Resumen Del Libro Castellano

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Don Juan Tenorio, de José Zorrilla.

PERSONAJES

● Don Juan.
● Don Diego, padre del anterior.
● Marcos Ciutti, criado de don Juan.

● Doña Inés de Ulloa, joven novicia seducida por don Juan.

● Don Gonzalo de Ulloa, padre de doña Inés, comendador de Calatrava.


● Brígida, sirvienta de doña Inés.

● Cristófano Buttarelli, dueño del Hostal El Laurel, donde se hospeda don


Juan.

● Centellas, capitán del ejército, amigo de don Juan.

● Don Rafael de Avellaneda, compañero del anterior y, como él, amigo de


don Juan.

● Don Luis Mejía, prometido de doña Ana Pantoja y enemigo de don


Juan.

● Doña Ana de Pantoja, prometida del anterior, seducida engañosamente por


don Juan.
● Miguel, sirviente de Buttarelli.
● Pascual, sirviente de don Gil de Pantoja, padre de doña Ana.
● Lucía, sirviente de doña Ana de Pantoja.
● Abadesa del convento de doña Inés.
● Escultor.
● Sombra de doña Inés.
● Estatua de don Gonzalo.

RESUMEN POR ESCENAS

ACTO PRIMERO: “Libertinaje y escándalo”

● Don Juan, con antifaz, en la hostería de


Butarelli.
● Llegada de don Gonzalo de Ulloa y don
Diego Tenorio.
● Centellas y Avellaneda.
● En qué consiste la apuesta.
● Don Juan gana la apuesta.
● Nuevo desafío: una novicia y doña Ana.
● Cólera de don Gonzalo.
● Consternación de don Diego
● La justicia detiene a don Juan y a don
Luis.

ESCENA I

Don Juan es un personaje extrovertido, seductor y mujeriego. Dotado


de un gran talento y simpatía, tiene un don especial para atraer la admiración
de los demás, sobre todo de las mujeres.

Es carnaval y la gente, disfrazada, celebra la fiesta con gran alboroto


callejero.
Don Juan se hospeda en el hostal de Buttarelli; está dentro, lleva
puesto un antifaz y escribe una carta. Como le molestan los gritos de la
muchedumbre, piensa salir a poner orden cuando termine.
-¡Cuánto gritan esos hombres! ¡Ya me encargaré yo de hacer que se
callen cuando acabe esta carta! -se dice a sí mismo.

Mientras, Ciutti, su criado, permanece cerca, por si su señor necesita


algo. El dueño del hostal no reconoce a don Juan debido al antifaz y le
pregunta a Ciutti si está al servicio de tan noble señor, a lo que aquél
responde:
-Sí, ya llevo un año a su servicio.
-¿Y estás contento? -añadió Buttarelli.
-Desde luego. Tengo más de lo que necesito:
comida, dinero, tiempo libre y mujeres.
En ese instante, don Juan introduce la carta en un sobre y, después de
cerrarlo, lo pone entre las hojas de un libro. Entonces, le dice a su criado:
-He metido una carta dentro de este libro; le debe llegar a
doña Inés.
-Sí, señor, al instante. ¿Y espero respuesta? -preguntó el
sirviente.
-Su sirvienta, que conoce mis intenciones, te dará una
llave, unas señas y la hora concreta a la que debemos
encontramos. ¡Ah!, y regresa enseguida -contestó don Juan.
Ciutti sale entonces deprisa a cumplir el encargo de su
señor.

ESCENA ll
Don Juan llama a Buttarelli y le pregunta:
-¿Sabes, acaso, si ha venido hoy don Luis Mejía?
-No, señor. No está en Sevilla; pero esta noche
hace un año de la apuesta entre don Juan y él.
-¿Y sabes qué apostaron? -añadió don Juan-.
Quién de los dos haría más daño en el plazo de un año.
Sorprendido, Buttarelli pregunta:
-¿Conocéis acaso la historia?
Don Juan, sin inmutarse, contesta:
-Entera. Por eso te pregunto por Mejía. ¿Y no tienes
confianza en que don Luis acuda a esta cita?
Buttarelli responde:
-No, no creo. El fin del plazo se aproxima y estoy seguro que
ninguno se acuerda ya de la apuesta. Y vos, ¿de alguno de ellos
sabéis algo?
Don Juan, que no quiere dar muchas explicaciones al
hostelero, le dice:
-Quizás sepa algo. Al menos uno sí que vendrá; pero, por si
acaso los dos finalmente llegan, prepara una mesa para ellos y tus
dos mejores botellas.
Aunque Buttarelli quería seguir interrogando al forastero, don
Juan le interrumpe y, sin más comentario, se despide y sale.

ESCENA III

Reflexionando sobre todo lo que le acaba de contar don Juan, Buttarelli


comprende que, efectivamente, los dos rivales están en Sevilla y que el
forastero con el que acaba de hablar, sin duda, está bien informado. En
ese momento, oye un gran alboroto fuera: el forastero está riñendo en la
plaza con un gran número de personas, a las que se enfrenta y hace huir.
Entonces, llama a su sirviente:

-Miguel, ven aquí, rápido.

ESCENA IV

El joven criado de Buttarelli se presenta y pregunta a su señor qué


desea. Éste le dice:

-Prepara una mesa y trae dos botellas de nuestro mejor vino, date
prisa.

ESCENA V

Don Gonzalo, padre de doña Inés, entra en el hostal y pregunta al


dueño si conoce a don Juan Tenorio, a lo que éste responde
afirmativamente. Luego trata de saber si ha concertado allí una cita esa
noche.

-Cierto -responde Buttarelli-. Preparé esta mesa para don Luis y para
él. ¿Vais a acompañarles?

-No compartiré la cena -dijo don Gonzalo-, pero quisiera presenciar el


encuentro.

El hostelero, deseoso de satisfacer los deseos de tan noble cliente, le


contesta:
-Como gustéis. Os puedo preparar esta mesa que está junto a la que
les he reservado a ellos. ¡Oh, qué escena nos espera!, escuchar la disputa
entre los dos jóvenes más gentiles de España.

-Sí -exclamó don Gonzalo-, y los más viles también. Por cierto,
preferiría ocultarme y poder verlos sin que la gente me pudiera reconocer.

-Haré lo que proceda para complacerle. Como estamos en carnaval,


no es ningún deshonor, ni siquiera para los nobles señores, ponerse un
antifaz. Le traeré uno y, así, nadie lo reconocerá.

