, presentando
varias escenas en óleo sobre madera lacada, en una técnica denominada mitsuda-i
procedente de Persia y relacionada con la pintura china de la dinastía Wei. En la
base del relicario se muestra un jataka (relato sobre las vidas anteriores de
Buda), que muestra al príncipe Mahasattva ofreciendo su propia carne a una tigresa
hambrienta. En esta época empezó a cobrar relevancia la caligrafía, a la que se
otorgó el mismo nivel de artisticidad que a las imágenes figurativas. También
destacaron los tapices en seda, como el Mandala Tenjukoku dedicado a Shōtoku (622).
La cerámica, que podía ser esmaltada o no, tuvo escasa producción local,
valorándose más la de importación china.28
La pintura está representada por la decoración mural de Hōryū-ji (finales del siglo
vii), como los frescos del Kondō, que muestran similitudes con los de Ajantā en la
India. También surgieron diversas tipologías como el kakemono (‘pintura colgante’)
y el emakimono (‘pintura en rollo’), historias pintadas en un rollo de papel o
seda, con textos que explican las distintas escenas, llamados sutras. En el Shōso-
in de Nara existe una serie de pinturas de tema profano, con diversos géneros y
temáticas: plantas, animales, paisajes y objetos de metal. A mediados del período
se puso de moda el estilo pictórico de la dinastía Tang, como se vislumbra en los
murales de la tumba Takamatsuzuka, de alrededor del año 700. Por el decreto Taiho-
ryo de 701 el oficio de pintor quedó regulado en gremios artesanales controlados
por el Departamento de Pintores (edakumi-no-tuskasa), dependiente del Ministerio
del Interior. Estos gremios eran los encargados de la decoración de palacios y
templos, y su estructura perduró hasta la era Meiji. La cerámica evolucionó
notablemente gracias a diversas técnicas importadas de China, como el empleo de
colores brillantes aplicados sobre la arcilla.32
Amida Nyorai (hacia 1053), pan de oro y laca sobre madera, obra de Jōchō, en el
monasterio de Byōdō-in.
En arquitectura civil destacó la construcción del Palacio Imperial, de puro estilo
japonés. Durante el período Fujiwara (897-1185), el templo volvió a situarse en la
ciudad, siendo centro de reunión de las clases dirigentes. La arquitectura
religiosa imitó a la de los grandes palacios, con una decoración muy desarrollada,
como en el monasterio de Byōdō-in –también llamado del Fénix–, en Uji (fundado en
1053). En este templo destaca el Hōōdō («Salón del Fénix»), situado al borde de un
estanque que le proporciona una apariencia lírica y espiritual, con unas líneas
dinámicas y elegantes donde destacan los tejados de esquinas curvilíneas, que
otorgan un aire ascensional al conjunto. Este salón conserva una imagen del Buda
Amida («Señor de la Luz Infinita), de 2,5 metros, en madera lacada, obra del
maestro Jōchō.36
Rollo con descripciones del ataque nocturno al palacio Sanjō, detalle de los Rollos
ilustrados de los sucesos de la era Heiji (siglo XIII), anónimo, Museum of Fine
Arts, Boston.
La escultura adquirió gran realismo, encontrando el artista mayor libertad
creativa, como se denota en los retratos de nobles y militares, como el de Uesugi
Shigefusa (de artista anónimo), un militar del siglo xiv. Las obras zen se
centraron en la representación de sus maestros, en un tipo de estatua llamada
chinzo, como la del maestro Muji Ichien (1312, de autor anónimo), en madera
policromada, que representa al maestro zen sentado en un trono, en actitud de
relajada meditación. Cobró especial importancia por la calidad de sus obras la
escuela Kei de Nara, heredera de la escuela Jōchō del período Heian, donde destacó
el escultor Unkei, autor de las estatuas de los monjes Muchaku y Seshin (Kōfuku-ji
de Nara), así como imágenes de los Kongo Rikishi (espíritus guardianes), como las
dos colosales estatuas situadas en la entrada del templo Tōdai-ji (1199), de 8
metros de altura. El estilo de Unkei, influido por la escultura china de la
dinastía Song, era de gran realismo, captando a la vez el más detallado estudio
fisonómico con la expresión emotiva y la espiritualidad interior del individuo
retratado. Se llegó incluso a incrustar cristales oscuros en los ojos, para dar
mayor expresividad. La obra de Unkei supuso el inicio del retratismo japonés.
