Sansegundo - Sistemas de Organización Del Conocimiento
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Sansegundo - Sistemas de Organización Del Conocimiento
1226082
SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN
DEL CONOCIMIENTO
La organización del conocimiento
en las bibliotecas españolas
1226082
C/S 025.4 SAN
COLECCIÓN
COLECCIÓN
NIPO: 007-96-058-X
ISBN: 84-340-0886-6
Depósito legal: M-45484/1996
IMPRENTA NACIONAL DEL BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
MADRID, 1996
A mi padre Magín San Segundo,
poseedor de libros, poesía,
inteligencia y bondad.
Y en la forja de una vida
tantas veces mi camino,
hoy en su recuerdo, desde la tristeza
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
(«Desde la torre», F. QUEVEDO)
13
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Páginas
4.1 Manuel Castillo, primer difusor y traductor de la Clasificación Decimal .... 157
4.2 Primeras traducciones y aplicaciones prácticas del sistema decimal 160
4.3 Primeros proyectos para la implantación de la Clasificación Decimal .... 166
4.4 Desarrollo de la clasificación decimal en el marco de la II República .... 169
4.5. Actividad de Jordi Rubio i Balaguer en el ámbito catalán 175
4.6 Implantación oficial de la CDU 180
14
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Páginas
BIBLIOGRAFÍA 293
L5
PROLOGO
17
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
que los periodistas no saben de qué hablar, sino a través de la ciencia, y de la especia-
lización. Curiosa especialización ésta, que no busca separarse de..., sino llegar mejor
y antes a las minorías cultas del país, e incluso, democráticamente, a la inmensa masa
popular. Su lema podría ser, como el de aquellas gloriosas sociedades inglesas del
siglo XVIII, members unlimited. El libro trata de datos objetivos e historiables, y tam-
bién de las personas que hicieron posible llegar, en nuestras sociedades occidentales,
a resultados concretos. Porque hay otra tradición, la del bibliotecario enemigo del
libro, o de su transmisión, de la que todos hemos padecido un poco; tradición que
tiene su retrato, su aguafuerte digno de Goya, en la época francesa de los comienzos
de la III República, la misma que hará de la escuela el pilar de la nacionalidad; cuan-
do los historiadores querían consultar, en los Archives des Affaires Etrangéres, los
manuscritos del duque de Saint-Simón, el que fuera embajador en España, y se encon-
traban con la nota malsonante, puesta por el archivero de turno, de que se trataba de
un autor subversif. (Cf. Papiers inédits du Duc de Saint-Simón. Ambassade d'Espagne.
Introductions par Edouard Drumont, París 1880).¡Cuánto ha llovido desde entonces!
¡y cuántos siguen considerándose guardianes de Saint-Simón!
Pero volvamos a la tradición creadora, la que ha estudiado Rosa San Segundo.
La cual empieza planteándose históricamente el problema de la clasificación del cono-
cimiento científico. La cultura es calidad, pero también cantidad: el esfuerzo humano
multiplica los conocimientos, los libros, las referencias, y esto es bueno, buenísimo;
pero en seguida, ya desde la Antigüedad, surge la necesidad de la clasificación, para
nuestra propia orientación; porque si no, paradójicamente, la masa del conocimiento
impediría el conocimiento mismo. Rosa va siguiendo los diversos sistemas que, a lo
largo de los tiempos, se propusieron para resolver esta cuestión, realmente medular.
No pretende, sin embargo, hacer obra de filosofía o de teoría del conocimiento.
En su trabajo la clasificación de las ciencias, reconocida ya su categoría, no ha sido
más que la preparación para el gran salto al continente en el que se siente más a
gusto, es decir, el del conocimiento no en abstracto, en la pura teoría, sino ya deposi-
tado en las bibliotecas y en las bibliografías; y en la necesidad también de introducir
en ellas las adecuadas clasificaciones, que nos faciliten la tarea. Porque una bibliote-
ca, templo del saber, puede ser también algo kafkiano, o en estos lares, más modesta-
mente, barojiano, si no sabemos peinarla a tiempo con una buena clasificación. Rosa
San Segundo, en la que la especialista surge de un fondo humanista, ha puesto a su
libro dos lemas, muy bien escogidos, de Quevedo y de César Vallejo. Pudo también
haber pensado en las bibliotecas de Borges, con su calofrío existencia!.
El caso es que en breves y apretadas páginas nos introduce, a nivel universal,
en el apasionante mundo, no obstante su tecnicismo, de las clasificaciones documenta-
les, lo que han pensado los hombres, en la Europa occidental, en los Estados Unidos,
en la antigua URSS, para resolver el problema de cómo guardar, y cómo localizar
rápidamente, un determinado libro. El carácter práctico de los norteamericanos intro-
ducirá la Clasificación Decimal, que se va extendiendo a pasos agigantados por todo
18
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
el mundo. Obsérvese que esta praxis obedece a una teoría, no es una mera colocación
de objetos, según el capricho o el ingenio de quien discurre la clasificación, sino que
al mismo tiempo organiza nuestros conocimientos.
Tantos esfuerzos dieron lugar a la convocatoria de una Conferencia Bibliográ-
fica Internacional, en 1895, debida en gran parte al tesón de unos pacifistas belgas,
Paul Otlet y Henry La Fontaine que -el ser humano da para todo- creyeron encontrar
en la colaboración bibliográfica internacional el antídoto eficaz contra las guerras.
En la misma fecha, y en Bruselas, se creó el Instituto Internacional de Bibliografía,
que no ha dejado desde entonces de ejercer una útil y saludable influencia, aunque las
guerras, ¡oh ironía!, hayan interrumpido con frecuencia su labor. No conozco las bio-
grafías de tan beneméritos adelantados, pero probablemente el protagonismo belga
en esta materia fue una compensación, psicológicamente necesaria, ante la brutalidad
del colonialismo del país en África, que llegó a provocar las protestas de la mismísima
Inglaterra, vieja maestra en estas lides. No obstante, esta consideración se sale del
campo estricto de la biblioteconomía, y no disminuye en nada los méritos de los fun-
dadores belgas de la Documentación moderna.
Los capítulos que Rosa San Segundo dedica al panorama español constituyen
una muy afortunada aportación. Empieza con la influencia en nuestro país del Institu-
to Internacional y con las primeras traducciones, y adaptaciones, de la Clasificación
Decimal. Alguno de los pioneros españoles podría haber hecho suyo aquello de vox
clamantis in deserto, y sin embargo poco a poco algunos elementos de modernidad
iban entrando en las cabezotas nacionales, hasta la Segunda República y hasta la
implantación oficial de la Clasificación Decimal Universal, después.
Pasa después la autora a estudiar algunas bibliotecas españolas eminentes, la
primera de todas la del monasterio del Escorial, con la cual nos remontamos en la
clasificación bibliotecaria nacional hasta el siglo XVI, y la labor teórico-práctica de
Benito Arias Montano. Sigue después la Biblioteca Nacional de Madrid, originada, a
partir de Felipe V, en la Real Librería. Rosa San Segundo dirige a continuación nues-
tra atención hacia el concepto de Biblioteca Pública, aparecido en el siglo XVIII, y
ampliamente desarrollado con el movimiento liberal en 1810-1814 y 1820-1823. De
paso, nos da curiosas informaciones sobre el por qué la biblioteca de las Cortes, naci-
da para convertirse en la Biblioteca Nacional de España, como lo es en los Estados
Unidos la Biblioteca del Congreso, no siguió este camino, y se limitó a permanecer
como la biblioteca, que se titula particular, de la institución en la que nació.
Sin perder nunca de vista lo sucedido en otros países, la autora nos lleva a las
Bibliotecas Públicas Provinciales, nacidas en 1834, creadas sobre todo en aquellas
ciudades que no tenían Universidad o, en todo caso, en ciudades en las que la Univer-
sidad local estaba amenazada de desaparición, o en las que aparecieron con posterio-
ridad a 1834. La autora enumera las bibliotecas de Lérida, Alicante, Cáceres, Murcia,
Oviedo, Huesca, Palma de Mallorca, Sevilla, Orihuela, Mahón, Cádiz, Canarias, Cór-
doba, Burgos, Zaragoza y León. Bien entendido, no es el régimen jurídico de estas ins-
19
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
tituciones lo que aquí interesa, aunque se nos diga el mínimo necesario para la inte-
lección, sino lo referente a sistemas clasificatorios, catálogos, etc.
Las Bibliotecas Universitarias, cuyo marco jurídico está también en el si-
glo XIX, llevan a Rosa San Segundo a presentarnos su carácter, a la vez histórico y
moderno. Se estudian especialmente las de las Universidades de Madrid, Salamanca,
Santiago de Compostela, Valencia, Valladolid, Barcelona, Granada, Oviedo, Sevilla y
Zaragoza, y dentro de ellas, sobre todo en Madrid, las de las diferentes Facultades,
Teología y Jurisprudencia, Filosofía y Letras, Medicina, Farmacia, Ciencias, que
tuvieron origen con frecuencia independiente, pero que, después de la expulsión de los
jesuítas y la desamortización de Mendizábal, acabaron fundiéndose en el conjunto
universitario,
El último capítulo del libro está dedicado a las Bibliotecas Populares, es decir,
a aquellas aparecidas tras la Revolución de 1868, que alcanzarán su máxima expre-
sión ya en nuestro siglo XX. Pudiéramos decir que estamos ante la ida al pueblo, siem-
pre desde un punto de vista bibliotecario, tanto las que originariamente quedan ads-
critas a Diputaciones y Ayuntamientos, como las que lo son a Institutos de Segunda
Enseñanza.
Dentro de esta categoría entran cosas tan importantes como la política cultural
de la II República, e incluso el esfuerzo increíble, muy poco conocido, pero que des-
pués de este libro esperamos que entre en la conciencia de todos, de la política de lec-
tura en la España republicana, y más específicamente en el frente, durante la Guerra
Civil. Y la desarticulación, para decirlo con una palabra terrible, a pesar de su aspec-
to neutro, de la otra zona. Aunque tampoco aquí faltaron excepciones.
Subcapítulo muy importante es el dedicado a las Bibliotecas Populares Catala-
nas, es decir, al gran esfuerzo desarrollado en este sentido desde la Generalidad de
Cataluña, que se remonta a la época de la Mancomunidad.
Y lo que acaso habría aparecido imposible, vista la larga trayectoria anterior,
acontece en 1939: España adopta la Clasificación Decimal Universal, gracias a
Javier Lasso de la Vega, bibliotecario del nuevo régimen, que la introduce por decre-
to, con sólo adaptarla a las últimas modificaciones emanadas de Berlín. Hoy rige el
decreto de 19 de mayo de 1989, que establece el reglamento para todas las bibliotecas
públicas dependientes del Estado.
Un libro, por tanto, éste de Rosa San Segundo, que desde la teoría, la historia y
los fundamentos jurídicos, nos lleva directamente a la múltiple realidad de España
desde el punto de vista de la lectura, y de su organización. Un libro, que es una medi-
tación erudita, pero sencillamente contada, que tiene presente aquel adagio citado
más arriba: «Libro cerrado no saca letrado», refrán que tras recorrer nuestra historia
bibliotecaria hasta la Segunda República, la Guerra Civil y la situación actual, habría
que modificar en el sentido de aquel otro apotegma, atribuido a Joaquín Costa: Pri-
mero los hombres, luego los doctores. La cultura es necesaria en un país, pero no de
manera abstracta o elitista, sino democráticamente al servicio de la inmensa mayoría.
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Creo que esto se acepta ya en España por todas partes. Los que se apartan de la
norma, y todos podríamos traer un saco de anécdotas, entran de lleno en el reino de la
picaresca o, simplemente, en el de la pillería.
Gran satisfacción he tenido al poder presentar al público español el libro de
Rosa San Segundo, que a todos nos ilustra y nos lleva a la meditación.
2!
I. SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN
DEL CONOCIMIENTO
CAPITULO 1
EL PROBLEMA DE LA CLASIFICACIÓN
DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
1
El sentido que se da al nuevo concepto de organización del conocimiento proviene del concepto de
clasificación de las ciencias. En el ámbito de la Documentación tiende a estar en desuso el término de clasifica-
ción que ha sido sustituido por el de organización del conocimiento, ya que éste abarca una amplitud temática
mayor. Podemos apreciar este cambio en la revista International Classification por su nueva denominación
Knowledge Organisation. Así lo explicita DAHLBERG, Ingetraut, «Why Knowledge Organisation? Reasons for
International Classification's change of name, en Knowledge Organisation, vol. 20 (1993), n. 1, p. 1.
2.5
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
mientos en un sistema único, en el cual se reflejan la lógica del objeto de estudio y las
concepciones generales sobre el mundo y su conocimiento por el hombre»2 El con-
cepto mismo de organización del conocimiento lleva implícitos unos límites propios
de una teoría general de la clasificación del conocimiento. Ello se debe, en gran medi-
da, a la imposibilidad espacio-temporal de una clasificación de carácter general del
conocimiento, ya que éste no ha alcanzado el grado universal, desde un punto de vista
teórico, y está impregnada de un carácter caduco intrínseco a la misma. El determinis-
mo en las propias estructuras de la clasificación hace, al mismo tiempo, que las propias
clasificaciones respondan a parámetros y estructuras sociales determinados, más que a
una concepción teórica. De esta forma la clasificación y organización del conocimien-
to se nos presenta meramente como un constructo artificial o como una ficción útil ela-
borada por el hombre.
Antes de delimitar la imposibilidad de una teoría general de la organización del
conocimiento vamos a caracterizar más detalladamente el concepto mismo de clasifi-
cación y su relación con la ciencia y la realidad. Comenzaremos diciendo que la clasi-
ficación de las ciencias reparte en clases las distintas disciplinas, de modo que procede
a una ordenación o disposición por unidades que poseen una característica común,
estableciendo cierta coextensión entre ellas. De esta forma, la clasificación puede ser
el resultado de hacer divisiones y subdivisiones de un conjunto en clases, y a este res-
pecto Dobrolsky considera que el término clasificación también puede aplicarse para
designar la ciencia de ordenar los conjuntos3.
La invalidez de una organización del conocimiento de carácter universal viene
precedida porque la organización o sistematización de las ciencias supone la estructu-
ración de la realidad y del conocimiento, la cual, a su vez, queda modificada según las
distintas concepciones del mundo de aquellos que las realizan. En consecuencia, un
rasgo común a todas las clasificaciones de las ciencias será su carácter caduco y provi-
sional, puesto que estas clasificaciones organizan y estructuran las ciencias, y muchas
de estas disciplinas científicas están sujetas a numerosas concepciones y cambios que,
de nuevo, las estructuran y las delimitan.
Este carácter caduco y provisional que impregna todas las clasificaciones ha
sido objeto de estudio de numerosos autores. A este respecto, el filósofo francés
Michael Foucault añade que al repartir y clasificar las cosas se las altera profunda-
mente, ya que las cosas son reconocibles de acuerdo con el orden que las relaciona,
por lo que «nada hay más vacilante, nada más empírico (cuando menos en aparien-
cia) que la instauración de un orden de las cosas, nada exige una mirada más aler-
ta, un lenguaje más fiel y mejor modulado; nada exige con mayor insistencia que no
nos dejemos llevar por la proliferación de cualidades y formas» *. Foucault ha trata-
2
KEDROV, B.M. Clasificación de las ciencias. t..I; p. 7.
3
DOBROWLSKI, Zygmunt. Elude sur la construction des systemes de classification, 1964; p. 10.
4
FOUCAULT, Michel. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas; p. 5.
26
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
' ídem, p. 1.
'' SAUQUILLO, Julián. Michel Foucault: una filosofía de la acción, 1989; p. 165.
27
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
28
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
mas no se presenta de forma directa a la observación, sino que por el contrario se trata
de una elaboración abstracta del entendimiento humano. Ambos autores observan que
esta elaboración se basa en el sistema social, o dicho con otras palabras, las clasifica-
ciones se modelan según la organización social en la que surgen. Para ellos, la socie-
dad es un modelo en el cual trabaja y se desenvuelve el pensamiento clasificatorio. En
este sentido, señalan que las primeras categorías sobre las que se fundamentan las cla-
sificaciones son categorías sociales. En suma, ambos autores fundamentan su idea cla-
sificatoria en el estudio del denominado pensamiento primitivo o salvaje. Este pensa-
miento refleja claramente las formas propias de relación familiares, y estas relaciones
familiares están subordinadas a factores económicos y políticos; por tanto los senti-
mientos y las formas de relación familiares, constituyen la base de la organización
doméstica, social y este entramado va a presidir la repartición lógica de las cosas10. Es
decir, el centro de los primeros sistemas de la naturaleza (sistemas previos al pensa-
miento social, político, económico y otros) no se va a basar en el individuo, sino en la
sociedad. De esta forma los sistemas clasificatorios representan las cosas desde un
punto de vista antropocéntrico (mejor desde el sociocentrismo según apuntan Durk-
heim y Maus".
Consideran, por tanto, que la historia de la clasificación es la historia de las eta-
pas donde el elemento de ligazón son las etapas de la afectividad familiar y social.
Incluso afirman que el cuadro de toda clasificación es el conjunto de hábitos mentales
en virtud de los cuales nos representamos la realidad constituida por seres y hechos
bajo la forma de grupos coordinados y subordinados los unos a los otrosl2. La invali-
dez de una clasificación definitiva y consistente de la realidad de las cosas, y de forma
concreta de la ciencia, ha sido evidenciada por Durkheim y Maus, ya que han demos-
trado que en la base de todas las concepciones clasificatorias laten las diversas formas
de organización familiar. Esta interpretación ilustra también la tesis de la inexistencia
de una clasificación real a priori de las cosas.
Posiciones similares, sobre la clasificación son sostenidas por el filósofo
francés Levi-Strauss en su obra «Pensamiento salvaje» donde aplica un análisis
estructural para la comprensión del proceso clasificatorio. Esta metodología le
lleva a afirmar que la clasificación del hombre primitivo no es jerárquica, como lo
s
°n los modelos clasificatorios del pensamiento occidental, aunque tiene una
estructura vertical que conecta lo general con lo específico, lo abstracto con lo
concreto. A partir de estas consideraciones Levi-Strauss propone el estudio acerca
de la psicología infantil, ya que éste podría dar luz sobre el fondo universal Ínfim-
-amente más rico que posee cada sociedad. De esta forma puede hacerse una onto-
logía de la clasificación, y ver cómo en los primeros meses de vida de un niño éste
10
DURKHEIM, E.; MAUS, M. Op cit., p. 69.
" ídem; p. 70.
12
ídem; p. 72.
29
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
13
ROLLAND, Thomas P. The Stabishment ofthe vality of enciclopedia library classification Sys-
tems. En: Universal Classification. 1982, v. I; pp. 44-50.
14
LEVI-STRAUSS, Claude. El pensamiento salvaje; p. 168.
15
ídem; p. 244.
30
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Esta última afirmación de Levi-Strauss permite afirmar que los sistemas clasifi-
catorios se sitúan al nivel de la lengua, o sea, son códigos mayor o menor definidos,
pero con vistas siempre a expresar sentido. Así nos dice Levi-Strauss que el pensa-
miento del hombre primitivo, el totemismo, es una gramática condenada a deteriorarse
hasta convertirse en un léxico, pero se trata de un sistema hereditario y muy válido de
clasificación. Finalmente, el filósofo francés propone como modelo el pensamiento
salvaje, ya que éste no es un pensamiento domesticado con vistas a obtener rendimen-
to práctico, sino que hace y posibilita la teoría de lo sensible. Mientras que por el con-
trario, el pensamiento cultivado o domesticado, que se encuentra condicionado por
gran diversidad de factores, como hemos señalado, persigue un fin práctico, y este
pensamiento hace la ciencia contemporánea. Además, señala que en nuestra civiliza-
ción existen zonas en las que el pensamiento salvaje está protegido relativamente, tal
es el caso del arte que está protegido de forma tan artificial y que es un sector de la
vida social que todavía no ha sido roturado. En suma, Levi-Strauss reitera la inviabili-
dad y artificialidad de nuestros sistemas clasificatorios, ya que éstos están cargados de
nuestro sistema de valores y además, estructuran la realidad de una forma inconsisten-
te como la jerárquica, sin olvidar que todo ello reporta una estructuración y clasifica-
ción de la realidad en número finito y limitado de clases. Ahora bien, y para poder lle-
gar a una noción clasificatoria más «real», propone que nos situemos en el punto de
vista del sentido. Pero esto sólo solucionaría la mitad del problema. Por ello propone
también que para poder solucionar el problema en su totalidad habremos de salir tam-
bién de esta ubicación, de manera análoga a lo que hizo Ludwig Wittgenstein en el
final de su Tractatus, donde el tractatus mismo es como un andamio que puede dese-
charse una vez construido el edificio, o una escalera que puede retirarse una vez hecha
la ascensión.
Una vez enumerados algunos límites inherentes a la construcción de una teoría
general de la organización del conocimiento trataremos de delimitar el concepto aquí
abordado de organización del conocimiento. Hemos visto, pues, la imposibilidad de
una organización del conocimiento de carácter universal tanto en lo que hace referen-
cia al ámbito geográfico como al ámbito temporal. Por tanto, la concepción de la clasi-
ficación del conocimiento, que vamos a tratar, va a estar sujeta a la delimitación propia
de estar contrastada con la concepción de todos cuantos nos rodean. Por lo que no va a
partir de unas estrictas formulaciones teóricas previas, sino que se va a delimitar en el
mero universo de la contrastación de las cosas compartidas. O sea, vamos a tomar toda
clasificación como el resultado de una estructuración de la realidad elaborada de forma
artificial y contrastada con quienes nos rodean.
Consideraciones del mismo orden, acerca de la inexistencia de una clasificación
de las cosas, han sido formuladas con anterioridad por Jean Piaget para quien la mente
humana carece de un modelo prefabricado de la realidad y, por consecuencia, el mode-
lo resultante es la opinión pública de las cosas compartidas con el resto de los seres
humanos. Esto es, la clasificación es una ficción útil que ha sido construida como todo
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
el resto de nuestro «mundo real». Piaget demostró, en este sentido, tomando a los niños
como elemento de investigación, que el cerebro humano carece de un modelo prefabri-
cado de realidad con el cual comparar las experiencias16.
A todo ello hay que añadir, por último, que toda clasificación parte de una abs-
tracción y es únicamente una operación de simplificación y arbitrariedad. Esta arbitra-
riedad está implícita en toda operación mental y en todo ámbito del lenguaje, siendo
así que las clasificaciones emanadas por el pensamiento occidental parten todos ellas
de la lógica heredada de la Antigüedad, lo que las va a determinar en este sentido. Es
decir, se encuentran en los sistemas de clasificación del mundo occidental los modos
de pensamiento y las formas del lenguaje implícitos, además de reproducir las estruc-
turas sociales, políticas, económicas, culturales y otras.
Por ello cabe afirmar con el estudioso de la clasificación documental, Eric de
Grolier, que la clasificación es un artefacto cultural que depende no sólo de los pará-
metros culturales, sino también de las formas políticas, económicas, de las condiciones
sociales y otras17. En el mismo sentido Kedrov y Samurin afirman que la clasificación
de las ciencias y, por ende, la clasificación documental asumen la configuración que se
desprende de la Weltanchaung en la que se inscriben.
A partir de de estos postulados se nos hacen manifiestas las limitaciones inhe-
rentes a la construcción de una teoría de la organización del conocimiento. En la actua-
lidad las teorías clasificatorias imperantes, en el ámbito científico de la Bibliotecono-
mía y de la Documentación, parece que pretenden recoger las ideas emanadas por el
neopositivismo, por más que los filósofos de las ciencias según Vet, no consideran
adecuada la descripción de la ciencia del neopositivismo18. En definitiva, las limitacio-
nes inherentes a la construcción de una teoría de la clasificación nos van a llevar a con-
siderar la organización del conocimiento como una ficción útil o un constructo arti-
ficial.
16
ZIMAN, John M. El conocimiento público: un ensayo sobre la dimensión social de la ciencia;
página 51.
17
GROLIER, Eric de. Classifications as cultural artefacls. Op., cit.; p. 19.
18 VET, P.E. Van Der. Notes on the foundations of classifications theories. En: Universal Classifi-
cation. 1982, v. 2; p. 75.
32
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
En el mundo antiguo existía una ciencia única en la cual quedaban insertos todos
los conocimientos: La Filosofía. Y el nacimiento de la clasificación de los conocimien-
tos se creó por el surgimiento y desarrollo de las distintas ciencias.
Las clasificaciones primigenias estuvieron originadas dentro de las culturas o
pueblos milenarios. La ampliación y desarrollo de estas clasificaciones es, en exceso,
interesante puesto que han determinado y conformado las clasificaciones desarrolla-
das con posterioridad. El historiador de mayor relevancia de la clasificación bibliote-
co-bibliográfica E. Samurin inicia su trabajo con estas clasificaciones milenarias21.
22
SERRAI, A. Le classificatione; p. 78
23
KEDROV, B. M. Clasificación de las ciencias, t.1, op. cit.\ p. 49.
34
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
primeras doctrinas fue la de Confucio (551-479 a.n.e.) que distribuyó varias discipli-
nas que eran objeto de la enseñanza como fueron: el Libro de las Mutaciones, el Libro
de las Odas, el Libro de la Historia, el Libro de los Rituales, el Libro de la Música y el
Libro de los Anales de la Primavera y Otoño. Estos seis libros son considerados como
una organización sistemática del conocimiento en aquel período24. Más tarde se elabo-
raron otras clasificaciones y destaca de forma particular la de Lu San y Lu Sin25 Sin
embargo, la clasificación de la antigua China que cobró mayor importancia fue la ela-
borada por el bibliotecario de la biblioteca imperial Tsin Siu, que organizó los fondos
bibliográficos de esta biblioteca.
En definitiva, había tenido plena vigencia la clasificación senaria de Confuccio y a
partir del siglo III cobró mayor importancia el sistema de Tsin Siu con base cuaternaria.
Este estableció los conocimentos en cuatro clases: la primera, incluía los übros clásicos o
canonizados; la segunda, representaba a la Filosofía que abarcaba el Arte Militar, la Mate-
mática y la Teología; la tercera, la Historia comprendiendo todo lo relativo a la adminis-
tración y gobierno; y por último la Poesía. Numerosos especialistas no han dudado en afir-
mar que esta estructura clasificatoria coincide en lo fundamental con la clasificación que
el filósofo inglés Francis Bacon elaborara trece siglos después26, con excepción del grupo
correspondiente a los clásicos. Bacon estableció tres grupos que correspondían a las facul-
tades humanas: Historia, Poesía y Filosofía, como veremos más adelante.
La influencia de la clasificación de Tsin Siu en Bacon no es totalmente descono-
cida, ya que Bacon hizo mención a numerosas referencias de la cultura china como las
expuestas en su obra «Advancement of Learning», donde ilustra acerca de la manufac-
tura del papel en China, de los caracteres de su escritura y otros aspectos de esta cultu-
ra. También en su «Novum Organum» hace alusión a los métodos de fabricación de la
porcelana. Cabe, pues, afirmar que Bacon conocía la cultura tradicional China, y pare-
ce probable que este hecho se produjera a través de los viajeros europeos y misioneros
contemporáneos suyos que viajaron hacia Oriente. Por su parte la moderna clasifica-
ción bibliotecaria del americano Melvil Dewey estuvo muy influida del sistema baco-
niano a través del americano W.T. Harris, como detallaremos más adelante, de manera
que cabe afirmar cierta influencia de la clasificación de Tsin Siu en el mundo occiden-
tal. Por lo demás, los siguientes sistemas clasificatorios surgidos en China tuvieron
gran influencia de este sistema como el de Liu Hsin, Pan Ku's, Wang Chien, Hsiao-
hü's, Chéng Mo's, Hsün-Hsüs, Li Ch'ung's 27 .
El pensamiento acerca de la clasificación en la antigua India se gestó en la
Escuela Mimansa fundada en el siglo V (a. n. e.). Esta escuela se fundamentó en dos
interpretaciones: la de Kumarila Bhatta y la de Prabhakara.
TSUEN-HSUIN, Tsien. A Historv of bibliosraphic classification in China. En: The Library Oua-
terly, 1952. v. XXII, n.° 4; p. 307.
" SAMURIN, E. I. Op. cil.; p. 12.
' Según señala KEDROV, B. M. 1.1. Op. cit.\ p. 50 y TSUEN-HSUIN. Op. cit.; p. 308.
B
TSUEN-HSUIN. Op. cit.; pp. 308 y 309-313.
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Respecto a Kamarila Bhatta cabe decir que estableció para dividir el conoci-
miento dos categorías, una positiva y otra negativa: la primera, la comprendía la Sus-
tancia, la Qualidad, la Acción y la Universalidad; mientras que la negativa se compo-
nía de la Negación a priori, la Negación a posteriori, la Negación absoluta y la
Negación recíproca.
Al mismo tiempo, Prabhakara estableció sólo categorías positivas para siste-
matizar el conocimiento como: la Sustancia, Qualidad, Acción, Universalidad, Inercia,
Potencia, Similaridad y Número. La sistematización del saber sobre la base de las cate-
gorías va a ser el criterio predominante en el pensamiento indio. En este sentido Serrai
afirma2R que existe gran afinidad entre las categorías de la Escuela de Mimansa y las
categorías que propondrá, ya en el siglo XX, el bibliotecario indio Ranganathan, ya
que establece su sistema clasificatorio basado en cinco categorías: Personalidad, Mate-
ria, Energía, Espacio y Tiempo, tal como veremos más adelante.
Como ha mostrado esta breve exposición, el pensamiento de la antigüedad origi-
nario de Oriente va a tener incidencia en la cultura occidental, ya sea proveniente de
China o de India. Sin embargo, la concepción y sistematización del saber, que emana
del pensamiento de la Grecia clásica, va a determinar mayormente los sistemas de las
ciencias occidentales.
Respecto a la clasificación filosófica en la Grecia antigua vemos que en las doc-
trinas de los filósofos griegos, se encuentra el embrión de la concepción del mundo
posterior y el principio de la clasificación de los conocimientos y coordinación de las
ciencias. Los filósofos griegos de la Antigüedad apreciaban ya la división de los cono-
cimientos en teóricos y prácticos, además de establecer principios para la disposición
de las distintas ramas del conocimiento. En la Grecia clásica destacan distintas concep-
ciones de la clasificación del conocimiento. En un primer momento Platón desvela
cierta sistematización a través de sus diálogos; además de forma especial destaca la
división de los conocimientos que propuso Aristóteles por ser la primera sistematiza-
ción desarrollada de los conocimientos y, por último, la estructuración dicotómica del
conocimiento de Porfirio.
El pensamiento de Platón (427-347 a.n.e.) expresa diversas concepciones de la
clasificación de los conocimientos, a través de sus Diálogos. Estas diversas concepciones
parterj, todas ellas, de su concepto de idea. Platón explicita su concepción de las ideas,
entre otros lugares, en el diálogo «Panríénides o de las ideas». Las ideas, nos dice, repre-
sentan el ser en sí que es objeto de búsqueda filosófica, son también la razón y la causa
de las cosas mismas, aquéllo que por su ser nos permite conocer y explicar la realidad.
Es claro que, la idea aparece en Platón como una entidad permanente e inmuta-
ble y como modelo eterno y absoluto de la realidad, llagando a afirmar que «las reali-
dades que se dan en nosostros hacen referencia a realidades semejantes» ". También en
36
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
el diálogo «Fedón o del alma» explicita su concepción de las ideas, donde la realidad
es presentada en la experiencia cotidiana, por lo que es una realidad aparente y frag-
mentaria, ya que se trata de nuestra representación de las ideas y así asevera: «Así,
pues, me pareció que era menester refugiarme en los conceptos y contemplar en aqué-
llos la verdad de las cosas»30.
De esta forma, para Platón, la clasificación del mundo de la experiencia viene
determinada por la clasificación del mundo de la forma. Existe un orden absoluto que
precede al mundo real. Así el conocimiento de tal orden es el fundamento para la cons-
trucción de una clasificación verdadera de lo real, y ya en el diálogo «Teeteto o de la
ciencia» anatematiza el relativismo del conocimiento, en el que la ciencia carece de un
valor absoluto y el mundo del conocimiento queda supeditado al mundo de lo aparente31.
Con la construcción de la teoría de las Ideas nos plantea el problema de la categoriza-
ción y de la clasificación del objeto de la experiencia. Kedrov resume la epistemología
platónica y marca la siguiente correlación: Dialéctica: que representa la razón o arte
del razonamiento y abarca: Física: o percepciones sensitivas y Ética: representa la
voluntad o el deseo.
Pero a pesar de que la dialéctica platónica va a legar una metodología seria para
futuras sistematizaciones de las ciencias, la división del conocimiento más sólida de la
Grecia antigua fue la elaborada por Aristóteles.
La reflexión más completa y elaborada sobre la clasificación del conocimiento
la realizó Aristóteles (384-322 a.n.e.). El filósofo estagirita divide los conocimentos
según el objeto sobre el que versan, y distingue entre ciencias teoréticas y especulati-
vas, o sea, aquéllas que tratan de la contemplación y ciencias prácticas que tratan de la
acción o praxis. En primer lugar, las ciencias teoréticas tratan del ser en tanto que
móvil e inmóvil; a su vez puede darse el ser móvil como separado y no separado. A
partir de esta primera distinción Aristóteles establece la Filosofía primera que trata el
ser en cuanto tal como no separado. En esta distinción también entran las ciencias que
estudian los objetos de la naturaleza luminosa y celeste. En el otro grupo sitúa las cien-
cias teoréticas que estudian el ser inmóvil en tanto que separado y son: las Matemáti-
cas, que tratan de la cantidad; la Aritmética, que trata de la cantidad continua. Por últi-
mo quedan las ciencias teoréticas que estudian el ser en tanto que móvil como la Física,
que tienen por objeto la sustancia de las cosas en cuanto ésta es susceptible de quietud
y movimento.
Finalmente, las ciencias prácticas tienen por objeto la acción encaminada a un
rin, su objeto es exterior y producido por un agente, Aristóteles divide a éstas, y por
una parte se encuentran la Ética y la Política, y aquellas otras como las poéticas.
La lógica no queda incluida en su sistema de las ciencias, ya que aparece como
introductora e instrumento de la ciencia. Sin embargo, Aristóteles establece una
30
PLATÓN. Fedón. 100 a.
11
PLATÓN. Teeto. 151 e, 187 b, 201 d, 210 a.
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
ARISTÓTELES. Metafísica!. Texto trilingüe por Valentín García Yebra. Libro VI, 1025.
SALVAN, Paule. Esquisse de l'evolution des systemes de classifwation, 1972; p. 4.
38
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
40
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
cias «cerrado» o basado en un principio de unidad del saber, renuncia que se hará
extensiva a todos los pensadores de la época moderna.
Los veinte libros que componen las Etimologías se distribuyen de la forma
siguiente:
Libro I. De Gramática.
Libro n. De Retórica y la Dialéctica (el libro I y II comprende el Trivium).
Libro m. De las cuatro disciplinas matemáticas (o sea la Aritmética, Geo-
metría, Música y Astronomía, es decir, el Quatrivium).
Libro IV. Medicina.
Libro V. De las leyes y de los tiempos (o sea equivale al Derecho).
Libro VI. De los libros y oficios eclesiásticos.
Libro VIL De Dios, de los ángeles y de las órdenes de los fieles (o sea Teo-
logía).
Libro VIII. De la Iglesia y sectas diversas (o Cánones).
Libro IX. De las lenguas, gentes, reinos, milicias, ciudadanos y afinidades
(o Tnografía).
Libro X. De algunos vocablos que se usan entre los hombres (o Lexicología).
Libro XI. Del hombre y de los monstruos (o Ciencias Naturales).
Libro XII. De los animales.
Libro XIII. Del mundo y sus partes (o Geografía).
Libro XIV. De la tierra y sus partes.
Libro XV. De los edificios y de los campos (o Arquitectura y Agrimensura).
Libro XVI. De las piedras y metales (o Mineralogía).
Libro XVII. De la agricultura.
Libro XVIII De la guerra y de los juegos (o Milicia).
Libro XIX. De las naves, edificios y vestidos (o Marina).
Libro XX. De las provisiones y de los instrumentos domésticos y rústicos (o
Artes Manuales).
Se trata de la gran enciclopedia de la Edad Media, y aunque su ordenación es
sistemática incluye un libro, el X, ordenado alfabéticamente. Estos dos órdenes clasifi-
catorios denotan por una parte que su obra está impregnada de la escolástica católica,
por lo que apunta hacia una unificación del saber, y por otra parte se presenta como el
precursor del sistema enciclopédico de las ciencias. Luis Cortés y Góngora prologista
de una versión de las Etimologías, asevera que aunque la concepción de este nuevo sis-
tema de las ciencias es obra intrínseca de Isidoro de Sevilla, en cambio, la distribución
en veinte libros es obra de su discípulo San Braulio de Zaragoza, que después sería
Arzobispo de Toledo. Cortés y Góngora explícita así sus afirmaciones35: «Algunos
autores como Plinio, Séneca o Ponponio Mela, han influido decisivamente desde el
42
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
clasicismo antiguo. Otros escritores más próximos (Marciano Cápela, Casiodoro) han
sido también aprovechados. La obra es una inmensa enciclopedia impresionante por su
organicidad, coherencia y sistema. Constituye un vasto monumento a la más europea
de las aspiraciones: la unidad del saber, anhelo a la vez clásico, medieval y moderno.
La concepción es isidoriana; también la redacción. La distribución, en cambio, perte-
nece a San Braulio: "ego in viginti libros divisi". No olvidemos la identificación del
discípulo con su maestro. La distribución ideada por San Braulio responde, con toda
evidencia, a sugerencias recibidas verbalmente».
De hecho Isidoro de Sevilla dedica su obra a Braulio de Zaragoza, pues tras
veinte años de trabajo no dio por terminada las Etimologías, y sólo pudo darles fin a
instancia de Braulio de Zaragoza, quien, además, hizo la división en veinte libros y la
ordenación de las materias, tal como él mismo afirma y según se desprende de la
anterior cita de Cortés y Góngora. Cierto es que esta nueva concepción de las distin-
tas disciplinas aparece inmersa en un ámbito en el que era comúnmente aceptada.
Igual va a suceder con las ideas clasificatorias surgidas en la cultura árabe y oriental
del Medievo.
Por otra parte, destacan los sistemas clasificatorios en la cultura árabe y oriental
medieval. Las ideas filosóficas de los árabes y de otros pensadores del Oriente en la
Edad Media fueron en muchos casos un comentario de Aristóteles, pero plantearon
también tesis que se anticiparon a ideas posteriores de los pensadores europeos. En
todo caso, elaboraron una clasificación de las ciencias que se desarrollará en Europa
mucho tiempo después. Destaca el pensador armenio David Invencible (s. VI) quien
desarrolló una idea de la clasificación de las ciencias siguiendo a Pitágoras, Platón y
Aristóteles. Propuso el embrión de la unidad de la clasificación de los conocimientos y
el problema de la periodización del desarrollo histórico,6. Asimismo, establece cone-
xión entre el sistema lógico de las ciencias y el movimiento histórico del conocimien-
to. Este conocimiento pasa por tres estadios:
1.º Investigación de las cosas del medio que nos rodea.
2.° Conocimiento de las formas que tienen existencia inmaterial.
3.° Comprensión de todo lo existente.
Es importante también la obra del filósofo, matemático y físico del Asia Central
Abu Nasr Al Farabi (m. en 950), quien trató de combinar el aristotelismo y el neopla-
tonismo. Hizo una explicitación de las ciencias en su obra «Clasificación de las Cien-
cias», en donde distribuye su sistematización en cinco disciplinas: Lingüística, Lógica,
Matemáticas, Ciencias Naturales y Política. Subdivide cada materia en otra, así la
Matemática contiene la Aritmética, Geometría, Óptica, Astronomía, Música, Mecáni-
ca e Ingeniería. Un discípulo de Alfarabi, también realizó una valiosa contribución a la
elaboración de los conocimientos en el siglo XI. Se trata de Alí al-Hussein ben abd Ala
ibn Sina, más conocido por Avicena (apr. 980-1037). Ambos han sido considerados
incorrectamente pensadores propiamente árabes, puesto que vivían en países del Cali-
fato árabe y escribían en lengua árabe, aunque el verdadero origen de Alfarabi es el
Kurdestán y el de Avicena cerca de Bujara. Avicena en su obra «Danesli-Name Alai»,
indica que el objeto de la ciencia es, por un lado, lo originado por nuestra acción y, por
otro lado, aquéllo que no se origina por nuestra acción. Esta división conlleva la dife-
renciación entre objeto y sujeto y, por tanto, un planteamiento gnoseológico de la cla-
sificación del conocimiento37. Así la ciencia práctica estudia nuestras propias acciones,
y, la ciencia teórica estudia el estado de la existencia de las cosas.
La ciencia práctica se divide en ciencia sobre el gobierno del país, sobre la admi-
nistración de las cosas y sobre el control de sí mismo. Por otra parte, la ciencia teórica
también está sujeta a una división tripartita: Ciencia Superior o Teología, Ciencia
Media o Matemáticas, y Ciencia Inferior o sobre la Naturaleza. Esta propuesta de Avi-
cena es una valiosa contribución a la elaboración de los conocimientos en el siglo XI,
pero ello no sólo por esta estructuración del conocimiento, sino sobre todo porque
estableció una diferenciación entre las tres facultades del intelecto humano, en su obra
«Interpretación de los sueños». Estas tres facultades, son la memoria, la imaginación y
la razón. Dicha división será difundida en los siglos posteriores europeos, cuando la
recoja el español Juan Huarte en el siglo XVI, y con posterioridad el filósofo inglés
del siglo XVII, Francis Bacon, además de los enciclopedistas franceses Diderot y
D'Alembert, como veremos más adelante. Lo interesante para nosotros es que esta
novedosa estructuración del intelecto humano va a determinar también la base de los
sistemas de clasificación bibliográfica. Son muy significativas y extensas las contribu-
ciones de la cultura árabe medieval. Con ella la sabiduría griega cobró de nuevo vida,
aunque fue transmitida con notables cambios. El período de máximo florecimiento se
produjo en los siglos IX, X y XI, y contó con un gran apoyo secular y comercial. Por
contra, la filosofía y la ciencia emanada por la cultura cristiana medieval quedó ceñida
casi exclusivamente a un ámbito clerical. Así, mientras en los imperios orientales y del
Islam tenía lugar un brillante progreso cultural, la mayor parte de Europa continuaba
arrastrando la caída de la cultura clásica.
44
I ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
46
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
La época del Renacimiento está ligada al desarrollo de las ciudades, del comercio
y de la industria, que propiciaron el cambio hacia una economía capitalista frente al sis-
tema feudal. El nacimiento de este nuevo sistema económico tuvo su apoyo en los nue-
vos métodos de la ciencia natural como la experimentación y el cálculo y, además, inci-
dió de forma decisiva el incipiente desarrollo de la técnica. Ello conformó una nueva
imagen del mundo y del conocimiento. Así, el Renacimiento también contó con otras
grandes novedades como el nuevo desafío a la imagen del mundo medieval que com-
portaron los grandes viajes y la Reforma, las nuevas formas políticas que sustituyeron al
sistema feudal, como las monarquías absolutas, basando su ámbito de poder en los
comerciantes, y el surgimiento de los estados nacionales frente a los poderes del empe-
rador y del Papa. Por lo que a nuestro objeto interesa es de destacar que la ciencia se
centró en la naturaleza, en el cuerpo humano y en el empleo de la ingeniería civil y mili-
tar. Surgen nuevas ciencias como la Anatomía, Fisiología, Patología, Química, etc. Con
48
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
ello se agudiza el problema por la sistematización general de los conocimientos, que fue
planteado, fundamentalmente, por los humanistas italianos y españoles como Ángel
Poliziano, Mario Nizolo y Juan Huarte. El conocimiento que se encontraba en los libros
y la imprenta supuso la acumulación de extensos fondos bibliográficos. El problema de
la acumulación de fondos bibliográficos se relacionó con la clasificación bibliotecaria,
y surgieron varias clasificaciones bibliográficas y bibliotecarias de gran importancia.
Destaca, en primer lugar, la clasificación bibliotecaria de Francois Graudé Sieur
de La Croix du Maine (1552-1592), quien dedicó su actividad a la realización de un
catálogo bibliográfico francés. La Croix du Maine propone un esquema clasificatorio
para una biblioteca ideal articulado en 107 clases agrupadas en siete grupos. El prime-
ro de éstos abarca las cosas sagradas; el segundo el arte y la ciencia; el tercero la des-
cripción del Universo tanto general como particular; el cuarto todo aquello relativo al
género humano; el quinto abarca los hombres ilustres en la guerra; el sexto las obras
creadas por Dios y el séptimo y último contiene obras diversas. Asimismo, destaca el
médico naturalista de origen suizo, Konrad Gesner (1516-1565), quien elaboró una
gran clasificación bibliográfica en su obra «Bibliotheca Universalis», a la que añade el
«Pandectal» o elenco de libros organizados sistemáticamente, donde pretende conci-
liar la tradición escolástica y las innovaciones del Renacimiento. El esquema de clasi-
ficación comprende las siguientes materias:
Sermonizantes. 1. Gramática.
2. Dialéctica.
3. Retórica.
Necesarias. 4. Poética.
Matemáticas. 5. Aritmética.
Preparatorias. 6. Geometría.
7. Música.
X. Astronomía.
y. Astrología.
Adorno. 10. Historia.
j
11. Geografía.
Artes y Ciencias. 12. Artes Adivinatorias.
13. Bellas Artes y Mecánica.
Artes y Ciencias Sustanciales. 14. Física.
15. Metafísica.
16. Etica.
17. Economía.
Sustanciales. 18. Política.
19. Jurisprudencia.
20. Medicina.
21. Teología Cristiana.
Este esquema también contiene subdivisiones ulteriores.
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
VENEGAS, Alejo. Primera parte de los diferentes libros que hay en el Universo. Toledo, 1540.
50
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
40
HUARTE DE SAN JUAN, Juan. Examen de los ingenios para las ciencias, 1930. Cap. V de 1575
y VIII de 1594, art. 9; p. 145.