ESCENA VI

Don Gonzalo, esperando su mesa, está pensando se dice a sí


mismo:

-No puedo imaginar que exista un hombre como éste y no quiero


cometer una injusticia. Yo mismo prefiero averiguar la verdad, pero, de ser
cierta la apuesta, antes prefiero muerta a mi hija que casada con Tenorio.
Sería una boda muy beneficiosa, pero no quiero que mi hija pueda sufrir por
culpa de un hombre así.

ESCENA VII

Buttarelli le trae un antifaz a don Gonzalo, que le pregunta si falta


mucho para la cita. El hostelero responde:

-No estoy muy seguro de que acudan a la cita, pero, si tanto os


importa, la hora convenida está ya próxima.

Don Gonzalo, entonces, se puso el antifaz y se sentó en una mesa


cercana. Dijo para sí mismo:
-¡Qué un hombre como yo tenga que esperar aquí y hacer frente a una
situación como ésta! En fin, todo sea por la paz de mi casa y por la felicidad
de una hija sencilla y pura.

ESCENA VIII

Don Diego, padre de don Juan, entra, también enmascarado, en el


hostal y pregunta a Buttarelli si es cierto que Tenorio tiene allí una cita, a lo
que éste contesta que sí. Don Diego se sienta a una mesa, en el lado opuesto
a don Gonzalo, y dice:

- Entonces esperaré. ¡Qué un hombre de mi linaje entre en tan ruin


mansión! Pero por mi hijo soporto cualquier humillación. Esta noche quiero
ver si es verdad o mentira lo que se dice de él.
Mientras, Buttarelli, desde el fondo del local, observa a los dos
hombres, que permanecen enmascarados y en silencio. Y se dice:
-¡Vaya un par de hombres silenciosos! Estos no necesitan mis
servicios, pero pagan bien el gasto que no hacen. Así se prospera en la vida.

ESCENA IX

Hacen acto de presencia en el hostal el capitán Centellas, dos


caballeros y Avellaneda, que vienen también para presenciar el
encuentro entre don Juan y don Luis Mejía.
Buttarelli saluda a los recién llegados:
-Señor capitán Centellas, ¿cómo es que estáis por aquí?
aquí?
Éste responde:
-Las guerras del Emperador me llevaron a Túnez,
pero gracias a mi riqueza he podido volver a Sevilla y,
según me cuentan, llego a tiempo para renovar viejas amistades ¡Tráenos
unas cuantas botellas de vino y cuéntanos cosas de la disputa sobre la cual
hay controversia!
El hostelero contesta:

-Sí, sí, pero, antes, dejadme ir a la bodega.

ESCENA X

Los anteriores, sentados a otra mesa, hacen apuestas acerca del


triunfador. Y mientras Centellas se inclina por Don Juan, de quien dice que
no hay otro como él sobre la Tierra, Avellaneda pronostica el éxito de Mejía,
que es buen amigo suyo.

ESCENA XI

Buttarelli entra con las bebidas y los citados anteriormente le piden


información sobre la apuesta y sobre el encuentro que debe tener lugar en
breve. Aquél les relata todo lo ocurrido hasta ese momento. Cuando están
haciendo suposiciones sobre la identidad del hombre enmascarado que
había escrito la carta y encargado preparar la mesa para los dos
'-protagonistas de la apuesta, el reloj da las ocho, la hora convenida para la
cita. Varias personas entran y se sitúan por todo el local. Entonces, entra don
Juan, con antifaz, y se dirige a la mesa preparada para él y don Luis,
dispuesto a ocupar una de las sillas; a continuación, entra don Luis, también
con antifaz, que hace lo mismo.

ESCENA XII

Al tratar de sentarse don Luis en una de las sillas de la mesa


reservada, su contrincante le dice:
-Esa silla está ocupada.
A lo que Mejía responde:

-Lo mismo digo, para un amigo la tengo yo reservada.


La reacción de Tenorio no se hace esperar:
-Entonces... sois don Luis Mejía.

-Y vos don Juan Tenorio.


Habiéndose ya presentado y quitado los antifaces, se sientan en el
lugar reservado. Rodeados de gente, recuerdan el motivo del encuentro: una
apuesta. Don Luis afirmó un día que en España no había nadie capaz de
hacer lo que él hacía; a esto había contestado su rival:

-Nadie ha de hacer lo que haría don Juan Tenorio.


Ante tal desafío, una cuestión de honor: ver quién es el triunfador y quién el
vencido. No sería un duelo de armas, sino de hechos. Lo realizado por cada
uno de ellos viene resumido en varias hojas que sacan en ese momento.
Interviene en primer lugar don Juan:
-Pues yo, buscando sitios nuevos para realizar mis hazañas, llegué a
Italia, un paraíso donde abundan los placeres, pendencias, amores y desafíos.
Perseguido, salí de allí disfrazado y me incorporé al ejército español. Tras
cinco o seis desafíos, lo abandoné y me fui a Nápoles; en medio año que allí
estuve, no hay escándalo ni engaño en que no estuviera metido. Por donde
quiera que fui, la razón atropellé, me reí de la virtud, a la justicia burlé y a las
mujeres engañé. En todos los sitios donde estuve guardan un mal recuerdo de
mí; no respeté ni nada ni a nadie. Todo lo que conseguí está escrito en este
papel. Pero antes de leerlo, quiero oír vuestras aventuras.
Don Luis toma la palabra y empieza a contar su historia:
-Llegué a Flandes, donde tuve muy mala suerte, pues, en el primer
mes viviendo allí, perdí toda mi fortuna. Y puesto que estaba sin dinero, me
uní a unos bandoleros, con los que cometí numerosos desmanes y a los que,
al final, acabé robando. Después me fui a Alemania y, de ahí, a Francia ¡buen
país! Y, como vos, en medio año que allí estuve, no hay escándalo ni engaño
en que no estuviera metido. Por donde quiera que fui, la razón atropellé, me
reí de la virtud, a la justicia burlé y a las mujeres engañé. Lo conseguido por
mí está escrito en este papel. Contad.
Comienzan, entonces, a leer y contar el número de fechorías de cada
uno de ellos: don Juan había matado treinta y dos hombres y
conquistado a setenta y dos mujeres. Por su parte, don Luis tenía
constancia de veintitrés muertos y cincuenta y seis conquistas. Ganaba,
pues, el primero.
Don Juan, viéndose el vencedor, presume que conquistó mujeres de
condición social muy diversa:
-Desde una princesa real a la hija de un pescador;
he conquistado a mujeres de todas las escalas sociales.
No obstante, don Luis indica a su rival que, aunque esto es cierto,
todavía le falta una por conquistar: una novicia. Y a esto respondió don Juan:
-Pues yo os complaceré doblemente, porque, además de la novicia,
conquistaré a la novia de algún amigo que esté próxima a contraer
matrimonio. Y, como vos vais a casaros, mañana pienso quitaros a vuestra
novia, doña Ana de Pantoja.
Esto provoca la indignación de Mejía, que apuesta su vida a que
evitará que eso suceda.
Antes de que don Juan abandone el local, don Gonzalo se levanta de
su silla, se quita el antifaz y se dirige a él, diciéndole:
-Antes de salir, don Juan, debéis oír lo que tengo que deciros. Hace
tiempo, vuestro buen padre, don Diego, y yo acordamos que os casaríais con
mi hija (Inés) ; antes de que fuera demasiado tarde, quise por mí mismo
saber cómo erais y por eso vine hoy aquí al anochecer. Me avergüenzo de
vos; y no penséis más en doña Inés, porque, antes de consentir que se case
con vos, la mato.
Don Juan, con gesto altanero y desafiante contestó:

-Me hacéis reír, don Gonzalo, pues venir a provocarme es como ir a


amenazar a un león con un palo.

Y puesto que hablamos de esto, yo os quiero advertir que, o me dais a


vuestra hija, o iré a quitárosla. Lo siento, pero sólo una mujer como ésta falta
para mi apuesta, y apostada está ya.
En ese instante es don Diego quien se levanta y confiesa a don Juan
su asombro ante lo que acaba de oír.
-¡Ah! No podía creer lo que me decían de ti. Pensaba que mentían y
por eso te vine a ver.
Tenorio, sin saber todavía quién le hablaba con tanta dureza, le
arranca el antifaz y descubre, atónito, que se trata de su padre. Don Diego,
avergonzado e indignado por tanta infamia cometida por su hijo, renuncia a
su condición de padre y abandona el lugar en compañía de don Gonzalo.

ACTO SEGUNDO: “Destreza”

ESCENA I
Don Luis se encuentra en el exterior de la casa de su prometida, doña
Ana de Pantoja. Quiere avisarla de lo que está pasando en Sevilla y del
peligro que corre, aunque no sabe cómo. Está pensando cómo actuar, cuando
oye que alguien llega.

ESCENA ll
Quien llega es Pascual, sirviente de don Gil, padre de doña Ana.
Don Luis le saluda y le cuenta lo que pasa:
-Hace tiempo, dominados por una gran locura, don Juan y yo
decidimos apostar cuál de los dos sabría obrar peor; ambos nos hemos
portado malvadamente y hemos cometido infinitas fecharías. Pero él es un
demonio y por fin me ha aventajado. Le puse no sé qué objeción, nos dijimos
no sé qué, y el hecho fue que él, altanero, me dijo: "y si esto no es suficiente
para vos, puesto que mañana os casáis con doña Ana, os apuesto a que
antes de que os caséis os la quito yo. Ahora, me tiene muy preocupado,
porque lo conozco bien y sospecho que esta noche va a intentar cumplir su
amenaza. Así que, la única solución que se me ocurre es que pase yo esta
noche dentro de la casa, para poder proteger a doña Ana».
Aunque a Pascual no le gustaba la idea, al final, cedió y respondió:

-Está bien, escuchad, mi cuarto es suficientemente grande y


cabremos los dos; podéis permanecer dentro de él, pero debéis estar callado.
Hasta mañana, los dos permaneceremos en vela para proteger a doña Ana.
Pero no podéis entrar todavía; no, hasta que no se acueste mi señor, don Gil,
y todo quede en silencio. En esa calleja estrecha hay una ventana con una
reja; llamad a las diez y os abriré.
Ambos se despiden y don Luis promete volver a la hora convenida.

ESCENA Ill

Don Luis Mejía, pese a la ayuda prometida de Pascual, sigue muy


preocupado. Se dice a sí mismo:
-Jamás tuve tal desasosiego, tengo un mal presentimiento... De don
Juan temo, más que su valor, su suerte; parece que le ayuda Satanás en
todo cuanto intenta
.
Es un hombre infernal y estoy seguro que, si me aparto de aquí, me acabará
burlando .Debo entrar ahora.

Llama a la ventana de la casa de doña Ana que le había indicado


Pascual.
ESCENA IV

A las llamadas de don Luis responde, no Pascual como esperaba, sino doña
Ana. Sorprendida de ver allí a su prometido, le pregunta a qué se debe la
visita. Aquel responde:
-Vengo a avisaros de un hombre al que temo.
Vos estáis tranquila, porque no conocéis ni su nombre ni su suerte. Pero yo lo
conozco bien... Dios es testigo que nada temo mientras tenga mi espada y
ese hombre venga de frente contra ti; pero es audaz como el león,
y astuto como la serpiente.
Ella, no obstante, lo tranquiliza y le dice:

- ¿Y qué temes de él si eres tú el dueño de mi corazón? No te


preocupes y duerme en paz, que nada conseguirá de mí.

Pese a ello, Mejía, conocedor del poder de seducción de don Juan, no


está tranquilo y pide a Ana que le haga un favor.

ESCENA V

Don Luis y su prometida, doña Ana, continúan hablando a través de una de


las ventanas de la casa de ésta. Lo hacen en voz muy baja, ya que es de
noche y, además, no quieren que nadie pueda oírles.

Don Juan y su criado también han llegado a casa de doña Ana; ven como
habla con don Luis y se ocultan tras una esquina para no ser vistos. Mientras,
Tenorio explica a su sirviente cuál es su plan:

Mira Ciutti: tú te escondes en esa calle con algunos de mis hombres y


capturáis por sorpresa a Mejía.
Así, ella ignorante y con él preso, nada impedirá que realice mis
planes.

ESCENA VI

Don Luis pide permiso a su prometida para entrar en su casa y así


poder cuidarla y protegerla mejor de don Juan. Queda con ella en volver más
tarde:

-Volveré, pues, a eso de las 10; espérame, que seré puntual. Una vez
dentro de tu casa, ya puede venir Tenorio, que yo le haré frente.

