Este documento resume un pasaje bíblico de Colosenses 1:3-8 de la siguiente manera:
1) Pablo da gracias a Dios por la fe, el amor y la esperanza que está creciendo en la iglesia de Colosas, obra del Espíritu Santo.
2) La fe de los colosenses está fundamentada en Cristo Jesús y se demuestra a través del amor por los demás creyentes.
3) Esta fe y amor están basados en la esperanza de la salvación que Dios les ha prometido a través de Crist
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1) Pablo da gracias a Dios por la fe, el amor y la esperanza que está creciendo en la iglesia de Colosas, obra del Espíritu Santo.
2) La fe de los colosenses está fundamentada en Cristo Jesús y se demuestra a través del amor por los demás creyentes.
3) Esta fe y amor están basados en la esperanza de la salvación que Dios les ha prometido a través de Crist
Este documento resume un pasaje bíblico de Colosenses 1:3-8 de la siguiente manera:
1) Pablo da gracias a Dios por la fe, el amor y la esperanza que está creciendo en la iglesia de Colosas, obra del Espíritu Santo.
2) La fe de los colosenses está fundamentada en Cristo Jesús y se demuestra a través del amor por los demás creyentes.
3) Esta fe y amor están basados en la esperanza de la salvación que Dios les ha prometido a través de Crist
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1) Pablo da gracias a Dios por la fe, el amor y la esperanza que está creciendo en la iglesia de Colosas, obra del Espíritu Santo.
2) La fe de los colosenses está fundamentada en Cristo Jesús y se demuestra a través del amor por los demás creyentes.
3) Esta fe y amor están basados en la esperanza de la salvación que Dios les ha prometido a través de Crist
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Progresando en el Evangelio
3 Siempre orando por vosotros, damos
gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, 5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. (Col. 1:3-8)
Introducción
Progreso, progreso, progreso... Parece que esta palabra
está de moda. Cerca de las elecciones generales, todas las fuerzas políticas parecen definirse como una fuerza de progreso. Progresar significa ir hacia delante, mejorar, superar barreras, alcanzar nuevos retos, etc. Y eso está bien.
Parece que el progreso es el paradigma de nuestra
sociedad. Hemos de reconocer que científica y tecnológicamente se ha progresado en el siglo XX como jamás se había hecho antes. Y también humanamente: la democracia es una realidad en muchos países del mundo, se han proclamado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de los Niños, de las Mujeres, de los Trabajadores, etc. Desgraciadamente esto, en muchas ocasiones, sólo es eso: una declaración de principios, la expresión de un deseo y no de una realidad.
Sin embargo, Pablo dice a los cristianos que el
Evangelio está progresando, que realmente hay una mejora espiritual en el hombre que ha entrado en el Reino de Dios, que en la iglesia está creciendo la fe, la esperanza y el amor. Y por ello prorrumpe es una acción de gracias a Dios Padre que hace eso posible.
I. La acción de gracias...
El apóstol no está usando una mera fórmula al empezar
una carta. Ni tampoco está formulando una oración estereotipada a favor de los colosenses. Pablo está pensando en la acción del Espíritu en la iglesia de Colosas y eleva una alabanza a Dios.
Esta alabanza siempre es consecuencia de ver la acción
de Dios a favor de su pueblo, de cada uno de sus hijos; Pablo sabe que es Dios quién está produciendo la fe, la esperanza y el amor a través de su Espíritu (v. 8) en cada uno de los miembros de la iglesia. Es importante resaltar que Pablo no está alabando la iglesia de Colosas, sino al Dios que produce ese crecimiento en la iglesia de Colosas. El relato de “La gallina de los huevos de oro” nos da una ilustración magnífica: ¿de qué nos sirven los huevos de oro si nos perdemos la “fábrica” de esos huevos? Las acciones de gracias van dirigidas al Padre, el autor de la gracia y la paz como comentábamos el domingo pasado, al ver los resultados de Su acción en su iglesia.
¡En cuántas ocasiones erramos en nuestras acciones de
gracias, en nuestras alabanzas cuando se las damos a tal o cual hermano, o cuando intentamos ser una fotocopia de tal o cual iglesia! A veces intentamos reproducir modelos de otras iglesias que están creciendo y nos equivocamos. No porque tal deseo sea malo, que no lo es, sino porque olvidamos que es Dios quién está produciendo ese crecimiento y que es nuestro mismo Dios, nuestro mismo Padre.
Pablo eleva una acción de gracias...
II. ... por nuestra confianza...
vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor
que tenéis a todos los santos, 5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos (vv. 4-5)
¿Cuál es la confianza en la que reposan sosegadamente
los colosenses? En la fe en Cristo, el amor a los santos y la esperanza que ya está reservada para ellos. Estas tres son las virtudes cristianas que Pablo está enfatizando constantemente en todas sus cartas.
Aquí las presenta de una forma diferente: la fe en Cristo
y el amor a los hermanos son una unidad, y la tercera no es una virtud, sino la causa de las dos primeras; la fe y el amor están fundamentados en la esperanza.
