Florencia y La Iglesia A Traves de Seis
Florencia y La Iglesia A Traves de Seis
Florencia y La Iglesia A Traves de Seis
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE:
MAESTRA EN HISTORIA
PRESENTA:
ANA CLARA AGUILAR MONROY
Ante todo quiero agradecer a Pablo, la persona más importante y a quien dedico todas las
cosas buenas que hago. Del mismo modo, a mis papás que me han apoyado siempre en la
persecución de mis sueños y sin cuya ayuda no estaría donde estoy hoy. También a mi familia
muégano que ha aceptado que me desprenda un poquito para lograr conseguir mis metas.
Esta tesis no hubiera podido terminarse sin la guía de mi asesor y amigo el Dr. Martín
Ríos Saloma. Asimismo, agradezco a mis amigos y a los colegas del Seminario de Estudios
Históricos sobre la Edad Media (SEHSEM) por sus comentarios de aliento en todo momento.
También a los amigos del CEPP y del CCH que de cuando en cuando cruzan caminos
conmigo.
Quiero agradecer de manera particular a mis amigos Diego, Olinca, Luis, Miriam,
Erik, Daniela, Julián, Fernando y Virág que me han apoyado a más no poder durante la
realización de este trabajo. Por otra parte, no tengo palabras suficientes para agradecer la
Agradezco de forma especial a mis sinodales Dr. Antonio Rubial, Dr. José Rubén
Romero, Dr. Jorge Traslosheros y Dra. Marcela Corvera por su atenta y paciente lectura de mi
UNAM (PBEP) por la beca que me brindó durante los dos años de la maestría y al Programa
Finalmente, debo señalar que el presente trabajo se realizó en el marco del Proyecto
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
CAPÍTULO 1. LOS AUTORES Y SUS TEXTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28
1.1 CONTEXTO HISTÓRICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28
1.1.2 PANORAMA DE LA HISTORIOGRAFÍA DEL PERIODO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
1.2 LOS CRONISTAS E HISTORIADORES FLORENTINOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34
1.2.1 DATOS BIOGRÁFICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34
1.3 CARACTERÍSTICAS DE LAS OBRAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
1.3.1 ESTRUCTURA Y CONTENIDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
1.3.2 FUNCIÓN DE LA HISTORIA Y MOTOR DE LA MISMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .52
1.3.3 TEMAS COMPRENDIDOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .55
1.3.4 SUS FUENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .59
1.4 LAS SEIS OBRAS EN CONJUNTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
CAPÍTULO 2. LA IGLESIA EN CRÓNICAS E HISTORIAS DE FLORENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .63
2.1 LOS REPRESENTANTES DE LA IGLESIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
2.1.1 EL PAPADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
2.1.2 EL ALTO CLERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
2.1.3 LAS ÓRDENES RELIGIOSAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .85
2.2 EL ESPACIO ECLESIÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
2.2.1 LA CORTE PAPAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91
2.2.2 IGLESIAS Y CAMPOSANTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
CAPÍTULO 3. LA IGLESIA Y FLORENCIA. ESPACIO FÍSICO E INTERRELACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . 97
3.1 LAS IGLESIAS: CENTROS POLÍTICOS DE REUNIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99
3.2 INTERVENCIÓN DE LA IGLESIA EN LA POLÍTICA DE LA CIUDAD . . . . . . . . . . . . . . . . .105
3.2.1 ENTRE EL PAPADO Y EL IMPERIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
3.2.2 FLORENCIA COMO CONTENDIENTE: GUERRA CONTRA EL PONTÍFICE . . . . . . . . . . . 114
CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
INTRODUCCIÓN
PRESENTACIÓN
El auge de las ciudades en Europa, a partir del siglo XII, significó un cambio radical para sus
habitantes.1 Sin embargo, hay que tener presente en todo momento que las reconfiguraciones
económicas, políticas y sociales no fueron sólo internas, sino que la repercusión que tuvieron
alcanzó también a las poblaciones no urbanas. Es decir, fue un proceso que afectó a todos los
niveles de la sociedad. El paso del mundo rural al mundo urbano durante la plena y la baja
Edad Media se ha estudiado primordialmente por las implicaciones políticas y económicas que
relaciones sociales.2
presente trabajo emergieron, precisamente, del nuevo sector social: la burguesía comerciante.
Los autores propuestos para esta investigación, además de haber estado interesados en la
historia, fueron parte de la vida pública, estaban bien informados y tenían una postura propia
ante su realidad.
toscana, ambos vivieron a finales del siglo XIII y principios del XIV, y por lo tanto estuvieron
inmiscuidos en las disputas entre güelfos y gibelinos.3 Por su parte, Leonardo Bruni y Poggio
Bracciolini, que pertenecían a un mismo círculo intelectual,4 escribieron sus historias en latín
1
V. g. Jacques Le Goff, La Baja Edad Media, México, Siglo XXI, 2006, pp. 204-209.
2
V. g. J. Le Goff, Mercaderes y banqueros de la Edad Media, Buenos Aires, Eudeba, 1963, pp. 54-86.
3
Más adelante, al explicar el contexto de creación de las obras, se hablará de esta problemática con mayor
detenimiento. Por ahora basta señalar a muy grandes rasgos, que los güelfos eran partidarios del papa y los
gibelinos de los emperadores alemanes.
4
Conocido como el círculo de los aretinos. Vid. Rafael Sánchez Sesa, “La cronística toscana bajomedieval y la
imagen de la Península Ibérica”, en En la España Medieval, vol. 20, 1997, p. 35.
7
y vivieron entre los siglos XIV y XV. Finalmente, Nicolás Maquiavelo5 y Francesco
Guicciardini vivieron a finales del siglo XV y principios del XVI, ambos formaron parte de la
burocracia florentina y escribieron sus historias en italiano. Elegí las obras de estos autores
debido al amplio lapso que abarcan en conjunto, y por ende a la posibilidad de conocer un
Es un hecho que a lo largo del tiempo estas obras han sido utilizadas como fuentes para
Florencia.6 Desde mi punto de vista, las opiniones vertidas en ellas son un elemento muy
valioso para el conocimiento de la realidad florentina de la época; de tal suerte que, un cambio
de perspectiva, como el realizado en la presente investigación, que lleva la búsqueda más allá
del dato duro, ofrece nuevas luces sobre procesos más amplios.
Por lo tanto, un beneficio fundamental de trabajar a estos autores que debe tenerse
siempre en cuenta es, justamente, su propia explicación de los sucesos que registraron, ya que
al verterla, enriquecieron sus obras en términos epistemológicos. Por esta causa, el análisis
autores al escribir era dejar constancia de los hechos acontecidos durante su vida o antes de
ésta, al hacer claramente visible su postura, ofrecieron una veta de estudio riquísima. Fue su
“sesgo subjetivo” lo que posibilitó un estudio más allá de los hechos anotados por ellos, pues
uno acerca de la Iglesia, la figura papal y el resto del clero, así como de su relación con
5
Su nombre era Niccolò Machiavelli. No obstante he optado por llamarlo a lo largo de este trabajo con la voz
castellanizada de su nombre, debido a la larga tradición existente.
6
Inclusive Maquiavelo, como él mismo señala en su Historia, leyó y utilizó las obras de Giovanni Villani,
Leonardo Bruni y Poggio Bracciolini para la elaboración de su Historia. No hay mención acerca del texto de
Compagni. Vid. Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia, Madrid, Tecnos, 2009, pp. 23-24; 80.
8
De tal suerte que no fue mi pretensión elaborar una nueva historia de Florencia o de la
Iglesia, sino analizar de qué forma algunos cronistas e historiadores florentinos apreciaron la
sociales propias de los siglos XIII, XIV y XV. Es claro que si bien la situación florentina no
fue general al resto del continente, sí puede ser un punto de partida para trabajos posteriores
ESTADO DE LA CUESTIÓN
Para la realización de esta investigación fue necesaria una búsqueda bibliográfica de obras
En primer lugar es necesario resaltar que este análisis se basó, en algunos casos,
únicamente en los títulos de los libros, una evaluación más amplia y completa de los mismos
seguramente ofrecería un panorama vastísimo al respecto, pero sobrepasaba los límites de esta
investigación. Así pues, un aspecto notable es la extensión de los títulos en las obras del siglo
XVIII, tal longitud era costumbre corriente en la época y se remonta hasta el siglo XV, por lo
menos; tal es el caso de las Antiquitates Italicae medii aevi, sive dissertationes de moribus,
ritibus, religione, regimine, magistratibus, legibus, studiis literarum, artibus, lingua, militia,
nummis, principibus, libertate, servitute, foederibus, aliisque faciem et mores Italici populi,
nunc primum ex archivis Italiae depromtarum del año 17387 y los Annali d'Italia. Dal
7
L. A. Muratori, Antiquitates Italicae medii aevi, sive dissertationes de moribus,ritibus, religione, regimine,
magistratibus, legibus, studiis literarum, artibus, lingua, militia, nummis, principibus, libertate, servitute,
foederibus, aliisque faciem et mores Italici populi, nunc primum ex archivis Italiae depromtarum
9
principio dell'era volgare sino all'anno MDCCXLIX de 1753,8 ambas obras del italiano
Lodovico Antonio Muratori; asimismo, las Relazioni d'alcuni viaggi fatti in diverse parti della
Toscana, per osservare le produzioni naturali e gli antichi monumenti di essa de Targioni
Tozzetti, editadas en 1751, dan cuenta del fenómeno señalado.9 Resulta de sumo interés que el
tema de estas obras gire en torno a Italia o a la propia Toscana. En ese sentido, creo que Della
istoria ecclesiastica de Giuseppe Agostino Orsi publicado entre 1747 y 1763 ofrece una cara
muy distinta de la moneda, en el sentido de que es un trabajo de mayor calado, pero con
pretensiones universales en lugar de regionales.10 Me parece que todos estos títulos comparten
las tendencias extendidas por diversas regiones, de escribir libros de viajes y efectuar
Por otra parte, en el siglo XIX se aprecia un cambio; las obras tienden a ser más
predominantes. La mejor forma de ejemplificarlo es con la obra de Leopold von Ranke Die
römischen Päpste in den letzten vier Jahrhunderten de 1834, en que precisamente se dio a la
tarea de historiar a los papas de los últimos cuatro siglos.11 El hecho de que Ranke estudiara la
historia religiosa, facilita este recorrido historiográfico de las obras que se sucedieron con la
misma temática. En primer lugar apareció la Histoire des papes depuis saint Pierre jusqu'a
[Antigüedades itálicas de la Edad Media con disertaciones acerca de las costumbres, los ritos, la religión, el
régimen, los magistrados, las leyes, los estudios literarios, las artes, la lengua, el ejército, las monedas, los
principios, la libertad, la servidumbre, las alianzas y otros aspectos y costumbres de pueblo itálico, extraídos
por vez primera de los archivos de Italia], Bolonia, Forni, 1738, 6 v.
8
L. A. Muratori, Annali d'Italia. Dal principio dell'era volgare sino all'anno MDCCXLIX [Anales de Italia.
Desde el principio de la era vulgar hasta el año 1749], Milán, Giambatista Pasquali, 1753. 2 v.
9
G. Targioni Tozzetti, Relazioni d'alcuni viaggi fatti in diverse parti della Toscana, per osservare le produzioni
naturalie gli antichi monumenti di essa [Relaciones de algunos viajes hechos en diversas partes de la Toscana,
para observar las producciones naturales y los antiguos monumentos de ésta], Florencia, Stamperia imperiale,
1751, 6 v.
10
G. A. Orsi, Della istoria ecclesiastica, Roma, Stamperia di Pallade, 1747-1763, 21 v.
11
L. Ranke, Die römischen Päpste in den letzten vier Jahrhunderten, Viena, Phaidon-Verlag, 1834, 815 p.
(Meisterwerke der Kulturgeschichtsschreibung von grossen deutschen Autoren); Ed. en español: Historia de
los papas en la época moderna, trad. Eugenio Imaz, México, Fondo de Cultura Económica, 1943, 790 p.
10
nos jours del belga François Louis Charles Amédée d’Hertault conde Beaufort en 1841.12 Un
par de años más tarde vio la luz la Histoire des papes de Gaston Castella, esto es, en 1843.13
Es claro que las repercusiones de esta tendencia llegaron hasta el siglo XX, con la
respuesta directa de Ludwig Pastor a Ranke a través de la Geschichte der Päpste seit dem
Ausgang des Mittelalters. Mit Benutzung des päpstlichen Geheim-Archives und vieler anderer
Archive de 1927,14 que además de narrar ampliamente el devenir del papado incluyó un
En otro tenor, y retomando esta idea de compilar documentos para poder conocer a
los textos en que fueron fijados algunos elementos del dogma cristiano, y continuó
ampliándose aun después de la muerte del autor. De temática más específica surgió
al español en 1866, que si bien no trata sobre los papas, sí pretende abarcar un tiempo y
espacio amplios.16
12
Beaufort, Histoire des papes depuis saint Pierre jusqu'a nos jours, París, Librairie catholique de Perisse Freres,
1841, 5 v.; Ed. en español: Historia de los papas, desde S. Pedro hasta nuestros días, pról. Pierre Sébastien
Laurentie, Madrid, Imprenta de D. José Félix Palacios, 1843, 5 v.
13
G. Castella, Histoire des papes, Zurich, Fraumunster, 1843, 3 v.; Ed. en español: Historia de los papas, trad. V.
Peral Domínguez, Madrid, Espasa Calpe, 1970, 3 v.
14
L. Pastor, Geschichte der Päpste seit dem Ausgang des Mittelalters. Mit Benutzung des päpstlichen Geheim-
Archives und vieler anderer Archive, Friburgo de Briscovia, Herder, 1927, 16 v.; Ed. en español: Historia de
los papas. Desde fines de la Edad Media. Compuesta utilizando el archivo secreto pontificio y otros muchos
archivos por Ludovico Pastor, trad. Manuel Almarcha, Barcelona, Gustavo Gili, 1910, XXXVII t.
15
H. J. D. Denzinger, Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum,
Würzburg, Sumptibus Stahelianis, 1854, 628 p.; Ed. en español: El magisterio de la Iglesia. Manual de los
símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres, trad. y pról. Daniel Ruiz
Bueno, Barcelona, Herder, 1955, XXXII-618-[100] p.
16
E. Ducpétiaux, Las órdenes monásticas y religiosas, trad. Pedro Armengol y Cornet, Barcelona, Librería de la
viuda é hijos de J. Subirana, 1866, 226 p.
11
Hay que señalar que a través de los siglos hay tendencias, pero no absolutos; por
ejemplo, los títulos extensos no desaparecieron del todo, tal parece que la necesidad de
no tiene que ver con el siglo en que vivieron. Esto puede verse en el texto Roma y sus
enemigos, o sea, Historia del poder temporal del papa. Que comprende la fundación y
sucesivo acrecentamiento de los Estados de la Iglesia, sus vicisitudes políticas, los caracteres
que ofrece el gobierno de los Papas y sus relaciones con los demás gobiernos, la influencia
que han tenido los sumos pontífices en el desarrollo de la civilización europea, y un cuadro
comparativo de los cambios de dinastía y de las crisis ocurridas en los gobiernos de Europa
1860.17 Este texto se enfocó en un aspecto central del papado: su papel político, más allá de su
labor religiosa.
Para finalizar con la revisión del siglo XIX resulta de particular interés la Histoire de
Florence de François Tommy Perrens de 1877,18 debido a que, como se verá más adelante, los
Los cambios de temática más notorios se reflejan en la historiografía del siglo XX. En
primer lugar hay una mayor producción, o así lo parece. Sin duda las grandes obras no
desaparecieron del todo, pero entraron en escena las monografías. Lo cual muestra una
La historia cultural tuvo un amplio desarrollo en el periodo entre guerras, destaca la obra
17
A. Mora, Roma y sus enemigos, o sea, Historia del poder temporal del papa. Que comprende la fundación y
sucesivo acrecentamiento de los Estados de la Iglesia, sus vicisitudes políticas, los caracteres que ofrece el
gobierno de los Papas y sus relaciones con los demás gobiernos, la influencia que han tenido los sumos
pontífices en el desarrollo de la civilización europea, y un cuadro comparativo de los cambios de dinastía y de
las crisis ocurridas en los gobiernos de Europa con la inalterable estabilidad de la monarquía de Roma,
Barcelona, Librería Católica de Pons, 1860, 382 p.
18
F. T. Perrens, Histoire de Florence, París, Hachette, 1877, 6 v.
12
El boom de los estudios sobre Florencia, inició fuera de Italia, es así que en 1942 se
publicó La Florence des Médicis de Bailly;20 para 1947 apareció en Londres Florentine
Painting and its Social Background. The Bourgeois Republic before Cosimo de Medici's
Francia siguió a la cabeza con los estudios sobre Florencia, y en 1964 vio la luz la
Histoire de Florence de Yves Renouard,22 en ese sentido destaca asimismo, la obra de Pierre
Antonetti del mismo nombre publicada en 1983,23 que si bien es de un italiano fue publicada
en Francia.
Por otro lado, la historia de la Iglesia se había abordado recurrentemente desde el flanco
institucional, por eso resalta que tras la Segunda Guerra Mundial haya habido un giro hacia
aunque eso no significa que el estudio de las instituciones desapareciera, como bien denota la
año siguiente.25
19
G. Schnürer, Kerk en beschaving in de Middeleeuwen [Iglesia y civilización en la Edad Media], Harleem, De
Spaarnestad, 1939, 3 v.
20
A. Bailly, La Florence des Médicis, París, Hachette, 1942, 252 p. (Grandes époques de l'histoire.)
21
F. Antal, Florentine Painting and its Social Background. The Bourgeois Republic before Cosimo de Medici's
Advent to Power: XIV and Early XV Centuries, Londres, K. Paul, 1947, 388 p.; Ed. en español: El mundo
florentino y su ambiente social. La república burguesa anterior a Cosme de Médicis: Siglos XIV-XV, trad. Juan
Antonio Gaya Nuño, Madrid, Guadarrama, 1963, 520 p.
22
Y. Renouard, Histoire de Florence, París, Presses Universitaires de France, 1964; Ed.en español: Historia de
Florencia, trad. Ana María Torres de González, Buenos Aires, Eudeba, 1968, 120 p.
23
P. Antonetti, Histoire de Florence, París, Presses Universitaires de France, 1983. (Que sais-je ?); Ed. en
español: Historia de Florencia, trad. Esther Herrera, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, 194 p.
24
L. Genicot, La spiritualité médiévale, París, A. Fayard, 1958. (Je sais, je crois; Encyclopédie du catholique au
XXème siècle, 40); Ed. en español: La espiritualidad medieval, trad. Federico Revilla, Andorra, Casa I Vall,
1959, 156 p.
25
G. Le Bras, Institutions ecclésiastiques de la Chrétienté médiévale, París, Bloud & Gay, 1959, 2 v.; Ed. en
español: La Iglesia medieval, trad. Juan José Garrido Zaragoza, Valencia, EDICEP, 1976, 725 p.
13
general es mucho más reciente. Es destacable el estudio realizado por Henri Pirenne, pionero
en la materia, quien, en 1927, con Las ciudades de la Edad Media abordó detenidamente el
burguesía urbana. Hay otros trabajos que evalúan el aspecto económico junto con el social,
como el que presentó José Luis Romero en 1967 intitulado La revolución Burguesa en el
mundo feudal.27
Acerca de las ciudades italianas destacan dos obras del grupo de trabajo encabezado por
Gina Fasoli. En primer lugar La città medievale italiana que realizó en conjunto con
Reinhard Elze en 1981, que lleva por título La Città en Italia e in Germania nel Medievo.
Cultura, istituzioni, vita religiosa,29 además de integrar el aspecto comparativo con las
ciudades alemanas, profundizó en aspectos vitales de las ciudades italianas como el religioso.
Las investigaciones sobre la ciudad y el tránsito del mundo rural al urbano se han
ciudad,30 en que participa María del Carmen Carlé, como el título indica, puso énfasis en la
ciudad española. Por otro lado, José María Monsalvo, quien también se dedica a estudiar
España, tiene entre sus líneas de investigación: los “espacios y paisajes urbanos”; este autor
26
H. Pirenne, Las ciudades de la Edad Media, trad. Francisco Calvo, Madrid, Alianza, 1983, 268 p.
27
J. L. Romero, La revolución Burguesa en el mundo feudal, vol. 1, México, Siglo XXI, 1989, 492 p.
28
G. Fasoli y F. Bocchi, La cittá medievale italiana, Florencia, Sansoni, 1973, 185 p.
29
G. Fasoli y R. Elze (eds.), La città in Italia e in Germania nel Medioevo. Cultura, istituzioni, vita religiosa,
Boloña, Il Mulino, 1981, 388 p.
30
M. C. Carlé, et al., La sociedad hispanomedieval. La ciudad, Barcelona, Gedisa, 1985, 102 p.
14
publicó en 1997 una obra intitulada Las ciudades europeas en el Medievo,31 en la que aborda
de manera un poco más general el mundo urbano. Ambos autores, si bien se concentran en la
península ibérica, aportan elementos al análisis que son comunes a las ciudades
La obra The City Assembled: Elements of Urban Form through History,32 de Spiro
Kostof, aborda la problemática de las ciudades desde una postura cercana a la arquitectura y la
varias necesidades de los habitantes. Para terminar con el tema de las urbes, destaca la obra de
reciente aparición La ciudad cristiana del Occidente medieval de Emilio Mitre,33 que da un
Por supuesto, además de los estudios centrados en la ciudad, existen muchos libros de
historia de la Edad Media que necesariamente tocan el tema del paso del mundo rural al
urbano, así como de las características de este tránsito. Es acertado decir que el horizonte
temático es vasto. En ese sentido pueden señalarse como ejemplos La civilización del
occidente medieval de Jacques Le Goff que integró dicho paso a una explicación global de lo
que fue la Edad Media,34 o un poco más reciente la Historia de la Edad Media en Occidente
de Emilio Mitre Fernández.35 Gracias a todas estas aproximaciones, una investigación como
la presente puede integrar diversos elementos que hacen rendir mayores frutos al análisis.
Por otro lado, los estudios sobre la Iglesia se han enfocado principalmente en aspectos
31
J. M. Monsalvo, Las ciudades europeas del Medievo, Madrid, Síntesis, 1997, 338 p.
32
S. Kostof, The city assembled: the elements of urban form through history, Londres, Thames and Hudson,
1999, 320 p.
33
E. Mitre Fernández, La ciudad cristiana del Occidente Medieval (c. 400 – c. 1500), Madrid, Actas, 2010, 414
p.
34
J. Le Goff, La civilización del occidente medieval, Barcelona, Juventud, 1970, 750 p.
35
E. Mitre Fernández, Historia de la Edad Media en Occidente, Cátedra, Madrid, 1995, 510 p.
15
doctrinarios o políticos, pero en el sentido de quiénes han sido sus dirigentes, o qué medidas
adoptaron ante ciertas situaciones; en general no se han preocupado por evaluar la interacción
La espiritualidad del Occidente medieval (siglos VIII-XII) logró conjugar el aspecto espiritual
con los elementos terrenales, por lo que brinda al lector un panorama muy completo del
periodo señalado.36
Por supuesto, la Iglesia es un tema que no ha faltado en las obras generales sobre la Edad
Media del mismo modo que ocurre con el aspecto urbano; sin embargo, ambas materias han
sido tratadas en apartados diferentes, no como una misma problemática. A manera de ejemplo
basta señalar la obra de magno alcance La Edad Media coordinada por Robert Fossier, que en
Sin espacio para dedicar muchas más líneas al respecto, este balance concluye con el
razón de temas, sino también de lugares de producción, hoy hay una red de universidades por
36
A. Vauchez, La spiritualité du Moyen Age occidental. VIIIe-XIIe siècle, París, Presses Universitaires de
France, 1975; Ed. en español: La espiritualidad del Occidente medieval (siglos VIII-XII), Madrid, Cátedra,
1995, 146 p.
37
V. g. G. M. Cantarella (ed.), Chiesa, chiese, movimenti religiosi, Roma, Laterza, 2001, 267 p.
38
V. g. D. Iogna-Prat, Iglesia y sociedad en la Edad Media, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, 78 p.
39
R. Fossier (coord.), La Edad Media 3. El tiempo de las crisis 1250-1520, Barcelona, Crítica, 1988, 504 p.
16
todo el mundo que tratan la historia de la Edad Media desde prácticamente todo ángulo
La pregunta que guió la presente investigación fue: ¿De qué manera concibieron los seis
La hipótesis fue que para estos autores la Iglesia no se concebiría exclusivamente como
una entidad de carácter religioso debido a que su actuación sobrepasaba los límites de este
ámbito, ésta se constituiría como un poder político más en la península itálica y en el resto del
continente europeo. Bajo esta idea, los religiosos pertenecientes al alto clero, pero de manera
particular el papa, jugarían un papel preponderante en las luchas por la hegemonía entre los
explicitada por los autores, induciría a pensar que la vida religiosa era importante para los
percibida como una potencia más de la época, que adicionalmente constituiría la potestad
religiosa.
OBJETIVO GENERAL
El objetivo general planteado por este trabajo era obtener de las obras históricas de Dino
40
Vid. “Lieux et acteurs de la recherche” en Ménestrel, http://www.menestrel.fr/spip.php?rubrique369&lang=fr
17
ésta en la dinámica social urbana en Florencia a partir del siglo XIII y hasta el XV. No se trató
OBJETIVOS PARTICULARES
• Conocer la postura de los autores ante la actuación en los ámbitos político, económico y
social de la Iglesia.
• Analizar la repercusión que los hechos florentinos tuvieron en la Iglesia como institución.
FUENTES
célebre por su amplitud y detalle, y como se verá, fuente obligada para la historia de Florencia.
La primera historia revisada es la de Leonardo Bruni, que gracias a que se imprimió por
primera vez al lado de la de Bracciolini, ha trascendido las épocas de manera paralela, lo que
convirtió a ésta en la segunda historia evaluada. Las dos últimas, es decir, la de Maquiavelo y
41
Data de principios del siglo XIV.