51
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
y la nueva teoría de la luz y las investigaciones de Torricelli sobre la presión. Esta gran
evolución científica supuso una nueva imagen del mundo, donde el sistema de Descar-
tes fue la primera nueva interpretación filosófica. De esta forma la ciencia cobró un
gran prestigio y se fundamentaba como disciplina coherente de experimentación y cál-
culo. Así, aunque se habían asentado numerosas ciencias, existía en el siglo XVII una
unidad y el científico de la época, Newton, era capaz de elaborar una obra original que
abarcaba muchos campos de la ciencia. Al inicio de la época moderna, se va a producir
un gran cambio respecto a la metodología, concepción y distribución de las ciencias con
el pensamiento del filósofo de origen inglés, Francis Bacon. El desarrollo científico se
apoyaba en el método de las ciencias experimentales desarrollado por F. Bacon, quien
elaboró una doctrina acorde con el conocimiento científico del siglo XVIII: el método
inductivo-deductivo. O sea, la conjunción del análisis con la síntesis y, también, lo rela-
tivo a la especulación con el conocimiento experimental. Pero, además, elaboró el siste-
ma de distribución de las ciencias que va a iniciar la época moderna y que, de forma
mas contundente, va a incidir en las modernas clasificaciones documentales.
Francis Bacon (1561-1626) construyó una clasificación de las ciencias sobre su
base metodológica y defendió el método de razonamiento inductivo frente a la silogís-
tica imperante en la filosofía anterior asentándolo sobre bases experimentales. En efec-
to, su método y estructura del saber supone una oposición a la tradición escolástica y
tradicional. En este sentido, Bacon es considerado, en cierta forma, como el fundador
de la filosofía moderna por su propuesta de reforma de las ciencias. Las teorías de
Bacon sobre la clasificación de las ciencias son una continuación de las ideas de Huar-
te, aunque aportó una nueva concepción del sistema de las ciencias, combatiendo la
filosofía escolástica y siendo un precursor del Siglo de las Luces. Bacon expuso su
doctrina clasificatoria en su obra capital «Instauratio magna», una parte de ella fueron
el «Novum Organum Scientiarum» y el «De dignitate et augmentis scientiarum». En
este tratado de la dignidad y perfeccionamiento de las ciencias es donde crea un amplio
sistema general de todos los conocimientos sobre la base de la clasificación de las
ciencias. Esta clasificación se fundamenta en las distintas cualidades y aspectos de las
facultades del hombre o del alma humana, esto es, construyó su clasificación sobre una
base subjetiva o psicológica41. A la memoria le corresponde la Historia, a la razón, la
Filosofía y a la imaginación, la Poesía. Este esquema principal fue desarrollado en
numerosas subdivisiones de las que aquí sólo destacamos las más notables:
HISTORIA:
Historia natural:
- Historia de los fenómenos generales:
- Historia de los fenómenos celestes.
41
BACON, Francis. De dignitate et augmentis scientiarum libri noven. En: Oeuvres Philosophiques,
Morales et Politiques de Francis Bacon; p. VIII.
52
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Historia civil:
- Historia civil:
- Historia universal.
- Historia particular-geografía.
- Historia sagrada:
- Historia especial.
- Historia profética.
- Historia providencial.
- Historia de la literatura y de la ciencia.
(Apéndice: Historia sobre el lenguaje).
FILOSOFÍA:
Ciencia de Dios o Teología:
- Teología.
- Filosofía.
Ciencia de la naturaleza:
- Práctica:
- Mecánica.
- Magia.
- Especulativa:
- Física: (Ciencia de la causa eficiente).
- Metafísica: (Ciencia de la causa final).
Ciencia del hombre:
- Aislado:
- Ciencia del hombre en general:
- Ciencia del individuo.
- Ciencia de la alianza entre el cuerpo y el alma.
- Ciencia del cuerpo:
53
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
- Medicina.
- Cosmética.
- Atlética.
- Volutuaria.
- Ciencia del alma:
- Racional:
- Ciencia de la sustancia o facultad del alma:
- Facultades:
- Lógicas:
- Memoria.
- Intelecto.
- Razón.
- Fantasía.
- Morales:
- Apetito.
- Voluntad.
- Afecto.
- Irracional o sensible.
- En sociedad o ciencia civil:
- Ética:
- Ciencia de la conversación.
- Ciencias.
- Ciencia del gobierno o Estado.
POÉTICA:
- Épica.
- Tragedia.
- Comedia.
- Ditirambo.
Esta última es la clasificación clásica de la poética. Además, vemos que la carac-
terística primordial del sistema baconiano estriba en que la fuente de la distribución de
las ciencias no se encuentra en la realidad objetiva sino en la conciencia subjetiva. Este
principio subjetivo está condicionado, también, por el incipiente desarrollo de las cien-
cias en este siglo lo que ha propiciado que su planteamiento del problema haya cobra-
do gran significación histórica. En efecto, éste es un período de diferenciación de las
ciencias, y esta diferenciación surge por el objeto de investigación de las nuevas y dis-
tintas ciencias particulares.
54
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
42
KEDROV. Op. cit.; pp. 14-15.
43
REYES ORTÍZ, Igor; SERRA, Rafael; TORREJÓN, David. Esbozos de la ciencia documental en la
literatura utópica. En: Documentación de las ciencias de la Información. 1981. V; p. 262.
55
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
- Los Faros o Lámparas era aquel grupo de científicos que ensayaba nuevos
experimentos.
- Los Intérpretes de Natura, ampliaban los conocimientos y los elevaban a la
observación, axiomas y aforismos.
- Finalmente, los Inoculadores o Injertadores se dedicaban a la ejecución de los
experimentos diseñados.
En resumen, varias de las tareas de este grupo de científicos abarcan labores de
anotar, conservar y organizar la información, es decir, dentro de estos grupos de hom-
bres de ciencia los Mercaderes de la Luz buscan la información de los libros extranje-
ros, los Depredadores recopilan la información contenida en los libros propios, los
Hombres del Misterio también se encargan de recopilar la información contenida en
los libros y, finalmente, están los Compiladores que son los encargados de clasificar la
información contenida y obtenida de los libros44.tenemos, pues, que las operaciones
de la cadena documental se producen en la Casa de Salomón de Bacon y cabe señalar
la importancia que en este centro de investigación se destina a las tareas documentales.
Obsérvese que de nueve grupos de investigadores cuatro de ellos están encomendados
en tareas documentales propiamente dichas. Aclarado este punto, podemos encontrar
en Bacon indicios de ser este un precursor como teórico de la Documentación, pues
atribuyó a las tareas documentales el rango de científicas y concibió al científico que
trata la información como el embrión del futuro documentalista, concepción que idea-
rá Otlet cuatro centurias después. Las ideas de Otlet se desarrollaron como proyectos
utópicos al igual que las planteara Bacon en la Casa de Salomón. Esta casa y organiza-
ción era muy utópica en su tiempo ya que no existía apenas coordinación ni organiza-
ción entre los científicos. No obstante la grandeza de Bacon en este sentido, según
Rene Dubos, reside en su acertada afirmación de que la ciencia llegaría a ser una gran
fuerza social45. ,
El pensamiento de Bacon va a tener gran incidencia en las clasificaciones biblio-
teco-bibliográficas que se desarrollarán a finales del siglo XIX, y de forma más pree-
minente va a sustentar la conformación de la clasificación de Dewey como veremos
más adelante.
El filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) continuó y sistematizó la doc-
trina de Bacon de la clasificación de las ciencias impregnándola de un principio
más objetivo frente al subjetivismo de Bacon en una de sus obras capitales: Levia-
than (1651). Hobbes elabora una interpretación gnoseológica acerca de las formas
empírica y racional del conocimiento. Considera que hay dos tipos de conocimiento: el
primero o de hecho que se basa en la sensación y en la memoria y, en segundo lugar, el
conocimiento de la consecuencia o de las causas de las cosas que está basado en la
razón. Establece por ello, dos tipos primigenios de ciencias: las inductivas basadas en
44
BACON, Francis. Nueva Atlántica, 1985; p. 224.
45
DUBOS, Rene. Los sueños de la razón, ciencia y utopías, 1961; p. 43.
56
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
46
KEDROV. I. Op. cit.; p. 75.
47
HOBBES. Thomas. Leviathan. Cap. K. De las diversas materiasl del conocimiento; pp. 185-186 y 76.
57
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
48
LOCKE, John. Ensayo sobre el entendimiento humano. Cap. XXI De la división de las ciencias;
páginas 727-728.
58
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59
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
60
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
to. Resulta que estas ideas las recogerá Otlet para defender la CDU como lenguaje
universal de la ciencia con notación numérica, lo que permitió conformar una enciclo-
pedia o archivo universal del conocimiento que Otlet denominó Repertorio Bibliográ-
fico Universal, tal como veremos más adelante. Otlet no establece una interrelación
directa entre el lenguaje, la clasificación y la enciclopedia y el atavismo de la CDU
respecto al sistema de Leibniz tal como lo explicita Rayward49. Atavismo que tam-
bién se encuentra en la notación numérica y en las ideas de los números decimales,
esto es, en la clasificación que Dewey propondrá. En efecto, Leibniz sembró numero-
sas nociones que han sido recogidas en el ámbito de la clasificación biblioteco-biblio-
gráfica. Propuso, además, la idea de enciclopedia que recogerán los enciclopedistas
franceses y que se trasladará hasta nuestros días como instrumento de conjunción y
popularización del saber.
Finalmente, cabe mencionar que Leibniz elaboró como bibliotecario un esquema
modelo para una biblioteca real, cuyas clases principales aparecen como canon del cono-
cimiento o de las disciplinas. Su esquema clasificatorio comprendía las siguientes clases:
- THEOLOGIA (Bíblica, Ecclesiastica, Dogmática, Practica).
- JURISPRUDENTIA (Ius naturae et gentium, Jus Romanum et alia jura anti-
gua, Jus Ecclesiasticum humanum seu Canonicum, Jus feudale et publicum, Varia
jura recentiora).
- MEDICINA (Hygiastica et Diaetetica, Pathologia cum Semeiotica, Pharma-
ceutica, Chirurgica).
- PHILOSOPHIA INTELLECTUALIS (Theoretica, Lógica, Metaphysica,
Pneumática, Practica, Ethica et Política).
- PHILOSOPHIA RERUMIMAGINATIONIS seu MATHEMATICA (Mathesis
pura, ubi Arithmetica, Algebra, Geometría, Música, Astronomia cum Geographia
generali, Óptica, Gnomonica, Mechanica, bellica, náutica, Architectonica, Opificia-
ria, omnígena a vi imaginationis pendentia).
- PHILOSOPHIA RERUM SENSIBILIUM seu PHYSICA (Physica massarum,
et similarium, quo pertinet etiam Chymia, de aqua, igne, salibus, etc. Regni mineralis.
Regni vegetabilis, quorsum Agricultura. Regni animalis, quorsum Anatómica quoque.
Oeconomica, et opificiaria artificiis physicis nitentia).
- PHILOSOPHIA seu RES LINGUARUM (Grammatica et Léxica. Rhetorica,
ubi Epistolae, Orationes, etc. Peética. Critica).
- HISTORIA CIVILES [Universalis, Geographia., Juc Genealógica, et Heráldi-
ca. Historia Graeca, et Romana cum antiquitatibus. Historia medii aevi a ruina Impe-
rii Romani per Barbaros ad saeculum superius (XVI). Historia nostri temporis, et sae-
culi superioris, et nostri. Historiae gentium. Historiae variarum rerum; hoc et vitae
saltem remissive].
49
RAYWARD, W. Boyd. The CDU and FID. A historical perspective. En: Library Quaterly, 1967.
v. 37, n.°3;p. 273.
61
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
62
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
conocimiento humano cuyo asentamiento está en una base teórica, o de las funciones de
la mente sino que presenta una estructura simple de la estructura del conocimiento para
uso ordinario y cotidiano. Veremos que la clasificación francesa extendida por el librero
francés Brunet va a dominar durante el siglo XIX, mientras quedaba olvidado el desarro-
llo y nacimiento de varias ciencias. Será a finales del siglo XIX cuando el gran avance de
las ciencias incida de forma notable en las clasificaciones bibliográficas y bibliotecarias.
63
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
64
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51
KEDROV, B. M. Op. cit; p. 192.
65
.SISTEMAS DB ORGANIZACIÓN DEL CONOCTMIENTO.-J
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Recordemos que, con anterioridad, Comte había hecho una primera división de
las seis ciencias fundamentales: Matemáticas, Astronomía, Física, Química, Fisiología
y Física social o Sociología y después de esta estructuración sucesiva de las ciencias
pasó a analizar cada ciencia en particular. Culminando este análisis, vemos que Comte
partió de una notoria diferenciación entre las ciencias, pero llegó a establecer cierta
ligazón o intercomunicación basándose en cómo colindan y limitan unas ciencias res-
pecto a otras, o sea, las primeras ciencias son la base de las siguientes, por ello su cla-
sificación no es arbitraria en sentido estricto, aunque como cualquier otra es artificial.
Así la particularidad y característica principal de la clasificación de Comte reside en el
establecimiento de la coordinación entre las ciencias.
En el siglo XIX se propusieron numerosas clasificaciones de las ciencias que
siguieron los postulados fundamentales de Comte, basadas en el principio funda-
mental de coordinación como: el sistema del físico francés, André Marie Ampere
(1775-1836) quien abordó el problema de las ciencias analizando previamente los fun-
damentos psicológicos. Su obra filosófica más conocida fue aquella que consagró a la
clasificación de las ciencias: «Essai sur la philosophie des sciences ou exposition
analytique d'une clasification naturelle de toutes les connaissences humaines»
(2 v. 1834-1843). Propuso una clasificación en árbol que según Moles dará lugar ulte-
riormente a la Clasificación Decimal de Dewey52.
A propósito de esta corriente clasificatoria aparece la obra del biólogo y natura-
lista francés Isidoro Geoffrey Saint-Hilaire (1805-1861), hijo del conocido biólogo
evolucionista Etienne G. Saint-Hilaire, que en su obra «Histoire naturelle genérale des
régnes organiques» expuso una clasificación similar a la de Saint-Simón, con la
siguiente división: Matemáticas, Física, Bilogía y Ciencias Sociales.
En Inglaterra destaca William Whewell (1794-1866) con sus obras «History of
the Inductive Sciences» y «The Philosophy ofthe Inductive Sciences founded upon
they History». Whewell trabajó, en este sentido, sobre la periodización histórica del
desarrollo de las ciencias y la sucesión lógica de las ciencias a través del tiempo. A
partir de estos postulados estableció seis ciencias principales yuxtapuestas tales como:
Astronomía, Mecánica, Física, Química, Biología y Geología.
Por lo demás, Whewell junto con John Stuart Mili fueron los antecesores de la
clasificación de Spencer. Stuart Mili desarrolló las bases lógicas o metodológicas de la
clasificación científica, en su historia de las ciencias inductivas que amplió con una
parte relativa al sistema de la lógica: «A system of logic, Ratiocinative and Inductive,
Being a Connected View ofthe Principies and the Methods of Scientific Investiga-
tions» (1843). Mill adoptó, en líneas generales, la sucesión jerárquica establecida por
Comte, añadiendo, en esta sucesión, la Psicología que ocupaba un lugar precedente a
la Sociología. Así pues, Herbert Spencer abordó la clasificación de las ciencias a par-
tir de la crítica a la obra de Comte; en 1864 publicó «The Classification ofthe Scien-
52
MOLES, Abraham. La creación científica, 1986; p. 84.
66
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
ees; to which are added Reasons for Dissenting from the Philosophy ofM. Comte».
Aquí Spencer planteó el principio de lo general a lo concreto como base de su clasifi-
cación.
En el siglo XX una de las aportaciones más importantes sobre el problema de la
clasificación de las ciencias se asienta en los principios generales del materialismo dia-
léctico, proponiendo una utilización materialista del principio de subordinación de las
ciencias. Los antecedentes de esta concepción se encuentran en Federico Engels
(1820-1895) y Carlos Marx (1818-1883).
Marx gestó el método dialéctico científico aplicable también al problema de la
clasificación de las ciencias, pues las leyes fundamentales de la dialéctica materialista
actúan en todos los ámbitos, ya sea en el desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del
pensamiento. Realizó, además, una síntesis de las ciencias basada en la unidad de las
ciencias naturales y sociales, ya que ambas tienen el rasgo general de su materialidad, o
sea su unidad está consumada en su materialidad. Y basándose en la idea del desarrollo
del mundo constituye la base del sistema general de los conocimientos. En este sentido
primero están las ciencias naturales, después a causa de la relación del hombre con la
naturaleza, del trabajo y del trabajo industrial surge la técnica y la tecnología, a esto
corresponden las ciencias técnicas. Además las fuerzas producivas de la sociedad son la
base económica generando las ciencias económicas. A partir de éstas surgen las ramas
de la superestructura ideológica de la sociedad, como la superestructura política, jurídi-
ca y otras. En definitiva, las ciencias, según Marx, tienen un orden de subordinación
unas después de otras. La Filosofía ocupa un lugar aparte, pues abarca las leyes del pen-
samiento y del mundo, ya sea en la naturaleza o en el mundo exterior.
Esta concepción marxista de las ciencias culminará en el siglo XX con la pro-
puesta de clasificación de las ciencias de Vladimir Ilich Lenin (1870-1924)" que
representa la aportación más destacada del presente siglo, que culminará con la Clasi-
ficación Bibliográfica de la antigua URRS, o sea, la BBK.
Las nuevas formulaciones teóricas acerca de la clasificación de las ciencias van a
determinar las modernas clasificaciones biblioteco-bibliográficas; éstas van a surgir a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX según veremos en el próximo capítulo.
67
CAPÍTULO 2
SISTEMAS MODERNOS
DE ORGANIZACIÓN
DEL CONOCIMIENTO DOCUMENTAL
que las tablas clasificatorias son la armadura del organismo intelectual que es la biblio-
teca o colección de libros2. El objetivo prioritario de la organización del conocimiento
documental o clasificación biblioteco-bibliográfica es la ordenación por grupos temáti-
cos de fondos bibliográficos, y la elaboración de catálogos y bibliografías sistemáticos
que posibiliten y faciliten a los usuarios o lectores el acceso por materias a los libros o
documentos. De esta forma, tras la aplicación de un determinado sistema clasificatorio
se pueden reunir y agrupar los fondos documentales según la materia sobre la que ver-
san. Así los libros, bibliografías o catálogos estarán regidos por un orden correlativo
interrelacionado.
Las clasificaciones documentales se basan prioritariamente en las clasificaciones
del conocimiento, pero añaden a éstas distintas características que las conforman como
tales. En las clasificaciones documentales las consideraciones de orden práctico priman
sobre los fundamentos filosóficos, aunque éstos sean la base de su estructura, además
estas clasificaciones son aplicadas indistintamente a bibliografías y bibliotecas3. Así la
practicidad de las clasificaciones documentales conlleva características o criterios que
determinan la adecuación y utilidad del sistema. Por tanto una buena clasificación docu-
mental debe reunir los requisitos y estructuración siguientes:
1. Clases generales: Ha de abarcar todos los ámbitos temáticos en toda su
extensión, en los que se han de circunscribir los libros a las distintas ramas del cono-
cimiento. Debe ser flexible y expansiva, es decir que suponga la inclusión de nuevos
conceptos.
2. Subdivisiones o facetas: Donde se han de ajustar los libros en otras clases o
aspectos de menor extensión.
Lo que ha de tener un orden sistemático, es decir, una estructura que proceda de
lo general a lo particular, es decir, deberá ser lógica con carácter de comprensible y
razonable.
3. Divisiones de forma, lugar, tiempo, etc.: Estas han de permitir una siste-
matización según la forma, la presentación de los libros, el lugar sobre el que tratan, el
tiempo que acotan, u otros aspectos.
4. Notación: Se trata de pequeños símbolos ya sean números, letras, colores, y
otros, que representan los nombres de las distintas clases, subdivisiones y otros aspec-
tos; debe de tratarse de una notación sencilla y manejable.
5. Signos de relación: Debe permitir la combinación e interrelación de sus
distintos ámbitos conceptuales, por lo que las distintas clasificaciones documentales
interrelacionan clases, lugares, puntos de vista, etc., y son representadas estas relacio-
nes por diversos signos de puntuación como + / , . : ; etc.
2
ídem. Otlet distingue entre «classement» que es el arte de colocar las obras según su materia y
«classification» que son las tablas que disponen los conocimientos en el orden donde deben estar las obras.
3
Hemos procedido a la recopilación de estos requisitos propuestos por distintos autores como
M. Mann, C. Víctor Penna, D. N. Dutta y otros.
70
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
6. índice: Debe tener un índice alfabético que facilite su uso para poder locali-
zar con rapidez una materia dentro del esquema clasificatorio sistematizado, estos
índices alfabéticos remitirán a la notación en la estructura clasificatoria.
7. Aplicación del sistema: Debe registrar indicaciones sobre el uso y manejo
de la clasificación e indicaciones sobre el alcance y enlace de las materias, esto
es, deberá incluir una breve explicación de la aplicación práctica del sistema clasifica-
torio. Deberá presentarse, en su conjunto, de forma que facilite la consulta de las mate-
rias.
Estas características han sido la base de las principales clasificaciones bibliote-
co-bibliográficas que pasamos a enumerar, pero sólo haremos mención a las principa-
les o a aquellas que han cobrado mayor importancia. Los sistemas de clasificación más
relevantes han debido su fama a la gran aplicación práctica que han tenido y se han
empleado en grandes bibliotecas y en repertorios bibliográficos de gran difusión, aquí
solo abordaremos los principales. En primer lugar destaca el sistema predominante en
los países occidentales durante el siglo XIX: el difundido por el librero parisino Brunet
en su famoso repertorio bibliográfico.
El comercio del libro en París durante la pasada centuria tuvo un gran desarrollo
por lo que los libreros parisinos tuvieron que abordar la elaboración de catálogos y
repertorios bibliográficos de los fondos que ofertaban. Destacó en esta tarea el biblió-
grafo y librero francés Jacques Charles Brunet (1780-1867) con la publicación de un
gran repertorio bibliográfico el «Manuel du libraire et de 1'amateur de livres». El reper-
torio estaba organizado por los siguientes grupos temáticos4:
A Teología.
E Jurisprudencia.
I Ciencias.
O Artes y Bellas Letras.
U Historia.
Incluía también subdivisiones de estos grupos temáticos, que incluían asimismo
subdivisiones alcanzando a unas diez mil, con una notación numérica. Este sistema
clasificatorio lleva su nombre por deberse a él la difusión del mismo, puesto que él
recogió de la tradición bibliográfica francesa este sistema y a partir de la publicación
de su repertorio bibliográfico el esquema clasificatorio gozó de una gran expansión.
4
BRUNET, J. Ch. Manuel du libraire et de ¡'amateur de livres. 5.a ed., 1865.
71
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
El sistema de los libreros parisinos no fue ideado por el propio Brunet, sino que
éste lo copió del bibliógrafo y teólogo francés Jean Garnier (1612-1681), como han
puesto de manifiesto numerosos estudiosos de los sistemas clasificatorios, y entre ellos
el introductor de la CDU en España, Manuel Castillo, quien no dudaba de la difusión e
importancia del sistema francés aunque sólo lo valoraba por su gran extensións: «No
hemos de ocuparnos aquí, pues nos resultaría el trabajo más largo de lo que nos pro-
ponemos, de las diversas clasificaciones que de la ciencia se han hecho para la forma-
ción de los catálogos. La más generalizada es la del librero Brunet, que no hizo más
que copiarla de la que Garnier hizo anteriormente, ya harto conocida de todos los que
han saludado un libro de bibliografía».
Garnier realizó en 1678 un sistema clasificatorio para organizar la Biblioteca del
Colegio Jesuíta de París. Su sistema ofrece soluciones ingeniosas en la disposición de
la biblioteca. La gran propuesta de Garnier en el ámbito clasificatorio está en que aban-
dona la repartición tradicional según las facultades universitarias y establece cuatro
grandes grupos temáticos aunque éstos comprenden subdivisiones: Teología, Filoso-
fía, Historia, Jurisprudencia.
A la que añadió una quinta clase sobre misceláneas. El método de Garnier es
pragmático y empírico pero fue realizado sobre una base doctrinal, lo que le ha llevado
a ocupar un amplio lugar en la Historia de la Clasificación en Francia y también en un
marco mayor, el ecuménico. Expuso su sistema en su obra bibliográfica: «Systema
bibliothecae collegii parisiensis societatis Jesús» donde aparece la serie quinquenaria
que Brunet, un siglo después, recogerá para su repertorio. Garnier tuvo varios antece-
sores que, en sus trabajos bibliográficos abordaron el problema de la sistematización
de los repertorios y fueron creadores de sistemas clasificatorios para los mismos. Entre
ellos destacan6 Christofte de Savigny con su obra «Tableaux accomplis de touts les
art liberaux» en la que expuso las siguientes áreas temáticas: Gramática, Retórica,
Dialéctica, Aritmética, Geometría, Óptica, Música, Cosmografía, Astrología, Geogra-
fía, Física, Medicina, Etica, Jurisprudencia, Historia, Teología, Poesía, Chronología.
Savigny abordó una estructuración de su repertorio de forma enciclopédica frente a la
estructura de las siete artes medievales que habían compuesto el trivium y quatrivium.
Destaca también la clasificación bibliográfica de Lacroix du Maine, quien estructuró el
saber en las siguientes disciplinas: Religión, Artes y Ciencias; descripción del Univer-
so; cosas del género humano; hombres ilustres en la guerra; obras de Dios; memorias y
misceláneas. Jean Mabun se acercó a las disciplinas impartidas en las universidades y
estableció un sistema ternario de las ciencias con: Teología, Moral y Ciencias en su
obra «Disciplinam, bonitatem et scientiam doceme».
1
CASTILLO, Manuel. La Clasificación Bibliográfica Decimal: exposición del sistema y traducción
directa de las tablas generales del mismo. 1897; p. 30.
6
ClM. Albert. Le livre: achat, classement, 1907.
72
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
73
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
que van a incidir en el ámbito bibliográfico durante los siglos XVIII y XIX son ante-
riores a este período de hegemonía francesa. Así los antiguos libreros y bibliógrafos
franceses, entre los que la clasificación de Brunet era la más extendida, tuvieron gran
incidencia en el ámbito bibliotecario. Tales hechos nos interesan porque se asimila el
sistema de Brunet para los repertorios bibliográficos y para los catálogos de las biblio-
tecas. Además contribuyó a la extensión del sistema el que la comunicación entre los
países europeos se hiciera mayor, se viajara más y, por tanto, se produjo una mayor
difusión de todo lo procedente del ámbito francés. La lengua principal ya no será el
latín sino el francés, que se convierte en vehículo de propagación de las ciencias, y el
sistema de Brunet es el artificio para sustentarlas. Esta extensión del ámbito francés no
solo incidió de forma notable en España y Europa, como veremos más adelante, sino
también en la colonias españolas en América.
De esta forma, el sistema francés de clasificación bibliográfica dominó durante
el siglo XIX, pero al finalizar el siglo comienza a ser sustituido por el predominio
anglosajón, cuyos sistemas alcanzaran gran difusión como los de Dewey, Cutter,
Brown y Bliss.
* GROLIER, Eric de. La clasificación cien años después de Dewey. En: Boletín de la Unesco, 1976,
v. XXX, n.° 6 nov-dic; p. 356.
74
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Este sistema nació para responder a las necesidades prácticas de un tipo determi-
nado de bibliotecas que iban a disponer los libros para el acceso directo de los usua-
rios. Esto es, no tuvo nunca Dewey la pretensión de hacer una clasificación científica,
sino que trató en todo momento, de solventar unas necesidades prácticas.
Dewey debe la clasificación que lleva su nombre no solo a su ingenio sino tam-
bién a sus antecesores que ya habían ideado la división decimal. Dewey adoptó la cla-
sificación que había creado el director de la escuela pública de St. Louis: Harris, y la
clasificación del catálogo de Natale Battezati de Milán el «Nuovo Sistema di Catalogo
Bibliográfico Genérale». La influencia del norteamericano William Torrey Harris y
del italiano Natale Battezatti es manifestada en el prólogo de la primera edición,
en 1876, de las tablas de la Clasificación Decimal de Dewey que aparecieron bajo el
título «A Classification and Subject índex for cataloguing and arranging books and
pamphlets ofa Library»9.
Harris fue el autor del sistema implantado en las bibliotecas públicas de
St. Louis, concibió su clasificación en relación a su trabajo y cargo. Publicó su sistema
original en 1870 en el «Journal of Speculative Philosophy»; y, según se desprende de la
correspondencia entre Harris y Dewey, éste nunca negó que la procedencia de su sistema
se encontrara en Harris'". William Torrey Harris tenía una formación filosófica y tomó
como base de su sistema la clasificación de las ciencias que habia propuesto
F. Bacon. Hizo corresponder las subdivisiones de la ciencia a las tres facultades del espí-
ritu: la historia a la memoria, la poesía a la imaginación y la filosofía a la razón, como ya
vimos anteriormente. Harris invierte la clasificación de Bacon en Ciencia, Arte, Historia
con un apéndice de miscelánea y, además, incluye nuevas subdivisiones y añade una
notación numérica. Su esquema clasificatorio quedó distribuido de la siguiente forma ":
Ciencia: 1.
Filosofía. 2-5.
Teología. 6-16.
Ciencias Sociales y Políticas. 17.
Jurisprudencia. 18-25.
Política. 26-28.
Ciencias Sociales. 29-31.
Filología. 32-34.
Ciencias Naturales y Artes Prácticas. 35.
Matemáticas. 36-40.
Física. 41-45.
Historia Natural. 46-51.
1
DEWEY, Melvil. Dewey Decimal Classification Centennial. 1876-1976, facsímile 1876; p. 10.
10
LEIDECKER, Kurt F. The debí of Melvil Dewey to William Torrey Harris. En: Library Qua-
terly, 1945, v. XV, n.° 1; p. 140.
" ídem, p. 141.
75
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Medicina. 52-58.
Artes Prácticas y Oficios. 59-63,
Arte: 64,
Bellas Artes. 65
Poesía. 66-68
Novela. 69-70
Miscelánea Literaria. 71-78
Historia:
Geografía y Viajes. 80-87,
Historia Civil. 88-96,
Biografía. 97.
Apéndice miscelánea: 98-100.
Leidecker considera, desde el punto de vista lógico, que la clasificación de
Harris es superior a la de Dewey, puesto que es más simple y hace más concesiones a
los números decimales y, además, atribuye a Harris la paternidad de la primera crea-
ción, pero reconoce a Dewey su contribución por posibilitar la viabilidad de la clasifi-
cación de Harris en bibliotecas generales. La similitud entre ambas clasificaciones es
evidente, y queda expresada en las tablas generales de la clasificación de Dewey que
comprendían las disciplinas y notación decimal siguientes12:
Generalidades. 0-99.
Filosofía. 100-199.
Religión. 200-299.
Sociología. 300-399.
Filología. 400-499.
Ciencias Naturales. 500-599.
Artes Prácticas. 600-699.
Bellas Artes. 700-799.
Literatura. 800-899.
Historia. 900-999.
Estos diez grupos carecían de una denominación general que abarcara toda las
disciplinas que incluía, por ejemplo:
Sociología: 300-399.
Sociología. 300-309.
Estadística. 310-319.
Ciencia Política. 320-329.
12
DEWEY, M. Op. cit.; pp. 12-22.
76
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
13
GOOSSENS, Jan. Origins and Development ofthe Universal Decimal Classification. En: Interna-
tional Forum on Information and Documentation, 1982, v. 7. n.° 2; p. 8.
14
GRAZIANO, E. E. Hegels philosophy as the basisfor the decimal classification schedule. En:
Libri, 1959, 9; pp. 45-52. COMARONI, J. P. The eighteen edition of the Dewey Classification. New
York, 1976; pp. 11-25. LEIDECKER, K. F. Yankee teacher, the Ufe ofWililiam Torrey Harris. New York, 1946.
77
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
tion and relatix index» ". La Clasificación Decimal tuvo un gran desarrollo y sólo
tardó veinte años en convertirse en la norma clasificatoria de las bibliotecas públicas,
escolares (y «colleges»). Ya desde 1873 se había adoptado en la Biblioteca del Amherst
College, lo que sirvió de ejemplo práctico. Tras la adopción en las bibliotecas públicas
se sucedieron numerosas ediciones, puesto que eran insuficientes el número de ejempla-
res editados. En la primera se publicaron 1.000, y 500 en la segunda. La tercera edición
en 1888 contó con 500, la cuarta en 1891 tuvo 1.000, la quinta en 1894 alcanzó la cifra
de 7.600, la séptima en 1901 fue de 2.000 al igual que la octava en 1913, la novena
en 1915 fue de 3.000, la décima en 1919,4.000, la decimoprimera en 1922 fue de 5.000.
Las siguientes ediciones fueron muy superiores en número, así la decimosegunda
en 1927 fue de 9.340. Esta fue la última edición que se realizó mientras vivía Dewey,
pues murió en 1931'". En 1932 apareció la decimotercera edición, con 8.000 volúmenes
que ya comprendía cada uno 1.647 páginas, en 1942 se publicó la decimocuarta edición,
con 13.000 ejemplares. En 1951 la decimoquinta, con 11.000 volúmenes, se denominó
«standard» en tanto que se constituía un modelo. Simplificó las áreas más extensas y
amplió aquéllas más incompletas. Fue objeto de numerosas modificaciones, como las
subdivisiones de clases, muchas de las cuales quedaron agrupadas bajo otros números.
También se tendió hacia una notación más simple aunque alargando los números. Se
crearon nuevas subdivisiones geográficas. Respecto a las áreas de Lengua y Literatura
se creó una numeración bajo el epígrafe de «otras lenguas». Las biografías pudieron
organizarse no sólo por las biografías individuales sino también colectivas. A pesar de
todo, esta última edición que presentaba varias novedades conoció numerosas críticas,
por lo que pronto se emitió la decimosexta edición en 1958.
La traducción al castellano se basó en la edición «standard» pero en realidad se
trata de una adaptación, pues introduce modificaciones relativas a la Religión (200), al
Derecho (340), incluyéndose los conceptos del Derecho Romano, la Lingüística (400),
la Literatura (800) y la Historia (900)", fue publicada en 1955. Las últimas ediciones
en inglés han sido la decimoséptima, decimoctava y decimonovena publicada en 1967
en tres volúmenes, lo que indica su gran consagración.
Dos hechos muestran la perdurabilidad del sistema1S: La adopción del sistema
por parte de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos tan sólo para los catálo-
gos impresos, pero este hecho supone que esta biblioteca se encarga de su actualiza-
ción; La adopción por parte de la Bibliografía Nacional Inglesa (British National
Bibliography) de la Clasificación de Dewey para su organización sistemática. Este
hecho es también de gran importancia puesto que aparece como modelo de control
bibliográfico en el ámbito nacional del Reino Unido. Otros repertorios relevantes tam-
15
PHILLIPS, W. Haward. A primer book classification, 1961; p. 60.
" RIDER, A. Fremont. The story ofD.C. 1876-1951; p. 29. En: Rowland, Arthur Ray. The Catalog
and cataloging, 1969.
" PENNA, Carlos Víctor. Catalogación y clasificación de libros; p. 150.
18
GROLIER, Eric de. La clasificación cien años después de Dewey. Op. cit.; p. 356
78
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
bien emplean el sistema: las fichas de la casa H. W. Wilson de Nueva York, el Book
Review Digest, el Standard Catalog Series, el Childrens Catalog, y otros.
A pesar de su consagración no alcanzó el predominio por el que Dewey luchó.
Su método fue objeto de numerosas críticas; ya que compitió con otras clasificaciones
de su tiempo como la de Charles Ami Cutter de la Biblioteca del Ateneo de Boston y la
de John Fiske de la Biblioteca de la Universidad de Harvard ". Sin embargo cabe apre-
ciar cuatro grandes contribuciones del sistema de Dewey, sistematizadas por Rider: la
primera sería el logro de una clasificación temática que asigna un lugar fijo a los libros;
la segunda sería la progresiva subordinación de clases, subclases hasta el infinito con
una numeración seriada; la tercera es la inclusión de un índice relativo a las tablas; y,
finalmente, la asombrosa utilidad y practicidad de la ubicación de los libros, antes alu-
dida20. Todo ello se conjuga, además, con el sentido práctico que típicamente caracteri-
zaba a Dewey, y que hizo que su fin prioritario fuera dar solución al problema de la
clasificación de la forma más sencilla posible21.
A pesar de estas contribuciones, Dewey estuvo determinado por diversos factores
lo que ha implicado un rechazo de numerosos bibliotecarios y documentalistas. La Cla-
sificación Decimal Dewey había nacido en los Estados Unidos de América en un perío-
do de gran desarrollo, una vez finalizada la Guerra Civil (1861-1865). El país asimilaba
entonces unos veinte millones de inmigrantes, que llegaban a finales del siglo XIX,
surgía una gran industria basada, fundamentalmente, en el trabajo de esa masa inmigra-
toria. Ello dio lugar al acaparamiento de grandes fortunas, de una parte, y de otra al
acrecentamiento de grandes bolsas de pobreza entre los emigrantes. En esta situación se
dio una gran proliferación de bibliotecas públicas. Así el joven de 22 años Melvil
Dewey inmerso en la clase media elaboró un sistema de clasificación que recogía los
valores de la sociedad americana. Ello ha originado las innumerables críticas, del que ha
sido objeto el sistema, como las señaladas por Turner22 al afirmar que la Clasificación
de Dewey «es acusada de ser partidaria de los americanos, los blancos, los anglosajo-
nes, los protestantes, la clase media». Pero a pesar de las objeciones, no cabe duda de
que el principal acierto de Dewey fue la aplicación del principio de los números deci-
males a una clasificación práctica documental. En este sentido, ya Leibniz23 había trata-
do de evitar la inadecuación del lenguaje natural como lenguaje para la ciencia y plan-
teó el uso de los números para representar todas la ideas. Ahora bien, el gran alcance del
sistema decimal fue la difusión ecuménica que lograron los entusiastas y jóvenes juris-
tas belgas Paul Otlet y Henry La Fontaine, quienes, además, desarrollaron ampliamente
79
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80
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
81
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
82
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
27
OTLET, Paul. Sur la structure des nombres clasificateurs. En: Bulletin de I'Institut International
de Bibliographie. 1895-1896, Vi.; pp. 230-243.
84
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
' GROLIER, Eric de. La clasificación cien años después de Dewey. Op. cit.; p. 344.
2
" RAYWARD, Boyd W. Op. cit.; p. 259.
50
GROLIER, Eric de. Le systeme des sciences et l'evolution du savoir. Op. cit.; p. 71.
85
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
ellas la Unesco, que la emplean para sus bibliotecas y para sus repertorios bibliográfi-
cos. Aunque son numerosas, y algunas de ellas muy acertadas, las críticas a la CDU
por parte de relevantes documentólogos como Metcalfe, Ranganathan y otros, la CDU
continuará ocupando el puesto preeminente en el ámbito internacional. Por ello puede
afirmarse con Grolier que «mientras no se construya e institucionalice internacional-
mente un sistema mejor se seguirá utilizando prácticamente en todas partes» ".
3
' GROLIER, Eric de. La clasificación cien años después de Dewey. Op. cit.\ p. 345.
12
CUTTER, Ch. Ammi. Expansive Classification. Boston, 1891.
33
PENNA, Víctor Carlos. Op. cit.; p. 172.
34
DUTTA, D. N. Op.cit. ;p. 80.
86
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
A Obras generales.
B-D Ciencias espirituales (Filosofía y Religión).
E-G Ciencias históricas (Historia, Biografía, Geografía).
H-K Ciencias sociales (Sociología, Legislación, etc.).
L-P Ciencias naturales (Botánica, Zoología, etc.).
Q-Z Artes.
Así la primera tabla guarda relación con esta notación e incluye las siguien-
tes clases .55.
M
PHILLIPS, W. Howard. Op. cit; p. 84.
87
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
88
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
.1 Teoría.
.2 Bibliografía.
.3 Biografía.
.4 Historia.
.5 Diccionarios.
.6 Libros de bolsillo.
.7 Periódicos.
.8 Sociedades.
.9 Colecciones.
También contiene esta clasificación auxiliares de lugar cuya notación es numéri-
ca, que sirven para hacer subdivisiones en las áreas de Geografía, Historia, Lengua,
Literatura y otras. Entre ellos indicamos algunos ejemplos:
30 Europa.
32 Grecia.
35 Italia.
39 Francia.
40 España.
45 Inglaterra.
99 Brasil.
En la medida en que hemos expuesto la notación de las tablas de forma somera
cabe añadir algunos ejemplos ilustrativos del sistema:
Historia de Inglaterra. F45.
Geografía de España. G40.
Literatura francesa. Y39.
Colección de escritos literarios franceses. Y39.9.
Bibliografía de los museos italianos. AM35.2.
Finalmente, cabe observar que una de las grandes características de este sistema
es que contiene un índice alfabético que remite a la notación, y además, resalta el
hecho de que las primeras seis expansiones aparecidas en 1893 ya comprendían
el índice.
La gran trascendencia de este sistema, además de tener un valor biblioteconómi-
co en sí misma, estriba por su empleo en la biblioteca del Congreso de Washington, ya
que ha ejercido gran influencia en la denominada Clasificación de la Biblioteca del
Congreso de Washington, donde las clases principales, son muy similares a las del sis-
tema de Cutter. El esquema de Cutter también presenta ciertas desventajas, aunque el
mérito suyo es el posibilitar el paso de una tabla a otra en forma progresiva según el
crecimiento de la biblioteca, pero el resultado final a veces no es acorde con sus objeti-
vos primeros, puesto que hay temas que modifican su notación en sus sucesivas expan-
siones. De manera que al pasar de una tabla a otra la notación es distinta, especialmen-
89
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
90
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
greso. Así las materias principales guardan cierto paralelismo con las tablas generales
de Cutter. Sus clases principales son las siguientes37:
A Obras generales. Poligrafías.
B Filosofía.
BL Religión.
C Historia. Ciencias Auxiliares.
D Historia (excluida. América).
E América (general) y EE.UU. (general).
F EE.UU. (local) y posesiones.
G Geografía.
H Ciencias Sociales.
HB Economía.
HM Sociología.
J Ciencias Políticas.
K Legislación.
L Educación.
M Música.
N Bellas Artes.
P Lenguaje y Literatura.
Q Ciencia.
R Medicina.
S Agricultura.
T Tecnología.
U Ciencia Militar.
V Ciencia Naval.
z Bibliografía y Bibliotecología.
Cada materia general se subdivide en materias que quedan expresadas por una
notación alfabética de letras mayúsculas de igual tamaño que las letras correspondien-
tes a las clases generales. Por ejemplo la clase A correspondiente a las Generalidades
es muy similar a la misma clase en el sistema de Cutter.
A Obras generales.
AC Colecciones.
AE Enciclopedias (Encyclopaedias).
AG Obras de referencia (General Reference Books).
AI índice (Indexes).
AM Museos (Museums).
AN Periódicos (Newspapers).
AP Publicaciones seriadas (Periodicals).
91
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
AS Sociedades (Societies).
AY Almanaques (Almanacs).
AZ Historia General del Conocimiento.
Estas subdivisiones alfabéticas también concuerdan con una notación nemotéc-
nica (para ilustrarlo hemos incluido los términos en inglés) y cada materia de éstas se
subdivide mediante números arábigos pero sin valor decimal. Todas las subdivisiones
pueden, a su vez, tratarse mediante divisiones geográficas compuestas por una nota-
ción alfanumérica, aunque no se trata de subdivisiones geográficas, propiamente
dichas, sino que se repiten y desarrollan parte de las clases individuales. Lo mismo
ocurre con las subdivisiones cronológicas que se emplean generalmente para la
Historia, Obras generales, Literatura, Textos, etc. igualmente pueden formularse sub-
divisiones alfabéticas para autores individuales. Por ejemplo en la clase D, relativa a la
Historia de un país no aparece como subdivisión, sino como un desarrollo de las tablas
de clasificación, así vemos:
DA Gran Bretaña.
y bajo esta clase se encuentran otros números
DA 600-667 Inglaterra, viajes y topografía.
DA 670-690 Inglaterra, historia local y descripción.
DA 675-680 Historia local y descripción de Londres.
si vemos la clase P correspondiente a la Lengua y Literatura, ésta se subdivide de
forma propia e individual, sin tener correlación alguna con los auxiliares de lengua y
lugar de las otras clases. Daremos algunos ejemplos ilustrativos en este sentido:
P Lingüística y Filología.
PA Filología Clásica.
PE Filología Inglesa.
PN Literatura e Historia General de la Literatura.
PP Literatura Clásica.
PR Literatura Inglesa.
PR1-171 Literatura Anglosajona, inicio de 1066.
PR1-251 Literatura Anglosajona medieval (1066-1500).
PR 1 -401 Literatura Moderna.
PR1-500 Poesía.
Esta somera exposición ilustra al respecto que ni los nombres geográficos ni los
períodos cronológicos son propiamente subdivisiones, sino que se presentan como
desarrollo de las tablas. De igual forma sucede con los nombres propios, así vemos:
PH2001 -2071 Filología Húngara.
PH3061 -3909 Literatura Húngara.
PH3205-3209 Arany, Janós.
92
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
A Obras generales.
B-D Física.
E-F Biología.
G-H Etnología y Medicina.
I Economía y Artes Domésticas.
J-K Filosofía y Religión.
L Ciencias Políticas y Sociales.
M Lenguaje y Literatura.
N Formas Literarias.
O-W Historia y Geografía.
Y Biografía.
La Física está basada en el principio de Materia y Fuerza; la Biología, Etnología,
Medicina, Economía y Artes domésticas se basan en el principio de Vida. El principio
de Mente fundamenta la Filosofía, la Religión y las Ciencias Sociales y Políticas.
Finalmente el principio de Anotación prima en el Lenguaje, la Literatura, las formas
literarias, la Historia, Geografía y Biografía. La notación de las clases principales es
alfabética, de la letra A a la X, a excepción de la Y y la Z que no son usadas. La subdi-
visión de estas clases es numérica del 000 al 999, usados aritméticamente, y así puede
ampliarse, aunque hay temas que parten de poca amplitud como la ciencia y tecnología
que ocupan los grupos A, B y C, mientras que la Historia está provista de mas grupos,
o sea, de la O hasta la W. Por ejemplo la clase L correspondiente a las Ciencias Socia-
les se dasarrolla de la siguiente forma42:
L Ciencias Sociales y Políticas:
200. Ciencia Política.
202. El Estado, las Constituciones.
203. Ciudad-Estado.
204. Sistema Feudal.
206. Monarquía.
De igual forma se subdivide la clase de obras generales:
A Generalidades:
000. Enciclopedias.
100. Educación.
300. Lógica, Dialéctica.
400. Matemáticas.
600. Artes Plásticas.
900. Ciencia General.
950. Viajes Científicos.
Ídem.; p. 124.