Continuó su obra su hijo Tankei, autor del Kannon Senju para el Sanjūsangen-dō.42
Los principales artistas del sumi-e fueron: Muto Shui, Josetsu, Shūbun, Sesson
Shukei y, sobre todo, Sesshū Tōyō, autor de retratos y paisajes, primer artista que
pintó del natural. Sesshū era un gaso, un monje-pintor, que viajó a China entre
1467 y 1469, donde estudió el arte y el paisaje natural. Sus paisajes están
compuestos por estructuras lineales, iluminados por una luz súbita que refleja el
concepto zen del instante trascendental. Son paisajes con presencia de elementos
anecdóticos, como templos en la lejanía o pequeñas figuras humanas, enmarcados en
parajes recónditos como acantilados.49
La llegada de los portugueses (siglo xvi), de Kanō Naizen, Kōbe Shiritsu Nanban
Bijutsukan, Kōbe.
En pintura, la escuela Kanō recibió la mayoría de encargos oficiales, desarrollando
la pintura mural de los principales castillos japoneses. Figuras destacadas son los
nombres de Kanō Eitoku y Kanō Sanraku. Para los castillos, con poca iluminación
debido a sus estrechas aberturas defensivas, se creó un tipo de mamparas con fondo
dorado que reflejaban la luz y la esparcían por toda la estancia, con grandes
murales decorados con escenas heroicas, animales como tigres y dragones, o bien
paisajes con presencia de jardines, estanques y puentes, o sobre las cuatro
estaciones, un tema bastante frecuente en la época. Continuó el estilo yamato-e
principalmente entre la clase burguesa, representada por la escuela Tosa, que
continuó la tradición épica japonesa de escenas históricas y paisajes, destacando
las figuras de Tosa Mitsuyoshi y Tosa Mitsunori. También se desarrolló notablemente
la pintura en biombos, generalmente en tintas aguadas, siguiendo el estilo sumi-e,
como se aprecia en la obra de Hasegawa Tōhaku (Bosque de pinos) y Kaihō Yūshō (Pino
y ciruelo a la luz de la luna). Destacó igualmente la figura de Tawaraya Sōtatsu,
autor de obras de gran dinamismo, en rollos manuscritos, biombos y abanicos. Creó
un estilo lírico y decorativo inspirado en la escritura waka de la época Heian, que
fue llamado rinpa, produciendo obras de gran belleza visual e intensidad emocional,
como Historia de Genji, La senda de la hiedra, Los dioses del trueno y del viento,
etc.53
Uno de los mejores artistas de esta época fue Honami Kōetsu, que destacó tanto en
pintura como en poesía, jardinería, laca, etc. Educado en la tradición artística
procedente del período Heian y en la escuela Shorenin de caligrafía, fundó una
colonia de artesanos en Takagamine, cerca de Kioto, gracias a unos terrenos cedidos
por Tokugawa Ieyasu. La colonia se nutrió de artesanos de la escuela budista
Nichiren, y produjo una serie de obras de gran calidad. Se especializaron en
objetos de laca, principalmente accesorios de escritorio, decorados con
incrustaciones de oro y nácar, así como en diversos utensilios y vajillas para la
ceremonia del té, destacando el cuenco fujisan, con un cuerpo rojizo cubierto de
una barbotina negra y, en la parte superior, un blanco vidriado opaco que da el
efecto de nieve que cae.55
El puente Ōhashi en Atake bajo una lluvia repentina (1857), de Utagawa Hiroshige,
Brooklyn Museum of Art, Nueva York.