18
ciudad comercial y su consiguiente visión de la Iglesia. Por supuesto que los hombres
desinteresada, cada uno era partidario de alguna facción y la mayoría de ellos formó en algún
momento parte del sistema de gobierno. Hecho que se refleja en sus escritos.
La cualidad de las crónicas que las distinguiría de los anales por ejemplo, es que por lo
general presentan una selección de acontecimientos que resultan relevantes para el cronista.
religiosos, lo que en sus palabras sería “cierta categoría de historia”.42 Ahora bien, es
interesa a los fines del presente trabajo, en el que se analizan todos estos aspectos, pero en
relación con la Iglesia. Es indiscutible que además de las crónicas y las historias existen otros
tipos de fuente correspondientes al periodo, pero es la subjetividad por parte del cronista lo
Por los diversos momentos de redacción de las obras revisadas en el presente trabajo,
se han clasificado en tres bloques por historiógrafos como Fueter, Burrow y tantos más.44 Las
crónicas de Dino Compagni y Giovanni Villani, escritas a finales del siglo XIII y principios
del XIV, han sido consideradas propiamente bajomedievales. Las de Leonardo Bruni y Poggio
42
Georges Lefebvre, El nacimiento de la historiografía moderna, Barcelona, Ediciones Martínez Roca, 1974, p.
14.
43
A la par de anales, relaciones geográficas y los propios documentos, están también las obras literarias como las
de Dante, Petrarca y Boccaccio que también gozan de una manifiesta subjetividad y, asimismo, proporcionan
información invaluable sobre varios aspectos de su momento.
44
Coincido con la utilidad de separa las obras para su estudio por sus condiciones formales, sin embargo, me
parece que la división no debe ser tajante, sobre todo cuando los autores compartieron motivos al escribir.
19
Finalmente, las de Nicolás Maquiavelo y Francesco Guicciardini, escritas en el siglo XVI, son
consideradas renacentistas.45
Los seis autores compartieron elementos que se señalarán a detalle más adelante, tales
significaba escribir historia. Estos dos autores han sido considerados como parteaguas en las
maneras de escribir y concebir la historia. No obstante, este estatus no es un consenso entre los
especialistas.47
En lo que sí existe mayor coincidencia es en la visión que se tiene acerca de que las
antagónicas, sobre todo en el contexto de guerra casi permanente en que vivían. Los territorios
y fidelidades al interior de la península itálica eran uno de los botines más codiciados tanto por
el papado como por el imperio de la época. Esta división tiene su origen en la llamada
pobladores en dos partidos: güelfos y gibelinos. Dicha querella inició formalmente en el siglo
XI, durante la época de la reforma gregoriana que, entre otras medidas, retiró el derecho a los
45
Esta categorización no tiene mayor pretensión que situarlas temporalmente. La utilidad de dividir las crónicas
se percibirá más adelante, sobre todo por las características que comparten con sus coetáneas.
46
Relacionada principalmente con la búsqueda de la unidad italiana, bajo la batuta florentina por supuesto.
47
Concuerdo con Burrow en que así como fueron un punto de ruptura, al mismo tiempo reflejan continuidad con
modelos medievales. Vid. John Burrow, Historia de las historias. De Heródoto al siglo XX, Barcelona, Crítica,
2008, pp. 327-351.
48
La noción aparece en el citado J. Burrow, op. cit. Así como en Jacques Bos, “Framing a New Mode of
Historical Experience. The Renaissance Historiography of Machiavelli and Guicciardini”, en Rens Bod, Jaap
Maat y Thijs Weststeijn (eds.), The Making of the Humanities 1. Early Modern Europe, Amsterdam,
Amsterdam University Press, 2010, pp. 351-365.
20
señores laicos a elegir a sus obispos y que limitó sus prerrogativas. El principal afectado por
esta determinación que minaba sus potestades fue el emperador del Sacro Imperio. En esta
disputa, a favor de la Santa Sede se encontraban los monjes y en general los partidarios de los
es decir aquellos instalados por él.49 Esta separación se proyectó en Florencia a través de las
facciones güelfa y gibelina. Los güelfos estaban a favor del papado y las reformas que
disminuían las facultades imperiales, pero se encontraban divididos a su vez en dos, por un
lado se encontraban los llamados “blancos”, que eran los más radicales en cuanto a su visión
de la intervención papal en asuntos locales, por otro lado estaban los “negros” que, mucho más
moderados en este sentido, apoyaban el bando de la Santa Sede, con reservas acerca de su
ingerencia en asuntos florentinos y en general italianos. Por su parte los gibelinos favorecían
al bando imperial y su participación en contra del poder papal. Los gibelinos también eran
toda la península.50
De vuelta al análisis de las obras, existe otro elemento compartido por éstas, se trata de
historias. Es decir, sus autores no sólo utilizaban los textos clásicos latinos, y posteriormente
los griegos,51 como fuente, sino también como modelo. Modelo literario por supuesto, pero
49
Vid. Charles Seignobos, Historia de la civilización en la Edad Media. Y en los tiempos modernos, México,
Librería de la Vda. de C. Bouret, 1922, p. 124.
50
P. Antonetti, Historia de Florencia, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, pp. 21-32.
51
Leonardo Bruni podía leer en griego. Eso amplió su horizonte en cuanto a textos históricos de la Antigüedad.
Vid. J. Burrow, op. cit., p. 338.
21
en la época romana, como bien señala Burrow, se dejaba de lado la noción de la Roma
surgimiento de una conciencia histórica visible en sus escritos, que se acusa principalmente en
Maquiavelo y Guicciardini, pues ambos consideraban que la historia debía servir para
aprender del pasado. Es por eso que escribieron con un propósito didáctico, pretendían que sus
obras ayudaran a los encargados del gobierno a realizar su gestión de la mejor manera. Los
historiógrafos han tomado como referencia, para analizar la forma de escribir de Guicciardini,
la que consideran su obra cumbre la Historia de Italia por considerar la Historia de Florencia
Hay entonces un nuevo modelo, el de Maquiavelo y Guicciardini, que entre otras cosas
denota el pesimismo de ambos autores por la decadencia italiana, sobre todo de Florencia.
Jacques Bos la considera incluso una visión trágica ante la fragmentación dentro de la
península itálica. Las dificultades de Florencia que fueron señaladas por Maquiavelo y
Guicciardini, serían causadas por los mismos italianos y no por fuerzas naturales o ajenas,
aunque dichas fuerzas coadyuvaran a la debacle. Así pues, el nuevo modelo, a la vez se
apoyaba en las crónicas anteriores y en los modelos de historia grecolatina. Cabe hacer una
precisión en este punto y es que los otros cuatro autores también eran conscientes de que las
divisiones internas eran un problema importante para Florencia, aunque no lo expresaran con
la misma claridad.
52
J. Burrow, op. cit., p. 340.
53
Que además llegó a ver la luz hasta el siglo XIX a diferencia de la Historia de Italia que se publicó pronto. Vid.
E.D. Fueter, Historia de la Historiografía moderna I, Buenos Aires, Editorial Nova, 1953, pp. 84-92.
22
Un aspecto más que cabe señalar es el de Guicciardini como crítico de fuentes. Jacques
Bos lo compara únicamente con Maquiavelo, de quien dice no era tan riguroso como su
no en la Historia de Florencia de la que no hace mención, pero aun así es un elemento que
Hay otro factor que contribuye a la separación tripartita señalada en líneas anteriores y
tiene que ver con el hecho de que Dino Compagni y Giovanni Villani escribieron sus crónicas
en italiano, o mejor dicho en toscano; Leonardo Bruni y Poggio Bracciolini las escribieron en
vernácula para redactar sus obras. Esto es muy importante porque el idioma de un texto
determina en buena medida el público a quien se dirige y al que termina siendo su lector.57
buenos historiadores excepto por la superficialidad al tratar en sus obras las divisiones
florentinas y sus causas, tema fundamental para él. La justificación que Maquiavelo considera
54
Jacques Bos, op. cit., p. 362.
55
En la Historia de Florencia, Guicciardini no teme decir si no recuerda bien un dato, o dejar vacío el espacio de
una fecha para llenarlo con posterioridad, cosa que en muchas ocasiones no hizo.
56
Hay crónicas como La historia rerum venetarum encargada en 1486 a Marcantonio Sabellico para ejemplificar
el caso de Venecia, o la Laudatio Genuesi escrita en 1436 por Gianozzo Manetti para el caso de Génova. En
Milán se encuentra De laudibus Mediolanesium urbis panegyricus de Pier Candido Decembrio que vio la luz
entre 1435 y 1436, y como ejemplo romano se puede citar a Flavio Biondo con su Historiarum ab inclinatione
Romani imperii Decades de 1483-1484. Vid. R. Sánchez Sesa, op. cit., pp. 35-37.
57
En el caso de las obras en italiano, Villani sí señaló la utilidad de escribir en vulgar, ya que sus conciudadanos
podrían leerlo: “io fedelmente narrerò per questo libro in piano volgare, a ciò che li laici siccome gli aletterati
ne possano ritrarre frutto e diletto”[yo narraré fielmente este libro en simple vulgar, para que tanto los laicos
como los no doctos puedan obtener de él fruto y deleite]. Vid. Giovanni Villani, Nuova Cronica, Turín,
Einaudi, 1979, p. 2.
23
que podrían tener, no le parece válida pues, desde su punto de vista “si hay algo que deleita y
Maquiavelo utilizó la Crónica de Villani y las Historias de Bruni y Bracciolini como fuente.59
Un dato curioso es que Bracciolini y Bruni eran muy amigos y se escribían cartas con
Maquiavelo discutían en sus cartas cuestiones de actualidad, como las misiones diplomáticas
Cabe reiterar que las seis obras comparadas tienen como centro el devenir de Florencia.
Ya se ha dicho que Dino Compagni y Giovanni Villani escribieron a finales del siglo XIII y
principios del XIV, Leonardo Bruni y Poggio Bracciolini lo hicieron a mediados del siglo XIV
e inicios del XV, y tanto Francesco Guicciardini como Nicolás Maquiavelo escribieron a
inicios del siglo XVI. Ahora bien, es evidente, y de algún modo natural, que las formas, los
estilos y los intereses cambien con el tiempo, pero esto no implica necesariamente una ruptura
ciudad estos textos se hayan realizado. En el marco de la consolidación del poder comunal y
papado y el Imperio. La historia de Florencia en los siglos XIII, XIV y XV se caracterizó por
58
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 24.
59
Vid. Ibid. p. 23 y 80.
60
C. Monzani, “Discorso sobre Leonardo Bruni Aretino”, en Leonardo Bruni, Istoria Fiorentina, Florencia,
Felice Le Monnier, 1861, pp. 6-7.
61
Hernán Gutiérrez García, “Prólogo”, en Francesco Guicciardini, Historia de Florencia, 1378-1509, México,
Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 25; y Félix Fernández Murga, “Introducción”, en Nicolás Maquiavelo,
Historia de Florencia, p. XXXV.
62
En la Carta 86 de Maquiavelo a Guicciardini hay una referencia explícita a su Historia de Florencia. Vid. N.
Maquiavelo, Epistolario 1512-1527, México, Fondo de Cultura Económica, 2013. p. 263.
24
METODOLOGÍA
función del último periodo que retrataron, es decir, la última fecha que llegaron a registrar. De
ordenada. Porque, como se verá en el siguiente capítulo, las fechas en que comienza cada obra
son muy dispares, aunque todas finalizan con el recuento de los hechos casi inmediatos a su
propio tiempo.
cotejarlas en su idioma original, en caso de que existiera duda acerca de algún término de
importancia que hubiera podido ser malinterpretado por alguno de los traductores. Las demás
crónicas fueron leídas en italiano, dos de ellas son traducciones tempranas del latín.
Las obras más antiguas, redactadas en toscano, conservan muchos elementos del latín,
las redactadas en lengua latina y traducidas al italiano se les parecen bastante, pero se percibe
traducción de las fuentes utilizar material de apoyo, y entre éstos destacan los diccionarios y
manuales localizados en los sitios Treccani, la cultura italiana63 y Lexilogos,64 entre otros.
Una acotación que debo hacer a las traducciones que realicé, es que éstas no son literales,
puesto que el lenguaje tan antiguo puede ser difícil de leer en estos días, procuré darle
prioridad al sentido de lo que me pareció que el texto quería expresar. Todas las traducciones
del italiano al español de las obras de Compagni, Villani, Bruni y Bracciolini son de mi
autoría.
63
Treccani, la cultura italiana, http://www.treccani.it/vocabolario/
64
Lexilogos, www.lexilogos.com
25
La revisión de las obras fue complementada con la lectura y análisis de los estudios
introductorios de cada una de ellas. Al respecto hay que enfatizar que la proporción de obras
referentes a los autores es mayor conforme son más cercanos, así por ejemplo, sobre
Compagni y Villani los estudios son bastante escasos, éstos aumentan con Bruni y Bracciolini
correr del tiempo, mientras más reciente el autor, más información existe sobre él. Ocurre lo
mismo con sus otros escritos, sin duda las obras históricas de Nicolás Maquiavelo y Francesco
MARCO TEÓRICO
cultural en los estudios históricos a partir de los años ochenta del siglo XX. Para el presente
trabajo me valí, en primer lugar, de uno de sus postulados fundamental: entender el texto en su
contexto, esto es, la noción de que ninguna institución o expresión de la cultura es atemporal o
ahistórica.65 En segundo lugar, coincido plenamente en que las manifestaciones culturales son
una fuente esencial de comprensión histórica,66 desde esta perspectiva estudié la obra El
Decamerón de Boccaccio para la tesis de licenciatura y, asimismo, abordé las obras históricas
trabajos que revisé en esta tesis son de otra índole, por lo que fue necesaria una aproximación
distinta. Se trata de textos que tenían la intención de fijar hechos históricos. Para la realización
65
Vid. Jaume Aurell, La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos, Valencia,
Universitat de València, 2005, p. 178.
66
Idem.
26
de esta clase de análisis ante todo debe situarse a los autores en el momento en que
escribieron, así como repasar los temas tratados por cada uno, es decir, explicitar el contenido
de las obras; para entender qué motivó la escritura de estos libros, y por tanto su necesidad y
su sentido; lo que remite nuevamente al postulado enunciado por el giro cultural de estudiar al
esta tesis.
trabajo no tiene propiamente este enfoque particular, se acerca a él puesto que se rescata la
idea de que un texto o un personaje pueden ser el punto de partida para una comprensión más
vasta del mundo. En este caso, la visión de la Iglesia de los seis florentinos estudiados,
aportaría un ladrillo más en el muro del conocimiento de las relaciones entre el Occidente
medieval y el papado.
Bruni, Poggio Bracciolini, Nicolás Maquiavelo y Francesco Guicciardini, y de sus obras que
El segundo aborda la visión que cada uno de los seis tenía de la Iglesia, no sólo de sus
representantes sino también de su espacio físico. Se revisan diversos elementos del clero,
desde los papas hasta las órdenes religiosas, pasando por abades y obispos. En cuanto al
espacio físico, se estudia sobre todo la corte papal que en la época no fue estática, pero
propia Florencia.
Finalmente agregué un anexo compuesto por los datos de cada papa del periodo que
Vicario de Cristo y su origen. Asimismo, incorporé los mismos datos de los antipapas de la
época. Este listado tiene la finalidad de ser una guía cronológica para el lector.
CAPÍTULO 1. LOS TEXTOS Y SUS AUTORES
Este primer capítulo consta del análisis general de las obras, vinculadas con la situación en que
fueron escritas y algunas notas biográficas de cada uno de los autores. La presentación de los
trabajo son dos crónicas y cuatro historias.1 Esto es importante tenerlo en mente porque, como
denominaciones distintas. Si bien las historias fueron llamadas de ese modo por sus autores,
no difieren mucho de las crónicas en que el devenir de Florencia es su directriz, puesto que a
todos les interesaba dejar memoria de los hechos de su ciudad, y en ese sentido continuaron la
tradición de los cronistas que les precedieron. Por otra parte, los seis textos fueron realizados
casi tres siglos. Lo cual indica que Florencia vivió en casi permanente desasosiego por cerca
Los siglos XIII al XV fueron para Florencia de desarrollo político y económico. Los autores
revisados vivieron por tanto una etapa de consolidación política en la búsqueda de la fórmula
perfecta para el gobierno de la ciudad. De este modo, se ensayaron varias formas de gobierno.
1
Según John Burrow, la principal diferencia entre una crónica urbana y una historia sería que la primera se
quedaría en el mero recuento de acontecimientos con énfasis en lo local, y la segunda tendría mayores
pretensiones explicativas. Vid. J. Burrow, Historia de las historias. De Heródoto al siglo XX, Barcelona,
Crítica, 2008, pp. 329-331.
2
Esto por supuesto si no se toman en cuenta los orígenes a los que algunas obra remiten, como se verá en los
siguientes apartados. Puesto que no todas se remontan a tiempos antiguos, se ha mantenido la periodización del
trabajo en los siglos XIII al XV.
29
Tales como los llamados gobiernos del Popolo,3 el primero entre 1250 y 1260 y el segundo
entre 1280 y 1300, que se contraponían a la forma tradicional de un Podestá y dos Consejos.4
Vale la pena recordar en este breve contexto la organización florentina en Artes, y cómo las
asalariados no pertenecía en sí a las Artes más bien se encontraban subordinados a éstas, sólo
los inversores y los dueños de talleres o comercios formaban parte. Así pues, los empleados
La ingerencia política de extranjeros y del propio papa no era bien vista por la mayoría
Santa Sede, que a su vez se encontraban subdivididos en blancos o radicales quienes pugnaban
por otorgar al papa todo el control y los negros que se mostraban partidarios de seguir al
pontífice pero conservando cierta independencia con respecto a éste; por el otro lado estaban
los gibelinos que preferían la intervención del imperio.6 Las diferencias entre ambos partidos
no se resolvían de manera pacífica y hubo gobiernos alternados entre ellos. Cada vez que un
bando triunfaba había destierro, cárcel o incluso muerte para los contrarios. Un caso
Dante participó en la vida pública de la ciudad y fue muy respetado. En su época la pugna
3
No debe confundirse el término Popolo con toda la población. Éste se constituía por los miembros de las Artes.
4
Vid. Yves Renouard, Historia de Florencia, Buenos Aires, Eudeba, 1968, pp. 40-50.
5
Las fechas de fundación de las Artes son indicativas de la importancia que adquirían ciertos sectores
comerciales. Así pues, las primeras seis (de siete) Artes mayores aparecieron entre 1182 y 1250. Por esta
misma fecha aparecieron las llamadas cinco Artes medias. La década siguiente surgió la última de las Artes
mayores. Vid. Y. Renouard, op. cit., pp. 23-47.
6
Vid. Pierre Antonetti, Historia de Florencia, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, p. 21-32.
30
entre negros y blancos era muy intensa, y en busca de una tercera vía el poeta apoyó un
levantamiento gibelino y por esta razón fue expulsado de Florencia, obligado a vivir el resto
mayor no deben confundirse con igualdad de derechos para todos los habitantes de la urbe.
gozaba de los mismos derechos ciudadanos. Éstos estaban reservados para los sectores
grandes mercaderes y banqueros, y en un segundo lapso también para los sectores medios, es
desembocar en la señoría encabezada por la familia de los Medici, vinculada al papado por
negocios, que llevaría a Florencia a una etapa de esplendor cultural. El poderío político de los
prestamistas del papa contaban con grandes beneficios puesto que también llevaban sus
cuentas y tenían garantizado el pago de sus deudas, debido a que los ingresos monetarios de la
Iglesia eran constantes. Los Medici no sólo promovieron artistas, también patrocinaron el
embellecimiento de la ciudad. Por supuesto tenían enemigos, sobre todo familias rivales en
asuntos mercantiles que ocasionalmente intentaban derribarlos del poder, pero también tenían
7
Giovanni Boccaccio Breve tratado en alabanza de Dante, en Dante Alighieri, Vida nueva. Seguido de G.
Boccaccio, Breve tratado en alabanza de Dante, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 2000, pp.
146-148.
31
múltiples aliados y socios de negocios que los apoyaban para conservar sus propios
privilegios.8
Florencia no era una entidad aislada, tenía relaciones con las demás ciudades de la península
itálica y con algunas regiones del resto de Europa. En la zona había disputas casi permanentes
por el control de determinados territorios estratégicos, tales como una salida al mar o
propiedades en las rutas comerciales. El papado era una más de las fuerzas en estos conflictos,
junto con ciudades como Milán, Génova o Venecia. El poderío de ciertas familias se daba por
ciudades italianas, que además, al igual que Florencia, estaban en manos de las familias más
temporalmente con la corona francesa, para tratar de minar el poder imperial en la península
itálica.
Es en este sentido que vale la pena repasar las vicisitudes del papado en los siglos XIII-
XV. Por un lado está el periodo conocido como el Cautiverio de Aviñón que empezó en el año
8
Vid. Frederick Antal, El mundo florentino y su ambiente social. La república burguesa anterior a Cosme de
Médicis: Siglos XIV-XV, Madrid, Guadarrama, 1963, pp. 44-45.
9
Para profundizar en la historia florentina pueden consultarse las obras: F. Antal, op. cit.; P. Antonetti, op. cit.;
Y. Renouard, op. cit. Sólo por mencionar algunos títulos.
10
Se encuentran los Medici para el caso florentino, pero también como ejemplo los Colonna, los Sforza y los
Visconti y otras familias célebres para el resto de la península itálica.
11
Ésta se remonta a la época de la reforma gregoriana, que limitó las prerrogativas de los grandes señores y
monarcas y les quitó el derecho a elegir obispos y abades. Por un lado y a favor de la Santa Sede se encontraban
los monjes y en general los partidarios de los cambios, por el otro, en apoyo al emperador que tomó la batuta en
la defensa de sus prerrogativas, estaban los obispos y abades de Alemania y Lombardía, es decir aquellos
instalados por él. Vid. Charles Seignobos, Historia de la civilización en la Edad Media. Y en los tiempos
modernos, México, Librería de la Vda. de C. Bouret, 1922, p. 124.
32
1309 en que los pontífices tuvieron que trasladar la corte papal a esta ciudad de Francia y que
finalizó en 1376. Fue Clemente V, un papa de origen francés quien decidió trasladar la corte a
Aviñón en un intento de alejarse de los constantes conflictos habidos en Roma. Los pontífices
bajo la protección de los monarcas franceses se vieron orillados a privilegiar los intereses de
éstos.12 Cabe mencionar que durante este periodo todos los papas fueron de origen francés.13
Occidente derivado en buena medida del llamado “Cautiverio”. En éste hubo varios papas
simultáneamente entre 1378 y 1417, cada uno de los cuales reconocía autoridades distintas y
tenía a sus propios partidarios. El problema fue tal que en algún momento hubo tres pontífices
por parecer que una tercera vía podía ser la única solución. Las tres sedes pontificales en
disputa fueron Roma, Aviñon y Pisa y los papas reconocidos hoy como legítimos por la Iglesia
Pero los alemanes y franceses no fueron los únicos con intereses en la península itálica.
El reino de Aragón adquirió preponderancia y poder en la zona, sobre todo en Sicilia a partir
de 1282, su primacía aumentó considerablemente cuando Alfonso I también se hizo cargo del
gobierno del reino de Nápoles en 1442 tras una larga rivalidad con los franceses.15 Tanto
Nápoles, como la isla de Sicilia eran puntos estratégicos en el comercio mediterráneo, que
Occidente medieval y que por ende afectaron también a la ciudad de Florencia: el primero es
12
Vid. Girolami Arnaldo, “Iglesia y papado”, en Le Goff, Jacques y Jean-Claude Schmitt (eds.), Diccionario
razonado del Occidente medieval, Madrid, Akal, 2003, pp. 349-363.
13
Vid. Infra “Listado de papas de los siglos XIV-XV” que se encuentra en las páginas finales del presente trabajo
en forma de anexo.
14
Idem.
15
Ruggiero Romano y Alberto Tenenti, Los fundamentos del mundo moderno. Edad media tardía, reforma,
renacimiento, México, Siglo XXI, 1981, pp. 53-56.
33
la crisis alimentaria de los primeros años del siglo XIV,16 y el segundo es por supuesto la
irrupción de la Peste Negra a mediados del mismo siglo.17 Ambos acontecimientos tuvieron
Para comenzar, es necesario aclarar que esta revisión no tiene aspiraciones de exhaustividad,
sin embargo su presencia resulta fundamental para situar las obras y a sus autores dentro del
una progresiva secularización en la explicación de los hechos, esto con relación a crónicas
anteriores y de otras latitudes, asimismo, siguen la corriente del humanismo incipiente.18 Eso
no significa que sean totalmente distintas a las crónicas elaboradas en ámbitos eclesiásticos,
milagrosas,19 aunque de ninguna manera esto implique que los autores no fueran cristianos. El
16
Jacques Le Goff, La Baja Edad Media, México, Siglo XXI, 2006, pp. 272-275.
17
La epidemia conocida como la Gran Peste se extendió por casi todo el continente europeo entre 1347 y 1349.
Era una mezcla de peste bubónica y pulmonar. Los individuos infectados que lograban resistir más allá de la
cuarta noche quedaban sobrevivían u quedaban inmunizados, lo que impidió que los brotes subsecuentes
cobraran tantas víctimas como ocurrió con esta primera oleada. Vid. Robert Fossier, Gente de la Edad Media,
Madrid, Taurus, 2008, p. 37.
18
Vid. E.D. Fueter, Historia de la Historiografía moderna I, Buenos Aires, Editorial Nova, 1953, pp. 25-26.
19
Idem.