94
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
hombre. Otra segunda crítica se dirige hacia la falta de actualización, ya que no se basa
en una organización del conocimiento moderno. La Clasificación de Brown es un sis-
tema casi muerto y en la actualidad es utilizado en cuarenta bibliotecas del Reino
Unido, aproximadadmente. Su importancia radica en ser uno de los grandes sistemas
clasificáronos que cobró fama y vigencia tras haber surgido en el ámbito anglosajón,
lo que ha posibilitado su conocimiento fuera de las fronteras entre las que nació.
96
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
si una clasificación bibliográfica refleja «el orden natural de la realidad objetiva los
cambios drásticos para acomodarse al progreso de los conocimientos no serán muy
necesarios». Foskett a este respecto alegó que la sistematización de Bliss está enraizada
en la antigua tradición del pensamiento. Así pues, sus esquemas parten de dos sinopsis,
una concisa y otra general, exponiendo dos dimensiones del orden de las ciencias, coor-
denadas de relaciones de subordinación (vertical) y de coordinación (horizontal).
CIENCIAS BIOLÓGICAS
Biología. Filosofía
de la vida.
Botánica
Zoología
97
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
CIENCIAS
ANTROPOLÓGICAS
Antropología. Filosofía de Historia del co- Humanidades.
la vida humana, nocimiento y de Ciencias médicas
la vida humana, e higiene.
Arqueología.
CIENCIAS
PSICOLÓGICAS
Psicología Filosofía mental. Psicología
(gral.comparada, aplicada.
individual,
anormal).
Psicología social. Filosofía social. Psiquiatría.
Educación.
CIENCIAS SOCIALES
Sociología. Historia social- Ciencia social-
política. aplicada.
Etnología.
Religión. Teología Historia de Actividad
las religiones. eclesiástica.
Mitología.
Moral. Ética. Ética aplicada.
Ciencia Política. Filosofía política. Gobierno.
Jurisprudencia. Filosofía Historia Práctica
del derecho. del derecho. del derecho.
Economía. Filosofía de Historia Economía.
la economía. económica.
Industria.
Comercio.
ARTES
Historia Técnicas
de las artes. de las artes.
Artes industriales.
Bellas Artes.
Música.
Filología.
Lingüística
y lenguas. Literatura. Retórica.
Oratoria.
Drama y Teatro.
98
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
99
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
DA-DF Astronomía.
DG-DP Geología.
DQ-DT Geografía y Meteorología.
DU Historia Natural.
DY Biología.
Las subdivisiones bajo la Geografía e Historia emplean una sistematización similar:
M Historia.
MX Historia de Escocia.
MR Historia de Francia.
MS Historia por períodos.
Bliss estableció que la parte más importante de la clasificación era el orden de
las clases principales, de sus cinco principios tres hacen referencia al orden de las cla-
ses. El primer principio es el consenso que implica que no existe unanimidad completa
sobre la localización de las clases principales, sino que la localización de los grupos
puede variarse según el consenso científico y la concepción de la ciencia en otro ámbi-
to (por ejemplo, la Geografía en el Reino Unido supone otra sistematización). El
segundo gran principio de Bliss es el de la Colocación cuidada, que implica ordenar
todas las clases según un criterio de proximidad temática, unas respecto de otras (este
principio ha sido objeto de críticas como las formuladas por Osborn). El tercer princir
pió es el de Subordinación, que hace referencia a la graduación por especialidades
(trata de colocar las ciencias junto a sus tecnologías frente a la clasificación de Dewey
y la LC que separan las ciencias puras y las ciencias aplicadas). El cuarto principio es
el de Localización alternativa, que supone dotar de flexibilidad a las tablas clasificato-
rias y poder colocar un tema en dos sitios, este principio se presenta contrario a la
estandarización y el consenso científico (por ejemplo la Aeronáutica puede ubicarse en
la Física BT o bien en las Artes aplicadas UK la Biblioteconomía puede ubicarse en la
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Historia.
Biografía.
Tipos de documentos como mapas, boletines, etc.
Periódicos.
Misceláneas.
Monografías.
Libros anticuados y suplantados.
Estos signos se añaden directamente a la notación, así por ejemplo la «Biblio-
grafía de la Botánica» se presentará: F2.
El segundo esquema es para la subdivisión geográfica, y hace uso de una nota-
ción alfabética de letras minúsculas, subdividida por lugares, por ejemplo:
a América.
aa América del Norte.
r China.
c América Latina.
ca México y América Central.
cb México.
cbm México (Distrito Federal).
f Italia.
El esquema tercero se usa únicamente para la subdivisión por lenguas, emplea
letras mayúsculas precedidas por una coma para prevenir posibles confusiones, como
los ejemplos siguientes:
,A Libros en lenguas antiguas.
,F Francés.
,1 Italiano.
,R Ruso.
El esquema cuatro distingue los períodos históricos, emplea igualmente letras
mayúsculas precedidas de coma (en la BC2 Mills tratará de distinguir la notación entre
períodos históricos y lenguas).
,A Antigüedad.
,B Edad Media.
,C Edad Moderna.
,K s. XVIII.
,N s. XIX.
,R s. XX.
Así la notación de «Historia Medieval Italiana» será:
Mf,B
101
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
de la notación alfanumérica. Por otra parte el índice no está paginado, lo que dificulta
las búsquedas.
Bliss, además de ser un concienzudo creador de un sistema clasificatorio, tam-
bién fue un notable teórico que dotó a su sistema de unos fundamentos capaces de vali-
dar éste con un rigor científico deseable a pesar de que su orden de las ciencias provie-
ne de las parcelas educativas, fundamentalmente. Publicó dos obras teóricas sobre
clasificación: «The organization ofKnowledge in the System ofthe sciences» (1929) y
«The organization ofKnowledge in Libraries» (1934). Amplió el ámbito de la Organi-
zación del Conocimiento, que abarcaba un concepto de organización más amplio y
moderno, ya que incluía los materiales especiales y preconizaba la obsolescencia del
formato de los libros. Fue un gran erudito y logró que su sistema fuera el gran compe-
tidor del sistema de Dewey y del sistema de la Bilioteca del Congreso de Washington.
Su obra ha sido objeto de numerosas reediciones tras su muerte en 1953. Scott y Free-
man publican en la década de los años 60 la edición abreviada, y el gran impacto de la
clasificación de Bliss vendrá de la nueva edición denominada BC2 iniciada por Jack
Mills a partir de 1967. También ha tenido cierta incidencia teórica en la obra de Ran-
ganathan. Finalmente cabe observar que su obra sobre clasificación tiene gran influen-
cia anglosajona tanto en sus postulados teóricos como prácticos, y su implantación se
ha centrado, fundamentalmente, en países de la Commonwealth44.
103
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
ca u otras. Ranganathan desarrolla, desde distintos puntos de vista, sus tablas, así en
varias clases principales aparecen diversos sistemas. Estas clases principales son Mate-
máticas, Física, Agricultura, Medicina, Psicología, Educación, Historia y Economía.
(Favoured system, SmF). Por ejemplo en la Medicina incluye en sus tablas diversos
tratamientos y métodos curativos. Es interesante esta perspectiva ya que la ciencia
auna varios sistemas en sus conceptos. Además, se trata de un sistema incluye diversos
grados de especialización, estos grados de especialización pueden ser definidos como
la exposición de un tema restringido a la limitación de su rango o a uno de sus aspec-
tos. (Favoured special, SmF). Por ejemplo, en Medicina los diversos grados de espe-
cialización puden hacer mención al embrión, al niño, al adolescente y otros.
La estructura del sistema parte de una tabla de materias principales donde se
incluyen las disciplinas o saberes tradicionales, cada una de las cuales puede ser subdi-
vidida en facetas45 por medio de las características:
CLASES PRINCIPALES
Generalia.
1 Universo del conocimiento.
2 Biblioteconomía.
3 Ciencia del libro.
4 Periodismo.
A Ciencias Naturales.
B Matemática (incluyendo Astronomía).
C Física.
D Ingeniería.
E Química.
F Tecnología (incluyendo Química Tecnológica)
G Biología.
H Geología.
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
p Lingüística.
Q Religión.
R Filosofía.
S Psicología.
T Educación.
U Geografía.
V Historia.
W Ciencia Política.
X Economía.
Y Servicios Sociales.
Z Derecho.
Existen también otras clases representadas por otras letras del alfabeto griego,
además la notación de la clases principales es alfanumérica pues hace uso de las letras
mayúsculas del alfabeto latino y algunas del alfabeto griego, y emplea números arábi-
gos para la clase correspondiente a las generalidades. La notación generalmente es
jerárquica y comprende veintiséis letras mayúsculas del alfabeto latino de la A a la Z,
veintitrés letras minúsculas del mismo alfabeto, números arábigos del 0 al 9 y letras
griegas. Incluye numerosos signos de conexión ya sean la coma, punto y coma, dos
puntos y apostrofe, relativos a las categorías de personalidad, materia, energía, espacio
y tiempo respectivamente. Existen otros signos conectivos a saber, pueden combinarse
las clases mediante los dos puntos o «colon» (= vocablo inglés que designa los dos
puntos, signo de relación que permite la síntesis de los elementos que componen un
tema. Este vocablo ha dado la denominación de «Colon Clasification», o Clasificación
Colonada al esquema de Ranganathan).
Las subdivisiones46 de las clases también se formulan con notación alfanuméri-
ca, por ejemplo:
M Artes Aplicadas:
M3 Ciencia Doméstica.
M7 Textiles.
MJ7 Confección de Ropa.
R. Filosofía:
Rl Lógica.
R U I Lógica Inductiva.
R112 Lógica Deductiva.
R2 Epistemología.
R3 Metafísica.
46
Cannonical Classes, este término inglés hace referencia a la tradicional subdivisión de cada
clase principal, son las clases, en sentido estricto, según los cánones.
105
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Una vez ubicado cada libro u otro documento en la tabla de clases generales,
puede delimitarse mediante una combinación de características o categorías47 que nos
van a asignar las facetas, de forma tal que puede definirse conforme a su personalidad,
materia, energía, espacio y tiempo. Es decir, la categoría de la Personalidad puede
equivaler a la sustancia aristotélica, la primera de las categorías o atribuciones del ser
(las restantes categorías aristotélicas eran la Cualidad, Cantidad, Relación y en un
momento posterior añadía otras seis categorías: Tiempo, Lugar, Situación, Estado,
Acción y Pasión). Y según Aristóteles aduce «el ser se dice en una pluralidad de senti-
dos»48, estos sentidos del ser es lo que denomina categorías. Esta concepción de las
categorías aristotélicas va a ser recogida, de forma similar, por Ranganathan, quien
estableció cinco categorías principales, estas cinco categorías fundamentan el sistema,
son conceptos algo difíciles de concretar para nosotros los occidentales. Ranganathan
recoge la tradición, a este respecto, de la antigua Escuela de Mimansa, y en concreto
de Prabhakara.
107
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
n5 Otoño.
n7 Invierno,
p Tiempo metereológico.
pl Tiempo seco.
p5 Tiempo húmedo.
Ejemplos:
M55 será 1855.
N5 para 1950.
Psicología del siglo XX. S'N.
Lengua: Se emplean números arábigos para la subdivisión de lenguas, usados
deforma decimal. Por ejemplo:
11 Teutónico.
111 Inglés.
113 Alemán.
12 Latín.
121 Italiano.
122 Francés.
123 Español.
124 Portugués.
13 Griego.
14 Eslavas.
142 Ruso.
15 Sánscrito.
2 Semíticas.
25 Hebreo.
28 Árabe.
Ejemplos:
0111 Literatura inglesa.
0123 Literatura española.
0123'N Literatura española en el siglo XX.
Espacio: Esta subdivisión emplea números arábigos usados de forma decimal.
Así:
4 Asia:
41 China.
42 Japón.
44 India.
108
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
5 Europa:
51 Grecia.
52 Italia.
53 Malta.
54 España y Portugal.
541 España.
542 Portugal.
55 Alemania.
56 Gran Bretaña.
58 Rusia.
59 Turquía.
6 África:
612 Mozambique.
613 Rhodesia.
663 Marruecos.
7 América:
72 Canadá.
73 EEUU.
75 América Central.
755 Nicaragua.
8 Australia:
Ejemplos:
Biblioteconomía Española. 2.541.
Economía Griega. X.51.
Filosofía India. R.44.
La notación de la Clasificación Colonada, tal como hemos visto, es mixta con
caracteres nemotécnicos, letras mayúsculas y minúsculas del alfabeto latino, letras del
alfabeto griego, números arábigos y en algunos casos usados éstos de forma decimal.
Pero además la Clasificación de Ranganathan emplea otros signos indicadores como el
colon o dos puntos para indicar una doble característica: y otros tales: - < > , . : ; / : / ( ) .
La clasificación se efectúa partiendo de una clase general y de las cinco categorías fun-
damentales, conformándose de la fórmula (BC),P ;M :E .S 'T. Puede omitirse el signo
que precede a la personalidad si ésta va inmediatamente después de la clase básica.
Pongamos un ejemplo «Catalogación de microformas en las bibliotecas guber-
namentales europeas»:
Clase (BC) Biblioteconomía 2
Personalidad [P] Bibliotecas gubernamentales ,48
Materia [M] Microformas ;151
109
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
52
Raw Title.
" Full Title.
54
Kernel Title.
55
Analysed Title.
" Transformed Title.
" 77í/e m Standard Terms.
110
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
5S
Title in Focal Numbers.
39
Synthesised Tille in Focal Number.
60
Verificalion by Reverse Treatment.
61
Facet Formula.
62
Rounds y Levéis. Podría traducirse rounds por entornos, aquí vamos a emplear la terminología
empleada por Emilia Curras, y lo traduciremos por pisos.
111
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
similar pueden aparecer en el segundo piso representándose [2P] [2M] [2E]. El Espacio y
el Tiempo siempre aparecerán solamente en el último entorno o piso de una materia. La
aparición de una categoría en un mismo piso va a ser delimitada bajo la denominación de
nivel. Así tendremos respecto a la Personalidad los siguientes pisos y niveles:
Piso 1 [lP] nivel 1 [Pl] [1P1].
Piso 1 [lP] nivel 2 [P2] [1P2].
Piso 2 [2P] nivel 1 [Pl] [2P1].
Piso 2 [2P] nivel 2 [P2] [2P2].
De igual forma puede suceder con la materia y la energía. Sin embargo el espa-
cio y el tiempo tendrán niveles sólo en el último piso y solamente serán representados
de la forma siguiente:
[S1].
[S2].
[T1].
[T2].
El análisis de los diferentes pisos y niveles va a dar una secuencia determinada
de manifestación de las categorías. Esta secuencia va a regir un orden conforme a la
operatividad, de igual forma que se ordenan los dibujos en una pintura mural para que
no se superpongan, esto es el denominado principio de la pintura mural. Este orden
secuencial está ya determinado en cada clase y se va a denominar fórmula facetada.
Cada parte o manifestación de las categorías en la fórmula facetada las denominare-
mos foco. A continuación exponemos las tablas de algunas de las clases principales, la
fórmula facetada correspondiente y su esquema de clasificación:
a BIBLIOGRAFÍA GENERAL63
Fórmula facetada:
P, [P2] [P3] [P4].
P Material o soporte.
P2 Clases de bibliografía, catálogo o enciclopedia.
P3 Lugar.
P4 Tiempo.
Esquema de clasificación:
Foco en P.
I Por el modo de producción:
II Tableta.
112
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
12 Manuscrito.
128 Archivo.
13 Libro sonoro.
14 Libro impreso.
15 Fotoreproducción.
151 Microforma.
1511 Microfilme.
1512 Microficha.
152 Fotostat.
17 Mapa.
18 Ejemplar mecanografiado.
2 Por la escritura:
(Se divide por lenguas).
3 Por la lengua:
(Se divide por lenguas).
4 Por la naturaleza de la publicación:
43 Libro convencional.
44 Periódico.
45 Recreativos.
46 Periódicos.
47 Obras de referencia.
48 Patentes.
494 Tesis.
4994 Libros no escritos.
4995 Libros escritos pero no existentes.
5 Por la entidad de producción:
54 Universidad.
55 Gobierno (oficiales).
58 Privadas.
6 Por el período de publicación:
61 Antiguas.
66 Actuales.
7 Por la edición:
71 Primera.
74 Prescrita.
75 De lujo.
77 Autógrafo.
8 Por el grupo social de lectores:
(Se divide como el grupo Y de Sociología).
113
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
95 Traducción:
(Se divide primero por la lengua del original y por la lengua de la traducción).
991 Por el tamaño:
9911 Formato común.
9912 Miniatura.
9917 Panfleto.
Foco en [P2]
1 Lista de publicaciones en el área geográfica.
2 Catálogos de bibliotecas.
3 Catálogos de editores.
4 Catálogos de Booksellers.
5 Catálogos de exposiciones.
7 Listas de lecturas.
Foco en [P3] y [P4]
2 BIBLIOTECONOMÍA64
Fórmula facetada:
2[P];[M]:[E][2P]
Foco en [P] Bibliotecas.
Foco en [M] Material de la clase P en Bibliografía general.
Foco en [E] [2P] Problema, proceso, acción.
Esquema de clasificación:
1 Tipos de bibliotecas:
11 Universales.
12 Nacionales.
13 Regionales.
14 Públicas.
15 Otra división.
2 Ámbito local, Públicas:
21 Distrito o barrio.
22 Municipales.
3 Enseñanza:
31 Escolares (primaria).
32 Escolares (secundaria).
33 College.
114
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
34 Universitarias.
36 Especializadas.
4 Negocios:
42 Industria.
44 Hemerotecas.
45 Comercio, selección.
48 Gubernamentales.
(otras por Sd)
5 Subscripción.
6 Bibliotecas especiales:
61 Infantiles.
62 Centros penitenciarios.
64 Hospitales.
65 Mujeres.
68 Ciegos.
695 Marinos.
95 Contactos.
97 Privadas:
Foco en [M] como el foco en [P] para Bibliografía general.
Foco en [E] con [2P].
1 Selección de libros.
2 Organización.
3 Función.
4 Cooperación.
5 Tratamiento técnico:
51 Clasificación.
55 Catalogación.
6 Circulación:
61 Consultas.
62 Préstamo.
7 Libros de referencia.
8 Administración:
81 Selección de libros.
811 Fuentes.
815 Expurgo.
82 Ordenación.
84 Acceso.
85 Preparación.
115
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
88 Mantenimiento.
97 Documentación.
EJEMPLOS:
La selección de libros en las bibliotecas gubernamentales indias en 1970
248;43:81.44'N70
Catalogación de mapas en las bibliotecas públicas inglesas en el siglo XIX
22;17:55.56'M
Préstamo de tesis en las Bibliotecas nacionales europeas
212;494:62.5
0 LITERATURA65
Fórmula facetada:
O [P], [P2] [P3], [P4]
P Lengua.
P2 Forma.
P3 Autor.
P4 Trabajo.
Esquema de clasificación:
P foco: división de lengua como los auxiliares de lengua
P2 foco: división de forma
Para la Literatura se emplean auxiliares de forma con una notación numérica
precedida de una coma:
,1 Poesía.
,2 Drama.
,3 Ficción, novela, etc.
,4 Correspondencia.
,5 Oratoria.
,6 Otras formas de prosa.
P3 Autores: se construye consignando el nombre del autor o asignando una
numeración cronológica, ésta se formará con la fecha de nacimiento del autor, también
puede consignarse la fecha de la obra o la fecha de muerte.
P4 Libro: El número del libro se construye con la enumeración de las obras de
un autor, se consignará numeración cronológica si se trata de un autor con un número
de obras inferior a 8. Si se trata de un número mayor pero inferior a 64 se hará secuen-
cia cronológica, también puede hacerse grupos de obras, por ejemplo
116
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
EJEMPLOS:
«Hamlet» Shakespeare (1564-1616)
J64 =1564
0111,2J64
«El Quijote» Cervantes (1547-1616)
0123,3J47
«Fausto» Goethe (1749-1832)
0113,2L49
«Anna Karenina» Tolstoy (1815-1910)
0142,3M15
Hasta aquí hemos visto las tablas completas de algunas clases principales. El
universo temático puede ser caracterizado como infinito, multiforme, multidimensio-
nal y continuo, ésto supone que cada tema puede ser abordado en relación con otro
tema a ésto se le denomina fase de relación. Esta fase de relación puede producirse
entre dos clases principales66; entre dos facetas67, o sea, se trata de relacionar dos aspec-
tos de una misma materia o clase; y entre dos órdenes68, es decir dos aspectos de una
misma materia.
La relación entre dos materias o clases sería, por ejemplo, relacionar la Filoso-
fía y el Derecho, la relación entre dos facetas abarcaría por ejemplo a una materia
que tratase la catalogación en los archivos y en las bibliotecas o también la relación
entre dos términos que pertenezcan al mismo ámbito como la selección de libros y su
pedido, finalmente la relación entre dos órdenes trata de dos aspectos, o unidades últi-
mas, o sea, elementos de una misma faceta, por ejemplo, población rural y urbana en
Francia.
Existen cinco tipos en esta fase de relación General, Tangencial, Comparación,
Diferencia e Influencia69:
Entre clases
General: Oa.
Tangencial: Ob.
Comparación: Oc.
Diferencia: Od.
Influencia: Og.
66
Inter-Class.
67
Inter-Facet.
68
lnter-Array.
m
General, Bias, Comparison, Difference, Influence.
117
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Entre facetas
General: Oj.
Tangencial: Ok.
Comparación: Om.
Diferencia: On.
Influencia: Or.
Entre órdenes
General: Ot.
Tangencial: Ou.
Comparación: Ov.
Diferencia: Ow.
Influencia: Oy.
Ejemplos:
Relación entre clases
General Las bibliotecas y la educación.
Oa 20aT.
Tangencial Matemáticas para físicos.
Ob BObC.
Comparación La religión comparada con la Filosofía.
Oc QOcR.
Diferencia Diferencia entre la Botánica y la Zoología.
Od IOdK.
Influencia Influencia de la política en la literatura.
Og OOgW.
Relación entre facetas
General Catalogación en las bibliotecas públicas y en las ads-
critas a centros de enseñanza.
Oj 220j3:55.
Tangencial El oxigeno e hidrógeno como componentes del agua.
Ok E160oOk110.
Comparación Estudio comparativo entre el catolicismo y protestan-
tismo.
Om Q620m63.
Diferencia Diferencia de abono entre la naranja y la manzana.
On J3720n371.
Influencia Influencia de la democracia en la monarquía.
Or W6Or4.
118
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
119
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
70
GROLIER, Eric de. La clasificación cien años después de Dewey. Op. cit.; p. 344.
71
Moss, R. Categories and Relations : origins oftwo classification theories. En: American Classi-
fication, 1964; p. 296.
72
Idem.;pp. 320-301.
120
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
rios como Faceta, Foco, Entorno, Nivel y otro muchos que han sido aceptados en el
ámbito mundial73. Su más grande contribución ha sido el empleo de esta terminología
y los principios y cánones proporcionados en los Prologomena to library classification
y en los Elements of library classification. Los cánones son los principios generales
que conforman la teoría general de la clasificación, son varios los autores que desde el
punto de vista teórico han iniciado este concepto de canon en clasificación como E. C.
Richardson, L. Stanley, H. E. Bliss y W. C. Berwicck Sayer. Ranganathan tomará,
principalmente, de Sayer los postulados teóricos. La teoría general de la clasificación
se asienta sobre treinta y nueve cánones distribuidos en tres planos: Plano de la Idea,
Verbal y Notacional:
121
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
PRINCIPIOS75:
74
Esto ocurre en la Clasificación de la Biblioteca del Congreso de Washington, ya que no se trata
de un sistema clasificatorio en sentido estricto, sino que lo conforman tablas totalmente independientes y sin
ninguna conexión entre sí.
" Tomados del capítulo E de Elements ofLibrary Classification. 3"', ed. pp. 30-44.
Éstos son los principios expuestos por Ranganathan, existen otros principios de importancia menor
que omitimos.
122
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
123
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
'* Son numerosos los Sistemas de Clasificación que no acatan este canon y presentan discrimina-
ciones grotescas relativas a diversos ámbitos. La CDU en su versión española de 1995 ha tratado de evitar
muchos términos hirientes que aparecían en ediciones anteriores.
124
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
nancia con la intensión de la clase que representa, este canon guarda relación con el de
la elasticidad.
26. Canon de la coextensividad y canon de la baja extensividad. En las
tablas clasificatorias el número clasificatorio ha de ser extensivo, ya que ha de repre-
sentar cada característica relevante que aparezca en el documento clasificado. Igual-
mente la baja extensividad, es decir, un número que abarque una clase temática
menor, hace mención a que el número clasificatorio correspondiente será una subdi-
visión.
Cánones nemotécnicos:
Un aspecto debe ser representado por el mismo dígito o grupos de dígitos en
cualquier clase en que ocurra.
27. Canon de nemotécnica alfabética. Este canon consiste en representar una
idea con su primera letra.
28. Canon de nemotécnica esquemática. Este canon implica que en un
esquema clasificatorio se debería emplear el mismo dígito o dígitos para representar
una idea aislada o una idea integrada dentro de un esquema.
29. Canon de nemotécnica sistemática. Este canon es otro tipo de ayuda a la
memoria y agrupa los elementos (o los números auxiliares) en un orden sistemático.
30. Canon de nemotécnica seminal. En la primera edición de los Prolegóme-
no Ranganathan hacía mención a este canon denominado esquema nemotécnico. Este
canon nos permite la expansión o ampliación de los esquemas allí donde no los hubie-
re, (se trata de una numeración sólo del 1 al 8 y el número 11, por ejemplo, representa
la Unidad, el Mundo, la Historia Natural).
Cánones del universo creciente de materias: cánones para la hospitalidad en
orden y para la hospitalidad en cadena:
Cánones para la Hospitalidad en orden
La hospitalidad en orden hace referencia a que el orden de las clases debe conte-
ner un lugar independiente y exclusivo para cada una de ellas.
31. Canon de la extrapolación en orden. Existen clasificaciones que inclu-
yen lagunas entre los números lo que permite, que en un momento posterior, se pueda
ampliar la misma y dotarla de gran hospitalidad.
32. Canon de la interpolación en orden. Indica la posibilidad de admitir la
interpolación de alguna clase entre dos ya existentes.
Cánones para la hospitalidad en cadena
La hospitalidad en cadena hace referencia a que la notación de un esquema de
clasificación debe ser como una clase, que pueder ser subdividida sucesivas veces, así
las subclases resultantes en cadena pueden conseguir un número clasificatorio distinto,
de modo que esos números clasificatorios preservan su propia secuencia filiatoria.
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
79
RANGANATHAN, S. R. Library classification its added uses. En: Libri, 1952, 2; pp. 31-36.
80
RANGANATHAN, S. R. Library classification through a century. En: Classification research.
Copenahgen: P. Atherton, 1965; pp. 15-35.
126
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
nes ya que falleció en 1972. La actividad teórica abordada por Ranganathan ha sido
incesante y ha sido prolongada por sus discípulos que han partido de sus concisos y
fundamentados principios teóricos. La fundamentación teórica de Ranganathan ha
alcanzado el ámbito internacional y se ha visto plasmada en las modernas teorías clasi-
ficatorias, ya sean las de: Palmer y Well, B. C. Vickery, D. J. Foskett, J. Mills, D. W.
Langridge, De Grolier, P. Atherton, P. Richmond, B. Kyle, I. Dahlberg, K. Davison,
A. C. Foskett, J. H. Shera y otros muchos. En España la incidencia en el ámbito teórico
de la clasificación colonada ha sido prácticamente inexistente.
81
REYNOLDS, Dennis J. The introduction and use offorms of Decimal Classification in Russia,
1895-1921: UDC, DDC, and the Norman Plan. En: The Library Quaterly. 1977, v. 47, n.° 4; p. 433.
82
Idem.;p. 434.
83
ídem.; p. 441.
127
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
03 Colecciones literarias.
04-05 Libros para jóvenes y viejos.
1 Religión y Filosofía:
11 Religión. Trabajos Generales.
12 Dogma Cristiano.
13 Religiones no Cristanas.
14 Filosofía. Trabajos Generales.
Historia de la Filosofía.
Metafísica.
Sistemas Filosóficos.
15 Psicología, Lógica, Ética.
2 Ciencias Sociales y Jurídicas:
20 Trabajos Generales.
21 Sociología (Cultura Primitiva Historia Primitiva).
22 Estadística.
23 Política.
24 Economía Política.
25 Problemas Laborales.
26 Problemas Campesinos y Agrarios.
27 Gobierno y Leyes.
28 Otros problemas de la Vida Social y Económica.
29 Educación, Pedagogía.
3 Historia de la Literatura. Crítica. Lingüística:
31 Lingüística. Diccionarios de Idioma.
32 Teoría de la Filología.
33 Historia de la Literatura.
34 Crítica.
4 Historia:
40 Trabajos Generales. Filosofía de la Historia.
41 Historia Mundial.
42 Historia Rusa.
43 Historia de otras Naciones.
44 Biografía. Memorias.
5 Geografía, Antropología. Etnografía:
51 Geografía de Rusia.
52 Geografía de otros países y Geografía General.
53 Viajes.
54 Antropología y Etnografía.
128
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
6 Matemáticas y Ciencia:
60 Trabajos Generales.
61 Matemáticas.
62 Astronomía.
63 Física y Mecánica.
64 Química.
65 Geología. Mineralogía. Geografía. Física. Meteorología.
66 Bilogía. Bacteriología.
67 Botánica.
68 Zoología.
69 Anatomía y Fisiología Humana.
7 Ciencias Aplicadas:
70 Trabajos Generales.
71 Medicina e Higiene.
72 Medicina Veterinaria.
73 Economía Rural.
74 Artesanos.
75 Tecnología (Química y Mecánica).
76 Mecánica Aplicada. Ingeniería Mecánica. Construcción.
77 Comercio (Contabilidad, Libros de Cuentas).
79 Varios. Taquigrafía. Economía Doméstica.
8 Artes Creativas y Deporte:
80 Trabajos Generales.
81 Teatro y Música.
82 Pintura y Escultura.
83 Arquitectura.
84 Fotografía y Artes Gráficas.
85 Deportes.
9 Generalidades:
91 Enciclopedias Generales y Glosarios de Términos Foráneos.
92 Trabajos de la Variedad de Campos del Conocimiento.
93 Instituciones Relacionadas con todos los Campos del Saber.
94 Bibliografía.
95 Libros y Biblioteconomía.
El empleo de la CDU en las bibliotecas rusas frente al plan normal fue pequeño
y paulatino. La CDU se implantó en un primer momento en bibliotecas de academias
especializadas. Tras la revolución soviética, en los años comprendidos entre 1917 y
1921 hubo un intenso debate acerca de la adopción de un sistema clasificatorio. Los
sistemas que provocaron el debate fueron la CDU y la CDD. Finalmente el problema
se dirimió a favor de la CDU que quedó implantada mediante Decreto de 1 de enero
129
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
84
SAMURIN, E. I. Geschichte des bibliotekarish-bibUographischen Klassifikation, 1969, 2 v.
130
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
' GROLIER, Eric de. Le systéme des sciences et l 'evolution du savoir. Op. cit. Vol. II.
86
SAMURIN, E. I. Geschichte des bibliothekarish-bibliographischen Klassifikation.
' GROLIER, Eric de. La clasificación cien años después de Dewey. Op. cit.; p. 346.
' GROLIER, Eric de. Les systémes des sciences et Vevolution du savoir. Op. cit.; p. 71.
' FOMIN, A. A. The progress ofthe Universal Decimal Classification in the USSR. En: Rev. Int.
Doc. 1965, v. 32, n.° 2; p. 54.
131
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
132
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Gardin, Braffort, Leroy, Perreaut, Austin y otros90. También destacan las actividades
abordadas por la ISKO (International Society Knowldge Organization) que publica
numerosas obras muy actualizadas de todos los especialistas en este ámbito y organiza
numerosos encuentros entre los mismos y colabora de forma muy estrecha con los tra-
bajos de la FID. La ASLIB (Asociación de Bibliotecarios del Reino Unido) colabora
igualmente con el CRG (Clasification Research Group). Finalmente es de destacar los
trabajo abordados en el marco de la FID, que tratan de modificar la concepción misma
de los Sistemas de Clasificación y abordar su conjugación con la automatización de los
procesos documentales. La implantación de modelos automatizados de acceso a la
información parece relegar a un segundo plano los tradicionales sistemas de clasifica-
ción, aunque su vigencia es indudable en el ámbito práctico, ya que la tendencia más
actualizada es el libre acceso a los estantes, donde los sistemas de clasificación tienen
gran vigencia.
Por otra parte, en el ámbito español las investigaciones son prácticamente ine-
xistentes. En los siglos XIX y XX los sistemas y las ideas acerca de la Clasificación
Documental han sido siempre importados del exterior. Los modelos de clasificación
biblioteco-bibliográfica, y en concreto la CDU, provinieron en el siglo XIX de otros
países y continúa esta «dependencia» en la actualidad, según pasamos a exponer.
GROLIER, Eric de. Le systéme des sciences et l'evolution du savoir. Op. cit.\ p. 69.
133
CAPÍTULO 3
135
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
política, y en 1884 entró en el Parlamento Belga como Senador socialista1. Fue también
Vicepresidente del Senado Belga, según asevera Ricardo Gietz2. Pocos años más tarde,
en 1889, se ocupó del pacifismo fundando la «SocietéBelgepour l'arbitrage de la
Paix». Asimismo, organizó un congreso internacional de la Paz en Amberes en 1894,
y participó en la fundación del «Burean International de la Paix» de la que fue su Pre-
sidente en 1907. Trató de fundar numerosos organismos de ámbito internacional, como
un Instituto Pedagógico, Escuela Mundial, Universidad Internacional, Oficina Interna-
cional del Comercio, Oficina Central de Emigración, Parlamento Internacional, y
otros. Su intensa actividad pacifista le llevó, en 1913, a obtener el Premio Nobel de la
Paz. Y cabe destacar, en este sentido, que sus inquietudes internacionalistas abarcaron
las tareas bibliográficas y documentales que llevó a la práctica con Paul Otlet.
Ciertamente, los juristas Paul Otlet y Henry La Fontaine mostraron mayor sensi-
bilidad y dedicación por los temas bibliográficos que por los jurídicos propiamente
dichos. Siendo así, La Fontaine comenzó su dedicación a la bibliografía en 1889, cuan-
do propuso al Club Alpino Belga el establecimiento de la bibliografía de las ascensio-
nes alpinas3, y, publicó, un año después una bibliografía sobre la paz4. Organizó, tam-
bién, una Sección de Bibliografía en la Sociedad de Estudios Sociales y Políticos de
Bruselas. Paralelamente Otlet publicó una bibliografía de Derecho, conjuntamente con
Blanchemanche, Cassiers, Hallet5. Con ello pretendieron realizar un estudio de la
bibliografía jurídica. Además Otlet publicó en 1892 un programa de organización de
una bibliografía de las Ciencias Sociales6. Los grupos promovidos por ambos se cohe-
sionaron con la pretensión de formar una institución, cuya sede primera fue la casa del
propio La Fontaine, y con posterioridad fundaron la «Office International de Biblio-
graphie Sociologique» que llegó a reunir 400.000 referencias bibiográficas. Por otra
parte, la actividad pacifista e intemacionalista de Paul Otlet no es menos notoria. En sus
obras idea y prefigura una institución que más tarde fue creada bajo la denominación de
Unesco, y también hizo mención a una sociedad de naciones, desarrollando una doctri-
na de internacionalismo y unas directrices para el logro de la ciudad mundial.
Ambos bibliógrafos acometieron utópicos proyectos, y emprendieron la reali-
zación de un repertorio bibliográfico de ámbito universal que abarcara todo lo publi-
1
LORPHEBRE, Georges. Henri La Fontaine, 1854-1943, Paul Otlet, 1868-1944. En: Reviste de
Documentation. XXI, 1954, fase. 3, p. 89.
2
GIETZ, Ricardo. La historia de la FID. En: Revista Española de Documentación Científica. 9, 3,
1986; p. 237.
3
LA FONAINE, Henri. Projet de Bibliographie Universelle des Ascensions Alpines, Bruxelles: F.
Hayez, 1889. p. 9.
LA FONAINE, Henri. Projet de Bibliographie Universelle des Ascensions Alpines. En: Bulletin du
Club Alpin Belge. T. 2, 1893; pp. 266-272.
4
LA FONAINE, Henri. Essai de Bibliographie de la Paix. Bruxelles : th. Lombaerts, 1891. p. 25.
' Sommaire, periodique des revues de doit: table mensuelle de touts les anieles et études juridique
publies dans les périodiques belges et étrangers. BLANCHEMACHE, Pierre... [et al.] ; preface de Edraond
Picard. Bruxelles: Librairie Genérale de Jurisprudence, 1891. XII, p. 230.
6
OTLET, Paul. Unpeu de bibliographie: Extrait du Palans.; p. 20.
136
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
cado en el mundo en cualquier materia. Para este logro convocaron una Conferencia
Bibliográfica Universal, que se celebró en Bruselas en 1895. En ella se pretendió
establecer un sistema clasificatorio para organizar las referencias de todo el saber pro-
ducido por el espíritu humano. El sistema que abrazaron era la Clasificación Decimal
del americano Melvil Dewey, como ya señalamos. Otlet tuvo conocimiento de ella en
1895 poco tiempo antes de la celebración de la conferencia, pero impresionado por
este sistema emprendió, con el auxilio de dos amigos, la tarea de transformar el plan
primitivo de clasificación de sus 400.000 fichas bibliográficas para poder presentar
un fichero decimal en la conferencia. Por tanto, con anterioridad a la celebración de la
conferencia, Otlet y La Fontaine conocían y habían trabajado el sistema de Clasifica-
ción Decimal. Además, el 24 de marzo de 1895 Paul Otlet envió una carta a Dewey
demandándole su permiso para poder usar y desarrollar la Clasificación Decimal,
donde también le planteó la posibilidad de aplicar esta clasificación para organizar
repertorios bibliográficos y la posibilidad de traducir las tablas a la lengua francesa7.
Recibieron una respuesta afirmativa por parte de Dewey. Desde el inicio de 1895,
fecha en que tenían una copia de la Clasificación Decimal, y ya habían trabajado con
este sistema y habían realizado algunas subdivisiones para la Sociología, y que apli-
caron a 400.000 referencias bibliográficas que presentaron ante la Conferencia Biblio-
gráfica Universal.
' GOOSSENS, Jan. Origins and Development ofthe Universal Decimal Classification. En: Interna-
tional Forum on Information and Documentation. Vol. 7, n° 2, 1982; p. 9.
8
LOPÉZ YEPES, José. Teoría de la Documentación, p. 36.
LA FONTAINE, Henri ; OTLET, P. Creation d'un épertoire bibliographique universel: note prelimi-
nar. En: Bulletin d'Institut International de Bibliographie. 1985; pp. 15-38.
1
OTLET, Paul. L'avenir du livre et de la Bibliographie. En: Bulletin de l'Institut International de
Bibliographie. 1911; p. 289.
1 ^7
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
en una bibliografía de todos los libros publicados bajo la idea de que los libros consti-
tuyen una vasta sociedad al igual que los hombres, de esta forma las relaciones y accio-
nes entre ambos son incesantes. El Repertorio Bibliográfico Universal debería incluir
la referencia bibliográfica del conjunto de los conocimientos humanos que se encuen-
tran en los trabajos de cualquier tipo o naturaleza como libros, artículos de revistas,
comunicaciones, etc. Se trataría, por tanto, de un inventario organizado de todo cuanto
los hombres han escrito desde que el hombre hizo uso de la escritura. El repertorio
debería incluir la referencia del conjunto de los conocimientos escritos, o sea, el Archi-
vo de la Humanidad". Los trabajos bibliográficos que habían abordado, Otlet y La
Fontaine, fueron la apoyatura para el proyecto de creación del Repertorio Bibliográfi-
co Universal, que presentarán como propuesta ante la Conferencia Internacional de
Bibliografía. Aquí ofrecerán a los asistentes a la conferencia, la posibilidad de compi-
lar todo el saber escrito producido por el hombre en un repertorio que recogiere todo
aquello que se hubiere publicado en el mundo. Esta idea se ha pretendido realizar en
numerosos momentos de la historia de la humanidad. Bajo ese espíritu cabe interpretar
distintos libros de la antigüedad, así como la compilación del saber en las antiguas
enciclopedias.
11
LA FONTAINE, Henri : OTLET, Paul. L'etat actuel des questions bibliographiques. En: Bulletin de
la Institut International de Bibliographie. 1908; p. 167.
12
OTLET, Pierre. Le programme de VInstituí International de Bibliographie: Objetions et Explica-
tions. En: Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1985; p. 80.
13
OTLET, P. Creation de un Répertoire Bibliographique Universel: Note Preliminaire. En Bulletin
de l'Institut International de Bibliographie. 1985; p. 84.
138
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
pedistas del siglo XVIII. Y a ello hay que añadir que durante el siglo XIX, con la
creación y desarrollo de las bibliotecas de carácter público, fueron los propios esta-
dos, quienes trataron de registrar la producción editorial de sus naciones. Así, las
técnicas bibliográficas van a iniciar un notable desarrollo. De esta forma, el proyecto
del Repertorio Universal de Otlet y La Fontaine va a tener gran acogida por parte de
numerosos países, además de presentarse como auxiliar para coordinar y desarrollar
las bibliografías producidas por los distintos esfuerzos individuales. El hecho es que
este proyecto de cooperación internacional necesitaba una clasificación sistemática
capaz de saltar las barreras derivadas de la multiplicidad lingüística. Otlet y La Fon-
taine, que habían meditado sobre la operatividad de diversos sistemas de clasifica-
ción no dudaron en optar por un tipo de clasificación lógica de materias frente a una
ordenación alfabética. La principal ventaja de aquél era su carácter de mayor univer-
salidad, fundado a su vez en el carácter más universal de la lógica frente a la multi-
plicidad y diversidad de los distintos lenguajes naturales. Prosiguiendo este análisis,
vemos que los bibliógrafos belgas desecharon la idea de elaborar un catálogo alfabé-
tico de materias, pero no ocurrió lo mismo con el catálogo de autores. Y así proyec-
taron realizar un duplicado del repertorio sistemático de materias que estaría organi-
zado por orden alfabético de autores. Completaron la caracterización del repertorio
con los puntos siguientes14:
1. Debe ser completo.
2. Debe tener al mismo tiempo un carácter onomástico e ideológico (es decir,
reseñas por autores y por temas).
3. Deben existir numerosos ejemplares.
4. Debe permitir la rectificación de errores y omisiones.
5. Debe comprender la mayoría de los trabajos bibliográficos existentes.
6. Debe comprender un inventario de los lugares de los fondos bibliográficos
(es decir, inventario topográfico).
7. Debe hacerse uso de este repertorio para la protección legal de las obras
intelectuales.
La cooperación internacional y el auxilio de un sistema de clasificación siste-
mática de carácter universal posibilitó la viabilidad del Repertorio Bibliográfico
Universal. Asimismo, aprovecharían las bibliografías nacionales, especiales y otras.
Con el repertorio estas bibliografías, de carácter más local no estarían condenadas a
desaparecer, sino que, por el contrario, ayudarían a conformar el inventario comple-
to de la producción intelectual de todos los países. Otlet y La Fontaine finalmente
definieron el Repertorio Bibliográfico Universal como «el estado civil de las obras
del espíritu».
La primera acción, de Otlet y La Fontaine, para la consecución de conformar el
repertorio universal fue la convocatoria de una conferencia bibliográfica internacional,
14
LA FONTAINE, Henri; OTLET, Paul., ídem., pp.16-17.
139
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
140
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
13
L' INSTITUT INTERNATIONAL DE BIBLIOGRAFIE. Decisions et voeux. En: Bulletin de l'Institut Inter-
nationa] de Bibliographie. 1895-1896; pp. 10-11.
" GIETZ, Ricardo. Historia de la FID, Op. cit.; p. 238.
141
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
142
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
una pronta importancia y difusión17 tal como ocurrió con el caso español. Pese a que
España no envió ningún delegado, un bibliotecario, Manuel Castillo y Quijada, pronto
se hizo eco de las propuestas de la conferencia y se erigió en su difusor, según explici-
taremos en un momento posterior. El gobierno belga asumió todas y cada una de las
decisiones adoptadas en la conferencia y consagró su apoyo al desarrollo de las mis-
mas, y así fundó la Oficina Internacional de Bibliografía, que será el organismo
promotor y difusor del sistema decimal, puesto que este sistema como método para
organizar los trabajos bibliográficos y las bibliotecas fue la propuesta de la conferencia
que mayor difusión y aceptación tuvo. Las consecuencias derivadas de la conferencia
fueron rápidas y pronto en numerosos países prendió la mecha de la adopción de un
sistema internacional de clasificación, según explícita La Fontaine en su artículo «Rap-
port sur les progrés de l'organisation bibliographique intemational depuis la Premier
Conference Bibliographique de 1895»18. Así en Inglaterra la Royal Society comenzó
la elaboración del denominado «Catalogue ofScientific Papers», en el que recogía las
referencias de materiales bibliográficos posteriores a 1800. Aunque el catálogo estaba
sujeto a una ordenación alfabética, contenía una tabla sistemática de materias siguien-
do el sistema decimal. En Francia la Association Francaise pour l'avancement des
Sciences (AFAS), tras celebrar una reunión general, hizo suyas las propuestas adopta-
das por la Conferencia de Bruselas de 1895. En Estados Unidos la Asociación de
Bibliotecarios Americanos (ALA) formó una sección del instituto (que tendrá su ori-
gen tras la conferencia) de la que Melvil Dewey será su presidente. En el Reino
Unido la Librarían Association ofthe United Kingdom (LAUK) y la Bibliographical
Society agruparon a los bibliógrafos y bibliotecarios que se unieron también a la
conferencia. En Austria la Asociación de Bibliotecarios, junto con los directores de
la biblioteca de la universidad y de la Holf-Bibliothek se interesaron y comenzaron a
participar activamente para la realización del repertorio universal. Hungría también
colaboró, y allí se creó una sociedad bibliográfica en conexión con el Instituto Inter-
nacional. En Rusia se creó una sociedad análoga a la originada en Hungría. Lis-
sowski dirigió su actividad para apoyar la implantación de la clasificación decimal
de la que era un abierto partidario e igualmente se ofreció para organizar los trabajos
en conexión con el instituto. En España, pese a que no hubo asistencia española a la
conferencia, y la influencia en el territorio español no fue inminente, no dejó de ser
notoria. Y tal como hemos mencionado, fue Manuel Castillo, de la Biblioteca Uni-
versitaria de Salamanca quien, por vez primera, difundió las tablas de la clasifica-
ción decimal.
" L' INSTITUT INTERNATIONAL DE BIBLIOGRAFIE: Premien resultáis. En: Bulletin de l'Institut Inter-
national de Bibliographie I, 1985; pp. 49-52.
