Convivio Serna Mex
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56 El vendedor
LETRAS LIBRES
de silencio
SEPTIEMBRE 2019
ENRIQUE SERNA
Figura oscura del periodismo en México y cercano al poder, Carlos Denegri ha sido uno de
los líderes de opinión más influyentes de la historia reciente. La nueva novela de Enrique
Serna entrelaza su vida con el retrato de un país bajo la sombra del pri.
C
on traje primaveral de embute que no te corrompa, tómalo. No era toda-
lino crudo, sombrero fedo- vía un copartícipe del poder y, sin embargo, ya lo
ra y bostonianos marrones embriagaban sus ondas magnéticas. Si Maximino
recién boleados, Denegri lo introducía en el círculo dorado de los voceros
llegó al zaguán de la Quinta incondicionales, se cotizaría más alto en la estima-
Margarita, la enorme forta- ción de la clase política. Temía, sin embargo, que un
leza donde vivía Maximino hombre con tan pocas pulgas no le hubiera perdona-
desde su mudanza a la capital, do el reportaje en su contra. Pero los hombres como
cuando lo nombraron secretario de Comunicaciones él no se cobraban ofensas a toro pasado, y si tuviera
y Obras Públicas. Vigilada día y noche por efectivos intenciones aviesas, ¿para qué lo había citado en su
de la policía militar, ocupaba toda una manzana en propia casa?
San Jerónimo, un pueblo suburbano donde las cla- Un caballerango alto y moreno, ancho de espal-
ses pudientes gozaban lo mejor de dos mundos: un das, con un mechón blanco en la cabellera negra,
ambiente campirano sin apartarse mucho de la ciudad. abrió el portón de madera y lo invitó a pasar. Ca-
Después de revisar con lupa su licencia de manejo, el minaron por un andador adoquinado que dividía el
jefe de la escolta lo pasó a la báscula, entre dos hileras enorme jardín, entre sauces llorones y laureles de la
de soldados con los rifles en bandolera. ¿Para qué me India. Dos perros labradores de lustroso pelaje corre-
habrá mandado llamar?, pensó al jalar el cordón de la teaban entre los macizos de violetas y gardenias. Una
campana. En los tres años transcurridos desde que parvada de tordos se echó a volar cuando pasaron
sus matones le dispararon en Puebla había tomado un a su lado. En el potrero, un diestro jinete con som-
curso intensivo de relativismo moral y apenas queda- brero cordobés montaba una yegua blanca. La hizo
ban escombros de su vocación justiciera. Los bendi- remolinear a punta de fuetazos y cuando ya sacaba
tos sobres de a mil pesos mensuales que le mandaba espuma por los belfos le ordenó alzar las patas.
Daniel Morales, el jefe de prensa de Los Pinos, y el –¿Es el general? –preguntó al caballerango.
contacto diario con políticos de baja o mediana cate- –Sí, diario sale a montar. Me encargó que lo pase
goría, gente simpática y obsequiosa, con enorme talen- a su estudio, en lo que termina la práctica.
Fotografía: Archivo Histórico del Excélsior
to para ganarse voluntades y ennoblecer cohechos, lo Su guía lo introdujo en una elegante mansión
habían predispuesto a favor de una autoridad que hala- estilo art decó, de mármol crema veteado de marrón,
gaba a los periodistas al imbuirles una idea exagerada con una columnata en la veranda y candiles de hie-
de su importancia. rro en forma de campana. Cruzaron la sala, recar-
Para disipar cualquier predicamento moral gada de gobelinos, tibores chinos y trofeos de caza
empleaba un lema acuñado por los decanos del oficio: y luego subieron por una fastuosa escalera en espiral.
Un busto en bronce de Maximino daba la bienvenida las malas lenguas, Maximino castigaba a sus subalter-
al estudio, una especie de capilla consagrada a su ego nos a punta de fuetazos y temió que pretendiera darle
militar. Conducido a una salita con mullidos sillo- el mismo trato.
nes de cuero, Denegri contempló las fotos expuestas –Sé que escribió un reportaje en mi contra lleno
en la mesa de centro, en las que Maximino departía de mentiras y quiso publicarlo pese a la advertencia de
con Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas. Quiere mis muchachos –soltó un bufido amenazador–. No
la gloria, pensó, no le basta con la riqueza y el poder. tiraron a matar, nomás querían espantarlo. Respeto
Se levantó a curiosear en las vitrinas de trofeos: una los actos de valor, pero si ese libelo se publica usted
exhibía sus condecoraciones internacionales, otorga- estaría empujando malvas en el panteón. A su edad
das todas por gorilatos militares de Latinoamérica, yo también hice tarugadas. Me rebelé contra el gobier-
y otra los estandartes que le arrebató a los cristeros. no de Madero cuando creí que había traicionado la 57
Detrás del escritorio colgaba el retrato de su herma- Revolución y tuve que andar a salto de mata en la sie-
no, el presidente Manuel Ávila Camacho, en unifor- rra de Puebla, imagínese nomás. Pero veo que lo tara-
me militar, la banda tricolor cruzada en el pecho, y en do ya se le está quitando. Me gustó su crónica de la
la pared de enfrente, una foto enmarcada de Benito rechifla que los ferrocarrileros le dieron a Lombardo.