Pero, cuando se estaban despidiendo, oyen ruidos en la calle.

ESCENA VII

Mejía pregunta quién anda por ahí y aparece don Juan, que dice:
-Doña Ana está entre los dos, pero vos estáis acorralado, así que me
la quedo yo.
Don Luis se dispone a sacar su espada para enfrentarse a su
enemigo, cuando Ciutti y otros hombres al servicio de Tenorio lo apresan
a traición. Don Juan les ordena:

-Encerradlo hasta mañana.

ESCENA VIII

Mientras, don Juan se regocija imaginando ya próximo su triunfo


sobre don Luis. Se dice a sí mismo:
-¡Qué bien ha salido todo. Estas son las aventuras que dan fama:
mientras le quito a su novia, él estará rabioso encerrado en mi bodega. ¿Y
ella? Cuando crea estar con él... Ja! Ja! Pero... por allí veo algo negro que se
acerca, creo que es la sombra de una mujer. ¿Otra aventura? Me alegro.

ESCENA IX
Se trataba de Brígida, la criada de doña Inés, que estaba de acuerdo
con Tenorio para facilitarle la conquista de su señora a cambio de
dinero. Como éste parecía desconfiar de que se hubieran cumplido
sus órdenes, la mujer le dice:
-La bolsa y el papel que me entregó vuestra criada ya se lo di a doña
Inés; en este momento lo estará leyendo. Ella es muy joven e inexperta en las
cuestiones del amor y, como le he hablado muy bien de vos, os seguirá como
una dócil cordera. Le dije también que erais el hombre que su padre había
elegido para casarse con ella y que estabais muerto de amor, desesperado
por ella. En fin, le he hablado de tal manera que ahora también os ama y no
piensa más que en vos.
Tenorio responde:
-Lo que empezó como una apuesta y un pasatiempo se ha convertido
en deseo y en verdadero amor por doña Inés.
Entonces, como Brígida ve que don Juan está decidido y tiene
intención de seguir adelante con sus planes, le indica cómo llegar esa noche
hasta su señora:
-Cuando las campanas toquen, saltad al huerto con cuidado; por allí
entraréis al convento con la llave que os he dado. Veréis un camino largo y
estrecho; seguidlo y, al final, llegaréis sin dificultad al cuarto de doña Inés.
Él responde:
-Muy bien; si consigo mi propósito, te recompensaré con una gran
cantidad de oro.
Tras este breve diálogo se despiden y quedan en verse a la hora
convenida.

ESCENA X

Tenorio sigue cerca de la casa de doña Ana. Está satisfecho de cómo


le va saliendo todo y se dice a sí mismo:

-Sí, señor, gran jugada. Muchas he hecho hasta ahora, pero la de hoy
es de las que te dan fama universal.
Entonces, ve a su criado, lo llama y le pregunta qué ha sido de don
Luis. Ciutti responde:
-Por hoy os habéis librado de él.

Ya sin nadie que pueda obstaculizar sus planes, se dirige a casa de


los Pantoja y le dice a su sirviente que llame a la ventana con la señal que
tenía convenida con Lucía, una de las criadas de doña Ana. Lucía se asoma.

ESCENA XI

Tenorio explica a la joven quién es y que desea que lo deje entrar para
estar con su señora, doña Ana.

Lucía, al principio, se niega; pero, cuando don Juan le ofrece a cambio de sus
servicios una gran cantidad de oro, accede a abrirle la puerta. Quedan a las
diez de la noche.
Lucía cierra la ventana y Ciutti se acerca a don Juan a una señal de
éste.

ESCENA XII

Don Juan, riéndose, le dice a su criado:


-Con oro no hay nada que falle. Ya sabes mis planes: a las nueve en
el convento y a las diez en esta calle.

ACTO TERCERO: “Profanación”

ESCENA I

Doña Inés tiene en las manos el libro y la carta que le ha enviado


Tenorio, pero duda si leerla. En esto, interviene Brígida, que para convencer
a su señora le dice:
-Si no cogéis ese libro y leéis la carta, le vais a dar tal disgusto que
seguro va a enfermar; lo estoy viendo.
Doña Inés finalmente accede y comienza a leer la carta de don Juan.
En ésta, le confiesa que la ama con locura y le miente sobre el acuerdo de
sus padres en su matrimonio. Le dice:

"Doña Inés de mi alma, de donde el sol toma su luz, hermosísima


paloma sin libertad, nuestros padres han hablado y han planeado nuestra
boda; desde entonces estoy contento y sólo vivo con la esperanza de que nos
encontremos. Recuerda que, al pie de esos muros que te guardan, te esperan
mis brazos para salvarte. Acuérdate de quien llora bajo tu ventana, de quien
vive
sólo por ti, y de quien correría a ti si se lo pidieras. Adiós, Inés de mi alma, y
no dudes en llamarme si deseas salir de la tristeza de ese convento, que a
todo me atreveré por ti."
Doña Inés está todavía emocionada por lo que acaba de leer, cuando
ambas mujeres oyen ruidos; son pasos que se acercan. Don Juan se
aproxima.

ESCENA II

Doña Inés no sale de su asombro e impresionada por ver a don Juan


se desmaya. Para Tenorio esto no supone un problema; por el contrario, dice:
-Mejor: gracias al desmayo me será más fácil sacarla del
convento. Vamos, no perdamos más tiempo en mirarla y contemplarla.
Brígida, sorprendida por las prisas de don Juan, pregunta:
-Pero, ¿vais a sacarla así?
Él responde:
-Tonta, ¿piensas que entré en el convento para dejármela aquí? Mi
gente me espera abajo: Sígueme.

ESCENA Ill
Don Gonzalo, padre de doña Inés, llega al convento donde se
encuentra su hija y solicita hablar con la abadesa. Cuando está ante ella, le
dice:
-Perdonad, madre abadesa, que os moleste a estas horas, pero para
mí este es un asunto que afecta a mi honra y a mi vida. Acabo de ser
informado que han visto hoy a Brígida, la sirvienta de mi hija, hablar con
el criado de don Juan Tenorio, hombre audaz y malvado. Hace tiempo
pensé casar a Inés con él, pero poco después, al descubrir cómo era
realmente y negársela, me juro robármela. Que se han puesto de acuerdo con
la sirviente no puedo dudarlo ya y debo actuar deprisa si no quiero ver
manchado mi honor. Por tanto, os agradecería que hicierais venir a ambas a
mi presencia.
La abadesa, en principio, no puede creer que los argumentos y las
prisas del comendador sean justificados. Le responde:
-Sois padre, y vuestra preocupación es muy justa, comendador, pero
ved que vuestras sospechas me ofenden. Aunque pintéis tan malo a ese
hombre, os puedo asegurar que, mientras Inés esté aquí, estará segura.
No obstante, la abadesa ordena a otra religiosa que vaya a buscar a
doña Inés y a su sirvienta.