34
península itálica,20 también en Francia e Inglaterra. Como el más destacado para el caso
francés se encuentra el cronista Jean Froissart que en sus obras enaltecía a la caballería y sus
La revisión de los autores se hizo de manera cronológica para fines de claridad. Así pues, el
primer autor revisado es Dino Compagni (ca.1260-1324), quien además de haber sido cronista
fue prior22 de Florencia entre los años 1289 y 1301,23 así como gonfalonero de justicia24 en
1293.25 Los años en que fue funcionario corresponden con la época del segundo gobierno del
Popolo.26 Esto tiene relevancia por dos motivos; primero porque él se tomó la molestia de
El segundo autor en este repaso es Giovanni Villani, un comerciante que no fue ajeno al
servicio público, ya que entre otros puestos fue magistrado encargado de la moneda en 1317 y
20
V. g. Se conservan crónicas coetáneas de Venecia, Padua, la Romaña, etcétera. Vid. R. Sánchez Sesa, “La
cronística toscana bajomedieval y la imagen de la Península Ibérica”, en En la España Medieval, vol. 20, 1997,
pp. 33-35.
21
Vid. J. Burrow, op. cit., pp. 314-325.
22
Los priores eran representantes de las artes mayores ante el gobierno comunal. Vid. “Priore”, en Treccani, La
cultura italiana, http://www.treccani.it/vocabolario/priore/
23
Hernán Gutiérrez García, “Prólogo”, en Francesco Guicciardini, Historia de Florencia, 1378-1509, México,
Fondo de Cultura Económica, 1990, p. 19.
24
El gonfalonero de justicia tenía a su cargo un millar de hombres armados para la defensa de los magistrados.
Vid. “Gonfalonière”, en Treccani, La cultura italiana, http://www.treccani.it/vocabolario/gonfaloniere/
25
Ibid., p. 19.; y Dino Compagni, Cronica, Florencia-Milán, Thèsis, 1968, p. 14.
26
Este gobierno funcionó desde 1280 a 1300. Vid. Y. Renouard, op. cit., p. 55.
35
trabajó con otros funcionarios para solucionar la carestía de 1318.27 Se desconoce el año de su
nacimiento, pero se sabe que murió a consecuencia de la peste de 1348. Como se verá a
que era un hombre acomodado, pudo hacer sus estudios. Sabía latín y griego y pertenecía a un
exclusivo círculo intelectual28 junto con Poggio Bracciolini, Coluccio Salutati y otros
honorario.
Bruni fue secretario apostólico de los papas Inocencio VII, Gregorio XII y de los
raíz de la deposición de Juan XXIII en el concilio de Constanza de 1414, que dio fin al Cisma
de Occidente, Bruni abandonó la corte papal y huyó a Florencia, donde se dedicó a las letras
como protegido de Cosme de Medici.32 Fue un escritor muy prolífico, que se copiaba y
distribuía mucho.33 Poggio Bracciolini escribió un elogio fúnebre para su gran amigo
Leonardo Bruni, luego de que tras su muerte aparecieron algunos escritos desfavorables hacia
su obra.34
27
Nilda Guglielmi, “Prólogo”, en Villani, Crónicas florentinas, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
p. 18.
28
El previamente mencionado círculo de los aretinos. Vid. R. Sánchez Sesa, op. cit., p. 35.
29
C. Monzani, “Discoroso su Leonardo Bruni Aretino”, en Leonardo Bruni, Istoria Fiorentina, Florencia, Felice
Le Monnier, 1861, p. 8.
30
Bruni no los denomina así, sino la Iglesia católica.
31
C. Monzani, op. cit. p. 10.
32
Ibid., pp. 14-16.
33
Ibid., pp. 23-24.
34
Ibid., p. 25.
36
Amigo cercano de Bruni, Poggio Bracciolini (1380-1459) nació tan solo una década
después que éste, estuvo muchos años bajo el cobijo del papa Inocencio VII35 para quien
realizaba textos eclesiásticos, por tanto estaba inmerso en el ambiente de la corte pontifical.
Durante el concilio de Constanza, al que acudió como parte del cortejo papal, no presenció las
discusiones, se dedicó a recorrer las cercanías del lugar y en cuanto tuvo oportunidad viajó en
busca de manuscritos de los clásicos, que entonces no muy eran valorados y estaban
hecho que le dio mucho renombre.36 Bracciolini fue elegido canciller florentino en abril de
1453 y por ese motivo abandonó la secretaría apostólica, al parecer ese mismo año comenzó la
bajomedieval, en otras palabras, su familia era citadina y formaba parte del estamento
comercial en expansión.38 A lo largo de su vida Maquiavelo tuvo una gran actividad política,
con una prolongada pausa a partir de 1512, año en que cayó en desgracia. Fue durante el retiro
forzado que comenzó a escribir. En 1513 se le acusó de participar en una conspiración contra
los Medici, por lo que fue encarcelado y torturado. Gracias al ascenso al trono pontifical de
León X, papa entre 1513 y 1521, se decretó una amnistía y Maquiavelo se acogió a ella.39
también escribió obras literarias e históricas. En 1520 volvió a recibir encargos públicos y de
35
Se hablará con mayor detenimiento de su pontificado en los siguientes capítulos.
36
Entre otras cosas “un Quintiliano completo, los tres primeros y libros y la mitad del cuarto de la Argonáutica
de Valerio Flaco, una obra de Lactancio, La arquitectura de Vitruvio.” C. Monzani, op. cit. p. 16.
37
Eugenio Garin, “Presentazione”, en Poggio Bracciolini, Historia Fiorentina. Tradotta da Iacopo suo figlio,
Cortona, Grafiche Calosci, 2004, p. I.
38
Félix Fernández Murga, “Introducción”, en Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia, Madrid, Tecnos, 2009,
p. XLV.
39
F. Fernández Murga, op. cit., pp. XXVI-XXVII.
37
este modo se acercó de nuevo a las cuestiones de gobierno, que tanto le interesaban. Con
respecto a su relación con la Iglesia, es muy sugerente la relación que tuvo con los papas de
origen florentino León X y Clemente VII,40 ya que al primero le debía la vida, o cuando
primera vez tan solo trece años después que Maquiavelo. Perteneció a una familia mucho más
acomodada que éste, lo que le permitió realizar estudios de derecho en Ferrara. Su familia y la
de los Medici se encontraban relacionadas por lazos de amistad y negocios que se remontaban
varias generaciones.42
Módena y Reggio;43 del mismo modo tuvo vínculos políticos con el papa Clemente VII, quien
con muchas reminiscencias latinas, hecho que ya se ha mencionado con anterioridad por que
este dato induce a pensar que fue concebida para ser leída por el común de sus conciudadanos
40
Además de haber sido florentinos, ambos pertenecía a la familia Medici. De estos papas se hablará con
detenimiento en el capítulo 2.
41
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 19.
42
H. Gutiérrez García, op. cit., p. 21.
43
Ibid., p. 24.
44
Ibid., p. 25.
38
García, existen algunas dudas sobre su autoría. Sin embargo, no pueden ignorarse las
recurrentes menciones a lo largo del texto en el siguiente estilo: “[...] yo Dino Compagni
[...]”,45 las cuales afirman directamente quién escribió la obra. Me parece que el origen de las
mentadas dudas podría hallarse en el párrafo que contiene esta línea: “[...] Dino Compagni
autor de esta crónica [...]”,46 que no está redactada en primera persona propiamente, y que
continúa con un elogio de sí mismo algunos renglones abajo: “[...] en Dino Compagni, porque
era hombre bueno y sabio [...]”,47 esta frase sí, redactada en tercera persona, aunque esto fuera
alguien más escribiendo. Sea como fuere, ya que no se ha puesto en duda su datación, la obra
Por otro lado, la Nuova Crónica de Giovanni Villani, dividida en XII libros, fue iniciada
en 1300, como el mismo autor se encargó de puntualizar en las primeras líneas y abarca hasta
el año 1348, fecha de su muerte. Esta obra se caracteriza por haber sido escrita desde la óptica
de un comerciante. Ya se ha señalado también que la crónica fue escrita en vulgar para que los
fue continuada por su hermano Matteo (m. 1363)50 y por su sobrino Filippo (m. ca. 1405),
quien consignó acontecimientos hasta el año 1364. Es por esta razón que se le conoce como la
“Crónica Villani”. Aunque se sabe que los tres Villani eran comerciantes, sus figuras
permanecen hasta cierto punto en las sombras, se desconocen, por ejemplo, sus fechas de
45
“[...] Io Dino Compagni [...]”. Vid. D. Compagni, op. cit., pp. 8, 14, 26, 31.
46
“[...] Dino Compagni autore di questa Cronaca [...]”. Ibid., p. 11.
47
“[...] in Dino Compagni, perché era buono e savio uomo [...]”. Idem. p. 11.
48
Por desgracia no ofreció mayores referencias al debate. Vid. H. Gutiérrez García, op. cit., p. 19.
49
G. Villani, Nuova Cronica, Turín, Einaudi, 1979, p. 2.
50
Matteo también murió a consecuencia de un rebrote de peste. N. Guglielmi, op. cit., p. 19.
39
nacimiento, aunque en los tres casos existen cálculos sobre las de fallecimiento,
principalmente por los momentos en que dejaron de escribir, únicamente hay certeza en los
Lamentablemente, los fragmentos redactados tanto por Matteo como por Filippo no
forman parte de las ediciones revisadas para el presente trabajo. Por lo que el análisis está
escribir de este cronista es que a lo largo del texto introducía constantemente digresiones
Por su parte, la Istoria fiorentina de Bruni fue escrita en latín51 y traducida muy
tempranamente al toscano por Donato Acciajuoli, debido al interés en Florencia por la figura
del humanista y su obra. No obstante, es necesario tener en mente que al escribir su historia,
Leonardo Bruni no tenía la intención de que llegara a un público amplio, sino únicamente al
En cuanto a las guerras de Florencia con Pistoia y otros enemigos Bruni puso de
relieve en todo momento la negociación realizada con los aretinos. Es claro que se identificaba
con los florentinos ya que a lo largo de la narración se refiere a ellos como “los nuestros”,52
pero no podía dejar Arezzo de lado y por esa razón aparece constantemente en su historia. En
ninguno de los otros autores hay esta presencia reiterada de los aretinos, por lo que en la
51
El título en latín de su obra era Historia florentini populi.
52
L. Bruni, op. cit., p. 105.
40
había sido la de Leonardo Bruni. Aparentemente la redacción fue terminada en 1457 o 1458 y
comprendiera las causas de lo que describía. Por ejemplo, en el caso de la guerra contra
Giovan Galeazzo, señor de Milán y Lombardía, lo hizo a través de una mínima biografía de
este joven. Esta manera de proceder puede detectarse por todo su escrito, a lo largo del cual
hay un elenco de semblanzas, así como de extensos discursos de algunos personajes. Eso sí,
predecesores, escribía en primera persona del singular.55 Tanto Compagni, como Villani y
Bruni lo hacían en primera persona, pero del plural. Esto puede parecer una minucia, pero
marca un cambio importante de estilo, por el papel que se da a sí mismo como autor y por la
Venecia en 1476,56 de manera conjunta con la traducción realizada por Donato Acciaiuoli de
traducción de la historia de Bracciolini corrió a cargo de su propio hijo, Iacopo, lo que quiere
53
El título en latín de su obra era Historiae florentini populi. Es decir, historias del pueblo florentino.
54
E. Garin, op. cit., p. IV.
55
V. g. “[…] Partite legēti delduca ditoscana come e detto disopra […]” (sic) [Partida la gente del duque de
Toscana como he dicho ya antes]. P. Bracciolini, op. cit., p. 142.
56
La edición consultada para el presente trabajo es un facsímil de la impresión de 1476. Un apunte necesario es
el señalamiento de que la obra no está numerada. Como referencia para las citas y notas que utilizo, hay que
iniciar la cuenta en el “Proemio” de Iacopo, esa sería la página número 1.
57
E. Garin, op. cit., p. IV.
41
decir que el interés por sacarla a la luz pública fue casi inmediato. Iacopo realizó un proemio
con dedicatoria para Federico de Montefeltro, conde de Urbino,58 sin duda para obtener su
describió como “un joven entregado al estudio de las Letras, pero ambicioso y muy inclinado a
las novedades”,59 que se involucró en la conjura de los Pazzi, que pretendía a asesinar a
Lorenzo y Julián de Medici. Iacopo fue ahorcado junto con Francesco Salviati, arzobispo de
esta obra en 1525, año en que visitó al papa Clemente VII en Roma. Redactó la historia en
61
italiano y desde un principio declaró que no se trataba de una obra laudatoria, que si acaso
aparecía alguna alabanza ello se debía a sus fuentes exclusivamente, a las que decidió no
silenciar si eran halagadoras con alguien. A pesar de esta declaración, sí efectuó un cumplido
al papa Clemente VII al hablar sobre su padre y su mejor obra: el hecho de haberlo
engendrado.62
naturaleza de las divisiones florentinas; la rivalidad intrínseca entre pueblo y nobleza; formas
de orden y gobierno; el ciclo sin fin de orden y desorden al interior de las ciudades, así como
el de tranquilidad e intranquilidad, letras y armas que irían de la mano; las ganancias de una
guerra en general; y finalmente, los tipos de división interna en las repúblicas, las productivas
58
Vid. Iacopo Bracciolini, “Prohemio”, en P. Bracciolini, op. cit., pp. 1-4.
59
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 409.
60
La conjura sólo tuvo éxito parcial, pues Julián murió esa tarde pero Lorenzo no. Vid., Ibid., pp. 409-413.
61
El título original de la obra es Istorie fiorentine o Historias florentinas.
62
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 20.
42
y las nocivas. Estas introducciones permiten al lector atento detectar las dinámicas históricas
algunos tópicos, Maquiavelo efectuaba saltos temporales que adelantaban la historia varios
siglos. Por ejemplo, al hablar de la posesión de Italia por los normandos, dio el salto a la de los
alemanes, los franceses, los aragoneses y los flamencos, todas en un mismo enunciado, como
si hubieran sido continuas, de este modo marcaba tendencias de larga duración.63 Operó de
manera similar al hablar de los invasores de Constantinopla: enunció a los eslavos, los persas,
los sarracenos y los turcos, como si se hubieran presentado inmediatamente uno tras otro.64 En
encabezada por Totila, si bien el tema de las migraciones ya había quedado atrás, lo hizo de
texto. Cuando hablaba de él mismo como parte del conjunto de los florentinos, lo hacía en la
primera persona del plural: “el duque declaró la guerra a los venecianos y el rey Alfonso a
primera persona, pero del singular: “…con los resultados que se describen en todas las
historias, así que no voy a relatarlos”.67 En el primer caso, me parece que se trata de una
63
Ibid., p. 50.
64
Ibid., p. 42.
65
Ibid., pp. 64-65.
66
Las negritas son mías. F. Guicciardini, op. cit., p. 118.
67
Ibid., p. 118.
43
Por otro lado, Guicciardini gustaba de presentar a las grandes personalidades y las
describía ampliamente, resaltando sus características. A lo largo del texto incluyó varias
semblanzas sobre sus personajes admirados, como Lorenzo de Medici o fray Girolamo de
Savonarola, en ambos casos expuso tanto sus virtudes como sus defectos. En su historia
también destacó la importancia de los papas como figuras políticas, como se verá en el
de Florencia con diversos enemigos, pero también a las pugnas entre fuerzas que podrían
considerarse aliadas.
importancia, lo hacía de este modo: “en una ocasión en que Neri estaba fuera de la ciudad,
como embajador o comisario, no recuerdo bien…”.68 Este tipo de omisión suele ser de
también de espacios en blanco donde deberían ir fechas, que parece que quedaron en espera de
ser consignadas.
Para concluir este repaso, cabe de decir que la Historia de Florencia, 1378-1509 fue
elaborada por Guicciardini en italiano.69 Fue dada a la imprenta hasta el siglo XIX, para ser
publicada en una compilación de sus obras completas. Antes se le había conocido por su
Historia de Italia y algunos tratados políticos que sí se imprimieron desde el siglo XVI.70
68
Ibid., p. 116.
69
El título original era Storie fiorentine dal 1378 al 1509 [Historias florentinas desde 1378 a 1509]. Como puede
apreciarse la obra de Guicciardini, igual que las de Bracciolini y Maquiavelo, se intitula historias, no historia.
70
H. Gutiérrez García, op. cit., pp. 34-35.
44
Guicciardini no dedicó su obra ningún pontífice, como Maquiavelo, es probable que esto se
La obra de Dino Compagni consta de tres libros subdivididos a su vez en brevísimos capítulos.
El primer libro alcanza los veintisiete capítulos. Comienza con la ubicación geográfica de
Florencia y es curioso que para situarla haya utilizado la distancia en millas a que se encuentra
de otras ciudades de importancia, tales como Pisa, Lucca, Pistoia y Bolonia.71 Los conflictos
con dichas ciudades fueron constantes, algunas veces eran aliadas otras enemigas, por lo que
razón de puntos geográficos relevantes denota también una comprensión, por parte de
lograr que el lector entendiera cabalmente dichas relaciones. De igual modo, muestra la
intención de que su obra fuera leída no sólo por florentinos, ya que se dio a la tarea de situar al
lector ajeno.
anteriores. Más adelante presentó al lector un amplio elenco de personajes de cada bando y se
introdujo a sí mismo como uno de ellos, lo que al mismo tiempo lo autorizaría a narrar, por
haber sido testigo de algunos acontecimientos.72 Los grandes protagonistas de su obra, por
tanto, fueron los individuos y las grandes familias que representaban los intereses güelfos y
71
D. Compagni, op. cit., p. 6.
72
En las primeras líneas de su crónica ya había advertido que algunos eventos los presenció y otros los supo por
terceras personas, que consideraba de confianza. Su testimonio aparece en varios momentos de la obra.
45
gibelinos. Sin embargo, el papel de los hombres de la Iglesia es notable por su participación
predominancia güelfa, en éste intercaló hechos ocurridos en Roma con los acontecidos en
Florencia y algunas otras ciudades. Hizo referencia al papa Bonifacio VIII y a sus políticas, así
como al rey de Francia y demás contendientes por los territorios italianos. Compagni se
lamentaba de las divisiones fraternas entre güelfos blancos y negros y por toda la sangre
derramada. En sus discursos se muestra partidario de la unión entre ciudadanos y del cese de
las disputas entre güelfos y gibelinos.74 Cabe señalar que tanto el segundo como el tercer libro
El libro tercero, que consta de cuarenta y dos capítulos, comienza con el ascenso a la
silla papal de Benedicto XI, quien a juicio de Compagni hizo destacados esfuerzos
conciliadores al nombrar funcionarios del bando gibelino, hecho que generó esperanza entre
los ciudadanos de esta facción que se encontraban en el exilio. Retrató su breve pontificado,
que duró únicamente un par de años y manifestó que a raíz de la muerte de este personaje la
división se intensificó de nueva cuenta en Florencia. Compagni plasmó este declive con un
dejo de amargura.
Por su parte la crónica de Giovanni Villani se encuentra dividida en tres tomos, a su vez
separados en libros. Es mucho más extensa que la elaborada por Dino Compagni, quien sólo
narró la época más cercana a la suya y no se remontó a los orígenes del mundo como hizo
Villani.
El tomo primero se compone de ocho libros. A lo largo de este primer tomo se remontó a
73
Esto se verá con más profundidad en el capítulo 3.
74
D. Compagni, op. cit., p. 26.
46
segundo libro inicia con la primera fundación de Florencia, después de haberse hablado de la
caída de Troya y la fundación de Roma. En este segundo libro pasó lista a las ciudades
vecinas, contó la historia de san Miniato, un santo local y finalizó con las invasiones de los
godos. El tercer libro se enfoca en el dominio godo, pero resalta la inserción de Mahoma y del
del siguiente libro junto con su progenie. En el libro V se narra la invasión normanda y sus
los bandos güelfo y gibelino en las ciudades italianas, como se mencionó en líneas previas.
Los libros séptimo y octavo desarrollaron este conflicto hasta el año 1292.
El tomo segundo contiene los libros IX, X y XI. El libro noveno inicia con el segundo
gobierno del Popolo en 1292, aquel del que Compagni fue parte. En 1293 los mercaderes
habían adquirido tanta importancia en Florencia que emitieron las Ordenanzas de Justicia,
tomaron el poder y excluyeron a los antiguos magnati76 de los asuntos de gobierno; tanto
a un gremio, pues había que cubrir una cuota, de modo que únicamente comerciantes de cierta
El tercer y último tomo se conforma de los libros XII y XIII y básicamente continúa con
75
G. Villani, op. cit., p. 2.
76
Es decir, al estrato más alto de nobles y burgueses. Viejos aristócratas y nuevos ricos fueron excluidos por
igual.
77
P. Antonetti, op. cit., p. 29.
78
Y. Renouard, op. cit., p. 41.
47
el programa del segundo tomo, es decir, Villani siguió la narración de los hechos de su tiempo,
lo que hizo prolijamente y con sumo detalle. La crónica de Giovanni Villani concluye con la
porque entre sus preocupaciones no sólo estaba lo político, sino también lo natural, como se
constata con la narración que realizó de una fuerte lluvia y de toda clase de fenómenos
Por otro lado, la historia escrita por Bruni está divida en doce libros y luego de haber
realizado un recorrido desde la fundación de Florencia, narrada en el primer libro, llega hasta
el año 1404. En el primer apartado también hizo mención de Carlomagno y Otón, personajes
que tuvieron cierta relevancia en la historia florentina temprana y que Giovanni Villani ya
A partir del libro segundo la narración se vuelve más detallada. Este libro abarca del
año 1250 hasta el 1268, es decir, el periodo correspondiente al primer gobierno del Popolo.
Este libro comienza con una justificación del autor por el amplio preámbulo que realizó para
contextualizar los acontecimientos, y continuar con los hechos ocurridos tras la muerte del
emperador Federico II. Bruni señaló que al final de la vida de dicho emperador él y su prole
El libro tercero abarca del año 1268 al 1289, y refiere las conquistas imperiales en
territorio italiano y la respuesta pontificia. De esta etapa destaca sobre todo el apunte acerca de
Igual que Villani, Bruni se dio el tiempo de recontar inundaciones, incendios y otros datos de
79
L. Bruni, op. cit., p. 82.
48
Martín IV al papado, dijo que era igual al de su época, lo que ofrece una fuente de información
doble, porque puede conocerse la organización del tiempo narrado y la existente en la época
del propio del autor.80 Es decir, permite conocer tanto el gobierno del siglo XIII como el del
XV.
El cuarto libro abarca los años 1289-1311 y en éste destaca entre otras cosas el
segundo gobierno del Popolo del que ya se ha hecho mención. Bruni dio cuenta de rumores
que en el momento se sustentaron en documentos que podrían ser verdaderos o no: los
exiliados florentinos intentaban regresar a la ciudad apoyados en cartas firmadas por el legado
papal. Bruni no se atrevió a opinar acerca de la autenticidad de las mismas debido a que no
contaba con pruebas. Se limitó a narrar las sospechas existentes y las consecuencias de la
El libro quinto va de 1311 a 1328. En este se narran sobre todo las campañas militares
de los florentinos, de sus aliados y de sus enemigos. De nueva cuenta, Arezzo aparece como
dedicó tanto espacio a los sucesos “internacionales”, si bien no perdía de vista los cambios de
El sexto libro cubre el periodo entre 1328 y 1343, en éste el devenir de Florencia y
Arezzo continúa de la mano. Con la información que contiene este libro, es factible
preguntarse si Bruni tenía acceso a documentos y testimonios, como cuando estableció que la
80
Ibid., p. 158.
81
“[…] era ben manifesto, che le lettere erano state scritte agli usciti in nome del legato: ma dubitavasi, se le
erano vere o pure state finte da altri […]”. Ibid., p. 205.
49
ciudad que tuvo más muertos por la violencia fue Arezzo, ya que esa clase de datos tan
El libro séptimo trata los hechos ocurridos desde 1343 hasta 1354, por lo que Bruni
hizo la debida referencia a la epidemia de peste que terminó con la vida de Villani. Asimismo,
negociaciones, pactos, e inclusive desacuerdos, y poco a poco la paz fue tomando forma.
Aunque eso sí, no faltaban los pequeños pleitos en algún lugar. Bruni destacaba la importancia
estratégica que tenían los castillos durante las campañas militares, que muchas veces se
destruían intencionalmente por completo, para que no pudieran ser reutilizados por los
enemigos. Lo que además daba una idea del valor de ciertas plazas.
El libro octavo relata los sucesos entre 1354 y 1378. Resulta notable que en el periodo
en que Bruni ya era un testigo presencial de los acontecimiento dedicara más espacio a
relatarlos. Es así que el noveno libro va de 1378 hasta 1390, es decir un periodo relativamente
breve en comparación con los demás. Otro aspecto que vale la pena destacar es la
investigación que realizó, para completar este libro buscó información en un tratado de la
En el libro décimo retrató un periodo aún más corto, ya que la narración finaliza en
1392. A lo largo de los últimos libros plasmó el actuar de pontífices, legados y obispos. En los
capítulos siguientes se verá con detenimiento lo que pensaba de esto. El undécimo llega hasta
1399. La narración transmite la tensión que se sentía en el ambiente debido a que los enemigos
82
Ibid., p. 310.
83
Ibid., p. 435.
84
V. g. Ibid., p. 465.
85
Ibid.. pp. 510-511.
50
compuesta por gente vestida de blanco que proclamaba la paz ese mismo año. Estas personas
recorrían tierras vecinas con muy buen comportamiento para no dar motivo de pleito y se les
respetaba en todo aquel lugar que visitaban.86 Finalmente, el duodécimo libro concluye en
extensa que la de su contemporáneo Leonardo Bruni. El autor intentó desde el primer libro
manifestar los orígenes de las disputas civiles, pero sin retroceder mucho en el tiempo. Por
supuesto los protagonistas fueron los güelfos y los gibelinos. También para explicar la guerra
con Milán, enunció sus antecedentes.87 Si bien le pareció necesario remontarse a la fundación
de Florencia como lo hiciera Bruni, no le dedicó muchas líneas a estos primeros años, más
bien hizo un veloz repaso de todos los grandes reyes que tuvieron alguna relación con la
ciudad, sin profundizar en sus hechos. Es hasta la exposición de los sucesos del siglo XIV que
describió todo con mayor amplitud por ser el tema que le interesaba. Se puede decir que para
guerra entre la Iglesia y el pueblo florentino, que como se verá en el tercer capítulo del
presente trabajo, atribuyó a la ambición del papa Gregorio XI.88 A partir de este libro segundo,
la narración se vuelve un poco menos apresurada porque ya no tiene que comprimir siglos de
primero de estos comienza con la ocupación de los bárbaros del Imperio Romano, es decir,
86
Ibid.. p. 524.