Este período artístico se corresponde con el histórico de Tokugawa, en el que Japón
se cerró a todo contacto exterior. La capital se estableció en Edo, futura Tokio.
Los cristianos fueron perseguidos y los comerciantes europeos expulsados. Pese al
sistema de vasallaje, proliferó el comercio y la artesanía, apareciendo una clase
burguesa que fue creciendo en poder e influencia, y que se dedicó al fomento de las
artes, especialmente grabados, cerámica, lacas y productos textiles.56
Dios del Viento, Dios del Trueno, de Ōgata Kōrin. En esta pintura se muestra a los
dioses del trueno (izquierda) y del viento (derecha), al inicio de un combate
celestial.
Continuó el estilo rinpa iniciado por Sōtatsu en la obra de Ōgata Kōrin, uno de los
más grandes artistas de la época. Su producción, alegre y sardónica, se dirigió a
las clases mercantiles, con obras de una elegancia urbana y un realismo un tanto
irreverente, aunque con un gran virtuosismo y un profundo conocimiento de los
maestros clásicos, como demuestra en los biombos Ciruelos rojos y blancos, Olas,
Lirios y La historia de Ise. La escuela Kanō recibió los principales encargos
oficiales del gobierno, con un estilo de estética zen de fuertes pinceladas. Su
principal representante fue Kanō Tan'yū, nieto de Kanō Eitoku, que trabajó en el
palacio imperial y en el castillo Nagoya, al tiempo que realizó una notable labor
erudita recogiendo notas sobre todo tipo de obras de arte, con comentarios y
esbozos (shukuzu) de las obras, gran fuente de información para la historiografía
del arte. Por su parte, la escuela Tosa estuvo representada por Tosa Mitsuoki, que
continuó la tradición épica del yamato-e.
Tigre y dragón (1781), biombo de dos pantallas, de Maruyama Ōkyo, Detroit Institute
of Arts.
En Kioto nació otra interesante escuela pictórica, fundada por Maruyama Ōkyo, que
combinó diversas técnicas e influencias, desde la china hasta la occidental, que
conoció a través de grabados holandeses. Realizó rollos y biombos con paisajes y
fondos dorados, siendo una característica de su estilo la plasmación del paisaje
con apuntes tomados directamente de la naturaleza. Fueron discípulos suyos
Matsumura Goshun, cofundador con Ōkyo de la escuela Maruyama-Shijō; Itō Jakuchū,
artista de gran personalidad que se dedicó al género de la naturaleza muerta, poco
frecuente hasta entonces en Japón; y Nagasawa Rosetsu, que llegó a dominar con
maestría las técnicas occidentales de la perspectiva y el claroscuro.60
La escuela más conocida y notable fue la de ukiyo-e («estampas del mundo que
fluye»), que destacó por la representación de tipos y escenas populares.
Desarrollada alrededor de la técnica del grabado –principalmente xilografía–, fue
un estilo de corte laico y plebeyo, eminentemente urbano, que inspirándose en temas
anecdóticos y escenas de género les otorgaba un lirismo y una belleza
extraordinarias, con una sutil sensibilidad y un gusto refinado de gran
modernidad.61 El fundador fue Hishikawa Moronobu, al que siguieron figuras como
Okumura Masanobu, Suzuki Harunobu, Isoda Koryūsai y Torii Kiyonobu, fundador de la
escuela Torii. Varios artistas se especializaron en la reproducción de los actores
del teatro popular japonés kabuki (yakusha-e, «cuadros de actores»), con un cierto
aire caricaturesco, entre ellos Torii Kiyomasu, Torii Kiyomitsu y, sobre todo,
Tōshūsai Sharaku. Otro género bastante corriente fue el bijin-ga («cuadros de
mujeres hermosas»), que representaba a geishas y cortesanas en actitudes íntimas y
escenas de tocador, con gran detallismo, principalmente en sus ropajes, como se
denota en la obra de Torii Kiyonaga, Kitagawa Utamaro y Keisai Eisen. Otra variante
fue el shunga («estampas primaverales»), de contenido más explícitamente erótico.