ESCENA IV

La religiosa que había sido enviada a buscar a doña Inés regresa


sofocada e informa que no están en sus habitaciones y que un hombre ha
sido visto saltar por las tapias de la huerta. En esto, encuentran también la
carta de amor escrita por Tenorio y que le había caído a doña Inés. Su padre,
muy alterado, dice a la abadesa:
-Lo veis, mientras que vos rogáis por ella a Dios, viene el diablo y os la quita.
¡Ay de mí! Corramos tras ellos.
ACTO CUARTO: “El diablo a las puertas del cielo”

ESCENA I
Doña Inés ha sido llevada, todavía inconsciente, al domicilio de don
Juan, sobre el río Guadalquivir, cerca de Sevilla. Él se ha quedado en la
ciudad para arreglar unos asuntos. Cuando doña Inés despierta, Brígida se
queda a solas con su señora para poder hablar con ella.

ESCENA ll

Doña Inés recobra el conocimiento, pero no sabe ni dónde está ni por


qué o cómo ha llegado allí.
Pregunta a su sirvienta:

-Pero, ¿qué es esto? ¡Ay de mí! ¿Quién me trajo hasta aquí?


Brígida le dice que está en casa de don Juan y le miente acerca del
modo y el motivo por el que llegaron allí:
-Estabais en el convento, leyendo con mucho interés la carta de
don Juan, cuando, de repente, estalló un gran incendio. Casi no
podíamos respirar y el fuego se extendía rápidamente; don Juan pasaba por
allí por casualidad y, como os ama, al ver el fuego, entró para salvaros. Vos,
al verle llegar, os desmayasteis. Como vos estabais desmayada y yo casi
ahogada, él decidió alojarnos en su casa hasta hoy.
Doña Inés, entonces, muestra su preocupación por estar en la casa de
Tenorio, pues una joven soltera y de buena familia como ella no podía estar
en la casa de un hombre mujeriego y de mala fama sin poner en riesgo su
honor:
-Brígida, estoy confundida; soy noble y tengo honor, y sé muy bien que
la casa de don Juan no es sitio para una mujer honrada. Ven, salgamos.
Cuando oyen que alguien se acerca por el río, intentan huir, pero no lo
consiguen y se encuentran de frente con don Juan y su criado.
ESCENA Ill

Como doña Inés está decidida a irse, Brígida hace un comentario para
que Tenorio comprenda la mentira que le ha contado a su señora:
-Señor, el comendador seguro que está impaciente por su hija, puesto
que, a estas horas, ya sabrá lo del fuego. ¡Qué accidente!
Don Juan entiende la situación y, con el fin de tranquilizar a doña Inés
y conseguir que no se marche, también le miente:
- ¡El fuego! ¡Ah, es verdad! Pero no os preocupéis más, porque
vuestro padre duerme tranquilo. Le he enviado un mensaje, diciéndole que
estabais en mi casa segura y muy tranquila.
Entonces, don Juan aprovecha que la joven se ha tranquilizado y, de
manera apasionada, comienza a declararle su amor; ella, inocente e
inexperta, se deja llevar por la pasión del momento y le confiesa también que
lo ama. Él, realmente enamorado y emocionado, le dice:
-Este amor que hoy siento en mi corazón no es amor carnal, como el
que siempre he sentido hasta ahora. Sí, iré a hablar con el comendador: o
consiente en nuestra boda o me tendrá que matar.
En esto oyen que se acerca una barca por el río y don Juan sale un
momento para ver de qué se trata.

ESCENA IV
Don Juan ve que quien se acerca en barca a su casa es un hombre
enmascarado. Entonces, pregunta:
-¿A qué venís a esta hora y con tanta prisa?
El desconocido responde:
-Soy don Luis y vengo a mataros: me habéis maniatado y habéis
asaltado la casa de doña Ana, usurpando mi puesto con ella. Yo la
amaba, pero, puesto que la habéis deshonrado, imposible la habéis dejado
para vos y para mí.
Don Juan pregunta:
-Si tanto os importaba, ¿por qué hicisteis la apuesta conmigo?
-Porque nunca pensé que lo pudierais lograr -contesta don Luis-, y
vamos a luchar ya, que me impaciento.

Cuando se disponen a batirse, oyen un ruido y esperan a ver quién


llega.

ESCENA V
Ciutti, el criado de don Juan, le advierte que llega el comendador, don
Gonzalo Ulloa, acompañado de gente armada, y le pide que huya para salvar
la vida. En vez de eso, Tenorio le ordena:
-Déjale libre la entrada, pero sólo a él.

ESCENA VI
Para poder hablar con el comendador, don Juan pide a don Luis, que
había llegado primero y con el que se disponía a enfrentarse, que le conceda
unos minutos.

Como éste no se fía, Tenorio le dice:


-Entrad aquí, desde ahí ved y escuchad; libre tenéis esa puerta para
salir y actuar si veis que mi conducta no os gusta.

ESCENA VII

Entra don Gonzalo, indignado y furioso, dispuesto a vengar el honor de


su hija. Cuando ve a Tenorio le grita:
-Miserable, tú has robado a doña Inés. Y aquí estoy para matarte y
recuperar mi honor.
Don Juan, en vez de hacerle frente, lo recibe de rodillas y, con
humildad, le suplica perdón y el consentimiento para casarse con doña
Inés:
-Jamás he suplicado, ni a mi padre ni a mi rey. Pero escuchadme, yo
adoro a doña Inés, su amor me transforma en otro hombre y ella puede hacer
un ángel de quien fue un demonio. Si me dejáis, yo seré el esclavo de
vuestra hija, en vuestra casa viviré, vos gobernaréis mi hacienda, pasaré en
reclusión el tiempo que señaléis, os daré las pruebas que exigieres de mi
sumisión y respeto... Lo que sea hasta que vuestro juicio estime que la puedo
merecer, momento en que la haré mi esposa.
Pero don Gonzalo, encolerizado, le responde:
-¡Nunca, nunca! ¿Tú su esposo? Primero la mataré. Entrégame a
mi hija o acabo contigo ahora mismo.
Tenorio, viendo que don Gonzalo no va a ceder, le dice:
-Dese cuenta de que he querido satisfacerle por cuantos medios he
podido, y he tolerado sus insultos con paciencia, proponiéndole la paz de
rodillas.