87
Los gibelinos serían los artífices del conflicto. P. Bracciolini, op. cit., p. 23.
88
Ibid., p. 28.
51
Maquiavelo retrocedió varios siglos, pero no hasta llegar a tiempos bíblicos como hiciera
Villani. Es curioso porque Maquiavelo ofreció una explicación antropológica muy interesante
de las migraciones bárbaras.89 Este primer libro, que podría considerarse introductorio culmina
periodo de dominio bárbaro, pero esta vez con énfasis en los sucesos de la ciudad. Este
apartado finaliza con la narración de la Peste Negra que hizo Boccaccio, es decir en 1348,
fecha sin duda determinante para el continente europeo. En este libro el autor explicó con
bastante detenimiento las formas de organización política de Florencia y me parece que tomó
la información de Villani.
Maquiavelo entró en materia en el libro tercero, en este pudo explayarse acerca de los
problemas entre facciones y las repercusiones que esto tenía en todo el territorio italiano. No
sólo se refirió a la conocida división entre güelfos y gibelinos, sino también a la existente entre
nobles y popolo, ricos y pobres, etcétera. Asimismo, se tomó el tiempo de explicar el porqué
de algunas rencillas entre familias y ciudadanos florentinos. Finalizó este segmento con la
El libro cuarto inicia con una disertación acerca de los gobiernos republicanos y sus
defectos, para luego entrar de lleno a los acontecimientos de la ciudad. A partir de este libro la
descripción es mucho más detallada. Ocurre lo mismo que con los demás cronistas, mientras
más cercanos eran los hechos a su tiempo más les llevaba narrarlos. Los cuatro libros
subsecuentes tienen el mismo esquema. Los sucesos se entrelazan con digresiones y opiniones
89
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 29.
52
estructura distinta al resto de los textos revisados en el presente trabajo, es mucho más
Ciompi en 1378 y hasta las campañas bélicas contra Pisa. La división de la obra es novedosa
en comparación con las de sus cinco predecesores, ya que al elaborarla Guicciardini tenía bien
muy concreta. El autor sólo contextualizó cuando le pareció que de no hacerlo el segmento
resultaría incomprensible, pero cuando lo hizo fue muy de manera muy sucinta.
Dino Compagni expuso en el proemio las razones por las que le parecía necesario que alguien
contara los sucesos de Florencia, la hija de Roma, a aquellos que la heredarían. Consideraba
que los florentinos debían saber todo lo hecho por Dios en su favor. Dijo haberse decidido a
emprender la labor a falta de alguien mejor que lo hiciese,90 sin embargo, esta última
aseveración parece ante todo un recurso retórico. Otra característica importante de su texto, es
su proclamado compromiso con la verdad, ya que se propuso escribir cosas ciertas, y notables,
Florencia era deplorable a raíz de las disputas en que estaba envuelta permanentemente, era
90
D. Compagni, op. cit., p. 5.
91
Ibid., p. 6.
53
además una ciudad donde privaba la impunidad de los amiguismos, donde se actuaba con
hacerlos entrar en razón. Con una fuerte carga moral señaló la mala muerte que hombres
malvados y enemigos de Florencia tuvieron como castigo de Dios.92 Por lo tanto puede
concluirse que Compagni tenía conciencia de la utilidad de la historia para no repetir errores y
Por otro lado, la razón que Villani expresó para escribir su crónica fue el interés que
tenía por conservar en la memoria los hechos de su ciudad.93 Al igual que Compagni no se
consideraba el más capacitado para la empresa, pero ya que nadie más lo hacía, mejor él que
ninguno. Por otro lado hay que puntualizar la explicación que ofreció de las causas de las
divisiones internas de la ciudad. Para Villani la historia temprana del imperio romano era a la
vez la historia de Florencia, ya que ésta era uno de sus componentes. Los florentinos serían en
origen una mezcla de romanos y fiesolanos. Florencia estaba siempre en guerra por tener este
origen mixto.94 De su obra, se percibe en él una idea lineal del tiempo, y una continuidad de la
Por su parte Leonardo Bruni decidió escribir la historia de Florencia para aprender de
los hechos acontecidos, para saber qué evitar y qué imitar.95 A ejemplo de Villani se remontó a
los orígenes de la ciudad y planteó, igual que el cronista las digresiones necesarias sobre
hechos notables de otras latitudes. Otra semejanza con Villani es que también intentaba
92
Ibid., pp. 88-89.
93
“[…] Io Giovanni cittadino di Firenze, considerando la nobilità e grandezza della nostra città a’ nostri
presenti tempi, mi pare che si convegna di raccontare e fare memoria dell’origine e cominciamento di così
famosa città̀, e delle mutazioni averse e filici, e fatti passati di quella; non perch’io mi senta sofficiente a tanta
opera fare, ma per dare materia a’ nostri successori […]”. G. Villani, op. cit., p. 2.
94
Vid. Ibid., pp. 50-54.
95
L. Bruni, op. cit., p. 46.
54
esta clase: por lo que aconteció después él juzgó que se trataba de una señal de cambio de
gobierno.97
escribir la historia de Florencia, pero en cambio sí expresó que el haber estado cerca del
[anti]papa Juan XXIII le daba crédito como testigo de asuntos pontificales.98 Así que puede
internas, y lo único que no perdonó en el proceder de sus antecesores Bruni y Bracciolini fue
que no las explicaran con mayor profundidad en sus historias.99 Sobre su forma de trabajar,
hay que señalar que Maquiavelo hizo un planteamiento muy claro de la estructura de la obra
en el proemio.100
Al igual que los demás autores revisados, Guicciardini pretendía que su historia fuera
fidedignas y de tal naturaleza que, puesto que yo estoy bien orientado, lo que escribiré no será
más que la pura verdad”.101 Y si consideraba que sobre un tópico ya se había escrito mucho
por otros, remitía al lector a buscar esa información en otra parte, aunque no especificaba
96
Ibid., p. 49.
97
Concretamente se refería a la llegada de Carlos I de Anjou a la península itálica y la derrota y muerte de
Manfredo de Nápoles en 1266. Ibid., p. 116.
98
“[…] ma io sendomi trouato aroma al tempo dipapa Iohanni .XXIII. suo secretario posso rendere certa
testimonanza essere acchaduto questo […]”(sic) [Pero yo, encontrándome en Roma al tiempo de Juan XXIII,
como su secretario puedo rendir testimonio de haber acaecido esto]. P. Bracciolini, op. cit., p. 50.
99
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 24.
100
Ibid., p. 26.
101
F. Guicciardini, op. cit., p. 186.
55
dónde hacerlo, como cuando en la obra llegó a la guerra contra el papa Eugenio, expresó que
Los seis autores tienen coincidencias en cuanto a su idea de la historia, para todos tenía
relatados. Todos muestran una conciencia del tiempo lineal, en la que el actuar de los hombres
Compagni tuvo razón al ubicar geográficamente su ciudad desde las primeras páginas, ya que
posición geográfica, esto es, en el área denominada Toscana.103 Florencia fue establecida junto
a uno de los cuatro cruces principales del río Arno, por lo que estaba rodeaba de tierras fértiles
y además era un punto obligado en las rutas comerciales hacia el norte. Asimismo, contaba y
amurallado, atravesado por dos vías perpendiculares, que se cruzaban en la plaza principal.
Compagni describió una ciudad bella para propios y extraños. No se limitó describir la ciudad
de Florencia, también puso énfasis en las disputas internas, señaló los grandes males causados
por la división de sus ciudadanos. Para explicar los orígenes del pleito realizó una digresión en
la que narró una historia de la partición en bandos de los florentinos, todo por un lío de
amores.105
102
Ibid., p. 116.
103
La Toscana limita al norte y al este con los Apeninos, al oeste con el mar Tirreno y al sur con el monte
Amiano y los lagos Trasimeno y de Bolsena; asimismo es atravesada por el río Arno.
104
El asentamiento romano se remonta al año 50 o 59 a. C. Vid. P. Antonetti, op. cit., p. 11.
105
D. Compagni, op. cit., p. 7.
56
Por su parte, Villani no sólo relató acontecimientos locales, por el contrario, se dio
tiempo de abordar guerras externas y ajenas, siempre que considerara que habían tenido
alguna repercusión en Florencia, aunque fuera mínima. A lo largo del tomo segundo es patente
que Villani presenció o fue contemporáneo de los acontecimientos porque se explayó mucho
más en su narración. Asimismo, introdujo personajes con breves esbozos acerca de sus
características personales. Esto también es evidente en el tomo tercero, que comienza con un
Por otro lado, Villani narró la misma anécdota que Compagni acerca del comienzo de
la división entre güelfos y gibelinos florentinos, pero a la explicación agregó el origen alemán
de los términos y cómo esta separación se había contagiado a muchas zonas. Lamentó la
parece haberlo ocupado como fuente de su escrito, puesto que la redacción es bastante
diferente.106 Algo fundamental que creía, y que también se percibe en Compagni, es que los
florentinos podían discutir todo el tiempo entre sí, pero cuando la causa era contra su ciudad se
Bruni, igual que el resto de los autores, consignó hechos locales entrelazados con el
acontecer peninsular, pero se enfocó principalmente en los sucesos acaecidos en los campos de
batalla. Asimismo, en la historia se encuentra presente, como no podía ser de otra manera, la
disputa entre güelfos y gibelinos que tantos problemas trajo a la unidad italiana, aunque como
bien señaló Maquiavelo, el autor no profundizó mucho en el tema. Quizá para no herir
güelfos, o de blancos y negros, sí incluyó la anécdota del origen de las divisiones familiares
106
Vid. G. Villani, op. cit., p. 215; y D. Compagni, op. cit., p. 7.
57
que fue narrada también por Compagni y Villani. Y del mismo modo que éstos consideraba
siglo.108 Ante todo Bracciolini enunció su interés en registrar la guerra con Milán, pero le
pareció necesario retroceder un poco en el tiempo, de modo que el texto inicia con un repaso
insistencia por Villani. En cuanto a la etimología de Florencia siguió la teoría de Bruni y así lo
especificó.109
narración es quien más espacio dedicó a la descripción de los asedios, batallas y arengas de los
líderes. Es por lo tanto una fuente de primera mano para conocer las estrategias de sitios,
asaltos y formaciones de la época. Un aspecto que señaló con bastante claridad, y que con
condottieri. Bruni sólo llegó a mencionar muy de pasada su poca confiabilidad, en cambio
Es interesante que aquel movimiento de paz que Bruni describía cerca del final de su
obra, se encuentre también en la historia de Bracciolini, la diferencia es que éste consideró que
107
L. Bruni, op. cit.,. p. 127.
108
Un siglo de guerras entre Milán y Florencia. E. Garin, op. cit., p. II.
109
Lo llamaba Lionardo aretino (sic). P. Bracciolini, op. cit., p. 5.
110
Ibid., p. 64.
58
se trataba de una “nueva religión que fue muy útil al pueblo e hizo mucha paz”.111 De acuerdo
con su descripción era una multitud de más de cuatro mil que vestían de blanco y andaban
cómo el tema de la guerra y la paz aparece repetidamente en la historia: el hecho de que fuera
hay inserciones de discursos a favor de la guerra o de la paz casi en cada libro. Bracciolini
concluyó su narración con la paz del año 1455, con la esperanza expresa de que fuera
duradera.113
Mención especial debe hacerse de los eventos que registró y no tenían relación directa
Toscana que generó terror entre los habitantes por la destrucción y muerte que provocó a su
paso: “causó aquel espantoso torbellino, en todos los sitios por donde pasó, inauditos e
increíbles estragos”.114 A fin de cuentas, como Villani y Bruni, incorporó información acerca
impresionó demasiado.
los hechos de política interior que exterior, aunque eso sí, a la par de los hechos florentinos no
bélico, como a Bracciolini y Bruni, a Guicciardini le llamaba la atención todavía menos, pues
111
“[…] nacque una nuoua religione laquale Molto fu utile apopoli efece fare molte pace[…]” (sic). Ibid., p. 82.
112
Ibid., p. 83.
113
“[…] finalmēte dinouo fermorono una lega uniuersale ditucta italia nellaquale uolle īteruenire elpapa come
capo ditucti […]”(sic) [Finalmente, firmaron de nuevo una liga universal de toda Italia en la cual el papa quería
intervenir como cabeza de todos]. Ibid., p. 229.
114
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 341.
59
se limitaba a señalar que hubo tal o cual batalla. Del mismo modo que Maquiavelo, no tuvo
miedo de dejar entrever en su recuento de los hechos las valoraciones que realizaba sobre
partidos, que todos los demás trataron con diferentes niveles de profundidad, expresó que la
Dino Compagni no precisó sus fuentes, sin embargo, por la naturaleza de su información se
infiere que se basó en testimonios, así como en su propia memoria para el recuento de algunos
Giovanni Villani efectuó una profusa investigación acerca de los orígenes de la ciudad.
Esto es claro, pues una historia de este calado implica una labor de indagación y no
únicamente tener una amplia cultura general. Villani citaba a otros autores cuando no quería
profundizar en un tema que sabía que estaba documentado, remitía directamente al lector a tal
o cual obra. Gracias a que asistió a Roma el año del jubileo, pudo consultar ahí a Virgilio,
Salustio, Lucano, Orosio, Valerio, Tito Livio y otros maestros de la historia. De ahí obtuvo la
inspiración para elaborar una historia de Florencia, que comenzó a compilar ese mismo año de
1300.117 Hay partes de la crónica en que parece que sus fuentes fueron anales, por la brevedad
con la que expuso algunos acontecimientos, pero por cortos que fueran buscaba siempre
115
F. Guicciardini, op. cit., p. 254.
116
Vid. D. Compagni. op. cit., p. 68.
117
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 562-563.
60
ofrecer explicaciones. Y cuando fue testigo presencial, afirmaba haberlo sido y haber
escuchado en persona las nuevas. En momentos así declaraba: “que esta es la verdad, que yo la
vi y la oí.”118 Otra forma que tenía de dar fe por haber presenciado lo narrado dice, “yo
escritor...vi”.119 En cambio, cuando cierta información le parecía dudosa prefería no darla por
hecha, la enunciaba con la aclaración de que “algunos dicen que” o “muchos dicen que” tal o
cual cosa.120
Acerca del modo de proceder de Bruni, resulta interesante que para refutar la teoría
había sido destruido, como sostenía la versión, dado que aún se conservaban algunos antiguos
edificios.121 Es decir, apeló a fuentes arqueológicas. Por su parte Poggio Bracciolini también
mencionó los vestigios de la fundación romana que perduraban en su época.122 Ambos autores
Con respecto a las fuentes de Maquiavelo, puede decirse que para los orígenes de
Hay dos asuntos que vale la pena apuntar acerca de la historia de Guicciardini. El
primero tiene que ver con su relación con los otros autores revisados en el presente trabajo. Es
118
“[…] E questo fu il vero, ch’io l’udì e vidi […]”. Ibid., p. 499.
119
“[…] E io scrittore […] vidi”. Ibid., p. 640.
120
“[…] alcuni dicono che[…]”; “[…] molti dicono che […]”. Ibid., pp. 49; 151.
121
L. Bruni, op. cit., p. 79.
122
P. Bracciolini, op. cit., p. 5.
123
N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 80.
124
Ibid., pp. 23-24.
61
Por sus cartas se sabe que Guicciardini estaba enterado de la labor historiadora de Maquiavelo.
Sin embargo, en su obra no hay mención a ésta, sí habló de Maquiavelo, pero lo hizo en razón
de su quehacer como funcionario de Florencia, nada más. Sobre los otros autores no dijo
absolutamente nada, ni siquiera en la narración del episodio del atentado contra Lorenzo y
Maquiavelo.
La coincidencia principal y evidente de las seis obras, ya sean éstas crónicas o historias, es que
el eje rector de las mismas es el devenir de la ciudad de Florencia. Si bien Villani, Bruni,
Cada uno de los seis con su estilo propio centró la historia florentina y la rodeó de la
Si bien es cierto que los autores no fueron todos contemporáneos, las metas de los seis
concordaban, así como los problemas que percibieron. Su visión sobre los males que
también es hasta cierto punto similar, como se verá en los próximos capítulos. Entre las
aspiraciones que compartían los seis, destaca la búsqueda de unidad entre los ciudadanos, ya
que para todos esa sería la solución de los problemas, incluidos los exteriores, puesto que
podrían defenderse mejor. No todos ellos ofrecieron el mismo nivel de explicación, pero
125
Aunque éste lo hizo muy de pasada.
62
aunque ésta no fuera muy profunda, al haber esbozado que las causas de los problemas de la
ciudad se debían a la discordia civil, uno puede percatarse de que lo que perseguían
Otro aspecto en común, es que las épocas en que vivieron estos hombres fueron de
extranjeras, mismas que fueron narradas por ellos. El hecho de que los seis autores compartan
inestabilidad, las familias que estaban en la cumbre podían cambiar de posición y encontrarse
en la ruina en cuestión de días. Estos autores fueron, asimismo, llevados por la corriente de los
acontecimientos de su época, y sufrieron altibajos del mismo modo que el resto de sus
conciudadanos.
Una acotación que no hay que perder de vista, es que conforme los autores son más
cercanos a nuestra época existe una mayor información biográfica. Del mismo modo, se
conocen más obras de los que son más “modernos”, bien sea porque escribieron más o porque
En el capítulo precedente se explicó que la finalidad de las obras de Dino Compagni, Giovanni
capítulo es mostrar la percepción que cada uno de los seis dejó en sus escritos acerca de la
físico.
contenido ofrecía. En las seis obras hay referencias a los representantes de la Iglesia, pero
también a algunos templos, monasterios e inclusive a la corte papal. Como ninguno de ellos se
involucró con temas doctrinarios o de liturgia el análisis del presente trabajo se centró
permanente de la Iglesia con Florencia y en general con el resto de la península itálica, que los
autores dejaron constancia de ella. Los hechos que narraron no aparecían aislados, como de
alguna forma lo harán en el presente capítulo, sino perfectamente entrelazados con el resto de
siempre están ordenados de manera cronológica, esto no se debe a un error sino a una decisión
consciente y tomada en aras de ofrecer una exposición más clara, en razón de la explicación de
los puntos que se perciben como generalidad en las obras. Cabe decir que las prácticas de los
años, por lo que si en las obras no hubiera habido indicación de las fechas en que ocurrieron
Antes de comenzar, es necesario entender que la mayoría de las veces la Iglesia se asimilaba
con sus representantes. En la cabeza de la lista estaría, por supuesto, el papa, vicario de Cristo
en la Tierra. Por supuesto no era el único, también los cardenales se hallaban sumamente
activos en política como bien registraron los autores; asimismo, los obispos y arzobispos que
del mismo modo tuvieron mucha presencia en las obras. Curiosamente, las órdenes religiosas
tuvieron relativamente poca representación en los textos y, como se verá, cuando llegó a
referirse algo sobre ellas, fue como antecedente vital de algún prelado que comenzó su carrera
eclesiástica en una orden. El único religioso perteneciente a una orden que recibió cierta
atención fue fray Girolamo de Savonarola, pero, por su temporalidad tardía, sólo fue
Antes de entrar en materia debe recordarse que de los seis autores revisados ni
Compagni ni Villani tuvieron relación directa con algún pontífice; Bruni y Bracciolini en
muy relacionados por cuestiones políticas con los pontífices de la familia Medici.1
2.1.1 EL PAPADO
El papa era, como lo es ahora, el máximo representante de la Iglesia, y por ende su más alta
autoridad. En principio puede decirse que lo que retrataron todos los autores fue un papado
poderoso, pero no sólo eso, de sus escritos puede entresacarse que cada pontificado tuvo sus
1
León X fue cabeza de la Iglesia entre 1513-1521 y Clemente VII entre 1523-1534. En otras palabras, fueron
papas en un periodo al que ninguna de las obras llegó, por lo que no serán objeto de análisis en el presente.
65
matices debido a que los vicarios de Cristo eran seres humanos y como tales podían tener
intereses personales o familiares que en ocasiones ponían por encima de su labor papal.
Cada vez que aparecían en escena rivales al poderío pontifical que intentaban quitar al
papa algo de control, éste defendía lo que consideraba eran sus derechos. Bruni explicó muy
bien la razón de las disputas entre Papado e Imperio que dividieron a casi toda la península
itálica en dos grandes facciones, las ya mencionadas güelfa y gibelina. En sus palabras “las
causas de sus discordias eran que los pontífices querían mantener algunas jurisdicciones
eclesiásticas”.2 Su observación es muy acertada porque, como se verá, la lucha del papado
tenía que ver con conservar sus prerrogativas en el nombramiento de altos dignatarios y con su
La Iglesia por sí sola no tenía la fuerza necesaria para defenderse de las agresiones
armadas llevadas a cabo en su contra, por lo que precisaba de alianzas, que como se verá,
serían de ocasión, ya que tampoco le convenía que sus asociados adquirieran demasiado
poder. Para Maquiavelo “los pontífices fueron la causa principal de todas las guerras que se
dieron en Italia, y ellos fueron también quienes la mayor parte de las veces llamaron a los
bárbaros que la invadieron”.3 En efecto, los papas tenían la costumbre de llamar ejércitos de
vulnerabilidad por varias razones, una de ellas es que se exponía a la mala conducta de las
fuerzas mercenarias, como ocurrió en 1303 cuando Bonifacio VIII fue aprisionado por
2
“Le cagioni delle loro discordie erano, che alcune giurisdizioni ecclesiastiche i pontefici volevano mantenere.”
Leonardo Bruni, Istoria Fiorentina, Florencia, Felice Le Monnier, 1861, p. 80.
3
Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia, Madrid, Tecnos, 2009, p. 42.
66
mercenarios con bandera del rey francés, que además hicieron destrozos y robaron en la
Otra amenaza eran los propios monarcas, pues cuando el papa hacía uso de sus
Bonifacio VIII no concluyó con el mencionado saqueo, ya que después de estos eventos:
Puede considerarse que éste fue un triste final para un pontífice al que se había
considerado sumamente poderoso. Compagni lo describía como un hombre “de gran voluntad
y alto ingenio, [que] guiaba la Iglesia a su modo y rebajaba a quien se le oponía.”6 Por su parte
poderoso que él era y se sentía, viéndose a sí [mismo capaz de] hacer cualquier ultraje al rey,
Este no fue el único momento en que un pontífice terminó capturado por un monarca,
Villani narró un episodio semejante, ocurrido casi doscientos años antes entre el emperador
Enrique III y Gregorio VII, en el que el soberano “apresó al papa la noche de Navidad, cuando
cantaba la primera misa en Santa María Mayor, y lo puso en prisión en una de sus torres; pero
4
Vid. Dino Compagni, Cronica, Florencia-Milán, Thèsis, 1968, p. 54.
5
“Il re di Francia per questa cagione raunò in Parigi molti maestri in teologia e baccellieri, de’ frati Minori e
Predicatori e d’altri ordini; e quivi il fece pronunziare eretico, e poi il fece ammunire, accusandolo di molti
orribili peccati. Il papa era preso in Alagna; e sanza fare alcuna difesa o scusa, fu menato a Roma, ove fu
ferito nella testa, e dopo alcun dì arrabbiato si morì.” Idem.
6
“Di grande ardire e alto ingegno, e guidava la Chiesa a suo modo, e abbassava chi non li consentia”. Ibid. p.
23.
7
“Superbo e dispettoso, e ardito di fare ogni gran cosa, come magnanimo e possente ch’egli era e si tenea,
veggendosi fare quegli oltraggi al re, mescolò lo sdegno co la mala volontà”. Giovanni Villani, Nuova
Cronica, Turín, Einaudi, 1979, p. 307.
67
el pueblo de Roma aquella misma noche lo liberó, y destruyó dicha torre.”8 El final, de
momento, no fue tan trágico puesto que la población lo rescató, y lo hizo porque se sintió
agraviada por el hecho. Algo que no ocurrió en el caso de Bonifacio VIII, quien en 1297,
había privado del cardenalato a Piero de Colonna, y no conforme con eso lo excomulgó, y
junto con él a toda su familia. Dicha estirpe romana era de sus grandes opositoras.9 Por lo
La vulnerabilidad del papado podía subsanarse de alguna manera con el uso de ciertas
En teoría la excomunión se daba por motivos religiosos o morales, pero ésta podía justificarse
si se equiparaba a los enemigos del papa con los enemigos de la Iglesia. En segundo lugar, él
era el único con la autoridad de coronar monarcas, y por último, poseía la capacidad de otorgar
El instrumento más socorrido por los papas era la excomunión. En las obras revisadas
existen varios ejemplos tanto de amenazas como de casos en que se llevó a cabo. Los
pontífices no siempre se conformaban con recurrir a esta medida a nivel individual. Las
voluntad papal. En 1306, por un conflicto con Bolonia, toda la zona fue excomulgada, pero el
énfasis estaba puesto en la universidad de la ciudad y en todo aquel que acudiera a formarse
ahí.10 En el siguiente capítulo se verá cómo Florencia sufrió este castigo varias veces. No
obstante, las amenazas, pero sobre todo las propias excomuniones, no siempre surtían el efecto
8
“Prese il papa la notte di Natale, quando cantava la prima messa in Santa Maria Maggiore, e miselo in
pregione in una sua torre; ma il popolo di Roma quella medesima notte il liberarono, e disfeciono la detta
torre.” Ibid., p. 160.
9
Vid. Ibid., pp. 548-549.