El paisajismo fue introducido por Utagawa Toyoharu –fundador de la escuela
Utagawa–, que aplicó la perspectiva occidental al paisaje japonés.62
A principios del siglo xix, cuando el arte ukiyo-e parecía declinar, apareció la
gran figura de Katsushika Hokusai, autor de unos 30.000 dibujos que recopiló en 15
volúmenes, que tituló Manga (1814). Reflejó especialmente la vida urbana de Edo,
con un cierto toque humorístico, en un estilo enérgico de fuertes trazos. También
fue un gran representante del paisajismo, siendo uno de sus motivos fundamentales
el monte Fuji, en escenas de gran colorido, con un sello fuertemente personal, ni
realista ni idealizado, reflejando siempre la visión interna del artista. Uno de
sus últimos exponentes y gran maestro de la escuela fue Utagawa Hiroshige,
igualmente un gran paisajista, como denota en sus Cien famosas vistas de Edo. Tenía
un estilo más realista que Hokusai, pero más lírico y evocador, utilizando a menudo
una perspectiva de fondos encuadrados en un primer plano de ramas, hojas u otros
objetos.
Camille Monet vestida de japonesa (1876), de Claude Monet, Museum of Fine Arts,
Boston.
De igual manera, cobró gran relevancia el arte textil, principalmente en seda, que
llegó a cotas de altísima calidad, de tal manera que a menudo las túnicas (kimono)
en seda con brillantes colores y refinados dibujos eran colgadas para separar
habitaciones, como si fuesen biombos. Se usaban diversas técnicas, como el tinte,
el bordado, el brocado, el repujado, los apliques y el pintado a mano. La seda
estaba al alcance tan solo de las clases altas, mientras el pueblo vestía en
algodón, confeccionado según la técnica indonesia ikat, hilado por secciones y
teñido en color añil alternado con el blanco. Otra técnica de menor calidad era el
entrecruzamiento de hilos de algodón de diversos colores, con tintes caseros
aplicados al modo del batik mediante una pasta de arroz y salvado de arroz hervido
y apelmazado.64
Cabe destacar que, así como en el siglo xix el arte japonés recibió la influencia
del arte occidental, también éste se vio influido por el exotismo y la naturalidad
del arte nipón. Surgió así en Occidente el llamado japonismo, desarrollado
principalmente en la segunda mitad del siglo xix sobre todo en Francia y Gran
Bretaña. Se puso de manifiesto en las llamadas japonaiseries, objetos inspirados en
las estampas, porcelanas, lacas, abanicos y objetos de bambú japoneses, que se
pusieron de moda tanto en la decoración interior como en numerosas prendas
personales que recogían la fantasía y el decorativismo de la estética japonesa. En
pintura, se recibió con entusiasmo el estilo de la escuela ukiyo-e, siendo muy
apreciadas las obras de Utamaro, Hiroshige y Hokusai. Los artistas occidentales
imitaron la simplificada construcción espacial, los contornos sencillos, el estilo
caligráfico y la sensibilidad naturalista de la pintura japonesa. Algunos de los
principales artistas que recibieron esta influencia fueron: Édouard Manet, James
Abbott McNeill Whistler, James Tissot, Mary Cassatt, Pierre Bonnard, Georges
Ferdinand Bigot, Claude Monet, Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir, Camille
Pissarro, Paul Gauguin, Henri de Toulouse-Lautrec, Vincent van Gogh, Gustav Klimt,
etc.65
La orilla del lago (1897), de Kuroda Seiki, pintura de estilo occidental (yōga).