ESCENA VIll

Don Luis, que lo ha contemplado todo, aparece riéndose. Don


Gonzalo, extrañado por su presencia, pregunta:
-¿Quién es ese hombre?
Don Luis le responde:
-Un testigo de su miedo y un amigo para vos -y, dirigiéndose a Tenorio,
añade:- La ira soberana de Dios une, como ves, al padre de doña Inés y al
vengador de doña Ana. Mira el fin que aquí te espera.
Don Juan, viéndose ante dos personas resueltas a matarlo, decide no
esperar más y se enfrenta a sus enemigos. Primero, se dirige al comendador:
-Que triunfe el infierno, pues, Ulloa, dado que me niegas el amor de
doña Inés y me obligas a seguir con mi vida inmoral, cuando Dios me llame a
juicio, tú responderás por mí.
Entonces, le dispara y lo mata. Volviéndose hacia don Luis, le dice:
-y tú, insensato, di con razón que cara a cara te mató.

Empiezan a batirse a espada y, al poco tiempo, lo mata de una


estocada. Entonces, culpa al cielo de que no le permita dejar atrás su
vida criminal:
-Llamé al cielo y no me oyó, y como su puerta me cierra, de mi vida en
la tierra responda el cielo, y no yo.
Al oír que se acercan los hombres del comendador, huye en barca por
el río.

SEGUNDA PARTE
ACTO PRIMERO: “La sombra de doña Inés”

ESCENA I

En el palacio de la familia Tenorio en Sevilla se ha construido un


gigantesco panteón, donde están enterradas muchísimas personas, la
mayoría asesinados por don Juan. El escultor encargado de hacer las
estatuas de los fallecidos acaba de finalizar su último trabajo y se dispone a
irse cuando oye el ruido de alguien que se acerca.

ESCENA II

Don Juan llega a la que fue su casa y, como no la encuentra, pregunta


al escultor:
-Hace años que falto de España y, al llegar a estas verjas, me he
encontrado este recinto enteramente distinto a como lo dejé.
El escultor le responde:
-Lo creo; como que esto era entonces un palacio y hoy es un panteón.
Tal fue la voluntad de su dueño, y fue un empeño que dio admiración
al mundo: dejó su hacienda entera al que la empleara en un panteón
que asombrara a las generaciones futuras; pero con la condición de
que se enterraran en él los que sucumbieron de modo cruel a manos
de su hijo.
Don Juan empieza a mirar alrededor y reconoce las estatuas de la
gente que fue matando a lo largo de su vida, entre ellas las del comendador y
la de don Luis Mejía. De repente, se fija en la estatua de doña Inés y le
pregunta al escultor cómo murió. Éste le dice:
-Dicen que murió de pena cuando volvió de nuevo al convento,
abandonada por don Juan.
Tenorio, entonces, quiere quedarse a solas y le pide al escultor
que se vaya, ofreciéndose a cerrar él el panteón. Éste, al principio no
quiere, pero al saber que se trataba de don Juan, conociendo su reputación y
temiendo por su vida si le lleva la contraria, decide dejarle solo.

ESCENA III

Don Juan se encuentra solo entre todas las estatuas y dice:


-Mi buen padre empleó en esto toda nuestra fortuna; hizo bien, pues,
de no haber sido así, seguro que yo la habría malgastado en cualquier juego.
-Dirigiéndose a las esculturas:- No os podéis quejar de mí; os quité buena
vida al mataros, pero también os di buena sepultura. ¡Qué hermosa noche!
¡Y cuántas noches como ésta he perdido en malas aventuras!
Mira, entonces, de manera especial, la estatua de doña Inés y exclama:
-Mármol que alojas el cuerpo sin vida de doña Inés, deja que el alma
de un triste llore un momento a tus pies. Inocente doña Inés, cuya hermosa
juventud encerró en el ataúd quien llora ahora a tus pies, si a través de esa
piedra puedes mirar la amargura de mi alma, prepárame un sitio a tu lado en
tu misma sepultura. ¡Oh, doña Inés de mi vida! Si es cierto que hay un Dios en
el cielo, dile que mire a don Juan, llorando en tu sepultura.

ESCENA IV
Aparece la sombra de doña Inés y, dirigiéndose a
Tenorio, le dice:
-Yo soy doña Inés, don Juan, que te oyó en su sepultura.
Don Juan, atónito, pregunta:
-Entonces... ¿Vives?
La sombra responde:
-Vivo para ti. Yo ofrecí mi alma a Dios a cambio
de la tuya impura. Al ver cómo te amaba, me concedió
unir el destino de nuestras dos almas.
Tenorio, confuso, se pregunta en voz alta:
-¿Estoy despierto o tal vez sueño con las sombras
de un paraíso?
La sombra responde:
-No, no estás soñando. Y piensa que, si te arrepientes y actúas
bien, nos podremos salvar; pero, si actúas mal, causarás nuestra
eterna desgracia. Reflexiona, don Juan, y no pierdas un instante,
porque esta noche se acaba tu tiempo.
Y dicho esto, la sombra desaparece.

ESCENA V
Don Juan está sobrecogido por la sombra de doña Inés y por
las palabras que le ha dicho. Por eso, al
ver a sus amigos Centellas y Avellaneda, piensa que son
espectros. Cuando oye que éstos lo llaman repetidamente por su
nombre, responde:
-¡Apartaos de mí, irreales sombras!
Ellos se acercan y tratan de tranquilizarlo. Centellas le dice:
-Tranquilizaos, don Juan. No somos sombras, si-
no hombres que os conocen y os aprecian. A la luz de
las estrellas os hemos reconocido y hemos venido a da-
ros un abrazo.
Avellaneda, por su parte, le pregunta:
-Pero, ¿qué hacéis aquí? ¿Conocéis este sitio?
Tenorio responde:
-Es el panteón familiar. Aquí sólo veréis amigos
de mi niñez o testigos de mi audacia y valor. No quiero
seguir aquí, vámonos.
Los amigos lo siguen y Centellas añade:
-Vamos, y nos contaréis el motivo de que volváis
a Sevilla por tercera vez.
Don Juan, entonces, les dice:
-Cenaremos los tres solos en mi casa, a no ser
que también quiera asistir alguno de éstos. -Señala a la
estatua del comendador-. Tú eres el más ofendido, pe-
ro, si lo deseas, también te invito a cenar.
Centellas, sorprendido por lo que acababa de oír,
dice a Tenorio:
-Don Juan, invitar a cenar a la estatua de un
muerto... Eso no es valor, sino locura.
A lo que don Juan respondió:
-Llamadlo como queráis; yo soy así. Vámonos. Y
lo dicho, comendador, queda invitado.