10
Vid. Ibid., pp. 653-654.
68
de sumisión esperado y algunos, como Maquiavelo, pensaban que por haber hecho el papado
Con respecto a la coronación del emperador por el pontífice, costumbre que data desde
la época de Carlomagno, según Villani, Bruni y Maquiavelo, puede decirse que era una
práctica muy arraigada. Al grado de que los monarcas enemigos de la Iglesia en ocasiones se
reconciliaban temporalmente con la Santa Sede y una vez pasada la coronación volvían a
romper relaciones, o, en casos más extremos creaban su propio papa que los coronara, tal
como ocurrió con el emperador Luis de Baviera que en 1328 nombró un falso pontífice y
desplazó al legítimo Juan XXII. El “nuevo papa” incluso designó cardenales y confirmó a Luis
en el imperio.12 También podía darse el caso de que el emperador cumpliera con el protocolo
de acudir a la coronación y que el papa estuviera ausente de Roma, tal como le sucedió en
1312 a Enrique VII, quien viajó a Roma para recibir la corona imperial, cuando Clemente V y
la corte papal se encontraban en Francia, así que fue coronado en la iglesia de san Juan de
Letrán por tres cardenales, en representación del Santo Padre que había otorgado su permiso
para que así lo hicieran.13 Al tener su autorización fungieron como sus representantes, lo que
pesar de todos los conflictos entre monarcas y papado, en 1401 proseguía la costumbre de que
el emperador fuera coronado por el Vicario de Cristo. Así pues, Roberto, el nieto de Carlos de
El último aspecto resaltado por los autores, relacionado con el papa, era que él tenía la
última palabra a la hora de otorgar un señorío, y como se verá, esto también lo ocupaba para
11
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., pp. 42-43.
12
Vid. L. Bruni, op. cit., p, 276.
13
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 86.
14
Vid. Poggio Bracciolini, Historia Fiorentina. Tradotta da Iacopo suo figlio, Cortona, Grafiche Calosci, 2004,
p. 84.
69
obtener lo que deseaba. Como se consideraba que era atribución del sumo pontífice designar
gobernantes legítimos, en 1268 Enrique y Federico hermanos y enemigos del rey de Aragón,
le solicitaron para el primero el dominio de Cerdeña.15 Asimismo, en 1296 Bonifacio VIII dio
a Jaime de Aragón la señoría de Cerdeña como premio por su apoyo en la lucha por la
recuperación de Sicilia contra su propio hermano, sin importarle que alguien más tuviera su
dominio.16 Pero los pontífices no sólo cedían señoríos a sus aliados de familia real; de acuerdo
con Guicciardini, Sixto IV le otorgó a su sobrino Girolamo Riario el dominio de Imola y Forlí
en el siglo XV. Cesión que generó preocupación en la familia Medici por la acumulación de
poder que estaba consiguiendo la familia della Rovere de la que procedía el Vicario de
Cristo.17 Cabe destacar que no cualquier podía llegar a solicitar un reino. Se trataba de
miembros de la familia real, que presentaban su caso, en el que exponían tanto sus méritos a
favor de la Iglesia como su línea genealógica. Tocaba al papa juzgar si concedía la petición o
no. En el caso de Sixto IV y su sobrino se trató de un asunto de nepotismo y no fue bien visto
En otra parte ya se ha señalado que las ligas entre el papado y los monarcas no eran
permanentes. Los aliados del pontífice no tenían certeza de cuánto duraría la alianza, y sabían
La vida breve de los papas, los cambios que se verifican en las sucesiones, el poco
temor que de los príncipes tiene la Iglesia, y sus pocos escrúpulos en el momento de
tomar sus decisiones, hacen que ningún príncipe secular pueda fiarse por completo de
los pontífices, ni unir su suerte a la de ellos. Y quien se alíe con el papa en las guerras
15
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 135.
16
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 544-545.
17
Vid. Francesco Guicciardini, Historia de Florencia, 1378-1509, México, Fondo de Cultura Económica, 2006,
p. 142.
70
Por esta razón las elecciones pontificales podían llegar a complicarse mucho. Los
reyes, si podían, colocaban a sus hombres de confianza entre los cardenales electores para que
apoyaran a un candidato que fuera a favorecerlos lo más posible. Según Bruni el año 1269 fue
famoso, entre otras cosas, por la muerte del papa y la disputa entre los cardenales por su
sucesión. Dos años de cónclave fueron necesarios para elegir un sucesor.19 En la disputa de los
cardenales por la sucesión de Clemente IV “era tanta su obstinación que ni el temor a Dios, ni
los ruegos de los hombres, ni las lamentaciones de los cristianos los hacían terminarla.”20 Pero
la elección de un pontífice no era cosa fácil. Había demasiados intereses de por medio.
Estos conflictos en los cónclaves ocurrieron en varias ocasiones, no eran pocos los
interesados que codiciaban que su candidato llegara al máximo cargo para verse beneficiados.
asunto estaba tan dominado por ellos que el papa fue consagrado en Lyon, y ni siquiera viajó a
Roma para cumplir el ceremonial. Compagni narró que en su momento “se decía que su
consagración se arruinó por el lugar donde estaba, y que se le cayó la corona de la cabeza y
que el rey de Francia no quería que se fuera de ahí.”21 Por supuesto, esto lo decía un italiano,
no un francés.
Otro caso de un Pastor Universal colocado por intereses ajenos a los de la Iglesia fue la
18
N. Maquiavelo, op. cit., p. 428.
19
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 143.
20
“Era tanta la loro ostinazione, che nè timore di Dio, nè prieghi degli uomini, nè le querimonie de' cristiani, li
ritraevano da tale contesa.”Ibid., p. 144.
21
“Dissesi che alla sua consecrazione rovinò il luogo ove era, e che la corona gli cadde di capo, e che il re di
Francia non volea si partisse di là.” D. Compagni, op. cit., p. 66.
71
Sobrino del papa Calixto III, llegando a la dignidad pontificia con el apoyo de
Ludovico y monseñor Ascanio, quien como compensación fue nombrado vicecanciller,
pero principalmente con simonía, porque con dinero, cargos, beneficios, promesas y
con toda su fuerza y recursos se puso de acuerdo y compró los votos de los cardenales
y del colegio, cosa en verdad fea y abominable y comienzo muy adecuado para sus
perversas actividades y comportamientos futuros.22
Nuevamente, no fue un rey quien manipulaba el concilio, sino una familia poderosa
Así como hubo largos cónclaves, hubo también momentos en que los concilios
tomaron decisiones con rapidez; a partir de 1276, tras el fallecimiento de Gregorio X, hubo un
lapso muy breve con cuatro pontífices: Inocencio V, Adriano V, Juan XXI y Nicolás III, pero
estos papas no permanecieron mucho tiempo en la Silla, debido a sus rápidas muertes. Con
Nicolás III terminó esta mala racha. Era este Santo Padre italiano y se encontraba en pugna
constante con los cardenales franceses que eran favorables a Carlos de Anjou.23 Esta situación
da pie a considerar que las reuniones para elevar a una persona a la dignidad de Cabeza de la
Iglesia no eran los únicos foros con discusiones. En cuanto Nicolás III murió, los cardenales
de ambos bandos iniciaron la lucha por elegir al sucesor. En este caso pesaban más las
se sentía como una invasión francesa a los territorios peninsulares y un ataque a sus intereses,
22
Vid. F. Guicciardini, op. cit., p.199.
23
Vid. L. Bruni, op. cit., pp. 153-154.
24
Ibid., p. 156.
72
El descontento del autor era sobre todo por los intentos de subyugar poblaciones que
no les correspondían por derecho, como se aceptaba que se hiciera con las tierras que sí eran
Las afinidades de los papas no sólo se daban en razón de su origen. Villani resaltó en
su crónica que Nicolás IV era de progenie gibelina, así que durante su pontificado de manera
velada apoyó este bando, inclusive encumbró familias y personas, concretamente a los
Colonna en Roma.26 Esos mismos Colonna que luego serían agraviados por Bonifacio VIII .
En relación a los bienes privados que podía llegar a poseer algún prelado, Guicciardini
registró una disputa entre el pontífice Paulo II y un grupo de particulares, por los bienes de un
cardenal, el patriarca de Aquilea que murió en Oriente, “persona sumamente rica, que tenía
testamento dejó estos bienes a ciertos miembros de la familia Scarampi […] Ahora bien, el
papa quería para él este tesoro, pretextando que se trataba de bienes eclesiásticos”.27 Este caso
manifiesta dos aspectos, por un lado el enriquecimiento del prelado, pero por otro la ambición
papado antiguo que en su opinión era más virtuoso. El caso emblemático es el de León I:
Hombre de gran santidad, se movilizó por la salud de todo el resto de Italia y fue a
visitar a Atila; y encontrándolo junto al río Mincio, en sus campos, el buen pontífice
25
“Era stato il pontificato nelle mani de' Franceschi continuamente, da Clemente sesto insino allora. Questi tali,
mandando di Francia legati, governavano per Italia le città sottoposte alla chiesa romana. La loro signoria
era altiera e quasi intollerabile: e non solamente le città della chiesa, ma ancora quelle che erano chiamate
libere volevano sottomettere. I loro governi e apparati erano non di pace, ma di guerra: e Italia si trovava già
piena di gente oltramontana.” Ibid., p. 410.
26
Vid. G. Villani, op. cit., p. 482.
27
F. Guicciardini, op. cit., p. 124.
73
con humildes ruegos habló tan benignamente que, antes de que se fuera, mitigó la
ferocidad del campeón, y como gracia obtuvo que, [una vez] abandonada Italia, se
volviera a Hungría.28
A decir de Bruni, el papa se arriesgó por la seguridad de todos los italianos, en un viaje
que no sabía cómo terminaría. Según Maquiavelo, Atila “se dirigió a Roma, de cuya
destrucción se abstuvo a ruegos del pontífice.”29 Pero más allá de si lo hizo por salvar a Roma
o a toda Italia o a sí mismo, lo que importa es el señalamiento de los autores: que fueron su
acuerdo con Maquiavelo, hasta la llegada de los normandos “comenzaron los pontífices a
adquirir mayor autoridad de la que hasta entonces habían tenido, ya que los primeros
sucesores de san Pedro eran reverenciados por la gente sólo a causa de la santidad de su vida y
por sus milagros.”30 De acuerdo a su posición, los papas no estaban tan adentrados en asuntos
religión.
A pesar de todo, en los autores había reconocimiento para los buenos vicarios de
Cristo. En ocasión del ascenso de Benedicto XI a la silla de san Pedro en 1303, Compagni lo
describió como un hombre constante, honesto, discreto y santo, que antes había llegado a ser
prior general de la orden de Predicadores.31 Por su parte, Maquiavelo enalteció al papa Pío II,
quien según este autor sólo se preocupaba por el bien de los cristianos y la honra de la Iglesia,
a diferencia de su antecesor Calixto III, que planeaba entregar el reino de Nápoles a su sobrino
28
“Uomo di grande santimonia, si mosse per la salute di tutto il resto d’Italia ad andare a visitare Attila: e
trovatolo appresso il fiume del Mencio ne’ suoi campi, il buono pontefice con umili prieghi parlò tanto
benignamente che, innanzi che si partisse, mitigò la ferocità del vincitore, e di grazia ottenne, che, lasciata
Italia, se ne tornasse in Ungheria.” L. Bruni, op. cit., p.70.
29
N. Maquiavelo, op. cit. p. 32.
30
Ibid., p. 41.
31
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 56.
74
Pedro Luis Borja.32 Nuevamente, son las virtudes pontificales y su labor a favor de su grey lo
Otra característica que reconocían los seis florentinos era la labor de los pontífices
como mediadores de paz. En 1311 el papa Clemente V mandó tres cardenales a negociar la
paz entre el emperador y la ciudad de Brescia. Los cardenales entraron a la ciudad sitiada y
fijaron los términos que el emperador ofrecía a los habitantes, los habitantes aceptaron y se
rindieron ante los emisarios.33 El pontificado de su antecesor, Benedicto XI, aunque breve, se
reconciliación retiró la excomunión al rey Felipe de Francia.34 Por otro lado, Maquiavelo
explicó que Inocencio VIII “dado su carácter afable, pues era hombre condescendiente y
tranquilo, logró que se depusieran las armas y, por el momento, devolvió la paz a Roma”.35
Por lo tanto, se puede decir que la búsqueda de la paz era un valor que se les reconocía y que
momento cuestionaban el dogma o autoridad de la Iglesia, ésta no era el problema, lo eran sus
malos representantes, hombres indignos, a fin de cuentas, del lugar que ocupaban. En palabras
de Compagni “la santa Iglesia de Roma, la cual es madre de los cristianos cuando los reyes
pastores no la hacen errar”.36 Claramente el problema nunca fue la Iglesia, sino los que se
aprovechaban de ella, o incluso aquellos que intentaron hacer el bien con efectos adversos:
32
Vid. N. Maquiavelo, op. cit. p. 344.
33
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 81.
34
Vid. G. Villani, op. cit., p. 614.
35
N. Maquiavelo, op. cit. p. 445.
36
“La santa Chiesa di Roma, la quale è madre de’ Cristiani quando i rei pastori non la fanno errare”. D.
Compagni, op. cit., p. 74.
75
“Los pontífices, unas veces por amor a la religión y otras veces por sus propias ambiciones, no
Existen numerosos ejemplos de malos pontificados, el de Juan XII destaca ya que fue
impuesto en el cargo, además de que era un sujeto de costumbres nada piadosas: “hombre de
mala vida, teniendo públicamente mujeres”.38 Puede deducirse que el señalamiento no iba
solamente en función de que tuviera mujeres, sino en que ni siquiera se tomaba la molestia de
ocultarlas.
También están los casos de hombres que habían sido virtuosos hasta que llegaron al
implantación a esas escalas. Este papa benefició a sus familiares y cuando quiso emparentar
con Carlos de Anjou fue desairado porque no estaba a la altura del monarca, por supuesto se
volvió su enemigo.39 La mala fama de Nicolás III era grande: según Maquiavelo fue el
primero de los papas que mostró abiertamente su ambición y que se propuso, bajo pretexto de
Pero, la máxima expresión del abuso de poder fue Sixto IV, enemigo acérrimo de los
el primer pontífice que comenzó a hacer patente el poder verdadero de un papa y cómo
la autoridad papal puede disimular muchas cosas que antes se llamarían pecados.
Figuraban en su familia Pedro y Jerónimo que, según la opinión general, eran hijos
suyos pero a los que encubría con menos escandaloso nombre. A Pedro que era fraile,
lo elevó a la dignidad del cardenalato[...], mientras que a Jerónimo le dio la ciudad de
Forlí.41
37
N. Maquiavelo, op. cit., p. 58.
38
“Uomo di mala vita, tegnendo piuvicamente le femmine”. G. Villani, op. cit., p. 122.
39
Vid. Ibid., p. 405-408.
40
N. Maquiavelo, op. cit., pp. 58-59.
41
Ibid., p. 381.
76
Se ha insistido en destacar la enemistad que existía entre los florentinos y este papa, y
no hay duda de que todos estos rumores acrecentaban el malestar y desagrado hacia él.
Por otro lado, en las obras de estos cronistas e historiadores no sólo hay ejemplos de
buenos y malos papas. También está la postura que tuvieron ante los antipapas, llamados así
por la propia Iglesia con posterioridad. El problema de los antipapas es complejo, puesto que
fueron designados de este modo por aquellos que ganaron en una contienda por el poder.
Mientras duraba la lucha, ambos bandos llamaban antipapa al representante del bando
opositor. Estos autores no llamaron antipapas a todos los que hoy en día son reconocidos así
por la institución eclesiástica, pero sí es un término del que hicieron uso. La diferencia se
representación en la Santa Sede; aunque fuera de manera escueta siempre anotó algún dato al
respecto. Según Villani “después de la muerte del buen Carlomagno, muchos diversos
cambios hubo en la Iglesia, que en cualquier hora había dos papas en un momento y en
este caso Villani habló de pontífices simultáneos sin enfatizar la legitimidad de alguno de
ellos, pero posteriormente, cuando se refirió al conflicto entre Gregorio VII y el emperador
alemán Enrique IV, que llegó a Roma “con su antipapa, el cual había hecho por la fuerza”,43 es
claro que Villani consideraba a Gregorio el pontífice legítimo, y al impuesto por Enrique IV
como ilegítimo, de ahí el apelativo de antipapa, que en el caso anterior no había utilizado.
42
“Apresso la morte del buono Carlo Magno, molte diverse mutazioni ebbe nella Chiesa, che talora furono due
papi a un’ora, e talora tre; e cacciando l’uno l’altro, e faccendo morire”. G. Villani, op. cit., p. 122.
43
“Arrigo co l’antipapa suo il quale avea fatto per sua forza”. Ibid., p. 151.
77
En este contexto es pertinente recordar que tanto Leonardo Bruni como Poggio
Bracciolini trabajaron para la corte papal en el periodo conocido como Cisma de Occidente.
como “antipapa” o falso pontífice, al referirse a los líderes del otro bando, pero su postura no
siempre coincide con los que hoy son identificados como tales.
Bruni se refería al papa nombrado por Luis de Baviera como falso pontífice, y narró
que éste lo abandonó en Pisa “con su sequito de heréticos y excomulgados”.44 Conforme las
derrotas del bando de Luis arrinconaron, al “falso pontífice, que había sido dejado en Pisa por
él, después de la rebelión de los pisanos, fue conducido ante el verdadero papa donde
concretamente en 1331. El Cisma de Occidente comenzó hasta 1378, y para ese periodo Bruni
no se expresó en términos de antipapado, más bien, como ya había hecho Villani al referirse a
otra época, sólo dijo que “parecía que dos reyes y dos pontífices contendían”.46
Por su parte, Bracciolini expresó que el concilio de Pisa se organizó “contra Gregorio
[XII], verdadero pontífice”.47 Este señalamiento es importante porque marca su postura con
Maquiavelo, desde la distancia de los años también trató el tema del Cisma de
conflicto, que cambiaban de aliados constantemente. En el que estos últimos creaban antipapas
44
“Con tutta la sentina degli eretici e scomunicati”. L. Bruni, op. cit., p. 284.
45
“Il falso pontefice che era stato lasciato a Pisa da lui dopo la rebellione de' Pisani, condotto al vero papa,
aveva riconosciuta la verità”. Ibid., p. 293.
46
“Pareva che due re e due pontefici contendessino”. Ibid., p. 449.
47
“[…] el cōcilio cōtro agregorio uero pōtefice […]” (sic). P. Bracciolini, op. cit., p. 111.
78
palabras: “Había en aquel tiempo tres papas, Gregorio, Benedicto y Juan, a causa de lo cual la
Iglesia estaba debilitada y sin autoridad”.48 En ese primer momento se refirió a los tres como
papas. Cuando describió la resolución del conflicto en el concilio de Constanza que, según él,
había sido convocado por el papa Juan XXIII, quien contaba con el apoyo de los cardenales, sí
llamó antipapas a los otros dos contendientes. En el concilio fueron depuestos los tres:
Resulta sumamente llamativo que la Iglesia católica reconozca hoy como al papa
confundido.
Hay otra noción muy interesante en estos autores y es la equiparación que realizaban
de los enemigos del papa como enemigos de la Iglesia. Es más interesante que, cuando dicho
enemigo era Florencia, la cosa cambiaba y no se efectuaba semejante equivalencia. Este tema
se tratará con mayor detenimiento en el capítulo 3. Por ahora basta con apuntar lo señalado por
Compagni, quien se percató de que el papa Bonifacio con su plan de invitar a Carlos de Valois
a Italia “quería abatir a los Blancos y levantar a los Negros, y hacer de los Blancos enemigos
del papa con los florentinos, sí se demuestra la posibilidad de “enemistarse con la Iglesia”, en
este caso debido a su intervención en asuntos políticos. Villani fue mucho más explícito al
señalar que un enemigo del papa era un enemigo de la Iglesia, y lo expuso al referirse a
48
N. Maquiavelo, op. cit., p. 72.
49
“Volea abattere i Bianchi e innalzare i Neri, e fare i Bianchi nimici della casa di Francia e della Chiesa”. D.
Compagni, op. cit., p. 29.
79
el cual papa Gregorio tenía gran guerra con el emperador Federico, porque el
emperador de ninguna manera quería dejarle las razones y jurisdicciones de la Santa
Iglesia, pero principalmente [porque] las ocupaba, e hizo abatir y abandonar muchas
iglesias del reino, haciendo graves impuestos a los clérigos y a las iglesias.50
Esta afirmación de Villani recuerda aquella en la que Bruni definió el porqué de las
diferencias entre imperio y papado.51 Y muestra la clase de medidas que los emperadores
su “primera rebelión nació por culpa de Enrique IV, emperador enemigo del romano
pontífice.”52 Esta explicación iba encaminada a la definición de los bandos güelfo y gibelino
iba dirigida a exponer que los florentinos eran amigos de la Iglesia desde mucho tiempo atrás
y se vincula con esta idea de que en caso guerra ésta era con el papa, no con la Iglesia en sí.
El alto clero tiende a verse reflejado en las crónicas e historias más cercano a los intereses
mundanos que a los celestiales, aunque por supuesto hay excepciones. Los legados, como
gobernadores civiles de algún lugar, tenían que hacerse cargo de cuestiones políticas e incluso
bélicas. Las figuras que aparecen en los seis trabajos son las de cardenales y obispos
principalmente. A veces un solo individuo podía tener las dos dignidades, es decir, que había
obispos que también eran cardenales, igual que hoy en día. En las obras se detectan dos tipos
50
“Il quale papa Gregorio ebbe collo imperadore Federigo grande guerra, imperciò̀ che·llo ’mperadore in nulla
guisa volea lasciare le ragioni e giuridizioni di santa Chiesa, ma maggiormente l’occupava, e molte chiese del
Regno fece abattere e disertare, faccendo imposte gravi a’ cherici, e alle chiese.”G. Villani, op. cit., p. 231.
51
Vid. Supra. p. 65.
52
“Laprima loro r’belliōe nacq’ p’ difecto dihērico quarto īperador’ nimico del romāo pōtefice […]”(sic). P.
Bracciolini, op. cit. p. 6.
80
de acción que ejercían estos legados: la que les mandaba el Sumo Pontífice o la que servía a
bajo las órdenes y el cobijo del Santo Padre. Las crónicas e historias revisadas revelan que la
actuación de estos emisarios podía tener éxito o no tenerlo, debido a que a veces eran bien
presencia; asimismo, se percibe que podían tener misiones de índole diversa: ser enviados a
gobernar a una región, o a realizar negociaciones de paz, o inclusive a pelear en algún frente.53
Uno de los grandes triunfos de un enviado del papa fue concertar la paz definitiva en la
península itálica en 1453. El legado era “cardenal de Fermo y summo penitentieri, hombre con
una grandísima reputación por su doctrina y por la santidad de su vida”.54 Éste logró que se
conformara “una liga universal de toda Italia en la cual quería intervenir el papa como cabeza
de todos”.55 Esta paz había sido perseguida por los florentinos durante muchos años. Pero no
todas las intervenciones del papado eran exitosas. Así, el Cardenal de Prato por ejemplo, había
sido enviado a Florencia para buscar un acuerdo entre los partidos Blanco y Negro. Las
públicas faltas de respeto contra él, que lo hicieron dejar la ciudad. Huyó a refugiarse a
53
Sobre las disputas que tenían los cardenales que residían en la corte papal o que acudían a ésta a los cónclaves
para elegir pontífice ya se ha hecho referencia en el apartado anterior, así que su labor en la corte pontificia ya
no se abordará en el presente.
54
“[…] Cardinale di Fermo esummo penitētiere huomo eper doctrina eper sāctita di uita di grādissima
riputatione […]” (sic). P. Bracciolini, op. cit. p. 228.
55
“[…] una lega uniuersale ditucta italia nellaquale volle īteruenire elpapa come capo ditucti […]” (sic). Ibid.,
p. 229.
56
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 61.
81
La historia de Maquiavelo da cuenta de otro tipo de función que podían tener los
legados papales. La refirió porque los florentinos se sentían amenazados ante la inminente
llegada a la Toscana del patriarca de Alejandría que se encargaba de dirigir las tropas del
pontífice. Maquiavelo relató también que a su muerte fue sustituido por el patriarca de Aquilea
en la conducción de su ejército.57 Villani, por su parte, anotó que en 1284 el legado papal en
Florencia y los obispos dieron indulgencias y perdones a quien dio ayuda y limosnas para la
remodelación de Santa Reparata o Santa María del Fiore, como se le llamó a partir de ese
momento.58
dignidad para beneficiarse a sí mismos o a sus familias. Un claro ejemplo de esto era el
cardenal de San Pietro in Vinculis “que tenía en su poder la ciudad de Ostia y no quería
devolverla al papa. El papa se disgustó mucho”.59 Este caso era sin duda una directa rebelión
hacia la autoridad apostólica. Pero también había legados que actuaba de mala fe, no contra el
actuación de un legado papal que, en 1377, permitió que los mercenarios bretones que
sus términos. No “había respeto alguno por edad, chico o grande, hombre o mujer; ninguna
gobierno. En ningún acto, ni en una mínima demostración el legado hacía señal de que le
57
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., pp. 275-277.
58
Vid. G. Villani, op. cit., p. 536.
59
F. Guicciardini, op. cit., p. 200.
60
“[…] niuno respecto uera deta dipiccolo : ogrande: maschio ofemina: nessuna pieta : ne misericordia :
lacrudelta elauaritia della gente darme erano leleggie elgouerno loro : ne in acto alcuno o in minima
82
del autor.