La pintura también siguió dos corrientes: tradicional (nihonga) y occidentalista
(yōga), aunque independiente de ambas destacó a principios del siglo xx la figura
de Tomioka Tessai. El estilo nihonga fue promovido a finales del siglo xix por el
crítico de arte Okakura Kakuzō y por el educador Ernest Fenollosa, buscando en el
arte tradicional la forma de expresión arquetípica de la sensibilidad nipona,
aunque este estilo también recibió alguna influencia occidental, sobre todo del
prerrafaelismo y el romanticismo. Estuvo representado principalmente por Hishida
Shunsō, Yokoyama Taikan, Shimomura Kanzan, Maeda Seison y Kobayashi Kokei. La
pintura de corte europeísta se nutrió en principio de las técnicas y temáticas
vigentes en Europa a finales del siglo xix, vinculadas principalmente al
academicismo –como en el caso de Kuroda Seiki, que estudió nueve años en París–,
pero más adelante siguió las distintas corrientes que se fueron produciendo en el
arte occidental: el grupo Hakubakai recogió la influencia impresionista; la pintura
abstracta tuvo como figuras principales a Takeo Yamaguchi y Masanari Munai; entre
los artistas figurativos destacaron Fukuda Heichachirō, Tokuoka Shinsen y
Higashiyama Kaii. Algunos artistas se establecieron fuera de su país, como
Genichiro Inokuma en Estados Unidos y Tsuguharu Foujita en Francia.70
Entre las últimas tendencias, tuvo bastante renombre dentro del llamado arte de
acción el grupo Gutai, que asimiló la experiencia de la Segunda Guerra Mundial a
través de acciones cargadas de ironía, con un gran sentimiento de crispación y una
agresividad latente. Entre sus miembros destacan: Jirō Yoshihara, Sadamasa
Motonaga, Shozo Shimamoto y Katsuō Shiraga. Vinculados al arte postmoderno figuran
varios artistas, inmersos en el fenómeno reciente de la globalización, marcada por
la multiculturalidad de las expresiones artísticas: Shigeo Toya, Yasumasa Morimura.
Otros artistas destacados del Japón contemporáneo son: Tarō Okamoto, Chuta Kimura,
Leiko Ikemura, Michiko Noda, Yasumasa Morimura, Yayoi Kusama, Yoshitaka Amano,
Shigeo Fukuda, Shigeko Kubota, Yoshitomo Nara71 y Takashi Murakami.72
Música
Artículo principal: Música japonesa
La música japonesa tuvo sus primeras manifestaciones en las honkyoku («piezas
originales»), que se remontan al siglo xix a. C., así como el min'yō, canciones
folklóricas japonesas. Los ritos sintoístas tenían coros que recitaban un trino
lento acompañado de flauta de bambú (yamate-bue) y cítara de seis cuerdas (yamato-
goto). La principal modalidad de música y danza sintoísta es la kagura, sobre el
mito de Amaterasu, diosa del sol. Se ejecuta con los instrumentos mencionados, y
otros como el hichiriki (oboe) y tambores como el o-kakko y el o-daiko.76
Artes escénicas
Durante el período Edo surgió la modalidad del kabuki, que sintetizó las antiguas
tradiciones tanto musicales e interpretativas como de mímica y danza, con temáticas
desde las más mundanas hasta las más místicas. Así como el nō era de tono
aristocrático, el kabuki sería la expresión del pueblo y la burguesía. La puesta en
escena era de gran riqueza, con decorados donde destacaba la composición cromática,
vestidos de lujo y maquillaje de tono simbólico, representando según el color
diversos personajes o estados anímicos. La dicción era de tipo ritual, mezcla de
canto y recitativo, en ondulaciones que expresaban la posición o el carácter del
personaje.80
Cine
Historieta
Artículo principal: Manga
Japón es el centro productor del manga, un género de historieta que ha tenido gran