ACTO SEGUNDO: “La estatua de don


Gonzalo”

ESCENA I

Están ya todos en casa de Tenorio dispuestos para cenar. En la mesa,


ha hecho poner cuatro sillas y cuatro cubiertos, reservando un sitio al
comendador. Don Juan le dice a su criado:
-Ciutti, pon vino al comendador. Así, aunque él
no pueda venir, nadie podrá decir que no lo honré en su
ausencia.

Centellas, entonces, dice:


- Brindemos por su recuerdo y no pensemos más
en él.

Mientras brindan, llaman a la puerta insistentemente. No abren, no se


ve a nadie, aunque las llamadas suenan cada vez más cerca. Por fin, Tenorio,
imaginándose quién es, dice:
-¡Señores! ¿Para qué llamar? Si los muertos pueden pasar por la
pared. ¡Adelante!
La estatua del comendador pasa a través de la
puerta cerrada; Centellas y Avellaneda se desmayan.

ESCENA II

-¿Eres el comendador? -preguntó don Juan.


Éste respondió:
-¿Por qué te asustas de mí si me has invitado?
Tenorio intenta que sus amigos se recuperen y se levanten. Pero el
espíritu del comendador le dice:
-No esperes que se levanten, porque no despertarán hasta que yo me
vaya. La justicia divina del Señor para contigo no necesita más testigos que tu
conciencia. Y yo vengo en su nombre para enseñarte que detrás de esta vida
hay otra eterna. Dios, en su santa bondad, me envía para decirte que mañana
has de morir y te da esta noche para arrepentirte, a fin de que te salves.
Espero que me devuelvas esta visita.

ESCENA III

Todavía impresionado por la visita del comendador, don Juan recibe de


nuevo la visita de la sombra de doña Inés. Ella le dice:
-Piensa en lo que te ha dicho mi padre y ten valor para acudir a su
cita. Piénsalo bien, porque sólo tienes esta noche para arrepentirte y mañana
nuestros cuerpos dormirán en la misma sepultura. -Tras decir
esto, desapareció.

ESCENA IV

Tenorio no entiende nada. Ve todo tan raro, que


piensa que tal vez haya sido preparado por sus amigos
para gastarle una broma de mal gusto y les reprocha que
quieran reírse de él. Les dice:
-No finjáis ya más. Dadme una explicación de lo
que ha pasado aquí o juro a Dios que os haré ver a los
dos que no hay quien me burle a mí.
Ellos, por su parte, creen que es don Juan quien
ha representado una escena para hacer alarde de su valor. Centellas le dice:
-Pues ya que habláis del tema, sabed que sospecho que sois vos el
que habéis hecho burla de nosotros. Yo he perdido aquí del todo los sentidos,
sin haber hecho ningún exceso, y esto lo entiendo yo de este modo: para
mostrar vuestro valor, invitasteis a cenar al comendador; y, para poder decir
que asistió, con un narcótico puesto
en el vino nos habéis hecho dormir. Si es broma, puede pasar, pero llevada a
tal extremo ni puede probarnos nada ni la vamos a tolerar.

Empiezan a discutir, se acusan mutuamente de


mentir y, cuando Centellas se dispone a sacar su espada,
Tenorio le dice:

-Vamos fuera, no piense después cualquiera que


os maté en mi casa.

Salen de la casa con ánimo de luchar.


ACTO TERCERO: “Misericordia de Dios y apoteosis del
amor”

ESCENA I

Tenorio llega al panteón familiar para acudir a la


cita con el comendador. Ante el sepulcro le dice:
-Despierta, ya estoy aquí.
Entonces, la sepultura se transforma en una mesa, sobre la que hay
un plato de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena. Las sombras y
espíritus de los muertos observan la cena.

ESCENA II

La estatua del comendador le dice a don Juan:


-Aquí me tienes, don Juan, y vienen conmigo todos los que están
reclamando a Dios tu eterno castigo. Tú me has ofrecido antes una
cena y ahora te he preparado yo la mía.
-¿Y qué es esto que me das? -replicó don Juan.
La estatua responde:
-Fuego y ceniza; te doy lo que tú serás. Ceniza,
porque eso es en lo que se convertirá tu cuerpo; el fuego es el que hay en el
infierno, a donde tú irás debido a tu vida desenfrenada. El reloj mide el
tiempo que te queda; en cada grano de arena se va un momento de tu vida y
ya te quedan muy pocos. Aprovecha el tiempo,
arrepiéntete y salva tu alma.
Pero don Juan, confuso y asustado, no cree posible arrepentirse y
borrar en un momento treinta años de mala vida. Entonces, ve pasar una
comitiva que va a un entierro. La estatua le dice que es el suyo, pues el
capitán Centellas lo mató. Cuando se le ha acabado el tiempo y el
comendador le coge la mano para llevárselo al infierno, Tenorio por fin se
arrepiente de sus pecados y, de rodillas y mirando al cielo, exclama:
-Santo Dios, yo creo en Ti; ten piedad de mí. De repente, cuando las sombras
de los muertos se dirigían hacia don Juan, se abre la tumba de doña Inés,
que le coge la mano.

ESCENA III

Doña Inés aparece y dice a todos los espíritus


que querían llevarse a don Juan a los infiernos:
-¡No! Yo estoy aquí y Dios perdona a don Juan al
pie de mi sepultura. :"'Y, dirigiéndose a él a continuación,
prosigue:- Yo he dado mi alma por ti y Dios, gracias a
mí, te perdona. Todos sabrán que el amor te salvó en el
último momento. Cesad, cantos funerales; callad, fúnebres campanas; ocupad,
sombras livianas, vuestros sepulcros -los esqueletos vuelven a sus tumbas,
que se cierran-; volved a los pedestales, animadas esculturas
-vuelven las estatuas a sus lugares-. Dicho esto, varios ángeles rodean a
los dos amantes, que quedan juntos para siempre.

