Casa Del Tiempo Num90-91 111 113
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de la literatura italiana
Mircea Eliade
El destino de Giovanni Papini es muy extraño. Mientras desde hacía veinte años había prometido un opus magnum:
que todo mundo esperaba su Adán (o Informe sobre los hom- Adán. Quizá no lo habría hecho si 1935 no hubiera sido “un
bres) desde hace mucho tiempo, él pública San Agustín y Los año desafortunado y penoso para Papini”, como lo describe
operarios de la viña, libros que en cierta medida continúan Viviani en su Papini anecdótico (Roma, 1937). Un año en que
la obra de conversión al cristianismo –la suya y la de sus su vista, aquejada desde hacía mucho, se extingue casi en su
lectores– que comenzó en 1921 con su Historia de Cristo. totalidad. Los lectores rumanos saben, por algunos artículos
Parecía sincera y definitivamente constreñido a ciertos medios de Alexandru Marcu, las circunstancias trágicas que ensom-
católicos. Colaboraba en revistas religiosas, editaba antolo- brecieron la vida del más erudito de los escritores italianos.
gías para uso de seminaristas, publicaba compilaciones de Debió sufrir, en enero de 1936, una operación muy delicada
textos de místicos, prologaba a poetas católicos, pronunciaba que, por fortuna para él y para Italia, superó. Hasta fines de
conferencias en círculos tomistas. Gog cae como un rayo en 1936 pudo ponerse de nuevo a trabajar. Y en junio de 1937
medio de sus actividades pías, perfectas en apariencia. El aparece también un libro que no se esperaba: el primer tomo de
indomeñable Papini retoma veladamente los temas de su la Historia de la literatura italiana (en la editorial Vallecchi).
Diccionario del hombre salvaje (1923) que, como se sabe, Es difícil decir, después de tantas sorpresas, si algún día
no gustó mucho a las autoridades eclesiásticas. En efecto, aparecerá su Adán, ese formidable libro del que ya hacia
sustituyó con sarcasmo y fantasía la invectiva y el panfleto, 1929 había escrito unas dos mil páginas (véase el prólogo a
pero encontramos el mismo odio hacia el mundo moderno, Los operarios de la viña) y gracias al cual el autor de la Histo-
anticristiano y demoniaco, odio ilustrado por la vida estúpida, ria de Cristo espera ocupar uno de los sitios más altos de la
neurasténica y desesperada del melancólico Gog. literatura universal, al lado de Shakespeare, Dante y Tolstoi.
Sorprende de nuevo dos años después, en 1933, cuando Lo pospone una vez más y lo desplaza para poder trabajar en
–desconociendo todavía su promesa– publica Dante vivo y su Historia de la literatura italiana. Su retorno a las realida-
dos opúsculos: uno titulado El saco del ogro y otro dedicado des italianas es ahora completo y definitivo. Comenzó hacía
a Ardengo Soficci. Dante vivo aportó una nueva prueba de la mucho tiempo, en 1910-1911, a redescubrir la Toscana, el
creatividad, la cultura y la capacidad de trabajo del infatigable alma italiana y “la patria”. Después de la crisis religiosa que lo
Papini. Es, quizá, su mejor libro después de El hombre acabado condujo algunos años a la literatura mística y católica univer-
o, en todo caso, el más entero, el más orgánico. Siguió la edición sal, volcó su cuerpo y alma hacia la Toscana, hacia Italia. Se
en forma de libro de algunos panfletos y estudios –La piedra volvió algo más que un perfecto italiano: un patriota ardiente.
infernal (1934) y Grandeza de Carducci (1935)– que ponían de Viviani cita en su libro una conversación casi increíble en la
manifiesto cierta laxitud, al menos para lectores poco avezados. que Papini le confía (en vísperas de las sanciones británicas
Un escritor del vigor y la madurez de Papini no debe reunir por la guerra de Etiopía) que estaba listo para presentarse
sus ensayos y artículos recientes en una recopilación, cuando como voluntario en caso de movilización…