La fe de los colosenses no era una fe cualquiera; era una
“en Cristo Jesús”. Esta fe no se limita a lo que uno cree o quiere obedecer y a lo que por ello se sujeta, sino que es una forma de vivir. Cristo es la esfera en la que se ejercita la fe; se trata de una unión vital (que da vida) con Cristo.
Pablo no está hablando de “creer en Cristo”, es decir,
tener un conocimiento más o menos histórico o intelectual de Jesús, ni de “creer a Cristo”, es decir, creer en las palabras que Cristo nos dejó, sino “creer dentro de Cristo”, es decir, ejercitar nuestra fe en el Cuerpo de Cristo que es la iglesia. Esta es la enseñanza de Jesús y de otros apóstoles:
En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tenéis amor los unos por los otros. (Jn. 13:35)
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y
aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?(1ª Jn. 4:20) Por eso el segundo elemento de esta trilogía es el amor. La fe solamente actúa en el amor:
porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. (Gá. 5:6)
Y esto es posible sólo dentro de la iglesia. Tenemos que
desterrar de nuestra mente la fe etérea e irreal. La fe verdadera es la que se ve principalmente en el amor. De ese modo podemos decir que el vínculo entre los hermanos no son meros “sentimientos” o “cosas espirituales”; el vínculo entre los creyentes es al amor que se refleja en hechos.
Por eso es tan importante preocuparnos los unos por los
otros. Cuando nos llamamos por teléfono para interesarnos por el hermano, o cuando no lo hacemos, simplemente estamos mostrando la clase de amor que sentimos por los demás. No quiero ser repetitivo, pero “amores son acciones y no buenas razones”.
La esperanza la define más tarde el mismo Pablo en esta
carta:
A ellos, Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria. (Col. 1:27) La esperanza no es un optimismo por la vida, o triunfalismo, o unos hechos que uno quiere que sucedan. Nuestra esperanza es Cristo, o más propiamente, la salvación que Cristo nos proporciona, liberándonos del yugo del pecado y de la muerte y, como no, de los ataques del Maligno.
Esta esperanza no es algo nebuloso que aguardamos
sino una certeza, una espera confiada (esperanza = espera + confianza). ¿En qué? En un Reino que ya ha irrumpido en la humanidad por medio de Cristo y al que ya hemos sido trasladados. Este es el anuncio
de la cual ya habéis oído por la palabra
verdadera del evangelio
Esta Palabra fiel nos ha llegado...
III. ... en los ambientes en que nos movemos...
que ha llegado hasta vosotros, así como
a todo el mundo, (v. 6)
Pablo dice que este evangelio a llegado a ser parte de
los colosenses, de cada uno de los creyentes. Y es un Evangelio dinámico: ha llegado a ellos, pero también a todo el mundo. Este “todo el mundo” habla de la universalidad del mensaje: es para todo aquél que quiera escucharlo. No es un mensaje privado, sino público, para gritarlo bien alto desde las azoteas y que pueda ser oído bien lejos. Pero el Evangelio no es solamente un mensaje para el no creyente; es el mensaje también para el creyente en donde crece y lleva fruto. Recordemos la parábola del sembrador: se esparce la semilla en varios tipos de tierra, pero sólo fructifica en la “buena tierra”.
IV. ... y va progresando
y lleva fruto y crece también en
vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, 7 como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, (vv. 6b-7)
¿Queréis una buena noticia? ¡El Evangelio progresa!
¿Dónde? En todo el mundo y ¡también en nosotros desde que oímos y conocimos la gracia de Dios!
Llegados a estas alturas podemos preguntarnos dónde se
ve ese progreso o dónde debería verse. La respuesta más inmediata es en el número; ¿hay crecimiento numérico o no? El apóstol afirma que “ha llegado a todo el mundo”, luego algo de crecimiento ha de haber. Pero si seguimos su hilo argumental, veremos que ese avance se manifiesta en los colosenses en la esperanza de gloria que produce en nosotros la “fe en Cristo” y el “amor por todos los santos”.
Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras, (Heb. 10:24) En estos versículos hay también una progresión: “Oísteis... comprendisteis... aprendisteis”. No es suficiente escuchar el Evangelio; hay que escuchar con atención, hay que dejar que penetre en nosotros, que produzca una transformación. Solamente así podemos decir que hemos aprendido. Y al poner en práctica lo que se oye y se comprende, entonces y sólo entonces, es cuando se vive le Evangelio.
Conclusión
y que seáis fortalecidos con todo poder,
conforme a su gloriosa potencia, para toda perseverancia y paciencia. (v. 11)
Este es el propósito de Pablo al escribir esta carta.
¿Cómo podemos ser fortalecidos? Cuando nos damos cuenta de que el Evangelio progresa, produciendo en nosotros una “esperanza de gloria” que nos lleva a crecer en “la fe en Cristo Jesús” y nos mueve a sentir “amor por todos los santos”. ¡Y todo por su gracia (v. 6)!
¡Y esto no es una declaración de principios, sino una
realidad!
¡A Él sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos!