13 - Colestasis
13 - Colestasis
13 - Colestasis
DEFINICIÓN
EPIDEMIOLOGÍA
No sabemos por qué ocurre, pero hay una gran variación en la incidencia en función de factores étnicos,
geográficos y medioambientales. La incidencia en Europa ronda el 0,5%, en latinoamérica el 1,5% y hay
determinadas tribus, (como por ejemplo los indios araucanos de Chile), donde la incidencia llega a ser del
28%.
ETIOLOGÍA
También sabemos que hay factores ambientales que pueden influir, (y eso lo demuestra que aparezca más
en los meses fríos), y que haya tanta variabilidad geográfica. No se conoce muy bien las causas, pero
pueden estar implicados niveles bajos de selenio, o niveles bajos de vitamina D.
La colestasis también se asocia a enfermedad hepática subyacente. Se sabe que hay más incidencia en las
pacientes que tienen hepatopatías crónicas, como la cirrosis no alcohólica, o la hepatopatía por el virus de
la hepatitis C.
HALLAZGOS CLÍNICOS
Si aparecen otros estigmas propios de hepatopatía, como la encefalopatía, habrá que pensar en otras
causas de hepatopatía del embarazo.
La ictericia aparece entre un 15-20% ciento de las pacientes, y suele tardar un poco más en aparecer; suele
retrasarse entre 2 y 4 semanas después del diagnóstico.
En la colestasis del embarazo no hay lesiones en la piel. Sólo habrá lesiones propias del rascado. Sin
embargo, no habrá otro tipo de lesiones como habones, que nos harán pensar en otras causas de
dermopatías gestacionales.
Otras determinaciones de la función hepática son menos importantes; por ejemplo, la fosfatasa alcalina se
suele elevar, pero es muy inespecífico, porque el embarazo eleva normalmente la fosfatasa alcalina. La
bilirrubina total, y la bilirrubina directa puede estar aumentadas, pero normalmente este aumento es
moderado. La GGT suele ser normal y nos puede ayudar a hacer el diagnóstico diferencial con otras
hepatopatías, (con otras colestasis que sí que elevan la GGT). El tiempo de tromboplastina suele ser normal
y en caso de estar alterado suele ser por una esteatorrea grave, (y por lo tanto, por un déficit de vitamina
K). Sin embargo, la esteatorrea en estas pacientes suele ser moderada o leve y, por lo tanto, esta alteración
de la coagulación no suele aparecer.
Si hiciéramos una ecografía hepática, suele ser normal. Y si hiciéramos, que nunca hacemos, una biopsia
hepática, veríamos una colestasis intrahepática sin inflamación.
DIAGNÓSTICO
Para hacer el diagnóstico de la colestasis intrahepática del embarazo, se tiene que presentar este prurito
palmoplantar tan característico, junto con una elevación tanto de los ácidos biliares, como de las
transaminasas; (con cualquiera de las dos nos puede valer para el diagnóstico). Y siempre una vez que
hayamos excluido otras causas, tanto de dermopatías, como de hepatopatías.
Consideramos que nos encontramos ante una colestasis severa cuando los niveles de ácidos biliares son
superiores a 40 micromoles/litro. Esto ocurre, más o menos, en un 20% de las pacientes con colestasis.
Como el prurito suele preceder a la alteración analítica, lo mejor es hacer una determinación seriada, una
vez a la semana por ejemplo, de los ácidos biliares.
Y también deberemos hacer el diagnóstico diferencial con otras hepatopatías de las que hablamos en otro
vídeo: hepatopatías del embarazo.
La fisiopatología de esta muerte fetal intrauterina es poco conocida, aunque se cree que puede estar
provocada por arritmias fetales, o por vasoespasmo de los vasos placentarios.
Sí que está demostrado que la colestasis intrahepática se asocia con parto prematuro, no sólo yatrógeno,
(porque muchas veces inducimos el parto antes), sino también parto prematuro espontáneo. De un 4% de
partos prematuros en la población general, con colestasis aumenta el riesgo hasta un 13% de parto
prematuro. Además se sabe que la colestasis multiplica por 2 el riesgo de ingreso en UCI neonatal.
La colestasis intrahepática no se asocia por otra parte a disminución del crecimiento intrauterino ni
tampoco a oligoamnios.
TRATAMIENTO
La colestasis intrahepática del embarazo no se asocia con secuelas sobre la madre. Por lo tanto, lo que
buscamos en el tratamiento de estas pacientes es tanto disminuir los síntomas en la madre, como
disminuir el riesgo para el recién nacido.
Ya hemos dicho que, si aparecen los síntomas característicos, (prurito palmoplantar), pero los ácidos
biliares son normales, podemos iniciar tratamiento empírico, y repetir las determinaciones de forma
semanal.
Por tanto, como este tratamiento sirve para paliar los síntomas, si el prurito se hace más tolerable, aunque
no se normalicen los valores analíticos, no está indicado subir las dosis.
Otro tratamiento que sabemos que es eficaz, es la adenosin-metionina, pero es un tratamiento
intravenoso, y por lo tanto lo utilizamos bastante poco.
La colestiramina, y la rifampicina podrían ser eficaces, pero dada la alta tasa de efectos adversos no los
utilizamos. También se ha hablado de otros tratamientos como la hidroxicina o los corticoides, (la
dexametasona), pero ninguno de los dos ha demostrado ser eficaz.
En cuanto a la vitamina K, no es necesario darla sistemáticamente, sólo en aquellas pacientes, (ya sabemos
que es infrecuente), en las que se altera la coagulación: en las que aumenta el tiempo de tromboplastina.
En algunas ocasiones, podemos valorar terminar la gestación antes de la semana 36, por ejemplo cuando
hay muchos síntomas, cuando hay un prurito insoportable y refractario al tratamiento, (esto puede ser un
predictor de mal pronóstico), cuando aparece ictericia o cuando hay una historia de muerte perinatal
anterior, relacionada con la colestasis intrahepática.
También nos puede servir para tomar la decisión de inducir antes de la semana 36 los niveles muy altos,
(de más de 100 micromoles/litro) de ácidos biliares. Es verdad que los ácidos biliares suelen tardar unos
días en llegar y a veces no es una prueba muy práctica para tomar este tipo de decisiones.
En general, tomar la decisión de inducir antes de la semana 36 es una decisión que se toma de forma
empírica, y por lo tanto habrá que individualizar mucho en función de cada caso.
Hay que explicar muy bien a la paciente los riesgos de la prematuridad, y los riesgos de la colestasis y
decidir de forma conjunta qué pesa más en la balanza.
En general, si inducimos el parto antes de la semana 36, se puede dar una dosis de corticoides para
favorecer la maduración pulmonar.
Como norma general, la colestasis intrahepática del embarazo no es un criterio para realizar una cesárea.
El parto se intentará por vía vaginal, como en cualquier otro embarazo.
SEGUIMIENTO
En cuanto al seguimiento, ya hemos dicho que los síntomas y las alteraciones analíticas desaparecen
rápidamente después del embarazo. Esto habrá que confirmarlo con una analítica seis u ocho semanas
después del parto. Si persisten los síntomas, o persiste una alteración analítica, deberemos derivar a la
paciente al hepatólogo para descartar otras posibles causas.
Desde luego la colestasis no es una contraindicación para la lactancia materna. La lactancia materna se
debe recomendar normalmente.
Hay que hacer es informar bien a la paciente del riesgo de recurrencia después de una colestasis. Después
de haber tenido una colestasis en el embarazo, el riesgo de que en un siguiente embarazo vuelva a
aparecer ronda el 60-70%.