18
LA FONTAINE, Henry. Rapport sur le progrés de l'organisation bibliographique. (la Deuxieme
Conference Bibliographique Universelle 1897). En: Bulletin de l'Institut International de Biblio-
graphie. 1897; pp. 245-252.
143
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
19
L' INSTITUT INTERNATIONAL DE BIBLIOGRAFIE: Premien resultáis. En: Bulletin de l'Institut Inter-
national de Bibliographie. 1895-1896; p. 49.
20
LORPHEVRE, Georges. Henri La Fontaine. 1854-1943. Paul Otlet, 1863-1944. En: Reviste de
Documentation XXI; fase. 3. 1954, op. cit, p. 89.
21
L' INSTITUT INTERNATIONAL DE BIBLIOGRAFIE. Status. En: Bulletin de l'Institut International de
Bibliographie. 1895-1896; pp. 12-13.
144
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
145
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
XIV. Los presentes Estatutos pueden ser revisados por demanda de, veinticin-
co miembros efectivos y después de que las modificaciones propuestas hayan sido
comunicadas a todos los miembros del instituto, la revisión será votada por mayoría de
dos tercios de los miembros presentes.
XV. El instituto publica un boletín periódico donde son discutidas todas las
cuestiones relativas al fin de la asociación. El boletín publica los nombres de todos los
grupos, instituciones y personas que se adhieren al instituto y a sus discusiones.
El programa del instituto fue, no obstante, objeto de duras críticas por parte de
directores de grandes bibliotecas que consideraron el Repertorio Bibliográfico Univer-
sal un proyecto irrealizable y utópico. Eran contrarios a la adopción de la clasificación
decimal ya que consideraban que la variedad de sistemas clasificatorios existentes
correspondía a las necesidades particulares cada uno de los fondos bibliográficos22. La
actividad del instituto respecto a la creación del repertorio universal dio comienzo
en 1895. Las fichas del incipiente repertorio se distribuían en dos ficheros: uno organi-
zado por orden alfabético de autores y el otro, sistemático, mediante la clasificación
decimal. Las actividades del instituto inmediatamente posteriores a la creación del
repertorio fueron numerosas23. Así la publicación de partes del repertorio por ciencias
particulares reunidas bajo la denominación de «Bibliographia Universalis». También
el instituto trató de organizar en los distintos países centros colaboradores con los tra-
bajos relativos al repertorio. De igual forma el instituto publicó un boletín denominado
«Bulletin de l'Institut International de Bibliographie», que comenzó a editarse
en 1895. El boletín era enviado a todos los miembros del instituto (ya fueran estos
miembros personales, asociaciones o instituciones). La recepción del boletín por parte
de sus miembros tenía un carácter gratuito y, a través del mismo, se difundían las
tareas emprendidas por el instituto, las informaciones bibliográficas, lo relativo a una
teoría o técnica referente al libro y también aquello que concernía a la organización
internacional de la bibliografía. Las actividades del instituto igualmente comprendían la
publicación de un anuario en el que se reseñaba la lista de sus miembros. Otras publica-
ciones eran las incluidas en una colección de monografías con una temática relativa a
diversas formas organizativas y metodología bibliográfica. Otro de los servicios era una
imprenta para la publicación de los trabajos de sus miembros. El instituto también ofre-
cía su colaboración estableciendo unas fichas bibliográficas modelo (12'5 x 7'5 cm.),
las fichas divisorias de éstas y los ficheros.
Es claro que la actividad del instituto durante sus primeros años fue incesante y
no cejó de perseguir la normalización e internacionalización de los trabajos técnicos
bibliográficos. En 1931 se denominó Instituto Internacional de Documentación (IID),
trasladando su sede a Holanda. En 1939 modifica de nuevo su denominación por Fede-
22
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 12 eme. ane. 1907; p. 103.
23
Notice sur l'Institut International de Bibliographie: Son but, son organization, ses travaux. En:
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1899; pp. 79-81.
146
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
24
DEWEY, Melvil. Decimal Classification and Relativ Index. 5." ed. Boston: Library Bureau, 1894.
25
Classification Decimale: Tables generales abregees. Bruxelles, 1897.
147
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
26
JUNGER, Cari. Die Decimal Classification : Gekurze allgemeine tafeln Deutsche Aufgabe. Wien:
Holder, 1897.
27
BENEDETTI, Vitorio. Classificatione Decimale : Tavole generali du Melvil, ridotti... Firenze:
Barbera, 1897.
28
Notice sur VInstituí International de Bibliographie: son but, son organisation, ses travaux. En:
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1899; p. 48.
29
CASTILLO Y QUIJADA. Manuel. La Clasificación Bibliográfica Decimal: exposición del sistema y
traducción directa de las tablas generales del mismo. [S.L.: s.n.] (Salamanca: Calatrava, 1897).
30
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1899; p. 173.
31
LORPHÉVRE, Georges. Henri La Fontaine 1854-1943. Paul Otlet, 1868-1944. En: Reviste de
Documentation XXI, fase. 3. 1954. Op. cit, p. 90.
32
Manuel du Répertoire Bibliographique Universel. Bruxelles, 1907.
148
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Pero, como decíamos, la segunda edición de las tablas apareció muchos años
después, ya que en 1914 se interrumpió la actividad del instituto a causa de la Prime-
ra Guerra Mundial y se reanudó de nuevo en 1920. Por ello, esta segunda edición de
carácter internacional, no comenzó a publicarse hasta 1927, y fue redactada, princi-
palmente, por Otlet, Donker Duyvis y La Fontaine, siendo el índice alfabético prepa-
rado por este último. Apareció bajo el título «Clasification Decimale Universelle»}i,
es en este momento cuando nace en sentido estricto la denominada Clasificación
Decimal Universal. Es decir, en esta edición se origina la CDU y comienza su diver-
gencia respecto a la DDC o Clasificación Decimal de Dewey. Las nuevas tablas
contenían 40.000 divisiones sistemáticas y un índice alfabético frente al sistema ori-
ginario de Dewey en cuya primera versión las tablas comprendían doce páginas, y
todo su sistema incluyendo el índice no superaban cuarenta y tres34. Mientras que
Dewey perseguía la simplicidad, el IIB trataba de consolidar un sistema válido para
todas las materias a clasificar, lo que suponía un aumento notable de su complejidad.
La siguiente edición, o sea, la tercera internacional fue vertida a la lengua alemana
en 1934 denominada «Dezimal Klassification»,\ La cuarta edición internacional de
las tablas comenzó a publicarse en 1936 la conformaban seis volúmenes en lengua
inglesa. La 5.a edición de la CDU fue en francés en 1939. con numerosas modifica-
ciones como veinticinco nuevas divisiones y un índice de unos cien mil términos. La
CDU prosiguió su desarrollo y su implantación abarcó a otros países aue no habían
participado en su proyecto originario, como fueron los países del Este de Europa,
Asia y África.
33
Classifwation Decimale Universeüe. Tables de Classification pour les Bibliographies, Bibliothé-
ques, Archives... Edition complete. Brusselles: Palais Mondial, 1927-1933. 4 v.
34
DEWEY, Melvil. Decimal Classification and Relative Indexfor Librarles, cllpplng. Notes. Ideado
en 1873. En 1875 Dewey la presentaba esta tesis para la obtención del título de máster.
35
«Dezimal Klasslfication». Deutsche Kurzausgabe, edición alemana abreviada.
36
La Deuxieme Conférence Bibliographique Intemationales. En: Bulletin de l'Institut Internatio-
nal de Bibliographie; p. 169.
149
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
sión de la conferencia hizo mención a este desarrollo 37: «La Conferencia Bibliográfica
Internacional reconoce la necesidad de dar a los trabajos bibliográficos una organi-
zación internacional; tras haber tenido conocimiento de los trabajos ejecutados con-
forme al método decimal por la Oficina Internacional de Bibliografía y por sus cola-
boradores, ello les invita a proseguir su obra, sobre la base de la más larga
cooperación internacional y científica, teniendo en cuenta todas las mejoras que
sucesivamente serán sugeridas». La aceptación y consolidación de las propuestas de
la primera conferencia fue debida -tal como reconoció La Fontaine en la segunda
conferencia- a la colaboración prestada por el gobierno belga, ya que por vía diplo-
mática, el gobierno belga, se había dirigido a otros países para informarles sobre la
existencia y actividades de la Oficina Internacional de Bibliografía. Y para colaborar
con este proyecto, les había instado a los distintos gobiernos a que los catálogos de
las grandes bibliotecas públicas sirvieran de base originaria del repertorio universal.
La mayor parte de los países requeridos por la invitación belga accedieron a la cola-
boración requerida como Holanda, Hungría, Noruega, Suecia, Suiza, Finlandia,
Japón, China, Inglaterra, Italia, Austria, Dinamarca, Luxemburgo, Grecia, India,
México. Sin embargo España no colaboró, ya que la difusión de la Clasificación
Decimal era limitada, además de ser cuestionada y duramente criticada hasta ya entra-
do el siglo XX. Momento, a partir del cual, destacados bibliotecarios defendieron su
implantación.
La tercera reunión que se celebra para organizar la bibliografía internacional
tuvo lugar en París del 16 al 18 de agosto de 1900, bajo la denominación de Congreso
Internacional de Bibliografía. Los gobiernos de los distintos países enviaron represen-
tantes mediante los delegados. El gobierno español no envió ningún delegado, por lo
que en 1900 la cooperación española con el instituto continuaba siendo, además de
tenue, insuficiente para insertarse en los proyectos del instituto. Sin embargo, los
bibliógrafos españoles como Leopoldo Giménez y Ricardo Codorniú desarrollaron tra-
bajos de colaboración con el instituto, aspecto que trataremos más adelante. El institu-
to continuó expandiéndose y fueron numerosos los nuevos miembros y también los
asistentes a las reuniones, ya fuera la Conferencia Internacional de Bibliografía y
Documentación celebrada en Bruselas en 1908, la quinta conferencia celebrada
en 1910 o la sexta celebrada en Ginebra en 1924. Por otra parte, también se celebraron
otras reuniones de ámbito internacional -a partir de la celebración de la Primera Con-
ferencia Bibliográfica Internacional de 1895- que apoyaron las resoluciones de la con-
ferencia y los propósitos del instituto. Los congresos más relevantes, en este sentido
fueron los siguientes38:
- Congreso Internacional de Editores (París, 15 de junio). En el que se reco-
mendó que los catálogos de los libreros se confeccionaran mediante una clasificación
37
La Deuxieme Conférence Bibliographique Internationale. Op. cit. p. 171.
38
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1895-1907.
150
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
151
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
152
II. LA ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
EN LAS BIBLIOTECAS ESPAÑOLAS
CAPÍTULO 4
155
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
156
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
2
CASTILLO Y QUIJADA, Manuel. Una gran adquisición para la bibliografía moderna. La Clasifica-
ción Decimal Dewey. En: Boletín de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid, 1986 (año I, n.° 5); pp. 68-72.
3
CASTILLO Y QUIJADA. Manuel. ídem., p. 69.
157
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Decimal, pese a que a priori se desechaban las ventajas del mismo. Así el Ministro de
Fomento (la Dirección General de Instrucción Pública) nombró, el 14 de septiembre de
1896, a Nicolás Rascón y Anduaga miembro del cuerpo facultativo4 para que estudiara
las ventajas e inconvenientes que pudieran derivarse de la aplicación del sistema deci-
mal en las bibliotecas españolas.
La Biblioteca de la Universidad de Salamanca fue, precisamente, la elegida por
Rascón para efectuar los ensayos prácticos que determinaran sus propósitos, ya que
en ella trabajaba Manuel Castillo, quien había dado inicio a esta nueva praxis biblio-
gráfica. Producto de la permanencia de Rascón en la universidad salmantina fue su
memoria presentada ante la Dirección General de Instrucción Pública, realizada con
fecha de 12 de marzo de 1898. En ella expuso que, tras año y medio de investigacio-
nes se convirtió en un defensor del sistema decimal pese a sus ideas iniciales contra-
rias5.
Por otra parte, unos meses más tarde Castillo se hizo miembro del Instituto Inter-
nacional de Bibliografía. Con ello se adhirió al programa del instituto y colaboró con
sus trabajos6. A partir de este momento su primera contribución a la difusión del siste-
ma decimal fue la publicación, tan sólo unos meses más tarde, de un artículo titulado
«Sistemas de Clasificación» \ en el que descalificaba las clasificaciones de las ciencias
realizadas y aplicadas en la formación de catálogos. También observaba como inservi-
bles aquellas clasificaciones bibliográficas al uso e implantadas mayormente como la
clasificación de Brunet, Garnier, Constantín, y la Biblioteca de París (todas ellas de
origen francés ya que fueron las que primaron durante el siglo XIX). Estos sistemas,
considera Castillo, han estado basados en el personal capricho en vez de en la propia
realidad. En cambio, el sistema ideado por Dewey obedece a un plan eminentemente
científico, o sea, «es una genealogía de las ciencias expresada en un idioma universal,
las ideas»8. La universalidad y la «cientificidad» del sistema de Dewey fueron las dos
claves que Castillo consideró para que primara este sistema sobre todos los demás.
Castillo expresaba así la bonanza del sistema de Dewey: «Las letras en el sistema
representan palabras; en el sistema decimal las cifras expresan ideas y aquí está el
4
España. Ministerio de Fomento. Dirección General de Instrucción Pública. Oficio al Ordenador
de Pagos. Archivo del Ministerio de Educación y Ciencia. Legajo 6568/86. Citado por FONSECA, I. En: La
CDU en España.
5
RASCÓN Y ANDUAGA, Nicolás. Memoria... que contiene el resultado de los estudios que hizo en
cumplimiento de la Orden emanada de la Dirección General de Instrucción Pública el 14 de septiembre
de 1896. Archivo del Ministerio de Educación y Ciencia. Legajo 6568/86. Citado por FONSECA, I. En: La
CDU en España, Op. cit.
6
Liste alphabetique des personnes el des Institutions qui sont membres de l 'Instituí International
de Bibliographie ont adhere a son programme collaborent a ses travaux, au fout application de ses metho-
des. En: Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. Bruxelles, IV, 1899; pp. 99-100.
7
CASTILLO Y QUIJADA, Manuel. Sistemas de Clasificación. Al señor don Agustín Bullón de la
Torre exdiputado a Cortes y promotor de las Leyes de 30 de junio y 29 de julio de 1984. En: Boletín de
Archivos, Bibliotecas y Museos, 1986. Año I, octubre, n.° 7, p. 105.
8
ídem., p. 107.
158
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
punto principal en que se funda la universalidad del sistema Dewey, en que la palabra
está encerrada en el espacio de un idioma determinado, y en cambio la idea es patri-
monio de todo el mundo, aunque no la expresen todos en la misma forma, la palabra
es hija del número más o menos reducido de personas, la idea científica es propia de
la abstracción del hombre como representante del ser que piensa, al recibir en sí las
impresiones objetivas». Castillo propuso su adopción por parte de las bibliotecas espa-
ñolas, conforme a las directrices reguladas en el Congreso Internacional de Bibliogra-
fía de Bruselas de 1895. Para su aplicación en España ideó unas bases para posibilitar
la aplicación del sistema9:
1.º Se nombraría una comisión que fuese a Bruselas a estudiar el nuevo siste-
ma de clasificación.
2.° Esta comisión de clasificación bibliográfica evacuaría todas las consultas
que sobre la aplicación del nuevo sistema se le hicieran.
3.° Todas las bibliotecas regentadas por individuos del cuerpo facultativo se
harían miembros del Instituto Internacional de Bibliografía.
4.° Se invitaría a todos los editores a adoptar el nuevo sistema para la forma-
ción de sus catálogos.
5.° La comisión de clasificación bibliográfica redactaría el original de cada
papeleta para los editores.
6.° La organización de la comisión antedicha sería la que a juicio de la junta
facultativa fuese más conveniente para el mejor desempeño de sus funciones.
La actividad de Castillo no cesó, y un mes más tarde (noviembre 1896) publicó
una traducción del trabajo del Instituto Internacional de Bibliografía «La clasificación
decimal y la nomenclatura bibliográfica»10. El citado artículo hace referencia al mane-
jo de las tablas de la clasificación decimal, aquí quedan consideradas las tablas como
índices y unidades convencionales e internacionales de clasificación que facilitan las
búsquedas de las riquezas bibliográficas contenidas en las bibliotecas. Castillo conoció
la rápida difusión de la clasificación decimal y, para lograr una mayor difusión en
España, publicó las tablas generales con algunos números auxiliares, en la Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos durante 1987 11 En este mismo año publicó una mono-
grafía con estas tablas generales de la clasificación decimal 12 enfatizando su manejo y
utilidad, pues permitirían encontrar los fondos bibliográficos que simplemente acumu-
lados nada reportaban. Destacó Castillo la labor del instituto por la adopción de tales
9
ídem., pp. 109-110.
10
CASTILLO Y QUIJADA, Manuel. La clasificación decimal y la nomenclatura bibliográfica. Institu-
to Internacional de Bibliografía; traducido por Manuel Castillo. En: Boletín de Archivos, Bibliotecas y
Museos, 1896, año I, noviembre, n.° 8; páginas 129-136.
11
Tablas generales de la Clasificación Decimal Universal. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, 1897. Manuel Castillo y Quijada.
12
CASTILLO Y QUIJADA, Manuel. La Clasificación Bibliográfica Decimal, exposición del sistema y
traducción directa de las tablas generales del mismo. 1897; p. 32.
159
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
13
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. Bruxelles, 1899, IV; p. 173.
14
CAMPO, Toribio del. Catálogo de la Biblioteca Pública de Maltón, notas bibliográficas. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, p. 189. Toribio del Campo elogia el sistema de clasificación de
Brunet empleado en las bibliotecas que estaban a cargo del cuerpo como fueran las Bibliotecas Públicas Pro-
vinciales de León, Mallorca y Cáceres.
15
Ruiz CABRIADA. Bio-Bibliografía del Cuerpo Facultativo. Madrid: [s.n.], 1957.
16
Liste alphabetique des personnes el des instilulions qui sont membres de l'Institut International
de Bibliographie out adheré a son programme, collaborent a ses travaux, aufont application de ses metho-
des. En: Bulletin de lTnstitut International de Bibliographie, 1899, IV; pp. 99-100.
Suplement á la liste des membres de l'Institut. En: Bulletin de l'Institut International de Biblio-
graphie, 1901, VI; pp. 243-249.
160
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
17
Suplemenl á la liste des membres de ¡'Instituí. En: Bulletin de l'Institut International de Biblio-
graphie, 1903, VIH; pp. 188-189.
18
Liste des membres de l'Institut International de Bibliographie. En: Bulletin de l'Institut Interna-
tional de Bibliographie, 1908, XII; p. 162.
19
La Cooperation Internationales en matiere de Bibliographie et de Documentation. Liste de insli-
tutiones collectivites et particuleres affilies a l 'Instituí International de Bibliographie ou cooperant avec lui
á l'organizalion de la bibliographie eí de la documentation par application de méíhodes communes. En:
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie, 1911; pp. 110-198.
' Liste sommairie des Instituíions ayaní pour objet la bibliographie et la documentation. En:
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie, 1908, XIII; pp. 112-125.
161
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
iniciativas individuales las que colaboraron con el instituto, iniciadas por Castillo,
quien emprendió una inminente, entusiasta y fugaz tarea como difusor de la Clasi-
ficación Decimal en España, aunque abandonó esta empresa al no ser aceptadas
sus tesis en el ámbito bibliotecario español. Sin embargo, su actividad se manifes-
tó unos años más tarde, en 1902, cuando aparecieron las instrucciones para la rea-
lización de los catálogos, en las que quedó plasmada la pronta necesidad de reali-
zar catálogos alfabéticos de materias en las bibliotecas españolas. Aunque,
respecto a los catálogos sistemáticos de materias nada recogieron las citadas ins-
trucciones.
Los siguientes alegatos a favor de la Clasificación Decimal fueron tenues ante la
gran derrota que sufrió dicho sistema, ya que la junta facultativa lo había desechado al
igual que el nuevo director de la Biblioteca Nacional, y en las bibliotecas no se implan-
taba. Esta situación estuvo motivada, entre otras causas, porque España atravesaba unos
momentos difíciles. Y la situación político, económica y social presentaba serias difi-
cultades como para adoptar o aceptar cualquier injerencia extranjera en los asuntos
nacionales. Así, el Gobierno de la Restauración bajo la presidencia alternativa del con-
servador Cánovas y del liberal Sagasta (1876-1898) no mantuvo ni practicó política
exterior, lo que revirtió en un aislamiento de España como respuesta alusiva a las difi-
cultades internacionales. Ello también repercutió en la organización técnica de las
bibliografías y bibliotecas que atravesaron un período de gran aislamiento. Y no incor-
poraron los nuevos métodos bibliográficos. Sí es cierto, sin embargo, que a partir de la
difusión de la clasificación decimal abordada por Castillo se inicia una mayor dedica-
ción y preocupación por la metodología a emplear en la elaboración de los catálogos de
las bibliotecas. Aunque la Clasificación Decimal no se adoptó rápidamente, sí marcó
una impronta en las tareas bibliográfico-bibliotecarias. El Conde de las Navas, bibliote-
cario en la Biblioteca Real y segundo miembro español del instituto, pronto dio comien-
zo a un catálogo alfabético de materias (no sistemático) denominado: «por conceptos».
La idea del catálogo alfabético de materias promovida también por el instituto fue, con
posterioridad, recogida por M. F. Mourillo que reclamó la adopción de uno de los siste-
mas de clasificación sistemática21, aunque él defendió el denominado catálogo por con-
ceptos 22.
Como hemos visto, el Instituto Internacional de Bibliografía no era muy conoci-
do entre los bibliotecarios españoles al comienzo del siglo XX. La difusión de la Clasi-
ficación Decimal iniciada por Manuel Castillo tuvo escasa relevancia y cierta ambi-
güedad como lo demuestra el hecho de que quienes trabajaron en la Biblioteca de
Ingenieros del Ejército consideraron que fue esta biblioteca la que por vez primera dio
noticia acerca de la existencia del Instituto Internacional de Bibliografía. Así, en 1906
21
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1923. Reseña un artículo de Mourillo aparecido en
esta revista en 1900.
22
MOURILLO, M. F. El Catálogo por conceptos. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Mu-
seos. 1907,1; pp. 252-255.
162
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
el Cuerpo de Ingenieros del Ejército envió a Bruselas al General Marúa, quien trajo
noticias sobre el instituto. A partir de este momento la Biblioteca de Ingenieros del
Ejército fue afiliada del mismo. La biblioteca colaboró con el instituto y se hizo miem-
bro en 1908 23 creó un servicio de información bibliográfica, mediante el cual, trató de
proporcionar la información existente en libros, periódicos y revistas relativa a temas
afines a la ingeniería. Asimismo, este nuevo servicio ofrecía información de todo lo
expuesto en la «Revue de l'Ingenieur e índex technique», publicación que formaba
parte de la Bibliografía Universal del Instituto Internacional de Bibüografía, y consti-
tuía una fuente de información de todas las publicaciones de libros, anuarios, revistas y
periódicos relativos a esta temática y aparecidas desde 1903. Leopoldo Giménez,
Capitán de Ingenieros, estudió la Clasificación Decimal y tradujo las tablas de la CDU
referentes a la Ingeniería, o sea, el número 62, incluía una detallada explicitación de
las subdivisiones de este número y, asimismo, informó sobre el nuevo servicio de
información de la biblioteca en su obra «Noticia sobre el servicio de información
bibliográfica establecido en la Biblioteca de Ingenieros del Ejército» 24. Por otra parte,
las tablas de la clasificación base para este servicio sufrieron numerosas modificacio-
nes respecto a las del sistema decimal, ya que incluían nuevos términos útiles para este
servicio. Con ellos se trataba de expresar conceptos y términos nuevos.
Debemos, pues, concluir que la importancia de esta biblioteca, inserta en una
historia de la clasificación biblioteco-bibliográfica, radica en ser la primera que
implanta el sistema decimal y en ser miembro del instituto, aunque no son sus colabo-
radores los primeros difusores de la existencia y la actividad del instituto en España.
Así lo consideraba erróneamente Luis de Urzais en el prólogo de la obra de Leopoldo
Jiménez, quien no dudó en difundir que el General Marva fue quien por vez primera
propagó noticias del instituto en España, según hemos reseñado.
Otro gran propulsor de la acción del instituto, fue el Ingeniero de Montes, Ricar-
do Codorniú que se preocupó por la problemática de la clasificación bibliográfica y
publicó en 1911 una monografía sobre la Clasificación Decimal titulada «Clasifica-
ción Bibliográfica Decimal y extracto de las tablas empleadas en el Repertorio Biblio-
gráfico Universal para el uso de personal Facultativo de Montes»25. En ella tradujo
los números de las tablas relativos al área temática de Montes. Codorniú fue miembro
del instituto desde 190826, y por tanto desde esta fecha recibió el boletín del instituto.
Ello le permitió ser buen conocedor de la clasificación decimal y de la actividad de
aquél. Por consecuencia, Codorniú destaca como pionero al traducir y difundir las
23
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie, 1908, XII; p. 162.
24
GIMÉNEZ, Leopoldo. Noticia sobre el Servicio de Información Bibliográfica establecido en la
Biblioteca de Ingenieros del Ejército. Madrid: [s.n.], 1906.
25
CODORNIÚ, Ricardo. Clasificación bibliográfica decimal y extracto de las tablas empleadas en el
Repertorio Bibliogáfico Universal para el uso del personal facultativo de Montes. Madrid: Imprenta alema-
na, 1911; p. 5.
26
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie, 1911;pp. 110-198.
163
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
tablas del sistema decimal en España, aunque su labor como miembro y propagandista
del instituto haya estado totalmente olvidada.
El bibliotecario Román Gómez Villafranca trabajó en la Biblioteca Provincial
del Instituto General y Técnico de Badajoz y fue uno de los primeros miembros espa-
ñoles del Instituto, en 190127. Su labor más destacada, en la difusión de la Clasifica-
ción Decimal, fue la realización de un índice bibligráfico de la revista de Archivos,
Bibliotecas y Museos en 1911 haciendo uso del sistema decimal28. Este índice abarca-
ba desde el inicio de la revista en 1871 hasta la fecha de publicación del mismo en
1911. Y a través de la organización sistemática del vaciado de los artículos de la revis-
ta dio a conocer, de forma muy práctica, la utilidad y practicidad del nuevo sistema
clasificatorio. También empleó el sistema decimal para la realización del índice de la
revista «La España Moderna». Ello le convirtió en uno de los primeros introductores
del sistema decimal desde una praxis bibliográfica, y fue uno de los primeros bibliote-
carios que se encomendaron en la tarea de difundir el sistema decimal.
La difusión de la Clasificación Decimal vino producida principalmente por tra-
ducciones de las tablas como las que hicieran Manuel Castillo, Leopoldo Jiménez,
Ricardo Codorniú y Sebastián Farnés (en el ámbito catalán como veremos más adelan-
te), ya fueran traducciones de las tablas generales o bien traducciones específicas de
números determinados. En un segundo momento hubo algunos propagadores que tra-
taron de argumentar y fundamentar el empleo de la Clasificación Decimal para biblio-
tecas nacionales, populares, universitarias e incluso particulares, además de adherirse a
los postulados del instituto y querer participar de la grandeza de sus proyectos. Desta-
can Antonio Paz y Meliá y Julián de Eguía.
Con la implantación del sistema decimal en el Servicio de Información de la
Biblioteca de Ingenieros del Ejército, la Clasificación Decimal va a iniciar un incipien-
te desarrollo en España. El bibliotecario Antonio Paz y Meliá, adscrito a la Biblioteca
Nacional en el cargo de Jefe de segunda, estudió la incidencia de la aplicación de la
Clasificación Decimal en bibliotecas de carácter nacional. En su artículo «La cuestión
de las bibliotecas nacionales y la difusión de la cultura» se mostró abierto partidario
de la implantación del sistema decimal en las bibliotecas nacionales, ya que consideró
que éstas son las principales partícipes en la realización de las bibliografías nacionales.
Y por eso advierte, también, que la adopción del sistema decimal en las bibliotecas
nacionales supondría gran cooperación por parte de las distintas naciones con el Insti-
tuto de Bruselas. Paz y Meliá instó al gobierno español para que se adhiriera a los pro-
pósitos del mencionado instituto. Y en repetidas ocasiones hizo infructuosas peticiones
para lograr la colaboración española en materia bibliográfica29.
27
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1901, VI; pp. 243-249.
28
GÓMEZ VILLAFRANCA, Román. Catálogo de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos en sus
tres épocas (enero de 1871, diciembre de 1910) formado, aplicando la clasificación decimal. Madrid, 1911.
29
PAZ Y MELIÁ, Antonio. La cuestión de las bibliotecas nacionales y su difusión de la cultura. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1910; p. 109.
164
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
30
PAZ Y MELIÁ, Antonio. Ídem., 1910; p. 28.
ídem, (cont.), año I, 1911.
31
MÉNDEZ ALBARRÁN, Luis. La Clasificación Bibliográfica Decimal, exposición del sistema y de
sus tablas compendiadas, 1931; p. 15.
165
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
32
EGUÍA, Julián de. Mi biblioteca. Clasificación. 1920; pp. 6-7.
33
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, XXVIII, octubre-diciembre, 1923; pp. 458-459.
166
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
34
RUBIO Y CAMBRONERO, Ignacio. El libre acceso a los estantes en las bibliotecas del Estado. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1923.
35
CASTRILLO, José María. Catálogo por materias. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,
1923, t. XLIV; p. 553.
167
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
36
SAN SIMÓN, José de. Los catálogos de las bibliotecas. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, 1923, XXVIII; p. 554.
37
ROCHER JORDA, Francisco. Memoria de los trabajos realizados en la Biblioteca y en el Archivo
del Jardín Botánico de Madrid. Octubre, 1965. (Memoria realizada en 1965 y se conserva un ejemplar
mecanografiado en el Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid.
38
CHOUSA. Camilo. Biblioteconomía, sistemas de clasificación, 1927.
168
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
una somera enumeración de los difusores del sistema decimal en España en la que se
omitieron la mayoría de ellos cuando se hacía la siguiente alusión: «Con esta obrita
(Biblioteconomía, sistemas de clasificación) son cinco, que sepamos, las que en Espa-
ña se han publicado, propugnado el sistema decimal: Miguel Castillo, Ricardo Codor-
niú, Jordi Rubio i Balaguer y Julián de Eguía»39. Esta aseveración pone de manifiesto
que todavía existía un gran desconocimiento de las actividades bibliográficas y biblio-
tecarias, ya que no eran conocidos destacados difusores anteriores del sistema decimal
como fueran L. Jiménez, Gómez Villafranca, Farnés, Paz y Meliá, Rubio i Cambrone-
ra, Castrillo, Domínguez Bordona, San Simón, entre otros muchos. Durante el período
de la II República se pretendió solventar este tipo de insuficiencias. La mejora en el
ámbito organizativo contribuiría a lograr un mayor conocimiento de los proyectos y
trabajos técnicos desarrollados. La CDU cobró mayor importancia, lo que hizo que
fuera conocida por la práctica totalidad de los bibliotecarios.
39
Revista de la Biblioteca, Archivo y Museos. 1928, V; p. 227. Jenaro Artiles Rodríguez reseña el
libro de Chousa «Biblioteconomía, sistemas de clasificación».
40
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España y el plan de bibliotecas de María Moliner, op. cit., p. 61.
41
LASSO DE LA VEGA, Javier. Política Bibliotecaria. En: Boletín de Bibliotecas y Bibliografía, I, 2,
1934; p. 10.
16 c »
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
mismas remitía a la traducción más completa de las tablas del sistema decimal, que
hasta entonces se había hecho, era la traducción y adaptación para España que Luis
Méndez Albarrán había concretado en 1931, según vamos a ver.
La República inició pronto el desarrollo de una política bibliotecaria. Al mes y
medio de su proclamación creó mediante Decreto de 29 de mayo de 1931, el Patronato
de Misiones Pedagógicas que recogía el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza.
Ésta fue creada en 1876 como centro privado de enseñanza, en donde se aglutinaron
numerosos profesores universitarios que habían sido separados de sus cátedras por sus
ideas liberales, y dirigida por Francisco Giner de los Ríos, y a su muerte por Manuel
Bartolomé Cossío. A la Institución Libre de Enseñanza se debió también, la creación
de la Junta de Ampliación de Estudios en 1907. El Presidente de la Junta fue Santiago
Ramón y Cajal, investigador que ya contaba con un prestigio reconocido (en 1906
obtuvo el Premio Nobel). Formaron parte de la junta numerosos institucionistas que
recogieron las ideas de Giner de los Ríos y trabajaron para que la preparación de los
jóvenes investigadores se hiciera en centros prestigiosos extranjeros. También preten-
dieron agrupar a los estudiosos y crear centros para ello dependientes de la junta, y
en 1910, a instancia del Ministro de Instrucción Pública el Conde de Romanones, se
creó el Centro de Estudios Históricos, en donde se formó una biblioteca de estudios
históricos pionera, no sólo por ser el primer centro que creó la junta y por albergar en
su génesis las ideas más novedosas de renovación científica, sino porque su biblioteca
fue modélica al ser organizada mediante el sistema decimal. Además, cabe subrayar
que el Ministerio de Instrucción Pública de la República tuvo una gran influencia de
los institucionistas a través de su Ministro Fernando de los Ríos, quien ocupó la carte-
ra de Instrucción Pública el 16 de diciembre de 1931 y mantuvo una estrecha relación
y gozó de una gran influencia con Giner de los Ríos (unidos, además, en relación de
parentesco). Esta influencia quedó plasmada en todas las acciones que en esta direc-
ción emprendió la República. De esta forma se recogieron las ideas educativas más
avanzadas; se pretendió el fomento de la lectura mediante el establecimiento de biblio-
tecas populares fijas y circulantes, municipales y otras, todas ellas atravesadas por el
tamiz de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza y las ideas progresistas emana-
das por otros países. Es así, entonces, por lo que la creación, por parte del gobierno
republicano, del Patronato de Misiones Pedagógicas, la Junta de Intercambio y Adqui-
sición de Libros para Bibliotecas Públicas, el Consejo Central de Archivos, Bibliotecas
y Tesoro Artístico y la Sección de Bibliotecas de Cultura Popular, supuso la asunción
de las ideas más progresistas no sólo en lo relativo a una organización bibliotecaria
sino también en lo que respecta a los trabajos técnicos. Así la Clasificación Decimal
que se había implantado en el Centro de Estudios Históricos se hizo extensiva a todos
los ámbitos bibliotecarios. Las instrucciones emanadas de los distintos órganos directi-
vos apuntaban a su total implantación.
La creación, mediante Decreto de 21 de noviembre de 1931, de la Junta de Inter-
cambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas contó con la colaboración de
170
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
42
Barcelona, 1939. Además, Vicens de la Llave lo incluyó en su obra vertido al francés: L'Espag-
ne vivant: unpeuple a la conquéte de la culture. París, Editions Sociales Internationales, 1938.
171
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
43
SÁNCHEZ ALONSO, Benito. Sobre los índices impresos en las bibliotecas públicas. En: Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos, 1915, año I; pp. 138-146.
44
Bulletin de l 'Instituí International de Bibliographie.
172
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL B
45
MÉNDEZ ALBARRÁN, Luis. La clasificación decimal, exposición del sistema y sus tablas compen-
diadas. Badajoz, 1931; p. 17.
46
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España y el plan de bibliotecas de María Moliner,
Op. cit., p. 78.
47
VICENS DE LA LLAVE, Juan. Catalogación y clasificación. En: Boletín de Bibliotecas y Bibliogra-
fía, 1.1, jul.-sept. 1934, n.° 1; pp. 24-25.
173
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
48
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España... Op. dí.;p. 87
49
FAUS SEVILLA, Pilar. ídem; p. 129.
50
España. Ministerio de Instrucción Pública. Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro
Artístico. Sección de Bibliotecas. Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas, por María Moli-
ner. En: La Lectura Pública en España. Op. cit.; p. 19.
174
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
las bases de un plan de organización general de bibliotecas del Estado) forma legal,
porque se optó por estudiar, primeramente, la problemática que surgiera de estas ini-
ciativas, y se trató de evitar la rigidez de la asunción legal de estos proyectos51. De
esta forma se posibilitaba introducir reformas y modificaciones. Esta política biblio-
tecaria tan fructífera renunció a una apoyatura e inmersión en el estricto marco legal.
No se legisló sobre normas relativas a las tareas técnicas, aunque esta actividad se
abordó en el seno de los organismos responsables de la política bibliotecaria como el
Ministerio de Instrucción Pública, el Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y
Tesoro Artístico y la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional.
Todos ellos ubicados a partir de 1937 en Valencia, porque el gobierno de la Repúbli-
ca durante la Guerra Civil trasladó su eje político e intelectual de Madrid a Valencia.
Allí, además se instalaron un gran número de profesores universitarios e intelectua-
les. Valencia se convirtió en la capital cultural de España, y durante este período
pequeño de tiempo vivió una eclosión de actividades culturales y también biblioteca-
rias. Estas actividades cobraron su latencia en una praxis y, aunque, emanadas de
organismos oficiales no lograron cobertura legal. Derrotado el gobierno de la Repú-
blica por las tropas de Franco y concluida la contienda la asunción de la Clasifica-
ción Decimal, dentro de un marco legal, se va a producir de manos del gobierno ins-
talado en Vitoria.
51
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España... Op. cit.\ p. 109.
52
FAUS SEVILLA, Pilar. ídem, p. 47.
175
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
53
RUBIO I LOIS, Jordi. Presentado del seminan sobre llenguatges naturals en la recuperado de la
informado. En: Homenatge a Jordi Rubio i Lois, inaugurado del curs academic, 1988-1989; p. 19.
54
RUBIO I BALAGUER, Jordi. Classificado decimal, adaptado per a les biblioteques catalanes.
Próleg a l'edicio de 1920; p. VII.
176
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
ciamiento que había puesto de manifiesto Sebastián Parnés en la Biblioteca del Fomen-
to del Trabajo Nacional).
Sebastián Farnés fue un destacado bibliotecario y archivero catalán que trabajó
en la Biblioteca del Fomento del Trabajo Nacional de Cataluña. Fue también abogado.
Realizó en 1914 una explicitación del sistema clasificatorio empleado en el catálogo
metódico de esta biblioteca. Este catálogo metódico lo hizo mediante la aplicación del
sistema decimal. De la mano de Farnés, por vez primera, se emplea la clasificación deci-
mal en el ámbito catalán. Postuló la adopción de este sistema no sólo desde apoyaturas
teóricas, sino también desde la práctica, ya que, además de aplicar el sistema al catálogo
de la biblioteca, tradujo las tablas al castellano y se consideró erróneamente el primer tra-
ductor cuando así se expresaba: «No ofrecemos al Fomento una obra original sino una
adaptación. No es de despreciar, sin embargo, nuestra diligencia al traducir del francés
al castellano lo que no hemos visto hasta ahora traducido»55. No fue el primer traductor
de las tablas aunque él así lo afirmara, ya que no tuvo conocimiento de sus antecesores y
en particular de Manuel Castillo. Sin embargo, fue el primero, con anterioridad a Rubio i
Balaguer, en modificar el número correspondiente a la lengua catalana que el Instituto
Internacional de Bibliografía había asignado la notación siguiente:
Francia. 44.
España. 46.
Cataluña. 449.9.
La modificación de Farnés fue debida a que si el 4 representa a Europa, el 6 a la
Península Ibérica y el 7 a la parte oriental, y si la subdivisión geográfica coincide con
la filológica, por consecuencia la lengua catalana no podrá ser representada por el
número 449.9, ya que esto supone considerar a la lengua catalana como una variante
de la lengua francesa, por tanto, según Farnés la lengua catalana deberá ser representa-
da por el 467. Este será el motivo que originará que en Cataluña no se implante más
adelante la CDU, sino la clasificación decimal en su versión europea de 1905. Farnés
toma las tablas del sistema decimal del «Manuel del Repertoire Bibliografique Univer-
sel» con sus auxiliares de forma, lugar, lengua y tiempo, pero modifica el número asig-
nado a la lengua catalana sin dudar de su corrección: «Esta clasificación destruye por
completo la en extremo afrancesada y falsa del Instituto Internacional de Bibliografía
(...) lo que no podríamos pasar es que pacíficamente se nos hubiese anexionado Fran-
cia, siquiera fuese sólo en el terreno plácido y risueño de la Filología. Y en fin, aun
éste, que entendemos que no es declaramos que estamos pronto a rectificarlo» 5f\
La defensa del catalán dentro de las tablas57 de la Clasificación Decimal la inicia
Sebastián Farnés con la apoyatura de la reciente creación de la Mancomunidad de
55
FARNÉS. Sebastián. Clasificación de la Biblioteca del Fomento del Trabajo Nacional; p. VI.
56
FARNÉS, Sebastián. Op. cit; pp. IX-X.
57
En la edición en castellano de las tablas abreviadas de la CDU de 1995 estos auxiliares de lugar
y lengua aparecen modificados respecto de las ediciones anteriores.
177
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
58
JOVER ZAMORA, José María. La época de la Restauración panorama político-social. 1875-1902.
En: Historia de España, dirigida por Manuel Tuñón de Lara. T. VIII; p. 30
59
LASSO DE LA VEGA, Javier. La verdadera historia de la Clasificación Decimal de Dewey.
60
RUBIO I BALAOUER, Jordi. Op. cit. Próleg a l'editio de 1938; p. XII.
178
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Para ello argumentó que, aunque la aparición de la CDU marcó un período de gran difu-
sión, ello no supuso que se adoptara de forma ortodoxa como sucedió en la URSS,
Reino Unido, y otros. Otro de los argumentos en los que se apoyó fue considerar que, ya
en 1938, la CDU no tenía la importancia anterior, como se vio en la reunión del Institu-
to Internacional de Documentación (nombre que tomó el Instituto de Bruselas a partir
de 1931) que tuvo lugar en Frankfurt en 1932, en la que el presidente destacó que entre
las más importantes misiones del IID no figuraba la de hacer valer la CDU. Y también
en la reunión de la ALA (Asociación de Bibliotecarios Americanos) se concluyó que la
CDU no era un sistema bibliotecario sino más bien un sistema reservado a las bibliogra-
fías, es decir, la CDU era un lenguaje para designar conceptos no para ordenarlos61. Por
todo ello, Rubio no empleó la CDU sino el sistema que la había originado: la Clasifica-
ción Decimal de Dewey con las primeras modificaciones que hizo el instituto en 1905.
Rubio trabajó por el desarrollo teórico y práctico de la Clasificación Decimal
hasta finalizada la Guerra Civil Española. El 26 de enero de 1939 Barcelona fue ocu-
pada por las fuerzas franquistas, donde llegó un comisario de biblioteca del Gobierno
de Burgos que descalificó la labor «catalanista de Rubio». Días después fue presidente
de la nueva Diputación un amigo de infancia de Rubio, Josep María Mila i Camps,
quien hizo la destitución formal de Rubio de la dirección de la Biblioteca de Cataluña
y de su cargo docente. Su expediente de depuración desapareció de la Audiencia «gra-
cias a manos amigas»62. Destituido Rubio no prosiguió trabajando para el desarrollo de
la Clasificación Decimal hasta 1976, año en el que publicó la tercera edición de su
adaptación de la C.D. La cuarta versión de esta adaptación catalana fue hecha por su
hijo Jordi Rubio i Lois. Jordi Rubio contribuyó a implantar la Clasificación Decimal
en las bibliotecas catalanas, tradujo las tablas e hizo diversos estudios en los que expo-
nía una breve disertación sobre la teoría de la clasificación, los distintos sistemas y un
pequeño desarrollo explicativo del sistema decimal, entre estas obras destacan «Cómo
se organiza y cataloga una biblioteca» «Catalogación y ordenación de bibliotecas, ins-
trucciones documentales», «Libros y bibliotecas, una cartilla para su ordenación»63.
Esta sólida apoyatura teórica supuso que, como director de la biblioteca de Cataluña,
emprendiera novedades revolucionarias en la misma, como dotar a la Biblioteca de
una parte de los fondos de acceso directo y otra parte para préstamos, además de adop-
tar la Clasificación Decimal no sólo para el catálogo sistemático de materias, sino ade-
61
RUBIO I LOIS, Jordi. Presentado del seminan sobre llenguatges naturals en la recuperado de la
informado. En: Homenatge a Jordi Rubio i Lois inaugurado del cours academic, 1988-1989, Op. ciV, p. 20.
62
RUBIO I LOIS, Jordi. Jordi Rubio i Balaguer, Fa mig segle. En: Festa académica en homenatge a
Jordi Rubio i Balaguer en el centenari de seu naixement, 1988; p. 35.
63
RUBIO I BALAGUER, Jordi.
Cómo se organiza y cataloga una biblioteca. Barcelona: Consejo de Pedagogía de la Diputación,
1917, y Barcelona : Cámara Oficial del Libro, 1932.
Catalogación y ordenación de bibliotecas. Instrucciones elementales. Barcelona: Tabor [1928?] y
Barcelona: W-A-L.
Libros y bibliotecas, una cartilla para su ordenación. Barcelona: Gremio de Editores y Librerías, 1952.
179
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
más para la ordenación de los libros de la sala de acceso directo y también los libros de
los depósitos. Aunque las grandes tareas, tanto teóricas como prácticas, desarrolladas
por Rubio fueron interrrumpidas con su destitución.
180
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
64
LASSO DE LA VEGA, Javier. La Clasificación Decimal Universal, traducción abreviada precedida
por una introducción sobre el concepto y misión de la biblioteca, con una reseña sobre las principales clasi-
ficaciones y la exposición del sistema. 1942.
181
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
65
RUBIO I LOIS, Jordi. Presentado del seminari sobre llenguatges naturals en la recuperado de la
informado. En: Homenatge a Jordi Rubio i Lois, inaugurado del curs academic 1988-1989, op. cit.\ p. 20.
182
CAPÍTULO 5
1
ESTEBAN, Eustasio (O.S.A.). La Biblioteca de El Escorial. En: La Ciudad de Dios, XXVII, 1892;
página 184.
Esteban ha sido un gran estudioso de la Biblioteca de El Escorial
183
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
breve reseña histórica destacan los historiadores José de Sigüenza2 y José Quevedo3 y
en lo que hace referencia a su origen y fundación debemos mencionar a Juan Páez de
Castro, cronista de Carlos V, pues fue él quien intentó inducir a este Monarca a la cre-
ación de una Real Biblioteca. Más tarde al ascender al trono Felipe II, Páez, de nuevo,
insistió en la creación de la biblioteca y para ello elaboró un tratado4, en el que expuso
la ordenación de la futura biblioteca, y la división de las materias para la misma. La
biblioteca, en su tratado, quedaba dividida en tres salas, dos de las cuales eran el museo
y el archivo. Las salas y materias tenían la distribución siguiente:
2
SIGÜENZA, José de. Historia primitiva y exacta del Monasterio de El Escorial. 1881.