LETRAS LIBRES
Mussolini haciendo el saludo fascista. Lo exhibió como lo que es: un falso profeta. SEPTIEMBRE 2019
Era inaudito que en plena Guerra Mundial, Líder máximo del sindicalismo, Vicente Lom-
mientras el gobierno de México cerraba filas con los bardo Toledano comandaba el ala izquierda del par-
aliados, y de un momento a otro podía declarar la tido gobernante. Experto en derecho laboral, su gran
guerra a las potencias del Eje, el hermano mayor del capacidad oratoria le había permitido sobresalir en un
presidente no tuviera empacho en proclamar su admi- medio plagado de líderes zafios y propensos a las com-
ración al Duce. Imaginó el sensacional encabezado en ponendas con los patrones. Era una lumbrera acadé-
Excélsior: “Maximino toma partido por el fascismo”. mica y escribía tratados con vuelos filosóficos que le
Sería un campanazo informativo, pero no andaba a la habían valido invitaciones a dar conferencias en varios
caza de noticias escandalosas, ni el periódico se arries- países. Desde los periódicos llevaba una década pre-
garía a publicarla. Refrenó las ganas de husmear en dicando el advenimiento de una sociedad sin clases,
los libreros y en los cajones del escritorio por temor pero al mismo tiempo se oponía al Partido Comunista
a que un mayordomo apareciera de pronto. Cuando ya y lo acusaba de recibir consignas de Moscú. Era, pues,
llevaba un cuarto de hora esperando, Maximino entró un marxista no alineado con la Unión Soviética.
al despacho con paso marcial, el traje campero man- Había tenido un gran poder en el sexenio de Lázaro
chado de polvo. Colgó el sombrero cordobés en un Cárdenas, cuando se rumoraba que era un ministro
perchero pero conservó la fusta en el puño. Bajo de sin cartera. Con la bendición presidencial o sin ella,
estatura y recio de cuerpo, sin una gota de grasa, su Lombardo emplazó a huelga a centenares de empre-
porte erguido denotaba un orgullo férreo y, al mismo sas y obtuvo importantes victorias que reavivaron el
tiempo, cierta vanidad donjuanesca. Parecía temer espíritu combativo de la clase trabajadora. Pero desde
que una mala postura pudiera debilitarlo a los ojos la llegada al poder de Manuel Ávila Camacho había
del pueblo, como si el poder emanara del lenguaje perdido popularidad entre sus huestes, por respaldar el
corporal. O tal vez creyera que una espalda recta lo viraje a la derecha del nuevo gobierno. Político equili-
autorizaba a ser chueco en todo lo demás. brista, obligado a fluctuar entre la revolución proletaria
–Buenos días, joven –lo saludó de mano con un y el régimen corporativo, empezaba a resultarle difí-
vigor casi juvenil–. Tuve el gusto de conocer a su cil caminar por el alambre. Denegri lo atacaba, sobre
señor padre cuando era secretario de Agricultura. todo, por fidelidad a la línea editorial de Excélsior, dic-
Andaba por Teziutlán repartiendo tierras, vino a mi tada por los empresarios y la clase media conservadora,
rancho y lo invité a colear unas reses. Buen charro que habían convertido a Lombardo en la bête noire de la
y mejor tirador. Lamento que lo hayan congelado en arena política. A título personal, él estaba a favor de
el servicio diplomático. Conmigo siempre ha sido una las luchas obreras, pero desde que entró al juego de los
finísima persona. Con tan buena cuna, ¿cómo fue que embutes y las igualas tenía dos conciencias: la propia,
usted acabó de periodista? enmohecida por falta de uso, y otra de alquiler, sujeta
–Por vocación. Desde niño me gustaba escribir. a los vaivenes de la política cortesana. ~
Maximino subió los pies en la mesa de centro.
Con la fusta se daba golpecitos en la palma de la Fragmento de la novela El vendedor de silencio,
mano izquierda, en un tic de capataz acostumbra- que Alfaguara puso recientemente en circulación.
do a imponer temor. Apretaba el mango con tal fuer-
za que se le marcaban las venas del antebrazo. Según ENRIQUE SERNA es narrador y ensayista.