Los obispos y arzobispos tienen mucha presencia en las obras porque participaban
presentan múltiples elementos en común. Así, por ejemplo, hay al menos un par de obispos de
Arezzo a los que se reconocía por su labor militar. Compagni señaló de uno de ellos “que
sabía mejor el oficio de la guerra que el de la Iglesia”.61 Este obispo debía su lealtad a su
ciudad y partido, por encima de su condición de hombre de Dios, así pues, rindió su castillo
episcopal ante los florentinos como si se tratara de un particular, para que resistieran la
invasión de Manfredo de Sicilia.62 A su vez, Villani tenía una apreciación similar de este
individuo: “Guiglielmino degli Ubertini di Valdarno, que ahora era obispo de Arezzo, y era
más hombre de armas que de honesta clerecía.”63 No es necesario explicar que compartían la
opinión acerca del religioso, ya que prácticamente lo describieron con las mismas palabras. De
acuerdo con Bruni, el mencionado obispo, lideró en 1287 a un grupo de hombres que tomaron
un castillo y aterrorizaron a los sieneses, que eran sus enemigos. Además, afirmaba que el
obispo peleaba por sus propios intereses, Bruni se sustentaba para esta aseveración en que el
que su principal labor era la bélica, sino que notaba dónde estaban sus intereses. Con respecto
dimostratione faceua uista ellegato didispiacergli: o hauere pensieri dicorregerli […]” (sic). P. Bracciolini, op.
cit., p. 43.
61
“Che sapea meglio gli ufici della guerra che della chiesa”. D. Compagni, op. cit., p. 10.
62
Ibid. pp. 10-11.
63
“Guiglielmino degli Ubertini di Valdarno, che allora era vescovo d’Arezzo, e era più uomo d’arme che a
onestà di chericia”. G. Villani, op. cit., p. 474.
83
a la muerte del obispo en combate, fue narrada por Bruni como si se tratara de un hecho
común.64 Compagni también lo registró con naturalidad, como un enemigo más caído.65
Por otra parte, el obispo Guido de Arezzo, era miembro de una de las principales
hombres de armas y con ellos tomó varios castillos de la región. Él sí fue excomulgado debido
a su militancia, y aun así coronó emperador a Luis [IV] de Baviera, cuando éste a su vez, lo
encumbró [anti]papa bajo el nombre de Nicolás V en 1328. Sobra decir que esto no tenía
Se ha mostrado por medio de varios ejemplos, que era sumamente común que los
obispos colocaran las lealtades familiares por encima de su función eclesiástica, asimismo
tenían obligaciones hacia el partido al que pertenecían, es así que Lottieri dalla Tosa, obispo
de Florencia, y su sobrino Baldo no podían apoyar a los inconformes contra la opresión del
popolo grasso mientras el papa Bonifacio VIII viviese, por miedo a la reacción que tendría al
enterarse.67 Esa no fue la única vez que un obispo florentino fue partidario de una revuelta.
Bruni relató que Angelo Acciaiuoli, formó parte del comité que en 1343 debía reformar las
ciudad para terminar con la tiranía.68 Para Maquiavelo no sólo era un componente, en su
narración lo colocó como cabeza de la conjura contra Gualtiero, duque de Atenas y tirano en
su ciudad.69
Los cargos de obispo y arzobispo eran muy deseados, principalmente por los
beneficios que el individuo y su familia adquirían con éstos. Compagni plasmó el pleito entre
64
Vid. L. Bruni, op. cit., pp. 163-174.
65
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 12.
66
Vid. L. Bruni, op. cit., pp. 234-268.
67
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 56.
68
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 333.
69
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 127.
84
aspirantes a un obispado, a la muerte del titular. Fue una lucha en la que llegó a haber muertos.
La disputa se dio entre bandos laicos, entre familias.70 Una consecuencia de que los obispos
dieran prioridad a los asuntos mundanos era que no se les respetaba como figura religiosa. En
1381 el rey Carlos dejó como encargado del gobierno de Arezzo a un obispo francés, bajo la
suposición de que por ser religioso administraría bien y pacíficamente la ciudad, el rey Carlos
no se percató de su maldad, los ciudadanos sí.71 El rey pensaba en el obispo como religioso,
pero la población no lo vio de esa manera. Es claro que los autores veían a estos prelados
hay que señalar que en los textos hay alguna que otra mención a distintos abades. Algunos
hacen referencia a sus buenas acciones y otros denuncian las malas. Compagni juzgaba que el
prior abad de la iglesia de San Piero Scheraggio, era un hombre malo y disoluto que además
tenía enemistad con sus propios familiares. Así pues, narró que a él se le encomendó que
iniciara un incendio que cundiría por un sector importante de la ciudad, para acrecentar una
ola de disturbios.74 En su crónica, Villani informó que en efecto, “Neri Abati, clérigo y prior
de San Piero Scheraggio, hombre mundano y disoluto, rebelde y enemigo de sus parientes,”75
inició el fuego en casa de sus familiares, que se extendió por varias zonas de la ciudad. Como
70
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 81.
71
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 442.
72
Vid. P. Bracciolini, op. cit., p. 8.
73
Vid., N. Maquiavelo, op. cit., p. 138.
74
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 62.
75
G. Villani, op. cit., p. 623.
85
narrar el atentado contra los Medici, dijo que los sacerdotes de la catedral de Santa Reparata,
sacristía.76
Como ya se ha dicho, no hay una gran presencia de las órdenes religiosas en las obras, por lo
general cuando aparecen se trata de individuos de los que se busca informar su pertenencia a
sabio, y esa clase de valores. A diferencia de las referencias a los obispos y cardenales que
suelen ser bastante parecidos entre sí, cuando los autores hablaron de las órdenes el panorama
La presencia más notoria en las crónicas e historias es sin duda la de las órdenes
Villani narró el surgimiento de ambas órdenes mendicantes y la relevancia que tuvo cada una
en la corrección de la Iglesia que había caído en “muchos errores y por muchos pecados
disolutos, no temiendo a Dios”.77 Sobre santo Domingo afirmó que “por su santa ciencia y
predicación la corrigió y fue el primer extirpador de los herejes”.78 Por otra parte, opinaba que
san Francisco “por su humildad y su vida apostólica y de penitencia había corregido la vida
obscena y había reducido a los Cristianos a la penitencia y a una buena vida.”79 Acerca de los
76
Vid. F. Guicciardini, op. cit., p. 146.
77
“Molti errori e per molti dissoluti peccati, non temendo Iddio”. G. Villani, op. cit., p. 202.
78
“Per la sua santa scienza e predicazione gli corresse, e fune il primo stirpatore degli eretichi”. Idem.
79
“Per la sua umilità e vita appostolica e di penitenzia corresse la vita lascibile, e ridusse i Cristiani a penienzia
e a vita di salute.” Idem.
86
quien juzgó un hombre virtuoso.80 Y Villani informó acerca de Inocencio V, quien no duró
Villani además habló del cardenal Latino, enviado por el papa, para gestionar la paz
entre los ciudadanos en 1279, quien durante su estadía consagró la primera piedra de la iglesia
describió como un gran predicador, sabio y bello que con la autoridad de sus palabras
consiguió entablar la paz entre la mayor parte de la población. Por este motivo Villani se
expresó con admiración del personaje y de este modo reafirmó la validez de su misión en
Florencia.82
de fray Girolamo de Savonarola, que también era dominico. De acuerdo con su información,
vivió en Florencia desde tiempos de Lorenzo de Medici. Predecía calamidades para el futuro
en su predica y por esta causa muchos lo veían como profeta. Su problema fue que promovía
la renovación de la Iglesia y eso no le gustó al papado, así que muy pronto tenía enemigos en
todas partes. El papa lo excomulgó por herético y tuvo que dejar de predicar. Muchos
florentinos firmaron una carta en la que se declaraba que era un religioso bueno y piadoso.
Pero la carta no surtió efecto, así que fray Girolamo ignoró la excomunión y siguió su prédica
hasta que el gobierno civil se lo prohibió. El fraile fue ejecutado tras un breve juicio, después
de haber sido sacado por la fuerza del convento en el que se encontraba, tras confesar que lo
80
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 56.
81
Vid. G. Villani, op. cit., p. 401.
82
Vid. Ibid., pp. 408-409.
83
La narración de Guicciardini sobre Savonarola es muy interesante. Vid. F. Guicciardini, op. cit., pp. 221-271.
87
Orden de Frailes Menores: el papa Nicolás IV,84 que llegó a ser general de su orden antes de
ascender a la Silla de Pedro; Alejandro V,85 que fue elevado en 1409 para resanar la ruptura de
la Iglesia por la existencia de dos papas durante el Cisma de Occidente; y Sixto IV,86 quien
Villani mencionó dos franciscanos más, que si bien no fueron pontífices, tuvieron
cargos de importancia. El primero fue un nieto de Carlos de Anjou que se volvió franciscano
desde la adolescencia y con el tiempo llegó a ser obispo de Tolosa.87 El segundo fue el conde
de Montefeltro quien se unió a los franciscanos ya mayor, después de haber sido muy cercano
al papa Bonifacio VIII.88 Por su parte, Maquiavelo registró la muerte de un cardenal de San
Sixto llamado Pedro Riario, que había sido franciscano y que había muerto al volver a Roma
después de un viaje por buena parte de Italia en busca de apoyo contra los florentinos.89 En
actuó como emisario de un grupo de gibelinos exiliados, para negociar en su nombre un pacto
con la Comuna florentina y poder regresar. Los frailes fueron engañados, en realidad era una
trampa, y se les usó para legitimar y dar veracidad al mensaje que llevaban.90
Los franciscanos y dominicos no fueron los únicos frailes mendicantes que figuraron
en las crónicas e historias de los seis autores. Los frailes agustinos fueron brevemente aludidos
84
Vid. G. Villani, op. cit., p. 482.
85
Vid. P. Bracciolini, op. cit., p. 107.
86
Vid. F. Guicciardini, op. cit., p. 136.
87
Vid. G. Villani, op. cit., p. 459.
88
Vid. Ibid., p. 551.
89
Vid., N. Maquiavelo, op. cit., p. 392.
90
Vid. G. Villani, op. cit., p. 304.
88
también. Compagni escribió que un hermano del Santo Spirito, fue emisario de la Señoría
florentina para negociar el fin del asedio que tenían sobre Pistoia.91 A su vez, Bracciolini
refirió que “el hermano Simonetto de la orden de San Agustín, hombre de buena fama”, 92 fue
enviado como embajador en busca de la paz. De hecho, gracias a sus gestiones se concretó la
ya referida liga universal de 1453. El otro agustino mencionado fue fray Mariano de
Ghinazzano, un predicador muy notable, para quien Lorenzo de Medici “fundó un monasterio
en las afueras de Florencia”,93 a decir de Maquiavelo. Este mismo fraile fue enviado a
Florencia a predicar a favor de Piero de Medici, el hijo de Lorenzo, para que se le permitiera
volver del exilio. Ghinazzano acudió como superior de su orden con el pretexto de
contrarrestar a Savonarola, pero aprovechó su estancia para reunirse secretamente con los
partidarios de Piero.94
Villani hizo una pequeña mención a los carmelitas, según él en 1285 el papa Honorio
IV le ordenó a los monjes del monte Carmelo que cambiaran su hábito por un atuendo más
honesto. Así lo hicieron, y con el cambio el sultán sarraceno les perdió el respeto que les tenía
por un ciudadano florentino llamado Giovanni Gualberti, que en días del autor tenía muchas
monasterio, pero éste tenía un abad simoniaco, por lo que optó por la vida eremítica en el
91
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 69.
92
“[…] Frate Simonecto dellordine di Sancto Agostino religioso di buona fama […]” (sic). P. Bracciolini, op.
cit., p. 228.
93
N. Maquiavelo, op. cit., p. 458.
94
Vid. F. Guicciardini, op. cit., p. 254.
95
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 473-474.
89
monte de Vallombrosa.96 Esta orden obedecía la regla de san Benito. El monasterio de San
Salvi, escenario de la muerte de Corso Donati,97 estaba adscrito a esta orden y se encontraba a
Las órdenes militares que se mencionan son tres: la de los Caballeros de la Beata
Sobre la de los Caballeros de Santa María, Villani escribió que tras la derrota de
Manfredo ante los franceses en 1266, en Florencia se nombró a dos podestá, miembros de
dicha orden. Se hizo en busca de conciliación, ya que uno era de familia güelfa y el otro de
gibelina. Ambos hombres estaban más preocupados por obtener beneficios para ellos que para
la Comuna.99
Acerca de las otras dos órdenes hay opiniones encontradas. Por un lado Maquiavelo
narró su origen al explicar las cruzadas: “De ella nació la Orden de los Caballeros de
Jerusalén, que todavía hoy rige y domina la isla del Rodas, único baluarte ya frente al poder de
los mahometanos. Nació también entonces la Orden de los Templarios, la cual por sus
los Templarios, en cambio Villani explicó el complot del rey francés para terminar con dicha
mintieron para acelerar su fin, los juzgaba malos y heréticos. La narración de la muerte de sus
96
Ibid., p. 148.
97
Se abordará en el siguiente apartado, por tratarse de un espacio eclesiástico.
98
N. Maquiavelo, op. cit., p. 107.
99
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 349-350.
100
N. Maquiavelo, op. cit., p. 51.
90
líderes en la hoguera es muy dramática, ya que estos clamaron su inocencia hasta el último
momento.101
noticia de que el papa Celestino V fue un eremita muy piadoso que renunció al papado.102
Villani complementa esto con la información de que Celestino fue aprisionado por su sucesor
Bonifacio VIII, ya que aún era considerado por muchos el legítimo papa.103 Bruni, por otro
lado mencionó al maestro Grazia del orden de los ermitaños, teólogo famoso en la época.
Para finalizar con el recuento de órdenes religiosas en las obras, sólo falta mencionar a
los cartujos. Fue Bracciolini quien registró que el papa Martín V envió como legado a
gestionar la paz entre milaneses y florentinos al cardenal de Santa Cruz. Este hombre
pertenecía a la orden de los hermanos cartujos y se le respetaba tanto por su sabiduría como
Este apartado se complementa con algunas referencias de los autores acerca de los
frailes, es decir, de lo que sus personas representaban. Estos informes son escasos, puesto que
tanto las crónicas como las historias se planteaban informar sobre acontecimientos políticos.
Compagni señaló que en una ocasión en que muchos ciudadanos se encontraban espantados
disfrazaron como frailes para salvar la vida.106 Guicciardini anotó una situación parecida,
101
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 662-665.
102
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 60
103
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 528-530.
104
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 495.
105
Vid. P. Bracciolini, op. cit., p. 142.
106
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 64.
91
salió de Florencia” para salvar la vida.107 Estos breves señalamientos son muy indicativos del
respeto que se tenía por la vida de los religiosos, en oposición al que no se tenía por la
población civil. Pero particularmente por la vida de los frailes, ya que el sujeto del ejemplo de
Guicciardini también era hombre de la Iglesia y debió disfrazarse como otra clase de religioso
de los predicadores en Florencia: “en una ciudad en donde sobran las inteligencias agudas y
hasta quisquillosas, y donde los predicadores, por excelentes que sean, después de una o dos
cuaresmas empiezan a aburrir”.108 Esta declaración fue hecha en relación con la prédica de
fray Girolamo de Savonarola y en parte explica por qué los demás autores no hablaron de esta
práctica cotidiana. Seguramente la presencia de estos oradores era algo tan acostumbrado, que
ninguno de los autores consideraba que valiera la pena mencionarlo. Guicciardini lo hizo
precisamente porque no era lo usual, ya que el fraile provocó revuelo en la ciudad con sus
sermones que incitaban contra el poder de los Medici, por negarse a acatar la excomunión y
por haber seguido predicando a pesar de la misma. Lo que derivó a la larga en su ejecución
pública.
Al margen de este caso particular, el balance de los autores con respecto al actuar de
los frailes fue favorable. Y puede decirse que gozaban de buena reputación entre la
atención.
107
F. Guicciardini, op. cit., pp. 210-211.
108
Ibid., p. 273.
92
Otro asunto relacionado al carácter de la dignidad papal, es que el pontífice no estuvo durante
todos los siglos de convulsiones políticas, ligado a un espacio físico. Salió de Roma para
salvaguardar su integridad en varios momentos, y cuando menos, parecía ser algo normal a
Burdeos, se coronó papa en Lyon, a donde hizo acudir a todos los cardenales. También
ha explicado que el rey tenía interés en que hubiera un papado francés que apoyara sus
iniciativas. Lo que vale la pena señalar es que todos los cardenales se trasladaron a Lyon para
estar presentes, como era su deber y derecho. Ya el papa Urbano IV, de origen francés, se
había mantenido refugiado en Orvieto, por temor al poderío y avance de Manfredo de Sicilia
Del periodo conocido como el Destierro en Aviñón que dio comienzo en 1305,
precisamente con el ya mentado Clemente V y que terminó con Gregorio XI hasta 1378,
Maquiavelo señaló que este papa, “por residir en Aviñón, gobernaba, a Italia por medio de
legados, lo mismo que habían hecho sus antecesores. Dichos legados, llenos como estaban de
avaricia y de soberbia, habían llevado la aflicción a muchas ciudades”.111 Nótese que el autor
109
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 647-650.
110
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 116.
111
N. Maquiavelo, op. cit., 150.
93
capítulo. Lo que resulta fundamental comprender es el poder del pontífice, que continuaba su
La corte apostólica funcionaba tal cual como lo había hecho cuando estaba en la
Ciudad Eterna, es así que Florencia y sus aliados mandaron en 1351 emisarios a la corte
pontifical de Aviñón, en busca de una alianza contra el arzobispo de Milán, porque les
preocupaba la ocupación de éste sobre Bolonia.112 Casi dos décadas más tarde, en 1370, los
luchaba a nombre del papa, que por entonces vivía en Viterbo.113 Entonces, se entiende que la
corte estaba dondequiera que fuera el papa y ahí debían ir los que requirieran audiencia. Así,
Bracciolini narró que “los embajadores nuestros [fueron] mandados por tercera vez a Anagni,
ciudad de Campania, donde se encontraba el papa, a ver si con el se podía de algún modo
obtener la paz y dar a entender a toda Italia que por ellos no quedaba quererla.”114 En otras
palabras, que ellos deseaban la concordia. El asunto con esta embajada es que debió ir tres
veces hasta esa ciudad. El énfasis puesto en decir que fueron tres veces hasta allá, con tal de
negociar la paz, le daba más peso a su interés por resolver el conflicto. También ya se
mencionó con anterioridad que los monarcas debían dirigirse a donde estuviera el papa para
recibir la investidura que los legitimaba como reyes o la dignidad que fueran a adquirir.
Roberto, el nieto de Carlos de Anjou, pasó por Florencia después de acudir con el sumo
pontífice a Francia.115
112
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 369.
113
Vid. Ibid., p. 408.
114
“Gliambasciadori nostri mandati laterza uolta ad anagnia citta dicampagnia ove sitrouaba ilpapa aueder se
collui inalcuno modo potessino auere lapace edare a intendere atucta italia che perloro non restaua
divolerla”(sic). P. Bracciolini, op. cit., p. 48.
115
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 220.
94
Para finalizar este apartado, me parece que el breve periodo que el pontífice se refugió
en Florencia, es decir, el lapso en que despachó todos lo asuntos pontificales desde la ciudad
de los autores merece ser mencionado. Eugenio IV se encontraba en Florencia porque dos
grupos habían iniciado guerra contra él: los Sforza y los Braccio. Ambos grupos atacaron
Roma y sus áreas aledañas, y los habitantes, que no querían problemas, prefirieron echar al
Roma como símbolo perduró y cada vez que la corte apostólica estuvo forzada a
permanecer en otro espacio, buscó volver. Es así que Inocencio IV regresó de Francia a la
corte en Roma, tras la muerte de Federico II en 1251.117 Tras el periodo en Aviñón, Gregorio
XI decidió el traslado a Roma para afianzar su poder en Italia; de acuerdo con Bracciolini, el
no se acercaba.118 En cambio, cuando Maquiavelo narró el regreso del papa, tras setenta y un
años en Aviñón, Francia, no había emoción manifiesta, solo una naturalidad desbordante.119
Apenas regresó la corte papal a Roma murió el papa Gregorio XI, su sucesor Urbano VI no
fue aceptado por un grupo de cardenales que nombró al antipapa Clemente VII.120 Y en ese
Las alusiones a las iglesias no son tan frecuentes, en general se les menciona como escenario
de algo más. Ya se verá en el siguiente capítulo que en Florencia eran un punto de reunión
116
Vid. N. Maquiavelo, op. cit, p. 239.
117
Vid. G. Villani, op. cit., p. 269.
118
Vid. P. Bracciolini, op. cit., p. 45.
119
Vid. N. Maquiavelo, Historia de Florencia, p. 70.
120
Vid. Ibid., p. 69.
95
civil, por lo que para el caso florentino hay un poco más de referencias. Al espacio religioso se
le tenía reverencia y respeto, por eso se le consideraba un refugio, y por eso mismo era más
que tenía el camposanto, no era una preocupación común en los seis autores, ya que no todos
hablaron al respecto. En Villani estaba muy presente la preocupación por el reposo eterno de
los restos mortales; narró que a la muerte del rey Carlos de Anjou éste fue enterrado en el
arzobispado de Nápoles.121 Este tipo de ceremonial no tenía nada de excepcional. Por otro
Cabe señalar que el otro autor que hizo referencia a las exequias de algún personaje,
fue Maquiavelo, que con lujo de detalle describió el entierro de Cosme de Medici, realizado
con toda gloria y acompañado por un gran cortejo ciudadano hasta el templo de San
Lorenzo.122 Un poco más adelante se refirió a los funerales de su hijo Pedro, y a como éste fue
quien había provocado muchas divisiones y problemas entre los ciudadanos. De hecho, murió
en medio de una trifulca, logró escapar hasta el monasterio de San Salvi, en las afueras de
Florencia, donde murió a las puertas, antes de conseguir el asilo. Los monjes de San Salvi
también narró este episodio, pero no puso atención a lo ocurrido con sus restos, más bien en la
121
Vid. G. Villani, op. cit., p. 459.
122
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 362.
123
Vid. Ibid., p. 383.
124
Vid. Ibid., p. 107.
96
intención de Corso Donati, que al verse enfermo y perdido huyó a la abadía de San Salvi en
busca de refugio, donde fue asesinado ante unos monjes que lo vieron todo.125 La idea de que
los edificios eclesiásticos eran refugios estaba muy arraigada. Ya se verá en el próximo
Un apunte más acerca de los espacios eclesiásticos en la ciudad tiene que ver con el
catedral de Santa Maria del Fiore, antes Santa Reparata.126 Este concilio fue el último en el
que se intentó reunir a las Iglesias de Oriente y Occidente, de hecho se logró un acuerdo pero
no fue duradero.
125
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 74.
126
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 260.
CAPÍTULO 3. LA IGLESIA Y FLORENCIA. ESPACIO FÍSICO E INTERRELACIÓN
un concilio organizado en 1055 con sede allí mismo, su obispo Gerardo preparó el camino
para encumbrarse en el papado como Nicolás II.1 Dicho papa promovió durante su pontificado
importantes medidas para mantener la elección de los papas en control del alto clero a través
concilio ecuménico convocado en 1437 por el papa Eugenio IV para intentar resolver las
diferencias entre la Iglesia griega y la romana se trasladó a dicha ciudad, y hoy se conoce
pero el temor provocado por un brote de peste hizo que la junta se mudara, primero a Ferrara y
después a Florencia, donde el papa residía de forma temporal. En esta ciudad las Iglesias
romana y griega alcanzaron un último acuerdo, más por temor a los turcos que por coincidir
realmente,4 por lo que no tuvo la repercusión deseada. Lo importante de este traslado fue que,
como ciudad episcopal, reunía las condiciones materiales para reunir un concilio, de tal suerte
que la elección del lugar tuvo que ver también con cuestiones prácticas de logística. Muy
probablemente esta circunstancia material haya favorecido, del mismo modo, que el papa
1
Vid. Emilio Mitre Fernández, La ciudad cristiana del Occidente Medieval (c. 400 – c. 1500), Madrid, Actas,
2010, p. 232.
2
Vid. U.-R. Blumenthal, “Nicholas II, Pope,” en New Catholic Encyclopedia. Vol. 10, 2ª ed. Detroit, Gale, 2003,
pp. 365-366. Consultado en Gale Virtual Reference Library,
http://go.galegroup.com/ps/i.do?id=GALE%7CCX3407708004&v=2.1&u=unam&it=r&p=GVRL&sw=w&asi
d=ae2846920408e95801d71c5be9b90036, el 20 de marzo de 2014.
3
Vid. J. Gill, “Florence, Council of,” en New Catholic Encyclopedia. Vol. 5, 2ª ed. Detroit, Gale, 2003, p.
770. Consultado en Gale Virtual Reference Library,
http://go.galegroup.com/ps/i.do?id=GALE%7CCX3407704152&v=2.1&u=unam&it=r&p=GVRL&sw=w&asi
d=7afc089a6e69a5382906eff137ebd01e, el 5 de diciembre de 2013.
4
Vid. Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia, Madrid, Tecnos, 2009, p. 283.
98
fijara su residencia en la Iglesia de Santa Maria Novella, durante una breve expulsión de
Roma.5
manera cronológica para intentar reconstruir, hasta cierto punto, la forma en que los autores
consideraron la relación entre su ciudad y la Iglesia. Esta relación puede separarse en dos
grandes momentos:6 primero estaría Florencia como pieza o premio de la lucha entre poderes
que en la crónica de Villani los templos aparecen como punto de referencia continuamente,
porque este autor describió la cuidad, sus ampliaciones y sus divisiones políticas, y la mejor
referencia para él, y de hecho la que tomaban los propios citadinos para limitar un barrio o
sección de la ciudad, era la de sus iglesias. Las descripciones de Villani permiten incluso la
mucho, probablemente le resultaba tan cotidiano que no tendría sentido decir nada.
Maquiavelo sí llegó a hablar de una ceremonia, una misa de domingo, pero sólo porque
durante ésta se atentó contra la vida de Lorenzo y Julián de Medici, lo cual por supuesto era un
Como se ha visto el espacio religioso por excelencia era Roma, o donde el papa se encontrara,
aunque la Ciudad Eterna no perdió nunca su valor simbólico. Otro espacio fundamental era
5
Vid. Ibid., p. 251.