' QUEVEDO, José. Historia del Real Monasterio de San Lorenzo llamado comúnmente del Escorial.
4
PÁEZ DE CASTRO, Juan. Memorial del doctor Páez de Castro... al Rey Ph. II sobre la utilidad de juntar
una buena biblioteca [Manuscrito]. En la Biblioteca de El Escorial se conserva autógrafo 11-15, folios 190 y ss.
Citado por ESTEBAN, Eustasio, op. cit.\ p. 418.
Reproducido por: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1883. t. IX; pp. 165-185.
Publicado por: Blas Antonio Nasarre en 1749. Se conservan dos ejemplares en la biblioteca sin
portada.
5
ANDRÉS, Gregorio de. (O.S.A.). Real Biblioteca de El Escorial; p. 12.
184
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
6
ANTOLÍN y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). La Real Biblioteca de El Escorial. III Organización y
Catalogación de la Biblioteca; p. 69.
7
ARIAS MONTANO, Benito. Catálogo de los libros escritos de mano de la Librería Real de San
Lorenzo escrito por mandato de Su Majestad, 1577. Signatura X.I.17.
8
ANTOLÍN Y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). Op. efe; p. 70.
' ANTOLÍN Y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). Catálogo de los Códices Latinos de la Real Biblioteca
del (sic) Escorial v. V; p. 310.
185
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
ban insertas en el Trivium las tres primeras, y, en el Quatrivium las cuatro restantes.
Arias Montano se alejó de esta tradición y organizó de otro modo, tal vez más racional,
el sistema de las ciencias, tomó como base la distribución en quince disciplinas según
las había sistematizado Francisco de Araoz, quien a su vez recogió esta nueva concep-
ción renacentista del sistema de las ciencias de Konrad Gesner. Así a los diccionarios y
elegancia incluidos en la Gramática, Arias Montano los separó e hizo con ellos un
grupo independiente. Al igual hizo con las oraciones y declamaciones a las que separa
y las desdobla de la Retórica. Y así sucesivamente va desdoblando las siete antiguas
artes liberales. También añade y desdobla en diversas disciplinas la Teología y la Filo-
sofía. La importancia de este hecho es muy relevante en el ámbito de la organización
del conocimiento ya que Arias Montano aparece como un precursor del sistema de las
ciencias de la Edad Moderna al alejarse de la tradición del Trivium y Quatrivium y
organizar las ciencias como «enciclopedia», lo que supone una mayor democratización
de las ciencias y del desarrollo técnico. Eric de Grolier no duda en reconocer la notoria
labor que inició Arias Montano en este sentido, Grolier expone que fue en 1751 cuan-
do se comenzó a racionalizar el sistema de las ciencias y de las bibliografías francesas
y añade que este hecho se produjo con la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert, en
esta enciclopedia la distribución de las ciencias se basó más en las actividades del ser
humano que en las creencias religiosas. Además, considera que en Alemania este fenó-
meno aconteció unos años después, en 1793, cuando tres estudiosos elaboraron una
clasificación alejándose del modelo medieval y acercándose a la concepción enciclo-
pédica del saber propia de la época moderna. Eric de Grolier reconoce la nueva con-
cepción del saber que va implícita en estas clasificaciones, y destaca su importancia
pero asevera que su origen es anterior a todas éstas pues se remonta a Arias Montano,
y explica, que «esta clasificación comienza como había hecho Arias Montano en El
Escorial dos siglos antes»'". Pero además, cabe añadir a este respecto, que la clasifica-
ción de Arias Montano tiene sus antecedentes en la gran obra enciclopédica de San Isi-
doro de Sevilla en sus «Etimologías» que es un precursor de la posterior renuncia, en
la época moderna a la medieval septenaria distribución sistemática de las ciencias.
Terminada la organización de la biblioteca, Arias Montano fue llamado en repetidas
ocasiones (1579, 1583, 1585 y 1592) para continuar dirigiendo los trabajos de ordena-
ción y catalogación de los nuevos libros que se adquirían. Dirigía al bibliotecario Juan
de San Jerónimo, que ordenaba y clasificaba los libros, ayudándole en sus trabajos cla-
sificatorios, también en 1573 había comenzado a trabajar en la biblioteca el copista
Nicolás Turrianos o de la Torre y permaneció desempeñando estas tareas durante treinta
años. Más ya en 1587 se traslada la biblioteca a otra estancia del Monasterio, al salón
que estaba en la planta superior de la biblioteca. El traslado se hizo por orden de Felipe II
bajo las directrices del bibliotecario el Padre Fray Juan de San Jerónimo. En este nuevo
10
GROLIER, Eric de. Le systéme des sciences et l'evolution du savoir. En: Conceptual Basis of the
Classification of Knowledge; Hunchen, 1974, p. 59.
186
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
salón se modificaron las signaturas y se colocaron los libros siguiendo un criterio esté-
tico, ya que se ordenaban en los estantes por tamaños, pese a ello se conservó en gran
parte la clasificación según el criterio de Arias Montano.
A la muerte del Padre Juan de San Jerónimo le sucede el también religioso e his-
toriador José de Sigüenza, autor de la obra que le dio mayor fama: «Historia de la
Orden de San Jerónimo». Había sido discípulo de Arias Montano, y prosiguió su labor
en la organización y dirección de la biblioteca. Con el traslado de la biblioteca que ini-
ció Juan de San Jerónimo y finalizó José de Sigüenza se produjo una nueva organiza-
ción de los fondos. Este último modificó las signaturas ideadas en un principio por
Arias Montano, y de nuevo se procedió a la organización de las ciencias según el siste-
ma vigente de la Edad Media, además era el sistema que organizaba los estudios en las
universidades: el Trivium y el Quatrivium. Estos grupos de disciplinas eran los preli-
minares para la posterior especializacióm en Teología, Derecho Civil o Canónico y
medicina en el marco universitario. A finales del siglo XVI ya es anticuada la división
de las artes en la tradición del Trivium y Quatrivium11, previamente esta organización
del conocimiento en las universidades había sido criticada por los humanistas. La
nueva distribución y ordenación de los libros corresponde a las materias pintadas en la
bóveda y en los muros, donde las materias quedaron ordenadas conforme a las faculta-
des y ciencias que se habían establecido en la Edad Media. Hacia el año 1592 (unos
años antes de morir en ] 598) concluyó el pintor italiano Pellegrino Pellegrini, llamado
Tibaldi, la bóveda de la biblioteca, se atribuye a él la pintura del fresco de la bóveda y
parte de los muros representando la Teología, la Filosofía y las siete Artes Liberales, el
resto de las pinturas que ilustran la historia de las Artes Liberales se atribuyen a Cariu-
cho. La organización de las disciplinas en las pinturas y por ende de los libros estaba
sujeta a la división tradicional de las ciencias siguiendo el Trivium (Gramática, Retóri-
ca y Dialéctica) y el Quatrivium (Aritmética, Música, Geometría y Astronomía) y la
Filosofía y Teología, aunque la representación de las mismas ya no corresponde con
esa visión tan tradicional, sino que están representadas con motivos muy imbuidos por
el humanismo, en tanto que éste domina durante el siglo XV, como la mentalidad que
se origina en el estudio de los clásicos, un regreso al mundo antiguo, según algunos
estudiosos éstas fueron propuestas e ideadas por José de Sigüenza12. También se ha
'' GARCÍA-FRÍAS CHECA, Carmen. La pintura mural y de caballete en la Biblioteca del Real Monas-
terio de El Escorial; p. 52
12
ANTOLÍN Y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). La Real Biblioteca de El Escorial. Op. cit.\ p. 73.
Y GARCÍA-FRÍAS CHECA, Carmen. La pintura mural y de caballete en la Biblioteca del Real Monas-
terio de El Escorial. Op. cit., p. 96. Aquí señala que la influencia proviene en realidad de Arias Montano y
como precedente señala las pinturas de las bibliotecas sevillanas.
187
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
atribuido cierta inspiración al arquitecto del monasterio Juan de Herrera ". Por otra
parte el precedente de estas pinturas se encuentra, sin duda, en las bibliotecas Capitular
y Colombina de Sevilla (que se realizaron en 1558 y 1562, según las describe el canó-
nigo y entonces bibliotecario Juan de Loaysa, ya que desaparecieron hacia 1678 cuan-
do se reforma la techumbre), estas bibliotecas sevillanas representan una novedosa
materialización del saber, ya que en ellas estaban fundidas las ciencias religiosas y las
profanas. Podría ser posible que la influencia de estas bibliotecas se produjera con la
visita de Felipe II a Sevilla en 1570, aunque parece más apropiado pensar que esta
influencia se plasmó a través de Arias Montano, quien vive durante largos períodos de
tiempo en Sevilla en contacto con los círculos culturales y artísticos, transmitiendo
esta nueva concepción del saber a su discípulo Sigüenza, además los motivos herméti-
cos de las pinturas escurialenses pueden proceder de Sevilla a través de Arias Monta-
no, pues allí había núcleos heterodoxos. Y en un principio hubo críticas por el sentido
pagano de las pinturas en una biblioteca conventual. En definitiva, podemos concluir
que en las pinturas coexisten dos corrientes: un saber humanista y racionalista, repre-
sentado por el Trivium; y un saber esotérico y científico, representado por el Quatri-
vium. Ambas influencias parece que fueron introducidas, por una parte, por Arias
Montano, quien tuvo una gran influencia erasmista e influyó en su discípulo Sigüenza;
y por otra parte por Juan de Herrera, muy influido por Lull. En definitiva, podría esti-
marse que Sigüenza es el responsable del conjunto de las Artes Liberales, como cami-
no desde la Filosofía hasta la Teología; y el ilullista Juan de Herrera parece ser el res-
ponsable de las historias conexas ligadas a cada ciencial4.
Estas pinturas que representan a las distintas disciplinas aparecen de forma muy
grande, destacan por su gigantismo, las pinturas de las distintas disciplinas representan
tanto a las ciencias como a sus más famosos cultivadores desarrollándose todas las
escenas de las artes al aire libre de la forma siguiente: En los dos frentes, sobre la cor-
nisa, aparecen la Teología, para Lo Revelado, y la Filosofía para Lo Natural. Las cien-
cias que aparecen en la bóveda, en el camino desde la Filosofía hasta la Teología, están
representadas por mujeres grandes que tienen señales y distintivos de lo que enseñan y
tratan, son matronas de gran tamaño ubicadas en un espacio de nubes. Las figuras de
estas mujeres personifican distintas edades según la ciencia de que se trata, y además,
aparecen rodeadas de muchachos con actitudes de observación y admiración a quienes
les muestran y enseñan cada ciencia, portando los atributos correspondientes a cada
ciencia, también aparecen personajes ilustres que han practicado cada ciencia.
La FILOSOFÍA está representada por una madre que tiene ante sí el globo terrá-
queo y que muestra con el dedo a los filósofos que están con ella: Sócrates, Platón,
Aristóteles y Séneca. La Filosofía aparece como la madre común de las ciencias natu-
" Hay quienes afirman que fue Juan de Herrera quien proporcionó las ideas para las pinturas.
14
GARCÍA-FRÍAS CHECA, Carmen. La pintura mural y de caballete en la Biblioteca del Real Monas-
terio de El Escorial, Op. cit., p. 95
188
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
rales, «todas las ciencias son el camino que hay que recorrer para llegar al conocimien-
to y perfección, en suma a la Teología»l3. Por tanto hay que partir de la Filosofía y
conocer todas las ciencias o Artes Liberales hasta llegar a la Teología. Las tres prime-
ras ciencias representadas en este camino a realizar son la división de la Filosofía
común o parte racionalL6:
15
SANTOS, Francisco de los. Descripción del Real Monasterio de El Escorial. 1678; pp. 100-104.
XlMENES, Andrés. Descripción del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. 1764; pp. 188-196.
Ambos describen de forma detallada la clasificación y las pinturas de la Bóveda.
" Idem;p. 101.
•' SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
190
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
italiano Bartolomeo Carducci, también conocido por Carducho, que trabajó durante
mucho tiempo en El Escorial protegido por Felipe II, y a la muerte de éste, estuvo bajo
la protección de Felipe III. La mayor parte de las ciencias están representadas por eru-
ditos de la Antigüedad, escenificadas en el ámbito pagano y judío. Carducho pintó
debajo de cada disciplina su historia. Carducho pintó debajo de la Filosofía, represen-
tando la HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, la Escuela de Atenas con las dos corrientes:
los Estoicos y los Académicos y sus fundadores Zenón y Sócrates.
1. Debajo de la Gramática, se encuentra la HISTORIA DE LA GRAMÁTICA,
en un lado está representada la Torre de Babilonia donde se confundieron las lenguas y
se crearon los distintos idiomas. En la otra parte está representado el primer seminario
de Gramática que ha existido por obra del Rey Nabuco de Babilonia y que éste creó
para que se enseñara la lengua caldea y en donde participó Daniel.
2. La HISTORIA DE LA RETÓRICA, también situada a ambas partes de la
Retórica, como todas las historias, está representada a un lado por Cicerón en su defen-
sa de Cayo Rabirio a quien se pretendía condenar a muerte; más la defensa de Cicerón
fue muy elocuente por lo que consiguió la libertad de su defendido. En la otra parte de
la Historia de la Retórica aparece Hércules en su primer trabajo de los doce que le enco-
mendó Euristeo, rey del Peloponeso, en el que tras dar muerte a un poderoso León llevó
su piel rodeada al torso. En la pintura aparece con la piel del león y de su boca salen
cadenas de oro que prenden en los oídos de las gentes, lo que representa su locuacidad.
3. La HISTORIA DE LA DIALÉCTICA está representada por Zenón de Elea,
quien utilizó la Dialéctica, y subrayó las antinomias, contradicciones y falacias. En la
pintura aparece Zenón con dos puertas con los títulos cada una de Veritas y Falsitas,
donde se manifiesta la puerta para entrar en el conocimiento de la verdad. En el otro
lado aparece San Ambrosio, quien promovió la conversión de San Agustín, junto a
éste, ambos disputando. También aparece la madre de San Agustín, Santa Mónica
rogando por la conversión de su hijo. Debajo aparece la famosa Sentencia de San
Ambrosio: «A lógica Augustini, Libéranos Domine».
4. La HISTORIA DE LA ARITMÉTICA está representada por el Rey de Israel
Salomón y por Balkis, la Reina de Saba, cuando ésta visitó a Salomón atraída por la
fama de su sabiduría para proponerle y preguntarle diversos enigmas. La pintura repre-
senta a Salomón resolviéndolos. Además, sobre una mesa parece un peso de balanzas,
una regla y un abaco y cifras aritméticas y en la tela de la mesa hay una inscripción en
caracteres hebreos relativa a que todo se pesa y se mide con los números. En el otro lado
aparecen varios gimnosofistas con números sobre la arena pensando en la máxima de
Pitágoras: Que los principios de todas las cosas se encierran en los números.
5. En la pintura de la HISTORIA DE LA MÚSICA aparece David, el que fuera
el segundo Rey de los israelitas, tocando el arpa a Saúl cuando estaba en la corte de éste.
Le tocaba para aliviarle de su gran melancolía. En la otra parte de la Historia de la Músi-
ca está representado Orfeo, que fue muy célebre por su destreza tocando la lira. En la
191
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
pintura aparece Orfeo tocando la lira mientras adormece al carnero de tres cabezas y
saca a su amada esposa Eurídice del infierno. También aparecen Mercurio y Apolo.
6. En la pintura de la HISTORIA DE LA GEOMETRÍA están los sabios de
Egipto: filósofos y sacerdotes haciendo, en la arena, pequeñas demostraciones geomé-
tricas valiéndose de escuadras y compases para distribuir las posesiones cercanas al
Nilo, ya que éstas eran confundidas por los caudales del río.
En el otro lado parece Arquímedes, que había defendido Siracusa cuando los
romanos la sitiaron. Aparece en la pintura en la ciudad de Siracusa, en Sicilia, hacien-
do una demostración matemática sin alzar la cabeza, y de esta forma los romanos le
quitaron la vida.
7. La HISTORIA DE LA ASTRONOMÍA está simbolizada por el eclipse
solar que aconteció con la muerte de Cristo, mientras Dionisio el Aeropagita y otros
filósofos miran a través de los astrolabios que parece decir: «Aut Deus ae partitur aut
mundi machina dissolvitur». Al otro lado aparece el Rey Ezequías gravemente enfer-
mo y, junto a él, está el profeta Isaías, quien le explícita el prodigio por retroceder el
Sol diez líneas en el reloj del Rey de Judá Acaz, lo que significa que Dios, para favore-
cer a quienes le aman, modifica el transcurso de las estrellas. Y eso era un vestigio de
la salud y vida del Rey Ezequías.
Finalmente, debajo de la Teología, para ubicar la HISTORIA DE LA TEOLOGÍA,
está representado el Concilio de Nicena, que ha sido el más general celebrado por la
Iglesia. Aparece en la pintura la asistencia del Espíritu Santo, ya que en este Concilio
se estableció la igualdad de las tres Divinas Personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Aparece el Emperador Constantino el Grande quemando unos papeles acusatorios con-
tra unos Obispos, puesto que ellos no debían de ser juzgados en la tierra sino en el
cielo. Aparece, también, Arrio derribado en el suelo condenado a causa de la herejía.
En definitiva, las pinturas de la bóveda de la biblioteca representan las distintas cien-
cias, y el orden de los libros que se estableció corresponde a las disciplinas ubicadas
debajo de cada pintura de la bóveda.
" ANTOLÍN Y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). La Real Biblioteca de El Escorial. Op. cit.\ p. 76.
192
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
tabularis per plúteos seu sectionis distributi asservantu» ", con los grupos de discipli-
nas siguientes: Dicctionaria et Elegantiae, Dialéctica, Rhetorica, Poesis, Historia et
Geographia sine Descriptiones, Mathematica, Philosophia, Medicina, Theologia,
Cañones et Ritus ecclesiatici, Jurisprudentia et Constitutiones, Historia Ecclesiastica
et Samtorum Vitae, Moralis Philosophia. Sin embargo esta ordenación temática guar-
da un pequeño paralelismo con la ordenación de Arias Montano.
A la muerte de Felipe II, en 1598, se procedió a la catalogación de varios fondos
de la biblioteca20. En 1606, sustituye como bibliotecario mayor a José de Sigüenza, el
Padre Fray Lucas de Alaejas quien también fue discípulo de Arias Montano y empren-
dió la realización de tres catálogos21: el primero organizado previamente por lenguas
tal como lo había realizado Arias Montano, según las siguientes disciplinas: Gramáti-
ca, Historia, Militares, Matemática, Medicina, Derecho y Leyes, Doctrinales. El segun-
do catálogo que elaboró fue el de manuscritos griegos , bajo el título Index Librorum
Graecorum. Realizó también Lucas de Alaejas otra gran obra bibliográfica, se trata de
un catálogo de materias 2 \ según un proyecto enciclopédico que contiene multitud de
subdivisiones y comprende todos los manuscritos e impresos de la biblioteca, abarcan-
do los 25.000 volúmenes de la biblioteca. Es decir, se trata de un proyecto enciclopédi-
co de gran envergadura. Este proyecto enciclopédico lo había iniciado Arias Montano
y será elaborado, con posterioridad, en la Edad Moderna. Pero esta iniciativa de catálo-
go enciclopédico de Lucas de Alaejas ha sido muy ignorado, tal como asevera Antolfn
y Pajares21, ya que se conserva el catálogo sólo en borrador. El siguiente catálogo ela-
borado fue el «Pirierunt varia volumina ex his quae in praesenti catalogo continentur
igne», en el año 1671 copiado por el amanuense Nicolás de la Torre. En este mismo
año arde la biblioteca y el incendio destruye gran parte de los fondos, que afectó tam-
bién a los catálogos, sin embargo, perduró un catálogo de manuscritos latinos, que se
conservó bajo el título «índices antigui librorum manoscriptorum, qui in bibliotheca
S. Laurentii scorialensi ante incendium asservabantur». Tras el fuego, los manuscritos
salvados se conservan desordenados, hasta que en el siglo XVIII, en 1725, el Bibliote-
cario Mayor, el Padre Antonio de San José, clasifica y cataloga los códices y redacta
un segundo catálogo alfabético. Unos años más tarde, durante el reinado de Carlos III
se produce la publicación del catálogo de códices árabes del maronita Miguel Casiri24.
En el siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, se encomendó la biblio-
teca al ilustrado afrancesado Antonio Conde a quien se debe la conservación y salva-
• 193
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
25
ANTOLÍN Y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). La Real Biblioteca de El Escorial. Un capítulo docu-
mentado de su historia. Años 1808-1815. En: La Ciudad de Dios, 1908, LXXVI; p. 109.
26
ídem; p. 121.
27
SVEND DAHL. Historia del libro. Op. cit., p. 219.
28
«Catálogo de los Códices Latinos de la Real Biblioteca de El Escorial» publicado en cinco
volúmenes en 1910-1923 catálogo de los manuscritos hebreos de Félix Pérez-Aguado y Pedro Blanco, y que
en un envío a Londres se perdió. Julián Zarco Cueva realizó el «Catálogo de los Manuscritos Castellanos de
El Escorial» publicado en tres volúmenes en 1924-1929. José Llamas, después de 1939, emprende la elabo-
ración de un «Catálogo de Manuscritos Hebreos de El Escorial» que concluye en tres años, se publicó
en 1941-1943. Dispuso el catálogo por el orden de materias siguientes: Manuscritos bíblicos, Comentarios
bíblicos, Manuscritos y comentarios talmúdicos, Tratados Hidrásicos de Religión, Filosóficos, Gramáticas,
Diccionarios, Medicina, Targum, Cabala, Poesía, Liturgia y Temas diversos.
194
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
«Adviértase en esta partición de disciplinas, que no entendió su autor que cada una fuese disci-
plina por sí, que esto ello se dize, sino que muchas de estas divisiones son parte de una misma disciplina
como en la Gramática los diccionarios y elegancias; y en la Retórica las oraciones y declamaciones, y así en
otras: solo pretendió que en cada una se distinguiese lo que haze alguna diferencia, y tiene distinto motivo».
ANTOLÍN Y PAJARES, Guillermo (O.S.A.). La Real Biblioteca de El Escorial; p. 70.
195
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
196
CAPITULO 6
197
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
españoles pero acuérdate de que eres francés»'. Así el Rey de España a pesar de ocu-
par el trono español fue francés, como veremos estos aspectos incidirán en el ámbito
bibliotecario. Tras la Guerra de Sucesión, numerosos nobles de Aragón y Cataluña, al
contrario que en otros lugares del territorio español, habían expresado su francofobia
enfrentándose abiertamente a la dinastía francesa. Tuvieron que abandonar España, sus
bibliotecas quedaron confiscadas originando la Real Librería2. En Valencia, la nobleza
apoyó a la dinastía francesa. Allí fueron los campesinos y la mayor parte del clero
quienes apoyaron a la dinastía de los Habsburgo, es decir, al Archiduque Carlos. Y tras
la subida al trono del Rey de origen francés, muchos nobles que habían apoyado a los
Ausburgos abandonaron España. De esta forma, en Valencia fue confiscada la biblio-
teca privada de Antonio Folch de Cardona, quien ocupaba el cargo de Arzobispo en la
citada ciudad, al igual que también bienes pertenecientes a otros nobles y eclesiásticos
austracistas de todo el territorio español. Al mismo tiempo, Melchor Rafael de Maca-
naz fue el principal reorganizador del Reino de Valencia tras la subida de Felipe V al
trono español, e instó al Rey para la fundación de una Real Librería, junto con el con-
fesor del Rey Pedro Robinet, tomando como base la Biblioteca del Arzobispo de
Valencia.
Otro aspecto singular es la figura del confesor del Rey, que fue creada por deseo
de Luis XIV, ya que falto Felipe V de formación política suficiente para hacer frente a
los problemas derivados de su cargo en el trono, dispuso que fuera asesorado por
expertos. Eligió para dicho asesoramiento la figura del confesor, encomendando esta
tarea a la Compañía de Jesús. Pero la figura del confesor también abarcó la funciones
de Ministro de Estado. Fue elegido para tal puesto el jesuita francés Guillermo Dau-
benton' quien se erigió como primer confesor del Rey. De esta forma Francia venía a
ejercer una mayor influencia en la política española.
El segundo confesor electo fue, el también jesuita francés Pedro Robinet que,
junto con Gabriel Álvarez de Toledo, propuso al Rey el establecimiento de una Real
Librería. Felipe V accedió a ello ya que pretendió trasladar a España las iniciativas rea-
lizadas en su país de origen. Como primer Monarca, consuma la creación en la Corte de
una biblioteca, que será fundada por Pedro Robinet y Melchor Rafael de Macanaz. Se
formó la biblioteca con numerosos manuscritos e impresos, aproximadamente unos diez
mil, procedentes de Francia de la biblioteca particular de Felipe V. Procedían estos fon-
dos de la denominada Biblioteca de la Reina Madre, María Luisa, biblioteca que debía
su formación a Ana María de Austria cuando tenía la tutela del Rey Carlos II. Felipe V
integrará estos fondos bibliográficos en la Librería Real con fecha de 29 de diciembre
de 1711, momento en el que es aprobado por el Monarca el proyecto de Robinet. Los
1
CUESTA GUTIÉRREZ, María Luisa. Una vida inédita del primer director efectivo de la Biblioteca
Nacional. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXV, 1958; p. 415.
1
ESCOLAR Hipólito. Historia de las Bibliotecas; p. 336.
3
CUESTA, Luisa. Jesuítas confesores de Reyes y Directores de la Biblioteca Nacional. En: Revista
de Archivos Bibliotecas y Museos; p.132, t. 69, 1961.
198
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
199
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
7
SARMIENTO. Martín F. Reflexiones literarias para una biblioteca real y para otras bibliotecas
públicas hechas por el R. F. Mtro. F. Martín Sarmiento, Benedictino, en el mes de diciembre del año 1743.
En: Semanario erudito que comprende varias obras inéditas, críticas, morales, instructivas políticas, históri-
cas, satíricas y jocosas de nuestros mejores autores antiguos y modernos dadas a la luz por Antonio Vallada-
res, t. XXI; p. 118.
200
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
por el francés Gabriel Martín en 1705: Teología; Jurisprudencia; Artes; Ciencias e His-
toria. Martín Sarmiento dirigió este proyecto al bibliotecario, Juan de Iriarte. Con el
proyecto pretendió subsanar las deficiencias derivadas de la mala instalación de la
biblioteca mientras estuvo ubicada en el Monasterio de la Encarnación, pero sus inicia-
tivas y actividades fueron infructuosas.
Desde el momento de la creación de la Real Biblioteca fue evidenciándose una
ausencia de normalización de las tareas técnicas a desarrollar. Así, con fecha de 16 de
septiembre de 1751, se realiza un informe sobre algunas faltas que se observan en las
constituciones fundacionales de la biblioteca, según la ya citada Cédula de 2 de enero
de 1716. En el informe se saca a colación la ausencia de método para la elaboración de
los índices8. Sin duda, era necesario disponer de instrucciones para tal efecto, por lo que
el Bibliotecario Mayor, Juan de Santander que carecía, en ese momento, de director
sobre él, redacta las Constituciones que serán aprobadas por Carlos III con fecha de 11
de diciembre de 1761. El propio autor de las Constituciones, Juan de Santander, ya
había manifestado la necesidad y utilidad de los índices sistemáticos. En estas instruc-
ciones se establece que han de realizarse catálogos de los fondos de la biblioteca, princi-
palmente, un índice general organizado por orden alfabético, y así lo expresan: «Para el
uso y gobierno de esta Real Biblioteca ha de haber un índice general alfabético de
autores de todos los libros impresos incluyendo en estos los mapas y estampas»9. Tam-
bién se recogen instrucciones relativas a la elaboración de un catálogo sistemático con
una forma organizativa paralela a la efectuada en los estantes. La organización rectora
de los fondos tenía una base evidentemente francesa. Ésta era semejante a diversas cla-
sificaciones bibliográficas como la de Naudé, Claude Clement, Luc d'Achery, Jean Gar-
nier, Gabriel Martín, Samuel Formey o Guillaume-Francois Debure, que daban comien-
zo a su sistema clasificatorio por la Teología y comprendían subdivisiones similares.
En el capítulo 8, tercero de las citadas instrucciones queda recogido, de forma
muy somera, el sistema clasificatorio propuesto. «Se hará también otro índice general
en que todos los libros de la biblioteca se distribuyan en las clases o materias de que
tratan conforme están colocados en los estantes dando principio por la Teología y
dividiéndola en sus partes como son las Biblias, Santos Padres, Expositores, Escolás-
ticos y expresando en general lo que cada auto trata en cada parte de éstas y a esta
proporción se trabajaran en las demás facultades ... como está el índice general de
libros y ha de estar en adelante éste de materias»'". A partir de estas instrucciones la
ordenación y colocación de los libros impresos en los estantes en 1762, se regía por el
' Suplemento segundo. Noticias pertenecientes a la Real Biblioteca de Su Majestad, desde sus fun-
dación por el señor D. Felipe V [Manuscrito] (en la Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.843-47).
" Noticias pertenecientes a la Biblioteca Real de Su Majestad sacadas de las Reales Órdenes, con-
sultas representaciones y otros documentos que existen custodiados en el archivo del mismo establecimien-
to [Manuscrito], p. 87.
1
Constituciones de la Real Biblioteca dispuestas por Orden de Su Majestad por Juan de Santan-
der, su Bibliotecario Mayor, cap. 8.
Noticias..., op. cit., p. 87 (bis).
201
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
202
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
203
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
204
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
supuso la apertura de ésta a los estudiosos de la época. Y para poder hacer uso de los
fondos fue necesario organizaría por materias y realizar catálogos de los fondos. Ade-
más, hay que señalar que la biblioteca no estaba siquiera inventariada, ya que el 15 de
marzo de 1712 el Rey pidió, a través del Marqués de Grimaldo, los índices de libros a lo
que se le respondió que sólo estaban inventariados un tercio de los fondos y no por
orden riguroso alfabético.
Sólo algunos años después de su creación se da comienzo a la realización de los
catálogos de la biblioteca. Se hicieron varios catálogos manuscritos dedicados a las
diversas ramas de la ciencia ". En 1729 aparecen los «Regia Matritenses Bibliotheca
Geographica y Cronológica» y «Regia Matritensis Bibliotheca Mathematica» en 1730,
escritos por el bibliotecario Juan de Iriarte, ambos organizados alfabéticamente por
autores. Hubo numerosos catálogos de los fondos de la biblioteca que no se conservan
en la actualidad. Vestigio de ello es el tomo II de un índice sobre medicina «Index libro-
rum Bibliotheca Regia», que integró en un mismo volumen áreas temáticas muy hetero-
géneas, debido a que algunas de estas materias estaban constituidas por un número
pequeño de referencias bibliográficas. Este índice tenía una disposición alfabética de
autores, aunque organizado en los siguientes campos temáticosl8: Medicinam, Chiru-
giam, Botanicam, Naturalem, Historicam, Animalium, Phisicam, Ethicem, Historiam
Profanam, Logicam, Rhetorica, Gramaticam y Philologiam.
Este «Index librorum Bibliotheca Regia» es el primer catálogo de la biblioteca
organizado por materias del que tenemos noticia. También se llevaron a efecto índices
de diversas áreas temáticas como el «índice de Filología» '9 distribuido por orden alfa-
bético de autores. «índice de Derecho colocado en la sala 2." de esta Biblioteca por
Ruiz»20 igualmente organizado por orden alfabético. En 1746 fue concluido el «Index
Universalis de la Biblioteca» ". Se trataba del primer índice general de la biblioteca,
ordenado alfabéticamente por autores y por títulos de obras anónimas.
De igual manera durante el siglo XVIII se integraron en la biblioteca numerosos
fondos bibliográficos como la Biblioteca del Cardenal Archinto, comprada en Roma a
instancia del Rey Carlos III22. Y este tipo de adquisición dio origen a catálogos com-
plementarios como las «Listas de libros de Orcelly del Cardenal Archinto» en 1752
entre otros. Estas nuevas adquisiciones motivaron la redacción de un nuevo índice
205
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
general que fue ejecutado por el Bibliotecario Mayor Francisco Pérez y Bayer23
en 1787. Se trata del segundo índice primitivo general de la biblioteca, distribuido en die-
ciocho volúmenes. Otro índice general se realiza, también durante este período sujeto a
una organización sistemática de materias distribuidas en veintiún volúmenes24 de la
siguiente forma: Historia (tres volúmenes); Derecho (tres volúmenes); Mística (tres volú-
menes); Numismática y Antigüedades (un volumen); Filosofía y Literatura (un volumen);
Libros del primer siglo de la imprenta (un volumen); Liturgia (un volumen); Geografía
(un volumen); Poesía (un volumen); Filosofía (un volumen); Artes (un volumen); Medici-
na (un volumen); Impresiones selectas (dos volúmenes); Suplemento (un volumen).
La distribución de cada volumen era por orden alfabético. Este catálogo junto
con el índice primitivo de la biblioteca de dieciocho volúmenes, mencionado con ante-
rioridad, son los catálogos que rigieron la biblioteca, hasta una época posterior a los
traslados ordenados por José Bonaparte. En efecto, es en este período, en el que la
biblioteca estaba ubicada en la plaza de Oriente, cuando se proyecta la realización de
un índice formado por fichas sueltas, dispuesto por orden alfabético 2\ Y ello fue debi-
do a que la realización de un catálogo general de la biblioteca en formato de libro esta-
ba sometida a un rápido envejecimiento. Las constantes adquisiciones de fondos
bibliográficos imposibilitaban la realización de un catálogo de carácter general como
lo fuera el «Index Universalis» de la «Regia Matritensis».
Al mismo tiempo, durante la ocupación napoleónica sobre el territorio español,
se interrumpe el orden primitivo de organización de los fondos de la biblioteca26. Son
varios los traslados de edificio a los que se la somete. Además, en 1809 José Bonapar-
te ocupa el trono español y decreta la demolición del edificio ocupado por la biblioteca
para la realización de la plaza de Oriente, momento en el cual es trasladada al Conven-
to de la Trinidad e interrumpida la forma organizativa de sus fondos.
Por otra parte, desde 1756 ya no eran los confesores del Rey los encargados de
la dirección de la Real Librería. Se encomienda esta tarea en lo sucesivo a destacados
personajes del mundo de la cultura como Ferreras, Francisco Pérez y Bayer o Leandro
Fernández de Moratín. Este último era de los afrancesados y fue designado por José
Bonaparte como director de la biblioteca durante el período comprendido entre 1811
y 1813. Estando la biblioteca bajo la dirección de Leandro Fernández de Moratín, se
propondrán nuevas ideas para la consolidación de un catálogo general. Es Moratín
quien proyecta la idea de este catálogo general de papeletas sueltas que no quedará
25
CASTELLANOS DE LOSADA, Basilio Sebastián. Origen de las bibliotecas públicas españolas y en
particular de la Nacional de Madrid. En: El Bibliotecario, semanario histórico, científico, literario y artísti-
co. Madrid, 1841; p. 34.
24
LÍTER CURIESES, Roberto. Op. cit., p. 112.
2!
CASTELLANOS DE LOSADA, Basilio Sebastián. Apuntes para un catálogo de objetos que compren-
de la colección del Museo de Antigüedades de la Biblioteca Nacional, con exclusión de numismáticos,
acompañados de una ligera reseña del Museo de Medallas y demás departamentos. Madrid: Imprenta de
Sanchís, 1848, 212 h.
26
CASTELLANOS DE LOSADA, Basilio Sebastián. Op. cit., h. 187.
206
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
27
índice de libros prohibidos, por JOAQUÍN PATINO. 642 pp. (Biblioteca Nacional de Madrid,
Mss 18.799).
28
índice de ediciones primitivas, por JOAQUÍN PATINO (Biblioteca Nacional de Madrid 18.797).
29
índice de la sala 6.a de la biblioteca antigua, 1835 (Biblioteca Nacional de Madrid,
Mss. 18.793).
30
- Lista de libros comprados en París, año de 1764, de la librería del Colegio de Luis el Gran-
de (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.964).
- Índice de libros publicados que hay en esta librería del Rosario de Madrid, año 1721 (Bibliote-
ca Nacional de Madrid, Mss. 18.986).
- índice extraordinario de la librería de San Martín de Madrid, 1789 (Biblioteca Nacional de
Madrid, Mss. 18.839).
- índice de la Biblioteca del oratorio de los Padres Misioneros del Salvador, Madrid 1792
(Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.840).
- Noticia e Inventario de los libros y objetos de la Biblioteca del Infante don Sebastián de Gran-
ganza. Preceden cuatro palabras preliminares firmadas por Su Majestad. Patino a 20 de diciembre de 1838
(Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.967).
Comprende:
1." Los manuscritos separados por idiomas.
2.° Los incunables separados por década.
3.° Los demás impresos por orden alfabético .
- Catálogo alfabetizado de la Biblioteca Mexicana del licenciado don José Carlos Mexia Propie-
dad de don José de Sosa, 1859, en dos vols. (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.956-57).
- Inventario de la librería que fue de don Juan Nicolás Bol de Faber, en un volumen y un legajo
(Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.598-9).
- Inventario por orden alfabético de la librería del excelentísimo señor don Agustín Duran. Com-
prada con destino a la Biblioteca Nacional en 27 de junio 1863. Comprende impresos y manuscritos ordena-
dos separadamente, un vol. (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.594).
- Lista de libros y estampas de don Cayetano Alberto de Barrera. Madrid 8 de enero de 1873
(Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.955).
207
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
- Inventarios de las obras impresas y manuscritos procedente de las librerías de los excelentísi-
mos señores Marqués de la Romana y don Serafín Estévanez Calderón, trasladados por disposición de Su
Majestad a la Biblioteca Nacional en el año 1873, de la del Ministerio de Fomento un volumen y una carpe-
ta (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 21.349).
- Catálogo alfabetizado de la Biblioteca del excelentísimo señor don Adelardo López de Ayala.
Contiene obras, impresos, manuscritos, estampas y ejemplares fotolitografiados en 1873 (Biblioteca Nacio-
nal de Madrid, Mss. 18.962).
- Catálogo alfabético de las obras impresas pertenecientes a la Biblioteca del Duque de Osuna,
adquiridos por el gobierno de su Majestad en 1886 con destino a esta biblioteca. Comprende 11.100 volú-
menes impresos, 149 mapas y planos y 67 estampas (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.848).
- Catálogo de la Biblioteca del Conde de Campo de Alange, seis volúmenes (Biblioteca Nacional
de Madrid, Mss. 21.337-21.342).
- Obras recibidas por la Biblioteca Universitaria de Madrid (Biblioteca Nacional de Madrid,
Mss. 18.975).
- índice de los libros que vinieron del Ministerio de Instrucción pública en 1849 (Biblioteca
Nacional de Madrid, Mss. 18.749).
- índice de las comedias procedentes de la censura dramática 1857-1868 (Biblioteca Nacional de
Madrid. Mss. 18.961).
- Re/ación de las obras procedentes de la Biblioteca del Ministerio de Fomento, se remiten a la
Biblioteca Nacional, en 1888 (Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 18.963).
208
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
las bibliotecas nacionales van a ser las bibliotecas anejas a los Congresos de los Diputa-
dos, como sucedió con la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Esta misma idea
se había asentado en España durante el trienio liberal con la Biblioteca Nacional de
Cortes, ya que esta biblioteca aneja al Congreso nació con el rango de Biblioteca Nacio-
nal, y estaba a la cabeza del naciente sistema bibliotecario español. La Biblioteca Nacio-
nal de Cortes, de no haber sido cerrada durante el período absolutista de Fernando VII,
hubiera tomado el rango de Biblioteca Nacional, ya que ésta fue concebida en su crea-
ción con ese carácter. Con posterioridad se produjo su apertura en 1834, pero ya se
había disipado aquel el proyecto inicial de convertirse en biblioteca nacional.
Con la transición del antiguo régimen al régimen liberal, y durante el gobierno
progresista de Calatrava, se produce la traslación de la titularidad jurídica de la Real
Biblioteca. Ésta había dependido del Palacio Real, y es en 1836 cuando esta titularidad
va a corresponder al Estado. Cambia, así, su denominación y se va a consolidar como
Biblioteca Nacional. Esta traslación se efectúa mediante Real Decreto de 23 de
noviembre de 1836. Quedando sometida la jurisdicción de la biblioteca al Ministerio
de la Gobernación" (denominación que recibe el Ministerio de Fomento desde el 4 de
diciembre de 1835 hasta el 20 de octubre de 1851). Por otra parte, cabe reseñar, que,
tras la Revolución Francesa, el período postrero conlleva gran influencia del ámbito
francés. La formación del fuertemente consolidado sistema francés supuso la exporta-
ción no sólo de la traslación de la titularidad jurídica de la Biblioteca Real sino tam-
bién de los criterios organizativos de las bibliotecas. De esta forma, los sistemas clasi-
ficatorios de diversas bibliotecas europeas y españolas se van a basar en las disciplinas
que se impartían en las facultades de las universidades francesas, en un primer momen-
to, y en el sistema de Brunet, en un momento posterior.
La clasificación bibliográfica predominante en Europa será la empleada por los
libreros de París, y consagrada de forma definitiva por Jaques Charles Brunet en la pri-
mera edición de su obra «Manuel du libraire et de Vamateur de livres» en 1810, quien
recoge el germen de las clasificaciones anteriores. Pocos años más tarde, este sistema
tiene plena vigencia en España. La Biblioteca Nacional además de recoger del país veci-
no el estatuto jurídico recoge también el sistema de clasificación de mayor embergadura
e implantación. Y además, es el modelo francés el que prima y se impone en todos los
otros aspectos relativos a la biblioteca. Esta influencia se plasmará en el «Memorándum
de la Biblioteca Nacional de Madrid» de 1848, que comprende las obras clasificadas
conforme al sistema difundido por Brunet estableciendo, también, subdivisiones32.
31
GARCÍA MARTÍ. Ministerio de Fomento: su contenido jurídico, organización y funciones,
páginas. 15-16.
52
Memorándum del bibliotecario de la Nacional de Madrid (manuscrito), 1848. 215 h.
1." Clase: Teología: Sección 1.a Sagrada Escritura.
Sección 2.a Liturgia.
Sección 3.a Concilios.
Sección 4.a Santos Padres.
Sección 5.a Teología.
209
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
210
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
34
Real Orden del 5 de noviembre de 1856, dictando disposiciones para dar principio a las enseñan-
zas de la Escuela Diplomática creada por Real Decreto de 7 de octubre anterior.
35
El Boletín Bilibográfico debía tener periodicidad mensual, éste sin embargo no vio consumada
su creación. Existieron en cambio publicaciones que realizaron funciones similares, como el Boletín Biblio-
gráfico Español (1848-1859), la Revista Bibliográfica (publicada por C. Moro 1853) y el Bibliógrafo Espa-
ñol y Extranjero, periódico quincenal de la imprenta y librería, mapas, grabados, litografías, y obras de
Música bajo la dirección de Dionisio Hidalgo y Carlos Baily-Balliere (1857-1858).
211
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
36
Instrucciones para formar los índices de impresos existentes en la Biblioteca Nacional (redacta-
das por Sancha Indalecio). 1857.
212
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
normas fueron aprobadas por el Ministerio de Fomento37, estableciéndose así, por vez
primera en España una normativa relativa a la organización sistemática de los catálo-
gos y los fondos mediante la cual se sientan las bases para la realización de un catálo-
go general y para la organización sistemática mediante el sistema de Brunet.
Por último, en este período prolífico para la organización de las bibliotecas espa-
ñolas, se promulga la Ley de Instrucción Pública de 1857 (de 9 de septiembre de 1857,
formada y promulgada en virtud de la de 17 de julio del mismo año). Incluye, esta ley,
la creación de la carrera diplomática. Esta carrera tenía encomendada la formación de
profesionales para las tareas técnicas en las bibliotecas y archivos, y además, estos
estudios contenían como disciplina la Bibliografía, en la que era objeto de estudio la
clasificación de archivos y bibliotecas. Asimismo, en la citada ley se contempla a las
bibliotecas como dependencias de Instrucción Pública, proyectándose al mismo tiem-
po la creación de un Cuerpo de Bibliotecarios (art. 166). Por lo que se refiere a la crea-
ción de un Cuerpo de Bibliotecarios facultados para la dirección de bibliotecas de titu-
laridad estatal, su creación definitiva supuso un gran desarrollo e incidió de forma
notable en todas estas iniciativas relativas a la organización de las bibliotecas. En 1859
se crea el Cuerpo Facultativo de Archiveros-Bibliotecarios, que va a depender de la
Dirección General de Instrucción Pública del Ministerio de Fomento. A partir de este
momento las bibliotecas de titularidad estatal, y de forma concreta la Biblioteca Nacio-
nal, van a depender del citado cuerpo. Cierto es que los archiveros-bibliotecarios van a
tener encomendada como función prioritaria la formación de los catálogos de las
bibliotecas, que, hasta el momento eran casi inexistentes. Además, a partir de las ins-
trucciones para realizar los índices de la Biblioteca Nacional, este nuevo cuerpo de
profesionales va a hacer extensivas estas normas a todas las bibliotecas que tenía a su
cargo. Y en 1859 siendo Ministro de Fomento Rafael de Bustos y Castilla, se dictami-
nan las bases para la organización de las bibliotecas,s. De esta forma se establece que
todas las bibliotecas de carácter público estén sujetas a una misma normativa, es decir,
a la aplicación de idénticas reglas para la elaboración de índices y clasificación de
documentos. Se trata de directrices técnicas que han de aplicarse en todas las bibliote-
cas de carácter público, ó lo que es lo mismo, en las bibliotecas que tiene a su cargo el
Cuerpo de Archiveros-Bibliotecarios. Los métodos que habían de regir los trabajos
técnicos quedaron establecidos en las instrucciones y reglamentos que fueron origina-
dos con posterioridad. Sin duda, esta metodología y nueva forma organizativa supuso
un intento unificador del sistema clasificatorio.
Este propósito uniformador va a tener gran incidencia, pese a que se valoraba
también la creación e implantación de sistemas clasificatorios propios y originales en
las bibliotecas. Así, en los ascensos dentro del Cuerpo Facultativo de Archiveros y
37
VALENTINELLI, Giuseppe. Della Bibliotheque delta Spagna. 1860, p. 23.