éxito a nivel internacional desde los años 1980. Se caracteriza por largas epopeyas
de gran dinamismo, con abundantes efectos sonoros, teniendo un punto de origen en
la tradición gráfica del ukiyo-e. Aunque su inicio se vincula a la revista Manga
Shōnen (1947), de Osamu Tezuka, sería a finales de los 1980 cuando alcanzaría su
mayor repercusión, con Akira de Katsuhiro Otomo (1982-93) y Dragon Ball de Akira
Toriyama (1984-95). Desde unos inicios con una estética un tanto infantil, el manga
ha evolucionado a un estilo más realista y de tono fotográfico, abriéndose a nuevos
géneros y tipologías e incorporando elementos satíricos, humorísticos,
terroríficos, violentos y eróticos (hentai). Entre los principales creadores de
estos últimos años destacan: Fujio Akatsuka, Tetsuya Chiba, Riyoko Ikeda, Shigeru
Mizuki, Gō Nagai, Keiji Nakazawa, Monkey Punch, Tsukasa Hōjō, Ryōichi Ikegami,
Masakazu Katsura, Mitsuru Adachi, Jirō Taniguchi, Takehiko Inoue, Eiichirō Oda,
Masashi Kishimoto, Masami Kurumada, Naoko Takeuchi, Chiho Saito y Hiro Mashima.82
Videojuegos
Donkey Kong II, un título de la serie Nintendo Game & Watch (1980).
Japón es uno de los principales países productores de videojuegos, género artístico
reconocido en Europa por los premios BAFTA y recientemente en Estados Unidos por la
NEA. Los videojuegos tuvieron una crisis en 1983, pero gracias al diseñador de
videojuegos japonés Shigeru Miyamoto lograron salir adelante y siguen formando
parte de la cultura contemporánea de Japón. Uno de los primeros éxitos de la
industria de videojuegos japonesa fue Space Invaders, de la Corporación Taito
(1978). Posteriormente, la principal productora de videojuegos en Japón ha sido
Nintendo, dirigida por Hiroshi Yamauchi, que convirtió una pequeña empresa familiar
de cartas hanafuda en una multimillonaria compañía de videojuegos reconocida
mundialmente. Fue Yamauchi quien contrató a Shigeru Miyamoto, y juntos
revolucionaron el mundo del videojuego. El primer éxito de Nintendo fue la serie
Game & Watch, unas máquinas de tecnología LCD que hacían las veces de reloj,
ideadas por Gunpei Yokoi. En 1983 lanzaron al mercado su consola Famicom, que
obtuvo un gran éxito, y que contaba en su catálogo con juegos como el clásico
Donkey Kong. Posteriormente surgieron videojuegos de tanto éxito como Tennis,
Dragon Quest, The Legend of Zelda o Final Fantasy. En los años 1980 también
surgieron otras empresas -generalmente dedicadas al arcade- como Capcom, Konami,
Irem, Jaleco, SNK o Sega. Tras la crisis de 1983 Nintendo reconvirtió la Famicom en
Nintendo Entertainment System, con la que se lanzó a la conquista del mercado
americano y europeo, y que con la nueva creación de Miyamoto, Super Mario Bros.,
cosechó un gran éxito. Desde entonces, la constante innovación en el mundo de las
consolas (Sega Mega Drive, Super Nintendo, Game Boy, PlayStation de Sony, Nintendo
DS, PlayStation Portable, Nintendo Wii) han hecho de la industria japonesa una de
las principales productoras de videojuegos a nivel mundial.83
Véase también
Ver el portal sobre Japón Portal:Japón. Contenido relacionado con Japón.
Historia de Japón
Cultura de Japón
Estética japonesa
Arquitectura japonesa
Pintura de Japón
Caligrafía japonesa
Jardín japonés
Castillo japonés
Cerámica y porcelana japonesa
Ceremonia del té japonesa
Ikebana
Origami
Manga
Shunga
Tanbo art
Biombo
Japonismo
Japonología
Wabi-sabi
Tesoro Nacional de Japón
Praemium Imperiale
Kintsugi
Anexo:Patrimonio de la Humanidad en Japón
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