PREGUNTAS:
1
¿En dónde se sitúa la obra 'Don Juan Tenorio'?
EN SEVILLA.
¿En qué idioma se escribe la obra 'Don Juan Tenorio'?
ESPAÑOL.
3
¿En qué año transcurre la primera parte de la obra?
1545.
4
¿A qué genero pertenece 'Don Juan Tenorio'?
TEATRO.
5
¿Cuál es el subtítulo de la obra?
DRAMA RELIGIOSO-FANTÁSTICO EN DOS PARTES.
6
¿En qué año se estrena la obra 'Don Juan Tenorio'?
1844.
7
Al inicio de la obra, ¿a quién le escribe una carta don Juan?
A DOÑA INÉS.
8
¿Quién es el dueño de la hostería?
CRISTÓFANO BUTTARELLI.
9
¿Cómo se llama la hostería en donde se abre el Acto I?
"DEL LAUREL".
10
¿Qué debe hacer el criado de don Juan con la carta que él escribe?
DEBE ENTREGAR LA CARTA A LA MUJER QUE ASISTE A DOÑA INÉS Y
ESPERAR SUS INSTRUCCIONES.
11
¿A quién está esperando don Juan en la hostería?
A DON LUIS MEJÍA.
12
Según Ciutti, ¿qué características tiene don Juan?
ES FRANCO Y NOBLE.
13
¿En qué consiste la apuesta que han hecho don Juan y don Luis?
HAN APOSTADO A QUIÉN DE LOS DOS CONQUISTARÍA A MÁS
MUJERES Y MATARÍA A MÁS HOMBRES EN EL LAPSO DE UN AÑO.
14
¿Cuántas conquistas ha realizado don Juan durante el último año?
SETENTA Y DOS.
15
¿Qué opina Don Gonzalo sobre Juan Tenorio?
OPINA QUE ES UNO DE LOS HOMBRES MÁS VILES DE ESPAÑA.
16
¿A cuántos hombres ha matado don Luis en el transcurso del último año?
VEINTITRÉS.
17
¿Qué decisión toma don Gonzalo después de presenciar el enfrentamiento
entre don Juan y don Luis?
DON GONZALO CANCELA EL ACUERDO DE CASAMIENTO QUE HABÍA
PACTADO CON DON DIEGO.

18
¿Cómo reacciona don Luis al perder la apuesta con don Juan?
DON LUIS LE PROPONE A DON JUAN UNA NUEVA APUESTA.
19
¿En qué consiste la segunda apuesta que realizan don Juan y don Luis?
DON JUAN DEBERÁ CONQUISTAR A UNA NOVICIA Y A LA PROMETIDA
DE DON LUIS.
20
¿Cómo reacciona el padre de don Juan ante la conducta de este en la
hostería?
RENIEGA DE SU HIJO.
21
¿Qué ocurre cuando don Juan y don Luis parten de la hostería?
LOS DETIENEN Y LOS ARRESTAN.
22
¿Qué hace don Luis al salir de prisión?
SE DIRIGE A LA CASA DE DOÑA ANA DE PANTOJA.
23
¿A quién secuestra don Juan luego de salir de prisión?
A DON LUIS MEJÍA.
24
¿Cuál es el plan de don Juan para ganar la apuesta relacionada con doña
Ana?
SU PLAN ES INGRESAR DE NOCHE A LA CASA DE DOÑA ANA
FINGIENDO SER DON LUIS.
25
¿Quién le habla a doña Inés del supuesto amor que siente por ella don Juan?
BRÍGIDA.
QUIZZIZ:

1. Hija del comendador, prometida de don Juan Tenorio, gracias a ella Dios le
concede el perdón al protagonista. Doña Inés de Ulloa
2. Es el padre de don Juan Tenorio, se avergüenza de los actos del hijo.
Convierte su palacio en un panteón. Don Diego
3. ¿Quién gana la apuesta de ver quién había seducido y burlado a más
mujeres? Don Juan
4. ¿Quién le entrega a doña Inés la carta escrita por don Juan Tenorio? Brígida
5. Don Luis le echa en cara a don Juan que le hacen falta dos tipos de mujeres:
Casada y novicia
6. Don Gonzalo llega al convento para avisar del peligro que corre su hija. Llega
tarde. ¿Qué encuentra el comendador en la celda de su hija? La carta de don
Juan.
7. Cuando doña Inés está dispuesta a huir de la casa, hace su aparición don
Juan. ¿De dónde viene el libertino a esas horas de la noche? De seducir a
doña Ana.
8. Don Gonzalo entra dispuesto a matar a don Juan. ¿Cómo recibe Tenorio al
Comendador? De rodillas, para pedirle perdón.
9. ¿Cómo convence Don Juan a Doña Inés de que puede estar tranquila en su
casa? Se inventa un incendio y que su padre está al corriente
10. ¿De quiénes son las tumbas del panteón? Don Diego, Don Luis, Doña Inés.
11. ¿Cuál es el motivo de la reunión de Don Juan y Don Luis? Debían decidir el
ganador de más duelos y quien conquistó más doncellas
12. ¿Cómo muere don Gonzalo? Don Juan lo mata de un balazo
13. ¿Por qué murió doña Ines?¿Cómo refleja el romanticismo? Murió de
amor,refleja el amor imposible.
14. ¿Dónde se sitúa la acción del primer acto de Don Juan Tenorio? Sevilla
15. Don Juan y don Luis se apuestan … Seducir a una novicia
16. Ante el reto de Don Luis, Don Juan responde… Que también conquistará a su
prometida, Doña Ana de Pantoja
17. Al leer Doña Inés la carta de Don Juan… Doña Inés se desmaya, Suenan las
campanas de las nueve de la noche, Don Juan entra en escena como una
aparición, Todas son correctas
18. Don Juan aprovecha el desmayo de Doña Inés para… Llevársela del
convento
19. ¿Quién informa a Don Juan Tenorio de lo ocurrido en su ausencia de cinco
años? El escultor de las estatuas del cementerio
20. ¿Cómo termina la obra? Don Juan muere y se salva porque pide perdón a
Dios

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