38
Real Decreto de 8 de mayo de 1859, dictando las bases para la organización de los Archivos y
Bibliotecas del Reino. Bases 19, 21 y 24.
213
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
39
Real Decreto de 8 de mayo de 1859... Op. cit., base 15.4.
40
Se añadieron otras secciones para otro tipo de materiales no librarios, fundamentalmente. La dis-
tribución de las distintas secciones se proyectó de la siguiente manera:
- Planta inferior: A. Historia; B. Teología; C. Jurisprudencia: D. Ciencias y Artes; E. Bellas
Letras; F. Museo de Antigüedades; G. y H. Estampas, Música y Manuscritos; J. K. Museo Numismático;
I. Portería
- Planta superior: A. Historia; B. Teología; C. Jurisprudencia; D. Archivo; E. Ciencias y Artes;
F. Bellas Artes; G. Salón de Lectura; I. Director; II. Antesala: III. Secretaría; IV y V: índice.
En esta disposición de las secciones, quedaban incluidas las diversas dependencias que eran necesa-
rias en la biblioteca.
VALENTINELLI, Giuseppe. Op. cit., p. 26.
41
Memoria de la Biblioteca Nacional 1859. Redactada por el Secretario de la Biblioteca Agustín
Duran.
42
Se establece la obligatoriedad de realización de dichas memorias mediante el Real Decreto de 3
de diciembre de 1856, dando una nueva organización ala Biblioteca Nacional.
43
Memoria de la Biblioteca Nacional, 1862.
214
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
44
FUMAOALLI. Della collocazione dei libri, p. 125.
45
Memoria de la Biblioteca Nacional:
1869, p. 3.
1870, p. 3.
1872, p. 8.
1873, p. 4.
1874, p. 16.
1875, p. 4.
1875-1876, p. 6.
215
SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
tora a este respecto. En efecto, aunque el sistema de Brunet se implantó de forma extra-
oficial o poco ortodoxa en los catálogos y de forma definitiva en la distribución de los
fondos, fue, sin embargo, objeto de grandes encomios. Se resolvió mediante el mismo
la problemática de elección entre la diversidad de sistemas46. Además, se trataba del
sistema cuyo reconocimiento estaba muy extendido, y abarcaba a considerarlo como el
universalmente aceptado47.
Respecto al estado de los catálogos de la biblioteca, no era el deseable, y ello se
suma a la indecisión respecto a la elección de un sistema clasificatorio, lo que va a pro-
piciar que los catálogos fueran organizados mediante siete secciones que tenían en
consideración solamente el tipo de documento. En vez de adoptar una clasificación
temática, las secciones quedaron dispuestas de la siguiente forma: 1. Libros comunes,
2. Libros raros y preciosos, 3. Obras dramáticas, 4. De varios, 5. De música, 6. De
mapas y planos, 7. De estampas.
Esta última observación muestra que el sistema de Brunet se implantó para orga-
nizar los fondos y no los catálogos. Además, la distribución de los fondos por áreas
temáticas y utilización de catálogos no temáticos era el modelo organizativo de las
grandes bibliotecas europeas, en las que el usuario, en caso de necesitar libros o infor-
mación relativa a una materia determinada, debía demandarlo al bibliotecario, quien
actuaba como intermediario y efectuaba la búsqueda. Este modelo organizativo rigió
en las Bibliotecas de Munich, París, Berlín, en las que los catálogos no estaban a dis-
posición del público. Ello invalidó la necesidad de un catálogo sistemático de materias.
(Estas consideraciones sobre el uso y forma organizativa alfabética de los catálogos
fueron objeto de críticas, tales como las explicitadas por el destacado bibliógrafo y
jurista Manuel Torres Campos, quien entonces estaba a cargo de la Biblioteca de la
Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid. Torres Campos abogó por la
conveniencia de realización y uso de un fichero para cada ámbito temático y ordenado
por criterios y necesidades relativas a cada área científica. Críticas que eran objeto de
encomio pero que, sin embargo, no tenían en consideración las desfavorables circuns-
tancias materiales a los que estaba sometida la Biblioteca Nacional, tal como exponía
Quesada, director de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, en su informe acerca de
las bibliotecas europeas.)
Hechas estas observaciones, podemos añadir que desde la creación del cuerpo
facultativo no se habían dictaminado instrucciones para realizar los catálogos de las
bibliotecas públicas del Estado. Es en 1882 cuando la Junta Facultativa de Archivos y
Bibliotecas expide unas normas relativas a la catalogación de los fondos bibliográfi-
cos. Se trata de las poco conocidas «Instrucciones para formar los índices de impresos
46
Memoria de la Biblioteca Nacional 1875-1876. En: Revista de Archivo, Bibliotecas y Mu-
seos, 1878, año VIL
47
Según expresa Quesada, director de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, en un informe sobre
las bibliotecas europeas y de América Latina.
QUESADA, Vicente. Las Bibliotecas europeas y algunas de América Latina. 1877, pp. 449-450.
216
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
48
Instrucciones para formar los índices de impresos de las bibliotecas administradas por el Cuer-
po de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios. Aprobadas el 20 de mayo de 1882, p. 5.
49
Bulletin de VInstituí International de Bibliographie. 1895-1896, v. I, p. 10.
50
L'Institut International de Bibliographie: premiers resultáis. En: Bulletin de l'Institut Interna-
tional de Bibliographie, vol. I, pp. 49-50.
217
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
51
MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino. La ciencia española. 1889, p. 79.
52
Julio Burel había hecho unas declaraciones públicas en la prensa en las que dirigió duras críticas
contra la organización de la biblioteca, abarcando, entre otros aspectos, la carencia de catálogos sistemáticos.
218
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
53
MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino. Una caria inédita de Marcelino Menéndez y Pelayo (a Julio
Burell, Ministro de Instrucción Pública). En: Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, octubre-diciem-
bre, 1922, año IV, n.° 4; p. 295.
54
Instrucciones para la redacción de los catálogos de las bibliotecas públicas del Estado, aproba-
das mediante Orden de 31 de julio de 1902, Ministerio de Instrucción Pública, Gaceta de 5 a 9 de agosto.
55
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1900, 3.* época; p. 759.
219
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
adopción, por parte de la Biblioteca Nacional, del sistema decimal56, puesto que había
sido adoptado en varias bibliotecas nacionales de otros países, tras ser propagado por
el Instituto Internacional de Bibliografía57.
Consideraciones del mismo orden podrían explicar el hecho de que tras numero-
sas presiones la Biblioteca Nacional, aunque no adoptase la clasificación decimal de
forma ortodoxa para la realización de sus catálogos, si lo adoptase como base, de forma
laxa, en el catálogo metódico en veintiocho volúmenes de las obras que ingresaron
en 1900-1910. Se consideró que este sistema empírico procuraba mayores facilidades
para el acceso a los fondos, por ello, la estructura temática del catálogo tiene poca
semejanza con la de la clasificación decimal58.
En 1912 Francisco Rodríguez Marín sucede en el cargo a Menéndez y Pelayo,
quien continuará la trayectoria de su antecesor. Y eso no es todo. Fueron numerosos
los intelectuales que se mostraron contrarios a esta sucesión. Proponían a intelectuales
de prestigio capaces de cambiar la concepción de la Biblioteca Nacional y, por ende,
de las bibliotecas públicas. Este grupo de presión de intelectuales, entre los que cabe
56
PAZ Y MELÍA, Julián. La cuestión de la bibliotecas nacionales y la difusión de la cultura. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, julio-agosto 1910.
57
Bulletin de l'lnstitut International de Bibliographie. 1911, p. 266. Se reseña aquí la obra de Paz
y Meliá «La cuestión de las bibliotecas nacionales y la difusión de la cultura».
58
Comportaba las siguiente áreas temáticas:
- ADMINISTRACIÓN: 1. Generalidades; 2. Administración Central; 3. Administración; Provin-
cial y Municipio; 4. Beneficencia; 5. Cárceles y Presidios; 6. Colonización: 7. Comunicaciones; 8. Hacien-
da; 9. Instrucción Pública; 10. Obras Públicas; 11. Póliza Sanitaria, Higiene y Moralidad Pública; 12. Segu-
ridad Pública, Policía Urbana. Guardia Civil.
- AGRICULTURA: 1. Generalidades; 2. Arboricultura; 3. Maginarios; 4. Productos Vegetales;
5. Zootecnia, Industrias Rurales, Productos Animados, Piscicultura.
- ANTROPOLOGÍA Y BIOLOGÍA GENERAL. ARTES E INDUSTRIAS: 1. Generalidades;
2. Culinaria; 3. Fotografía: 4. Indumentaria;
- ASTRONOMÍA.
- AVIACIÓN.
- BELLAS ARTES: 1. Generalidades; 2. Estética; 3. Arquitectura; 4. Escultura; 5. Pintura, Graba-
do, Litografía; 6. Música; 7. Arte Decorativo.
- BIBLIOGRAFÍA.
- CIENCIAS EN GENERAL.
- COMERCIO.
- DEPORTES.
- DERECHO: 1. Generalidades; 2. Derecho Político y Administrativo; 3. Derecho Canónico;
4. Derecho Civil; 5. Derecho Internacional; 6. Derecho Mercantil; 7. Derecho Penal; 8. Derecho Procesal;
9. Derecho Romano.
- ECONOMÍA DOMÉSTICA.
- ECONOMÍA POLÍTICA.
- ELECTRICIDAD.
- ENCICLOPEDIAS.
- ENSEÑANZAS - EDUCACIÓN 1. Educación; 2. Pedagogía.
- ESTADÍSTICA.
- FARMACIA.
- FILOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA: 1. Generalidades; 2. Diccionarios y Gramática.
220
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
destacar a Ramón y Cajal, Torres Quevedo, Hinojosa, Echegaray, Pérez Galdós, Pardo
Bazán, Giner de los Ríos, Cossío, Azcárate, Posada, Simarro, Sorolla, Azorín, Baroja y
otros muchos59, no prosperaron en su intento cuando propusieron como director de la
biblioteca a Ramón Menéndez Pidal. Y, en efecto, estando bajo la dirección de Rodrí-
guez Marín perduró la forma organizativa anterior y no hubo iniciativas relativas a una
nueva estructuración de las tareas técnicas. Y además, se acusó la ausencia de una cla-
sificación sistemática directriz del catálogo temático previsto en el Reglamento
de 1901.
Finalmente, podríamos indicar, desde esta perspectiva que la ausencia de catálo-
gos sistemáticos en la biblioteca no sólo fue relativa al catálogo general, sino también
a los catálogos de las distintas secciones de la biblioteca60, de diversas épocas que, en
su mayoría, habían estado regidos por un orden alfabético.
Era lento el proceso de adopción de un sistema clasificatorio, y más aún el de la
Clasificación Decimal Universal, ya muy difundida en el ámbito europeo. Ya vimos
221
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
que hubo intentos renovadores como la celebración de la Asamblea del Cuerpo Facul-
tativo de 1923, en la que se destacaron abiertos partidarios de la implantación de la cla-
sificación decimal y, además, trataron tanto de difundir como de realizar las activida-
des desarrolladas por el Instituto Internacional de Bibliografía 61. Además, es
importante señalar que la Asamblea contó con el apoyo de los intelectuales que se ha-
bían mostrado contrarios a la elección de Rodríguez Marín como director de la biblio-
teca. Pese al reconocimiento y legitimación de la asamblea, ésta fue prohibida por el
Directorio Militar tras su toma de poder. De esta forma, el apoyo del que había sido
objeto la clasificación decimal se vio eclipsado por la situación política, que anuló este
tipo de iniciativas. En 1930 dimite Rodríguez Marín como director de la biblioteca y
con su dimisión termina un período en la biblioteca que se había caracterizado por
cierto inmovilismo y empleo de técnicas obsoletas, no sólo en el ámbito clasificatorio,
sino también en otros aspectos biblioteconómicos. Tras la dimisión de Rodríguez
Marín, es elegido Miguel Artigas quien propuso un plan de renovación que hacía refe-
rencia, también, a la organización de los catálogos y los fondos.
En la medida en que eran numerosos los bibliotecarios miembros del Instituto
Internacional de Bibliografía, la clasificación decimal había sido ya implantada en
muchas bibliotecas españolas, lo que generó un ambiente proclive a la admisión de
la CDU como el sistema dotado de mayor validez para ser implantado en esta bibliote-
ca. Y este incipiente desarrollo del sistema decimal va a tener su reflejo en la bibliote-
222
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
ca. En efecto, en 1931 se crea una sala de lectura general para usuarios que no sean
investigadores, ya fueran personas de cultura media, estudiantes, obreros, estudiosos
especializados, etc. En esta sala general van a estar los libros al acceso directo para los
usuarios y, para ello, los libros en las estanterías tendrán un esquema similar al estable-
cido en las tablas de la CDU. Asimismo, se redacta un catálogo que en lo relativo a la
descripción bibliográfica se realiza según las instrucciones de 1902, pero además com-
prende un índice de materias con cierta similitud respecto a las tablas de la CDU, aun-
que dicho catálogo carece de notación o numeración alguna indicadora de la materia
en la que están insertos los libros.
Se puede decir, por tanto, que tras la instauración de la II República Española,
estamos ante una nueva época que significó un mayor compromiso para afrontar mul-
titud de aspectos, entre los que destacan las tareas técnicas. Artigas, que había sido ele-
gido por el Patronato de la Biblioteca Nacional, inició, además de la creación de una
sala de lectura general, diversas medidas que le llevaron a adoptar, por propia decisión,
la clasificación decimal para un catálogo sistemático en 193462. A partir de 1935 todas
las obras que ingresan en la biblioteca van a ser clasificadas por la Clasificación Deci-
mal Universal63, de forma que la CDU quedó implantada de forma definitiva en la
Biblioteca Nacional, según asevera Sánchez Fernández. Unos años después, tras la
Guerra Civil64, se dispuso la obligatoriedad del empleo de la CDU en todas bibliotecas
públicas del Estado, como hemos estudiado en capítulo anterior.
En 1939 Javier Lasso de la Vega, que según vimos ocupaba el cargo de Jefe del
Servicio Nacional de Archivos y Bibliotecas, promovió la obligatoriedad de la utiliza-
ción de la Clasificación Decimal Universal en las bibliotecas españolas de titularidad
estatal, lo que se llevó a efecto mediante Orden ministerial de 29 de julio de 1939 (en
Boletín Oficial del Estado de 9 de agosto de 1939). Esta normativa incluía la adopción
de la CDU en la Biblioteca Nacional, y no sólo hacía alusión a la forma organizativa
del catálogo metódico, sino también a la de los fondos en los depósitos. Es preciso,
reseñar que este último aspecto no tuvo un desarrollo en la Biblioteca Nacional, ya que
los fondos de ésta no se clasificaron sistemáticamente. Pero sin embargo tuvo
aplicación, muchos años más tarde, en la biblioteca circulante adscrita a la Biblioteca
Nacional. Ésta era una biblioteca de préstamo, aledaña a la Biblioteca Nacional y se
caracterizaba porque ofrecía sus fondos al acceso directo de los usuarios, haciendo uso
de la CDU para colocar los libros en los estantes. En 1939 se organizó el Servicio de
Clasificación para la Realización del Catálogo Sistemático, según la CDU. Y es
en 1948 cuando se crea la Sección de Clasificación por la Dirección General de Archi-
62
LÍTER CURIESES, Roberto. Op. cit.
63
SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Antonio. La clasificación sistemática y los encabezamientos de materia
para el catálogo-diccionario en la Biblioteca Nacional. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Mu-
seos. 1966, t. 73, p. 199.
64
Durante cierto tiempo de la Guerra Civil, Artigas continuó siendo director de la Biblioteca, siendo
cuestionado política y técnicamente por sus compañeros republicanos.
223
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
224
CAPÍTULO 7
225
SISTEMAS OE ORGANIZACIÓN DEL CONCX'IMIENTO.-8
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
interés por la lectura pública y las bibliotecas, que fue recogido por los hombres de las
Cortes de Cádiz. Con anterioridad al siglo XVIII habían existido las bibliotecas uni-
versitarias que habían tenido un carácter «público», en sentido laxo. Las bibliotecas
medievales de las universidades satisficieron las necesidades de la nobleza, que era la
clase dominante,y posibilitaban reproducir tanto su ideología, como su cultura que
eran pilares fundamentales para su asentamiento. Coadyudaban también a la inculca-
ción de una ideología religiosa conformando el orden y estamentos de la nobleza1.
Habían existido, además, bibliotecas de carácter público durante el período musulmán
en España, que no perduraron con el ascenso cristiano. Las bibliotecas con carácter
público, tal como las entendemos en la actualidad, tuvieron su origen en el siglo XVIII
y como antecedente a la Ilustración. Así, fue a finales del siglo XVIII cuando penetra-
ron las ideas de la Ilustración en algunos sectores de la sociedad española, y tuvieron
incidencia varias ideas y resultados de la Revolución Francesa como la libertad políti-
ca, el constitucionalismo, la declaración de los derechos humanos o el parlamentaris-
mo. Estas ideas provenientes de la Ilustración encontraron acogida entre un sector
social culto, aunque a pesar de las múltiples barreras que se establecieron para intentar
impedir la extensión de las ideas revolucionarias, éstas llegaron a veces hasta las clases
más modestas. Así podemos decir que en el siglo XVIII la cultura de forma incipiente
había comenzado a ser más expansiva, lo que primeramente se debió a la creación de
un pequeño número de bibliotecas en quellos lugares en los que existían universidades
públicas y también en aquellas ciudades en las que había catedrales, donde se confor-
maron las bibliotecas pertenecientes a los cabildos2.
En efecto, de forma paulatina las bibliotecas de instituciones aledañas a la Igle-
sia se fueron formando y comienzan una leve apertura a un público que no estaba,
estrictamente, compuesto de clérigos. La apoyatura legal a estos hechos se hizo
mediante Real Cédula, de 17 de febrero, de Carlos III en 1771, en donde se anunciaban
las directrices para posibilitar la apertura al público de las bibliotecas episcopales, y se
daban normas para la organización de las mismas. Las únicas bibliotecas que habían
tenido, con anterioridad, el carácter de «públicas» fueron las universitarias. Las biblio-
tecas episcopales en 1771 tuvieron el carácter de públicas, aunque este concepto de
«público» hiciera alusión a una minoría o élite social y cultural. El origen de este inci-
piente movimiento bibliotecario se gestó en la Iglesia, y vino producido porque era una
institución que contaba con medios económicos y bibliográficos, servicios que repor-
taron beneficio al clero y a aquellos que habían recibido educación eclesiástica, por
contra, el pueblo quedaba ajeno a esta realidad ya que en su mayoría era totalmente
1
LERENA, Carlos. Escuela, ideología y clases sociales en España ; p. 137.
2
SARMIENTO, P. Reflexiones literarias para una biblioteca real y para otras bibliotecas públicas
hechas por el R.P. MTRO. F. Martín Sarmiento, benedictino, en el mes de diciembre del año 1743. En:
Semanario erudito que comprende varias obras inéditas, míticas, morales, instructivas, políticas, históricas,
satíricas y jocosas de nuestros mejores autores antiguos y modernos dados a la luz por Antonio Valladares.
tomo XXI; pp. 142-143.
226
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
3
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España. En: La Lectura Pública en España durante la
II República: Catálogo; p. 13.
4
FAUS SEVILLA, Pilar. La Lectura Pública en España y el Plan de Bibliotecas de María Moliner.
Op. cit. p. 20.
5
FAUS SEVILLA, Pilar. Las bibliotecas públicas de la ciudad de Valencia. En: Congreso de Historia
de Valencia. Octubre 1988; pp. 2. 3. 1-6. Citado por Faus Sevilla en La Lectura Pública en España y el Plan
de Bibliotecas de Mana Moliner,. Op. cit.
PAZ, Julián. Los archivos y bibliotecas de Valencia. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.
Año XVII, noviembre-diciembre 1913, números 12 y 13; p. 370.
227
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
6
MÁRQUEZ CRUZ, Guillermo. Sociología de la biblioteca pública en España en el proceso de la
modernización de los orígenes de la organización a la burocratización de la lectura (1808-1939). En: Bole-
tín de la Asociación Andaluza de Bibliotecas, año 4, núms. 12-13, 1988, junio-diciembre; p. 25.
7
DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás. Las bibliotecas en España, 1885; pp. 78-79.
8
GARCÍA EJARQUE, Luis. Las primeras bibliotecas en las escuelas. En: Educación y Bibliotecas.
Separata.
9
LERENA, Carlos. Escuela, ideología y clases sociales en España; p. 149.
228
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
10
JOVELLANOS. Instrucción u ordenanza para la nueva Escuela de Matemáticas, Física, Química,
Mineralogía y Náutica de Gijón, [17-?].
229
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, se inició un nuevo régimen liberal con
la regencia de su esposa María Cristina, que quedó a la espera de que llegara la mayoría
de edad de su hija Isabel. Se sucedieron en el poder progresistas y moderados. Fue
durante el período comprendido entre 1833 y 1868 cuando se inició, de nuevo, la crea-
ción de una organización bibliotecaria española. A partir del comienzo del nuevo perío-
230
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
11
SVEND, Dahl. Historia del libro; p. 226.
231
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
las capitales de provincias que carecían de universidad, mientras que en aquellos luga-
res en los que existía universidad no se crearon las Bibliotecas Públicas Provinciales
sino que los fondos fueron depositados en las bibliotecas de las universidades. Los
centros de enseñanza eran los destinatarios prioritarios de estos fondos bibliográficos y
las reformas en el ámbito educativo originaron las bibliotecas provinciales, es decir, su
creación estuvo supeditada a la enseñanza.
Pero, pese a las numerosas acciones para el desarrollo de la educación, ésta con-
tinuó en un gran atraso 12, ya que las reformas educativas fueron insuficientes y la ins-
trucción popular fue objeto de desatención, o no obtuvo la que requería. Esto es, las
medidas educativas no paliaron la existencia de un alto índice de analfabetismo. Y res-
pecto al ámbito bibliotecario, vemos que las bibliotecas de carácter público eran
escasas y con una mala dotación, organización y servicios insuficientes. Este estado de
precariedad le llevó a Díaz y Pérez a afirmar que durante la primera mitad del siglo
XIX las bibliotecas públicas fueron casi inexistentes 13. Además, cabe señalar, que en
las zonas rurales el acceso a la cultura estaba totalmente imposibilitado, y fue en las
ciudades donde residían quienes podían comprar libros y donde se instalaron las biblio-
tecas, mientras que las zonas rurales -más pobres- el acceso a la cultura era más difícil
acrecentado por la imposibilidad material de la compra de libros (base económica de la
lectura). Así, las reformas bibliotecarias no repercutieron en el ámbito rural, que conti-
nuaba en estado de postración cultural. En 1837, la Constitución estableció la obligato-
riedad de la enseñanza14, lo que produjo un incipiente desarrollo de estas iniciativas
educativas y bibliotecarias. Estas medidas generaron las Bibliotecas Públicas Provin-
ciales, aunque la evolución y el apoyo inmediato de éstas no será muy favorable pues-
to que estas acciones no fueron continuadas durante el gobierno moderado de 1845,
cuya Constitución no recogía de forma expresa el derecho a la educación como había
ocurrido con anterioridad durante los gobiernos liberales como el de 181215.
En 1855 se aprobó el «Proyecto de Ley de Instrucción Pública» (según Real
Decreto de 7 de octubre) o también denominado, Proyecto de Alonso Martínez que
hacía referencia únicamente a la biblioteca universitaria. Este proyecto preparó no sólo
la creación de la Escuela Diplomática, en un primer momento, sino que en un momen-
to posterior fue originario de la creación de un Cuerpo de Bibliotecarios. En efecto,
ante las ingentes cantidades de documentos y libros que se acumularon con la desa-
mortización de Mendizábal era precisa la preparación de profesionales capaces de
ordenar estos materiales. Así se vio la necesidad de creación de una escuela de forma-
ción de estos profesionales, que se creó a instancia de la Academia de la Historia y de
12
TUÑON DE LARA, Manuel. La España del siglo XIX. 1808-1914; pp. 78-79.
13
DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás. Las bibliotecas en España. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Mu-
seos. 1885; Op. cit; p. 2.
14
LERENA, Carlos. Escuela, ideología y clases sociales en España; Op. cit.; p. 149.
15
Los planes de instrucción pública se llevaron a efecto bajo los gobiernos moderados de 1836,
1838 y 1845 junto con la Ley de Moyano de 1857.
232
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
16
Instrucciones para formar los índices de impresos de la Biblioteca Nacional. Madrid. Op. cit.
17
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1881; pp. 310, 344, 324, 328, 271, 282 y 243.
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
1!
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1872; p. 114.
19
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1878; p. 166.
20
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1881. Op. cit.; p. 338.
21
Catálogo de la Biblioteca Pública de Mahón. Redactado por Miguel Rouja Ruyol. 1885, 1890.
22
CAMPO TORIBIO DEL. Notas bibliográficas. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Mu-
seos. 1897; pp. 137-138.
234
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de Cortes por ello, fue objeto de distintas
formas organizativas de sus fondos y sus catálogos. En 1851 se abrió al público siendo
su bibliotecario Luis de Igartuburu quien realizó varios catálogos según criterio distri-
butivo de autores e idiomas y también elaboró un catálogo sistemático según el siguien-
te esquema clasificatorio: Ciencia; Poesía; Historia de Países y Pueblos; Diccionarios;
Gramáticas; Biografías; Crónicas; Sermones; Clásicos españoles; Latinos y Griegos;
Ediciones Políglotas; Autores de los siglos XV y XVI; Códices y Manuscritos; Cervan-
tes; Cádiz y su provincia. La labor realizada por Igartuburu fue extensa aunque no se
ajustó de forma exhaustiva a la metolodogía bibliotecaria23. En 1867 ocupó el cargo de
bibliotecario José García Villaescusa y Cavenecias y en 1880 Román García Aguado,
quien anteriormente había sido destinado a la Biblioteca de Orihuela en la que había
implantado el sistema de Brunet24. Con la labor de ambos quedó implantado, en la
biblioteca gaditana, el sistema de Brunet que perdurará muchos años después25.
La influencia francesa en las Bibliotecas Públicas Provinciales se muestra no
sólo porque se establece en su mayoría el sistema clasificatorio de Brunet, sino porque
allí donde falta el de Brunet también se implanta un sistema clasificatorio francés aun-
que de otro bibliógrafo y librero, Guillermo Debure. El sistema de éste fue introducido
en la Biblioteca Pública Provincial de Canarias. En efecto, Martín Antonio Bello reali-
zó el catálogo de esta biblioteca en 1852 en el que regía el sistema de Debure26. Poco
tiempo más tarde se organizaron sus catálogos mediante el sistema de Brunet27. Proce-
so similar se produjo en la Biblioteca Provincial de Córdoba, que en un principio, se
organizó por un sistema que pronto fue sustituido por el de Brunet, ya que se había
calificado al anterior de defectuoso2S. Pero además de las excepciones ya citadas en lo
que a la influencia francesa se refiere, pueden citarse las siguientes Bibliotecas Públi-
cas Provinciales que también estaban a cargo de las directrices del cuerpo facultativo y
que no implantaron el sistema de Brunet: la Biblioteca Provincial de Burgos29 y la
Biblioteca de Zaragoza30. Tampoco se implantó el sistema de Brunet en la Biblioteca
Provincial de León pese a que su bibliotecario, Ramón Alvarez de la Braña, había
organizado por dicho sistema la Biblioteca Provincial de Mahón31. Alvarez de la Braña
clasificó en Mahón los fondos y organizó un catálogo según el sistema francés. Pero
cuando pasó a hacerse cargo de la Biblioteca Pública Provincial de León, en 1868,
23
ESTELRICH, J. L. Biblioteca Provincial de Cádiz. Noticia de su fundación y vicisitudes. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1908; p. 84.
24
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1878; p. 166.
25
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1881; p. 259.
26
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1881; p. 305.
27
La estadística del Anuario del Cuerpo Facultativo de 1882, se realiza mediante el sistema de
Brunet, en la que se explicitan numerosas divisiones dentro de las secciones.
28
Anuario, op. cit.\ p. 328.
29
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1876; p. 204.
30
Anuario, op. cit.; p. 264.
31
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1881, op. cit.; p. 338.
235
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
comenzó una nueva clasificación que terminó en 1875. Este nuevo sistema clasificato-
rio seguía de forma somera el sistema de Brunet" bajo los siguientes epígrafes: I. Teo-
logía; II. Derecho; III. Ciencias y Artes; IV. Bellas Letras; V. Historia; VI. Miscelánea.
Más tarde amplió cada sección y estableció nuevas divisiones y subdivisiones. Produc-
to del nuevo estado de la biblioteca y de la ampliación de su sistema clasificatorio
resultó un cuadro clasificatorio más extenso según los siguientes grupos temáticos33:
Teología; Derecho; Filosofía; Política; Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; Medici-
na; Artes; Bellas Letras; Geografía e Historia; Miscelánea.
Pero, en todo caso, en las Bibliotecas Públicas Provinciales el sistema clasifica-
torio rector y predominante fue el de Brunet. Aunque en alguna de ellas originariamen-
te se hiciera uso de otros sistemas en el último tercio de la centuria decimonona la
implantación del sistema de Brunet era casi total. Estas bibliotecas, al inicio del
siglo XX, que habían sido instaladas en los distritos universitarios quedaron considera-
das propiamente como universitarias al servicio exclusivo de cada universidad. Por
ello ya en el inicio del siglo XX no puede hablarse de Bibliotecas Públicas Provincia-
les, puesto que fueron absorbidas por las universidades.
33
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1881, op. cit.; p. 351.
34
Anuario del Cuerpo Facultativo, 1882; p. 310.
236
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
34
MILLARES CARLO, Agustín. Introducción a la historia del libro y de las bibliotecas; p. 294.
237
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
35
MATEU IBARS, Josefina. Aportación bibliográfica para el estudio de las bibliotecas universita-
rias españolas. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXV, 1959; p. 324.
36
Ley, op. cit., artículo 166.
37
Reglamento, op. cit., artículo 111, del título II.
238
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
las enseñanzas impartidas en los centros universitarios. Una vez creado el cuerpo facul-
tativo se decretó en 1867, el 18 de junio, que las bibliotecas universitarias y provincia-
les se incorporasen al citado cuerpo, aunque la función de bibliotecario seguía reca-
yendo en los catedráticos en virtud de un Real Decreto de ese mismo año (de 12 de
junio en su artículo 19). Las contradicciones producidas por esta situación se vieron
reflejadas en el marco legislativo, y sólo un año después quedaron destituidos los cate-
dráticos como bibliotecarios, según el Real Decreto de 10 de noviembre de 1868. Este
conflicto ha perdurado muchos años y continúa vigente en la actualidad38, ya que toda-
vía hoy los bibliotecarios técnicos facultativos no ocupan de forma plena la dirección
de las bibliotecas universitarias. Por otra parte, ya que la mayoría de las bibliotecas
universitarias no están regidas por miembros del cuerpo, en el Reglamento de 1887,
de 18 de noviembre, se refrendó la disposición de 18 de junio de 1867, a través de la
cual las bibliotecas universitarias se incorporaban al cuerpo facultativo. En 1894 de
nuevo y mediante Ley, de 30 de junio, se produce la incorporación más definitiva de
las bibliotecas universitarias al cuerpo facultativo.
Aunque las bibliotecas universitarias como centros pertenecientes a las universi-
dades han continuado durante la presente centuria adscritas a la normativa de éstas, y
dependientes, por ello, de los Estatutos de las Universidades. Sin embargo, en 1921 se
aprobaron los Estatutos de las Universidades que dieron mayor autonomía para la
organización de las bibliotecas universitarias. Se puede decir, tras las consideraciones
anteriores, que estas bibliotecas han estado en estos tiempos más gobernadas por los
docentes universitarios, y en su mayor parte por catedráticos, que por técnicos bibliote-
carios. En este sentido se decretó en 1932, el 9 de septiembre, el establecimiento de la
organización de los fondos bibliográficos estaría a cargo de la Junta de Gobierno de la
Universidad, formando parte de ella el director de la biblioteca en el cargo de vocal,
aunque la dirección y servicios técnicos continuarían a cargo del cuerpo. O sea, prima-
ron las instrucciones emitidas por la Junta de Gobierno de la Universidad sobre la junta
facultativa. Por tanto, cabe observar que la influencia francesa en el ámbito biblioteca-
rio fue desarrollada, fundamentalmente, por miembros del cuerpo facultativo. Si bien,
fue menos intensa en las bibliotecas universitarias. Éstas, estuvieron influidas y regi-
das por los propios profesores universitarios. Los docentes no siguieron el esquema
clasificatorio de las ciencias difundido por Brunet, sino que optaron por criterios más
académicos. La clasificación según los criterios académicos y educativos fue el crite-
rio que primó para la distribución de las distintas áreas temáticas en las bibliotecas.
Pero la influencia del país vecino igualmente se puso de manifiesto ya que la clasifica-
ción temática se hacía según las facultades pertenecientes a las universidades. Al
mismo tiempo, vemos que el gobierno de las bibliotecas universitarias ha sido una pro-
38
Las bibliotecas de las universidades públicas aunque insertas en el Sistema Español Biblioteca-
rio según Decreto de 19 de mayo de 1989, «BOE» de 31 de mayo, dependen al contrario que las restantes
bibliotecas estatales del Ministerio de Educación.
239
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
39
SIMÓN, José. Ventura Rodríguez en los Estudios Reales de Madrid : un proyecto notable de
biblioteca pública. En: Archivo Español de Arte. n.° 64, 1944; pp. 145-252.
40
DÍAZ, Simón. Historia del Colegio Imperial de Madrid, t. I; p. 103.
240
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
41
DÍAZ, Simón. Historia del Colegio Imperial de Madrid, t. II; p. 119.
42
Para ampliar la ordenación de la biblioteca se puede localizar en el Archivo Histórico Nacional
de Madrid, Legajo 5443, aparece aquí puesto que el Consejo de Castilla remite el proyecto realizado por el
arquitecto Ventura de la Vega, para la realización de un proyecto de biblioteca pública.
43
VALENTINELLI, Giuseppe. Della Bibliotheca de La Spagna; p. 45.
44
Biblioteca Complutense: un depósito de libros del saber. Cecilia Fernández Fernández;
pp. 18-21. En: Complutense. Madrid : Rectorado de la Universidad Complutense. 1988. 2." época. n.° 55.
Gaceta Complutense.
45
Se establecen diez universidades, una central y nueve de distrito.
241
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
46
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1878; pp. 12-13.
47
Aurora Miguel Alonso afirma que se aplicará el esquema que incluyó el librero francés Brunet
en su «Manuel du libraire et de Famateur de livres» (Paris:1842). El 3 de abril el nuevo rector (Corral y Oña,
Marqués de San Gregorio) da su conformidad al sistema elegido por el bibliotecario por ser acertado y cien-
tífico.
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 168.
48
Memoria correspondiente al año 1882. En: Boletín Histórico. 1885; p. 133.
242
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
dad de Madrid organiza sus catálogos y sus fondos bibliográficos de forma más autodi-
dacta según las distintas facultades de: Teología y Jurisprudencia, Filosofía y Letras,
Medicina, Farmacia y Ciencias.
La Biblioteca de la Facultad de Teología y Jurisprudencia no optó hasta
mediado el siglo XIX por un sistema de clasificación por materias para sus fondos.
Los índices realizados se consignaron por orden alfabético, como el de 1801. Y ade-
más el índice de 1854 contenía un esquema clasificatorio, que respondía a una distri-
bución alfabética de materias. Su orden atendía al esquema siguiente49: Derecho
Romano (1.°, 2.° y 3.° volumen); Derecho Político; Derecho Internacional; Derecho
Penal y Legislación Comparada (4.° volumen); Derecho Canónico (5.°, 6.° y 7.° volu-
men); Concilios (8.° volumen); Derecho Extranjero (9.° volumen); Diccionarios y
Tratados Generales; Economía Política; Derecho Administrativo; Derecho Mercantil;
Teología Ascética o Mística; Teología para Nética o Sermones, Homilías y Pláticas;
Historia; Filosofía; y otros. En realidad quedó organizado por orden alfabético de
autores. Y los fondos de la biblioteca estaban organizados según la antigua clasifica-
ción conforme al tamaño de los libros, tipo de encuademaciones, lengua, siglo de
impresión de los mismos y materias. Éstas se distribuyeron de la siguiente forma50:
Teología; Mística; Historia Eclesiástica; Derecho en General; Derecho Canónico;
Filosofía y Filología; Literatura y Poesía; Bellas Artes; Ciencia; Historia y Geografía;
Arqueología, Numismática y Bibliografía; Miscelánea, Enciclopedias y Periódicos.
La clasificación por materias, según el sistema de Brunet, se adoptó a partir de 1857,
con la adopción de este sistema en la Biblioteca Nacional, sistema que perdurará
durante el siglo XIX. Este hecho queda además constatado en el informe presentado
por el secretario de la universidad, Juan Lucio Carretero, en 1915, donde expone sus
comentarios acerca del catálogo sistemático que comenzó a elaborarse en 1858: «A
fines del segundo tercio del siglo pasado se emprendió la redacción de un catálogo
metódico por materias en hojas sueltas de folio común, sirviendo de base a la catalo-
gación la de Brunet, modificado por las cirscunstancias del lugar y del tiempo, según
el criterio personal adoptado por el redactor o redactores de este catálogo metódico».
Vemos, pues, que la clasificación adoptada fue el sistema de Brunet al igual que en
otras bibliotecas universitarias.
La Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras se estableció con los fondos
procedentes de los Estudios Reales de San Isidro. La Biblioteca de San Isidro antes de
convertirse en una biblioteca de carácter público, se había ordenado bajo un sistema
racional y metódico en los estantes, mediante el que se colocaban los volúmenes en
grandes grupos, estableciéndose así una primera clasificación general de estructura
jerárquica, que fue la base de otras más circunstanciales. Existió un índice por autores
49
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 194.
50
CAMPO, Toribio del. En: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Año III, 30 de abril
de 1873, n.°8;p. 114.
243
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
mediante el cual se regían los empleados de la Biblioteca de San Isidro, para la realiza-
ción de sus tareas, ya fuera para el servicio público, como para el de sus investigacio-
nes particulares51. En la organización de los fondos se conservó la antigua clasifica-
ción, la misma implantada en la Biblioteca de la Facultad de Teología y Derecho. Y
con posterioridad, a partir de 1857, se adopta la clasificación de Brunet, siguiendo las
pautas de distribución de los fondos de la Biblioteca Nacional52, y de las restantes
bibliotecas. El bibliotecario y catedrático Toribio del Campo, miembro del cuerpo
facultativo, dio comienzo en 1862 a la ordenación sistemática del nuevo catálogo que
constaba de unas doce mil papeletas. Este nuevo catálogo vino a suplir otro índice de
la biblioteca y debido a su incómodo formato encuadernado en libros, lo que le hacía
inmanejable, quedó relegado al archivo.
La Biblioteca de la Facultad de Medicina tenía un índice alfabético de auto-
res y además de este antiguo catálogo existía otro sistemático distribuido de la
siguiente manera53: 1. Física; 2-3. Química; 4. Mineralogía; 5. Zoología; 6. Botáni-
ca; 8. Anatomía; 9. Fisiología; 10. Higiene; 11-12. Materias Médicas; 13. Farma-
copea; 14-15. Patología. La clasificación primigenia, muy antigua, fue reemplazada
por otras que siguieron el modelo educativo54, y que constaba de los siguientes grupos
temáticos55: Ciencias Naturales; Filosofía; Historia; Lingüística; Enciclopedias Gene-
rales y Médicas; Aguas Minerales; Autores Clásicos; Diccionarios de Medicina; Ana-
tomía; Fisiología; Materia Médica; Patología General; Patología Quirúrgica y Médica;
Ginecología y Patología; Medicina Legal; Literatura General y Médica; Filosofía
Médica. Este esquema clasificatorio perduró hasta finalizar el siglo XIX, (como puede
apreciarse en diversas cédulas, ya que algunas de estas obras reseñadas tienen fecha de
impresión en 1898). Vemos, además, que fueron muchos los bibliotecarios que partici-
paron en este catálogo y se ciñeron al esquema clasificatorio rector como Benito Gutié-
rrez Sanz, G. de Alarcón. Cada uno organizó un grupo de materias específicas, Alar-
cón se encargó especialmente de un grupo de disciplinas, por lo que casi llegó a
abordar una clasificación más específica con las materias siguientes56: Anatomía;
Fisiología; Medicina Pública; Terapéutica; Patología General; Patología Quirúrgica;
Patología Médica; Literatura Médica; Ciencias; Enciclopedias. Así pues, la implanta-
ción del sistema de Brunet no se produjo en esta biblioteca debido a la especialización
de sus fondos57. Finalmente cabe reseñar que esta biblioteca es de gran importancia, no
sólo por ser una de las especializadas más completas del siglo XIX, sino también por
51
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881- 1882; p. 162.
52
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1878. Op. cit.; pp. 12-13
y Anuario del Cuerpo Facultativo. 1882. Op. cit; pp. 120 y 194.
53
VALENTINELLI. Op. cit.; p. 46.
54
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; pp. 176-177.
55
Memoria correspondiente al año 1882. En: Boletín Histórico. 1885; p. 74.
56
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; p. 194
' Memoria de la Universidad Central correspondiente a 1878. Op. cit.; pp. 12-13, Anuario del
Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; pp. 176-177 y Boletín Histórico. 1885. Año V; pp. 134-135.
244
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
las tareas bibliográficas especializadas que en ella se abordaron como señala Lasso de
la Vega58.
Fueron varios los catálogos existentes en la Biblioteca de la Facultad de
Farmacia según una distribución temática formados en diversas épocas. También se
elaboraron catálogos según otros criterios, ya fuera por el tamaño de los libros, las
encuademaciones de los mismos, idiomas, y siglos de impresión. Los fondos biblio-
gráficos se organizaron en la sala de lectura, mediante una clasificación por materias,
siendo la distribución de los libros en los estantes la siguiente59: Historia Natural;
Mineralogía; Zoología y Botánica; Física y Química; Medicina y las de Farmacia pro-
piamente dicha. En 1854 se concluyó el catálogo de esta biblioteca, pues se había ini-
ciado en ella y en las otras de esta universidad, a instancia del Reglamento interior de
la Universidad de 4 de agosto de 1853. Este catálogo se terminó, un año después de la
aprobación del Reglamento, de la mano de su bibliotecario Manuel Ovejero, en él se
establecieron diversas materias (algunos tomos no se conservan en la actualidad), entre
ellas se encuentran60: 1. Agricultura; 2. Aguas Minero-Medicinales; 3. Botánica;
4. Ciencias Físico-Químicas; 5. Ciencias Médicas; 6. Farmacia; 7. Física; 8. Geología;
9. Historia Natural; 10. Materia Farmacéutica; 11. Materia Médica; 13. Mineralogía;
14. Zoología; 15. Diferentes materias. A partir de 1857 se establece una clasificación
por materias, por parte del director de la biblioteca, ya que ésta no va a adoptar el
sistema de Brunet implantado en la Biblioteca Nacional63 y se establece una clasifi-
cación con las siete divisiones siguientes62: Farmacia; Mineralogía; Botánica; Zoo-
logía; Física; Química; Medicina.
La Biblioteca de la Facultad de Ciencias agrupa la perteneciente al Jardín
Botánico y Museo de Ciencias Naturales. La primera tenía una clasificación realizada
por Juan Yseru, quien coloca los fondos según el siguiente criterio63: 1. Obras elemen-
tales; 2. Monografías; 3. Flora; 4. Jardines; 5. Obras generales; 6. Obras varias. Tam-
bién la Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales estaba dotada de una clasificación
temática que se plasma en su catálogo sistemático: 1. Bibliografías; 2.Filología;
3. Pedagogía; 4. Periódicos; 5. Matemáticas; 6. Astronomía y Geografía; 7. Física;
8. Química; 9. Historia Natural General; 10. Mineralogía y Geología; 11. Botánica;
12. Zoología General; 13. Organografía y Fisiología Animal; 14. Mastología; 15. Orni-
tología; 16. Espeleología; 17. Ittilogía; 18. Entonidogía; 19. Malacología; 20. Zoofito-
logía; 21. Iconografía; 22. Chirografía. Asimismo existió un catálogo encuadernado
que contenía Historia Natural, en el cual los libros estaban agrupados por materias64.
,58
LASSO DE LA VEGA. Guía de la biblioteca de la Facultad de Medicina. Madrid: Universidad
Central. 1958. Citado por: Millares Cario. Op. cit; p. 295.
59
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; p. 179.
60
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1878. Op. cit.; pp. 12-13.
61
Boletín Histórico. 1885. Año V. Op. cit.; pp. 134-135.
62
VALENTINELLI. Della Biblioteca de la Spagna; Op. cit, p. 47.
63
VALENTINELLI. ídem; p. 46.
64
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 194.
245
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Unidas ambas bibliotecas a partir de 1857, se realiza una clasificación según un crite-
rio de materias por parte del director de la biblioteca, quedando establecida la siguien-
te clasificación65: Historia Natural General; Mineralogía Botánica; Zoología General;
Organografía; Fisiología Animal; Anatomía Comparada; Mastología; Ornitología;
Herpetología; Ichiología; Entomología; Malacología; Geología; Enciclopedias. Más
tarde, la sección perteneciente al Museo de Ciencias Naturales fue modificada por el
director de la biblioteca, según el esquema clasificatorio siguiente66: Mineralogía;
Botánia; Zoología; Historia Natural General; Ciencias Físicas; Ciencias Exactas; Lite-
ratura Médica; Literatura General; Enciclopedias; Periódicos.
Estas bibliotecas de facultades se clasificaron de forma individual, según las
necesidades de cada una de ellas. Y ya en el siglo XX se iniciaron procesos unificado-
res para aunar criterios que van a converger en la adopción de una clasificación unita-
ria no sólo en el ámbito universitario, sino también un ámbito mayor. En 1932,
mediante Decreto de 14 de enero, se unificaron las bibliotecas de las facultades de la
Universidad de Madrid, de esta forma se centralizaron los servicios técnicos y admi-
nistrativos. Este Decreto supuso importantes avances en todos los aspectos incluido el
técnico, según explícita Javier Lasso de la Vega67. Se comenzó a organizar los fondos
bibliográficos en los depósitos mediante la CDU. Esta iniciativa junto con otras
muchas reformas fueron establecidas en las bibliotecas no sólo universitarias sino tam-
bién en las populares, la Biblioteca Nacional, y otras. Y fueron objeto de elogio por
parte de los bibliotecarios procedentes de numerosos países con motivo del II Congre-
so Internacional de Bibliotecarios acaecido en 1935. Conforme con el Decreto del
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de 1932, se llevaron a cabo varias
importantes modificaciones en las bibliotecas de la Universidad de Madrid, y por con-
secuencia quedaban constituidas las siguientes bibliotecas: Biblioteca de la Facultad
de Derecho; Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras o San Isidro; Biblioteca de
la Facultad de Medicina; Biblioteca de la Facultad de Farmacia; Biblioteca de la Facul-
tad de Ciencias Naturales y Jardín Botánico; bibliotecas análogas que se creen o incor-
poren en el futuro; bibliotecas pertenecientes a seminarios, cátedras, y otras.