6
La separación es sólo para fines didácticos y de comprensión.
99
Tierra Santa, que casi no trataron los autores. Sin embargo, las iglesias y monasterios también
eran territorio sacralizado, es así que los monarcas eran enterrados ahí, a menos que hubiesen
En Florencia, las iglesias cumplían una función adicional, generada a partir de los
ciudadanos. Funcionaban como centro de reunión para asambleas, consejos y hasta conjuras.
Pudo haber sido por cuestiones pragmáticas, como el hecho de que todo el mundo supiera
dónde se ubicaban los edificios religiosos. Como haya sido, el hecho es que a lo largo de los
siglos XIII-XV los florentinos se reunieron en sus iglesias no sólo para los servicios religiosos.
En las seis obras hay ejemplos de reuniones convocadas en las abadías, monasterios, y
hasta en la catedral. No es que los encuentros se realizaran exclusivamente en las iglesias, hay
unos cuantos casos en que los autores narraron que alguna reunión se convocaba en una plaza
o en una calle, pero son tan pocos que no llegan ni al diez por ciento. Lo que llama la atención
al analizar estas historias y crónicas es que la mayoría de las reuniones que los autores
conocer un elenco importante de iglesias urbanas, algunas de las cuales no cumplen una
función religiosa hoy en día o fueron parcialmente destruidas como la iglesia de san Pedro
turístico de Florencia. También se lee que había cierta apertura de los religiosos a prestar sus
instalaciones para cuestiones civiles, sin que haya indicación de molestias por su parte. La
importancia del asilo que ofrecían los recintos religiosos, indica precisamente que tenían una
cualidad sagrada, y esa característica no era impedimento para los asuntos civiles que tuvieran
De las reuniones realizadas en iglesias hay varios tipos, las que podrían considerarse
oficiales, es decir, aquellas organizadas por el gobierno; las de organización ciudadana para
100
tratar problemas diversos de la ciudad; y las conspiraciones, que aparecen con bastante
frecuencia en los textos. En el primer caso, el de las organizadas por el propio gobierno, la
crónica de Compagni informa que en medio del conflicto güelfo-gibelino, se fijó como punto
de encuentro y trabajo la iglesia de san Brocolo, donde se convocó a tres ciudadanos elegidos
para intentar solucionar los desacuerdos. Asimismo, Compagni registró que los capitanes y
quiere decir, que las convocatorias a esos espacios no se daban únicamente de forma
emergente y temporal, sino que era una costumbre ya arraigada y que, además, había juntas
dichas negociaciones convocó a los dirigentes del pueblo florentino a reunirse en el patio viejo
de Santa Maria Novella: el nuevo “gobierno comunal de la ciudad, [formado por] catorce
buenos hombres, grandes y del pueblo, que de ellos eran ocho güelfos y seis gibelinos, en
cuyos cargos permanecían dos meses con cierto orden en su elección y se reunían en la casa de
la Abadía de Florencia.”8 Esta narración sobre la decisión del prelado no sólo indica la forma
que tenían de organizarse y el número de ciudadanos que debían participar, sino también
dónde se llevarían a cabo las juntas de trabajo. A la organización de los catorce referida antes,
siguió un poco más tarde una representación por priores de las Artes, que cambiarían cada dos
meses. Las reuniones de los priores se realizarían de igual forma en la casa de la abadía de
7
Vid. Dino Compagni, Cronica, Florencia-Milán, Thèsis, 1968, pp. 8-11.
8
“Governamento comune della città XIIII buoni uomini grandi e popolani, che gli VIII erano Guelfi e VI
Ghibellini, e durava il loro uficio di due in due mesi con certo ordine di loro elezione; e raunavansi in su la
casa della Badia di Firenze.” Giovanni Villani, Nuova Cronica, Turín, Einaudi, 1979, p. 410.
101
Florencia, como se había hecho ya con los catorce recién mencionados y desde antes con los
ancianos.9
Puede verse que aunque el tiempo pasaba, los distintos representantes del gobierno
seguían con la práctica de utilizar las iglesias como punto de encuentro. En 1342 Gualtiero,
duque de Atenas, que había sido convocado por los florentinos para que se hiciera cargo del
llegada convocó ahí a todo el pueblo, para una asamblea masiva, tras la cual, al día siguiente
impresionar a los florentinos. Puede decirse que él tuvo una intencionalidad al citar al pueblo
muchedumbre. En ese mismo sentido está el caso de la firma de un tratado entre Carlos VIII y
los florentinos en Santa Reparata. La firma se realizó en esta iglesia para poder hacer uso de
los objetos sagrados para los juramentos.12 Ambos casos ejemplifican el aprovechamiento del
prestigio de la Iglesia; el de Gualtiero que quería ser vinculado a ella y sus valores, y el de
Carlos para darle peso y validez al contrato, con los símbolos religiosos del interior del
recinto.
Las reuniones del gobierno en las iglesias cambiaron de sedes poco a poco, conforme
avanzó la creación de edificios civiles con este propósito. Así, Maquiavelo narró que los
9
Vid. Ibid., p. 438.
10
Lo señalo ya que esta fue otra función común de los espacios religiosos, el de dar alojamiento, pero no es algo
que aparezca con tanta frecuencia en las obras revisadas.
11
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 122.
12
Vid. Francesco Guicciardini, Historia de Florencia, 1378-1509, México, Fondo de Cultura Económica, 2006,
p. 218.
102
nuevos priores se congregaban en un palacio donde vivían, “cuando antes era costumbre que
los magistrados y los consejos se reunieran en las iglesias”.13 No ocurrió del mismo modo con
las reuniones convocadas por los ciudadanos, ya que no contaban con un foro específico
Las convocatorias ciudadanas podían tener múltiples causas, desde resolver problemas
inminente llegada de Carlos de Valois, y lo hizo porque pensó: “Este señor vendrá, y
encontrará a todos los ciudadanos divididos, de lo que seguirá gran escándalo”.14 Así que,
Maquiavelo por su parte, ilustró una reunión en San Pedro Scheraggio de muchos
ciudadanos preocupados ante la situación de abuso de la familia Albizzi, que tenía el control
del gobierno y los conflictos que tenía con la familia Ricci, por los desórdenes que provocaban
Pero no todas la reuniones convocadas por los ciudadanos eran masivas, cuando Piero
de Medici murió, su amigo Tomás Soderini reunió en el convento de san Antonio a todos los
cabezas de familia nobles de la ciudad, también invitó Lorenzo y Julián de Medici, hijos de
13
N. Maquiavelo, op. cit., p. 92.
14
“Questo signore verrà, e tutti i cittadini troverrà divisi; di che grande scandalo ne seguirà”. D. Compagni, op.
cit., p. 33.
15
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 146.
103
Piero, para que se les jurara fidelidad. Y eso lo hizo para evitar las disputas que ocurrirían si
involucrados, y las iglesias fueron estos lugares de encuentro. Villani registró que a mediados
de siglo XIII, los güelfos se reunían en la iglesia de san Firenze para elegir un líder en contra
de los gibelinos, que en ese momento tenían el control de la ciudad. Por miedo de ser
descubiertos por la familia Uberti, trasladaron su reunión a la basílica de la Santa Cruz, de los
Gualtiero, duque de Atenas, organizó varias revueltas independientes, pero todas con la misma
intención. Finalmente, todos los grupos confluyeron en una magna reunión en la iglesia
catedral de Santa Reparata, convocada por los principales de la ciudad, que culminó con la
elección de catorce hombres a los que se les dio la autoridad para reformar y ordenar la
ciudad.18 Así terminó el gobierno del duque de Atenas, que tan buena impresión había causado
Medici: a decir de Maquiavelo “cada uno de los partidos se reunía de noche en diversos
grupos; así, los partidarios de los Medici tenían como lugar de reunión [el convento] de la
Crocetta, mientras que sus enemigos lo tenían en la iglesia de la Piedad.”19 Ambos ejemplos
retratan una población muy activa para las conspiraciones. Sólo que en el caso planteado por
el primero de los autores todos los conjurados tenían el mismo propósito y en el caso narrado
16
Vid. Ibid., p. 383.
17
Vid. G. Villani, op. cit., p. 264.
18
Vid. L. Bruni, Istoria Fiorentina, Florencia, Felice Le Monnier, 1861, p. 333.
19
N. Maquiavelo, op. cit., p. 371.
104
eclesiásticos, uno de ellos era el de dar asilo. En la ciudad de Florencia se violó varias veces el
principio de asilo en las iglesias y el respeto por estos lugares santos. Maquiavelo narró el
saqueo del monasterio de los Ángeles y del convento del Espíritu Santo, esto ocurrió porque la
multitud enardecida estaba enterada de que algunos ciudadanos habían escondido ahí sus
registrado por Maquiavelo. El plan era asesinar a Lorenzo y Julián de Medici, los conjurados
Reparata, a donde los dos hermanos, puesto que iba a estar presente el cardenal, acudirían
seguramente como tenían por costumbre.”21 El plan tuvo éxito parcial ya que no lograron la
asesinato de Julián, que gozaba de su simpatía, era una acción muy fea y propiamente una
salvajada, en especial por haber sido ejecutado en la iglesia y en un día sagrado”.22 Así pues,
un hecho de por sí grave se complicó debido al lugar en que tuvo lugar. Sobra decir que los
implicados pagaron la afrenta con su vida. De igual modo, Guicciardini describió la irrupción
de una turba iracunda en san Marco para sacar a fray Girolamo de Savonarola y sus dos fieles
seguidores, la cosa no fue fácil, hubo combates encarnizados, pero los defensores de fray
juzgado.23 Esta intrusión no fue tan mal vista por la gente, como el atentado contra los Medici,
sin duda, el hecho de que varios religiosos estuvieran en contra del fraile contribuyó a esto.
20
Vid. Ibid., p. 156.
21
Ibid., p. 410.
22
F. Guicciardini, op. cit., p. 146.
23
Vid. Ibid., p. 269.
105
A lo largo del presente trabajo ha sido palpable que la ingerencia de la Iglesia se daba por
todas partes, no sólo en Florencia. Evidentemente este apartado se enfoca en su acción directa
en la ciudad dada la naturaleza de las obras revisadas, sin embargo, en el capítulo previo se
asentó que a veces las acciones de la Iglesia en otros lugares, también repercutían en la ciudad.
La relación entre la institución eclesiástica y los florentinos se dio a través de distintos sujetos
y por medio de diversos mecanismos. En algunos momentos las relaciones eran cordiales y en
otros eran de rivalidad y enemistad. En el apartado anterior se indicó que Florencia tenía
religiosas en su interior y alrededores. Además, por tratarse de una ciudad episcopal, debía
Las relaciones entre Florencia y la Iglesia casi nunca transitaron por intermediación directa
con el Santo Padre. Había agentes por ambas partes, por un lado los enviados de la ciudad a la
corte papal y por otra los obispos y legados pontificales. Tanto Florencia como la Iglesia se
al pontífice para que les ayudara a resolver sus diferencias internas, que eran casi permanentes.
Y la Iglesia, por su parte, se aseguraba de que sus rivales, no recibieran apoyo en el área de la
Toscana.
La primera fase de la relación se caracteriza por que el papel de Florencia era más
pasivo en relación con la Iglesia y sus enemigos, o al menos eso transmiten las fuentes. La
ciudad y territorios aledaños eran una especie de trofeo en disputa, con partidarios en su
106
interior que pertenecían a ambas corrientes. No era el único caso, sin duda, ya que toda la
península itálica tenía querellas intestinas por las mismas razones. Se ha explicado en varias
oportunidades que la península se encontraba dividida en dos bandos, los güelfos o seguidores
del papa y los gibelinos que eran los partidarios del emperador. La relación entre estas dos
potestades era un continuo estira y afloja. Eran enemigos que a veces debían hacer
concesiones por conveniencia. Es así que buena cantidad de emperadores se reconcilió con la
Iglesia para poder recibir la corona, y en cuanto era suya se olvidaba de los juramentos
efectuados. Por su parte, la Iglesia también podía aliarse con el Imperio si surgía alguna fuerza
que le resultara más amenazadora. Todo esto se ha visto a lo largo del presente capítulo, ya
que en muchas ocasiones, los acontecimientos de Florencia eran efecto de las relaciones entre
el papa y el emperador.
Para comenzar, es necesario destacar que todos los autores revisados sentían simpatía
por el bando de la Iglesia, hecho que en algunos se aprecia más acusadamente que en otros. Y
eclesiástica o de la religión, si acaso del papa en turno, y eso usualmente por causa del Sumo
El recorrido comienza en 1258, por una excomunión del papa Alejandro IV a los
florentinos, a causa de la ejecución del abad de Valembrosa, al que primero martirizaron para
obtener una confesión y posteriormente le cortaron la cabeza, sin tener en cuenta su dignidad
eclesiástica. Villani escribió que ciertamente el abad era de linaje gibelino, en un momento en
que estos estaban exiliados, pero era un hombre de la Iglesia al final de cuentas.24
Técnicamente la ofensa fue hecha por la ciudad al atentar contra la integridad de un hombre de
24
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 292-293.
107
Dios. El problema con las excomuniones e interdicciones, como se verá a lo largo de todo el
Bruni señaló la importancia de la Toscana como punto estratégico en las disputas entre
imperio y papado. Los embajadores que fueron a ver a Manfredo de Sicilia, hijo del
emperador Federico II, le dijeron: “Tu padre, hombre sapientísimo, pensando en establecer el
dominio de sus descendientes y sucesores, no sin causas y con gran estudio y diligencia
siempre se las ingenió para tener la devoción de la Toscana.”25 Esto se lo dijeron con la
intención de mostrarle que le convenía mantener buenas relaciones con ellos, para que a su vez
promesa vana de que así sería, lo que se consideró un insulto por algunos. Lo referido por
Bruni, tiene mucho sentido, principalmente si se considera que buena parte de la península era
territorio en disputa.
excelencia de los florentinos, defensores de la Iglesia en Toscana y en Italia. Por lo que aceptó
su apoyo, e incluso les donó armas y una enseña para los escudos y estandartes güelfos.26 Y
más adelante, “para mantener güelfa la Toscana, nombró al rey Carlos [de Anjou] vicario
gobierno de la Toscana, dada la importancia que tenía como región. El rey Carlos era sólo su
vicario, así no perdería el control sobre la zona. Esto permitió el regreso del exilio de los
güelfos que habían peleado al lado del rey y provocó el exilio voluntario de los gibelinos.28
25
“Il padre tuo, uomo sapientissimo, pensando di stabilire il dominio de’ suoi discendenti e successori, non senza
cagione con grande studio e diligenza sempre s’ingegnò avere la Toscana alla sua devozione.” L. Bruni, op.
cit., p. 95.
26
Vid. Ibid., p. 118.
27
N. Maquiavelo, op. cit., p. 90.
28
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 129.
108
Puede decirse que para este momento, la Toscana era trofeo del papado, y Florencia se sentía
segura bajo su cobijo por medio del rey Carlos. Bruni señaló que tanto el rey como el Sumo
Pontífice buscaban tener contentos a sus aliados toscanos. Por esta razón otorgaron
confiscados a los gibelinos.29 Esta rehabilitación de bienes quitó a los gibelinos lo que a su vez
habían robado a los güelfos, lo que generó alegría en unos y mucho descontento e
Gregorio X pasó por Florencia en 1271, cuando fue elegido Sumo Pontífice, donde se
le recibió con mucha alegría y veneración. Intentó mediar entre facciones en busca de la
concordia y la paz utilizando argumentos religiosos. El discurso gustó a las multitudes, pero
no a los hombres que gobernaban la ciudad. Inclusive el papa recibió un largo reclamo de un
ciudadano florentino, que le cuestionaba cómo podía juzgarlos por estar divididos, si la
desintegración ciudadana se había dado en buena medida por la defensa de la Iglesia que
hicieron los güelfos, y que sus antecesores en el pontificado habían fomentado. El papa
Gregorio aprovechó su paso por Florencia para consagrar la iglesia de san Gregorio.30 Según
Villani, Gregorio estaba empeñado en la reconciliación, así que mandó llamar a los gibelinos
exiliados y amenazó con la excomunión a quien no respetara los acuerdos de paz. Sus
gestiones no fructificaron como esperaba y tuvo que retirarse de la ciudad, apresurado por
amenazas de la población güelfa, ya que dicha facción no tomó a bien su intervención, “el
29
Vid. Ibid., p. 131.
30
Vid. Ibid., pp. 145-151.
31
“Il papa si turbò forte, e partissi di Firenze lasciando la città interdetta”. G. Villani, op. cit., p. 392.
109
justificó la obstinación de Gregorio por esta reconciliación en la ignorancia que tenía de los
Éste, por haber estado durante mucho tiempo en Siria, donde se hallaba todavía en el
momento de su elección, y habiendo vivido así ajeno a los intereses de los partidos, no
les daba la importancia que les habían dado sus predecesores. Por ello, al venir a
Florencia de paso para Francia, pensó que era tarea propia de un buen pastor el
devolver la unión a la ciudad.32
Así pasaron tres años y ni el pontífice ni los florentinos quisieron ceder o disculparse.
En 1276 el papa Gregorio venía de regreso del concilio de Lyon y debía pasar por Florencia,
pero no quería hacerlo porque seguía enojado con sus habitantes y la ciudad continuaba
interdicta. Intentó rodearla, pero el camino no estaba en condiciones, así que tuvo que utilizar
un puente florentino para cruzar el río Arno. Una vez dentro de la ciudad le dio la bendición a
los habitantes a su paso, pero en cuanto salió de la ciudad volvió a arrojar la interdicción a
ésta. Poco tiempo después de esto murió y según Villani, “los güelfos florentinos se alegraron
mucho, por la mala voluntad que dicho papa tenía contra ellos.”33 Así que, los ciudadanos de
la época no justificaban las acciones del papa del mismo modo en que lo hizo Maquiavelo un
par de siglos más tarde. Bruni, por su parte, escribió que Gregorio X fue enterrado en Arezzo y
que sus restos resultaron ser milagrosos, sin duda una prueba de su santidad.34 Su sucesor,
Cabe señalar que ni las interdicciones ni las bendiciones hacían que la situación de separación
32
N. Maquiavelo, op. cit., pp. 90-91.
33
“I Guelfi di Firenze furono molto allegri, per la mala volontà che ’l detto papa avea contra loro.” G. Villani,
op. cit., pp. 400-401.
34
Vid. L. Bruni, op. cit., pp. 152-153.
35
“E restituì la città alla grazia della sedia apostolica.” Ibid., p. 153.
110
cosa no tenía que ver con la otra. Ninguna de las seis fuentes refiere qué cosa hacían los
Con el papa Nicolás III hubo nuevos cambios. Para empezar, le quitó prerrogativas al
rey Carlos sobre la Toscana y envió un nuevo vicario, un cardenal de nombre Latino. Realizó
esta modificación para impedir que el rey adquiriera más fuerza y prestigio que la que él
exiliados, el eterno problema florentino como se verá a lo largo de este apartado. Bruni señaló
que el método conciliatorio de Latino fue mucho más adecuado que el intento impositivo de
Gregorio X, quien además, como ya se ha señalado, no estaba bien enterado de los ánimos de
los florentinos. El gobierno se dio a los ciudadanos, y Bruni creía que esta organización
“habría durado más, si el pontífice hubiera vivido más.”36 Esta afirmación implicaba que el
apoyo del papado a ciertas iniciativas propiciaba que se desarrollaran favorablemente. Con el
señaló en el segundo capítulo. De acuerdo con la opinión de Villani, para cuando el cardenal
Latino gestionó la paz entre güelfos y gibelinos, la división florentina ya se daba entre los
propios güelfos, pero afirmó además que los gibelinos exiliados pidieron la intervención papal
para hacer valer la paz firmada años atrás. Los ciudadanos que se rehusaron a hacerlo fueron
36
“Che molto più sarebbe durato, se il prefato pontefice fosse più vivuto.” Ibid., p. 155.
37
Vid. G. Villani, op. cit., pp. 408-409.
38
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 91.
111
Cuando las diferencias entre los güelfos negros y los blancos se agudizaron, los
jefe de los blancos, perteneciente a la familia Cerchi, para pedirle que se reconciliara con los
Donati. Cerchi negó que hubiera enemistad entre ellos y de ese modo dejó al pontífice fuera de
la mediación. Cuando comenzaron los disturbios entre ambos partidos, el Santo Padre tuvo
d’Aquasparta,40 pero los Cerchi rechazaron nuevamente su intervención, por lo que la ciudad
gibelina42 para intentar reconciliar a las facciones florentinas. El cardenal tendió a favorecer a
multitud, se dispuso a favorecer la parte del popolo, considerando que aquella generación de
hombres haría menor resistencia al retorno de los exiliados”.43 Aunque no descuidó del todo
los intereses de los nobles. Sus medidas impactaron en todos los barrios de la ciudad. Sin
embargo, sus intentos fracasaron al final y la ciudad volvió a ser interdicta. El papa mandó
llamar a Perugia, donde residía de momento, a los principales de Florencia para que le
39
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 19.
40
Vid. Ibid., p. 23.
41
Vid. L. Bruni, op. cit., pp. 193-194.
42
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 56.
43
“Che la principale divisione era fra la nobilità e la moltitudine, si volse a favorire la parte del popolo,
stimando che quella generazione d'uomini facesse meno resistenza alla tornata degli usciti”. L. Bruni, op. cit.,
p. 203.
44
Vid. Ibid., pp. 203-207.
112
Pistoia, como tierra de la Iglesia, era protegida indirectamente por el papado. Cuando ésta se
vio amenazada por Florencia, el pontífice mandó un nuevo legado a Toscana a pacificar la
zona, era el cardenal Napoleone Orsini.45 Pero a los ciudadanos florentinos no les agradó esta
tener impacto directo o indirecto en Florencia. En este caso era directo, pues se intentaba
Toscana, que se encontraba en pie de guerra. Las amenazas del legado ahuyentaron a la
Nuevamente fueron interdictos, esta vez junto con sus colaboradores. Algún tiempo después
los florentinos participaron espontánea y voluntariamente en una campaña del legado papal
contra los venecianos, con lo que se ganaron su perdón.47 Aquí se percibe de nueva cuenta la
forma en que la Iglesia utilizaba las interdicciones y las excomuniones para chantajear o
De acuerdo con Bruni, en 1353 el papa Clemente VI ofreció por fin a los florentinos y
a sus aliados crear una liga con la Iglesia romana con sede en Aviñón. Las ligas aseguraban
apoyo en caso de invasión y una garantía de que no se ayudaría a los enemigos del otro. Al
mismo tiempo, el papa permitió al arzobispo Visconti de Milán gobernar Bolonia, a cambio de
una fuerte suma de dinero.48 Esta forma de compensación era muy común. En 1367, “el
emperador Carlos regresó a Italia, llamado por el papa Urbano [V], para valerse de él contra
45
Vid. D. Compagni, op. cit., p. 69.
46
Vid. G. Villani, op. cit., p. 653.
47
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 211.
48
Vid. Ibid., pp. 372-373.
113
Bernabó, perpetuo enemigo de la Iglesia”.49 Bernabó Visconti era sobrino del arzobispo
Giovanni Visconti.
En el capítulo anterior se habló del nombramiento que Luis de Baviera hizo del
[anti]papa Nicolás V, para que éste lo coronara. Los florentinos nunca aceptaron al antipapa
designado por el usurpador del imperio, su devoción por el verdadero pontífice: “se demostró
con las armas contra el terror de Luis, y luego contra la ambición y fraude de los religiosos
que predicaban al falso pontífice con firme y constante fe”.50 Esta clase de señalamientos de su
fidelidad a la Iglesia y a lo legítimo se daba con bastante frecuencia en las obras. Era una de
las formas que los florentinos tenían para justificar ante la Iglesia por qué eran buenos
cristianos.
El papa Urbano V y el rey Carlos de Nápoles eran del mismo partido y así lo entendían
los florentinos de la época. La lucha del rey contra la subversión hacia la Iglesia era al mismo
tiempo para detener la conquista territorial de los franceses encabezados por el duque de
Anjou. El partido favorito en Florencia era el del rey Carlos y el pontífice, aunque por temor a
la grandeza y poder del enemigo francés había diálogo con ambos bandos.51 Nuevamente en
Bruni, se encuentra la reiteración de que Florencia era fiel al lado correcto en estas luchas, el
de la Iglesia. A la muerte del papa Urbano, “Gregorio XI creado nuevo pontífice, renovó la
liga hecha con los florentinos, agregándola a otra con los lucenses, pisanos, sieneses,
49
“Carlo imperadore tornò in Italia, chiamato da papa Urbano, per valersi contro a messer Bernabò, perpetuo
nimico della chiesa”. Ibid., p. 405.
50
“Si dimostrò coll'arme contro al terrore di Lodovico, e appresso contro alla ambizione e fraude de' religiosi i
quali predicavano il falso pontefice, con ferma e costante fede". Ibid., p. 417.
51
Vid. Ibid., p. 448.
114
Así pues, el escenario cambió sobremanera. Los franceses, que habían sido el apoyo
del papado en la lucha contra el emperador, ahora eran una amenaza a su poderío. Durante este
estira y afloja internacional, entre los pontífices y Florencia hubo también diferencias como ya
se señaló. Los primeros hicieron uso de sus herramientas pontificales contra los ciudadanos en
aras de lograr la unidad, lanzaron interdicción tras interdicción y enviaron legado tras legado,
pero las amenazas no funcionaron como método de conseguir la paz. Aun así, el enemigo de la
Iglesia no eran los florentinos, estos eran un problema menor comparados con los monarcas
A lo largo de este recorrido se ha reafirmado la idea según la cual cuando los cronistas e
historiadores revisados retrataban las disputas entre el papado y el imperio, el emperador era
enemigo de la Iglesia. En cambio, cuando se referían a que los florentinos estaban en guerra,
ésta era con algún papa, no con la Iglesia en sí. Algunas veces esto ocurría por su maldad o su
mala voluntad, y otras porque los pontífices no se percataban de cuán fieles eran los
florentinos. Así pues, Bracciolini consideró que la guerra entre la Iglesia y Florencia que inició
en 1375 fue a causa de la ambición del papa Gregorio XI y del cardenal legado de Bolonia.