El citado Decreto de 1932 puso en marcha un proceso, modificador de las biblio-
tecas de la Universidad de Madrid, se iniciaron numerosas reformas. El joven bibliote-
cario de la universidad, Javier Lasso de la Vega, dio comienzo a una extensa labor en
el ámbito bibliotecario español. Redactó un «Proyecto de Reglamento de la Biblioteca
de la Universidad de Madrid»68 en el que, además, añadía unas notas anejas al Decreto
de 1932. Proponía la total unificación de las bibliotecas universitarias en lo relativo a
65
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1878; pp. 12-13.
66
Boletín Histórico. 1885. Año V. Op. cit.; pp. 134-135.
67
LASSO DE LA VEGA, Javier. Las Bibliotecas de la Universidad de Madrid. 1940-1958. En: Revis-
ta de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXV. 1958; p. 452.
68
LASSO DE LA VEGA, Javier. Proyecto de Reglamento de la Biblioteca de la Universidad de
Madrid. Ejemp. mecano. Se encuentra en la Biblioteca del Ateneo de Madrid.
246
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
LASSO DE LA VEGA, Javier. Las bibliotecas de la Universidad de Madrid. Op. cit.; p. 460.
247
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
70
REAL DE LA RIVA, César. La Biblioteca de la Universidad de Salamanca: memoria anual y noti-
cia histórica de la misma redactada por su director. Salamanca, 1953; p. 23.
71
FUENTE, Vicente de la y URBINA, Juan. índice de los libros manuscritos que se conservan en la
Universidad de Salamanca. 1855.
248
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
72
Como el sistema de Legipont, Ortiz de la Peña, Claudio Clemente, Araoz, los hermanos Tour-
nes, Mabillon, Lambeccio, Monfalcon, Constantin, Fessel, Aimé-Martin. Doncel y Ordaz no dudó en consi-
derar también insuficientes otros sistemas diferentes que habían tenido una larga praxis bibliográfica y
bibliotecaria como el de Crucemanio, Euphyandro, Honorato Fabri, el de la Biblioteca Augusta del Palacio
de Wolfembutel, de la Thuana, de la Salmantina, de la Coistiniano, la del Cardenal Imperial, la Bodleyano,
la del Escorial, la Real de París, la del Consejo de Estado de Francia, la Imperial de Viena, la del Marqués de
Fortia D'Urban, Juan Mahuno, Hottingero, Frisio, Pinelo, Morhofio, Naudeo, Baillet, Garnier, Galnel Mar-
tín, Willer, Draud, Brunet, Beuchot, Hinrichs y Schettinger
DONCEL Y ORDAZ, Domingo. Memoria comprensiva del Plan General para la Formación de la
Biblioteca Segunda de la Universidad Literaria de Salamanca; p. 8.
73
TEOLOGÍA:
I. Sagrada Escritura.
Concordancias.
Intérpretes o expositores: (a) De toda la Biblia, (b) De algunos lugares.
Críticos Sagrados.
II. Santos Padres: (c) Griegos, (d) Latinos.
Colección de Bibliotecas de los Padres. Lexicógrafos, Gramáticos, Filólogos y
Geoiconógrafos Sagrados.
A. III. Teólogos: (e) Dogmáticos, (f) Escolásticos, (g) Controversistas, (h) Morales, o
sea, Casuistas y Sumistas.
IV. Catequistas, Homiléticos, Predicables y Recopiladores de Lugares Comunes.
V. Libros espirituales:
Mística.
Ascética.
249
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
como tal en todas las naciones cultas y elevada al rango de las ciencias más útiles a la
humanidad y ala civilización, siguiendo este principio el gobierno De Su Majestad
creó hace pocos meses la Escuela Diplomática». Sin duda, puede afirmarse un desta-
cado papel de Doncel en la Universidad de Salamanca por el desarrollo de la bibliogra-
VI. Liturgia.
VIL Martirologios, Vidas de Santos, etc.
FILOSOFÍA:
I. Filósofos antiguos: (a) Griegos, (b) Romanos.
II. Modernos: (c) Españoles, (d) Extranjeros.
III. Lógica o Dialéctica.
B. IV. Ética o Moral.
V. Física.
VI. Química o Alquimia.
VII. Historia Natural.
VIII. Matemáticas.
IX. Astronomía.
X. Astrología y Quiromancia.
XI. Política.
XII. Economía Política.
XIII. Administración.
JURISPRUDENCIA:
I. Derecho Público Universal: (a) Natural, (b) De gentes.
II. Canónico: (c) Concilios: Generales, Provinciales, (d) Sínodos diocesanos, (e)
Bulas, Recriptos, Constituciones y Epístolas de los Romanos Pontífi-
ces, (f) Decisiones de la Rota, de la Cancillería Apostólica, la Inquisi-
ción, etc. (g) Manuales de Prelados, (h) Privilegios. Cuestiones y
reformas de los Regulares, (i) Cuerpos del Derecho Canónico.
III. Civil: (j) Antiguo: Hebrero, Griego, Romano, Español, (k) Moderno: Español,
Extranjero.
CIENCIAS MÉDICAS:
I. Medicina: (a) Médicos antiguos: Griegos, Romanos, Árabes, Españoles, (b)
Modernos: Españoles, Extranjeros.
II. Farmacia.
III. Veterinaria.
GEOGRAFÍA E HISTORIA:
I. Geografía.
II. Cosmografía.
III. Topografía.
IV. Viajes.
V. Cronología.
VI. Historia Universal: (a) Antigua, (b) Moderna.
VIL De una o más regiones o partes del globo.
VIH. Civil: Antigua (c) Griega, (d) Romana.
IX. Moderna: (e) De España, (f) De otras naciones, (g) Particular de ciudades, etc.
E. X. Periódicos Políticos, Históricos, etc.
XI. Historia Religiosa y Eclesiástica: Monástica (h) Anales, crónicas, constituciones,
controversias.
XII. Historia Literaria y Bibliográfica.
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
fía en España, pues recogió la tradición bibliográfica, y fue antecesor de Manuel Casti-
llo, quien implantará más tarde en esta biblioteca de la universidad la clasificación
decimal. El sistema de Doncel y Ordaz, pese a su detallada y estudiosa elaboración, no
tuvo excesiva vigencia y así cuando se creó en 1871 la Biblioteca Especial de la Facul-
tad de Filosofía y Letras de Salamanca, ésta no recogió el sistema de Doncel. El Regla-
mento de esta biblioteca estableció la división de la misma en seis secciones que se
presentaban como un sistema clasificatorio previo74: 1. De Literatura y Filosofía; 2. De
251
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
75
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 256.
76
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1882; p. 180.
77
PAZ, Julián. Los archivos y bibliotecas en Valencia en 1942. En: Revista de Archivos, Bibliote-
cas y Museos, n.° 2. 1893; p. 364.
78
Para ampliar véase: NEBOT, José. Catálogo de los libros que componen la Biblioteca de la Facul-
tad de Medicina de Valencia.
79
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 226.
8U
AMAT, Nuria. La Biblioteca, op. cit.; p. 81.
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
en las bibliotecas catalanas estatales según las instrucciones de 1921 (mediante Real
Orden de 21 de noviembre), aspecto que hemos visto y que detallaremos más adelante.
Así la clasificación decimal quedó definitivamente implantada, y fue de 1932 a 1937 el
mayor período de modernización de la biblioteca.
Respecto a la Biblioteca Universitaria de Valladolid destaca que la Universi-
dad de Valladolid surgió hacia el año 1260, y ostentaba el título de Estudio General,
recibiendo en 1346 el título de Universidad Real y Pontificia. Pero carecía entonces de
biblioteca, y fue en el siglo XVIII cuando dio comienzo la creación y formación de la
biblioteca, aunque con anterioridad habían surgido bibliotecas en los colegios bajo la
denominación de Librerías. Así aconteció con el Colegio de Santa Cruz, creado en
1493 por el Cardenal Pedro González de Mendoza, quien, además, estableció en el
mismo la creación de una biblioteca para la instrucción de los becarios. Esta biblioteca
será el germen de la futura biblioteca universitaria. Con la expulsión de los Jesuítas se
hizo entrega de la Librería a la universidad, y fue en el siglo XVIII cuando obtuvo esta
biblioteca el carácter de universitaria81. A causa del Decreto de Mendizábal, de 8 de
marzo de 1836, que colaboraba en su proceso desamortizador de los bienes eclesiásti-
cos, se encargó la biblioteca vallisoletana a la Comisión de Monumentos. Y en 1850
pasaron a la biblioteca de la universidad los fondos bibliográficos recogidos tras la
supresión de numerosas comunidades religiosas, sin inventario ni orden alguno se cus-
todiaron en el Colegio de Santa Cruz. Se nombró una comisión de catedráticos de
todas las facultades para la ordenación de las obras82. El 10 de julio de 1850 se agregó
esta biblioteca a la universidad. La Comisión de Monumentos hizo entrega de los fon-
dos a la universidad, previamente inventariados, el 16 de diciembre de 1850. Los fon-
dos procedían, en su mayoría, de la Compañía de Jesús y de otras órdenes religosas. La
biblioteca quedó instalada en el mismo local, en el Colegio Santa Cruz. Allí Pedro
Gumier había decorado y pintado la sala y las estanterías, en la galería en la parte supe-
rior estaban los plúteos en dorado y carteles con los nombres de las antiguas discipli-
nas en los estantes. En el siglo XVIII Ventura de la Vega reformó la sala de la bibliote-
ca. Unos años más tarde de la traslación de la biblioteca, siendo director Venanzio
María se elaboró un índice por orden alfabético de autores distribuidos en seis volúme-
nes de la siguiente forma83:1. Teología y Mística y Predicables; 2. Sagrada Escritura y
Exposiciones; 3. Cánones; 4. Leyes; 5. Filosofía, Medicina, Matemáticas y Otras
Ramas. La biblioteca estaba sujeta a una clasificación según las antiguas disciplinas, y
en la segunda mitad del siglo XIX los estudios que se impartían en la universidad de
Valladolid determinaron las distintas materias establecidas en la biblioteca, tales
81
Para ampliar puede consultarse: JIMÉNEZ, Alberto. Historia de la Universidad Española. Madrid. 1971.
GARCÍA LÓPEZ, Santiago. Fundación e historia de la Biblioteca Universitaria de Valladolid. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. LXV, n.° extraordinario, 1858; pp. 335-338.
82
Memoria acerca del estado de la enseñanza en la Universidad de Valladolid... en el curso
de 1858 a 1859. Valladolid. Imprenta de Lucas Gaude. 1860; p. 104,22 h. de gráf. pleq.
83
VALENTTNELLI. Della Biblioteca della Spagna; op. cit., p. 57.
255
B SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
como84: Filosofía y Letras; Bellas Artes; Ciencias, 1.a Sección; Medicina; Derecho 2.a
Sección; 3.a Sección; Comercio; Sagrada Teología; Poligrafía. A partir de 1909 se pro-
cedió a la reorganización de los fondos y publicación de los catálogos bajo la dirección
de Mariano Alcocer Martínez. En la actualidad perduran las dos secciones: la bibliote-
ca universitaria, que debió su formación a la desamortización de los bienes de la Igle-
sia, y la de Santa Cruz85.
El origen de la Biblioteca Universitaria de Granada se sitúa tras la expulsión
de los Jesuítas de España, cuando se dispuso que su biblioteca en la ciudad de Granada
se hiciese pública. La Universidad de Granada formuló la petición de trasladarse al
Colegio de San Pablo que había pertenecido a la Compañía de Jesús. Esta petición fue
concedida por el Consejo de Castilla en 1769. La biblioteca no había estado sujeta a
una clasificación y organización exhaustiva, ya que ésta no era muy necesaria pues que
la biblioteca estaba reservada para el estudio y carecía del carácter de pública. Cuando
esta biblioteca era la librería general de la Compañía de Jesús en la ciudad de Granada
estaba organizada en los estantes en dos filas. La primera contenía los libros de autores
de la Compañía de Jesús bajo la inscripción: Auctores Societatis Jesu a destris. La
segunda comprendía las Sagradas Biblias y obras de los Santos Padres. Se realizaron
varios índices de los fondos, uno de impresos y otro de manuscritos (aunque los
manuscritos no se conservan sí que hay documentos que acreditan su existencia). El
índice de impresos era el alfabético y fue realizado en 1768. En 1769 la Universidad de
Granada se trasladó al Colegio de San Carlos, la biblioteca del colegio se trasladó al
claustro universitario. La nueva biblioteca creada carecía de inventario y a causa de la
desaparición de numerosos libros se procedió a la realización de inventarios con el fin
de localizar aquellos libros que no se hallaban en sus lugares. Con el traslado de la
biblioteca en 1731, los fondos se distribuyeron en los estantes siguiendo otro esquema
clasificatorio86: 1. Escritura Sagrada, Santos Padres, Expositores; 2. Teología Escolás-
tica y Dogmática; 3. Teología Moral; 4. Derecho Civil y Canónico; 5. Historia Sagrada
y Profana; 6. Oratoria Sagrada y Predicable; 7. Medicina; 8. Filosofía Escolástica; 9.
Filosofía Moral y Natural; 10. Artes Liberales; 11. Poesía; 12. Gramática y Lenguas;
13. Ascéticos y Libros de Devoción; 14. Miscelánea. En 1782 el Padre Echevarría rea-
lizó un índice que contenía las mismas divisiones que él había empleado en la nueva
ordenación y clasificación de la biblioteca tras el traslado. Al inicio del siglo XIX se
procedió realizar a un nuevo índice con arreglo a una nueva clasificación temática. En
1813 se hizo este nuevo índice sujeto a las siguientes divisiones87:1. Scriptura Sacra,
84
Memoria elevada al Ministerio de Fomento por el jefe de la Biblioteca Universitaria de Valla-
dolid en conformidad a la base del Real Decreto de 8 de mayo de 1859. Valladolid. 1863. [3] h.
85
Para ampliar véase: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1876. t. 6; p. 5 y 1906, t. 12;
página 304.
86
FERNÁNDEZ ALONSO, Francisco. Reseña histórica de la Universidad de Granada. En: Revista de
archivos, bibliotecas y museos 1877, VII; p. 231.
87
Wem;p.261.
256
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
88
FERNÁNDEZ ALONSO, Francisco. Op. cit.; p. 262.
89
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; op. cit., p. 296.
90
ESTELRICH, J. L. Biblioteca Provincial de Cádiz. Noticia de su fundación y vicisitudes. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1908; pp. 430-438.
257
implicó que la mayoría de los fondos fueran sobre materias afines a las ciencias ecle-
siásticas junto con clásicos y latinos91. Este predominio de materias eclesiásticas origi-
nó que se adoptara a finales del siglo XIX un esquema clasificatorio que comenzará
por la Teología, además de caracterizarse por una gran influencia francesa. El esquema
clasificatorio comprendía las siguientes áreas temáticas, siguiendo el esquema de Bru-
net: Teología; Jurisprudencia; Ciencias y Artes; Bellas Letras; Historia.
La Biblioteca de la Facultad de Derecho de Oviedo contaba con un número
escaso de volúmenes, lo que no significó que no se ordenara conforme a una clasifica-
ción de materias. El plan adoptado en la distribución por materias es, en cierto modo,
el de las mismas asignaturas del Plan de Enseñanza de la Facultad. Fue realizado por
un profesor y no por un bibliotecario que era el encargado de la biblioteca y de su
organización, como resultado se obtuvo quince secciones92: /. Filosofía; II. Literatura;
III. Historia Universal, Historias Particulares, Historia de España; IV. Enciclopedia
Jurídica. Filosofía del Derecho; V. Derecho Romano; VI. Historia General del Dere-
cho. Historia del Derecho Español; VIL Derecho Canónico. Disciplina e Historia de
la Iglesia; VIH. Derecho Civil. Derecho Mercantil; IX. Sociología, Economía Política
y Estadística. Hacienda Pública; X. Política. Derecho Político. Derecho Constitucio-
nal; XI. Derecho Penal; XII. Derecho Internacional Público y Privado; XIII. Derecho
Procesal; XIV. Enseñanza; XV. Asuntos varios93.
La Biblioteca Universitaria de Oviedo ardió en 1934, y con ello dio comienzo a
una nueva formación de donativos particulares además de contar con gran colabora-
ción del Estado. Estos donativos particulares no determinaron el sistema clasificatorio
puesto que ya tenía allí un gran predominio la CDU94.
La Biblioteca Universitaria de Sevilla tiene su origen con posterioridad al ori-
gen de la universidad sevillana. La Universidad de Sevilla fue una de las primeras que
vio su aparición. Creada en 1254 por Alfonso X, con anterioridad habían sido creadas
las Universidades de Palencia y Salamanca. Con la expulsión de los Jesuítas españoles
la universidad sevillana se estableció en el colegio de los Jesuítas. Allí dio comienzo la
creación de la actual biblioteca universitaria instalada en el Convento de San Francis-
co. Recibió la incipiente biblioteca unas 10.000 obras y aproximadamente 30.000
•volúmenes. Su creación data del siglo XVIII. Quedó abierta al público en 1843. Pre-
tendió seguir las directrices marcadas por la Biblioteca Nacional de Madrid y acató el
Reglamento vigente en materia de técnicas bibliográficas y biblíotecarias95. El sistema
vigente en la Biblioteca Nacional era el sistema de Brunet que, además, tenía la apoya-
258
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
tura de las instrucciones de 1857 para la catalogación de los fondos de esta biblioteca,
y que prescribían el empleo del sistema francés. Comprendía las siguientes materias96:
Jurisprudencia; Bellas Letras; Historia; Teología; Ciencias y Artes; Misceláneas y
Periódicos.
Quedó incluida de forma aneja la 6.a sección de Misceláneas y Periódicos al
igual que lo hicieran las instrucciones de la Biblioteca Nacional de 185797. El índice
primitivo de la biblioteca en seis volúmenes estuvo vigente hasta 1854, a partir de este
año se estableció el sistema de papeletas sueltas siguiendo un criterio de organización
alfabético por autores que carecía de esquema clasificatorio. Implantó la CDU estando
allí destinado como bibliotecario Lasso de la Vega y se hará de forma definitiva con la
Orden de 1939.
La Biblioteca Universitaria de Zaragoza fue creada en 1767 con fondos
pertenecientes a la Compañía de Jesús tras la expulsión de éstos por Carlos III, los
fondos ingresaron en 1772 provenientes de la Biblioteca de la Compañía de Jesús y
de donativos de particulares. A causa de la Guerra de la Independencia la universi-
dad zaragozana quedó destruida y la biblioteca no pudo abrirse hasta 1828, apertura
que duró veinte años y de nuevo en 1849 se abrió definitivamente. Con referencia a
las áreas temáticas de los fondos de la biblioteca, vemos que el grupo que tenía
mayor magnitud correspondía a la Teología, ya que los fondos procedían de monas-
terios y conventos. Ello no comportó que se adoptara un sistema clasificatorio que
comenzara por la Teología, puesto que no estuvo regida por criterio sistemático
alguno. Respecto al índice de la biblioteca, cabe destacar el índice alfabético de
autores que carecía de clasificación sistemática de materias 9S . Esta biblioteca no
estableció una clasificación sistemática hasta implantarse en el siglo XX, al inicio
de los años 30, la CDU.
Cabe reseñar que las antiguas bibliotecas universitarias emplearon modelos
clasificatorios acordes con la distribución de las facultades y de las disciplinas en
éstas, mientras que las Bibliotecas Públicas Provinciales y las universitarias que se
originaron el el siglo XIX tuvieron gran influencia del sistema que gozó de una
extensión extraordinaria: el sistema de Brunet. Finalmente, las bibliotecas univer-
sitarias que terminaron por absorber, en su mayoría, a las Bibliotecas Públicas Pro-
vinciales implantaron la CDU en la primera década de los años 30, al igual que las
restantes bibliotecas del Estado español. Pero además existieron otras bibliotecas
que gozaron del atributo de públicas, y que se caracterizaron por tratar de extender
la cultura y la lectura a los estamentos sociales más alejados de los ámbitos educa-
tivos. Se trata de las denominadas Bibliotecas Públicas Populares y en algunos
caso se trataba de bibliotecas municipales, todas ellas también estuvieron sujetas a
96
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 224.
97
Para ampliar véase: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1872. t. 2; p. 113; 1876, t. 6;
páginas 287 y 353.
98
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 264.
259
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
260
CAPITULO 8
261
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
moderado, entre 1843 y 1854, se produjo un paso hacia atrás respecto al proyecto
bibliotecario iniciado con la desamortización.
En efecto, la desamortización había sido mal vista por sectores conservadores
que se unieron al partido moderado, y, que una vez en el poder, devolvieron a la Iglesia
muchos bienes antes incautados. Durante este período fueron pocas, por tanto, las
aportaciones que se hicieron en el ámbito de las bibliotecas.
La creación propiamente dicha de la denominadas bibliotecas populares cabe
datarla en el último tercio del siglo XIX, ya que la revolución de 1868 implicó el des-
tronamiento de Isabel II y un cambio político notable, que repercutió de forma muy
favorable en el ámbito de la educación, y supuso un desarrollo de la cultura popular. Y
con esta nueva concepción de la educación y la cultura se posibilitó una mayor exten-
sión y desarrollo de las bibliotecas. Además, se produjo un gran impulso de la cultura
popular durante el período liberal entre el año 1868 y 1873, que se concibió durante el
gobierno provisional del General Serrano, mientras ocupaba el Ministerio de Fomento
Manuel Ruiz Zorrilla. Las medidas emprendidas por el nuevo gobierno pretendían sol-
ventar el deterioro cultural y trataban de extender el acceso a la cultura a un sector
amplio de la población, pues el índice de analfabetismo alcanzaba a un 80
por 100 de la población y la escolaridad infantil era muy escasa. Circunstancias ambas
que eran dos evidentes indicios del deficiente sistema educativo, reflejo, a su vez, de la
situación socio-cultural del país y del escaso desarrollo económico. Esta situación de
desamparo cultural y educativo se acrecentaba aún más en las zonas rurales. La revolu-
ción industrial no produjo una mayor distribución de la riqueza en los medios rurales,
pero sí tuvo como consecuencia un desarrollo de los medios de comunicación como
fueron carreteras y ferrocarril, que posibilitó una mayor difusión de la imprenta en las
zonas rurales, aunque en realidad no se hizo extensiva a las clases sociales más desfa-
vorecidas económicamente1.
Ante esta situación, durante el denominado sexenio liberal se pretendió solven-
tar el deterioro cultural al que estaba sometida la mayoría de la población. Se trató,
por ello, de extender el acceso a la cultura a un sector más amplio, ya que estaba muy
restringido en base al modelo político social imperante. La escolarización se conside-
ró el medio más eficaz para la formación cultural de la población, cuya apoyatura
material y fundamental serían las bibliotecas que, precisamente, surgen ligadas a los
centros de enseñanza. Las bibliotecas eran prácticamente inexistentes, y sólo una
minoría tenía acceso a las pocas bibliotecas. Las nuevas ideas revolucionarias vieron
que el libro se presentaba como una herramienta idónea para la propagación de las
ideas y del conocimiento. Era preciso, por tanto, dotarle de una mayor disponibilidad
junto con la formación de hábitos de lectura en la infancia. A partir de estos postula-
' Muy al contrario se expresa Hipólito Escolar quien señala que con la Revolución Industrial sí se
produjo una mayor difusión de la imprenta de forma global en las áreas rurales, tal como lo indica en Pensa-
miento Bibliotecario Español. Siglos XIX y XX.
262
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
2
PICATOSTE, Felipe. Memoria sobre las bibliotecas populares presentada al excelentísimo señor
don José Echegaray, Ministerio de Fomento. Madrid, 1870; p. 41.
3
DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás. Las bibliotecas de España, 1885; p. 71.
263
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
julio). Creó también una Junta Superior Directiva de Archivos y Bibliotecas del Reino
que establecía las directrices para la organización de las bibliotecas. Asimismo, en el
Real Decreto de 1858, se articulaba la próxima creación de un Reglamento General
para el servicio de todas las bibliotecas públicas (Reglamento que no verá su apari-
ción hasta 1901). Ciertamente, cuando se crearon las bibliotecas populares se estable-
ció que éstas, en tanto que bibliotecas estatales, debían estar regidas por bibliotecarios
pertenecientes al nuevo cuerpo facultativo, como el resto de las bibliotecas de titulari-
dad estatal.
Con ello las nuevas bibliotecas populares quedaban sujetas a una normalización
de sus aspectos técnicos, ya que debían acatar cuantas disposiciones se dictaran para la
realización de las tareas técnicas y para la formación de los catálogos. Sin embargo, las
normas rectoras de los catálogos sistemáticos para todas las bibliotecas estatales tarda-
rían aún tres décadas en aparecer, aunque ya existían unas instrucciones para la redac-
ción de los catálogos. Se trataba de las «Instrucciones para formar los índices de
impresos existentes en la Biblioteca Nacional», de 1857, que establecían el uso del sis-
tema de de los libreros franceses para la organización de los fondos y para la organiza-
ción temática del catálogo. Así, la división quedó establecida con los mismos criterios
con los que «la ciencia bibliográfica había dividido las producciones del talento huma-
no» 4. De igual forma, en la recien creada Escuela Superior Diplomática, por el Real
Decreto de 7 de octubre de 1856, donde se impartía la enseñanza de la Bibliografía y
de las técnicas clasificatorias, se indicaba el sistema de Brunet como el más válido
para la organización de fondos bibliográficos, repertorios, catálogos, y otros. Unos
años más tarde, en 1882, aparecieron unas normas emitidas por la junta del cuerpo
facultativo en las que se refrendaba también el empleo del citado sistema clasificatorio5
en las bibliotecas administradas por el cuerpo facultativo. Quedó, pues, generalizado el
empleo de este sistema en las bibliotecas, pero no ocurrió de igual forma con las biblio-
tecas adscritas a Diputaciones y Ayuntamientos.
Respecto a las bibliotecas adscritas a Diputaciones y Ayuntamientos las normas
de 1882 no repercutieron de forma directa en las bibliotecas populares, cuyo manteni-
miento y conservación correspondía a los Ayuntamientos y Diputaciones de acuerdo
con la organización de la enseñaza pública, y que no quedaron encomendadas a los
bibliotecarios del cuerpo, sino a los maestros. Las tareas técnicas eran realizadas por
éstos, quienes también redactaban el catálogo general de las bibliotecas, lo que produ-
jo cierta discriminación, pues la atribución a los maestros de la función de biblioteca-
rios supuso un aminoramiento de los servicios y funciones de estas bibliotecas frente a
las otras bibliotecas estatales6. Aunque el sistema de Brunet tenía la apoyatura de los
estudios bibliográficos, pues las técnicas clasificatorias eran una disciplina impartida
4
Instrucciones para formar los índices de impresos en la Biblioteca Nacional, Op. cit.
5
Instrucciones para formar los índices de impresos en las bibliotecas administradas por el Cuer-
po Facultativo de Archiveros y Anticuarios, 1882.
6
DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás. Las Bibliotecas de España, 1885; p. 91.
264
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
265
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266
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
8
MONCADA, Alberto. Cien años de educación en España; p. 3. En: Educación y Sociología en
España. Selección de textos. Carlos Lerena (ed). 1987.
267
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9
ESCOLAR, Hipólito. La cultura durante la Guerra Civil; p. 70.
268
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269
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
270
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
sino que ésta debía de ser señalada por cada bibliotecario, ya que eran estos profesio-
nales quienes de forma individualizada adoptaban o creaban sistemas clasificatoriosl0.
Más tarde, los formularios van a emplear el sistema de Brunet hasta el año 1934. En
efecto, en 1932 el Servicio General de Estadística del Ministerio de Trabajo y Previ-
sión hizo sus estadísticas de las capitales de provincias relativas al movimiento de las
bibliotecas para lo que envió a las mismas unos formularios cuya clasificación temáti-
ca estaba regida por el sistema de Brunet y comprendía los siguientes grupos temáti-
cos: Teología, Jurisprudencia, Ciencias y Artes, Bellas Letras, Historia, Enciclopedias
y Periódicos.
Este cambio del sistema clasificatorio puede apreciarse ya en las estadísticas
de 1934 sobre el estado de las bibliotecas en las que ya no se emplea el sistema de Bru-
net. En 1934, la Sección Especial de Estadística del Ministerio de Instrucción Pública
y Bellas Artes envía a todas las bibliotecas unos impresos para ser cumplimentados por
los directores de las bibliotecas con el fin de realizar un estudio de las mismas, que
abarcaba al personal, los usuarios y a los fondos bibliográficos. En los citados formula-
rios se hacía referencia a la clasificación de los fondos según la «nomenclatura interna-
cional abreviada» y se adjunta un esquema somero de la Clasificación Bibliográfica
Decimal para posibilitar el estudio de los fondos. Podemos advertir que la clasificación
decimal ya tenía plena vigencia en las bibliotecas españolas y era empleada a instancia
de los organismos oficiales aunque continuaba sin insertarse en el estricto marco legal.
De esta suerte, la extensión e implantación de la CDU era muy amplia, tanto que inclu-
so abarcaba a las reglas e instrucciones bibliotecarias, como aparece en las «Reglas de
Catalogación por las Alumnas de los Cursos de Biblioteconomía de la Residencia de
Señoritas» " donde se prescribe el empleo de la CDU para las labores clasificatorias.
La CDU tuvo un gran apoyo de la Administración republicana tanto de la Junta de
Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas, como de organismos
ajenos, en principio, a la Administración.
Existió también una prolífica actividad bibliotecaria paralela a la actividad ema-
nada de los organismos oficiales. Una de las preocupaciones de los anarquistas fue
crear escuelas o bibliotecas rudimentarias en los poblados apartados de los grandes
centros, allí los maestros, las escuelas y las bibliotecas eran a veces ambulantes '2. La
labor del anarcosindicalismo, en este sentido, se centró en tratar de despertar a distin-
tos sectores de la población de la indiferencia o del embrutecimiento producido por el
analfabetismo y el poco aceso a la educación. También trató de evitar el influjo político
10
Estas estadísticas de las bibliotecas españolas se encuentran entre otros muchos lugares en el
Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid, debido a que están sin inventariar no se puede detallar una
referencia más exhaustiva de estos documentos.
" Reglas de Catalogación por las Alumnas de los Cursos de Biblioteconomía de la Residencia de
Señoritas, 1934.
12
PEIRATS, José. Los anarquistas en la crisis política española. Madrid: Ediciones Júcar, 1976,
página 136.
271
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
13 ldem.,p. 185.
14 ídem., p. 146. Este tema no lo hemos abordado en esta investigación, aunque tenemos noticias
de la gran extensión bibliotecaria que tuvo lugar de manos del anarquismo, por lo que no podemos reseñar el
sistema o sistemas clasificatorios empleados en estas bibliotecas.
15 ANDRÉS, Teresa de. Cultura Popular y su Sección de Bibliotecas. En: Labor Cultural de ia Repú-
blica durante la guerra, 1937.
272
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
16
SAFON, Ramón. La educación en la España revolucionaria. Op. cit.; p. 59.
17
Bibliotheques dufronl et de l'arrire en Espagne Republicaine. (1937-1938); p. 27.
18 La lectura pública en España durante la II República: catálogo. Biblioteca Nacional. 1991;
página 20.
19 ANDRÉS, Teresa de. Cultura Popular y su Sección de Bibliotecas. Op. cit.
273
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Juan Vicens, desde postulados distintos divulgaron la CDU para su empleo en las
bibliotecas, pues el ámbito práctico era otro. Pero Cultura Popular trataba de organizar
la lectura en el frente de batalla, donde muchas veces, ante las dificultades, los milicia-
nos se veían abocados al abandono de las bibliotecas. Por ello se asignó en el frente a
responsables de las bibliotecas, a fin de cortar su desaparición. En el frente se nombra-
ba un responsable de cultura encargado de la Biblioteca de Cultura Popular, al cual se
le enviaban, además, el catálogo o índice temático y las instrucciones para el uso de la
biblioteca. Ante estas grandes dificultades no se hacía uso de la CDU sino de la clasifi-
cación alfabética temática que explicitaba Teresa de Andrés en sus instrucciones. Las
instrucciones que hizo Teresa de Andrés para las bibliotecas hacían alusión al catálogo
con la siguiente referencia20: «1° Catálogo. Es necesario ante todo, tener una lista de
libros que hay en la biblioteca, de otro modo es difícil encontrar rápidamente un libro
y saber si se ha perdido alguno. Las listas de libros se harán a ser posible a máquina
para que resulten claras. Los libros en este catálogo o libro deben agruparse por
materias tales como: Obras Sociales, Literatura Clásica y Moderna, Literatura Políti-
ca y de Aventuras, Manuales Técnicos y Libros de Enseñanza. Es decir que, para
hacer la lista, se procederá del modo siguiente: se colocarán los libros por grupos
según las materias que se indican en la página correspondiente y se ordenarán alfabé-
ticamente por los apellidos de los autores... Después se colocarán en la caja en el
mismo orden que en la lista».
Teresa de Andrés conocía y era partidaria al igual que sus compañeros del Con-
sejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico como Tomás Navarro Tomás,
Benito Sánchez Alonso, Juan Vicens de la Llave y María Moliner, de la adopción de la
CDU, pero trató de simplificar las instrucciones para la organización de estas bibliote-
cas, ya que no estaban bajo la tutela de personal especializado o profesional, sino que
estaban organizadas por voluntarios de Cultura Popular, que eran destinados a los fren-
tes, cuarteles, batallones, hogares del soldado, y otros. El responsable de la biblioteca
debía no sólo de cuidar los fondos sino que también, en alguno de los casos, debía ela-
borar los catálogos. Por ello Teresa de Andrés señalaba al respecto de los responsables
de las bibliotecas las siguientes observaciones: «Para la buena marcha de la bibliote-
ca es indispensable que tenga una persona encargada de su funcionamiento. Esta per-
sona, generalmente, debe ser un miliciano de la Cultura, cuando se trata de bibliote-
cas de batallones, brigadas, hogares del soldado. En los hospitales, cuando no se
posee un miliciano de la Cultura, debe de ser alguno de los enfermeros o médicos,
ayudados por los enfermos que se encuentren en condiciones para ello, será la que, no
sólo ordenará la biblioteca, sino que mantendrá viva la curiosidad de todos los com-
pañeros por la lectura. A ella, principalmente van dirigidas estas instrucciones».
20
ANDRÉS, Teresa de. Indicaciones para la organización de las Bibliotecas de frentes, cuarteles y
hospitales. Op. cit.\ p. 16.
274
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Cultura Popular, una vez iniciada la guerra, centró su actividad en las bibliotecas
de los frentes, hospitales y cuarteles. Además con el inicio de la guerra nacieron otras
organizaciones bibliotecarias que prosiguieron trabajando en esta dirección y afronta-
ron esta problemática de forma similar.
Con la sublevación del General Franco contra el gobierno de la República, diver-
sas instituciones republicanas hicieron un gran esfuerzo por la cultura y la lectura
popular. Se produjo un incremento de actividades bibliotecarias. Además, cabe desta-
car, la actividad desarrollada durante la Guerra Civil por otras organizaciones como
sindicatos, organizaciones y partidos políticos, y los distintos gobiernos que se suce-
dieron. Todos ellos promovieron un desarrollo educativo y cultural, que en su conjun-
to dio lugar a un movimiento educativo de grandes magnitudes, que según Ramón
Safón no ha sido superado21. En este sentido, se creó el Consejo Central de Archivos,
Bibliotecas y Tesoro Artístico, las Milicias de la Cultura, el Servei de Biblioteques del
Front y también otros. La Sección de Bibliotecas de Cultura Popular, creada antes del
levantamiento militar, continuó desarrollando una intensa actividad durante la guerra.
El gobierno republicano decretó el 16 de febrero de 1937 la creación del Consejo
Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico. Debido a las difíciles circunstan-
cias que marcaba la guerra no se reunió hasta tres meses después de su creación, el 27 de
mayo de 1937, bajo la presidencia del director de Bellas Artes. Las atribuciones del con-
sejo abarcaban todas la referentes al tesoro artístico y documental que fueron fijadas en
abril del mismo año mediante Orden y en su artículo 3 se establecía: «Dictar instruccio-
nes a que haya de sujetarse la ejecución de los trabajos técnicos y las normas que deben
regir para el funcionamiento de los expresados servicios y centros».
El consejo estaba formado por tres secciones, una de Archivos, otra de Bibliotecas
y otra del Tesoro Artístico. La Sección de Bibliotecas emitió diversas instrucciones relati-
vas a los servicios técnicos a desarrollar en las bibliotecas. Esta sección quedó bajo la pre-
sidencia de Tomás Navarro Tomás. La sección estaba compuesta por cuatro subsecciones
cuyas Secretarías estaban ocupadas por personas relevantes del mundo de la educación y
la cultura. Así la Secretaría de la Subsección de Bibliotecas Científicas la ocupaba Benito
Sánchez Alonso, la de Bibliotecas Generales Juan Vicens de la Llave, la de Bibliotecas
Escolares María Moliner y la de Extensión Bibliotecaria Teresa de Andrés.
La obra más destacada del consejo fue el «Plan para una organización general
de las bibliotecas públicas». Aunque fue María Moliner quien le dio forma por escri-
to, se trataba de una propuesta de todos los miembros de la Sección de Bibliotecas y
aprobada por los mismos. Apareció bajo el título «Proyecto de bases de un plan de
Organización General de Bibliotecas del Estado». De haberse llevado a cabo el Plan
hubiera supuesto una radical renovación de la organización bibliotecaria española.
Así pues, se trata del primer y único plan que diseña y estructura una organización
bibliotecaria española, concebida esta organización como una unidad y cuyo único
275
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
22
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España y el plan de bibliotecas de María Moliner,
aquí no reseña de forma completa todos los órganos, si lo hace VICENS, Juan. L'Espagne vivante: un peuple
la conqute de la Culture. París; Editions Sociales Intemationales. 1938.
276
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
Debemos, pues, considerar que la organización resultante del plan era detallada y
rigurosa, y su alcance fue grande pese a que al finalizar la contienda esta organización
bibliotecaria fue, por completo, anulada. Pero ello no fue óbice para que traspasara las
fronteras españolas. Así pronto existió una traducción francesa del plan que fue vertida
por Juan Vicens de la Llave en su obra: «L'Espagne vivante: un peuple á la conquéte de
la Culture». La importancia del plan es subrayada por Pilar Faus Sevilla que no duda en
afirmar que «con un marcado carácter coordinador y centralizador, María Moliner ha
elaborado la mejor planificación bibliotecaria realizada en España»23. El plan de María
Moliner organizó y estructuró las bibliotecas posibilitando una mejora y aprovecha-
miento de los recursos.
Respecto a los servicios implantados con arreglo a este plan se establecieron,
entre otros, un equipo de catalogadores bajo una única dirección, un servicio de adqui-
siciones, un grupo de redacción de los catálogos, donde se confeccionaban las relacio-
nes de las obras clasificadas por materias las tareas de dichos equipos eran enviadas a
la Sección de Bibliotecas del Ministerio de Instrucción Pública, es decir, a la recién
creada Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional. Esta oficina fue
creada el 1 de marzo de 1937 aunque, de forma oficial, la creación tuvo lugar unos
meses después, mediante Decreto de 12 de diciembre de 1937. En este mismo Decreto
se estableció de forma más definitiva la creación del equipo de catalogadores, de la
Oficina de Inspección y Propaganda y de una biblioteca provincial en cada capital de
provincia. Todas estas iniciativas fueron atribuciones del consejo que habían quedado
establecidas mediante la Orden de 5 de abril de 1937 donde se consignaba, además,
que el consejo debería dictar las instrucciones y normas para la ejecución de los traba-
jos técnicos en la organización de las bibliotecas, sólo unos meses más tarde se dicta-
ron dichas instrucciones para pequeñas bibliotecas.
El consejo, en su Sección de Bibliotecas, también elaboró las «Instrucciones
para el servicio de pequeñas bibliotecas» 2\ emitidas por el consejo en tanto que éste
debía de establecer las tareas técnicas en las bibliotecas. Se dirigieron a bibliotecas
pequeñas, pues el gobierno republicano centró su atención en las mismas, por consi-
derarlas el instrumento mas idóneo para la extensión de la cultura. También colabora-
ron en la creación de pequeñas bibliotecas de distintas asociaciones culturales y obre-
ras, con lo que las instrucciones emitidas por el consejo tuvieron gran relevancia y se
erigieron en las directrices técnicas en materia bibliotecaria. Resultó, pues, que todos
los miembros que participaban en la dirección del consejo, órgano del que emanaban
todas las instrucciones, eran abiertos partidarios de la implantación de la CDU en las
bibliotecas españolas, como Sánchez Alonso, Vicens de la Llave, María Moliner,
Teresa de Andrés y Tomás Navarro. En dichas instrucciones se emitía la obligatorie-
23
FAUS SEVILLA, Pilar. La lectura pública en España. En: La Lectura Pública en España durante
la II República: catálogo. Op. cil.; p. 16.
24
España. Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico. Sección de Bibliotecas.
Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas. Valencia: El Consejo. 1937.
277
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
dad del empleo de la CDU para la clasificación de los fondos bibliográficos. Así, en
las bibliotecas que pasaron a depender del consejo a partir de 1937, mediante la Orden
de 5 de abril, se implantó la CDU, y lo mismo ocurrió en todas aquéllas que el Patro-
nato de las Misiones Pedagógicas había creado, así como en la red de bibliotecas
rurales que había sido creada en Valencia con la biblioteca universitaria (y provincial)
a la cabeza de éstas. Como quiera que en las citadas instrucciones se indica la CDU
como el sistema adecuado para las bibliotecas españolas ya existentes, lo mismo ocu-
rrió para las numerosas bibliotecas que se crearon a instancia del gobierno republica-
no, y de otras asociaciones y organizaciones, la CDU quedó así de forma definitiva
implantada en España. Sin embargo, no se dotó a esta instauración de estatuto legal a
fin de evitar la rigidez que conlleva todo aquello legislado, pues su derogación, en
caso de demostrarse la invalidez e ineficacia del sistema, supondría un entorpeci-
miento de todas las tareas emprendidas. El tercer documento de gran importancia que
publicó la Sección de Bibliotecas del Consejo, junto con el plan y las instrucciones
anteriormente citado, que asienta la CDU como sistema clasificatorio, fue la memoria
de los trabajos realizados en 1937 que apareció bajo el título. «Un año de trabajo en
la Sección de Bibliotecas: marzo 1937- abril 1938»25. En esta memoria quedan expli-
citadas las tareas emprendidas por el Consejo y en ella se expone la forma en que se
llevó a la práctica el plan y las instrucciones. En dicha memoria se indica como se
comenzó por la implantación de los servicios más necesarios, a los que se iba dotando
de estatuto legal mediante disposiciones de carácter parcial. Una vez comprobada la
eficacia de los servicios implantados, y tras analizar la validez de su funcionamiento,
adquirirían una consistencia legal. Así fueron apareciendo, de forma paulatina, dispo-
siciones sucesivas en cumplimiento de lo preceptuado en el plan y en las instruccio-
nes. Esta visión del marco legislativo en el ámbito bibliotecario supuso que, una vez
finalizada la guerra, numerosas disposiciones carecieran de cobertura legal. Así acon-
teció con la CDU, cuyo uso era extensivo en las bibliotecas españolas y además estu-
vo recogido en las instrucciones emanadas del consejo, pero no tuvo disposición legal
que refrendara su empleo. Un mes después de finalizar la guerra, la CDU obtuvo, sin
embargo, su apoyatura legal.
El consejo también realizó cursos de formación de bibliotecarios en los que
era impartida la CDU. Así la Sección de Bibliotecas realizó un curso de formación
y selección de encargados de bibliotecas en 1937 26. La finalidad del curso era la
preparación de profesionales capacitados para encargarse de las numerosas biblio-
tecas creadas, por lo que el ingreso en el curso implicaba la realización de unos
ejercicios 27 . Pero, además, este curso de formación comprendía unas prácticas
bibliotecarias y finalizaba con una evaluación de los alumnos consistente en el
25
España. Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico. Un año de trabajo en la
Sección de Bibliotecas: marzo ¡937-abril 1938. Barcelona. 1938; pp. 20-21.
26
Convocatoria del curso mediante la Orden ministerial de 30 de noviembre de 1937.
11
Convocatoria de los ejercicios de ingreso. 22 de enero de 1937.
278
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
28
Ejercicio final de esta convocatoria. 22 abril de 1937.
29
Cómo debe funcionar la biblioteca en las trincheras. En: Pasaremos, órgano de la 1.a Brigada
Mixta de Lister, n.° 81, febrero, 1937.
30
GAMONAL TORRES, Miguel; HERRANZ NAVARRA, Juan F. Contribución al estudio de los organis-
mos de difusión cultural republicana durante la Guerra Civil: Los Servicios de Bibliotecas en el Ejército
Popular. En: Anabad, XXXV, n.° 1, 1985; p. 74.
31
Decreto de 17 de febrero de 1937 («Diario Oficial de la Generalidad de Cataluña» de 21 de
febrero de 1937)
279
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
que las otras organizaciones bibliotecarias que trabajaban en el Ejército Popular como
Cultura Popular y las Milicias de la Cultura, no dio excesiva importancia al sistema
clasificatorio, ya que los problemas más inmediatos al trabajar en el frente de batalla
eran de otra índole. Sin embargo el Servei mantuvo una estrecha relación con la Red
de Bibliotecas Populares de Cataluña y ello incidió en la forma organizativa de los
fondos.
En la llamada zona nacional, y más tarde también denominada zona del Gobier-
no de Burgos, no surgió una organización o modelo bibliotecario según asevera el
estudioso de las instituciones documentales españolas, Márquez Cruz 32.
Con el avance de las tropas su gobierno emitió diversas disposiciones con el fin
de lograr un mayor control de los fondos bibliográficos. Estas medidas contribuyeron
sobremanera a la reducción del número de bibliotecas públicas que anteriormente
había creado la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públi-
cas. Las medidas que se adoptaron dieron comienzo por la prohibición de la libre cir-
culación de libros en 1936, según la Orden de 29 de diciembre. En este mismo sentido
se emitió otra Orden, de 16 de septiembre, para proceder a la depuración de las biblio-
tecas públicas en 1937.
Esta política de depuración de bibliotecas no sólo se circunscribió a las
bibliotecas públicas o estatales sino que también abarcó a las bibliotecas priva-
das, llevándose a efecto a través de la Orden de 10 de junio de 1938, al igual que
el Decreto de 13 de septiembre, que inició esta política de depuración en 1936. En
esta misma dirección se promulgó otra disposición de carácter ideológico, como
fue la Orden de 1939, por medio de la cual las bibliotecas públicas debían de
hacer entrega de la relación de los libros convenientes para la adquisición, ya que
ello reforzaba las medidas censoras. Pese a las medidas censoras del gobierno
rebelde hubo, igualmente, pequeños intentos de extensión de la cultura a las zonas
del frente. Así surgieron dos organizaciones que trataron de fomentar la creación
de bibliotecas y atendieran a los soldados: el Servicio de Lectura para el Soldado
y el Servicio de Lectura para el Marino. Podemos advertir que la política bibliote-
caria en la zona rebelde durante la Guerra Civil fue diametralmente opuesta a la
que se había proyectado y realizado en la zona republicana 31 , son distintas las
dinámicas durante la Guerra Civil en la zona republicana y en la nacionalista,
mientras que en la primera continúa su trayectoria dentro de la legislación
vigente, en la segunda la actividad se centra en el control, la censura, y la incauta-
ción de bibliotecas.
32 MÁRQUEZ CRUZ, Guillermo. Marco normativo español de bibliotecas. Ordenamiento del Estado
y de las Comunidades Autónomas. En: Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios. 1988, año 4,
números 12-13; p. 51.
33 MÁRQUEZ CRUZ, Guillermo. Sociología de la lectura en España en el proceso de modernización.
De los orígenes de la organización bibliotecario a la burocralización de la lectura (1808-1939). En: Boletín
de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios. 1988, año 4, núms. 12-13; p. 50.
280
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
34
BALANZO, Conceptúo de. Les Biblioteques Populars de la Generalitat de Catalunya. En: Cua-
derns de treball de la Escola de Bibliotecaries de la Generalitat de Catalunya, n.° 3; p. 18.
281
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
35
GALI, Alexandre. Historia de las Instilucions i del Moviment Cultural a Catalunya 1900 a 1936.
Llibre XI Biblioteques Populars i Moviment Literari. Barcelona, 1984; p. 17.
" Projecte... Op. cit.; p. 77.
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ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
dirección para el desempeño de las tareas técnicas en las bibliotecas, con lo que la
importancia de los catálogos fue un rasgo sobresaliente del proyecto. Además, se con-
cibió la creación de una biblioteca popular como un acto pedagógico y, por ende, el
propio catálogo de la biblioteca era considerado como un instrumento que exigía, por
ello, una cuidada realización. El catálogo era una guía del lector y debía ofrecer una
clasificación de las ciencias que constituyera una recopilación sumaria de cada cultura
y de cada ciencia. En suma, el catálogo debía servir para la información que demanda-
ba la comunidad. Este especial cuidado por el catálogo y por su forma clasificatoria
sistemática también quedó recogido en el proyecto, lo que propició , en un momento
posterior, la adopción del sistema decimal. El proyecto prescribía también que la cata-
logación de las obras debía seguir un sistema común en todas las bibliotecas catalanas
y que éste debería ser el sistema adoptado en la Biblioteca General de Cataluña37.
También esta directriz propició el pronto desarrollo del sistema decimal, ya que al ser
implantado en la biblioteca general se hizo extensiva a todas las bibliotecas.
Las medidas relativas al personal de las bibliotecas populares también quedaron
recogidas en el proyecto, lo que posibilitó un gran desarrollo del sistema decimal en
Cataluña. Así el proyecto recogía la formación que debería tener el personal técnico de
las bibliotecas populares, que tendría que formarse en la Escuela Especial de Bibliote-
carias. De esta forma el proyecto incluía la creación de la Escuela Especial de Bibliote-
carias (su primer director fue Eugenio d'Ors quien expresó que el personal debía estar
formado exclusivamente por mujeres). En la escuela se adquiriría la preparación técni-
ca, el conocimiento y práctica bibliotecaria y, en último lugar, la preparación en huma-
nidades y en cuestiones centrales de la cultura. Las enseñanzas en la escuela debían
comprender las materias siguientes38:
1. Humanidades y Disciplinas Centrales de la Cultura.
2. Teoría del Libro de la Biblioteca y de su Servicio.
3. Práctica del Servicio de Biblioteca.
4. Conocimientos de Lengua, Historia, Literatura, Geografía, etc., de Cataluña.
5. Instrucción Cívica y Elementos de Derecho Usual y Político.
La enseñanza comprendía una parte teórica y otra práctica. Esto último debía
realizarse en la Biblioteca de Cataluña o bien en alguna biblioteca popular de las ya
existentes. Las aportaciones teóricas y aplicaciones prácticas que enseñara la escuela
serían suficientes para poder realizar concienzudamente y con criterio las tareas técni-
cas. Parece, por tanto, que en este novedoso y acertado proyecto para la creación de
bibliotecas populares quedaron plasmadas las directrices y normas rectoras que con
posterioridad posibilitaron la implantación del sistema decimal en todo el territorio
catalán, así como el carácter total de dicha implantación.
283
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
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ROSA SAN" SEGUNDO MANUEL •
según el modelo del sistema decimal39. por todo ello puede decirse que las bibliote-
cas populares, la Escuela de Bibliotecarias y la Biblioteca de Cataluña conformaron
un todo interrelacionado que supuso, respecto a las tareas técnicas, una estructura
unitaria que facilitó la unidad de los modelos y métodos del trabajo profesional en
las bibliotecas.
Con la puesta en funcionamiento de las bibliotecas populares a partir de 1915,
se hizo necesario la elaboración de un Reglamento que determinase y rigiese su fun-
cionamiento. El 18 de marzo de 1920 el Consejo Permanente de la Mancomunidad
aprobó el Reglamento de estas bibliotecas que se formuló bajo el título: «Reglament
de les Biblioteques Populars de Catalunya». Dicho Reglamento abarcaba todos los
aspectos importantes de un sistema bibliotecario que se plasmaron en los siguientes
apartados:
I. Instauración de Bibliotecas Populares.
II. Escuela de Bibliotecarias.
in. Provisión y Organización del Personal de las Bibliotecas.
IV. Patronatos Locales de Bibliotecas.
V. Organización de las Bibliotecas Populares.
El segundo apartado que hace referencia a la Escuela de Bibliotecarias dispone
las enseñanzas de la escuela distribuidas en dos años, de la forma siguiente:
«Primer año:
- Teoría e Historia de la Cultura.
- Conocimiento General de las Ciencias Puras y Aplicadas y de su Clasificación.
- Historia de Cataluña.
- Lengua Latina.
- Bibliología.
- Ética, Derecho e Instituciones Fundamentales del Derecho Catalán.
Segundo año:
- Teoría e Historia de la Cultura.
- Literatura Catalana.
- Literatura General.
- Biblioteconomía.
- Bibliografía.
- Lengua Latina.»
La inclusión de la materia «Conocimiento General de las Ciencias Puras y
Aplicadas y su Clasificación» supone dotar de gran importancia a la tarea teórica y
práctica de sistematizar los conocimientos, ya que esta enseñanza suponía un cono-
cimiento general de todas las ciencias y las relaciones entre ellas. Además, en el
285
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
286
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
40
La Cooperation Internationales en Metiere de Bibliographie et de Documentatián Liste d'Insti-
tutions Collectives et Particuleres Afftlies a l 'Instituí International de Bibliographie ou Cooperara avec luii
a'l'organisation de la Bibliographie et de la Documentation par Applications de Methodes Communes. En:
Bulletin de l'Institut International de Bibliographie. 1911; pp. 110-198.
41
RUBIO I LOIS, Jordi. Presentada del seminan sobre lenguages naturals en la recuperado de la
informado, p. 19.
42
GALI, Alexandre. Op. cit.; p. 22.
43
RUBIO I BALAGUER, Jordi. La CDU de Bruselles. Adaptado per a les bibliotheques populars de
la Mancomunitat de Catalunya.
44
Disposición de 26 de octubre de 1931 de la Generalidad de Cataluña. Citada por: Galí Alexan-
dre. Op. cit.; pp. 26 y 28.
287
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45
GALI, Alexandre. Op. cit.\ p. 42.
288
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46
MÁRQUEZ CRUZ, Guillermo. Sociología de la lectura en España en el proceso de modernización.
Op. cit.;p. 51.
289
290
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
48
Decreto 65/1986, de 15 de mayo, por el que se establecen las normas generales de actuación del
Principado de Asturias para la promoción y coordinaciónde servicios bibliotecarios.
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Ley de Organización Bíbliotecaria de la Comunidad de Valencia, 10/1986, de 30 de diciembre.
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Ley de Bibliotecas de Castilla-La Mancha, 1/1989, de 4 de mayo.
Ley de Bibliotecas de Madrid, 10/1989, de 5 de octubre.
Ley de Bibliotecas de Galicia, 17/1989, de 11 de octubre.
Ley de Bibliotecas y Patrimonio Bibliográfico de la Región de Murcia, 7/1990.
Ley de Bibliotecas de La Rioja, 4/1990, de 29 de junio.
Ley de Patrimonio Cultural Vasco, 7/1990, de 3 de julio.
Ley del Sistema Bibliotecario de Cataluña, 4/1993, de 18 de marzo, modificadora de la anterior Ley
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316
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
317
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
mediante el cual se regían los empleados de la Biblioteca de San Isidro, para la realiza-
ción de sus tareas, ya fuera para el servicio público, como para el de sus investigacio-
nes particulares51. En la organización de los fondos se conservó la antigua clasifica-
ción, la misma implantada en la Biblioteca de la Facultad de Teología y Derecho. Y
con posterioridad, a partir de 1857, se adopta la clasificación de Brunet, siguiendo las
pautas de distribución de los fondos de la Biblioteca Nacional52, y de las restantes
bibliotecas. El bibliotecario y catedrático Toribio del Campo, miembro del cuerpo
facultativo, dio comienzo en 1862 a la ordenación sistemática del nuevo catálogo que
constaba de unas doce mil papeletas. Este nuevo catálogo vino a suplir otro índice de
la biblioteca y debido a su incómodo formato encuadernado en libros, lo que le hacía
inmanejable, quedó relegado al archivo.
La Biblioteca de la Facultad de Medicina tenía un índice alfabético de auto-
res y además de este antiguo catálogo existía otro sistemático distribuido de la
siguiente manera53: 1. Física; 2-3. Química; 4. Mineralogía; 5. Zoología; 6. Botáni-
ca; 8. Anatomía; 9. Fisiología; 10. Higiene; 11-12. Materias Médicas; 13. Farma-
copea; 14-15. Patología. La clasificación primigenia, muy antigua, fue reemplazada
por otras que siguieron el modelo educativo54, y que constaba de los siguientes grupos
temáticos55: Ciencias Naturales; Filosofía; Historia; Lingüística; Enciclopedias Gene-
rales y Médicas; Aguas Minerales; Autores Clásicos; Diccionarios de Medicina; Ana-
tomía; Fisiología; Materia Médica; Patología General; Patología Quirúrgica y Médica;
Ginecología y Patología; Medicina Legal; Literatura General y Médica; Filosofía
Médica. Este esquema clasificatorio perduró hasta finalizar el siglo XIX, (como puede
apreciarse en diversas cédulas, ya que algunas de estas obras reseñadas tienen fecha de
impresión en 1898). Vemos, además, que fueron muchos los bibliotecarios que partici-
paron en este catálogo y se ciñeron al esquema clasificatorio rector como Benito Gutié-
rrez Sanz, G. de Alarcón. Cada uno organizó un grupo de materias específicas, Alar-
cón se encargó especialmente de un grupo de disciplinas, por lo que casi llegó a
abordar una clasificación más específica con las materias siguientes56: Anatomía;
Fisiología; Medicina Pública; Terapéutica; Patología General; Patología Quirúrgica;
Patología Médica; Literatura Médica; Ciencias; Enciclopedias. Así pues, la implanta-
ción del sistema de Brunet no se produjo en esta biblioteca debido a la especialización
de sus fondos57. Finalmente cabe reseñar que esta biblioteca es de gran importancia, no
sólo por ser una de las especializadas más completas del siglo XIX, sino también por
51
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881- 1882; p. 162.
52
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1878. Op. cit.; pp. 12-13
y Anuario del Cuerpo Facultativo. 1882. Op. cit.; pp. 120 y 194.
53
VALENTINELLI. Op. cit.; p. 46.
54
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; pp. 176-177.
55
Memoria correspondiente al año 1882. En: Boletín Histórico. 1885: p. 74.
56
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; p. 194
57
Memoria de la Universidad Central correspondiente a 1878. Op. cit.; pp. 12-13, Anuario del
Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; pp. 176-177 y Boletín Histórico. 1885. Año V; pp. 134-135.
244
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
las tareas bibliográficas especializadas que en ella se abordaron como señala Lasso de
la Vega58.
Fueron varios los catálogos existentes en la Biblioteca de la Facultad de
Farmacia según una distribución temática formados en diversas épocas. También se
elaboraron catálogos según otros criterios, ya fuera por el tamaño de los libros, las
encuademaciones de los mismos, idiomas, y siglos de impresión. Los fondos biblio-
gráficos se organizaron en la sala de lectura, mediante una clasificación por materias,
siendo la distribución de los libros en los estantes la siguiente": Historia Natural;
Mineralogía; Zoología y Botánica; Física y Química; Medicina y las de Farmacia pro-
piamente dicha. En 1854 se concluyó el catálogo de esta biblioteca, pues se había ini-
ciado en ella y en las otras de esta universidad, a instancia del Reglamento interior de
la Universidad de 4 de agosto de 1853. Este catálogo se terminó, un año después de la
aprobación del Reglamento, de la mano de su bibliotecario Manuel Ovejero, en él se
establecieron diversas materias (algunos tomos no se conservan en la actualidad), entre
ellas se encuentran60: 1. Agricultura; 2. Aguas Minero-Medicinales; 3. Botánica;
4. Ciencias Físico-Químicas; 5. Ciencias Médicas; 6. Farmacia; 7. Física; 8. Geología;
9. Historia Natural; 10. Materia Farmacéutica; 11. Materia Médica; 13. Mineralogía;
14. Zoología; 15. Diferentes materias. A partir de 1857 se establece una clasificación
por materias, por parte del director de la biblioteca, ya que ésta no va a adoptar el
sistema de Brunet implantado en la Biblioteca Nacional6' y se establece una clasifi-
cación con las siete divisiones siguientes6': Farmacia; Mineralogía; Botánica; Zoo-
logía; Física; Química; Medicina.
La Biblioteca de la Facultad de Ciencias agrupa la perteneciente al Jardín
Botánico y Museo de Ciencias Naturales. La primera tenía una clasificación realizada
por Juan Yseru, quien coloca los fondos según el siguiente criterio61: 1. Obras elemen-
tales; 2. Monografías; 3. Flora; 4. Jardines; 5. Obras generales; 6. Obras varias. Tam-
bién la Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales estaba dotada de una clasificación
temática que se plasma en su catálogo sistemático: 1. Bibliografías; 2.Filología;
3. Pedagogía; 4. Periódicos; 5. Matemáticas; 6. Astronomía y Geografía; 7. Física;
8. Química; 9. Historia Natural General; 10. Mineralogía y Geología; 11. Botánica;
12. Zoología General; 13. Organografía y Fisiología Animal; 14. Mastología; 15. Orni-
tología; 16. Espeleología; 17. Ittilogía; 18. Entonidogía; 19. Malacología; 20. Zoofito-
logía; 21. Iconografía; 22. Chirografía. Asimismo existió un catálogo encuadernado
que contenía Historia Natural, en el cual los libros estaban agrupados por materias64.
!58
LASSO DE LA VEGA. Guía de la biblioteca de la Facultad de Medicina. Madrid: Universidad
Central. 1958. Citado por: Millares Cario. Op. cit.\ p. 295.
59
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881. Op. cit.; p. 179.
60
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1X78. Op. cit.: pp. 12-13.
61
Boletín Histórico. 1885. Año V. Op. cit.; pp. 134-135.
62
VALENTINELLI. Della Biblioteca de la Spagna; Op. cit. p. 47.
63
VALENT1NELU. ídem; p. 46.
64
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881: p. 194.
245
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
Unidas ambas bibliotecas a partir de 1857, se realiza una clasificación según un crite-
rio de materias por parte del director de la biblioteca, quedando establecida la siguien-
te clasificación65: Historia Natural General; Mineralogía Botánica; Zoología General;
Organografía; Fisiología Animal; Anatomía Comparada; Mastología; Ornitología;
Herpetología; Ichiología; Entomología; Malacología; Geología; Enciclopedias. Más
tarde, la sección perteneciente al Museo de Ciencias Naturales fue modificada por el
director de la biblioteca, según el esquema clasificatorio siguiente66: Mineralogía;
Botánia; Zoología; Historia Natural General; Ciencias Físicas; Ciencias Exactas; Lite-
ratura Médica; Literatura General; Enciclopedias; Periódicos.
Estas bibliotecas de facultades se clasificaron de forma individual, según las
necesidades de cada una de ellas. Y ya en el siglo XX se iniciaron procesos unificado-
res para aunar criterios que van a converger en la adopción de una clasificación unita-
ria no sólo en el ámbito universitario, sino también un ámbito mayor. En 1932,
mediante Decreto de 14 de enero, se unificaron las bibliotecas de las facultades de la
Universidad de Madrid, de esta forma se centralizaron los servicios técnicos y admi-
nistrativos. Este Decreto supuso importantes avances en todos los aspectos incluido el
técnico, según explicita Javier Lasso de la Vega67. Se comenzó a organizar los fondos
bibliográficos en los depósitos mediante la CDU. Esta iniciativa junto con otras
muchas reformas fueron establecidas en las bibliotecas no sólo universitarias sino tam-
bién en las populares, la Biblioteca Nacional, y otras. Y fueron objeto de elogio por
parte de los bibliotecarios procedentes de numerosos países con motivo del II Congre-
so Internacional de Bibliotecarios acaecido en 1935. Conforme con el Decreto del
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de 1932, se llevaron a cabo varias
importantes modificaciones en las bibliotecas de la Universidad de Madrid, y por con-
secuencia quedaban constituidas las siguientes bibliotecas: Biblioteca de la Facultad
de Derecho; Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras o San Isidro; Biblioteca de
la Facultad de Medicina; Biblioteca de la Facultad de Farmacia; Biblioteca de la Facul-
tad de Ciencias Naturales y Jardín Botánico; bibliotecas análogas que se creen o incor-
poren en el futuro; bibliotecas pertenecientes a seminarios, cátedras, y otras.
El citado Decreto de 1932 puso en marcha un proceso.modificador de las biblio-
tecas de la Universidad de Madrid, se iniciaron numerosas reformas. El joven bibliote-
cario de la universidad, Javier Lasso de la Vega, dio comienzo a una extensa labor en
el ámbito bibliotecario español. Redactó un «Proyecto de Reglamento de la Biblioteca
de la Universidad de Madrid»6" en el que, además, añadía unas notas anejas al Decreto
de 1932. Proponía la total unificación de las bibliotecas universitarias en lo relativo a
65
Memoria de la Biblioteca de la Universidad Central correspondiente a 1878; pp. 12-13.
66
Boletín Histórico. 1885. Año V. Op. cit.;pp. 134-135.
67
LASSO DE LA VEGA, Javier. Las Bibliotecas de la Universidad de Madrid. 1940-1958. En: Revis-
ta de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXV. 1958; p. 452.
68
LASSO DE LA VEGA, Javier. Proyecto de Reglamento de la Biblioteca de la Universidad de
Madrid. Ejemp. mecano. Se encuentra en la Biblioteca del Ateneo de Madrid.
246
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
69
LASSO DE LA VEGA, Javier. Las bibliotecas de la Universidad de Madrid. Op. cit.; p. 460.
247
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
70
REAL DE LA RIVA, César. La Biblioteca de la Universidad de Salamanca: memoria anual y noti-
cia histórica de la misma redactada por su director. Salamanca, 1953; p. 23.
71
FUENTE, Vicente de la y URBIÑA, Juan. índice de los libros manuscritos que se conservan en la
Universidad de Salamanca. 1855.
248
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
72
Como el sistema de Legipont, Ortiz cíe la Peña, Claudio Clemente, Araoz, los hermanos Tour-
nes, Mabillon, Lambeccio, Monfalcon, Constantin, Fessel, Aimé-Martin. Doncel y Ordaz no dudó en consi-
derar también insuficientes otros sistemas diferentes que habían tenido una larga praxis bibliográfica y
bibliotecaria como el de Crucemanio, Euphyandro, Honorato Fabri, el de la Biblioteca Augusta del Palacio
de Wolfembutel, de la Thuana, de la Salmantina, de la Coistiniano, la del Cardenal Imperial, la Bodleyano.
la del Escorial, la Real de París, la del Consejo de Estado de Francia. la Imperial de Viena, la del Marqués de
Fortia D'Urban, Juan Mahuno, Hottingero, Frisio, Pinelo, Morhofio, Naudeo, Baillet, Garnier, Galnel Mar-
tín, Willer, Draud, Brunet. Beuchot, Hinrichs y Schettinger
DONCEL Y ORDAZ, Domingo. Memoria comprensiva del Plan General para la Formación de la
Biblioteca Segunda de la Universidad Literaria de Salamanca; p. 8.
73
TEOLOGÍA:
I. Sagrada Escritura.
Concordancias.
Intérpretes o expositores: (a) De toda la Biblia, (b) De algunos lugares.
Críticos Sagrados.
II. Santos Padres: (c) Griegos, (d) Latinos.
Colección de Bibliotecas de los Padres. Lexicógrafos, Gramáticos, Filólogos y
Geoiconógrafos Sagrados.
A. III. Teólogos: (e) Dogmáticos, (f) Escolásticos, (g) Controversistas, (h) Morales, o
sea, Casuistas y Sumistas.
IV. Catequistas, Homiléticos, Predicables y Recopiladores de Lugares Comunes.
V. Libros espirituales:
Mística.
Ascética.
249
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
como tal en todas las naciones cultas y elevada al rango de las ciencias más útiles a la
humanidad y a la civilización, siguiendo este principio el gobierno De Su Majestad
creó hace pocos meses la Escuela Diplomática». Sin duda, puede afirmarse un desta-
cado papel de Doncel en la Universidad de Salamanca por el desarrollo de la bibliogra-
VI. Liturgia.
Vil. Martirologios, Vidas de Santos, etc.
FILOSOFÍA:
I. Filósofos antiguos: (a) Griegos, (b) Romanos.
II. Modernos: (c) Españoles, (d) Extranjeros.
III. Lógica o Dialéctica.
B. IV. Etica o Moral.
V. Física.
VI. Química o Alquimia.
VII. Historia Natural.
VIII. Matemáticas.
IX. Astronomía.
X. Astrología y Quiromancia.
XI. Política.
XII. Economía Política.
XIII. Administración.
JURISPRUDENCIA:
I. Derecho Público Universal: (a) Natural, (b) De gentes.
II. Canónico: (c) Concilios: Generales, Provinciales, (d) Sínodos diocesanos, (e)
Bulas, Recriptos, Constituciones y Epístolas de los Romanos Pontífi-
ces. (f) Decisiones de la Rota, de la Cancillería Apostólica, la Inquisi-
ción, etc. (g) Manuales de Prelados, (h) Privilegios. Cuestiones y
reformas de los Regulares, (i) Cuerpos del Derecho Canónico.
III. Civil: (j) Antiguo: Hebrero, Griego, Romano. Español, (k) Moderno: Español,
Extranjero.
CIENCIAS MÉDICAS:
I. Medicina: (a) Médicos antiguos: Griegos, Romanos, Árabes, Españoles, (b)
Modernos: Españoles, Extranjeros.
II. Farmacia.
III. Veterinaria.
GEOGRAFÍA E HISTORIA:
I. Geografía.
II. Cosmografía.
III. Topografía.
IV. Viajes.
V. Cronología.
VI. Historia Universal: (a) Antigua, (b) Moderna.
VIL De una o más regiones o partes del globo.
Civil: Antigua (c) Griega, (d) Romana.
vni. Moderna: (e) De España, (f) De otras naciones, (g) Particular de ciudades, etc.
IX.
E. X. Periódicos Políticos, Históricos, etc.
XI. Historia Religiosa y Eclesiástica: Monástica (h) Anales, crónicas, constituciones,
controversias.
XII. Historia Literaria y Bibliográfica.
250
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
fía en España, pues recogió la tradición bibliográfica, y fue antecesor de Manuel Casti-
llo, quien implantará más tarde en esta biiblioteca de la universidad la clasificación
decimal. El sistema de Doncel y Ordaz, pese a su detallada y estudiosa elaboración, no
tuvo excesiva vigencia y así cuando se creó en 1871 la Biblioteca Especial de la Facul-
tad de Filosofía y Letras de Salamanca, ésta no recogió el sistema de Doncel. El Regla-
mento de esta biblioteca estableció la división de la misma en seis secciones que se
presentaban como un sistema clasificatorio) previo74: 1. De Literatura y Filosofía; 2. De
251
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
252
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
75
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 256.
76
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1882; p. 180.
77
PAZ, Julián. Los archivos y bibliotecas en Valencia en 1942. En: Revista de Archivos, Bibliote-
cas y Museos, n.° 2. 1893; p. 364.
78
Para ampliar véase: NEBOT, José. Catálogo de los libros que componen la Biblioteca de la Facul-
tad de Medicina de Valencia.
79
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 226.
80
AMAT, Nuria. La Biblioteca, op. cit.\ p. 81.
253
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
254
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
en las bibliotecas catalanas estatales según las instrucciones de 1921 (mediante Real
Orden de 21 de noviembre), aspecto que hemos visto y que detallaremos más adelante.
Así la clasificación decimal quedó definitivamente implantada, y fue de 1932 a 1937 el
mayor período de modernización de la biblioteca.
Respecto a la Biblioteca Universitaria de Valladolid destaca que la Universi-
dad de Valladolid surgió hacia el año 1260, y ostentaba el título de Estudio General,
recibiendo en 1346 el título de Universidad Real y Pontificia. Pero carecía entonces de
biblioteca, y fue en el siglo XVIII cuando dio comienzo la creación y formación de la
biblioteca, aunque con anterioridad habían surgido bibliotecas en los colegios bajo la
denominación de Librerías. Así aconteció con el Colegio de Santa Cruz, creado en
1493 por el Cardenal Pedro González de Mendoza, quien, además, estableció en el
mismo la creación de una biblioteca para la instrucción de los becarios. Esta biblioteca
será el germen de la futura biblioteca universitaria. Con la expulsión de los Jesuítas se
hizo entrega de la Librería a la universidad, y fue en el siglo XVIII cuando obtuvo esta
biblioteca el carácter de universitaria'". A causa del Decreto de Mendizábal, de 8 de
marzo de 1836, que colaboraba en su proceso desamortizador de los bienes eclesiásti-
cos, se encargó la biblioteca vallisoletana a la Comisión de Monumentos. Y en 1850
pasaron a la biblioteca de la universidad los fondos bibliográficos recogidos tras la
supresión de numerosas comunidades religiosas, sin inventario ni orden alguno se cus-
todiaron en el Colegio de Santa Cruz. Se nombró una comisión de catedráticos de
todas las facultades para la ordenación de las obras82. El 10 de julio de 1850 se agregó
esta biblioteca a la universidad. La Comisión de Monumentos hizo entrega de los fon-
dos a la universidad, previamente inventariados, el 16 de diciembre de 1850. Los fon-
dos procedían, en su mayoría, de la Compañía de Jesús y de otras órdenes religosas. La
biblioteca quedó instalada en el mismo local, en el Colegio Santa Cruz. Allí Pedro
Gumier había decorado y pintado la sala y las estanterías, en la galería en la parte supe-
rior estaban los plúteos en dorado y carteles con los nombres de las antiguas discipli-
nas en los estantes. En el siglo XVIII Ventura de la Vega reformó la sala de la bibliote-
ca. Unos años más tarde de la traslación de la biblioteca, siendo director Venanzio
María se elaboró un índice por orden alfabético de autores distribuidos en seis volúme-
nes de la siguiente forma83:1. Teología y Mística y Predicables; 2. Sagrada Escritura y
Exposiciones; 3. Cánones; 4. Leyes; 5. Filosofía, Medicina, Matemáticas y Otras
Ramas. La biblioteca estaba sujeta a una clasificación según las antiguas disciplinas, y
en la segunda mitad del siglo XIX los estudios que se impartían en la universidad de
Valladolid determinaron las distintas materias establecidas en la biblioteca, tales
81
Para ampliar puede consultarse: JIMÉNEZ, Alberto. Historia de la Universidad Española. Madrid. 1971.
GARCÍA LÓPEZ, Santiago. Fundación e historia de la Biblioteca Universitaria de Valladolid. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. LXV, n.° extraordinario. 1858; pp. 335-338.
82
Memoria acerca del estado de la enseñanza en la Universidad de Valladolid... en el curso
de 1858 a 1859. Valladolid. Imprenta de Lucas Gaude. 1860; p. 104, 22 h. de gráf. pleq.
83
VALENTINELLI. Delta Biblioteca della Spagna; op. cit., p. 57.
255
SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
como84: Filosofía y Letras; Bellas Artes; Ciencias, 1." Sección; Medicina; Derecho 2.a
Sección; 3.a Sección; Comercio; Sagrada Teología; Poligrafía. A partir de 1909 se pro-
cedió a la reorganización de los fondos y publicación de los catálogos bajo la dirección
de Mariano Alcocer Martínez. En la actualidad perduran las dos secciones: la bibliote-
ca universitaria, que debió su formación a la desamortización de los bienes de la Igle-
sia, y la de Santa Cruz85.
El origen de la Biblioteca Universitaria de Granada se sitúa tras la expulsión
de los Jesuítas de España, cuando se dispuso que su biblioteca en la ciudad de Granada
se hiciese pública. La Universidad de Granada formuló la petición de trasladarse al
Colegio de San Pablo que había pertenecido a la Compañía de Jesús. Esta petición fue
concedida por el Consejo de Castilla en 1769. La biblioteca no había estado sujeta a
una clasificación y organización exhaustiva, ya que ésta no era muy necesaria pues que
la biblioteca estaba reservada para el estudio y carecía del carácter de pública. Cuando
esta biblioteca era la librería general de la Compañía de Jesús en la ciudad de Granada
estaba organizada en los estantes en dos filas. La primera contenía los libros de autores
de la Compañía de Jesús bajo la inscripción: Auctores Societatis Jesu a destris. La
segunda comprendía las Sagradas Biblias y obras de los Santos Padres. Se realizaron
varios índices de los fondos, uno de impresos y otro de manuscritos (aunque los
manuscritos no se conservan sí que hay documentos que acreditan su existencia). El
índice de impresos era el alfabético y fue realizado en 1768. En 1769 la Universidad de
Granada se trasladó al Colegio de San Carlos, la biblioteca del colegio se trasladó al
claustro universitario. La nueva biblioteca creada carecía de inventario y a causa de la
desaparición de numerosos libros se procedió a la realización de inventarios con el fin
de localizar aquellos libros que no se hallaban en sus lugares. Con el traslado de la
biblioteca en 1731, los fondos se distribuyeron en los estantes siguiendo otro esquema
clasificatorio86: 1. Escritura Sagrada, Santos Padres, Expositores; 2. Teología Escolás-
tica y Dogmática; 3. Teología Moral; 4. Derecho Civil y Canónico; 5. Historia Sagrada
y Profana; 6. Oratoria Sagrada y Predicable; 7. Medicina; 8. Filosofía Escolástica; 9.
Filosofía Moral y Natural; 10. Artes Liberales; 11. Poesía; 12. Gramática y Lenguas;
13. Ascéticos y Libros de Devoción; 14. Miscelánea. En 1782 el Padre Echevarría rea-
lizó un índice que contenía las mismas divisiones que él había empleado en la nueva
ordenación y clasificación de la biblioteca tras el traslado. Al inicio del siglo XIX se
procedió realizar a un nuevo índice con arreglo a una nueva clasificación temática. En
1813 se hizo este nuevo índice sujeto a las siguientes divisiones87: 1. Scriptura Sacra,
84
Memoria elevada al Ministerio de Fomento por el jefe de la Biblioteca Universitaria de Valla-
dolid en conformidad a la base del Real Decreto de 8 de mayo de 1859. Valladolid. 1863. [3] h.
" Para ampliar véase: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1876. t. 6; p. 5 y 1906, t. 12;
página 304.
86
FERNÁNDEZ ALONSO, Francisco. Reseña histórica de la Universidad de Granada. En: Revista de
archivos, bibliotecas y museos 1877, VII; p. 231.
87
' ídem; p. 261.
256
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
88
FERNÁNDEZ ALONSO, Francisco. Op. cil.\ p. 262.
89
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; op. cit., p. 296.
90
ESTELRICH, J. L. Biblioteca Provincial de Cádiz. Noticia de su fundación y vicisitudes. En:
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1908; pp. 430-438.
257
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
implicó que la mayoría de los fondos fueran sobre materias afines a las ciencias ecle-
siásticas junto con clásicos y latinos91. Este predominio de materias eclesiásticas origi-
nó que se adoptara a finales del siglo XIX un esquema clasificatorio que comenzará
por la Teología, además de caracterizarse por una gran influencia francesa. El esquema
clasificatorio comprendía las siguientes áreas temáticas, siguiendo el esquema de Bru-
net: Teología; Jurisprudencia; Ciencias y Artes; Bellas Letras; Historia.
La Biblioteca de la Facultad de Derecho de Oviedo contaba con un número
escaso de volúmenes, lo que no significó que no se ordenara conforme a una clasifica-
ción de materias. El plan adoptado en la distribución por materias es, en cierto modo,
el de las mismas asignaturas del Plan de Enseñanza de la Facultad. Fue realizado por
un profesor y no por un bibliotecario que era el encargado de la biblioteca y de su
organización, como resultado se obtuvo quince secciones92: /. Filosofía; II. Literatura;
III. Historia Universal, Historias Particulares, Historia de España; IV. Enciclopedia
Jurídica. Filosofía del Derecho; V. Derecho Romano; VI. Historia General del Dere-
cho. Historia del Derecho Español; VIL Derecho Canónico. Disciplina e Historia de
la Iglesia; VIH. Derecho Civil. Derecho Mercantil; IX. Sociología, Economía Política
y Estadística. Hacienda Pública; X. Política. Derecho Político. Derecho Constitucio-
nal; XI. Derecho Penal; XII. Derecho Internacional Público y Privado; XIII. Derecho
Procesal; XIV. Enseñanza; XV. Asuntos varios93.
La Biblioteca Universitaria de Oviedo ardió en 1934, y con ello dio comienzo a
una nueva formación de donativos particulares además de contar con gran colabora-
ción del Estado. Estos donativos particulares no determinaron el sistema clasificatorio
puesto que ya tenía allí un gran predominio la CDU94.
La Biblioteca Universitaria de Sevilla tiene su origen con posterioridad al ori-
gen de la universidad sevillana. La Universidad de Sevilla fue una de las primeras que
vio su aparición. Creada en 1254 por Alfonso X, con anterioridad habían sido creadas
las Universidades de Palencia y Salamanca. Con la expulsión de los Jesuítas españoles
la universidad sevillana se estableció en el colegio de los Jesuítas. Allí dio comienzo la
creación de la actual biblioteca universitaria instalada en el Convento de San Francis-
co. Recibió la incipiente biblioteca unas 10.000 obras y aproximadamente 30.000
•volúmenes. Su creación data del siglo XVIII. Quedó abierta al público en 1843. Pre-
tendió seguir las directrices marcadas por la Biblioteca Nacional de Madrid y acató el
Reglamento vigente en materia de técnicas bibliográficas y bibliotecarias95. El sistema
vigente en la Biblioteca Nacional era el sistema de Brunet que, además, tenía la apoya-
91
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 271.
92
Biblioteca Especial de la Facultad de Derecho: Catálogo. Universidad de Oviedo. Oviedo. 1889.
93
Asuntos varios incluye Darwinismo, antiapología, matemática y todo aquello de difícil inclusión
como disciplina de la facultad, tal como lo realizó el profesor encargado A.G. Posada.
94
Para ampliar véase: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1878. t. 8; pp. 140, 149, 225,
237, 241, 273 y 289.
95
Revista de Archivos. Bibliotecas y Museos. Año II, n.° 8. 1872; p. 114. (Este artículo es una
memoria de la Biblioteca Universitaria de Sevilla)
258
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
tura de las instrucciones de 1857 para la catalogación de los fondos de esta biblioteca,
y que prescribían el empleo del sistema francés. Comprendía las siguientes materias96:
Jurisprudencia; Bellas Letras; Historia; Teología; Ciencias y Artes; Misceláneas y
Periódicos.
Quedó incluida de forma aneja la 6.a sección de Misceláneas y Periódicos al
igual que lo hicieran las instrucciones de la Biblioteca Nacional de 1857". El índice
primitivo de la biblioteca en seis volúmenes estuvo vigente hasta 1854, a partir de este
año se estableció el sistema de papeletas sueltas siguiendo un criterio de organización
alfabético por autores que carecía de esquema clasificatorio. Implantó la CDU estando
allí destinado como bibliotecario Lasso de la Vega y se hará de forma definitiva con la
Orden de 1939.
La Biblioteca Universitaria de Zaragoza fue creada en 1767 con fondos
pertenecientes a la Compañía de Jesús tras la expulsión de éstos por Carlos III, los
fondos ingresaron en 1772 provenientes de la Biblioteca de la Compañía de Jesús y
de donativos de particulares. A causa de la Guerra de la Independencia la universi-
dad zaragozana quedó destruida y la biblioteca no pudo abrirse hasta 1828, apertura
que duró veinte años y de nuevo en 1849 se abrió definitivamente. Con referencia a
las áreas temáticas de los fondos de la biblioteca, vemos que el grupo que tenía
mayor magnitud correspondía a la Teología, ya que los fondos procedían de monas-
terios y conventos. Ello no comportó que se adoptara un sistema clasificatorio que
comenzara por la Teología, puesto que no estuvo regida por criterio sistemático
alguno. Respecto al índice de la biblioteca, cabe destacar el índice alfabético de
autores que carecía de clasificación sistemática de materias "8. Esta biblioteca no
estableció una clasificación sistemática hasta implantarse en el siglo XX, al inicio
de los años 30, la CDU.
Cabe reseñar que las antiguas bibliotecas universitarias emplearon modelos
clasificatorios acordes con la distribución de las facultades y de las disciplinas en
éstas, mientras que las Bibliotecas Públicas Provinciales y las universitarias que se
originaron el el siglo XIX tuvieron gran influencia del sistema que gozó de una
extensión extraordinaria: el sistema de Brunet. Finalmente, las bibliotecas univer-
sitarias que terminaron por absorber, en su mayoría, a las Bibliotecas Públicas Pro-
vinciales implantaron la CDU en la primera década de los años 30, al igual que las
restantes bibliotecas del Estado español. Pero además existieron otras bibliotecas
que gozaron del atributo de públicas, y que se caracterizaron por tratar de extender
la cultura y la lectura a los estamentos sociales más alejados de los ámbitos educa-
tivos. Se trata de las denominadas Bibliotecas Públicas Populares y en algunos
caso se trataba de bibliotecas municipales, todas ellas también estuvieron sujetas a
96
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 224.
97
Para ampliar véase: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. 1872. t. 2; p. 113; 1876, t. 6;
páginas 287 y 353.
8
» Anuario del Cuerpo Facultativo. 1881; p. 264.
259
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
260
CAPÍTULO 8
261
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
moderado, entre 1843 y 1854, se produjo un paso hacia atrás respecto al proyecto
bibliotecario iniciado con la desamortización.
En efecto, la desamortización había sido mal vista por sectores conservadores
que se unieron al partido moderado, y, que una vez en el poder, devolvieron a la Iglesia
muchos bienes antes incautados. Durante este período fueron pocas, por tanto, las
aportaciones que se hicieron en el ámbito de las bibliotecas.
La creación propiamente dicha de la denominadas bibliotecas populares cabe
datarla en el último tercio del siglo XIX, ya que la revolución de 1868 implicó el des-
tronamiento de Isabel II y un cambio político notable, que repercutió de forma muy
favorable en el ámbito de la educación, y supuso un desarrollo de la cultura popular. Y
con esta nueva concepción de la educación y la cultura se posibilitó una mayor exten-
sión y desarrollo de las bibliotecas. Además, se produjo un gran impulso de la cultura
popular durante el período liberal entre el año 1868 y 1873, que se concibió durante el
gobierno provisional del General Serrano, mientras ocupaba el Ministerio de Fomento
Manuel Ruiz Zorrilla. Las medidas emprendidas por el nuevo gobierno pretendían sol-
ventar el deterioro cultural y trataban de extender el acceso a la cultura a un sector
amplio de la población, pues el índice de analfabetismo alcanzaba a un 80
por 100 de la población y la escolaridad infantil era muy escasa. Circunstancias ambas
que eran dos evidentes indicios del deficiente sistema educativo, reflejo, a su vez, de la
situación socio-cultural del país y del escaso desarrollo económico. Esta situación de
desamparo cultural y educativo se acrecentaba aún más en las zonas rurales. La revolu-
ción industrial no produjo una mayor distribución de la riqueza en los medios rurales,
pero sí tuvo como consecuencia un desarrollo de los medios de comunicación como
fueron carreteras y ferrocarril, que posibilitó una mayor difusión de la imprenta en las
zonas rurales, aunque en realidad no se hizo extensiva a las clases sociales más desfa-
vorecidas económicamente1.
Ante esta situación, durante el denominado sexenio liberal se pretendió solven-
tar el deterioro cultural al que estaba sometida la mayoría de la población. Se trató,
por ello, de extender el acceso a la cultura a un sector más amplio, ya que estaba muy
restringido en base al modelo político social imperante. La escolarización se conside-
ró el medio más eficaz para la formación cultural de la población, cuya apoyatura
material y fundamental serían las bibliotecas que, precisamente, surgen ligadas a los
centros de enseñanza. Las bibliotecas eran prácticamente inexistentes, y sólo una
minoría tenía acceso a las pocas bibliotecas. Las nuevas ideas revolucionarias vieron
que el libro se presentaba como una herramienta idónea para la propagación de las
ideas y del conocimiento. Era preciso, por tanto, dotarle de una mayor disponibilidad
junto con la formación de hábitos de lectura en la infancia. A partir de estos postula-
1
Muy al contrario se expresa Hipólito Escolar quien señala que con la Revolución Industrial sí se
produjo una mayor difusión de la imprenta de forma global en las áreas rurales, tal como lo indica en Pensa-
miento Bibliotecario Español. Siglos XIX y XX
262
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
2
PICATOSTE, Felipe. Memoria sobre las bibliotecas populares presentada al excelentísimo señor
don José Echegaray, Ministerio de Fomento. Madrid, 1870; p. 41.
3
DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás. Las bibliotecas de España, 1885; p. 71.
263
• SISTEMAS DE ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO
julio). Creó también una Junta Superior Directiva de Archivos y Bibliotecas del Reino
que establecía las directrices para la organización de las bibliotecas. Asimismo, en el
Real Decreto de 1858, se articulaba la próxima creación de un Reglamento General
para el servicio de todas las bibliotecas públicas (Reglamento que no verá su apari-
ción hasta 1901). Ciertamente, cuando se crearon las bibliotecas populares se estable-
ció que éstas, en tanto que bibliotecas estatales, debían estar regidas por bibliotecarios
pertenecientes al nuevo cuerpo facultativo, como el resto de las bibliotecas de titulari-
dad estatal.
Con ello las nuevas bibliotecas populares quedaban sujetas a una normalización
de sus aspectos técnicos, ya que debían acatar cuantas disposiciones se dictaran para la
realización de las tareas técnicas y para la formación de los catálogos. Sin embargo, las
normas rectoras de los catálogos sistemáticos para todas las bibliotecas estatales tarda-
rían aún tres décadas en aparecer, aunque ya existían unas instrucciones para la redac-
ción de los catálogos. Se trataba de las «Instrucciones para formar los índices de
impresos existentes en la Biblioteca Nacional», de 1857, que establecían el uso del sis-
tema de de los libreros franceses para la organización de los fondos y para la organiza-
ción temática del catálogo. Así, la división quedó establecida con los mismos criterios
con los que «la ciencia bibliográfica había dividido las producciones del talento huma-
no» 4. De igual forma, en la recien creada Escuela Superior Diplomática, por el Real
Decreto de 7 de octubre de 1856, donde se impartía la enseñanza de la Bibliografía y
de las técnicas clasificatorias, se indicaba el sistema de Brunet como el más válido
para la organización de fondos bibliográficos, repertorios, catálogos, y otros. Unos
años más tarde, en 1882, aparecieron unas normas emitidas por la junta del cuerpo
facultativo en las que se refrendaba también el empleo del citado sistema clasificatorio5
en las bibliotecas administradas por el cuerpo facultativo. Quedó, pues, generalizado el
empleo de este sistema en las bibliotecas, pero no ocurrió de igual forma con las biblio-
tecas adscritas a Diputaciones y Ayuntamientos.
Respecto a las bibliotecas adscritas a Diputaciones y Ayuntamientos las normas
de 1882 no repercutieron de forma directa en las bibliotecas populares, cuyo manteni-
miento y conservación correspondía a los Ayuntamientos y Diputaciones de acuerdo
con la organización de la enseñaza pública, y que no quedaron encomendadas a los
bibliotecarios del cuerpo, sino a los maestros. Las tareas técnicas eran realizadas por
éstos, quienes también redactaban el catálogo general de las bibliotecas, lo que produ-
jo cierta discriminación, pues la atribución a los maestros de la función de biblioteca-
rios supuso un aminoramiento de los servicios y funciones de estas bibliotecas frente a
las otras bibliotecas estatales6. Aunque el sistema de Brunet tenía la apoyatura de los
estudios bibliográficos, pues las técnicas clasificatorias eran una disciplina impartida
4
Instrucciones para formar los índices de impresos en la Biblioteca Nacional, Op. cit.
s
Instrucciones para formar los índices de impresos en las bibliotecas administradas por el Cuer-
po Facultativo de Archiveros y Anticuarios, 1882.
6
DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás. Las Bibliotecas de España, 1885; p. 91.
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7
Anuario del Cuerpo Facultativo. 1882.
265
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266
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL •
8
MONCADA, Alberto. Cien años de educación en España; p. 3. En: Educación y Sociología en
España. Selección de textos. Carlos Lerena (ed). 1987.
267