Mencionó reiteradamente lo contradictorio que era para los florentinos tener que enfrentarse al
52
“[…] Gregorio undecimo creato nuouo pontefice rinouo lalega facta cofiorentini : aggiugnēdoui oltra loro
Lucchesi: pisani: sanesi & aretini […]” (sic). Poggio Bracciolini, Historia Fiorentina. Tradotta da Iacopo suo
figlio, Cortona, Grafiche Calosci, 2004, p. 26.
115
Santo Padre: “parecía cosa difícil a muchos que las armas que habían tomado infinitas veces
Ante el exitoso levantamiento de los florentinos y sus aliados que se negaban a vivir en
servidumbre, el papa envió embajadores a Florencia para pedir la paz. La negociación fracasó
porque los boloñeses se levantaron en armas y los embajadores volvieron a Aviñón con el
exponer ante el papa, de nueva cuenta, por qué se les debía considerar amigos fieles de la
Iglesia. Se les escuchó y tras muchas deliberaciones se reafirmó la excomunión de todos los
ciudadanos. Pero eso no fue lo único, todos los comerciantes florentinos que se encontraban en
Aviñón fueron expulsados, lo que les causó grandes pérdidas económicas que no fueron
compensadas.55
En el año 1377 el papa Gregorio decidió que la corte pontifical debía volver a Italia.
Hecho que marcó el final del llamado Destierro en Aviñón. En cuanto el Santo Padre llegó a
Roma recibió a los enviados florentinos, que había mandado llamar y que todavía perseguían
las demandas papales. Como medida de presión hicieron que los mercenarios ingleses del
pone de manifiesto que la contienda era totalmente política y la lucha era en contra de un
contra el papa, “no mucho después, depreciada la autoridad del pontífice, fue levantada la
observancia del interdicto, y se ordenó a los sacerdotes que celebraran en las iglesias de la
53
“[…] difficil cosa pareva a molti quelle arme Lequali īfinite uolte haveano prese per difendere eromani
pontefici alpresente pigliare contro alloro […]” (sic). Ibid., p. 28.
54
Vid. Ibid., pp. 34-35.
55
Vid. Ibid., pp. 35-41.
56
Vid. L. Bruni, op. cit., p. 424.
116
ciudad y del condado”.57 A decir de Bruni, esta medida hizo que la seguridad del vicario de
Los florentinos organizaron una representación ante la liga que habían formado para
las hostilidades. Este grupo de ciudadanos denominado los Ocho de la Guerra recibió el
apelativo de Santos [de la Guerra]. Maquiavelo tenía una mala opinión de este gobierno, sobre
todo “por el poco caso que habían hecho de las excomuniones y a pesar de que habían
despojado de sus bienes a las iglesias y habían obligado al clero a celebrar los oficios a la
fuerza.”58 En su opinión no había nada de santo en eso. Lo que sí les reconocía era haberle
probado a la Iglesia que así como eran capaces de defenderla, lo eran de perjudicarla. La
guerra entre Florencia y el papa Gregorio XI terminó con la muerte de éste, es decir, en 1378.
pontífice, no teniendo enemistad contra los florentinos hizo la paz con ellos y con condiciones
mencionar que la ciudad efectuó varios pagos en moneda a cambio de que se le retirara la
Por varios años hubo reacomodos en las fuerzas políticas de la península itálica, las
condiciones. Los aliados de ayer eran los rivales del mañana y viceversa. Del mismo modo
que había ocurrido entre el papado y el imperio, o el papado y los franceses con anterioridad.
57
“Non molto di poi, sprezzata la autorità del pontefice, fu levata la osservanza dello interdetto, e fatto
comandamento a' sacerdoti, che celebrassero nelle chiese per la città e nel contado”. Idem.
58
N. Maquiavelo, op. cit., p. 151.
59
“[…] Urbano sexto electo pontefice non hauendo inimicitia contro a fiorentini fece pace conloro
conragioneuoli conditioni eleuo linterdecti di Gregorio […]”(sic). P. Bracciolini, op. cit., p. 50.
117
En 1402, una vez que murió Giovanni Galeazzo, duque de Milán, con mucha alegría
de los florentinos, buscaron de nueva cuenta la liga con el papa Bonifacio IX. Embajadores
florentinos fueron enviados en esta misión para negociar la paz y la contratación “de cinco mil
caballeros y seis mil infantes florentinos para recuperar las tierras perdidas de la Iglesia y
defender sus estados.”60 De este modo, todos se beneficiaban, unos recibían sueldos, los otros
Gregorio XII, de origen veneciano, intentó impedir esta reunión conciliar, y a raíz de esto
inició la guerra de los florentinos contra el rey Ladislao de Nápoles que lo apoyaba. Ladislao
pretendía el paso por Florencia y que se le otorgaran provisiones, pero los florentinos no
estaban de acuerdo con sus propósitos, así que se negaron a apoyarlo.61 Por su parte, tanto
La resolución del conflicto, en el que para este momento había tres papas, fue convocar
como cabeza de la Iglesia. Una vez resuelto el problema, y ya como pontífice legítimo pasó
por Florencia. Según Bracciolini, durante la estancia del papa en la ciudad, éste le tomó mala
voluntad a los florentinos, por cánticos que oía en la calle que hacían los niños burlándose de
60
“[…] cinque mila caualli e fiorentini sei mila per recuperare leterre perdute della chiesa edifendere gli stati
loro […]” (sic). Ibid., p. 92.
61
Vid. Ibid. pp. 107-109.
118
él y porque nunca se concretó la firma de una liga con él, aunque lo solicitó en varias
movimiento importante de piezas políticas. Los legados pontificios enviados para gobernar
pontífice hacia los florentinos, ya que intentaba explicar que los gobiernos concedidos por
Martín V eran para sus amistades, lo que excluía a la ciudad de Florencia y sus aliados.
Además, de nueva cuenta, retrataba un papado políticamente activo, ya que estos gobiernos
eran civiles no eclesiásticos. En este escenario, enviados florentinos debieron acudir al papa a
solicitarle que:
[…]buscara hacer la paz entre ellos y el duque [de Milán], siendo oficio y deber suyo
como verdadero padre de cristianos, y a él correspondiendo defender, primero las
provincias y la ciudad de la Iglesia, y liberarlas de la violencia de tiranos; y después
imponer la paz entre los demás y procurarla con cada instancia.64
dicho que el papa era parcial y se guiaba por sus propios intereses, también tenía la misión de
lograr la paz universal. El hecho de que apoyara una empresa armada, sin duda le daba peso y
cierta legitimidad. En ese sentido puede decirse que cuando Antonio Petrucci, enemigo de
Florencia viajó a Roma conduciendo un grupo de hombres de armas, para apoyar a Lucca
contra la invasión florentina, contaba con la buena voluntad del papa, que veía mal esta guerra,
62
Vid. Ibid., pp. 119-120.
63
Vid. Ibid., p. 126.
64
“[…] cercar rifare pace tra loro elduca: sendo luficio & ildebito suo come uero padre dechristiani & alui
appartenendosi prima difendere leprouincie & citta della chiesa & liberarle dalla uiolentia detyranni: &
appresso metter pace fra glialtri & con ogni instantia `pcurarla” […]” (sic). Ibid., p. 133.
119
pero que prefería intervenir aunque fuera con las armas.65 También ha quedado de manifiesto
a lo largo del presente trabajo que no sólo las vidas de los papas afectaban a la gente, sino
también sus muertes. Cuando Martín V falleció, los venecianos se vieron beneficiados en el
conflicto bélico que se iniciaba, pues el papa no estaba precisamente de su parte, así que su
desaparición les favoreció. Pero además, el pontífice elegido en su lugar, Eugenio IV, era
veneciano.66
El papa Eugenio IV comenzó a vivir en Florencia a partir del año 1434, en el convento
de Santa Maria Novella. Se encontraba refugiado en la ciudad porque los habitantes de Roma
lo habían expulsado de ahí. El pontífice no contaba con las simpatías de todos los cardenales y
encontraba más seguro vivir con los florentinos, que le ofrecieron asilo y protección.67
La presencia del papa Eugenio en Florencia, contribuyó a calmar los ánimos de una
revuelta contra el partido de los Medici, que pretendía el retorno de Cosme del exilio. Fue
gracias a su mediación que se consiguió un acuerdo de paz. Los partidarios de los Medici eran
para ese momento la principal fuerza política de Florencia, pero tenían adversarios por
doquier. Al ser conjurada la amenaza, el papa fue incapaz de defender a quienes se habían
rendido a petición suya y todos fueron expulsados de la ciudad: “el papa, viendo caer tanta
ruina sobre quienes, por suplicárselo él, habían depuesto las armas. Recibió un gran disgusto y
se dolió con micer Rinaldo de la injusticia cometida contra éste, precisamente porque había
confiado en su palabra”.68 Cosme de Medici pudo volver a Florencia con aclamación popular,
65
Vid. Idem.
66
Vid. Ibid., p. 168.
67
Vid. N. Maquiavelo, op. cit., p. 233.
68
Ibid., p. 234.
120
Reparata, según Maquiavelo “el papa accedió gustoso a ello”.69 La ceremonia fue tan
magnífica que se construyó un pasaje ricamente recubierto que iba desde Santa Maria Novella
hasta el nuevo templo, sólo las personas importantes pasaron por ahí.70
Florencia efectuada a partir de 1437 y que culminó, entre otras cosas con la separación de la
Iglesia griega y la romana. Maquiavelo ofreció su visión acerca de las razones por las que este
concilio ecuménico llegó a un acuerdo entre Oriente y Occidente, y no tienen nada que ver con
común, al que debía ponerse freno. En otras palabras, la misma dinámica de las alianzas que
península itálica. Cuando el papa Nicolás V ascendió al pontificado, inició las gestiones para
lograr una paz permanente. Citó representantes de las regiones importantes en Ferrara para
llegar a un acuerdo, y parecía que se firmaría un pacto, pero la situación cambió y los
venecianos se retiraron de las negociaciones.72 Nicolás V estaba “deseoso de ver por una vez a
69
Ibid., p. 259.
70
Vid. Idem.
71
Ibid., p. 220.
72
Vid. Ibid., pp. 310-311.
121
hacer un acuerdo, mandó por todos los embajadores de las potencias”.73 Finalmente, la liga
que firmaron todos los italianos para lograr la paz en 1453, tenía al Sumo Pontífice como
cabeza y una duración de veinticinco años.74 Fue una gran victoria para la Iglesia,
principalmente si se considera que una de las labores, que la población le reconocía, era
mantener la concordia.
Durante la segunda mitad del siglo XV, el poder de los Medici se consolidó en
Florencia. Sixto IV se elevó como pontífice en 1471, y según Maquiavelo muy temprano se
echaron “las primeras simientes de la enemistad entre el papa Sixto y los Medici; y esas
simientes dieron bien pronto pésimos frutos”.75 El Santo Padre buscó ligarse con otros
príncipes, pero sólo obtuvo el apoyo del rey de Nápoles, ya que los florentinos tenían alianzas
con Venecia y con Milán. De acuerdo con el autor, “era precisamente el pontífice quien, en
cualquier empresa que acometiera, se las arreglaba para hacer daño a la república de
Florencia.”76 Así pues, a la muerte de Felipe de Medici, arzobispo de Pisa, el Vicario de Cristo
nombró como sucesor a Francisco Salviati, un enemigo de dicha familia. Por otra parte, en la
ciudad de Roma beneficiaba constantemente a una de las principales familias opositoras a los
Medici, la de los Pazzi.77 En opinión de Maquiavelo esto era una cuestión personal, incluso
aseguró que el papa participó en la conspiración para asesinar a Lorenzo y Julián de Medici.78
Sobre la participación del papa en la conjura, Guicciardini también tenía su postura, relató que
“su santidad, el papa, […] estaba perfectamente enterado y lo apoyaba, aunque para conservar
73
“[…] desideroso di uedere una volta italia atempi del suo pontificato inquiete e otio gia hauendo piu volte
tentato di fare accordo mando per tuti glībasciadori delle potentie […]” (sic). P. Bracciolini, op. cit., p. 227.
74
Vid. Ibid., p. 229.
75
N. Maquiavelo, op. cit., p. 392.
76
Ibid., p. 404.
77
Vid. Idem.
78
Vid. Ibid., pp. 409-416.
122
su respetabilidad manejara la cosa en forma indirecta por conducto del conde Girolamo.”79
Estos eventos desembocaron en una nueva guerra entre el papado y Florencia. El Santo Padre
tenía el apoyo del rey de Aragón. “El papa excomulgó a Lorenzo y lanzó la interdicción a la
ciudad por haber colgado al arzobispo de Pisa y haber encarcelado al cardenal de San Jorge”,80
ambos partícipes del atentado contra Lorenzo a instancias del propio pontífice. Al poco
tiempo, éste contrató un ejército para atacar a Florencia. La guerra sólo se detuvo cuando el
papa sintió la amenaza mayor que representaba la presencia de los turcos en las costas
negociar, pero lo hizo con ira y soberbia, según narró Maquiavelo.81 En otras palabras, lo hizo
por temor al enemigo mayor, pero fue a regañadientes. Después, en cuanto los turcos dejaron
de ser un riesgo, el papa retomó la guerra contra Florencia. La península itálica se reacomodó
en nuevos bandos y comenzaron los ataques. El desarrollo de esta guerra llevó poco a poco a
a los cinco días de haberse acordado aquella paz [con los florentinos], murió [Sixto
IV], fuera simplemente porque había llegado el fin de sus días o fuera porque lo mató
el dolor de que se hiciera aquella paz, enemigo como era de ella. De esta manera el
pontífice, al morir, dejó en paz a la misma Italia a la que durante su vida había
mantenido siempre en guerra.82
Guicciardini también, como Maquiavelo, señaló que la paz a la que se oponía rotundamente
No mucho después de firmada la paz, de pronto murió el papa Sixto IV, quien había
sido un hombre muy valiente, inquieto y tan enemigo de la paz que en su tiempo Italia
estuvo de continuo en guerra, y ya sea porque esta inclinación era natural en él como
79
F. Guicciardini, op. cit., p. 144.
80
Ibid., p. 150.
81
Vid. N. Maquiavelo, pp. 433-434.
82
Ibid., p. 444.
123
también porque, como todos sabían, la última paz le había causado un disgusto y un
coraje grandísimos, corrió la voz de que había muerto de dolor por esa paz y circuló
ampliamente un dístico que decía: Nulla vis saevum potuit extinguere Xistum; / audito
tantum nomine pacis obit.83
El último pontífice a revisar en este recorrido es Inocencio VIII, éste inició hostilidades
contra Fernando de Aragón, y tanto Florencia como Milán salieron en su defensa. El papa se
porque los venecianos se retiraron de la coalición contra Fernando. Inocencio tuvo que firmar
la paz.84 Había movido cielo, mar y tierra contra los florentinos, y luego se percató de “la
sinceridad y empeño con que los florentinos se mantienen fieles a sus amigos y, en
consecuencia, mientras antes los detestaba por el afecto que él sentía hacia los genoveses y por
la ayuda que los florentinos habían prestado al rey de Nápoles, comenzó ahora a estimarlos y a
mostrar hacia sus embajadores más deferencia de la acostumbrada.”85 Sin duda este
Guicciardini apuntó que luego de la reconciliación con Florencia, el papa “se acercó mucho a
nuestra ciudad; casó a Franceschetto, hijo suyo ilegítimo, con Magdalena, hija de Lorenzo de
Médicis, y a un hijo de éste, Juan de Médicis, todavía niño, lo nombró cardenal;86 trabó
amistad tan íntima con Lorenzo que este último durante toda su vida lo manejó a su gusto en
83
Ninguna fuerza pudo apagar al feroz Sixto; / pero con sólo oír la palabra “paz” se murió (traducción tomada de
la obra citada). F. Guicciardini, op. cit., p. 173.
84
Vid. Ibid., pp. 176-178.
85
N. Maquiavelo, op. cit., pp. 451-452.
86
Giovanni de Medici, sería posteriormente el papa León X.
87
F. Guicciardini, op. cit., p. 180.
124
Hay varios aspectos destacados de la relación entre los pontífices y Florencia, además
de la posibilidad de contar con el favor de los papas simplemente por sus sentimientos de
simpatía o rechazo por algún individuo o grupo. Para empezar, la mediación del papa y sus
legados, al menos en cuestiones de luchas intestinas se dio la mayoría de las veces a petición
de los florentinos. Aunque es cierto que algunos legados se tomaban el asunto como cruzada
personal. Un elemento fundamental en la dinámica entre la Iglesia y los florentinos, fueron las
armas espirituales que constantemente se usaban contra los segundos. Finalmente, la guerra
por parte de Florencia nunca fue contra la religión, se trataba meramente de cuestiones
políticas.
CONCLUSIONES
De la lectura detenida de las obras históricas de los florentinos Dino Compagni, Giovanni
desprenden varios elementos. En primer lugar, la presencia de la Iglesia en los textos se daba
únicamente en función de dos aspectos: los hombres eclesiásticos, es decir, sus representantes
y los espacios religiosos. De la práctica cotidiana sólo se pueden deducir algunos elementos,
por ejemplo, que la ciudad tenía una activa vida religiosa. En segundo lugar, es notorio que la
Iglesia intervenía constantemente en los asuntos de Florencia, así como en los de otras
Acerca del papado, es claro que para los seis autores éste se hallaba en pugna
permanente con otras potestades, ya fuera el emperador alemán, el rey francés o cualquier otro
italiana había intereses de varios lugares de Europa. Asimismo, los textos retrataron a papas
con fuertes personalidades, pero con escasa fuerza militar por lo que necesitaban de alianzas
constantemente. Las únicas armas con que el papado contaba, más que políticas eran
religiosas, sobre todo se hacía uso de excomuniones e interdicciones contra los enemigos.
Otro elemento destacable es que los autores manifestaban menor simpatía por los
papas franceses del periodo de Destierro en Aviñón, porque al inmiscuirse éstos en sus asuntos
parecía una intervención extranjera. En oposición a los malos pontífices los autores florentinos
recurrían a la alabanza de los papas de antaño, a los que idealizaban por haber basado su
rastro.
126
Pero no sólo los papas aparecen en las obras. Hay presencia del alto clero así como de
muchas órdenes religiosas. La tendencia con respecto al alto clero era señalar sus intereses en
aspectos terrenales, ya fueran políticos o militares. De los seis autores se puede extraer que el
éste tuvo un papel fundamental en la ciudad de Florencia, que era un participante activo en
política y también que algunos de sus representantes jugaron un rol de primer orden. En las
obras también se menciona a miembros del alto clero de otras ciudades, de lo que se deduce
que también tuvieron roles protagónicos, por lo tanto se sabe que no fue un fenómeno
exclusivo del clero florentino. En la mayoría de los casos, estos religiosos no parecen haber
sido muy respetados por su calidad eclesiástica. En cambio, la mayor parte de las referencias a
virtudes morales o a su afán de conocimiento. Particularmente las referencias hacia los frailes
la ciudad.
deduce su prolífica vida religiosa. Aunque, como he señalado reiteradamente, de los servicios
Por otra parte, gracias a las fuentes se puede apreciar el tipo de relación que había entre
Florencia y la Santa Sede. Ésta era cercana, y si bien hubo medidas religiosas directas de parte
de los pontífices hacia Florencia, sus causas y consecuencias podían serlo en varios niveles:
tensión y hasta de guerra abierta. La intervención de la Iglesia no fue siempre directa, pero sus
provocó la división ciudadana en las facciones güelfa y gibelina, que mantuvo a la población
separada por siglos. Florencia, igual que la mayoría de las ciudades italianas, estuvo en medio
de la pugna entre seguidores del Imperio y partidarios del Sumo Pontífice, como pieza en un
tablero, en disputa por su dominio. Con el tiempo la ciudad llegó a ser un contendiente, quizá
no el más fuerte, pero sí tenía la suficiente importancia para que los demás buscaran establecer
alianzas estratégicas durante las guerras del siglo XV. Así pues, Florencia se convirtió en un
los autores se percibe algún grado de descontento tanto de parte de ellos como en lo referente
a sus coetáneos. La relación entre Florencia y el papado se daba casi siempre mediada por
emisarios que solían ver por sus propios intereses, lo que generaba inconformidad en la
población. La revisión de los seis autores destapó el desarrollo de dicha relación. Uno de los
momentos más tirantes de esta relación se dio en tiempos de la administración papal desde
Aviñón.
Al ser lo bélico una inquietud permanente, destaca en los autores una noción
interesante. El paralelo de “guerra contra el papa” con “guerra contra la Iglesia”, que permitía
interesante de esta noción es que los seis la ocuparon en algún momento. Aunque, cabe
destacar que cuando el tópico era la guerra del papa contra los florentinos, no fue entendida
como una disputa por motivos religiosos, sino políticos. Ellos no se reconocían como
religiosa más allá de quien la encabezara. También sobresale de la revisión de las obras, que
en ocasiones los autores intentaran excusar a los papas que se enemistaban con Florencia,
128
porque consideraban que habían sido engañados por personas de mala voluntada hacia la
ciudad. O el hecho de que de plano se reconocieran enemigos de algún “mal papa”, como en el
caso de Sixto IV, que odiaba a los florentinos, de acuerdo a lo que ellos mismos escribieron.
Pero eso sí, hay que destacar que nunca llegaron a la conclusión de que la hostilidad contra un
En general, es decir, en los programas de los textos, los seis florentinos defendían y
excusaban el proceder de la Iglesia, sentían que estaban del mismo lado. Obviamente ninguno
de los autores fue gibelino. Incluso podría llegar a pensarse que por el hecho de que cuatro de
papado estaría inclinada favorablemente hacia éste en todo momento. Sin embargo, cada uno
de ellos sentía predilección por pontífices de manera individual, no por la figura papal en
general. Y es muy claro, que se sentían agraviados cuando algún papa se enemistaba con
Florencia.
Es evidente, tras la lectura de sus obras, que para estos seis hombres el registro de la
historia equivalía a describir los acontecimientos políticos. Es por esta razón que en sus obras
realidad no tenían para que hacerlo, era algo que veían día con día. A través de esta revisión se
puede percibir que cada uno de los autores con su estilo y perspectiva propios, dejó un
Otro aspecto relacionado con la Iglesia que puede conocerse a través de estas crónicas
e historias es la noción de que el papa no necesitaba estar en Roma para despachar los asuntos
informa sobre su importancia como Vicario de Cristo. La revisión del espacio eclesiástico
129
también aporta información valiosa sobre la percepción que los autores tenían de la Iglesia
Por otra parte, con respecto a los autores, es cierto que sólo fueron contemporáneos
entre sí por pares,1 sin embargo, el entorno en que vivieron fue de convulsiones políticas para
mismo pleito entre el papado y el Imperio. También es cierto que se detectan ciertas
tendencias formales en cada par, así por ejemplo: Compagni y Villani escribieron crónicas en
toscano, Bruni y Bracciolini redactaron historias en latín, finalmente las obras de Maquiavelo
y Guicciardini son historias en italiano. El elemento en común que los textos de los seis
autores comparten es el interés que tuvieron por dejar memoria del devenir de su ciudad. Pero
conciencia de la necesidad de unidad se encuentra presente en las seis obras, los seis autores
sabían que las divisiones que partían a la ciudadanía eran la causa fundamental de su
debilidad.
Cabe mencionar que el único interesado por aspectos más amplios fue Villani, quien
también trató temas económicos y de índole variada. Pero siempre como soporte de los hechos
brinda mucha información acerca de la manera en que los representantes de la Iglesia eran
1
Compagni lo fue con Villani, Bruni con Bracciolini y Maquiavelo con Guicciardini.
130
percibidos, así como los demás sujetos, es decir, no sólo se habla del Imperio, también de los
franceses, los aragoneses, los musulmanes y muchos más. El contraste de las visiones que
tenían, que en muchos casos coincidían, es también muy significativo, porque a pesar de la
Y así como había cierta continuidad en la forma de pensar de los autores, también se
puede detectar a través de ellos, que a lo largo del tiempo la Iglesia se enfrentaba a desafíos
política. Cambiaban los enemigos, pero no sus propósitos de minar la potestad eclesiástica. En
las seis obras se percibe que las formas de actuar variaron durante los casi tres siglos que
abarca el periodo de esta investigación, pero ciertas directrices, en diplomacia sobre todo,
permanecieron. Por supuesto no todo estaba estático, había cambios en todas partes, pero en
entre líneas que si los pontífices se hubieran dedicado a su labor de guías morales de los fieles,
Me gustaría agregar una apreciación personal sobre la lectura de las obras en italiano
antiguo y su paulatino desarrollo con el correr del tiempo. Sin duda, el haber leído las crónicas
en el orden en que fueron escritas me permitió transitar por este desarrollo del lenguaje que
resultó muy enriquecedor. Es notable el paso del latín al toscano en primer lugar, luego en las
en la época. En ese sentido, la utilidad de conocer rudimentos básicos del latín facilitó mucho
hizo únicamente en fuentes florentinas, que ofrecían una visión acerca de la Iglesia entre los
siglos XIII y XV. Así pues, queda abierta la puerta a conocer de qué manera percibían los
131
1
Anexo elaborado con base en la obra de Emilio Mitre Fernández, Iglesia, herejía y vida política en la Europa
medieval, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2007, y la New Catholic Encylopedia, Detroit, Gale, 2003-2004,
15 v., Gale Virtual Reference Library, http://go.galegroup.com.
2
Considerados de este modo por la tradición eclesiástica. Vid. E. Mitre Fernández, op. cit., p. 205.
133
3
Se incluyeron los primeros papas del siglo XVI por haber sido dos de ellos florentinos.
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